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  • Puntuaciones sobre teora, mtodo y tcnica en ciencias sociales

    EPISTEMOLOGA FRONTERIZA

    Cora Escolar y Juan BesseCoordinadores

  • EudebaUniversidad de Buenos Aires

    1 edicin: 2011

    2011Editorial Universitaria de Buenos AiresSociedad de Economa MixtaAv. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos AiresTel.: 4383-8025 / Fax: 4383-2202www.eudeba.com.ar

    Imagen de tapa: Pangoln de Pablo Besse.Diseo de tapa: Troopers Correccin general: Eudeba

    Impreso en la ArgentinaHecho el depsito que establece la ley 11.723

    No se permite la reproduccin total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informtico, ni su transmisin en cualquier forma o por cualquier medio, electrnico, mecnico, fotocopias u otros mtodos, sin el permiso previo del editor.

    Cora Escolar Epistemologa fronteriza. - 1a ed. - Buenos Aires : Eudeba, 2011. 192 p. ; 23x16 cm. - (Lectores)

    ISBN 978-950-23-1785-4

    1. Epistemologa. I. Ttulo. CDD 121

  • Entre la singularidad del ejemplo y la generalidad de la sentencia, los relatos hacen su camino. Entre lo histrico y lo no histrico, lo que viene de

    un mundo anterior al hombre encuentra con qu excavar su agujero y nidificar en los bordes del vaco, de la fusin, en la frontera

    de la disgregacin, del lenguaje, del tiempo y del pensamiento.

    Pascal Quignard. Retrica especulativa

  • NDICE

    Presentacin. Investigar en la fronteraCora Escolar y Juan Besse .............................................................11

    caPtulos

    1. Pensar en/con FoucaultCora Escolar ....................................................................................21

    2. Relaciones entre ciencia y saber. La arqueologa como mtodo en Michel Foucault

    Luciana Messina y Lisandro de la Fuente .......................................33

    3. El porvenir de un encuentro. Psicoanlisis y ciencias sociales, entre la aplicacin y la extensin

    Juan Besse ........................................................................................49

    4. La teora menor, el tiempo histrico y la prctica simblica compartida

    Cora Escolar ....................................................................................85

    5. Proceso y diseo en la construccin del objeto de investigacin: las costuras de Frankenstein o un entre-dos que no hace dos

    Juan Besse ........................................................................................... 93

  • 6. Mtodo: notas para una definicinCora Escolar y Juan Besse ............................................................115

    7. El encuadre terico-metodolgico de la entrevista como dispositivo de produccin de informacin

    Luciana Messina y Cecilia Varela ..................................................125

    8. La gestin de datos como proceso de toma de decisionesCora Escolar ..................................................................................137

    incursiones bibliogrficas: comentarios de lectura

    Pensar la construccin. Un comentario sobre Arquitectura plus de sentido

    Juan Besse ......................................................................................147

    Un lugar para los estudios de la vida cotidianaCora Escolar y Anala Minteguiaga ..............................................155

    Memoria del anlisis estructural. Un comentario de El periplo estructural. Figuras y paradigma de Jean-Claude Milner

    Juan Besse ......................................................................................165

    Simmel con Lacan. Un comentario de Lacan lector de Simmel: una extraa alianza de Paul Vanden Berghe

    Juan Besse ......................................................................................175

  • 9AGRADECIMIENTOS

    Los escritos que constituyen este libro encontraron su enhebrado gracias al trabajo docente en las materias de epistemologa y metodologa de las ciencias sociales, en el nivel de grado y posgrado, tanto de la UBA, de la UNLa, como de otras instituciones universitarias.

    El seminario interno de las ctedras de Epistemologa y Metodologa de la carrera de Geografa de la UBA, llevado a cabo al alba de cada jueves de 2003 en la mesa redonda de Las Violetas y cada mircoles de 2004 en la ovalada de la Reina Kunti, ha sido el reavivo para pensar la enseanza y la transmisin de muchas de las cuestiones concernidas en los captulos que integran la compilacin. El conjunto de los trabajos de este libro ha florecido con ese encuentro sostenido.

    Luis Baer y Cecilia Varela hicieron posible el tejido de la primera red para el armado del libro. Silvina Fabri lidi con los menesteres de la presentacin editorial. El trayecto final estuvo a cargo de Andrea Lobos, todos ellos alumnos y graduados adscriptos a las ctedras antes mencionadas.

    En Eudeba, Pablo Castillo brind un tiempo atento y riguroso al trabajo de edicin.

    Cora Escolar y Juan Besse

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    Presentacin

    INVESTIGAR EN LA FRONTERA

    Cora Escolar y Juan Besse

    El ttulo de este libro acaeci en el tiempo en que una serie de escritos nuestros y de quienes forman parte de las ctedras de Epistemologa de la Geografa y Metodologa de la Investigacin1 se dispersaban en revistas o en las memorias de nuestras computadoras.

    Fue hacia fines de 2002 cuando empez a tomar forma la idea de reunir en un libro escritos forjados al calor de pensamientos e intuiciones modulados en los seminarios internos de la ctedra. Esos borradores surgieron como resul-tado del cursado de materias o seminarios de formacin, o en la tarea misma de la enseanza. All, en ese tiempo y por esas prcticas, se hizo evidente, para nosotros mismos, el carcter fronterizo de la andadura epistemolgica trabajada.

    Por eso, cuando tomamos contacto con el trmino epistemologa fronteriza, el regusto a contradiccin en los propios trminos que secretaba la adicin de las dos palabras, se impuso como una razonable condensacin de los enfoques que coexistiran en el futuro libro. Ese descompletamiento de la Epistemologa2 por la

    1. Ctedras del Departamento de Geografa de la Facultad de Filosofa y Letras de la Uni-versidad de Buenos Aires.2. En la acepcin que asocia Epistemologa con Filosofa de la Ciencia, como sociedad con aspiraciones tribunalicias, es decir, un saber con atribuciones no slo de examen sino de validacin del conocimiento.

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    Cora EsColar y Juan BEssE

    va de la frontera o, ms precisamente, inventemos el trmino, a cuenta y riesgo de la frontericidad era, tal vez, uno de los denominadores comunes presente entre los distintos artculos a compilar.

    Pero de qu hablamos cuando decimos epistemologa o aludimos al ca-rcter epistemolgico de un enunciado?

    En un trabajo inspirador sobre los usos de la nocin de epistemologa, luego de hacer suyo el supuesto de que hay un aspecto que caracteriza a todos los usos que vamos a distinguir: anlisis crtico de las premisas de una actividad cognitiva, Delgado seala los tres principales recortes que organizan la consti-tucin terminolgica del hoy acrecentado terreno epistemolgico.3 Trabajo que sugiere la pertinencia de referirse: a epistemologas, en plural, cuando se haga referencia a teoras de las ciencias particulares, es decir, a discursos meta-tericos con valor disciplinar, esto es, cnones de la metodologa de una disciplina; a epistmica cuando se realice el anlisis de los contextos histricos, culturales y filosficos en los cuales se desarrolla un estilo de pensamiento, y a epistemologa, en singular, cuando se d cuenta de posiciones referidas a la construccin del objeto en los trminos ms tradicionales de la teora del conocimiento, esto es, concepciones o perspectivas epistemolgicas que despliegan a su vez teoras del objeto y del sujeto de conocimiento; pero, tambin, la asuncin de que hay una dimensin epistemolgica inherente a cualquier actividad.4

    Las tres acepciones son constitutivas de las prcticas de investigacin. Los trabajos que integran el libro expresan sus anudamientos y las tratan, en cada abordaje, con nfasis particulares.

    *

    La tarea propia de las disciplinas sociales es, simultneamente, conocer y pensar. El verbo que condensa el uso poskantiano, digamos contemporneo, de esa juntura es, no sin algn tropiezo, investigar. Entonces, por qu investigar en la frontera?

    Investigar es ya, de algn modo, habitar la frontera entre la razn y la sinrazn.5 Reconocer que el lmite que las separa es permeable o frgil, de all la

    3. Juan Manuel Delgado (1997), Epistemologas, epistmica y epistemologa, en Fernando lvarez-Ura (ed.), Jess Ibez. Teora y prctica, Madrid, Endymion, p. 177.4. Juan Manuel Delgado (1997), op. cit., pp. 180-181.5. Este libro es un texto universitario y, como ha dicho Derrida, no se puede pensar la posi-bilidad de la universidad como institucin moderna sin interrogar ese acontecimiento que es el principio mismo de razn. Jacques Derrida (1983), Las pupilas de la Universidad. El principio de razn y la idea de Universidad, en Cmo no hablar. Y otros textos, Proyecto A Ediciones, Barcelona, 1997.

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    Presentacin. investigar en la frontera

    insistencia clsica en su separacin; la inquietud normativa por el establecimiento de criterios taxativos de demarcacin que tracen el lmite entre lo racional y lo que no lo es.

    Y as, a un lado o a otro de la frontera mvil entre trabajos viejos y nuevos, la puesta en comn de estos materiales epistemolgicos en un mismo libro fue adquiriendo color.6 El color de lo fronterizo.

    *Corominas sita el uso del vocablo frontera hacia 1140. En cambio, el

    advenimiento del trmino fronterizo es ubicado con precisin en 1607.7 A cuatrocientos aos de esa emergencia, tres han sido las invitaciones a inscribir el ttulo del libro en esa inclinacin: desde la frontera, como sustantivo, hacia lo fronterizo como atributo de algo.

    *

    Por una parte, las nociones de lo epistemolgico esbozadas antes por Del-gado, aun primando una de ellas, hacen frontera en cualquier trabajo de investi-gacin. La investigacin es entonces una regin fronteriza entre el conocimiento como posibilidad, como necesidad8 y como invencin histrica: la produccin de sujetos y objetos de conocimiento en las prcticas de investigacin tiene como horizonte saberes, disciplinas y ciencias histricamente constituidas. Sobre ese supuesto cualquiera de esas nociones (epistemologa en singular, epistemologas en plural o epistmica) es una va de entrada que habilita cuando no directamente la promueve la bsqueda de enlaces, conexiones, relaciones, con alguna de las otras.

    Los trabajos que forman parte de este libro se palpan en esa frontera. En cada uno de los captulos, los autores como no puede ser de otro modo hacen reverberar, en sus escrituras, improntas disciplinares: las certidumbres y las ig-norancias, los modos de dudar y de evidenciar, los estilos de razonar, que ponen de manifiesto las formaciones primarias transitadas. Pero en ninguno de los

    6. Wittgenstein, en sus observaciones sobre los colores, dice que una historia natural de los colores tendra que dar cuenta de su aparicin en la naturaleza, no de su esencia. Sus propo-siciones tendran que ser temporales, Ludwig Wittgenstein (1977), Observaciones sobre los colores, Barcelona, Paids/IIF-UNAM, 1994, p. 34.7. Joan Corominas (1961), Breve Diccionario etimolgico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1994, p. 281. 8. En el sentido establecido por Emilio Lamo de Espinosa, J. M. Gonzlez Garca y C. Torres Albero en Introduccin: Conocimiento, individuo y sociedad, La sociologa del conocimiento y de la ciencia, Madrid, Alianza, 1994.

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    Cora EsColar y Juan BEssE

    casos la razn disciplinar se ejerce como fundamento ltimo. As, los lenguajes incorporados en los trayectos acadmicos o profesionales sean stos los lenguajes provistos por las seguridades de las formaciones primarias (la antropologa, la geografa, la sociologa) o los de los balbuceos en los campos ms recientemente explorados (la lingstica, el psicoanlisis, la filosofa), se intersecan, y esperamos que en el espacio de esas intersecciones se con-fronten fructferamente.

    *

    La segunda filiacin de nuestra opcin por lo fronterizo proviene de los llamados estudios poscoloniales,9 cuyos autores, a decir verdad, no hemos frecuentado con asiduidad. Sin embargo, y a pesar de las diferencias de es-tilo, atisbamos en ese acervo terico cuestionamientos fecundos. Ha sido el pasaje de los llamados estudios culturales10 a los estudios poscoloniales uno de los laboratorios del pensamiento contemporneo que puso en entredicho el adocenado terreno epistemolgico de las ciencias sociales. El arduo trabajo de instalar nuevas preguntas que dieran lugar a nuevos enfoques y objetos de investigacin, ya no definidos por disciplinas sino por problemas, sirvi para sacudir la modorra epistemolgica en la que se encontraban las ciencias sociales en los aos 80 y, de ese modo, trabajar en pos de estrategias de investigacin transdisciplinarias.

    La perspectiva poscolonial ha hecho suyo el concepto mismo de episte-mologa fronteriza, espacio bisagra entre estrategias globales e historias locales, sin el cual, a juicio de estas corrientes, no es posible pensar la produccin de conocimiento. En ese sentido, Walter Mignolo entiende que la reflexin sobre espacios geogrficos y localizaciones epistemolgicas es posible y es promovida por las nuevas formas de conocimiento que se estn produciendo en las zonas de legados coloniales, en el conflicto fronterizo entre historias locales y diseos globales, desde Amrica a frica del Sur, desde Amrica hasta frica del Norte,

    9. Vase, entre otros trabajos, Edgardo Lander (comp.) (2000), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires, CLACSO.10. Castro-Gmez sostiene, y coincidimos con su apreciacin, que es preciso establecer aqu una diferencia en el significado poltico que han tenido los estudios culturales en la univer-sidad norteamericana y latinoamericana respectivamente. Mientras que en Estados Unidos los estudios culturales se han convertido en un vehculo idneo para el rpido carrerismo acadmico en un mbito estructuralmente flexible, en Amrica Latina han servido para combatir la desesperante osificacin y el parroquialismo de las estructuras universitarias, Santiago Castro-Gmez (2000), Ciencias sociales, violencia epistmica y el problema de la invencin del otro, en Edgardo Lander (comp.) (2000), op. cit., p. 157.

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    Presentacin. investigar en la frontera

    desde el Pacfico en las Amricas hasta el Pacfico del Sur de Asia y Oceana. [...] Se trata de entender la fuerza de las epistemologas fronterizas, de aquellas formas de conocimiento que operan entre los legados metropolitanos del co-lonialismo (diseos globales) y los legados de las zonas colonizadas (historias locales). Se trata de pensar a partir de esta situacin.11 Pensar la situacin es pensar en situacin y, para Mignolo, el concepto de epistemologas fronterizas es solidario de otra nocin: las geopolticas del conocimiento.12 Interseccin que no slo compatibiliza sino que vuelve necesario leer, por dar un ejemplo que puede invitar a sonrer, a Jauretche con Derrida... y, contra reembolso, a Derrida con Jauretche.

    *

    La tercera incitacin proviene de la pasin, o de la prctica, antifilos-fica.13 Una epistemologa fronteriza alude a una epistemologa que no logra completar un sistema o que, habiendo sostenido la ilusin de la completud, se descompleta. Lo fronterizo es all, casi, sinnimo de estado de descomple-tamiento. La intervencin freudiana contradice la modernidad en razn de su propia experiencia, y da lugar a lo que Eugenio Tras llama una razn fronteriza en la que el campo del sentido no es lo opuesto a lo real como tampoco ya es pertinente pensar al individuo como opuesto a la sociedad, ni

    11. Walter Mignolo (1996), Espacios geogrficos y localizaciones epistemolgicas: la ratio entre la localizacin geogrfica y al subalternizacin de conocimientos, en Revista del Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR, N34, Pontificia Universidad Catlica Javeriana de Bogot, p. 5.12. Walter Mignolo (2000), Local Histories/Global Designs: Coloniality, Subaltern Knowledge and Border Thinking, Princeton Princeton University Press. Hay traduccin castellana His-torias locales/Diseos globales: ensayos sobre los legados coloniales, los conocimientos subalternos y el pensamiento de frontera, Madrid, Akal, 2003.13. Jorge Alemn arqueologiza los usos del trmino en el campo psicoanaltico, a partir de la indicacin de Lacan, en 1974, cuando a poco de crearse un Departamento de Psicoan-lisis en Pars VIII y con relacin a la formacin del analista habl de lingstica, topologa y antifilosofa como saberes que hacan a esa formacin. Dice Alemn que si tuviramos que sealar un primer rasgo de lo que creo debe entenderse por antifilosofa, sera ste: el acontecimiento que tuvo lugar con el nombre propio de Freud, al dilucidar una frontera que, a diferencia de lo que vamos a llamar las tradiciones filosficas que se proponen agotar al sujeto o a la subjetividad en el campo del sentido, el dato que se impone en Freud es esa articulacin pulsin-sentido, esa especie de bisagra, de gozne, que une y separa a la vez estos dos sitios, Jorge Alemn (2000), Introduccin a la antifilosofa. La filosofa y su exterior, en Jacques Lacan y el debate posmoderno, Buenos Aires, Filigrana, p. 32.

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    Cora EsColar y Juan BEssE

    a la libertad como opuesta a la restriccin.14 Punto este ltimo enunciado de Alemn en el que se restringe lo que cobija el rtulo, en ocasiones muy amplio, de antifilosofa.15

    Ahora bien, la anti-epistemologa o incluso la anti-metodologa16 en tanto trminos usados como sustitutos eventuales de la nocin de anti-filosofa no supone necesariamente hacer suyos y desplegar los supuestos analticos derivados de una razn fronteriza.17 En la medida en que el corte con el saber filosfico, epistemolgico o metodolgico establecido y consagrado (expresado en el prefijo anti) promueve una posicin anti-normativista,18 podra decirse que estn dadas ciertas condiciones de posibilidad de una razn fronteriza que hace su trabajo advertida de que lo simblico no agota lo real pero que, sin embargo, en ese ince-sante, hacer frontera con l no cesa de intervenir en su fabricacin.

    As, las epistemologas de las ciencias sociales no pueden desconocer el principio de razn que las funda pero tampoco descansar en la ilusin de una razn operante por si misma o automtica que conlleve un abandono del trabajo de pensar la singularidad de cada prctica de investigacin. Algunas interven-ciones del ltimo Bourdieu, figura emblemtica de una epistemologa de las ciencias sociales dispuesta a ponerse en entredicho en cada acto de investigacin, sugieren esa direccin.19

    *

    Jullien habla de China como de una frontera al (propio) pensamiento. Dice China nos permite tomar distancia del pensamiento del que venimos, romper con sus filiaciones e interrogarlo desde afuera [...] este paso por China tiene dos

    14. Jorge Alemn (2000), op. cit., p. 31.15. Lugar en el que se inscribiran pensadores tan distintos y a la vez, en ms de un sentido, prximos como Nietzsche, Heidegger, Wittgenstein, Deleuze o Foucault.16. En ese horizonte, planteos como el de Paul Feyerabend en El anti-mtodo o Pierre Bour-dieu, Jean-Claude Passeron y Jean-Claude Chamboredon en El Oficio de Socilogo pueden ser reconocidos como una anti-filosofa de la ciencia.17. Tal como es esbozada la nocin por Eugenio Tras y retomada por el trabajo de Jorge Alemn.18. Entindase anti-normativista y no anti-normativa.19. Como cuando dice que aquello que denomin objetivacin participante (a la que no debemos confundir con la observacin participante) es, sin duda alguna, el ms difcil de los ejercicios, porque exige romper con las adherencias y adhesiones ms profundas y ms inconscientes; a menudo con aquellas que fundamentan el inters mismo del objeto estudiado para quien lo estudia, es decir, lo que l menos desea saber acerca de su relacin con el objeto que intenta conocer, Pierre Bourdieu (1987), Una objetivacin participante, en Pierre Bourdieu y Loc Wacquant, Respuestas. Por una antropologa reflexiva, Mxico, Grijalbo, 1995, p. 191.

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    Presentacin. investigar en la frontera

    funciones, o se desarrolla en dos direcciones: de desvo y de retorno.20 Como lo fueron y en gran medida lo siguen siendo el buen y el mal salvaje en los albores del pensamiento moderno, esta China pretexto, o la Amrica pretexto, o lo que cumpla esa funcin de desarraigo epistemolgico, es experiencia fronteriza, donde el desvo es solidario del retorno y al revs.

    Los captulos

    En el captulo 1 Pensar en/con Foucault, Cora Escolar propone indagar la posibilidad de la utilizacin del arsenal terico-metodolgico y las reflexiones epistemolgicas de Foucault para el abordaje terico de las relaciones entre prcticas sociales, discursos de verdad y produccin de subjetividad. Para ello, se presentan algunas cuestiones epistemolgicas y metodolgicas mediante el recorte de una serie de enunciados seleccionados con el fin de repasar algunos supuestos tericos acerca de la temtica del poder que caracterizara la produccin de Foucault en los aos 70. Asimismo, dicho repaso de los items escogidos es trabajado a la luz de conexiones con los escritos de Foucault anteriores a los aos 70, principalmente aquellos en los cuales sent principios de corte epistemolgico sobre las prcticas de investigacin en el campo de las ciencias humanas. Por ltimo, el abordaje destaca algunos rasgos del pensamiento de Foucault, entre ellos, que en su discurso no exista en sentido restringido una teora del poder, sino ms bien una analtica de ste.

    *

    El captulo 2 de Lisandro de la Fuente y Luciana Messina, Relaciones entre ciencia y saber. La arqueologa como mtodo en Michel Foucault, pasa revista a la nocin de arqueologa en Michel Foucault. As, el trabajo gira en torno a cmo concibe Foucault el saber y por qu propone un abordaje arqueolgico del documento histrico. A la vez, colateralmente, la propuesta es dar cuenta de las relaciones que establece entre ciencia y saber en diversos pasajes de La Arqueologa del Saber. En segundo lugar, se propone indagar cmo Foucault, al construir un mtodo opuesto a los modelos ya establecidos de anlisis de la historia del pensamiento, necesit deconstruir algunas concepciones sobre las que stos se asientan. Los autores centraron su anlisis en La Arqueologa del Saber con el fin de articular los ejes principales de dicho libro con ciertos aspectos

    20. Franois Jullien (2005), Conferencia sobre la eficacia, Buenos Aires, Katz editores, 2006, p. 15.

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    Cora EsColar y Juan BEssE

    de la obra de Gaston Bachelard y Pierre Bourdieu, entre otros autores que han marcado la construccin del andamiaje epistemolgico de las ciencias sociales.

    *

    En el captulo 3 El porvenir de un encuentro. Psicoanlisis y ciencias sociales, entre la aplicacin y la extensin, Juan Besse seala que la travesa de incorporar el psicoanlisis al trabajo de investigacin social invita a recorrer los diversos caminos que las distintas disciplinas sociales transitaron en su relacin con la produccin psicoanaltica. Sin embargo, dadas las dificultades que supone brindar un panorama razonable de esos encuentros y desencuentros, en reverso, ha optado por explorar algunos aspectos de los modos en que el psicoanlisis llev a cabo, pero tambin pens y teoriz, su relacin con otros saberes.

    As, el trabajo procura indagar algunos estilos de relacin entre el psicoanli-sis y otros campos mediante el rastreo de las coordenadas polticas, institucionales y epistmicas que vertebraron la constitucin de las nociones de psicoanlisis aplicado y psicoanlisis en extensin. Y, por esa va, comenzar a pensar qu de lo dicho por los psicoanalistas acerca de la formacin del analista comparte una espesura en comn con la formacin del investigador social.

    *

    El captulo 4 de Cora Escolar La teora menor, el tiempo histrico y la prctica simblica compartida, Cora Escolar plantea, con un carcter predomi-nantemente hipottico y a los efectos de la discusin, un conjunto de cuestiones relativas a la relacin entre la llamada teora menor y las llamadas teoras totalitarias o totalizadoras. El trabajo ancla su desarrollo en un contrapunto de las posiciones de Cindi Katz y Michel Foucault respecto de la importancia de la llamada teora menor en relacin con la construccin y reconstruccin metodolgica de distintos campos problemticos.

    *

    En el captulo 5, Proceso y diseo en la construccin del objeto de in-vestigacin: las costuras de Frankenstein o un entre-dos que no hace dos, Juan Besse revisa las nociones establecidas de algunos conceptos claves del discurso metodolgico. As los usos de trminos como proceso y diseo de investigacin son revisados al calor de la mentada relacin teora-mtodo-tcnica en la cons-truccin del objeto de estudio y reinscriptos como aspectos constitutivos de las prcticas de investigacin.

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    Presentacin. investigar en la frontera

    *

    El captulo 6 de Cora Escolar y Juan Besse Mtodo: notas para una defini-cin recupera una serie de notas de Cora Escolar escritas en Mxico a mediados de los aos 80 y reescritas en colaboracin con Juan Besse a principios de los 90. All, la nocin de mtodo establecida juega con la incompletud del camino a recorrer por la prctica de investigacin, pero tambin con la insuficiencia del camino recorrido. El mtodo es construccin sobre andaduras previas como tomar un atajo transitado por otros investigadores no supone el mismo trayecto sino hacer marcas que no estaban en la senda. En el universo limitado de nuestra actividad docente, tanto en la UBA como en la UNLa, el trabajo es un clsico que, desde 1996,21 nos hemos propuesto muchas veces reescribir y sin embargo hemos decidido conservarlo como entonces, casi sin modificaciones.

    *

    El captulo 7 El encuadre terico-metodolgico de la entrevista como dispositivo de produccin de informacin, de Luciana Messina y Cecilia Varela, aborda algunos conceptos fundamentales en la construccin de soportes tericos vinculados al campo de la metodologa de investigacin en ciencias sociales. La propuesta consiste en pensar el encuadre de la entrevista como un dispositivo de obtencin de informacin, por un lado, irreductible a la interaccin personal entre entrevistador y entrevistado y, por el otro, habilitante de la produccin de discursos que entraen la emergencia de lo no conjeturado previamente por el investigador.

    *

    El ltimo captulo de Cora Escolar, La gestin de datos como proceso de toma de decisiones, tiene como objetivo presentar una serie de conside-raciones acerca de los procesos de gestin de datos que se dan en el mbito de las instituciones gubernamentales y que pueden ser de utilidad para pensar descarnadamente las potencialidades y limitaciones de un hacer. Un hacer que deviene en indicativo para la formulacin de contratos de prstamo, reglamentos operativos, indicaciones para monitorear y evaluar programas y proyectos sociales. El proceso de gestin de datos como tarea poltico-administrativa y de investi-gacin supone el reconocimiento previo de un complejo proceso de construccin de la informacin. Desde esta perspectiva resulta fundamental entender que

    21. Ao de su primera publicacin como ficha de ctedra por OPFyL.

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    Cora EsColar y Juan BEssE

    los datos no estn dados en la realidad y que slo resta recopilarlos, sino que son fruto de una accin creadora y por tanto condicionada por las perspectivas terico-metodolgicas desde las cuales se los construye.

    *

    Por ltimo, cuatro comentarios de libros, publicados como algunos de los trabajos anteriores en las revistas Litorales y Biblio 3W,22 exploran los andariveles epistemolgicos de unos escritos, cuyos autores bordean los extremos de las disciplinas que cultivan: la arquitectura, la filosofa, la geografa o la lingsti-ca. Ese borde con las ciencias sociales propone, a cada momento, excursiones hacia y desde esas fronteras que, ms all del pintoresquismo que asedia como posibilidad a cualquier viaje, pueden promover la necesidad de pensar y extraer opciones metodolgicas fecundas.

    Buenos Aires, invierno de 2009

    22. Litorales. Teora, mtodo y tcnica en geografa y otras ciencias sociales, Revista Electrnica del Instituto de Geografa, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires, y Biblio 3W de Geocrtica, Revista Bibliogrfica de Geografa y Ciencias Sociales de la Univer-sidad de Barcelona.

  • 21

    caPtulo 1

    PENSAR EN/CON FOUCAULT*

    Cora Escolar

    El viaje rejuveneci las cosas y envejeci la relacin con uno mismo.

    Michel Foucault, 1976

    Algunas palabras

    El propsito de este artculo es indagar la posibilidad de la utilizacin del arse-nal terico-metodolgico y las reflexiones epistemolgicas de Foucault para el abordaje de nuestras investigaciones.

    Para ello proponemos presentar y analizar las cuestiones epistemolgicas-meto-dolgicas a travs de una serie de items unilateralmente seleccionados e interviniendo en el discurrir de Foucault. Sostenemos que estas reflexiones quedan impresas en el ncleo de todo proceso que pretenda ser creador y productor de conocimiento.

    Siguiendo a Deleuze1 sostenemos que las teoras son focales, limitadas, aplicables slo a un campo concreto. Ninguna puede abarcar nuestra expe-riencia diaria, en su enorme complejidad. Por eso, nuestra produccin terica y prctica tiende a romper los muros de las teoras, tiende a relacionarlas unas

    * Publicado en Cinta de Moebio. Revista Electrnica de Epistemologa de Ciencias Sociales, N20, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Santiago, septiembre de 2004. Este artculo lo escribo en esa voluntad incesante de retorno de la memoria de mi hijo Manuel.1. Deleuze (1987), p. 75.

  • 22

    Cora EsColar

    con otras.2 sta no es una idea nueva, pero cabe recordarla: todos somos, a la vez, tericos de la sociedad y ciudadanos de a pie.

    La prctica del poder

    La centralidad del problema de lo poltico es evidente en las ltimas obras de Deleuze y Foucault. Dice Foucault: Es preciso dejar de describir siempre los efectos del poder en trminos negativos: excluye, reprime, rehsa, abstrae, encubre, oculta, censura. En efecto, el poder produce, produce lo real, produce campos de objetos y rituales de verdad [...].3

    Retengamos en estas palabras una propuesta de investigacin sobre el ejercicio del poder. Dice el autor: [...] cuando pienso en la mecnica del poder, pienso en su forma capilar de existir, en el proceso por medio del cual el poder se mete en la misma piel de los individuos, invadiendo sus gestos, sus actitudes, sus discursos, sus experiencias, su vida cotidiana.4

    El hecho es que Foucault hace aflorar un mbito de investigaciones que, efectivamente, haba permanecido inexplorado antes de que l se ocupase del mismo: el de las relaciones de poder en cuyo interior se ejercen todas las formas de prctica social.

    Segn Foucault el poder produce. Es, pues, una tcnica (tikto). Ahora bien cmo produce el poder? De la lectura de Foucault se desprende que el poder es el ejercicio del poder. Es decir, multiplicidad de dispositivos, organismos, artificios, funciones, tcticas, mecanismos.

    Ello implica, segn Deleuze, el abandono de los cuatro postulados fun-damentales que rigen la filosofa poltica tradicional:5

    1) Que el poder sea atributo de una clase que lo habra conquistado, y no el efecto de innumerables puntos de fuga, conflictos, luchas, cambios; una resultante, en suma, de las diversas posturas estratgicas que asumen las diferentes clases y que se asumen dentro de una misma clase.

    2) El de la localizacin: que el poder est localizado en un aparato institu-cional subordinado a la estructura econmica.

    3) El del modo de accin: el poder como negativo: represin, ocultamiento, etc.

    2. Bourdieu y Wacquant, (1995), pp. 167-169.3. Foucault (1987) [1976], p. 75. 4. Foucault (1987) [1976], p. 60.5. Deleuze (1975), p. 16.

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    caPtulo 1. Pensar en/con foucault

    4) El de la legalidad: el poder como complejo de leyes, cuando la ley es siempre una composicin de arbitrariedades a las que diferencia formali-zndolas [...] la ley no es ms que el resultado de una guerra vencida.6

    El poder y la norma

    En Vigilar y castigar Foucault describe un conjunto de prcticas de la norma en el sentido moderno del trmino, la formacin de lo que podramos llamar en general la sociedad disciplinaria.7

    Lo importante en la idea de sociedad disciplinaria es la idea de que las disciplinas crean sociedad, crean un tipo de lenguaje comn entre todas las clases de instituciones, hacen posible que una pueda traducirse a la otra. La norma es precisamente aquello por lo que la sociedad, cuando se hace disciplinaria, se comunica consigo misma. La norma articula las instituciones disciplinarias de produccin, de saber, de riqueza, de finanzas, y las hace interdisciplinarias, convierte en inteligible el espacio social.

    La norma o lo normativo es lo que permite la transformacin de la discipli-na bloqueo en disciplina mecanismo. En efecto, dice Foucault: Tradicionalmente el poder es lo que se ve, lo que se muestra, lo que se manifiesta... Aquellos sobre quienes se ejerce el poder pueden permanecer en la sombra; slo reciben la luz que les es concedida de esta parte del poder [...].8 Con la disciplina segn la lgica de la norma, la sombra llega a la luz. En la disciplina, son los sujetos quienes han de ser vistos. Esta iluminacin asegura el dominio del poder que se ejerce sobre ellos.9

    No hay que confundir norma y disciplina. Las disciplinas apuntan a los cuerpos con una funcin de adiestramiento; la norma es una medida, una manera de producir la medida comn.

    En una dimensin, el poder es llamado disciplinario, pero la disciplina es slo un aspecto de l.

    Lo que sin duda preocup a Foucault fue comprender cmo la accin de las normas en la vida de los hombres determina el tipo de sociedad a la que ellos pertenecen como sujetos.10

    6. Deleuze (1975), p. 16.7. Foucault (1989) [1975], p. 213.8. Foucault (1987) [1976], p. 65. 9. Foucault (1987) [1976], p. 65.10. Por lo tanto, no preguntemos por qu cierta gente desea dominar, qu busca, cul es su estrategia general. Preguntemos, en cambio, cmo funcionan las cosas al nivel de la presente

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    Puede entenderse por qu el inters de Foucault no se centra en el poder con mayscula, sino en las microestructuras del poder (el poder con minscula), que tiene su gnesis en el propio sujeto.

    Cuando Foucault escribi La historia de la locura en la poca clsica (1961) o Vigilar y castigar (1975), no recogi las quejas de los pacientes, no oy la confesin de los presos, no sorprendi a los locos en sus manejos, sino que estudi mquinas de curar y mquinas de castigar. Foucault se volvi hacia las instituciones: registr sus edificios y sus equipos, sonde sus doctrinas y sus disciplinas, enumer y catalog sus prcticas, public sus tcnicas. Es decir, pal-p con cuidado los dispositivos y las disciplinas; describi minuciosamente las funciones del hospital y de la prisin.11 La arquitectura de la crcel se modifica para que sea ms difcil a los prisioneros ahorcarse. Las tcticas van tomando forma progresivamente sin que nadie sepa bien qu significan.

    Foucault dirigir su atencin al problema de la normatividad en general, al hilo de los procedimientos propios que en una sociedad distinguen el bien del mal, el enfermo del sano, el loco del cuerdo, lo normal de lo anormal. Para Foucault el problema estriba en la posible criticabilidad de cualquier normatividad.

    Me interesa subrayar que estas tesis llevan implcitas una representacin del poder que supone que el poder no sea concebido como una propiedad, sino como una estrategia. Siguiendo a Deleuze, toda sociedad tiene su o sus diagramas.12

    El panptico es un intercambiador entre un mecanismo de poder y una funcin. Es una manera de hacer funcionar relaciones de poder. Es una mquina abstrac-ta, en el sentido que Foucault da a la mquina escuela, a la mquina hospital. Lo que quiere significar con mquina abstracta es que las mquinas son sociales antes que ser tcnicas.13

    En otras palabras, admitir que el poder no se posee sino que se ejer-ce, que no es un privilegio adquirido o conservado por la clase dominante,

    subyugacin, al nivel de esos procesos continuos e ininterrumpidos que sujetan nuestros cuerpos, gobiernan nuestros gestos, dictan nuestras conductas, etc. En otras palabras, antes que preguntemos cmo aparece el soberano ante nosotros en su altivo aislamiento, debera-mos tratar de descubrir cmo es que los sujetos son constituidos gradual, progresiva, real y materialmente por medio de una multiplicidad de organismos, fuerzas, energas, materiales, deseos, pensamientos, etc.; Faucault (1979), p.135.11. La nueva tecnologa del poder no se origina en ninguna persona o grupo identificable. En verdad se inventan tcticas individuales para necesidades particulares (Couzens, 1988).12. Un diagrama es ...la exposicin de relaciones de fuerzas que constituyen el poder; Deleuze (1987), pp. 62-63.13. Deleuze (1987), p. 68.

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    caPtulo 1. Pensar en/con foucault

    sino el efecto resultante de sus posiciones estratgicas [...] Este poder [...] no se aplica, pura y simplemente, como una obligacin o una prohibicin a quienes no lo tienen, sino que los impregna, pasa por ellos, del mismo modo que ellos, en su lucha contra el poder, se apoyan en las acciones que ste ejerce sobre ellos.14

    Poder y saber

    Otra gran tesis de Foucault: la imbricacin entre efectos del poder y efectos del saber. Aqu, su contribucin original no consiste en afirmar que la posesin de un saber equivale a detentar un poder. El tema que atraviesa toda su obra, y que l ha sido el primero en teorizar, es el del poder que produce saber.15 Segn Deleuze, interpretando a Foucault, [...] el poder considerado abstractamente no ve ni habla [...] se ejerce a partir de innu-merables puntos [...] viene de abajo. Pero precisamente porque ni habla ni ve, hace ver y hablar.16

    De esta manera, contra la concepcin negativa, represiva, en el fondo jurdica, de un poder que se contenta con prohibir, con decir no, Foucault destaca el carcter productivo del poder.17

    Es el tema central de La voluntad de saber: Lo que le da estabilidad al poder, lo que induce a tolerarlo, es el hecho de que no acta solamente como una potencia que dice no, sino que tambin atraviesa las cosas, las produce, suscita placeres, forma saberes, produce discursos.18

    sta es la razn para que en Foucault no exista una teora del poder, sino ms bien una analtica de ste. El poder es una relacin que puede ser instru-mentalizada, pero no una sustancia. Entonces, Foucault analiza la procedencia de las prcticas en las que se hacen efectivas relaciones de poder.

    En suma, todo saber se produce en el interior (por efecto y bajo el domi-nio) de las relaciones de poder. Las implicaciones de estas tesis son evidentes: por una parte, contra la interpretacin racionalista del par ciencia/ideologa: Yo creo que el problema no consiste en discernir, en un discurso, lo que

    14. Foucault (1987) [1976].15. ...en qu sentido existe primaca del poder sobre el saber, de las relaciones de poder sobre las relaciones de saber? Las relaciones de saber no tendran nada que integrar si no existiesen las relaciones diferenciales de poder; Deleuze (1987), p. 111. 16. Deleuze (1987), p. 111.17. Deleuze (1987), p. 111.18. Vase Foucault, La voluntad de saber (1987) [1976].

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    viene caracterizado como cientificidad, y como verdad, de lo que derivara de cualquier otra cosa, sino en ver cmo se producen histricamente efectos de verdad en el interior de unos discursos que de por s no son ni verdaderos ni falsos. Es curioso en Foucault este rechazo de la palabra ciencia; prefiere sustituirla por saber.

    El poder se nos manifiesta tambin como ciencia y lo que resalta Foucault son los saberes sometidos; los saberes que son una tradicin de lucha, los saberes de los descalificados los locos, los presos, las mujeres y tambin el saber des-preciado, el libro escrito hace cien aos y que desde entonces se cubre de polvo en las bibliotecas. Ese saber que la ciencia no quiere para s es el nico que no va a ser integrado por el poder y, por lo tanto, el nico que no va a ser arma de represin.19

    Dentro de esta perspectiva, la idea de que la ideologa est en una posicin secundaria respecto a algo que debe funcionar como infraestructura es, para Foucault, bsico en la desvinculacin que realiza del sistema de las prcticas ideolgicas respecto de las relaciones de produccin. En este sentido se separa de Marx.20 Por esta razn evita hablar de ideologa dominante.21 Lo que trata de hacer es develarla all donde el efecto de la ideologa dominante disimula los saberes dominados, es decir, en la familia, en la escuela, en el hospital. De aqu la teora de la microfsica del poder.22

    19. ...Qu tipos de saberes queris descalificar cuando preguntis si es una ciencia? Qu sujetos hablantes, discurrientes, qu sujetos de experiencia y de saber queris reducir a la minoridad cuando decs: Yo que hago este discurso, hago un discurso cientfico y soy un cientfico?; Foucault (1993), p. 17.20. Segn Lecourt, refirindose a la Arqueologa del saber, ...las dificultades con que se topa (Foucault) y el fracaso relativo al que llega no tienen solucin y salida ms que en el campo del materialismo histrico; Lecourt (1973) [1972], p. 100. Ver tambin Dreyfus y Rabinow (1988) [1979], pp. 101-121.21. No digo que estas teoras globales no hayan procurado ni procuren todava, de manera bastante constante, instrumentos utilizables localmente... Pero pienso que no habran procu-rado tales instrumentos ms que a condicin de que la unidad terica del discurso quedase como en suspenso, cercenada, hecha pedazos, trastocada, ridiculizada, teatralizada [...] En cualquier caso, toda renovacin en trminos de totalidad ha tenido, en la prctica, un efecto de freno; Foucault (1980), p. 128.22. La verdad se debe entender como un sistema de procedimientos ordenados para la produccin, regulacin, distribucin y operacin de declaraciones [...] La verdad est vin-culada en una relacin circular con sistemas de poder que la producen y la sostienen [...]; Foucault (1979), p. 143.

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    caPtulo 1. Pensar en/con foucault

    Arqueologa, genealoga y estructuralismo

    En una primera instancia aparece la confluencia del estructuralismo y la genea-loga en el mtodo arqueolgico de Foucault.23

    Genealoga quiere decir a la vez valor del origen y origen de los valores. Genealoga se opone tanto al carcter absoluto de los valores como a su carcter relativo o utilitario. Genealoga significa el elemento diferencial de los valores de los que se desprende su propio valor. Genealoga quiere decir, pues origen o nacimiento, pero tambin diferencia o distancia en el origen. Genealoga quiere decir nobleza o bajeza, nobleza y vileza, nobleza y decadencia en el origen. Lo noble, lo vil, lo alto, lo bajo, tal es el elemento propiamente genealgico y crtico. Pero as entendido, la crtica es tambin lo ms positivo.24

    En el curso del 7 de enero de 197625 Foucault desarrolla el concepto de Genealoga y sostiene [...] se trata de un saber histrico de la lucha [...] y [...] se ha perfilado as [...] investigaciones genealgicas mltiples, redescubrimiento conjunto de la lucha y la memoria directa de los enfrentamientos. Y esta genea-loga, en tanto que acoplamiento del saber erudito y del saber de la gente, no slo ha sido posible, sino que adems pudo intentarse con una condicin: que fuese eliminada la tirana de los discursos globalizantes con su jerarqua y con todos los privilegios de la vanguardia terica.26

    Es as que Foucault asigna a la genealoga una tarea indispensable: percibir la singularidad de los sucesos, fuera de toda finalidad montona.27 En este discurso la genealoga aparece como inductivista.28

    Cuando Foucault sostiene que el proyecto genealgico no es un empirismo, ni tampoco un positivismo, pero s una anti-ciencia, est precisamente discutiendo con estas dos corrientes de pensamiento. Se trata de [...] la insurreccin de los saberes [...].29

    23. Segn Dreyfus y Rabinow: [...] Foucault llama a su nuevo mtodo anlisis arqueolgico [...] un mtodo de anlisis [...] puro de todo antropologismo; Dreyfus y Rabinow (1988) [1979], p. 74.24. Morey (1978), p. 233.25. Cursos pronunciados por Foucault en el College de France. Traducidos directamente de la grabacin en cinta magnetofnica (1979), pp. 125-137.26. Foucault (1979), p. 126.27. Foucault (1979), p. 7.28. Dice Foucault: [...] encontrarlos all donde menos se espera y en aquello que pasa desapercibido por no tener nada de historia los sentimientos, el amor, la conciencia, los instintos [...]; Foucault (1979), p. 17.29. Foucault est discutiendo contra los contenidos, los mtodos o los conceptos de una ciencia centralizadora y al funcionamiento de un discurso cientfico organizado en el seno de una sociedad como la nuestra, Foucault (1993), p. 16.

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    Cora EsColar

    El estructuralismo que posee un valor epistemolgico es ante todo un mtodo, una prctica, un procedimiento.30 Durante los aos 60 se sucedieron intensos debates sobre el estructuralismo y muchos de ellos en relacin con el pensamiento de Foucault.

    Foucault se niega en repetidas ocasiones a ser llamado estructuralista, y aparece un rechazo foucaultiano al propio estructuralismo. En el prefacio de la edicin inglesa de Las palabras y las cosas, escrito un ao despus de la Arqueo-loga, Foucault insiste que no ha utilizado ninguno de los mtodos, conceptos y trminos claves que caracterizan al anlisis estructural.31

    Foucault resalta muy claramente que el proyecto de descripcin y de bsqueda de unidades que pretende el arquelogo no puede confundirse con el anlisis estructural de la lengua. La lengua es siempre un sistema para enunciados posibles, un conjunto de leyes generales para un nmero infinito de pruebas. En el caso de los acontecimientos discursivos lo que hay que analizar es un conjunto finito de discursos.32

    El anlisis histrico de Las palabras y las cosas no es ni una historia de las ideas ni una epistemologa en el sentido clsico del trmino.33 El ttulo original de Las palabras y las cosas era El orden de las cosas. Y sta es la preocupacin de Foucault, la cuestin que ha dado origen a la Arqueologa.34

    Por qu las diferentes pocas y las diferentes culturas ven el mismo mundo de modos diferentes? Por qu el orden de las cosas es diferente? Por qu las teoras que explican este orden son diferentes? Segn Foucault entre el orden emprico de las cosas y las teoras que explican este orden existe una regin intermedia, existen los cdigos fundamentales de una cultura35 o de una poca y son stos los que rigen tanto el orden de las empiricidades cuanto el orden de las teoras.

    El objeto de la arqueologa, la episteme, es esta regin intermedia, el orden que ordena los rdenes empricos y los rdenes tericos, que rige tanto los

    30. Boudon (1968), pp. 214-215.31. Dreyfus y Rabinow (1988) [1979], p. 74.32. La cuestin que me plantea el anlisis de la lengua a propsito de un hecho cualquiera de discurso es siempre ste: segn qu reglas podran construirse otros enunciados semejantes? La descripcin de los acontecimientos del discurso plantea otra cuestin muy distinta. Cmo es que ha aparecido tal enunciado y ningn otro en su lugar?; Foucault (1990) [1969], p. 43.33. Foucault (1998) [1966], p. 7.34. Los problemas de mtodo que plantea tal arqueologa sern examinados en una obra prxima, Foucault (1998) [1966], p. 7.35. Foucault (1998) [1966], p. 5.36. Foucault (1998) [1966], p. 7.

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    caPtulo 1. Pensar en/con foucault

    esquemas perceptivos cuanto el lenguaje, tanto las palabras cuanto las cosas.36 El orden no proviene ni del sujeto ni del objeto; es anterior, los construye, los ordena.37

    Pretendemos dejar planteada esta impronta foucaultiana que en Las palabras y las cosas nos muestra cmo es diferente el orden durante el Renaci-miento, la poca Clsica o la Modernidad, sin ofrecernos una causalidad de la discontinuidad.

    La constitucin de un conocimiento a partir de una prctica social la desarrolla en la Arqueologa del saber. Analizar un saber es pasar de la concien-cia constituida al discurso en tanto prctica, es pasar del sujeto titular de unos conocimientos al anlisis de una relacin diferencial de enunciados que van a posibilitar un saber. Aqu el sujeto no crea un discurso, sino que se sujeta a un conjunto de reglas determinadas de las que no es consciente. Es este conjunto y no el protagonismo aislado del sujeto lo que para el arquelogo har posible la emergencia de lo que definir como prctica discursiva.

    La arqueologa recorre el eje constituido por prctica discursiva en lugar de conciencia, saber en lugar de conocimiento. Ambos ejes conciencia-cono-cimiento, prctica discursiva-saber, desembocan en la categora de ciencia. El lugar del saber va ms all de la demostracin cientfica para ubicarse adems en ficciones, relatos, encuestas, instituciones.38 De esta manera toda prctica discursiva implica un saber pero no una ciencia. Existen saberes no cientficos, independientes de las ciencias.

    Reconocer una ciencia como prctica discursiva es hacer su arqueologa, analizarla desde el pensamiento del exterior, desde el nivel simblico, para ver cmo se inscribe en el elemento del saber, es decir, estudiando las reglas que han permitido la formacin de sus objetos, las posiciones del sujeto que habla, la aparicin y transformacin de sus conceptos, las elecciones tericas, as como todo el ensamblaje de consideraciones que acompaa todo proceso de produc-cin de conocimientos.

    37. El orden es, a la vez, lo que se da en las cosas como su ley interior, la red secreta segn la cual ellas se miran en cierta manera unas a otras, y lo que no existe sino a travs de la grilla de una mirada, de una atencin, de un lenguaje; y es slo en los espacios en blanco de este tablero que l se manifiesta en profundidad como ya dado, esperando el momento de ser enunciado. Foucault (1998) [1966], p. 35.38. La prctica discursiva no coincide con la elaboracin cientfica a la cual puede dar lugar; y el saber que forma no es ni el esbozo spero ni el subproducto cotidiano de una ciencia constituida. Las ciencias aparecen en el elemento de una formacin discursiva y sobre un fondo de saber. Foucault (1990) [1969], p. 309.

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    Cora EsColar

    Conclusin

    Este artculo arranca desde la preocupacin por conocer la utilizacin del arse-nal terico de Foucault para el desarrollo de nuestras investigaciones. Para ello fuimos desbrozando, a travs de una serie de items (poder, saber, ciencia, ideo-loga, genealoga, arqueologa) las implicancias epistemolgicas-metodolgicas de algunos de sus escritos.

    Fuimos sealando cmo el anlisis del poder arroja luz sobre tcnicas ca-paces de producir e imponer normas. En el trasfondo de todo esto, percibamos que subyaca la cuestin de saber qu tipo de verdad era producida. De esta manera, el anlisis del poder se doblaba en un anlisis de los procedimientos de verdad. Y, en el punto de interseccin de las normas y las tecnologas de la moral, del poder, de la verdad, del saber, nos topamos con el problema del sujeto.39 Este sujeto es producido y a la vez sometido a travs de estas tecno-logas. Los sistemas de control social y de castigo constituyen la moral que se impone a los sujetos.

    Entonces, por un lado, encontramos un sujeto sometido a las relaciones de poder dominante y, por otro, un sujeto que acta autnomamente e influye en estas mismas relaciones de poder.

    Foucault trata de recuperar al sujeto como sujeto localizado, disciplinado. La discusin del sujeto oscilando entre su aspecto reproductor y su aspecto productor.40 En este sentido, identificamos el concepto de institucin41 de los tericos del anlisis institucional con el concepto de sujeto en Foucault.

    Pero Foucault aade algo ms al concepto de sujeto. Ya no es el sujeto racional, autoconsciente, tal cual ha sido tipificado por las corrientes racionalistas, sino el sujeto como producto histrico.

    Resulta notorio que atesor algunos motivos de la reflexin de Bachelard, bsicamente los relativos a la distincin entre umbrales epistemolgicos o, ms ampliamente, a los fenmenos de discontinuidad. Parece remitir a una concep-cin terica de la ciencia de amplia mirada, al modo de una filosofa dispersada42 en capas distintas.

    39. Las ideas que me gustara discutir aqu no representan ni una teora ni una metodologa [...] Mi objeto [...] ha consistido en crear una historia de los diferentes modos de subjetivacin del ser humano en nuestra cultura [...]. As, el tema general de mi investigacin no es el poder sino el sujeto en Dreyfus y Rabinow (1988) [1979], p. 227.40. Cfr. con la funcin reproductora y productora de las instituciones; Escolar, (2000), p. 30.41. Lourau (1970), p. 95.42. Bachelard (1993) [1940], pp. 12-14.

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    caPtulo 1. Pensar en/con foucault

    Tambin se preocup por indagar las relaciones entre el discurso y el saber localizados temporalmente. As, intenta buscar cmo en cada prctica cientfica se constituyeron el sujeto y el objeto de conocimiento.43

    El polmico estructuralismo de sus primeros escritos, la genealoga, la arqueologa, su concepto de episteme, son enseanzas de este maestro generoso, cuyo mtodo participa, a la vez, de una extrema prudencia cientfica y de una extrema distancia con relacin a la ciencia.

    Bibliografa

    Bachelard, G.: La filosofa del no, Buenos Aires, Amorrortu, 1993 [1940].Balbier, E. et al.: Michel Foucault, filsofo, Barcelona, Gedisa, 1990.Boudon, R.: A quoi sert la notion de estructure?, Pars, Gallimard, 1968.Bourdieu, P. y Loc J. D. Wacquant: Respuestas. Por una antropologa reflexiva,

    Mxico DF, Grijalbo, 1995.Couzens Hoy, D.: Foucault, Buenos Aires, Nueva Visin, 1988. Deleuze, G.: No un escritor, un nuevo cartgrafo, Critique 343, 1975.: Foucault, Barcelona, Paids Studio, 1987.Dreyfus, H. y P. Rabinow: Michel Foucault: ms all del estructuralismo y la

    hermenutica, Mxico, UNAM, 1988 [1979]. Escolar, C. (comp.): Topografas de la Investigacin. Mtodos, espacios y prcticas

    profesionales, Buenos Aires, Eudeba, 2000.Foucault, M.: Microfsica del poder, Madrid, La Piqueta, 1979.: Historia de la locura en la poca clsica I, Mxico, Fondo de Cultura Econ-

    mica, 1986 [1964].: Historia de la sexualidad, 1.- La voluntad de saber, Mxico, Siglo XXI, 1987

    [1976].: La historia de la locura en la poca clsica, FCE, Mxico, 1987.: Vigilar y Castigar, Mxico, Siglo XXI, 1989 [1975].: La Arqueologa del Saber, Mxico, Siglo XXI, 1990 [1969].: Saber y verdad, Madrid, La Piqueta, 1991.: La verdad y las formas jurdicas, Barcelona, Gedisa, 1991 [1978].: Las redes del poder, Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1992.: Genealoga del racismo, Montevideo, Carone Ensayos, 1993.

    43. [...] en principio hemos de considerar que estas tres pasiones o impulsos rer, detestar y deplorar tienen en comn el ser una manera no de aproximarse al objeto, de identificarse con l, sino de conservar al objeto a distancia, de diferenciarse o de romper con l [...]; Foucault (1980), p. 27.

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    Cora EsColar

    : Las palabras y las cosas, Madrid, Siglo XXI, 1998 [1966].Lourau, R.: El anlisis institucional, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1970.Lecourt, D.: Para una crtica de la epistemologa, Buenos Aires, Siglo XXI, 1973

    [1972].Morey, M.: Sexo, poder, verdad, Barcelona, Editorial Materiales, 1978.Tern, O.: Michel Foucault. El discurso del poder, Folios Ediciones, Mxico, 1983.

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    caPtulo 2

    RELACIONES ENTRE CIENCIA Y SABERLA ARQUEOLOGA COMO MTODO EN MICHEL

    FOUCAULT*

    Luciana MessinaLisandro de la Fuente

    I. Introduccin

    En el presente artculo pretendemos dar cuenta de las relaciones entre el saber y la ciencia desde una perspectiva foucaultiana. Para ello proponemos, en primer lugar, ahondar en cmo concibe Michel Foucault el saber y por qu propone un abordaje arqueolgico del documento histrico. En segundo trmino, procuramos indagar cmo dicho pensador, al construir un mtodo opuesto a los modelos ya establecidos de anlisis de la historia de las ideas, precis deconstruir algunas concepciones sobre las que stos se asientan.

    Abordamos en este escrito, entonces, al Foucault epistemlogo. Tomando como eje La Arqueologa del Saber, expondremos el mtodo arqueolgico en los aspectos que pueden ser vinculados con desarrollos conceptuales de otros pensadores principalmente, Gaston Bachelard y Pierre Bourdieu y del mismo Foucault en otros escritos. As como Bachelard sostiene que el acto de conocer

    *El presente artculo es una reescritura de Bajos fondos de saber. La arqueologa como mtodo en Michel Foucault, publicado en la Revista Litorales, Ao 2, N 2, agosto de 2003.

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    luciana Messina y lisandro de la fuente

    implica desarmar aquellos conocimientos incuestionados que se han transformado en obstculos epistemolgicos y Bourdieu retomando a aqul nos ensea que para construir el objeto de investigacin es necesario producir rupturas epistemolgicas con las nociones dadas y naturalizadas del sentido comn, Foucault nos ofrece un nuevo mtodo de anlisis de la historia del pensamiento que al partir de la crtica de los grandes temas de ste (unidad, continuidad, totalidad, origen) y al tratar los documentos como restos arqueolgicos focaliza en la deteccin de reglas de formacin de los discursos y de sus discontinuidades, posibilitando as la descripcin del espacio de dispersin de los saberes.

    I. Saber y episteme

    En Las palabras y las cosas, Foucault decide orientarse hacia lo que denomina anlisis de la episteme, entendiendo por sta la configuracin del campo epis-temolgico en el que los conocimientos hunden su positividad y manifiestan as una historia que no es la de su perfeccin creciente, sino la de sus condiciones de posibilidad.1 La episteme sera, entonces, aquello que establece el horizonte de pensabilidad de una poca dada, el a priori histrico que da lugar a la manera de expresarse de una poca, el modo de ser del orden a partir del cual pensamos. Es en este sentido que Foucault2 afirma: no se puede hablar en cualquier poca de cualquier cosa.3

    Con la intencin de reconstruir el camino que condujo al surgimiento de las denominadas ciencias humanas, Foucault da cuenta en dicha obra de aquello que concibe como las dos grandes rupturas en la episteme de la cultura occidental:

    1. En La Arqueologa del Saber, Foucault definir la episteme como el conjunto de rela-ciones que pueden unir en una poca determinada las prcticas discursivas que dan lugar a unas figuras epistemolgicas, a unas ciencias, eventualmente a unos sistemas formalizados; Foucault (1987) [1969], pp. 322-323.2. Foucault (1987) [1969], p. 73.3. El concepto de episteme se diferencia tanto de los de cosmovisin y paradigma como del de estructura. Se aparta de las cosmovisiones, de los paradigmas, de esas grandes legislacio-nes escritas de una vez y para siempre por una mano annima, por su carcter de campo indefinido de relaciones, por ser aquel conjunto indefinidamente mvil de escansiones, de desfases, de coincidencias que se establecen y se deshacen; Foucault (1987) [1969], pp. 322-324. A pesar de la semejanza, mientras el concepto de estructura remite a un todo cohe-rente, completo y cerrado sobre s mismo, que permitira la emergencia de un conocimiento vlido y objetivo, la episteme refiere a las formas de ver y de hablar de una poca histrica no caracterizadas por la coherencia, sino por las rupturas, grietas y discontinuidades, y niega, por lo tanto, al idea de totalizacin.

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    por un lado, la que inaugura la poca clsica hacia mediados del siglo XVII y, por otro, la que marca el comienzo de la poca moderna a principios del siglo XIX. Es en el seno de esta ltima redistribucin en el orden del saber que reem-plaza la episteme clsica por la episteme moderna donde aparecen las ciencias humanas. Ms all de las contingencias que han dado lugar al nacimiento de cada una de ellas, la posibilidad intrnseca del surgimiento de este conjunto de discursos que toma por objeto al hombre en lo que tiene de emprico est ligada a un reordenamiento de la episteme que dio por resultado la constitucin de la figura del hombre como objeto de ciencia; es decir, su emergencia como aquello que hay que pensar y aquello hay que saber.4 Las figuras epistemolgicas que componen las ciencias humanas no podran, entonces, presentar antecedentes en formas discursivas previas a su surgimiento: es solamente a partir de la in-vencin del hombre que ste, por primera vez, puede ser colocado en el lugar de los objetos de conocimiento. La irrupcin de la concepcin del hombre en el pensamiento moderno no slo fund las ciencias humanas, sino que entreg a stas su paradoja constitutiva: el hombre se convirti, por un lado, en aquello a partir de lo cual todo conocimiento poda constituirse en su evidencia inmediata y no problemtica y, al mismo tiempo, en aquello que autoriza el poner en duda todo el conocimiento del hombre.5

    En La Arqueologa del Saber obra en la que Foucault establece los prin-cipios metodolgicos que habran gobernado la construccin de sus obras ante-riores,6 el concepto de episteme es apenas mencionado hacia el final, mientras que el despliegue terico se estructura en torno a los conceptos de formacin discursiva, enunciado, saber y sus relaciones con la ciencia.

    Foucault considera que el saber de una poca se halla constituido por el conjunto de los regmenes de enunciados posibles, regmenes que encuentran sus lmites en lo visible y lo decible en un tiempo y lugar determinados y que resultan del interjuego de reglas que hacen que emerjan algunos enunciados y no otros. En este sentido, el saber para Foucault es aquel pensamiento implcito en la sociedad, pensamiento annimo configurado a partir de ciertas reglas de formacin y transformacin, que resulta condicin de posibilidad tanto de una teora como de una prctica o de una ciencia. El saber constituye, entonces, aquella experiencia social que, aunque no se inscriba de manera elocuente en un enunciado concreto, s puede ser reconstruida a partir de una descripcin de las

    4. Foucault (1984) [1966a], p. 334.5. Foucault (1984) [1966a], p. 335. 6. En la Introduccin, Foucault sostiene que dicha obra es un intento por dar coherencia al conjunto de una empresa cuyo plan han fijado de manera muy imperfecta la Historia de la locura, El nacimiento de la clnica y Las palabras y las cosas; Foucault (1987) [1969], pp. 24-25.

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    lneas de visibilidad y de enunciacin que caracterizan la masa discursiva de un perodo (reglamentos, poesa, consejos de higiene, filosofa; en fin, documentos provenientes de distintos campos). Foucault propone atender esta masa discursiva con el fin de identificar las regularidades en la construccin de determinadas formas de mirar y de decir, ya que ellas conforman cdigos de la palabra y de la mirada que posibilitan la comprensin de aquel pensamiento annimo y de las verdades y evidencias construidas en su seno.

    III. El mtodo arqueolgico

    Desde esta perspectiva, la pregunta por el saber es una pregunta arqueolgica y la tarea del arquelogo consiste en sacar a la luz este pensamiento anterior al pensamiento [...] ese trasfondo sobre el cual nuestro pensamiento libre emerge y centellea durante un instante.7 Se trata de buscar los estratos sobre los que se erigen nuestras evidencias y verdades actuales, es decir, de indagar las condiciones de posibilidad de la aparicin de ciertos enunciados y de la exclusin de otros. En este sentido, Foucault propone un trabajo de descripcin sobre el archivo, entendiendo por l no la masa de textos recuperados de una poca sino el conjunto de las reglas que en un tiempo y lugar definen sobre qu se puede hablar, cules discursos circulan y cules se excluyen, cules son vlidos, quines los hacen circular y a travs de qu canales. As, el mtodo arqueolgico recurre a la historia, pero esta estrategia no implica buscar las verdades del pasado sino el pasado de nuestras verdades.8 Por ello, no resulta relevante para el anlisis arqueolgico la veracidad de los documentos sino las condiciones de su aparicin, pues lo que interesa es ver cmo estamos constituidos, desde qu mecanismos; ya que aquello que damos por verdadero tiene un cierto efecto en qu somos y cmo somos.9 Al llamar arqueolgico al mtodo de anlisis de la historia, Foucault propone invertir las relaciones que caracterizaron a ambas disciplinas. Segn el autor, hubo un tiempo en que la arqueologa tenda a la historia y no adquira sentido sino por la restitucin de un discurso histrico: podra decirse, jugando un poco con las palabras, que, en nuestros das, la historia tiende a la arqueologa, a la descripcin intrnseca del monumento.10

    7. Foucault (1991) [1966b], p. 34.8. Murillo (1996), p. 39. 9. Murillo (1997), p. 39.10. Foucault (1987) [1969], p. 11.

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    El anlisis arqueolgico focaliza en la dimensin de exterioridad de los discursos11 y busca sus condiciones de existencia en las prcticas discursivas que son, asimismo, prcticas sociales. Las prcticas discursivas producen saberes de distinto tipo que, a su vez, las caracterizan y delimitan. En palabras de Foucault, No cuestiono los discursos sobre aquello que, silenciosamente, manifiestan, sino sobre el hecho y las condiciones de su manifiesta aparicin. No los cuestiono acerca de los contenidos que pueden encerrar sino sobre las transformaciones que han realizado. No los interrogo sobre el sentido que permanece en ellos a modo de origen perpetuo, sino sobre el terreno en el que coexisten, permanecen y desaparecen. Se trata de un anlisis de los discursos en la dimensin de su exterioridad.12

    IV. Las relaciones entre ciencia y saber desde una perspectiva arqueolgica

    El mtodo arqueolgico no describe disciplinas si entendemos por ellas a un conjunto de enunciados que pretenden producir conocimientos cientficos, es decir, discursos coherentes, demostrados e institucionalizados, ya que aqullas no fijan los lmites de las positividades ni se corresponden con las formaciones discursivas. Tampoco las positividades y las ciencias se hallan en relacin de sucesin cronolgica o de mutua exclusin. Entonces, cules son las relaciones entre ciencias y positividades?

    En este punto, resulta relevante distinguir los dominios de cientificidad de los territorios arqueolgicos. Mientras que los primeros se constituyen de aquellas proposiciones coherentes, sujetas a ciertas leyes de construccin pasibles de de-mostracin, de ordenacin jerrquica y sistematizacin; la arena arqueolgica, en cambio, atraviesa distintos tipos de textos. En tanto el saber no se cie a los enunciados demostrados, el anlisis arqueolgico puede intervenir igualmente en ficciones, reflexiones, relatos, reglamentos institucionales y decisiones polticas. Es en este sentido que, en trminos de Foucault, la prctica discursiva no coincide

    11. En El orden del Discurso, Foucault expone los cuatro principios de mtodo reguladores del anlisis de los discursos; cuatro principios que se oponen a las nociones que han dominado la historia de las ideas, a saber: de trastocamiento, de discontinuidad, de especificidad y de exterioridad. Este ltimo propone no ir del discurso hacia su ncleo interior y oculto, hacia el corazn de un pensamiento o de una significacin que se manifiestan en l; sino, a partir del discurso mismo, ir hacia sus condiciones externas de posibilidad, hacia lo que da motivo a la serie aleatoria de esos acontecimientos y que fija los lmites; Foucault (1999) [1970], p. 53. 12. Foucault (1991) [1968], p. 58.

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    con la elaboracin cientfica a la que puede dar lugar; y el saber que forma no es ni el esbozo spero ni el subproducto cotidiano de una ciencia constituida. Las ciencias [...] aparecen en el elemento de una formacin discursiva y sobre un fondo de saber.13

    Para abordar las vinculaciones entre ciencia y saber, es oportuno sealar que las formaciones discursivas se transforman al franquear distintos umbrales (posi-tividad, epistemologizacin, cientificidad y formalizacin). Dichos umbrales no slo redistribuyen los elementos de cada formacin discursiva sino que delimitan nuevas reglas de formacin de objetos, de conceptos y de estrategias discursivas. Producen, de esta forma, nuevas articulaciones entre estos elementos, nuevos criterios de seleccin y nuevos recortes, y dan paso, as, a nuevas condiciones para la emergencia de los enunciados.14

    En cada formacin discursiva se reconoce una particular relacin entre ciencia y saber, y una de las opciones de la descripcin arqueolgica consiste en mostrar cmo el discurso cientfico se inscribe y opera en el campo del saber; es decir, cmo recorta, selecciona y modifica los elementos del saber. En este sentido, la ciencia se localiza en el saber pero de ninguna manera lo agota o lo reemplaza. Por ello, si bien la ciencia se constituye sobre un fondo de saber, no todo dominio de saber deviene conocimiento cientfico.15

    V. De la historia de las ideas a la historia del discurso

    Ahora bien, para comprender por qu han aparecido en un cierto tiempo y lugar una ciencia, una teora, un concepto, valores, verdades, etc., hay que atender a

    13. Foucault (1987) [1969], pp. 308-309. Destacado nuestro.14. Foucault denomina umbral de positividad al momento en que una formacin discursiva se individualiza y autonomiza. Cuando sobre una formacin discursiva se opera un recorte de enunciados que intentan hacer valer ciertas reglas de verificacin y de coherencia, se dir que aquella atraviesa el umbral de espistemologizacin. En tanto aquellos enunciados con estatuto epistemolgico obedecen a criterios formales y a leyes de construccin de proposicio-nes, se dice que han franqueado el umbral de cientificidad. Por ltimo, cuando el discurso cientfico define axiomas necesarios y puede desplegar el edificio formal que lo constituye, se dir que ha atravesado el umbral de formalizacin. Estos umbrales no representan esta-dios naturales y necesarios a travs de los cuales se sucederan ordenada y evolutivamente las formaciones discursivas; implican, por el contrario, modificaciones internas del orden de la singularidad y la contingencia.15. Foucault dir que el saber no es ese almacn de materiales epistemolgicos que desapa-recera en la ciencia que lo consumara. La ciencia (o lo que se da por tal) se localiza en un campo de saber y desempea en l un papel. Papel que vara segn las diferentes formaciones discursivas y que se modifica con sus mutaciones; Foucault (1987) [1969], p. 310.

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    las relaciones sociales que los hicieron discursos enunciables y visibles, esto es, situarlos en determinadas relaciones de poder. En este sentido, vemos cmo el saber se liga al poder. Asimismo, al preguntarse por las condiciones de posibilidad de la emergencia de determinados discursos y sus relaciones con otras prcticas extradiscursivas obviando deliberadamente la referencia a voluntades indivi-duales, Foucault apuesta, ms que a una historia de las ideas, a una historia del discurso.

    Consideramos oportuno detenernos en este dilema terico-metodolgico entre la tarea de realizar una historia de las ideas o una descripcin arqueolgica. Foucault desestima por varias razones los tipos de anlisis producidos por los historiadores de las ideas. En primer lugar, mientras que la historia de las ideas busca interpretar en el discurso aquellos elementos que lo trasciendan y que sean manifestaciones de un sentido ubicado por fuera de l, la arqueologa se dirige al discurso mismo en tanto prctica que obedece a ciertas reglas de formacin. En segundo lugar, la descripcin arqueolgica, lejos de buscar una continuidad y una explicacin causal entre los discursos y aquello que los precede, antecede o rodea, pretende abordar el discurso desde su exterioridad, por medio de la explicitacin de las formas especficas en que se articulan las formaciones discursivas y los dominios no discursivos. En tercer lugar, la descripcin arqueolgica no toma a la obra como una unidad por considerar que las reglas de formacin discursiva atraviesan las obras individuales. Y por ltimo, mientras que la historia de las ideas, al marcar distinciones entre lo original y lo ya dicho, intenta recuperar las motivaciones o intenciones del autor, la arqueologa pretende, en cambio, describir las regularidades de los enunciados, es decir, el conjunto de condiciones en que se ejerce la funcin enunciativa. De este modo, la arqueologa localiza su inters en las discontinuidades que, delineadas por ciertas transformaciones, afectan el rgimen de las formaciones discursivas.16 La descripcin arqueolgica es, entonces, una tentativa para hacer una historia distinta de lo que los hombres han dicho.17

    En pocas palabras, La Arqueologa del Saber nos habla de dos formas de hacer historia, de dos tipos de anlisis de la historia: mientras que el ms tradi-cional enfatizara en la continuidad de las grandes unidades histricas, la historia nueva fijara su atencin, por el contrario, en detectar las interrupciones que se deslizan por debajo de esas unidades. Si bien ambas trabajan con y a partir

    16. Foucault entiende por formacin discursiva a las series de enunciados surgidos en distintos mbitos que, lejos de formar un sistema homogneo, se articulan en la dispersin (esto es, en la diferencia) y emergen en prcticas sociales que operan como condiciones de posibilidad del conjunto de enunciados constitutivos de esa formacin discursiva especfica.17. Foucault (1987) [1969], p. 233.

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    de documentos, sus concepciones sobre el valor del documento son distintas y provocan efectos de superficie inversos. Mientras que la historia tradicional interroga al documento con el objeto de reconstruir el pasado que lo produjo, la historia nueva no pretende ni interpretarlo ni probar su veracidad sino abordarlo desde su interior. Es decir, plantea revertir la posicin respecto de la utilizacin del documento en tanto ste ya no es esa materia inerte a travs de la cual trata sta [la historia] de reconstruir lo que los hombres han hecho o dicho, lo que ha pasado y de lo cual slo resta el surco: trata de definir, en el propio tejido documental, unidades, conjuntos, series, relaciones.18

    La mutacin epistemolgica de la historia operara un desplazamiento desde el documento como memoria hacia el documento como monumento, en el que se despliegan los elementos que el investigador deber aislar, reagrupar, relacionar. Desde esta perspectiva, algunos efectos de superficie surgidos de la concepcin tradicional de la historia pueden resultar obstculos epistemolgicos para la descripcin arqueolgica.

    VI. Obstculos para una arqueologa del saber

    Gaston Bachelard introduce el concepto de obstculo epistemolgico para deno-minar aquellos conocimientos que por diversos motivos se han convertido en causas de estancamiento, retroceso o inercia para el desarrollo del proceso de investigacin cientfica. No se trata de obstculos externos como la complejidad o la fugacidad de los fenmenos ni son atribuibles a la debilidad de los sentidos o del espritu humano sino que constituyen dificultades propias del sujeto en el acto de conocer. En este sentido, sostiene que hay que plantear el problema del conocimiento cientfico en trminos de obstculos [...] es en el mismo acto de conocer, ntimamente, donde aparecen, por una especie de necesidad funcional, los entorpecimientos y las confusiones.19

    Desde este enfoque, el acto de conocer no sera una actividad apacible en la que el sujeto de conocimiento y el mundo de las cosas se encuentran en una relacin signada por la continuidad y la afinidad, sino que, por el contrario, no habra entre ambos adecuacin ni identificacin. Dice Foucault, retomando al Nietzsche de La gaya ciencia, entre el conocimiento y las cosas que tiene para conocer no puede haber ninguna relacin de continuidad natural. Slo puede haber una relacin de violencia, dominacin, poder y fuerza, una relacin de violacin. El conocimiento slo puede ser una violacin de las cosas a conocer

    18. Foucault (1987) [1969], p. 10.19. Bachelard (1984) [1938], p. 187. Destacado en el original.

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    y no percepcin, reconocimiento, identificacin de o con ellas.20 La tarea de conocer conlleva, entonces, el ejercicio de una violencia sobre la continuidad asignificativa del mundo. Y el sujeto que conoce no slo ejerce esta violencia sobre el mundo material sino tambin sobre s mismo al romper con las prenociones, deconstruyndose en este acto como sujeto.

    En esta lnea de pensamiento, algunos procedimientos y temas pivote de la historia global (origen, totalidad, unidad, continuidad) pueden ser pensados como obstculos epistemolgicos para la realizacin de una historia general o arqueologa. Querramos profundizar en algunos obstculos que Foucault distingui al proponer una historia del pensamiento mediante la descripcin arqueolgica del documento. Es decir, pretendemos indagar sobre algunas pre-construcciones, verdades dadas, evidentes, que resultan trabas para un anlisis que intente trazar la historia del pensamiento a partir de nuevas relaciones entre los elementos; anlisis que implicar quiebres, deconstrucciones y rearticulaciones de las relaciones ms aparentes.21

    Foucault opera rupturas con las nociones, conceptos, teoras y tipos de relaciones que obstaculizan la tarea de una descripcin arqueolgica, es decir, de una descripcin pura de los acontecimientos discursivos como horizonte para la bsqueda de las unidades que en ellos se forman.22 Vemos aqu una semejanza metodolgica con la concepcin de Pierre Bourdieu acerca de la construccin del objeto de investigacin. Segn Bourdieu, el conocimiento slo es posible a partir de un proceso sistemtico y deliberado de desarticulacin de saberes previos, y del establecimiento de un nuevo haz de lazos conceptuales. En sus palabras, el descubrimiento no se reduce nunca a una simple lectura de lo real, aun del ms desconcertante, puesto que supone siempre la ruptura con lo real

    20. Foucault (2000) [1973], p. 24. 21. En palabras de Murillo: El mtodo arqueolgico se vale del documento, recurre a la historia efectiva y real, no acepta ninguna forma de determinismo ni teleologa, se centra en los acontecimientos y reconoce el valor del azar, en sentido de lo contingente. El mtodo foucaultiano ensea a desconfiar de cualquier forma de evidencia (1997), p. 39.22. Foucault (1987) [1969], p. 43. Profundizando en esta cuestin, Foucault plantea: si los discursos deben tratarse desde el principio como conjuntos de acontecimientos discur-sivos, qu estatuto hay que conceder a esta nocin de acontecimiento que tan raramente fue tomada en consideracin por los filsofos? Claro est que el acontecimiento no es ni sustancia, ni accidente, ni calidad, ni proceso; el acontecimiento no pertenece al orden de los cuerpos. Y sin embargo no es inmaterial; es en el nivel de la materialidad, como cobra siempre efecto, que es efecto; tiene su sitio, y consiste en la relacin, la coexistencia, la dispersin, la interseccin, la acumulacin, la seleccin de elementos materiales; no es el acto ni la propiedad de un cuerpo; se produce como efecto de y en una dispersin material; Foucault (1999) [1970], p. 57.

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    y las configuraciones que ste propone a la percepcin [...] para hacer surgir el nuevo sistema de relaciones entre los elementos.23

    a) Discontinuidad y ruptura

    Un primer obstculo se relaciona con todas aquellas formas que apelan a la continuidad: nociones tales como tradicin, influencias, desarrollo, evolucin y mentalidad; grandes unidades discursivas pretendidas en libros, obras y autores; y temas recurrentes como el origen y lo ya dicho. Foucault realiza sobre ellas un trabajo negativo, deconstructivo, en tanto son siempre el efecto de una construccin cuyas reglas se trata de conocer y cuyas justificaciones hay que controlar, definir en qu condiciones y en vista de qu anlisis ciertas son leg-timas; indicar las que, de todos modos, no pueden ser ya admitidas.24 Pueden establecerse, aqu, semejanzas con el planteo de Pierre Bourdieu en torno a que la historia de las ciencias es siempre discontinua porque el refinamiento de la clave de desciframiento no contina nunca hasta el infinito sino que concluye siempre en la sustitucin pura y simple de una clave por otra.

    Foucault propone librarnos de las construcciones naturalizadas de largos perodos que dan cuenta de unidades cerradas sobre s mismas, cuya coherencia interna descansa en la articulacin de relaciones causales entre sucesos que se derivan unos de otros, y donde lo discontinuo es borrado en pos de subrayar la continuidad. Si no librarnos, al menos dejarlas en suspenso, ponerlas entre parntesis, dejar de considerarlas como evidentes, y empezar a tener en cuenta que la unidad de una poca histrica, una obra o un autor son construcciones realizadas desde alguna perspectiva actual sobre un conjunto discursivo previo: una operacin que da cuenta de que el sentido se construye a partir de un efecto de retroversin.

    b) La constitucin subjetiva

    Un segundo obstculo epistemolgico se relaciona con la concepcin de sujeto supuesta en la concepcin tradicional de la historia. Segn Foucault, una razn para que los efectos de la mutacin epistemolgica en el anlisis de la historia no se hayan dejado sentir an en la historia del pensamiento se vincula con la pretensin de salvar la soberana del sujeto contra todos los descentramientos de los que ste fue vctima. Foucault seala que, en el siglo XIX, Marx, Nietzs-che y Freud segn Paul Ricoeur, los maestros de la sospecha operaron tres

    23. Bourdieu (1995) [1993], p. 48. 24. Foucault (1987) [1969], p. 41.

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    descentramientos de la funcin fundadora del sujeto. A partir de ellos, ingresaron en el pensamiento occidental nuevas formas de discursividad que permitieron pensar la enajenacin del sujeto, poner en duda la posibilidad del hombre de gobernar la totalidad de sus acciones. La descentralizacin definitiva, operada por el psicoanlisis, dej en evidencia que el hombre no se halla gobernado entera-mente por la razn, dando por tierra con la idea de un sujeto libre y consciente de todos sus actos.

    Ignorando estos descentramientos, la historia continua es el correlato indispensable de la funcin fundadora del sujeto: la garanta de que todo cuanto le ha escapado podr serle devuelto; y en este sentido, lo que tanto se llora no es la desaparicin de la historia, sino la de esa forma que estaba referida en secre-to, pero por entero, a la actividad sinttica del sujeto; lo que se llora es ese uso ideolgico de la historia por el cual se trata de restituir al hombre todo cuanto, desde hace ms de un siglo, no ha cesado de escaparle.25

    En oposicin a la concepcin del sujeto como esencia dada, como identidad sustantiva, de un sujeto caracterizado por la razn, la libertad, la voluntad y la capacidad de conocer la verdad de lo real en s mismo, Foucault sostiene que los sujetos son producidos en el seno de dispositivos.26 El sujeto es fabricado en dispositivos tales como la familia, la sexualidad y el trabajo, cuya parte enunciable est conformada por el dispositivo discursivo que las atraviesa. En este sentido, el sujeto se constituye en la relacin de las prcticas discursivas y extradiscursivas propias de cada dispositivo y al interior de una trama histrica-social.

    Hablar de dispositivos nos conduce, entonces, a plantear cmo Foucault entiende el poder. Desde la perspectiva foucaultiana, el poder no es pensado como algo que se posee y se transmite sino como relaciones de fuerza que se ejercen, relaciones que, a su vez, generan resistencias. Son estas resistencias, que pueden o no ser conscientes y racionales, las que dinamizan los dispositivos de

    25. Foucault (1987) [1969], pp. 20, 23-24. En el campo del pensamiento social, numerosos desarrollos han incorporado valiosos aportes del psicoanlisis, aunque cabe destacar que la concepcin del sujeto que se centra en igualar el yo con la conciencia no fue del todo deste-rrada de su posicin hegemnica en el espacio discursivo de las ciencias humanas.26. En Qu es un dispositivo?, Gilles Deleuze entiende los dispositivos como madejas en las que se entretejen lneas de visibilidad, de enunciacin, de fuerza. En cuanto a la visibili-dad, los dispositivos seran mquinas para hacer ver y para hacer hablar. La visibilidad no se refiere a una luz en general que iluminara objetos preexistentes; est hecha de lneas de luz que forman figuras variables e inseparables de este o aquel dispositivo. Cada dispositivo tiene su rgimen de luz, la manera en que sta cae, se esfuma, se difunde, al distribuir lo visible y lo invisible, al hacer nacer o desaparecer el objeto que no existe sin ella; Deleuze (1990), p. 155. Un dispositivo es, entonces, una red conformada por elementos heterogneos y polimorfos que se configuran en y a partir de ciertas relaciones de fuerza.

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    poder. De este modo, lejos de pensar al poder como algo puramente represivo, Foucault lo entiende como algo activo: produce sujetos y saberes. En este sentido, el dispositivo se halla pues siempre inscrito en un juego de poder, pero tambin siempre ligado a uno de los bordes del saber, que nacen de l pero, asimismo, lo condicionan. El dispositivo es esto: unas estrategias de relaciones de fuerzas soportando unos tipos de saber, y soportadas por ellos.27 De este modo, el poder atraviesa todo el entramado social, es ejercido, no vertical o piramidalmente, sino desde el interior de redes formadas por un conjunto heterogneo de elementos discursivos y no discursivos que se articulan configurando dispositivos.

    El anlisis de la episteme es pensado como el anlisis de un tipo de disposi-tivo especficamente discursivo. En este sentido, una descripcin arqueolgica de los documentos histricos no se ocupa de interpretar la voluntad individual del autor, rechaza cualquier anlisis que se reduzca a las intenciones o capacidades de individuos empricos. Por el contrario, considera al discurso en su materialidad, en tanto producto de prcticas sociales concretas entramadas en dispositivos concretos; busca mostrar cmo, en ellos, los sujetos y los saberes son fabricados. Si el sujeto no nace sino que se hace, es porque, en primer lugar, l mismo es inventado en el seno de dispositivos que lo estructuran. Para Foucault, en una lnea de pensamiento inaugurada por Marx un siglo antes, el sujeto est sujetado; es el emergente, el efecto de una estructura que lo precede.

    Consideramos pertinente, en este punto, apoyarnos en algunas conceptua-lizaciones desarrolladas en el Seminario 2 de Jacques Lacan, seminario dictado entre los aos 1954 y 1955.28 Segn Lacan, el pensamiento freudiano revolu-ciona el estudio de la subjetividad al postular que el sujeto no es equivalente al individuo. En este sentido, se rehsa a pensar el sujeto como una esencia dada, como un yo consciente que preexiste al acto de conocer. Al reconocer que todo cuanto el sujeto hace y dice no est enteramente gobernado por la razn y la voluntad individual no slo supone que el sujeto excede a la conciencia (es ms que, cartesianamente, una cosa que piensa), sino que reafirma la dimensin de lo inconsciente como constitutiva de la subjetividad. Las palabras fundadoras, que envuelven al sujeto, dice Lacan, son todo aquello que lo ha constituido, sus padres, sus vecinos, toda la estructura de la comunidad, que lo han constituido

    27. Foucault (1991) [1977], p. 130.28. Se trata, ms que de una articulacin entre dos sistemas de pensamiento (lo cual carecera por completo de sentido desde una perspectiva foucaultiana), de reforzar la exposicin del mtodo arqueolgico con la idea de sujeto sujetado al lenguaje que construye Lacan en un momento puntual de su recorrido intelectual. La relacin de Foucault con el psicoanlisis fue cambiando notablemente en el transcurso de su produccin intelectual y merecera con-sideraciones extensas que exceden por completo las intenciones de este artculo.

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