Exterminadas, un total de 250 tribus en NL2008-02-22 • MILENIO-IMPRESO CULTURA

Entre 1596 y hasta mediados del siglo XIX, miles de naturales fueron muertos a

manos de los conquistadores en la llamada guerra viva.

Foto: EspecialLOS GRUPOS AUTÓCTONOS SE CARACTERIZARON POR NEGARSE AL DOMINIO ESPAÑOL Y A LA POSTRE FUERON A

Ya no pueden dar testimonio porque hace más de un siglo que están muertos, fueron aniquilados; aun así, sus vestigios históricos no dejan de maravillarnos.

Los españoles los bautizaron como chichimecas; sin embargo, en lo que ahora es Nuevo León, los cronistas y misioneros nos dejaron algunas pistas para su entendimiento; las pistas se basaron principalmente en las rayas, colores y los motivos con los que rayaban sus cuerpos.

En la crónica de Juan Bautista Chapa se llegan a contabilizar 251 tribus. No obstante, de una forma general se podría decir que en la zona norte del estado estaban los alazapas; hacía el oriente los huinalaes; al poniente los huachichiles, y al sur los borrados.

Pero entre otros destacan los catujanes al poniente de Lampazos. Al noreste habitaban los gualeguas, que dieron nombre a Agualeguas; en Sabinas Hidalgo y Vallecillo estaban los carrizos; los cataras en Cerralvo; los ayancuaras, en Doctor González. Y en los municipios de Zaragoza y Aramberri, los bozalos.

Algunos lugares con nombres indígenas que han perdurado hasta nuestros días son Hualahuises y Agualeguas. Vale la pena agregar a Nacataz e Icamole, en García; a Huinalá, en Apodaca; Camaján, en Higueras; Mamulique, en Sabinas Hidalgo; Ipoa y Pucacili, en Aramberri.

Lugares como Boca de Potrerillos, La Morita, Cueva Ahumada y Chiquihuitillos, entre otros, evidencian la presencia humana desde hace cerca de 13 mil años.

Imponentes resultan las pinturas rupestres y los petroglifos que contienen imágenes con motivos antropomorfos: cuerpos, manos, pies, así como soles, lluvia, ríos.

Las costumbres

La mayoría de los integrantes de las tribus eran cazadores y sus herramientas para cazar eran arcos, flechas y cuchillos. Casi todos andaban desnudos y algunas mujeres utilizaban hierbas, zacate tejido y pieles de venado para cubrirse.

El alimento base de estos eran las tunas y el mezquite, aunque comían animales como lagartijas, venados, entre otros.

En algunas otras tribus se acostumbraba que se agujeraran las orejas, los labios o la nariz para colocarse huesos, plumas o palos; también se pintaban la cara con rayas, con fines ornamentales.

En sus mitotes bailaban entonando melodías con calabacitas agujeradas y rellenas con piedras de hormiguero; palos de madera que raspaban con palillos, flautas de carrizo.

Ya no están

Desde la llegada del hombre blanco, las antiguas tribus del noreste de México ya no están, desaparecieron de la faz de la tierra, pero su legado histórico es incalculable.

Fueron temidos y ese mismo temor del conquistador los llevo a la extinción. Algunos como los catujanes perecieron luchando, otros como los carrizos se unieron a los batallones insurgentes en la Guerra de Independencia; otros como los apaches lipanes perecieron a manos de los batallones norteamericanos.

Sin embargo, un hecho es cierto: no quedó ninguno; somos árboles sin raíz, huérfanos de nuestro destino y ellos son fantasmas del pasado, patrimonio inmaterial que para siempre se ha perdido. Con las primeras expediciones de españoles por nuestra tierra dio comienzo con un proceso denominado guerra �viva, la cual comprende un largo proceso de lucha entre los conquistadores y los �naturales.

La contienda fue tan dura que el pequeño asentamiento que antes era Monterrey estuvo a punto de desaparecer cuando un grupo de indios guachichiles, al mando de Cuajuco, lo asaltó por sorpresa.

El ataque tuvo lugar en las primeras horas de la mañana del 8 de febrero de 1624. De acuerdo al cronista Santiago Roel, en la lucha participaron los religiosos del convento de San Francisco.

Tan temido era el cacique que hasta fue llevado a México y presentado al Virrey, quien lo nombró capitán y le regaló prendas de vestir.

Según Alonso de León, Cuajuco acabó sus andanzas a manos de los propios naturales que, un día, cansados de sus atropellos, se juntaron y le dieron muerte.

Otros nombres de algunos líderes de alzamientos indígenas fueron el Alazapa, Juan Alonso; Cabrito, en la sierra Papagayos; Colmillo, Napayan y Tenaguana.

Monterrey. Lorenzo Encinas