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ESRC NGPA - RES 155- 25-0007 Social movements and the project of autonomy in Latin America (Argentina, Bolivia, Brazil and Mexico) (2008)
FINAL REPORT
The Zapatistas Movement Luciana Ghiotto and Rodrigo Pascual
Índice:
1. Características socioeconómicas de México y Chiapas
1.1 México y su camino económico
1.2 Periodización de la historia económica mexicana
1.3 El estado de Chiapas: datos macroeconómicos
1.4 Tierra y recursos naturales
1.5 El patrón de acumulación capitalista en Chiapas
2. Antecedentes para la conformación del EZLN
3. Organización del EZLN
3.1 Historia interna del EZLN: de la formación del EZLN (1983 – 1994) hasta la Guerra y de la
Guerra a La Otra Campaña (1994 – 2008)
3.2 La sociedad civil zapatista
3.3 El Ejército Zapatista (EZ)
3.4 Relación entre el nivel civil y militar
4. La autonomía y la experiencia del autogobierno
4.1 Relación con el Estado
4.2 Elementos de la autonomía: educación y salud
4.3 Los proyectos productivos como sustento de la experiencia autonómica
5. Relación con la sociedad civil nacional e internacional
6. La Sexta Declaración y la Otra Campaña
7. Las nuevas estrategias contrainsurgentes (2006-2008)
8. Algunas cuestiones en debate
9. Hipótesis luego de un breve recorrido
10. Bibliografía
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1. Características socioeconómicas de México y Chiapas
1.1 México y su camino económico
La imagen económica internacional que se ha presentado de México en los últimos 20 años ha sido
la de “exitosa”. Esto se debe a los resultados macroeconómicos registrados por el país.
Especialmente, quienes sostienen esta posición se basan en los buenos resultados que ha dado la
“aplicación” de políticas neoliberales desde al menos la década de 1980. Dos datos que
confirmarían este buen desempeño a nivel internacional son la entrada de México al GATT
(Acuerdo General sobre Comercio y Tarifas, GATT por su sigla en inglés) en 1986 y la firma del
TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) en 1994.
Efectivamente, la imagen favorable de México que se sembró no es totalmente falsa, pues hay
indicadores macroeconómicos positivos (Pickard, 2004). El problema es que no pueden verse los
indicadores en abstracto, sino dentro de un contexto más amplio. Según Pickard (2004), los
números utilizados por los gobiernos no reflejan que el 73% de los hogares mexicanos viven en la
pobreza o la extrema pobreza, a la vez que grandes número de personas son extirpadas de los
índices porque “sobran” del actual “modelo” económico, como sucede con las poblaciones
indígenas y campesinas. Estos en su mayoría son incapaces de competir con los mercados
internacionales en la producción de alimentos básicos históricos en México, como el maíz y el café.
Como país exportador México ocupa hoy el puesto número 11 a nivel mundial, a la vez que desde la
vigencia del TLCAN las exportaciones se incrementaron 3 veces, siendo éstas no sólo productos
primarios o de recursos naturales sino en un alto grado (88.4%) productos manufacturados de
sofisticación tecnológica. Aún así, tras 20 años de políticas neoliberales, el país no logra encontrar
una ruta que conduzca al crecimiento sostenido, ni la generación de empleos, ni la reducción de la
pobreza, lo cual llevaría a un mejoramiento de la vida de la población.
Un problema es que el crecimiento que ha permitido el TLCAN no ha salido de los sectores
exportadores, es decir, no se ha expandido al resto de las cadenas productivas mexicanas. A su vez,
el nuevo modelo exportador depende esencialmente de la salud de la economía norteamericana,
debido a que el 90% de las exportaciones tienen ese país como destino.
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Asimismo, el desenvolvimiento de la economía sin crecimiento dio lugar a que no se generaran, en
los años noventa, nuevos empleos. Mismo si el desempleo es un problema anterior al del
neoliberalismo, éste ha acentuado sus características. Los empleos que se crearon en este período
son de peor calidad que los anteriores. De esta forma, los desempleados tienen tres opciones: 1)
entrar a la economía informal mexicana (que representa hoy un tercio del PBI); 2) entrar a la
economía informal ilegal (narcotráfico, tráfico de seres humanos); 3) migrar a los EEUU (Pickard,
2004). Además, el empleo generado a nivel de la industrial es principalmente en las llamadas
maquilas, que son fábricas de producción para la exportación. La mayoría de las maquilas están
ubicadas cerca de la frontera Norte mexicana, la lindante con los EEUU, lo cual muestra que han
sido diseñadas directamente para el provecho de los turistas industriales: la materia prima que llega
desde los EEUU, que se manufactura en México a un valor mucho menor de la mano de obra, y
vuelve como producto terminado a cruzar la frontera para ser vendido a un alto precio en los
mercados altamente consumistas del Norte (Ghiotto, 2005).
1.2 Periodización de la historia económica mexicana:
Durante la etapa que comienza en 1940, aproximadamente, y llega 1982 se puede decir que México
se halla dentro de un proceso de industrialización por sustitución de importaciones. Este modo de
desarrollo capitalista tuvo bastante éxito en generar empleo, incrementar el PBI y reducir ciertos
niveles de desigualdad histórica en México. Se podría decir que éste tuvo su primera manifestación
bajo el influjo de la presidencia de Lázaro Cárdenas durante los años treinta.
En 1982 se produce la renombrada moratoria de la deuda externa. Es en ese año que se ubica, en
México, el inicio de una nueva forma de desenvolvimiento capitalista: el neoliberalismo. La deuda
había alcanzado ese año los 86 mil millones de dólares, registrando un incremento de 330% en 6
años. Pero la banca internacional, mediada por representantes del gobierno de los EEUU, salva a
México al renegociar su deuda (y se salva a sí misma evitando un descalabro financiero
internacional) y no declararlo insolvente. Este momento marcaría una nueva relación de injerencia
del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la política económica del país, dando lugar, asimismo,
al comienzo de políticas neoliberales en México.
El modo de desarrollo capitalista neoliberal se ha basado en la implementación de políticas de
ajuste estructural que impulsan la apertura y desregulación de las barreras arancelarias mexicanas, a
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la vez que el recorte del gasto público, el desmantelamiento de gastos en políticas sociales, etc. Sin
embargo, el neoliberal trajo estancamiento económico, abriendo la llamada “década perdida” en
México. Hacia los años noventa esto quedó sellado con la firma del TLCAN, que virtualmente
mercantiliza nuevos sectores de la vida humana y natural (a través de sus capítulos de servicios y
propiedad intelectual) y pone la seguridad del capital (especialmente norteamericano, a partir del
capítulo de inversiones) por encima de las personas.
1.3 El estado de Chiapas: Datos macroeconómicos
Mapa 1 – Fuente: CIEPAC, 1998
Según datos censales de 2000, Chiapas cuenta con 3.920.892 habitantes, ocupando el octavo lugar
de las entidades estatales más pobladas del país. Pero los indicadores económicos generalmente
ubican a Chiapas como el estado más pobre de México. A su vez, es el estado con mayor cantidad
de analfabetos.
Chiapas es un estado pluriétnico y pluricultural. Se ha establecido que del 24 al 32% de la
población pertenece a un pueblo indígena. El 37% de los habitantes chiapanecos no habla español.
Los grupos indígenas se concentran principalmente en tres regiones: los Altos, el Norte y la Selva
Lacandona, y se dividen en gran medida en las siguientes etnias: Tzotzil (36% de la población
indígena), Tzeltal (34%), Chol (17.4%), Zoque (5%), Tojolabal (4.7%). Los grupos Mame, Chuj,
Kanjobal, Jacalteco, Lacandón, Katchikel y Cocho forman los restantes 2.3% de la población
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indígena del estado (Sipaz, sin dato de año).
En el estado domina un modo de agricultura de subsistencia que no da lugar a excedentes agrícolas
con los que tener ingresos económicos. El 83% de la población indígena está ocupada en la
agricultura.
Chiapas es el primer estado de México en cuanto a riqueza en agua y energía hidroeléctrica. Así, el
54% de la energía hidroeléctrica del país se genera solamente en el río Grijalva, en el estado
chiapaneco. Es paradójico que pese a ello gran cantidad de comunidades indígenas continúan
viviendo sin electricidad y sin sistema cloacal ni sanitario.
La pobreza es una de las principales características de este estado. Según datos censales, para el año
2000 el 76% de la población ocupada en Chiapas se situó en el rango de la pobreza (Pickard, 2004).
En el medio rural, el 85% de la población económicamente activa se encuentra en extrema pobreza,
pues sus ingresos no alcanzan el salario mínimo. Asimismo, gran cantidad de los hogares de la
población indígena no cumple con las condiciones mínimas de una vivienda digna: el 71% de la
población mantiene el piso de la vivienda de tierra, mientras que el 85,7% cocina con leña o carbón.
Siguiendo en esta línea, Chiapas ocupa el tercer lugar de desnutrición en el país, representando la
décima causa de muerte en el estado. Dentro de la población indígena, la desnutrición afecta al
71,6%. En Chiapas mueren 34.8 niños por cada 1000 nacidos vivos (mientras que la tasa nacional
es del 28 por mil), y ocupa el primer lugar en el país en mortalidad infantil por enfermedades
diarreicas.
A su vez, un gran número de comunidades indígenas (el 38.8% de la población) nunca ha tenido
acceso a la educación pública. Pero por otro lado, la educación se ha convertido en Chiapas un
mecanismo de (a)culturación occidental, por lo cual el sistema de educación ha despertado muchas
críticas en las últimas décadas. En particular, el movimiento zapatista ha convertido a la educación
en una de sus reivindicaciones, luchando por una educación autónoma, que les permita a los
pueblos indígenas recuperar su historia y su cosmovisión.
1.4 Tierra y recursos naturales
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Chiapas es un estado donde la reforma agraria implementada tras la Revolución Mexicana no llegó
a efectuarse. La tierra ha quedado en manos de unos pocos terratenientes. Este hecho convirtió la
tierra en uno de los principales factores de conflictividad social, que se ha profundizado con el
tiempo. La búsqueda de tierras generó sobre todo a partir de los años cincuenta, un complejo
proceso de migración hacia la Selva Lacandona. A esto hay que añadir que en los años setenta el
gobierno estatal decidió otorgar a unas pocas familias de la etnia lacandona más de 600 mil
hectáreas de la Selva sin haber satisfecho las necesidades de la restante y creciente población
indígena y campesina. Esto es uno de los factores por los cuales la Selva hoy en día es uno de los
escenarios de mayor conflictividad. Cabe recordar que Chiapas ocupa el segundo lugar a nivel
nacional en el número de ejidos, con un total de 1,887. El 17% de la tierra de Chiapas es colectiva.
En el año 1992 se reformó el artículo 27 de la Constitución permitiendo que la tierra comunal y
ejidal pueda ser sujeta a la compra-venta libre (antes estaba prohibido, protegiendo la tierra
comunal y ejidal). Dicha Reforma hizo explotar la movilización social en todo el país, y su
derogación fue una de las principales demandas del levantamiento armado del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) de 1994.
Para la implementación de esta reforma el gobierno implementa los Programas de Certificación
Ejidal y Comunal PROCEDE y PROCECOM, facilitando la compra-venta de las tierras y
profundizando la destrucción del tejido comunitario (Sipaz, sin dato de año).
En cuanto a los recursos naturales, Chiapas guarda una gran diversidad animal y vegetal debido a su
posición geográfica. Se conserva una superficie significativa de los bosques, destacando por su gran
biodiversidad la Selva Lacandona. En las últimas décadas esta superficie sufrió una fuerte
degradación a raíz de la explotación maderera y ganadera, así como de la fuerte presión humana
sobre la tierra. A esto se añade una serie de políticas gubernamentales contradictorias – que por un
lado intentan promover la conservación, pero por otro ha seguido instrumentalizando como una
fuente de recursos naturales mercantilizables. En este contexto se superponen macroproyectos de
“conservación ambiental” como el Corredor Biológico Mesoamericano, o el Proyecto de Desarrollo
Social, Integrado y Sostenible en la Selva Lacandona (PRODESIS). También se ha avanzado en la
conservación de la zona conocida como la Reserva Biosfera de Montes Azules (ver Mapa 2), creada
en 1978, y que cubre el 70% del territorio selvático de Chiapas, en donde se encuentra gran parte
del apoyo comunal del zapatismo. La existencia de esta reserva genera constante desalojos violentos
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de comunidades asentadas en tierras de propiedad fiscal, por motivos “ecológicos”1. Existen
también otros planes, tal como el Plan Puebla-Panama que siendo el proyecto de modernización y
reordenamiento territorial permitiría acceso y extracción de los recursos naturales (Sipaz, sin dato
de año). Actualmente, el 20% del territorio del estado está bajo protección oficial.
Mapa 2 – Fuente: CIEPAC, 1998
En este sentido, existen diversos proyectos del Estado local que han facilitado el saneamiento de las
cuentas fiscales, y que intentan avanzar sobre los recursos naturales locales:
1) Construcción de represas hidroeléctricas, en total 6. Chiapas cuenta con los dos ríos más
caudalosos del país: el Usumacinta y el Grijalva (ver imagen 1).
Imagen 1: Represa hidroeléctrica sobre el río Grijalva, cercana a la población Chiapa de Corzo (fotografía tomada in situ)
2) Gasoductos: en 2001 se produjo en Chiapas el 47% de la producción nacional de gas. 1 Datos de la Reserva Bisofera Monteas Azules extraidos de http://www.nodo50.org/pchiapas/chiapas/montes/montes44.htm
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3) Exportación de petróleo: en 2001 Chiapas produjo el 21% de la producción nacional de
petróleo, contando con 118 pozos en el norte del estado.
4) “Ecoturismo”: provoca que la realidad comunitaria y territorial deba ajustarse a las
expectativas foráneas. Asimismo, la construcción de emprendimientos hoteleros en la Selva
provoca el desplazamiento de comunidades en áreas restringidas, y la destrucción del
medioambiente.
1.5 El patrón de acumulación capitalista en Chiapas
Chiapas es más parte de América Central que de México. Como señalamos, los efectos de la
Revolución Mexicana de 1910 casi no se hicieron sentir en Chiapas: los latifundios no fueron
quebrados. Tampoco tuvieron allí efecto las reformas de Cárdenas. Sólo algunas tierras fueron
redistribuidas, pero eran las de baja calidad.
El patrón de acumulación ha estado, y aún continua estando, basado en grandes holdings de tierras
expansivos. La producción central de esta zona es bananas, café y otras frutas tropicales, que son
crecidas principalmente para la exportación. También parte del negocio es la ganadería. Pero esta
ganadería se basa también en una forma expansiva de tierras, por lo cual la burguesía chiapaneca es
una de las más violentas de México, expulsando a los campesinos de las tierras más aptas para esta
actividad (A Commune in Chiapas?, 2002: 21). Los terratenientes del sector son principalmente
mestizos (de sangre española e indígena), mientras que los campesinos son casi en su totalidad
indígenas, por lo cual el proceso de violencia va acompañado de un fuerte racismo.
Los sectores del campo de México que quedan por fuera de las grandes fincas se basan en la
producción campesina, esto es, una producción para el consumo y no para la venta, sustentado en el
trabajo familiar. Esto es central ya que representa una porción importante del campesinado
mexicano, lo cual marca que grandes porciones de personas no han entrado en el sistema salarial.
Quienes lo han hecho, solamente han tenido empleos temporales en los ranchos de los latifundistas
o en las fincas. A su vez, gran parte de las mujeres se dedican a la agricultura familiar o a la
artesanía, la cual ha sido la única forma de tener contacto con la economía mercantil. Esto es una
gran diferencia con los estados mexicanos del Norte, donde las maquilas emplean principalmente a
mujeres, bajo el régimen salarial. En Chiapas, esto marca la existencia de un campesinado semi-
proletarizado (A Commune in Chiapas?, 2002).
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Los flujos migratorios en Chiapas han tendido a ir hacia el este, mientras los plantadores de café se
expandían hacia la región de Soconusco (sud-este de Chiapas). Pero a partir de 1954, los indios
Chol comenzaron a llegar a la Selva Lacandona. Pronto arribarían también desde Oaxaca, Guerrero,
Veracruz y Michoacán. De esta forma, la Lacandona se convertía en una válvula de escape para el
Estado mexicano, evitando los desmanes de los más pobres. Frente a esto, para los años setenta el
PRI otorgó ciertos títulos de propiedad sobre la tierra a algunas de las cabezas de familia, esperando
que ellos mismos se convirtieran en latifundistas, pero esto no ocurrió. De hecho, el poblamiento de
la Selva resulta un antecedente para la creación de las comunidades autónomas. Con anterioridad, la
Selva figuraba como el “desierto de los lacandones”. Hoy en Ocosingo hay cerca de 2.000
comunidades. Y la Selva fue rápidamente poblada: viven entre 500.000 y 700.000 personas.
A partir de los años setenta, llegaron a la zona nuevos grupos económicos que tenían la intención de
no sólo hacer explotación de los recursos agrícola-ganaderos de Chiapas, sino también de los
acuíferos. Esto marca el desarrollo de un nuevo patrón de acumulación, mediado por el estado, a
partir de tres ejes:
1) Se construyeron en Chiapas varios diques para proveer de energía hidroeléctrica a las
plantas fabriles en Veracruz y Tabasco. Mismo si estos proyectos dieron empleo esporádico
a los campesinos empobrecidos, éstos provocaron el exilio de muchas comunidades,
causado por las inundaciones tras la construcción de los diques. Un caso paradigmático de
esta realidad ha sido la gran inundación en el estado de Tabasco (que se encuentra al norte
de Chiapas) provocada por el desborde del río Grijalva en noviembre de 20072. Como
veremos más adelante, esta cuestión se vincula a su vez con el proyecto de Ciudades Rurales
Sustentables que está desarrollando el gobierno chiapaneco.
2) El descubrimiento de nuevos depósitos de petróleo en la región sud-oeste, justo en el límite
con Guatemala (el campo Ocosingo), en el medio del territorio zapatista.
3) La biotecnología avanza fuertemente en una región con una enorme biodiversidad,
especialmente en la zona de la Selva Lacandona.
2 Antonio del CIEPAC profundizó sobre la cuestión del manejo de las represas. Comentó que “el desgajamiento del cerro en San Juan Grijalva hay que tener claro que era por el mal manejo de las presas por parte de la Comisión Federal, porque es un río, el río Grijalva que cruza todo Chiapas. Y esas represas justamente están hechas para manejar el flujo del agua, pero como había muchísimas lluvias, y aumentó el nivel del río, pues con eso puedes producir más energía, porque la energía no va sólo para la red nacional, sino que es sobre todo vendida en su mayoría a los Estados Unidos, Guatemala y Belize. Entonces dicen, vamos a hacer más luz ahorita. Entonces dejaron que se llenaran tanto las presas que son 4 presas sobre el río que hubieran podido muy fácilmente manejar, que llegó al grado donde la presa está en riesgo, y entonces tuvieron que soltar todo. Sueltan todo y se inunda el 80% del estado de Tabasco. Pero si lo hubieran manejado bien, que para eso sirve también una presa, no sólo para producir energía, sino que para gestionar, manejar los niveles del agua, pues no hubiera pasado esto. Y bueno, entonces se desgajó el cerro de San Juan Grijalva y murieron 20 personas, más 5 desaparecidas” (entrevista a Antonio del CIEPAC, agosto de 2008).
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2. Antecedentes en la conformación del EZLN
Podemos aquí dividir los antecedentes en dos vertientes. Por un lado, los antecedentes inmediatos
de la aparición pública del zapatismo el 1ero de enero de 1994. Estos pueden marcarse a partir de la
asunción del nuevo gobierno neoliberal de Salinas de Gortari a partir de 19883. Las políticas
adoptadas afectaron fuertemente la vida de los indígenas campesinos de esta región.
Señalamos aquí tres grandes hechos:
1) Abolición del INMECAFE (Instituto Mexicano de Café), la agencia estatal designada
para comprar café y establecer un precio. Como consecuencia, el precio del café cayó
fuertemente.
2) Reforma de la Constitución, Artículo 27, que permitió la venta de tierras comunales (su
prohibición había sido una bandera del Partido Revolucionario Institucional -PRI-).
3) Entrada en vigor del TLCAN, que barrería la posibilidad de venta de café y maíz de los
campesinos más pobres.
Dentro de estos antecedentes, se puede identificar como detonante la violencia regional
indiscriminada, avalada por el gobernador del estado de Chiapas, Patrocinio González (1988-1993),
contra los indígenas que protestaran, e incluso contra periodistas. Ante estos hechos, las
organizaciones del campo tradicionales, como la CIOAC (Central Independiente de Obreros
Agrícolas y Campesinos) y la ARIC (Asociación Regional Independiente de Campesinos) se vieron
sobrepasadas, y los indígenas comenzaron a integrar el zapatismo.
En definitiva, el proceso inmediato que podemos señalar como detonante del levantamiento
zapatista son las políticas neoliberales de ajuste estructural llevadas adelante en México. Esto es lo
que se conoce como neoliberalismo. Así es que Guillermo Almeyra (2006) afirma que son tres los
factores que influenciaron en el levantamiento: a) la globalización financiera, subvertidora de las
estructuras familiares, comunitarias; b) la crisis de dominación política e ideológica provocada por
las políticas neoliberales que dejan a la gente sin futuro; y c) la creciente movilización y resistencia
social en búsqueda de alternativas a la destrucción neoliberal.
3 La victoria del PRI en 1988 fue seguida por graves acusaciones de fraude. El PRD, una escisión izquierdista del PRI, habría ganado las elecciones, su candidato era Cuauhtemoc Cárdenas, hijo del legendario Lázaro.
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Por otra parte, podemos identificar los antecedentes históricos. Señalamos aquí tres grandes
antecedentes.
1) La tradición comunal indígena: mismo si la tradición comunal indígena es importante, ésta
no debe ser exagerada. Pero sí es real la tradición de funcionamiento de los ejidos: las
decisiones importantes son tomadas tras lentos debates, y por todos. Los grupos indígenas
que componen el zapatismo son de tradición maya: los Tzetltals, Tzotzils, Chols, Mams,
Zoques y Tojolabals. Uno de los temas que debe ser complejizado es la participación de las
mujeres en la política autónoma. Un hecho importante sobre esto es que muchos de los
hombres no hablan castellano, pero en el caso de las mujeres, muy pocas lo hacen. Sobre
este punto en particular, pudimos ver tras el trabajo de campo realizado en el Caracol que
está ubicado en la zona de Los Altos, Oventic, que las mujeres mismo si participan de los
ámbitos de decisión, como la Junta del Buen Gobierno, en el momento de la interacción con,
por ejemplo, los visitantes extranjeros, tienen poca participación concreta en los encuentros,
y si lo hacen, es de manera pasiva.
2) La influencia de la teología de la liberación: el pueblo chiapaneco es fuertemente religioso.
Cada pueblo posee una iglesia. Existe una alta interpenetración entre religión y política. En
1974 se organizó en Chiapas el primer Congreso Indígena Fray Bartolomé de las Casas. La
Diócesis de San Cristóbal de las Casas cumplió un rol central en la convocatoria y en la
organización de éste. En tal sentido se destaca la labor del Sacerdote Samuel Ruíz, que
preparó en 2608 comunidades a 400 prediáconos4 y 8000 catequistas. Todos ellos
cumplieron roles de liderazgo y de organizadores de las comunidades.
Asimismo, Ruiz entretejió religión con las ideas maoístas a partir de sus contactos con la
guerrilla Línea Proletaria. El arreglo era que los sacerdotes llevarían adelante el trabajo
religioso, mientras que los maoístas manejaban la organización política.
Las ideas de la teología de la liberación tienen que ver con el momento político que estaba
viviendo Latinoamérica en los años sesenta y setenta: “En 1968 se realiza, por ejemplo, el Concilio de Obispos Latinoamericanos de Medellín, en la línea
del Concilio Vaticano II promovido por el Papa campesino Juan XXIII (Roncalli). Desde 1961, los
maristas comienzan a predicar el Éxodo de Egipto (o sea, en el cifrado lenguaje teológico, el rechazo
a la opresión capitalista) hacia la Tierra Prometida (un régimen de justicia y libertad). Este cambio de
estrategia de la Iglesia católica que comienza a echar raíces entre los indígenas fomenta enormemente 4 El diácono cumple una función similar a la de los sacerdotes. La diferencia radica en las capacidades religiosas que puede desarrollar. Asimismo, éste es un civil que puede estar casado. Los sacerdotes antes de ordenarse como tales primero son seminaristas y luego diáconos para luego sí alcanzar el sacerdocio. La diferencia con los diáconos civiles es que no puede contraer matrimonio.
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la democracia en las comunidades y la formación de dirigentes religiosos y políticos de las mismas,
pues los nuevos catequistas debían ser, a la vez, organizadores de las luchas cotidianas. De este modo,
los únicos depositarios del conocimiento y de la sabiduría ya no eran los ancianos pues aparecía una
nueva capa de indígenas letrados y politizados que actuaban al margen de las estructuras tradicionales
y al frente de los indígenas cooptados por el PRI…” (Almeyra, 2006: 20)
La experiencia chiapaneca no era la única en la que convergía Iglesia con pueblos indígenas.
El caso del Istmo de Tehuantepec mostraba también la formación de nuevos dirigentes,
muchas veces ligados al ala más radical de la Iglesia católica y otras, formados en las
Universidades de sus estados respectivos. Maestros, abogados, ingenieros, agrónomos, curas
de parroquia, todos ellos de origen indígena, comenzaron en el centro-sur de México a
sustituir como portavoces de sus comunidades a los viejos caciques y a construir
organizaciones independientes, sobre todo del PRI y del Estado.
De acuerdo con Guillermo Almeyra (2005), el levantamiento de enero de 1994 fue
preparado no sólo por los pocos guerrilleros urbanos refugiados en Chiapas, que contaron
con el apoyo de la Iglesia católica local. Lo fue esencialmente por las luchas decenales de
los indígenas en pro de reformas y derechos jamás obtenidos pero continuamente
reclamados con grandes movilizaciones y lo fue también porque en ese lapso se formaron,
en todo el territorio nacional, direcciones indígenas nuevas, jóvenes, locales, que el
gobierno, con su demagógico indigenismo, ayudaba involuntariamente a conocerse y
relacionarse entre sí. Entonces, no es que la Diócesis de San Cristóbal organizó al EZLN,
sino que ayudó a los indios a tomar conciencia de las razones de sus condiciones de vida y a
construir la autoorganización de las Comunidades Eclesiales de Base, creando una nueva
cultura política y religiosa (Matamoros Ponce, 2005).
De todas formas, la acción de la Diócesis de San Cristóbal no se produjo sin reacción de la
Iglesia oficial, quien combatió constantemente la acción de su ala radical.
3) Las guerrillas maoístas y guevaristas: en 1980 Línea Proletaria (LP) reemplaza a los
sacerdotes de las comunidades claves del campo, rompiendo el acuerdo con Ruiz. A partir de
allí Ruiz se relaciona con otra guerrilla, de ideas guevaristas, Fuerzas de Liberación
Nacional (FLN), que a partir de 1983 entran en Chiapas y aprovechan el trabajo previo de
LP. Su idea era armar un ejército, que luego sería el EZLN. Allí intervino un joven capitán
llamado Marcos. Ya en 1991 tendrían miles de reclutas, pero no sólo se concentrarían en la
organización militar (momento instrumental), sino que siguiendo el trabajo de LP, verían la
importancia de profundizar el trabajo social de base en las comunidades. A su vez, FLN no
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sucumbió a los coqueteos del gobierno nacional, manteniendo a sus cuadros lejos de ocupar
cargos políticos, así como no aceptando líneas de crédito y otras facilidades que ofrecía el
Estado.
A esta experiencia de guerrilla se suman dos corrientes migratorias vinculadas a la
persecución política: por un lado, muchos estudiantes sobrevivientes de la matanza de
Tlatelolco (1968) se volcaron a la Selva como lugar de refugio; por otro, cantidades de
exiliados de la guerra civil en Guatemala de principios de los años ochenta se escondieron
en la Selva Lacandona, debido a la cercanía con la frontera guatemalteca. Estos activistas
fueron parte de una nueva camada de jóvenes que volcó su experiencia política
revolucionaria en los pueblos indígenas de la zona. La Selva se convirtió en un colchón de
clandestinidad, en donde había total libertad y el Estado prácticamente no entraba; sólo a
fines de los años ochenta mandan al ejército para controlar la situación de desmanes
(Colectivo Situaciones, 2005).
Debido a su antecedente directo, el FLN, el EZLN llevó adelante en los primeros años de los
noventa, y hasta el fallido levantamiento, un formato de organización predominantemente
vertical y jerárquica, siguiendo un modelo guevarista y leninista. No obstante, los debates
que se sucedieron hacia 1993 acerca de la posibilidad de entrar en guerra o no marcaron una
fuerte crisis de este formato organizativo. A partir de febrero de 1994, cuando fueron
frenados por la ofensiva militar, los altos cuadros indígenas del Comité Clandestino para la
Revolución Indígena (CCRI) decidieron cambiar de estrategia: lo civil comienza a tener
cada vez mayor presencia sobre lo militar. De allí su llamado a la “sociedad civil”.
Otro punto, que creemos que es muy controversial debido a la resignificación de los elementos, es
que para autores como Almeyra (2006) y Gonzalez Casanovas (2001 y 2003), el zapatismo conjuga
a su interior antecedentes de la tradición revolucionaria-liberal francesa. De allí sus reivindicaciones
de libertad, igualdad y fraternidad.
Históricamente, tanto el Estado local como el nacional intentaron institucionalizar las luchas de los
pueblos indios. Esta política es conocida como indigenismo, y se realizaba principalmente
reemplazando las formas de organización indígenas por un sistema paternalista bajo el control
directo del estado local y de la Iglesia. Sin embargo, ambos indigenismos estimularon la
organización de los pueblos indígenas y contribuyeron involuntariamente a desarrollar la autoestima
de los indios (que veían en el reconocimiento aunque instrumental de la Diócesis y del gobierno
nacional una demostración de su propia importancia) al mismo tiempo que ayudaron a preparar
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nuevas capas de dirigentes de base (seminaristas, catequistas, diáconos, uno, cuadros sindicales y
políticos de base, el otro) (Almeyra, 2005).
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3. La organización zapatista
El EZLN se levantó en armas el 1ero de enero de 1994, ocupando las municipalidades de Huixtán,
San Cristóbal de las Casas, Altamirano, Ocosingo, Las Margaritas, Oxchuc y Chanal. Esta acción la
realizan al grito de ¡Ya Basta! En medio de una profunda conmoción, esa madrugada el EZ da a
conocer, desde los balcones de las diferentes cabeceras municipales, la Primera Declaración de la
Selva Lacandona (Ouviña, 2007).
Pero a partir de allí, el EZLN no va a funcionar exclusivamente como un ejército, sino que tras 14
años de historia, su estructura se ha dividido en dos grandes áreas: la parte civil y la parte militar.
3.1 Historia interna del EZLN: de la formación del EZLN (1983 – 1994) hasta la Guerra y
de la Guerra a La Otra Campaña (1994 – 2008)
Como toda organización guerrillera revolucionaria el zapatismo carga consigo una historia
mitológica. Aquella que cuenta que unos pocos mestizos e indígenas se internaron en la selva y
fundaron el EZLN el 20 de noviembre de 1983. Pero el mito fundante cae cuando observamos el
largo proceso de luchas desarrollado en Chiapas. Sin embargo, como todo mito posee un núcleo de
verdad. Es ese núcleo de verdad, que a nuestro entender se encuentra en el mito fundante del EZLN,
lo que aquí presentaremos.
Según cuenta el propio Subcomandante Insurgente Marcos (Muñoz, 2004), lo que actualmente es el
EZLN comenzó con un reducido número de guerrilleros que poseían una visión muy “tradicional”
(guevarista) de lo que es un ejército revolucionario. Por ello es que se internaron en la Selva para
conformarlo. Allí estudiaron tanto al ejército mexicano como al norteamericano, al mismo tiempo
que aprendieron sobre tácticas y estrategias de guerra, así como el uso de las armas. En otras
palabras, aprendieron a conformarse como ejército.
Marcos efectúa, en tal sentido, una división en 7 etapas de la historia del movimiento anterior a la
guerra, es decir, a 1994. La primer etapa se corresponde con el mismo año en que México entra en
default, la crisis de la deuda, es decir, con 1982. Hacia aquel año comienza lo que Marcos llama, un
proceso de evaluación de aquellos que pueden “dar con el ancho”, esto es, los que pueden ser parte
del ejército revolucionario.
16
A finales de 1983, más precisamente el 20 de noviembre, se marca el comienzo de la segunda etapa.
La misma se corresponde con la implantación del grupo inicial en la Selva. Marcos establece
aquella fecha como el día del nacimiento del EZLN.
La tercera etapa la posiciona con la apertura al estudio de los manuales del Ejército de los EE.UU. y
de México, además de realizar un proceso de reconocimiento topográfico, efectuando caminatas y
orientación. Al tiempo que comenzaron a efectuar estudios de historia mexicana.
La cuarta etapa es una etapa en la cual los guerrilleros empiezan a contactarse con las comunidades.
Es entonces que se efectúan relaciones con los pueblos de la zona. Así lo cuenta Marcos (Ramírez,
2004: 23) “Primero se hablaba con uno y ése hablaba con su familia. De la familia se pasaba al
poblado. Del poblado a la región. Así, poco a poco, nuestra presencia se convirtió en un secreto a
voces y en una conspiración masiva. En esta etapa, que corre paralela en tiempo a la tercera, el
EZLN ya no era lo que habíamos pensado cuando llegamos. Para entonces habíamos sido
derrotados por las comunidades indígenas y, producto de esa derrota, el EZLN empezó a crecer
geométricamente y a hacerse <<muy otro>>”.
Según cuenta esta historia interna, los fundadores del EZLN tenían una visión muy cuadrada, muy
tradicional de la lucha armada revolucionaria. Así, el cuadrado empezó a recibir golpes dando lugar
a la conformación de una nueva figura. El golpe se lo dieron las propias comunidades. La práctica
revolucionaria tradicional no encajaba con la práctica cotidiana de las comunidades indígenas. El
encuentro entre una y otra práctica es lo que, en palabras de Marcos, da lugar a la primer derrota del
EZLN. El cuadrado comienza a rodar. La visión tradicional deviene en una cosmovisión muy otra.
Este hacerse muy otro es lo que distinguirá a esta nueva forma de organización guerrillera. La
otredad se refiere tanto a la centralidad que poco a poco toman las comunidades – siendo esto lo que
ha mantenido vivo al zapatismo-, como también remite al modo en que se vive en las comunidades,
esto es sus usos y costumbres.
La quinta etapa se corresponde con un momento de crecimiento explosivo del EZLN. Se creció más
allá de la Selva Lacandona y se llegó a Los Altos y al norte de Chiapas. Los años precisos en que
ocurrió esto son difíciles de establecer.
La Sexta etapa es el momento de la votación de la Guerra, los preparativos, incluida la “Batalla de
17
la Corralchén”, en mayo de 1993. Esta batalla fue uno de los primeros enfrentamientos con el
gobierno federal. La séptima etapa es la de la víspera de la guerra.
Sintetizando los primeros veinte años del zapatismo, siguiendo a Muñoz (2004) se puede decir que
lo central de los primeros diez años fue la conformación del ejército y sus bases de apoyo. En
definitiva, la conformación del EZLN y las comunidades zapatistas. No obstante, la armas no son lo
central del movimiento, sino la vida de las comunidades, de allí su diferencia con la guerrilla
“tradicional”. Es decir, es una guerrilla donde el ejército, poco a poco, va siendo “vencido” por las
comunidades civiles. Sin embargo, el ejército tiene un papel muy importante: la defensa. En este
sentido, se puede decir que la diferencia con formas de lucha pacíficas y guerrilleras es la
combinación contradictoria de ambos momentos. Las armas son para no ser utilizadas.
La conformación del ejército fue acompañada de un trabajo en los pueblos. Resultado de aquél
fueron las instalaciones de clínicas, y otros servicios que el EZLN crea junto a los pueblos. Por otra
parte, son los propios pueblos los que mantienen el ejército y los servicios.
En los primeros años, los pueblos eligen un responsable local. Éste debe controlar, vigilar y llevar
información a su pueblo. Cumplen la función de enlace entre el pueblo y los insurgentes (ejercito
revolucionario). Luego se formaron regiones, donde sólo se reunían los responsables locales
quienes elegían al responsable regional. Se puede decir que en estos años iniciales, los pueblos
observan la diferencia entre los proyectos del gobierno y los del EZLN. Mientras que el gobierno
los trataba como ignorantes a los cuales había que llevarles las cosas resueltas, el EZLN los ponía
en un lugar activo, respetando sus necesidades, tradiciones, usos y costumbres.
La creación de los municipios autónomos fue una decisión que se tomó para organizar los territorios
ya controlados. En las Juntas de Buen Gobierno aprenden el autogobierno. Así como también se
organiza la autonomía.
La relación con la sociedad civil, luego del alzamiento armado de 1º de enero de 1994, fue tanto
sorpresivo como enriquecedor. Comienza a partir de allí un camino de encuentros y “alianzas”
temporales. En su mayoría poseen el carácter brindar solidaridad, así como controlar al Gobierno y
su Ejército. El trabajo del EZLN, específicamente, del ejército, es el brindar protección al las Juntas
de Buen Gobierno. Los años posteriores al 1ero de enero, entre otras cosas, implicaron un
aprendizaje de no caer en las provocaciones militares del Gobierno Nacional.
18
Desde 1994 a la fecha la historia del EZLN y del zapatismo se la puede dividir en cuatro etapas. La
primera correspondiente al alzamiento armado el 1ero de Enero de 1994 hasta los Acuerdos de San
Andrés. La segunda se situaría entre los acuerdos de San Andrés y la (traición de la) reforma
constitucional de 2001. La Tercer etapa corresponde al silencio en que entró el zapatismo entre
2001 y 2003, año en que se anuncia la conformación de las Juntas de Buen Gobierno. Por último,
podría establecerse una cuarta etapa que se ha abierto con la Sexta Declaración de la Selva
Lacandona y La Otra Campaña.
3.2 La sociedad civil zapatista
Hasta agosto de 2003 existían en territorio chiapaneco 5 Aguascalientes. Estos eran espacios donde
funcionaba el Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCIR). A partir del 2003, el EZ
presenta una estrategia diferente, que tiene que ver con una lectura distinta de la situación nacional
e internacional. Entonces, el punto central de la estrategia pasa a ser la desmilitarización del
movimiento, y una apuesta política concentrada en lo civil, significando con ello la conformación
de modos autónomos de gobierno. Así, a partir de 2003 funcionan en territorio zapatista 38
Municipalidades Autónomas Rebeldes Zapatistas (MAREZ), constituidas por más de 1.100
comunidades rebeldes, cada una con 300 a 400 personas. Las MAREZ son instancias de
autoorganización civil conformadas por bases de apoyo de las comunidades, poblados o parajes
ubicados en un mismo espacio territorial, que en conjunto abarcan alrededor de 30 mil km² (cerca
del 40% del estado chiapaneco) (Ouviña, 2007).
El proceso de toma de decisiones civiles está dividido en distintas instancias las cuales están
conectadas entre sí. El Cuadro 1 muestra la forma de organización de la toma de decisiones así
como el modo en que se relaciona una instancia con la otra.
19
Cuadro 1 – Fuente: Burguete (2005)
De este modo podemos decir que el primer nivel de toma de decisiones es el nivel local. Allí cada
comunidad en cada poblado va nombrando sus autoridades. Nombran al agente comunal que es el
agente municipal. Y se nombran los Consejos Autónomos, máximo órgano de decisión política en
cada Municipio. Los consejeros tienen un trabajo voluntario.
El nivel municipal, que constituye un segundo nivel, pero que no expresa jerarquía y orden entre
ellas, aunque el poder siempre reside en el pueblo. A este nivel le corresponde la toma de decisiones
acerca de proyectos o de una escala mayor. Así, delegados de cada villa se reúnen en asambleas, las
cuales pueden durar hasta 2 o 3 días hasta que se llega a alguna forma de consenso. Estos espacios
designan sus “representantes” en las Juntas de Buen Gobierno, y tienen representantes permanentes
en los 5 Caracoles.
El nivel estadual está conformado por cinco Caracoles que reemplazan a los Aguascalientes,
repartidos en el territorio zapatista: Oventic, Roberto Barrios, Morelia, La Realidad y La Garrucha
(ver Mapa 3). Estos espacios son en sí mismos centros culturales que aglutinan aulas de escuela,
salas de asambleas, áreas de descanso y deportes, centros de salud, representaciones de las
20
cooperativas zapatistas, etc. En los Caracoles funcionan las Juntas del Buen Gobierno (JBG). De los
Consejos Autonómicos salen los representantes de las JBG, uno o 2 por cada Consejo. Estas tienen
una “jurisdicción” regional agrupando y administrando a varios municipios. Son, de hecho,
pluriétnicas. Su carácter regional al mismo tiempo les otorga la función de estar en coordinación
con otras regiones. En ellas se concentra la administración de la justicia, se media en los conflictos,
se otorgan certificados y documentos de identidad, al mismo tiempo se intenta armar planes de
relaciones económicas para la región y el diseño de acciones con objetivos determinados: sanidad,
educación, vivienda, etc.
Mapa 3 – Fuente: Gustavo Castro para el CIEPAC, sin dato de año.
En el caso del Caracol de Oventic, que es el que pudimos visitar para realizar el trabajo de
investigación, los integrantes de la JBG son 23, entre varones y mujeres. Los cargos duran 3 años.
La forma de organizarse entre ellos es a partir de una reunión por mes donde se juntan los 23
miembros, aunque en caso de urgencia, se realizan reuniones ad hoc. Han establecido 3 turnos de
trabajo, donde cada subgrupo se queda en el Caracol durante una semana completa, y luego regresa
a su comunidad para trabajar por 2 semanas en sus asuntos privados. Las decisiones son tomadas
por consenso, “al final depende de la plática de los 23, hacemos entonces un escrito que se gira a las
partes con la decisión de la Junta. Pero a veces no hay acuerdo entre nosotros, entonces se invita a
los involucrados y se va al lugar de los hechos, hablar con la gente de allí para ver qué nueva
decisión tomar, o no” (entrevista a Junta del Buen Gobierno de Oventic, agosto de 2008).
La estadía en las JBG es muy breve, de ese modo se evita la formación de “especialistas”, lo que a
la vez constituye un elemento de importancia en la construcción de poder (horizontal) (Almeyra,
2006). Esta breve estadía conlleva algunas dificultades como la posibilidad de tomas de decisiones,
21
lo que puede llevar a cierta inactividad. Según Almeyra, esto puede llevar a que la decisión recaiga
en el cuadro político-militar del EZLN que sí posee estabilidad, además de una visión más amplia y
estratégica. Esto mismo es compensado con que la rotación hace posible que se practique la
democracia radical; esto es la participación de todos y todas (aunque las mujeres aún están
relegadas) en los cargos administrativos, lo que da un aprendizaje de la administración de carácter
colectivo.
Según lo que afirma la JBG de Oventic, ésta tiene a cargo diversas áreas, como las de ecología,
cooperativas, salud y educación. Las decisiones acerca de cada una de ellas son debatidas de
acuerdo a las necesidades que presentan. En esta línea, “la Junta propone, no impone, porque la
Junta manda obedeciendo. Siempre depende del acuerdo de cada comunidad, el establecer sus
necesidades. Se hace una asamblea comunitaria, con hombres y mujeres, para ver cada caso: por
ejemplo, café, cooperativas, salud, educación. Si hay necesidad de por ejemplo una escuela hay que
proponerla al pueblo, y éste la aprueba” (entrevista a Junta del Buen Gobierno de Oventic, agosto
de 2008).
A la vez que lleva adelante estas funciones, la JBG se encarga de ser la voz del Caracol frente a la
sociedad civil, tanto nacional como internacional. Es decir que la JBG recibe a los visitantes que
llegan de diversas partes del mundo. Por un lado, esto es un beneficio, ya que concentra la atención
foránea en un espacio común de los zapatistas de una particular región. De esta forma, todos los
aportes financieros que llegan al Caracol son recibidos y administrados por la JBG. De esta forma se
evita que los fondos que se envían desde las organizaciones sociales europeas lleguen siempre a las
mismas comunidades. Con esta organización se genera un sistema más equitativo de reparto del
dinero foráneo.
Además, los no-zapatistas que llegan al Caracol y que deseen visitar algún municipio autónomo,
deben pasar primero por la autorización de la Junta. De esta forma se genera un mecanisno de
control que ejerce como seguridad para las propias comunidades. Entonces, la JBG centraliza las
informaciones acerca de quienes entran y salen de los territorios zapatistas.
Por otra parte, la misma cuestión de la cantidad de funciones que ejerce se puede volver un
problema, ya que se le dedica mucho tiempo a los visitantes, mientras que los miembros de las
comunidades deben esperar. Es que la JBG oficia como recepción de los problemas de los MAREZ,
pero también entrega los permisos para que, por ejemplo, los turistas puedan pasear libremente por
22
Oventic y saquen fotografías. Esta multiplicidad
3.3 El Ejército Zapatista (EZ)
El EZ se encuentra escondido en el territorio, por ser blanco de ataques militares. Su organización
se da de la siguiente manera:
− Cada destacamento envía representantes al CCRI local.
− Cada CCRI envía representantes al Comando General del CCRI, el cual cuenta con 80
miembros.
El Ejército se encuentra organizado de manera jerárquica: Comandante, Subcomandante, Mayor,
Capitán. Esta jerarquía se ha ablandado en los últimos años, especialmente al no haber ocurrido
nuevos enfrentamientos armados. Pero el EZ no es permanente. Una vez finalizado el
entrenamiento, los jóvenes son enviados nuevamente a sus casas. La fuerza con la que cuenta el EZ
era en 2003 de alrededor de 17.000 personas.
Existe una diferencia fundamental entre el EZ y el ejército del Estado mexicano: la aparente
ausencia de castigos e insubordinación (A Commune in Chiapas?, 2002). La entrada al ejército no
es obligatoria, pero sí se anima a los jóvenes a participar, especialmente cuando éstos están cercanos
a los 17 años.
3.4 Relación entre el nivel civil y militar
La relación entre ambos niveles parece estar caracterizada por las frases: “Mandamos obedeciendo”
y “Para todos todo, para nosotros nada”. La primera consigna hace referencia a la circulación de
representantes, así como el poder de mando está siempre en el pueblo, el representante tiene que
obedecer al pueblo; aun así, el EZ “manda”. La segunda hace referencia a una práctica ética,
diferente al PRI y al “mal gobierno”, de manejo de los fondos y del poder.
La dialéctica del “mandar obedeciendo” puede verse en las Leyes Revolucionarias del EZLN, como
la de “Los derechos y obligaciones de los pueblos en lucha”, “Los derechos y obligaciones de las
fuerzas armadas revolucionarias”, o la “Ley agraria revolucionaria”. Esta última permite propiedad
privada de la tierra hasta 100 hectáreas de tierra mala, y hasta 50 hectáreas de tierra buena, similar a
lo que planteaba el Plan Ayala de Emiliano Zapata.
23
Según algunos autores, estas leyes son una muestra de que para los campesinos no hay vuelta atrás
(A Commune in Chiapas?, 2002). Es una forma de comenzar un camino de autoorganización, que
iría en la ruta de los soviets o de los consejos obreros. Pero se trata de campesinos semi-
proletarizados: no se encontrarían en el lugar central para hacer una crítica del capital, pero sí
pueden reafirmar la comunidad humana por sobre un sistema que preferiría verlos muertos.
A partir de la conformación de las Juntas del Buen Gobierno, el EZ ha tendido a dejar prevalecer los
aspectos civiles por sobre los militares. No obstante, éste toma un rol de “garante” del buen
gobierno en las Juntas. Es decir, no participaría de las decisiones de las comunidades, pero sigue
siendo el veedor de que el gobierno local sea “bueno” y no derrape en un “mal gobierno”, como lo
es el gobierno estatal.
A pesar de este nuevo rol del nivel militar, en Oventic pudimos ver que se encuentra más bien
desdibujado. Es decir que no es claro el rol del EZLN en los ámbitos civiles. Cuando preguntamos a
la JBG de Oventic acerca de la relación con el EZLN, nuestros interlocutores expresaron su
sorpresa por este particular interrogante: “sobre la relación con el EZLN no se a qué te refieres, no
se qué contestarte... aquí todos somos EZLN” (entrevista a JBG Oventic, agosto de 2008). A esta
respuesta, se le agregó luego una explicación sobre el funcionamiento de la Comisión de Vigilancia.
Sobre esto, la JBG expresó que la Comisión de Vigilancia es una instancia civil, es decir que
“Comisión de Vigilancia la mandó el pueblo, porque es para vigilar el gobierno. La relación es la
que ha sido siempre. Por eso, como ven, de cada ingreso de dinero a la Junta, hacemos un recibo.
Lo anota la Comisión de Vigilancia en un registro. Y se informa al pueblo. El cargo de la Comisión
de Vigilancia no es un cargo anual, sino que se turnan semanalmente para el trabajo, para que sea el
pueblo testigo de lo que entra y sale. Pero todos pasan por la Comisión, porque lo mandó el pueblo”
(ibídem, 2008). Entonces, es la Comisión de Vigilancia la que se encarga de controlar que se cumpla
el “mandar obedeciendo”, pero sus miembros no son específicamente del brazo armado de la
organización, sino que son los mismos miembros de las comunidades los que rotan en estos puestos.
Esto garantiza una mayor apertura del rol de control, ya que todos pueden y deben pasar por allí,
nuevamente generando una instancia no-profesional de gobierno.
24
4. La autonomía y la experiencia del autogobierno
La noción de autonomía tiene en México una larga historia, debido a la actividad del vasto mundo
de las comunidades indígenas y campesinas. Las luchas por conservar su modo de vida frente a la
conquista, la colonia y la institucionalización de la Revolución de 1910 hizo de la autonomía una
noción recurrente, aun si el significado fue adquiriendo nuevos sentidos y determinaciones en el
tiempo. El zapatismo no introduce esta noción, sino que con ellos toma un nuevo sentido. “El
zapatismo operó, entonces, como una radicalización de la autonomía, a la vez que la relanzó como
hipótesis política con un alcance mayor” (Colectivo Situaciones, 2005: 16).
Pero, ¿a qué llaman los zapatistas autonomía? En primer lugar, cabe aclarar que “en las lenguas
mayas el concepto griego de autonomía no existe: las palabras que lo expresan quieren decir
<<Buen Gobierno>> (o sea, honestidad, justicia, equidad, lo cual no es lo mismo)” (Almeyra, 2005:
s/d). Dentro de la concepción comunitaria el Estado nacional queda excluido, ante éste se debe
lograr cierta independencia. Así se comprende que para las comunidades chiapanecas Estado es
equivalente a Gobierno, al Gobierno que se encuentra lejano y le es hostil. De este modo la idea de
México es algo difuso y externo a las comunidades. Sin embargo, los zapatistas, como todos los
indígenas, son nacionalistas. Esto se debe a que, en parte, buscan legitimar su existencia como
comunidad, al propio tiempo que dejar de ser consideras ciudadanos de segunda (Almeyra, 2005).
El debate acerca de qué se entiende por autonomía trasciende la especificidad del zapatismo, y de
México mismo. Se trata de un debate que intenta poner en el centro la relación hombre-hombre, así
como la relación hombre-naturaleza.
En el caso particular mexicano, el Estado nacional y chiapaneco condenan la autonomía zapatista
como “separatismo” o “balcanización”, mientras los sectores conservadores los acusan de intentar
una vuelta al pasado incivilizado, y a sus tradiciones de ritos y sacrificios humanos (Matamoros
Ponce, 2005). Para estas visiones (colonialistas), autonomía significa caos, significa
ingobernabilidad. Mismo si se paran desde el lado opuesto, otras visiones podrían coincidir con
estas apreciaciones: la autonomía es caos e ingobernabilidad para un sistema que deja a millones de
personas olvidadas, que no reconoce las diferencias (que destruye la “otredad”), y que desoye a las
minorías (aunque en el caso de un país pluriétnico como el mexicano, los pueblos indígenas apenas
pueden considerarse “minorías”). En ese contexto, la autonomía se convierte en “el reconocimiento
25
de las vitalidades racionalizadas de un mundo negado, la búsqueda de armonía del hombre en su
relación con la naturaleza y con el Otro: la solidaridad que es la base de la existencia humana”
(Matamoros Ponce, 2005: 257).
Pero, ¿de dónde viene la idea (y la práctica) de la autonomía? De acuerdo a diversos autores, la
autonomía era una práctica recurrente en los usos y costumbres de los pueblos indígenas que
habitan el suelo de lo que hoy es México. Se trata de una lógica democrática, que impacta
directamente sobre las formas de tomar decisiones y en la ética del comportamiento. Así,
Matamoros Ponce (2005) señala que sin comprender el arraigo de estas costumbres culturales no
podría entenderse que una guerrilla que se reivindicaba guevarista en sus comienzos (FLN) hoy no
luche por la toma del poder político, es decir, del Estado. Esto generó una serie de especulaciones a
nivel gubernamental acerca de “qué querían realmente estos guerrilleros”. Lo que en realidad
significaba es que no podían ser envueltos fácilmente al interior de las redes de clientelismo y del
poder político. Por ello, la autonomía provoca ante todo el disloque de los sectores acomodados de
la sociedad y del poder, que no pueden medir con su propia vara este tipo de movimientos: se
vuelven “inclasificables”.
La JBG de Oventic define así la necesidad de construcción de autonomía: “La autonomía es porque
el pueblo indígena vio que no se cumplieron los Acuerdos de San Andrés, y dejó de confiar en que
en algún momento se fueran a cumplir. Por ello es que estamos constituyendo la propia autonomía.
La autonomía es que el pueblo indígena haga justicia en su propia cultura, idioma y dialectos.
Autonomía es no depender del gobierno federal ni estatal” (entrevista a JBG de Oventic, agosto de
2008). La cuestión del ejercicio de la justicia por los propios zapatistas aparece como central en las
comunidades, y como un punto basal para el sostenimiento de la autonomía. No obstante la
centralidad de la aplicación de justicia, la autonomía zapatista en los Caracoles es bastante amplia
porque abarca la fijación del impuesto Hermano (en las transacciones, para redistribuir las
ganancias a las comunidades más alejadas de la posibilidad de comerciar), la selección de las
organizaciones (ONGs y otras) que pueden estar presentes en las zonas zapatistas, la autorización
de proyectos o inversiones en las mismas y las funciones de policía. A su vez, en las JBG no hay
división de poderes como en la democracia republicana (legislativo, judicial, ejecutivo), sino que
los 3 poderes se reúnen en la JBG. Estas tienen su propio sistema de reglas y su propio sistema de
penas. En definitiva, la amplitud del sistema de gobierno zapatista es de carácter antagónico a las
divisiones capitalistas de lo económico y lo político.
26
Así, pues, una cuestión central al momento de pensar la autonomía zapatista es que existe un
elemento distinto en este gobierno de lo que uno entiende como Estado-nación: las JBG rompen con
la separación economía-política, ya que son éstas las que se encargan de lograr el equilibrio con
otras regiones (por ejemplo, frente a donaciones de ONG europeas u otras). Las JBG se encargan de
sujetar las donaciones a las necesidades de todas las comunidades, que justamente están conectadas
a partir de cada JBG. Así evitan la generación de desigualdades o sistemas prebendarios al interior
de las comunidades. Se podría decir que las JBG representan una democracia radical con alta
rotación de los cargos, lo cual instaura la democracia como una forma de vida (Almeyra, 2005).
Asimismo, la JBG asume no sólo la representación política, sino que lleva adelante las decisiones
en el ámbito económico: decide sobre la producción, así como sobre la circulación y
comercialización. En este sentido, no existe la producción “privada”, individual, por fuera de las
necesidades de la comunidad entera. Pero mismo si la JBG decide acerca de lo económico, no es
una decisión que sea tomada separada de las propias comunidades, porque lo central es el ida-y-
vuelta que se produce a partir del diálogo entre los sujetos que viven la cotidianeidad comunitaria y
los miembros de la JBG. De ahí nuevamente podemos desprender el principio del “mandar
obedeciendo”.
Pero el principio de “mandar obedeciendo” no es sólo una forma poética y utopista, sino que es una
forma real de gobierno presente en las tomas de decisiones, que en la práctica cotidiana requieren
tiempo: ciertas decisiones pueden llevar semanas y hasta meses. Es un funcionamiento inentendible
desde la lógica occidental, pero “sin esa cohesión y solidaridad comunitarias, los indígenas no
hubieran podido resistir a más de quinientos años de explotación y expropiaciones” (Matamoros
Ponce, 2005: 279). Abonando a esta idea, Sergio Tischler señala que: El tiempo aquí y ahora, como ruptura precisamente de la temporalidad homogénea es el tiempo desde el
cual se produce el pensamiento del zapatismo. El pensamiento zapatista tiene una dialéctica entre el
pensamiento instrumental y el aquí y ahora del pensamiento horizontal, no homogéneo. Lo interesante de
esto es que dicen, bueno, sí, nosotros somos una organización que está destinada a desaparecer, somos una
organización, un elemento instrumental. Pero el elemento instrumental está subsumido en la dimensión
horizontal dialógica, la temporalidad heterogénea, múltiple, del sujeto. La dialogicidad es fundamental y de
alguna manera determina la dimensión y los límites de la instrumentalidad (Tischler, 2008: s/d).
Frente a esto, Almeyra (2006) sostiene que la democracia no sólo provino de los usos y las
costumbres de los pueblos indios, sino también, y fundamentalmente en este caso, de la Diócesis de
San Cristóbal de las Casas que enseñó a las comunidades a trabajar en consenso, y por tanto a que
las decisiones dependan de la Asamblea. Asimismo, no todos participan de las decisiones de las
27
asambleas por igual, es el caso de las mujeres, que en su gran mayoría no conocen la lengua
castellana, y no pueden participar igual que los varones de la toma de decisiones ni del acceso a la
información. También la tradición maya está basada en la “gerontismo”, donde priman las
decisiones de los mayores. Efectivamente, afirma Matamoros Ponce (2005), las tradiciones pueden
esconder formas de dominación reaccionarias, de no respeto a lo que hoy se concibe como la
universalidad de los derechos humanos. Entonces, no es cuestión de mitificar la autonomía
indígena, sino de reconocer sus elementos potencialmente disruptivos en el marco del capitalismo
globalizado.
Por ello, aparece una tensión entre la tradición cultural indígena, con ciertos rasgos de organización
comunitaria de tipo “autonómica”, y las prácticas asamblearias adquiridas a partir de su contacto
con la Diócesis de San Cristóbal y las enseñanzas políticas de las guerrillas guevaristas diseminadas
en la Selva. Lo que esta mezcla demuestra es que no hay un camino de la autonomía, sino que la
actual acepción de autonomía se construyó en el tiempo y de manera dialéctica: no existe un
concepto “puro” de autonomía, así como no puede encontrarse una práctica pura autonómica. A su
vez, no corresponde sólo a los usos y costumbres indígenas, como tampoco es responsabilidad
solamente de las enseñanzas de los curas tercermundistas, sino que es un proceso de construcción
autonómica con sujetos (y prácticas) diversos(as) que convergieron en la Selva chiapaneca. Por ello
se puede hacer hincapié en cómo el zapatismo reformula el concepto de autonomía y lo compone a
partir de sus propias necesidades prácticas. La autonomía, en este caso, también debe ser entendida
como un modo de lucha contra las formas de dominación del capital y su forma de capitalismo
colonial.
Por otra parte, en la autonomía zapatista aparece un conflicto entre legalidad y legitimidad. Como
planteaba André Aubry: “La legalidad es la constitucional que es ilegítima. Las organizaciones
zapatistas, las Juntas del Buen Gobierno y los Consejos Autónomos son legítimos e ilegales. No son
dos legalidades, es un conflicto ente legalidad e ilegalidad. Que es un problema esencialmente
revolucionario. Lo legal es ilegítimo. Entonces, la legalidad la dejamos, no la respetamos.
Construimos una nueva legitimidad, esa legitimidad una vez plasmada en la Constitución vuelve a
ser legalidad, y empieza la armonía entre legalidad y legitimidad. Pero actualmente es
incompatible” (en Colectivo Situaciones, 2005: 87).
No obstante, la experiencia de la autonomía zapatista presenta algunos límites. Según Guillermo
Almeyra (2005), éstos serían principalmente dos: de un lado, la propia existencia del EZLN (o sea,
28
la imposición por el Estado mexicano de un cerco y de un alerta bélico que hace que parte de la
comunidad deba dedicarse a su defensa armada y dedicar a ella tiempo, medios y cuadros
sacándolos de la producción), y del otro, el mercado (la miseria de las zonas zapatistas, que obliga a
depender del mercado de artesanías, del mercado de insumos, del mercado de trabajo, del mercado
del café y de los granos básicos, del precio del combustible, etc).
Otro límite es la no superación de las divisiones étnicas y religiosas que hace que muchos
municipios se establezcan sobre una base monocultural y monolingüística y que en muchas
comunidades las divisiones entre católicos y protestantes sean aún muy graves, al igual que las que
existen entre los católicos tradicionales y los de la teología de la liberación y/o indígena. Dentro de
esta línea, un límite que aparece en el camino rebelde del zapatismo es el rol político aún limitado
de la mujer, cuestión que debe ser subsanada en el camino de construcción de una nueva cultura de
relación de géneros (Ouviña, 2007).
Asimismo, otro límite puede encontrarse en la propia figura de Marcos, que ha significado una gran
centralidad en las decisiones del EZLN. Es probable que las declaraciones colectivas hayan sido
formuladas en pequeños grupos, lo cual marca un límite en la democracia y apertura de las
decisiones políticas del movimiento. De todas formas, la relativa desaparición de Marcos de la
escena pública, sumada a la estrategia de desmilitarizar el movimiento (desde 2003), ha tendido a
poner en el centro de los debates la autonomía civil de las JBG y los Caracoles, que son justamente
los espacios más colectivos.
Por otra parte, la generación de la autonomía ha creado un nuevo problema: no se depende del
financiamiento del Estado para, por ejemplo, la salud y la educación autónomas. No obstante, el
desarrollo del proceso ha mostrado una nueva dependencia: del dinero de las ONG europeas y
norteamericanas. Mismo si el funcionamiento a través de las JBG ha logrado democratizar
interiormente los fondos que llegan para el movimiento, la dependencia del dinero extranjero tiende
a convertir a los proyectos autónomos en rehenes del dinero que ingresa. Frente a la pregunta acerca
de la dependencia del dinero extranjero, Antonio del CIEPAC respondió que “Sí, muchísimo se
depende. Yo creo que sí se sostendrían en el sentido de que la gente los ve como un servicio a la
comunidad, así que de por sí la gente no es financiada para hacer esos trabajos. Lo que sí es
financiado son las cuatro paredes, el pizarrón, los lapiceros, los cuadernos. Entonces sí que se sufre
mucho por la falta de apoyo. Y sí es interesante hacer esa pregunta, porque se habla de la
autonomía, ¿pero la autonomía es ya no depender del gobierno pero sí depender de otro? ¿O será
29
que la autonomía será construir la autogestión?” (entrevista a Antonio del CIEPAC, agosto de
2008). Se trata entonces de un tema clave: la necesidad de que autonomía vaya de la mano de la
autogestión. Pero claro, ¿cómo autogestionar proyectos en el marco de la falta de recursos
monetarios que tienen los zapatistas? Esto pone en evidencia que la autonomía no puede ser
idealizada como islas territoriales no-capitalistas, ya que la dependencia del dinero sigue siendo
central para el desarrollo de los proyectos autónomos.
A su vez, esto abre una cuestión cercana a la mencionada más arriba, y que hace a la construcción
de la autonomía del estado mexicano. Es decir que los zapatistas han desarrollado su autonomía
tratando de mantenerse lejos del dinero que da el gobierno local, debido a que no esperan nada del
Estado. Pero, ¿de dónde proviene el financiamiento que proveen las ONG, por ejemplo, europeas?
En gran parte, estas ONG reciben el dinero de sus propios Estados (nacional o local), y en gran
parte no se trata de que éstos tengan gobiernos progresistas, sino más bien de derecha. En el caso
particular del grupo Ya Basta! de Milan, quienes colaboran con el sostenimiento de la salud
autónoma en Chiapas (por ejemplo, han donado una ambulancia en Oventic), una parte importante
del dinero que recaudan viene del estado regional de Lombardía, que otorga dinero para proyectos
sociales5. Entonces, los zapatistas cuestionan el dinero que proviene del estado mexicano, pero no
cuestionan de dónde proviene del dinero con el que sostienen sus proyectos. Lo que esto muestra
son dos cosas: por un lado, expresa la abstracción del dinero en el capitalismo; por otra, señala la
dificultad de construir un proyecto autónomo al interior de las relaciones sociales capitalistas,
justamente por la dependencia del dinero.
En lo que hace a la relación EZLN – comunidades, es a partir del 2003 cuando podemos decir que
el EZ deviene claramente en un “instrumento” del movimiento, y no su eje central de organización.
La búsqueda de mayor “civilidad” se presenta en darle mayor poder a los espacios civiles de
decisión, saliéndose del CCIR. Separan en los Aguascalientes las JBG del CCIR, quedando 2
estructuras diferenciadas. Según las palabras del propio Marcos (en La Treceava Estela) la situación
anterior era una situación “anómala”, porque lo militar estaba en el gobierno, mientras que un
verdadero autogobierno debe ser civil, y, por otro lado, debe empezar a utilizarse más la razón (la
palabra) por sobre lo militar (el fuego): no se puede gobernar militarmente. Había que separar
ambas estructuras.
5 Información obtenida a partir de una conversación con Dario Azzellini, miembro del Grupo FELS de Alemania.
30
La creación de las Juntas de Buen Gobierno continúa la experiencia de lo que Araceli Burguete
(2004) llama autonomías de facto. Es decir, se trata de autonomías no reconocidas por el Estado
chiapaneco. La autora plantea que las autonomías de facto contienen el problema de provocar una
alta fragmentación entre las comunidades indígenas. Es decir, se establece una fuerte división entre
comunidades zapatistas y no-zapatistas. Lo que se produce es una fuerte tensión en el propio
territorio, pues, la escasez de todo lleva a que todo sea disputable; el territorio es la base desde la
cual se produce esa disputa. Ante ello es que se dispone la conformación de las Juntas de Buen
Gobierno. Estas intentan dar una mejor forma a las autonomías de facto. Es decir, tratar de
comunicar a las comunidades zapatistas entre sí al tiempo de no entrar en enfrentamiento con las
comunidades no-zapatistas.
En este último sentido, las políticas que se elaboran en las JBG son para todos, se pertenezca o no a
una comunidad zapatista. Así, por ejemplo, los distintos servicios que se pueden obtener en las
comunidades zapatistas pueden ser utilizados por aquellos que no son zapatistas. Sobre esto, la JBG
de Oventic señala que “Claro que hay problemas entre los zapatistas y los no-zapatistas, pero como
zapatistas nosotros hablamos para ver cuáles son los acuerdos a los que se puede llegar. Y ver si se
pueden juntar para impartir justicia. (...) Aquí no hacemos distinciones de personas, ni raza, ni color,
ni partido político. La Junta es para todos, no sólo para los zapatistas. Pero no trabaja con el mal
gobierno. La justicia no se compra ni se vende” (entrevista a JBG de Oventic, agosto de 2008).
Las JBG en este mismo nivel, el de la relación con las otras comunidades, también son una señal de
un nuevo intento del EZLN de alcanzar un proyecto centrado en lo civil. En otras palabras, las JBG
expresan que la lucha del EZLN no es una lucha que busque la balcanización, la polarización, sino
el hermanamiento de los de abajo.
4.1 Relación con el Estado:
Podemos aquí diferenciar dos niveles de estatalidad. Por un lado, el Estado chiapaneco, y por otro,
el Estado Nacional.
Tras el levantamiento armado del zapatismo en 1994, el Estado Nacional Mexicano tuvo dos
estrategias para lidiar con los insurgentes: la represión directa y la “guerra de baja intensidad”, y por
otro la negociación directa. En el camino de la negociación se lograron dos hitos importantes.
Primero, la iniciativa de la Ley de Derechos y Cultura Indígena, impulsada por la Comisión de
31
Concordia y Pacificación (COCOPA) en 1996. Por otra parte, los Acuerdos de San Andrés, firmados
en 1996. Este último significaba un gran avance en materia de reconocimiento constitucional de los
derechos de los pueblos indígenas. Entre otras cuestiones, garantizaba la posibilidad de que tengan
sus propias formas de organización social, autogobierno y producción colectiva (Ouviña, 2007).
Sin embargo, los Acuerdos de San Andrés jamás entraron en vigencia con la presidencia de Ernesto
Zedillo (PRI). Durante la presidencia de Vicente Fox (PAN) los zapatistas realizaron gestiones, al
tiempo que efectuaron grandes movilizaciones como la Marcha del Color de la Tierra (2001), para
que el Parlamento nacional diera su acuerdo a los tratados, lo que primero fue rechazado por los
parlamentarios de todos los partidos políticos, incluido el PRD, y luego por el Poder Judicial. “Del
fracaso de estas iniciativas y de la total falta de reconocimiento de los derechos reivindicados por el
zapatismo surgió la decisión de volver a las comunidades y llamarse a silencio, situación que duró
casi cuatro años y durante la cual maduraron, en territorio zapatista, las formas de auto-gobierno
plasmadas en las Juntas” (Colectivo Situaciones, 2005: 20).
Por otra parte, recién en 2001 se sancionó la Ley de Derechos y Cultura Indígena, pero estuvo lejos
de ser un triunfo de la causa zapatista. El proyecto aprobado difería sustancialmente de lo trabajado
en el marco de la COCOPA, ya que contenía modificaciones introducidas por el propio Zedillo y
por el Senado. Las modificaciones son sustancialmente cuatro: 1) reconoce a las comunidades como
“de interés público”, y no como sujetos de derecho; 2) el acceso a la tierra se media por “las formas,
modalidades y limitaciones establecidas para la propiedad por esta Constitución y las leyes”,
mientras que en el proyecto COCOPA se sostenía que podían "acceder de manera colectiva al uso y
disfrute de los recursos naturales de sus tierras y territorios, entendidos éstos como la totalidad del
hábitat que los pueblos indígenas usan y ocupan, salvo aquellos cuyo dominio directo corresponde a
la Nación"; 3) la Ley plantea que "Las comunidades indígenas, dentro del ámbito municipal, podrán
coordinarse y asociarse en términos y para los efectos que prevenga esta ley". Desaparece la
posibilidad de asociarse en términos regionales, limitando la asociación a los municipios existentes,
negando el derecho a la autodeterminación, y anulando un mecanismo que representa la única
garantía de reconstitución de los pueblos indígenas después de más de 500 años de fragmentación y
marginación; 4) la Ley señala que "Para establecer la demarcación territorial de los distritos
uninominales deberá tomarse en consideración, cuando sea factible, la ubicación de los pueblos y
comunidades indígenas, a fin de propiciar su participación política". Está, entonces, en contra de
que los pueblos indios tengan una representación específica, a través de una circunscripción
plurinominal propia, sino porque ya no se "deberá tomar en cuenta la ubicación de los pueblos
32
indígenas", sino que se establece que esto se hará solamente "cuando sea factible" (Burguete, 2004).
Asimismo, como señala Araceli Burguete (2004), los propios textos de los Acuerdos de San Andrés
atentan contra la forma autonómica de organización. Lo cierto es que en ninguna parte de los
Acuerdos quedó establecida la figura de municipios autónomos. El acuerdo dice que “La base de la
organización territorial y de la organización política y administrativa del Estado es el municipio
libre”. Entonces aparece una tensión entre el municipio libre y el municipio autónomo.
La doble interpretación a la que da lugar el Acuerdo fue utilizada por los legisladores que
reformaron la Constitución Nacional mexicana en 2001, donde se privilegió el municipio libre
sobre las formas autónomas de autogobierno indígena. Los municipios autónomos quedan negados
por los municipios libres. De este modo toda remunicipalización que se realice queda atada al
imperio de la institución municipal tradicional (estatal).
A partir de esto, los proyectos de remunicipalización de Chiapas son percibidos y denunciados por
el zapatismo como una estrategia del gobierno para anular sus formas de organización política. En
los acuerdos de San Andrés los negociadores zapatistas omitieron que se estaba aceptando la
remunicipalización libre. Y lo que finalmente fue sancionado perjudica los proyectos zapatistas: la
figura del municipio libre no se realiza con el previo reconocimiento jurídico del municipio
autónomo. No obstante el rechazo zapatista, el llamado proyecto alborista (debido al nombre del
entonces gobernados chiapaneco Roberto Albores) abrió el llamado a las demandas de
remunicipalizaciones; en 1998 la prensa recogió alrededor de 100 pedidos de remunicipalización.
Sin embargo, 40 fueron las solicitudes debidamente entregadas. A pesar de ello, al finalizar los
gobiernos de Zedillo y Albores, en 2000, ninguna de estas solicitudes llegaron a concretarse. De
todas formas, las localidades zapatistas que se declararon autónomas de facto no habían aceptado en
1998 el ofrecimiento de Albores.
De la Reforma Constitucional de 2001, llaman la atención cuatro aspectos: 1) que la única forma de
organización social, política y cultural que la Reforma permite a los pueblos indígenas, es la del
municipio libre; 2) que la única forma para que el autogobierno local pueda realizarse es la del
ayuntamiento municipal; 3) que las únicas autoridades indígenas que la Constitución reconoce son:
presidente municipal, regidores y síndicos; y, 4) que la única forma de elección de autoridades
locales, es mediante el mecanismo de las contiendas partidarias, con voto libre y secreto (Burguete,
2004). Por otro parte, lo que deja en claro la Reforma es que la existencia de los municipios libres
33
deja intacta la separación entre las esferas económica y política, pues el municipio es una instancia
de ordenamiento político que debe sujetarse a la Constitución Nacional.
En 2003, la conformación de las JBG fue una respuesta a la acción contrainsurgente del gobierno,
es decir, a la propuesta de remunicipalización, así como también lanzó un desafío a la inacción del
gobierno de Vicente Fox. De este modo, las JGB asumen como propio lo acordado en San Andrés.
Simultáneamente, las JBG son un intento de reorganización de los municipios autónomos.
A las JBG el gobierno de Fox respondió con indiferencia. El vocero de la presidencia respondió con
un mensaje pacificador, en el cual enunciaba que los zapatistas estaban ejerciendo un derecho
“ciudadano”. Al mismo tiempo al desentenderse del problema, lo estaba lanzando al gobierno
estadual. Entonces, se pueden leer dos estrategias del gobierno de Fox: a) desentenderse del
conflicto zapatista y dejar la responsabilidad de la negociación al congreso local de Chiapas; b)
reducir a las instituciones de gobierno autonómico al nivel comunitario, reconociendo a las JBG
como Juntas Municipales Auxiliares; esto es, como delegaciones o agencias municipales, lo que
incluso marca un retroceso frente a las ofertas de remunicipalización que había impulsado el
gobierno del PRI (Burguete: 2004).
4.2 Salud y educación autónomas.
La educación ocupa un lugar central para los zapatistas. Como señala un promotor de educación
secundaria, ésta “surgió porque vemos que la educación del mal gobierno, las ideas que da son
personales, que le mete a los jóvenes sus propias ideas. No hay visión para el pueblo. Y ahí surge la
educación autónoma. Pretende desarrollar que los jóvenes conozcan su propia forma de vida, cómo
debe ser la educación para ellos” (entrevista a promotor de educación secundaria, Oventic, agosto
de 2008). Así fue como en el año 2000, en el caso del Caracol de Oventic, la educación autónoma
tomó cuerpo en la escuela secundaria. Más tarde nacería la primaria autónoma, porque primero se
necesitaba que se formara una camada de jóvenes promotores de educación, es decir, sus propios
maestros.
Además de politizar, la enseñanza hace posible que los indígenas hablen y escriban castellano, así
como su propia lengua maya. Los maestros son de la misma comunidad, no son externos. Un
problema que se presenta es que se necesitan manos en el campo, por ello muchos niños abandonan
la escuela a los 12 o 13 años. Pero lo que se intenta hacer con la educación es que los estudiantes
34
graduados utilicen lo que han aprendido para el beneficio de la comunidad, ya que hay muchas
labores que hacer allí.
El trabajo de la formación de educadores (promotores de educación) es muy importante. Sin
embargo, esto último se ve limitado por las migraciones hacia el norte (USA o estados del norte de
México). Otra cuestión importante es la lucha por incorporar a las mujeres a la educación. Una
barrera fundamental ha sido el patriarcalismo existente entre los indígenas. En este sentido, la
prohibición de la prostitución en las comunidades zapatistas ha ayudado a establecer una relación
más igualitaria entre hombres y mujeres, así como a disminuir enfermedades. Asimismo, el sistema
de educación autónoma es hasta ahora sólo para zapatistas, pero se plantean como un desafío el
poder abrirse al resto de las comunidades.
Uno de los problemas que se presentan es cómo financiar las necesidades de la escuela autónoma.
En esa línea, el promotor explica que “la Junta del Buen Gobierno ha apoyado, pero principalmente
el dinero entra en el Centro de Lenguas Mayas, donde se enseña castellano y tzotzil. Porque hay
personas que vienen aquí y no saben castellano, entonces aquí se enseña. Es una escuela bilingüe
(...) Los estudiantes que llegan tienen que pagar un poco, depende de dónde vienen. Si son
extranjeros, como los países tienen diferentes realidades, se les pide el salario mínimo de su país. A
veces vienen grupos de estudiantes extranjeros y entra apoyo porque dejan algo. Ese dinero entra a
la escuela para sostén del sistema de educación zapatista. También para las primarias” (ibídem,
agosto de 2008). Pero en ese marco, la cuestión del mantenimiento del sistema autónomo aparece
como un problema central. Porque, ¿qué sucede cuando no entran contingentes de extranjeros a
estudiar? Entonces parece que el financiamiento de los proyectos se vuelve dependiente de la
solidaridad externa.
A su vez, otro problema que aparece es esbozado por el Subcomandante Marcos en su texto La
Treceava Estela de 2003. Esto es la relación entre el sistema de educación autónomo y el sistema
oficial. Es decir, ¿qué sucede con los jóvenes que tras terminar su preparación en una escuela
autónoma deciden estudiar una carrera universitaria, mismo es si para regresar luego a aplicar esos
conocimientos en su comunidad? ¿Se puede forzar a los jóvenes a que tras terminar su educación se
queden en la comunidad? Aquí se presenta el inconveniente de que los títulos que otorga la
educación zapatista no son reconocidos por la educación oficial, u otros espacios laborales.
Por su parte, el sistema de salud se organiza en cada Caracol, y hay una reunión de coordinación
35
entre todos, para ver qué problemas hay en cada uno. En el caso de Oventic, la clínica La
Guadalupana nació con del proyecto de construcción de la salud autónoma a partir de 1990. La
necesidad de generar un sistema de salud propio tiene que ver con que “el mal gobierno nos niega la
salud. Hace muchos años la gente se moría de enfermedades que realmente no son enfermedades
para morirse. Y desde esos tiempos entonces no existe ni una clínica, ni casa de salud, ni mucho
menos un hospital para los pueblos indígenas, sino más bien, para el gobierno no existimos como
indígenas. Entonces como hay muchas muertes de niños, especialmente, y ancianos, y todo eso,
surge la necesidad de que gracias pues al pueblo de que alcanzó a entender de que no bastaba
solamente morirse, había que hacer algo, organizarse y luchar para lograr tener una salud”
(entrevista a promotor de salud, Oventic, agosto de 2008).
Así como en educación, se trabaja en la formación de promotores de salud. Estos promotores,
además de atender en las salas y hospitales zapatistas, trabajan en la concientización de las
comunidades en torno a cuestiones relativas a higiene. Se trata en su mayoría de jóvenes, que no
tienen formación de médicos, pero que se preparan dentro de la salud autónoma.
Como se ha dicho, los suelos de las casas son de tierra y las cloacas son inexistentes. En ese
sentido, una cuestión fundamental ha sido el concientizar acerca de la necesidad de cubrir con
cenizas los excrementos para evitar enfermedades. Es decir, el trabajo de los promotores en las
comunidades ha sido, en gran medida, de carácter “preventivo”. Como señala una promotora de
salud, “hay que educarnos, así entre mismos nosotros. Si así seguimos, no hay prevención, no se
puede (...) Si no hay prevención, es una parte donde empieza más la enfermedad (...) antes no había
prevención. Y ahora ha cambiado totalmente. Antes no sabíamos cómo planear eso” (entrevista a
promotora de salud, Oventic, agosto de 2008).
Por otra parte, en el sistema de salud no sólo se trabaja con fármacos industriales sino, y esto ha
sido de gran relevancia, se han recuperado y socializado, lo cual no fue tarea sencilla, las prácticas y
conocimientos de medicina propia de las comunidades indígenas tales como la herborística y los
masajes corporales. Como señala un promotor, “analizándolo bien puede ser que es más daño que
nos hacemos por esa medicina (la moderna), que utilizando medicina natural. Pero claro que hasta
ahorita nosotros también tratamos de no perder esa cultura, esa tradición que tiene el pueblo.
Tratamos de retomarlo. Lo importante para nosotros, es que lo tenemos siempre presente, y está
siempre a la mano la posibilidad de poderlo hacer, y hay promotores que les gusta dedicarse
especialmente de cómo hacer esa parte” (entrevista a promotor de salud, Oventic, agosto de 2008).
36
A diferencia de la educación, en las clínicas autónomas se atiende a no-zapatistas. Quienes no son
parte de la comunidad pagan 25 pesos la consulta y la medicina, mientras que los zapatistas reciben
atención gratuita. Pero la calidad de la atención es la misma para todos.
En lo que respecta a la salud autónoma, aparecen tres problemas centrales. Primero, el de la
capacitación: “aunque sí existe quien podría enseñar la medicina homeopática, la medicina natural,
pero si no están a favor de nuestra lucha, pues, hay poquísima gente voluntaria que venga a
enseñarnos. Así como nosotros hemos podido llevar adelante pues solamente con otras personas de
otras organizaciones, de otros países, que simpatizan con nuestra lucha y gracias a ellos y a ustedes
es que... siempre hay quien nos apoya, y por medio de ellos es que han venido a capacitarnos y
claro, no tenemos una escuela completa con una especialidad de medicina, pero ahí le llevamos en
lo que podemos, y seguimos preparándonos, y seguiremos preparándonos, si hay la posibilidad”
(ibídem, agosto de 2008).
Segundo, la cuestión de cómo sostener económicamente las clínicas. Es decir, desde reponer los
medicamentos utilizados hasta cómo conseguir la mejor tecnología para operaciones. Como en el
sistema educativo, el problema de los promotores es el mantenerlos dentro de la comunidad. Ambos
tipos de promotores son sostenidos por la comunidad, es decir, no reciben sueldos. Esto complejiza
la situación, pues las condiciones fuera de la comunidad les pueden ser mejores en relación a los
salarios.
Tercero, el que tiene que ver con los propios usos y costumbres de las comunidades, lo cual
dificulta el trabajo acerca de la salud reproductiva y planificación familiar: “hay gente que no
entiende muy bien la necesidad para planificar la familia. Claro que hay parejas que no les gusta, y
otros entienden que no es bueno hacer eso, porque dicen que si dios quiere que tengamos hijos, que
tiene que haber niños. Igual entendemos nosotros también, pero viendo la situación y pensando que
estamos en resistencia, estamos en lucha, siempre hay que tomar una decisión de si conviene tener
muchos niños o no, por la situación en que se vive. Claro que eso es una de nuestra tareas que hay
que hacerle entender a la gente” (ibídem, agosto de 2008).
Finalmente, los promotores, ya sean de educación o salud, dependen de las decisiones de la
asamblea y de un nuevo sistema de cargos que incorpora figuras político-administrativas. Estas son
laicas. Esto constituye una forma del poder de base que se está elaborando. Asimismo, los
37
promotores cumplen una función de lazo con el EZ, con su estructura más vertical, y las
comunidades, así como con los cuadros civiles de los municipios autónomos y de las JBG.
4.4 Los proyectos productivos como sustento de la experiencia autonómica
Vamos a abordar la experiencia de organización productiva del zapatismo principalmente a partir
del trabajo de Patricia Agosto (2005).
En las comunidades zapatistas se han formado cooperativas de producción, comercialización y
comercio justo, que son publicitadas a través de Internet. En general, las mismas no sólo intentan
lograr comercializar los productos, sino más bien alcanzar un desarrollo de las comunidades. Al
mismo tiempo, a través de distintas instancias organizativas, las comunidades y el EZLN buscan
que se produzca un desarrollo equilibrado en todas las comunidades.
Estas cooperativas son producto de la asociación de varias comunidades o de productores
independientes, que en algunos casos pertenecen a diferentes etnias. En este sentido destacamos
como importante el predominio de la cooperación entre diferentes pueblos, comunidades y etnias en
beneficio de todos.
La organización de estas cooperativas lleva implícito el aprendizaje, a través del cual las
comunidades reconocieron su capacidad para producir y comercializar los productos, sin depender
de agentes externos. Esto es central teniendo en cuenta la historia de dependencia de los capataces
de los campesinos indígenas, así como la mediación de los “coyotes”6, que compraban por un bajo
precio las cosechas de las comunidades, para venderlas externamente a un precio mucho mayor.
Mediante las cooperativas, las comunidades evitan las mediaciones y, así, uniendo varias
producciones, logran un precio mejor por sus productos, lo cual garantiza una vida en mejores
condiciones para los habitantes de la comunidad.
Entonces, la organización colectiva de la producción y la comercialización permite a las
comunidades obtener un precio justo por lo que producen, cuidar las condiciones del medio
ambiente, impulsar el desarrollo regional y generar, por medio de los proyectos productivos que ya
6 Se le llama coyote a aquellos intermediarios que compran la producción de los indígenas a menor precio que el de mercado y la comercializan a precios que sí son de mercado.
38
están funcionando, los recursos económicos para generar otros proyectos comunitarios.
La cuestión agraria en los zapatistas aparece con una importancia central. En este sentido, una de las
primeras leyes elaboradas fue la Ley Agraria Revolucionaria, que propone un nuevo reparto de las
tierras y la constitución de formas cooperativas de producción. El objetivo final de la ley apunta a la
recuperación de la organización productiva de las comunidades en la cual la colectividad es la
piedra fundamental sobre la que se construye la vida rural del mundo indígena.
La producción zapatista se diferencia de la producción privada en tanto que para las comunidades la
prioridad de lo producido la tienen las propias comunidades, es decir, se privilegia el consumo
interno por sobre la venta externa y la exportación de alimentos. Esto rompe con la actual
adaptación de muchos países latinoamericanos a través de la exportación de alimentos con bajo
valor agregado, mismo si al interior de su territorio una parte importante de la población vive con
hambre. En el caso de México, esto es central, teniendo en cuenta el modelo adoptado por el Estado
a partir de la entrada en el TLCAN, el cual no respeta la soberanía alimentaria del pueblo mexicano.
Tanto es así, que cosechas tradicional mexicanas, como el maíz, son ahora importadas, debido a la
competencia (desleal) que presenta la economía norteamericana en este sector.
La mayor parte de las cooperativas zapatistas son productoras de café. Por ejemplo, la cooperativa
Mut Vitz (que significa montaña de pájaros), situada en la zona de Los Altos, produce café orgánico.
El hecho de que se trate de una producción orgánica permite observar la preocupación que esta
cooperativa tiene sobre el cuidado de los suelos en particular y del medio ambiente en general. Esta
es otra diferencia de este tipo de producción con la plenamente volcada al mercado, donde en
general se le da poca importancia a la sustentabilidad de la tierra.
No obstante, los socios de Mut Vitz enfrentan una represión constante por parte del gobierno, el
ejército y coyotes; durante el año 2000 se produjeron siete muertes por represión de los socios de
esta cooperativa. Las causas de la represión, según reconocen las propias bases de apoyo, no se
producen por cuestiones económicas sino más bien de tipo políticas. Declaran que es porque son
Zapatistas. Incluso si no son reprimidos están bajo continuo control militar. Esto se efectúa incluso
en los momentos de comercialización de los productos que en las salidas de sus comunidades son
pesquisados por militares, incluso ha habido casos en que los productos han sido incautados y
detenidos por aquéllos.
39
Otro caso es el de la Unión Cooperativa de Chiapas, formada en 1992 y que nuclea a las
Cooperativas Cholon B´ala y Tzotzilotic-Tzobolotic. Éstas son dos cooperativas agropecuarias
formadas por 1200 indígenas mayas, que hablan las lenguas chol, tzeltal, tzotzil y habitan en los
municipios de Tila, Sabanilla, Tumbalá y El Bosque, en la región montañosa del norte del estado de
Chiapas.
Esta unión de cooperativas produce básicamente café y sus objetivos son apropiarse del conjunto
del proceso productivo para aumentar sus ingresos y mejorar el nivel de vida. La producción de
estas cooperativas se basa en la transferencia tecnológica con el fin de lograr una producción de
café orgánico, que respeta las leyes naturales y se basa en el principio de sustentabilidad,
aprovechamiento y conservación de los recursos naturales. Para implementar el sistema, cuentan
con la asesoría de profesionales, con la experiencia de otros productores y con equipos de técnicos
que surgieron de las mismas comunidades, lo que demuestra la preocupación por la capacitación
técnica de los propios indígenas. Además de la producción y comercialización, desarrollan otros
productos relacionados con el bienestar de la comunidad, como el del mejoramiento de viviendas y
de infraestructura, como agua potable, caminos, abasto, salud, educación y energía eléctrica.
A su vez, varias cooperativas se dedican a la producción de artesanías, y es allí donde se encuentra
la mayor participación de mujeres. Entre las cooperativas se encuentra Mujeres por la Dignidad. La
misma reúne 350 mujeres y 35 hombres de 27 comunidades en resistencia de los Altos de Chiapas.
Allí producen artesanías de algodón y de lana de diferentes bordados y tamaños. El objetivo es
vender en forma directa, sin intermediarios, pero también mostrar el trabajo que realizan, que es
considerado no sólo un medio de sustento económico sino también una forma espontánea de arte.
Asimismo, a través de la reflexión, las mujeres han podido fortalecer la autoestima y conocer los
derechos que les corresponden como mujeres.
40
5. Relación con la sociedad civil
Han surgido diversos conceptos que intentan aprehender la relación del zapatismo con el resto de
las organizaciones sociales y políticas de México. Lynn Stephens acuñó el concepto de
“transvaluación”, lo cual significa un proceso de asimilación de causas particulares a una causa más
general, colectiva y con menor atadura a la coyuntura política (Stephens en Khasnabish, 2004). A
partir de esta idea la autora intenta comprender cómo la causa zapatista ha despertado un alto nivel
de solidaridad a nivel nacional e internacional. Esto se une al hecho que el discurso zapatista tiene
puntos en común con otras luchas en ambos niveles: rechazo de la política neoliberal, reclamo de
mejores salarios, tierra, salud, democracia, justicia.
Por otra parte, el levantamiento zapatista se produce durante la aplicación de políticas neoliberales
que produjo consecuencias negativas para todo el campo activista mexicano, sean éstos de
movimientos urbanos (por ejemplo, sindicales) o del campo (campesinos y pueblos indios). Esto
facilitó la identificación de estos sectores con la lucha zapatista (Leyva Solano en Khasnabish,
2004). En palabras de Khasnabish, “mientras la fuerza del movimiento zapatista viene de su base
comunitaria, la proyección del movimiento ha sido lograda a través de su resonancia en una
diversidad de actores nacionales e internacionales, una proyección que en sí misma ha sido
conseguida a través de una visión de lucha que es profundamente inclusiva en lugar de excluyente”
(Khasnabish, 2004: s/d, traducción nuestra).
A nivel nacional, el zapatismo no significaría un “desafío revolucionario” más virulento para el
régimen actual que otras guerrillas que existen y han existido en México. La diferencia está en que
el zapatismo ha logrado servir de catalizador para la activación de un amplio frente de oposición
social al existente sistema económico y socio-político (Khasnabish, 2004).
Específicamente, el efecto que habría tenido el zapatismo sobre otro tipo de movimientos, como el
sindical, es la posibilidad de que éstos se abran a nuevos tipos de reclamos que no se acotan
solamente a la lucha salarial. Así, los “sindicatos independientes”7 incorporaron en sus
reivindicaciones el reclamo por el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés. Mismo si las
formas de lucha son diferentes, ya que estos sindicatos no toman como forma de protesta el
7 Por sindicatos independientes se entiende a un grupo de sindicatos no pertenecientes a la Confederación Mexicana de Trabajadores (CMT).
41
levantamiento armado, se ha producido un acercamiento de ambos movimientos. Anteriormente, no
existía un contacto entre los movimientos de tipo urbanos con los indígenas de Chiapas, debido a la
“invisibilidad” en la que éstos se encontraban. A partir de la instalación de la lucha zapatista, existe
una comprensión de que todos estos movimientos son parte de una sola lucha (Khasnabish, 2004).
El problema que suscita la lucha zapatista y su localidad particular es la existencia de una red de
“solidaridad” con el movimiento chiapaneco. Esta solidaridad se había expresado a través de
comunicados o de acciones locales de apoyo a lo largo de México, pero que no había podido
expresarse a través de otro tipo de accionar.
Como decíamos, Khasnabish (2004) expresa que este “momento de coincidencia” entre los
movimientos no es necesariamente permanente, sino que tiene que ser constantemente reconstruido.
La fuerza que este momento ha tenido podría disiparse rápidamente si no se hacen esfuerzos por
mantener los lazos creados. La fuerza del concepto “momento de coincidencia” expresa la dificultad
de institucionalizar formas de lucha disímiles, debido a su diferente procedencia social específica, a
la vez que geográficamente distantes. Por ello, la solidaridad creada no es en absoluto una realidad
garantizada, sino que se trata de una fuerza que debe ser constantemente recreada. While the Zapatista base communities clearly have their own agendas and specific demands, the movement
itself has sought linkages and solidarity through calls which resonate broadly with other actors involved in
social struggle. This resonance, however, is not immutable and it has required a level of creativity,
commitment and imagination on the part of the Zapatistas that seems difficult, if not impossible, to maintain
over the long term. The limits to the solidarity born of a ‘moment of coincidence’ are thus made plainly
evident here. At particular moments, movements may find themselves struggling toward largely similar ends
and with similar agendas in mind, however, these trajectories are by no means fixed and thus the solidarity
born out of this initial coincidence remains similarly impermanent. Thus, the powerfully subversive and
creative energy of this moment of coincidence can just as easily dissipate if extensive efforts are not made to
constantly re-envision and reinvigorate it. However, rather than attempting to institutionalize solidarity and
connections between diverse social movements, a project which has largely failed to yield any sort of
significant result thus far, the moment of coincidence allows for the acknowledgement of the limits to
solidarity and the energy and creativity which its maintenance entails (Khasnabish, 2004: s/d).
A nivel internacional, cabe señalar que el alzamiento zapatista es usualmente señalado en la
bibliografía como momento de nacimiento de la llamada “resistencia global” (Seoane y Taddei,
2001; Amat, Brieger, Ghiotto, Llanos y Percovich, 2001). Al mismo tiempo que, como ha entendido
una de nosotros, la lucha zapatista se inscribe dentro de los movimientos glocales (Dinerstein,
1999). Esto significa que mismo tras el desplome de la URSS y la supuesta victoria del capitalismo,
42
la luna de miel del capital duraría poco tiempo, porque sólo 3 años después del fin del socialismo
real se lanzaba desde Chiapas una convocatoria a luchar contra el neoliberalismo y las nuevas
formas del capitalismo globalizado, poniendo en el centro la pelea contra los Tratados de Libre
Comercio (en este caso, el TLCAN).
Sobre todo, podemos señalar que el EZ entendió que los lazos de solidaridad establecidos con la
sociedad política y civil internacional eran la “salvación” del movimiento (Matamoros Ponce,
2005). Esto tomó cuerpo en los llamados Encuentros contra el Neoliberalismo y por la Humanidad,
que tuvieron lugar no sólo en Chiapas, sino que se continuaron en España y Brasil.
En síntesis, la relación que ha mantenido el zapatismo con la sociedad civil ha sido de una búsqueda
de no caer en el aislamiento. Sin embargo, la relación entre la sociedad civil, nacional e
internacional, con el zapatismo ha tenido una fuerte impronta solidaria. En otras palabras, la
sociedad civil quedó relegada a una posición de brindar solidaridad y apoyo a las distintas acciones
realizadas por el EZLN. Sin embargo, La Otra Campaña puede entenderse como el intento de los
zapatistas de revertir la situación en la que queda posicionado tanto ellos como la sociedad civil en
su mutua relación. Esta nueva relación puede entenderse mejor dentro del marco del giro civil
comenzado con la instauración de las JBG. Asimismo, se observa que en este cambio de “estrategia”
se busca situar a la sociedad civil en una posición de sujeto activo, pues, lo que “la otra” es armar
una red que logre comunicar las distintas luchas sin ser el EZLN el que la hegemonice. Así, lo que
se puede observar es que “la otra” tiene un carácter antagónico con las campañas del centro
izquierdismo del PRD, y del mal gobierno del PRI y el PAN. Su lógica no es la de la representación
sino la de la palabra-acción.
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6. La Sexta Declaración y La Otra Campaña
La Sexta Declaración de la Selva Lacandona y La Otra Campañana pueden ser vistas como dos
formas de una misma totalidad. Más allá de lo destacado por muchos analistas de izquierda, que la
recibieron con gratitud, dado que ahora el EZLN se declara de izquierda, al tiempo que observa en
las luchas libradas en el continente americano reflejos de un espejo que se compone de imágenes de
resistencias, la Sexta mantiene un elemento siempre presente en la lucha zapatista y su búsqueda de
relacionarse con la sociedad civil: romper el cerco que le impone el ejército y las distintas instancias
estatales. Sin embargo, en la Sexta se observa que ahora el EZLN busca comunicar sus luchas más
allá de los indígenas, lo cual lo posiciona frente a un nuevo desafío. La Otra no es más que el modo
en que se realizaría la ruptura del cerco.
Si bien hay continuidad con las estrategias pasadas, la misma es reformulada. Así, La Otra
Campaña puede ser entendida como un intento de romper con la situación anterior que dejaba a la
sociedad civil en una posición de ofrecer su solidaridad, para comenzar un nuevo tipo de relación:
el diálogo de las luchas.
La Sexta (y La Otra), en algún modo, pone en juego lo construido hasta ahora. Es una renuncia a
quedarse en el lugar alcanzado y con la manera en que fueron logradas. Así, salir tras la búsqueda
de comunicar las luchas implica una incertidumbre en torno a las respuestas de los movimientos,
grupos y personas a las que convoca, mientras a la par mantiene un frente militar abierto en su
propio territorio.
Como decíamos, La Sexta se inscribe en varias luchas continentales, pero al mismo tiempo no las
quiere sintetizar en una única lucha. Allí radica su dificultad. La Sexta, en este sentido, proporciona,
por una parte, una orientación general que busca romper con el aislamiento, al tiempo que intenta
conservar el carácter autónomo de las luchas y los movimientos.
Tanto a nivel continental como nacional, La Sexta intenta virar la tendencia de los hechos de los
últimos años que ha llevado a que se revitalizaran las formas políticas tradicionales de
representación. En este sentido, La Otra es el modo en que se operacionalizaría esta “contra-
tendencia”. Así, el mayor desafío de La Otra, en México, es disputar el “campo popular” que es un
terreno fértil del PRD.
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Por otra parte, el desafío de La Otra es la construcción de un espacio que sin la hegemonía del
EZLN pueda tomar consistencia entre el resto de los movimientos. De este modo, se puede ver que
La Otra, si bien es una iniciativa del EZLN hacia la sociedad civil, no es un impulso que busca
conquistarla y llevarle planes de acción, sino que La Otra tiene por desafío enhebrar-se en las luchas
con una dinámica de asambleas de movimientos y personas, lo cual significa una apertura a las
realidades políticas de todo el país.
El “programa” de La Otra tiene por primer punto comenzar un amplio recorrido por México y luego
ver el modo de cómo estructurar un programa de lucha nacional, que fuera capaz de alcanzar
presencia en medio de la campaña electoral presidencial al tiempo que no va a participar de aquélla.
Su objetivo máximo sería concluir en una Constituyente.
La Otra Campaña comenzó su recorrido el Primero de Enero de 2006. La decisión de que se
realizara fue tomada por las comunidades. Las expectativas que se tenían no fueron alcanzadas, se
esperaba la realización de grandes eventos con la presencia de mucha gente. Sin embargo, ello no
fue realizado. No obstante, el “delegado zero”, es decir, Marcos quien “motoriza” La Otra, siguió
llevando su oído. Es decir, la idea de no hegemonizar es la de comunicar las luchas, ello implica una
diferencia con la Campaña electoral donde los candidatos van y dicen lo que harán. Aquí se observa
el carácter antagónico entre una y otra. Es ese antagonismo el que se expresa en la disputa de un
terreno donde se encuentran actores en discusión tanto por La Otra como por la Campaña llevada a
cabo por el PRD.
Las elecciones se llevaron a cabo en medio de grandes acusaciones de fraude electoral. A pesar de
ello el candidato del PAN, Felipe Calderón, asumió la presidencia. En ese clima miles de personas
se inclinaron a apoyar al candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador.
En ese mismo clima el EZLN ha lanzado fuertes críticas a la cúpula del PRD. Esto ha sido leído
como un acto que margina al EZLN de las luchas populares. Sin embargo, lo que allí se puede ver
es que se ha producido cierta polarización del debate en el terreno que disputan tanto el PRD como
el EZLN, pues, como decíamos, apuntan, por momentos, a un mismo actor, aunque de modos
antagónicos.
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Actualmente, el EZLN se encuentra (junto a los participantes de La Otra) en la construcción de un
Plan de Lucha producto de los resultados de La Otra. Sin embargo, esto se encuentra demorado
debido a que las comunidades se encuentran frente a una nueva ofensiva militar.
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7. Las nuevas estrategias contrainsurgentes (2006-2008)
Una de las cuestiones centrales para comprender el estado actual de la autonomía en Chiapas es el
avance de las estrategias contrainsurgentes que han desarrollado el Estado chiapaneco y el estatal en
contra de los municipios autónomos. Pero una de las claves es ver el giro que se ha producido en
estas estrategias. Aquí podemos identificar tres actores que actúan unidos en la guerra de
contrainsurgencia, el Ejérctio, los paramilitares y el Estado propiamente dicho. Mismo si han tenido
papeles distintos en la lucha anti-zapatista, hoy se encuetran los tres en la vanguardia, intentando
presionar a las comunidades (entrevista a Antonio del CIEPAC, agosto de 2008). Pero lo novedoso
es que estos tres actores han desarrollado nuevas formas de operar.
1) El Ejército: de acuerdo al CIEPAC, se pueden identificar tres grandes etapas de la presencia
militar en Chiapas. Desde 1994 hasta el año 2000 es el ejército el que controla la política del
estado, con una fuerte presencia en todo el territorio chiapaneco. La militarización entonces
no era sólo la presencia militar directa en las calles y en las comunidades, sino también la
presencia del personal del ejército en las diversas estructuras gubernamentales: “así, la
militarización se da en la medida en que la presencia de las fuerzas castrenses determinan y
afectan el rumbo y la vida económica, política y social de una región” (Castro e Hidalgo,
1999: 18). Paradójico es que tras los diálogos de paz, específicamente luego de la firma de
los Acuerdos de San Andrés, la escalda de violencia no se redujo sino que por el contrario,
se vio incrementada. Entre 1996 y 1997 la violencia creció considerablemente así como la
presencia militar en las comunidades. Esto se habría debido a que se trató de años en que la
iniciativa de los zapatistas creció exponencialmente; entonces, a mayores propuestas
sociales y políticas, mayor violencia. A su vez, el año 1998 fue marcado como el comienzo
de la ofensiva gubernamental federal y estatal contra los MAREZ, registrándose cuantiosas
incursiones militares hacia las comunidades autónomas. Durante 1998 se instalaron en las
zonas autónomas nuevos retenes permanentes, intermitentes y campamentos militares.
Una segunda etapa corre desde el 2000 hasta el 2006, con el gobierno de Vicente Fox que
prometió un alto al hostigamiento militar a las comunidades. El EZ exigía el retiro de los 50
puestos militares en Chiapas. Esta exigencia nunca se cumplió del todo, pero sí se
replegaron 28 puestos militares. El problema está en que mientras se desbarataban estos 28
puestos, simultáneamente se desplegaban nuevas tácticas de control en todo el territorio.
Así, hasta el año 2006 se contaban 83 campamentos militares, 24 cuarteles del ejército, 31
retenes permanentes, 67 retenes intermitentes, y 6 instalaciones de la Armada de México,
47
esto sin contar los retenes y puestos de control de la Policía Federal Preventiva, el Instituto
Nacional de Migraciones, la Policía Municipal y la Agencia Federal de Investigaciones
(Hidalgo Domínguez, 2006). Ya en el año 2005 se produce un cambio en la participación
militar a partir de la estrategia zapatista de generar La Otra Campaña: el ejército dejó
espacios que fueron cubiertos por cuerpos policíacos, con un despliegue del control más
sigiloso y secreto, con el pretexto de combatir el narcotráfico y la delincuencia organizada.
Esta etapa abre el último período, consolidándose a partir de 2006, cuando aparecieron
nuevos retenes en las rutas, junto con más incursiones a las comunidades.
Fotografía 2 – Retén militar en la carretera de San Cristobal de las Casas a Palenque, fotografía tomada in situ.
La conclusión a la que arriban los investigadores de militarización es que el ejército ha
aprendido en Chiapas que no se enfrenta a una clásica guerrilla de los años sesenta, sino que
tiene que mantener sus tácticas flexibles. Así es como se ha modernizado, ajustándose a las
cambiantes coyunturas. Por ello es que se ha combinado la acción militar directa con
operaciones psicológicas (parte de la “guerra de baja intensidad”), con el uso de la
información y contrainformación para influir en la opinión pública, así como ha tejido redes
con priistas y sectores de la sociedad civil (como los taxistas) para establecer redes de
información constante, entre otras acciones (Hidalgo Domínguez, 2006).
2) Los paramilitares: entre los años 1996 y 1998 se considera la época de mayor accionar de
los grupos paramilitares, con diversos grupos en el territorio. Pero de 1998 a 2000 se
observó una baja, ya que algunos tenían a sus dirigentes detenidos, y habían perdido fuerza.
Pero desde 2006 se produjo un proceso de reorganización y consolidación de estos grupos,
ahora con una nueva estrategia: el afianzamiento como organizaciones sociales, es decir, con
48
el mismo status legal que cualquier movimiento u ONG. Como explica Antonio del
CIEPAC, “Se presentan como lo que es una organización social, como lo que es la
OPDDIC, con un nombre tan bonito, que es la Organización Para la Defensa de los
Derechos Indígenas y Campesinos. Con el mismo estatus legal que tenemos aquí, asociación
civil, y es una organización social que gestiona proyectos productivos, que cuenta con
financiamiento por parte de diputados priistas que son dirigentes suyos, o amigos suyos. Y
tienen al lado lo que es su brazo armado, que se sabe que tienen armas y ellos mismos lo han
dicho, que no tienen miedo en usarlas” (entrevista a Antonio de CIEPAC, agosto de 2008).
La OPDDIC opera justamente en las zonas donde se encuentran los retenes o bases
militares. Y se puede trazar una historia muy clara con los grupos paramilitares anteriores,
como el caso de MIRA, que era el Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista, y
Paz y Justicia, cuyas bases ahora se reorganizan en torno a la OPDDIC con uno de sus
dirigentes históricos, Pedro Chulín Giménez. Como señala Antonio, la OPDDIC tiene un
plan estrictamente antizapatista: “lo que hacen es meterse en las comunidades zapatistas,
donde son tierras recuperadas en el 94´ por las comunidades, pero a esas comunidades no se
les dio ningún título, ningún papel por esas tierras. A los ganaderos, a los finqueros, sí se les
dio una compensación por haber “perdido” esas tierras. Pero a las comunidades no se les dio
papel, título oficial. Y entonces la OPDDIC justamente va a esas comunidades, y les dice
«júntense con nosotros, que les vamos a conseguir un papel, su documento oficial, porque
esta tierra es de ustedes». Entonces ahí van agarrando poco a poco bases, gentes que los
apoya, y luego ya con un cierto número de personas presentan una solicitud ante la
Secretaría de la Reforma Agraria, donde tienen a sus dirigentes, abogados, funcionarios, y
crean un nuevo ejido. (...) Se les otorga a ellos un título con la lista de nombres de todos sus
miembros. Y los que son zapatistas y que no quieren negociar con el gobierno ni pedirle
papeles al gobierno, porque no reconocen a ese gobierno, pues quedan fuera de los
documentos. Entonces la OPDDIC les dice «yo tengo papel para estas tierras, aquí dice que
esta tierra es mía, tu nombre no aparece, yo tengo derecho a desalojarte, por la vía de las
armas si es necesario, porque la ley está de mi lado, tú estás ilegalmente ocupando mis
tierras»” (ibídem, 2008). De esta manera, el interés actual de los grupos paramilitares es
quitar bases sociales zapatistas, generando el conflicto interno, disputando las tierras
tomadas desde 1994. Para fines de 2006 la OPDIC ya tenía presencia en 19 comunidades
zapatistas (Hidalgo Domínguez, 2006).
3) El Estado chiapaneco: Actualmente podemos dividir la estrategia del Estado en tres alas. Por
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un lado, la re-organización de las demandas en tanto demandas ciudadanas, que son
captadas por el Instituto Chiapas Solidario. Por otra parte, la creación del proyecto de
Ciudades Rurales Sustentables. En tercer lugar, la aplicación de políticas públicas tendientes
a introducir los servicios del estado en todo el territorio de Chiapas. Veamos esto por partes:
Instituto Chiapas Solidario: Este Instituto fue creado en 2007, con el objetivo de poner
en práctica el concepto de “planeación democrática”. Esto consiste en una activa
participación del Instituto en el sostenimiento de la estructura de asambleas barriales,
quienes establecen sus demandas de acuerdo a sus necesidades. El Instituto entonces
colabora en el establecimiento y puesta en práctica de esas demandas.
Actúa a partir de una estructura muy diseminada en el territorio del estado chiapaneco:
tiene 22 delegados regionales, que cuentan a su vez con delegados municipales, que son
quienes se vinculan con el municipio. Además, el Instituto declara que cuentan con mil
jefes de sector. Con respecto a las zonas zapatistas, está el riesgo de que los jefes de
sector no sean dejados entrar, por lo cual: “lo que tratamos de hacer, para evitar lo que
dices que no nos dejaran entrar, es que esos jefes de sector sean del mismo municipio, y
de la misma región. Entonces, obviamente, lo conocen. La sociedad conoce los jefes de
barrio” (entrevista a Instituto Chiapas Solidario, agosto de 2008). Se trata de un instituto
que cuenta con alto presupuesto y una planta de empleados muy amplia. Como ellos se
autodefinen, “pues, somos un ejército muy grande que apoyamos a la sociedad” (ibídem,
agosto de 2008).
Se observa entonces un cambio de estrategia: mientras que en el período del gobierno
anterior se llevó adelante el plan “alborista” de remunicipalización del territorio estatal,
lo cual implicaba, como señala Burguete, una clara estrategia anti-zapatista, ahora la
línea de intervención pasa centralmente por la creación o fortalecimiento de ciertos
canales de participación de tipo ciudadanos, que marcan el comienzo de la governance
en Chiapas. Esto significa que se afianzan los canales institucionales de participación
democrática (en tanto que es parte de la democracia representativa), con el fin de salvar
la brecha de crisis de representación que se vive en el estado chiapaneco, la cual se
expresó en el alzamiento y continuidad del movimiento zapatista. El objetivo es
entronces la ciudadanización de las luchas, es decir que éstas se expresen por los canales
estatales. En esta línea, lo central para el Instituto es que “se cumplan las demandas
soberanas a través de la sociedad pero en una forma organizada (...) La función de
Chiapas Solidario es apoyar a la sociedad para integrarla a las asambleas de barrio que
es una forma participativa de la sociedad. Vamos a atender las demandas de la sociedad
50
y sus necesidades pero en una forma organizada, por eso las asambleas de barrio y las
asambleas comunitarias” (entrevista a miembro de Instituto Chiapas Solidario, agosto de
2008; el destacado es nuestro).
En lo que respecta a la planeación democrática, se produjo un giro en el año 2005 con la
Ley de Planeación Democrática (ley federal), ya que hasta ese momento, la planeación
se daba de arriba hacia abajo. A partir de ese año, se reestructura el sistema de toma de
decisiones y se incorpora el nivel de decisión local. El mecanismo funciona a partir de la
identificación de los problemas de cada barrio o localidad, lo cual pasa luego al nivel del
COPLADEM (Comité de Planeación del Desarrollo Municipal), que realiza nuevas
asambleas barriales para poner prioridades a las necesidades. Luego pasa del nivel
municipal al nivel regional a partir del COPLADER (Comité de Planeación del
Desarrollo Regional), que es presidido por la Secretaría de Planeación, la cual convoca a
las delegaciones de todas las dependencias del ámbito federal y estatal a reuniones de
trabajo, donde los presidentes municipales presentan los proyectos. Lo que esto muestra
es que se ha armado una estructura a nivel nacional que en Chiapas está claramente
orientada a reconstituir los lazos de legitimidad entre sociedad y Estado.
Asimismo, la Ley de Planeación vino acompañada de una reestructuración a nivel de las
dependencias del Estado nacional: lo que era la Secretaría de Planeación ha pasado a ser
una subsecretaría al interior de la Secretaría (equivalente a Ministerio) de Hacienda. A
partir de esto se puede ver cómo la lucha ha provocado la reformulación al interior del
Estado, el cual se acomoda para intentarlas al interior de sí mismo. A su vez, el hecho de
que la planificación democrática dependa de la Secretaría de Hacienda revela el carácter
monetizado de la salida que encuentra el Estado a la crisis de gobernabilidad.
Dentro de esta estructura, el Instituto Chiapas Solidario ha sido creado como un
organismo para asesorar a la sociedad civil, es decir, estar en contacto directo con las
organizaciones, guiándolas en el proceso de toma de decisiones sobre sus necesidades.
El Instituto actúa a partir de cuatro grandes objetivos marcados por las comunidades y
los barrios: la letrina, los tanques de almacenamiento de agua, el mallado perimetral
(para la seguridad), y las estufas ecológicas. Estos puntos dieron nacimiento al programa
Obra Solidaria, que actúa en el ámbito de todo el estado chiapaneco. A partir de aquí es
el Estado quien se encarga de brindar respuesta a las necesidades de la población,
evitando así desbordes de protestas, que podrían provocar una identificación de los
pueblos urbanos o rurales con la causa zapatista.
La creación del Instituto Chiapas Solidario es entonces una de las formas que el estado
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local ha desarrollado para competir directamente con el zapatismo, es decir que hay un
cambio importante en el interés que muestra el estado chiapaneco en la realización de
obras para el mejoramiento de la vida de los habitantes, entre 1993 y 2008. Y se trata de
una gran estructura, que cuenta con un importante presupuesto, y se encuentra en todas
las regiones del Estado.
Ciudades Rurales Sustentables: el proyecto de construir Ciudades Rurales fue iniciativa
del gobernador Juan Sabines (PRD) en el año 2007. El objetivo oficial es combatir lo
que se conoce como el binomio marginación-dispersión. Esto es porque en Chiapas, de
las 24.000 localidades que existen, 15.000 de ellas cuentan con menos de 100 habitantes.
Y existen cerca de 8.000 viviendas que están aisladas de la provisión de los servicios
básicos. En estas condiciones de dispersión, es imposible alcanzar los objetivos del
milenio a lo que se comprometió el estado frente a la ONU (entrevista a Lic. Toledo
Moguel, SEDESOL, agosto de 2008).
El proyecto se mantuvo como tal hasta la inundación de noviembre de 2007 causada por
un tapón en el río Grijalva, lo cual afectó a miles de habitantes de los estados de Tabasco
y de Chiapas. A partir de allí, con la acción del Instituto Chiapas Solidario, se crearon 11
campamentos para dar refugio a los evacuados. El Estado está a cargo de ellos, les
provee de alimentos, luz, agua, etc. en esta coyuntura de emergencia es que se vio la
posibilidad de generar la primera Ciudad Rural Sustentable, que sería la Nueva San Juan
Grijalva, el plan piloto. Esto implica la construcción de alrededor de 500 viviendas, lo
cual insume muchos recursos económicos. Para avanzar en la construcción de la ciudad,
el estado ha buscado el apoyo de empresas privadas, como Fundación Azteca, el Grupo
Carso, Nestlé y Televisa (entrevista a Lic. Toledo Moguel, SEDESOL, agosto de 2008).
Más allá de esta situación que necesitaba de una respuesta urgente, el resto de las
Ciudades Rurales que se planeaban para 2008 son 8, diseminadas por todo el territorio
chiapaneco. Lo que esto implica es la reubicación forzada de comunidades.
Frente a esto, Antonio del CIEPAC explica que: “el plan de Ciudades Rurales ya estaba,
de por sí viene en los planes del Banco Mundial, del Plan Puebla Panamá, de la idea de
que se necesita llevar a cabo un reordenamiento estratégico del territorio para propiciar
la explotación de los recursos naturales básicamente, que no está siendo productiva esa
tierra, se la puede hacer mucho más productiva si reordenas un poco las comunidades, y
las zonas, lo cual resulta comnveniente, porque entonces las tierras de las comunidades
ya quedan libres para la inversión privada, y en esa zona norte donde lo están haciendo
son zonas donde hay petróleo, donde hay oro, hay plátanos, recursos” (entrevista a
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Antonio del CIEPAC, agosto de 2008; el destacado es nuestro).
El problema que aparece ahora es dónde se van a construir las Ciudades Rurales que han
sido planificadas. Según Antonio del CIEPAC, se cree que serán en la zona de la Selva
Lacandona, para poder de esa forma lograr dos objetivos: el control de la población y del
problema zapatista, y la liberación de esos territorios con fines de privatización y
explotación comercial y turística. En particular en la región de la Biósfera de Montes
Azules, esta estrategia de expulsión de las tierras se viene realizando a partir de la
Secretaría de Medio Ambiente federal (SEMARNAT), que decreta la expropiación de un
terreno particular con el fin de construir una zona natural protegida, lo cual vuelve a las
comunidades que allí habitan ocupantes ilegales de esas tierras. Se calcula que se han
expropiado alrededor de 12.500 hectáreas con el fin de ampliar la Biósfera. Entonces, la
expulsión de las comunidades de sus tierras va acompañada del accionar policíaco y
militar, así como de la OPDDIC, para garantizar la liberación de las tierras. Asimismo,
en la región de Palenque, ubicado en el ejido de Bachajón, el intento es construir un
mega-proyecto turístico en la zona de Cascada de Agua Azul, para lo cual se requiere la
reubicación de numerosas comunidades pro-zapatistas, que habitan en la zona, en un
área de 12.000 hectáreas. Esto implica asimismo la construcción de la autopista San
Cristobal de las Casas – Palenque, que tendrá que derribar cerros y pasar sobre
comunidades, así como la ampliación del aeropuerto de Palenque para convertirlo en un
aeropuerto internacional.
Por otra parte, la posición oficial es que no hay intenciones de forzar la realización de
Ciudades Rurales en territorio autónomo zapatista: “Tenemos ahorita 8 proyectos de
ciudades en zonas que no tienen nada que ver con ellos. Las zonas zapatistas realmente
es una zona que está marcada, sabemos dónde está, pero para nada se ha intentado ir a
meter una Ciudad Rural ahí porque sabemos en qué condiciones están en cuanto a la
posición de ellos” (entrevista a Toledo Moguel, SEDESOL, agosto de 2008).
Políticas públicas: a partir de la generación de los Caracoles y de la construcción de la
autonomía de hecho en Chiapas, el estado regional ha implentado una serie de políticas
tendientes a dar una respuesta en aquellos sectores que los zapatistas vienen
desarrollando sus actividades autónomas. Aparece entonces una injerencia importante
del estado a partir de las políticas sociales en el territorio autónomo. Pero algunas
comunidades aceptan la ayuda del estado, y otras no. Como señala Toledo Moguel,
“Precisamente hemos venido abriendo esa parte que estaba cerrada que han venido un
poco porque han notado los cambios: que dejan de morir niños por cuestiones de
53
desnutrición, porque se avanza en la vacunación, y también ven el cambio cuando llegan
apoyos. Porque en definitiva no se trata de otra cosa que dar lo que ellos por derecho les
corresponde” (entrevista a Toledo Moguel, SEDESOL, agosto de 2008).
Fotografía 3 – carteles de publicidad de los programas del estado chiapaneco: Atención a Pueblos Indígenas y Plan de
Construcción de Pisos Firmes, en carretera de San Cristobal de las Casas a Palenque, fotografía tomada in situ.
De hecho, el Presupuesto estatal de Chiapas de 2008 privilegia como nunca antes el
gasto social y de inversión, garantizando el cumplimiento de las políticas públicas que el
gobierno del estado lleva a cabo en materia de desarrollo y solidaridad social8. A su vez,
a instancias del Ejecutivo de Chiapas, se creó el Fondo Solidario Municipal, el cual
asignó una partida incrementada de fondos de entre el 29 y 108% (respecto al 2007),
para ser otorgados a los municipios de manera adicional al presupuesto asignado por ley.
En esta línea, se empezó a notar en el territorio zapatista que donde había una escuela
autónoma, ahora aparecen varias escuelas del estado; donde había una clínica autónoma,
cerca aparecen clínicas estatales. Esto es visible asimismo en las rutas del estado, donde
la publicidad que hace el estado de sus propias acciones no es un dato menor (ver
fotografías 3 y 4). Los carteles publicitan las siguientes acciones gubernamentales (entre
otras): a) nuevas escuelas primarias; b) operaciones oftalmológicas de cataratas en el
marco del “Plan Amanecer”, a personas mayores de 65 años; c) Programa de “pisos
firmes”, que construyen pisos de concreto a las casas más pobres; d) que 35.000 niños
reciben desayuno en sus escuelas; e) 120 patrullas más para la seguridad de Chiapas. De
hecho, el slogan que utiliza el actual gobierno de Sabines es “Hechos, no palabras”.
8 En la página web de Coordinación General de Comuniación Social y Relaciones Públicas,
http://www.cocoso.chiapas.gob.mx/documento.php?id=20071115111223
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Fotografía 4 – Propaganda del Plan Amanecer del estado chiapaneco, en autovía de Tuxtla Gutierrez a San
Cristobal de las Casas, fotografía tomada in situ.
Lo que esto denota es el intento del estado regional por romper la autonomía a partir de
la competencia directa con los servicios que “ofrecen” los zapatistas, que son
principalmente salud y educación. No obstante, no aparece la misma competencia en el
ámbito de la aplicación de justicia, probablemente debido a la falta de legitimidad que
ésta posee en las comunidades.
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8. Algunas cuestiones en debate
“Usos y costumbres” (Almeyra): aquello que los propios zapatistas en su “historia interna”
destacan como lo central, es decir, los usos y costumbres de las comunidades, no puede ser
visto linealmente. Autores tan diversos como Almeyra (2005), Matamoros (2008), Tischler
(2008) y Burguete (2004), muestran que estos mismos usos y costumbres son muy
contradictorios. A su interior encontramos prácticas de caciquismo, donde las mujeres
quedan fuera de la toma de decisiones, o muy recluidas. Esos usos y costumbres también se
imponen sobre los jóvenes. De modo que los usos y costumbres no deben ser reificados. No
obstante, en los comunicados del EZLN se observan estas tensiones y su intento de
superarlas.
Algunos autores entienden que el proceso autonómico en Chiapas es posible porque las
relaciones sociales de producción capitalista y su forma Estado no llegaron a niveles más
institucionales (sólo en nivel represivo, militar) y desarrollo más lento del capitalismo local
en Chiapas (menor mercantilización). Así la hipótesis de A Commune in Chiapas? (2002)
plantea que el desarrollo de las relaciones mercantiles en Chiapas se dieron de forma más
lenta y con menor inserción en las comunidades, de modo que estas autonomías fueron
posibilitadas por este proceso. En este punto, Almeyra (2006) diverge diametralmente, pues,
para él, los indígenas zapatistas conllevan experiencias sindicales, campesinas y obreras, al
tiempo que indígenas.
En un sentido similar al punto anterior. Los análisis de Burguete (2004) parecen entender
que las autonomías de facto zapatistas tienen un carácter débil porque no son formas
reconocidas institucionalmente. Lo que esta visión pierde de vista, a nuestro entender, es que
las autonomías planteadas por los zapatistas no pueden ser autonomías de derecho debido al
carácter antagónico de las mismas. Esto queda planteado en el antagonismo expreso entre
los municipios autónomos y los municipios libres, siendo la segunda el modo en que el
Estado capitalista logra integrar la autonomía de facto. Es decir, una autonomía que la
transforma en su contrario. Lo que aquí está en cuestión, como la propia autora lo pone en
palabras, es la tensión entre institucionalización del zapatismo y/o mantener su carácter
rebelde.
Mientras que para autores de izquierda con una mirada más tradicional el zapatismo no ha
logrado romper con el localismo y apoliticismo característico de las comunidades indígenas,
autores y grupos más cercanos a un marxismo autonomista, sugieren todo lo contrario. En
cierto modo lo que se debate aquí es el modo a través del cual se operacionaliza esa
56
superación de lo local.
9. Hipótesis luego de un breve recorrido
En Chiapas existe una relación mucho más simbiótica entre el Estado y el poder económico:
al estilo de estado oligárquico, colonial (como en Argentina en el siglo XIX).
El zapatismo es expresión de la crisis de las mediaciones sociales. En ella se expresa,
contradictoriamente, el poder de lo irrealizado. Las Juntas de Buen Gobierno y su “mandar
obedeciendo” es un modo en que se expresa ese poder de lo ir-realizado.
Que el zapatismo sea una forma de esa crisis se expresa en el modo de organización: la
separación entre Ejército y comunidades. En tal sentido, el zapatismo no sólo sería una
forma de la crisis sino que pone en crisis a las formas del capital. Mientras que la formas de
organización estatal-capitalistas expresan el poder colonial, las Juntas de Buen Gobierno
serían un intento de romper con la colonialidad y el eurocentrismo. Así, pues, mientras los
Estados latinoamericanos se construyen bajo la figura del indio y sus luchas como elementos
arquelógicos, en las JBG y en la lucha zapatista las luchas pasadas y las tradiciones de los
pueblos originarios son reinventados en el encuentro entre diversas tradiciones de lucha. A
eso es lo que, a nuestro entender, Marcos llama como el pasaje del cuadrado a la rueda.
Los zapatistas estarían reinventando la política y no despolitizando o manteniéndose en
posiciones apolíticas. La reinvención de la política no sólo se expresaría en su lucha por
crear un mundo nuevo. En este sentido, su lucha no es por la hegemonía sino por el
“encuentro” de las luchas en un nuevo arco iris social. El mundo que se quiere crear no es
algo dejado para “el momento posterior a la revolución” sino en el aquí y ahora. En este
sentido pueden leerse a las JBG. Allí mandan los pueblos.
La Otra Campaña tiene un carácter anti-ciudadano. Es decir, intenta ir más allá de las
demandas al Estado para lograr establecer una comunicación de las luchas a nivel nacional.
En tal sentido, salir del encierro de las comunidades es, al mismo tiempo, salir del
encerramiento de las categorías del capital.
No obstante la tendencia a construcción de un carácter anti-ciudadano, las acciones que ha
llevado adelante el zapatismo, en relación con la sociedad civil y el Estado, entremezclan
formas autonómicas con formas de expresión de tipo ciudadanas, mostrando el carácter
contradictorio de la construcción de la autonomía al interior de las formas del capital. Así,
mientras construye autonomía en las comunidades de Chiapasa partir de las JBG, el
zapatismo ha dialogado y negociado con el Estado nacional, exigiendo el reconocimiento
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como pueblos indígenas (momento de identificación) a través de la COCOPA y de los
Acuerdos de San Andrés, así como ha llevado adelante consultas populares en todo México
con el finde de determinar ciertas políticas internas para Chiapas, pero también para generar
presión sobre el Estado. Esta combinación de estrategias no niega el carácter rebelde del
movimiento. Por el contrario, expresa la contradicción a partir de la dificultad para
identificar al zapatismo con alguna de las tradicionales formas organizativas, dificultad que
no sólo aparece al momento del análisis teórico, sino que se le presenta al propio Estado
mexicano y a sus instituciones: ¿son guerrilleros?, ¿son sindicatos?, ¿son movimientos
sociales?, ¿son organizaciones barriales?, ¿son el renacer de formas antiguas de
organización indígena o son la expresión de la confluencia de diversos sectores y tradiciones
de lucha anticapitalista?
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