francisco pelaez - intensidad

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MPAA ESTUDIOS OFICIALES DE MÁSTER Y DOCTORADO EN PROYECTOS ARQUITECTÓNICOS AVANZADOS INTENSIDAD Francisco Peláez Marín Línea de Gran Escala y Paisaje [email protected] 1

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Page 1: Francisco pelaez -  intensidad

MPAAESTUDIOS OFICIALESDE MÁSTER Y DOCTORADOEN PROYECTOSARQUITECTÓNICOSAVANZADOS

INTENSIDAD

Francisco Peláez Marín

Línea de Gran Escala y Paisaje

[email protected]

1

Page 2: Francisco pelaez -  intensidad

INDICE

0. RESUMEN

1. LA CASA DONDE NACÍ

2. MACHIYA

3. FRAGMENTACIÓN URBANA. CAOS

4. NEGACIÓN

5. INTENSIDAD. ABSTRACCIÓN

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0. RESUMEN

El presente texto estudia la Casa Azuma de Tadao Ando desde la

intensidad a la que se ve sometida la arquitectura, cuando actúa como

mecanismo de negación del paisaje en el que se inserta, enfatizándose

en las transiciones. Se establecen diálogos en silencio entre el

cielo, el sujeto y la abstracción espacial.

1. LA CASA DONDE NACÍ

“Todos tenemos ciertas experiencias en la niñez que permanecen con

nosotros a lo largo de nuestra vida”

Casa Nakamiya-cho, 1925 Casa Azuma, 1976

Tadao Ando vivió durante su infancia en un barrio humilde y obrero en

las afueras de Osaka, concretamente en “Nakamiya Cho” (1925), típica

casa adosada japonesa con fachada muy estrecha de madera. Su

morfología alargada y profunda en planta producía una serie de efectos

entre la luz, la oscuridad y el propio Tadao Ando.

El arquitecto japonés cuenta la secuencia de espacios que se veía

obligado a atravesar cada vez que llegaba a su casa desde la calle.

Al principio se encontraba con un corredor, después un pequeño patio y

a continuación otro espacio alargado que le conducía hasta el interior

de la vivienda. El patio se convertía, por tanto, en un elemento

esencial en una vivienda con estas características ya que un espacio

potencialmente alargado y oscuro, posee una cantidad de luz limitada.

Aquella atmósfera en la que se veía inmerso el propio Tadao Ando le

hizo valorar y apreciar considerablemente el componente de la luz como

parámetro arquitectónico.

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Los bocetos realizados por él mismo, sobre su propia casa hablaban del

sentimiento del arquitecto así como de todo el mundo fenomenológico

que se producía en aquel interior. Este juego de transiciones entre

abierto y cerrado que finalizaban en aquellos espacios oscuros con

rayos de luz marcados, producían en el arquitecto el ambiente propicio

para reflexionar y estar protegido del ámbito exterior.

“El recuerdo de aquella casa me ha acompañado siempre, con aquellas

habitaciones que parecían pintadas en sombras y luz. Así es como

experimento el espacio”

Cuando tenía quince años participó en la reforma de aquella casa, la

conocía tan bien que los obreros y artesanos le dejaron ayudarles. Al

trabajar junto a ellos, hablar, discutir, sentir, desarrolló una

intimidad especial con aquel proyecto que marcaría y matizaría su

forma de pensar la arquitectura.

Justo enfrente de aquella casa había un pequeño taller artesano de

carpintería donde pudo observar como la gente trabajaba con sus

propias manos.

Todas estas experiencias y sensaciones vividas, en blanco y negro, en

la casa en “Nakamiya Cho” (1925) se traducirían en la Casa Azuma

(1976), donde pondría énfasis y corregiría, todos aquellos elementos

que el no contemplaba la vivienda donde creció.

2. MACHIYA

La Casa Azuma tuvo una fuerte inspiración en la tipología tradicional

japonesa de las “machiya” o “townhouse japonesa”, una residencia de

mercaderes y artesanos desarrollada en la ciudad, un tipo de minka

urbana. Este tipo de construcciones es típica de todo Japón, pero

especialmente es característica de la ciudad de Kioto. Son

edificaciones agrupadas y compactas de madera de fachadas estrechas,

cuya unión entre ellas las hacia fácil presa de los posibles

incendios. Solían contar con dos plantas debido a que la prohibición

sobre los comerciantes, de construir viviendas de más de dos alturas

así como cualquier tipo de extravagancia en su diseño.

En la parte frontal se encontraba tradicionalmente la tienda o “mise”

o un espacio común, cuando la vivienda no contaba con ninguna

actividad comercial. La planta estaba compuesta por una serie de

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columnas rectangulares de madera divididas por paneles intercambiables

cuyo estrato del suelo estaba compuesto a base de “tatami” o planchas

de estera tejida. La cocina por el contrario, se realizaba a base de

tierra o piedra para evitar la posibilidad de incendios.

Machiya o townhouse tsuboniwas_ jardín interior

Entre estas unidades espaciales encontramos el patio de ingreso o

“toriniwa”, que permitía el acceso a la cocina y al cuarto común y

cuya característica esencial, era como elemento amortiguador de

transición entre el exterior y el interior. Se generaba un respeto

entre las transiciones espaciales, recordándonos a la casa en Nakamiya

Cho donde creció Tadao Ando.

Estas viviendas contaban con uno o más jardines o “tsuboniwas”, siendo

el tsubo la media de área equivalente a dos tatamis, estando éstos,

compuestos por diferentes elementos decorativos, vegetación, así como

por una pequeña poza de piedra que contiene agua. Se reproduce, por

tanto, un paisaje sensible y único, lleno de líquido y viento que pasa

entre las hojas. Las diferentes estancias se abren y lo buscan,

sienten el pasar de las estaciones. La mutación que sufre la propia

naturaleza se tiñe de connotaciones. Una atmósfera fenomenológica que

pone de manifiesto la profunda vinculación con la naturaleza de la

cultura japonesa, la cual Tadao Ando, reproduce en la casa Azuma de

forma completamente distinta. Se rechaza cualquier tipo de argumento

vegetal o líquido, solo el contacto natural a través del cielo. La

transición entre el espacio abierto y cerrado se establece a través de

una serie de velos o “sudares”, realizados a base de pantallas

colgantes hechas de una material ligero como el cañizo y que permite

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matizar el ambiente interior en función de la necesidad. Estas

transiciones están llenas de connotaciones no mesurables, intangibles

como la propia intimidad, reflexión y silencio.

3. FRAGMENTACIÓN URBANA. CAOS

“El exceso de población de las zonas urbanas y suburbanas hizo del

todo imposible defender el rasgo más singular de la vieja arquitectura

residencial japonesa: su profunda vinculación con la Naturaleza y su

apertura al mundo natural”

Casa Nakamiya-cho, 1925 Casa Azuma, 1976

La vivienda se inserta en el barrio de Sumiyoshi, dentro de la ciudad

de Osaka, cuyo paisaje urbano denota cierta fragmentación y caos en

los diferentes elementos que actúan en su escenografía compositiva.

Cada una de las viviendas que compondrían esa caja escénica, se separa

levemente de la vivienda de al lado por un tema de sismos. Además se

coloca de una forma diferente respecto a la difusa línea de fachada.

Su materialidad desgastada y heterogénea en cada una de ellas, junto a

su composición volumétrica, denota un collage continuo de adiciones

ausentes de lógica arquitectónica.

El aire se llena de multitud de cables que colonizan tu estrato

superior, los enormes postes eléctricos repletos de elementos

metálicos, así como la inclusión de ciertos objetos de orden

cotidiano, invaden las estrechas calles del barrio. Esto se traduce en

una especie de chabolismo superficial en muchas de las edificaciones.

La vegetación y los diferentes árboles aparecen salpicados a lo largo

de la vía, asomándose en algunas ocasiones e invadiéndola en otras.

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Calles de cuatro metros de anchura, realizadas de oscuro asfalto

desprovistos de aceras, ausentes de lugares donde te puedas apartar de

forma segura, cuando venga un automóvil. Los rellanos y los espacios

que dejan los movimientos en planta de las diferentes propiedades, se

convierten en lugar de cobijo para el viandante.

Los sistemas de circulación peatonal y rodado, se mezclan y

entorpecen, se yuxtaponen, provocando un paisaje aglutinado y loco en

todos sus aspectos, carente de orden.

Un teatro urbano que se tiñe de ruidos diversos, entre los cuales no

se puede apreciar en silencio, un ápice de cielo.

Un cúmulo de situaciones ante la cual Tadao Ando propone una

arquitectura de respuesta que actúa como mecanismo de negación y

crítica hacia el marco en el que se inserta.

4. NEGACIÓN

“un simple poste de madera que se levante en medio de un paisaje basta

para producir su interrupción. Análogamente, un simple muro rompe,

obstruye y altera con violencia el paisaje donde se levanta, empieza a

mostrar indicios de la evolución hacia la arquitectura”.

Cuando uno anda por aquella estrecha calle japonesa, algo llama la

atención y no precisamente por su extravagancia en el cromatismo sino

por su rotundidad geométrica. Una pared rotunda y gris de hormigón

aparece con cierta frialdad.

En esta especie de cuadro abstracto, cuyo lienzo mide tres coma tres

metros de ancho por cinco metros de alto, recorta un rectángulo en

forma de puerta. Esta incisión vaticina una primera transición con

sorpresa. Sin embargo la primera negación la encontramos en el

pavimento gris oscuro de pizarra, el cual se asoma y dibuja sobre la

propia calle. La casa Azuma toma posesión de la calle desdibujándose

de la difusa línea de fachada de sus construcciones aledañas.

El cambio de sección en ese pavimento mediante un doble escalón,

coincide con la colocación de la puerta haciendo énfasis de esta

manera en la dificultad a la hora de entrar. Se separa de la cota a la

que se encuentra la propia calle de acceso a la vivienda mostrando su

rechazo. Una vez hemos llegado a este primer descansillo, provisto de

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una luz cenital rasgada, como si de la entrada a una iglesia se

tratase, encontramos a mano izquierda una puerta opaca. Su carácter es

meramente metálico encontrándose precedida por otro escalón, el cual

continua reincidiendo en la idea de negación a ese exterior hostil.

Fachada principal Casa Azuma, 1976

El paralepípedo de hormigón, entre medianeras, se insertó en

sustitución de una de las viejas casa de madera construidas antes de

la segunda Guerra Mundial, cuyo volumen capaz fue restituido por el

actual de forma respetuosa. Un cajón desnudo que denota brusquedad,

que oculta su interior, queriendo que no se vea su interior, ni ver el

exterior. Se encuentra separado escasos veinte centímetros de las

viviendas contiguas por un tema de prevención ante los posibles

sismos, tan habituales en estas zonas geográficas. En esas

separaciones a modo de fisura se alojarán todas las instalaciones de

electricidad y saneamiento. Un paisaje diferente lleno de tubos,

cajas, cables, pletinas y pequeñas aberturas con forma cuadrada que se

destapan por cuestiones de intercambio de aire si la vivienda así lo

requiere.

Las viviendas entre las cuales se colocó la Casa Azuma en año 1976,

recuerdan a la plantas de las casas machiya, plantas realizadas a base

de tatamis como módulo espacial, cuya transición entre estancias se

llevaba a cabo a través de biombos traslúcidos. El acceso desde la

calle se realiza a través de puertas correderas La trama utilizada en

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el pavimento del suelo nos habla acerca de las costumbres de la

tradición japonesa. En las plantas originales se observa el dibujo de

la madera, de sus vetas, se muestra minuciosamente el comportamiento

de cada uno de los elementos.

El material se asocia a un lugar en el que se desarrolló una acción

determinada. Los listones de madera, que aparecen a modos de

sombreados, se asocian a espacios comunes como la cocina o de tránsito

entre el interior y el exterior, como los pasillos y “engawas”. La

“engawa” es un espacio a modo de terraza, cubierto, que enlaza el

interior con el exterior. En la vivienda que limita por el lado norte

con la Casa Azuma, se dibuja este espacio, lugar en el que termina la

vivienda cuya fachada principal se encuentra en el lado oeste. En el

fondo de esta vivienda aparece un patio, en el cual, aparecen

tímidamente dibujadas las piedras que formarían parte de ese espacio

exterior.

La ausencia en el dibujo de esos elementos naturales, dejándolos en

blanco, ponen de manifiesto la idea de rechazo de Tadao Ando hacia una

cultura que había perdido su profunda vinculación con la naturaleza.

Si nos colocásemos sobre lo que sería la cota más alta de la vivienda,

por ejemplo, como si voláramos sobre la propia cubierta,

descubriríamos que el cajón parecería estar escondido entre ese mar de

cubiertas, unas muy cerca de otras, que configuraban aquel paisaje en

movimiento del momento en que fue construida la vivienda.

Pero con el paso del tiempo esas viviendas tradicionales japonesas han

ido cambiándose y reemplazándose por otras nuevas, mientras el cajón

ha ido permaneciendo perenne. La vivienda limítrofe ubicada al sur ha

pasado a tener la mitad de volumen, por lo que ha dejado al

descubierto la Casa Azuma en su orientación Sur. Este espacio se ha

convertido es un aparcamiento de coches comunitario para las

diferentes viviendas que lo configuran. Se ha perdido la esencia.

El esqueleto de madera, así como los diferentes elementos que denotan

la construcción de estas viviendas limítrofes, se levanta escasos

centímetros sobre la cota a nivel de calle, contrastando con la dureza

en el encuentro con el suelo que propone el arquitecto japonés.

El potente hundimiento, realizado por un tema de estabilidad ante los

sismos, crea una especie de cajón que funciona como forjado sanitario.

Esta situación parece reforzar esa idea de hacerse notar, de incluir

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otro orden, de no querer pasar desapercibido, a la vez que seguir

planteando de forma fehaciente, ese mecanismo de exclamación.

5. INTENSIDAD. ABSTRACCIÓN

“En la distribución habitual de las casas en hilera, las habitaciones

interiores son las más distantes del exterior, se entierran bajo una

cubierta de fuerte pendiente, sin embargo y en franco contraste con

estos usos, ando establece una relación más intensa con el exterior

precisamente en los espacios de máxima intimidad”.

Interior de la cocina

Si hay algo relevante en este proyecto que lo hace especial, es la

intensidad a la que se ve sometida la arquitectura cuando actúa como

negación del paisaje en el que se inserta. Intensidad entendida como

tensión entre los diferentes elementos que componen la vivienda.

El gesto de colocar un patio que corta la casa en dos de forma

tajante, siendo originalmente la superficie en planta de vivienda de

unos sesenta y seis metros cuadrados, produce que todos los elementos

que la componen, entren en una tensión continua. El mobiliario de la

propia cocina tiene un carácter diferente al convencional ya que no

todas las sillas y mesas funcionarían en un espacio tan pequeño.

Tadao ando dibuja un tipo determinado de sillas que nos dan la idea de

la escala y forma de habitar ese espacio. El propio margen de

movimiento de esos muebles es mínimo, por lo que se producen zonas de

fricción y encorsetamiento dentro del propio espacio. La puerta de

acceso se abre hacia el propio patio porque hacia el interior

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lógicamente sería imposible. Los diferentes elementos se vuelven

rígidos, cualquier otra posición provocaría el no funcionamiento de la

vivienda. La versatilidad es nula.

Sección transversal Patio

El diseño estaba hecho expresamente para el matrimonio Azuma y su

hijo, por lo que cuando la familia aumentó el número de componentes,

se vieron obligados a mudarse.

El propio baño aparece como un espacio subordinado de la propia

cocina, cuya puerta abre a el. Éste termina siendo unos dos tercios

del área de la cocina.

La casa se ve envuelta continuamente en un juego de obligaciones entre

los programas, de unas circulaciones que se enlazan y desenlazan entre

el lleno y el vacío, de cierta incomodez programática.

A la hora de intentar establecer el hilo de comunicación entre las

partes, Tadao Ando ubica esos elementos en el propio patio, haciendo

más intensa si cabe la situación. Un puente de hormigón comunica las

habitaciones situadas en la planta superior, una enfrentada a la otra,

así como unas escaleras que unen la planta baja con la planta

superior.

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La incorporación de estos elementos en el vacío ocupan un volumen de

aire considerable, provocando con ello el desdibuje y la falta de una

perspectiva limpia hacia el cielo desde la planta inferior. El patio

se convierte en elemento de paso obligado sea cual sea la acción que

vayas a realizar. Si el niño o cualquier componente de la familia

necesitan ir al baño a media noche en pleno invierno, tomándolo como

situación extrema pero posible al mismo tiempo, nos percatamos del

extremo al que se ve afectada el funcionamiento de la vivienda.

Los elementos de transición entre el espacio abierto y el cerrado, o

lo que sería lo mismo, el patio con el resto de la vivienda, a

excepción del baño y el descansillo de la entrada, son completamente

transparentes. Los vidrios aparecen desprovistos de “sudares” como

ocurre en las casas “machiya”, así como de cualquier tipo de elemento

u ornamentación que genere cualquier posible matización en el interior

de los espacios. El único elemento que aparece marcado en ese paño

transparente es la carpintería de la propia puerta, sobre la cual,

acomete el puente ubicado en el patio. Otro gesto que pone énfasis en

el concepto de intensidad en el que se encuentra la casa, son las

propias puertas. Éstas se convierten en ventanas practicables, en los

únicos elementos que permiten el paso del aire y del olor del

exterior. Todas ellas se abren hacia el patio.

Prueba de ello tiene lugar en la planta superior, en ambas

habitaciones, donde el propio pavimento de pizarra del patio y de toda

la planta baja, se recorta hacia dentro en el lugar en el que se

encuentra la puerta. Se pone énfasis, de algún modo, en el único lugar

donde se produce ese intercambio de aire con el exterior.

I n t e r i o r d e habitación

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Ese vacío intensificador de la vivienda, se encuentra delimitado por

muros neutros de hormigón, cuya ejecución es perfecta, provocando un

espacio envuelto de papel en sus lados.

El suelo esta bañado por una serie de baldosas cuadradas de pizarra de

treinta por treinta centímetros, que unido a esos muros configura un

espacio plástico único. El propio Tadao Ando diseña un patio desnudo,

básico, que rechaza la colocación de elementos naturales, otorgándole

esa decisión al propio habitante de la casa. Ese espacio se convierte

en lugar lleno de abstracción, de posibilidades, de silencio, de

invitarte a reflexionar, de contemplar el paso de las estaciones. Los

agentes externos conducirán a su mutación, a la vez que teñirán lo

abstracto para que continúe mantenido su carácter original.

Un lugar pintado de blanco y negro, de sombras y luz.

Un lugar especial donde el único vestigio de naturaleza es el recorte

del propio cielo.

“el puente del patio”

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