epistemología y la teoría del crecimiento

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SALUD COLECTIVA, Buenos Aires, 2(2): 113-122, Mayo - Agosto, 2006 113 ARTÍCULO / ARTICLE RESUMEN Este texto señala el origen del término epistemología, referido a la teoría del conocimiento científico. El tema está centrado en el desarrollo de la ciencia moderna y en particular en la crisis de los conceptos básicos a comienzos del siglo XX. Esto significó el fin de la filosofía especulativa en su capacidad para dar cuenta de las conceptualizaciones y de las teorías de la ciencia contemporánea. Al avanzar el siglo, también los más desta- cados empiristas debieron admitir su fracaso. La renuncia a las posiciones aprioristas y empiristas llevó a la necesidad de concebir el conocimiento como un proceso constructi- vo que al nivel individual se desarrolla desde el nacimiento hasta la edad adulta, y se pro- longa al nivel social con el desarrollo de la ciencia. PALABRAS CLAVE Epistemología; Filosofía; Ciencia; Conocimiento. ABSTRACT This text refers to the origin of the term epistemology, which relates to the theory of scientific knowledge. The issue focuses on the development of modern science and, particularly, on the crisis of basic concepts in the early twentieth century. This meant that speculative philosophy was no longer able to account for contemporary scientific conceptualizations and theories. As the century drew on, the most outstanding empiricists also had to admit their failure. The rejection of aprioristic and empiricist positions resulted in the need to understand knowledge as a constructive process which evolves, at the individual level, from birth to adult age, and extends to the social level through scientific development. KEY WORDS Epistemology; Philosophy; Science; Knowledge. Epistemología y Teoría del Conocimiento (a) Epistemology and Theory of Knowledge Rolando García 1 1 Investigador Titular del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, de la Universidad Nacional Autónoma de México, CEIICH-UNAM. [email protected]

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113ARTÍCULO / ARTICLE

RESUMEN Este texto señala el origen del término epistemología, referido a la teoría del

conocimiento científico. El tema está centrado en el desarrollo de la ciencia moderna y en

particular en la crisis de los conceptos básicos a comienzos del siglo XX. Esto significó el

fin de la filosofía especulativa en su capacidad para dar cuenta de las conceptualizaciones

y de las teorías de la ciencia contemporánea. Al avanzar el siglo, también los más desta-

cados empiristas debieron admitir su fracaso. La renuncia a las posiciones aprioristas y

empiristas llevó a la necesidad de concebir el conocimiento como un proceso constructi-

vo que al nivel individual se desarrolla desde el nacimiento hasta la edad adulta, y se pro-

longa al nivel social con el desarrollo de la ciencia.

PALABRAS CLAVE Epistemología; Filosofía; Ciencia; Conocimiento.

ABSTRACT This text refers to the origin of the term epistemology, which relates to the

theory of scientific knowledge. The issue focuses on the development of modern science

and, particularly, on the crisis of basic concepts in the early twentieth century. This meant

that speculative philosophy was no longer able to account for contemporary scientific

conceptualizations and theories. As the century drew on, the most outstanding empiricists

also had to admit their failure. The rejection of aprioristic and empiricist positions resulted

in the need to understand knowledge as a constructive process which evolves, at the

individual level, from birth to adult age, and extends to the social level through scientific

development.

KEY WORDS Epistemology; Philosophy; Science; Knowledge.

Epistemología y Teoría del Conocimiento (a)

Epistemology and Theory of Knowledge

Rolando García1

1Investigador Titular delCentro de Investigaciones Interdisciplinarias enCiencias y Humanidades, dela Universidad NacionalAutónoma de México,CEIICH-UNAM. [email protected]

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La introducción de la última obra filosó-fica que publicó Bertrand Russell, sin duda unade las grandes cumbres de la filosofía del sigloXX, comienza así:

“Para el sentido común científico es obvio quesólo se conoce una parte infinitesimal del univer-so, que hubo épocas incontables en las que noexistió ningún conocimiento y que, probablemen-te, habrá incontables edades futuras sin conoci-miento; cósmicamente y causalmente, el conoci-miento es un elemento sin importancia en el uni-verso. Una ciencia que omitiera mención de suocurrencia sólo padecería, desde el punto de vistaimpersonal, de una insignificante imperfección”.

Es un estilo típico de Bertrand Russellpara introducir uno de los libros más importantessobre el conocimiento humano. Estamos deacuerdo en que es una parte infinitesimal del uni-verso, pero es la parte más importante para nos-otros, porque el conocimiento es sin duda la basede la vida de relación y, quizás lo más trascen-dente hoy en día, el conocimiento se ha conver-tido (más de lo que históricamente ha sido) en labase del poder.

Tratar este tema es bastante arduo. Deacuerdo, somos una parte infinitesimal del uni-verso, pero yo me tengo que ocupar forzosamen-te, en el tiempo de que dispongo, de una partemás infinitesimal todavía de este mundo terrá-queo. Para tratarlo con cierta posibilidad de com-prensión general, tendría que ocuparme del Asia,sobre todo del Asia Menor, de la China, de laIndia, de África, lo cual es prácticamente imposi-ble. Voy a tener que hacer lo que es costumbre:omitir esa parte del mundo que ha sido un motorextraordinario en los problemas del conocimien-to, con una visión muy distinta que la nuestra.Me voy a circunscribir a esta región espacio-tem-poral muy reducida que de manera muy arbitra-ria se llama mundo occidental, y a una parte tem-poral que es, como suele hacerse, de Grecia enadelante. Quizás haga, si me da el tiempo, algu-na referencia, que siento obligada, para contrapo-ner la visión que a lo largo de la historia desarro-llaron ambas civilizaciones.

Si empezamos con Grecia, la filosofía,la religión, la magia, la superstición y la cienciaempezaron mancomunadas, en un mundo decomprensión y de coexistencia. Con el adveni-miento del Cristianismo el idilio terminó y vino la

gran ruptura. San Agustín dijo que no se puedeser cristiano y filósofo al mismo tiempo “porquees vana la pretensión de la mente de llegar a ver-dad alguna: a la verdad se llega sólo por la reve-lación a través de la fe”. El emperador Justantinolleva a la práctica las implicaciones de estedogma, cerrando la academia platónica, con elargumento de que allá “se imparten enseñanzaspaganas y perversas”. Hay un éxodo importantede los filósofos de Grecia y durante seis siglos nohay filosofía ni ciencia en Europa. Solamente lateología está autorizada a decir qué es conoci-miento y qué es verdad.

Quienes emigraron de Grecia se fuerona Oriente. Por suerte para ellos no necesitabantramitar pasaporte ni visa, así que pasaron direc-tamente a Persia, a Jundi-Shapur, un centro queera originalmente un centro de medicina, y quefue adquiriendo un carácter de universidad. Perocuando se fundó Bagdad (en el año 762) se con-centró allí la elite científico-filosófica del mundode entonces. Bagdad fue durante cinco siglos(algo para recordar frente a lo que pasa hoy), elcentro intelectual del mundo. Allí dieron los ára-bes un ejemplo de tolerancia y libertad del pen-samiento. Ahí estaban cristianos, judíos, árabes, ymusulmanes conviviendo, rescatando y tradu-ciendo las obras de la época del esplendor deGrecia. La ciencia heleno-árabe llegó a Europa através de España, cuando los árabes fundan elCalifato de Córdoba, cuya capital pasó a ser–según los historiadores– “la ciudad más pobladay más culta de Europa”. Así vuelve la filosofíagriega a Europa, en un momento en que, con larevolución agrícola, la expansión de las ciuda-des, el comercio, etcétera, etcétera, se produceese extraordinario renacimiento intelectual quecambia la visión del mundo, en los siglos en quesurgen las universidades.

Son cambios que atañen tanto a las rela-ciones con el mundo físico, como al tejido derelaciones en la sociedad. La Iglesia, cuya doctri-na había quedado exclusivamente bajo el domi-nio de la teología, carecía de una filosofía quepudiera servir de intérprete de este tipo de cam-bios, con la efervescencia de ideas que ellosgeneran, y debe establecer nuevos marcos dereferencia. Uno de ellos fue el mojón que plantóTomás de Aquino (quién será después SantoTomás), una de las grandes inteligencias de la

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iglesia cristiana. Fue él quien advirtió que no eraposible mantener la total dominación de la teolo-gía en la interpretación de los fenómenos de estemundo terrenal, e introdujo la doctrina de “ladoble verdad”. El universo quedó dividido en dosdominios. Más arriba de la luna, era el dominiode la teología. Sólo ella podía decir qué eran losfenómenos, qué era la verdad. Por debajo de laluna se admitió que el hombre podía llegar aestablecer algunas "verdades relativas" a travésde la observación y la experimentación. En miconcepción de la historia de la ciencia, aquí seencuentra el germen de lo que será la actividadcientífica en el mundo occidental.

No voy a resumir la historia. Sólo men-cionaré lo que todos saben; en los siglos siguien-tes, fundamentalmente con lo que se llama oficial-mente el Renacimiento (siglos XV y XVI) se iniciaun proceso social, económico, político y religiosoque va a incluir las reformas de la Iglesia, que vaa conducir a la revolución científica, y que culmi-nará en la segunda parte del siglo XVII, conNewton. Y me detengo en Newton porque elmundo newtoniano que va a dominar el resto delsiglo XVII, todo el siglo XVIII, y que va a continuaren parte del siglo XIX, hace una ruptura absoluta-mente fundamental en el problema del conoci-miento, que es el tema de estas reflexiones. Esaruptura se concentra inicialmente en dos puntos.

Primer punto: se empieza a hablar porprimera vez de leyes naturales. La palabra ley seusaba hasta entonces referida a normas morales onormas jurídicas. En la segunda mitad del sigloXVII (en la fecha precisa de 1665) y en lugar pre-ciso (la publicación Philosophical transactions dela Royal Society) aparece por primera vez, (yseguirá usando de manera sistemática) el térmi-no “ley natural”. La introducción de este térmi-no refleja el cambio fundamental que se produ-ce, dentro del Protestantismo, con respecto a laconcepción del mundo. El cambio, que yollamo cambio de “marco epistémico”, se refierea lo siguiente: el mundo está creado por Dios,pero Dios estableció leyes y esas leyes rigen almundo físico sin mediar más la voluntad deDios. La implicación fundamental que tiene estecambio de doctrina para el desarrollo de la cien-cia es la aceptación de que la mente humanapuede desentrañar esas leyes. Jocosamente sedijo que Dios creó al mundo, le impuso sus

leyes, y después mandó a Newton para que se lasexplicara al resto de la humanidad. El más ardien-te seguidor de Newton, que fue Boyle, dirá queno solamente debe ser permitido que la mentehumana estudie esas leyes, sino que es obliga-ción del ser humano estudiar esas leyes paraentender la armonía que Dios puso en el univer-so. El mundo que pinta la “filosofía natural” delos newtonianos incluye a la sociedad en su con-junto. Esas leyes “naturales” rigen también elorden económico, y una buena parte de la con-cepción de la economía que va a seguir despuéscon el desarrollo del capitalismo será productode ese pensamiento.

El segundo punto fundamental es lagran ruptura con la teología medieval y con ladoctrina tomista de “la doble verdad”. Newtonmuestra que las leyes que rigen los movimientosplanetarios son las mismas leyes que rigen losmovimientos aquí abajo, en el mundo sublunar.El movimiento de los planetas y el movimientodel péndulo obedecen las mismas leyes. Aquí ter-mina la dictadura de la teología, que era el únicotribunal autorizado a opinar cómo eran los fenó-menos “más allá de la luna”.

El hombre empieza a investigar el uni-verso y a decidir acerca de la ciencia que estásurgiendo, a decidir cuáles son los fenómenos delos cuales se va a ocupar, y a tratar de explicaresos fenómenos. Era natural que al mismo tiem-po surgiera la revolución en la filosofía. Renacela filosofía. Es el comienzo de la filosofía moder-na, y el padre de la filosofía como todos saben,es Descartes. Con el surgimiento de la filosofíamoderna hay una especie de acuerdo tácito dedividirse la tarea. Para decirlo de manera un pocosimplificada y quizá caricaturesca: la ciencia seva a ocupar de explicar al resto de la humanidadlas leyes naturales, y la filosofía le va a explicar alcientífico qué es lo que sus teorías quieren decir.Salen de ahí los sistemas filosóficos. Salen de ahínaturalmente Locke y Hume, Berkeley y Leibniz,finalmente Kant. Ellos van a explicar qué es elespacio, qué es el tiempo, qué es la causalidad,qué son las matemáticas, qué son las teorías.Ellos son quienes les van a explicar a los científi-cos. Los científicos se ocuparán de las leyes y dedesenmarañar esas leyes, pero no de decir quéson. Newton dice “yo no hago hipótesis” (sobrela naturaleza de la fuerza de gravedad). Pero su

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libro está impregnado de geniales hipótesis. Enrealidad todo su libro es una manifestaciónextraordinaria de lo que se llamará el métodohipotético-deductivo, pero quizás no quiere com-prometerse con afirmaciones que entraran enconflicto con la verdad religiosa, porque elespectro de la condenación de Galileo le andabarondando y no quería tener problemas similares.

La culminación de todo este proceso esla filosofía kantiana. Kant viene de la cienciaempírica, es un físico, se ocupa también junto conLaplace, de la teoría de la nebulosa. Se ocupa detodo el mundo natural. Es poco conocido queKant fue el primer profesor de geografía que huboen el mundo. La primera cátedra de geografía quese abre en Alemania es para Kant. Un hombregenial que se ocupa de una multitud de temas. Suposición era empirista, viene de la física del sigloXVII, de Newton. Kant tropieza con Hume, empi-rista también, pero de posición muchísimo másflexible, y el más lucido analista de lo que pasa enla ciencia de entonces. Hume pone en tela de jui-cio todo lo que se ha dicho sobre causalidad.Todos los que hayan hecho algún curso de filoso-fía saben, habrán leído o habrán oído, el dicho deKant de que Hume lo despertó de su “sueño dog-mático”, de creer solamente en los hechos.Bertrand Russell comenta con su habitual ironía:efectivamente, se despertó de su sueño dogmáti-co, pero encontró pronto un soporífero que le per-mitió volver a dormir con toda placidez. El sopo-rífero fue su propia teoría porque, a partir de esapuesta en duda de Hume, Kant elabora el másimpresionante monumento, el más formidable sis-tema filosófico que se construyó, yo creo, en todala historia de Occidente. Con respecto a él siem-pre repito el mismo (mal) chiste: es un sistema“casi” perfecto que tiene el defecto de ser falso.

El gran mérito que tuvo Kant entonces(y sigue siendo el gran mérito de Kant) es haberplanteado con toda claridad el problema delconocimiento, el problema de la relación sujeto-objeto en la construcción del conocimiento; loque ya no es aceptable son sus respuestas, queforman un sistema cerrado completo. Él explicael espacio, el tiempo, la causalidad, explica lasmatemáticas y, naturalmente, explica la cienciade su época. Para él la geometría es lo que dicenlos Elementos de Euclides; la lógica es el silogis-mo aristotélico; la matemática es el cálculo en la

forma que Newton y Leibniz lo construyeron; elespacio y el tiempo es lo que Newton consideracomo espacio y tiempo. Él está convencido deque ha resuelto todos los problemas. Por eso seatreve a escribir, como coronación de su obracumbre (La crítica de la razón pura), un comple-mento que lleva por título, modestamente, “pro-legómenos a toda metafísica futura”.

La obra de Kant es el monumento de lafilosofía especulativa. Pero ese monumento tuvomala suerte. Kant muere en 1804 y no pasan 20años sin que la ciencia, fundamentalmente lamatemática, tenga un vuelco extraordinario.Aparecen las geometrías no euclidianas, y a par-tir de ahí yo diría que cada uno de los conceptosque daba Kant como establecidos, va a ser siste-máticamente demolido en lo que resta del siglo yen el comienzo del siglo XX. La geometría noeuclidiana muestra que la geometría de Euclideses sólo una de las geometrías entre otras equiva-lentes, y que la geometría del espacio físico noera un problema que podían decidir las matemá-ticas por sí mismas. Por su parte, la lógica va a sercompletamente renovada en ese siglo. Se va amostrar que la silogística de Aristóteles es sólo unpequeño capítulo de la lógica y se va a resolverlo que fue el gran escándalo de la matemática yde la lógica: la lógica de Aristóteles no es capazde expresar al más simple razonamiento matemá-tico, siendo que las matemáticas se consideran lacumbre del razonamiento lógico. Es fácil mostrarrazonamientos muy simples que no son reduci-bles a silogismos. Cae entonces la lógica aristoté-lica. Weirstrass da al cálculo un aspecto comple-tamente distinto: los infinitésimos que tanto lehicieron devanar los sesos a Kant y también aHegel se muestra que no son problema. Y Cantorle resuelve las anatomías sobre el infinito.Brevemente se llega al final del siglo con unamatemática distinta, sin que quede nada de losproblemas de Kant.

En el principio del siglo siguiente, elsiglo XX, con la relatividad y la mecánica cuán-tica, el proceso se va a terminar. El espacio y eltiempo cobran un sentido completamente distin-to. Este es el derrumbe, no de Kant, no de Hegel,es el derrumbe de la filosofía especulativa. Apartir de ahí la filosofía especulativa pierde elderecho de tratar de fundamentar los conceptoscientíficos.

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Los alemanes son los primeros que sepercatan de eso, quizás porque una buena partede lo que ocurrió, ocurrió en Alemania. Y loque era erkenntniss theorie, la teoría del cono-cimiento (erkenntniss es conocimiento) le ante-ponen wissenshaft leherer, (wissenshaft es cien-cia), le anteponen una teoría de la ciencia. Quientoma esto muy claramente y le da su sentido filo-sófico, quien retoma sobre todo la reconstrucciónde la geometría, es Bertrand Russell, publicandoen los últimos años del siglo XIX, una obra funda-mental, Los fundamentos de la geometría, y ahíusa la palabra epistemology, como traducción ocomo el equivalente al wissenshaft leherer de losalemanes. No la teoría del conocimiento, no elerkenntniss, sino la teoría de la ciencia. El libro deRussell se traduce, poco después (en 1901), alfrancés y aparece ahí la palabra epistemoligie, quesegún el diccionario histórico de la lengua france-sa es el punto de partida del uso de la palabra epis-temología como distinta a la teoría general delconocimiento que había sido edificada por los filó-sofos. Quien nacionaliza el término epistemoligie,que va a pasar al español como epistemología, esMeyerson. El libro publicado poco después deMeyerson, Identidad y realidad, comienza su pró-logo diciendo: “Me voy a ocupar de la filosofía dela ciencia o epistemología como hoy empieza ausarse”. Es ahí el momento en el que aparece unaepistemología como teoría de la ciencia, distinta alo que la filosofía especulativa da como teoría delconocimiento. Entonces, a partir de ese momentose hace necesario distinguir entre una teoría delconocimiento que podríamos llamar teoría delconocimiento común, y una teoría del conoci-miento científico que sería la epistemología.

Bueno, pero ¿qué pasa entonces con elconocimiento científico? Es cierto, la ciencia hademostrado que las disciplinas se han renovado,que los conceptos tradicionales que los filósofoshabían analizado han caducado por completo.Cabe preguntarse entonces ¿qué imagen delmundo da la ciencia?

Un libro de sir Arthur Eddington quefue muy difundido, best seller cuando yo erajoven, formuló el problema de manera impactan-te. Eddington fue el primero que dio pruebasempíricas de las teorías de Einstein cuando, enuna famosa expedición organizada por la RoyalSociety para observar un eclipse total de sol en

Brasil, encontró que efectivamente los rayos deluz de una estrella se curvan al pasar cerca delsol. Su libro, La Naturaleza del Mundo Físico,plantea lo que se llamó “el problema de las dosmesas”. Yo estoy trabajando sobre esta mesa,pero en realidad hay dos mesas. Está frente a míesta mesa sólida, que tiene un color determina-do, que tiene un peso determinado, que esdonde yo me apoyo cuando estoy trabajando.Pero la física me dice que esta mesa tiene unamateria que está compuesta por moléculas y quelas moléculas están compuestas por átomos y quelos átomos tienen partículas y que todos los ele-mentos están en revolución y muy separadosentre sí. Eddington agrega, y ésta es la frase cru-cial: si pudiéramos juntar las partículas delátomo, juntar los átomos, juntar las moléculas, eltotal de la materia de esta mesa cabría en la puntade un alfiler. Entonces, se pregunta, ¿qué es lamesa?, ¿es esta mesa donde yo me apoyo o es loque nos dice la física? Bertrand Russell con suestilo extraordinario traduce esto en sus obrasdiciendo: “El realismo ingenuo nos hace aceptarlos objetos del mundo tal como parecen, aceptarque ahí está la mesa, y están las sillas como lasvemos. El realismo ingenuo nos conduce a la físi-ca, pero la física nos da una imagen que contra-dice al realismo ingenuo. Si la física es cierta, elrealismo ingenuo es falso”. Esto se tomó comouna humorada, como una de las famosas ironíasde Russell. Quien no lo tomó así fue Einstein,quien contribuyó, quizás más que nadie a la“imagen” que tenemos hoy del mundo físico.Einstein toma esa boutade de Russell y dice “éstees el problema fundamental”. Naturalmente queEinstein creía en la física, para él la física es com-probable, es así. Pero entonces ¿cómo paso deeste mundo de sensaciones, de este mundo per-ceptual, al mundo de las teorías físicas? Bueno,Einstein da su versión, la cual no voy a comentar,voy a dejarla completamente de lado, porque eseno es el Einstein que construye las teorías sino elEinstein que las interpreta, y ahí entra una concep-ción del mundo muy religiosa, con la cual habríaque construir otros puentes que Einstein deja sinaclarar. Es ése el momento en que empieza aplantearse esa problemática de la cual solo puedoofrecer aquí un muy ligero esbozo cuando surgenlas escuelas empiristas de principios del siglo XX,que son escuelas absolutamente extraordinarias,

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no solamente por lo que van a hacer en ciencia,sobre todo en el desarrollo de la lógica y de lamatemática, sino porque se plantean con todorigor el problema que acabo de exponer.

El problema fundamental es cómo sepasa de las sensaciones a la construcción de lasteorías. El problema que propone el empirismológico lo formula de manera muy nítida y contotal coherencia con su posición epistemológica:si el empirismo es correcto, todo lo que dicen lasteorías puede finalmente ser expresado en térmi-no de sensaciones y de relaciones entre las sen-saciones. La escuela de Viena, con Carnap a lacabeza, se plantea el problema de llevar a lapráctica una investigación muy concreta: muybien, vamos a empezar con las sensaciones yvamos a construir los conceptos físicos. Este espara mí uno de los grandes experimentos episte-mológicos de la historia de la humanidad. El libroen el cual se exponen los resultados es La estruc-tura lógica del mundo, un libro absolutamenteextraordinario de uno de los grandes lógicos delsiglo XX. Carnap tiene que confesar que ha fraca-sado, no puede pasar de las sensaciones a cons-truir los conceptos de la física.

La segunda experiencia, dentro de unprograma similar la hace Bertrand Russell con unmétodo completamente distinto. Bertrand Russellparte del lenguaje de la ciencia (el lenguaje de lafísica) e intenta reducirlo a un vocabulario míni-mo. Entiende por vocabulario mínimo un voca-bulario tal que todas las proposiciones de la físi-ca pueden ser expresables estrictamente en lostérminos de su vocabulario, pero que ademásningún término del vocabulario sea definible porlos otros. Empieza a trabajar con vocabulariosmínimos que tengan referentes directos en laspercepciones y se propone, a partir de allí, cons-truir los conceptos de la física. Segundo fracaso,que Russell hace explícito: no podemos, a partirde proposiciones que representan nuestras sensa-ciones construir un vocabulario suficiente para laciencia, porque faltan las relaciones, y las relacio-nes no son observables, ni son reducibles direc-tamente a observables. Ésa es la segunda granexperiencia epistemológica.

El último de los libros filosóficos deRussell, El conocimiento humano, termina conun capítulo que se titula “los límites del empiris-mo”, y en el último párrafo de ese último capítulo

afirma: “debemos confesar que el empirismocomo teoría del conocimiento es inadecuado”, yagrega, quizás como consuelo, “pero es mejorque todas las anteriores y no tenemos otra cosa”.Ésa es la última confesión de Russell: los límitesdel empirismo.

Ha habido muchos otros que hicieronestos intentos. El tercero que voy a mencionar, elque siempre menciono, es Quine. Quine es unode los grandes lógicos vivientes, y empirista acarta cabal toda su vida, que también trata demostrar cómo se pasa de las sensaciones a losconceptos científicos. Y lo que yo llamo “el certi-ficado de defunción del empirismo” lo firmaQuine en el congreso de filosofía de Viena dondedice una frase que es extraordinaria para quienfue el gran positivista del siglo: “hemos dejado desoñar en construir una ciencia a partir de losdatos de los sentidos”. Escrito por Quine.

Estas singulares experiencias dan a esteperíodo un carácter absolutamente extraordina-rio en la historia de la filosofía, porque no creoque haya otro período en el cual realmente seintente llevar a sus últimas consecuencias unaposición filosófica.

Entonces, ¿en qué queda el problemadespués de la defunción del empirismo?Recapitulemos. A principios del siglo había teni-do lugar lo que yo llamo el primer derrumbeepistemológico del siglo XX, cuando la filosofíaespeculativa debe renunciar a fundamentar losconceptos de la ciencia. Luego viene, a mediadosdel mismo siglo XX, lo que yo llamo el segundoderrumbe epistemológico del siglo, que es la evi-dencia de la insuficiencia del empirismo parafundamentar los conceptos científicos. ¿Qué es loque queda? La consecuencia práctica ha sido –yesta es una posición personal, una opinión muypersonal que voy a expresar de manera un tantoosada–: lo que hoy se llama filosofía de las cien-cias en las universidades, en las facultades, en lostextos, carece de fundamentación epistemológi-ca. La filosofía especulativa no pudo fundamen-tar la ciencia, el empirismo tampoco. La cienciase quedó sin epistemología. Fíjense ustedesKuhn, Feyerabend, Lakatos, y el mismo Popper,no hacen epistemología, no muestran como segenera el conocimiento, se acabó ese tipo deinvestigación. Lo que hacen es nada más, ni nadamenos, que sociología de la ciencia.

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¿Cuáles serían las consecuencias reales,para la investigación, al haber renunciado alapriorismo de la filosofía especulativa y al empi-rismo? La respuesta la encontré cuando tuve laenorme fortuna de poder colaborar con Piaget.En ese libro que se llama Psicogénesis e historiade la ciencia (b), mostramos lo que llamamos“mecanismos comunes”.

Hablamos de “mecanismos comunes”,porque hicimos comparaciones entre cómo segeneran los conceptos en la psicogénesis en losniños y como se generan los conceptos en la cien-cia. Y encontramos que los mecanismos últimos,no los resultados del proceso cognoscitivo, no lasestructuras que se generan, sino los mecanismosúltimos, eran comunes. Yo creo ahora que el pro-blema hay que plantearlo de una manera distintade como lo planteamos en ese libro. Si tenemosque renunciar a conceptos a priori, si tenemosque renunciar a los datos de los sentidos comoorigen del conocimiento, quiere decir que entodo el transcurso del conocimiento, desde elnacimiento hasta la ciencia, no pueden haber dis-continuidades funcionales, porque si hubiera unadiscontinuidad funcional, si hubiera un “antes” yun “después” en alguna parte del conocimiento,entonces volvería a plantearse el problema decómo se basa el antes y el después; ¿otra vez porconceptos a priori?, ¿otra vez por datos de los sen-tidos? Si hay discontinuidad, significaría replante-ar allí el problema del apriorismo y del empiris-mo. Debemos aceptar, por consiguiente, una con-tinuidad en el conocimiento, sin comienzo (sea elconocimiento o las actividades que podemos lla-mar cognoscitivas). Esto significa que esas activi-dades están incluso antes del nacimiento, sesumergen en la biología, y que hay un continuodesde la biología al desarrollo de las actividadesque luego van a ser cognoscitivas. Significan, ade-más, que esas actividades del niño, del adolescen-te, del adulto no sofisticado, tienen continuidadcon la ciencia, que hay una continuidad funcionalde mecanismos en todo ese proceso.

Y eso para mí –aquí expreso una opiniónpersonal– es independiente de toda posición filo-sófica. Esto es lo que está implícito en el construc-tivismo piagetiano. Es lo que sostuvo Piaget, sinhaberlo dicho así. Para mí, la renuncia al aprioris-mo y la renuncia al empirismo supone o implicaaceptar la continuidad del proceso cognoscitivo.

Entonces se replantea desde allí el pro-blema de ¿en qué consiste el conocimiento?Contestar que el conocimiento es una construc-ción, no resuelve el problema ¿qué se constru-ye?, ¿cómo se construye? No construimos losobjetos, no construimos las mesas, casas, ¿qué eslo que construimos? Ahí sí tengo yo que recurrira todas las investigaciones psicogenéticas que sehan hecho durante 60 o 70 años en la escuelaginebrina. Lo que se construye es la forma deorganizar las interacciones con el mundo exter-no. El niño que nace con reflejos innatos, quenace chupando (porque los que no chupan semurieron), que nace con ese reflejo de succión,que nace con el reflejo palmario, que patalea, eseniño poco a poco va organizando sus movimien-tos, entra en una interacción con el mundo, y yocreo que la gigantesca tarea que hizo la escuelade Ginebra fue ir mostrando paso a paso en quéconsistió la organización de esas interacciones apartir de las cuales se genera el conocimiento.Conocer es organizar los datos de la realidad,darles un sentido, lo cual significa construir unalógica, no la lógica de los textos, sino una lógicade la acción, porque organizar es estructurar, esdecir, hacer inferencias, establecer relaciones.Estructura es lógica. Volvemos a un estructuralis-mo, pero que no tiene nada que ver con losestructuralismos clásicos. Es un estructuralismoque llamamos “genético” en el sentido de conce-birlo como la génesis del conocimiento a travésde organizaciones estructurantes. A Piaget se leha condenado como estructuralista, pensandoque de alguna manera reflejaba las polémicassobre el estructuralismo que hubo a mediadosdel siglo XX. Lo que se olvida es que para Piaget(lo voy a decir de manera un poco paradójica),no se trata de un sustantivo, “estructura”, se tratade un verbo, “estructurar”. Se trata de organizarnuestra experiencia, y esa organización es crearestructuras. No es posible que ahora intente deninguna manera explicar cómo ocurre.

En síntesis, el problema del conoci-miento empezó a tratarse de una disciplina quese ocupa de todo el conocimiento: tanto delconocimiento infantil, como del hombre adulto“normal”, para pasar a las actividades científicas.Tal fue el dominio de la filosofía especulativa. Sinembargo la filosofía especulativa tuvo que retro-ceder cuando todas las cosas que afirmó fueron

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contradichas por la ciencia, no por otro sistemafilosófico, sino por la ciencia. No sólo retroceder,sino dejar parte de su campo a los científicos.

Con el empirismo se realizaron nota-bles avances en problemas de fundamentaciónde las ciencias. Pero cuando trataron de funda-mentar el conocimiento sobre bases estrictamen-te empiristas, invadieron de hecho territorios quela filosofía consideraba como propio. Más aún, aldeclarar que todo conocimiento surge de la expe-riencia y que las afirmaciones que no son directao indirectamente reducibles a proposiciones refe-ridas a datos sensoriales no pueden tener sentidocognoscitivo, realizan una amputación de unaparte considerable de la filosofía.

Esta fue, sin embargo, una situacióntransitoria. El fracaso del programa empirista, quehemos señalado, significó un “regreso” de la filo-sofía, en una nueva fase del movimiento pendu-lar que caracterizó las relaciones entre la cienciay la filosofía a lo largo de la historia.

Hoy tenemos ideas más claras sobreeste problema, porque contamos con una teoríaque nos permite concebir el conocimiento comoun proceso continuo que, al nivel individual, sedesarrolla desde el nacimiento hasta la edadadulta, e incorpora al nivel social el desarrollode la ciencia.

Es una teoría del conocimiento en la cuallos procesos cognoscitivos no tienen más punto departida que las raíces biológicas del individuo ysus interacciones con el mundo en el cual actúa.

Incorporar las raíces biológicas a la teo-ría del conocimiento significa reconocer unafrontera móvil que los enormes progresos de laneurofisiología han ido desplazando, mostrandoque muchos aspectos del comportamiento indivi-dual que se consideraba pertenecían a un terrenototalmente ajeno a la biología tienen en realidadexplicación biológica. Esto no da pie para susten-tar alguna forma de reduccionismo. Para la teoríaepistemológica constructivista, el desarrollo delconocimiento aún en los niveles más fundamen-tales, reclama otros elementos constructivos.

En la brevísima síntesis precedentehemos utilizado repetidamente el término “cono-cimiento” sin intentar definirlo, por la simplerazón de que no hay definición de conocimiento.Contrariamente a lo que sostuvo el positivismo,ninguna disciplina comienza con definiciones.

Esto ya lo sabía Newton, quien soslaya el proble-ma de las definiciones iniciales en sus famososPrincipia, declarando: “yo no defino tiempo, espa-cio, lugar y movimiento porque son bien conoci-dos por todos”. Está claro que toda la teoría revo-lucionaria que allí expone Newton es teoría delmovimiento, pero advierte que no necesita definirel término “movimiento”. Le basta con definir“transformaciones del movimiento”. Tampoco losmatemáticos definen “número”. Claro que se ocu-pan de los números –pueden definir lo que es unnúmero natural, un número racional, un númeroreal– pero el término “número” aisladamente, nose define ¿cómo empezamos, entonces, a tratar elconocimiento, la ciencia?

Aquí me referiré nuevamente a laescuela de Ginebra. Piaget caracteriza la cienciacomo una institución social, lo cual significa quecada sociedad, en cada momento histórico, defi-ne ciertas actividades como actividades cognos-citivas, y designa el producto de esas actividadescomo conocimiento. El conocimiento, y en parti-cular el conocimiento científico, es un productosocial, y no tiene más definición que la que leotorga el contexto social en el cual se genera.

Esta posición la hemos explorado conPiaget en Psicogénesis e Historia de la ciencia, yhe procurado profundizarla en El conocimientoen construcción (1), precisando más su sentido:la ciencia que se produjo en distintas culturas res-pondió no solamente a mecanismos internos deldesarrollo del conocimiento, sino también a lascaracterísticas de la cultura en la cual se desarro-lló. Mi principal punto de referencia ha sidoOriente, y en particular China.

Lo que fue China como civilizaciónrecién se conoció en Occidente en el siglo XX. Laconcepción que hubo en el siglo XIX era deforma-da y errónea. Incluso algún gran pensador quehabla de las ciencias como un producto puramen-te occidental, y me refiero a Max Weber, hace afir-mación con la visión que el siglo XI hace de China.Hoy sabemos que no es el caso que la China sehaya simplemente atrasado con respecto aOccidente, sino que tenía una concepción delmundo muy distinta. Me atrevo a decir que la con-cepción del mundo que tenían los chinos, y másprecisamente el taoísmo, fue una concepción quese desechó en Occidente sin comprenderla.Hubo excepciones. La más notable fue la filosofía

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organicista de Whitehead, con su antecedente enLeibniz de quien se sabe que recibió la influenciade los jesuitas que trajeron el taoísmo de China.

El mundo chino era un mundo en deve-nir, un mundo de permanente cambio. Y era tam-bién un mundo que actuaba como un organismo(con la imagen de nuestro propio organismo),que actúa como una totalidad que no es parciali-zable. Esta concepción organicista genera unpensamiento dialéctico contrapuesto a la concep-ción atomística, característica del mundo occi-dental, y el atomismo ha condicionado de diver-sas maneras el desarrollo de las disciplinas, aunaquellas que son puramente formales. Daré solocomo ejemplo el atomismo lógico de BertandRussell, el cual conformó en gran medida lamanera de abordar la lógica en nuestro sistemade enseñanza, comenzando por la lógica propo-sicional, es decir, con enunciados o proposicio-nes elementales, que se llamaron “proposicionesatómicas”, las cuales se asocian entre sí pormedio de “conectivos lógicos”, formando propo-siciones “moleculares” cuya validez se analizabacon “las tablas de la verdad”. El lenguaje mismoen que se expresó la “lógica moderna” reflejóclaramente el contexto conceptual que le dioorigen, y las conocidas paradojas a las que con-duce muestran la debilidad para fundamentar lalógica. Hoy sabemos que hay maneras diferentesde plantear la lógica. El análisis psicogenético,desde una percepción epistemológica constructi-vista ha puesto en evidencia una lógica de laacción y una lógica de la significación, de baseinferencial, que precede al razonamiento propo-sicional y que es próximo a la concepción dia-léctica del conocimiento, tema que hemosexpuesto con Piaget en el libro Hacia una lógicade significaciones (2).

Después de este panorama, que dejamuchas lagunas y temas truncos quedará flotan-do el interrogante: ¿pero entonces en qué consis-te la ciencia? Las respuestas tienen una multipli-cidad de variantes que rebasan las formulacionesacadémicas. Podemos tomar como ejemplo loque escribió a principios del siglo XIX el másgrande de los paisajistas ingleses. Constable afir-mó que la pintura es una ciencia, y que las pintu-ras –los cuadros pintados– son experimentos. Sinduda un músico podría haber dicho algo similar.Este tipo de afirmaciones que pudieron quedarcomo expresiones de artistas un tanto superficia-les, fueron retomadas por un filósofo de la cien-cia no de segundo orden: Nelson Goodman. Enun libro provocador, The ways of world making(la forma de hacer, construir el mundo)Goodman contrapone las consideraciones pura-mente racionales, con otras maneras de concebirel mundo. Se podrá replicar que, si se utiliza eltérmino “ciencia”, debe comenzarse por hechos,por constataciones, por verificaciones. En estecontexto pienso que vale la pena leer a HilaryPutnam, quizás el filósofo norteamericano hoymás prominente. A este respecto recordemos elproblema que se planteó el positivismo: ¿cuál esel lugar de los valores en el mundo de hechos? Elmundo es un mundo de hechos. ¿Cómo surgenlos valores? Putnam da vuelta al problema y pre-gunta: ¿cuál es el lugar de los hechos en unmundo de valores? Porque el mundo en el cualactuamos es un mundo de valores.

Me detengo aquí porque se acabó eltiempo que me asignaron, y tengo una excelenteexcusa para no entrar por esos derroteros.

NOTAS FINALES

a. Texto de una conferencia del seminarioFormación y Reestructuración de Conceptos enCiencias y Humanidades realizado en el Centro deInvestigaciones Interdisciplinarias en Ciencias yHumanidades, de la Universidad NacionalAutónoma de México, CEIICH-UNAM. Editado envideo y publicado por la misma institución.

b. La edición original está publicada en españolpor Siglo XXI, y en francés por Flamarion. Haytraducciones al italiano, el inglés, el portugués, eljaponés y el chino.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. García R. El conocimiento en construcción.De las formulaciones de Jean Piaget a la teoríade sistemas complejos. Barcelona: Gedisa;2000.

2. Piaget J, García R. Hacia una lógica de sig-nificaciones. Serie Lógica y Epistemología,Bibliotecas Universitarias. Buenos Aires:Centro Editor de América Latina; 1998.[Edición original: Vers une logique des signifi-catio. Ginebra: Murionde; 1987]

Recibido el 27 de febrero de 2006

Versión final presentada el 20 de marzo de 2006

Aprobado el 29 de marzo de 2006

FORMA DE CITAR

García R. Epistemología y Teoría del Conocimiento. Salud Colectiva. 2006;2(2):113-122.