el umbral 1.pdf
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Nace El Edén 1
Mensaje del obispado 2
Noticias 2
Un relato para el alma 4
Humor 6
El perdón 6
Avisos 8
Contenido: EL
ED
EN
BA
RR
IO
PU
EN
TE
AL
TO
III
Volumen 1, nº 1
Fecha del boletín: SEPTIEMBRE
C omo una forma de acercarnos más, de comunicarnos mejor y de contar con medio moderno y de gran versatilidad, nace “EL
EDEN” un boletín mensual y local del Ba-rrio Puente Alto III. Será nuestra misión el informarle de Actividades a realizarse así como el resultado de estas, entre nues-tras variadas y misceláneas columnas ha-brá algunos espacios dedicados mensual-mente a diferentes propósitos, por ejem-plo:
Mensaje del Obispado: el cual nos trae-rá la guía de nuestro líder local para nuestro Barrio.
Mensaje de alguna Organización: este espacio se ira turnando para que cada organización auxiliar así como del Sacer-docio nos pueda tanto informar, elevar, como instruirnos acerca de algún tópico que ellas estimen conveniente.
Relato Verídicos: este espacio esta re-servado para un relato de la vida real que nos inspire, nos de fuerza y nos enseñe el valor de la vida, del evangelio, etc.
Humor
Avisos: Para que las diferentes organi-zaciones puedan avisar, tanto de sus reuniones, actividades, etc.
Noticias: Aquí se informara sobre el re-sultado de las diferentes actividades y reuniones que se hayan llevado a cabo.
Cartas y Preguntas a los Directores: este espacio esta creado con el propósito que los miembros que tengan dudas referen-tes a algún tema se les pueda dar res-puesta, con citas y referencias tanto de las escrituras como de las autoridades generales.
El éxito de este proyecto dependerá ex-
NACE “EL EDEN” BOLETIN LOCAL DEL BARRIO PUENTE ALTO III
clusivamente de nosotros mismos invita-mos desde ya, a todas las presidencias de organizaciones auxiliares, así como presi-dencias del sacerdocio, y a los miembros en general a sumarse con ideas, artículos, avisos, noticias, preguntas, sugerencias, opiniones, etc. Tal como lo mencionáramos la tirada será mensual y se tratará de hacer repartir los ejemplares el primer domingo de cada mes. Sin perjuicio de que los Directores o el Obispado estimase conveniente tirar una partida extra por algún evento en especial. Esperamos que estas letras cumplan con el objetivo para el cual fueron creadas, su mejor apoyo es leyendo nuestras colum-nas comentarlas y hacer de “ EL EDEN” algo muy nuestro, algo típico de nuestro barrio, algo que nos distinga. Para finali-zar una expresión que resumen todo lo antes dicho: “SI HAY ALGO VIRTUOSO, O BELLO, O DE
BUENA REPUTACIÓN, O DIGNO DE ALABANZA,
A ESTO ASPIRAMOS”
NOTICIAS
formación de vuestros hijos. Maestros, lideres, Dios, todos,
por lo mismo, "lograr el premio”.
Sin temor a equivocarme quisiera instaros a hablar con
ellos, no a discutir. Instaros a que con su permiso puedan hus-
mear en sus corazones y así conocer sus secretos, temores y
debilidades, no esperar a que ellos se los cuenten. Instaros a
que puedan sentir como ellos por pocos o muchos años que la
adolescencia les dejara a ustedes mismos. Todo esto con la
cuota justa de Autoridad, ya que con mucha pena veo como
los NO de hoy se han transformado en, tal vez. No tan solo
vuestro dinero y bienes son para ellos, sino también su tiempo
y disponibilidad a formar parte de ese mundo que siempre esta
en contra de lo que quieren hacer, una visión equivocada de lo
que realmente queremos darles, pero, ¿cuanto hacemos por
demostrarles lo contrario?, ¿por darles a entender que nuestro
Padre Celestial nos Ama?, que así como Jesús dio todo por su
padre, (y por nosotros) juntos, de la mano, podemos ser fieles,
sin necesidad de todos los vicios que nos ofrece el mundo, que
podemos llegar a la vida eterna juntos, algunos antes, otros
después, pero, juntos de la mano.
Queridos hermanos nadie puede quitarme el derecho a so-
ñar. Soñar en algún DIA estar todos en el Reino Celestial, ese,
al cual solo nos llevara el camino que dejo trazado Jesucristo,
por más que muchas veces todo indique que no lo logro, veo a
mis hijos dormidos y trato de soñar, soñar solo en “lograr al-
canzar el premio”.
Marcelo Contreras
Primer consejero del Obispado
Que podré decirles en este mensaje que les llegue al cora-
zón y puedan sentir aunque sea por lo que les demore el leer-
lo para que puedan comprender y aceptar lo que a continua-
ción desarrollare.
Estoy seguro que dentro de los lectores encontrare herma-
nos de toda clase de edades pero mi destino son ustedes pa-
dres, si ustedes, que al igual que yo asumimos esta hermosa
pero no menos difícil tarea, sin la ayuda de ningún manual,
el cual poder seguir, confiando en que este nos llevara al éxi-
to y que todo lo que hacemos esta bien. Muy por el contrario,
nuestro tiempo como padres esta lleno de situaciones en que
si cerráramos los ojos nos parecería tener muchos caminos
sin saber cual seguir.
Todo comienza (por lo general) color de rosa. Él bebe es
hermoso y se parece a mí, estoy seguro que es así, los abue-
los se atribuyen todo lo bueno, simpático o hermoso que este
trae. Luego con el paso de los años le vemos crecer, desarro-
llarse y transformarse en unos jovencitos a los que cuidamos
tanto o más que en su niñez.
En nuestras familias Santos De Los Últimos Días quisié-
ramos tener hijos seminaristas activos, futuros misioneros de
excelencia, casados en El Templo del Señor, con un futuro
lleno de bendiciones de nuestro Padre Celestial y por si todo
esto fuera poco, laboral y socialmente, muy estables.
Todo este entorno que hoy tenemos nos dificulta mucho
el salir adelante en nuestra tarea, casi como un concurso en
que a medida que avanzamos todo debe ser más difícil para
no “lograr el premio”.
Quisiera contarles que el regalo más grande que mi Padre
Celestial pudo darme este ultimo tiempo, ha sido, estar cerca
de los jóvenes de nuestro barrio, vuestros jóvenes, nuestros
jóvenes, ya que pretenciosamente hemos tomado parte en la
EL PREMIO Mensaje del Obispado
Visita al C.E.M.
El Sábado 18 de Agosto la Primaria tuvo la oportunidad de
visitar las instalaciones del Centro de Entrenamiento Misio-
nal (C.E.M.), donde pudieron recorrer las aulas de estudios,
de clases , y las dependencias donde pernoctan los misione-
ros antes de salir al campo misional. Pudieron sentir el espí-
ritu, sin duda con esta actividad cada uno de los niños de la
primaria pudo sentir aunque sea en un pequeño grado lo que
el Señor espera de ellos cuando lleguen a la edad de servir.
Además los niños también pudieron recorrer los jardines del
Templo del Señor y sentir esa paz que tan solo se siente en las
inmediaciones de la Casa del Señor. Desde ya felicitamos a
la presidencia de primaria y sus maestras por tan excelente
actividad.
Pág. 2 E L E DE N
Pedimos también a los padres que se sumen a este esfuerzo y
le establezcan como meta a sus hijos asistir regularmente al
templo.
El sábado 25 de Agosto los
hombres y mujeres jóvenes del
barrio tuvieron la gran oportu-
nidad de visitar el Templo, en
donde realizaron bautismos y
confirmaciones vicarias.
Invitamos a todos los jóvenes
que no pudieron asistir esta
vez para prepararse para la
próxima visita, la cual anun-
ciaremos como corresponde.
Agradecer y felicitar también a todos los colaboradores de esta
primera edición de EL EDEN, a quienes vieron los primeros bos-
quejos y nos dieron sus impresiones para mejorar y llegar a lo
que hoy tienen en sus manos. Gracias a todos, muchas Gracias.
Felicitaciones primero para la Sociedad de So-
corro, que el sábado 25 de Agosto tuvo que
bailar, por lo que nos contó un pajarito lo hi-
cieron tan, tan bien que todo el salón cerro
con una gran ovación la presentación de nues-
tro barrio.
Pág. 3
Los Jóvenes visitaron el templo
Felicitaciones Varias
“Una casa de oración, una casa de
ayuno, una casa de fe, una casa de
instrucción, una casa de gloria, una
casa de orden, una casa de Dios”
(DyC 88:119)
E L E DE N
Muy temprano se tuvieron que levantar los jóvenes que desde
el Martes 7 de Agosto empezaron seminario diario a las 6 de
la mañana. Con mucho sueño y esfuerzo estos intrépidos jó-
venes comenzaron con este nuevo desafío. Aun con todas las
responsabilidades escolares estos jovencitos han querido sa-
crificar un poco de su descanso para aprender más sobre el
Señor. Les amamos mucho y recuerden que por sacrificios se
dan bendiciones.
También queremos aprovechar la oportunidad para agradecer
enormemente a los miembros de la iglesia que poseen vehícu-
los y que han pasado a recoger a los jóvenes a sus casas tan
temprano en la mañana, vuestro esfuerzo no es en vano, pién-
senlo, si el obispado lo sabe ¿Creen que el Señor no?. Gracias
muchas Gracias.
Si hay más hermanos que quieran ofrecerse para ayudar en
esta tarea aunque sea en alguna semana por favor contactarse
con la maestra de seminario.
MUY TEMPRANO
COMENZO
Seminario al amanecer
Andy era un muchachito dulce y divertido al que todos ator-
mentaban sencillamente porque ésa era la forma de tratar a
Andy Drake. Él tomaba bien las bromas. Siempre sonreía, con
esos grandes ojos suyos que parecían decir "Gracias, gracias,
gracias" con cada parpadeo.
Para nosotros, los de tercer año, Andy era nuestro escape,
nuestra cabeza de turco. Hasta parecía agradecido de pagar
ese precio especial por pertenecer a nuestro grupo.
Andy Drake no toma helados,
Y la hermana no toma licuados,
Si no fuera por la beneficencia
Todos los Drake se morirían por carencia.
Daba la impresión de que Andy le gustaba incluso este versito
cruel. Al resto de nosotros nos divertía.
No sé por qué Andy debía soportar este trato especial para
merecer nuestra amistad y el derecho de pertenecer a nuestro
grupo. Se daba en forma espontánea, sin votación ni debate.
No recuerdo que alguna vez se mencionara siquiera que el pa-
dre de Andy estaba en la cárcel o que la madre se dedicaba a
lavar y planchar ropa y a los hombres. O que los tobillos, los
codos y las uñas de Andy estaban siempre sucios y el abrigo
le quedaba demasiado grande. Enseguida nos acostumbramos
a divertirnos con eso. Andy nunca devolvía el golpe.
Brotes de esnobismo propios de los muy jóvenes, supongo. Es
evidente ahora que la actitud del grupo consistía en que noso-
tros teníamos derecho a pertenecer a él mientras que Andy era
miembro gracias a nuestra indulgencia.
A pesar de eso, Andy nos caía bien a todos. Hasta ese mo-
mento.
"¡Es diferente! No lo queremos, ¿no?"
¿Quién de nosotros lo dijo? Todos estos años he quierido cul-
par a Randolph, pero honestamente no puedo decir quién pro-
nunció esas palabras, que despertaron el salvajismo latente
pero a flor de piel presente en todos nosotros. No importa
quién, ya que el fervor con el cual apoyamos la consigna nos
delató a todos.
"No quise hacer lo que hicimos."
Durante años traté de consolarme con eso. Un día, choqué con
estas palabras poco agradables pero irrefutables, que me con-
denaron para siempre:
Los rincones más calientes del infierno están reservados para
quienes en un momento de crisis se mantuvieron neutrales.
El fin de semana prometía ser como otros que el grupo había
pasado. El viernes, nos encontraríamos después de clase en la
casa de uno de los miembros - la mía esta vez - para ir de
campamento a los bosques vecinos. Nuestras madres, que se
V OLU ME N 1 , Nº 1
encargaban de casi toda la preparación de estos "safari", pre-
pararon un paquete más para Andy, que debía reunirse con
nosotros después de hacer sus tareas.
En seguida armamos el campamento, lejos de las faldas de
nuestras madres. Ya éramos "hombres" en medio de la selva,
con el valor individual amplificado por el grupo.
Los otros me dijeron que, desde el momento que era mi fiesta,
tenia que ser yo el encargado de darle la noticia a Andy.
¿Yo?, ¿yo, que llevaba tiempo creyendo que, en secreto,
Andy me consideraba mejor que a los otros por la forma
inocente con que me miraba? ¿Yo, que muchas veces sentía
que me revelaba su amor y su aprecio a través de sus ojos
enormes, muy abiertos?
Todavía veo claramente a Andy caminando hacia mí por el
largo y oscuro túnel de árboles que apenas dejaba pasar luz
suficiente como para dibujar cambiantes formas caleidoscópi-
cas en su vieja remera manchada. Andy estaba en su bicicleta
herrumbrada - un modelo de mujer con manguera de jardín
enrollada en los aros que hacía las veces de ruedas -. Parecía
contento y feliz como nunca lo había visto, ese chiquilín frágil
que había sido adulto toda su vida. Yo sabía que saboreaba la
aceptación del grupo, la primera posibilidad de pertenecer, de
divertirse "como un chico", de hacer "cosas de chicos".
Andy me hizo señas cuando me vio en el claro del campa-
mento esperándolo. Ignoré su saludo feliz. Se bajó de un salto
de su vieja bicicleta y corrió hacia mí, lleno de alegría y con
ganas de hablar. Los otros, escondidos en la carpa, estaban
callados, pero yo sentía su apoyo.
¿por qué no se pone serio? ¿No ve que no le retribuyo su ale-
gría? ¿No se da cuenta de que sus palabras no me llegan?
¡de repente lo vio! Su semblante inocente se abrió aún más,
dejándolo totalmente vulnerable. Toda su actitud decía: "Va a
ser malo, ¿no, Ben? Entonces, adelante". Indudablemente en-
trenado para enfrentar las decepciones, ni siquiera trató de fre-
nar el golpe. Andy nunca devolvía el golpe.
Incrédulo, me oí decir: "Andy, no te queremos".
Todavía me resulta obsesivamente vívida la sorprendente rpi-
dez con la cual brotaron dos lágrimas en los ojos de Andy y
allí se quedaron. Vívida por la miles de enloquecedoras repe-
ticiones de la escena en mi mente. La forma en que Andy me
miró - congelada en un momento eterno - ¿cómo era exacta-
mente? No era odio. ¿Era sorpresa? ¿Incredulidad? ¿O era lás-
tima… por mí? ¿O perdón?
Finalmente, un ligero temblor casi imperceptible sacudío los
labios de Andy y se dio vuelta sin apelar ni cuestionar, dis-
puesto a hacer el largo y solitario viaje de regreso a su casa en
medio de la oscuridad.
Al entrar en la carpa, alguien - el último de nosotros en perci-
bir todo el peso del momento - empezó la vieja cantinela:
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Un Relato Verídico El martirio de Andy
Andy Drake no toma helados,
Y la hermana no …
¡Entonces se volvió unánime! No se hizo votación, no se dijo
ni una palabra pero todos sabíamos. Sabíamos que habíamos
hecho algo horrible y cruelmente perverso. Nos abrumó el
impacto dilatado de decenas de lecciones y sermones. Oímos
por primera vez el "Todo lo que hagas a uno solo de ellos
…".
En ese momento denso y silencioso adquirimos una compre-
sión nueva que habría de quedar grabada de manera indeleble
en nuestras mentes. Habíamos destruido a un individuo hecho
a imagen y semejanza de Dios con la única arma para la cual
no tenía defensa y nosotros no teníamos excusa: el rechazo.
La escasa frecuencia con que Andy asistía al colegio no per-
mite establecer con facilidad cuándo lo abandono en realidad,
pero un día me di cuenta de que se había ido para siempre.
Había pasado demasiado tiempo luchando conmigo mismo
para encontrar y pulir una manera adecuada de decirle a Andy
lo avergonzado y apenado que me sentía. Y me siento. Ahora
sé que abrazar a Andy y llorar con él e incluso unirme a él en
un prolongado silencio habría sido suficiente. Nos habría he-
cho bien a los dos.
No volví a ver a Andy Drake. No sé adónde se fue ni dónde
está, si es que está.
Pero decir que no he visto a Andy no es totalmente cierto. En
las décadas transcurridas desde aquel día de otoño en los bos-
ques de Arkansas, he encontrado a miles de Andy Drakes. Mi
conciencia pone la máscara de Andy sobre el rostro de cada
perona desfavorecida que encuentro. Todas me devuelven la
misma mirada persistente y expectante que se fijó en mi men-
te aquel día, hace tanto tiempo.
Querido Andy Drake:
Las posibilidades de que alguna vez veas estas pala-
bras son muy remotas, pero debo intentarlo. Es dema-
siado tarde para que esta confesión libere de culpa a mi
conciencia. Tampoco lo espero ni lo deseo.
Lo que ruego, mi pequeño amigo de hace tanto tiempo,
es que la fuerza continua de tu sacrificio pueda servirte
de enseñanza y elevarte. Que Dios haya convertido y
transformado en bendición lo que sufriste por mi culpa
aquel día y la afectuosa valentía que demostraste. Que
este conocimiento pueda aliviar el recuerdo de aquel
terrible día para ti.
No he sido un santo, Andy, ni he hecho todas las osas
que podía y debía haber hecho en mi vida. Pero lo que
quiero que sepas es que nunca volví a traicionar a sa-
biendas a un Andy Drake. Ni volveré - ruego por ello -
a hacerlo.
Ben Burton
Ben Burton es humorista, orador y escritor. Vive en Hot
Springs, Arkansas. "el martirio de Andy" es un fragmento de
su último libro, The chicken that won a dogfight. Su dirección
es: 10 Queens Row, Hot Springs, AR 71901, su telefono es:
801-623-6496.
El martirio de Andy (continuación)
Humor Sepa el significado de MO
convertir en un MO.
MOLESTIA: Niño MO de la primaria que adora gritar en medio
de las reuniones.
MOMENTO: Es un tiempo muy relativo. Cuando un líder MO le
dice si lo puede esperar un momento no significa como la mayo-
ría podríamos pensar en 3 a 5 minutos sino más bien en 30 a 60
minutos.
MOTE: Alimento de buen sabor que puede producir gases, tam-
bién puede ser toyo de un discursante o maestro a la hora de ex-
plicar lo que no sabe.
MORENO: MO lamanita.
MOTO: Describe lo rápido que salen disparados los MO al fina-
lizar una reunión.
MOROSO: MO que esta atrasado con el pago de sus diezmos.
MODELO: jovencita MO de entre 18 a 27 años de excelente
presencia física.
MODISMO: MO latino que esta en misión y que habla como
gringo.
MONGOLICO: MO que se hizo Católico
MORAGA: MO intransigente.
MO: mormón o mormones.
NOMO: No-mormón.
MONOPOLIO: Utah por ser el lugar donde se fabrican más MO
MOAIS: Antiguas esfinges hechas de piedra que se encuentran
en la Isla de Pascua hechas por lamanitas que seguramente fue-
ron MO.
MOVIDA: Brillo, fiesta o carrete MO.
MONO: Niño MO de la primaria que sufre de hiperactividad.
MOÑO: Peinado con el cual batallan las mujeres MO todos los
Domingos.
MODA: Estilo de actuar y vestir MO; que corresponde a pelo
corto, cara rasurada, traje azul, y un montón de manuales y libros
bajo el brazo.
MOCHA: Discusión entre dos MO jóvenes por animar algún
evento o actividad.
MOTEL: Lugar prohibido para los MO solteros.
SUMO: MO miembro del Sumo Consejo, no confundir con lu-
chadores orientales de gran peso, aunque haya muchos MO
miembros del consejo que parezcan luchadores de Sumo.
METAMORFOSIS: miembro de la reorganizada que se vuelve a
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V OLU ME N 1 , Nº 1
MOFA: MO que se ríe a costilla de otro MO.
MOYA: MO bueno para pagar cuentas de otros y un excelente
aval.
MOMIO: MO de derecha.
MONUMENTAL: Opinión sobre si mismo de un MO argentino.
MONTONERA: Conferencia de estacas de MO.
MORO: investigador, o posible candidato a ser MO.
MORIRSE: MO en el mundo de los Espíritus.
CAMOTE: Joven MO que no entiende que la señorita MO no
quiere estar cerca de él.
DEMO: MO en periodo de prueba.
REMO: Hermano de Romulo y que nunca fueron en vida MO.
TÉ-MO: hecho a base de zanahorias tostadas.
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Humor (continuación)
ve durmiendo entonces debo pedir perdón ya que es totalmente
mi culpa.
Sin duda, entre Dios y el hombre o entre dos personas, existe
una combinación de ambas cosas (cosas que perdonar y cosas que
disculpar). Pensemos con una excusa perfecta, no necesita-
mos perdón; pero si una acción requiere ser perdonada, es
imposible una excusa. La dificultad reside en el hecho de que
al “pedir perdón a Dios” muchas veces en realidad estamos pi-
diéndole aceptar nuestras excusas. O en otras palabras queremos
que el Señor nos disculpe, que no nos encuentre culpables. Este
error es producto de la existencia de ciertas "circunstancias ate-
nuantes" en la generalidad de los casos, o de lo que solemos lla-
mar explicaciones para nuestro comportamiento. Estamos tan de-
seosos de recalcar estas circunstancias, estas explicaciones ante el
Señor (y ante nosotros mismos) que tendemos a olvidar lo más
importante, es decir, esa pequeña parte inexcusable, injustifica-
ble, indebida de nuestra conducta. Si olvidamos esa parte inexcu-
sable, entonces creeremos en forma inverosímil estar arrepentidos
EL PERDON
En la iglesia (y en otras partes), afirmamos muchas cosas sin
pensar lo que estamos diciendo. Por ejemplo, al decir "yo creo en
el perdón de los pecados". Durante algún tiempo ni siquiera le
tome importancia al tema, era evidente para mi que todos noso-
tros creíamos en el perdón de los pecados; se sobreentendía. Sin
embargo, creer en el perdón de los pecados no es tan fácil como
yo pensaba. Esta creencia se debilita con facilidad si no la refor-
zamos de manera permanente.
"De cierto, de cierto os digo, mis siervos, que por cuanto os
habéis perdonado el uno al otro vuestras transgresiones, así tam-
bién yo, el Señor, os perdono". (DyC 82:1) Creemos que Dios
perdona nuestros pecados, pero también que no lo hará si noso-
tros no perdonamos a los demás cuando nos ofenden. La segunda
parte de esta afirmación es indudable, porque se menciona en la
Oración de nuestro Señor. (Lucas 11:4) Él lo afirmó enfáticamen-
te: si no perdonáis, no seréis perdonados. Nada es más claro en su
enseñanza, y esta regla no tiene excepciones. Dios no nos pide
perdonar los pecados del prójimo sólo si no son de gran importan-
cia o cuando existen algún tipo de circunstancias atenuantes; de-
bemos perdonar todas las faltas, aunque sean muy mal intencio-
nadas, ruines y frecuentes. De lo contrario, ninguno de nuestros
pecados será perdonado.
En mi opinión, con frecuencia interpretamos equivocadamen-
te el perdón de Dios y de los hombres. Primero analicemos en
cuanto a Dios, cuando creemos pedirle perdón, en realidad, no
queremos ser perdonados, sino disculpados; porque el perdonar y
el disculpar son dos cosas muy distintas. Perdonar se podría resu-
mir en la siguiente expresión “has cometido un pecado, pero
acepto tu arrepentimiento, en ningún momento utilizaré la falta en
contra tuya y entre nosotros dos todo volverá a ser como antes".
(DyC 58:42)
En cambio, disculpar se podría resumir en la siguiente expre-
sión: “Me doy cuenta de que no querias hacer lo que hiciste, no
era tu intención hacerlo y en realidad no eras culpable". Si uno no
ha sido verdaderamente culpable, no hay nada que perdonar, y en
este sentido disculpar es todo lo contrario a perdonar. Por ejemplo
si llego tarde a una reunión porque me ocurrió un accidente en el
camino debo ser disculpado no fue culpa mía, pero si me entretu-
Mensaje de una organización auxiliar
Escuela Dominical
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y ser perdonados, cuando en realidad simplemente hemos que-
dado satisfechos con nuestras propias excusas, nos convencimos
de nuestras explicaciones, que en gran medida pueden ser insu-
ficientes: ya que todos nosotros nos contentamos muy fácilmen-
te con sus propias justificaciones.
Existen dos maneras de evitar este peligro. Por una parte, re-
cordemos que el Señor tiene presente toda excusa verdadera de
mucho mejor manera que nosotros. Si en realidad existen
“circunstancias atenuantes,” en ningún caso las pasará por alto.
Con frecuencia, Él conoce gran cantidad de excusas en las cua-
les nosotros jamás hemos pensado, y al morir las almas humil-
des tendrán la encantadora sorpresa de descubrir que en algunas
ocasiones sus pecados no habían sido tan graves como creían.
Él se hará cargo de todo lo excusable. Nuestro deber consiste
en darle cuenta de la parte inexcusable, del pecado. Perdemos el
tiempo hablando de todo lo disculpable (según nosotros). Estoy
seguro que cuando consultamos un médico, le damos a conocer
nuestras afecciones. Si tenemos un brazo quebrado, es inútil ex-
plicarle que las piernas, los ojos y la garganta están en perfecto
estado. Por si solo el medico podrá darse cuenta de esto.
Este peligro también desaparece si en verdad creemos en el
perdón de los pecados. En gran medida, el afán de presentar ex-
cusas es producto de nuestra incredulidad, de nuestra falta de fe:
pensamos que el Señor no nos acogerá sin un argumento a favor
nuestro. El perdón verdadero implica mirar sin rodeos el pecado,
la parte inexcusable, cuando se han descartado todas las circuns-
tancias atenuantes, verlo en todo su horror, bajeza y maldad y
reconciliarse a pesar de todo con el hombre que lo ha cometido.
Eso- y nada más que eso- es el perdón, y siempre podremos
recibirlo de Dios, si lo pedimos.
El perdón entre los seres humanos es en parte similar y en
parte diferente. Es semejante porque tampoco consiste en discul-
par, como creen muchas personas. Cuando les pedimos perdonar
un engaño o un abuso, piensan que estamos sugiriendo el hecho
de que en realidad no se ha cometido tal falta; pero en ese caso
no habría nada que perdonar.
Las víctimas podrían decir: “Pero este hombre me engañó,
este hombre abusó y me dañó.” Pero si es esto exactamente lo
que deben perdonar (no significa que vayan a creer que el hecho
nunca ocurrió; sino que harán todo lo posible por eliminar su
resentimiento por completo y cualquier deseo de humillar, herir
o castigar al culpable). Existe una diferencia entre esta situación
y el hecho de pedir perdón a Dios: admitimos con gran facilidad
nuestras propias excusas, pero no juzgamos a los demás con el
mismo criterio. Cuando hemos pecado, nos parece que nuestras
excusas son muy válidas (aun cuando no tenemos certeza de
ello); y cuando los demás nos ofenden, consideramos excesivas
sus excusas (aun cuando tampoco tenemos certeza de esto). Por
consiguiente, mi sugerencia sería en primer lugar, que fuera
nuestro deber el observar con detención si existen circunstancias
atenuantes en virtud de las cuales una persona no sea tan culpa-
ble como creíamos. Aunque debemos tener bien en cuenta que
tendremos que perdonarlo igual aun cuando sea absolutamente
culpable, y si el noventa y nueve por ciento de su culpa puede
aparentemente justificarse en buena forma con excusas, el pro-
blema del perdón reside en el uno por ciento restante. No hay
ningún acto de misericordia o caridad cristiana, sino mera justi-
cia, al disculpar lo excusable. Para ser cristianos debemos per-
donar lo inexcusable, porque así procede Dios con nosotros.
Tal vez no es tan difícil perdonar sólo una gran ofensa. ¿Pero
cómo olvidar las provocaciones incesantes de la vida cotidia-
na?, ¿Cómo perdonar de manera permanente a una suegra do-
minante, a un marido fastidioso, a una esposa regañona, a una
hija egoísta o a un hijo mentiroso? A mi modo de ver, sólo es
posible conseguirlo recordando nuestra situación, comprendien-
do el sentido de estas palabras de nuestro Señor: "Yo el Señor,
perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os
es requerido perdonar a todos los hombres". (DyC 64:10) Sólo
en estas condiciones podemos ser perdonados. Si no las acepta-
mos, estamos rechazando la misericordia divina. La regla no
tiene excepciones y en las palabras de Dios no existe ambigüe-
dad. Si por el contrario nos sometemos a esta su regla la prome-
sa es inmensa:
"Venid luego, dice Jehová, y estemos a
cuenta: si vuestros pecados fueren como la
grana, como la nieve serán emblanquecidos; si
fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser
como blanca lana" (Isaías 1:18)
J.F.FUENTES
El Perdón (continuación)
Directores:
J. F. Fuentes.
Marcelo Contreras R.
BARRIO PU ENTE ALTO I I I
tenía ocho días de haber nacido, “…(DyC 84:28) para derribar
el reino de los Judíos, y enderezar las sendas del Señor ante la
faz de su pueblo. . .”, pero Juan no desempeño este ministerio
sino hasta poco antes de la venida de Cristo para ser bautizado
e iniciar su ministerio. Juan era mayor que nuestro Salvador
por pocos meses.
Así que usted puede ver que no hay nada malo, nada
descompuesto, en lo que nosotros estamos haciendo, pues es
por revelación del Señor.
Respuesta extraída de Answers to
Gospel Questions del Presidente
Joseph Fielding Smith.
¿ Deben Los Diáconos Ser Casados?
Pregunta: “Según 1 Timoteo, Capítulo 3, versículos 12-13,
se refiere a los diáconos como esposos de una esposa, etc.
¿Por qué es retenido el oficio de un diácono en la Iglesia hoy
en día por muchachos muy jóvenes?”
Respuesta: Según el criterio de Pablo el apóstol en aquella
época, un diácono debería ser un hombre casado. Esto no se apli-
ca a nuestra época; las condiciones eran distintas en la época de
Pablo. En aquel tiempo no se consideraba un ministro capacitado
para participar del ministerio sino hasta que tuviera treinta años
de edad. Conforme a estas condiciones, los diáconos, maestros, y
presbíteros eran hombres de edad madura. Ese no es el requisito
hoy día.
En al actualidad hay ministros en toda clase de iglesias
que no han llegado a esa edad, y no existe ningún requisito en la
Iglesia de esta dispensación de que la persona ha de ser un hom-
bre de edad madura antes que pueda participar en el ministerio o
poseer el sacerdocio. Ni tampoco fue la regla en tiempos muy
antiguos, porque se nos informa que Noé apenas tenía diez años
de edad cuando se le confirió el sacerdocio por manos de Matu-
selén. (DyC 107:52)
Un ángel ordenó a Juan el Bautista, cuando éste apenas
Cartas y Preguntas a los directores
Teléfono: 09-538 38 21
E mail: [email protected]
Recuerde estaremos junto
a usted todos los meses
El EDEN
Estas Fiestas Patrias serán todo un acon-
tecimiento nos reuniremos a festejarlas
(al parecer) el 18 de Septiembre en el
centro de reuniones ubicado en Luis Mat-
te , la entretención esta garantizada. No
faltes...
Recuerden que el barrio cuenta con una hermana que esta
sirviendo en Uruguay, nos referimos a la hermana Marlyth
Soto, Escríbanle (y solo buenas noticias) a:
Horacio Quiroga # 6350 C.P. 11.500
Montevideo, Uruguay
AVISOS