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Los perros de la guerra Frederick Forsyth

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  • Los perros de la guerra Frederick Forsyth

  • Frederick Forsyth Los perros de la guerra

    2

    Para Giorgio, y Christian y Schlee

    Y Big Marc y Black Johnny y los otros de las tumbas sin nombre.

    Al menos, lo intentamos.

  • Frederick Forsyth Los perros de la guerra

    3

    NDICE

    PRIMERA PARTE La Montaa de Cristal ......................................... 4 SEGUNDA PARTE Los Cien Das ...................................................... 36 TERCERA PARTE La Gran Matanza ............................................... 76 EPLOGO .............................................................................................. 86

  • Frederick Forsyth Los perros de la guerra

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    PRIMERA PARTE

    La Montaa de Cristal

    CAPTULO 1

    AQUELLA noche no brillaban sobre la pista de aterrizaje en la espesura ni la luna ni las estrellas, y slo la oscuridad del Africa Occidental envolva a los dispersos grupos de personas como un terciopelo hmedo y caliente. Un techo de nubes se tenda sobre las copas de los rboles, y los hombres, expectantes, rezaban para que siguiesen protegindoles de los bombarderos.

    El viejo DC-4 que haba conseguido aterrizar gracias a las luces de posicin, que solamente permanecieron encendidas durante quince segundos, vir al final de la pista y continu ciego y asmtico hacia las chozas de palmas entretejidas.

    Los cinco hombres blancos que se hallaban agazapados en un Land-Rover situado entre dos chozas observaron atenta y silenciosamente la inesperada llegada, y un mismo pensamiento cruz por sus mentes: si no lograban escapar de aquel enclave que se desmoronaba antes que las fuerzas federales avanzasen unos pocos kilmetros, su muerte era segura. Eran los ltimos de los mercenarios que haban luchado a sueldo por el bando derrotado.

    El piloto detuvo el avin a unos veinte metros de un Constellation aparcado en la explanada y salt a tierra. Inmediatamente se acerc a l un africano, y despus de conversar en voz baja ambos se dirigieron hacia un grupo de hombres al borde del bosque de palmeras. El grupo les abri paso hasta que el piloto estuvo frente a frente del hombre que se hallaba en el centro; incluso en aquella oscuridad, levemente iluminada por la lumbre de los cigarrillos, el piloto reconoci al hombre que buscaba.

    Soy el capitn Van Cleef dijo el piloto en un ingls con acento sudafricano.

    El africano asinti al reconocerle y su barba cepill el pecho de su uniforme de campaa.

    Esta noche es peligroso volar, capitn dijo secamente, y un poco tarde para traer ms suministros. O acaso ha venido por los nios?

    Hablaba despacio, con voz grave, y su acento era ms propio de un ingls educado en un buen colegio, como as era, que de un africano.

    He venido a buscarle a usted, seor. Si quiere venir, claro.

    Ya entiendo. Sigue usted instrucciones de su gobierno?

    No contest Van Cleef. Fue idea ma.

    El hombre barbudo asinti lentamente.

    Le agradezco mucho que se haya embarcado en tan peligroso viaje, pero ya tengo transporte. Estoy esperando que aquel Constellation me lleve al exilio.

    Van Cleef sinti que se le quitaba un peso de encima, pues no saba lo que haba sucedido si hubiese regresado a Libreville con el general.

    Entonces esperar hasta que se haya marchado dijo el piloto, sintiendo ganas de estrechar la mano del general; pero se limit a dar media vuelta y regresar a su avin.

    Por qu har un sudafricano una cosa as, general? pregunt uno de los negros rompiendo un prolongado silencio.

  • Frederick Forsyth Los perros de la guerra

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    El general esboz una sonrisa.

    No creo que lo comprendamos nunca dijo mientras encenda un cigarrillo cuyo resplandor destac claramente los rasgos de una cara ya conocida en medio mundo.

    El general segua manteniendo su autoridad a pesar de hallarse en el umbral de un exilio que, estaba seguro de ello, sera solitario y humillante. Durante dos aos y medio, a veces slo por obra y gracia de su fuerte personalidad, haba mantenido unidos a millones de compatriotas acosados y hambrientos pero irreductibles. Sus enemigos le negaban autoridad, pero pocos de los que haban estado all dudaban de ella. Incluso en la derrota, cuando su automvil cruz la ltima aldea anterior a la pista de aterrizaje, las gentes se alineaban al lado de los cenagosos caminos para testimoniarle su lealtad. Y ahora ese hombre, al que el gobierno federal quera ver muerto antes del amanecer, hua ante el temor de que su pueblo sufriese mucho peores represalias si se quedaba. Al lado del general y empequeecido por la estatura de este se encontraba su fiel consejero, el doctor Okoye. El profesor haba decidido esconderse en la espesura hasta que pasase la primera ola de terror, y de acuerdo con el general esperar seis meses antes de intentar cualquier contacto.

    Los mercenarios blancos del Land-Rover miraban al piloto que regresaba a su avin.

    Debe ser el sudafricano dijo el jefe, que se encontraba sentado junto al conductor, un joven negro con insignias de teniente. Janni dijo volvindose hacia el asiento de atrs, acrcate y pregntale si tiene sitio para nosotros. Un hombre alto y huesudo, con uniforme de paracaidista, salt de la parte de atrs del vehculo ponindose la boina. Y consguelo! aadi su jefe. Porque si no nos vamos en ese cacharro nos van a hacer picadillo.

    Janni se dirigi hacia el DC-4 sin que el piloto le oyera acercarse.

    Naand, meneer.

    Van Cleef se volvi rpidamente al or hablar en afrikaans, y al ver la estatura de su interlocutor y la insignia con la calavera y las tibias que llevaba en el hombro izquierdo pregunt cautelosamente:

    Naand. Jy Afrikaans?

    El desconocido asinti.

    Jan Dupree dijo alargando la mano.

    Kobus van Cleef respondi el aviador, estrechndosela.

    Waargaan-jy nou? Pregunt Dupree

    A Libreville, en cuanto termine de cargar. Y usted?

    Janni sonri.

    Mis compaeros y yo estamos en un atolladero; si los federales nos encuentran, nos apiolan. Puede usted ayudarnos a salir de aqu?

    Cuntos son?

    Cinco.

    Van Cleef, como buen mercenario, no lo dud. Quienes estn fuera de la ley, muchas veces se necesitan mutuamente.

    Suban a bordo rpidamente. Nos iremos en cuanto despegue el Constellation.

    Dupree hizo un gesto de agradecimiento y corri hacia el Land-Rover.

    Todo arreglado dijo. Pero tenemos que darnos prisa.

    Est bien. Dejad ah atrs la ferretera dijo el jefe. Luego se volvi hacia el oficial negro sentado al volante. Tenemos que irnos, Patrick. Llvate el Land-Rover y vulcalo; entierra las armas y marca el sitio. Ocltate despus en la selva y deja de luchar. Entendido? El joven teniente asinti tristemente. Me temo que todo ha terminado, Patrick aadi el mercenario cariosamente.

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    Quiz contest el teniente mirando hacia el grupo que, al lado del Constellation, se despeda del general y sus acompaantes. Pero mientras l viva, no olvidaremos. Ahora se marcha por razones de seguridad, pero sigue siendo el jefe. No diremos nada, pero recordaremos.

    Cuando el Land-Rover gir y comenz a alejarse, los mercenarios blancos gritaron sus adioses y se dirigieron luego hacia el DC-4.

    En el momento en que su jefe se dispona a seguirles, dos monjas salieron muy agitadas de la espesura.

    Comandante dijo una de ellas.

    El mercenario se volvi y reconoci a la jefe de enfermeras de un hospital que ayudara a evacuar unos meses antes.

    Hermana Mary Joseph! Qu est haciendo aqu?

    La monja le cogi de la manga y comenz a hablar vehementemente.

    El mercenario asinti.

    Voy a intentarlo. Pero no le prometo nada. Despus de hablar con el piloto sudafricano, regres junto a las monjas. Dice que s, hermana, pero tienen que darse prisa.

    Dios le bendiga dijo la hermana Mary Joseph. Despus dio unas rdenes a su compaera, y esta corri hacia el DC-4 y subi por la escalerilla de la cola. La hermana Mary Joseph volvi presurosa al bosque de palmeras y regres seguida por una fila de hombres, cada uno de los cuales llevaba en los brazos un envoltorio que fueron entregando a la joven monja del avin. El copiloto la observ mientras depositaba los tres primeros bultos en el suelo del DC-4 y luego empez a ayudarla malhumorado.

    Dios le bendiga musit la monjita.

    Uno de los envoltorios solt un chorro de excremento en el uniforme del copiloto.

    Maldita sea! dijo el aviador sin dejar de trabajar.

    Una vez solo, el jefe de los mercenarios se acerc al Constellation, cuya escalerilla comenzaba a subir el general.

    Venga, comandante Shannon grit alguien.

    El general se volvi, y aun en aquel momento consigui sonrer.

    Quiere venir con nosotros, Shannon?

    Shannon salud militarmente, y el general contest en la misma forma.

    Muchas gracias, seor, pero ya tenemos transporte. Slo quera despedirme.

    S, me temo que todo ha terminado, al menos por unos aos. No me acostumbro a la idea de que mi pueblo vivir eternamente en la esclavitud. Por cierto, le han pagado todo lo convenido?

    S, seor, nos han pagado todo. Muchas gracias.

    Bueno, entonces adis. Y muchas gracias a ustedes por todo lo que han hecho. El general extendi la mano y Shannon se la estrech.

    Los muchachos y yo hemos estado hablando, seor. Si... si algn da nos necesitara, volveremos todos.

    La noche est llena de sorpresas dijo lentamente el general. La mitad de mis principales consejeros y todos los ricos se estn pasando al enemigo para congraciarse con l. Gracias por su ofrecimiento, seor Shannon. Y qu harn ustedes ahora?

    Tendremos que buscar trabajo.

    Otra vez a combatir, comandante Shannon?

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    Otra vez, seor.

    El general solt una risita.

    Y el espritu de Csar gritar Matanza! y desencadenar los perros de la guerra susurr.

    Cmo?

    Un pasaje de Shakespeare, seor Shannon. Bueno, no debo hacer esperar al piloto. Adis otra vez y... buena suerte.

    Shannon dio un paso atrs y salud por ltima vez.

    Buena suerte, seor grit. La va a necesitar murmur casi para s mismo.

    Cuando Shannon subi al DC-4, las hlices giraban ya. Tan pronto como el Constellation desapareci entre las nubes, Van Cleef hizo despegar al avin. Durante ms de una hora no permiti encender las luces de la cabina y trat de ocultarse entre las nubes para evitar que algn MIG le descubriese a la luz de la luna.

    Slo cuando se intern en el golfo permiti encender las luces, y estas pusieron de relieve una escena dantesca. El suelo del avin se hallaba cubierto de cochambrosas mantas, cuyo anterior contenido yaca retorcindose a ambas bandas del DC-4: cuarenta niitos depauperados, marchitos y deformados por la desnutricin, entre los que se movan las dos monjas. Los mercenarios miraban de soslayo a sus compaeros de pasaje. Era algo que ya haban visto antes en el Congo, en el Yemen, en Katanga, en el Sudn. Siempre la misma historia, siempre nios famlicos, y, como siempre, nada podan hacer.

    Las luces de la cabina permitieron que los mercenarios se vieran claramente por primera vez desde la puesta de sol. Los uniformes estaban sucios de sudor y tierra roja, y las caras aparecan demacradas por la fatiga.

    El jefe se recost contra la pared de la cabina. Su nombre era Carlo Alfred Thomas Shannon, tena treinta y tres aos y llevaba el rubio cabello corto y desigualmente rapado. Cat Shannon haba nacido en Tyrone, en el Ulster, pero su estancia en una buena escuela inglesa haba borrado cualquier rastro del acento de Irlanda del Norte. Despus de servir en la Infantera de Marina se haba alistado como mercenario en Stanleyville en el Quinto Comando de Mike Hoare. Al marchar Hoare se uni a Robert Denard, particip dos aos ms tarde en el motn de Stanleyville y acompa a Jack el Negro Schramme en la larga marcha hacia Bukavu. Despus de ser repatriado por la Cruz Roja se ofreci como voluntario para la guerra africana que ahora acababa de terminar y en la que haba mandado su propio batalln; pero cuando lo hizo ya era demasiado tarde para vencer.

    Mientras el DC-4 mosconeaba, Shannon pas revista al ltimo ao y medio y calcul sobre su incierto futuro, pues no tena la menor idea de dnde podra encontrar trabajo.

    A la izquierda de Shannon iba sentado el que era sin disputa el mejor servidor de morteros del norte del Zambeze. Se llamaba Jan Dupree, tena veintiocho aos y haba nacido en Paarl, en la provincia de El Cabo. Su afilada cara, dominada por una ganchuda nariz, estaba ms demacrada de lo normal.

    Al lado de Jan se sentaba despatarrado March Vlaminck, apodado Pequeo Marc por su gran corpulencia. Marc era un flamenco de Ostende, meda uno noventa en calcetines,. si es que se los pona, y pesaba ms de ciento diez kilos. Era el terror de la polica de Ostende y, segn se deca, se poda saber si haba estado de juerga en un bar por el nmero de obreros necesarios para repararlo. Marc era extremadamente til con una bazuca, que manejaba con la misma despreocupada facilidad que un nio un tiragomas.

    Enfrente iba Jean-Baptiste Langarotti, un corso bajo, delgado y de piel olivcea. A los dieciocho aos se haba visto obligado a luchar por Francia en Argelia. Al cumplir veintids se haba pasado a los argelinos, y al fracasar la insurreccin de 1961 decidi ocultarse durante tres aos. Fue capturado finalmente, pas cuatro aos en prisiones francesas, y de su comportamiento en ellas dan fe las heridas recibidas por dos de sus guardianes. En 1968 volvi a quedar en libertad y con un solo temor: la claustrofobia.

    Langarotti haba volado a Africa y conseguido involucrarse en otra guerra, en la que particip con el batalln de Shannon. Su principal pasatiempo era practicar continuamente con el cuchillo, que aprendiera a manejar de nio. En la mueca izquierda llevaba enrollado un ancho suavizador sujeto con dos automticos. En sus momentos de ocio se lo quitaba y lo enrollaba alrededor de su puo izquierdo para ir afilando la hoja de quince centmetros de su cuchillo. Y ese fue su entretenimiento hasta llegar a Libreville.

    Al lado de Langarotti iba el ms viejo del grupo: un alemn de cuarenta aos llamado Kurt Semmler, diseador de la insignia de la unidad de Shannon: una calavera con dos tibias cruzadas. Semmler fue tambin quien

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    limpi de soldados federales un sector de ocho kilmetros, cuya lnea del frente marc con estacas coronadas con las cabezas de los enemigos muertos el da anterior; durante un mes fue el sector ms tranquilo de todos.

    Kurt haba desertado a los diecisiete aos de las Juventudes Hitlerianas y se haba alistado en la Legin Extranjera de Francia. Ocho aos despus ya haba combatido, en Indochina y Argelia como sargento primero del escogido Primer Regimiento Extranjero de Paracaidistas, y a las rdenes del nico hombre a quien respetaba: el legendario comandante le Bras. Al independizarse Argelia se dedic con un antiguo compaero al contrabando en el Mediterrneo, se convirti en un experto marino y gan una fortuna que luego perdi por la traicin de su socio. Al leer en los peridicos que haba una nueva guerra en Africa, sac pasaje y fue admitido en la unidad de Shannon.

    Dos horas antes del amanecer, el DC-4 comenz a sobrevolar el aeropuerto. El silbido de un hombre brotaba entre los lloriqueos de los nios. Era Shannon. Sus colegas saban que tena la costumbre de silbar al comenzar o terminar una accin. Y la meloda era siempre la misma: Spanish Harlem.

    Cuando el avin tom tierra y se detuvo al final de la pista, unos oficiales franceses que conducan un jeep hicieron seas a Van Cleef para que les siguiese, y luego le ordenaron detenerse en la parte ms lejana del aeropuerto, cerca de un grupo de cabaas. A los pocos instantes asom en el interior del avin el clsico quepis de un oficial francs, y este arrug la nariz al percibir el mal olor. El oficial indic a los mercenarios que deban acompaarle, y en cuanto estos estuvieron en tierra, el DC-4 se aproxim al edificio principal, donde enfermeras y doctores de la Cruz Roja esperaban a los nios.

    Los cinco mercenarios esperaron durante una hora, sentados en incmodos asientos en el interior de una choza, hasta que al fin se abri la puerta y entr un comandante de atezada piel y cara adusta, vestido con uniforme tropical y quepis con galn dorado rodeando la visera. Shannon observ aquellos ojos vivos e inquisitivos, las hileras de pasadores que cubran su pecho, y vio que Semmler se pona en pie de un salto y se cuadraba tieso como una bayoneta; no necesitaba ms para comprender que el visitante era el mismsimo le Bras, comandante de la Guardia Republicana de Gabn.

    Le Bras les estrech la mano, habl amistosamente unos momentos con Semmler y luego se dirigi a todos.

    Les alojar cmodamente. Estoy seguro que querrn baarse, comer algo y vestirse de paisano. Pero no deben ustedes salir de su alojamiento hasta que embarquen para Pars. Hay demasiados periodistas en la ciudad y debe evitarse cualquier contacto con ellos.

    Una hora ms tarde los mercenarios se encontraban cmodamente instalados en el ltimo piso del Hotel Gamba. Y all permanecieron cuatro semanas hasta que el inters de la prensa hacia ellos disminuy. Entonces recibieron la visita del capitn ayudante de le Bras.

    Seores, les traigo noticias. Esta noche, a las veintitrs treinta, saldrn para Pars en un vuelo de la Compaa Air Africa.

    Los cinco hombres, ya mortalmente aburridos, prorrumpieron en hurras.

    Un poco antes de las nueve del da siguiente los cinco compaeros se despedan en el aeropuerto de Le Bourget, donde soplaba un fro viento de febrero. Dupree regresara a El Cabo, Semmler a Munich, VIaminck a Ostende y Langarotti a Marsella.

    Los mercenarios acordaron mantenerse en contacto y miraron a Shannon: era su jefe, era l quien deba encontrar un nuevo trabajo, un nuevo contrato, una nueva guerra.

    Me quedar algn tiempo en Pars dijo Cat. Aqu hay ms oportunidades de encontrar trabajo que en Londres.

    De modo que intercambiaron direcciones en listas de correos o bares de confianza y cada uno march por su lado.

    Cuando Shannon sala de la terminal oy que le llamaban con tono poco amistoso. Al volverse y ver quin era el que gritaba frunci el ceo.

    Roux dijo.

    As que ests de vuelta gru el francs.

    S, he vuelto.

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    Pues te dar un consejo dijo Roux. No te quedes aqu. Esta es mi ciudad. Si hay algn contrato, lo negociar yo y tambin elegir a los hombres.

    Shannon, por toda respuesta, se acerc al taxi ms prximo y lanz su maleta al interior. Roux le sigui con la cara enrojecida de ira.

    Escucha, Shannon, te lo advierto...

    El irlands se volvi rpidamente.

    No, eres t el que me va a escuchar. Me quedar en Pars el tiempo que me d la gana. No me diste miedo en el Congo ni me lo das ahora. Vete a la mierda!

    Mientras el taxi se alejaba, Roux le dirigi una mirada de odio y se encamin, murmurando, al aparcamiento en que esperaba su propio coche.

    Dio el contacto, puso la primera velocidad y estuvo unos momentos inmvil, mirando a travs del parabrisas.

    Un da matar a ese bastardo se dijo.

    Pero esta idea no mejor su humor.

    CAPTULO 2

    AQUELLA misma tarde de mediados de febrero, sir James Manson, director y presidente del consejo de la Manson Consolidated Mining Company Limited, se sent en el silln de cuero de su lujoso despacho del piso dcimo y estudi el informe que estaba sobre su mesa. Estaba firmado por el doctor Gordon Chalmers, jefe del Departamento de Investigacin de ManCon, y era un anlisis de las muestras de roca tradas tres semanas antes de la repblica africana de Zangaro por Jack Mulrooney.

    El doctor Chalmers no malgastaba palabras. Mu1rooney haba topado con una montaa de unos seiscientos metros de altitud y novecientos de dimetro en la base; su nombre era Montaa de Cristal y estaba ligeramente separada de una cordillera del mismo nombre. Mulrooney haba trado tonelada y media de rocas grisceas veteadas de cuarzo, y guijo del lecho de los arroyos que rodean la montaa. Las vetas de cuarzo, de poco ms de un centmetro de espesor, contenan pequeas cantidades de estao. Pero lo interesante era la roca en s: repetidas y variadas pruebas haban demostrado que tanto las rocas como el guijo contenan considerables cantidades de platino. Se hallaba presente en todas las muestras y estaba distribuido con bastante equidad. La roca ms rica en platino conocida estaba en las minas de Rustenberg, en Africa del Sur, con una concentracin o grado de 0,25 o, lo que es lo mismo, un cuarto de onza troy1 por tonelada de roca. La concentracin media de las muestras de Mulrooney era de 0,81. Sir James saba que la onza troy de platino estaba a ciento treinta dlares; tambin saba que a causa del hambre creciente de materias primas la onza subira a ciento cincuenta o incluso a doscientos dlares. Sir James hizo sus clculos: la montaa contena aproximadamente doscientos cincuenta millones de metros cbicos de roca. A dos toneladas por metro cbico., pesara unos quinientos millones de toneladas, lo que con un rendimiento mnimo de media onza de platino por tonelada supondra doscientos cincuenta millones de onzas. Aunque el descubrimiento de una nueva fuente de platino hiciese descender su precio a noventa dlares y la situacin de la montaa elevase los costos de extraccin y refinado a cincuenta dlares, an quedara un beneficio de...

    Sir James se recost en la butaca y silb suavemente.

    Dios mo! Una montaa de diez mil millones de dlares!

    El precio del platino est controlado por dos factores: su necesidad en ciertos procesos industriales y su rareza. La produccin mundial conocida, aparte de la acumulada secretamente, pasa de 1,5 millones de onzas troy al ao y procede de tres fuentes principales: Sudfrica, Canad y Rusia, aunque Rusia no coopera con el grupo. A

    1 Onza troy: Medida para gemas y metales preciosos; 12 onzas troy equivalen a una libra

    de peso. (N. del T.)

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    los productores de platino les gustara mantener su precio mundial estable a fin de poder planear a largo plazo inversiones en nuevas minas y equipo sin el temor de que una repentina e importante aparicin de metal hiciera desfondarse el mercado. Los rusos, mediante el almacenamiento de cantidades desconocidas que podran lanzar en cualquier momento, mantienen inquieto el mercado.

    Aunque sir James Manson no negociaba con planito, conoca perfectamente su posicin en el mercado al llegarle el informe de Chalmers y tambin la razn de las grandes compras que las compaas americanas estaban haciendo a Sudfrica; a mediados de la dcada de 1970, Norteamrica necesitara mucho ms platino del que Canad pudiera suministrarle. Dadas las escasas perspectivas de que antes de 1980 se consiguiese dotar a los automviles de un sistema de escape de gases que emplease un metal ms barato, existan grandes probabilidades de que cada automvil norteamericano iba a necesitar una cantidad de platino puro que, en conjunto, tal vez ascendiese a un milln y medio de onzas al ao; es decir, sera necesario doblar la actual produccin mundial. Los americanos no sabran dnde comprarlo, pero sir James s: habran de comprrselo a l. Y con la demanda mundial sobrepasando a la produccin, el precio sera muy interesante.

    Solamente exista un problema. Tena que estar seguro de que l, y solamente l, controlara los derechos de explotacin minera de la Montaa de Cristal.. y el problema era cmo conseguirlo.

    El procedimiento normal sera mostrar el informe al presidente de la repblica y proponerle un pacto secreto por medio del cual ManCon obtuviese los mencionados derechos mineros, el gobierno una clusula de participacin en beneficios, que llenaran sus arcas, y el presidente una sustanciosa cantidad anual que se ingresara en su cuenta en un banco suizo.

    Pero si se llegaba a saber lo que contena la Montaa de Cristal habra tres pases que, sobre todos los dems, querran poseer el control, bien para comenzar la produccin o bien para impedirla a perpetuidad: Sudfrica, Canad y, especialmente, Rusia. Porque la aparicin en el mercado mundial de una nueva y abundante fuente de suministro poda reducir la participacin rusa al nivel de lo superfluo.

    Manson conoca el nombre de Zangaro, pero no saba nada sobre el pas. Sir James apret un botn del intercomunicador.

    Seorita Cooke, hace usted el favor de venir?

    La seorita Cooke entr en el despacho, eficiente y severamente elegante.

    Seorita Cooke, acabo de enterarme que hemos realizado hace poco una pequea prospeccin en Africa... en Zangaro.

    Efectivamente, sir James.

    De modo que est enterada? Entonces quiz sepa quin consigui el permiso gubernamental para el cateo.

    Lo logr el seor Bryant, sir James. Richard Bryant, de Contratos de Ultramar contest la seorita Cooke, que nunca olvidaba lo que oa.

    Supongo que presentara un informe,

    Ese es el procedimiento normal en la compaa.

    Haga el favor de envirmelo, seorita Cooke.

    El informe de Richard Bryant, fechado seis meses antes, indicaba que el cientfico haba volado a Clarence, capital de Zangaro, para entrevistarse con el ministro de Recursos Naturales. Despus de largos chalaneos sobre los honorarios particulares del ministro se haba llegado a un acuerdo para que un representante de ManCon pudiese explorar las Montaas de Cristal en busca de minerales. Eso era todo. La nica indicacin de la clase de pas era la referencia a unos honorarios personales de un ministro corrompido.

    Cuando Manson termin de leer volvi a apretar un botn del intercomunicador.

    Seorita Cooke, quiere decir al seor Bryant que haga el favor de venir? Luego oprimi otro botn. Martin, suba, por favor dijo.

    Dos minutos despus apareci Martin Thorpe, que tena su despacho en el piso noveno. Thorpe no pareca el joven fenmeno financiero protegido por uno de los ms despiadados arribistas de una industria

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    tradicionalmente despiadada, sino el capitn del equipo de rugby de una de las mayores escuelas: simptico, juvenil y bien parecido. Thorpe no se haba educado en ninguna buena escuela ni saba una palabra de deporte, pero poda retener en la memoria durante todo el da las cotizaciones alcanzadas cada hora por las acciones de las numerosas compaas subsidiarias de ManCon. A los veintinueve aos tena muchas ambiciones y estaba resuelto a realizarlas. Su lealtad a ManCon se basaba en su salario excepcionalmente elevado y en la seguridad de que su puesto le permitira aprovechar lo que l llamaba la gran ocasin.

    Al entrar Thorpe en el despacho, sir James ya haba guardado en un cajn el informe de Chalmers y sobre la mesa solamente apareca el de Bryant.

    Martin, necesito que lleve a cabo un trabajo confidencial que quiz le ocupe media noche dijo sin preguntar a Thorpe si tena algn compromiso.

    Naturalmente, sir James. No tengo ninguna cita que no se pueda cancelar por telfono.

    Me alegro. Mire, acabo de recibir este informe. Hace seis ineses, Bryant fue enviado por Contratos de Ultramar a un lugar llamado Zangaro y consigui permiso para explorar una cordillera llamada Montaa de Cristal en busca de depsitos minerales. Lo que ahora quiero saber es: se mencion este informe alguna vez en la junta de directores? Tendr que repasar todas las minutas, y en caso de que encuentre alguna mencin de pasada bajo el ttulo otras operaciones, examine todos los documentos de las juntas de directores desde doce meses atrs. Quiero saber quin autoriz el viaje de Bryant y quin envi a Zangaro a un ingeniero llamado Mulrooney. Y tambin quiero conocer todo lo que haya en el departamento de Personal acerca de Mulrooney. Me ha comprendido?

    S, sir James, pero la seorita Cooke podra hacerlo en media...

    S, podra, pero quiero que lo haga usted. Si es usted el que revisa documentos sobre las juntas o un expediente personal, todos creern que se trata de algo relacionado con finanzas y sern discretos.

    Martin Thorpe comenz a comprender.

    Quiere eso decir que se ha encontrado algo interesante.all abajo?

    No se preocupe por eso y haga lo que le dicho dijo Manson speramente.

    Acaba de llegar el seor Bryant anunci la seorita Cooke.

    Sir James avanz sonriente al encuentro de su empleado.

    Entre, Bryant. Y sintese dijo sealando una butaca.

    Bryant, preguntndose lo que pasaba, pero tranquilizado por el tono de su jefe, se hundi entre los cojines de ante.

    Un trago, Bryant? Espero que no sea demasiado temprano para usted.

    Gracias, sir James. Whisky, por favor.

    Bien dicho. Es mi veneno favorito, as que le acompaar.

    Bryant acababa de recordar una fiesta de la oficina en la que Manson no haba dejado de beber whisky. Mientras su jefe abra un mueblebar y serva los vasos, Bryant se alegr de haberlo recordado. Sir James se acerc con dos vasos de Glenlivet especial.

    Agua o un poco de soda?

    No es doble, verdad? Entonces solo.

    Los dos hombres levantaron sus vasos y saborearon el whisky.

    Acabo de revisar una serie de informes antiguos, Bryant. y he visto uno suyo. Uno sobre... cul es su nombre?... Zangaro?

    S, sir James. Eso fue hace seis meses.

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    Y creo que tuvo usted dificultades con un ministro.

    Pero consegu el permiso de exploracin dijo Bryan sonriendo al recordarlo.

    Ya lo creo que lo consigui! dijo sir James con entusiasmo. Yo tambin sola trabajar as en los viejos tiempos. De verdad que les envidio a ustedes los jvenes que an pueden irse a conseguir contratos con los viejos mtodos. Cuntemelo todo. Es Zangaro un sitio difcil? Manson ocult la cabeza en las sombras y Bryant estaba demasiado a gusto para notar la concentracin de su jefe.

    Tiene razn, sir James. Desde que consigui su independencia hace cinco aos, Zangaro es un matadero que va de mal en peor. Bryant record una frase que haba odo a Manson: La mayora de estas repblicas nuevas han parido unos grupos de poder cuya actuacin les hace indignos de gobernar un basurero.

    El presidente. En realidad es un dictador que se llama Jean Kimba. Segn algunos, venci en las primeras y nicas elecciones empleando el terror y el vud. La mayora de los electores ni siquiera saban lo que era votar. Y ahora ya no necesitan saberlo.

    Es Kimba un hombre duro? pregunt sir James.

    No tan duro como rematadamente loco. Es un megalmano rodeado por tteres que dicen s a todo. Los que caen en su desgracia terminan en las celdas policiales de la poca colonial. Se rumorea que Kimba supervisa personalmente las torturas, pero nadie ha vivido para confirmarlo.

    Hay que ver en qu mundo vivimos, Bryant! Y tiene el mismo derecho a voto en la Asamblea General de la ONU que Inglaterra o Norteamrica. Quines son los consejeros de Kimba?

    Nadie de Zangaro. El dice que le guan las voces divinas. El pueblo cree que posee un poderoso amuleto. Y l lo mantiene en un terror abyecto.

    Y las embajadas?

    La verdad es que, excepto los rusos, todos estn tan aterrorizados como su propio pueblo por este maniaco. Los rusos mantienen una embajada numerossima. Zangaro vende casi toda su produccin a los pesqueros rusos, y los beneficios van a parar casi ntegramente a los bolsillos de Kimba. Naturalmente, los pesqueros rusos son buques espas equipados electrnicamente o nodrizas de submarinos.

    De modo que los rusos tienen fuerza all? Otro whisky?

    La tienen, sir James contest Bryant aceptando otro Glenlivet. Kimba siempre les consulta en materia de poltica exterior. Un comerciante extranjero me dijo que el embajador o un consejero ruso va a palacio casi todos los das.

    Manson se haba enterado ya de lo que quera saber, y cuando Bryant termin su whisky, sir James le despidi con la misma afabilidad con que le recibiera. A las cinco y veinte llam a la seorita Cooke.

    Tenemos un ingeniero que se llama Jack Mulrooney dijo. Quiero verle maana a las diez. Y que el seor Gordon Chalmers est aqu a las doce. Deme tiempo para lle varle a almorzar y reserve una mesa en el Wilton. Diga que me recoja el coche dentro de diez minutos. Eso es todo, muchas gracias. Al salir la seorita Cooke, Manson oprimi otro botn. Simon murmur, puede venir un momento?

    Simon Endean provena de una distinguida familia, era inteligente y educado, pero con la moral de un asesino; para alcanzar sus ambiciones, slo un poco ms modestas que las de Thorpe, necesitaba servir a un hombre como Manson. De momento, la sombra de este le permita tener un piso de seis habitaciones, un Corvette y varias amiguitas.

    Dgame, sir James.

    Simon, maana voy a almorzar con un tipo llamado Gordon Chalmers, jefe del laboratorio de Watford. Deseo un informe completo sobre l. Naturalmente, quiero su expediente personal, pero tambin cualquier otra cosa que logre encontrar; por ejemplo, cmo vive, cules son sus flaquezas y, sobre todo. si necesita urgentemente cantidades de dinero que no pueda cubrir con su sueldo. Telefoneme aqu antes de las doce menos cuarto.

    Sir James Manson nunca se enfrentaba con un hombre, fuese amigo o enemigo, sin conocerle bien. Ms de una vez haba sometido a un adversario por estar mejor preparado. Endean asinti Y sali del despacho.

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    Cuando el RollsRoyce se alej del edificio ManCon, sir James se recost en el asiento y encendi el primer cigarro de la tarde. El chofer le entreg un ejemplar del Evening Standard, y al pasar por la estacin de Charing Cross un prrafo llam la atencin de sir James y en su mente comenz a germinar una idea: Cualquier otro hombre la habra descartado, pero no l: Manson era un pirata del siglo xx y estaba orgulloso de ello. La noticia haca referencia no a Zangaro, pero s a una repblica africana tan oscura como aquella. El titular deca: NUEVO GOLPE DE ESTADO EN UN PAIS AFRICANO.

    CAPTULO 3

    Cuando lleg Manson a las cinco y nueve minutos, Martin Thorpe esperaba ya a su jefe en el antedespacho. Mientras colgaba el abrigo, sir James pregunt:

    Qu ha conseguido averiguar usted, Martin?

    Thorpe abri su libreta y comenz a leer.

    Hace un ao mandamos a un equipo de exploracin a una repblica situada al norte de Zangaro; este equipo iba acompaado por una patrulla de reconocimiento areo alquilada a una compaa francesa. Un da que soplaba un viento de cola ms fuerte de lo previsto por los meteorlogos, el piloto vol varias veces sobre la zona objeto del reconocimiento areo, y hasta que se revelaron las pelculas nadie se dio cuenta de que en todos los vuelos realizados a favor del viento el avin haba rebasado la frontera, penetrando ms de sesenta kilmetros hacia el interior de Zangaro.

    Quin lo descubri? pregunt sir James. La compaa francesa?

    No, los franceses se limitaron a revelar las pelculas. Fue un avispado joven de nuestro equipo el que al examinarlas detenidamente descubri una zona montaosa distinta en cuanto a densidad y tipo de vegetacin, esa clase de variaciones que no se notan sobre el terreno, pero que muestra la fotografa area.

    S cmo pasan esas cosas gru sir James. Contine.

    El joven pas las pelculas a FotoGeologa, y una ampliacin confirm que la vegetacin era distinta en un rea donde haba una eminencia de cerca de seiscientos metros de altitud. El mismo joven identific la cordillera como las Montaas de Cristal, y la eminencia como la que, probablemente, recibi primero el nombre de Montaa de Cristal; inmediatamente envi un informe a Contratos de Ultramar, y el jefe de esta seccin, Willoughby, envi a Bryant a Zangaro.

    A m no me dijo nada coment sir James sentndose tras la mesa.

    Le envi un memorndum, sir James, pero usted se encontraba en Canad. En cuanto Bryant consigui el permiso de Zangaro, el Servicio de Cateo decidi enviar a este pas a Jack Mu1rooney, el cual se encontraba en Ghana. Mulrooney regres hace tres semanas con unas muestras que ahora se encuentran en el laboratorio de Watford.

    Sabe algo de esto la junta de directores? pregunt Manson.

    No afirm Thorpe. He estudiado las minutas de las reuniones de los doce ltimos meses y el informe nunca lleg a esas alturas.

    La satisfaccin de Manson era evidente.

    Es listo Mulrooney? pregunt.

    Como respuesta, Torpe le entreg un informe de Personal.

    En todo caso tiene experiencia gru Manson despus de hojear el expediente Estos veteranos de Africa suelen ser muy perspicaces. Y despus de despedir a Thorpe murmur: Ya veremos lo perspicaz que resulta.

    Manson recibi calurosamente a Mulrooney y orden a la seorita Cooke que les sirviese caf, pues la aficin de Mulrooney a esta infusn figuraba tambin en su expediente.

  • Frederick Forsyth Los perros de la guerra

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    Jack Mulrooney se encontraba fuera de lugar en el lujoso despacho del ltimo piso de un edificio para oficinas de Londres y daba la impresin de que no saba qu hacer con las manos.

    Era la primera vez que se entrevistaba con el capataz, como l le llamaba. Sir James se esforz para que su empleado se sintiese a sus anchas.

    A eso me refiero, amigo le oy decir la seorita Cooke al entrar con el caf. Usted tiene veinticinco aos de experiencia duramente ganada sacando el condenado mineral de la tierra.

    Jack Mulrooney sonrea complacido.

    Al retirarse la seorita Cooke, sir James seal las tacitas de china.

    Mire esas ridiculeces. Antes beba de un tazn y ahora me dan dedalitos. Recuerdo una vez en el Rand

    Mulrooney se qued durante una hora, y al marcharse pensaba que el capataz era un to estupendo a pesar de lo que todos decan. Sir James Manson tambin pensaba que Jack Mulrooney era un to estupendo... para recoger muestras de mineral en los montes sin hacer preguntas.

    Me juego la vida a que hay estao all, sir James haba dicho Mulrooney. Lo que no s es si ser remuneradora su extraccin.

    Sir James le haba dado una palmada en la espalda.

    No se preocupe por eso. Ya lo sabremos en cuanto llegue el informe de Watford. Qu nueva aventura prepara usted ahora?

    No lo s, sir James. Todava me quedan unos das de permiso...

    Lo comprendo dijo sir James sonriendo. Casi le envidio. No, qu demonio, le envidio de verdad. Veremos lo que podemos hacer.

    Lo que Manson hizo fue ordenar a Contabilidad que enviase a Mulrooney un sobresueldo de mil libras. Despus telefone a Servicio de Cateo.

    Qu prospecciones hay programadas? pregunt, y le respondieron que haba una de un ao en un remoto lugar de Kenya. Enven a Mulrooney dijo sir James.

    Luego mir el reloj, y al ver que eran las once cogi el informe sobre Chalmers que le dejara Endean: Premio Extraordinario de la Escuela de Minas de Londres, licenciado en Qumica y Geologa, doctorado antes de los treinta aos, jefe del Departamento de Investigacin de Watford durante los ltimos cuatro aos.

    A las doce menos veinticinco son el telfono privado: era Endean que le llamaba desde Watford. Manson le escuch durante un par de minutos y lanz un gruido de aprobacin.

    Interesante dijo. Ahora vuelva a Londres y prepreme un informe exhaustivo sobre Zangaro. Su historia, geografa, economa, cosechas, mineraloga, poltica, estado de desarrollo. Hay tres cosas de suma importancia: primero, quiero informacin sobre la influencia rusa y china y el ascendiente de los comunistas locales sobre el presidente; segundo, nadie remotamente conectado con el pas debe conocer que estamos investigando, as que no vaya usted en persona; tercero, de ningn modo debe dejar traslucir que acta para ManCon., as es que emplee otro nombre. Se ha enterado? Quiero ese informe dentro de veinte das.

    Sir James llam luego a Thorpe, y este se present al cabo de unos minutos con lo que su jefe deseaba: una copia de una carta.

    El, DOCTOR Gordon Chalmers baj del taxi y al caminar los ltimos metros que le separaban del edificio ManCon vio en un quiosco un cartel del Evening Standard que le indujo a comprar el diario: PADRES DE NIOS THALIDOMIDICOS RECLAMAN URGENTE SOLUCION DEL CASO. La informacin deca que despus de nuevas e interminables negociaciones entre los representantes de los padres de los cuatrocientos y pico nios que haban nacido en Inglaterra deformados por la thalidomida y la compaa responsable de su venta, haban llegado a un punto muerto: las negociaciones se reanudaran ms adelante.

    Los pensamientos de Gordon Chalmers volvieron a la casa que dejara aquella maana; a Peggy, su mujer, que acababa de cumplir treinta aos y representaba cuarenta; y a Margaret, de nueve aos, sin piernas y un solo brazo, necesitada de un par de piernas ortopdicas, y tambin a la casa especialmente construida, cuya hipoteca le

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    estaba costando una fortuna. Al cabo de casi diez aos de ver a padres sin dinero enfrentarse a una poderosa compaa, Gordon Chalmers odiaba a los capitalistas. Diez minutos ms tarde estaba hablando con uno de los ms representativos.

    Me figuro que sospechar por qu le he llamado dijo Manson sin prembulos.

    Efectivamente, sir James. Por el informe sobre la Montaa de Cristal.

    S. Debo decirle que ha hecho muy bien en envirmelo personalmente y en sobre cerrado.

    Chalmers se encogi de hombros. En cuanto descubri lo que contenan las muestras, todo haba sido cuestin de rutina.

    Le voy a hacer dos preguntas y necesito contestaciones categricas dijo sir James. Est usted absolutamente seguro de los resultados?

    Absolutamente. Las muestras han pasado todas las pruebas que existen para detectar la presencia de platino. Adems no he hecho las pruebas sobre cada una de las muestras una sola vez, sino dos. Las conclusiones de mi informe no admiten discusin.

    Sir James asinti con admiracin.

    Sabe alguien ms en el laboratorio el resultado de los anlisis?

    Nadie dijo Chalmers con seguridad. Al llegar las muestras, se embalaron como de costumbre y se almacenaron. Como el informe de Mulrooney afirmaba la presencia de estao, no les di excesiva importancia y puse a trabajar en ellas a un ayudante. Dando por sentado que de contener algo sera estao,

    hizo las pruebas apropiadas para descubrirlo, y al no dar resultado positivo le orden que hiciese otras pruebas, que tambin resultaron negativas. El laboratorio se cierra por la noche, pero yo me qued haciendo otros anlisis, y a medianoche descubr que la muestra de cascajo contena platino. Al da siguiente encargu otro trabajo a mi ayudante y continu yo solo. Haba unos seiscientos sacos de cascajo y unos setecientos kilos de roca recogida por toda la montaa. Hay depsitos en todas partes de la formacin.

    Sir James mir al cientfico fingiendo respetuosa admiracin.

    Es increble. S que a los cientficos no les gusta mostrar su emocin, pero creo que hasta usted debi impresionarse. Esto podr ser una nueva fuente mundial de platino. Sabe cuntas veces sucede eso con un metal precioso? Una vez en la vida!

    Chalmers se haba impresionado con su descubrimiento, pero ahora se limit a encogerse de hombros.

    Por supuesto, ser un buen negocio para ManCon.

    No necesariamente respondi Manson ante el asombro de Chalmers.

    No? pregunt el cientfico. Pero si es una fortuna!

    Una fortuna en la tierra, s contest sir James. Pero depende de quin la consiga. Ver... Djeme explicarle el asunto, doctor... Despus de hablar durante treinta minutos, sir James aadi: De modo que ya ve lo que hay. Si lo anunciamos hay muchas probabilidades de que se lo sirvamos en bandeja a los rusos.

    No puedo cambiar los hechos, sir James dijo Chalmers.

    Por Dios, doctor, naturalmente que no puede! dijo Manson enarcando las cejas horrorizado y mirando seguidamente su reloj. Es casi la una y creo que podramos comer algo.

    Dos botellas de Otes du Rhne con el almuerzo animaron a hablar a Chalmers de su trabajo, su familia y sus opiniones.

    Al tocar el tema de la familia, sir James, aparentemente cohibido, record con cara compungida una reciente aparicin de Chalmers en televisin.

    Perdneme dijo. Hasta ahora no haba recordado lo de su hijita. Qu tragedia!

  • Frederick Forsyth Los perros de la guerra

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    Poco a poco, Chalmers comenz a contar la historia de Margaret.

    Usted no puede comprender dijo de pronto.

    Pero puedo intentarlo dijo sir James suavemente. Yo tambin tengo una hija, aunque es mayor. No s cmo exponerlo continu6 algo cohibido mientras sacaba del bolsillo un papel doblado, pero... bueno, s cunto tiempo y trabajo ha dedicado a nuestra compaa, de suerte que esta maana he dado instrucciones a mi banco.

    Luego entreg a Chalmers la copia de una carta en la que se daban rdenes al director del banco Coutts para que todos los primeros de mes enviase como valores declarados quince billetes de diez libras al domicilio de Gordon Chalmers.

    Gracias dijo Chalmers en voz baja al ver la preocupacin matizada de embarazo que reflejaba el rostro de su jefe.

    Bien, ya hemos hablado bastante de esto; tmese usted un coac dijo sir James descansando su mano en el antebrazo de Chalmers.

    Ya en el taxi, Manson sugiri llevar a Chalmers a la estacin.

    Yo tengo que volver a la oficina para seguir con este asunto de Zangaro y con su informe dijo.

    Qu va usted a hacer con l? pregunt Chalmers.

    La verdad es que no lo s. Lstima que todo vaya a parar a manos extranjeras, que es lo que suceder cuando su informe llegue a Zangaro. Pero no tengo ms remedio que enviar algo.

    Cuando el taxi se acercaba a la estacin se produjo un largo silencio.

    Puedo ayudarle en algo? pregunt Chalmers.

    S dijo sir James midiendo las palabras. Tire las muestras de Mulrooney y destruya las notas; luego haga una copia del informe con una sola diferencia: d a entender que los anlisis prueban la existencia de cantidades marginales de estao de baja graduacin que no pueden explotarse econmicamente. Queme el original y no lo mencione jams. Tiene mi palabra de honor aadi sir James cuando el taxi se detuvo de que cuando cambie la situacin poltica, ManCon presentar oferta para obtener una concesin minera de acuerdo con los procedimientos usuales.

    Chalmers descendi del taxi y mir a su jefe.

    No s s podr lo que me pide , sir james. Tendr que pensarlo.

    Naturalmente asinti sir James . S que es pedirle mucho, pero por qu no habla de ello con su esposa?

    Aquel viernes por la noche, sir James cen en su club con un funcionario del Foreign Office llamado Adrian Goole. Este haba actuado durante la guerra civil de Nigeria como enlace entre el FO y la Comisin de Africa Occidental, de la que sir James era pieza clave. La opinin que la Comisin manifest al FO fue que si Inglaterra ayudaba a los federales, estos venceran rpidamente, y que una rpida victoria era vital para los intereses britnicos en Nigeria. Pero la guerra haba durado treinta meses y ManCon, lo mismo que Shell, British Petroleum y otras compaas, haba sufrido prdidas tremendas.

    Manson despreciaba a Adrian Goole, a quien consideraba un tonto pedante. Y precisamente por eso le haba invitado a cenar. Por eso y porque Goole perteneca al servicio de inteligencia econmica del FO.

    Durante la cena, Goole escuch atentamente las verdades a medias del relato que Manson le haca sobre la Montaa de Cristal. contndole una fbula acerca del estao. Desde luego que el yacimiento era explotable, pero, francamente, le asustaba la influencia de los consejeros rusos sobre el presidente de Zangaro; adems un aumento de riqueza podra fortalecer peligrosamente el poder de Kimba. Y quin poda prever los problemas que entonces creara a Occidente?

    Goole se trag el anzuelo.

    Tiene razn. Es un verdadero dilema. Usted tiene que enviar el anlisis a Zangaro, y el consejero

  • Frederick Forsyth Los perros de la guerra

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    comercial de los rusos seguramente se enterar de que los yacimientos de estao son explotables.

    Y qu puedo hacer? gru sir James.

    Goole se qued pensativo.

    Qu sucedera si el informe redujese a la mitad las cifras del porcentaje de estao por tonelada?

    Bueno, quedara demostrado que la explotacin del yacimiento no sera rentable.

    Podran las muestras proceder de otra zona? Si su empleado hubiera tomado las muestras a dos kilmetros de donde In hizo, podra descender el contenido de estao en un cincuenta por ciento?

    Probablemente s, pero lo hizo donde dice el informe.

    Existe algn testigo? pregunt Goole.

    No. Trabajaba solo.

    Y existen huellas fsicas en el lugar donde trabaj?

    Quizs algunos trozos de roca, pero all no sube nadie dijo Manson. Sabe que es usted condenadamente listo? Camarero, haga el favor de traer otro coac.

    Los dos hombres se despidieron jovialmente cuando salieron de] club.

    Otra cosa dijo el hombre del FO. No diga una palabra de esto. Tendr que archivarlo como confidencial en mi departamento; por lo dems, todo quedar entre usted y el FO.

    Naturalmente dijo Manson.

    Le agradezco mucho que haya juzgado conveniente contrmelo todo. Estar atento a lo que pase en Zangaro, y si se produce algn cambio poltico usted ser el primero en saberlo.

    Sir James hizo una sea a su chfer.

    El primero en saberlo remed burlonamente al arrellanarse en su RollsRoyce camino de Gloucestershire Tienes toda la razn, muchacho, porque ser yo quien inicie ese cambio.

    Una hora ms tarde, Gordon Chalmers, cansado y enfurecido, yaca en el lecho al lado de su mujer.

    No puedo hacerlo deca. No puedo falsificar un informe minero para ayudar a hacer ms dinero a tipos como Manson.

    Y qu te importa? alegaba Peggy Chalmers. Qu importa que sea l o los rusos quienes consigan la concesin? Qu importa que el precio suba o baje? Necesitamos dinero, Gordon. Por favor, haz lo que te pide.

    Est bien dijo finalmente Chalmers. S, lo har.

    Gracias, amor mo dijo Peggy reclinando la cabeza sobre el pecho de su marido. Por favor, no te preocupes. Antes de un mes lo habrs olvidado. Ya vers.

    Diez minutos ms tarde, Peggy dorma agotada por la lucha diaria de baar y acostar a Margaret y por la inslita discusin con su marido. Gordon Chalmers segua despierto en la oscuridad.

    Siempre ganan susurr. Esos canallas siempre ganan.

    A la maana siguiente, sbado, redact un nuevo informe para la Repblica de Zangaro, quem sus notas y tir a la basura las muestras ms comprometedoras.

    Sir James recibi el informe el lunes y lo envi a Contratos De Ultramar. Bryant recibi rdenes de partir al da siguiente a fin de entregar al Ministerio de Recursos Naturales en Clarence, la capital de Zangaro, el informe y una carta en la que la expresaba su pesar por los resultados de los anlisis.

    El martes Jack Mu1rooney volaba hacia Africa, encantado de abandonar Londres y pensando en Kenya. la maleza y la posibilidad de cazar un len.

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    Solo dos hombres saban lo que realmente se ocultaba en el interior de la Montaa de Cristal. Uno haba dado su palabra de guardar silencio y el otro estaba planeando su prxima jugada.

    CAPTULO 4

    Simon Endean entr en el despacho de sir James con una voluminosa carpeta sobre Zangaro.

    Se ha enterado alguien de su nombre o de lo que haca? pregunt Manson mientras encenda un cigarro.

    No sir Jarmes. Emple un seudnimo y dije que estaba en una tesis doctoral sobre el Africa poscolonial.

    Perfecto . Dgame ahora lo esencial y ya leer el informe mas tarde.

    Endean despleg un mapa a gran escala de una seccin de la de Africa Occidental.

    Como puede ver, Zangaro limita al norte y al este con esta repblica, al sur con esta otra y al oeste con el mar. Tiene forma con sus lados ms largos internndose ciento sesenta kilmetros hacia el interior y el ms corto formado por ciento doce de costa. La capital, el puerto de Clarence, est aqu, en el extremo de esta pequea pennsula, corta y ancha, situada en mitad de la costa.

    Detrs de la capital se extiende una llanura costera que es la nica zona cultivada del pas. Tras ella se encuentra el ro Zangaro, que corre de norte a sur y divide al pas en dos partes: una llana y otra montaosa.

    Existen carreteras? pregunt Manson estudiando el mapa.

    Endean explic con entusiasmo:

    Hay una carretera que corre directamente hacia el este a lo largo del espinazo de la pennsula hasta empalmar aqu con la otra carretera principal situada a unos diez kilmetros; el ramal de la izquierda que se dirige hacia la frontera norte es bueno, pero hacia el sur es de tierra y se acaba pronto.

    No hay una carretera a las montaas?

    S ,pero demasiado insignificante para figurar en el mapa. Del ramal norte sale un camino a la derecha que conduce a un desvencijado puente de madera tendido sobre el ro.

    Y esa es la nica va para ir de una mitad del pas a la otra mitad? pregunt Manson asombrado.

    La nica para trfico rodado. Los nativos cruzan el ro en canoas.

    Quienes son los nativos? Qu tribus hay?

    Dos contest Endean. Al este del ro es la regin de los vindu, que viven prcticamente en la edad de piedra y no suelen salir de la selva. La llanura, incluida la pennsula, es territorio de la tribu caja. Los vindu y los caja se odian, y los ltimos son partidarios del poder colonial, pero demasiado apticos para hacer nada. El presidente Kimba es vindu, y gan las elecciones mediante el terror impuesto por patrullas de su tribu.

    Qu poblacin tiene?

    Es casi imposible saberlo, pero oficialmente se cree que hay treinta mil cajas y ciento noventa mil vindus.

    Qu me dice de la economa?

    Desastrosa contest Endean. Bancarrota y papel moneda sin ningn valor. Casi no exporta, y nadie quiere financiar las importaciones. Existe un hospital administrado por la ONU y ha habido donativos en medicinas, insecticidas y otros productos por parte de la ONU, Rusia y la antigua nacin colonizadora, pero como el gobierno lo vende todo y se queda con el dinero, hasta estos tres poderes han renunciado a seguir ayudando.

    Un verdadero caos coment sir James en voz baja.

    Efectivamente. Un gobierno tirnico y venal y un pueblo enfermo y desnutrido. Existen recursos naturales como la pesca y la madera, y durante la poca colonial se cultivaron caf, cacao, algodn y pltanos. Estas cosechas, vendidas de antemano, suponan dinero circulante y divisas para las importaciones imprescindibles, pero ahora nadie cultiva ms que lo necesario para subsistir. Esa es la situacin.

  • Frederick Forsyth Los perros de la guerra

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    Pero no siempre habrn sido tan perezosos. Quin trabajaba en las plantaciones en la poca colonial?

    El gobierno colonial traa trabajadores negros de otros sitios, que luego se establecieron y siguen viviendo en Zangaro. Entre ellos y sus familias sumarn unos cincuenta mil, pero la potencia colonial nunca les concedi derechos y no votaron en las nicas elecciones celebradas con motivo de la independencia. Si hay que hacer algn trabajo. an son ellos quienes lo hacen.

    Dnde viven?

    Unos quince mil siguen viviendo en las chozas de las plantaciones aunque casi no hay trabajo y la maquinaria est inservible. Pero la mayora vive en chabolas esparcidas a lo largo de la carretera a espaldas de la capital y subsisten como pueden.

    Cuntos europeos quedan?

    Unos cuarenta diplomticos y un puado de tcnicos de la ONU. Kimba es un racista fantico.

    Hace unas semanas hubo unos disturbios en Clarence y a uno de tcnicos lo apalearon hasta dejarlo medio muerto.

    Diplomticamente hablando, Qu amigos tiene Zangaro?

    Es un estorbo hasta para la organizacin de Unidad Africana dijo Endean meneando la cabeza. Nadie quiere hacer inversiones, no por falta de recursos naturales sino porque nada est a salvo confiscacin por cualquiera que ostente la insignia de Kimba . Y sus metodos de intimidacin son aterradores. Los rusos tienen la misin ms numerosa y quizs influyan algo en la polaca exterior, de la que Kimba slo conoce lo que le cuentan un par de asesores nativos entrenados en Mosc.

    Y quin fue el que cre este paraso en la tierra?

    Sir James Manson encontr por s mismo la respuesta al mirar una fotografa en la que apareca un negro de mediana edad vestido con levita negra y chistera. Deba de haber sido tomada el da de la independencia, pues en ltimo trmino se vean algunos oficiales europeos. La cara del negro era larga y demacrada, pero sus ojos causaban impresin: posean esa vidriosa fijeza que slo se ve en la mirada de los fanticos.

    El Pap Doc (1) de los africanos dijo Endean. Est ms loco que una cabra. Liberador del yugo blanco, en comunicacin con los espritus, estafador, jefe de polica, torturador... Ese es Su Excelencia el presidente Kimba,

    Sir James Manson estudi la cara del hombre que, sin saberlo, se hallaba sentado sobre diez mil millones de dlares de platino y se pregunto si el mundo le echara de menos,

    A LA maana siguiente, sir James volvi a llamar a Endean.

    Necesito una cosa ms, Simon le dijo sin prembulos. Ayer habl de desrdenes en Clarence; dgame lo que pas.

    El presidente tiene un terror sicoptico a ser asesinado, y cuando quiere arrestar y liquidar a alguien suele hacer correr rumores de un atentado. En este caso se trataba del jefe del ejrcito, coronel Bobi. Se dice que el origen de la disputa fue que Kimba no sac bastante tajada de una operacin realizada por Bobi con un cargamento de medicinas y drogas destinadas al hospital de la ONU. El ejrcito rob la mitad del cargamento y Bobi lo vendi en el mercado negro. Cuando el administrador del hospital se quej a Kimba y le dijo el valor de lo robado. el presidente descubri que Bobi le haba dado mucho menos de lo que le corresponda. Kimba se enfureci y envi inmediatamente a sus esbirros en busca de Bobi, pero no le encontraron, y en su lugar detuvieron al desgraciado funcionario de la ONU.

    Qu pas con Bobi? pregunt Manson.

    Ya haba cruzado la frontera.

    Qu aspecto tiene?

    Parece un gorila. No tiene cerebro, pero s una cierta astucia animal.

    Se educ en Occidente? Es comunista?

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    No, no es comunista. En realidad no tiene ideas polticas.

    Sobornable? Cooperara por dinero?

    Naturalmente. Fuera de Zangaro debe vivir bastante modestamente.

    Encuntrele dondequiera que est.

    (1) Apodo del anterior presidente de Hait, Francois Duvalier, famoso entre otras cosas por sus prcticas de vud y por su polica secreta. (N. del T.)

    Tengo que entrevistarme con l? pregunt Endean.

    Todava no contest Manson. Lo que necesito ahora es un circunstanciado informe sobre las medidas militares de seguridad en la capital y en torno al palacio presidencial. Quiero saber el nmero de tropas, su entrenamiento, dnde se acuartelan, cmo lucharan si se les atacase, cul es su armamento... En fin, todo.

    Endean mir asombrado a su jefe. Si se les atacase? Qu diablos estara urdiendo el viejo?

    Yo no puedo suministrar esa clase de informacin, sir James dijo. Se necesita un experto en cuestiones militares y que conozca a fondo a los soldados africanos.

    Manson, junto a la ventana, mir hacia la City, el corazon financiero de Londres.

    Lo s dijo casi para s mismo. Se necesitara un militar para hacer ese informe.

    __ Pero difcilmente convencera a un militar para que fuese a realizar tal misin, aunque le ofreciese el oro y el moro.

    Ciertos profesionales s lo haran contest sir James. Los mercenarios. Estoy dispuesto a pagar bien, as que encuentre a un mercenario con cerebro e iniciativa. Encuentre al mejor de Europa.

    CAT SHANNON se hallaba tumbado en la cama de un pequeo hotel de Montmartre, aburrido y sin dinero despus de pasar varias semanas recorriendo Europa en busca de trabajo.

    Las ofertas eran pocas. Abundaban los rumores de que la CIA estaba reclutando mercenarios para entrenar a las tropas anticomunistas de Camboya y de que algunos jeques del Golfo Prsico se haban hartado de sus consejeros militares ingleses y buscaban mercenarios para que luchasen por ellos o se hiciesen cargo de la seguridad de sus palacios. Shannon no se fiaba un pico de la CIA, y los rabes no le inspiraban mucha ms confianza. Como no pareca haber guerras interesantes, lo nico que le quedaba era convertirse en guardaespaldas de algn traficante de armas europeo, para lo que ya haba recibido una oferta en Pars.

    Sin rechazarla del todo, Shannon no estaba decidido a aceptarla. El traficante estaba en apuros porque haba traicionado al ejrcito provisional irlands al denunciar al gobierno ingls el sitio del desembarco de las armas vendidas al IRA. De modo que habra lucha, y a la polica francesa no le gustara encontrar las calles sembradas de ensangrentados fenianos. Adems, como Shannon era protestante y haba nacido en el Ulster, nadie creera que se haba limitado a cumplir con su trabajo.

    Cat permaneci tumbado mirando al techo, recordando las desiertas extensiones de turba y los achaparrados rboles que crecen entre Tyrone y Donegal. An consideraba aquella regin como su patria a pesar de que apenas la haba visto desde que le enviaron al colegio cuando tena ocho aos. Sus padres haban muerto en un accidente de automvil haca once aos, cuando l era un sargento de Infantera de Marina de veintids aos, y Shannon haba cerrado la casa despus de asistir al entierro.

    Su primer trabajo civil en Londres haba sido con una firma comercial con intereses en Africa. All haba aprendido las interioridades estructurales de una empresa, comercio, finanzas, fundacin de consorcios y el valor de una discreta cuenta en un banco suizo. Despus de un ao en Londres fue destinado como subdirector de la sucursal de su compaa en Uganda. desde donde se march al Congo sin despedirse. Haca ya seis aos que viva como un mercenario. Considerado en el mejor de los casos como un soldado de alquiler y en el peor como un asesino a sueldo. Lo malo es que una vez que se es mercenario, lo es uno para siempre. No es que no se pueda conseguir un empleo, es que no se es capaz de mantenerlo. El sujetarse a un despacho, volver a los libros de contabilidad y al abono del ferrocarril para regresar a casa, mirar por la ventanilla y comenzar a recordar la selva, las cimbreantes palmeras, los ros, el olor del sudor y la cordita, el gusto cobrizo del miedo antes del ataque y la salvaje y cruel alegra de permanecer vivo despus... eso es lo que hace imposible el trabajo. Cat saba que no podra soportarlo. Por eso, Shannon permaneca tumbado en su lecho y fumaba, preguntndose de dnde le

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    llegara su prximo trabajo.

    SIMON ENDEAN saba que en Londres poda encontrarse de todo, incluso el nombre y la direccin de un mercenario de primera clase, pero el problema era saber por dnde empezar a buscarlo.

    Despus de pasar una hora en su despacho pensando y tomando caf, Endean tom un taxi hacia Fleet Street. All, un amigo que trabajaba en uno de los ms importantes diarios londinenses le proporcion todo lo publicado sobre los mercenarios en los ltimos diez aos. Endean comenz a leer, prestando especial atencin a las firmas de los articulistas, pues a estas alturas no era un nombre de mercenario lo que buscaba; haba demasiados seudnimos, apodos o noms de guerre. Lo que buscaba era el nombre de un periodista que supiera de lo que estaba hablando. Al cabo de dos horas lo haba encontrado, y su amigo le dio la direccin de un pisito en el norte de Londres.

    A las ocho de la maana del da siguiente, Endean oprimi e1 timbre situado al lado de la placa con el nombre del periodista.

    Un momento despus se oy una voz a travs de la rejilla metlica instalada en el maderamen.

    Buenos das dijo Endean por la rejilla. Me llamo Harris, Walter Harris, y deseara hablar con usted. Al abrirse la puerta, Endean subi la escalera y se dirigi sin prembulos a la persona que le esperaba y que le hizo entrar en su piso. Represento a un consorcio comercial con intereses en un pas de Africa Occidental dijo.

    El periodista asinti cautelosamente y sorbi un poco de l.

    Tenemos noticias de que en esa repblica se prepara un golpe de estado posiblemente respaldado por los comunistas. Me comprende?

    Si. Contine.

    Para que la revolucin triunfase, los conjurados tendran que empezar por asesinar al presidente, por lo que la seguridad ,del palacio es vital. El Foreign Office dice que es imposible enviar a un militar de carrera ingls a ocuparse de este asunto.

    Entonces? dijo el escritor, apurando el caf y encendiendo un cigarrillo.

    El presidente aceptara contratar los servicios de un soldado profesional para que le asesore en todo lo concerniente a su seguridad personal, Lo que busca es un hombre que revise concienzudamente los servicios de seguridad del palacio y corrija cualquier fallo.

    El periodista no se trag el cuento de Harris. Si lo nico que se buscaba era la seguridad del palacio, el gobierno britnico no tendra inconveniente en enviar a un tcnico para aconsejar sobre su perfeccionamiento. Adems haba en Londres una compaa llamada Vigilancia Internacional que se encargaba precisamente de eso, cosa que comunic a su visitante.

    Evidentemente dijo Endean debo ser ms sincero.

    Eso ayudara contest el periodista.

    El caso es que, en efecto, el gobierno accedera a enviar un tcnico meramente como asesor, pero si despus fuese necesario que entrenase a la guardia de palacio, la misin se hara imposible para un enviado del gobierno britnico. En cuanto a la compaa de que me habla, si uno de sus hombres formase parte de la guardia de palacio y, a pesar de su presencia, se produjese el golpe de estado, ya sabe lo que pensara el resto de las naciones africanas: para ellas esa compaa es sinnimo de Foreign Office.

    Y qu es lo que realmente quiere de m? pregunt el periodista.

    El nombre de un buen mercenario contest Endean. Alguien con cerebro e iniciativa que haga un buen trabajo por su paga.

    Yo me gano la vida con la pluma dijo el periodista.

    Endean sac lentamente doscientas libras de su cartera y las dej sobre la mesa.

    Entonces escriba para m dijo nombres e historia!. 0 hable si lo prefiere.

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    Escribir. El periodista consult sus ficheros. y despus de escribir a mquina durante veinte minutos entreg a Endean tres hojas de papel. Estos son los mejores que hay libres en la actualidad; algunos son veteranos del Congo de hace seis aos y otros intrpidos de Nigeria.

    Endean tom las cuartillas y las ley atentamente.

    ROBERT DENARD: Francs. Antecedentes penales. Particip en la secesin de Katanga, 1961-62. Se march despus de la derrota y el exilio de Tshombe. Mand la operacin mercenaria francesa en el Yemen. Regres al Congo en 1964. Mand el Sexto Comando. En 1967 tom parte en la segunda rebelin (el motn de los mercenarios) de Stanlevville. Gravemente herido. Vive en Pars.

    JACQUES SUIRAMME : Belga. Apodado Jack el Negro. En 1961 form su propia unidad en Katanga. Se destac en el intento de secesin de Katanga. S destac en el intento de secesin. En 1967 desendaden el motin de Stanleyville al que se unieron Denard y los suyos. Al ser herido Denard, tom el manso y dirigi la marcha hacia Bukavu.

    MIKI HOARE: Ingls. Nacionalizado sudafricano. Asesor militar en la secesin de Kananga.Amigo ntimo de Tshombe. En 1964 form el Quinto Comando de habla inglesa. Retirado en diciembre de 1965.

    CHARLES ROUX: Francs. En 1964 luch a las rdenes de Hoare, pero se pele con l y se uni a Denard. Su unidad fue casi aniquilada en la primera revuelta de Stanlevville en 1966. Huy del Congo y regres en 1967 para unirse a Schramme. Herido en Bukavu. Desde entonces vive retirado en Pars y pretende controlar a todos los mercenarios franceses.

    CARLO SHANNON: Britnico. Sirvi en el Quinto de Hoare, y con Schramme en el sitio de Bukavu. Repatriado en abril de 1968. Mand su propia unidad en la guerra civil de Nigeria. Se cree que est en Pars.

    Haba otros belgas, alemanes, sudafricanos, franceses y algunos, como Roux y Shannon, intrpidos de Nigeria.

    Endean levant la vista al terminar de leer.

    Estaran dispuestos todos estos hombres a realizar este trabajo? pregunt.

    El escritor mene la cabeza.

    Lo dudo, He incluido a los que podran servir, pero que quieran hacerlo es cosa muy distinta.

    A quin escogera usted?

    A Cat Shannon contest sin vacilar el periodista. Puede pensar de forma muy original y es audaz. S, le elegira a l.

    Dnde est?

    El periodista mencion un bar y un hotel de Pars.

    Y si Shannon, no aceptase, cul sera su siguiente candidato?

    El nico que tiene experiencia y que casi seguramente est disponible es Roux contest el periodista despus de pensarlo unos instantes,

    CAT SHANNON suba pensativamente por una callejuela que conduca a su hotel, situado casi en lo alto de Montmartre. Eran las cinco de la tarde de un da de marzo y soplaba un viento helado. El tiempo haca juego con el humor de Shannon, quien iba pensando en el minucioso reconocimiento que acababa de hacerle el doctor Dunois. Este haba sido paracaidista y mdico militar, haba participado formando parte del equipo mdico en expediciones a los Andes y el Himalaya, y realizado voluntariamente arriesgadas misiones en Africa. Era conocido como el mdico de los mercenarios, y estos acostumbraban visitar su consulta en Pars si tenan algn problema de salud.

    Shannon entr en el hotel y se acerc a conserjera a recoger la llave. El viejo que estaba tras el mostrador le dijo que le haban llamado desde Londres y le entreg un papel en el que apareca garrapateado el nombre de un periodista ingls amigo de Shannon, y el siguiente mensaje: Cuidado con Harris.

    El viejo le seal luego una salita situada al otro lado del vestbulo.

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    Hay un seor esperndole en la sala dijo.

    El seor Shannon? pregunt el visitante, levantndose cuando este se acerc.

    S.

    Mi nombre es Harris, Walter Harris. Lo estaba esperando. Podemos hablar aqu?

    El viejo no nos oir. Sintese.

    Creo que es usted un mercenario, seor Shannon.

    S.

    Me han hablado de usted. Represento a un grupo financiero londinense. Necesitamos que se haga un trabajo para el que se requiere un hombre con conocimientos en cuestiones militares y que pueda viajar a un pas extranjero sin despertar sospechas. Alguien que sepa analizar una situacin militar y mantener la boca cerrada.

    Shannon dijo secamente:

    Yo no mato por dinero.

    No es eso lo que queremos de usted contest el hombre llamado Harris.

    Est bien. De qu se trata y cunto pagan?

    Primero deber acompaarme a Londres para recibir informacin dijo Harris al tiempo que sacaba un fajo de billetes del bolsillo. Le entregaremos ciento veinte libras para el billete del avin y la estancia de una noche. Si no acepta le daremos otras cien por las molestias causadas; si acepta, seguiremos discutiendo.

    Est bien asinti Shantion Cundo?

    Maana. Llegue a cualquier hora del da y aljese en el Hotel de la Posta, en Haverstock Hill. A las nueve del da siguiente le llamar por telfono para concertar una cita. Est claro?

    Haga la reserva del hotel a nombre de.Keith Brown dijo Shannon guardndose el dinero. Endean se alej calle abajo en busca de un taxi. No haba crdo necesario decir a Shannon que ya se haba entrevistado otro mercenario llamado Charles Roux ni que le haba echado, a pesar de su evidente afn por conseguir el trabajo, no considerarle adecuado para el mismo.

    VEINTICUATRO horas ms tarde, Shannon se encontraba en el Hotel de la Posta. Haba llegado en el primer vuelo de la maana con un pasaporte falso a nombre de Keith Brown, adquirido haca mucho tiempo.

    Lo primero que hizo al llegar a su habitacin fue llamar al periodista y darle cuenta de la visita de de Harris. Luego se dirigi a una agencia de detectives y dej un depsito de veinte libras, prometiendo telefonear al da siguiente a fin de darles las instrucciones.

    Harris llam por telfono a las nueve en punto de la maana siguiente.

    En Sloane Avenue hay un edificio de apartamentos llamado Chelsea Cloister fijo. Yo he alquilado el trescientos diecisiete. Est en recepcin a las once en punto.

    Shannon anot las seas y llam inmediatamente a la agencia de detectives.

    Quiero que haya un hombre a las diez y cuarto en el vestbulo del Chelsea Cloisters... En Sloane Avenue, debe tener transporte propio.

    Llevar una motocicleta dijo el director de la agencia.

    Shannon mir receloso al enviado de la agencia que le esperaba en el lugar convenido, un joven de cabello largo que an no tendra veinte aos.

    Sabe lo que tiene que hacer? pregunt.

    El muchacho asinti lleno de entusiasmo y Shannon se limit a desear que su experiencia corriera parejas con aquel.

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    Luego entreg un peridico al joven.

    Sintese all y pngase a leer dijo. A eso de las once vendr un hombre, y los dos subiremos en el ascensor. Mi acompaante bajar como una hora despus, y usted debe estar ya al otro lado de la calle a horcajadas de su motocicleta simulando que no quiere arrancar. Comprendido?

    S.

    El hombre se marchar en su coche o tomar un taxi. Sgale usted.

    El joven sonri, se sent en una butaca y ocult el rostro tras el peridico.

    El hombre llamado Harris lleg cuarenta minutos ms tarde. Shannon lo vio despedir un taxi y esper que el joven se hubiese dado tambin cuenta; Harris avanz hacia el ascensor y Shannon se uni a l.

    Ya en el apartamento 317, Harris sac de su portadocumentos un mapa, que entreg a Shannon. A los tres minutos, este haba asimilado todo lo que el mapa poda decirle. Luego vino la informacin: una mezcla equilibrada de mentiras y verdades. Segn Harris, los hombres a quienes representaba tenan negocios en Zangaro y todos haban sufrido bajo la presidencia de Kimba; luego, describi con exactitud la situacin de la repblica y por ltimo expuso el quid de la cuestin.

    Un grupo de oficiales del ejrcito est dispuesto a derrocar a Kimba y ha entrado en contacto con algunos hombres de negocios de Zangaro, uno de los cuales nos ha expuesto el problema, los oficiales, a pesar de su condicin, no tienen experiencia militar ni sabran cmo derribar a un tirano que pasa la mayor parte del tiempo oculto en el palacio rodeado por su guardia. Francamente, ni el pueblo ni nosotros lamentaramos que Kimba cayese. Por eso queremos un informe completo sobre la fuerza militar del presidente.

    Shannon pens con escepticismo que si los ofciales complicados no eran capaces de valorar esas fuerzas, tampoco lo seran de ejecutar el golpe, pero se limit a decir:

    Tendra que ir como turista, y no creo que haya muchos all. No podra enviarme su compaa a visitar alguna de las empresas de sus amigos?

    No es posible contesto Harris. Si algo saliese mal se armara un escndalo, Pero nos ayudar usted, verdad?

    Siempre que lo paguen bien.

    De acuerdo. Maana tendr en su hotel los billetes de ida y vuelta en avin desde Londres a la capital de la repblica vecina a Zangaro dijo Harrs. Tendr que detenerse en Pars para obtener el visado, volar luego por Air Africa y tomar despus otro avin hasta Clarence. Adems de los billetes encontrar quinientas libras en francos franceses para gastos y otras quinientas para usted.

    Mil para mdijo Shannon,

    Dlares? Creo que ustedes hablan en dlares

    Libras dijoShannon. O dos mil quinientos dlares.

    Eso supone dos meses de paga pelada en cualquier contrato normal.

    Pero usted estar solamente diez das afuera protest Harris.

    Diez das de grandes riesgos. Si el lugar es como usted dice, a cualquiera que cojan en este trabajo morir muy dolorosamente.

    Est bien, Quinientas ahora y quinientas cuando vuelva.

    Andean se march diez minutos despus,

    Shannon llam a la agencia a. las tres de la tarde.

    Ah, s, el seor Brown? pregunt una voz . Nuestro hombre sigui a esa persona hasta la City y la vio entrar en el edificio ManCon, cuartel general de la Compaa Minera Manson.

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    Sabe s trabaja all? pregunt Shannon.

    Parece que s contest el director de la agencia Nuestro hombre vio que el portero le saludaba y le abra la puerta, cosa que no hizo con ninguna de las secretarias y ejecutivos que salan para ir a almorzar.

    Shannon tuvo que reconocer que el jovenzuelo haba hecho buen trabajo. Luego dio una serie de instrucciones y por la tarde envi por correo cincuenta libras ms a la agencia, A la siguiente, antes de salir para Pars, abri una cuenta bancaria, en la que deposit quinientas libras.

    Mientras Shannon volaba hacia Atrica Occidental, Gordon Chalmers cenaba con un cientfico que era amigo suyo desde sus tiempos de estudiantes. Quince aos antes, cuando ambos se esforzaban para terminar la carrera, haban participado, junto a otros miles de excitados jvenes, en una marcha en favor del desarme nuclear. Adems, su indignacin por el estado del mundo los haba llevado a flirtear con las Juventudes Coniunistas. Chalmers se haba cansado del juego, se haba casado y se haba convertido en parte integrante de la clase media asalariada.

    Las preocupaciones de las dos ltimas semanas le hicieron beber en la cena ms vino del acostumbrado, y al llegar el coac, Chalmers sinti que deba confiar sus preocupaciones a alguien que, al contrario de su mujer, era un cientfico y lo comprendera. Naturalmente, se trataba de algo muy confidencial. Su amigo le escuch con atencin y sus ojos se empaaron de compasin al orle hablar de su tullida hijita.

    No te preocupes por eso, Gordon. Todos habramos hecho lo mismo.

    Chalmers se sinti mejor al compartir su problema. Al preguntar a su amigo cmo le haba ido en los ltimos aos, este se mostr ligeramente evasivo, y Chalmers no quiso presionarle. Pero aunque lo hubiera hecho, no parece probable que su amigo le hubiese confiado que era un miembro activo del Partido Comunista.

    CAPTULO 5

    E1 COMVAIR 440 procedente de la repblica vecina se inclino pronunciadamente al virar sobre Clarence. Shannon mir por la ventanilla y vio la capital de Zangaro, situada al final de una pennsula y rodeada en tres de sus lados por las aguas del golfo bordeadas de palmeras. La lengua de tierra tendra unos cinco kilmetros de ancho en su base y poco ms de uno y medio en la parte donde se hallaba situada la capital, cerca de la punta. La costa era casi toda marismas pobladas de mangles. Al final de la pennsula haba un puertecito con dos largas y curvadas lenguas de arena que se adentraban en el mar. Fuera de la baha el agua estaba ligeramente rizada por la brisa, pero en su interior la calma era total.

    En tierra haca un calor insoportable. Mientras Shannon rellenaba un largusimo cuestionario, no perda de vista al puado de soldados que, armados con fusiles, remoloneaban por el edificio del pequeo aeropuerto. Las dificultades comenzaron ya en la aduana, donde un hombre vestido de paisano indic secamente a Shannon que entrase en un cuartito, y al hacerlo vio que cuatro soldados jaquetones entraban tras l. Shannon record que en el Congo, poco antes de que empezasen las horribles matanzas de la guerra, tambin haba notado aquella misma amenazadora despreocupacin, aquella sensacin de poder inmoderado que puede convertirse repentinamente en frentica violencia.

    El oficial de aduanas vaci el contenido de la maleta de Shannon sobre una desvencijada mesa, cogi la mquina de afeitar de pilas, oprimi un botn y aquella comenz a zumbar violentamente; sin cambiar de expresin, dej la mquina sobre la mesa e hizo gestos a Shannon para que vaciase sus bolsillos. El oficial lanz un gruido al ver los cheques de viajero, y se los devolvi. pero se qued con las monedas. Haba adems dos billetes francoafricanos de cinco mil francos y varios de diez. Se qued con los de cinco mil. Un soldado se apoder del resto.

    El oficial de aduanas se levant la camisa y dio una palmada en la culata de una Browning del nueve corto que llevaba en la cintura.

    Polica dijo.

    Shannon hubiera deseado destrozarle la cara, pero en vez de ello hizo un ademn hacia lo que quedaba en la mesa. El oficial asinti y Shannon comenz a guardar sus cosas, percibiendo a su espalda la retirada de los soldados. Al cabo de lo que le pareci un siglo, el oficial seal la puerta, y Shannon sali con el sudor corrindole por el espinazo.

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    Al salir a la placita que haba delante del edificio, Shannon no vio ningn taxi, pero al poco oy tras l una voz con suave acento americanoirlands.

    Puedo llevarle a la ciudad, hijo?

    La invitacin provena de un sacerdote catlico que haba ido a esperar al otro pasajero blanco del avin: una muchacha norte americana.

    Cuando se alejaron en el pequeo Volkswagen, el sacerdote mir comprensivamente a Shannon.

    Le han limpiado dijo.

    Por completo contest Shannon. Las prdidas no eran importantes, pero ambos hombres haban percibido el talante de los soldados.

    Aqu hay que andar con cuidado. Tiene hotel?

    Cuando Shannon contest negativamente, el sacerdote le condujo hasta el Independence,

    El gerente, Gmez, es una buena persona.

    Normalmente, cuando llega una cara nueva a una ciudad africana, los europeos le suelen invitar copa, pero el a una sacerdote no lo hizo: la tensin reinante en Zangaro tambin afectaba a los blancos, Shannon, por mediacin de Gmez, comenz a enterarse de todo aquella tarde en el bar del hotel.

    Gmez haba comprado el hotel cinco aos antes de la independencia. Al llegar esta se le haba informado bruscamente que el hotel seria nacionalizado y que se le pagara en moneda local, Aunque el papel moneda no tenia valor, no le pagaron nunca, y Gmez se qued como administrador en espera de tiempos mejores.

    Al entrar al bar, Shannon invit a Gmez a tomar una copa en su cuarto. Cuando el administrador se hubo bebido media botella de whisky que le haban dejado los soldados, Shannon trat de sonsacarle.

    Gmez, con la voz velada por el miedo, confirm que el presidente viva en el palacio y las pocas veces que sala para visitar su aldea nativa en territorio vindu lo haca fuertemente escoltado.

    Cuando Gmez se fue tambalendose hacia su habitacin, Shannon haba obtenido ya una valiosa informacin, las tres unidades conocidas como fuerzas civiles de seguridad, polica, gendarmera y aduanas, estaban equipadas con armas cortas, pero estas slo les servan de adorno, pues por pertenecer a la tribu caja, que era poco de fiar, no se les entregaba municin. La verdadera fuerza estaba exclusivamente en manos de los vindu de Kimba. La temida polica secreta vesta de paisano y llevaba armas automticas. mientras que los soldados del ejrcito utilizaban fusiles de cerrojo como los que Shannon viera en el aeropuerto. La guardia personal de Kimba era totalmente leal al presidente, se alojaba en el recinto de palacio y portaba metralletas.

    Shannon sali a la maana siguiente en plan de exploracin, y al poco se dio cuenta de que un chiquillo le segua correteando; slo ms tarde se enterara de que se trataba de un servicio de Gmez a sus huspedes: si alguno era detenido y llevado a la crcel sin contemplaciones, el chiquillo corra a avisar a Gmez, quien haca llegar la noticia a las embajadas de Suiza o Alemania Federal y comenzaba as el proceso de liberar al turista antes de que fuese apaleado.

    Shannon, a quien Gmez haba entregado un pequeo mapa, se dirigi hacia las afueras de Clarence y anduvo varios kilmetros, siempre con el chiquillo pegado a sus talones. Al regresar a la ciudad pas por delante del banco, la casa de correos, media docena de ministerios, el hospital de la ONU y recorri el puerto; cada uno de estos lugares estaba custodiado por un puado de astrosos soldados que haraganeaban armados con viejos fusiles Mauser, Shannon calcul su nmero en un centenar, estim completamente nula su capacidad combativa y tuvo la seguridad de que huiran en caso de tiroteo; pero lo que ms le llam la atencin fueron las cartucheras: totalmente flccidas y vacas. Cada fusil llevaba su cargador, pero los de los Mauser contienen solamente cinco balas.

    El irlands dedic parte de la tarde a recorrer el puerto. Las dos lenguas arenosas que formaban el puerto natural tendran unos seis metros de altura all donde arrancaban de tierra. y dos encima del agua en sus puntas. Desde una de estas, el palacio quedaba oculto por un almacn, pero desde la otra se vea perfectamente su piso superior. Al sur del almacn haba unas canoas de pesca varadas en una playa que Shannon Juzg adecuada para un desembarco.

    Tras el almacn se vean numerosos senderos y una carretera que conducan a palacio. Shannon tom la carretera, y al llegar a alto de una cuesta vio una explanada y, a unos doscientos metros, la. fachada del palacio, que

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    debi de ser en otro tiempo la mansin del antiguo gobernador de la colonia. Despus de avan zar unos cien metros lleg al cruce con una carretera paralela a la costa y vio a cuatro soldados, ms despiertos, mejor uniformados y armados con fusiles de asalto Kalashnikov AK 47. Los soldados, que deban pertenecer a la guardia de palacio, observaron a Shannon dar media vuelta y dirigirse hacia su hotel, y este dedujo que nadie podra pasar de aquel cruce en direccin a palacio.

    Mientras caminaba, Shannon se fij bien en el palacio. Su fachada tendra unos veintisiete metros,. las ventanas de la planta baja estaban tapiadas con ladrillos y el acceso al edificio principal se realizaba por un pasaje abovedado provisto de una slida puerta de madera alta y ancha reforzada con herrajes. En el piso de encima haba siete ventanas y diez mucho ms pequeas en el ltimo, debajo del tejado.

    Antes de ponerse el sol, Shannon, aunque desde lejos, haba dado ya una vuelta completa al palacio. De ambos costados del edificio principal salan unos muros recin construidos, de dos metros y medio de altura y coronados con botellas rotas; estos muros se unan a ochenta metros de distancia con otro perpendcular a ellos y formaban un patio en la parte de atrs del palacio, por lo que solamente se poda penetrar en el recinto por la puerta delantera.

    Shannon sonri al chiquillo africano.

    Ese loco cree estar protegido por su muro y su entrada nica y lo que ha conseguido es meterse en una gran trampa de ladrillo.

    Gmez invit aquella noche a Shannon a su habitacin. El irlands segua hacindose pasar por turista, de modo que iba reuniendo a retazos su informacin: Kimba guardaba personalmente bajo llave el tesoro nacional y el arsenal; la estacin nacional de radio estaba tambin en palacio; aparte de los cien soldados repartidos por la capital, haba otros cien estacionados en otros lugares fuera de la ciudad; su conjunto constitua la mitad del ejrcito; la otra mitad se alojaba en los cuarteles: hileras de chabolas de hojalata situadas a cuatrocientos metros del palacio; estos soldados, ms los sesenta y tantos de la guardia, eran toda la fuerza que protega a Kimba, y no contaba ni con artillera ni con blindados.

    Durante su tercera tarde en Clarence, Shannon se encontr con un soldado. Cuando ya haba reconocido de cerca los laterales y la parte de atrs del palacio, Cat se acerc a la delantera, pero dos guardias gesticulantes le ordenaron con rudeza que se alejara. Shannon haba comprobado que siempre haba un grupo de guardias en la bifurcacin de la carretera donde los viera el da antes, y saba tambin que desde donde se hallaban no podan ver el puerto.

    Al dirigirse hacia su hotel y despus de pasar ante varios bares, el soldado le dio el alto. Evidentemente borracho, se le acerc dando tumbos, agarrando su Mauser y murmurando algo que Shannon interpret como una peticin de dinero. Antes de que el irlands pudiese sacar el dinero, el soldado lanz un gruido y le puso el can del fusil en el pecho. Desde ese momento todo ocurri rpida y silenciosamente: Shannon sinti una punzada de dolor subirle hasta el hombro y oy crujir el cuello del soldado, el cual dej caer el fusil y se desplom fulminado.

    Shannon mir en todas direcciones, y al comprobar que no vena nadie arrastr el cadver a