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Recorrido por la literatura argentina

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ROMANTICISMOFrente al racionalismo ilustrado y positivista que imperaba en la Europa del siglo XVIII, el romanticismo surgi, arrollador y vital, como un movimiento de exaltacin del hombre, la naturaleza y la belleza, y como expresin del espritu de rebelda, libertad e independencia que domin todas las reas del pensamiento y la creacin artstica a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII y primera del siglo XIX.El uso de la palabra romntico se remonta al siglo XVII, poca en que en Francia e Inglaterra, se aplicaba determinado tipo de creacin potica -el roman o romant-, heredera de los romances medievales y de los cuentos y baladas que florecieron en la Europa meridional durante los siglos XVI y XVII. La fascinacin por lo misterioso y sobrenatural y la atmsfera de fantasa y herosmo que dominaban estas composiciones enriquecieron el mbito semntico del trmino que, smbolo de la nueva esttica, encontr sus primeras manifestaciones, eminentemente literarias, en los movimientos prerromnticos britnicos y alemanes de fines del siglo XVIII, para alcanzar su mxima plenitud en toda Europa iniciado ya el siglo siguiente. La segunda mitad del siglo XIX marcara el inicio de la decadencia general de los postulados romnticos, disgregados en una fase final de eclcticismo.Caractersticas generalesEl romanticismo fue una reaccin frente a la tradicin establecida; propugnaba la emancipacin del individuo, cuyos rasgos particulares parecan correr el peligro de disolverse en la colectivizacin social creciente. Lo subjetivo, lo irracional y lo imaginativo empezaron a abrirse paso en un movimiento que plante un giro total hacia lo humano, la naturaleza y la belleza inalcanzable, ideal y sublime. Los artistas romnticos buscaron una huda de la realidad circundante, en busca de los territorios menos explorados, dando rienda sulta a la fantasa, la emocin y el encuentro con la naturaleza y la historia remota.En poltica se desarrollaron vivamente los nacionalismos que buscaban los rasgos peculiares de los pueblos y rechazaban la uniformidad del dominio imperial tal como haba sido concebido por Napolen. En su reaccin frente a la etapa anterior, el romanticismo plante una ruptura con el equilibrio racional y objetivo que haba establecido el clasicismo del siglo XVIII: as, se planteaba una dualidad entre lo clsico y lo romntico, que no slo pertenece a un perodo concreto de la historia, sino que es, ms bien, una dualidad entre dos modos de ver el mundo, dos mentalidades distintas.Romanticismo LiterarioLa literatura hispanoamericana se hace romntica por influjo de Europa. El 9 de diciembre de 1824 se libra la batalla de Ayacucho, que seala el fin de las guerras de independencia y, por ende, de la dominacin espaola, y del establecimiento de las repblicas. Los territorios que la Pennsula posea en Amrica -excepto Puerto Rico y Cuba- nacen a la vida libre y se definen desde el punto de vista histrico, social y natural.Desde la dcada del 10 hasta 1870, la sociedad sufre cambios de importancia: queda bolida la esclavitud y la servidumbre de los indios; en el orden econmico, se implanta el sistema liberal; se propician reformas educativas y se fundan escuelas; desde el punto de vista filosfico, es decisiva la influencia de Francia, Inglaterra y Alemania. El siglo XIX est dominado por el positivismo que slo reconoce el mtodo experimental y acepta como verdadero lo que puede comprobarse mediante la observacin.Esteban Echeverra viaja a Pars en 1825 con el objeto de iniciar estudios de Fsica, Qumica, Matemtica y otras ciencias, pero se siente atrado por la literatura, especialmente por la poesa que se cultiva en esa poca y a ella se entrega. Cuando regresa a Buenos Aires, en 1830, ya es un poeta que no oculta su admiracin por Chateaubriand, Lamartine y Vctor Hugo. Los jvenes que comulgan con la nueva orientacin esttica, reciben de l un Romanticismo de sello autnticamente francs.Su poema Elvira o La novia del Plata (1832) inagura el Romanticismo en las letras argentinas, que no slo se anticipan as a los dems pases de lengua espaola, sino tambin a Espaa, ya que su primera obra romntica, El moro expsito, de ngel Saavedra Ramrez de Baquedano, duque de Rivas (1791-1865), data de 1833. De la Argentina, el movimiento se extiende a Chile y al Uruguay.Entre las obras ms importantes de este movimiento se destacan "La cautiva" y "El matadero", ambas de Echeverra; "Martn Fierro", obra maestra de Jos Hernndez; "Amalia", de Jos Mrmol; "Facundo", de Domingo F. Sarmiento; y el folletn y obra dramtica "Juan Moreira", de Eduardo Gutirrez, considerado fundador del teatro rioplatense.Las principales caractersticas del romanticismo en Argentina son: Americanismo: la literatura refleja la realidad geogrfica, histrica y cultural; las ideas, y las temticas nacionales.Lo popular: Se exalta en esta literatura romntica el popularismo sobre lo aristocrtico.El yo del escritor: se refleja en la obra, hay preferencia por lo sentimental sobre lo racional. Libertad: reflejada en la actitud del escritor frente al arte, se rompe con las reglas y normas clsicas, guindose solamente por la propia originalidad, sin esquemas preestablecidos.Sentimientos: El principal sentimiento es el amor, idealizado; el sentimiento religioso, y Dios, que est asociado al hombre y a su entorno; la mujer que despierta sentimientos extremos (de ngel o demonio), sin prejuicios sociales; la naturaleza, con escenarios en ruinas, la soledad de la noche, o de los campos, la luna como nica perturbadora de la privacidad del poeta, los bosques y los campos, o el mar.

LITERATURA GAUCHESCAHacia fines del siglo XVIII nace y empieza a desarrollarse en el entonces territorio del Ro de la Plata un tipo de literatura de carcter popular, en un comienzo annima, cuya caracterstica general consiste en proyectar hacia el campo el mbito rural del pas, las costumbres de los hombres de campo, sus personajes tpicos, todo ello a travs de su tradicin y su vocabulario. Es lo que llamamos literatura gauchesca, cuya difusin alcanza hasta el ltimo tercio del siglo XIX. Refleja actitudes derivadas de la educacin espaola, tales como el culto por las armas, la habilidad del jinete, y el sentimiento implcito de la libertad. Se ha insistido mucho en este ltimo aspecto, pues parece desprenderse del mismo tipo de vida caracterstico del gaucho, jinete solitario de las llanuras desiertas que debi aprender a manejarse con la independencia propia de un estilo de vida errabundo, en un mbito que, como el de la pampa, pareca ofrecerse ante l como un horizonte sin lmites ni ataduras.La historia parece haber tomado al gaucho en la epopeya contra los espaoles, bajo caudillaje de Gemes; y as lo tom la literatura a travs de Lugones, por ejemplo, en La Guerra Gaucha. Pero en realidad el gaucho ha vinculado tambin su nombre con muchos episodios blicos de nuestra independencia, y estuvo presente en las campaas de los caudillos montoneros, en las luchas por la organizacin nacional -sin excluir el perodo rosista, con sus Colorados del Monte- hasta Caseros, momento en que la campaa se empieza a poblar de extranjeros, de gringos, como los llamaba, y a los que ve como intrusos que se proponen desplazarlo.Aun dentro de la dinmica general de nuestra emancipacin de Espaa, la utilizacin de un lenguaje rstico, rural, fue en nuestra literatura un signo de independencia. El impulso de alejamiento de la tradicin peninsular, de unificacin con el propio suelo, de construir una nueva patria, contribuy al desarrollo de esta literatura en formacin. Fue as como, por conducto del romanticismo, los gauchescos aprovecharon el paisaje rural, las costumbres bien distintas de sus habitantes, tendiendo al olvido de lo ciudadano y tratando de captar lo popular, a veces con la colaboracin de la msica, tanto en el interior como en las zonas aledaas y provinciales. Esta literatura buscaba adems conmover a un auditorio en su mayora analfabeto, que se extasiaba con las noticias y sucesos relatados por los poemas y las letras de tono menor. El dialecto entraba con su facilidad porque era algo que no requera atencin previa.Se interpretaba, y, ms an, se intua lo que no estaba dicho de modo explcito. Y mientras en los ncleos ciudadanos este lenguaje sonaba con aspereza y chocaba contra las formas cultas, en el ambiente popular lograba una penetracin creciente y un desarrollo cada vez ms impregnado del consentimiento activo. Nada pareca ofrecer resistencia a este modo de expresin. El poema gauchesco llegaba al pueblo todo. Sus autores saban que en los cielitos, en las payadas, en los trovos, se concentraba una corriente literaria.Haban comenzado por ofrecer piezas de toque poltico, y siguieron por ese rumbo. Y as ocurri sucesivamente con Hidalgo, Ascasubi o Jos Hernndez. Pero a esto deber volverse en su oportunidad.Poesa gauchesca y poesa tradicional.

No debe confundrse la poesa gauchesca con la poesa tradicional, latente ya desde los tiempos de la colonizacin. En esta ltima, nos llegan enraizados los viejos romances de matones, las rondas, las canciones, los villancicos y las coplas, los temas con hroes legendarios y caballeros, reyes y pastores, etc. Poesa tradicional que est fundamentada en el anonimato, que refleja un arte impersonal, que haba sido recogida por los libros de cordel, los florilegios, las hojas sueltas o la memoria de lectura y la tradicin oral. Estos elementos tradicionales se contaminan en tierras de Amrica, se reelaboran con palabras, costumbres, accidentes, nombres, que le imprimen cierto tono local, pero siempre bajo una raz histrica pura.En el primer tercio del siglo XIX surgen entre nosotros los poetas annimos y los payadores, improvisadores o memorizantes de coplas y rimas, que difundirn mediante versos octoslabos y acordes de guitarra este tipo de poesa. Los tonos dentro de su pobreza meldica no ofrecen una gran variedad. Pero se adaptan a distintas formas de piezas, desde los romanees a las dcimas. Con los payadores la revelacin esttica de la poesa fue "no tanto de solaz, como noticiosa, proftica, moralizadora, idealizadora y didctica. En un medio social sin escritura, sin iglesia, sin escuela, sin presin social (por regir un tipo de comunidad rala), el payador era el letrado, el maestro, el periodista, el consejero y el predicadol'. Debe aadirse a esto que era deber ineludible, cuando se enfrentaban dos cantores, el payar de contrapunto.

Desarrollo de la poesa gauchesca

La poesa denominada gauchesca, gnero que surge en el mbito rioplatense, ha quedado como sello indiscutible dentro de la literatura hispanoamericana. Ya desde su mismo nacimiento fue un elemento de consulta y una manera de pltica confidencial entre la gente del pueblo. En esta manifestacin verbal se acentuaba el decir pcaro y lo episdico, el suceso histrico -apenas interpretado en el momento de circunstancia-, todo ello difundido mediante el canto. Si bien los payadores haban compenetrado sus composiciones improvisadas o recordadas con el alma popular, el joven gnero gauchesco experiment nuevos cambios.El decir se volvi realista, crudo y convincente, el cual, al ser repetido por el cantar guitarrero se convirti en noticia volatinera o suelto de peridico, aprendido con estribillo o meloda. Ya Bartolom Hidalgo (1788-l822) haba encendido con sus "cielitos" la combatividad del canto, reproduciendo a la vez con sus "dilogos" la conversacin amena entre paisanos.Estos dos elementos sern luego desarrollados por la literatura gauchesca a travs de sus continuadores -inclusive los mismos payadores, noticieros o maestros dentro de las comunidades ms inferiores-, cuyo desarrollo estar ya afirmado en una tradicin.En muchos casos, el decir jocoso estuvo salpicado por la reflexin o el comentario. No todo lo expresado entre paisanos eran chuzas verbales o requiebros festivos, sino que estaba tambin la queja mordaz, las mltiples lamentaciones con hechos citados para su confirmacin. No se quera usar el canto como un puro juego lrico o ameno. Exista un dolor que estaba flotando en la intimidad del verso, de modo que el poeta dejaba las comparaciones aproximativas del lenguaje rural y se impona la obligacin de ser testigo de la verdad, del sufrinliento, de las luchas de la independencia. Lo poltico o lo social no dejaban de registrar la gracia del estilo, pero actuaban en primer plano.El pueblo lo entendi as, y aprenda la historia del pas o de su comarca natal a travs del poema bordoneado en las guitarras. De este modo, los gauchescos cultivaron a la vez el verso sabroso y el polmico.La lnea descriptiva de Bartolom Hidalgo se continu as con el poeta Hilario Ascasubi (1807-1875), que es autor de una extensa produccin lrica reunida luego por su autor en tres gruesos tomos editados en Pars en 1872. La costumbre de utili.zar seudnimos, tan difundida en la poca, fue seguida no slo por Ascasubi sino tambin, y posteriormente, por Estanislao del Campo (1834-1880), al autor del Fausto (1866). Si Hidalgo dio en su primario cantar del cielito el tono de una voz, y Ascasubi con Santos Vega un minucioso friso'de la campaa bonaerense enfocando la historia de unos mellizos, Del Campo lleva a su culminacin el juego dialogado de los poetas gauchescos. Todo en un proceso que culminar con Hernndez en una pieza cumbre de la literatura gauchesca: el Martn Fierro. A partir de aqu ya quedar bien marcado el rumbo definitivo de la literatura gauchesca, no slo para el verso sino tambin para la prosa, entre las que deben incluirse las tentativas dramticas o narrativas. As se irn sucediendo ms tarde Ricardo Gutirrez, Martiniano Leguizamn, Benito Lynch, Ricardo Giraldes en esta orilla del Plata, mientras en la otra surgen figuras como Javier deViana, Eduardo Acevedo Daz, Carlos Reyles, etctera.GENERACIN DEL 80El concepto de "generacin' ha sido definido y controvertido con insistencia en los trabajos de muchos crticos e historiadores de la cultura. Y, muy frecuentemente, suele desencantar a aquellos que intentan aplicarlo a ciertos fenmenos culturales, tantas son las excepciones, las correcciones y los malos entendidos que se producen cuando se intenta englobar bajo un determinado denominador comn el sentido de obras y de hechos de naturaleza muy compleja.En efecto, aun reducido a su expresin ms elemental, el concepto de "generacin" se apoya en el supuesto de que los hombres nacidos y criados alrededor de un mismo eje cronolgico, y sometidos a parecidas presones sociales, tienden a comportarse y a expresarse segn mdulos que reflejan esa comunidad de origen y de experiencias. Muchos de los hechos que en nuestro pas encontraron su expresin econmica, poltica y cultural alrededor del eje cronolgico del ao 1880, admiten una caracterizacin de tipo generacional.Y, en la prctica, se ha institucionalizado la costumbre de referirse a la historia, a la literatura, a la poltica de esos aos, como la hstoria, la literatura, la poltica de la "generacin del 80". El momento histrico-cultural.

Una caracterizacin de este tipo se funda, naturalmente, en la confluencia excepcional de factores histricos y sociales, y basta una somera descripcin de la Argentina en la penltima dcada del siglo XIX para advertir el nivel de homogeneidad en que se integraron esos diversos factores. Desde la cada de Rosas, en 1852, el turbulento panorama poltico inici un largo y duro proceso de deflacin en cuyo trmino la primera presidencia del general Roca (1880-l886) impuso el desconocido espectculo de una gestin presidencial acatada por todas las facciones.Esa estabilidad poltica ajust la ltima pieza de su laborioso mecanismo con la promulgacin de la ley que converta a la ciudad de Buenos Aires en Capital Federal de la Repblica, clausurando as, con una figura jurdica, el viejo pleito de provincianos y porteos. La ley se promulg en 1880, el mismo ao en que Julio Argentino Roca, el joven y brillante militar prestigiado por el xito de la campaa que concluy con el dominio del indio en el desierto, suceda a Avellaneda en el mandato presidencial.De alguna manera, la prdica sustentada en las Bases, de Alberdi, que era la prdica de toda la generacin de proscriptos, vena a encontrar finalmente, despus de 30 aos, su cumplido ejecutor. Bajo el lema de su gobierno, "paz y administracin'( la libertad de comercio, la radicacin de capitales extranjeros, el trazado de vas frreas, la incorporacin del desierto a las actividades productivas, el acceso de varios centenares de miles de inmigrantes, convertan en palpable realidad algunas de las ms ansiosas postulaciones de Alberdi.Es cierto que la verificacin de los ms urgentes postulados de las Bases no alcanz la misma intensidad en todos los rdenes de la compleja realidad ni afect de igual manera el crecimiento de todas las estructuras que interesaban al desarrollo armnico del pas. La nueva poblacin, lejos de extenderse en relacin proporcionada a la disponibilidad de tierras cultivables, fue virtualmente compelida a arracimarse en el ncleo urbano de Buenos Aires; la nueva riqueza, lejos de sacudir los entumecidos resortes de las economas provincianas, descarg sus esplendores sobre la cornucopia que atiborraba de cereales el privilegiado puerto de Buenos Aires; el nuevo orden poltico, lejos de asegurar el cumplimiento correcto de la democracia representativa, alent ms bien la consolidacin de una suerte de despotismo ilustrado, de una peculiar oligarqua entre cuyos miembros se comparti el poder hasta bien entrado el siglo XX, cuando la novedad del voto secreto consagr el triunfo de Hiplito Yrigoyen (1916).

Los rasgos caractersticos

La confrontacin permanente con los modelos culturales provistos por Europa fue una caracterstica que marc de modo decisivo la naturaleza de estos instrumentos reguladores.Los hombres del 80 -entindase bien, los hombres que dirigan y asuman la responsabilidad del proceso poltico y social- cultivaban una relacin tan estrecha con el mundo cultural europeo que aquellos instrumentos no podan sino reflejar con bastante -fidelidad el modelo. Cuando Echeverra o Sarmiento llegan a Europa, la actitud de ambos es la de provincianos vidos e inquietos que buscan en las grandes capitales del mundo el saber y la experiencia susceptibles de servir a la singular situacin de un pas que ensayaba los vagidos de la vida independiente. Todava ms; Sarmiento no vacilar en reconocer la admiracin que le despiertan los Estados Unidos, en demrito de la imagen de una Europa envejecida, recostada en la estril contemplacin de sus glorias de antao. Y ello porque Sarmiento observaba el mundo con la deliberada intencin de extraer conclusiones de orden prctico. En Cambio, cuando Mansilla o Can, dos hombres tpicos del 80, llegaban a Europa en alguno de sus frecuentes Viajes, la actitud de ambos, por lo contrario, era la de dos expertos consumidores para quienes Europa renovaba siempre los maravillosos secretos de su arte y de su sociabilidad.La disposicin del consumo cultural, Propia de una sociedad que ha resuelto Ya muchos de sus problemas fundamentales es, probablemente, uno de los rasgos ms novedosos con que la generacin del 80 se introduce en la historia del pas, y el que afect con mayor profundidad a los integrantes de la misma.De todas las direcciones anotadas por el crtico de Can hay una, particularmente, que impresiona por la abundancia de testimonios comprobatorios y por el fuerte contraste que ofrece con la literatura de los nombres entonces vigentes en el consenso pblico: Sarmiento, Mitre, Alberdi, Vicente Fidel Lpez. Es ese "talento a flor de cutis", esa disposicin para escribir una pgina antes que un libro, ese "despilfarro enorme de talento a los cuatro vientos del periodismo o de la conversacid'. Cualquier lector que posea un mediano conocimiento de la literatura de esa poca encontrar, asimismo, abundantes pruebas de un sentido del humor displicente y sofrenado en las fronteras mismas de la sonrisa; y de una actitud irnica que hace gala de cuestionar el contenido de los asuntos que trata cuando la seriedad de stos amenaza en volver solemne la conversacin o el discurso.Eduardo Wilde (1844-1913) fue el ms reputado humorista del 80; Guido y Spano (1827-1918) el que manej ms a fondo el extrao instrumento de la irona. Entre una y otra resonancia de la escala musical, Can aada una nota personal de pesimismo, una cierta irritabilidad a la que con el lenguaje positivista de la poca cabra calificar como "neurastenia".UNIDAD 3REALISMO- NATURALISMOEn la llamada generacin del 80, la novela asume en la literatura argentina, por primera vez, un carcter que le confiere ya las caractersticas de un gnero casi autnomo, es decir, provisto de las condiciones histricas necesarias para lanzarse hacia el futuro desde una especie de inicial madurez. No quiere decir esto que las obras en s mismas, y desde el punto de vista de su excelencia esttica, sean maduras. Pero s que son "cultivadas no de modo accidental por autores especializados en otros gneros -como haba ocurrido hasta entonces- sino por novelistas, esto es, por escritores que, en todo caso, se especializan precisamente en el gnero novelesco.Dentro de esta estructuracin general del gnero que se opera en el ltimo cuarto de siglo, el naturalismo, tendencia entonces triunfante en Francia bajo el liderazgo de Emilio Zola, desempea un importante papel. Es bajo el signo del naturalismo - si se exceptan las primeras expresiones de literatura fantstica, y no de modo absoluto, como se ha visto-, por cierto en conexin con el realismo tradicional, que se opera esta aparicin del gnero novelesco argentino dotado ya de caracteres orgnicos de conjunto. En la dcada que va del 80 al 90, se produce una serie de obras que configuran el repertorio de esta novelstica argentina, y su representante mximo es, sin duda, Eugenio Cambaceres, que puede ser considerado en cierto modo como el iniciador de este proceso con su primera obra, Pot-pourri, publicada en 1881.La novela naturalista argentina

La novela romntica haba dado su expresin ms representativa entre nosotros con Amalia (18Sl), de Jos Mrmol. A partir de ese momento, la narrativa nacional recorre el camino que va de la pintura costumbrista o sentimental a la reconstruccin histrica, del episodio farragoso de la poca resista a la leyenda, como la de Luca Miranda, glosada segn el gusto romntico. Hacia el '80, el romanticismo no ha desaparecido del todo. Luis B. Tamini, profesor del Colegio Nacional, adverta en un artculo aparecido en el diario La Nacin hacia 1880: "Trmulos y extticos ante la gloria de Pars, vivimos con los ojos puestos en la rada, esperando el prximo paquete". Esos navos cuyo arribo se aguardaba tan ansiosamente traan por entonces las noticias de la nueva escuela literaria francesa: el naturalismo. Y as como en Pars, tambin aqu produjo polmicas y escndalo. Buenos Aires, todava una "gran aldea", tuvo su "batalla naturalista". El 3 de agosto de 1879 La Nacin comienza a publicar en folletn el captulo inicial de La Taberna (1877) de Emilio Zola, pero al da siguiente, sin justificacin convincente, suspende su publicacin.A partir de ese momento se suceden las diatribas y las apasionadas y escasas defensas del naturalismo en diarios y revistas de la capital argentina. Por una parte se aboga por la prohibicin municipal de ese "realismo corruptor'; se habla del "chocante y afectado realismo", del "lujo horrible de detalles repugnantes que caracteriza el estilo de Zola". Por otra parte, se exalta la intencin naturalista de pintar la realidad tal cual es, sin distorsiones; se llega incluso a defender tmidamente su fin social y su sentido moral: segn Benigno B. Lugones, "el naturalismo responde a la necesidad universal de una reforma en la constitucin de la sociedad". Lo que es ms importante, se advierte que, en el terreno formal, ese nuevo estilo est destinado a liquidar una literatura envejecida: Tambin aqu, como en Francia, la finalidad social del naturalismo zoliano es un elemento urticante en la piel de la clase dirigente. En su seccin bibliogrfica de la Nueva Revista de Buenos Aires, Ernesto Quesada comenta en 1881 La novela experimental, el libro terico de Zola aparecido meses antes en Pars. Comparando el realismo naturalista con el tradicional, advierte alarmado que "... En las literaturas antiguas el realismo se contenta con observar la naturaleza tal cual es, con pintarla ingenuamente. La nueva escuela quiere ms: analiza, no toma las cosas tal cual son, indaga, desmenuza, separa, trata de investigar el por qu de cada cosa". Al ao siguiente Quesada tiene ante sus ojos la primera novela argentina ms o menos filiada al naturalismo: Pot-pourri, de Eugenio Cambaceres. Hacia 1890, a pesar de admoniciones y protestas, el naturalismo ha arraigado definitivamente en la literatura argentina. Las novelas de Zola aparecen paralelamente en Pars y Buenos Aires; los peridicos y revistas proporcionan abundante informacin sobre el autor de Germinal y su escuela. Ya en 1886 J. Castellanos aconsejaba a los novelistas locales que fueran "naturalistas criollo" para responder "por una parte al espritu del siglo y por otra a esa condicin indispensable en el arte de imprimir a sus creaciones carcter propio y local' (Oleadas literarias). Hacia esa misma fecha se ha cerrado el circuito del rechazo; algunos de los antiguos detractores suavizan su actitud o llegan incluso a adoptar total o parcialmente las caractersticas del antes vilipendiado naturalismo. En Francia, hemos visto, surgi como una respuesta natural a las condiciones sociales y econmicas del momento. Pero no existan aqu las mismas condiciones, no haba surgido an una burguesa industrial poderosa con su obligado correlato de explotacin y clases pauperizadas y marginadas, cuya impugnacin y anlisis es uno de los contenidos del naturalismo europeo. Si bien esta corriente fue adoptada en nuestra literatura como reaccin ante formas expresivas ya gastadas, el punto decisivo reside en un nivel superestructural, de orden cultural. Ya sabemos que el grupo dirigente del 80 est embarcado en un intenso proceso de europeizacin. En el campo cultural la dependencia asume formas ms complejas pero no por ello radicalmente diferentes. As como el imperativo econmico consista en llegar a ser tan desarrollados como en Europa, el mandato cultural impona una puesta al da con los ltimos adelantos de la inteligencia europea, la francesa especialmente. As se adopt el naturalismo francs, sin advertir que corresponda a otra realidad histrica. As se explica que, como se ver en el anlisis de la obra de Cambaceres, el naturalismo argentino adopte ms los mecanismos y las tcnicas zolianas que sus objetivos fundamentales. Zola ataca frontalmente a la clase dirigente dela burguesa francesa; los naturalistas argentinos terminan por defender cerradamente la clase dominante a la cual pertenecen. Sin embargo, si bien la adopcin del naturalismo implic un falseamiento en este nivel, por otra parte abri a la novela argentina el campo de su conexin con la realidad, posibilitando la incorporacin definitiva de la temtica urbana.

Novelistas del naturalismo argentino

A partir de Pot-pourri (1881), Cambaceres abre el camino a los narradores naturalistas argentinos. Los procedimientos de la nueva escuela fueron aplicados de modo general, con frecuentes irrupciones de rasgos romnticos que an subsistan en el gusto y el oficio de los nuevos novelistas. En algunos casos se trat de cumplir estrictamente con los preceptos naturalistas. Otras veces la tcnica naturalista fue menos ortodoxa. A pesar de ser un encarnizado detractor de Zola, Lucio V. Lpez publica en 1884 La gran aldea, con algunas huellas de la nueva escuela. El mdico Francisco A. Sicardi produce entre 1895 y 1901 los cinco gruesos volmenes del Libro extrao, con abundantes elementos naturalistas mechados de lirismo romntico. Dos grandes grupos de novelas filiadas en mayor o menos grado al naturalismo, se refieren a los temas decisivos en el momento ochentista: el inmigrante y la fiebre financiera. El inmigrante es protagonista de un amplio sector de novelas: adems de En la sangre (1887) de Cambaceres y en Inocentes y culpables, estn en este grupo Bianchetto (1896), de Adolfo Saldas; Teodoro Foronda (1896), de Francisco Grandmontagne; amn de algunas de las Novelas Argentinas de Carlos Mara Ocantos. Y cuando se produce el desastre financiero de 1890 surge el otro ciclo novelesco emparentado con la tcnica naturalista, el ciclo de la Bolsa. El mismo ao de la crisis se publica Abismos, de Manuel ahamonde; al ao siguiente aparecen La Bolsa, de "Julin Martel" (Jos Mara Mir); Quilito, de Carlos M. Ocantos; y Horas de fiebre, de Segundo I. Villafae. El tema sigue interesando a los novelistas despus de 1891: Grandezas (1896), de Pedro G. Morante; Quimera (1899), de Jos Luis Cantilo, prolongan una lnea temtica que llega hasta Roberto J. Payr, con Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira (1910). De este modo, el nacimiento, apogeo y derivacin de la novela naturalista argentina, que se muestra a la vez como el factor fundamental de la vertebracin del gnero novelesco en nuestro pas, puede ser delimitado en el lapso de los ltimos veinte aos del siglo XIX. Ya se ha dicho que su punto de arranque y su autor ms representativo es Eugenio Cambaceres...

Narrativa ruralLa narrativa rural argentina entronca en el ciclo gauchesco rural, aunque sus frutos son tardos respecto de la poesa. El ciclo gauchesco engloba la literatura escrita por hombres de ciudad que remedan el habla del hombre de campo y lleva el propsito de reflejar fielmente la vida de ste: su trabajo, costumbres, diversiones, vestimentas,, idiosincrasia, sus relaciones con el ambiente fsico, etc.Ascasubi, en el prlogo de su poema Santos Vega o los mellizos de la flor dice que contar esa historia le dar oportunidad de "bosquejar la vida interior de la estancia y de sus habitantes y describir tambin las costumbres ms peculiares de la campaa". Asimismo, la poesa gauchesca tuvo un declarado propsito panfletario: de propaganda patritica en Hidalgo; de crtica a Rosas en Ascasub; de denuncia poltico social en el perodo de la organizacin nacional en Hernndez.La narrativa, en cambio, ms contaminada por las enseanzas romnticas, deforma la veracidad de los personajes para adecuarlos a los arquetipos del gnero, se mantiene fiel a la realidad en las descripciones, utiliza el lenguaje campero slo en los dilogos, y no suele tener intencin panfletaria aunque, por su tendencia a exaltar el pasado, a presentarlo de manera idealizada y a oponerse por lo tanto al cambio social, revela una posicin poltica de filiacin reaccionaria. La esttica regionalista derivada del romanticismo, se reconoce como tal en la ltima dcada del siglo XIX y la primera del XX, en libros de ndole narrativa aunque no novelesca como: Mis montaas de Joaqun V. Gonzlez (1893), La Australia argentina de Roberto J. Payr (1898), Un viaje al pas de los matreros de Jos S. Alvarez (1897), El pas de la selva de Ricardo Rojas (1907), La guerra gaucha de Leopoldo Lugones (1905), a los que hay que sumar la produccin de Martiniano Leguizamn. As asomaron en la literatura la llanura, la montaa, la selva y la puna argentinas.En general, con excepcin de Payr y Alvarez, estas obras tuvieron un sentido ideolgico nacionalista y en su expresin entraron por partes desiguales los siguientes elementos: el realismo -precisin documental en tradiciones, leyendas, bailes, trajes-; el romanticismo de manera predominante -culto al pasado para enfrentar el presente burgus y materialista, bsqueda del pintoresquismo folklrico- y, en algunos (Rojas y Lugones especialmente), el modernismo -sintaxis rtmica, vocablos inusuales, arcasmos, neologismos. Estas obras enfocan un mbito rural pretrito como negacin tcita ante la actualidad de una tierra cercada por las alambradas, surcada por el ferrocarril, poblada por extranjeros, cultivada, con haciendas selecciona das, en la que el indio ya no era un factor de peligro y riesgo, y las caballadas baguales, el faenamiento libre y los torneos heroicos en que se enfrentaban hombre y naturaleza, ambos igualmente primitivos, resultaban mticos.Toda esa narrativa carece de la unidad de la novela. La constituyen una serie de cuadros, paisajes, esbozos, impresiones y tambin cuentos, vagamente enlazados por un contexto histrico y geogrfico.Ese "aroma puro de las costumbres antiguas" unifica las realizaciones y los propsitos de la mayora de los regionalistas a pesar de sus diferencias notables, especialmente de estilo.Habra que mencionar tambin, dentro de la narrativa rural, el testimonio de los escritores o cientficos que nos, Visitaron, y fundamentalmente la obra de Guillermo Enrique Hudson, escrita en ingls, y sin embargo impregnada de una fuerte realidad local.MODERNISMOPero qu es el modernismo? Veamos las interpretaciones que se han hecho de la significacin del movimiento, que ha sido ligado, en la bsqueda de conexiones de fondo, con un proceso de tipo religioso que se manifiesta hacia 1880, llamado tambin "modernismo", y que pretenda una explicacin a fenmenos diversos: poltica, filosofa, religin, literatura, ciencia. Alguna epidrmica vinculacin puede establecerse en la medida en que el modernismo que nosotros conocemos trabaja con la materia verbal y de su reordenamiento espera obtener significaciones. Pero no puede decirse que haya habido correlacin ni determinacin ninguna. Muchos poetas modernistas se niegan, no obstante, a creer que el modernismo sea algo restringido a las bellas letras; aluden, en cambio, a un estado de nimo general que es, tal vez, el sentimiento ya descripto de asfixia cultural y de necesidad de cambio social. Esa es por lo menos la opinin de Juan Ramn Jimnez, que le atribuye se "un gran movimiento de entusiasmo y libertad hacia la belleza". Es Rubn Daro el que emplea la expresin "modernismo" refirindola a literatura. Lo hace en 1890 en un ensayo sobre Ricardo Palma; en 1890, el trmino, con esta significacin, es incorporado al Diccionario de la Real Academia a propuesta y precisin de Marcelino Menndez y Pelayo. Esta versin es la que prevalece y la que define el destino posterior de la tendencia: la rebelin inicial encuentra su salida en el lenguaje y se queda all, aunque sea resultante de condiciones ms generales; y cuando logra ese lenguaje empieza a repetirlo.En el libro de Carlos A. Loprete (La literatura modernista en la Argentina) se enumeran las principales interpretaciones crticas que se han hecho del modernismo. Federico de Ons le adjudica calidad de pasaje del siglo XIX al XX, pues al resolver la crisis de las letras y del espritu hispnicos manifiesta un carcter amplio, y es claramente una resultante de un proceso total y profundo. Luis A. Snchez, en cambio, lo restringe y lo reduce a lo literario: "reacciona contra el realismo, devuelve a la palabra su valor artstico; revela una sensibilidad aguda; es eminentemente esteticista, individual y egoltrico". Amado Alonso, desde una perspectiva estilstica, consagra su carcter de arte combinatorio en tanto que para Sann Cano "es una derivacin del romanticismo... tentativa de rectificacin, por lo que hace al excesivo dominio de la facultad imaginativa". Prescindiendo tal vez de su encuadre pero. teniendo muy presente su mbito muy caracterstico posterior a Daro, Pedro Henrquez Urea lo describe as: "Este movimiento renov ntegramente las formas de la prosa y de la poesa: vocabulario, giros, tipos de verso, estructura de los prrafos, temas, ornamentos. El verso tuvo desusada variedad, como nunca la haba conocido antes, se emplearon todas las formas existentes, se crearon formas nuevas y se lleg hasta el verso libre a la manera de Whitman y el verso fluctuante a la manera de la poesa espaola en los siglos XII y XIII. La prosa perdi sus formas rgidas de narracin seme-jocosa o de oratoria solemne con prrafos largos; adquiri brevedad y soltura". En nuestra opinin, este punto de vista es ampliamente descriptivo y agota el aspecto filolgico-lingstico del modernismo y, aunque excluya la insercin total en la realidad histrica, permite comprender lo que se ha propuesto y ha sido este intento tan profundo de renovacin. Guillermo Daz-Plaja incluye a la generacin del 98 espaola en la experiencia, lo cual se justifica en la medida en que el modernismo implica una crtica a lo espaol, considerado por otra parte como algo irrenunciable. Digamos por nuestra parte que esta crtica se realiza como es tradicional en la cultura de lengua espaola, especialmente americana, y en nuestro pas a partir de Echeverra; es decir, recurriendo a lo francs que se siente como un modelo superior y excelso en el cual se bebe toda la posibilidad de flexibilizacin, de puesta al da, de apertura. Lo espaol, en cambio, se muestra como dominado por una tendencia a encerrarse y oscurecerse, como si careciera de recursos propios para la actualizacin.En 1907, la revista El Nuevo Mercurio, dirigida por Gmez Carrillo, organiz una encuesta sobre el modernismo. Las respuestas tienen especial inters por la cercana del fenmeno.Slo dos interrogados sealan a Daro como iniciador del movimiento. La mayora vincula el movimiento esttico, ya plenamente triunfante, con determinantes de poca y ambiente."El modernismo en el arte es simplemente una manifestacin de un estado del espritu contemporneo" afirma Roberto Brenes Mesn; y para Eduardo Talero "pugna por restablecer la comunicacin directa entre la sensibilidad y el mundo externo". Manuel Machado, por su parte, opin que "el modernismo era la anarqua, el individualismo absoluto".Como se ve, los juicios, que podran seguirse acumulando, son coincidentes y divergentes; su denominador comn es la voluntad de cambio, y otro la radicacin en el lenguaje literario de dicha voluntad. Lo que tal vez estas interpretaciones o descripciones omitan sea el hecho de que el modernismo no previ un dinamismo del cambio, razn por la cual cay rpidamente en una retrica que afirm en el orden general social aquello que vena a combatir. Pero eso se ver ms detenidamente al considerar el modernismo argentino.Conviene, por ahora, considerar los antecedentes en que se enraza la experiencia modernista.Las fuentes de la experiencia modernista.

Ya se ha dicho que sobre la base de un lenguaje endurecido, el modernismo realiza transformaciones tendientes a flexibilizarlo.Dichas modificaciones se realizan con la ayuda de influencias asimiladas en la literatura francesa ya desde Gutirrez Njera, y notoriamente con Rubn Daro. A partir de los iniciadores, la dependencia de lo francs es visible tanto en lo que respecta a escritores o poetas como a los materiales manejados y a las estructuras verbales caractersticas. Verlaine es la gran referencia, pero igualmente importantes segn los autores son Baudelaire, Gautier, Samain, Laforgue, Leconte de Lisie, Moras, Lautramont, Kahn, Barbey d'Aurevilly., etctera. Culto a estos innovadores, a estos maestros, pero bsicamente homenaje a las escuelas de las que son representantes. Ser modernista es ser moderno y eso est encamado en el proceso potico francs. Veremos cmo, a partir de la asimilacin de dicho proceso, se van configurando los caracteres estilsticos principales del modernismo. Esto no significa que lo estrictamente espaol no haya sido tenido en cuenta. Daro, especialmente, vivific viejos metros abandonados, versos cados en desuso, como resultado de un formidable conocimiento de la tradicin potica espaola.En todo caso, lo importante es el influjo francs no slo porque implica un gesto tradicional y repetido, sino tambin por la profundidad de los cambios que respald y las paradojas a que dio origen su implantacin.El proceso comienza en la culminacin del romanticismo. El mismo ao de 1830 Vctor Hugo estrena el Hernani, con el gran triunfo conocido, y publica Las Orientales. Son dos obras de carcter opuesto, ambas emanadas de las contradicciones romnticas: la primera, mediante la cual culmina la campaa por la destruccin de la rgida preceptiva de las unidades, se aproxima, gracias a su combatividad y tambin en cuanto al tema, al romanticismo social; la segunda, en cambio, afirma una tendencia a la decoracin, al lujo verbal y, en suma, a la gratuidad. En virtud de estos elementos se constituye poco despus el grupo o la tendencia del "Arte por el Arte" capitaneada por Tefilo Gautier este grupo lanza una nueva "Ars poetica" que se basa- en cambios mtricos y acentuales, en un desarrollo del instrumento expresivo. Desde el punto de vista temtico se propugna un retomo a la antigedad pagana, se celebra la belleza fsica y palpable, las lneas y las formas, el desnudo, el color- La poesa debe describir como la pintura y presentarse armoniosa como la msica. Ya Gautier hace las "transposiciones" de arte, o sea llevar a la poesa monumentos, frescos, cuadros, bajorrelieves, estatuas. Acta tambin en la tendencia "artstica", Teodoro de Banville, que preconiza la religin del Arte y el desprecio al burgus; en su Pequeo Tratado de Poesa Francesa, recupera versos y estrofas arcaicas: rondel, soneto, rond, triolet, villancico, lai, virelai, canto real, sixtina, glosa y pantu. El Arte por el Arte afirmaba una poesa hbil, de perfecta confeccin, y se despojaba de vinculacin con la realidad actual enfrentando, de paso, a los "intimistas", a los poetas sociales. Pero pasa el furor y toca el turno al movimiento llamado Parnaso, que retoma las actitudes bsicas teticas de los "artistas" pero dejndose impregnar por el espritu positivista que dominaba la escena. Como resultado de este vnculo surgen nuevos temas que exigen un tratamiento propio, y la "ciencia" penetra la poesa a travs de la investigacin filolgica, arqueolgica y culturalista. De ah los temas germnicos, las epopeyas hindes, los libros judos, los cantos homricos, las tradiciones chinas.Las religiones entusiasman a los fillogos y luego a los poetas. Se empieza a vivir una dimensin alegrica y simblica, todo es smbolo, todo tiene un sentido mstico. Pero no es mstico en s sino en relacin con la fe positivista de cambio social en auge. De modo que los poetas son al mismo tiempo helenistas o hinduistas, o esotricos y republicanos, demcratas y socialistas. Leconte de Lisle propugna una obra de arte que combina todos estos elementos y que, como tal, es un producto intelectual, una obra equilibrada y perfecta en la armona de todas sus partes. Se comprende que haya una recuperacin de la serenidad clsica como ideal del arte y del artista. Pero el esculturalismo y la impasibilidad matemtica del Parnaso cumplen su cielo y de algn modo, a partir de su ideal de perfeccin formal, se vuelve a algo ms vivo y animado, por "tedio" vital. Ya Baudelaire haba descubierta el tema ciudadano y la cotidianeidad de la experiencia, s las que ilumin desde dos puntos de vista: un verso perfecto, como lo exige ahora el gusto despus del Pamaso, y una flexibilizacin del lenguaje en virtud de la musicalidad. Adems haba explorando las correspondencias.las en la naturaleza: perfumes, colores, sonidos, son intercambiables, son frmulas que se traducen recprocamente. Estos ltimos aspectos hacen escuela.Apoyados en estos elementos del gran precursor aparecen los llamados "simbolistas": Verlaine, Rimbaud, Ma[[arm. "De la musique auant toutechose", la divisa de Verlaine que tanto influy sobre el modernismo, no significa otra cosa que la bsqueda de una atenuacin de la rima y de la slida arquitectura del verso; ahora se trata de transmitir lo impreciso, el matiz, las sugestiones, las sensaciones leves, las inquietudes, los malestares, los sueos. Versos mundanos, msticos, sensuales, se dirigen a trasmitir un estado espiritual de "tristeza" que rompe la eficacia de Leconte de Lisle. Rimbaud, a su vez, haba desarrollado el tema baudelairiano de las correspondencias aadindole la idea potica del "desorden de los sentidos". Se trata de captar lo inasible por la razn, de capturar las fugitivas sombras que de la realidad emergen para deslumbrar al poeta y dejarlo solo. La ciencia y su infalibilidad son cuestionadas, la sensibilidad exige su puesto. Nada ms natural que aparezca el llamado "decadentismo y que se llegue a los lmites de la experimentacin de la sensibilidad. Pero es en el campo del verso donde se realiz la lucha, no en el de los temas que se fueron acumulando a lo largo del proceso. Verlaine y Rimbaud animaron el alejandrino multiplicando las formas del verso y avivando los versos impares, tradicionalmente descuidados, trastornaron los cortes, simplificaron la rima con asonancias, innovaron con vistas a la musicalidad, efecto que por cierto lograron en su resultado mximo que es el verso "libre" en el cual lo nico que subsiste del verso tradicional es el ritmo.Y bien, todo este proceso sirve de modelo e impregna al modernismo; le entrega incluso temas, no solamente la actitud de renovacin. De hecho los caracteres del modernismo se reencuentran en el conjunto de escuelas francesas con un respeto tal que de ningn modo el modernismo es una continuacin de aqullas sino un movimiento claramente epignico y en ciertos aspectos claramente anacrnico. De todos modos, para que se vea hasta qu punto existe una relacin con el proceso francs, sealemos dichos caracteres del modernismo: ejercicio riguroso de un oficio impecable (por lo tanto, proclividad al virtuosismo); reaccin contra el lenguaje fcil y remanido; prctica del impresionismo descriptivo (describir las impresiones que producen las cosas y no las cosas mismas); descubrimiento y puesta en prctica de las correspondencias sensoriales (colores son olores, son ideas, son imgenes) ; mecanismo de transposiciones de arte apoyado en la idea de la unidad de las artes (poesa monumental o pictrica o musical); ampliacin de la temtica a los motivos bellos, exquisitos, pintorescos y decorosos (temas mitolgicos nrdicos, grecolatinos, temas galantes versallescos y medievales, teratologa medieval y zooigjea, etc.); culto a lo intuitivo y subconsciente, a lo impreciso y vago, a las fuerzas oscuras que gobiernan la realidad. La Argentina a la llegada de Daro. Insercin del modernismo.- Todo esto llega con Rubn Daro a la Argentina, en 1893. Cuando en ese ao el poeta nicaragense arriba a Buenos Aires, ya ha publicado Azul y lo principal del modernismo tiene forma y cuerpo. Con Prosas profanas ya no quedarn dudas acerca de la coherencia y la efectividad del nuevo lenguaje. El mensaje de Daro prende, especialmente, en el joven poeta cordobs Leopoldo Lugones que asombra a Buenos Aires a su llegada por su -poder verbal. A partir de entonces, 1896, puede considerarse implantada la escuela en la Argentina, cuyo clima es altamente propicio para esta y otra clase de novedades. Hay que sealar, ante todo, que junto con el modernismo florece una actitud estticamente antagnica, el realismo. Lo cual prueba la necesidad de hanar formas que canalicen necesidades profundas. Favorece la introduccin del modernismo la fundacin de la Facultad de Filosofa y Letras, el clima de desarrollo periodstico, la presencia de Groussac y su revista La Biblioteca, la decadencia o la asfixia del naturalismo y de la poesa posromntica.Vamos a describir en seguida el clima social en que se instala el modernismo pero, ante todo, digamos que en el campo estrictamente cultural las condiciones son diferentes a las mejicanas, cubanas o nicaragenses en cuyo marco surgiera el movimiento. En primer lugar, aqu el romanticismo prendi de una manera definitiva y alcanz hasta los niveles polticos. Toda la literatura fue, desde 1840 en adelante, romntica, y el neoclasicismo caduc en las primeras escaramuzas. Lo mismo ocurri con la influencia espaola combatida ya muy enrgicamente por la generacin echeverriana de 1837. En cambio arrastraba penosamente su existencia una especie de posromanticismo lnguido y sentimental, junto con los productos menores de la gran literatura gauchesca. Entre ambas lneas se asfixiaba la poeila, estrechada por el localismo que las respectivas estticas propugnaban. De modo que la diferencia se nota con claridad. Si es as, por qu razones prende con tanta vehemencia el modernismo? Probablemente haya que buscarlas en el campo poltico social. Despus de 1880 se empieza a vivir un clima de gran cosmopolitismo. El grupo dirigente, la alta burguesa liberal, se plantea un proyecto cuyo nervio fundamental es la voluntad de incorporacin al mundo de la cultura, a la civilizacin occidental. Desde luego -que ese proyecto reposa sobre un modo de produccin econmica, la de materias primas, lo cual toma al pas dependiente de los mercados compradores, que a la vez venden productos elaborados y, para cerrar el cielo, modelos culturales. Se vive, en consecuencia, un clima de gran mundanidad, de lujo y ostentacin, de vuelco a Europa. Es claro que hay tambin contradicciones. Apoyados en la fe por lo europeo los dirigentes argentinos favorecen la inmigracin con la idea de que eso terminar por producir un cambio tnico y cultural por mero trasplante. Como se ve, esta poltica es coherente con la general de occidentalizacin, pero una vez puesta en marcha, una vez llegados los inmigrantes al pas, comienzan las contradicciones y los rechazos. A partir de 1885, aproximadamente, la clase dirigente escinde su pensamiento y, por un lado, se vuelca cada vez ms hacia un mundo de esencias, hacia lo refinado y lo exquisito, mientras que por el otro rechaza los conglomerados de extranjeros que estn cambiando la ciudad, el idioma, y que se estn mezclando avasalladoramente. Por otro lado, en virtud del impulso adquisitivo cultural, el grupo dirigente se hace positivista -doctrina que justifica su poltica y su futuro- y naturalista en lo literario, instrumento a la moda cuyos alcances crticos van derivando hacia el ataque al molesto extranjero.La voluntad cultural del 80 logra sus resultados: hay una mayor alfabetizacin y un acceso mayor a los objetos culturales, hay un ideal cultural. Y estas son ya condiciones favorables para recibir por un lado innovaciones y puestas al da, por el otro un movimiento cuyos elementos principales apelan a un superconsumo. En definitiva, el modernismo prende porque promete un acceso mucho ms rpido al deseado universo cultural europeo, porque augura una literatura digna y de alto nivel, segn la exige un ncleo que se cree en posesin de los medios ms refinados de la expresin artstica. Si modernismo en Centroamrica era superacin del localismo, en la Argentina es corroboracin de que ya se lo ha superado. Por eso, en tan pocos aos el modernismo evoluciona en la Argentina hasta convertirse en la literatura acadmica y oficial, y por eso tambin, uno de sus aspectos logra escaso desarrollo as como se pierde muy rpidamente la inicial rebelda que rozaba tambin ardientemente lo poltico-social. En slo ocho aos, el modernismo en la Argentina llega, con Los crepsculos riel jardn de Leopoldo Lugones, a su mxima tensin verbal y a su fisonoma ms perdurable. Su otra cara, la de los poetas que tratan de mantener viva la rebelda, es infinitamente menor y confusa.En virtud de lo dicho, tal vez la palabra "modernismo" tenga un sentido ms preciso en la Argentina, tal vez signifique claramente "actualizacin'' y la tendencia reivindique todo lo que ese trmino contiene. Es decir, que el modernismo estara instalado en lo actual y sera tina de las expresiones de lo actual. Y eso parece cierto sobre todo en sus comienzos, cuando Lugones, "cachorro de hecatnquero" como dira Daro, lanza sus primeros rugidos estticos y promete un mundo de Formas nuevas. Lo extranjero, tamizado ya en el sistema de Daro, vendra a incorporarse a una voluntad de ser esttica incrustada en un tiempo que la exige.

El modernismo propiamente dicho.

Llegamos as a nuestro movimiento modernista. Ya se ha visto que la historia de este movimiento en la Argentina empieza con la llegada de Rubn Daro a Buenos Aires en 1893 convertida as, durante unos aos, en la capital americana del movimiento. El poeta era conocido ya por las prosas de Azul (1888), y por sus colaboraciones regulares en La Nacin publicadas desde 1889. Sus primeros trabajos escritos en la ciudad portea aparecieron en La Tribuna de Mariano de Vedia, y ms tarde en la Revista Nacional, aunque sigui escribiendo en el diario de las Mitre.A Daro y sus admiradores se debieron algunas de las revistas ms famosas del modernismo aparecidas en Buenos Aires: la Revista de Amrica (1894) fundada por l y por Ricardo Jaime Freyre. La Biblioteca (1896-1898) creada y dirigida por Paul Groussac (1848-1929). El Mercurio de Amrica (1898-1900), fundada por Eugenio Daz Romero. En ellas aparecieron algunas de las composiciones ms famosas del movimiento y numerosos cuentos, prosas poticas y captulos de novelas escritos por Daro y sus camaradas literarios.Importancia fundamental en el desenvolvimiento posterior del movimiento tuvieron, por su influjo sobre los escritores argentinos, muchos de los poemas en prosa publicados por Daro tanto en Azul, como en los cuentos parisienses que agreg en la segunda edicin del mismo libro ( 1890 ).Tambin fueron importantes la coleccin de estudios sobre escritores europeos decadentes que antes haba publicado en La Nacin y que reuni en el volumen Los raros (1896). Desde el punto de vista de la prosa, en Leopoldo Lugones (1874-1938) puede seguirse muy bien la evolucin de distintos aspectos de la misma tanto en sus temas como en la constante preocupacin formal que es una de sus notas ms destacadas.Dentro de esta misma atmsfera de seres y casos patolgicos y extraos, debe colocarse una parte de la obra de Horacio Quiroga (1878-1937), especialmente El crimen del otro. (1904), y Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), que pertenecen a su primer perodo creador. Por fin, algunos aspectos de la visin sensual y de la tcnica modernista pueden percibirse en la prosa de Ricardo Giraldes (1886-1927), desde Cuentos de muerte y de sangre (1915), hasta Don Segundo Sombra (1926), pasando por Raucho (1917 ) y Xaimaca ( 1923 ) . Pero la importancia de estos dos autores, que rebalsan los lmites del modernismo en muchos aspectos, exige que sean estudiados por separado y en forma especial. Es Enrique Larreta (1873-1961), especialmente con La gloria de don Ranro, quien constituye el mejor ejemplo de la narrativa modernista argentina,- Es preciso, por lo tanto, detenerse atentamente en el estudio de su obra y su personalidad.

El vocabulario modernista

Palabras procedentes de la aficin por la zoologa: cisnes, pavos reales, mariposas, trtolas, cndores, leones. Palabras procedentes de la botnica herldica y mitolgica: lirios, lotos, anmonas, nenfares, acantos, laurel, mirtos, olivos, pmpanos, adelfas, jacintos. Palabras procedentes de la mineraloga y la arquitectura: oro, columnatas, capiteles, rubes, zafiros, prfido, mrmol, esmeriles, bromuro, talco, opalina. Neologismos de origen latino o griego: lirforo, aristo, ptero, apolonida, criselefantino, faunalias, homrida, ixionida, filial, nictlope. Neologismos de origen criollo: tocuyo, retacn, bizquear, proclamista, polla, chanfaina. Arcasmos: jamordar, ansina, rempujar, concubio, arcabuz. Palabras extranjeras interpoladas: baccarat, gin. Palabras extranjeras castellanizadas: muar, espln, cabriol, champaa, fiacre, bufete. Palabras procedentes de la fsica, la qumica, la astronoma y la geografa: hidroclrico, hiperbrea, aerostacin, hipermetra, febrfugo, hidrosttico, quirrgico, cosmogona, redoma. Palabras cultas, de origen latino: consuetudinario, febril, azur. Plabras que remiten a la aficin nobiliaria del modemismo: herldica, princesas, pajes, clavicordios, lises, blasones. Abundancia de sustantivos y adjetivos de color: dorado, violeta, azul.POSTMODERNISMOLa primera dcada del siglo veinte es testigo de los nuevos rumbos que ha tomado la poesa Argentina. Viven an Guido y Spano, Rafael Obligado y Almafuerte; los dos primeros son poetas consagrados pero ya inactuales; el tercero, Almafuerte, se proyecta en influencias sobre Evaristo Carriego y ls primeros poetas de intencin social. Lugones, con el triunf indiscutible del modermismo, impone formas inditas. Sin embargo, y paralelamente, las inquietudes polficas, las posiciones de protesta frente a la injusticia determinan actitudes de crtica que se traducen en poemas y revistas . Alberto Ghiraldo ( 1874-l946), cuyo libro Fibras de 1895 prologara Rubn Daro, funda en 1904 -ao en que tambin publica Msica prohibida- la revista Martn Fierro, combatiente y candorosamente anarquista. Un ao despus, Jos de Maturana (1884-1917) -que tambin es poeta y ha publicado ya tres libros: Cromos, Lucila, Poemas de color- funda, junto con Juan Ms y Pi, Nuevos caminos. Se asiste al descubrimiento de otros universos poticos que implican un acercamiento a la cotidianidad y una preocupacin no espordica por los problemas que la realidad del siglo plantea al grupo intelectual. Surgen as temas nuevos -que slo Almafuerte haba intuido- y, consecuentemente, una bsqueda de la expresin directa, como reaccin, en parte, frente al modemismo encarnado en la figura avasalladora de Lugones. Todo esto implica, primero, la creacin de la retrica del sencillismo, que Carriego ejemplifica; en segundo lugar, el comienzo de ciertas formas especiales de estructurar realidad y poesa, como en Ghiraldo, Maturana, Emesto Mao Barreda y Mario Bravo; y por ltimo, a travs de dos dcadas, una decantacin del modernismo que se transfigura en un lirismo renovado formalmente en poetas cpmo Pedro Miguel Obligado, Rafael Alberto Arrieta y Arturo Capdevila. La poca

Ya Lugones, gran patriarca de la literatura argentina, tirnico y talentoso, haba dado sus Montaas del oro, en 1897, y sus Crepsculos del jardn, en 1905.La presencia de Daro en Buenos Aires result definitoria y, aunque los ltimos romnticos vivan an, la vuelta del siglo est signada por la renovacin modernista. Nuestro pas se pona al da en literatura: aunque hay en Lugones mucho de Vctor Hugo y de los pamasianos, escribe en 1909 Lunario sentimental, funambulesco, pariente directo de la poesa de Jules Laforgue o de los decadentes franceses. Coexistan con el modernismo de Lugones o Jairnes Freyn con la exquisitez europea y poco vigorosa de un Charles de Soussens, las tendencias que prolongaban ciertas caractersticas del romanticismo, que anunciaban el sencillismo de poetas posteriores, o que inauguraban la poesa de inspiracin provinciana y regional. Carriego se incorpora a este panorama con su aporte fundamental: la poetizacin del barrio.NARRATIVA DEL SIGLO XXLos ms importantes narradores argentinos de este siglo reflejan de una manera original, en sus cuentos y novelas (aunque muchos de ellos tambin cultivan otros gneros como el teatro y la lrica), la problemtica del mundo contemporneo en general y del hispanoamericano en particular.El inicio de la industrializacin en los pases hispanoamericanos produjo la migracin de las poblaciones rurales a las grandes ciudades. Por esta razn, surgi una sociedad marginal que se instal en los barrios pobres y en las zonas perifricas. La narrativa del siglo XX interpreta esta situacin.Los narradores urbanos y la masificacin

Frente al campo y a las provincias, sumidos en el abandono y el anacronismo, se levantan las gigantescas metrpolis hispanoamericanas.Las ciudades formadas por sucesivas oleadas de inmigrantes van uniformando el modo de sentir, de pensar y de comportarse de sus habitantes.Pero, bajo esta uniformidad, subyacen el desarraigo, la enajenacin y la ausencia de identificacin. En el caso de la Argentina, la ciudad de Buenos Aires ha sido siempre tema y ambiente permanente de las obras literarias. Por ejemplo, en Lo imborrable, Juan Jos Saer, a travs de una prosa despojada y directa, muestra al protagonista deambulando por una ciudad fantasmal y lluviosa. El escritor cubano Alejo Carpentier plantea que una de las grandes dificultades de los narradores contemporneos es la de nombrar sus ciudades, crearlas para la literatura, no slo porque en la literatura hispanoamericana anterior estuvieron prcticamente ausentes, sino tambin porque nuestras metrpolis carecen de un estilo propio.Sin embargo, parece que esta dificultad es atractiva, ya que la pintura de la ciudad y su gente es uno de los rasgos comunes de nuestros escritores. En sus obras suelen aparecer como temas:

El abandono y la desproteccin de las zonas rurales;El avance de la modernizacin sobre la ciudad tradicional;El hombre annimo, solitario, oprimido, masificado en las grandes ciudades; .Los conflictos y las dificultades propios de la convivencia entre las distintas clases sociales y la insercin de los inmigrantes;La marginalidad, como el espacio desde el cual se describe un tipo literario especfico;Los excesos de los gobiernos, los agudos problemas de injusticia social y violencia poltica.Estas realidades fueron expresadas a travs de una nueva concepcin del lenguaje y de las formas estticas.

Caracterizacin de la nueva narrativa

Aunque es imposible enumerar todos los rasgos de la nueva narrativa, hay una serie de elementos que se repiten en las obras literarias contemporneas, que las diferencia de las de otros perodos.Algunos de estos elementos son:

l quiebre de la cronologa narrativa: los hechos narrados no siguen el orden temporal exterior, sino que son presentados por el narrador con total libertad, segn el efecto que desee producir en la obra.La multiplicidad de espacios: el espacio no es nico sino que se multiplica. Esta multiplicacin muchas veces se corresponde con una diversidad de tiempos, pero tambin con tiempos coincidentes.El narrador protagonista, ms frecuente que el omnisciente: este cambio del punto de vista de los acontecimientos narrados provoca una nueva y particular visin de los hechos, relatados desde la persona que los est viviendo y no desde afuera. Muchas veces se emplean, tambin, varios narradores en un texto; de ese modo, un mismo suceso es relatado desde distintos puntos de vista.La incorporacin de lo fantstico, de elementos inexplicables y absurdos que proyectan el texto ms all de la comprensin racional. La razn no es la nica va de acceso a la verdad absoluta (que se cuestiona dentro del relato). Se plantea la inexistencia de una nica verdad y se provoca incertidumbre en el lector.Mientras que en el resto de Hispanoamrica, la narrativa contempornea aborda la problemtica de lo real maravilloso o del realismo mgico, en la Argentina existe una preferencia por la incorporacin directa del elemento fantstico. Este procedimiento es muy comn en los textos de Julio Cortzar y de otros narradores.

La nueva narrativa y su relacin con el lector

Los nuevos narradores proponen un cambio de actitud respecto del modelo de lector y de su literatura. Esta actitud se manifiesta en los siguientes rasgos:

La presencia de elementos humorsticos e irnicos que establecen una relacin particular con el lector, pues aparece la necesidad de compartir cdigos que no pertenecen a todos, pero que son vitales para la comprensin de la obra.La preocupacin literaria por la relacin entre el artista, la obra de arte y el pblico, que da tema a muchas obras.La renovacin temtica y lingstica que provoca el nacimiento de una narrativa fundamentalmente urbana, en cuyos ambientes el lector se ve reflejado y, algunas veces, aparece como protagonista annimo.Para encontrar un lenguaje y una estructura que se adecuaran a los cambios ocurridos durante el siglo XX, los narradores experimentaron con formas y tcnicas tendentes a una mayor abstraccin y al simbolismo. Con ese fin, crearon una nueva convencin expresiva que les posibilit plasmar en sus obras las realidades de su tiempo.Mientras que los poetas hispanoamericanos se sumaron a la revolucin que produjeron las vanguardias, los narradores partieron de la revolucin que provoc, en la segunda y tercera dcada de este siglo, la obra del novelista irlands James Joyce (1882-1941), quien experiment al extremo con la estructura y el lenguaje narrativos, especialmente en su novela Ulises (1922).

Categoras de lo narrado

Los textos narrativos contemporneos se conforman sobre la base de ciertas categoras:

La ambigedad: el lenguaje muestra su polisemia o multiplicidad de significaciones y crea un mundo autnomo a partir de la palabra.El humor, el lirismo, la parodia y lo fantstico: por medio de estas actitudes se relativiizan los valores absolutos y se da una mayor independencia de la obra literaria. Estos procedimientos alejan la obra de arte del extratexto histrico-social, pero mediatizan esa interrelacin. Por ejemplo, Osvaldo Soriano, en su novela Triste, solitario y final, parodia el procedimiento y los personajes de las novelas policiales del escritor norteamericano Raymond Chandler.La alianza entre imaginacin y crtica: la responsabilidad social del escritor radica en el uso creativo de su imaginacin.La mitifcacin: la construccin de mitos es un procedimiento que permite conciliar diferentes tiempos y otorgarles simultaneidad.El rescate de gneros cados en desuso o considerados secundarios. Por ejemplo, Manuel Puig recoge la literatura de folletn en Boquitas pintadas y vuelve a ubicarla en un lugar central.Los medios masivos de comunicacin penetran con tal impulso en la sociedad, que tambin aparecen en la literatura. El cine y televisin aportan su singular estructura narrativa y temtica. Por ejemplo, Manuel Puig rescata en su produccin, no slo temas cinematogrficos, sino tambin procedimientos narrativos propio del cine, como en las novelas La traicin de Rita Hayworth y Los ojos de Greta Garbo. En la literatura, tambin se refleja la temtica de los films pertenecientes al road movie. Como en Pars, Texas del director Wim Wenders, y Strangers than paradise, de Jim mush, en los que el camino pasa a ser el protagonista.El mismo recurso aparece, por ejemplo, en la novela Una ya pronto sers, de Osvaldo Soriano.

Otros Procedimientos Narrativos

Adems de los procedimientos citados, los escritores argentinos contemporneos utilizan otros para construir sus relatos.Entre ellos, podemos sealar:

Hiperbolizacin del procedimiento realista: la descripcin es tan minuciosa que, en lugar de fortalecer la realidad, la anula casi por completo.Creacin de un lector propio: hay escritores que emplean un cdigo tan particular y hermtico que, en lugar de conectarse con el lector, crean un elemento de distanciamiento.Uso permanente de la intertextualidad: muchas veces el texto, en su totalidad o en algunas de sus partes, se transforma en una reflexin sobre la literatura argentina. Se citan autores y textos que pasan a formar parte del argumento mismo de la novela. Por ejemplo, este procedimiento es empleado por Ricardo Piglia en Respiracin artificial.Literatura "kitsch": el texto se transforma en un conjunto eclctico de discursos provenientes de diferentes mbitos, como la radiofona, la poltica, el folletn, el cine, la televisin, los peridicos, etctera.