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SPAL 21 (2012): 39-55 ISSN: 1133-4525 ISSN-e: 2255-3924 http://dx.doi.org/10.12795/spal.2012.i21.02 ESCULTURAS ROMANAS DE VLISI (ARCHIDONA, MÁLAGA) * ROMAN SCULPTURES FROM VLISI (ARCHIDONA, MÁLAGA) JOSÉ BELTRÁN FORTES** MARÍA LUISA LOZA AZUAGA*** Resumen: Se analiza el problema de la localización de la ciu- dad de Vlisi en tierras de la actual Archidona (Málaga), con la revisión de las inscripciones y las esculturas romanas. Se pro- pone la identificación de una escultura femenina como repre- sentación de Deméter-Ceres. Palabras clave: Vlisi. Arqueología. Baetica. Escultura ro- mana. Deméter-Ceres. Inscripciones latinas. Abstract: We analyze the problem of the location of the Ro- man city of Vlisi, near the current village of Archidona (Mal- aga), with a study of the Roman inscriptions and sculptures. It is proposed to identify a female sculpture as a representa- tion of Demeter-Ceres. Key words: Vlisi. Archaeology. Baetica. Roman Sculpture. Deméter-Ceres. Latin Inscriptions. La participación en los cursos de verano de la Uni- versidad de Málaga en Archidona (Málaga) 1 , en julio de 2011, con el encargo de una conferencia sobre la arqueología de Vlisi 2 , nos permitió adentrarnos en la * Trabajo realizado en el marco de las actividades de investiga- ción del Grupo de I+D “Historiografía y Patrimonio Andaluz” (HUM 402), del P.A.I., y en los resultados del proyecto “Marmora de la Hispania meridional. Análisis de su explotación, comercio y uso en época romana” (HAR2009-11438), del Ministerio de Ciencia e In- novación. ** Dpto. de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Sevilla. [email protected] *** Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), Conseje- ría de Cultura, Junta de Andalucía. [email protected]. 1. Expresamos nuestro agradecimiento por la invitación a los codirectores del curso, Profesores Luis Baena del Alcázar y Ma- ría José Berlanga, ambos de la Universidad de Málaga, así como al Excmo. Ayuntamiento de Archidona por su cálida acogida. Agradeci- miento extensible al Dr. Juan José Ventura, director del Museo Mu- nicipal de Archidona, por sus indicaciones sobre la arqueología local. 2. Las sesiones del curso se celebraron en las aulas del Instituto Luis Barahona de Soto, de Archidona, que ocupa el edificio de las Es- cuelas Pías, donde en los comienzos del siglo XX cursó estudios de bachillerato bajo la docencia de los esculapios Blas Infante, padre de la patria andaluza y que asimismo tuvo una especial y generalmente cuestión controvertida de la localización de esta ciudad romana en las tierras del término municipal archido- nés, a la par que plantear algunas novedades en rela- ción con algunos de sus materiales arqueológicos más significativos, en concreto una estatua femenina apare- cida en 1963, de la que ha habido dudas sobre su iden- tificación, a la par que también han existido diferencias de opinión sobre su exacta procedencia. La revisión de todo ello nos parece un tema adecuado para presentarlo en homenaje al profesor Manuel Bendala, ya que esta línea de trabajo de localización de ciudades es paradig- mática en la Arqueología –con los antecedentes de la anticuaria española desde el siglo XVI– y los estudios de escultura romana un argumento principal de la Ar- queología clásica española, en la que tan bien se ha des- envuelto nuestro homenajeado. desconocida vinculación con la arqueología de su tiempo, según se ha ocupado de estudiar uno de nosotros; Beltrán Fortes y Escacena Carrasco (2004); Beltrán (en prensa a). Asimismo en este edificio se guardó durante bastantes años el pedestal dedicado a Hércules, que mencionaremos más adelante, antes de su traslado al Museo Munici- pal de la localidad, donde se expone actualmente. Recepción: 23 de febrero de 2012. Aceptación: 16 de marzo de 2012

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  • SPAL 21 (2012): 39-55ISSN: 1133-4525 ISSN-e: 2255-3924http://dx.doi.org/10.12795/spal.2012.i21.02

    ESCULTURAS ROMANAS DE VLISI (ARCHIDONA, MLAGA)*

    ROMAN SCULPTURES FROM VLISI (ARCHIDONA, MLAGA)

    JOS BELTRN FORTES**MARA LUISA LOZA AZUAGA***

    Resumen: Se analiza el problema de la localizacin de la ciu-dad de Vlisi en tierras de la actual Archidona (Mlaga), con la revisin de las inscripciones y las esculturas romanas. Se pro-pone la identificacin de una escultura femenina como repre-sentacin de Demter-Ceres.Palabras clave: Vlisi. Arqueologa. Baetica. Escultura ro-mana. Demter-Ceres. Inscripciones latinas.

    Abstract: We analyze the problem of the location of the Ro-man city of Vlisi, near the current village of Archidona (Mal-aga), with a study of the Roman inscriptions and sculptures. It is proposed to identify a female sculpture as a representa-tion of Demeter-Ceres.Key words: Vlisi. Archaeology. Baetica. Roman Sculpture. Demter-Ceres. Latin Inscriptions.

    La participacin en los cursos de verano de la Uni-versidad de Mlaga en Archidona (Mlaga)1, en julio de 2011, con el encargo de una conferencia sobre la arqueologa de Vlisi2, nos permiti adentrarnos en la

    * Trabajo realizado en el marco de las actividades de investiga-cin del Grupo de I+D Historiografa y Patrimonio Andaluz (HUM 402), del P.A.I., y en los resultados del proyecto Marmora de la Hispania meridional. Anlisis de su explotacin, comercio y uso en poca romana (HAR2009-11438), del Ministerio de Ciencia e In-novacin.

    ** Dpto. de Prehistoria y Arqueologa. Universidad de Sevilla. [email protected]

    *** Instituto Andaluz del Patrimonio Histrico (IAPH), Conseje-ra de Cultura, Junta de Andaluca. [email protected].

    1. Expresamos nuestro agradecimiento por la invitacin a los codirectores del curso, Profesores Luis Baena del Alczar y Ma-ra Jos Berlanga, ambos de la Universidad de Mlaga, as como al Excmo. Ayuntamiento de Archidona por su clida acogida. Agradeci-miento extensible al Dr. Juan Jos Ventura, director del Museo Mu-nicipal de Archidona, por sus indicaciones sobre la arqueologa local.

    2. Las sesiones del curso se celebraron en las aulas del Instituto Luis Barahona de Soto, de Archidona, que ocupa el edificio de las Es-cuelas Pas, donde en los comienzos del siglo XX curs estudios de bachillerato bajo la docencia de los esculapios Blas Infante, padre de la patria andaluza y que asimismo tuvo una especial y generalmente

    cuestin controvertida de la localizacin de esta ciudad romana en las tierras del trmino municipal archido-ns, a la par que plantear algunas novedades en rela-cin con algunos de sus materiales arqueolgicos ms significativos, en concreto una estatua femenina apare-cida en 1963, de la que ha habido dudas sobre su iden-tificacin, a la par que tambin han existido diferencias de opinin sobre su exacta procedencia. La revisin de todo ello nos parece un tema adecuado para presentarlo en homenaje al profesor Manuel Bendala, ya que esta lnea de trabajo de localizacin de ciudades es paradig-mtica en la Arqueologa con los antecedentes de la anticuaria espaola desde el siglo XVI y los estudios de escultura romana un argumento principal de la Ar-queologa clsica espaola, en la que tan bien se ha des-envuelto nuestro homenajeado.

    desconocida vinculacin con la arqueologa de su tiempo, segn se ha ocupado de estudiar uno de nosotros; Beltrn Fortes y Escacena Carrasco (2004); Beltrn (en prensa a). Asimismo en este edificio se guard durante bastantes aos el pedestal dedicado a Hrcules, que mencionaremos ms adelante, antes de su traslado al Museo Munici-pal de la localidad, donde se expone actualmente.

    Recepcin: 23 de febrero de 2012. Aceptacin: 16 de marzo de 2012

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    SPAL 21 (2012): 39-55 ISSN: 1133-4525 ISSN-e: 2255-3924http://dx.doi.org/10.12795/spal.2012.i21.02

    EL PROBLEMA DE LA LOCALIZACIN DE VLISI

    El intento de localizar ciudades antiguas en el terri-torio espaol ha sido el tema principal de los estudiosos que desde el Renacimiento humanista del siglo XVI se ocuparon del estudio de las antigedades y de escribir la historia antigua de la nacin espaola, siendo la obra de Ambrosio de Morales, Antigedades de las ciudades de Espaa (Alcal de Henares, 1575), el principal ex-ponente de esta orientacin, una especie de manual para su estudio establecido por el importante humanista cor-dobs. Favorecida la Andaluca del XVI por la bonanza socioeconmica trada por las consecuencias del descu-brimiento de Amrica y la conquista del reino de Gra-nada la aristocracia concejil de muchas ciudades busc en el pasado clsico de sus enclaves un marchamo de prestigio, cristiano o pagano, acorde con el movimiento de recuperacin filolgica y arqueolgica de los restos de la antigedad3. En el caso de la localidad de Archi-dona ese intento se hizo tradicionalmente con la ciudad de Askua-Oskua citada tanto por Ptolomeo como ciu-dad trdula (II, 4, 9) cuanto por Plinio en la Bastetania (NH III, 10) y Tito Livio en la descripcin de las guerras contra Anbal (23, 27, 2). Este ltimo refiere cmo en el marco de la rebelin contra Asdrbal del 216 a.C. los su-blevados tomaron y saquearon la ciudad de Ascua, que posteriormente sera reconquistada por Asdrbal y con-vertida en un importante bastin cartagins de esta zona surhispana, por la importancia en el control de las co-municaciones y sus ptimas condiciones naturales que permitieron que en ella se hiciera un gran acumulo de vveres e impedimenta (Corzo Snchez 1978: 216-218).

    La Ascua de los textos se ha identificado con la ciu-dad romana de Osqua conocida por la documentacin epigrfica (Corrales Aguilar 2001: 258-259), pero el problema ha radicado en la misma localizacin de sta. Como decamos, la tradicin erudita local asign a Ar-chidona la identificacin con la Ascua citada por Tito Li-vio por las condiciones de aqulla, presidiendo la Hoya de Archidona y controlando los caminos en la cabe-cera del Guadalhorce, tanto hacia la Hoya de Granada, cuanto especialmente hacia el NE, la zona de Cstulo con sus riquezas minerales, que seran sacadas tam-bin hacia el puerto de Malaca (Mlaga) por esta ruta

    3. En la vasta bibliografa sobre el tema con que contamos ac-tualmente podemos hacer referencia a la reciente obra de Morn Tu-rina (2010); para el coleccionismo arqueolgico andaluz desde el siglo XVI al XX es fundamental ahora Lpez Rodrguez 2010. Tam-bin nosotros le hemos dedicado algn trabajo: Beltrn Fortes (1993 y 1995); Amores, Beltrn y Fernndez Lacomba (2009).

    (Corrales Aguilar 2005: 283ss.). As, por ejemplo, el his-toriador archidons del siglo XIX Miguel Lafuente Al-cntara (1843: 299) reproduce una rebuscada etimologa por el significado de los nombres, que llevara desde el nombre Escua, que significara cabeza principal en pnico, hasta Arx Domina en latn y, finalmente, Arxi-duna en rabe, de lo cul Archidona. El problema surge por la localizacin de la inscripcin CIL II 2030, cono-cida desde el siglo XVIII y llevada a Antequera desde la Huerta de Solana, en Villanueva de la Concepcin, en un lugar asimismo llamado Cerro del Len: se trataba de un pedestal honorfico en el que los decuriones de la ciudad homenajeaban a un cierto C. Licinius Agrinus, Osquen-sis, IIvir bis, por lo que Hbner situ sin dudas el muni-cipio de Osqua en el Cerro del Len de Villanueva de la Concepcin (CIL II: 275-276; cfr., ahora, CIL II2/5, 736 y 737), descartndose, pues, la identificacin con Archi-dona, aunque con excepciones4.

    Algunos aos despus de la edicin del CIL II tu-vieron lugar en terrenos del actual trmino municipal de Villanueva del Trabuco (Mlaga) una serie de descu-brimientos epigrficos que dieron a la luz la existencia de otra ciudad romana en el entorno de Archidona, des-conocida hasta entonces. Fue en el marco de algunas excavaciones que llev a cabo en el cortijo del Ro Ma-nuel Cueto y Rivero (muerto en 1889), catedrtico de Hebreo en la Universidad de Salamanca y de Griego en la de Granada y sobrino del cannigo del Sacromonte y posteriormente obispo de Mlaga , Juan Cueto y He-rrera, nacido en Colmenar (Mlaga), segn nos informa el acadmico y erudito Aureliano Fernndez-Guerra, de quien era amigo y colabor en diversos estudios epigr-ficos5. Ello explica que Manuel Cueto le proporcionara

    4. Aunque s es correcta la referencia al descubrimiento de los pedestales de Julia Domna y Hrcules que se mencionan ms ade-lante al yacimiento de La Camila (Archidona) que lleva a cabo Con-cha Romero (1994), no hay argumentos para defender su tesis de identificacin de ste con Osqua, afirmando la existencia de dos ya-cimientos arqueolgicos con el topnimo del cerro del Len.

    5. Miranda Valds (2005: 228); Miranda Valds, Gimeno Pas-cual y Snchez Medina 2011: esp. 23, 133-135, 169. Aureliano Fer-nndez-Guerra (1816-1894), el importante anticuario perpetuo de la Real Academia de la Historia, escribi en su juventud una obra dra-mtica sobre La Pea de los Enamorados (1839) y coincidi en ese perodo en el Liceo de Granada con los hermanos Miguel y Emilio Lafuente Alcntara, a la vez que con el tambin archidons y familiar de los anteriores Jos Godoy Alcntara, quien lleg a recibir clases de Fernndez-Guerra. Tambin en su artculo sobre Fortalezas del gue-rrero Omar ben Hafsn dedic algn comentario a la etimologa de Archidona: leyendo yo en 1834 una lpida sepulcral romana de Luque en memoria de cierta Fabia, natural de Isstleduna, averig que ste, y no otro, de los voluntariamente soados hasta ahora, ha de ser el primitivo nombre de Archidona, pues hace consonancia con el

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    ESCULTURAS ROMANAS DE VLISI (ARCHIDONA, MLAGA)

    las inscripciones que sac a la luz en sus excavaciones de las que no se conoce ningn otro dato que Fer-nndez-Guerra public en un artculo en la barcelonesa Revista Histrica bajo el ttulo Las ciudades bticas Ulisi y Sbora. Nuevos descubrimientos, inscripciones inditas, y donde afirmaba:

    El Sr. Cueto y Rivero acaba de recorrer en este verano, segn me ofreci, diversas ruinas aun no ex-ploradas, de antiguas ciudades, en los confines de las provincias de Granada y Mlaga; y de hallar, por se-gunda vez en monumento lapdeo, el nombre geogr-fico de Ulisi.

    En los cortijos de Mara Aldana y del Ro, tr-mino del Saucedo, provincia de Mlaga, se ven espar-cidos innumerables sillares, ladrillos y tejas de edifi-cios despedazados, y cuantos rastros y seales pueden publicar haber habido en el primero una poblacin importante; y en el segundo, un suburbio suyo, con templo dedicado Jove. All pareci la inscripcin sepulcral del anciano Carpo, nacido en Ulisi [CIL II 5497 = CIL II2/5, 725] que original me regal el Sr. Cueto, aos hace, y que yo saqu luz en mi contes-tacion acadmica sobre las Antigedades del cerro de los Santos: y aqu, en el cortijo del Ro, mi amigo, h-cia los primeros das de agosto, vino descubrir en unas excavaciones, por l atinadamente dirigidas, la piedra sepulcral de otro ulisitano [CIL II 5499 = CIL II2/5, 722]: de suerte, que el mismo nombre geogr-fico resulta repetido en un mismo territorio. Con ello el sbio acadmico insiste en su primer pensamiento, contradicho por m; saber: que en Mara Aldana y el Ro debi alzarse una hasta ahora desconocida ciudad bstula, llamada Ulisi, distinta de la colo-cada por Estrabon sobre las montaas de Adra y re-ducida por m la alpujarrea Ujijar (Fernndez-Guerra 1876: 257-258).

    Aureliano Fernndez-Guerra transige en cierto modo con la propuesta defendida por Cueto e indica: com-plazcamos nuestro eruditsimo compaero aceptando en Mara Aldana, mientras no aparezca monumento efi-caz que lo contradiga, una Ulisi Trdula pero es el caso que me anunci la sorpresa de cierta dedicatoria Jpiter, y ser tambin ulisitano el dedicante, aunque al final del artculo en un post-scriptum le da tiempo a incluir la nueva inscripcin dedicada a I(ovi) O(ptimo) M(aximo) por el obulconense L. Fabius L. f. Quir. Chrysippus, que qued en su coleccin, con un calco (Fig. 1), si bien entonces dice que procede del cortijo del Ro y la data en el segundo cuarto del siglo III d.C.

    de Exauduna, que da la villa uno de los cdices de Rasis (Fer-nndez-Guerra 1880: 34).

    por los rasgos paleogrficos (Fernndez-Guerra 1876: 258 y 261-262). Emil Hbner ya incluy la ciudad de Vlisi en el Supplementum al CIL II con referencia a las cuatro nuevas inscripciones recuperadas (CIL II, 5496-5499 = Eph. III, 145, 12, 147 y 146 = CIL II2/5, 720, 725, 722 y 728, respectivamente): en total, la primera votiva a Jpiter y las tres ltimas funerarias, incluyn-dose en dos de ellas el cognomen originis Vlisitanus, aunque s surgen dudas sobre las procedencias exac-tas de algunas de ellas. No cabe duda de que el epitafio de C. T. Fabianus Vlisitan(us) se recupera en el cortijo del Ro y el epitafio de M. F. Pollentina en el cortijo de Mara Aldana, as como la inscripcin de Jpiter asi-mismo en el cortijo del Ro por la referencia expresa de Fernndez-Guerra citada antes, pero Hbner adscri-bi tambin a ste el de Q. Fabius Carpus Vlisitanus, cuando del texto reproducido debera haber aparecido en el cortijo de Mara Aldana con anterioridad a 18766, razn por la que Manuel Cueto defenda la localizacin de Vlisi en ste. La cuestin no es balad, pues, como han establecido los editores del nuevo volumen del CIL II2/5, el cortijo de Mara Aldana se sita bastante sepa-rado del cortijo del Ro; el primero unos 7 km al E de Archidona y 6 km al NE de Villanueva del Trabuco, mientras que el del Ro est al pie del ro Guadalhorce, entre los trminos municipales de Villanueva del Tra-buco y Villanueva del Rosario, a unos 3 km del primero siguiendo el margen derecho del ro, coincidiendo con la ladera oriental del Pen de Sols.

    Precisamente en este Pen de Sols se ubica un importante yacimiento arqueolgico, escasamente co-nocido, pero con una secuencia amplia de materiales romanos desde poca republicana a la tardoantigedad

    6. Lo corrobora el que el discurso de ingreso en la Real Acade-mia de la Historia de Jos Ramn Mlida sobre las esculturas del ce-rro de los Santos y la contestacin de Fernndez-Guerra fueron pu-blicados en Madrid en 1875.

    Figura 1. Calco de la inscripcin CIL II2/5, 720, hoy desaparecida, segn Fernndez-Guerra, 1876.

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    (Daz Valera, Barroso Ruiz, Solano Bazalo y Sanchi-drin Torti 1994). En ese mismo yacimiento tuvimos ocasin de corroborar en la dcada de 1980 la existen-cia de un gran altar elaborado en caliza denominada genricamente del Torcal (Fig. 2), que luego ha sido trasladado a la venta de las Tres Piedras, en las afue-ras de Villanueva del Rosario; se trata de una pieza bastante deteriorada, pero en la que se advierte en am-bos laterales la tpica decoracin de patera y urceus en relieve y, en el frente, de una larea en cuyo inte-rior se haba grabado la inscripcin: I(ovi) O(ptimo) M(aximo) / sac[rum] (Beltrn Fortes 1988: 140, n 127; CIL II2/5, 719). La importancia de la pieza ra-dica en el hecho de que es, pues, la segunda dedica-cin a Iupiter Optimus Maximus que aparece en este lugar, apuntando a que efectivamente ambas proce-den de un lugar de culto a esta divinidad romana y no se puede justificar con un simple traslado posterior de

    una pieza epigrfica. Podra pensarse que estos tes-timonios avalaban la identificacin de Vlisi con este yacimiento de cortijo del Ro-Pen de Sols, dado que el culto a Iupiter Optimus Maximus conviene bien a un ambiente urbano, pero nuevos descubrimientos epigrficos en este territorio malagueo apuntan en sentido contrario.

    Figura 2. Altar votivo dedicado a I.O.M. (CIL II2/5, 719), en el Pen de Sols (Villanueva del Trabuco), en la dcada de

    1980. Foto: autores.

    Figura 3. Pedestal de Vlisi (cortijo de La Camila, Archidona), dedicado a Iulia Augusta (CIL II2/5, 721). Museo Provincial

    de Mlaga. Foto: autores.

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    ESCULTURAS ROMANAS DE VLISI (ARCHIDONA, MLAGA)

    Dejando aparte dos altares funerarios que testimo-nian a otros dos Vlisitani, a L. Iunius Barbatus, decurio, en una pieza conservada en una coleccin particular de Madrid, pero de procedencia desconocida, y a C. Fa-bius [---]ventus, en una segunda de una coleccin par-ticular malaguea de Churriana, con una procedencia genrica en Villanueva del Trabuco (CIL II2/5, 723 y 724, con bibliografa anterior), debemos referirnos a dos pedestales de estatua que aparecieron en las tierras de Archidona a inicios de la dcada de 1970, que fue-ron publicados por A. M. Canto (1974: 227-230), segn informacin y fotografas de Juan Bernier, indicando errneamente y de forma genrica que el primero de ellos se haban encontrado en tierras de Villanueva del Trabuco y el segundo en tierras de Archidona. El inte-rs de ambas piezas epigrficas queda en evidencia si

    tenemos en cuenta que el primero corresponda a la co-locacin de una estatua a Iulia Augusta mujer del em-perador Septimio Severo por la Respublica Vlisitana en los aos 195-198d.C. (CIL II2/5, 721) (Fig. 3), y el segundo corresponda a otro pedestal en cuya inscrip-cin se conmemoraba la construccin de un templo a Hrcules, que haba prometido L. Vibius Fetialis a la Respublica Osquensis, y que su nieto homnimo ha-ba realizado con la dedicacin, adems, de la estatua correspondiente de este hroe-dios que estara situada encima del pedestal, asimismo datado a comienzos del siglo III d.C. por la paleografa (CIL II2/5, 718; Oria Se-gura 1996: 165s.) (Figs. 4-5). A pesar de las inexacti-tudes expresadas en el momento de su publicacin hoy conocemos fehacientemente que ambas piezas epigr-ficas salieron a la luz al mismo tiempo con motivo del rebaje de unos terrenos en la vertiente SE de la loma del Pinar, en el cortijo llamado La Camila, en tierras de Archidona, pero en el lmite con las de Villanueva del Trabuco, como lo testimonian Pastor Muoz (1987) y Concha Romero (1994) segn informacin de sus

    Figura 4. Pedestal de Vlisi (cortijo de La Camila, Archidona), conmemorando la dedicacin de un templo y de una estatua a Hrcules (CIL II2/5, 718). Museo Municipal de Archidona.

    Foto: autores.

    Figura 5. Pedestal de Vlisi (cortijo de La Camila, Archidona), conmemorando la dedicacin de un templo y de una estatua a Hrcules (CIL II2/5, 718). Museo Municipal de Archidona.

    Detalle de la inscripcin. Foto: autores.

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    descubridores, algunos de los cules tambin nos lo han asegurado a nosotros recientemente7. Es evidente que no existe una absolutamente fehaciente documentacin del descubrimiento, pero creemos que es fiable, como asimismo propone de forma acertada Rodrguez Oliva en el nuevo fascculo del CIL II2/5, referirlo al conven-tus Astigitanus, localizando Vlisi en los cortijos de La Camila-Los Llanos y no en el del cortijo del Ro o el de Mara Aldana (CIL II2/5: 194 y mapa general) (Fig. 6). En efecto, el yacimiento se extiende asimismo hacia el SE, por tierras del llamado cortijo de Los Llanos, ya en tierras de Villanueva del Trabuco, y hacia el NE, en el cortijo de La Saucedilla, documentndose tambin una necrpolis tardorromana (Pastor Muoz 1987: 247ss.). Ello parece adems lgico porque por esta zona corra la va romana (Fig. 7) que desde la Vega de Granada una hacia el nudo de caminos en Antikaria-Singilia Barba y hacia la costa y el valle del Guadalhorce a par-tir de Aratispi, como bien se ilustra en el mapa ya ci-tado que acompaa la edicin del CIL II2/5 (Fig. 6) (cfr., Corrales Aguilar 2005). Es determinante la pre-sencia del pedestal citado dedicado a Julia Domna, ya

    7. Reiteramos nuestro agradecimiento a Juan Jos Ventura, di-rector del Museo Municipal de Archidona, por estas gestiones.

    que la dedicante es la propia ciudad de Vlisi, mientras que la referencia a Osqua en el otro pedestal de Hr-cules aparecido, aunque extraa en principio, se puede explicar porque se trataba de una promesa a la ciudad de Osqua, muy prxima a Vlisi, que debi hacerse para realizarse en esta ltima8.

    Descartada la identificacin del yacimiento del pen de Sols-cortijo del Ro con la ciudad de Vlisi queda como un captulo a completar su caracterizacin como asentamiento en poca romana. El que en su en-torno aparezcan inscripciones con personajes de origo Vlisitanus, hace en efecto plausible que deba conside-rarse que este mbito form parte del propio ager Vlisi-tanus, quizs como una especie de vicus, lo que podra explicar la existencia en l de un santuario dedicado a Iupiter Optimus Maximus. Es cierto que en principio es propio de un culto urbano, como expresin mxima de la divinidad principal del panten oficial romano, pero como estableciera el estudio ya clsico de Vzquez Hoys (1983-1984) slo un 20% de las ms de 200 ins-cripciones hispanas reunidas por ella tenan un carcter oficial, testimonindose incluso los dedicantes esclavos y libertos, como seguramente fue nuestro obulconense L. Fabius L. f. Quir. Chrysippus, si tenemos en cuenta el carcter del cognomen (Beltrn Fortes en prensa b).

    ESCULTURAS ROMANAS DE VLISI: UNA REPRESENTACIN DE DEMTER-CERES

    De este mismo entorno estudi A. Garca y Bellido dos piezas escultricas de mediano formato, elabora-das en mrmol, que haban sido descubiertas juntas en 1963 en la finca La Camelia en Villanueva del Tra-buco, segn informacin de sus primeros editores, P. Solo de Zaldivar y S. Gimnez Reyna (cfr., Baena del Alczar 1984: 109-117, con bibliografa anterior). Se trataba de un fcil error de confusin entre los top-nimos La Camila y La Camelia, inexistente en el lu-gar9, que hace que las dos esculturas no correspondan como se deca cuando se situaba Vlisi en el cortijo

    8. Incluso se podra recurrir a interpretar que el soporte est al-terado, debido a que le faltan las molduras superiores, y, consecuen-temente, poda haber sido trasladado desde Osqua en circunstancias que desconocemos, aunque en realidad no hay otros argumentos que apoyen esta idea.

    9. As ya lo indicaba Pastor Muoz (1987: 251). Todava Cis-neros Cunchillos (1988: 154, n 33), la haca proceder de Villanueva del Rosario. Nosotros ya planteamos tambin la identificacin con la Finca La Camila, de Archidona, en Beltrn Fortes y Loza Azuaga (2001: 526, nota 34, y 2003: 101).

    Figura 6. Propuesta de delimitacin del ager de Vlisi (cortijo de La Camila, Archidona), segn detalle del mapa general

    editado en CIL II2/5.

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    SPAL 21 (2012): 39-55ISSN: 1133-4525 ISSN-e: 2255-3924http://dx.doi.org/10.12795/spal.2012.i21.02

    ESCULTURAS ROMANAS DE VLISI (ARCHIDONA, MLAGA)

    del Ro a un programa escultrico tpico de una vi-lla sino de un ambiente urbano10, aunque desconocido, pudiendo ser decorativo o cultual, ya que ahora po-demos decirlo representa a dos divinidades. Una de ellas es de clara identificacin; se trata de una escul-tura de Mercurio11, desnudo, pero llevando el petasos y una clmide sobre el pecho y enrollada en el brazo iz-quierdo, sobre el que apoya el tpico atributo del cadu-ceo, mientras la rotura de la mano derecha impide ver si llevaba algn otro atributo, seguramente el marsu-pium; a ese lado se ha colocado un carnero, que mira a la figura del dios, junto a un tocn de rbol, que sirve de refuerzo al grupo escultrico en la parte baja, asen-

    10. Sobre estatuas de divinidades en ciudades bticas, cfr. Oria Segura 2000, y ms concretamente las divinidades femeninas, Oria Segura (2011). Agradezco a la autora el habernos permitido el acceso a este trabajo an indito.

    11. Mrmol blanco, indeterminado, de 0,78 (original) x 0,32 x 0,17 m. Actualmente le falta la cabeza, por robo.

    tada sobre una base con una moldura cncava. Es obra seguramente de taller btico que sigue el modelo de los Hermes praxitlicos, aunque la rotundidez de for-mas apunta asimismo a esquemas de la escuela de Policleto, ya que a pesar del formato menor como indicara Garca y Bellido (1963: 183; cfr., Baena del Alczar 1984: 113-117; Rodrguez Oliva 2010: 75) se advertira en esta obra cierta reminiscencia de las grandes obras escultricas griegas. La datacin debe hacerse en la primera mitad del siglo II d.C., y no debe olvidarse en esos momentos la influencia en el mbito de la Btica de la estatuaria ideal de Italica elaborada en los talleres locales desde poca adrianea, donde se documentan representaciones de Hermes y de Melea-gro, en diversos formatos y categora, que podran re-lacionarse en algn modo con sta (Len 1995: 104ss., nos 32, 34, 35). Es otro ejemplo de la repercusin de la estatuaria italicense en los talleres escultricos bticos del siglo II d.C.

    Figura 7. Fotografa realizada desde Archidona hacia la zona donde se sita Vlisi, en el cortijo de La Camila (Archidona), junto a la va romana entre Iliberris (Granada) y Antikaria (Antequera) y Aratispi (Cauche el Viejo). Foto: autores.

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    Junto a ella fue encontrada otra escultura de simila-res dimensiones12, elaborada tambin en mrmol blanco, que ha sido identificado como de mrmol de las cerca-nas canteras de Mijas (Mlaga)13, lo que certifica que se

    12. 0,75 x 0,185 x 0,195 m, aunque le falta la cabeza por fractura, por lo que el original sera algo mayor que la pieza anterior.

    13. En concreto de la zona actual de Monda, segn Cisneros Cunchillos (1988: 95 y 154, n 33). La pieza escultrica la estudia-mos en Beltrn Fortes y Loza Azuaga (2003: 101-103, n 35). Sobre

    trata tambin de una obra elaborada en un taller local; ello asimismo se advierte en la parte trasera, donde apa-rece sin terminar de elaborar el plegado, ya que original-mente tendra slo una visin frontal (Figs. 8-9). Desde esta visin se aprecia que la figura se viste con la tnica gruesa o peplos tico, de pliegues claroscuristas en la parte inferior, por encima de los dos pies que calza con

    el mrmol de Mijas en poca romana, ms recientemente, Beltrn Fortes y Loza Azuaga (2008).

    Figura 8. Escultura de Demter-Ceres de Vlisi (cortijo de La Camila, Archidona). Frente. Museo Provincial de Mlaga.

    Foto: autores.

    Figura 9. Escultura de Demter-Ceres de Vlisi (cortijo de La Camila, Archidona). Posterior. Museo Provincial de Mlaga.

    Foto: autores.

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    ESCULTURAS ROMANAS DE VLISI (ARCHIDONA, MLAGA)

    sandalias, y se cubre con un manto o himation que casi enrolla todo el cuerpo, asimismo la cabeza (capite ve-lato), aunque sta no se conserve por rotura, con la ex-cepcin ya indicada de la parte inferior de las piernas y del hombro derecho y el seno de ese lado; de la espe-cie de embozo que forma el manto al ir a colocarse so-bre su hombro izquierdo surge el antebrazo derecho y la mano de ese mismo lado, hoy roto, por lo que se des-conoca qu atributo portara. El otro brazo se extiende hacia abajo en paralelo al cuerpo, y persiste un puntello desde la mano izquierda al manto que cubre el muslo, lo que ha permitido que la mano no se fracture y se nos haya conservado, que sostiene un objeto, aunque tradi-cionalmente se haba dicho que era simplemente un plie-gue del manto que se enrolla en ese brazo. Adems, el manto asimismo se ha sujetado entre el brazo izquierdo y la cintura, ocasionando el correspondiente plegado y el acortamiento del manto hacia abajo por ese lado. Debido a la prdida de la cabeza y fractura de la mano derecha y del atributo correspondiente no se haba podido iden-tificar claramente el tema estatuario, ya que la iconogra-fa es genrica. Responde al tipo de la Kor, derivado del modelo de la Kor-Persfone de Praxteles y con am-plio desarrollo en los momentos helensticos, entre los que destaca la Kor de los Uffizi14, segn tipos escul-tricos que en poca romana sirvieron para representar tanto a divinidades, como a Persfone o Demter, cuanto a emperatrices y matronas particulares. Garca y Bellido (1963: 183, n 3, fig. 4) la consider representacin de una musa, al igual que Rodrguez Oliva (2010: 138, fig. 161), aunque asimismo se pens que tuviera carcter fu-nerario, pensando que proceda de la necrpolis privada de una villa (Balil Illana 1965: 137-138; Baena del Alc-zar 1984: 112), no obstante, nosotros ya indicamos que mejor puede corresponder a estatua ornamental de tipo ideal (Beltrn Fortes y Loza Azuaga 2003: 103).

    El esquema seguido en la escultura ulisitana no es ms que una variante de un modelo bien conocido en la estatuaria imperial romana para la representacin es-tatuaria de la diosa Ceres, especialmente en el llamado tipo Doria-Uffizi (De Angeli 1988: 898), pero que deri-vaba de modelos griegos. ya en la estatua que es consi-derada de culto del santuario de Eleusis y datada a fines del siglo V a.C., la figura se vesta con el peplos tico y el manto le rodeaba el frente desde el brazo derecho y suba hasta el hombro contrario (Beschi 1988: n 50),

    14. Para la tipologa y el repertorio hispano, Baena del Alczar (2000: 6-7 y 13-14), aunque no incluye esta pieza concreta. Vid., ade-ms, Baena del Alczar y Beltrn Fortes (2002: 136-137). Sobre re-presentaciones de matronas en Hispania, cfr. Marcks (2008).

    mientras que en una estatuilla de la misma divinidad del santuario de Demter en Cnido, datada en el siglo IV a.C., el manto le cubre el brazo derecho y se coge en la parte izquierda del cuerpo entre el brazo y el costado, ocasionando los tpicos pliegues (Beschi 1988: n 92). En lo que respecta al tipo estatuario romano, ya en el ejemplar estatuario de los Uffizi (Fig. 10) se advierten

    Figura 10. Ceres tipo Doria-Uffizi, de la Galleria degli Uffizi, Florencia. Segn De Angeli 1988: n 73.

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    las mismas caractersticas citadas, con ese tpico ple-gado en la parte izquierda de la figura al remeter el hi-mation entre el brazo y el costado y el brazo derecho flexionado en el codo y extendido hacia afuera, mien-tras que en ejemplares menores, como en una estatuilla

    broncnea (Fig. 11) (De Angeli 1988: n 75), podemos apreciar los atributos de aquellas representaciones de Ceres: un ramo de amapolas-adormideras y espigas en la mano izquierda, que puede ir ya extendida hacia abajo, y la larga antorcha en la mano derecha. A esa misma

    Figura 11. Estatuilla broncnea de Ceres tipo Doria-Uffizi. Segn De Angeli 1988: n 75.

    Figura 12. Emperatriz como Ceres, tipo Poggio Imperiale. Museo del Bardo (Tnez). Segn Vorster 1009: fig. 63.1.

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    ESCULTURAS ROMANAS DE VLISI (ARCHIDONA, MLAGA)

    tipologa pertenecera la estatua marmrea de Archi-dona. No obstante, en poca romana fue ms frecuente una variante del tipo, denominada como tipo Demter-Ceres Poggio Imperiale, especialmente documentado en copias escultricas de Italia, frica y Asia Menor para la representacin de la propia diosa, pero tambin de emperatrices u otros miembros de la casa imperial, as como sacerdotisas vinculadas al crculo de Demter-Ceres y Persfone-Proserpina (De Angeli 1988: 905s.; Alexandridis 2004: 229-231). Este esquema difiere en que con la mano izquierda la figura se coge el manto, elevndolo por encima de la rodilla, mientras que sigue llevando en esa mano un ramo de adormideras y espi-gas y la mano derecha sostiene la larga antorcha, como se conserva bien en una estatua de Tnez, actualmente en el Museo Nacional del Bardo, que parece representar a Crispina o Lucilla como sacerdotisa del culto de De-mter-Ceres (Fig. 12) (Vorster 2009: 330, fig. 63.1; cfr. De Angeli 1988: nos 188-191). Uno de nosotros ha lle-vado a cabo un reciente estudio al que remitimos so-bre una escultura de tamao natural, descubierta en el yacimiento arqueolgico de la ciudad romana de Baelo Claudia (Bolonia, Cdiz) y que responde a este tipo Poggio Imperiale, datada en la primera mitad del siglo II d.C. (Fig. 13) (Loza Azuaga 2010). Un dato muy inte-resante es que esta escultura baelonense est elaborada asimismo en mrmol de Mijas, lo que documenta que en los talleres locales vinculados a la explotacin de estos mrmoles malagueos o en todo caso en el taller baelo-nense donde se ejecutara, si pensamos en que el bloque de mrmol lleg sin elaborar el modelo era conocido en esos momentos del siglo II d.C.

    Si analizamos la escultura femenina de Vlisi obser-vamos que en la parte derecha del zcalo quedan los restos de donde apoy originalmente la larga antorcha, que generalmente tiende a quebrarse, como se observa, por ejemplo, en una obra singular de mediano formato similar al de la pieza ulisitana en origen, elaborada todava a fines del siglo IV d.C., que conserva slo el apoyo de la antorcha en el basamento, pero conserva en la mano izquierda el ramo de amapolas y espigas en la indicada disposicin del tipo Poggio Imperiale (Fig. 14) (Vorster 2009: 330s., n 63, fig. 63). Si ob-servamos tambin atentamente la mano izquierda de la figura de Vlisi vemos que no parece que coja simple-mente un extremo del manto, que queda bastante alto en la mueca, sino los dos extremos de los tallos de otro ramo similar de adormideras y espigas, que se habra perdido. Puede concluirse, pues, que la figura femenina ulisitana corresponde a una representacin de Dem-ter-Ceres, en una variante del tipo Poggio Imperiale,

    que separa la mano izquierda del muslo, y que formara parte de un programa escultrico junto al grupo de Her-mes-Mercurio antes citado. Queda la duda de si forma-ban parte de un conjunto de mbito domstico o pblico

    Figura 13. Estatua de Baelo Claudia, tipo Ceres Poggio Imperiale. Museo del Conjunto Arqueolgico de Baelo

    Claudia (Bolonia, Tarifa, Cdiz). Foto: autores.

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    o bien si la funcin era simplemente ornamental15 o cul-tual; el desconocimiento del contexto arqueolgico im-

    15. Se hace proceder de la misma localidad de Archidona, aun-que no conocemos realmente su procedencia exacta, una pequea es-cultura claramente decorativa en este caso, de 0.16 m. de altura (Gar-ca y Bellido 1963: 185, n 9, fig. 9), que corresponde a los llamados hermae de jardn, ya que decorara el jardn o peristilo de una do-mus o una villa romana. Mide slo 16 cms de alto y est trabajada en

    pide una mayor concrecin, quedando el tema de su funcin en Vlisi slo en un nivel especulativo. Tam-poco debemos olvidar el gran xito que los misterios eleusinos tuvieron en el Imperio romano especialmente durante el siglo II d.C., que hace que, por ejemplo, asi-mismo en Crdoba, la capital btica, se identifique una cabeza de una representacin ideal masculina eleusina, seguramente Triptlemo (Beltrn Fortes 1996: 62ss.), o que se hubiera recuperado en El Guijo (Crdoba) un re-lieve con representacin de los misterios eleusinos en que aparecen Demter, Persfone y Triptlemo, junto a una cuarta figura femenina interpretada como la madre del ltimo, Metneira (finalmente, Beltrn Fortes 2010: 293-295, fig. 394).

    ULISES EN VLISI: UNA ESTATUA DE MINERVA

    ya desde el descubrimiento del primer epgrafe romano en que se testimoniaba el cognomen originis Vlisitanus, en la dcada de 1870, la existencia de una ciudad romana en esta zona cuyo nombre se relacio-naba claramente con el de Ulises el Odiseo griego fue puesta en relacin con un interesante comentario del gegrafo Estrabn (III, 4, 3) cuando hace el relato de la costa mediterrnea del sur de la Pennsula Ibrica:

    Despus est Abdera, tambin ella fundacin fe-nicia. Ms all de estos lugares en la zona montaosa surge Odisa y el templo de Atenea en esta ciudad, como dijo Posidonio as como Artemidoro y Asclepa-des de Mirlea, un varn que se dedic a la enseanza de la gramtica en Turdetania y que dej una perige-sis de los pueblos que all viven. Este autor cuenta que estn colgados en el templo de Atenea los escudos y espolones recuerdo del viaje de Odiseo16

    La referencia haba llamado la atencin de los eru-ditos y estudiosos, como indicaba el propio Aureliano Fernndez-Guerra en el texto antes referido, resistin-dose a cambiar su identificacin con Ujjar en la Al-pujarra granadina en los montes por encima de Ab-dera (Adra, Almera) a favor de la malaguea Vlisi, aunque ya Hbner en CIL II, Suppl.: 880, aceptaba esa atractiva identificacin, teniendo en cuenta la laxitud del trmino empleado por el gegrafo de Amasia. La

    mrmol blanco y en este caso representa a DionysosBaco con rasgos arcaizantes, inspirado directamente en el prototipo griego bien cono-cido del Hermes de Alkamenes, del siglo IV a.C., con amplia repre-sentacin en copias de poca romana.

    16. Sigo la traduccin recogida en Gasc Lacalle (1996: 359), quien cita a su vez a Lomas Salmonte (1991: 15 ss.).

    Figura 14. Demter-Ceres tipo Poggio Imperiale, del Albertinum de Dresde. Segn Vorster 1009: fig. 63.

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    ESCULTURAS ROMANAS DE VLISI (ARCHIDONA, MLAGA)

    ausencia de una actividad arqueolgica importante en el enclave que consideramos actualmente donde debi situarse Vlisi, en los terrenos de La Camila y aleda-os, impide valorar la validez de esta referencia emi-tida en poca de Augusto siguiendo fuentes anterio-res (Posidonio, Artemidoro y Asclepades de Mirlea), pero en un tipo de escritos periegticos que como es bien sabido eran una amalgama un tanto pinto-resca en donde se mezclaban sin discriminacin su-cesos histricos con otros de carcter legendario que construan un conjunto informativo con el que se ilus-traba y con frecuencia se encomiaba la ciudad o terri-torio objeto de la descripcin (Gasc Lacalle 1996: 360), la referencia a los nostoi era un motivo seguro de xito, destacando el famoso Ulises. La cuestin es-triba en si realmente a fines de los momentos republi-canos existi ese pretendido santuario a Atenea-Mi-nerva en Vlisi, o simplemente aprovechan las fuentes helensticas de Estrabn la existencia de aquella co-munidad con ese peculiar nombre para ubicar en la Vlterior el referente a la llegada de Ulises al Extremo Occidente, a lo que parece tender la crtica del texto estraboniano. El citado F. Gasc remita, adems, a un claro paralelo en la misma obra de Estrabn (V, 4, 8), cuando describe la costa sorrentina en la Campania: Inmediatamente despus de Pompeya est Sorrento de los campanos donde se encuentra el Ateneon, que algunos llaman el cabo de las sirenas. En su parte ms elevada est el templo de Atenea, fundacin de Odi-seo, e incluso ms adelante describe otro templo prximo donde se acumulaban las ofrendas antiguas, por lo que conclua que era slo un tpico literario ya empleado con los mismos elementos en la costa ita-liana y traspasado a la costa hispana (Gasc Lacalle 1996: 361).

    Otros autores han llamado la atencin sobre la abun-dancia de ciertos bustos de terracota, que aparecen en asentamientos y asimismo en necrpolis en la Hispania Vlterior, que representan a Atenea-Minerva, con casco tico y gida con gorgoneion en el pecho, copiando el modelo ateniense, pero especialmente documentados en tierras de las actuales provincias de Crdoba (Fig. 15), Sevilla y Jan de la provincia de Mlaga slo se testi-monian en Aratispi (Cauche el Viejo, Antequera, M-laga) (Blech 1993: 130, y 1999: 156), y que se han vinculado a un culto itlico que habra sido implantado en estos territorios de la Vlterior por colonos romano-itlicos al menos desde fines del siglo II a.C., dando por ello algunos autores fiabilidad al dato ofrecido por el texto estraboniano (Marn Ceballos, Chaves Tristn y Bandera Romero 1987). Otros trabajos han destacado

    que ese tipo de bustos parece exclusivo de la Btica, siendo creado seguramente en talleres locales en el siglo I a.C. y estando en uso durante los ss. I-II d.C. (Vaque-rizo Gil 2004: 76-81), lo que justifica su singularidad.

    Finalmente, debe llamarse la atencin sobre otro dato que incide ya directamente sobre la importan-cia del culto de Minerva en este sector donde se si-ta Vlisi, aunque sea de una datacin bastante alejada de los acontecimientos narrados por Estrabn. Se trata de otra escultura en mrmol que se deca proceder de forma genrica de los alrededores de Villanueva del Rosario, conservada desde 1960 en la antigua colec-cin de Jos Antonio Muoz Rojas, dada a conocer con motivo de la celebracin del VIII Congreso Na-cional de Arqueologa (Sevilla-Mlaga 1963) (Gim-nez Reyna 1964: 112) y reseada por Garca y Bellido (1963: 183, fig. 5); posteriormente ha sido estudiada por Baena del Alczar (1981: 64, lms. I-II). Es de tamao medio, de 0,44 x 0,20 x 0,11 m, aunque con la cabeza perdida por fractura, pero de dimensiones

    Figura 15. Busto de terracota, que representa a Atenea-Minerva, de Priego de Crdoba. Segn Vaquerizo Gil 2004:

    lm. 54 (original: DAI Madrid, P. Witte).

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    menores que las dos estatuas de Demter-Ceres y Her-mes-Mercurio antes citadas. Viste el peplos tico, con largo apoptygma, gida con gorgoneion y deba llevar casco tico aunque la rotura impide certificarlo; a su izquierda deba llevar el escudo apoyado en el suelo y a su derecha sostener la lanza, como la Atenea Parthe-nos, aunque elemento significativo es que junto a su pierna derecha se sita la lechuza, como atributo evi-dente y quizs signo de su vinculacin a Atenas. El basamento asimismo presenta una moldura cncava, como en el caso del Hermes-Mercurio; seguramente es obra de taller local, datable en el siglo II d.C., aun-que no sabemos realmente qu uso tuvo, si simple-mente ornamental, como propia de la decoracin de una villa, segn Baena del Alczar (1981: 64) o, por qu no, cultual.

    De la ciudad romana de Sexi (Almuncar, Gra-nada) se recuper tambin la parte inferior de otra es-cultura de Minerva con casco en la parte izquierda, que asimismo dispona al pie de la diosa la lechuza pero en la parte izquierda, bajo el escudo, siendo ste un elemento muy raro en la iconografa de las es-culturas de Minerva, slo testimoniado en otros tres ejemplares de Trier, Bonn y Alesia (Baena del Alc-zar 1981: 65). A pesar de las diferencias tipolgicas denotan, pues, un especial inters por la diosa Atenea-Minerva en este entorno referido por Estrabn y su re-presentacin segn modelos que refieren al tica. No olvidemos que en el resto de la Btica podemos re-ferir otras representaciones escultricas que han sido interpretadas en general como estatuas de culto por su gran formato: dos de Corduba (Rodrguez Oliva 2010: 101ss., figs. 103-104), una de Italica (Rodr-guez Oliva 2010: 99, fig. 102) y otra de Munigua (Ro-drguez Oliva 2010: 96, fig. 93), ya que la cabeza de Italica dada en origen como Minerva realmente co-rresponde a Dea Roma (Len 1995: 150-151, n 49) y la estatua de Tomares (Sevilla) podra ser mejor repre-sentacin de una Diana (Rodrguez Oliva 2010: 103, fig. 105).

    A MANERA DE EPLOGO: VLISI EN POCA DE LOS SEVEROS

    Nos parece evidente, siguiendo las conclusio-nes establecidas en el mapa elaborado en CIL II2/5 (Fig. 6) que en el ager ulisitano destacan los ncleos del cortijo del Ro-Pen de Solis y del cortijo de Mara Aldana, por la presencia de inscripciones fu-nerarias con el cognomen Vlisitanus, as como en

    el primer caso de dos inscripciones votivas dedica-das a I.O.M. que parecen testimoniar la existencia de un centro de culto al menos de poca imperial, du-rante los siglos II-III d.C. Ese panorama del territorio ulisitano est ahora mejor conocido en la parte sep-tentrional, merced a las prospecciones arqueolgicas llevadas a cabo en el trmino municipal de Archi-dona en zonas afectadas con motivo de la construc-cin de la lnea frrea del AVE, dando como resultado un conjunto de villae y otros asentamientos rurales, que se dataran algunos desde poca republicana y, en general, con un uso en los siglos imperiales (Corra-les Aguilar 2005).

    En el NO del ager establecido para Vlisi, a slo 2,5 km de Archidona en el camino hacia la Estacin de Archidona, se conserv durante algn tiempo actual-mente est desaparecido, empotrado en una fuente en el cortijo de la Venta Nueva, un altar funerario co-ronado con frontn triangular y pulvinos (Pastor Mu-oz 1987: 254; Beltrn Fortes 1988: 138, n 109), que estaba dedicado a Faventinus, serv(u)s Augustorum, que muri a los 75 aos (CIL II2/5, 727) y que no-sotros fotografiamos en la dcada de 1980 (Fig. 16). El formulario empleado, la paleografa y. sobre todo, el que refiera que es esclavo de varios emperadores fija la cronologa de la pieza en torno a los perodos correspondientes de poca tardoantoniniana y seve-riana, es decir, en los reinados conjuntos de Marco Aurelio y Lucio Vero (161-169 d.C.), Marco Aurelio y Cmodo (176-180 d.C.), Septimio Severo y Caraca-lla (198-208 d.C.), Septimio Severo, Caracalla y Geta (209-211 d.C.) o de Caracalla y Geta (211-212 d.C.), pero sin mayor precisin. No obstante, podemos pen-sar en la importancia y repercusiones que la nueva di-nasta de Septimio Severo debi tener en Vlisi, como demuestra el pedestal dedicado a Julia Domna entre los aos 195-198 d.C., que deba ser pareja de al me-nos otro erigido al propio emperador. No olvidemos que ya desde el siglo II d.C. los emperadores contaban con propiedades en esta zona de la Btica que dieron lugar a la creacin de la procuratela ad kalendarium Vegetianum, documentada en diversos epgrafes y que apunta a la vega granadina (Lomas Salmonte y Sez Fernndez 1981), pero ser con la llegada al poder de Septimio Severo cuando las propiedades imperia-les aumenten, por la confiscacin de extensos fundi de terratenientes bticos partidarios de Clodio Albino (HA, Vita Severi 12), que pasaron al patrimonium Caesaris, constatndose entonces figlinae bticas de nforas olecolas con las marcas AVGGGNNN (por ejemplo, CIL XV 2558-2560, 2565, 2569-2570), lo

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    ESCULTURAS ROMANAS DE VLISI (ARCHIDONA, MLAGA)

    que remite a los aos 209-210 d.C. de los tres empe-radores reinantes Septimio Severo, Caracalla y Geta, y a una gestin directa, con lo que se hara ms nece-saria la funcin de estos esclavos imperiales. Entre esas figlinae se incluye la figlina Barba, que para al-gunos autores debera vincularse a la cercana ciudad de Barba Singilia (El Castilln, Antequera), aunque algn otro ha propuesto que estara en un lugar im-preciso pero en el distrito fiscal de Crdoba (Reme-sal 1996: 210, nota 61). En todo caso, el panorama generado por las confiscaciones llevadas a cabo por Septimio Severo explicara la funcin del esclavo im-perial Faventinus, quien tras largo tiempo de servicio fue enterrado en el ager ulisitano como demuestra su altar funerario, aunque actualmente se desconoce la ubicacin de la pieza, robada hace algunos aos del lugar en que se haba reutilizado en poca moderna como saliente acutico.

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