ensayo final sobre peronismo

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES ESCUELA DE LETRAS SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN EN DISCURSOS SOCIALES P P ONENCIA ONENCIA F F INAL INAL : : Una poética de la corporalidad Una poética de la corporalidad en las crónicas de Pedro Lemebel en las crónicas de Pedro Lemebel ESTÉVEZ BALLESTERO, Melania Ayelén Córdoba, 8 de noviembre de 2013

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criatura de la noche

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Universidad Nacional de CrdobaFacultad de Filosofa y HumanidadesEscuela de LetrasSeminario de Investigacin en Discursos Sociales

Ponencia Final:

Una potica de la corporalidad en las crnicas de Pedro Lemebel

Estvez Ballestero, Melania AyelnCrdoba, 8 de noviembre de 2013

Dos singulares libros de crnicas, ambos del escritor chileno Pedro Lemebel, convocan nuestros apuntes: Serenata Cafiola y Hblame de amores. En ellos nos encontramos con los trazos de una escritura que prolongando el posicionamiento crtico, confrontativo e irreverente diseado por Lemebel, a puesta por el desborde y el desconcierto de todo tipo de rdenes, por su contravencin mordaz e incisiva. En este desconcierto tal escritura, por lo dems, va ejercitando una singular inscripcin de los cuerpos que acompaa el movimiento de la impugnacin a las normas y prescripciones socio-culturales. Es esta escritura del cuerpo que traman las crnicas la que nos inquieta y motiva nuestra investigacin.

Al recorrer los textos reunidos en los mencionados libros la apuesta escritural por el desborde y el desconcierto puede notarse, en principio, en relacin al gnero crnica en el cual se los engloba. Los textos de Lemebel se evaden de aquella norma que define la crnica como una narracin cronolgica de hechos histricos efectuada por un narrador objetivo que se limita a registrar fielmente lo que ha ocurrido. Transgrediendo el precepto, la escritura lemebeliana difumina los lmites entre realidad histrica y ficcin desde el momento en que asume la primera persona para narrar. Enteramente permeadas por la mirada subjetiva del narrador todas las historias que se relatan poseen algo de invencin o re-invencin. A la contaminacin entre ficcin y realidad se suma, adems, el contagio entre gneros: la crnica deviene un chisme de barrio, un testimonio improvisado, una semblanza, un cuento oral, y hasta un canturreo memorial. En virtud de todo ello, es posible notar que, como sostiene Jaques Derrida, la ley del gnero concita inevitablemente su contra-ley dando lugar a () un principio de contaminacin, una ley de impureza, una economa del parasito. (Derrida; 1980). Esos textos se juegan as en una participacin sin perteneca en la cual las marcas del gnero son re-marcadas y pervertidas por cada uno de ellos.El desborde del gnero es concomitante a la diversificacin de las temticas. Las dos obras abordadas no permiten su reduccin a una unidad de sentido: el ojo del cronista se detiene en las ms variadas escenas de la vida cotidiana y poltica de la ciudad, pero tambin en las del mundo del espectculo y en las de las terminales, aeropuertos y rutas. Cada una de estas diversas escenas en las que se hacen presentes una multiplicidad de personajes refiere, a su vez, a diferentes temas de manera que, si bien es posible sealar ciertas lneas de sentido compartidas (la violencia, la prostitucin, la desigualdad de clases, la militancia poltica, la memoria, la dictadura, el amor), estas se ramifican en diferentes formas y direcciones, en trminos de Deleuze y Guattari se ramifican risomticamente. Desdibujados los lmites del gnero y el tema, las unidades de tiempo y espacio son igualmente perturbadas. Las crnicas, as como sus personajes, transitan irreverentemente por diferentes espacios sin quedar ancladas a ninguno en particular. Esta escritura de ambulante nos lleva de la periferia de la urbe chilena al centro de poder, de Chile a la Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador, y Mxico y, aun ms lejos, del sur del continente al norte y de un continente a otro. Asimismo, tal como en el espacio, las crnicas se desplazan incesantemente en el tiempo sin responder, en este caso, a una organizacin cronolgica: en los relatos los saltos temporales siguen el ritmo inesperado y azaroso de la experiencia antes que una linealidad racional.En estos movimientos de descentracin y desborde que impugnan la unidad y los rdenes y, simultneamente, expande la escritura a modo de un rizoma mltiple, las crnicas van tramando una inscripcin del cuerpo que tiende tambin hacia la rplica de los regmenes de control poltico-cultural de la corporalidad. En este punto damos con el problema que nos obstina en la lectura y la indagacin: Cmo inscriben los cuerpos las crnicas lemebelianas? Esta pregunta por el cmo articula una interrogacin en torno a la singular modalidad de escritura que crean estos textos. Recuperando los planteos de Mijal Bajtn nos situaramos ante problema de la relacin entre lo dado y lo creado en un enunciado para preguntarnos especficamente por este segundo trmino sin olvidar que todo lo nuevo e irrepetible que pueda plantear esta escritura dialoga con una tradicin precedente. En el caso de nuestros objetos de investigacin resulta patente el dilogo con la tradicin del neobarroco latinoamericano que inicia el escritor cubano Severo Sarduy y que encuentra sus derivas en las obras de Reynaldo Arenas, Nstor Perlongher, Joaqun Hurtado, Manuel Ramos Otero, entre otros. Esta esttica plantear una novedosa exploracin sobre a la figuracin del cuerpo modulada desde el elogio del derroche y el exceso de palabras, el uso irreverente de la parodia, el desequilibrio, la indiferencia de gneros, la inscripcin del placer, el hedonismo y la reflexin en torno al artificio. Si bien pueden reconocerse ciertos ecos de esta tradicin en las crnicas abordadas, tambin son notables las singulares modulaciones que introduce esta particular escritura del cuerpo. Tales modulaciones escriturales concitan nuestra indagacin. Una de las primeras que nos interesa analizar es aquella que da lugar a lo que podramos designar como una escritura desvergonzada que opta por inscribir los cuerpos sin ningn tipo de recato o escrpulo moral valindose de las expresiones ms comunes y vulgares de la jerga coloquial. Desvergonzadamente, el cuerpo se escribe desde los modismos y neologismos populares, desde los lenguajes no acadmicos ni socialmente legitimados. Dice el narrador en A modo de sinopsis prefacio que abre Serenata Cafiola: Podra escribir con las piernas juntas, con las nalgas apretadas, con un puro suf y una economa oriental del idioma. Podra mejorara el idioma metindome en el orto mis metforas corrodas, mis deseos mal olientes y mi desbaratada cabeza mariluz o marisombra, sin sombrilla o con el paragua al revs para que la globa me haga mundial, exportable, traducible hasta el arameo que me canta como un florido peo. (Lemebel; 2013:87) Tal como evidencia la cita anterior un componente elemental de esta escritura desvergonzada es el humor virulento: el cuerpo se inscribe desde la parodia, el sarcasmo y la irona que corroen la sacralidad y legalidad de las representaciones corporales dominantes. De la misma manera, tal escritura se vale de un uso abundante de complejas metforas que tienden a desdibujar la organicidad corporal normal. La escritura desvergonzada del cuerpo es fuertemente metafrica en la medida en que la metfora habilita una serie de asociaciones que trascienden las representaciones convencionales y escrupulosas del cuerpo. En la crnica Maraqueo Matinal, por ejemplo, el recurso de la metfora para describir a las prostitutas ms antiguas de la ciudad da lugar a una proliferacin del sentido que cuestiona la concepcin del cuerpo como organismo natural al asociarlo al mbito de los objetos materiales de consumo: Y al girar en una esquina otoa del Santiago Viejo () las matronas del centro prostibular recrean la vista con sus escotes generosos y minifaldas cortsimas donde el plisado de la celulitis es un encanto para el trafico carnal del ofertn obrero. Son muecas grandes, reinas de ajada lujuria, descascaradas por el afeite barato y la liquidacin sexual de temporada. Ah estn en vitrina, ofreciendo a la clientela pobladora sus encantos seniles y excesos de piel marchita (Lemebel; 2013:87) El peculiar uso de las metforas es un tercer rasgo que retiene nuestra atencin. Asimismo, la escritura metafrica del cuerpo es una escritura sinestsica que se traza desde la afeccin de los sentidos no solo visuales sino tambin olfativos, gustativos y tctiles. Las descripciones visuales de los cuerpos tienden a saturarse de olores, sabores y sonidos restituyendo aquellas dimensiones sensibles de la corporalidad que se pierden en la escritura. Tal como la metfora la sinestesia permite percibir algo ms respecto de los cuerpos y ese plus, entendemos, resulta altamente significativo.Una ltima peculiaridad en la que recalcamos al preguntarnos por el singular modo como las crnicas inscriben el cuerpo es el hecho de que esta escritura acontece en el pliegue/despliegue de una multiplicidad de discursos culturales, polticos, sociales, y religiosos. La inscripcin de los cuerpos se traza a partir de la tensa articulacin de discursos divergentes y en muchas ocasiones contrastantes, articulacin que permite notar en el trasfondo la latencia de polticas de control y configuracin de los cuerpos. As, en Un huevo no es un pollo el narrador plantea una rplica a los discursos institucionales eclesisticos y judiciales que abogan por la prohibicin del aborto y, en el marco esta confrontacin, se delinea el cuerpo femenino. De tal manera, la escritura pone en escena y evidencia cmo diferentes discursos atraviesan estos cuerpos, los marcan y los configuran determinando su deber ser:Tal complicidad entre los magistrados y la curia violenta el derecho que tiene toda mujer a decidir sobre su cuerpo. Si no eres duea de tu cuerpo mujer de qu mierda eres duea? Mujer pobre, mujer proleta, mujer obrera, mujer inmigrante, mujer mapuche cansada de lavar, educar, amamantar a la prole que segn los beatos te los manda Dios. Como si dios te diera un bono de mantencin para la crianza. Como si los cros vinieran con una beca divina. Mira t, si los ricos del Opus Dei pueden darse el lujo de parir a destajo porque les sobran las economas. (Lemebel; 2013:207)En este punto nos resulta pertinente la conceptualizacin de Michel Foucault sobre el cuerpo como superficie de inscripcin del poder y de los disiplinamientos sociales -cuerpo sujetado-, al mismo tiempo, que como lugar de expresin de las luchas es decir como entidad que existe dentro y a travs de un sistema poltico. Estos planteos nos permiten pensar la escritura de los cuerpos en las crnicas ya que estas exhiben tanto las marcas y cicatrices del disciplinamiento como las performance que transgreden aquellos regmenes de control. El problema en torno al peculiar modo de escribir el cuerpo que disean las crnicas lemebeliana nos arroja, a su vez, a una multiplicidad de otros interrogantes vinculados tanto a la figuracin como a la escenificacin de los cuerpos. En principio, nos preguntamos por las operaciones de semantizacin y re-semantizacin del cuerpo que resultan posibles tramar desde esta escritura desvergonzada, humorsticamente corrosiva, metafrica, sinestsica y plegada en los bordes discursivos. En el movimiento de esta interrogacin nos proponemos observar la singularidad de las imgenes corporales que exhiben las crnicas y, paralelamente, la interpelacin que plantean a los discursos poltico-culturales contemporneos que se refieren al tema del cuerpo. Al detenernos en la observacin de las imgenes corporales que disean las crnicas, lo primero que notamos es la diversidad de cuerpos que se ponen en escena: damos con cuerpos individuales y colectivos, cuerpos rebeldes y sumisos, cuerpos violentados, cuerpos deseantes, cuerpos indefinidos. Asimismo, los cuerpos femeninos, masculinos, travestidos, homosexuales, adultos e infantiles adquieren matices peculiares en cada uno de los relatos de modo que las figuras nunca resultan univocas. En la crnica antes mencionada Un huevo no es un pollo la mujer pobre, proleta, obrera no es semejante ni equivalente a la mujer rica pues sus experiencias, oportunidades y posiciones sociales no son las mismas. Esta operacin de semantizacin que apunta a una descentracin y diversificacin de las imgenes corporales nos resulta particularmente interesante ya que discute aquellas representaciones que operan en base al estereotipo. En efecto, es posible sealar que las figuraciones que se presentan en las crnicas impugnan y subvierten activamente los estereotipos corporales que forman parte de la doxa. En correlacin con la anterior, otra de las operaciones que nos interesa analizar es la de la figuracin de los cuerpos como artificios en continua construccin y reconstruccin. Antes que organismos dados y conclusos, los cuerpos que esbozan las crnicas se muestran como una construccin artificial subjetiva e individual pero igualmente socio-cultural. Para abordar este aspecto nos resultan oportunas las proposiciones que Gilles Deleuze y Flix Guattari elaboran respecto de la figura del cuerpo sin rganos. Esta imagen que concibe al cuerpo como aquello que debe encontrase y fabricarse mediante la experimentacin[footnoteRef:2] y, entonces, como () la materia intensa y no formada, estratificada, la matriz intensiva, la intensidad () (Deleuze y Guattari; 2003:158), nos permite pensar las figuraciones de los cuerpos en las crnicas lemebelianas en tanto estos tambin se presentan como materia intensa producida y re-producida a partir de la experiencia que involucra siempre determinada experimentacin. La crnica Adis Estela au, au poeta da cuenta de esta figuracin del cuerpo como un artificio fabricado en la tensin entre las disposiciones del individuo y los rdenes poltico-culturales que lo atraviesan: [2: Dicen Deleuze y Guattari en Mil Mesetas: Vayamos todava ms lejos, todava no hemos encontrado nuestro CsO, deshecho suficientemente nuestro yo. Sustituid la anamnesis por el olvido, la interpretacin por la experimentacin. Encontrad vuestro cuerpo sin rganos, sed capaces de hacerlo, es una cuestin de vida o de muerte, de juventud o de vejez, de tristeza o de alegra. Todo se juega a ese nivel. (Deleuze y Guattari; 2002: 157) ]

Stella Daz Varn necesit hacerse un personaje para ingresar al mundo del verso macho. En su tiempo una mujer poeta deba imponerse en medio de los falos narcisos de la lirica reinante. Tuvo que instalarse a fuerza de escritura y cachetada para ser reconocida a medias. Pego para que me quieran, deca con la sonrisa chueca luego del chaparrn. (Lemebel; 2013:85) Al considerar esta operacin de construccin y reconstruccin de los cuerpos nos interesa profundizar en los sentidos y funciones que adquieren el disfraz, el camuflaje, el vestido y el travestido de la piel en la confeccin de determinadas representaciones corporales.Por otra parte, estas representaciones de los cuerpos como artificios, nos lleva a considerar los mviles e inacabados devenires de los que participan. Recuperando la nocin de bloques de devenir propuesta por Deleuze y Guattari, pretendemos reparar en los fluidos movimientos y trnsitos entre los gneros, lo humano y lo animal, lo definido y lo indefinido, el ser y el parecer en medio de los cuales las crnicas inscriben y figuran los cuerpos. El incontenible desplazamiento que hallamos en esta escritura provoca nuevamente la pregunta por los desbordes, los excesos, la des-ubicacin y la corrosin de los modelos de la corporalidad normal o normativa. Una ltima cuestin que se desprende de este problema en torno a la escritura del cuerpo en las crnicas lemebelianas es la del decir de los cuerpos. En este punto invertimos la interrogacin y nos preguntamos cmo la escritura es afectada por los cuerpos que ella inscribe. Recorriendo los textos es posible notar que la escritura no solo narra e inscribe los cuerpos sino que adems es travs de los cuerpos, de sus modalidades gestuales del decir que aquella consigue trazar su narracin. De tal manera, al formular esta pregunta pretendemos volvernos hacia el cuerpo de la escritura. Como puede advertirse a lo largo de toda la presentacin de nuestra propuesta de investigacin, esta escritura desbordante e impertinente que se despliega risomticamente, ha ramificado nuestra lectura pretendidamente centrada en el problema de la escritura del cuerpo en mltiples direcciones. En esta ramificacin, sin embargo, todava es posible sealar ciertos conceptos medulares. La nocin de cuerpo, evidentemente, opera como gozne que articula y pone en relacin al conjunto de las dems categoras que recuperamos en nuestra lectura de las crnicas: escritura, artificio, devenir, experiencia, experimentacin, performance, y gestualidad entre otros. En el entramado de tales categoras pretendemos desencadenar nuestro recorrido por estas textualidades. En el final, cabe sealar que para desarrollar tal indagacin recortamos de los libros mencionados al comienzo Serenata Cafiola (2008) y Hblame de amores (2013) un corpus de 24 crnicas de las cuales doce pertenecen al primer libro y las restantes doce al segundo. El recorte operado en funcin del problema de nuestra investigacin, supuso la seleccin de aquellos textos en los cuales la temtica del cuerpo adquira un notable relieve. Al conformar el corpus, adems, procuramos seleccionar aquellos textos que nos permitieran contemplar las diferentes figuraciones de los cuerpos que esbozan las crnicas.

Bibliografa: BAJTN, Mijal (1982) El problema del texto en la filologa, la lingstica y las ciencias humanas En: Esttica de la creacin verbal, SXXI, Buenos Aires. CASTRO, Edgardo (2005) El vocabulario de Michel Foucault. Prometeo, Bs.As. DELEUZE, Gilles; GUATARI, Feliz (2003) Introduccin: rizoma; 28 de noviembre de 1947- Cmo hacerse un cuerpo sin rganos?; 1730 - Devenir-intenso, Devenir-animal, Devenir imperceptible. En: Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia. Pretextos, Espaa. DERRIDA, Jaques (1991) La ley del gnero de La lui du genre. En: Glyph, 7, Baltimore Jonh Hopkins University Pres 1980. Traduccin de Ariel Schettini para la ctedra de Teora y Anlisis Literario C. Buenos Aires UBA Facultad de filosofa & Letras. LEMEBEL, Pedro (2008) Serenata Cafiola, Seix Barral, Chile. .. (2012) Hblame de amores, Seix Barral, Chile.1