El espíritu del adviento está impreso en el corazón de los caminantes. Unos saben lo que esperan, y van presurosos. Otros buscan quien les cuente qué significa esa estrella que han visto brillar prendida en el manto de la noche. Y siempre y en todo tiempo se encuentran, por los caminos, peregrinos que entre sombras buscan mirando a lo alto.

“Lo veo, aunque no por ahora, lo diviso, pero no de cerca:

de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel”. Num 24,17

Boletín informativo PASTORAL BÍBLICA Diciembre 2014 Número 90

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“Desconocerlas Sagradas Escrituras

es desconocer a Jesucristo” - San Jerónimo

¡Hemos visto su estrella!Mt 2, 1-12

Is 9, 1ss

Dijeron los Magos que había nacido una estrella en el firmamento. Su fulgor tan nuevo anunciaba un Misterio que ellos querían encontrar. La estrella estaba anunciada, y traía un mensaje.

“¡Arriba, resplandece, que ha llegado tu luz y la gloria del Señor

sobre ti ha amanecido!”. Is 60,1

Se pusieron en camino soñando llegar a donde no sabían, guiados por algo tan sutil como la claridad de una estrella nueva que había nacido en el cielo.

El pueblo que caminaba en la noche vio una luz intensa, se le acrecentó el gozo en el alma, se le inundó la cara de alegría

La profecía anunció nuestra búsqueda. Después de más de dos mil años, nosotros, leemos en la estrella de la tarde el nacimiento del Mesías. Hoy en día, recordamos la búsqueda, la ofrenda y la adoración de nuestros antepasados, los reyes y magos, los sabios, los comerciantes, los soldados que montados en camellos buscaron al Señor y ofrecieron lo mejor que tenían. Hoy, los recordamos con unas figuras de arcilla que se colocan en el Nacimiento. Son los Reyes Magos montados en camellos, ataviados con majestuosos trajes y cargados de regalos. Peregrinos y penitentes emprenden su peregri-naje hacia Roma, Santiago de Compostela o Jerusalén. La peregrinación, no es una excursión, es un acto religioso, reconociendo que estamos de paso en este mundo dejando atrás la seguridad del hogar y de lo cotidiano para ponerse en camino.

Ejercitando las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, los peregrinos alcanzan el objetivo de entrar en el lugar santo. Allí se blanquea el alma, se pide la iluminación del corazón y se celebra el encuentro que llena de gracia. Llegar al santuario es como alcanzar el cielo.

Se nubló la noche y huyeron todas las estrellas. También la estrella recién nacida que guiaba los pasos de los Magos escondió su luz. Y los Reyes caminaron a ciegas, hasta poder preguntar:

“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en oriente

y hemos venido a adorarle” Mt 2,2

Sin malicia preguntaron los Magos en el palacio de Herodes, y los sabios los orientaron bien hacia Belén de Judá, pero despertaron un volcán de celos y dudas. Con malicia, Herodes los llamó en privado:

“Vayan y averigüen bien todo sobre ese niño; y cuando lo encuentren, avísenme para ir

también yo a adorarle” Mt 2,8

Creyó Herodes, que le había nacido un rival, y estaba dispuesto a eliminar al supuesto rival a espada, tiñendo de sangre inocente la comarca. Después del diálogo que sostuvieron con el rey Herodes, los Magos se pusieron en camino. Se quitó lo nublado y volvió a brillar la estrella más joven del firmamento que habían visto en el Oriente. Los Magos se alegraron y se pusieron en marcha y he aquí que la estrella iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Luego, abriendo sus cofres le ofrecieron oro, incienso y mirra. La profecía que anunciaba estas cosas decía que llegarían reyes de lejos, del otro lado del mar.

“Mientras las tinieblas cubrían la tierra y los pueblos estaban en la noche, sobre ti se levantó el Señor y apareció su Gloria. Los pueblos se

dirigen hacia tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora. Levanta los ojos a tu alrededor y contempla: todos se reúnen y vienen a ti; tus

hijos llegan de lejos... Te inundará una multitud de camellos trayendo oro e incienso y

proclamando alabanzas al Señor. todos los rebaños se reunirán junto a ti, para traer a tus hijos de lejos junto con su plata y su oro, por el

Nombre del Señor tu Dios y por el Santo de Israel que te hermosea” Is 60, 2ss

“Pero tú, Belén de Efrata, aunque eres la más pequeña entre todos los pueblos de Judá, de ti saldrá el que ha de gobernar a Israel, y cuyo

origen es antiguo, inmemorial… se mantendrá a pie firme y guiará su rebaño con la autoridad de

Yahvé, para gloria del Nombre de su Dios; vivirán seguros, pues su poder llegará hasta los

confines de la tierra. Él mismo será su paz” Miq 5, 2-4

La ciudad de Belén está situada sobre dos colinas rocosas, al sur de Jerusalén. Belén debe su importancia de manera fundamental a dos hechos relevantes: el primero se relata en el Antiguo Testamento y hace referencia a que se convirtió en la cuna del rey David, elegido por Dios y ungido por el profeta Samuel; el segundo se debe al cumplimiento de las profecías mesiánicas que anunciaban que el Mesías debía nacer en Belén, donde nació Jesús. San Mateo y San Lucas hablan del nacimiento de Jesús en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes, bajo el imperio de César Augusto; y en un establo "porque no había lugar para ellos en la posada". El Protoevangelio de Santiago dice que fue en una cueva.

El lugar del nacimiento de Jesús, no se trata sólo de una gruta, sino de una cadena de cuevas sucesivas comunicadas entre sí. Las paredes se hallan recubiertas de asbesto para evitar incendios causados por las numerosas lámparas que arden allí. Está decorada al gusto oriental con hermosos

tapices que evitan ver la piedra bruta de la gruta. Dentro, encontramos el lugar del nacimiento de Jesús señalado por una estrella de plata con un letrero en latín que nos dice:

HIC DE VIRGINE MARIA IESUS CHRISTUS NATUS

“Aquí nació Jesucristo de la Virgen María”

Quince lámparas orientales de plata, en represen-tación de las iglesias cristianas, permanecen prendidas continuamente frente a ella. A un lado, está la capilla del pesebre y al fondo, hay otro altar en memoria de los Reyes Magos. El ambiente de la cueva del nacimiento de Jesús, a pesar del número de peregrinos que lo visitan, es de sereno gozo navideño. ¡Allí siempre es Navidad! La semioscuridad y el silencio invitan a la oración recogida, íntima y devota. Allí nació Jesús. Allí es, donde Dios se hizo hombre.

LA GRUTA DOnDE nACıÓ JESÚS

La gruta de Belén, donde nació Jesús, pronto se convirtió en un lugar de peregrinación para los primeros cristianos, fue por eso que los romanos, en su propósito de desaparecer cualquier vestigio judío y cristiano, trataron de borrar también en Belén todo lo relacionado con nuestra religión que apenas nacía. Así fue como construyeron sobre la gruta del nacimiento de Jesús un templo en honor a Adonis. Ese mismo santuario sirvió a santa Elena para identificar el lugar donde había nacido Jesús. Y una vez reconocido, por orden del emperador Constantino el Grande, se derribó y se construyó, sobre la gruta del nacimiento de Jesús, una basílica que se consagró en el año 339 d.C. Ésta es una de las pocas iglesias de Tierra Santa respetada por los musulmanes, quizá por respeto al lugar donde nació Jesús o porque, —como se dice—, en el interior de la Basílica había imágenes de los Reyes Magos ataviados a la usanza oriental. En el s. XVI la puerta fue tapiada y tan sólo se dejó una entrada muy chica para impedir el paso de los soldados a caballo. Se dice que es pequeña para recordar a los peregrinos que deben inclinarse al entrar para no olvidar “que si no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos” Mt 18.

Actualmente, la Basílica de la Natividad se encuentra rodeada de los conventos franciscanos, de los griegos ortodoxos y armenios. Está bajo la custodia de estas tres iglesias. Tiene 54 metros de largo por 27 metros de ancho y cuenta con cinco naves separadas por columnatas. El iconostasio que nosotros llamamos presbiterio, es un espacio cerrado en un cuartito, que oculta el altar de la misa a los ojos de los fieles y se comunica con la asamblea por una pequeña puerta.

LA BASÍLıCA DE LA nATıVıDAD En BELÉn

Hay que salir de la Basílica de la Natividad y, desde la iglesia de Santa Catalina, bajar a otro sistema de grutas dedicadas a los santos inocentes, al sueño de san José y a san Jerónimo, el sabio traductor de la Biblia y patrono de los biblistas, que vivió y murió en estas cuevas y cuya tumba se venera aquí.

La iglesia de Santa Catalina es la parroquia católica de los fieles de Belén. Fue construida por los cruzados y restaurada en varias ocasiones, la última fue en 1948. Allí se celebra la Natividad en la Noche Buena. Bajo el altar principal, se venera la conocida imagen del Niño de Belén, escultura con una hermosa expresión de ternura.