estudio sobre la muerte en buenos aires siglos xviii y xix

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El concepto de la muerte en Buenos Aires a finales del siglo XVIII y principios del XIX Instituto Superior de Formación Docente N° 21 “Dr. Ricardo Rojas” Profesorado de Educación Secundaria en Historia Investigación Histórica II Profesora: Mohorade, Elena Alumno: Balderrama, Martín Leandro

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Page 1: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

El concepto de la muerte en Buenos Aires a finales del siglo XVIII y principios del XIX

Instituto Superior de Formación Docente N° 21 “Dr. Ricardo Rojas”

Profesorado de Educación Secundaria en Historia

Investigación Histórica II

Profesora: Mohorade, Elena

Alumno: Balderrama, Martín Leandro

Page 2: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

EL CONCEPTO DE LA MUERTE A FINALES DEL SIGLO XVIII Y COMIENZOS DEL SIGLO XIX EN BUENOS AIRES

INTRODUCCIÓN:

La presente investigación toma el concepto de la muerte en los contextos y

con los significados que tuvo en el siglo XVIII y a comienzos del XIX en la

ciudad de Buenos Aires ( claro está que la muerte está inscrita en un proceso

de larga duración y desconoce de límites cronológicos), es decir como el

"transito" que debía ser preparado en vida  a través de una serie de gestos y

actitudes prescritas  en este caso la defunción iba acompañada de una serie de

ceremonias, ritos, exequias (Oración funebre)1 y lugares de enterramiento que

conformaban el ritual mortuorio del Ars Moriendi2 la cual constituirá la variable

de análisis siendo la fuente edita principal. De forma concomitante el contexto

de finales del periodo tardo colonial (la incidencia o no  de las reformas

Borbónicas) como también las invasiones Inglesas serán abordados a través

de las actas capitulares3 que permitirán analizar los rasgos  característicos de

una época, como también las modificaciones  producidas (si es que se

producen) en algunos miembros de la elite con respecto al significado de la

muerte.

El concepto acerca de la muerte y de su manifestaciones tanto desde  los

gestos de salvación frente a la misma como a los lugares de inhumación

posibilitan en el análisis un punto de fisura significativo en la transición de la

colonia  a la independencia agregando al tema la noción de espacio o

escenarios para la muerte que permite  "situar y corporizar" a la muerte en un

lugar  en este caso serian las iglesias para la primer etapa y luego si esos

lugares se mantuvieron indemnes con los cambios acaecidos como con las

invasiones Inglesas, el proceso Revolucionario de Mayo y con la “Feliz

experiencia”.

1 “Oracion funebre”. Que en las solemnes exequias que celebraron los señores albaceas. Don benito de

la mata linares, don francisco de garasa, regente, y oidor de la real audiencia pretorial de buenos-ayres.

En la iglesia catedral el dia 13 de octubre de 1797. En la real imprenta de los niños espositos.

2 De Alvarado, Antonio. “Arte de bien morir” y gvia del camino de la muerte”. Impreffor del Reyno de

Nauarra, año 1615.

3 Legislatura de la C.A.B.A. Dirección General de Cultura. Biblioteca Esteban Echeverría. Edición digital

de Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires. [CD-ROM] Buenos Aires, 2010. Serie IV. Libro

XVI.p. 550

2

Page 3: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

Sin embargo estos espacios servirían como apoyatura  para trabajar las

distintas disposiciones que se prescriben en  los distintos documentos del Buen

Morir4 que configuraba la base de la representación religiosa en relación a

como se concebía la muerte y aquí es donde  se introduce como variable  la

incidencia que comienza  a tener la conformación de un piedad ilustrada en

algunos sectores de la élite.

Siendo parte constitutiva y heredera de la historia de las mentalidades "la

historiografía de la muerte" surge y se despliega en Francia  con la tercera

generación de Annales que aporta su bagaje conceptual y metodológico a

través de dos  grandes líneas interpretativas y de investigación una

representada por Michel Vovelle5 y la otra por Phillip Aries6. .El análisis de la

muerte se inscribe dentro de lo que Braudel caracteriza como la larga duración,

donde se pueden apreciar las persistencias o las transformaciones de las

estructuras mentales, lentas y pausadas, que pueden definir un cambio de

mentalidad. De este modo se pueden analizar los rasgos característicos de una

época, como también las modificaciones producidas en el hombre con respecto

a su concepto de la muerte.

En las últimas décadas del siglo XX en Argentina encontramos una apertura

marginal respecto de las investigaciones que se han dedicado al estudio de la

muerte sobre todo en las Universidades Nacionales del Noroeste ( Salta, Jujuy,

Catamarca) que centraron su énfasis en los análisis regionales y en tiempos

más acotados como el periodo tardo colonial.

Los trabajos de Teresa Suarez " El discurso del morir"7 y el de Yanina Mariel

Hernández  " Temiéndome de la muerte que es cosa natural a toda criatura"8

4 Murillo, Pedro. “de testamentos, en que se resuelven los casos mas frecuentes, que se ofrecen en la

disposición de las últimas voluntades”, Buenos Aires, Real imprenta de los niños expósitos, 1792.

5 Vovelle, Michel, Ideología y Mentalidades, Barcelona, Editorial Ariel, 1985

6 Aries, Phillip .Las actitudes ante la muerte. En Historia de la Muerte en Occidente, Barcelona, Eds.

Acantilado, 2000.p.20-102

7 Teresa Suarez. "El discurso del morir testamentos de primera mitad del Siglo XVIII en Santa Fe

colonial". Estudios Sociales [en línea].1994, Vol.4, n°7 Citado. 

Disponible en Internet:

http://bibliotecavirtual.unl.edu.ar:8180/publicaciones/bitstream/11185/556/1/ES_4_7_1994_pag_83_93.pdf

8 Yanina Hernández. ."Temiéndome de la muerte que es cosa natural a toda criatura... una aproximación

a las sensibilidades mortuorias ciudad de Salta Siglo XVIII". Boletín Americanista [en línea].2011, Año

LXL, 1, n°62 Citado

Disponible en Internet:

http://www.raco.cat/index.php/BoletinAmericanista/article/view/250044/334599

3

Page 4: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

proporcionan análisis similares en cuanto a lo metodológico ( interpretativo)

donde los ejes de los trabajos son las devociones en la vida y las actitudes ante

la muerte prescriptas en los distintos Ars moriendi y abordadas a través de las

actas testamentarias ( documento que revalorizo Michel Vovelle mediante el

tratamiento de la fuente seriada).Otro de los aportes provienen del trabajo de

Raúl Osvaldo Geres   " Con el muerto a otra parte..."9 quien hace referencia a

los elementos simbólicos que conformaban la piedad mortuoria al comenzar el

siglo XIX relacionados al lugar de enterramiento de acuerdo con las

disposiciones legales que guardaban vínculos con los discursos de algunos

miembros de la élite de San Salvador de Jujuy manifestándose en la piedad

Ilustrada que convive con las pervivencias   de la sensibilidad Barroca.

Los objetivos de este escrito hacen referencia al análisis de los documentos del

Ars moriendi para describir las practicas del buen morir abordándolos de

manera general, como primer paso para poder introducirnos en la

caracterización de los ritos funerarios de la muerte católica y en una tercer

instancia poder identificar las principales características en las actas capitulares

respecto a la legislación funeraria en consonancia con los espacios de

enterramiento tanto, en sus continuidades como cambios.

Se trabajo únicamente con fuentes editas Actas capitulares del cabildo de

Buenos Aires como también actas y documentos del cabildo eclesiástico

sumado a ellas el análisis de libros del periodo como el Ars Moriendi, y con

documentos públicos como los oficios de enhorabuena, exequias y oraciones

fúnebres. Para realizar la investigación se recurrió al método histórico

descriptivo para aquellos temas que requerían explicaciones causales que

proporcionaron la base histórico jurídica (Actas Capitulares, Cedulas Reales)

de los fenómenos analizados, a ellos se les ha agregado una explicación

interpretativa-cualitativa que facilitara la comprensión de lo trabajado.

Este texto presentado como un conjunto, aparentemente continuado y

homogéneo, constituye en sí un trabajo autónomo en el que los tres capítulos

configuran una estructura separada que permite una observación general y

descriptiva que terminan operando, la mas de las veces como una expresión de

9 Rene Osvaldo Gere, "Con la Muerte a otra parte...consideraciones sobre la piedad mortuoria y sus

espacios en la ciudad de Jujuy entre fines de Colonia y los primeros años Independientes”. Andes [en

línea].2010.Vol 21,n°1 citado

Disponible en Internet:

http://editorial.unsa.edu.ar/ojs/index.php/Andes_p/article/viewFile/229/215

4

Page 5: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

deseo. La bibliografía  utilizada para la presente investigación muestra

claramente lo enunciado, que por otra parte es evidente con solo leer los

títulos, sobre ello cabe aclarar que los planteos teóricos son repetitivos y los

aportes más originales de cada obra radican en la singularidad del caso.

5

Page 6: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

CAPITULO I: EL ARTE DEL BIEN MORIR Y CREENCIAS SOBRE LA

MUERTE

La construcción de la Buena Muerte

El propósito de esta comunicación es hacer foco en el estudio de muerte(s)

simbólica(s), en este caso particular, teniendo en cuenta como se enfrentaban

a ella los miembros de la elite destacando las diferencias y similitudes que

entre ellos pudieron existir a la hora de realizar su tránsito hacia la muerte en

el siglo XVIII impregnados sobremanera de la influencia de la religión católica

implantada desde la colonización española.

La buena muerte se preparaba aquí en la vida, por ello se practicaban acciones

religiosas cotidianas y se disponía el testamento como condiciones

fundamentales para lograr la salvación del alma. Se intentara describirá las

prácticas difundidas en lo que se denominó el arte de morir, esto conocidos

como el Ars Moriendi. En correspondencia a ello trataremos de definir a los

tratados del Ars Moriendi y su relación con la construcción de la muerte a

través de las distintas practicas.

En este sentido recuperamos la afirmación de Morel10 con respecto a que la

práctica de testar se popularizó, ya que se había extendido tanto a hombres y

mujeres, como también a los distintos grupos sociales. Así en varios Concilios

de la Iglesia Católica se insistió en la necesidad de testar. Pero fue en el Ars

Moriendi que surgió en torno al Concilio de Constanza (1415), recogiendo una

tradición anterior, donde se pregonaba, ante las crisis, epidemias y guerras la

necesidad de prepararse para la muerte. También se advierte en dicho

documento como acompañar al agonizante y además la importancia

fundamental de la realización del testamento para lograr la buena muerte,

consolidándose así esta práctica.

Este tratado constituyó el pilar fundamental de la Iglesia Católica en Europa

Occidental con un programa pedagógico, que colocó en el centro de su interés

la muerte relacionada con la culpabilidad del pecado y el miedo al infierno. De

allí que adopten el título de Artes de morir, “arte en este caso como compendio

de preceptos, lo que lleva al orden, razón o concierto”11.

10 Morel de d´ Arleux, Antonia, Los tratados de preparación para la buena muerte: aproximación metodológica, Paris, Editorial Aiso, 1990, en actas II, pág. 718.

6

Page 7: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

Si bien los tratados de la Buena Muerte fueron modificándose con el paso del

tiempo y de acuerdo a los contextos socio-políticos y religiosos de cada época,

nos interesa rescatar las versiones del Ars Moriendi, que se produjeron en

Europa, pero especialmente en España, ya que su influencia es la que llegó a

América.

En el siglo XVI surgió una versión del Ars Moriendi en adaptaciones amplias

para la elite intelectual y sacerdotes y más cortas, en un texto pequeño

acompañado de imágenes, que estaban destinadas al público más sencillo.

Estas versiones tienen menos grabados, cuyas representaciones eran muy

macabras, ya que la Iglesia tenía el temor de crear superstición y poner

demasiado acento en el momento final, el tratado pasó a denominarse Arte de

bien morir en una versión de Rodrigo de Santaella (Sevilla 1500-1504).

Es importante para analizar el corpus detenernos en esta obra porque en ella

se establecen las disposiciones testamentarias que se debían tomar antes de

morir, como por ejemplo la necesidad de realizar la distribución de sufragios y

obras pías para la propia alma y para las almas del purgatorio, más una parte

que concierne a las tentaciones del demonio en el lecho de muerte y otras dos

partes consagradas a la preparación espiritual, tales como la meditación y

oraciones. Por lo tanto y, en relación con estos principios, Santaella sostiene

que la buena muerte se prepara con la adquisición de indulgencias y con las

disposiciones testamentarias convenientes12.

Hasta ese momento la Iglesia ponía el acento en la necesidad de preparase en

el momento final, es decir en la proximidad de la muerte, ante ello surgió una

obra de Erasmo de Rotterdam con su tratado “Libro del aparejo que se debe

hacer para bien morir”, la que alcanzó una gran popularidad entre 1535 y 1539.

Este humanista marcó una gran influencia en obras posteriores al considerar

que se debe primero llevar una buena vida, esto es, una vida cristiana, para

lograr una buena muerte. Sin embargo, estos principios, así como las obras

que promoviera no fueron duraderos porque la Iglesia pos Trento los prohibió.

Es a partir de este momento que los títulos de los tratados aparecen

nuevamente como Arte de bien morir con una clara intención pedagógica a

11 Ibídem. P.720

12 Ibídem. P. 724

7

Page 8: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

través de guías, avisos, doctrina, práctica, etc. Entonces, en el período que

estudiamos, se recupera la pastoral del miedo y la culpabilidad13 (...)"no ay cofa

mas importante en efta vida,quela buena muerte, porque en ella confifte todo

nueftro bien, y nueftra faluacion. muchas perfonas viuieró concertasaméte

algunos años, y porq el dia, y hora de la muerte no hizieron lo que deuian, y

eftan ardiendo en el profundo del infierno có el miferable iudas,capitan de los

que tuuieron buenos principios, y acabaron con defaftrados fines   "(...)  , con

una visión pesimista ante un contexto de crisis, y la muerte se convierte en una

obsesión como sentimiento de fugacidad. Se dio mayor importancia también a

los sacramentos de la confesión y la comunión que se debían practicar con

mayor frecuencia y a la administración del viático y la extremaunción, que antes

estaban reservados sólo al clero.

La Invención del Purgatorio

En esa construcción del misterioso vínculo entre el mundo físico y el mundo

sagrado, el signo es portador de significación, la polisemia es su naturaleza.

Todo esto, nos indica que existen numerosos elementos para sostener que el

hombre religioso aspira a vivir en lo sagrado, a través de la búsqueda de signos

que constituyen lo misterioso. En él, el rito permea toda vida social y todas las

estructuras culturales de la sociedad humana.

Ahora bien, la Iglesia para sustentar los espacios de lo sagrado a divulgado la

doctrina del purgatorio14 a partir del siglo XII, la que proviene de una tendencia

que pretendía evitar los enfrentamientos provocados por el dualismo reductor

bien-mal, diferenciando los estados intermedios, entre los pecadores, para

aquellos que no eran plenamente buenos ni malos. Por lo tanto, no les estaba

permitido ganar directamente el paraíso ni el infierno, sino que era necesario un

tiempo de purificación, entonces, el lugar de dicha estadía de las almas, era el

purgatorio.

La idea del purgatorio fue un elemento clave de una visión del mundo que

contrastaba con la orientación de las religiones mundanas. La implementación

de dicha doctrina dio un dominio desmesurado a la Iglesia, convirtiéndola en la

administración de la muerte y los muertos, pues los sufragios que beneficiaban

13 De Alvarado, Antonio. "arte de bien morir, y gvia del camino de la  muerte". impreffor del reyno de Nauarra, 1615. pág 1414 Le Goff, Jacq, El Nacimiento del Purgatorio, Madrid, Editorial Taurus, 1983.p 57

8

Page 9: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

a las almas que resistían en el purgatorio -misas, oraciones, limosnas- sólo

podían ser administrados por los sacerdotes.

Por ello, se destaca lo beneficioso de la imagen del purgatorio para la

evangelización15 puesto que, comúnmente los sufragios por las muertes

incluían pagos, por lo tanto la intercesión, era una fuente de ingreso para la

Iglesia.

En esta lectura, los padres de la Iglesia vieron “la posibilidad de un perdón de

los pecados después de la muerte y la eficacia de las plegarias para los

cristianos de los vivos por los muertos rescatables.”16 Basándose en ella y en

otras ideas presentes en los Evangelios, va elaborándose una idea de un lugar

intermedio, donde el alma es purificada. Sin embargo, aún es un concepto poco

claro, mal definido, confundiéndose con el Juicio Final. Tampoco se distinguirá

del todo con el Infierno y no se aclara su carácter de previsional y temporal.

Retomando lo anterior y, en relación a la función de la Iglesia en América y la

difusión del sentimiento religioso, que llevó a los cristianos a considerar a la

vida terrena y, a los bienes materiales, como un medio para alcanzar la vida

eterna. Dicho pensamiento se propagó a través de la literatura, los catecismos,

la teología y el derecho, Pensar en la representación, -esto es, la presencia de

la ausencia- del purgatorio permitió a la Iglesia evangelizadora ligarse

íntimamente a través de los testamentos con los legados y con las

propiedades. Y por ello la Iglesia se valía del purgatorio, para beneficiarse de la

culpa del hombre de nuestro suelo17.

Respecto del testador decía creer, confesar y declarar como católico, fiel. Son

dos actos oficiosos, dos fiscalizaciones de su buena fe de cristiano: la de la

Virgen y de la Corte del Cielo. A través de éstos se puede suplicar a Dios, pero

ellos no existen sin la Iglesia de Roma. Detrás de todo este discurso, esta la

muerte y, el testamento como única forma de vencer el miedo que es la base

de toda esta organización.

15 Ibídem. pp. 80-82

16 Le Goff, Jacques. Op. Cit p.88

17 Analia Garcia. "La muerte incidencia de la religiosidad en la sociedad correntina de principios del siglo

XVIII". Comunicaciones científicas y tecnológicas 2000 [en línea]

Disponible en línea:

http://www.unne.edu.ar/unnevieja/Web/cyt/cyt/2000/2_humanisticas/h_pdf/h_008.pdf

9

Page 10: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

En la Iglesia se realizaban las sepulturas, donde se daba cumplimiento a las

mandas, con una doble función: empujar al ánima más firmemente hacia el

Cielo y apoyar en lo económico a la Iglesia para que también ella ayudara en el

impulso: pide misa de cuerpo presente: dice: “Misa de cuerpo presente con su

vigilia siendo A ora competente y sino al otro día siguiente”.

Las mandas18 son órdenes auto concedidas directamente por su alma. El oficio

de difuntos que se rezaba en la Iglesia recibía el nombre de vigilia, siguiendo la

antigua costumbre de pasar la noche junto al cadáver rezando oraciones

especiales. Así, es posible ver que la práctica de misa de cuerpo presente es

inmemorial pidiendo la celebración el día del enterramiento si era hora

competente, y si no, al otro día, en una misa de cuerpo presente cantada o

rezada, con posterioridad a la recitación de la vigilia.

Por su parte, el número y calidad -esto es, cantada o rezada- dependía de las

posibilidades patrimoniales del testador. Esta operación marca la relación entre

los sujetos que testaban y, la iglesia que favorecía el alma para su tránsito al

más allá.

Es interesante observar la promesa de la Iglesia en tanto difusora de la práctica

testamentaria, que se destinaba en algunos casos, toda o, una parte de la

herencia en beneficio del alma. Entonces, las mandas en pro del alma se

volvieron imprescindibles en algunos casos.

Según la legislación castellana, las mandas, eran consideradas sinónimo de

legado y se reconocían dos acepciones. En primer lugar, se designaba el acto

por el que se legaba una cosa y también la cosa legada, esto es, una manera

de donación hecha en testamento o codicilo. En segundo lugar, la definición

legal de mandas se desprende de su carácter mixto -patrimonial y espiritual-

18 Las mandas forzosas son las donaciones en dinero que obligatoriamente se entregaban a la Iglesia

para la conservación de los Santos Lugares de Jerusalén y Tierra Santa, hospitales, etc.

Judith deolinda Del Valle Bazan. "Los bienes temporales en pos de la buena muerte en los testamentos

de San Fernando del valle de Catamarca siglo XVIII". Revista brasileira de historia das religiones [en

línea]. Junio 2013, vol.15

Disponible en línea:

http://www.dhi.uem.br/gtreligiao/anais4/st4/6.pdf

10

Page 11: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

pues si bien toda manda tenía su impacto directo en el patrimonio del testador,

beneficiaba también -como ya se señaló- a su alma en tanto se utilizara como

instrumento para el mandamiento nuevo

La práctica testamentaria

Como se señaló anteriormente, la preparación de la buena muerte se convirtió

en el arte de morir a través de los Ars Moriendi, donde se daba un lugar

importante a la práctica testamentaria. Por lo tanto el testamento es la fuente

que nos permitirá acceder a la concepción de muerte y a la forma en que los

hombres y mujeres, en el espacio y tiempo considerado aquí, utilizaron sus

bienes temporales a favor de su salvación. Gutiérrez del Campo nos dice

respecto al testamento “…a través de ellos atraía (la Iglesia) un buen número

de donaciones y limosnas, a la par que conseguía que sus fieles se prepararan

mejor para la vida ultra terrena”19. En América Latina se aplicaron las reformas

establecidas en Trento en el XIX Concilio Ecuménico, que tenían como fin

sistematizar y unificar la doctrina y a partir de ello consolidar el poder

eclesiástico. Al respecto, sabemos que debido a la necesidad de preparar a

quienes debían difundir la doctrina de Trento, durante los dos siglos siguientes

teólogos y moralistas redactaron los textos, que debían ajustarse a las reglas

establecidas por Carlos Borromeo en el Catecismo Romano, cuya obra fuera

publicada hacia 1565 para uso exclusivo del clero20.

Este catecismo se convirtió en un documento de suma importancia porque de

él derivó lo que se denominaba literatura de la buena muerte.

De ella se desprenden los postulados que sostiene que para alcanzar la

inmortalidad mediante la salvación del alma era preciso mantener la pureza del

espíritu ejercitando cotidianamente y, desde el bautismo la doctrina, esto es, la

lucha constante del cristiano contra el mal o el pecado. Esto significa que las 19 Gutiérrez del Campo, Ana, El libro de testamentos de 1384-1407 del notario Vicente de Rodilla, una

introducción a los documentos medievales de últimas voluntades de Zaragoza, Zaragoza, Institución

Fernando el Católico (CSIC) Excma Diputación de Zaragoza,2011, pág. 9.

20 Ibídem. P. 28.

11

Page 12: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

prácticas de estos sacramentos serían los canales para prepararse y recibir la

buena muerte o muerte con sacramentos, bajo el amparo de la Iglesia.

La influencia de estos catecismos llevaron a la multiplicación de los manuales

de sacramentos, libros para confesores o confesionarios, manuales sobre

vicios y virtudes, libros de exequias, oraciones fúnebres, que si bien no se

someten a estudio en este trabajo nos muestran la importancia central que la

Iglesia daba al tema de la preparación para la muerte, de la cual insistimos el

testamento tiene una parte fundamental

Siguiendo con nuestro análisis vemos que surgen evidencias que nos muestran

la importancia dada a lo económico en la búsqueda del más allá. Sé señala que

en los manuales de sacramentos, Borromeo enfatizó la necesidad de las

prácticas funerarias, que determinarían el poder de la Iglesia más allá de la

muerte, a la vez, que permitía que los fieles ejercitaran una de las virtudes más

importantes del cristiano, como es la caridad. Entre aquellas encontramos el

funeral, misa, novenarios, responsos, sufragios, aniversarios, cabos de años.

Estas prácticas rituales se advierten, en el testamento, ya que si bien estos

consejos sobre las prácticas funerarias estaban destinadas a los vivos para

ofrecer el descanso eterno a sus difuntos también quien testaba, en el período

y lugar que estudiamos, se preocupaba por la salvación de su propia alma, y en

consecuencia de alguna manera concebía su propio funeral en la planificación

del testamento, cuidando todos los detalles, tanto espirituales como materiales

que contribuirían a salvar su alma y alcanzar el cielo.

El testamento es parte de las prácticas que la Iglesia encomendaba para

merecer una buena muerte, lo que luego dará origen a las guías de los

testadores21 por medio de las cuales se orientaba a los grupos de poder social

y económico a que repartieran sus bienes no sólo entre sus familiares y

allegados sino también con los pobres y la Iglesia, para que ésta mediara en la

salvación de su propia alma o bien en la de otros.

La influencia de esta práctica testamentaria es la que heredó América a través

de la conquista española, la cual, si bien tiene un gran espacio para lo material, 21 Murillo, Pedro. de testamentos, en que se resuelven los casos mas frecuentes, que se ofrecen en la

disposicion de las ultimas voluntades. Real imprenta de los niños expósitos, año 1792

12

Page 13: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

la parte fundamental es la relacionada con lo religioso. Sin embargo podemos

decir que ambas partes se funden o confunden, o más bien están imbricadas,

ya que las cuestiones espirituales, esto es la preocupación por la expiación y la

salvación del alma, dependen en cierta medida de la inversión material.

¿Cómo se imponen y difunden las prácticas funerarias? Las decisiones del

Concilio de Trento (finalizado en 1563), que dispusieron pautas ordenadoras de

la sociedad como registro de bautismo, matrimonios, defunciones, normativas

matrimonial, también atendieron el tema de la muerte22. Uno de los principales

objetivos tridentinos: recalcar las formas de culto de la muerte específicamente

católica, se propone claramente en la iconografía; la intención es fortalecer la

conciencia de la fe católica y despertar la devoción. La orden más influyente en

la enseñanza fue la Compañía de Jesús respecto de las practicas piadosas se

visualiza una piedad popular postridentina manifiesta en procesiones y

peregrinaciones animadas por hermandades y cofradías.

Surge una marcada devoción por la virgen, introducida propagada también por

los Jesuitas. Se difunden hermandades de oración, devocionarios privados y

estampas piadosas Pierre Chaunu23 acuerda con ello y ve que, después de

1670, hay un cambio en el testamento, se pasa de una posición cristocéntrica,

a una mayor devoción por María24.

En la misma tesitura el Concilio de Trento, introdujo nuevamente el sacramento

de la Santa Unción (afectado por la oleada protestante) entre los administrados

a la hora de la muerte25 por ejemplo respectos de los muertos que mueren sin

sacramentos en este sentido se solicitaba que se pusiera cuidado en hacer

testamentos y solicitar la “gracia del bien morir”, de la misma manera que se

solicita medico y medicina para “la temporal salud”26. Por ejemplo durante la

campaña de curación de la epidemia del año 1778 que azolaba Buenos aires.

La carta es enviada por el Maestre Manuel de Pinazo el 22 de Julio de 1778

desde Cañada de Escobar y el destinatario fue el Señor teniente  de Rey y

22 Jedin, H., Manual de Historia de la Iglesia, Barcelona, Herder , 1972

23 Aries, phillip.  "las actitudes ante la muerte". En historia de la muerte en occidente. Eds. Acantilado.

Barcelona, 2000.p.20-102

24 Jedin, H. Op. Cit. P. 473

25 Aries, P.Op. Cit. P. 114

26 La Historia del Virreinato del Río de la Plata volumen I. apartado de Higiene Pública, El número 83 pp

311

13

Page 14: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

Gobernador interino. La intencionalidad y finalidad de la misma es comunicar la

información respecto a los acontecimientos que se suscitaban en el norte de la

campaña de Bs As  (...)" señor el Alferez D.  Domingo Lorenzo que lo es de la

Compania del Salto, en su carta de 20 del corriente. Me ha comunicado

hallarse todas las jentes de la campaña  agitadas de un contajio que los reduce

a su ultimo exterminio haviendose estendido a ese lugar Pergamino,

Fuentesuela iban muerto siento nobenta y seis ombres, sin incluir mujeres,

niños y forasteros, es mui justo haiga interesarse la piedad de los superiores

principalmente teniendo V. S. largas del desamparo en que viven estas gentes ,

me pareció mui de mi obligación representarlo a V.S. para que sirba tomar la

providencia que le dictare su piedad en alivio de aquellos miserables

principalmente ordenando se les socorra con el pasto espiritual de que

lastimosamente carecen " (...) 

Por último la aparición del alma27 esta cronológicamente identificada por la

historiografía. Mitre Fernández muestra que los escolásticos crearon el alma

(las escrituras solo hablaban de la resurrección del cuerpo), pero aunque la

vida se prolongue en el alma después de la muerte del cuerpo, se teme por su

condenación en el infierno. La difusión del Purgatorio atenúa el miedo a la

condenación. La instancia del Purgatorio contradice el principio de la salvación

por las propias obras: son las oraciones de los vivos las que hacen posible la

salvación.

Hay en síntesis, dos horizontes de salvación se apela a la salvación con las

invocaciones a la virgen intercesora, al santo del nombre, a la corte celestial,

intermediarios a los que podríamos denominar intangibles. Se busca también

una salvación desde abajo, desde lo terreno, es la que protagonizan albaceas y

familiares ya que el alma es heredera da ilusión de continuidad porque los

bienes sostienen las oraciones.

27 Mitre Fernandez, E. La muerte vencida. Imágenes e Historia en el Occidente Medieval, 1200-1348, Madrid, Encuentro Ediciones, 1988, pp. 38-39

14

Page 15: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

LA MUERTE CATOLICA A TRAVES DE LOS RITOS FUNERARIOS

Ritual y Status

Los estudios sobre el aparato “tanático” de la sociedad colonial son pocos. Se

han examinado sistemáticamente los testamentos, la difusión de las artes del

“bien morir”, los rituales de enterramiento, las ceremonias fúnebres de manera

que sea posible trazar una imagen descriptiva y superficial de las

sensibilidades individuales o colectivas ante el fenómeno de la muerte en

Hispanoamérica.

En este contexto de valores y creencias es que ubicamos el estudio de las

honras fúnebres de los miembros de la elite de Buenos Aires a finales del siglo

15

Page 16: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

XVIII y a comienzos del siglo XIX. Como marco de referencia consideramos

pertinente remitirnos a la definición que da Cobarrubias acerca del contenido y

de la significación del término obsequias o exequias. Entendidas como “las

honras que se hacen a los difuntos” y, en sentido estricto, el término honras en

el siglo XVIII nos remite a la ritualidad de la muerte porque son “las obsequias

que se hacen al difunto dentro de los nueve días de su entierro”. Podría

identificarse en el imaginario de la época una clara idea de esa ritualidad y las

nociones (siempre siguiendo a Cobarrubias) de honor que “vale lo mismo que

la honra”; y honra, que significa “reverencia, cortesía que se hace a la virtud, a

la potestad”; y honrar que es “reverenciar, acatar”28.

.Si los términos reverencia y cortesía, asociados al respeto en el vocabulario de

la época, nos remiten a reputación y estima, resulta lógico pensar que las

honras fúnebres pudieron concebirse como una forma de mostrar la cualidad

del honor de manera pública y notoria. Tal presunción no resulta extemporánea

si conocemos los comportamientos públicos de los grupos en la sociedad

Barroca donde el honor no es algo íntimo, sino que adquiere un carácter social

que obliga a su exteriorización.

Así, tanto para los monarcas como para cualquier individuo de familia notable,

en el transcurso de las exequias se intentaba mostrar el honor de los

personajes destinatarios de tales actos. Honor que —como afirma Pierre

Bourdieu29— es a la vez un sentimiento y un hecho social objetivo. Por una

parte, es un estado moral que resulta de la imagen que cada uno tiene de sí, y

que inspira la negativa a actuar de manera vergonzosa como también es el

medio de representar el valor moral manifestado en el concepto de virtud,

prestigio, status y por lo tanto su derecho de precedencia. Si bien podemos

considerar que el honor es puramente individual en el caso de estos actores

colectivos de tipo antiguo, es colectivo y debemos atribuirlo a un grupo social

que podemos ubicar en una familia, linaje o comunidad con la que ese grupo se

identifica.

28 Cobarrubias Orozco, S., Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid, Ediciones Tauro, 1997

29 Bourdieu también concibe al honor como un capital simbólico en el sentido de cualidad con valor social y cultural, conocida y reconocida por los actores sociales que sólo existe a través de la reputación, es decir “de la representación que de ellas se forman los demás, en la medida en que comparten un conjunto de creencias apropiadas para hacerles percibir y valorar unas propiedades y unos comportamientos determinados como honorables o deshonrosos...”Bourdieu, P, Razones prácticas, Barcelona, Editorial Anagrama,1997, p.108.

16

Page 17: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

Por eso, la aspiración al honor debe ser reconocida públicamente porque se

convertirá en honor probado y recibirá el reconocimiento merecido en muestras

de las mismas. Todos estos factores (religiosos, políticos, sociales, culturales)

crearon un fenómeno típicamente barroco que es definido por Julián Gallego30

como “el culto teatral y simbólico de los muertos no canonizados” siendo las

exequias una de las más logradas manifestaciones.

Por lo tanto, el honor debe ser visto también como un factor de integración en

el sistema social que obliga a su exteriorización. Así, tanto para los monarcas

como para cualquier individuo de familia notable, en el transcurso de las

exequias se intentaba mostrar el honor de los personajes destinatarios de tales.

Y esta era la hidalguía para una ciudad como Buenos Aires que, a pesar de su

marginalidad con respecto a sus pares virreinales, no escapó a los

comportamientos culturales de una sociedad jerarquizada.

Con esto quiero significar que, al igual que otras regiones del Virreinato, estuvo

regida por unos patrones de valores vinculados entre sí y que Maravall31 los

expresa como el status (que se posee desde el nacimiento al ser portador de

una herencia inmaterial)32, por la función (que se cumple), el prestigio (que se

alcanza) y el honor (que se atribuye).

Todo constituye un orden en el cual el ciclo de la vida también estuvo regido

por rituales socialmente reconocidos y donde el momento culminante era, sin

dudas, el de la transmisión patrimonial tanto de tipo material como simbólico

porque en él se vinculaban estrechamente la vida y la muerte a través de

opuestos complementarios, es decir, el matrimonio y las defunciones.

Esto es así, si entendemos que el polo opuesto, social y culturalmente

complementario al de la muerte, es el de la integración plena a la sociedad.

Integración que ocurre al contraer matrimonio, esto es, al estar en condiciones

legalmente sancionadas de reproducir el linaje33. Es decir que no bastaba nacer 30 Gallego, J., Visión y símbolos en la pintura española del Siglo de Oro, Madrid, Catedra, 1972.

31 Maravall, J., Poder, honor y elites en el siglo XVII, Madrid, Edic. Siglo XXI, 1989.

32 Ibídem. p. 97

33 Linaje asimilado a la familia que alude en sentido estricto a una organización familiar consolidada en

tres generaciones. El linaje familiar no sería una célula elemental formada por una familia extensa, o

mejor, no nuclear. Padres, hijos, parientes cercanos nacidos en el seno familiar o incorporados por

matrimonio componían los elementos formativos. Pero también se trataba de una proyección colateral y

vertical a partir de las clientelas de allegados, criados, deudores. De esta manera constituyen también “un

17

Page 18: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

en un linaje privilegiado y heredar el capital simbólico que tal hecho suponía,

como por ejemplo casarse con persona semejante y consolidar fortuna a lo

largo de su vida; también había que morir con dignidad y dar demostración

pública de honor, fama y notabilidad después de cumplido el tránsito terrenal

para simbolizar la notoriedad familiar en el universo local.

Si bien el hecho de testar formaba parte de los preparativos para morir, y por

ende, constituía uno de los actos más trascendentales de la existencia, porque

era la preparación para la muerte, debemos destacar que el mismo se vivía en

el ámbito de lo público. Esto es así si entendemos que en el discurso de la

época no se diferenciaban lo público de lo privado. Para estos actores

tradicionales lo privado se refería sólo a “el que ha sido excluido de oficios

tradición o dignidad” mientras que lo público designaba a “todo acto que todos

saben y es notorio, pública voz y fama. Notoriedad”34. Se negaba la existencia

de lo privado como se entiende en la etapa ilustrada entendida por el

Diccionario de Autoridades como “lo que pasa en quietud y sosiego, cuidando

sólo lo de tu familia e intereses domésticos, sin entremeterse en negocios ni

dependencias públicas”35.

En este sentido debemos entender que la muerte como hecho doloroso que

determina ausencia física, no se vivió en espacios recoletos sino como

circunstancia idónea para la observancia de un conjunto de formalidades

prescritas socialmente y que se manifiestan en la planificación consciente de

las honras fúnebres donde y, en primer lugar, se mostraba el conjunto de

calidades y atributos sociales que enfatizaban un rango privilegiado, una

apariencia. Por eso toda la ceremonia implicaba un gasto excesivo, y donde la

prodigalidad y la ostentación eran los rasgos salientes36.Es interesante

remarcar en este documento la voluntad de permanecer junto a sus familiares

más cercanos en un espacio común ya que el recuerdo de los antepasados era

una constante por lo que habitualmente se escogía el sitio donde estaban

enterrados sobre todo los padres o los hijos, o como en este caso, el marido.

clan familiar”, es decir, unas estructuras cuyos componentes estaban ligados por vínculos de parentesco,

biológicos o no y vínculos clientelares, que eran elementos adheridos.

Cobarrubias Orozco. Op. Cit.p 91

34 Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, Madrid, Gredos, 1979.

35 Ibídem. p. 82

36 Aries, P. Op. Cit. p. 157

18

Page 19: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

Sugería la idea de la unidad del linaje para toda la eternidad y esa imagen de

cohesión pretendía perpetuarse en la memoria social.

Otro aspecto a resaltar son las detalladas descripciones sobre los cortejos o el

acompañamiento del cuerpo hacia su destino final, hecho que marcaba la

separación del mundo de los vivos y que evidencia el lugar privilegiado que la

ceremonia ocupaba en la ritualidad y el simbolismo de los funerales. Podríamos

decir que en cada petición de los testadores se expresa uno de los atributos

característicos de lo que llamamos muerte barroca: el acompañamiento que

nos coloca a un rasgo propio del Barroco como es la espectacularidad de las

ceremonias. Hecho que involucraba y ponía en movimiento a una vasta red de

relaciones y significaba además una inversión en capital monetario y social.

Otro detalle que resalta es la cantidad de misas que se mandan decir oficiadas

por distintos sacerdotes y en distintos templos como el caso de quien solicita

además de lo expuesto un novenario de misas cantadas y al finalizar se le

hagan honras y en ellas digan misa todo los sacerdotes que a las albaceas

pareciere además de prever que a los seis meses de su fallecimiento se le

hiciera una misa cantada. Todos estos procedimientos están estandarizados y

podemos apreciar que a mayor grado de complejidad y de participación de

sacerdotes, más alto debía ser el monto que se debía pagar por el entierro y a

lo que debemos añadir los desembolsos procedentes de la cantidad de misas

ordenadas en el testamento. Es que el bien morir tenía un costo muy elevado

tanto para el difunto como para toda su familia y era fuente de ingentes

beneficios económicos para las distintas instituciones eclesiales que mediaban

el tránsito hacia el más allá. Esta profusión de actos que expresaban esa

ritualidad redentora relega a los familiares a la función de ejecutores de las

decisiones funerarias, no importando que los elevados gastos mermaran de

manera considerable las fortunas dejadas a los herederos.

Consideramos que con la celebración de los oficios sagrados que comenzaban

después del deceso se garantizaba no sólo la inmortalidad espiritual, sino

también la cohesión de los que quedaban vivos en torno al recuerdo de los

fallecidos, fortificando los linajes al celebrar los vínculos familiares entre vivos y

muertos y sobre todo al exponer públicamente el lugar jerárquico37 que –en la

ciudad- ocupaba el fallecido.37 Di Stefano, R. y Zanatta, L. Historia de la Iglesia Argentina, Buenos Aires, Ed. Grijalbo-Mondadori, 2000, p. 166

19

Page 20: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

La vida devocional, las prácticas religiosas y la cura de almas en la diócesis de

Buenos Aires, en el último siglo del período colonial, se inscriben dentro de un

tipo particular de cultura religiosa barroca que tuvo sus inicios en el siglo XVI,

llegó a su apogeo en el XVII y XVIII, tanto en América como en Europa, y fue

fuertemente criticada en el siglo XIX luego de la aparición de la Ilustración.

Esta cultura se origina en la política contrarreformista del Concilio de Trento y

se caracteriza por la particular relevancia que gozaba la exteriorización de la fe

y la abundancia de recursos artísticos que rodeaban las manifestaciones de

devoción de ampulosa teatralidad. Esta concepción de la religiosidad y sus

derivaciones recibieron de parte de la gran masa de cristianos una fuerte

aceptación en razón de su capacidad para incluir formas de devoción popular y

elementos religiosos tradicionales. Estas últimas serán, precisamente objeto de

la crítica “ilustrada” que las considerará cada vez más frecuentemente como

“supersticiones”.

En el Buenos Aires del siglo XVIII y aún en los finales de la colonia, esta

situación de controversia en torno a los valores y modos representacionales de

la religiosidad, no va a incidir mayormente en la vida devocional que continuará

expresándose teatralmente y ocupando un lugar importante en la

estructuración de la vida social. Si bien ha penetrado en parte de las élites la

crítica “ilustrada”, los críticos son pocos y no logran imponer un criterio

dominante. Por otro lado, con la formación del virreinato, la ciudad de Buenos

Aires vive un crecimiento económico que favorece el despliegue del pomposo

aparato barroco.

Preocupaciones y previsiones

Junto a las formas devocionales, el ritual de la muerte había tenido siempre en

el cristianismo, de las catacumbas a las cofradías medievales, un lugar

significativo como el principio de un recorrido espiritual que involucraba no sólo

al difunto sino a aquellos que lo sobreviven. La preocupación manifiesta, por

parte de los vivos, de que ese recorrido espiritual concluya en un feliz destino

final produce una multiplicidad de ceremonias, ritos y funciones litúrgicas que

tienen por fin facilitar el tránsito del alma de los difuntos hacia ese destino.

La preocupación por la muerte y por la salvación del alma da lugar a diversas

manifestaciones públicas, actividades institucionales y prescripciones

20

Page 21: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

particulares y corporativas cuyas características y matices están en íntima

relación con el status social o político del difunto, con su pertenencia

estamentaria y étnica, su poder económico (y por consiguiente el de su familia

y herederos), su género y su edad.

Las cuestiones antedichas se verifican ampliamente en la documentación

conservada del período colonial. En la mayoría de los casos es el mismo

difunto quien prevé y prescribe en su testamento las acciones que deberán

cumplimentarse al acaecer su fallecimiento. El testamento aparece, entonces,

no sólo como un documento de valor sucesorio sino como la manifestación

plena de las preocupaciones escatológicas del futuro difunto.

Se deja allí constancia de la necesidad que tendrá la persona, en los

momentos funerales, de misas y oraciones rezadas por su alma, del modo y el

lugar en que quiere ser sepultado, la mortaja o hábito con el cual desea ser

vestido, las limosnas que deberán ofrecerse, y los sufragios y devociones que

han de ser cumplidos con el correr del tiempo. 

La mortaja con que se vestía el cuerpo no era tampoco asunto secundario.

Muchos pedían ser sepultados con el hábito de una orden religiosa a la que

pertenecía como terciario. Este ítem suele aparecer en las actas testamentarias

como cláusula segunda conjuntamente con las recomendaciones acerca de la

sepultura y la aclaración de la Orden Terciaria a la que pertenece la persona.

También se hacen referencias al gasto del convite al que se invitaba a

parientes y vecinos en la noche del velatorio o “entierro”. Según el caso se

rezaba o cantaba (con diferentes precios) un responso y con gran trajín de

esclavos y domésticos se servía a los invitados con comidas y bebidas., se

deja previsto dinero para los gastos del convite de su funeral, costo de

esquelas, mesa de licores, mate, chocolate, panales.

La muerte del Obispo

La muerte de un obispo era una circunstancia excepcional y vemos en los

testimonios de las exequias fúnebres el grado de atención y riguroso

tratamiento con que se lleva a cabo el proceso ritual en torno al momento de

tránsito del alma del difunto.

Este proceso comienza con el “testimonio de verdad” de un escribano público,

quien ante sí y testigos certifica la fecha y la hora del acto de fallecimiento del 21

Page 22: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

dicho obispo: “...Yo[...] Escrivano Publico del Numero de esta Ciud. zertifico doy

fee y verdadero testimonio que oi dia de la fecha como a las tres de la mañana

fui llamado al Palacio Episcopal de esta dha Ciud. y hallé en el un cadaver

sobre una mesa[...], y según le reconocí y vide, era el Illustrissimo y

Reverendissimo Mro. Dn. Fr. Pedro [Fajardo] que avia acabado de fallecer y

pasado de esta presente vida a la Eterna...”38. Luego de refrendada esta

certificación por un miembro del Cabildo Eclesiástico se procede al tratamiento

y disposición del cuerpo del difunto: “...Después de pasadas tres horas se sacó

el cuerpo de la Cama por manos de Sacerdotes y familiares[...] se colocó

encima de dos bufetes con toda desencia cubierto con dos sábanas y luego

inmediatamente se pasó según lo dispuesto en el Seremonial de Obispos a

lavar el Cuerpo con agua de iervas odoríferas y vino, y echa esta diligencia se

llamó a Dn Alexos Riveira, ciruxano anatomista y a Joseph Yrueta también

ciruxano y dos Barberos, el uno llamado Jacinto y el otro Nicolás ambos al

parezer mestisos y abrieron el cuerpo con la decencia y modestia q. pide el

caso, a que asistieron dhos. Señores Prevendados, y habiendo sacado las

entrañas y todo lo demás que se acostumbra, se llevó todo lo referido a

sepultar, revestido el Cura Rector Dn. Juan Pascual de Leiva con cruz alta con

acompañamto. de la maior parte del clero y dhos Señores Prevendados con

sus mantos capitulares y todos con luzes encendidas hasta que se concluió

este acto. Y luego inmediatamte. pasaron los dhos Ciruxanos a el

emvalsamamiento, aviendose prevenido antes vastante porción de balsamo,

almiscle, menjui y estoraque y otros ingredientes convenientes pa. esta función.

Y luego incontinenti q. se dio fin al referido emvalsamamiento...”39.

El enterramiento del obispo Mancha y Velasco testimonia la importancia del

corazón que es enterrado con todas las solemnidades, antes de proseguir con

el vestido y velatorio del difunto: ”...en casa de dho. Sr. obispo y biendole

difunto en su cama le alsaron de ella y le pusieron sobre dos bufetes en buelto

el cuerpo de dos sabanas y alli lo labaron con aguas de olor y le enjugaron con

toallas con toda desencia[...] y cubrieron con una colcha determinando

enbalsamar dho. cuerpo para lo qual se dispuso luego juntar los olores e

ingredientes necesarios para dho. efecto. Por manos de[...] maestros Sirujanos

y dos barberos que fueron[...] y abiendo abierto el cuerpo y sacado el corazón

38 Actis, F. C., Actas y Documentos del Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires, Buenos Aires, Ed. Junta de

Historia Eclesiástica Argentina, 1943, p. 176.

39 Ibídem. P. 178.

22

Page 23: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

de dho. Señor Obispo le pusieron en una basia de platta y cubierto con un

tafetan le llevaron en Prosession toda la Clerecia y Relijiosos[...] y le enterraron

al pie del facistol en el Coro de esta Santa Iglesia Catedral Lugar en que dejo

dsipuesto dho. Señor obispo y pedido fuesse enterrado su cuerpo y abiendo

enterrado dho. corazon con canto y luses ensendidas y dobles de campanas se

bolvieron a casa de dho. Señor obispo donde se continuava el

enbalsamamiento...”40.Una vez concluido el embalsamamiento se procede a

vestir el cuerpo de pontifical. A continuación se lo deposita en el ataúd y éste

en un túmulo erigido en la sala del Palacio Episcopal, preparado para tal efecto:

“...se puso en la tumba que se hizo de sedro vestida de terciopelo negro y

guarnecida con franxa de plata fina, y forrado por dentro con tafetán negro

claveteada con tachuelas doradas. Y luego se erigió en la Sala principal de su

palacio un tumulo magnífico de gradas de tarimas cubiertas de vaietas negras

de Castilla, sobre las quales se armaron otras gradas de bufetes cubiertos de

terciopelo y damasco morado sobre que se colocó el Ataud con dho. Cuerpo

rodeado de doze blandones grandes con sus achones de sera blanca, y

sinquenta velas de a libra en otros blandones y candeleros medianos y en esta

forma se mantuvo el dho. Cuerpo desde el Biernes diez y seis de Diziembre

hasta el Domingo diez y ocho alternando en velar los Sacerdotes y Seculares

de la hermandad del Sr. Sn. Pedro de la qual era hermano dho. Sr. Illustrisso...”

Como paso siguiente de este proceso de funeral y entierro, se convoca a las

personas laicas, religiosas regulares, seculares, parientes y hermanos de la

cofradía a la que pertenecía el obispo para acompañar el cuerpo del difunto, y

ser rezados y cantados todos los oficios fúnebres correspondientes:“...se

empeso hazer seña con el redoble de todas las Campanas de la Cathedral y

demás Iglas. de los Conventos de los Mendicantes que estaban convidados por

la Señoría del Cvdo. de esta Sta Igla...”41. El doblar de las campanas por los

muertos estaba codificado para identificar al “tipo” de difunto. En los Aranceles

de este Obispado de Buenos Aires dados por el obispo Mancha y Velasco se

especifica que:“...si el difunto fuera sacerdote, se toquen cuatro veces las dos

campanas juntas, y luego a modo de repique, y vuelvan a tocar las dos

campas. Si fuere hombre se toquen tres veces las dos campanas y luego el

doble ordinario hasta tres veces y proseguir con el doble ordinario. Si fuere

40 Actis, Actas..., p. 136

41 Actis, Actas..., p. 136

23

Page 24: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

mujer, se toquen dos veces las dos campas. juntas y luego se prosiga el doble

ordinario...”42.

Reunidos los presentes en la Iglesia, partía este acompañamiento hacia el

Palacio Episcopal, ubicándose por orden preestablecido en la Sala donde

estaba siendo velado el cuerpo del difunto y, con toda la solemnidad que el

caso requería, las diversas Religiones presentes y otros funcionarios

eclesiásticos les entonaban las varias partes de la misa de difuntos:“...Y luego

inmediatamte. entró el Rdo. Pe. Mro. Fr.[...] de Na. Señora de La Merced[...]

con toda su comunidad y tomo asiento en la otra testera de dha. Sala, y entonó

las Visperas de Difuntos con la solemnidad de doble con la música de su

Convento con toda pausa y gravedad”.

Al concluir el oficio dentro de la sala velatorio se sigue a retirar el cuerpo y

realizar con este en andas una procesión con varias estaciones en posas

emplazadas en el espacio frente al palacio y en la plaza contigua.“...y concluido

el Salmo De Profundis, empesaron a salir por su Orden y antiguedad la

Comunidad de las Ordenes dhas[...] y luego que hubieron salido de dha. Sala

tomaron el Ataud llevandolo en hombros[...] los Religiosos mas graves[...] y

para depositar el Cuerpo de dho. Sr. Difunto se dispusieron por la Señoría de

este Cavdo. sinco Altares o tronos fúnebres, uno en la salida y puerta del

Palacio, y los demas en cada esquina de la Plaza; y en el intermedio de cada

altar abia un bufete vastantemte grande cubierto de vaietas negras pa. las

posas, q. Se hazian alternando las Religiones...”

Por último, y una vez finalizada la procesión se ingresaba con el cuerpo a la

Iglesia y se lo colocaba en un túmulo, previamente erigido en el centro del

presbiterio; al cuerpo se lo acompañaba con hachones de cera y “...sien velas

de a libra...”. Dando comienzo, entonces, la postrera etapa de estos momentos

funerales con la entonación del Oficio de Sepultura y la ceremonia de

enterramiento propiamente dicha: “...el referido Sr. Canónigo[...] se fue

procesionalmte. dicho Sr. con todas las comunidades a hazer el Oficio de

Sepultura, y de allí en la misma forma se llevó el Cuerpo del Illustrisso. Sr.

Difunto a la Bobeda que esta preparada pa. entierro de Señores Obispos, y se

puso en el primer Nicho de la entrada a el lado izquierdo...”43.

42 Ibídem. P. 178

43 Actis, Actas...Op Cit, p. 180.

24

Page 25: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

Estos relatos testimonian el valor diferencial de los modos representacionales

del ritual mortuorio no sólo en el aparato dispuesto sino también como parte de

un ceremonial preestablecido y riguroso.

La ciudad colonial aparece como un escenario donde cada actor interpretaba

un papel que le venía en parte determinado por la estructura social. Ese papel

evidenciaba el lugar que el actor ocupaba en una sociedad en que cada sujeto

tenía el suyo. A su vez las manifestaciones sociales de cada actor confirmaban

el derecho de propiedad sobre ese espacio social. Las ceremonias mortuorias

participaban de este carácter, siendo particularmente notable el despliegue que

seguía a la muerte de un integrante jerárquico del clero secular. 

CAPITULO III: DONDE HABITAN LOS MUERTOS

HETEROTOPÍAS

Si el siglo XVIII fue el de los sepulcros y las tubas, el siglo XIX fue el de los

cementerios. La recuperación cultural que de ellos hará Michel Foucault se

inscribe en un momento de auge de los estudios de cementerios y de la

muerte en términos generales. Tras la relativa superación de los modos

clásicos de hacer historia (sorteados en gran medida desde la escuela de los

Annales), y en un momento de auge de la historia de las mentalidades,

Foucault introdujo a mediados de los años 60 un concepto teórico metodológico

orientado a redirigir la mirada sobre aquellos otros espacios, ajustado a lógicas

y temporalidades propias de las culturas. Esto supone a nuestro criterio, un

doble propósito de nuevos objetos de estudio y de reformulación

epistemológica en tanto requieren repensar otros modos de aproximarse al

espacio y sus dinámicas. Foucault propone “una nueva ciencia que estudie

aquellos sitios que presentan la paradoja de ser utopías que tienen un lugar y

tiempo real, bajo el nombre de heterotopología“44. Sus objetos, las

heterotopías, estarían determinadas por cinco principios básicos en la medida

que: a) son inherentes a toda sociedad; b) toda sociedad puede reabsorber y

hacer desaparecer una heterotopía que había constituido antes o incluso

organizar otras que no existían todavía; c) la heterotopía tiene por regla (en

44 Foucault, Michel. El cuerpo utópico: Las Heterotopias. Buenos Aires, Nueva Visión Argentina, 2010.pp

33

25

Page 26: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

general) yuxtaponer en un lugar varios espacios que normalmente, serian,

deberían ser incompatibles45; d) están ligadas a un recorte de tiempo y tienen la

capacidad de encerrar en un lugar todos los tiempos, todas las épocas, todas

las formas y todos los gustos, la idea de construir un espacio de todos los

tiempos, como si ese espacio a su vez pudiera estar definitivamente fuera de

tiempo; e) siempre tienen un sistema de apertura y de cierre que la aísla

respecto del espacio circundante46.

Para Foucault, los cementerios que convivían hasta principios del siglo XIX con

la ciudad de una manera familiar y que luego fueron expulsados extramuros por

causas de las epidemias, se inscribirían dentro de la noción de heterotopía, en

tanto emplazamientos reabsorbidos y desaparecidos por determinación social.

Sin embargo estos procesos de reterritorialización que casi al unísono

sucedieron en ciudades Francesas, Españolas y americanas de manera

análoga (pero no idéntica) podrían también ser incorporadas y abordadas

desde cualquier otro de las cuatro modos que fundan la hetertopología.

El tema de los enterramientos es significativo y pertenece a un área que de a

poco se está explorado dentro de la historiografía argentina en general. Por tal

motivo, los datos sobre las sepulturas antiguas surgen de un marco documental

relacionado con lo histórico, lo genealógico y lo arquitectónico. Los temas que

se desprenden de su conocimiento son múltiples. Se observan capillas dentro

de las iglesias, en donde la de San Antonio de Padua fue muy solicitada como

lugar de enterramiento, también la de Inmaculada Concepción, aun más, y la

de San Roque de Montpellier, dentro de San Francisco; etc. A través de los

relatos puede inferirse su antigüedad y de qué forma las Iglesias de Buenos

Aires fueron buscadas por numerosos vecinos que desearon que sus restos

yacieran en ellas. La ubicación y posición del cuerpo, los lugares exactos por

donde los fieles atravesarían el espacio sacro, la cercanía a la pila de agua

bendita, da lugar a una nueva indagación sobre los usos y costumbres del ritual

llevado a cabo. Otros aspectos interesantes, lo constituyen las “guerras de

restos”, por llamarlo de alguna manera, es decir, lo que trasciende la vida,

porque a pesar de que algunos dejaron establecidas expresamente sus

voluntades, sus deudos no siempre cumplieron sus mandatos. Esto tuvo que

ver con los espacios sacros que estos últimos dominaban y la pretensión de

45 Ibídem. P. 26

46 Ibidem. P. 71

26

Page 27: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

que sus familiares yacieran en descanso eterno en los sitios que ellos mismos

decidían. No se trató de albaceas que debían disponer del cuerpo del difunto,

sino que en muchos casos fueron los cónyuges y los hijos quienes

tergiversaron los deseos de los mandatos.

Algunas exequias fueron realizadas con todo lujo de detalles. Las misas

solicitadas y los legados para determinadas capillas, en donde quedarían por el

resto de los días el despojos mortuorio, forman parte de un estudio aquí

imposible de esbozar.

Entierros en las Iglesias de Buenos Aires Colonial

La historia de los enterramientos está en relación directa con la existencia de

los vecinos que poblaron Buenos Aires y ello de acuerdo a su jerarquía social.

Como se entiende, los gobernadores y virreyes tuvieron exequias muy

importantes ya que representaban al rey en la jurisdicción en donde se les

encomendaba el gobierno. El Cabildo, pleno, asistía a los funerales, al igual

que el clero secular y el Cabildo Eclesiástico, las hermandades y las cofradías,

aparte del elemento civil de la sociedad. Se realizaba todo un homenaje con

misa y sermón, y luego se repetían las misas cantadas y rezadas, lo que era

acompañado por el redoble de las campanas, cirios, convites, etc.

En pleno siglo XIX el funeral de un personaje de alto reconocimiento

bonaerense -que luego se transcribe- indica varios ritos de la liturgia civil.La

Iglesia Mayor o Catedral fue el espacio sacro reservado para el entierro de los

gobernantes, los de alta jerarquía eclesiástica y vecinos poderosos del siglo

XVIII aunque las singularidades se comienzan a acelerar con las Invasiones

Inglesas muestra de ello son las disposiciones del cabildo de Buenos Aires47 (...)

" concurrido por convite en trage de ceremonia sin mazas ni varas al entierro

del comandante y marineros del Mistico San Ignacio, que murieron en el

abordage intentado la madrugada del dia tres á  una goleta inglesa ;acordaron

dichos SS. se siente por acta, con la prevencion de que el Señor Comandante

47 Legislatura de la C.A.B.A. Dirección General de Cultura. Biblioteca Esteban Echeverría. Edición digital de Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires. [CD-ROM] Buenos Aires, 2010. Serie IV. Libro XVI.p. 550

27

Page 28: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

general de armas vino a incorporarse al Cuerpo en su Sala Capitular, y que

desde ella se dirigieron juntos a la casa del Secretario don Manuel Gallegos, de

donde salieron los cadaveres y se conduxeron á la Iglesia de San Francisco

destinada para el entierro" (...)

San Francisco no fue el único cementerio antiguo48, ya que en Santo Domingo

sus fieles devotos solicitaron iguales enterramientos. Cabe acotar que hasta el

año 1726 no comenzó a ejercer su acción la Orden Tercera de Santo Domingo,

por lo que fue mayor la cantidad de terciarios franciscanos sepultados en su

ámbito que los de la última hermandad, ya que aquellos lo solicitaron desde el

mismo momento que se tiene conocimiento de la presencia terciaria del

seráfico padre en Buenos Aires, esto es en la primera mitad del siglo XVII.

EL EXILIO DE LOS MUERTOS

Buenos Aires ya había sufrido a lo largo de los tres siglos desde su fundación

varias pestes que fueron sentidas sensiblemente por el vecindario. La

preocupación por la salubridad tuvo su correlato en la implementación de

propuestas modificatorias de las costumbres arraigadas en la población, como

el enterramiento en la proximidad de las Iglesias. Varias propuestas que

pretendían sacar los cementerios de la planta urbana, no pudieron ser

cumplidas a lo largo del período colonial49. Recién luego de otra epidemia,

después de la Revolución de Mayo que causó un sinnúmero de muertos, se

aprobó la idea de creación de Cementerios fuera de la ciudad en el año 1813.

48 Seoane, Maria, Sentido espiritual del testamento indiano ,Buenos Aires, FECIC, 1985 p. 45, dice que en

la Iglesia de San Francisco habían contado 121 sepulturas y en la Iglesia Matriz de Montevideo, para el

año de 1790, a solicitud del Cabildo de la ciudad, había 93 enterramientos, que incluía a los cadáveres

que se encontraban debajo de los “confesionarios, tarimas y escaños”.

49 Como ejemplo y en un período de una epidemia el Cabildo de exponía al Virrey que no se necesitaba

sacar los cementerios de las iglesias como en Cuba porque no había en esta ciudad al lado del un gran

río Posibilidad que quedaran los “efluvios”

Legislatura de la C.A.B.A. Dirección General de Cultura. Biblioteca Esteban Echeverría. Edición digital de

Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires.[CD-ROM] Buenos Aires, 2010. Serie III. Libro LIII.p.

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50 “El Itre Cavildo Movido por la Peste epidemia qe en la actualidad experimenta

esta Ciudad y las de las causas qe segun se ha expuesto el Pral Protomedicato

probablemente en mucha parte solicita se digne V.C mandar llebar a todo

efecto lo dispto en la Rl Cela de 3 de octre de 1789 sobre la construccion de

cementerios fuera de la población…. En quanto ò quinto dia se abriran las

puertas dejandolas francas en dia, y en noche por el discurrir de una semana

Acuio tiempo se revocaran las paredes, y techos blanqueados con cal viva y se

enlozarà el piso y todo lo que fuese en tablas se quitara y sepillarà en nuevo

como el canto en un peso fuerte en la cornisa en ellaspasandolas despues con

dos o tres manos de pintura, hechandole al fuego las llaves y herraduras y todo

lo que fuere de yeso, practicandos en esta diliga con Asistencia del presente

Escribano”

La primera observación relevante se desprende del conflicto es la influencia del

paradigma miasmático, basado en la creencia de que los vapores originados en

los procesos de putrefacción son la causa de las epidemias infecciosas. Este

paradigma, junto a la influencia de ideas ilustradas, había provocado en Europa

la expulsión de los muertos de las ciudades, el exilio de los muertos, como diría

Phillip Ariés51. Ese fuerte temor hacia el efecto de los miasmas despedidos por

los vapores pútridos- y en consecuencia hacia una muerte por contagio – tenía

su base de razonamiento en las teorías contagionistas desarrolladas en

Europa.

Se pensaba a partir de esta teoría que las infecciones eran causadas por seres

imperceptibles y volátiles, producto de la descomposición de la materia

orgánica, propicios a desarrollarse en lugares cálidos, húmedos y sombríos.

Estos mismas podían trasmitirse inmediatamente o mediatamente, es decir a

partir del contacto con organismos vivos (o muertos) o con el simple roce de

elementos inertes que estuvieran en contacto con agente de infección.

Los enfermos agonizaban en las viviendas, ya como sostiene Foucault el

hospital es un concepto relativamente moderno52. Las enfermedades

infecciosas dejaron su huella en los espacios domésticos y para responder a

los conflictos referidos a la salud pública el Cabildo ejerció el poder de policía.

50 Legislatura de la C.A.B.A. Dirección General de Cultura. Biblioteca Esteban Echeverría. Edición digital

de Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires.[CD-ROM] Buenos Aires, 2010. Serie IV. Libro

LVIII.p. 210

51 Ariés, Philippe, op.cit..,p.193

52 Foucault, Michel. Op. Cit. p. 89

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Page 30: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

Ante la muerte de alguna persona por “calentura tísica” (tuberculosis) o la lepra,

se aplicó por orden del gobierno una serie de medidas que llevaban a intervenir

el edificio y la autoridad ejercía el control oficial de las obras como por ejemplo

picar las paredes y luego enjalbegarlas, cepillar los pisos si fueran de madera,

quemar los muebles y blanquear los muros.

En la época de la dominación hispana Buenos Aries no conoció cementerios

públicos. Los Difuntos de categoría recibían sepultura en el interior de los

templos desde el atrio hasta el altar mayor de acuerdo con su nivel social,

derecho adquirido por compra o por pertenecer a cofradías con enterratorio

para sus componentes53. Se cubría la fosa con una lápida de mármol o Piedra

en la cual se inscribía el nombre, las fechas y un epitafio más o menos sintético

enumerando los merecimientos del difunto así como también los escudos de

familias o incipientes escultura54. La mayoría de estas lápidas desapareció

debido a las restauraciones posteriores realizadas en las iglesias aunque

algunas pueden verse en la Catedral, Capilla San Roque, Santo Domingo, etc.

Fuera de la iglesia, en una fracción de terreno allegado a sus muros, se

enterraba a las personas de menor categoría y a los esclavos. Este sector era

llamado el camposanto.

Durante las grandes epidemias los enterratorios de las iglesias eran

temporalmente clausurados, no solo por falta de capacidad sino también por el

temor al contagio. Se habilitaban entonces otros lugares de la ciudad para tal

fin.

La disposición de trasladar los enterratorios fuera de las ciudades provino de la

Corona Española. La ley I, Título III de la Novísima Recopilación de Leyes de

Indias del 3 de abril de 1787 ordenaba ubicar los cementerios “fuera de las

poblaciones siempre que no hubiera dificultad invencible, en sitios ventilados e

inmediatos a las parroquias, por distantes de las casas vecinas”55. Esta Real

Cédula fue acatada pero no cumplida. Se reiteraron estas disposiciones el 30

53 Delafuente Machin Ricardo. “El barrio de la Recoleta”.Cuadernos de Bs. As. II. Municipalidad de la

Ciudad de Bs. As. 3º edicion. 1973

54 Delafuente Machin, Ricardo. Buenos Aires en el S. XVIII. Municipalidad de la ciudad de Buenos

Aires, septiembre 1980

55 Mike Nistal.” Legislación funeraria y cementerial Española: una visión espacial”. Instituto Geográfico

Vasco . Septiembre, 1996

30

Page 31: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

de junio de 1803 y el 5 de mayo de 1804. Aún en 1805 el rey insistía en

“prohibir el entierro en las iglesias” sin resultado56. En 1810, el virrey Baltasar

Hidalgo de Cisneros ordenó que los difuntos fueran sepultados en el atrio de la

iglesia y no en su interior57. Esta medida fue resistida. En 1813 las

disposiciones avanzaron prohibiendo el entierro en los templos ordenándose la

construcción de un panteón público. Estas resoluciones no se cumplieron58.

En las Provincias Unidas del Rio de la Plata, a comienzos del siglo XIX la

piedad ilustrada comienza a atender problemas relativos a lo que juzga como

“supervivencias idolátricas, supercherías de viejas, supersticiones del vulgo,

que oscurecen o tergiversan el verdadero culto y la verdadera fe”59.

Ello se sumo a estas preocupaciones sobre la salud de los súbditos que habían

comenzado a surgir en España años antes, incidiendo en la Iglesia y en la

Corona para que se limiten los entierros dentro de los edificios sagrados.

En una visita del año 1803-1805, el Obispo de Buenos Aires insistía en la

formación de un cementerio tapiado y con una puerta para el entierro de la

feligresía y pedía a si mismo que los entierros dentro de la Iglesia se reserven

a clérigos y benefactores60.

Estas observaciones se volcaran en la práctica efectiva durante la Reforma

Eclesiástica llevada a cabo por Bernardino Rivadavia en octubre de 1822,

cuando se dispuso, ante la necesidad del Estado de hacerse cargo del

Bienestar Público, la expropiación de las propiedades varios conventos en la

ciudad y del santuario de Lujan para ser destinadas a obras del común, entre

las cuales se hallaba la fundación del Cementerio publico de Los Recoletos61

como bien lo describe un viajero Ingles: (...)" los muertos son enterrados

dentro de las veinticuatro horas: precaución  necesaria es un país de clima

cálido. los cementerios están repletos  y ahora se llevan los cadáveres al

56 Gutiérrez, Ramón. Cementerios siglos XVIII y XIX. Documentos de Arquitectura Nacional y

americana.Nº 19. Instituto de Investigaciones en Historia de la arquitectura. Junio 1985.

57 Ibídem. P.

58 Furlón, Guillermo. Historia Social y cultural del Río de la Plata, 1536-1810, Argentina, Tipográfica

Editora , 1969.

59 Di Stefano, Roberto. Op. Cit. pp. 166-167

60 Ibídem, p.

61 "Cinco años en Buenos Aires/1820-1825 por un Ingles" anónimo

Disponible en linea:

:http://www.argentinahistorica.com.ar/intro_libros.php?tema=15&doc=78

31

Page 32: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

Cementerio Nuevo, en la Recoleta, y se trasladan allí desde los cementerios de

las Iglesias, con lo que se producen escenas de confusión, en que madres,

esposos, y esposas prorrumpen en gritos al reconocer los cuerpos de quienes

ya no esperaban ver más en este mundo"(...)

Durante el gobierno de Martín Rodríguez y su Ministro Rivadavia62, la dificultad

se acentuó al reiniciarse las obras de la Catedral. “(…)Con respecto a

Rivadavia… a más de su importante obra consagrada a la instrucción pública

merece un capítulo particular como el gran urbanista de nuestra Capital. En su

tiempo se introducen formalmente los más positivos y serios adelantes

edilicios. Basta para convencerse de ello enumerar las obras pública realizadas

y seguir la marcha de los importantes decretos promulgados bajo su gobierno:

reformas dispositivas, reglamentación del tránsito de peatones, serenos a

caballo en los barrios suburbanos, organización del departamento de policía y

creación de la necrópolis de la Recoleta”(…)

Por ese motivo se privaba a los feligreses de la parroquia principal de tan

importante servicio. En esta situación extremadamente límite para la sanidad y

la comodidad de la población, se dictó el decreto 528 del 13 de diciembre de

1821, donde se establecía la creación de dos cementerios en la zona oeste de

la ciudad”.63

Reconociendo que la cuestión estaba lejos de solucionarse ya que “los bienes

y males que impulsaron el decreto del 13 de diciembre, son evidentemente más

y mayores que los que entonces se expresaron (Dto. 528) es que se resolvió

que “el edificio llamado de la Recoleta” quedara “bajo las inmediatas órdenes

del Ministro secretario de Gobierno”. Así lo dispuso el decreto 612 del 1º de

julio de 1822. En su artículo 4 manifestaba expresamente. “queda destinado a

cementerio público el edificio pronominado64. La expropiación se extendía,

62 Evolución urbana de la ciudad de Bs. As. Breve síntesis histórica hasta 1910. Cuadernos de Buenos

Aires, Nº XII. Segunda edición. 1972.

63 Prado Y Rojas, Aurelio. Leyes y decretos promulgados en la Provincia de Buenos Aires desde 1810 a

1876, recompilado por Imprenta Mercucio, Buenos Aries. 1877

64 Decreto 612 del 1.7.1822. Fdo. Rodriguez-Rivadavia.

Art. 1. Los religiosos que habitan en el edificio llamado de la Recoleta pasarán a su elección al Convento

llamado de la Observación en nuesta ciudad o al de la Recolección de San Pedro.

Art. 2. Los preindicados religiosos llevarán consigo todos los útiles y muebles de sus respectivos uso.

Art. 3. El edificio llamado de la Recoleta y los muebles existentes en él quedan bajo la inmediatas órdenes

del ministro y secretario de Gobierno.

Art. 4. Queda destinado a cementerio público el edificio denominado.

Art. 5. El Ministro Secretario de Gobierno queda facultado para expedir todas las órdenes que hagan

32

Page 33: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

además, del convento a la iglesia, al huerto y al jardín, disponiendo parte de él

para el enterratorio, que a partir del 8 de julio de 1822 se lo denominó del

Norte, a pesar de lo cual el cementerio siguió denominándose “de la Recoleta”.

Por último la descripción realizada sobre las disposiciones legales tanto del

Estado Colonial como de los gobiernos posteriores a la Revolución de Mayo no

podría considerarse como equivalencias que se correspondieran con tipos de

Piedad tanto Barroca como Ilustrada, sino como un proceso más complejo que

no se considera como antitético, que incorpora, mantiene y encierra en un

espacio distintos tiempos y ritmos.

CONCLUSIÓN

Hemos tratado de retomar el ritual de la muerte como un complejo de prácticas

condicionadas por la especificidad del espacio (iglesias y cementerios)

entendidos como escenarios atravesados por la incidencia que tuvo la

reconstrucción de la percepción sobre la muerte en un nivel general y

exploratorio permitiendo contrastar la información obtenida con la procedente

del contexto histórico especifico. Traspasando la estandarización de ciertas

directrices, los sentidos de la muerte fueron expresados por los sujetos

mediantes sus vivencias, a través de la experiencia colectiva, trágica en cada

momento, y testificada por actores activos como los miembros de la elite

porteña que hicieron del cuerpo un instrumento de significado.

Podemos señalar que el temor, la culpa y la posibilidad de la redención de los

pecados así como el significado social de la apariencia constituyen ideas

fundamentales para entender la representación de la muerte como

construcción del orden social propio de esos actores. La profusión de lazos de

solidaridad entre miembros de la elite local evidencia la naturaleza directa de

las relaciones propias de una sociedad fundamentada en lazos parentales. La

elección de los albaceas testamentarios y testigos entre parientes más

cercanos o entre personajes de su mismo entorno social, o los nexos anudados

efectivo el más pronto cumplimiento de este decreto con arreglo al 13 de diciembre de 1821 e insértese

en el Registro Oficial.

33

Page 34: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

entre el testador y su familia también del mismo círculo, testimonian el

significado que tenía para esa comunidad de pares la exhibición de señas de

identidad que evocaron su cohesión social tanto en el mundo terrenal como en

la gloriosa vida eterna.

En una sociedad donde no sólo lo material sino lo simbólico estuvo ligado a

una determinada jerarquía, la desaparición física significó entonces mucho más

que el mero hecho de la transmisión de bienes. Las prácticas funerarias

expresadas en amortajamiento con el hábito de una orden y el entierro en

capillas conventuales vinculadas con la devoción particular a un santo así como

la pompa y la ostentación de los acompañamientos de los personajes más

destacados nos remiten al imaginario bajomedieval en una sociedad como la

porteña totalmente mercantilizada sociales tradicionales.

Desde este estudio , está claro que si bien no podemos siquiera imaginar una

desestructuración de un nivel de intensidad tal que nos permita marcar una

ruptura radical en el imaginario frente a la muerte en relación a las costumbres

propias del siglo XVIII, si nos es lícito advertir un ensimamiento de magnitud

considerable en las representaciones vinculadas al sitio de las inhumaciones,

significados en donde mejor podemos observar los cambios que se avecinarán

de manera más sostenida al finalizar el siglo XIX.

En este proceso, la perdurabilidad de las costumbres actúa de contrapeso ante

la emergencia de nuevos elementos en el imaginario religioso. Ante ello, la

táctica de las autoridades eclesiásticas parece ser acomodaticia, velando al

mismo tiempo por el "bien común" y por el piadoso "deseo de los cristianos".

El cambio operado durante la “feliz experiencia” en la piedad frente a la muerte

se manifiesta en relación al espacio sacro y la ritualidad, desvinculándose la

idea de salvación del alma de la cercanía a los restos de los ancestros en

espacios precisos dentro de las iglesias. Pero desde esta breve incursión es

posible elaborar tentativos indicadores sobre lo acontecido que no son un

reemplazo de sensibilidades delimitadas por procesos políticos locales sino que

pensar la muerte en el espacio Rio Platense del periodo estudiado no puede

desentenderse de la “larga duración” donde se pueden apreciar las

persistencias o las transformaciones de la estructuras mentales, lentas y

pausadas, que pueden definir un cambio de mentalidad. Es justamente sobre

estas disposiciones y las prácticas cotidianas donde deberemos centrar la

atención en posteriores trabajos, entendiendo que el normar y el practicar

34

Page 35: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

conforman dos nudos problemáticos (que interactúan mixturadamente) en la

instancia de imaginar el universo, es decir, en las prácticas de construirlo y

significarlo.

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Esteban Echeverría. Edición digital de Acuerdos del Extinguido Cabildo

de Buenos Aires. [CD-ROM] Buenos Aires, 2010. Serie IV. Libro XVI.p.

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Legislatura de la C.A.B.A. Dirección General de Cultura. Biblioteca

Esteban Echeverría. Edición digital de Acuerdos del Extinguido Cabildo

de Buenos Aires.[CD-ROM] Buenos Aires, 2010. Serie III. Libro LIII.p.

379

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Esteban Echeverría. Edición digital de Acuerdos del Extinguido Cabildo

37

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del notario Vicente de Rodilla, una introducción a los documentos

medievales de últimas voluntades de Zaragoza, Zaragoza, Institución

Fernando el Católico (CSIC) Excma Diputación de Zaragoza

Murillo, Pedro. de testamentos, en que se resuelven los casos mas

frecuentes, que se ofrecen en la disposicion de las ultimas voluntades.

Real imprenta de los niños expósitos, año 1792

INDICE

Introducción……………………………………………………………..……...Pág.2

Capítulo I: El arte del bien morir y las creencias sobre la muerte………...Pág.6

La construcción de la Buena Muerte…………………………..Pág.6

La Invención del Purgatorio……………. .Pág.8

La practica Testamentaria……………………………………….Pág.11

Capítulo II: La muerte Católica a través de los ritos funerarios……….….Pág.16

Ritual y Status………………………………………………….…Pág.16

Preocupaciones y Previsiones………………………………….Pág.21

La Muerte del Obispo…………………………………………….Pág.22

38

Page 39: estudio sobre la muerte en Buenos aires siglos XVIII y XIX

Capítulo III: Donde habitan los muertos………………………………….….Pág.26

Heterotopias……………………………………………………...Pág.26

Entierros en las Iglesias del Buenos Aires Colonial……..…Pág.28

El exilio de los muertos………………………………………....Pág.29

Conclusión……………………………………………………………………...Pág.34

Bibliografía………………………………………………………………………Pág.36

Índice…………………………………………………………………………..…Pág.39

39