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Velázquez en Málaga ENERO – JUNIO 2014 RED DE BIBLIOTECAS PÚBLICAS MUNICIPALES DE MÁLAGA COPIAS DE SALVADOR COBOS

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Las bibliotecas municipales del Ayuntamiento de Málaga, centros culturales de proximidad, abren sus puertas a todos los ciudadanos, con vocación de ser espacios vivos y dinámicos. En esta perspectiva se inscribe la exposición que ahora presentamos en la Biblioteca Municipal Miguel de Cervantes, denominada Velázquez en Málaga, que tiene como protagonista al pintor malagueño Salvador Cobos en su faceta de copista del genial artista sevillano. Como declara el mismo Cobos, Velázquez ha sido su inspiración artística, su “principal modelo y guía”. Al mismo tiempo, hemos querido poner de relieve la vinculación histórica de Velázquez con nuestra ciudad, en la que permaneció alrededor de un mes y desde la que partió por mar rumbo a Génova, en el que se considera su segundo viaje a Italia. Nuestra intención ha sido dotar a la exposición de un carácter eminentemente didáctico, para quequienes la visiten puedan acercarse activamente a la figura de este pintor universal y a la Málaga que conoció.

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Velázquez en Málaga

ENERO –JUNIO 2014RED DE BIBLIOTECAS PÚBLICAS MUNICIPALES DE MÁLAGA

COPIAS DE SALVADOR COBOS

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Las bibliotecas municipales del Ayuntamiento de Málaga, centros culturales de proximidad, abren sus puertas a todos los ciudadanos, con vocación de ser espacios vivos y dinámicos.

En esta perspectiva se inscribe la exposición que ahora presentamos en la Biblioteca Municipal Miguel de Cervantes, denominada Velázquez en Málaga, que tiene como protagonista al pintor malagueño Salvador Cobos en su faceta de copista del genial artista sevillano. Como declara el mismo Cobos, Velázquez ha sido su inspiración artística, su “principal modelo y guía”. Al mismo tiempo, hemos querido poner de relieve la vinculación histórica de Velázquez con nuestra ciudad, en la que perma-neció alrededor de un mes y desde la que partió por mar rumbo a Génova, en el que se considera su segundo viaje a Italia.

Nuestra intención ha sido dotar a la exposición de un carácter eminentemente didáctico, para que quienes la visiten puedan acercarse activamente a la figura de este pintor universal y a la Málaga que conoció.

Damián Caneda MoralesTeniente de Alcalde Delegado de Cultura, Turismo, Deportes y Educación

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SALVADOR COBOS, “EL VELÁZQUEZ DE MÁLAGA”

Diego Velázquez fue y sigue siendo mi maestro en la Pintura y mi inspiración artística, mi principal modelo y guía.

Considero tres cosas fundamentales en la vida: el amor, la fe y la constancia. Estos cuadros, que son mi personal homenaje al maestro sevillano, fueron pintados a lo largo de siete años, día tras día y trabajando hasta la madrugada. Tras haber enviudado, la Pintura fue para mí la vida, mi terapia y mi ánimo para seguir al lado de mis hijos. Confieso haber llorado muchas veces delante de algunos cuadros, pensando en mi niñez y en mi familia.

La idea de copiar a Velázquez surgió, como he di-cho, de mi admiración por este genial pintor. Pero, asimismo, conforme copiaba sus cuadros, creció en mí la idea de dedicarlos a todas aquellas personas que, por cualquier razón, no habrían tenido la posi-bilidad de ir a verlos al Museo del Prado, donde se conserva la mayor parte de la pintura velazqueña.

A todos ustedes va dedicada, con la esperanza de que encuentren en ella algo provechoso y duradero.

SALVADOR COBOS

TRAYECTORIA PICTÓRICA DE SALVADOR COBOS LOZANO

• Nace el 27 de marzo de 1930 en Málaga

• A los 9 años de edad, recibe sus primeras lecciones de Dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Málaga.

• Durante su vida profesional, realiza trabajos por cuenta propia de dibujo, delineación, serigrafía, fotografía, modelado y decoración.

• Tras su jubilación, simultanea la práctica de la pintura al óleo con la experimentación con técnicas de vaciado, modelado en relieve y cuadros en relieve.

• Comienza a copiar a Velázquez, su maestro artístico. Hasta la fe-cha, ha reproducido catorce obras del gran pintor, unas a tamaño

natural y otras al 50%, debido a sus grandes dimensiones. Las obras realizadas son las siguientes: “Las Meninas”, “Las hilande-ras”, “Cristo en casa de Marta y María”, “La cena de Emaús” (“La mulata”), “El aguador de Sevilla”, “Cristo crucificado”, “La rendi-ción de Breda”, “Los borrachos”, “La coronación de la Virgen”, “La Venus del espejo”, “Vieja friendo huevos”, “La fragua de Vulcano”, “La túnica de José” y “La educación de la Virgen”.

• Sus reproducciones se han expuesto con gran éxito en el “Espacio Didier Durat” del Aeropuerto de Málaga; el Palacio de Crópani, de Málaga; la sala de Arte del Club de Mar de Puerto Banús (Marbe-lla), y la sala de exposiciones de la Terminal 3 del Aeropuerto de Málaga, esta última a beneficio de la Cruz Roja.

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LA MÁLAGA QUE VIO VELÁZQUEZ

En la Málaga de 1648 aún rompían las olas del mar en la escarpa de la Torre Gorda, donde se podía pescar con caña, mientras los bueyes de la Puerta de los Gigantes sacaban los barcos del agua. Málaga era una ciudad fortificada que defendía su litoral de las escuadras extranjeras y de los corsarios berberiscos; es por ello que el consejero de guerra D. Pedro Pacheco mandó en 1621 demoler los edificios extramuros de la ciudad. Con dicha estrategia, se derribó una ermita construida por los religiosos mínimos del Convento de la Victoria entre la Puerta del Mar y la del Baluarte, en cuya torre mirador ardía una lámpara que, a modo de faro, guiaba a los marineros. A la vez que se deshacían las barreras defensivas, se construían grandes fosos y trincheras; a esta empresa acudió el obispo D. Luis Fernández de Córdoba, quien erigió un baluarte delante del Castillo de los Genoveses, de ahí que esta obra tomase el nombre de Torreón del Obispo.

Además de la invasión de piratas, también sufría la ciudad las embestidas del mar. En 1636 el temporal arreció con tal furia que el agua y la arena inundaron la calle Nueva y la de San Juan, destruyendo a su paso las casas de la Isla de Riarán. En la siguiente década, los vecinos de Puerta del Mar se vieron nue-vamente conmocionados por el desastre, esta vez a raíz de un incendio que, el 9 de mayo de 1644, hizo pasto de las llamas la calle de la Obra Gruesa, que luego y a causa de esta calamidad se conocería como la calle de Casas Quemadas. Mas no todo fueron desgracias, pues la fortuna y el tesón del gobernador Martín de Arrese hicieron posible la reconstrucción de la Puerta del Mar, a la cual se dio todo el ensanche que permitían las torres que la flanqueaban, colocándose en ella unas fastuosas puertas chapadas en bronce y, para culminar el embellecimiento del lugar, se coronó aquel cuerpo de muralla con las esculturas en mármol de los patronos de la ciudad san Ciriaco y santa Paula.

Durante estos calamitosos años, se encontraba en la villa el pintor barroco Juan Niño de Guevara, el cual resultó contagiado de la peste bubónica que, procedente de África, desembarcó en Valencia y llegó a esta plaza el año 1648. La epidemia causó gran desolación entre la población, tanto que, según Guillén Robles, “Málaga presentaba un aterrador aspecto; espesa niebla la envolvía como fúnebre sudario; cuasi todas las casas estaban cerradas y en todas partes se presenciaban escenas horriblemente trágicas”.

Me pregunto si fue esta la Málaga que vio Diego de Velázquez cuando llegó a la ciudad, camino de Italia. El ilustre pintor viajaba, por orden de Felipe IV, con la embajada del duque de Maqueda, como funcionario real para comprar y copiar pinturas antiguas. No obstante, si consideramos la Real Cédula del 12 de abril de 1649, hemos de entender que la enfermedad abandonó la capital antes de entrar en ella nuestro insigne viajero. El Ayuntamiento de Málaga, el día 1 de diciembre de 1648, dispuso que la comitiva real fuese recibida con maceros y chirimías en las afueras de la ciudad y que, a su entrada, toda la artillería de sus fortalezas y navíos anclados en la bahía hiciesen salvas. Aquella noche el regocijo fue de obligado cumplimiento; se pusieron hachas y luminarias en las casas del Ayuntamiento y la compañía

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militar de la plaza -además de ocho pajes con hachas blancas- acompañó al duque y demás señores en su recorrido, quedándose luego una guardia en las casas que fueron posada del agasajado aristócrata (todo el recibimiento fue a cargo de la renta de correduría de pasa y vino de dicho año). Después del necesario descanso, habiendo resuelto los preparativos de la travesía, se hicieron a la mar el noble y su séquito el 21 de enero de 1649 rumbo a Génova, al encuentro de la futura reina de España D.ª Mariana de Austria, quien aguardaba en Trento. Tras su partida, el cabildo catedralicio acordó que el 24 de enero se oficiase misa en la catedral y se hiciese procesión desde el templo hasta el Convento de la Victoria, para pedir a “Dios nuestro Señor traiga con salud y prosperidad a estos Reinos a la Reina”, por quien partía el duque.

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VELÁZQUEZ EMBARCA EN MÁLAGA CON DESTINO A ITALIA

En 1648, el rey Felipe IV ordena a su pintor favorito y Ayuda de Cámara, Diego Velázquez, que viaje a Italia con el objetivo de adquirir pinturas originales de artistas italianos -considerados en aquella época como los más importantes del mundo- y de comprar o copiar estatuas antiguas, ya que Felipe IV era un gran coleccionista de arte. Además, el rey le nombra embajador extraordinario ante el papa Inocencio X, del que Velázquez hará en Roma un retrato impresionante.

Velázquez sale de Madrid a finales de noviembre de 1648 con destino a Málaga, desde cuyo puerto deberá embarcar con rumbo a Italia. Antes de llegar a Málaga, Velázquez y sus acompañantes se detienen en Granada, donde, según algunos, dibuja su catedral.

Llega, finalmente, a nuestra ciudad en diciembre y aquí permanecerá hasta el 21 de enero de 1649, fecha en que Velázquez embarca en una de las naves del Duque de Maqueda y Nájera, quien viaja también a Italia con la misión de recoger a Doña Mariana de Austria, reina de España y segunda esposa de Felipe IV.

Acuarela idealizada Málaga nazarí de Emilio de la Cerda Gariot.

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BIOGRAFÍA DE DIEGO VELÁZQUEZ DE SILVA

1599-1623

Velázquez nace en Sevilla en junio de 1599. Es el primogénito de una familia de condición humilde, aunque no pobre. Su facilidad para el dibujo era tan evidente que, aún siendo niño, entra en el taller o academia del que será su maestro pintor y después suegro, Francisco Pacheco, ya que Velázquez terminará casándose -a los 18 años- con la hija de Pacheco, con la que tendrá dos hijas. Y con sólo 19 años ya pinta una de sus obras maestras, “El aguador de Sevilla.” Tras un primer viaje a Madrid, en el que realiza un gran retrato del poeta Luis de Góngora, en 1623 es contratado como pintor del rey Felipe IV, por lo cual abandona su residencia en Sevilla y se traslada definitivamente a la capital de España.

1624-1628

Velázquez asciende rápidamente como pintor de la Corte. Retrata no sólo al rey, sino a todos los miembros de la familia real -por ejemplo, realiza un excelente cuadro del Infante Don Carlos-, y a grandes personajes de la vida política española. En 1628, conoce al gran pintor Rubens, que ya había pasado los 50 años de edad. Rubens le convence de que necesita viajar a Italia para continuar con el aprendizaje en el arte de la pintura.

1629-1648

El viaje a Italia, que dura dos años (1629-1630) le permite a Velázquez cambiar su técnica pictórica, que se hace más colorista y más fluida. En Roma pinta algunas de sus grandes obras, como “La fragua de Vulcano” o los paisajes de la Villa Medici. Tras su vuelta a Madrid, en plena madurez como artista, pinta una serie de obras maestras para la decoración del Palacio del Buen Retiro: “La rendición de Breda”, los retratos a caballo de Felipe IV y el príncipe Baltasar Carlos, “El dios Marte”, o retratos de bufones de la Corte como el de Diego de Acedo, Pablo de Valladolid o Sebastián de Morra. Son tam-bién de una calidad excepcional otros cuadros que pinta en este período: el “Cristo crucificado”, “La tentación de Santo Tomás de Aquino”, “San Antonio y San Pablo ermitaño”, el magnífico retrato del Conde-Duque de Olivares a caballo, “Felipe IV en Fraga” y el impresionante retrato de Don Diego del Corral y Arellano. En 1643, el rey le concede un cargo de máxima confianza, el de Ayuda de Cámara.

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1649-1660

En 1649, Velázquez viaja a Italia por segunda vez, ahora con la misión de adquirir para la colección real un buen número de obras de arte. La admiración que su pintura causará entre el entendido público italiano será extraordinaria. Tal es su fama que el papa Inocencio X le reclama para que ejecute su retrato. El resultado es un cuadro de maravillosa factura, considerado como uno de los mejores retratos de la historia. Otras dos obras maestras salen de su pincel: el retrato de su ayudante Juan de Pareja y la famosa “Venus del Espejo”. Velázquez regresa a Madrid en 1651. Felipe IV le nombra Aposentador Real y, aunque su ritmo como pintor se ralentiza, van surgiendo, uno tras otro, cuadros de increíble calidad: “Las Meninas”, para muchos críticos y pintores, el mejor cuadro de todos los tiempos; “La fábula de Aracne”, también conocido como “Las hilanderas”, o, el año anterior a su muerte, “Mercurio y Argos” y el retrato del príncipe Felipe Próspero. Tras una breve enfermedad, Velázquez muere en el verano de 1660, dejando tras de sí una obra de insólita belleza y plena autenticidad humana.

Autorretrato (hacia 1640)Diego VelázquezMuSEO DE BELLAS ARTES DE VALENCIA

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LA EDUCACIÓN DE LA VIRGEN (Ca. 1617)

Cuadro recientemente atribuido a Velázquez, si bien quedan algunas dudas respecto a su autoría. Representa a la Virgen niña entre sus padres, san Joaquín y santa Ana.

Esta escena familiar me recuerda, sencillamente, mi niñez.*

* Comentario del propio pintor, Salvador Cobos, donde expresa sus impresiones personales sobre cada obra.

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VIEJA FRIENDO HUEVOS (1618)

un cuadro de tema costumbrista con objetos propios del bodegón y personajes populares, sobre los que se proyecta un foco de luz intenso.

Pintando el huevo, pensaba en mi madre, cuando, en el año 37, nos freía un huevo como una cosa grande, porque éramos una familia con dificultades económicas.

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LA CENA DE EMAÚS (LA MULATA) (1618-1622)

Escena de cocina con bodegón. El lienzo permite apreciar las tareas de limpieza de una joven que trabaja rodeada de utensilios caseros. Tras la ventana abierta, el pintor ha representado el episodio de la cena de Cristo con dos de sus discípulos en la aldea de Emaús.

Pinté con soltura tanto este cuadro como el siguiente, “Cristo en casa de Marta y María”, ya que anteriormente me había enfrentado a obras de mayor complejidad.

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CRISTO EN CASA DE MARTA Y MARÍA (1618)

Bodegón con figuras que presenta dos planos visuales. En el primero, dos sirvientas realizan tareas de cocina; en segundo plano, vistos a través de un ventanuco, aparecen, paradójicamente, los prota-gonistas principales del cuadro: Jesús y las hermanas Marta y María.

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EL TRIUNFO DE BACO (LOS BORRACHOS) (1628-1629)

un grupo de borrachos se reúne en torno a Baco, dios del vino y del frenesí, quien corona con hojas de vid a uno de ellos. Otros miran burlonamente al frente y parecen brindar con el espectador.

Lo pinté en agosto, el tiempo de la uva y la vendimia: ¡ya fue casualidad!

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LA TÚNICA DE JOSÉ (1630)

Cuadro basado en un episodio bíblico. Los hermanos de José, movidos por la envidia, lo venden como esclavo e intentan engañar a su padre, Jacob, diciéndole que ha muerto y mostrando su túnica ensangrentada como prueba. El perro, ladrándoles, denuncia la culpabilidad de los hermanos.

Velázquez tuvo, probablemente, que resolver en este cuadro un problema de perspectiva. La clave está en el suelo. Así que lo tracé buscando la convergencia y la divergencia y sobre él situé a todos los personajes.

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LA FRAGUA DE VULCANO (1630)

El dios Apolo se presenta en la fragua del viejo Vulcano y le anuncia la infidelidad de su mujer, la hermosa Venus, con Marte, dios de la guerra. La conmoción se refleja en los rostros de Vulcano y de uno de sus ayudantes.

Fue todo un reto ‘encender la fragua’ de mi pensamiento pictórico para conseguir las luces que caracterizan a este cuadro. También me esforcé bastante en trazar correctamente las cuadrículas. Me sigue gustando la ejecución de la chapa al rojo vivo que descansa sobre el yunque.

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CRISTO CRUCIFICADO (Ca. 1632)

Representación de Jesucristo en la cruz. Destacan la serenidad del rostro y la belleza del cuerpo, manchado de sangre solo en los lugares simbólicos descritos en la Biblia, pese a haber sido víctima de numerosas torturas.

El cuadro que más rápido terminé. La anatomía del Cristo salió con tres pinceladas. ¿Será que el Maestro me iluminó? Una pequeña anécdota: pintando el letrero de la cruz, me caí y conmigo las pinturas, la trementina y todo lo que tenía en las manos...

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LA RENDICIÓN DE BREDA (1634-1635)

El gobernador de la ciudad holandesa de Breda, Justino de Nassau, entrega las llaves de la ciudad al general español Ambrosio de Spínola, después de la batalla en que el ejército holandés es derrotado. Sin embargo, Velázquez dibuja a ambos contendientes en actitud más amistosa que enemiga, mos-trando el carácter magnánimo de la corona española e invitando a una reconciliación entre los pueblos.

Invertí siete meses y medio en pintar este cuadro. Supuso un gran reto entre todos los que realicé, porque en varias ocasiones estuve a punto de desistir.

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LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN (Ca. 1640)

Esta obra muestra el momento en que la Santísima Trinidad (Dios Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo) corona a la Virgen con una diadema de flores. El gesto de su rostro representa la modestia y con su mano señala su pecho, en correspondencia con la forma de corazón con que Velázquez compone el cuadro.

Un cuadro de gran belleza, con el que imaginaba a menudo a mi mujer en el Cielo. Fueron un reto técnico para mí los pliegues de las telas y el fundido (“sfumato”) de la telas.

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LA VENUS DEL ESPEJO (Ca. 1648)

En torno a esta obra hay numerosas especulaciones acerca de la identidad de la protagonista. Desnuda y en una actitud reposada, la muchacha observa su reflejo, aunque su fino perfil no parece corres-ponderse al rostro más vulgar reflejado en el espejo que sostiene Cupido.

Estoy bastante satisfecho con las tonalidades de las encarnaciones y de las telas. ¿Sería tan bella esta modelo como aparece en el cuadro?

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LA FÁBULA DE ARACNE (LAS HILANDERAS) (posterior a 1650)

El cuadro narra, en tres planos, el mito de Aracne, una tejedora tan habilidosa que retó a la vengativa diosa Minerva a elaborar un tapiz, y a la que venció. El mito señala que Minerva, en su ira, castigó a Aracne convirtiéndola en araña, escena representada en el fondo del cuadro. En el primer plano, Aracne es la hilandera joven, mientras que Minerva es la vieja que hace girar la rueca. Como en el caso de las Meninas, existen numerosas interpretaciones sobre el mensaje que Velázquez quiso transmitir con esta pintura.

Estudiar este cuadro me supuso mucho esfuerzo. Recuerdo, por ejemplo, la dificultad técnica del lío del ovillo que sujeta una hilandera o las varias modificaciones de color que hay en las cortinas.

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LAS MENINAS (1656)

“Las Meninas” representa una escena familiar. La infanta Margarita, en el centro del cuadro, asistida por sus jóvenes damas de compañía (las llamadas “meninas”), entra en el taller del pintor mientras éste parece retratar a los reyes, situados fuera del cuadro, pero reflejados en el espejo del fondo. El resto de personajes que componen la escena son también acompañantes habituales de la infanta. El personaje del fondo –un punto enigmático, lo que ha dado lugar a diversas explicaciones- es don José Nieto, Aposentador de Cámara de la reina.

Tuve que reducir las medidas del cuadro al cincuenta por ciento de las del original; si no, no habría podido sacarlo de mi estudio. Me sigo preguntando cómo concibió Velázquez este cuadro, cómo fue preparándolo en su imaginación. Estoy convencido de que barajó diversas opciones en la composición del cuadro, en especial la postura de los personajes.

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EDITA

Ayuntamiento de Málaga. Área de Cultura

TEXTOS

Salvador Cobos Enrique Godínez Luque José Luis Ortíz Rodríguez Carmen María Millán Rodríguez

DISEñO GRÁFICO

Sismograma

IMPRESIÓN Gráficas urania

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