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  • INTRODUCCIN

    La Ciencia necesita un ambiente idneo paradesarrollarse, estabilidad poltica, medios suficien-tes y hombres preparados. Cuando estas condicio-nes se han dado en el curso de los tres ltimos si-glos de nuestra historia, la Ciencia espaola habrillado a la altura de las mejores. Pero estas cir-cunstancias se han producido pocas veces, y poreso, en la mayora de las ocasiones, no hemos podi-do participar en el desarrollo de las nuevas ramasde las Ciencias que se estructuraron a lo largo delos siglos XIX y XX.

    Con este trabajo, que slo intenta ser una toscaaproximacin a ese conocimiento global de la Pale-ontologa espaola an por realizar, pretendemosdestacar la labor de los paleontlogos de martillo,lupa y lpiz que recogieron, describieron y figura-ron la mayora de los fsiles espaoles que hoy ma-nejamos en nuestros trabajos y cuya obra est recogi-da en numerosas y dispersas publicaciones. Tambinrealzar la labor de los docentes que, al transmitir es-tos conocimientos, supieron despertar en sus alum-nos el entusiasmo por el estudio de los fsiles y enmuchos casos aportaron valiosas novedades al desa-rrollo de la Paleontologa como Ciencia.

    Las fuentes documentales utilizadas han sido,para el periodo que abarca desde la antigedad has-ta finales del siglo XVIII, el documentado libro dePelayo (1996), con algunas adiciones propias, tam-bin he consultado las obras de Alonso Barba(1640), Bowles, (1775), Cavanilles (1795-1797),Torrubia (1754) y la serie de trabajos sobremineros destacados del siglo XVIII de Lpez deAzcona. Para el siglo XIX he utilizado una abun-dante bibliografa sobre historia de la Ciencia, dela Geologa y de la Paleontologa espaola, entrelos que destacamos, por su inters o por la grancantidad de datos que contienen, Annimo (1877),Fernndez de Castro (1874), Gozalo (1993, 1999),Hernndez Pacheco, (1927), Lpez de Azcona, etal., (1992), Lpez de Azcona y Hernndez Sampe-layo (1974), Lpez Piero (1969), Maffei y RaFigueroa (1871/72), Pelayo (1991, 1996, 1999),Sequeiros (1982a,b, 1989), Vernet Gins (1975), laserie de trabajos sobre mineros destacados del sigloXIX de Lpez de Azcona y otros muchos que, si setrata de ellos, aparecern citados en el texto. Parael siglo XX, hasta 1940 me he apoyado en los tra-bajos de Truyols (1988, 1999), Gozalo (1999), R-bano y Gutirrez Marco (1999) y en las biografaspublicadas.

    127Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

    (*) Instituto de Geologa Econmica CSIC-UCM. Facultad de Ciencias Geolgicas. Universidad Complutense de Madrid. 28040Madrid

    Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2000 (9.2) 127-143I.S.S.N.: 1132-9157

    APROXIMACIN A LA HISTORIA DE LA PALEONTOLOGA ESPAOLAApproach to History of Spanish Paleontology

    Antonio Perejn (*)

    RESUMEN

    El desarrollo de los estudios paleontolgicos en Espaa es solidario con la evolucin de la Cienciaen nuestro pas y refleja sus avances y estancamientos. Para su anlisis se pueden considerar como hitosfundamentales el reflejo de los huesos de gigantes en los cronistas de Indias, el Aparato de Torrubia ysu relacin con las hiptesis diluvistas, la fundacin de Organismos, Instituciones y revistas cientficas,la introduccin de la Paleontologa como materia docente en la Escuela de Minas y en la Universidad yla difusin de las ideas darwinistas, todos ellos tuvieron como consecuencia el despegue de la Paleonto-loga espaola en el ltimo tercio del siglo XIX y en el primero del XX.

    ABSTRACT

    The development of paleontological studies in Spain has gone hand and hand with the evolution ofScience in our country, and it reflects on its advancements and stallings. For its analisys we can consideras main events the noticing of giant bones by the chroniclers of the New World, the Aparato of To-rrubia and its relation with the flooding hypotheses, the foundation of Scientific Organisms, Institutionsand Journals, the introduction of Paleontology as a subject in Mining School and in the University, andthe difussion of darwinian ideas. All these had as their main consequence the raising of spanish paleonto-logy in the last third of the Nineteenth Century and first third of the Twentieth.

    Palabras clave: Historia de la Paleontologa, Espaa, Siglos XVII-XX, Docencia, Investigacin, Escuelade Minas, Universidad.Keywords: History of Paleontology, Spain, Seventeenth to Nineteenth Centuries, Teaching, Research, Mi-ning School, University.

  • EL CONOCIMIENTO DE LOS FSILES DES-DE LA ANTIGEDAD HASTA EL RENACI-MIENTO

    Los testimonios histricos mas antiguos hablande los fsiles como objetos excavados de la tierra oencontrados en su superficie los cuales atrajeron laatencin, la curiosidad y a veces la consideracin re-ligiosa de las culturas de la antigedad. Los egipciosy la Escuela Pitagrica, elaboraron una interpretacincorrecta de los fsiles marinos, as como de la mec-nica de su depsito, tal como se acepta actualmente atravs de historiadores griegos y latinos (Ovidio, LaMetamorfosis, Libro XV; Estrabn, Historia de laGeografa, Tomo I y Herodoto, Las Nueve Musas).

    La Escuela Platnico-Aristotlica introduce nue-vas interpretaciones sobre los fsiles haciendo inter-venir en su formacin una vis plstica o virtusformativa que a travs de una semilla originaba ydesarrollaba los fsiles en la tierra; o por la interven-cin de un jugo lapidfico (succus lapidescens) ode un soplo emanado del betn terrestre (aura bitu-minosa), que por accin de los rayos del sol surgade la tierra y petrificaba los organismos vivos.

    El mdico Avicena (980-1037) retoma la ideade la Escuela Aristotlica en su obra De congelatio-ne et conglutinatione lapidum, y, utilizando el mis-mo principio, explica la formacin de los fsiles ,indicando que esta vis plastica sera capaz de dara las piedras forma semejante a la de los animales yvegetales, pero no tendra poder suficiente para dar-les vida. Los fsiles seran ensayos infructuosos dela Naturaleza para crear seres orgnicos, consi-guiendo tan slo imitarlos en la forma.

    El pensamiento cristiano, fiel a las explicacio-nes de la Biblia, considera los fsiles como dese-chos del taller del Creador o como resultado del Di-luvio Universal. Entre las primeras obras de autoresibricos que hablan de fsiles, en la mayora de loscasos en relacin con el diluvio, se encuentran elAdversus paganii de Paulo Orosio (siglo IV-V) ylas Etimologas de Isidoro de Sevilla (560-636).

    Segn Vernet Gins (1975, pg. 58) el primerhallazgo documentado de fsiles en nuestro suelo,fue realizado en Madrid, durante la construccin delncleo inicial de la ciudad (siglo IX), formado porun castillo y las consiguientes conducciones deagua, mandados construir por Muhammad I (823?-886), emir de Crdoba, escribiendo En la excava-cin de las mismas [murallas y conducciones deagua] aparecieron los primeros restos fsiles deElephas antiquus encontrados en Espaa.

    Las propuestas de Leonardo da Vinci (1452-1519), suponen una vuelta a las ideas pitagricas so-bre los fsiles, pero no fueron aceptadas en su tiem-po y durante los siglos XV y XVI se mantienen lasinterpretaciones que consideran a los fsiles comojuegos de la naturaleza (ludus naturae), despoja-dos de cualquier valor cientfico. Pero es de remar-car que en el siglo XVI se inicia una corriente depensamiento, basado en la observacin y experimen-tacin, que se continua en el XVII y el XVIII y que

    constituye el inicio del establecimiento de las basesconceptuales y metodolgicas de la Paleontologa.

    LOS NATURALISTAS Y CRONISTAS ESPA-OLES DE LOS SIGLOS XVI Y XVII. INTER-PRETACIONES DE LOS FSILES

    Cronistas de Indias

    El descubrimiento de Amrica a finales del si-glo XV, constituye un acontecimiento que va a con-dicionar los estudios de los naturalistas del viejomundo y que aportar importantes datos nuevos pa-ra el conocimiento cientfico. Los hallazgos realiza-dos por los descubridores, reflejados en los relatosde los cronistas de indias, los informes oficiales, lasnoticias recogidas por los navegantes y los informesde las expediciones cientficas financiadas por lacorona, constituyen un conjunto de documentos enlos que se pueden encontrar numerosos datos de in-ters paleontolgico.

    La descripcin de los gigantes patagones pornavegantes espaoles y extranjeros a finales del sigloXVI y principios del XVII, unido a las referencias ala existencia de razas de gigantes en varias culturasamericanas, determin que los numerosos hallazgosde grandes osamentas de vertebrados se atribuyerana huesos de gigantes. Entre ellos Pedro de Cieza deLen (1518-1560) que en La Crnica del Per. Sevi-lla, 1553, menciona las grandes osamentas encontra-das en los aluviones de la Punta o cabo de Santa Ele-na, al norte de Guayaquil. Bernal Daz del Castillo(1492-1584), en la Historia verdadera de la conquis-ta de la Nueva Espaa. Madrid, 1632, informa de losenvos de Hernn Corts a Espaa de grandes mola-res y restos de animales gigantescos.

    Jos de Acosta (1540-1600) en la Historia natu-ral y moral de las Indias. Sevilla 1590 menciona losrestos de grandes animales encontrados por l enAmrica y hace consideraciones sobre la forma decmo pudieron llegar estos animales desconocidoshasta all, as como los animales actuales. Diego deAvalos y Figueroa (1550-1608?) en MiscelneaAustral. Lima 1602, se refiere a las grandes osamen-tas encontradas en Tarija, Bolivia. Juan de Torque-mada en Monarqua Indiana. 1613, sostiene que losgigantes llamados quinametn, haban sido anti-guamente habitantes de Nueva Espaa, en donde seencontraban sus restos cavando en muchos lugares.

    Francisco Hernndez (1517-1587), protomdicode Felipe II, enviado a Nueva Granada, en su Histo-ria animalium Novoa Hispaniae. Roma 1651, refiriel hallazgo de huesos de gigantes en Tetzcuco y To-luca, algunos de los cuales fueron enviados a Espa-a. En su informe no descarta que los huesos corres-pondiesen a pueblos autctonos y Francisco AntonioFuentes y Guzmn (1642-1699) que en Recordacinflorida, discurso historial, demostracin material,militar y poltica del Reino de Goathemala. Lib- IV,cap. XII, 1690, mencion la presencia de huesos degigantes en la regin chiquimulteca de Guatemala ydescribe una de las primeras excavaciones paleonto-lgicas en el Nuevo Mundo.

    128 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

  • Interpretaciones de los fsiles

    Durante los primeros aos del siglo XVII, seexplicaron los procesos de petrificacin de acuerdocon las ideas aristotlicas y platnicas, transmitidasa travs de la Edad Media por Avicena y AlbertoMagno. La determinacin de la naturaleza de los gi-gantescos huesos petrificados y de las piedras conforma de animales y plantas, se apoyaba en su com-paracin con los ejemplares existentes en las colec-ciones. Fabio Colonna (1567-1640) en De Glosso-petris Dissertatio. Roma, 1616, fue de los primerosautores que interpretaron correctamente la relacinentre los organismos y algunos de los fsiles encon-trados.

    En Espaa durante la primera mitad del sigloXVII se produjeron pocas aportaciones sobre histo-ria natural que ofrecieran una interpretacin de losfsiles. Lpez Piero (1969) comenta que en losaos centrales del siglo la comunidad cientfica es-paola se limit a incorporar nuevos conceptos querectificaban algunos conocimientos tradicionales.Entre los escasos autores que tratan esta temtica sepueden considerar lvaro Alonso Barba y Juan Eu-sebio Nieremberg.

    lvaro Alonso Barba (1569?-1662) en Arte delos metales. Madrid 1640, explica la generacin delas piedras por la accin de una virtud activa ycomenta que al impregnar el jugo petrfico una ma-teria porosa, como rboles, huesos de animales orestos de gigantes, stos podran convertirse en pie-dra, como haba visto que ocurra con las muelas yhuesos de gigantes de Tarija. No encuentra una ex-plicacin que abarque a todas las formas que apare-cen en la naturaleza y por ello no generaliza la in-terpretacin para todas las formas petrificadas desupuestos animales.

    Juan Eusebio Nieremberg (1595-1658) en Cu-riosa y oculta Filosofa. Madrid, 1643, opina que lasglossopetras son dientes de tiburones y mantienela interpretacin clsica y apoya que la Tierra habaestado cubierta por el mar durante el diluvio y por lotanto los peces petrificados encontrados en el inte-rior de los continentes murieron durante el diluvio.

    Durante la segunda mitad del XVII y el XVIII,tuvo gran influencia en los estudios espaoles dehistoria natural la obra de Athanasius Kircher(1602-1680) Mundus subterraneus. Amsterdam,1665, en la que explica la estructura interna del glo-bo terrqueo dentro del dogma catlico. En su obrapropone la existencia de un gran fuego interno enposicin central y un conjunto de grandes cavidadesllenas de fuego, agua y aire: pirofilacios, hidrofila-cios y aerofilacios. Estas cavidades estaban comu-nicadas entre ellas y con el exterior, por un sistemade canales subterrneos. Con respecto a los grandeshuesos de gigantes opinaba que no eran verdaderoshuesos sino estructuras minerales naturales seme-jantes a formas orgnicas.

    En los ltimos decenios del siglo XVII, reinan-do Carlos II, se produce una renovacin de la cien-cia espaola, propugnada por el movimiento nova-

    tor grupo formado por mdicos, matemticos, ge-grafos, astrnomos y otros, cuyas tertulias recibie-ron el apoyo de algunos nobles ilustrados. Entre losnovatoresse encontraban Jos Zaragoza (1627-1679), influenciado por las ideas de Kircher y JosVicente del Olmo (1611-1696), que en su obra Nue-va descripcin del orbe de la Tierra, 1681, explicala petrificacin de los organismos por la accin deun jugo petrfico, pero no se atribuye a los restosde organismos marinos petrificados un origen dilu-vial, algo que si hicieron algunos contemporneoseuropeos que terminaron por emitir teoras diluvis-tas de la Tierra (Pelayo, 1996).

    En este periodo de tiempo filsofos y naturalis-tas europeos publicaron importantes obras en lasque se proponen nuevas teoras para explicar la for-macin de la Tierra y para la interpretacin de losfsiles. Tambin se emitieron hiptesis diluvistasque se utilizaban para explicar el hallazgo de restosorgnicos de indudable origen marino, as como elde grandes osamentas, que solan ser atribuidas agigantes, nuevas ideas que, en su mayora, fueronconocidas por los novatores espaoles.

    LA INTERPRETACIN DE LOS FSILES YLAS INSTITUCIONES EN ESPAA DURAN-TE EL SIGLO XVIII

    Introduccin

    La interpretacin bblica del origen de la Tierray de la vida y fundamentalmente el diluvio univer-sal, fueron las referencias obligatorias utilizadas porlos naturalistas del siglo XVIII para explicar el pa-sado de la Tierra y el desarrollo de la vida sobreella. Pero al mismo tiempo durante todo el siglo seelaboraron, propusieron y discutieron numerosas hi-ptesis y teoras que de forma mas o menos directa,cuestionaban la interpretacin bblica de la forma-cin de la Tierra y la interpretacin diluvista de losfsiles, tanto desde posturas catlicas como desdeotras totalmente opuestas al dogma catlico.

    La combinacin en el debate bblico de criterioscientficos, ideas filosficas y creencias religiosas,oblig a los naturalistas europeos a que expusierande forma compleja sus ideas, como se deduce de susobras en las que, an aceptando el diluvio universal,no le concedan una gran importancia geolgica.

    Los aos centrales del siglo XVIII, que en gene-ral se enmarcan dentro del reinado de Fernando VI(1746-1759), suponen, para las ciencias naturalesen Espaa, la transicin entre la introduccin de lasideas francesas y el inicio de la poltica cientficailustrada. En esta poca se fundan dos de las institu-ciones cientficas mas importantes de nuestro pas,el Gabinete de Historia Natural, en 1752 y el JardnBotnico de la Huerta de Migas calientes, en 1755,que van a incidir directamente en el desarrollo de laciencia espaola .

    El siglo XVIII y sobre todo su segunda mitad,durante los reinados de Carlos III y Carlos IV,constituye el periodo mas fecundo en el estudio delas ciencias de la naturaleza en Espaa. En esta po-

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  • ca se afianza el avance del conocimiento cientfico,se produce una lenta asimilacin de las nuevas ide-as y teoras paleontolgicas que se proponen y dis-cuten en Europa. De otra parte en los aos finalesdel siglo se envan a los primeros ingenieros comopensionados a completar su formacin en Institu-ciones de Alemania, Francia y Gran Bretaa.

    Segn Lpez de Azcona y Hernndez Sampela-yo (1974) el cultivo de la Paleontologa en Espaalo inici el doctor Clarasid en 1737, que trat en sudiscurso en la Real Academia de Medicina sobreSingularidad de la Historia Natural del Principadode Cathalunya. Vernet Gins (1976, pgs.193-194)aade que, en relacin con los fsiles de Concud,Clarasid sostiene que se trata de seres marinos oterrestres que se petrificaron.

    A partir de 1784 se inicia la publicacin del Me-morial Literario Instructivo y Curioso de Madrid,que se instituye como un importante medio de difu-sin de los conocimientos paleontolgicos. Estabadirigido por Joaqun Ezquerra y tena como objeti-vo poner de relieve los progresos que en Ciencias yArtes se haban realizado en Espaa durante el rei-nado de Carlos III y mas tarde en el Carlos IV.

    Durante el reinado de Carlos IV se publicaronvarios artculos paleontolgicos con opiniones muydiversas sobre la interpretacin de los fsiles. En1788 aparecen varios artculos enviados por dos co-rresponsales de la villa de Cardenete en Cuenca.

    En 1790 Pedro Daz de Valds (1740-1807).Clrigo de Barcelona y aficionado a la Historia Na-tural, publica el artculo Sobre algunas raras petri-ficaciones y sobre la importancia de la HistoriaNatural. En el artculo basado en observaciones re-alizadas en Catalua, afirma que los fsiles eranrestos de organismos marinos y considera lgicoque las conchas que el encuentra eran parte de rocascalizas, porque estas rocas se haban formado por ladescomposicin de las conchas de estos fsiles.

    Entre 1789 y 1804 se publica la noticia y hallaz-go de un pez fsil en Acary, intendencia de Arequi-pa, Per. El hallazgo fue notificado por FranciscoGonzlez Laguna y su descubridor Juan Jos Tafa-lla (1755-1812), public la descripcin detalladadel pez fsil de gran tamao y del afloramiento,donde se encontraban mezclados restos de pecespetrificados con costillas, vrtebras y dientes.

    Las cuestiones paleontolgicas en la obra de Feijoo

    Benito Jernimo Feijoo (1676-1764), monje be-nedictino, fue uno de los hombres de mayor culturade su tiempo, con un espritu abierto y sin prejui-cios para el anlisis de las ideas cientficas de supoca. Pese a no ser naturalista fue el mximo di-vulgador de la Historia Natural en nuestro pas. Ensus escritos discuti diversas cuestiones sobre Geo-loga y Paleontologa y a la vez aportaba sus opi-niones sobre las teoras que divulgaba.

    Sus conocimientos paleontolgicos se ajustabana las concepciones clsicas recogidas por Kircher yestaban influidos por las ideas paleontolgicas fran-

    cesas defendidas por diversas publicaciones de estepas, entre ellas las Mmoires de la Academia Realde Ciencias. Esta influencia se puso de manifiestoen su artculo de 1750, en la que propona la crea-cin en Espaa de academias cientficas bajo la pro-teccin real.

    Sus dos grandes obras son el Teatro CrticoUniversal 1726-1740, en nueve tomos y las CartasEruditas y Curiosas 1742-1760. En ellas refuta lasideas de los clsicos sobre la existencia de gigantespero obvia en su crtica las citas contemporneas,adjudicando los huesos a animales de gran tamao.

    Trata en varias ocasiones sobre el origen de losfsiles, indicando que las piedras figuradas sonformas parecidas a organismos vivos o a algunas desus partes y pone como ejemplo los materiales petri-ficados que se extraan en Concud, cerca de Teruel,considerando que esa gran acumulacin de huesostenan que ser los restos de una gran batalla. Rechazacon diversos argumentos la idea de que el diluviouniversal fuera el causante del hallazgo de conchasen las montaas y elabora una hiptesis sobre la for-macin de las montaas para explicar la existenciade fsiles en sus cimas, estimando en 2-3.000 aos eltiempo necesario para que se formara una montaa.

    Explica la existencia de moldes petrificados deplantas, en lugares donde hoy son exticas, supo-niendo que en el pasado haban sido autctonas enlos lugares donde se encontraban, y aplica esta ideaa los restos de peces, conchas y huesos. Tambin in-terpreta la distribucin de los seres vivos por la dife-rente distribucin de tierras y mares en otras pocas.

    La obra de Torrubia y sus hiptesis paleontolgicas

    A pesar de que entre los naturalistas francesescontemporneos se estuvieran cuestionando las ide-as bblicas sobre la formacin de la Tierra y las hi-ptesis diluvistas de los fsiles, esta lnea de pensa-miento no cal en Espaa hasta mucho mas tarde.En estos aos la interpretacin diluvista de los fsi-les era la mas extendida entre los naturalistas ilus-trados espaoles.

    En este contexto y tras una azarosa vida, en laque muy joven tom el hbito de San Francisco, loque le permiti realizar observaciones directas sobrehistoria natural por tres continentes, Jos Torrubia(1698-1761) escribe y publica su obra Aparato parala Historia Natural Espaola, 1754, con 13 lminasde fsiles espaoles. Torrubia considera imprescin-dible para el trabajo de los naturalistas, la observa-cin directa de los objetos naturales y la necesidadde describir el mayor nmero posible de muestrassobre las que apoyar despus sus estudios. Con res-pecto a la determinacin de los fsiles propona sucomparacin con los ejemplares actuales y con losde las colecciones pblicas y privadas y critica a losautores sistemticos y a los eruditos que no basansus escritos en trabajos experimentales.

    Segn Pelayo (1996) El Aparato... est dividi-do en tres partes muy claras. La primera mitad dellibro, que abarca los primeros XV captulos, la dedi-c Torrubia a comentar el hallazgo de fsiles, tanto

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  • en la pennsula como en los dominios coloniales es-paoles de Amrica y Filipinas, as como a sostenerel carcter orgnico de tales petrificaciones. Estaparte incluye el famoso captulo X sobre los huesosde gigantes. La segunda mitad, a su vez, se subdivi-de en dos apartados; en el primero, captulos XVI aXXVIII, Torrubia discute el origen de los fsiles es-paoles, rebatiendo las diferentes hiptesis que hab-an sido recogidas en Espaa por Feijoo, mientrasque en la parte final de la obra, captulos XXIX aXXXV, trata de la hiptesis diluvista de los fsiles

    Torrubia defendi la existencia de gigantes, apo-yado en los datos reseados en sus obras por los cro-nistas de Indias, en la existencia entre los indgenasamericanos de la palabra quinametin que signifi-caba gigante y en los hallazgos de grandes huesosque haban sido determinados como restos humanos,aunque reconoca que, en algunas ocasiones, se ha-ban atribuido a gigantes huesos de talla normal

    Para Torrubia el diluvio haba sido una obra so-brenatural y universal, incluida Amrica, producidoen forma de inundacin sin alteraciones bruscas.Los fsiles marinos encontrados en superficie hab-an sido depositados por el diluvio el tercer da de lacreacin y los hallados en excavaciones profundasfueron sepultados por los cambios geolgicos acae-cidos en los 4.500 aos transcurridos desde el dilu-vio. A la vez que expona su teora diluvista de losfsiles critic las interpretaciones no diluvistas desu tiempo, principalmente las de Feijoo.

    La obra de Torrubia fue conocida por los natu-ralistas europeos de la poca por su resea en revis-tas literarias de Francia e Inglaterra, por la traduc-cin al alemn de la primera parte del Aparato.. ypor la versin en francs e italiano del captulo rela-tivo a los gigantes.

    En Italia la disertacin de Torrubia sobre los gi-gantes fue rebatida por un autor annimo italiano.La polmica se recogi en el libro en italiano La gi-gantologia spagnola vendicata. Npoles, 1760. Ellibro estaba compuesto por tres partes, la primeraera la traduccin italiana del Captulo X del Apara-to.. dedicado a los gigantes, la segunda una cartadel crtico, un compaero franciscano, y la tercerala respuesta de Torrubia a la carta. Torrubia se sin-ti muy afectado por el ataque que se haca a los es-critores espaoles, de los que deca que apenas lemerecan confianza y defendi las aportaciones es-paolas a la historia natural, poniendo como ejem-plo a Francisco Hernndez, cuya obra sobre la natu-raleza americana haba sido publicada por laAccademia dei Lincei.

    El Aparato para la Historia Natural Espaolade Torrubia es el primer tratado de Paleontologapublicado en Espaa y, en el contexto de la pocaen el que fue escrito, debe ser considerado comouna parte importante de la historia de la paleontolo-ga espaola y americana. Las teoras que defiendeTorrubia y los argumentos que emplea para apoyar-las, se basan en la experiencia y en sus conocimien-tos paleontolgicos directos y estn modelados porsus profundas creencias religiosas.

    INTERPRETACIN DE LOS FSILES DU-RANTE LA ILUSTRACIN 1759-1808

    Consideracin de los fsiles

    En la segunda mitad del siglo la discusin de lasideas paleontolgicas en Europa se mantena cir-cunscrita al papel desempeado por el diluvio uni-versal en el depsito de las petrificaciones. En Es-paa las ciencias de la naturaleza reciben un fuerteimpulso de los estamentos ilustrados que apoyan lafundacin de instituciones cientficas y el envo deimportantes expediciones cientficas a Amrica,principalmente botnicas. Los navegantes en susviajes y los mineros en sus labores de prospeccinsobre el terreno, aportan numerosas observacionesque inciden directamente en la discusin de las hi-ptesis paleontolgicas.

    En 1750 Sir John Armstrong, gobernador de laisla de Menorca, public la obra The History of theIsland of Minorca, traducida al castellano en 1781por Josef Antonio Lasierra con el ttulo Historia ci-vil, y natural de la isla de Menorca, en la que se re-sean numerosos datos sobre restos fsiles de esosque los naturalistas llaman septariae (pg. 180) yen otro prrafo aade Los naturalistas los llaman f-siles estraos, como si fuesen producciones de algnotro elemento, y estuviesen alojados por camadas enla tierra desde el Diluvio Universal, como se cree co-mnmente hoy en da (pg. 183). Cita en distintaslocalidades Glossopetras, Bufonites, pentoclas, amo-nias, Pholas, etc. Tambin refiere impresiones de pe-ces, que unas veces estn en la superficie y otras seobtienen al romper las piedras y elabora una intere-sante explicacin de como se haban podido formarestas impresiones dentro de las piedras.

    En 1787 Jos de Vargas Ponce publica la obraDescripciones de las islas Pithiusas y Baleares, enla que al hablar de otros tipos de piedras de Mallor-ca cita piedras figuradas y restos fsiles A las di-chas que participan de muchas de ellas, y sin em-bargo pueden hacer como clase aparte, son deaadir las piedras figuradas Sichomorphites, Sit-hoglyphiles, &c., de las que en Mallorca se en-cuentran muy curiosas, como en Lofre muchoscuernos de Ammon, en Santa Margarita Belemni-tes (pg. 44).

    En este perodo se funda, en Vergara en 1764, laSociedad Bascongada de Amigos del Pas, la ms an-tigua de las sociedades econmicas de Espaa, quededic su atencin al laboreo de las minas y a la me-talurgia; en Madrid se fundan en 1770 los Estudiosde San Isidro, primer centro espaol de enseanzadotado de un plan moderno; en 1777, por Real Ordende 14 de julio la Escuela de Minas de Espaa y en1787 el Colegio de Ciruga de San Carlos en Madrid.El ltimo ao del siglo y bajo los auspicios de la co-rona se inicia la publicacin de los Anales de Histo-ria Natural, primera revista cientfica espaola sobrela naturaleza, editada por Christiano Herrgen, LouisProust, Antonio Jos Cavanilles y Domingo GarcaFernndez y en la que publicarn sus trabajos loscientficos mas prestigiosos de la poca.

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  • Antonio de Ulloa (1716-1795), que con JorgeJuan (1713-1773) form parte de la expedicin geo-dsica al Ecuador, en su obra Relacin histrica delviaje a la Amrica Meridional, 1748, no dudaba dela accin del diluvio en Amrica y como pruebamenciona el hallazgo de diferentes tipos de conchasen la baha de Concepcin (Chile), a diversas altu-ras y en lugares distantes del mar, aadiendo que alser las conchas de las mismas especies que vivanen la baha cercana no poda dudar de que todas vi-vieran en aquel mar.

    Mas tarde, en su obra Noticias americanas: En-tretenimientos phisicos-histricos sobre la Amri-ca Meridional y la Septentrional Oriental, 1772,Ulloa analiza la mudanza de la naturaleza y su va-riabilidad, sugiriendo un desarrollo cclico de va-riaciones para la historia de la Tierra. Dedica uncaptulo del libro a los fsiles y al diluvio, en elque refleja sus agudas observaciones, entre ellas lapresencia de conchas fsiles, tanto en las partes ba-jas como en los montes y en las minas; la existen-cia de huellas de choque entre las conchas, seal delos movimientos de las aguas; la existencia de fsi-les en concreciones dentro de las rocas y la presen-cia de restos vegetales fsiles, junto con conchas,en lugares elevados donde actualmente no haba r-boles.

    En este tiempo otros autores, por el contrario,cuestionan la accin del diluvio en Amrica comoLorenzo Hervs y Panduro (1735-1787) en su obraIdea delluniverso, che contiene la storia della vita

    delluomo,elementi cosmografici, viaggio estaticoal mondo planetario e storia della terra, 1778, en laque afirma que el diluvio es un dogma sagrado, fsi-co, filosfico e histrico. En esta misma lnea con-servadora y dogmtica se inscribe la obra de Anto-nio Jos Rodrguez (1703-1777) El Philoteo enconversaciones del tiempo, 1776.

    El rechazo a la hiptesis diluvista de los fsiles

    La explicacin diluvista de los fsiles fue deca-yendo en Espaa y a finales del siglo XVIII se dis-cuta sobre el origen de las petrificaciones desdepuntos de vista mas modernos, considerndolos co-mo restos de organismos, principalmente los mala-colgicos, depositados por el mar. Entre los natura-listas que mas observaciones paleontolgicasaportaron en esta hiptesis, se encuentran WillianBowles y Antonio Jos Cavanilles.

    William Bowles (1707-1780), fue contratadopor la corona espaola a travs de Ulloa para ren-tabilizar las minas de Almadn y nombrado profe-sor de Historia Natural. Recorri gran parte de Es-paa en compaa de Juan Pedro Saura, Jos deSolano y Salvador Medina, para escribir su obraIntroduccin a la historia natural y a la geografafsica de Espaa, 1775. En ella hace numerosasobservaciones paleontolgicas y geolgicas, citan-do la presencia de Ostras de triple gozne o char-nela, Bucinos, Molas, Tellinas y Ursinos, todo me-dio petrificado (pg. 83) en Alicante, en otrazona de esta misma provincia destaca el hallazgode conchas de Ostras petrificadas que se hallanen la superficie de la tierra caliza que hai entreMurcia y Mula, que son diversas de las Ostras deAlicante, pues no tienen mas que una charnela ogozne....... en este mismo parage hai una inmensacantidad de piedras Lenticularis (pgs. 87- 88).

    En las cercanas de Molina de Aragn y cercade un molino describe un cerrillo lleno de las pe-trificaciones siguientes, Terebrtulas [llamadas enEspaa palomitas por su forma] redondas con is-trias profundas y desiguales; las mismas con figuraesfrica; otras triangulares y cncavas; Corazon debuei grande y pequea; Cumas, Telinas, Ostras chi-cas istriadas; Ostras pequeas lisas; Ostras peque-as escamosas; Belemnitas con tubos vermiculares,y entrochas o junturas (pg. 182).

    Dedica un captulo a las observaciones realiza-das en Concud que denomina Singular depsito dehuesos humanos y de animales domsticos en Con-cud en el que enumera los animales a los que su-pone pertenecen los huesos y las muelas, describela disposicin estratigrfica de las capas que contie-nen los fsiles, que aparecen intercaladas con otrasmas duras. Se extraa de hallar en un paraje cerca-no peascos casi enteramente compuestos de con-chas fluviales y terrestres mezcladas y revueltasconfusamente con huesos pequeos en un bancodelgado de tierra negriza, mas de cincuenta piesde profundidad, debaxo de otros diferentes bancosde peas, y no encontrar dichos huesos ni mas arri-ba ni mas abaxo (pgs. 213-214).

    132 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

    Fig. 1. Descripcin de las islas Pithiusas y Balea-res, por Jos Vargas Ponce. De Orden Superior.Madrid, en la imprenta de la viuda de Ibarra, Hijosy Compaa, 1787.

  • Con respecto a la forma de acumulacin de loshuesos dice segn su colocacin actual [de loshuesos] parece que han nadado en el agua o en ellodo.....En fin, muchos fragmentos de huesos y con-chas, rotas y enteras, mezcladas con el lodo fluidose han secado, y hoi componen la parte mas consi-derable de la pea (pg. 214).

    Antonio Jos Cavanilles (1745-1804), botnicomuy considerado en su poca, realiz importantesaportaciones al conocimiento de la flora espaola yamericana. Su obra Observaciones sobre la Histo-ria Natural, Geografa, Agricultura, Poblacin yFrutos del Reino de Valencia, 1795-1797, con unalmina de fsiles, constituye una valiosa fuente deconocimiento de la historia natural valenciana en sutiempo y en ella se recogen numeroso datos geol-gicos y paleontolgicos.

    En muchos pasajes de su obra, recogidos enms de veinte pginas, se refleja la presencia de f-siles en las rocas de los diferentes lugares del reinode Valencia, destacando en las observaciones susnombres, forma de yacencia, tipo de acumulacin ylocalidad donde se encuentran. Para designarlos uti-liza el trmino fsil en sentido general o de formamas precisa echinites, ostras, mactras, piedras lenti-cularis, numularias, peces y ophioglossa para losdientes de selceos, figurando algunos de ellos en lalmina II de la obra. Con respecto al origen de losfsiles considera que son restos de organismos, ensu mayora marinos, depositados en los mismos lu-gares donde vivieron.

    Su oposicin a la interpretacin diluvista de losfsiles queda de manifiesto varias veces a lo largode su obra, exponiendo siempre las datos en los quese apoya. Cuando relata sus observaciones durantela visita al Monte Meca, entre Ayora y Almansa,describe bancos de ostras, de 20 o ms pies de espe-sor, entre bancos de caliza compacta, de la formasiguiente No s como podrn explicar este fen-meno los que lo atribuyen al diluvio universal. Nies probable que aquel enorme nmero de ostras, to-das de la misma familia, quedasen en la posicin

    horizontal que conservan; ni menos que hubiesenpodido entrar en lo interior del monte; antes de cu-ya formacin debieron estar all acinadas, y siendodespojos vivientes marinos, debi preexistir el maren aquel sitio (Tomo II, pg. 6).

    Las hiptesis diluvistas del origen de los fsilestambin fueron rechazadas desde posiciones que losconsideraban como meras formaciones inorgnicas,aunque en estos casos las crticas no fueron emiti-das por naturalistas. Vicente Calvo y Julin (1738-1782), cannigo de Tarazona, en un manuscrito de1781, se refiere a las conchas petrificadas que seencontraban en los alrededores de la ciudad y de-fiende que, por su experiencia y observaciones, ha-ban sido formadas por elementos y procesos qu-micos y agentes y fenmenos naturales.

    Ignacio de Soto y Arajo, capitn de artillera,al traducir del francs el libro Elementos fsico-qu-micos de la anlisis general de las aguas, 1794, delqumico sueco Torbern Bergman, le aadi un ep-logo titulado Adicin o discurso del traductor so-bre la produccin de los cuerpos naturales fsi-les[pgs. 318-336], en el que argumenta que lomismo que las estructuras minerales se formabanpor las atracciones de sus molculas, no encontra-ba ningn criterio para explicar que las petrificacio-nes se formaran de otra manera

    La Paleontologa en el Real Gabinete de HistoriaNatural

    En 1752 Antonio de Ulloa, prximo al Mar-qus de la Ensenada, ministro de Fernando VI,present un Proyecto de Gabinete que fue aproba-do y se le nombr director. En el mismo ao En-senada enva una Carta circular a todos los domi-nios espaoles, solicitando la recoleccin deproductos naturales para el Real Gabinete. Pocosaos despus, en 1755, Ulloa dimite como direc-tor y a partir de esta fecha decae la actividad delReal Gabinete y sus pertenencias pasan a otrasinstituciones.

    Durante el reinado de Carlos III, y con la inter-vencin del Secretario de Estado Gerolano Grimal-di y el agustino Enrique Flrez se adquiere, en1777, parte de la coleccin de Pedro Franco Dvila(1711-1786), y se le nombra director del mismo.Esta nueva situacin determina el relanzamiento delReal Gabinete y la coleccin adquirida constituye elgermen del Real Gabinete y del actual Museo Na-cional de Ciencias Naturales.

    El contenido completo de la Coleccin se reco-ge en el Catlogo en tres tomos editado por FrancoDvila y Rom de Lisle, en 1767, en el que los ob-jetos paleontolgicos ocupaban la mitad del tercertomo (Montero & Diguez, 1995). En la introduc-cin a las Petrificaciones, en el tomo III, se justificael sentido que los autores dan a estos objetos en elCatlogo, diferenciando Petrificaciones, Fsiles,Mineralizaciones y Terrificaciones. Segn Montero& Diguez (1995) los objetos paleontolgicos delCatlogo se reparten en 283 restos de invertebrados,41 de vertebrados, 1 humano y 52 vegetales. Los

    133Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

    Fig. 2. Lmina de fsiles, Tomo II, pg. 296 enObservaciones sobre la Historia Natural, Geo-grafa, Agricultura, Poblacin y Frutos del Reynode Valencia Tomos I y II, por Antonio Jos Cava-nilles. En Madrid, en la imprenta Real, 1795-1797.

  • restos fsiles de animales se designan con una no-menclatura binomial, bsicamente linneana, y losvegetales se ordenan por partes vegetativas.

    A partir de la reactivacin del Real Gabinete en1776, y de la redaccin por Franco Dvila de unainstruccin solicitando ejemplares de los tres reinosde la naturaleza para el Real Gabinete, que fue re-mitida a todas las regiones del reino ese ao, se re-ciben muchas colecciones de objetos naturales, al-gunas de ellas de fsiles. Fernando Lpez deCrdenas (1719-1786), cura de Montoro (Crdoba),fue el colector que remiti las remesas mas impor-tantes de fsiles en esta poca. A partir de este mo-mento, y hasta 1785, Lpez de Crdenas mantuvoun intercambio epistolar con el Real Gabinete y rea-liz tres envos de objetos naturales de Montoro ysus alrededores en 1776, 1777 y 1783 con un totalde 149 ejemplares.

    Jos Clavijo y Fajardo (1726-1806), formadorde ndices del Real Gabinete, realiza la primeratraduccin espaola de los veinte tomos de la His-toria Natural de Buffon que publica entre 1781-1805. Se impone el trabajo de traducir esta obrapor lo atrasada que estaba en Espaa el conoci-miento de la Historia Natural, exceptuando a laBotnica y para hacer un presente grato a la Na-cin. Con respecto a la Thorie de la Terre,1749,tradujo el texto original y la retractacin y auto-censura de Buffon de las ideas que se apartabandel dogma, considerando su obra como un sistemapuramente hipottico, as justifica Clavijo que envarios pasajes cambie el sentido afirmativo de al-gunas frases del autor por otro ms dudoso, ha-ciendo una traduccin libre del texto. Sin embargono tradujo las poques de la Nature, 1778, por ex-poner algunos aspectos que chocaban con el relatode la creacin del Gnesis.

    Christiano Herrgen (1760-1816), qumico ale-mn contratado por R.O. de 15 de octubre de 1796, apropuesta de Clavijo, como colector interino de mi-nerales y fsiles en el Real Gabinete, traduce y publi-ca en 1797-1798, La Orictognosia de Johan Friede-rich Wihelm Widenmann (1764-1798). En esta obrase dedica un captulo a los fsiles, bajo cuya denomi-nacin el autor inclua, los cuerpos orgnicos encon-trados sobre la superficie o en el interior de la tierra,las impronta o piedras figuradas y los cuerpos in-crustados. Para Widenmann al estudio de las petrifi-caciones se dedican tres disciplinas, la Orictognosia,que estudia sus figuras; la Geognosia que estudia elorden y la situacin en que se hallan en la naturaleza,ya que proporcionan datos acerca de la historia de laTierra, mostrando las alteraciones sufridas por el pla-neta; la Zoologa que compara las petrificaciones conlos organismos que viven en la actualidad.

    Los fsiles de vertebrados en las colecciones delReal Gabinete de Historia Natural

    Como resultado de las normas e instruccionesremitidas desde la corte se recibieron en el Real Ga-binete numerosas colecciones de huesos de gigan-tes, algunas acompaadas de su memoria corres-

    pondiente. Entre ellos se pueden destacar los huesosde gigantes, recogidos en 1789 en el llamado cam-po de gigantes cerca de Santa Fe de Bogot, envia-dos por el virrey Francisco Gil y Lemus. En la me-moria que le acompaaba el debate se decantabahacia los partidarios de que pertenecan a grandesvertebrados. Mas tarde se recibieron los huesos degigantes enviados en 1794 por Alejandro Malaespi-na (1754-1810), durante su viaje alrededor del mun-do. Huesos que Clavijo y Fajardo puso a disposicinde los profesores del Real Colegio de Ciruga de SanCarlos para que fueran examinados, los cuales dicta-minaron que no eran humanos. Estos envos ponende manifiesto que el debate sobre los gigantes conti-nu y se mantuvo vivo en Espaa durante la segun-da mitad del XVIII, debido a los hallazgos continuosde grandes restos seos en las colonias.

    En 1787 se produce el descubrimiento del me-gaterio por Manuel Torres a orillas del ro Lujn,cerca de Buenos Aires y una vez extrado el esque-leto se mont y posteriormente fue enviado a Espa-a, llegando al Real Gabinete en 1788. Juan Bautis-ta Bru (1740-1799) se encarg de montarlo ydibujarlo, grabando estos dibujos en cinco planchas

    En 1796, y a travs del estudio de las planchasde Bru, Cuvier publica la primera nota sobre el me-gaterio proponiendo como nombre Megatheriumamericanum, nuevo gnero y especie, estudio quepropici el convencimiento de Cuvier de la existen-cia de especies extinguidas (Pelayo, 1996). Este ar-tculo fue traducido y publicado, en 1796 por JosGarriga, junto con la descripcin y las planchas deBru. Posteriormente en 1804 Cuvier publica el art-culo Sur le Megatherium, al que le aadi mastarde una traduccin al francs de la descripcin deBru. El artculo de 1804 sobre el megaterio lo reco-ge Cuvier en 1812 en su obra Recherches sur lesossements fossiles des Quadrupdes, que constituyeel primer tratado de Paleontologa de Vertebradosen el que se enuncia el principio de correlacin or-gnica y el sistema geolgico catastrofista.

    EL NACIMIENTO DE LOS ESTUDIOS PALE-ONTOLGICOS EN ESPAA EN EL SIGLOXIX

    Los estudios de Paleontologa en Espaa en elcambio de siglo (1789-1809)

    Entre 1789, toma de la Bastilla y 1809, ao enque se consolida la invasin francesa en Espaa,nace Charles Darwin y Lamarck publica la Filoso-fa zoolgica, los estudios sobre la naturaleza y so-bre todo la minera mantienen un buen ritmo de de-sarrollo en Espaa y en las colonias. Esteflorecimiento se ve favorecido por la poltica ilus-trada de Carlos IV y por la concurrencia de diversosfactores entre los que destacamos, el envo de pen-sionados a la Academia de Geologa de Freiberg, lacreacin en 1785 de la primera Direccin Generalde Minas, la aprobacin en 1790 del Plan del Cole-gio de Minera de Mjico, redactado por Fausto deElhyar (1755-1833), la apertura en 1792 del Real

    134 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

  • Seminario Metalrgico de Mjico y el nombramien-to de Andrs Manuel del Ro (1764-1849) como ca-tedrtico de dicho Seminario, la publicacin en1795 en Mjico, de la primera parte de los Elemen-tos de Orictognosia, de Andrs Manuel del Ro y laaparicin en 1799 de los Anales de HistoriaNatural, que pas a denominarse en el nmero 7 deltomo II (1801) Anales de Ciencias Naturales.

    A pesar de este auge, y debido sobre todo a lasinterferencias polticas y al celo de la Inquisicin,las nuevas ideas e hiptesis sobre la formacin de laTierra de Hutton (Theory of the Earth, 1788), Dolo-mieu (Discours sur ltude de la Geologie, 1794),Delamtherie (Theorie de la Terre, 1797), Lamark(Hydrogologie, 1802), Playfair (Illustrations of theHuttonian Theory of the Earth, 1802), y sobre elorigen de los fsiles Lamarck (Sur les fossiles,1794, y Filosofa zoolgica, 1809) no pudieronllegar fcilmente a los naturalistas espaoles y enlas escasas publicaciones de paleontologa de lapoca no se hacen eco de ellas.

    En este intervalo de tiempo la palabra fsilmantena el significado de objetos excavados de latierra o encontrados en su superficie y se empleabatanto para los restos de animales como para los mi-nerales. Con un sentido mineralgico se emplea lapalabra fsil en numerosas ocasiones en los Analesy en los Elementos de Orictognosia de Del Ro. Sinembargo revisando los trabajos publicados en losAnales en los que se utiliza el trmino fsil hemos

    encontrado dos artculos en los que se aplica a res-tos de seres vivos, aunque en ningn caso se refie-ran a fsiles espaoles.

    El primero, Discurso ledo en la abertura de laslecciones y la distribucin de los premios en elConsejo de minas (extracto de la gazeta nacional[Francia], ao 9, nm. 68, 83 y 84).. Traduccin he-cha en el Real estudio de Minera(Tom. III, n 8,pgs.186-201), trata de dos hallazgos de fsiles enFrancia. El segundo, Descripcin del Anthraconi-to est firmado por Herrgen (Tom.IV, n 12, pgs.298-302, 1801), pero de su lectura se deduce que setrata de la traduccin del trabajo de Schroll y Heim(Anales de mineraloa y minera prctica, Salzbur-go, 1797, pg. 293) titulado Madreporita, tratndo-se de la descripcin de un fsil que forma una es-pecie nueva del gnero calizo.

    Por ltimo Lpez de Azcona (1987) al hacer labiografa de Francisco Angulo (17..-1815), reseauna serie de manuscritos de este autor depositadosen el Archivo General de Alcal, ordenados dentrode las carpetas de la Seccin Minas, vistos, pero noexaminados, por Maffei y que desaparecieron en elincendio del archivo en 1939. Entre ellos se encon-traba el titulado Petrificacin de la concha llamadaTrilobes, que consideramos debe incluirse entrelos trabajos paleontolgicos de esta poca.

    Los Ingenieros de Minas y la Paleontologa espa-ola en el siglo XIX

    La Escuela de Minas de Almadn fue fundadapor R.O. de 14 de julio de 1777, con el nombra-miento del ingeniero alemn Enrique CristbalStorr como director de la mina, con la obligacinde ensear a los jvenes matemticos de estos rei-nos y de los de Amrica, geometra subterrnea ymineraloga (Annimo, 1878). En 1796 es nom-brado director Francisco Angulo, que ya haba indi-cado que el nombre de ingenieros era el mas ade-cuado para los alumnos que terminen estosestudios. En 1799 Angulo propone como materias aimpartir, Qumica mineralgica y metalrgica, Artede minas, Geometra subterrnea, Delineacin yLengua alemana. Posteriormente en el Plan de Estu-dios preparado por Christiano Herrgen en 1803, seimparten Orictognosia, Geognosia, Minera prcticay mineralurgia.

    Fausto de Elhyar redact el R.D. de 4 de juliode 1825, punto de arranque del desarrollo alcanzadopor la minera; tratando en ella de la necesidad deperfeccionar la Academia de Minas de Almadn,dotndola de dos profesores, uno para Geometrasubterrnea y Laboreo de minas y otro para Doci-masia y mineralurgia, con el correspondiente labo-ratorio y los instrumentos, modelos, una coleccinde minerales y una biblioteca. El R.D. de 23 deabril de 1835 impulsado por Fausto de Elhyar,mand establecer la Escuela de Ingenieros de Mi-nas en Madrid, quedando an abierta la de Alma-dn. Por R.O. de 3 de mayo del mismo ao se nom-braron, a propuesta de la Direccin, los profesoresRafael Amar de la Torre (1802-1874) de Mineralo-

    135Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

    Fig. 3. Anales de Historia Natural 1799-1804,De Orden Superior. Madrid en la imprenta Real,por D. Pedro Julin Pereyra, impresor de cmarade S.M. Tomo 1, 1799.

  • ga y Geognosia, Joaqun Ezquerra del Bayo (1793-1859) de Mecnica y Laboreo de minas y LorenzoGmez Pardo (1801-1874) de Docimasia y Meta-lurgia, los tres haban sido pensionados en la Aca-demia de Minera de Freiberg en los aos 1828 y1829. La historia de las enseanzas de Paleontolo-ga en la Escuela de Minas, entre 1835 y 1878, hasido minuciosamente detallada por Egozcue y Cadel que entresacamos los datos que exponemos acontinuacin (Annimo, 1878).

    Dentro de la Geognosia, Amar de la Torre hacauna introduccin al estudio de los fsiles y a los fe-nmenos de fosilizacin y tambin inclua una intro-duccin al estudio de las rocas estratificadas y a lasno estratificadas analizando sus relaciones. Por R.O.de 9 de noviembre de 1845, se realiz la distribucinde materias en la Escuela asignndose a Amar Mine-raloga y Geognosia. En relacin con la Paleontolo-ga, cuya enseanza haba sido solicitada insistente-mente desde 1839, se orden que se explicase apartir de aquel curso, aunque limitada a las nocionesfundamentales precisas para el conocimiento de lasespecies fsiles mas caractersticas con aplicacin ala minera. Amar de la Torre dio comienzo aquelao, y por primera vez, la explicacin de la Paleonto-loga en la Escuela. Enseanzas que continu hastael curso 1847-48, utilizando en el ltimo curso comolibro la traduccin de los Elementos de Geologa, deCharles Lyell, realizada en 1847 por Ezquerra delBayo, con adiciones sobre los terrenos de Espaa. Enla biblioteca del Instituto Geolgico y Minero, se en-cuentran catalogados dos libros manuscritos de Rafa-el Amar de la Torre titulados Curso dePaleontologa, explicado por Rafael Amar de la To-rre: redactado por Juan Vicens y Paleontologa, queposiblemente sean los dos primeros tratados de Pale-ontologa general escritos en espaol.

    Como consecuencia de la creacin de una Es-cuela Preparatoria para las de Caminos, Minas yArquitectura, con dos aos de estudio, se reforma-ron las materias de la de Minas por el Reglamentode 11 de enero de 1849, en el que se establecen de-finitivamente las enseanzas de Paleontologa ensegundo curso, junto con la Mineraloga y asignn-dole su docencia a Felipe Naranjo y Garza (1809-1877). Segn el Reglamento, en la clase de Paleon-tologa se haban de exponer los principios en losque se funda la clasificacin de los seres vivos y ex-plicar con detalle los gneros y especies que carac-terizan las diferentes formaciones geolgicas. Na-ranjo imparti esta materia apoyndose en las obrasde dOrbigny y Pictet.

    Por R.D. de 21 de septiembre de 1859 se aprue-ba el nuevo Reglamento de la Escuela de Minas,que al par de ser el mas completo hasta ahora, pro-pici el desarrollo de una instruccin del ms altonivel. La enseanza duraba cinco aos y en el cuar-to la Paleontologa se desarrollaba en dos materiasseparadas: Paleontologa (parte elemental) y Pale-ontologa (parte prctica). En 1859 a Policarpo Cay Francs (1817-1867), se le asign la enseanza dePaleontologa, encargndose Naranjo slo de Mine-raloga. Por los cambios de profesores producidos

    en 1861, Matas Menndez de Luarca (1828-1866)qued encargado de Geologa y Paleontologa, utili-zando como obras de consulta, para Geologa la tra-duccin de los Elementos de Lyell y el de Palonto-logie et Gologie Stratigraphique de dOrbigny,para Paleontologa. Su labor docente despert ensus alumnos el inters por los fsiles, los que bajosu direccin podan observar directamente y descri-bir en sus clases prcticas.

    Por fallecimiento de Luarca en 1866, fue nom-brado para este puesto Justo Egozcue y Ca (1833-1900) por R.O. de 6 de junio de 1866, puesto en elque permanece hasta octubre de 1879. Su primeraactuacin fue modernizar los programas de ambasasignaturas y preparar un tratado de Paleontologapara el curso 1867-1868, que fue impreso por susdiscpulos en 1868. Egozcue (1878) al justificar suprograma de Paleontologa expone que, prescin-diendo de cuales sean los verdaderos lmites a quela Paleontologa deba extenderse, en la Escuela deMinas nunca se ha considerado, ni la consideramostampoco, sino como una ampliacin de la Historianatural de los seres vivos; pues conformes con estocon el eminente Pictet, opinamos que todas lascuestiones que, aparte de la descripcin de los orga-nismos y su comparacin y distribucin en el tiem-po y en el espacio, se refieren directa o indirecta-mente a los fsiles, tienen su natural colocacin enla Ciencia de la Historia de la Tierra, aunque hayansustentado otra cosa los no menos esclarecidosdArchiac y Alc. DOrbigny.

    136 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

    Fig. 4. Anuario de la Escuela Especial de Inge-nieros de Minas, Primer ao 1878, Annimo. Ma-drid, imprenta y fundicin de Manuel Tello, 1878.

  • Egozcue considera ms importante el conoci-miento de los gneros que el de las especies y dice:Los primeros se mantienen los mismos en localida-des muy distantes geogrficamente consideradas ,caracterizando los principales grupos de la escalageolgica. Se disculpa por que aparezcan en suprograma un gran nmero de gneros vivientes so-bre todo de invertebrados y reconoce las limitacio-nes de estas enseanzas para conocer un gran nme-ro de especies fsiles caractersticas de los terrenos,dejando al estudio y trabajo individual la ampliacinde estos conocimientos. Como cientfico expone asus alumnos las nuevas ideas geolgicas y paleonto-lgicas que hoy se agitan en el mundo de la inteli-gencia para evitar, segn su opinin a contribuircon su silencio a la entronizacin del error.

    Egozcue divide su Programa en cuatro partes,despus de un tema de introduccin, la primera par-te incluye tres captulos de aspectos generales enlos que desarrolla los temas relacionados con la fo-silizacin, la distribucin geogrfica de los fsiles yla clasificacin geolgica de los terrenos de acuerdocon su contenido paleontolgico. La segunda parte,con once temas, trata de la especie, del origen delos organismos y las leyes de las renovaciones org-nicas, dedicando un tema a la teora de Lamarck ytres a la teora de Darwin, uno para exponerla, otropara explicar su conformidad con ciertos hechos yla ltima dedicada a las objeciones al darwinismo.La tercera dedicada a Paleozoologa, se inicia conel estudio de los mamferos y el hombre y abarcatodos los grupos de vertebrados e invertebrados. Lacuarta parte est dedicada a Paleofitologa. El Pro-grama concluye con un resumen de las prcticas arealizar por los alumnos y el tipo de examen prcti-co que tienen que superar.

    En 1879 Lucas Mallada sustituye a Egozcue yse hace cargo de la ctedra de Geologa y Paleonto-loga, y permanecer en ella hasta 1892. En el Plande Estudios de 1890, de tres aos, la asignatura deGeologa y Paleontologa se impartir en segundocurso. A partir de 1896 Florentino Azpeitia y Mo-ros (1859-1934) se hace cargo de la asignatura, im-partiendo slo Paleontologa desde 1907.

    La Universidad Central y los estudios de Paleon-tologa

    La creacin de la ctedra de Geologa y Paleon-tologa en la Universidad Central y su incorporacina ella de Juan Vilanova y Piera (1821-1893) ha sidoestudiada por Pelayo (1995) y su adscripcin a la c-tedra de Paleontologa la han analizado Sequeiros(1982, 1989) y Gozalo, (1999). De igual manera pa-ra todos los temas relacionados con la poltica edu-cativa universitaria en Espaa en los siglos XVIII yXIX es bsica la obra de Peset, M. & J.L (1974).

    El Plan Pidal aprobado por R.D. de 17 de sep-tiembre de 1845, recoga por primera vez la ensean-za de la Geologa como asignatura a impartir en laUniversidad dentro de los estudios superiores. Enmarzo de 1849, Vilanova gan la oposicin a la cte-dra de Historia Natural de la Facultad de Filosofa de

    la Universidad de Oviedo. Ese mismo ao renunci ala ctedra y con el apoyo de Graells se le comisionpara completar sus estudios de Geologa en Pars yFreiberg, para que al volver, completada su forma-cin, ocupara una ctedra en la Universidad Central.

    Entre 1849 y 1853 Vilanova visit las Institu-ciones mas prestigiosas de Francia, Alemania y Sui-za, relacionndose con los mejores profesores, asis-tiendo a sus clases y conociendo directamente elnacimiento y la evolucin de las nuevas teorascientficas que se formulaban en Europa, ademsparticip en numerosas reuniones cientficas y Con-gresos Internacionales. Al mismo tiempo realizimportantes estudios y colabor en las investigacio-nes desarrolladas en las instituciones.

    Tambin durante 1850 realiz excursiones geo-lgicas a Normanda, Suiza occidental, Piamonte ySaboya y en 1851 visit diversas regiones de Fran-cia. Entre 1852 y 1853 realiz un viaje por Blgica,Francia, Suiza, Italia y Austria, presenciando laerupcin del Etna de 1852, sobre la que realiz im-portantes observaciones y posteriormente en 1853permaneci en Npoles estudiando el Vesubio. Unode los objetivos fundamentales de estas excursionesera la colecta de fsiles, minerales y rocas, llegandoa reunir una importante coleccin de fsiles, forma-da por 500 ejemplares de la Cuenca de Paris y 200del Plioceno de Turn

    En 1851 Mariano de la Paz Graells (1809-1898)inicia el proceso administrativo para proceder alnombramiento de Vilanova como profesor de la Fa-cultad sin oposicin, segn el Art.135 del Plan deEstudios vigente (1850). Como resultado del mismofue nombrado catedrtico y en el curso 1854-1855,imparti, por primera vez en la Universidad Cen-tral, la asignatura de Geologa y Paleontologa paraoptar al doctorado en Ciencias, adscrito a la Facul-tad de Filosofa . Segn Pelayo (1995) En ambasdisciplinas su formacin europea le acreditaban sinlugar a dudas como el cientfico espaol [Vilanova]mas capacitado de su poca para su enseanza y di-fusin. En 1873 se desdobla la ctedra de Geolo-ga y Paleontologa de la Universidad Central, in-cluida por el Plan Moyano (1857) en la Facultad deCiencias, en dos ctedras. Vilanova se adscribi a lade Paleontologa, que era una signatura optativa yJos Solano y Eulate (1841-1912) a la de Geologa,obligatoria. Vilanova comenz a impartir sus clasesen el curso 1878-1879, y las continu hasta su falle-cimiento en 1893.

    En la sesin del 3 de mayo de 1876, de la Socie-dad Espaola de Historia Natural, Vilanova expusouna justificacin pormenorizada del programa dePaleontologa que haba preparado para su nuevadisciplina. Destaca los dos problemas que tiene queresolver la Paleontologa, el primero se refiere a launidad de plan que presidi la creacin de los rei-nos orgnicos y sus ulteriores desarrollos y el se-gundo es el que trata de las estrechas relacionesque existen entre los seres orgnicos y las condicio-nes biolgicas del globo Para resolver el primerproblema habr que estudiar los seres actuales, susrelaciones y leyes lo que nos llevar a esclarecer

    137Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

  • cuando menos, cmo y cundo ocurri la misteriosatransformacin de la materia mineral en orgnica,sea bajo el soplo divino del Creador como creemos,o por la sola accin de las leyes generales de la ma-teria al encontrarse en condiciones favorables parala realizacin de este grandioso acontecimiento, co-mo suponen otros

    Vilanova divide la disciplina en Paleontologaespeculativa o fitozoolgica y Paleontologa aplica-da o estratigrfica, subdividiendo cada una de ellasen otras cuatro partes. En su propuesta defiende laPaleontologa como ciencia y escribe Precisamen-te en esta ntima relacin que entre la Geologa y laPaleontologa existe, se funda el carcter propio deciencia independiente que sta tiene, pues de otrasuerte considerada, pudiera, como hacen algunos,decirse que era Botnica y Zoologa que trata de se-res de otros tiempos. A lo largo toda su argumen-tacin analiza y justifica los estudios a realizar encada una de las partes de la disciplina, acudiendo endos ocasiones al criterio de autoridad de DArchiacy Cuvier.

    Como colofn del Programa y al final de la Pa-leontologa aplicada, Vilanova escribe completareste estudio de aplicacin la resea de los fsilesmas caractersticos de nuestro suelo; objeto que de-be merecer nuestra especial predileccin, por lo quedirectamente pueda interesar a todo buen espaol elconocimiento de lo que a la patria atae. Anunciaque, como hizo en 1860 cuando regent la ctedrade Geologa, est escribiendo un libro de la nuevadisciplina a cuyo fin he tenido a la vista la mayorparte de los tratados de Paleontologa conocidos enEuropa, de los cuales, si he tomado la mayor partede los datos que en la ma figuran, me he apartadopor completo del mtodo por sus respectivos autorespropuesto, dejando as explcita la originalidad dela orientacin metodolgica que haba dado a suobra.

    A Vilanova le sustituy en 1893 Francisco Vi-dal Careta (1860-1923), que regent la ctedra has-ta su jubilacin en 1923. En este intervalo, el Plande 1900, encargado por el ministro a Ignacio Bol-var (1850-1944) y que se bas en la propuesta dereforma elaborada por la Sociedad Espaola de His-toria Natural en 1886, dividi la Facultad de Cien-cias en cuatro Secciones y suprimi la Paleontolo-ga sustituyndola por Geografa y GeologaDinmica, que fue la asignatura que imparti VidalCareta hasta su jubilacin.

    La dotacin de una nueva ctedra de Paleonto-loga en la Universidad espaola no se produjo has-ta 1949, simultneamente en la Universidad de Ma-drid, Bermudo Melndez (1912-1999) y en la deBarcelona, Ramn Bataller (1890-1962), con lo quese reanudaron las enseanzas universitarias de Pale-ontologa en nuestro pas.

    La polmica darwinista en Espaa

    Las ideas evolucionistas propuesta en 1859 porCharles Darwin en su obra On the Origin of Speciesfueron muy pronto conocidas por la comunidad

    cientfica espaola, incluso antes de disponer deuna traduccin de la obra a nuestra lengua en 1872,incompleta y mas tarde, 1877 completa, traducidapor Enrique Godnez, a partir de la sexta edicin in-glesa. Aunque en la Espaa de finales del siglo XIXla polmica deriv a ser ms ideolgica y polticaque cientfica, arrastrando a duros debates en todoslos estamentos de la vida social y cultural de nues-tro pas. Sobre este tema existe una abundante bi-bliografa, Nez (1969) analiza en profundidad lapolmica darwinista desde un marco de referenciasideolgicas y filosficas. Cuello (1982) traza laslneas generales del impacto del darwinismo entrelos cientficos espaoles. Sequeiros (1982, 1989)estudia esta polmica en relacin con la figura deJuan Vilanova y los naturalistas de su tiempo. Pela-yo (1999) analiza de una forma global el papel delos datos paleontolgicos en los debates suscitadosen Espaa sobre el darwinismo, en relacin con elbinomio ciencia-creencia.

    En 1860 Antonio Machado y Nez (1815-1896), catedrtico de Historia Natural en la Univer-sidad de Sevilla inclua el comentario de la teorade Darwin en sus clases (Sequeiros, 1989) y mstarde la publicacin en los Anales del artculo deLanderer (1873) Explicacin del cuadro sinpticode los terrenos primitivos inicia la polmica cient-fica en el seno de la Sociedad Espaola de HistoriaNatural, en cuyas sesiones se debate este tema du-rante muchos aos enfrentando por un lado a Enri-que Serrano Fatigati y Salvador Caldern que apo-yan las ideas de Darwin, con el grupo formado porVilanova, Colmeiro y Landerer que son contrariosal darwinismo.

    138 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

    Fig. 5. Anales de la Sociedad Espaola de Histo-ria Natural Tomo I, Cuaderno 1, Madrid, im-prenta de T. Fortanet, 1872.

  • Posteriormente en la Circular de Orovio de 1875se ordenaba a los Rectores de las Universidades quecontrolaran que en las aulas no se ensee nada con-trario al dogma catlico ni a la santa moral, posturaque desat la segunda cuestin universitaria y queest directamente ligada con la introduccin y discu-sin del darwinismo en Espaa. Entre los naturalis-tas fueron protagonistas Laureano y Salvador Calde-rn y Augusto Gonzlez de Linares, tambinparticiparon activamente y fueron igualmente san-cionados Giner de los Ros, Gumersindo de Azcra-te, Salmern, etc. Esta situacin propici la funda-cin de la Institucin Libre de Enseanza por Ginerde los Ros, quedando la postura de la nueva institu-cin con respecto al darwinismo claramente definidaen el primer nmero de su Boletn (1877), en el quese comunica el nombramiento de Darwin y Haeckelcomo profesores honorarios de la misma.

    A pesar de la polmica generada en su seno, laSociedad Espaola de Historia Natural destaca, entres conmemoraciones en relacin con Darwin, laimportancia de su obra. La primera en la sesin del3 de mayo de 1882, quince das despus de su falle-cimiento, el Presidente, Mximo Laguna, se haceeco de la noticia y pone de relieve la importancia desus teoras al margen de la opinin que se tuvierasobre ellas adems de ponderar sus valiosas aporta-ciones para la ciencia. La segunda con motivo delaniversario de su nacimiento en 1909, cuando en lasesin del 2 de junio el Presidente Jos GmezOcaa inform de que sean cuales fueran las opi-niones que sobre las teoras darwinistas se profesa-ren la Real Sociedad Espaola de Historia Naturaldebera participar en los actos cientficos a celebraren Londres con este motivo. Santiago Ramn y Ca-jal (1852-1934) y Luis Simarro (1851-1921) repre-sentaran a Espaa en esta celebracin por la Juntade Estudios Superiores y por la Sociedad. La terce-ra en 1982 y con motivo del Centenario del falleci-miento de Charles Darwin, la Sociedad celebr unaSesin Extraordinaria Conmemorativa presidida porEmilio Fernndez Galiano.

    Las publicaciones sobre Paleontologa en Espaadurante el siglo XIX

    Debido a la inestable situacin poltica arrastra-da desde la restauracin monrquica en 1814, Faus-to de Elhyar, que haba regresado a Espaa en1822, no es destinado a la Direccin General de Mi-nas hasta 1825 y a partir de entonces realiza una in-gente labor en ella. Inicia la publicacin de los pri-meros mapas geolgicos, promueve la instalacinde la Escuela de Minas en Madrid y reinstaura lapoltica de envo de pensionados a completar su for-macin al extranjero, principalmente a la Academiade Minas de Freiberg.

    En la nueva situacin poltica creada en 1833con el fin del antiguo rgimen y el nombramientocomo Regente de la Reina Mara Cristina, aparecenen 1838 los Anales de Minas, en 1844 el BoletnOficial de Minas y en 1848 el Boletn Oficial delMinisterio de Comercio, Instruccin y Obras Pbli-

    cas, en los que van a publicarse los primeros traba-jos de Paleontologa, unos inditos y otros son tra-ducciones sobre fsiles de Amrica y de diferentespases. Para su anlisis consideraremos un primerintervalo hasta 1849, el segundo abarcara la prime-ra etapa de la Comisin del Mapa Geolgico de Es-paa 1849-1858, el tercero el intervalo de Junta Ge-neral de Estadstica, 1858-1870 y el cuarto de 1870a 1900 al reconstituirse la Comisin del Mapa.

    En la primera etapa, en 1841 aparecen dos traba-jos en los Anales, uno de Ezquerra del Bayo sobrehuesos fsiles cerca del Manzanares, en el alto de SanIsidro, en el que cita Mastodon longirostris, M. aure-lianense y Sus palaeochoerus. Tambin anota la pre-sencia en el Cerro Almodvar de otra capa huesosaenteramente semejante, o por mejor decir, que es lamisma que la del cerro de San Isidro. El otro trata deimpresiones de animales en las rocas de varios pases,de Amar de la Torre, en el que, tras hacer una serie deconsideraciones sobre la accin de los agentes exter-nos sobre la superficie de la tierra, traduce datos devarias autores, sobre impresiones de animales en Es-tados Unidos, Alemania, Francia e Inglaterra, recha-zando los indicios de pies humanos que se citan enla superficie de ciertas rocas en Estados Unidos.

    En 1845 se publican en el Boletn Oficial de Mi-nas cuatro trabajos traducidos, uno de M. Dana so-bre coprolitos de Amrica, otro de C. Lyell sobreosamentas fsiles en Amrica Septentrional, un ter-cero de M. Serres sobre huesos humanos de Brasil yotro de Gpper sobre la distribucin de las plantasfsiles en las distintas formaciones geolgicas delglobo. Tambin en este intervalo aparecen trabajossobre fsiles espaoles en revistas de Francia, Ale-mania y Gran Bretaa.

    Bajo los auspicios de Isabel II y con la buenaacogida dispensada a la traduccin en 1847 de laobra de Lyell Elementos de Geologa , por Ezquerradel Bayo, con una adicin sobre los terrenos de Es-paa, se publica el R. D de 11 de julio de 1849, quepuso en marcha la Comisin para formar la Cartageolgica del terreno de Madrid y coordinar los da-tos para la general del reino presidida por Francis-co de Luxan (1798-1867) y con Casiano de Prado(1797-1866) como Jefe de la Seccin de Geologa yPaleontologa. Este hecho, arranque del segundoperiodo, marca el inicio de un importante floreci-miento de los trabajos sobre geologa en Espaa yes tambin un hito destacado en el desarrollo de laPaleontologa en nuestro pas.

    Este segundo periodo abarca todo el tiempo devigencia de la primera Comisin del Mapa Geolgi-co, 1849-1858. En este intervalo aparece, en 1848,el Boletn Oficial del Ministerio de Comercio, Ins-truccin y Obras Pblicas en el que se publica en1850 un trabajo de Paz Graells sobre fsiles descu-biertos en la rivera del Manzanares. Mas tarde, en1850, se funda la Revista Minera, que recoge trestrabajos sobre vertebrados en Castilla, cuyos autoresson Gmez de Salazar (1850), Ezquerra del Bayo(1850) y Prado (1858) y uno de Naranjo y Garza(1852) sobre Estudios histricos de Paleontologa.

    139Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

  • Entre 1850 y 1857, se publica la magna obra deEzquerra del Bayo Ensayo de una descripcin ge-neral de la estructura geolgica del terreno de Es-paa, una de cuyas partes constituye el primer Ca-tlogo de Fsiles Orgnicos que hasta ahora se hanencontrado y han sido clasificados en los diferentesterrenos de sedimento de la parte espaola de la Pe-nnsula en el que se incluyen 400 especies (90 Pa-leozoico; 161 Jursico; 131 Cretcico; 45 Terciariomarino y 29 Terciario lacustre y Cuaternario). Tam-bin se public el trabajo de Prado (1855) sobre Al-madn, Sierra Morena y Montes de Toledo, dondese refieren las importantes localidades fosilferasdescubiertas y se relacionan los taxones encontra-dos, los cuales son descritos a continuacin porVerneuil y Barrande. Para Bataller (1950) Verneuilfue el creador de la escuela paleontolgica espao-la, profesor sin ctedra, con alumnos de primeracalidad como Casiano de Prado, Ezquerra del Bayoy Guillermo Schulz (1800-1877), entre otros...

    El tercer periodo, entre 1858 y 1870, est ocu-pado por la Junta General de Estadstica que proce-di a activar la actividad de la Comisin a travs desu Seccin Geolgica y que facilit la contratacinde gelogos franceses sobre todo para realizar losmapas de las reas fronterizas.

    La mayora de los trabajos geolgicos de estapoca incluyen relaciones de fsiles, ms o menoslargas, pero pocos son los que los describen. De entreestos ltimos destaca la Descripcin fsica y geolgi-ca de la provincia de Madrid, en 1864 en la que Pra-do describe y figura 32 taxones, 11 del Silrico deellos 6 especies nuevas de Cruciana, 11 del Cretci-co, 2 nuevas, 7 del Mioceno y 5 del Terciario, otra dePrado (1858), ms las de Machado (1864) y Arnza-zu (1860), todas con descripciones ms o menos pro-lijas de restos de grandes vertebrados espaoles. Aestas citas hay que aadir el trabajo de Fernndez deCastro (1865) en el que se describen y figuran nume-rosos restos de grandes mamferos fsiles de la Islade Cuba: Equus, Hippopotamides y Megalonyx.

    Durante este perodo Vilanova publica sus obrassobre la provincias de Castelln (1859) y Teruel(1870). En primera figura 73 especies en cuatro l-minas, una de ellas nueva con su diagnosis. En la deTeruel (1870), figura 160 especies en 10 lminas,de ellas 69 nuevas con sus correspondientes diagno-sis. Posteriormente en la Sinopsis Mallada incluyela diagnosis de las especies creadas por Vilanova,poniendo 24 en sinonimia

    El ltimo tramo 1872-1900, con la reactivacin dela Comisin del Mapa Geolgico y la fundacin delMuseo Geolgico del Seminario de Barcelona (1874),es el ms fructfero en la produccin de trabajos condescripciones de fsiles y est dominado por las per-sonalidades de Lucas Mallada (1841-1921), Juan Vi-lanova (1821-1893), Jos Joaqun Landerer (1841-1923), Luis Mariano Vidal (1842-1922) y JaimeAlmera (1845-1919) y junto a ellos debemos incluirtambin a Daniel de Cortzar (1844-1927), Pedro Pa-lacios (1847-1921), Salvador Caldern (1821-1911) yManuel Fernndez de Castro (1825-1895).

    Las tres obras fundamentales de Mallada de estapoca, aunque una se prolongara en el siglo XXson, la Sinopsis (1875-1892b), el Catlogo (1892a)y la Explicacin del Mapa Geolgico de Espaa(1895-1911). La importante obra de Mallada ha si-do estudiada por numerosos autores y la enrevesadahistoria editorial de la Sinopsis ha sido magistral-mente aclarada por Rbano y Gutirrez-Marco(1999). Slo cabra aadir como ancdota que delas 42 especies creadas por Vilanova, cuyas diagno-sis traduce Mallada en la Sinopsis, y que se inclu-yen en la relacin de especies figuradas en el tomotercero, con su lmina y figura, slo constan 8 taxo-nes en las lminas correspondientes y tres de ellasaparecen con el autor cambiado.

    El Catlogo es una labor de sntesis que recoge4058 especies citadas en Espaa (18 cmbricas; 162ordovcicas y silricas; 253 devnicas; 325 carbon-feras; 45 trisicas; 629 jursicas; 451 cretcicas,475 del Terciario inferior; 889 del Terciario supe-rior y 116 cuaternarias) cuya totalidad no pudo re-coger en la Sinopsis, por la ingente labor editorial arealizar y el coste econmico que esto representaba.La Explicacin del Mapa, constituye una recopila-cin de toda la informacin sobre la geologa de Es-paa conocida hasta el momento y es, junto con laSinopsis, las obras magnas de una vida dedicadapor entero a la Geologa y a la Paleontologa.

    La fecunda obra cientfica de Vilanova estcondensada en Gozalo (1993), siendo sus obras mspaleontolgicas Origen, naturaleza y antigedaddel Hombre (1872) y La Creacin, Historia Natu-ral,... (1872-1876) dirigida por Vilanova, con su in-tervencin directa en el tomo VIII dedicado a Mine-raloga, Geologa y Paleontologa. Otros trabajospaleontolgicos relacionados con la polmica dar-winista seran los relativos al Eozoon canadense(1874) y al Protriton petrolei (1875).

    Landerer, de formacin autodidacta, realiza des-tacadas aportaciones al conocimiento de los fsilesde Catalua y publica en 1878 la obra Principios deGeologa y Paleontologa. En su trabajo de 1872 so-bre el piso ptico describe y figura 67 especies, deellas 31 nuevas y en el del piso Tenncico o Urgo-ptico (1878), incluye un Catlogo en el que rela-ciona 201 gneros y 968 especies. En 1873 publicael artculo Explicacin del cuadro sinptico de lostiempos primitivos que desat la polmica darwi-nista en la Sociedad Espaola de Historia Natural yes tambin el autor de tres captulos de la obra deJaime Almera Cosmologa y Geologa (1877).

    Luis Mariano Vidal en su trabajo de 1874 sobreel Garumniense de Catalua describe y figura 31especies de las que 28 son nuevas y en 1877, sobreel Cretcico de los Pirineos catalanes cita 172 taxo-nes y describe y figura 18 especies nuevas.

    Jaime Almera public en 1877 su obra Cosmo-loga y Geologa, en la que defiende la concordan-cia entre la ciencia y la revelacin en la interpreta-cin del universo. A partir de 1879 inicia, encolaboracin con Arturo Bofill, una serie de traba-jos sobre los moluscos del Terciario superior de Ca-

    140 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

  • talua, publicando los captulos relativos a las fami-lias de Cancelridos (1884), Estrmbidos (1885) yMurcidos (1893), en los que se figuran y describen,en castellano y latn, 40 especies de ellas 4 nuevas y5 variedades nuevas, pero quedando la obra sinconcluir. En otros trabajos describi y figur nume-rosos taxones catalanes, desde el Silrico al Cuater-nario, y en 1892 public el Catlogo de los molus-cos fsiles pliocnicos de Catalua.

    Otros autores que tambin aportaron datos pale-ontolgicos de inters son Caldern (1876), que re-aliza una enumeracin de los vertebrados fsilesencontrados en Espaa, con sus localidades y refe-rencias respectivas, recogiendo 52 gneros y 62 es-pecies. Daniel de Cortzar que en la memoria de laprovincia de Cuenca (1875) relaciona 13 taxonesdel Paleozoico y en el Mesozoico 99 especies de in-vertebrados, una de vertebrados y figura una espe-cie nueva de equnido que no describe. En la me-moria de Valladolid (1877) describe y figura 7especies de invertebrados y una de vertebrados. Pe-dro Palacios que caracteriza y figura dos especiesnuevas en la memoria de Soria (1890) y Palacios ySnchez (1885) citan seis taxones, de ellos dos es-pecies nuevas, que describen y figuran, del Weal-dense de las provincias de Soria y Logroo. Fernn-dez de Castro que entre 1864 y 1874 publica sietearticulos en los que se describen numerosos restosde vertebrados fsiles de Cuba y uno sobre Hondu-ras y realiza un importante anlisis de paleobiogeo-grafa en su trabajo de 1881 Pruebas paleontolgi-cas de que la Isla de Cuba ha estado unida alcontinente americano.

    LA PALEONTOLOGA ESPAOLA EN ELPRIMER TERCIO DEL SIGLO XX

    En la Escuela de Minas el Plan de Estudios de1901, de tres aos, incorpora las asignaturas de Histo-ria Natural, Zoofitologa viviente y fsil y en el de1910, de cinco aos, la Paleontologa se imparte co-mo asignatura independiente en tercer curso y desa-parecen las dos asignaturas incorporadas en 1901.Los Planes de 1918, 1921, de cinco aos, y la modifi-cacin de 1925, mantienen la Paleontologa comoasignatura de tercer curso. En el de 1928, de cincocursos, la asignatura se denomina Paleontologa y Ge-odinmica en tercer curso y en el de 1935, de cincoaos, se imparte Paleontologa en segundo curso(Annimo, 1979).

    Con relacin al profesorado, a partir de 1896 yhasta 1921 Florentino Azpeitia se hace cargo de laasignatura, impartiendo slo Paleontologa a partir de1907. Desde 1921 hasta 1940 los catedrticos de Pa-leontologa o de las asignaturas mixtas que la incluanhan sido sucesivamente Luis Jordana y Joaqun Mu-oz Amor.

    La desaparicin de la Paleontologa como materiaa impartir en las Universidades espaolas a partir de1900, como se ha indicado anteriormente, no paralizlos estudios paleontolgicos espaoles. stos se con-tinuaron desarrollando en la Escuela de Minas y en elInstituto Geolgico y se potenciaron en el Museo,

    donde se impartan la mayora de las asignaturas de laSeccin de Naturales y donde se encontraban los la-boratorios ms pertrechados de material cientfico yse dispona de dos importantes bibliotecas vivas, ladel Museo y la de la Sociedad Espaola de HistoriaNatural.

    Otras circunstancias que favorecieron el desarrollode la Paleontologa en Espaa fueron. por un lado, lacreacin de la Junta de Ampliacin de Estudios e Inves-tigaciones Cientficas (1907), que financi las investiga-ciones y restaur la tradicin de enviar como pensiona-dos a jvenes licenciados para completar su formacinen las mejores instituciones cientficas europeas; de otro,la aparicin de nuevas revistas cientficas en las que pu-blicar los importantes trabajos que se realizaban, comoel Boletn y las Memorias de la Sociedad Espaola deHistoria Natural (1901 y 1903), Trabajos del MuseoNacional de Ciencias Naturales (1912) y Trabajos de laComisin de Investigaciones Paleontolgicas y Prehis-tricas (1915); y en tercer lugar la celebracin en 1926en Madrid del XIV Congreso Geolgico Internacional, ala que asistieron relevantes figuras de la Paleontologainternacional y en el que Royo Gmez tuvo una actua-cin destacada.

    Vidal publica en 1914 una nota sobre el Silricodel Pirineo de Catalua, en la que describe y figura 15taxones, de ellos son nuevos 6 especies y dos varieda-des; en 1915 aparece un trabajo sobre la geologa ypaleontologa del Jursico superior de la provincia deLrida, en el que describe y figura 36 taxones, de ellosun gnero y 4 especies nuevas. De 1917 a 1921 publi-ca tres trabajos sobre el Cretcico de Catalua en losque describe y figura 68 taxones, con dos gneros y 56especies nuevas. A partir de los aos veinte son Az-peitia en la Escuela y Primitivo Hernndez Sampelayo(1880-1959) en el Instituto, los que mantienen los es-tudios paleontolgicos entre los ingenieros de minas.La obra de Azpeitia, influenciada por el malaclogoJoaqun Gonzlez Hidalgo (1839-1923), se orienta alestudio de los moluscos actuales, incluyendo formasfsiles del Terciario superior (1933) y a las diatomeasfsiles (1911).

    Hernndez Sampelayo, que particip directamen-te en la fundacin del Museo del Instituto Geolgicoy Minero en 1927, se dedica fundamentalmente a losfsiles del Paleozoico. En 1915 estudia los fsiles delPaleozoico de Galicia, relaciona 86 taxones y descri-be y figura tres especies nuevas y en 1934 estudia yrevisa las colecciones de fsiles cmbricos deposita-das en el Museo describiendo y figurando 87 especiesy 40 gneros, siendo los trilobites los ms numerososcon 39 especies y 12 gneros. Adems de estos traba-jos, en 1916 Dupuy de Lme y Fernndez de Calellaestudian los mamferos miocenos del Rincn de Ade-muz (Valencia) describiendo y figurando profusa-mente, cinco taxones.

    En la Universidad Central Eduardo Hernndez Pa-checo (1872-1965), que en 1910 sustituye a Solano enla ctedra de Geologa Geognstica y Estratigrafa yque en 1923, al jubilarse Vidal y Careta, acumul la c-tedra de Geografa y Geologa Dinmica, es la figurabajo cuyo magisterio se desarrollarn los trabajos pale-ontolgicos universitarios durante este periodo.

    141Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

  • El descubrimiento de los arqueociatos de Las Ermi-tas de Crdoba determin que en su trabajo de 1907 in-cluyera esta primicia, que despus complet en 1918.Pero su principal lnea de investigacin paleontolgicaser el estudio de los fsiles de mamferos del Terciariode la Pennsula al que dedic diez trabajos entre 1914 y1930, describiendo numerosos taxones. Tambin reali-z importantes trabajos sobre la geografa fsica del So-lar Hispano y sobre Prehistoria.

    Las atractivas condiciones del Museo como centrode investigacin y el prestigio cientfico de HernndezPacheco, ana en su seno un importante grupo de entu-siastas de la Paleontologa entre los que destacan JosRoyo Gmez (1895-1961), que desarroll numerosos es-tudios sobre fsiles del Terciario y Mesozoico y cuyo tra-bajo ms destacado est dedicado al estudio de El Mio-ceno continental y su fauna malacolgica (1922) en elque describe y figura 42 taxones de ellos 12 nuevos. Fe-derico Gmez Llueca (1889-1960), estudioso de los fsi-les terciarios y cuya obra fundamental es Los Numulti-dos de Espaa (1929), en la que describe y figura 147especies, correspondientes a 9 gneros. Jos Ramn Ba-taller (1890-1962), que trabaj en mamferos del Tercia-rio de Catalua y en fsiles del Mesozoico, publicandoadems numerosos trabajos sobre diversos grupos fsiles.

    Mariano Faura y Sans (1883-1941), continuador deAlmera en 1919 en el Museo de Geologa del Semina-rio, realiz algunos trabajos sobre fsiles del Mesozoicoy Terciario. En su publicacin de 1913 Sntesis estrati-grfica de los terrenos primarios de Catalua relacionatodas las especies del Paleozoico citadas en Catalua.

    Guillermo Colom Casasnovas (1900-1993), autodi-dacta de slido y reconocido prestigio internacional enel campo de la Micropaleontologa del Mesozoico yTerciario del mbito alpino mediterrneo, public a par-tir de 1926 numerosos e importantes trabajos sobre fo-raminferos planctnicos describiendo numerosos taxo-nes y fue el descubridor y primer estudioso de losInfusorios loricados del grupo de los Tintnidos fsilesinterpretados por l, lo que le permiti establecer poste-riormente gneros y especies nuevos. Junto con Azpei-tia y Gmez Llueca pueden considerarse los introducto-res de los estudios de Micropaleontologa en Espaa.

    Daniel Jimnez de Cisneros (1863-1941) infatiga-ble gelogo y paleontlogo alicantino, discpulo de Vi-lanova, que desarroll su trabajo en Alicante. En susmuchas publicaciones aport valiosos datos paleontol-gicos sobre los fsiles de los terrenos mesozoicos y ter-ciarios del levante espaol. En 1923, en su trabajo sobrelas capas de Pygope del Lisico de Murcia, describe yfigura 57 especies, 8 de ellas nuevas.

    EPLOGOEn esta apretada sntesis, que por su proximidad no

    incluye la segunda mitad del siglo XX, he pretendido,por un lado, rescatar algunos autores y textos que nohaban sido recogidos en trabajos anteriores y desta-car la labor de aqullos cientficos que aportaron no-vedades al desarrollo de la Paleontologa como cien-cia o como materia docente y por otro lado, poner demanifiesto la importante tarea realizada por los que sededicaron al estudio cientfico de los fsiles.

    En los cuatro ltimos siglos la Ciencia espaolaha avanzado por pulsaciones, sistemticamenteabortadas en los momentos de mximo desarrollo,de la mano de la tortuosa historia de Espaa y siem-pre vigilada por la intransigencia. La Paleontologaha marchado al comps de los tiempos, a veces pordelante, pero siempre ataviada con ropones que ledificultaban el desarrollo. Hasta el despegue del l-timo tercio del siglo XX y con la excepcin de losilustrados en el XVIII y los universitarios e ingenie-ros de minas dedicados a estos temas en el XIX, lamayora de los paleontlogos espaoles fueron cl-rigos, y a pesar de su talante abierto y cientfico,prim siempre sobre ellos sus profundas creenciasreligiosas.

    Pero as ha sido nuestra historia como espaolesy como paleontlogos y as he querido contarla, delxito o fracaso de mi empresa el lector tiene la lti-ma palabra.

    AGRADECIMIENTOSEste trabajo, cuya elaboracin me ha sido mas

    ardua de lo esperado, ha sido posible merced a lainvitacin de mi colega y amiga Amelia Calonge,invitacin que le agradezco profundamente. De otraparte la consulta de la mayora de las fuentes docu-mentales me ha sido facilitada por Da. Mara Vic-toria Romero, bibliotecaria de la Facultad de Cien-cias Geolgicas y Da. Margot Gutirrez,bibliotecaria del Instituto Geolgico y Minero, cuyaeficaz labor quiero agradecer. A Doa Isabel Rba-no le agradezco la lectura crtica del manuscrito ysus acertadas observaciones.

    ADDENDADespus de concluido el trabajo he tenido acce-

    so al libro de ANTONIO JOS NAVARRO Viajesde un naturalista ilustrado por los reinos de Granaday Murcia, editado por Javier Castillo Fernndez ypublicado por el Servicio de Publicaciones de laUniversidad de Murcia, 2000, en el que se relacio-nan de forma epistolar las observaciones de todo ti-po realizadas por el cannigo Antonio Jos Nava-rro en varios viajes realizados en 1789, en los queincluye numerosos datos geolgicos y paleontolgi-cos entre los que destacamos los siguientes:

    Carta 3 Baza, pg. 62: Hallanse en los alrede-dores de Baza terebratulas, concha de peregrino; enCaniles, montes de corazones; en Cuebas, destas yotras muchas, y tambin glosopetras; en Albox,ademas de las ostras hai bucinitas y herizos marinospetrificados. En esta misma carta postula la forma-cin marina de los fsiles cuando dice (pg. 62):Estos montones de ostras no contienen conchas deotro genero, pareze que alli tubieron su orijen y sufin, que estos sitios fueron patria de aquellas fami-lias y que no se juntaron de acarreo por tempestad[u otro accidente], lo que prueba fue aquel suelofondo de mar. Adems con los datos observadoselabora una teora original (pgs. 63-65) sobre lascausas que produjeron la dislocacin de algunas delas capas de rocas que encuentra en su caminar.

    142 Enseanza de las Ciencias de la Tierra, 2001 (9.2)

  • Carta 4 Velez Ruvio, pg. 73: Al occidente delpueblo [Velez Rubio] ay un monte de piedra.....todoel peasco es marmol numismal...una turvinita cuiogajo es marmol frumentario y un trozo de este mismomarmol en el que se ven clavados dos erizos marinosde los que llaman Cidaris mammilaris;....Las piedraslenticulares se allan sueltas a el pie del peon de Pio,en el barranco y tierras de don Juan /44v/ Ganda endonde se encuentran muchos de estos erizos, tambinde los que llaman Turbante o Bonete turco y Spatan-goides con otras muchas conchas petrificadas.

    Carta 5 Molino del Consejero, en las inmedia-ciones de Lorca, pgs. 82 y 83: El Monte de la Cu-lebrina es un agregado de cuernos de amonon, aga-ricos, madreporas, astroitas y conchas, unas enterasy otras reducidas a masa. Los del pantano de abajose componen de bancos de ostras vivalvas montuo-sas, agaricos y madreporas; siguiendo la faja o ban-co se encuentran ostras, herizos marinos, bucardos,entroques, glosopetras, camarones, muelas grandesde peces, cerebrites, belemnitas, piedras judaicas,patelas, caracoles marinos, buvinitas, neritas, turvi-nitas, piedras lenticulares...

    Carta 11 Molino del Consejero pgs. 124 a 133incluye un ndice de trminos en el que refiere laslocalidades de todos tipos de piedras, rocas, minera-les y fsiles citados en el texto.

    Con respecto al texto original de los viajes eleditor dice lo siguiente: De los Viajes de AntonioJos Navarro se conservan dos manuscritos con li-geras variantes, ambos borradores de un originalperdido. Una de las copias manuscritas se encuentraen el Archivo Municipal de Lorca. La otra se en-contraba en un archivo privado de Caravaca y, hoyperdida, slo existe una fotocopia en el ArchivoMunicipal de Caravaca. Este ltimo texto ha servi-do de base para esta publicacin.

    BIBLIOGRAFA

    Annimo (1878). Centenario de la Escuela de Minasde Espaa 1777-1787. Madrid

    Annimo (1979). II Centenario de la Escuela de Minasde Espaa 1877-1977. Madrid

    Cuello, J. (1982). Los cientficos del XIX y el darwinis-mo. Mundo Cientfico, 2.14, 534-542

    Egozcue y Ca, J. (1878). Programas de Geologa y Pa-leontologa. Anuario de la Escuela Especial de Ingenierosde Minas, pgs. 349-364, 563-639. Madrid

    Fernndez d