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Índice Introducción: La invitación a caminar hacia la aurora................................ 7 I. La reorganización en los Institutos: un hecho del que todos aprendemos....................................................... 13 I. La “Reorganización” en los Institutos......................................................... 13 1. Nombres que se van dando..................................................................... 13 2. El tema ni es nuevo, ni sólo de los Institutos de vida consagrada......... 15 3. Aumenta el número de Institutos que inician su reorganización............ 16 4. Objetivos y actitudes............................................................................... 17 5. Diversos enfoques en la realización del proceso.................................... 19 6. Diversos modos propuestos.................................................................... 21 II. Obstáculos y oportunidades que se han ido constatando........................... 22 1. Nada nace nuevo en este mundo sin dolor ............................................. 22 2. Oportunidades y apoyos positivos.......................................................... 24 3. Espacios, afectos y pertenencias nos cuestionan.................................... 26 II. Claves para la reorganización............................................................... 29 I. Una pregunta: ¿Para qué nos vamos a reorganizar o reestructurar?........... 29 II. Realismo y lucidez..................................................................................... 30 1. El realismo de los números, de las obras y de las capacidades.............. 31 2. Prever para proveer ................................................................................. 33 3. Colirio para alargar la mirada................................................................. 36 4. Conjugando catolicidad y encarnación................................................... 38 III. Una convicción: La vida consagrada está viva......................................... 41 1. Conciencia, convicción y sentimiento.................................................... 41 2. Sólo el que se desvive dará fruto............................................................ 43 3. En el invierno “vive la raíz”................................................................... 44 4. “Aún hay sol en las bardas”.................................................................... 44 5. Resistencia a la muerte; primacía del Espíritu........................................ 46 IV. Seguimos en proceso de renovación......................................................... 48 1. Cuatro puntos en torno a los que ha de girar la mirada.......................... 49 2. Etapas recorridas y punto de encuentro actual....................................... 49 3. Descifrar esta extraña constatación......................................................... 52 4. Apostar por la esperanza, que es la forma de apostar por el futuro....... 54 Caminando hacia la aurora La reorganización de estructuras en la vida consagrada Aquilino Bocos

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Índice

Introducción: La invitación a caminar hacia la aurora................................ 7

I. La reorganización en los Institutos: un hecho del que todos aprendemos....................................................... 13I. La “Reorganización” en los Institutos......................................................... 13

1. Nombres que se van dando..................................................................... 132. El tema ni es nuevo, ni sólo de los Institutos de vida consagrada......... 153. Aumenta el número de Institutos que inician su reorganización............ 164. Objetivos y actitudes............................................................................... 175. Diversos enfoques en la realización del proceso.................................... 196. Diversos modos propuestos.................................................................... 21

II. Obstáculos y oportunidades que se han ido constatando........................... 221. Nada nace nuevo en este mundo sin dolor............................................. 222. Oportunidades y apoyos positivos.......................................................... 243. Espacios, afectos y pertenencias nos cuestionan.................................... 26

II. Claves para la reorganización............................................................... 29I. Una pregunta: ¿Para qué nos vamos a reorganizar o reestructurar?........... 29II. Realismo y lucidez..................................................................................... 30

1. El realismo de los números, de las obras y de las capacidades.............. 312. Prever para proveer................................................................................. 333. Colirio para alargar la mirada................................................................. 364. Conjugando catolicidad y encarnación................................................... 38

III. Una convicción: La vida consagrada está viva......................................... 411. Conciencia, convicción y sentimiento.................................................... 412. Sólo el que se desvive dará fruto............................................................ 433. En el invierno “vive la raíz”................................................................... 444. “Aún hay sol en las bardas”.................................................................... 445. Resistencia a la muerte; primacía del Espíritu........................................ 46

IV. Seguimos en proceso de renovación......................................................... 481. Cuatro puntos en torno a los que ha de girar la mirada.......................... 492. Etapas recorridas y punto de encuentro actual....................................... 493. Descifrar esta extraña constatación......................................................... 524. Apostar por la esperanza, que es la forma de apostar por el futuro....... 54

Caminando hacia la auroraLa reorganización de estructuras en la vida consagradaAquilino Bocos

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V. Relación entre Congregación y Organismos Mayores............................... 551. La comunidad congregacional, primera realidad.................................... 552. Sentido y alcance de la Provincia dentro de un Instituto....................... 57

III. Tres puntos para la motivación.......................................................... 63I. Revitalización carismática........................................................................... 64

1. El clamor por lo esencial........................................................................ 642. Pasar a la otra orilla................................................................................ 653. La vuelta a los orígenes fundacionales................................................... 67

II. Hacer de la misión eje central y articulador............................................... 691. La centralidad de la misión en la vida consagrada................................. 692. Avivar la imaginación misionera............................................................. 713. Dejar que el Espíritu actúe por nuestra imaginación.............................. 75

III. Innovación estructural para la mejora organizativa.................................. 791. La revisión de estructuras....................................................................... 792. Innovación estructural: algo más que reorganización............................. 803. Innovar en tiempos de precariedad......................................................... 814. Motivación, interrelación, corresponsabilidad........................................ 825. Si escucháramos a las estructuras que tenemos...................................... 836. Liberando lo que de profético hay en nosotros...................................... 85

IV. El proceso a seguir................................................................................... 911. Al iniciar el proceso.................................................................................... 912. Presupuestos desde los que se inicia el proceso......................................... 923. Los responsables de llevar adelante el proceso.......................................... 974. Preparar la propuesta, bien fundada y entusiasmante................................. 995. El cronograma............................................................................................. 1026. Estudio de la problemática o de los temas.................................................. 1027. Ventajas y cuestionamientos que surgen..................................................... 1058. La nueva entidad que sale de la reorganización......................................... 1079. Cuando el proceso está en marcha: Discernir y decidir.............................. 10810. En caso de suprimir las Provincias en el Instituto.................................... 109

Conclusión........................................................................................................ 111

Algunas referencias bibliográficas.............................................................. 113

RETIRO - “Todo es según el dolor con que se mira”. Una sensibilidad en tiempos de crisis - Jesús Torrecilla, ofm cap....... 117

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Tenemos que agradecer las expe-riencias de quienes ya han iniciado yseguido el proceso de reorganizaciónde sus Institutos o de algunas de suszonas. Han aclarado los términos, hanabierto un camino de búsqueda, hanfijado los objetivos y han dado cuentade los obstáculos y oportunidades quehan encontrado. Son muchos los insti-tutos que están iniciando o dando losprimeros pasos en este proceso. Pen-sando en ellos, voy a destacar algunasclaves desde las que abrir a los Insti-tutos a una nueva vida y misión.

I. Una pregunta: ¿Para qué nos va-mos a reorganizar o reestructurar?

La reorganización no es tarea sim-ple. Requiere tener en consideraciónmuchos puntos de vista. Tampoco hayrazones taxativas que obliguen a hacer-la de una forma u otra. Se va haciendocon sereno discernimiento.

Aun coincidiendo teóricamenteque es bueno reestructurarse, porquedada la situación que vivimos no sepueden sostener muchas obras que lle-vamos, la pregunta que hay que formu-lar con nitidez, porque es el escollomás fuerte a salvar, es ¿para qué nosvamos a reestructurar? Esta es la pre-

gunta “del millón”, en cuya respuestanos jugamos lo más precioso. ¿Qué seintenta? – ¿Eficacia apostólica a travésde la concentración de esfuerzos? –¿Mayor coordinación en el gobierno,evitando demasiadas mediaciones in-necesarias? – ¿Mayor agilidad en la so-lidaridad de la Congregación, tanto enrecursos humanos como bienes econó-micos? – ¿Se busca una mayor auto-nomía en alguna parte del Instituto quedependa de otras Provincias? Hay quecontemplar todas las posibilidades.

No estamos ante un simple cambiode estructuras jurídicas, de delimita-ción de áreas geográficas o mera reor-ganización de presencias y servicios.Aquí hay algo más que una tarea deingeniería institucional. Se trata de darrespuesta a un desafío más radical quetenemos planteado en la vida consa-grada. ¿Qué quiere el Señor de noso-tros, consagrados, aquí y ahora?

No faltan quienes dicen: “¡Creenque nos van a engañar! Si no estuvié-ramos tan mal como estamos, no hacíafalta reorganizarse o reestructurarse ocomo quieran llamarlo”. La situaciónde precariedad y limitación es un as-pecto, pero no el más importante. ¿Porqué no ver la situación que atrave-

- Capítulo 2 -Claves para la reorganización

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samos como una llamada fuerte a laconversión? Hay que abrir los ojos yensanchar la mirada. Aunque tuvié-ramos repletas las casas de formación,hoy habríamos de replantearnos el mo-do de pensar, la forma de vivir, los lu-gares donde estamos, los medios degestionar nuestros bienes, las relacio-nes con las otras vocaciones en la Igle-sia (laicos y sacerdotes). Tendríamosque desplazarnos hacia donde más nosnecesitasen. Tendríamos que buscarotros espacios y establecer otros ritmosde vida diferentes para transparentarnuestra capacidad de acogida y de soli-daridad, para hacer más patente nuestrafraternidad y para llevar adelante concoherencia nuestras opciones por lospobres, los excluidos, los emigrantes,los “otros”, sea de la condición social,cultural o religión que fueren.

Nuestra vocación pide una respues-ta dinámica que se muestra en el asom-bro, en la acogida, en la búsqueda y enla disponibilidad. Lleva la marca demayor calidad de vida evangélica y deaudaz misión apostólica. La pregunta ala que, honestamente hemos de respon-der, es: ¿Cómo organizarnos para vivirmejor evangélicamente y servir mejoral Señor y a nuestros hermanos? ¿Quéesperan las Iglesias locales y los terri-torios donde estamos presentes o de-bemos llegar a estar?

Esta pregunta conlleva un serenodiscernimiento y hacer algunas prefe-

rencias en situaciones ambivalentes,entre otras:

- Supervivencia o mirar hacia delante.- Mantenimiento o nuevos proyectos

apostólicos.- Personas o estructuras.- Particularidad o apertura universal.

II. Realismo y lucidez

Los hechos son implacables y dediversa índole. El cuadro socioculturalrevela un cambio de época. Avanzanprodigiosamente las técnicas. Se des-velan múltiples secretos de la vida ycrecen los modos de relacionarnos. To-dos admiramos los grandes progresosde la humanidad, pero el impacto de laglobalización viene cargado de ambi-güedad y afecta al desarrollo armónicode la persona, a la solidez del pensa-miento, al cultivo de su espíritu, a lacultura, a la economía. Los pobres soncada vez más pobres y la fe se hallamás a la intemperie. Los evangeliza-dores tenemos que abrir los ojos y dis-ponernos para una misión nueva.

La Iglesia, Misterio de la Trinidad,Pueblo de Dios, siente dentro de sí laurgencia de la comunión y de la mi-sión. Entiende que, aquí en Europa, tie-ne que abrirse, acompañar y solidari-zarse con las gentes de esta comunidadhumana que se está formando. La Eu-ropa nueva, pide una Iglesia nueva. LaEuropa de la diversidad y del plura-lismo cultural y religioso necesita revi-

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vir sus orígenes cristianos y ofrecer elEvangelio de la esperanza hecha vida.

En esta realidad social y eclesiallos religiosos tenemos que preguntar-nos ¿cómo vamos a afrontar la comple-ja situación en que nos hallamos? ¿Có-mo vamos a encajar los desequilibriosde disminución y aumento?11 Nosapremia ser nosotros mismos: consa-grados, signos y artífices de comunión,discípulos y apóstoles de Jesucristo. Elproceso de reorganización, por ser ejer-cicio de concordia, está llamado a serparadigma de cómo se edifica la casade comunión misionera. Nuestro pro-yecto de vida consagrada es una aven-tura, está lleno de riesgos; probable-mente para menos hombres y mujeres,pero es apasionante si se vive con rea-lismo y lucidez.

1. El realismo de los números, delas obras y de las capacidades

Decía M. Merleau-Ponty que “escierto que el mundo es lo que vemos y,sin embargo, tenemos que aprender averlo”12. Tenemos que hacer un esfuer-zo para descubrir lo que se nos muestray leer lo que trasciende a la experienciainmediata.

Una primera mirada va hacia losnúmeros. Para estos meses próximos seesperan los datos estadísticos oficialesde la Iglesia. Aquí sólo ofrezco esteapunte:

La vida religiosa en el mundo era en1978

Religiosas………………990.768Religiosos laicos……...…75.802Religiosos sacerdotes..…158.486

La disminución en el mundo entre1997 y 2005

Las religiosas han pasado de 819.278a 760.529.

Los religiosos no sacerdotes han pa-sado de 58.210 a 54.708.

Los sacerdotes religiosos han pasadode 140.687 a 136.649.

La disminución en Europa entre 1997 y2005

Las religiosas de 388.693 a 322.995.Los religiosos no sacerdotes de

24.460 a 19.574.Los sacerdotes religiosos de 64.803 a

59.787.

11 En muchos Institutos, mientras disminuyen en unos continentes, aumentan en otros. Lo cual su-pone especial atención, tanto en la formación como en la economía.12 MERLEAU-PONTY, M.: Lo visible y lo invisible. Seix Barral, Barcelona, 1970, p.20.

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La progresiva disminución, porqueno hay entradas y porque unos aban-donan y otros mueren, nos hace ser rea-listas. Son muchos los que estudian suscausas. No todas las opiniones que seproyectan sobre las estadísticas son ad-misibles. Algunos las utilizan comojustificación de sus “aprioris” cargandolas conciencias de culpabilidad y estono es justo.

Me parecen muy acertadas las ob-servaciones del P. Ministro General delos Franciscanos, cuando dice: “La Sa-grada Escritura, como bien sabemos escontraria a las estadísticas, no por laestadística en sí misma, sino por lo queello puede significar: En lugar de de-cir ‘mi fuerza y mi poder es el Señor’(Ex 15, 2), fácilmente pensamos: ‘Te-nemos carros y caballos...’. Para el au-tor sagrado no son los carros y caballoslos que dan la fuerza (cf. Sal 32,16-17),sino el ‘brazo extendido’ del Señor, noes la confianza en el gran ejército, loque asegura la victoria, sino la con-fianza en el Señor (cf. Sal 19, 8-9).

Por otra parte, las estadísticas seprestan a un doble peligro. En muchoscasos, si la estadística es favorable, trá-tese de aumento o de mantenimiento,fácilmente podemos caer en la tenta-ción de ahorrarnos el esfuerzo de pre-guntarnos sobre la calidad de vida quese da en nuestras Entidades y, cons-ciente o inconscientemente, pensamosque el resultado, numéricamente posi-tivo, es gracias a nuestro buen hacer,por lo cual basta seguir haciendo lo quese hizo siempre. Este pensamiento,para nada franciscano, podría llevarnosa una actitud y a un comportamiento deautosuficiencia que nos impediría lacolaboración con otras Entidades másnecesitadas o justificaría nuestro cami-no paralelo al señalado por la Orden.Por el contrario, la falta de vocacionespuede crear, en quien no las tiene, unsentido de culpabilidad: no tenemosvocaciones, podemos pensar, porqueno vivimos conforme a lo que hemosprometido. La falta de vocaciones tam-bién puede desembocar en un senti-miento de frustración y de resignación,

La evolución en Europa se refleja en esta tabla:

EUROPA 1978 1988 2000 2004 2006R. Presbíteros 76.323 69.413 63.391 60.484 59.290

Laicos 37.104 30.681 21.691 19.942 19.085Religiosos 546.029 465.273 366.326 329.898 315.981

Total 659.456 565.367 451.408 410.324 394.356

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basado en un realismo asfixiante quenos lleva a pensar: no hay nada quehacer, para qué seguir trabajando, totalla tendencia a la disminución nadie lava a parar”13.

Una segunda mirada se dirige haciael estado de nuestros inmuebles, losrecursos económicos, la gestión buro-crática y la proporción de tiempo queempleamos al mantenimiento de obrase instituciones con detrimento de ladedicación a las personas y a la misiónevangelizadora. Sin duda que lo quemás preocupa es ver los seminarios ycasas de formación tan vacías y que lasedades avanzan. Por eso, es más sor-prendente el afán con el que defende-mos las obras, constatando que no haypersonas consagradas que puedan lle-varlas. Si no nos convertimos a la po-breza y sencillez, si no abandonamos elsecreto afán de poder y de prestigio, sino las revisamos y hacemos nuevosplanteamientos con prontitud y auda-cia, caerán sobre nosotros mismos.

La tercera mirada va hacia todoaquello que es difícil de medir o conta-bilizar. Afecta a las energías de las per-sonas, a sus motivaciones, a sus esta-dos de ánimo, a sus bloqueos, a sus lí-mites y aspiraciones, etc. En todo ellohay que mirar también la riqueza que

conlleva. El verdadero realismo cuentacon las posibilidades emergentes en elInstituto o en los Organismos mayores.La mirada positiva es propia de perso-nas dotadas de gran lucidez, que venmás allá de lo que tienen delante y quesaben aprovechar todas las energías.(Las energías de las personas no coin-ciden con las curvas de edades).

En todo caso, permítaseme evocarel mote del escudo de Fray Luis deLeón: “Ab ipso ferro”. Es un buenapoyo de palanca para definir el mo-mento que atravesamos. Lo toma deHoracio, cuando dice:

“como encina por hacha destrozada(del Álgido, feraz en fronda espesa),en cada desgarrón, del hierro mismo,recibe nuevos bríos, savia nueva”14.

De la poda y del despojo, de la pu-rificación puede surgir una nueva vida.De la herida nace la salud. Depende dela respuesta que demos al momentopresente. El mysterium crucis abre lapuerta a la transfiguración, a la resu-rrección.

2. Prever para proveer

Sin una gran lucidez para encarar yafrontar la situación que estamos vi-

13 RODRÍGUEZ CARBALLO, J.: Con lucidez y audacia, Discurso en el Capítulo General extraor-dinario (2006), n. 105.14 HORACIO: Odas-Epodos, 4,4. Espasa Calpe, Madrid, 1967, p. 131.

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viendo en la vida consagrada, que no esuna realidad al margen de la Iglesia nide la sociedad, difícilmente supera-remos el pesimismo en el que pareceque algunos se empeñan en hacernossucumbir.

Es preciso prever para proveer. Enel evangelio de Lucas (14, 28) se lee:“¿Quién de vosotros, queriendo edifi-car una torre, no se sienta primero acalcular los gastos, y ver si tiene paraacabarla?” Y en el Evangelio de Juan:María, la Madre de Jesús, con su espe-cial intuición y persistencia de mujerdel Reino, adelanta la “hora” de Jesús(cf Jn 2,1-12). Son dos formas comple-mentarias que permiten adentrarse enuna nueva conciencia de lo que se pue-de esperar: Constatando las posibili-dades y confiando en quien tiene poderpara cambiar la situación.

Al analizar los grupos humanos eintentar abrirlos hacia nuevos horizon-tes, se insiste en ofrecerles “visión” defuturo. Anselm Grün, autor bien cono-cido, ha escrito: “El que atienda sólo alos problemas cotidianos no podrá sus-citar motivaciones y no cambiará nadaesencial. Hace falta una visión paraque algo se ponga en movimiento den-tro de este mundo. Una visión crea mo-tivaciones, despierta en los colabora-dores nuevas energías. Les proporcio-na la sensación de estar cooperando enuna importante tarea de estar realizan-do una aportación decisiva a la huma-nización de este mundo. Una visióncrea comunión. Mantiene unidos a losdiversos caracteres y a sus respectivostalentos y proporciona a los colabora-dores una orientación para su activi-dad”15.

15 GRÜN, A.: Orientar personas, despertar vidas. Verbo Divino, Estella, 2002, p. 150. F. ALBERO-NI, gran psicosociólogo italiano, se expresa de esta manera: “Sólo la persona que se mueve por unavisión puede realizar algo que los demás ni siquiera han conseguido pensar, mucho menos imaginar,y que juzgan como una locura o una tontería”. (…) “El impulso de crear no pertenece a la dimensiónde tomar, sino a la de dar, no a la del egoísmo, sino a la del altruismo. Y en este caso, incluso el poderno es más que un instrumento para poder dar. El creador, el constructor, la persona que alberga unsueño no dirige, no exige obediencia por el simple placer de ver a la gente inclinándose delante de supoder, sino para edificar, conjuntamente, algo que concierne a todos”. El arte de liderar. Gedisa, Bar-celona, 2003, pp. 16 y 17. - Epodos, 4,4. Espasa Calpe, Madrid, 1967, p. 131.

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Sólo los que han visto, es decir, losque tienen visión de la necesidad dereorganizarse, intentan, persisten yluchan por lograrla. Necesitamos ojosintuitivos para contemplar la realidadhistórica que nos toca vivir, para per-

cibir el entorno de la vida religiosa enla Iglesia y en la sociedad, para captarlos puntos de referencia que nos per-mitan comprender la situación con ob-jetividad y realismo. Jesús dijo: “Yosoy la luz del mundo; el que me siga no

La caza del zorro

“El abad de un monasterio estaba muy preocupado porque, aunqueeran muchos los que entraban en el noviciado, también eran muchos losque, pasado algún tiempo, lo dejaban. Irremediablemente, tras unos años,la práctica totalidad de quienes habían sido recibidos con tanta ilusión,marchaban aduciendo diversas razones. Eran muy pocos los que permane-cían. Consciente de la situación, el abad no se dejaba engañar cuando susconsejeros intentaban animarle señalándole cuántos eran los que llamabana la puerta. Un día, mientras meditaba sobre sus inquietudes, vio una esce-na que le iluminó por completo: la caza del zorro. El pobre animal corríacampo a través. Le perseguía una jauría de perros y, más atrás, a caballo,los cazadores. El zorro corría y corría, y los perros, tras él, ladraban velo-ces intentando darle alcance. Pero el abad observó que, al cabo de aquelgran alboroto, sólo un par de perros continuaban la carrera; los demáshabían ido abandonando la persecución y se les veía, por aquí y por allá,descansando o entretenidos en otros olisqueos. Cuando, por fin, hubo ter-minado la cacería, el abad se acercó a uno de los caballeros con esta sola,y para él trascendental, pregunta:

- ¿Por qué aquellos dos perros, cuando la mayoría habían abandona-do, siguieron al zorro hasta el final?

El cazador sonrió y, como sin necesitar mucha reflexión para explicarel motivo de una conducta a la que estaba más que acostumbrado, le res-pondió:

- Mire Padre, al principio todos los perros corren y ladran, pero 1amayoría no ha visto al zorro, simplemente corren en medio del barullo.Hasta el final sólo llegan los que sí que han visto al zorro”16.

16 OÑATE LANDA, J.: De la experiencia a la fe. Una propuesta pedagógica. Ed. Idatz, San Sebas-tián, 2003, pp 11-12.

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caminará en la oscuridad, sino que ten-drá la luz de la vida” (Jn 8,12). Sóloponiendo los ojos en Jesús, a quienqueremos seguir con fidelidad, sabre-mos entregar todo lo demás por Él, porel Reino, por la gloria de Dios Padre.

Cuando una Congregación entra enproceso de examen y búsqueda, pen-sando en su futuro, ha de ser lúcida parahacer prevalecer la verdad, la bondad yla belleza de su proyecto de vida consa-grada. Sólo las personas lúcidas estánpreparadas para descubrir las debili-dades y amenazas y convertirlas enoportunidades y fortalezas. Desgracia-damente, no siempre se tiene la vistaclara. La miopía y el estrabismo inte-lectual y espiritual, no corregidos atiempo, impiden la necesaria lucidez.En otras ocasiones, la falta de perspica-cia viene por no haber superado los es-tados emocionales de confusión, poraferrarse a ciertas ideologías unilatera-les y por no haberse liberado de proyec-ciones inconscientes. La humildad, elestudio, la aceptación del fracaso y lalucha por la superación ayudan a corre-gir la mirada de la mente y del corazón.

3. Colirio para alargar la mirada

Este mundo, al que pertenecemos,es un mundo globalizado con incon-

tables conexiones. Unas son beneficio-sas, pero otras son perversas. A la vezque prima la comunicación, el diálogo,la reciprocidad, la complementariedady la solidaridad, surge la lucha por inte-reses particulares y crece el individua-lismo. Para seguir apoyando la fraterni-dad universal, la paz, la solidaridad, losreligiosos necesitamos comprar colirioque curen nuestros ojos (cf. Ap 3,19).Este colirio es el Espíritu17 que ensan-cha nuestra mirada y nos hace ver queeste mundo también está siendo que-rido por Dios y en este mundo siguesuscitando, más allá de nuestras fronte-ras, otros estilos de vida consagrada yotros modos de realizar la misión sal-vadora de Jesús.

Necesitamos colirio para ver laIglesia como misterio, “Cuerpo deCristo”, pueblo de Dios, enriquecidocon tantos y tan bellos carismas y mi-nisterios, que intenta ser “casa y escue-la de comunión”. La sinodalidad, queha sido una nota sobresaliente en estosúltimos años en la Iglesia, hace que secontagien anhelos de caminar juntos.De unir esfuerzos, de hacer convergerhacia aquello que nos une. Se relativi-zan, así, las distancias y las diferenciasculturales, formativas y de costumbres.También las existentes entre Organis-mos Mayores en los Institutos.

17 El Espíritu Santo es el colirio para los ojos. El Espíritu ilumina los ojos de nuestro corazón para verlas cosas espirituales (Ef 1, 17-18). San Juan llama al Espíritu Santo “unción”, es decir, colirio (1 Jn 2,27).

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Las Congregaciones internacio-nales se sienten agraciadas y bendeci-das con nuevas vocaciones en paíseshasta ahora desconocidos para ellos.Estas vocaciones nuevas aportan losdones de sus culturas, de sus lenguas,de su sensibilidad religiosa. Favorecenlos grandes diálogos (de vida, ecumé-nico e interreligioso) y multiplican losempeños por las grandes causas de loshombres (la dignidad de la vida, la paz,la justicia, todos los derechos de la per-sona). A la vez, los Institutos se sientendesafiados.

Estamos siendo miembros de unacultura de la interrelación y del inter-cambio, que trata de resolver conflictosdiferenciales: masculino/femenino, no-sotros/ellos, particular/universal. En laintención de todos está lograr un estilode vida abierto a todos, transparente,constructivo, armonizador y guiadopor un lenguaje inclusivo. De todosmodos, compartir el mismo don y lamisma misión es muy bello afirmarlo,pero muy duro vivirlo en el día a día.En todo caso, aquí se ventila algo másque la convivencia pacífica. Suponeentrar en una nueva forma de pensar,de acoger, de intercambiar, de convivir.Es la nueva mística y la nueva ascesis,que presuponen otros criterios de for-mación, gobierno y administración debienes. Sólo así estaremos en condicio-nes de vivir la identidad compleja yhacer de ella una fuerza integradora yno una fuerza de contradicción interna.

Nos queda mucho por andar para asu-mir la diferencia, para integrar contras-tes y para capacitarnos como cuerpo deagentes de evangelización en estemundo complejo. También tenemosque reconsiderar los criterios de go-bierno para fortalecer la unidad en elpluralismo, que no pasa precisamentepor la centralización, sino por la parti-cipación en las distintas áreas y nive-les. Otro tanto cabe decir sobre la nece-saria interdependencia y solidaridadeconómica. Personas y bienes han deser vistos como “patrimonio común”del Instituto que está al servicio de lamisión, pero hay que promover la soli-daridad, tanto en el interior del Institu-to como en las comunidades cristianasque puede contribuir con sus bienes.

Todo proceso de reorganización enuna zona repercute en las otras. Es ob-vio, pues en los Institutos prima la uni-dad de la Comunidad congregacionalsobre los Organismos. Aquí el colirioes necesario para comprender adecua-damente las relaciones que median en-tre el Instituto y las Provincias o losOrganismos Mayores y, así, percibir launiversalidad, aunque se tenga que ac-tuar en el terreno de lo concreto. Se re-quiere cierto entrenamiento para acos-tumbrarse a pensar en universal y a ac-tuar en particular, a ser católicos y a lavez encarnados.

Sin la unción del Espíritu, sin eladecuado colirio, ¿quién puede mover

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a las personas hacia otras posiciones,quién puede hacer que se reestructurenlas obras con sentido eclesial, quiénpuede abrir nuevos caminos al Evan-gelio en otros campos distintos a losque ya tenemos? Sólo la docilidad alEspíritu puede llevarnos a asumir otrosplanteamientos diversos, en los que nocuentan tanto las edades, ni los núme-ros, sino la calidad de vida consagraday su empuje misionero.

En esta onda del Espíritu se hallanmuchos de nuestros hermanos mayoresque, a su edad, tienen sueños y visio-nes. Como los tuvieron Abrahán, Moi-sés, los profetas y tantos hombres agra-ciados con el espíritu de sabiduría y elcoraje de la fe para afrontar los retosque se le fueron presentando al Pueblode Dios.

4. Conjugando catolicidad y en-carnación

Ampliemos el círculo. Lo que aca-bamos de decir tiene connotación ecle-sial. Nuestros Institutos nacieron enuna Iglesia local con vocación y misiónde catolicidad. Estas dos notas de cato-licidad y encarnación en las Iglesiaslocales también piden de nosotros, a lahora de la reorganización, realismo ylucidez. No podemos atender una di-mensión, desentendiéndonos de la otra.

Conjugar universalidad y particula-ridad es un arte, en el que tienen quever, no sólo los religiosos, sino tambiénlos Pastores, las familias, el pueblo.Este arte de armonía lo enseña el Espí-ritu comunicando su dinamismo de co-munión y de colaboración.

Como diría San Juan de la Cruz,hablando del pájaro solitario, hemosde poner “el pico al aire del EspírituSanto”18. Esto es, estar atentos al pasode Dios por la historia y descubrir ensu Iglesia signos de vida nueva, comoson: los anhelos y hechos de comu-nión, de sinodalidad, de articulación ycomplementariedad de carismas y mi-nisterios. Si insisto en estos signos, au-ténticos aleteos del Espíritu, es porqueno podemos dejarnos impresionar porquienes sólo perciben repliegue, segu-ridad, atrincheramiento.

Es altamente positivo saber cómoestamos y dejarnos interpelar, porqueello nos saca de la indiferencia, pero nobasta. Sólo es un punto de partida, puesestamos llamados a ir más allá, a serpuentes de conexión y de empuje apos-tólico; a ofrecer iniciativas para que elMensaje de Jesús ilumine, transformey oriente las conciencias de los hom-bres y mujeres de nuestros pueblos.Hoy existen desafíos lacerantes paracualquier sensibilidad humana y cris-

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18 Cf. SAN JUAN DE LA CRUZ, Dichos de luz y amor, n.125. También habla del pájaro solitario enel comentario a la canción 15 del Cántico Espiritual. Nos referimos a ella más adelante.

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tiana. Son muchas lacras de hambre,sed, ignorancia, violencia, injusticia,corrupción… El aire del Espíritu nosalienta a ofrecer signos de santidad ypromover una intensa espiritualidad; apensar y actuar en clave de comunidadhumana abierta y solidaria; a apostarpor la vida y trabajar más por la fami-lia; a ofrecer a las generaciones jóve-nes razón de ser de la vida y de lo queacontece y promover el bien común; aacoger y acompañar a los inmigrantesy hacer operativa la interculturalidad.

Posiblemente no hemos acertado aexplicar bien que el proceso de reorga-nización no es un asunto exclusivo delos religiosos. Como si nos hubiéramosmetido en él por cuenta propia, dejan-do de lado a los Pastores y las necesi-dades de algunas comunidades cristia-nas. La vida consagrada es una reali-dad eclesial y trata de ser fiel a su con-dición. Esto hay que afirmarlo en losmomentos de beneficio y en los de difi-cultad. La reorganización, que no esreductible a la “concentración”, pideconexionarse a las muchas “redes” quese pueden establecer en la vida eclesial.La eclesiología sinodal invita a hacerun replanteamiento de las energías

existentes y cuidar de que sean más fe-cundas las relaciones entre todas lasvocaciones del Pueblo de Dios. Postulauna praxis de comunión orgánica y or-denada; es decir, aceptando las diferen-cias. Pastores, sacerdotes, consagradosy laicos sienten la llamada al diálogo, ala colaboración y a la corresponsabili-dad en todas las áreas y niveles de lavida eclesial: dimensión misionera,educativa, sanitaria, social, etc. LosInstitutos, al reorganizarse, debilitan oprivilegian la atención a algunas zonas.Es comprensible que se vean obligadosa reducir obras y servicios y, a la vez,han de estar abiertos a los nuevos forosde evangelización. En ambos casos sehallan implicados las otras formas devida de la Iglesia.

Una nota de realismo y lucidez, enesta doble perspectiva de catolicidad yencarnación, nos la ofrecen la colabo-ración entre Institutos y la misión com-partida.

a) La intercongregacionalidad.Colaboración entre Institutos pensandoen los demás. ¡Qué bellas son las pala-bras de San Bernardo respecto a la di-versidad de las órdenes religiosas!19 Su

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19 “Yo las admiro a todas. Pertenezco a una de ellas con la observancia, pero a todas en la caridad.Todos tenemos necesidad los unos de los otros: el bien espiritual que yo no poseo, lo recibo de losotros (...). En este exilio la Iglesia está aún en camino y, si puedo decirlo así, es plural: una pluralidadmúltiple y una unidad plural. Y todas nuestras diversidades, que manifiestan la riqueza de los donesde Dios, subsistirán en la única casa del Padre que contiene tantas mansiones. Ahora hay división degracias, entonces habrá una distinción de glorias. La unidad, tanto aquí como allá, consiste en unamisma caridad”, Apología a Guillermo de Saint Thierry, IV, 8: PL 182, 903-904. Citado en VC 52.

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síntesis son estas palabras de VC 74:“La comunión operativa entre los di-versos carismas asegurará, además deun enriquecimiento recíproco, una efi-cacia más incisiva en la misión”. Loscarismas se interrelacionan e interac-túan. No se da un carisma para vivirloaisladamente, sino en la Iglesia y deforma coral, armónica, colaborando.Cuando los carismas se conjuntan, apa-rece más luminosa y atractiva su razónde ser y se refuerzan sus servicios. Noes cuestión de reorganizarse sólo en elinterior del Instituto, sino en las Igle-sias locales. Lo comprueba el cúmulode auxilios llevados conjuntamente enáreas pastorales: catequesis, familias,asistencia social, educación, sanidad,centros de acogida de inmigrantes, etc.y la onda expansiva afecta a la conver-gencia en la acción de los distintos Ins-titutos de vida consagrada.

La reorganización tiene en cuentalas posibilidades que ofrece este mo-vimiento de intercongregacionalidadsabiendo que, si los consagrados seunen para hacer fecunda su espirituali-dad, para dinamizar su apostolado opara consolidar su formación, la bene-ficiaria es la Iglesia universal y lasiglesias locales. Por otro lado, es lógi-co que los religiosos, antes de abando-nar posiciones en una Iglesia local,contemplen la posibilidad de asegurarsu servicio traspasándolo a otro Insti-tuto. Otro tanto sucede en la cesión debienes inmuebles.

b) La misión compartida. Es otrode los caminos de futuro para los Ins-titutos. La misión compartida alumbrala identidad y la esperanza de los con-sagrados. En la reorganización los lai-cos juegan un papel importante. No setrata simplemente de “abrir espacios” ala colaboración con los laicos, sino de“situarnos conjuntamente en los espa-cios evangelizadores abiertos a todos”y que necesitan de la participación detodos. Nos abren los ojos al reconoci-miento de lo que son y están haciendo ynos urgen a programar lo que deberíanser y pueden llegar a hacer en un rea-juste de relaciones con los miembros dela Congregación. Recordemos lo quedice la VC, 54: “En continuidad con lasexperiencias históricas de las diversasórdenes seculares o terceras órdenes, sepuede decir que se ha comenzado unnuevo capítulo, rico de esperanzas, enla historia de las relaciones entre laspersonas consagradas y el laicado”.

Hoy es imposible pensar en mu-chos proyectos pastorales sin los lai-cos. No porque vengan a socorrer lafalta de sacerdotes y religiosos, sinoporque ellos son quienes mejor puedenadentrase en los “nuevos areópagos” oen los campos especializados de la eco-nomía, la justicia, la bioética, etc. Y esobligado incorporar más y más laicosen la pastoral vocacional. De todosmodos, “los laicos no son sólo un au-xilio para mantener las obras en situa-ción difícil, son personas llamadas a

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dar forma nueva a un carisma quequizá estaba envejeciendo. Ellos nosdescubren otras dimensiones del caris-ma, lo reencarnan, hablan de él de otramanera, ven otras dimensiones, lo rein-culturan”20. Pero la colaboración, lamisión compartida con los laicos, no sehace por decreto, sino a través de unlargo proceso de formación. La dedica-ción a esta urgente tarea nos está obli-gando a reconsiderar la manera de pen-sar y las actitudes ante las responsabi-lidades que los laicos pueden asumir ennuestras posiciones pastorales y enotras actividades de gestión. Tres pre-guntas: ¿por qué tanta reticencia aponer en cargos de responsabilidad alos laicos en los centros educativos ysanitarios…?, ¿por qué seguimos man-teniendo posturas de dueños?, ¿porqué, si no nos gustan sus orientaciones,se les desautoriza tan fácilmente?

III. Una convicción: La vida con-sagrada está viva

1. Conciencia, convicción y senti-miento

Es rotunda la afirmación del Con-cilio: “La profesión de los consejosevangélicos pertenece indiscutiblemen-te a la vida y a la santidad de la Iglesia”

(LG 44). La VC añade: “Esto significaque la vida consagrada, presente desdeel comienzo, no podrá faltar nunca a laIglesia como uno de sus elementos irre-nunciables y característicos, como ex-presión de su misma naturaleza” (VC29). Si podemos decir que caminamoshacia la aurora, es porque hay signosinequívocos del destellar de una nuevavida, aunque vaya a ser minoritaria.

Lo que resulta cierto es la inviabi-lidad de la reorganización de los Ins-titutos o de Provincias mientras en laspersonas anide la sospecha ante su pro-yecto de vida o las mine el desencantoy la mediocridad. La convicción de quela vida religiosa está viva y de que sucarisma es actual y tiene futuro ha decobrar primer plano en la conciencia detodos los hermanos o hermanas. Nobastan ni las declaraciones ni las afir-maciones racionales, sino crear con-ciencia corporativa y mostrar que,efectivamente, se cree en su vitalidad ysu futuro. Kierkegaard advirtió en sutiempo que se identificaba con frecuen-cia comprender y ser; cuando debería-mos identificar creer y ser. Compren-der, según él, es propio del ser humano;muestra la relación del hombre con elhombre. Pero creer es la relación delhombre con lo divino21. Cuando habla-

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20 SECONDIN, B.: “Una nueva relación, religiosos-seglares”, en Vida Rel. 91 (2001) p.158.Cf. AA.VV.: La misión compartida. Publicaciones Claretianas, Madrid, 2002. BLÁZQUEZ, R. y CA-RRIQUIRY, G.: Veinte años de la Christifideles Laici. Memorias y perspectivas. Edice, Madrid, 2009.21 KIERKEGAARD, S.: La enfermedad mortal, Libro cuarto, Cap. II.