espacio público, participación y ciudadanía - olga segovia guiller dascal

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  • 8/3/2019 Espacio pblico, participacin y ciudadana - Olga Segovia Guiller Dascal

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    Espacio pblico, participaciny ciudadana

    Editado por

    OLGA SEGOVIAY GUILLERMO DASCAL

    Ediciones SUR

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    De esta edicin y maqueta: Ediciones SUR, noviembre 2000J. M. Infante 85, Providencia, Santiago de [email protected]

    Inscripcin RPI n 117.267ISBN n 956-208-061-7

    Edicin de texto: Paulina Matta

    Fotografas portada e interior: Paula Rodrguez M.

    Diseo y diagramacin: Paula Rodrguez / Ediciones SUR

    Correccin de pruebas: Edison Prez

    Gestin editorial: Luis Sols D.

    Impresin: LOM EdicionesFono (56-2) 672 2236 Fax (56-2) 673 [email protected]

    IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE

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    CONTENIDO

    PresentacinClaudio Orrego, Ministro de Vivienda y Urbanismo,y de Bienes Nacionales, 4

    PrlogoJorge Osorio, 6

    Introduccin

    Alfredo Rodrguez y Ximena Abogabir, 11

    Captulo IPARTICIPACIN CIUDADANA Y ESPACIO PBLICOEnrique Oviedo y Ximena Abogabir, 19

    Captulo IIMODALIDADES DE GESTIN DE ESPACIOS PBLICOSGuillermo Dascal y lvaro Bhme, 35

    Captulo IIIESPACIOS PBLICOS EN LA CIUDAD Y EL BARRIOOlga Segovia y Enrique Oviedo, 51

    Captulo IVPLAN DE ACCINGuillermo Dascal, 70

    Anexos1. Instrumentos legales y normativos

    Vicente Domnguez, 802. Sntesis Agendas Regionales, 863. Fichas de casos: experiencias de gestin

    participativa de espacios pblicos, 96

    Bibliografa general, 105

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    PRESENTACIN

    El espacio pblico es la esencia misma del territorio y de los asenta-mientos humanos. Todos nosotros jugamos, circulamos, nos entretene-mos y nos identificamos con determinados lugares en diferentes momen-tos de nuestras vidas. Todos recorremos a diario paseos peatonales, callesy avenidas con los cuales desarrollamos algn tipo de afinidad, aunquemuchas veces deseamos que sean ms atractivos, mejor cuidados, msseguros.

    Ya se ha dicho en muchas oportunidades que los espacios pblicosaportan estructura a los centros poblados y dan un carcter especial a lospueblos y ciudades, y al espacio geogrfico en general.

    El libro Espacio pblico, participacin y ciudadana y el manual Manosa la obra! Gua de gestin participativa de espacios pblicos, son el productodel esfuerzo mancomunado del Fondo de las Amricas; Casa de La Paz; y

    SUR, Corporacin de Estudios Sociales y Educacin, asociados con el Ins-tituto de Posgrado en Estudios Urbanos, Arquitectnicos y Diseo de laPontificia Universidad Catlica de Chile; la Universidad de La Serena, laUniversidad de Concepcin y Accin Ciudadana por el Medio Ambiente.Las publicaciones constituyen, as, un ejemplo de la forma en que se debeenfrentar el estudio y desarrollo de los espacios pblicos; vale decir, comoproducto de la iniciativa colectiva de una sociedad.

    Ambos trabajos resultan accesibles a la lectura de especialistas y detoda persona que desee saber ms sobre qu es el espacio pblico, quinstituciones ejercen acciones y tienen responsabilidad sobre l. Adems,

    sirven de gua para tomar iniciativas positivas orientadas al mejoramien-to y apropiacin de los espacios que nos pertenecen a todos: aquellos querodean nuestro lugar de habitacin, estudio o trabajo, donde se realizanactividades multitudinarias, en los que circulamos en nuestra actividadcotidiana, y esos que visitamos en nuestros momentos de descanso.

    Estas publicaciones estn llamadas a constituir un aporte importan-te a la recuperacin de nuestra ciudadana. Ellas nos ayudarn a apro-piarnos positivamente de la ciudad y el territorio, y servirn de gua paraque el barrio en que cada cual vive se aproxime, gradualmente y a travsde la accin democrtica, tolerante y colectiva, al barrio en que cada cual

    desea vivir.

    CLAUDIO ORREGOMinistro de Vivienda y Urbanismo,

    y de Bienes Nacionales

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    PRLOGO

    1. Un contexto favorable

    Cuando comenz el proyecto Gestin de Espacios Pblicos y Parti-cipacin Ciudadana en septiembre de 1999, el tema del espacio pblicoy la apropiacin ciudadana del mismo era relativamente invisible y, po-dramos decir, casi marginal, tanto en la agenda poltica como en la opi-nin pblica. Sin embargo, en la hora actual, ha alcanzado unacentralidad evidente. Se ha generado un nuevo contexto claramenteauspicioso para avanzar en la recuperacin del espacio pblico y en la

    participacin ciudadana efectiva en todo su ciclo de vida. Ello abrir ca-minos para una reapropiacin colectiva de todo aquello que es comn yque, de modos diversos, nos pertenece y nos incumbe a todos.

    En los ltimos tiempos, ha habido anuncios sobre una poltica cultu-ral centrada en la creacin y animacin de espacios pblicos ligados a lasdiferentes manifestaciones artsticas, que permitiran el acceso masivode la poblacin a espectculos hasta ahora restringidos a una minora.Tales iniciativas constituyen una seal positiva para avanzar en el senti-do correcto. Sin embargo, resulta fundamental incorporar en esta polti-ca los espacios pblicos populares, mbitos que da a da hagan posiblevivir y recrear la cultura en los barrios, las plazas, las poblaciones y lascalles. El desafo reside en establecer una nueva sntesis entre la culturapopular y los espacios pblicos cotidianos, all donde vive, transita y per-manece la gente, el ciudadano comn y corriente.

    En el Mensaje Presidencial del 21 de mayo, el presidente Lagos anun-ci un conjunto de reformas centrales para alcanzar el desarrollo en elChile del Bicentenario. Entre ellas, destaca por su importancia para eltema que nos convoca hoy la referida a la construccin de ciudades mssustentables; ciudades donde el espacio pblico est al servicio de los ciu-

    dadanos y adquiera una centralidad como eje estructurante de un nuevoescenario urbano, ms amable, participativo y humano. Se trata de pa-sar de ciudades de consumidores a ciudades de ciudadanos; de ciudadessegregadas a ciudades integradas; de ciudades hostiles a ciudades ama-bles y acogedoras. Esta tarea adquiere una urgencia mayor a la luz delreciente estudio de la Comisin Econmica para Amrica Latina y el Ca-ribe (Cepal),1 segn el cual Santiago es una de las ciudades latinoameri-canas con mayor segregacin social y espacial, situacin agravada porfactores como la concentracin del ingreso y la dinmica de mercado delsuelo. Signo concreto de ello es la existencia de comunas habitadas ex-

    clusivamente por ricos, mientras en otras viven solo pobres.Lo anterior implica que, en nuestras ciudades, el espacio pblico tam-bin est segregado, con claras diferencias en su calidad, accesibilidad ydisponibilidad entre los diferentes estratos socioeconmicos.

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    Para ilustrar esta situacin, basta sealar que, en ms de la mitad delos casos, las reas verdes significativas se encuentran en comunas deingresos medios o altos, mientras buena parte de las llamadas reas caf

    se concentran en las comunas ms pobres de la Regin Metropolitana. Laconsecuencia es un agravamiento de la desigualdad social, o lo que po-dramos llamar una doble desigualdad, pues a las diferenciassocioeconmicas ya conocidas, se agrega una desigualdad en la calidadde vida entre las comunas pobres y las de mayores ingresos.

    Otro antecedente clave de este nuevo contexto proviene del recienteinforme del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),Desarrollo humano en Chile 2000. Ms sociedad para gobernar el futuro.2 Susconclusiones vienen a reforzar la necesidad de avanzar en la generacinde espacios y mecanismos que potencien la capacidad de soar un desti-

    no mejor para los chilenos y chilenas. Las aspiraciones colectivas, junto aniveles slidos de confianza y asociatividad, constituyen componentesfundamentales del capital social, que a su vez es determinante en la cali-dad de la vida de las personas y comunidades. En palabras del PNUD2000, una sociedad fuerte supone la existencia de aspiraciones compar-tidas o sueos colectivos, mientras que la calidad de la vida social au-menta cuando se consolidan relaciones de confianza y cooperacin, loque constituye un valor en s mismo, adems de un recurso clave para eldesarrollo.

    De acuerdo con Robert Putnam,3 artfice del concepto de capital so-

    cial, este est conformado por el grado de confianza existente entre losactores sociales de una sociedad, las normas de comportamiento cvicopracticadas y el nivel de asociatividad que caracteriza a esa sociedad. Elcapital social es el patrimonio sobre el cual se construye y fortalece lacapacidad de una colectividad para tomar decisiones y generar accio-nes. Su importancia radica, tal como se subraya en PNUD 2000, en quesin el capital social, las otras formas de capital no pueden ser manteni-das ni utilizadas apropiadamente.

    Entre las aspiraciones colectivas detectadas por el informe del PNUD,est la necesidad de robustecer aquello que es comn. Cuando la uni-dad de la sociedad chilena deja de ser algo evidente, la aspiracin por loque es comn se vuelve urgente. El sueo de una mayor y mejor convi-vencia social se asocia estrechamente a la demanda de un espacio com-partido. La preocupacin por un barrio seguro, el fortalecimiento delvecindario y el deseo de encontrarse con personas diversas, aparecencomo temas recurrentes que plantean la necesidad de una reapropiacinciudadana y colectiva del espacio pblico.

    La reciente celebracin del Da del Patrimonio Pblico representauna seal auspiciosa para caminar en el sentido que queremos. La nota-

    ble respuesta ciudadana a lo largo de todo el pas muestra que las perso-nas y comunidades estn vidas por apropiarse de manera responsable ycuidadosa de aquello que les pertenece y cuyo acceso, en diversas for-mas, les ha sido vedado o restringido. La apertura de los edificios pbli-cos debe ser el primer paso de un ensanchamiento del espacio pblico

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    participativo, donde los ciudadanos se puedan reconocer y reencontrarcomo miembros de una comunidad con historia y tradiciones comunes.Quizs, a futuro debiera instaurarse el da del espacio pblico como una

    forma ms amplia de reconocer todos los espacios pblicos, no solo aque-llos de carcter patrimonial, y celebrar la importancia del encuentro ciu-dadano, de la interaccin social, de la vida en comn.

    2. El espacio pblico que queremos

    El espacio pblico constituye un lugar de encuentro, de desarrollode identidad y de pertenencia en todas las escalas barrio, ciudad, re-gin y pas, as como de expresin de diversidad cultural, generacionaly social. Cuando ese espacio es urbano, el ciudadano concurre a l disfru-

    tando de un marco escenogrfico adecuado a su propia vida. En estosespacios elegidos, la ciudad habla en distintos cdigos: cada individuo ogrupo interpreta ese lenguaje sutil que da sentido a sus propias vidas, osimplemente disfruta mientras es parte de una enriquecedora obra deteatro. En estos espacios no es necesario pagar, no se obliga a comprar oconsumir, se circula a toda hora y todos los das. Es un lugar creado pormuchas generaciones, que ha evolucionado adaptndose a distintos usosy pocas.

    As como el espacio pblico urbano es definido por un marco de fa-chadas edificadas y planos artificiales relativamente cercanos, se dan tam-

    bin lugares abiertos, limitados por elementos naturales de grandimensin, que tambin acrecientan nuestra identidad, riqueza cultu-ral, relacin con generaciones anteriores y origen. En este sentido, resul-ta fundamental considerar los espacios pblicos de carcter natural,entendidos como reservas de naturaleza y/o biodiversidad. Una pers-pectiva de recuperacin, conservacin y gestin debe incorporar tanto elpatrimonio natural como el cultural e histrico.

    Los espacios pblicos adquieren una particular relevancia para laszonas urbanas. La ciudad, en tanto organizacin espacial en la cual ha-bitan, trabajan, participan, se recrean, se expresan y se relacionan los ciu-dadanos, es mbito privilegiado para la construccin del bien comn.Debe, por tanto, ser concebida como un espacio posible de transformarcon miras a convertirlo en un refugio amable para sus habitantes, quefacilite su encuentro y participacin. La carencia de espacios pblicosque incidan en la calidad de vida y la convivencia de las personas y co-munidades, unida a la falta de participacin ciudadana en la gestin delos mismos, representan obstculos importantes hacia un desarrollo enel cual las posibilidades de encuentro y sociabilidad vayan en aumento,como reflejo de una democracia ms profunda y efectiva. Pensamos, as,

    en un desarrollo sustentable del pas, de sus ciudades, regiones y locali-dades, basado en la participacin ciudadana, en una sociedad civil acti-va y en la cooperacin pblico-privada. Para ello, resulta fundamentalrecuperar y gestionar los espacios pblicos como lugares de encuentro eintegracin social, que aseguren una vida de calidad y una sociabilidad

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    fecunda; y hacerlo con el concurso de las personas y comunidades, espe-cialmente de aquellas ms pobres. En esto, las organizaciones de la socie-dad civil pueden y deben representar un papel destacado.

    Los ciudadanos requieren de espacios que posibiliten la integracin,el encuentro e interrelacin social, y tienen derecho a participar activa-mente en las decisiones que afectan la organizacin de la ciudad y ladistribucin de sus espacios. Un mejor ordenamiento territorial y unagestin adecuada del espacio pblico pueden contribuir poderosamentea la creacin de hbitat sustentables y a ir logrando ciudades y barrios aescala humana. La nocin de espacio pblico as planteada es de carc-ter integral y est centrada en el uso (demanda) ms que en la propiedad(oferta); incorpora tanto los denominados bienes nacionales de uso p- blico, como patrimonio privado de carcter pblico (por ejemplo, par-

    ques privados o reas silvestres protegidas privadas). Asimismo,considera los espacios pblicos de carcter natural (reservas de natura-leza y/o biodiversidad) y artificial (por ejemplo, reas verdes yequipamiento comunitario).

    3. Fortalecimiento de la sociedad civil y apropiacinciudadana del espacio pblico

    Una de las principales lecciones de la dcada de los noventa es quenuestro pas no alcanzar una plena democracia y un desarrollo verda-

    deramente sustentable, sin una sociedad civil vigorosa y activa capaz degenerar un consenso social en torno al lmite de lo posible. Es este con-senso el que garantiza la gobernabilidad o, ms bien, lo que el PNUD hadefinido como governance: la capacidad de gobernar los cambios apartir de una articulacin virtuosa entre individuo y sociedad, entre ac-tores pblicos y privados, entre espacio pblico y privado.

    Una sociedad civil poderosa y diversa, organizada en diferentes mo-dos y sectores, infunde espesor y permanencia a la democracia. Una de-mocracia vigorosa requiere una amplia participacin de todos los sectoresen los asuntos pblicos. Por el mismo concepto, una sociedad civil relati-vamente invisible frente a las polticas pblicas y los centros de poder,representa una espada de Damocles para alcanzar un desarrollo ciu-dadano y una democracia efectivamente participativa.

    El destino de la sociedad civil est indisolublemente ligado al delespacio pblico, ya que es all donde realiza su labor y donde su accincobra pleno sentido. Entre el espacio pblico y la sociedad civil existe uncrculo virtuoso que puede y debe desplegarse: es en la sociedad civil y elespacio pblico donde se gestan, recrean y fortalecen los valores y recur-sos claves para la capacidad de gobierno y un desarrollo humano sus-

    tentable. As, invertir en el fortalecimiento de la sociedad civil y en lacreacin y animacin del espacio pblico equivale a invertir en el mejo-ramiento de la calidad de vida social. En este sentido, el Estado debe es-tablecer una nueva forma de relacin con la sociedad civil y el espaciopblico que efectivamente contribuya a su potenciamiento. Para ello debe

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    ser capaz de revalorizar y fortalecer las instancias bsicas de conviven-cia, como son la familia, el barrio, las organizaciones que dan vida altejido social, todas ellas manifestadas y nutridas en el espacio pblico, en

    pos de una gobernabilidad democrtica al servicio de la gente.El fortalecimiento de la sociedad civil y del espacio pblico se cons-tituye en un tema central e inevitable para el Chile actual, ya que nuestraincompleta democracia puede de modo importante completarse yprofundizarse con la accin de la sociedad civil y el despliegue del es-pacio pblico. La democracia requiere de una ciudadana activa, de gen-te capaz de ejercer derechos y deberes, de personas capaces de preguntarsequ tipo de gobierno quieren darse, qu tipo de relaciones quieren esta-blecer entre s, qu tipo de sociedad y de cultura aspiran a construir, locual exige contar con espacios pblicos participativos donde pueda ejer-

    cerse plenamente la ciudadana.Se trata de construir nuevas ciudadanas arraigadas en el espaciopblico, entendiendo que este no es patrimonio exclusivo del Estado nise agota en la esfera gubernamental: debe ser entendido como aquelloque es de todos, lo que nos pertenece como comunidad humana y de locual todos somos responsables. En esta perspectiva, se plantea la necesi-dad de redefinir lo pblico como un mbito en el cual se procesan nuevoscontratos para sustentar la accin del Estado y de la ciudadana de ma-nera legtima e innovadora. Se requiere para ello ampliar y perfeccionarlos mecanismos de participacin ciudadana, establecer canales de expre-

    sin democrtica directa y reconocer la facultad y los derechos que tie-nen las organizaciones ciudadanas para fiscalizar y pedir cuentas algobierno en el cumplimiento de sus tareas, de sus compromisos y de susresultados. Al respecto, corresponde recordar aquello que parece obvioen un sistema democrtico: el fin ltimo del Estado es el bienestar de losciudadanos, a quienes se debe y en quienes descansa su soberana y legi-timidad.

    En sntesis, el desafo comn consiste en la apropiacin colectiva yrecreacin ciudadana del espacio pblico; un gesto que nos permita re-cuperar la polis como el lugar de todos, en que se reconozca al ciudadanocomo protagonista de la democracia, el sujeto principal de la accin p-blica, el verdadero y genuino habitante del espacio pblico.

    Notas1 Daniela Simioni, Camilo Arriagada, Inversiones urbanas y mercado del suelo

    en el Gran Santiago de los aos noventa. Investigacin realizada por Cepalen el marco del Programa para Amrica Latina del Lincoln Institute of LandPolicy (Concurso de Investigacin 2000) (Santiago, mayo 2000).

    2 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Desarrollo humano en Chile2000. Ms sociedad para gobernar el futuro (Santiago: PNUD, marzo 2000). En

    adelante, PNUD 2000.3 Robert D. Putnam, con Robert Leonardi y Raffaella Y. Nanetti, Making

    democracy work: Civil traditions in modern Italy (Princeton, N.J.: PrincetonUniversity Press, 1993).

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    INTRODUCCIN

    XIMENA ABOGABIRCasa de la PazALFREDO RODRGUEZ

    SUR, Corporacin de Estudios Sociales y Educacin

    1. Desarrollo del proyecto y plan del libro

    La finalidad del proyecto Gestin de Espacios Pblicos y Participa-cin Ciudadana ha sido impulsar procesos de articulacin entre Estadoy sociedad civil entre ministerios, municipalidades, universidades, or-ganismos no gubernamentales, organizaciones barriales, vecinos, empre-sas para llevar adelante un trabajo conjunto que permita alcanzaracuerdos en torno al mejoramiento de la produccin y gestin de espa-cios pblicos.Para lograr este propsito, se trabaj en la elaboracin de una agenda degestin de espacios pblicos y de un plan de accin que, desde su gesta-cin, incorporara como un componente estratgico la participacin ciu-dadana. Se comenz con una revisin de la literatura sobre el tema y conun registro de experiencias en las regiones de Coquimbo, del Bo-Bo y

    Metropolitana. Posteriormente, en dichas regiones se realizaron semina-rios y talleres, que permitieron elaborar agendas regionales. Por ltimo,esas agendas y la propuesta de un plan de accin fueron discutidas en unSeminario Nacional. El desarrollo del proyecto fue, as, un procesoparticipativo de elaboracin en el cual intervinieron ms de quinientaspersonas provenientes de diversas organizaciones sociales, no guberna-mentales y pblicas de las tres regiones mencionadas.

    En este libro se exponen los temas debatidos en el transcurso del pro-yecto. Est dividido en cuatro captulos. En el primero se aborda la nece-saria relacin entre participacin y espacio pblico. Partiendo del

    concepto de ciudadana como la capacidad de incidir en las decisionesreferidas a asuntos pblicos, se argumenta que, sin una participacin ciu-dadana, difcilmente se construye espacio pblico. Este es por esenciademocrtico, su construccin y uso es tarea de todos y para todos los

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    ciudadanos y, por lo tanto, su desarrollo y mantenimiento forman partede la constante bsqueda por una vida social ms justa y placentera.

    El captulo segundo explora la gestin participativa de espacios p-

    blicos en el pas. Toma en cuenta el ms de un centenar de proyectos deespacios pblicos con caractersticas participativas detectados en el pas,las diversas modalidades de gestin registradas, y los distintos actoresinstitucionales que intervienen. Con base en estos antecedentes, se sea-lan lecciones para lo que podra ser una gestin participativa exitosa.

    El tercer captulo se refiere al tema del espacio pblico desde dosperspectivas: la ciudad y el barrio. En cada una de esas dimensiones seexamina el uso del espacio pblico, y los factores que favorecen u obsta-culizan ese uso.

    En el captulo cuarto, se presentan las principales lneas de accin

    que han surgido de los debates y de las reflexiones en los distintos talle-res y seminarios: animar, capacitar y financiar. Estas propuestas, que buscan profundizar y fortalecer la gestin participativa de los espaciospblicos, tanto urbanos como rurales, se ordenan en torno a tres ejes: elprimero es fortalecer el espacio pblico como escenario cotidiano y, portanto, se refiere a la animacin de dichos lugares; el segundo eje es com-prometer a la ciudadana en la gestin de los espacios pblicos para ase-gurar su uso y, en este sentido, hace referencia a la capacitacin; el tercereje es la articulacin de actores, acciones y recursos.

    En anexos se incluyen: una revisin de los instrumentos legales y nor-

    mativos sobre el tema, con elementos de diagnstico, criterios y recomen-daciones; una sntesis de las agendas regionales, que recoge los resultadosde los debates realizados en las regiones de Coquimbo, del Bo-Bo y en laRegin Metropolitana; y veintids experiencias de gestin participativaregistradas en las tres regiones.

    La publicacin de este libro se complementa con la del manual Ma-nos a la obra! Gua para la gestin participativa de los espacios pblicos.1

    Dirigido a los diferentes actores locales, este instrumento les ofrece ele-mentos prcticos para facilitar su insercin en la gestin.

    Como sealamos anteriormente, el desarrollo del proyecto cuyos re-sultados se presentan fue participativo. Por lo tanto, queremos agrade-cer a todas las personas, organizaciones e instituciones que intervinieronen sus diferentes fases, aportando sus experiencias, sus comentarios yopiniones. Sin ello, no habramos podido cumplir nuestros propsitos.

    2. Una definicin de espacio pblico

    En el desarrollo del proyecto, sea durante la recopilacin de antece-dentes, en el anlisis de la informacin o en los debates, hemos ido perci-

    biendo las dificultades y las potencialidades que hoy da presenta laconstruccin participativa del espacio pblico en el pas. Respecto a esto,queremos precisar el significado que le otorgamos al espacio pblico ylos desafos que se presentan en nuestro pas.

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    Captulo I Participacin ciudadana y espacio pblico 13

    2.1 Significados y atributos

    Para comprender las propuestas de gestin participativa de los es-pacios pblicos, se hace necesario detenernos en una definicin de lo que

    estamos hablando: qu es espacio pblico y qu entendemos por gestinparticipativa. Tarea nada fcil, por las complejidades y diversidad de si-tuaciones que se presentan.

    En general, se confunden los conceptos de espacio verde, espacioabierto, espacio natural, equipamiento colectivo, y otros. A continuacinenumeraremos algunas de las nociones que se desarrollan ms adelante,en los distintos captulos:

    El Ministerio de Proteccin de Naturaleza y Medio Ambiente deFrancia defina en 1975 el espacio abierto como el espacio noconstruido, en oposicin al espacio construido. Otros autoresoponen el espacio pblico al espacio privado.

    En un marcojurdico, espacio pblico es aquel que est sometidoa una regulacin especfica por parte de la administracin pbli-ca: esta es propietaria del suelo y con dominio sobre l, garantizaa todos el libre acceso, y norma su utilizacin e instalacin deactividades.2

    La nocin moderna de espacio pblico se remite a la separacinformal (legal) entre la propiedad privada urbana y la propiedadpblica. Supone mantener el suelo libre de construcciones (ex-

    cepto equipamientos colectivos y servicios pblicos), y destinar-lo a usos sociales (esparcimiento, actos colectivos, transporte,actividades culturales y a veces comerciales, etc.).3

    La legislacin colombiana lo define como el conjunto deinmuebles pblicos y los elementos arquitectnicos y naturalesde los inmuebles privados, destinados por su naturaleza, por suuso o afectacin, a la satisfaccin de necesidades urbanas colecti-vas que transcienden, por tanto, los lmites de los intereses indi-viduales de los habitantes.4

    Todas estas definiciones nos han llevado a considerar un concepto

    de espacio pblico basado tanto en atributos como en la propiedad o do-minio del objeto. As, consideramos los espacios pblicos como aquelloslugares abiertos a todos y generalmente bajo la responsabilidad de colec-tividades pblicas.5 Sin embargo, como se desarrollar ms adelante, loque define la naturaleza del espacio pblico es el uso y no solo el estatutojurdico.6

    2.2 Escenarios para el encuentro

    El espacio pblico, adems de sus componentes fsicos y jurdicos, se

    constituye como tal por sus dimensiones sociales, culturales y polticas.En este sentido, el espacio pblico es un mbito constituido por relacio-nes sociales: lugar de identificacin y encuentro, de manifestacin colec-tiva, a veces de expresin comunitaria.

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    14Espacio pblico, participacin y ciudadana

    Desde la perspectiva ms obvia, la que lo visualiza como escena-rio, el espacio pblico es el soporte fsico de las actividades cotidianasdestinadas a satisfacer las necesidades urbanas colectivas que trascien-

    den los lmites de los intereses individuales. Pero no solo es espacio de locotidiano; acoge tambin la imaginacin y la creatividad colectivas, es ellugar de la fiesta y del smbolo, de la religin, del juego, del monumento,de todas las manifestaciones en que la comunidad se reconoce en tantotal.7

    El espacio pblico es, entonces, por naturaleza heterogneo. Instaura,preserva, promueve y organiza la comunicacin entre gente diferente. Yes en la relacin de sus dimensiones sociales y materiales que interesacomprender el habitar en el espacio pblico.

    Considerando que los espacios pblicos son, entonces, lugares don-

    de los ciudadanos interactan entre s, estamos haciendo referencia tan-to a un espacio fsico como social. Desde este enfoque, y siguiendo a IsaacJoseph,8 podemos concebir los espacios pblicos como escenarios para laaccin. Esta definicin se opone al concepto ms clsico de espacio pbli-co como paisaje, que privilegia la esttica visual a su funcionalidad so-cial. Desde este ngulo, cabe preguntarse para qu tipo de acciones sonnecesarios estos escenarios. Las respuestas se orientan en las siguientesdirecciones:

    En las ciudades, que son lugares de intercambio por excelencia,los espacios pblicos cumplen la importante funcin de estructu-

    rar el medio urbano: el intercambio, la recreacin, el descanso, laco-presencia, el aprendizaje social y cultural.

    En los parques urbanos y en el medio rural, es importante la fun-cin del contacto con la naturaleza.

    3. Desafos

    El espacio pblico peligra. En las ciudades se puede observar que losvecinos instalan rejas por doquier. En algunos casos, los propios munici-pios desafectan espacios pblicos para entregarlos a proyectos privadosde urbanizacin. Muchos de los esfuerzos por mantener espacios verdesurbanos o por mejorar el espacio urbano en las reas centrales, son arrui-nados por acciones de vandalismo.

    Frente a esta situacin desfavorable que afecta a los espacios pbli-cos, se plantea una disyuntiva: o aceptar el proceso como un fenmenonatural o intervenir. Si se desea modificar la tendencia de estos lti-mos aos, el camino se orienta a trabajar en forma participativa con lacomunidad.

    Las experiencias nos muestran que si los vecinos, en una sede comu-

    nitaria; la ciudadana en general, en un parque o en las reas centrales; ylos visitantes, en un ambiente natural, se involucran con el espacio p-blico, lo frecuentarn ms y lo cuidarn. Si lo ocupan, el espacio ser msseguro.

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    Captulo I Participacin ciudadana y espacio pblico 15

    El contexto social e institucional en el pas es favorable para impul-sar experiencias participativas. Las encuestas realizadas en el marco delPNUD 2000 demuestran la aspiracin de la comunidad a tener y gozar

    de espacios pblicos de encuentro y de intercambio. Tanto los talleresrealizados en el marco del proyecto con organizaciones sociales y no gu- bernamentales, como los seminarios con autoridades tcnico-polticas,mostraron que hay consenso en que una gestin eficiente de los espaciospblicos es necesariamente participativa. Desde el gobierno, se vislum-bran cambios que apuntan a promover los espacios pblicos, su cons-truccin participativa y animacin cultural, como parte de una propuestasocial amplia.

    Es as como diversos antecedentes nos han permitido comprobar queen el pas se dan las condiciones institucionales, econmicas, polticas

    y culturales para impulsar experiencias que respondan de maneraparticipativa a las demandas de espacio pblico existentes a escala local.Nos encontramos ante una oportunidad que debemos aprovechar.

    3.1 Demanda no satisfecha

    Hay una percepcin generalizada de un dficit de espacios habilita-dos para el uso pblico. Si bien no existe informacin estadstica o cuali-tativa sistematizada a escala nacional, hemos podido apreciar que ladistribucin de los espacios pblicos no es homognea en relacin con los

    requerimientos de uso, y que en muchos casos dichos espacios se encuen-tran en mal estado de conservacin. Frente a esta percepcin, en el mar-co del proyecto se han detectado experiencias que, en mayor o menormedida, incorporan dimensiones participativas en la gestin de sus es-pacios pblicos. Son cada vez ms los grupos de vecinos dispuestos aconstruir o mantener en forma participativa un espacio pblico. As lodemuestra el creciente nmero de proyectos que se presentan a los fon-dos concursables que ofrece el gobierno a travs de diversos organismospblicos.

    En torno a estos dos puntos dficit de espacios pblicos y expe-

    riencias participativas surgen preguntas: existen recursos?, se nece-sitan modificaciones institucionales? Al respecto, nos encontramos conuna situacin contradictoria. Por una parte, las demandas ms recurren-tes, expresadas por los asistentes tanto en los talleres como en los semi-narios regionales, fueron dos: las referidas a mayor apoyo institucional,y por esto se entenda modificacin y ampliacin de la normativa exis-tente; y las relacionadas con mayor apoyo econmico, esto es, mayoresrecursos. Esto fue afirmado tanto por las personas que provenan de or-ganizaciones locales como por funcionarios pblicos en las tres regiones.

    Por otra parte, en reuniones posteriores, cuando presentamos los re-

    sultados de los encuentros ante la Comisin de Vivienda de la Cmara deDiputados, nos informaron que no se necesitan nuevas normas para esti-mular la participacin a escala local. Desde octubre del ao pasado, lasmunicipalidades estn facultadas para dictar sus propios reglamentos u

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    ordenanzas de participacin ciudadana. Tampoco se requieren recursosadicionales para programas participativos, puesto que el Presupuesto dela Nacin para el ao 2000 contempla ms de 140 mil millones de pesos

    para proyectos de ese tipo.Obviamente, nos encontramos con algo ms que un problema com-plejo de comunicacin: el problema es cmo hacer ms operativas lasdiferentes instituciones pblicas y ms creativas las polticas pblicas,cmo generar nexos entre las propuestas pblicas y los intereses de lascomunidades locales.

    Pero estas dificultades no pueden ocultar la importancia y oportuni-dad que tiene hoy da el tema de la gestin participativa de los espaciospblicos. Existen recursos y disposiciones legales, como lo indic la Co-misin de Vivienda. Proyectos que caben en ese rango, como lo muestran

    las experiencias de gestin participativa estudiadas, son parte de un sue-o compartido a escala local, y hay disposicin de la gente para interve-nir. Por otra parte, hay una alta demanda no satisfecha por espaciospblicos, hay un dficit cuantitativo y cualitativo. El espacio pblico eshoy da un tema central.

    3.2 Qu hacer

    Del proceso iniciado surgen tres estrategias de accin: la primera,fortalecer el espacio pblico como escenario cotidiano; la segunda, invo-

    lucrar a la ciudadana en la gestin de los espacios pblicos; y la tercera,articular actores, acciones y recursos. En estas tres estrategias, la partici-pacin ciudadana es el componente central.

    Fortalecer el espacio pblico como escenario cotidiano

    Esto supone promover un uso ms intensivo, ms diverso y ms he-terogneo de los espacios pblicos. En tal sentido, el desarrollo de activi-dades de animacin (artstica, cultural, social) es de fundamental inters.A travs de este tipo de actividades se puede generar procesos de apro-piacin de los espacios pblicos por parte de la gente que los usa. La apro-

    piacin de los espacios pblicos es la forma ms eficaz de combatir ladelincuencia. Interaccin, sociabilidad y mayor seguridad van de la mano.Elevar la calidad del uso como escenario del espacio pblico implicaacrecentar la calidad de su diseo y materialidad. Supone la construc-cin de lugares que contemplen y expresen necesidades y aspiracionesde los habitantes.

    Involucrar a la ciudadana en la gestin de los espacios pblicos

    As se asegura un buen uso. Si las personas participan en el diseodel espacio, este responder mejor a la forma en que desean habitarlo.Un espacio que acoja requerimientos de personas de diferentes gneros yedades tendr un uso diverso y heterogneo.

    Si los vecinos se han involucrado en su construccin, le tendrn ca-rio, por lo que lo cuidarn mejor y ser preciso invertir menos en sumantenimiento. Una comunidad involucrada con su espacio pblico, que

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    Captulo I Participacin ciudadana y espacio pblico 17

    lo ha diseado, construido y lo mantiene en forma participativa, segura-mente se apropiar del mismo, lo usar y lo cuidar.

    Si se implementan actividades de animacin que faciliten la ex-

    presin y creatividad social y cultural, los habitantes desarrollarn unlazo de pertenencia con ese espacio.Disear, construir y mantener espacios pblicos con los grupos que

    los usan, crea vida social colectiva e identidad y contribuye a la inciden-cia de la gente en actos que mejoran su calidad de vida. Aleja la descon-fianza y la inseguridad de la convivencia en los barrios.

    Articular actores, acciones y recursos

    Un proceso de gestin de espacios pblicos que articule esfuerzos,intereses y visiones diversas, acrecentar el capital social de los actores

    involucrados. Consolidar e incrementar la asociatividad, laautoconfianza y la capacidad de materializar sueos colectivos. El tra-bajo entre personas y grupos diversos ayuda a la construccin de mutuaconfianza, a la vez que otorga transparencia a las decisiones. En definiti-va, contribuye a la gobernabilidad local.

    El municipio es el actor con mayor liderazgo para abrir y estimularla participacin y articulacin local en torno a los espacios pblicos. Eneste proceso de entrelazar recursos y capacidades, se requiere de la moti-vacin de la comunidad, del apoyo y colaboracin del gobierno central,de las capacidades de las ONG, del incentivo a la empresa privada.

    Informar, recoger opinin de la gente y capacitar para la participa-cin, promueve y fortalece la organizacin de los vecinos, valida a suslderes, motiva a generar un sueo colectivo por el cual esforzarse, au-menta la autoestima, entre muchas otras ventajas.

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    Notas1 Valeria Fuentealba, Guillermo Dascal, Olga Segovia, Ximena Abogabir, Ma-

    nos a la obra! Gua para la gestin participativa de espacios pblicos (Santiago:

    Casa de la Paz / SUR, Centro de Estudios Sociales y Educacin / Fondo de lasAmricas - Chile / Ministerio de Vivienda y Urbanismo y Ministerio de BienesNacionales / Editorial La Puerta Abierta, 2000).

    2 Jordi Borja, Ciudadana y espacio pblico, en Ciutat real, ciutat ideal. Significanti funci a lespai urb modern (Barcelona: Centre de Cultura Contempornia deBarcelona, 1998).

    3 Ibd.4 Sergio Len, Conceptos sobre espacio pblico, gestin de proyectos y lgica

    social: reflexiones sobre la experiencia chilena, Revista Latinoamericana de Es-tudios Urbanos y Regionales (EURE) (Santiago: Instituto de Estudios Urbanos,Pontificia Universidad Catlica de Chile), vol. XXIV, no. 71 (1997).

    5 Michel de Sablet, Les espaces urbains agrables vivre (Paris: Ed. Le Moniteur,

    1989), citado en Gestin de reas verdes en zonas urbanas desfavorecidas,Proyecto Fondecyt, Santiago, 1996.6 Borja (1998).7 Fernando Viviescas, Espacio pblico: imaginacin y planeacin urbana, en

    La calle, lo ajeno, lo pblico y lo imaginado (Bogot:Documentos Barrio Taller,Serie Ciudad y Hbitat, 1997).

    8 Isaac Joseph, ed., Prendre place. Espace public et culture dramatique (Paris: EditionsRecherches, Plan Urbain, 1995).

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    Captulo I

    PARTICIPACIN CIUDADANAY ESPACIO PBLICO

    ENRIQUE OVIEDOSUR, Corporacin de Estudios Sociales y Educacin

    XIMENA ABOGABIRCasa de la Paz

    Si el espacio pblico en su dimensin fsica abarca las calles, pasajes,paseos peatonales, plazas, parques, entre otros; en su dimensin socialabriga la capacidad de los grupos para organizarse, soar juntos eimplementar acciones de bien comn; y en su dimensin poltica, repre-

    senta un lugar de encuentro de ideas y de transparencia. El espacio p-blico es as una tarea de todos y para todos los ciudadanos y, por tanto, sudesarrollo y mantenimiento forman parte de la constante bsqueda poruna vida social ms justa y placentera. Implica, as, la capacidad quetienen los ciudadanos de incidir en las decisiones referidas a asuntos p-blicos que son de su inters. Esto es, supone la participacin.

    Existen distintas razones y modalidades a travs de las cuales losciudadanos participan. Cuando la participacin ciudadana es bien en-cauzada, contribuye positivamente al desarrollo de las polticas, progra-mas y proyectos, tanto pblicos como privados. Adems, fortalece ypotencia el patrimonio social y la vida democrtica.

    La oportuna informacin, y la atencin a las opiniones, problemas,necesidades y expectativas de la gente, permiten que iniciativas definidastcnicamente como buenas, puedan alcanzar los resultados esperados.

    1. La participacin, utopa y proyecto

    La participacin, en su expresin ms plena o en su mxima calidad,que involucra el libre ejercicio de la voluntad de decisin de las personasen todos y cada uno de los asuntos de inters colectivo que les competen,ha constituido una utopa para muchas sociedades en diferentes momen-tos histricos. Ha estado inscrita en la bsqueda de una distribucin msequitativa de los beneficios de la vida colectiva, es decir, de una propues-ta ideal de comunidad, de sistema de vida, de autorrealizacin de las

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    personas. Tambin la participacin ha sido tratada de una forma concre-ta, esto es, en todo el ciclo del proceso de toma de decisiones, y conside-rando la incidencia de cada uno de los sujetos en asuntos pblicos de su

    inters. As, en el desarrollo de la democracia, el tema de la participacinha estado siempre presente y ha llegado a ocupar un lugar importantedurante el ltimo tiempo. Y ello porque, al estar la democracia occiden-tal contempornea basada en la representatividad, siempre han estadopresentes en ella los anlisis crticos respecto de las formas y procesos dedecisin.

    En la historia reciente, durante la dcada de los sesenta, los movi-mientos estudiantiles de la nueva izquierda en casi todo el mundo occi-dental levantaron el discurso de la participacin en el contexto de laopcin por un tipo de democracia participativa. Entre los aos sesenta y

    setenta tal idea se difundi entre los obreros, empleados y movimientossociales, llegando a ser tema de moda de investigadores sociales. 1 Du-rante los ochenta, la participacin por razones polticas obvias su-fri un retroceso en Amrica Latina. Hoy en da, con el fortalecimientode los sistemas democrticos, vuelve a ser considerada como un temapolticamente relevante.

    2. Distintos enfoques sobre la participacin

    En la actualidad estamos inmersos en una cultura individualista que

    fomenta, como propsito de vida, el xito econmico individual o fami-liar por sobre cualquier otro propsito colectivo; y que, por ende, se veenfrentada a fenmenos de precariedad, sentimientos crecientes de inse-guridad y mltiples formas de fragilidad de los vnculos sociales. Unacondicin de nuestros tiempos es que prevalecen aspectos positivos denuestra cultura relacionados con la liberacin del individuo de la estric-ta homogeneidad valrica y normativa social, junto con una fuerte ato-mizacin social, que merma los lazos de solidaridad.

    No obstante ser este el modelo cultural prevaleciente, desde fines delos setenta se ha venido desarrollando en el mundo un fuerte movimien-to social, contracultural, que relaciona los aspectos positivos del recono-cimiento y respeto del individuo, con igual valoracin de los resultadosde los esfuerzos conjuntos orientados hacia propsitos o fines comunes.Este movimiento es lo que se ha denominado asociativismo.

    El asociativismo quiebra con las tradicionales formas de la organiza-cin y participacin social vigentes hasta la dcada de los setenta: aque-llas basadas en instituciones jerarquizadas y estructuradas en torno aobjetivos generalmente muy amplios, con rituales estrictos de incorpora-cin y rechazo. La nueva forma de organizacin, por el contrario, pro-

    mueve relaciones horizontales, flexibles, entre personas que piensanglobalmente y actan de manera colectiva en el mbito local: hombres ymujeres, grupos e individuos, de diversas clases sociales, creencias, etnias,se han juntado para hacer diferentes tipos de cosas defender la demo-cracia, los derechos humanos, el medio ambiente, o simplemente tratar

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    de tener una mejor calidad de vida en el da a da de un barrio o comuni-dad, con el propsito de cambiar la sociedad en que viven.

    De la misma forma en que con el surgimiento de la Repblica el Es-

    tado ocup un lugar central como representante de la sociedad e interscomn, y con la prevalencia del mercado el individuo consumidor y laempresa pasan a ser destacados, con el asociativismo se reconoce el rol dela sociedad civil. La sociedad civil, compuesta por una amplia variedadde organizaciones e iniciativas privadas de desarrollo con fines pblicos,cuyo carcter es no lucrativo,2 ubicadas entre el Estado y el Mercado,conforma lo que se denomina tercer sector.3 Y tal ha sido su fuerza enpases desarrollados nos referimos a instituciones como Amnista In-ternacional o Green Peace, entre muchas otras, que ha llevado a pro-nunciamientos y nuevas definiciones sobre el buen gobernar. As, en la

    actualidad se estima que la nueva democracia requiere que las decisio-nes de gobierno no solo provengan de sus departamentos administrati-vos, sino que incorporen a las organizaciones o grupos cuyos interesesson afectados.4

    El fenmeno del asociativismo se ha vivido en forma simultnea enlos distintos continentes, bajo diferentes manifestaciones culturales. Unaexplicacin es el creciente abandono por parte del Estado de muchastemticas sociales, a partir de la reduccin del aparato pblico impuestapor las instituciones financieras internacionales. Al asumir las personasque la solucin a los problemas que les afectan ya no provendr del Esta-

    do ni del mercado, optan por asociarse con otros que comparten lamisma motivacin, la cual puede ser de tipo autoayuda (como los Comi-ts de Vivienda, por ejemplo), o de adhesin a ciertos valores (como lasagrupaciones ambientalistas, de gnero, de proteccin tnica, entre mu-chas otras).

    Chile no ha estado fuera de este proceso. Luego de una dcada, la delos ochenta, de fuerte movilizacin y organizacin social orientada a larecuperacin de la democracia, donde participaron entidades de todotipo tradicionales como los partidos polticos, las federaciones de estu-diantes, los gremios y sindicatos, entre otros; y asociativas de distintotipo y convocatoria, para muchos los noventa son aos aparentemen-te dormidos, por lo menos en relacin con el impacto pblico de las orga-nizaciones sociales de base y su movilizacin social.

    Hemos dicho aparentemente dormidos, debido a que esta visincoloca el acento solo sobre las tradicionales formas de organizacin so-cial. Sin desconocer los problemas de desorganizacin social productode la crisis de las organizaciones tradicionales partidos polticos, gre-mios, federaciones de estudiantes, sindicatos, juntas de vecinos, se debeponer atencin a la aparicin, en otros casos a la permanencia, as como

    al fortalecimiento de iniciativas de asociativismo en diversas materias:ambientales, culturales, de diversidad social, tnica, derechos ciudada-nos, entre otras.

    En Chile, actualmente pocos desconocen el movimiento indgena, elmovimiento ambientalista, el de gnero y el regionalista. De igual forma,

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    tambin pertenecen a la esfera de lo pblico organismos que defiendenlos derechos de los consumidores, los derechos de las trabajadoras sexua-les, el derecho de los padres separados o el derecho de los ciclistas a cir-

    cular por la ciudad. Si bien no tienen gran poder, hoy estn en los diarios,en los programas de radio y televisin, y sin lugar a duda han mejoradoen alguna medida la calidad de vida ciudadana. En el mbito del gobier-no, el reconocimiento pblico del tercer sector5 y el concomitante for-talecimiento de la sociedad civil, han adquirido nueva importancia. Ellotiene mltiples implicancias, entre las que destacamos las siguientes:

    Reconoce la existencia y capacidad de estas organizaciones parapromover la participacin ciudadana y entregar soluciones tc-nicamente adecuadas y polticamente viables a los problemas yaspiraciones de las personas.

    Constituye un desafo al desarrollo de un EstadoRed, con eldoble propsito de profundizar la democracia y de superar o mi-tigar los problemas de pobreza, salud, educacin, seguridad y me-dio ambiente, entre otros difciles de asumir sin el apoyo conjuntode las redes de organismos gubernamentales articuladas a las es-tructuras no gubernamentales.

    Constituye un esfuerzo por establecer con igual fuerza a la quetiene la alianza estratgica entre Estado y el Mercado, una alian-za entre el Estado y la Sociedad Civil, revirtiendo la experienciade los aos noventa, aquella de un tipo de modernizacin in-

    completa, desequilibrada, carente de la presencia del ciudada-no.

    Reconoce la necesidad de contar con instancias de participacindirecta, ms all de los procesos peridicos de elecciones de lasautoridades democrticas, y tambin los derechos y facultadesde los ciudadanos y de sus organizaciones para fiscalizar y pedircuentas al gobierno respecto de sus compromisos y resultados.

    Constituye un desafo de creacin de nuevas capacidades y for-mas de cooperacin pblica-privada entre Estado y Sociedad Ci-vil, y de fortalecimiento de las existentes que han demostrado serexitosas.

    3. La participacin ciudadana:solucin de problemas y aspiraciones

    La participacin puede surgir como una forma de enmendar situa-ciones consideradas como perjudiciales ya sea por falta, deficiencia y/o por considerar un hecho como anmalo, extrao o inconveniente, ocomo una accin positiva destinada a llevar a cabo nuevas iniciativas.

    Todas estas situaciones responden a necesidades de las personas y alu-den a requerimientos de los cuales, tericamente, no se puede prescindir.Para fines prcticos, puede definirse un problema como una situa-

    cin que motiva una accin. En el tema que nos ocupa, tal situacin pue-de darse en cualquier mbito de la vida de la comunidad. Y la accin a la

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    que da origen se orienta hacia la bsqueda de satisfaccin en objetos fsi-cos (por ejemplo, demanda de alumbrado pblico en una plaza), u obje-tos sociales, de carcter simblico (cambio del nombre de una calle, por

    uno querido por la poblacin). El problema as definido puede ser perci-bido o reconocido por una persona o familia, por un grupo de tcnicos,por parte de la comunidad, o por todos ellos.

    Una situacin percibida como un problema por un individuo o fami-lia constituye un problema privado; si es percibida as por parte impor-tante de la comunidad o por el conjunto de ella, puede definrsela comoun problema social o de inters pblico; y si es considerada problema porun grupo de tcnicos, puede entendrsela como un problema tcnico. Losproblemas privados, por agregacin, pueden llegar a constituirse en pro-blemas sociales. Los problemas tcnicos pueden, a su vez, ser problemas

    sociales; sin embargo, pueden existir casos en donde los problemas defi-nidos por los tcnicos no sean considerados como tales por la comuni-dad.

    Los problemas sociales, en su mayor parte, se convierten en deman-das y, por lo tanto, en problemas para los tcnicos; y estos problemas tc-nicos pueden, a su vez, ser percibidos por parte o la totalidad de lacomunidad. Es decir, se pueden reconocer distintos alcances de los pro-blemas, dentro de una misma poblacin.

    La definicin de un problema social o de inters pblico es variable.Depende del contexto social, de los contornos que separan lo privado de

    lo pblico. Solo a modo de ejemplo, hasta hace no mucho tiempo en elpas no se hablaba de los problemas al interior de la familia; en la actua-lidad, la violencia intrafamiliar que compromete a las relaciones de pa-rejas y de padres e hijos, es uno de los problemas sociales pblicosque ms preocupacin suscita.

    4. Importancia de la participacin ciudadana en Chile actual

    Chile escala posiciones en los rankings mundiales segn diversas va-riables. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en su infor-me Desarrollo humano en Chile 1998. Las paradojas de la modernizacin ,6reconoci importantes logros en el mbito econmico y social del pas.Sin embargo, seala ciertas facetas en las que percibe retraso y que cali-fica como generadoras de malestar social. En particular, se refiere aalgunos temores existentes en la actualidad: el temor al otro, el temor a laexclusin y el temor al sinsentido. Los tres tipos de temores tienen unaraz comn: la prdida de confianza en los dems, del sentido de perte-nencia y de las certidumbres que ordenan la vida cotidiana; el debilita-miento del vnculo social y del sentimiento de comunidad; el

    resquebrajamiento del nosotros. Es decir, grados significativos de des-confianza, precaria asociatividad y descomposicin de las identidadescolectivas tradicionales.

    As, segn el PNUD 1998, el progreso material experimentado en elpas pareca haber descuidado otras necesidades del individuo: los lazos

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    de confianza, las relaciones de gratuidad y solidaridad, el respeto, la per-tenencia y, en general, toda la trama propia de la sociabilidad cotidiana.Y estos vacos determinaban que el fortalecimiento del capital social se

    convirtiera en tarea prioritaria para el desarrollo humano en Chile. Agre-gaba que para promover el capital social de nuestro pas, es preciso cui-dar y profundizar las distintas formas de sociabilidad, promover lasrelaciones de confianza y colaboracin. Fortalecer el vnculo social entrelas personas parece ser el modo ms eficaz de devolver a las personas(individuales y colectivas) el protagonismo que requieren.

    El quehacer local apareci, entonces, como una poderosa oportuni-dad para avanzar en este desafo, dado que los municipios son las ins-tancias de gobierno ms cercanas a la gente y, por lo mismo, las que puedenrecoger con mayor facilidad sus aspiraciones y necesidades. En esa capa-

    cidad son tambin las instancias que pueden reaccionar con mayor flexi- bilidad ante los ciudadanos, manteniendo buenos canales decomunicacin y, con ello, mejores niveles de confianza en la resolucinde conflictos.

    Uno de los requisitos para hacer realidad las ventajas de los munici-pios ha consistido en fomentar la participacin de la comunidad en to-dos sus niveles, desde la informacin, pasando por la opinin,impugnacin y evaluacin, hasta el ejercicio de la decisin y la fiscaliza-cin participativa de su cumplimiento. De hecho, el ejercicio de la parti-cipacin es percibido por acadmicos y polticos como una forma de

    incrementar el capital o patrimonio social7 de una localidad, as comotambin de una regin o pas. Sin lugar a duda, conocer las aspiracionesy expectativas de la poblacin, as como tomar en cuenta sus opiniones ydecisiones, son elementos fundamentales tanto para orientar la gestinmunicipal hacia una mayor participacin, como para avanzar en efica-cia. En la medida en que las propuestas se articulan con las aspiracionesy expectativas, estn entendiendo y promoviendo la identidad local ytienen con ello ms probabilidades de concretarse.8

    En nuestro pas, el proceso de descentralizacin ha dado relevanciaal tema de la participacin ciudadana. Y a pesar de que los municipiosno han cumplido an cabalmente con las expectativas originadas en cuan-to a ser el espacio de gobierno que incorpora el desarrollo participativo,el PNUD 2000 aporta una nota de optimismo para comenzar el nuevomilenio.

    Afirma que los habitantes de Chile cuentan con los ingredientes ne-cesarios para constituir el capital social: tienen capacidad de articularsey, a modo de demostracin, menciona la existencia de 86 mil organiza-ciones en funcionamiento a lo largo del pas, que comparten un sueocolectivo: un Chile ms solidario.

    En este contexto de incremento de la asociatividad y participacin,los problemas ambientales locales se ofrecen como un buen casoejemplificador, dada la visibilidad que hoy ha alcanzado este tema: lasdecisiones relacionadas con el medio ambiente impactan en las vidascotidianas de las personas en las formas ms diversas, influyendo, por

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    ejemplo, en sus opciones de trabajo, de traslado, de consumo de energa,de disposicin de residuos. Y, en lo que aqu nos interesa, estos problemasconstituyen un lugar de encuentro por supuesto, entre otros de lo

    pblico y lo privado, lo micro y lo macro. Vecinos que se agrupan paralograr un objetivo comn la limpieza de un canal, la forestacin deuna ladera, la eliminacin de un vertedero clandestino son personasque se conocen, conviven, validan liderazgos, se potencian en su actuarconjunto. En otras palabras, la participacin de la ciudadana no solocontribuye a la gestin ambiental, sino que tambin es una efectiva res-puesta al malestar social que nos aqueja. Es difcil dimensionar a prioritodas las consecuencias sociales, econmicas y ambientales que una de-cisin puede originar al momento de implementarla. Por ello, la partici-pacin de un nmero lo ms diverso posible de actores constituye una

    oportunidad para conocer el amplio espectro de consecuencias que pue-de tener una medida, antes de que ella sea puesta en prctica.Hoy nadie pone en duda que todo esfuerzo de desarrollo, para que

    sea realmente sostenible, requiere el activo involucramiento de una ciu-dadana bien informada.9 La discusin sobre los temas del desarrollo concontrapartes interesadas o afectadas por los diferentes asuntos, generauna amplia gama de ideas, experiencias y conocimientos que ayudan atomar mejores caminos. Adicionalmente, la identificacin temprana delos puntos de consenso y disenso en las diversas etapas del proceso detoma de decisiones constituye una oportunidad para focalizar los recur-

    sos disponibles. A menudo, cuando los actores toman tempranamente unaposicin a favor o en contra de una medida, su atencin se concentra enelaborar los mejores argumentos para sostener su postura y destrozar alenemigo. En cambio, si se logra construir una historia comn entrelos participantes, que permita a cada uno comprender las posiciones aje-nas, tambin se logra definir el rea de asuntos en los cuales existe acuer-do, para identificar con nitidez aquellos en los cuales hay disenso. Alexplicitar los reales puntos en discusin, es posible disear alternativaspara resolverlos como encargar estudios a personalidades en que to-dos confen, comprometindose a acatar sus resultados, concentrandoen ellas toda la energa y recursos disponibles. Mientras antes se logreconocer los puntos sobre los cuales existen discrepancias, mayores sernlas posibilidades de prevenir y resolver los conflictos.

    Finalmente, la participacin ciudadana proporciona oportunidadespara la cooperacin y coordinacin entre el gobierno, el sector privado yla sociedad civil, y permite a las partes conocerse para alcanzar, en ellargo plazo, mejores relaciones y disposicin a colaborar entre s. Porquelos temas relacionados con el espacio pblico preocupan a personas dediferentes estratos sociales, edades y cosmovisiones, constituyen una opor-

    tunidad para trabajar mancomunadamente por el bien comn.

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    5. Formas de entender la participacin

    5.1 La participacin segn el mbito que comprende

    La participacin pblica puede ser comprendida a travs de su ex-presin en el mbito tradicional de hacer poltica, as como en el mbitosocial. Cuando nos referimos a la participacin pblica en el mbito tra-dicional de hacer poltica, aludimos a los partidos polticos: institucionesformales, jerarquizadas, burocrticas, que median entre la poblacin y elgobierno, y cuyo objetivo es el acceso al poder.

    En el mbito social, comprendemos que la participacin pblica pue-de llevarse a cabo a travs de:

    Organizaciones sociales territoriales, que presentan una estruc-tura burocrtica, jerarquizada.

    Organizaciones sociales funcionales, que pueden serjerarquizadas o no, que se estructuran en torno a un fin comn. Otras organizaciones sociales en el territorio no reconocidas for-

    malmente bajo ninguna tipologa por el municipio.La participacin en el mbito social puede tambin comprender in-

    tereses de colectivos o de comunidades al interior de la sociedad. Cuan-do elegimos esta mirada, nuestro concepto de participacin nos permitereconocer los grados de integracin de la comunidad, las redes socialesde apoyo inmediato ms all de la familia nuclear. Este es un patrimoniosocial que est en la base de la participacin pblica. La relacin de las

    personas con individuos o grupos sociales puede proveerles oportunida-des y recursos que aisladamente les son menos accesibles. Entre ellos,podran destacarse la socializacin y formacin de un sentido de perte-nencia, el desarrollo de proyectos y programas de accin propios, el for-talecimiento de la creatividad y la iniciativa colectiva, entre otros.10

    5.2 La participacin segn el modo de acceso a ella

    La participacin tambin puede ser comprendida y diferenciada se-gn la forma en que se accede a ella; no obstante, para nosotros, en tr-

    minos generales, siempre se refiere a una modalidad organizada,informada y responsable. Destacamos:

    La participacin directa

    Cuando se habla de participacin, en general se alude alinvolucramiento directo de las personas en los procesos de toma de deci-siones sobre asuntos que comprometen sus aspiraciones o problemas. Sinembargo, la participacin directa en sociedades cada vez ms grandes ycomplejas se hace difcil. Debido a lo anterior, este modo de participa-cin se ve restringido a situaciones puntuales, como la eleccin de auto-

    ridades pblicas, o a procesos de informacin o modalidades de opinin.Las consultas comunales, ya sea que intervenga toda la poblacin o

    parte de ella, constituyen una modalidad de participacin a la que se harecurrido ltimamente. Por cierto, este mecanismo puede ser entendidocomo un tipo impuro de participacin directa incluso, para algunos,

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    una modalidad que no constituye verdadera participacin ciudadana, pero en el contexto de municipios de gran nmero de personas, a vecesresulta ser la nica instancia de solicitud de opinin o decisin respecto

    de temas de inters pblico. Muchas veces dan viabilidad a la aplicacinde programas o proyectos: sirven como una manera de implementarlosde buena forma, para enmendar errores en una etapa de evaluacin opara priorizar diferentes opciones.

    Chile, como ya se ha expresado, no tiene una tradicin fuerte de par-ticipacin directa de la poblacin en el mbito local. Nuestra historia nosremite a un pas centralizado, con participacin limitada, indirecta o cir-cunstancial de la poblacin en decisiones fundamentales sobre la vidasocial. Esto en el ltimo tiempo ha tendido a cambiar, y es as como enalgunos municipios ha habido participacin de la gente en plebiscitos y

    consultas sobre diversos intereses comunes.Todas las iniciativas plantean viejos temas como: a) definir quinesy cmo deben participar; b) la necesidad de captar el inters y confianzade la gente; b) informar adecuadamente a la gente y disponer del conoci-miento tcnico necesario; c) mantener una visin orgnica respecto delos problemas y aspiraciones parciales de las personas; d) incorporar susopiniones en decisiones de inters pblico. No obstante, se debe recono-cer que tanto los problemas econmicos y el desconocimiento tcnico-metodolgico, as como la falta de tradicin, muchas veces atentan contraestas alternativas.

    La participacin va representacin, o participacin indirecta

    Gran parte de las modalidades de participacin de nuestras grandesy complejas sociedades son indirectas o va representacin. Es as como,tras la eleccin de un representante, se le otorga los poderes de informar,opinar, impugnar y decidir sobre un conjunto de materias, guiado nica-mente por su buen criterio. En general, los desacuerdos de la poblacincon sus representantes se manifiestan solo despus del perodo de dele-gacin, en el momento de una nueva eleccin.

    Actualmente vivimos en una sociedad que delega su responsabili-dad de decidir sobre algunas autoridades competentes en ciertas reasde conocimiento. En general, mientras las decisiones resultan adecuadasa sus intereses, las personas tienden a mantenerse al margen de los asun-tos pblicos. Es un hecho que no todas las materias tienen igual interspara el conjunto de las personas, lo que hace que la participacin varede manera importante segn sea la cuestin tratada. Es ms, muchasveces, las mismas personas estiman que se debe evitar caer en el populismode someter cualquier decisin de la autoridad a consulta.

    Existen materias que demandan competencia tcnica o conocimien-

    to profesional especializado. En esos casos, lo ms importante es proveera la poblacin de informacin sobre las distintas alternativas tcnicas,as como establecer un espacio de encuentro entre la decisin poltica y elconsejo tcnico. De esta forma, los distintos actores podrn aportar lainformacin de que disponen y representar ante la autoridad las diferen-

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    tes implicancias econmicas, culturales, sociales y ambientales de unadecisin.

    Por ltimo, existen problemas de orden municipal que trascienden

    las opiniones parciales de cada persona. La necesidad de adoptar unadecisin ms centralizada, en oposicin a la participacin directa, esta-ra avalada por la eficiencia de los procedimientos y medidas. A modo deejemplo, se citan las situaciones lmites a que se podra llegar si se obede-cieran los deseos de la gente sobre la instalacin de parqumetros y se-mforos. Se plantea el absurdo de una comuna con autos estacionadosen cualquier calle, y de avenidas de gran velocidad interrumpidas conlomos de toro en toda su extensin. En ciertas circunstancias, los espa-cios participativos solo generan manifestaciones del inters individual,por lo que le corresponde a la autoridad velar por el inters social.

    5.3 La participacin como ejercicio de los derechos ciudadanos

    La participacin puede ser comprendida a travs de los derechos queella encarna.11 Estos, ordenados desde menor a mayor intensidad, com-prenden desde la informacin hasta la toma de decisiones, y pueden serresumidos de la siguiente manera:

    El derecho a ser informado

    Es el nivel bsico de participacin. La disposicin oportuna y equi-

    tativa de informacin posibilita la intervencin activa en los procesos decomunicacin. La informacin es un peldao indispensable para la dis-tribucin equitativa de las oportunidades de participacin, y una varia-ble fundamental para el ejercicio de la libertad y de las responsabilidadesindividuales.12

    El derecho a opinar

    Para un mayor nivel de participacin, no basta con informar a lapoblacin a travs de los diferentes medios tcnicos disponibles. Las per-

    sonas deben poder expresar sus propios problemas, intereses y experien-cias, ya que ello les permite interactuar y constituirse en comunidad.13

    As, la posibilidad de las personas de dar ideas, preguntar, sugerir, fisca-lizar y protestar, entre otras cosas, es una etapa superior de participa-cin. Por otra parte, el acceso de las autoridades a la opinin de laspersonas enriquece la comunicacin y las decisiones que adoptan.

    El derecho a impugnar legalmente las decisiones de la autoridad

    Se refiere a la posibilidad de que las personas pueda manifestar sudesacuerdo con decisiones que la autoridad toma y que les afectan.

    El derecho a confrontar ideas y llegar a consensos

    Este corresponde a un nivel intermedio entre la impugnacin y ladecisin. Ni la participacin a travs de la opinin, ni la impugnacin dealguna decisin, contemplan necesariamente el contacto entre quien de-

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    cide y quien es afectado por la decisin. Un nivel de mayor participacinconsiste en la confrontacin de ideas y la generacin de acuerdos entre laautoridad y la poblacin. Sin embargo, esta instancia est limitada a un

    pequeo nmero de personas: conjunto de poblacin de localidades pe-queas, sistema de representacin de personas, o sistema de representa-cin de asociaciones u organizaciones sociales territoriales o temticas.

    La ampliacin de los espacios de participacin supone la bsquedade caminos de negociacin entre los diversos intereses en pugna, y pro-porciona poder y prestigio a los grupos de menores ingresos, una capaci-dad de la que carecen en los regmenes no democrticos.14

    El derecho a decidir

    Debe ser considerado en ciertas materias y circunstancias. La parti-

    cipacin alcanza su mxima expresin cuando las personas afectadaspor alguna iniciativa o problema tienen la posibilidad de decidirsoberanamente sobre el curso de los acontecimientos. El derecho a deci-dir constituye una reivindicacin del ciudadano comn para incidir enlos asuntos que afectan su existencia cotidiana. La participacin socialactiva otorga mayor vitalidad al sistema poltico y lo aproxima a los pro- blemas reales de la gente. Es fundamental cuando se quiere transferirmayor iniciativa a la ciudadana, por ejemplo promover un tipo de desa-rrollo descentralizado. Y es, sin lugar a duda, el mejor modo de expresarla diversidad social, de lograr el compromiso e identidad cultural y terri-torial.15

    6. Participacin y espacios pblicos

    En Chile ha faltado una amplia discusin pblica donde interven-gan hombres y mujeres jvenes, adultos y ancianos, nios y nias, de dis-tintas condiciones polticas, sociales, econmicas y culturales sobre elvalor social y ambiental del espacio pblico y sobre la conveniencia delas prcticas participativas. Solo a travs de una amplia discusin pbli-ca se podr responder preguntas como: cules son los usos que nosotroslos ciudadanos queremos dar a los espacios pblicos?; cundo, cunto,cmo y segn qu identidad cultural queremos intervenir el espacio p-blico?

    Mientras ms amplia sea la convocatoria a participar de alguna ini-ciativa ciudadana, mayor ser el intercambio de ideas, opiniones y pro-puestas, y ms completa y precisa ser la definicin de los asuntosrelevantes incorporados en la materia bajo discusin. Adems, ms altaser la probabilidad, para cualquier decisin que se tome, de llevarse acabo. Al conocer los disensos existentes en la sociedad respecto de la ge-

    neracin, uso y mantenimiento del espacio pblico, es posible generaralternativas para comprender la variedad de perspectivas o hacer ma-yores esfuerzos en pro de aunar visiones. Si se logra identificar los con-sensos sociales, es posible avanzar hacia los acuerdos necesarios.

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    La falta de discusin generalizada sobre los espacios pblicos, su-mada a la histrica ausencia de una cultura de proteccin de ellos, aten-ta contra su conservacin. De esto se desprende, por una parte, la

    importancia de la educacin, formal y no formal, para lograr una gestinsustentable del espacio pblico; y por otra, la necesidad de informacinrespecto de las opiniones, actitudes y conductas de la poblacin frente aeste tipo de espacios, como base para comenzar a abordar temas relati-vos a la recuperacin y restauracin de reas patrimoniales segn seanlos valores y normas sociales de los ciudadanos.

    6.1 Niveles de intervencin participativa enla gestin de espacios pblicos

    Si bien genricamente hablamos de la importancia del espacio p-blico, un anlisis ms fino nos permite distinguir diferentes tipos de es-pacio pblico, as como de usos asociados. No es lo mismo una pequeaplaza y un gran parque, un paseo peatonal cntrico o un pasaje en unvecindario, como tampoco lo es un sendero cordillerano y una playa enel litoral. Las caractersticas geogrficas, sus dimensiones, entre una va-riedad de factores fsicos, sociales y econmicos, condicionan sus posi-bles usos.

    Debido a que existe una gran diversidad de espacios pblicos, tam-bin hay diferentes formas para su creacin, construccin, mantenimiento,

    animacin y uso. El rango o jerarqua de los espacios es una variable im-portante de considerar, pues condiciona la modalidad de la participa-cin ciudadana. El manejo del ms amplio abanico de alternativas es unacuestin que debe tenerse en cuenta cuando se piensa en proveer de es-pacios adecuados a la ciudadana. Adems, si el fin o la meta de un pro-yecto es proteger los espacios pblicos y mejorar la calidad de vida de lapoblacin, debe conocer y respetar los diferentes estilos de vida de la gente.

    6.2Dificultades para la participacin ciudadana enla gestin del espacio pblico

    La experiencia indica que la participacin no se ordena por decreto,sino que constituye un profundo cambio cultural que debe impregnar atodos los actores sociales. Nunca generar todos sus beneficios potencia-les si los gobernantes o los empresarios la permiten solo para cumpliruna requisito legal. Es preciso que estemos todos ntimamente convenci-dos de que el involucramiento de la ciudadana es indispensable y con-veniente. Tampoco tendr xito si solo se aborda en los espacios formalesque la ley establece para ello y que, por cierto, resultan insuficientes. Msbien, la participacin de la comunidad debe empapar la cultura corpora-tiva del Estado y de las empresas, y estar presente en todo el ciclo de vidade una decisin. Es preciso haber construido un clima de confianza enque los actores se puedan relacionar en un ambiente de respeto y credibi-lidad. Y esto, a su vez, requiere un proceso previo de mutuo conocimien-to y comprensin, lo cual es difcil de lograr si se est presionado poralcanzar una decisin.

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    No obstante los beneficios que todos le reconocen al involucramientode la ciudadana en la gestin de los espacios pblicos fsicos dentro delos cuales destaca que la apropiacin a travs del uso lleva a la responsa-

    bilizacin por ellos, nuestra cultura nacional an est lejos de incorpo-rar los procesos participativos en sus prcticas cotidianas.Muchas veces, quienes toman decisiones administrativas creen que

    consultar a otros es inoficioso. Mal que mal, ellos han sido contratadospor su capacidad en un determinado mbito. Tambin temen que su po-der quede erosionado y que preguntar sea percibido como incapacidadde decidir sin contar con la aprobacin del resto, o que el procesoparticipativo levante expectativas no realistas y los lleve a asumir com-promisos incumplibles.

    Por su parte, muchas veces el proponente de una actividad o pro-

    yecto considera que basta y sobra con cumplir con lo que la ley le ordena,que es intil hablar con gente que no entiende y que discutir sus asun-tos internos con personas ajenas solo trae dificultades.

    A su vez, los ciudadanos creen que no tienen nada que aportar, quecon o sin su contribucin las cosas se harn igual y que para eso eligenperidicamente a sus representantes en el gobierno nacional y local. Enotras palabras, que no vale la pena tomarse la molestia de participar.

    Otro gran obstculo para el involucramiento de la ciudadana es quelos procesos participativos son altamente consumidores de tiempo y derecursos, porque requieren de una base comn de informacin asumida

    y aceptada por todos los participantes, lo que demanda un esfuerzo sis-temtico por simplificar asuntos complejos. Ello obliga a involucrar adiferentes especialistas, generar abundante reproduccin y distribucinde documentos y, sobre todo, largas horas en reuniones.

    Lamentablemente, debido a estas percepciones negativas sobre la par-ticipacin, cada uno de los actores, y la sociedad en su conjunto, desper-dician una valiosa oportunidad.

    7. A manera de conclusin: los principios

    de la participacin ciudadanaUna cultura participativa ciertamente requiere de espacios formal-

    mente establecidos en la institucionalidad, en especial a la hora de hacercumplir los acuerdos. Tambin es preciso contar con una diversidad deherramientas metodolgicas aplicables caso a caso, segn la naturalezade los actores involucrados y la complejidad del tema.

    Para avanzar hacia una cultura que incorpore el involucramientode los actores como un instrumento permanente de gestin de espaciospblicos, es posible identificar los siguientes principios:

    Proactividad. Por las dificultades descritas anteriormente, los pro-cesos participativos requieren de una conviccin profunda de queefectivamente valen la pena y que una adecuada metodologa ge-nera importantes beneficios para todos. Por ello, se requiere unpapel proactivo de la autoridad, del sector privado y de la socie-

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    dad civil, entendiendo que la participacin es un derecho y undeber en toda sociedad democrtica.

    Inclusin. La plena participacin de todos los afectados e intere-

    sados es esencial para lograr soluciones equitativas y sostenibles.Es preciso contar con una amplia gama de participantes repre-sentativos de diferentes puntos de vista, y apoyar con recursos aquienes tienen dificultades para participar efectivamente (tras-lados, reproduccin de documentos, capacitacin, etc.), as comodeterminar lugares y horarios adecuados a sus estilos de vida.Tambin es preciso elaborar documentos breves pero relevantes,en lenguaje apropiado para los diferentes pblicos.

    Responsabilidad. Los gobiernos solos no pueden garantizar el de-sarrollo sostenible, por lo que la sociedad civil y el sector privado

    deben compartir los compromisos y costos del desarrollo. Paraello, todos los actores deben esforzarse por comprender y respe-tar puntos de vista diferentes a los suyos. Se debe generar espa-cios para que los desacuerdos se planteen y resuelvan hasta dondesea posible, y trabajar colectivamente para proponer alternati-vas que permitan resolver los desacuerdos que persistan.

    Flexibilidad. La participacin inspira nuevas ideas y conocimien-tos. Un proceso de toma de decisiones requiere acoger en todassus fases los nuevos aportes que hagan la comunidad, la ciencia yla tecnologa.

    Pertinencia. La discusin debe mantenerse focalizada en asuntospertinentes. Las tcnicas de participacin que se utilicen debenser adecuadas al objetivo del proceso y a las caractersticas de losparticipantes.

    Acceso. Las tcnicas de participacin que se implementen debenasegurar que todos tengan igual posibilidad de aportar y recibirinformacin precisa, objetiva, actual y oportuna.

    Transparencia. El desarrollo requiere alianzas entre la sociedad ci-vil, el sector privado y el gobierno, para lo cual los tres precisanser confiables. Las motivaciones y objetivos deben ser explcitos,as como los roles de cada uno, las limitaciones y los resultadosesperados.

    Oportunidad. La participacin debe iniciarse lo ms temprana-mente posible y mantenerse a lo largo de todo el ciclo de la deci-sin, incluyendo su implementacin y posterior monitoreo. Eltiempo de discusin debe ser adecuado: ni tan largo que retraseinnecesariamente la decisin y/o los actores pierdan inters, nitan corto que se convierta en una iniciativa cuyo solo fin sea de-mostrar que existi.

    Cuando las herramientas metodolgicas no son apropiadas, la so-ciedad desperdicia los beneficios que debieron obtenerse del esfuerzo rea-lizado. Por su parte, los actores convocados sienten legtimo malestarpor haber sido invitados a involucrarse en un proceso que no dio el frutoesperado: influir en la decisin final. Porque el tiempo es hoy el recurso

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    ms escaso en la vida de las personas, su aporte voluntario debe ser retri-buido con un cuidadoso procedimiento para informar sobre los resulta-dos de su intervencin y sobre cmo fueron acogidas sus legtimas

    preocupaciones.Lo pblico requiere de la sociedad civil. Sin ella no existe realmenteel espacio pblico. Solo con una sociedad civil fuerte es posible pensar enla recuperacin del reconocimiento, respeto, y confianza social, as comoen la adecuada, frecuente y masiva ocupacin de las plazas, parques,paseos peatonales y calles. Con una sociedad civil fuerte es posible pen-sar nuestras ciudades con ciudadanos.

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    Notas1 C. B. Macpherson, La democracia liberal y su poca (Madrid: Alianza Editorial,

    1991).2

    Dentro de estas se cuentan las ONG, Corporaciones, Fundaciones, organiza-ciones territoriales y funcionales, entidades gremiales, profesionales y sindica-les, centros de alumnos, entre muchas otras.

    3 La Sociedad Civil es denominada Tercer Sector, en tanto al Estado se le definecomo Primer Sector y al Mercado como Segundo Sector.

    4 Naciones Unidas,Metropolitan Governance: Patterns and Leadership. Documen-to presentado a United Nations High-Level Interregional Meeting onMetropolitan Governance: Patterns and Leadership (Quito, 18-20 abril 1995).

    5 No obstante haberse conocido privadamente en abril de 1997 un Documentode base para una poltica general del Estado sobre el Tercer Sector, presenta-do al Ministro de Planificacin y Cooperacin de aquel entonces, los plantea-mientos acerca de este sector en Chile solo adquirieron presencia pblica

    durante 1999, producto de la campaa poltica presidencial. Los planteamientoshan comenzado a ser incorporados recientemente (ao 2000) dentro de lapoltica social del pas y, hasta el momento, su principal resultado es la confor-macin de una Mesa de Trabajo que deber proponer formas de fortalecer lasociedad civil.

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    MODALIDADES DE GESTINDE ESPACIOS PBLICOS

    GUILLERMO DASCALCasa de la PazLVARO BHME

    SUR, Corporacin de Estudios Sociales y Educacin

    Existen en nuestro pas diferentes modalidades de gestinparticipativa del espacio pblico, que han dado lugar a una cierta varie-dad de experiencias. Para identificarlas y describirlas, se ha recopiladodatos a travs de informantes clave de distintas instituciones, visitas a

    terreno y lectura y anlisis de informacin secundaria. La informacinobtenida en cada una de las instituciones visitadas ha sido analizadaconforme a una matriz lgica que permite su comparacin en los aspec-tos ms relevantes.1

    Para el anlisis de las distintas experiencias se integr juicios y co-mentarios originados en distintas perspectivas disciplinarias.

    Como resultado del debate y anlisis, se entregan algunas conclusio-nes que pueden servir como punto de partida para estudios sobre el tema,y para el enriquecimiento de polticas de Estado y programas pblicos.

    1. Programas participativos de gestin de espacios pblicos

    En Chile, diversas instituciones pblicas y privadas llevan a caboprogramas de gestin de espacios pblicos, con distintos niveles de par-ticipacin y tambin diferentes resultados e impacto en la comunidad.

    1.1 Instituciones pblicas

    Ministerio de Vivienda y Urbanismo

    El Ministerio de Vivienda y Urbanismo ejecuta en la actualidad tres

    programas de gestin participativa de espacios pblicos. Estos son: Programa de Parques Urbanos: Iniciado en 1992, es un programa

    orientado a la construccin de parques en sectores populares ur-banos de diferentes ciudades del pas. La participacin de la co-munidad se centra en el diseo, para lo cual el Ministerio elabor

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    una metodologa de diseo participativo de parques urbanos, laque es aplicada en la actualidad. La comunidad destinataria soloparticipa marginalmente en el mantenimiento, animacin, con-

    trol y vigilancia. Una empresa del rubro realiza las tareas cons-tructivas. En el marco de este Programa se ha construido unatreintena de parques.

    Programa de Pavimentacin Participativa: Se inici en 1995. Apun-ta a la pavimentacin de calles y pasajes con aportes de la comu-nidad como co-pago de las obras (de un 5 a un 25 por ciento). Losdestinatarios deben organizarse formalmente bajo la figura de uncomit con representante legal. La participacin se organiza entorno al aporte monetario. El mayor impacto se relaciona con lagran cobertura del Programa y la organizacin de 2.187 comits

    en cuatro aos, los que han abordado, en algunos casos, nuevosdesafos para superar otros problemas a escala barrial. Programa de Mejoramiento Comunitario: Desde 1996, este Progra-

    ma busca mejorar el equipamiento de inters comn en poblacio-nes anteriores a 1994. Los recursos destinados no han sidoregulares: a modo de ejemplo, en 1998 se financiaron 33 progra-mas en la Regin Metropolitana, en 1999 fueron 90, y para el 2000se financiar solo 6 proyectos. En cuanto a la participacin de losvecinos, la comunidad destinataria se encarga de la presentacindel proyecto, el municipio debe aprobarlo y, obligatoriamente,

    aportar con recursos propios. La participacin consiste en la or-ganizacin para la postulacin, y no incluye necesariamente eldiseo, construccin y mantenimiento participativo.

    Ministerio de Bienes Nacionales

    El Ministerio de Bienes Nacionales ha identificado un conjunto de bienes de propiedad fiscal que presentan interesantes perspectivas dedesarrollo local, denominados reas Prioritarias de Gestin (APG), queincluyen playas, reas verdes, orillas de ros, cumbres de cerros, entre

    otros. El Proyecto Balnearios involucra APG en playas y bordes de la-gos y ros, donde el Ministerio realiza actividades de gestin participativa.En algunos casos, estas actividades estn orientadas a un desarrollo

    productivo sustentable, a travs del mejoramiento de la renta de los ha-bitantes de la zona. Se ha realizado talleres y diseado planes de ordena-miento territorial en forma participativa. Los resultados son anincipientes. Las perspectivas de este Programa dependen de recursos fi-nancieros cuya provisin no est asegurada plenamente.

    Por otra parte, este Ministerio, junto al Ministerio de Vivienda y Ur-banismo y la Asociacin Chilena de Municipalidades, ha iniciado el Pro-

    grama Chile Comuna, consistente en la entrega de bienes nacionales deuso pblico en forma gratuita a municipios, con el compromiso de queestos ltimos inviertan en equipamiento de inters comunitario o colec