gritos tras las rejas. amor punto final - faes

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La sociedad ha levantado gruesas paredes, altas torres inaccesibles, tristes y oscuras cárceles para encerrar el cuerpo, pero no ha conseguido todavía ha- cer lo mismo con el espíritu. El Quijote, sin ir más lejos, fue engendrado en prisión, como el propio Cervantes nos recuerda en los preliminares de su no- vela. En prisión compuso Boecio De consolatione philosophiae. Y es que la historia de la literatura es pródiga en ejemplos de obras maestras escritas en la cárcel. Platón hubiera dicho que toda obra de arte se concibe en cauti- vidad, puesto que el alma vive encarcelada en la prisión del cuerpo desde el momento de nacer, y sólo la muerte rompe las cadenas de semejante encierro. Pero desde Aristóteles no es tan fácil distinguir dónde termina el cuerpo y dónde empieza el espíritu, de modo que los presos sensu stricto son «cuerpos animados» a los que la autoridad establecida ha encerrado en la cárcel por quebrantar alguna norma o, simplemente, por disidir de la común doctrina, creencia o conducta, que eso basta para conocer la prisión. Por otra parte, la cárcel es una metáfora muy antigua para designar el amor. En nuestra narrativa sentimental de la segunda mitad del siglo XV se da de una forma muy clara esa identificación: desde la Cárcel de amor de Diego de San Pedro al Siervo libre de amor de Juan Rodríguez del Padrón. El amor es, pues, una cárcel, pero también, como quiso André Breton, la posibilidad de olvidarse del cautiverio y mitigar las asperezas de la prisión; en ese sentido hay que entender al autor de Nadja cuando nos ha- bla de los ojos de su amada como agua para beber en la cárcel («tes yeux d’eau pour boire en prison»). Otras veces, la prisión física y real adquiere un sentido metafísico, como ocurre con las soberbias Carceri del grabador dieciochesco Giovanni GRITOS TRAS LAS REJAS. AMOR PUNTO FINAL Selección y nota preliminar de Luis Alberto de Cuenca RAÚL RIVERO Raúl Rivero es poeta y periodista independiente cubano. ENERO / MARZO 2005 193

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Page 1: GRITOS TRAS LAS REJAS. AMOR PUNTO FINAL - Faes

La sociedad ha levantado gruesas paredes, altas torres inaccesibles, tristesy oscuras cárceles para encerrar el cuerpo, pero no ha conseguido todavía ha-cer lo mismo con el espíritu. El Quijote, sin ir más lejos, fue engendrado enprisión, como el propio Cervantes nos recuerda en los preliminares de su no-vela. En prisión compuso Boecio De consolatione philosophiae. Y es quela historia de la literatura es pródiga en ejemplos de obras maestras escritasen la cárcel. Platón hubiera dicho que toda obra de arte se concibe en cauti-vidad, puesto que el alma vive encarcelada en la prisión del cuerpo desde elmomento de nacer, y sólo la muerte rompe las cadenas de semejante encierro.Pero desde Aristóteles no es tan fácil distinguir dónde termina el cuerpo ydónde empieza el espíritu, de modo que los presos sensu stricto son «cuerposanimados» a los que la autoridad establecida ha encerrado en la cárcel porquebrantar alguna norma o, simplemente, por disidir de la común doctrina,creencia o conducta, que eso basta para conocer la prisión.

Por otra parte, la cárcel es una metáfora muy antigua para designar elamor. En nuestra narrativa sentimental de la segunda mitad del siglo XV seda de una forma muy clara esa identificación: desde la Cárcel de amor deDiego de San Pedro al Siervo libre de amor de Juan Rodríguez delPadrón. El amor es, pues, una cárcel, pero también, como quiso AndréBreton, la posibilidad de olvidarse del cautiverio y mitigar las asperezas dela prisión; en ese sentido hay que entender al autor de Nadja cuando nos ha-bla de los ojos de su amada como agua para beber en la cárcel («tes yeuxd’eau pour boire en prison»).

Otras veces, la prisión física y real adquiere un sentido metafísico, comoocurre con las soberbias Carceri del grabador dieciochesco Giovanni

GRITOS TRAS LAS REJAS.AMOR PUNTO FINALSelección y nota preliminar de Luis Alberto de Cuenca

RAÚL RIVERO

Raúl Rivero es poeta y periodista independiente cubano.

ENERO / MARZO 2005 193

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Battista Piranesi. Metafísico es también el enigmático poema de GarciSánchez de Badajoz sobre las dos prisiones que atenazan su espíritu, aquelque termina: «Ya no espero, triste, no, / verme libre cual nací, / que aunqueme suelten a mí / no puedo soltarme yo». Pues de la cárcel interior, de la quecada hombre se fabrica con su cadena predilecta, no es posible salir. Pero esoes otra historia.

El artista —el poeta— es libre por naturaleza. Y lo es, también, su canto,pese a la cárcel que lo circunda. De alguna forma el mundo es una cárcel. Yel escritor tiene la llave que abre la puerta de la celda: la llave del arte, lallave de la libertad del espíritu.

A continuación ofrezco algunas muestras de esa libertad, compuestas enla cárcel por Raúl Rivero, uno de los mejores poetas cubanos actuales. Riverohizo llegar a través de su esposa una colección de veinticinco poemas a JoséMaría Aznar. Los poemas habían sido compuestos entre el verano de 2003y la primavera de 2004, como el propio Raúl anota al pie de cada pieza(por más que dos de ellas no aparezcan fechadas). He elegido, siguiendo elúnico criterio del gusto personal, doce poemas de esos veinticinco, cerrando miantología con una de las piezas sin referencia temporal, cuyo verso final re-sulta muy ilustrativo de los padecimientos de Rivero.

LUIS ALBERTO DE CUENCA

Cuadernos de pensamiento político

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REMEDIO

La noche es una mancha casi eterna.

Yo distribuyo todala soledad del mundo.

Me salvoporque hago un cisne de sombra en la paredy le cuento la vida de Rubén Darío.En seguida el poeta nos regalaun alba de oro.

Verano 2003

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Cuadernos de pensamiento político

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PAÑUELO PARA NADIE

Llora tú, que aprendiste a tocar el clavicordioy descubriste el mal del que voy a vivir.Sufre esta otra grávida soledad:quedarte sin el único hombreque pensaba en ti todos los días.

Llora, llora hoy esa viudez de hielo,porque ya no volverás joven, con olor a colonia,a vivir en la provincia que fundépara administrar tu recuerdo.

Llora en privado,como si no supieras por qué llorashasta que recibaseste pañuelo blanco.

Verano 2003

Cuadernos de pensamiento político

196 GRITOS TRAS LAS REJAS / RAÚL RIVERO

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¿NADA?

Donde moraba yo,otoñal y en harapos,y digo que morabaporque sentí que vivíacomo nunca allá adentro.

Donde yo residía,tembloroso y sutil,y era reconocidopor las articulacionesy las venas,y por el aireque viajaba de ida y vueltaa tus pulmones.

Allí, en tu circulación,y allá, en tus pensamientosque ahora alojanotro huésped,¿no queda ni un dolorni unas cenizas?

Verano 2003

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Cuadernos de pensamiento político

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ESTACIONES

Amanecí confuso—noviembre, nubes grises.

invierno en la terraza—,quería hacerte felizmás que el primer día—abril, suave llovizna,

primavera en La Habana—.

Así es que hice señalesdesde el techoy le dije a un relámpago:yo amo a esta mujery necesito consagrarmea su felicidad.

El relámpago siguió deslumbrantesu camino de luzy pasó el mensaje.

Me fui esa mañana de la casa,y sé que ha sidouno de los días más felices de tu vida.

Verano 2003

Cuadernos de pensamiento político

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AUTÓGRAFO PARA BLANQUI

Cuando sueñes con él,no me lo cuentes.Déjame en la inocenciade creerme el niñoque recibía tus cartas.

Abandóname en la músicay en el tinterode la boda municipalque cambió tu fraganciay me hizo un forasteropara la fantasíay el cálizy los escorpiones.

Cuando alguien aparezcaen tus sueños como un príncipe,ponle mi cara.¡Niégalo!Favoréceme con la historiacomo si fuera mía.

El amor no dirige los sueños—ellos son nuestra locura diaria—,pero necesita restauraciones,teatralidad, renuncias,para que la vigilia no pierdael sacramento de la neblina.

Verano 2003

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Cuadernos de pensamiento político

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MEMORIAS DE MI ESTATUA

Nereyda Santos no me conoce.En la misma avenidadonde juró hace añosque ella era mi amor deliberado,me deja con la mano en el aire,revisa el botín de su cartera,se pone lentes negrosy pasa junto al hombre invisible,roza la estatua míade arena y desconciertoy sigue su camino.

Nery no me conoce,no se da cuentade que soy yo quien le tiende la mano,y siento su airecillo perfumado,y miro el pequeño bosque clarode su pelo.No me identifica,no se acuerda del que lloró con ellacuatro muertes y cuarenta y dos reconciliaciones.

No me asociacon el sonámbuloque le llevaba sus pastillas a la almohaday le mostraba las semillas de la sed.

Cuadernos de pensamiento político

200 GRITOS TRAS LAS REJAS / RAÚL RIVERO

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No se acuerda de mí,que organicé tres viajes secretospara que ella pagara sus promesasa la Virgen del Cobre.A mí, fotógrafo exclusivode la Nery Corporation Flash,autor de su famosa fotodormida en el fogón de una herrería.

Cómo he cambiado,qué marcas me ha dejado la vida,o qué amnesia la de Nery Santos,que le hace dejarhecho una estatua(la mano extendida hacia la nada)a alguien que la quiso tantono hace mucho,alguna vez.

Septiembre 2003

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Cuadernos de pensamiento político

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AMOR PUNTO FINAL

Para este poema no había lápices,ritmos ni hojas blancas.

Es una especie rara que ya nadie esperaba.

Éstos son peligrosos,porque bajo la mansedumbreque los levantatrabajan los presagios,se esconde la sabiduríaque tiene un sitio para las joyasy una liturgia para los escorpiones.

¡Ah, poema con minasen todos tus acentos!

Versos que yo no esperaba,pero estaban ahí,a la espera de las fragilidadesy el laberinto de la línea recta.

El nevado poema castellanoque pudo ser un madrigaly se abre como una madrigueradonde vengo a enterrar el amor.

10 Noviembre 2003

Cuadernos de pensamiento político

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CARTA NÚMERO TRES

Recíbeme tú,que nada quieres y nada necesitas,tú, el extraviadopolvo de amorsin aposento.

Recíbeme tú,ignorado y sin flores, sombra que no tieneuna plegaria que justifique su inocencia.

Tú, recíbeme tú, Padre míoque estás en mi alma.

23 Noviembre 2003

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Cuadernos de pensamiento político

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VIDA DE PERRO

Yo fui un perro felizque amaba como un perroa una adivina.

Le fui fiel, le llevabalas cartas a la mesay le escondía la lámparadonde veía el futuro.

Me echaba a dormitarsobre sus pies,lamía sus manos blancas,que teníansabor a santidady a magia negra.

Le regalé una casapequeña, pero propia;le curé las heridasque le hizo un borrachocuando ella le predijoel porvenir.

Le compré blusas,sedas, redecillas,un turbante violetahecho por un hermafroditade Bombay.

Le cedí mi cama finlandesa,y yo dormía en un sacode harina nacional.

Cuadernos de pensamiento político

204 GRITOS TRAS LAS REJAS / RAÚL RIVERO

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Así es, yo la quería,aullaba de amory no ladraba.

Ella debió ver algoterrible en mi futuro,porque en noviembreme quitó el collardonde colgaba(junto a la foto de ella)la llave de la casa,y me espantó.

Desde ese díasoy este vagabundosucio, desamparado,que gruñe cuando pasauna mujer.

Aunque de noche duermaen una alcantarilla,soñando que dormitosilencioso a sus pies.

Febrero 2004

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CARTA (A) BLANCA

Quiero saber si la distancia puedeempañar el relieve cristalinode esta labrada sustancia del amorque yo siento por todas las que has sido.

No es el vidrio lo que le da altura,ni la cumbre siquiera: es el tumultode sombras y de vidas, huracanesque, desde un limbo, descubrimos juntos.

Quiero saber si, cuando dudo, muereo si se eclipsan sus incandescencias.Saber si se nos quiebra o se mutila,si con el paso de este tiempo tiembla.

¿Que es mortal? Está bien, ya lo sabía:lo ha fundado un mortal. Sólo hace faltaque permanezca dúctil, invencible,mientras que uno de nosotros viva.

Prisión de CanaletaFebrero 2004

Cuadernos de pensamiento político

206 GRITOS TRAS LAS REJAS / RAÚL RIVERO

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MALA MENTE

Amé a mujeres buenas, cariñosas,mujeres esenciales y accesibles,espíritus y almas transparentes,manos y vidas limpias, sin abismos.

Bellas señoras graves que pasaron,y yo pasé por ellas, como un río.

Pero a ti te amé más porque eres mala,y la maldad produce emoción puraque permanece, canta, duele y quema.

Marzo-Abril 2004

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Cuadernos de pensamiento político

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POEMA PARA LOCALIZARME

Escríbeme una nota que me habledel azar, de tu cara, y de las venas,una nota de duelo, de regresodesde las catedrales de las penas.

Que diga confusión y firmamento,indemne, encadenada y presunción.

Un manuscrito que he esperado siempre,una escaleta de arrepentimiento,un dolor que me toque y que me asalte.Un llanto relativo que me empañelos ojos tristes y los espejuelos.

Una reseña del amor perdido,la crónica letal de esos que fuimos,las palabras finales con el mapa(la cruz de tinta que señala el sitio)donde abriste la tumba en la que vivo.

Cuadernos de pensamiento político

208 GRITOS TRAS LAS REJAS / RAÚL RIVERO

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RESEÑASRESEÑAS

«Esto no le va a gustar a todo el mundo».Así reza la frase que llama inmediata-mente la atención del lector desde lacontraportada del libro. Y, cuando unocomienza la lectura y ve que la frase noexageraba, se alegra. El lector se alegraporque ya estaba aburrido de leer siem-pre banalidades políticamente correc-tas, ocurrencias vacuas y comentariosde clase de párvulos. El lector de verdadestá harto de oír siempre la misma canti-lena, diseñada para adormecer las con-ciencias bajo diversos disfraces. Poreso es una alegría tener entre las manosun libro como éste. Un libro provocadoren el mejor sentido de la palabra. Unlibro que nos hace replantearnos lasaparentes evidencias del mundo actual.Un libro que hace pensar.Denis Jeambar nos abre una nueva ruta,apartada del marasmo propagandísticoque nos rodea, y nos muestra el verda-dero rostro de la situación políticaactual. Y lo hace amparándose en dospilares fundamentales: la lucidez y la

sinceridad. Lucidez para no dejarsellevar por las opiniones generalizadas,que toman su fuerza de la repeticiónirreflexiva, y para poder analizar sere-namente la realidad. Sinceridad parahuir del chauvinismo y afrontar unoshechos que llevan a una autocrítica tandolorosa como necesaria para que Fran-cia pueda salir del atolladero en que seencuentra.Desde su propio título, Les dictateurs àpenser critica las enfermedades de lapolítica francesa actual. Entre ellasdestaca el hecho de que la clase polí-tica –ya muy profesionalizada, y sólopreocupada por mantener su posición–ha dejado las riendas de su actuaciónen manos de los falsos expertos, lospolitólogos a la violeta y los comunica-dores endiosados. Así, se ha llegado auna democracia de la emoción, en laque no cuenta la verdad sino la aparien-cia. La estadística prevalece sobre larazón, el gregarismo sobre las ideas, yel impacto mediático sobre la valoración

Los dictadores del pensamientoLUIS VALVERDE

Cuadernos de pensamiento político

DENIS JEAMBARLes dictateurs à penserÉditions du Seuil, París, 2004.

2Reseña2 18/1/05 17:30 Página 209

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real de los hechos. Las grandes pala-bras esconden mezquinos interesesparticulares, y los votantes se dejanembaucar por charlatanes que adulansu oído. Todos –políticos, intelectuales,periodistas– se entregan a un juegovacío, a un carrusel sin sentido en el quesólo importa el movimiento constante:un movimiento que sólo lleva al inmovi-lismo más acentuado y a que cada unode los actores conserve sus prebendasy su parcela de poder.Frente a este tiovivo asentado en lademagogia más absoluta, Denis Jeam-bar opone su memoria y su sentidocomún. Una memoria que le permiterecordar situaciones previas y denun-ciar las incoherencias de los nuevosgurús del pensamiento. Un sentidocomún que no se deja arrastrar por lasfalacias del verdadero «pensamientoúnico» que recorre Europa: el de unprogresismo trasnochado e incongruen-te, un seudoprogresismo endogámicoque sólo engendra hijos autistas.¿Cómo no va a levantar ampollas estelibro dentro de la autosuficiente Francia,si ataca a todos los mandarines delpoder y de la información, si tira unapiedra que agita las plácidas aguas dela demagogia? Denis Jeambar se gran-jeará muchos enemigos con esta obra.Pero es un precio pequeño si consigueque la gente reaccione y haga algo porsalir del punto muerto en que se en-cuentra la Francia del siglo XXI. UnaFrancia anclada aún en la grandeurprevia a la descolonización y la SegundaGuerra Mundial, y que se sigue contem-plando, como la madrastra de Blanca-nieves, en su complaciente espejo de

guardiana universal de la Cultura, laIlustración y los Derechos Humanos.Jeambar hace un profundo y sutil repasoa los problemas y las carencias que seesconden en Francia detrás de la gran-dilocuencia de los dictadores del pensa-miento, de los maestrillos de la políticaque engatusan a la audiencia con sustrucos de prestidigitación. Así, vistos ala luz de la razón, comprobamos que laexcepción cultural no es más que unabúsqueda de la subvención, basada enun inmovilismo cultural de casta; que elaffaire Battisti es un resabio antidemo-crático de la izquierda para la cual el finjustifica los medios; que el antiamerica-nismo francés en la Guerra de Irak esparte del doble juego de una potenciavenida a menos que intenta por todos losmedios recuperar su antiguo estatusinternacional; que el linchamiento deAznar proviene del odio y la envidia anteun político que ha sabido hacer bien lascosas por su país mientras la casta polí-tica francesa lleva a Francia a la derivahace treinta años. Y vemos, también, queno habrá arreglo en Francia mientras lasituación siga en manos del círculovicioso formado por politólogos, comu-nicadores y realizadores de sondeos.¿Y sólo en Francia ocurre esto? Jeam-bar habla de lo que conoce, de su propiopaís. Pero su lúcido análisis se puedeextender fácilmente a nuestra realidadespañola. Los males que él señala enFrancia –demagogia, manipulación delos medios, apatía y molicie generales,democracia de la emoción basada en ladictadura de lo efímero...– también seencuentran en España. Cada día vemosmás señales de que aquí, como en el

Cuadernos de pensamiento político

RESEÑAS

210 RESEÑAS

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país vecino, los políticos se preocupansólo de mantener su puesto. El esfuerzose centra en conseguir el voto ahora, yno se piensa en el legado que se va adejar a las generaciones futuras.Les dictateurs à penser es un revulsivofrente al pensamiento único de laseudoprogresía, y frente a la inanidadde la corrección política que acaparalos debates actuales. Todo un reconsti-tuyente para el pensamiento libre,escrito, además, con la clara y amenaprosa de un periodista avezado –DenisJeambar es jefe de redacción de L’Ex-press–, que también tiene en su habervarias novelas. Un libro valiente, que seatreve a ir más allá de la superficie y nosda las claves del juego político actual.Un libro que no hay que perderse.

DIEGO VALVERDE VILLENA

La lección deun inglésVALENTÍ PUIG Por un futuro imperfecto. Los retospolíticos en el umbral del siglo XXI.Ed. Destino. Colección Imago Mundi.

No es habitual que un autor confiesehaberse quedado a medias en un tra-bajo, o admita compartir con los demásun conocimiento parcial del mundo. Ymenos aún si este autor se ha caracte-rizado siempre por predicar la excelen-cia, por situar el esfuerzo y el rigor en

el epicentro de cualquier actividad hu-mana, ya sea manual, ya intelectual. Ano ser que lo haga por falsa modestia ycuente, en definitiva, con que el lectorsabrá dar la vuelta a sus palabras yentender justo lo contrario de lo queexpresan. No es este el caso de ValentíPuig. Cuando en el prólogo a Por unfuturo imperfecto Puig define su propiaobra como «un repaso incompleto de loque sabemos fragmentariamente sobreel paso del siglo XX al XXI», a nadie en-gaña. Y no sólo porque en esto consiste,precisamente, el ensayo que EdicionesDestino acaba de publicar, sino, sobretodo, porque no existe en esta materiaotra actitud razonable desde un puntode vista epistemológico. La asunción dela imperfección, de la no compleción, dela fragmentariedad, se convierte –deforma paradójica, por cuanto se oponea los principios mismos del conoci-miento científico– en el único medio deabrirse camino hacia la verdad. Segu-ramente porque sólo cuando uno tieneasumido que la razón –el rasgo distin-tivo, al fin y a la postre, de la humani-dad– es un territorio limitado, se halla encondiciones de sacar el máximo partidoa lo que estos límites encierran.

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RESEÑAS

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Toda la obra ensayística de Puig, desdesu primer dietario, Bosc endins –recu-perado hace un par de años, junto aMatèria obscura, en Porta incògnita–,hasta L’os de Couvier, su disecciónreciente de una cultura catalana huér-fana de magisterios y profundamentedesnortada, constituye una vasta refle-xión sobre la condición humana, unareflexión sujeta en todo momento a unamisma divisa: la de no engañarse, nisobre el mundo en que uno vive ni sobrela presencia de uno en este mundo. Loque equivale, de paso –y no es poco–,a no engañar al lector. Pero, de estecontinuum, tal vez sea El hombre delabrigo la pieza más significativa, porquees allí, a mi juicio, donde mejor se acuer-dan la divisa y el punto de mira escogido–el pensamiento de Josep Pla, en estecaso–. Para Puig, siguiendo a Pla, estesiglo que Zbigniew Brzezinski ha califi-cado de «siglo de la megamuerte» ycuyo telón cayó con el Muro de Berlín,ha sido sin duda alguna el peor de todos.Basta ver el balance: 175 millones demuertos por razones ideológicas. Estasrazones, obviamente, eran en gran partelas utopías que la humanidad había idoalimentando desde los tiempos de laIlustración y el Romanticismo, y que estesiglo maldito, sirviéndose de los avan-ces obtenidos por la ciencia y la técnicaen la centuria anterior, había pretendidoconvertir a sangre y fuego en realidad.De ahí –señalaba Puig en su ensayo–que aquel hombre del abrigo, en lascerca de treinta mil páginas de su obracompleta, advirtiera repetidamente asus lectores de que no hay grandessoluciones a los grandes problemas, de

que el bien y el mal son consustancia-les a la especie y a su propia evolución.Y de ahí también que no abrigara otraesperanza con respecto a esta especieque la de su estricta supervivencia. Enel mejor de los casos, se entiende.Este es, pues, el precedente más nítidode Por un futuro imperfecto. Con la dife-rencia de que el propósito de Puig, eneste ensayo, ya no es la interpretacióndel pasado a partir del pensamiento deuno de sus autores de cabecera, sinoel análisis del presente y su posibleproyección hacia el futuro. Dos hechosmarcan este presente: por un lado, lacaída del Muro y la liquidación definitivadel espejismo socialista; por otro, elatentado del 11 de septiembre de 2001contra las Torres Gemelas y la apariciónde una nueva modalidad de terrorismo.Entre una y otra fecha median doceaños. Un largo tránsito entre siglos, unatierra de nadie durante la cual el mundose ha ido adaptando a una nueva reali-dad, caracterizada por la ausencia debloques y por la libre circulación, aescala global, de bienes y personas. Y,en especial, por el triunfo de lo que elautor denomina, con gran acierto, «laconexión intrínseca entre propiedad ylibertad». Ahora, cuando han transcu-rrido casi tres años desde la segunda deaquellas fechas –Puig da por concluidosu ensayo a inicios de junio de 2004–, lasprincipales consecuencias de este trán-sito son ya visibles y difícilmente eludi-bles de cara al futuro.La obra no establece prelación ningunaentre los factores que van a concurriren la formación de este futuro. Una vezsentado que no hay otra brújula para

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navegar que la asunción de la imper-fección como algo consustancial a laespecie, el resto de los factores se vanentrelazando en la exposición, hastallegar al último de los capítulos, en que,mediante cien apotegmas, el autor com-pendia todo su pensamiento. A grandesrasgos, estos son los principales desa-fíos a los que habrá, según él, que hacerfrente. En primer lugar, el reconoci-miento de la victoria de Occidente, esdecir, de los valores acuñados durantesiglos en la vieja Europa y llevados a sumáxima expresión por Estados Unidos,sobre todo después de la Segunda Gue-rra Mundial. Por eso resulta en todopunto necesario reforzar los lazos atlán-ticos, encarnados por la OTAN –a la queVáclav Havel ha definido como unaalianza «moral» por lo que supone dedefensa de las libertades y preservaciónde una cultura común–, y luchar contrael tumor del antiamericanismo, muyextendido entre los intelectuales de lospaíses del sur de Europa –España, Fran-cia, Italia–, donde el comunismo tuvocierta implantación cuando la guerrafría. Por eso, y porque no tiene ningúnsentido perder el tiempo inútilmente.Como sostiene Puig, si los factores quepermiten calificar a una potencia comoglobal son cuatro –el militar, el econó-mico, el tecnológico y el cultural–, nohay duda de que «Estados Unidos es hoyimbatible». Para bien y para mal.Pero Europa no sólo aparece comosujeto de reflexión en tanto que estadioprevio de lo que es hoy Norteamérica.También figura en el libro por sus pro-pios méritos, como una suerte de almaen pena, en busca de identidad. O como

work-in-progress. En este punto el autores terminante: Europa sólo podrá cons-truirse por sedimentación, como losarrecifes de coral, en la medida en quelos pueblos que la forman vayan sin-tiendo –como ya han empezado a sen-tir– la necesidad de acercarse unos aotros. Pretender una lenta disolución delas 25 naciones constituyentes en unagran nación –a semejanza de unos Esta-dos Unidos de Europa–, simplementeporque han suscrito una misma Consti-tución, no deja de ser una quimera. Noen vano la cosa comenzó con una Co-munidad Europea del Carbón y delAcero, es decir, sobre «bases reales». Yasí debería seguir.Con todo, el factor determinante de esteprincipio de milenio, y cuya concepcióny primer desarrollo corresponden preci-samente a los doce años de transiciónentre siglo y siglo, es la revolución tecno-lógica, lo que muchos han convenido yaen llamar la era digital. Hace más deochenta años, el periodista AgustíCalvet, Gaziel, escuchaba maravillado enun piso del Ensanche barcelonés latransmisión en directo de un conciertoque se estaba desarrollando en aquellosmismos momentos en un auditorio deParís. Eran los primeros vagidos de latelefonía sin hilos, de lo que luego seríaconocido como la radio. Pero aquelasombro inicial del periodista había dadopie en seguida a una honda preocupa-ción. No por la radio en sí; por la cienciay sus inventos. Porque Gaziel, queacababa de vivir a pie de obra la PrimeraGuerra Mundial, sabía que los avancesde la ciencia tanto podían reportar gran-des beneficios a la humanidad como

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RESEÑAS

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daños irreparables. Y los tiempos no invi-taban precisamente al optimismo.Pues bien, algo parecido podría decirsede los avances científicos actuales trasel atentado de Manhattan. Y, aun así,señala Puig en su ensayo, la revolucióntecnológica no sólo es imparable, sinoque debe ser bienvenida, por cuanto vaa permitir «universalizar la comunica-ción humana, de forma instantánea,ilimitada y libre», y profundizar hastacierto punto en la democracia, volvién-dola más participativa, en la medida enque «la política del siglo XXI (...) irádesplazándose de la jerarquía a la red,a las redes, a las tecnologías en red».Por supuesto que no todos los efectos–a los que habría que añadir, entre otros,la ampliación de los mercados– son dela misma naturaleza. No todo es positivo,en una palabra: la red también favorece,por ejemplo, la proliferación del terro-rismo, su invisibilidad, la opacidad de sustransacciones, la rapidez de sus movi-mientos, la dificultad de su localización.La globalidad, en suma, tiene siempredos caras: una buena y una mala. Comola vida. Por lo que no conviene, cierta-mente, hacerse demasiadas ilusiones.Pero tampoco tirar la toalla.Por un futuro imperfecto no sólo es esto,claro. También es el porvenir de la social-democracia, el encaje de la inmigraciónen una Europa envejecida, el descréditode los intelectuales, las oportunidadesdel individuo frente al Estado, las añaga-zas del multiculturalismo. Y son tambiénlas enseñanzas de Tocqueville, Orwell,Steiner, Berlin u Ortega; o las de Niebuhr,Michnik, Kaplan o Huntington. Y, aún,como sostén a lo anterior, una multitud

de hechos, de datos, de elementosprobatorios. Pero Por un futuro imper-fecto es sobre todo una lección, unagran lección. Una gran lección de prag-matismo impartida por un liberal quelleva muchos años navegando a contra-corriente, es decir, no engañándose niengañando a los demás. O lo que es lomismo: pensando como un inglés en unpaís donde la mayoría de los pensado-res ha preferido siempre el bálsamo dela utopía al rigor de la realidad.

XAVIER PERICAY

¿Derecho de autode-terminación?

SANTIAGO ABASCAL CONDE¿Derecho de autodeterminación?Sobre el pretendido derecho desecesión del Pueblo Vasco.Centro de Estudios Políticos yConstitucionales, Madrid, 2004.

El derecho de autodeterminación es unode los temas recurrentes en la vida polí-tica española desde que a finales delsiglo XIX surgieron, como reacción aldesastre del 98, los fenómenos separa-tistas en Cataluña y el País Vasco.Actualmente asistimos a una revitaliza-ción de la polémica por las prisas quemueven a diversos partidos nacionalis-tas a aprovechar una coyuntura parla-mentaria que, en principio, tan favorable

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les resulta a causa de la debilidad de unGobierno socialista en minoría y condi-cionado por su alianza gubernamental enCataluña con Esquerra Republicana. Eneste contexto ha aparecido muy a tiempoeste notable estudio del parlamentariovasco Santiago Abascal Conde, editadopor el Centro de Estudios Políticos yConstitucionales y cuya primera ediciónestá prácticamente agotada.La lógica perspectiva jurídica adoptadapor el autor para afrontar tan actualtema no debe llevar a la sospecha deque nos encontramos ante un áridoanálisis jurídico sin interés para el lectormedio interesado en las grandes cues-tiones políticas de la España de nuestrosdías. Lejos de ello, el presente trabajocomienza con una oportuna introducciónhistórica que encuadra el problema enel tiempo y en el espacio, dado que elderecho de autodeterminación no surgede la nada sino que se trata del resultadode una evolución histórica muy precisaque pocas veces se explica. Los proce-sos de unificación decimonónicos, laenunciación del principio de las naciona-lidades en la Italia garibaldina, la influen-cia del pensamiento marxista-leninista, laproclamación de Wilson y la descoloni-zación afroasiática tras la Segunda Gue-rra Mundial, son pasos históricos queAbascal recorre y explica para ubicar laformulación actual de dicha figura jurídicaen su debida perspectiva histórica.El autor hace igualmente un repaso porlos orígenes y los fundamentos ideológi-cos de los tres nacionalismos más repre-sentativos, el catalán, el vasco y elgallego, haciendo hincapié en el actualdiscurso autodeterminista de sus respec-

tivos programas. Tras ello dedica unasreveladoras páginas a repasar el trata-miento que el derecho de autodetermi-nación recibió en los debates constitu-yentes de 1978 y, en general, en los añosde la Transición, época en la que la iz-quierda española en su conjunto, desdeel PSOE hasta el PCE, tardó en sacudirseel dogma autodeterminista que había reci-bido por contagio de los nacionalismosvasco y catalán durante los largos añosde exilio.Entrando ya de lleno en el análisis delderecho de autodeterminación, Abascalseñala que los nacionalismos que conti-núan apelando a tan problemático de-recho y lo utilizan como argumentoelectoral en la España de nuestros días,ocultan sistemáticamente a sus votantesla inaplicabilidad de dicha figura a unarealidad como la española, por completoajena a las situaciones coloniales o dis-criminatorias de una parte de su pobla-ción por motivos raciales o religiosos paralas que fue pensada. La normativa y lajurisprudencia internacionales así lo hanvenido reiterando desde el nacimiento dela ONU, dejando clara la imposibilidad deaceptar la secesión de territorios inclui-dos en Estados constituidos.

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El principio de autodeterminación apa-rece recogido por primera vez en la CartaFundacional de la ONU (art. 1, párr. 2). Yaen esta fundacional ocasión se aclaróque «Los pueblos tienen el derecho deadministrarse a sí mismos, pero no elderecho de secesión».Desde entonces, tanto los textos legalescomo la práctica de la ONU han confir-mado reiteradamente que el derecho deautodeterminación se considera de ple-na aplicabilidad en los casos de desco-lonización, y se rechaza, por considerarlo«incompatible con los propósitos y prin-cipios de la Carta de las Naciones Uni-das», en los casos que supongan lasecesión de un territorio que forme partede un Estado miembro.En su contundente contestación a losplanteamientos nacionalistas, Abascaltoma a menudo como hilo conductor eltrabajo del autor nacionalista José A.Obieta Chalbaud, El derecho humano a laautodeterminación de los pueblos (Tec-nos, 1993), texto utilizado por el departa-mento de Derecho Internacional de laUniversidad de Deusto y cuyos plantea-mientos son empleados diariamente porlos representantes de los diversos parti-dos nacionalistas. Junto al habitual con-cepto nacionalista de pueblo –esaentidad tan difícil de definir– como sujetode derechos, las tesis del mencionadoautor sobre quién puede pertenecer alpueblo y ejercer, por lo tanto, el derechode sufragio, conducen a la aberrantediscriminación en la atribución de laciudadanía dependiendo del grado deidentificación de cada ciudadano con losobjetivos nacionalistas. De este modo, alos vascos definibles objetivamente,

según el nacionalismo, por sus carac-terísticas personales –apellidos, lengua,cultura– ha de añadírseles el que Obietadenomina elemento subjetivo –sernacionalistas–, pues, de lo contrario, seconvierten en «tránsfugas culturales».La consecuencia de dicha traición cultu-ral la explica Obieta con claridad:«En consecuencia, tales personas dejande estar en adelante legítima y moral-mente cualificados para hablar en nom-bre de ese pueblo y para tomar parte enla discusión y determinación de los asun-tos públicos que conciernen exclusiva-mente a él, aunque conserven su derechoa participar en aquellos otros que afec-tan a la vida pública de todo el Estado».El trabajo de Abascal es un oportunoacercamiento a una cuestión de trans-cendental importancia, generalmentearrinconada en el estrecho ámbito de laliteratura jurídica y alejada de la discu-sión política cotidiana como si se tratasede un asunto de tan ardua comprensiónque debiera quedar apartado del cono-cimiento de la población no versada enleyes. Ello es, precisamente, lo que hapermitido a los nacionalismos aprove-charse de la indudable potencia propa-gandística de una aspiración políticapartidista que es presentada a sus votan-tes como un derecho indiscutible, consi-guiendo con ello un plus de legitimidadpara sus planteamientos y la paraleladeslegitimación de sus oponentes por«oponerse a un derecho». Y, nos re-cuerda Abascal, de esta oposición a unmuy discutible derecho deriva nadamenos que el terrorismo nacionalista,que no por casualidad se ejerce en nom-bre de una libertad nacional que todos

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los nacionalistas, sin distinción de parti-dos, consideran pisoteada por quienesniegan la razonabilidad de este preten-dido derecho.Esta es, pues, la principal virtud de laspáginas escritas por el joven parlamen-tario vasco: haber conseguido acercar allector medio, de un modo no por amenomenos riguroso, una problemática queseguirá marcando insistente –y trágica-mente– la vida política de nuestro país.

JESÚS LAÍNZ

Los nuevosclérigos

ENRIQUE DE DIEGOLos nuevos clérigosEditorial Libros Libres. Madrid, 2004.

Es Los nuevos clérigos un libro impor-tante. Enrique de Diego, escritor, perio-dista, politólogo, subdirector de larevista Época, liberal por convicción,ejemplo y obra, acude de nuevo a labatalla de las ideas con un ensayofundamental para la ciencia políticaescrita en español. Porque definitivosson muchos de los asertos que su obrasostiene y que podríamos resumir conesta sola frase: «ser hoy anticlerical esun instinto de supervivencia, un impe-rativo categórico de amor a la libertad».Suena radical, habrá que explicarlo.Para nuestro autor, después del fracasodel socialismo real, la progresía intelec-

tual europea, la española a remolque,busca salvar los restos del naufragioideológico comunista arribando en pla-yas vírgenes. Como denunciara Revel enLa gran mascarada, los intelectuales deizquierda prefieren embestir contra lacivilización occidental antes que denun-ciar las millones de muertes provocadaspor la barbarie de la dictadura del prole-tariado. En su ayuda, los nuevos ropa-jes del ecologismo acientífico y delmovimiento antiglobalizador y anticapi-talista, sucesores de los raídos andrajos

marxistas-leninistas, bien aderezados noya por la obsesión antiamericana sinopor la destrucción de lo que constituyela base de la civilización occidental, lalibertad y la democracia, son las casu-llas que gustan los «nuevos sacerdotes»–los ha denominado Guy Sorman–, losfatuos intelectuales que describe PaulJohnson. Con ellos, señala De Diego, yaTocqueville denunciaba el papel políticode los «filósofos» en la deriva totalitariade la Revolución Francesa, fe racionalcuyas sombras se alargan todavía ennuestro tiempo. Los nuevos clérigos, a la manera de lasantiguas órdenes mendicantes medie-

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vales, son los nuevos rectores de estacreencia consagrada a los poderes delEstado sobre el individuo. La compara-ción pudiera escocer, pues no se atisbasemejanza alguna entre este círculosectario con la doctrina revelada porJesucristo –«la verdad os hará libres»–en el Evangelio, que es desde hace másde veinte siglos una de las grandes reli-giones del mundo, raíz indisociable de lahistoria de Europa pese a la ConstituciónEuropea, que De Diego no defiende. A noser que con la metáfora religiosa este-mos ante un artificio para poder com-prender mejor la imaginería progre quebusca edulcorar ante la opinión públicalos horrores de una ideología fracasada,no muerta, y cuyo primer artículo de sucredo es la sumisión del individuo alEstado, la esclavitud.Esta nueva secta de clérigos secularesestaría hoy compuesta fundamental-mente por docentes, actores y periodis-tas, grupos de presión mutuamenteretroalimentados en sus peticiones yprebendas corporativas. Nuevas órde-nes mendicantes que, si bien paganas,habrían dejado de servir a la sociedadpara adorar al nuevo tótem, el Estadolaico, que a través del presupuestoproporciona protección, seguridad y,paradójicamente, ingresos cuantiosos asus afectos. Secta pues, de pretendidos clérigos,intelectuales fariseos de una izquierdafracasada y reconvertida a nuevosmodos de bondad ecologista y a nuevasmodas antiglobalizadoras, dispuestos aexplicarle a la humanidad dónde residela verdad y con qué métodos alcanzarla.Clerecía en todo caso miope y, en el

fondo, resentida aún por el derrumbe, afinal del pasado siglo, de la mitologíamarxista. Clerecía capaz, sin embargo,de dinamitar desde dentro los cimientosdel mismo sistema democrático y capi-talista donde plácidamente obtiene refu-gio, y de proporcionar argumentosarteros a los nuevos enemigos de Occi-dente, el terrorismo y el fanatismo reli-gioso, aquellos que trágicamente, comose ha comprobado tras el 11-S y el 11-M, están dispuestos a acabar con nuestracivilización, precisamente por representarvalores superiores a los suyos. Clerecíafeliz, progresía en la inopia, mezcla debuen talante y buen rollito universalaprendido de urgencia en un telediariode la 2, que tiende puentes de plata alenemigo que acecha, cuyos sermonessuenan a rendición, imagen que tanlamentablemente transmite nuestro pre-sidente de Gobierno Rodríguez Zapaterocuando proclama contra Huntington y losderechos humanos una imposible«alianza de civilizaciones». A todo ello, a todos ellos, clérigos millo-narios en ocasiones, dedica Enrique deDiego muchos de sus argumentos, refle-xiones y juicios. Desde la telebasura,«dudoso logro del periodismo progre-sista», a la Universidad, donde los docen-tes defienden la estatalización como«conquista social» y olvidan el esfuerzodel alumno y la calidad de la enseñanza,pasando por los actores de la «excepcióncultural», el «hay motivo» o el «no a laguerra». En este apartado denuncia DeDiego las contradicciones de los autoresapesebrados en gremios y monopolios,verdaderas mafias que imponen cánonesa la sociedad civil, persiguen a los inmi-

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grantes del «top» manta (¿a éstos no seles pide regularización?) y dictan servi-dumbres en nombre de los derechos deautor… ¿y no es el mismo caso de defen-sa intelectual el de las patentes en lasindustrias farmacéuticas?, aduce DeDiego. Y no hace falta contestar, segura-mente cada ciudadano, en su fuerointerno, ya sabe y ha interiorizado la res-puesta proporcionada: lo uno es defensade la propiedad intelectual, lo otro es unaagresión injustificada del capitalismosalvaje contra los países subdesarrolla-dos. La defensa de la propiedad privadasólo cuando conviene, debe ser una delas máximas de estos nuevos religiososde la estatalidad.Entramos así en un capítulo destacable,el que señala las trágicas coincidenciasentre estos falsos sacerdotes de lamodernidad y la fe exaltada de los inte-gristas islámicos en su errada concep-ción teológica de la existencia humana.El autor rinde admirado tributo a OrianaFallaci y a su libro La Rabia y el Orgullocuando apunta que la primera y másfunesta coincidencia –«Occidente es elmal, Occidente es el enemigo»– resultaesencial para comprender la realidadque hoy nos circunda. Nuestros cléri-gos, destaca De Diego, son los primerosen transmitir al Tercer Mundo una visiónque provoca odio hacia lo occidental yque plantea una pregunta dramática ydifícil de responder: si nuestros mediosdicen continuamente que el terrorismoes producto de la pobreza y que Occi-dente es responsable de ella, entonces¿no están legitimados los terroristasfanáticos para actuar contra nosotros?Osama Bin Laden parece haber enten-

dido el mensaje perfectamente. Zapa-tero, evidentemente, no.Ello nos introduce en otra sangrantecoincidencia, el odio hacia la libertad,hacia la superioridad moral de una civi-lización que consagra la igualdad desexos y la libertad de cultos, asignatu-ras pendientes para el islam. Y ese odioapunta además directamente hacia losprincipios, las ideas, los partidos políti-cos y sus líderes, que en Occidentedefienden la vida y la libertad como valo-res superiores. En este mismo sentido,señala De Diego la nueva coincidencia,«la izquierda odia a Aznar porque en elejercicio del poder demostró la supe-rioridad ética y la eficiencia superior delliberalismo respecto al socialismo».Y es que nuestros progres de salón–patético el caso del actual ministro delInterior, antes juez, José Antonio Alon-so– parece ser que cambian de opiniónsobre el terrorismo o sobre cualquierasunto según sople el viento del poder.Y aunque De Diego no llega a recoger laactual polémica sobre la nación espa-ñola defendida por el ministro Bono, elde las autocondecoraciones y medallas,o la «comunidad nacional», como otorgaMaragall y Zapatero calla, sí anticipamuchas de estas claves futuras en losúltimos episodios –«No a la Constitucióneuropea», «Carta a un joven anticleri-cal»– y en los sabrosos apéndices–«Nombres propios del integrismo yguía terminológica islámica», «Diccio-nario»– de un libro que incorpora pordemás un muy útil «Índice Onomástico». Apoyado en la cotidianeidad de quienpor profesión es privilegiado testigo dela realidad política, Los Nuevos Clérigos

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es un libro de esencias y fundamentos,otro más en el ya dilatado empeño delautor por anticipar los movimientos y lasideas que sacuden nuestras concien-cias y a veces, desgraciadamente,nuestras sociedades occidentales. Des-de sus clásicos En el umbral del TercerMilenio, Privatizar las mentes, NuevosTiempos: de la caída del Muro a Maas-tricht o La España posible, a sus últimoséxitos editoriales, Pretorianos, El últimorabino, Días de Infamia o Corazón Tem-plario, los ensayos y novelas de Enriquede Diego persiguen una tarea tan noblecomo a veces incomprendida, la dedescifrar las claves del pensamientohumano y combatir las ideologías queesclavizan al hombre e impiden el desa-rrollo del más preciado de sus valoresdespués de su propia existencia: lalibertad.

JOSÉ MANUEL DE TORRES

Terrorismo ydemocracia

EDURNE URIARTE Terrorismo y democracia tras el11-MEspasa Calpe. Madrid, 2004.

Es normal que después de los atentadosperpetrados en Madrid el 11 de marzodel año pasado las librerías se llenen detítulos dedicados a ese suceso, a suscausas y a sus consecuencias. Igual-mente, es normal que muchas de esas

obras no sean sino trabajos apresura-dos o emotivas compilaciones. Es impro-bable, por el contrario, que algunas deellas sean obras de referencia, que di-gan algo que se eleve sobre la crónicaperiodística, y que nos ayuden a enten-der lo que nos ha pasado y lo que nospuede llegar a pasar, situándose inclusoen abierta contradicción de lo que amuchos les parece evidente. Sin embar-go, esas rarezas también acaecen, yuna de ellas es obra de Edurne Uriarte ylleva por título Terrorismo y democraciatras el 11-M. La redacción de un libro puede reali-zarse con gran rapidez y sin mermaalguna de su rigor y de su profundidadcuando lo que se hace mediante él esexponer ideas y argumentos maduros,pensados y fortalecidos durante muchotiempo. De hecho, la obra de EdurneUriarte –redactada durante la primaverade 2004–, podría haber sido publicadaigualmente en ausencia de la matanzade Madrid con escasas modificaciones,apenas las que aluden directamente aesa fecha, que es un caso de estudio–especialmente cuidado– de los mu-chos que se exponen, todos igualmentetrágicos, pero muchos ignorados ominusvalorados. Por eso, a diferencia delo que es frecuente, lo ocurrido en losúltimos meses, en España y fuera deEspaña, no sólo no le resta actualidadsino que se la presta. En realidad, esa parece ser una de lasintenciones de Uriarte, hacernos verque lo que para nosotros constituye unafecha imborrable no es para los terro-ristas sino un día más, una muesca másque se suma a una ya larguísima serie

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que seguramente aún será muchomayor, y que lo que nos ha ocurridoforma parte de una estrategia global enla que España es –era antes de laGuerra de Irak y sigue siendo hoy– unobjetivo prioritario: una guerra que senos ha declarado y que nos resistimos adar por cierta. Y también que lo queocurrió alrededor del día 11, la reacciónciudadana, la de los medios de comuni-cación y la de muchos de nuestros polí-ticos más destacados, tiene preceden-tes en nuestra historia reciente, queestán ligados a un tiempo oscuro al quedesgraciadamente parece que estamosvolviendo, ese en el que el asesinato deun policía nacional o de un guardia civilera contemplado como un ajuste decuentas entre terroristas y «franquistas»–culpables de que hubiera terrorismo,sus causantes, provocadores de esa«reacción desesperada»–, pese a laevidencia de que ETA mataba más amedida que la democracia española seconsolidaba y se fortalecía: la búsquedade las razones del terrorismo –causascomprensibles sobre las que se puedehablar, dialogar– y el ingenuo intento dedesactivarlas mediante la negociacióno la cesión. En el fondo, la conversión dela excepción (el terrorista) en regla,puesto que la inmensa mayoría de quie-nes comparten con el terrorista origeny circunstancias (esas que para muchos«explican» lo que ocurre), permanecenal margen del terrorismo.Edurne Uriarte es «experta» en terro-rismo, y aquí esa palabra no es –comoen tantas ocasiones– gratuita. Desarro-lla una actividad universitaria de primeralínea relacionada con él –ahora como

miembro de la Unidad de Documenta-ción y Análisis sobre Terrorismo de laUniversidad Rey Juan Carlos de Madrid,en la que ejerce como catedrática deCiencia Política–, conoce el terrorismoporque lo estudia, y también porque lopadece personalmente. Y esa pericia lepermite distinguir en la lejanía lo queotros no ven sino cuando ya es dema-siado tarde. En el País Vasco quienes

aman la libertad y la defienden hantenido que erigir fortalezas y atalayas,soportar emboscadas y advertir tram-pantojos y camuflajes, desarrollar uninstinto de supervivencia ante el terro-rismo en todas sus formas –que sonmuchas–, y han aprendido dolorosa-mente «a verlo venir». Por eso, Uriarterechaza los «mimos» con los que lospolíticos y los medios de comunicaciónadulan a la ciudadanía y exaltan su«firmeza» ante el terrorismo y su «sabi-duría» ante las urnas, con frecuenciauna versión sublimada del miedo, de laelusión de responsabilidades y delrechazo a la verdad de lo que es el terro-rismo islamista. Lo mismo que durantemuchos años ocurrió con ETA, y enambos casos como efecto de la inter-pretación progresista o izquierdista del

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terrorismo, y de su rápida adopción porla opinión pública mayoritaria, incapazde soportar la angustia de pensar quealguien la ha colocado en su punto demira por ser lo que es y, por lo tanto, sinremedio posible salvo el combate y lavictoria. E incapaz de escuchar a quienadvierte de ello, que es rechazado comosi fuera la causa misma del terror y nosu primer remedio. Uriarte conoce la verdad del compro-miso de los españoles con la libertaddurante muchos años, y sabe que sólodespués del asesinato de Miguel ÁngelBlanco se produjo un movimiento popu-lar, cívico, beligerantemente contrario alterrorismo, genuina y activamente anti-terrorista. Y quizás, aun entonces, unmovimiento sólo transitorio. Una cosa esuna declaración de repulsa y otra elcombate diario. Y en éste, los españolesno hemos sido todo lo ejemplares quelos casos de ETA y de Al Qaeda exigen.Por eso, desconfía de las iniciativaspopulares y demanda liderazgo yEstado, es decir políticos capaces dederramar, entre tanta catarata de almíbar,algo de hiel en los oídos de la ciudada-nía, y de «hacer» una política antite-rrorista fundamentada en el conocimientopreciso de lo que el terrorismo es. Cono-cimiento que debe llevar a identificar alterrorismo islamista como la mayoramenaza de nuestro tiempo para laseguridad, por su intención, por susmedios, por su implantación actual ypotencial y sobre todo, porque, comoreveló el 11-M, caer en la cuenta de suexistencia supone saberse en estado deguerra «personalmente», «movilizado»para un combate con el que no se

contaba, y eso no es fácil de aceptar. Loque ralentiza hasta la exasperación lanecesaria reacción de la opinión públicay mantiene en primer plano el falsodilema «seguridad o libertad». Por esolos políticos no pueden ir de la mano delos electores, sino por delante de ellos. Hay en la reflexión de Edurne Uriarte unfondo orteguiano, una alusión a laadvertencia de José Ortega y Gassetsobre la condición «inerte», pasiva, delhombre moderno, particularmente deleuropeo, que vive en un mundo que leproporciona un bienestar y una seguri-dad que cree «naturales» y que, portanto, «exige». Eso mismo lo lleva acreer que cuando esa seguridad falta esporque alguien en su propio país hahecho algo que le ha privado de ella,alguien que es, por tanto, culpable delo que pasa, de lo que no habría acon-tecido si las cosas hubieran seguido sucurso natural. Esta es, exactamente, lainterpretación dominante sobre lamatanza de Madrid. Por eso –y por lasreferencias bibliográficas presentes enél: Glucksmann y Kagan, sobre la oposi-ción entre los Estados Unidos y Europa;Zakaria, sobre el valor del elitismo y delliderazgo; Laqueur, Gray y Elorza sobreel islamismo y su vocación pánica yviolenta...– Terrorismo y democraciatras el 11-M es, en realidad, un librosobre la vigencia de los principiosdemocráticos, sobre su viabilidad ysobre su vulnerabilidad, una de cuyasexpresiones, sin duda la más urgente, esel terrorismo islamista. Esa vulnerabili-dad de la democracia es su ocupaciónprioritaria, y su diagnóstico es que pade-cemos lo que en alguna ocasión Fernando

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Reinares –referencia reiterada en laobra– ha denominado «patologías delantiterrorismo». La primera de ellas,ignorar la amenaza y su letalidad, que eshoy casi inimaginable.

MIGUEL ÁNGEL QUINTANILLA NAVARRO

El islamismocontra el islam

GUSTAVO DE ARÍSTEGUI El islamismo contra el islam. Lasclaves para entender el terrorismoyihadista.Ediciones B. Barcelona, 2004.

Con El islamismo contra el islam Gustavode Arístegui ha cuajado una obra quedestaca por méritos propios en el pano-rama editorial dedicado a analizar estetema, cuya importancia no es precisosubrayar.El título ya es indicativo de la posición deArístegui en un doble sentido. Por unlado, la necesidad de diferenciar el isla-mismo como una expresión radical ydesviada de lo que significa el islam –unade las tres grandes religiones monoteís-tas. Por otro, la conveniencia de situaren sus planos reales a los que el isla-mismo considera sus enemigos, que son,en primer término, los regímenes políti-cos de los países musulmanes, contralos que el islamismo desata su furiafundamentalista en su guerra por volver«al verdadero islam» frente a la degra-

dación, la corrupción y la complicidaddestructiva con Occidente. Según esto,el terrorismo como guerra –«yihad»–global contra Occidente es una estrate-gia dirigida a privar a los regímenesmusulmanes corruptos del apoyo queles permite sobrevivir, y una defensabrutal y fanatizada del futuro del islampara impedir la ambición exterminadorade «judíos y cruzados», en la jerga terro-rista de Al-Qaeda, cuyo propósito es laderrota final del mundo musulmán.

Ambas tesis plantean los problemascentrales que debe afrontar el análisisdel fenómeno terrorista actual. La rela-ción del terrorismo islámico con sumatriz ideológica es una cuestión tam-bién ampliamente debatida a propósitodel terrorismo de signo nacionalistaemparentado ideológicamente con losnacionalismos étnicos, aunque éstos nopropugnen el uso de la violencia y ade-cuen su práctica política a los caucesinstitucionales. En ese sentido, la dife-renciación es necesaria si no se quierecometer un grueso error de diagnósticoque llevaría a consecuencias socialesy políticas desastrosas. Pero, por losmismos motivos, la negación de toda

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relación entre islam e islamismo sería unacto estéril y peligroso de voluntarismointelectual que impediría ver la dimen-sión real del problema. Arístegui no loelude. Con una erudición que no aleja allector sino que da solidez a sus afirma-ciones, describe las raíces del islamismoradical en la historia del islam, alerta decómo la conciencia islámica de ampliossectores del mundo musulmán justifica,disculpa o simpatiza con la que repre-senta Bin Laden, analiza en detalle el«síndrome andalusí» del que participanAl-Qaeda y muchos musulmanes mode-rados, y nos vuelve a poner en guardiasobre las consecuencias para España dela «apostasía» que hace siglos convirtióa nuestro país en tierra de infieles usur-pada al islam. El islamismo se presentacomo una rama retorcida pero de unareligión en sí misma arborescente,carente de unidad doctrinal y de unaautoridad universal. En ella, el islamismoadopta formulaciones abiertamente des-viadas, minoritarias y explícitamentecondenadas por instancias musulmanascualificadas en cuestiones como elsuicidio o la interpretación terrorista dela «yihad» pero, al mismo tiempo, reac-tiva elementos doctrinales beligerantesy violentos que no son en absoluto ex-clusivos del islamismo sino que formanparte del tronco común islámico, comoes el caso de la legitimación –y aun eldeber– de matar a los apóstatas.El autor, sin merma de su cercanía ysensibilidad hacia el mundo musulmán,no cede a la tentación de describir unislam a la medida de nuestros temores ni

se deja arrastrar hacia el buenismomulticultural. Precisamente el fracasodel multiculturalismo y su frívola derivahacia la consideración de nuestrassociedades como simples receptáculosdesprovistos de valores y principiossustantivos e inderogables, constituyeuno de los riesgos más graves que afron-tamos. Si a eso se añade la condición deEspaña como país estigmatizado por«apóstata», la agudización del «síndromeandalusí» en el imaginario islámico y lairrupción del terrorismo islamista ennuestro proceso democrático, hay moti-vos serios para la reflexión. La paradoja es que, ante el esfuerzo quehay que desarrollar para la moderniza-ción, la estabilidad y la cooperación conel mundo musulmán, algunos se revistende utopía y proponen alianzas de civili-zaciones que asumen implícitamente laimposibilidad de que ese mundo evolu-cione por el camino de la democracia yel respeto a las libertades. Desde eseplanteamiento de rancio colonialismo,descalifican el impulso a favor de unatransformación real del mundo musul-mán –y en particular Oriente Medio–hacia sistemas democráticos en los quelas urnas no sean el adorno falaz dedictadores sino materialización del avan-ce en la libertad y la igualdad de dere-chos –en Afganistán, con o sin «burka»han votado las mujeres– en un marcocultural que no debe ser una condenapara sus pueblos ni una amenaza paralos demás.

JAVIER ZARZALEJOS

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