génesis de colombia

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7 Génesis de Colombia Leyendas de nuestro rock nacional JORGE ESTEBAN BENAVIDES NOGUERA Trabajo de grado para optar por el título de Comunicador social con énfasis en Producción radiofónica Mario Galeano Toro Director de tesis Pontifica Universidad Javeriana Facultad de Comunicación y Lenguaje Carrera de Comunicación Social Bogotá, 2012.

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Page 1: Génesis de Colombia

7

Génesis de Colombia

Leyendas de nuestro rock nacional

JORGE ESTEBAN BENAVIDES NOGUERA

Trabajo de grado para optar por el título de Comunicador social con énfasis en Producción

radiofónica

Mario Galeano Toro

Director de tesis

Pontifica Universidad Javeriana

Facultad de Comunicación y Lenguaje

Carrera de Comunicación Social

Bogotá, 2012.

Page 2: Génesis de Colombia

11

A mi mamá, mi papá y mi hermano.

A todos los tercos de Colombia que aman el rock.

Page 3: Génesis de Colombia

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AGRADECIMIENTOS

He llegado a este punto de mi vida gracias al apoyo incondicional de mi familia. Mi mamá, mi

papá, mi hermano y todos mis demás familiares, nunca se han interpuesto en las cosas que

he querido y que me apasionan. Por eso, todo mi esfuerzo a lo largo de mi carrera es una

forma de decirles gracias por su ayuda y compañía en todo mi proceso de formación.

Este trabajo no hubiese sido posible sin la colaboración de las decenas de personas que

entrevisté. Con mucha sinceridad y orgullo, debo decir que en todos mis encuentros no tuve

ningún problema, que al final siempre me despedí con una sonrisa y una razón más para

comprometerme en este trabajo. A todos ellos, infinitas gracias por su disposición y

amabilidad.

Muchas gracias a las familias Monroy Guerrero, Echavarría Rojas, Taborda Ponte y Restrepo

Cardozo, por permitirme adentrarme en la memoria de sus seres queridos que ya fallecieron.

A Tania Moreno, mi puente para contactar a todas las personas que andan por ahí prestas a

colaborar en la construcción de la historia del rock colombiano. Y a Jorge Latorre, quien

tampoco tuvo ningún problema en disponer de horas de su tiempo conmigo y en facilitarme

todo un arsenal de documentos muy valiosos para este trabajo.

Un especial agradecimiento a Mario Galeano Toro, el director de este trabajo, quien dispuso

de su valioso tiempo para asesorarme en un proyecto en el que pocos se interesan. Los

consejos y las sugerencias de Mario fueron muy útiles para lograr un trabajo de calidad.

Por último, le agradezco a María Elvira Jaramillo, ‘mi asistente’ en muchas de las tareas de

investigación y elaboración final del documento. Y a todos los que de alguna manera me

brindaron su apoyo en este proceso que hoy llega a su fin.

Page 4: Génesis de Colombia

13

TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 14

GÉNESIS DE COLOMBIA, LEYENDAS DE NUESTRO ROCK NACIONAL ........... 21

1. “Es una bella mañana en el campo…” ............................................................ 21

2. “Tantos años han pasado desde ayer…” ........................................................ 23

3. “Tú tendrás mi amor…” ................................................................................ 27

4. “Estoy dentro de un sueño…” ....................................................................... 32

5. “Un día dejé mis ropas al viento…” ............................................................... 36

6. “Conéctate, sintonízate y ábrete…” ............................................................... 42

7. “Trocaremos en balas las baladas…” ............................................................. 48

8. “Sigue tu camino….” ..................................................................................... 53

9. “Me vestí con el polvo del camino…” ............................................................ 62

10. “Mañana cruzaré la cordillera…” ................................................................ 68

11. “Después te fuiste y te perdiste en la noche…” ............................................. 79

12. “Transeúnte planetario, morador de los mañanas….” ................................. 89

13. “Creciendo como una planta…” ................................................................... 99

14. “En un planeta lejano…” ........................................................................... 108

15. “Ahora, amigos, ya nos vamos…” ............................................................... 115

16. “Que estoy metido entre la tierra….” .......................................................... 126

CONCLUSIONES ............................................................................................. 129

BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................... 135

ANEXOS .......................................................................................................... 142

Page 5: Génesis de Colombia

14

INTRODUCCIÓN

En toda la historia del rock colombiano no ha habido una banda tan particular como Génesis.

A principios de los setenta, nació una agrupación que sencillamente lo vivió todo, desde la

fama y el prestigio hasta la modestia y el olvido, que en 20 años de carrera tejió una historia

de mil historias, una vida y obra que sin duda merecía ser contada. Con 7 discos de larga

duración, giras por todo el país, personajes singulares en su formación, canciones que aún

persisten en la memoria de jóvenes y adultos, más un gran aporte cultural, el recorrido de

Génesis de Colombia es a la vez un resumen del desarrollo del rock nacional.

El alma, la columna y la esencia de la banda fue Humberto Monroy, un músico y compositor

que vivió desde muy joven todo el proceso que tuvo el rock en nuestro país, y por eso esta

también es su historia. Monroy fue el primer ícono que del rock colombiano; su persistencia

con el trabajo musical es envidiable y quizás es muy difícil volver a encontrar a un músico

roquero de este país que haya hecho parte de 3 bandas, participado en 13 discos y compuesto

más de 100 canciones entre grabadas e inéditas.

Además de Monroy, por Génesis pasaron muchos otros integrantes que también tuvieron su

protagonismo dentro del movimiento roquero colombiano. Un poeta, un locutor, un pintor,

amigos hippies o músicos de larga trayectoria hicieron parte de este proyecto musical que, en

mi concepto, está en la cima de la historia del rock de nuestro país, ante todo por ser de las

primeras bandas que se preocuparon por hacer un producto auténtico desde Colombia y por

la longevidad que ningún otro grupo de su generación llegó a tener. Génesis siempre tuvo un

espíritu de hermandad, de compromiso, de entrega, de alegría, desde que se empezó a formar

en el poco ambiente roquero de un monasterio hasta que terminó su carrera tocando por los

bares de Bogotá. Si Humberto Monroy y sus compañeros siguieran vivos, no habría la menor

duda de que estarían haciendo la música que les otorgó un sello propio. Porque más allá del

sonido, en Génesis hubo personas que se atrevieron a vivir el país de otra manera, a estar en

paz consigo mismos y nunca retroceder en su vocación artística a pesar del sin fin de

adversidades por las que atravesaron.

Entre toda la investigación que hice para este trabajo, no hubo otra mejor palabra para

describir la obra de Génesis: original. Desde mucho antes de Carlos Vives o de cualquier otro

artista al que se le pueda atribuir el calificativo de innovador por fusionar ritmos, la banda de

Monroy se encargó de rescatar nuestro folclor musical y mezclarlo con la energía y la

juventud del rock. En muchos aspectos, Génesis dio a conocer un trabajo bastante novedoso,

sobre todo para sus primeros años de carrera, y que en esencia se mantuvo a lo largo de su

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evolución musical. Génesis fue el gran pionero del rock andino colombiano y a la vez gran

protagonista del folk-rock de nuestro país. Un grupo que se atrevió a tocar con cununos y

rondadores a lado de una batería y guitarras eléctricas.

Cuando llegué al punto de hacer el trabajo de grado de mi carrera, sabía que tenía que hacer

algo sobre rock pues era uno de los pocos temas en los que podía hablar con cierta propiedad

y que me garantizaba la motivación suficiente para dedicarme a una investigación de todo un

semestre. Pero mi trabajo tampoco podía estar alejado de mi país, de mi realidad, por lo que

también sentí un compromiso con la historia del rock colombiano, para muchos olvidada.

Quizás, lo que más me impulsó en mi labor fue la necesidad de aportar a un tema del que

poco se ha hablado y que cuenta con un buen número de experiencias y expresiones

culturales por dar a conocer. Al final, pienso que mi investigación logró ampliar la

documentación sobre el desarrollo de nuestro rock nacional, y espero que a la vez sea un

motivo para que otras personas se sigan interesando en reconstruir todo el pasado de este

género en Colombia. Todavía hay mucho por hacer.

A finales del año 2009, realicé un documental sobre la historia del hippismo en Bogotá, y

desde ahí me empecé a interesar por el pasado del rock de mi país. Al finalizar dicho trabajo,

César Rodríguez, el profesor que me asignó la investigación, me regaló un afiche del grupo

Génesis de Colombia. Yo, agradecidamente, lo recibí pero sabía que ese póster, que debió ser

imprimido a finales del setenta, tenía otro dueño. Decidí entonces regalárselo a Mario

Galeano, músico e investigador que me había colaborado en la realización del documental.

Mario es un guardián de la historia del rock colombiano y por eso iba a valorar el afiche más

que yo, que apenas había escuchado algunas cosas de Génesis. En ese momento, jamás me

imaginé que un año después aceptaría la idea de mi profesor Fernando Gutiérrez de

medírmele a narrar por primera vez la historia de un grupo de rock del país, y nada más y

nada menos que la historia de Génesis. Y muchísimo menos pensé que Mario Galeano iba a

ser el director de esta tesis que nunca dejó de sorprenderme en su realización.

En octubre de 2010 acepté la sugerencia de hacer este trabajo por parte de mi profesor

Fernando Gutiérrez, que por esa época me dictaba la clase de anteproyecto. Fernando dio en

el blanco con su propuesta, más que todo porque a mí me gusta leer biografías de músicos y

quería que mi trabajo fuese algo narrativo, aun así mi énfasis de carrera sea la producción

radiofónica. Igualmente, la elección de Génesis fue otro gran acierto pues implicaba hacer un

recorrido previo a su nacimiento, por la misma trayectoria que tuvo Monroy y sus

compañeros en el desarrollo del rock colombiano. Además, Génesis tenía algo propio y cierta

Page 7: Génesis de Colombia

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recordación en el público que, por más que se basaba en famosa balada de “Cómo decirte

cuánto te amo”, servía para que este proyecto acaparara mayor atención de la gente.

El primer paso fue justificar la razón de un trabajo de este tipo. Ante todo, la intención de una

investigación sobre rock colombiano no es más que un trabajo de recuperación y

reivindicación histórica. Lastimosamente, nunca ha habido en el país un movimiento

persistente y consolidado alrededor de agrupaciones nacionales de rock, que está reflejado

principalmente en el olvido por el que han pasado muchos de los pioneros del género en

nuestro país. Por tanto, el valor histórico de esta investigación constituye un gran a aporte

para seguir en la búsqueda de un rock colombiano más coherente con su pasado y evolución.

Por otra parte, la metodología investigativa de las historias de vida permite conocer otros

aspectos fuera de la narración oficial de los hechos de un país, y aunque este trabajo se dirige

a un público no muy numeroso, representa otra experiencia rescatable por la que pasaron

varios compatriotas que tenían su propia versión de los hechos y de la manera de afrontar su

vida.

De esta manera, el rock se convierte en el medio de comunicación para dar a conocer el sentir

de cierta porción de las generaciones juveniles y también otorgarles una voz a personajes

poco reconocidos por los aconteceres centrales del país. Ya que Génesis fusionó la música

colombiana y andina con el rock, que es un producto ajeno al folclor latinoamericano, este

trabajo busca exaltar una expresión intercultural en la que también participaron distintos

flujos de comunicación. Entonces, la memoria colectiva, las historias de vida, la

interculturalidad y el rock, fueron los lineamientos conceptuales que justificaron la

realización de este trabajo, que están explicados dentro del marco teórico e histórico.

Posteriormente vino la investigación de toda la obra y la trayectoria del grupo. Mi asesor

Mario Galeano desde el principio me recomendó enfocar la historia de Génesis en su líder

Humberto Monroy, pues fue prácticamente el alma del grupo y el único miembro que duró de

principio a fin. Génesis fue el proyecto insignia de Monroy y por eso había que adentrarse en

la vida de este compositor, además de estudiar su pasado musical en Los Speakers y su

participación dentro del movimiento hippie que se vivió en Colombia. Génesis nació de la

genialidad de Monroy, pero fue el resultado de un proceso evolutivo en el estilo de vida del

autor que duró casi toda una década.

La investigación se sustentó principalmente en fuentes orales. Se realizaron en total 30

entrevistas mediante encuentros presenciales y virtuales, pues algunos de los entrevistados

actualmente viven fuera del país. Las charlas se realizaron con ex integrantes de la

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agrupación y personas cercanas a todo el movimiento roquero de las primeras décadas de

gestación. Así mismo, para hablar de las personas que ya están muertas, tuve que

entrevistarme con sus familiares y amigos más cercanos. Este fue un aspecto poco favorable

dentro del proceso investigativo, pues me daba mucho temor que el trabajo perdiera

honestidad por el hecho de que algunos de sus protagonistas desde hacía mucho tiempo

habían desaparecido. Por no decir tanto, Humberto Monroy, el gran protagonista de este

trabajo, murió hace casi 20 años. No obstante, esto también fue un motivo más para no

desistir, ya que había que aprovechar de la mejor manera los pocos testigos que quedan de las

distintas etapas que tuvo la banda. Y lo más importante, mi trabajo también se convirtió en

un homenaje póstumo a esos músicos que ya no están con nosotros, pero que dejaron un

legado importante por rescatar y dar a conocer.

Las conversaciones fueron entrevistas en profundidad que por un lado buscaban reconstruir

el recorrido de Génesis y por el otro, analizar las distintas características de sus

protagonistas en relación con su entorno musical y social inmediato. Así mismo, en medio de

las entrevistas, se recuperaron documentos escritos y visuales que ayudaron a enriquecer la

información que se usó para el trabajo final. Todas las personas que colaboraron con su

testimonio lo hicieron de una manera muy amable y siempre con el ánimo de ofrecer todo lo

que tenían a su alcance para salvaguardar la memoria de todo el recorrido de la agrupación.

Sin embargo, en ocasiones las versiones de algunos de los entrevistados se contradecían, por

lo que tuve que confrontar muchos testimonios y narrar los hechos de la manera más

equilibrada posible.

Hubo también un espacio para la inspección de fuentes escritas. En primer lugar, los dos

trabajos más serios que se han hecho sobre rock colombiano fueron mi gran guía para ubicar

a la banda dentro del desarrollo del género y su público en el país. Estos son: Historia del

rock Colombiano: memoria de un fenómeno cultural, tesis del comunicador social Félix

Riaño que abarca todo el periodo del rock nacional e iberoamericano desde finales de los

cincuenta hasta finales de los ochenta; y el libro Bogotá: epicentro del Rock Colombiano

entre 1957 y 1975 del historiador Umberto Pérez, quien realizó un excelente análisis

descriptivo de los primeros 18 años de esta expresión cultural en el país. Ambos trabajos me

ayudaron considerablemente a entender todos los aspectos que influyen alrededor de un

movimiento que nace desde la música pero que puede abarcar todos los ámbitos sociales.

En segundo lugar, realicé una breve investigación de hemeroteca, consultando todas las

ediciones de las revista Cromos desde 1972 hasta 1975, época de mayor apogeo en la

trayectoria de Génesis. Luego de encontrar información alusiva al grupo, el paso siguiente fue

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consultar en el periódico El Tiempo las fechas en las que posiblemente se podía hallar

información relativa a la banda y el entorno roquero del país. Sin embargo, la búsqueda en

estos medios no fue muy fructífera por el limitado espacio que han tenido los grupos de rock

en la prensa colombiana. Por tanto, resultó mejor encontrar este tipo de información en los

archivos propios de las personas que entrevisté, quienes sin ningún problema me facilitaron

todos los documentos que conservaban de la banda.

Finalmente, todos los discos de Génesis y los demás en que participó Humberto Monroy

fueron fuentes claves para entender toda su obra artística desde la parte lírica y musical.

Escuché minuciosamente todas las grabaciones y transcribí todas las letras para descubrir las

distintas facetas en su sonido y las constantes de su obra a través de los años. Algunos

trabajos audiovisuales que me otorgaron los entrevistados o que se pueden consultar en

internet también alimentaron el resultado final de mi trabajo.

La narración del texto se realizó sobre la marcha. Se programaron entregas periódicas con mi

asesor Mario Galeano, con el propósito de ir ajustando todos los vacíos y falencias que se

podían presentar en el documento final. Esto fue un elemento clave en el proceso, ya que por

primera vez me enfrenté ante un trabajo de tanta magnitud que prácticamente era escribir

todo un libro. Por tanto, las sugerencias de mi asesor fueron de suma importancia para lograr

un trabajo que no solo se limitara a la experiencia anecdótica sino que también tuviera una

buena base contextual. Pero sobre todo, Mario me motivó a plasmar mi propia voz a la hora

de escribir un texto tan minucioso y extenso.

La historia de Génesis de Colombia está constituida de 16 capítulos que titulé con versos de

canciones de Humberto Monroy o de versos del poeta ‘Sibius’, quien también escribió

algunas de las letras de la banda. Esto lo hice con el fin de orientar mejor el contenido de

cada uno de los capítulos y lograr una narración menos cuadriculada. La historia se empieza

mediante un puente entre la experiencia que dio origen a la agrupación, en un monasterio de

monjas y monjes de Usme, y toda la trayectoria que tuvo su líder dentro de la evolución del

movimiento roquero en el país. Luego, se desprende todo el recorrido de la banda como tal,

pasando por todos sus discos, etapas y alineaciones, pero sin tampoco olvidar lo que pasaba a

su alrededor con el desarrollo de la escena rock en Colombia. Finalmente, se habla del

epílogo de Génesis dado por la muerte de su líder en 1992.

Según lo anterior, los seis primeros capítulos hacen un repaso por la trayectoria previa de

Monroy antes de llegar a Génesis, desde su primera banda Los Dinámicos hasta su paso por

Los Speakers y Siglo Cero. Esto con el fin de seguirle la pista al músico, que vivió muy de

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cerca la mayoría de los primeros hitos del rock colombiano, teniendo en cuenta todos los

factores que hicieron parte del proceso de ascenso y descenso del movimiento en su primera

década. Monroy, al igual que muchos otros músicos, vivió el rock desde el principio, cuando

en el país se tenían que construir guitarras eléctricas con micrófonos de teléfonos públicos,

cuando todo se tuvo que hacer con las uñas. Luego, como sucedió en casi todo el mundo, la

moda del rock and roll invadió el país, con emisoras, concursos, discotecas y todo el apoyo de

los medios de comunicación y las disqueras que no perdieron la oportunidad de beneficiarse

de una fiebre nunca antes vista en la juventud mundial. Ahí, Monroy con Los Speakers

conoció la fama, viajó por todo Colombia, salió en televisión y logró grabar 5 discos con su

agrupación, que tal vez fue la más reconocida del rock colombiano del sesenta.

En esta primera parte de la historia, también se describe la llegada del hippismo al país, que

fue un punto crucial para que el rock se desprendiera de toda la etapa pop por la que había

pasado en sus primeros años. A partir de ese momento, la mentalidad de muchos jóvenes

cambió notablemente, a través de una visión crítica de la sociedad y la manifestación de un

deseo contracultural que escandalizó al conservadurismo colombiano de aquella época. Entre

1968 y 1972, el hippismo se vivió intensamente por muchos melenudos roqueros que

decidieron escaparse de todo lo establecido y que sembraron la semilla de cambios culturales

que hasta el momento persisten. Esta también es la etapa de la sicodelia, las drogas, las

comunas, el misticismo y demás elementos de uno de los momentos más rescatables del

movimiento juvenil colombiano, sobre todo por la iniciativa de muchas actividades culturales

que no contaron con el apoyo de la empresa privada o las instituciones oficiales, mucho

menos de la sociedad tradicional. Humberto Monroy también se volvió hippie, y fue uno de

los músicos que más se metió de lleno en la ruta espiritual, en la búsqueda de su propio ser,

que en últimas lo llevó a encontrar el camino musical y lírico que iba a seguir hasta su

muerte.

Desde el capítulo 7 empieza a contarse de lleno la historia de Génesis y la manera cómo se

consolidó un proyecto en el que compenetraron diferentes influencias artísticas. La primera

etapa de Génesis, la más recordada, consolidó al grupo en la escena colombiana, en especial

por lo novedoso de su propuesta que contrarrestó toda la mala percepción que tenían los

medios de comunicación y el público en general por los roqueros de ese momento. Génesis

fue la única banda de rock que se ‘coló’ dentro de toda la demás música que se escuchaba

popularmente en el país, y que logró protagonizar experiencias inusitadas para la época,

como por ejemplo llenar el Teatro Jorge Eliécer Gaitán tres veces y en un solo día.

Page 11: Génesis de Colombia

20

La primera etapa del grupo culminó a finales de 1975. Después, Monroy empezó un proceso

de supervivencia con su banda que en muchas partes fue en una representación de lo que

pasaba en general con el rock colombiano, que desde mediados del setenta también pasó por

una etapa casi nula en producción y consumo. Génesis, a diferencia de muchas otras bandas,

se mantuvo con su propuesta y siguió haciendo discos, algunos con éxito y otros casi

desapercibidos por los medios y el público en general. Así, desde el capítulo 12 se narra todo

el periodo de Génesis comprendido entre finales del setenta e inicios del noventa, momento

en que Humberto Monroy entró a la última fase de su carrera, en la que ya prácticamente era

inexistente en el panorama musical del país. Por último, hay un espacio dedicado a la muerte

de este músico y sus demás compañeros que ya no están con nosotros.

En las siguientes páginas están plasmados los 30 años de carrera que tuvo Humberto

Monroy, uno de los padres del rock colombiano. Así mismo, se cuentan historias de otros

personajes que a su lado se vieron involucrados en muchas experiencias, que además son un

repaso de la historia del rock en nuestro país. Fueron 20 años en los que Génesis nos

acompañó y hoy, 20 años después de su desaparición, se cuenta su historia.

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GÉNESIS DE COLOMBIA, LEYENDAS DE NUESTRO ROCK NACIONAL

1. “Es una bella mañana en el campo…”1

A comienzos de 1971 cuatro jóvenes citadinos se fueron a vivir al monasterio Santa María del

entonces municipio de Usme, ahora localidad del suroriente de Bogotá. Humberto Monroy,

Tania Moreno, Jaime Rendón y María Cristina Tobón aceptaron la invitación de su amigo y

poeta Federico Taborda, mejor conocido como ‘Sibius’, quien desde algunos meses atrás

moraba en aquel monasterio habitado por monjas de la comunidad Siervas de Cristo

Sacerdote y por monjes Benedictinos. ‘Sibius’ cedió a sus amigos una pequeña casa en la que

había estado viviendo y se fue con su soledad a una deteriorada choza cerca de una de las

quebradas de la finca del monasterio. Por su parte, Humberto, Tania, Jaime y María Cristina

empezaron su vida comunitaria en esa casa donde después de las 6 de la tarde no había luz, y

los únicos destellos eran dados por la música que estas dos parejas hacían para pasar la

noche.

En realidad, Humberto Monroy era el único músico de esa banda casera que no tenía más

que una guitarra acústica, tambores, cajas de fósforos o cualquier otro elemento que

permitiera acompañar los acordes y la voz de ‘Humo’, como le decían a Monroy. Con una

década de experiencia encima, este artista ahora se encontraba en un espacio que marcaría

tajantemente el destino de su música hasta su muerte. ‘Humo’ ya había tocado el cielo con

sus manos como bajista y cantante de Los Speakers, banda pionera del rock colombiano y

quizás la más importante y famosa de los años sesenta. Además, había vivido como testigo y

protagonista casi todos los hitos del desarrollo del rock en nuestro país, por lo que ya era un

gran conocedor en todos los aspectos de la materia, desde la producción de un disco hasta la

organización de un concierto. Sin embargo, en Usme, Humberto estaba metido de lleno en

una faceta mística que lo conducía hacia un total desprendimiento del mundo material y de la

vida superficial de las ciudades, al punto que consideró en retirarse por completo de la

música porque creía que en la naturaleza ya todo estaba hecho, y no quedaba nada más por

hacer (Moreno, 2011).

La finca tenía cerca de 300 hectáreas, ríos, montañas y largas extensiones de cultivos de

cebada. Ahí los cuatro veinteañeros pasaban sus días entre el esparcimiento, el consumo de

ácidos y marihuana, el amor libre, su propia música y las buenas atenciones hechas por las

1 Tomado de la canción “Es una bella mañana”, del disco Gene-sis A-Dios. Génesis, 1972.

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22

monjas y monjes que eran admiradores de la vida tan auténtica y sencilla de sus huéspedes.

Al monasterio de Usme también llegaban de vez en cuando los amigos de estos jóvenes, que

no eran más que otros integrantes del hippismo colombiano. Los hippies iban a divertirse a

su manera, a deslizarse con cartones por las montañas, a lanzarse sobre las torres de heno o

simplemente a escaparse de la selva de cemento y disfrutar del campo bajo los efectos de un

LSD. Tampoco faltaban las personas que iban a encontrarse con Humberto Monroy en busca

de sus palabras, ya que él se había convertido en una especie de gurú y consejero por la

constancia y empeño que había dispuesto a la meditación y la vida espiritual (Moreno, 2011).

Si bien Humberto desde siempre tuvo un interés y un llamado por el campo, esto fue algo que

en parte se pudo afianzar más y llevarse a cabo por la influencia del hippismo, que desde

finales de los sesenta se empezó a vivir en Colombia. El rock fue parte esencial en el

desarrollo de esta contracultura en el mundo y por eso los roqueros criollos tampoco podían

escaparse de la influencia hippie, tanto en su música como en su forma de asumir su

personalidad. Así, entre las distintas ideas y prácticas del hippismo también se encontraba el

anhelo de la vida comunitaria y campestre. Las ciudades se habían convertido en un

ambiente hostil para los jóvenes descomplicados y de ropas coloridas, por lo que las zonas

rurales brindaban el escenario propicio para por fin escapar del mundo capitalista y

tradicional. En los inicios de los años setenta, al igual que en las comunas de San Francisco,

California, epicentro del hippismo mundial, en Colombia empezaron a germinar sitios en

donde los hippies establecieron pequeñas comunidades para vivir libremente en paz y amor.

En Usme sucedió algo parecido, algo que fue consecuencia de una larga evolución cultural y

musical, y a la vez causa de una agrupación musical que mantuvo su nombre por 20 años.

El campo fue la génesis del grupo Génesis de Colombia. La finca de Usme fue el punto de

enganche entre un pasado y un futuro que narran esta historia.

Page 14: Génesis de Colombia

23

Humberto Monroy en uno de los primeros

ensayos de Génesis en Cota, Cundinamarca /

Archivo personal Gustavo Arenas.

2. “Tantos años han pasado desde ayer…”2

Antes de llegar al monasterio de Usme, Humberto Monroy había recorrido distintos puntos

en su vida artística. Primero hizo parte de una de las bandas pioneras y novatas en hacer rock

en Colombia; posteriormente perteneció a una agrupación que llegó al pico de la fama y que

luego se despediría de la escena con notables trabajos artísticos pero con poca acogida del

público; y finalmente, pasó un corto periodo dentro de una banda que se enfocó en la música

instrumental. Todos estos pasos de Humberto estuvieron delineados por la evolución del

rock, que sin duda fue su escuela musical. Por eso, así Génesis haya incursionado en distintos

ritmos y géneros, es una banda que hace parte de la historia del rock colombiano.

Para los jóvenes de Bogotá de hace más de 50 años, el ‘flechazo’ del rock and roll llegó de la

misma manera como les había sucedido a los jóvenes estadounidenses y de los demás países

del mundo por donde esta música empezó a expandirse. Ir a cine a ver la película Al Compás

del Reloj3 o escuchar alguna canción de Elvis Presley en la radio eran algunos de los primeros

acercamientos a un ritmo que marcaba una diferencia entre lo que escuchaban los adultos y

lo que las nuevas generaciones necesitaban sentir y expresar para distanciarse de sus

antecesores.

2 Tomado de la canción “Reflexiones”, del disco The Speakers. Los Speakers, 1968.

3 Película de 1956 dirigida por Fred Sears, que narra la historia ficticia del ascenso a la fama Bill Haley and His

Comets y la popularización del rock and roll en Estados Unidos. Su nombre en inglés es Rock around the clock,

como el nombre de la canción más famosa de Haley y la que marcó el inicio del rock and roll en 1954.

Page 15: Génesis de Colombia

24

El sonido del rock and roll también vino con el baile, la falda, la media de color, la histeria, el

mocasín, el jean apretado, el copete, la boina y las contorsiones. Todo eso sedujo

principalmente a los jóvenes, y daba pie para que alrededor de toda esa novedad surgieran

otras actividades en la capital: concursos de baile, conciertos de artistas extranjeros,

programas especializados de radio en el género o la formación de las primeras agrupaciones

del país. En síntesis, se iba a armar un movimiento alrededor de un género musical que no se

escapaba de las lógicas capitalistas, es decir, iba estar a la par de la moda y el consumo.

Después de la apropiación vino la producción. Como el rock no llegó a Colombia en el

instante en que nació, pues entonces las primeras bandas también se iban a demorar un poco

en dar a luz. Casi desde el inicio de los años sesenta, se empezaron a agrupar jóvenes

bogotanos con el ánimo de formar bandas que sonaran igual a lo que se escuchaba en la

radio, los discos y las películas. Pero para esa época, pensar en formar un grupo de rock no

era más que una carrera de obstáculos ante todas las limitaciones tecnológicas y económicas,

que solo podía ser recorrida con empeño, perseverancia y creatividad.

Una marimba fue el primer instrumento que tuvo Humberto Monroy. Se la había regalado su

abuela cuando él tenía 14 años y hacer ruido con los trastes de la casa era uno de sus hobbies.

El interés de este joven por la música fue compartido con su contemporáneo Alfredo Besoza,

quien era el medio hermano de Jaime Hernando Vargas, el segundo compañero sentimental

de Emilia Gil, la mamá de Humberto Monroy. Besoza estudiaba en el Colegio

Hispanoamericano Conde Anzures, en donde era compañero de Fernando Latorre, un

muchacho que había hecho del acordeón su primer instrumento. De la unión de estos tres

colegiales nacieron Los Dinámicos, uno de los primeros grupos de rock que existió en

Colombia.

En la sala de la casa de la familia Latorre, en donde también vivía Jorge Latorre -posterior

integrante de Génesis-, Los Dinámicos ensayaban por lo menos dos veces a la semana, toda

una tarde y con almuerzo incluido. Los ensayos no eran más que sacar a oído las canciones de

las estrellas mexicanas del momento como Los Teen Tops, Los Rebeldes del Rock o Los Locos

del Ritmo, agrupaciones que fueron pioneras en apropiar el fenómeno del rock and roll en

Latinoamérica. En este sentido, Los Dinámicos se reunían a aprender entre ellos mismos; no

tenían un profesor y tampoco debió existir alguien que les enseñara la ‘música moderna’ del

momento. Si acaso Fernando Latorre se defendía con el acordeón, que a decir verdad no

encajaba mucho en una banda de rock; pero los otros dos integrantes habían partido desde

cero con sus instrumentos: Alfredo golpeaba como mejor podía su batería hecha con el

Page 16: Génesis de Colombia

25

bombo y el redoblante de la banda de guerra de su colegio, y Humberto apenas podía rasgar

la guitarra, su nuevo instrumento.

Los Dinámicos. De izquierda a derecha, Fernando Latorre, Alfredo Besoza y

Humberto Monroy / Archivo personal Herman Monroy.

La familia de Humberto Monroy creía que iba a ser abogado, por la facilidad que tenía a la

hora de expresarse. Pero si Humberto en algún momento hubiese decidido ir a la

universidad, tal vez hubiese estudiado Agronomía, lo único que le llamaba la atención aparte

de la música y un interés que después se vio reflejado en sus letras y su estilo de vida. Como

dijo su mamá, Emilia Gil: “siempre lo llamó la tierra” (Gil, 2011). Pero al final Humberto no

estudió ni derecho ni agronomía. Se graduó del Colegio José Joaquín Caicedo en 1964 y

desde ahí se dedicó a la carrera musical durante toda su vida. Incluso, su madre cuenta que él

rechazó una beca para estudiar en un conservatorio musical, porque tal vez prefirió formarse

a lo largo de la carretera, con su propio esfuerzo y dedicación. De todas formas, Humberto

Monroy hizo su mayor apuesta de vida y fue terco ante las pocas posibilidades que tenía un

músico roquero de esa época.

Seguramente muchos jóvenes bogotanos de los años sesenta, que alguna vez pertenecieron a

una banda de rock, optaron por ir a la universidad o hacer otra cosa que no fuera la música.

Atrás y sin dejar grabaciones quedaron agrupaciones como Los Danger Twist, Los Strangers,

Los Be Boops, Los Silver Thunders, Los Caminantes, Los Desconocidos, Los Rebeldes o Los

Electrónicos, bandas que fueron contemporáneas a Los Dinámicos. En este punto, es

importante mencionar que, en primera instancia, la apropiación del rock se les facilitó más a

los jóvenes urbanos de buenas condiciones económicas, ya que podían adquirir con mayor

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facilidad los instrumentos y estaban más familiarizados con el modo de vida de los artistas y

el público roquero mundial (Cepeda, 2007, p. 168). No obstante, los sonidos estridentes del

rock and roll lograron invadir todos los estratos sociales, y los problemas de bolsillo o las

dificultades técnicas se lograron sobrellevar con creatividad y pasión (Díaz, 2011).

Muestra de lo anterior fue la manera como se construían las guitarras eléctricas, que eran

algo exótico en la Bogotá de inicios de los sesenta. Con las imágenes que veían en las revistas

que mostraban a los artistas mexicanos del momento, Los Dinámicos extrajeron el diseño de

una guitarra eléctrica. Lo siguiente fue pedirle ayuda a Jaime Hernando Vargas, el segundo

compañero sentimental de la mamá de Humberto Monroy y quien tenía un negocio de

muebles y carpintería, cerca al barrio Benjamín Herrera, donde también vivía Monroy. El

señor Vargas no dudó en aceptar el reto de construir el instrumento moderno; entonces, Los

Dinámicos compraron el diapasón de una guitarra común y corriente para que luego el

perspicaz carpintero le diera la forma de guitarra eléctrica a un bloque de madera. Al final, se

unieron ambas partes para después adaptar micrófonos robados de los teléfonos públicos.

Con innovación, ingenio y hurto, Los Dinámicos le dieron vida a una de las primeras

guitarras eléctricas fabricadas en el país (Latorre F., 2011).

Es así como en sus primeros años el rock en Colombia se hizo con las uñas. Si hasta nuestros

días es difícil que una banda de rock de colegio suene bien de primera, aun así hoy existan

más facilidades para hacer música, bandas como Los Dinámicos seguramente también

sonaban ruidosas y rudimentarias medio siglo atrás. Sin embargo, a la vez estaban

transitando la etapa que todo músico, no solo de rock, se ve obligado a pasar si quiere aceptar

o renunciar a dicha vocación. Casi nadie hace desde el primer momento su propia música y

por eso estos tres bogotanos en principio se dedicaron a imitar lo que hacían los mexicanos,

quienes a la vez hacían covers4 de las estrellas anglosajonas como Elvis Presley, Bill Haley,

Little Richard, Jerry Lee Lewis y Chuck Berry. Y desde ese entonces, el rock en Colombia, al

igual que muchos otros países, no pudo estar alejado de lo que acontecía en el desarrollo de

este género musical por todo el mundo. Lo que pasaba en el norte también se vivía en el sur,

ya que la música siempre ha sido ignorante a las fronteras.

4 En la música popular, es el término que se usa para hablar de una canción reinterpretada porque ya fue grabada

por otro artista previamente.

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27

3. “Tú tendrás mi amor…”5

Cuando llegaron al monasterio de Usme, Tania Moreno y Humberto Monroy llevaban cinco

años como novios. Ambos eran de la misma generación, y por esa época rondaban los 25

años. La historia había comenzado cuando Tania fue a una presentación de Los Speakers en

el Pasaje Libertador de Chapinero, en donde se encontraba la discoteca La Gioconda. Los

Speakers habían logrado obtener presentaciones en ese lugar gracias a la gestión de Édgar

Restrepo, locutor de radio juvenil y promotor discográfico, quien se había encargado de

manejar e impulsar la banda. En la Gioconda, Los Speakers se presentaban los fines de

semana por las tardes y a ese mismo lugar llegó Tania, la jovencita universitaria amante del

rock y de los Beatles que se impresionó al ver que en Colombia también existían unos

músicos muy similares a sus ídolos de Liverpool. Para 1966, Los Speakers sonaban en la

radio, tenían discos, aparecían en televisión, hacían giras, se peinaban y vestían como las

estrellas de rock de mediados de los sesenta. Tania tuvo la oportunidad de conocer a los

‘Beatles colombianos’ y a la vez despertar el interés de Humberto por su belleza. Después de

varias llamadas por teléfono y salidas, empezó un noviazgo que precisamente llegaría a su fin

en Usme, en donde no había fama ni muchachitas acosando al bajista y cantante de Los

Speakers.

¿Pero cómo se había vuelto popular un joven que poco tiempo atrás no tenía ni idea de tocar

una guitarra? Después de cumplir el periodo novicio de Los Dinámicos, Humberto Monroy

pasó a la siguiente fase de su carrera. Con el tiempo y con la experiencia de haber tocado en

teatros y fiestas, Los Dinámicos se presentaron al concurso ‘Futuras estrellas’ de la emisora

Radio Continental, en donde la gente llamaba a votar para elegir a su artista favorito, tal y

como sucede hoy en día en los concursos de televisión. En dicha competencia, Los Dinámicos

llegaron a la final y quedaron empatados con el grupo Los Electrónicos, en los que se

encontraba el guitarrista Luis Dueñas, hijo del músico y compositor boyacense Luis Dueñas

Perilla. Ese momento también sirvió para que ambas bandas se relacionaran y al final se

fusionaran con sus mejores integrantes para darle vida a Los Speakers (Latorre F., 2011).

La unión entre Los Dinámicos y Los Electrónicos fue más un asunto de practicidad y

ambición. En ambas bandas había integrantes que sobraban o que no encajaban muy bien

dentro de las aspiraciones de algunos de ellos. Estos jóvenes querían ser como los Beatles y

5 Tomado de la canción “Tendrás mi amor”, del disco The Speakers. Los Speakers, 1965.

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en ese rumbo solo podían estar los mejores y más empeñados. Por eso, Luis Dueñas, el más

familiarizado con la música, ocupó el puesto de guitarrista y desplazó a Humberto Monroy al

lugar de bajista. La banda se complementó con Fernando Latorre en la batería, dejando a un

lado su acordeón; Oswaldo Hernández en la segunda guitarra, y Rodrigo García en los

teclados, quien fue el último miembro en integrarse. Pese a no ser el mejor, Humberto se

quedó en el nuevo grupo tal vez por sus notables muestras de empeño y dedicación por hacer

música. García, que había estudiado en el conservatorio de Sevilla en su natal España,

aprovechó esas cualidades de Monroy y fue su mentor en el bajo; así mismo, se convirtió en el

guía musical de Los Speakers.

Los Speakers. De izquierda a derecha, Fernando Latorre, Humberto Monroy,

Rodrigo García, Luis Dueñas y Oswaldo Hernández / Archivo personal Jorge Latorre

Además de mejorar en las aptitudes musicales, Los Speakers también dieron un paso

adelante en la adecuación técnica del grupo. Humberto, Fernando y Oswaldo viajaron a

Venezuela para comprar sus primeros equipos de marca Fender. En Colombia, no se vendían

guitarras eléctricas y los impuestos eran demasiado elevados para mandarlas a pedir de otro

país. Con el apoyo de su familia, mediante préstamos o empeños de objetos, Los Speakers

financiaron ese viaje que les permitía avanzar en la carrera para ser estrellas de rock. Atrás

quedaban las guitarras eléctricas hechizas y los jóvenes músicos no dejaban de demostrar que

estaban en una constante lucha para lograr sus fines. Y es ese precisamente el espíritu de

autogestión que no dejó de aparecer a lo largo del desarrollo del rock en Colombia.

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No obstante, Los Speakers no iban a ser famosos únicamente por sí mismos. La radio fue el

medio esencial para que se difundiera el rock and roll en Colombia y también lo fue para que

se dieran a conocer las nacientes bandas del país. Disc-Jockeys como Jimmy Raisbeck, Carlos

Pinzón o Alfonso Lizarazo se especializaron en difundir esa música novedosa que ya había

sido todo un fenómeno en Estados Unidos e Inglaterra. Emisoras como Nuevo Mundo, 1.020

y Radio 15, fueron espacios desde donde se apropió y promocionó la música de artistas

juveniles, puesto que no solo se dedicaron a ‘darle play’ a los discos, sino que también

promocionaban conciertos de artistas extranjeros, como el de Enrique Guzmán en 1964;

organizaban presentaciones en sus radio teatros; realizaban concursos, y hasta extendieron

sus propuestas a la televisión. Todo lo anterior con el fin de generar una fiebre musical y

bailable de rock and roll, twist, beat, surf y ‘nueva ola’, una variedad de ritmos modernos que

se agruparon dentro lo que se conoció como el ‘go-go’ y el ‘ye-ye’.

Así como los adolescentes bogotanos se cautivaron por la película Al compás del reloj, el

pinchadiscos Carlos Pinzón también se sintió encantado por ese nuevo ritmo novedoso y que

podía ser un total nuevo aire en el dial capitalino, que estaba dominado por la música clásica

y las radio novelas. Luego de fascinarse por la película, Pinzón les pidió a los músicos

italianos del distinguido Grill Europa6 que vieran el largometraje y adaptaran las canciones

rocanroleras que se interpretaban a lo largo del filme. Después, por medio de su posición

como locutor en la emisora Nuevo Mundo, Pinzón convocó a la audiencia para la

presentación de los italianos en La Plaza de Toros La Santamaría y de esa manera empezar a

popularizar el nuevo género musical del momento.

Luego de su éxito en Nuevo Mundo, Carlos Pinzón pasó a la emisora 1.020 de Caracol. Allí,

con el auspicio de su director Fernando Gómez Agudelo, quien no tenía ni idea de radio y de

música juvenil pues venía de la televisión y era un amante de la música clásica, Pinzón viajó a

México con el fin de observar las maneras de hacer radio en dicho país. En ese lugar, el disc-

jockey colombiano se sorprendió que cosas tan sencillas como programar dos canciones

seguidas o realizar jingles de presentaciones fueran suficientes para que una emisora sea

exitosa. Por tanto, Pinzó importó desde México la fórmula de ‘los dos pegaditos’ y empezó a

programar solo los hits juveniles del momento en su emisora. En esa dinámica, locutores

como Jimmy Raisbeck o Jaime Martínez, presentaban “Popotitos” de Los Teen Tops junto

con “Agujetas de color de rosa” de Los Hoolligans, y antes de hacerlas sonar decían en un

tono particular: ‘Ahí van, lo dos pegaditos’. O para ir más lejos, Pinzón contrató al trío de

boleros Los Isleños para que hiciera el jingle de horario de la emisora 1.020, y el grupo

cantaba: ‘Señor locutor, diga usted por favor, qué horas es’, a lo que el locutor respondía: ‘Son

6 Grill: nombre como se conocían a los bares o establecimientos de esparcimiento y vida nocturna en la ciudad.

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las 11 y 20. Las 11, y 20’ (la segunda de manera más acentuada). Así, Pinzón logró que la radio

fuera cambiando sus estructuras tradicionales y se abriera paso para impulsar la música

juvenil.

México también fue la sede principal de apropiación del rock and roll en Latinoamérica y la

voz de sus artistas en ocasiones podía llegar a otros países hispanos antes que la de los

estadounidenses; aunque los mexicanos no hacían nada más que copiar y traducir las

canciones que provenían del norte. Y es que en ese país la moda fue tan fuerte, que sus

bandas locales lograban hacer y grabar sus versiones tan solo al día siguiente de que los

nuevos éxitos de rock and roll hacían su debut en Estados Unidos (Bellon, 2007, p. 155).

Entonces, no había pierde para que las emisoras impusieran en Colombia modelos y

estrategias que habían sido exitosas en otros países. La puerta estaba abierta para el rock.

Es así como en 1963 nació en Bogotá la emisora Radio 15, “la estación de radio juvenil más

exitosa de la ciudad durante la década de los sesenta” (Pérez, 2007, p.43). Liderada en su

primer año por el mismo Carlos Pinzón, Radio 15 luego pasó a manos de Alfonso Lizarazo

junto a Diego Fernando Londoño y Édgar Restrepo Caro, otra persona más que tuvo como

destino a Génesis. Radio 15, cuyo nombre alude a los quinceañeros y a los teenagers en

general, también fue la primera cadena de emisoras de rock-pop en Colombia, que abarcó

Bogotá, Cali, Barranquilla, Bucaramanga, Cali y Medellín. Esta cadena radial fue pionera en

difundir el sonido de bandas como los Beach Boys, los Rolling Stones y los Beatles, además

de la habitual programación de artistas juveniles de Latinoamérica.

El solista Harold junto al locutor Alfonso Lizarazo / Archivo personal Tania Moreno.

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Cuando Alfonso Lizarazo asumió la dirección de Radio 15, después de primero ser operador

de sonido de la misma, se propuso como meta hacer de la emisora un semillero de artistas

juveniles. Como existían movimientos de ‘música moderna’ por todas partes, Lizarazo le

abrió los micrófonos a jóvenes talentos colombianos para que dieran a conocer sus voces. De

allí nacieron intérpretes como Óscar Golden, Harold o Lyda Zamora, algunos de los

protagonistas de la ‘nueva ola’. Siendo una emisora pequeña, Radio 15 logró ubicarse dentro

de los primeros lugares de sintonía, por lo que el paso siguiente de Lizarazo fue lanzar el sello

musical Estudio 15 (después Disco 15), con el que promocionó más a los jóvenes artistas que

grababan sus discos dentro de los radio teatros y en horas de la madrugada, para que no se

escuchara el ruido de los carros. Lizarazo también contó con la colaboración del propietario

de las tiendas Discos Bambuco, Eduardo Calle, quien se encargó de distribuir y vender la

música de los nacientes ídolos juveniles. Con esta labor, el director de Radio 15 también se

convirtió en una especie de productor, puesto que por su cercanía con los oyentes sabía lo

que le gustaba a la gente, lo que ‘pegaba’, y por eso se encargó de escoger las canciones que

cada artista debía grabar según su propio estilo y los gustos del público.

Por su parte, Los Speakers tampoco se quedaron atrás en la grabación de su primer disco,

que era necesario para poder ser escuchados masivamente en los espacios radiales que se

estaban consolidando. Así, ellos mismos se encargaron de ir y hacer una audición para el

Sello Vergara, casa disquera dedicada a editar rancheras y boleros, que aceptó producir al

conjunto de ‘música de moderna’. De esta manera, en 1965 Los Speakers lanzaron su primer

disco que se tituló de manera homónima. Por supuesto, los técnicos de grabación del Sello

Vergara quedaron locos y fueron reacios ante las peticiones de los jóvenes de trabajar con eco

y reverberación, efectos sonoros que eran la sensación en ese momento pero que no hacían

parte del contexto sonoro de la ranchera y el bolero; aunque al final, las directivas del Sello

Vergara dieron vía libre para que los muchachos roqueros grabaran como quisieran.

El álbum The Speakers es considerado el primer disco de rock hecho por una banda

colombiana (Pérez, 2007, p. 57). Diez de sus doce canciones son versiones de temas de

agrupaciones como The Trashmen, The Beatles y Ritchie Valens. Tan solo dos temas son de

autoría de Los Speakers, ellas son “Tendrás mi amor”, compuesta a dos manos por Humberto

Monroy y Rodrigo García, y la instrumental “M.S. 63-64”, ingeniada por el músico español.

En la portada del disco, la similitud de Los Speakers con los Beatles es evidente: los peinados,

los vestidos y el humo del Tren de la Sabana de Bogotá evidencian la promoción de quienes

iban a ser los nuevos ídolos de la música juvenil en Colombia.

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Portada del disco The Speakers. Los Speakers, 1965.

En lo que a esta historia le concierne, se puede decir que desde su primer disco Humberto

Monroy desempeñó un papel activo en el desarrollo del rock colombiano. El bajista de Los

Speakers se encargaba de gestionar y promocionar a su grupo, yendo a las emisoras y

contactándose con Carlos Pinzón o Alfonso Lizarazo, personas claves en la consolidación del

movimiento ‘go-go’. Y es que Humberto estaba metido de lleno en la música, a diferencia de

algunos de sus compañeros que alternaban los conciertos con las carreras universitarias. Este

joven recién graduado del colegio se codeaba con gente importante de la escena musical y

poco a poco fue abriendo puertas que luego le permitirían consolidar otros proyectos futuros.

A pesar de que su banda y todas las demás de la escena bogotana todavía eran imitadoras de

grupos extranjeros, Monroy demostró un interés por realizar trabajos de su propia autoría y

en español. “Tendrás mi amor” fue su primera canción, una canción de amor.

4. “Estoy dentro de un sueño…”7

Para mediados de los años sesenta el panorama estaba listo para que bandas como Los

Speakers tuvieran sus quince minutos de fama. Los discos empezaron a aparecer en mayor

cantidad, la radio los difundía y los sellos se interesaron en grabar una música que sin duda

era un buen negocio que se alimentaba principalmente de la juventud. En la escena bogotana

7 Tomado de la canción “Un sueño mágico”, del disco The Speakers en el Maravilloso Mundo de Ingesón. Los

Speakers, 1968.

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surgieron nuevas bandas como Los Flippers, Los Ámpex o Los Young Beats que también

grabaron discos y sonaron en las emisoras. Dichos grupos, en sus adaptaciones que hicieron

de artistas extranjeros, cantaron sobre temas de amor, placer, felicidad o sencillamente

buscaron con su música una forma de evasión de la realidad, por lo que aún no trataban

letras con contenidos sociales o políticos (Cepeda, 2007).

No obstante, el rock era controvertido y daba de qué hablar dentro de la sociedad bogotana.

Esa ‘música moderna’ que le encantaba a la juventud a la vez despertaba curiosidad,

atracción o desprecio en la gente. Los bailes frenéticos en minifalda de las ‘chicas a go-go’ o el

pelo por debajo de las orejas de los músicos, eran aspectos que podían chocar con la sociedad

conservadora. Sin embargo, esas mismas reacciones de alguna manera permitieron que el

rock cobrara popularidad y que se haya dado origen a un fenómeno que invadió y conquistó

la escena bogotana y colombiana, sobre todo entre 1965 y 1967. El ‘go-go’, expresión que

significaba danzar hasta el cansancio en el mismo lugar, y el ‘ye-ye’, que era el grito de batalla

de los Beatles, fueron una fiebre, un ritmo, un solo movimiento (Hurtado, 1966, 1 de

diciembre). Y es que en parte se puede decir que el rock llegó al país como un fenómeno

generado por las modas internacionales y no como un canal para expresar la desobediencia

juvenil, ya que de esa manera pudo contar con el visto bueno de los medios de comunicación,

los espacios y las dinámicas comerciales que facilitaban su producción (Cepeda, 2007, p.

135).

Es importante aclarar aquí que existieron dos tendencias dentro de la música juvenil. Por una

parte estaban los artistas de la ‘nueva ola’ como Harold, Óscar Golden, Kenny Pacheco, Billy

Pontoni, Vicky o Lyda Zamora, quienes interpretaban canciones poco rebeldes, sin tanta

energía musical, que hacían parte de un fenómeno netamente comercial y que incluso

gustaban en la gente adulta que también danzaba en las discotecas. Y por otra parte, estaban

los grupos que se han venido mencionando, como Los Speakers, Los Flippers, Los Ámpex o

Los Young Beats, que estaban más comprometidos con el rock y luego apropiaron su

evolución mundial en lo ideológico y musical. Sin embargo, los roqueros y ‘nuevaoleros’

hacían parte del mismo movimiento, eran amigos, compartían giras y escenarios. Y en los

medios de comunicación la integración se presentaba igual, como por ejemplo sucedía en el

programa de televisión de Alfonso Lizarazo ‘Juventud Moderna’, que llevó su programación

‘go-go’ de la emisora Radio 15 a la pantalla chica. La fiebre del ‘go-go’ y el ‘ye-ye’ era una

sola, pero lo que pasó después fue que los ‘nuevaoleros’ siguieron los mandatos discográficos

y comerciales mediante géneros como la balada, y los roqueros luego se dedicaron a hacer su

propia música según las nuevas dinámicas mundiales del rock, aunque ya sin recibir apoyo

considerable de la industria discográfica ni de los medios de comunicación colombianos. Por

Page 25: Génesis de Colombia

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tanto, fueron las bandas, más que los solistas intérpretes, las verdaderas sembradoras del

rock en nuestro país.

Portada del disco promocional Milo a Go-Go. Los

Speakers, Harold y Óscar Golden.

Por su parte, la industria comercial también estaba dispuesta a patrocinar eventos que

seguramente serían un éxito total debido a la enorme acogida del movimiento juvenil, como

bien lo hizo la compañía Nestlé con la ‘Gira Milo a gogó’. El publicista de la firma Cicolac

Juan David Botero, hermano del artista Fernando Botero, se encargó de contactar a Alfonso

Lizarazo para que organizara un tour por todo el país con la música juvenil y que a la vez sea

una excelente oportunidad para promocionar el nuevo producto, puesto que la gente tenía

que presentar 3 etiquetas de la bebida instantánea Milo más 2 pesos para poder entrar a los

conciertos (Latorre J., 2011). La gira representó el pico más alto de un fenómeno que invadía

a la juventud por todo el país, puesto que realizó más de 70 presentaciones, durante los fines

de semana de 1966 y 1967. Los ídolos y los éxitos ya estaban más que posicionados y el

público también respondió a la altura de las modas populares. De esta manera, al igual como

sucedió con los Beatles en su primera visita a Estados Unidos en 1964, las multitudes de

Medellín recibieron a Los Speakers con pancartas e histerias en el aeropuerto, y con el fin de

tocar a sus ídolos, se abalanzaron y casi destruyeron el carro que transportaba a los jóvenes

artistas (Pérez, 2007, p. 62).

Page 26: Génesis de Colombia

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Además de las giras también estaban las discotecas. En Bogotá había cerca de 50 lugares de

congregación para vivir el fenómeno ‘go-go’ a toda hora. Una de las discotecas más populares

fue La Bomba, ubicada en la calle 60 con carrera novena, y propiedad de una alianza entre

Carlos Pinzón, Gloria Valencia de Castaño, Fernando Gómez Agudelo y Juan David Botero,

reconocidos personajes de los medios de comunicación de aquellos tiempos. Esta discoteca

fue construida dentro de una enorme bodega que podía albergar a cientos de personas y

además contaba con un novedoso escenario giratorio en el que por decir se presentaba Óscar

Golden y a los pocos segundos de terminar su show seguía un conjunto como Los Ámpex. Un

secretario que tuvo Carlos Pinzón en la emisora 1.020 se encargaba de hacer girar el

escenario a puro pulso. En La Bomba también se presentaron artistas de fuera de Bogotá

como Los Yetis de Medellín y Los Crickets de México y a la vez se empezó a gestar un sitio

estratégico en donde el rock y sus seguidores confluían (Riaño, 1972, p. 79). La Bomba fue un

ejemplo de la magnitud del fenómeno y el negocio ‘go-go’, que consolidó el público suficiente

para darle vida a una escena que contaba con cerca de 20 grupos que se presentaban todos

los fines de semana alrededor de Bogotá; aunque, como ya había sucedido años atrás, la

mayoría de esos grupos no dejaron discos.

Los Speakers en la discoteca La Bomba / Archivo personal Tania Moreno.

Los Speakers fue una banda de permanente actividad en La Bomba, con presentaciones que

se extendían hasta las 4 de la mañana, y también fue de los pocos grupos que no cesaron en

su producción musical. Para su tercer disco Tuercas, Tornillos y Alicates de 1967, se integró

como nuevo baterista el ex Flippers Édgar Dueñas, al tiempo que Fernando Latorre

abandonó la banda para dedicarse de lleno a sus estudios de arquitectura. A pesar de que en

Tuercas, Tornillos y Alicates hubo composiciones propias de Los Speakers, entre ellas

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“Niebla”, un presagio de mala fortuna, soledad y arrepentimiento para una mujer que

abandonó a su hombre, compuesta por Humberto Monroy, este disco no dejó de mostrar la

influencia mexicana y el rock como factor de diversión y baile.

Sin embargo, 1967 también fue el año en que la fiebre del ‘go-go’ empezó a enfriarse. La moda

se había saturado a sí misma y los espacios empezaron a cerrarse por las exigencias de un

público que buscaba otras sonoridades. Los establecimientos necesitaban nuevas maneras de

sostenerse y el poco nivel adquisitivo de los jóvenes no alcanzaba para que una discoteca sea

lo suficientemente rentable. Así mismo, la inexperiencia administrativa de los socios de La

Bomba les impidió sostenerse económicamente, y apunta de ‘whiskies de cortesía’ a

personalidades como el entonces alcalde de Bogotá Virgilio Barco, la discoteca poco a poco

fue quebrándose. Además, la radio bogotana la daba la bienvenida a la música costeña, que

para ese momento era inusitada en el dial capitalino (Pinzón, 2011). Y si bien personas como

Carlos Pinzón o Alfonso Lizarazo contribuyeron bastante a la popularización del rock en el

país, no fue porque eran los más roqueros de la época sino porque respondieron a las

obligaciones de su oficio de turno, como también lo hicieron después en el entretenimiento,

en el caso de Lizarazo, y en la música clásica, en el caso de Pinzón. Entonces, el movimiento

juvenil no alcanzó a consolidarse como una industria comercial y esto hizo que los

anunciantes y las disqueras dejen de interesarse por algo que no fue más que una moda. Así,

hubo un apagón, pero de todos esos años de esfuerzo y posterior recompensa efímera para los

primeros roqueros del país quedaron ciertas brasas, quedaron personas que seguían teniendo

inquietudes y querían seguir creyendo en el rock (Díaz, 2011).

5. “Un día dejé mis ropas al viento…”8

Toda esa etapa pop de Los Speakers era el total opuesto a lo que Humberto Monroy y sus

amigos vivían en Usme. Estaban fuera de la ciudad, no pertenecían al mercado ni a la

industria cultural, no estaban saliendo por televisión ni sonaban en la radio. Tampoco ningún

sello discográfico publicó las misas que Humberto compuso para amenizar las eucaristías

otorgadas por los monjes del monasterio. Y los únicos conciertos sucedieron dentro de los

buses que ocasionalmente tomaban para ir a Bogotá.

Todo ese giro hacia la búsqueda interior del ser y el desprendimiento del mundo exterior por

parte de Humberto Monroy, puede rastrearse desde sus primeras canciones de los discos que

8 Tomado de la canción “Un día”, del disco Yakta Mama. Génesis, 1975.

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se distanciaron de la acostumbrada imitación de artistas extranjeros. El cuarto y el quinto

disco de Los Speakers se realizaron netamente con composiciones propias de sus integrantes,

en las que la música y las líricas tomaron otros sentidos que iban a la par con los cambios

musicales e ideológicos de la época.

Luego del tercer álbum de Los Speakers, el recién llegado baterista Édgar Dueñas se fue de la

banda y a la vez abrió la puerta para que su hermano Luis y el guitarrista Oswaldo Hernández

también dieran por finiquitada su permanencia en uno de los grupos de rock más

reconocidos de la época. De esta manera, Los Speakers se redujeron a un dúo conformado

por Rodrigo García y Humberto Monroy. Pero claro está que la banda no podía existir con

solo dos personas, por lo que los músicos contactaron al baterista Roberto Fiorilli y el

guitarrista Óscar Lasprilla de la banda Time Machine, que por esas épocas estaban

necesitados de trabajo al no ser los más populares en las discotecas (Fiorilli, 2011). Así, Los

Speakers estrenaban nueva alineación, que en últimas era como un ‘súper grupo’ de la escena

bogotana.

Roberto Fiorilli había sido el baterista de Los Young Beats, una agrupación que estaba

orientada en bandas como The Beatles, The Rolling Stones, The Animals, The Kinks y The

Small Faces, en lugar de los artistas mexicanos y argentinos. Después de haberse presentado

varias veces en Televisión, teatros, discotecas y distintas ciudades del país, Roberto Fiorilli y

Fernando Córdoba, guitarrista de Los Young Beats, decidieron tomar un nuevo camino junto

a Yamel Uribe y Óscar Lasprilla, quienes habían sido integrantes de Los Ámpex. Los cuatro

músicos sentían afinidad por los nuevos cambios en la escena mundial, y se interesaban por

artistas como The Who, Bob Dylan, Jimi Hendrix, Cream, Yarbirds y Paul Butterfield. Así, a

finales de 1967, se gestó un nuevo proyecto musical que cada vez más se desprendía del rock

como un movimiento comercial y bailable: The Time Machine. Esta banda era observada por

los músicos o por gente que ya percibía el rock con otros ojos y oídos, por lo que no caló

mucho dentro del fenómeno ‘go-go’ y sus oportunidades para presentarse fueron escasas,

hasta el punto que el grupo tuvo que acabarse en muy poco tiempo pero sin dejar de influir

en los próximos cambios del rock colombiano.

Fiorilli y Lasprilla entraron a Los Speakers bajo ciertas condiciones que aceptaron sin

problema Monroy y García: componer temas propios, salir de los covers y mirar hacia el

futuro (Fiorilli, 2011). El año 1967 estaba por terminar y los nuevos Speakers partieron para

una gira en el vecino país del Ecuador, en donde estuvieron hasta principios del siguiente año

y regresaron a Colombia para grabar su cuarto disco. Nuevamente hicieron un álbum que se

tituló de manera homónima pero esta vez con la gran novedad que tenía todas las canciones

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de propia autoría de sus integrantes, en las que cada uno aportó 3 composiciones según los

estilos y corrientes que mejor representaba. Otra vez, Los Speakers marcaban la pauta de

pioneros en el rock colombiano, con una gira fuera del país y con el primer disco de

composiciones netamente propias y en español.

Portada del disco The Speakers. Los Speakers, 1968.

Las canciones de Humberto Monroy en el cuarto disco de Los Speakers son “Un hombre

triste”, “Reflexiones” y “Después de tanto amor”, que le cantan a la soledad, a la nostalgia del

primer amor y a una despedida amorosa sin sufrimientos, respectivamente. El aporte de

Monroy en este disco se caracteriza por presentar algunas de las canciones menos enérgicas,

de ritmos suaves, que se complementan muy bien con las canciones más animosas de Óscar

Lasprilla o los experimentos musicales de Roberto Fiorilli y Rodrigo García. “Un hombre

triste” es una canción que Monroy hizo tal vez anunciando el estilo de vida que aspiraba y que

sería su destino en poco tiempo en Génesis:

“Yo prefiero escuchar el dulce llanto de las aves

O sentir el suave aroma de las flores

Que hablar con alguien,

Que hablar con alguien”9.

9 Fragmento de la canción “Un hombre triste”, del disco The Speakers. Los Speakers, 1968.

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En 1968 Los Speakers también le dieron vida a su quinto y último disco. Musical y

conceptualmente, la banda se despidió por la puerta grande, aunque comercialmente no

triunfó como en sus primeros años. Con la partida de Óscar Lasprilla a Europa en busca de

mejores oportunidades para su carrera musical, Los Speakers pasaron a ser un trío

conformado por Monroy, Fiorilli y García. Estos tres veinteañeros decidieron crear una obra

que fuera más allá del disco, que además tuviera un concepto de ideas, gráficas, textos y

adornos.

La idea de Los Speakers no atrajo mucho a los sellos musicales del momento. Luego de haber

lanzado tres discos con el sello Bambuco, esta casa disquera se negó a trabajar con la

propuesta de Los Speakers, al igual que los demás sellos como Codiscos, Phillips o Polydor.

La razón era muy sencilla: los negociantes de las discográficas no se iban a arriesgar con

trabajos que no tenían plena garantía de éxito comercial, como sí había sucedido antes con el

‘go-go’. Por tanto, un álbum conceptual, como el de Los Speakers, representaba un alto costo

de inversión y un elevado riesgo comercial; es decir, no era un buen negocio. De esta manera,

se empieza a evidenciar que el apoyo previo de las disqueras a los grupos de rock no fue más

que un asunto de conveniencia y oportunismo en el mercado, porque cuando el rock empieza

a cambiar musical e ideológicamente ya no iba a llenar las discotecas ni a mover a las

multitudes fiesteras.

Ante este panorama, Humberto, Roberto y Rodrigo volvieron a sembrar otra semilla

innovadora en la historia del rock nacional: hacer un disco independiente. El único contrato

que hubo fue con Manuel Drézner, propietario del estudio Ingesón, que para ese momento

acababa de acondicionar una sala de grabación que era la vanguardia en Latinoamérica. El

acuerdo se estipuló así: Los Speakers estaban autorizados para usar el estudio después de las

9 de la noche y hasta la madrugada, pero con la condición de que el nombre de Ingesón debía

aparecer en el título del disco. El resultado: The Speakers en el Maravilloso Mundo de

Ingesón. En dichos términos, Drézner se beneficiaba al publicitar su marca y las

posibilidades que ofrecía su nuevo estudio, que Los Speakers aprovecharon de la mejor

manera, y la banda pudo cumplir su proyecto que tomó más de tres meses de trabajo

(Galeano, 2007).

Esta obra maestra y novedosa no solo de la historia del rock colombiano, sino también de la

historia musical del país, es toda una pieza de colección. El álbum en su parte física cuenta

con gráficas y pinturas de reconocidos aristas de la época; un texto del poeta antioqueño

Darío Ruiz Gómez, uno de Manuel Drézner y otros de los integrantes; fotos de la banda en

distintos espacios y facetas; un chicle como réplica de un ácido, e incluso cada ejemplar fue

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40

perfumado con esencia de rosas antes de ser sellado. Y todos esos elementos estaban

integrados y encauzados en las intenciones del disco: reflejar la visión de Los Speakers,

representantes de la juventud, sobre los momentos sociales y culturales que se vivían por

aquellos años, como el hippismo, la Guerra de Vietnam o Mayo del 68 francés (Galeano,

2007). En resumidas cuentas, temas en los que los jóvenes tenían algo qué decir a la

sociedad.

Portada del disco The Speakers en el Maravilloso

Mundo de Ingesón. Los Speakers, 1968.

A pesar del valioso esfuerzo de los integrantes que autogestionaron toda la producción de The

Speakers en el Maravilloso Mundo de Ingesón, los resultados económicos no fueron los

esperados. Aunque contó con buena recepción por parte de la crítica musical y difusión de los

medios de comunicación, el disco no se vendió bien tal vez porque el público colombiano no

estaba preparado para una obra vanguardista para la época; al igual que pudo ser dificultosa

la distribución para el sello independiente Producciones Kris, que los mismos Speakers

habían creado. Además, la música del disco es muy experimental, sicodélica, con

multiplicidad de instrumentos y efectos sonoros, que lograron canciones nada

convencionales y con letras que asumieron una posición de denuncia ante lo que sucedía en

su entorno: guerras, injusticia, pobreza, hambre e hipocresía.

Pero a decir verdad, Los Speakers no hicieron su último disco con el ánimo de volverse ricos

con una obra innovadora. El hecho de que ya no hayan estado atados a los dictámenes

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41

comerciales de una disquera les permitió ser ellos mismos con su música y sus letras. Por esta

razón hicieron lo que quisieron y su trabajo es más la necesidad de dejar un testimonio de sus

opiniones y pareceres que como artistas comprometidos se vieron obligados a plasmar. Sus

intenciones ante todo partieron de un sentido social, de toma de conciencia y de presencia

histórica en los acontecimientos mundiales (Fiorilli, 2011). Por ejemplo, Humberto Monroy

ya no le dio ningún espacio a las letras de amor; ahora hablaba sobre Jesús, presentando

también un adelanto de su futura experiencia mística y su influencia sobre las líricas de

Génesis:

“Que se acabaron sus milagros

Que su suerte está en el tarro

¿Dime qué debo hacer con él?

Parece que es extranjero”10.

Se preocupaba por los niños desamparados:

“Juegan con la lluvia al atardecer

Bajo el manto de la noche vuelven a dormir.

En su sonrisa,

Solo hay tristeza”11.

Plasmaba una experiencia de alucinación:

“Hay un millón de voces

Siento miles de colores

Y vibran mis oídos

Me siento confundido”12.

Y de manera sarcástica criticaba la guerra:

“Si la guerra es buen negocio, invierte a tus hijos

Llévalos al frente a asesinar a sus hermanos”13.

10

Fragmento de la canción “Hay un extraño esperando en la puerta”, del disco The Speakers en el Maravilloso

Mundo de Ingesón. Los Speakers, 1968. 11

Fragmento de la canción “Niños”, del disco The Speakers en el Maravilloso Mundo de Ingesón. Los Speakers,

1968. 12

Fragmento de la canción “Un sueño mágico del disco The Speakers en el Maravilloso Mundo de Ingesón. Los

Speakers, 1968. 13

Fragmento de la canción “Si la guerra es buen negocio, invierte a tus hijos”, del disco The Speakers en el

Maravilloso Mundo de Ingesón. Los Speakers, 1968.

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42

Este tipo de canciones definían el epílogo de un proceso que inició con la fama y terminó con

la desilusión. Tres años atrás, el segundo disco de Los Speakers La casa del sol naciente

había vendido 15.000 copias, que superan de lejos las cifras del último álbum que ni siquiera

alcanzó a vender las 1.000 copias que se editaron para su lanzamiento (Pérez, 2007, p. 59-

81). Tal vez les costó ya no ser los mismos de siempre: los jovencitos disciplinados y

estudiosos que hacían bailar a chicos y grandes en las discotecas, los que tomaban gaseosa

con roscón, los que se habían dedicado a copiar los éxitos de otras partes. Pero eso ya no les

interesaba a Los Speakers y como escribió Humberto Monroy en el folleto del disco: “Todo

esto me gusta y me alegra saber que a Ud. También; lo demás no me importa”14.

The Speakers en el Maravilloso Mundo de Ingesón fue el fin de la banda y también puede

representar el comienzo de una nueva etapa en el desarrollo del rock colombiano. El

compromiso artístico iba más allá del entretenimiento y la apuesta por la música también

significaba el medio para expresar los mensajes de una juventud disonante con la sociedad.

Ya el cuento había cambiado: se venían las flores, la paz y el amor.

6. “Conéctate, sintonízate y ábrete…”15

La misma guitarra acústica que Humberto Monroy hacía sonar sin mucho eco por los

paisajes de Usme fue la que un par de años atrás tocaba diariamente en su almacén Zodiaco

Discos, ubicado en la calle 60 # 9 – 65 de la ciudad de Bogotá. El local estaba ubicado en el

segundo piso del Pasaje de La 60, uno de los lugares congregacionales de los emergentes

hippies de la capital. Después de finalizar la era de los Speakers, ‘Humo’ se asoció con sus

amigos Roberto Fiorilli, Édgar Restrepo y Álvaro Díaz para fundar dicha tienda de discos y

sello musical independiente. El rock ya no era el mismo y estos veinteañeros lo sabían;

también era tiempo de empezar a vivir el hippismo colombiano.

Los cambios que sucedieron a finales de los años sesenta con los artistas anglosajones

repercutieron directamente en la evolución del género y el movimiento en Colombia. Los

Beatles editaron en 1967 su octavo álbum Stg. Pepper Lonely Hearts Club Band, que cambio

determinantemente la manera de concebir el rock e incluso puede decirse que su homólogo

en Colombia fue el disco The Speakers en el Maravilloso Mundo de Ingesón. Por otra parte,

gracias a artistas como Bob Dylan el rock salió de la moda y pasó al terreno de movimiento

cultural con letras que tenían un discurso social (Polimeni, 2001, p. 62). Ese mismo año

14

Frase presente en el interior del disco The Speakers en el Maravilloso Mundo de Ingesón. The Speakers, 1968. 15

Tomado de la traducción que hizo ‘Sibius’ de las palabras de Timothy Leary (Riaño, 1992, p. 100).

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43

también sucedió el ‘Verano del Amor’, acontecimiento que le dio vida al movimiento hippie,

la contracultura proveniente de San Francisco y Londres que luego penetraría a otros países

alrededor del mundo, entre ellos Colombia.

Por medio de los discos, la radio y el cine, los jóvenes colombianos que se mantuvieron fieles

a la evolución del rock en el mundo se enteraban de los aconteceres del hippismo. Este

movimiento había nacido como una reacción desde la juventud por su inconformidad con el

mundo que habitaban; fue una respuesta a acontecimientos como la Guerra de Vietnam o al

ambiente racista de que se vivía en Estados Unidos. Así, jóvenes de todo el planeta

manifestaron su desazón hablando de paz y amor, escuchando rock sicodélico o folk-rock,

consumiendo ácidos y marihuana, vistiéndose con ropas coloridas, apropiando prácticas

espirituales y reencontrándose con la naturaleza por medio de la vida comunitaria.

El hippismo llegó y se vivió en Colombia siguiendo las mismas pautas del movimiento en el

mundo, aunque también encontró sus propios espacios y particularidades. El lugar esencial

se encontró en la calle 60 del sector de Chapinero de Bogotá, precisamente donde tiempo

atrás las discotecas albergaron el fenómeno ‘go-go’. Entonces, el Parque Julio Flórez, ubicado

entre la carrera séptima y novena de la misma calle, empezó a ser frecuentado por jóvenes

melenudos de variopintos atuendos, con collares, anillos y ruanas hasta el suelo que le

pusieron color a una Bogotá predominantemente gris oscura. Y como la música siempre fue

parte esencial del movimiento hippie, los toques no se hicieron esperar en ese mismo parque

que empezó a albergar a músicos que se presentaban ante un público diverso, pero

conformado especialmente por jóvenes que se reunían a compartir sus ideas sobre un mundo

mejor. En ese lugar también se escuchaba declamar al poeta nadaísta Jotamario Arbeláez o al

mismo ‘Sibius’, que para ese momento era una figura sobresaliente del hippismo colombiano

y poco tiempo después llevaría su poesía a Génesis.

A escasos metros del ‘Parque de los Hippies’ se encontraba un pasaje comercial que olía a

marihuana todo el tiempo (Díaz, 2011). El español José Carlos Ruiz, propietario del pasaje de

dos pisos que se ubicaba sobre la calle 60 y debajo la carrera novena, empezó a arrendar sus

locales a los hippies capitalinos que fundaron almacenes perfectos para cualquier ciudadano

común que hubiese querido convertirse al hippismo. El primer negocio fue ‘Las madres del

revólver’, un local en donde se vendían pantalones bota campana o faldas largas de la marca

‘Coma mierda y no me olvide’, propiedad de Libardo Cuervo. Luego vinieron los almacenes

de afiches como ‘Thanatos’ de Tania Moreno o ‘El escarabajo dorado’ de los hermanos Marín,

quienes vendían posters de los Rolling Stones, los Beatles, Jimi Hendrix, el Ché o Bob Dylan.

Entre editoriales, sastrerías, panaderías y discotecas, también se destacaba el local ‘Safari

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44

mental’ que vendía con poco éxito extravagancias como ropa interior o cepillos de dientes

usados (Ramírez, 2009, p. 76).

Presentación de la banda Glass Onion en el parque de la calle 60 / Archivo personal

Tania Moreno.

En el Pasaje de la 60 se encontraba también el local Zodiaco Discos, en donde se vendía

afiches fluorescentes y discos de las figuras de rock del momento que marcaban la pauta para

diversificar las sonoridades y los discursos. El negocio nació porque Humberto Monroy,

Roberto Fiorilli, Édgar Restrepo y Álvaro Díaz, sabían muy bien que las disqueras no tenían

ni idea de los discos de rock que tenían en sus catálogos internacionales, por lo que estos

cuatro socios les propusieron a las casas discográficas vender en Zodiaco mínimo 500 discos

a cambio de que ellos mismos escogían los artistas para su publicación. Como ejemplo,

Discos Zodiaco promocionó y vendió con éxito una compilación de canciones de Jimi

Hendrix que fue curada y comentada por sus propios dueños. No obstante, la discotienda y

sello musical independiente fue víctima de una mala jugada por parte de las disqueras, que

irrespetaron la exclusividad de venta que tenía Zodiaco durante el primer mes de publicación

de los discos, por lo que las demás tiendas se beneficiaron de la buena promoción que

hicieron estos cuatro amigos, que además tenían programas en la radio que les permitían

publicitar y presentar la música de los abanderados del rock de aquellas épocas.

Además de su negocio en el Pasaje de La 60, Monroy no dejó de estar vinculado a proyectos

musicales. Después de la disolución de Los Speakers en 1969, con la partida del multi-

instrumentista Rodrigo García a su tierra natal española, Humberto Monroy y Roberto

Fiorilli siguieron en su exploración de nuevas sonoridades. Bajo la teoría de que si los

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45

roqueros incursionaban en el folclor nacional salían cosas interesantes, ambos grabaron una

cumbia en los estudios de Ingesón que luego fue presentada en televisión, en donde Monroy

y Fiorilli se acompañaron con los integrantes del grupo La Caja de Pandora. En esa

intervención, los músicos tuvieron que hacer la mímica de la grabación, cosa que no fue muy

creíble puesto que fue muy difícil hacer el doblaje de los solos de batería y percusión. Al final,

la cumbia no tuvo la suficiente acogida en los demás medios, ya que ese tipo de trabajos eran

considerados como extravagancias de los jóvenes (Fiorilli, 2011). Después de esto, Roberto

Fiorilli se reencontró con los ex guitarristas de los Young Beats y The Time Machine, Ferdie

Fernández y Fernando Córdoba, respectivamente, para darle vida a un proyecto experimental

que estuviera a tono con los cambios que afrontaba el rock antes de comenzar la década del

setenta. Ante la ausencia de un bajista, Fiorilli convocó a su amigo y fiel compañero

Humberto Monroy, para darle vida al primer proyecto de rock ácido en Colombia: Siglo Cero.

El 31 de mayo de 1969 en el Teatro La Comedia, hoy llamado Teatro Libre, Siglo Cero hizo su

debut en el ‘Concierto de rock ácido progresivo’, que fue organizado por Álvaro Díaz y Édgar

Restrepo. En esa exitosa presentación, el poeta ‘Sibius’ leyó sus versos y pronunció una frase

insignia de Timothy Leary, el psicólogo que defendió a capa y espada el uso del LSD, la droga

sicodélica más famosa de la época hippie. ‘Sibius’ tradujo el ‘Turn on, tune in, drop out’ y le

habló a los asistentes: “Conéctate, sintonízate y ábrete” (Riaño, 1992, p. 100). Después de ese

concierto los hippies bogotanos definitivamente se tomaron el parque Julio Flórez, que fue

adornado con jardines y pinturas de todos los colores, que hacían un lugar propicio para

llevar a cabo obras de teatro, conciertos o happenings, como se conocía a las reuniones y

actividades que organizaban los hippies (Pérez, 2007, p. 85).

Las influencias de los países del norte no dejaban de llegar y el siguiente paso fue apropiar la

organización de festivales de rock al aire libre. Después de haberse enterado de conciertos

multitudinarios como Woodstock, uno de los conciertos más famosos de la historia del rock y

símbolo de la contracultura del sesenta, los hippies criollos emprendieron su camino para

poder vivir acontecimientos similares en el país. Uno de ellos fue ‘El Festival de la Vida’,

llevado a cabo el 27 de junio de 1970. Humberto Monroy y Édgar Restrepo fueron los

organizadores de este concierto que fue financiado por Tania Moreno, quien contaba con

buen capital debido a las grandes ventas de su almacén de afiches ‘Thanatos’ del Pasaje de La

60. Más de 10.000 asistentes se aglutinaron de manera gratuita en el Parque Nacional de

Bogotá, en donde participaron las bandas Aeda, Terrón de Sueños, La Caja de Pandora y

Siglo Cero, agrupación que complementó su instrumentación original con el saxofón de

Mario René, la flauta de Margalida Castro, el órgano de Jaime Rodríguez y la percusión y los

sonajeros indígenas de Édgar Restrepo.

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La banda Siglo Cero tocando en el ‘Festival de la Vida’ de 1970 / Archivo

personal Tania Moreno.

El público asistente al ‘Festival de la Vida’, que se diversificaba en jóvenes ricos o pobres,

melenudos, intelectuales, pesimistas u optimistas, actores, pintores, poetas hippies y

nadaístas (Ramírez, 2009, p. 23), presenció la intervención de Siglo Cero que consistió en dos

piezas de más de 15 minutos cada una, basadas en la experimentación, el rock ácido y la

improvisación: “la andadura del jazz en un contexto roquero” (Fiorilli, 2007). La banda

aprovechó el momento para grabar en vivo su único disco llamado Latinoamérica, que como

anécdota tuvo que regrabarse en estudio por fallas en la captación del sonido original, del

cual solo pudo rescatarse el ambiente del público que luego se utilizó encima de la nueva

grabación para ‘dar fe’ de que el disco fue grabado en el festival.

La autogestión y la independencia de los hippies se hicieron evidentes en el ‘Festival de la

Vida’. Ellos mismos pusieron el dinero para los gastos de producción, realizaron la publicidad

y construyeron la tarima con andamios alquilados. De igual manera, sin el apoyo de ninguna

reconocida disquera, la única placa de Siglo Cero fue producida y publicada por el mismo

sello independiente de sus organizadores y patrocinadores, Zodiaco Discos. En la empaque

del vinilo también se puede leer una lista de definiciones de Siglo Cero escritas por Tania

Moreno y que a la vez resumen los ideales del movimiento hippie. La última de ellas dice:

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47

“Siglo Cero es una sola raza, una mujer libre, un hacer el amor continuo, una escuela y una

iglesia universal, una gigantesca comuna, una vida valiosa sin títulos ni dinero, un mundo

en paz”16.

Con hechos como ‘El Festival de la Vida’, los hippies demostraron que eran bastantes cuando

había actividades que los congregaban, en especial los conciertos pues los músicos eran algo

así como los sacerdotes de sus encuentros (Lugo y Solarte, 2011). Cierta porción de la

sociedad simpatizaba con la contracultura juvenil e incluso algunos personajes de los medios

de comunicación festejaron la existencia del movimiento. No obstante, los núcleos de los

hippies siempre fueron blancos de redadas y abusos de la fuerza pública; aún más cuando el

parque y el pasaje de la calle 60 también fueron lugares donde aparecieron jíbaros y

delincuentes que aprovecharon el agitado flujo del sitio para hacer de las suyas. Era más que

obvio que la ‘godarria’ colombiana no iba a permitir que unos marihuaneros anden por ahí en

la calle, felices y contentos.

Artículo de El Tiempo sobre el ‘Festival de la vida’, publicado el 28 de junio de

1970.

16

Palabras expuestas en la contraportada del disco Latinoamérica. Siglo Cero, 1970.

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48

7. “Trocaremos en balas las baladas…”17

En el monasterio Santa María de Usme los hippies eran personajes admirados. Las monjas y

los monjes se sorprendían de la manera tan simple en que los jóvenes afrontaban y

disfrutaban sus vidas. De alguna manera, sus melenudos huéspedes habían logrado elevar su

espiritualidad a tal punto que se asemejaban a aquellos santos que solo tenían lo justo y

necesario para vivir. Las dos parejas de novios hippies, conformadas por Tania Moreno y

Humberto Monroy, junto a María Cristina Tobón y Jaime Rendón, habitaban una pequeña

casa de campo de piso de madera, que tenía una habitación, una sala y una cocina de leña.

Ahí los cuatro dormían en un colchón comunitario, en el que en ocasiones se sentaba la

madre superiora de las monjas a elogiarlos por su forma de vida tan simple, deseando que

sus súbditas tuviesen la misma apertura mental y espiritual de sus huéspedes. Y es que las

alabanzas hacia los hippies iban desde comparaciones con San Francisco de Asís hasta con

las aves del campo que vuelan armónicamente sobre la naturaleza (Moreno, 2011).

Por eso, los religiosos no dudaron en hospedar a los hippies y en atenderlos de la mejor

manera mientras podían hacerlo. El monje apicultor les mandaba tarros de miel; la leche

recién ordeñada de las vacas les llegaba cada mañana; o las tortas que aprendían hacer las

novicias también eran compartidas con los hippies, que además se habían vuelto

vegetarianos moderados y tenían su propia huerta para su alimentación básica; aunque a

decir verdad, con las atenciones de los religiosos del monasterio no les hacía falta cocinar.

Pero si Tania, Humberto, Jaime, y María Cristina vivían austeramente en la pequeña casa, el

extremo de la modestia estaba representado por ‘Sibius’, quien vivía alejado en una pequeña

choza y dormía prácticamente sobre la tierra. En últimas, ‘Sibius’ fue el primer hippie que

ingresó al monasterio y fue el puente para que luego sus amigos se instalaran en ese mismo

lugar. Y es que hasta los mismos hippies miraban a ‘Sibius’ con una aureola detrás de su

cabeza, puesto que sus bondades como ser humano, su poesía y su profundo compromiso con

la paz lo habían hecho un personaje sobresaliente del hippismo colombiano.

Sin embargo, el paraíso hippie de Usme se contrastaba con el infierno de las ciudades que

llevó a muchos melenudos a refugiarse en el campo. Los aspectos de la contracultura juvenil

no calaron muy bien dentro de la sociedad tradicional y el rechazo no se hizo esperar por

17

Tomado del poema de Sibius “Tú y la guerra”.

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medio de una fuerza pública que abusó y maltrató a muchas de estas personas que,

irónicamente, rechazaban toda forma de violencia (Ramírez, 2009, p. 21). En realidad, los

hippies eran inofensivos y no estaban empeñados en pelearse con ningún otro bando, pero su

sola presencia exótica o su consumo frecuente de drogas alucinógenas fueron suficientes para

que una sociedad de corbatas se escandalizara y los tachara de todos los insultos y repudios

necesarios para dividirlos del ‘deber ser’. Lastimosamente, su revolución en contra de la

violencia, del mundo material, del consumo o de la vida monótona de sus padres, fue

estigmatizada e incluso criminalizada.

El primero de septiembre de 1970 fue uno de esos días negros en que la policía se pasó de

largo en su afán de vigilar y espantar a los hippies. Ese día los uniformados invadieron el

Pasaje de La 60, pidieron papeles y golpearon a los melenudos que se encontraban en el

camino. Los policías anunciaron que venían en busca del ‘gran jefe hippie’, quien estaba

acusado de subversión y posesión de narcóticos. El supuesto capo era nada más y nada

menos que ‘Sibius’, paradójicamente, el más pacifista de todos los hippies. Diez policías

rodearon al poeta, lo golpearon, lo tiraron por las escaleras del segundo piso y se lo llevaron a

la estación más cercana (Ramírez, 2009, p. 89). Después de una enorme protesta hippie y de

más capturas por parte de la policía, ‘Sibius’ por fin salió de su reclusión mediante la

intervención del entonces sacerdote Javier Darío Restrepo. Sin embargo, la presión social y

autoritaria se había vuelto imperdonable contra unos jóvenes que no hacían daño a nadie y

que se aglutinaban de manera fraternal, sin importar distingo de clase. Como lo dijo un

hippie de la época: “Fue la primera vez en Colombia que se unieron los pobres y los ricos.

Jamás se habían reunido los pobres y los ricos ni jamás se reunirán para nada; a no ser para

matarse o alguna mierda de esas” (Solarte, 2009).

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Federico Taborda, ‘Sibius’/ Archivo personal Sibila

Ponte

Por eso, ante las redadas de la policía o los insultos y ladrillazos de los obreros, los hippies

tenían como principio responder pacíficamente. Su protesta, precisamente, estaba

fundamentada en el repudio de la violencia puesto que la misma guerra había sido un factor

para que la juventud tomara una voz y se manifestara ante las enfermedades sociales. Pero

era obvio que una sociedad conservadora como la colombiana solo iba a captar la parte

superficial del asunto, por lo que unas fachas extravagantes, unas cabelleras largas o unas

pupilas dilatadas fueron suficientes para dar por sentado que los hippies representaban una

mala influencia para la gente; sobre todo por las drogas que estaban relacionadas con la

adicción, las enfermedades mentales, la agresividad o incluso las deformaciones en los hijos

de los consumidores (Ramírez, 2009, p. 43). Y si bien los que recurrían a los alucinógenos lo

hacían con fines espirituales u ontológicos, algunos de ellos le dieron gusto a los

señalamientos de la sociedad y cayeron en la drogadicción. Pero para bien o para mal, los

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51

ácidos, la marihuana o cualquier otra sustancia psicoactiva estuvieron emparentadas con lo

que se vivió en aquella época y cambiaron la visión de la vida de sus consumidores.

Dentro del ambiente poco favorable de las ciudades para un hippie que retaba el

establecimiento, el campo se convertía en una muy buena alternativa para poder vivir en

hermandad y tranquilidad. Entonces, como ya había sucedido en San Francisco, los hippies

criollos empezaron a buscar espacios para fundar sus propias repúblicas independientes. El

municipio de Lijacá, distanciado en aquella época de la zona urbana de Bogotá, fue el sitio

donde se originó la primera comuna hippie de Colombia. Allá llegaron primero los

integrantes de la banda de rock sicodélico La Gran Sociedad del Estado, quienes arrendaron

una casa por la carrera séptima con calle 192. Después arribaron Tania Moreno y Humberto

Monroy que no se quedaron atrás y alquilaron una enorme y fea casa donde al parecer antes

había funcionado un prostíbulo. Tania y Humberto vivieron ahí durante más o menos un

semestre, para luego marcharse al monasterio de Usme.

Lijacá, además de ser un refugio para los hippies que huían de las ciudades o para los

estudiantes de colegio que capaban clase, se convirtió también en un epicentro de la música.

La comuna tenía como banda de planta a La Gran Sociedad del Estado, que día y noche se

dedicaba a ensayar y ponía a disposición sus instrumentos, y como el sitio se había

convertido en un sitio de congregación hippie pues también dio pie para pensarlo como un

lugar para la realización de conciertos. De esta manera, se empezaron a hacer shows y

festivales auspiciados por los mismos hippies, como Álvaro Díaz, Humberto Caballero y

Édgar Restrepo quienes desde mediados del setenta fundaron la empresa Colinox Unidos,

organización que se dedicó a los espectáculos de rock y que logró realizar más de un año de

conciertos cada lunes en el Teatro Popular de Bogotá. Colinox Unidos se encargó de poner los

equipos para las presentaciones de Lijacá; por su parte, Gustavo Arenas, Hernán Sedano y

Gustavo Hincapié construyeron el escenario dentro de la comuna, que parecía un anfiteatro y

que podía ser visto desde la carretera. Ahí en Lijacá se llevaron a cabo las dos ediciones del

Festival de la Primavera y cada 15 días se realizaban presentaciones en su auditorio al aire

libre, al que llegaban hippies citadinos en buses humeantes de marihuana.

Al igual que Lijacá, los hippies empezaron a emigrar a distintos puntos del territorio

colombiano con el fin de vivir en comunidad, en armonía con la naturaleza y consumir

tranquilamente sus drogas. Así también se fundaron comunas en San Agustín, Taganga, o en

la región del río La Miel, que se hizo famosa por los hongos alucinógenos que crecían entre el

estiércol del ganado de sus tierras y a los que acudieron hippies de todo el mundo. Y es que

con las comunas, el uso de drogas creció en los jóvenes melenudos y el consumo de

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sustancias sicodélicas como la mezcalina, el LSD o los mismos hongos, dentro de un

ambiente rural, fueron llevando a los hippies hacia un camino espiritual, hacia la búsqueda

de un estado permanente de paz con la naturaleza y el cosmos. No se hizo raro ver a hippies

haciendo yoga o con la Biblia, el Bhágavad Guita o el Popol Vuh debajo del brazo, pero que

no se encasillaban dentro de una religión pues solo querían incrementar sus conocimientos y

prácticas espirituales.

Por esa época también se llevó a cabo el ‘Festival de Ancón’, motivado entre otras cosas por

la buena acogida de los conciertos de Lijacá. En junio de 1971 se realizó este festival que fue

organizado y promovido netamente por jóvenes hippies que lograron gestionar toda la

logística en el municipio de La Estrella, Antioquia. A las afueras de Medellín llegaron hippies

de todas las partes de Colombia bajo el lema de “es cuestión de fe y nos uniremos todos en la

música” (Riaño, 1992, p. 104). La Columna de Fuego, Hope, Aeda, La Banda del Marciano,

Terrón de Sueños y La Gran Sociedad del Estado fueron algunas las agrupaciones que se

presentaron ante miles de melenudos que fueron testigos de uno de los puntos más álgidos

del rock colombiano, pero que a la vez representó el inicio de un declive en el movimiento, ya

que después del festival los músicos se empezaron a dispersar y el furor del hippismo

empezaba a apagarse. Así mismo, las instituciones estatales y la sociedad incrementaron su

rechazo y censura ante espectáculos de este tipo, por lo que lo ocurrido en Ancón repercutió

con la destitución del entonces alcalde de Medellín, Álvaro Villegas, por haber permitido y

apoyado el festival (Riaño, 1992, p. 116). Seguramente una sociedad tan conservadora como

la antioqueña no iba a permitir que ‘el escándalo’ de Ancón hubiese pasado desapercibido.

Festival de Ancón, 1971 / Archivo personal Tania Moreno

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53

8. “Sigue tu camino….”18

La vida mística que adoptaron ciertos hippies colombianos requería de espacios favorables

para su ejercicio. Si bien la comuna de Lijacá estaba distante del casco urbano de Bogotá,

luego también se convirtió en un espacio congestionado por la afluencia de tantos muchachos

que llegaban a este refugio. Después de la realización de los primeros festivales en dicha

comuna, algunos hippies se quedaron a vivir en las carpas que habían llevado para disfrutar

día y noche de la música; y como la hospitalidad hippie era prácticamente una ley de su

conciencia, la casa que habitaban Tania Moreno y Humberto Monroy se fue llenando de

gente que necesitaba el baño, la cocina o la sala para dormir. Pero la intromisión de tanto

melenudo y la necesidad de un espacio más tranquilo para sus fines espirituales, hizo que la

pareja de novios abandonara la comuna de Lijacá y se fuera a Usme por invitación de su

amigo ‘Sibius’.

Lo más seguro fue que ‘Sibius’, en sus vueltas por Bogotá y sus alrededores, se relacionó con

varias personas de la vida religiosa, ya que era un hombre muy entregado a la parte humana y

mística. Así, ‘Sibius’ se conoció con el entonces sacerdote Javier Darío Restrepo, quien a su

vez lo llevó al monasterio Santa María. No era difícil que un joven de escasos 21 años y con

una manera tan sencilla de afrontar su existencia, se hiciera ganar el cariño de personas que

vivían también en la misma tónica, con lo propio y lo necesario, como cualquier comunidad

de monjes contemplativos y autosuficientes. Por tanto, poco a poco el hippie y poeta se fue

abriendo paso para ser aceptado dentro de la comunidad religiosa de Usme.

Federico Taborda Mejía había pasado parte de su infancia en Buenaventura, en donde en una

ocasión un marinero borracho lo señaló y le dijo: “Tú te llamas ‘Sibius’, de esa estrella vienes

y para allá te vas”19. Desde muy pequeño, Federico se interesó por la escritura y fue

literalmente un vicio del que nunca se pudo escapar. Una de sus costumbres era regalar

poemas a sus amigos, y con algo de misterio los escribía en las servilletas del comedor o el

papel higiénico del baño. Así mismo, cuando llegó a La 60, luego de que su familia se había

trasladado a la capital, el poeta empezó a publicar piezas sueltas de su obra en pequeños

papeles mimeografiados por Gonzalo Marín, dueño del Escarabajo Dorado, almacén que en

el Pasaje de La 60 se dedicaba a la venta de afiches. Y es que ‘Sibius’ era como el amigo de

todos los hippies, “fue el espejo que condensaba el pensar de los hippies colombianos”

18

Tomado de la canción “Sigue tu camino”, del disco Gene-sis A-Dios. Génesis, 1972. 19

Juan Manuel Lugo en el documental de Hernando Vélez, 1991.

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54

(Riaño, 1992, p. 101); su bondad, su carisma, su humildad y su fraternidad, le permitieron

sobresalir dentro de todos los jóvenes que hacían parte de la contracultura.

Muestra de los poemas que ‘Sibius’ regalaba en la calle/

Archivo personal Sibila Ponte.

La poesía de ‘Sibius’, desde cualquier ángulo, refleja rebeldía y libertad. Sus versos y poemas

son independientes como todos los papeles dispersos en los que fueron escritos. Él no fue un

poeta de formación, no era un seguidor de técnicas o de formas, simplemente, fue un poeta

de actitud que se instruyó en la calle y en el camino. Así mismo, su lectura es bastante diversa

y en sus influencias se encontraban desde Francis Bacon, Arthur Rimbaud o filosofía china de

Lao-Tsé, hasta autores colombianos como Fernando González y Gonzalo Arango, quien

también fue su amigo. ‘Sibius’ tenía una propia voz que le hablaba al universo, a la

naturaleza, a la existencia, al origen, a la paz y al amor; pero, sobre todo, su poesía es un grito

de denuncia, un llamado a la acción de los oprimidos y el testimonio de una alma noble que

sufría ante la injusticia, la explotación, la guerra y los problemas de un país que le dolía. La

mayoría de su obra, casi totalmente olvidada dentro de la historia de la literatura colombiana,

Page 46: Génesis de Colombia

55

es de por sí espontánea, misteriosa, consejera, retadora, atrevida, comprometida, informal y

a veces algo confusa. Y, lastimosamente, sus únicas publicaciones fueron escasas y

distribuidas de manera independiente por sus propios amigos, porque tal vez ‘Sibius’ más

bien vivía para dejar huella de momento, con una conversación de juegos de palabras o con

un pedazo de papel que con su puño y letra plasmaba cosas como esta:

BANDO

Viejo viajero

hermano mío

compañero legendario de esta vida

que vas y vienes buscando algún sentido

como peatón que cruza las aceras

con el salario del miedo

y la bomba de su tiempo

estallado en cada día.

Pajarito pasajero

fugitivo de los sueños

y lejos de tu nido,

que cantas tus cuentos

sin darte cuenta de la existencia

que pasa por nuestra orilla

en el cauce inevitable de su río.

Dale la vuelta de una vez por todas

a la página rota de tu historia,

álzate de las ruinas del olvido

con la gran memoria colectiva

lánzate al encuentro

de nuestra condición perdida,

para colmar de luchas y de cambios

esta conciencia tan vacía

y engendrar sociedades más limpias

sin profetas ni policía.

Que nadie diga: jamás la verdad

mientras haya este ahora

de un pueblo que no conoce sus auroras,

que nadie hable de paz

mientras no haya estado en guerra,

ni espere felicidad

en tanto haya hambre y yugo de opresión

en nuestra tierra,

Page 47: Génesis de Colombia

56

pues la mediocridad tiene

patas de cobarde

pelos de poder

y se viste de burgués

caminando por encima

de una larga sombra de ignorancia

sobre el rostro de la ignominia.

‘Sibius’ también se convirtió en un personaje que se relacionaba con todas las figuras visibles

del hippismo y que, además, construía puentes entre las amistades. Como al parque y al

pasaje de la calle 60 todos los días llegaba gente de distintas partes, era muy probable que de

ahí surgieran grupos de amigos pues la fraternidad era todo un principio de los jóvenes

hippies. Así, ‘Sibius’ conoció, por intermedio de Fito Solarte y Juan Manuel Lugo, a Jaime

Rendón, quienes en ese entonces eran estudiantes de Artes de la Universidad Nacional. A su

vez, por intermedio de ‘Sibius’, Rendón conoció a Tania Moreno y Humberto Monroy. Y en la

misma dinámica, Rendón se conoció en la 60 con María Cristina Tobón, una jovencita

colegial con la que fue obligado a casarse después de haberla embarazado.

Después de que ‘Sibius’ ya se había ganado la admiración y confianza de las monjas y monjes

del monasterio, el poeta fue abriendo camino para que otros hippies se fueran a vivir a la

finca de Usme. Los religiosos, quienes veían en estos jóvenes una especie de ejemplo de lo

que había sido el cristianismo primitivo, aceptaron la propuesta de ‘Sibius’ para que sus

amigos se mudaran al monasterio (Lugo y Solarte, 2011). Entonces, Tania, Humberto, María

Cristina y Jaime, llegaron al paraíso de Usme a pasar sus vidas en pareja y a disfrutar de

absoluta tranquilidad.

Sin embargo, con el tiempo las cosas en el monasterio se fueron complicando para los hippies

y los monjes. En primer lugar, María Cristina de un momento a otro se fue del monasterio sin

rumbo fijo y abandonó a Jaime, quien al poco tiempo se convirtió en el nuevo compañero

sentimental de Tania, que dio por terminada su relación con Humberto; aunque valga aclarar

que los intercambios de pareja no eran una cosa tan drástica dentro de la mentalidad hippie.

Después, en uno de esos viajes de ácido en medio de los verdes paisajes, Jaime y Beatriz

Uribe, una de las cuantas hippies que visitaba a menudo el monasterio, empezaron a correr

desnudos y haciendo bulla por los cebadales de la finca. Cosas como estas fueron

incrementando la presión social sobre el monasterio, al que también iban campesinos a

trabajar en los cultivos y que empezaron a instalarse en los alrededores con sus familias. Por

tanto, las ‘conductas locas’ de los jóvenes obligaron a las monjas y monjes a pedirles el favor

de que abandonaran el monasterio, ya que no podían seguir aguantando tanto señalamiento

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57

de la sociedad y de sus superiores. Aunque las puertas no fueron cerradas en su totalidad, y

Usme se convirtió en un lugar que estos jóvenes visitaban esporádicamente.

Luego de abandonar el monasterio, Humberto Monroy emprendió el proceso de gestación de

su nuevo y último proyecto musical de su carrera. De la banda casera de Usme surgieron

varias canciones que luego harían parte del repertorio de sus discos y que a la vez representan

un testimonio de la experiencia mística que se vivió en la finca religiosa durante cerca de un

año. La música que hacían en el monasterio, en los atardeceres o cuando otros amigos iban a

visitarlos, dio como resultado la idea de conformar un grupo llamado Gene, una alusión al

origen de la vida y del hombre (Moreno, 2011). Con Gene, Monroy se pulió como compositor

y se convirtió en un músico que se acompañaba muy bien a sí mismo, y a la vez permitía que

otros se acoplaran a sus canciones. Así mismo, ‘Humo’ fue uno de los protagonistas del

comienzo de un cambio en los sonidos y en la manera acostumbrada en que se venía

haciendo rock en Colombia, pues empezó a hacer una música más cercana a lo que pudiera

ser una propuesta desde la identidad del país y del continente latinoamericano.

En el comienzo, Gene no fue una banda con una alineación de músicos fijos y eso fue un

rasgo que sería la constante a lo largo del tiempo, puesto que el único miembro que duró de

inicio a fin en Génesis fue su líder, Humberto Monroy. ‘Humo’ tuvo que iniciar su nuevo

proyecto con amigos, con los mismos que iban a Usme los fines de semana a disfrutar de la

vida en el campo y de la música, como el percusionista y pianista Édgar Restrepo, y el

flautista Juan Fernando Echavarría, con quienes ya podía darle vida a un proyecto más

profesional. Restrepo ya había trabajado con Los Speakers y Los Flippers como manager, y a

su vez era una persona que ocupaba cargos en la radio y en la disqueras; sin embargo, con la

llegada del hippismo, el ejecutivo dejó la corbata, se dedicó más de lleno a la música y se

apartó de la selva de cemento. Por su parte, Echavarría era un muchachito cuando se

relacionó con los hippies de Usme, puesto que apenas acariciaba los 20 años mientras

personas como Monroy ya estaban por los 27; no obstante, Echavarría se ganó el cariño de

los músicos y sus aptitudes con la flauta le permitieron integrarse fácilmente al proyecto que

se venía venir.

Luego Gene empezó sus ensayos oficiales en las parcelas de Cota, Cundinamarca, en donde

Restrepo vivía con su familia. Monroy en ocasiones también se hospedaba en la casa de su

amigo, cuando no se encontraba viajando y componiendo por los distintos municipios

aledaños. Además de Restrepo, Echavarría y Monroy, en el ambiente natural de Cota también

ensayaron el bajista Mario García, el guitarrista del grupo venezolano Elizabeth, Carlos

Moreno, y ‘Sibius’ que hacía las veces de percusionista (Arenas, 2012). De esta primera

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58

formación nacieron canciones como “El hombre de las sandalias”, “Hermana, amiga y

compañera”, “Es una bella mañana”, y algunas otras que no fueron publicadas. Por tanto,

Gene estaba más que lista para ser algo más que una banda de amigos y para lo amigos.

De izquierda a derecha, Humberto Monroy, Mario García, Juan Fernando

Echavarría, Édgar Restrepo y ‘Sibius’, en los inicios de Génesis / Archivo

personal Tania Moreno.

Con la experiencia previa de Los Speakers, Monroy ya era un tipo conocido dentro de la

escena musical bogotana. De igual manera, Restrepo se movía dentro del medio y tenía los

contactos para, por ejemplo, grabar un disco. Entonces, los dos amigos consiguieron que

Discos Bambuco coprodujera con ellos la realización de la primera placa del grupo, que

cambió su nombre a Génesis puesto que era un nombre de mayor recordación para el

público. La grabación del disco que se conoce como Gene-sis A-Dios se realizó en julio y

octubre de 1972. En ella participaron más de una decena de músicos en distintas

colaboraciones ya que banda como tal no había, y al final fue el mismo disco el que le dio vida

a una agrupación estable y consolidada.

La realización de Gene-sis A-Dios fue algo muy espontáneo. Monroy iba a los estudios de

Ingesón a grabar sus canciones, y con los músicos que ahí se podía cruzar les pedía el favor

que le colaboraran con los demás instrumentos. Por ejemplo, el bajista de sesión Guillermo

‘Marciano’ Guzmán se encontraba grabando con los artistas populares del momento como

Ana y Jaime, Christopher o Claudia de Colombia, y fue cuestión de que Monroy llegara a los

estudios y le dijera ‘venga toquemos’, para que participara en algunas de las canciones. Y no

solo sucedía con los músicos que pasaban por Ingesón, sino que también ‘Humo’ invitaba a

Page 50: Génesis de Colombia

59

viejos amigos para que lo acompañaran en ciertas piezas, como lo hizo con el guitarrista

Hernando Becerra y el baterista Roberto Fiorilli, quienes participaron en la reelaboración que

se hizo de “La casa del sol naciente”20, canción que ya había sido interpretada siete años

atrás por Los Speakers. Así, el primer disco fue más un proyecto de colaboraciones en las

canciones que Monroy ya tenía casi listas en estructura y melodía, pues había pasado más de

año y medio componiendo sus propias canciones durante su paso por Lijacá y Usme. De igual

manera, a ‘Humo’ le gustaba mucho la idea de tocar con amigos y con distinta gente, pues en

principio era muy abierto a escuchar sugerencias y aceptar aportes de los músicos invitados,

a pesar de ya tenía clara la letra, la música y la forma de sus canciones (Guzmán, 2011).

Gene-sis A-Dios es un álbum que se caracteriza por distintos elementos. Para empezar, es el

resultado de un largo proceso místico de su autor Humberto Monroy, que en Usme se dedicó

a rencontrarse consigo mismo, a cortar con el mundo material, a buscar su esencia, a apreciar

el cosmos desde la influencia de los alucinógenos, a leer y estudiar La Biblia, entre otras

acciones que lo llevaron a cambiar su relación con el entorno. En sus canciones predomina el

discurso espiritual, como si el cantante a la vez fuera un predicador, y con melodías que a

veces parecen haber sido grabadas para un templo religioso como sucede en “No se encuentra

a un justo” o “Carta de Juan”, cuyas letras fueron elaboradas con fragmentos de La Biblia. En

ese sentido, Monroy a veces se convierte en alguien que promulga la moral cristiana, que

delimita lo que es el bien y el mal, o que de alguna manera busca transmitir un mensaje con

el ánimo de ser entendido y acogido:

“Y sigue tu camino

Y no te detengas, amigo.

Y nunca te apartes

Del camino recto de la paz.

Dichosa la gente pacífica

Son hijos de Dios.

Y él los llevará

Por el camino recto del amor.

Y sigue tu camino

Y no te detengas, amigo.

Y nunca te apartes

20

Canción tradicional de folk estadounidense de la que no se conoce autor, y que fue popularizada por la banda

de blues rock británica Tha Animals, en 1964. Su nombre en inglés es “The House of the Rising Sun”:

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60

Del camino recto de la verdad…”21

Sin embargo, no todo en el disco tiene que ver con Dios. En el primer álbum de Génesis

también hay canciones que tratan otros temas que identifican el estilo de banda, como cantos

al campo, a los viajes o a la hermandad. De igual manera, como un detalle especial del grupo,

la poesía de ‘Sibius’ fue llevada a la música, como pasó con “Mamá”, que abre el disco, y

“Niña Alhelí”, un poema que ‘Sibius’ le escribió a la primera hija de Tania Moreno y Jaime

Rendón, que el mismo poeta la bautizó con el nombre de la flor del alhelí. Y además, se

incluyen dos covers, el de “La casa donde nace el sol” de The Animals, y el de “Los tiempos

están cambiando”22 de Bob Dylan, ambas piezas traducidas al español de una manera no

totalmente fiel, pero que sí conservan el mensaje que las letras buscan transmitir.

En cuanto a lo musical, Gene-sis A-Dios todavía conserva ciertos aires roqueros en cuanto a

instrumentación básica y la energía de la voz en canciones como “Es una bella mañana” o

“Sigue tu camino”. No obstante, hay ciertos elementos que dejan entrever sonoridades

nuevas que se escapan de la sicodelia y los ritmos progresivos que predominaban en el rock,

por lo que empiezan a incursionar con instrumentos algo alejados al género como tambores o

arreglos de cuerdas de música clásica que realizó el guitarrista de Los Flippers Arturo

Astudillo para la canción “El hombre de las sandalias”. Pero, quizás, las flautas de Juan

Fernando Echavarría son el rasgo que mejor permiten distinguir una nueva atmósfera sonora

y cierta identidad dentro de la variedad de canciones. En resumen, este es más un álbum de

música suave y calmada, con más sonidos acústicos que eléctricos, pero sin que se deje de

sentir la vena roquera de Monroy y sus compañeros.

Finalmente, el arte gráfico del disco significa otro aspecto sobresaliente en la primera etapa

de Génesis. El pintor Jaime Rendón, hermano del también artista Augusto Rendón, se

encargó de pintar la portada del álbum. En ella, Rendón, quien también vivió a flor de piel la

estadía en el monasterio, se encargó de reflejar las ideas y conceptos del hippismo que los

habían influenciado, como la unión fraternal de los pueblos por medio de la representación

de distintas razas que conviven en paz y de una bandera universal con los colores del arcoíris.

Así mismo, la inspiración del campo es notoria y la Sierra Nevada de Santa Marta se eleva

hacia un cielo estrellado que tiene una constelación del mapa del territorio suramericano.

Más que una portada de un álbum, el trabajo de Rendón es todo un cuadro artístico e incluso

21

Fragmento de la canción “Sigue tu camino”, del disco Gene-sis A-Dios. Génesis, 1972. 22

Canción de Bob Dylan lanzada en el disco de 1964 que lleva su mismo nombre: The Times They Are a-

Changin’.

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61

la pintura también se extiende hacia a la contraportada de la caja del vinilo para presentar un

contraste entre el día y la noche (Rendón, 2011):

Portada del disco Gene-sis A-Dios. Génesis, 1972.

Portada y contraportada del disco Gene-sis A-Dios. Génesis, 1972.

En conclusión, el primero disco de Génesis marca el inicio de un proyecto musical

caracterizado por manifestar la faceta espiritual de su líder Humberto Monroy, pero que a la

Page 53: Génesis de Colombia

62

vez da a conocer el ambiente de fraternidad y compañerismo que se vivía entre los jóvenes

hippies, puesto que en gran parte sus maneras de pensar estaban influenciadas por lo que

cada uno podía aportar según sus afinidades personales, ya sea la música, la poesía o la

pintura. Así mismo, es un disco muy íntimo en su publicación y distribución, pues no fue el

trabajo más popular de la banda ni tampoco se le dio mucha repercusión en los medios de

comunicación. La clave de este álbum es que marcó el inicio de ciertas particularidades de la

agrupación que se iban a seguir reflejando a lo largo de su discografía.

9. “Me vestí con el polvo del camino…”23

Las experiencias en el campo, más la visión que otorgaban los alucinógenos, hicieron que

algunos hippies se dedicaran a recorrer el país, interesarse por las culturas precolombinas y

percibir realidades ajenas a la vida de las ciudades. Con los músicos sucedió algo similar, y en

medio de su búsqueda se encontraron con sonoridades, ritmos e instrumentos musicales

propios del folclor colombiano que los motivaron a incursionar dentro de lo que ya habían

hecho con el rock. Así, después de grabar el primer disco de Génesis, Humberto Monroy se

fue a viajar con sus compañeros para empaparse de regiones y culturas lejanas a Bogotá.

Desde que ‘Humo’ empezó a componer canciones en la comuna de Lijacá y Usme, tuvo la

costumbre junto su amigo ‘Sibius’ de registrar sus letras y otros escritos dentro de un libro

conocido como ‘el libro azul de Génesis’. Allí se encuentran varias de las canciones que luego

fueron publicadas en los discos de la banda ya que Monroy ocasionalmente revisaba sus

letras, incluso muchos años después de haberlas plasmado por primera vez, por lo que hay

algunas piezas que salieron a la luz en épocas distintas de las que fueron concebidas

originalmente. Este libro es un documento que demuestra la abundante fertilidad de Monroy

a la hora de componer ya que, además de las decenas de canciones que publicó en sus discos,

en ‘el libro azul’ se encuentran más de 50 obras inéditas. Así mismo, como si tuviera un

compromiso con su propia historia, Monroy señalaba en sus líricas los lugares y fechas en

que las escribió, por lo que ahí también se pueden rastrear los viajes que realizó durante su

periodo de investigador y recopilador de músicas e historias de los territorios colombianos.

23

Tomado del poema “Sinfonía alada” de ‘Sibius’.

Page 54: Génesis de Colombia

63

Imágenes del ‘libro azul de Génesis’.

Los viajes de Humberto Monroy junto a sus amigos y compañeros como Édgar Restrepo,

Juan Fernando Echavarría, el bajista Mario García y ‘Sibius’, empezaron desde finales de

1972. En el diario de Génesis se registraron canciones en lugares como Medellín, Neiva,

Tunja, Villavicencio, Cali, Buenaventura, Pasto e incluso fuera del país, como en Otavalo,

Ecuador. Los músicos viajeros no tenían una ruta precisa, puesto que solo salían por periodos

cortos y luego regresaban a Bogotá. Lo importante de estas salidas fue que los músicos se

relacionaron con sonidos ajenos al rock y a la capital, como ritmos de la costa pacífica o

música andina y latinoamericana. De igual manera, interactuaron con instrumentos típicos

de las regiones, entre los que se destacaron los cununos, flautas, marimbas o guasás, que

además incorporaron dentro del repertorio musical de sus próximos discos. Además, otro

aspecto importante es que en los trayectos por Colombia el discurso de la banda también se

vio influenciado, y dio pie para componer letras que tenían cierto compromiso social por

ejemplo con los humildes trabajadores o los indígenas, a quienes homenajearon con sus

canciones. Y por supuesto, los músicos también aprovecharon los viajes para tocar y

Page 55: Génesis de Colombia

64

recaudar el dinero suficiente para sostenerse dentro de sus travesías, a la vez que se

contactaron con gente de la escena musical y de los medios de comunicación de los sitios que

visitaron. Este tipo de experiencias sembraron la semilla de otro rasgo característico de

Génesis, que consistió en ser una agrupación roquera pero que no abandonaba la cultura

colombiana, es decir, que fusionó el rock, un producto anglosajón, con el folclor del país,

para así ubicarse dentro del subgénero del folk-rock.

No obstante, Génesis no fue la banda pionera en la tendencia de mezclar lo nuestro con lo de

afuera. Después de la experiencia corta con Siglo Cero, el baterista Roberto Fiorilli se unió

con el guitarrista Jaime Rodríguez y el bajista Marco Giraldo para fundar la agrupación La

Columna de Fuego, que en principio fue un trío que tocaba distintos géneros mundiales en

los bares de Bogotá. En una de esas presentaciones, los tres músicos compartieron escenario

un ballet folclórico de Buenaventura que se llamaba Danzas Negras, que tenían una sección

rítmica típica de la costa pacífica de la cual se enamoró Roberto Fiorilli, quien no dudó en

proponerle a sus compañeros hacer una música que integrara esos ritmos con el sonido del

rock. Luego de empezar a incursionar en esta fusión, los integrantes de La Columna de

Fuego se relacionaron con el folclorista e investigador de música colombiana Esteban

Cabezas, quien les hizo escuchar el tema “La Joricamba”, una pieza africana tradicional y de

la que hicieron una versión que se publicó en el primer sencillo de la agrupación lanzado en

1971 por el sello Polydor, con la producción de Édgar Restrepo que no lo pensó dos veces para

apoyar este nuevo proyecto. Luego de un tiempo, La Columna de Fuego se convirtió en toda

una orquesta que incluía desde trompetas hasta congas y que, por intermedio del mismo

Esteban Cabezas, emprendió un proyecto junto a Leonor González Mina, ‘la negra grande de

Colombia’, con quien hicieron una gira internacional que los llevó a tocar en países como

Rusia y Alemania (Fiorilli, 2011).

Si bien La Columna de Fuego fue el primer experimento de fusión concreto que existió en la

historia del rock colombiano, se podría decir que la inquietud de los roqueros de aquella

época por el folclor del país siempre había existido o no fue algo distante, pues no estuvieron

encasillados radicalmente dentro del rock. Instrumentos como las gaitas, los tambores o los

mismos ritmos afrocolombianos eran cosas que les llamaban la atención a los jóvenes

roqueros y sobre las cuales se empeñaron en aprenderlas y apropiarlas a su género de

cabecera. Así mismo, ya se habló de cosas como la cumbia que interpretaron Humberto

Monroy y Roberto Fiorilli, o incluso en el último disco de Los Speakers se utilizaron

sonajeros indígenas en la instrumentación de algunas canciones; pero tal vez se necesitaba

más maduración de los roqueros para meterse de lleno en proyectos que gustaran a las

nuevas generaciones pero que también representaran nuestro patrimonio cultural (Fiorilli,

Page 56: Génesis de Colombia

65

2011). Además de La Columna de Fuego, en los años setenta agrupaciones como La Gran

Sociedad del Estado, Terrón de Sueños, Génesis o Malanga, fueron exponentes de un rock

más ‘responsable’ con la identidad colombiana y latinoamericana, por lo que también queda

bastante claro que la fusión musical fue algo se hizo muchos años atrás de lo que algunas

agrupaciones recientes o los mismos medios de comunicación pretenden hacer creer.

Según lo anterior, el rock colombiano de los años setenta se diferenció de lo que se había

hecho en la década anterior, en donde la mayoría de la producción musical consistió en

imitar lo que se hacía en otras partes. De esta manera, “los sentimientos nacionalistas

encontraron un lugar en los jóvenes del país” (Cepeda, 2008, Jul.-Dic., p. 98), dado que se

empeñaron en explorar ritmos regionales y folclóricos propios de la geografía colombiana, y

así una cumbia, un porro, un currulao o un aire andino se fusionaron con las guitarras

eléctricas y las baterías, generando una expresión intercultural por excelencia que no solo se

basó en la instrumentación sino también en los discursos, en cuanto empezaron a hacerse

letras en las que se mencionan a las culturas afrocolombianas o indígenas y además se

abordan problemáticas sociales locales. Entonces, más bien se puede decir que la fusión

originó un rock con sello colombiano propio, en el que se asume el rock, más que como un

género, como una actitud, una mentalidad, una forma de ser sustentada en la rebeldía, la

inconformidad y a la vez en la esperanza, para manifestar un mensaje que sobrevive al

margen de los discursos tradicionales y que por supuesto otorga otro punto de vista, otra

versión de la realidad que merece ser escuchada.

Sin embargo, el interés por las expresiones culturales nacionales también fue un aspecto que

se vivió dentro de la dinámica mundial del rock. “Artistas como Joan Baez y Bob Dylan se

inspiraron en los elementos autóctonos de las sociedades premodernas y resaltaron la riqueza

cultural de los pueblos sometidos al olvido después de varios años de industrialización y

excesivo consumo por parte de la sociedades más desarrolladas” (Cepeda, 2008, Jul.-Dic., p.

98), al igual que músicos de origen latino como Carlos Santana, que se presentó en el país a

finales de 1973, pudieron incrementar la motivación de los roqueros colombianos por

experimentar con las raíces culturales de su territorio. Y es que no solo fue Colombia, sino

que “esta nueva actitud fue compartida por los roqueros latinoamericanos, quienes hicieron

del rock tradicional una mezcla de los aires típicos andinos y afrocaribeños con las pautas

métricas del rock angloamericano” (Cepeda, 2008, Jul.-Dic., p. 98). Por ejemplo, en los

primeros años de los setenta, Gustavo Santaolalla, en ese entonces líder del grupo Arco Iris,

fue pionero en la Argentina “en la idea de acercar el rock a los distintos ritmos nacionales,

como una forma de apertura mental de sus artistas, muchas veces seducidos en demasía

tanto por las influencias anglosajonas como por la pertenencia a guetos conceptuales”

Page 57: Génesis de Colombia

66

(Polimeni, 2001, p. 86). Otras bandas representantes de este movimiento en Latinoamérica

fueron Los Jaivas de Chile, Wara de Bolivia y en especial El Polen de Perú, que compartió

muchas similitudes con las experiencias de Génesis, tanto en los viajes por su país y la vida en

comuna como en la fusión con instrumentos andinos (La Primera, 2010).

Dentro de toda esa movida de la fusión y del folk-rock, Génesis fue la banda pionera en

Colombia en trabajar con música andina. Esto puede explicarse por la afinidad que sus

integrantes tuvieron por la región nariñense, que visitaron frecuentemente durante sus viajes

de investigación y en sus giras. Precisamente fue en Pasto donde Génesis realizó su primera

presentación oficial fuera de Bogotá, cuando el locutor nariñense Edilberto Maya gestionó un

concierto en el Colegio Champagnat que debió realizarse a inicios de 1973, según los registros

del ‘libro azul de Génesis’. En la ‘primera gira de Génesis’ también estuvieron Gustavo

Arenas, Henry Cantor y Enrique Pérez que, como amigos, fans y hippies aventureros, fueron

testigos de una de las presentaciones que vaticinaron el gran futuro que le esperaba a la

agrupación (Arenas, 2012).

Desde el inicio, Pasto fue la ciudad de Colombia en donde la música de Génesis tuvo tal vez la

mayor acogida dado que el público siempre respondió muy bien a los conciertos (Solano,

2011). Fue un amor mutuo entre Génesis y los nariñenses, en especial de Humberto Monroy,

Juan Fernando Echavarría y ‘Sibius’, quienes compaginaron fácilmente con la gente y la

cultura de una región que ha heredado las costumbres y el folclor de las comunidades

ancestrales de los Andes latinoamericanos. De allí, estos jóvenes citadinos adquirieron

instrumentos como los rondadores, las percusiones y las flautas andinas que luego serían

parte constante en sus discos. No obstante, Génesis también hizo fusiones con músicas de las

costas, en especial con el uso de tambores con los que hicieron canciones con aires de cumbia

o mapalé. Sus experiencias también les permitieron componer letras que rescataban

elementos del folclor colombiano; por ejemplo, en su visita a Buenaventura, los viajeros

conocieron al fabricante de cununos conocido como Don Simón, quien inspiró una de sus

canciones más famosas. Los cununos son tambores artesanales provenientes del pacífico y

empleados usualmente dentro del ritmo del currulao (SINIC, 2011).

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67

Juan Fernando Echavarría y Humberto Monroy en el Carnaval de Negros Blancos

de Pasto en enero de 1973 / Archivo personal Tania Moreno.

De alguna manera los viajes que hicieron estos músicos fueron parte importante para

consolidar su propuesta y ganar terreno fuera de Bogotá. Sin embargo, Génesis también

empezó a tener gran acogida y respuesta del público capitalino. Su primera gran vitrina fue

cuando actuaron como teloneros de James Brown, durante su primera y única visita al país el

28 de agosto de 1973 en el Coliseo el Campín. Allí la banda de Monroy representó al país

junto a Ricardo Balman, ante un público joven que se acercó a los diez mil asistentes. Según

el periodista Alegre Levy del diario El Tiempo, los conjuntos colombianos “ofrecieron una

interminable sesión de folklor ecuatoriano que denominaron ‘Folklor rural’, pero padecieron

una dura rechifla que duró lo que la actuación” (Levy, 1973, 30 de agosto, p. 7B). Al respecto,

Jorge Latorre, quien fue el baterista de Génesis en ese concierto, dijo que la mala recepción

del público pudo ser más bien una consecuencia del mal sonido que le tocó a los teloneros

colombianos que fueron usados como conejillos de indias para dejar todo listo cuando

comenzara la actuación de Brown; sin embargo, según Latorre, la gente también atendió

positivamente algunas de las canciones del grupo. Sea lo que sea lo que haya pasado, al

parecer después de 40 años las cosas no han cambiado mucho para los teloneros del país, que

en muchas ocasiones se ven enfrentados al escarnio más que a una buena experiencia en su

carrera.

Page 59: Génesis de Colombia

68

10. “Mañana cruzaré la cordillera…”24

A finales de 1973, el grupo Génesis ya estaba listo para grabar las nuevas canciones que

habían surgido de sus experiencias como viajeros e investigadores musicales. “Quiero

amarte” y “Don Simón” fueron los primeros temas que se incluyeron en una cinta que incluía

las grabaciones que ellos mismos pagaron y que logró ser incluida dentro de la programación

de las emisoras con un éxito inmediato. Humberto Monroy y Édgar Restrepo le llevaron el

demo al entonces director de Radio Tequendama Armando el ‘Chupo’ Plata, quien se fascinó

con el grupo y empezó a rotar “Quiero amarte” 15 veces diarias durante la primera semana,

con la sorpresa de que las demás emisoras también empezaron a emitirla en sus respectivas

programaciones (Plata, 2006, p. 294). Radio Tequendama era una emisora enfocada a los

jóvenes que en ese momento ocupaba los primeros lugares de sintonía con una programación

de balada, rock y pop suave en inglés y español, con artistas como Camilo Sesto, Leo Dan,

León Giecco, Los Flippers o Dona Summer. Así mismo, el ‘Chupo’, por medio de sus

contactos en la escena musical, hizo el puente entre Humberto Moreno, gerente de la

disquera Codiscos en Bogotá, y los integrantes del grupo, para grabar los dos primeros

sencillos de una manera más adecuada y empezar a entablar negociaciones con dicha casa

discográfica de Medellín.

“Quiero amarte” y “Don Simón” reflejan muy bien la fusión que el grupo había logrado con el

rock y la música colombiana, que dio como resultado una propuesta que podía tener mayor

penetración en el público puesto que no era extraña para los oídos de cualquier colombiano y

lo más importante es que se reconocía un sentido de pertenencia por parte de los músicos con

su país. “Quiero amarte” es una pieza de amor que fue compuesta en una visita que hicieron a

Pasto en enero de 1973 y que por ende suena mucho a los sonidos de los Andes, logrados tan

solo con una guitarra de 12 cuerdas, una flauta y tambores. Por su parte, “Don Simón” tiene

un ritmo costero que se acompaña de tambores, guitarra de 12 cuerdas y harmónica, que se

suman a los coros con eco y un solo de guitarra con sabor andino. Esta canción le dio a

Génesis el premio OPUS 15 de la emisora Radio 15 como el conjunto nacional más popular de

1973 (Cromos, 1974, 10 de junio, p. 83).

Ante el éxito que tuvieron estas dos canciones, la banda ya necesitaba de una alineación

estable para poder seguir avanzando en su carrera. A Humberto Monroy, Édgar Restrepo y

Juan Fernando Echavarría, se unió Guillermo ‘Marciano’ Guzmán, quien ya había tocado el

bajo en el primer disco, y el guitarrista y cantante Miguel Muñoz, que había hecho parte de

24

Tomado de la canción “Quiero amarte”, del disco Génesis. Génesis, 1974.

Page 60: Génesis de Colombia

69

bandas como Los 2 +2 y Glass Onion. Ellos ensayaban en las parcelas de Cota, municipio de

Cundinamarca, en donde Restrepo vivía con su familia después de haber tomado la decisión

de renunciar a la vida urbana. En Cota, que era como la sede de grupo, los delegados de

Codiscos le dieron el visto bueno a Génesis y acordaron la grabación de su segundo disco de

larga duración. Claro está que la buena recepción que tuvieron los temas “Don Simón” y

“Quiero amarte” en la radio facilitaron el interés de la disquera que, al igual que todas las

demás, solo apoyaban a un grupo de rock si la apuesta no iba a ser en vano. Tanto así que

Codiscos no permitió que esas dos canciones se vuelvan a grabar para el nuevo álbum, puesto

que así como estaban eran como a la gente le gustaban (Latorre J., 2011).

Génesis ensayando en Cota, Cundinamarca / Archivo personal Tania Moreno.

La grabación del álbum homónimo Génesis se llevó a cabo en marzo de 1974 en la capital

antioqueña. A la banda se unió Tania Moreno, invitada por Monroy como un gesto de

amistad más que un interés musical puesto que ella no tocaba ningún instrumento y por esas

épocas pasaba por una dura crisis personal al haber perdido su primera hija al año y unos

meses de que había nacido. Tania se encargó de tocar la pandereta, las maracas y el guasá,

un instrumento de percusión de la costa pacífica que generalmente es tocado por una mujer.

Además, ‘Humo’ buscaba que su banda fuera algo similar al proyecto del cantante inglés Joe

Cocker conocido como Mad Dogs and English Men, que contaba con la participación de

decenas de músicos que se reunieron para hacer una gira por Estados Unidos que no duró

más de dos meses y de la que quedó un disco en vivo publicado en 1970 (Fricke, 2006). Este

experimento de tener una especie de comuna hippie de gira pareció motivar la idea de

Page 61: Génesis de Colombia

70

Monroy de hacer de Génesis un grupo conformado por varios amigos que se integraban a la

banda para aportar en lo que mejor podían hacer y a la vez tener una convivencia muy

familiar en los viajes y los ensayos (Moreno, 2011). Por eso, después en las giras, a la banda

también pertenecieron ‘Sibius’, que se encargaba de la investigación musical y algunas

percusiones, y Jaime Rendón, que siguió con su trabajo de ilustrador de las portadas de los

discos al igual que era utilero en los conciertos y diseñador de vestuario.

Para su segundo trabajo discográfico, Génesis presenta dos tendencias claves: el rescate del

folclor nacional y latinoamericano, dado por su experiencia previa como viajeros, y las

canciones de amor que nunca dejan de aparecer en el repertorio de Monroy. En este sentido,

el disco se abre de manera contundente con la canción “Manos de hombre”, en la que se

musicaliza un poema de Amalia Torres de tal manera que salen a relucir aspectos claves de la

fusión: compases de joropo y mapalé que se logran con tambores, guasá, flauta, piano, claves

y palmas que se entrecruzan con una guitarra eléctrica que hace uso de efectos de Wah-wah y

de Slide guitar en el solo25. En ese mismo estilo también se encuentran las canciones “Don

Simón” y en especial las adaptaciones que se hacen de piezas musicales de folclor, como lo es

el caso de la versión instrumental que se hace de “La cumbia cienaguera” de los colombianos

Andrés Paz Barros y Esteban Montaño, en la que la armónica de Humberto Monroy se

encarga de llevar la melodía; o la interpretación de “Vasija de barro” de los ecuatorianos

Gonzalo Benítez y Luis Valencia, quienes adaptaron en ritmo danzante una letra de mediados

del siglo XX que alude a una vieja tradición de las tribus ancestrales del Ecuador, en la que

se enterraba a los muertos con objetos para ser usados en el más allá (Benítez, 2005).

En cuanto a las canciones de amor, es una característica que en ellas se entrelazan el

sentimiento por la mujer con el cariño por el campo y la naturaleza, que era otro aspecto

clave en el estilo de vida de su compositor Humberto Monroy. Por tanto, la concepción que

‘Humo’ tenía del amor era indivisible de lo campestre y de igual manera, los recursos

literarios que empleaba tenían que ver o aludían a estos aspectos:

“Dulce amiga, amiga mía

Yo confío en que podrás

Conducirme hasta tus campos

Pa’ estirar tu dulce mar”26.

“Con la luna llena, yo regresaré

25

Información extraída de un folleto promocional del disco, lanzado por Codiscos. 26

Fragmento de la canción “Reconfórtame”, del disco Génesis. Génesis, 1974.

Page 62: Génesis de Colombia

71

Caminaremos en los campos hasta el amanecer”27.

“Con su cuerpo de gacela

Vibra la naturaleza

Y en su pelo largo y negro

Como la noche más negra”28.

Por otra parte, el tema “Sueñas, quieres, dices” líricamente es una isla dentro del disco y es

una especie de legado de la época hippie. Esta canción contiene un profundo discurso sobre

problemas sociales y es una fuerte crítica contra las personas del sistema que hablan de

cambios en la sociedad pero que en realidad no hacen ningún esfuerzo por actuar y avanzar

en busca de un mundo diferente:

“Llévale flores y meditación

A los que se están muriendo de inanición

Trata de hacer entrar en la moda

A los hijos de la explotación”29.

Finalmente, en el disco Génesis se encuentra su canción más famosa y por la que todo el

mundo los recuerda hasta nuestros días: “Cómo decirte cuánto te amo”. Esta balada original

de Cat Stevens30 en comienzo no iba a ser incluida dentro del disco dado que el presupuesto

de producción y de horas de grabación ya estaba bastante ajustado, por lo que lo más fácil era

grabar una canción tan sencilla que solo necesitaba de una guitarra de 6 cuerdas y otra de 12.

Irónicamente, una pieza tan romántica y que fue un ‘relleno’ en el disco se convirtió en todo

un hit que estuvo durante septiembre y octubre de 1974 en los primeros lugares de las listas

de las canciones más sonadas en el país y que estaba a la par con temas de artistas como

Roberto Carlos, Leo Dan, Claudia de Colombia o Mocedades. No obstante, “Cómo decirte

cuánto te amo”, en realidad, no es una canción que refleja lo esencial de la propuesta de

Génesis puesto que en primer lugar no es de su autoría original, por más que Monroy haya

logrado una buena adaptación; en segundo lugar, la instrumentación acústica y simple no

representa nada de la fusión musical que caracterizaba al grupo; y por último, el

romanticismo de la letra implica decir que es una canción que responde más las necesidades

del público y al facilismo de los medios de comunicación que a las intenciones de los artistas

27

Fragmento de la canción “Quiero amarte”, del disco Génesis. Génesis, 1974. 28

Fragmento de la canción “Piel de mandarina”, del disco Génesis. Génesis, 1974. 29

Fragmento de la canción “Sueñas, quieres, dices”, del disco Génesis. Génesis, 1974. 30

Canción original: “How Can I Tell You” del disco Teaser and the Firecat de 1971.

Page 63: Génesis de Colombia

72

con su obra. De todas maneras, este tema sirvió para que Génesis pudiera tener más

recordación a lo largo del tiempo.

Portada del disco Génesis. Génesis, 1974.

El segundo disco de Génesis, quizás el más reconocido en la primera etapa de su carrera,

también dio pie para pensar el grupo como una empresa. Armando Plata, después de

haberlos apoyado en la radio, acordó ser su manager, aunque para esa época esa figura no

existía como tal y más bien se hablaba de un personaje conocido como el ‘garrotero’, que

obtenía una comisión por hacer el puente entre el lugar de presentación y el artista que por lo

general era estafado por el ‘garrotero’ que se quedaba con todo el dinero (Plata, 2011). De

todas maneras, El ‘Chupo’ Plata se le midió a la dura labor de promover un artista de rock en

Colombia, sobre todo porque Génesis era una banda que estaba teniendo muy buena acogida

en el público y además el ‘Chupo’ tenía todas las condiciones óptimas para lograr un buen

trabajo con el grupo ya que también tenía el programa de televisión ‘Tú y la música’, que

presentaba videos de artistas extranjeros y exponía músicos colombianos, y a la vez era

publicista de películas de cine en la agencia Atlas Publicidad.

Lo primero que se ideó el ‘Chupo’ para lanzar masivamente el grupo fue hacer un concierto

de tres funciones el 5 agosto de 1974 en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán. Ante el gran riesgo

que presentaba hacer un show de esta magnitud con un grupo colombiano, además que ese

día era un lunes, Génesis y su manager triunfaron de manera apoteósica al llenar

completamente el teatro en sus tres apariciones de matiné (3pm), vespertina (6pm) y noche

Page 64: Génesis de Colombia

73

(9pm). Desde el medio día la gente empezó a llegar para comprar las boletas que costaban

entre 20 y 50 pesos. Rápidamente, las filas se extendían en ambos sentidos hacia las calles 22

y 23, y bajaban hasta la carrera novena. El aforo del lugar para cada función era de 2.200

personas y a las 11 de la noche había cientos de personas que se quedaron sin entrar. Ese día

el tráfico por la carrera séptima colapsó y la policía no fue suficiente para controlar a tantos

jóvenes que se amontonaron en las puertas del Jorge Eliécer Gaitán.

Artículo de El Tiempo sobre el concierto de Génesis en el Teatro Jorge

Eliécer Gaitán, publicado el 7 de agosto de 1974.

Este show de Génesis, sin precedentes ni procedentes en toda la historia del rock colombiano,

fue el resultado de varios factores. En primer lugar, el ‘Chupo’ Plata como director de una

emisora, presentador de un programa de televisión y publicista, tenía todo a su favor para

generar una buena expectativa ante el concierto, por lo que hizo un campaña publicitaria

durante un mes que incluía promociones en todos los medios de comunicación, afiches,

volantes y un gran letrero en la fachada del teatro. Segundo, el espectáculo no solo se limitó a

Page 65: Génesis de Colombia

74

lo musical puesto que se hizo una alianza con Édgar Molero Santander, propietario de las

discotecas Unicornio, Topsy y Cabaret, para usar sus efectos especiales y de luces que eran la

novedad para ese momento. De esta manera, el espectáculo incluyó niebla artificial, burbujas

que al contacto con las luces de colores formaban un arcoíris, una enorme esfera llena de

pequeños espejos y una lámpara estroboscópica que emitía flashes para dar la sensación de

cámara lenta sobre el escenario (Plata, 2006, p. 298). Y por último, Génesis no defraudó a su

público con su buena música, tanto así que al final la gente pedía una cuarta presentación

para la media noche que no se pudo efectuar por el agotamiento de los músicos, por lo que no

menos de cinco mil personas se quedaron por fuera del teatro (Plata, 2006, p. 300).

En una grabación sonora que hay de este concierto, se puede escuchar a una banda que toca

de manera enérgica y con largas intervenciones únicamente musicales, por ejemplo “La

cumbia cienaguera” se prolongó por más de 10 minutos y además fue interpretada dos veces

en una misma presentación, por petición de su manager Armando Plata, quien además fue el

animador de los conciertos y pudo darse cuenta de la gran acogida que tuvo dicha canción

ese día. En la cinta también se escucha un público alborotado ante temas como “La vasija de

barro”, “Manos de hombre” y sobre todo “Don Simón”, que fue coreada a todo pulmón.

A su vez, el diario El Tiempo exaltó el talento del grupo, catalogando a sus integrantes como

‘auténticos genios de la música nueva’, que lograron batir todas las marcas de asistencia en

un solo día, siendo artistas locales, y que enloquecieron a una multitud que se levantó de sus

asientos y se puso a bailar al ritmo de sus canciones (El tiempo, 1974, 7 de agosto, p. 10C).

Page 66: Génesis de Colombia

75

Génesis en el concierto del Teatro Jorge Eliécer Gaitán / Archivo personal Tania

Moreno.

Luego del concierto vino la idea de hacer una gira nacional a lo grande. El primer tour de

Génesis se llevó a cabo entre septiembre y noviembre de 1974, tiempo en el que se

recorrieron 22 ciudades del país más una visita a Quito, Ecuador. Como en varias de los

lugares se presentaron en más de un ocasión, la gira incluyó cerca de 40 conciertos en menos

de 3 meses, aunque por problemas de producción y logística no todos pudieron realizarse

(Plata, 2011). El inicio fue en Bogotá, nuevamente con 3 presentaciones en un mismo día que

volvieron a llenar el Teatro Jorge Eliécer Gaitán tan solo a un mes después de haberse

realizado el primer concierto en ese mismo lugar. Luego vinieron los viajes que por lo general

se hacían los fines de semana y en los cuales los músicos se desplazaban en un bus que se

adecuó para transportar a todo el personal y los equipos, de tal manera que se tuvo que quitar

la mitad de las sillas para separar la carga de los pasajeros. La gira contaba con un amplio

personal técnico que se encargaba de los montajes, los efectos, el sonido y la producción

general de cada concierto, que para la época representaba un inmenso esfuerzo sobre todo

porque los flujos de comunicación no eran los más óptimos. Pero a pesar de las dificultades,

varias de las presentaciones tuvieron buena acogida, como en Manizales, Pereira, Armenia,

Cali, Medellín y Pasto, lugares en donde la asistencia no fue inferior a las dos mil personas

(Plata, 2011). En el afiche que promocionó la gira se encuentra un breve texto del escritor

nadaísta Gonzalo Arango que dice: “Guerreros del amor, la onda de GÉNESIS es la onda de

David, la onda Divina. Lo tienen todo para ser invencibles: juventud, arte, generosidad,

Page 67: Génesis de Colombia

76

idealismo, pureza, y una vocación que se confunde con la propia vida. ¡Salud juglares de la

era atómica!”31.

No obstante, la gran gira nacional e internacional de Génesis no fue la más rentable

económicamente y también fue causa de rupturas entre la banda y su manejador Armando

Plata. Este es un punto controversial dentro de la historia del grupo pues no existe un

consenso general sobre las pocas utilidades de los conciertos a lo largo del país, si bien

Génesis tenía buena respuesta del público en varios de los lugares. Para el ‘Chupo’ Plata, la

poca rentabilidad se debió a que no todas las plazas se llenaron al cien por ciento y casi todo

el dinero se iba en gastos extras no contemplados con anterioridad, así como también se pecó

en el manejo administrativo pues no había nadie con los conocimientos de este tipo (Plata,

2011). Además, en esta ocasión ya no se hizo un pacto de repartición de porcentajes del total

de la taquilla, como sucedió en el primer concierto del Teatro Jorge Eliécer Gaitán, sino que

se le pagaba al grupo un precio fijo por presentación que en la mayoría de veces no fue

otorgado en su totalidad, ya que solo les alcanzaba para la estadía y la alimentación (Moreno,

2011). Al final, Plata dejó de ser el manager de Génesis, a su parecer porque no se lograba la

rentabilidad esperada en los conciertos para el esfuerzo que representaba su realización, al

igual que hubo algunos incidentes relacionados con el consumo de drogas por parte de los

músicos que le disgustaron al ‘Chupo’.

La otra versión sobre este tema la tienen los integrantes de la banda que fueron testigos de

los coliseos llenos y del buen dinero que se recaudaba, pero que supuestamente se iba en

otros gastos (Moreno, 2011). Así se empezaron a generar malestares entre los músicos y su

manager, al punto de que ‘Sibius’ en un momento dejó de participar en la gira (Rendón,

2011). Por tanto, el grupo también le dijo ya no más a Armando Plata y se le midieron a hacer

sus conciertos ellos mismos. Por su parte, el ‘Chupo’ aprovechó sus espacios en los medios de

comunicación para precisamente no hablar cosas buenas de Génesis y atribuirse el crédito del

ascenso de la popularidad de la banda (Moreno, 2011). Lo que sí es cierto es que el negocio

de manejo de artistas todavía era algo muy incipiente en esos años y en este caso la

inexperiencia en cuestiones administrativas se hizo notar; así mismo, Plata, que por esa

época tenía 25 años, se había destacado por ser un personaje arriesgado e innovador en el

mundo del espectáculo y su juventud e inmadurez (era incluso menor que los mismos

músicos que manejaba) lo llevaron a trabajar en pro de su prestigio personal más que en un

apoyo real a la música como arte y cultura, como lo expresó en su libro autobiográfico: “Lo

que más interesó fue impresionar a mis amigos y figurar como ‘el magnate del

entretenimiento criollo’” (Plata, 2006, p. 302).

31

Fragmento presente en el afiche publicado en el diario El Tiempo, el 8 de septiembre de 1974.

Page 68: Génesis de Colombia

77

Fuera de la polémica, hay que rescatar el hecho de que Armando Plata fue parte importante

en la carrera de Génesis e, independientemente de sus intenciones, su gestión fue

fundamental para ubicar al grupo dentro del panorama musical colombiano. Además, así la

gira no haya sido la mejor en términos económicos, sí fue exitosa para posicionar a la banda

en los mercados regionales y para que siguiera desarrollando su propia música (Plata, 2011).

Y tal vez fue una buena experiencia para pensar la banda como una empresa, como algo que

necesita sostenerse económicamente y en donde inciden varios factores que pueden

fortalecer o debilitar las relaciones dentro del equipo de trabajo.

Luego de dar por terminada su relación con el ‘Chupo’ Plata, Génesis siguió su camino y sus

integrantes continuaron haciendo conciertos organizados por su propia cuenta. Uno de ellos

fue en Pasto en donde el público casi no dejó bajar al grupo de la tarima pidiendo una y otra

vez sus canciones, al punto que los músicos tuvieron que salir acompañados por la policía. En

ese concierto muchas personas se quedaron afuera por el lleno total del coliseo, tanto así que

la gente empezó a tirar los billetes desde las puertas sin importar que le dieran una boleta

para entrar (Rendón, 2011). Luego Génesis se fue a Quito, Ecuador, contratado por una

señora de rasgos indígenas que tenía a su cargo 4 emisoras en la ciudad, donde tocaron

gratuitamente sobre la Avenida Amazonas (Moreno, 2011); aunque en esta presentación

tuvieron el inconveniente de que el público ecuatoriano se molestó cuando escucharon la

versión rock que Génesis tenía de la “Vasija de barro”, tema tradicional de ese país y que es

casi como un himno para sus habitantes (Rendón, 2011).

Page 69: Génesis de Colombia

78

Afiche de la gira de Génesis de 1974.

Sin embargo, a pesar de que la banda continuaba presentándose con buena recepción, los

problemas administrativos seguían. A esto hay que sumarle que, dentro de su concepción

hippie, los músicos eran desprendidos del dinero y eso también perjudicaba para lograr un

aumento de sus recursos económicos. Aunque en realidad, en la banda primaba el

sentimiento fraternal pues se buscaba compartir una vida familiar más que hacer parte de un

negocio o algo parecido. Así, no era raro que el pintor Jaime Rendón se encargara de las luces

o de enrollar cables en los conciertos, después de haber estado en la taquilla como jefe de

seguridad o recibiendo boletas y dinero que guardaba en su mochila y luego repartía

equitativamente con sus demás compañeros (Rendón, 2011).

De todas maneras, la banda se mantenía fuerte en la escena musical del país, a diferencia de

las otras más fieles a los dictámenes del desarrollo del rock anglosajón que poco figuraron en

los medios de comunicación y que grabaron escasos discos durante esa época. Por el

contrario, el sonido de Génesis ante todo era novedoso y original por el solo hecho de

explorar con lo auténtico de nuestra cultura, como muy bien lo dijo ‘Sibius’ a la prensa: “Hay

en Colombia música muy bella como para desperdiciarla. No nos interesa cantar en otros

idiomas porque hablamos el español y nuestro público también. Lo que realmente vale la

pena es la gente y la música. Por ellos trabajamos”32. Y aun así Génesis sonaba en la radio

32

Palabras de ‘Sibius’ en artículo del diario El tiempo, publicado el 20 de Octubre de 1974.

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79

como si fuese un producto comercial al lado Camilo Sesto y Julio Iglesias, era algo de lo que

no gozaban los demás grupos de rock como Los Flippers y la Banda Nueva, que contaban con

sus discos pero no tenían la popularidad ni la difusión de Génesis, mucho menos en ciudades

distintas a Bogotá (Riaño, 1992, p. 130).

Boleta de concierto de Génesis en Cartagena en 1974 / Archivo

personal Tayron Roa

11. “Después te fuiste y te perdiste en la noche…”33

A pesar de que Génesis ya no hacía música netamente roquera ni con contenidos contestarios

fuertes o predominantes, el hecho de que una disquera de nombre se haya interesado en

producirlos demostraba que la calidad y novedad de su propuesta podía superar cualquier

obstáculo de la escena. Desde 1972 la contracultura hippie y el rock empezaron a sufrir un

proceso de ocultamiento dado por sus características de ser un movimiento que se rebelaba

ante lo establecido, por lo que los medios de comunicación y las disqueras poco estaban

dispuestas a apoyar expresiones y productos culturales que más bien eran disfuncionales

para una sociedad que tildaba todo lo hippie como una cosa de vagos o marihuaneros (Riaño,

1992, p. 121). Ya no era la época de las ‘coca colas bailables’, en la que existía una armonía

entre el ‘go-go’, lo medios y las disqueras; ahora el estigma de la droga en los melenudos se

encargaba de bloquear los pocos espacios en los que el rock colombiano agonizaba.

Para completar, los jóvenes de esa época no tenían un poder adquisitivo considerable, casi

todo el dinero estaba a cargo de los padres, y por eso no valía la pena impulsar negocios

33

Fragmento de la canción “Un día” del disco Yakta Mama. Génesis, 1975.

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80

donde no había un público capaz de sostenerlos. Entonces, la difusión y el apoyo de las

actividades de los hippies y roqueros también empezaron a escasear, incluso en 1973 se cerró

definitivamente la emisora Radio 15, “el principal aparato de difusor de rock en el país”

(Riaño, 1992, p. 122), junto con su programa de televisión y su sello disquero. Y aun así hayan

existido varios grupos, éstos no dejaron registros sonoros por las circunstancias adversas en

las que se encontraban, hecho que también ha afectado notablemente la construcción de la

historia del rock colombiano.

Lo peor de todo es que el mismo público roquero en ocasiones también actuaba en malestar

de las bandas que iban a ver. No era raro que en los conciertos se falsificaran boletas o mucha

gente entrara ‘colada’. A esto se sumaba el acostumbrado disturbio en las puertas de los

teatros, que originaban daños por los que tenían que responder los pobres músicos, y así era

muy poco el dinero que un grupo podía recaudar en una presentación en la que también

había asumir gastos como transporte y utilero (Guzmán, 2011). Entonces, tampoco había

forma para que una banda de rock se sostuviese económicamente o que pudiera financiar por

su propia cuenta la grabación de un disco, pues no contaba con el suficiente capital y el costo

de tiempo de grabación en los estudios era bastante caro en esa época.

A mediados del setenta, una hora de grabación en un estudio de 4 canales, que era el más

económico, costaba $600, lo que equivalía a comprar 3 pantalones de jean de la época, algo

así como$250.000 actuales. En la grabación de un disco de larga duración no se gastaban

menos de 30 horas y los costos posteriores de un prensaje de mil copias, el arte gráfico, la

impresión y demás, aumentaban la cifra a unos $60.000 de la época que vendrían siendo

más o menos 25 millones de pesos de hoy en día (Peláez, 1975 13 de marzo, p. 59-61). Por

supuesto, una banda de rock, que por muy bien que le iba se hacía $2.000 por presentación,

estaba demasiado lejos de financiarse un disco con dinero de su propio bolsillo. Por eso

también la producción discográfica de Rock Colombiano se redujo considerablemente en esos

años (Guzmán, 2011).

Sin embargo, Génesis seguía vivo. Su distanciamiento de la copia anglosajona, su capacidad

para cautivar a un público joven con aires autóctonos del país, su sencillez, su ‘nueva onda’ y

su autenticidad, fueron aspectos que despertaban el interés de la gente, de los medios de

comunicación y de los promotores discográficos. Por tanto, el sub sello de Codiscos ‘Famoso’

no tuvo ningún inconveniente en volver a hacer la producción de un disco para el grupo.

Page 72: Génesis de Colombia

81

Génesis en los estudios de Codiscos de Medellín, en la grabación de su segundo

disco / Archivo personal Tania Moreno.

1975 empezó bien con la difusión de una nueva canción que se ubicó durante dos meses

dentro de la música más importante que lanzaba su disquera. “El indio llora’, un tema con un

sonido andino predominante y que Humberto Monroy había escrito un par de años atrás en

una visita a Otavalo, Ecuador, fue el encargado de mostrar un abrebocas de lo que vendría

para la nueva placa de Génesis. Luego, en junio de ese mismo año vino el lanzamiento de

Yakta Mama34, el tercer disco de Génesis que presenta distintas facetas musicales pero que a

la vez refleja cierta identidad en su sonido en relación con su trabajo anterior.

El disco arranca con ‘una alegre cumbia que se llama El alegre pescador’, obra original del

compositor samario José Barros que Génesis presenta en una versión rock, como ya lo había

hecho antes con “La cumbia cienaguera”. Así mismo, hay canciones que, además del rescate

musical del folclor colombiano, buscan darle una voz a las culturas minoritarias del país que

históricamente han estado apartadas de los problemas centrales del gobierno y de la

población citadina, como los grupos afrocolombianos y los indígenas, que de alguna manera

fueron exaltados en las canciones “Canta negro” y “El indio llora”, respectivamente; aunque

también hay cierta denuncia en este tipo de letras:

“Canta negro

Canta fuerte

34

Dialecto indígena que significa ‘madre tierra’ (Riaño, 1992, p. 142).

Page 73: Génesis de Colombia

82

Pues tu miseria

Es tu presente”35.

En este álbum se hace bastante énfasis en las partes melódicas, con intervenciones

prolongadas de guitarras, armónicas y flautas que demuestran que las canciones fueron

trabajadas con esfuerzo en la parte musical. “Un día”, “Los amantes son eternos”, “Plena

como la luna llena” o “Qué sientes”, son temas que otorgan cierta autenticidad en la banda,

algo que luego sería su eslogan: ‘El sonido eléctrico de los andes’. Y en las letras ya se puede

decir que los temas esenciales de su discurso son el campo, el amor y ciertos versos de crítica

social pero sin llegar a la protesta política.

En Yakta Mama también hay composiciones de otros integrantes aparte de Humberto

Monroy. El flautista Juan Fernando Echavarría escribió el tema “Tú y tus frutos”, que es un

canto a las bondades del campo y un repudio a la degradación social de las ciudades,

teniendo en cuenta que para Echavarría la relación entre el hombre y la naturaleza era algo

esencial para buscar la igualdad en el mundo (Echavarría, 2011). Por su parte, el tecladista y

percusionista Édgar Restrepo compuso y cantó la canción “Sebastián”, que tiene una letra

ciertamente autobiográfica de su autor puesto que critica a la ‘falsa sociedad’ de los gerentes y

mendigos que se la rebuscan para sobrevivir. Restrepo fue de aquellos personajes con

trabajos estables, de corbata y vestido, pero que se la jugaron toda por la música y la vida

hippie en el campo, por lo que de un momento a otro abandonó su empleo como promotor de

disqueras, se dejó crecer el pelo, se vistió de blanco, se puso una mochila y se fue con su

familia a vivir a sitios campestres como Cota, Chía y Cajicá.

En el tercer disco de Génesis aparecen dos integrantes nuevos. El bajista pastuso Mario

Sarasty se unió a la banda después de que Guillermo ‘Marciano’ Guzmán se había retirado

por sus frecuentes compromisos como músico de sesión de otros artistas nacionales, que

además le otorgaban mejores dividendos que los conciertos de Génesis. Sarasty, que entró a

la banda por recomendación del mismo ‘Marciano’, era hijo del ex ministro de Gobierno de

Laureano Gómez, Domingo Sarasty, y por las capacidades económicas de su familia hizo que

ésta invirtiera dinero para adquirir nuevos equipos para la agrupación. Por otra parte, Betty

Vargas se integró como corista por ser la compañera sentimental de Juan Fernando

Echavarría, también para reafirmar el concepto de la banda como una gran familia en la que

todos podían aportar.

35

Fragmento de la canción “Canta negro” del disco Yakta Mama. Génesis, 1975.

Page 74: Génesis de Colombia

83

Para el arte gráfico de la portada, Jaime Rendón volvió a hacer algo similar a lo que había

hecho en el segundo disco, que era pintar la cara de los integrantes del grupo en medio de un

ambiente de naturaleza, vida, campo, paz y libertad. Si bien Monroy tuvo la idea de los

retratos, a Rendón se le daba vía libre para pintar las portadas. ‘Humo’ le decía: “Sóllece eso

que usted hace, Jaimito” (Rendón, 2011), a lo que el pintor respondía también con obras

espontáneas e intuitivas, en las que se dejaba llevar por el pincel para que aparecieran las

figuras. Rendón iba a los ensayos de Génesis y se ponía a pintar con colores Prismacolor

sobre una cartulina ‘dúrex’, que luego se enviaba a la disquera para que la reprodujeran

oficialmente en los discos. Rendón, que literalmente pintó las portadas con puro color de

colegio, califica su trabajo con Génesis como una especie de realismo mágico en la pintura, o

también un realismo sicodélico por aquello del consumo de hongos y LSD. Curiosamente, en

la portada del Yakta Mama, Rendón se pintó a sí mismo en forma de centauro y sosteniendo

la carátula del disco anterior, Génesis:

Portada del disco Yakta Mama. Génesis, 1975.

Por la misma época en que salió al mercado el tercer álbum de Génesis, Humberto Monroy

hizo su debut como solista con el disco Sol y Luna. Sin abandonar la banda, ‘Humo’ realizó

un disco que se movía más dentro de la onda de las baladas románticas de la época y que

también sonó en la radio en los primeros meses de 1975. En este trabajo participaron

‘Marciano’ en el bajo; Mario Restrepo en la batería; Orlando Betancourt en los teclados;

‘Sibius’ en los tambores; y ‘Lila’, quien era la compañera sentimental de Monroy para ese

momento, en la voz y composición de algunas canciones. En la portada, Jaime Rendón

Page 75: Génesis de Colombia

84

realizó su última colaboración para Monroy por medio de un retrato en plumilla que muestra

el rostro de ‘Humo’ con un sombrero campesino.

Sol y Luna, en general, es un disco cursi. La mayoría de los temas son cantos al amor de

manera idealizada, son canciones para enamorados que pueden sonar muy al estilo de Julio

Iglesias, Leo Dan, Roberto Carlos, Sergio y Estíbaliz o cualquier otro artista representante de

las baladas románticas iberoamericanas de los años sesenta y setenta. Aquí se escuchan

armónicas, vientos, violines y sintetizadores que imprimen alegría a las melodías. Incluso,

una canción que habla sobre la muerte y que es algo así como un epitafio lírico de Monroy se

presenta de manera festiva:

“Cuando me muera

Dile a mis hijos

Que estoy metido

Entre la tierra.

Que soy un árbol

O una hoja seca

Que soy el pasto

Para las bestias.

Háblale de nuestra vida

Y de sus luchas

Diles cómo nos amamos

Entre la lluvia.

Todo de esos días que hemos vivido

Haciendo un mundo mejor

Para nuestros hijos”36.

Además de los temas propios de ‘Humo’ en su disco como solista, también hay lugar para

covers de otros artistas que se realizan en concordancia con el estilo musical del álbum. Así,

el pasillo “Anhelo infinito” de los compositores antioqueños Arturo Alzate y Roberto Muñoz

se transformó en una pieza con un sonido más juvenil, dado por una armónica efusiva y un

bajo eléctrico que marca los cambios de la canción. De igual manera, los temas de los Beatles

36

Letra de la canción “Cuando me muera” del disco Sol y Luna.. Humberto Monroy, 1975.

Page 76: Génesis de Colombia

85

“Ella se va de su casa”37 y “Sabor a miel”38, se presentan con una mayor instrumentación y

voces emotivas.

A pesar de que el álbum solista de Monroy gira en torno al amor, la única canción con un

contenido social del disco fue la que se lanzó como primer sencillo y que estuvo presente en la

programación de las emisoras. La canción de Bob Dylan “Una lluvia caerá”39 es una profunda

crítica a los problemas sociales y a los atrocidades de la guerra como un futuro sufrimiento

que le espera a las generaciones venideras.

En la contraportada del disco hay un breve escrito de ‘Humo’:

“Durante muchos Soles y Lunas he trabajado íntegramente en el campo de la producción

musical. No he tenido otra ocupación aparte de la música. Siento que todo lo he

expresado con la mayor sinceridad y por eso ahora cuando por diversas circunstancias

puedo presentarles esta obra quiero comunicarles mi felicidad y agradecer a los que me

han ayudado de una u otra forma en mi vida. Para ellos y para cada uno de los que me van

a conocer a través de estos cantos, les dedico este L.P”40.

Al parecer Monroy tenía muy buenas relaciones con la gente de Codiscos, al igual que era un

colaborador y arreglista de los distintos artistas que se movían en la escena musical del

momento. Entonces, la disquera no se negó cuando Monroy pidió hacer un disco en solitario

y seguramente la popularidad de Génesis durante esa época ayudó para que no hubiese

ningún inconveniente en hacer un proyecto alterno. ‘Humo’, por su enorme capacidad

creativa, siempre contaba con canciones de más que no habían aparecido en los discos y por

tanto no perdía la oportunidad de grabar todo el resto de su obra. El deseo de este artista no

era más que su música llegase a todas partes y sin ningún afán de volverse millonario con su

trabajo. Además, Monroy sabía claramente que jamás podía dejar de hacer música, que su

banda podía disolverse en cualquier momento, y que por eso tenía que estar listo con nuevo

material así como también conservar los contactos que había logrado en su trayectoria

artística (Vargas, 2011).

En resumen, el álbum en solitario de Monroy fue más un producto para dar conocer otra

faceta del compositor, sin que significara terminar con su grupo Génesis. Más bien aquí se

presenta un momento marcado tajantemente por su relación de entonces con Martha Vargas,

37

Nombre orginal: “She’s leaving home’ del disco Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. The Beatles, 1967. 38

Nombre original: “A taste of honey” de Bobby Scott and Ric Marlow. Popularizada por The Beatles en su

primer disco Please Please Me de 1963. 39

Nombre original: A Hard Rain's a-Gonna Fall del disco The Freewheelin.' Bob Dylan, 1963. 40

Escrito que aparece en la contraportada del disco Sol y Luna. Humberto Monroy, 1975.

Page 77: Génesis de Colombia

86

mejor conocida como ‘Lila’, quien en palabras del propio ‘Humo’ fue la inspiradora del disco

y tal vez por eso la mayoría de letras son como un homenaje al amor. Monroy conoció a ‘Lila’

en 1974 en un paseo en Cucaita, Boyacá, y rápidamente se interesó por una mujer a la que le

gustaba escribir poemas. A pesar de que ambos se llevaban 14 años de diferencia, pues se

unieron cuando ‘Lila’ apenas era una quinceañera y Monroy se acercaba a cumplir los 30

años, lograron tener una relación muy fuerte que dio como resultado el primer hijo del

músico: Francisco Emilio Monroy. Sin embargo, a ‘Lila’ no le llamaba mucho la atención

estar cerca del estilo de vida de Monroy como músico y viajero, cosas que eran inamovibles

en él; por tanto, a sus 17 años, ‘Lila’ prefirió distanciarse e iniciar una nueva vida con su

primogénito, hecho que afectó bastante a ‘Humo’ que afrontó un profundo duelo de amor

mientras vivía solitario en Chía (Vargas, 2011).

Portada del disco Sol y Luna. Humberto Monroy, 1975.

Volviendo al tema de Génesis, después del lanzamiento de su álbum Yakta Mama, la banda

empezó un proceso de disolución por diferencias ideológicas y musicales entre sus

integrantes. Monroy era una persona muy empeñada en su oficio y así lo había demostrado

en su formación musical; sin embargo, en su estilo de vida también tendía a volverse una

persona algo fundamentalista que a veces buscaba imponer sus ideas y valores sobre su

entorno directo. En este sentido, lo que era verdad para Monroy también debía serlo para los

demás (Moreno, 2011). De esta manera, empezaron a presentarse ciertos malestares dentro

del grupo, pues su líder buscaba que todo se hiciera a su parecer, con cosas como tener

normas de funcionamiento dentro de la banda: levantarse temprano, evitar las bebidas

Page 78: Génesis de Colombia

87

alcohólicas, comer ajo en ayunas o vestirse enteramente de blanco en las intervenciones

acústicas de los conciertos (Moreno, 2011). De otro lado, si bien Monroy era un consumidor

frecuente de marihuana, él llevaba una vida muy sana en la que no había espacio para la

rumba u otros vicios que consideraba producto de la superficialidad de las ciudades, por lo

que llegaba a segregar a la gente que se movía dentro de este tipo de vida en la que algunos de

sus compañeros no tenían ningún problema en estar.

Por otra parte, en lo musical ‘Humo’ tenía mayor afinidad con las canciones acústicas pues

las concebía más cercanas a su faceta espiritual y por tanto estaba distanciándose del uso de

instrumentos eléctricos que en ocasiones menospreciaba. Por lo general, los conciertos de

Génesis se dividían en una parte acústica al inicio y luego seguía todo el segmento de fusión

con los instrumentos roqueros, pero Monroy hasta tuvo momentos en los que decía ante el

público que para él lo más importante era la primera parte del show y que lo demás era más

un asunto de diversión (Moreno, 2011). Por supuesto, este tipo de actitudes no se las iban

aguantar los demás miembros, en especial Édgar Restrepo que, por su larga trayectoria en los

medios y en la escena musical bogotana, también tenía su ego y no iba a permitir que se le

impusieran cosas de este tipo. Restrepo, junto a Tania Moreno y Mario Sarasty, sentía mayor

afinidad por hacer música más pesada en el sentido de no abandonar la parte roquera de la

propuesta del grupo, pero a Monroy le gustaban más la canciones suaves, románticas y

dulces, como además lo hizo evidente en su disco como solista.

Otro aspecto determinante en el epílogo de esta etapa fue que la banda en realidad no

generaba el suficiente dinero para sostenerse, teniendo en cuenta que varios de los

integrantes ya tenían hijos y familias que les implicaban más responsabilidades y tener otras

fuentes de ingresos más estables. Así mismo, en el caso de Monroy la parte económica nunca

fue de relevancia y su prioridad era dar a conocer su mensaje, plasmar su testimonio y seguir

en la búsqueda de nuevas melodías. Sin embargo, todos tenían que vivir de algo y estar en el

grupo no podía ser la única labor para poder sobrevivir.

De esta manera se fue cerrando un ciclo como lo es normal en muchas otras bandas y en

cualquier tipo de relación humana. La división pudo darse en buenos términos y poco a poco

la gente empezó a irse. Jaime Rendón y Tania Moreno culminaron su relación de pareja y

cada uno prosiguió con su vida. Édgar Restrepo volvió a trabajar en distintos oficios de la

radio y siguió con su programa ‘Rock Adulto’ de la emisora HJCK; luego también volvió a

incursionar en la música con la banda Cascabel a finales de los años setenta. ‘Sibius’ se dedicó

a la enseñanza teatral en diferentes sedes del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) en

Colombia, y Mario Sarasty y Miguel Muñoz continuaron su carrera como músicos fuera del

Page 79: Génesis de Colombia

88

país. Por tanto, Génesis quedó reducida a Humberto Monroy, Juan Fernando Echavarría y su

compañera Betty Vargas.

Un concierto realizado en La Calera a finales de 1975 marcó el desenlace de esta etapa del

grupo, que tal vez fue la más recordada e importante de su trayectoria. El concierto de

despedida fue algo muy especial y que enalteció el momento, ya que en la represa San Rafael

de La Calera Génesis tocó sobre un islote que hizo las veces de escenario natural. El público

estaba ubicado al otro lado de la orilla sobre una ladera, desde donde se podía ver a un grupo

muy humilde y liderado por un cantante con los pies descalzos sobre las tablas.

Page 80: Génesis de Colombia

89

Concierto de Génesis en La Calera / Archivo personal Tania Moreno.

12. “Transeúnte planetario, morador de los mañanas….”41

Humberto Monroy fue un hombre que, por su condición de artista y su forma de ser

particular, era afortunado con las mujeres. Desde que estaba en Los Speakers, las chicas lo

perseguían por su porte y carisma, y se puede decir que nunca le faltó una mujer ya que en

ningún momento dejó de tener su novia o su aventura. ‘Humo’ era especial en su relación las

mujeres pues conocía el espíritu femenino y era como un confidente para ellas, por su

característica de ser un hombre consejero y que se ponía a conversar con la gente que le

transmitía empatía (Vargas, 2011). Así mismo, Monroy consideraba importante la presencia

femenina dentro de su banda, por lo que en distintos periodos las mujeres tuvieron

representación en Génesis.

Después de haber terminado su relación con ‘Lila’, Monroy dio paso a su última mujer,

Ángela Patricia Guerrero, con quien tuvo tres hijos: Jesús, Victoria de la Paz y Herman.

‘Humo’ conoció a Ángela en el Pasaje de La 60 cuando ella apenas tenía 16 años y él ya era

todo un músico profesional de 28 años que se paseaba por ese pasaje vestido de blanco, con

su mochila, sus sandalias y su guitarra. En principio, entre los dos hubo una amistad

generada principalmente por el gusto que ambos tenían por la lectura y el intercambio de

libros de autores como Walt Whitman y Aldous Huxley. De igual manera, como Ángela

41

Fragmento de la canción “El hombre de las sandalias” del disco Gene-sis A-Dios. Génesis, 1972.

Page 81: Génesis de Colombia

90

viajaba mucho a Estados Unidos porque allá tenía familia y terminó su bachillerato, ella le

traía discos a Humberto de Grateful Dead, Bob Dylan, The Beatles, Cat Stevens, entre otros;

por su parte, ‘Humo’ le respondía con alpargatas y mochilas de sus viajes por Nariño. Luego,

cuando Monroy ya no tenía ningún compromiso con su antigua mujer, los dos se unieron

como pareja hasta el último día de la vida del músico.

Ángela Patricia Guerrero tampoco se salvó de ser parte de la idea de Génesis como una gran

familia en la que todos podían aportar, por lo que se encargó del sonido en los conciertos y

también de los negocios de la banda. Al poco tiempo de empezar su relación con Humberto,

Ángela se fue a viajar con la nueva alineación del grupo que para ese momento la

complementaban Juan Fernando Echavarría, Betty Vargas y el percusionista Rubén

Jaramillo. A finales de 1976, los cinco amigos emprendieron un viaje musical por el Valle,

Cauca, Nariño y Ecuador que se prolongó hasta marzo de 1977. Sin embargo, en esta gira ya

no había un promotor o una disquera que los apadrinara, sino que las cosas se hicieron

totalmente autogestionadas y golpeando puertas por el camino.

La banda se estableció un tiempo en la ciudad de Pasto desde donde se planeó una gira por el

departamento de Nariño. Los músicos contrataron una buseta con la que se transportaban de

pueblo en pueblo; luego llegaban a hablar con las respectivas alcaldías para que les facilitaran

una plaza o un salón donde pudieran tocar, y después ellos mismos se encargaban de hacer el

perifoneo en las calles para anunciar su presentación. El grupo también tenía sus propios

equipos marca ‘Losdehernán’, hechos en Medellín, y que por lo general había que golpear

para que funcionaran sus múltiples conexiones y los bombillos de colores que rodeaban los

parlantes. Como era habitual, en la región nariñense Génesis tenía una especial acogida por

lo que sus conciertos en sitios como Sandoná, Túquerres, El Tambo e Ipiales, gozaron de

buena recepción (Guerrero, 2011).

Luego los músicos y viajeros se trasladaron a Ecuador, el país vecino. En Quito, lograron

hacer parte del programa radial ‘La hora sabrosa’ de la Radiodifusora de Tarqui, en donde se

presentaban frecuentemente en un radio teatro en el que compartieron con varios artistas

como Leo Dan y Los Panchos42. No obstante, la banda pasaba por una dura situación

económica que a veces les implicaba solo comer pan con gaseosa y esto de alguna manera

empezó a complicar la convivencia dentro del grupo, al punto que se originó una nueva

ruptura: Juan Fernando y Betty abandonaron la banda. Lastimosamente, esto causó que

Génesis se perdiera de una gira por toda Suramérica, pues ya habían hecho varios contactos

42

Información encontrada en una postal escrita por Humberto Monroy desde Ecuador a su madre Emilia Gil, el

27 de febrero de 1977.

Page 82: Génesis de Colombia

91

para emprender el viaje y además, en caso de emergencias, llevaban consigo una carta de

recomendación de los monjes Benedictinos de Usme, ya que esta comunidad religiosa tenía

sedes por todo el continente.

En este punto no se puede perder la oportunidad de hablar sobre otro proyecto musical que

se originó a partir de la división del grupo en Quito. Juan Fernando Echavarría y Betty

Vargas, quienes además iban con sus dos niños pequeños, Lehm y Silvia, decidieron

emprender la ruta que Génesis no pudo hacer y así darle vida a Los Viajeros de la Música, un

dúo que realizó una experiencia única e inusitada para la época y que no puede quedar en el

olvido. Desde mediados de 1977 hasta inicios de 1983, Juan y Betty se pusieron en la tarea de

investigar la música ancestral del territorio latinoamericano y a la vez interpretarla con su

sello particular, al igual que tuvieron la chance de convivir con comunidades indígenas de los

países que visitaron, entre los que estaban Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Paraguay y

Chile. Durante su travesía, que a propósito fue muy austera y dependía de la gente que los

ayudase en el camino, grabaron dos discos, uno en Ecuador en 1977 que se llama Nuestra

América, y otro en Bolivia en 1978 que se titula de manera homónima al grupo, en el que

también participó el percusionista Rubén Jaramillo. Luego, al regresar a Colombia a

mediados de los ochenta, lograron ser invitados a distintas actividades culturales fuera de

Suramérica, en Alemania, Checoslovaquia, Curazao, Canadá y Estados Unidos, donde se

presentaron en la sede de la Organización de Naciones Unidas en Nueva York.

Page 83: Génesis de Colombia

92

Los Viajeros de la Música en el ‘Festival del Choclo

y Folklore’ de Maimará, Argentina, en 1980 /

Archivo familia Echavarría Rojas.

Desde muy pequeño Echavarría tuvo interés por la música y la flauta fue el primer

instrumento en el cual sobresalió. Después de graduarse del colegio Claustro Moderno de

Bogotá, donde era un destacado estudiante, Echavarría pasó a la universidad a estudiar a

agronomía, pues el campo fue su otra gran pasión aparte de la música (Echavarría, 2011). Sin

embargo, el hippismo influyó determinantemente en la vida de este joven, a tal punto que

decidió dedicarse de lleno a su carrera musical y a convivir con la naturaleza, por lo que

abandonó sus estudios universitarios. Sin duda, Echavarría fue una pieza clave en el sonido

de los primeros discos de Génesis y sus aptitudes musicales se fueron ampliando hacia otros

instrumentos. Cuando Echavarría empezó su viaje musical por Suramérica, logró adquirir

una colección de más de 40 instrumentos autóctonos del continente, tales como charangos,

tiples, flautas de hueso de cóndor, ocarinas, güiros, dulzainas, esterillas, cucharas, capachos o

wankaras, de los cuales se volvió un autodidacta junto a su esposa Betty, a la que también

instruyó en el tema de la música, pues cuando la conoció sus conocimientos eran muy

escasos.

Page 84: Génesis de Colombia

93

Por todos los lugares que visitaron, Los Viajeros de la Música se llevaron los mejores

comentarios y eran exaltados por la calidad de su propuesta y su compromiso con las raíces

folclóricas latinoamericanas. Juan y Betty se presentaron en ciudades, pueblos, aldeas e

incluso en colegios, pues su trabajo también consistía en dar a conocer todo lo aprendido

durante sus experiencias. Su repertorio se conformaba de adaptaciones de música tradicional

de los diferentes países visitados, aunque se centraban en la composición vocal e

instrumental, con obras propias provenientes de distintos ritmos, melodías e instrumentos

oriundos de las costas, sierras y selvas suramericanas, integrados a diferentes influencias

musicales colombianas y modernas (Abc, 1979, 9 de octubre). Un fragmento de prensa de un

diario paraguayo a finales de 1979 describe muy bien la singular experiencia de los Viajeros

de la Música, una historia que merece ser contada a mayor detalle:

Archivo familia Echavarría Rojas.

Por su parte, después de la separación en Quito, Humberto Monroy regresó a Colombia con

su mujer Ángela Patricia Guerrero. De nuevo estaban en la capital y prácticamente todo era

como iniciar desde cero pues de Génesis solo quedaba su cantante y compositor. Así mismo,

ya la época dorada del grupo había pasado y tampoco tenía ningún contrato con alguna

disquera. Por tanto, a partir de este momento, Génesis se convierte en una institución o una

especie de escuela musical en la que, más que una banda estable, podía integrarse cualquier

músico que se interesara en mantener su nombre y su propuesta. En últimas, Monroy

definitivamente pasó a ser el alma del grupo hasta su muerte.

Las circunstancias en la escena de rock nacional también eran muy distintas cuando ‘Humo’

regresó al país. Desde mediados de los setenta, “el Rock Colombiano tan solo parecía un

rumor de lo ocurrido durante más de 15 años” (Pérez, 2007, p. 115). El panorama estaba

desolado como consecuencia del desprecio y la exclusión cultural que habían sufrido los

Page 85: Génesis de Colombia

94

roqueros, su música y su público, que perdieron la batalla ante el sistema y la sociedad

tradicional a la que por varios años se enfrentaron. Las cosas para los músicos eran muy

difíciles y sobrevivir de una banda de rock era prácticamente imposible. Había que

rebuscárselas de otras maneras, como músicos de sesión, en bandas de apoyo a artistas

populares y tropicales, o dedicarse a hacer música publicitaria. Si las cosas tampoco

funcionaban de esa manera, lo mejor era probar suerte en otras labores ya que los años no

venían solos y muchos de ellos tenían que responder por sus familias.

La otra opción para los músicos roqueros era simplemente irse del país en busca de nuevas

oportunidades, cosa que hicieron varios músicos como Guillermo ‘Marciano’ Guzmán, Miguel

Muñoz, Roberto Fiorilli, Fernando Latorre, Hernando Becerra y Chucho Merchán, que a

decir verdad tuvieron mejores condiciones que los pocos que siguieron metidos de lleno en el

rock en Colombia, en donde solo podían sostenerse agrupaciones fiesteras como Los

Graduados y Los Hispanos, que tocando en bailes y casetas obtenían buenos dividendos

frecuentemente. Por otra parte, la mediocridad de los jefes de las disqueras, que únicamente

iban a la fija y lanzaban solo lo que estaba destinado a ser un buen negocio, motivó también

la emigración de músicos que no soportaron que la música sea vista como una simple

mercancía y no como un arte en continua evolución (Guzmán, 2011).

Entre los muy pocos que se quedaron en el país, en la música y en el rock, se encontraba

Humberto Monroy, quien siguió en su apuesta de vivir del arte casi sin que le importase los

pocos ingresos que le generaba. ‘Humo’ era tan descuidado con el dinero que ni siquiera

sabía guardarlo. Un día, después de haber recibido el pago de la disquera Daro, por la

publicación del disco Reuniom, Monroy puso el dinero en unas bolsas plásticas que luego

escondió por seguridad en uno de los ductos de una estufa de carbón. Una semana después, a

su casa llegaron unos amigos a disfrutar de un delicioso pollo al carbón; y justo cuando ya se

estaba asando, Monroy se acordó de sus billetes escondidos. Cuando fueron a ver, la mayoría

del dinero estaba quemado. Ángela Guerrero se enfureció por la embarrada de su marido y

cogió de su parte los billetes que menos se habían incinerado. Monroy, al ver esto, se enojó

más que su mujer y decidió arrojar el resto de su dinero al fogón de la estufa. Curiosamente,

luego el banco le cambió los billetes quemados a Ángela (Guerrero, 2011).

Jorge Latorre, mejor conocido como ‘Kché’, fue otro de esos músicos que continuaba metido

en el cuento musical y a mediados de 1977 se integró a Génesis como percusionista para darle

un nuevo respiro a la agrupación. Más de una décadas atrás, ‘Kché’ había sido el roadie43 de

43

Término para designar al técnico que viaja con un grupo musical en sus giras y que se encarga de distintas

labores en sus conciertos.

Page 86: Génesis de Colombia

95

Los Speakers en sus giras por Colombia, pues es el hermano menor de Fernando Latorre, ex

baterista de dicha banda. La cercanía que tuvo ‘Kché’ con Los Speakers lo llevó a interesarse

por la música y luego hacer parte de bandas como Vía Libre, Terrón de Sueños y Los

Amerindios, grupo que interpretaba folclor andino. También tocó la batería en los primeros

años de Génesis, cuando todavía no existía una alineación estable. Después de Monroy,

‘Kché’ se convirtió en el segundo integrante de mayor permanencia en la banda con más de

10 años de estancia.

Latorre y Monroy tuvieron que arrancar con las uñas, como aquellos años en que el rock llegó

a Colombia. ‘Humo’ apenas tenía una guitarra acústica y su harmónica, además de que

construyó rondadores con tubos de PVC para tener el sonido de estas flautas andinas que

originalmente se fabrican con tubos huecos de carrizo, caña, hueso o pluma de cóndor

(Civallero, 2011). Luego vinieron los ensayos y con ello la idea de grabar un disco, aunque no

había quién los apoyara para ese propósito. Entonces, había que rebuscárselas para poder

realizar un nuevo trabajo de la banda y reaparecer en la escena musical colombiana; por

tanto, ‘Humo’ y ‘Kché’ fueron a hablar con el ingeniero Isaías Cuervo de los estudios

Suramericana. Los dos músicos no tenían ni un peso, tan solo un perro Pastor Alemán que un

amigo de ‘Kché’ se lo había regalado por motivo de viaje. Al ingeniero Cuervo le gustó el perro

y aceptó intercambiarlo por horas de grabación los sábados por la mañana, ya que en ese

espacio los demás artistas casi no iban porque por lo general estaban de ‘guayabo’ (Latorre J.,

2011).

Durante un par de meses ‘Humo’ y ‘Kché’ grabaron el cuarto disco de Génesis llamado

Reuniom. Por las condiciones técnicas y económicas de sus integrantes, este álbum es

acústico, aunque no por eso la instrumentación fue escasa pues usaron variados

instrumentos de cuerda, percusión y vientos: tiple, cuatro, ocarina, cascabeles, rondadores,

pitos, bombos, cununos, sonajeros, cucharas, entre otros instrumentos provenientes de

lugares como la Sierra Nevada de Santa Marta, Buenaventura, las selvas del Putumayo,

Ráquira y Chiquinquirá. En el periodo de grabación del disco, Claudia Guerrero de 17 años y

cuñada de Monroy, se integró a Génesis para tocar algunas percusiones y colaborar en voces,

también para seguir la tradición de tener una mujer dentro de la banda.

Page 87: Génesis de Colombia

96

Jorge Latorre y Claudia Guerrero / Archivo personal Jorge Latorre.

Reuniom es tal vez el álbum menos roquero de la discografía de Génesis, puesto que

principalmente fue elaborado con instrumentos autóctonos del país y no se usaron

instrumentos eléctricos ni tampoco una batería convencional, ya que todo el trabajo rítmico

fue realizado con tambores y percusiones artesanales. La propuesta de este disco también

confirma el interés de Monroy por los sonidos acústicos, cosa que había sido la manzana de la

discordia cuando tiempo atrás tocaba con toda una banda grande de músicos que no dejaron

de interesarse por la estridencia del rock.

El disco se abre con el tema “Amor indio” en el que Monroy canta con una voz bastante aguda

que enfatiza más el estilo andino de la pieza. Luego sigue la canción “Mis dos amigas” que

parece que fuera una canción del álbum Yakta Mama pero llevada a la atmósfera acústica de

este nuevo trabajo. “Llega la lluvia” y “El día comienza” son canciones rodeadas de distintas

sonoridades que transmiten ambientes naturales dentro de las mismas, sobre todo por el uso

de pitos que simulan el canto de los pájaros. En “Los campos están solos”, hay una muestra

de mayor velocidad y sale a relucir la variedad de instrumentos que acompañan una letra de

pena de amor. Después vienen dos piezas instrumentales, “Cucaita” y “Taminaca”, que

presentan una propuesta muy tradicional con aires de bambuco y carranga boyacense, que

definitivamente hacen del disco un trabajo de recuperación de folclor más que cualquier

fusión con músicas extranjeras.

Page 88: Génesis de Colombia

97

Portada del disco Reuniom. Génesis, 1978.

Las letras de este disco no dejan de escaparse de los temas favoritos de Monroy: el campo y el

amor, y por primera vez en un álbum de Génesis no hay ninguna canción que tenga un

contenido social de fondo. En Reuniom se presenta una faceta muy arraigada de su

compositor con su tierra, que a la vez fue una consecuencia de los viajes que tuvo previo a la

realización del disco. El tema “Anocheció en mitad del día” es quizás el más representativo de

todo el álbum pues su música, sus voces y su letra demuestran el compromiso del grupo con

las raíces folclóricas latinoamericanas. Esta canción originalmente es un poema del poeta

nicaragüense Ernesto Cardenal titulado “Chuapi punchapi tutayaca”, una voz quechua que

significa el anochecer en el día, es decir, un eclipse dicho en la lengua de los indígenas de los

Andes (Latorre J., 2011).

“En la sierra, una flauta triste

Una tenue flauta como un rayo de luna

Y el sonido de una quena

En un canto quechua.

Pasa un pastor

Con su rebaño de llamas

Y tintinean campanitas entre las peñas

Que antaño fueron muro pulido.

Page 89: Génesis de Colombia

98

Chuapi punchapi tutayaca”44.

Finalmente, Reuniom se cierra con la simulación de un concierto de algunas de las canciones

más reconocidas de los discos anteriores de Génesis. En 5 minutos se presenta un mosaico

que incluye los temas: “Cómo decirte cuánto te amo”, “Sueñas, quieres, dices”, “Cuando me

muera”, “Qué sientes”, “Señora del silencio” y “Don Simón”, que por supuesto están

adaptados al estilo musical del disco en general; por tanto, se podría decir que la banda hizo

una especie de desconectado de la primera etapa de su carrera, y aprovechó la nueva

instrumentación para hacer arreglos con rondadores, cascabeles, triángulos, cucharitas,

tambores del pacífico, entre otros instrumentos. Y para dar la atmósfera de concierto, se usó

un efecto de público emotivo que se vuelve más notorio en los cambios de las canciones.

Aunque Reuniom ya estaba grabado en su totalidad, eso no significaba que iba a ser

publicado. ‘Humo’, ‘Kché’ y Claudia empezaron a tocar puertas por las distintas disqueras,

con la mala suerte de que ninguna estaba interesada en editar y distribuir el álbum en el

mercado. Los integrantes del grupo se dieron cuenta que no les favorecía mucho el hecho de

que el disco había sido grabado en un estudio bogotano que no era el mejor del momento,

aunque eso no quería decir que no sonara técnicamente bien. Por consiguiente, no estaba de

más decir mentiras piadosas con el fin de que Reuniom pudiera aparecer en el mercado

discográfico. Entonces, los músicos fueron al sello Daro International con la cinta matriz del

disco, pero con el agregado de que supuestamente la habían grabado durante sus viajes por el

sur, exactamente en Lima, Perú. Ante este pequeño detalle, la gente de Daro optó por

comprar la cinta y publicarla en 1978, lastimosamente por una mentira que corroboraba el

poco interés de los disqueros por los productos nacionales y el pobre pensamiento de que lo

de afuera es mejor que lo que se hace localmente (Latorre J., 2011). Aunque al final, los

directivos del sello se enteraron de la jugada de los músicos puesto que el trato con Isaías

Cuervo, el ingeniero de los estudios Suramericana, también incluía que se pusiera su nombre

en los créditos del disco, además del Pastor Alemán que recibió como parte de pago.

Esta etapa de Génesis demuestra la enorme pasión por la labor musical que fue capaz de

superar cualquier circunstancia adversa. Monroy se ratifica como alguien que no deja de

hacer música en ningún momento y que permanentemente está componiendo nuevas

canciones, que para bien o para mal muestran innovación y coherencia en su obra artística.

Reuniom fue el último disco que Génesis grabó en los años setenta, una década que vio nacer

a la banda, la llevó al punto más alto de su carrera y también fue testigo de momentos

difíciles. Quizás, lo más rescatable es que Génesis no se detuvo en su producción musical, con

44

Letra de “Anocheció en mitad del día” del disco Reuniom. Génesis, 1978.

Page 90: Génesis de Colombia

99

o sin dinero, con muchos o con pocos músicos, con o sin disquera, la propuesta de este grupo

se mantuvo viva a diferencia de la mayoría de las bandas de rock nacional que se quedaron

sin pena ni gloria en el pasado.

De izquierda a derecha, Jorge Latorre, Claudia

Guerrero y Humberto Monroy / Archivo personal

Jorge Latorre.

13. “Creciendo como una planta…”45

A mediados de 1978 Humberto Monroy se trasladó a vivir al municipio de Tabio,

Cundinamarca, con su mujer Ángela Guerrero y su hijo Jesús Daniel. Antes vivían en Suba,

cuando todavía era una zona alejada del casco urbano de Bogotá, pero Humberto y Ángela

decidieron vender su casa para irse más lejos de la ciudad y a la vez poder hacer la compra de

45

Fragmento de la canción “Canto sentido” del disco Paso de los Andes Génesis, 1981.

Page 91: Génesis de Colombia

100

nuevos equipos para la banda. Monroy y su esposa adquirieron un sistema de sonido Shure

que le permitió al grupo contar con su propio arsenal sonoro para los conciertos y volver a

incursionar con instrumentos electrónicos.

En una carta que Monroy le escribió al locutor nariñense Jaime Solano, en el año nuevo de

1979, el músico hace un repaso del pasado reciente de su carrera y también ofrece adelantos

de sus nuevos proyectos, en los que piensa volver a la fusión con sonidos modernos y más

fuertes. Por otra parte, Monroy manifiesta el anhelo de salir del país a una gira por Europa o

Estados Unidos, pues considera que el ciclo de Génesis ya se cumplió en la escena

colombiana. En su escrito, ‘Humo’ no deja de señalar la persistencia de su compromiso con la

música y el deseo de seguir en la evolución de su banda, a pesar de que su música estaba

sonando poco en la radio: “De todos modos lo más importante es que continuamos y que

nuestro trabajo poco a poco nos va dando frutos. La música de Génesis sigue”46.

En otra misiva que por la misma época Monroy le escribió a su amigo y ex compañero

musical Roberto Fiorilli, quien ya estaba viviendo en Italia, el líder de Génesis reconoce que

su banda pasa por una nueva faceta, en la que ya no hacen parte de la ‘farándula’ y más bien

se han dedicado a otorgar recitales en sitios pequeños como colegios. Así mismo, Monroy

reconoce que en Colombia no hay caso para que apoyen su música, puesto que todo se

resume a la producción mediocre de baladistas. Por tanto, ‘Humo’ constantemente reitera en

su deseo de poder salir del país, en donde ya lo había hecho todo: discos, giras, apariciones en

televisión, conciertos en colegios y universidades. Finalmente, en su carta, Monroy considera

que se encuentra en medio del nacimiento de un movimiento de expresión latinoamericana,

aunque reconoce que hay otros grupos que están haciendo un rock fuerte47.

Para complementar las opiniones de Monroy, hay que decir que, al finalizar la década del

setenta, el panorama de la escena rock en Colombia prácticamente estaba muerto. Muchos de

los protagonistas desde hace rato ya se habían ido del país y la llegada de nuevos géneros

como la música disco y la salsa cambiaron las preferencias del público joven, que hace poco

tiempo atrás era propiedad del rock (Riaño, 1992, p. 133). Se escuchaba rock en emisoras

como Radio Fantasía, Radio Tequendama o Radio Visión pero de manera disimulada y con

prevalencia por los sonidos pop y en inglés, puesto que las emisoras no concebían el rock si

no era en inglés y tampoco les interesaba escuchar canciones en español de este género, por

la pura costumbre de seguir patrones extranjeros (Riaño, 1992, p. 142). Igualmente, las pocas

bandas nuevas como Traphico, Ship o Crash, estaban haciendo un rock más pesado y en

46

Carta escrita por Humberto Monroy a Jaime Solano, el primero de enero de 1979. 47

Carta escrita por Humberto Monroy a Roberto Fiorilli, sin fecha especificada.

Page 92: Génesis de Colombia

101

inglés, influenciados habitualmente por las tendencias anglosajonas; aunque el hecho de

hacer rock en inglés en un país de habla hispana más bien perjudicó a las mismas bandas

que, a pesar de que tenían sus discos, no sonaban en la radio y poco gustaron en la gente

(Riaño, 1992, p. 141). Estos aspectos hicieron del rock un género más marginal, para públicos

muy cerrados, y sin ninguna repercusión en el renacer de un nuevo movimiento juvenil.

De alguna manera, todas las maromas que hicieron Monroy y ‘Kché’ para lanzar su disco

Reuniom fueron la verdadera muestra de lo que pasaba con el rock colombiano en ese

momento. No había apoyo, no había escena, no había discos, no había conciertos. Porque si el

movimiento alrededor del género se hubiese mantenido como en sus mejores años,

seguramente un nuevo álbum de Génesis, la banda insignia de los setenta, debió ser de las

cosas más esperadas. Por ejemplo, en la consolidada escena rock de Argentina, para 1978 una

banda local como Serú Girán, que también la integraban músicos pioneros del movimiento,

se dio el gusto de reunir a 60 mil personas en una de sus presentaciones. Pero esto no sucedió

con Génesis, que se dedicó a escribir su propia historia independientemente de la crisis de su

entorno musical. Porque si Monroy no hubiese sido tan persistente, tan empeñado y tan terco

por vivir de la música, el nombre de la banda se hubiese quedado en 1975, cuando la época

más aclamada del grupo tuvo su final.

El disco Reuniom sirvió para que la banda volviese a los escenarios y reapareciera en los

medios de comunicación, como en los programas de televisión ‘El show de las estrellas’ de

Jorge Barón y ‘Café concierto’ de Alfonso Lizarazo; aunque realmente sus nuevas canciones

no tuvieron mucha difusión. Al poco tiempo de integrarse al grupo, Claudia Guerrero decidió

seguir su rumbo en otras labores, y volvió a finales de los ochenta para la grabación del

último disco de Génesis. Entonces, nuevamente la banda se redujo a un dúo conformado por

‘Humo’ y ‘Kché’, que continuaron en el proceso de investigación y evolución musical.

Dentro de su continua búsqueda por incorporar instrumentos autóctonos del país al sonido

de la banda, ‘Humo’ y ‘Kché’ aprovecharon un concierto en Cali para darse una pasada por

Buenaventura con el fin de adquirir nuevos tambores. Allí se encontraron con el fabricante

Félix Torres que vivía en una de las zonas más pobres e inseguras del puerto, conocida como

el Barrio Lleras. Después de varias conversaciones y algunas cervezas, Torres aceptó

venderles a los dos músicos sus propios tambores, construidos con técnicas artesanales de

viejas tradiciones del litoral pacífico. Luego, ‘Kché’ se encargó de armar su propia batería a

punta de tambores costeros, tamboras y cununos, que se sumaron a un redoblante y platillos

convencionales. La batería se sostenía con sillas de niño que puestas al revés hacían las veces

de parales, y un lazo de cabuya de 20 metros de largo se encargaba de ajustar todo el sistema

Page 93: Génesis de Colombia

102

de percusión ‘roquero-artesanal’. A pesar de que era muy pesada y de la dificultad que

implicaba armarla, esta batería fue empleada en varios conciertos del grupo e increíblemente

se usó en la grabación siguiente disco de Génesis.

Batería artesanal / Archivo personal Jorge Latorre.

Después de haber vivido en Tabio, Monroy y su familia se trasladaron a Sopó, adonde

también se mudó ‘Kché’ para tener una convivencia más cercana como grupo musical. Luego,

el multi-instrumentista Cosme Castañeda, quien también había trabajado en Los Amerindios

con ‘Kché’, se integró a Génesis y al hogar de Sopó con la idea de hacer un curso previo de

convivencia si entre sus planes estaba irse de gira a otros países.

Cosme Castañeda fue músico desde muy pequeño pues era algo que venía desde su tradición

familiar. En casi toda su carrera había estado cerca de las músicas nacionales e incluso hizo

parte del Ballet de Colombia a inicios de los años setenta. Por tanto, Castañeda compaginó

muy bien con la propuesta del grupo y aportó con su voz, tiple, rondadores y flautas, de

manera similar a los años de Juan Fernando Echavarría en la banda. Así, Génesis pasó a ser

un trío que retomaba el ambiente fraternal que caracterizó al grupo en sus primeros años y

por primera vez no había una mujer en la alineación.

Por esa época, al iniciar la década de los ochenta, el empresario Leo Gabriunas decidió

trabajar con Génesis en busca de una gira por Europa. Al mismo tiempo, la señora Isabel de

Mora, quien estaba por montar un restaurante cerca de la Universidad Javeriana, se ofreció

Page 94: Génesis de Colombia

103

para comprar el sistema de sonido Shure que tenía el grupo y a la vez contratarlo para su

nuevo negocio, mientras conseguían los recursos para poder ir a Francia. Cuando ya casi todo

el contrato estaba listo entre la banda y la administradora del restaurante, Humberto Monroy

se echó para atrás porque al final no quiso vender sus equipos. Por su parte, la banda

Armasón, que iba por la misma línea musical de Génesis y que también trabajaba con

Gabriunas, fue la que finalmente tocó en el restaurante y se fue de gira a Francia.

De todas maneras, la banda continuó con sus ensayos y su convivencia en Sopó, ya que

consideraban el ambiente campestre una condición apropiada para darle rienda suelta a la

imaginación que en la congestión de las ciudades era muy difícil tener48. Además, en la

ciudad tampoco era que había mucho por hacer, ya que el movimiento roquero apenas

empezaba una nueva etapa después del letargo que afrontó a finales de los setenta. El rock

seguía siendo un fenómeno marginal por todo el país y solo persistía en lugares muy

reducidos en los que se podía escuchar a los artistas extranjeros que sonaban por esa época.

En Bogotá, por ejemplo, se vendía discos importados en las casetas informales de la calle 19

con carrera séptima, en donde también se generó un espacio de intercambio musical entre los

roqueros de las nuevas generaciones que se interesaban por los sonidos de rock duro,

sinfónico o glam de artistas como Yes, David Bowie, Black Sabbath y Queen (Riaño, 1992, p.

135).

Dado que el rock se ha caracterizado por ser un género con mayor penetración en los jóvenes,

pues entonces el público iba a cambiar, a interesarse por nuevas corrientes y de alguna

manera a olvidar y a desprenderse de lo que habían hecho sus precursores nacionales años

atrás. Por eso, en los ochenta el público roquero colombiano definitivamente cambió de

generación y gustos, cosa que también se vio reflejada en el público de Génesis que en esta

década dejó de ser juvenil o hippie como en sus primeros años de carrera. Era de esperarse

que si iban a llegar géneros como el heavy metal o el punk, los jóvenes iban a preferir las

chaquetas de cuero negras y los taches en vez de las ruanas andinas que usaban los

integrantes de Génesis. Entonces, en los ochenta, el público de la banda era de lo más

diverso, desde adultos nostálgicos por los años del hippismo hasta familias que iban a ver una

banda que a pesar de todo mantenía su nombre.

Por otra parte, la forma en que los medios de comunicación percibían a Génesis, en esta

nueva década de su carrera, adquirió otra connotación. El grupo pasó a ser como una

reminiscencia, unos viejos conocidos que reaparecían de vez en cuando, que eran los únicos

sobrevivientes y herederos del hippismo y la primera etapa del rock colombiano; pero,

48

De los testimonios extraídos de una revista no especificada que tiene en recortes Jorge Latorre.

Page 95: Génesis de Colombia

104

asimismo, se siguió reconociendo un sello propio del grupo que lo otorgaban, por una parte,

la constancia de sus años de estudio y trabajo; y por la otra, su rock andino o chibcha que se

caracterizaba por su gran aporte cultural. No obstante, no es atrevido decir que Génesis se

convirtió en un grupo que desde la radio perdió su ingrediente roquero, puesto que los

últimos sencillos que lograron difusión lo hicieron en emisoras de baladas. Entonces, la gente

que iba a verlos se moría por escuchar las canciones más suaves y románticas que eran todo

un éxito en las estaciones radiales.

De izquierda a derecha, Jorge Latorre, Jorge Barón, Humberto Monroy

y Cosme Castañeda / Archivo personal Jorge Latorre.

Sin embargo, como ya había sucedido en el disco anterior, Génesis no se detenía ante

ninguna circunstancia, y mirar solo hacia sus adentros fue una virtud que le permitió seguir

su trayectoria musical, aunque en muchas ocasiones esto también fue una debilidad que le

impidió hacer parte de otros hitos en la historia del rock colombiano.

Page 96: Génesis de Colombia

105

Cuando ya definitivamente habían compuesto nuevo material para volver a la escena musical,

representantes de la disquera CBS fueron a la casa de Sopó para escuchar a Génesis y al

mismo tiempo decidieron firmar con la banda por dos nuevos álbumes. En 1981 se lanzó el

sexto disco de la banda titulado Paso de los Andes, que presenta un nuevo aire en relación

con su álbum antecesor pero que conserva la identidad musical del grupo a lo largo de sus

años.

En este disco se percibe mayor calidad en la grabación. El retorno a algunos instrumentos

eléctricos le otorga mayor fuerza y cuerpo a las canciones. En la grabación también

participaron el bajista Fabio Gómez, el guitarrista Fernando Reyes y Manuel Rebolledo en las

congas. Además, por primera vez hubo un productor artístico en la realización ya que

anteriormente todos los discos eran arreglados y producidos por Monroy o por la banda en

conjunto. Para esta ocasión, el productor de la CBS Álex González seguramente se encargó de

buscar un sonido más comercial para el grupo y la nueva década que afrontaba.

Paso de los Andes comienza con un popurrí de canciones tradicionales del folclor colombiano

llevadas a un ambiente roquero. Las guabinas “La sombrerera” de Patrocinio Ortiz y “Río

Neiva” de Luis Alberto Osorio, junto con los vallenatos “El mochilón” y “Mi cafetal” de

Crescencio Salcedo, se interpretan con guitarras eléctricas que se combinan con los demás

instrumentos de cuerda acústicos, más un ritmo rápido de batería que les otorga mayor

energía que las versiones origínales. Así mismo, hay un cover instrumental de “La guaneña”,

que quizás puede ser la primera versión rock que se hizo de dicha canción tradicional del sur

de los Andes colombianos. Por su parte, Génesis también da a conocer una muestra de lo que

sería su propia propuesta de folclor nacional con el tema que le da título al disco, en el que de

manera instrumental se logra una muy buena fusión al estilo de los grupos de inicios de los

setenta que mezclaban rock progresivo con músicas tradicionales, además de que se sienten

ciertos momentos de improvisación en algunas partes de esta canción.

Este disco también tiene varios temas de amor: “Pequeña amada”, escrita entre Monroy y

‘Sibius’; “Hazme vivir con tu amor”, “La playa” y “Tú”, la canción más exitosa del álbum que

estuvo sonando en los primeros lugares de la radio durante varios meses. Pero por más que

haya letras románticas, en la música de este disco se nota que hubo un largo proceso de

maduración y que representó una parte importante, pues hay varias intervenciones

instrumentales en las que puede haber solos de guitarra eléctrica, armónica y marimba, o

ensambles con teclados y congas. Dichos elementos le dan un sonido propio al disco, que se

puede entender muy bien con la reinterpretación que se hizo de la canción “Raquel”,

publicada por primera vez en el álbum Yakta Mama de 1975 pero que en esta ocasión se

Page 97: Génesis de Colombia

106

realiza de una manera más animada, no tan suave ni mística, y con distintas partes

instrumentales que la vuelven más compleja y extensa que la original.

Portada del disco Paso de los Andes. Génesis, 1981.

A partir de Paso de los Andes se puede decir que ya existe una trayectoria discográfica

considerable y que permite relacionar las distintas facetas del grupo a lo largo de su carrera.

Se puede decir que este disco es como si Reuniom se hubiese hecho con un alma más

roquera, o que es un punto medio entre Génesis, Yakta Mama y el trabajo en solitario de

Monroy Sol y Luna, pues hay una leve tendencia a sonidos pop que en los temas “Tú” y

“América” es notoria. De igual manera, la grabación de Paso de los Andes es más limpia, con

mejores recursos técnicos, cosa que permite diferenciar la textura del sonido con la de los

discos setenteros. Por su parte, las letras de Monroy se encargan de mantener cierta

coherencia en los contenidos líricos de la banda, por lo que no dejan de cantarle al campo y al

pasado milenario de su tierra americana:

“Ríos, mares y montañas en América.

Selvas llenas de cantares en América.

Aunque esté lejos de ti,

Siempre te voy a querer,

Y te veré sonreír en los ojos de una mujer”49.

49

Fragmento de la canción “América” del disco Paso de los Andes. Génesis, 1981.

Page 98: Génesis de Colombia

107

Con el éxito de la canción “Tú”, que fue similar al que tuvo Génesis con la canción “Cómo

decirte cuánto te amo” años atrás, nuevamente el grupo empezó a ganar terreno en la escena

nacional. La banda estaba lista para volver a la carretera y se fue de gira por el país junto con

un viejo conocido: Armando el ‘Chupo’ Plata, ex manager de Génesis. Desde finales de los

años setenta, el ‘Chupo’ trabajaba con distintos grupos musicales a través de su empresa

Conciertos Ltda. El locutor y empresario le compró todo un sistema de luces y sonido a un

grupo italiano de rock llamado Ipo, que por razones desconocidas se quebró en una gira que

hizo en Colombia y tuvo que vender todos sus equipos que para la época eran muy novedosos

y de alta calidad.

Con su empresa de conciertos, el ‘Chupo’ organizó shows locales, alquiló sonido a grupos,

luces a la televisión, vendió instrumentos y trabajó con artistas como Lukas, Crash, Bandido y

Traphico. Luego, el ‘Chupo’ se volvió a interesar en Génesis ya que le parecía un grupo con el

que era agradable trabajar y además estaba pasando otra vez por un buen momento.

Entonces, se organizó una gira entre agosto y septiembre de 1981 por Colombia y con

presentaciones en los teatros de las distintas ciudades que visitaron. Aunque la gira fue muy

corta, sirvió para promocionar el disco Paso de los Andes y otra vez posicionarse en sitios

fuera de Bogotá. Así mismo, el trabajo de promoción de Armando Plata fue considerable con

anuncios en prensa y con un folleto de presentación que contenía la información del grupo y

de la gira.

Al regresar a la capital, Génesis siguió presentándose con frecuencia. Por esa misma época, el

grupo en ocasiones alternaba en los conciertos con Las Estrellas del Alfa, un conjunto de 3

niños artistas en compañía de Humberto Monroy. Los niños eran los hijos del ex Génesis

Édgar Restrepo, al que poco le gustaba la idea de que sus pequeños estén tocando con su

antiguo compañero, ya que al parecer aún persistían diferencias entre los dos después de la

ruptura de mediados de los años setenta (Restrepo, 2011). No obstante, Monroy había tenido

una relación muy cercana con los hijos de Restrepo que por esa época tenían entre 11 y 14

años. Cuando se veían, ‘Humo’ se ponía a hablar por horas con los niños sobre la vida, el

amor y la paz, en su reconocida faceta de ser un hombre que compartía muchos de sus

saberes. En uno de esos encuentros, surgió la idea de hacer música con los niños por lo que se

pusieron a ensayar y a montar temas instrumentales de Monroy que se tocaban en los

intermedios de los conciertos de Génesis. César Augusto Restrepo se encargaba de la batería;

su hermana mayor, Liliana, tocaba el tiple; la otra hermana, Dora, bailaba, y ‘Humo’ tocaba la

guitarra.

Page 99: Génesis de Colombia

108

Sin embargo, Las Estrellas del Alfa no duraron mucho pues pesó más la presión de Édgar

Restrepo que continuamente se disgustaba ante este proyecto, pero esta experiencia bastó

para que César Augusto se enamorara de la música y se dedicara a ella en gran parte de su

juventud, e incluso fue uno de los últimos bateristas de Génesis a inicios de los noventa

(Restrepo, 2011).

Y es que Monroy, por su talento, obra y popularidad, fue alguien que tenía el don de

influenciar y motivar a otras personas en su vocación musical. El guitarrista Hernando

Becerra, quien tocó el solo de la canción “La casa donde nace el sol” en el primer disco de

Génesis, cuando apenas se había graduado del colegio, reconoce que Monroy tuvo mucho que

ver en su decisión de dedicarse de lleno a la música (Becerra, 2011). Así mismo, los

posteriores integrantes de la banda Jaime Aguilar y Edgardo Chaves fueron de adolescentes

admiradores de Monroy y luego aprendieron mucho de él como su maestro (Chaves y

Aguilar, 2011). Seguramente, muchos otros músicos también recibieron la influencia

inconsciente o consciente de ‘Humo’, que ante todo era un ejemplo de los frutos que se

recogen cuando se trabaja con empeño, pasión y perseverancia.

14. “En un planeta lejano…”50

Entre 1981 y 1982 las cosas cambiaron muy rápido para Génesis. Cosme Castañeada dejó la

banda por problemas de convivencia con sus compañeros y tan solo al año después de haber

lanzado Paso de los Andes, la banda tenía que cumplir con su compromiso de hacer otro

álbum para su disquera CBS.

En julio de 1982 salió a la luz un disco que tenía como portada a dos niños desnudos que

estaban suspendidos en el espacio sideral, escuchando los sonidos de un planeta distinto a la

tierra. Felicidad Latorre y Jesús Monroy, los hijos de ‘Humo’ y ‘Kché’, son los que aparecen

en esta carátula que representa una nueva faceta en el sonido de Génesis.

50

Título del disco En un planeta lejano. Génesis, 1982.

Page 100: Génesis de Colombia

109

Portada del disco En un Planeta Lejano. Génesis, 1982.

El sexto trabajo de la banda se tituló En un Planeta Lejano que, como muy bien lo dice su

nombre, es una propuesta que se extiende hacia sonidos algo futuristas para la época pero

que no abandona la esencia andina del grupo. Aunque solo Humberto Monroy y Jorge

Latorre aparecen como las caras visibles de Génesis, la grabación de este disco también contó

con la participación de Fernando Reyes en la guitarra eléctrica, Fabio Gómez en el bajo,

Edgardo Chaves en los coros, Jorge Kruger en los sintetizadores y Álex González en la

producción. En unos videos promocionales que la banda hizo de este álbum, Monroy habló

acerca del nuevo escalón en su música:

“La influencia de la música rock en el desarrollo evolutivo de la música del grupo Génesis

es un factor muy importante. En esta era de las comunicaciones por computadora, de los

viajes al espacio, el grupo Génesis no puede sustraerse a la utilización de muchos

instrumentos que provienen de otras culturas. En la actualidad, estamos utilizando la

guitarra electrónica, el bajo eléctrico, el piano, los sintetizadores; todo esto para formar

un conjunto novedoso dentro de la nueva música, la música popular del año 2000”51.

La profecía de ‘Humo’ le atinaba más a los grupos que abanderaron el rock en español a

finales de los ochenta. Mientras tanto, a inicios de la década, la población joven y la

producción de rock estaban emprendiendo nuevos movimientos que estaban muy lejos de lo

que hacía Génesis. Por ejemplo, en 1982 hizo su aparición en Colombia el grupo

51

Tomado del video ”El planeta lejano” de Génesis, disponible en internet.

Page 101: Génesis de Colombia

110

puertorriqueño Menudo, que con canciones muy sencillas pero pegajosas puso a bailar a la

juventud, tal y como lo había hecho 20 años atrás el rock and roll. A pesar de que Menudo fue

más un fenómeno pop de identificación con la pubertad, representó una nueva etapa en la

que se reactivó el mercado joven (Riaño, 1992, p. 147). Así, otros grupos del mismo estilo

como Timbiriche de México y Unicornio de Venezuela se encargaron de reconectar a la

juventud con la música de manera masiva (Riaño, 1992, p 148).

Al mismo tiempo empezaron a aparecer emisoras para públicos jóvenes en el dial FM, como

Súper Estéreo y H.J.J.Z de Caracol que propiciaron mayor difusión del pop rock del

momento. Sin embargo, no hay que olvidar existían pequeños nichos juveniles alejados de las

corrientes del pop y que sentían preferencia por sub géneros como el heavy metal, el new

wave y el techno, desde donde nacieron grupos como Kraken y Compañía Ilimitada, que

estaban a portas de hacer su aparición en el desarrollo del rock colombiano.

Entonces, en el disco En un Planeta Lejano hay cierta necesidad de Monroy por

rejuvenecerse o tal vez retornar a su pasado roquero de Los Speakers. ‘Humo’ tenía el rock

escondido por alguna parte, aun así su esencia estaba en la tierra colombiana. Además, no le

tenía miedo a innovar, a universalizarse con elementos y sonoridades contemporáneas que se

estaban usando por todas partes del mundo. Igualmente, al ser parte de una disquera

comercial, había un intento por ampliar mercados con esta nueva propuesta, para alguna vez

por fin cumplir su deseo de expresar su mensaje más allá de las fronteras latinoamericanas.

El sexto disco de Génesis hace evidente desde el inicio la innovación un poco abrupta del

grupo. Por primera vez en un álbum de la banda ya no es una flauta o unos rondadores los

que aparecen en la introducción y los que se encargan de llevar las melodías características

de su propuesta; por el contrario, el sintetizador y la guitarra eléctrica de “La canción de

Pocho” abren este disco que busca modernizar el sonido de Génesis. Dicho tema de letra

romántica pegajosa y que resultó siendo la canción más recordada de este disco, fue escrita

por Alfonso ‘Pocho’ Chacón, que luego pasó a ser parte de la alineación oficial del grupo como

bajista. Después de la “Canción de Pocho”, vienen dos canciones en la misma línea de

sonidos electrónicos más letras de amor, “El beso llegará” y la balada suave “Te amo”, que

conservan los predominantes sintetizadores hechos por Jorge Kruger. Los rondadores

andinos también vuelven a aparecer pero en una atmósfera moderna, con efectos de

reverberación y eco que enfatizan la onda ‘espacial’ de este disco.

La canción instrumental del disco se titula “El planeta lejano”, que no es más que toda una

exploración de los sonidos y efectos electrónicos junto con el timbre de los rondadores que

Page 102: Génesis de Colombia

111

interpreta Humberto Monroy. En los videos que la banda realizó para publicitar el disco,

teniendo como locaciones la represa del Neusa y un barco del parque Jaime Duque, se puede

apreciar cómo en este tema ‘Humo’ toca la guitarra y simultáneamente el rondador que está

amarrado sobre su cuello, al estilo de Bob Dylan con su harmónica. Se podría decir que “El

planeta lejano” es una síntesis de la identidad sonora del disco pues, además de la

experimentación musical, también presenta distintos cambios de ritmo que le dan mucha

dinámica a la canción. En esta misma tónica se encuentra la adaptación que se hizo de la

tradicional canción andina “El cóndor pasa”, en una versión un poco ‘atrevida’ por la

antigüedad de la composición que fue llevada al entorno ‘roquero-andino-espacial’ de este

trabajo.

En un folleto que la disquera CBS lanzó para promocionar el álbum En un Planeta Lejano, se

presenta la canción “Me gusta el campo” como el tema ‘ecológico’ de la producción, aunque

ya es muy bien sabido que una letra acerca de la naturaleza y la atmósfera campestre no es

más que una manifestación del estilo de vida de Monroy, que por esa época se fue a vivir con

su familia a una finca en Tocancipá, en un ambiente bastante natural, con su propia huerta, y

en donde ‘Humo’ se encargaba de sembrar varios árboles sobre las montañas que los

rodeaban. “Me gusta el campo”, junto con las canciones “Amiga de la noche” y “Corazón de

1.000 corazones”, que fue escrita por ‘Sibius’, consolidan un sonido algo más roquero y

comercial del que la banda se había apartado en sus dos discos anteriores.

Por último, Génesis cierra su sexto disco con un popurrí de los Beatles llamado “Hooked on

Beatles”, que traduciría algo así como ‘adicto a los Beatles’. El mosaico de más de nueve

minutos presenta al estilo eléctrico de los andes los temas: “A day in the life”, “All my loving”,

“With a little help from my friends”, “Can’t buy my love”, “Yesterday” y “Eleanor Rigby”, que

se tradujeron por Humberto Monroy y se titularon de la siguiente manera: “Un día en la

vida”, “Todo mi amor”, “Con una ayudita de mis amigos”, “No puedes comprarme amor”,

“Ayer” y “Aquella mujer”, respectivamente.

Este popurrí es como un homenaje que Monroy quiso hacerles a los músicos de Liverpool,

con un aire latinoamericano dado por rondadores, ocarinas y una voz que canta en español.

Desde su época en Los Speakers, Monroy era un gran admirador de los Beatles y a lo largo de

su vida se empeñó en traducir casi de manera fiel sus letras y dar a conocer su música por

intermedio suyo en Colombia. Por eso tal vez en la contraportada del disco, además de sus

propias canciones, se encuentran todas las letras traducidas de los Beatles con el plus de que

poseen las notas de los acordes de guitarra para que la gente pueda interpretarlas en su casa.

Page 103: Génesis de Colombia

112

Después del lanzamiento de En un Planeta Lejano, el grupo Génesis estaba más que listo

para emprender un nuevo periodo de presentaciones por todo Bogotá y algunas otras

ciudades de Colombia. A la banda se integraron el guitarrista Camilo Ferrans, el bajista

Alfonso Chacón y el multi-instrumentista Edgardo ‘Batier’ Chaves. Por su parte, Armando

Plata seguía a cargo de toda la producción y el mercadeo del grupo. Luego, para finales de

1982, Génesis realizó una serie de shows durante todo un mes y casi sin pausas en el Teatro

Popular de Bogotá; visitaron colegios de la zona cundiboyacense; estuvieron en Cartagena y

Medellín, y cerraron el año con broche de oro en la vigésimo quinta edición de la Feria de Cali

junto a la banda Traphico, con la que también trabajaba el ‘Chupo’ Plata.

De izquierda a derecha, Alfonso Chacón, Jorge Latorre, Camilo Ferrans,

Edgardo Chaves y Humberto Monroy / Archivo personal Tayron Roa.

Para 1983, Génesis aún sonaba en la radio con los éxitos de su sexto disco. La “Canción de

pocho” y la balada “Te amo”, que Monroy originalmente la escribió en Pasto en 1973, hacían

parte los listados de los temas más populares de la época, encabezados por artistas como

Julio Iglesias, Claudia de Colombia, El Cuarteto Imperial, Diomedes Díaz, Mocedades y

Michael Jackson. Como de costumbre, la única manera de que un grupo de rock colombiano

apareciera en los escalafones de éxitos solo podía ser con canciones suaves y románticas, y así

sucedió en toda la carrera de Génesis que ya lo había hecho con “Cómo decirte cuánto te

amo” en 1974 y con “Tú” en 1981, que se incluía en los listados de baladas que estaban

comandados por artistas pop extranjeros.

Page 104: Génesis de Colombia

113

A pesar de que no hay cálculos exactos sobre las ventas de los discos de Génesis, en algunos

artículos de prensa se especula que los discos de dichas canciones de amor lograron mucho

más de 50.000 copias vendidas en su momento. Lo que sí es cierto es que sonaron bastante

en la radio y se quedaron en la cabeza de la gente, ante todo porque el público nunca ha

dejado de ser fanático de los temas románticos,

Luego de que las canciones de En un planeta lejano dejaron de tener difusión, Génesis

empezó una etapa en la que se metió de lleno a presentarse ante públicos más cerrados y

específicos, a la vez que sus integrantes seguían en la búsqueda de una oportunidad para dar

a conocer su música en otros continentes. La idea de irse a Europa volvió a rondar en el

grupo cuando el escritor tolimense Manuel Giraldo se encargó de hacer sonar la música de

Génesis en emisoras españolas. Giraldo se había ganado en 1981 el premio español de novela

Plaza y Janés con su obra Conciertos del desconcierto. Desde esa época, Giraldo buscó

presentaciones para Génesis en Europa, que incluso pudo haber tocado en medio de la Copa

Mundial de Fútbol España 82 si hubiese contado con los medios económicos para trasladarse

(Latorre J., 2011). Como el grupo también tenía que poner dinero de su bolsillo para poder

viajar a Europa, entonces primero tenía que conseguir los fondos para la causa y luego sí

emprender la aventura hacia el viejo continente; por tanto, la banda se dedicó a reunir el

dinero a punta de constantes presentaciones por Bogotá.

Pero si Génesis quería ir a Europa tenía un pequeño inconveniente con su nombre. Desde

1967 existía la famosa banda británica de rock progresivo y sinfónico Genesis, que para

mediados de los ochenta contaba ya con más de 10 discos y una brillante carrera. Por

supuesto, en Europa la gente no iba a pensar que había otro Génesis por el solo hecho de ver

una tilde en la palabra. Entonces, el grupo colombiano no podía salir del continente sin antes

cambiar su nombre, que resultó ser el de una famosa planta americana: Maíz.

En 1983, bajo la producción de Conciertos Ltda. de Armando el ‘Chupo’ Plata, se grabó un

sencillo para darle vida oficialmente al nuevo pero momentáneo nombre de Génesis. Las dos

canciones elegidas fueron “A quién” de Edgardo ‘Batier’ Chaves y “Fuiste un tonto” de

Monroy, que fue otra letra que había sido escrita años atrás en el ‘libro azul de Génesis’. La

canción de ‘Batier’ se describe en el empaque del disco como “un bolero atómico para bailar

en el transbordador espacial en Colombia”52. Por su parte, el tema de ‘Humo’ es quizás el más

fuerte y pesado que hizo en toda su carrera, ya que por momentos presenta una batería

bastante rápida y enérgica, que luego le baja a la velocidad para darle paso a estrofas y coros

52

Texto presente en el empaque del disco Maíz. Maíz, 1983.

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114

que continuamente alteran el tiempo de la canción. Así mismo, en esta única producción de

Maíz persiste el sonido de los sintetizadores en fusión con los instrumentos andinos.

Portada del sencillo Maíz. Maíz, 1983.

Para dar a conocer Maíz, el grupo y Armando Plata optaron por hacer un proceso poco

común de promoción que consistía en presentar su música desde la base social y no solo

depender de los medios de comunicación. Para esto, se comenzó una extenuante gira por

todos los barrios de Bogotá que se llevaba a cabo en los centros de acción comunal de cada

lugar que visitaban. Nuevamente, el grupo adquiría un carácter de empresa pues los

integrantes tenían su propio sueldo y se presentaban casi a diario para cumplir su contrato

con el ‘Chupo’. Durante menos de tres meses, Maíz realizó más de un centenar de conciertos

por toda la capital, en medio de una actividad supremamente agotadora pues les implicaba

presentarse más de una vez por día. No obstante, la estrategia de mercadeo popular dio sus

buenos resultados y al final el grupo cerró su correría por Bogotá con un concierto en el

Coliseo Cubierto el Campín al que asistieron alrededor de 8 mil personas en 1984 (Plata,

2006, p. 473).

A pesar de que Maíz fue una muy corta experiencia, el nombre logró persistir en la memoria

de algunas personas. ‘El Chupo’ logró hacer un buen trabajo con la banda, puesto que

contaba con las herramientas técnicas y su larga trayectoria en los medios y la publicidad. No

obstante, las canciones no gustaron ni tampoco tuvieron mucha difusión. Por otra parte, las

giras por los barrios fueron muy gratificantes en el sentido de que sirvieron para retomar el

Page 106: Génesis de Colombia

115

contacto directo con la gente y llevar música a los sitios más marginados de la ciudad, en los

que se convocaba a los habitantes mediante perifoneo por las calles; pero a veces la seguridad

no era la mejor y en una de esas presentaciones en el barrio Los Laches, en el centro de

Bogotá, se robaron un sistema de amplificación (Plata, 2006, p. 473). Este hecho precipitó la

segunda y definitiva retirada del trabajo del ‘Chupo’ con la banda, tal y como había sucedido

10 años atrás (Ferrans, 2011). Al poco tiempo, el empresario también decidió terminar con su

compañía de conciertos y se alejó por completo del Rock Colombiano. Lastimosamente, los

más perjudicados fueron los mismos músicos que otra vez vieron cómo se esfumaba la

posibilidad de seguir con el proyecto musical y al fin poder ir a Europa.

Calendario promocional de Maíz / Archivo personal Jorge Latorre.

15. “Ahora, amigos, ya nos vamos…”53

Luego del breve periodo de Maíz y ante la partida del ‘Chupo’ Plata, la banda quedó un poco

desconcertada en su rumbo y emprendió la última fase de su carrera que lastimosamente no

fue la más gratificante por toda la trayectoria que llevaba encima. El grupo Génesis estaba

muy ‘quemado’ en el panorama musical colombiano, el ciclo exitoso de los ochenta ya había

terminado, y ahora solo le quedaba pasar por una etapa más ‘subterránea’, de presentaciones

en bares y uno que otro concierto fuera de Bogotá.

53

Fragmento de la canción “Adiós” del disco Gene-sis A-Dios. Génesis, 1972.

Page 107: Génesis de Colombia

116

La banda terminó su último contrato con una disquera comercial. La CBS no siguió

trabajando con el grupo porque comercialmente no tenía mucho por ofrecer, pues no

encajaba dentro de los públicos juveniles ni tampoco gozaba de un grupo de espectadores

consolidado que pudiera seguir comprando sus discos. Ejemplo de lo anterior fue la

respuesta que Codiscos, la antigua disquera de Génesis en los setenta, le dio a Humberto

Monroy después de que este les hizo llegar nuevas canciones:

“Adjunto le estoy devolviendo el cassette enviado por usted a esta oficina, para ser escuchado y

estudiado por nuestro Departamento artístico. Al respecto le informo que dicho material no ha sido

aceptado por la Compañía, ya que no se acopla a nuestro elenco. Agradecemos su atención y

esperamos oír nuevas producciones suyas”54.

En lo que al rock y la música juvenil concierne, las cosas tampoco le favorecían por esa época

a Génesis. Después de la moda de grupos adolescentes como Menudo, los jóvenes se vieron

atraídos por el baile del break dance y los versos callejeros del rap neoyorquino, además de

que ya estaba por gestarse el boom del rock en español de finales de los ochenta, en el que

Génesis tampoco iba a aparecer por ninguna parte. La música pop rock de mediados de la

década estaba influenciada más que todo por corrientes posteriores al punk inglés, como el

techno y el new wave, pero en general era el producto de propuestas de rock locales que se

venían desarrollando paralelamente por casi toda Iberoamérica (Riaño, 1992, p. 163). Soda

Stereo de Argentina, Hombres G de España, Mecano de México o Compañía Ilimitada de

Colombia, fueron algunas de las bandas protagonistas del resurgimiento del rock en español

como bandera juvenil. Aunque, nuevamente, como había pasado en los sesenta con el ‘go-go’,

no fue más que una explosión comercial y una moda que no duró mucho.

Por otra parte, en los circuitos alternativos del rock colombiano, el asunto seguía liderado por

ritmos pesados y fuertes como el punk y el heavy metal, que tuvieron una perfecta conexión

con los sectores excluidos de las ciudades y el contexto de extrema violencia que se vivía en el

país por aquellos años. Estos géneros significaron el medio de expresión de juventudes sin

sueños, sin futuro, inconformes, desencantadas con su realidad, que encontraron en los

sonidos más rápidos y estridentes la mejor manera de interpretar el entorno de lugares

marginales como las comunas de Medellín.

Como estaban las cosas, Génesis no encajaba dentro del público juvenil roquero por dos

razones principales. En primer lugar, su sonido, que por más de que había evolucionado e

54

Carta enviada por Rafael Mejía, Gerente de Estudios de Grabación de Codiscos, a Humberto Monroy. Julio de

1984.

Page 108: Génesis de Colombia

117

incursionado con elementos contemporáneos, no dejaba de mantener el acostumbrado aire

andino. Génesis no dejó de innovar pero lo hizo conservando su esencia, cosa que hay que

admirar por la coherencia que tuvieron con su sentir musical, pero que lastimosamente ya no

iba a triunfar en un panorama totalmente distinto del que tuvo su origen. Y en segundo lugar,

el mensaje de Monroy, también muy coherente a lo largo de su carrera, tenía un contenido

que poca significación iba a tener en un joven citadino de los ochenta. En realidad, las letras

de Génesis no tenían ese ingrediente de rebeldía, de disgusto, de inconformidad o de

distinción que posee el rock; en cambio, Monroy le seguía cantando al campo y al amor, cosas

de las que muy poco se iba a hablar en las nuevas generaciones de muchachos que ante todo

buscaban una propia voz en medio de la dura realidad del país. Esto sin sumarle que los

integrantes de Génesis ya tenían sus años encima, aspecto que también los alejaba a primera

vista del sentir joven.

Entonces, todos los factores arrinconaron a Monroy y a sus compañeros a seguir por su

propia cuenta, sin importar que las cosas fueran aún más difíciles para una banda que se

negaba a morir. La alternativa se encontraba en los bares, sitios en los que a ‘Humo’ nunca le

gustó presentarse pero que esta vez estaba obligado a frecuentarlos pues tenía a su cargo una

esposa y 3 hijos que mantener. Más difícil todavía si este músico no vivía en la ciudad y

tampoco era muy amigo de las noches bohemias. Por eso, en aquellos años era fácil encontrar

a Monroy, en la madrugada de un sábado o domingo, en la terminal de Bogotá tomando un

tinto y esperando un bus que lo llevara a primera hora a su casa de Tocancipá, después de

haberse presentado con su grupo en alguna taberna bogotana.

Page 109: Génesis de Colombia

118

Humberto Monroy en la última etapa de su carrera

/ Archivo personal Tayron Roa.

A mediados de los ochenta, existían ciertos bares que en ocasiones ofrecían noches

nostálgicas de música de los sesenta, como Galería Café y Libro, Días Felices y Las Cabañas

del Tío Tom, en donde precisamente se encontraba alguien interesado en apoyar y revivir el

grupo en la escena musical del país. Desde inicios de la década, Tayron Roa era propietario

de tres sedes de Las Cabañas del Tío Tom, una cadena de tabernas-pizzerías de muy buena

acogida en la Bogotá nocturna de esa época. Roa, que había sido seguidor de Génesis y de los

precursores del rock nacional, no dudó en que Génesis se convirtiera en la banda de planta de

la sede Tío Tom de la calle 67 con carrera 13, que además tuvo el primer toro mecánico de

Bogotá y que se acompañaba de música country. Allí, Génesis se presentaba todos los fines de

semana ante un público adulto que conservaba la vena de la música sesentera, por lo que en

ocasiones el grupo también alternaba su repertorio con canciones de la época ‘go-go’.

Page 110: Génesis de Colombia

119

Tayron Roa es contador público de profesión y toda su vida ha estado involucrado en el

mundo de los negocios. Después de contratar a Génesis dentro de sus tabernas, el siguiente

paso fue hacer del grupo una empresa sostenible y a futuro. Para ello, Roa usó su oficina de

asesorías en contaduría pública para volverla la sede oficial y administrativa de Génesis,

desde donde se publicitaba a la banda y se firmaban los contratos de sus shows. Así mismo,

se hicieron cartas de presentación del grupo que incluían toda la trayectoria de sus

integrantes y los logros de Génesis a lo largo de su carrera, con el fin de vender una imagen

de organización seria y profesional, sobre todo para los lugares fuera de Bogotá a donde la

banda planeaba ir de gira.

Pero si Génesis quería volver a sobresalir en el panorama musical, tenía que grabar un nuevo

disco. Roa aceptó la propuesta de Monroy de realizar otro álbum del grupo, que fue el último

de su carrera. La grabación del disco Absolutamente Normal se llevó a cabo a mediados de

1987 en los estudios de William Constaín. Para ese momento, se integró al grupo el bajista

Jaime Aguilar, después de que Alfonso Chacón dejó Génesis al ser contratado para tocar en

un crucero. Por otra parte, como este disco fue hecho con batería electrónica y secuenciada,

Jorge Latorre no participó en la realización de este trabajo, además de que dejó

temporalmente el grupo por diferencias con sus compañeros. Por su parte, Claudia Guerrero,

la cuñada de Humberto que fue parte de la banda a finales de los setenta, regresó al grupo

para hacer algunas cosas de percusión y coros. Finalmente, como ninguna disquera estaba

interesada en editar otro disco de Génesis, la única opción era producir el disco de manera

independiente, por lo que se creó el sello Discos Diamante que sacó al mercado 5.000 copias

en vinilos y casetes que comercialmente fueron un fracaso (Roa, 2011).

Page 111: Génesis de Colombia

120

Portada del disco Absolutamente Normal. Génesis, 1987.

Absolutamente Normal, el séptimo y último disco de Génesis, presenta un sonido actual para

la época, con aires de techno y pop. Pero como era costumbre, la banda se negó a abandonar

su sello propio de guardianes del folclor andino y este disco en cierta medida es similar a

Paso de los Andes, su trabajo anterior, por la combinación de instrumentos electrónicos

modernos con sonoridades autóctonas. No obstante, es una propuesta ‘joven’ para el entorno

musical del momento, y el uso de la batería electrónica es una muestra de ello. Con este disco,

Génesis se despidió de su carrera discográfica y en realidad no lo hizo nada mal dentro de su

continuo proceso evolutivo, por más que no haya sonado ni en las emisoras de baladas que

antes los programaban (Riaño, 1992, p. 168).

“Niña buena”, “Por la montaña” y “No te enamores de mí” son temas que recuerdan aquellas

canciones que por lo general poseían la fuerza para ser otro éxito más de Génesis en la radio.

“Cazador de elefantes” es la pieza que más se asemeja al sonido de las bandas de rock en

español del momento, pero que tiene una letra muy al estilo Génesis, basada en un escrito de

Ernesto Cardenal que es toda una personificación de la naturaleza. Lo mismo también sucede

con “Blanca tempestad de arena”, letra que proviene de un poema de Nicanor Parra que

expresa una profunda nostalgia por el paso de los años.

Por otra parte, en este disco Humberto Monroy desempeña un papel menos protagónico a lo

acostumbrado pues ‘Batier’ fue el autor de los temas “Hojas secas” y “Amor puro, tibio y

seco”, que se caracterizan por expresar un profundo sentimiento al son de ritmos lentos pero

Page 112: Génesis de Colombia

121

con cierto sabor latino. Así mismo, ‘Batier’ canta en sus propias canciones y participa

notablemente con su voz en casi todo el disco que, junto a los coros de Claudia Guerrero,

presenta quizás el mejor juego de voces en un trabajo de Génesis. En general, Absolutamente

Normal es un álbum de canciones románticas y suaves, tanto así que se volvió a grabar el

tema más popular que llegó a tener Génesis: “Cómo decirte cuánto te amo”, que se reeditó en

una versión muy similar a la original pero con el complemento de rondadores en la melodía.

De izquierda a derecha, Edgardo Chaves, Jaime Aguilar, Humberto

Monroy y Jorge Latorre / Archivo personal Tayron Roa.

A pesar de que el último disco de Génesis fue publicado en un periodo en que el rock en

español era el género musical de moda, no tuvo ventas considerables ni tampoco sonó en la

radio con regularidad. Génesis por ningún lado apareció dentro de toda la movida musical de

los finales los ochenta, en la que bandas latinoamericanas de rock sonaban por todas partes.

Esto tal vez porque era un grupo que pudo haber sido considerado ‘viejo’ por quienes de

manera muy cerrada e ignorante lideraban las emisoras juveniles (Arias, 2011), por lo que en

Page 113: Génesis de Colombia

122

ningún momento le dieron el apoyo a una banda que, con todo lo que se estaba viviendo,

debió tener el status de leyenda del rock colombiano; pero tristemente todos esos jóvenes que

se conglomeraban ante grupos como Pasaporte y Compañía Ilimitada no tenían ni idea que,

hace no más de 20 años, muchos otros grupos colombianos habían vivido un fenómeno

similar pero lleno de obstáculos.

La moda del ‘Rock en tu idioma’ fue algo que se gestó desde los empresarios de las disqueras,

que sagazmente se dieron cuenta que la juventud era un mercado importante que captar por

medio de todas las bandas iberoamericanas que estaban haciendo un pop rock en español

con buenas posibilidades de comercialización. Ejemplo de lo anterior fue la creación de un

propio sello disquero por parte de la CBS llamado Tenaz, que se encargó de producir

únicamente a bandas latinoamericanas que estaban haciendo música que generaba buena

ganancias en el mercado (Riaño, 1992, p. 173). De esto se beneficiaron grupos en Colombia

como Carbure de Medellín, Taxi de Cartagena, Da Capo y Compañía Ilimitada de Bogotá, que

incluso logró grabar uno de sus discos en Miami.

El punto álgido de todo este movimiento comercial se vivió en el mes de septiembre de 1988.

En el Estadio el Campín se realizó el ‘Concierto de Conciertos Bogotá en Armonía’, que

reunió a cerca de 70 mil personas que se deleitaron ante Los Prisioneros de Chile, Yordano de

Venezuela, Los Toreros Muertos de España, Miguel Mateos de Argentina, entre otros artistas

que eran la sensación en la juventud latinoamericana. Pero todos esos millares de jóvenes

seguramente no tenían en su memoria el recuerdo del ‘Festival de la Vida’ o del ‘Festival de

Ancón’ a principios del setenta, que no fueron realizados ni con el más mínimo apoyo del que

gozó el ‘Concierto de Conciertos’ por parte de la empresa privada, los medios de

comunicación y el distrito (Riaño, 1992, p. 177).

Mientras tanto, en ese mismo año y en un total contraste, Génesis se encargaba de organizar

un festival de rock como celebración de los 450 años de la fundación de Bogotá. El escenario

no era un estadio, era el teatro La Mama; las bandas no eran internacionales, eran Yagé

Banda, Kalarcá y los Caciques, y Génesis de Colombia, que en vez de irse de gira por toda

Latinoamérica lo hacía por todos los pueblos la Sabana de Bogotá. La banda no estaba en la

mira de las disqueras ni tampoco era heredera de un legado que fue aniquilado por la

amnesia de un público roquero que nunca fue un movimiento persistente en su desarrollo. Y

de esa amnesia fueron causa múltiples circunstancias que Génesis vivió en carne propia a lo

largo de su carrera, como muy bien lo dijo Monroy: “Se han debido a las mismas condiciones

Page 114: Génesis de Colombia

123

de las cuales les toca trabajar al músico. Entonces hay momentos de vacas gordas y vacas

flacas”55.

Génesis en algún colegio de Bogotá / Archivo personal Tayron Roa.

A finales de la década del ochenta, la situación del grupo siguió empeorando. A pesar de que

Tayron Roa había logrado un buen trabajo de promoción con la banda, que los llevó

nuevamente a visitar el Ecuador, este empresario descuidó sus otras fuentes de ingresos y de

un momento a otro se quebró. Roa había pagado todo el costo de la producción del último

disco de Génesis y además invirtió en instrumentos y equipos de sonido de alta calidad para

la agrupación; pero el grupo no alcanzó a recuperar todo el dinero de la inversión, cosa que

aceleró la bancarrota de su manager. Para completar, la vida nocturna en Bogotá estaba

prácticamente acabada por la tensa situación de terrorismo causada por la guerra contra el

narcotráfico. No era raro que, en medio de una presentación de Génesis en la Taberna Tío

Tom, se escuchara el estallido de una bomba cerca del lugar. Entonces, Tayron Roa también

terminó por perder su negocio con los bares y se vio obligado a definitivamente cerrar su

contrato con el grupo Génesis a finales de 1989 (Roa, 2011).

Humberto Monroy definió el título de su último disco, Absolutamente Normal, como algo

irónico a la realidad de su país en ese momento. En esos años pasaba de todo en Colombia,

tanto que sus integrantes también se vieron involucrados en la coyuntura política de la época.

‘Batier’, la flauta, la guitarra y la segunda voz de Génesis, paralelamente a su vida como

55

Entrevista a Humberto Monroy, publicada en el diario El Siglo, el 18 de febrero de 1988.

Page 115: Génesis de Colombia

124

músico realizaba trabajos políticos con el M-19, guerrilla colombiana que estaba a portas de

desmovilizarse. Su comandante Carlos Pizarro gustaba del rock y de la música de Génesis,

por lo que le propuso a ‘Batier’ que el grupo lo acompañara dentro del proceso de paz que se

adelantaba con el gobierno y posteriormente en su campaña a la alcaldía de Bogotá. El

acuerdo no implicaba un compromiso político por parte de la banda; simplemente, el M-19

financiaba todo los recursos técnicos del grupo y la grabación de un nuevo disco a cambio de

que Génesis fuese la banda de planta de todas las intervenciones públicas del desmovilizado

guerrillero. Sin embargo, Humberto Monroy se negó a la propuesta porque nunca fue un

artista con un interés o una intención política, ya que la música de Génesis no tenía estrato

social ni tampoco partido político; ‘Humo’ hacía su música para todo el mundo (Guerrero,

2011).

Como Monroy no decidió trabajar con el M-19, ‘Batier’ decidió hacer su propio grupo y con él

se fueron ‘Kché’ y Jaime Aguilar, quienes no desperdiciaron esta buena oportunidad para su

carrera musical. Los tres formaron el trío Mecánica Nacional que acompañó a Carlos Pizarro

en su campaña a la alcaldía de Bogotá y luego la presidencia de Colombia, hasta que fue

asesinado en abril de 1990. Mecánica Nacional también grabó un disco y contaba con las

mejores condiciones técnicas y económicas para su sostenimiento, pero al poco tiempo de la

muerte de Pizarro las relaciones dentro de la banda se complicaron y el proyectó también se

esfumó.

Por su parte, Monroy se quedó completamente solo, otra vez sin una banda que le permitiera

seguir su ya legendaria propuesta de Génesis. ‘Humo’ pasaba por una de las más difíciles

épocas de su vida, y si hubiese aceptado la propuesta del M-19 seguramente su situación

como músico hubiera podido mejorar notablemente. Pero ante todo, Monroy era una persona

con unos principios e ideales intocables, que vivía del arte por el arte y que no estaba

dispuesto a traicionar de un momento a otro toda una manera de ser y de pensar que había

cultivado durante muchos años. Pero fuera de su desinterés político, Monroy creía en un

mundo mejor (Guerrero, 2011). En su legado musical quedaron canciones con un sentido

social que manifestaban cierta inconformidad por las desigualdades, las injusticias y las

mentiras de la sociedad que decidió evadir viviendo en el campo. Desde que se interesó por el

hippismo, ‘Humo’ decidió hacer su vida tranquilamente, atendió su llamado a la tierra y no

le faltaba nada si día y noche estaba componiendo y trabajando por su música. El fin de

Monroy con su obra no fue otro que dejar testimonio en la historia, pues cada quien podía

recibir su mensaje e interpretarlo a su manera56.

56

De los testimonios extraídos de una revista no especificada que tiene en recortes Jorge Latorre.

Page 116: Génesis de Colombia

125

Tarde o temprano Génesis iba a recibir un nuevo aliento, el que sería el último de su carrera.

Monroy pudo rearmar su banda con César Augusto ‘el Tigre’ Restrepo, el hijo de Édgar

Restrepo que años atrás había tocado en los intermedios de Génesis con el grupo infantil Las

Estrellas del Alfa. César Augusto ya era todo un baterista que también tocaba por los bares de

Bogotá con su banda de rock pesado Cíclope. ‘Humo’ le ofreció al ‘Tigre’ volver a rehacer

Génesis con el ánimo de tocar por el periodo decembrino de 1989. El baterista aceptó y a su

vez llamó al guitarrista Fredy Morales y el bajista Guillermo Guerrero, otros dos jóvenes que

se unieron a la causa del veterano Monroy. Por esta época, a la banda le fue bien por lo la

particularidad de la temporada, y en más de una ocasión se presentaron en lugares distintos

durante una misma noche. Bares como Galería Café Libro o Yesterday albergaron a la vieja

banda Génesis que por esas fechas se dedicaba más a tocar canciones para los nostálgicos del

rock and roll cincuentero.

De izquierda a derecha, Humberto Monroy, César Augusto Restrepo, Fredy

Morales y Guillermo Guerrero / Archivo personal César Restrepo.

Finalmente, el ‘Tigre’ dejó la banda para dedicarse de lleno a su proyecto alterno llamado

Hangar 27. En su reemplazo, llegó un viejo conocido de ‘Humo’. Increíblemente, Monroy

terminó su vida y su carrera tocando junto a uno de sus primeros compañeros musicales:

Fernando Latorre, ex baterista de Los Speakers. Latorre acaba de llegar del sur de África, en

donde había estado tocando durante 20 años en distintos hoteles de esta parte del

continente. Cuando los dos viejos amigos se reencontraron, aparte de tocar en Génesis, uno

de sus proyectos a corto plazo era renacer a Los Speakers (Latorre F., 2011). Lastimosamente,

Page 117: Génesis de Colombia

126

‘Humo’ murió al poco tiempo, con ideas y canciones que ya nunca podremos escuchar desde

su voz.

16. “Que estoy metido entre la tierra….”57

Hasta la época en que se realizó este trabajo, inicios del año 2012, han muerto 5 ex

integrantes de Génesis. El primero en irse fue ‘Sibius’, asesinado por grupos paramilitares en

Granada, Meta, el 31 de agosto de 1989. El poeta de Génesis, del hippismo y de la paz, nunca

dejó de expresar su malestar ante las atrocidades que se vivían en el país y que aún persisten.

‘Sibius’ por esa época tenía a su cargo la casa de la cultura de Granada, con la que se animó a

montar una obra de teatro llamada ‘Mi Colombia’, que fue presentada en las calles del

pueblo, a la vista de todo el mundo. La obra no era más que la metáfora del funeral del país,

en un desfile en el que políticos, narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares se encargaban

de cargar el ataúd de Colombia camino a su entierro. Por supuesto, la representación de

‘Sibius’ alebrestó a las fuerzas de extrema derecha de la región y esa misma noche mataron a

uno de los actores de la obra. Al poeta la hora le llegó poco tiempo después, cuando en una

tarde dos sicarios paramilitares le dispararon 13 veces. Insólitamente, a ‘Sibius’ lo fueron a

recoger en el mismo ataúd que había utilizado en el montaje de su obra teatral (Ponte, 2011).

En uno de sus últimos escritos, el gran poeta del hippismo escribió:

Clamor bastardo

No te digo país

lo que me pasa

porque eso

que te importa.

Se nos putió

La madre patria

Violada por su padres

Y ni el putas

La detiene

Porque explota.

Atte: un hijueputa.

La muerte de ‘Sibius’ marcó profundamente a Monroy, quien fue de los más acongojados con

el asesinato de su amigo de toda la vida. Pero tres años después ‘Humo’ siguió el mismo

57

Fragmento de la canción “Cuando me muera” del disco Sol y Luna. Humberto Monroy, 1975.

Page 118: Génesis de Colombia

127

rumbo y murió de un infarto en un hospital de Zipaquirá el 24 de marzo de 1992. Ese día

Monroy empezó a sentirse mal desde por la mañana, con un fuerte dolor en el pecho y vómito

constante, pero como el músico se negaba a los tratamientos médicos convencionales,

demoró su traslado a un centro de salud. Ya que Monroy vivía con su familia en una finca a

las fueras de Tocancipá, su esposa Ángela Patricia Guerrero tuvo que llevarlo caminando

hasta el pueblo. Del hospital de Tocancipá lo remitieron a Zipaquirá, en donde tenía que

esperar hasta el día siguiente para ser trasladado a la Clínica Shaio de Bogotá y poder recibir

la atención adecuada. Monroy agonizaba y la única manera de ser trasladado

inmediatamente a un mejor hospital era con una grande suma de dinero, pero tristemente un

músico de su trayectoria no contaba ni con un seguro médico.

Antes de morir llegó un sacerdote a la habitación de Monroy para confesarlo y darle la unción

de los enfermos. El músico se negó y le dijo al cura que no tenía nada por qué pedir perdón,

que creía en Dios y Cristo pero no era católico, y solo tenía disculpas para su mujer, a la que

dejaba sola con sus tres hijos. Ante el dolor que lo acongojaba antes de morir, los médicos le

inyectaron morfina para calmar su agonía. ‘Humo’ se reía porque estaba ‘viajando’, porque

veía cosas divinas que nadie podía imaginar. Finalmente, a las 11 de la noche, ‘Humo’, a sus

45 años, se fue dentro de un sueño y murió como había vivido, en paz y tranquilidad

(Guerrero, 2011).

Humberto Monroy / Fotografía publicada en la

Revista Cromos del 6 de abril de 1992.

Page 119: Génesis de Colombia

128

Al parecer, Monroy había presentido su muerte tiempo antes de que sucediera. La noche

anterior a su deceso, ‘Humo’ reunió a sus tres hijos y les contó toda su historia como músico,

pasando por la fama del ‘go-go’ y la humildad del hippismo: la época que más lo marcó en

toda su vida (Guerrero, 2011). En un documental que se grabó poco antes de su muerte,

Monroy así lo reafirmó:

“Las personas que hemos venido desarrollando ese trabajo musical sin parar, durante

estos 30 años, estuvimos, estamos y estaremos siempre en esta vocación musical que fue,

en ese momento de los años sesenta, un alumbramiento, una gestación de nuestra propia

vida, un cambio radical en nuestros espíritus, en nuestros mismos cuerpos. Y hoy en día,

mirando hacia atrás como una referencia solamente, porque estamos mirando

permanentemente hacia el futuro, hacia adelante, si tuviéramos que volver a comenzar y a

vivir todos esos momentos maravillosos, lo volveríamos hacer. No habría momento para

la duda, porque para muchos de nosotros fue un encuentro con en el otro ser humano,

con la persona cercana; fue un encuentro con el amor, con la naturaleza, con la esperanza.

Fue un encuentro con la vida y un encuentro con la vida no sucede todos los días así”58.

Luego de Monroy, el siguiente en la lista de ex Génesis muertos fue Édgar Restrepo. El 30 de

abril de 1995, el hombre de la radio y el rock murió atropellado por una camioneta de

mariachis, que curiosamente era la música que menos le gustaba (García, 2011). Justo antes

de morir Restrepo, estaba la idea de revivir la agrupación junto con su hijo César Augusto,

Juan Fernando Echavarría, Betty Vargas y Mario García, todos alguna vez integrantes de

Génesis.

Después de Édgar Restrepo, el siguiente en la lista de fallecidos fue Juan Fernando

Echavarría que murió por razones desconocidas el 22 de agosto de 2002, luego de haber

estado desaparecido durante un mes. Seis años después, un cáncer se llevó a Betty Vargas, su

amor y compañera de viaje. Por tanto, esta historia no pudo contar con el testimonio de 5

personas que fueron determinantes en la trayectoria de Génesis.

58

Humberto Monroy en el documental Paz y Amor, 1991.

Page 120: Génesis de Colombia

129

CONCLUSIONES

Este trabajo buscaba determinar la importancia cultural e histórica de Génesis en el

desarrollo del rock colombiano. Pues bien, su pertinencia es tan grande que es la banda más

recordada y con mayor trascendencia de los primeros 20 años del rock nacional. Primero por

su innovación en lo lírico y musical, pues fue una de las primeras bandas en hacer una música

que respondía a un sentir colombiano de sus integrantes que se cansaron de estar copiando

todo lo que se hacía con el rock en otras partes. Génesis hizo un rock con sello colombiano

propio, fue una banda auténtica y original, que en determinados momentos fue muy

reconocida por su gran labor de hacer un producto híbrido que logró reunir a diversos

públicos, entre ellos a una juventud que fortaleció su sentido de pertenencia por el país

gracias a agrupaciones como esta. Y, en lo histórico, todas las página escritas dan fe de que

Génesis pasó por muchos hitos del desarrollo del rock en Colombia y en muchos casos fue el

mejor ejemplo de situaciones particulares que vivieron muchas otras bandas en general.

No hubo otra banda de rock colombiano en los setenta que, como lo hizo Génesis, haya

podido recibir el reconocimiento de los medios de comunicación, de las disqueras, de sitios

distintos a Bogotá y de un público roquero que se había caracterizado por preferir las

propuestas más fieles al rock anglosajón. Génesis fue tal vez la primera banda de rock que

gozó de fama y prestigio por todo el país mediante una propuesta novedosa, coherente con su

realidad y sus raíces culturales. Lo triste fue que subió muy rápido y bajó de la misma

manera, porque en últimas era el destino al que todo grupo de rock en Colombia está

condenado. No obstante, en especial por la valiente vocación de su líder Humberto Monroy,

Génesis también fue la banda más persistente de la primera etapa del rock nacional, que con

20 años de carrera logró una labor de titanes que se testifica con 7 discos de larga duración.

Cuando las canciones de Génesis que sonaron en la radio dejaron de hacerlo, porque así

sucede en las dinámicas de las emisoras comerciales, el grupo dejó de aparecer en el centro

de atención de la música popular. Para más colmo, las emisoras solo se encargaron de

difundir los temas más románticos y cursis del grupo, que no son malos pero que tal vez no

representan de la mejor manera la esencia de su propuesta. Y ahí también se puede observar

el gran poder de un medio como la radio, que tiene la facultad de imponer el imaginario y el

recuerdo que se tiene de un artista en su sociedad. Entonces, Génesis solo tuvo éxito cuando

a las emisoras y a las disqueras les convenía, cuando tenía canciones que podían ser muy bien

vendidas en el mercado musical.

Page 121: Génesis de Colombia

130

El apoyo de las disqueras y de los medios de comunicación son aspectos vitales en el

sostenimiento de un grupo musical. Génesis lo tuvo en determinados puntos de su carrera.

Desgraciadamente, en nuestro país, nunca ha existido de manera persistente dicho apoyo y

el público roquero tampoco fue capaz de consolidar una escena que fuese constante y

coherente con su evolución. Claro está que en los inicios también ocurrieron muchos otros

factores que en pocas palabras se encargaron de censurar el rock, cuando pasaba por una de

sus etapas más llamativas en la época del hippismo. En general, la historia del rock en el país

es más la historia de una expresión marginal, que cuando ha llegado a tener puntos altos en

su desarrollo, vuelve y se reduce un movimiento minoritario de personas necias que se niegan

a abandonar una manifestación que está en contravía de la idiosincrasia de su país,

predominantemente rumbera. Por esto también, ha habido tantas agrupaciones que se

acaban al poco tiempo de haber creído que de rock iban a vivir.

Dentro de su aporte cultural, Génesis fue la primera banda del país en fusionar melodías

andinas con ritmos roqueros. Su sonido logró mayor identidad por el uso de instrumentos

autóctonos de Colombia y del territorio latinoamericano, que jamás se creyó que podían ser

tocados por jóvenes melenudos y roqueros. Ese fue su triunfo. Así mismo, la banda

desempolvó y le dio nueva vida a varias canciones tradicionales del folclor del país y del

continente, que se reinterpretaron con un estilo más juvenil y fresco. Génesis puso a bailar a

miles de hippies “La cumbia cienaguera” o a cantar fuertemente “La vasija de barro”,

canciones tan folclóricas que increíblemente también hacen parte del repertorio del rock

colombiano gracias a la labor de rescate cultural de bandas como Génesis. Y otra

consecuencia más del olvido y la marginalidad del rock en nuestro país, es que no se le ha

dado el reconocimiento de pioneros en la fusión de ritmos a grupos que se atrevieron a

hacerlo, y lo hicieron bien, 40 años atrás; en cambio, se cree que muchos grupos actuales son

los únicos abanderados de este tipo de propuestas musicales, todo por unos medios de

comunicación y un público amnésicos.

Por tanto, otra importancia de esta investigación fue que rescató una memoria en continuo

debilitamiento. En 1992, la agrupación cumplió 20 años de existencia y Humberto Monroy

llevaba 30 años de carrera, tiempos suficientes para que se hubiera hecho algún documento

de registro histórico, pero nada superó los recuentos generales. 20 años después de 1992 hice

este trabajo tal vez con ese principal propósito de construir la historia olvidada y relegada del

rock colombiano, por medio de una agrupación que es un hito dentro de un proceso que ha

sido intermitente a lo largo del tiempo y la mayoría de veces excluido de las producciones

culturales de mayor importancia en el país. Entonces, por más que mi historia no haya sido

fiel en un 100% por la ausencia obligada de algunas fuentes, sí logré plasmar una serie de

Page 122: Génesis de Colombia

131

experiencias, hechos y personajes que a mi parecer tuvieron relevancia en la cultura y

sociedad colombiana, por más que el imaginario y la historia oficial digan lo contrario.

Génesis no fue una banda pequeña, no se quedó en el garaje o en el disco único, claro que no;

hizo mucho más que eso y con su obra aportó desde lo lírico y lo musical.

En las letras, el profundo amor al campo por parte de su compositor principal es un aspecto

que permite inferir que el marcado componente campesino de este país es tan profundo que

puede determinar toda la vida de un artista. Monroy amaba la vida en el campo, desde ahí

prácticamente compuso casi todas sus canciones, y en ese sentido también hubo un

compromiso con el medio ambiente y las bondades naturales de nuestro país. Por otro lado,

la influencia hippie dentro de los integrantes de Génesis fue otro aspecto que los motivó a

tratar letras con un sentido social, con una mirada crítica de la realidad y una fuerte

preocupación por los grupos minoritarios del país. Por más que hubo muchas letras de amor

en Génesis, sí fue una banda que tenía un mensaje para dar a conocer, aunque con la

característica que en ningún momento se convirtió en un tema reiterativo.

A pesar de que la importancia de Génesis es muy grande en el desarrollo del rock

colombiano, a decir verdad es un aspecto que solo puede ser valorado si se conoce con cierta

propiedad todo lo que sucedió muchos años atrás con la llegada del rock a nuestro país y la

evolución de todas las bandas pioneras. Es decir, mientras el rock colombiano siga siendo un

tema irrelevante para la inmensa mayoría del país o, peor aún, continúe siendo un tema de

poco interés y recordación para los seguidores del género en Colombia, pues entonces una

banda como Génesis pasa al terreno de la ‘importancia invisible’, como consecuencia de un

movimiento roquero que nunca ha sido estable, fuerte y consolidado, y mucho menos

coherente con su historia.

Muestra de lo anterior es el mayor interés que desde otros países se le otorga a los

precursores del rock nacional. Bandas como Los Yetis, Los Flippers y Génesis han recibido

reediciones de sus trabajos por parte de sellos musicales extranjeros que tienen un fuerte

poder en el mercado mundial de coleccionistas y cultores de los sonidos roqueros de épocas

pasadas. Por ejemplo, el sello español Guerssen ya ha reeditado dos discos de Génesis en

vinilo y en compact disc, que son Génesis de 1974 y Yakta Mama de 1975. Este es otro

aspecto que corrobora que en el país se ha hecho rock de calidad, que se puede mostrar en

otras partes, pero que lastimosamente no cuenta con el reconocimiento y el apoyo necesario

en la propia tierra en la que fue originado. Y lo más chistosos de todo es que las disquerías y

los medios de comunicación en Colombia les siguen apostando mayoritariamente a los

artistas foráneos.

Page 123: Génesis de Colombia

132

Es frustrante para un roquero colombiano saber que en países latinoamericanos como

Argentina, Chile o últimamente Perú, la escena musical nos supera en grandes magnitudes.

En Argentina, sobre todo, el rock es casi una parte de su misma identidad cultural y ha

logrado consolidar ídolos musicales que confirman el compromiso de su público con su

propia historia. Esto no ha sucedido en Colombia y quizás tampoco sucederá. No porque

tengamos bandas malas, sino porque simplemente en ningún momento se ratificó un

movimiento estable que contara con los medios de difusión y sostenimiento más un público

mayoritario que no hubiese dejado ‘morir’ a sus representantes.

Este trabajo está enfocado principalmente a los amantes del rock en Colombia. Así como en

el país hay bandas que se limitan a hacer un típico rock anglosajón y hasta cantan en inglés,

también existen agrupaciones que se la juegan por un sonido más coherente con su cultura

por medio de dicha expresión cultural. Lo mismo sucede con los fans, y me atrevería a decir

que en Colombia son más los roqueros que se preocupan por lo de afuera que por lo nuestro.

Si esto sucede en la actualidad, mucho peor es la situación con la historia de nuestro rock. Yo

creo que todo roquero en cualquier lugar del mundo tiene que estar al tanto de lo que se hace

y se ha hecho en su propio territorio, por el solo hecho que así es más probable que se

consolide una escena alrededor del movimiento y que a la vez permita integrarse de manera

efectiva con lo que sucede en otros países, tal y como sucede en Argentina, en donde los

grupos locales no le envidian nada a los extranjeros en asistencia a conciertos, difusión y

consumo.

Ante tales circunstancias y creyendo que nunca es tarde para recordar, este trabajo es de gran

interés para quienes desean saber sobre el movimiento del rock en Colombia desde sus

primeros años, también para quitar cierto imaginario que todo empezó en los ochenta o en

los noventa. Y no solo se trata de reivindicar una historia particular, pues sería más

gratificante si un trabajo como este se convierte en un ejemplo para no repetir lo que se

contó, es decir, que no vuelva a haber agrupaciones que tengan su cuarto de hora y luego sean

olvidadas, que esto sirva para consolidar escenas musicales alternativas, aun así no sean de

rock. Entonces, considero también que todas las personas interesadas en la música y la

cultura colombiana, encontrarán en la historia de Génesis un buen ejemplo de las dinámicas

y procesos de producción musical en el periodo desarrollado por la investigación.

Sin demeritar los otros géneros musicales que más se consumen y se viven el país, es muy

injusto que la obra de personas como Humberto Monroy se encuentre más en el olvido que

en el recuerdo. Por el solo hecho de no hacer música bailable, muchos artistas han quedado

Page 124: Génesis de Colombia

133

relegados en su aporte por construir identidades desde distintos puntos de vista, en los que el

rock puede aportar de manera determinante en las significaciones de la juventud. Génesis no

tenía nada que envidiarles a otros artistas de larga trayectoria que han sonado y seguirán

sonando por todas partes, de los que continuamente se hacen homenajes y hasta telenovelas.

En resumen, no hay un buen equilibrio entre todas las manifestaciones musicales que se

gestan en el país, puesto que prima un profundo interés cultural y económico por alumbrar

todo aquello que va más acorde con los gustos del público y su tradición, o simplemente se

responde a la mediocridad y el facilismo de lo que imponen las disqueras y los medios de

comunicación.

En la historia de Génesis queda una enseñanza de vida por parte de Humberto Monroy y los

demás compañeros que pudieron compartir ese espíritu de perseverancia y pasión por la

música, que en ningún momento estaba regulado por aspectos económicos. Lo de Monroy es

de aplaudir puesto que en ningún momento abandonó su vocación musical en un contexto en

el que había pocas posibilidades de sostenerse, más aun viviendo difíciles situaciones de

pobreza con su familia. Fuera de que su música guste o no, Humberto Monroy era un

compositor nato, que sin exagerar podía escribir una letra e inventar una melodía en una sola

tarde. Por eso también, muchas de sus canciones se quedaron en el papel sin otra

oportunidad para ser escuchadas desde su distinguible canto. Monroy fue un trabajador

incansable de la música, pero que muy tristemente murió en el abandono y la pobreza,

cuando se fue un notable artista colombiano de 30 años de trayectoria que no contaba con el

dinero suficiente para pagar una ambulancia que lo salvara de su fallecimiento. Donde quiera

que esté Humberto Monroy, este fue un homenaje para su alma que sobrevive en sus

canciones.

Por último, no sobra invitar a todos los interesados en el tema a seguir trabajando en la

construcción de la historia del rock colombiano. No solo desde la narración de experiencias,

sino también en la recuperación y difusión de materiales fotográficos, sonoros y

audiovisuales que permitan seguir estructurando todo el desarrollo de esta música en nuestro

país. Los medios de comunicación comerciales también están a tiempo de reivindicar un

legado desconocido para la mayoría de los colombianos, un legado que sin duda es

enriquecedor en muchos aspectos. Si trabajos de este tipo siguen realizándose y sobre todo se

difunden, las cosas se facilitarán para que la memoria del rock colombiano sea más fuerte,

completa y fiel a su verdadera historia. Por mi parte, existe el compromiso de compartir

todos los conocimientos que adquirí a lo largo de esta investigación, y creo que mi trabajo

aún no ha terminado, que todavía quedan cosas por saber y contar en la gran historia del

grupo Génesis de Colombia.

Page 125: Génesis de Colombia

134

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ANEXOS

Adjunto a este trabajo de grado, presento un disco con la selección de las canciones que, a mi

parecer, mejor explican la evolución musical de Génesis y de Humberto Monroy a lo largo de

su carrera. La música es solo para apreciarla; no para distribuirla o negociarla.

No. Canción Intérprete Compositor Álbum

1 “El golpe del pájaro" Los Speakers Trashmen The Speakers (1964)

2 “Tendrás mi amor” Los Speakers

Humberto

Monroy/Rodrigo

García

The Speakers

(1964)

3 “Un hombre triste” Los Speakers Humberto Monroy The Speakers IV

(1968)

4 “Si la guerra es un buen

negocio, invierte a tus hijos” Los Speakers Humberto Monroy

The Speakers en el

Maravilloso Mundo

de Ingesón (1968)

5 “Mamá” Génesis Federico Taborda,

‘Sibius’

Gene-sis A-Dios

(1972)

6 “Sigue tu camino” Génesis Humberto Monroy Gene-sis A-Dios

(1972)

7 “Cumbia Cienaguera” Génesis Andrés Paz Barros Génesis (1974)

8 “Sueñas quieres dices” Génesis Humberto Monroy Génesis (1974)

9 “Don Simón” Génesis Humberto Monroy Génesis (1974)

10 “Cómo decirte cuánto te

amo” Génesis Cat Stevens Génesis (1974)

11 “Tú y tus frutos” Génesis Juan Fernando

Echavarría Yakta Mama (1975)

12 “Plena como la luna llena” Génesis Humberto Monroy Yakta Mama (1975)

13 “Qué Sientes?” Génesis Humberto Monroy Yakta Mama (1975)

14 “El Indio llora” Génesis Humberto Monroy Yakta Mama (1975)

15 “Cuando me muera” Humberto Monrroy Humberto Monroy Sol y Luna (1975)

Page 134: Génesis de Colombia

143

16 “Amor indio” Génesis Humberto Monroy Reuniom (1978)

17 “Taminaca” Génesis Humberto Monroy Reuniom (1978)

18 “Anocheció a la mitad del

día” Génesis Ernesto Cardenal Reuniom (1978)

19 “Tú” Génesis

Humberto

Monroy/Claudia

Guerrero

Paso de Los Andes

(1981)

20 “La Guaneña” Génesis Tradicional Paso de Los Andes

(1981)

21 “Canción de Pocho” Génesis Alfonso Chacón En un planeta

lejano (1982)

22 “El planeta lejano” Génesis Humberto Monroy En un planeta

lejano (1982)

23 “Me gusta el campo” Génesis Humberto Monroy En un planeta

lejano (1982)

24 “Fuiste un tonto” Maíz Humberto Monroy Maíz (1984)

25 “Cazador de elefantes” Génesis Ernesto Cardenal/

Humberto Monroy

Absolutamente

normal (1987)

26 “No te enamores de mí” Génesis Humberto Monroy Absolutamente

normal (1987)