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Las politicas ofertistas contra las politicas de demandaTRANSCRIPT
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE HISTORIA ECONÓMICAUNIVERSIDAD NACIONAL DE RÍO CUARTO
XXII JORNADAS DE HISTORIA ECONÓMICARío Cuarto (Córdoba)
21-24 de septiembre de 2010
ISSN 1853-2543
Las politicas ofertistas contra las politicas de demanda
Juan Santiago Fraschina
1) INTRODUCCIÓN:
En cada crisis que se produce se retoma la discusión histórica en economía: ¿cuáles
son las políticas más efectivas para recuperar el sendero del crecimiento y la generación de
puestos de trabajo? Por su parte, si la crisis económica es internacional la pregunta entre los
economistas argentinos es: ¿cuáles son las mejores políticas para amortiguar los efectos de la
crisis en la economía argentina?
Esta discusión se volvió a producir tanto a nivel local como internacional al iniciarse
la crisis financiera internacional en el 2009 desatada en Estados Unidos. En este sentido, tanto
en términos históricos como actuales existen dos posturas bien diferenciadas acerca de las
políticas económicas que se deben aplicar ante el estallido de una crisis:
a) Algunos economistas sostienen que las políticas más efectivas son aquellas que
tienden a incrementar la oferta agregada de la economía, como por ejemplo la
reducción del impuesto a las ganancias que permitirían aumentar la inversión de los
empresarios.
b) En cambio, otros economistas argumentan que las políticas de demanda son las que
mejor resultado tienen para sacar a una economía de una crisis económica. Por
ejemplo, para estos economistas el aumento del gasto público es fundamental para la
expansión de la demanda agregada, lo cual se traduce en un crecimiento de la
inversión, el producto y el empleo.
En este trabajo se desarrollará el debate histórico entre los defensores de las políticas
de demanda y los economistas del lado de la oferta. Es decir, se explicará por un lado el
1
origen de las políticas de demanda a partir de la crisis de 1929 con el surgimiento del
keynesianismo y su discusión con la ley de Say.
Por otro lado, se analizará el resurgimiento de las políticas ofertistas a partir de la
crisis del petróleo en 1973 que se tradujo en un cuestionamiento al Estado keynesiano que
prevaleció durante los “años dorados” del capitalismo.
Posteriormente, se desarrollará dos fenómenos de la historia económica argentina. En
primer lugar, la aplicación y sus resultados de las políticas tendientes a incrementar la oferta
durante el gobierno de la Alianza. En segundo lugar, las políticas de demanda y sus
consecuencias llevadas a cabo por el gobierno nacional durante la crisis de 2009. Por último,
se expondrán las conclusiones finales del trabajo.
Por lo tanto, el objetivo central del trabajo es analizar los resultados divergentes que
tuvieron en la Argentina las políticas de oferta y las políticas de demanda aplicadas por el
gobierno nacional en dos crisis económicas distintas.
2) LAS POLÍTICAS DE DEMANDA Y LAS POLÍTICAS DE OFERTA:
2.1.) La crisis de 1929 y el origen de las políticas de demanda:
El origen de las políticas de demanda se encuentra en la Gran Depresión de 1929,
denominada de esta manera debido a que fue la crisis más profunda del sistema capitalista de
producción. Si bien esta crisis se inició en Estados Unidos, luego se transformó en una
depresión de carácter mundial.
En los países centrales la escuela económica preponderante antes de la crisis de 1929
era la neoclásica, la cual comenzó a tener su apogeo a partir de 1880. Esta escuela se basaba
desde el punto de vista macroeconómico fundamentalmente en la ley de Say y en la teoría del
equilibrio general.
La primera establecía que toda oferta genera su propia demanda, esto es, que ante
cualquier incremento de la oferta de mercancías automáticamente se incrementaría la
demanda de las mismas. En este sentido, para los neoclásico era imposible la existencia de
sobreproducción, es decir, de un exceso de oferta. Por su parte, la teoría del equilibrio general
establecía que los mercados se autorregulan, es decir, ante la existencia de cualquier
desequilibrio el mercado retoma al equilibrio en forma automática.
2
Sin embargo, la crisis de 1929 se encargaría de desmentir la teoría neoclásica. En
efecto, las causas de la Gran Depresión fue una combinación de sobreproducción y fuerte
especulación, cuyo germen estuvo en el proceso de crecimiento económico experimentado
por la economía norteamericana durante la década del veinte, basada sobre todo en el fuerte
aumento de la producción de automóviles.
En primer lugar, la sobreproducción se debió a que el fuerte aumento de la producción
que se verificó durante los años veinte no estuvo acompañada por un aumento en la misma
dimensión de la demanda, es decir, la causa de la sobreproducción fue la insuficiente
expansión de la demanda de la economía norteamericana durante este período.
Por su parte, el escaso incremento de la demanda se debió fundamentalmente a la
desigual distribución del ingreso que se experimentó durante los años veinte en Estados
Unidos. Pues si bien durante la fase de crecimiento económico los beneficios de los
empresarios crecieron en forma permanente, los salarios de los trabajadores permanecieron
casi constantes durante todo el período, salvo en el caso de los obreros de Henry Ford quien
les aumento sus remuneraciones al vislumbrar las consecuencias nefastas que podía tener el
aumento insuficiente de la demanda.
Esta distribución regresiva del ingreso que generó un escaso incremento de la
demanda condujo a que en 1929 en Estados Unidos la oferta de bienes superará holgadamente
su demanda, provocando una deflación generalizada y por lo tanto una caída de la tasa de
ganancia de los empresarios.
Es importante destacar, sin embargo, que la crisis de 1929 fue de sobreproducción
relativa. Efectivamente, el exceso de oferta no se debió a que la población norteamericana no
deseaba las mercancías que se habían producido, sino más bien que como resultado de los
bajos salarios verificados durante la década del veinte los consumidores no poseían los
ingresos suficientes para adquirir los bienes. En este sentido, el exceso de oferta fue con
respecto a la capacidad de demanda de los consumidores, pero no en relación a las
necesidades reales de la población.
Con respecto al fuerte aumento de la especulación producida durante la década del
veinte se debió al aumento de los precios de las acciones en el mercado de valores como
resultado del crecimiento permanente de los beneficios de los empresarios. De esta forma, un
alto porcentaje de la población norteamericana, que incluía desde los sectores altos de la
población a los pequeños ahorristas, se volcaron masivamente a la especulación en las Bolsas
3
de Valores. A tal punto que los movimientos de valores que se produjeron en la Bolsa de
Nueva York durante la década del veinte fueron mayores que los resultados de la economía
real en términos de producción, empleo y demanda.
Estos desequilibrios de la economía norteamericana condujeron al colapso que se
desató el 29 de octubre de 1929, donde la crisis de sobreproducción provocó la caída de la
Bolsa de Nueva York. En efecto, como dijimos, el exceso de oferta generó una caída de los
precios de los bienes, lo cual produjo una disminución en la tasa de ganancias de los
empresarios.
Como resultado de esto se desató una baja en los precios de las acciones conduciendo
a un pánico entre los accionistas norteamericanos. De esta forma, millones de accionistas al
mismo tiempo trataron de desprenderse de sus acciones provocando el cierre de la Bolsa de
Valores de Nueva York, conocido como la caída de Wall Street.
La crisis que se tradujo en una fuerte caída de la producción comenzó a generar un
significativo aumento del desempleo, una caída de los salarios de los trabajadores y una crisis
del sistema financiero norteamericano a partir del quiebre de una gran cantidad de bancos que
terminó perjudicando a un enorme número de pequeños y medianos ahorristas.
Pero como habíamos señalado, esta crisis que se inició en Estados Unidos en poco
tiempo se expandió al resto del mundo como resultado de la fuerte interdependencia
económica que existía en ese momento a nivel mundial. La contracción del comercio
norteamericano y la reducción del mercado de capital internacional transformó la crisis en una
depresión mundial.
Esto condujo a que los países desarrollados comenzaran a aplicar medidas
proteccionistas como una de las políticas fundamentales para aminorar los efectos de la crisis
en sus economías. Esta medida tomada por los países centrales repercutieron en forma
negativa en las economías periféricas, como la Argentina. En efecto, el aumento de los
aranceles a las importaciones llevada a cabo por los países desarrollados provocó una caída
del comercio internacional, lo cual generó una reducción de los precios de los bienes
agropecuarios de los cuales dependían las economías subdesarrolladas.
En el caso particular de la economía argentina, la Gran Depresión desató la caída del
modelo agroexportador, el cual consistía en la exportación de productos primarios a los países
centrales, fundamentalmente Gran Bretaña, y con las divisas obtenidas permitía adquirir en
los países centrales los productos manufacturados. Sin embargo, a partir de 1929 y la
4
generalización del proteccionismo en los países industrializados con la consiguiente caída de
los precios de los productos primarios, el nivel de exportaciones de la economía argentina se
redujo bruscamente, reduciéndose de esta manera el ingreso de divisas; lo cual generó la
incapacidad para la compra de bienes industriales.
Al caerse el modelo agroexportador se inició en la economía argentina un nuevo
modelo económico a partir de 1930 denominado la industrialización por sustitución de
importaciones (I.S.I.), es decir, la producción interna de bienes manufacturados reemplazó lo
que anteriormente se importaban desde los países desarrollados.
En los países centrales, como dijimos, hasta la Gran Depresión, la escuela económica
preponderante eran los neoclásicos. Dicha escuela confiaba en los mecanismos del mercado
para la superación de la crisis debido a que los mercados poseen, según los economistas
neoclásicos, la capacidad de autorregularse, es decir, ante cualquier desequilibrio se retoma en
forma automática a través de la ley de la oferta y la demanda a una situación de equilibrio.
Sin embargo, el libre funcionamiento del mercado en lugar de conducir a la economía
norteamericana a una nueva situación de estabilidad, terminó profundizando la crisis. Los
neoclásicos argumentaban que ante el exceso de oferta se generaría una caída de los precios
que conduciría a un aumento de la demanda, produciéndose de esta manera un nuevo
equilibrio entre la oferta y la demanda sin la necesidad de una intervención estatal.
Pero la realidad señalaba otra cosa. Al generarse el proceso deflacionario debido a que
la oferta era mayor que la demanda, la tasa de ganancia de los empresarios comenzó a
reducirse en forma significativa, lo cual generó que los capitalistas despidieron en forma
masiva a parte de sus trabajadores al mismo tiempo que al resto le reducían los salarios. Por lo
tanto, la estrategia encarada por los empresarios para superar la crisis, generaba una nueva
caída de la demanda que implicaba de esta forma una profundización de la depresión
económica.
Fue Roosevelt que a partir de 1933 como presidentes de los Estados Unidos llevó
adelante ante el fracaso del mercado el denominado New Deal o Nuevo Acuerdo, que
representaba un conjunto de políticas económicas con el objetivo de incrementar la demanda
y de esta manera superar la crisis y retomar un sendero de crecimiento económico y reducción
del desempleo. Por primera vez, el Estado en forma explicita tomaba la responsabilidad en la
aplicación de una serie de políticas macroeconómicas para influir en el funcionamiento de la
economía del país.
5
En otras palabras, el New Deal fue un programa económico llevado a cabo por el
gobierno norteamericano con el objetivo de incrementar la demanda a través de diferentes
mecanismos y de esta manera poder superar la Gran Depresión. Este conjunto de políticas
macroeconómicas logró revertir en parte la crisis económica en los Estados Unidos,
generando un crecimiento económico y una reducción del desempleo. Sin embargo, es
importante destacar que Estados Unidos logró salir definitivamente de la crisis como
resultado de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), pues a partir del inicio del rearme se
verificó en la economía norteamericana una fuerte reactivación económica.
En este contexto de crisis nace el teórico más destacado de las políticas de demanda:
John Maynard Keynes (1883-1946) con su libro más famoso “Teoría General de la ocupación,
el interés y el dinero” publicado en 1936. Su objetivo fue poder entender las causas que
provocaron la Gran Depresión y la elaboración de una serie de recomendaciones para su
superación. Al mismo tiempo, contribuyó a la explicación de los ciclos económicos y diseñó
un enfoque para controlar dichas fluctuaciones con el objetivo de poder garantizar un sólido
crecimiento económico en el largo plazo a través del manejo de la demanda agregada por
parte del Estado.
Keynes desarticuló la concepción económica neoclásica otorgándole un concepto
positivo al papel del Estado en la economía. Con Keynes surgen las denominadas políticas de
demanda, es decir, la aplicación de ciertos instrumentos de política por parte del Estado para
modificar la realidad económica de sus países; como por ejemplo, las políticas monetarias y
fiscales.
En este sentido, según Keynes en la crisis de 1929 a través de las políticas económicas
implementadas por el Estado se debía incrementar la demanda para poder superar el exceso de
oferta y de esta manera salir de la crisis económica y social que aquejaba al mundo. Las
recomendaciones keynesianas iban desde la realización de obras públicas a la orientación del
crédito y la reducción de la tasa de interés con el objetivo de incrementar la inversión privada.
En una perspectiva de más largo plazo el Estado debía ser el encargado de suavizar los
ciclos económicos manejando la demanda agregada por medio de distintas políticas
económicas dependiendo la situación en la cual se encuentre la economía. Por lo tanto, con
Keynes la concepción del libre funcionamiento del mercado como solución de los problemas
macroeconómicos fue abandonada por la idea de una economía capitalista regulada por el
Estado fundamentalmente a partir del manejo de la demanda de la economía.
6
2.2.) La crisis del petróleo y el retorno de los economistas ofertistas:
En la crisis de mediados de la década del setenta se produjo un retorno de los
economistas del lado de la oferta. Según estos economistas, la salida de la crisis dependía de
la aplicación de políticas fiscales del lado de la oferta, esto es, políticas del Estado tendientes
a aumentar la oferta agregada para alcanzar un crecimiento de la producción, el pleno empleo
y una reducción de la inflación1.
Las políticas ofertistas se aplicaron en Estados Unidos en 1980 durante el gobierno de
Ronald Reagan, con el objetivo de poder superar el problema de estanflación por el cual
estaba atravesando la economía norteamericana.
Los defensores de las políticas del lado de la oferta argumentaban que como a
diferencia de la crisis de 1929 donde la recesión estaba unida a un proceso deflacionario, en la
crisis del setenta la estanflación implicaba caída del producto y proceso inflacionario. Por lo
tanto, todo aumento de la demanda profundizaría los problemas económicos al incentivar el
aumento en el nivel general de precios.
En este sentido, según estos economistas, la alternativa más racional para lograr
superar la crisis era estimular la oferta agregada de la economía norteamericana. Para la teoría
del lado de la oferta, las políticas ofertistas generarían junto al incremento de la producción y
del empleo, una reducción en la inflación.
De esta forma, los economistas ofertistas recomendaban implementar políticas
económicas que permitieran rebajar los precios de los insumos, estimular los avances
tecnológicos, subsidiar a los empresarios, reducción de impuestos a los productores y
desregulación de los mercados.
Uno de los economistas del lado de la oferta más destacado que asesoró al presidente
Reagan fue Arthur Laffer. Según este economista los impuestos influyen en la motivación de
los individuos para trabajar, ahorrar, invertir y producir al mismo tiempo que repercute por lo
tanto en el ingreso fiscal.
Según Laffer, a medida que los impuestos aumentan se produce una reducción en los
incentivos a producir, lo cual genera una disminución en la recaudación impositiva. Con esta
1 Tucker, Irvin (2002).
7
idea general desarrolló una curva, la cual se conoce actualmente como la curva de Laffer,
donde se describe la relación entre las tasas tributarias y los ingresos fiscales totales.
Si el Estado fija una tasa impositiva en cero, los individuos tienen el mayor de los
incentivos para trabajar y producir, pero la recaudación impositiva es nula. En el caso
opuesto, si el Estado establece una tasa impositiva del 100%, la gente no tendrá motivación
alguna para trabajar, producir y generar ingresos, por lo cual también la recaudación
impositiva será nula.
De esta manera, según Laffer, en toda economía existe una tasa impositiva optima
entre 0 y el 100% que permita el mayor de los ingresos fiscales para el Estado al generar los
incentivos necesarios para producir y trabajar.
Según este economistas, el problema de la economía norteamericana durante la década
del ochenta era que la tasa impositiva era mayor a la tasa optima provocando una reducción al
estimulo a trabajar y producir generando una reducción en los ingresos fiscales, lo cual se
traducía en un déficit fiscal para el Estado norteamericano.
Por lo tanto, la recomendación de Laffer para superar la crisis de Estados Unidos era la
reducción de la tasa impositiva que permitiera un mayor incentivo a la inversión, el trabajo y
la producción generando a su vez un incremento de la recaudación tributaria y una
disminución del déficit fiscal. Laffer hacia hincapié sobre todo en la reducción del impuesto a
las ganancias.
Durante el gobierno de Reagan se aplicaron distintas políticas ofertistas, la cual la más
importante fue la disminución del impuesto a la renta en 1981. También se aplicaron
estímulos fiscales que subsidiaban las inversiones de los empresarios como por ejemplo
créditos fiscales para nuevos equipos y plantas y para investigación y desarrollo con el
objetivo de alentar los avances tecnológicos buscando incrementar la capacidad productiva de
la economía norteamericana a través de aumentar la cantidad y calidad del capital.
De esta forma, se esperaba aumentar la motivación de los empresarios
norteamericanos a invertir y producir para lograr un crecimiento económico e incrementar la
generación de puestos de trabajo provocando así mismo un aumento de la recaudación
impositiva y una disminución de los desequilibrios fiscales.
Sin embargo, el resultado de las políticas ofertistas aplicadas por Reagan fue la
profundización de la crisis económica, un aumento del déficit fiscal y una concentración del
ingreso. En efecto, pese a la disminución del impuesto a la renta, como la demanda
8
norteamericana no aumentaba, los empresarios en lugar de invertir y aumentar la producción
incrementaron su capacidad de ahorro.
En otras palabras, las políticas ofertistas aplicadas en la década del ochenta en Estados
Unidos durante el gobierno de Reagan únicamente fueron funcionales a los intereses de los
grandes empresarios, pero lejos estuvieron de permitir sacar a Estados Unidos de la crisis
económica.
3 ) LAS POLÍTICAS OFERTISTAS Y DE DEMANDA EN LA ARGENTINA:
3.1.) Las políticas ofertistas del gobierno de la Alianza y sus consecuencias:
3.1.1.) Las políticas ofertistas aplicadas durante la crisis final del modelo de
Convertibilidad:
En 1998 se inició la crisis final del modelo de Convertibilidad a partir de una serie de
shocks externos comenzados con la devaluación en Asia, el default ruso en 1998 y la
devaluación de Brasil en enero de 1999; generando la interrupción del ingreso de capitales
necesarios para sostener el régimen de Convertibilidad.
En este sentido, la Alianza asumió el gobierno en medio de una crisis económica que
se había iniciado a mediados de 1998 durante el gobierno de Menem. Sin embargo, el
objetivo central del gobierno era sostener el régimen convertible instaurado a principios de la
década del noventa, pese a los grandes problemas económicos y sociales que esto provocaba.
En este contexto, el primer ministro de Economía del gobierno de la Alianza, José
Luis Machinea, se propuso conseguir un incremento de la competitividad de la economía
argentina, sin tener que devaluar la moneda nacional, para lograr incrementar las
exportaciones y retomar un sendero de crecimiento económico. Para esto se buscaba reducir
los precios internos a través de un aumento de la productividad y una reducción de los costos.
Junto con esto se tendió a conseguir un equilibrio fiscal disminuyendo el déficit del
sector público. Este objetivo estaba íntimamente relacionado al aumento en el peso de los
servicios de la deuda pública relacionado con el fuerte crecimiento del endeudamiento del
sector público en los años anteriores.
9
Por lo tanto, se esperaba que la reducción del déficit fiscal y la consecuente
disminución de la demanda de crédito conduciría a una reducción de la tasa de interés que
generaría una expansión de la inversión productiva y al crecimiento de la economía.
En síntesis, Machinea centralizó su programa económico en un contexto de crisis
económica en el aumento de las ventas externa vía deflación para mejorar la balanza
comercial al mismo tiempo que conseguir un reactivación económica y reducción del déficit
fiscal a través de la disminución del gasto público y el aumento de la recaudación, con el
objetivo central de estimular la oferta agregada.
Además, el incremento de las exportaciones y el aumento de las inversiones, junto con
el equilibrio externo y fiscal conducirían a una disminución del riesgo país, lo cual generaría
una expansión de la inversión extranjera directa.
Por otro lado, estos objetivos eran compartidos por los organismos internacionales,
sobre todo el Fondo Monetario Internacional, que aportaban las divisas necesarias para
sostener el régimen convertible.
Con estos objetivos el gobierno de la Alianza comenzó a tomar medidas con el fin de
reducir el desequilibrio fiscal2. En un primer momento se intentó aumentar la recaudación
tributaria a través de una recategorización hacia arriba de los distintos tramos del impuestos a
las ganancias, disminuyendo progresivamente las deducciones y aplicando un tributo
extraordinario a las personas con ingresos mayores de 10.000 pesos mensuales.
Sin embargo, ante el fracaso para eliminar el déficit fiscal se encaró una reducción del
gasto público disminuyendo el 13% de las remuneraciones de los empleados públicos que
ganaban por encima de los 1.000 pesos mensuales y de las jubilaciones mayores de 500 pesos.
Además, se produjo una reducción del 30% de los contratos del sector público.
Los objetivos de estas medidas eran no sólo reducir el gasto público para equilibrar las
cuentas públicas, sino también promover una disminución de los salarios privados y del
consumo para profundizar la deflación y mejorar la competitividad con el fin de expandir las
exportaciones de la economía argentina.
Por otro lado, el ministro Machinea inició una profundización de la flexibilización
laboral encarada en la década del noventa para reducir el costo laboral con el fin de
incrementar la competitividad de la economía argentina y estimular por otro lado la inversión
productiva.
2 Rapoport, Mario (2005).
10
La nueva reforma laboral promulgada el 29 de mayo del 2000 incluía entre otras cosas
la descentralización de las negociaciones laborales, la creación de servicios de mediación y
arbitraje, la autorización para modificar acuerdos de trabajo cuando la estabilidad económica
de la empresa estuviera en riesgo y la extensión del período de prueba.
Asimismo, el gobierno de la Alianza encaró un conjunto de medidas para estimular la
inversión privada que incluía por ejemplo la disminución de los gravámenes al
endeudamiento de los empresarios y a la renta presunta, el establecimiento de ciertas
facilidades para los créditos hipotecarios y el establecimiento de diferentes incentivos
sectoriales3.
Luego, ante la fragilidad del modelo de Convertibilidad, el Fondo Monetario
Internacional junto con otras instituciones y países otorgaron un blindaje financiero de
aproximadamente 40.000 millones de dólares al gobierno argentino para tratar de incrementar
la confianza de los acreedores externos y evitar de esta forma el derrumbe del régimen
cambiario instaurado en la década del noventa.
Sin embargo, ante el fracaso de las políticas económicas se produjo la renuncia de
Machinea, asumiendo como ministro de Economía el 4 de marzo de 2001 Ricardo López
Murphy.
El nuevo ministro, centrándose también en la idea de estimular la oferta agregada de la
economía argentina, tenía como objetivo central conseguir el equilibrio fiscal que el anterior
ministro de economía no pudo conseguir, para lo cual presentó un conjunto de medidas para
la reducción del gasto público en 2.000 millones de pesos a través de la disminución en las
transferencias a las provincias, la eliminación de los subsidios a la producción de tabaco y al
consumo de combustible, la disminución en el presupuesto educativo y el despido de 100.000
empleados públicos4.
Pero el estallido social generado por la política de ajuste propuesta por López Murphy
desencadenó la renuncia del ministro de economía a menos de dos semanas de su designación.
Luego del breve interinato de López Murphy en marzo de 2001 asumió como ministro de
Economía Domingo Cavallo.
En un primer momento, el nuevo ministro de Economía encaró una política ofertista
con el objetivo de lograr una recuperación de la actividad económica al mismo tiempo que
3 Rapoport, Mario (2005).4 Rapoport, Mario (2005).
11
trató de diferenciarse de los anteriores ministros de Economía que se focalizaron en la
aplicación de políticas de ajuste.
En este sentido, se lanzaron los denominados “planes de competitividad” a diferentes
sectores productivos, como por ejemplo la industria metalmecánica, textil y de indumentaria y
calzado; que incluían reducciones en los aportes patronales a la seguridad social, disminución
en los aranceles a la importación de bienes de capital, exenciones impositivas y un aumento
en el proteccionismo de bienes de consumo importados5.
En otras palabras, el ministro Cavallo buscaba reducir los costos de las empresas de
distintos sectores económicos para que de esta forma aumentará la inversión y se iniciará un
nuevo sendero de crecimiento económico.
Por otro lado, se dispuso la “convertibilidad ampliada”, incorporando al euro junto con
el dólar como respaldo del peso; lo cual implicaba, al ser la cotización del euro menor al del
dólar, una devaluación encubierta.
Con respecto al desequilibrio fiscal Cavallo estableció un nuevo “impuestazo” al
implementar un tributo a las transacciones bancarias y la eliminación de las exenciones del
Impuesto al Valor Agregado.
Asimismo, debido a los compromisos con los acreedores externos que debía afrontar
el gobierno de la Alianza, Cavallo llevó a cabo el denominado megacanje. Este plan consistía
en el canje de parte de la deuda pública a través de un conjunto de bancos extranjeros. El
megacanje se concretó en junio de 2001 e implicaba la transferencia de deuda de corto plazo
por deuda de largo plazo, transfiriendo los vencimientos hacia delante generando de esta
forma un alivio en el corto plazo.
Sin embargo, ante el nuevo fracaso de las distintas políticas encaradas, el ministro
Cavallo retomó las políticas de ajuste para recuperar la oferta de la economía. En este sentido,
se instauró el programa de déficit cero que consistía en que los únicos dos gastos públicos que
el Estado argentino se comprometía a pagar era la deuda pública y las transferencias a las
provincias que se habían acordado con anterioridad. Por lo tanto, el resto del gasto público,
como por ejemplo el pago de las remuneraciones a los empleados públicos, dependían del
excedente que quedaba de los ingresos del Estado6.
En síntesis, ante la crisis económica heredada por el gobierno de Menem y más allá de
algunas medidas económicas llevada a cabo durante este período, el gobierno de la Alianza se
5 Rapoport, Mario (2005).6 Rapoport, Mario (2005).
12
caracterizó por la aplicación de políticas de ajuste con el objetivo principal de reducir el
déficit fiscal para incrementar la confianza y de esta forma lograr expandir las inversiones y
poder retomar el crecimiento económico. Es decir, el gobierno de la Alianza se caracterizó
por las políticas ofertistas para poder salir de la crisis de fines de la década del noventa.
3.1.2.) Las consecuencias de las políticas ofertistas:
Las políticas ofertitas aplicadas por el gobierno de la Alianza fueron un rotundo
fracaso. En lugar de reactivar la economía argentina, condujeron a una profundización de la
crisis económica que se venía arrastrando desde mediados de 1998.
La reducción del gasto público y el incremento de los impuestos para lograr eliminar
los desequilibrios fiscales en lugar de incrementar la inversión a partir de un aumento en la
confianza de los distintos sectores económicos, generó una reducción del consumo en
particular y de la demanda en general que provocaba una disminución de la inversión y una
profundización de la recesión. De esta manera, mientras que el consumo privado se redujo un
0,7% en el 2000 y un 5,7% en el 2001, la inversión disminuyó un 6,8% en el 2000 y un 15,7%
en el 2001.
Cuadro N° 1: Evolución de la oferta y demanda global valores trimestrales a precios de
1993, 2000-2001 (variación porcentual respecto a igual periodo del año anterior)Año PBI a
precio de
mercado
Consumo
de las
familias
Consumo
público
Inversión Exportac. Importac.
2000
I
II
III
IV
-0,8
-0,2
-0,4
-0,6
-1,9
-0,7
0,5
-0,1
-0,2
-2,7
0,6
1,0
0,3
1,6
-0,5
-6,8
-5,1
-7,6
-6,9
-7,5
2,7
3,5
3,0
1,5
2,9
-0,2
1,1
3,7
-2,2
-2,72001
I
II
III
IV
-4,4
-2,0
-0,2
-4,9
-10,5
-5,7
-1,8
-2,1
-6,6
-12,3
-2,1
0,5
0,4
-2,1
-6,5
-15,7
-9,5
-6,2
-17,2
-28,6
2,7
0,7
4,6
5,7
-0,4
-13,9
0,8
-4,2
-17,9
-33,7
13
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Indec.
Con respecto al sector externo si bien se verificó un leve crecimiento de las
exportaciones, el superávit comercial que se consiguió durante el gobierno de la Alianza se
debió al derrumbe de las importaciones, las cuales se desplomaron como consecuencia de la
fuerte crisis económica.
Por lo tanto, esta evolución de los distintos componentes de la demanda agregada
provocaron que el Producto Bruto Interno cayera un 0,8% en el 2000 y un 4,4% en el 2001.
Pero el gobierno de la Alianza no sólo no pudo reactivar la economía, sino que además
no logro equilibrar las cuentas públicas que era uno de sus objetivos centrales. Pues, si bien
durante este período se verificó un superávit primario, conseguido fundamentalmente por la
disminución del gasto público, se mantuvo el déficit financiero.
Por lo tanto, el desequilibrio fiscal era resultado de un exceso del gasto del sector
público pero debido exclusivamente al aumento permanente de los servicios de la deuda
pública como consecuencia del crecimiento constante del endeudamiento del Estado en los
años anteriores.
Cuadro N° 2: Evolución del sector público, 2000-2001 (millones de pesos). Concepto I Semestre de
2000
II Semestre de
2000
I Semestre de
2001
II Semestre de
2001Ingresos
corrientes (I)
28.314,4 26.897,3 27.457,6 22.808,5
Gastos
corrientes (II)
29.431,6 30.069,9 31.235,9 25.294,1
Resultado
económico(I– II)
-1.117,2 -3.172,6 -3.778,3 -2.485,6
Recursos de
capital (IV)
197,7 203,6 76,6 111,9
Gastos de capital
(V)
1.414,0 1.489,1 1.502,7 1.141,2
Ingresos totales
(I+IV)
28.512,1 27.100,9 27.534,2 22.920,4
Gastos totales
(II+V)
30.845,6 31.559,0 32.738,6 26.435,3
Resultado 2.432,1 290,4 1.258,0 137,1
14
primarioResultado
financiero
-2.334,2 -4.599,3 -5.210,2 -3.569,3
Fuente: Rapoport, Mario (2005).
De esta manera, durante la crisis final del régimen convertible se estableció una
política de ajuste, la cual generaba una caída de la demanda que profundizaba la crisis
económica. Esta recesión al mismo tiempo que conducía a una caída de los recursos del
Estado, obligaba a una nueva disminución del gasto público.
En este sentido, durante el gobierno de Fernando de la Rua como consecuencia de las
políticas del lado de la oferta se consolidó un circulo vicioso que implicaba que el ajuste fiscal
profundizaba la recesión económica y que requería, por la caída de los recursos del sector
estatal, una posterior disminución del gasto público para lograr equilibrar las cuentas del
Estado que provocaba una caída de la demanda.
Pero además, este esfuerzo del Estado no produjo los resultados esperados por el
gobierno de la Alianza, pues el desequilibrio fiscal perduró a lo largo de toda la crisis final del
Plan convertible debido, como dijimos, al aumento en el gasto público en concepto de
servicios de la deuda.
Por lo tanto, la reducción del gasto en educación, salud e infraestructura era más que
compensado por el aumento del gasto público por el pago de la deuda del Estado, lo cual
generaba un déficit permanente en el resultado financiero del sector público.
Por otro lado, la profundización de la crisis debido a las políticas ofertistas aumentó la
crisis social. En primer lugar, con respecto al mercado de trabajo se verificó un aumento de la
desocupación del 13,8% al 18,3% entre 1999 y el 2001.
Al mismo tiempo, se produjo un crecimiento de la subocupación del 14,3% al 16,3%
durante el mismo período, siendo la subocupación demandante la que más aumento pasando
del 9,1% al 10,7% entre 1999 y el 2001.
Asimismo, se experimentó un crecimiento del trabajo no registrado que pasó del
37,4% al 37,8% entre 1999 y el 2001 para el Gran Buenos Aires. Esta evolución del mercado
laboral condujo a una disminución del salario de los trabajadores verificado en la caída del
salario promedio de 586,1 pesos en 1999 a 571,0 pesos en el 2001.
15
Cuadro N° 3: Evolución de la desocupación, subocupación, trabajo no registrado, salario
promedio, pobreza e indigencia; 1999-2001 (porcentaje y pesos). 1999 2000 2001
Desocupación 13,8 14,7 18,3Subocupación
Demandante
No demandante
14,3
9,1
5,2
14,6
9,3
5,3
16,3
10,7
5,6Trabajo no registrado
(Bs. AS.)
37,4 37,5 37,8
Salario promedio 586,1 582,8 571,0Pobreza
Hogares
Personas
18,9
26,7
20,8
28,9
25,5
35,4Indigencia
Hogares
Personas
4,8
6,7
5,6
7,7
8,3
12,2Fuente: Elaboración propia en base a datos del Indec y Lindenboim, Javier y González,
Mariana (2004).
A su vez, se produjo un aumento de la pobreza y la indigencia. Mientras que la
pobreza en los hogares aumentó del 18,9% al 25,5% entre 1999 y el 2001, en las personas se
incrementó del 26,7% al 35,4% durante el mismo período.
Por su parte, mientras que la indigencia de los hogares se incrementó del 4,8% al 8,3%
entre 1999 y el 2001, las personas indigentes aumentaron de 6,7% al 12,2% durante el mismo
período.
En este contexto se generó un estrangulamiento externo en la economía argentina que
condujo a la salida del modelo de Convertibilidad. En primer lugar, la estrategia del aumento
de la competitividad de la economía argentina a través de la reducción de los precios internos
por medio de la disminución de los costos que se intentó no condujo a un crecimiento
importante de las exportaciones.
Las exportaciones se expandieron levemente durante este período pasando de 30.449 a
32.129 millones de dólares entre 1999 y el 2001. De esta forma, el superávit comercial que se
verificó se debió a una abrupta caída de las importaciones como consecuencia de la fuerte
crisis económica, las cuales se redujeron de 34.521 a 29.659 millones de dólares entre 1999 y
el 2001.
16
Cuadro N° 4: Evolución del sector externo, 1999-2001 (millones de dólares)Concepto 1999 2000 2001
Exportaciones 30.449 31.272 32.129Importaciones 34.521 34.466 29.659Saldo de la cuenta
corriente
-11.910 -8.955 -3.780
Deuda externa pública 84.750 84.851 88.259Deuda externa privada 60.539 61.724 51.984Stock de capitales en el
extranjero
124.455 131.892 137.805
Inversión extranjera
directa
23.988 10.418 2.166
Utilidades y
dividendos de la IED
2.213 2.588 893
Intereses pagados por
la deuda externa
11.329 12.352 12.162
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Indec; Basualdo, Eduardo (2003) y
Rapoport, Mario (2005).
Por su parte, si bien la inversión extranjera directa fue sumamente elevada en 1999
debido a la transferencia Repsol – YPF, a partir de este año se redujo drásticamente llegando a
los 2.166 millones de dólares en el 2001.
Además, al mismo tiempo que la inversión extranjera directa dejaba de proveer
divisas, se profundizaba la remisión de utilidades por parte de las firmas extranjeras. Salvo el
año 2001 debido a la profunda crisis económico que generó la reducción de las ganancias de
los empresarios en general y de las firmas extranjeras en particular, las utilidades y dividendos
remitidos al extranjero superaban los 2.000 millones de dólares en todos los años de la crisis
final del régimen convertible.
Por otro lado, el comportamiento de los grandes grupos económicos durante la crisis
final del régimen convertible fue fundamental para la conformación del estrangulamiento
externo. Efectivamente, mientras se intensificaba la fuga de capitales al extranjero pasando el
stock de capitales en el exterior de 124.455 a 137.805 millones de dólares entre 1999 y el
2001, se reducía el endeudamiento externo privado de 60.539 a 51.984 millones de dólares
durante el mismo período.
17
Esta estrategia del capital concentrado local se debió al aumento de la fragilidad del
régimen convertible y el aumento de la posibilidad de la devaluación de la moneda nacional.
De esta forma, los grandes grupos económicos absorbían divisas en la economía argentina
para transferirlas al extranjero con el objetivo de cancelar deuda externa o para depositarlo en
el sistema financiero internacional.
Ante esta situación, la deuda externa pública se transformó en el rubro central para la
entrada de divisas y el sostenimiento de la Convertibilidad. Por tal motivo, la deuda externa
pública aumentó de 84.750 a 88.259 millones de dólares entre 1999 y el 2001.
Pero al mismo tiempo, el Estado necesitaba endeudarse para cubrir el déficit fiscal que
generaba el crecimiento de los intereses pagados por la deuda pública que fueron de 11.329
millones de dólares en 1999, 12.352 en el 2000 y de 12.162 millones de dólares en el 2001.
De esta forma, se consolidó un circulo vicioso que consistía en la necesidad de divisas
que dependía fundamentalmente de la deuda externa pública. Por otro lado, el pago en
concepto de servicios de la deuda pública generaba un déficit que obligaba al incremento de la
deuda del Estado como mecanismo de financiamiento del desequilibrio fiscal.
Es decir, durante el gobierno de la Alianza la economía argentina experimentaba
desequilibrios macroeconómicos que presagiaban la caída del régimen convertible. Por un
lado, un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos que generaba la necesidad
permanente de ingresos de capitales y que eran abastecidos a través del aumento sostenido de
la deuda externa pública. Por otro lado, se producía un incremento del déficit fiscal y de la
deuda pública total que implicaba una necesidad cada vez mayor de financiamiento para el
sector estatal. Los déficit gemelos fueron profundizados por las políticas ofertistas del
gobierno de la Alianza.
Estos desequilibrios condujo a una dinámica en la cual se generaba una mayor deuda
pública provocando un incremento del riesgo país y por lo tanto de los intereses que el Estado
pagaba por la deuda contraída7. Esto provocó que los acreedores externos comenzaran a
reducir el financiamiento, generando la interrupción del ingreso de capitales que permitía
sostener el régimen convertible
Cuadro N° 5: Evolución de los depósitos y de la reservas del Banco Central (millones de
dólares y porcentaje del PBI)Año Depósitos totales en Depósitos totales en Variación de la
7 Damill, Mario; Frenkel, Roberto y Juvenal, Luciana (2004)
18
millones de dólares porcentaje del PBI reservas1999 78.788 27,8 1.2012000 87.700 30,8 -4392001 66.500 24,5 -12.083
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Carrera, Jorge (2004) y Rapoport, Mario
(2005).
La desconfianza creciente en la sostenibilidad del modelo de Convertibilidad se
tradujo en una “corrida bancaria” a fines de 2001. En efecto, si bien los ahorristas en un
primer momento transformaron los depósitos de pesos a dólares, luego comenzaron a retirar
directamente los depósitos de los bancos.
El sistema bancario a fines de 2001 perdía depósitos a un ritmo promedio de 500
millones de dólares diarios8. De esta forma, los depósito totales se redujeron de 87.700 a
66.500 millones de dólares entre el 2000 y el 2001. Dicho en otras palabras, lo depósitos
totales disminuyeron del 30,8% del Producto Bruto Interno al 24,5% entre el 2000 y el 2001.
Por su parte, esto generaba una caída de las reservas del Banco Central, las cuales se
redujeron de 26.000 a 13.5000 millones de dólares entre 1999 y el 20019.
En medio de la crisis, el Banco Central de la República Argentina implementó una
serie de medidas con el objetivo de compensar la retirada de depósitos del sistema bancario
argentino. Una de las más importante fue, dentro de los limites que implicaba el modelo de
Convertibilidad, entregar un monto elevado de prestamos a los bancos, siendo los bancos
públicos los mayores beneficiarios de esta medida. Sin embargo, es importante destacar que
también otorgó financiamiento a los bancos privados, y en particular a las entidades
financieras extranjeras.
Pero estas medidas resultaron insuficientes. La retirada de depósitos continuó,
generando un agotamiento de las reservas del sistema bancario. Debido a este drenaje de
depósitos se produjo el denominado “corralito”. El gobierno de la Alianza estableció a partir
del 3 de diciembre de 2001 la restricción al retiro de fondos del sistema bancario en 250 pesos
semanales para las cuentas corrientes y las cajas de ahorro, al mismo tiempo que imponía un
tope de 1.000 dólares para las transferencias al exterior10.
Si bien con el “corralito” se evitó el quiebre generalizado del sistema bancario
argentino, la restricción al retiro de dinero por parte del público implicaba la salida del
8 Carrera, Jorge (2004). 9 Carrera, Jorge (2004).10 Rapoport, Mario (2005).
19
modelo de Convertibilidad. Fenómeno que quedó explicitado cuando el Fondo Monetario
Internacional se negó a concretar un desembolso que se había acordado con anticipación.
En resumen, las políticas aplicadas durante el gobierno de la Alianza con el objetivo
central de incrementar la oferta agregada generaron una caída mayor del producto, un
aumento del déficit fiscal, un incremento de la exclusión social y la crisis final del modelo de
Convertibilidad que implicó una profundización de la crisis económica y social.
3.2.) La crisis de 2009 y el retorno de las políticas de demanda en la Argentina:
3.2.1.) El aumento del gasto público:
En medio de la crisis de 2009, el gobierno nacional optó por la aplicación de políticas
de demanda, la cual una de las más importante fue el aumento del gasto público. El gasto
público total del sector público nacional (incluyendo el gasto corriente primario y el gasto de
capital) ascendió en el 2009 a 242.883,4 millones de pesos experimentando un incremento del
30,2% respecto al 2008.
Particularmente, la inversión pública de la administración nacional verificó un fuerte
crecimiento durante el 2009 alcanzando los 28.205 millones de pesos, es decir, un 26,5%
mayor a la de 200811.
Cuadro N° 6: Sector Público de la administración nacional base caja, 2008-2009 (millones
de pesos). Rubro 2008 2009 variación
Gasto Corriente 180.903,2 231.349,8 27,9%Renta de la
Propiedad (pago de los
servicios de la deuda)
17.896,9 24.461,9 36,7%
Gasto Corriente
primario (Gasto
corriente – renta de la
propiedad)
163.006,3 206.887,9 26,9%
Gasto de Capital 23.576,4 35.995,5 52,7%Gasto Total (gasto
primario + de capital,
186.582,7 242.883,4 30,2%
11 Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.
20
excluyendo la renta de
propiedad)
Superávit Primario
Total
32.528,7 17.285,6 -46,9%
Resultado Financiero 14.654,8 -7.131,1 -148,7Fuente: Elaboración propia en base a datos del Ministerio de economía y finanzas públicas
Este sensible aumento de las erogaciones del Estado nacional se vio reflejado en la
reducción del superávit fiscal. Con respecto al superávit primario, es decir, antes del pago de
los servicios de la deuda pública, se produjo una reducción del 46,9% pasando de 32.528,7 a
17.285,6 millones de pesos entre el 2008 y el 2009.
Esta caída fue más significativa con respecto al resultado financiero, esto es, luego del
pago de los servicios de la deuda del Estado. En efecto, el resultado financiero pasó de un
superávit de 14.654,8 millones de pesos en el 2008 a un déficit de 7.131,1 millones de pesos
en el 2009.
El desequilibrio financiero del Estado nacional se debió a un doble proceso. Por un
lado, a la reducción del superávit primario como resultado del aumento del gasto público con
el objetivo de incrementar la demanda.
Por otro lado, al aumento de los servicios de la deuda pública que se incrementaron de
17.896,9 a 24.461,9 millones de pesos entre el 2008 y el 2009, es decir, que verificaron un
aumento del 36,7%.
Es decir, que el gobierno nacional en el 2009 al mismo tiempo que incrementaba el
gasto público para sostener la actividad y el empleo aumentaba las erogaciones en concepto
de deuda pública contraída en años anteriores. El resultado de este doble proceso fue el
deterioro del resultado financiero del Estado nacional.
3.2.2.) Las consecuencias del aumento del gasto público:
En primer lugar, en medio de la crisis internacional la Argentina verificó en el 2009 un
leve crecimiento económico del 0,9%, sustentado en el aumento del consumo público y en
menor medida del consumo privado.
Cuadro N° 7: Evolución de los componentes de la demanda agregada, 2008-2009 (millones
de pesos, a precio de 1993)
21
Componentes 2008 2009 VariaciónPBI a precios de
mercado
383.444 386.704 0,9
Importaciones 54.406 44.055 -19,0Consumo privado 250.629 251.763 0,5Consumo público 45.261 48.535 7,2Inversión Interna
Bruta Fija
88.553 79.527 -10,2
Exportaciones 51.030 47.761 -6,4Fuente: Indec
Por otro lado, a pesar de la crisis mundial se experimentó un fortalecimiento del
sistema financiero argentina. Mientras que las Reservas del Banco Central crecieron de
46.386 a 47.967 millones de dólares entre diciembre de 2008 y diciembre de 2009, los
depósitos y prestamos del sistema bancario aumentaron durante el mismo período de 234.567
a 269.517 y de 130.482 a 143.150 millones de pesos, respectivamente.
Cuadro N° 8: Evolución de las reservas internacionales, depósitos y prestamos, 2008-2009
(millones de dólares y pesos). Año Reservas
internacionales del
Banco Central
(millones de dólares)
Depósitos en
efectivo en las
entidades
financieras
(millones de pesos)
Prestamos de las
entidades
financieras al sector
privado (millones de
pesos)31/12/2008 46.386 234.567 130.48231/12/2009 47.967 269.517 143.150
Fuente: Indec
Por su parte, se produjo un leve deterioro en el mercado de trabajo. En primer lugar, la
desocupación aumento del 7,3% al 8,4 % entre el cuarto trimestre de 2008 y el cuarto
trimestre de 2009.
Cuadro N° 9: Evolución de la desocupación y la subocupación, cuarto trimestre de 2008-
cuarto trimestre de 2009 (porcentajes)Período Desocupación Subocupación
Demandante No demandante TotalCuarto trimestre 7,3 6,0 3,1 9,1
22
2008Cuarto trimestre
2009
8,4 6,9 3,4 10,3
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Indec
Asimismo, mientras que la subocupación total aumentó del 9,1% al 10,3% entre el
cuarto trimestre de 2008 y el cuarto trimestre de 2009, la subocupación demandante pasó del
6,0% al 6,9% y la no demandante del 3,1 al 3,4% durante el mismo período.
Por lo tanto, tanto el desempleo como la subocupación demandante se mantuvieron
durante la crisis de 2009 en un digito.
Cuadro N° 10: Evolución del índice de salarios, valores al último día de cada mes. Base
cuarto trimestre 2001=100Periodo Sector privado Sector
Público
Nivel GeneralRegistrado No
Registrado
Índice Variación
mensual (%)2008
Diciembre 321,61 269,54 226,33 282,73 0,982009
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
324,38
325,85
327,78
332,04
336,75
343,27
351,20
357,13
362,38
369,23
372,27
377,22
277,90
289,01
291,35
299,95
298,71
301,59
304,57
308,33
318,52
314,84
323,43
327,56
226,86
226,86
227,76
228,12
229,56
231,63
238,60
241,35
244,22
252,23
252,23
252,23
285,95
288,90
290,60
294,56
297,11
301,57
308,23
312,77
318,30
323,40
326,63
329,94
1,14
1,03
0,59
1,36
0,86
1,50
2,21
1,48
1,77
1,60
1,00
1,01Fuente: Elaboración propia en base a datos del Indec
23
Además, en medio de la crisis financiera internacional se produjo un aumento de los
salarios de los trabajadores, lo cual también contribuyó junto con el aumento del gasto
público al aumento de la demanda agregada y el sostenimiento de la actividad y del empleo.
El nivel general de los salarios aumentó un 15,55% durante el 2009, siendo los salarios
privados tanto registrados como los no registrados los que más se expandieron.
4 .) CONCLUSIONES:
El caso Argentina es un claro ejemplo de la debilidad teórica y empírica de las
políticas de oferta. En contraposición, las políticas aplicadas por el gobierno nacional en la
crisis de 2009 son un ejemplo evidente de la necesidad de incrementar la demanda, sobre todo
a través del aumento del gasto público, ante una crisis económica.
El mismo fenómeno se observa en la discusión sobre el tema de la inversión pública y
sus consecuencias sobre la inversión de los empresarios. En efecto, para los economistas
ofertistas la inversión pública es considerada como contraproducentes para la evolución de la
economía en general y de la inversión privada en particular. Según estos economistas, el
aumento de la inversión realizada por el Estado Nacional desalientan la expansión del
producto y la inversión de los empresarios transformándose en un freno para el desarrollo
económico y social.
Con respecto a la inversión pública, según los economistas del lado de la oferta,
genera un desplazamiento de la inversión privada básicamente por dos vías:
- Si se financia por medio del endeudamiento provocará un incremento de la tasa de
interés, lo cual se traduce en una reducción de la inversión del sector privado como
resultado del encarecimiento del crédito.
- Pero si se financia con recursos propios, los impuestos cobrados al sector privado
necesarios para financiar la inversión pública también desalienta a la inversión de los
empresarios.
Por lo tanto, para los economistas ofertistas, todo crecimiento de la inversión pública
que genera indefectiblemente una necesidad de financiamiento conducirá a una disminución
progresiva de la inversión privada como resultado del aumento en los costos de los
empresarios: financieros vía aumento de la tasa de interés y/o impositivos debido al
incremento de los impuestos.
24
En este sentido, la recomendación permanente de los economistas del lado de la oferta
es la reducción constante del gasto pública en general y de la inversión del Estado en
particular para conseguir un crecimiento económico sostenido en base al aumento de la
inversión privada.
A partir de 2003 se observa en la economía argentina un aumento constante de la
inversión del Estado. En efecto, la inversión pública se incrementó de 3.020 a 16.047 millones
de pesos entre el 2003 y el 2007, pasando del 8,2% al 19,8% de la inversión total y del 1,10%
al 2,90% del Producto Bruto Interno. Visto de otra forma, la inversión del Estado Nacional
entre el 2003 y el 2007 experimentó un crecimiento del 431,4%12.
Ahora bien, siguiendo la teoría ortodoxa de los economistas del lado de la oferta, a
partir del 2003 se tendría que haber verificado entonces una caída estrepitosa de la inversión
privada y de la inversión total.
Es decir, para estos economistas a partir de 2003 y como consecuencia del fuerte
crecimiento de la inversión del Estado se tendría que haber experimentado una reducción de
la inversión de los empresarios mayor al aumento de la inversión pública, lo cual se tendría
que haber traducido en una disminución de la inversión total.
Sin embargo, los resultados fueron diametralmente opuestos. Con respecto a la
inversión privada pasó de 33.639 a 65.140 millones de pesos entre el 2003 y el 2007, esto es,
la inversión de los empresarios aumentó un 93,6% durante este período.
Por su parte, la inversión total creció de 36.659 a 81.187 millones de pesos entre el
2003 y el 2007, es decir, experimentó un aumento de 121,55 durante este período. Dicho de
otra forma, la inversión total se expandió del 14,3% al 22,6% del producto13.
Por lo tanto, y a diferencia de los expresado por los economistas ofertistas, a partir de
2003 se observa un aumento constante y paralelo de la inversión pública, privada y total. De
esta manera, en lugar de actuar la inversión pública como un obstáculo para la inversión
privada, terminó funcionando como un estimulante y multiplicador de la inversión de los
empresarios.
La inversión pública es fundamental para el desarrollo económico y social.
Efectivamente, la inversión realizada por el Sector Público permite la construcción de la
infraestructura básica como por ejemplo vialidad, sistemas de agua y saneamiento, salud,
educación, transporte y energía.
12 Ministerio de Economía y Finanzas Públicas. 13 Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.
25
Pero además, en términos económicos, la inversión estatal es imprescindible para el
crecimiento de la demanda. En este punto es donde la visión de los economistas del lado de la
oferta falla al pronosticar la caída de la inversión privada ante un aumento de la inversión
pública.
Pues la inversión de los empresarios sólo crece en un contexto de aumento constante
de la demanda. El crecimiento del consumo y la demanda que genera un incremento de las
ventas es el mejor estimulo para la expansión de la inversión por parte del sector privado.
En este sentido, el gasto público en general y la inversión del Estado en particular son
fundamentales. Efectivamente, al crecer las erogaciones realizadas por el sector público
aumenta la demanda. Y al aumentar la demanda se expanden las ventas del sector privado y
por consiguiente la inversión de los empresarios.
De esta forma, la inversión llevada a cabo por el Estado en lugar de actuar como un
obstáculo para la inversión privada actúa como un multiplicador de la misma por dos
fenómenos. Por un lado, al crear la infraestructura que el empresario necesita para desarrollar
su respectivo negocio, como por ejemplo, la construcción de las rutas, puentes, puertos, la
salud y educación para tener una mano de obra calificada y sana. Por otro lado, al aumentar la
demanda global de la economía generando un incremento de las ventas y las ganancias de los
empresarios.
Bibliografía:
- Basualdo, Eduardo; “Las reformas estructurales y el Plan de Convertibilidad durante la
década de los noventa”; Realidad Económica, Nº 200, Buenos Aires, 2003.
- Carrera, Jorge; “Las lecciones de la caja de conversión de Argentina” en La economía
argentina y su crisis (1976-2001). Visiones institucionales y regulacionistas, Boyer, Robert y
Neffa, Julio (coordinadores), 2004.
- Damill, Mario; Frenkel, Roberto y Juvenal, Luciana; “Las cuentas públicas y la crisis de la
Convertibilidad en Argentina” en La economía argentina y su crisis (1976-2001). Visiones
institucionales y regulacionistas, Boyer, Robert y Neffa, Julio (coordinadores), 2004.
- Lindenboim, Javier y González, Mariana; “El neoliberalismo al rojo vivo: mercado de
trabajo en Argentina” en Trabajo, desigualdad y territorio. Las consecuencias del
neoliberalismo, Javier Lindenboim (compilador), Cuaderno del Centro de Estudio sobre
26
Población, Empleo y Desarrollo, N° 8, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de
Buenos Aires, 2004.
- Rapoport, Mario; Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003)”,
Ediciones Ariel, Buenos Aires, Argentina, 2005.
- Tucker, Irvin; “Fundamentos de economía”, International Thomson Editores, 2002 Tercera
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27