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Forever yours Deila Longford Part One Only in Books 1

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Forever yours Deila Longford

Part One Only in Books

1

Forever yours Deila Longford

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2

Staff de traducción Moderadora

Leii123

Traductoras

MaryJane♥

Amalfii

TsuParthenopadeus

Leii123

wicca_82

Gaz

val_mar

EtziadeIngle

Lina Loops♥

Staff de corrección Moderadora

Carolyn

Correctoras

*elis*

EtziadeIngle

MaryJane♥

Amalfii

Meellc

Gaz

Revisión final Carolyn

Diseño Gaz

Forever yours Deila Longford

Part One Only in Books

3

Índice

Sinopsis

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Sobre el autor

Forever yours Deila Longford

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Sinopsis

En Portland Maine, vive una chica llamada Rose Peterson. Ella es humana,

trabajadora, tímida, y se mantiene a sí misma. Rose no toma todas las cosas tontas

que la vida tiene para ofrecer, no le gusta ir de compras o ver películas de chicas, en

lugar de eso, se entrega a las películas de terror y a leer libros.

Conoce a Dalton Clark, es impresionante, misterioso, sarcástico y sobrenatural.

Cuando Rose se tropieza con él en su tienda local de conveniencia, está fascinada,

intrigada y petrificada de sus siempre cambiantes ojos.

¿Quién es Dalton Clark y cuál es su historia? ¿Qué sucede cuando estos dos extraños

chocan? ¿Hay chispas instantáneas, o una tragedia abrumadora?

Forever yours Deila Longford

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Capítulo 1

Traducido por MaryJane♥, Amalfii & TsuParthenopadeus

Corregido por *elis* & EtziadeIngle

La lluvia golpea contra la ventana de mi destartalada camioneta cuando me detengo

frente al local de Wal-Mart. El clima ha estado terrible últimamente y no puedo

creer mi propia estupidez para aventurarme en una de las peores tormentas que haya

tenido Portland, Maine. Miro por la ventana y veo que todo el mundo en

el estacionamiento se refugia en sus coches. Suspiro pesadamente porque sé que

tengo que entrar en esa tienda de una forma u otra. Me coloco la capucha de mi

gran impermeable, metiendo mi cabello castaño rizado y luego hago una plegaria a

Dios: Por favor déjame sobrevivir.

Lentamente abro la puerta de mi camioneta, pero el viento la aleja de mí

bruscamente. Me las arreglo para salir y cerrarla contra la furia de los vientos. Con

una oportunidad y mi corazón acelerado, corro hacia la entrada de la tienda. Corro

muy rápido y directamente sobre un enorme charco. Me detengo un momento,

mientras mis gastadas Converse comienzan a empaparse. Acomodo mi capucha

mientras hago otra carrera hacia la entrada. Esta vez me tropiezo y aterrizo sobre mi

rostro en un profundo charco de agua. Mis rodillas están ardiendo y estoy empapada

hasta la médula, puedo sentir los ojos de los clientes quemándome y me sofoco de

vergüenza. Trato de levantarme mientras intento sacar mis piernas empapadas fuera

del charco, pero siento una mano en mi espalda. No me doy vuelta, estoy

mortificada de que alguien haya visto mi vergonzoso momento.

Siento la mano de nuevo, pero ahora son dos y están levantándome del suelo. Mi

cara está en llamas y la vergüenza me va invadiendo aún más.

Trato de calmarme cuando me doy vuelta y veo a mi salvador. Mierda Santa, es mi

primer pensamiento cuando centro mis ojos marrones en él.

—Fue una gran caída. ¿Estás bien? —dice en un profundo acento americano.

Forever yours Deila Longford

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No puedo apartar los ojos de él, es cautivador en muchas formas. Tiene el pelo rubio

claro y fríos ojos azules. Es enorme en su metro ochenta con bíceps masivos. Está

vestido informal, con pantalones vaqueros azul oscuro y chaqueta de cuero negra. Su

cabello está empapado, pero de alguna manera no parece frío.

Me quieto la capucha, ya que me siento estúpida observando a este impresionante

tipo con una gran capucha parca por encima de mi cabeza. Tímidamente le sonrió

cuando recupero el habla.

—Gracias, estoy bien.

Me sonríe y no puedo respirar.

—De nada, ¿cómo te llamas? —pregunta con una voz profunda.

Me aclaro garganta cuando respondo:

—Soy Rose, es un placer conocerte —digo, mientras le extiendo mi mano. Me

sonríe y pone su mano en la mía. Me estremezco ante su contacto, su mano está

helada. Me aparto bruscamente ya que no puedo sostenerla un segundo más.

Se queda mirándome fijamente y luego se presenta:

—Mi nombre es Dalton y es un placer conocerla, señorita Rose. —Sonrío hacia el

chico increíblemente guapo y, por un segundo, me pierdo en su

impresionante buena apariencia. Tiene una fuerte mandíbula y su sonrisa es

impresionante.

La lluvia continúa sobre nosotros mientras estamos congelándonos en el

estacionamiento de Wal-Mart. Cierro los ojos y me recuerdo que tengo que entrar

en esa tienda. Le doy al chico otra sonrisa agradecida y me disculpo:

—Me tengo que ir, gracias por rescatarme, fue un placer conocerte, Dalton.

Me lanza una sonrisa maliciosa y dice:

—Ten cuidado, Rose. —Le sonrío otra vez, amando la manera en que dice mi

nombre.

Empiezo lentamente a caminar por el estacionamiento hacia la entrada de la tienda.

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7

Entro en el supermercado y me apresuro inmediatamente a la tienda, que es donde

trabajo. Me abro paso en la pequeña área del jardín, lo que ellos llaman un

“restaurante” y soy recibida al instante por mis compañeros de trabajo.

—Rose, ¡lo hiciste! Tenía miedo que la lluvia te hubiese llevado, niña. —Me río ante

el comentario de Ryan mientras camino a la sala de trabajadores.

Empujo la pesada puerta seguida por Ryan. Entro en la pequeña y brillante

habitación que sólo tiene una pequeña mesa, algunas sillas y un

perchero. Rápidamente cuelgo mi abrigo empapado y me arreglo lo mejor que

puedo para empezar a trabajar. Me vuelvo en dirección a la puerta y ahí es cuando

me doy cuenta de Ryan de pie detrás de mí, mirándome. Le sonrío mientras trato de

pasarlo. Pero coloca su mano en mi mojado hombro mientras me detiene. Levanto

la vista hacia él y estrecho los ojos a su infantil comportamiento. Me está mirando a

través de sus oscuros ojos y me sostiene firmemente con su mano. Solíamos estar

juntos, era mi novio, pero las cosas se apagaron y siento que todavía no lo ha

superado.

Niego con la cabeza, mientras trato de liberarme de su agarre.

—Vamos, déjate de tonterías, llego tarde —digo en broma, mientras me

deslizo lejos. Estoy caminando hacia la puerta y cuando llego, puedo oírlo riendo y

sonrío, sé que sólo está empezando con su actitud juguetona.

Me abro paso a través de la estrecha cabina hasta llegar a los mostradores.

Rápidamente camino a mi caja y me registro en mi cuenta. Veo que hay una larga

fila de clientes, así que no pierdo tiempo en atenderlos.

Una alta y delgada señora pasa primero, pide un café descremado, un panquecito

bajo en grasa al mismo tiempo que habla por teléfono. Rápidamente hago su pedido

y lo coloco sobre una bandeja, me paga, agarra la comida y se aleja, sin darme una

sonrisa.

Suspiro, ya que he tenido un año para acostumbrarme a este trabajo y a los

molestos clientes. Vivo con mi tío George y su esposa Jen, acabo de terminar la

secundaria y no tengo planes de ir a la universidad. Mis padres murieron cuando

tenía seis años y he vivido con mi tío desde aquella noche. Él no es un hombre rico,

pero hace lo mejor. Es mecánico y trabaja en el garaje de AL, Jen es una maestra de

escuela de primer grado y tienen dos hijos, Simon de veinticinco años, que en este

momento está en la universidad de Boston, y Rachel de dieciséis y es la chica más

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popular del instituto. Tiene el cabello rubio hasta los hombros, una tez bronceada,

sus ojos son azul brillante y es muy hermosa. Todos los chicos en su escuela quieren

salir con ella, todas las chicas quieren ser como ella y le encanta la atención. Cada

escuela tiene una chica como ella, hermosa, animadora, impresionante cabello, buen

maquillaje y el sentido de no acercarse demasiado a mí. Siento que intenta mantener

un cierto nivel de actitud, pero en el fondo sé que es suave, dulce, cuidadosa y

cariñosa. Si dejara su forma pretenciosa todo el mundo vería su verdadero yo.

Los clientes están siendo atendidos con rapidez y mientras hago sándwich tras

sándwich, no puedo creerle a mis ojos cuando lo veo de nuevo.

Rápidamente le entrego a mi último cliente su sándwich de pavo y arreglo

suavemente mi cabello mientras se acerca.

El chico de antes, el que tenía los dedos helados y los ojos azul profundo viene en

mi dirección. Se acerca al mostrador y sonríe cuando me nota de pie en la caja, con la

camisa roja de trabajo y mis vaqueros desteñidos. Mi corazón comienza a correr un

poco cuando coloca su mano sobre el mostrador. Cuando me mira, siento como si

sus ojos se encendieran con una profunda sombra de rojo. Sus labios tiemblan y se ve

incómodo mientras me mira. Mi cara está caliente y me siento avergonzada de no

poder sacarle los ojos de encima. Es, sin lugar a dudas, el hombre más hermoso que

he visto alguna vez y casi no puedo respirar cuando fijo mis ojos en los suyos.

Cierra suavemente sus ojos y aprieta la mandíbula, como si se estuviera protegiendo

a sí mismo de algún tipo de dolor. Luce incómodo y siento que estoy haciendo que

se sienta así. Sus manos están temblando suavemente mientras me mira y cuando

empiezo a hablar con este guapo desconocido rápidamente salgo de mi

aturdimiento.

—Hola de nuevo, ¿qué puedo hacer por ti? —pregunto cuando lo miro de nuevo.

Suavemente muerde su labio inferior con un movimiento sexy y mi corazón casi se

detiene. Me las arreglo para calmarme cuando pide su orden.

—Un expreso triple —dice en una fluida sílaba.

Asiento, ya que no puedo hablar. De mala gana paso la barra y me dirijo a la

máquina de café. Agarro un vaso de papel de la gran pila y luego le echo su bebida.

Aseguro la taza con una tapa y regreso a la caja. Le sonrío mientras le entrego la taza,

no me devuelve la sonrisa, en cambio, se extiende y toma mi mano. Sus fríos dedos

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son como hielo sobre mi piel y me estremezco de su tacto. Se da cuenta de mis

acciones, por lo que rápidamente aleja su mano.

Mi corazón late con fuerza en mi pecho, ¿quién es este tipo y por qué acaba de

agarrarme así? ¿Por qué está tan frío? Mi cabeza da vueltas en un millón de

direcciones y apenas puedo mantenerme erguida cuando miro sus ojos. Me aclaro la

garganta mientras trato de calmarme.

—Tres noventa y nueve, por favor —digo con voz fría. Mete la mano en el bolsillo

de sus vaqueros y saca un billete de cien dólares. Ruedo suavemente los ojos

mientras me lo entrega. Se da cuenta de mi reacción y rápidamente me pregunta:

—¿Sucede algo? —dice con voz fría.

—No —le digo igual de bien. Sonríe y me entrega el billete.

Gentilmente frunzo el ceño y luego busco a mi alrededor por Ryan, que lo necesito

para comprobar el dinero. No está a la vista, frunzo el ceño de nuevo y empiezo a

excusarme cuando Lisa, la gerente de la tienda, se apresura a mi lado. Me sonríe y

toma el papel de mi mano. Lo comprueba rápidamente y me lo devuelve. Le doy las

gracias con una inclinación de cabeza y abro la caja registradora para buscar el

cambio. Levanto la vista de los billetes para ver que me está mirando con una

enorme sonrisa en su rostro.

—Quédate con el cambio.

Estrecho los ojos, ya que no puedo creer su generosidad o su petulancia. Sacudo la

cabeza mientras me niego a su oferta.

—No, realmente no puedo.

Me rueda los ojos y por una fracción de segundo, puedo ver el enrojecimiento de sus

ojos formándose de nuevo. Salto ligeramente de la vista y no puedo evitar

preguntarle al respecto.

—Tus ojos están cambiando de color. —Rápidamente cierra los ojos. Puedo oírlo

comenzar a respirar fuerte y no puedo evitar sentirme un poco asustada. Parece

diferente a los demás, tiene una impresionante belleza y manos frías como hielo, sus

ojos cambian de color y tiene la presencia de un ángel. No puedo apartar los ojos de

él y no tengo palabras para describirlo. Es un misterio y siento la necesidad de

resolverlo, sé que parece una locura, pero me siento atraída por él.

Forever yours Deila Longford

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Sus ojos se sacuden al abrirse y salto, ya que son rojo brillante. Se da cuenta que lo

estoy mirando, por lo que rápidamente se excusa. Mi corazón se acelera cuando lo

veo marcharse.

—¿Quién era ese? —dice Ryan, mientras coloca suavemente su mano sobre mi

hombro. Lo miro a modo de explicación.

—No tengo idea. —Estrecha los ojos y se posiciona en la caja a mi lado. Sigo

mirando al impresionante extraño y, una vez que está fuera de la vista, sirvo al

próximo cliente.

Mi día de trabajo ha terminado y estoy agotada, poco a poco me dirijo a la sala de

trabajadores. Tomo mi chaqueta y me la coloco. Ryan también está en la habitación,

hablando por teléfono mientras suavemente me guiña un ojo. Sonrío y pongo los

ojos en blanco, luego me lo saludo mientras me acerco a la puerta. Extiendo la mano

a la perilla, pero grita:

—Rose, espera —dice alegremente, mientras desliza suavemente su teléfono en su

cuello y coloca su llamada en espera. Me sonríe cuando se pasea otra vez en mi

dirección. Sus ojos son juguetones cuando me mira fijamente. Se inclina hacia mí y

suavemente coloca su mano en mi hombro.

Le estrecho los ojos, sé lo que va a decir.

—Elliot, Charlene y yo vamos a salir esta noche, ¿quieres unirte?

Le sonrío y declino la oferta.

—No puedo, tengo... cosas que hacer —miento. No tengo ganas de andar por toda

la ciudad con Elliot y Charlene, la pareja perfecta. Conocí a Elliot en la escuela

primaria y hemos sido amigos desde entonces. Tengo una unión más fácil con chicos

que con las chicas, por lo que la mayoría de mis amigos son hombres. Charlene es su

novia y estoy sorprendida que nos llevemos tan bien. Ella es despreocupada como

yo, y no pasa su día de compras en el centro comercial. Se mudó aquí hace unos

meses de Chicago, es hija única, como yo, y vive con su mamá que es madre soltera.

Su padre ha estado dentro y fuera de su vida durante los últimos diez años, pero

ahora ha aprendido a no depender de él. Elliot la conoció en la biblioteca y se

llevaron bien enseguida. Él se derritió con su impresionante aspecto y ella se

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derrumbó con su encanto. Se complementan en todas las formas posibles y

realmente son la pareja perfecta.

La razón por la que no me siento con ganas de salir esta noche, es porque estoy

destrozada y lo único que quiero hacer es tirarme en mi cama con un buen libro.

Ryan y sus amigos tienden a dejar que sus noches se salgan de control, por lo general

terminan desmayados por beber mucho y después tengo que limpiar. Así que no hay

forma que me sienta con ganas de ser su empleada de limpieza esta noche.

—Vamos, ¿qué estás haciendo que es tan importante? —dice Ryan mientras frunce

el ceño.

Niego y miento un poco más:

—El tío George me quiere en casa... su noche familiar.

Me rueda los ojos, se inclina y coloca un suave beso en mi mejilla. Me sonrojo y

juguetonamente me alejo. Me sonríe y asiente en señal que está de acuerdo con mi

respuesta.

—Bien, bien. —Le sonrío, abro la puerta y marcho a través del pequeño restaurante.

Me aproximo a la salida y exhalo, estoy tan contenta que sea la hora de irme a casa.

Empujo las puertas de Wal-Mart y al instante miro al cielo, comprobando las

condiciones meteorológicas. La lluvia sigue en torrencial, pero menos violenta que

antes.

Tomo una profunda respiración mientras salgo al estacionamiento. Veo mi

destartalada Chevy y sonrío. Corro a su encuentro y abro la puerta. Suspiro mientras

deslizo la llave en el encendido y entonces mi mundo se derrumba cuando el motor

no arranca. Giro la llave en el contacto, rezo en silencio para oír rugir el motor, pero

no es así y golpeó suavemente el volante con frustración.

Esta es la tercera vez este mes que mi camioneta se ha negado a arrancar y cada vez

que ocurre, más frustrada me siento. Tío George la ha revisado varias veces e incluso

ha sustituido la batería, pero parece que no importa lo que haga, ella sólo quiere

torturarme. Ahora tengo que llamar a mi tío y pedirme que venga a recogerme, algo

que odio hacer. Él y su esposa viven una vida muy simple, se levantan, van a trabajar,

vuelven a casa por la noche y cenan, se hunden en el sofá con el último episodio de

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¿Quién da más? 1 Tienen la misma rutina día tras día y no me gusta cuando tengo

que molestarlos pidiendo un aventón. Ahorré dinero suficiente para conseguir mi

propio vehículo, por lo que ya no tengo que molestarlos, pero mi destartalada Chevy

no quiere permitirme ese lujo. Ahora tengo que llamarlo y arruinar su gran noche.

Busco en mi bolsillo hasta encontrar mi teléfono. Rápidamente anoto el número del

teléfono fijo, mi dedo se cierne sobre el botón de llamar, pero me detengo cuando

oigo un suave golpe en mi ventana. Mi corazón casi se detiene cuando veo que el

chico de antes, está mirándome a través del cristal. Mis mejillas toman calor y me

siento avergonzada mientras bajo la ventanilla.

Me mira fijamente a los ojos y no puedo dejar de mirar porque quiero ver de qué

color están. Sonrío mientras me pierdo en sus ojos azules y ahora estoy más

sonrojada por mi reacción. Desliza las manos en sus bolsillos mientras se aclara la

garganta.

—¿Está teniendo algunos problemas con el coche? —pregunta con voz firme.

Asiento a modo de respuesta.

—Sí, no enciende. —Suavemente ladea la cabeza mientras considera sus siguientes

palabras. Nerviosa espero que hable, mi rostro color carmesí. Corre suavemente la

lengua por su labio inferior mientras me mira y ahora mi cara se está quemando.

Cierra suavemente los ojos mientras trata de contener cualquier cosa que esté

sintiendo. Sus ojos se abren de golpe y son de color rojo de nuevo.

Lo miro con confusión, ¿lleva lentes de contacto? ¿Por qué cambian de color y por

qué es tan atractivo? Todo en él me atrae, sus ojos, sus labios, su pelo dorado y su

mandíbula cincelada, y nunca he mirado a un chico de la forma en que lo estoy

mirando ahora mismo. Exhalo suavemente mientras empieza a hablar con su acento

fluido.

—¿Puedo ofrecerte llevarte a casa?

Lo miro mientras considero sus palabras. Entonces sacudo la cabeza lo más

cortésmente y me niego.

—No, está bien, voy a llamar a mi tío.

1 ¿Quién da más? o Storage Wars. Reality estadounidense sobre una pareja de subastadores de todo

tipo de artículos.

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Entorna los ojos con mi respuesta.

—No hay problema. —Le sonrío y mi mente comienza a viajar en un millón de

direcciones. Normalmente, nunca, nunca consideraría meterme en un coche con un

extraño, pero algo acerca de este chico me hace sentir segura. De verdad no quiero

llamar a mi tío y molestarlo en su noche de televisión, así que tal vez debería aceptar

la oferta—. Rose, entiendo tus razones para vacilar, pero puedo asegurarte que no

voy a lastimarte. Sólo estoy ofreciéndote un viaje a casa.

Muerdo mi labio inferior mientras pienso. ¿Qué voy a hacer? ¿Llamo y molesto a mi

tío o acepto la oferta de este maravilloso chico? Mi corazón está acelerado y necesito

tomar una decisión.

—Está bien, un viaje a casa sería agradable.

Me sonríe y abre la puerta de mi camioneta. Se estira por mi mano y de mala gana la

tomo, temiendo por su helada piel. Estoy sorprendida cuando nuestras manos

chocan y sus dedos están ligeramente tibios, casi calientes. Nota mi sorpresa, pero no

dice una palabra mientras me conduce a su coche. Lo miro en shock cuando veo lo

lujoso que es y comienzo a interrogarlo.

—¿Conduces un Porsche? —digo con entusiasmo en la voz. Me sonríe gentilmente

y abre la puerta de su Porsche 911 GT3 rojo. Toma mi mano suavemente otra vez

mientras me mete al coche. Me derrito ante los asientos de cuero negro, y luego mi

puerta se cierra de golpe. En un parpadeo, está en la otra puerta, y se desliza en el

asiento del conductor. Enciende el motor y da reversa muy fuerte, mientras presiona

su pie en el acelerador. El coche avanza y tengo que agarrarme del reposabrazos por

seguridad. Nota mi reacción ante la velocidad y comienza a preguntarme.

—¿Estoy conduciendo muy rápido? —pregunta mientras baja la velocidad a una

normal.

Pierdo mi fuerte agarre del reposabrazos mientras lo miro. Le lanzo una sonrisa

avergonzada y me siento estúpida por no poder recordar su nombre.

—Lo siento, pero no puedo recordar tu nombre.

Se ríe gentilmente ante mis palabras y voltea su cara en mi dirección. Sus ojos se fijan

en los míos y empiezo a entrar en pánico, porque no mira el camino.

—Mi nombre es Dalton Clark. —Le disparo una mirada preocupada y se da cuenta

que ha quitado la atención del camino. Muerde su labio inferior y regresa la mirada a

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las calles de Portland. Mantiene la velocidad lenta por un rato y luego me pregunta

donde vivo—: ¿Entonces, a dónde te llevo?

—Falmouth, ¿conoces el área?

Gira a la derecha en dirección a mi casa.

Nos sentamos en silencio hasta que lo rompe.

—Háblame de ti, Rose.

Me aclaro la garganta suavemente mientras intento responder su pregunta.

—Tengo diecinueve, vivo con mi tío George y su familia. Trabajo en el restaurante,

como sabes, y eso es todo —digo en tono suave.

Se voltea hacia mí y me derrito con su mirada.

—¿Vives con tu tío?

Nerviosamente retiro el cabello fuera de mi cara, intentando contestar su

entrometida pregunta.

—Mis padres murieron cuando tenía seis y mi tío me acogió. Le debo mucho a él y

su esposa. No muchos habrían tomado al hijo de alguien más. —Estoy sorprendida

por mi honestidad, ya que nunca antes me había abierto a alguien, especialmente, no

a un extraño.

—Lamento escuchar eso.

—No lo hagas, fue hace una eternidad. —Presiona una sonrisa en sus labios y pisa el

freno. El coche frente a nosotros se ha detenido de repente y no tengo idea de cómo

supo cuándo parar. Sus ojos han estado en mí todo el tiempo. Sacudo la cabeza, no

tengo palabras para describirlo—. Mi casa está ahí, a la derecha —digo mientras la

señalo.

Dalton detiene el Porsche frente a la pequeña casa blanca con grandes ventanales.

Veo el coche de mi tío en el camino de entrada y escucho ladrar a su perro mientras

corre hasta la reja. Está ladrando ensordecedoramente, y mi tío ahora está parado

junto a la ventana, observándome sentada en un Porsche con un chico extraño.

Puedo ver que su curiosidad está saliendo. Me volteo hacia Dalton y me apuro con

las despedidas, antes que mi tío salga de la casa.

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—Gracias por el viaje —digo, mientras pongo mi mano en la manija de la puerta. La

abro y salgo a la lluvia. La cierro y estoy sorprendida cuando miro dentro del coche y

veo que Dalton no está ahí.

Frunzo el ceño ante la ventana, pero detengo mi búsqueda cuando siento una mano

fría en mi espalda. Me doy la vuelta y lo veo mirándome. Sus ojos están ardiendo en

mí y sus labios tiemblan suavemente. Le sonrío, pero mi sonrisa cae cuando escucho

a mi tío gritar en mi dirección:

—¿Rose, que estás haciendo? ¿Dónde está tu camioneta?

Quito mi mirada de Dalton y su impresionante belleza, y la pongo en mi tío con

sobrepeso. Está avanzando por el sendero de la casa en nuestra dirección. Su rostro es

antipático mientras se acerca. Me frunce el ceño cuando mira mi situación. Estoy

parada en la lluvia, sólo unos centímetros de este extraño, impresionante chico, que

conduce un Porsche.

Puedo decir que mi tío está echando humo mientras me mira, sacudo la cabeza, no

queriendo causarle más estrés. Tiene suficiente de eso con Rachel. Me alejo de Dalton

y me acerco a él. Sonrío mientras miro su atuendo. Lleva una camiseta blanca y

holgados pantalones que tienen más aceite que una freidora. Su cabello gris está

despeinado y sus manos también están manchadas de aceite. Sus mejillas son una

profunda mancha roja y le sonrío mientras trato de explicarle mi comportamiento.

—Mi camioneta no encendía, así que Dalton se ofreció a traerme.

Lo observa, y luego a mí.

—¿Y quién es Dalton, exactamente? —Mi cara se pone roja y sé que mi tío perderá

su temperamento conmigo cuando le diga que acabo de conocerlo. Puedo sentir mi

corazón latiendo desesperadamente, pero desacelera lentamente cuando Dalton

avanza y le tiende una mano.

—Hola, mi nombre es Dalton Clark.

Mi tío alcanza y sacude su mano firmemente.

—Gracias por traer a Rose a casa —dice con sus dientes apretados.

Dalton sonríe ante su reacción y luego asiente en mi dirección.

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—Rose, ¿puedo hablar contigo? —Mis ojos se achican ante su pregunta y puedo

sentir los ojos de George quemándome. Estoy intrigada de lo que tiene que decir,

por lo tanto, asiento y tomo su mano mientras me conduce cerca de su coche.

Se inclina contra la pintura y dobla gentilmente sus brazos mientras me mira.

—Esto puede sonar atrevido, pero me encantaría salir contigo alguna vez.

No puedo creer lo que escucho. ¿Me está invitando a salir? El chico maravilloso, que

puede tener a cualquier chica que quiera, quiere salir conmigo, yo, Rose aburrida

Peterson, con el cabello desastroso y horrible sentido de la moda. Sacudo la cabeza

mientras siento que está jugando conmigo.

—¿En serio? —digo conmocionada.

—Sí, me encantaría invitarte a salir, en una cita.

Me echo a reír, sin duda, no puede ser cierto. ¿Que vería un chico en mí? Sacudo la

cabeza otra vez, ya que no lo puedo tomar en serio.

—Lo siento, pero no puedo —digo entre risas.

Dalton estrecha la vista mientras empieza a cuestionar las razones por las que no

quiero salir con él.

—¿Por qué? —me presiona.

—Vamos, ¿estás diciendo con toda sinceridad quieres salir conmigo?

—¿Por qué lo encuentras tan difícil de creer?

—Mírame, soy un desastre y tú eres… perfecto.

Rueda los ojos y se inclina hacia mí. Su respiración choca en mi cara y estoy muy

consciente de la mirada de mi tío. Con ese pensamiento, trato de alejarme, pero se

inclina más cerca, forzándome a mirarlo a los ojos.

—Estoy lejos de la perfección y te recogeré mañana a las siete, ¿está bien?

Le frunzo el ceño.

—Acabo de decir que no quiero salir contigo.

—Dijiste que no podías, no que no querías. —Su cara está a menos de un centímetro

de la mía y por un segundo, puedo jurar que sus ojos se pusieron rojos. Otra vez. Sus

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labios están temblando mientras me mira y puedo sentir su mano deslizándose en mi

cintura. Me siento muy inquieta a su alrededor, pero al mismo tiempo, me estiro

hacia él. Casi me gusta su conducta ruda e inapropiada y estaría mintiendo si digo

que no quiero salir con él—. Ahora ve, te veré mañana —me susurra al oído y se

aleja de mí.

Lo miro mientas sube a su coche. Enciende el motor y baja la ventanilla, luego se

asoma. Sus ojos se fijan en los míos y estoy segura que son rojos y no azules. Me

guiña brevemente y pisa el acelerador, y todo lo que me queda de él son los chillidos

de las llantas de su Porche.

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Capítulo 2

Traducido por Leii123

Corregido por EtziadeIngle

A la mañana siguiente, me despierto con la cegadora luz del sol de la ventana.

Frunzo el ceño y me cubro los ojos, mientras de mala gana tiro las mantas de mi

cuerpo. Me bajo de la cama y camino por la habitación hasta mi silla. Tomo mi bata

azul marino y me la coloco, asegurándome de atar la cuerda con fuerza, luego salgo

de mi habitación y marcho a lo largo del pasillo, en dirección a nuestro único baño.

Llego a la puerta de roble oscuro y frunzo el ceño mientras me doy cuenta que está

bien cerrada. Golpeo suavemente y Rachel no está contenta con mis acciones.

—Vete, Rose —grita. Me río y golpeo de nuevo, sólo para molestarla—. En serio,

Rose, vete.

Me río de nuevo y golpeo dos veces más. Me sorprendo cuando la puerta se abre de

golpe. Rachel está de pie con su linda túnica rosada libremente atada alrededor de su

diminuta cintura. Sus enormes ojos azules se reducen furiosos mientras me mira.

—En serio, eres tan molesta —dice con voz quejumbrosa. Le sonrío y me abro paso

dentro del baño. Grita y cierra la puerta. No miro la miro, ya que debe estar con las

manos en sus agraciadas caderas, en cambio saco mi cepillo de dientes y comienzo a

cepillarme—. Eres tan grosera, yo estaba aquí y necesito tiempo para prepararme

para mi cita —dice mientras se me acerca.

Termino de lavarme los dientes y me enjuago la boca con un poco de agua fría. Le

ruedo los ojos mientras se pone frente a mí.

—Vamos, ¿cuántas citas has tenido esta semana? —le digo con sarcasmo. Me

entrecierra los ojos.

—Muchas más que tú, digámoslo de esa manera.

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Me río de su débil intento de herir mis sentimientos. Tengo una relación muy

extraña con ella y a veces nuestras peleas de perras juguetonas se pueden convertir en

argumentos completamente estropeados. Como una vez, estábamos hablando de un

nuevo programa de televisión y, de repente, estábamos en desacuerdo en algo, y

empezamos a gritar.

Ella es todo lo que no soy, bonita, femenina y le encantan todas las cosas de chicas; y

luego estoy yo, sencilla y torpe. Siempre digo las cosas mal y la mayoría de las veces

mis palabras no me acompañan. Pero Rachel es mi prima y a pesar de que somos

totalmente opuestas y siempre lo seremos, todavía la amo. Me encanta que

tengamos tan poco en común y que nos resulte difícil tener una conversación, pero

al mismo tiempo, he crecido con ella. Me ocupé de ella muchas veces y se siente

como mi molesta hermana pequeña que me encanta odiar. No la cambiaría por nada

en el mundo, y he llegado a aceptar que no siempre vamos a estar de acuerdo en

todo, pero mientras viva aquí, voy a amarla incondicionalmente.

—En realidad, tengo una cita esta noche —digo mientras tomo el peine junto a ella

y me limpio la mano húmeda con su túnica. Chilla y me empuja para que la mire.

—Detalles, ahora —chasquea. Ruedo los ojos y aflojo su brazo parecido a una ramita

de alrededor de mi muñeca—. Oh, déjame adivinar, vas a salir con el perdedor de

Ryan otra vez, ¿verdad?

Frunzo el ceño ante sus palabras.

—Ryan no es un perdedor.

Suelta una bocanada de aire con disgusto.

—Así que tenía razón, ¿es él?

Niego.

—No, no es él.

Sus ojos se salen de su cabeza ante mis vagas respuestas.

—Entonces, ¿quién es? —chasquea.

Me río de su urgencia y luego pienso en él. Dalton es el hombre más hermoso que

he visto y no puedo creer que me haya comprometido a salir con él. Está tan lejos de

mi alcance que nuestra incompatibilidad llega a la luna y regresa. Es perfecto en

todos los sentidos y aquí estoy yo, la sencilla y aburrida Rose, que tiene un tonto

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20

trabajo en Wal-Mart. Conduce un Porsche, por lo que es, obviamente, de una

familia rica que acaba de mudarse a la ciudad. Estoy segura que lo rodean muchachas

para salir con él, así que ¿cómo puedo competir con eso?

—Su nombre es Dalton —digo finalmente después de unos instantes de silencio.

Los ojos de Rachel se salen de su cabeza mientras capta mis palabras.

—Un momento, ¿vas a una cita con Dalton Clark?

Estrecho los ojos en estado de shock. ¿Cómo lo conoce? Necesito saber más.

—Sí, ¿lo conoces?

Sonríe y se ríe.

—Bueno, en realidad no lo conozco a él, pero lo he visto y a su hermano... algunas

veces.

Tomo asiento en la taza del inodoro mientras proceso sus palabras.

—¿Tiene un hermano?

—Sí, creo que se llama Nicholas. Estoy segura que hace poco han llegado a la ciudad.

Todas las chicas se desmayan por ellos, y vas a tener una cita con el hermano más

caliente. De todos modos, ¿cómo lo conociste?

Me río suavemente de sus palabras y paso mis dedos nerviosamente por mi cabello

mientras empiezo a contarle mi primer encuentro con él.

—Lo conocí en Wal-Mart, me rescató de un charco y luego mi camioneta no

arrancaba, por lo que me dio un aventón a casa.

Sacude la cabeza a mi explicación.

—¿Cómo pudiste liar a un tipo como Dalton sin siquiera intentarlo?

Presiono mis labios y me levanto, ya que siento que esta conversación ha terminado.

Abro la puerta y salgo al estrecho pasillo. Aprieto la mano en mi frente mientras

empiezo a sentir pánico de esta noche. Corro hacia mi habitación y frenéticamente

hurgo en mi ropa. Selecciono una camisa a cuadros roja y mis vaqueros más

cómodos.

Forever yours Deila Longford

Part One Only in Books

21

Rápidamente me cambio y luego aliso mi cabello. Me deslizo en mis Converse y me

dejo caer en mi cama. ¿Cómo voy a sobrevivir a esta noche si mi corazón ya está paralizado por la idea de volver a verlo?

Las horas pasan lentamente y ahora son las cinco en punto. Me siento nerviosa en la

pequeña mesa de la cocina mientras mastico una manzana. Mis rodillas están

temblando y estoy temiendo el momento en que debo decirle a mi tío que tengo

una cita.

Tío George realmente ha cuidado de mí desde que mis padres murieron y siento que

me ve como algo más que su sobrina. Mi padre y él eran hermanos, y hermanos muy

cercanos hasta eso. Pasaron juntos casi todos los días trabajando en el garaje de AL.

George quedó devastado cuando mi padre murió y siento que se aferra a mí como la

última pieza de su hermano. Me dio la bienvenida a su familia con los brazos abiertos

y me ha tratado con nada más que amor y respeto desde que llegué aquí. No tenía

muchos recuerdos de mis padres, así que se sentaba conmigo una vez a la semana y

me hablaba de ellos. Me mostraba videos del día de su boda y fotos de su luna de

miel e incluso de cuando nací. Mi madre era la mujer más hermosa que he visto en

mi vida, y mi padre era adorable. Tenía el pelo castaño oscuro y ojos marrones, igual

que los míos. George dice que tengo mucho de él y que a veces le da miedo. Dijo

que tengo la misma sonrisa, la misma personalidad y siento que me ve como la

siguiente mejor cosa a tener de su hermano. Sabiendo esto, trato de ser lo mejor que

puedo ser, ya que no quiero hacerle más daño. No me gustaría arruinar nuestra

relación tomando una decisión que sé que no le gustará. No quiero decepcionarlo,

así que estoy temiendo hablarle de Dalton.

—Hola, bichito —dice George mientras llega a la cocina. Pongo mi media manzana

comida sobre la mesa y lo miro. Todavía se encuentra en su engrasado overol de

trabajo. Nerviosamente arrastro mi pie contra el suelo de madera y nota mi ansiedad,

rápidamente me pregunta por qué estoy tan nerviosa—: ¿Todo está bien? —dice

mientras se acerca y toma asiento a mi lado. La silla cruje fuerte y lo observo

mientras se toma una cerveza a borbotones.

Mi corazón se acelera y mi cara se calienta, tengo que decirle y acabar de una vez.

—Tengo una cita esta noche —digo en una larga sílaba.

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22

Pone su cerveza sobre la mesa y ladea la cabeza mientras considera mi confesión.

—Ya veo, ¿y con quién es esta cita?

Me aclaro la garganta mientras me ahogo con su nombre.

—Dalton... lo conociste anoche, ¿recuerdas?

Niega con la cabeza, extiende su mano y toma la mía.

—Ese patán de la noche anterior.

Frunzo el ceño ante la elección de sus palabras.

—No seas así, parece... bueno.

Frunce el ceño y luego asiente.

—Rose, sabes que te veo como mi propia hija. Sólo estoy cuidándote y no quiero

que te hagan daño.

—Realmente aprecio eso, pero es una cita. Te prometo que no voy a quedarme hasta

muy tarde e incluso voy a llamarte y asegurarte que estoy bien, ¿de acuerdo?

Sonríe y se inclina, frotando la parte superior de mi cabeza.

—Eres una buena chica, bichito.

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Capítulo 3

Traducido por wicca_82 & Gaz

Corregido por MaryJane♥

El cielo nocturno está sombríamente oscuro y son las siete menos cinco. Mi corazón

se acelera cuando escucho un coche detenerse frente a nuestra casa. Rachel se

precipita a la ventana y mira con rudeza a Dalton mientras sale de su coche. Le echo

una mirada furtiva y corro a la puerta principal cuando escucho el timbre.

Abro la pesada puerta de roble y Dalton está esperando en el umbral. Me sonríe

mientras pasa los dedos por su cabello. Le devuelvo la sonrisa y mi corazón da un

vuelco cuando levanta una ceja. La primera cosa que noto de su apariencia son sus

ojos, de un profundo azul y no del rojo escalofriante de antes. Está vestido con unos

vaqueros azul oscuro, camisa negra y chaqueta de cuero. Es alto y me siento como

una enana con mi metro sesenta y cinco. Me mira y mete las manos en los bolsillos

mientras mantiene mi mirada. Sus ojos escanean mi cuerpo y mi cara comienza a

encenderse. Sus labios están blancos y tiemblan ligeramente. Aclaro mi garganta y

respiro hondo mientras digo hola.

—Hola —suelto.

Me sonríe y asiente mientras se acerca un poco más.

—¿Estás lista? —pregunta con voz tranquila.

Levanto un dedo hacia él en señal de que necesito un minuto. Me sonríe y asiente en

conformidad. Me apresuro hacia el pasillo y agarro mi chaqueta del perchero. Me la

coloco y cuando me giro hacia la puerta, veo a Rachel parada en la entrada, hablando

sin reservas con Dalton.

Empiezo a caminar hacia ellos cuando escucho a mi tío gritarme desde la sala. Suspiro

mientras me dirijo allí.

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Está sentado en su silla gris favorita al lado de la ventana, con el control remoto en

una mano y una cerveza en la otra. Mi tía Jen está recostada en el maltrecho sofá y

casualmente está leyendo el último número de la revista People.

—Bichito, por favor ten cuidado esta noche y no dejes que ese tonto se aproveche

de ti.

Me sonrojo por sus palabras y dejo caer la cabeza mientras afirmo.

—De acuerdo —digo en voz baja.

Jen arroja su revista sobre el sofá mientras se levanta y camina hacia mí. Es una mujer

muy atractiva, con su cabello rubio, sus brillantes ojos azules y es fácil darse cuenta

de donde ha sacado Rachel su parecido. Jen siempre viste de forma casual, con

vaqueros y camisetas, pero siempre se ve espectacular. Me sonreía mientras me

alcanzaba y sujetaba por los codos.

—Pásalo muy bien.

Sonrío por sus amables palabras y mientras dejo el salón, veo la mirada de mi tío con

los ojos abiertos como platos.

Vuelvo al pasillo para ver como Rachel sigue hablando con Dalton. Me acerco a ella y

la miro a los ojos informándole que es mi cita.

—Estoy lista —digo, pasándola y empujándola.

Salimos a la húmeda y fría noche y Dalton me sorprende cuando coloca su mano en

la parte baja de mi espalda. Me conduce hacia su coche, me abre la puerta y me

desliza dentro. Me siento en los asientos de cuero y mi corazón empieza a acelerarse

mientras me doy cuenta de lo que estoy haciendo, estoy saliendo con Dalton, el

bellísimo y misterioso chico de ojos que siempre cambian. Se mete en el coche,

arranca y mientras empieza a salir, miro atrás, hacia Rachel, la cual sigue parada en la

entrada. Respiro profundamente y me giro para mirarlo mientras maniobra su

Porsche a través de las calles de Portland.

—Así que, ¿dónde quieres ir? —dice cuando nos detenemos en un semáforo.

Me quedo mirándolo fijamente mientras espera mi respuesta.

—Tú eres el que me ha invitado salir, ¿no has planeado una cita?

Ríe y arruga un poco el puente de la nariz.

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25

—¿Te gustaría cenar? —me pregunta mientras pisa el acelerador.

—Depende, ¿tienes hambre? —pregunto, dejo de mirarlo.

—No tengo hambre de comida; realmente no como en restaurantes.

Me giro para encontrarme con su mirada mientras centra los ojos en los míos.

Sacudo la cabeza porque no tengo ni idea de lo que está diciendo.

—Eso suena... de locos.

Se ríe por mi reacción.

—Sí, probablemente lo sea, ¿quieres comer o no?

Niego con la cabeza.

—No tengo hambre —digo, mientras me muerdo suavemente el labio inferior.

—Está bien, entonces ¿qué quieres hacer?

Mi paciencia con este chico realmente se está agotando. Sí, es deslumbrante, pero

vamos, es un tonto en lo que a hablar con chicas se refiere.

Niego, me temo que esta va a ser una noche muy larga.

—¿Debo recordarte otra vez que fuiste tú el que quería salir conmigo? Realmente no

tengo ganas de enseñarte cómo tener una cita. Si no lo estás sintiendo, por favor da

la vuelta con el coche.

Ríe por mis palabras y después se detiene a un lado de la carretera. Mi corazón se está

acelerando y mi enfado creciendo. Deseo nunca haber aceptado esta cita, este tipo es extraño.

—Soy muy consciente que te pedí salir, pero tienes que saber algo sobre mí, yo no

tengo citas. Así que perdóname si necesito algo de ayuda.

Le frunzo el ceño, no creo lo que está diciendo. ¿Cómo podría un chico como él no

saber cómo tener una cita? Obviamente usa esto como parte de su seducción y no

estoy para nada impresionada.

—¿Realmente esperas que me crea que no tienes citas?

Se ríe otra vez y mi temperamento está ahora a punto de ebullición.

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—No me importa que no te lo creas, pero créete esto, cuando te vi tumbada boca

abajo en el charco, tu apariencia y tu trasero, me atrajeron. Sentí que eras la chica

más misteriosa y guapa que había visto nunca. Necesitaba conocerte y rompí mi

norma de no tener citas para poder pasar tiempo contigo.

Pongo los ojos en blanco y mi cara toma calor, este chico ahora es más raro que

antes y no tengo idea de cómo responderle.

—Apuesto que le dices eso a todas las chicas.

Ahora él pone los ojos en blanco. Se acerca y toma mis manos. Me encojo ante su

contacto helado y necesito preguntarle por qué sus manos siempre están tan frías.

—Tus manos están heladas. —Traga saliva y aparta sus manos de mí. Me siento

como si lo hubiera ofendido, así que trato de poner paz—: Podemos ir a ver una

película si quieres. —Me sonríe y empieza a poner el coche en marcha—. Están

pasando repeticiones de “El resplandor” en el Cineplex.

Me mira con los ojos abiertos como platos.

—¿Te gusta esa película ?

Le frunzo el ceño.

—¿Por qué no? —le contesto bruscamente.

Levanta sus manos en el aire mientras sus labios empiezan a temblar.

—No es una buena película para chicas, ¿no crees?

Lo miro ceñudamente mientras pisa a fondo el acelerador. El coche se lanza hacia

delante y me agarro al apoyabrazos para descansar la mente.

—No me gustan las películas de chicas.

Se vuelve a reír y ahora estoy empezando a enfadarme por sus constantes burlas.

—Lo entiendo, eres rara, pero me gusta eso de ti.

Entrecierro los ojos y mi corazón se derrite cuando me sonríe de regreso. Me

muerdo el labio inferior mientras trato de contener mi rabia.

—Así que cuéntame, ¿qué hay de ti? —pregunto en tono firme e irritado.

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Dalton se agita en su asiento mientras mis palabras flotan en el aire. Parece

incómodo, pero mantengo mi furiosa mirada esperando su respuesta.

—Fui criado en el sur, en Luisiana para ser exactos. Mi familia tenía una plantación y

mi hermano y yo trabajábamos en el campo. Estaba en el ejército y había vivido una

larga, extraña y a veces aburrida vida, pero ahora que nos hemos mudado aquí, siento

que tengo la oportunidad de tener un nuevo comienzo.

Sin saberlo, le estaba sonriendo. Lo miro profundamente a los ojos y me siento

perdida en su mar. Es muy misterioso, pero abierto al mismo tiempo. No tengo

palabras para describirlo, es impresionante.

—¿Puedo preguntarte cuántos años tienes?

Tose despacio y noto que está agarrando el volante muy fuerte. Espero nerviosa su

respuesta.

—Tengo veintidós —dice en voz baja.

—De acuerdo, así que ¿cómo puede ser una larga y aburrida vida? —le espeto. Gira

su cara hacia mí y sus ojos son de color rojo sangre. Sus labios están blancos y están

temblando. Me sobresalto en mi asiento mientras observo su aspecto, parece un

demonio—. Tus ojos —grito.

Bruscamente gira a la derecha y ahora estamos en una calle oscura. Puedo escuchar

su respiración mientras susurra en voz alta en mi oído. Estoy aterrorizada de él y de a

dónde me está llevando. Mis ojos están borrosos y miro fuera lo rápido que se

mueven los árboles que estamos pasando.

Mi corazón da un vuelvo cuando me doy cuenta que me está hablando de los

bosques. Casi no puedo respirar cuando introduce el coche en una pequeña abertura

al borde de los árboles. Apaga el motor y gira su cara hacia mí. Sus ojos tienen su

color normal otra vez, pero no puedo entender por qué habían cambiado en primer

lugar.

Me está mirando y me sobresalto cuando alcanza mi mano. Sus nudillos están

blancos y helados, sus labios temblando y hay un silbido profundo formándose en su

garganta, ¿que está mal con él?

—Quédate quieta, no te muevas, las cosas podrían ponerse feas si lo haces.

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Mi corazón late con fuerza cuando lo veo dejar salir largas y lentas respiraciones. Me

recuesto en mi asiento e intento no mostrar mis intenciones mientras poco a poco

trato alcanzar la manija de la puerta. Mis dedos chocan con la cinta del frío metal y

cuando voy a abrirlo, su brazo me alcanza y tira mi mano de la puerta. Estoy

impresionada de lo rápidas que son sus reacciones y no puedo creer la velocidad de

sus manos. Es como un superhéroe, pero me aterroriza de verdad.

—Dije que no te muevas —gruñe entre dientes. Al instante hago lo que dice, ya que

estoy aterrorizada de sus próximos movimientos—. Lo siento por eso —dice

después de un minuto o dos de lenta respiración. Me tiemblan las manos mientras

cierro los ojos.

—¿Qué eres? —le pregunto con voz agitada.

Exhala y luego me mira, sus ojos tan rojos como el fuego. Salto por la vista, pero esta

vez me obligo a mirarlo. Sus labios son de color blanco y tiemblan más que nunca.

Sus ojos rojos queman a través de mí y cuando sus labios suavemente se separan, veo

dos puñales afilados en su boca. Mi corazón está latiendo tan rápido que creo va a

estallar fuera de mi pecho en cualquier momento. Se acerca y me toca la pierna con

sus helados dedos. Me estremezco, pero me las arreglo para calmarme lo suficiente

para poder oír su explicación.

—Sabes lo que soy —dice en voz baja. Niego con la cabeza, porque lo que estoy

pensando no existe—. Dilo —me urge.

Frunzo el ceño y muevo la cabeza de nuevo.

—No puedo, no existen este tipo de cosas. Lo que creo que eres no es real, sólo

existe en malas películas y libros, no en la vida real.

Se lanza hacia mí, sus ojos rojos arden y cuando separa sus labios, veo los dos puñales

afilados de nuevo, pero esta vez los reconozco como colmillos.

—Soy un vampiro —dice con un profundo gruñido.

Mis ojos están tratando de ajustarse a su apariencia cambiante y estoy sorprendida

porque mi terror está comenzando a desvanecerse. Me está mirando fijamente y sus

labios están temblando de deseo. Sé que es peligroso y me ha dicho que es un

vampiro, pero de alguna manera ahora me atrae más.

Está rebosante de lujuria y deseo, puedo sentir su aliento fresco cosquilleándome la

piel. Quiero que me bese y creo que estoy consiguiéndolo mientras se inclina hacia

Forever yours Deila Longford

Part One Only in Books

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mí. Sus manos aprietan mi cara y sus blancos labios se acercan a los míos. Puedo

oírlo gruñir cuando veo sus ojos rojos. Tengo la garganta seca y no puedo absorber

esta anticipación por más tiempo. Así que muevo mi cabeza a la suya y nuestros

labios se tocan. Me está besando suave, mientras me sostiene en mi posición. Sus

heladas manos envían escalofríos por mi columna vertebral, pero me gusta. Poco a

poco se aleja y me mira mientras pasa la lengua por su labio inferior. Sus ojos se han

vuelto a su color azulado y frío, cuando abre la boca para hablar me doy cuenta que

sus colmillos ya no están.

—Rose —dice en voz baja.

—Sí —le digo, mientras pongo mi mano en su pierna.

Mira mi mano y entonces rueda los ojos quitándola de su piel.

—No me toques, ¿de acuerdo?

Frunzo el ceño y estoy de acuerdo.

—Está bien.

—Tenemos que hablar de esto.

Me acerco, resistiendo el impulso de agarrar su mano.

—¿Qué hay que hablar? Eres un vampiro, es una locura, pero es verdad.

Ladea la cabeza mientras pasa el dedo a lo largo de mi muslo.

—Soy peligroso y no sé si puedo controlar mi sed a tu alrededor.

Asiento mientras tomo en sus palabras, sonrío pero no estoy de acuerdo con ellas.

—No me harías daño.

Se ríe y pasa los dedos por su pelo, peinándolo hacia atrás.

—¿Cómo puedes estar tan tranquila sobre esto? ¿No tienes un millón de preguntas

que te gustaría hacerme?

—Por supuesto que sí, pero quiero llegar a conocerte correctamente. No puedo

explicar cómo es la sensación, pero me gustas y sé que es una locura porque acabo de

conocerte, pero es lo que siento. Por favor, no dejes que esta sea la última vez que te

vea.

Forever yours Deila Longford

Part One Only in Books

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Sus ojos parpadean en rojo y se agarra el puente de la nariz mientras trata de respirar

a través de su hambre. Me acerco y trato de poner mi mano en la suya, pero la toma

primero.

—¿No me tienes miedo?

—No, es raro porque antes lo tenía, pero ahora que sé la verdad, y no estoy

asustada. —Junto mis labios ya que no puedo creer las palabras que salieron de mi

boca.

Acaba de decirlo y me demostró que es un peligroso vampiro y aquí estoy, intrigada.

La gente como él y los vampiros no deben existir en el mundo real, son de ficción,

hechos en películas y libros, no vivos, respirantes, impresionantes chicos en su forma.

No puedo creer que esto es cierto, pero algo dentro me grita que lo es. Desde hace

meses se han producido ataques inexplicables y robos misteriosos en los hospitales

locales, pero los ataques fueron atribuidos a los animales y los robos siguen siendo

un misterio.

Cuando miro a Dalton en la luz de la luna, no puedo evitar preguntarme si es el

culpable de todos los ataques.

—Eres una loca, chica rara, pero me tienes intrigado.

No puedo contener mi sonrisa mientras sus palabras permanecen en el aire que nos

rodea.

—¿Realmente eres un vampiro? —le pregunto con voz agitada. Exhala y ahora mi

curiosidad se dispara—. ¿Cómo puedes respirar, si técnicamente estás muerto?

Se ríe de mi pregunta.

—Mi cuerpo funciona con bastante normalidad.

Sacudo la cabeza con incredulidad. Estoy muy curiosa por saber más acerca de ser un

vampiro.

—¿Puedes contarme?

Se acomoda en el asiento y extiende sus manos sobre mi regazo. Está pasando

suavemente sus dedos por mi muslo y estoy empezando a sentirme un poco

incómoda, pero no quiero que se detenga. La frescura de su piel hormiguea en la mía

y no quiero que esa sensación se vaya. Mientras lo miro, me siento conectada a él y

quiero saber más sobre su vida de vampiro.

Forever yours Deila Longford

Part One Only in Books

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—Tengo una gran fuerza, puedo ver por millas y escuchar el más leve ruido como un

altavoz. Duermo y tomo café, pero me alimento de sangre humana.

Me muerdo el labio mientras capto sus palabras y necesito saber más.

—¿Cuántos años tienes? —Se ríe y coloca su mano sobre mi pecho.

Mi corazón empieza a latir rápido con su helado toque.

—He tenido veintidós por ciento sesenta y cinco años.

—Guau —es todo lo que puedo decir.

—Rose, sé que recién nos conocemos, pero hay algo de ti que me atrae y no he

podido dejar de pensarte. Nunca me he sentido de esa manera, por nada ni nadie. Sé

que lo que estoy a punto de preguntarle es demasiado, pero necesario que guardes

mi secreto. No le puedes decir a nadie que soy un vampiro, ¿harías eso por mí?

Me fascinan sus labios.

—Si lo hago, ¿qué recibo a cambio?

Se ríe.

—¿Cómo te sientes acerca de pasar algún tiempo conmigo, como mi… amiga?

—¿Amigos? —digo en tono sarcástico, levantando una ceja.

—No tengo novias, lo siento, pero esa es mi regla número uno y nunca la rompo.

Te puedo ofrecer amistad y alguien con quien beber, si es suficiente para ti, entonces

soy todo tuyo.

Considero sus palabras y estoy un poco molesta, pero no estoy en condiciones de

discutir y de verdad no quiero perderlo, así que estoy de acuerdo.

—Es un acuerdo.

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Part One Only in Books

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Capítulo 4

Traducido por val_mar, EtziadeIngle & TsuParthenopadeus

Corregido por EtziadeIngle, Amalfii & Meellc

Dos semanas han pasado desde que Dalton me dijo de su oscuro secreto y cada uno

de esos días los pase con él. Hemos hablado sobre todo y estoy realmente

disfrutando conocerlo. Me ha dicho que antes de ser un vampiro, él y su hermano,

Nicholas, vivieron en Luisiana con sus padres. Luchó en las guerras civiles y me dijo

que amaba su pequeña, pero satisfactoria vida en la plantación. Todavía no le

pregunté cómo se convirtió o quién lo convirtió, supongo que estoy asustada de su

respuesta.

Cuando estoy con él, no veo al depredador que dice ser, veo una amable, cariñosa,

divertida y muy encantadora persona. Todavía no he visto su lado vampiro, porque

siempre se alimenta antes de que pasemos el rato. Cuando miro dentro de sus

profundos ojos azules, trato de imaginar qué está pasando en su cabeza.

Nunca puedo estar cien por ciento segura de que no está sediento de mi sangre, pero

de alguna manera me gusta el peligro y la urgencia que trae el pensamiento. Su

existencia es fascinante y me encanta que sea un inmortal. Cualquier otra chica se iría

corriendo, pero yo no.

Adoro el tiempo que pasamos juntos en la oscuridad de las noches de Portland.

Puede salir a la luz del sol, pero prefiere la noche. Escala hasta la ventana de mi

habitación y me escapo, sin hacer un ruido, sobre sus hombros. Siempre me pone

dentro de su coche y entonces aceleramos en la noche.

Es muy respetuoso, mantiene su distancia, pero algunas veces mi deseo domina e

incito el primer beso. Sus labios son helados, excepto cuando bebe café, la cafeína

calienta su cuerpo, así no está demasiado frío. No puedo mentir y decir que no me

asusta, pero algo en sus ojos me confirma que nunca me lastimaría.

Forever yours Deila Longford

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—¡Rose! —escucho a Rachel gritar desde la sala, su voz es urgente y bastante

ensordecedora. Rápidamente termino mi café y me apresuro al salón.

Cuando entro, Rachel está parada frente a la televisión, sus manos colocadas

firmemente en sus caderas y su cabello dorado cuelga perdido alrededor de sus

hombros. Camino hacia ella, intentando ver lo que está puesto en la televisión. Se da

cuenta de mi presencia y se gira para enfrentarme, sus ojos están furiosos, pero lucen

asustados al mismo tiempo. Sus labios están blancos y sus manos sacudiéndose

ligeramente en sus caderas. La miro preocupada, preguntándome que la tiene tan

agitada.

—¿Has visto esto? —dice mientras señala la televisión.

Desplazo mi mirada lejos de ella, concentrándome en las noticias de última hora. Mi

corazón empieza a acelerarse cuando escucho a la presentadora de noticias. Ella está

divagando acerca de un ataque a una adolescente, pero aún no entiendo por qué

Rachel está tan nerviosa. Los ataques son un acontecimiento regular aquí en

Portland, cada semana hay algún grupo de adolescente en las noticias, metiéndose en

peleas y siendo arrestados porque bebieron demasiado en la última fiesta.

Sacudo la cabeza mientras miro a Rachel y no puedo entender por qué está tan

afectada.

—¿Qué es lo que se supone que tengo que estar viendo? Algunos chicos en una

pelea, ¿otra vez?

Estrecha sus ojos y baja el volumen, pero dejándolo lo suficientemente alto para

poder seguir escuchando. Se voltea y me encara, suspirando mientras comienza a

hablar.

—Una chica fue atacada y asesinada. —Mi corazón empieza a acelerarse, esto

normalmente no sucede. Rachel comienza a llorar, tomo su mano y la llevo al sofá.

Se hunde en los cojines y entonces su cabeza cae en su regazo. Centro mi atención

en ella, se nota que está muy conmocionada y alterada por las noticias. Coloco mi

mano en su delgada espalda mientras intento confortarla.

—¿Qué ocurrió exactamente? —pregunto en un tono tranquilizador.

Voltea su cabeza al respaldo del sofá, sus ojos están enturbiados y rojos, y sus mejillas

están manchadas de lágrimas.

Forever yours Deila Longford

Part One Only in Books

34

—Dijeron que ella estaba paseando a su perro y nunca regresó a casa. Su mamá salió

a buscarla, y la encontró tirada en una zanja, su garganta estaba rasgada y la sangre

estaba fluyendo por la calle

Mi corazón se hundió en los pozos del infierno, ¿qué si Dalton era el culpable? Trato

de no mostrar mi miedo y ansiedad mientras los ojos.

—¿Dijeron quién fue el responsable?

Negó a mi pregunta y entonces volvió a llorar.

—No, dijeron que era algún tipo de animal. Rose, estoy asustada, esa chica iba a mi

escuela. Me sentaba junto a ella en historia y ahora está… muerta. —Se lanza a mis

brazos y me obligo a sostenerla. Sus lágrimas están mojando mi camiseta y su cabello

esta picando en mi cuello. La aprieto, como si necesitara sentir su calor corporal

junto al mío.

Mi mente está navegando en un millón de pensamientos y ahora estoy aterrorizada

y temiendo mi noche con Dalton. No puedo alejar mis temores de que él es culpable

de esto. Nunca le he preguntado sobre sus métodos de alimentación, siempre estuve

muy asustada de su respuesta. Pero estos nuevos acontecimientos van a forzarme a

hacer esa temida pregunta, ¿qué hace para alimentarse? Jovencitas, animales, bolsas

de sangre, esos pasan por mi cabeza y por primera vez desde que me llevó a los

bosques, estoy asustada. No sé de lo que es capaz y quizá debería alejarme, antes de

que sea demasiado tarde.

Con Rachel aferrada a mí y sus lágrimas humedeciendo mi ropa, me siento su

protectora. Nunca podría vivir conmigo misma si algo le hubiera pasado; necesito

advertirle para que se quede en casa. Me alejo de ella y suavemente limpia sus ojos

con su manga mientras aleja su mirada. Mi corazón está golpeteando y estoy

tratando duro de no mostrar mis emociones.

—Escúchame, necesitas permanecer en casa. Si es un animal el que está ahí afuera,

entonces Dios sabe de lo que es capaz.

Asiente de acuerdo y salta del sofá, yo caigo de vuelta por su repentino movimiento

y la miro salir de la sala, sorbiéndose la nariz mientras camina.

Cuando está fuera de mi vista, alcanzo dentro de mi bolsillo y saco mi teléfono.

Busco entre mis contactos hasta que encuentro el número de Dalton. Dudo por unos

momentos y me asusto cuando el teléfono empieza a sonar con una molesta

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Part One Only in Books

35

melodía. Mi corazón está sacudiéndose y mis rodillas están temblando en tanto

considero responder su llamada. Muerdo mi labio mientras cedo y deslizo responder.

—Rose —dice con voz desesperada.

Mi doloroso deseo por él arde mientras su voz suena en mis oídos, pero mi cabeza se

mantiene despejada, mi miedo regresa.

—Sí —digo en tono firme.

—¿Has visto las noticias?

Mi garganta se seca ante sus palabras, ¿va a confesar que fue él? Me levanto del sillón

y corro a la puerta, la cierro de golpe ya que no quiero que Rachel escuche mi

conversación. No sé cómo podría reaccionar a las noticias acerca de Dalton e incluso

si le quisiera decir, no podría, porque le prometí a él que guardaría su secreto. Sé que

es peligroso, pero hay algo que me hace preocuparme por él. Quiero conocerlo más

y lo necesito en mi vida, sé que es loco, pero así es como me he estado sintiendo

desde el primer momento que puse mis ojos en él. Me introdujo en su vida con sólo

una mirada y ahora estoy aterrada porque ha revelado que es un vampiro. Tal vez me

encontraba en un sueño las últimas dos semanas, en negación y no queriendo

afrontar la verdad. Pero ahora, con el ataque a una chica inocente, estoy obligada a

afrontar la verdad.

—Tu voz me dice que has visto las noticias o que quizás estás detrás de la historia —

digo en un firme, sarcástico tono. Puedo escuchar su respiración, ahora es más

pesada que antes y hay un gruñido escapando de su garganta.

—Este no es momento para tus observaciones inteligentes, por favor escúchame.

—¿Por qué debería? Por lo que sé eres el que atacó y asesinó a esa chica.

—¡ROSE! —grita. Salto ante el sonido y atiendo a su explicación—. Lo siento por

levantar la voz, pero necesito que me escuches, ¿está bien?

Suspiro y me muevo a la ventana, corro la vieja cortina de malla para poder ver la

calle.

—Estoy escuchando —digo derrotada.

—El ataque a la chica es perturbador, pero no tuve nada que ver.

—Si no fuiste tú, ¿entonces quién fue? —dejo salir.

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36

El teléfono queda en silencio y puedo escuchar movimiento, seguido del sonido de

su coche. Miro el reloj cuando me doy cuenta que está conduciendo, usualmente no

sale a esta hora del día y no puedo ayudar pero me pregunto a dónde va. Centro mi

atención de vuelta a la llamada, mientras empieza a hablar en su suave acento sureño.

—No estoy seguro, pero tengo algunas ideas de quién podría ser.

—¿Nicholas? —pregunto bruscamente. Puedo escucharlo suspirar, mi mente está

corriendo. No he conocido a Nicholas, pero me ha llenado de sus payasadas. Es tres

años mayor que él, bueno al menos lo era cuando eran humanos. A diferencia de

Dalton que dice que ser un vampiro es una maldición, Nicholas lo disfruta y no

quisiera ser de otra manera.

—Tal vez. Como dije, no sé con seguridad, pero lo apostaría. Escucha Rose, ¿dónde

estás en este momento?

—Estoy en casa, ¿por qué? —Mi corazón comienza a martillar cuando presiono mi

mano contra la ventana. Puedo escuchar el rugido de un motor y el chirrido de

neumáticos, no me toma mucho imaginar que allá afuera esta Dalton. Miro al

exterior, escuchando el sonido acercarse, y ahí está él. Veo el coche rojo estacionado

enfrente de mi pequeña casa y mi corazón está ahora en mi boca, ya que no sé lo

que quiere. Nunca lo veo durante el día y el temor que no había tenido antes, está

lentamente haciendo su camino ahora. Puedo verlo mirándome a través de la

ventanilla de su coche y sacudo la cabeza cuando encuentro su mirada.

—¿Vas a salir? —dice, con esperanza en su voz.

—¿Por qué no entras?

Ríe por mis palabras y entonces me sopla un beso y poco a poco me ruborizo por su

acción.

—¿Eso fue una invitación? —dice con voz suave. Niego y veo la puerta de su coche

abrirse. Da un paso afuera, con su teléfono pegado a su oído. No puedo dejar de

sonreírle, es tan hermoso y como un Dios. Empieza lentamente a caminar en mi

dirección, vistiendo sus descoloridos vaqueros azules y una sudadera negra. Sacudo la

cabeza mientras sonríe con su sonrisa perversa. Sus labios se alzan en las esquinas,

ajusta sus ojos en mi rostro—. Luces hermosa, sabes que no puedo resistir tu

grandiosa sonrisa. —Me ruborizo, apartando un cabello perdido lejos de mi cara, le

sonrío. Sus ojos encuentran los míos y frunce los labios de nuevo, como si fuera a

besarme a través del vidrio.

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37

Niego y hago lentamente mi camino al pasillo. Abro la puerta frente y me paro en el

marco, con mi teléfono aún apretado a mi oído. Puedo escuchar los pasos de Dalton

y entonces está parado frente a mí, conservando su distancia porque no lo he

invitado a pasar. Sus labios esta blancos con deseo y no puedo ayudar, pero me

pregunto si está… ¿hambriento? ¿Está con esos ojos porque piensa que mi sangre

sabría bien? ¿Tiene hambre para morder mi piel y alimentarse? Esos pensamientos

nunca antes entraron en mi cabeza, pero ahora esto es todo en lo que puedo pensar.

Rápidamente cuelgo y pongo el teléfono en el bolsillo trasero de mis vaqueros.

Dalton hace lo mismo y da unos pasos cerca. Sus cejas se presionan juntas mientras

mis labios se separan para dejar salir mis palabras.

—¿Te he dicho alguna vez que estás completamente desarrollado, un macho alfa, un

cretino?

Dalton explota en carcajadas por mis palabras y se mueve más cerca, extendiendo su

mano para que dé un paso fuera, al helado día. Jadeo mientras mi piel colisiona con

la suya y cuando sus dedos se entrelazan con los míos, mi corazón pega un brinco.

Me atrae en su dirección y descansa su mano en mi hombro. Alzo los ojos a su roja

mirada y trato de retroceder.

Niega con la cabeza y pausadamente cierra los ojos, tomando firmes respiraciones

para sobreponerse a su deseo. Estoy, con su mano interpuesta en mi hombro,

esperando que sus ojos se abran y encuentren mi mirada.

No se abren y me conmociono cuando siento su mano moviéndose sobre mi pecho.

Sus dedos presionan contra mi camiseta y suavemente tiemblo por su toque. Aún

está inhalando firmemente y tengo que preguntarle qué demonios está haciendo.

—Dalton… —No consigo completar la frase cuando mueve su otra mano sobre mis

labios. Estoy congelada, esperando que reaccione. Su mano ahora está presionando

en mi pecho y su rostro a centímetros del mío. Cuando se aferra a mí, mi corazón

comienza a palpitar fuerte y veo cambiar su expresión, mi ritmo cardíaco aumenta.

Sus ojos se sacuden abiertos y son una profundo carmesí, respiro pesadamente

mientras veo su demoníaca mirada.

—Puedo sentir tu corazón bombeando sangre a tus venas. —Su voz es profunda y

pequeña.

Me aparto en shock. Nunca me ha dicho algo como esto y ahora estoy aterrorizada

de sus acciones. Se mueve más cerca, agarrando mi brazo para poder mantenerme en

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38

mi posición. Su helada mano aferrando mi muñeca, pero de algún modo consigo

escapar. Corro de vuelta a la casa y suspiro cuando sé que no puede lastimarme, no

ha sido invitado y eso significa que no puede entrar a mi casa.

Pongo mis manos en mis caderas mientras trato de recuperar el aliento, sus ojos

regresan a su tono azul, pero eso no modifica mis temores.

—¿Qué pasó? —digo con voz asustada.

Dalton se acerca a la entrada y retrocedo un poco. Estrecho los ojos, mientras

introduce sus manos en los bolsillos delanteros de su sudadera. Suavemente exhala y

trata de explicar su extraño comportamiento.

—Lo siento, me distraje… por tu belleza, mi deseo por tu sangre casi me sobrepasa.

—Mis ojos saltan en mi cabeza ante su confesión, tiene sed de mi sangre. ¿Cómo

puedo estar a su alrededor sabiendo que quiere rasgar mi garganta? Sacudo la cabeza

y azoto la puerta en su cara—. Rose —lo escucho gritar a través de la pesada, puerta

de roble. Paso mis dedos por mi cabello y corro a la habitación de Rachel y abro la

puerta.

Sonrío cuando la veo recostada en su cama, con los audífonos puestos.

Se quita uno mientras me pregunta qué estoy haciendo.

—¿Qué pasa? —dice tono alegre, le sonrío de nuevo y estoy aliviada de que no haya

notado a Dalton aquí.

Le asiento y le vuelvo a asegurar que todo está bien.

—Nada, sólo viendo que estés bien —digo en tono suave.

Me da una media sonrisa, esa es mi señal para que me vaya y salgo al pasillo.

Aprieto el puente de mi nariz mientras hago el camino de vuelta a la puerta. La abro

y me sorprendo cuando lo veo parado en el mismo lugar. Sus ojos son de un tono

azul claro, y sus cejas están juntas mientras respira suavemente. Me observa hasta que

encuentro su mirada.

—Rose, lo siento —suplica mientras me apoyo en el marco de la puerta, cruzo los

brazos en mi pecho y respondo:

—Me asustaste hasta el infierno, ¿qué demonios fue eso? —pregunto en un tono

urgente.

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Se acerca a mí y extiende su mano para que la tome. Ruedo los ojos ante su oferta y

suspira mientras regresa su mano y la mete en el bolsillo.

—Te explicaré todo, pero no puedo hacerlo aquí. Por favor ven conmigo, no te

lastimaré, lo prometo.

¿Cómo se atreve a pensar que voy a ir con él después de lo que intentó hacer? ¿Está

loco o cree que yo lo estoy? Le frunzo el ceño y comienzo a considerar todas las

posibilidades en su propuesta.

—¿En serio? Esperas que entre en ese coche contigo después de lo que intentaste

hacer, ¿eh? —Se acerca y su rostro queda a centímetros del mío. Me apoyo contra la

puerta para aclarar mi mente y entonces encuentro su mirada.

Sus labios están blancos y tiemblan, sus manos son inestables al pasar sus dedos por

su cabello dorado. Contengo mi sonrisa ante su suspiro, siento que puedo ceder en

algún momento.

—Sé que es difícil para ti creerme, pero no puedes decir que no he sido respetuoso.

Por favor toma mi mano y te llevaré a un lugar donde podamos estar solos.

Mi mente corre y no puedo pensar correctamente, ¿qué haré? ¿Le creo o cierro la

puerta y le digo que no regrese nunca?

Mi cabeza esta diciéndome que corra, pero mi corazón y mi deseo de besarlo está

gritando que confíe en él. Me ha dicho muchas veces que no quiere una novia, y

siento que he estado en negación sobre eso desde que las palabras salieron de sus

labios. Cuando me mira, sé que siente algo, aun cuando trata de ocultarlo. Sé que se

preocupa, aunque haya dicho que ser un vampiro hace que no le importe nada ni

nadie. Se mueve de lugar en lugar cuando se levantan sospechas de que no se está

haciendo viejo, sus días se pasan en la oscuridad, mientras evita los rayos de sol a

toda costa. Odia la sensación del calor en su piel y desprecia la vida insignificante que

llevan los humanos.

Pero si todo eso fuera verdad y no le importáramos, entonces, ¿por qué está parado

en mi puerta rogando que lo perdone? Si yo no le importara o mi vida, entonces

sólo rasgaría mi piel y se alimentaría, no pasaría tiempo conmigo, llevándome al cine

e incluso llevándome a comer a un restaurante cuando él no come. Simplemente

me mataría o me olvidaría. No me haría creer que sus palabras son ciertas. No voy a

renunciar.

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Quiero que pasemos tiempo juntos, me preocupo por él, tengo sentimientos que no

puedo explicar y sé que si me da la oportunidad, puedo hacerlo sentir de la misma

forma.

—Si confío en ti, no tiene que haber secretos. Quiero saber por qué tus ojos

cambian de color y por qué tus labios se ponen blancos cuando estás cerca de mí.

Sonríe y saca la mano del bolsillo. La extiende y tomo una respiración profunda

mientras pongo mi mano en la suya. Sus dedos helados se envuelven en los míos y

mi corazón revolotea ante su toque.

Doy un paso fuera y tiemblo un poco por la helada temperatura.

Se da cuenta y con un rápido movimiento se quita su sudadera. La pune sobre mi

cabeza y sonrío ante el dulce gesto cuando la suave tela choca contra mi piel. Sonrío

más mientras inhalo la esencia almizclada de su colonia.

Me sonríe también mientras se queda en el frío usando nada más que una simple

camiseta blanca y desgastados vaqueros. De repente me siento culpable por quitarle

su sudadera y se la devuelvo.

—Puedo ir y tomar mi chaqueta, debes estar congelándote —digo, sin darme cuenta

de lo estúpido que sonaba.

Dalton ríe y desliza su brazo alrededor de mi hombro mientras me conduce a su

coche. Me ubico en el asiento del pasajero, y él está en el asiento del conductor antes

que tenga tiempo de respirar. Hace rugir el motor de Porsche y me deslizo en mi

asiento mientras la velocidad sigue subiendo. Aceleramos a través de calles desiertas

en dirección a los bosques.

El camino es sinuoso y tengo que sostenerme al reposabrazos por un poco de paz

mental mientras conduce demasiado rápido alrededor de curvas muy cerradas.

No ha dicho una palabra desde que se subió al coche y me siento incómoda sentada

en silencio, mientras me conduce a algún lugar en el que nunca he estado antes.

Hace una señal a la derecha y giramos hacia un viejo y sucio camino.

Está conduciendo demasiado rápido otra vez y cuando miro fuera de la ventana,

puedo ver que hay una nube de polvo que flota detrás del coche. Me vuelvo para

mirarlo mientras me pregunto dónde vamos, y se encuentra con mi mirada.

—No luzcas tan preocupada, te prometí no herirte.

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Pongo una sonrisa en mis labios mientras lucho contra instinto de gritar y pedirle

que me lleve a casa.

Dalton se agacha y, para mi sorpresa, toma mi mano. Suspiro con su toque y el

miedo vuelve cuando la levanta a su boca. Quiero quitarla, pero me resisto porque

no quiero ofenderlo. Pone mi mano entre sus labios entreabiertos y puedo sentir su

aliento fresco soplando contra de mi piel. Mi temperatura corporal se eleva y mi cara

se sonroja, caliente con deseo. Sus labios acarician mi piel y cierro los ojos ante su

sensual toque.

Besa mi mano alrededor de un minuto, y luego me urge abrir los ojos.

Hay una gran casa blanca situada en medio del área boscosa. Los pinos se mueven

ante el suave viento. El porche de la casa se extiende por todo el camino hasta el otro

lado, y hay una mecedora y un columpio en el medio. Hay rosas enredadas en las

paredes y campanas de viento colgadas de las vigas. Sonrío ante la impresionante casa

y me giro hacia él. Le pregunto por qué estamos aquí.

—¿Qué es este lugar? —pregunto.

Me sonríe y sale por la puerta, cinco segundos después está parado de mi lado,

dándome su mano para ayudarme a salir. La tomo y tropiezo mientras trato de pisar.

Larga una carcajada y envuelve su brazo en mi cintura mientras me conduce a través

del sucio camino hacia la puerta de entrada de la casa. Abre la puerta con un gesto y

nos apresuramos a entrar.

Miro alrededor y veo que la casa está completamente amueblada; fotos de una vieja

pareja cuelgan de las paredes.

Le frunzo el ceño mientras comienzo a entrar en pánico.

—¿A quién pertenece esta casa? Sé que no es tuya por el estilo y las fotos.

El largo sofá está polvoriento y hay telarañas colgando del candelabro. Hay jarrones

con flores muertas sobre la gran chimenea y toso suavemente por el polvo.

Dalton camina hacia la chimenea y cruza los brazos mientras encuentra mi mirada.

—¿Importa a quien le pertenece? —dice en tono firme. Ruedo los ojos y me acerco.

Sus brazos caen a los lados y chupa sus labios. Mi corazón y labios están ardiendo de

deseo, quiero que me bese, he esperado mucho por su toque y ahora me siento

desesperada por tener sus labios en los míos.

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Se inclina más cerca y es como si pudiera leer mi mente cuando me besa. Su beso

empieza lento y tierno, pero como la pasión aumenta, sus labios se endurecen y se

hacen más firmes. Me empuja hacia su pecho en un movimiento y jadeo por aire

mientras desliza sus manos por mi cintura. Clavo mis uñas en su helada piel y luego

mi mano se desliza hacia su cabello, mientras sus labios se quedan en los míos.

Con un suave movimiento me guía hacia el polvoriento sofá.

Mi cabello está por todos lados y sus labios están arrastrándose a través de mi mejilla

hasta llegar a mi cuello. Trago por aire cuando siento sus dagas en mi piel. Sus ojos

están ardiendo con rojo deseo y sus labios están temblando, mientras trata de resistir

la tentación de mi sangre.

Su cuerpo se cierne sobre el mío y mis manos están en su espalda, mientras desliza

sus labios en los míos. Me derrito ante su beso, pero retrocede y susurra:

—Quiero besarte hasta que tus labios estén entumecidos y luego quiero probar tu

sangre.

Mi corazón late rápido con su confesión y me sorprendo a mí misma cuando se lo

permito:

—Entonces hazlo.

Sacude su cabeza y me besa otra vez, pero con menos fuerza que antes. Cae sobre mi

cuerpo y chillo cuando sus afilados huesos chocan con los míos. Se incorpora ante

mi reacción, con ojos todavía rojos de deseo, apoya su brazo sobre el cojín del sofá y

sostiene su peso sobre su brazo. Suspiro cuando su cuerpo deja de aplastarme y

pongo mis manos en ambos lados de su cara. Pone su frente contra la mía mientras

me habla:

—Estoy hambriento, no me he alimentado en tres días y necesito sangre.

Mi corazón se acelera mientras siento su dolor. Toco su piel con mi dedo y tomo la

decisión que he estado temiendo desde que me dijo que era un vampiro.

—Aliméntate de mí —susurro.

Me mira a los ojos y sacude la cabeza ante mi sugerencia.

—No puedo. Deseo tu sangre y no sé si pueda detenerme.

Sonrío mientras mis suposiciones son confirmadas. Se preocupa por mí.

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Tomo su cara firmemente mientras intento persuadirlo de que se alimente de mí.

Quiero ayudarlo, es de locos, pero confío en él.

—Sí lo harás, aliméntate de mí, quiero ayudarte —digo, mientras muevo mis labios

a los suyos. Lo siento sonreír y me besa firmemente.

Me quita la sudadera y la tira al piso. Sus labios están derritiéndose en los míos y sus

manos se deslizan por mi cabello. Jadeo por aire mientras toma mi pierna y recuesta

sobre el sofá. Mis mejillas están calientes de pasión y mi corazón acelerado, mientras

desliza gentilmente su mano sobre mi estómago, tocando cada centímetro de mi

cuerpo hasta detenerse en mi cuello.

Suavemente pasa su dedo por el hueso de mi cuello y pone sus labios sobre los míos

otra vez. Mi mente está volando y mis piernas están débiles. Apenas puedo ver y no

puedo respirar mientras espero que se alimente.

Mueve sus labios lejos de los míos y me mira a los ojos mientras su boca se abre

suavemente. Exhala y me sonríe.

—¿Estás segura que quieres que haga esto?

Entrecierro los ojos y acerco su cabeza a la mía. Pego mis labios a los suyos y me

libero.

—Sí, hazlo, ahora —suplico.

Su sonrisa cae y sus labios se vuelven rojos, mis nervios se disparan y estoy

aterrorizada, pero sé que está sufriendo y quiero ayudarlo.

Desliza su mano por la base de mi cuello y aleja mi cabello de mi piel. Descanza su

cabeza contra mi cuello y me estremezco cuando su helada lengua choca contra mi

piel. Besa gentilmente mi cuello y cierro los ojos mientras temo por sus colmillos.

Me besa otra vez, se detiene por un pequeño momento y luego hunde sus colmillos

en mi piel.

Mis ojos se sacuden abiertos por el pinchazo y no puedo respirar mientras siento la

sangre siendo drenada de mi cuerpo. Su succión es gentil al principio, pero luego su

fuerza se vuelve ligeramente firme mientras prueba más sangre. El pinchazo ha

pasado y ahora un placer abrumador ha remplazado al incómodo dolor. Me siento

conectada a él mientras se alimenta de mi sangre y no puedo controlar mi deseo

mientras agarro su cabeza, presionando sus colmillos mas fuerte en mi piel. Su

respiración se vuelve pesada y hay un profundo gruñido formándose en su gargante.

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Mis ojos se cierran mientras drena más sangre y mis manos se deslizan a su espalda.

Lo estoy poniendo más cerca, no quiero que se mueva, sé que me esta agotando,

pero el placer vale el dolor.

Me siento deslizarme dentro de un placentero coma y mis ojos se abren con fastidio

cuando lo siento sacar sus colmillos de mi cuello. Sus ojos son rojos y profundos y

hay un pequeño hilo de sangre en sus labios. Pasa su lengua y la sangre ha

desaparecido.

Lo miro a través de mis pesandos ojos y cuando encuentra mi mirada, se me quita de

encima y me mira desde su pocición en el sofá. Sus ojos están de vuelta a su color

normal y sus labios tiemblan mientras me mira.

—¿Qué he hecho? —dice, señalando mi cuello.

Lentamente me siento y descanzo mi pezada cabeza contra el cojin. Me siento débil

y temblorosa y la piel alrededor de mi cuello duele cuando la toco suavenmente con

mi dedo. Volteo hacia él y mis ojos están muy pesados cuando lo miro.

—Estoy bien —digo con voz débil.

Dalton sacude su cabeza y con un suave movimiento, me carga en sus brazos,

llevándome lentamente hasta el coche. Cuidadosamente me acomoda dentro,

prende el motor y acelera por el mugriento camino.

Me mira, quitando sus ojos del camino.

—¿Tienes frío? —pregunta, mientras se estira por la calefacción del coche.

Asiento. Me estoy congelando.

Prende la calefacción al máximo y toma el volante tan fuerte que temo que se rompa

en dos. Las llantas del coche chillan mientras chocan con el pavimento del camino y

tengo que sostenerme del reposabrazos antes de poder sentarme derecha.

El velocímetro está subiendo y lo mínimo es cien kilómetros por hora. Mi corazón

está latiendo muy rápido mientras empuja su pie más abajo en el acelerador. Caigo

otra vez en mi asiento, mientras el aire caliente de las rejillas choca con mi mejilla. El

coche gira bruscamente en la esquina y me volteo hacia Dalton, rogándole que baje

la velocidad.

—Baja la velocidad —grito mientras el coche flota alrededor de una peligrosa curva y

casi choca contra un árbol.

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Daton gira el volante y el coche se posiciona en el carril otra vez. Brevemente suspiro

con alivio y giro mi pesada cabeza en su dirección. Me estiro y tomo su mano, pero

rudamente empuja su mano lejos de la mía, y tengo que sostener mis lágrimas ante

su reacción.

—No me toques. Soy veneno, Rose —dice en una oscura y profunda voz.

Sacudo la cabeza mientras me inclino hacia el reposabrazos del centro y lo miro.

—No eres veneno, por favor, mírame —digo, mientras estiro mi mano hacia él.

Sacude su cabeza y frunzo el ceño con ira—. ¿Qué está mal? Háblame —ruego.

—¿Quieres saber que está mal? Me alimenté de ti, eso es lo que está mal.

Sacudo mis puños con frustración, ¿por qué está actuando de esta forma? ¿Por qué

está tan enojado consigo mismo por alimentarse de mí? No puedo entenderlo, es un

rompecabezas al que le falta la última pieza y no tengo el poder de resolverlo.

—Dices que no tienes sentimientos y que la vida de un humano no significa nada. Si

eso es verdad, entonces, ¿por qué estás tan enojado por alimentarte de mí?

Se aprieta el puente de la nariz y me mira con esos ojos azules y maravillosos. Miro

dentro de ellos mientras espero su respuesta.

—No me… importa, pero estuvo mal alimentarme de ti. Me aproveché de tus

sentimientos y soy un montruo que te ha marcado con estos colmillos.

Nerviosamente, empujo mi cabello lejos de mi cara mientras empiezo a pelear contra

él y sus quejas.

—No creo que no te preocupes por mí. Lo vi en tus ojos cuando me besaste. Sientes

algo por mí, si no lo hicieras, entonces estaría muerta ahora mismo.

Gruñe y salto cuando golpea el volante con frustración. El ruido es ensordecedor y

suelto un grito cuando el coche se deliza por el camino dentro de la zanja mas

cercana, gira y finalmente se detiene. Dejo salir una respiración profunda mientras

me limpio el frío sudor que se ha formado en mi frente. Dalton aprieta el volante,

respirando pesado hasta que finalmente encuentra mi mirada.

—No tengo sentimientos por ti, cuando nos conocimos te dije que no iba a hacerte

mi novia. ¿Por qué no me cres? ¿Necesito probartelo?

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La rabia se está construyendo en mi gargante y me siento a punto de explotar, sé que

se preocupa por mí. Sólo necesita soltar sus sentimientos y aceptar el hecho de que es

capaz de preocuparse.

—Todo lo que quiero probar es que te preocupas por mí. Cuando miro tus ojos

veo… compasión. Sé que si sueltas tus sentimientos, entonces podemos ser algo.

Ríe fuerte y ahora estoy más enojada que antes.

—¿Qué ves cuando me miras?

Me sonrojo. ¿Es una pregunta capciosa? Ya debería saber que tengo sentimientos por

él, así que ¿por qué me avergüenza con esta pregunta? Me desplazo lentamente en mi

asiento mientras noto sus ojos quemándome. Me volteo para no mirarlo, pero

agarra mi cara firmemente con su helada mano. Inclina mi barbilla hacia atrás así que

lo estoy viendo directamente a los ojos.

—Veo a Dalton, el hermoso y encantador chico por el que estoy loca.

Suelta una risita y empuja mi cara lejos, como si estuviera enojado conmigo. Me

siento terrible, rechazada y sola. Descanzo mi hombro contra el marco de la puerta

mientras me siento exhausta y débil. Cierro los ojos y mi cabeza choca contra el

vidrio de la ventanilla, mis ojos se abren por un segundo y luego se cierran. Puedo

sentir su fría mano tocando mi rostro y luego su ronca voz.

—Rose —exclama.

Por dentro estoy sonriendo ya que ahora sé que si le importa. Puedo sentirme

deslizándome dentro y fuera de la conciencia, pero estoy vagamente conciente de su

mano. Está acariciando cada parte de mi cuerpo mientras trata de despertarme, pero

mis ojos se mantienen firmemente cerrados. Siento su mano en mi nuca, empujando

mi cabeza hacia adelante. Mi cuerpo está inerte y no tengo control sobre mis brazos

o piernas, me siento débil y sin fuerza mientras toca mi rostro. Su mano helada está

pellizcando mis mejillas y luego puedo sentirlas cerca de mis ojos. Permanecen

cerrados y ahí es cuando siento sus dedos helados abriendo mi boca. Coloca su

muñeca cerca de mi boca, y mientras mis labios se cierran alrededor de su piel, puedo

sentir algo húmedo.

El metálico líquido está bajando por mi garganta y casi me ahogo. Mis ojos se

sacuden al abrirse y rápidamente jadeo por aire, envolviendo mis brazos alrededor de

su cuella.

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Me sostiene por un segundo y luego me aleja. Sus manos permanecen unidas a cada

lado de mi cabeza, sus ojos se estrechan y se ve como si enfocarse fuera realmente

difícil. Mientras sus ojos están en los míos, observo un pedazo de su muñeca y estoy

sorprendida cuando veo que su piel está manchada con sangre. Sacudo la cabeza con

confusión y estabiliza mis movimientos sosteniéndome firme. Presiono mis labios

juntos y el sabor metálico ahora es más poderoso.

Mientras miro su muñeca y siento el húmedo líquido en mis labios, me doy cuenta

que me alimentó con su sangre.

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Capítulo 5

Traducido por Lina Loops♥

Corregido por Gaz

—¿Acabas de alimentarme con tu sangre? —digo en voz baja.

Dalton presiona sus labios y luego hace rugir el motor del coche. Me mira mientras

empuja el pie en el pedal y me siento incómoda, pero revitalizada. Estaba débil, no

podía ver o mantener los ojos abiertos, ahora me siento como yo. No estoy cansada

o débil, sólo un poco dolorida por golpear mi cabeza contra el vidrio de la ventanilla.

Sacudo la cabeza con incredulidad, me ha alimentado con su sangre, y de alguna

manera me salvó. Podía sentir cómo me iba y él me sanó, y dice que no le importo.

Mi mente está corriendo con tantos pensamientos, mientras conduce en silencio

demasiado rápido. Miro por la ventana y me asusto cuando veo que nos estamos

acercando a mi casa. Sé que una vez que detenga el coche, se irá y tendré que

enfrentar la ira de mi tío George. Salí sin decirle dónde iba y ahora es más de

medianoche y tengo dos heridas punzantes en el cuello. ¿Cómo voy a explicarle esto?

Dalton detiene el coche frente a mi casa, apaga el motor y se vuelve hacia mí. Sus

ojos son de color azul y no puedo evitar sonreír mientras me pierdo en su belleza. Su

pelo rubio está desordenado en todas direcciones. Sus labios son una profunda

sombra de manchas rojas de sangre y están ligeramente separados. Su fuerte

mandíbula se tensa bajo su piel mientras me mira, y siento que está torturado,

vulnerable y solitario.

Extiendo mi mano hacia él, pero niega con la cabeza mi oferta. La retiro y enredo

mis dos manos en mi regazo. Dejo escapar un suspiro cuando siento su mano

moverse a través de mi cuello. Sus fríos dedos se sienten bien contra la quemadura de

mis heridas y cierro los ojos ante el deseo de su toque. Mueve sus dedos lejos de mi

cuello y se deslizan a través de mi pelo castaño. Tenso mis ojos de placer y sonrío

cuando su mano roza mi mejilla. —

—Eres tan hermosa —susurra con voz grave.

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Mis ojos se sacuden y enfoco mis retinas en las suyas. Su profunda mirada es tensa y

ardiente, lo necesito. Me extiendo y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello. Se

acobarda ante mi tacto, empujándome lejos al principio, pero luego se adentra en mi

afecto y sonrío cuando envuelve sus brazos a mi alrededor. Sus frías manos se

deslizan a lo largo de mi espalda y puedo oírlo inhalando mi olor mientras nuestros

cuerpos se tocan. Descanso mi barbilla en su hombro mientras susurra en mi oído:

—Nunca podría sobrevivir si algo te sucediera.

Me aprieta más cerca y mis brazos empiezan a doler por la presión. Las lágrimas

comienzan a fluir de mis ojos y mi corazón revolotea. Se preocupa por mí, no quiere

que me pase nada, se preocupa por mí y mi vida humana. Siempre supe que tenía

algún tipo de sentimiento, pero ahora con su toque y sus palabras, sé que se

preocupa profundamente por mí.

Me aparto de él y me mira con aquellos azules y sorprendentes ojos. Pone su mano

sobre mi pecho y salto ligeramente por la helada temperatura.

—Tu frecuencia cardíaca es baja, necesito quedarme contigo esta noche.

Me muerdo el labio inferior cuando esas palabras salen de sus labios.

—No entiendo —le digo con voz confusa.

Exhala y presiona más su mano en mi pecho.

—Estabas yéndote y tuve que alimentarte con mi sangre. Pero tu ritmo cardíaco está

empezando a caer, tengo que estar contigo, porque... —Cu voz se desvanece en

medio de la frase y estrecho mis ojos con confusión.

Niego con la cabeza a sus cortadas respuestas. Quiere quedarse conmigo, pero quiere

que lo invite a entrar. No puedo hacer eso, no voy a poner a mi tío y la vida de su

familia en peligro y de todos modos, ¿qué le diría a George? “Ah, Dalton se queda

conmigo esta noche”. No lo creo. Mi tío tendría un ataque al corazón si supiera que

está durmiendo en mi cuarto.

—No puedes quedarte conmigo, mi tío nunca lo permitiría.

Se inclina hacia adelante y apoya su frente en la mía. Toma una respiración profunda

y centra su mirada en la mía.

—Si mueres con mi sangre en tu sistema, entonces te convertirás en un vampiro. No

te puedo dejar sola conociendo ese riesgo. Por favor, deja que me quede contigo.

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50

Salto hacia atrás horrorizada. No puedo morir, no puedo ser un vampiro.

Abro la puerta y corro hacia la oscura noche. Me apresuro a la puerta principal y

empujo para abrirla con un rápido movimiento. Camino por el pasillo hasta la sala de

estar, tirando mi cabello sobre mis heridas. Mi tío está sentado en su silla favorita,

tomando una cerveza y viendo el último partido por cable. Se ve realmente tranquilo

mientras come y mientras abro la boca para hablar, me temo que la paz pueda

desaparecer cuando me vea.

—George —digo con voz dulce. Al instante se da la vuelta y me enfrenta, dejando la

televisión mientras sus ojos se encuentran con los míos. No se ve enojado, sólo

decepcionado, y eso es mucho peor, de todos modos.

—¿Dónde has estado? —exclama.

Cambio mi peso de un pie a otro mientras pienso una respuesta.

—Estaba con Dalton, la película se retrasó y luego tuvimos algunos problemas con el

coche. Siento no haber llamado —digo mientras le dedico una sonrisa.

Niega con la cabeza y me da el visto bueno.

—No dejes que suceda de nuevo, bichito.

Le doy mi sonrisa incómoda y huyo a lo largo del pasillo y subo las escaleras. Voy

corriendo a mi habitación y me lanzo boca abajo sobre la cama, quitándome las

zapatillas en el proceso. Mi cabeza se apoya en la almohada y todo mi cuerpo salta

cuando escucho un golpe en la ventana.

Poco a poco me levanto de la cama y me dirijo allí. Aparto las cortinas y me

sorprendo cuando veo que Dalton se encuentra en el gran árbol de roble, que se

extiende por todo el jardín. Me mira y toca el puente de su nariz mientras me indica

que abra la ventana. Suspiro y sigo sus órdenes. Con seguridad abro mis ventanas,

sabiendo que no puede entrar sin invitación. Se inclina hacia delante y sus ojos

queman a través de mí. Doy un paso hacia atrás mientras empieza a suplicarme que

lo deje entrar.

—Rose, por favor invítame, quiero abrazarte, ¿me dejarías hacer eso?

Exhalo y cada hueso de mi cuerpo está gritando que lo deje entrar. Mis labios están

hambrientos de su frío beso y la piel esta hormigueando ante el pensamiento de sus

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heladas manos envueltas a mi alrededor. Considero mis opciones durante un breve

momento y me apresuro hacia la ventana y pongo mis ojos en los suyos.

—Dalton, ¿te gustaría entrar?

Sonríe y salta por la ventana a toda velocidad. Me alejo un poco mientras toca el

suelo. Nos miramos a los ojos por lo que parece una eternidad y luego a

regañadientes alejo mi mirada. Me apresuro a mi armario y saco un par de pantalones

cortos y una camiseta gris de gran tamaño. Me quieto la camiseta y sonrío cuando

siento sus ojos escanearme. Me coloco la otra y me vuelvo hacia él, mientras

desabrocho mis vaqueros. Me mira con ojos muy abiertos y hambrientos labios. Le

doy mi sonrisa incómoda y le pido un poco de intimidad.

—Necesito un minuto —digo, mis mejillas empezando a ruborizarse. Sus labios se

elevan y ahora está sonriéndome totalmente. Mis mejillas están ardiendo mientras se

acerca más.

—No voy a mirar, lo prometo —dice en tono perverso.

Frunzo los labios, me sonríe y se aleja. Rápidamente me bajo los pantalones y los

reemplazo por mis pantalones cortos. Pongo mi cabello en un moño suelto y luego

me dirijo a mi cama. Me tiro sobre ella, con mi pesada cabeza y un agotamiento

abrumador arrastrándose sobre mí. Me deslizo debajo de las sábanas con mis ojos

medio cerrados, pero se abren cuando lo veo caminando hacia la cama. Me mira, con

preocupación y amabilidad llenando sus profundos ojos azules. Se inclina a mi nivel y

coloca su mano sobre mi frente, me estremezco ante su toque, pero extiendo mi

mano y la coloco sobre su pecho. Tiembla y brevemente cierra los ojos mientras

exhala suavemente.

—Voy a dormir en la silla —dice mientras mira hacia mi silla de cuero duro. Me

sonríe y comienza a alejarse. Extiendo mi brazo y agarro un puñado de su camiseta

blanca. Se sacude hacia delante, mientras detiene sus pasos. Me levanto lentamente

sin poner mis ojos en él mientras lo hago.

—Quédate conmigo —le digo cuando me deslizo a un lado y le hago un espacio.

Rueda los ojos ante mi oferta y niega con la cabeza mientras se posiciona

cuidadosamente sobre la cama. Estira las piernas y descansa la cabeza en mi almohada

púrpura. Sus ojos se mueven a los míos y sonrío cuando extiende el brazo para que

me acurruque junto a su cuerpo. Tomo su oferta, me acurruco más en su frío pecho

y me estremezco un poco. Puedo oírlo respirar lentamente, así que descanso mi

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cabeza en su pecho, ya que quiero disfrutar del sonido. Su mano me acaricia el

hombro y su barbilla está descansando en mi cabeza. Aspiro su olor, una

combinación de colonia almizclada y licor. Mis ojos se cierran mientras sus dedos de

deslizan a lo largo de mi brazo y dejo escapar un suave gruñido por su afecto. Con su

cuerpo tan cerca del mío, quiero y deseo su beso. Abro los ojos y los fijo en él, mis

labios se abren y luego le pregunto por su beso prohibido.

—Bésame.

Niega con la cabeza y luego sonríe. Sonrío y espero con paciencia sus labios. Coloca

su mano en la parte posterior de mi cabeza y me tira de modo que nuestros rostros

están a solo un milímetro de distancia. Su aliento fresco sopla en mi cara y mis labios

comienzan a temblar de emoción. Se inclina hacia mí, haciendo una pausa antes que

nuestros labios se toquen.

—Vas a ser mi muerte, señorita Rose.

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Sobre el autor

Deila Longford es una joven escritora escocesa, que siempre soñaba con ser una

autora reconocida y que sus libros fueran leídos por personas de todo el mundo. En

2011, Deila finalmente comenzó a escribir su primera novela, Three Thousand Miles To You. Y en 2013 publicó la saga Forever Yours.

Deila vive en una casa de campo en Escocia, siente pasión por la lectura y obviamente

por la escritura.

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