galsworthy, john - saga forsyte trilogía 1 - la dinastía de los forsyte [r1]

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John Galsworthy La dinastía de los Forsyte EDITORIAL TESORO EDICIONES SIGLO XX

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Galsworthy, John - Saga Forsyte Triloga 1 - La dinasta de los Forsyte [R1]

John Galsworthy

La dinastade los Forsyte

EDITORIAL TESORO

EDICIONES SIGLO XX

Ttulo original:

THE FORSYTE SAGA

Versin espaola:JOAQUN RODRGUEZ CASTRO

Direccin literaria:

JOS MANUEL GMEZ-TABANERA

Primera edicin: septiembre 1950.

Segunda edicin: enero 1951.

Copyright by Ediciones Siglo XX. Madrid, julio 1950. All rights reserved for worlds editions (spanishs translations included) by Executor of Mr. Galsworthys Estate. London 1942.

Jos Ruiz Alonso, impresor - San Bernardo, nm. 79 - Telfono 24 86 51 - Madrid

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Luchemos tan solo contra los abusos, o seremos tambin abusadores.ndice

7JOHN GALSWORTHY Semblanza de un Premio Nobel

13BIBLIOGRAFA

15Prefacio

18LIBRO PRIMERO UN HOMBRE BIEN ACOMODADO

19Primera parte

92Segunda parte

185Tercera parte

242INTERLUDIO EL VERANEO DE UN FORSYTE

275LIBRO SEGUNDO EN TELA DE JUICIO

276Primera parte

347Segunda parte

420Tercera parte

477INTERLUDIO DESPERTAR

493LIBRO TERCERO DEJAR HACER

494Primera parte

567Segunda Parte

628Tercera Parte

JOHN GALSWORTHYSemblanza de un Premio Nobel

En una galera del British Museum existe una vitrina que llama la atencin de todo aquel que por primera vez visita este inmenso emporio de la humana cultura. En dicha vitrina est expuesto a la curiosidad del pblico un ingente y maravilloso manuscrito; en realidad, el mayor que en su gnero conserva el clebre museo anglosajn.

Este inmenso infolio que guarda entre sus pginas toda una poca de la historia contempornea de Inglaterra es el original olgrafo de The Forsyte Saga, de John Galsworthy nos dir cualquier oficioso conservador o encargado de sala. En l se contiene el ms fiel retrato de la alta burguesa de los ltimos aos de la reina Victoria y del perodo que precedi a la gran guerra del 14...

Esta explicacin del funcionario despertar el inters por este escritor, as como el recuerdo del visitante, si ste tuvo ocasin, muy probable, de haber ledo alguna de sus novelas o vi representar alguna de sus obras teatrales.

John Galsworthy naci el 14 de agosto de 1867 en Coombre (Surrey), de familia acomodada y netamente inglesa, oriunda del Devonshire. El recuerdo de los lejanos aos de su infancia y la descripcin de los mismos los podemos encontrar en sus Memorias. Estudia en Harrow y en el New College de Oxford, gradundose de leyes en 1900. Durante sus aos universitarios no podemos decir que revele la ms ligera inclinacin hacia las bellas letras; por el contrario, le domina una desmedida aficin a los deportes. El ftbol, el tenis y la equitacin tendrn en el joven Un gran amateur.

He indicado en lneas ms arriba que la familia de John Galsworthy era acomodada. Esto influir incuestionablemente en el futuro prximo de nuestro joven graduado. Sin preocupaciones pecuniarias, no ejercer la abogaca. Emprender largos viajes, recorriendo distintos pases del globo: Rusia, Egipto, Estados Unidos, Canad, Australia, frica del Sur, Austria, Italia, Francia, Espaa..., sern aos ms tarde recordados con ms o menos prolijidad en su obra literaria.

Una tarde, durante uno de sus viajes, tiene ocasin de conocer en El Cabo a un oficial polaco, con el que trabar una sincera y perenne amistad. ste, das despus, ley a su nuevo amigo una novela que estaba terminando y que produjo en el alma de Galsworthy el efecto de un deslumbramiento, hacindole ver cul sera la verdadera senda de su vida. Haba descubierto su vocacin. La novela se llamaba La locura de Almayer, y el oficial, Joseph Conrad...

En 1905, John Galsworthy se hace relativamente sedentario al contraer matrimonio con la encantadora Ada Cooper, recin divorciada de su primer marido Arthur. Su esposa ser entonces quien se una a Conrad para animar a Galsworthy a que abandone el seudnimo con que ya haba publicado algunas cosas y se dedique definitivamente a las letras. Cerca de cinco aos pas nos confesar el mismo escritor aos ms tarde escribiendo meras fantasas, sin llegar a dominar incluso la ms elemental tcnica. Pues, por entonces, desconfa an de su valor como literato y le cuesta trabajo abandonar su original seudnimo, John Sinjohn, con que public sus cuatro primeros libros, entre 1879 y 1901 (Jocelyn, From the Four Winds, Villa Ruben y A Man of Devon), que no consiguieron llamar particularmente la atencin del pblico. Era el apogeo de la literatura victoriana y no es raro que pasasen entonces sin suscitar comentarios.Ya con su verdadero nombre, aparece The Island Pharisees (La isla de los fariseos), y acto seguido inicia su admirable The Forsyte Saga que tanta celebridad le dara en todo el mundo, especialmente en el anglosajn, y que en realidad no terminar hasta 1929 con The Swan Song (El canto del cisne). Ciclo del que hablaremos ms adelante, despus de este esquema biogrfico. En el ao 1906 se di a conocer como dramaturgo en el Court Theatre, con The Silver Box (La caja de plata), que fu objeto de las ms vivas discusiones por parte de sus contemporneos.

El viajero incansable que hay en el fondo del alma de Galsworthy resurge nuevamente con el xito del novelista. Sus conferencias son escuchadas con gran atencin en todas partes; Oxford, Cambridge, San Andrews, Dubln y Princeton rivalizan en emolumentos al insigne conferenciante, que en 1931 fu nombrado Honorary Fellow.

Durante muchos aos presidir el P. E. N. Club. En 1929, el rey Jorge V le condecora con la Orden del Mrito, una de las ms preciadas distinciones britnica. En 1932, la Svenka Akademien de Literatura juzg a John Galsworthy, por su extraordinaria potencia descriptiva, que alcanza su mxima expresin en The Forsyte Saga, merecedor del codiciado galardn, que representa en las letras Universales el Nobel Pris i Litteratur, y que en 1895 instituy con su memorable testamento Alfredo B. Nobel.

Muchas novelas y obras escnicas de John Galsworthy han sido traducidas a la mayora de los idiomas europeos, as como al japons, persa y rabe. Multitud de ellas han sido tambin llevadas a la pantalla. ltimamente (1949) mereci los honores de ser trasladado al sptimo arte el libro primero de The Forsyte Saga, por la prestigiosa Empresa cinematogrfica Metro Goldwyn Mayer. Dirigida con singular pericia por el conocido director cinematogrfico Compton Bennet, ha tenido este reciente film, entre otros dignos intrpretes, a Errol Flynn, Greer Garson, Walter Pidgeon, Robert Young y Janet Leight, alcanzando un merecido triunfo en todos los pases en que se ha presentado.

John Galsworthy residi en Grove Lodge, al septentrin de Londres, desde 1919. En sus ltimos aos sufra una anemia perniciosa, enfermedad que el 31 de enero de 1933 alcanza su culminacin fatal. Incinerado, segn su ltima voluntad, sus cenizas fueron dispersadas, en alas del tibio viento del Hampstead, a los cuatro puntos cardinales.

De profunda sensibilidad y agudo sentido crtico, se puede considerar a Galsworthy como uno de los ms grandes novelistas de todos los tiempos. Sus obras, dignas de admiracin por todos los conceptos, tendrn siempre un pblico incondicional e inteligente. Ningn otro escritor ha conocido como l la vida y costumbres de la alta burguesa inglesa. Su obra luminosa, de gran belleza evocativa., est a menudo llena de remembranzas familiares y autobiogrficas.

Su posicin tica como novelista se presta a innumerables controversias y discusiones. Diremos que a grandes rasgos nos plantea las falsedades y abusos de la vida diaria, queriendo guiar, y servir de orientacin a la humanidad hacia el bien.Por todo esto, podemos creer casi sin ningn gnero de dudas que la formacin espiritual de John Galsworthy se ha verificado a la sombra de las tendencias humanitarias o filantrpicas y vagamente socialistas que surgen en la literatura inglesa a finales del pasado siglo. De tales tendencias, que desembocan muy pronto en la fundacin de la Fabian Society, surge toda la brillante stira de George Bernard Shaw, aprovechando Galsworthy el momento contemporneo para estudiar con sus obras los defectos de la justicia humana, el rigor de los convencionalismos y, por qu no?, sus conveniencias sociales y las barreras que se alzan infranqueables entre las distintas clases. As surge Forsyte, arquetipo de la sociedad inglesa de su tiempo...

En realidad poseemos como precedentes singulares a Ch. Reade, Ch. Kingsley, W. Besant, R. Whitney y otros, si tomamos en cuenta que sobre todos ellos y su indudable tono romntico-realista de transicin, se elevar Galsworthy, que acierta a conseguir un hasta entonces desconocido tono realista, pleno de verismo y armona, al que no llegaron o no supieron llegar los reconocidos excesos de los ochocentistas.

Forsyte, ente humano standard nacido del espritu observador y crtico de John Galsworthy, hombre en el que vemos reunidos los defectos y virtudes de todo buen ingls, es el reflejo, el arquetipo de toda una sociedad, y como tal ha pasado a la Historia de la Sociedad desde el mundo nunca demasiado conocido de la Literatura. Forsyte tiene sus hbitos como un cualquiera, y como tal sufre, ama, tiene y no tiene corazn. Como tal sentir arrebatos de pasin, de ternura, de odio. Tambin el ms fro clculo, la ms cruel incomprensin no sern ajenos a l. Conceder a veces ms valor al corazn que a la inteligencia, y viceversa. El afn de lucro, de beneficio, lo antepondr al amor. Pero tambin el ansia de amar, de ser amado, podr ms que el materialismo de una vida vacua de sensibilidad o plena de renunciacin.

La historia de Forsyte es, por tanto, la de una esfera, la de una clase social, que, pese a lo que opinan algunos crticos, no constituye en realidad la alta burguesa victoriana, con sus ideales, sus afanes, sus preocupaciones, que conocimos a travs de la obras de Henry James a George Meredith. Aun cuando en varias creaciones Galsworthy quiere referirse a una sociedad victoriana, el novelista moderniza un tanto esa sociedad y la transforma en eduardiana. En realidad son dos pocas, dos sociedades que no discrepan ni difieren demasiado. Algn erudito y ms de un observador han dicho que la sociedad eduardiana es un prstino recuerdo de la victoriana, ya que posee sus mismas perfecciones y defectos. Sin embargo, ambas estn despersonalizadas, desplazadas un tanto del ambiente. Y por un fenmeno de perspectivismo es por lo que an puede decirse que existen en Inglaterra hombres y mujeres Forsyte, que pertenecen a una sociedad intemporal, a una poca aparte, que aora con todas sus fuerzas, todo su corazn, toda su inteligencia, toda su razn...

Parecer un tanto extrao que emplee las palabras razn e inteligencia como explicacin de este tan extrao proceso. Galsworthy no es un racionalista. Sin embargo, existe un proceso en The Forsyte Saga, cuyos motivos se buscarn en la razn. Ese proceso se presenta como la lucha de la Belleza contra la Idea de Propiedad o Posesin. Irene es la Belleza, y su marido, Soames Forsyte, significa el dominio impuesto por la fuerza de los derechos conyugales. Y aqu se plantea lo extraordinario del Galsworthy: el escritor desea tomar partido, particular con su propio corazn y sentimientos en la accin. Su inteligencia le induce a satirizar con voluntad firme a los Forsyte; sin embargo, una intuicin ms profunda cuyas razones recnditas son de difcil explicacin, le llevan a simpatizar con Soames. Ello hace pensar en matices autobiogrficos, ya que recuerdan vagamente las circunstancias de su enlace con Ada Cooper. Por otra parte, esta instintiva simpata por Soames parece ser hija del eclecticismo del escritor ante el problema planteado. Esto no lo encontramos en sus novelas ms recientes, conocidas bajo el nombre genrico de DINNYS TRILOGY, Maid in Waiting, Flowering Wildkness y Over the River, en las que encontraremos alguno que otro Forsyte, el escritor y sus personajes compartirn casi los mismos sentimientos. Este oscurecimiento de su propia visin defraudar a los lectores jvenes, aun cuando no por ello dejarn de admirar el talento del autor.

The Forsyte Saga es continuada inteligentemente por una segunda triloga, A Modern Comedy, en la que no decae el inters. Esta segunda triloga, que publicaremos en breve por primera vez, en edicin completa espaola, bajo el ttulo genrico de Otra vez los Forsyte, es asimismo magnfica en todos sus aspectos. Hemos preferido que la prologase el traductor de La Dinasta de los Forsyte, cuyo profundo y natural conocimiento de la familia Forsyte le obliga a hacerlo inexcusablemente, para satisfaccin del pblico. Y en verdad que el estudio que hace Joaqun Rodrguez de Castro de los Forsyte es insuperable. En l ver el lector de La Dinasta el anlisis de la postura forsyteana ante el amor, ante la belleza, ante la muerte, ante lo nacional, ante muchas cosas... En esta segunda obra nos hace ver la transformacin de costumbres originada por la primera guerra mundial y el fenmeno de la sutil disgregacin que se produce en el espritu puritano de los primeros aos despus del armisticio. Supremo acierto el suyo al captar tal fenmeno; la fuerza se acenta, asimilando su estilo al gusto contemporneo, que pretende encontrar escritores ms acres y prevenidos, cual Katherine Mansfield, Virginia Wolf, Aldous Huxley, James Joyce, D. H. Lawrence y otros en la interpretacin literaria de esta poca tan llena de fermentos.

Galsworthy ha sido equiparado en ocasiones a Trollope, al que yo personalmente creo que supera. Sin embargo, hay que reconocer que posey un don similar al de ste: saber dar vida a una esfera social, con todos sus vicios y todas sus virtudes, y diferenciarse de ste por su pretensin, a travs de lo descriptivo, de querer clasificar los valores de su poca, as como las costumbres, por la adopcin de una simple frmula.

Asimismo ha sido parangonado, por su talento artstico, con su coetneo Arnold Bennet, el clebre autor de la Triloga de Clay Langer (1910). Pese a que en ocasiones est muy por encima de l, cabe hacer tambin una profunda distincin: Bennet no enva, por as decirlo, ningn mensaje humanitario, cosa que efecta Galsworthy en cualquier momento en que su arte narrativo se preste a ello. Ni en Galsworthy se dar en momento alguno la decadencia, que caracteriz los ltimos aos de Bennet, merced a la seriedad de su propio empeo moral, a la honestidad de su intento.

No existe en la literatura del siglo ningn autor ni obra que por su profundidad lrica, junto con su intencin tica, pueda compararse con The Forsyte Saga, de John Galsworthy. Slo podramos mencionar en nuestra poca a un autor, un novelista, digno mulo, y con muy determinadas y directas diferenciaciones: el espaol Prez Galds, que acertara con su pluma a dar vida a infinidad de personajes. Y multitud de personajes principales discurren en la historia de los Forsyte, ms de medio centenar, si la memoria no me es infiel. Galds retrata la evolucin de una poca desbordante; Galsworthy retrata solamente una familia; una familia cualquiera de la alta burguesa inglesa.

Recientemente el escritor espaol Ignacio Agust, con sus obras Mariona Rebull y El viudo Rius, recuerda el espritu forsyteano de una poca que se fu, ante el impulso vibrante y renovador de una generacin, hoy tambin antaona: la generacin del noventa y ocho.

The Forsyte Saga es la Comedia Humana de la sociedad anglosajona de fin y principios de siglo. Sin llegar esta obra a la crtica demoledora de una esfera, como lo hicieron otros a travs de la novela y el teatro. Pues al igual que Balzac, aunque con ms profundidad potica, ha sabido captar sutilmente a sus contemporneos. Se podra decir del escritor ingls lo que Vctor Hugo dice de su genial compatriota: ... Coge a brazo partido a la sociedad moderna; arranca a todos alguna cosa: a unos, la ilusin; a otros, la esperanza; a stos, un grito; a aqullos, la mscara; escudria el vicio y diseca la pasin; sondea profundamente al hombre; el alma, el corazn, las entraas, el cerebro, en fin, el abismo que cada uno lleva en s mismo. Sin embargo, Galsworthy ser un artista, ponderador de fuerzas y modelador, que ata y desata. Por el contrario, Balzac es el saber intuitivo, inmenso, incomparable, como dira Zweig, y entre ambos existe un abismo; son dos mundos frente a frente, pero no por eso llenos de armona y trascendencia. Dos mundos en medio de los cuales podramos poner a otro novelista contemporneo, cual hito supremo entre ambas posiciones: Roger Martin du Gard, con su novela Les Thibault, que suministra al porvenir el testimonio de las costumbres familiares, de las creencias religiosas, de la moral, de la poltica y el idealismo de toda una poca del mundo fustico, como dira Spengler. Las tres obras constituyen un genial y grandioso monumento de nuestra poca, en el que sobresalen sin estridencia alguna la profunda verdad que alienta cada protagonista dotado de estela personal y decisiva.

No podemos dejar de mencionar, siquiera sea someramente, la obra teatral de John Galsworthy. Ms conocida en Inglaterra que en el continente, han dejado indeleble recuerdo sus comedias Justice (1910), Fraternity (1909), The Eldest Son (1912), The Pidgeon (1912), The Little Dream, The Silver Box, etc., etc. El teatro social de Galsworthy hace pensar demasiado. Es lstima que el pblico espaol no lo conozca ni aun por representaciones de teatro de cmara. Recientemente, mi buen amigo Alfonso Sastre; fundador del T. A. S. (Teatro de Agitacin Social), quiso representar el drama galsworthiano Huelga, representacin que no se ha llevado a efecto por causas y motivos que no quiero, debo, ni puedo sacar a colacin en un estudio desapasionado como ste. Se ha dicho acaso con demasiada ligereza que Galsworthy como dramaturgo es desigual: unas veces, demasiado estridente al exponernos una cuestin social; otras, diferencia demasiado a sus personajes; tambin, que introduce el asunto por los ojos con poderoso nfasis, y en las piezas bien construidas la carpintera literaria queda ocasionalmente al descubierto.

Quiz todo ello se debe a que el sentimiento de piedad se presenta en su produccin teatral dominado por la razn, por el intelecto. Y ello sin ninguna pincelada exagerada o excesivamente desacorde con la estructura general.

Todo esto ha hecho que se le compare felizmente con Granville-Borquer y Vedrenne, que explotan las cuestiones sociales contemporneas con un realismo audaz, osado y firme. Personalmente encuentro en la obra teatral de Galsworthy un retorno a la de lbsen, juvenil y satrica, y creo acertar al decir que el tejido galsworthiano ha sido influenciado en las comedias de exordio de Shaw. La necesidad de la construccin dramtica, la novedad de un claro y rpido encadenamiento de las partes, hacen un efecto favorable sobre el talento de Galsworthy, que ya en su obra narrativa ha usado de introducciones y prlogos en defensa subconsciente ante el pblico. Cotejando a Galsworthy con Shaw, encontramos en el primero una idea decisiva y convincente del dolor, similar a la de su compatriota, aun cuando hemos de reconocer carece del gallardo sabor intelectual con que Shaw compensa la poca profundidad potica de su obra. En este aspecto sobresale con creces Galsworthy.

Creo que estas ligeras ideas sobre John Galsworthy habrn sabido orientar al lector que pretenda conocer su obra narrativa y teatral. Si con ellas puedo estimar en su neto valor la trascendencia de Galsworthy en la Literatura Universal, me dar por satisfecho. La inteligencia del traductor, seor Rodrguez de Castro, ha permitido que podamos poner en manos del pblico una impecable y valiosa versin de la mejor obra de este gran escritor, que tiene el doble aliciente de ser por primera vez vertida en nuestro idioma y estar avalorada por bellas fotografas del reciente film, al que hemos hecho referencia anteriormente.

Jos Manuel Gmez-Tabanera.

Madrid, agosto 1950.

BIBLIOGRAFA

S. Kaye-Smith: John Galsworthy (1916).

Andr Chevrillon: Trois tudes Anglaises (1924).

L. S. Chalit: John Galsworthy (1928).

R. H. Coats: John Galsworthy as a Dramatic Artist (1932).

N. Croman: John Galsworthy: A Study in Continuity and Contrast.Frank Harris: Contemporary Portraits.

H. V. Marrot: A Bibliography of the Works of John Galsworthy (1935).H L. Ould: John Galsworthy.

H. C. Ward: Twentieh Century Literature.

A mi esposa

Dedico la Saga de los Forsytes en su integridad, pues creo que de toda mi obra es lo menos indigno de la persona sin cuyo nimo, comprensin y crtica no hubiera podido siquiera ser el escritor que soy.

Prefacio

La Saga de los Forsytes fu el ttulo que en principio destin a la parte de la obra que se llama El hombre bien acomodado, y el adoptarlo para ttulo de la crnica general de la familia Forsyte es debido a las caractersticas forsyteanas que los humanos poseemos. La palabra Saga pudiera muy bien atacarse en razn de que implica herosmo y hay poco herosmo en estas pginas. Pero es que viene usada con cierta irona; adems, este largo cuento, si bien trata de gentes que usan levita y corbatn, si es cierto que se refiere a un perodo ms o menos comodn y regalado, no por eso carece de ardor y de conflicto. Aparte de su estatura gigantesca y su sed de sangre, caractersticas humanas de lejanas pocas, los hombres legendarios eran Forsytes, al menos en sus instintos de posesin y dominio; y las debilidades de ternura y amor a la belleza a Swithin, Soames e incluso el joven Jolyon son poca prueba en contrario. Podra tambin decirse que los hroes de eras pasadas y quiz no sucedidas destacan de su entorno en forma que no destaca un Forsyte del tiempo de Victoria; mas podramos decir que el espritu de tribu era entonces tambin la fuerza primera y principal, y que la familia y el sentido de hogar y propiedad eran tan importantes como lo son hoy, que lo son mucho, por ms que quiera desconocrseles.

Muchsima gente ha dado en decir que tal o cual familia era el original de los Forsytes, y tanto, que uno se ha inclinado casi a creer en la tipicidad de especies que slo existieron en el campo de la fantasa. Los modos cambian y las modas evolucionan, y la casa de Timoteo, en la carretera de Bayswater, aparece como cobijo de lo increble, excepto en lo fundamental; no volveremos a ver ya tanto acomodo, ni quiz veremos a nadie como James o el viejo Jolyon. Y, sin embargo, las cifras de las Compaas de Seguros y las afirmaciones de los jueces nos dicen, cada da que nuestro paraso terrenal es an rico reservorio en que los violentos salteadores Belleza y Pasin penetran furtivamente, robndonos la tranquilidad en nuestras propias barbas. Y tan seguro como un perro ha de ladrar a una banda de msica, lo que en la naturaleza humana hay de Soames se alzar en protesta contra la disolucin que, amenazadora, se esconde entre los propios pliegues del vestido de la diosa Propiedad.

Pues el Pasado muri, que entierre a sus muertos, se podra decir si el Pasado muriera. La persistencia del Pasado es una de esas tragicmicas bendiciones que en cada etapa del desenvolvimiento de la humanidad se niegan con aires de aseveracin nueva desde el escenario de la vida. Pero ninguna generacin consigue enterrar definitivamente al Pasado. El hombre, bajo sus cambios de apariencia y vestidura, es y ser siempre un Forsyte, y gracias que no sea un animal peor.

Volviendo la mirada a la Era Victoriana, cuya culminacin, declinacin y cada se refleja bastante en La saga de los Forsytes, vemos bien que hemos salido de Scila para caer en Caribdis. Sera difcil mantener que la situacin de Inglaterra era mejor en 1913 que lo fu en 1886, cuando los Forsytes se reunieron en casa del viejo Jolyon para celebrar el noviazgo oficial de June y Felipe Bosinney. Y en 1920, cuando se congreg el clan de nuevo para gozarse en el matrimonio de Fleur con Miguel Mont, el estado de Inglaterra es tanto de quebranto y bancarrota como fuera decado y bajo en el ochocientos.

Si esta crnica hubiese realmente sido un estudio cientfico de la evolucin del pas, el autor hubiera insistido mucho en hechos como la invencin de la bicicleta, del automvil y aeroplano; como el nacimiento de la Prensa popular; la disminucin de la vida rstica y el aumento de la urbana; como el nacimiento del cine... Y aqu debemos sealar la realidad de que los hombres son incapaces de controlar sus invenciones; en el mejor de los casos, son slo capaces de adaptarse al medio que sus invenciones crean.

Pero esta larga historia no es el estudio cientfico de un perodo. Es ms bien una muestra del trastorno que la belleza ocasiona en la vida de los hombres.

La figura de Irene, como los lectores pueden notar, es una personificacin de la Belleza en choque constante con un mundo que todo lo cifra en poseer.El autor ha notado que los lectores, segn se adentran en las aguas saladas de esta Saga, se inclinan a compadecer a Soames, y creen que as hacen oposicin al sentido de su creador. Pero nada de eso! l tambin compadece a Soames, cuya tragedia es sencillamente la inevitable de no despertar amor y no tener una dura piel protectora del conocimiento de la realidad dolorosa. Fleur no quiere a Soames tampoco... Pero al compadecer a Soames, quiz los lectores sientan animosidad contra Irene. En definitiva piensan no era tan mal sujeto; l no tena la culpa de nada; ella debiera haberle perdonado, y etctera, etctera. Y al tomar partido, pierden de vista una simple realidad: que cuando falta totalmente la atraccin fsica en algn componente de una pareja, ni la compasin, ni la razn, ni el deber, ni nada puede vencer una repulsin implcita en lo biolgico. Si est esto bien o mal, es otra cosa. Y cuando Irene nos parece dura y cruel en el Bosque de Boulogne o en la Goupenor Gallery, no es sino sabiamente realista, sabiendo como sabe que la menor concesin es la gota que precedera y causara el desbordamiento repulsivo que no se puede soportar...

Podra despertar crtica la ltima fase de la narracin; podra criticarse que Irene y Jolyon, estos dos grandes rebeldes contra el poseer, reclamasen derecho de propiedad sobre su hijo Jon. Pero sera crtica excesiva! No hay padre ni madre que permitan casarse a su hijo con Fleur sin conocer la realidad; y son los hechos los que deciden a Jon, no las persuasiones de sus padres. Adems, la insistencia de Jolyon no es sentida, sino que insiste por causa de Irene. Y la insistencia de Irene, reiterada: No pienses en m, piensa en ti mismo! Y el que Jon, conociendo los hechos, pueda comprender los sentimientos de su madre, no puede ponerse en justicia, como prueba de que sta es, en definitiva, una Forsyte ms.

Pero aunque los efectos de la Belleza y del sentimiento de Libertad en un mando de opresin son los presupuestos bsicos de La saga de los Forsyte, no puede absolverse al libro del pecado de embalsamar a las clases medias acomodadas. Lo mismo que los egipcios de la Antigedad colocaban alrededor de sus momias todo lo necesario para una vida ulterior, as yo me he esforzado en dejar junto a las figuras de tas Ana, Julia y Esther, de Timoteo y de Swithin, del viejo Jolyon y de James, de sus descendientes todos, aquello que deba garantizarles algo de perennidad y pervivencia: un poco de Blsamo Maravilloso contra ese disolvente social que es el Progreso.

Si la clase media, como otras, ha de dar en confuso amorfismo, aqu, en estas pginas la encontrarn embotellada los que rebuscaren en el desordenado archivo de las Letras, conservada en su propia salsa; el Sentido de la Propiedad.

John Galsworthy.LIBRO PRIMEROUN HOMBRE BIEN ACOMODADO...Vosotros responderis: Los esclavos nos pertenecen...

El mercader de Venecia.

A EDWARD GARNET

Primera parte

I

REUNIN EN CASA DEL VIEJO JOLYON

Quienes tuvieron la fortuna de presenciar una fiesta familiar de los Forsytes han podido ver una encantadora e instructiva estampa... Una familia de la clase media bien acomodada en pleno desarrollo. Pero cualquier mortal tan afortunado que adems tuviera el don de saber interpretar psicologa y carcter (un talento sin ningn valor monetario, y naturalmente ignorado de los Forsytes), habr contemplado un espectculo no solamente delicioso en s, sino tambin ilustrativo de un oscuro problema humano. Ms claramente dicho, de una reunin de esta familia ninguna de cuyas ramas estima a la otra, ninguno de cuyos miembros quiere a otro ha necesitado la comprobacin de la existencia de ese algo misterioso, pero concreto, que hace de la familia una unidad social tan formidable y potente y una reproduccin en miniatura tan clara de la sociedad humana. Le ha sido concedida una visin de los oscuros caminos del progreso, ha podido comprender algo de la vida patriarcal, del hervir de la salvaje horda, del nacimiento y desaparicin de las naciones. Es como quien, habiendo visto crecer un rbol desde que se plantara ejemplo claro de tenacidad, aislamiento y xito, entre el morir de cientos de otras plantas con menos vigor, menos savia y menos persistencia, un da le viera florecer con tierno y denso follaje, casi con prosperidad repulsiva, en la cumbre de su desarrollo.

El 15 de Junio de 1886, sobre las cuatro de la tarde, el observador hipottico que se hallara en casa del viejo Jolyon Forsyte, en Stanhope Gate, habra presenciado la ms alta lite del clan de los Forsytes.

El motivo de la reunin familiar era celebrar el noviazgo oficial de la seorita June Forsyte, nieta del viejo Jolyon, y del seor Philip Bosinney. Estaba all toda la familia, brillando entre el esplendor de los guantes finos y los chalecos vistosos, de las plumas y las levitas... Hasta ta Ana, que nunca dejaba su rincn en casa de su hermano Timoteo, en aquel saln en verde donde la rodeaban las efigies de tres generaciones de Forsytes, haba abandonado su leer o su hacer punto. Hasta la ta Ana estaba all, con su estiramiento y la dignidad de su rostro de vieja, personificando inexorablemente la idea de familia.

Cuando un Forsyte se prometa, se casaba o naca, la familia estaba all. Cuando un Forsyte mora...; pero no, los Forsytes no moran; la muerte estaba en contra de sus principios. Por eso tomaban precauciones contra ella, las precauciones instintivas de personas de gran vitalidad que no admiten que nadie ni nada les usurpe lo que es suyo.

En los Forsytes, que aquel da se mezclaban con otras gentes, haba algo ms que el aspecto de siempre; haba un aire de vigilancia, de seguridad inquisitiva, de respetabilidad brillante, como si estuvieran prestos a resistir o desafiar algo. El gesto despectivo, habitual en Soames Forsyte, se haba generalizado a todos; estaban en guardia.

La agresividad subconsciente de su actitud que se apreciaba en la reunin del viejo Jolyon ha constituido el momento psicolgico de la historia familiar que viene a ser el preludio de su drama.

Los Forsytes, no individualmente, sino como colectividad, se resentan de algo. Este resentimiento se manifestaba en una mayor perfeccin en el vestir, en una gran exuberancia de cordialidad fraterna, en una exageracin del orgullo familiar.... en el gesto. Los Forsytes olan el peligro, esa sensacin indispensable para que salga a relucir la cualidad fundamental de sociedad, grupo o persona. El presentimiento del peligro pona un brillo nuevo en su armadura. Por primera vez, daban la sensacin colectiva, familiar, de poseer un instinto anunciador de la proximidad de algo extrao e inseguro.

Apoyado en el piano, estaba un hombre de gran estatura y muy grueso; llevaba, cubriendo su amplio pecho, dos chalecos en vez de uno, y un alfiler de rub en vez de un alfiler de brillantes, propio de ocasiones de menos importancia. Y su rostro, de hombre viejo, bien afeitado, lustroso, tena el aspecto ms digno que pueda imaginarse. Era Swithin Forsyte. Junto a la ventana, para disfrutar lo ms posible del aire, estaba el otro mellizo, James. La O y la L los llamaba el viejo Jolyon. Era tan alto como Swithin, pero muy delgado, como si desde su nacimiento estuviera destinado a compensar, en beneficio del trmino medio, la gordura de su gemelo. Se inclinaba sobre la escena con su permanente inclinacin; sus ojos, grises, parecan concentrarse en una angustia callada, si bien de cuando en cuando salan de su abstraccin para, en rpida mirada, hacerse cargo agudamente de los hechos circundantes; sus carrillos, delgados, surcados por sendos pliegues paralelos, y su labio superior, amplio y afeitado, armonizaban con patillas a lo Dundreary. Miraba una tacita de china, dndole vueltas y ms vueltas entre las manos. No lejos de l estaba su nico hijo, Soames, plido y bien rasurado, de escaso pelo negro; escuchaba a una seora vestida de marrn, con la cara vuelta hacia un lado, llena de ese gesto que indicaba desconfianza y desprecio por algo que no poda aceptar. Y tras ste, su primo Jorge, alto y desgarbado, hijo del quinto de los Forsyte, con un gesto burln y sardnico en su cara carnosa.

Y todos ellos se sentan afectados por algo concerniente al motivo de la reunin.

Sentadas unas junto a otras, en fila, estaban tres seoras: ta Ana, ta Ester (las Forsyte solteras) y ta Julita, que en su juventud se haba ocupado en casarse con Septimus Small, hombre de pobre salud, a quien haba sobrevivido muchos aos. Con sus dos hermanas, una mayor y otra ms joven que ella, viva ahora en casa de Timoteo, su sexto y ms joven hermano, en Bayswater Road. Todas ellas llevaban sus abanicos, y cada una, con alguna nota de color en su atuendo, alguna orgullosa pluma o broche, contribuan a la solemnidad del da.

En el centro de la habitacin, bajo la lmpara, con la dignidad del dueo de casa, se encontraba, en pie, el viejo Jolyon en persona. Con sus ochenta aos de edad, su fino y blanco cabello, su frente abovedada, sus ojillos gris oscuro y su inmenso bigote blanco que le caa ms abajo de la mandbula, tena un aspecto patriarcal, y a pesar de sus carrillos consuntos y de lo hundido de los parietales, pareca el dueo del talismn de la eterna juventud. Se mantena muy erguido, y sus ojos firmes y de mirar agudo no haban perdido su claro brillar. As, daba sensacin de seguridad y superioridad, que despejaba miedos y temores en hombres de menor carcter. Durante muchos aos haba impuesto a todos su voluntad y ahora se le reconoca derecho imprescriptible a seguir hacindolo. Nunca haba credo el viejo Jolyon en la conveniencia de adoptar un aire de duda o de confianza.

Entre l y los otros cuatro hermanos presentes, James, Swithin, Nicols y Roger, haba mucha diferencia y mucha semejanza tambin. Cada hermano era distinto de los dems; sin embargo, tenan muchas cosas comunes.

En las facciones distintas y en la expresin de los cinco hermanos poda notarse una comn firmeza de mandbula que, dejando a un lado diferencias superficiales, les imprima como un sello racial, demasiado antiguo para buscarle la raz, demasiado remoto y permanente para discutirlo..., la verdadera patente de garanta de los triunfos de la familia.

En la generacin subsiguiente, en Jorge, alto y bovino; en el plido Archibaldo, en el joven Nicols, en el grave Eustacio, se perciba ese sello tambin. Quiz menos significado, pero inconfundible.... una seal de algo imposible de extirpar del alma de la familia.

Durante aquella tarde, antes o despus, todas aquellas caras tan distintas, pero tan similares, haban tenido una expresin de recelo y desconfianza, motivada sin duda por el hombre cuyo conocimiento se haban reunido a hacer.

Philip Bosinney era tenido por un joven sin fortuna; pero las seoritas Forsyte se haban con frecuencia casado con hombres as. No era, por tanto, debido a esto el que los Forsyte recelaran. No podran haber dicho exactamente cul fuera la razn de su recelo, oscurecidos como estaban los criterios por la niebla de la charla familiar. En verdad, que circulaba ya una historia. Haba hecho Bosinney una visita de cortesa a las tas Ana, Hester y Julita. Llevaba un sombrero blando, de fieltro gris... Un sombrero blando! Y adems no era nuevo!... Una cosa polvorienta y deforme. Tan extraordinario, hija ma, y tan raro... La ta Hester ya sabes que no anda muy bien de la vista le haba hecho fu, tomndolo por un gato, de esos gatos feos que se cuelan en las casas y se suben a las sillas. Y se qued muy asustada cuando no se movi.

Lo mismo que un artista siempre trata de descubrir el detalle significativo que caracteriza totalmente una situacin, un lugar o una persona, as esos artistas inconscientes que eran los Forsytes haban adherido su intuicin a aquel sombrero gris: era su detalle significativo, el detalle que revelaba el carcter de todo el caso. Todos se haban preguntado: Bueno, habra hecho yo una visita semejante con un sombrero semejante? Y se haban todos respondido: No! Y algunos, los de ms imaginacin, se haban dicho: Es que se me hubiera escapado de la cabeza.

Jorge, escuchando la historia, haba hecho un guio de comprensin: Llevar tal sombrero era mera broma. l entenda bien de bromas!

Hombre altivo dijo. Es un pirata osado.

Y la palabrita tuvo xito: Pirata iba de boca en boca y fu la manera preferida de todos para designar a Bosinney.

Las tas reprocharon a June lo del sombrero.

No debieras permitrselo llevar, hijita.

La respuesta de June fu imperiosa y cortante, como todas sus palabras:

Qu importa eso? Philip nunca se da cuenta de lo que lleva.

Nadie acept la explicacin. No va a saber un hombre lo que lleva puesto... Qu clase de hombre era aqul, que hacindose novio de June, la heredera del viejo Jolyon Forsyte, y beneficindose tanto con ello, se atreva a llevar semejante sombrero? Era arquitecto, pero eso no justificaba nada. Ninguno de los Forsytes era arquitecto, pero uno de ellos conoca muy bien a dos arquitectos que se hubieran guardado mucho de hacer una visita con prenda de cabeza tan ofensiva, en plena season londinense. Aquello era peligroso..., peligroso.

June no le haba visto con semejante facha, desde luego que no... Aunque no haba cumplido los diecinueve, ya entenda de elegancias. Pues no haba llegado a decirle a la seora de Soames, que siempre vesta tan bien, que las plumas eran una cursilera? Y la seora de Soames haba dejado de llevar plumas! Pues no era entendida en modas la nia!...

Estos recelos, esta desaprobacin y natural desconfianza no evitaban que los Forsyte concurrieran a casa del viejo Jolyon ante su invitacin. Una reunin familiar en Stanhope Gate era cosa desusada: ninguna se haba celebrado desde haca doce aos, desde que la seora Forsyte muri.

Nunca haba sido tan concurrida una asamblea familiar, pues, misteriosamente unidos en espritu, a pesar de todas sus diferencias, haban cerrado filas contra el presentido peligro comn que los amenazaba. Igual que el ganado salvaje se une hombro con hombro y testa con testa ante la presencia del lobo, silencioso y dispuesto a arremeter a galope violento contra el invasor, estaban esperando algo los Forsyte. Tambin haban acudido, qu duda cabe, a orientarse respecto a los regalos de boda que se veran obligados a hacer. Pues aunque esta cuestin, generalmente la decida cada uno tras oportunas consultas a los dems: Qu vas a regalar t? Nicols les regalar unos cubiertos, en gran parte dependa del novio: si era elegante, si vesta bien, si tena aire de prosperidad, era necesario regalar cosas buenas. Al final, todos regalaban lo que era debido, por una especie de convenio familiar al que se llegaba muy a la manera como se llegan a regular los precios del mercado en Bolsa, regulndose todo en la casa de Timoteo, en Bayswater, en aquella casa de ladrillo rojo, dando al parque, donde vivan tas Ana, Ester y Julita...

El malestar de la familia Forsyte se justificaba mediante la simple mencin de aquel sombrero... Cualquier familia acomodada que se respetase tena forzosamente que experimentar malestar ante la existencia de aquella desgraciada prenda.

El causante del malestar estaba hablando con June junto a una puerta; su cabello rizado estaba aplastado y en cierto desorden, como si percibiera que algo se trataba en conexin con el mismo. Y el dueo del cabello pareca que estaba pasando por un trance divertido.

Jorge le deca en voz baja a su hermano Eustaquio:

Parece que est presumiendo de sombrero... El muy pirata...

Este chocante joven, como despus le llamara la seora Small, era de estatura media y corpulento, muy plido, moreno, con bigote color tierra, de pmulos salientes y mejillas flacas. Su frente se inclinaba hacia atrs y presentaba sendos abultamientos sobre los ojos, como la frente del len del Parque Zoolgico. Tena los ojos pardos, de mirar tan intenso que a veces desconcertaban. El cochero del viejo Jolyon, tras llevarle con June al teatro, haba dicho a otro criado:

No s lo que me parece... Parece un leopardo a medio domesticar.

De cuando en cuando, un Forsyte se acercaba, daba una vueltecita con disimulo, le echaba una mirada y se iba otra vez.

June estaba de pie, frente a l, protegindole de esta tonta curiosidad; un cuerpecito diminuto, todo pelo y viveza, como alguien haba dicho, con sus azules ojos atrevidos, su mandbula firme, su acusado color y su carita toda demasiado frgil para soportar aquella pesada corona de su pelo de oro rojo.

Una mujer alta, de bello tipo, que alguien de la familia haba comparado con una diosa pagana, miraba a la pareja con sonrisa apagada.

Sus manos, enguantadas a la francesa, estaban cruzadas; su rostro, serio y encantador, se inclinaba ligeramente a un lado, y todos los hombres tenan los ojos fijos en l. Su cuerpo era tan grcil que pareca que el mismo aire iba a moverla En su rostro haba simpata, pero poco color; sus ojos, grandes y oscuros, eran de dulce mirar. Pero eran sus labios al preguntar algo, al responder, con su sonrisa sombra lo que atraa las miradas de los hombres; eran labios sensitivos y dulces, y de ellos pareca desprenderse clido perfume como de una flor.

La pareja no se daba cuenta de la observacin de la diosa. Fu Bosinney quien primero la vi, y pregunt su nombre.

June llev a su novio junto a la mujer de bella figura.

Irene es mi mejor amiga dijo. A ver si sois buenos amigos tambin.

Ante la peticin de la joven, los tres sonrieron; y cuando sonrean, Soames Forsyte, apareciendo tras la mujer hermosa, que era la suya, dijo:

Oye: presntame a m tambin.

Era raro verle muy alejado de su mujer, e incluso cuando por esas obligaciones sociales que se crean en reuniones y fiestas tena que estar separado de ella, no dejaba de mirarla un solo instante, y en su mirada haba una extraa expresin de vigilancia y deseo.

Junto a la ventana, James, su padre, segua examinando la taza de china.

Cunto me extraa que Jolyon consienta este noviazgo! dijo a ta Ana.

Me han dicho que no se van a poder casar en bastantes aos. Este Bosinney lo pronunci haciendo la palabra llana en vez de esdrjula que era no tiene donde caerse muerto. Cuando Winifred se cas con Dartie, le hice depositar hasta el ltimo penique. Menos mal...; si no, no tendran ahora nada.

Ta Ana mir desde su silla de terciopelo. Grises rizos orlaban su frente, rizos que, invariables por dcadas, haban extinguido en la familia toda idea del transcurso del tiempo. No dijo nada, pues hablaba raramente, administrando su cascada voz; pero a James, su mirada le vali por una respuesta.

Claro yo no pude evitar que Irene no tuviese dinero... A Soames le entraron unas prisas... Se qued flaqusimo hacindole la corte.

Dejando la taza sobre el piano, mir al grupo de la puerta.

En mi opinin dijo inesperadamente, las cosas estn bien como estn.

Ta Ana no le pidi explicacin de sus extraas palabras. Comprenda lo que pensaba. Si Irene no tena dinero, no se permitira hacer ninguna tontera. Se deca se deca que reclamaba tener habitacin aparte. Pero, claro, Soames no iba a...

James interrumpi el hilo de sus pensamientos:Pero dnde pregunt estaba Timoteo? No haba venido con ellas?

Una tierna sonrisa escap de los labios apretados de Ana.No, no lo ha credo oportuno con toda esta difteria que anda por ah. Y con lo fcilmente que l pesca esas cosas...

James coment:

S; se cuida, se cuida... Yo no puedo permitirme el lujo de cuidarme.

No podra decirse si era admiracin, desprecio o envidia lo que haba en el fondo de la frase.

A Timoteo, realmente, se le vea muy poco. El menor de los hermanos, editor de profesin, haba varios aos antes, cuando nadie se lo esperaba, olido la depresin que a su comercio esperaba y haba vendido todas sus acciones de su empresa, dedicada principalmente a la edicin de libros religiosos. Despus invirti su dinero en valores del Estado. Y si bien dej garantizada su vida, con este acto se haba aislado de la comunidad familiar, pues no es de Forsytes contentarse con un tres por ciento de inters: por lo menos, un cuatro... Y este aislamiento haba ido poco a poco minando su espritu, quiz ms que comnmente dotado del sentido de la precaucin. No haba cometido la imprudencia de casarse, siendo el matrimonio y los hijos tan pesada carga.

Volvi James a tomar la tacita de china.

No es Worcester autntico. Jolyon te habr dicho algo de ese joven, no? Creo que no tiene dinero, ni negocios, ni rentas, ni nada... Pero no s... A m nadie me dice nada...

Ta Ana sacudi la cabeza. Por su cara ajada y aquilina pas un ligero temblor; apret unos contra otros sus delgados dedos, expresin de afirmar su voluntad.

Varios aos mayor que los dems hermanos Forsytes, tena entre ellos una posicin especial. Oportunistas y egotistas todos ellos claro que no ms que los dems humanos, temblaban ante su incorruptible carcter. Y cuando se les presentaba una oportunidad demasiado interesante, lo nico que podan hacer era huir de su hermana...

Cruzando sus piernas largas y delgadas, James continu:

Jolyon tiene que hacer siempre lo que le parece. No tiene hijos... y se detuvo, recordando la existencia del joven Jolyon, hijo del viejo, padre de June, que haba dado aquel escndalo de abandonar a su mujer e hija y marchar con aquella institutriz extranjera.... Bueno prosigui apresuradamente; si le gusta hacer las cosas as, l pagar las consecuencias. Veremos lo que tiene que darle. Lo menos le habr de pasar mil al ao; no tiene que darle a nadie, pues...

Tendi la mano para saludar a un apuesto y bien afeitado visitante, casi calvo, de larga nariz, labios carnosos y ojos grises y fros bajo unas cejas en ngulo recto.

Qu tal, Nick? murmur. Cmo ests?

Nicols Forsyte, con rapidez de pjaro y aspecto de joven inteligente (haba hecho una gran fortuna, honradamente, actuando de director de varias compaas), deposit y retir en la fra palma de la mano del viejo las puntas ms fras an de sus dedos.

Estoy mal, muy mal murmur con aire de preocupacin. No duermo por las noches. El mdico no sabe el porqu. Es hombre que vale, pues si no, no sera mi mdico, pero lo nico que hace es cobrarme.

Los mdicos! exclam James. A m me han visto todos los mdicos de Londres... No te dicen ni una palabra que sirva para orientarte. Mira Swithin. De qu le han servido tambin los mdicos? Sigue engordando! Est enorme! Y no pueden hacerle perder peso. Aqu viene.

Swithin Forsyte, alto, cuadrado ya de gordo, con el pecho abultado como un palomo buchn, brillando sus chalecos, se acercaba a ellos dando trabajosos saltitos.

Hola, cmo estis? dijo con su elegante tono de voz. Cmo va esa salud?

Todos los hermanos sentan recelo de que cualquiera de ellos pudiera exhibir una salud peor que la propia, eclipsando as los propios sufrimientos.

Estbamos diciendo precisamente que no adelgazas nada...

Swithin proyect hacia afuera sus ojos saltones en el esfuerzo de escuchar.

Adelgazar? S, s, adelgazar!... No tengo la suerte de estar como vosotros...

Y temeroso de perder su apostura, se ech hacia atrs en estado de completa inmovilidad, pues lo que ms estimaba era una apariencia distinguida.

Ta Ana dirigi sus ojos cansados primero a uno y despus a otro. Su mirada era a la vez indulgente y severa. Los tres hermanos correspondieron a sus miradas. Estaba ya temblona. Maravillosa mujer! Ochenta y seis aos, y como si nada; podra vivir por lo menos otros diez; y eso que nunca haba tenido mucha salud. Swithin y James, los mellizos, slo tenan setenta y cinco. Nicols era un cro de setenta o as. Todos estaban fuertes y orgullosos de ello. De todas las formas de la propiedad, la que ms interesaba a cada cual era la de su salud.

Yo me encuentro muy bien prosigui James. Pero los nervios los tengo destrozados La menor cosa me preocupa horriblemente. Tendr que ir a Bath.

Bath! dijo Nicols. Ya he probado yo con Harrogate. Pero eso no sirve para nada. Lo que me sienta bien es el aire del mar. No hay nada como Yarmouth. Ah s que duermo bien...

A m es el hgado lo que me trae a mal traer interrumpi Swithin lentamente. Tengo aqu un dolor terrible y se coloc la mano en el lado derecho.

Pues todo es falta de ejercicio murmur James con los ojos puestos en la tacita de china. Y aadi rpidamente: Tambin a m me duele ah.

Swithin enrojeci, viniendo a su rostro un gran parecido con el pavo.

Falta de ejercicio! Yo hago mucho ejercicio siempre. En el Club no tomo nunca el ascensor.

No s. Yo no s nada de nadie. Nadie me dice nunca nada dijo James.

Swithin le mir fijamente, preguntndole:

Qu tomas t para ese dolor?

Se ilumin el rostro de James.

Pues... comenz. Tomo un compuesto de...

Qu tal, to?

Era Juno, firme y erecta ante l, con su carita levantada y extendiendo la mano. Desapareci el brillo del rostro de James.

Cmo ests t? dijo inclinndose hacia ella. Conque te vas maana u Gales, a visitar a la familia de tu novio? All estar lloviendo mucho. Oye: esto no es Worcester autntico y di unos golpecitos en la taza. El juego que le regal yo a tu madre cuando se cas s que lo era.

June di la mano a los tres tos y se volvi a ta Ana. A los ojos de la vieja seora haba acudido una mirada de dulzura. Bes la mejilla de la muchacha con fervor tembloroso.

Bueno, rica ma... dijo. Y te vas por un mesecito entero, eh?

La muchacha sigui, y ta Ana contempl su esbelta figurilla. La anciana, en cuyos ojos grises y acerados se iba formando una pelcula como en los ojos de los pjaros, continuaba mirndole, entre la gente, que empezaba a despedirse. Y sus dedos se apretaban unos contra otros queriendo retrasar su propia y definitiva despedida.

S pens. Todos han sido muy cariosos, todos han venido a felicitarla. Quiera Dios que sea muy feliz.Entre la multitud que desfilaba la multitud bien vestida de abogados, mdicos, agentes de Bolsa, profesionales de la clase media, slo haba un veinte por ciento de Forsytes; pero todos eran Forsytes ante los ojos conocedores de ta Ana... No haba muchas diferencias: eran todos de su sangre y su carne. Era su mundo, casi su familia. No conoca otras gentes. Todos sus pequeos secretos, enfermedades, compromisos, matrimonios; la manera de irles las cosas en la vida; si hacan dinero o no... todo esto era propiedad de ella, era su delicia, su vivir. Fuera de esto, slo exista una confusa nebulosa de personas, de hechos, de cosas que no le importaban. Esto que estaba viendo era lo que tendra que dejar cuando le llegara la hora de morir; esto era lo que a ella la haca sentirse importante, sentimiento sin el que no podemos vivir; y a esto se agarraba ansiosamente, con ansia que cada da se haca mayor. La vida, indudablemente, se le marchaba poco a poco. Pero esto lo conservara hasta el final.

Pens en el padre de June, el joven Jolyon, que se fu con aquella chica extranjera. Qu golpe para su padre y para toda la familia! Un chico que prometa tanto! Pero por lo menos no hubo escndalo, pues la mujer de Jo no pidi el divorcio. Y cunto tiempo haca ya... Cuando muri la madre de June, haca seis aos. Jo se haba casado con aquella mujer, y haba odo que tena dos nios. Haba perdido su derecho a ir all, a casa de su padre. Y con ello la haba privado a ella del placer natural de verle, de besarle..., con lo orgullosa que habra estado de poderlo hacer... Acudieron unas lgrimas a sus ojos. El pensar aquello la llenaba de amargura y avivaba la vieja herida de su corazn. Con un pauelo de la tela ms fina se limpi los ojos furtivamente.

Qu hay, ta Ana? dijo, tras ella, una voz.

Soames Forsyte, con sus hombros cados y su cara seria, su cintura baja, su aire reservado, la miraba desde su altura y de costado, como tratando de ver a travs de su nariz.

Qu te parece el noviazgo? le pregunt.

Ta Ana le mir con orgullo. Era el mayor de los sobrinos que quedaban desde la eliminacin del joven Jolyon del seno de la familia. Era su favorito, pues reconoca en l un seguro depositario del alma familiar, que tan pronto dejara de tenerla a ella de guardiana.

Un joven muy simptico respondi. Y muy guapo tambin. Pero dudo que sea el novio ms adecuado para June.

Soames toc el borde de una pantalla dorada.

Ya le domar ella dijo, mientras furtivamente humedeca los dedos y se frotaba los nudillos. Es laca dorada autntica, muy antigua. Ya hoy no se la consigue. Se vendera bien en una subasta de Jobson hablaba con delectacin, conociendo que alegraba con su charla a su anciana ta. Casi nunca era confidencial. No me importara comprarla yo mismo. No se pierde nunca dinero invirtindolo en laca antigua.

Qu entendido eres en estas cosas! Y cmo est Irene?

La sonrisa de James se hel.

Bastante bien dijo. Se queja de no poder dormir, pero duerme mucho mejor que yo y mir a su mujer, que estaba hablando a la puerta con Bosinney.

Suspir ta Ana.

Quiz dijo sera mejor que no viese mucho a June. Tiene un carcter tan decidido y extrao esta chiquilla...!

Soames se ruboriz. Sus rubores pasaban rpidamente de las flccidas mejillas a la zona de los ojos, y all persistan mostrando la turbacin de sus pensamientos.

No s qu le encuentra a esa cra que es tan amiga suya exclam con cierta clera. Pero dndose cuenta de que ya no estaban solos, volvi al examen de la lmpara.

Dicen que Jolyon ha comprado otra casa dijo la voz de su padre, a su lado, debe de tener un montn de dinero. Debe de tener tanto, que no sabe en qu emplearlo... En Montpellier Square, cerca de Soames. Nunca me dicen nada! Sobre todo Irene... nunca me dice nada!

Estupendamente situada, a dos minutos de la ma. Y desde la ma llego al Club en ocho... dijo Swithin.

Las situaciones de las respectivas casas era cosa de importancia vital para los Forsytes, y no era extrao, pues el espritu de su xito radicaba en la ubicacin de casas.

Su padre, de familia de granjeros, haba venido a Dorsetshire, a comienzos del siglo.

Forsyte el Grande, como le llamaban sus ntimos, haba sido pen de albail y haba llegado a constructor. Hacia el final de su vida, se haba trasladado a Londres, dedicndose a la construccin hasta el da que muri. Le enterraron en Highgate. Dej ms de treinta mil libras a sus diez hijos. El viejo Jolyon deca que era hombre fuerte, sin refinamientos excesivos. Pues la segunda generacin de Forsytes pensaba que semejante padre no les haca demasiado honor. El nico rasgo aristocrtico que podan recordarle era su aficin a beber madeira.

Ta Ester, autoridad suprema en historia familiar, le describa as:

No me acuerdo de que nunca hiciera nada. Por lo menos en mi poca. S..., era propietario. Tuvo el cabello as como el to Swithin. Era bastante fuerte, fsicamente. Alto? No, no era muy alto (tena cinco pies, rematados por una cara llena de pecas). Si, muy buen color. Recuerdo que le gustaba el madeira; pero pregntale a ta Ana. Su padre..., s, creo que tena alguna tierra por Dorsetshire, cerca de la costa.

Una vez James fu a ver aquella tierra de donde procedan. Se encontr con dos viejas granjas, un camino de carros discurriendo por la tierra roscea y que llevaba a un molino junto a la playa; una pequea iglesia gris rodeada de un muro muy remendado y apuntalado, pero con una alegre capilla. El arroyo que accionaba el molino vena repartido en una docena de arroyuelos menores, y los cerdos danzaban por su estuario. Durante cientos de aos, con los pies clavados en el fango, los Forsytes haban vivido all, recorriendo domingo tras domingo el camino de la iglesia.

No se sabe si James haba ido all con la idea de encontrar alguna herencia o algn detalle de nobleza en su ascendencia. Es el caso que vino de mal humor, tratando de disimular lo posible.

Poco, poco se puede sacar de all. Unas casuchas ms viejas que los cerros en que estn.

La antigedad era lo nico que poda tener algn inters. El viejo Jolyon, en quien de vez en vez surgan pujos nobiliarios, deca; Terratenientes..., pero no creo que fuera mucho. Y repeta la palabra terratenientes, tratando de obtener con ello algn consuelo.

Se haban manejado tan bien los hermanos Forsytes, que haban llegado a lo que se suele decir disfrutar de una posicin desahogada. Tenan participacin en todas las empresas imaginables, excepto excluyendo a Timoteo en valores del Estado, pues no haba en la vida nada ms terrible que sacar slo un tres por ciento de intereses. Coleccionaban cuadros adems, y contribuan a todas las instituciones de caridad que podan dar algn prestigio a sus economas enfermizas. Haban heredado de su padre un natural talento para lo referente a ladrillos y argamasas Al principio, quiz hubiera pertenecido la estirpe a alguna secta de poca monta; pero con el natural devenir de las cosas, pertenecan todos ya a la Iglesia de Inglaterra, y hacan que sus mujeres e hijos acudieran a las ms distinguidas iglesias de la metrpoli. Si alguien hubiese puesto en duda su cristianismo, les hubiera causado sorpresa y dolor. Algunos hasta pagaban asientos en la iglesia, expresando as, de la forma que les pareca ms eficaz, su simpata por las doctrinas de Cristo.

Sus residencias, puestas a intervalos regulares alrededor del parque, vigilaban como centinelas el corazn de Londres, no fuera a escaprseles el lugar donde deban vivir las personas de respeto.

El viejo Jolyon viva en Stanhope Gate; James y los suyos, en Park Lane; Swithin, en la soledad gloriosa de azahar de las Hyde Park Mansions no se haba casado, no! ; Roger, con su familia, en los Jardines del Prncipe. (Roger era aquel ilustre Forsyte que haba ideado y obligado a seguir a sus cuatro hijos una nueva profesin: La Propiedad Inmobiliaria... No hay carrera como esa! Yo nunca me he dedicado a otra.)

Los Hayman la seora de Hayman era la nica Forsyte casada vivan en una casa all arriba en Campden Hill, que tena forma parecida a la de una jirafa, y que era tan alta que quien quisiera mirarla tena que doblar violentamente el cuello; los Nicolases, en Ladbroke Grove, gran vivienda y buen precio; finalmente, Timoteo viva en la carretera de Bayswater, con Ana, Julita y Ester bajo su gida protectora.

Pero James estaba muy preocupado, y pregunt a su anfitrin y hermano cunto haba pagado por la casa de Montpellier Square. l haba estado pensando, durante dos aos lo menos, en comprar una casa all mismo. Pero pedan un precio que...

El viejo Jolyon di detalles.

Veintids aos pagando esa cantidad? dijo James. Es precisamente la casa que yo quera... Pero has pagado demasiado.

Frunci Jolyon el ceo.

No es que a m me interese dijo James apresuradamente. A ese precio no me conviene. Soames conoce la casa... l te dir si has pagado poco o mucho. Su opinin es de peso.

A m dijo el viejo Jolyon me importa un pito su opinin.

S, hombre, s... dijo James. T siempre hars lo que te d la gana. sa es la mejor opinin. Adis! Vamos en coche a Hurlingham. Si June se va a Gales, te quedars solo. Vente a cenar con nosotros.

El viejo Jolyon rehus. Baj hasta la puerta de la calle a despedirlos; cuando se iban en su coche les hizo un guio; le haba desaparecido el mal humor. La mujer de James, con su aire majestuoso y su pelo blanco marfil, se sentaba dando frente a los caballos; a su izquierda, Irene... Los dos maridos, padre e hijo, frente a ellas, se les inclinaban como si esperasen algo de sus respectivas mitades. El viejo Jolyon los vi partir, entre los saltos y los bandazos del coche.

En el camino, fu la seora de James quien rompi el silencio:

Habis visto qu coleccin de gente rara?

Soames asinti con la mirada y con una inclinacin de cabeza. Vio que Irene le miraba furtivamente con una de aquellas miradas insondables suyas. Era lo ms probable que cada rama de los Forsytes, camino de casa, fuera haciendo parecidos comentarios de los dems.

Los hermanos cuarto y quinto. Nicols y Roger, fueron de los ltimos en marchar y lo hicieron juntos. Dirigieron sus pasos por Hyde Park hacia la estacin del Metro de Praed. Al igual que los dems Forsytes de cierta edad, tenan coche y no tomaban uno de alquiler si podan evitarlo.

El da era claro y los rboles del parque presentaban su belleza plena de mediados de junio; pero los hermanos parecan no darse cuenta de esta circunstancia que, sin embargo, contribua a la viveza de su conversacin.

S deca Roger. Es guapa la mujer de Soames; pero dicen que no andan bien.

Este hermano tena una frente amplia y mejor color que ninguno; sus ojos gris claro medan las dimensiones de las fachadas cuando iba por la calle, y de vez en vez levantaba el paraguas para calcular la altura de una casa.

No tiene dinero replic Nicols.

l se haba casado con una mujer adinerada, de cuyos bienes, gracias a estar en tiempos anteriores a la Ley Reguladora de los Bienes de las Esposas, haba podido sacar buen partido.

Qu era su padre?

Se llamaba Heron. Era profesor de no s qu.

Roger movi despectivamente la cabeza.

Pues vaya cosa. Eso no da dinero.

Dicen que el abuelo materno se dedicaba al cemento.

El rostro de Roger se anim.

Pero parece que quebr continu Nicols.

Ah! exclam Roger. Le dar un disgusto a Soames, te lo digo yo; le dar disgustos... Adems, tiene aspecto de extranjera.

Nicols se relami.

Es una bonita mujer y desvi con la mano a un barrendero que se le acercaba.Cmo conseguira que se casara con l? pregunt Roger de repente. Debe de gastarle un capital en vestidos.

Dice Ana replic Nicols que estaba medio loco por ella. Le di calabazas cinco veces. A James se le ve contrariado.

Ah! volvi a exclamar Roger. Lo siento por James. Ya tuvo disgustos con Dartie. Su vivo color estaba ms acusado que nunca. Levantaba frecuentemente el paraguas al nivel de los ojos. La cara de Nicols tambin presentaba aspecto de agrado.Demasiado plida para m dijo. Pero tiene un gran tipo.

Roger no respondi.

Es distinguida dijo al fin; y ste era el mayor elogio que poda hacer un Forsyte. El Bosinney ese no har nunca nada de provecho. En casa de Burkitt dicen que es un sujeto de esos artsticos, con la mana de mejorar la arquitectura inglesa. Pero eso no da nada. Me gustara saber lo que piensa de l Timoteo.

Entraron en la estacin del Metro.

Yo voy en segunda. Y t?

Yo no quiero segundas dijo Nicols. Puede uno pescar cualquier cosa.

Tom un billete de primera hasta Notting Hill Gate; Roger, uno de segunda, para South Kensington. El tren vino en seguida, y los hermanos se separaron para entrar en sus respectivos departamentos. Los dos estaban molestos porque el otro no haba modificado su costumbre para acompaarle un poco ms. Roger casi dijo en voz alta:

Este Nicols, tan rooso como siempre.

Y Nicols pens:

Este Roger, siempre tan orgulloso y amigo de echrselas.

No eran los Forsytes demasiado sentimentales. Qu tiempo tena para sentimentalismos en aquel gran Londres que haban sabido conquistar?

II

EL VIEJO JOLYON VA A LA OPERA

Eran las cinco del siguiente da, y el viejo Jolyon estaba solo, fumando un puro y tomando una taza de t que tena junto a s en su mesita. Estaba cansado, y con el puro sin terminar, qued dormido. Se le par una mosca en la cabeza; se oa fuertemente, en el silencio, su respirar, y su labio superior tena temblores intermitentes, rpidos. El puro se le haba cado de la mano arrugada y venosa, y en el vaco hogar de la chimenea se iba consumiendo.

La ttrica habitacioncita, con vidrieras de colores en la ventana, estaba amueblada en caoba pesadamente tallada y tapizada en verde; mobiliario del que el viejo Jolyon sola decir: No me extraara que algn da alcanzase buen precio.

Le era agradable pensar que despus de muerto sus cosas podan valer ms de lo que l pag por ellas.

En el ambiente gris y rico, peculiar en las habitaciones interiores de la casa de Forsyte, el blanco cabello, resaltando del almohadn de su silln de alto respaldo, comunicaba a su cabeza un aire rembrandtesco, slo contrariado por el bigote que militarizaba su rostro. Un viejo reloj, que tena desde que se cas cincuenta aos antes, marcaba los segundos que, inexorables, se escapaban de la posesin de su viejo dueo.

Nunca haba sido aficionado a aquella habitacin, y slo la pisaba para tomar tabaco de aquella cajita de laca japonesa del rincn. Pero ahora, la habitacin se estaba vengando.

Los parietales, que se curvaban como techos de barraca; los pmulos, la barbilla, que se le afilaba al dormir, proclamaban la confesin de que era un hombre viejo.

Se despert. June no estaba! James le haba dicho que se encontrara solo. James haba sido siempre un pobre diablo. Se acord con satisfaccin de que le haba quitado a James la ocasin de comprar aquella casa. Que se fastidiara, por rooso, por pararse tanto a mirar el precio. No pensaba ms que en el dinero, el demonio del hombre... Pero no habra pagado l demasiado? Habra que hacer muchas reparaciones. Se precisara gastar mucho dinero antes de acometer la boda de June. No deba haber permitido ese noviazgo. Haba conocido a Bosinney en casa de Baynes y Bildeboy, los arquitectos. Crea que Baynes, aquel cara de vieja era to poltico de Bosinney. Desde que le conoci, su nieta no haba dejado de perseguirle, y cuando se le meta una cosa en la cabeza no haba quien la hiciera desistir. Siempre estaba metida con muertos de hambre, de una clase o de otra. Aquel tipo no tena que llevarse a la boca, pero ella se empe en ser su novia...; un hombre intil, sin espritu prctico, que no parara de meterse en dificultades y apuros.

Se le present un da y le di la noticia del noviazgo como si tal cosa... Y para acabarlo de arreglar, le haba explicado:

Es formidable!... Muchas veces ha estado viviendo de chocolate con agua por una semana...

Y piensa mantenerte a ti a base de chocolate con agua tambin, no?

No, no!... Ahora ya est entrando en el mar del dinero...

El viejo Jolyon se haba quitado el cigarro de entre los bigotes, manchados de nicotina y caf y la haba mirado. Que aquella pequeez de chica se le hubiera apoderado as del corazn! Saba de mares de dinero ms que su nieta. Pero ella se le haba sentado encima y frotaba la carita contra la suya haciendo un ruidito como el run run de un gato... Tirando la ceniza, haba explotado en desesperacin nerviosa:

Sois exactamente iguales! Si no consegus lo que queris, no estis a gusto. Pues si t te empeas en ser la desdichada, t te lo buscas... Yo me lavo las manos.

Y con esta decisin, no quiso hablar ms del asunto. La nica condicin que puso fu la de que no se casaran hasta que Bosinney ganara un mnimo de cuatrocientas libras anuales.

Yo no podr darte mucho haba dicho, frase a la que June estaba bastante acostumbrada. Quiz el Don Nadie ese saque para el chocolate con agua...

Desde que comenz el noviazgo vea a menos a su nieta. Mal asunto! No estaba dispuesto a darle una dote que permitiera al otro vago darse buena vida sin trabajar. Ya conoca l casos parecidos. Y no acababan nunca bien. Y lo peor era que no se poda contar con hacerle desistir. Era obstinada como una borrica, desde pequeita, siempre igual. Pero no la dejara casarse hasta que el jovencito aquel tuviera una renta decente. Pues y aquello de irse a Gales a visitar a las tas del novio! Quiz viniera bien, pues estaba seguro de que seran unos tipos raros...

Inmvil, el viejo Jolyon contemplaba la pared, pero pareca dormido. Mira que pensar que aquel majadero de Soames poda irle a l con consejos!... Y el muy necio, con sus narices mirando al cielo, llegara a situarse, a ser un hombre acomodado. Hombre acomodado Soames! Era igual que su padre, siempre venteando negociejos, siempre a la que salta... Un pordiosero de los negocios, lo mismito que su padre.

Se levant, fu al rincn de la cajita japonesa, y lentamente empez a llenar la petaca de habanos. No eran malos para su precio, pero ya no se encontraba un buen cigarro, nada que se pareciera a un superfino de Hanson y Bridger. Aqullos eran cigarros!

El recuerdo, cual perfume sutil aspirado sin saberlo, le hizo volver a aquellas noches maravillosas de Richmond, cuando despus de cenar se sentaba a fumar en la terraza de La Corona y el Cetro con Nicols Treffry, con Traquair, con Jack Herring y Antonio Thornworthy...

De todos aquellos, slo deba de vivir l. Tambin viva Swithin, pero tan gordo, tan ofensivamente gordo, que no haba que pensar en l para nada.

Se le haca difcil creer que hubiesen pasado tantos aos; l se senta an joven. La idea de la vejez, mientras coga los puros, se le clavaba amargamente en el alma. Con su cabeza blanca y su soledad, se senta joven y animoso. Y aquellas tardes de domingo en Hampstead Heat, cuando su hijo Jolyon y l iban por la calle de los Espaoles a Highgate, a Childs Hill, y volvan por la carretera de Heat a cenar a El Castillo... Qu bien saban entonces sus cigarros! Y qu tiempo tan bueno haca! Ahora no tenan ni buen tiempo...

Y cuando June era un renacuajo de cinco aos y se la llevaba los domingos al Parque Zoolgico, lejos de las faldas de su madre y de su abuela, y ella daba a los osos bollos pinchados en la punta de su paraguas, qu bien saban sus cigarros...

Sus cigarros! No haba conseguido perder el buen paladar, aquel buen paladar que lleg a ser famoso, que haca que se refirieran a l diciendo: Forsyte tiene el paladar mejor de todo Londres. Su paladar haba colaborado en mucho a su fortuna, la fortuna de los famosos importadores de t Forsyte y Treffry, cuyo t era el mejor del mundo, pues l saba cuidar su aroma, el encanto de un aroma romntico y genuino. La Casa Forsyte y Treffry, en la City, tena un gran aire de misterio, de tratos especiales con barcos especiales, procedentes de puertos especiales donde orientales especiales tambin le preparaban el t que su paladar especial aconsejaba como el mejor.

Haba trabajado duro en aquel negocio. Entonces se trabajaba de verdad. Las nuevas generaciones no saban ni lo que significaba la palabra trabajar. l estaba en todos los detalles, conoca exactamente toda aparente insignificancia. Y... cuntas noches se pas en claro, sin dejar de trabajar! Y siempre haba escogido personalmente sus agentes, y lo tena a gala. Su vista para calar a la gente, deca, haba sido el secreto de su xito, y el ejercicio de su formidable capacidad de seleccionar era la parte que ms le haba gustado de su trabajo. Y un hombre de su habilidad no tena ninguna carrera. Incluso ahora, que la compaa se haba convertido en Sociedad Limitada y estaba declinando (l se haba desprendido de sus acciones haca mucho tiempo), senta remordimientos, pues qu de cosas poda haber hecho si hubiera estudiado! En la abogaca hubiera cosechado los mejores xitos. Hasta hubiera pertenecido al Parlamento. Muchas veces se lo haba dicho Treffry: T llegaras a cualquier cosa si no te preocuparas tanto por tu porvenir. Pobre Treffry! Tan buen muchacho como era..., pero muy escandaloso. l s que no se haba preocupado nada del porvenir... Ya estaba muerto. El viejo Jolyon cont sus puros con mano firme y pens si en fin de cuentas no se haba preocupado de su porvenir en demasa.

Se guard la petaca en el bolsillo interior de la chaqueta, se abroch y subi la escalera que llevaba a su dormitorio, descansando pesadamente sobre los pies y apoyndose en la barandilla. La casa era demasiado grande. Cuando se casara June, que se casara si se le meta en la cabeza, dejara aquella casa y se marchara a vivir a un hotel. Qu necesidad tena l de mantener media docena de criados que no hacan ms que comer?

Su ayuda de cmara se person al orle tocar la campanilla. Era un hombre alto, con barba, de andar silencioso y una capacidad peculiar para estar callado. El viejo Jolyon le dijo que sacara su traje de etiqueta. Iba a cenar al club.

A qu hora volvi el coche de llevar a la seorita June a la estacin? A las dos? Que me espere a las seis y media.

El Club en que Jolyon penetr, dando las seis, era una de esas instituciones de la clase acomodada que han tenido mejores tiempos. A pesar de que todos estaban cansados de l, y quiz precisamente por eso, el Club demostraba una tremenda vitalidad. La gente se hartaba de decir que le quedaba poco tiempo de existencia. El viejo Jolyon lo deca tambin, pero despreciaba la cosa de forma que irritaba a todo socio con espritu de Club debidamente desarrollado.

Por qu sigues perteneciendo? le preguntaba Swithin, muy irritado. Por qu no te haces del Poliglota? No hay en todo Londres donde se encuentre un vino tan bueno como el nuestro a veinte chelines la botella y bajando la voz, aada: Slo nos quedan cinco mil docenas. Yo me aprovecho y bebo todas las noches.

Pues ya lo pensar responda su hermano; pero siempre que lo pensaba, pensaba tambin que habra de pagar una cuota de entrada de cincuenta guineas. Y segua pensando el asunto...

Ya era demasiado viejo para ser liberal; haba dejado de creer en las doctrinas polticas de su Club, incluso se afirmaba que las calificaba de majaderas, pero le causaba placer pertenecer a una institucin opuesta a su criterio. Habalo despreciado siempre, pues entr en l despus de haber sido rechazado en el Hotch Potch, haca ya muchos aos, a causa de ser industrial nada ms... Como si fuera menos que otros que presuman de vivir de rentas... Era natural que despreciara al Club que le admiti. Los socios eran unos pobretones, muchos de ellos con tiendas, comisionistas, corredores de Bolsa, procuradores..., cosas de sas. Como la mayora de los hombres de carcter, pero no muy originales, el viejo Jolyon tena en poco a la clase social a que perteneca. Observaba fielmente sus costumbres sociales y de todo orden, pero secretamente la despreciaba.

A fuerza de aos y de filosofa, haba llegado a olvidar su derrota en el Hotch Potch, y ahora, en sus sueos, lo consideraba como el Rey de los Clubs. l hubiera ingresado, a no ser por la forma absurda con que Jack Herring, el socio que le present llev las gestiones; Y qu cosas!... Haban admitido a su hijo Jo sin rechistar. Todava deba pertenecer, pues haca ocho aos haba recibido una carta suya en papel del Club.

Haca meses que no iba por su Club, y la casa haba sufrido una ridcula decoracin que la gente hace en las casas y barcos que quiere vender.

Han dejado bonito el fumador! pens. Pues el comedor s que est bueno!

Le irrit el color chocolate con adornos verdes en que lo haban pintado.

Pidi la cena y se sent en el mismo rincn, quiz a la misma mesa (pues las cosas no variaban mucho en aquel Club de principios casi radicales), en que sola hacerlo veinticinco aos antes, cuando despus de llevarle a cenar, llevaba a su hijo al teatro en vacaciones.

Le encantaba el teatro al muchacho, y el viejo Jolyon le recordaba sentado frente a l y tratando de ocultar con charla viva la excitacin que le produca el ir a ver una funcin.

Encarg la misma cena que el chico haba escogido siempre: sopa, boquerones, chuletas y una pequea tarta. Si estuviera all su hijo!

No le haba visto en catorce aos. Y en aquellos catorce aos se haba preguntado muchas veces si no tendra l que reprocharse la separacin. Un desgraciado asunto de amores con Danae Thornworthy, la preciosa hija de Antonio Thornworthy, le haba lanzado de rebote a casarse con la madre de June. l deba quiz haber impedido aquel matrimonio; los dos eran demasiado jvenes. Pero comprendiendo que su hijo tena que olvidar aquellos amores desgraciados, hizo lo posible por que se casara cuanto antes. Y en cuatro aos de matrimonio se haba presentado la catstrofe. Haber aprobado el proceder de su hijo en aquella vergenza hubiera sido de todo punto imposible. La razn y la costumbre aquella combinacin de potentes factores que constitua sus principios le dijeron que era imposible del todo, aunque su corazn sufra. Y el remordimiento le agobiaba ahora. Todo fu por June, por aquella muequita de pelo llameante que se haba apoderado de l, que se haba adueado de su corazn, de aquel corazn que era el juguete de esos seres dbiles y desamparados que son los nios. Con su claridad de visin de siempre, se di cuenta de que tena que separarse de su hijo o de su nieta: no haba trminos medios, y en esto radicaba la tragedia. Y su amor por la nia prevaleci. No poda encender una vela a Dios y otra al diablo..., y dijo adis a su hijo.

Y el adis duraba hasta el presente.

Quiso seguir pasando una corta mensualidad a su hijo, pero la rechaz, y quiz fuera eso lo que le doliera ms de todo, pues era la prueba slida y tangible de que todo haba terminado.

La cena no le supo a nada; el champaa era seco y amargo, no como el de la Viuda de antao.

Estaba tomando el caf cuando se le ocurri que poda ir a la Opera. En el Times, naturalmente, pues desconfiaba de los dems peridicos, vi que daban Fidelio. Menos mal que no era una de esas modernas pantomimas de Wagner.

Con su vieja chistera, de ala ya plana del uso y de gran volumen, pareca un emblema viviente de mejores tiempos. Ponindose los finos guantes de cabritilla, que olan a la piel de Rusia de su petaca, por estar siempre en contacto en el mismo bolsillo, entr en un coche.

El vehculo cascabeleaba alegre por las calles y el viejo Jolyon senta desusada animacin.

Los hoteles deben de estar haciendo un negocio brbaro, medit. Haca unos aos no haba ninguno de aquellos grandes hoteles. Pens satisfecho en algunas fincas que posea por all. Estaran subiendo de valor a saltos. Y vaya trfico...

Pero a partir de esto se lanz a una de aquellas extraas especulaciones, tan poco forsyteanas, y en las que, parcialmente, descansaba su superioridad sobre todos los dems. Qu pequeo es el ser humano! Y qu sera de todos en fin de cuentas?

Al salir del coche, tropez. Pag al cochero el precio del viaje exactamente, fu a la taquilla, y ante ella qued con el monedero en la mano. Siempre haba llevado el dinero en un monedero, pues no aprobaba la costumbre de llevarlo desperdigado en los bolsillos, como hacen muchos. El taquillero se inclin hacia adelante, asemejndose a un perro que se asomara en la perrera.

Pero si es el seor Forsyte! dijo con una nota de sorpresa en la voz. El mismsimo seor Jolyon Forsyte! Haca aos que no le vea... Y qu tiempos stos, seor mo... Recuerda cuando usted y su seor hermano y aquel seor de las subastas, el seor Traquair y el seor Treffry, tenan abonos por toda la temporada? Y cmo est usted, seor? Ya no somos tan jvenes...

El brillo de los ojos del viejo Jolyon aument. No le haban olvidado. Penetr en la sala a los acordes de la obertura como un viejo caballo de guerra en el campo de batalla.

Aplastando la chistera, se sent, se quit los guantes a la manera antigua, y con los gemelos ech una mirada alrededor de la sala. Dejndolos finalmente en su chistera plegada, mir al escenario. Ms agudamente que nunca comprendi que todo haba ya terminado para l. Dnde estaban las mujeres, aquellas hermosas mujeres que antao llenaban el patio de butacas, los palcos? Dnde estaba la emocin con que esperaba la aparicin en escena de alguno de aquellos maravillosos cantantes? Dnde estaba aquella sensacin de embriaguez de vida y de su capacidad para gozarla?

Y l haba sido el mayor aficionado a la pera de sus tiempos! Ya no haba pera tampoco! Aquel Wagner lo haba echado todo a perder; ya no haba meloda, ni voces, ni nada. Los grandes cantantes de sus tiempos! Todos haban desaparecido. Vea las viejas escenas y su corazn estaba mudo.

Desde el rizo plateado que tena sobre la oreja hasta las puntas de los zapatos, no haba nada caduco ni viejo en Jolyon Forsyte. Estaba tan erguido casi tanto como en los tiempos en que vena todas las noches; su vista era tan buena casi tan buena como entonces. Pero qu sensacin de fatiga y desilusin!...

Siempre haba disfrutado de las cosas, incluso de las imperfectas (haca muchas cosas imperfectas en la vida); haba gozado con moderacin, para conservarse siempre con entusiasmo juvenil. Pero ahora le haba abandonado su capacidad de goce, su filosofa, quedndole solamente aquella sensacin horrible de acabamiento. Ni el coro de los prisioneros de la cancin de Florin podan disipar la tristeza de su soledad.

Si estuviera Jo con l! El muchacho deba de tener cuarenta aos por aquel entonces. Y ya no era un paria social. Estaba casado. El viejo Jolyon no haba sido capaz de evitar una demostracin de agrado por el hecho, y le haba enviado un cheque de quinientas libras. El cheque le haba sido devuelto en una carta del Hotch Potch, que deca:

Mi queridsimo padre:

Tu generoso regalo ha sido recibido como prueba de que podras pensar peor de m. Te lo devuelvo; pero si creyeses oportuno invertirlo en beneficio del pequeo (le llamamos Jolly) que lleva nuestro nombre, aunque abreviado, te quedara muy agradecido.

Deseo cordialmente que te encuentres tan bien como siempre.

Tu hijo que te quiere,Jo.

La carta era muy suya. Siempre haba sido un muchacho cordial. Le haba contestado:

Mi querido Jo:

La suma (500 libras) consta en mis libros consignada a tu hijo, a nombre de Jolyon Forsyte, y devengar un inters anual del 5 por 100. Deseo te encuentres bien. Por ahora mi salud sigue siendo buena.

Recibe el cario de tu padre.Jolyon Forsyte.

Y cada da de Ao Nuevo haba aadido cien libras y los intereses. La suma iba creciendo, el prximo Ao Nuevo llegarla a mil quinientas libras y pico. Y es difcil expresar la alegra que sacaba de aquella transaccin anual. Pero la correspondencia haba terminado.

A pesar de su cario por su hijo; a pesar de un instinto en parte constitutivo de su carcter, en parte resultado como en miles de los de su clase de su continuo manejo y observacin de negocios, que le llevaba a juzgar las conductas antes por sus consecuencias que por los motivos que las hubieran determinado, tena en el corazn un fondo de malestar. En aquellas circunstancias, su hijo debera haberse hundido totalmente; era la ley escrita en todas las novelas, sermones y dramas que haba ledo, escuchado o presenciado.

Al serle devuelto el cheque le pareca que haba una equivocacin en alguna parte. Por qu no se haba hundido su hijo? Quin tena, entonces, razn?

Se haba enterado en realidad haba procurado saber noticias de que Jo viva en St Johns Wood, que tena una casita en la avenida Wistaria, con un jardincito, y que llevaba a su esposa a todas las reuniones de sociedad a que l iba rara sociedad sera, sin duda; que tenan dos nios: aquel llamado Jolly el nombre le haba parecido un cinismo, dadas las circunstancias, y al viejo Jolyon le disgustaba y le tema al cinismo y una nia llamada Holly. Pero qu podran decir con exactitud las circunstancias de la vida de su hijo? Haba capitalizado la renta que heredara de su madre, haba entrado en Lloyd de agente de Seguros, pintaba acuarelas... Y el viejo Jolyon saba esto ltimo y haba comprado subrepticiamente algunas de vez en vez, despus de haberse encontrado con la sorpresa de ver el nombre de su hijo en una representacin del Tmesis, expuesta en un escaparate. No le gustaban los cuadros. No los pona en su casa a causa de la firma, pero los guardaba en un cajn de una mesa.

All en la pera le vino un deseo irresistible de ver a su hijo. Se acord de los das en que se vea obligado a dejarle pasar entre sus piernas, en las veces que haba corrido a su lado cuando montaba en su caballito, en el primer da que le llev a la escuela. Haba sido un nio simptico y carioso. Con ir a Eton haba adquirido, quiz, de modo algo excesivo aquel aire que el viejo Jolyon saba que slo se puede obtener en esos colegios y gastando mucho; pero siempre haba sido cordial, siempre buena compaa para l, incluso despus de Cambridge. Quiz estuviera un poco como alejado..., pero eso era a causa de la educacin superior que haba recibido. El sentir del viejo Jolyon hacia Colegios y Universidades no variaba, y conservaba siempre su actitud de admiracin y desconfianza por un sistema slo accesible a los mimados de la fortuna y del que no haba podido participar. Ahora que June no estaba, o aprovechando que June no estaba, sera grato ver de nuevo a su hijo. Sintindose culpable de traicin a su familia, a sus principios, a su clase, el viejo Jolyon clav la mirada en el cantante. Un pobre diablo!... Y el Florin, ms tieso que un palo.

Acab la representacin. Con poca cosa se contentaban.

En la calle atrafagada le birl un coche en sus mismas narices a un caballero gordifln y mucho ms joven que ya lo tena por suyo. Fu por Pall Mall, y en vez de dirigirse por Green Park, el cochero tir por San Jaime. El viejo Jolyon no soportaba que le llevaran dando rodeos y se asom para protestar. Pero al sacar la cabeza por la ventana vi que estaba enfrente del Hotch Potch..., y el deseo que le haba estado consumiendo toda la velada le domin. Mand parar. Baj a preguntar si Jo era todava miembro del Club.

Entr. El hall estaba exactamente lo mismo que cuando iba a cenar all con Jack Herring y tenan el mejor cocinero de Londres; y mir a su alrededor con aquella mirada suya que haba hecho siempre que en todas partes le sirvieran mejor que a las dems personas.

Pertenece todava al Club el seor Jolyon Forsyte?

S, seor. Est ahora en el Club. De parte de quin?

Al viejo Jolyon le pill de sorpresa.

De parte de su padre dijo, y se acerc a calentarse a la chimenea.

El joven Jolyon se marchaba ya del Club cuando se le acerc el conserje. Ya no era tan joven... Su pelo era ya gris, y la cara, reproduccin exacta de la de su padre hasta en el bigote cado, estaba decididamente ajada. Palideci. El encuentro era terrible despus de tantos aos. Se dieron la mano sin decir palabra. El padre, con voz temblorosa, dijo:

Cmo ests, hijo mo?

Y el hijo pregunt a su vez:

Cmo ests, pap?

La mano del viejo Jolyon temblaba en el guante.

Si vas por mi camino dijo, puedo llevarte.

Y reviviendo la costumbre de marchar juntos a casa por las noches, salieron uno al lado del otro y entraron en el coche.

Al viejo Jolyon le pareci que su hijo haba crecido. Ya es ms que hombre, fu su comentario. Sobre el natural afable de su rostro se haba extendido una mscara de dureza, cual si en las circunstancias de su vida se hubiera encontrado necesitado de una armadura protectora. Sus acciones eran, desde luego, las de los Forsyte; pero en ellas haba como un mirar introspectivo propio del erudito o del filsofo... Sin duda se haba obligado a serias introspecciones en aquellos quince aos.

Para el joven Jolyon fu indudablemente doloroso el volver a ver a su padre. Qu viejo y decado estaba! Pero una vez en el coche volvi a pa