CAPITULO I

¡Ahora me toca a mí! ¡He tenido que esperar tanto tiempo hasta que los demás han contado sus cuentos!Empezaré diciéndoles mi nombre. Mi nombre es Pixie. Pixie no es mi verdadero nombre. Mi verdadero nombre es el que me pusieron mi papá y mi mamá.Pixie es un nombre que me he puesto yo misma.¿Cuántos años tengo? Los mismos que tú.Puedo cruzar mis piernas y andar de rodillas. Mi papá dice que ando como si fuera de caucho. Ayer por la noche puse mis piernas alrededor de mi cuello y anduve apoyándome en las manos.

No; tú no puedes cruzar las piernas y ponerlas alrededor de tu cuello al mismo tiempo. Una cosa u otra, pero no las dos. ¿Qué quieres?, ¿que me vuelva un ocho?Mi mamá dice que me comporto como si estuviera hecha de vinagre. No sé lo que es el vinagre. Posiblemente es algo agradable, como los helados.Mi cuento es bastante largo, por lo que lo mejor es que se sienten. (Este año tengo mucha más paciencia que el año pasado. El año pasado hubiera dicho: “!Siéntese¡ ¡ No pienso contarles nada hasta que no se sienten¡ ¡ Puedo hacer muchas cosas mientras espero a que lo hagan!”).¡Es chistoso! Ya no me gusta hablar de era manera. Lo único que quiero es empezar mi relato.

La razón por la que me inventé este cuento es que todos los de mi curso teníamos que inventar uno. Lo que quiero contarles ahora es el relato de cómo llegué a inventarme mi relato. En primer lugar, tenemos el relato y después viene el relato cómo sucedió, Lo que quiero decir es que primero tuvo que suceder y que después vino el relato. Por tanto, es un relato de lo que sucedió antes. Es un relato de cómo sucedió.

No teníamos idea que había que inventar un cuento hasta que el profesor Múnera nos habló de ir al

zoológico. El profesor Múnera es nuestro maestro. Tiene las orejas un poco hacia fuera, como las mías, pero yo puedo mover mis orejas y él no puede (No quiero decir que él no pueda mover mis orejas. Lo que quiero decir es que él no puede mover sus propias orejas).

¡El profesor Múnera es muy viejo! Imagínense, ¡tiene una hija que va a atener un hijo¡ Realmente lleva viviendo mucho tiempo, Me pregunto si conoció a Simón Bolívar (El año pasado se lo hubiera preguntado, pero este año ya conozco mejor las cosas).En todo caso, el profesor Múnera nos dijo que íbamos a hacer una excursión al zoológico y que quería que después de la excursión cada uno de nosotros hiciera un cuento sobre la excursión. O sobre los animales que habíamos visto. O sobre la forma en que los animales habían sido capturados y llevados al zoológico.

¡El cuento que ustedes escriban tiene que tratar sobre cualquier cosa que les haya sugerido el zoológico”, dijo el profesor Múnera.

Recuerdo muy bien cuando nos dijo eso. Por eso, cuando inventé mi relato no traté de nada del zoológico, sino de algo que el zoológico me sugirió.

Cuando el profesor Múnera nos habló de sus planes para hacer una excursión al zoológico, todos gritamos: “¡Bravo!” “!Chévere ¡” “! Que machera” Todos, excepto Nelson.Nelson dijo: “¿Q quien le va gustar ir al zoológico?” y luego hizo una mueca tapándose la nariz con los dedos.Eso me puso furiosa. Realmente furiosa. Le dije: “Nelson, ¿te crees muy elegante, no? ¿Cómo crees que ibas a oler tú si tuvieras que pasarte todo el día encerrado en una jaula?”Lo único que hizo fue sacarme la lengua. Naturalmente, le devolví el gesto, moviendo además mis manos con los dedos pulgares apoyados en las sienes. Entonces me dijo que tenia chicle en el pelo, y eso no era cierto. ¡Estoy segura que me lo había quitado completamente¡¡Qué niño mas pendejo¡Justo un momento antes de que el profesor Múnera nos dejara salir a tomar onces, se echó hacia atrás en su silla y estuvo limpiando sus gafas durante un minuto. A continuación dijo: “Sobre la excursión al zoológico, una cosa más. Hay algo que quiero que haga cada uno de ustedes. Quiero que cada uno guarde un secreto, ¡y no se lo diga a nadie¡!

-Profesor, ¿ni siquiera a nuestro mejor amigo? – le pregunté-Ni siquiera a su mejor amigo – respondió.-¿Ni siquiera a usted? – preguntó Nicolás.-Ni siquiera a mi – respondió el profesor Múnera.Entonces Isabel se levantó para hablar. Isabel es la niña a la que me referí antes cuando hablé de mi mejor amiga. Es mi mejor amiga.-¿Qué clase de secreto?, profe – dijo.

-Quiero que cada uno de ustedes piense en algún animal, algún pájaro o algún reptil que sea su favorito – respondió -, Y esa será su criatura misteriosa. Cuando vayan por el zoológico con el resto de compañeros, tengan los ojos bien abiertos para encontrar a su criatura misteriosa. Y, cuando la vean, como podrían incluir a esa criatura misteriosa en su cuento. Al día siguiente de la excursión, cuando volvamos a estar en clase, todos tendrán que contar el cuento de su criatura misteriosa.

¡Estaba tan nerviosa¡ Pues no tuve que pensar cuál sería mi criatura misteriosa; supe cuál sería inmediatamente. Y estaba segura de que a nadie más se le ocurriría la misma criatura. ¡Casi no podía esperar a verla¡Cuando empezamos a salir de la clase en dirección al patio, pude escuchar a Tomás cuchicheando con

Catalina e intentando averiguar cuál iba a se su criatura misteriosa.Al bajar por las escaleras hacia la puerta de entrada, Isabel y yo íbamos de la mano como siempre. No hablábamos porque las dos estábamos pensando. Estaba pensando en la suerte que tenía al tener una amiga que no intentaría sonsacarme el secreto. A lo mejor ella estaba pensando lo mismo, pues de pronto se paró y me abrazó, y yo la abracé a ella, justo en el descanso de las escaleras. Luego seguimos bajando hasta llegar al patio.

Más tarde, mientras estaba sentada en mi pupitre, empecé a pensar otra vez en mi criatura misteriosa. Isabel dice que parecía que estaba soñando despierta.Fuera lo que fuera, el hecho es que mi barbilla estaba apoyada en mi mano y mi codo encima del pupitre.No sé cuanto tiempo estuve así, pero debió ser bastante. De pronto me di cuenta que estaba en clase. Y entonces noté algo muy gracioso. ¿Saben qué? Mi brazo se había ido a dormir.Todavía sigo sin entenderlo. Si yo estaba despierta, ¿cómo es posible que una parte de mí misma estuviera dormida?Seguro que estaba dormido. No podía utilizarlo. No era nada más que una cosa que estaba colgando de mi hombro. Ni siquiera podía sentirlo; tan solo un ligero hormigueo.¿Alguna vez se te ha ido a dormir tu brazo? ¿No es muy extraño? ¡Es como si ya no te perteneciera! ¿Cómo es posible que una parte de ti mismo no te pertenezca a ti? ¡Todo lo tuyo te pertenece a ti¡Pero, ¿ves?, eso es lo que me tiene despistada y confusa. O mi cuerpo y yo somos lo mismo o no lo somos.

Si mi cuerpo y yo somos lo mismo, entonces mi cuerpo no puede pertenecerme a mí.Y mi cuerpo y yo somos diferentes, entonces, ¿quién soy yo? Esto está empezando a sonar como si yo fuera una clase de criatura misteriosa.Después, cuando se lo estaba contando a Isabel me dijo:

-Pixie, te preocupas más de la cuenta. Mira, en realidad no hay problema.Tu cuerpo te pertenece a ti y tú pertenece a tu cuerpo.-Claro –dije yo-, ¿pero pertenezco yo a mi cuerpo de la misma manera que mi cuerpo me pertenece a mi?

Miré a Bernardo y tuve ganas de pode contarle lo de mi brazo, pero sabía que era una perdida de tiempo intentarlo. Bernardo no me contestaría. El no hablaría nunca ni a nadie.Bernardo llevaba muchos años sin hablar.Le preguntamos al profesor Múnera si le pasaba algo, pero nos dijo que no, que simplemente no quería hablar.A pesar de todo, lo intenté. De veras lo intenté. Me acerqué y me senté a su lado y le dije:-Bernardo, mi brazo se quedó dormido hace un rato.Se limitó a mirarme durante un momento y luego miró hacia otro lado. En vista de eso, continué:-Sentí como si estuviera hecho de caucho. Era como si no fuera mi brazo. El siguió mirando hacia otro lado. Entonces dije:-¿Te gustaría a ti, Bernardo, sentir que tu brazo estuviera hecho de caucho?En ese momento se volvió y me miro. Se limito a mirarme fijamente, con esos ojos suyos que parece que atraviesan cuando te miran. Me levante y me fui a mi puesto.Isabel dice que Bernardo tiene ojos de lobo. No sé cómo puede ser eso.Es igual que cuando mi mamá dice a todas horas que tengo la boca de mipapá.Es igual que la pregunta que me hacía antes: ¿cómo es posible que unaparte mía pertenezca a otra persona?

CAPITULO II

-Isabel –dije-. ¿Cómo es posible que Bernardo invente una historia sobre una criatura misteriosa si él nunca dice nada?-¡Ah¡, pues puede inventársela –respondió Isabel- sin tener que hablar de ella. El puede guardar lo que piensa hasta que lo escribe.-¿Es esa la clase de cosas que pasan constantemente por su mente? –pregunté-. ¿Se cuenta a sí mismo historias que él ha inventado?-Es posible –contesto Isabel-. Con Bernardo todo el posible.Me encanta Isabel. Es exactamente igual que yo en todas las cosas de mí misma que me gustan. Y es diferente de mí en todas las cosas de mi misma que no me gustan.Su pelo y sus cejas son del negro mas negro, y sus ojos son del mismo color amarillo y castaño que los lirios que crecen en el macizo de platas que hay junto al campo de voleibol.

Aquella noche, en la comida, les conté a mi papá y a mi mamá lo de la visita al zoológico y les dije que teníamos que inventarnos unas historias sobre nuestras criaturas misteriosas. Pero no les dije nada de mi secreto.Tampoco le dije nada a Mery. Solo porque sea mi hermana, porque tenga dos años más que yo y porque compartamos la misma habitación, no tengo que contarle todo.Además, ¿alguna vez me ha mostrado ella ese libro en el que siempre esta escribiendo cosas? ¿Y me deja estar a su lado escuchando cuando su amiga Mabel viene a verla? ¡No paran de cuchichear y de reírse como si fueran bobas¡Quitando eso, normalmente nos llevamos bien, excepto que ella siempre ocupa toda la cama y tengo que empujarla para que se vaya a su lado. A su lado de la cama, quiero decir.

Res. 0758 de 28 de Agosto de 2007

Sé que quieres que continúe con mi cuento, pero todas las cosas que me ocurrieron tienen algo que ver, en cierto sentido, con mi cuento. Por eso no me queda más remedio que contárselas.Además, ¡no está bien ser tan impaciente¡De acuerdo: es posible que algunas veces hable de cosas que no tienen relación con mi cuento. Como el hecho de que soy capaz de dar tres volteretas seguidas. Eso no tiene nada que ver con mi cuento, pero:

¿pero tú eres capaz de dar tres volteretas seguidas?

¡No me mires de esa manera¡ ¡fíjate en lo que me obligaste a hacer¡ Casi me olvido de contarte lo que me sucedió aquella noche.Me desperté a media noche porque estaba teniendo una clase de sueño muy gracioso. En realidad no era algo malo, pero sí un poco raro.La farola de la calle que está junto a nuestra ventana no funcionaba, por lo que nuestro cuarto estaba totalmente a oscuras. De pronto me di cuenta que algo estaba encima de mi pierna. Supuse que era Mery, por lo que le di un empujón y dije: „Mery ¡quita tu pierna de encima¡

Pero la pierna volvió a deslizarse lentamente y se puso en el mismo sitio en el que había estado anteriormente.Volví a empujarla y empecé a enfadarme cuando dije: „Mery, ¡te he dicho que te quites¡‟ Pero la pierna volvió lentamente una vez más.Me levanté y agarré la pierna. Parecía como si estuviera hecha de caucho; se doblaba en todos los sentidos en los que yo empujaba.Acerqué e pie a mi cara para poder mirarlo de cerca. ¿Y a que no sabes lo que pasó? Me pareció muy familiar. De hecho, era casi igual que mi pie.De hecho, era mi pie¡ se había quedado dormido y eso es lo que me hizo pensar que era el pie de Mery.A la mañana siguiente, cuando se lo conté a Mery, le pregunté:-¿Crees que , si mi cabeza se queda dormida, pensaré que es la tuya?Mery miró al gato que estaba intentando cogerse su cola en el suelo de la cocina y me dijo:-Tómate el desayuno.¿Ves? Esa es la gran diferencia entre Mery y yo.Para ella las cosas nunca son un problema. No es que crea que sabe todas las respuestas. Simplemente se trata de que ni siquiera está interesada en las preguntas.

Mery corrió delante de mí hacia el baño y cerró la puerta por dentro, sólo para que yo me quedara por fuera.Golpeé la puerta con mi puño y le dije:-Mery, eso no es justo. Tengo el mismo derecho a utilizar el baño que tú.La podía escuchar lavándose los dientes, pero paró un momento y me contestó gritando:-Espera tu turno.Por la forma en que lo dijo, podría asegurar que tenía la boca llena de crema dental. Deseé que se la tragara.-Oye –grité lo más duro que pude-, ¡cierra la llave¡ ¿No sabes que hay escasez de agua?Seguí dando golpes en la puerta con mi puño. Grite:-Mery, el hecho de que tengas once años no te da derecho a atropellar a la gente que te rodea.Pensé para mi misma: “Cuando yo tenga once años, ¿a quien podré atropellar? A nadie”.En ese momento me dejó entrar. No lo hizo porque le diera pena conmigo, sino porque ya había terminado.Si estaba esperando a que le contara mi secreto sobre la criatura misteriosa, ya podía olvidarse de ella. Por lo menos eso es lo que yo esperaba que estuviera esperando.

Eso pasó el martes por la mañana. El miércoles por la mañana no fue mucho mejor.En el desayuno soy la única que come cereal. Todos los demás en mi familia comen huevos pericos. Y todo el mundo se mete conmigo.-Pixie –dice mi papá-, no llenes tanto tu taza. Siempre dejas la mitad. Una persona podría vivir con lo que tú desperdicias.-Pixie –dice Mery-, no eches primero el azúcar y luego el cereal. Primero echa la leche y después el azúcar.Mi papá tiene razón: desperdicio la comida. Mi mamá tiene razón: me vuelvo una porquería cuando como. Todo el mundo tiene razón: me demoro mucho tiempo en hacer las cosas.

Pero Mery me pone enferma. ¿Qué importa que ponga primero el azúcar o primero la leche?Hay muchas cosas que están bien y muchas cosas que están mal, pero hay algunas que no parecen ser ni lo uno ni lo otro.

Algunas veces me pregunto como se pondría Mery si yo me empeñara en decirle que zapato tenía que ponerse primero. O que está bien estornudar una vez, pero no dos. O que esta bien morderse las uñas de la mano derecha, pero no las de la mano izquierda.A lo mejor me invente un cuento realmente increíble y le diga que la gente que aprieta el tubo de la crema dental por la parte de arriba en lugar de por abajo llega a tener los párpados llenos de pelo.Párpados llenos de pelo, ¡que cosa tan horrible¡

CAPITULO III

Estaba mirando a Bernardo de reojo y vi a Myriam que se acercaba y lo cogía de la mano. Lo llevo a la esquina de la clase en la que esta los libros y se sentaron en un par de asientos. Ella le hablaba con mucha tranquilidad y el la miraba a los ojos; a continuación, a la boca, y luego, otra vez a los ojos.No podía evitar el preguntarme como era posible que alguien pudiera dejar de hablar en algún momento. Yo hablo constantemente; nunca dejo de hablar. Ni siquiera me puedo imaginar en que consistiría el estar callada todo el tiempo.Isabel estaba leyendo un libro, pero la interrumpí.-Isabel-dije-, ¿Por qué habla la gente?Isabel frunció sus labios como si fuera a silbar, y le dijo lentamente:-Supongo que si la lente habla es porque quiere que los demás sepan lo que sienten y lo que piensan.-Imagínate que no quieren que los demás sepan lo que sienten y lo que piensan –le dije.

Isabel se quedo pensando un momento y luego dijo:-Entonces quizás dejarían de hablar.

Tomas me dijo:Pixie, la excursión al zoológico es dentro de una semana y no puedo imaginar ninguna criatura secreta. ¿escogiste la tuya?– pues claro – le contesté-. Pero no pensaras que voy a decírtela,¿verdad? En realidad no pienso decírselo a nadie.

no te estoy pidiendo que me lo digas- me contesto -. Pero, ¿no podrías sugerirme algo? Solo se me ocurren gatos, perros, caballos, vacas; pero esos animales no están en el zoológico.No se porque lo hice. No pretendía ser mala. Sólo quería divertirme un poco. Lo que quiero decir es que Tomás se burla de mí algunas veces, y por eso se me ocurrió que era una buena ocasión para burlarme yo de él.-Oye, ¿y por qué no coges un unicornio cono tu criatura misteriosa?

-¿Un unicornio? –preguntó. Se le podía ver fácilmente en la cara que nunca había oído hablar de un unicornio-. ¿Qué es eso?-Es como un caballo, pero tiene un cuerno bastante largo y puntiagudo que le sale del medio de la frente.-¡claro¡ Muchas gracias, Pixie –dijo Tomas-. Estoy segura que necesitaba ayuda.Pensé para mí misma. “Espérate a que intente encontrar un unicornio en el zoológico. Me encantaría ver su cara cuando descubra que no existe ese animal.”

Era miércoles por la noche. Me quedé pensando en la excursión al zoológico y en Isabel, Tomás, Bernardo y Myriam, y no podía dormirme. Me imagino que estaba apretando mi lengua contra los dientes cuando de repente me di cuenta que dos dientes se movían.De hecho se movían tanto que podía meter la punta de mi lengua entre los dientes y la encía. Me levante de un salto de la cama y salí corriendo por el corredor.

-¡Mamá, mamá¡ -grité- ¡Todos mis dientes se están cayendo¡ Mi mamá dijo algo parecido a un gemido y me contestó:-Claro, mijita. Son tus dientes de leche. Ya has perdido muchos y con el tiempo llegaran a caerse todos.En ese momento empecé a lloriquear.-Mamá –dije-, ¿qué pasaría si se me cayeran todos los dientes de leche y no me salieran otros dientes?Antes que mi mamá pudiera contestar, mi papá dijo:-Te pondríamos una caja de dientes.Intenté imaginarme a mi misma mirándome en un espejo: ¡nuevo años y con caja de dientes¡-papá –dije entonces-, ¿cómo sabe un diente cuando tiene que caerse?-No se –me contestó-. Lo empujan.-¿Quién? ¿Mi lengua?-No; los dientes que están creciendo por dentro.-¡Papá¡ -dije, después de haber pensado un poco en lo que me había dicho-. Si no salen otros dientes, ¿podría plantarme unos pocos, igual que se planta un árbol pequeño? –lo empuje un poco en el hombre, pues estaba empezando a dormirse-. ¿Podría plantarlos? Dime, ¿podría plantarlos?-Dicen que si le arrancas la cola a un lagarto le crecerá una nueva. O que tú puedes plantar una cola pequeña en su cuerpo y le crecerá. O que puedes plantar los píes a un lagarto y, si al crecer no siguen siendo unos pies, pueden convertirse en una cola.

-Papá –dije-, lo que estas diciendo no tiene sentido. ¿Qué tiene que ver la cola de un lagarto con los dientes de las personas?

-Pixie tiene razón, Rafael –dijo mi mamá-. Las dos cosas no se parecen absolutamente en nada. De todas formas, ¿es cierto que puedes replantar la cola de un lagarto, o se trata cómo de algo que te has inventado?-No puedo recordar donde lo he leído –contesto mi papá-. No estoy seguro.A lo mejor me lo invente todo.

En esos momentos me estaba quedando dormida, y antes que pudiera darme cuenta me había quedado dormida entre mi papá y mamá, y soñé con un lagarto que había perdido su cola y que alguien había puesto un pequeño pie en un lugar en el que había estado la cola. Pero el pequeño pies no sabia que ser al crecer. Podría ser tanto pies como cola, pero no sabia cual de los dos. ¡Estaba tan confundido¡ siguió haciéndose mas grande y mas grande, y sabia que tenia que tomar una decisión muy pronto. Pero era incapaz de decidir que tenía que ser.Eso es todo lo que puedo recordar de mi sueño.

Después del colegio me fui para casa de Isabel. Vive en un apartamento en el piso 8°. Apreté todos los botones del ascensor, por lo que se paraba en todos los pisos. Hice esperara a todo el mundo y todos se pusieron furiosos. Pero creo que no lo volveré a hacer.Las únicas personas que estaban en la casa de Isabel eran su mamá y su hermana Consuelo. Consuelo no va al colegio todavía. Me dijo:-¡Hola, Pixie¡ Vamos a ir a la casa de mi abuelita el día de navidad. El día de navidad me parecía algo muy lejano, pero le conteste:-¡Uy que machera¡, ¿y quienes van a ir, aparte de tu abuelita?

Consuelo pareció quedarse algo confusa y miro a Isabel en busca de ayuda.-La familia –dijo Isabel.-La familia –repitió Consuelo.-¿pero quienes? –Pregunte- ¿tus tíos y tus tías?-Pues claro –contesto Isabel-. Y mis primos. Estarán todos allí.-Y la familia –dijo Consuelo.-No, Consuelo –dijo Isabel riéndose-. No digas “y la familia”. La familia no es lago diferente de nosotros, la abuela, los primos y los tíos.Consuelo miró a Isabel con una expresión de verdadero disgusto. Estoy segura que no podía entender lo que Isabel estaba diciendo.-Déjame intentarlo a mí –dije-. Consuelo, cuando todos tus parientes están untos o cuando queremos hablar de todos ellos, decimos normalmente que son tu “familia”.

-¡Aja¡ -dijo Consuelo, añadiendo a continuación-: ¿Qué pasa cuando no están juntos?, ¿siguen siendo mi familia?-Pues claro –dijo Isabel.Por lo tanto, ¿mi familia se compone de las personas que tienen un parentesco conmigo? –preguntó Consuelo.-Claro. Todos tus parientes y solamente tus parientes –le contesté.¿Tú tienes también una familia? –me pregunto mientras me miraba.-Por supuesto –dije-. Todas las personas de mi familia son mis parientes, del mismo modo que todas las personas de tu familia son tus parientes.-¿Son tus tías, tus tíos, tus primos?

-Si –dije.-Pero las personas de tu familia ¿son diferentes de las personas de mi familia?-Claro.-¿Significa eso –pregunto Consuelo, empujando mi pecho son su dedo – que todas las familias son iguales, pero que se componen de personas que son diferentes?

Mire a Isabel y ella me miro a mi. A continuación, Isabel suspiro y se volteo hacia Consuelo.

-Me imagino que lo que quieres decir es que las personas de diferentes familias son diferentes, pero que la relación entre ellas es la misma.Consuelo torció un poco la cara, haciendo una ligera mueca con su boca, y en su frente aparecieron unas suaves arrugas.

-Mira, Consuelo –le dije-. Tú eres hija de tu mamá y yo soy la hija de mi mamá. Somos personas diferentes, pero las dos somos hijas.-Fíjate –añadió Isabel-. Pixie tiene una relación madre-hija en su familia, y nosotras tenemos una relación madre-hija en nuestra familia.Consuelo no sonrió. Miro primero a Isabel y después me miro a mí. Nos miro con mucha atención, como si estuviera estudiando nuestras caras para descubrir lo que queríamos decir.-¿No te das cuenta? –dijo Isabel riéndose-. Nosotras somos miembros de nuestra familia y Pixie es miembro de su familia.Todos nos quedamos calladas por un momento. Luego consuelo pregunto:-Si toda la familia estará aquí el día de Navidad, ¿estarán también los miembros de la familia?

CAPÍTULO IV

A la mañana siguiente, mi mamá estaba haciendo el desayuno y estaba de espaldas a nosotras. Estaba a punto de comerme un pedazo de pan cuando me paré y me puse a observar como comía Mery. Al principio, Meryintento no hacerme caso, pero no pudo aguantarse.-¡Mamá¡ -gritó-. ¡Me esta mirando otra vez¡ ¡Dile que deje de mirarme de ese modo¡-Deja de molestar a tu hermana, Pixie –dijo mi mamá sin darse vuelta.Seguí mirándola, si por supuesto que no estabahaciendo nada, tan solo mirando. Mery me dio una patada. Me dio una patada en la espinilla, justo debajo de la rodilla. En realidad no me hizo daño, pero de todas formas chillé y lloré durante un buen rato. Mi mamá se volteó y regaño a Mery. Eso me hizo sentir mejor, pero seguí quejándome a pesar de todo.

-Siempre esta intentando aventarme, mamá –dijo Mery.Estaba sentada en el suelo, sujetándome la espinilla, y mi mamá se agacho, me miró a la cara y cogió mis manos.-¿por qué, Pixie? Simplemente dime por qué.-¿por qué que? –dije sin dejar de lloriquear.-¿por qué no puedes llevarte bien con tu hermana?

-¿Por qué no le preguntas a ella por qué ella no puede llevarse bien conmigo?-¿Acaso te ha hecho algo?No sé por qué, pero cuando mi mamá me hizo esa pregunta me pareció recordad algo que había olvidado durante mucho, mucho tiempo.-Pues claro que me ha hecho algo –grité, y señale a mi hermana con el dedo, mientras ella me miraba como si no tuviera ni idea de lo que me hacia estar brava.-El año pasado, ¿recuerdas cuando la señora Gómez, la de la puerta de al lado, le hizo la fiesta a Elena? Pues, esa vez, ella le dijo a Mery que me invitara, y Mery fue tan miserable que ni siquiera me lo dijo. No me enteré hasta el día siguiente, cuando por fin me enteré de la fiesta, me encerré en el armario de tu cuarto, cerré la puerta y permanecí, allí, sentada en el suelo, entre los zapatos, durante dos horas. Todo el tiempo estuve llorando encima de tus zapatos.Mery pareció muy sorprendida.-¿es cierto eso Mery? –dijo mi mamá.-¡No¡ -contesto Mery-. Elena escribió una invitación para cada una. Tenía la intención de traérnosla y dárnosla personalmente. Pero me encontró a mí por casualidad en la calle un día antes de la fiesta y me dio mi invitación. Estuvimos hablando un buen rato, y se olvido de lo que tenia que hacer, volviendo a la casa sin traerle a Pixie su invitación. No se dio cuenta de su error hasta dos días después y le dio vergüenza explicarle a Pixie lo que había ocurrido, por lo que no dijo nada.-¡lo ves, Pixie? –fue todo lo que dijo mi mamá mientras me miraba.No dijo nada, tampoco quería pensar que solo había sido un accidente. Era mucho, mas sencillo pensar que Mery había tenido la culpa.-Ella es tu hermana –dijo mi mamá-. Y tú eres la suya.-no quiero ser su hermana –murmure-. Prefiero tener a Isabel como hermana.

-Tenemos que ser hermanas porque tenemos los mismos padres –dijo Mery inmediatamente-. No te vendría mal estudiar un poco en que consisten las relaciones familiares.Me quede un rato sentada, con la barbilla apoyada en mi mano y haciendo sobresalir mi labio inferior.-¿Y eso que importa? –Dije por fin-. Sin no puedes ver o tocar una cosa, esa cosa no es real. Y todo el mundo sabe que no se puede ver ni tocar las relaciones familiares. Eso quiere decir que no son reales.-¡Mamá, mira lo que Pixie esta diciendo¡ -grito Mery-. ¡Dice que la gente no puede ver las relaciones¡ Pero cualquiera puede ver que yo soy mas alta que ella, y “ser mas alta que” es una relación. Y cualquiera puede ver que yo estoy cerca de ti, y ¿no es cerca de una relación?

-¡La gente es real –dije poniéndome de pie, y las personas son reales, pero las relaciones solo existen en nuestra mente¡.-¿por qué estas tan segura de eso? –pregunto mi mamá.-Porque nadie puede mimarme a mi y decir si soy la prima de alguien o si soy sobrina de alguien, mientras que les basta con mirarme a mi para decir que soy bajiota y delgada.-No estoy segura de que no puedan ver las relaciones familiares –dijo mi mamá-. Ya sabes que siempre estoy diciendo: “eres hija de tu padre, tienes su misma boca”.

-Si –contesté-. Y papá dice que tengo tus ojos. Pero, ¿qué pasa con Mery?Papá dice que Mery tiene sus ojos y tu boca. ¿Cómo es posible eso?-No es necesario que parezcamos todos iguales para ser de la misma familia –respondió mi mamá.¡Mamá¡ -dijo Mery arrugando mi nariz-. ¿Tiene razón Pixie cuando dice que una cosa no puede ser real si no la podemos ver o tocar?

-Supongo que eso depende de lo que llamemos “real” –dijo mi mamá.-¡Mamá –dije yo-. ¿Por qué no puedes simplemente decir de las dos tiene razón?-¿Es necesario que una de las dos tenga razón y la otra este equivocada? – contesto mi mamá con un tono de voz especial, como si estuviera preguntándose a si misma en voz alta.Todavía estoy intentando saber lo que quiso decir.

Ya se. Quieres que siga contando la historia de mi excursión al zoológico.La historia que me sugirió mi viaje al zoológico.Pero yo la llamo mi “historia misteriosa”. No puedo decirte de qu4e se trata en este momento. Quizás nunca te la cuente.¿Crees que puedes adivinar de qué trata mi “historia misteriosa? Puedes estar seguro que nunca lo adivinaras.Además, incluso aunque lo adivinaras, no te diría nunca si era cierto.¡Olvídalo¡Más adelante, si resulta al final que no te cuento mi historia, a lo mejor te explique la razón para no contártela. Pero ahora vamos a volver al relato como llegue a inventarme mi historia misteriosa.

¡Ah! Hay algo que se me olvido mencionar. Es algo que dijo mi mamá cuando Mery me dio una patada porque no dejaba de mirarla y mi mamá la regaño.-Mery, eso no es una excusa –le dijo mi mamá.-Mamá, es una excusa –dije-, pero sólo una excusa.-Pixie –me contesto mi mamá, me parece que si tienes una excusa para hacer algo es porque tienes una buena razón para hacerlo.-Pero, mamá –replique-. Si me hago una pequeña herida en el dedo y le digo al profesor que me he hecho daño y que necesito que me dejen ir a la casa, todo el mundo sabe que estoy utilizando la herida del dedo como una excusa. Una excusa no es una buena razón; es precisamente una mala razón.-Pixie –dijo Mery-, ¿tienes que estar discutiendo siempre por todo?Fue entonces cuando Mery dijo que siempre estaba intentando provocarla.¡Como si alguien fuera a creerse semejante excusa por haberme dado una patada¡

Me senté encima de mi papá y le quite las gafas e intente ponérmelas a continuación. No podía ver absolutamente nada, por lo que volví a ponérselas. No dijo una palabra; tan solo me miraba por encima de las gafas. Y Mery estaba allí, de píe, con las manos en sus caderas, mirándonos.-Me he enterado que vas a hacer una excursión al zoológico –dijo mi papá.-Papa, te lo he contado cientos de veces. Has olvidado todo lo que te conté.-No, no lo he olvidado –me contestó-. Tienes que pensar en una criatura misteriosa. Y tienes que inventar un cuento sobre algo que te sugiera la excursión al zoológico.

-¡Papá¡ -le dije dándole un gran abrazo-. ¡Eres maravilloso¡ Ahora me imagino que querrás que te diga cuál es mi criatura misteriosa.-No, si se trata de un secreto, y tú no podrás contarme tu cuento hasta después que hayas visitado el zoológico.-¡Pobre papá¡ -dije mientras le daba otro gran abrazo.-¿Por qué “pobre papá”? –me preguntó.-Porque crees que tengo que esperar hasta después de la excusión al zoológico para inventarme un cuento sobre lo que me sugiere esa excursión.

-¿Si? ¿Y que te sugiere la excursión al zoológico?-Eso me toca a mi saberlo y a ti descubrirlo. Pero te diré algo, te daré una pista. Me hizo preguntarme sobre la diferencia entre los animales que piensan y los que no piensan. Y me hizo preguntarme como empieza el pensamiento o de donde viene.

-¡Ah¡ ¿Eso es todo? ¡Bueno¡ Estoy seguro que no tendrás ningún problema para inventarte un cuento sobre eso.

Me limite a reírme. No le dije que ya tenía mi cuento completo inventado.Fue entonces cuando el gato paso corriendo por el cuarto. Me baje de las piernas de mi papa y le chille al gato, intentando cogerlo por toda la casa. Cuando volví, mi papá me dijo:-Pixie, ¿por qué chillas tanto? ¿Me ves a mi alguna vez corriendo por la casa y chillando como tú?-No –le conteste-. Pero ¿lo hiciste cuando tenías mi edad?-Supongo que si lo hice. Pero eso no significa que este bien.-Yo sé. El que tú lo hayas hecho alguna vez no es una excusa para que lo haga yo ahora. Sin embargo…

-Sin embargo…, ¿qué? –me preguntó.-A lo mejor, si no estaba mal para ti entonces, tampoco esta mal para mi ahora. Eso es todo.

CAPÍTULO V

Mery -dije después de que nos habíamos acostado y habíamos apagado la luz-, ¿adónde se va la luz cuando apagas la lámpara? Nosotros decimos a veces que la luz “se ha ido”, pero, en realidad, ¿a dónde se ha ido?-Se va a dormir –dijo Mery-, y eso es lo mejor que puedes hacer ahora.-Mery, estoy hablando en serio –insistí-. ¿A dónde se va?-Se va al lugar de donde procede la oscuridad. Ahora déjeme en paz.-¿Quieres decir que viene del Espacio, como E.T. y cosas parecidas?

Como no me contestaba, insistí: “Sabes que no creo en nada de eso”.-Primero no crees en las relaciones –me dijo Mery, dándose la vuelta en la oscuridad-. Ahora no crees en el espacio. ¡Hay algo en lo que tú creas?-Eso no es justo. Solo porque me pregunto por algunas cosas, inmediatamente me dices que no creo en ellas. Siempre lo tomas todo a broma.Y después de decir eso me di la vuelta y me puse a dormir, pero no antes de decirme a mi misma: “¡Espacio! Es solo una palabra. No es mas que el vació. A la gente le gusta hablar del espacio como si fuera algo, pero en realidad no es nada”. Y añadí: “Mery puede quedarse con sus relaciones y con su espacio; yo me quedo con mi criatura misteriosa y con mi relato misteriosa y con todos los demás misterios”. No tenia ni idea de cuales podrían ser mis otros misterios, pero me imagine que Mery nunca se enteraría.

A la mañana siguiente me quede acostada en la cama mientras Mery se vestia.

-Más te valdría apurarte y vestirte –me dijo-. ¿Qué te pasa?Nada –conteste-. Solo estoy pensando.-Puedes pensar y vestiral mismo tiempo.-Estoy pensando –dije, aparentando que no la había escuchado- como en

este momento, en toda la ciudad, todo el mundo se esta levantando de la cama, poniéndose sus vestidos, desayunando y preparándose para ir al colegio. En este momento es muy probable que Isabel se este cepillando los dientes, Myriam se este comiendo un pan y bernardo se este amarrando los cordones de los zapatos. Y aquí estoy yo, en la cama, pensando en ellos.-Entonces –dijo Mery, con una mirado burlona-, ¿yo estoy cerca de ti y ellos están lejos de ti?

-¡Aja! –afirme.-bueno, pues, “cerca de” y 2lejos de” son relaciones. No solo eso: son relaciones espaciales. Y mas todavía, es mas tarde de lo que tu crees, y “mas tarde que” es una relación temporal,… y, si no te levantas ahora mismo, le digo a mi mamá.-¡El tiempo! –le grité-. Eso es como el espacio, solo una palabra.-mira, Pixie –me dijo Mery sin levantar mucho la voz-, es tarde y el colegio esta lejos. Cuando hablamos de tiempo queremos decir antes y después, más temprano o más tarde. Cuando hablamos del espacio queremos decir lejos y cerca. ¿Te das cuenta?Fue como si una luz se hubiera encendido en mi cabeza.

-¡Ah! –dije-. Ahora entiendo lo que me quieres decir. Ahora entiendo de que están hechos el espacio y el tiempo. El espacio consiste en relaciones espaciales y el tiempo en relaciones temporales. ¿Es eso lo que quieres decir?-No sé –fue lo que contesto Mery-. ¿Por qué no se lo preguntas al profesor Múnera? Si es que eres capaz de llegar alguna vez a su clase hoy por la mañana.-Profesor Múnera, ¿qué es una relación?

¿Hum! –Pareció decir el profesor Múnera mientras que quedaba pensando-. Supongo que lo podemos considerar una conexión. Pero quizás sea mejor que le preguntemos a los demás que son las relaciones.-Hay relaciones familiares –dijo Isabel-. Son las que enlazan a unas personas con otras en una misma familia. Por ejemplo, si dos personas son hermanas, esa es su relación.-Los números tienen relaciones –dijo Rodrigo-, Un número puede ser mas pequeño que otro. O puede ser mayor. O pueden ser del mismo tamaño.

-No pueden existir dos números del mismo tamaño –dijo Mónica-. Serían el mismo número.-Las palabras se unen con otras palabras –dijo Jenny-. Quiero decir que en las oraciones los sujetos se unen con los verbos, como en “el perro ladra”.-Y las cosas tienen relaciones –dijo Tomas-. Hay una relación entre la rueda y el carro, o entre un dedo y la mano, o entre una puerta y una casa.-¿Yo sé! ¿Yo sé! –exclamó entonces Roberto, mientras levantaba el brazo y lo movía para llamar la atención-. Las palabras y las cosas tienen relaciones. La palabra “montaña” tiene relación con todas las montañas que existen. Y la palabra “China” tiene relación con un país, China.El profesor Múnera espero callado un rato, pero nadie dijo nada más.-Esta muy bien, muchachos. Pixie, ¿te ha servido para algo?-Fueron unos ejemplos buenos –conteste-, pero sigo queriendo saber lo que son las relaciones.

-¿Qué te dije que eran? –me dijo, mientras se pasaba su mano por la cabeza.-Nadie me dice nada. Todo lo tengo que resolver yo por mi misma –le dije, y lo mire poniendo la mas triste expresión que pude poner.

Era como si Bernardo no se quisiera ir a la casa. Eso fue lo primero que pensé, pero me di cuenta que estaba pensando

en algo. Se limito a mirarme. La clase se quedo vacía en seguida y solo permanecíamos allí Bernardo, el profesor y yo.Entonces se acerco al tablero y escribió esto:

Montaña

-¿Claro, Bernardo! –dije-. Creo que se a que te refieres. Es como lo que dijo Roberto. Existe la palabra “montaña” y existe también la montaña misma. Y la flecha se refiere a la relación que hay entre la palabra y la cosa.Bernardo sonrió. No puedo recordar haberlo visto sonreír nunca antes. A continuación se volteo hacia el tablero, cogió otra vez la tiza y escribió:

Las montañas están cerca Las casas están lejos

Lejos y cerca son relaciones espaciales.

-Yo también puedo hacerlo –dije al tiempo que me reía y daba una palmada. Entonces escribí:

zoológico.Hoy es antes de la excursión al zoológico.La semana que viene será después de la excursión al

Antes y después son relaciones temporales.

Bernardo volvió a sonreír. Me agrada el poder hacerlo sonreír. Pero entonces debió tener otra idea pues se devolvió hacia el tablero y escribió:

Lejos Cerca

relacionesAntes Después

-Bernardo –preguntó el profesor Múnera, ¿estas diciendo que la palabra “relación” tiene una relación con lejos, cerca, antes y después de la misma manera que la palabra “montaña2 tiene una relación con la montaña real?Bernardo asintió con un movimiento de su cabeza.-Profesor Múnera, la palabra “montaña” y la idea “montaña” están en nuestras mentes, ¿vedad? –pregunte yo-. ¿y las montañas reales en el mundo?-Es una forma de expresarlo –me contestó.-¿Y la palabra “relación” y la idea de “relación” están en nuestras mentes, mientras que las relaciones reales están en el mundo?-Me imagino que también puedes decir eso.-¿Y las relaciones como antes y después forman el tiempo?-En cierto sentido –dijo el profesor Múnera.Estaba empezando a entender lo que estaba buscando y no quería dejar la conversación en ese momento.-¿Y el espacio esta formado por las relaciones como lejos y cerca?Movió la cabeza de arriba abajo para contestarme que si. Bernardo me miraba.

-Bueno dije-, ¿no es posible que, de la misma manera que el espacio y el tiempo están formados por relaciones, nuestras mentes estén formadas por las palabras y las ideas que están en lugar de esas relaciones?

-Es una buena analogía, Pixie –dijo el profesor Múnera.-no le entiendo. ¿Que es una analogía?-¡Dios mío¡ -dijo mirando su reloj-. ¡Las cuatro menos cuarto¡ ¡ La reunión de profesores empezó hace quince minutos! Pixie, ya te explicare en otro momento en que consiste una analogía.Dicho esto, salió corriendo, un momento después volvió a entrar corriendo en la clase, cogió un montón de papeles que había encima de la mesa y volvió a salir corriendo. Cuando paso por nuestro lado le oí que iba diciendo algo:-El espacio y el tiempo son dimensiones. Pero, ¿podría la mente...?

CAPÍTULO VI

Quiero contarles lo que paso el martes por la noche. Recuerdo que me costo trabajo quedarme dormida. Y recuerdo que me hacia preguntas como “¿qué día será dentro de cinco días? “¿qué día fue hace tres días?” y “¿qué día será dos días antes de dentro de seis días?”

Recuerdo también lo que estaba pensando justo en el momento antes de quedarme dormida: “Si hoy es martes, mañana será miércoles. Y si mañana es miércoles, entonces es el día de la excursión al zoológico”.A mitad de la noche me desperté. Lo único que hice fue sentarme en la cama, con los ojos completamente

abiertos. No es que tuviera miedo de nada por la noche, como me pasa otras veces. De repente algo me sobresalto: ¡miércoles¡¡La excursión al zoológico¡ ¡Hoy es el día¡

Miré el reloj que estaba encima del armario. Se pueden ver sus agujas en la oscuridad. ¡Las cuatro y media de la mañana¡ ¿pero como iba a volver a dormir un día como ese? Decidí que lo mejor era ver si irme.Mery estaba todavía dormida. Por lo menos creí que estaba dormida. Nunca estoy segura de nada, muchas veces Mery cree que yo estoy dormida, pero no lo estoy. Por eso a lo mejor ella solo estaba acostada totalmente quieta, fingiendo estar dormida. Pero supuse que, si estaba dormida, no seria una buena idea despertarla, por eso no encendí la luz.¿Alguna vez has intentado vestirte en oscuras? Déjame que te diga que no es nada fácil. Por ejemplo, ¿cómo puedes saber de que color son tus medias? Pero supongo que no estaba tan despierta como había creído,porque cogí el primer par de medias que encontré en el cajón.Luego empecé a buscar mis zapatos, que dejo siempre debajo de la cama. Tengo dos pares; los nuevos y los de todos los días. Los guardo los dos paresjuntos.

Primero me puse el zapato en el pie derecho. Me quedo muy bien. Luego intente ponerme el otro zapato en el pie izquierdo. ¡Pero no me cabía¡ Intente meterlo a la fuerza, pero fue imposible.De repente, como si fuera un fogonazo, me di cuenta de lo que había pasado. ¡No podía meterme mi zapato izquierdo en mi pie izquierdo, porque mi pie izquierdo se había convertido en un pie derecho¡ posiblemente me había pasado mientras estaba dormida. Pero ahora me había quedado con dos pies derechos.¿Quién ha oído hablar alguna vez de una persona con dos pies derechos?Me dije a mi misma: “¿Cómo voy a ir a la excursión al zoológico hoy si solo me puedo poner un zapato?”. Apenas podía imaginarme a mi misma recorriendo el zoológico en pata sola. Todo el mundo creería que era una cigüeña o algo por el estilo.

No podía hacer nada más. Tendría que cruzar el corredor, entrar en el cuarto de mis papas, despertar a mi mama y contárselo. Mi mama tiene un sueño profundo y no iba a ser fácil despertarla.-¡Mamá¡ ¡Mamá¡ -susurré. Al mismo tiempo le moví el hombro, pero seguía sin despertarse. Le levante uno de los párpados y lo volví a intentar-. ¡Mamá¡¿Estas ahí?Era inútil; no se despertaba. Me volví a mi cuarto y me senté otra vez en el borde de la cama.Al principio me quiete las medias, pero volví a ponérmelas para intentar ponerme de nuevo los zapatos. La habitación estaba totalmente a oscuras. Decidí empezar con el pie izquierdo ¡que sorpresa¡ Esta vez el pie cupo perfectamente en el zapato. ¡Estaba tan feliz¡ ¡casi no puedo decirles lo feliz que estaba¡ ¡Mi pie había recuperado su forma normal¡

Intente ponerme el otro zapato en el pie derecho y creí que me iba a morir.¡No podía metérmelo!Tire el zapato al suelo y fui corriendo al cuarto de mis papás. Esta vez no susurre; esta vez grité.-¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mis pies están cambiando de forma!¡Primero se han convertido en dos pies derechos y ahora se han convertido en dos pies izquierdos!Mi papá se despertó y encendió la luz. Mi mamá también se despertó y dijo que todo era una pesadilla, pero mi papá le explico que debía haber confundido los zapatos en la oscuridad. También me explico a mí que la excursión no era ese miércoles, sino el miércoles siguiente.Durante todo ese despelote, Mery siguió dormida. ¡cara, como duerme! Pero incluso estando dormida consigue quedarse con todas las sabanas y la colcha.

Nelson llevo un helicóptero de juguete a clase y nos lo mostró.

-Es como los que utiliza el ejercito –nos explicaba-, y todas sus partes son exactamente iguales a las de un helicóptero de verdad.-Solo que es un poco más pequeño –dijo Tomas.-Claro, solo un poco más pequeño –replico Nelson.-Tiene las mismas partes y esas partes guardan entre si las mismas relaciones –dijo Isabel-. Por eso se le llama un “modelo”.Los niños son más pequeños que los adultos –dijo Gerardo frunciendo el ceño-. ¿Los convierte eso en modelos? Sus cuerpos tienen las mismas partes y las mismas relaciones.

-Puede haber modelos de barcos y modelos de aviones, pero no hay modelos de niños –dijo Isabel, a quien la afirmación de Gerardo había hecho reír.

-¿Puedes tener dos cosas en las que las relaciones son las mismas, pero las partes son diferentes? –pregunto Tomas después de dejar de hacer un avión de papel.Nadie contesto. Todos intentamos pensar en algo, pero no tuvimos suerte. En ese momento, Bernardo, que estaba junto al tablero, cogió un mapa de Colombia y lo colgó en la pared.-Ese es un buen ejemplo –dijo Mónica-. Las partes no son las mismas. Las ciudades en el mapa son tan solo unos puntos negros, mientras que las ciudades reales están llenas de edificios. Pero las relaciones son las mismas.-¿cómo así? Pregunto el profesor Múnera.Mónica no supo que decir. Se limito a encogerse de hombros.-¡Yo sé! ¡Yo sé! –dijo Roberto. La ciudad de Cali esta al occidente de la ciudad de Bogotá. Y en el mapa, Cali tiene la misma relación con Bogotá, esta al occidente.

-Esta a la izquierda –comento Rodrigo.-Bueno, en un mapa eso quiere decir “al occidente” –contesto Roberto.-Profesor Múnera –dije-, si uno esta comparando dos cosas que tienen las mismas relaciones, pero diferentes partes, ¿cómo se llama eso?-supongo que se llamaría una analogía –me contestó.¿puede alguien dar otro ejemplo de analogía?-Bueno –dijo Isabel-. ¿Qué tal esta: un ala tiene la misma relación con un pájaro que una aleta con un pez?-¡Déjenme a mi! –dijo Jenny-. La oreja tiene la misma relación con un pocillo que la manija con la puerta.-La bombilla es a la luz como el fuego al calor –dijo Gerardo.-No te entiendo. ¿Cuál es la relación en tu ejemplo –le pregunto Nelson a Gerardo.-Del mismo modo que una bombilla proporciona luz, el fuego proporcionacalor.

-No son iguales –contesto Nelson.-No es necesario que sean iguales, basta con que uno sea como el otro – respondió inmediatamente Gerardo.-¿Tiene razón? –le pregunto Nelson al profesor Múnera-. ¿Las analogías no tienen que ser exactas?-No –respondió el profesor Múnera-. Gerardo tiene razón. Las relaciones que estamos comparando no tienen que ser exactamente iguales. Basta con que sean similares.-Pero pueden ser exactamente iguales, ¿verdad? –dijo Nelson.

-Ãlvaro –aclaro Roberto, sue estaba siguiendo lq discusión-. Supón que digo: “dos es i cuatro co}o cuatro es a ocio”. Lcs dos relaciones serian exactamente igõales. En ambos casos es un medio.después del dialogo me dije a mi misma: “¿Ves, Pixie? Gracias(a lo que has oíto ya sabes en que consiste una analïgía. Si$nunca huâieras venido a la escuela, ¿cómo podrías saber en que consisten las cosas que llevas haciendo tanto tiempo?”.

Al día séguiente,"a la hora del almuerzo, Isabel y yo nos encontramos a Mónica y a Gerardo cuando salían del comedor.

-¿Qué es el almuerzo hoy? –les preguntamos.-Espaguetis –dijo Mónica.-¿Y de sobremesa? –pregunté.-Helado de chocolate –contesto Gerardo.Isabel y yo comenzamos a hacer la cola. En ese momento apareció Bernardo y se hizo en la cola con nosotras.-Bernardo, estoy segura que odias los espaguetis –le dije.Solo estaba intentando entablar una conversación pero el se limitó a encogerse de hombros.Cogimos nuestras bandejas y nos sentamos en una mesa en la esquina. Isabel y yo empezamos a comes apenas nos sentamos, pero Bernardo no.Era como si tuviera que esperar y pensar durante un rato antes de comer.Durante la comida le conté a Isabel la conversación que habíamos tenido Bernardo y yo con el profesor Múnera al terminar las clases y le dije que habíamos estado hablando sobre las relaciones.-Mis relaciones favoritas son las comparaciones –dijo Isabel-. Cada vez que haces una comparación estas descubriendo una relación.No te entiendo –le dije, mientras Bernardo nos miraba con la boca llena de espaguetis.-Quiero decir que si yo digo “Mónica corre más rápido que Jenny”, estoy hablando de una relación, pues estoy comparando a Mónica y a Jenny en lo que se requiere a la velocidad.-¡Ah! Ya entiendo. Y si yo digo “la cafetería es más grande que mi cuarto”, estoy comparando los dos espacios en términos de tamaño.Bernardo se metió la mano en el bolsillo y sacó un lapicero ya muy gastado y un trozo de papel. Mordisqueo durante un rato el borrador de su lapicero y luego escribió: “Esta mañana fue tan larga como el Amazonas”.

-Bernardo, parece que no te das cuenta –dije después de haber raspado lo que quedaba en el plato-. No puedes comparar la mañana con un rió; son dos cosas totalmente diferentes: una es tiempo, y la otra..., la otra es espacio.-Pero los dos son largos –dijo Isabel después de una breve pausa.-Claro –dije yo-. Pero de forma diferente.Cuando volvimos a clase le contamos al profesor Múnera nuestra conversación en la cafetería.

A ver si les puedo ayudar –dijo el profesor Múnera-. Cuando comparamos el helicóptero de Nelson con un helicóptero de verdad, ¿qué fue lo que dijimos?-Dijimos que el helicóptero de Nelson era un modelo –contesto Isabel-, porque las partes de los dos helicópteros eran las mismas y tenían las mismas relaciones.-De acuerdo –dijo el profesor Múnera-. ¿Y que dijimos del mapa de Colombia?-Que sólo tenia las mismas relaciones, pero no las mismas partes que Colombia, y por eso lo llamamos una analogía –conteste yo.-Pero usted nos dijo que había relaciones exactas –dijo Isabel-. Por ejemplo, si yo digo que en la clase hay dos niños por cada tres niñas, ¿cómo se llama eso?

-Eso se llama una proporción –dijo el profesor Múnera-. Por ejemplo que tú has puesto seria una proporción de dos a tres. Y podemos usar proporciones en las analogías. Por ejemplo, podríamos decir que dos es a tres como cuatro es a seis.

oído.-¿Ves? Con las analogías se utiliza la palabra “como” –me susurro Isabel al

-¡Que va! No es así. Lo que pasa es que a los adultos les gusta utilizar a

veces las palabras de una forma un poco extraña –le dije yo al oído.Después me di la vuelta, dirigiéndome al profesor Múnera:-Profesor Múnera ¿qué sucede cuando uno dice que dos cosas son iguales, pero sabe que son dos cosas

distintas que solo son iguales en algún sentido?-Bueno –me contestó-. Eso es lo que estaba haciendo Bernardo cuando escribió la frase: “La mañana fue tan larga como el amazonas”. Bernardo quería decir que la mañana y el Amazonas eran similares con respecto a la longitud.-¿Cómo llamamos a algo como eso? –preguntó Isabel.-Un símil. Y se seguirá llamando un símil aunque solo hubiera escrito: “la mañana fue como el amazonas”.-Pero supongamos –dije yo-, que alguien coge dos cosas diferentes y dice que una de ellas es la otra. Por ejemplo, supongan que digo: “Jaime es un cerdo”.

No solo “Jaime come como un cerdo”, pues ya se que eso seria un símil, sino “Jaime es un cerdo”. ¿Qué seria eso?

-Eso es lo que llamamos una metáfora –dijo el profesor Múnera.Bernardo se fue al tablero y escribió: “Modelos, analogías, proporciones, símiles y metáforas. ¡Ya esta bien por hoy!”.-¡Desde luego! No es que haya sido mucho. ¡Ha sido demasiado! ¡y Bernardo también es demasiado! –dijo Isabel mirándome a mí.Bernardo no hizo caso a lo que había dicho Isabel y se volteo hacia el tablero. No estaba segura, pero creo que lo escuche reírse.

Justo antes de comer dije que me gustaría acostarme tarde y me contentaron que de ninguna manera. Y eso me molesto mucho.Después del enojo seguía de mal humor. Me senté en la mesa del comedor con los pómulos hinchados y sin querer dirigirle la palabra a nadie. Tampoco quería comer nada; solo quería que todo el mundo sufriera.

-Hay niños en todo el mundo que están pasando hambre –dijo Mery-, y tú desprecias un delicioso plato de pasta con queso parmesano. No sabes la suerte que tienes. Y eso si que es un hecho.

¿Y que pasa si eso es un hecho? ¿Acaso porque sea un hecho es eso razón suficiente para que yo tenga que escucharlo?-¿Qué tal te fue en el colegio hoy, Pixie? –dijo mi mamá, intentando cambiar el tema.

Esa pregunta me hizo sentirme mejor, porque había tenido un día muy bueno en el colegio.

-Lo aprendí todo sobre los modelos –dije entre dientes.-¿te refieres a la gente que se deja fotografiar para las portadas de las revistas? –dijo mi papá, intentando hacer un chiste.-¡No, papá! ¡No es ese tipo de modelos! Me refiero a modelos de aviones, de monstruos. También aprendimos algo acerca de las metáforas, las analogías, los símiles.

-¿De vedad? –me dijo-. ¿Y como es eso? Cuéntame todo lo que esas grandes palabras significan.

-Bueno, cuando decimos que algo es alguna otra cosa se trata de una analogía. Cuando decimos que algo es como otra cosa, es una metáfora. Y, cuando comparamos las relaciones en una cosa con las relaciones en otra, eso es un símil.

¿Alguna vez tuviste la sensación, mientras estabas hablando, de que todo lo que decías estaba al revés‟ así me sentí yo cuado le estaba explicando a mi papá lo que había aprendido. No dijo nada, solo fue como si se le hubiera atragantado un poco la pasta que se estaba comiendo. Y mi mamá se levanto para traer un poco de ensalada de la cocina.

Pero Mery me hizo pasa un rato realmente desagradable y tuve que discutir con ella durante toda la comida. Cuando sabes que estas equivocada, discutir con otra persona no tiene nada de divertido. Y es el doble, el doble de mal, si la otra persona utiliza tus propias ideas para demostrarte que no sabes de que estas hablando.

-Pixie, eres como un ganso pequeño –me dijo para acabar de molestarme.Me puso los nervios de punta diciendo eso, después de todo lo que yo le había explicada sobre las metáforas.

CAPÍTULO VII

El sábado por la tarde, mi papá y mi mamá tenían que ir a visitar el jefe de mi papá, que estaba en el hospital. Dijeron que no querían llevarnos aMery y a mí con ellos.-¡Chévere! ¡Nos quedamos en la casa! De todas formas no queríamos ir.-Recuerden que se quedan solas en la casa y que no quiero que dejen entrar a nadie. ¡Es una regla que

no deben romper de ninguna manera! –dijo mi mamá mientras se iban.Nos dijeron que volverían en dos o tres horas. Mi papá me dio una palmada en la cabeza y se fueron.Me puse a bailar alrededor de la mesa de la cocina.-¿Qué te pasa? –me dijo Mery.-¡Ya somos libres! –grite-. ¡La casa nos pertenece!

-¡Estas loca! –Dijo Mery-. No ha cambiado nada. Sabes muy bien que hay reglas en la familia y que se mantiene iguales estén o no estén mi papá y mi mamá aquí.

-¡Libres, libres, libres! –Cante-. ¡Libres, libres, libres! ¡Todo es posible!-¡Estas insoportable! –me dijo Mery mientras arrugaba la nariz como hace siempre.-Voy a ir directamente al armario de mi mamá y me voy a poner sus vestidos largos de fiesta.-El armario te comerá y desaparecerás –dijo Mery-. Pero quizás eso sea lo mejor.En aquel momento tocaron la puerta. No quite el seguro; solo me limite a preguntar a través de la puerta quien era.-Somos Isabel y Consuelo, Pixie –dijo Isabel desde el otro lado de la puerta.-Pixie, ya oíste lo que dijo mi mamá –dijo Mery-. Se supone que no tenemos que dejar entrar a nadie. ¡Las reglas son reglas!-Pero mi mamá no quiso decir que no debíamos dejar entrar a gente que conocemos –insistí yo.-Hay muchas personas que conocemos que mi mamá no quisiera que dejáramos entrar –dijo Mery.-no te preocupes por nosotras, Pixie –dijo Isabel, que seguía sin pode entrar-. Pasábamos por aquí y pensamos subir a saludarlas. ¡Nos vemos mañana!No tenia ganas de discutir con Mery. Por eso me fui al armario de mi mamá y me senté en el suelo, entre sus zapatos, y estuve pensando en mi historia y en mi criatura misteriosa. Me dije a mi misma: “¿Te das cuenta? ¡Este es el único lugar en que puedo ser libre para se yo misma!”

Logré pasar como pude el domingo, y el lunes, y el martes. Por fin el miércoles estaba a la vuelta de la esquina, el verdadero miércoles, el real, el autentico, ¡el miércoles del día de la excursión al zoológico!Todo el mundo estaba intentando adivinar la criatura misteriosa de todos los demás. Isabel y yo estábamos sentadas justo detrás de Bernardo. No sabía que nosotras estábamos sentadas allí. Abrió su libro, echo una ojeada y volvió a cerrarlo enseguida, pero tuve tiempo de ver una postal que tenia dentro del libro, una postal con la foto de un animal. Era la foto de una jirafa.Cogí a Isabel del brazo y nos alejamos un poco.Esa debe ser la criatura misteriosa de Bernardo –le dije a Isabel en el oído-.¿Quién puede tener interés en una jirafa fea, vieja, con un cuello tan largo?

-Pixie –dijo Isabel-, olvídalo. Eso no nos importa.En aquel momento, Nelson, que siempre me esta tomando del pelo, me llamo desde el otro extremo del salón.-Oye, ¡Pixie! Ya se cual es tu criatura misteriosa. Es un mam…Grite con toda la fuerza de mis pulmones y se callo inmediatamente, con la frase sin terminar y pareciendo estar muy sorprendido.-¿Qué es lo que esta pasando aquí? –dijo el profesor Múnera bastantebravo.-El…, el lo dijo –fue todo lo que pude decir, pues me había quedado sinpoder hablar.-Solo estaba intentando tomarle un poco el pelo, profesor Múnera, de verdad. Le iba a decir a todo el mundo que la criatura misteriosa de Pixie era un mamut, pues todo el mundo sabe que no existen ya los mamuts, que se han extinguido.No se puede imaginar lo bien que me sentí cuando Nelson dijo lo del mamut. Ahora mismo no puedo explicarles por que me sentí tan bien.-Parecía que tenia mucha gracia descubrir cual era la criatura misteriosa de Bernardo, pero no tuvo ninguna gracia cuando pensé que Nelson había descubierto cual era la mía –le comente a Isabel.

-Profesor Múnera –pregunto Rodrigo-, esta tarde, cuando lleguemos al zoológico, ¿podremos ir a donde queramos o tendremos que ir todos juntos?-me alegra que hayas hecho esa pregunta, Rodrigo, pues esa es una regla en la que voy a tener que insistir. Tenemos que permanecer juntos.Mientras decía eso, el profesor Múnera frunció el ceño, que es lo que se debe hacer para dejar claro que quiere decir exactamente lo que ha dicho.-¿Es una regla del zoológico o es una regla del colegio? –pregunto Catalina.-Es una regla del colegio –dijo el profesor Múnera-. El zoológico tiene sus propias reglas, que podrán ver si leen los letreros.-¡Ya! –Dijo Jenny-, como “No tocar los barrotes de la jaula del leopardo” o “No echen comida a los osos polares”.

-Profesor Múnera, no somos niños pequeños –dijo Roberto-. Podemos cuidarnos solos. ¿Por qué tiene que haber reglas para todo?-No se trata de la edad que tengas, Roberto –dijo el profesor Múnera-. Existen reglas para las personas mayores al igual que las hay para los niños. Fíjate en las reglas de la gramática. Se aplican a todo el mundo. Por ejemplo, si el sujeto esta en plural, el verbo tiene que estar en plural. Yo no puedo decir “Los perros esta sentado en el césped”. Tengo que decir: “Los perros están sentados en el césped”, pues debo respetar las reglas de la gramática.-Es igual que cuando estas jugando a algo, Roberto –dijo Jenny-. No hay juego sin no hay reglas.-Todas las materias que estudiamos tienen reglas –dijo Gerardo.-¿Cómo cuales? –quiso saber Tomas. El profesor Múnera se acercó al tablero y escribió los encabezamientos de cinco columnas: “ciencias Sociales, Ciencias Naturales, Lenguaje, Educación física y Deportes, Matemáticas”.-Muy bien –dijo ¿Quién de ustedes quiere darnos algún ejemplo de una regla en cada una de esas áreas?

-Es una regla en geografía que un mapa tiene que representar exactamente el lugar al que se refiere –dijo Isabel.-Es una regla en matemáticas que el orden de los factores no altera el producto –dijo Rodrigo.-Es una regla en los deportes que, cuando a una persona se le va el aire y esta a punto de ahogarse, hay que hacerle la inspiración artificial –dijo Mónica.

-En Ciencias Naturales aprendemos que la gente no debería arrojar sustancias venenosas en los lagos y ríos –dijo Tomas-. Eso es una regla.-Y en escritura aprendemos que las preguntas tienen que ir entre signos de interrogación y las admiraciones entre signos de exclamación.-Eso estuvo muy bien dijo el profesor Múnera.-Esperen un minuto –dije-, no estoy muy segura de lo que dijo Rodrigo.-¿Qué esta mal en lo que acabo de decir? –preguntó Rodrigo-. Está bien dicho, ¿verdad?-Claro que está bien –le conteste-, pero, ¿es una regla? Por ejemplo, cuando nos ponemos a jugar a algo, primero nos fijamos en las reglas, pues las reglas nos dicen como debemos jugar. Es decir, las reglas nos dicen como debemos actuar. Pero lo que tú acabas de decir nos explica como funcionan los números, pero no nos dice que debemos hacer nosotros.

-Creo que Pixie tiene razón, Rodrigo –dijo el profesor Múnera-. Lo que tú nos dijiste no era realmente una regla, sino un principio de la aritmética.-profesor Múnera –dijo Mónica después de haber levantado la mano-, ¿qué es lo que hay en la ortografía: reglas o principios?-No es una pregunta que se pueda constar fácilmente –dijo el profesor Múnera-. Y hablando de ortografía, ¿les importaría volver a la tarea de ortografía?-¡Mijito, acabo de meter la pata! –le murmuro Mónica al oído de Roberto.-¡Hum...! –dijo Roberto-. Te apuesto a que sabe la respuesta, pero no quiere decírnosla.No sabia si estar de acuerdo con Mónica o con Roberto. Pero, un poco después de haber terminado

nuestro ejercicio de ortografía, llego el momento de coger el bus para ir al zoológico.

El viaje en el bus fue muy movido –o más bien con mucho salto-, especialmente en la parte de atrás, en la que Isabel y yo íbamos sentadas. El profesor Múnera se sentó adelante solo.El viaje hasta el zoológico duró mucho tiempo. Tomas y Nelson estuvieron molestando, pero después de un rato también ellos estaban cansados.-Profesor Múnera –dijo Mónica en voz muy alta-, me preocupa la historia que tenemos que escribir. ¿Cómo voy a poder inventarme un buen cuento si no tengo practica en hacerlo?

-Tienes razón, Mónica –dijo el profesor Múnera, volteándose para que todos pudiéramos verlo-. Ya que ahora mismo no tenemos nada que hacer, ¿por qué no empleamos el tiempo en inventar historias y en contárnoslas unos a otros‟?la mayoría de nosotros protesto, especialmente Tomas y Nelson, que se habían acostado en los asientos de la parte de atrás del bus.-Profesor Múnera –dijo Mónica-, no vamos a saber por donde empezar.-Imagínate que te pido que inventes la más increíble historia que puedas imaginar –dijo-. ¿Sabrías entonces como hacerlo?-No –dijo Roberto-; seguirá sin saber como inventarme una historia semejante.El profesor Múnera se quedó mirando por la ventana a un camión que estaba pasando. después de un momento nos dijo:-¿Saben lo que vamos a hacer? Les voy a poner un problema y vamos a ver quien descubra la solución.-¿Cuál es el problema? –preguntó Myriam.-Está bien –dijo el profesor Múnera-. Quiero que se imaginen que tenemos un visitante aquí mismo, en el bus. Quiero que se imaginen que es un hombre y que esta sentado a mi lado.-¿Tiene algo de especial? –le pregunté, riéndome un poco, pues todo aquello me parecía muy divertido.

-Sí –dijo el profesor Múnera-. Acaba de ser creado, ha aparecido aquí ahora mismo, sin venir de ningún otro sitio.¿Cómo se llama? –pregunto Gerardo.-Adán –respondió el profesor Múnera.¿Conoce el idioma? –preguntó Roberto-. ¿Puede hablar?

-Si, conoce las palabras y sus significados y puede hablar. Pero no olviden que no tiene recuerdos, pues acaba de empezar a vivir.A continuación, el profesor Múnera se volvió hacia el asiento vació que estaba a su lado y dijo:-Adán, te presento nuestra clase. Muchachos, saluden a Adán.-¡Buenos días, Adán! –gritamos todos con toda la fuerza de nuestros pulmones.-Ahora, Adán –siguió el profesor Múnera-, estos muchachos que están delante de ti son estudiantes. Si le preguntara a Adán que es lo que hacen los estudiantes, ¿qué creen ustedes que me diría?-diría que estudiar –dijo Isabel-. podría decirlo simplemente partiendo de la palabra “estudiantes”.

-¡Ja! –se rió Nelson-. ¡No nos conoce!-Muy bien por ahora dijo el profesor Múnera-. Pasemos ahora a preguntas más importantes. Supongan que Adán los señalará con el dedo y me preguntara: “¿De donde vienen?”. Y supongan que yo quisiera tomarle el pelo contándole la más increíble historia que pueda imaginar. ¿Qué podría decirle?Nos pusimos a pensar y pensar. Por fin, Roberto levantó la mano y dijo:-Ya se. podríamos decirle que nosotros fuimos altos como montañas, pero que nos hemos ido cogiendo cada día un poquito, hasta tener el tamaño que tenemos ahora.

Todos nos reímos y estuvimos de acuerdo en que la historia de Roberto era absolutamente increíble.-Profesor Múnera –dije, después de haber levantado mi mano-, se me ocurre otra historia decir que nosotros fuimos muy, muy pequeñitos, casi como un puntico. Pero que cada día crecimos un poco hasta tener el tamaño que tenemos ahora.

-¡Pero, Pixie! –protesto Tomás-. ¡Se supone que teníamos que inventarnos historias increíbles y tu historia es verdad!-Tomas, ¿qué importa si es verdad o no lo es? Lo que es verdadero a veces están difícil de creer como lo que es inventado. ¡Te lo puedo demostrar!-¿Cómo? –pregunto Tomas.-Preguntándoselo a Adán. Adán, ¿cuál de las dos historias crees: la de Roberto o la mía?-¿Qué contestaría Adán, profesor Múnera? –exclamo Mónica, rompiendo el silencio que se había creado en el bus.-Dice que Pixie tiene razón, Mónica –contesto el profesor Múnera-. Dice que una historia es tan increíble como la otra.En aquel momento el bus estaba pasando por la puerta del zoológico.

CAPÍTULO VIII

Cuando llegamos al zoológico, el profesor Múnera dijo que lo primero que visitaríamos seria la zona de los pájaros. Entramos en el inmenso pabellón –era como una gran red suspendida en unos mástiles-, y allí había toda clase de pájaros muy bonitos, con todo tipo de preciosos colores. Pero no me sentía realmente interesada, pues sabia que lo que había venido a ver no lo encontraría mientras permaneciera en el pabellón de los pájaros.Pero algunos compañeros de la clase encontraron lo que buscaban, porque pude ver que Jenny no era capaz de alejarse de un gran loro. Y Tomas estaba mirando un grupo de flamencos que estaban apoyados sobre una sola pata, y Tomas permaneciera también apoyado sobre una sola pierna.Llego la hora de comer y entramos en otro pabellón en el que había mesas, y sacamos nuestros sándwiches. Algunos nos comimos la comida a toda velocidad. Nicolás utilizo la mitad de la suya en alimentar a algunas ardillas que se le acercaban pidiéndole comida.Los que terminaron primero estaban impacientes y querían volver al recorrido por el zoológico pero el profesor Múnera les dijo:-Pueden dar una vuelta por aquí cerca, si quieren; pero recuerden lo que les he dicho: tenemos que estar todos juntos.Isabel y yo vimos a Bernardo bajando por uno de los caminos señalados para caminar y lo seguimos, ocultándonos para que no nos viera. Llego a un área pequeña y encerrada y se quedó de pie junto a la valla, con la cara apoyada en la alambrada.Al principio no podíamos ver lo que estaba mirando, pero luego vimos de que se trataba: era una cría de jirafa. Sus rodillas parecían pequeños nudos y tenia los ojos un poco desviados y andaba de una forma algo torpe y vacilante.La jirafa se acercaba más y más a Bernardo. El le alargo la mano, pero la jirafa no se asusto. Siguió acercándose hasta que estuvo justo delante de él.Entonces la jirafa consiguió alcanzarlo y rozarlo con su hocico, justo en la frente. Su hocico estaba húmedo. Por lo que dejo una marca húmeda en la frente de Bernardo. Después retrocedió, mirando todavía a Bernardo.¿Y saben lo que hizo Bernardo? ¡Lo oímos! ¡Le hablo a la jirafa!-¡Eres tan..., tan bonita! –le dijo lentamente.Y entonces la pequeña jirafa se alejo al trote. Bernardo se dio la vuelta, todavía sin vernos, y regreso junto al grupo.¿Te imaginas? ¡Todos esos años sin decir nada y, cuando finalmente decide hablar, le habla a una jirafa! ¡A una jirafa!No puedo decirles la cantidad de veces que intente conseguir que me hablara y no lo hizo. ¡Y ahora va y le dice a esa estúpida jirafa que es bonita!En esos momentos la clase estaba preparada para continuar la visita a otra parte del zoológico. quería comprobar si Bernardo me contestaría con un movimiento de la cabeza o con palabras.-¿Has encontrado tu criatura misteriosa ya, Bernardo? –le dije.-Si –me contestó, como si no hubiera nada especial en estar hablando de nuevo.

-¡Bernardo! –casi le grite-. ¡Estas hablando!Movió su cabeza de arriba abajo, pero no estaba mirándome, miraba a un panda junto al que estábamos en ese momento. Eso realmente me molesto un poco.-Bernardo, ¿qué es lo que te hizo dejar de hablar?-Nunca le deje de hablar a los animales.-¡Ah! Entonces, ¿era con la gente con quien no podías hablar? ¿por qué te pasaba eso?-Cuando más hablaban ellos, menos hablaba yo –contesto Bernardo-.Cuanto más gritaban, mas tranquilo estaba yo.-Así que, después de algún tiempo, tu ya no quisiste hablar de nada.-Exacto. Además, fuera lo que fuera lo que yo decía, nunca tenia importancia.-Pero ahora estas hablando. Eso significa que tu crees que ahora si tiene alguna importancia, ¿verdad?

-Quizás –fue todo lo que dijo. Después se alejo para mirar a las cebras.Me hizo sentirme bien el saber que Bernardo estaba hablando otra vez. también me hizo sentirme feliz que

yo fuera la primera con la que había hablado. Quiero decir la primera después de la jirafa.Desde luego, yo nunca para de hablar, por lo que nunca tengo que decidir si empiezo o no empiezo a hacerlo.

Me dije a mi misma: ¡Pixie! todavía no has encontrado tu criatura misteriosa. Vas a tener que poner mucha mas atención a los letreros o te quedaras sin encontrarla”.De repente me dije. “¡Todo lo que sabes es su nombre! En realidad, no sabes que aspecto tiene. ¿Cómo vas a reconocerla si la ves?”

Entonces me di cuenta de lo tonta que había sido. Debería haber buscado mi criatura misteriosa en una enciclopedia o en un libro de animales.Lo único que podía hacer era leer todos y cada uno de los letreros del zoológico. Fuimos de un edificio a otro, de una jaula a otra, y, a continuación, la gran exhibición de animales al aire libre. Todas las veces me iba corriendo a buscar el letrero que me diría si era o no mi criatura misteriosa.

Después de un rato empecé a darme cuenta que todo el mundo en la clase–Todo el mundo excepto yo- había encontrado lo que buscaba.Incluso el profesor Múnera nos pregunto si habíamos encontrado nuestra criatura misteriosa, y yo tuve que reconocer delante de todos que no había encontrado la mía. Lo que es peor, ya era media tarde y dentro de poco el profesor Múnera nos diría que era hora de volver a la casa.¿Qué pasaría si nos tuviéramos que ir y yo siguiera sin encontrar mi criatura misteriosa?Me dije a mi misma: “¡Tengo que haber pasado por delante de ella sin darme cuenta! Pienso estar aquí hasta que la encuentre; incluso, si es necesario, vuelvo a recorrerme todo el zoológico”.Completamente decidida, me separe del resto de la clase. Supuse que podría encontrarlos después al regresar al bus.Lo primero que hice fue preguntarle a un empleado por la criatura misteriosa que estaba buscando. ¿Saben lo que hizo? Señalo a un gorila y me dijo: “Ahí hay uno”. ¡Me dio una piedra! ¡Increíble, ese hombre, un empleado del zoológico, y no era capaz de saber la diferencia entre un gorila y mi criatura misteriosa!

PENSE PARA MÍ: “Pixie, no tiene sentido seguir preguntándole a la gente. ¡Ni siquiera un empleado del zoológico sabe! Mas te vale renunciar; nunca la vas a encontrar”. Sabía que nunca, nunca podría volver y admitir ante toda la clase que mi criatura misteriosa no estaba en el zoológico.Y así estaba cuando el profesor Múnera y la clase me encontraron, sentada en el banco, con las rodillas dobladas tapándome la cara para que nadie me viera llorar. El profesor Múnera nos llevo a un sitio en el que había césped y sobra y nos sentamos en círculo.

-Pixie –dijo el profesor Múnera-, creí que habíamos aceptado la regla de permanecer siempre juntos. ¿Por qué te alejaste de los demás?Me limite a llorar un poco sin decir nada.-¿Pudiste encontrar tu criatura misteriosa? –preguntó. Moví la cabeza y rompí a llorar otra vez a lágrima viva.-¿Podrías decirme su nombre? –pregunto el profesor Múnera.

Intente por todos los medios dejar de llorar, pero no pude. No le conteste. El volvió a insistir.-¿Puedes decirme algo sobre ella? ¿Cómo pensabas reconocerla al verla? Ya estaba empezando a sentirme mejor. Sin dejar de sollozar conseguídecir:-Todo lo que se es que las madres crían a sus recién nacidos y que son desangre caliente y que sus huesos están dentro del cuerpo y que nacen vivos.¿Tu criatura misteriosa era un mamífero? –me dijo al oído el profesor Múnera, después de agacharse a mi lado.-¡Eso es! –casi grite-. ¡Lo adivino! ¡Existe una cosa como esa! ¡Un mamífero!

Hubo un murmullo entre algunos compañeros de la clase, no sabias que lo eran. De hecho, ¡algunos incluso pagan por entrar!Todo aquello no tenía ningún sentido para mí, por lo que no dije nada.¿Hay alguien que pueda ayudar a Pixie a resolver su problema? –dijo el profesor Múnera dirigiéndose a toda la clase.Me estaba limpiando las lagrimas de los ojos y no podía ver, pero pude escuchar que alguien decía como una voz suave: “Quizás yo pueda, profesor”. Era Isabel.-Pixie –dijo Isabel-. ¿Te acuerdas cuando fuiste a mi casa y estuvimos hablando de la familia?Moví la cabeza de arriba abajo una sola vez, queriendo decir que si.-Bueno –siguió Isabel-. Una familia se compone de familiares, ¿verdad?Quiero decir que esta formada por papás, mamás y niños. ¿De acuerdo?-De acuerdo –dije mientras me limpiaba la nariz con el dorso de la mano-.Entonces, ¿qué?

Parecía que Isabel estaba teniendo alguna dificultad para encontrar las palabras correctas. Juraría que no estaba muy segura de si misma.-estuvimos de acuerdo en que si no hubiera familiares no habría nada a lo que pudiéramos llamar familia. Lo mismo pasa con la palabra “mamífero” –dijo Isabel después de haber pensado un poco.-¡Ah! ¡Ya entiendo! –dije-. Te refieres a que hay un montón de animales que son parientes entre si. Pero no decimos que pertenecen a la misma familia; decimos que pertenecen al mismo mamífero.El profesor Múnera cerró los ojos como si no acabara de sentirse bien.Después volvió a abrirlos y entonces dijo:

-¡No, Pixie, no. La palabra “mamífero” no es una palabra de una familia; es una palabra de una clase.

Pudimos darnos cuenta que el profesor Múnera estaba un poco bravo, y nadie se atrevió a decir nada al principio.-¿Qué significa eso? –preguntó por fin Nelson.-¡Yo sé! –dijo Myriam-. Todos nosotros somos estudiantes, por lo que constituimos una clase. No somos parientes unos de otros. Simplemente se trata de que en un sentido todos somos lo mismo, todos somos estudiantes.-Pues claro –dijo Gerardo-, todas las personas del mundo que son pelirrojas constituyen la clase de las personas pelirrojas.-Sigo sin entenderlo –dije-.-Pixie, ¿no te das cuenta? –dijo Mónica-. Todos nosotros somos estudiantes, que formamos una clase. Pero la clase que nosotros formamos no es un estudiante.-Y la clase de los pelirrojos no es ella misma pelirroja –añadió catalina.-Por tanto –dije-, la palabra “mamífero” es el nombre de una clase.-…la clase de las criaturas que dan de mamar a sus crías –dijo Roberto.-Muy bien –añadí-. Pero la clase de los mamíferos no es ella misma un mamífero. Entonces, ¿hay mamíferos o no los hay? –grite, poniéndome algo furiosa.

En ese momento todos tuvieron que volver a empezar a explicármelo todo por segunda vez. En seguida estaba aburrida y cansada de escuchar como la clase de los patos no podía nadar y como la clase de los mamíferos no podían dar de mamar a sus crías. Seguí discutiendo hasta que Bernardo dijo:-Pixie, todos los mamíferos del zoológico eran tu criatura misteriosa. Tenías más que cualquiera de nosotros.Pero todo lo que yo podía pensar es que mi criatura misteriosa se había convertido prácticamente en nada, solo el nombre de una clase, nada cálido; con un pelo suave, un hocico húmedo y dulces ojos marrones.-No te preocupes, Pixie –me dijo Isabel-. Todavía nos queda la historia misteriosa que cada uno de nosotros tiene que inventarse. ¡Estoy segura de que tú vas a inventar la mejor historia de toda la clase!

Fue un agradable detalle por parte de Isabel, pues empecé a pensar en mi historia. Me dije a mi misma: “!tengo que conseguir que esta sea la mejor historia que haya existido! ¡Quiero escribir un cuento que nunca olvidaran! Pero, ¿cómo?”. Y así comencé a pensar como podía cambiar mi relato para mejorarlo.Aquella noche, después de la comida, pensé que podría contarle a mi mama todo lo que había aprendido sobre los mamíferos y sobre las diferencias entre las familias y las clases. Pero no había contado con nuestra gata. Aquello volvió a dejarme completamente confundida.Nuestra gata, barrabas, tiene tres gatitos: Medianoche, Lechoso y Mixta. Cuando quiere que se acerquen a ella, ronronea y gruñe al mismo tiempo y los gatitos vienen corriendo.Yo hago el mismo tipo de ruido cuando quiero sentarme en las rodillas de mi mamá. Me dice que ya me estoy haciendo muy mayor, pero no es cierto. Soy la mas pequeña de mi clase y todos ellos se sientan en las rodillas de sus mamás,¡todos!-Mamá –dije-, hoy hemos aprendido que puedes distinguir a un mamífero por la forma de alimentar a sus crías. Los mamíferos dan de mamar a sus crías. Los pájaros les dan gusanos.-Es cierto –me contesto-. Barrabas es un mamífero porque da de mamar a sus gatitos.-Y Barrabas es una hembra, y también lo es Mixta, pero Medianoche y Lechoso son machos.-Si, claro.-Mamá, ¿significa eso que Lechosos y Media noche no son mamíferos?-¿Por qué no, Pixie?-Porque los machos no dan de mamar a sus crías.

-¡Ay, Pixie! –dijo mi mamá dándome un abrazo-.Son machos y hembras del mismo género.

Pero no entendí lo que quería decir y empecé a llorar porque pensé que nunca entendería, y es muy duro pensar que nunca vas a entender algo. Lloreencima del hombro de mi mamá y ella saco un pañuelo y me limpio la nariz.-Mamá –dije-, ¿por qué mis lágrimas son calientes y lo que me corres por la nariz esta frió?-Pixie, ¿por qué hay dos grifos en el lavaplatos de la cocina: uno para agua caliente y otro para el agua fría?

-Te he hecho una pregunta y me contestas con otra pregunta –murmuré. Mi mamá no dijo nada. Solo me meció un poco.-Mamá, ¿cómo…, como es que la palabra “mamífero” se parece a la palabra “mamá”?

-Porque ambas palabras proceden de que las hembras de los mamíferos dan de mamar a sus crías.-Mamá, esta mañana le dije a Isabel que la palabra “hacer” se escribe con “h” y con “c”, y ella me dijo que no llevaba “h”. ¿Quién tiene razón, ella o yo?-Tú tienes razón: se escribe con “h”

-Lo mismo nos paso con la palabra “hola”. Yo decía que se escribía con “h” y ella que sin “h” ¿también yo tenia la razón?-Creo que en este caso las dos pueden tener la razón. Depende de a que se estén refiriendo, a un saludo o a las olas del mar.-Mamá, ¿por qué no es todo más sencillo?-Para hacerte pensar, mi amor. Te gusta pensar, ¿verdad?-¿Cómo voy a saberlo? Nunca he pensado en eso.

Esa fue la conversación entre mi mamá y yo antes de acostarme el día que había hecho la excursión al zoológico.Esa noche fue la noche en que yo me puse mala.

CAPÍTULO IX

No fui la única que se puso mala aquella noche. Mery también se puso mala. Mi mamá pensó que debía ser algún virus. Nosotros pensamos que debía ser algo que habíamos comido. Pero, Dios mío, ¡que malas estábamos!Primero vomite yo. A continuación, Mery se levanto de un salto de la cama y fue corriendo a toda velocidad hacia el baño con la mano en la boca.En una ocasión salimos las dos corriendo al mismo tiempo hacia el baño e inclinamos nuestras cabezas al mismo tiempo sobre la taza.Nos dolía todos los huesos y teníamos un terrible dolor de cabeza. (¿O más bien teníamos distintos dolores de cabeza? No estoy segura. Si teníamos el mismo virus, ¿por qué no íbamos a poder tener el mismo dolor de cabeza?)Hubo un momento durante la noche en el que nos sentíamos tan mal que no hacíamos más que dar vueltas en la cama quejándonos.Me apreté el estomago y dije:

-¡Me estoy muriendo!-¡Que suerte tienes! –dijo Mery.Por la mañana estábamos un poco de mejor. Todavía nos sentíamos débiles, pero los dolores habían disminuido.-Levántense y vístanse –dijo mi mamá-. Van a ir las dos al médico.

-¡Mamá! ¿Por qué no puede venir el doctor a vernos? –protestamos las dos.-Muy gracioso –fui la única respuesta de mi mamá.La sala de espera del medico estaba llena de papás con sus niños. Estuvimos leyendo un numero de hacia un año de una revista que ya habíamos leído en el consultorio del dentista. Luego nos dedicamos a mirar el acuario y a mirar por la ventana como caía la lluvia sobre los carros.Por fin la enfermera nos hizo entrar. Nos llevo a la otra habitación, no a la habitación en la que estaba el medico. (Tiene dos habitaciones, y mientras esta examinando a unos niños en una habitación, en la otra, otros niños se visten o desvisten).

No era la primera vez que estaba en el consultorio del doctor Reyes. Sin embargo, por alguna razón, cuando la enfermera nos dijo que entramos, empezamos a reírnos nerviosamente y no podíamos parar.Quiero decir que no pudimos parar hasta que el doctor Reyes entro. En aquel momento, Mery comenzó a ponerse muy seria repentinamente y yo comencé a lloriquear.

-Va a ponerme una inyección, ¿verdad, doctor? –medio chille.-Solo si es necesario –dijo el doctor reyes.-¡será necesario! –grite-. ¿Lo ve? ¡será necesario!-Por la manera en que te comportas, nadie diría que solo tienes nueve años–me dijo el doctor mientras me daba unos golpecitos en el pecho-. Muchos niños de doce años no se portan tan bien como tu –siguió diciéndome mientras me auscultaba en la espalda.-Se esta burlando de mi –refunfuñe.-Abre la boca –me dijo, y me puso una tablilla de manera que introdujo hasta el fondo de mi garganta.

Pensé para mi misma “Menos mal que no me queda ya nada que pueda vomitar”. Después el doctor dijo que nos vistiéramos y le aconsejó a mi mamá que no saliéramos de la casa durante unos días.

-Lo único que me importa es saber si es contagioso –dije. El doctor Reyes dijo que no lo era.-¡chévere! ¡Puedo recibir visitas!

Pensé que Mery y yo estaríamos mejor al día siguiente, pero no lo estuvimos. De hecho, ¡tuvimos que quedarnos en la cama durante cinco días!¡cinco días! ¿te imaginas?

En lo primero que pensé fue en que no estaría en el colegio el día en que todos iban a contar su historia misteriosa. ¡Me perdería sus historias y tampoco podría contarles la mía!Por la tarde, cuando mi papá me preguntó como me encontraba, le dije que me encontraba falta, pero en parte estaba fatal porque no podría contar mi historia.

-Si eso te sienta tan mal –me dijo mi papá-, ¿por qué no invitas a tus compañeros a la casa de manera que puedas contarles tu historia aquí?-¡Ay, papá! –le dije dándole un beso muy grande y sonoro-. ¡Eso seria maravilloso! Voy a llamar a Isabel ahora mismo y le digo que invite a la clase a venir aquí mañana por la tarde.Me levante de la cama, y me fui al teléfono para llamar a Isabel.

-Isabel, por favor, pregúntale a todos los compañeros del curso si pueden venir aquí mañana por la tarde, después del colegio, para contarles mi historia.-Lo siento, Pixie –dijo Isabel, pero creo que eso no puede ser. Los niños tienen que ir a la casa en el bus o tienen cosas que hacer en la casa. Me dirán que por que no esperas a volver a la escuela. también me preguntaran que por que tienen que ir a tu casa a escuchar la historia, y no se que les voy a contestar.-Isabel –le dije-, tú eres mi amiga y yo estoy enferma. ¿Quién sabe? ¡Quizá me este muriendo! ¿No se pondría todo el mundo muy triste si no volviera al colegio nunca más para contarles mi historia? ¿Pasa algo si les pido que hagan algo por mí?

¡Pobre Isabel! ¡Realmente la hice sentir mal.-De acuerdo, Pixie. Lo intentaré. Pero no te prometo nada.Me alegro que Isabel accediera. Si me hubiera dicho que no, le hubiera preguntado que como era capaz de negarse a hacer un favor a una amiga moribunda.

Al día siguiente, por la tarde, estaba impaciente por oír el timbre de la puerta. Estaba segura que todos los del curso llenarían mi habitación y se sentarían alrededor de mi cama mientras les contaba mi relato.Sonó el timbre y aparecieron Isabel, Gerardo, Myriam y Bernardo.-los demás no pudieron venir –me dijeron.

-¡quería que viniera todos! –dije, mientras me daba cuenta que estaba a punto de llorar. Sin embrago, no llore. Aunque tenía ganas.

-Pixie, si quieres les podemos contar la historia a los demás –me dijo Myriam.

-¡Uy! ¿De verdad lo harían ¡Eso seria la machera! –conteste-. Myriam había conseguido que volviera a sentirme mejor.De esa manera les conté mi relato y ellos se fueron prometiéndome que se lo contarían a los demás.

Estoy segura que les gustaría escuchar mi relato misterioso ahora mismo, exactamente igual a como se lo conté a Isabel, Bernardo, Gerardo y Myriam. Pero¿alguna vez les he prometido que se los iba a contar? ¡No! ¡Nunca lo hice!Al día siguiente, después del colegio, Isabel me llamo para contarme lo que había pasado. Esto fue lo que paso:

Isabel le contó mi historia a Catalina, que se la contó a Rodrigo, que se la contó a Nelson.

Gerardo le contó mi historia a Roberto, que se la contó a Mónica. Myriam le contó mi relato a Jenny, que se la contó a Tomas.Y Bernardo no le contó mi relato a nadie.

Después se reunieron todos y tramaron algo. Isabel no quería contármelo.-Cuando vuelvas al colegio, Pixie, te vas a llevar una gran sorpresa. ¡Una sorpresa realmente GRANDE! –fue lo único que me dijo.

CAPÍTULO X

El día que volví al colegio, al principio nada me pareció diferente. Nadie me prestaba una atención especial. Era como si ni siquiera me hubieran extrañado.-Pixie –dijo Myriam-, tu relato cambio un poco al contarlo unos a otros.¿Sabes lo que hemos decidido? Esta tarde vamos a escuchar tu relato contado por las cuatro últimas personas que lo escucharon.-Entonces, ¿mi relato se ha convertido en cuatro relatos diferentes? –dije.-En cierto sentido –dijo Isabel-. Me parece que te gustaran –continuó diciendo al ver que torcía un poco el gesto.-¡quienes van a ser los que cuenten el relato? –pregunte.-Nelson, Mónica, Tomas y Bernardo –dijo Isabel.-Es cierto –dijo Myriam-. Pero cada narrador tendrá un ayudante que le hará preguntas. El ayudante de Nelson será Jenny; el de Mónica será Rodrigo; el de Tomas, Catalina y el de Bernardo será Roberto.

-¿Y que pasa con Gerardo? ¿Y con ustedes dos? –pregunte.-¡Ah! –dijo Myriam riéndose-. Gerardo quiere tocar su armónica e Isabel quiere tocar el tambor al principio de cada historia. Yo soy la directora.-¡será como una pequeña obra de teatro! ¡Una obra de teatro en cuatro actos! –exclame frotándome las manos.-Tienes razón –dijo Isabel-. Y vamos a representarlo en el salón de actos. Pero todos nosotros estaremos en el escenario y solamente el profesor Múnera y tú estarán en los asientos.-¡Es una autentica sorpresa! –les dije. Pero a mi misma me dije: “!Oye! No esta nada mal para una persona que pensó que un mamífero era un tipo de animal y que ha estado bastante enferma”.

Pero todavía quedaban más sorpresas, pues cuando llegamos al salón de actos vi que habían puesto una enorme caja de cartón, tan grande como una nevera, en el escenario.-¿Para que es eso? –le pregunte a Isabel.-Bernardo nos dijo que sabía manejar las marionetas. Por eso hemos hecho una especie de escenario con la caja y Bernardo y los demás están dentro de la caja.El profesor Múnera y yo nos sentamos juntos, a unas diez filas de distancia del escenario. Resultaba algo fantasmal al estar sentados así, solos en el salón de actos.En aquel momento, apareció Myriam en el centro del escenario y anuncio: Cuatro maneras de narrar el cuento de Pixie:

Inmediatamente después, Gerardo todo algo con su armónica. Al principio tocaba alto, pero luego empezó a tocar más suave. Hubo un redoble de tambor tocado por Isabel. De pronto, dos muñecos aparecieron por encima de la caja de cartón. Eran dos payasos. Uno tenia un pequeño letrero en un palo, en el que decía “Yo soy Jocko”, y en el letrero del otro muñeco decía: “Yo soy Bozo”. Bozo tenía también un letrero que decía “Acto I”.Eso fue lo que hablaron:-BOZO (Interpretado por Nelson) –érase una vez…JOCKO (INTERPRETADO POR Jenny). -¡oh! ¡Me encantan los cuentos!¡Sigue, sigue!

BOZO. –érase una vez…JOCKO. -¡Cuéntame, cuéntame! ¡Empieza desde el principio!BOZO.-¡Estoy intentando contártelo! Y estoy intentando contártelo desde el principio. De todas formas, vuelvo a comenzar. Errase una vez que se produjo el huracán más grande que nadie haya visto nunca.JOCKO. -¿se llevo todas las casas, los animales y a la gente, y los hizo dar vueltas y vueltas como el ciclón del El mago de Oz?BOZO. –Mucho peor.

JOCKO. –Me encanta Judy Garland.BOZO. –Judy Garland no salía en el libro. Era Dorothy. Judy Garland aparecía en la película que se hizo sobre el libro.JOCKO. -¡Cuéntame como el huracán hizo dar vueltas a todas las cosas!BOZO. -¿Te acuerdas cuando visitamos la finca y entramos en el establo en el que había una gran cantina de acero en la que echaban leche?JOCKO. -¡lo recuerdo! ¡Lo recuerdo! Hacia girar la leche hasta que la nata quedaba por un lado y la leche desnatada por otro (Jocko movió sus brazos en circulo para explicar como funcionaba la maquina y como la leche se separaba de la nata).

BOZO. -¡Aja! Pues ese huracán hizo girar a las personas hasta que sus mentes se separaron de sus cuerpos.JOCKO. -¡Oh, guau!! Seguro que se armó un despelote! ¡No puedo imaginarme que pasaría si las mentes de las personas no estuvieran unidas a un cuerpo y si los cuerpos no tuvieran mente! ¿Qué sucedió?

BOZO. –Pues que los cuerpos empezaron a dar vueltas buscando sus mentes y las mentes buscando los cuerpos. Pero hubo muchas equivocaciones. Se juntaron muchos cuerpos y mentes que en realidad no se pertenecían el uno al otro. Por eso empezaron a discutir y a pelearse y luego se separaron y se volvieron a buscar.JOCKO.- ¿Alguno logro encontrar el cuerpo o la mente a la que pertenecía?BOZO. –Al principio solo unos pocos, pero con el paso del tiempo lo consiguieron mas y mas.

JOCKO. -¡Debe ser tan bonito encontrarte con tu mente! ¡Ojala yo pudiera!¿Dónde la habré perdido? He buscado por todas partes, debajo de la cama, en la ducha, en la cocina, pero no puedo encontrarle en ninguna parte, por lo que tendré que conformarme con lo que tengo.BOZO. –No eres el único. A causa de ese huracán hay muchos cuerpos por todo el mundo buscando todavía sus mentes y un montón de mentes buscando sus cuerpos.

JOCKO. -¡Ay, Dios mío! ¿Han informado a la Oficina de Personas Perdidas?BOZO. –No sirve para nada; allí solo buscan personas.En aquel momento, los dos Bozo y Jocko, desaparecieron detrás de las cajas y volvieron a aparecer en seguida con un cartel que decía: FIN DEL ACTO PRIMERO.

Nelson y Jenny salieron de la caja, y Mónica y Rodrigo entraron. Ellos serian las voces en la segunda parte. Bernardo tenia que seguir dentro de la caja, pues a el le tocaba mover los muñecos. Gerardo nos tocó una melodía con su armónica y ya estábamos listos para la segunda parte. De repente, dos muñecos aparecieron como si hubiera dado un salto. Uno era un mago con un sombrero de punta, una capa negra, grandes bigotes y una sierra. El otro era una señora cuya cabeza aparecía por el extremo de una caja y los pies por el otro extremo. Esta fue la conversación.

SEÑORA (interpretada por Mónica). -¿Me va a cortar por la mitad?MAGO (interpretado por Rodrigo). –Ese es mi trabajo. Además, hoy no tengo nada mejor que hacer.SEÑORA-¿No podría esperar hasta que le contara unas historias? MAGO- ¡Más vale que sea una buena historia!SEÑORA -¡De acuerdo! Errase una vez, antes que hubiera personas, incluso antes que hubiera mundo,

cuando solo había una fuerte lluvia. Por todas partes.MAGO -¡Eso quiere decir muchísimas gotas de agua!

SEÑORA –No eran exactamente gotas de agua. ¡Eran dulces! MAGO -¡Dulces! ¡Que rico! ¿Qué clase de dulces?SEÑORA –De todo tipo: duros, blandos, rellenos de chocolate, de chicle y de todos los sabores. Todos los que puedas imaginarte y algunos mas.MAGO -¿Tenían tamaños diferentes?

SEÑORA –Si, y también diferentes formas. No los había solo redondos o aplastados. Había toda clase de ganchos y ángulos, de tal manera que, cuando caían, se enganchaban y enredaban unos con otros.MAGO – Si le interesa mi opinión, debería ser algo pegajoso.SEÑORA –Muy pronto hubo grandes masas de dulce cayendo. Aplastaban todo lo que cogían en su camino. Y caían, caían, caían.MAGO -¿NO dejaron de caer en ningún momento?SEÑORA –Si, después de mucho tiempo. Empezaron a caer más despacio y luego dejaron de caer totalmente. Los más grandes se convirtieron en tierra. Los que habían caído más rápido se convirtieron en agua. Y los que se habían roto formaron un polvo de azúcar, flotaron y se transformaron en el cielo.MAGO -¡Oh! ¡Así se puede explicar por que hay tantos colores en el mundo: rojos, púrpuras, verdes, amarillos, azules! ¡Porque eran los colores de los dulces! ¿Pero que pasa con las personas? ¿Cuándo llegaron?

SEÑORA –Al principio solo había partes de personas.MAGO -¿Era como si alguien hubiera agitado y desparramado una caja de figuritas humanas de azúcar?SEÑORA -¡Exacto! había pies, piernas, oídos, dedos, homb5ros, todos ellos como deambulando, intentando encontrarse unos a otros.MAGO -¿Quieres decir que los brazos y las piernas vagaban solos por ahí?Me parece muy difícil creer.SEÑORA –No le he pedido que me crea. Lo único que le he pedido es que me escuche. De todas formas, eso es lo que ocurrió en mi historia. Los dedos buscaban manos y pies, los pies buscaban las piernas, las lenguas buscaban bocas y las orejas buscaban cabezas.MAGO -¿Y que ocurrió cuando la gente consiguió por fin juntar todas sus partes?SEÑORA –No eran felices estando solos, por lo que decidieron formar familias. Las familias formaron tribus y las tribus se convirtieron en naciones.MAGO -¡No me diga!SEÑORA –Si le digo. Y las personas empezaron a hablar unos con otros. Primero tuvieron que inventar las palabras. Dieron nombre a las cosas, como “montaña”, “árbol” y “casa”. Y dieron nombre a las personas, como “Juan” y “Maria”.

MAGO -¡Muy inteligentes! ¿A quien se le habrá ocurrido llamar “montañas “a las montañas? Pero siga con su historia ¿Vivieron todos felices después de aquello?

SEÑORA –No, en absoluto. Las palabras no eran felices, como no lo habían sido las orejas y los brazos cuando estaban separados. Los nombres querían estar con verbos y los verbos querían estar con nombres.MAGO -¡Lo entiendo perfectamente! ¡Las palabras “perro” y “ladrar” pensaron que estaban hechas la una para la otra! Y lo mismo pasaba con las palabras “pollo” y “piar”.SEÑORA –Si, y en seguida frases completas de palabras se juntaron. MAGO -¡conmovedor! ¡Así es como la gente empezó a hablar!SEÑORA –Si, y después de haber estado hablando mucho tiempo empezaron a pensar.

MAGO -¿Ahí termina su historia?SEÑORA –Si, pero ¿no le gustaría escuchar…?

MAGO –No hace falta, gracias (Empieza a serrar como loco. Sierra completamente la caja. La señora sale de la caja sin haber sufrido ningún daño. El mago y ella levantan sus manos y saludad al auditorio. Después sacan su cartel: FIN DEL SEGUNDO ACTO).Ahora le tocaba a Mónica y a Rodrigo salir de la caja. La siguiente pareja en entrar eran Tomas y Catalina. El tercer actodesparecido a los otros dos, excepto en que los muñecos eran esta vez el espantapájaros y el hombre de hojalata. Cuando Isabel dejo de tocas su tambor, esto fue lo que escuchamos:

ESPANTAPÁJAROS (interpretado por catalina). – Hombre de hojalata, ya se que estoy entero otra vez,pero me siento tan, tan roto.HOMBRE DE HOJALATA (interpretado por Tomas). –Si tú te sientes hecho pedazos y eres tan sabio, ¿cómo crees que me sentiré yo?ESPANTAPÁJAROS -¿cómo te sientes?HOMBRE DE HOJALATA –todas mis partes se están oxidando, y eso me preocupa. Si cambio mis partes, todas mis partes, ¿seguiré siendo yo? Tú tienes cerebro, ¡dímelo!

ESPANTAPAJAROS –Lo que voy a hacer es contarte una historia.HOMBRE DE HOJALATA -¿Una historia? ¿Empieza con “Errase una vez…”?

ESPANTAPÁJAROS –Si, así empieza. Errase una vez, antes que hubiera personas como nosotros, que solo había partes. Había montones de orejas, pilas de narices, multitudes de ojos por todas partes.HOMBRE DE HOJALATA –Lo que hacia falta era una cadena de montaje.ESPANTAPÁJAROS –Si, pero durante mucho tiempo no ocurrió nada. Por fin llego el momento de juntar las partes y ponerlas a trabajar. Se les pregunto a todas las partes: “¿Quién quiere oír?”. “¿Quién quiere oler?” y “¿Quién quiere caminar”?.HOMBRE DE HOJALATA -¿Qué quieres apostar a que se lo que sucedió? Todo el mundo empezó a discutir, porque los oídos, los ojos, las narices, todos querían ver, y los pies y las manos, todos querían correr y las bocas y los dedos pulgares querían oír.

ESPANTAPÁJAROS –Tienes razón ¡Fue un lió! A los ojos se les dio el trabajo de diferenciar el sabor de las cosas y no paraba de quejarse: “No podemos apreciar el sabor porque hay muy poca luz”. Y los oídos tenían que olfatear, pero se quejaban de que no podían oler porque había mucho ruido.HOMBRE DE HOJALATA –Supongo que tuvieron que renunciar a sus trabajos y volver a distribuirlos.

ESPANTAPÁJAROS –Exacto. Pero esta vez lo hicieron bien. A los ojos se les encargo solo de ver, y a los oídos se les dijo que solo tenían que oír.HOMBRE DE HOJALATA –Y desde entonces vivieron felices para siempre.ESPANTAPÁJAROS –No, yo creo que no. Nadie era feliz. Los mejores ojos decían: “En realidad nosotros no somos muy buenos, pues no podemos correr”. Y las mejores narices decían: “Míranos, ¡No servimos para nada! ¡No podemos escuchar!”.

HOMBRE DE HOJALATA -¡Estaban locos de remate! ¿Había alguien más que no quisiera ser lo que era?ESPANTAPÁJAROS –Pues claro, haya señores mayores que querían ser niños y niños que querían ser mayores. Había gatos que querían ser personas y personas que querían ser gatos.HOMBRE DE HOJALATA -¡Todo lo que siempre he querido ha sido ser un hombre de hojalata con un corazón! Ahora que ya lo tengo, ¿cambiare alguna vez?

ESPANTAPÁJAROS –No, mientras la historia a la que pertenecemos siga siendo la misma.HOMBRE DE HOJALATA –Eso es hermoso. Los corazones de hojalata se oxidan, pero el corazón de una historia puede vivir par siempre. Me gusta eso.

CAPÍTULO XIEl último cuento fue el de Bernardo. Roberto estaba en la caja con el, pero Bernardo tenia que manejar los

muñecos y contar la historia al mismo tiempo.Cuando aparecieron los muñecos me quede muy sorprendida. No eran personajes imaginarios. Un muñeco era un niño con aspecto normal. Entonces el muchacho levanto el letrero que decía: “Yo soy Bernardo” y en el de la muchacha ponía: “Yo soy Pixie”. ¿Te imaginas?

Bernardo hacia el papal de si mismo. Pero Roberto tenía que poner una voz realmente aguda para hacer creer que era yo.BERNARDO –Pixie, por las noches, cuando miras al cielo, ¿qué es lo queves?

PIXIE –Estrellas.BERNARDO –Bueno, eso es lo que nos dice la gente que vemos: estrellas.Pero ¿qué es lo que realmente vemos?Pixie –Vemos… ¡luces!BERNARDO –Muy bien. Por ahí empieza la historia, por esas luces.PIXIE –Pero primero tienes que decir: “Errase una vez…”. Bernardo, ¡tienes que decirlo!BERNARDO –Claro. ¿Por qué no? Errase una vez, cuando las luces que vemos por millones y billones y trillones en el cielo –esas luces que llamamos estrellas –no eran estrellas.PIXIE –Bernardo… ¡Te lo estas inventando todo! Si no eran estrellas, ¿quéeran?

BERNARDO –Ideas.PIXIE -¡ideas! ¿Ideas de que?BERNARDO –Ideas de todo. Ideas de sartenes, y de manijas de las puertas, y de platillos voladores y de números, y de galletas de chocolate…PIXIE -¿había ideas de cosas que no se pueden tocar? BERNARDO - ¿Cómo cuales?PIXIE – Como la amistad, la belleza, la bondad.

BERNARDO –Si, había ideas de todas esas cosas. PIXIE -¿había ideas de oído, de fealdad y de maldad? BERNARDO –Yo… yo no estoy seguro. No lo creo.PIXIE -¿había ideas de cosas pegajosas, como el barro, y el pelo, y elPolvo?

BERNARDO – Tampoco estoy seguro de eso. Puede ser. PIXIE -¿Eran realmente, realmente, ideas?BERNARDO –Si, y cada una era perfecta. La idea de silla era la idea perfecta de una silla perfecta. La idea de lavaplatos era la idea perfecta de un lavaplatos perfecto. Y la idea de bondad era la idea perfecta de la bondad perfecta.

PIXIE –Si eran todas tan perfectas, deben haber sido muy felices.BERNARDO –Ese es el problema. No lo eran. No estaban satisfechas con ser ideas. Querían se también cosas. Por ejemplo, la idea de almohada le dijo a la idea de cama: “quiero ser una almohada real, hecha de plumas reales, de manera que, cuando una persona apoye su cabeza sobre mi, exclame: “Ahora si que es una almohada realmente suave”.

PIXIE -¿Y que dijeron las ideas de belleza y de bondad?BERNARDO –Dijeron: “Estamos cansadas de brillar aquí arriba en el cielo, donde nunca ocurre nada. Queremos ser cosas realmente bellas y gente realmente buena”PIXIE -¿Qué paso entonces?

BERNARDO –Escogieron el planeta tierra como el sitio en el que harían lo que querían hacer.PIXIE –Y cuando llegaron a la Tierra, ¿qué paso entonces? BERNARDO –Descubrieron que tenían el trabajo preparado para ellas. PIXIE -¿Fueron obligadas a trabajar?BERNARDO –No había nada que tuviera forma. Todas las cosas no eran más que pegotes de materia.

PIXIE -¿no había ni sillas, ni caballos, ni gente?BERNARDO –No hasta que llegaron las ideas. Las ideas dieron forma a aquellos pegotes de materia.

PIXIE -¿Igual que cuando tú coges un montón de barro y haces una bola?¿O igual que cuando coges un cuchillo y cortas un biscocho en cuadrados pequeños?

BERNARDO –Bueno, no estoy muy seguro. Creo que era más bien como…, como participar.PIXIE -¿Participar? ¿De la misma manera en que Isabel y yo participamos de nuestra amistad?BERNARDO –En cierto sentido si. Siempre que existe una relación se esta participando en algo.PIXIE –Bernardo, no puedo imaginarme lo que quieres decir. Tendrá que explicármelo.

BERNARDO -¿Has visto como nos lee una historia el profesor Múnera y todos participamos de ella al escucharla?PIXIE –Claro, pero…BERNARDO -¡Muy bien! Antes de contarnos la historia,¿no era nuestra mente tan solo un pegote, pero entonces el cuento la puso en orden?PIXIE -¿Quieres decir que lo que hicieron las ideas fue dar forma a las cosas y ponerlas en orden? Ponme un ejemplo.

BERNARDO –Bueno. La idea de silla dio forma a la madera de tal manera que se pudieron hacer setecientas mil sillas a partir de la madera, conforme a esa idea. Y lo mismo pasó con la idea de cama y con la idea de mesa. No hay ningún límite al número de cosas que pueden compartir una sola idea

PIXIE –Además de las ideas de cosas, ¿había ideas de personas?BERNARDO –Si, pero con las personas era diferente. Fíjate: por mas sillas que hubiera, seguiría habiendo una única idea de silla. Pero para todas y cada una de las personas existía una idea diferente.PIXIE –Cuando le pasaba algo a una cosa, ¿le pasaba algo a la idea de esa cosa? Quiero decir que, si una silla se quemaba, ¿se quemaba también la idea de la silla?

BERNARDO –No, nada puede destruir las ideas. Pueden destruirse las cosas que participan de esas ideas, pero nunca las ideas.PIXIE -¿Y pasa lo mismo con las personas?BERANARDO –podría ser. Simón Bolívar murió. Pero, ¿la idea de Simón Bolívar murió con el?PIXIE –Bernardo, ¿fueron felices las ideas cuando llegaron aquí?

BERNARDO –No. El venir aquí hizo miserables y desgraciadas a muchasideas.

PIXIE -¿De veras? ¿Por qué?BERNARDO –Mira: en el cielo. Donde habían estado, eran perfectas y todo lo que las rodeaba era perfecto. Si tú eras una idea, vivirás entre actos perfectamente valerosos, y entre ciudades perfectamente bellas, y oraciones perfectamente verdaderas.

PIXIE -¡Ah, ahora lo entiendo! Cuando llegaron aquí lo encontraron todo sin forma y feo.BERNARDO –Si, y aunque hicieron todo lo que pudieron para dar forma a las cosas lo mejor posible, nunca jamás les salió completamente bien. De hecho, muchas casa eran feas, y cantidades de oraciones eran falsas, y no había mucha gente que hiciera las cosas bien.PIXIE –Seguro que las ideas no pararon de decir: “Las cosas no eran igual en el sitio de donde venimos”.

BERNARDO –Al principio no. Mira: cuando una idea venia aquí olvidaba lo maravilloso y perfecto que era todo en el cielo de donde venían.PIXIE -¿Olvidaban? ¿Quieres decir que se les borraría todos sus recuerdos y que no recordaran nada de aquel maravilloso mundo?BERNARDO –Si, pero de vez en cuando alguna cosa buena le ocurrirá a una idea.

PIXIE -¿Algo bueno? ¿Cómo que?BERNARDO -¡Ah! En medio de toda esta falsedad era posible ver un animal hermoso. O en medio de todas esas cosas malas que las personas se hacen entre si era posible ver a alguien hacer algo bueno.

PIXIE -¿o era posible escuchar a alguien decir la verdad para variar?BERNARDO –Exacto. Y cuando ocurrirán cosas como esas, las ideas recordaban de pronto todo lo que habían olvidado. Recordaban el hermoso mundo del que habían venido y en el que habían estado rodeadas de ideas perfectas y en el que todo era verdadero y bueno.

PIXIE -¿Es por eso por lo que, cuando vamos al cine y vemos una película y al final los buenos ganan a los malos, no podemos evitar el llorar de alegría, porque somos muy felices por estar durante un momento en un lugar en el que todo sale bien?

BERNARDO –Si, creo que si. Y es por eso por lo que casi sentimos escalofrió cuando vemos algo hermoso descubrimos algo que es verdad, es como si volviéramos al sitio al que pertenecemos, a nuestra casa, y fuéramos felices.De repente, junto cuando creíamos que la función se había terminado, desaparecieron las dos marionetas y Roberto saco su cabeza de la caja. En voz baja dijo:

-No se si la historia es de Bernardo o de Pixie, pero sea de quien sea es un cuento estúpido. ¡Todas esas fantasías sobre unas estrellas que en realidad son ideas que bajan a la Tierra y le dan forma a todo!

¿Quién oyó alguna vez una estupidez tan grande?

-Pero, Roberto, ¿se te ocurre un cuento diferente? –dijo Bernardo sacando también su cabeza de la caja.

-No, pero puedo decirte muy bien lo que esta mal de tu cuento –contesto Roberto-. Las ideas son pensamientos y los pensamientos vienen de nuestro cerebro. Y las cosas tienen su propia forma, no la sacan de las estrellas. Hermano, ¿cómo es posible que tengas semejante lió en la cabeza?Bernardo no se enfado; tan solo se rió y pregunto:

-¿Y por que lo que yo dije es un cuento fantástico y lo que tu acabas de decir no lo es?-Es sencillo –dijo Roberto-. En un cuento fantástico las ideas no son como las cosas en el mundo. En un cuento verdadero si son iguales.-¡Ah! –dijo Bernardo-. Bueno, en ese caso, si lo que yo dije fue un cuento fantástico, lo que tú dijiste también lo fue.Estaba esperando a que Bernardo explicara lo que quería decir, pero en ese momento Tomas gritó:

-Roberto, deja de discutir con Bernardo. Y, además, ¿por qué te metes en su cuento?Roberto estaba a punto de responderle a Tomas, pero fue Bernardo el que contesto.-No pelees con Roberto. Ocurrió al final tal y como el y yo habíamos planeado.Todos nosotros pensamos que aquello era divertido.-¿Cuál de las cuatro versiones se parece mas a la tuya? –me pregunto Roberto.-Ninguna. Todas eran diferentes de la mía.

-A ve, Pixie –dijo Nelson-. Deja de tomarnos el pelo. Dinos de una vez como era tu cuento y acabemos ya.-Nelson, tu debes creer que soy tonta –le dije riéndome-. Mientras no te cuente mi cuento podré tener las cuatro funciones de marionetas. Y es posible que puedan hacerse más y más funciones, siempre que yo no cuente mi cuento.

-Pero al final conocemos el relato de cómo tu cuento misterioso llego a ocurrir –dijo Isabel.-Y sabemos cual era tu criatura misteriosa –dijo Nelson-. Por tanto, sabemos dos de tus misterios.¡Nelson se cree siempre tan inteligente!-¿Estas seguro? –le dije.

-¡Claro que estoy seguro! –contesto mientras me hacia una gran mueca.-Bueno –dije-. Entonces solo una pregunta más. ¿Cómo lo sabes?-¿Cómo se cual era tu criatura misteriosa? –pregunto-. ¡Eso es una tontería!¿Cómo sabe cualquier persona algo?-¡Ah, Nelson –le dije-. ¿No es ese el tercer misterio?

FIN