el último periodista. paginado copia

297
1 SANTIAGO CASAL QUINTÁNS EL ÚLTIMO PERIODISTA Alerta chemtrails

Upload: santi-casal

Post on 09-Aug-2015

177 views

Category:

Documents


38 download

DESCRIPTION

Alerta Chemtrails. Una historia de la lucha solitaria y denodada del personaje contra el abuso, criminal, de posición dominante por parte de las grandes Corporaciones con la ayuda de una clase política corrupta en una sociedad alienada.

TRANSCRIPT

Page 1: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

1

SANTIAGO CASAL QUINTÁNS

EL ÚLTIMO PERIODISTA Alerta chemtrails

Page 2: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

2

“El último periodista. Alerta chemtrails” es la

historia de una lucha denodada del protagonista, Arturo

Ruiz, y unas decenas de personas con conciencia crítica y

juicio despierto contra el pacto por el poder entre la clase

política y la oligarquía económica. Arturo Ruiz y sus

compañeros en las plataformas contra las fumigaciones

tóxicas desenmascaran al Imperio y a las grandes

corporaciones que utilizan elementos perversos para el

control de la población, el acaparamiento de las materias

primas y el dominio de los mercados. La ficción de “El

último periodista” es un acto de afirmación de la

necesidad y utilidad de la lucha contra las fumigaciones

tóxicas y la emisión de ondas de frecuencia

extremadamente alta que amenazan con exterminar a la

raza humana en grandes áreas geográficas.

Page 3: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

3

Santiago Casal Quintáns (Compostela, 1958), es un

fotorreportero independiente. Escritor, autor de

numerosos libros y monografías, con experiencia como

editor, y también en el diseño gráfico.

Ha recibido diversos premios, entre ellos: 1º premio no

“Concurso de Fotografía Medioambiental Concello de

Oleiros”, premio en “Concurso de Fotografía Ventanas al

Mar”, Ayto. de A Coruña, I premio “Narra Breve”, año

2009, Ayuntamiento de A Coruña; I premio Certamen

Internacional de relatos “Luis del Val”, año 2012. Premio

de Relatos “Amnistía Internacional”, Vigo 2012.

Recientemente ha publicado en gallego la novela “Cartas a

Elisa” y el ensayo “Galegos. A Galicia do século XX”.

Podemos ver trazos más amplios de su perfil en su página

www.santicasal.es

Page 4: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

4

I PARTE : LOS PRIMEROS TIEMPOS Capitulo 1 Llovía en Compostela aquel uno de Septiembre sobre la piedra todavía caliente del verano que tocaba a su fin prematuramente. Las muchachas, con prendas playeras y la piel morena, arrastraban maletas con ruedas como resignadas a abandonar una temporada centrada en recuperar la salud atacada por los exámenes de Julio. La idea de volver un año más a compartir la intendencia diaria con unos compañeros de piso que se distinguían por el abandono más absoluto en materia de orden y limpieza me producía un sentimiento que sobrepasaba a la pereza para parecerse a la ansiedad. Para amortiguarla me mentía a mi mismo con argumentos sobre las bondades de abordar la convivencia como un reto de trabajo en equipo. Enfocaba el último curso de Periodismo con una idea indefinida sobre la utilidad de una carrera que habilitaba profesionalmente para integrar de manera estable y duradera las listas del paro, o bien arrastraba a la realización encadenada de trabajos de nula cualificación, sobre todo en una ciudad provinciana, pequeña y anclada en estructuras de producción y consumo anticuadas. De hecho a partir de tercero había financiado mis estudios trabajando dentro de fórmulas de media jornada en el sector de servicios: almacenaje y estibado de vinos, hostelería, reparto a farmacias... No obstante mi vocación estaba definida y sabía que, a través de fórmulas trabajosas, innovadoras e independientes llegaría a hacerme un hueco en el mundo de la comunicación.

Page 5: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

5

Mi compañero de piso y mejor amigo, Francisco, había elegido una carrera, Ciencias de la Informática, que le brindaba oportunidades muy diversas en el mercado laboral. Durante los dos primeros años de carrera había convivido con dos chicas, estudiantes de Filología y un chico que estudiaba Historia del Arte. Mi contacto con ellos nunca sobrepasó el mínimo supuesto entre personas que comparten cocina y cuarto de baño. Si acaso durante los primeros meses había superado una fase de intentos de escarceos amorosos por parte de Claudia, que accedía a una situación novedosa con el umbral de la pegada hormonal un tanto sensible. Pero salvado aquel obstáculo hacia la libertad por mi visión a largo plazo y por un cierto grado de madurez que me había aportado una inmersión precoz en el mundo de las primeras relaciones lo cierto es que mis círculos ocasionales para pasar el tiempo de ocio venían dados más por la inclinación compartida hacia la práctica de ciertos deportes y por mi tendencia a complementar mis estudios con conocimientos científicos, hasta el punto de que mi presencia en aulas de Astronomía, Física Cuántica, Economía y Medicina era casi tan habitual como la asistencia a mi propia Facultad. Fruto de esa inclinación reforcé el equipo de fútbol de Informática (en mi sección no reuníamos jugadores suficientes) y en los terceros tiempos, celebrando triunfos y derrotas entre pintas de cerveza, entré en sintonía con Francisco. Nuestros intereses eran muy complementarios: a mi me subyugaba conocer todo lo que ocurría en el mundo y a Francisco le fascinaba la insistencia de los científicos en poner orden en el caos aparente. Además, me gustaba la raza de las chicas que estudiaban Ciencias, menos remilgadas que las de Letras y menos obsesionadas con las tendencias en el vestir, además de mostrarse

Page 6: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

6

más inclinadas a compartir actividades y aficiones similares a las mías. De modo que se puede decir que estaba enganchado al campus Sur y, de manera más concreta, al grupo de Francisco, con el que sintonizaba en muchos aspectos. Compartíamos intereses y nos pasábamos noticias, libros y reseñas de interés. Ese flujo se había incrementado con la intensificación de mis contactos para trabajar y hacer puestas en común a medida que se acercaba el final de la carrera. Por nuestra parte, Francisco y yo no esperamos a acabar los estudios para ir sondeando oportunidades de negocio. Durante meses proyectamos construir una plataforma en la red para el análisis crítico de la actualidad apoyado en la documentación y el rigor. Avanzamos mucho en el modelo y dejamos para el final, una vez acabada la carrera, la búsqueda del mecenazgo económico que nos podía proporcionar la contratación de espacios publicitarios. El proyecto de fin de carrera que además nos sirvió de base para la puesta en marcha de nuestra idea. El mío versaba sobre la importancia de marcar los tiempos y del papel de la instantaneidad en el impacto mediático de la comunicación entre la clase política y la ciudadanía. El de Francisco versaba sobre el aprovechamiento de las redes para amplificar las ideas y su responsabilidad en la estratificación social. Evidentemente las tesis eran de una total complementariedad y de hecho compartían, aunque desde una instrumentación diferenciada, el mismo caso práctico. El procedimiento sustrajo la mayor parte de nuestra energía toda vez que la formulación teórica la habíamos construido a partir de nuestras convicciones y aplicando métodos de análisis de un entorno cambiante y de sus leyes, y del estudio de la retroalimentación entre el poder,

Page 7: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

7

nuestra capacidad de acción, los ciudadanos de a pie y la realidad percibida por estos. Mirábamos a nuestro alrededor con el juicio crítico despierto. Capítulo 2. Todo nuestro arsenal de conocimientos e instrumentos para ilustrar la tesis de fin de carrera se focalizó en el análisis de la recurrencia histórica de la joven “democracia” estadounidense al método de la auto agresión para justificar el cambio de libertad por seguridad, con el fortalecimiento del papel y las atribuciones de los servicios secretos de inteligencia, la sobre dimensión de la industria armamentística y las contrataciones especializadas en reconstruir después de destruir y facilitar la explotación, o mejor diría expoliación, de recursos naturales, todo ello desde el control de una oligarquía histórica hiper concentrada. Nuestro trabajo partía, históricamente, del hundimiento del acorazado Maine en La Habana, se detenía en el ataque a Pearl Harbour, conocido por el alto mando de USA con antelación, hablaba del magnicidio en la persona de John Fitgerald Kennedy para paralizar la instalación de un status en que el enemigo se diluía y con él la necesidad de rearme y control. Detallábamos también el ataque al World Trade Centre en 1993 y, finalmente, abundando en la omnipresencia de la PIA, apuntábamos a la posibilidad de la autoría de esa Agencia de Inteligencia detrás de los ataques definitivos a las Torres Gemelas y al Pentágono en 2001. La desclasificación prevista de documentos secretos en el año 2086 no nos servía de mucho consuelo como tampoco lo

Page 8: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

8

había supuesto en su día el reconocimiento del Gobierno Federal de su responsabilidad en golpes militares en el cono sur americano para colocar a dictadores amigos, explotadores de la clase trabajadora y expoliadores de las materias primas a beneficio de las grandes empresas, como las mineras en Chile y Perú o la United Fruit en Guatemala. Nuestra exposición argumentativa no se basaba tanto en hechos divulgados por medios independientes como en las consideraciones en torno a los motivos por los cuales era tan importante para los EE.UU., o más bien para su jerarquía de poder, disponer de pretextos para atacar Irak, ocupar Afganistán o seguir apoyando a golpistas, como en Georgia. Las pruebas acerca de la responsabilidad de los servicios de InteligenCIA y directamente de la Presidencia del Gobierno en que las Torres Gemelas se desplomaran el 11-S parecían tan abundantes como elocuentes e irrefutables. Lo de menos era la mímica inversa del presidente cuando recibía la noticia lejos de la escena del crimen mientras le leía un cuento a los niños de una escuela. O su brindis con champagne esa misma noche del 11-S en la Casa Blanca acompañado por la familia yemení de Rin Bahden. La recopilación de detalles de datos presuntamente incriminatorios era prolijo: testimonios abundantes de haber escuchado explosiones múltiples previas al impacto de los aviones, destrucción de pruebas in situ, instrucción de los terroristas por parte de la PIA, conversaciones privadas desde los aviones, confinamiento de inocentes en Guantánamo, detenciones aleatorias y torturas sistemáticas... Pero tan elocuentes como los indicios de que el ataque a las Torres Gemelas pudiera ser un capítulo más en la Historia del Terrorismo de Estado que apuntala sentimientos patrióticos en la sociedad estadounidense nos resultaba la sospecha más que

Page 9: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

9

fundada de que intereses espurios de accionistas mayoritarios de grandes monopolios en sectores estratégicos hubieran podido verse beneficiados de manera exponencial con las intervenciones en Irak y Afganistán. Los Mush atesoran, generación tras generación, experiencia en hacer de la guerra una industria próspera. El abuelo de Mush amasó una fortuna con la financiación del equipamiento al ejército de Hitler. El padre, su mentor, impulsó la 1ª “guerra del Golfo” desoyendo las voces de los comisarios de la ONU, que no habían hallado armas de destrucción masiva en Irak. Se trataba tal vez de fagocitar el petróleo y quizás también de borrar el riesgo de testimonios de un sátrapa al que habían formado y armado para gasear a los kurdos y hostigar a Irán. Morgan Mush acabó ese trabajo en la segunda oleada imperialista a golpe de bombas en la capital y de bull-dozers en el desierto donde cayeron enterrados vivos en la arena decenas de miles de soldados forzosos. La reconstrucción del país árabe fue encargada a empresas que estaban detrás del triunfo electoral republicano y en cuyo accionariado se vuelven a encontrar participaciones mayoritarias de los mismos de siempre. Una reconstrucción amortizada con una expoliación del petróleo que no llega para mitigar la hambruna. Sólo el goteo incesante de muertos es capaz de aconsejar el abandono de las tierras quemadas y abocadas a la guerra civil... en Irak, en Afganistán, donde los EE.UU. habían armado primero a los talibanes para frustrar la ocupación soviética hasta acabar cerrando en sentido contrario un círculo macabro, aparentemente paradójico, consistente en apoyar a aquellos que mejor defienden sus intereses geoestratégicos a corto plazo. Pero Francisco y yo sólo éramos dos jóvenes que querían saber y deseaban decir lo que sabían. Nos movían algunos ideales, pero

Page 10: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

10

no teníamos madera de héroes. Nuestra idea del mundo y de lo que queríamos hacer dentro de el estaba balanceada entre la percepción de nuestra capacidad para cambiarlo interactuando en las corrientes de opinión y un sentimiento de lo más corriente y hedonista en el sentido de aprovechar los pequeños placeres de la vida cotidiana: el primer café de la mañana leyendo el periódico del día, el sabor de una comida bien aliñada, la compañía de buenos conversadores en las horas que no importa contar o el descanso que sigue al esfuerzo. La elección de un tema que a la luz de nuestros tutores parecía escabroso no respondía, sin embargo, a una vocación de atracción por lo difícil de nuestra parte. Sólo era la consecuencia de estar vivos y preocupados en un momento de inflexión en la Historia más reciente de la Humanidad. Capítulo 3. Las conclusiones de nuestro trabajo apuntaban a que el gobierno de Mush había sido fiel a un guión que lo situaba como el paradigma de un modo de hacer política de Estado desde el maquiavelismo, desde el uso de recursos pendientes de clarificación para reforzar el poder de la cúpula sin importar los daños colaterales. Así lo expusimos en nuestras tesis, leídas tras vencer el recelo de unos tutores obstruccionistas durante todo nuestro proceso de estudio y elaboración. La de Francisco incidía en la gran mentira de que había democracia en Internet, en una red donde los participantes se retroalimentaban con información sesgada y contaminada. La mía iba más allá del análisis de los

Page 11: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

11

medios de comunicación para centrarse en la trayectoria histórica de las pocas familias que estaban detrás de las grandes decisiones nacionales y transnacionales, de las declaraciones de guerra, de la enajenación de tierras fértiles y de materias primas, de las invasiones y de las acotaciones de los derechos constitucionales. Ambos obtuvimos la misma nota: un aprobado raspado y una expresión seca de deseos de buena suerte en un futuro ya desligado de la Institución Universitaria. Parecía evidente que la elección del tema desazonaba a una parte del claustro. Pero eso no frenó un ápice nuestro entusiasmo. En dos meses Francisco y yo abríamos nuestro periódico digital, “libertad fugaz”, parafraseando en tono crítico el slogan de la primera guerra del golfo: “libertad duradera”. Los contenidos de independencia divergente no entraban dentro de la línea contemplada por las grandes compañías para la inserción de espacios publicitarios, de modo que nuestros ingresos se basaban en aportaciones mínimas de pequeños anunciantes simpatizantes con la orientación de nuestra propuesta. Durante meses concertamos la participación de sociólogos y economistas de prestigio para analizar en profundidad las consecuencias para la clase media de la aplicación de políticas neoliberales así como para identificar las sombras que se escondían tras los milagros económicos de las economías emergentes. Denunciamos el intervencionismo imperialista de las grandes potencias, la explotación de la mujer y de la infancia, la generación de guerras instrumentales para la expoliación de recursos, la corrupción en todos los mundos, la colonización de las mentes, la utilización masiva del ser humano como cobaya en grandes campos de pruebas clandestinos por parte de multinacionales farmacéuticas que untaban a los oligarcas y, entre otras muchas cuestiones concretas, intensificamos la

Page 12: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

12

ilustración de hasta qué punto el mal se disfraza de aparato protector con la profundización, por entregas, en el gran enigma de las Torres Gemelas. Morgan Mush había ganado las elecciones presidenciales gracias a las irregularidades en el recuento de las papeletas en Florida, gobernada por su hermano. Ningún senador avaló con su firma la posibilidad de recurso por parte de los miles de ciudadanos de raza negra, partidarios de Al Gore, que fueron eliminados de las listas. El ascenso de Morgan Mush, -exonerado de prestar servicios en ejército cuando su padre era jefe de la PIA al igual que su amigo y valedor económico Rath, a la postre tesorero de los Mahden en sus negocios americanos- culminaba una historia familiar cimentada en prácticas calificadas por biógrafos independientes de tahúres, mafiosas y faltas de escrúpulos. Según aquellas fuentes Morgan Mush se había beneficiado de información privilegiada desde su posición de hijo del presidente para amasar una fortuna vendiendo sus acciones antes de mandar a la quiebra a empresas “petroleras” de capital que los saudíes aportaban a cambio de vía libre para otros intereses. El 11S habría supuesto una inyección de dinero inconmensurable para empresas armamentísticas participadas por la familia Mush. Los meses que precedieron al derribo del World Trade Center y durante los años que le siguieron, el aparato de propaganda del régimen democrático de U.S.A. se cebó especialmente en presentar al mundo islámico como una ciénaga en la que se alimentaban las peores creencias que un ser humano podía profesar. En la misma medida, el stablishment incrementó la profesión pública de la religión cristiana, identificándola con todo lo que de bueno había en la sociedad norteamericana. El atentado explotó el dolor natural y solidario del pueblo

Page 13: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

13

americano. La invasión de Irak fue presentada subliminalmente como una cruzada, una guerra santa. La necesidad de ser eficaz de manera inmediata justificaba las torturas en Guantánamo, en Irak y también a bordo de los navíos de guerra, cárceles flotantes en aguas jurisdiccionales internacionales. Nuestras entregas en “Libertad fugaz” eran alimentadas desde la consulta crítica de todas las fuentes posibles: agencias anti y pro árabes, reporterismo a pie de escenario, documentos desclasificados, testimonios que se escapaban a la censura, el trabajo de investigación impagable de Michael Moore... Cualquiera en Occidente podía saber como los Mush habían amasado fortunas generación tras generación de forma ilícita; cualquiera podía saber que Michard Renney, Blonda Mice o Mark Fletcher, además de la familia Bahden, eran también accionistas mayoritarios de empresas favorecidas por la invasión de Irak. De ahí que no nos resultara extraño que desde el despacho oval se hiciera caso omiso de los informes de la PIA alertando del riesgo de atentados. Ni que se abriera el espacio aéreo solo para la familia saudí de los secuestradores el 13 de Septiembre cerrando la puerta a cualquier investigación, o que no se inmovilizaran sus depósitos bancarios. La reacción de Mush contempló la demora de dos meses en situar a las tropas en el presunto emplazamiento de la base de Rin Bahden: una fuerza ridícula en número de efectivos comparada con los medios en su día desplegados para formar y ayudar a los talibanes en su lucha contra los soviéticos y el gobierno laico y poder asegurarse así el tendido de gaseoductos desde el Mar Caspio a través del país con rumbo a puertos mediterráneos. Pero aquel contingente sí era suficiente para pretextar la instalación en el poder de aquellos afganos, como Ramid Karhad, que habían

Page 14: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

14

sido administradores y consejeros en empresas participadas por Mush. La Casa Blanca desplazó el foco hacia Irak siguiendo un plan preestablecido. Se reforzó el mensaje de que la amenaza terrorista latía en cualquier esquina de cualquier barrio y en aras de incrementar la seguridad de los ciudadanos se recortaron sus libertades: se accedió a sus informes médicos, a su situación financiera... todo obedeciendo a un Acta Patriótica que fue presentada en el Congreso con nocturnidad y aprobada sin que sus miembros la hubieran leído siquiera. En virtud de ella el RDI podía presentarse en casa de un ciudadano si éste hablaba públicamente acerca de la política de Mush. Se prohibió llevar biberones en los aviones o medicamentos líquidos, aunque no encendedores, para no herir los intereses de las tabaqueras. Las nuevas exigencias atendían a la amenaza terrorista pero paradójicamente dejaban vastos territorios fuera de las grandes urbes sin patrullas por falta de presupuesto. Los intereses de las grandes empresas petroleras, constructoras y armamentísticas tenían a sus mejores valedores, desde su doble condición de accionistas y gobernantes, en Morgan Mush, Blonda Mice, Renney, que desoyendo a los inspectores de la ONU lideraron la llamada “Coalición de la buena voluntad”, integrada, de entre todos los países del mundo, tan sólo por el archipiélago de Palau, Costa Rica, Islandia, Rumanía, Marruecos, Los Países Bajos, Afganistán, el Reino Unido, España y los Estados Unidos, conde se reforzó el contingente del ejército mediante el reclutamiento de jóvenes procedentes de las capas sociales más bajas y desestructuradas del país. Soldados que con el transcurso de la guerra verían, decepcionados, como Mush ordenaba bajar sus salarios un treinta por ciento, se recortaba la asistencia social a sus familias y a los veteranos o víctimas con

Page 15: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

15

secuelas de la guerra, mientras las empresas de la cúpula de los dirigentes republicanos se ponían las botas sin que los escrúpulos por caer en incompatibilidades flagrantes siquiera afloraran. Para Francisco y para mi todos esos datos no aportaban nada nuevo y habían perdido la fuerza de una revelación. Nos limitábamos a recordárselos a la población como un lugar común que había que tener presente cuando se hablaba de la forma en que los dirigentes de los Estados Unidos transmitían a la masa patriótica que había que defender los intereses del país más democrático del mundo. Pero no fue sino a partir de la entrega número diecisiete del reportaje cuando percibimos un cambio en nuestras vidas. En ese capítulo transcribíamos el testimonio de dos trabajadores hispanos de una multinacional que habían escuchado una secuencia de grandes explosiones en los sótanos de la Torre número uno antes de su desplome. En aquellos mismos momentos el presidente seguía impertérrito su plan de visita a una escuela primaria y escuchaba como los niños leían un cuento. Una actividad que le mantuvo sentado en el mismo lugar, de la misma manera, después de ser informado de que la nación estaba siendo atacada. Capítulo 4. Quizás lo único singular aportado en ese número de nuestra revista fuera una entrevista con los padres de uno de los reclusos de Guantánamo, un pobre hombre que el día de su detención vendía leche de cabra en el mercado de Kabul. Francisco y yo habíamos viajado a la capital afgana después de acceder a una lista

Page 16: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

16

de detenidos por los marines en Kabul que había hecho circular Al Jazeera. Nos costó un tiempo conseguir las acreditaciones para viajar en calidad de reporteros con el fin, declarado, de entrevistar a las tropas españolas. Una vez en Afganistán el dinero nos sirvió para ganar tiempo en la localización de los padres de Mansur Khayyam. Conocimos a toda su gran familia que, hospitalaria, nos acogió en su casa durante una semana en la que realizamos un reportaje del batallón de la Brilat destacado en Kandahar. Pero lo importante era saber de los usos, costumbres, filiación política si existía y actividades de Mansur y quizás de otros miembros de aquella pequeña tribu. Lo cierto es que el pastoreo y la venta directa de la leche eran la única ocupación diaria de los Khayyam. Sus convicciones estaban arraigadas sobre la base de una sociedad aparentemente patriarcal pero donde la mujer llevaba el peso de la administración de la casa y de la educación de los hijos. Una sociedad islamista, de profunda interacción con el medio, de valores pacifistas y generosa con los huéspedes. Cualquier intento de obtener de su boca un pronunciamiento acerca de su inclinación política hacia un bando u otro fue en vano. Habían sufrido los efectos de la guerra y la destrucción desde que en los años setenta habían explotado los enfrentamientos entre los partidarios de una sociedad socialista y laica y los islamistas radicales. Toda la familia Khayyam seguía las doctrinas de Mahoma desde un concepto tradicional de cómo estratificar las relaciones y los papeles de cada cual dentro del clan. La mujer no respondía en absoluto al status de esclava como pretendía proclamar la propaganda occidental. Debía acceder también a la educación en las escuelas y llegado el caso, si los medios lo permitiesen, convenían en que no habría nada malo en que ellas pudieran apuntar a puestos de responsabilidad en la sociedad.

Page 17: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

17

Los Khayyam, desde su pequeña organización doméstica, vivían con la determinación de sobrevivir desde la pobreza y estaban hechos, en cualquier caso, a la idea de que nada cambiaría en las próximas generaciones. Por tanto, su perfil distaba mucho de ser sospechoso de alinearse ni con la “modernidad” de propuestas a favor de avanzar hacia modos de vida occidentales en una sola generación ni con el islamismo radical, violento y oscurantista, que imponía la regresión a esquemas feudales. En ese caldo de cultivo se había desarrollado toda la vida de Mansur Khayyam. Los testimonios de su familia de sangre y también los de su prometida, Sabira, avalaban la tesis de que la mayor preocupación del joven era la de aumentar la cabaña de ganado y disponer de caudal suficiente para proporcionar una vida digna a su futura esposa y a los tres hijos que deseaban tener. El día que lo detuvieron mientras vendía leche de cabra en un mercado de Kabul se aseguraron de que llevaba encima la documentación. Era la persona perfecta para construir impunemente en torno a él el universo inmovilista de mentiras que pueden sustentar a una gran nación con un destino común. Nuestro tiempo de estancia con los Khayyam discurría lentamente, con la sensación de estar viviendo en otro mundo, en otra época, en la que la distribución del trabajo y las tareas compartidas tenían su premio en las veladas que juntos pasábamos en torno al fuego. Para hacernos entender en los casos en que las palabras eran necesarias bastaba con su manejo rudimentario del inglés, que se explicaba no sólo por la presencia de los americanos en el país sino, y sobre todo, por la huella de la influencia británica durante las últimas ocho generaciones. En sus modos de convivencia se destilaba una doble alimentación: por un lado profesaban un islamismo moderado, contaminado por raíces con origen en Persia, que pervivían en su modo de

Page 18: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

18

honrar a los muertos o en su veneración del fuego y de las montañas. Por otro lado, era evidente un avance ideológico hacia posiciones de mejor convivencia con planteamientos aconfesionales, lo que les hacía personas muy respetuosas para con nosotros y a la vez interesadas en conocer nuestros usos y costumbres. En los años de ocupación soviética la república como forma de gobierno y de ordenación social había promovido una visión más plural entre la mayoría de la población que luego se vio truncada de hecho por el ascenso de los talibanes, apoyados por la Administración de los U.S.A. Las mujeres pasaron a ser asesinadas si osaban acceder a la universidad, o a sufrir violación si no vestían de acuerdo a la Sharia. La escuela estaba vetada a las niñas. Pero todo eso no pareció importarle mucho a los Mush, cristianos evangelistas, mientras sus intereses en el negocio del gas estuvieran asegurados. Ahora el atentado del 11S les obligaba a instalar en el poder a un hombre de su confianza, si bien sumía al país nuevamente en el caos y el enfrentamiento entre la policía gubernamental y los talibanes. En los últimos diez meses la familia Khayyam había visto comprometido su modo de vida por el ascenso imparable de los impuestos. El dinero de la Comunidad Internacional no le llegaba a Ramid Karhad para pagar los salarios de una policía que parecía ser el único destino laboral en una economía destrozada. A la escasa clase productora, del sector primario, la estaban esquilmando justo hasta el límite después del cual estaba en peligro la supervivencia. A pesar de todo se podía decir que los Khayyam eran felices. Sólo durante dos días nuestra vida discurrió al margen de la suya. Fue con motivo de nuestro reportaje exhaustivo sobre la misión de las tropas española. Vivimos su ansiedad mientras patrullaban

Page 19: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

19

por carreteras minadas, sus esfuerzos por confraternizar con la población civil y, finalmente, acompañamos a un sargento y un alférez que aleccionaban a los nuevos policías en el uso de las armas no convencionales y en la lucha antiterrorista. El segundo día observamos como los mandos del campamento recibían la visita de un comandante del U.S. Army escoltado por la policía militar. Dos horas después nuestra presencia fue reclamada por el teniente Ruiz Espeso, que nos comunicó la conveniencia de que cerráramos nuestro reportaje para no distraer a la tropa. Trató de persuadirnos de que abandonáramos el país cuanto antes nos fuera posible, pues tenían fundadas sospechas de una escalada de violencia por parte de los talibanes. De vuelta con los Khayyam llegamos justo a tiempo para asistir a la boda de Fulkham, el quinto hijo de los patriarcas con una muchacha originaria de una aldea vecina. La ceremonia y las celebraciones que le siguieron durante dos días respondieron al origen humilde y a las tradiciones de la familia de los novios. Kazaima, la novia, heredaba el traje de sus tres generaciones precedentes, y la comida típica, la música y el baile solo encontraban pequeñas treguas aprovechadas para conciliar pequeñas siestas en una tienda de campaña enorme que los invitados utilizaban en turnos de cuatro horas. El vino tinto casero de baja graduación que escapaba al control gubernamental mantenía el calor de las conversaciones. Estaba resultando una ceremonia entrañable en la que la familia del novio hacía un derroche de medios razonable, sacrificando ocho corderos para servir asados, con guarnición de arroz y ensalada de berenjena. Para los menos carnívoros había fuentes de croquetas y cebollas rellenas. Y no faltaban los tan sanos como deliciosos postres tradicionales: requesón, yogur y arroz con leche.

Page 20: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

20

Durante esos dos días fuimos tratados como hijos por anfitriones e invitados. Organizamos partidos de fútbol con los críos, Francisco tocó el Rubab y yo la gaita para regocijo de las muchachas y aprendimos a bailar el Atan. Fue justo en el entreacto de una de estas piezas cuando cayó el obús, sobre la mesa desde la que los viejos coreaban con palmas nuestra alegría. Hubo un estruendo seco, ensordecedor que en un segundo sustituyó la alegría y los cánticos festivos por los gritos desgarradores y un escenario lleno de muñones y cuerpos despiezados. Los que logramos sobreponernos al impacto recogimos a los heridos y fuimos a refugiarnos, instintivamente, bajo el talud rocoso que servía de alpendre a la casa familiar. El F18 sobrevoló todavía durante diez largos minutos nuestra posición, a altura considerable. Después salimos a recoger a los muertos o lo que quedaba de ellos y un puñado de ambulancias se llevaron a los heridos a Kabul. Francisco y yo nos dirigimos al destacamento español para informar de lo sucedido y también buscando alguna versión oficial. El comandante Ayuso sólo alcanzó a decirnos que la inteligencia yanqui disponía de información acerca de la presencia de elementos de apoyo y aprovisionamiento a la red terrorista entre los asistentes a la boda, pero sin mayores detalles. Sin embargo, la versión oficial al día siguiente en la capital hablaba de un “error lamentable” en la identificación de objetivos militares por el que Washington pedía disculpas oficiales. Visitamos a los supervivientes de la familia Khayyam, entre los cuales estaban los recién casados, y con un sentimiento de culpa sobrevenido y sin explicación aparentemente lógica, abandonamos el país con la conciencia, reforzada, de que el Imperio estaba llevando a cabo una estrategia de siembra del

Page 21: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

21

terror entre la población civil para justificar todavía más la imposición de hombres de paja con apellidos afganos y pasado en Texas. Capítulo 5. De vuelta a Santiago, publicamos en nuestra Revista los resultados de nuestra investigación, el diario de nuestro viaje y, sobre todo, nos detuvimos en el sinsentido de frecuentes bombardeos catalogados como errores desgraciados por sus autores. El reportaje fue muy comentado en las redes sociales, lo que nos permitió ampliar nuestra esfera de intercambio con los lectores e incrementar la naturaleza interactiva de la publicación. En pleno frenesí de participación crítica recibimos la citación del Delegado del Gobierno del Estado con carácter de urgencia. Intuíamos que estaría relacionada con los contenidos de “Libertad fugaz”. El despacho del Delegado disponía de iconos suficientes para alimentar la sensación, entre ciudadanos más aprensivos que nosotros, de que tras la idea del Estado se deslizaba un enorme aparato, un monstruo ideológico, lento pero cimentado en un gran número de personas, con el que era inútil abordar un intercambio que pretendiese enfrentar ideas respecto de cuestiones fundamentales. En la pared, presidiendo la escena, una enorme foto del monarca recordaba el status quo que enmarcaba los encuentros. Sobre la enorme mesa de madera noble se disponían con orden meticuloso y estudiado objetos de fuerte simbología, elementos de trabajo cotidiano y atributos de la esfera familiar y personal: un crucifijo desnudo sobre peana de

Page 22: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

22

granito, abrecartas de plata, encimera de cuero, juego de pluma y secante, cuatro libros cuyo autor era el propio delegado y una bandeja artesanal conteniendo legajos bien ordenados. En los flancos, de un lado fotografías de la Familia Real y del otro de la parentela del Sr. Delegado, que en ese momento colgaba el teléfono. –Disculpen, se ha cruzado una llamada urgente. ¡Buenos días! –Hola, buenos días. –De modo que Vds. son los señores Seoane y Ruiz. ¿Quién es quién?. –Él es Francisco Seoane y yo soy Arturo Ruiz. –Pues encantado. Bien, se preguntarán por qué les he hecho llamar. (Se hizo un silencio) –El caso es que a raíz de su relato en esa revistilla que publican en Internet he recibido las quejas formales del cónsul de los Estados Unidos. Me ruega en una amable carta que les haga hincapié en que el bombardeo que ustedes describen morbosamente fue un error lamentable por el que ya han pedido disculpas formales en tiempo y hora. Y nosotros nos damos por satisfechos con ese planteamiento. (Continuó el silencio). –¿No me dicen nada, jóvenes? No parecen ustedes los locuaces reporteros de sus páginas. –Sr. Colomer, no tenemos nada que decir al respecto. En nuestra aportación no hemos puesto en tela de juicio la petición formal de disculpas por parte del gobierno de Mush –dije, haciendo esfuerzos por no ofrecer un tono airado–. Por otro lado, señor Colomer, –intervino Francisco– todo lo que contamos ahí no son sino hechos objetivos: un ataque aéreo y sus

Page 23: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

23

consecuencias, descritas desde el mismo escenario del que salimos con vida de milagro y la constatación de que cada semana se produce al menos un error en la identificación de objetivos con el resultado de un buen puñado de muertos en cada “incidente”... –¡Pero vamos a ver, jóvenes! Aquello es una guerra y en los conflictos armados se producen, inevitablemente, daños colaterales. Aquí conviene tener claro quienes son los buenos y cuales los malos. –¿Pero no era que el Gobierno venía sosteniendo que lo de Afganistán es una misión de paz, de apoyo a los ciudadanos de bien del país frente al radicalismo terrorista de los talibanes? –terció Francisco–. El Delegado mudó el semblante, crispó sus muecas todavía más y balbuceó con precipitación, acusando la presión por hacerse entender cuanto antes: –Miren, nuestra misión es de paz, pero los marines están allí para encontrar a Rin Bahden. Convendrán conmigo en que esa no es una tarea fácil en un territorio tan grande y montañoso. Todas la estrategias que conduzcan a estrechar el cerco a los terroristas son vitales para el mando americano, para su servicio de inteligencia y para el buen término de su misión. –Entiendo. ¿Esas estrategias pasan por bombardear los lugares donde se celebran bodas o por confinar en cárceles no sujetas a inspecciones independientes a pastores de cabras? –intervine socarrón-. –No sea insolente, Ruiz. No le va a dar lecciones usted a los servicios de inteligencia de la mayor potencia del mundo sobre como realizar su trabajo. ¡Si usted supiera!. Detrás del más humilde de los pastores o de cualquier aparentemente inofensivo

Page 24: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

24

hombre del campo puede esconderse el más sanguinario y violento de los radicales. –Oiga, señor... Colomer, le exijo a usted el mismo respeto con el que yo le estoy tratando. Puede que todo lo que usted dice sea cierto con carácter general o puede que no, pero en los casos que nos han mantenido ocupados y que reflejamos en nuestro medio no vertemos sino una realidad bien contrastada. La familia Khayyam se dedica simple y llanamente al pastoreo, al igual que su hijo, ahora en el penal de Guantánamo. –Voy a justificar su osadía en razón a su juventud insultante, en el buen sentido de la palabra. Pero, ¿creen ustedes que en una semana de estancia ya pueden rastrear toda la vida de esa gente? Los afganos son especialistas en el arte del camuflaje. Casi pareciera que están dotados genéticamente para ello, si no fuera porque su situación de cruce de caminos les ha obligado a lo largo de la Historia y como un mecanismo de autodefensa a tener siempre preparada una personalidad de sustitución que los hace adaptables a las exigencias de un entorno cambiante y, no se lo niego, a menudo hostil. El muy cabrón se sabía de memoria su discurso políticamente correcto. Había resultado ilustrativo sondear los últimos hitos hechos públicos de la agenda del Delegado. De ellos, el más significativo fue un viaje compartido con sus colegas de otras Comunidades Autónomas al Pentágono, por invitación de la Secretaría de Estado. En los escuetos comunicados recibidos por los gobernadores se mencionaba como motivo principal de las reuniones la conveniencia de conocer de la fuente más autorizada los riesgos de extensión de ramificaciones del terrorismo radical en Occidente y la necesidad de contar con la colaboración civil en la detección de las amenazas. Todo ello sin alterar el clima de

Page 25: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

25

normalidad y con la sociedad civil alerta ante cualquier atisbo de excepcionalidad, temerosa y depositaria de sus ansias de seguridad en la actuación y toma de decisiones de los Gobernantes. El secretario de la Defensa y el staff de Prensa de la Inteligencia coordinaron las reuniones técnicas con dirigentes de la “Coalición de la buena voluntad”, respondiendo al interés sentido por la Administración USA y también por su cúpula militar en hacer más comprensible la necesidad de apoyar una intervención que había venido precedida de una política de intereses materiales poco o nada explicada en la ONU y en foros de debate internacional. –Señor Colomer, díganos qué párrafos están fuera del código de ética periodística en nuestros dos reportajes y nosotros los suprimimos. –Ahora ya está hecho el daño. Ustedes deberían haber preguntado a los americanos y ellos les darían los datos acerca de la identidad de los detenidos en Guantánamo y los cargos que los llevaron allí. –Ya disponemos de esos datos, Señor Colomer. Pero de tan concisos precisaban de una prospección, para saber qué se esconde detrás de las palabras “colaborador de Al Qaeda”. Por lo que sabemos, el único pecado de Mansur fue cruzarse con una pareja de la Policía Militar en la plaza del mercado. No existió investigación alguna acerca de él por parte de la Inteligencia. –¡Créanme, la PIA lo investiga todo! –¡Todo no! El espacio aéreo de los Estados Unidos se abrió dos días después del atentado de las Torres Gemelas para permitir el regreso a Arabia Saudita de la familia Bahden sin mediar investigación alguna.

Page 26: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

26

–Y ustedes, ¿qué saben sobre si fueron o no investigados? –No constan interrogatorios incoados por instancias judiciales o policiales si es a lo que se refiere. Se trataba de un grupo muy nutrido de familiares de sangre de Rin Bahden que, por su condición de socios y accionistas en empresas donde el presidente había hecho su fortuna tenían en la Casa Blanca status de VIPS. –Esas son acusaciones tendenciosas que no saldrán de este despacho para evitarles problemas. Pero es mi deseo acabar enfatizando la conveniencia de que retiren sus reportajes de la red si no quieren ver como su carrera declina por falta de respeto a las instituciones, al Gobierno de los Estados Unidos, a su ejército y a la clase periodística a la que sólo cabe honren desde la defensa de la verdad y no desde el negocio del morbo. Y si me disculpan, no tengo nada más que decir. Salimos a la calle contrariados y también con un sentimiento de frustración por haber tomado conciencia de la poca autonomía de que gozaba la clase política de nuestro país. La sombra de la inteligencia yanqui era alargada y no sería cómodo abordar el ejercicio independiente de la profesión con los poderes fácticos atosigándonos. Esa noche tanto Francisco como yo tardamos en conciliar el sueño. Por eso a la mañana siguiente remoloneamos antes de volver a abrir nuestros portátiles. Ese fue un momento inolvidable. La participación en el foro de debate abierto en las páginas de la Revista se había disparado con el predominio absoluto de mensajes solidarios con nuestra labor recibidos desde todos los puntos del planeta. También de colectivos musulmanes moderados y de instancias públicas y privadas establecidas desde Centro Europa hasta el Cercano Oriente y

Page 27: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

27

Afganistán. A lo largo de la semana respondimos a la llamada de un puñado de emisoras de radio independientes de los poderes públicos y participamos en una mesa redonda organizada por el Aula de Cultura Universitaria en torno al tema de la pérdida de garantías individuales a raíz del 11S. El viernes a las once de la noche regresamos al despacho en que habíamos transformado la sala de estar de nuestro piso de alquiler. Francisco se sentía agotado y se encamó después de engullir un yogur. Yo estaba demasiado excitado por el ritmo de toda la jornada y me fui a revisar el correo. Tenía diez mensajes urgentes de otros tantos importantes anunciantes en nuestra Revista. En todos ellos se nos comunicaba la decisión, ya tomada, de suspender unilateralmente el contrato que los vinculaba con nosotros. Aducían razones de índole estrictamente económica: “por necesidad de ajustar a la baja nuestros presupuestos de publicidad, ante el contexto de crisis económica...” y otros términos de tal similitud respondían, sin duda, a una acción orquestada. Tras una primera reacción de perplejidad, empecé a hilar aquella circunstancia con nuestra entrevista en la Delegación del Gobierno. ¡Todas aquellas empresas recortando sus presupuestos el mismo día!. Intuía que detrás de todo estaba Colomer, porque la otra posibilidad pasaba por una reacción contraria a los contenidos del último número de la Revista, y esa hipótesis era poco probable. Aparentemente conservábamos fidelizados a una veintena de pequeños anunciantes, todos de pequeña entidad económica y captados en nuestro círculo de relaciones personales y profesionales más cercano. Sumando todas sus aportaciones no alcanzaríamos a cubrir sino el cuarenta por ciento de los recursos exigibles para continuar con la publicación. Aquello podía significar un cambio profundo en nuestras vidas, pero decidí

Page 28: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

28

esperar al día siguiente para contarle a mi colega lo sucedido y respetar así su descanso nocturno. De modo que después de ojear de nuevo toda la web como si fuera la primera vez por si había algo que pudiera escaparse a mi observación, apagué las luces y me sumergí en un insomnio prolongado hasta que, pasadas las cuatro, me rendí, extenuado. –¡Me cago en la puta, la madre que los parió, tiene cojones!¡Esto es cosa de los yanquis de mierda y del gilipollas del gobernador!¡Me cago en su puta madre! Las blasfemias de Francisco me resucitaron apenas de un sueño que había alcanzado la fase REM tardíamente. La pereza, la desgana por afrontar tan pronto un nuevo día, una nueva batalla, me mantenía aferrado a las sábanas hasta que Francisco, impaciente, entró como un poseso: –¡Joder, Arturo, no te lo vas a creer! ¡Los anunciantes! ¡Suspenden las suscripciones! ¡Estamos en la puta calle!. –¡Cálmate, Francisco! Así no vamos a solucionar nada. ¡Tranquilo, que todo tiene arreglo!. –¡Qué todo tiene arreglo! Pero, ¡tú ya lo sabías! ¿Cómo no me dijiste nada? –No quise despertarte. Total, ya ves: tú has dormido nueve horas y yo cinco. Y ¿qué hemos adelantado? ¡Nada!. –Esto tiene que ser cosa de los servicios de inteligencia. –Lo mismo he pensado yo. –Tenemos que hablar con los anunciantes. ¡Hay que recuperarlos como sea! –¡No seas iluso, Francisco! Han debido de recibir un toque convincente. Los tentáculos del poder son alargados. La clase de

Page 29: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

29

empresarios que nos apoya está siempre pillada por los huevos. Y a las multinacionales no les interesa precisamente nuestro discurso. De modo que tendremos suerte si conservamos a los amigos. –Pero con eso no nos alcanza para seguir volcados en la publicación. –Creo que es el momento de redoblar nuestra imaginación, Francisco. ¡Creemos en torno a nuestro trabajo corrientes de opinión! Podemos alimentar causas por las que merece la pena luchar y aceptar donativos de particulares a través de la web. –¿Estás insinuando que hagamos negocio con los lectores? –Bueno, no exactamente. Mensualmente propondremos el apoyo a una iniciativa justa y destinaremos una parte de la recaudación a amortizar nuestros costes operativos. El resto, que espero sea la parte más importante, a las causas que defendamos. Francisco aprovechó una pausa mía para encender un cigarro y perder la mirada en el techo mientras barruntaba acerca de lo que yo iba desembuchando. Era síntoma de que ya estaba más tranquilo pero, y sobre todo, de que no le disgustaba lo que yo empezaba a perfilar. Continué para no darle ocasión todavía de intervenir. –Le he estado dando vueltas esta noche y es sencillo. Este mes, por ejemplo, abriremos un movimiento de apoyo a la adopción de niños afganos huérfanos. Seremos transparentes y separaremos de la recaudación los costes de nuestra aportación y el resto lo depositaremos en una cuenta abierta para cada fin. –Pero Arturo, eso puede traernos problemas. –Ninguno. Estamos hablando de aportaciones voluntarias. Además colgaremos en la red la contabilidad auditada.

Page 30: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

30

–No me encuentro yo sobrado de fuerzas para encarar un proyecto tan ambicioso y sobre todo para encargarme de inversiones tan trabajosas. –De esta parte no nos ocuparemos nosotros. Le daremos el dinero a Acnur o a Avaaz. En cada caso, a la Organización más centrada en cada asunto. Pero ahora yo me tomaría el día libre. Podríamos comer en el Orense, luego siesta y por la noche a ver el Barça con la pandilla. ¡Mañana será otro día!. Empezamos por desconectar redescubriendo el blanco Ribeiro en el Gato Negro. Los tigres nos reactivaron la circulación y las chuletas del Orense, con abundante adobo de ajo, nos encauzaron a una siesta medianamente activa, con los portátiles sobre la manta, para leer las noticias de actualidad y tomar perspectiva de cara al día siguiente en que empezaríamos una nueva vida. Capítulo 6. Las cervezas que acompañaron nuestro disfrute del fútbol exquisito del Barça nos hicieron levantarnos con un punto de espesura. Quizás la cosa habría estado mejor de cortar la velada dos pintas antes. Pero tocaba mirar sin acritud el presente. Una ducha larga y el zumo de naranja pondrían las cosas en orden. Cuando Francisco entró en el despacho compartido, independiente del buró que cada uno teníamos en nuestros dormitorios, yo ya había avanzado en el diseño del primer tópico cuya defensa podíamos someter a aprobación de las corrientes de seguidores: apoyaríamos la adopción de huérfanos víctimas de la

Page 31: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

31

guerra y, encabezando la petición, figuraría la foto con sus identidades de dos gemelos de siete años sobrinos de Mansur Khayyam a cuyos padres vimos morir en la boda de Fulkham y Kazaima. Más animados y volcados ya en la redacción, ilustramos nuestra presencia en la escena del crimen respondiendo al objetivo inicial de demostrar la arbitrariedad de la Administración Mush a la hora de buscar culpables, o más bien diría chivos expiatorios. Durante una semana generamos noticias y enlaces que situaron el número de la Revista, y de manera especial la campaña recién iniciada, en lugares de privilegio dentro de los motores de búsqueda. Al cabo de diez días nuestra iniciativa estaba en los principales foros de debate internacionales. Los pequeños anunciantes se frotaban las manos al ver sus firmas publicitadas en medios independientes de la aldea global. Pero algo nos llamó la atención: ni la prensa escrita ni los medios audiovisuales se hacían eco de nuestra denuncia y de nuestro movimiento en favor de los huérfanos por causa de la guerra. De todos modos no tardamos en extraer conclusiones: había miedo de perder subvenciones procedentes de un Gobierno a su vez secuestrado por mandato diplomático. En esa tesitura no podíamos desaprovechar las oportunidades brindadas por cadenas y medios menos masivos pero con audiencias también importantes y que actuaban por libre. Francisco y yo explotamos su predilección por los tratamientos sensibleros y morbosos para enfatizar acerca de la inexistencia de relación entre la muerte de tres mil inocentes en el World Trade Centre y la vida de pastores de cabras o de vendedores ambulantes en las regiones montañosas de Asia. Mientras en Occidente consumíamos minutos en digerir datos oficiales sobre el origen y la naturaleza del terrorismo, en aguas jurisdiccionales

Page 32: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

32

internacionales cárceles flotantes de los Estados Unidos servían de base para la tortura sistemática de musulmanes detenidos sin ningún cargo concreto. En dos semanas nuestra campaña a favor de la adopción de niños alcanzó el millón y medio de adhesiones y en nuestra cuenta corriente habían entrado cinco millones de dólares. Ese jueves por la mañana, un día soleado que anunciaba el final del invierno, entramos en el banco para reexpedir casi el total del importe a ACNUR, reservando el resto, algo más de cien mil euros, para provisión de nuestros gastos y poder así continuar con la publicación de “Libertad fugaz” durante una larga temporada. Pero algo no fue como esperábamos porque la cuenta estaba bloqueada. Sin más respuestas que balbuceos por parte del interventor y después de una insistencia airada en la propia agencia bancaria, el director accedió a recibirnos en su despacho. Aquel hombre enjuto y encorvado transportado por un traje de alpaca, camisa y corbata verdes, piel macilenta y cejas pobladas nos mandó sentar y sin siquiera mirarnos preguntó: –¿Qué se les ofrece? –Usted ya estará al tanto –dije con voz autoritaria-. ¿Por qué motivo está bloqueada nuestra cuenta?. –Son órdenes de arriba. Creo que se trata de un asunto de seguridad. –¿De seguridad? ¿Para quién?. –Les reitero que son órdenes de arriba. No está en mis manos revocarlas. –Pero en las nuestras está denunciarles ante las autoridades competentes y llevarles ante el juez por daños morales y perjuicios que usted no alcanza a imaginar. –Hagan como les parezca.

Page 33: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

33

A la media hora interpusimos una denuncia en Consumo, en el Banco de España y en el juzgado de guardia. Pero pasaron veinticuatro horas y la cuestión seguía sin resolverse. La dirección del Banco se negaba a recibirnos y no parecía que tuviésemos interlocutores válidos de carne y hueso que pudieran ayudarnos a salir de aquel atolladero. De modo que, muy a nuestro pesar, llamamos a Colomer. El Delegado estaba al parecer reunido y no podría atender nuestra llamada en toda la mañana. Las horas pasaban y la presión por anunciar nuestro operativo solidario en Internet aumentó hasta convertirse en una crisis de ansiedad panicosa. De modo que decidimos huir hacia delante. Sobre las diez de la noche nos presentamos en el Gobierno Civil haciéndole saber a Colomer que de no recibirnos denunciaríamos un boicot orquestado desde la sombra, por los poderes fácticos, con el objetivo de parar la movilización internacional a favor de las víctimas de la guerra. Finalmente nos encontramos en el despacho de Colomer. El muy astuto había preparado una escenografía y unos tiempos que marcaban su posición dominante en todo aquel juego: nos hizo esperar media hora larga en un vestíbulo desangelado y nos mandó pasar al despacho haciendo coincidir nuestra entrada con la salida de dos militares de alta graduación y dos prebostes. –Siéntense. Les recibo porque tengo hijos de su edad y comprendo cosas que ustedes todavía no. Pero no me gustan sus modales chantajistas. Así que sean breves y después de este encuentro no quiero volver a verles por aquí.

Page 34: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

34

–Sr. Colomer, ¿está el Gobierno detrás del secuestro de nuestra cuenta bancaria?. –Así me gusta, ¡directos y al grano!. Pues miren, sí. Como no podía ser de otro modo. –¿Cómo? Es una agresión a la propiedad privada y a una actividad legal. –¡Qué se creen ustedes eso! Cualquier campaña de alcance internacional, por muy solidario que sea el espíritu que la inspira, si contempla la recaudación masiva de dinero debe ser antes solicitada en el Gobierno Civil, registrada y sometida a auditorías externas para garantizar su pulcritud. Ya me entienden, ¿no?. Ha de ser más clara la correspondencia entre lo que anuncian como fin y la realidad. Sería un escándalo que afectaría a la credibilidad del país consentir el afloramiento como setas de organizaciones no gubernamentales con el único objeto de esquilmar a incautos. –¡Oiga!, hasta el último céntimo recaudado por nuestras iniciativas será contabilizado y recogido en nuestra contabilidad, abierta a los impositores y a los lectores en general. Y nuestras cuentas están sujetas a la revisión por un auditor y a la aprobación de la junta de accionistas. –¡Una junta que integran ustedes dos! Miren, la sola convocatoria a través de Internet de una cuestación para aprovecharse de la sensibilidad de la gente ya es como mínimo algo carente de ética. ¿Quién no va a estar de acuerdo con ayudar a los niños de la guerra? ¿O con reconstruir un país víctima de la barbarie terrorista?. Pero si ustedes quieren abanderar algún nuevo movimiento al respecto antes deben seguir una serie de pasos. Y el primero, constituirse en Organización sin ánimo de lucro. Y que yo sepa ustedes financian su publicación tendenciosa con dinero de anunciantes. Por tanto dudo mucho

Page 35: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

35

que los organismos públicos competentes liberen sus cuentas a no ser que empiecen la casa por los cimientos. –Vd. sabe que hemos solicitado nuestra inscripción como “Iniciativa para la transparencia informativa” hace tres meses y que todavía tenemos el silencio por respuesta. –¡Por algo será! –Sí, porque siempre les falta un papel que han extraviado. Hemos recurrido al defensor del Pueblo y tampoco nos contesta. –¡Qué quiere que le diga?. En todo caso no creo que quepa entre los objetivos de esa “Iniciativa” la recaudación de fondos para su Revista particular. –Nuestra Revista es la punta de lanza del programa “Iniciativa” y el vehículo para concitar la militancia a favor de las causas coherentes con nuestros objetivos. –Eso explíquenselo a sus impositores. A lo mejor se sorprenden al ver como sus aportaciones se destinan a hacerles a ustedes la vida más fácil y no a llenar los platos de los niños afganos por los que dicen luchar. –Fíjese un poco y verá que no hay nada excesivo en nuestras vidas, como no sea el volcarnos en el ejercicio de nuestra profesión para luchar por lo que creemos. Nuestro despacho está en la mesa del comedor y nuestra calefacción consiste en poner dos chaquetas. No se puede decir lo mismo de usted, atrincherado tras de maderas nobles, a veinticinco grados, con un blindado y un chofer para ir a comer con las dietas a los mejores restaurantes y sin pagar ni luz, ni agua, ni alquiler o asistentas. –¡Bueno! –dijo mal disimulando el azoramiento- ¡Todo está en consonancia con el valor de lo que aportamos a la sociedad! –En efecto. Su trabajo precisa de la ostentación formal para reivindicarse. En nuestro caso, nos basta la palabra como material de construcción.

Page 36: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

36

–Pues si les basta con la palabra, ¿a que viene organizar colectas para recaudar fondos? –Fíjese que eso va a estar siempre bien explicado. Nuestro patrimonio va a seguir siendo nulo por mucho tiempo. No sé si usted podrá decir lo mismo. Cuando accedió a la política sus bienes eran un piso de noventa metros hipotecado y un utilitario de siete años. Hoy tiene dos pisos, un chalet en la costa, un atraque en Baiona, un apartamento en Benaqués, palco VIP en Riazor, carné de socio del Club de Golf, dos coches de lujo y más de trescientos mil euros en fondos de inversión. Con su sueldo creo que tendría dificultades para argumentar tamaño enriquecimiento en quince años y su tren de vida. El gobernador palideció y se sonrojó en alternancias demasiado consecutivas y, tomando aire para controlar su ira, espetó: –¿Quiénes son ustedes para inmiscuirse en mi vida privada? Han traspasado una línea roja. –No crea. Ya sabe que sus datos de patrimonio son de dominio público en virtud de una ley que ustedes votaron en contra. En relación con lo demás, es su intensa vida social la que habla por usted de sus filias y del destino de sus excedentes de caja. De modo que ni sus contables ni sus abogados podrían demostrar que hemos atentado contra su privacidad. De hecho vamos a colgar en la red lo que está ocurriendo con nuestra iniciativa y, paralelamente, vamos a abordar una nueva campaña a favor de una ley de transparencia dentro la clase política que lleve a una depuración tan necesaria como demandada. Recabaremos firmas pidiendo la actuación de la Inspección fiscal en los casos de enriquecimientos rápidos con indicios de ilicitud.

Page 37: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

37

La desazón de Colomer iba en aumento. No podía digerir nuestro grado de determinación y atrevimiento. Sus palabras sonaron patéticas, a medio camino entre la petición de auxilio y el ansia por transmitir autoridad y paternalismo: –Hijos, yo no les quiero mal. Y les voy a ayudar, como es mi deber. Desbloquearemos ese dinero, pero ustedes, ya me entienden, deben despolitizar la campaña. No se puede pedir ayuda internacional y al mismo tiempo atacar a un país soberano como son los EE.UU. Saben que el Gobierno americano nos encontraría cómplices de una campaña difamatoria. Por tanto han de saber que veremos con buenos ojos el destino de ese dinero a Organizaciones no Gubernamentales y a movimientos pro adopción, siempre y cuando lo hagan sin entrar en juicios paralelos a la política exterior de los Estados Unidos o a su programa de defensa que incluye necesariamente detenciones de terroristas. –Eso es imposible. Nuestra Revista no es una hoja parroquial. Es un manifiesto de compromiso político y de defensa de la búsqueda de la verdad. –¿Y quién la tiene? ¿Ustedes en propiedad exclusiva?. –No. Por eso decimos “búsqueda”. Si en aguas del Índico o en Guantánamo se tortura y se actúa al margen de las convenciones y tratados internacionales nosotros lo denunciamos. Y si la respuesta es el silencio administrativo y la impunidad desde la prepotencia nuestras acusaciones cobran mayor necesidad, si cabe. –Coincidirán conmigo en que están malgastando sus vidas en pleitos que no guardan relación con la proyección de sus perfiles. Dos jóvenes licenciados, brillantes, con un futuro espléndido por delante, con capacidad para destacar en el gabinete de prensa de

Page 38: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

38

cualquier ministerio u organismo público, ¿ya me entienden?. Se puede ser útil desde posiciones normales, adaptadas a su entorno social y político. Hay muchas causas justas por las que luchar y la mayoría no es preciso buscarlas muy lejos: Cáritas, programas de reinserción de delincuentes o drogodependientes, ustedes ya me entienden. –Sin duda, pero detrás de la marginación, la pobreza, la drogadicción hay un marco de convivencia que acusa el desvío de fondos que deberían destinarse a asuntos sociales hacia políticas de armamento y alineación muy costosas. Antes que la caridad, siempre bienvenida, apostamos por transformar la sociedad y las grandes políticas del Estado. –Ustedes están animando a las revueltas. Les recuerdo que nuestro alineamiento es con los países que nos dan una lección de democracia. –No lo crea. Mush fue elegido presidente con prácticas irregulares tras unas elecciones que en realidad había perdido; a Kennedy lo mató la PIA por querer regenerar la pirámide del poder y el ataque a Iraq fue decidido favoreciendo intereses corporativos y desoyendo los mandatos de la ONU. Pero mire, esta conversación ya nos cansa. Tenemos mucho que hacer. Usted sabe que las consecuencias de la intervención de nuestras cuentas son inevitables y no tienen nada que ver con nuestra voluntad. Bien, es hora de descansar para nosotros antes de abordar un día muy intenso mañana. Contrariado por nuestra autoridad al decidir, unilateralmente, el punto final de aquella conversación, aquel hombre de paja, patético en toda su proyección escenográfica, se quedó sumido en su insignificancia ética, incapaz de encontrar argumentos para

Page 39: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

39

levantarse de la poltrona y ensayar una despedida coherente. Era seguro que pensaba hacer todo lo posible para impedir que siguiéramos expresándonos con libertad. Por otro lado le habíamos dejado bien claro que la posibilidad de sobornarnos no figuraba en nuestro libro de estilo. No había lugar para una salida negociada en aquella situación de posiciones tan encontradas. Cuando llegamos a casa fuimos a abrir nuestros correos con la idea de chequear el estado de nuestra campaña y verter un comunicado exculpatorio señalando a los responsables de las males artes que estaban secuestrando la voluntad de tantos impositores. Pero el panorama que nos encontramos fue desolador: sin dejar rastro alguno de violencia habían robado los discos duros de nuestros equipos y también las unidades externas donde guardábamos nuestras copias de seguridad diaria. También habían accedido a la nube para vaciar todos nuestros contenidos. Se trataba de la obra de un equipo de hackers profesionales, dotado sin duda de los mejores medios y apoyos. Todavía en estado de shock fuimos capaces con nuestros portátiles que siempre viajaban con nosotros de sondear nuestras cuentas. Para nuestro asombro las cuentas habían sido desbloqueadas y teníamos acceso a todo el saldo disponible. Lejos de caer en la trampa de perpetuar más de la cuenta una condición de millonarios pero sin capacidad para distribuir y orientar las inversiones, decidimos realizar un comunicado internacional accediendo con llaves secundarias al manejo de nuestro boletín de comunicaciones y después de ordenar una transferencia del total del dinero a la cuenta de Oenegés con trabajo a pie de campo en Iraq y Afganistán, detallamos las causas de tal decisión con mención pormenorizada de las presiones a las que estábamos siendo sometidos. Venciendo las resistencias de Francisco que venía manifestándome la tentación de abandonar durante los

Page 40: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

40

últimos días, sopesamos la conveniencia de sorprender al Gobierno con una reanudación inmediata de nuestras actividades. Sabíamos que la Central Nacional de Inteligencia nos tenía en su lista negra y que intentaría obstaculizar nuestras actividades. Pero mi abuela, nuestros conocimientos avanzados de informática y la tecnología 4G tenían la llave para que dispusiéramos de un plus de resistencia. Capítulo 7. Nos fuimos con nuestros cacharros a instalarnos en la aldea, con nuevas conexiones satelizadas. Francisco dedicaba la mitad de su tiempo a contraprogramar y el resto a corregir la redacción de la nueva dimensión periodística en la que habíamos decidido entrar: la denuncia de la corrupción dentro del Sistema, y de manera más incisiva, en el seno de la clase política. No sólo era lo que aconsejaba nuestra falta de liquidez para abordar largos viajes. Es que además el cuerpo nos pedía atacar la impunidad con que las manzanas podridas venían actuando sobre todo en diputaciones y Ayuntamientos, sembrando la idea en la población de que la dedicación a la cosa pública estaba inseparablemente unida al deseo de enriquecimiento y de abuso de poder. Francisco en aquellos días había profundizado mucho en su relación con Nélida. Yo lo comprendía. Él era más vulnerable a los ataques y a la persecución; más débil para afrontar retos trabajosos que sólo contemplaban el éxito como una posibilidad remota y con escaso premio. Por eso le di más cuerda de la que en principio parecía aconsejar el estado de nuevo punto de partida de

Page 41: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

41

nuestro canal mediático. A cambio me vi con un mayor grado de independencia a la hora de tomar decisiones. Así, cuando decidí hincarle el diente a la corrupción no tuve que vencer resistencias aun a pesar de la hostilidad que suponíamos se nos vendría encima. La malversación estaba alcanzando en el país cotas tan altas que en tres años la credibilidad del Sistema había bajado ostensiblemente, y junto con Italia y dos repúblicas del Este pasamos a compartir el furgón de cola con un puñado de países latinoamericanos, dos asiáticos y la mayor parte de los africanos, todos ellos considerados tradicionalmente viveros para la acumulación ilícita de la riqueza en pocas manos. La prevaricación, el tráfico de influencias, el cohecho y el cobro de comisiones ilegales a través de sociedades interpuestas eran menos palpables y escandalosos que el tráfico de armas, la trata de blancas, el narcotráfico o las prácticas mafiosas, pero su capacidad recaudatoria para un beneficio muy concentrado no era menos espectacular. Nuestra vocación de denuncia se trasladaba del asunto del terrorismo de Estado, desde el que cabía encuadrar la invasión de Iraq y las intervenciones en Afganistán quitando y poniendo jefes de Estado amigos, a otro tipo de prácticas de perfil más bajo pero con resultados demoledores sobre la tesorería de la que dependía la preservación del estado de bienestar en el país. Airear todavía más los trapicheos de la clase política y alinearnos del lado de quienes luchaban porque los de la Gürtel, Fabra, Matas, Urdangarin... no se fueran de rositas era la mínima aportación esperable de nuestra revista. A mayores y apoyados en nuestro grado total de independencia, nuestros editoriales iban unos grados más allá, planteando un “repensar la sociedad” con el foco puesto en objetivos a medio plazo: independencia del poder judicial, abolición de la monarquía, corporativización de

Page 42: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

42

los sindicatos y su desafección del trato institucional, eliminación de cientos de Fundaciones inspiradas en la industria proveedora de puestos altamente remunerados pero sin contenido para militantes destacados sin sitio en el Gobierno... La alarma social crecía día a día a medida que la asistencia social se veía desbordada y cientos de miles de hogares pasaban a vivir bajo el umbral de la pobreza. Entonces el ojo público reparaba en cosas que años antes, cuando todo era crecimiento sobre presupuestos especulativos, pasaban desapercibidas. La Administración del Estado y los gobiernos de las Comunidades Autónomas habían manejado el dinero sin el rigor preciso, pensando más en el efectismo a corto plazo que en la rentabilidad de la inversión y su reversión en forma de riqueza y puestos de trabajo sostenibles. Gobernantes tenidos por prohombres con dimensión de estadistas enterraban cientos de millones de euros en contenedores fabricados con materiales encargados a Brasil o Italia donde albergar una cultura a la que, paradójicamente, se dejaba de apoyar aduciendo falta de recursos; se construían estaciones de peaje para el tren de alta velocidad en medio de la nada, aeropuertos en ciudades que no lograban atraer el interés de las compañías aeronáuticas, la ciudad del circo, estadios para ser pasto de la maleza, estatuas, monumentos, pantallas luminosas gigantes... Se montaban circuitos de velocidad de quita y pon a treinta euros por silla y casi trescientos millones de coste en derechos. La clase política llenaba los bolsillos de los intermediarios, sus benefactores, que a su vez llenaban los de sobrinos de presidentes y los de ilusionistas del circo de la fórmula uno, mientras los estudiantes de primaria y secundaria tenían que llevar mantas a las aulas de sus colegios y barracones, en los Hospitales y Residencias geriátricas se dejaban de abonar sueldos y las ayudas a la Dependencia eran eliminadas.

Page 43: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

43

La Justicia, entretanto, seguía poniendo el foco en detalles inconsistentes para no tratar lo que verdaderamente importaba: la sangría practicada a la caja común y sus efectos perversos sobre una sociedad que caminaba a zancadas hacia estándares de vida propios del siglo XIX. Y mientras los políticos, magistrados y banqueros corruptos recibían como premio su reubicación en puestos de gran remuneración donde no molestaran o una jubilación dorada tras indemnizaciones millonarias aprobadas en Consejo, el Tribunal Supremo inhabilitaba al juez que perseguía el rastro del dinero sucio y el Estado reajustaba su déficit cerrando quirófanos, escuelas y centros de investigación. La publicación del fruto de nuestras actividades trabajosas no recompensaba en medida alguna a Francisco. Antes bien, mi compañero tenía la sensación de estar perdiéndose cosas importantes de una juventud que sentía como se esfumaba. No hacía falta ser psicoanalista para identificar en él una depresión larvada. De modo que para evitar que cayera en ese pozo del que se tarda en salir le di el empujoncito que apenas precisaba para hacer de su relación con Nélida el centro de su vida. Habíamos recuperado parte de nuestros anunciantes, así que su sueldo modesto unido al que su novia obtenía como enfermera auxiliar en el Hospital General les alcanzaría para plantearse una vida en pareja. Nélida era la horma perfecta para Francisco. Junto a él, encontraba el placer en las pequeñas cosas de la vida. Cuando ella libraba los sábados por la tarde se calzaban las botas y allá se iban a dar un largo paseo que remataban con visita al mercadillo donde compraban un capricho para la cena de la noche. Después amantaban su amor, sin prisas, y en esos momentos se sentían los seres más felices.

Page 44: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

44

Sí, Nélida era todo bondad, pero yo no podía pedirle, además, que entendiese algo tan abstracto como las acciones de ayuda a través de las corrientes de información y opinión. No a ella, que canalizaba todos los puentes tendidos con el dolor ajeno. Intuía, de hecho, que la colaboración de Francisco tenía los días contados a partir del momento en que se casaran e hicieran planes de futuro. Racionalicé bien el problema y me preparé mentalmente para buscarle sustituto. Capítulo 8. En el corto plazo mi modo de trabajar y entender la Revista cambió. Me instalé en la premura. Mi subconsciente me arrastró a un hambre voraz por formular denuncias y acusaciones sin seguir todos los protocolos que aconsejaba el código deontológico. Las causas judiciales iban muy lentas para mi gusto, por más grandes que fueran las imputaciones. La defensa de la presunción de inocencia y el desenfoque de las acusaciones en muchos casos alimentaban un estado de opinión colectiva según el cual los poderosos tenían siempre de su parte a la Justicia y se iban de rositas por muy obscenos que fueran sus delitos. Yo no podía digerir que en causas como la trama Gürtel o la denuncia del genocidio franquista el primero en recibir castigo fuera el mensajero. Había una mano negra detrás del modo en que se practicaban las diligencias previas en los procesos contra los protegidos por el Sistema. Se cometían irregularidades a sabiendas en la instrucción del caso contra familiares de los monarcas. Era una vía bajo sospecha por lo que tenía de condición para invalidar pruebas. En el caso del presidente de la

Page 45: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

45

Comunidad Valenciana llamaba la atención el desvío del foco hacia el tema menor de si había pagado o no unos trajes obviando el modo flagrante en que había despilfarrado los recursos públicos subvencionando y contratando fastos de nulo retorno de riqueza para los ciudadanos y favoreciendo a una trama de amigos expertos en inflar facturas para vaciar las arcas. El botín salpicaba a la financiación de los partidos, incluso en comunidades distantes donde gobernaban supuestos ejemplos de honradez y honestidad en territorio de caciques anclado en estructuras medievales. Pero yo era un simple periodista sin más capital que mi ausencia total de prevención y prudencia a la hora de apuntar a la necesidad de investigar qué había de cierto tras las tesis de la posible implicación del Rey en el complot del 23F con la ayuda del Imperio, que quería consolidar la permanencia de sus bases en el suelo de España, y que buscaba, con el apoyo de la Iglesia y la Santa Sede, la declaración a perpetuidad del reino ibérico como un Estado confesional. El proyecto incluía la potenciación de una Enseñanza y una Sanidad privadas para los elegidos, bien por formar parte de una casta bien por presentar un curriculum absolutamente brillante. El Opus jugaría un papel importante en el diseño del país. Se mantendría y reforzaría el carácter militar de la Guardia Civil y el acceso a la cúpula del ejército estaría restringido a representantes de la oligarquía. Las adjudicaciones de grandes obras recaerían en un monopolio encubierto formado por cuatro grandes empresas participadas por los notables y dirigidas por afectos al partido en el gobierno. La política de subvenciones premiaría el alineamiento ideológico de los mass media del lado del poder y dispondría un mapa de oportunidades vedadas a emprendedores emergentes.

Page 46: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

46

Todas estas cuestiones parecían probadas para muchos medios que disponían de la misma información que yo, pero la diferencia estribaba en mi osadía y en mi tamaño diminuto, desde el que era todavía más incorrecto políticamente el enfrentamiento con la cúpula del Sistema. Fui sometido a un rosario de citaciones ante el juzgado y de cada denuncia salía con una multa y el apercibimiento de inhabilitación. Mi situación era de insolvencia, de modo que en poco tiempo acumulé dos años de prohibición para ejercer la profesión. Los poderes fácticos no querían llamar la atención y mucho menos fabricar un mártir allí donde había un “estudiante en prácticas sin recursos e intentando llamar la atención”, como fui tildado por los abogados de uno de los notables del Reino. Viendo venir esta avalancha de ataques a mi persona, tuve la precaución, a raíz de la boda civil de Francisco, de comprar por un precio simbólico las participaciones de mi amigo en la empresa y así lo des-afecté de cualquier acción que pudiera producirse sobre su persona o patrimonio. De modo que mi inhabilitación no hizo sino precipitar un cese de actividad que mi amigo y también su compañera venían deseando desde tiempo atrás. Decidí que lo más inteligente era plegar velas para no desgastarme inútilmente y esperar el devenir de los acontecimientos para reaparecer en el futuro, en una doble vertiente que protegería mi ejercicio: por un lado, la creación pura inspirada en hechos reales, sin dar nombres concretos, con geografías extrapoladas y apuntando al rastro del dinero sin referencias a cuentas bancarias. La segunda línea de denuncia que maduraría en esos dos años no conocería cortapisas ni límites. Para ello precisaría del apoyo continuado de un experto en leyes, pues estaba claro que desde los servicios de Inteligencia seguirían con detenimiento mi actividad en el futuro y debía mentalizarme

Page 47: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

47

en ese período sabático para reemprender en el futuro una carrera marcada por las citaciones del Juzgado. Estaba yo en estas cábalas cuando me sorprendió la muerte de mi abuela. La encontré una mañana en la cama con los ojos entreabiertos y una sonrisa plácida dibujada en sus labios finos. Aquella imagen reflejaba lo que había sido su vida: una carrera de obstáculos franqueados gracias a una naturaleza férrea y a un sentido de la supervivencia hiper-desarrollado. En el clima irrespirable de desencuentros entre mis padres, cuando yo tenía catorce años, se había implicado en procurar para mi la mejor educación y, después de consultar con el maestro del pueblo, un librepensador ilustrado al que responsabilizo de mi vocación precoz, me envío a estudiar al Colegio Peleteiro de Santiago, donde otro gran maestro sabio conocedor del arte literario y también de la vida acabó por cincelar mi inclinación hacia la literatura y la búsqueda de las fuentes. En el ejercicio del periodismo podría desarrollar el juicio crítico y, a partir de el, la mejor forma de expresar la realidad, desnuda o con los adjetivos que fueran precisos. Por tanto, el buen aprovechamiento de la oportunidad de estudiar vino facilitado por toda mi educación anterior y debo decir que me centré más en aspectos como la creatividad, la innovación y la excelencia que en la mera superación de los cursos. Mi abuela era mi referente, un punto cardinal que siempre tenía presente y al que volvía cuando necesitaba dar un paso atrás para tomar nuevo impulso. Entonces ella era capaz de sobreponerse a la pena que le hurgaba en el alma y se declaraba orgullosa de mi. Aquella llegó a ser para mi una motivación importante y un antídoto contra la locura y la búsqueda de malos atajos en la resolución del “problema”. En el día a día la abuela era sabia. Sabía mantenerse en la distancia y, al mismo tiempo, dar señales de que siempre estaba allí, atenta a

Page 48: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

48

mi estado de ánimo, a los vaivenes de mi vida, a mi crecimiento como persona. El día que se murió me sentí desvalido, desorientado, solo, como el árbol de un año al que se le retira el tutor y queda expuesto a vendavales y tormentas. Pero la vida seguía y me prometí a mi mismo cumplir la promesa que le había hecho a mi querida Saladina. De modo que enjugué las lágrimas y juré que nunca me rendiría por mucho que la maldad amenazara con cortarme el paso desde la violencia, el chantaje o la oferta lisonjera de un mundo entregado a la molicie. II PARTE: LA SUPERACIÓN DEL DUELO Capítulo 1 Me tomé un tiempo para descansar y metabolizar todo lo que me había ocurrido en los últimos tres años. La herencia familiar era de un tamaño que me permitía enfocar toda mi vida sin necesidad de pensar siquiera en el dinero. Sin embargo y paradójicamente la extenuación me tenía confinado largas horas en el sofá de la galería o en el bancal de la lareira, oculto bajo una manta ligera. Sólo pensar en emprender cualquier actividad, por pequeña que fuese, sufría un ataque de ansiedad que no llegaba a ser de pánico con la condición de que abandonase la idea de ponerme en marcha. Esa extenuación iba en aumento día a día y estaba

Page 49: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

49

frustrando todo aquel proyecto de cambio de vida que había mantenido mi ilusión y mis ganas de luchar en los años difíciles. Ahora que tenía tiempo y medios me faltaban las fuerzas y me sobraba ansiedad básica. Un chequeo completo mostró que mi salud podía considerarse más que buena. Incluso los triglicéridos y el colesterol, que siempre marcaban índices altos, estaban ahora a raya gracias a una alimentación más equilibrada. Había remontado la anemia después de operar una fístula y el hígado funcionaba a la temperatura adecuada gracias al aporte de cardo mariano. ¿Dónde radicaba pues la razón de aquel derrumbe? El psiquiatra me sacó de dudas un lunes lluvioso y desganado. Al parecer yo era víctima del Síndrome del tren que frena de golpe. Los vagones, cargados hasta los topes de experiencias traumáticas sin metabolizar, arrastraban a la locomotora que era mi voluntad hasta hacerla descarrilar. En los últimos años la sucesión de reveses personales había sido de una magnitud difícilmente soportable y los contratiempos económicos habían exigido de mi tomas de decisiones bajo la presión de acertar siempre. Finalmente, la pérdida de mi abuela, la falta de contacto social y aquel estado de alerta prolongado habían acabado por agotar mi capacidad para mantener un equilibrio en la sopa cerebral de neurotransmisores y me había convertido en un ser más vulnerable. Durante un tiempo empecé a buscar la distracción como un poseso. Por las noches robaba horas al descanso para ver películas que me trasladaban, siquiera por unas horas, a otros mundos muy distantes en los que no aparecían referencias a las miserias de la lucha por la supervivencia ni afloraban pensamientos recurrentes que no aportaban nada positivo. Necesitaba alimentar mi percepción de los matices más sutiles de la mente tanto como mantener afinado el paladar para identificar

Page 50: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

50

manifestaciones sublimes de la naturaleza y, sobre todo, del ser humano. Durante años habían cimentado mis ganas de vivir por un lado la idea siempre presente de poner a prueba mis capacidades creativas y, por otro, la ilusión por ir desalojando de la agenda las obligaciones que no me aportaban nada sino dinero para pagar las facturas. Al mismo tiempo venía cultivando la convicción de que con mis contribuciones en relaciones interpersonales o en el posicionamiento crítico a través de artículos de opinión podía contribuir a cambiar las cosas susceptibles de ser mejoradas en un país que apenas sentía como mío. Pero me hallaba en la fase de ningunear todo mi trabajo anterior e identificaba grandes dosis de vanidad detrás de aquellos pretendidos móviles altruistas que habían ido perdiendo fuerza en la medida en que, en el presente, adquiría protagonismo la mirada umbilical, el puro deseo de entregarme a una vida placentera y sin exigencias de ningún tipo. Para mis amigos, sin embargo, la instalación en aquella rutina era lo normal. Lo que a ellos les había parecido siempre extraordinario era mi capacidad para vivir tres o cuatro vidas paralelas, cada una de ellas con toda su intensidad. En su imaginario no existía el derecho a desarrollarse en varias profesiones. No podían concebir a un cirujano escribiendo artículos sobre la filosofía de los chinos a la vez que compitiendo en tiro con arco y colaborando con la cocina económica. Para ellos esas raras excepciones siempre se justificaban en el deseo de notoriedad de los sujetos objeto de análisis y de crítica. Por eso cuando mi perfil inquieto y tan dado a abordar materias de lo más diferentes empezó a declinar hacia el inmovilismo a nadie pareció importarle. Aquella deriva me estaba volviendo, a sus ojos, más adaptado, con una mayor susceptibilidad de dejarme llevar por la

Page 51: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

51

dinámica del grupo en lo que atañía a mis primeras reuniones, forzadas por ellos, para ver el fútbol, para reunirnos y recuperar las cenas de los sábados o para disfrazarnos en los Carnavales. Pero no lograba disimular el hastío que todo aquello me provocaba e inicié maniobras de evitación buscando la soledad. Tenía recursos mentales suficientes para improvisar obligaciones que me excusaban de chorrear horas de mi valioso tiempo para “matarlo” en compañía de unas amistades a las que la idea de aburrirse los perseguía, sobre todo las tardes de los fines de semana, antes de entregarse, sistemáticamente, al consumo compulsivo de alcohol. Yo no precisaba que el día volase sin enterarme, ni llenar las horas interminables en que las obligaciones externas y en su mayor parte anodinas no imponían su ley, ni acallar la voz de mi interior. No tenía miedo a las grandes preguntas existenciales, ni a las revelaciones de mi conciencia profunda. Antes bien, buscaba dentro de mi, hurgaba en las entrañas y en los mecanismos de mi pensamiento y me complacía en leer sobre la deriva mental y vital de pensadores y creadores con aportes significativos para mi modo de entender el mundo. La vivencia de la expresión artística en todas sus formas consiguió que no echase de menos el contacto con la gente y acabó por ayudarme a salir del pozo. El taller de escultura en el alpendre dotado de claraboyas que lo inundaban con luz diurna, hicieron el resto. De modo que rehusaba las relaciones sociales cada día con mayor resolución para volcarme en el desarrollo de mis capacidades creativas en la escritura, la fotografía y la escultura. Y si en ocasiones surgía en mi conciencia algún reproche por no volcarme en algún proyecto colectivo rápidamente lo atajaba publicando en mis blogs artículos de opinión en los que criticaba los abusos de poder o alertaba sobre

Page 52: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

52

la necesidad de poner en valor todo lo material e inmaterial que atesoraba mi Comunidad. Con el transcurso de los meses crecía en mi el rechazo a esa falta de capacidad de la mayoría de mis conocidos para vivir la vida por si mismos, sin necesidad de apoyos gregarios detrás del abordaje hasta de los retos más insignificantes. Yo ya había observado esto prematuramente, en mi etapa de vendedor comisionado a puerta fría en los veranos, buscando unos ingresos con los que pagar en parte mis estudios. Nos desplazábamos equipos de comerciales a villas, pueblos y barrios de capitales. Mis compañeros actuaban en parejas para “peinar” la zona y eso les hacía sentirse más fuertes y arropados. En cambio mi pelea constante con la dirección se debía a mi persistencia en actuar a solas. Además, cada dos horas la red se reunía –también yo, muy a mi pesar- en una cafetería para comentar las incidencias y hacer balance. La comida y la merienda constituían otros pretextos para continuar con la convivencia. Ese exceso de contacto había pesado más que nada en mi decisión de abandonar aquel maldito trabajo. Me resultaba penoso escuchar las proezas con que cada elemento adornaba la conquista de una venta. Especialmente ingrato era escuchar a los veteranos relatar como habían ligado con la señora de turno, sobre todo con las casadas ya maduritas, hasta dejarla enamorada y comprometida para una próxima compra, alentada por imaginarios de lujuria. ¡Todo supercherías!, con tal de impresionar al jefe de equipo y preparar el terreno ante la siempre inevitable sequía estacional en la cuenta de resultados. Lo que sí conocían bien esos cabrones era el arte de embaucar. Presentaban como deseables e imprescindibles artículos que pasarían a ocupar un rincón semioculto en lo alto de los roperos. En cierta ocasión no pude librarme de formar equipo con el jefe. Su desvergüenza le llevó a alabar delante de los padres la belleza

Page 53: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

53

de una hija con rasgos mongólicos, dientes cariados, enormes gafas de culo de vaso y obesidad mórbida. Los señores nos invitaron a comer animados por la declaración, falsa, de soltería por parte de Navarro y con el café suscribieron la compra de las Enciclopedias de Paraísos del Pacífico y de Herramientas Informáticas Básicas en plataformas Windows con regalo de batería de cocina, jarra purificadora de agua y relojes de marca, todo por el módico precio de 2.400 euros pagaderos en 60 cómodas cuotas de 48 euros con el interés incluido. El precio de coste era de 440 euros. Pero el truco estaba en el pequeño importe mensual, sin hacer más referencias al coste final, y en la estrategia de persuadir al cliente de su derecho a llevar el reloj de los famosos después de una vida llena de sacrificios y sin concesiones al más mínimo capricho. Cuando empezaron a apretarme las clavijas exigiéndome que le colocara compendios de Informática Fácil a viudas, madres desorientadas de adolescentes desnortados, pensionistas que a duras penas llegaban a fin de mes a base de monodietas de sardinas con patatas cocidas, mandé todo a tomar por el culo. Además la empresa seguía chuleándonos y reduciendo nuestros márgenes para aumentar los de los directivos de despacho y sostener su ritmo de vida ostentativo e insultante. Capítulo 2 Esa propensión de la mayoría de la gente a vivir en manada tanto en el desarrollo profesional como en el disfrute del ocio ha sido una constante observación en todas las etapas de mi vida y en

Page 54: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

54

todas mis experiencias laborales de temporada, intercaladas con los cursos académicos: excavando tierra para construir polígonos y vías de comunicación, en el arbitraje deportivo, en la práctica docente, en la limpieza industrial, en el mundo de la edición... Si acaso sólo en ámbitos donde la competencia es feroz por la enorme desproporción entre una oferta desmesurada y una demanda en retroceso he experimentado como contrapunto esa distancia que “los otros” imponen por sentirse enemigos y porque no quieren soltar prenda sobre habilidades y secretos de la profesión. Pero en el sufrimiento que conlleva la práctica deportiva, en los entrenamientos sufridos de los corredores de fondo, en los que el ser humano lucha por ampliar sus límites, la compañía de otros en las mismas circunstancias da confort además de ayudar a elevar los umbrales de la agonía. Durante la que ya empezaba a ver como larga vida, había incubado prejuicios sólidos frente a lo que consideraba exageración en la búsqueda de protección de la mayoría de los humanos ante las más mínimas incomodidades. Me exasperaba la visión del apoyo demandado para quitarse una muela, operarse un ojo, someterse al examen de conducir, presentarse a un casting, acudir a una cita o renovar la tarjeta de demandante de empleo. No obstante hay que reconocer que la solidaridad en el sufrimiento en momentos de crisis económicas y con seis millones de parados en el país amortiguaba la tentación de buscar salidas colectivas violentas o soluciones individuales suicidas. La angustia por no tener con que llenar el plato de comida de los hijos parecía menor si otros millones de padres estaban en las mismas circunstancias y la vergüenza por tener que acudir a Cáritas también era menor si compartida. Esa exigencia gregaria estaba contaminándolo todo y así me explicaba que tuvieran tanto éxito los programas de “reality” de

Page 55: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

55

las televisiones. Se había instalado como normal la práctica de desvelar a confidentes sentimientos y prácticas íntimas con terceras personas, con pelos y señales. Si bien es cierto que la descubierta era siempre superficial, burda, de los hechos y emociones contadas torpemente, como corresponde a mentes alimentadas en la trascendencia de lo intrascendente. En más de una ocasión había roto yo una relación incipiente con alguna chica al enterarme de su inclinación a entrar en detalles narrativos con alguna amiga, con independencia de lo elogiosos que pudieran ser hacia mi persona o con respecto a mi desempeño en algún arte. Es posible que con este nivel mío de exigencias, que yo consideraba normal, mis oportunidades de relación social se limitaran a un abanico muy estrecho. Pero me importaba poco. No era yo de los que, no teniendo amigos de verdad, bajaban a la barra del bar para ver el fútbol, buscando en la expresión compartida con la masa anónima el consuelo que proporciona esa creencia de estar participando en un proyecto colectivo, y que a mi más me parecía un refugio en el estereotipo para disipar el vértigo que producía a tantos el encuentro, a solas, consigo mismos. A mi me aportaba más un minuto de calidad comunicativa que un año de contacto superficial. Y por tal no me refiero al saludo al panadero. Hablo de esa presunta sintonía de los que comparten piscina, triples secos y fiestas de Navidad en los cruceros y una vez que llegan a su localidad de origen se dan la espalda. Es reveladora esa traición frecuente a los presuntos sentimientos de amistad incubados en travesías de placer o, por el contrario, en situaciones difíciles de peligro o incluso de riesgo vital. Una traición en forma de regreso a la rutina y olvido de movimientos intimistas que suele ser más abrupta y descarada cuando se da una

Page 56: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

56

diferencia de status social y económico ostensible entre las personas relacionadas. En definitiva, yo estaba de vuelta de todas las bajas pasiones que alimentaba la jarca de contactos que había ido acumulando como monedas que quedan fuera de circulación y sobre la que cada día echaba más y más tierra hasta volverla invisible, una masa informe, un montón de elementos sin rostro ni rastro en mi vida. Capítulo 3 Pero se necesitaba una vuelta de tuerca para acabar por conquistar la libertad casi total que pasaba por medir la relación con los amigos más antiguos. Y eso no podía dejarlo en manos de la muerte. Faltaban demasiados años para la decrepitud compartida. La idea de envejecer con compañeros de viaje, recordando batallitas, me producía alergia. Ya había hecho de tripas corazón ejercitando la memoria primero con mi abuela cuanto se internó en la intrincada selva de la claudicación mental intermitente. Cuando creía salir a flote, mi verdadero amigo, Francisco, sufrió un ictus. Durante un año me volqué en estimular su cerebro. Lo único que parecía llamar su atención era el pasado. Su rastreo se detenía en sucesos, relaciones y personas anclados diez años atrás y sin embargo era incapaz de fijar el día presente. Mi hartazgo de la falta de vivencias y la ausencia total de futuro me llevó a un cansancio contagiado. Si empezaba el día haciendo propósitos de cambio y perfilando proyectos para ser desarrollados robándole horas al descanso, el contacto con Francisco y su entorno en el hospital me devolvía a un comportamiento compulsivo,

Page 57: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

57

buscando placeres compensatorios en la comida y la bebida, y a perseverar en el inmovilismo y la falta de iniciativas. Mi intervención jalonada de frustraciones en su proceso terapéutico fue especialmente agotadora. Los tres primeros meses, aunque duros, fueron soportables porque había cambios importantes en la evolución de su salud. Después de superar infartos y neumonías alcanzó un estado de salud que, aunque penoso y lleno de secuelas graves, permitía abordar una fase con cierta ambición, albergando la esperanza de que pudiera hablar y quizá, con el paso de los meses, caminar. Lo cierto es que a base de dedicarle horas inacabables, Francisco recuperó una buena parte de su capacidad intelectual. Pero su cerebro, debilitado, no conseguía tomar el mando de la masa informe que lo tenía atrapado. Se introdujo en una fase mesetaria, en una tierra yerma carente de alicientes lo bastante fuertes para seguir viviendo y su cuerpo debilitado no encontró la dirección para seguir luchando cuando se presentó una nueva complicación. Fueron largos meses en los que perdí el norte al no calibrar el alcance de un viaje que nunca debí hacer llegar tan lejos y sin alforjas. Las grandes preguntas de las que aparté a mi amigo durante tantos días postrado en una silla de ruedas se apoderaron de mi, y no lograba encontrar ninguna respuesta aceptable. Sin capacidad para conciliar el sueño acabé por encontrar la motivación para seguir levantándome de la cama por reacción, cuando ya la negritud me tenía muy atrapado. Y lo hice tirándome a machacar el cuerpo en trabajos perros de gran dureza física. Fue una época de transición hacia un aspecto de la personalidad que antes estaba agazapado y que ahora tiene un papel predominante en la imagen que los demás tienen de mi. Y no tengo el más mínimo interés en contradecirlos. Lobo estepario o no mi deriva vital ha convertido en indigesto para mi paladar el

Page 58: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

58

halo de vacua frivolidad que gobierna la mayor parte de las relaciones humanas de hoy en día haciéndolas prescindibles a la luz de mi juicio crítico. Capítulo 4 Hoy, al volver a casa después de tomar las tazas de costumbre, Mamen me esperaba en la cocina con semblante serio. Tenía bien preparado su discurso: – Arturo, hemos tocado fondo. Yo ya no soporto un minuto más esta vida. Desgraciadamente la experiencia con la abuela y con Francisco había cambiado mi umbral de sensibilidad. Eso y mi infancia. Para soportar mejor las hostias que la vida me había ido dando, me fabriqué un duro caparazón y retiré la sangre tejidos adentro, para no gotear si me pinchaban, aun a costa de volverme un hipertenso severo. Por eso, aun cuando Mamen pronunció unas palabras que en absoluto esperaba, mi reacción, de tan absurdamente escasa, resultó patética a los ojos de mi pareja. –¡Ya veo que te importa un pimiento! Bueno, mejor me lo pones. –Si es eso lo que deseas, ¿qué puedo hacer yo para hacerte cambiar de idea? –¿Cómo que qué puedes hacer? ¿Pero tú tienes algún interés en seguir conmigo?

Page 59: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

59

–Mujer, si no la te lo habría dicho. Yo creo que no te he dado motivos para cortar así, de buenas a primeras. –¡De buenas a primeras! ¿Cuánto tiempo hace que no me dedicas un cariño?. Y últimamente ni aunque te lo pida. ¿Cuánto tiempo hace que no me sorprendes con un plan, que no me abrazas, que no me preguntas qué tal van mis cosas! Ni siquiera me deseas. –¡Sabes que he pasado una mala racha! –No te desvíes. Esto ya viene de muy atrás y tú lo sabes. Lo que pasa es que tú dejas correr las cosas, todo te resbala y cada día que pasa estamos más distantes. Somos dos desconocidos, Arturo. Lo nuestro no tiene arreglo. –Tú ya vienes con una decisión tomada, ¿no? –Ves, contigo no se puede hablar en serio. Por alguna razón que desconozco estás regresivo, Arturo. Cada día eres más infantil y yo ya no pinto nada contigo. Una mujer necesita que la ilusionen, que la alimenten cada día. –¿Y yo no? –¡Pero si no te dejas! ¡Si cada vez que me acerco a ti te hierve la sangre por poner tierra de por medio! –Eso no es verdad. Lo que pasa es que yo tengo mis problemas. –Tus problemas que son, o eran, mis problemas. ¿Cuántas veces te pedí que me los contaras? ¿Cuántas veces me ofrecí a ayudarte? –Nadie me puede ayudar. Tengo que resolverlos yo solo. –Pues eso. Allá tú con tus problemas. Y no soy yo la que se ha desentendido. Tú solito te has ido haciendo a un lado y no quiero que me arrastres. Soy muy joven para enterrarme en vida. ¡Uy, Dios mío! ¡Tus problemas, siempre tus problemas! Pero ¿qué problemas?. Tienes dinero incluso para vivir sin trabajar y una salud de hierro. ¿Me quieres decir cuáles son tus problemas? –Son cosas mías, muy íntimas, que no tengo por qué contar.

Page 60: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

60

–Tranquilo hombre, que no te voy a torturar. Mira, me tienes harta con eso de la intimidad, siempre como queriendo ocultar algo muy importante. ¡Si no estás dispuesto a compartir no sé que esperas de una relación de pareja!. Antes no parecías ocultarme nada. –Se trata de demonios íntimos y no tiene nada que ver contigo ni con nuestra relación. –¡Demonios íntimos! Dímelos a mi que en un plis plas te resuelvo todas esas tonterías. –¡Bueno, basta ya! ¡No insultes mi inteligencia! Llevo yo años ya con estos problemas y vienes tu a resolverlos así, de un plumazo. Si quieres ayudarme haz el favor de cambiar de tema. – Como quieras, y lo siento. Vuelvo al principio, Arturo. El tema es que me tarda el momento de coger aire y vivir. Se hizo un silencio que ya no tuve fuerzas para romper. Conseguir que Mamen no se fuera de mi lado me parecía una misión tan trabajosa que mi subconsciente me dictó la conveniencia de una retirada, por su bien y también por el mío, aunque yo amaba a aquella mujer vitalista y de una pieza y sabía que la iba a añorar desde el pozo en que me había ido metiendo. Capítulo 5 Hoy no voy a trabajar. He de resolver antes un problema con el sistema operativo que me impide publicar en el Muro. No hay cosa que más me joda que los fallos inexplicables del software. Te

Page 61: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

61

tienen apalancado veinticuatro horas hasta que lo resuelves. Y eso si no te vuelve a dar el mismo error al día siguiente. Bueno, sin dormir es una burrada ponerse a trabajar. Además ¡Por un día!. Desde que Mamen me dejó me he refugiado en la Informática. Sólo flanquear la puerta enciendo el router y el portátil antes incluso de asearme o desayunar. En un primer arrebato de dos horas reviso los correos electrónicos, ojeo las páginas salmón y entro un rato en Facebook. Luego me levanto para calentar en el microondas una ración de fabada que engullo sentado a la misma mesa del ordenador acompañada por dos chuscos de pan integral y una jarra de vino de medio litro. A estas alturas ya no sé muy bien qué es lo que busco en la máquina. Deambulo por las páginas de las últimas noticias que me llevan, rebotado, a noticias sobre las noticias y, si todo sale bien, si no se cuelga la conexión, acabaré consultando páginas y más páginas, foros y más foros, acerca de la naturaleza humana y la diferencia entre lo superfluo y lo imprescindible. Me darán las dos de la mañana tratando de poner orden en mis archivos y en el menú de administración de mis temas favoritos, que revisaré y reestructuraré una y otra vez buscando el orden perfecto. A esas horas, me arrastro hasta la cama para dejarme caer vestido con la misma ropa de pijama del día anterior sin otra idea que dormir a pierna suelta. Pero el viaje de doce metros me desvela y, sofocado, busco con mis manos torpes y nerviosas el pequeño transistor que guardo en el cajón de la mesilla. Tengo la sensación de no haber aprovechado bien el día, y para acallar esa culpabilidad, sintonizo una emisora que programa un debate sesudo, para aprender mientras duermo. Lo único que consigo es entremezclar la realidad con los sueños. Transito de visiones

Page 62: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

62

muy reales del pasado a alegorías del presente que me resultan iluminadoras. Conviven caprichosamente imágenes de mi infancia traumática con revelaciones sobre lo que hay de cierto tras las versiones oficiales maquillando las oleadas de corrupción que encenagan toda la maquinaria social. Mi conciencia profunda destapa incluso escenas aparentemente intrascendentes u olvidadas vividas desde la rutina de unos años en que no tenía apenas control sobre mi vida. Me veo con quince años a bordo del coche de línea que me trae a Coruña, con la cabeza apoyada en el cristal de cortesía para contemplar con ánimo abandonado la avenida de entrada a la ciudad flanqueada por árboles espigados como lanzas. Se trataba de poner tierra de por medio siquiera por unas horas encontrando en la soledad una tregua salvadora. En otra escena me veo terciando en una de aquellas tantas peleas grotescas, bajo el yugo forzoso de la tutela salvaje, al borde de una carretera polvorienta de aldea, en una tarde de Agosto en la que el sol revienta la últimas moras de los zarzales. De manera que en eso puedo resumir mi vida: un inmenso vacío, una huida hacia la madurez cuando los que podían hacerme más daño ya habían muerto. Bajo esa presión, las horas domésticas amenazaban con pasar demasiado rápido, sin trascendencia, sin la vivencia atenta del presente hasta tanto no hubiera matado al padre. Con ese andar de crucero, como el de los sufridos corredores de gran fondo, desembarqué en una etapa, en que me vi liberado de vivir a contracorriente, de la que no recuerdo sino detalles pequeños a los que no daba importancia y sin embargo conformaban el hilo que me mantenía unido al mundo. Mi relación con Mamen se forjó un poco por inercia, dentro de la marea de acontecimientos que para mi supuso entrar en la Universidad. Ahora que es pasado y he empezado a cerrar el diario de los duelos sólo me quedan algunas imágenes de

Page 63: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

63

intendencia compartida con ella. Sin duda mis contratiempos profesionales y la muerte de mi único pariente reconocido me han empujado a una época de balance biográfico con una intensidad emocional que sólo ahora, después de meses de lucha y frustraciones, puedo empezar a controlar. El peaje que he pagado incluye un reconcentramiento en mi mundo, un aislamiento superlativo. Es esa plenitud desértica de mi conciencia, elegida, la que ha impedido que inicie siquiera cualquier intento por centrar lo que había proyectado como actividad periodística con futuro. Mi subconsciente me lleva a distraerme con cualquier otra actividad distante de la urdimbre de un plan operativo consistente que contemple objetivos razonables y la disposición de los medios precisos. Siendo consciente de mi indolencia en algún rato de lucidez, en esas tardes de Sábado cuando soy más capaz para el esfuerzo sabiendo que el mundo descansa, he cometido la imprudencia de pedir asesoramiento a mi gestora de siempre, Aurora, quizás buscando sin saberlo un empujón definitivo. Capítulo 6 Aurora insistió en que nos viéramos cenando ese fin de semana, porque en la oficina el lío de los cierres trimestrales le impediría concentrarse como merecía mi reentrada en el mundo empresarial. Sentado a la mesa de un restaurante intimista, a la luz de las velas, Aurora pidió vino para intentar romper una parquedad y unos

Page 64: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

64

silencios por mi parte que llegarían a ser insoportables si no fuera porque ella me conocía de antiguo. –Tú no estás bien aún, ¿verdad Arturo? –¿Se nota? –Bastante. Y me jode porque tú te mereces ser feliz. –Bueno, son rachas. –A ver, si hay algo que te preocupa y tiene arreglo ¿para que estamos los amigos? Siempre has sido muy cabezón, queriéndolo arreglar todo tú solo. –Es que no hay ningún problema real. –¿Cómo que no? La muerte de tu abuela, de Francisco, la ruptura con Mamen... sin contar toda la persecución de la que has sido víctima. –Esas son circunstancias reales, objetivas. Pero mis demonios son íntimos. [Se hizo un largo silencio] Están enquistados y de vez en cuando pesan. Parasitan mi vida y llegan a tomar el control de mis pensamientos, de mis emociones. –¿Y qué demonios son esos, Arturo, que seguramente yo te puedo ayudar a ahuyentarlos. –Está bien que te lo tomes así. En realidad yo no soy tan importante. –No hombre, no era mi intención ningunear lo que te pasa. Es que me parece que todo puede ser más sencillo. –Cuando se está bien todo es más sencillo y a la vez más complejo. En mis fases buenas puedo percibir hasta los matices más sutiles de la realidad. Otras veces sólo puedo ver los trazos más gruesos del paisaje que habito, de las personas que me rodean. Deshojo días del almanaque con rapidez, como un autómata y cuando salgo del pozo miro hacia atrás y no recaudo nada de ese período. No hay nada más inútil que el sufrimiento,

Page 65: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

65

esa conciencia de saberse neurótico, deprimido y luchar en vano contra lo irracional. –¡Tú lo que necesitas es una mujer que te quiera! –Aurora, ¿acaso me fue mucho mejor cuando estaba con Mamen?. Lo que yo necesitaría sería nacer de nuevo. Hay demasiadas muescas en mi cerebro, demasiadas imágenes enquistadas que nunca debían haber llegado allí y que me han enseñado el camino del terror. Un pánico que sólo conjuro con la manía. –¡Muy complejo para mi! Sólo puedo decirte que me duele que sufras tanto. Aurora posó su mano derecha sobre mi mano izquierda mientras me miraba impostando compasión. En realidad en su fuero interno no pensaba que yo fuera un ser frágil y desvalido. Lo denotaba su sensualidad abierta y una sonrisa plácida apenas disimulada por una aparente seriedad, teatral. Estaba atractiva aquella noche mi vieja amiga y confidente. Era de esas mujeres que ganan con los años por una mayor definición de los rasgos, amables, dulcemente asimétricos y de expresión más cercana. Se había puesto un vestido de tela vaquera, azul, con manga sisa y escote amplio que remarcaban la morenez de una piel que luchaba por contener aquel cuerpo desbordante en unas dimensiones todavía juveniles. Un aspecto luminoso sin duda logrado en el salón de belleza, porque en aquellas fechas a menudo comía en la oficina y salía de ella no antes de las nueve o diez de la noche. Yo agradecía lo que identificaba como esmero en resultar atractiva y con la torpeza del momento se lo hice saber: –Sabes que estás muy guapa, Aurora. Y yo aquí, aburriéndote con mis cosas...

Page 66: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

66

–Bah, no seas tonto Arturo. Se había puesto un poco colorada. En realidad el Arturo que ella creía conocer era el prometedor periodista citado por las mejores agencias independientes como un emprendedor relevante. No caigo en la petulancia si digo que creo haberle gustado desde siempre. Pero el camarero se acercó con el osobuco para romper el clima y evitar un acercamiento mayor para el que yo, por el momento, no estaba preparado. Sin embargo Aurora estaba empeñada en alfombrarme el camino y después de despachar en cuatro frases los pasos que tenía que seguir para embarcarme en una nueva edición digital como profesional colegiado sin gastos de estructura, con incentivos fiscales y protegido por una asesoría jurídica de prestigio e independiente, retomó el discurso intimista y sondeó la parte fácil de mi alma, la de la descubierta de emociones después de bajar las defensas. No quería ser descortés pero temía que mi dispersión mental me jugara una mala pasada, de modo que pedí otra botella de vino. – ¡Tú me quieres ver contenta, Arturo! –¿Acaso no lo estás? –Sabes a lo que me refiero. No tengo costumbre de beber. Pero bueno, esta noche es muy especial. –¿Sí? –Bueno, vuelves al mundo, al circo competitivo del que saliste hace ya un tiempo, y eso tiene mucho valor, Arturo. Y también lo tiene para mi, en quien tendrás siempre a la consejera más leal. Aurora pronunció aquellas palabras con una emoción que yo no sabía si atribuir a los hechos por los que ella proponía brindar o

Page 67: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

67

más bien a los calores con que el vino iba dulcificando y dando aparente intensidad a los sentimientos. Sea como fuere me sentí en la obligación de levantar también mi copa e impostar una sonrisa intensa en la vivencia de una proximidad que aventuraba una noche para dejar de lado las cuitas personales. Capítulo 7 Toda la paleta de colores estaba presente en Gomariz, de vuelta a casa. El otoño se presentaba como una prolongación estival y, fruto de unos chaparrones de tormenta, los regatos bajaban alegres y sonoros para regocijo de una pequeña fauna ruidosa. Debía cubrir todavía un camino largo desde la estación hasta la casona familiar, una construcción recia, de dos plantas dispuestas en forma de L, con una gran palmera presidiendo el patio de la entrada y rodeada de una mesa de piedra circular dotada de un bajo banco esclavo que había sido testigo de largas conversaciones en las tardes calurosas de verano, cuando los jornaleros acababan la labor y quedaban conversando con la abuela recuperándose a la sombra con la degustación de un vino fresco. En un lateral de la hacienda, bajo las enormes ramas de un limonero, una prensa enorme hablaba de jornadas útiles machacando las manzanas para elaborar sidra. Me llamó la atención aquella aparente falta de pudor en la disposición de elementos de la intendencia que habitualmente se integran en la trastienda de las haciendas. Ese factor denunciaba la absoluta

Page 68: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

68

subordinación en aquella propiedad a la ergonomía precisa para hacer más fluidas las labores del día a día. Antes de entrar en casa sentí la necesidad de recorrer con la mirada una vez más, como si fuera la primera, las viñas y las tierras de labranza que se extendían desde la era hacia el río. Adosado al caserón, el viejo y enorme alpendre guardaba aperos, colmenas vacías, un carro y una zorra, cuerdas y utensilios de lo más diverso para cubrir las necesidades de una horticultura autosuficiente. En su interior olía todavía a flores, miel y manzanas y no había ningún indicio de humedades a pesar de llevar largo tiempo cerrado y sin usar. Los agujeros de aireación entre los pilares y la cubierta habían mantenido saneado el interior y también habían servido para dar cobijo a algún nido de golondrinas que encontraron seguridad en un ambiente donde la presencia humana se había ido difuminando hasta que Francisco y yo encontramos allí el refugio necesario para continuar con nuestras actividades aventureras. ¡Mi pobre amigo! ¡Cómo lo echaba de menos! La vida no pudo ser más cruel con él. Sentado en la que fue su silla de trabajo, encendí un cigarrillo y dejé la mente en blanco. Entonces pude ver claro. ¡Él no me habría perdonado que abandonase! Siempre me decía: –Arturo, no te trates mal. No renuncies a ser, a realizarte con aquello que más te llene. Francisco tenía razón. Pero en muchas fases de mi vida la dispersión mental, el desequilibrio, me habían llevado a vivir por debajo de mis posibilidades de sentirme realizado, ocupado en trabajos que no exigían de mi lo mejor que podía dar y, lo que es más importante, tomando decisiones que significaban un paso atrás en mis capacidades para interactuar con el mundo. Esa conciencia de vivir en la permanente renuncia me mantuvo

Page 69: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

69

durante largos períodos intermitentes instalado en la frustración. No fue sino después de experimentar una mejoría en las manías recurrentes cuando la balanza se equilibró y empecé a valorar tanto la pura paz mental, aun desde el absoluto aislamiento, como la vida que dejaba de gozar. Pero mi vuelta a Gomariz se producía en un momento en el que la crisis biográfica reciente se estaba resolviendo con la puesta en valor de todas las posibilidades que se abrían ante mi, una persona todavía muy joven y en plena madurez mental, que disponía de los medios para elegir el camino que me acercase un estado cercano a la felicidad. Reentrando en casa reparé en la necesidad de cuidado de los testimonios de aquella otra época de esplendor del casal: el pozo y el enorme pilón, tomados por el musgo y los líquenes, las colmenas medio destartaladas pero todavía habitadas, las varas de junco desfallecidas que habían servido de tutores a plantas tomateras y de judías y habichuelas. Las hiedras trepaban por los altos muros de piedra, respaldados por higueras y algún que otro cerezo viejo. Entré en la casa por la puerta que daba a esa huerta, en un nivel inferior a la entrada principal, y me entretuve en abrir las ventanas de la enorme estancia, de una pieza, en la que la lareira, los bancales de madera, una enorme artesa y la mesa capaz para veinte comensales hablaban de una vivencia muy compartida de ese hábitat, cuando el abuelo reunía a los jornaleros en torno a la buena cocina y a un fuego que en las largas noches de invierno alentaba la vocación por decir. Había mucho testimonio menudo por redescubrir en el sinfín de objetos útiles repartidos en aquella dimensión, pero no quise sumergirme en una melancolía entonces inútil. Accedí al nivel superior, la planta propiamente baja, por una escalera de madera ancha y sólida que desembocaba

Page 70: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

70

en un vestíbulo amplio flanqueado por una cocina descomunal donde reinaba la bilbaína, un salón artesonado, con balcón bajo y vidrieras que inundaron de luz la habitación cuando abrí las contras y un cuarto de aseo que había formado parte, junto con el salón, del antiguo establo. En todas las estancias percibí el sosiego que me producía disponer de un espacio tal que no era preciso calcular la intensidad de los movimientos ni sortear los objetos para poder transitar y estar. Una sensación que se consolidó una vez en la planta superior, en la que tres dormitorios disponían de armarios con tamaño de vestidor, y las distancias entre la cama y las cómodas era formidable, quedando un espacio libre donde era posible caminar o tirarse en el piso para realizar una sesión de yoga. Una cuarta habitación había sido transformada en cuarto de aseo, con protagonismo para una bañera de tamaño y profundidad descomunales. En fin, la casa podía contribuir a devolver el sosiego que precisaba una mente en el entreacto de superar el pesimismo existencial y la falta de confianza en las propias capacidades para acceder a una vida digna. Habilitaría uno de los cuartos como despacho, y desde ese escenario amigable todo sería más posible. Capítulo 8 En mi primer despertar de vuelta en Gomariz me costó levantarme antes de las diez. La cena copiosa y una botella de Mencía tuvieron la culpa, de suerte que dediqué la primera media hora de vigilia a hacer propósito de enmienda. Antes de abordar retos mayores debía encontrar impulso en algún elemento de

Page 71: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

71

compromiso, atractivo. Y la mejora de mi aspecto físico sin duda lo era. En los últimos tiempos la vida desordenada y la búsqueda de compensación de los malos momentos en el alcohol me habían llevado a pesar cien quilos. Sabía que desprendiéndome de veinte mejoraría mi autoestima y mi salud y esas parecían ser razones suficientes para intentar beber menos. Además, tendría más fuerza para trabajar durante más tiempo, mejor concentración y seguramente rumiaría menos ideas obsesivas. Lo sabía por experiencia. Durante los breves períodos en que había sido abstemio mi vida mejoraba ostensiblemente: madrugaba, la mente estaba más limpia después de un sueño reparador no interrumpido por los excesos de cenas pantagruélicas, al mediodía comía frugalmente porque no era preciso amortiguar con la ingesta sólida los efectos del alcohol, de modo que podía seguir con mi nivel de actividad sin necesidad de siestas que se prolongaban hasta las seis, ya casi vencido el día. Siendo abstemio no me vería invadido a las 22 horas por una sensación de haber perdido el día que me llevaba a intentar recuperar el tiempo perdido en tareas desnortadas frente al ordenador hasta quedar rendido. Todo eso lo sabía cuando apuntaba en mi diario: “hoy, después de diez años, he decidido dejar el alcohol”. Pero a medida que se acercaba la hora de comer me iba invadiendo una idea depresiva, una vivencia de mi inferioridad si por tener que mejorar mi relación con la bebida debía renunciar a uno de los mayores placeres de la existencia cuando era bien administrado: el vino. Entonces, mientras doraba las patatas con carne y aliñaba una pequeña ensalada que me servía de coartada para hacer excepciones culinarias, me servía un tinto delicioso a modo de

Page 72: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

72

aperitivo que me llevaba a bajar la guardia y claudicar una vez más. Pero ahora algo me decía que el deseo de dejar de beber y la fuerza de voluntad eran lo suficientemente fuertes para vencer aquella adicción que había convertido mi vida en un disco girando por debajo de las revoluciones precisas, en un discurso monótono y soporífero que en los últimos años había espantado a compañeros ocasionales de viaje. Intuía que con sólo recuperar la integridad de mis sentidos y fluir en la vida diaria sin resistencias, centrado en el puro presente, habría de experimentar un cambio positivo en mis inercias mentales, en mis inmersiones en pensamientos recurrentes que evitaban mi afrontamiento de retos, sobre todo si estos comportaban un aumento de la ansiedad tal que llegaba a disminuir la calidad de mi desempeño cuando no a desactivarme. Pero había identificado las huellas de impactos pasados y comprendía que debía aprender a aceptarlas, a aceptarme y a desmontar la enmarañada madeja en que se había convertido mi mente para abordar una vida que de otro modo se escaparía entre mis dedos como un chorro de agua, reduciendo mi existencia a un tránsito prescindible y anodino, incapaz de dejar un mínimo rescoldo en la memoria de nadie. Esa obsesión compensatoria por ser en la medida en que se ocupa un espacio en la mente de los demás me había llevado en el pasado a buscar la ubicuidad en los medios de comunicación telemáticos. Durante largos meses mi contacto físico con el exterior había sido tan pequeño como grande la actividad redactando artículos de opinión sobre temas de actualidad y asuntos intemporales en la red, perfilando así las características de prosélitos y contrarios. He de reconocer que en mi afán por encontrar confort en el apoyo de quienes pensaba podían ser mis afines, conocidos o anónimos, practiqué la demagogia y un cierto grado de moraleja,

Page 73: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

73

aunque procurando no caer en la excesiva previsibilidad. Construí en torno a mi perfil una pequeña legión de admiradores y también de sujetos dispuestos a destruirme desde la impunidad del anonimato. Aquello se me escapó de las manos. Había transitado del uso de la red para comunicarme con perfil bajo cuando a mi me apeteciese a una especie de trabajo no remunerado que requería un estado de alerta continuo y una disposición para ser brillante en cualquier momento y con la mayor presteza, hasta hacer revivir en mi la ansiedad como ruido de fondo y, con ella, el afloramiento de la inseguridad y los mecanismos mentales compensatorios. Todo esto acabó por llevarme a la búsqueda de refugio, parapetándome en la deprivación. Pero había madurado lo suficiente y sabía que un cambio de formato en mis fórmulas de comunicación y la clarificación de mis verdaderos objetivos me llevarían ahora a ensamblar mi libro de estilo periodístico con el perfil vital que perseguía. Durante esas semanas previas a mi reentrada en el periodismo de denuncia tendría tiempo de establecer una red de contactos dentro de la esfera cotidiana que me mantendría dentro del mundo: con el personal del ultramarinos, con el chupatintas del banco, con Eduardo, el farmacéutico, con una funcionaria del Ayuntamiento y con el encargado del almacén de productos agropecuarios. Advertido por la panadera de las intenciones del cura en girarme visita, le di largas dos veces haciéndome el dormido y por el momento cedió en sus ansias evangelizadoras.

Page 74: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

74

Capítulo 9 Me levanté de un humor excelente después de mi primera noche en Gomariz. Y desconocía la razón. Mientras realizaba las primeras rutinas del día me sorprendí a mi mismo canturreando canciones bien aprendidas en el pasado. Pocas veces me ocurría aquello, pero era una señal inequívoca de que la ansiedad como ruido de fondo había cedido mucho. Me encontraba con la frescura suficiente para elegir entre el plan de vida trazado o dejarme llevar por el día a día ocupado en tareas intrascendentes aunque inevitables para la supervivencia. Lo primero era más trabajoso, pero mi estado de ánimo agradecía la sensación de orden, de control que me producía levantarme de la cama con un objetivo concreto. Por el contrario, abandonarme a la inercia y a una querencia excesiva hacia la posición horizontal generaban todavía en mi un cierto complejo de culpa y una sensación de vacío existencial, de falta de situación en el tiempo y en el espacio. Me habría gustado ser de otra manera, pero una educación rígida cuajada de referencias al sacrificio y demonizadora del hedonismo me había dejado muy a mi pesar estigmas de los que no lograba desprenderme. Sin embargo y como reacción frente al empeño de mis maestros, en mi comportamiento en las aulas como profesor en prácticas y como tutor de extraescolares, cuando cursaba tercero y cuarto de carrera, había tenido ciertos problemas respecto a mi laxitud con la normativa de régimen interno. Todo lo que había de orden en mi microcosmos particular era sobrepasado en contrapartida por una permisividad excesiva con el caos en la comunicación y comportamiento de los alumnos, entre ellos y también conmigo. Inconscientemente asociaba el ejercicio del control con el cercenamiento de la

Page 75: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

75

creatividad y con un menor acceso a cotas de esa felicidad espontánea que debe surgir de la libre expresión. Bien es cierto que con el paso de las semanas siempre acababa conquistando el corazón de mis alumnos y obteniendo las dosis precisas de “buen” comportamiento a través de la complicidad. Mi método era más trabajoso que el de mis colegas con estilos disciplinarios puros, pero a la larga daba resultados visibles: absoluta fidelización de los alumnos, sensación de pertenecer a un grupo, amistad con el profesor, propensión a desarrollar la propia expresividad... Puedo decir que recuerdo a todos y cada uno de mis cientos de alumnos y que todos ellos me recuerdan a mi. Siempre establecí, como una necesidad íntima y extraordinaria, puentes entre cada uno de ellos y yo, porque me importaba su felicidad y porque detrás de sus miradas y de sus comportamientos podía intuir que había una o más piedras dentro de su zapato y yo podía ayudarles a extraerlas. Sabía, a partir del peso de mi infancia, de la vulnerabilidad de aquellos niños y muchachos y yo estaba allí para ayudarles a ser más fuertes. No podía convivir con la idea de enseñarles contenidos sin atender a las heridas de sus almas, algunas insignificantes pero otras inconmensurables. Sería como transfundir sangre a un accidentado sin cortar la hemorragia. Pero el peso subliminal de mis vivencias también tenía su cruz: cuando llegaba a un punto importante el cariño que la comunidad escolar volcaba hacia mi persona yo sentía la necesidad de huir. Eso era lo que hacía: marcharme con nocturnidad, cambiar de destino sin dar ocasión para las despedidas y las efusiones de cariño y mucho menos para las demandas de que me quedase. Con la baja consideración que siempre he tenido de mi mismo ¿cómo aceptar los halagos de los demás sin sentirme un impostor?. En esos

Page 76: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

76

casos el cambio de aires siempre me ha aportado frescura, un nuevo impulso a mi vida. Y así me encontraba ahora en Gomariz, sin ataduras aparentes y con un nuevo cuaderno por empezar a rellenar. Sin embargo, para mi sorpresa, me encontré dilatando el espacio de tiempo que precedía a mi reentrada en el periodismo, como si intuyese que mi relación con la profesión era obsesiva hasta la insalubridad. Ahora tenía casa y tierras a mi disposición, en el pueblo había una cooperativa receptiva hacia los emprendedores y para colmo la proporción entre hombres y mujeres en edad reproductiva era de uno para cinco, aunque en mi imaginación las féminas del lugar difícilmente compartirían siquiera una parte de mis inquietudes. De todas formas la intimación con cualquier ser vivo todavía no figuraba en mi agenda como un objetivo prioritario. Me preocupaba más persuadir a mi ego de que no me había vuelto un entumecido o un vago. Sólo se trataba de salir del celo aislacionista a que me había arrastrado una depresión que había estado larvada demasiado tiempo antes de manifestarse como un caballo de Troya para destruir mi estructura de valores y mis esquemas mentales sujetos ya con pinzas después de los embates de sucesos traumáticos mal metabolizados. Con ese ánimo iniciático los días empezaron a volar entretenido en asuntos menores relacionados con la intendencia y el adecentamiento del lugar, para el que contraté la ayuda de dos lugareños. Sin ser consciente, me deslicé en un tiempo ausente de grandes preguntas y rumiaciones. Subyacía en mi un nivel de ansiedad ya casi imperceptible. El suficiente para mantener la tensión mínima precisa para asimilar que la huida había terminado.

Page 77: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

77

Capítulo 10 Las tardes eran plácidas en el final del otoño. Los olores de las últimas frutas caídas de los árboles pudriéndose mansamente para el disfrute de las avispas concedían una tregua a las sensaciones amables del verano tardío. Desde mi llegada a Gomariz siempre había deseado cruzar el bosque hasta llegar al gran río. Aquella inmensa masa líquida se me reveló como un atributo, autoritario, que desafiaba las fronteras para abrazar con su lengua de vida vastos territorios, siempre distinto y siempre de la misma manera. Sentado a un metro del cauce todo lo accesorio en mi vida perdía presencia. Aunque estaba perplejo en apariencia, extasiado con la visión de una fuerza desatada de la naturaleza, pude ver con claridad. Se trataba de fluir, sin miedo a la ausencia de tensión, en ese estado de aparente sencillez que nos prepara para la mejor respuesta frente a las contingencias más complejas. Lo había intentado muchas veces y la frustración me acompañaba cuando deshacía posiciones ganadas a la locura. Pero sentía en esta ocasión menos presión y estaba confiado en mis propias fuerzas para dominar a la bestia mental que llevaba dentro. Hube de amarrar bien las riendas para no ceder a una explosión de felicidad por sentirme libre de ataduras y capaz de cualquier empresa. Llevaba tantos años encontrando las mayores dificultades hasta en el abordaje de las relaciones puramente de contacto que mi primera tentación fue la de recuperar el tiempo perdido a marchas forzadas. En cuestión de segundos me encontré haciendo planes ambiciosos en lo económico y en lo vital. Pondría en marcha las mejores ideas y, llegado el caso, no me cerraría a los sentimientos. Era un momento de inflación y tenía que domeñar una cierta prisa en aprovecharlo, una especie

Page 78: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

78

de nueva urgencia quizá fruto de un temor solapado a que las luces se apagaran de nuevo. Desanduve el camino a casa sin esfuerzo alguno por mantener la mente en blanco, tan sólo concentrado en los olores suavemente tardíos, y me acosté sin cenar para concentrarme mejor en la armonía musical en que se había convertido aquel atardecer. Entonces llamaron a la puerta. Salí a abrir vestido con la ropa corta deportiva que utilizaba en la cama. La mujer que había llamado a la puerta estaba de espaldas en actitud de aguardar a que se abriera. Se giró de repente y no pude evitar una ligera reacción de sorpresa motivada por su estampa nada convencional y por lo inesperado de la situación: –¡Oh!, quizás no haya venido en el momento más oportuno. Si acaso vuelvo por la mañana. –No, no. Está bien. Es que me ha cogido de sorpresa, eso es todo. –En realidad sólo venía a saludarlo. Me he instalado en aquella vieja casa perdida entre los castaños y en el pueblo me han dicho que tenía un vecino. –Ah, pues estupendo... quiero decir, espero que le agrade el lugar y aquí me tiene para lo que precise –dije un tanto desarmado por lo imprevisto de la situación. La muchacha rondaría los treinta años, aunque a primera vista aparentaba menos. Pero yo tenía un sexto sentido y detrás de aquella mirada de ojos verdes, resuelta y segura, tenía que haber un largo recorrido. La sencillez de su vestido largo, cómodo y vaporoso, completado con una chaqueta de lana sobre los hombros, resaltaba aún más la belleza salvaje y rotunda de unas facciones expresivas, de dulce autoridad: frente ancha y despejada, pómulos marcados, óvalo pronunciado y suavizado en el

Page 79: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

79

extremo, adornado por un hoyuelo notable, boca inmensamente ancha de labios carnosos, nariz fina, recta y alargada, con ventanas que se inflaban levemente al iniciar la frase, y el pelo: una melena ondulada y eterna que repartía algún mechón rebelde sobre la cara, medio ocultando los ojos y que, reposando sobre los pómulos, confería un halo de cierto misterio a su dueña. De los lóbulos finos y pequeños de sus orejas pendían unos azabaches negros que estilizaban todavía más el rostro. Por su calzado, unas sencillas chinelas veraniegas que mostraban la desnudez de unos pies cuidados según pude observar en una rápida mirada mal robada, deduje que aquella mujer era vitalista, pues aun cuando la temperatura era ya la propia del otoño, ella no se resignaba a entregarse a las estaciones oscuras y, con su disposición de ánimo, prolongaba el verano. Era evidente que me encontraba ante un prodigio de la naturaleza, en el momento de su máximo esplendor. – Pues como le decía acabo de llegar al pueblo y me sería de

gran ayuda alguna orientación. Ya sabe, poner en marcha la intendencia. Me han dicho que usted puede ser un buen guía, por su experiencia en reinstalarse aquí cada cierto tiempo. Pero si le parece ya lo hablamos mañana.

– Claro, son cuatro cosas. Aquí además no hay competencia. Pero, pase y prepararé un café.

– Se lo agradezco. Bueno, te lo agradezco, si te parece. Pero he de desembalar el equipaje y, sobre todo, acostarme temprano. Mañana será un día muy largo. Hasta mañana... ¿cuál es tu nombre?

– Arturo, me llamo Arturo.¿Y tú? – Ángela.

Page 80: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

80

Tendí mi mano para estrechar la suya pero en un alarde de atrevimiento acercó su cara a la mía y me dio un beso en cada mejilla. Después la ví precipitarse dando pequeños saltos por el camino que llevaba a la espesura. In extremis y por tener una coartada para seguirla con la vista le recordé, a lo lejos: – Hasta mañana entonces, Ángela. – Hasta mañana, Arturo –contestó girando la cabeza ciento

veinte grados y dibujando una amplia sonrisa. Esa noche no lograba conciliar el sueño. El pequeño impacto que me había ocasionado aquella muchacha como aparecida de la nada y la ansiedad por que llegara el nuevo día para, por fin y sin lastres, abordar mi nueva empresa, me impedían relajarme y entregarme a la incertidumbre que suponía la pérdida de la conciencia. Sabía que mi aparente y recién estrenada estabilidad mental era frágil y dependía en gran medida del grado de descanso que le aportara a mi cerebro. La vida me había enseñado que después de algunas noches alterando el descanso las rutinas neuróticas rebrotaban con fuerza en la misma proporción que mi inseguridad y desconfianza en vencerlas. Y ahora algo me decía que no era el mejor momento para quedar a la deriva. La toma del control sobre mi vida y el compromiso que había adquirido conmigo mismo esa misma tarde respecto a no dilatar más la puesta en marcha de la nueva plataforma digital eran motivaciones potentes que no quería desoír. De modo que me sosegué y con el recuerdo de la imagen de la belleza serena de Ángela me fui quedando plácidamente dormido.

Page 81: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

81

Capítulo 11 A primera hora de la mañana recibí la llamada de Aurora para tratar varios temas. Ella se había ocupado de los formulismos legales y de subcontratar a un programador informático que había diseñado mi página y ahora mostraba una impaciencia mal disimulada por saber que yo retomaría el trabajo. A mi gestora la inspiraba un deseo prudente de sondear mis sentimientos hacia ella después de aquella noche, si bien es cierto que nada en ningún momento le podía había haber hecho albergar la idea de una posible relación conmigo. Mi tono fue de reflexiva amistad tratando los temas profesionales y de una cortesía estudiada y distante cuando me insinuó la posibilidad de visitarme. Yo no tenía sino palabras de agradecimiento hacia ella por el apoyo incondicional que siempre me había dado, pero Aurora sabía de mi inclinación a lamerme a solas las heridas y a tomarme mis tiempos para reaparecer en escena, de modo que no insistió de momento en esa vía y respiró tranquila sabiendo que yo estaba bien y con ánimo resuelto a seguir los planes trazados. Como parte de mi estrategia de desensibilización sistemática y para no caer de nuevo en las redes de la tecnofobia, había rebajado el listón en los objetivos del plan operativo para intentar encajar desde el primer minuto la dimensión del esfuerzo con las expectativas de recompensa, aunque esta llegara diferida en el tiempo. Esto afectaba a la complexión de la Revista. Tomé la decisión de eliminar la parte relativa a la gestión de noticias de actualidad para abordar una línea de monografías sobre temas que trascendieran al tiempo, susceptibles de levantar un gran interés en el tejido social, y tratados, huyendo de la mediocridad, desde la investigación y el conocimiento de los hechos.

Page 82: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

82

Al fin estaba perfilando un medio con estructura minimalista, poco más que un blog, en el que la presencia de un único editorial daba pie a la abertura de un foro participativo y sin censura. La cuestión estribaba en introducir cada artículo como una descubierta que invitaba a la reflexión, abierto y lleno de potencialidades que, a la vez que conseguía escapar de la judicialización, contenía referencias acerca de asuntos preocupantes. Podía visualizarme con ese ritmo de trabajo sin que mi ansiedad se disparase de modo que ese mismo día, el veintisiete de Octubre de dos mil trece, empecé mi nueva aventura editorial en La esfera divergente con el artículo titulado: “Los pactos de la oligarquía. Hacia un nuevo orden mundial”. III PARTE: CHEMTRAILS o de la lucha desesperada contra EL IMPERIO Capítulo 1 La primera entrega de La esfera divergente acusaba la deriva de independencia, atrevimiento y falta de urgencia en los argumentos que tanto bien le iba a hacer a mi estabilidad emocional. Decía así: “En círculos muy restringidos del poder se están manteniendo reuniones que responden al objetivo de ir perfilando un nuevo sistema en el que la capacidad de tomar grandes decisiones y el establecimiento de las reglas de juego por las que se va a regir la dinámica social descansarán en un puñado de

Page 83: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

83

familias. La concentración del capital y del poder, dos caras de la misma moneda, vendrá a suponer la culminación de un plan que se remonta a las últimas décadas del siglo XX, cuando se pusieron en marcha mecanismos de socavación de las conquistas sociales post-industriales y se inoculó en los individuos tomados de uno en uno el miedo y la conciencia de no ser dueños de su destino en modo alguno. La prolongación del status imperial por parte del vecino Norteamericano resultaba un esfuerzo excesivo y oneroso en pérdidas de vidas humanas y gastos del Tesoro. Su ímpetu colonizador venía encontrando un escollo en la pujanza de las economías emergentes y era este el momento de adelantar las reuniones al máximo nivel desde la asimilación de todos los poderes en uno: el económico. Esta Revista no descubre nada nuevo al publicitar que se está decidiendo el nuevo orden mundial en reuniones secretas al máximo nivel en las que sólo tienen cabida las grandes fortunas. En ellas se están determinando las condiciones de estratificación de la sociedad del nuevo milenio. Una sociedad de castas bien diferenciadas, sin permeabilidad hacia la jerarquía y concebida para que las ansias de rebelión frente a un destino dado por el nacimiento vayan cediendo y no tengan lugar en un futuro cercano. Se están decidiendo las cotas de acceso a bienes materiales para una gran clase de obedientes ciegos. En primera instancia, en un exiguo plano elevado se integrará a profesionales liberales, artistas, escritores, diseñadores, creadores, científicos y cabezas pensantes trabajando en la propaganda del Sistema. Será un soporte para amplificar las

Page 84: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

84

bondades de una ordenación presuntamente justa y democrática. En un espectro intermedio, también reducido, se integrará a los trabajadores de cualificación excelente, con acceso a niveles de calidad de vida suficientes para temer una bajada en el escalafón y al mismo tiempo no desear una asunción de mayores responsabilidades. La clase baja, la más nutrida, integrará a la mayoría de trabajadores en torno al valor del gregarismo igualador en la lucha por la supervivencia. El acceso a las comodidades que el progreso va aportando a sus vidas será presentado como una muestra de la buena administración de los recursos por parte del Órgano Rector. Se implementarán medidas para frenar el crecimiento de la población en el tercer mundo. En suma, la Oligarquía Global está reestructurando las capas sociales para que todas las tensiones que las mantienen motivadas se resuelvan en la valoración del status que creen haber asegurado, con la satisfacción de tener acceso a un modelo de bienestar cohesionado. La oligarquía, el ente abstracto que todo lo ve y todo lo dirige, se erige en árbitro de esa cohesión y forma parte de un status inalcanzable para el común de los mortales. En toda Europa, pero de modo muy significativo en España, por su condición de sociedad en proceso de deterioro agudo del Sistema y retroceso en las condiciones laborales, el Gran Poder trabajará en la reorientación dirigista del mercado de trabajo, con el objetivo de alcanzar la cuota cero de desempleo, dentro de ese marco estable en el que la cohesión empuja a cada individuo a la prioridad de sentirse parte del engranaje aun en condiciones de explotación.

Page 85: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

85

Las reuniones se celebran a dos niveles. En el primero de ellos, un consejo de técnicos en representación de los oligarcas alimentan las líneas maestras de la gestión de recursos globales. Se trata de concentrar los instrumentos de decisión y concitar la colaboración de los políticos para asegurarse una geografía monopolística sin fronteras. Estas asambleas alimentan al más importante órgano de gestión directiva de la “aldea global” desde la discreción entendida como “lo que los demás esperan de uno”: un número limitado a un puñado de plutócratas que deciden la suerte del mundo y que apuestan, entre otras cosas, por prolongar la explotación de los combustibles fósiles hasta su agotamiento, que prevén suceda no antes de ciento cincuenta años, a la vista de los avances en materia de búsqueda y hallazgo de nuevos yacimientos y que, paralelamente, se afanan en abortar otros impusos industriales por un desarrollo sostenible. La rentabilidad a corto plazo se reafirma como un valor-guía detrás del ideario y de la toma de decisiones del Órgano. Los daños colaterales de la explotación de recursos naturales son aprovechados para la implementación de medidas correctoras cuyos costes soportará la sociedad civil. La descubierta de nuevas oportunidades será controlada por los oligopolios: la apropiación de los recursos del litoral marítimo, el acaparamiento del suelo productivo, de las materias primas y del agua subterránea, la investigación y la innovación exclusivamente al servicio de áreas de producción masiva, con el desarrollo de una biotecnología con efectos perversos sobre la salud, centrada en satisfacer necesidades universalizadas con rendimientos netos obscenos para los dueños de las patentes en detrimento de otras líneas de trabajo

Page 86: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

86

cuidadosas con el sostenimiento del sistema y la preservación de equilibrio del sistema medioambiental. La elección de la clase política que supuestamente dirigirá los destinos del mundo será una mascarada, porque el Órgano Rector respaldará en todo lugar dos listas con idearios que en apariencia mostrarán diferencias para ocupar el mayor espectro de votantes potenciales pero que serán en ambos casos el brazo ejecutor visible de los intereses de los dueños del planeta. Otras opciones serán marginales por su escaso soporte económico para hacerse visibles y por el efecto que la propaganda del Órgano, subliminal y explícita a través de medios amarillistas, tendrá en la opinión pública y en los individuos tomados de uno en uno. La “propaganda” actuará de forma piramidal. Desde el poder supremo se incentivará a los miembros más destacados y visibles de la sociedad civil y a los supuestos “emprendedores” para que inculquen en la sociedad la tensión motivadora por cultivar unos valores, sus valores, que les permitan vivir sin conflictos, y a la vez actuar como ejes transmisores a los más desfavorecidos de una cultura de respeto a todas las condiciones sociales y de recompensa moral en forma de conservación de un medio de vida con apreciación de la fuerza de trabajo físico en su justa medida. La “propaganda” alimentará la visión de los órganos de poder como un ente abstracto, distante y generador de un respeto que alcanza el grado de miedo. Un miedo que actuará cimentando la barrera que separa un peldaño social del otro. Un miedo fundamentado en la concentración del poder que emana de la adhesión grupal de quienes toman las decisiones y de su acaparamiento de la información

Page 87: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

87

clave superior, suprema, con relación al que obedece. La sociedad del nuevo milenio vivirá una concentración del poder como nunca antes en la Historia de la Humanidad, con una sociedad basada en el consumo como fuente de negocio para unos pocos, en el marco de un clima de paz cimentado en el empleo total que asegura el flujo de “riqueza” excedentaria ingente hacia las grandes cuentas desde la observancia del conservadurismo en la toma de decisiones estratégicas. Es un mundo en el que la divergencia y el juicio crítico no tienen cabida porque desaparecen físicamente las figuras que detentan el poder y con ellas los objetos del descontento e indignación en el seno de una sociedad que sacramentará la autocomplacencia en el ser gregario. El periodismo cobra una dimensión monolítica en la medida en que, desde dentro, subraya los valores de aceptación y pertenencia a una casta. Se desarrollarán con nuevos ímpetus elementos distractivos para las masas, cargados de sentido solidario en la vivencia compartida de lo intrascendente, para los espacios de tiempo de descanso. Las pulsiones de patriotismo y orgullo nacionalista serán resueltas por los deportistas que encarnarán al guerrero del tercer milenio en sus justas. Su enorme valor de representación y encauzamiento del ego colectivo se verá recompensado con la integración en la parte más alta del status, al lado de los otros propagandistas del Sistema. Se han producido ya pactos al máximo nivel durante los últimos años en virtud de los cuales los oligarcas y dueños de grandes corporaciones se arrogan el derecho a elegir nuestro destino y es muy probable que así sea si los distintos agentes sociales

Page 88: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

88

y el pueblo no le ponemos remedio con nuestro juicio crítico despierto. Para finalizar llamo su atención sobre este punto: cuánto tiempo hace que en nuestra prensa, en nuestros medios televisivos, en la radio se está instalando una especie de pensamiento único de la manera más perversa: la subliminal. Se ha practicado una “depuración sistematica” de periodistas objetivos en el desarrollo de la profesión y en la utilización del juicio crítico para el análisis de la realidad. En su lugar, presuntos divergentes, como en una gran mascarada, o bien postulan para la causa desde la mediocridad o bien lo hacen adrede de manera desacertada, respondiendo al interés del medio por aparentar un hábitat democrático donde sólo hay dirigismo. Se va excluyendo, desde hace tiempo, de los consejos de redacción a los opositores, a los discrepantes, a los eclécticos y, en general, a los inquietos con técnicas antiguas de gran eficacia: el miedo al despido, a la pérdida de estabilidad emocional, de status, de la salud y bienestar de la familia... el miedo a la incertidumbre sobre el futuro de los hijos. No hay resquicio del ser humano y sus circunstancias que quede libre de la gran presión. Algunos han osado rebelarse por un tiempo, pero el entorno hostil y el contexto les han hecho desistir y volver al Sistema debilitados y presas del síndrome de Estocolmo para ocupar un lugar ya como perros fieles agradecidos y sin atisbo de resistencia. Por increíble que les parezca, esto está ocurriendo y sólo una casta de hombres libres, sin ataduras, a través de los espacios que puedan burlar la censura en Internet, será capaz de enfrentarse a este plan orquestado para convertir a la población mundial en un rebaño de ovejas entumecido por el miedo a perder la seguridad aun a costa de no ser libres para

Page 89: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

89

elegir su futuro, desde la crítica y la convicción de que la movilización no es inútil”. El editor, Arturo Ruíz. Después de colgar el primer número de “La esfera divergente” en la red sentí ese alivio que creía olvidado y que siempre me embargaba tras cumplir con un plan preestablecido. Como parte de mi nueva actitud contraria a la pulsión respecto al trabajo, decidí bajar al pueblo caminando para hacer algunas compras de alimentos. Nada más abrir la puerta me encontré de bruces con Ángela. Por increíble que parezca la ilusión por empezar a publicar había conseguido que me olvidara de ella. –Buenos días, Arturo. ¿Llego en buen momento o ya te habías olvidado? –No, no, claro. Salía para esperarte ya en el camino. Te parece que vayamos andando. El tiempo acompaña y es bueno aprovecharlo. Aquí los inviernos son largos, y para algunas personas hasta deprimentes. –No para mi –dijo Ángela, sincronizando su paso con el mío y dando por aceptada la idea de caminar–. Cada estación tiene su encanto. En los días más tormentosos es agradable sentarse junto a una lumbre, en el hogar, mientras afuera llueven mares y el viento golpea y silba filtrándose por las rendijas. –Bueno, a mi eso me gusta también. Pero qué me dices de ese tiempo en que el gris cubre todas las horas, un día tras otro, y no se intuye la vuelta del sol. Esos días monótonos en los que ni la lluvia se decide a manifestarse y el tiempo parece haberse

Page 90: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

90

detenido. Recuerdo el terremoto del noventa y siete. Llevábamos nueve días en los que los colores del cielo y la tierra se fundían en un gris de plomo, amenazando la tormenta perfecta. Llegué a pensar que éramos culpables e íbamos a recibir un castigo importante. –¿Hablas de Dios? –No, hablo de miedo. Desde nuestra superchería nos creemos los amos del mundo hasta que la naturaleza se desata y nos recuerda nuestra insignificancia. –Yo supongo que ese miedo es un estado interior antes que la reacción a una amenaza en la mayor parte de los casos irreal. Si estás bien por dentro, si tu entorno es estable, ¿qué más te da que tiemble un poco la tierra y que el cielo esté gris?. –Eso es cierto. No hay vida que no sea pura subjetividad. Todo lo exterior pasa por el filtro de nuestra conciencia hasta adquirir una dimensión. Paramos en la de Anselmo. A media mañana ya tenía preparados sus pinchos de tortilla con pimiento, bistec con patata frita, alubias con jibia, callos, melgacho guisado, empanada de bacalao... Ángela confesó que no desayunaba nunca, de modo que no le hizo ascos a la invitación. Ella también había madrugado para acabar de instalarse y con las horas transcurridas el cuerpo ya se había trasegado lo suficiente para decidir acompañarme en la degustación de un mencía. –Y cuáles son esas cuestiones que ocupan mayor dimensión en tu conciencia, Arturo. O me estoy inmiscuyendo en tus asuntos. –No te preocupes. En realidad he pasado por una crisis biográfica. Digamos que ahora sólo me jodería no ser capaz de exigirme lo mejor de mi mismo. No por responder a lo que

Page 91: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

91

alguien pueda esperar de mi, sino por coherencia. He trabajado duro, he invertido media vida en mejorar mi formación. No me puedo perdonar el no utilizarla para paladear los ricos matices de la convivencia. Abandonarme a la huida, negarme a saber sería empezar a morir. –Todo depende de lo que pongas en la balanza. Hay pastores de cabras muy felices con su vida en apariencia deprivada. –Sin duda. Pero la mayoría no han conocido otra forma de vivir. Creo que no es nuestro caso. Por cierto y si no es mucha indiscreción, ¿cómo es que has venido a parar aquí, en medio de la nada? –¿Lo dices en serio? Esto es el paraíso. –Bueno, ¡que lo piense yo, que pasé aquí mi infancia, es lógico! Pero, ¡una chica de ciudad! –Hoy vivir en el rural no significa estar desconectado del mundo sino en la medida en que uno lo desee. Tenemos acceso a Internet y un coche particular para ponernos en la ciudad en menos de una hora. Mientras tanto, no tenemos problemas de espacio para nuestros libros, aparcamos en cualquier sitio, comemos sano, el agua y el aire están limpios, todo el mundo se dirige a nosotros por el nombre de pila y hasta me atrevería a decir que los demás saben si estás triste o alegre. –¡Qué defensa tan apasionada! Pero lo que tu señalas como ventajas para muchas personas no son sino inconvenientes. A veces ese clima cerrado de relaciones se vuelve asfixiante. –Creo que exageras, Arturo. La mayor parte de esas “relaciones” son meras funciones de contacto, pero que te mantienen dentro del mundo. No exigen nada del otro mundo en cuanto a afinamiento de las condiciones mentales. Luego para profundizar ya cada uno puede elegir el momento y la compañía.

Page 92: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

92

–A mi me gustaría el anonimato de la ciudad en la tranquilidad del campo. –Pues nadie lo diría a juzgar por el calor con el que te saluda aquí la gente. Nada parecido a la indiferencia o, como mucho, la distancia de cortesía que inspiran los lobos esteparios. Tienes que haberte pasado un tiempo con los paisanos. –Bueno, no voy a negar que juego mis partidas de dominó en el Central y que me gusta dejar unos duros en las tiendas. Pero no he ido más allá. –Y entonces, tu estancia aquí será temporal. –No lo sé. Debí de enfatizar la respuesta, porque la joven se replegó para dedicarse a tomar su tortilla con el vino en silencio. La verdad es que no tenía yo mucha intención de desvelar intimidades así que, en coherencia, me privé de curiosear en su vida, y reinicié la conversación cambiando de tema: –Pasado mañana se celebra aquí al lado, en Berán, la fiesta del licor café. Es muy aconsejable. Además de hacerte con licores de todos los sabores puedes ver estampas impagables de la Galicia profunda, la inmutable. –¡Hummm, qué apetecible! –Pero hay que madrugar un poco, para ver lo mejor de la feria, los caballos, los puestos con aperos... Después podemos tomar pulpo con un vino rico. Luego se pasan las queseras a ofrecerte piezas con regateo. Y cuando ya tienes el cuerpo asentado llega el mejor momento para degustar, sin prisa, el exquisito licor café. Pero mejor no te adelanto nada, no vaya a crearte expectativas muy infladas. –¡Bueno, bueno! Ya me tarda el momento de ir.

Page 93: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

93

Dedicamos una hora más a recorrer las tiendas que a Ángela le convenía conocer. En todas ellas la acogieron ya como a una vecina y finalmente concertó con la panadería el reparto a domicilio. Me estaba agradecida por haberle servido de anfitrión y deseaba corresponderme. –Te invito a comer mañana en casa. Así podré poner a prueba lo que acabo de concertar con las tiendas.. –No me lo tomes como un desprecio. Es que voy a estar ocupado con unos asuntos personales mañana. Pero si quieres hablamos ya cuando vayamos a Berán. –Claro, claro. Perdona, no quisiera parecer demasiado absorbente. Te he sacado de tus quehaceres y ya he abusado bastante. –No, no. Es que a diario hasta las seis de la tarde estaré un poco absorto con un proyecto. Sólo es eso. –¡Pues claro! ¡Si hay más días que longanizas! Nos despedimos en el cruce de nuestros caminos a casa. Yo vencí la tentación de volverme. Ignoró lo que sintió ella. Lo cierto es que tardé unas horas en concentrarme lo suficiente para reemprender el trabajo. Capítulo 2

Page 94: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

94

No es que un artículo de opinión diario representase mucho problema de redacción, pero se trataba de ser lo suficientemente incisivo en los planteamientos a partir del acceso a una fuente de información restringida. Me sorprendió la abundancia de comentarios que había provocado el artículo inicial en sólo unas horas. Y de manera muy especial el enviado por una persona con identidad oculta, bajo el seudónimo de Cinderella, que después de intentar desarmar a lo largo de cien líneas la idea de una conspiración mundial, que calificaba de paranoica, me aconsejaba que dedicara el tiempo a vivir de una manera más sencilla, más terrenal. Aquel comentario espoleó mis ganas de profundizar en la cuestión. Entré en la red privada tendida con mis informadores y que resistía los ataques de los hackers gracias a un algoritmo de encriptación muy trabajado. Entre todos compartíamos información y también contribuíamos a financiar su búsqueda con donaciones a un fondo común proporcionales al alcance de nuestros medios en la red. Pero hacía un tiempo espléndido y cerré los “wordpress” para salir al campo. A aquellas alturas de mi vida yo ya sabía que los baños de luz me cargaban de serotonina. Aun así, bajo la higuera, me acompañaban una libreta de campo y el bolígrafo. Tomar notas en cualquier momento era ya una condición en mi, si cabe más importante en aquellos momentos en que no podía sacarme de la cabeza los pasos que había dado la Elite económica para decidir sobre destino de la Humanidad. Entonces limpié mi mente de toda rumiación para dejar que fluyera la intuición. Era en esos momentos cuando establecía una mejor conexión entre mi conciencia profunda, alimentada por todas la experiencias

Page 95: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

95

vitales a lo largo del tiempo, y la superficial, en permanente estado de alerta. Había amanecido bajo un sol radiante, con el cielo limpio de nubes. Sin embargo, tumbado bajo la higuera, pude ver, al principio con sorpresa y luego con inquieta curiosidad, como la atmósfera se iba volviendo blancuzca por la dispersión de los enormes chorros que iba soltando un tráfico aéreo sorprendentemente abundante. Pensé si sería posible que el vapor de agua a esas alturas y con unas condiciones climáticas determinadas llegase a expandirse de una manera tan espectacular. Pero había algunos detalles que me llevaban a buscar otras explicaciones: de entre los diecisiete reactores, dos de ellos soltaban una estela doble que se iba disolviendo en segundos. De los otros quince, sin embargo, salía un chorro mucho más grueso, aparentemente de una sola línea y perfiles irregulares que iba ganando en anchura hasta tomar la forma de una nube que permanecía en el cielo. También me llamó la atención ver como las trayectorias discurrían en paralelo en unos casos y en otros se cruzaban a una distancia muy corta entre nave y nave. Particularmente extraño me resultó que una de las naves girara ¡trescientos sesenta grados! para volver por donde había venido. Me quedé tan absorto viendo aquel escenario nuevo para mi que pasaron dos horas, al cabo de las cuales todo el cielo, antes azul, estaba tomado por una gran nube lechosa y poco densa. De los bordes de los chorros que aun se mantenían definidos se desprendían regueros como columnas imprecisas de lo que parecía polvillo blanco. Estaba perplejo, hasta que fui adentro y conecté con un satélite para ver el cielo de Gomariz en tiempo real. El mapa de vapor de agua ofrecía un panorama libre hasta de la más mínima concentración. Un tanto desconcertado e

Page 96: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

96

inquieto llamé al Meteorológico buscando alguna explicación coherente: – El director está reunido. Pero si puedo ayudarle yo en algo...? – Verá, estoy interesado en recabar de ustedes alguna

información sobre el paso de aviones por el corazón de Galicia que han dejado una estela inmensa hasta cubrir el cielo.

– ¿De dónde me llama, por favor? – Del Ribeiro. Las estelas de que le hablo se pierden el

horizonte, así que imagino que el fenómeno será visible en gran parte de la comunidad.

– Ya, y ¿qué hay de raro en ello? – No lo sé. Yo nunca había visto nada igual. – Eso es porque la gente suele mirar poco al cielo. Si no se

percataría de que en días con gran estabilidad de la presión atmosférica y sin viento apenas, el vapor de agua que expulsan los aviones, sobre todo con las temperaturas bajo cero en esas altitudes, puede permanecer horas.

– ¿Cuántas horas? – Pues por ejemplo dos, fíjese. – Ya, pero aquí llevan suspendidas cuatro horas, y cuando

pierden altura van soltando como un polvillo... – Eso que usted llama polvillo son los cristalitos de hielo

vaporizándose al bajar a niveles con temperaturas más altas. Todo normal.

– No quiero ser pesado, pero ahora mismo, a tres mil metros sobre el pueblo, hay una especie de neblina blancuzca que lo cubre todo. Si fuera hielo evaporándose no creo que dejara este rastro permanente. Además, como se entiende que aviones volando a la misma altura en unos casos desprendan

Page 97: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

97

estelas que se van difuminando ipso facto y en otros estos horros que acaban formando enormes y extrañas nubes.

– Es imposible que usted pueda saber desde tierra si vuelan o no a la misma altura.

Se hizo un silencio. Me sorprendí a mi mismo excitado, haciendo demasiadas preguntas como si conjeturara algo. No sabía explicarme del todo bien pero tenía la sensación de que algo extraño estaba ocurriendo y me puse a trabajar en ello. – No le molestaré más. Puede que haya un explicación para este

fenómeno nuevo para mi, pero veo que tendré que buscar receptividad en otro lugar.

– Bueno, yo he procurar resolver sus dudas con explicaciones razonables, hasta donde llegan nuestros conocimientos, señor.

– Comprendo. Permítame, una cosa más. ¿Tengo entendido que el análisis del aire y también el del agua son de su competencia, no?

– El del aire. El agua la analiza otro departamento dependiente directamente de Medioambiente.

– Y ¿puedo consultar los resultados de esas mediciones?. – Sí, claro. En nuestra web encontrará un enlace. Ahí están

colgados los resultados de nuestras recogidas de muestras en diversos puntos del país.

– Y ¿qué tal es en general la calidad de nuestro aire? – En los cinturones de la ciudades es mejorable, pero en

general rondando la excelencia. Las grandes industrias invierten cada día más en depuración y los vientos oceánicos también influyen favorablemente. Paradójicamente, hemos

Page 98: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

98

encontrado en O Courel las concentraciones más altas de nitrógeno. Es por efecto del embolsamiento que favorecen las formaciones montañosas tan cerradas.

– Consultaremos entonces los datos. Muchas gracias por su atención, señor...

– Salcines, Pedro Salcines. Ya sabe donde nos tiene. Después de colgar tenía la sensación de haber sido un poco paranoico con aquel asunto. No obstante la imagen de un reactor girando en redondo sobre el Ribeiro dejando tras de si una estela ancha como una nube y permanente no me abandonó hasta que ya pasada la medianoche pude conciliar el sueño. Capítulo 3 El nuevo día se presentó de nuevo caluroso. Aquel otoño estaba batiendo todos los registros históricos con temperaturas de treinta grados un día tras otro y sin una gota de lluvia. Ángela me sorprendió desperezándome, así que, a mi pesar, la hice esperar mientras me duchaba. – Hay fruta y jamón en la cocina, Ángela. Yo tardo un minuto. – No te preocupes. No suelo tomar nada antes de las doce. Ya me lo había dicho antes, pero la cortesía me obligaba a ofrecerle lo poco que tenía y de paso me sentía menos violento por demorarme. Cuando salí de la ducha y alcancé el salón sorprendí a Ángela curioseando en el álbum de fotos que la abuela guardaba en el aparador.

Page 99: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

99

– Espero que no te moleste, Arturo. – No, no. –balbuceé sin ganas-. – ¡Qué guapa! ¿Es tu madre? – Sí. Hacía años que no veía esa foto –dije sin poder disimular

una cierta incomodidad-. Ángela se detenía en cada página como buscando algún motivo. Luego de un rato, apuntó con voz distraída: – No veo fotos de tu padre. No pude evitar clavar una mirada dura en la de ella que, azorada, apenas alcanzó a balbucear: – ¡Dios, ¿por qué seré tan curiosa? Te aseguro que no era mi

intención escudriñar. – No, no pasa nada. Es que no me gusta mucho hablar del

pasado. Sobre todo porque no se puede cambiar. – Bueno, ahí discrepo. El pasado es una construcción subjetiva,

un modo de interpretar lo que hemos vivido. – Y a veces una losa tan pesada que es inútil intentar

removerla. – Si estamos bien en el presente podemos reconciliarnos con

el pasado por duro que este haya sido, ¿no crees? – Estás razonando del revés. Para estar bien en el presente

primero hay que metabolizar mucha mierda. Yo todavía estoy descubriendo ahora que tengo derecho a ser feliz.

– Seguramente porque has empezado a aceptar el pasado.

Page 100: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

100

– Te puedo asegurar que sigue ahí, agazapado, amenazando con enturbiar un orden muy trabajoso de conseguir. Si bajo la guardia socava nuevamente mi autoestima, me descoloca.

– Será como tú dices. Cada persona es un mundo. Sólo déjame decirte que recrearse en las malas experiencias y aludir a ellas para evitar cambiar es una tentación y un refugio para los que deciden no cambiar. Yo no tengo reparo a que los malos recuerdos formen parte de mi vida. Sólo que pesan más los buenos.

– Mejor para ti poder tener las ideas tan claras. – ¡Qué va! Es que soy muy primaria. No sé hacerme grandes

preguntas, aunque tenga materia para formularlas. Cuando perdí a mi padre se me partió el alma. Me pareció una putada para él, que tenía mucha vida por delante. Mi madre y mis hermanas me decían: “¡Por Dios, Ángela, que no lo vas a volver a ver!”. Sin embargo yo sólo pensaba en él, en sus pequeñas pasiones y en los amaneceres de pesca que ya no podría disfrutar.

Ángela se estaba emocionando, con la mirada perdida en la ensoñación y en el recuerdo de su padre. Le serví una taza de café con unas gotas. – Cuando murió mi madre –continuó- ya no sentí sino

placidez y agradecimiento. La demencia le había robado casi todos los recuerdos, aunque algunos días tenía la sensación de que afloraban a su mente agotada, porque se quedaba en suspenso y los ojos se le llenaban de agua. Se fue sin dolor mientras dormía y eso me gratificó mucho.

– Y tu relación con ellos, ¿cómo fue?

Page 101: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

101

– Lo normal en una familia bien avenida. Aun con nuestras diferencias generacionales, compartíamos muchas cosas. Aunque bueno, yo siempre sintonicé más con mi padre y mis dos hermanas con mi madre. Mi padre vivía y dejaba vivir. Él tampoco hacía grandes preguntas. Y ante los problemas lejos de arredrarse se armaba todavía de más valor. Pero mi madre era de otra pasta, más sufridora, con tendencia depresiva.

– Pero por lo que veo guardas buenos recuerdos de la infancia, ¿no?

– Hombre, no estaba todo el día tocando las castañuelas, pero no reniego de ninguna etapa.

– Bueno, si te parece arrancamos. Si queremos ver los caballos y el ambiente de los puestos, de las banquillas y las pulpeiras ya vamos justos de tiempo.

Cogimos el autobús para no tener que conducir a la vuelta. No era nuestra intención emborracharnos, pero sabía por experiencia que en los festejos y romerías la estancia se podía prolongar si la compañía era agradable, y en este caso lo era. Después de ver los caballos y algún burro, para mi fue un placer pararme en los puestos de aperos y curiosear entre todas las herramientas, muchas de ellas artesanales. A Ángela la hecheizaron los tenderetes con especias y remedios naturales. El aroma del pulpo cocido en enormes potes de cobre nos atrajo sin remisión. El aceite y el pimentón untados del plato de madera con pan de trigo eran un manjar para acompañar el sabor de las grandes tajadas, sólidas sin llegar a la dureza. Yo pedí vino del Ulla. A Ángela le resultaba muy ácido, así que atacó al albariño cosechero. Cada cuarto de hora se dejaba caer por allí una pareja de músicos, él gaiteiro y ella acordeonista, tocando piezas

Page 102: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

102

populares con mucho arte. Yo tenía abundantes monedas de cincuenta. A los postres empezaron a circular las queseras y los aguardienteros con sus ofertas y regateos. Ajusté la compra de unos quesos de tetilla y un membrillo de mirabeles que hicieron las delicias de mi acompañante, acompañados primero por licor café del Ribeiro, y después por un tostado de Ribadumia, más fino aunque con más graduación. Me dio la impresión de que Ángela estaba un poco locuaz de más y que encontraba dificultad en pronunciar las erres, de modo que pedí dos cancharolos de café de pota para parar aquella deriva nada preocupante. Entretanto se acercó un subsahariano y acertó a decir con admiración sincera: – Hermano, tú tienes una mujer muy hermosa. Cuídala mucho. Acto seguido le anudó al cuello un elefante de la suerte. Ángela me miró azorada, de soslayo. Extendí mi mano con un billete al senegalés pero él lo rechazó cortés y firmemente repitiendo: – Es un regalo. Cuida mucho a tu mujer. Aquellas palabras me persiguieron como un eco el resto del día. Parecían un mandato premonitorio para el que yo no estaba preparado. A punto de anochecer cubrí los hombros desnudos de Ángela con mi chaqueta y la agarré de la cintura para guiarla dulcemente hasta el autobús. No estaba acostumbrada a beber y las cuatro tazas de vino con los tres chupitos le habían inducido una somnolencia a la que se entregó confiada sobre mi hombro, de vuelta a Gomariz. El camino desde el pueblo hasta nuestras casas nos sirvió para acabar de despejarnos. Hacía una noche estrellada, limpia, sin

Page 103: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

103

rastro ya de los chorros que habían soltado los reactores. Ángela me invitó a entrar, pero de la manera más amble que encontré preferí despedirme hasta el día siguiente. En mi subconsciente pesaba, sin duda, lo poco que siempre me había atraído la idea de intimar con una mujer que no dispusiera de toda su potencia mental por un estado de cansancio o de embotamiento ocasionado por el alcohol. Mamen me decía siempre que era demasiado susceptible en esas circunstancias, en las fiestas o después de ellas. A toro pasado comprendí que tenía razón. Puede que algunas experiencias poco agradables en el pasado me hubieran marcado y en vano había intentado romper esas asociaciones de ideas en los momentos claves. En ese instante con Ángela preferí evitar dar cualquier paso sin encontrarme plenamente seguro de que fuera conveniente, y me impuse una velocidad lenta en nuestra relación, por el momento de vecindad. Además, en esos momentos mi prioridad era ser fiel al plan de trabajo motivador que me había marcado para poner orden en mi vida. Capítulo 4 A partir de mi artículo “un nuevo orden mundial” había recibido adhesiones de ciudadanos y organizaciones de todo el planeta. La tesis que allí había expuesto era un secreto a voces en muchos círculos pero hacía falta que se denunciara desde las posiciones de menor poder aparente. Ávido por colaborar en el intento por subvertir la situación de opresión que se cernía sobre los parias de la Tierra, me senté a trabajar en tiempo real en el intercambio de artículos

Page 104: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

104

identificando a los monstruos. La Iglesia, el Vaticano como su órgano rector, estaban participando de la fiesta al lado de los grandes propietarios de la tierra, de los alimentos, del agua, del gas, del petróleo y de materias primas como el coltán, esenciales en el desarrollo de las nuevas tecnologías. Los grandes grupos especuladores de China, Rusia, EE.UU., Arabia Saudí se hacían con territorios cultivables inmensos en África, pagando cantidades ridículas en muchos casos después de fumigaciones masivas que desertizaban en el corto plazo. Esos grupos tenían capacidad económica para acaparar hasta el ochenta por ciento de la producción mundial de algunos alimentos básicos para fijar los precios que les pagaban a los productores y marcar luego unos diferenciales obscenos para su venta en los mercados internacionales, arrastrando a la hambruna y a la muerte a millones de personas, las mismas a las que se les usurpaban las tierras por razones de “intereses de Estado” conciliadas entre los oligopolios colonizadores y los tiranos que estos aupaban al poder. Del cuello de distinguidas damiselas del primer mundo colgaban diamantes con la firma de la familia Clossenheimer, detrás de cuya extracción había una Historia de expoliación, explotación y muerte en Namibia, Angola, Tanzania, Mali, Guinea, Ghana... En la India, los pequeños productores se suicidaban en masa, por el peso del fracaso, al no poder pagar la deuda contraída con la Corporación que detentaba el monopolio de la venta de semillas transgénicas. Una historia en la que se mezclaba la acusación de fumigaciones previas de sus campos hasta modificar el PH con la venta posterior de semillas modificadas genéticamente para adaptarse a aquel medio ya hostil para las semillas tradicionales. En el país refugio para la venta de DDT y otros pesticidas prohibidos en el primer mundo, los campesinos firmaban, a la compra de las semillas transgénicas,

Page 105: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

105

una cláusula de defensa de la patente que declaraba ilegal la recogida de semillas para la resiembra del año siguiente. Esto suponía a los campesinos la entrada en una espiral crediticia que crecía cada año. Si un agricultor que no comprase esas semillas viera su propiedad invadida igualmente por ellas por la acción del viento, era llevado ante la Justicia y debía responder con la pérdida de titularidad de parte de su patrimonio, cuando no todo, para atender una demanda que siempre ganaba la Multinacional. En Bélgica y Argentina el Estado detuvo ese mecanismo de engullimiento de la clase agraria. Pero no así en otros países menos garantes de los derechos individuales, en los que el Monopolio invertía millones en una policía que “velaba” por el cumplimiento de las cláusulas abusivas con supuestas visitas de inspección. Las horas volaban cuando me enfrascaba buscando datos para poder entender hasta donde llegaba el afán por ir adueñándose de las tierras de medio mundo por parte de las Grandes Corporaciones con supuestos métodos perversos. Estaban dando las catorce cuando me llamó Ángela: – Arturo, han venido de visita unos amigos y bueno, no sé si te

apetecerá acercarte. He hecho paella para todos. – La verdad es que tengo bastante lío. Pero si no te importa que

me escape a las cuatro. – Sí, como quieras. – Pues ahora me acerco. Me venía bien, ¿para que negarlo?. Desde que me levanté no había parado ni para ducharme. Lo hice en un minuto y me presenté en casa de Ángela con pantalón corto y chanclas, cosa poco habitual en mi.

Page 106: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

106

– Arturo, ¡que guapo! –No supe si Ángela hablaba en serio-.

Pero, ¿para que traes nada? – Es un vino de la casa. Tengo miedo de que se pierda, porque

tiene pocos grados. – Mira, te voy a presentar: Jorge, Maribel y Ricardo,

buenos amigos y compañeros de aventuras en Santiago. Este es Arturo, mi vecino.

Después de los besos de rigor y de abrir el vino nos sentamos a la mesa que Ángela había dispuesto en el jardín, al lado de la cocina. Yo estaba deseándolo porque desde que llegué me sentía observado por la muchacha, Maribel, y pensaba que era por mis pintas con aquellas bermudas deshilachadas y las chinelas. Pero todavía el tiempo veraniego daba sus últimos coletazos ya entrado el Otoño y había que aprovecharlo. – Pues no sabéis la suerte que he tenido con Arturo como

vecino. Me ha simplificado mucho el aterrizaje. Y no creáis que las tenía todas conmigo. Gomariz está un poco perdido en el mapa.

– Bah, tu eres una superviviente nata, Ángela. Aun recuerdo cuando nos llevabas a la aventura por esos barrancos perdidos en el cauce de ríos, donde no entraba ni la señal del GPS –dijo divertido Ricardo–.

– ¡Hala, exagerado! Te recuerdo que cuando se rompió el tobillo Maribel nos recogió el 112.

– Bueno, Ángela, esa te salió bien. Pero en Sacedón, recuerdas, allí no nos habría encontrado ni la CIA.

Page 107: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

107

Jorge todavía no había abierto la boca sino para degustar aquella paella en la que el atrevimiento de la cocinera le había llevado a mezclar dos arroces: “Calasparra” y “Arborio”. Aquello no podía ser fruto de la casualidad. Cualquier otra combinación habría dado al traste con el experimento. Pero de sobra sabía ella que los dos arroces eran de grano corto, redondo y óptimos para absorber el sabor de los otros ingredientes. Me di cuenta, definitivamente, de que era una gran cocinera cuando vi la composición de la paella: rape, sepia, cigalas, mejillones, berberechos y pollo, con su tomate y su azafrán. Sin duda debían de ser aquellos tres jóvenes amigos importantes, porque estoy seguro de que había invertido toda la mañana en elaborar aquel plato. – Esto es “bocata di cardinale”, dije llevándome las puntas de

los dedos de una mano a la boca. – ¿De verdad te gusta? – Está delicioso. Si, si, espectacular –terció su amiga- casi sin

separar la vista del plato, mientras seguía engullendo voraz. – ¡Cómo cocinas, macho! –masculló Ricardo-. Por el rabillo del ojo vi a Ángela mirarme, de modo que llamé la atención de sus amigos acerca del campo y sus colores ya pajizos mientras degustaba el vino casero que, para mi sorpresa, se mantenía lleno de matices afrutados. –Y entonces tú, Arturo, eres de aquí –preguntó Jorge, mientras con las tenazas intentaba excarcelar la carne de las patas de una cigala-. –Nací aquí. Esta es la casa de mis difuntos abuelos.

Page 108: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

108

–Ah. Pero ¿qué haces?. ¿Trabajas el campo, eres cosechero?. Aquí casi todo el mundo se dedica al vino, ¿no?. –Se da muy bien en este clima. Pero para vivir sólo del vino hay que tener una buena extensión dedicada a eso. La mayor parte de la gente aquí produce para su consumo particular y poco más. Luego se cosecha lo típico: patatas, maíz y un terreno para las hortalizas, al pie de las casas. Nada que no sepáis. Lo que ha vuelto a crecer es el monte. Para muchos es una forma menos trabajosa de ir haciendo caja. Además ya no se necesita tanto terreno para el ganado. Al precio que se paga la leche no compensa tener vacas. Como mucho una o dos para arreglo de la casa, aunque esta zona es más de ovejas. – Una vida muy esclava. No la quería yo para mi ni regalada. – Bueno, tiene que gustarte. Si no necesitas mucho para vivir

siempre te puede quedar tiempo para hacer otras cosas. – Eso si has conocido otras cosas. No me imagino yo a un

campesino dedicado, pongamos, al aeromodelismo. – Ese es un cliché que va a ir cambiando. Hoy en el campo,

entre los jóvenes agricultores, hay personas desarrollando tantas o más inquietudes que los animales de ciudad. ¿O acaso te imaginas que un empleado de unos grandes almacenes o un transportista tiene más tiempo libre?

– Bueno, tienen más información y más posibilidades de acceder a otras cosas distintas a su trabajo. Los campesinos trabajáis también los fines de semana, ¿o no?

– Trabajamos unas veces siguiendo nuestro propio ritmo y otras el que nos marcan acontecimientos externos: el parto de un animal, la lluvia, la maduración de una cosecha... en fin, no lo llevamos tan mal –contesté con tranquilidad impostada, para no fastidiar aquella comida en la que tanto esfuerzo había volcado Ángela-.

Page 109: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

109

– Arturo –intervino mi vecina-, ¿me ayudas a traer el postre?. Vi claro que quería enfriar la escena y fui obediente tras ella. –Te agradezco que no hayas saltado. Jorge es buen muchacho pero tiene a veces su punto de entrometido. –Lo que me parece es un gilipollas. Pero bueno, a mi me da igual. Ya te dije que a los postres me tenía que ir. –Bueno, bueno, pero no le entres al trapo. No vale la pena. En el fondo está resentido consigo mismo. A mi me importaba un bledo. Pero no le haría ascos a la tarta de queso y piña y luego volvería a mi despacho. La conversación transcurrió entonces por otros derroteros, reviviendo los cuatro amigos sus aventurillas en Santiago y pequeños hitos de lo que había sido su vida de estudiantes. Percibí que en las historias se filtraba que Jorge y Ángela habían sido algo más que amigos durante un tiempo. El mostraba un interés especial en recrearse en detalles que habían compartido, aunque Ángela no le secundaba mucho y cambiaba rápidamente de escenarios, para pararse en otros más compartidos con Ricardo y Maribel, que eran pareja. Aprovechando que era ajeno a aquellos tiempos y vivencias comuniqué mi marcha, protestada en principió por Ángela, y me despedí de todos con educada distancia. En la cabeza me rondaban las fumigaciones masivas. Capítulo 5

Page 110: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

110

Siempre había sido muy dado a cruzar información de muy diversas fuentes antes de establecer juicios de valor o estados de opinión. De modo que me puse cómodo y dispuesto a absorber todos los datos disponibles sobre fumigaciones contaminantes. En los teletipos se detallaba que en los Países Bajos, Argentina, La Unión y Hawai aviones presuntamente fletados por una gran corporación habían desarrollado un plan de fumigaciones con resultados perversos para la salud. Los parlamentos belga y argentino reaccionaron prohibiendo la utilización unilateral de la “biotecnología agrícola” sobre su suelo. Para polacos, alemanes y demás países del Este fue más fácil prohibir los cultivos transgénicos, y así dejar de presentar atractivos para las prácticas monopolísticas. Mientras leía sobre directivas de la Unión Europea prohibiendo la plantación de maíz “Xz” recibí la llamada de Ángela. Eran las nueve y media y su voz sonaba excitada: – Arturo, ¿te vienes con nosotros a Ribadavia? – ¿Con vosotros? – Sí, conmigo, con Maribel y con los chicos. El plan es tomar

unas copas, echar un bailongo... Hay fiestas. – ¿Fiestas? Ah, “A noite meiga”. – Pues eso. Te recogemos entonces en cinco minutos. – No me atrae la idea. Estoy trabajando en un tema que quiero

entregar mañana. – Pero desconectar un rato te hará bien. – No sé tú, pero yo ya desconecté lo suficiente ayer. Y también

hoy al mediodía. Gracias por la comida. – No es nada. Pero dime, ¿es por la compañía, verdad? – No, qué va. Ya sabes no soy amigo de prodigar mucho mis

salidas.

Page 111: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

111

– Como quieras. Pero me haría tanta ilusión... – ¿No me hagas chantaje emocional, eh! – Bueno, bueno, perdona. Hasta mañana, Arturo. Aquel “hasta mañana” sonó como si me estuviera mandando para cama antes de continuar con su marcha. A juzgar por su tono de voz, por su línea melódica y el puñetero arrastre de las erres, Ángela había sofocado la sed con cerveza, su perdición cuando el calor apretaba o cuando salía de farra. Me había fijado en como se transformaba bajo los efectos del alcohol. Se volvía más desinhibida, con el juicio crítico menos despierto y la guardia baja. No podía negar que le había cogido una estima muy especial a aquella muchacha pero no entraba en mis planes ser su ángel custodio. Sin embargo me jodía no ir con ella a Rivadavia. Pero si no lo hacía no era porque no me gustaran sus amigos, a quienes apenas conocía. El problema estaba en que todavía no me encontraba con confianza suficiente para superar una cierta labilidad residual después de una temporada larga neurasténico, y tenía miedo de quedar como un entumecido soso cuando tocara bailar y hacer el burro, como era propio de las salidas festivas. De manera que para distraer a mi conciencia volví al tema que me mantenía ocupado en la red. Intentaba saber si en países de nuestro entorno con una legislación más férrea acerca del uso de transgénicos había historiales de fumigaciones. Después de unas búsquedas cruzadas accedí a una serie de fotos que reflejaban la entrada en tierras de Lieja de una urdimbre de aviones trazando sus chemtrails y en ese momento el corazón me dio un vuelco. La imagen era similar a la que ofrecía el cielo de Gomariz el día anterior. ¡No podía ser! Galicia estaba en una esquina, fuera de foco, olvidada. Su sector agropecuario tenía cada día menos peso y cualquier razonamiento que supusiera la inversión millonaria

Page 112: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

112

para conquistar un mercado tan pequeño parecía un sinsentido. ¡Lieja! ¿No era allí donde se había detectado un foco importante del mal de la lengua azul en el ganado bovino? Recordé que lo habían atribuido a una falla del sistema inmunológico del ganado. Con avidez busqué entradas sobre posibles fumigaciones en España y para mi sorpresa las referencias en Castilla-León, Cataluña, Canarias, Andalucía y Galicia eran abundantes. En todas estas comunidades, ante la falta de respuesta de la Administración, se habían constituido Plataformas de denuncia frente a las fumigaciones. En Canarias vinculaban, con profusión de datos, la sequía que estaban padeciendo con los Chemtrails. No era mi estilo hacer conjeturas antes de tiempo, de modo que decidí ser paciente y esperar a que se produjese un nuevo espectáculo como el del lunes para informar detalladamente. Exhausto, me fui a tumbar a la hamaca. Estaba quedándome dormido cuando escuché subir un coche por el camino que llevaba a casa de Ángela. Luego un frenazo y después, de tan a lo lejos, me llegaban los ecos de una algarada. Pensé en lo prolongado de la juerga de Ángela y sus amigos y un poco desazonado acabé por caer rendido. Capítulo 6

Page 113: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

113

A las diez llamó la cartera a la puerta. Tenía un trato con Lourdes que se remontaba a la etapa de primaria. Luego, cuando me marché a Santiago a cursar secundaria, dejé de verla a ella y al resto de los chavales del pueblo. Pero cada vez que volvía a Gomariz era la primera persona, después de mi abuela, que me transportaba de nuevo al mundo que nunca dejaba atrás del todo. Lourdes siempre se confesaba limitada en recursos mentales, pero el caso es que tuvo las ideas claras y opositó a correos estudiando en una academia de Rivadavia, donde también cursó el bachillerato yendo y viniendo todos los días en el coche de línea para poder seguir ayudando a la familia en las labores del campo. Era la mayor de cinco hermanos y ejercía un poco de padre y madre de todos ellos. No era lo que se dice guapa. Sus ojos eran redondos y grandes en exceso, la frente muy pronunciada como también el mentón, quedando entre ambos tercios, un espacio muy justo para una nariz marcadamente estrecha. Sin embargo la carnosidad de sus labios, la fiereza salvaje de unas cejas indómitas, los pómulos marcados, un hoyuelo expresivo y una sonrisa permanente y espontánea contribuían a poner orden en aquel aparente caos y la dotaban de una personalidad diferencial. Lourdes certificaba la validez del saber popular que otorgaba más valor al salero que a la belleza sin más ingredientes. Intelectualmente había ido ganando muchos enteros porque devoraba libros con avidez. En su mesilla de noche una novela no pasaba más de una semana y en los últimos tiempos alternaba la ficción con los ensayos sobre la mente humana. Era la lectora con más préstamos de la Biblioteca Municipal con gran diferencia. – Arturo, te importa que te deje una carta para la vecina. – Pero si debe de estar en casa.

Page 114: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

114

– Su coche y otro más están aparcados pero me he cansado de llamar y no contesta nadie. Y como la carta viene franqueada como urgente... Es que mañana tengo el día libre y aprovecharé para arreglar unos asuntos en Ourense.

– No te preocupes. Yo intento verla y si no te la devuelvo pasado mañana.

– Gracias. ¿Por cierto, que bien tener vecinos, no? De otro modo, creo que esta casa está un poco aislada. ¿No te parece?. Aunque a mi siempre me encantó, eh.

– Si, mujer, está bien. Lo importante es saber que hay alguien cerca.

– Si. Además para ti, que cada vez te da más pereza bajar al pueblo. ¡Si ya no vas ni a jugar la partida! Bueno, dirás que soy una entrometida, pero sabes que te quiero bien y que lo digo porque tengo miedo de que te aísles.

– Ya lo sé Lourdes. Pero no tengas miedo que estoy vacunado contra el aburrimiento. Lo que pasa es que me pongo a escribir y se me va el santo al cielo.

– Bueno, si sólo es eso... Pero si algún día necesitas algo me pegas una llamada. Ya no sé cuantas veces te habré dicho las ganas que tiene de verte mi madre. Te acuerdas, cuando eras un canijo venías a probar las rosquillas con chocolate.

– ¡Que si me acuerdo! Dile a Asunción que cuando acabe unos artículos la semana que viene me dejo caer por allí.

– Te tomo la palabra. Lourdes se acercó para darme un beso entrañable que me reconfortó mucho. Sabía distinguir la amistad por lo que tenía de generosa y la joven cartera era un valor seguro en mi depósito de sentimientos.

Page 115: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

115

Sin embargo me había traspasado, sin saberlo, una patata caliente. Después de mi renuncio del día anterior, justificado, eso sí, no quería ser yo el primero en dar señales de vida. Me parecía más interesante esperar y ver de que manera y cuando volvería a reaparecer en mi vida Ángela por su propia iniciativa. Me aseé pues con calma, tomé unas tostadas de jamón con tomate y aceite de oliva, y abundante té rojo mientras revisaba el correo. Hacía días que tenía en lista de espera la lectura de números atrasados de diversas revistas científicas a las que me había aficionado en mi época de estudiante en Santiago. Los avances médicos y los hallazgos de la Física Cuántica y la Astronomía conseguían transportarme al mayor grado de concentración posible en una materia para mi de ocio. Por ese motivo sabía más de enfermedades raras, de psicopatología o de partículas subatómicas que de libros de estilo periodístico. Gracias a tantas lecturas o quizás por culpa de ellas crecí dentro de la cultura de la autosuficiencia a la hora de catalogar mi perfil psicológico y en el abordaje de estrategias para vencer mis problemas mentales. Ahora sabía que una intervención terapeútica a su debido tiempo habría conseguido que superase una neurosis incipiente antes de tener que convivir con ella el resto de mi vida. Pero con el paso del tiempo había aprendido a soportarla mejor, a aceptarme tal como era, aunque a menudo, debía recurrir a mecanismos compensatorios, de protección, de defensa, que me hacían limitado en algún sentido y me volvían raro a los ojos de los demás, en determinadas circunstancias que requerían del despliegue de habilidades sociales y de la inteligencia de las emociones. Superando esa lucha que se había establecido en mi subconsciente entre lo que podría haber hecho la noche anterior y mi decisión de refugiarme en el trabajo, tomé el camino hacia casa de Ángela

Page 116: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

116

con el aparente motivo de hacerle llegar aquella carta. Era ya casi la una de la tarde, y a aquella hora consideré que ya se habrían levantado. En lugar de tocar al timbre golpeé con el pomo de hierro sobre la madera maciza provocando que la puerta, que sólo estaba entornada, se abriera del todo. La casa de Ángela, pequeña, tenía una distribución abierta, lo que en el pueblo llamaban de estilo americano, aunque a mi me recordaba más a una palloza. No había pasillos y en torno al gran salón central se distribuían la cocina, un despacho y dos habitaciones, cada una con su baño. Yo la conocía bien por mi amistad de pequeño con el hijo de los dueños, una pareja que había hecho fortuna en Miami con una pequeña industria de cerería para proveer de velones a la comunidad católica hispana. ¡Los caminos del señor son inescrutables!. No me dio tiempo a retroceder antes de que saliera de una de las habitaciones Ángela, en paños menores, y detrás de ella Jorge. Noté como, aun medio trastabillándose y cubriéndose con una bata, se ruborizaba. – Ah, perdona, la puerta se abrió al llamar. Te dejo aquí esta

carta –dije sin mirarla siquiera y girándome para salir-. – Arturo, vas a estar en casa. Tenía que comentarte unas cosas – No, hoy voy a estar fuera –inventé-. – Ah. Y mañana. – Mañana voy a atender un compromiso que tengo pendiente

hace tiempo. – Bueno, ya te llamaré pasado mañana entonces. – Como quieras. Me marché después de notar como aquel tipo con cara de imbécil me clavaba los ojos con aire de suficiencia. Al parecer habían prolongado la juerga en casa. No había más que ver el aspecto

Page 117: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

117

lamentable de Ángela, que parecía diez años más vieja. Lo sentí por ella. Si se trataba de algo puntual lo remontaría con una siesta. Pero me daba la impresión de que tenía tendencia a pasarse de rosca. En todo caso, no era mi problema. Me esperaba una tarde poniendo en orden mis apuntes sobre los grandes negocios detrás de los cuales estaban miembros de sucesivos gobiernos del Imperio: los Mush, Blonda Mice, Michard Renney y, sobre todos ellos, Mark Fletcher, accionista mayoritario en Farmaceúticas, empresas de obra civil que habían monopolizado la reconstrucción de Iraq, petroleras... me esperaba una tarde de recopilación de información sobre supuestos crímenes contra la humanidad ejecutados a diario en secreto: operaciones para cambiar el clima y producir sequías, enajenación de tierras en el cuerno de África para destinarlas a cotos de caza mayor explotados por operadores turísticos, infección programada de las poblaciones autóctonas en Guatemala y en la Cuenca Amazónica, consideradas como obstáculos por multinacionales del sector de la alimentación y la explotación de recursos... y las fumigaciones. Me costaba trabajo creer que le resultara rentable a las biotecnológicas un despliegue de “chemtrails” a escala mundial. Pero lo cierto es que aquellos aviones que de nuevo surcaban esa tarde el cielo de Gomariz con su enorme rastro esparciéndose por toda la bóveda no contribuían a devolverme un equilibrio que se había vuelvo un tanto inestable por mi interacción con el mundo de Ángela en aquellos días. Necesitaba a alguien de carne y hueso que pudiera arrojar un poco de luz sobre el origen y la naturaleza de aquellas incursiones aéreas. Entonces recordé que Juan Cortés, un antiguo compañero de estudios, trabajaba en “Vigilancia aérea”, en Noia.

Page 118: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

118

Capítulo 7 El camino hacia la sierra del Barbanza puso a prueba mi resistencia a quedarme dormido al volante hasta que paré en un pueblo perdido entre Cuntis y A Estrada. Mientras tomaba un café doble no puede evitar escuchar la conversación entre el dueño y unos clientes: – Pues sé de buena tinta que la alcaldesa mandó analizar el agua

a petición de los médicos del ambulatorio. – Pero es que allí tienen un problema con las bacterias verdes

esas. – Las cianobacterias –intervino un sujeto que parecía más

ilustrado-. Pero ese problema ya lo habían solucionado con paja de cebada y corteza de eucalipto. La alarma se disparó porque encontraron aluminio y otros metales pesados en el agua.

– Eso ha de ser de alguna industria. – No hay ninguna que vierta esos metales al río. Sólo granjas

de cerdos, o sea purines. Pero eso te produce descomposición y nada más. La empresa de aguas tampoco utiliza el sulfato de aluminio para depurar las aguas, como hacen en algunas áreas metropolitanas. Así qué, ¿de donde carajo salió y además en concentraciones de cierta importancia?.

– ¿Pero entonces los médicos detectaron algo más que descomposiciones?.

– Hombre, estaban alarmados porque les llegaba la gente con un agotamiento insufrible que no sabían a que era debido. Virus tampoco aparecían. Por eso pensaron en el agua.

Page 119: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

119

– No sé, cada día estamos más envenenados. Ahora a los tomates el sulfato de cobre les hace cosquillas y con los frutales no sirve de nada el sistémico.

Pagué la cuenta y ya en el coche apunté el dato sobre la denuncia de la alcaldesa antes de reemprender el camino al acuartelamiento del Escuadrón de Vigilancia Aérea de la Sierra del Barbanza. Juan me estaba esperando después de mi llamada el día anterior. Allí, en el monte Iroite, había encontrado la vida que deseaba y que el Periodismo, cuyos estudios había abandonado en segundo curso, nunca le habría podido dar. – Me sorprendió tu llamada, Arturo. ¿Desde cuando te interesa

la vigilancia aérea? – No, se trata de un trabajo de campo un tanto especial. El caso

es que me sería muy útil durante un tiempo corto una reseña de la relación de vuelos, origen, destino, naturaleza... todo, vamos.

– Mira Arturo, nosotros somos militares y estamos obligados a guardar secreto sobre nuestras observaciones. Sólo informamos a nuestros superiores. ¿No sé si me entiendes?. Pero es que además a nosotros sólo nos interesa el control de los vuelos militares, y tú te estarás refiriendo a vuelos civiles, ¿no?

– A mi, con independencia de que sean civiles o militares lo que me interesa saber es de donde parten y cual es su destino, si son comerciales, de pasaje o de transporte, a que altura vuelan, la identificación de la compañía, todo eso.

– Comprende que no has venido al lugar indicado, Arturo. Te lo digo desde la amistad, ¡no me puedes pedir algo que va

Page 120: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

120

contra las ordenanzas!. Pero es que además tampoco trabajamos en esa orientación. Muchos de esos datos los desechamos por su nulo interés para la Defensa.

– ¡Mi gozo en un pozo! – ¿Por qué? Si todo eso lo puedes consultar tu mismo con una

sencilla aplicación. – ¿Cómo dices? – Hay páginas gratuitas que te dan información del tráfico

aéreo en todo el mundo, en tiempo real. Yo mismo, cuando estoy de permiso, me conecto con mi IPOD a una muy manejable: “flightradar24”. Ahí encuentras identificadores de vuelo y de aeronave, origen, destino... Tú pruébala y luego me dices.

– Claro, claro. De haberlo sabido no venía a darte el coñazo. – En absoluto. Gracias a eso nos estamos viendo. Vamos a

tomar un café a la cantina. Eduardo hace una tortilla fastuosa. Encontré a Juan más centrado, desprendiendo un aura de serenidad y conformidad con la vida. Parecía haber encontrado su sitio en la vida y así se lo hice saber: – Es verdad, Arturo. No puedo negar que soy lo que podría

decirse “feliz”. Pero dime, ¿sigues ahí con tus planes con Francisco?.

– Francisco falleció el año pasado. Secuelas de un ictus. Juan se sintió incómodo y alcanzó a decir con voz entrecortada: – ¡Cuánto lo siento! ¡Si erais uña y carne! – Sí, ha sido muy jodido. Y no digamos ya para Nélida. La vida

a veces es tan injusta. Ya ves, Franco, Obiang, Bongo,

Page 121: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

121

Mubarak vivieron largos años para perpetuar la inquina y en cambio un hombre bueno, en el comienzo de sus proyectos...

– Y que lo digas. Es una putada. – ¿Tú seguirás con María José, no? – Tenemos ya un crío de dos años. – ¿Qué me dices? – Siempre fui un funguillas, y en esto también. Pero nos va de

cine. Oye, Arturo, soy inoportuno si te pregunto para qué quieres información tan detallada de vuelos.

– Bueno, estoy haciendo un trabajo periodístico sobre el despilfarro de combustibles fósiles. Trato de llamar la atención sobre la necesidad de planificar mejor las frecuencias y las escalas.

– Parece interesante –dijo sin convicción, como si desconfiara del argumento–.

– Aquí, en confianza, y contéstame sólo si crees que ello no te compromete, ¿tú has notado algo irregular en la navegación aérea sobre Galicia durante los últimos meses?

– Nada en absoluto. La respuesta seca, tajante y rápida en exceso denotaba incomodidad. Javier cruzó una mirada rápida, de soslayo, con la mía más firme y sostenida. Para soltar lastre apostilló: – Nada raro ni anormal en el control y vigilancia del espacio

aéreo, en nuestro ámbito militar. En cuanto a los vuelos civiles, comerciales, privados o de cualquier naturaleza, si que es verdad que a lo mejor sería interesante un trabajo de investigación por tu parte. Te lo digo porque el flujo de aviones navegando que nosotros no identificamos como es lógico puede ser muy significativo al cabo del año. Las

Page 122: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

122

aplicaciones basadas en el uso de radares te pueden ayudar, sin duda.

Entendí perfectamente que Juan me estaba enviando un mensaje subliminal. Desde el objetivo de preservar su no intervención en aquel trabajo de descubierta que me esperaba, le di un abrazo de despedida y de agradecimiento. Poco tiempo pasó para que pudiera probar la aplicación “flightradar24”. De camino a casa avisté dos aviones que dejaban tras de si una breve estela. Obtuve identificación de la compañía, número de vuelo comercial, origen, destino... todo normal. Con un humor espléndido me permití parar en O Muiño de Boiro para degustar comida atlántica: pulpo, chipirones, mejillones al vapor y pimientos de Padrón. Pedí de beber un condado fresco y sin querer me vino a la memoria la imagen de Ángela y lo mucho que le gustaban también a ella aquellos pequeños placeres. Capítulo 8 A la mañana siguiente Ángela irrumpió en mi huerta cargada de energía. Yo escribía sentado a la mesa de jardín bajo el limonero. Me había fabricado con una caja de cartón una especie de cámara oscura con la que protegía la pantalla del portátil de la radiación solar directa. Aquel invento me permitía trabajar al aire libre durante horas sin sufrir los efectos de la falta de luz en mi capital de serotonina. La joven muchacha estaba distinta, arrebatadora aquella tarde otoñal. Seguramente una ligerísima base nutritiva, la sombra de

Page 123: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

123

ojos, el resalte suave del rojo de sus labios húmedos, el pelo más dócil pero manteniendo todavía una lucha con dos tirabuzones rebeldes que le conferían secretismo a algunas miradas... Me había llamado, un tanto enigmática, antes de acercarse a casa porque quería mantener una conversación larga y tranquila conmigo. Me cogía enfrascado en mi trabajo y, por tanto, no era el mejor momento para embarcarme en conversaciones interminables seguramente sobre temas personales. Tampoco me sentía motivado para intentar ser generoso con el tiempo que debía dedicarle a mi vecina, y ni siquiera para disimular ese desinterés. – ¿No me vas a invitar a sentarme? – Si –dije señalándole la mesa y sillas de hierro forjado de la

galería–. – Bueno, más cómodos estaríamos en el sofá del salón. – Ah, ¿lo prefieres?. Pues... – No, deja. La rigidez de las sillas nos mantendrá más alerta.

Porque lo que voy a decirte nunca se lo he preguntado a nadie. Te necesito sincero, decidido.

– No será para tanto –dije lacónico, para quitarle importancia a su mensaje-.

– Arturo, yo a ti ¿te importo? – No entiendo. – Sí... quiero decir, ¿has pensado en mi como alguien más que

una mera vecina?. Y no hablo de buena relación. Te pregunto si yo te gusto, te atraigo. Si tienes algún plan en el que yo pinte algo.

– Eh, despacio, despacio. ¿Tengo que contestar a todas las preguntas?

Page 124: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

124

– Bueno, están relacionadas, ¿no? – No lo creo. Con respecto a si me gustas... Hay muchas cosas

de ti que me gustan y mucho. Otras no tanto. Pero me estoy dando cuenta de que no te conozco lo suficiente para andar estableciendo juicios de valor y mucho menos para pensar en algún plan en el que, ¿cómo decías? Ah, si, en el que pintes algo. De momento creo que he sido un buen vecino. ¿No es así?.

– No, has sido bastante más que eso. Y no subestimes tu perspicacia. Seguro que te has formado una imagen de mí y me gustaría saber cuál es. Me parece que yo no me he reservado nada y te pido la misma intimidad a ti.

– ¿Intimidad? No hemos tenido intimidad. – La hemos tenido hasta donde tú has querido. Yo te he

confesado cosas de mi vida que no le había contado a nadie. – Bueno, a algunas personas les resulta más fácil desnudarse. Ángela me clavó una mirada esperando explicaciones. Me sentí obligado a matizar mis palabras. – A mí, por ejemplo, me cuesta hablar de mi pasado, de mi

familia. – ¿Y de tus relaciones sentimentales? Porque a mi no me

cuesta nada si es con la persona indicada. Creo que te hablé de mi adolescencia, de mi juventud.

– No mucho, la verdad, ¿Y de Jorge? – ¡Jorge! Jajajaja. Ya me parecía a mí que estabas raro. ¿No

serán celos? –preguntó acercándose mucho a mí, con mirada traviesa e inquisidora–.

Page 125: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

125

– Yo no he dicho eso –intenté zanjar, consciente de que yo solo me había metido en la boca del lobo-. Pero ya que estás en plan de abrirte, pues hazlo del todo.

– Jorge anduvo tras de mi en una época en la que yo estaba todavía tocada por mi primer fracaso amoroso. Pero la relación no fraguó. Cada día que pasaba nuestras diferencias me parecían más irreconciliables, por más que él nunca lo admitió.

– ¡Ah! Entonces el otro día tocaba comprobarlo. – Pero, ¡qué coño...! Ah, lo dices porque compartimos

habitación. Si, tengo que comprar un sofá-cama para el salón –dijo, quitándole interés al asunto-. Mientras tanto no voy a hacer dormir a los invitados en el suelo.

– Como tengas muchos, vas a batir récords. ¡Eres la hostia!. Vienes a sondear en mis sentimientos y aún no tienes claros los tuyos. Las cosas que a ti no te importan pueden importarle a los demás.

– ¿Compartir el lugar donde dormir? Porque fue lo único que pasó entre Jorge y yo.

– ¡Tú qué sabrás! – ¿Cómo? – Probablemente tus condiciones no te permitieron ser del

todo consciente de tus actos. Antes de salir a Rivadavia ya estabas bastante “calzada”.

Era consciente de hasta que punto buscaba hacerle daño con mis palabras, pero no pude o no quise evitarlo. Estaba tratando de tensar la cuerda para saber hasta que punto le importaba tener control sobre su vida, aun a sabiendas de que me exponía a romper aquello que parecía un proyecto de relación entre los dos.

Page 126: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

126

– Esta faceta tuya no la conocía, Arturo. Sin duda me he equivocado al venir aquí esta tarde.

Se hizo un silencio difícil de soportar, pesado, espeso. Sabía que Ángela esperaba que yo lo rompiese y eso acrecentó aún más mi resistencia terca a darle una penitencia reconciliadora que, por otro lado, ni necesitaba ni –creo- habría recibido bien. Ángela acabó por interpretar aquel silencio como un rasgo de desinterés por mi parte y también, y eso me jodía más, como la expresión de un carácter pusilánime. De modo que, argumentando que tenía cosas que hacer se dio media vuelta y marchó hacia su casa desconcertada y con congoja mal disimulada. A mi se me partía el alma y de buena gana habría corrido hacia ella para abrazarla y darle confort. Pero el peso del pasado me frenó y me hizo más soportable la idea de que ella pudiera sufrir un poco durante sólo unos días. Un tiempo que yo aprovecharía para prestarle a la huerta parte del tiempo que le debía, si no quería verla convertida en un erial. El almacén de suministros agrarios de Gomariz ofertaba todo lo preciso para poder mantener una pequeña propiedad como la mía dentro del concepto de agricultura sostenible y para el autoabastecimiento. El trabajo moderado al aire libre un par de horas al día me ayudaba a mantenerme en forma y a ahuyentar al “bicho”, que era el nombre que ya le había puesto a las crisis de pánico, la melancolía y al cabo la depresión a las que me arrastraba la falta de luz. Un psicólogo clínico tal vez habría atribuido esa concatenación a traumas de la infancia: mi postración durante un año en la cama, afectado por una tuberculosis muy extendida; el cambio de hábitat cuando tenía once años, del escenario misterioso de la aldea, con horizontes

Page 127: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

127

siempre por descubrir y rincones donde la luz se recreaba para explotar al remontarlos, al confinamiento entre cuatro paredes propio de la vida en la ciudad, siempre asistida por la luz amarillenta de las bombillas. Pero la experiencia y el mayor conocimiento de mi mismo me habían enseñado que más allá de las causas grabadas en los surcos de la memoria, mi maquinaria mortal funcionaba sin atascos con la administración suficiente y regular de luz diurna. Era evidente que la química mandaba, aunque al principio me costara reconocer que yo también era un bicho, como los insectos que se revolucionan con el aumento de la temperatura y de las horas de luz. Por otro lado, observar el ciclo de la vida a través de mis pequeñas plantaciones me resultaba de lo más terapéutico. Los hermanos Gervasio y Antonio Arce eran un libro abierto. Además hasta donde era posible recomendaban la utilización de todas las estrategias que la propia Naturaleza desarrollaba para asimilar las plagas o hacer prosperar las cosechas. En una ocasión en que el pulgón había infestado mis plantas de pimientos y tomates me proporcionaron un puñado de mariquitas y se acabó el problema. A finales de verano y en Otoño aparecían en escena otros depredadores del pulgón ya biodisponibles en el campo sin necesidad de actuar. La naturaleza es sabia. Su equilibrio, infalible pero a la vez frágil cuando la acción desestabilizadora del hombre lo ponía a prueba. En el Ribeiro la mayor parte de las abejas habían muerto como consecuencia del uso de potentes pesticidas neurotóxicos, fabricados por Farmaceúticas germanas bajo patente estadounidense y utilizados para fumigar eucaliptos, para tratar el maíz, o para combatir las hierbas malas. El herbicida risofato estaba detrás de la disminución alarmante de las abejas. Y sin abejas, sin polinización, estaba en peligro la

Page 128: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

128

biodiversidad y el sostenimiento del Sistema. Los grandes monopolios farmacéuticos pusieron el acento en culpar de la desaparición de las colmenas al bacilo “Paenibacillus larvae”, pero esta enfermedad sólo atacaba a las larvas de abeja. ¿Cómo explicar entonces la muerte masiva de las adultas?. Con los pesticidas tradicionales eran precisas dosis importantes para acabar con su vida, pero con “Lenopril” o con “Sudacloprid”, diseñados a partir de la nicotina, una dosis de ¡cinco nanogramos” ya resultaba letal. En Francia sí se habían adelantado a prohibirlos por su potencialidad como cancerígeno, por afectar a la tiroides y, sobre todo, por el efecto sobre las colonias de abejas, como también alertaban desde la misma Alemania, sede de Rayer o Masf, donde estaba prohibido el tratamiento de semillas con nicotinoides. Pero España, como el tercer mundo, seguía siendo un país de legislación laxa respecto al uso de biocidas, pesticidas y plantación de transgénicos. En casa había percibido sobremanera la disminución del número de abejas. De las cinco colmenas que tenía la abuela al lado del río se conservaba una a media ocupación. Gervasio y Antonio se habían negado de momento a importar semillas de maíz transgénico con una toxina que acababa afectando a las colmenas y la miel. En buena parte de Europa estaba prohibido pero no en España. Gervasio no quería ser alarmista pero sabía que el gusano del maíz había desarrollado resistencias frente al “Xz” y que la solución sugerida por la productora era intensificar el uso del pesticida que sí resistían bien un número de hierbas invasoras que acababan por malograr la cosecha si a su vez no se irrigaban con potentes agentes agrotóxicos. Era una espiral de uso de tóxicos y Gervasio ignoraba cuanto tiempo podríamos seguir viviendo de espaldas a

Page 129: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

129

una oferta monopolística de biotecnología que requería de un esfuerzo sin compensación para los agricultores y con enorme potencial contaminante. Al parecer gran parte de esa producción en suelo nacional de transgénicos XZ, con aporte complementario de antibióticos y hormonas, era la base de la alimentación de pollos, cerdos y vacas producidos industrialmente para atender a un mercado en crecimiento exponencial. Por lo pronto compré para plantar zanahorias, acelgas, rábanos, canónigos y espinacas. Con el paso de los años había ido suprimiendo de mi dieta las frutas en la misma medida en que incrementaba el consumo de hortalizas. Aireé la tierra, seca, para enriquecerla con humus de lombriz y ceniza de la leña de roble que había ido guardando. La pausa, breve, para comer un bocadillo de queso con aceite medio tumbado en la hamaca, me permitió trabajar hasta las cinco de la tarde en la huerta. Y entonces me sorprendió otra vez aquel espectáculo desazonador; conté hasta siete aviones entrecruzando sus rumbos y otros dos en paralelo dejando sus estelas de un solo trazo que iban adquiriendo enormes proporciones a lo ancho. Corrí a buscar el IPOD y con la aplicación FLIGHTRADAR24 pude identificar: tres aviones con número de vuelo desconocido, pertenecientes a una compañía irlandesa, que hacían escala entre Canarias e Irlanda; dos aviones de una compañía transnacional, low cost, que viajaban de Funchal a Alemania, y, por último, cuatro aviones más que el radar no identificaba ¿? y cuyo origen y destino aparecían como desconocidos. Saqué unas fotos lo suficientemente buenas para colgar en la red. Pero además necesitaba pulsar la opinión de alguien que no supiera nada de la existencia de programas de fumigación en parte alguna. Me

Page 130: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

130

acordé del farmacéutico, Eduardo, el primogénito de la tercera generación de los Botana que habían fundado la botica en 1927. Eduardo era un hombre muy culto que se pasaba todo el día en la trastienda elaborando fórmulas antiguas y experimentando con otras de su creación para el tratamiento de las enfermedades de la piel. Yo había coincidido con él dos años en Santiago, pero donde hicimos buenas migas fue jugando la partida de tute en el Central, cada vez que las circunstancias me devolvían a Gomariz. – A ver, Eduardo, ¿qué te parece esto? –le pregunté, sacándolo

de la farmacia y señalando al cielo-. – Hmmmm. Va a cambiar el tiempo. ¡Qué raro! La predicción

hablaba de situación anticiclónica. – Es que no son nubes. Son los rastros que ha dejado un

puñado de aviones que pasaron por aquí hace una hora. – Rastros de aviones, ¿Tan extensos?. No es posible. – Eso creía yo. Parece ser que en determinadas condiciones de

presión los chorros de vapor pueden permanecer hasta dos horas en el aire. Pero ya toda la tarde, con ese grado de expansión hasta cubrir todo el cielo...

– Alguna explicación habrá. – ¿Se te ocurre alguna? – La meteorología no es mi fuerte, como sabes. Lo cierto es que

son formaciones muy raras. Muy bajas para ser cirros y desde luego sin carga de agua.

– Claro, ya te digo que son los chorros de los aviones. He tenido la paciencia de observarlos durante horas. Y si tú no los habías visto antes es porque estás enfrascado en el laboratorio. Pero es un espectáculo que se está repitiendo en nuestro cielo, Eduardo.

Page 131: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

131

Lo invité a desayunar en el pueblo y por el camino le hablé ya de los chemtrails, de los vuelos sin identificar, de las fumigaciones con posibles intereses espurios de una multinacional de la tecnología. A medida que iba progresando en el armazón de los hechos su perplejidad y su preocupación iban en aumento. – Por eso es importante que nos organicemos, Eduardo. Sacar

a la luz que esto está ocurriendo en un rincón medio perdido, pero dentro de Europa, y hacer un frente común con plataformas de otras comunidades.

Dejé caer la frase y ya guardé silencio para que Eduardo se repusiera de la impresión. Lo que le había contado hurgaba en su ánimo ya de por si aprensivo y alimentaba un sentimiento de impotencia. Busqué tranquilizarlo y le propuse un pequeño paseo para hablar de otras cosas. Pero por el camino él no dejaba ya de observar el cielo. Nuevos chorros se esparcían desprendiendo pequeñas fuentes de materia blanquecina que iban conformando nubes bajas sin densidad. – ¿Crees que puede ser el aluminio? –preguntó Eduardo

abrumado–. – O cualquier pesticida. Pero en esto hay que pedir

explicaciones y no prejuzgar. El camino puede ser largo, pero hay que buscar hechos. Por lo pronto haré circular fotos y los datos que tengo de los vuelos. Se los mandaré a las Plataformas catalana, canaria y andaluza contra los chemtrails, a Suker Jiménez y a Michael Murphy. Después de lo visto estos días estoy de mala hostia y necesito soltar lastre.

Page 132: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

132

Con el estado de ánimo alterado nos despedimos con el propósito de seguir conectados en el seguimiento de aquel asunto que se convertía en una pesadilla para Eduardo. Eso me daba alas. Ya no era el único obsesionado con el cielo de Gomariz. Me propuse trazar una estrategia que incluía no sólo el uso de las redes para preguntar qué coño era aquello, sino que además agrupé en una agenda a los destinatarios que creía debían estar al tanto de lo que estaba sucediendo: alcalde, gobierno autonómico, eurodiputados en representación de la euro-región, responsables del análisis y control de calidad del aire y del agua, estamentos del control del espacio aéreo... Capítulo 9 Abrir aquellas líneas de trabajo era absorbente y agotador. Comprendí que debía olvidar otros frentes informativos para poder volcarme de momento sólo en los chemtrails si no quería caer enfermo. Además me impuse combinar el trabajo intelectual con el físico. Después de comer un bocadillo de tortilla con pimientos y de una pequeña siesta en la hamaca, me entregué con placer a la plantación de las hortalizas. Eran todas especies que crecían bajo tierra, propias del invierno. En cuestión de dos horas ya había ocupado la pequeña parcela que me mantendría distraído sin subyugarme. Me sobraba un buen manojo de plantas así que me pareció buena idea coger el azadón y tomar el camino a casa de la vecina.

Page 133: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

133

Sorprendí a Ángela en plena faena. Estaba moviendo los muebles de sitio para mejor acomodar un enorme sofá de estilo italiano que había pedido para instalar en el salón. – Ahora ya puedo traer invitados sin problemas para dormir. – Espera, Ángela, que te ayudo. Ese aparador es de castaño y

pesará lo suyo. – Bueno, no te diré que no. Ya estaba acabando. Ahora me falta

colocar algunos cacharros de barro que todavía no había desembalado y los libros.

– Bueno, a mi nadie me ha dado vela en este entierro... – No, no, ahora que estás aquí me echas una mano. – Es que yo venía a plantarte unas cosillas: rábanos,

zanahorias, acelgas y nabizas. – ¡Ah! ¡Qué detalle por tu parte! Me desconciertas, la verdad. – Bueno, tú sigue con lo tuyo. Era obvio que mi actitud como si no hubiera ocurrido nada había desconcertado a Ángela, de modo que reforcé mi intención de pasar página. – Querría haber venido antes, pero ya te había dicho que tenía

mucho lío con mi periódico. Te pondré la huerta un poco al día.

– Bueno, luego saco un vino y algo para picar. Sin saber por qué me descubrí plantando con celeridad, como con ganas de acabar pronto. Lo del vino y algo de picar resonaba en mis oídos como música celestial. Me apetecía ese rato de tranquilidad, al margen de cualquier preocupación. Sin embargo, la tierra estaba muy seca y me costaba hacer entrar el azadón con

Page 134: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

134

profundidad suficiente. Al cabo, no eran sino tres docenas de semillas y pude mimar convenientemente la faena para que Ángela pudiera sentir la satisfacción de ver crecer frutos en su pequeño huerto. Regué con agua del pozo muy generosamente sobre el terreno plantado y casi sin darme cuenta me sorprendí pensando en el vergel que era Galicia y en la importancia capital de la seguridad alimentaria para garantizar la vida. El asunto de las fumigaciones tóxicas pesaba como una losa detrás de casi todos los momentos de mi vida. En ese momento oportuno salió de la casa Ángela, sudorosa como yo, con un botellín de cerveza helada en cada mano. – ¡Qué bien huele, Arturo! A tierra caliente y mojada. – He tirado del pozo, porque ¡está todo tan seco!. Menos mal

que a diez metros de profundidad hay un mar de agua dulce. Esta ladera a cuatrocientos metros del Avia es un filón de vida.

– ¿Estás enamorado de esta tierra, eh Arturo?. – Tú lo estarás pronto. El que vive aquí una temporada siempre

vuelve. Aunque bueno, tú eres todavía muy urbanita. – No tanto. De pequeña pasé tres años en el campo. Mi padre

fue juez en Corcubión. – ¡No me digas! – Bueno, ¿qué tiene de particular? – No, nada. Sólo que los hijos de los jueces suelen estudiar

derecho. – No vas descaminado. Los hijos de los compañeros de

profesión de mi padre opositan a juez o procurador. – O sea que eres una oveja negra. – Mis disgustos me costó. – Pues a mi me pegas más de fotógrafa.

Page 135: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

135

– ¿Por qué? – No sé, ese aire de cierta anarquía, de informalidad, de un

gusto por los detalles que no se corresponde con ese entumecimiento de los leguleyos.

– Bueno, hay de todo. – Tú habrás conocido a algunos, supongo. – ¿A algunos qué? – Abogados. – Es un gremio donde se cuidan las relaciones entre familias.

Pero yo en aquellas cenas de compromiso me aburría como una ostra.

Se hizo un silencio. No quería parecer un inquisidor y me concentré en el sabor de la cerveza. – Aunque, si te soy sincera, no todos son recuerdos anodinos.

Mi primer novio formal era hijo de juez. – ¡Ajá! –dije con aire jocoso para restarle trascendencia a su

confidencia y animarla a seguir-. – Sí, nos conocíamos desde secundaria. Fuimos los típicos

novios precoces. Nuestras padres estaban encantados. Bueno, mi padre un poco menos. Siempre fue muy perspicaz.

Ángela trajo otras cervezas y nos sentamos en el porche. Era un momento reparador que la animaba a seguir con sus remembranzas. – Vivimos una adolescencia más o menos feliz, aunque un

tanto convencional. Octavio despachaba más con mis padres que conmigo. Su mamá guiaba todos sus pasos y fue mi

Page 136: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

136

perseverancia la que le fue arrancando besos y escapadas a tirones. En el fondo yo le parecía un tanto alocada.

– Pero, ¿él a ti te gustaba? – Era muy guapo, ¡Dios!. Y no tenía mal corazón, aunque

estaba demasiado pendiente de su culo. Yo creo que los padres hicieron de él un obsesionado por el dinero. Tienes que pensar que los valores que mueven a ese tipo de gente se concentran en poseer una casa enorme con jardín, coches de lujo, palco en el Liceo, abono en el club de Golf, Plan de Pensiones antes de los treinta años, seguro médico privado y un fondo de inversión en “futuros”. Esos eran los principios que guiaron la educación de Octavio.

– La clase más acomodada se guía por esas líneas maestras. Son conservadoras. Aseguran relaciones calculadas, dentro de un orden. Como las castas en la India. No es ilícito.

– No, no es ilícito, pero parece poco ético o poco estético conseguir todo eso sacrificando cosas vitales.

– ¿Cómo cuales? – Ya lo sabes. Los sentimientos, esa vivencia juvenil de la

inmortalidad, la aventura... – La búsqueda del dinero suele corromper muy sutilmente. – La relación con Octavio empezó a hacer aguas a raíz de elegir

yo la carrera de Arte y Diseño. En un primer momento no lo relacioné. Hasta que meses después, en una cena con nuestros padres, a su madre la traicionó su subconsciente. Ninguneó mi vocación al tiempo que insistía hasta la saciedad para que me matriculase en Derecho, una carrera de bien, porque los niños no venían con un pan debajo del brazo sino con una boca que alimentar. No se privó de hacer llamadas al respeto hacia el prestigio de la familia y consideraciones sobre la baja estima en la escala social de los

Page 137: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

137

fotógrafos. “Para las aficiones ya tendrás tiempo cuando ganes las oposiciones”, repetía llena de razón.

– Y tú ¿cómo reaccionaste? – Me levanté de la mesa y comoquiera que Octavio, en lugar de

secundarme, prefirió que su madre abrigara una de sus manos, interpreté que aquella era la señal de partida. Era el momento de repensarlo todo. La ruptura ya fue inevitable por el camino divergente que ambos habíamos emprendido.

– ¡Cuánto daño pueden hacer los padres! ¿verdad? – En casa se llevaron un gran disgusto. Los reproches de mi

padre me hicieron mucho daño. Menos mal que mi madre me apoyó. Ella sabía que aquellas circunstancias no eran más que una oportunidad para poner e prueba a un chico inmaduro, sin criterio propio. ¡El se lo pierde!, me decía con insistencia.

– Pues si. Para chapar o para amasar dinero puede valer cualquiera que ponga esos objetivos como los ejes primordiales de su existencia. Los tipos de mi promoción que han escalado a un status más alto eran estudiantes mediocres, pero tenían en común una virtud: la capacidad de adaptarse al medio. Y la han utilizado para medrar en las organizaciones donde trabajan, con un objetivo claro: amarrar el dinero y no correr nunca riesgos.

No quería darle una impresión de resentido a Ángela. La vida no me había tratado mal en el aspecto económico a pesar de que nunca me había concentrado lo más mínimo en asegurar un buen estado financiero. Pero la herencia de la abuela me había facilitado mucho las cosas y procurado ese estado ideal en que el dinero y las conversaciones sobre el apenas ocupaban unos minutos de mi

Page 138: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

138

vida al mes. Por eso continué hablando en un tono amable, aunque crítico. – Los divergentes encuentran en la búsqueda de la excelencia

una forma de vivir en coherencia con sus valores, sin importarles demasiado las consecuencias económicas. Al menos en el corto plazo, aunque suponga vivir con limitaciones económicas.

– Buscar la excelencia es fundamental para triunfar en cualquier ámbito.

– Sí, pero no necesariamente para hacerte rico. La excelencia, tarde o temprano, te hace trascender. Pero demasiado a menudo el reconocimiento llega tarde.

– Porque hay que saber vender tu producto. Lo sé por mi profesión. Algunos colegas que son genios de verdad sienten pereza si les hablas de marketing, de hacerse visibles en las redes sociales... En cambio hay ejemplos de mediocridad aupados a los altares por su don de la ubicuidad. Saber venderse forma parte del juego.

– Me está cogiendo el frío, Ángela. Voy a darme una ducha. – Pero ¿no íbamos a picar algo? Te tengo una sorpresa

preparada. – Bueno, no tardo. Ah, estos días riega bastante, que le he

echado un nada de nitrógeno y potasio a la tierra, y está todo muy seco.

– Ya me cuentas ahora. Otro de mis trucos consistía en dejar oxidar clavos dentro de una regadera llena de agua que se enriquecía de hierro. A las plantas le sentaba muy bien aquel elemento. Las universidades anglosajonas y sobre todo las americanas insistían mucho acerca

Page 139: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

139

de sus sesudos estudios que no encontraban ventaja alguna de la agricultura biológica sobre la intensiva. Stanford partía de la base de que la primera tenía todavía una mayor dependencia de los pesticidas. Pero eso era una falacia. Al menos lo había sido hasta que las cosas empezaron a cambiar en vastos territorios fumigados e invadidos por los transgénicos. Estaba vistiéndome cuando sonó el teléfono. Era la voz agitada de Eduardo. – Arturo, tienes que acercarte a casa. Es muy importante. – Pero, no puede ser mañana. Ahora tenía que atender un

asunto. – Si puede ser hoy, mejor. – Está bien, en quince minutos estoy ahí. Me disculpé de la mejor manera posible con Ángela, que ya había medio preparado la cena. Parecía que una fuerza oculta impedía el desarrollo fluido de nuestros encuentros pero prometí compensarla al día siguiente, para dejar nuestra próxima cita muy apalabrada. La casa de Eduardo se asemejaba a una rectoral. Construida en forma de “L”, toda de piedra de granito, albergaba en la planta baja de la fachada principal la farmacia, y dentro del perímetro de los altos muros un vasto terreno salpicado de frutales y rodeado por un emparrado continuo de uva del país. En el sótano de la vivienda Eduardo seguía usando el laboratorio que había montado su padre hacía casi cien años, aunque dotándolo de tecnología al uso para análisis fundamentales y elaboración de fórmulas magistrales. Allí me lo encontré después de que Marta, su mujer me recibiera con mucha cordialidad.

Page 140: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

140

– Gracias por venir, Arturo. ¡Estabas en lo cierto! – ¿Con respecto a...? – ¡A qué va a ser! Las fumigaciones tóxicas. Mira, este tomate

lo he cogido en la huerta esta tarde. Eduardo sumergió la pequeña hortaliza en una taza con vino tino. Al cabo de dos minutos la superficie del líquido estaba salpicada de limaduras de color plata que se habían desprendido de la superficie del tomate. – ¡Aluminio! – ¿Lo has comprobado, Eduardo? – Claro. – Y otros metales pesados. – Eso es más complejo. He enviado tomates a analizar a un

laboratorio independiente. Buscamos algo diferente, ¿no es así? Porque con la presencia de plomo o pesticidas ya contamos.

– ¿También con neurotóxicos? – También. Por desgracia en España se siguen usando con

alegría. A la botica me han llegado quejándose de la garganta después de todo el día rociando con risofato sin máscara y con la mezcla colándose por la piel de la espalda. Eso sin entrar en detalles sobre las proporciones que usan, a “ojo”, y hasta el borde mismo del cauce de los ríos.

– Tú entonces ya estás cocido con este tema, Eduardo. – Ya, pero lo que es nuevo para mi es el modus operandi de las

fumigaciones. No se me ocurre mayor inquina que el ataque programado y generalizado al modo de vida y al medio ambiente de poblaciones inmensas.

Page 141: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

141

– Me he estado documentando mucho. No creo que los intereses de los monopolios en la venta de transgénicos sean el único argumento detrás de los “Chemtrails”. Está la posibilidad de utilizar el cambio de clima como elemento de poder, la tentación de “frenar” el crecimiento global de la población o de provocarles enfermedades que precisen de grandes administraciones de determinados fármacos con patentes exclusivas... incluso la disculpa de frenar el calentamiento global para influir sobre la formación de nubes. Son intereses que escapan a nuestro concepto de vida en el planeta.

– Me cuesta tanto aceptar que seamos interesantes para alguien. ¡Qué nos dejen al margen de todo, coño, como han hecho siempre!

– Ayer fumigaron tanto sobre Chiclana que los centros de salud se colapsaron. Los niños presentaban crisis asmáticas. Calcula el coste de cada prescripción.

– Trescientos y pico euros. – Exacto. Este es un problema con dimensiones de Estado.

Pero hasta ahora las autoridades parecen ignorarlo. Hemos de cambiar nuestra estrategia, hacernos visibles. Yo lo que mejor sé hacer es investigar y elevar testimonio. Pero necesitamos figuras mediáticas a las que no les tiemble la voz a la hora de hablar en los medios.

– Habrá que pensar en alguien. – Mañana bajo al Algarve, a intentar averiguar que es lo que se

cuece en el Aeropuerto de Faro. A la vuelta hablamos, si te parece. Te enviaré el enlace con el grupo “Chemtrails España” en Facebook, para agregarte y que puedas publicar los resultados de tus análisis.

Page 142: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

142

– ¿Tomamos un vino? –propuso Eduardo, con la intención de prolongar nuestro encuentro y encontrar de mi parte alguna palabra tranquilizadora-.

– ¡Venga!. –Era ya tarde y además me había disculpado con Ángela, de modo que no había una prisa excesiva en retirarme a descansar-.

El vino de Eduardo era limpio, de poca graduación, afrutado, ideal para beber largo y sin prisas con el queso y el jamón. Me sorprendió, porque la treixadura emparrada no solía recibir el sol directo en proporciones bastantes para una buena maduración. Pero la magnífica orientación de la finca y el esmero del farmacéutico deshojando parcialmente la parra conseguían maravillas. Nos dio la una de la madrugada conversando sin prisas, sentados en torno a la mesa de piedra. Eduardo necesitaba mi discurso tranquilizador y optimista acerca del desenlace de todo aquel asunto de las malditas fumigaciones. Pero era tarde y como mi capacidad para impostar estaba acabándose fruto del cansancio, pretexté que Marta estaría esperándole para dormir y me despedí de mi amigo con un abrazo cómplice. Capítulo 10. A las nueve sonó el pomo de la puerta. A Ángela también le hacía más gracia llamar así en lugar de utilizar el timbre. Me sorprendió transpuesto, a pesar de que me había acostado con el ansia de preparar el viaje a Faro. Pero la visita a Eduardo se había prolongado en exceso y en esos casos yo siempre me desvelaba. Por fortuna la vecina llegó con alegría suficiente en el cuerpo

Page 143: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

143

para reactivarme y mandarme a la ducha mientras ella calentaba el chocolate para servir con magdalenas caseras. Mi costumbre de ducharme con agua fría para reactivar la circulación conseguía que tardase pocos minutos en estar listo.

- ¡Mmmmh!. ¿Yeste chocolate tan delicioso, Ángela? - ¿Te gusta? - Está tan bueno como el de “El Timón”. - Ah, sí. Lo he probado, al lado del puerto, en Coruña. Este

es chocolate “con petada”. - ¿Con petada? - Así le llaman. Para conseguir el punto de espesor hay

que remover enérgicamente, “petando” una vez por vuelta en la pared de la pota. Luego se le puede echar una raspa de naranja una vez cocido. He traído la naranja pero no sabía si querrías hacer experimentos.

- Si, si. Sin espíritu aventurero la Humanidad seguiría anclada en la Edad de Piedra.

- En mi caso la experimentación es inexcusable para la profesión de fotógrafa.

- También para los periodistas, por más que el poder haya ejercido una presión reduccionista sobre la responsabilidad de informar. Para trasladar lo que ocurre en cualquier lugar del mundo con fidelidad uno no puede contentarse con versiones unilaterales dejadas caer en teletipos inamovibles, en autos de fe. Por otro lado, luchamos contra la pérdida de sensibilidad de la gente. Cada año que pasa aumenta exponencialmente la dificultad para hacer reaccionar a las sociedades de Occidente frente a lo que ocurre en el tercer mundo. Y últimamente ya les cuesta trabajo tomar conciencia de

Page 144: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

144

los problemas de al lado, si no son salpicadas con contundencia.

- Es que la mayoría de la sociedad vive en una realidad “virtual”.

- Exacto. ¿Sabías que en los colegios de Madrid les organizan excursiones a los niños para que destierren la idea de que la leche nace en los supermercados.

- ¡Yo flipo! - Sabes que no le queda nada mal el toque de naranja al

“chocolate con petada”. - ¿Verdad? Nada mal.

Ángela chupaba la monda de naranja bañada en chocolate con deleite y a mi me daba pereza seguir con la conversación y todavía más pensar en emprender el viaje. Era una buena ocasión para detener el tiempo.

- Los fotógrafos podemos ahorrarnos las explicaciones y presentar la realidad más o menos descarnada.

- Bueno, también podéis tergiversar los hechos. - De eso se encargan los redactores. Nosotros somos

notarios. - Discrepo un poco de esa visión inocente, pero ya

tendremos ocasión de hablarlo con más detalle. Lo que si tengo claro es que en determinadas áreas los fotógrafos pesáis mucho.

- En mi dimensión profesional no concibo parcelaciones, Arturo. Cuando hay un saber mirar, esa capacidad para destapar a lo esencial, podemos fotografiar bichos, personas, montañas o lo que se te ocurra. Todo tiene alma; sólo se trata de desvelarla, con respeto. La técnica

Page 145: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

145

se puede aprender. La emoción descansa en la persona, en la memoria de lo vivido, en el anhelo de lo que falta por vivir… La vida sería plana sin las pasiones y sin esas situaciones que te remueven los cimientos.

- En el fondo los escritores y los fotógrafos nos dedicamos a lo mismo por diferentes vías. Tanto tú como yo intentamos descifrar las claves de esta existencia tan fugaz, a veces perra y otras sublime, pero casi siempre deseada. Y digo casi porque a veces la enfermedad mental se cruza con su carga de inútil melancolía y quita la motivación suficiente para encontrar alicientes en la vida.

- Pero eso no va a ocurrir hoy, ¿verdad? - No, hay mucho que hacer. - Si, yo me voy a Ribadavia. Tengo una cita con el Alcalde

y el presidente del Consejo Regulador del vino del Ribeiro.

- ¿Y eso? - Van a editar un monográfico sobre dieciocho bodegas

para presentar en Fitur. Había que mandar una muestra de la propuesta artística y un presupuesto. Bueno, han elegido mi opción. ¿Qué te parece?

- Impresionante. Habrá que celebrarlo. - Pues esta noche ven a casa y a ver si esta es la buena y

podemos cenar en paz. - Hecho.

Tomar el camino del pueblo y empezar a blasfemar fue todo uno. El cielo aparecía cruzado por grandes estelas, algunas de ellas ya muy esparcidas. ¿Cuántas noches habrían pasado fumigándonos sin que nos percatásemos, inocentemente dormidos en nuestras

Page 146: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

146

camas e ilusionados con pequeños proyectos que ahora, cuando se cocía una “depuración” sistemática de la raza humana, dejaban de tener la más mínima importancia. Mis sentimientos, a escala, se parecían a los expresados por los civiles supervivientes de los bombardeos durante la II Guerra Mundial. También guardaban similitud, salvando las distancias, con el síndrome que padecían los palestinos en Gaza, noche tras noche por cazas israelíes que en vuelo supersónico despertaban y aterrorizaban a la población civil. La diferencia estaba en la ausencia total de resonancia en los mass media acerca de esta agresión continuada, que así pasaba desapercibida a los ojos de la mayoría de la sociedad occidental, que sólo reaccionaba tímidamente cuando las noticias tenían su carga de morbo. Pensé que las Plataformas Anti-chemtrails quizás estábamos siguiendo una estrategia equivocada, y decidí mover el foco hacia la familia Stoneller, Bill Prascott, Warren Chuffett y el mayor fabricante de transgénicos, las cuatro fortunas participantes en la construcción de bunkers en Canadá, Noruega, China, Rusia y Alemania, donde estaban guardando billones de semillas no transgénicas sin contaminar. Al volver a casa bombardeé la red con entradas sobre esa circunstancia nada baladí. Pregunté abiertamente por qué aviones de una compañía “low cost” no permitían a sus pasajeros llevar maletas. ¿Para qué reservaban el espacio de sus bodegas? Fui un paso más allá señalando indicios que podían invitar a la incriminación de inocentes en la campaña de los Chemtrails. Era consciente de que estaba actuando al borde del código ético profesional, pero me superaba la preocupación que iba creciendo día a día. O mejor diría la rabia. Los del “Meteosat” me decían:

Page 147: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

147

- Pero si se tratara de fumigaciones, ¿qué sentido tiene hacerlas sobre el mar?

- Ustedes deberían saberlo. Una fumigación a gran altura sobre el golfo ártabro con viento del nordeste acaba dispersándose sobre el corazón de Galicia. Otras veces, con viento del Noroeste, fumigan a diez millas de Finisterre y un mar de neblina color plata se desplaza tierra adentro hasta cambiar el aspecto del día.

Pero cualquier argumento por mi parte sobre la intermitencia de los chorros, los giros de 180 grados de los aviones o la diferencia de aquellas estelas con otras, a la misma hora y a la misma altura, de pequeño tamaño que se evaporaban en segundos... cualquier argumento de estos caía en saco roto. Llegué a tener la sensación oscura, umbría, fría e inquietante de estar indefenso frente a un posible y lento genocidio cuando me estrellé con responsables científicos y de la Agencia SDA que avalaban la utilidad social de los proyectos expansivos de la industria biotecnológica que iba camino de destruir la vida tal como la conocíamos. La SDA había aprobado el uso de la hormona de crecimiento bovino a pesar de todos los informes negativos de científicos independientes. Cargos importantes de la “Soap an drug Administration” fueron contratados para ocupar puestos relevantes en la Biotecnológica privada que proveía la “Limatropina”. Los científicos que alertaron de los efectos perversos sobre la salud del ganado, de la leche y de los consumidores fueron despedidos: mastitis, presencia de pus y antibióticos en la leche, incremento del factor de crecimiento insulínico que a su vez aumenta el riesgo de padecer cánceres de mama, colón y próstata.

Page 148: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

148

Pero había una gran complicidad del poder político y la Corporación privada que científicos de todo el mundo señalaban como sospechosa de estar detrás del mal de las vacas locas o de la Gripe Aviar. En su accionariado no era casual la presencia de Mark Fletcher. En los Estados Unidos se conocía como “fenómeno de las puertas giratorias” al continuo trasvase rotatorio de los mismos personajes desde la política, el Congreso y el Senado hacia la gran empresa privada y desde esta a las altas instancias de la Administración, para acabar volviendo a la Empresa, etc., etc., etc. En la cúpula del poder empresarial, entre los accionistas mayoritarios, siempre figuraban varios líderes políticos en algún momento dirigentes de la nación. Pero, y en España ¿estaban untando a algún pez gordo? Lo cierto es que era este el único país europeo en el que se seguía plantando maíz transgénico a gran escala. ¿Habría suscrito el fabricante acuerdos comerciales con corporaciones municipales de todo el país para liberar maíz transgénico en sus territorios, en algún caso al lado mismo de reservas de la biosfera? La biodiversidad en los cultivos de grandes áreas en Aragón, Cataluña y Madrid había dado paso, en dirección contraria a la seguida por la Unión Europea, a enormes plantaciones de maíz manipulado genéticamente sin monitoreo por parte de las autoridades de las posibles consecuencias medioambientales. España era el único país de la Unión Europea cuyos representantes políticos, desoyendo la voz de la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria, seguían permitiendo el cultivo de transgénicos. En el país no se disponía de una legislación exigente ni de unas instituciones fuertes con voluntad de controlar a los monopolios con intereses exclusivamente monetarios. Por eso seguía siendo un suelo ideal

Page 149: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

149

para el negocio de productores con un historial de patentes en el campo de la biotecnología responsables de graves daños medioambientales y biológicos que les habían cerrado las puertas en países más exigentes y con poblaciones con mejor y mayor trayectoria a la hora de controlar las decisiones gubernamentales. Por todo ello debía poner cuidado en no dispersarme. Tenía que centrarme en los Chemtrails y su relación con la construcción de un nuevo orden mundial. Intentar estar presente en todos los frentes podía tener un efecto negativo sobre la profundidad de mi trabajo. Además lo más inminente era la cita con Ángela, de modo que me obligué a escribir un comunicado resumen actualizado, concretando las motivaciones de la elite que avanzaba en el intento de controlar el mundo: Un nuevo orden mundial. (La esfera divergente. Entrega nº 2) A estas alturas ya sabemos lo que anima a los oligarcas que están patentando las formas de vida presente anhelando controlar el futuro: 1,- Influir en el boicot del Imperio a las negociaciones sobre el cambio climático. 2,- Monopolizar los cultivos agrícolas y la tecnología alimentaria. 3,- Esterilizar las plantas para universalizar la obligación anual de comprar nuevas semillas. 4,- Inocular hormonas de crecimiento bovino al ganado, y con ello obligar a grandes compras de sus antibióticos para tratar los efectos secundarios.

Page 150: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

150

5.- Comercializar semillas tratadas con herbicidas neurotóxicos que afectan a la división celular en todos los niveles. 6,- Entorpecer la labor investigadora independiente. 7.- Colonizar a las fuerzas productivas invadiendo con su catálogo de patentes los países del tercer mundo, las economías emergentes y por último aquellos mal llamados del primer mundo con una legislación laxa. La consecuencia para los agricultores es la pérdida de control sobre el retorno de la inversión y la mengua de recursos propios hasta la ruina o la dependencia total de la multinacional, en condiciones de esclavitud. La elite está almacenando billones de semillas no manipuladas en búnkers. En la península noruega de Mvalbard protegerán bajo tierra las especies vegetales en su versión original mientras la asoCIAción de grandes fortunas promueve el avance de transgénicos en el planeta. La implicación de Prascott en la Biotecnología es tal que capta para la fundación que dirige su esposa con fines humanitarios a miembros de la Corporación que fabricó el agente naranja, responsable de cuatro millones de muertes por cáncer, o los PCB, o las dioxinas. Prascott participa en una fundación, “Vani Alliance”, preocupada por las vacunaciones en el tercer mundo que, a su juicio, pueden conseguir una “reducción de la población como elemento moderador de la emisión de CO2”. De Stoneller, que hizo fortuna al igual que la familia Mush vendiendo armamento a Hitler, sabemos que financió estudios de eugenesia y depuración de la raza que alimentarían el afloramiento del nazismo. Por tanto, ciudadanos del mundo, ¿podemos confiar en que el destino de nuestra aldea global está en buenas manos? El poder político está secuestrado por los favores económicos de

Page 151: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

151

corporaciones que aspiran al control total de las oportunidades de negocio, si es preciso a costa de millones de vidas humanas. Se hace más preciso que nunca mantener el juicio crítico despierto, conservar una posición de independencia con respecto a los grandes acaparadores, conviviendo con formas de vida libres del pago de patentes. Tenemos que exigir responsabilidades a nuestros gobernantes, preguntarles por qué compran treinta millones de dosis de “Iceglú” cuando la cifra de muertos en todo el mundo por Gripe Aviar, en diez años, apenas alcanzaba el centenar. Una patente, la del “Iceglú”, cuya base es el anís estrellado y que Fletcher, otra vez el secretario de Defensa de Morgan Mush, vendió a la Farmacéutica Lotte por una fortuna. ¿Cuál será la próxima pandemia que generará un negocio billonario a la oligarquía enmascarada en el accionariado de grandes monopolios? ¿Acaso no asistimos ya a una era de enriquecimiento obsceno por parte de Biotecnológicas que infectan la salud del mundo con sus productos hasta monopolizar una única forma de vida bajo su patente, hasta que su caducidad coincida con la extinción de la vida diversa tal como la conocemos actualmente. Los tentáculos del poder económico son alargados hasta un nivel inimaginable. Hay hombres y mujeres estúpidos que se creen dioses hasta que la Naturaleza dice ¡basta! También a ellos les llegará su hora. Pero el camino hasta entonces quedará sembrado de cadáveres de inocentes, de enfermos de cáncer y de Alzheimer. Es un momento crítico para la supervivencia de la especie, un momento en el que es preciso superar conductas aberrantes desarrolladas desde la absurda conciencia de que el hombre puede actuar contra la Naturaleza impunemente. Nuestro modelo de supervivencia, nuestro status como especie privilegiada puede estar tocando a su fin…

Page 152: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

152

Cerré la página con un regusto amargo. Escribir en ese tono alertador siempre me infundía un cierto “pesimismo realista” del que me costaba un tanto desapegarme. Pero Ángela me había invitado a cenar y con esa perspectiva enfilé el camino de su casa con el humor repuesto. No me duró mucho la buena disposición de ánimo porque, para mi sorpresa, allí estaba de nuevo el tal Jorge. – No era nada importante, Ángela. Ya te llamaré un día de

estos –improvisé confuso mientras me evadía-. Ángela se levantó tras mis pasos y me arrastró hacia una esquina del porche para hablarme confidencialmente. – Oye, hazme un favor muy, muy grande, Arturo. Ayúdame a

despachar a este pesado. Se le ha ocurrido auto invitarse y ya lo veo intentando pasarse aquí lo que queda de semana.

– Pero oye, yo no quiero problemas. Tienes que saber decirle tú misma que no te viene bien que se quede.

– Pero no es fácil. Una mentira piadosa me vendría mejor. Luego si él quiere entender o no ya será su problema. Le diré que me habías encargado un trabajo –dijo volviéndome a arrastrar hacia el interior sin darme tiempo a rechistar-.

– Ostras, Arturo, pues se me había pasado totalmente. Menos mal que tengo las baterías a plena carga. Es coger el equipo y salir pitando –inventó Ángela-. Jorge, que me había olvidado y Arturo necesita para su web un reportaje de A Ribeira Sacra y los grandes embalses. Tenemos que preparar el guión ya para salir pitando mañana muy temprano.

Page 153: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

153

– Ya, bueno, y qué hago. ¿Tienes para mucho rato hoy? – Imagínate. De hecho saldremos con el guión inacabado. El

encargo del Consejo Regulador del que te hablé me ha distraído y ahora tendremos que trabajar contra el reloj.

– ¿Pero da para tanto la Ribeira Sacra?

Aquella pregunta me confirmó hasta que punto podía ser ignorante de la realidad de su propio país todo un licenciado universitario. ¿Qué se podía esperar de un pueblo que no mostraba el más mínimo interés por su patrimonio material e inmaterial? Me hubiera gustado contestarle, pero no era mi guerra. – Es que Arturo está ilustrando los posibles efectos del peso

del agua embalsada en la gestación de terremotos. Probablemente tengamos que seguir el curso del río hasta el embalse de Frieira.

– ¿Dónde coño está eso? – Ay, Jorge. Hay que patear más Galicia, eh. Conoces mejor

Punta Cana que tu tierra. Está en la frontera de Orense con Pontevedra. Es el último embalse del Miño antes de la desembocadura. Mi padre era aficionado a la pesca. Allí, en Crecente, remontan a los salmones en un ascensor. Pero bueno, ya te llamaré yo, Jorge. Me acerco un día a Santiago y comemos juntos ¿te parece?.

Ángela se había superado a si misma con ese último quiebro que demostraba un reservorio de poder asertivo que no solía utilizar. Jorge, sin poder disimular del todo su contrariedad, se despidió todo lo afectuosamente que pudo de ella y a mi apenas sí me dirigió un “hasta luego” desganado. Se resistía a arrojar la toalla

Page 154: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

154

y la culpa era de Ángela y su conducta demasiado liberal para la mentalidad de aquel ser cuadriculado. – Gracias, Arturo. Me he sacado un peso de encima. No sabía

como despacharlo sin herir sus sentimientos. Es que Jorge es un poco lastimero, ¿sabes?

– Te va a ir regular en la vida como no te hagas más fuerte, eh Ángela. Eres capaz de liarte con alguien por lástima.

– No estoy diciendo eso. Hablo sólo de compañía. A la siempre le ha hecho daño la soledad. Se nos pegaba como una lapa ante la posibilidad de quedar desmarcado en su piso. No todo el mundo es como tú, Arturo, que eres capaz de vivir como un lobo estepario.

– Bueno, no tanto. Pero antes de aparecer en casa de nadie me gusta mandar una señal para saber si mi visita es bien recibida. Lo que quiero decir, Ángela, es que por no hacer daño a alguien casi eres capaz de hacértelo a ti misma.

– ¡Qué va! Tampoco es para tanto. En el último momento tomo yo las decisiones.

– Demasiado tarde para la mentalidad de la mayoría –me tomé un respiro para sopesar bien lo que iba a decir-. Casi todos los tíos que he conocido establecen una relación directa entre compartir cena de fin de semana y sexo. Son cazadores por naturaleza. Y las mujeres igual, aunque quizás os toméis algo más de tiempo.

– Lo que cuenta es dar el paso. Y déjame que te diga que al final las que decidimos somos nosotras.

– No te lo discuto. Pero lo que quiero decir es que el hombre es amigo de utilizar estrategias para nublar los sentidos de la mujer y doblegar cualquier atisbo de resistencia.

– ¡Eso será si hay una predisposición.

Page 155: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

155

– Y sin ella. Hay un refrán gallego que dice: “dame unha muller borracha e devolvereicha puta”.

– Tú estás un poco enfermo, Arturo. No creo que sea una cuestión sólo de sexo. Tanto los chicos como las chicas que he conocido pierden ese punto de inhibición con una o dos copitas. ¿Qué hay de malo en ello? Pero, si te parece, cambiamos de tema.

La voz de Ángela sonó áspera, como si reprimiera un enfado mayor. Sin duda me salvó del desencuentro su todavía sentimiento de gratitud por haberla salvado de las garras del aburrimiento compartido con aquel muchacho tan entumecido. – Te noto un tono un tanto preocupado, Arturo. – El asunto de los chemtrails me está exasperando. – ¿Chemtrails? En aquel momento tomé conciencia de hasta qué punto había situado a Ángela en un plano de mi vida ajeno a la contaminación con los problemas que afectaban a mi desempeño profesional. ¡A aquellas alturas todavía la había mantenido al margen del asunto de las fumigaciones! Me daba pereza mostrarle un lado tan oscuro de la estupidez y la ambición humanas, pero era inevitable empezar a compartir hasta donde llegaba mi conocimiento, no tanto porque su preocupación compartida pudiera mitigar la mía sino para buscar sinergias desde nuestras profesiones. Busqué ser sintético, pero con ello sólo conseguí ocasionarle un mayor impacto. – Los chemtrails son tanques cargados con productos

químicos que se instalan en aviones dedicados a fumigar a la

Page 156: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

156

población civil. Empezaron espolvoreando aluminio, estroncio y bario para alterar el PH de la tierra. Al parecer sólo semillas modificadas genéticamente pueden progresar en ese suelo.

– Alucinante. Pero, ¿quién puede estar interesado en eso? – Tal vez monopolios biotecnológicos. Además se suman

otros intereses: cambio climático, control del crecimiento demográfico, experimentación sobre “poblaciones cobaya”.

– ¡Espeluznante! Y eso, ¿donde está ocurriendo? ¿En África? – Aquí, sobre nuestras cabezas, hace ya un tiempo que fumigan

como mínimo dos veces por semana. – ¡Qué me dices! – Por increíble que pueda parecer fumigan sobre todo el

territorio peninsular, y también en Canarias. Hay bastante gente organizada en Plataformas y tarde o temprano el Gobierno tendrá que escucharnos. En el resto de Europa han cesado las fumigaciones coincidiendo con la prohibición de cultivar transgénicos.

– ¿Y cómo no lo he visto yo, Arturo? – Ni tú ni la mayor parte del país. Sin una mirada atenta y

larga puede parecer que simplemente el cielo se ha nublado. Pero a poco que te pares a observar las estelas suspendidas durante horas, las columnas de material desprendiéndose hasta formar nubes blanquecinas, te percatarás de que nos están fumigando.

– Pero el aluminio es muy tóxico. – Ahora hay estudios interesados, pagados no se sabe bien por

quien, que ponen en duda los efectos sobre la salud en caso de contacto prolongado y contaminación. Sin embargo la ciencia médica ya ha probado hace años su implicación en el

Page 157: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

157

afloramiento del Alzheimer. El estroncio y el bario son fuertemente cancerígenos.

– ¡Tú ocupado en estas cuestiones vitales y yo entreteniéndote con mis tonterías durante estos días!

– ¿Quién ha dicho eso? Hay un tiempo para cada cosa. De hecho es higiénico combinar el placer con el trabajo.

– A que placer te refieres. – Bueno, a veces el propio trabajo es un placer. Pero, por si

acaso, están ahí la gastronomía, los viajes, la buena compañía… Bajar al Algarve a investigar el tráfico en el aeropuerto de Faro es mi próxima parada. Y pienso aprovechar el camino para tomar “Super Bock” y unos baños reparadores. Porque la vida sigue. ¿Te apuntas?

– ¿Lo dices en serio? – Bueno, y queda pendiente la Ribeira Sacra. – Jajajaja. ¡Qué tonto eres!

Ángela no pudo reprimir unos pequeños saltos de alegría y se abalanzó a mi cuello para besarme repetidas veces en la mejilla.

– Bueno, no te olvides de preparar todo tu equipo. Además de sacar todas las fotos que podamos de los aviones despegando, es preciso filmar las estelas de los chemtrails al lado de las de los motores, el comportamiento de naves girando 180 grados, y todo eso verlo a cámara rápida. ¿Te será posible?

– Si, claro. Llevaré tele y ojo de pez. – Estupendo, voy a preparar unas cosas que tengo que llevar. – Pero te quiero aquí en un rato, eh. Tenemos la cena

pendiente.

Page 158: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

158

– Bien, pero el vino lo traigo yo. Antes de salir de viaje quería dejar contestados los correos electrónicos más importantes. En los últimos días abundaban los que se referían a indicios abundantes sobre la instrumentalización por parte del Pentágono del proyecto Shalk como arma de guerra con capacidad no sólo para influir sobre el clima de grandes regiones continentales sino también para provocar terremotos. Había nacido con el pretexto de crear un escudo antimisiles, pero la capacidad destructiva de los enormes campos de antenas ionizantes era temible, susceptible incluso de ser utilizada para interferir en la ondas Schuman y ocasionar un pandemia en los seres humanos. La Administración estadounidense venía haciendo caso omiso a la petición de la Unión Europea en el sentido de abandonar “las investigaciones”. Argumentaba apoyándose en la independencia de la U.S. Army respecto de cualquier otra instancia. Sinceramente era un momento crítico para la Humanidad. Un tiempo en el que disfrutar de las pequeñas cosas cobraba un valor inconmensurable. Chequeé entonces mis cuentas bancarias y si bien las entradas por publicidad contratada dentro del espacio de La Esfera Divergente habían disminuido sin duda fruto de la incorrección política, las entradas indirectas, las que dependían del número de visitantes diarios, habían compensado ese descenso. Podía seguir trabajando al paso, sin la presión por la falta de dinero que en épocas pasadas me había hecho escribir más de lo conveniente. Podía cuidar más no sólo el aporte de fuentes y documentación sino también la calidad literaria. De modo que a Portugal llevaría sólo la Visa, el Ipad y la necesidad de saber.

Page 159: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

159

Capítulo 11 Hacía frío en la noche otoñal sobre O Ribeiro. Los días cortos invitaban a recogerse temprano en actividades de interior: leer o escribir con una música de fondo y la leña de roble proporcionando ese calor penetrante y suave que adormece. Ángela llevaba un suéter viejo con las mangas deshilachadas por los bordes y unos vaqueros salpicados de agujeros. Me subyugaba ver como una persona era capaz de estar tranquila sin sentir el peso de esa anarquía. Así quería ser yo, pero me lo impedía mi pasado: una educación rígida reforzada con rituales neuróticos en la que mi padre había puesto un empeño terco y cruel. Las manos de Ángela eran muy inteligentes. Sus largos y finos dedos se movían con autonomía para servir la mesa con la suavidad rápida de una pantera. No había probado los chipirones encebollados desde el verano del dos mil, en Lira.

- ¿Te gusta? A lo mejor es un plato un poco frío ya para el otoño.

- Conmigo nunca vas a arriesgar mucho en temas de gastronomía. Si un plato está hecho con cariño, como este, siempre triunfa. Además, yo soy un enamorado de A Costa da Morte.

- Ah, entonces ya conocías esta receta. - Sí, y me encanta. Como también a la plancha, o a la

vinagreta, o guisados. Es como el pulpo, que está rico de todas las maneras.

- La cocina tradicional tiene un por qué basado en la experiencia de muchas generaciones. La gente que

Page 160: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

160

abusaba del pulpo sufría ataques de gota. Pero incorporando al plato la cebolla el problema desaparece.

- Ya que hablas del pulpo, tengo que llevarte a Carballiño, la zona cero, la catedral del pulpo á feira, tal como lo preparaban hace ya cientos de años en las cocinas del Monasterio de Oseira. Los monjes cobraban los tributos del señorío a los marineros de Marín en especie. Es decir, en pulpos. A veces acumulaban tal cantidad que se lo daban de comer a los siervos que se turnaban para trabajarles las tierras.

- ¡Que cabrones! ¿Qué vino es este, Arturo? - Es un mencía, de la Ribeira Sacra precisamente. - “Regina expresión”. Es un vino redondo. - Me alegra. Pues sí, los monjes del Císter se las

arreglaban para vivir rodeados de placeres que compensaban tantos ratos de dura penitencia –observé sin disimular mi anticlericalismo-. Y tenían tiempo para investigar en la cocina, donde disponían también de buena mano de obra. Ellos empezaron a echarle pimentón al pulpo que le compraban a los maragatos a cambio de buenos ejemplares secos. El aceite lo llevaban de Quiroga. Eso hasta que los Reyes de Castilla mandaron arrasar los campos de olivos para beneficiar a los andaluces y extremeños. Pero algo se pudo salvar de la quema y ya ves, hoy se está recuperando una cierta actividad en la comarca.

- Coño, Arturo, eres un libro abierto. - ¿Te aburro? - No, sigue, sigue. - ¿Para qué? Ya conoces la Historia. Los puertos gallegos

cerrados al tráfico con América, órdenes para arrancar

Page 161: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

161

los viñedos, para desmantelar los astilleros. Somos la última mierda.

- ¿Los gallegos? - En España los gallegos. En Europa los españoles y, si no

le ponemos remedio, en el mundo los europeos. Inglaterra sembró la semilla del falso puritanismo, del colonialismo violento y le han salido unos alumnos aventajados, un gobierno del Imperio que ha actuado en las relaciones internacionales de poder fuera de la ley en numerosas ocasiones y que trae en jaque al resto del mundo para poder mantener un ritmo de vida y un status por encima de sus posibilidades.

- No todos los americanos son unos delincuentes, Arturo. - Ni mucho menos ricos. Hay grandes desigualdades. Y

no te niego que ser yanqui acomodado y a la vez honrado tiene un mérito enorme que hay que reconocer. Además muchos de ellos son víctimas sin saberlo de los intereses del poder financiero.

- El abuso de poder no tiene color. Los garbanzos con bacalao estaban de muerte y tiraban del vino. Descorché otra botella de “Regina expresión”. Me pareció que a Ángela le estaba entrando el soporcillo pero comoquiera que estaba embobada escuchándome me animé a seguir mientras ella seguía disfrutando de la cena y también por verme tan locuaz. – El poder siempre aflora con más fuerza en contextos de

ignorancia. A los gobiernos les interesa que el pueblo sea analfabeto funcional. Le dan pan –ahora a menudo muy escaso– y sobre todo circo: béisbol, fútbol, baloncesto, Gran

Page 162: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

162

Hermano, Sálvame de Luxe, las Olimpiadas… tele basura, comida basura y obsolescencia programada.

– ¿Obsolescencia programada? –preguntó Ángela mientras recogía los segundos platos para pasar a servir el postre-.

– ¡Dios mío! Arroz con leche sin previo aviso. Debí de poner los ojos como platos y cara de tragaldabas porque a Ángela le dio un verdadero un ataque de risa. – Jajajajaja. Jajajajaja ¡Si te hubieras visto la cara! Parecías un

lobo hambriento. – Ángela, el hambre juega un papel pequeño aquí. Más bien se

trata de placer. – Entonces, ¿me haces el honor de abrir tú la botella? – ¡Mmmmh, Oporto “Quinta de Noval”!. Vas a acabar

conmigo. Me parece que eres una sibarita. – No más que tú. ¿Pasamos al ambigú?. Ángela me condujo a lo que ella llamaba de aquella manera tan simpática “el ambigú”, que no era otra cosa que la lareira flanqueada por dos bancales de madera y enormes almohadones en el suelo. Había instalado en tan acogedor rincón la cadena musical y una luz de lectura. No podíamos estar en mejor lugar. – ¡Mmmmmh! Este Oporto es un elixir de dioses. – ¡Jajajaja! No puedes dejar de ser culto por un momento. –

dijo acercándose mientras sus mechones rebeldes medio ocultaban los ojos pícaros, brillantes, encendidos por el vino y los demás placeres-.

– Bueno, ya he desconectado el juicio crítico.

Page 163: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

163

– ¿Sí? Entonces es el momento de preguntarte qué opinión tienes de mi?

– En todo caso ¡impactante! – ¿Impactante? –dijo entre risas-. – Impactante. Me dejas tocado un buen rato cada vez que nos

vemos. Y no hablo sólo de tu físico, que también. ¡Es que eres tan esencial y tan sensata! Es difícil encontrar una persona tan equilibrada como tú. No como ese petulante de Jorge, que se cree un Dios por haber aprobado las oposiciones.

– ¡Jajajaja!. Esto no me lo esperaba de ti, Arturo. No conocía esta faceta tuya de adulador.

– Piensa lo que quieras. Pero ya deberías saber que no soy hombre yo de andar regalando halagos.

– Pues explícame eso de un físico impactante. – No seas tonta. De sobra sabes que eres muy bonita. – O sea que te gusto. – Pues sí. Pero todo lo que te he dicho del equilibrio, de la

sensatez, ¿no te hace efecto? – Me gusta todo lo que dices –dijo con voz juguetona

acercando sus ojos a un palmo de los míos y con ademán invasor-.

Hacía tiempo que deseaba abrazar a aquella mujer toda ella fuego. Pero me había tomado mi tiempo porque su feminidad espléndida imponía. Era en parte consecuencia de una época demasiado prolongada de un aislamiento social tal que el solo contacto con un cuerpo trémulo me extasió. En las distancias cortas se acrecentaban su dulzura y su apasionamiento. La pasión en la entrega, la posesión arrebatada, el proceso de descubrir y el diálogo hambriento del contacto más cercano nos trasladaron a una dimensión íntima en la que todo lo demás no tenía cabida.

Page 164: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

164

Capítulo 11 A las siete de la mañana me despegué de Ángela sin despertarla. No era lo que ella esperaría después de una noche de pasión, así que le dejé una breve nota para amortiguar el efecto de aquella licencia que me pedían mis costumbres. Fui consciente de mi parquedad pero preferí dejarlo así porque nos veríamos en tres horas. Sin embargo no se me escapaba que detrás de ese laconismo se escondía un residuo de resistencia frente a fuentes de felicidad que representaban un peligro potencial de sufrimiento.: “Ha sido inolvidable”. El complejo de Polícrates todavía me acompañaba, desde que la infancia me había deparado días de paz y de infierno. Tenía claro que aquella noche me había separado del guión que me había marcado en mi vuelta a Gomariz, pero ¿quién contaba con la llegada de aquella criatura al pueblo? El viaje al Algarve significaba una oportunidad para profundizar en la relación y yo no me sentía todavía preparado para emprender un vínculo estrecho que comportase un cierto desapego de lo que ocurría alrededor. En mi experiencia todavía reciente con Mamen había identificado claramente que el motivo de nuestra ruptura no fue la falta de amor, sino mi celo profesional que me llevó a desplazar la relación a menudo a un segundo plano. Y era algo que, con la perspectiva que da el paso del tiempo, no habría cambiado en el presente, por más que la ruptura había sido muy dolorosa. Por otro lado Ángela me gustaba demasiado como para no poner mucho de mi parte e intentar ver a donde nos llevaría nuestro contacto. Ahora tenía una oportunidad interesante para conocerla mejor. Además, la motivación profesional del viaje se

Page 165: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

165

me antojaba muy jugosa para apreciar la compatibilidad de trabajo y placer en nuestra relación. Con la Esfera Divergente actualizada y el breve equipaje de mano listo, en el que pesaban más los artefactos tecnológicos que las mudas, me presenté en casa de Ángela tocando el claxon. No se hizo esperar. Después de plantarme un beso breve pero apasionado me pasó la maleta para ir mientras a buscar los equipos fotográficos y cerrar la casa. Teníamos por delante un largo camino y Ángela necesitaba dormir ocho horas para ser persona, de modo que, después de preguntarme si era feliz, reclinó el asiento y se quedó transpuesta. De vez en cuando cogíamos un bache y ella abría los ojos con un sobresalto que duraba los dos o tres segundos que tardaba en tomar conciencia de la situación para entregarse confiada otra vez al sueño reparador. Esa seguridad que parecía transmitirle mi posición al volante era un indicativo de que se sentía en buenas manos, y a mi me gustaba que fuera así. Emprendimos el camino hacia Toro por la ruta de la Plata siguiendo las estelas de fumigación que se intensificaron a la altura de Extremadura y luego entrando en el Alentejo. En aquellos días la campaña se había recrudecido en Valencia, Tarragona, Cádiz y A Coruña. Resultaba increíble el silencio mediático. ¿Hasta cuando?, me preguntaba, mientras miraba con rabia contenida el cielo peninsular cruzado por gruesas líneas criminales. Hacía dos días que en la Plataforma habíamos decidido acudir al Defensor del Pueblo ante el silencio de los órganos de poder. Yo por mi parte tenía al tanto a los eurodiputados que ya trabajaban en detener las fumigaciones de pesticidas contra las enfermedades de los eucaliptos, responsables de la muerte masiva de abejas. Pero las otras fumigaciones, las de la cuarta nube, las que escondían los planes secretos para cambiar

Page 166: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

166

la faz de la tierra y ponían en peligro a la especie humana, esas parecían provocar en ellos la misma reacción de “esconder la cabeza debajo del ala”. Era un asunto incómodo, porque de ser ciertos muchos de los extremos que denunciábamos, se traduciría en un trabajo ímprobo, arriesgado y seguramente sin recompensa a corto plazo para los representantes políticos que decidieran meterle mano. Si la invisibilidad del tema se prolongaba, nos quedaba en último término una batería de recursos anticuados: octavillas, manifestaciones callejeras, reparto de boletines en acontecimientos de masas… Entretanto Ángela se había despejado ya bien entrados en Portugal y se acicalaba con esa habilidad que tienen las mujeres para, con una simple barra de labios y un cepillo del pelo, dar la impresión de haber pasado por un salón de belleza.

- Vamos a tardar en parar, Arturo. - No. Estamos a media hora de Évora. Pero voy a hacer un

alto aquí. - Es increíble. ¿nunca te cansas? ¡Al Algarve de un tirón! - Bueno, no estamos aún en el Algarve. Además paré en

Salamanca a repostar. Dormías tan profundamente que no me atreví a despertarte.

- ¿Qué pueblo es este? ¡Es precioso! - Estremoz. Los pueblos portugueses están muy cuidados.

Sobre todo comparados con los gallegos. Allí todo es disperso, desordenado, sin una plaza común donde reunirse. Claro, así triunfan las superficies comerciales. Son el único punto de encuentro para una población que se alinea a lo largo de las carreteras y caminos.

Page 167: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

167

- ¡Es que mira que plaza! Empedrados así solo los encuentras en los cascos históricos de las ciudades. ¡Pero en una villa pequeña!

- Es otra cultura. Los gallegos plantamos la casa en la propiedad de la tierra. Aquí viven todos en el pueblo y tienen los campos cultivables en torno a él. ¿Tienes hambre?

- Bastante, pero sobre todo sed. - ¡Pero si te has bebido litro y medio de agua! - Hombre, digo sed de cerveza. - Jeje. Yo también. Vamos a parar en A Cadeia. - ¿A cadeia? - Sí. Se llama así porque ocupa una antigua cárcel. Además

tiene un reservado muy cómodo por si necesitas trabajar después de comer. La Revista me obliga a conectarme un par de veces al día.

Conocía bien “A cadeia” de mi época de corresponsal. Había peinado el país cuando cursaba cuarto y cubrí un encargo de un operador turístico británico que precisaba un desarrollo literaturizado sobre turismo sin planificar. Había empezado por recorrer el país desde Tras os Montes, donde se había iniciado el desgaje de Galicia promovido por el imperialismo castellano. Varios siglos siguiendo caminos divergentes habían revestido de diferencias notables a gallegos y portugueses. Con todo, además de la fidelidad del portugués hacia su lengua madre, el gallego, los pueblos del Noroeste español, incluyendo el Bierzo y la Asturias occidental, teníamos más puntos de encuentro con los lusitanos del norte que con el resto de los españoles. Pero al sobrepasar Aveiro y sobre todo de Lisboa en adelante, el paisaje humano, el carácter de las gentes ya variaba ostensiblemente. En el Algarve

Page 168: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

168

la huella árabe era palmaria en la toponimia (la palabra mora Algarve significa “el oeste”) en las costumbres de las gentes, en la gastronomía, la botánica, los almendros en flor, los mercadillos ambulantes, la vida volcada en la calle… Pero estábamos todavía en el Alentejo, esto es “más allá del Tajo” y allí la gente era recia y más reservada, acostumbrada durante siglos a defenderse de las hordas enemigas en sus pueblos dominados por fortificaciones. Pueblos de casas encaladas rodeados de dehesas para el trabajo abnegado de campesinos y ganaderos. Gentes menos extravertidas que en el extremo meridional pero de la mayor nobleza y generosidad. El personal de servicio del restaurante A Cadeia estaba demasiado encima, pero esa sobreactuación era compensada por una cocina excelente a un precio muy ponderado. Después de sofocar la sed con “Super Bock” atacamos con apetito y placer: Ángela un cazón a la plancha con cuatro salsas y yo cordero estofado, acompañados ambos platos por una ensalada lujuriosa y un vino, “Quinta do monte” de la variedad Syrah, que animaba a conversar. Además yo tenía un interés especial en contrapesar trabajo con recreo y mi capacidad para hacer de cicerone en una tierra que conocía ayudaría mucho. – Tengo la sensación de que nos quedó algo pendiente ayer.

¿Tú no, Arturo? – Bueno, si es así podemos retomarlo hoy. Me miró un tanto sonrojada. Sus palabras parecían tener una intención que ella no buscaba. – Bah, eres tonto. No, pero ayer me hablaste de cosas muy

interesantes sobre las relaciones de poder. Ya sabes, pueblos

Page 169: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

169

cuyo destino parece ser luchar siempre contra la amenaza de invasión.

– Claro, porque son tan atractivos que los imperialistas creen que con tomarlos por la fuerza ya los poseen. Pero la belleza no se puede enajenar. Sólo se puede ejercitar después de mamarla.

– Bueno los alemanes están comprando las Baleares. – Para tomar el sol en los jardines de sus mansiones y

emborracharse en sus fiestas privadas. Es algo que no expresa matices valiosos de la condición humana, sino más bien un huida de lo social, de lo compartido, del verdadero placer que tiene más que ver con la mesura que con el desfase.

No me gustaba mezclar los sabores pero Ángela insistió tanto que no pude negarme a probar el cazón, que ella había pedido muy pasado. Yo lo prefería poco hecho para mejor percibir los sabores del mar, pero la materia prima era tan buena que el sabor seguía siendo intenso. La disposición de las salsas, de limón, verde, picante y ali oli, era casi testimonial, porque disfrazar aquella impresión era un pecado. Ángela sin embargo las probó todas en cantidad ínfima para volver luego al cazón sin más y las patatitas pringadas con un excelso aceite de oliva de Moura, con aroma afrutado y color entre verde y dorado, en el que levemente se bañaba también la cebolla. – Bueno, el colmo es ya el desfase de hordas de jóvenes

ingleses metidos como rebaños en vuelos low cost programados para una estancia de borrachera y desenfreno de dos días seguidos en el mismo hotel, en la misma discoteca.

Page 170: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

170

– Bueno pero eso no pasa sólo en España con los ingleses. Las islas griegas se atestan de jóvenes de clase media alta para vivir en la orgía permanente.

– Como dices tú, ¡yo flipo! Y que no me vengan con el cuento del stress, de que hay que buscar válvulas de escape para no explotar. ¡La mayoría de ellos no saben lo que es cargar grava en la carroceta, o limpiar la mierda de las letrinas!

– No, los que saben de eso se la pillan con clarete sin salir del barrio. Pero la humanidad siempre ha cometido excesos.

– No te digo que no. Pero, como la obsolescencia está programada, también la forma en que la gente invierte su tiempo la dirige poder económico.

– ¿Qué es eso de la obsolescencia programada, Arturo? Creo haberte oído citar esas dos palabras anoche. –Esperé a que el camarero nos sirviera dos marquesas de chocolate y unas copas de Oporto para hablar con calma. Lo peor que podía ocurrir era que Ángela se durmiera y eso no me preocupaba, pues en el reservado podría echar otra cabezada mientras yo contestaba el correo-.

– ¿Cuánta vida útil tiene el disparador de tu Nikon, Ángela? – ¿De la DS3? – Será. Esa con la que sacaste las fotos de las estelas. – El manual dice que soporta entre cien y ciento cincuenta mil

disparos. – ¿Te parecen muchos o pocos? – Para un aficionado, pueden ser bastantes. Pero para un

profesional me parecen muy, muy pocos. En tres años puedes llegar a esa cifra. Y eso porque también usamos segundos equipos.

– ¿Y cuántos años cubre la garantía frente a averías?

Page 171: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

171

– Dos, a no ser que contrates una mayor cobertura. – Pues ahí tienes un ejemplo de obsolescencia programada. Es

seguro que los fabricantes disponen de conocimientos y tecnología suficientes para montar mecanismos de disparo que aguanten durante toda la vida útil de la cámara. Pero eso no sería interesante comercialmente. Además, cuando algo empieza a fallar se destapa en el consumidor el deseo de cambiar.

– Me pasa a mi con el coche. Me niego a abrirle el capó. Si me deja tirada una vez más me deshago de el.

– Claro. Los construyen para que fallen a partir del cuarto año. A principios del siglo XX los fabricantes de bombillas firmaron un acuerdo para producir filamentos que cascaban después de mil y pico horas de uso y desecharon los más avanzados, que alcanzaban las diez mil horas. Esta sociedad capitalista necesita del consumo continuo, desaforado, de la gente para sostenerse.

– Ya, pero con la crisis que atravesamos, con salarios ínfimos y precios al alza ya me dirás quien se puede permitir el lujo de consumir alegremente.

– Exacto. De Guindos y Montoro se están equivocando de receta. Gravar el consumo y a la vez reducir los salarios sólo va a conseguir que los stocks crezcan y las plantillas se reduzcan. El Estado va a perder más y más dinero por culpa de la caída del consumo y el descenso de cotizaciones.

– El panorama de comercios cerrados en las ciudades es desolador.

– ¿Te das cuenta? Ambos odiamos el consumismo y sin embargo hablamos de incentivar el consumo.

Page 172: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

172

– Es que no hay otra receta para este sistema, Arturo. Si no se bebe vino yo no hago las fotos para el Consejo Regulador, y no compro luego en la carnicería del pueblo.

– Claro, pero ese es un consumo racional que nos acerca a la economía de lo necesario, del trueque. El problema empieza cuando la gente vive por encima de sus posibilidades, cuando requiere más que lo que está en disposición de ofrecer a cambio. Te pongo un ejemplo: en estos últimos años la gente estaba pidiendo créditos para irse de vacaciones. O para comprar de una atacada el esnórquel, la piragua, la tabla de surf, el traje de neopreno, el de escalada, las palas de pádel, la tienda de camping… De quince días de vacaciones dos se pasan en la carretera, cinco de compras y la semana que queda intentando aprender a utilizar todo ese arsenal de objetos que luego no se sabe donde guardar.

– ¿Y compensa despanzurrarte en la playa unos días para luego pasarte once meses sin ver a los hijos para poder pagar con las horas extras los intereses, leoninos, del crédito?

– Yo creo que no. Pero a los españoles nos ha quedado pendiente la transición más importante: la cultural. Nos ha cogido en bolas el acceso a bienes materiales, a un mundo nuevo lleno de supuestos derechos pero con pocas obligaciones y, menos aún, responsabilidades. Muchos han loqueado con la posibilidad de acceder a cotas de materialismo impensables hace unos años.

– La otra opción, el socialismo, un comunismo sin corrupción en la cúpula, es impensable en una sociedad en esencia desigualitaria, educada en la ambición individual como motor.

– Sin duda. Por eso me parece que la única opción, a corto plazo y descartando las posturas de fuerza, pasaría por volver

Page 173: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

173

a darle todo el peso a la clase media y ajustar el tamaño de la economía financiera al de la real.

– Pero eso es una utopía, Arturo. – Porque la clase política quiere. Podría legislar para evitar

movimientos especulativos. Hablo de una moneda única en el mundo, de prohibir las operaciones a corto plazo y apostando a favor de la bajada de las cotizaciones en la Bolsa, hablo de marcar un precio mínimo para pagar a los productores…

– Y ¿quién le pone el cascabel al gato? Hasta los profesionales más pequeños practican la competencia desleal, sobre todo en tiempo de crisis. Hasta hace tres años mi trabajo y el de los colegas estaba justipreciado. Desde que han invadido el mercado las franquicias, se contrata por cuatro duros a “mercenarios” que de otra manera tendrían que competir por calidad y establecer unos precios por debajo de los márgenes operativos.

– Es el mismo tiburoneo que sufren los productores de leche, los ganaderos, los agricultores. En fin, Ángela, que nos toca vivir con las mínimas exigencias y trabajar a ser posible poco y bien. O eso o meternos en una espiral de catorce horas intentando vender nuestras capacidades a cambio de un salario de supervivencia. Y hablando de eso, tengo que pasar al reservado a contestar los correos. ¿Pedimos una “augardente velha”?

– ¿Me quieres emborrachar? No, es broma. Trabaja tranquilo un rato que yo prefiero dar un paseo por la plaza. Me ha parecido un pueblo precioso y necesito mover las piernas.

En mi correo dos eurodiputados me manifestaban sus dudas sobre la existencia de los chemtrails, y sobre todo no veían por

Page 174: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

174

ningún lado el concepto de rentabilidad para nadie. Nos pedían a los miembros de las plataformas que les diéramos más datos y que tiráramos de la manta sin miedo. Como si los sufridos particulares tuviéramos los medios para investigar y analizar muestras que la Administración no estaba utilizando o utilizaba de manera capciosa. En Londres laboratorios independientes estaban detectando concentraciones inmensas de aluminio en las bolsas de agua mientras los datos oficiales hablaban de normalidad. ¡Tenéis que tirar de la manta! Me decían en su primer mensaje después de todo el aporte documental que les enviamos sobre las estelas y sobre su efecto deshaciendo nubes cargadas de agua. Les devolví la sugerencia en forma de preguntas: ¿cuál era la fórmula de mercado que utilizaba el monopolio de los transgénicos en España, el único país de la Unión Europea en autorizar su siembra masiva? ¿Significaba algo el material grabado en diferentes puntos de la península y en Canarias mostrando como los chemtrails deshacían las nubes cargadas de agua? ¿Tenía eso alguna relación con la mayor sequía desde 1916? En una democracia parlamentaria europea parecía impensable que se pudiera comprar el favor de la Administración para poder establecer un negocio tan rentable para las Corporaciones Biotecnológicas como ruinoso y dañino para la salud pública. A ninguna instancia parecían importarle un comino las denuncias de las fumigaciones ni tampoco las cláusulas abusivas sobre el uso de patentes transgénicas y la prohibición encadenada de guardar semillas para el año siguiente. A las autoridades españolas tampoco les importaban las denuncias de los ecologistas sobre el efecto altamente contaminante, letal para la

Page 175: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

175

biodiversidad, de los pesticidas y herbicidas que sólo el maíz transgénico podía soportar. El gobierno no contestaba a la demanda reiterada de los ciudadanos para que investigara de que modo las fumigaciones podían estar siendo utilizadas sinérgicamente con la emisión de ondas electromagnéticas desde las Antenas desplegadas por el proyecto Shalk, provocando efectos perversos sobre el clima y también sobre la salud mental de las personas. En los primeros cien kilómetros circulando por tierras portuguesas yo había observado con más claridad que nunca la disposición geométrica de los chemtrails y su capacidad para despejar el cielo de nubes verdaderas. Parecía más que posible que las fumigaciones estuvieran siendo usadas no sólo como un argumento para la penetración comercial de unas patentes concretas sino también como un arma potente para cambiar el clima y para convertir a la población en un gran potencial de cobayas necesitados luego de costosos tratamientos farmacéuticos. Estos extremos fueron desarrollados en mi carta a los eurodiputados y sirvieron de base para los textos con que ponía en marcha una campaña internacional de recogida de firmas contra los chemtrails. Cerré con presteza mis conexiones y salí en busca de Ángela. Había refrescado en aquel atardecer cuando me la encontré saliendo de la pastelería de la Plaza Mayor dando buena cuenta de un merengue gigantesco. Me pareció cruel hacer muchos más quilómetros ese día, de modo que haríamos noche en Évora. No nos apuraba nada ni nadie tanto que no pudiésemos desconectar un poco. La oportunidad de pasear por una ciudad con un patrimonio cultural impresionante y que había sido clave en el nacimiento del reino de Portugal no se podía despreciar. Además

Page 176: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

176

de la presencia exuberante de palacios y edificios religiosos, a mi me gustaba de Évora la arquitectura de las casas más modestas, que pervivía a pesar del gran empuje transformador del desarrollismo de segunda mitad del siglo XX. No alojamos en el hotel “Os Manueis”, que con sólo una estrella ofrecía sin embargo una calidad, un gusto en el interiorismo integrado con los modos y materiales de la arquitectura del Alentejo, y una tranquilidad absolutas, a cincuenta metros de la “praça do Giraldo”, centro neurálgico de la ciudad. El precio de la habitación doble, 30 euros, estaba más en consonancia con nuestra sensatez económica que el Hotel Baneario “Convento do Espinheiro”, un oasis de paz con una amplia oferta de tratamientos relajantes. En todo caso tanto Ángela como yo tendríamos siempre otros planes para invertir trescientos euros de una atacada. Una vez instalados, bajamos al patio en forma de claustro de dos pisos, en torno al cual se distribuían las habitaciones. El mobiliario de hierro forjado con cómodo acolchamiento en las sillas y el suelo de barro cocido nos transportó a épocas pasadas, como si el tiempo se hubiera detenido en ellas. Ninguno de los dos pensábamos cenar. La comida había sido abundante y sentados en el coche la digestión se hacía más pesada. Un triple seco nos vendría bien para despedir el día relajados en aquel hermoso rincón donde planificábamos el paseo por Évora cuando amaneciese. Nos contamos bastantes tonterías intrascendentes pero que nos hicieron reír mucho y flojo. Con buen criterio nos sirvieron saladitos para abrirnos el deseo de repetir dos veces. El triple seco y el cansancio abonaron una bajada de la guardia y un plácido estado de abandono que nos llevó a la cama buscando reparación. Pero teníamos hambre de conocer nuestras geografías y chorros de oxitocina para

Page 177: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

177

reactivarnos aunque aparentásemos estar muertos. Nos amamos con fuerzas revividas y luego nos abandonamos, abrazados, a un sueño cómplice. Capítulo 12 Desde mis primeros tiempos conviviendo con Mamen no había vuelto a experimentar esa sensación que produce despertarse enroscado con el mismo ser que te ha acompañado durante el viaje a las tinieblas de las que nunca estás seguro de volver. Aquella conciencia agradecida de estar compartiendo algo más que la piel con la piel me llevaba a apretar contra mi cuerpo el fardito acogedor y caliente como un horno que era Ángela al amanecer, abarcada toda por mis brazos poderosos y a la vez delicados. Su despertar se escalonó así desde la toma de conciencia sobre el lugar, el tiempo y la situación hasta el confort recobrado por saberse feliz, protegida, querida que le llevaba a un estado de duermevela muy placentero. Tanto que alimentó poco a poco el pulso del deseo ovillado durante las horas de sueño reparador. Con la frescura y plenitud del comienzo de un nuevo día la confirmación de la pasión enriquecía con nuevos matices nuestra relación. Salimos a la calle al filo ya del mediodía con tiempo para recorrer las callejuelas y plazas del centro, con sus mansiones aristocráticas y los edificios manuelinos y renacentistas testimonio de un tiempo de esplendor anterior al reinado de Felipe II que había de marcar la decadencia de la ciudad en favor de Lisboa. De hecho la ciudad tenía la mitad de población que en el medievo, pero conservaba sus hechuras y sus grandes signos de

Page 178: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

178

identidad, como la Universidad jesuítica y la Catedral. Otro de sus grandes activos era la gastronomía. No podíamos marcharnos si probar el bacalao con poleo del restaurante Fialho, ni su pastel de queso. El dueño insistió en que probáramos el lomo de cerdo con almejas, pero sólo aceptamos media ración. Nos esperaba la carretera y tenía miedo de que nos venciera el sopor. Desde Gomariz había concertado una entrevista con un miembro de Chemtrails Extremadura, Antonio Enriques. Este ingeniero industrial portugués coordinaba el trabajo de un grupo de voluntarios dedicados a fabricar piezas de electronites, unos dispositivos con los que inhibir la acción de deshacer nubes con que las antenas y radares pirateadas estaban controlando el clima y desertizando extensas áreas geográficas. La base de los artilugios era resina de poliéster con virutas de aluminio y piezas de cuarzo, catalizada, que los activistas sembraban en el entorno de las torres de TV., TDT, Radio y radares para revertir su efecto cationizador y desactivador de los frentes lluviosos. La cita con Enriques era en un céntrico café. Se trataba de un hombre todavía joven, de aspecto fornido, bigote poblado y la mirada viva, que apretó mi mano con una fuerza excesiva para la salud ya maltrecha de mi muñeca. Por fortuna a Ángela le plantó un beso. Pedimos café y nos trajeron para acompañarlo un pâo de rala delicioso elaborado con almendras y calabaza. En mi cabeza bullía la necesidad de obtener la mayor información posible acerca de la naturaleza y motivación de las fumigaciones antes de bajar a Faro y no hice nada por disimularlo. – He venido observando los chemtrails prácticamente sin

interrupción desde Galicia y León, pasando por Salamanca y Extremadura y luego al entrar en Portugal, Antonio.

Page 179: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

179

– Porque es un problema de ámbito mundial, Arturo. –El portugués, que había cursado dos años de su carrera en Madrid, hablaba un castellano perfecto-. Algunos países han conseguido suspender esos vuelos “sin identificar”. Pero en España y Portugal hay muchos intereses detrás de las fumigaciones y también gobiernos demasiado débiles para enfrentarse a los intereses imperialistas. El proyecto Shalk tiene un aliado en la situación política de algunos países en crisis.

– ¿A qué te refieres? – Bueno, aquí seguimos la actualidad en España. Sabemos de la

financiación irregular de los partidos mayoritarios. Tramas en Valencia, en Madrid, en Andalucía, en Galicia que han ayudado a ganar elecciones. El tráfico de influencias, las adjudicaciones fuera de procedimiento han venido siendo prácticas habituales, como también en Portugal. ¿No es así, Arturo?

– Sí. Se han pringado hasta los nacionalistas catalanes. – Pues con esas trayectorias, ¿como confiar en que la clase

política se mantenga al margen de pactos interesados con los monopolios y las grandes corporaciones? Eso sin descartar que hayan podido ser víctimas de chantaje, teniendo tantos trapos sucios que ocultar.

– ¿Pero entonces detrás de las fumigaciones está Shalk? – No ocultan ya que utilizan sus experimentos para modificar

el clima. Yo diría que ahora mismo nos fumigan con una doble motivación: la de las biotecnológicas interesadas en la comercialización exclusiva de sus patentes y la del Gobierno de los EE.UU. que a través de su ejército interviene en el clima y experimenta con la población. Hace ya tiempo que

Page 180: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

180

vienen utilizando azufre y diatominas para hacer desaparecer las nubes.

– ¿Diatominas? – Sí. Su base es el silicio. – Ah, ya recuerdo. Las usaron los chinos para evitar que

lloviera durante los Juegos Olímpicos de Pekín. Pero los grupos ecologistas avalaron su inocuidad para el ser humano.

– ¡Y una mierda! Los grupos ecologistas no son necesariamente inocentes. El ácido domoico puede acabar causando la muerte de mamíferos, aves y seres humanos a través de la cadena trófica. Se acumula en los moluscos. Y si no te mata te puede dejar amnésico al destruir masivamente poblaciones de neuronas.

– ¿Y no hay tratamiento? –intervino Ángela, que a cada paso parecía seguir la conversación con mayor interés-.

– No, tan sólo esperar a que el riñón elimine la toxina. Pero es que el talco del sílice, si se inhala en cantidad apreciable o durante varios días también ocasiona problemas respiratorios, apatía, trastornos gástricos… O sea, todo lo que los médicos te dirán que es un virus.

– Claro –intervine-. El otro día, en Chiclana, se colapsaron los servicios médicos después de una fumigación masiva. Los asmáticos lo pasaron mal.

– Aquí también ha ocurrido. Y lo más jodido es que el Sistema ya no cubre el tipo de fármacos que moderan la reactividad de los pacientes. Con la crisis que atravesamos se trata no sólo de un tema de salud sino también de orden socioeconómico. Los que puedan tendrán que rascarse el bolsillo y los que no se joderán.

Page 181: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

181

En el fondo y en la forma era palpable que Antonio estaba sometido a una gran presión desde hacía ya mucho tiempo. Sus tacos, sus gestos y su tono de pragmatismo despreciativo en sus juicios sobre la necesidad de regenerar a la clase política demandaban de nosotros, como interlocutores en la misma onda, una actitud proactiva en la búsqueda y propuesta de los mejores métodos para luchar contra toda aquella mierda, contra todo aquel mal sueño que estaba agriando hasta el humor de los más fuertes, como en el caso de Enriques. Pero Ángela parecía soportar y comprender bien el ánimo del portugués y mantuvo viva la conversación. – Lo que yo puedo decir, si me permitís que hable de mi

ombligo, es que de un tiempo a esta parte estoy extenuada. Me he hecho un chequeo y todo está perfecto. No tengo ningún problema, estoy tranquila pero el hecho es que con treinta y un años no puedo con el culo.

– No quisiera pecar de pedante –intervino Enriques- pero no somos conscientes de los años que en realidad hace que nos fumigan sin que la mayoría de los que ahora lo saben, que siguen siendo pocos, se enterasen. Las toxinas del ácido domoico provocan estragos en todas las células del cuerpo, debilitan sus membranas, las inunda de cloruro, de calcio… Pero quizás los daños más significativos, los más trascendentales se producen en las células del hipocampo.

– Me estás asustando, Antonio. – No, tranquila. Te has acordado de mi nombre. Una persona

afectada de manera significativa pierde la memoria reciente. Las repercusiones sobre la salud humana son silenciosas durante años, a no ser que se les escape mucho la mano, como ha ocurrido en Chiclana o en Huelva este verano. Pero claro,

Page 182: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

182

todo ayuda. Como cuando comemos vaca tratada con factor de crecimiento y antibióticos, alimentada con piensos que contienen dioxinas, pollos y salmones hormonados, atún con mercurio... El agua potable contiene métales pesados y no digamos ya los crustáceos o los mariscos de las rías, donde además siguen vertiendo sus venenos industrias contaminantes y hasta grandes hospitales. Parece que todo se concentra en un objetivo alcanzable en pocas décadas: acabar con la raza humana. Por más que nuestro poder de adaptación a un entorno cambiante es asombroso, no le estamos dando a nuestra genética tregua suficiente para ir cambiando sus códigos.

– Por eso hay tantos casos de cáncer. Yo he escrito sobre ello. Son demoledoras las estadísticas de ciudades como Huelva, con todo el territorio incluido el cultivado lleno de depósitos de fosfoyeso que liberan polonio, uranio, radio, plomo. La ciudad vive a quinientos metros de un vertedero tóxico y radiactivo. Pero la Administración no está interesada en que esos datos se publiciten.

– Obvio. La mentalidad cortoplacista es propia de gobiernos en los que la población quiere tener un empleo por encima de todo.

– De eso también sabemos mucho en Galicia. Muchos ciudadanos de Pontevedra defendieron la permanencia de la papelera Ence en la ría, obviando que por un puñado de empleos se perdieron cinco mil en el marisqueo, además de la agresión medioambiental que ha supuesto para una ciudad que tenía en la siembra marina un recurso sostenible.

– Entonces, por concretar, cuáles son vuestros próximos pasos.

Page 183: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

183

– Como te decía por teléfono vamos a procurar obtener alguna foto en el aeropuerto de Faro con los aviones transportando tanques de fumigación. Los radares sitúan la salida de muchos de ellos en Faro, Funchal y La Gomera. De hecho sospechamos que los que giran en redondo a la altura del Golfo Ártabro vuelven a la base.

– No te quepa la menor duda. Guardan un tanto las formas en los primeros cincuenta quilómetros tras el despegue pero luego abren las espitas al máximo. Tened cuidado. Ignoro las consecuencias que podría acarrearos cualquier invasión de su privacidad.

– Nuestra intención es trabajar a distancia, con teleobjetivos potentes.

– Mejor. En un combate con uso de la fuerza llevamos las de perder. Lo nuestro es denunciar y demandar, denunciar y demandar. Sin descanso, sin caer en la desmoralización. Los alemanes han impuesto la decisión popular en un contexto de poderosas multinacionales. Pero claro, aquella gente tiene otra conciencia, una cultura medioambiental muy fundamentada.

– Bueno, seamos razonablemente optimistas. Nos despedimos con un abrazo después de que Antonio me suministrase un carné con una personalidad inventada que le había pedido por teléfono previendo que necesitaría identificarme para entrar en alguna dependencia del aeropuerto. Nos esperaba todavía un largo camino para pernoctar en Faro y el tiempo pasaba inexorablemente y demasiado rápido para nuestro ansia por empezar a aportar nuevas herramientas a la causa.

Page 184: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

184

Capítulo 13 Amanecer en la capital del Algarve era despertar al olor del pan recién horneado. Imposible no sucumbir a la tentación de sumergirnos en el bullicio matutino de sus callejuelas para desayunar en una de tantas “padarias” el café, yo con pan y Ángela con pasteles de nata y de crema con caramelo. No me explicaba como aquel prodigio de la naturaleza que tenía ante mi no tenía sino ese medio gramo de chicha que hace más atractiva y graciosa la silueta mientras yo, sin probar el dulce, tenía una guerra constante con los quilos de más. El “Jornal del Algarve” se detenía en la crisis de Oriente Medio. Irán declaraba que la utilización del proyecto Shalk para impedir las lluvias en su territorio no quedaría sin castigo. Israel sacaba partido de esa declaración para llamar la atención de su primo americano sobre el peligro de la disposición inminente de la bomba atómica por parte de los árabes y conminaba a realizar acciones preventivas. Era una llamada en toda regla a la intervención armada. Pero el caso es que detrás de la acusación de Mahmud Ahmadineyad latía una verdad consumada en amplias regiones del planeta, como se podía constatar: por filmaciones de la interacción de los chemtrails con las nubes, por investigaciones independientes que demostraban que las antenas emisoras de microondas habían sido “intervenidas” para cationizar y, finalmente, por filtraciones de las actividades desarrolladas desde Alaska por el Pentágono. Me estaba empezando a quedar lejos la motivación inicial de denunciar los envenenamientos del suelo programados por las farmaceúticas y las biotecnológicas cuando, en la página diecisiete encontré casualmente la noticia filtrada por Wikileaks de que el director de Biotecnología para España y Portugal de Leanbourger se había

Page 185: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

185

reunido con representantes de la embajada de EE.UU. tras la suspensión del cultivo del LEAN 810 en Alemania y ante el temor de que este efecto contagio llegara también a España. Su frase textual había sido: “Si España cae, el resto de Europa también lo hará”. El secretario de Estado de Medio Rural y Agua del gobierno español se reunió con la Embajada de U.S.A. por un lado y con Greenpeace y Amigos de la Tierra por otro. El periódico entraba en otras consideraciones, recordando que en una entrevista en la Cadena Ser el director de Leanbourger en España rehusó reiteradamente a contestar la pregunta de a que fines se dedicaban las plantaciones experimentales de la compañía en el país y si había alguna relación entre la ministra de ciencia y tecnología y la empresa. Hubiera o no intereses creados por parte de la clase política en la consolidación de los transgénicos en la península, la sola práctica del “lobbying” para defender un producto rechazado en el resto de Europa tanto por el cariz invasivo de la patente como por el empleo de neurotóxicos con que se aparejaba su cultivo resultaba inquietante. El aeropuerto de Faro distaba siete quilómetros de la ciudad. Sostenía un volumen importante de tráfico, sobre todo desde otros países de la Unión, en los que las playas inmensas y tranquilas del Algarve y la hostelería de precios contenidos de sus ciudades eran promocionadas intensamente. En torno a las instalaciones la proliferación de empresas de alquiler de coches daba un aspecto un tanto caótico al lugar. Pero en cualquier caso las puertas de los angares se abrían hacia el interior del aeródromo. Allí paraban un tiempo mínimo para las labores de mantenimiento aviones de compañías low cost: Easyjet, Flybe, Air Berlin, Funnyair… No sería fácil tomar alguna perspectiva interesante desde una distancia de un quilómetro y menos aún de su interior. No obstante Ángela montó un objetivo de 500 mm.

Page 186: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

186

que con el duplicador llegaba a los 1.000 mm. Los resultados provisionales estaban siendo sorprendentes. Aprovechando aperturas breves de los portalones teníamos imágenes de los vomitorios de fumigación en aviones presuntamente comerciales, de pasajeros. Apostados en una loma, sacamos los bocadillos esperando con paciencia la evolución de las naves en las próximas horas. Al cabo de dos horas se abrió de nuevo uno de los angares y entraron en pista dos aviones que nada más despegar el radar identificó con los epígrafes 321K y 214G. La práctica con el flightradar 24 en Galicia me había demostrado que esos vuelos se correspondían con una actividad fumigadora. La dirección de su vuelo era hacia el norte de modo que llamé a Antonio y le pedí rastreo e identificación de ambas salidas a su paso por Beja. Enriques nos envío imágenes de los aviones identificados fumigando y sus coordenadas. El círculo estaba cerrado. Sólo quedaba entrar en los angares y utilizar una minicámara automática para fotografiar el interior de los aviones. Esa era una misión que me correspondía a mi, que dominaba a la perfección la lengua portuguesa. Teníamos fotos de los extintores y no me resultaría difícil asimilar la imagen corporativa de la empresa que los suministraba para hacerme pasar por uno de sus empleados al día siguiente. En la web encontré imágenes de sus empleados realizando labores de inspección. El mono era generalista y podría comprarlo en cualquier tienda de ropas de trabajo por la tarde. Digitalizamos el logo, lo serigrafiamos sobre el tejido e imprimimos pegatinas para pegar en un extintor y en una pequeña furgoneta de alquiler sin rotular. A las ocho de la tarde teníamos todo preparado para el día siguiente y lo que tocaba era distraerse. Faro tenía todos los ingredientes para conseguir que desconectáramos unas horas de aquella difícil empresa.

Page 187: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

187

Después de un baño reparador en el hotel, bajamos a cenar al casco antiguo, en una sencilla casa de comidas: navajas a la plancha, con el único condimento del limón, y un “bacalhau grelhado” que nunca llegaría a cansarnos, acompañado de un tinto del Duero muy maduro. Luego dimos un paseo por el puerto y acabamos entrando en un pub victoriano donde tomamos la última antes de irnos a dormir. Allí, en una mesa muy reservada, ultimamos los detalles de lo que sería nuestra acción de espionaje al día siguiente. No negaré que estábamos nerviosos pero parte del éxito estribaba en actuar con normalidad y desparpajo. Esa noche las caricias entre Ángela y yo parecían de despedida. Nos recreamos en abrazarnos largamente, en escuchar en silencio las respiraciones y los latidos hasta que el cansancio por un día tan intenso nos rindió. Cuando sonó el despertador a las seis pensé en lo poco que valoraba la vida que a diario llevaba en Gomariz, levantándome a las nueve y tomándome una hora en los pequeños rituales que, placentera y lentamente, me permitían una mejor sensación de control sobre la forma de aterrizar en una nueva jornada. Pero ese día en Faro no había ocasión para lo accesorio de modo que a las siete estaba de camino al aeropuerto en el asiento de atrás de la furgoneta, conducida por Ángela. Me cambié de ropa mientras ella conducía el coche hasta el punto donde habíamos estado el día anterior. Ángela se apostó allí y yo seguí hasta el interior del aeropuerto. Las identificaciones comerciales y el carné funcionaron a la perfección y pronto me encontré en la explanada de los angares. Me decidí por entrar en el más concurrido de ellos, con toda normalidad, para inspeccionar supuestamente los extintores. La cámara que llevaba escamoteada en la gorra valía su peso en oro. Tenía capacidad para realizar hasta mil silenciosos disparos, uno cada cinco segundos, sin

Page 188: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

188

intervención humana. Era la única forma en que podría actuar sin levantar sospechas aunque fuese observado continuamente, como así ocurrió en los primeros momentos. Tuve la fortuna de que uno de los extintores marcaba una presión baja, de modo que en la operación de ir al coche para cambiarlo el guardia de seguridad que vigilaba adquirió confianza y se fue a fumar con un operario. Aproveché la circunstancia para, con el pretexto de tomar prestada una caja de herramientas, subir los peldaños suficientes de una escalera hasta la plataforma del avión para sacar fotos durante dos minutos. – ¡Eh, oiga! ¿Qué hace usted? ¿No sabe que ahí sólo suben los

técnicos? Dígame, ¿qué buscaba? – No, la escalera para alcanzar a algunos extintores. En la

furgoneta no nos caben tan grandes. Y me dejé las herramientas en otro angar. Le cojo un segundo este destornillador –dije impostando una normalidad y un desparpajo que exasperaron al guarda-.

– Es el colmo. Dentro de poco querréis que haga yo las cosas. Tus compañeros traen su propia escalera.

– Ya, pero hoy estaban todos los furgones ocupados. Bueno, ya acabo que este está en regla. Sólo tenía flojo el manómetro.

– A mi como si me hablas en chino. Yo de eso no sé nada. – Bueno, ¿dejo el destornillador donde estaba? – No, no, ya lo subo yo. Y para otra vez ven preparado como

Dios manda, eh. – Si, hombre, si. Descuida. No volví la vista atrás. Hubiera sido un síntoma de debilidad susceptible de levantar sospechas. El truco de la cámara era tan perfecto que aquella conducta errática era más atribuible a un

Page 189: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

189

carácter chapucero que a ninguna otra cosa. Por mi parte podía estar tranquilo. Pero no me duró mucho la alegría. Ángela no estaba en su puesto. Tuve una intuición que me llevó a cambiarme de ropa cuanto antes y a deshacerme del mono, del extintor y de las pegatinas del coche en el primer contenedor de basura que encontré. Devolví la furgoneta que había alquilado con el carné falso que quemé en el cuarto de baño del hotel y entonces, solo entonces, llamé a Ángela. – Estoy camino del hotel, Arturo. La policía se ha empeñado en

que no puedo sacar fotos del aeropuerto. Ya sabes lo que me gusta el paisaje urbano, pero no lo entienden.

– Ah, pero vienen hacia aquí. – Si, ya les he dicho que tú estabas en la ciudad, paseando por el

casco antiguo, pero quieren hacerte unas preguntas. Bueno, tengo que colgar.

Era obvio que Ángela me estaba alertando de las intenciones de la policía. Con dos datos me había aportado las claves de mi defensa. A no ser que se tomaran la molestia de bucear en la red y estudiar mi historial periodístico. Entonces saldría a la luz mi militancia anti chemtrails y atarían cabos. Sólo podía esperar acontecimientos, así que aireé la habitación del hotel para que no oliera a quemado y bajé al vestíbulo para sentarme a leer la prensa y dar imagen de tranquilidad. No tardaron en aparecer dos individuos de paisano acompañando a Ángela. – ¿Arturo, Arturo Ruiz? – Si, si, yo soy. ¿Qué ha pasado Ángela?

Page 190: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

190

– Perdone pero ya tendrán tiempo de hablar luego entre ustedes. ¿Nos permite su documentación? Sólo le vamos a sacar unos minutos. Díganos, ¿Viajan ustedes juntos.

– Sí, claro, somos pareja. – Ya, ¿y de donde vienen? – De Galicia. Estamos en viaje de placer. – ¿Y cuánto tiempo planean quedarse? – Bueno, es tan sólo una escapada, ¿sabe usted? Unos baños

para prolongar un verano que allí ya se nos ha ido –contesté en castellano para no dar a entender que conocía el portugués-.

– Ya veo que es usted hablador. Y si vienen de viaje de placer ¿Cómo es que hacen vida por separado?

– ¿Cómo dice? – Sí. ¿Dónde estaba usted hoy a las ocho y cuarto de la mañana? – Salí a patear el mercado. Es lo primero que hago en una

ciudad para conocerla mejor en poco tiempo. Luego me fui pasear por la zona vieja y a tomar una cervecita con su tapa. Tienen ustedes una ciudad maravillosa.

– Lo sabemos, gracias. ¿Y su “pareja” que hacía mientras? – Bueno, Ángela es fotógrafa especializada en paisaje urbano.

Le gusta hacer reportajes de edificios públicos, paseos, estaciones, aeropuertos desde una óptica diferente, singular.

Los dos policías se miraron en silencio y el que parecía llevar la voz cantante sentenció: – No sé cuales serán los usos en su país, pero aquí antes de

fotografiar lugares con presencia de gente haciendo sus cosas hay que pedir una autorización a la policía. ¿Imagínense ustedes que por su culpa una señora se entera de que su

Page 191: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

191

marido le es infiel, o un jefe ve a su empleado de baja por ahí de paseo? Pueden ustedes hacer mucho daño. Así que ya lo saben. Sáquenle fotos a la catedral, al paisaje o al atardecer en “Ilha de Faro”, como hace todo el mundo. Tengan buena noche.

Ángela y yo nos miramos resoplando levemente y conteniendo una expresión de júbilo. Por suerte finalmente les habíamos parecido dos pardillos, sobre todo yo, y aquello nos había salvado de una estancia en las dependencias policiales para saber más de nuestra trayectoria. De todas formas era importante salir del país cuanto antes, a ser posible ya por la frontera con Huelva, aunque sin dar la impresión de huir. A Ángela le habían requisado las fotos del angar antes de que yo hiciera acto de presencia pero creía recordar que en varias de ellas sí salía ya la furgoneta blanca con publicidad de reparación de extintores. Esta última razón me hizo ser todavía más precavido de forma que a las tres menos diez entrábamos de vuelta en España por Ayamonte. Sin perder el coche de vista paramos en Isla Canela a tomar unas gambas y cerveza mientras hacíamos balance de la estancia en Faro. Era una pena no poder recrearnos más en aquel litoral tan hermoso pero nos apuraba poner a buen recaudo el reportaje y también subirlo, encriptado, a la nube. Ángela era como los bebés. El traqueteo del coche la dormía irremisiblemente y yo ponía la radio para continuar tragando millas despejado. A pesar de todo y un poco más tranquilo al percibir que nadie nos seguía y que todo parecía ir bien, paré el coche en el aparcamiento privado de un hostal de carretera a cuatro quilómetros de Salamanca. A Ángela le había picado la mosca Tsé Tsé. De no ser por la importancia de controlar el equipaje la habría subido en brazos a la habitación. Despertarla

Page 192: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

192

fue como privar del sueño a un bebé. Después de un rato sin noción del tiempo ni del espacio reaccionó pronunciando unas palabras incoherentes.

- ¿Qué pasa, eh? Yo no lo tengo. Busca en el armario. Bueno, déjame.

- Eh, Ángela, que soy yo, Arturo. Ahora te voy a llevar a una camita calentita para que duermas.

- Déjame, ya sé yo, que no soy una niña. Cogí sólo sus equipos y mi bolsa de mano que contenía la cámara y así pude ayudarle a orientarse hasta la recepción. Al cabo de un rato, mientras ella quedaba dándose una ducha reparadora, bajé a buscar el resto del equipaje. Mi llegada inesperada debió de sorprender a los dos tipos que estaban forzando la cerradura del maletero. - ¡Eh!, ¿qué pasa ahí? ¡Ese coche es mío!

Los dos se dieron a la fuga en un coche con matrícula española que no pude leer. Pregunté en recepción si eran frecuentes los robos en el aparcamiento y dado que según ellos nunca pasaba nada me invitaron a aparcar en el garaje privado de los dueños. Ángela me esperaba en la habitación vestida, ligeramente pintada y con ganas de bajar a cenar. Su transformación era sorprendente. O quizás no tanto considerando que había dormido seis horas y media de un tirón. Me refresqué la cara y bajamos después de haber guardado en los bolsillos la minicámara y las tarjetas de memoria de Ángela.

Page 193: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

193

- ¿Para qué tantas precauciones, Arturo? Nadie se preocupa de nosotros.

- Es una deformación profesional que adquirí en Afganistán.

- ¿A dónde me vas a llevar? - ¿A estas horas? Tendremos suerte si nos sirven algo

aquí mismo. - Bueno, yo con tal de estar contigo.

La apreté con mis brazos y le di un beso lento y apasionado. No quería que mis asuntos la perjudicasen y debía pensar rápido en una solución para mantenerla al margen por un tiempo en cuanto llegásemos a Galicia. Pero en la cena puse mi mente en clave de humor para hacer de aquel momento un recuerdo inolvidable, quizá por intrascendente, del que recordaría la risa entregada de Ángela y su instinto para extraer de la vida lo esencial. Esa noche dormí poco. Me preguntaba cómo habían podido seguirnos sin darnos cuenta. O tal vez estaba paranoico y en realidad se trataba tan sólo de un caso de delincuencia común. Pero algo no encajaba: la vestimenta de aquellos tipos, el modus operandi, su coche de gama alta… Tal vez habían puesto un chip en nuestro coche mientras aquellos dos secretas nos interrogaban. Lo sabría a la mañana siguiente, mientras Ángela se desperezaba.

Capítulo 14 Después de una larga sequía llovía intensamente en Salamanca. Aquello era un síntoma de normalidad que me devolvía parte del

Page 194: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

194

estado de humor. El resto lo recuperé cuando exploré los bajos del coche y encontré pegado en el interior del parachoques trasero un chip de localización por GPS. Estaba claro que alguien estaba interesado en seguirnos y quizás robarnos las películas. Esperé con paciencia a que hubiésemos desayunado y me despedí muy agradecido de los dueños del hostal. Una vez en marcha, tomé un desvío en dirección a Valladolid y a los dos kilómetros arrojé el chip en un río con la disculpa de que iba a mear. Luego, más tranquilo, retomé el camino hacia Galicia. – ¿No estamos dando vueltas, Arturo? – Si. Lo he pensado mejor y voy a subir hacia la autovía. – Bueno, no entiendo nada. ¿Ya llegamos a casa a la hora de

comer? – Sabes, estoy pensando que debemos seguir hasta Santiago.

Voy a necesitar la mesa de montaje de la facultad para editar bien las películas del primer día. Está a disposición de los ex alumnos en ejercicio profesional.

– Pero del primer día casi todo lo que tengo son fotos. Además, estoy hecha un asco.

– Nos vamos a un hostal y te das un bañito, te relajas mientras yo voy a la facultad. ¿Qué te parece? Hoy es día de movida. Luego podemos salir a cenar, tomar una copa y recordar viejos tiempos de estudiantes.

– Tú estás un poco loco, ¿verdad Arturo? Yo ya hace tiempo que paso de movidas. Estoy ya en la edad de apreciar la tranquilidad, los sitios donde poder hablar…

– Nada, déjalo de mi cuenta. Pero, por favor, regálame la tarde. Sé que voy a tener mucho trabajo. Tú mientras puedes, si te parece, acercarte a comprar algo de ropa si estas justa. Yo necesito unas mudas. Toma, saca dinero del cajero. El pin es 1512.

Page 195: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

195

– Alto, despacio. Pero tú estás desbocado. ¿Qué prisa te ha entrado de repente?

– No me preguntes ahora Ángela. Sólo sé que te quiero. La declaración de amor a traición la dejó sin respuesta y sólo con ganas de abrazarse a mi cintura hasta donde lo permitía el trabajo de conducir el coche hasta que la dejé, sin defensas, en el hostal de la calle Huertas. No necesitaba, por supuesto, ningún laboratorio. Me bastaban el portátil, el lector multitarjetas y la tranquilidad de la planta superior de la biblioteca de Periodismo. El material era espectacular. Con todas aquellas imágenes monté un video y lo enriquecí con una narración lineal donde daba detalles de localización, identificación de las aeronaves y de sus compañías y otros detalles sobre el secretismo de las operaciones. El reportaje sobre el interior de los aviones no aportaba nada que no señalasen muchas descripciones disponibles en la Red. Lo verdaderamente útil era la identificación del lugar y la filmación de la salida a fumigar contrastada por el seguimiento a través del radar. En las fotografías sacadas con la minicámara en el interior de un Boeing 707 se veían con todo detalle los tanques químicos, entubados entre si, en los pasillos donde deberían estar los asientos para el pasaje. Había válvulas en las tuberías de paso y los contenedores estaban intercalados atendiendo a sus colores diferenciados desde el inicio de la línea, donde se apreciaba su conexión a una compleja disposición de equipos informáticos y electrónicos. Este avión era un modelo similar al que había partido el día anterior identificado escuetamente con las siglas 214G, comunes a las naves de tamaño importante que realizaban periplos largos. A los pequeños fumigadores, con menor

Page 196: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

196

autonomía de vuelo y viajes frecuentes a la base, el radar los recogía con el distintivo 321K. Colgué toda la información en La esfera divergente, en los blogs a los que estaba enlazado, en Facebook, Twitter y en la sección de Cartas al director de varios diarios. Escribí a “Cuarto Milenio” y a las asociaciones ecologistas. Hice la misma pregunta, fundamentada, al Gobierno Central, al Defensor del Pueblo, al Ministerio de Industria, a Navegación Aérea y a una eurodiputada del Bloque Nacionalista Galego. Finalmente colgué a través de Avaaz Internacional una campaña pidiendo el cese de las fumigaciones. La agenda que siempre procuraba tener actualizada me ayudó a ser ágil. De todas formas estaba exhausto, pero satisfecho porque había dejado un rastro suficientemente elocuente de nuestro paso por Faro. Publicados los detalles del avión conteniendo tanques químicos con tanta profusión Ángela y yo ya no teníamos en nuestro poder nada de interés que no se conociese y por lo que valiese la pena utilizar la fuerza. Estaba fumando en De vagar mi primer cigarrillo en mucho tiempo cuando recibí la llamada de Ángela. Me esperaría en el Literarios. La Quintana tenía la virtud de transportarme a un estado de calma. En mis años de estudiante solía sentarme en la parte de los vivos, en el escalón más alto, para dominar con la vista el caminar de la gente por la plaza cuadrada levantada sobre un camposanto, flanqueda por la catedral, la torre Berenguela, la pared y el banco corrido del Monasterio de San Paio de Antealtares y, sobre todo, la casa de la Conga, antigua vivienda de los canónigos, desde cuyos soportales a menudo llegaba el eco de melodías melancólicas. Aproveché que mi compañera de aventura todavía no había llegado para pasar revista a los escaparates de las Platerías.

Page 197: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

197

Ángela estaba radiante. La tarde de asueto le había devuelto la frescura que los quilómetros de carretera amenazaban con empañar. Con un jersey blanco de montaña, salpicado de pequeños motivos geométricos, un pantalón de pinzas, también de senderista y botas ligeras daba la impresión de haberme tomado días de delantera en la recuperación del pulso cotidiano. Traía la melena con un volumen y un brillo espectaculares, con esos bucles sobre la frente que le daban intimismo a la mirada. Se sabía hermosa y deseable como una fruta jugosa y en su punto. Una leve distensión de lado izquierdo de su boca carnosa la delataba. Era el resultado de haber convivido ya un buen número de horas devorándonos con la mirada desde las distancias más cortas. De buena gana hubiera mandado a paseo de inmediato el plan de cenar para llevármela al refugio entre las sábanas y amarnos largamente. Mi mayor hambre era de ella. Pero le debía una noche tranquila y además no deseaba mantener secretos durante más tiempo. Ahora que en buena lógica había pasado el tiempo de los sobresaltos tenía que contarle lo ocurrido. Pero quería minimizarlo todo y no tuve otra ocurrencia que echar el resto y llevarla a Casa Marcelo. Allí había formalizado en el pasado mi relación con Mamen, delante de un menú degustación y con una gran carga de ilusión por el futuro. Creo que en mi cabeza funcionaba la asociación de ideas como un mecanismo fuerte que condicionaba mi toma de decisiones. Inconscientemente, tendía a crear nudos positivos que me ayudaban como palancas para superar retos difíciles. Por eso, cuando me sentí arrastrado a repetir una situación en Casa Marcelo, cambié el curso de la Historia a voluntad y no abordé planteamiento alguno acerca de nuestro vínculo personal durante la cena.

Page 198: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

198

El anfitrión nos sorprendió con un despliegue en el que se aunaban la calidad de productos de temporada con una elaboración rompedora y exquisita. Por nuestra mesa desfilaron quesuco con anchoas y aceite de oliva, nécora con alcachofas, cocochas de rape al pil-pil, carrilleras en hojaldre con grelos… era mucho para una cena. El vino, un mencía “Pazo de Bexán”, de la Ribeira Sacra, nos sorprendió gratamente. A Ángela le conquistó ya su color rojo rubí y su untuosidad al bañar lentamente la copa en el momento de servirlo. El olor a moras, arándanos y taninos y su maduración lo hacían cálido a su paso por boca, dejando un gusto lo suficientemente persistente para el paladar. Ángela prefería esos vinos con calor, poco ácidos, para acompañar platos consistentes. Yo también, sobre todo con las carnes, aunque mi rango era más abierto y con ciertos platos llegaba a apreciar mucho ciertos vinos de gran acidez como el Condado o el mismo Barrantes. Ahítos, nos negamos a pedir postre, pero Marcelo insistió en servirnos “Gin tonic” de pomelo, un digestivo elaborado con pulpa nitrogenada y zumo de pomelo con tónica y ginebra. La combinación, fresca y adictiva hasta llevarnos a repetir, obró el milagro. Salimos del restaurante ligeros, sin gota de pesadez a pesar de todo lo que habíamos metido entre pecho y espalda. Ni que decir tiene que sobraba tomar la última. Lo que apetecía era volver al hostal dando un rodeo por la Herradura, para contemplar la catedral iluminada en el centro de la ciudad de piedra, y volver a embocar la alameda hacia la calle Huertas, donde nos aguardaba la paz. Mañana sería otro día. Capítulo 15

Page 199: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

199

Ángela me sorprendió con su deseo de volver cuanto antes a Gomariz. Quería retomar el encargo del Consejo Regulador y el ritmo de vida más pausado de la aldea, ahora que estaba empezando a ilusionarse con la huerta y además iba recibiendo algún encargo de los ayuntamientos de la zona. A mi me venía bien volver cuanto antes. Me habían llamado de Televisión Española a primera hora para invitarme a participar en su programa y varios medios alternativos se hacían eco de nuestro reportaje. En cuanto a los diarios de tiradas importantes, silencio absoluto. No me esperaba otra cosa suponiendo que los tentáculos del poder económico eran largos, muy largos. Al llegar al pueblo paré en la estafeta de Lourdes para recoger el correo de aquellos días. Allí nos dio la noticia. – Arturo, os han entrado en casa. A ti y a Ángela. Tuvo que ser

alguien que sabía que os ibais de viaje. – ¡Joder! ¿Se han llevado algo? – No sé. Desde luego muebles no. Las teles y los equipos de

sonido están enteros. Pero encontraréis todo patas arriba. La guardia civil estuvo tomando huellas. Tienes que hablar con ellos.

– ¿Y cuándo fue esto, Lourdes? – Anteayer por la noche. Te llamé al móvil pero me daba el

mensaje de que el número no existe. – Sí, mujer. Es que me di de alta en R. Te hago una perdida y ya

te queda en la memoria. Un beso. De camino a casa había un silencio espeso en el coche. Era obvio que Ángela rumiaba algo. Incluso era posible que estuviera atando algún cabo.

Page 200: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

200

– ¿Anteayer por la noche? ¿Tendrá algo que ver con lo de Faro? Me parece mucha coincidencia: el momento, las dos casas, no eran delincuentes comunes.

– ¿Tenías algo de valor? – No. La mayor parte de mi equipo viajaba conmigo. Pero no

es esa la cuestión. Me jode ver violada mi intimidad. Quien sabe lo que habrán estado haciendo por toda la casa.

– No te preocupes. Esos ya no vuelven. – Tú sabes algo Arturo. El viaje relámpago a Santiago, tu

secretismo desde que salimos de Portugal… Si ni siquiera me has contado nada del reportaje.

– Tienes razón, recuerdas cuando paramos a dormir en Salamanca…

A medida que le iba desvelando lo ocurrido aumentaba su expresión de sorpresa, que finalmente se tornó en indignación. No tanto por el miedo que sentía por todo aquello sino y sobre todo porque no hubiera sido sincero. Nunca la había visto así. Respeté un silencio reparador y largo para tratar de tender un puente suave y recobrar el diálogo: – Ángela, no fue secretismo. Trataba de no preocuparte

inútilmente. – Eso lo tengo que juzgar yo. Estábamos juntos en esto. De

todas maneras somos unos inconscientes. No se puede hacer la guerra por cuenta de uno mismo, sin ayuda.

– ¿Ayuda? Ya has visto el caso que nos hacen. – Pues ya lo harán tarde o temprano. Pero es de estúpidos

correr riesgos innecesarios. Y ándate con ojo si vas a ir a la Televisión. Procura que no se enteren antes.

Page 201: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

201

– Voy a tener cuidado, pero no me guardaré nada. No creo que sea una solución acobardarse y hacer como que no pasa nada mientras nos joden la salud.

– No te digo que no. Pero te expones demasiado. Al entrar en su casa se nos cayó el alma a los pies. Estaba todo ciscado por el suelo y los muebles removidos de la pared. Una vez los hube aproximado todos sin ayuda quise quedarme para ayudarle a recoger y poner orden pero ella insistió en quedarse a solas. Era comprensible, así que respeté su rabia sin pretender una despedida cariñosa de su parte. Mi casa reflejaba un registro similar, total, aunque sin violencia, cosa que agradecí. Instintivamente bajé a la bodega y vi que estaba entera. Era obvio que los que nos habían visitado sólo buscaban algo concreto pero no querían llamar mucho la atención de las fuerzas del orden. Cogí dos botellas de Borgoña y un queso y me planté por sorpresa en casa de Ángela. La encontré llorando, sentada en el porche, con la mirada clavada en el infinito. – ¿Qué haces aquí? – He venido a celebrar que ya no volverán a buscar lo que no

tenemos. Ahora está en la nube.No me hace gracia. – Es cierto. Y mira, te voy a hacer caso. Nosotros ya hemos

hecho bastante. Le voy a pasar a la Cadena todos los documentos que tengo y toda la información que he recopilado, que total circula ya por la Red, y que la utilicen como quieran, pero sin citar la fuente. Tengo otros planes para ti, para nosotros.

– A mi no me vengas con esas. No me pillas más en otro de tus trabajitos. Yo no soy tan temeraria como tú.

Page 202: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

202

Abrí una botella y serví dos copas de aquel vino que guardaba para una ocasión muy especial. Y aquella sin duda lo era. Bebimos primero un traguito y luego un segundo trago más largo seducidos por su capacidad de transportarnos a un mundo de sensaciones ajenos a los problemas. Y cuando creí percibir una pequeña distensión en el lado izquierdo de su boca carnosa saqué un anillo de plata con una pequeña piedra de azabache negro que había comprado en Santiago la otra tarde.

– ¿Quieres ser mi novia? Bueno, mi pareja, o como se diga. Ángela me abrazó divertida y emocionada, mirándome tiernamente con sus ojos húmedos, reconfortada. – Ya lo somos, ¿no?. Es precioso, Arturo. ¿Cómo sabías lo del

azabache? Es mi piedra preferida. – El día que te conocí llevabas unos pendientes de azabache. – ¡Qué observador! Vas a conseguir ponerme de buen humor. – ¡Bendito problema! – Sí es un problema. Porque me importas y tengo miedo. – ¿Miedo de qué?. – De que nos hagan daño, de que lo nuestro se vaya a la mierda. – Ya te he dicho que se acabó, que cambio la línea editorial. – Pero yo no quiero eso tampoco. No tienes por qué andar

escapando. Eres periodista, quizás uno de los últimos. Tienes que contarlo todo, Arturo.

Me sorprendió la repentina entrada en razón de Ángela. En aquellos momentos sólo podría seguir adelante si ella lo apoyaba.

Page 203: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

203

– Ya he contado todo lo que sabía. – Sí, pero tienes que aceptar esa invitación de Televisión

Española. – ¿Te crees que no han emitido programas sobre las

fumigaciones? Lo han hecho, y no ha servido de nada. – Porque se emitían de madrugada. Esta vez será distinto.

Además, no quiero verte derrotado el resto de tu vida. Haz ese programa y luego, si quieres, desconecta.

– Sí, necesito cambiar el rumbo. Estoy un poco hastiado del periodismo de denuncia.

– Es lógico, sobre todo cuando sólo se obtiene el silencio por respuesta. Pero ya verás como todo esto habrá servido para algo.

No pensamos más en el asunto esa noche. Tocaba abandonarse al placer de un vino único en la mejor compañía. Con esa habilidad que Ángela tenía para inventar una receta con dos o tres ingredientes aparentemente insuficientes e incompatibles, preparó unos champiñones laminados con espárragos y el queso que yo había llevado, fundido al calor de la sartén, y celebramos la noche más íntima y entrañable de nuestra corta relación. Al amanecer la besé larga, lentamente antes de partir hacia Madrid. Capítulo 16 El debate televisivo en la Primera Cadena estaba moderado por un periodista de trayectoria aséptica y larga, adaptativo con los cambios en el libro de estilo que, con mayor o menor claridad, venían imponiendo los relevos en el Gobierno de la nación. Una caza de brujas postelectoral había dado al traste con un período de

Page 204: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

204

independencia y madurez en el ente público Radio Televisión Española. En una semanas se había limpiado la casa de voces divergentes, disonantes con el pensamiento monolítico que la propaganda se había propuesto implantar en la mentalidad de los ciudadanos. Dentro de esa línea una de las misiones del director del debate era la de contraprogramar, para dar el tratamiento más conveniente para los intereses del Gobierno a temas que sensibilizaban a la opinión pública. El asunto de los chemtrails no les había preocupado lo más mínimo mientras su presencia se había limitado a alusiones más o menos detalladas en programas de “arte y ensayo”, de “pseudociencia para frikis”, como eran tildados en círculos de la ortodoxia. Pero ahora las televisiones públicas de Alemania, Italia, Argentina, Colombia, Brasil, Venezuela, etc. hablaban de los chemtrails y su influencia en el cambio climático, en la generación consecutiva de sequías e inundaciones catastróficas, en la morbilidad de la población... La televisión pública del país no se podía refugiar en la ignorancia sabiendo que la libre circulación de las ideas en la red pronto haría que los ciudadanos demandasen un tratamiento esclarecedor del tema. No fue hasta media hora antes del inicio del debate cuando me informaron, ya en el camerino de maquillaje, de la identidad del resto de participantes: un meteorólogo de reconocido prestigio por lo acertado de sus predicciones a corto plazo, un científico de una Fundación Pública Estatal, un controlador aéreo, el moderador y yo. Eché en falta la presencia de un político y de un miembro de una organización no gubernamental con actuaciones en la defensa medioambiental. Mis posibilidades de pedir explicaciones al Poder sobre su implicación en la introducción masiva de cultivos transgénicos sin estudios suficientemente exhaustivos e independientes que avalasen su

Page 205: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

205

conveniencia e idoneidad eran nulas. Por otro lado, un miembro de Greenpeace o de cualquier otra organización para la defensa del Medio tendría mayor acopio de datos y experiencias con relación a los cultivos de transgénicos, el uso de pesticidas neurotóxicos, la utilización de ácido domoico y azufre para deshacer las nubes, la susceptibilidad de los chemtrails de ser utilizados en sinergia con las emisiones cationizadoras de las antenas y el sinfín de abusos que desde hacía más de una década estaban precipitando el deterioro de nuestro sistema inmunológico y de nuestra psiquis. Por más que la Administración lanzase mensajes tranquilizadores, la incidencia del cáncer y el Alzhéimer en décadas de la vida de supuesta plena madurez estaba siendo muy preocupante. Pero el debate no discurrió sobre cauces de discusión sobre el reconocimiento de la existencia de fumigaciones, la naturaleza de éstas y su incidencia en la salud de la población. El moderador lo condujo a un formato en el que se sucedían turnos de preguntas y respuestas sin interrupciones para ser rebatidas. El resto de los participantes sí conocían esas preguntas, porque usaron en sus explicaciones material gráfico de soporte para justificar fenómenos de manera certera y concluyente. Fenómenos que, en efecto, no guardaban relación con lo que yo iba a denunciar allí, reclamando su atención y sus respuestas más concretas a lo percibido por tantas plataformas como incongruente con las versiones oficiales: la llamada “cuarta nube”, los chemtrails. Todos informaron de seguridad y fiabilidad en los mecanismos de control: del aire, del agua, del espacio aéreo. Mis apelaciones se quedaban en intentos, y mis preguntas directas eran respondidas con pausas para publicidad y cambio de turnos de exposición. Tenía ante mi el reto extraordinario de ser sintético aportando datos que desarmaran o a lo menos dejaran incompletas sus

Page 206: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

206

explicaciones. Aporté datos de vuelos no programados ni identificados por el radar, fotos de aviones fumigando volando a la par de otros reactores que no fumigaban, el interior de naves con sus tanques químicos, mediciones disparadas de micropartículas de metales pesados en el aire los días de actividad y, por último, datos sobre valores de emisión de iones positivos, miles de veces por encima de la normalidad, en el entorno de antenas de TDT y Radio. A todo ello respondieron luego con tiempo en un mismo tono paternalista impostado pero muy populista: el propio de esa casta de científicos al servicio de intereses espurios, con un conocimiento profundo de fenómenos que se nos escapan al resto de los mortales mientras ellos, con generosidad y capacidad de perdón, velan por nuestra calidad de vida evitando alarmismos histéricos fruto de la ignorancia. El “debate” era la crónica de una derrota anunciada. El común de los mortales lo que quiere es que lo dejen en paz porque ya bastante tiene con sus “problemas reales”, sobre todo en un contexto donde buscar el pan era un reto cotidiano para muchos. Aquel debate le daba aire, por si no tuviera ya suficiente, al programa de modificación del suelo y del clima y confirmaba una paz social respecto de los transgénicos en el país. A la cadena televisiva le insuflaba un espíritu de pluralidad que, al mismo tiempo, autenticaba su pretendida independencia ideológica. Por el contrario yo recibí mensajes de apoyo tan sólo del círculo cerrado de los que queríamos saber la verdad o ya la conocíamos y nos revelábamos: unas decenas de lunáticos víctimas de manía persecutoria. A la una de la mañana, de vuelta en el hotel, recibí la llamada de Ángela.

Page 207: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

207

– ¿Cómo estás? – Ya lo has visto, no. Descorazonador. – Es que son unos desgraciados. Para eso te hacen ir ahí. – La verdad es que no esperaba gran cosa. ¡Pero si por lo

menos hubieran estado los ecologistas...! – ¡Los ecologistas! Están atrapados por las subvenciones. La

mano que mece la cuna es la del gran capital, Arturo. – Lo sé, lo sé. Pero es que ha sido una encerrona. – Tampoco eso, eh. Que tú has dicho lo que tenías que decir.

Los que tengan dos dedos de frente habrán visto que no contestaron a ninguna de tus preguntas. Lo que pasa es que la mayor parte de la gente está embotada por el fútbol y se queda con lo que le interesa, para no complicarse la vida.

– ¡Para colmo eso! ¡A la misma hora jugando el Madrid! – Y si no fuera el Madrid pues sería el Peliculón. No te

tortures, Arturo. Tú ya has hecho lo que tenías que hacer. Ahora descansa.

– Tienes razón. A las ocho cojo el avión a Peinador. Estaré ahí al mediodía.

– Bueno, un beso. Te quiero. – Y yo a ti. No podía quedarme dormido. Las imágenes del programa se agolpaban en mi cabeza y componían una película proyectada a saltos, como ocurría en los cines de pueblo con cintas ya muy machacadas. Entonces una de esas imágenes se quedó atascada en mi cerebro, una brevísima escena con su frase. En ella aparecía el científico pronunciando la frase: “tenemos acuerdos de colaboración experimental con importantes empresas privadas”.

Page 208: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

208

¿Cómo es que no le había preguntado por esos acuerdos? Bueno, en todo caso aquel hombre no daría datos que descubrieran algo que ya era obvio: la Administración española estaba mediatizada por la estadounidense en la consolidación de la Península Ibérica como una gran plataforma para afianzar el proceso de patentar la vida. Detrás de la Corporación privada, en el accionariado, estaban los de siempre y, como no, el que había hecho de las pandemias una gran fuente de recursos. Gran parte de los estudios esgrimidos por los gobiernos de países donde se plantaba soja y maíz transgénicos y donde se engordaba al vacuno con factor de crecimiento habían sido realizados por equipos dependientes de las propias multinacionales. Los estudios de científicos que trabajaban con libertad, casi siempre en la Universidad Pública, establecían conclusiones que eran obviadas en las decisiones estratégicas del Gobierno y de corporaciones municipales. Conclusiones de una gravedad alarmante que alertaban de la capacidad para generar tumores de la ingesta continuada de transgénicos y también de una mayor incidencia de alteraciones en el sistema inmunológico con la entrada sostenida en la dieta de carnes procedentes de ganado hormonado. Una parte de mi deseaba dejar ya aquella línea de trabajo pero otra me decía que antes debía plantear una última batalla. Y el reencuentro con Ángela en mi paraíso del Ribeiro me ayudaría a retomar las fuerzas. Capítulo 17

Page 209: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

209

Encontré a Ángela fotografiando hojas de vid, zarcillos y etiquetas de botellas en el estudio en que había convertido una de las habitaciones de la casa. Estaba con aquel aire desenfadado que a mi me magnetizaba: la melena alborotada, los ojos vivos como los de una zarigüeya y su jersey de puños deshilachados resaltando la focalización en lo importante. Se me arrojó al cuello y abarcó toda mi boca con sus labios carnosos y deliciosamente fruncidos. Introduje una de mis manos bajo su melena para acariciar las raíces desde la nuca y con la otra mano atrayendo su cintura percibí como se estremecía. La geografía de mi deseo la encendió y nos dejamos ir con la misma naturalidad con que el invierno se estaba instalando en Gomariz. Ya entrada la tarde, mientras comíamos una tortilla con chorizo y pimientos tardíos, le confesé a Ángela que no había arrojado la toalla y que dedicaría a aquel maldito asunto un último esfuerzo. Lo entendió mejor de lo que yo esperaba, quizás porque no quería verme derrotado y también porque ella tenía que concentrarse en su trabajo para el Consejo todavía unas semanas. Ángela, sin embargo, me pidió una tregua en el trabajo hasta el día siguiente y aquel día, perdido en el calendario, nos aportó el placer de vivir sin pensar en el mañana. Dormir con Ángela hacía de mi un ser desvalido, como el bebé destetado, durante la hora que seguía al despertar y a la separación. Tal era el confort mental que me proporcionaba su abrazo y el calor natural de su cuerpo. Por esa razón iniciaba el trabajo con tareas rutinarias, sin ningún grado de dificultad, como abrir el correo. Pero esa mañana la cantidad y condición de los mensajes recibidos me pusieron en órbita instantáneamente. El debate televisivo había sido seguido por poca gente pero, y esto era lo importante, la mayor parte de ella pertenecía a sectores sociales muy sensibilizados respecto del tema de las

Page 210: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

210

fumigaciones. Plataformas anti-chemtrails, particulares preocupados y con miedo y asociaciones de jóvenes agricultores me dejaban mensajes en los que expresaban su deseo de organizarse y trabajar juntos para obtener respuestas. Mis planes estaban siendo facilitados por las comunicaciones y aporte de datos que recibía. La primera reunión entre representantes de sindicatos agropecuarios y la Plataforma Anti-chemtrails supuso la fijación de unas conclusiones en las que se recogía no sólo un amplio apoyo documental sobre las fumigaciones sino también la constatación del crecimiento de la incidencia de pestes en los cultivos y en la fruta, que llegaba a pudrirse en el árbol antes de acabar de madurar. Entregamos el escrito al Gobierno Autonómico con el respaldo de una considerable masa social. En la mayor parte de las Comunidades Autónomas del Estado se organizaron de forma similar mesas anti-chemtrails y plataformas contra la implantación de maíz y soja transgénicos, concitando la participación de agricultores y ganaderos. El doce de Febrero celebramos nuestra primera Asamblea Estatal, con la participación de sindicatos del campo, movimientos ecologistas, científicos, Universidad y Asociaciones de defensa de intereses ciudadanos de todo el país. Paralelamente la gente, preocupada, salió a la calle y el problema adquirió su mayor visibilidad. Fue esa alarma social la que consiguió que nos recibieran, conjuntamente, los titulares de Agricultura, Medio Ambiente, Ciencia y Tenología, Salud e Industria. Habíamos llegado al punto en el que el Gobierno español debía dar una respuesta en consonancia con la de los demás países de la Unión. Fueron días de gran trasiego en la Embajada de EE.UU. en Madrid. Mientras, las cadenas independientes se hacían eco en sus programas de periodismo de investigación de todo aquello

Page 211: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

211

que se había denunciado sin éxito durante años. Se había abierto la veda y por doquier aparecían imágenes de aviones fumigando, de sus bodegas cargadas con tanques de productos químicos, de agricultores arruinados, atrapados en la amortización de las patentes, de cultivos malogrados por la peste y de testimonios de epidemias de viriasis indefinida y ataques masivos de asma colapsando los ambulatorios médicos y las urgencias. El catorce de Marzo, al fin, el Gobierno aprobó un decreto ley limitando el cultivo de transgénicos hasta tanto las investigaciones científicas no establecieran la ausencia de efectos perniciosos sobre la salud humana y del ganado. ¡Habíamos ganado una de las batallas! Mi condición de eterno insatisfecho me llevó pronto a pensar que quedaba por resolver el tema del Proyecto Shalk: su influencia en el cambio climático y en el equilibrio de las personas. Pero en el corto plazo las fumigaciones se aminoraron apreciablemente y nuestro humor –el mío, el de todos mis colegas y el de Ángela- mejoraron ostensiblemente. Se abrió una etapa más tranquila y creativa en la que me volqué ilusionado: como columnista, en un diario de tirada nacional, y como reportero, reflejando lo más fielmente posible la riqueza y singularidad de la Galicia del siglo XXI para la Enciclopedia Británica y para la Revista Nature, con la aportación sobresaliente del trabajo fotográfico de Ángela. Nuestro prestigio reputado nos abrió las puertas de la Televisión Autonómica, para la que realizamos series de cortos sobre el paisaje humano del país. Habíamos convertido la casa de Ángela en nuestro lugar de trabajo: laboratorio, despacho, sala de reuniones, almacén... La casa de mi abuela se convirtió en nuestro refugio. Su terreno era enorme y la pequeña parte cultivada servía para liberar tensiones y, de paso, comer muy sano. No obstante a Ángela le faltaba algo

Page 212: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

212

para sentirse realizada. Deseaba intensamente tener un hijo y qué podía hacer yo sino entenderlo y complacerla. Lo que más me importaba era verla feliz. La sola idea de hacerla sufrir con un trato falto de interés o de sensibilidad me resultaba insoportable, grotesca. Pero eso no quiere decir que no supiera respetar su espacio. Antes bien Ángela me hacía ver a menudo que mi estancia era tan silenciosa y territorial que excepto en los momentos que elegíamos para hacer cosas juntos a menudo era difícil saber si estaba o no en casa. Hasta la adolescencia había compartido largas temporadas con la familia en el nicho de compartimentos asfixiantes que era el piso de la ciudad, asistiendo a peleas, maltratos, ruido incesante e innecesario de mentes atormentadas que provocaron en mi una alergia química hacia el abuso de posición dominante y la ostentación de lo grosero para desplazar la culpa y evitar la autocompasión. Esas actitudes las he encontrado reproducidas en relaciones de las que he sido testigo siendo adulto y nunca he conseguido que me dejaran indiferente. Por eso sabía que, de no mediar una precipitación por la senda de la locura, yo nunca haría sentirse desgraciada a Ángela, porque antes de eso sabría hacerme a un lado para que ella pudiese seguir con su vida. En el fondo eso fue lo que ocurrió en mi relación con Mamen. Lo nuestro era salvable, nos queríamos, pero yo era consciente de que no estaba bien de la cabeza y preferí hacerme el hara kiri de la manera que interpreté sería menos dolorosa para ella: simulando que mis sentimientos eran indecisos y que estaba absorto por mi profesión. Ella lo interpretó así y lo asumió con un duelo pasajero y exento de cualquier sensación de culpa. A mi, sin embargo, he de reconocer que la premeditada generosidad en ahorrarle sufrimiento me costó la retirada temporal de toda actividad que comportase contacto social, me obligó a la

Page 213: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

213

asimilación a solas de la pérdida y, al fin, caí en una depresión mayor en la que también influyeron otras circunstancias: la muerte de Francisco, el acoso a nuestra empresa editorial, la sensación de tener que estar continuamente construyendo sobre ruinas... Pero el paso de los años me había vuelto más concreto y terrenal. Me encontraba llevando la vida que había elegido y en ella ocupaba un puesto de privilegio Ángela, a la que me unía no sólo la química sino también las ideas. Después de cuarenta y dos semanas de embarazo nació Rebeca, una rubita inquieta que abrió los ojos quince minutos después del parto. Era tan tranquila que nuestra actividad laboral apenas disminuyó. Las cosas no podían ir mejor. Éramos felices y parecía muy lejano el tiempo de la lucha contra los monstruos sin cabeza visible. Sin embargo algo empezó a cambiar lentamente en casa. Rebeca dejó de dormir de un tirón. Se despertaba cada dos horas, a veces presa de pesadillas o de terrores, y, a pesar de estar rendida, tardaba en volver a dormirse. Luego, durante el día, estaba nerviosa y descentrada. Aquello acabó por alterarnos también a nosotros y ni siquiera la llegada del verano, la vida al aire libre y los baños en el río mejoraron las cosas. En el plazo de tres meses éramos marionetas dejándonos caer por los sofás, sin ánimo de nada. Una nueva visita al médico me dio la oportunidad de visitar a Eduardo para recoger somníferos. Fue entonces cuando vi la luz. Los datos que me aportó el farmacéutico eran impresionantes. El consumo de somníferos y de ansiolíticos era generalizado. Todo el pueblo estaba atravesando una crisis de insomnio. A mi me pareció algo más que eso. Las crisis son procesos de cambio

Page 214: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

214

transitorios pero allí se había instalado un estado de permanente vigilia. Eduardo pensaba que todo tenía que ver con el cambio del clima y quizás con la inversión del polo magnético de la Tierra. Pero el retorno de los chemtrails aquella mañana de Otoño nos ponía sobre la pista. Ya no le encontrábamos el mismo sentido a las fumigaciones. Ninguna empresa estaría interesada en invertir millones preparando un terreno que no podrían ocupar con sus patentes. Sólo quedaba pensar en fumigaciones de agentes tóxicos contra la población, como un arma de guerra, pero a Eduardo le parecía fuera de toda lógica, excesivo incluso para las mentes más retorcidas. Fue entonces cuando retomé el hilo y le hablé de SHALK. PARTE IV: LA DEPURACIÓN DE LA POBLACIÓN Capítulo 1 El sistema capitalista se encontraba sobrepasado en su capacidad para satisfacer las necesidades de una población creciente y a la vez mantener los grandes beneficios de las multinacionales de una manera sostenida en el tiempo. Sobraba población y los planes de vacunación, la utilización de agentes patógenos, las guerras y los estímulos a la anticoncepción se mostraban insuficientes para reducir el

Page 215: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

215

número de habitantes a los dos mil millones, con poder adquisitivo, apetecidos desde la Oligarquía. Probablemente proyectos como el Shalk adquirían el papel de mayor protagonismo no sólo por su capacidad para desertizar amplias áreas geográficas sino también por dar la opción a sus Gobiernos y monopolios de comprarlas a bajo coste, enajenando las fuentes de recursos y desarticulando la capacidad de países enemigos del Imperio para tomar decisiones autónomas. El departamento de Defensa de los EE.UU. llevaba veinte años invirtiendo grandes sumas de dinero en el proyecto Shalk. Un inmenso parque de antenas interconectadas en Alaska era capaz de emitir a un punto de la Estratosfera más de tres millones de vatios de ondas de Alta Frecuencia. Con el calor generado, la estructura molecular de la Ionosfera era empujada hacia el espacio. La columna de aire caliente desplazada y empujada hacia la Ionosfera era reemplazada por masas de aire de la atmósfera inferior, alterando así el flujo de corrientes en chorro de la región y las condiciones de presión. Shalk podía dirigir su acción a cualquier lugar del planeta e influir así en su clima. En la práctica conseguía que la Ionosfera calentada desviara el caudal de la corriente central del globo desplazándose a trescientas millas por hora. Este era un punto muy relevante teniendo en cuenta que todo el agua de la lluvia viajaba en esos flujos. En resumen, Shalk era capaz de impedir la descarga de lluvia en una región y propiciar un diluvio en otra. La finalidad inicial del Proyecto era, en teoría, la de destruir misiles y espiar las comunicaciones, pero sus planes más ambiciosos pasaban por influir decisivamente en el clima y potencialmente en la actividad del cerebro humano. Las fumigaciones jugaban entonces un papel complementario en todo el plan. Aviones militares y otros fletados por los grandes monopolios derramaban en el aire cantidades ingentes de óxido

Page 216: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

216

de metales que eran calentados por las ondas del complejo Shalk impidiendo la condensación de las nubes y de las lluvias. Diversos países habían elevado una protesta formal en la ONU contra la actividad del Imperio, pero el ejército de los EE.UU. no parecía reconocer el status de otras Administraciones supranacionales. Durante tres días crucé datos climáticos, macroeconómicos, de coyuntura social y de reglamentación en los cultivos de los países que estaban padeciendo las alteraciones más salvajes en el clima. Encontré que países donde no se cultivaban transgénicos registraban igualmente la presencia de chemtrails y sus suelos estaban ya secos e improductivos en gran medida. En otros casos, países del como sur americano que habían pleiteado con la multinacional del maíz transgénico estaban sufriendo, después de meses de intensas fumigaciones, inundaciones catastróficas sin precedentes cercanos en la Historia. En Proyecto Shalk, de la misma manera que podía desviar las masas nubosas también era apto para concentrarlas en un área y, en última instancia, podía intervenir en la presión atmosférica para que ésta guiara a los huracanes en una u otra dirección, o provocar movimientos sísmicos con sus emisiones de miles de millones de vatios haciendo vibrar brutalmente las rocas. Pero lo más inquietante del proyecto Shalk estaba relacionado con las “ondas Schumann”, descubiertas por el profesor alemán en los años cincuenta. Schumann descubrió que las ondas que viajan desde la Tierra a la ionosfera y de nuevo otra vez a la tierra vibran a la misma frecuencia, de 7,8 ciclos, que las del hipotálamo en los mamíferos, y que sin ellas la vida no sería posible para la especie. Tanto era así que los astronautas debían llevar generadores de ondas Schumann en sus viajes para no enfermar de gravedad. De todos era sabido que las tormentas afectaban

Page 217: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

217

ostensiblemente a algunas personas que veían alteradas sus frecuencias de funcionamiento cerebral. La hipótesis de que Shalk estuviera emitiendo en frecuencias incompatibles con la normal actividad cerebral sobre poblaciones no alineadas o para “depurar” a la población no parecía descabellada. Llamé a Eduardo para preguntarle datos más concretos sobre morbilidad y me confirmó que además de trastornos del sueño y nerviosos generalizados habían aumentado exponencialmente los episodios cardiovasculares, y ese era un indicio nada despreciable. Invité al farmacéutico y a su mujer a cenar en casa para hablar con calma de todo aquello y en esos casos él siempre aceptaba la cita. Sabía que se podía estar cociendo algo gordo. Mientras Ángela y Rebeca se bañaban juntos y jugaban a hacer pompas de jabón yo preparé una cena Express, de esas que tan bien se me dan cuando se trata de aprovechar los cuatro ingredientes que hay en la nevera. Marta acompañó a Ángela, que todavía le daba la teta a Rebeca, y con la cena en el horno, serví un vino en el despacho para sondear la opinión de Eduardo. Le conté todo lo que sabía del proyecto Shalk y su incomodidad creció peligrosamente. – ¡Es terrible, Arturo! ¿Crees que nos están irradiando? – Al menos lo están haciendo en medio mundo. La pesadilla

no ha terminado. Sobre todo porque la clase política no nos defiende.

– ¿Y Bruselas? – Tampoco. Se habla de cooperación entre centros de

investigación europeos y SHALK para experimentar con la creación de grandes campos electromagnéticos en Noruega, las falsas auroras boreales. Lo malo de todo esto, Eduardo, es que el género humano está sobreestimando sus capacidades

Page 218: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

218

más allá de las leyes de la naturaleza. No sé lo que nos espera, pero me temo que nada bueno. ¿El centro de salud sigue colapsado?

– Totalmente. Han aumentado los casos de depresión, el absentismo laboral y escolar, los accidentes... Además hasta los niños duermen poco y mal. Pero no es un fenómeno local. He hablado con el Colegio Médico y con los proveedores farmacéuticos y el desbordamiento tiene una dimensión estatal. Pero se lleva todo muy solapadamente. Aquí nadie airea nada que pueda tocar al establishment, a la autoridad.

– ¿Pero alguna teoría manejarán para explicar este aumento de la morbilidad?

– Lo atribuyen al estancamiento en la depresión económica y a la falta de mejores perspectivas de futuro. También dicen que la sequía está detrás de la explosión de viriasis.

– Todo guarda relación, Eduardo: la sequía, las estelas químicas, los trastornos del sueño, los ataques de pánico, el incremento de enfermedades degenerativas, de cáncer... Aquí, en Leiro, la crisis no se ha hecho notar apenas. Y sin embargo la gente, niños incluidos, enferma continuamente y padece de insomnio.

– ¿Qué sugieres entonces? Aquí en el pueblo todos están chequeados y el médico dice que debe de ser algo estacional, pasajero.

– Ya. Es la respuesta tipo cuando no se sabe nada a ciencia cierta.

Ángela y Marta aparecieron para avisarnos de que la cena estaba lista. ¿La cena? Por fortuna Ángela ya me iba conociendo y sabía que podía olvidarme del horno cuando me enfrascaba en mis

Page 219: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

219

cosas. El capricho de cerdo con champiñones y salsa de cabra exigió que consumiera las existencias de una nevera ya vacía después de unas semanas en que ni habíamos bajado a comprar. Y ese era el comportamiento generalizado en el pueblo como nos contaba, asustada, Marta. – Gomariz parece ahora un pueblo fantasma. No hay nadie por

la calle, ni en las tiendas, ni en los bares siquiera. Sólo se aprecia movimiento en la Farmacia. Si no fuera por lo preocupados que estamos hasta podría traer a colación que nos estamos forrando a vender antidiarreicos, somníferos, tranquilizantes, antidepresivos...

– No sigas –intervino Eduardo-. Baste con decir que muchos fármacos esenciales están agotados en el almacén.

– Pues Ángela y yo tenemos que deciros algo muy importante. ¡Desde hace unos días Rebeca duerme perfectamente y nosotros casi!.

– ¡Qué dices! – No ha sido fácil –terció Ángela-, pero alguna ventaja tiene la

terquedad de Arturo. – La cuestión es la siguiente –interrumpí-. Si nos están

irradiando con frecuencias que interfieren con la resonancia propia de la actividad cerebral, ¿por qué no contraprogramar y emitir ondas a 7,8 ciclos de frecuencia, si es posible administrada a través de auriculares, para que la mente recupere la normalidad por simpatía?

– O sea ¿lo mismo que se hace con los astronautas? – Exacto. El otro día recordé que antes de viajar a Afganistán,

en previsión de la incapacidad para dormir más de dos horas durante muchas jornadas, había pedido a un fabricante de los EE.UU. un aparato de emisión de ondas alfa, beta, theta y

Page 220: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

220

delta. Con el programa inductor de sueños, Rebeca se queda frita y se levanta reparada y de un humor excelente.

– Y vuestra mejoría, ¿a que es debida?. – Ahí está la otra parte del cuento. Se sabe que los de Shalk

utilizan las antenas de TDT, Radio y Telefonía para la emisión de campos electromagnéticos dañinos. Con un orgonite puedes equilibrar la presenCIA en las moléculas del aire o del agua de electrones y protones. Los electrones, de carga negativa, son eliminados fácilmente por la contaminación electromagnética.

– ¿Es decir, como un ionizador? – Más o menos. Pero se pueden fabricar de manera más

económica con resina catalizada, virutas de aluminio y una piedra de cuarzo. Mira, cada pieza de estas “descontamina” una habitación. Os he preparado una bolsa con media docena para que las pongáis en casa.

– Increíble. Pero esto hay que divulgarlo. – Ya lo sabe medio mundo. Hay asociaciones dedicadas a

plantar estos orgonites en el entorno de las antenas. Pero el personal de mantenimiento los busca periódicamente y los retira.

– ¡Qué hijos de puta! – Sí, sobre todo si perciben que llueve con frecuencia. – Quizás la mejor solución sea instalar los orgonites en las

viviendas –insistió Eduardo-. – Ya, pero eso no impedirá la manipulación del clima ni

tampoco disuadirá de fumigar. La solución no la conozco pero te aseguro que hay que intentar darle visibilidad a este asunto.

– Eso es lo más importante –intervino Ángela-. Fabricar todos los orgonites que se precisarían es impensable y en

Page 221: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

221

cambio el poder económico de quienes nos envenenan es ilimitado.

– Yo estoy convencido –apostillé- de que si no reaccionamos nos abocarán a una tercera guerra mundial. De hecho ya asistimos a un conflicto sordo de intereses por el control de las materias primas, sobre todo del agua y de los alimentos. Es un nuevo ciclo, con la tecnología al servicio de unos pocos para el dominio sobre la población y su exterminio lento hasta donde ellos consideren que se encuentra el punto de equilibrio.

– Oye, Arturo, sabía que te arreglabas bien tú solo pero no hasta este punto. ¡Qué exquisitez de cena! –cambió de tema Marta-.

– Sí, sí, está muy bueno –secundó Eduardo para apoyar la necesidad de distraernos-.

La velada se prolongó ya en un tono distendido hasta la una de la madrugada, con una conversación en tono jocoso sobre las manías, vicios confesables y virtudes de cada uno. Alabamos el buen hacer de dos emprendedoras locales que me suministraban aguardientes de diversos sabores. Le hicimos el honor especialmente al de nueces mientras Rebeca dormía profundamente, conectada a un programa largo de “Innerquest”. Pero a mi mente suspicaz no se le escapaba que en el ambiente flotaban dos dimensiones: la más lúdica, representada por Ángela y Marta, y otra más contaminada por la tendencia a pensar en el día siguiente y que nos caracterizaba a Eduardo y a mi. Capítulo 2.

Page 222: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

222

Al día siguiente me levanté decidido a plantar cara al monstruo sin cabeza visible. Enlacé con las organizaciones que llevaban a cabo campañas para instalar orgonites en la base de las antenas y sugerí que nos hiciéramos más fuertes aglutinados en una única Plataforma frente al Proyecto Shalk. Así empezamos a diseñar un plan de acciones. La primera consistió en concertar la presencia de notarios que levantaran acta en el entorno de las antenas de centros emisores acerca del nivel de las frecuencias emitidas, incompatible con el sostenimiento de la buena salud de la poblaciones anexas. Todo aquello costaba mucho dinero, pero nuestras campañas en la red solicitando donaciones eran bien respondidas. Con la colaboración de investigadores universitarios nos volcamos en la difusión de los pormenores del Proyecto Shalk y sus efectos sobre la salud a través de medios alternativos primero y de cadenas generalistas en horas de audiencia menor. Finalmente conseguimos hacernos más visibles y que una coalición de los partidos minoritarios preguntara en el Congreso qué estaba ocurriendo con las antenas, exigiendo respuestas de la Administración que devolvieran la tranquilidad a la población. La primera respuesta del Gobierno parecía redactada por los directivos de las empresas de telefonía y por Shalk. Pero habíamos logrado abrir un debate entre los operadores Telefónicos y las cadenas de Radio y Televisión. Estas últimas no querían verse mezcladas en asuntos de los que no sacaban nada en limpio, aun sabiendo que sus antenas también estaban parasitadas para su utilización en la modificación del clima y el control de la población. De modo que nuestras campañas de denuncia y divulgación empezaron a encontrar más eco en los mass media. No faltó nuestra pregunta ninguno de los miércoles en las sesiones de

Page 223: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

223

control, hasta que finalmente y por presión popular el Gobierno anunció la promulgación de un decreto ley muy tibio en defensa de la salud pública mientras no se avanzara en garantizar a los ciudadanos la inocuidad de los campos magnéticos creados por los repetidores de señales de frecuencia extremadamente alta. El decreto obligaba al menos a un ejercicio de transparencia a las empresas de comunicación, telefonía y a radares civiles y militares. Sabíamos que tirar del hilo nos conduciría a chocar frontalmente con un muro de materias reservadas, de acuerdos secretos entre la Administración del Estado y la del Gobierno de los EE.UU. Eso podía costarnos la cerrazón del Partido que gobernaba con mayoría absoluta. Era mejor, aunque más trabajoso, actuar con la ley promulgada en la mano y ejercer el control sobre su cumplimiento. Pero faltaban diez meses inquietantes, interminables para su entrada en vigor. Capítulo 3 La invitación de Lourdes, la cartera, a su boda con Ferreiro llegó en un buen momento. Un poco de vida social nos sacaría del enclaustramiento de meses pasados, sin contacto con los vecinos. La ceremonia se ofició en la parroquial de Leiro y luego la pareja nos emplazó en una carpa dentro de la propiedad vitivinícola de Ferreiro para celebrar el banquete. Así los matrimonios con hijos pequeños tendríamos todas las facilidades para asistir con ellos. Se notaba la mano de Lourdes, que incluso había contratado los servicios de unas chicas del pueblo, estudiantes de secundaria, para que cuidaran de ellos y les organizaran juegos toda la tarde. Era una amabilidad frecuente en el rural y que, desafortunadamente, se estaba perdiendo en las ciudades, donde

Page 224: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

224

los comensales formaban grupúsculos de adultos cerrados en torno a mesas a menudo blindadas las unas frente a las otras, hasta que el exceso de alcohol propiciaba acercamientos que duraban lo que el efecto de la bebida. Pero en aquel banquete el clima que se respiraba era en principio de sana alegría y animada conversación, sin fronteras de ninguna clase. A ello, cierto es, ayudaba el hecho de que nos conocíamos todos. La simpatía de Ángela y su afectividad natural facilitaban mucho la inmediata empatía con todo el mundo. Antes de sentarnos a la mesa, mientras Ángela saludaba a los padres de la novia, Juan, el alcalde de Leiro, me llevó a un aparte. Algo le inquietaba profundamente. – Sé que no es el momento, Arturo. – No te preocupes. Tú dirás. – Hasta el año pasado aquí no notamos la crisis económica. Es

más, las exportaciones de vino joven aumentaron exponencialmente.

– ¿Qué quieres decir? – Que el pueblo podía vivir bien, como hasta hace poco. Pero

de un tiempo a esta parte, sin ninguna causa objetiva, la gente se ha venido abajo. Los que están bien instalados han perdido fuelle, ganas de crecer. Y los que se estaban ya abriendo camino se muestran derrotados, sin espíritu de trabajo. Te daré un dato: no hemos logrado cubrir los cupos mínimos para poder impartir cursos de Formación. La gente se queda en casa, pegada al televisor, tirada en el sofá. ¡Es que ni siquiera utilizan las licencias de pesca o de caza! Y si esto pasa aquí, que casi somos deficitarios en mano de obra, qué no pasará en las grandes ciudades o en los polos industriales pasto de las deslocalizaciones.

Page 225: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

225

– Y con el consumo interno por los suelos. A los fabricantes les salen los stocks por las orejas y tienen que parar la producción o echar a la mitad de la plantilla.

– Claro. Pero aquí no nos afecta, porque la exportación a China y a los EE.UU. ha crecido exponencialmente. Entonces ¿qué coño está pasando, Arturo?

– Yo no soy vidente, Juan. Pero está claro que la gente no está bien de salud. Lo hablábamos el otro día Eduardo y yo.

– Míralos. Parecen felices y tal vez lo sean por unas horas. Pero ahí donde los ves, han perdido el sentido de la realidad. Algunos han preferido acogerse al subsidio de desempleo en lugar de aceptar trabajos de media jornada poco exigentes, cuidando las viñas. Y lo peor de todo es que se quedan en sus casas para ver la televisión, tirados en el sofá durante horas. Ni siquiera los verás en el “Central”, jugando la partida. Y no es por el dinero, que ya sabes que Román es espléndido. Parece como si hubieran perdido interés por mantener las relaciones. No te has fijado en que no hay un alma por la calle, ni a media mañana.

– Yo salgo poco. Es lo que tiene el teletrabajo. Pero Ángela, que baja al mercado, me lo ha comentado a menudo.

– El comercio ya no aguanta más. Las tiendas de comestibles tienen que servir ya a domicilio. Lourdes le llama ya la sociedad del pijama. Ella entra en todas las casas y dice que ya no se cambian en todo el día. En el verano, se tiran encima de la cama con el puesto para no tener que pelear con las sábanas. La gente está empalmando un día con otro a golpe de telebasura.

– Esto está ocurriendo en todo el país. Pero aquí, por lo que me cuentas, no hay tantos motivos objetivos. Es probable que las

Page 226: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

226

antenas estén detrás de todo. Y el decreto ley regulando su uso no entra en vigor hasta dentro de un año.

– Para entonces el país ya habrá sido rescatado más de una vez. La península se va a enajenar a precio de saldo.

– Yo tengo la sospecha de que España, como Argentina o México, están siendo secuestradas por el proyecto Shalk. Otras regiones del planeta, como Irán o el cuerno de África, son directamente víctimas de armas de guerra sofisticadas, escondidas bajo la denominación eufemística y tergiversada de “escudo antimisiles”.

– Pero España es un país alineado, dentro de la OTAN. – Sí, y con una gran importancia estratégica en un continente

con una política económica luchando por desmarcarse de la yanqui. España representa para la Administración USA una pica en Flandes. Y si para mantenernos controlados en un rebaño hay que irradiar pues se hace y punto. Te confieso que hace meses intenté contrarrestar en la comarca los campos electromagnéticos de las antenas sembrando de orgonites los aledaños de las bases. Pero a la semana los detectaban y ya los quitaban. Esa guerra me arruinaría. ¿Por qué no vemos mañana en la Alcaldía como está el tema de las concesiones respecto de los repetidores: titularidad de los terrenos, régimen de alquiler, plazo... Debemos intentar por medios legales que dejen de emitir frecuencias incompatibles con la salud mental.

– ¡Cuántos ánimos me proporciona tu implicación, Arturo!. Mañana te espero en el Ayuntamiento.

Lourdes marcó subliminalmente los tiempos y el banquete siguió el guión que ella había trazado en sus planes. Los niños jugaban a

Page 227: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

227

sus anchas en el campo después de comer temprano en una mesa reservada para ellos y los adultos acompañábamos el parloteo con un desfile de aperitivos y pinchos de marcado carácter atlántico: pulpo, pimientos, calamares, empanada... A mi aquella moda no me gustaba. Llegabas a sentarte para comer de plato ya con el apetito satisfecho. Pero somos sacos sin fondo cuando se trata de comer manjares menos habituales en la dieta diaria. De modo que me dejé llevar, aunque sin la ansiedad que percibía en algunos compañeros de tertulia. El recato en las formas se perdía pronto, en cuanto la dopamina se disparaba por el efecto tan agradable para los sentidos del marisco, la sangre de la carne más o menos evidente para unos o la salinidad del pescado para otros, y, sobre todo, con las venas y las arterias dilatadas por efecto del vino para regar los rincones más en desuso de unas geografías dadas al abandono de las costumbre más sanas. Era obvio que formábamos parte de una especie singular, capaz de autodestruirse desde la lucha dentro de la misma categoría, del mismo escalón evolucionista. El suicidio estaba muy penalizado moralmente en nuestra sociedad cuando se trataba de una opción individual acerca de la disposición sobre la propia vida. Pero cuando se trataba de decidir sobre la vida de los demás, la sociedad intentaba comprender la saña de una parte de la pirámide organizativa hacia el resto los miembros de su especie desde el racionalismo, desde la dialéctica entre culpables e inocentes. En todo caso el proyecto Shalk y toda la campaña de fumigaciones de aerosoles y de parasitación de antenas era susceptible de ser calificado como agresión pero también como SUICIDIO COLECTIVO, bien entendido que unos desempeñaban el papel de brazo ejecutor, otros de sujetos pasivos y una casta de olvidados, de parias del mundo serían víctimas sin conciencia de ningún tipo. En todo caso los oligarcas, llevados por su ambición

Page 228: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

228

desmedida de poder, estaban despreciando la posibilidad más que probable de que su acción acabara con la civilización humana en su conjunto. Pero estábamos en la boda de Lourdes, y en ese contexto los argumentos más poderosos eran el mero en salsa y el cabrito asado. De modo que me sosegué y hablé de lo intrascendente con la mujer del alcalde y con el nuevo cura, un tipo joven, bastante leído y librepensador, que había llegado hacía dos meses al pueblo para sustituir a Don Eliseo, fallecido nonagenario y sin dolor en su cama de siempre. El caso de don Eliseo era paradigmático. El tercero de una saga de ocho hermanos, había llegado al pueblo con ventiséis años con la idea transmitida de ganarse el favor de las mujeres lo antes posible. Adelantó las misas a horas previas a las labores, pidió colaboración para tener siempre la Iglesia, el atrio y el camposanto como una anticipación del edén, nombró ayudantas para la catequesis y avivó la competencia para que la capilla estuviera siempre llena de flores. El traía aprendidas de la etapa juvenil en su Trazo natal las actividades de la caza y la pesca. Y hasta que el cuerpo se lo permitió las ejercitó tan a menudo como pudo en compañía del panadero, Perfecto, que dejaba al cuidado de la fábrica y del horno a su mujer, una esclava muy hermosa, treinta años más joven que él, de piel blanquísima por el poco sol que veía. La joven Adela fue acogida por Perfecto cuando se quedó huérfana de padre y madre por un ataque de botulismo. Durante ocho años su benefactor la dejó preñada sin tregua, para marcarla como si fuera una res. Pero con el paso del tiempo algo se despertó en la muchacha que le hizo renegar de su destino de vaca para satisfacer al semental y, aprovechando las correrías de cinco días y cuatro noches de Perfecto por el bosque en compañía del cura, le hizo abrigo en la tahona a un joven de su misma edad,

Page 229: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

229

capaz, inteligente y moderno, que le hablaba de la capital y le cantaba canciones nuevas rozando con sus labios el lóbulo de su oreja mientras con sus manos le atizaba un calor más íntimo y llevadero que el del horno. Pero como ocurre en todos los pueblos, la gente no pudo soportar la idea de que la muchacha fuera feliz mientras su marido lo ignoraba todo. Así que le fueron con el cuento y aquello acabó en tragedia. Desde entonces el cura, don Eliseo, colgó la escopeta y se dio con más afán a la lectura de los Santos Evangelios. Sus ataques de gota fueron remitiendo y para mejor llevar tantos ratos de soledad, se trajo un día de la ciudad a una sobrina que habría de acompañarle hasta su último aliento de vida. Pero el joven cura de Leiro no parecía necesitar de la compañía de sobrina alguna. Las posibilidades que ofrecía el coche particular y las buenas comunicaciones con las ciudades, verdaderos centros para la vida anónima, hacían más abordable el paso por el teatro de la vida hasta de los ministros con un papel más predefinido. A mi no me parecía mal. Al contrario, creía que la hipocresía de los dirigentes de la Institución Eclesiástica, su moral esgrimida en público tan a menudo en contradicción con su desempeño privado eran un freno a una mayor empatía entre los curas y las nuevas generaciones y un obstáculo para la consolidación de nuevas vocaciones. La fiesta discurrió a los postres por senderos de alegría contenida y normalidad gracias a la sabia elección de Lourdes, que para la ocasión dispuso licores autóctonos de baja graduación en todas las mesas. No quería que se produjesen las escenas típicas de discusiones entre ebrios, y menos ahora que venía percibiendo, durante sus repartos, como la presencia de ánimo de los vecinos se estaba volviendo borrosa. La intuición de Lourdes había sido determinante para dilatar la inclinación hacia el sarcasmo, el

Page 230: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

230

histrionismo y las faltas de respeto que tan solo amenazaban con aparecer ya al filo de las despedidas. La cartera y su recién estrenado marido repartieron con la ayuda de los niños un obsequio a cada invitado para luego montar en un coche engalanado y desaparecer. Ese detalle y el de los camareros recogiéndolo todo fueron detalles suficientes para dar por terminada la fiesta. El alcalde respiró aliviado y enviándome un guiño de complicidad. Capítulo 4 Entre el “innerquest” y los orgonites en casa dormíamos a pierna suelta. Me daba pena que mis paisanos no disfrutaran de la misma salud, como tampoco los millones de ciudadanos que se encontraban en situación de “parados de larga duración”, con todas las instituciones del país y las clases media y baja en un estado de inmovilismo rayano en la catatonía: los que vivían bajo el umbral de la pobreza, deprimidos ante una situación fuera de su control y que no sabían como podría cambiar. Los que mantenían su trabajo e incluso la parte de la sociedad que mantenía intacto su poder de compra y su estado de bienestar permanecían sin hacer ruido por el recelo de que los demás conocieran su situación desahogada y atenazados por el miedo de que se frustrase aquella situación de privilegio. A Ángela y a mi nuestra nueva situación mental, afinada y en plenitud de forma, nos permitió realizar brillantemente los encargos pendientes de ejecución así como esmerarnos en los pocos nuevos proyectos entre manos. En el plan de reportajes que perfilábamos para la nueva temporada se percibía la fertilidad que nos había faltado semanas y meses atrás. La sensación de

Page 231: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

231

control sobre la propia vida, de poder con todo y no temer a la locura era el mayor patrimonio al que podíamos aspirar. Pero de poco servía nuestra estabilidad y buena salud si el entorno se estaba descomponiendo. El alcalde me esperaba impaciente con papeles dispuestos sobre la mesa auxiliar en compañía del técnico de obras públicas. Era obvio que habían estado trabajando desde primera hora de la mañana en el tema que me llevaba allí. – ¿Parece que me he retrasado, Juan? – ¡No, que va! Nos hemos adelantado nosotros. ¿Tomas un

café? – Sí. Bueno, como está lo de las licencias. – Hay algunas antenas de telefonía instaladas en terrenos

municipales cuyos permisos expiran en breve. – En esos casos podríamos imponer un pliego con

especificaciones técnicas. Si no cumplieran las condiciones de propagación y no respetaran el entorno de la instalación se podrían clausurar.

– Las dos antenas de TDT están en terrenos particulares. Tienen suscritos contratos de ocupación largos que no expiran hasta dentro de nueve años.

– Aquí podemos levantar acta de sus emisiones de frecuencia por encima de lo aconsejable para la salud y amenazar con realizar una campaña informativa entre los vecinos. Seguro que así respetan los anionizadores que pongamos en la base. Además te digo una cosa, Juan. ¿Quién te impide promulgar un bando que te habilite para instalar cámaras en el entorno de las antenas? Sólo tienes que declarar la utilización de emisores de frecuencias extremadamente bajas de utilidad

Page 232: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

232

pública, de acuerdo con informes avalados por la Comunidad Científica Internacional.

– Bueno. Tengo que hacerlo bien, con la asesoría jurídica. – ¿Y qué pasa con las emisoras de radio? – Esas ocupan pequeños terrenos cedidos por el ayuntamiento.

El diámetro de la base es pequeño, manejable. – En todo caso tenemos que condicionar la renovación de las

concesiones a la transparencia en las condiciones de emisión de frecuencias. También han de respetar los anionizadores. Porque si están indefectiblemente parasitadas, de lo que se trata aquí es de poner a los centros emisores de nuestra parte, que es la del interés público y de defensa de la salud.

– Eso es lo que tengo que transmitir a los vecinos. Que debemos dejar de ser cobayas por la asquerosa ambición y carroñería de los de siempre.

– Si, pero ten cuidado de no transmitirles espíritu victimista. Aquí se trata de que la gente remonte ese estado de depresión colectiva y para ello nada mejor que hacerles ver que la lucha, antes o después, da réditos.

– No les vamos a dar la satisfacción de que nos vean hundidos a los del Norte. Estas sucias maniobras para dominar el mundo no les van a salir de balde.

– En eso están muy experimentados, Juan. Recuerda aquellos tiempos en que inocentes y trabajadores colonos, temerosos de Dios, recibían grandes cuadrículas de terreno de Este a Oeste y de Norte a Sur de los territorios conquistados mientras los soldados les iban abriendo camino a sangre y fuego entre los poblados indios. Luego, ignorando las masacres, se reunían el Domingo en la Acción de Gracias y apuntalaban la solidez solidaria de sus valores frente a la

Page 233: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

233

barbarie de los salvajes pieles rojas. Es una nación unida por el valor de tomar territorios y materias primas por la fuerza para luego bendecir la depredación y las matanzas en favor de la patria.

– Lo jodido es que los españoles también asesinamos, arrasamos pueblos y expoliamos el oro y la plata.

– Ese argumento es muy usado por los anglosajones y los yanquis para justificar la vigencia de su sentimiento imperialista. Pero lo cierto es que los españoles sólo mataron sumariamente en los primeros años de la colonización. Eran tan pocos los que llegaron que creyeron que sólo sembrando el pánico podían mantener a raya a millones de indígenas. Sin embargo, con los medios de que disponían entonces fue bien poco lo que trajeron. Las riquezas de Sudamérica, sus inmensos filones de materias primas siguen allí y les pertenecen “legalmente” desde hace dos siglos, si bien han tenido que superar un imperialismo más salvaje y a la vez encubierto. Los EE.UU. han venido quitando y poniendo presidentes en todo el continente para favorecer la expansión de sus empresas explotadoras de recursos y el comercio desleal, sin reparar en hundir a la población en la miseria y la hambruna. Pero la Historia es cíclica y ha llegado el momento en que Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia han conquistado un punto de inflexión. El momento de luchar por un destino común desde un pasado que les une.

– Ojalá. ¡Medio corazón de Galicia late en aquellas tierras hermanas!

– ¿Lo ves Juan? ¿Ves como somos tan distintos a los anglosajones? Nosotros nos apareamos con los indígenas, mezclamos nuestra sangre. Pero los ingleses, los holandeses,

Page 234: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

234

los irlandeses, tan puritanos ellos, el único leitmotiv que encontraron para relacionarse con los indios, o más tarde con los negros, fue en un caso para confinarlos en reservas y en el otro para hacerlos sus esclavos. Lo que más me fascina es que han dominado a sangre y fuego a colonias en medio mundo y sin embargo todas ellas se enorgullecen de su pertenencia a la Commonwealth.

– Es que algo tenemos de Quijotes, Arturo. – Eso y que no hemos puesto en valor nuestra cultura, ni

siquiera de puertas adentro. Quizás porque ya dentro de la península la propia idea de España nació sometiendo por la fuerza a nacionalidades históricas. Sí, España le resulta odiosa a América Latina. No ha sabido vender ninguna de sus acciones ni tampoco crearse una imagen amable y atrayente. La diplomacia ha pecado sistemáticamente de prepotencia. Los ingleses, en cambio, aún después de mantener por la fuerza regímenes de ocupación autoritarios en la India, Egipto o Pakistán son respetados. Han sabido exportar la idea subliminal de las ventajas de acariciar una “cultura superior”.

– Lo que temo es que nuestro secular complejo de inferioridad lleve al Gobierno a ceder en cuestiones soberanistas a favor de los intereses de los EE.UU.

– No creo que se trate sólo de servilismo. Detrás de la clase política hay personas con nombre y apellidos que tienen un precio. El expresidente Veloso recibió de Mush, por su actitud de apoyo a la invasión de Iraq, una muestra de gratitud en forma de colocación en empresas importantes con sueldos fabulosos con la condición de que no hiciera ruido. Durante una época breve le dio por impartir conatos de conferencias sobre el bien y el mal y la forma de arreglar

Page 235: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

235

los problemas del mundo. Pero eso duró poco. Entre su incapacidad para aprender inglés y el nulo interés que despertaba su persona en ámbitos diplomáticos una vez desalojado del poder, se fue achicando hasta amoldarse al papel decorativo que se espera de todos los expresidentes de cualquier institución.

– Decorativo y oneroso para las arcas públicas. – Es lo que tiene la clase política a ese nivel, de Estado. Tienen

un pacto tácito para legislar en defensa de su status de privilegio. Bueno, Juan, no te quito más tiempo.

– Al contrario. Te agradezco infinitamente tu ayuda. – Es lo mínimo que me corresponde como vecino. Y si puedo

ser útil en algo más no dudes en llamarme. Al llegar a casa me encontré con un montón de correos de contestación a mi carta solicitando explicaciones a diversas instituciones sobre la relación entre chemtrails, modificación del clima y proyecto Shalk. La madeja de respuestas tenía tintes kafkianos: el Parlamento Europeo me remitía a la IATA, ésta al Gobierno de España, el Gobierno a Aena, Aena a la Guardia Civil, la Guardia Civil al Ministerio de Medio Ambiente, el Ministerio a la Oficina de Impacto acústico y a los Observatorios meteorológicos... Aena incluyó algunos considerandos en su respuesta que, por la redacción, obedecían sin duda a un esquema de respuesta tipo que ya habían utilizado antes. Reiteraban el argumento de las estelas de vapor de agua expandiéndose por causa de factores climáticos y la repercusión de las tormentas solares en el comportamiento de las antenas. Y todo ello el mismo día en que, después de meses de tranquilidad, el cielo de Gomariz volvía a ser fumigado.

Page 236: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

236

No tenía intención de quedarme sentado, deprimido, y contemplar como jugaban con nuestras vidas impunemente. Ni siquiera debía sucumbir a la pereza que por momentos me amenazaba sólo de pensar en abordar de nuevo una lucha desigual contra los enemigos de siempre. Analizamos el agua y el aire tras varios días de intensas fumigaciones y en los días siguientes retomé la práctica de pedir explicaciones a diversas instituciones y a empresas del sector aeronáutico. Recibí otra vez respuestas tipo que en tono paternalista pretendían transmitir tranquilidad y explicar la realidad con argumentos insostenibles. A la presencia de metales pesados tóxicos en el aire y en el agua se unió una circunstancia preocupante: se estaba produciendo una explosión de casos de brotes psicóticos en pacientes sin antecedentes de enfermedad mental. El ingreso de dos pacientes en la unidad del sueño reveló que al dormir no alcanzaban una profundidad superior a la fase II. Para la reparación del organismo y para la inmersión onírica era preciso alcanzar antes una fase IV, de sueño profundo. O Ribeiro y toda la Península eran para entonces un inmenso campo de experimentos habitado por zombies y sin información ni capacidad para la rebelión. Ese estado de desorden mental era aliviado con el consumo masivo de psicotrópicos, que eran prescritos por un tiempo indefinido. La población los consumía con fidelidad para evitar los ataques de un pánico cuyo territorio ya habían explorado. En dos meses el país estaba poblado por sumisos claudicando de luchar por derechos que ya no reconocían como irrenunciables. Firmaban condiciones laborales que los devolvían a épocas preindustriales con jornadas de doce horas y sueldos de miseria. El sindicalismo se fue diluyendo, eliminándose a si mismo desde la jerarquía jubilada anticipadamente y sin recambio.

Page 237: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

237

El capital estaba todo en manos extranjeras y caminábamos hacia la recuperación del pleno empleo desde el aumento de la competitividad por la vía del abaratamiento extremo de la mano de obra y la ausencia de conflictividad. El país consolidaba día a día la estabilidad a través de un incremento sostenido de las exportaciones, destinadas a satisfacer la demanda creciente de las nuevas clases medias de economías emergentes: Rusia, China, la India, Brasil, donde los sueldos de la clase obrera ya eran más elevados que en España. El país se había convertido en año y medio en el campo de pruebas de un capitalismo de nueva formulación, alimentado por la demanda de mercados surgidos a miles de quilómetros. El esquema productivo del país despreciaba las características del consumo interno, para el que se destinaban los fallidos de la producción en cadena. La investigación y la inversión en patentes fue eliminada de los presupuestos del Estado, por considerar el Gobierno que eran innecesarias dado que las multinacionales ya aportaban manuales de instrucción, filosofía del trabajo y reconversión continuada del personal. La Administración fue adelgazada hasta la mínima expresión, la Sanidad privatizada excepto en los servicios de urgencias, dotados de un sistema de filtrado muy exigente. En los centros de enseñanza la ratio de alumnos por profesor se duplicó, la educación obligatoria se estableció hasta los catorce años y el acceso al bachillerato fue acotado para un porcentaje del diez por ciento del alumnado, con el noventa por ciento restante desviado hacia estudios de formación profesional durante dos años. A los dieciséis años los alumnos de F.P. eran graduados e ingresados en centros fabriles donde trabajaban largas jornadas sin cobrar durante dos años de aprendizaje práctico. Se cerraron la mayor parte de las Universidades y en las supervivientes se minimizó la oferta de Humanidades. Ni a la

Page 238: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

238

nueva clase dirigente ni a las grandes corporaciones les interesaba la presencia de filósofos, literatos, artistas o historiadores, educadores, periodistas... y los que todavía se formaban eran adoctrinados para a su vez adoctrinar a la población en el pensamiento único que conducía a la población a situar como motivación capital la supervivencia y el acceso al descanso después del trabajo. Lavadora, televisor y frigorífico eran los únicos bienes con precios reducidos. Los tres favorecían un modelo de hogar autosuficiente, con sus miembros aleccionados desde un estado cercano al de hipnosis, en un medio en el que las ondas Schumann habían sido reemplazadas por ondas de frecuencia extremadamente alta. El acceso a mayores comodidades, a alardes tecnológicos, a bebidas alcohólicas que no fueran el vino de tetra brik o a alimentos procesados de importación quedaba fuera del alcance de los bolsillos de la clase media. El modelo se desplazaba en dirección contraria al de la China, que crecía de manera sostenida alimentando ya la ambición de la clase obrera por acceder a mayores cotas de poder adquisitivo y de bienestar material. En España la subordinación de la clase trabajadora a condiciones infrahumanas venía favorecida por el círculo vicioso infernal que había instalado la necesidad de ingerir psicotrópicos cuya administración sí cubría el esqueleto superviviente del sistema de salud pública. Casi de puntillas, la población se había ido precipitando al abismo de la incapacidad de reacción por la actitud interesada de la oligarquía, de las grandes fortunas que desde la sombra manejaban los hilos del poder opresor. La península era el campo estratégico para ensayar un modelo exportable. Capítulo 5

Page 239: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

239

Con el paso del tiempo Ángela y yo nos habíamos convertido en una célula de resistencia conectada con un grupo reducido de personas viviendo una realidad alienante con las mismas prevenciones que nosotros. La disposición de emisores de ondas de baja frecuencia era un salvavidas que los mantenía, como a nosotros, con el juicio crítico despierto. Nuestras comunicaciones vía informática se habían minimizado por culpa de ataques sistemáticos a nuestro software. El gobierno había establecido una censura brutal sobre los contenidos vertidos a través de la red que alcanzó no sólo a la disidencia sino y sobre todo a los miembros de los grupos de plataformas luchando contra las fumigaciones, Shalk y los intereses de las grandes Corporaciones. Prohibir el acceso a la red era algo políticamente incorrecto de puertas afuera del país, en el contexto de una Unión Europea celosa en la defensa de las libertades individuales. Aprovechamos la coyuntura para seguir interactuando con I.P. en préstamo y así mantener el contacto a través de vínculos que renovábamos continuamente para no dejar rastro. No sabíamos cuanto tiempo más podríamos aguantar, porque todos estábamos identificados. Conocían nuestros domicilios, nuestras ocupaciones, nuestro modus vivendi y sólo los mantenía a raya la publicación, en foros abiertos, de denuncias contra la implementación de metodología totalitaria en el país y contra la persecución de la disidencia. Hasta entonces habían preferido no fabricar mártires, pero sabíamos que la transición del acoso cibernético al físico era sólo una cuestión de tiempo y así lo denunciábamos en páginas de prensa alternativa de todo el mundo. Este clima de continuo temor condicionaba la vida que llevábamos en casa y si no fuera por la complicidad entre Ángela

Page 240: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

240

y yo, habría deteriorado nuestra relación inevitablemente. A pesar de todo el camino que habíamos recorrido juntos, el peso de la responsabilidad en la crianza y educación de Rebeca había empezado a llevar a mi compañera a preguntarse si valía la pena una lucha tan desigual cuando podíamos conformarnos y vivir bien, sorteando el deterioro generalizado, gracias a un reservorio de conocimientos y procedimientos adquiridos con tesón mientras la masa escéptica y pasota se había dejado ir, al principio sólo por comodidad, facilitando el trabajo al imperialismo colonizador. Yo intentaba amortiguar el miedo de Ángela ante un poder inmenso y sin trabas. No habían sobrevivido instituciones capaces de defender los derechos individuales frente al Sistema, y para no avivar su conciencia de indefensión total eliminé de mi vocabulario toda alusión a estrategias de blindaje o planes para captar una ayuda de grupos internacionales de la que dependían, en último extremo, nuestras posibilidades de supervivencia al margen del status de esclavos descerebrados. La otra opción pasaba por intentar conseguir una licencia temporal para salir del país y una vez en el extranjero pedir asilo político. Meses atrás no la habría contemplado pero la fortaleza creciente del enemigo y los huecos que constantemente se abrían en mis listados de compañeros en la causa común me convencieron de que seríamos más útiles desde el exilio. Esa noche, una vez tomada la decisión, encontré en Ángela la expresión de alegría esperanzada que tanto había deseado en los últimos tiempos, y al fin pude conciliar un sueño dulce. A las cuatro de la mañana aporrearon la puerta con violencia. Me asomé a la ventana del dormitorio y cuatro individuos fornidos se identificaron de palabra como policías, conminándome a abrir.

Page 241: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

241

– Si no les importa, enséñenme sus placas. – Claro. Pero desde ahí no las verá. ¡Abra! En el descansillo Ángela me suplicó que no abriera. Pero yo sabía que sería peor si me negaba, de modo que intenté convencerla de que volviera a acostarse porque en dos minutos los despacharía. – Me tomas por idiota. ¡Son ellos! – ¿Ellos? ¿Quiénes son ellos? Ángela me miró fijamente a los ojos y me desarmó. Pero no podía derrumbarme y le rogué que se ocupara de Rebeca mientras yo hablaba con aquellos hombres. De modo que bajé y, ante la impaciencia de aquellos individuos, entreabrí la puerta dejando armada la cadena. El más bajo de los cuatro me mostró una identificación del Servicio de Inteligencia, que yo conocía bien por mi actividad periodística, y con recelo acabé por abrirles la puerta. No necesité invitarlos a tomar asiento, pero ellos sí me lo indicaron a mi. Era el primer síntoma de que se sentían en su propiedad. – ¿Y su familia? – Descansa. Como comprenderán son las cuatro de la mañana. – Ya. Para nosotros también. ¿Tiene usted algo que

ofrecernos? ¿Whisky, ron, café...? – Señores, les ruego que me digan lo que tengan que decirme. – ¿Es ese su concepto de hospitalidad con los agentes que velan

por el orden, por su seguridad? Tuve que morderme la lengua. Imaginé hasta donde podían llegar los procedimientos de aquellas cuatro mulas amparadas por el

Page 242: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

242

Sistema en un país con amplias zonas de sombra y saqué sin más dilación una botella de whisky y cuatro vasos del aparador. – ¿Usted no bebe? – No, no. – Le veo abrumado. Tranquilícese. Usted ya tiene información

abundante sobre nosotros. ¿no es así? – No sé a que se refiere. – Vamos, vamos, don Arturo. Su trayectoria periodística no

puede pasar desapercibida. Son muchos años en la brecha. ¿Verdad?

Se hizo un silencio. Aquel hombre estaba reprimiendo, por algún motivo, un acceso de violencia. Quizás no era el mejor momento para estallar. Pero albergué la sensación de que tarde o temprano lo haría. Ángela bajó con Rebeca en brazos intentando provocar un relajamiento de aquella situación. – ¡Buenas noches señora!. No era nuestra intención

despertarla –intervino de nuevo el que llevaba la voz cantante-.

– ¿No les parece que estas no son horas?. Han despertado a la niña. ¡Qué es eso tan urgente que no puede esperar a mañana!

– Puras formalidades, probablemente. El departamento de Seguridad del Ministerio del Interior desea contrastar con su esposo algunos extremos vertidos por él acerca de presuntas actividades desarrolladas en nuestro suelo por amigos del país. Pero don Arturo ya tiene experiencia en estas cosas, ¿no es cierto?.

Page 243: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

243

– Pregunten lo que deseen y luego respeten nuestro descanso –pedí inocentemente–.

– No, por Dios. De eso se encargan en las dependencias de la Seguridad Nacional. Nosotros sólo somos unos mandados. Si le parece ¡vístase y nos acompaña!. Antes de que se de cuenta estará de vuelta.

Percibí como a Ángela se le llenaban los ojos de lágrimas, pero para evitar que pudiera estallar y decir algo inconveniente me apresuré a atajar y quitarle importancia al hecho, aun a pesar de que la puesta en escena no era nada alentadora. – Claro, denme un minuto y estoy a su disposición. Me

acompañas Ángela. – No quiero que te vayas, Arturo. Tengo miedo de que no

vuelvas. – No digas tonterías, Ángela. Querrán saber, como siempre, de

mis actividades más pormenorizadamente. No voy a dar más información de la que han obtenido en la red. Me espían desde siempre y si no me han venido a buscar antes es porque me consideran insignificante. Voy a seguir fielmente el rol de inocente hipocondríaco preocupado por la salud de los míos y del medio. Quiero que me vean todo lo lejos posible de la figura de un líder.

– Y yo mientras ¿qué hago? – Vete a ver a Eduardo y cuéntale todo. Pero no uses los

teléfonos. Están pinchados. No creo que necesite abogado. Para estas cosas te imponen uno de oficio, de su cuerda.

– ¿Tan mal están las cosas, Arturo?

Page 244: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

244

– No, no lo creo. Solo es prevención. Si en dos días no me dejaran llamarte que se muevan Eduardo y el alcalde. Ellos conocen los procedimientos legales.

Nos abrazamos antes de bajar para que aquellos forajidos no percibieran nuestro miedo. Ellos se cepillaron la botella de whisky mientras curioseaban sin disimulo en todas nuestras cosas. Uno de ellos incluso se permitía ir tirando papeles de los cajones con desprecio. – ¿Qué busca usted? No les basta con esta intromisión que aún

tienen que humillarnos –saltó Ángela–. – Discúlpelo, es deformación profesional. La costumbre de

registrar casas de los enemigos del Estado. –El jefe del grupo hizo un gesto al mastuerzo y éste, sin inmutarse, se volvió para servirse el último lingotazo antes de salir–. Tiene usted una mujer muy bella, señor Ruiz. Si señor, un argumento muy valioso para aferrarse a la vida.

“Aferrarse a la vida”, dijo. ¿Es que acaso había algo que la amenazaba?. De manera subliminal aquel hombre oscuro destilando odio me ponía a sabiendas sobre la pista. Ángela también lo percibió. Algo instintivo le llevó a abrazar más fuerte a Rebeca, que había bajado las escaleras buscando la protección de la madre. Sus ojos angustiados buscando respuestas y una sonrisa de apoyo impostada para quitarle hierro a mi secuestro compusieron una imagen que habría de acompañarme durante las horas que duró mi traslado a las dependencias del Servicio de Inteligencia en Madrid. El viaje, sentado en el asiento de atrás entre dos de aquellos hombres, sirvió para empequeñecer aún más la dimensión que

Page 245: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

245

percibía de mi mismo. En aquella situación, ni siquiera instrumentada por el movimiento contra la dominación de la ciudadanía, mi persona no valía nada. Los únicos que notarían mi falta serían Ángela, Rebeca, las familias de Lourdes y del alcalde, los farmacéuticos, Aurora y los supervivientes en las Plataformas de la disidencia, donde nos habíamos ido acostumbrando al goteo incesante de pérdidas en la militancia. En mi mente empezó a cobrar fuerza la idea de sobrevivir como fuera a aquella citación y recuperar la vida con Ángela y Rebeca. En las dependencias de la “Seguridad” había una sala blanca, con una silla y una mesa blancas, la puerta escamoteada blanca esperándome para acogerme en primera instancia. Allí permanecí confinado durante un buen número de horas. No había aristas, ni rincones, ni nada que no fuese una intensa luz blanca, cegadora, rebotada desde todos los puntos de aquella estructura homogénea y cerrada. Había perdido la noción del tiempo cuando entraron en el cubículo, portando sendas sillas blancas, dos hombres de facciones duras esgrimiendo un rictus amable y distante. – ¿Traes tu el expediente de este hombre? – Sí. Además me lo he leído. – Y qué dice. – Nada. El típico conspiranoico. Pero ya le viene de lejos. Hace

años le dio por acusar a Mush de tirar las torres gemelas. A los EE.UU. los odia. Los considera la causa de todos los males que aquejan al mundo.

– Males. ¿Qué males? – Bueno, no le basta con echarle la culpa de la situación

tercermundista de muchos países al Pentágono. En los últimos años ha construido junto con otros correligionarios

Page 246: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

246

toda una teoría sobre nuestro país. Habla de crisis del sistema, de la economía, de los valores, del entorno... en fin, pintan un mundo apocalíptico y dicen que el gobierno de España está corrompido y aliado con los americanos del norte.

– ¡Pero qué crisis? ¡Si nunca estuvimos mejor! Si no fuera por este gobierno nos comía la mierda. Por primera vez después de trescientos años volvemos a estar en la vanguardia. Somos competitivos y atraemos a los inversores extranjeros.

Comprendí que aquellos dos estaban hablando en alto para ponerme sobre aviso sobre sus posiciones. Era una técnica previa al interrogatorio que además de adoctrinar por la fuerza, pretendía señalarme cual debía ser mi camino si quería que todo fuera algo más fácil. – Señor Ruiz, señor Ruiz, pero que pasa con usted, hombre de

Dios. –dijo el que oficiaba de interrogador-. No tiene usted problemas reales y por eso se siente en la necesidad de inventarlos ¿no es así? A ver, dígame, ¿qué le preocupa? Estamos aquí para ayudarle, ¿verdad? –dijo dirigiéndose al compañero. Estaba acostumbrado a que está gente nunca desvelara sus nombres en mi presencia y se trataban sin hacerlo-.

– Así es. Para ayudarle en lo que podamos. – Claro. Porque ¿cuál es nuestro cometido si no el de velar

porque el conjunto de la sociedad viva en paz y en armonía. En este punto ha de reconocer con nosotros que hemos avanzado mucho. ¿Cuánto tiempo hace que en las calles no hay una sola manifestación de protesta?. Pero hable, señor

Page 247: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

247

Ruiz. No se quede callado. Sabemos que es usted un hombre culto, un periodista brillante y emprendedor.

– No tengo nada que decir. Es su percepción. – Ah. Deduzco que no lo ve usted de la misma manera. – Que no hay manifestaciones en la calle es una obviedad. La

pregunta es ¿por qué no las hay? ¿Porque no hay motivos o porque la gente está anestesiada, o tiene miedo, o lo encuentra inútil? –fui consciente de que estaba siendo imprudente-.

– ¿Miedo? ¿Miedo de qué o de quién? ¿De nosotros? ¿De la clase política tal vez? Mire, usted nos ha atacado gratuita y sistemáticamente y aquí estamos hablando, civilizadamente, queriendo saber si estamos haciendo algo mal sin enterarnos. Nos interesa mucho su opinión. Pero, eso sí, fundamentada. Porque usted se ha dedicado a disparar a discreción sin contrastar nada con la gente que de verdad sabe. Con los científicos.

– Yo sólo he trasladado la preocupación y la alarma social frente a hechos para los que no encontramos explicaciones convincentes de parte de las autoridades.

– Exacto. Y como no las encuentran señalan con el dedo a empresas privadas acusándolas de sabotear la vida en el planeta con la complicidad nada menos que de gobiernos corruptos. ¿No le parece infantil todo esto señor Ruiz?. Lo sería de no tratarse de un atentado contra el buen nombre de Corporaciones y Gobiernos elegidos democráticamente.

– ¡Pero si los propios gobiernos de EE.UU. y Gran Bretaña han reconocido fumigaciones experimentales en su suelo. En otros países la acción popular ha detenido las fumigaciones y se han querellado contra Moonheart por introducir productos lesivos para la salud. Y la

Page 248: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

248

Administración de los EE.UU. ha aceptado que el proyecto Shalk promueve emisiones de inmensos campos electromagnéticos con potencial efecto devastador.

– Señor mío, afortunadamente la legislación en defensa de los derechos individuales es tan prolija que cualquier actividad industrial de una empresa privada pasa por todos los filtros de calidad precisos para dar tranquilidad a los consumidores. Y en cuanto a Shalk, es materia reservada del ejército de los EE.UU. Sólo faltaría que usted o yo nos inmiscuyéramos en los planes de Defensa de los por otra parte, mejores valedores que a tenido Europa en su camino hacia la paz durante los últimos cien años. Quiero recordarle que gracias a ellos nos liberamos del yugo del nazismo. También Rusia. Y ojalá la propia Unión Europea fuera tan diligente como lo fueron los EE.UU. cuando pararon las luchas fratricidas en los Balcanes. Lo que ocurre es que la memoria es frágil y tendemos a olvidarnos pronto de los favores que nos han hecho. Pero yo creo que es de bien nacidos ser agradecidos. Usted, Ruiz, es muy joven y no se acordará. Pero cuando yo iba a la escuela tomaba todos los días leche gracias a unos bidones que los norteamericanos, con su Plan Marshall, non enviaban para mitigar el hambre.

– Una aportación módica teniendo en cuenta que a cambio se instalaron en Rota y en San Fernando.

– ¡Qué visión tan miope! Ustedes, los que han sido educados en la hipercrítica, se enrocan en una posición y ya no la abandonan nunca. Es imposible modificar su línea de opinión por la vía del diálogo. Pero no crea que no nos hemos dado cuenta de su potencial. Le vamos a dar otra oportunidad a la razón. Será usted ingresado en un pabellón

Page 249: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

249

de descanso una semanita para poder estar luego en mejores condiciones de hablar sosegadamente.

– Pero yo no necesito descansar. Mi visión de una España sumida en la pérdida de la autonomía personal no es fruto del cansancio. Ni siquiera del hastío, como usted dice. Es la consecuencia inevitable de haber sido testigo de cambios profundos en los hábitos, los valores, las convicciones...

– No se empecine con eso ahora, Arturo –dijó levantándose de la silla para dar por terminado el encuentro-. No se preocupe, mantendremos informada a su familia. Le queremos, antes de nada, ver recuperado. Luego ya veremos.

Fui conducido a un frenopático en las afueras de Madrid e ingresado en una habitación de máxima seguridad. A las doce me darían la medicación para dormir profundamente como primera medida de choque de modo que solicité me dejaran hacer una llamada. No me fue concedida esa posibilidad y, en cambio, el personal sanitario se aseguró personalmente de que tomaba los sedantes. Antes de que el sueño me rindiera comprobé que era la una de la mañana. Había sido una jornada extenuante. Desperté cuando el reloj marcaba las diez de la mañana. Intenté incorporarme pero estaba atado con cinchas a los barrotes de la cama. Llamé a los enfermeros que, después de percibir en mi un tono pausado y pacífico, me desataron y me ayudaron a incorporarme en la cama. Sentía como si una manada de caballos me hubiera pisoteado. Apenas podía mantenerme sentado y sujetar el peso de la cabeza sobre los hombros. Me trajeron un desayuno, pero la sola idea de tener que masticar me agotaba. De modo que me alimentaron con una sonda nasogástrica y encendieron la televisión para que pudiera ver una película que

Page 250: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

250

me distrajera. Cuando al fin me quedé solo en la habitación, sintonicé la 2 y comprobé con estupor que habían pasado dos días y tres noches desde mi ingreso. En aquel momento pensé que me habían administrado Valium 50 y me volví a quedar dormido. En los cinco días que siguieron fui recuperando la fuerza suficiente para levantarme de la cama y dar pequeños paseos, al principio por el pasillo y a partir del tercer día por el jardín, donde un pequeño banco me servía de apoyo cuando las piernas claudicaban. Fue en ese banco donde, al quinto día de mi estancia, tuve un encuentro muy especial. – ¿Le importa que me siente? – No faltaba más. – Lleva usted muchos días aquí. – Cinco con el de hoy. Me dijeron, antes del ingreso, que mi

estancia duraría una semana. – ¡Qué afortunado! Yo cumplo ya cuatro meses. – ¡Vaya! Y tiene para mucho más tiempo. – ¿Quién lo sabe? Eso depende de cómo me porte. Pero antes

estuve, como usted, una semana. ¿Usted también es de los nuestros, un conspirador?

Un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Cómo sabía aquello aquel hombre envejecido prematuramente? Y ¿qué clase de tratamiento estaba recibiendo? – Mire, usted no se ha mirado al espejo todavía porque no hay

ninguno en su habitación, ¿verdad?. Si lo hubiera podría haberse percatado de dos cicatrices muy pequeñas en su cráneo. Hoy el láser hace milagros.

Page 251: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

251

Al comprobar que las cicatrices existían me dio un vuelco el corazón. Me temía lo peor. – De sobra sabrá usted qué es una lobotomía frontal y para que

se aplica. Lo malo es que a los activistas no nos suele hacer el efecto que ellos esperan. Entonces nos internan hasta que una enfermedad común, infecciosa, nos mata de “muerte natural”. Saldrá en dos o tres días a la calle. Yo que usted colaboraría fervientemente. Total, ya todo está perdido.

– Perdone, le puedo preguntar su nombre. – Soy Roberto Serna. – ¡Roberto Serna! De la Plataforma Chemtrails Tortosa. – Exacto. Usted es gallego. ¿No será... Ruiz, Arturo Ruiz? – El mismo. Nos fundimos en un abrazo. Habíamos compartido mucha información e incluso coincidimos en una manifestación multitudinaria en Madrid. Pero era la primera vez que podíamos hablarnos tranquilamente en un bis a bis. – Roberto, voy a luchar por sacarte de aquí. Voy a denunciar

esta salvajada. – ¿Y a quién? No tenemos valedor en nuestra sociedad civil.

Hazte un favor y olvídate de mi, de los chemtrails, de Shalk y vive feliz con tu familia, con tus amigos. Y ahora debemos separarnos. No es bueno para ti que te vean mucho rato conmigo. Aquí siempre tienes al menos dos ojos pendientes de tus movimientos.

– Pero antes dame un teléfono. Lo memorizaré.

Page 252: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

252

– Es asombroso. En tu caso la lobotomía te habrá curado las obsesiones, si es que tenías alguna. Pero estás absolutamente brillante. Memoriza: 977001946. Es el de mi mujer, Silvia.

– Me será fácil memorizarlo. En mil novecientos cuarenta y seis se celebró el juicio de Nuremberg.

Esa fue la última vez que vi a Roberto porque al día siguiente no pudo salir al jardín, al parecer aquejado de neumonía. Cuando me vinieron a buscar los matones por la tarde abandoné el centro con una doble motivación: recuperar mi vida familiar y luchar de la manera más inteligente para hacer salir a flote aquella persecución. En la Dirección de Seguridad me esperaba el mismo “funcionario” que se preocupaba tanto por mi descanso y por mi integración en el Sistema. Pero para la ocasión me recibió en su despacho confortable acondicionado con maderas nobles. Una réplica del cuadro de Francisco Pradilla, “La rendición de Granada”, presidía la escena. El Sr. Robles –al fin conocía su nombre- se levantó para estrechar mi mano e invitarme a tomar asiento. Estaba abrumado, pero tuve cuidado en no mostrar mucho mis emociones. Intuía que lo que esperaban obtener con la lobotomía pasaba porque mi comportamiento no reflejara en modo alguno obsesiones o trastornos de ansiedad, por más que en mi caso pudieran estar más que justificados. – Bueno, Sr. Ruiz. ¿Cómo se encuentra? – Cansado, pero muy tranquilo, gracias. – Ve, va a ser verdad que lo único que usted necesitaba era un

buen descanso. Y se preguntará por qué tanto interés de nuestra parte en su persona.

Page 253: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

253

– Hombre, estoy un tanto desconcertado. Yo sólo soy un humilde periodista a media jornada. La otra media la dedico a la huerta.

– Claro, claro. Pero fíjese que personas de su valía no pueden estar infrautilizadas. Tenemos la idea de coordinar el trabajo de profesionales de la comunicación, con un perfil similar al suyo, para dar cohesión al proyecto común que es España. Hemos conseguido salir del pozo en que nos había metido el socialismo, somos una referencia en el mundo por nuestro nivel de competitividad pero fallamos en poner en valor nuestro patriotismo, en ilusionar a la gente detrás de este objetivo común que es la construcción del país.

Me mordí la lengua para no soltar las ideas que se apelotonaban en mi mente acerca de cómo sacar de la depresión a cuarenta y cinco millones de españoles. Y digo cuarenta y cinco porque los niños y los viejos estaban en la misma onda que la clase trabajadora, por contagio de la situación familiar y porque el círculo diabólico formado por la manipulación de las frecuencias y el consumo de ansiolíticos era un recurso globalizado. Sólo se salvaba la jerarquía y su aparato funcional en los órganos de decisión. Pero lo más inteligente era transmitir mi adaptación a un nuevo entorno sin atisbos de resistencia, sin alardes de juicio crítico. Retomando mi vida en Gomariz, tal vez con un equipo portátil hackeado por mi y con una conexión 4G podría organizar una resistencia más eficaz a través de nodos deslocalizados. Mi cabeza no tenía descanso, pero la paciencia sería mi mejor aliada. – Queremos que usted forme parte, junto con otras personas

notables en este ámbito, del Consejo de redacción de

Page 254: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

254

nuestros instrumentos “culturizantes”. Dispondrá de documentación periódica y puntual y trabajará coordinadamente con el equipo desde su casa. Una vez cada quince días se verán aquí, en Madrid, para puestas en común en persona. Y, ¿por qué no decirlo? para compartir una jornada agradable, en torno a una buena mesa. ¿Qué le parece, Arturo?

– ¡Si usted cree que puedo ser útil! En cualquier caso ahora me encuentro todavía muy cansado. No sé, tal vez sea efecto de la sedación de los primeros días.

– No se preocupe. Es normal y contábamos con ello. Ahora se va a tomar quince días de absoluto relax, con su mujer y su hija. Después ya nos pondremos en contacto con usted. No le he hablado de su salario. Hemos pensado en tres mil euros al mes y algunas otras ventajas, en especies, para que no tenga que preocuparse sino de hacer bien su trabajo. ¿Qué le parece?

– Hombre, por esa parte no habrá ningún problema. Sólo tengo dudas sobre si estaré a la altura.

– Estará, Arturo, estará. Un coche oficial me llevó de vuelta a casa. Durante las seis horas que duró el viaje urdí mi plan operativo de las próximas semanas. Supe ver la importancia de mantener a Ángela al margen para preservar su seguridad en la medida de lo posible si algo salía mal. De modo que representaría el papel de adaptado y evitaría filtrar el núcleo de mis actividades en adelante. Capítulo 6

Page 255: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

255

Mi llegada sorprendió a Ángela atareada en la huerta. Nada más verme se arrojó a mi cuello cubriéndome de besos entre sollozos. Rebeca miraba la escena, algo asustada, agarrada a una pierna de su madre. Los niños pequeños tienen un sexto sentido, una intuición especial para percibir cualquier matiz sutil de la realidad. Luego el paso del tiempo y una educación castrante les va deshabilitando esa capacidad. – Estoy cansado, Ángela. Necesito echarme. – Sí, claro, cariño. Tú ahora descansa que ya hablaremos luego. – No tengo mucho que contarte. Sólo necesito dormir. – Claro, es natural. Tú duerme que yo mientras prepararé una

comida rica. Estreché a Rebeca entre mis brazos y después Ángela me arropó. Tenía frío y estaba agotado, seco. Cuando desperté me desorientó una luz intensa filtrándose entre las contras. Ángela vigilaba sentada al borde de la cama. – Buenos día, lirón. – Hola. ¿Qué hora es? – Las nueve y media. – ¿Cómo? – Si, pero del día siguiente. – ¡No es posible! – Eso digo yo. Traías mucho sueño atrasado. – No, es el poso de aquellas marranadas que me daban en el

frenopático. – ¿En el frenopático? A mi me hablaron en todo momento de

dependencias de la dirección general de Seguridad.

Page 256: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

256

– ¿Qué te dijeron? – Me decían en todo momento que estabas incomunicado por

razones de la investigación sobre tus actividades periodísticas. Pero que todo iba bien, que estabas recibiendo un trato exquisito y en unos días estarías de vuelta. Eduardo y yo solicitamos poder verte, pero insistieron en que no se trataba de una detención sino de una retención. Se acogieron a la ley que les permite incomunicar a un retenido hasta una semana. Nos aseguraron que al octavo día te traerían a casa.

– Has de tener paciencia conmigo durante un tiempo, Ángela. – Claro, tonto. Pero, ¿por qué? ¿Qué te han hecho?. – Nada. Sólo que me he dado cuenta de que no se puede luchar

contra ellos. Y metabolizar esa idea me va a costar un bajón de ánimo, lo sé.

– No pienses en eso ahora. Ya verás como todo vuelve a ser igual cuando recuperes las fuerzas. Te voy a traer algo de comer.

– No, mejor me levanto. ¿Y la niña? – En el cole. Estamos solos. Ángela se acurrucó a mi lado y me besó en los labios con pasión. Olía a manzanas y tenía el gusto de la emoción. ¡Cuánto me había refugiado en el recuerdo de esos aromas durante mi reclusión en Madrid! Y cuánto me había acordado del paisaje del Ribeiro que para mi representaba una protección uterina, el rincón pequeño y a la vez infinito donde todo me era amigable y hasta los más pequeños accidentes habían encontrado un hueco para permanecer en mi memoria. Mientras Ángela acababa de preparar el guiso calcé las zapatillas y salí a recorrer la finca, parándome cada poco a reconocer los detalles más pequeños. Bajo la bota de la dictadura que ahora quería controlarme ganándome

Page 257: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

257

para la causa, tenía la sensación de estar viviendo de prestado aun en mi propiedad. Sentí que tenía que pelear por gozar de aquel tesoro que tanta paz nos generaba desde la conquista de la libertad perdida, aunque para ello tuviera que desapegarme al menos por un tiempo. Sabía que plantear una lucha tan desigual contra el Gobierno no era posible desde dentro del país. La cuestión era tener paciencia y organizar la marcha al extranjero, tal vez a Francia, o a Venezuela, para liderar una campaña internacional de descubierta del proceso de involución y corruptelas que habían obrado el milagro macroeconómico español. El país había pasado de ocupar el puesto 21 en cuanto a la dimensión de su producto interior bruto a reintegrarse en la elite de los 10 primeros. Sin embargo sus ratios de renta per cápita y de acceso al estado de bienestar eran más propios del tercer mundo. Por otro lado la cultura y la educación recuperaron las funciones adoctrinadoras del franquismo, facilitadas además por la limitación del acceso a la información, por el desarme de la discrepancia ideológica y la castración de las mejores cabezas pensantes. Me urgía conocer la dimensión real de la disidencia en el exilio y entrar en contacto con ella. Pero debía hacerlo a espaldas de Ángela. Su seguridad en último extremo dependía ahora de su ignorancia. Me esperaban días multiplicando mi actividad: por un lado debía espolear a mi pareja para que retomara su actividad profesional al margen de cualquier signo de activismo, y si era preciso me implicaría en su trabajo. Por otro lado los de la Inteligencia empezarían a exigirme dedicación al aparato de propaganda de lo que ellos llamaban “la marca España”, un término que escondía, bajo el pretendido objetivo de que la demanda externa identificara la producción “Made in Spain” con sinónimos de calidad y fiabilidad, la motivación espuria de puertas adentro para unir a la gran clase trabajadora, explotada, en torno a los impulsos

Page 258: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

258

colectivos, gregarios que convertían el sufrimiento en un elemento igualador, justificable por razones patrióticas y propio de la altura de espíritu. No tendría más remedio que jerarquizar mis prioridades y simular una cierta tendencia neurótica, nueva, hacia el perfeccionismo que me permitiera robar tiempo para dedicárselo a mis actividades clandestinas. Al día siguiente empecé con mi plan para intentar contactar con miembros de la plataforma en el exterior. Pedí a Eduardo un modem usb 4G y pirateé las conexiones de un portátil de manera que el rastro de las conexiones se iniciaba y moría en el mismo nodo, situado en Irlanda. En cuestión de horas establecí contactos con diversos miembros de plataformas antichemtrails que se habían integrado en la sociedad francesa. Dirigían medios digitales de denuncia muy apoyados por los “Verdes”, que iban ganando peso en la opinión pública centroeuropea. La cultura de la Europa de la primera velocidad en temas medioambientales condicionaba cada día más los programas de los grandes Partidos y limaba las diferencias entre la socialdemocracia y el liberalismo. La cuestión capital en el Viejo Continente era ahora la implementación de medidas de desarrollo sostenible y la preservación de la salud. La presencia de metales pesados en el aire y en el agua hasta límites incompatibles con la preservación de la salud había alarmado a la opinión pública hasta el punto de provocar un endurecimiento de la legislación sobre el uso y control de la ingeniería química y los aerosoles. La Europa del Norte estableció un pulso estratégico contra la autosuficiencia de los EE.UU. que sistemáticamente y con la connivencia del Consejo de Seguridad de la ONU habían boicoteado el Tratado de Kyoto y desarrollado un programa de inyección de polímeros, aluminio, virus y bacterias en las capas altas de la atmósfera que ponían en peligro la salud pública.

Page 259: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

259

Pero pesaba sobremanera la oposición beligerante de los ciudadanos del centro y el norte europeos a los planes de los oligarcas para controlar el mundo y decidir sobre el lugar donde eliminar a una parte de la población. No soportaban la idea de que al mismo tiempo que cuidaban su dieta, hacían deporte, practicaban meditación trascendental y conciliaban vida laboral y personal por su sangre circulaba un cóctel de metales pesados frente a cuya actividad dentro del organismo no había posibilidad de adaptación genética en el corto plazo y de evitación de tumores cancerígenos que acabarían por surgir tarde o temprano. Los sucesivos gobiernos del centro y el norte de Europa se rebelaron contra el surcado de sus cielos por aviones fumigando polímeros para extender aluminio y bario. Los EE.UU. circunscribieron su acción en Europa a la Península Ibérica, pero a Bruselas parecía importarle poco. No era reprochable. Ya en su día a los propios políticos españoles de pequeños partidos dentro de la oposición el asunto de las fumigaciones no les había importado en absoluto. Carecían de visión para asuntos que no les aportaran una resonancia mediática instantánea. Y la lucha contra el colonialismo apoyado en la geoingeniería era muy trabajosa. Ahora que desde el exilio se estudiaban movimientos para liberar a España del yugo americano, los países europeos sufrían la misma desidia al respecto que ya habían sentido cincuenta años atrás cuando los españoles habían salido a la calle en defensa del caudillo dictador. A la opinión pública española se le había vendido, desde el principio, que el envío de tropas a Afganistán tenía la finalidad de acabar con las ambiciones medievalistas de los talibanes. La dirección de mando de los EE.UU. buscaría entonces el triunfo de la libertad. Pero lo cierto es que esa deriva de cambio al margen del fundamentalismo era la que había emprendido el país hasta que Mush padre llegó para armar a los

Page 260: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

260

talibanes contra el gobierno comunista y así controlar los recursos del país. Sin embargo la complicidad de la Administración española con la norteamericana estaba por encima de cualquier análisis objetivo de los hechos. El ministerio de Defensa apoyaba el escudo antimisiles como paradigma del espíritu de prevención frente a ataques del enemigo. Un enemigo que construía y al que fortalecía la propia CIA para tutelar a la todopoderosa industria armamentística de la Unión. España hacía su particular contribución al orden mundial fabricando carros de combate para sátrapas árabes, guardianes de los intereses del primo americano en el Golfo. Esta defensa de los intereses estratégicos de los EE.UU., iniciada con Franco, no había reportado ninguna ventaja a la ciudadanía y en la última década había traído aparejada la utilización del suelo y de sus habitantes como un enorme campo de pruebas para los negocios de las multinacionales. La sociedad española, como la portuguesa, había quedado desmarcada del concierto europeo en los más importantes parámetros, que medían la capacidad para trazar con autonomía la hoja de ruta del país. El acceso a la cultura era ínfimo; había fronteras invisibles construidas con el miedo y, sobre todo, una acción orquestada de la bioingeniería y la tecnología en manos de gentes sin escrúpulos para ahogar la iniciativa de los ciudadanos. En los días siguientes localicé los focos de resistencia, bien organizados, contra la colonización de la Península Ibérica. Estaban operando primordialmente desde Neuchâtel (Suiza), Wetzlar (Alemania) y Limoges (Francia). Era un trabajo que iba realizando a marchas forzadas con el mayor secretismo. Para Ángela mi diálogo prolongado con el ordenador se debía a lo dificultoso de emprender un proyecto de marketing tan ingente como ingrato cual era el que me había obligado subliminalmente

Page 261: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

261

a abordar el establishment. A ella le costaba digerir la idea de verme trabajando para la dictadura pero comprendía que a corto plazo se trataba de sobrevivir. No obstante, abrigaba la idea de que pudiéramos evadirnos de aquel mundo infernal, sin ilusiones colectivas, que el Poder había fabricado en dos años. Yo tenía que impostar una personalidad ensimismada y menos trascendente para no involucrarla antes de tiempo en mis planes. Éramos vigilados y no estábamos en absoluto libres de ser “desactivados” ante la menor sospecha de que pudiéramos seguir realizando actividades para la divergencia. Físicamente, tuve siempre la precaución extrema de utilizar sendos ordenadores dedicados exclusivamente a cada una de mis dos actividades. Mi despacho estaba en la planta superior y en una trampilla escamoteada en el falso techo guardaba el portátil. Fue una prevención providencial. El siete de Mayo se presentó una brigada de seguridad con el pretexto de entregarme en mano el libro de estilo y mostró un interés incontestable en conocer mi lugar de trabajo, por si necesitaba algo. Me llamó la atención la minuciosidad con que uno de aquellos sujetos analizó mi equipo y la conectividad mientras el que llevaba la voz cantante me distraía con preguntas corteses sobre mis protocolos de trabajo. Ángela se encargó de quitarme el brote de ansiedad que me sobrevino a raíz de la visita de aquellos sabuesos. Tenía un don natural para conectar con lo telúrico y arrastrarme a los placeres más esenciales, los que volvían marginales todas las maquinaciones diarias de los sucios pretendientes al control exhaustivo hasta de las expresiones más nimias de la libertad ajena. Rebeca estaba con la niña de Eduardo y Marta y aquella velada solos me devolvió a los tiempos no muy lejanos y añorados cuando anudábamos una noche de pasión con el amanecer. Después de una cena exquisita nos acurrucamos en el

Page 262: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

262

sofá a escuchar a Neil Young interpretando “Heart of gold”. Ángela me acariciaba el pelo y entonces se sobresaltó. Incorporándose, me examinó la cabeza. Estaba muy agitada. – Arturo, ¿qué es esto? ¿qué te han hecho? – No es nada. Me han quitado las migrañas. – Dime que no es lo que parece. No podía mentirle a Ángela. Precisamente a ella no. En el pasado había ganado el premio Luis Ksado de creación fotográfica por un trabajo sobre los métodos quirúrgicos en el abordaje de la enfermedad mental. Un reportaje en el que había invertido largos meses de trabajo en el Sanatorio de Conxo, en Compostela. – Ángela, sólo me importa una cosa. ¿Te sigo gustando? – No se trata de eso, y lo sabes. – Pero yo qué puedo hacer para cambiar lo que ya ocurrió. – Pues ser sincero conmigo. Es lo menos que merezco. – No quería verte sufrir. Además yo estoy bien. – Ahora me explico porque te veía yo tan distinto, tan

ensimismado, siempre enfrascado en tus cosas, como si Rebeca y yo te importáramos menos.

– No me ayuda nada lo que me estás diciendo. – Perdóname, Arturo, perdóname. No quise decir eso. Pero

tenemos que ver a Eduardo a ver que opina él. – No me parece oportuno. Bastante tienen con sus problemas. – Sólo te pido eso, Arturo. Él sabrá si tienes que medicarte o

no. Tienes el ánimo muy bajo y el conoce a los mejores médicos.

– Como quieras, cariño. Te prometo que mañana iré a verle.

Page 263: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

263

La besé apasionadamente para cerrar aquel discurso y también porque no me interesaba de momento que pudiese ver que mis facultades mentales estaban intactas. Todavía tenía un trabajo arduo por delante hasta hacer posible mi sueño de recuperar la libertad. Capítulo 7. En los días que siguieron me administraron con secretismo un tratamiento que ayudaba a focalizar la atención. No lo necesitaba, pero reforzó la rapidez con que estaba urdiendo mi tela de comunicaciones con los activistas en el extranjero. Con casi todos ellos ya había mantenido contacto en etapas anteriores, de lucha contra la invasión transgénica. Pero había un cierto número de incorporados desde otras latitudes: argentinos de Córdoba y Posadas, indios, mejicanos... También algún estadounidense de los Estados del Sur más fumigados. La mayor preocupación de todos ellos giraba en torno al hipotético uso de Shalk para pinchar la corteza terrestre y provocar terremotos. Los iraníes les estaban pidiendo apoyo para desmontar los planes invasivos de los EE.UU. que empezaban por desertificar su país hasta provocar revueltas internas contra el gobierno musulmán. El Pentágono añoraba cada día más los lazos que en su día habían mantenido con el Sha de Persia, un sátrapa encumbrado por la PIA y que les había facilitado el control del golfo durante los años en que cada americano de clase media consumía veinte veces más del máximo aconsejable para un desarrollo sostenible a largo plazo. Pero a la Plataforma contra el nuevo Orden Mundial le interesaba genéricamente frenar la acción humana sobre el clima,

Page 264: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

264

en Irán pero también en México, la Pampa y África. Shalk era capaz de forzar la despoblación de enormes regiones para que luego las cuatro fortunas que apoyaban el proyecto pudieran comprar tierras ricas en minerales, muy valiosas, por cuatro perras. Mi capacidad de ilusión no era bastante para llevarme a pensar en que la Plataforma se volcaría en luchar contra el poder conspiratorio en España. Me conformaba con que empezaran a prestarle mayor atención a la utilización de cincuenta y seis millones de personas, incluyendo a los portugueses, como conejillos de Indias. Sebastián Landaben fue desde el principio mi contacto y mi intermediario para interactuar con los tres grupos. Mis aportaciones sobre la realidad del país estaban a su disposición en la nube, a través de un sistema de encriptación verdaderamente seguro y que actualizaba a menudo. Luego el propio Sebastián se encargaba de multiplicar la presencia de las aportaciones, en foros, en blogs de denuncia y en prensa alternativa. En una quincena mis compañeros encontraron una oportunidad política en la denuncia a través de los mass media de la regresión de los derechos humanos en los dos países que habían salido de la crisis montados a lomos de la desesperanza. A medida que la situación de España y Portugal resultaba más incomoda para Bruselas mi percepción sobre la necesidad de salir cuanto antes del país aumentaba. Entretanto me había preocupado porque mi aportación al aparato de publicidad del Régimen fuese lo suficientemente satisfactoria y bien acogida en Madrid. Aunque había modulado deliberadamente mi batería de recursos de redacción de modo no excesivamente brillante y sólo correcto, aquella gente no estaba acostumbrada siquiera a parir las más elementales fórmulas para

Page 265: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

265

incentivar a los ciudadanos. Teóricamente nadie podía sospechar de mi doble vida. Sin embargo, temía que los rastreadores informáticos de la Dirección General de Seguridad pudieran descubrir mi identidad por algún paso dado en falso. De modo que puse plazo a nuestra huida a Neuchâtel. El veinte de Junio a las ocho de la mañana salimos “de vacaciones” a recorrer la costa de Portugal después de recibir el visto bueno de Madrid. Era un premio para Rebeca, por sus buenas notas. De cualquier manera sabía que nos seguirían durante todo el camino, de modo que planifiqué cuidadosamente nuestros movimientos: los paseos por la Fortaleça, en Valença, donde mis giros en redondo pretextando ver escaparates me permitieron grabar en la memoria las caras de aquellos esbirros; la comida en Camiña, el baño en Vila Praia de Áncora y, ya de retirada, el alojamiento al caer la noche en el Grande Hotel de Póvoa de Varzim. Nuestra actitud fue la de un matrimonio responsable con una criatura que cena en el propio establecimiento donde se aloja para acostarse temprano y disfrutar del día siguiente. A las once tomamos rumbo a la habitación triple sin resistencias por parte de Rebeca y Ángela, que estaban malladas. Desde la ventana pude ver a los tres sabuesos encaminándose al Casino y supe que había llegado el momento. Le pedí a Ángela que diera por perdido el equipaje y que, sin hacer preguntas, me siguiera. Tomamos el ascensor directamente hasta el garaje y por el camino hacia el aeropuerto, una vez dormida Rebeca, la puse al tanto de todo y le confesé que el plan era volar a Suiza aquella misma noche. Yo estaba nervioso, excitado, mirando a cada instante el espejo retrovisor para cerciorarme de que nadie nos seguía. Ángela se debatía también entre el estupor y la ilusión. Por primera vez en mucho tiempo creía reconocer en mi a la persona luchadora que siempre había

Page 266: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

266

sido. Pero no podía evitar alguna frase de reproche por poner en juego la vida de nuestra hija. – Ángela, dime. ¿Qué futuro le aguarda a Rebeca en nuestro

país? ¿Cuáles pueden ser sus expectativas rodeada de una sociedad de zombies?

– Lo sé, lo sé. Y yo también deseaba marcharme. Pero no así, poniéndonos a todos en peligro.

– ¿Es que crees que nos darían un pasaporte para hostigarlos una vez a salvo? ¿No ves que aún lobotomizado no les ofrezco la suficiente confianza?

– Ya, ya, pero ¿quién sabe?. Las cosas podrían cambiar. – Sí, pero nosotros ya no estaríamos aquí para contarlo. La

dictadura de Franco duró cuarenta años. – Pero la presión internacional... – Ángela, estás hablando conmigo. No te desdigas ahora. A

Europa le importamos un huevo. Hay un grupo de románticos, soñadores de un mundo diferente, que intentan tener voz en el Parlamento. Hasta tanto eso no ocurra tenemos que intentar salvarnos. Somos más útiles fuera del país.

Conduje durante hora y cuarto a la velocidad máxima permitida. La avioneta Cessna propiedad de un industrial chocolatero de Neuchâtel con negocios en Portugal esperaba puntualmente en el aeródromo de Oporto nuestra llegada. Llegar hasta ella fue fácil camuflados en la furgoneta del servicio de catering conducida por la misma persona de todos los días. A la buena organización de la Resistencia se unió una relajación comprensible de los guardias en lo que ellos interpretaban como una escena más de un día anodino en tiempos de paz.

Page 267: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

267

Creo que el abrazo de Ángela una vez que el avión despegó fue el más calido de todos cuantos me había prodigado en nuestra relación. Sin embargo yo no podría cantar victoria hasta tanto no tomáramos tierra en Suiza, a mil quinientos quilómetros, después de tres horas y media de vuelo. Sebastián se había desplazado desde Wetzlar para recibirnos y dejarnos instalados. Tenía un contrato de trabajo para mi como columnista en el diario L'étranger, a tiempo parcial donde también colaboraría como freelance Ángela. El director del periódico era un hombre interesado en ofrecer una sección de Internacional suficientemente atractiva para las colonias de emigrantes que tan buen nivel de integración mostraban en el país alpino. El sueño empezaba a tomar forma. Entonces solo deseé que mi salud mental me respetase para poder acabar el trabajo que había empezado hacía ya muchos años. En los días que siguieron el gobierno español pidió mi extradición al suizo bajo pretexto de que yo tenía unas cuentas pendientes con la Justicia. La D.G.S. armó un dossier incluyendo documentos falsificados, inconsistentes, supuestamente incriminatorios por probar mi participación en intentos de sabotaje a instalaciones de telecomunicaciones y contra la base militar de Rota. Mi entrevista con el prefecto del cantón de Neuchâtel fue suficiente para exonerarme de toda sospecha. Mi reacción fue abiertamente la de defenderme contraatacando y busqué el método más simple: la demostración de que me habían lobotomizado, las actas notariales que daban fe de emisiones de ondas de frecuencia extremadamente alta y los estadillos de dispensa masiva de ansiolíticos a la población española. La línea editorial de L´étranger era proclive a la denuncia de los terrorismos de Estado. Años atrás esa vocación le había llevado a ser punta de lanza en la publicación de los papeles de Wikileaks,

Page 268: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

268

superando ataques personales al consejo de redacción. El director del periódico, Sergei Platchenko, había llegado apenas cumplidos los trece años con su familia hasta las orillas del lago de Neuchâtel huyendo del conflicto armado de Georgia, provocado por la injerencia de los EE.UU. quienes, en su afán por controlar los oleoductos que conducían las enormes reservas energéticas de la región hasta Turquía y el Mediterráneo, habían encumbrado en el poder a un hombre de paja, un amigo leal, aunque ello desencadenara una guerra civil sangrienta. Sergei Platchenko, a pesar de su juventud, tenía a sus espaldas un largo bagaje de entrega exitosa a causas dadas por perdidas por la mayoría de los mass media europeos. Landaben lo sabía, y por eso me había puesto bajo su tutela. Sin embargo, el georgiano nacionalizado también suizo había aprendido a hacer las cosas despacio, con frialdad, para evitar que las sucias garras del poder pusieran el foco en acallar su voz. En nuestro primer encuentro en el periódico me transmitió la conveniencia de tratar con la distancia suficiente hasta los asuntos más alarmantes. Su libro de estilo, su código ético, eran dignos de ser estudiados con detalle en las Facultades de Periodismo más prestigiosas. Ponía por delante las razones de la Historia, la evidencia de Imperios que pasaban del máximo esplendor a la decadencia fruto de la ambición desmedida para argumentar que nuestra función de denuncia social no era más que un acelerador de desenlaces inevitables. Su técnica, como la de los troyanos, consistía en introducirse en el foco de la podredumbre y minarlo desde dentro apoyándose en el miedo de elementos corrompidos, aislados de la protección del poder, para que se desmoronaran ante la perspectiva de ser utilizados como chivos expiatorios una vez eran conscientes de que la trama en la que participaban era vulnerable y estaba quedando al descubierto.

Page 269: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

269

Platchenko había encontrado serias dificultades para señalar el camino que llevaba al desmantelamiento de las redes mafiosas del Este. Los delincuentes de la base de esas organizaciones estaban entrenados para suicidarse y ese hecho frenaba las más de las veces las investigaciones. Pero en los temas que concernían a malas prácticas dentro de la Administración el caucásico era un maestro marcando los tiempos. En su haber figuraba la descubierta de financiaciones ilegales detrás del triunfo electoral de la Derecha en Francia e Italia o la denuncia de prácticas nepotistas en el Parlamento Británico. Cuando me invitó a cenar en su casa en compañía de nuestras mujeres lo sentí como un honor y, a la vez, como una oportunidad profesional para canalizar mi obsesión por cambiar el rumbo de la Historia en mi país. Ángela tardó en arreglarse el tiempo justo que invertía en pintarse los labios y domesticar un tanto la rebeldía de su melena. Hacía una noche espléndida que anunciaba con sus olores y el colorido de los macizos de flores en los balcones el principio del verano. Decidimos aprovecharla para hacer el camino desde nuestro domicilio en la Rue de Seyon a pie, cruzando la ciudad vieja, con sus casas amarillas, de piedra caliza, sus hoteles majestuosos presidiendo las plazas y las fuentes coronadas por soberbios grupos escultóricos y adornadas con tonos policromáticos. La familia Platchenko vivía en pleno centro, en una casa de estilo Luis XIV lindante con la Place des Halles. La celebración del mercado en aquel recinto y la proliferación de establecimientos hosteleros conferían una vitalidad y un ambiente cosmopolita extraordinarios a aquel microcosmos medieval. Noté el latido de la sangre, vital y enérgico, en la mano de Ángela y sentí que aquella era una noche iniciática.

Page 270: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

270

Una niña rubia de unos diez años e inmensos ojos azules abrió la puerta y nos invitó a pasar cortésmente. Sus ojos me delataron el parentesco con Sergei hasta que apareció una hermosa mujer de rasgos marcadamente caucásicos y ojos igualmente azules para recibirnos cálidamente. Tenía ese aspecto lozano, juvenil y a la vez maduro, que hace difícil precisar la edad. Pero la estimé en torno a los treinta y ocho, los mismos que tenía su marido. – Encantada de conocerles –saludó en un inglés perfecto–. Mi

esposo me ha hablado mucho de ustedes. Yo soy Mirja Iglinova.

– Encantados. Bueno, no sé como ha podido hablarle tanto de nosotros su marido, cuando apenas acabamos de establecernos en Neuchâtel. Pero en todo caso, encantados. Arturo Ruiz y Ángela Montes.

Me ahuequé un tanto para que ellas pudieran saludarse primero. Lo hicieron con esa efusión que siempre me sorprendía tratándose de desconocidas, pero que era tan distintiva del sexo femenino, quizás diferencial por su especial intuición para distinguir a las personas de fiar de las lurpias. A partir de ahí me ignoraron durante un buen rato. Mirja se llevó a Ángela del brazo, hablando no sé qué de Rebeca y de la otra niña mientras yo me quedaba sólo, ojeando los lomos de los libros apilados en los estantes del salón. – ¡Arturo! ¡Pero si te han dejado solo! Bueno, ya sabes como

son las mujeres. Me las he cruzado cuando subían a pasar revista al piso superior. Tomarás un aperitivo, verdad.

– Bueno. Aunque a decir verdad si tienes vino lo prefiero.

Page 271: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

271

– ¡Cómo me alegra que coincidamos en ese gusto! Además te voy a dar a probar un vino elaborado aquí, en las laderas de las montañas de Neuchâtel.

– Creo que los blancos son deliciosos. – También los tintos, no creas. Pero sí, especialmente los

blancos son diferentes. – ¿Alain Gerber? Prelude del 2005. – Si, un vino blanco tranquilo. – Mmmmh, tan afrutado como nuestro Albariño. – Claro, como corresponde a la uva Chardonnay. Habrás visto

que hasta las piedras de las casas son calizas. En el terreno más apropiado para la variedad. Sin embargo yo he probado vuestro vino y creo que es insuperable. Tenéis calor durante más tiempo. Pero dime, Arturo, estáis bien instalados.

– Oh, sí. No podemos pedir más. Además hemos venido en la mejor época. Rebeca tendrá tiempo para adaptarse antes de ir a la escuela. De todas maneras no tendrá problemas. Es una niña muy sociable y le estamos enseñando a hablar en inglés.

– Magnífico. Por lo que veo habéis planeado quedaros mucho tiempo.

– No, no es eso. Querríamos volver a España. Pero antes tiene que cambiar mucho aquel panorama. Pensar en derrocar al gobierno actual en el corto plazo es una quimera.

– ¿Tan mal están las cosas allá? – Sí, y lo peor es que la gente no tiene ya conciencia de que

otro mundo es posible. A fuerza de ser sometida progresivamente a vivir en condiciones infrahumanas se ha vuelto insensible a la explotación.

– Pero eso que me cuentas es terrible. ¿No hay focos de resistencia dentro del país, amagos de rebelión siquiera?

Page 272: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

272

– No es posible. Sólo quedábamos un puñado de personas preparadas para desactivar bajo nuestros techos las ondas de frecuencia extremadamente alta. La mayor parte de la población está agotada y con el sistema inmune minado por la agresión de nanopartículas de aluminio fumigadas durante años.

– Conozco el tema. Aquí cerca, en el norte de Italia y también en Bélgica lo intentaron. Pero la respuesta popular logro que las autoridades exigieran explicaciones a los americanos. Pero con lo de las frecuencias me has dejado atónito. No sabía que podían anular tanto la voluntad hasta que leí tus valiosas aportaciones en nuestro diario.

– Sobre todo si cierras el ciclo. Se trataba de impedir soñar a la población. Los ciudadanos fueron conducidos a un estado primero de ansiedad, luego de miedo y, finalmente, de pánico. La necesidad de librarse del miedo incontrolado al miedo les ha llevado a la adicción a los psicotrópicos que el Sistema de “salud” les proporciona. Allí siempre hay alguien que vigila para que te tomes las pastillas.

– ¿También vosotros? – Ángela y yo hemos tenido la suerte de protegernos,

aprovechando la mucha información que yo ya manejaba sobre las verdaderas intenciones detrás de los Proyectos para una supuesta defensa militar. Disponíamos de neuroestimuladores que emiten frecuencias bajas, orgonites para absorber el exceso de electrones y, sobre todo, independencia de los mecanismos de control de la población gracias a nuestro trabajo liberal, en nuestro propio domicilio. A Rebeca la estamos destetando desde que llegamos, poco a poco, porque no podíamos evitar que en el colegio le administraran psicotrópicos.

Page 273: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

273

– ¡Hijos de puta!. En Chechenia el ejército ruso y en Georgia los americanos trabajaban con imágenes para colonizar subliminalmente las conciencias del pueblo oprimido.

– Sí, bueno. Yo arrastro desde hace poco tiempo un estigma. El régimen me lobotomizó y para escapar a una reclusión mortal me avine a colaborar en el aparato de propaganda. Ese fue el motivo principal de mi deseo de huir cuanto antes. Eso y preservar la integridad de la familia.

– Sí, lo que hemos publicado en L'étranger es bastante clarificador. Pero hemos de darle una vuelta de tuerca. Hay que señalar a los políticos como responsables de esta trama monumental. Es otro ejemplo de un terrorismo de Estado que persigue la experimentación de un nuevo orden. Pero ahora me preocupa tu caso en particular, amigo. Quiero saber que secuelas percibes después de esa maldita operación.

– Te parecerá extraño, como a mi mujer, pero el hecho es que todo lo que se espera de un lobotomizado no concurre en mi caso. No me siento en absoluto un borrego, conservo intacta la iniciativa y la creatividad y tengo la claridad mental suficiente para interpretar que el mayor problema de España es su clase política y la cohorte de plutócratas que la respalda y alimenta: la gran banca, la prensa amarillista, las empresas favorecidas en adjudicaciones irregulares y, por qué no decirlo, los millones de votantes que sustentan con su falta de juicio crítico la imagen de una presunta Democracia. Esos votantes encarnan a individuos sin los privilegios e inmunidades de que gozan quienes les gobiernan y vulnerables frente al eventual hundimiento de la economía, aunque no hayan tenido arte ni parte en ello. Ellos sí responden al presunto perfil de lobotomizados, inmersos en una indolencia duradera y suicida, sin iniciativa, víctimas

Page 274: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

274

del adoctrinamiento por todos los medios, subliminales o explícitos.

– Es que si vivieran la realidad con la plenitud de los sentidos no les gustaría nada. Mirasen a donde mirasen seguramente encontrarían sólo corrupción, clasismo, inmoralidad... Además siempre hay un pequeño ejército de secuaces, inútiles para pensar pero muy fieles en el apuntalamiento de los valores del Sistema. Por eso eres más útil vivo en el extrajero que muerto en tu país. ¿De qué forma podrías ejercer tu derecho a pedir cuentas a tus dirigentes sin ser purgado? Ellos tienen muchas armas y pocos escrúpulos. Pero nosotros tenemos la palabra. Y a la larga no conozco nada que tenga más fuerza, Arturo. Créeme.

Tuve que hacer esfuerzos por no descomponer la figura. Había sufrido mucho en los últimos meses y aquellas palabras de ánimo, en la voz de alguien que comprendía bien lo que me ocurría, me llegaron al corazón. Sergei me tendió sus manos y nos fundimos en un abrazo reparador, reconfortante. – Eh, ¿que ocurre aquí? No se os puede dejar solos –soltó

Mirja en tono jocoso para resolver la situación–. – Mujer, es comprensible. Ya te he contado por todo lo que ha

pasado recientemente esta familia. – Que sí, hombre. Y nosotros les vamos a dar todo el apoyo

que precisen. Pero hoy es un día para celebrar y no quiero que habléis de asuntos demasiado trascendentes. Para eso ya os veis en la Redacción y no quisiera que Ángela se aburriese. ¿Nos sirves vino, querido?

– Por supuesto.

Page 275: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

275

Mirja acercó una tabla de entrantes de la cocina. En sus costumbres culinarias había una fusión muy complementaria de la gastronomía georgiana con la suiza. En ambas tradiciones la presencia del vino y el queso eran inexcusables. Aquella mujer mostraba en todos sus ademanes una energía, una vitalidad desbordante que sentaban muy bien al humor de Sergei. – Bueno, tenéis que comprender a Mirja. Donde está ella es

inútil meter baza. Ella lleva, sin duda, el mando y el control. – ¡No seas tonto, Sergei! Si por él fuera viviríamos todavía

como hippies. – Bueno, esa es una posibilidad que a mi siempre me resulta

tentadora. Leer, caminar por el bosque medio desnudo, escuchar música y trabajar en lo que te gusta –reflexioné en voz alta-.

– ¿Y a quién no? –intervino Mirja entre risas–. Pero observando cierta disciplina en la intendencia por compartir, que es mucha cuando se tienen hijos.

– Yo estoy de acuerdo con eso –apoyó Ángela–. La responsabilidad de ser madre o padre condiciona más que ninguna otra cosa.

– Bueno, sí. Pero no hasta el punto de claudicar de ciertas cosas que uno siente también como nucleares. No me malinterpretéis, pero yo mamé desde pequeño una situación en mi país donde había que defender a diario los derechos más elementales. Nada se daba por supuesto. En esas condiciones mi padre me enseñó a guardar las espaldas y, sobre todo a elegir muy bien mis compañeros de viaje, leales y con fortaleza de espíritu.

Page 276: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

276

Pasamos al comedor, una pequeña estancia tranquila y sobria, desnuda de cualquier detalle accesorio y contigua a la cocina. Mirja nos confesó que no era amiga de tener personal doméstico a su servicio. Por eso había elegido una casa pequeña, suficiente para albergarlos a ellos, a los libros cuya lectura había dejado muescas en sus memorias, y al piano. Sergei no podía apenas echar un mano en casa pero a ella le daba igual y todavía le quedaba tiempo para los ensayos con la Orquesta de Cámara de la ciudad y para dar clases, sin cobrar, a los componentes de la “Joven Banda Musical”, verdadero vivero de nuevos talentos. Su gusto por la gastronomía, algo consustancial a las gentes de Georgia, le llevó a ofrecernos en esa noche espléndida una muestra de lo mejor de Neuchâtel: fondue de queso servida con cebollas y patatas cocidas, y una ternera cremosa que hizo nuestras delicias. Sergei elegía los vinos de su pequeña y selecta bodega para satisfacer los gustos de su mujer, que buscaba en los tintos calor y sabor a madera. Por eso propuso para la cena un reserva de la variedad merlot criado en la región de Ticino. Era sin duda un caldo redondo, de mayor madurez que los afrutados de Neuchâtel. Fui plenamente consciente durante la cena de que aquellos placeres para los sentidos formaban parte de una estrategia de Sergei y Mirja para que nos olvidáramos, siquiera por una noche, de los motivos que nos habían llevado al exilio. Aquella velada marcó el inicio de un camino. En adelante viviríamos nuestro compromiso sin la urgencia ansiosa propia del que actúa bajo estado de shock y que tan contraria es a la mejor defensa de los intereses en foros importantes de discusión. La pareja de georgianos admirables nos hizo ver que, por más dura que era la situación en España, había un horizonte más amplio al que mirar, un mundo lleno de dramas, conflictos pero también pequeñas

Page 277: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

277

victorias cotidianas hasta conformar un escenario plural, en medio del caos y las dificultades, en el que era posible cambiar las cosas con la confianza en las propias fuerzas y el trabajo en equipo. Mi tendencia a hacer la guerra por mi cuenta no servía para los retos que tenía ante mi y de manera subliminal Sergei había apuntado certeramente en esa dirección cuando aludió a la necesidad de saber elegir a los compañeros de viaje. Después de la mousse de chocolate pasamos al pequeño salón con chimenea para metabolizar la cena con un Remy Martin. Fue entonces cuando Sergei subió de golpe dos marchas en el tono de la conversación. Una operación de doble embrague sin duda planificada y dirigida a la línea de flotación de mi grado de compromiso. – ¿Sabes con quién nos enfrentamos, Arturo? – Con el imperialismo. Con un modelo de vida egoísta, a costa

del empobrecimiento ajeno, a través del expolio, por cualquier medio y con el mayor desprecio hacia las vidas ajenas.

– No lo podías haber descrito mejor y con menos palabras. Pero ignoro hasta que punto eres consciente de la impunidad con que utilizan sus métodos de depuración.

– Cuando me internaron para lobotomizarme contacté con un “disidente” cuyos días estaban contados. La Resistencia fue minada y muchos han desaparecido.

– Mira, entre Francia, Suiza y Alemania sumamos veintiocho miembros activos que nos reportan sobre la situación en la península Ibérica. Pero nos faltan datos concretos, más nombres de esos desaparecidos a los que aludes y, sobre todo, testimonios vivos de la gente sometida, amenazada, víctima de maltrato

Page 278: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

278

– Contamos con el mío. – Sin duda. Y tenemos los informes sobre emisiones de ondas

de frecuencias extremadamente altas y sobre la administración sumaria de psicotrópicos. Pero el golpe de efecto de una denuncia personal por tu parte será sólo el detonante y la señal para que otros te secunden. Antes de que eso ocurra quiero advertiros que pasaréis por un pequeño infierno de presiones mediáticas. ¿Sois conscientes de todo eso, Arturo?

Ángela me miró y bajó la cabeza. Estaba dejando sobre mis espaldas la decisión de renunciar al anonimato y a la recuperación de una felicidad que creíamos irrecuperable apenas dos semanas atrás. Pude percibir como Mirja miraba con compasión a Ángela antes de intervenir: – Sé que no es asunto mío, Ángela. Pero por si te sirve de algo

te diré que es mejor experimentar el miedo durante un tiempo con la esperanza de vencerlo que mirar hacia otro lado e instalarse en la mentira. Desde que Sergei acabó su carrera e inició su militancia impenitente contra el drama de Georgia la PIA nos hizo la vida imposible. Y cuanto más nos asediaba mayor amplificación mediática buscábamos para nuestras denuncias. Eso, además de disponer de escoltas, nos salvó la vida.

– Sí –interrumpió Sergei–. De todas maneras si vamos a seguir con esto tendrás que admitir que os ponga protección.

Busqué la mirada de Ángela y me crucé con la suya llena de preguntas pero sin un solo signo de reproches. Instintivamente nos buscamos para refugiarnos en el calor de un abrazo

Page 279: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

279

apasionado. Estrechada contra mi pecho, la sentí como una confirmación de que había razones poderosas para la lucha. Volvimos a casa caminando sin deshacer nuestro abrazo con la sensación de habernos quitado un peso de encima. Entonces ya sabíamos lo que teníamos que hacer. Capítulo 8 Durante los dos meses que siguieron me dediqué exclusivamente a recopilar pruebas acusatorias contra la clase política española, secuestrada por el Gobierno de los EE.UU., y contra la clase política de los EE.UU., secuestrada por el poder de las grandes corporaciones, con quienes estaba maridada. Me causó impresión, sin duda por la perspectiva que da el paso del tiempo, volver a recuperar aquellas cartas tipo con que distintas instancias de la Administración calificaban como de naturaleza normal las estelas que dejaban los reactores: “... En primer lugar agradecerle su interés y preocupación por la conservación del medio ambiente, cosa que en cierta medida nos compete a todos, cada uno en la medida de sus posibilidades. A este respecto, “XXXXXXXX” tiene conocimiento de la proliferación de información que se está produciendo en diferentes medios de comunicación, especialmente en internet, acerca de las estelas de las aeronaves, en las que se dice que no se trata de estelas si no de fumigaciones intencionadas de sustancias contaminantes mediante el empleo de aeronaves.

Page 280: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

280

Sin embargo, podemos afirmar que este tipo de informaciones no tienen ningún fundamento científico ni técnico. Las estelas de los aviones se forman por condensación del vapor de agua expulsado por los motores de los aviones en determinadas condiciones de temperatura, presión y humedad y no suponen riesgo alguno para la salud. El tiempo de persistencia puede variar de uno o dos minutos a varias horas, siendo más persistentes cuanto menor sea la presión y la temperatura y mayor el grado de humedad de la atmósfera. Esperamos que la respuesta facilitada sirva para tranquilizarle sobre este aspecto”. Indefectiblemente yo argumentaba en contra de la teoría de la condensación del vapor y aludía a la falta de identificación de los vuelos: “...Gracias por su amable respuesta. En cuanto al origen de estos vuelos, con la aplicación flightradar24.com (somos ciudadanos de a pie con limitaciones al respecto) hemos visto que los aviones que dejan estelas duraderas en el cielo en muchos casos no son identificados por el radar. En otros se apunta Funchal, La Gomera o Faro como origen... destino desconocido. Respecto de sus consideraciones sobre causas climáticas, qué respuestas podríamos dar entonces a los siguientes fenómenos: ¿Por qué a la misma hora y con el mismo clima, a la misma altitud, unos aviones dejan una pequeña

Page 281: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

281

estela que desaparece en segundos y otros estelas que surcan todo el cielo, permanecen horas y se anchean hasta formar nubes blanquecinas? -¿Por qué el radar no es capaz de identificar a esos presuntos fumigadores y establece origen y destino desconocido? -¿Por qué los inmensos chorros se interrumpen y reinician, se interrumpen y reinician... formando a veces un entramado en el que participan en cualquier punto de la geografía un número de aeronaves espectacular? -¿Por qué algunas aeronaves se dan la vuelta en redondo cuando dejan de emitir los enormes chorros? ¿Figura en algún manual de navegación el proceder reiterado de girar en redondo en situación de ruta? Agradeceré maticen su respuesta cuando las condiciones atmosféricas no son argumento que pueda ser usado a discreción para estelas tan distintas en el mismo espacio y a la misma hora”. Todo aquello que parecía haber quedado tan lejos debía recibir nuevamente mi atención. Había decisiones en el seno de los parlamentos sueco, italiano, alemán, argentino, etc. que avalaban la teoría de los chemtrails tóxicos como una realidad reconocida al fin por el propio gobierno de los EE.UU. y por los oligarcas que financiaban acciones atentatorias contra la salud pública. Esos reconocimientos demostraban que la Administración del Estado español con respuestas idénticas desde sus múltiples instancias actuaba corruptamente como cómplice, contra la verdad, los intereses y la salud colectivos.

Page 282: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

282

A través de corresponsales del diario establecidos muy lejos de Suiza contacté con la ya viuda de Roberto Serna, que poseía pruebas del tratamiento recibido por su marido y estaba dispuesta a testificar. Eduardo, el farmacéutico, acumulaba dossieres sobre prácticas médicas destinadas a perpetuar en la población la dependencia enfermiza, obsesiva, de fármacos administrados sumariamente. Él sería otra pieza fundamental en un proceso judicial. A todos ellos los sacaron del país la Resistencia y Sergei, en una operación relámpago infiltrando agentes avezados en una empresa de transporte de productos alimentarios propiedad de un primo de Sergei, establecido en el valle del Loira. Yo despachaba regularmente con Sergei y con el consejo de Redacción, formado por un equipo restringido a cinco miembros. Algunos días nos costaba trabajo contener nuestro estado de excitación. Por mi parte percibía que mi vivencia de la profesión se enriquecía día a día con el contacto con aquellos periodistas tan avezados en la búsqueda de fuentes y en la reconstrucción de los hechos como notarios, desde la objetividad pero también desde el relativismo, literaturizado, que fidelizaba a los lectores. Por primera vez en el ejercicio de mi carrera me sentí inmerso en una capa profunda de la cebolla, en ese mundo profundo donde se percibe mejor la verdad porque la mirada se vuelve transversal, divergente, menos contaminada por el ruido intencionado de la clase dirigente. Las conquistas de los grupos de trabajo en Wetzlar, Limoges y Neuchâtel y la eficacia de los topos extrayendo datos y pruebas del modo en que se conculcaban los derechos más elementales en los centros de trabajo de toda la Península nos situó en una posición privilegiada. Sabíamos mucho sobre la implicación de los aparatos del Poder, empezando por los Presidentes y los miembros más selectos de sus gabinetes, en el entramado

Page 283: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

283

económico que les llevaba a sumar cantidades ingentes de dinero en paraísos fiscales. El día 2 de Septiembre de 2014, con motivo de la celebración de una Cumbre internacional en Roma entre los EE.UU. y los países del Mediterráneo el juez español Ignacio Estiarte, injustamente tildado de “estrella”, ordenó la detención de los presidentes norteamericano y español por la denuncia de torturas y asesinato por parte de particulares. Era la fórmula más impensable pero a la vez más eficaz para retener a aquellos líderes en un país donde no gozarían de mayor status que el de cualquier otro ciudadano. Las presiones diplomáticas del Pentágono se hicieron insufribles para el gobierno italiano. La sexta flota se apostó en el Tirreno presta a intervenir. Pero al mismo tiempo toda la prensa internacional independiente puso en tela de juicio a la democracia del país más poderoso de la Tierra, y lo retó a demostrar su talante y su declarada vocación por defender liderazgos desde la libertad. El establishment de los EE.UU. llegó a sentir que para ganar aquella partida de ajedrez había que sacrificar piezas importantes. Con los indicios señalados por Estiarte la detención se ajustaba a derecho y, lo que era más importante, parecía claro que era preferible sustituir al Presidente sin con ello se lograba desviar el foco de atención. La Inteligencia Americana, conocedora de la incorruptibilidad del juez español, negoció un régimen de reclusión muy favorable para el lider de la Nación, mientras en el país se adelantaban las elecciones. Era la fórmula precisa para que el Plan de Defensa Nacional siguiera actuando como una gran mentira, incumpliendo el mandato de la convención de 1976 sobre la prohibición de utilizar técnicas de modificación ambiental con fines militares u otros fines hostiles. La Defensa pretendía seguir con su política de ataques preventivos y como un ariete destrozar las condiciones climáticas y la organización social de regiones del planeta hasta

Page 284: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

284

hacerse con el control de las reservas. Pero las presiones de las grandes potencias emergentes con intereses geoestratégicos comunes para alimentar maquinarias productivas con un crecimiento exponencial estaban sentando las bases de un nuevo equilibrio de fuerzas en el marco de relaciones internacionales. China, Brasil, La India y Rusia sacaron rendimiento de la penalización pública al establishment americano y consiguieron sacar adelante la aprobación del sometimiento a mecanismos de control dependientes de la ONU de todo lo relativo a la implementación de planes experimentales de Defensa y de modificación del Clima. El caso español, que movía mi interés más cercano, tuvo una resonancia reducida, a la sombra del supuesto paso en falso de la cúpula del Gobierno norteamericano. Fuera de Europa, los daños colaterales que la incursión del Imperio provocó en la sociedad española, la regresión de esta a la Edad Media, pasaron desapercibidos. El mundo empezaba a balancearse de forma diferente, y Asia era entonces su centro. Esa realidad quitó presión al gobierno de España, que situó temporalmente en el poder a un hombre de paja, para que no se apartará un ápice del camino elegido de los recortes en materia de bienestar social y derechos de los trabajadores. Sólo la tenacidad de Ignacio Estiarte fue capaz de conseguir que Madrid se aviniera a sentarse a la mesa en el tribunal de Estrasburgo con representantes de la disidencia. En el largo proceso judicial que siguió las pruebas que presentamos eran de tal calibre que al Gobierno de España no le quedó más remedio que claudicar. Estaba en juego una ayuda en fondos estructurales imprescindible desde el momento en que los EE.UU. se hallaban preocupados sólo de su propia forma de superar la crisis y de engrasar la maquinaria de producción armamentística que era el nicho tradicional de cientos de miles de

Page 285: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

285

empleos y el segmento que aportaba las mayores entradas de divisas. Era evidente que los disidentes queríamos la cadena perpetua para los máximos responsables del hundimiento de nuestro país, de nuestro modelo de convivencia, de nuestras conquistas sociales. Pero no era menos cierto que sabíamos que eso era imposible. Nos daríamos por satisfechos con la inhabilitación de la cúpula del poder, el envío de observadores internacionales y la convocatoria de elecciones. Pero la democracia es una entelequia cuando no confluyen varias circunstancias: una población bien formada e informada, condiciones para el desarrollo del juicio crítico en un clima de libertad, un grado de participación importante, una situación social en la que el miedo no maniate las conciencias... En fin, había mucho camino que recorrer en España y también en Portugal antes de convocar a la población a unas Elecciones Generales y entretanto un gobierno provisional, de consenso, con representación de todas las fuerzas políticas hubo de enfrentar las primeras reacciones colectivas tratando de marcar distancia con una situación de esclavitud física y mental de la que los ciudadanos empezaron a tomar conciencia con el destete progresivo de los depresores del sistema nervioso central y del bombardeo subliminal que el aparato de propaganda del gobierno corrupto había aplicado con saña intensa y prolongada. Pero la celebración en el horizonte de elecciones dentro de un supuesto clima de libertad recuperada no garantizaría por si sola una reconquista de la democracia. Antes había que dar pasos hacia la reintegración de la soberanía popular: en el mundo del trabajo, con la recuperación del sindicalismo, en la restauración del derecho a la información, en la despenalización del asociacionismo, en la universalización del acceso a la educación en estadios superiores... Los que habíamos sido testigos de la

Page 286: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

286

vulnerabilidad de los españoles frente al abuso del poder y de la notable facilidad con que sus valores y sus expectativas eran suplantados por otros de rango ínfimo sabíamos que para que aquella masa, hasta hace poco tiempo informe, de cuarenta y cinco millones de personas retomara la senda de la ilusión colectiva por construir una sociedad mejor, no podía quedar expuesta a dar bandazos desde la explotación asumida y quemante hasta el pasotismo y la recurrencia al Estado como garante de todos los derechos. Era preciso encontrar el fiel de la balanza, ese punto en el que los ciudadanos volvieran a valorar el trabajo y, por qué no decirlo, el sacrificio que permitía acceder al estado de bienestar. Nos enfrentábamos con un panorama en el que millones de trabajadores retornaban del infierno, con el síndrome del quemado, y debíamos recuperarlos para la vida productiva al paso, evitando períodos de inactividad que pudieran provocar su inmersión en esa felicidad inconsciente que produce la ausencia de responsabilidades. Ese fue el leitmotiv principal por el que la Resistencia organizada desde el exterior articuló, con la presencia de la Universidad, la Empresa y funcionarios limpios, la creación urgente de un Consejo para la reorganización del Estado, participado por representantes de la Unión Europea, cuyo concurso solidario sería imprescindible en todo el proceso de regeneración y superación de la estructura, física y legislativa, medievalista que la corrupción había impuesto para impedir cualquier expresión de discrepancia. Los integrantes del Consejo sentíamos las amenazas galopando siempre a nuestros talones. Eso nos llevó a autoimponernos un volumen de trabajo formidable para cumplir un calendario de toma de decisiones implacable. No podíamos tomar las decisiones a la ligera, sin un buen debate previo. Cualquier transmisión a la sociedad de dudas, contradicciones o pasos en

Page 287: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

287

falso sería desmoralizante en aquel momento. De modo que, no pudiendo acelerar las cosas, la única opción para progresar pasaba por encerrarnos días y días con sus noches en el Ministerio de la Gobernación hasta ir encontrando el mejor diseño para el país. Nunca hubiéramos soportado ese caudal de trabajo de no estar excitados por el acto de crear, de modelar un marco de convivencia que serviría para que la sociedad se deslizase en el nuevo milenio con una personalidad sustentable a largo plazo. Y lo primero a que debíamos atender era la recuperación de la identidad colectiva y de la ilusión por participar en el proyecto común. Había que atender a lo doméstico, a los individuos considerados de uno en uno. Capítulo 9 Algunos miembros del Consejo opinaban que la subida de los salarios no era por si misma un argumento suficiente para que la gente volviera a encontrar atractivos sus trabajos. Además esas mejoras retributivas tenían que ser progresivas si no queríamos provocar deslocalizaciones. No, ese no era un elemento suficiente para conseguir la cohesión. Había que introducir otros ingredientes, con la ayuda de psicólogos y sociólogos: el valor de discernir entre formar parte de un equipo o quedar descolgado, la obtención de beneficios colaterales por el hecho de ser persona activa, la conciliación real entre vida profesional y familiar, con jornadas semanales de treinta horas, la prima a la ambición sana, introduciendo el grado de cobertura de objetivos en los Planes Operativos de todas las empresas, públicas o privadas. Alcanzaríamos la universalización del acceso a escuelas infantiles, para cubrir las necesidades familiares y que nuestra masa de activos fuera la mayor posible trabajando menos horas.

Page 288: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

288

Esta medida junto con otras de apoyo a la infanCIA conllevaría un repunte demográfico imprescindible si no queríamos llegar a ver un país sin recambio generacional. Era el fondo de solidaridad, la caja común, la que se dimensionaba para que las empresas no tuvieran que pagar el coste de unos permisos por maternidad que se extendieron hasta los ocho meses. Los productos de primera necesidad para los bebés recibieron subvención y se establecieron mecanismos de intervención sobre los precios que fijaba la industria farmacéutica. No estábamos inventando nada. Sólo se trataba de inspirarnos en modelos donde el sistema impositivo funcionaba para garantizar un buen nivel en los servicios públicos, universalizados. Quizás el valor que introducíamos, incorporado ya en algunas organizaciones empresariales y en instituciones modélicas por el cuidado de sus recursos humanos, era el de la necesidad de perseguir la excelencia, como una velocidad de crucero y un modo inexcusable de entender el desempeño en cualquier actividad. La excelencia como generadora de riqueza y de bienestar social. Para conseguirla era por lo que estábamos atendiendo a todos los valores motivacionales, no solo el salarial. La conciliación y la cobertura de derechos fundamentales se revelaron como los más importantes. Nuestro sistema de prioridades incluyó una mirada distinta hacia el foco del problema por el cual España se había convertido en un país habitado por pobres. Identificamos la urgente necesidad de invertir en Investigación, Desarrollo e Innovación y recaudamos el retorno de buena parte de la generación de científicos que había emigrado en los años de corrupción. Suscribimos acuerdos de colaboración entre la Universidad y el mundo empresarial que auparían a las firmas españolas a posiciones de vanguardia con la participación del Estado en el accionariado para intervenir en el

Page 289: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

289

retorno de la riqueza a la sociedad que hacía el esfuerzo por elevar su status. En los planes operativos de todas las áreas de gobierno aplicamos el mismo rigor a la hora de discernir entre lo importante y lo prescindible. Así, en materia de transporte potenciamos la utilización prioritaria del ferrocarril hasta mover el ochenta y cinco por ciento de las materias primas y graneles por ese medio dentro del país. Todos los puertos disponían de terminales que los interconectaban y se tendieron vías complementarias hasta las centrales térmicas y los grandes focos de producción industrial. Todo aquel trabajo ímprobo sustrajo mi energía y la de los compañeros del Consejo durante cinco largos años que marcaron la transición de un país hundido en la involución hacia una república federal de nuevo cuño que resolvía las reivindicaciones soberanistas de las “Comunidades Históricas”. La patria sólo era un referente en materia de defensa de la integridad territorial y en el arbitraje de decisiones consensuadas sobre compensaciones entre territorios para evitar que alguna nación dentro del Estado se quedara descolgada. Se establecieron las nacionalidades a partir del diálogo y el consenso entre las distintas comunidades autónomas, quedando España conformada como una nación de 10 naciones, a saber: Galicia, Asturias con Cantabria, País Vasco, Navarra con La Rioja, Aragón, Cataluña con Baleares, Comunidad Valenciana, Castilla, aglutinando a las provincias de León, Zamora, Salamanca, Valladolid, Palencia, Madrid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Burgos, Soria, Segovia, Ávila, El Sur, integrando a Andalucía, Extremadura y Murcia, y, por último, las Islas Canarias. Ceuta y Melilla pasaron a integrarse en Marruecos que, a su vez, respetó el derecho a la

Page 290: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

290

autodeterminación del pueblo saharaui, constituido en nación soberana. Ese fue el asunto más espinoso de cuantos tuvimos que tratar. La herencia ideológica y un pasado que desde la época del imperio romano hasta la Reconquista había estado marcado por pulsiones territoriales, luchas dinásticas e intrigas palaciegas pesaba todavía en la mentalidad hispánica, muy dada a nutrir un aferramiento al poder que llevaba a atomizar la aplicación administrativa en instancias sin fin para dar entrada a una cohorte excesiva de valedores que a su vez se hacían fuertes repartiendo privilegios con procedimientos nepotistas. Acabar con las diputaciones y suprimir todas las fundaciones, consejos y Cámara Alta fue un elemento implacable desde nuestro primer día en el Consejo para acabar con organigramas ociosos y la tara de puestos de trabajo costosos que sólo ocultaban el rostro de los favores políticos. No cabía en nuestra imaginación la figura de jubilaciones anticipadas ni tampoco la idea de engrosar las listas del paro, de modo que la inserción laboral era inexcusable a través de la disposición efectiva de una batería de cursos de formación y la aplicación de incentivos a su contratación. Destinamos fondos suficientes para participar y cogestionar empresas en el sector de las renovables, para convertirlas además en nichos de creación de empleos para los que pasaban por esos procesos de reorientación profesional procedentes de áreas en el pasado sobredimensionadas. La reducción de horas laborales apoyada por el aumento de la competencia profesional a través de la formación continuada supuso el reparto de la carga entre un número sensiblemente mayor de trabajadores. En toda la reorganización del Sistema los bancos no quedaron al margen de la necesidad de repensar la sociedad. no se trataba de

Page 291: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

291

derribar el capitalismo ni de ir contra corriente en una Europa que necesitábamos cercana. Pero sí de marcar unas reglas de juego que restablecieran el plano de mutua conveniencia que debía regir en las operaciones de crédito, cual figuraba en las actas fundacionales de las entidades ciento cincuenta años atrás. Los bancos habían mostrado celo en el cobro a sus deudores. Pero con el mismo énfasis debían asumir sus errores de gestión. Les impusimos un calendario de devolución de las ayudas que habían recibido del gobierno corrupto. Un dinero que utilizamos para impulsar un plan de alquileres sociales que permitió recolocar en viviendas independientes a familias hacinadas por la política pasada de enajenación de sus viviendas. En el mercado bursátil prohibimos definitivamente las apuestas a favor de la bajada de cotización de un valor, gravamos las operaciones a corto plazo con un impuesto pagadero al Estado sobre las ventas. Por el contrario, decidimos la eliminación de la mayor parte de las comisiones por operaciones regulares en cuenta corriente y fijamos tipos de interés límite adecuados al precio oficial del dinero pedido al Banco Central Europeo y entre las entidades. Todos los pequeños operadores prestatarios de microcréditos rápidos en condiciones de usura fueron desarticulados o, en algunos casos, obligados a ajustar a la nueva ley los tipos de interés para aplicar. Todos estos cambios no hubieran sido posibles sin el establecimiento de un marco de relaciones estrecho con los mandatarios de los países que pertenecían a la Europa de la primera velocidad. Particularmente trabajoso fue convencer a Bruselas y a Francia de que nuestros intereses no serían comunes en tanto no prohibiésemos a las multinacionales ejercer acciones

Page 292: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

292

de piratería para conquistar mercados y establecer condiciones abusivas en las relaciones comerciales con los proveedores. Era la hora en que los políticos debíamos mandar y hacer cumplir las leyes. No podíamos permitir que las multinacionales marcaran el paso, porque en los últimos años los sectores primarios de España y Portugal habían sido las primeras víctimas del neoliberalismo a ultranza, la primera ficha del dominó en desmoronarse, antes incluso que el sector de la construcción. Pero los planes experimentales “Laarp” conjuntos del ejército de los Estados Unidos y las Grandes Corporaciones amenazaban con alterar el equilibrio del contexto europeo. Debíamos empezar por impedir que la industria alimentaria, en manos de cuatro familias, arruinase a los productores fijando unilateralmente las cantidades por pagar. Era la hora en que los gobiernos debían acordar una política de precios que protegiese al sector tradicionalmente más castigado y arbitrar auditorías en los puntos finales de distribución. Fueron tiempos de actuaciones ejemplarizantes en el escenario de las grandes superficies, con la incautación de grandes cantidades de leche para ser distribuida gratuitamente en colegios y centros de asistencia social. Francia se mostró en principio reticente a aceptar estas medidas y acuerdos para equiparar las posibilidades de comercialización de distintos sectores agropecuarios en suelo europeo, pero acabó por aceptarlas dentro de un marco de relaciones y oportunidades de negocio más plural y de mayor extensión geográfica. En suma, aquellos cinco años de gobierno provisional de consenso fueron de especial dedicación y de gran compensación profesional y personal. Desde España estábamos siendo la punta de lanza de una nueva mirada, de una forma de entender las relaciones internacionales que rompía con la tendencia de años anteriores en los que siempre solía haber ganadores y perdedores.

Page 293: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

293

Y esto era posible porque actuábamos sin sentir en el cogote el aliento chantajista de la Reserva Federal, toda vez que los privilegios del gigante americano se habían venido abajo con la suspensión de las prácticas desleales y fuera de la ley, en diversas regiones del planeta, de su oligarquía corrupta. El poder político se reafirmó al fin por encima del económico en la vieja Europa, necesitada de la solidaridad internacional para reafirmar su proyecto íntegro. Aquellos cinco años marcaron mi tránsito a la madurez intelectual y profesional. Supusieron, no obstante, un enorme sacrificio en mi vida familiar. Mi relación de pareja era sólida y también lo eran mis lazos con Rebeca. Pero la vida es breve y durante todo aquel tiempo mis continuas estancias semanales en Madrid me privaron de vivirla de la mano de Ángela, cuya fuerza me había sostenido durante los años en que los mañanas eran inciertos. Desde el principio no vimos oportuno que ella y Rebeca se establecieran conmigo en Madrid. Mis jornadas de trabajo no tenían a menudo ni principio ni final y en aquellas condiciones preferí reservar los fines de semana para ellas enteramente y vivirlos en Gomariz. Pero los acontecimientos nos desbordaron y de cada cuatro fines de semana acababa subiendo uno o, a lo sumo, dos. Viajaba continuamente, sobre todo a Bruselas, París, Berlín, Barcelona... y a menudo nos cerrábamos Sábado y Domingo en el Ministerio para pactar las cuestiones de Estado, previamente debatidas en comisiones, con presencia de representantes de todos los agentes sociales. Desconocía las razones por las que mi participación había llegado a ser considerada como imprescindible en todos los “focos sensibles”. Mi formación periodística me había proporcionado una base y una tendencia perfeccionista en la búsqueda de las fuentes; mi presencia en conflictos me había

Page 294: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

294

educado en la mediación antes que en estallido de las hostilidades; mi persecución y denuncia de la corrupción durante los últimos años me hacían conocedor de todos los mimbres con que se conformaba un Estado. Pero por más que busqué no creí ver en todo mi curriculum una sola etapa de mi vida que hubiera puesto a prueba mis dotes de mando, mi capacidad para rodearme de un buen equipo y llevarlo a ejecutar las acciones necesarias para la consecución de un fin. Sin embargo los líderes de la Resistencia en el exilio y cabezas pensantes representando a las corrientes renovadoras de los partidos políticos, a la Universidad, al mundo empresarial y al sindical habían decidido reservar para mi la coordinación del Consejo que habría de parir por un lado la idea del Estado y por otro, complementariamente, los cambios necesarios en la Constitución, en coordinación con los juristas. A favor de la elección de mi persona señalaron como mi mayor valor añadido “el liderazgo, la capacidad innata para dirigir un proyecto trabajoso pero ilusionante, y adujeron, como antecedentes para avalar esta tesis, mi tenacidad en la denuncia y persecución del mal, mi delegación por compromiso en compañeros de causa, creando sinergias y fomentando el multiliderazgo, mi lealtad con los caídos en desgracia, evidenciando la valentía de enfrentarme con el miedo, y la superación ejemplar del propio ataque a mi persona a base de volcarme en el entorno en detrimento de la atención dada a los asuntos personales”. Aquellos argumentos esgrimidos cinco años atrás en el sencillo acto de mi designación por el Presidente del Gobierno Provisional eran ahora una losa para mi. Aun cuando no me había apartado un ápice del perfil asignado para mi cometido, había llegado, quizás de modo prematuro a juicio de la mayoría de mis compañeros de equipo, la hora de retomar la vida a la que

Page 295: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

295

aspiraba antes de que los que se habían creído capaces de adueñarse del mundo alterasen el rumbo de los acontecimientos. El catorce de Junio de 2019, viernes, con el país caminando con paso firme dos meses después de las primeras elecciones generales de la República Federal Española, salí del Ministerio sin rumbo fijo. Mis pasos me llevaron por el Paseo de la Castellana hasta Recoletos. El café Gijón tenía la virtud de transportarme a un espacio intemporal en el que no existían las prisas ni las obligaciones con día y hora de caducidad. Tomé el cuaderno de notas y mientras degustaba con calma un ron cubano mi Pelikan empezó a trazar el balance de mi vida. Me invadió un sentimiento de melancolía al recorrer con la memoria los años en que los actos más nimios, meditar, escuchar a lo lejos el rumor del río mientras contemplaba las nubes tendido sobre la hierba eran los hitos por los que merecía la pena despertarse. La pluma cobraba vida movida por el inconsciente y se deslizó en la memoria de los ojos profundos y dulces de Ángela, en su pelo indómito medio ocultando las intenciones, en su boca jugosa prometiendo diálogos intensos, en su cuerpo menudo y enérgico buscando abrigo en las noches duraderas, para disipar lo incierto. Esa misma noche, en una reunión extraordinaria del Consejo, presenté mi renuncia irrevocable por razones lógicas relativas a la conveniencia de una renovación. A las 22 horas, con lo puesto, tomé en Atocha el tren con rumbo a Celanova. A las siete de la mañana, con sigilo, me deslicé en cama y abracé a Ángela. Sorprendida y exultante quiso volverse pero le pedí que se quedara así para poder abarcarla con mis brazos durante horas, oliendo su piel de manzana y su pelo alborotado, hasta traer al presente la memoria de vivencias durante tanto tiempo anheladas.

Page 296: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

296

– ¿Hasta cuando podrás quedarte, Arturo? – Hasta siempre, amor mío. FIN. “El último periodista” se encuadra dentro del género de la novela, categoría de ficción. Cualquier similitud de los personajes que en ella aparecen y de los acontecimientos narrados con la realidad es mera casualidad, pura coincidencia.

Page 297: EL ÚLTIMO PERIODISTA. Paginado copia

297