ensayo final hobsbawm-derrida

16
Mauricio Sosa Santibáñez no. de cuenta: 30265252-5 Nacionalismo, lengua e identidad en J. Derrida y E. Hobsbawm “The past is another country, but it has left its mark on those who once lived there.” — Eric Hobsbawm “You have no choice but to cross borders and speak in tongues.” — Zadie Smith Introducción En el prólogo de Años Interesantes: una vida en el siglo XX, el historiador marxista Eric Hobsbawm afirma que, la biografía de un “intelectual”, debe tratar de sus ideas, posturas y actos; por ello es que leer su autobiografía forma parte importante dentro de su labor. Por otra parte nos encontramos con el filósofo Jacques Derrida, quien introduce, en más de una ocasión, distintos episodios de su vida a lo largo de sus textos. Esto no parece ser normal para un filósofo, usualmente alejado de los accidentes históricos o sociales, ocupado con los conceptos puros o abstractos. Por lo que parece inusual tratar de establecer la relación entre ambos pensadores así como sus disciplinas; sin embargo y más allá de lo que pudieran opinar el propio Derrida o Hobsbawm comparten una cierta genealogía «en los márgenes» de las múltiples variantes dentro de las humanidades e incluso, dentro y fuera del continente europeo. Cabe señalar que, a

Upload: isaac-flores

Post on 22-Oct-2015

8 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

Mauricio Sosa Santibáñezno. de cuenta: 30265252-5

Nacionalismo, lengua e identidad en J. Derrida y E. Hobsbawm

“The past is another country, but it has left its mark on those who once lived there.” — Eric Hobsbawm

“You have no choice but to cross borders and speak in tongues.” — Zadie Smith

Introducción

En el prólogo de Años Interesantes: una vida en el siglo XX, el historiador

marxista Eric Hobsbawm afirma que, la biografía de un “intelectual”,

debe tratar de sus ideas, posturas y actos; por ello es que leer su

autobiografía forma parte importante dentro de su labor. Por otra parte

nos encontramos con el filósofo Jacques Derrida, quien introduce, en

más de una ocasión, distintos episodios de su vida a lo largo de sus

textos. Esto no parece ser normal para un filósofo, usualmente alejado

de los accidentes históricos o sociales, ocupado con los conceptos puros

o abstractos. Por lo que parece inusual tratar de establecer la relación

entre ambos pensadores así como sus disciplinas; sin embargo y más

allá de lo que pudieran opinar el propio Derrida o Hobsbawm comparten

una cierta genealogía «en los márgenes» de las múltiples variantes

dentro de las humanidades e incluso, dentro y fuera del continente

europeo. Cabe señalar que, a pesar de cierta filiación, ya sea judío-

europea, no se tratará de homologar las vidas de ambos, ni mucho

menos, dos pensamientos que no son, de ningún modo, simplificables.

En este sentido lo que nos interesa poner de relieve es, no tanto las

similitudes biográficas sino la tarea reflexiva que realizaron a lo largo de

su vida y que (más allá de sus respectivas disciplinas) dieron lugar a la

toma de postura que realizaron frente a la diversidad de elementos que

Page 2: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

los influenciaron en su contexto político y cultural; al grado que, por

ejemplo, Hobsbawm llega a sostener que ningún historiador serio

“puede ser un nacionalista político comprometido”1.

I. Vidas Interesantes.

Ahora bien, ¿qué tienen en común y qué comparten, lo que cada uno

denominó “Un niño de la clase media en Viena de los años veinte”2, de

padre inglés y madre austriaca, frente a un “joven judío de la Argelia

francesa entre tres guerras” (después apodado un “intelectual judío de

lengua francesa” y a veces autodenominado un “judío-franco-

magrebí”)3?

Pareciera demasiado fácil reducir la vida de ambos pensadores a

la llamada condición judía, pues como veremos más adelante, ambos

sostuvieron una relación bastante alejada de la vida tradicional de la

época (no sólo dado que ninguno de los ejerció la religión en cuanto tal,

sino que ambos se manifestaron en contra de la discriminación de

cualquier tipo). Por otro lado, observamos que ambos vivieron su

infancia durante el periodo en el cual se llevó a cabo la Segunda Guerra

Mundial; Hobsbawm cuenta que no posee recuerdos de sus primeros dos

años de vida hasta su arribo en Viena, donde vivió diez años hasta la

muerte de sus padres; lo cual provocó que se desplazara a lo largo de

tres países durante dicho periodo, mientras que Derrida (a pesar de vivir

en un país en el cual no hubo actividades militares) fue víctima de la

discriminación racial en su ciudad natal. Asimismo, ambos nacieron al

1 Naciones y Nacionalismo desde 1780. Tr. Jordi Beltrán, Barcelona: Crítica-Grijalbo-Mondadori, 1991, p. 20.2 Eric Hobsbawm, Años interesantes: una vida en el siglo XX. Trad. Juan Rabasseda-Gascón, Barcelona: Crítica, 2003, p. 19.3 Jacques Derrida, “confesar lo imposible” “confesar lo imposible” en: La Filosofía después del Holocausto. Ed. Alberto Sucasas, Barcelona: Riopiedras Ediciones, 2002, p. 162.

Page 3: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

norte de áfrica y se trasladaron al continente europeo tiempo después;

por ello son reconocidos como pensadores occidentales; colocándolos en

una posición privilegiada de observadores externos.

Cabe señalar, como el propio Hobsbawm relata, que la cultura

nacional vienesa se encontraba en crisis después de la caída del imperio

austrohúngaro (posterior a la primer Guerra mundial), así como el

expansionismo alemán de la época; lo cual contribuyó a la falta de

espíritu nacionalista que Hobsbawm confiesa carecer. Tenemos por otro

lado el caso de Jacques Derrida, nacido en una pequeña ciudad a las

afueras de Argel, educado dentro de la tradición francesa en una ciudad

habitada por comunidades judías y bereberes. Derrida quien cruzó el

mar mediterráneo por primera vez a los 17 años para estudiar el

bachillerato en París, donde residió gran parte de su vida.

Todo esto nos sirve para comprender, de manera general, el

contexto en el que viven su juventud ambos pensadores, a saber: en

situaciones de una fuerte crisis política que aquejaba, si no al resto del

mundo, por lo menos la totalidad de Europa; rodeados de una gran

diversidad cultural (pues así como Derrida, Hobsbawm no llegó a

Londres hasta que tenía 17 años, una metrópoli que contaba con una

identidad fuerte y en su mayoría homogénea). Ahora bien, Derrida

retratará en diversas ocasiones la confusión que le generó cuando, en el

año de 19424 (a la edad de doce años), fue expulsado del colegio debido

a que el gobierno colaboracionista de Vichy había declarado ilegal la

presencia de judíos (maestros, alumnos y trabajadores) en las escuelas y

trabajos; por lo que fue desplazado, sin mayores explicaciones, a un

colegio conformado por los judíos expulsados. Derrida remarca la

situación aclarando que ningún nazi piso jamás Argelia durante la

4 Cf. Jacques Derrida, “confesar lo imposible”, ed., cit., p. 162; El monolingüismo del otro. Tr. Horacio Pons, Manantial: Buenos Aires, 1997, §7, p. 72; “circonfesión” en Jacques Derrida y Geoffrey Bennington, Derrida. Tr. Ma. Luisa Rodríguez Tapia, Madrid: Ediciones Cátedra, 1994, §11, p. 79.

Page 4: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

guerra, por lo que la decisión fue tomada por los propios franceses

(mismos que otorgaron la nacionalidad francesa a los judíos argelinos y

que ahora la desposeían como parte del veto). Asimismo sostiene que

las leyes anti-raciales permanecieron durante mucho tiempo, y no sólo

los tres años que tomaría a los aliados obtener la victoria. Esto genero

una cierta reserva o resistencia en Derrida, obligándolo a:

Sublevarse, para siempre, contra dos maneras de “vivir juntos”: a la vez contra la gregariedad racista, y así, la segregación antisemita, pero también, más oscuramente, más inconfesablemente sin duda, contra el encierro de conservación, de autoprotección de una comunidad judía que, pretendiendo naturalmente, legítimamente, defenderse, constituir o reconstituir su conjunto frente a esos traumatismos, se replegaba sobre sí misma, afanándose en lo que yo resentía ya como una especie de comunitarismo exclusivo, incluso fusional.5

Precisamente, este gesto, que consiste precisamente en una doble-

resistencia nos permite observar que, tanto a la “gregariedad racista”

como la “segregación antisemita”, forman parte de una misma

estructura, conformada por un “comunitarismo exclusivo” (al cual se le

pueden imputar desde la Shoah y el sionismo a pesar de su aparente

oposición) y que permeará el pensamiento de Jacques Derrida a lo largo

de toda su labor deconstructiva:

De ese momento procede sin duda el sentimiento, el deseo de soledad, de retirada respecto a cualquier comunidad, incluso a cualquier «nacionalidad», y el sentimiento de desconfianza respecto incluso a esa palabra de «comunidad»: en cuanto veo que se constituye una pertenencia un poco demasiado natural, protectora y fusional, desaparezco... Se trata de una secuela de esa época que es propiamente mía, pero que puede justificar hoy en día una ética más general.6

Por otra parte, el propio Hobsbawm narra en su autobiografía que nunca

fue discriminado por ser judío debido a su apariencia7; pues durante sus 5 “confesar lo imposible”, ed., cit., p. 162.6 «a corazón abierto» Entrevistas en «A voix nue»” en France Culturel con Catherine Paoletti, en la semana del 14 al 18 de diciembre de 1998. Traducción de Cristina de Peretti y Paco Vidarte. Edición digital de “Derrida en castellano”, s/p. <http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/corazon.htm>7 “no puedo recordar ningún tipo de antisemitismo contra mi persona, pues mi nacionalidad inglesa me revestía, al menos en la escuela, de una identidad que alejaba cualquier interés por indagar en mi condición de judío” en Eric Hobsbawm, Años

Page 5: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

años en Berlín “no era identificado como Der Jude, sino como Der

Engländer”8. No obstante, reconoce en qué modo afectó su vida, a pesar

de qué no pudiera tener conciencia cabal de ello cuando tuvo que

mudarse de Viena a Berlín, y finalmente, a Londres; donde obtuvo

suficiente estabilidad (política, académica y económica) de la que había

carecido durante su juventud. Por ello resalta el episodio que evoca

cuando su madre le exhortó: “Nunca hagas nada, ni por asomo, que dé

la impresión de que te avergüenzas de ser judío”9. Pues aun cuando

reniegue de la noción, religiosa o no, de un “pueblo elegido”, Hobsbawm

afirma a continuación su esfuerzo por “siempre llevar este principio a la

práctica”.

Ahora bien, la labor histórica realizada por Hobsbawm le permite

tener una mirada crítica del contexto donde vivió sus primeros años de

vida. Del mismo modo que pasó con la familia Derrida en Argelia10,

Hobsbawm cuenta como las familias judías en Viena durante el imperio

de los Habsburgo y los Hohenzollern renunciaron a su identidad cultural

y religiosa a cambio de estabilidad política y mayor aceptación; lo cual,

como sabemos resultó imposible durante el periodo entre guerras. Es así

que sostiene: “para un judío el ser ‘alemán’ no era un proyecto nacional

o político, sino cultural. Significaba abandonar el atraso y el aislamiento

que representaban los shtetls y los shuls y entrar a formar parte del

mundo moderno”11. Por ello menciona que los propios judío-austriacos

segregaban a aquellos provenientes de Europa del este (incluso

Hobsbawm llegará a sostener que no resultará casual que el sionismo

haya sido creado por un periodista vienés); es así que menciona que los

interesantes. ed., cit., p. 31.8 Eric Hobsbawm, Años interesantes., ed., cit., p. 62.9 Óp., cit., p. 33.10 Derrida evoca que su familia, adoptó la nacionalidad francesa gracias al decreto de Cremieux en el año de 1870. De modo qué, sin renunciar a su fe, había adoptado costumbres francesas y católicas al grado de referirse a la circuncisión como “bautismo”. Cf. El monolingüismo del otro. Tr. Horacio Pons, Manantial: Buenos Aires, 1997, §7, p. 77.11 Óp. cit., p. 30.

Page 6: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

ciudadanos judíos solicitaron el alemán como la lengua oficial de

enseñanza “no porque los ciudadanos emancipados quisieran

convertirse en teutones bebedores de cerveza, sino porque no querían

ser como los hasidim”12.

II. Política e Identidad: «más de una lengua».

Esto nos lleva a hablar de cierta veta marxista que ha marcado a

Hobsbawm a lo largo de su vida. El historiador menciona que durante su

estancia en Viena había dos partidos políticos dominantes, el

cristianosocial y el socialdemócrata. Lo que lo llevo, en un primer

momento a colocarse del lado demócrata principalmente debido al

notorio antisemitismo del partido católico. Más adelante confiesa haber

descubierto el Manifiesto comunista durante su estancia en Berlín, lo

cual inició una travesía a lo largo de diversas brigadas y amistades

ligadas al partido comunista, hasta la huída de Alemania hacia Inglaterra

en 1933; donde coincidió ideológicamente y de manera ocasional con

cierta ala del partido Laborista. Por su parte, Derrida expresa en

Espectros de Marx la reserva que tuvo a lo largo de su vida frente al

marxismo dogmático que predominaba en Francia durante la guerra fría

y hasta la caída del muro. Lo cual no forcluye la herencia marxista que

Derrida reconoce; en particular aquella proveniente de su compatriota y

colega, Althusser. Pues Derrida busca oponerse a las posturas que así

intentan clausurar el debate acerca del marxismo y el fin de la historia

en la época del capital global13.

Ahora bien, cabe señalar que cuando nos adentramos en la crítica

que Hobsbawm realiza del proceso histórico, damos cuenta de la

enorme influencia que el carácter biográfico ha gestado en su

pensamiento. Pues como expresa en su libro Naciones y Nacionalismo

desde 1780 la idea de una nación constituida de manera plena y unívoca

12 Óp. cit., p. 31.13 Espectros de Marx. Tr. Cristina de Peretti, Madrid: Trotta, 1995, p. 27-8.

Page 7: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

poco tiene que ver con la antigüedad y los primeros reinados o

repúblicas14. Cuando Hobsbawm expone la enorme cantidad de ejemplos

que contradicen las definiciones tradicionales de nación; no podemos

dejar de pensar en qué él mismo conforma uno de este gran listado de

casos de sujetos que no pueden pertenecer a una sola raza, etnia,

lengua o cultura15. Curiosamente, este gesto parece repetirse en

diversos textos escritos por Derrida16, en particular El monolingüismo del

otro; ya que ahí rastrea cierta genealogía análoga a aquella que realiza

Hobsbawm. Como se ha dicho, Derrida narra varios sucesos de su vida

(en particular su infancia) en el texto; utilizando la experiencia personal

de no contar con otra lengua que la francesa, frente al hecho de no

poseer una identidad cultural clara y distinta (ni francés para los

franceses (dado que era considerado un pied noir por su color de piel y

su acento, ni árabe-magrebí por no ser musulmán, ni hablar el árabe).

El monolingüismo se teje, desde un inicio17, a partir de un

aforismo (“plus d’une langue…”, más de una- y más que una-), la

escisión misma que se gesta en la experiencia de la lengua materna a

tal grado que Derrida llega a cuestionar la terminología proveniente de

la lingüística y la sociología18. Así, se mantiene en un cruce de caminos

14 Eric Hobsbawm, Años interesantes: una vida en el siglo XX. Trad. Juan Rabasseda-Gascón, Barcelona: Crítica, 2003, p. 9.15 Una caracterización general del concepto de nación se puede encontrar en la introducción del texto Naciones y Nacionalismo desde 1780. Tr. Jordi Beltrán, Barcelona: Crítica-Grijalbo-Mondadori, 1991, pp. 17-21.16 Se podrían poner de ejemplo, uno entre muchos, la genealogía deconstructiva que realiza Derrida en Políticas de la amistad (y desarrollada posteriormente en Canallas), respecto al origen de lo político; de la cual se extraen una serie de consecuencias en la perspectiva, no solo de las naciones actuales, sino de la institución misma del derecho y de la llamada fuerza de ley y las distintas violencias (legítimas e ilegítimas) que esto conlleva.17 El monolingüismo del otro: la prótesis de origen. Tr. Horacio Pons, Manantial: Buenos Aires, 1997, §1.18 Cf. Monolingüismo, ed., cit., p.21: “No ignoro la necesidad de esas distinciones. Los lingüistas y los eruditos en general pueden tener buenas razones para atenerse a ellas. No obstante, no creo que se las pueda sostener con todo rigor, y hasta su límite extremo. Si en un contexto siempre muy determinado no se toman en consideración criterios externos, ya sean “cuantitativos” (antigüedad, estabilidad, extensión demográfica del campo de palabra) o “político-simbólicos” (legitimidad, autoridad, dominación de una “lengua” sobre una palabra, un dialecto o un idioma), no sé dónde

Page 8: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

que disloca los límites entre disciplinas (la autobiografía, la filosofía, la

literatura, etc.), tanto cómo las identidades de las que participa cuando

confiesa: “Ser franco-maghrebí, serlo “como yo [moi]”, no es principalmente -sobre todo

no es- un añadido o una riqueza de identidades, atributos o nombres. Antes bien, delataría,

en principio, un trastorno de la identidad”19. Precisamente dicho trastorno es aquel que sólo

la lengua posibilita, uno donde convergen tanto la singularidad ejemplar como la

universalidad trascendental. Pues para Derrida toda identidad se “sufre” (como inscripción

y huella a la vez) durante un tiempo indeterminado que permanece espectral. Ahora bien,

toda esta discusión constituye un interés fundamental para Derrida que le permitirá

replantear la política, tanto así como los debates acerca de la cultura y la nacionalidad:

Nuestra cuestión es siempre la identidad. ¿Qué es la identidad, ese concepto cuya transparente identidad consigo misma siempre se presupone dogmáticamente en tantos debates sobre el monoculturalismo o el multiculturalismo, sobre la nacionalidad, la ciudadanía, la pertenencia en general?20

Pero volvamos un momento la mirada hacia Hobsbawm, pues resulta

evidente que no se puede reducir el pensamiento crítico del historiador

a lo que podría llamarse una deconstrucción histórica; pues aún cuando

Hobsbawm cuestiona la pureza del origen de la amalgama entre nación-

lengua-cultura, las similitudes que tenga con Derrida se darán siempre

desde posturas radicalmente distintas. Esto se debe a que los intereses

y propósitos de Hobsbawm, en tanto que historiador y marxista, son

disímiles de la tarea filosófica que atañe a Derrida. Pues para Derrida, la

problemática sobre la identidad no puede ser considerada sin tomar en

cuenta cierta tradición metafísica occidental que permea el resto de las

ciencias sociales Derrida, la problemática sobre la identidad no puede

ser considerada sin tomar en cuenta cierta tradición metafísica

occidental que permea el resto de las ciencias sociales; mientras que,

para el historiador todo esto se gestaría como producto del conflicto

pueden encontrarse rasgos internos y estructurales para distinguir rigurosamente entre lengua, dialecto e idioma.”.19 Monolingüismo, ed., cit., p. 27.20 Ibídem.

Page 9: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

que ha existido entre fuerzas de producción y las distintas clases

sociales. Es así que la crítica del nacionalismo en términos de

identidades lingüísticas lleva a Hobsbawm a calificar las lenguas

nacionales de “conceptos semiartificales” y de ningún modo constituyen

los cimientos de la cultura nacional sino que:

Suelen ser intentos de inventar un idioma estandarizado partiendo de una multiplicidad de idiomas que realmente se hablan, y que en lo sucesivo quedan degradados a la condición de dialectos, y el problema principal de su construcción acostumbra a ser cuál de los dialectos se escogerá para que sirva de base de la lengua estandarizada y homogeneizada.21

Finalmente, el trabajo tan detallado de Hobsbawm nos permite observar

y comprobar los múltiples matices que conforma la coartada

teleológico-política instituida por el discurso nacionalista; al mismo

tiempo que podemos comprobar la tarea nos interpela en términos de

una deconstrucción de los estatutos de la política actual; en particular la

noción de objetividad, verdad cuasi-científica y causalidad teleológica

de los nacionalismos que lamentablemente sigue vigente, aún en las

democracias occidentales de hoy en día, por no decir dictaduras,

militares o religiosas. Pero, ¿no es esto precisamente contra lo que nos

advierte Derrida?, a saber, la fetichización y la reconstitución de los

discursos nacionalistas (hegemónicos, coloniales) que han marcado su

vida y la historia, en particular la del siglo veinte. En esa medida

podemos afirmar que Hobsbawm y Derrida no están muy lejos cuando el

segundo afirma: “La ciudadanía, como es sabido, no define una

participación cultural, lingüística o histórica en general. No engloba

todas esas pertenencias. Pero no es sin embargo un predicado

superficial o superestructural que flota en la superficie de la

experiencia”22. Y en segundo lugar cuando sostiene que:

21 Naciones y Nacionalismo desde 1780, ed., cit., p. 62-3.22 Monolingüismo, ed., cit., p. 28.

Page 10: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

Los fenómenos que me interesan son justamente los que desdibujan esas fronteras, las atraviesan y por lo tanto hacen aparecer su artificio histórico, también su violencia, es decir las relaciones de fuerza que se concentran y en realidad se capitalizan en ellas hasta perderse de vista. Quienes son sensibles a todo lo que está en juego en la “criollización”, por ejemplo, lo aprecian mejor que otros23.

III. Post-scriptum: Speaking in tongues

It’s my audacious hope that a man born and raised between opposing dogmas, between cultures, between voices, could not help but be aware of the extreme contingency of culture. — Zadie Smith

La escritora británica Zadie Smith realizó una lectura en la biblioteca

pública de Nueva York en 2008, titulada de “Speaking in Tongues”

donde narra la experiencia personal que implicó pasar su infancia en las

afueras de Londres (dentro de una familia mixta de padre inglés y madre

jamaiquina) a formar parte del King’s College en Cambridge. La frase

alude a la experiencia que sufren algunas personas que son capaces de

hablar, durante cierto tiempo, una lengua antigua o desconocida sin

haber tenido la experiencia previa de conocerla; Zadie realiza un juego

de palabras aludiendo a los distintos acentos que ha utilizado a lo largo

de su vida:

When your personal multiplicity is printed on your face, in an

almost too obviously thematic manner, in your DNA, in your hair

and in the neither this nor that beige of your skin (…) You have no

choice but to cross borders and speak in tongues. 24

23 Monolingüismo, ed., cit., p. 21.24 Zadie Smith, “Speaking in tongues”en The New York Review of Books, Nueva York, febrero 2009. <http://www.nybooks.com/articles/archives/2009/feb/26/speaking-in-tongues-2/?pagination=false>

Page 11: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

Esta multiplicidad de voces que Zadie Smith busca en los políticos tanto

como en los artistas, que va más allá de la mera empatía es aquella que

Derrida apela para expresar que su monolingüismo se encuentra abierto

siempre frente al otro. Pues, cuando Derrida, cuando se ve obligado a

brindar una definición de la deconstrucción se limita a decir que debe

constituir “más de una lengua”; esto quiere decir donde se respete la

multiplicidad irreductible de los idiomas hay deconstrucción:

El primer movimiento de lo que se denomina la “deconstrucción” la lleva hacia esta “crítica” del fantasma o el axioma de la pureza o hacia la descomposición analítica de una purificación que volvería a conducir a la simplicidad indivisible del origen.[…]Esta exigencia compulsiva de una pureza de la lengua no es ni ética, ni política, ni social25.

Tal vez, si atendemos a la lectura que propone Zadie Smith podamos

darnos a la enorme tarea que consiste en desdibujar las fronteras,

inclusive dentro de la lengua propia; oponerse al patriotismo

nacionalista y así representar “the true multiplicity of experience”; pues

como afirma Hobsbawm “el peligro procede ahora de los enemigos de la

razón”26, de los fundamentalismos y la demagogia, que ocultan el

verdadero sentido de su xenofobia en nombre de la democracia y la

justicia. Es por ello no queda más que contrafirmar la consigna que nos

lega Jacques Derrida en los últimos capítulos de su texto:

“¡Compatriotas de todos los países, poetas-traductores [filósofos e

historiadores], rebelaos contra el patriotismo!”27.

25 Monolingüismo, ed., cit., p. 68.26 Eric Hobsbawm, Años interesantes. ed., cit., p. 259.27 Monolingüismo, ed., cit., p. 81.

Page 12: Ensayo Final Hobsbawm-Derrida

IV. Bibliografía

Jacques Derrida, “a corazón abierto: Entrevistas en «A voix nue»” en

France Culturel con Catherine Paoletti, en la semana del 14 al 18 de

diciembre de 1998. Traducción de Cristina de Peretti y Paco Vidarte.

Edición digital de “Derrida en castellano”.

<http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/corazon.htm>

____________ “Confesar- Lo Imposible. «Retornos», Arrepentimiento y

Reconciliación” en: La Filosofía después del Holocausto; Edición

Confiada al Cuidado de Alberto Sucasas, Barcelona: Riopiedras

Ediciones, 2002. pp. 149-181.

_____________ El monolingüismo del otro: la prótesis de origen. Tr.

Horacio Pons, Manantial: Buenos Aires, 1997.

Jacques Derrida y Geoffrey Bennington, Derrida. Tr. Ma. Luisa Rodríguez Tapia,

Madrid: Ediciones Cátedra, 1994.

Eric Hobsbawm, Años interesantes: una vida en el siglo XX. Trad. Juan

Rabasseda-Gascón, Barcelona: Crítica, 2003.

____________ Entrevista sobre el siglo XXI. Barcelona: Crítica, 2000.

____________ Naciones y Nacionalismo desde 1780. Tr. Jordi Beltrán,

Barcelona: Crítica-Grijalbo-Mondadori, 1991.