gruner e. estudios culturales

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    E sp ac io s d el S ab erUJtimos titulos publicados

    Fredric JamesonuSlavoj Zizek

    39. A. Negri, J ob : la [ u er za d el e sc /a vo40. 1. Lewkowicz, P e ns a r s in E s ta d o41. M. Hardt, De l eu z e: Un ap r en d iz a ] f il o s6 f ic o42. S. Zizek, V io le nc ia e n a ct o. C o nj eJ -e nc ia s e n B u en os A ir es43. M. Plotkin y F. Neiburg (cornps.), Iu telectuales y exper tos44. P. Ricoeur, Sobre ia traduccion45. E. Griiner, L a C o so p ol it ic 0 e l a c e cbo de 10 Real46. S. Zizek, EI titere y el mono47. E. Carrie y D. Maffia (comps.) , B t ls qu ed a s d e s en ti do p amu no u ue ua p ol it ic a48. P. Furbank, Un p lace r in con fe sab le 0 la i de a d e clase social49. D. Weschler y Y. Aznar (comps.), L a m emo ri a

    c ompa rt id a . E s pm la y A rg en tin a e n l a construccion d e u nimaginar io atlturai (1898-1950)50. G. Garda, El psicoandltsis y l o s deba te s culturales51. A. Giunta y L.Malosetci Costa (comps.), Arte deposglleJTfl52 . L.Arfuch (comp.), P e us ar e st e t ie m po53. A. Negri y G. Cocco, GlobAL54. H. Bhabha y ] . T. Mithell (cornps.), E dw ar d S ai d:C o n ti nu a nd o l a c o nu er sa c id n55. J. Copjec, E i sexo y l a e ut an ns ia d e I ii r a zt in . Ellsnyos sobreel 011101' y l a d i jCn 'ncia56. \IV. Bongers y T. Olbrich (comps.) , Literatura, cultum,

    enfe17lledad57. J. Butler, Vida pre ca r ia58. O. Mongin, La cOlldidoll urbana59. 1\1.Carman, L a s t ra m pa s d e In c ul tu ra60. E. Morin, B re ve b is to ri a d e In b ar ba ri e e n O c ci de nte61. E. Giannetti , .f Vicios priuados, benef icios pt iblicos?62. T. Todorov, L n tr od u cc io n a l a l lt er at ur a [ a n tdstica63. P. Engel y R. Rorty, iPam qui sirue la veTdad?64. D. Scavino, La filoJojfa actual65. M. Franco y F. Levin (comps.), Histor ic reciente.Perspectivas y d es af io s p ar a l in c am po e n c on st ru cc id n66. E. Wizisla, Benjamin y B re ch t: b is to ri a d e u ua a m is ta d67. F. Rodriguez y G. Giorgi, EI1S{/Yossabre biopoli t ica68. M. Mellino, La attica poscolonia!69. Dufour, EI arte d e r ed u ci r c a be za s70. S.Zizek, C 6 - 1 I l 0 le er a L a ca u

    Introducci6n de Eduardo Griiner

    Estudio s Cu ltu ra le s.R eflexiones sobre elmulticulturalism 0

    PAIDOSBuenos Aires - Barcelona - Mexico

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    A c er ca d e l os a uto re s

    revistas S i ti o , C i n ig r af o y Sy C y autor de los libros Ungine1'o culpable y La s [ormas de fa espada. Ha publicadonumerosos ensayos en medias especializados locales ydel exterior.

    E l retorno de la teoria critica de lac ultu ra : u na in tr od uc cio na le go rjc a a

    Jameson y ZizekEduardo Gruner

    "Introduccion alegorica": utilizamos esta expresionen un sentido vagamente benjaminiano; vale decir, en elsentido de una cons truccion permanence del significado quepara nosotros pueden adquirir h oy y m a na na !as obras dedos autores como Fredric Jameson y Slavoj Zizek, "Ale-gada", en este contexto, se opone a "sfrnholo", como seopone la pasion activa par la btisqueda de ese significadoala recepci6n pasiva de un sentido "congelado", ya defi-nido de una vez para siempre. Es esa diferencia, sosten-drernos, 1aque podrfa permitir -en las huellas de esosdosautores, que aun no han terminado de imprimirse plena-mente- recuperar para 10 que se suele Hamar "estudioscu1turales" un espiritu critico y polit ico (en el sentido am-plio y profunda de una interpelaci6n a los discursosideologicos de la polis) en buena medida perdido, a almenos anestesiado.A nadie que mantenga un minima de compromisointelectual, en efecto, se le escapa que 1agran tradici6noccidental de una teorfa critica de la cu1tura a partir delos aetas fundacionales de Marx a Freud (tradicionejemplarrnente representada por 1aEscuela de Frank-10 11

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    Una introducdon a le go ri ca a ] a1 11 e.W 7 1) ' Zizek

    furt, pero tarnbien pOl' autores individuales como Lu-kacs 0Sartre) parece estar en crisis; su reemplazo aca-demico por los llamados Cultural Studies, y las caracterfs-ticas teoricas, ideologicas y politicas de ese reemplazo(as! como la verdadera naturaleza de esa "crisis", mas ca-careada que realmente demostrada) no nos ocuparanahora: son el terna central de esta Introduccion, cuya es-trategia es la de un breve ensayo articulado sobre losejes centrales que preocupan a nuestros autores. Bastedecir, por el momento, que obras como las de Jamesony Zif ek -y no son las iinicas, aunque ocupen un lugardecisivo- parecerian desmentir saludablernente el ca-racter definitivo de esa "cris is" y confirmar la sabiduriaetimologica (y ya, a esta altura, "popular") que incluyeen el concepto de "crisis" no solo la idea de un fin, sinola de un recomienzo,

    Jameson y Zizek (pero especialmente el primero)no son dos cornpletos desconocidos para los lectores dehabla hispana' y, en particular, para los argentinos. Sinembargo, sus efectos sobre el alicaido debate intelectuallocal han sido escasisimos, aun en el ambito de dena es-pecializacion academica (el autor de estas Ifneas solo co-noce dos catedras universitarias, incluida la propia, en laque ambos, 0al menos uno de elIos, se incluya en la bi-bliograffa). Pero su ausencia en los claustros no seria tangrave: despues de todo, es un destino de silencio com-partido par otros "grandes" como los ya nombradosSartre, Lukacs 0 los miembros de la Escuela de Frank-furt -con la parcial excepci6n de Benjamin, desde haceun tiempo transformado en una suerte de moda acade-

    mica que le ha hecho mas mal que bien-. Lo verdadera-mente preocupante es el "ninguneo" (como gusta decirDavid Vifias) a que son sornetidos, con honrosas peromagras excepciones, por las publicaciones extrauniver-sitarias que deberian, supuestamente, ser el centro dedifusion privilegiado de un pensamiento de izquierdaprofundarnente renovador como el que representan es-tos autores.' Analizar par que sucede eso requeriria to-da una antropologfa social de las "tribus" intelectualesargentinas, que no estamos en condiciones de empren-der aquf. Limiternonos, pues, a consignarlo como cons-tatacion y como protesta.

    Fredric Jameson (actual profesor de Literatura Com-parada en la Universidad de Duke, Estados Unidos) y Sla-voj Zizek (actual investigador del Instituto de EstudiosSociales de Liubiana, Eslovenia, y profesor visitante enla New School for Social Research, Nueva York) sondos intelectuales de procedencia y tradicion intelectualnotoriamente diferentes: Jameson viene de la teorla li-teraria y estetica de inspiracion marxista; Zizek de la fi-losofia posthegeliana y la teoria psicoanalitica de inspi-racion lacaniana. EI primero, obviamente, escribe eningles; el segundo, por razones igualmente obvias, ha te-nido que aprender a escribir en Ingles y, ocasionalmente,en frances. AunqueJameson es, evidentemente, un inte-lectual politicamente comprometido, yno se Ie conoceuna militancia organica 0 s istematica; Zizek, por su par-te, llego a ser candidate a presidente poria Republica deEslovenia (y , si Ia leyenda se acerca a la realidad, perdio

    1.Para una bibliograffa mas 0menos exhaustiva de ambos au-tares (incluyendo sus ediciones en castellano) remitimos a nuestro"Apendice", al final de esta Introduccion,

    2. Algunos articulos deJameson han aparecido en revistas comoE ! C i el o PO l 'A s al to , E l R o d ab a ll o, C o n fi ne s y Pu n t o d e V is ta . De Zizek s o -lo registramos una aparicion en revistas, en los Cu ad e rn o s d e lnvestiga-cion de la Sociedad Filos6fica de Buenos Aires.

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    E d ua rd o G r ii ne r Un a in troduccion a l egr f 1 j c a a Jameson y Zizekpor escasisimo margen de votes), Jameson, el mayor delos dos, viene publicando desde fines de la decada del'60; Zizek, principios de la de los '80.Estas diferencias, por asf decir, existenciales se expre-san, a su manera, en sus respectivas referencias teoricas,Jameson se inscribe sin lugar a dudas en Ia tradicionmarxista anglosajona preocupada por la cultura (de Ray-mond Williams a Terry Eagleton, pasando por E. P.Thompson 0Perry Anderson), pero de una rnanera mu-cho mas "continental" (en el senti do britanico del ter-mino) que 10 coloca en la gran corriente de 10 que An-derson ha Ilamado el marxismo occidental. Bastarfa conojear la enumeracion de autores de los que se ocupa ensu primer libro irnportante, Marxism a nd F or m (Adorno,Benjamin, Marcuse, Bloch, Lukacs, Sartre), y agregar elde Antonio Gramsci 0 el de Louis Althusser -a quien.vuelve recurrentemente, sin .concesiones pero sin com-plicidad con el gesto que 10 ha declarado un "perromuerto", al igual que a Sartre- para entender de que es-tamos hablando. Pero esta asimismo decidido a aprove-char para su propia perspectiva 10 que pueda ser util dela teoria psicoanalitica, y en particular lacaniana, y susensibilidad literaria y estetica 10 ha llevado a estudiar afondo la produccion teorica y artistica en practicamen-te todos los campos posibles (la literatura, la plastica, laarquitectura, e1 cine, el video, la rmisica), a partir de loscuales es capaz de teorizar con una solvencia absoluta-mente pasmosa: de Jameson se puede decir que es unode esos casos singulares de hombre-orquesta que toeacon igual idoneidad en los registros mas disimiles. Tam-bien, el que mas inteligentemente ha sabido generaruna crftica teorica del posmodernismo sutilmente mati-zada y exenta del ideologismo ficil, pero almismo tiern-po sin renunciar a la reutilizacion complejizada de cate-

    gorias marxistas "duras", como las de modo d e p r o du c ci o no l uc ba d e c la se s.

    Zizek, pol' otro lado, proviene de una tradicion fi-losofica mas "clasica" (en la cual ocupa un puesto cen-tral el idealismo aleman), que ha sabido articular de unaforma extraordinariamente creativa con la "nueva" tra-dicion frances a posterior a Mayo del '68, muy especial-mente, claro esta, el pensamiento Iacaniano. Y decimos"muy especialmente", porque esa "especialidad" tieneuna funcion estrategica (es decir, en ultima instancia, po-Iftica) que hace, si podemos decirlo asi, la gran diferen-cia. Para empezar, esa articulacion es al mismo tiempotan rigurosa y tan original, que ya no podemos saber -esun debate que existe a proposito de Zizek-- si la opera-cion consiste en "lacanizar" a Hegel (ya Kant) 0en "he-gelianizar" a Lacan (ya Freud). No 10 sabemos, y real-mente no importa: 10 que importa es el resultado, quese hace patente en la notable capacidad de Z izek parasustraerse (yen ello seguramente tiene mucho que vel 'su origen cultural y Iingufstico) a los fetichismos de la"novedad", tan tipicamente franceses, y mantener bajola estricta vigilancia de los clasicos las sofistiquerias delpostestructuralismo y las diversas variantes del posmo-dernismo, hasta el punto de poder argumentar con bri-llantez y consistencia, pOl'ejemplo, que Lacan... jes elultimo gran iluminista! Mas "iluminista" incluso, quizas(aunque esto ya esmateria de interpretacion), gue Marxo el marxismo en su conjunto. La relacion de Zizek conel marxismo es, creemos entender, mas ambivalente (talvez habrfa que decir: mas i ndeci sa , 9 indecidible) que lade Jameson, aunque en el ultimo Zi rek -y particular-mente, si se sabe leer entre lineas, en e l texto que pre-sentamos en este volumen- ese vinculo parece habersefortalecido. Sea como fuere, y a partir de susya canoni-

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    U n a i nt ro d uc ci dn a le go 1 'i ca a J am e so n y Ziiekcas reflexiones sobre la articulacion entre el fetichismode la mercancia de Marx y e l inconciente freudiano-la-caniano expuestas en El sub lim e ob jeto de la ideo logia ycontinuadas de una u otra forma a 10 largo de toda suabundance produccion, no nos cabe ninguna duda deque Zitek es, hoy por hoy, uno de los (pocos) intelec-tuales que mas esta haciendo poria reconstruccion deuna teoria de la ideologia de cufio marxiano, pero es-pectacularmente renovado por el aporte teorico psicoa-nalftico.

    Diferencias, pero tambien subterraneas (0 no tanto)"afinidades electivas": fundamentalmente, 1aIiteratura yel cine, como grandes "textos sintomaticos" de la mo-dernidad y la posmodernidad, que ponen en juego lasformas mas complejas de la p l aga [an ta s 711o ti ca (para re-currir a una expresion reciente de Zitek 0del inconcientepolitico (una nocion ya clasica deJameson) contempora-neos: es verdaderamente asombroso 10 que ambos auto-res son capaces de hacer, desde un punto de vista teori-co-filosofico, con el analisis de novel as 0 filmes que nonecesariamente son los mas "importantes" para la pers-pectiva de la cultura dominante; pero sin caer, pOl' otraparte, en ninguno de los cliches del populismo posmo-demo que pretende borrar las diferencias ideologicas ennombre de una malentendida transgresion de las fron-teras entre "cultura de elite" y "cultura popular" (0 me-jor: culture d e m as as , que no es, precisamente, 10 mis-mo). justamente -y he aquf otra de aquellas grandes"afinidades"- se trata, ya 1 0 hemos dicho, de ser impla-cables en la recuperacion, todo 10 aggiornada que sequiera, de la c ri ti ca d e l as ideologias, hoy caida en un des-credito que responde mas a los ac tuales intereses ideolo-gicos del capitalismo tardio y "globalizado" que a unaautentica revision teorica y cultural. Ya nos hemos refe-

    rido al papel fundamental que, en este proyecto de re-cuperacion, desempeiia el vinculo renovado entre mar-xisrno y psicoanalisis. Aunque Jameson se )ecueste"mas en una de esas patas (la del marxismo) y Zitek en laotra (Ia del psicoanalisis), ninguno de los dos descuidaen ningiin momento a la pata cornpafiera, y en ese sen-tido sus obras son estrictamente complementarias, y asfdeberian a nuestro juicio ser Iefdas,

    Finalmente ( la st b ut n ot le as t) , esta la cuestion del es -tilo. No s~ puede decir que los estilos "Iiterarios" de J a -meson y Zizek sean, en verdad, similares: aunque am-bos son igualmente ricos y cornplejos, eI deJameson esmas reconcentrado y sobrio; el de Zitek, mas juguet6ny saltarin (ambos se leen con ese engaiioso placer que aveces se encuentra en los clasicos, y donde la limpidezde la lectura oculta las arenas movedizas de una grandensidad conceptual). Pero sf se puede decir, quiza, queson c07Zvergentes, alrnenos en' la figura retorico-argu-mentativa (pero, desde ya, es mucho mas que eso) quelos atraviesa permanentemente: la ironia, que, como sesabe, es desde tiempo inmemorial el arma implacabledel ensayo critico. POl' supuesto que, atento a las dife-rencias estilisticas, el efecto es tarnbien distinto: en Ja-meson C~tendra que ver con la tradici6n cultural anglo-sajona de la contencion y el british humour?) puede serla sonrisa levemente sarcastica, mezclada a veces con laadmonici6n severa; en Zitek (~tendri que ver con latradicion cultural centroeuropea de cierto grotesco de-lirante y desborde barroco?) puede llegar a ser la abier-ta carcajada, mezclada con no se sabe que pequefio es-tremecimiento de extrafieza y hasta de angustia por elabsurdo destino humano. Pero, en todo caso, en los doses el indicador de un rigor intelectual y critico que noesta dispuesto a dejarse chantajear ni por la pusilanimi-

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    Edua r d Gr i in e r Una i nt r od u cc id n a le g o" ic a a J ameso n y Ziiek

    dad disfrazada de cortesia y "correcci6n poHtica" ni pOl'el anonimato soporffero y deserotizado del rutinario p a -pel~acadeIl]ico.Sean cuales fueren sus diferencias, en ja-meson y Z iz ek hay estilo, y no como ornamento delconcepto, sino como rigurosa materialidad de la forma.Para terrninar este esquernatico introito, y antes dezambullirnos de plano en la cuesti6n de los EstudiosCulturales, cabe decir dos palabras sobre los textos queconforman este volumen. Ambos, como es obvio, seocupan, desde una perspectiva crftica, de diferentes as-pectos ligados a los estudios culturales y en especial a laobsesi6n te6rica, academica y polftica pOl' cuestionescomo el "multiculturalismo" y el conflicto de identida-des colectivas. Si bien no excesivamente separados en eltiernpo (el dejameson apareci6 en la revista S oc ia l T ex ten 1993; el de Zizek en la New Left Review en 1997),pertenecen a momentos diferentes en el desarrollo deun analisis cri tico de los estudios culturales. Esa dife-rencia podria casi calificarse de "complementariedad delos extremes": el ensayo de Jameson, pOl'un lado, queesta construido tomando como pre-texto -en sentidoestricto- una cornpilacion sobre Cultural Studies editadapor Lawrence Grossberg,l es un trabajo pionero, en elsentido de que es uno de los primeros que se atreve adesmontar (estuvimos a punto de decir "a descons-truir") crfticarnente los cornponentes ideologicos masdiscutibles de los estudios culturales acadernicos, aun-que separando cuidadosamente)a paja del trigo, comoes su costumbre. El trabajo de Zizek, por su parte, es el

    tinico que conozcamos en el que aborda de modo fron-tal (y central) e~tema de los Estudios Culturales, y paralos lectores de Zizek puede resultar una no pequefia sor-presa el modo decidido en que articula su crftica desdeposiciones notoriamente mas cercanas al marxismo (aun marxismo, evidentemente, informado por su estrate-gia consecuente de articulacion con la teoria lacaniana)de 10 que estamos acostumbrados a leerle. POI'otra par-te -yes una justificaci6n ulterior nada despreciable pa-ra publicar ambos textos juntos- desde su propio titulo("Multiculturalismo, 0la 16gisa cultural del capitalismomultinacional") el ensayo de Zizek constituye un home-naje al ya clasico y riqufsimo estudio deJameson sobreel posmodernismo ("Posmodernismo, 0 la 16gicacultu-ral del capitalismo tardio"). Entre los dos se conforma10 que nos atreveriamos a denominar, adornianamente,una verdadera constelacidn critica sobre la compleja pro-blernatica de los Esrudios Culturales, y mas aun, sobrela compleja problematica que constituye el/los objetolsde los Estudios Culturales.Pero es ya el momento de abordar nosotros, a nues-tra cuenta y riesgo, esa compleja problernatica, en elprofundo surco abierto pOI'nuestros autores.

    i E st ud io s Cu l tu r al es 0 t eo ria c ri tic a d e l a cultura?

    3. Lamentablemente, ellibro comentado por Jameson no existeen castellano. No obstante, el ensayo mantiene todo suinteres -comoapreciara ellector-, puesto que Jameson usa el l ibro de Gr~ss~a~ amodo de excusa (en el mejor sentido) para ofrecer su propm VISlOnanalftico-critica del discurso dominante en los Estudios Culturales.

    Puesto que, pese a las apariencias posmodernas, to-do esta sometido a la Historia, parece haber un consen-so generalizado que fecha el inicio de los as! llamados"Estudios Culturales" en la Inglaterra de 1956, coinci- ! Idiendo con el desencanto posterior al XX Congreso delPCUS y a la invasion rusa de Hungrfa. Intelectuales co-mo Raymond Williams, William Hoggart y E. P.

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    Eduardo Gruner Un a i nt ro du cc u in a le go l' ic a a J am e so n y ZizekThompson -asistidos por el brillante pero aiin jovenStuart Hall- iniciaron, pOl' esas fechas, un movimientode toma de dis tancia del marxismo dogrnatico dorninan-te en el Partido Comunista britanico, para adoptar 1 0que elIos mismos llama ron una versi6n "compleja" ycritica de un marxismo culturalista, mas atento a las es-pecificidades y autonornias de las antiguas "superestruc-turas", incluyendo el arte y la literatura. Pero para elpropio Stuart Hall (mas matizadamente, como vere-mos) y para la mayoria de sus seguidores (mas enfatica-mente), las relaciones ambivalentes con el marxismo pa-recen haberse derrumbado junto con el Muro de Berlin,para ser sustituidas pOl' una "aperture" hacia -cuandono una directa fusi6n con- ciertas corrientes del postes-tructuralismo frances (Foucault y Derrida principal-mente, ocasionalmente Lacan) y del ambivalente post-marxismo "desconstructivo" (Laclau y Mouffe).

    No se trata, aqui, de establecer un inventario obse-sivo de las perdidas y ganancias estrictamente teoricasque ha supuesto ese cambio de parejas, pero S 1 de sefia-lar cierto complejo grade de "acadernizacion" rdespoli-tizacitm (y tambien de "desapasionamiento", si podemosdecirlo asi) que ha producido el abandono de algunos delos supuestos basicos de Marx -el concepto de lueha declases es, desde ya, el mas conspicuo-, que vienen a re-forzar el descuido que los Estudios Culturales tuvieronsiernpre hacia otras tradiciones europe as del marxismooccidental y crftico: Lukacs y sobre todo la Escuela deFrankfurt son ejernplos paradigmaticos, pero tambienpodria nombrarse a Sartre, e incluso a Althusser, dequien pensadores como Hall 0Laclau se declararon, enun principio, seguidores.= Por su parte, el ultimo y mas interesante desarrollode los Estudios Cultnrales -la corriente de la Hamada

    "teoria poscolonial" de Edward Said, Horni Bhabha, G, I IChakravorty Spivak et al.- esta casi completarnente su-mergido en el postes tructuralismo, aunque con desigualenfasis, ya veces hace gala de un decidido antirnarxismoque, a nuestro juicio, puede terminar paralizando rnu-chas de sus mejores ideas, incluyendo aquellas deduci-das de ese misrno postestructuralismo.

    En carnbio, tambien en los iiltimos afios han surgi-do algunos importantes autores (Fredric]ameson, TerryEagleton y Slavoj Zizek en la prirnera lfnea, aunque ha-bria que agregar aquf a un marxista "poscolonial" comoAijaz Al1111ad)que, sin desaprovechar las mas agudas in-ruiciones del psicoanalisis lacaniano y el postestructura-Iismo, y aun de 1 0 mejor del posmodernismo, las reins-criben crfticamente en la tradicion de aquel "marxismocomplejo" representado por los nombres de Lukacs,Grarnsci, Kersch, Bajtin, Benjamin, Adorno, Marcuse,Sartre, Althusser.Nos encontramos, pues, en medio deun "memento" te6rico de extraordinaria complejidad yriqueza, que desmiente la impresi6n "general -y, claroesta, ideologicamente "interesada"- de que el marxismoya no tiene nada que decir sobre el mundo y la culturaconternporanea, cuando 1 0 que en realidad sucede esque se esta abriendo un enonne abanico dialogico (parautilizar la celebre categoria bajtiniana) que, a partir deuna reflexion permanentemente renovada sobre y dentrodel marxismo, promete transformer radicalmente elpensamiento filosofico-cuitural y echar una bocanadade aire fresco sobre la tediosa mediocridad del (anti)pensamiento del "fin" (de las ideologfas, de la historiade los grandes relatos y v ia d ic e nd o) .

    Si esta renovacion todavfa no se ha vuelto 10 sufi-cientemente visible es en 10 fundamental, desde luego,por la hegemonia de la ideologia dominante en nuestro

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    Eduardo G 1 7 1 1 1 e r Un a introduccidn alego1'ica a J ames o n y Zizekcapitalismo tardio, pero tambien porque los EstudiosCulturales -yel pensamiento "de izquierda" 0"progre-sista" en general- parecen haberse rendido, en el mejorde los casos, a aquella "academizaci6n", cuando no a lalisa y llana mercantilizacion fetichizada de los productosculturales. Una crftica de las inconsistencias y,sobre to-do, de las faltas de los Estudios Culturales tal como sepractican hoy nos parece, por 1 0 tanto, una tarea il}te-lectual -es decir, poli t ica- de prirnera importancia, Estees el sentido profundo, sin duda, de textos como los de

    lJameson y Zizek que integran el presente volumen, co-mo una manera de empezar a recuperar la "tragicidad"perdida de nuestra cultura, aunque pueda parecer, sar-treanamente dicho, una pasi6n intitil (pero, pOl' otraparte, ~no sera la "utilidad" un concepto excesivamenteinstrumentale): imitil, a l menos, en una epoca farseseaque, justamente, ha olvidado todo sentido de Ia trage-dia, para ernbarcarse a menudo en e l culto frivolo deciertas modas, desligandolas de las eontradicciones sub-yacentemente crfticas que ellas mismas pueden conte-neroLas modas (esto ya 1 0 habia percibido perfectamen-te Walter Benjamin en la decada del '30) son un testi-monio del progresivo aumento del fetichismo de lamercancia en la modernidad, pero tambien -y justa-mente por ello- tienen un riqufsimo valor de sintomaideologico y cultural. El auge actual ("actual" en la Ar-gentina y Latinoamerica, pero con una antigiiedad deun par de decadas en los centros academicos anglosajo-nes) de los Estudios Culturales convoca en este senti douna serie de cuestiones -teoricas, metodologicas ypoli-ticas- de las cuales 1 0 menos que se puede decir es queson extraordinariarnente complejas. Como siempre, 10mas tentador (1 0 eual no quiere decir necesariamente 10

    mas comedo) es empezar por sus riesgos. En primer lu-gar, elya mencionado riesgo del abandono total, par su-puesta "obsolescencia", de los grandes paradigmas crfti-cos del siglo XX, como el marxismo y el psicoanalisis (ysu continuidad no exenta de problemas en corrientesposteriores de teoria critica, como la Escuela de Frank-furt). No nos estamos refiriendo a una simple enuncia-cion ritualizada del "fin de los grandes relatos", que po-cos crfticos rigurosos podrfan tomar realmente en serio,sino a intenciones mas concretas. No hace mucho, unaprestigiosa figura de la teorfa literaria que actualmenteenseiia en los Estados Unidos, declar6 que ahora solopensaba podel' utilizar ciertos apo r te s pa r c ia l e s de esasteorias (el marxismo y el psicoanalisis) para "agregar" ainvestigaciones mas "localizadas", menos ambiciosas.Parece francamente preocupante. ~Que puede significareste agregado de parcialidades sino la prornocion de algunneoeclecticismo 0 neorrelativismo que termine renun-ciando a la lucha por el sentido, a la consideracion de lacultura como un c ampo d e b a ta ll a atravesado por relacio-nes de fuerza ideolcgicas que S 1 juegan a totalizar la he-gemonia de sus representaciones del mundo?No es, por supuesto, que ese parcelamiento teoricono pueda ser explicado: es el necesario correlato de 1 0que nos gustaria llamar la[et icbizacidn de losparticularis-mos (algo bien diferente, desde ya, de su reconocimien-to teorico y politico) y de los "juegos de lenguaje" es-trictamente locales y desconectados entre S 1 . Esafetichizaci6n es poco mas que resignacion a una formade 1 0 que ahora se llama "pensamiento debil", expresa-do -entre otras cosas- por el abandono de la nocion deIdeologia para el analisis de la cultura, por cargos de"universalismo" y "esencialisrno", Pero seamos claros:no hay particularidad que, por definicion, no se oponga

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    Un a i nt ro du ai ti n a le ga l' ic a a J am e so n y Zizeka alguna forma de universalidad, "esencial" 0histories-mente construida. Y no hay pensamiento crftico posibley eficaz que no empiece por interrogar las tensiones en-tre la particularidad y la universalidad, que son, despuesde todo, las que definen a una cultura como tal en Ia erade la "globalizacion" -para no mencionar a esa cultura de"europeos en el exilio" que pasa por ser la argentina-.

    Nos gustarfa defender aqui que cierto monto deuniversalismo, e incluso de "esencialismo estrategico"(para utilizar un celebrado concepto de ChakravortySpivak)," siempre sera pertinente para sortear el peligro-caracterfstico de los acruales Esrudios Culturales, hayque decirlo- de estar forzando todo el tiempo la emer-gencia de particularismos y alteridades.que despues nosabemos como definir, de todo el tiempo estar inven-tando "orientalismos", como dirfa Edward Said.' Teme-mos que los necesarios correctivos a los reduccionismos-ellos, si, "esencialistas" y universalizantes- en que hanincurrido ciertos marxistas y psicoanalistas, nos deslicenhacia un reduccionismo peor, un redueeionismo por as!decir eliminatiuo de la legitimidad teorica y polftica decategorias como la de "lucha de clases" 0 "inconeiente",para no mencionar la hoy tan desprestigiada idea de unpensamiento bistorico. De este (y otros) riesgos quisiera-mas (prejocupamos -apenas a titulo de no menos ries-gosas hipotesis de trabajo- en los parrafos que siguen.

    Una c ue st ui n d e l im ite s

    "La literatura esta hecha para que la protesta huma-na sobreviva al naufragio de los destinos individuales."Esta estupenda frase de Sartre r. define, entre otras co-sas, la tinica "funcion" a la que deberia querer aspirar unintelectual critico: Ia de general' un universo discursivoque se transforme en el horizonte de toda una epoca,mas alla de los avatares y las contingencias inmediatasdel "nombre de autor" que dibuj6 por primera vez esalinea horizontal. Esto es 1 0 que lograron, para nuestrarnodernidad, Marx 0 Freud.

    ~Aeasoes ese horizonte el que -segiin se nos dice-ha desaparec ido? Pero un horizonte no desaparece: sedesplaza. Tampoco, en ese desplazarniento, se aleja: semueue junto con el que camina haeia el, pero a su rnis-rno ritmo, manteniendose a una distaneia constante desumirada. Para que un horizonte verdaderamente desa-pareciera -y pudiera, por 1 0 tanto, ser sustituido porotro- tendria que demostrarse que ha desaparecido laepoca entera para la que fue coneebido. Para el caso:t~ndria que demostrarse que ha desaparecido el capita-hsmo. 0 que ha desapareddo elineonciente. Dos cosas,evidentemente, indemostrables (aunque no, como severa luego, estrictamente improbables como postuladosideologicos). Es obvio que en 1989 -para tomar una fe-eha ya emblematica- desaparecieron los asf lIamados"socialismos reales", ya sea que 1 0 lamentemos 0no. Pe-ro el horizonte discursive que inauguro Marx no es elde una teoria de los socialismos reales: es el de una teo-ria (critica) del capitalismo real. No se ve pOl'que esa crf-

    4, Gayarri Chakravorty Spivak: O u ts id e i n t he t ea ch in g m a ch in e ,New York, Routledge, 1993,5.Edward Said: Oricnta l ismo , Madrid, Prodhufi, 1995.6.Jean-Paul Sartre: El idiota de lafamilin, vol. I, Buenos AiresTiempo Conternporaneo, 1975. '

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    E d ua rd o G r ii ne r Un a i n tr o du c c ui n alegorica a J ame so n y Zizek

    tica -esa "protests" teorica, si se la quiere pensar aS1-nohabria de sobrevivir al naufragio "individual" de 10 que,malo bien (persona1mente, creemos que mal) se erigioen su nombre. Y con mucha mas razon en una epoca en1a que, en cierto sentido p or p rim era u ez e n la b is to ria , laHamada "globalizacion" ha creado, es cierto que en for-ma paradojica, las condiciones de u~ .capita,li~mo u~i-versal previstas por Marx para una crrtica teonco-?;ac-tica igua1mente universal de ese modo de produccion.

    La paradoja a la que nos referimos es evidente y es-candalosa -1 0 cual no significa que no tenga sus razonesde ser-:.es [ustamente en el marco de esas condiciones de"universalizacion" que recrudecen y se radicalizan lasrecusaciones a toda forma de "universalismo", a la no-cion de "tota1idad", a las grandes categorias historicas ya los "grandes relates", y se prornociona una estetica (yase vera por que la llamamos asi) del fragmento. y, paradecirlo todo, una nueva y poderosa forma de fetichisrnoideologico.Pero, ante todo, estamos eligiendo mal nuestrasrnetaforas: la del marxismo, como la del psicoanalisis,no es (no deberia ser) una mera superoivencia, comoquien dice la supervivencia anomala de una especie quetendria que haberse extinguido y por 10 ,ta~lto se ,c?nser-va, en el mejor de los casas, en el zoologico eXOtiCOdealgunas catedras universitarias. Es la persistencia siemprerenovada de una practica transformadora y de una ma-nera de pensar el mundo 10 que esta en juego. Que de la

    )teoria critica de la cultura -tal como podia postularla,~~da Escuela de Frankfurt- sehaya pasado a los E s tu d io s C u l tu r al e s, es alg? mas que lasimple adaptacion de una moda norteamertcana, 0 quela comprensible disputa por la inclusion en el mercadode los financiamientos academicos. Es, ademds de eso, el

    sfntorna de la sustirucion de un intento de p ues ta en c ri-si s de las hegernonias culturales en su conjunto por laobservacion etnografica de las dispersiones y fragmen-taciones polit ico-sociales y discursivas producidas por elcapitalismo tardio y expresadas en su "logica cultural",como ha etiquetado Jameson a1asf llamado "posmoder-nismo".'

    Es decir: esto es 10 que parecen haber deuenido losEstudios Culturales, luego de su emergencia en trabajoscomo los de Raymond Williams 0 Stuart Hall, en losque todavia se conservaba el impulso de su vinculacioncon la polftica en general, y en particular con las formas,organicas 0 no, de resistencia cultural por parte de di-versos sectores oprimidos, marginados 0 subordinados:han devenido -especialmente en su cruce del Atlanticoa la universidad norteamericana, y con mayor fuerzaluego de la "colonizacion" postestructuralista de loscentros academicos- un (alla) bien financiado objeto de"carrerismo" universitario y una cornoda manera de sa-car patente de radicalismo ideologico-cultural despro-Ivisto del malestar de una crftica de conjunto a 10que so-lia llamarse el "sistema": es notorio, en este sentido, queel cu l tural ismo (que no es 10mismo que la rigurosa aten-cion debida a una dimension simbolica mucho mas de-cisiva de 10 que 1a tradicional vu1gata marxista quiso re-conocer) caracterfstico de los Cultural Studies harenunciado casi por completo -salvo en casos como losya citados- a toda preocupacion por las articulaciones(todo 10 mediatizadas 0 "sobredeterminadas" que sequiera) historico-sociales 0 politico-econornicas de los

    7. Fredric Jameson: El posmodern ismo I n 1 6 gi cn c ul tu ra l d el c ap i-talismo auauzado, Buenos Aires, Paidos, 1992.

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    E d um ' do G r ii ne r Un a i n tr o du c c io n alegorica a J ame so n y Z iz ekprocesos culturales." Para no hablar -v ad e re tr o- de lavituperada y anacronica categorfa de clase, que frente alos particularismos etnicos, subculturales 0 de genero,aparece hoy como una pura entelequia "textual" 0 unvergonzante resto arqueologico de las eras "(prejhisto-ricas". En fin, ~para que abundar? A continuacion qui-sierarnos ensayar un minimo replanteo de algunas de es-tas cuestiones, sobre 1a base de dos presupuestosgenerales, claramente inspirados en trabajos como losdeJameson y Zizek,Primero: los logros originales -que es imprescindi-bIe rescatar y revaluar- de los "Estudios Culturales"han venido precipitandose en los iiltimos afios, comodecfamos, en el abismo de una cierta (no decimos quenecesariarnente conciente) complicidad con 10 peor delas teorizaciones pos t (modernas/estructuralistas/mar-

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    xistas). Ello es explicable, en buena medida, por el pro-gresivo ensanchamiento de la brecha entre la produc-cion intelectual y el compromiso politico (aunque fueratambien el meramente "intelectual") que es el producto

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    de la derrota de los movimientos post-Mayo del '68, Yla consiguiente sumision a formas relativamente inedi-tas de fetichizacion mercantil producidas pOl'el capita-lismo tardio. Claro esta que ello no significa en ab so lu t eque esasnuevas formas de dominacion puedan enfrentar-se con los instrumentos teorico-practicos tradicionales deun marxismo anquilosado, como si para el no hubieratranscurrido una Historia, por otra parte considerable-mente drarnatica. Pero no basta tampoco apelar ritual-

    mente a una necesaria "renovaci6n" de aquellos instru-mentos si no se esta dispuesto a discriminar crfticamen-te 1apaja del trigo: despues de todo, como dijo algunavez un viejo marxista, "aquellos que no sean capaces dedefender antiguas posiciones, nunca Iograran conquis-tar las nuevas"."

    Segundo: por esa misma razon, tampoco es cues-tion de echar por la borda indiscriminadamente todas laspostuI.aciones de las teorfas "post" incorporadas pOl'losEstudios Culturales, en lamedida en que ellas represen-t~n legitimas formas de tratamiento de problemas ine-vitablemente no previstos por las "narrativas" clasicas.Pero sf de reinscribirlas en aquellos horizontes no agora-dos de los que hablabarnos al principio. Como explica-ba Althusser a proposito de 10 que lIamaba "lectura sin-tomatica", el problema no esta tanto en las respuestas" " ( d Cpost que pue en ser perrectamente correctas), comoen la restitucion de las pregun tas no forrnuladas -0ideo-Iogicamente desplazadas- a las que esas respuestas se di-rigen sin (querer) saberlo. 10Para nuestro caso, se trata de restituir 1apreguntapar las relaciones entre losf ragmentos (culturaIes, socia-les, textuales, de genero, de identidad, etc.) a que son

    tan afectos los Estudios Culturales, y 1atotalidad, unacategorfa cuya devaluacion actual en ab s tr a c to es, sosten-drernos, un sintoma de barbarie teorica e ideologica, Ydesde ya adelantarnos -aunque luego volverernos sabreel tema- que aqui tornarnos el termino "totalidad" en laacepcion clara y precisa que Ie daJameson, a saber, eIde8. Aqui definirernos "culruralismo", rapidamente, como la au-tocontradictoria idea de una determinacion "en ultima instancia" delas relaciones sociales y la subjetividad par parte de la cultura pensa-da como pura contingencia.

    9. Trotsky, Leon: En defensa del marxisma, Buenos Aires, Plu-rna, 1972.10.Althusser, Louis: Para leer "El Capital",Mexico Siglo XXI1972. ' ,

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    E d ua rd o G r ii ne r U n a i ntr od uc c io n a le go ri ca a J am e so n y Zizekmo do d e p ro d uc ci on . IIEntendiendo esta expresion, claroesta, en un sentido mucho mas amplio, mas dialectico ymas complejo que el meramente economicista de "fuer-zas productivas". Entendiendola, incluso, en el sentidofilosofico, historico y critico que puede tener en unAdorno, y que Jameson no deja de recordar en su estu-penclo texto sobre el autor de la Dia l ec t ic a n ega ti va .12

    La restituci6n de esa pregunta, sostendremos unavez mas, aun -y mas que nunca- puede haeerse por lavia de repensar aquella tradicion del marxismo occiden-tal -en particular la que va del primer Lukacs a la Es-cuela de Frankfurt, aunque no deberian desestimarsenombres hoy menos transitados como el de Sartre- y surelaci6n con ei psicoanalisis, especialmente como ha si-do pensada a partir de Althusser, y como esta siendo re-pensada hoy en los trabajos del propio Jameson y deSlavoj Zizek. Esta tradicion es, en efecto, la "causa au-sente" que aparece actualmente renegada en el pensa-miento postestructuralista en el que se abrevan mayori-tariamente los Estudios Culturales. Como ha dicho elmismo Zizek, el tan promocionado y comentado deba-te entre Habermas y Foucault, por ejernplo, desplaza yoeulta el debate implicito pero mas profundo que se hallevado a cabo en las iiltimas decadas, identificable conlos nornbres de Althusser y Lacan." Vale decir, el deba-

    te que (luego de los equivocos y las inconsistencias del"freudomarxismo" de Wilheim Reich y sus seguidores)par primera vez permite coneebir una articuIaci6n cri-tica entre las dos principales formas de pensamiento cri-tico del s iglo X X .

    Pero retomemos por un momenro la cuestion de la"observacion etnografica", caracterfst ica de los EstudiosCulturales actuales, a la que haciamos mendon. Natu-ralmente, esa observacion, ese registro minucioso y di-versificado, tiene su razon de ser y t iene su indudableutilidad. Tiene su razon de ser en la profundidad de lastransformaciones sociales, ideologicas e incluso subjeti-vas operadas en Ia cultura occidental (aunque no solo enella) en las ultimas decadas: principalmente, la desdife-~?.Eia~ -0 al menos, la problematizaci6n~-tidades que las cieneias sociales tradicionales imagina-ban como preconstituidas y s6lidas (la nacion, la clase,la adscripcion politico-ideologica) y Ia emergencia teori-co-discursiua y academica , pOl'que en la "realidad" existie-ron siempre, de identidades -y por 10 tanto de proble-maticas- mas "blandas" y en permanente redefinici6n(el genero, la etnicidad, la eleccion sexual, el multicul-turalismo, etc.) que obligan a multiplicar y "ablandar",asimismo, las estrategias de Ia asi Hamada desconstruccuinde los dispositivos de discurso unitarios y totalizadoresque pretendian dar cuenta de las identidades "antiguas".Lo que esta en juego, en una palabra, es una cierta cues-tion de limites,

    En efecto, una noci6n central para la teoria litera-ria y psicoanalftica y en general para la crftica culturalconternporanea -y, por extension, para las ciencias so-dales, que desde la decada del '60 han venido inspiran-dose progresivarnente en las disciplinas de la "significa-/cion"- es la nocion de limite . El lirnite, como se sabe, es

    11. Fredric Jameson: Teo ri a de l a po s tmode rn idad , Madrid, Trotta,1995. Esra asimismo claro que "modo de producci6n" es, paraJameson (y para nosotros) mucho mas que su "base economics" en elsentido vulgar, puesto que incluye las relaciones de produccion -por10 tanto, Ia lueha de clases- atravesadas por las relativamente autono-mas instancias jurfdico-politicas, ideologico-culrurales, esteticas,etcetera, tal como 10 explicamos un poco mas adelante.12. FredricJameson: La te Ma"x is1J t, Londres, Verso, 1990.13. Slave] Ziz ek: E l s ub li m e o bj et d e l a i de ol og ia , Mexico, SigloXXI, 1992.30 3 1

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    E du ar do G r an er U n a i nt ro d uc ck in n le gr h- ic a a J am e so n y Zizekla simultaneidad -en principio indecidible- de 1 0 quearticula y separa: es la linea entre la Naturaleza y la Cul-tura, entre la Ley y la Transgresion, entre 1 0 Concientey 1 0 Inconciente, entre 1 0 Masculino y 1 0 Femenino, en-tre la Palabra y la Imagen; entre el Sonido y el Sentido,entre 1 0 Mismo y 1 0 Otro. Es tarnbien -yen esto seconstituye en un tema casi obsesivo de los estudios cul-turales "post"-la linea entre los terri tories , materiales ysimbolicos: terri torios nacionales, etnicos, l ingiifsticos,subculturales, raciales; territorios , en fm, genericos, en eldoble sentido de las "negociaciones" de la identidad enel campo de las practicas sexuales, y de los gbzeros lite-rarios, esteticos 0discursivos en general .

    Y esto, decfamos, tiene su utilidad: nos ha permiti-do complejizar e interrogar de nuevas maneras la heren-cia teorica del marxismo, del psicoanalisis y, en termincsglobales, del pensamiento crltico de izquierda, Respectodel marxismo (para circunscribirnos, por el momento, ael) es obvio que la categoria de los Estudios Culturales

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    mas cuestionada por el postestructuralismo es la que re-mite a la "rnetsfora arquitectonica" del esquema base(economica) I superestructura (ide~logica! jurfdico-po-litica, estetica, etcetera), y tal cuestionarmento es hastacierto punto justo. Pero esta critica, intencionalmente 0no; suele pasar por alto algunos hechos a nuestro juiciofundamentales:

    Para empezar, el propio Marx nunca entendio eltermino "econornfa" en el sentido estrecho (digamos,"tecnico") en que 1 0 entiende la mayoria de los econo-mistas; mas bien al contrario, su crftica de la econorniapolitica (tal es el prograrnatico subtitulo de E l C a pi ta l)parece estar dirigida a la disolucion teorica de la econo-mia como "ideologfa burguesa". Por otra parte, esta su-ficientemente claro -aun en sus escritos mas "didacti-

    cos", como el Manif iesto 01 a "Inu'oduccion de 1857';- quela famosa "base economica" (una expresion ciertamentedesafortunada de Marx) implies no solo eI desarrollo delas fuerzas productivas, sino su relacion conflictiva con lasrelaciones de produccion, es decir, en terrninos estricta-mente marxianos, con Ia l uc ba d e c la se s, explfcita 0 laten-teo Por 1 0 tanto, la propia "base economics" esta yas iempre atravesada por los "mementos' polit ico (la orga-nizacion de las clases y sus fracciones en relacion con elEstado y con sus posiciones en el mercado de capitalesy trabajo), jurfdico (las regulaciones legales de dicha or-ganizacion y del regimen de propiedad), ideolOgico (l a re-produccion "motivacional" de las relaciones de produc-cion; las normas morales y religiosas, la legitimacion delpoder politico y social, etcetera), e incluso cultural ensentido amplio (la promo cion, conciente 0 no; de cier-tos "estilos de vida", practicas y comportamientos, gus-tos esteticos y Iiterarios, formas de produccion y consu-mo, pautas educacionales e informativas, etcetera).

    Si ella es asf, no se ve como d es de e l p ro pi o M a r x po-drfa defenderse -salvo mediante una lectura de decididamala fe- una version "reflexologica" 0mecanicista delas relaciones base/superestructura. Tampoco se trata-malgriLaclau y otros "posmarxistas=-" de ningiin "re-duccionismo de clase": las "identidades" multiples con-figuradas par la coexistencia des igua l y combinada de esasposiciones identitarias relativamente autonomas y conIimites imprecisos -la del ciudadano, la del consumidor,la de Ia elecci6n sexual, religiosa 0estetica- no estan di -rectamente determinadas por la "identidad" de clase, quede todos modos tampoco supone una "pertenencia" rf-

    14, Cf., par ejemplo, Ernesto Laclan y Chantal Monffe:Hegcmonia y es tra teg ia so c ia l ism , Mexico, Siglo XXI, 1989.32 33

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    Eduardo Gri iner Un o introduccitin. a le go ri ea a J a me so n y Zizek

    gida, desde siempre y para siempre. Pero no se==:de por que -en el contexto de formaciones sociales enlas que existe, y cada vez mas, la dife~encia basica e?_trepropiedad y no propiedad de los medios d~pr?d~CCIOn-esta afirmacion hoy casi perogrullesca seria logicamen-te contradictoria con la que sostiene una articulacion deesas "identidades" con el p1'oceso de la lucha de dases,que "sobredetermina" los espacios de c~nstr~ccion (y,por cierto, de "desconstruccion") de las identidades. Eseste tipo de articulacion y categorizacio~ el que Jame-son -y, a su manera mas "mediatizada", Zizek- no estadispuesto a abandonar, al menos hasta que se demuestresu estricta inutilidad.Es evidente, por otra parte, que hay "identidades"-digamos, la racial, 0 la sexual en s.entido bi.ologico-que son en S1l origen completa~ente ;lI_1dependlentes.~elos procesos economicos 0 sociopoliticos; pero ,qUlenpodria seriamente sostener que e l desarrollo de la luchade dases no tiene influencia sobre lasituacion de los ne-gros 0 de las mujeres? ..Una tendencia dominante en el pensarmento pos-moderno aun "de izquierda" (yque lamentablemente hapermeado a buena parte de los Estudios Culturales), sinembargo, es la acentuacion -perfectamente legitima- deaquellas identidades "par~culares" a c o: :o -1 0 que ya noes tan legitimo- de la cas! total expulSIOnde la catego-ria "lucha de dases" fuera del escenario historico y so-ciocultural. ,Sera excesivamente "anacronico' c~ns.ide-rar que dicha eliminacion constituye un empobrect7 luel l~oy una simplijicocion -y no, como se pretende, un ~nn-quecimiento y una complejizaciou- del pensamlentoteorico-critico? Es necesario ser absolutamente clarotambien en esto: todavia no se ha inventado una catego-ria que permita explicar mejor el modo de produccion

    capitalista que la categorfa de "dase"; los argumentosque aducen una disolucion de las clases, y en particulardel proletariado, sobre la base de las transformacionesprofundas que ha sufrido el capitalismo en las ii ltimasdecadas, son por 10 menos irracionales, cuando no di-rectamente reaccionarios: que el contenido especffico dela "experiencia de clase"y sus formas de "conciencia" (enel sentido thornpsoniano)" ha cambiado sustantivamen-te, seria absurdo negarlo. Pero insistimos: mientras exis-ta lapropiedad privada de los medios de produccion, ha-bra clases, y habra proletariado. Mas attn: se podriademostrar -como intenta hacerlo Jameson- que e l capi-talismo tardio, transnacional y gIobalizado, esta gene-rando -junto a modos ineditos de liquidacion de Ia claseobrera industrial tradicional- una suerte de superproleta-riado mundial, cuya forma no estamos aiin en condicio-nes de prever, pero que dara mas de una sorpresa en elsiglo que viene. En ese contexte, para retornar la rego-cijante ironia de Jameson, acusar a los que seguimosempefiados en el analisis "totalizante" del modo de pro-duccion de "nostalgicos de la clase", equivale poco maso menos a acusar a un muerto de hambre de ser "nos-talgico de la comida". 16

    Desde Iuego, no se nos escapa que por detras deese cuestionamiento a la "logica de clase" esta el exitoque en los iil timos alios han conocido las reflexionesmas 0menos foucaultianas sobre la "microffsica del po-der", asfcomo la promocion teorica y politica -a lacuallos Esrudios Culturales han contribuido en gran medi-da- de los llamados "movirnientos sociales", articula-15. E. P. Thompson: L a j amloeion d e l a c la se o br er a i ng le sa , ytambien Co s ua n h re s e n c om ti n , Barcelona, Critica, 1993.16.Fredric Jameson: Teoria d e la postsnoderuidad, ob. cit.

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    E d ua rd o G r ii ne r Un a in troduccion a l eg tf 7- ic aa Jame s on y Z ii ekdos segiin otros intereses y dema~das (asf c~mo. tarnbiensegiin otros tiempos y caracterfsticas organizativas) quelos de la clase. No obstante, insistiremos en que ambasformas no solo no son necesariamente incompatibles,sino que mucho puede ganarse (nuevamente, tanto enterrninos teoricos como politicos) del analisis de sus po-sibles formas de articulaci6n, aunque no podemos me-nos que cornpartir las ironias deslizadas por Jar_neson-en el trabajo incluido en este volumen- a proposlto deltermino "articulaci6n", que ha terminado por transfo~-marse en uno de esos explicatodo que finalmente expli-can bien poco.

    Por otra parte, no cabe duda de qu~ e~ interes p.or) la "micropolitica" y pOl'los "nuevos movirruentos SOCla-lIes" es un fenomeno tfpicamente posmoderno -1 0 cual,por supuesto, en sf mismo no le quita valor-: debe, por10 tanto, ser rigurosamente historizado, en tanto prod~c-to de la prodigiosa expansion multinacional d~l ca~lta-lismo y la consiguiente "desdiferenciaci6n de identida-des" a la que alude Scott Lash," que ha seguido a lasetapas del capitalismo clasico del siglo.xr:x (en la ~u~ seconformaron el proletariado y el movmuento socialistacomo tales) y del imperialismo en sentido leniniano (en laque aparecio el problen:a de la rel~cion e~~e la ':l!bera-don social" del proletariado mundial y la liberacion na-donal" de los pafses dependientes y semicoloniales). Elcapitalismo transnacionalizado de la actuali?ad, pese a lasapariencias, no ha el iminado las etapas ant~nores: en tod.ocaso, las ha integrado (dialecticamente, SI se nos ~erml-te), agregando la cuesti6n ya aludida de la desdiferen-

    ciacion de identidades y la consecuente multiplicaci6n-asimismo desdiferenciada y "microlocalizada" - de po-tenciales puntos de conflicto.Este fen6meno tiene su expresion teorica tarnbien-aunque desde luego no puede reducirse a ella- en losigualmente multiplicados cuestionamientos "postestruc-turalistas" 0 "posmarxistas" a toda forma pensable de"identidad" estabilizada 0incluso politicamente construi-ble, idea que cae bajo la acusacion de pertenecer a un pen-samiento de la "totalidad", cuando no directamente "rota-litario". Nadr mas falso, y volveremos sobre el terna;digamos por ahora, otra vez siguiendo a J ameson, que laaparicion de los "nuevos movimientos sociales" es sin du-da un extraordinario fenorneno his torico que se cornpli-ca con la explicacion que muchos ideologos "post"creen poder proponer: a saber, que surgen en el va dodejado por la desaparicion de las clases sociales y de losmovimientos politicos organizados en torno de ellas."

    En estos analisis no queda en absoluto claro -insis-te J ameson- como podrfa esperarse que desaparecieranclases enteras, y ello sin mencionar el peligro que entra-fia el dejar teorica, politica y organizativamente inerrnesa dichos movimientos ante la conclusion logica de quetarnbien la clase dominante -que si tiene una "identi-dad" notablemente solida, unificada y organizada- po-dria haber desaparecido, 0al menos podria vel' su poderdisuelto en la "microfisica" de una cotidianidad frag-mentada y atomizada. Como 10 ha visto agudamenteEagleton, esto no es contradictorio con las consideracio-nes pesimistas sobre el caracter todopoderoso del "Sis-

    17. Scott Lash: S o ci o lc g fa d e f a p o st tn o de r ni d ad , Buenos Aires,Amorrortu, 1997. 18. FredricJameson: T e or ia d e I n posmodern idad; ob. cit.

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    E d ua r do G r un er

    tema", sino que mas bien es la otra cara, ,~I~me~osladialectica, de la misma moneda: en efecto, SI el SIste-ma es considerado todopoderoso [...J entonces las fuen-tes de oposjcion pueden ellcontrarse fuera de el. Pero sies realmen te todopoderoso, entonees por definicion nopuede haber nada fuera de el, de la rnisrna manera queno puede haber nada fuera de la infinita curvatura de~espacio cosmico. Si el Sistema esta en t?da~ partes, as!como el Todopoderoso no aparece en nmgun l~gar enParticular y por 10 tanto es invisible, puede decirse en-, 1 de si " 19tonces que no hay nmguna case e Slste:n~ . .La insistencia excluyellte en los movirruentos SOCl~-les y el multiculturalismo, por 10 tant?~ ~ntra~~ .el peh:gro de un desarmante descuido del anah,sIsdel ~l~t~macomo t o ta l idad ar ti c u lada (por el contrano, el anal1Sl~delsistema en estos terminos de totalidad articulada ob!lga arestituir a la teoria el eje de las clases y sus luch~s,Jus,ta-mente en su art iculaci6n con otras formas de resistencia).Es cierto que esa "totalizacio~" :s P?r,defi~ieion inc~1 lZ:pleta -1 0 cual, en principio, dIstlll~1f1a al to~o sO:lalmarxista (y con mas razon, al freudiano) de la totah~adexpresiva" hegeliana, al menos tal como es. entendidapor Althusser-: la par~doja es que. aquel n:lS~O restoinasimilable que permlte a la totahdad capitalista fun-cionar y aparecer en su cornpletud (es decir, la plusvaHay la explotacion del PEoletariado) e~10 que" de un n;.odo"sinrornatico" (dirfa Zizek) denunc ia su caracter de no-todo" , y desmonta desde adentro la eonsistencia de laideologia dominante. Pero ella no es un argumento pa-ra el abandono de la eategorfa "lucha de clases" a favorde la de "multiculturalismo", sino precisamente todo 1 0

    19. Terry Eagleton: L a s i lo si on e s d el p os m od em i s1 1 lo , BuenosAires, Paid6s, 1997.

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    Una i n tr o dua i d n alegorica a Jame son y Zizekcontrario. Porque es la lucha de clases 1 0 que muestra lafractura constitutiva de Ia sociedad (que no tiene porque, desde ya, coincidir con las fracturas de la cu l ture ,aunque sin duda en una sociedad historica particulartienden a intersectarse), AI contrario de 10 que se apre-suran a criticar las teorias "post" en el marxismo, lano-cion de Iucha de clases no pretende erigirse en ninguna"centralidad" del modo de produccion, sino al reves,mostrar su estructura como decididamente des-centra-da, as! como la nocion freudiana de inconciente rnues-tra la estructura descentrada del sujero, contra las ilu-siones "centralistas" del sujeto cartesiano 0kantiano,Por otra parte, tal insistencia en elmulticulturalismo-entendido como la coexistencia hibrida y mutuamente"intraducible" de diversos "mundos de vida" culturales-puede interpretarse tarnbien "sintomaticarnente", nosadvierte Zizek, como 1 a forma negativa de Ia emergenciade su opuesto, de la presencia masiva del capitalismo co-mo sistema mundial un iuersal . Puesto que el horizontedel "imaginario social e historico" (para utilizar la ex-presion de Castoriadis) ya no nos permite abrigar laidea de un eventual derrumbe del modo de produccioncapitalista (limitacion del imaginario que se expresateoricamente en la recusacion de las nociones de "tota-lidad" y "clase") se termina aceptando silenciosamenteque el capitalisrno e std a qu i p ara q ue da rs e. La energiacritica, en este contexte, encuentra una valvula de escapesustitutiva en la lucha -sin duda necesaria, pero no sufi-ciente- por diferencias culturales que, en eIfondo, dejanintacta Ia homogeneidad basica del sistema mundiaI ca-pitalista. No podrfamos expresarlo mejor que Zizek:

    [ . . . J Nuestras batallas electronicas giran sabre losderechos de las rninorias etnicas, los gays y las Iesbianas,39

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    E du ar do G r un er U n a i ut ro du cc id n a le g or ic a a J am e so n y Zizek

    los diferentes estilos de vida y otras cuestiones de esetipo, mientras el capitalismo continua su marcha triun-faLHoy la teoria crftica -bajo el atuendo de "critica cul-tural"- esta ofreciendo el ultimo servicio al desarrolloirrestricto del capitalismo al participar activamente en elesfuerzo ideol6gico de hacer visible la presencia de este:en una tfpica "crft ica cultural" posmoderna, Ia minimamenci6n del capitalismo en tanto sistema mundial tiendea despertar la acusaci6n de "esencialismo", "fundamen-talismo" y otros delitos."

    C om o b a ce r p a la b ra s c on l as c as as

    En 10 que respecta al "momento" estrictamente fcultural, simbolico, semiotico-lingiHstico 0 como se 10quiera llamar, que constituirfa la diferencia especffica delos Estudios Culturales "post" respecto del marxismo,hay que recordar que existe una larga y profunda tradi-cion marxista que ha hecho del l engl la je (ypor ex tens ion ,del espacio simbolico-culmml 0 "representacional") unescenar io privi1egiado, y a veces incluso deci s i vo , de losconflictos socia l es e ideologicos y de 1aconstitucion delas "identidades". Esa tradicion se remonta a las prime-ras decadas del siglo XX, y por 10tanto escontempordneade 10 que ahora se llama el "giro lingiiistico" producidoen el pensamiento a partir de pensadores como Saussu-re, Peirce, Wittgenstein 0 Heidegger, y por 10tanto es11tuy anter ior al descubrimiento de tal giro lingufstico porel estructuralismo y el postestructuralismo. Piensese so -lamente en casos paradigmaticos como el de Gramsci ((que rnostro el1ugar determinante de11enguaje y la cul-tura en la construccion de hegemonfas y contrahegemo-nias, y en la "guerra de posiciones" en el seno de la so-ciedad civil) 0 el de Bajtin-Voloshinov (que con sus I.nociones de dialog ismo 0 beteroglosia rnostro, de maneracomplernentaria, la densidad ideologies y la dramatici-dad politica del "habla" cotidiana tanto como del dis-curso literario y estetico).

    Por supuesto que hay aqui una diferencia esencialcon el pensamiento "post", a1menos en sus versionesmas radicales: alli donde este ve el problema de la COllS-titucion "indecidible" de las identidades y los procesossociohist6ricos como un fenomeno puramente textual,Gramsci a Bajtin (yni que hablar de desarrollos posterio-res como los de Benjamin, Adorno, Althusser, etcetera)

    Lo que siqueda mas claro, pues, esde que multiplesmaneras esta concepcion alternativa (la de que los "nue-vos movimientos" son sust itut iuos y no comp lemen t ar io s deuna clase trabajadora en vias de extincion) puede ponerla "micropolitica" a disposici6n de las mas obscenas loasal pluralismo y la democracia capitalistas contempora-neos: "el sistema se felicita a sfmismo por producir ca-da vez mas sujetos estructuralmente no utilizables", di-ce jameson." Mientras tanto, se pierde de vista -y seexpulsa de la investigacion te6rica tanto como de la ac-cion polftica- el Iugar consti tutiuo (es decir, "estructu-ral", es decir, como no, "totalizador") que sigue tenien-do para el sistema la diferencia entre propiedad y nopropiedad de los medias de producci6n, 1aproducci6nde plusvalia y 1a reproduccion de esas relaciones pro-ductivas que se estiman como "desaparecidas".

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    20. Slavoj Zizek: "Multiculturalisrno 0la 16gicacultural del ca-pitalisrno rnultinacional", en este volumen.21. Fredric Jameson: T eo ri a d e I a p o s t mod e r ni da d , ob. cit.

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    Eduardo Griiner Una introduccion nlegririca a Jameson y Zizek

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    tengan sentidos estrictamente diferentes para las diferentesclases: Bajtin no es un simple relativista. Pero el discursono esta solo compuesto de sentidos, sino tambien de te-mas y acentos, que articulan generos discursivos que expre-sa n tanto como producen experiencias sociales antagoni-cas: toda sociedad es, en este sentido, beteroglosica("multiacentuada", por asi decir), y solo porque los dis-cursos existen bajo lahegemonfa de la clase dominante esque aparece como rnonoglosica; el lenguaje, como cual-quier otro "contrato", es el producto de una cierta rela-cion de fuerzas mas que de un consenso. Sin embargo,como hay siernpre resquicios para la resistencia, hay cier-tos productos culturales (no solo "populares": el ejemploprinceps de Bajtin esla narrativa de Dostoievski) que des-nudan, intencionalmente 0no, la polifonfa laterite bajo laaparente armenia del "consenso".Son mas que obvias las analogias que pueden en-contrarse entre estas reflexiones y las de Gramsci, queestaba obsesionado por analizar las formas en que la cla-se dominante es capaz de construir una hegemonia ideo-Iogico-cultural sin que, no obstante, esa hegemonia pue-da nunca ser completa, Si en la perspectiva gramscianatodos los hombres son, en alguna medida, "filosofos' ',ello es porque en su necesaria inmersion en ellenguajeincorporan de manera inconciente y asistematica "con-cepciones del mundo" que involucran una amalgama deideas contradictorias, inevitablemente "heteroglosicas"(para decirlo bajtinianamente); especialmente e l prole-tariado y las clases populares -que estan sometidos apractices materiales y culturales que objetivamente con-tradicen los enunciados de la ideologia dominante- noposeen, por 10 tanto, una conciencia ni una "discursivi-dad" homogenea y fijada. Una politica de resistenciaconciente, incluso "revolucionaria", empieza realmente

    nunca deseuidan el analisis de larelacion -claro esta queproblematica y cargada de "indecidibilidades", ambi-giiedades e inestabilidades de todo tipo- de esa textuali-da d con la lucha de clases y con las formas en que losdiscursos ideologicos 0 culturales en general se encar-nan en instituciones, practicas, conduetas y enunciados"materiales", Es precisamente la tension (si, en princi-pio, "indecidible", y por consiguiente sometida a lascontingencias sobredeterminadas de la hegernonfa) en-tre esas "materialidades" y las "abstracciones" ideologi-co-discursivas, IQ qlW constituye la escena de la luehapor eI sentido y las identidades.Para Bajtin, por ejemplo, la trama social no es sim-plemente discursiva. El discurso no es un registro total-mente autonomo: es un aspecto emergente -si bien confrecuencia decisivo- de un complejo multifacetico de re-laciones sociales y de poder, que tienen un efecto pode-roso sobre ellenguaje y los discursos. "Las [ormas de lossignos -dice Bajtin (y notese que no habla meramente delos "contenidos")- estrin condicionadas por la organiza-cion social de los participantes involucrados" .22 Lo eualincluye, por supuesto, las formas res is tentes al poder y ladominacion (es archiconocido el ejemplo bajtiniano de lacultura "carnavalesca")." El discurso esta, por 10 tanto,fuertemente condieionado por los modos en que distin-tos grupos sociales intentan acentuar sus "palabras" demanera que expresen su experiencia y sus aspiracionessociales, El resultado es que "el mundo de los signos setransform a en un escenario inconciente de la lueha declases". Esto no significa, por supuesto, que los discursos

    22. Mijail Bajtfn: Marxismo y f ilosofia del lenguaje, Madrid,Alianza, 199223. Mijail Bajtin: La cul ture popular en la Edad Media y el Rella-cimien to , Barcelona,Seix Barral, 1975.

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    Eduardo Griiner U na in tr od uc cid n a le go dc a a J am es on y Zizekreconocer, con las teorizaciones frankfurtianas sobre la"industria cultural". Y asimismo, como ha sefialado re-cientemente Stuart Hall, lleva por su propia logica derazonamiento a restituir la cuestion del sujeto -de comoy por que hay un componente activo y "autoconstiru-yente" del sujeto que plantea algunas preguntas criticasa la unidireccionalidad de la "interpelacion" ideologicatal como la entiende Althusser-. Pero no sepuede ocul-tar que entrafia el riesgo ya sefialado de una reduccioninversa a la apuntada, que en el Iimite ve al poder y alpropio sujeto como un fenorneno cuasi metaffsico, deorigen puramente discursivo.

    Aquf esnecesario, entonces, hacer un alto. Otro pe-ligro que vemos avecinarse en los Estudios Culturales esel de la inversion del efecto liberador que en sumomen-to tuvo la actualmente un poco hartante idea de "textua-lismo". A no preocuparse: no nos proponemos iniciarninguna campafia contra los espectros del profesor De-rrida. Pero sf sospechar que, si en una etapa esa nocion-generalmente malentendida, como corresponde-" tu-vo el valor de Hamar la atencion sobre el caracter deconstruccion discursiva y ficcional de los discursos "na-turalizados" de la cultura (~y que otra cosa es, entre pa-rentesis, la crftica de la ideologfa, incluso tal como lapracticaba Marx antes de convertirse en un fantasma?),ahora corre el riesgo de entrar en connivencia objetivacon la nocion generalizada de que el universo sangrien-to y desgarrado en el que vivimos es una pura ficcuin, un

    cuando dicho amalgama puede ser sistematizado paradesnudar sus contradicciones insolubles, 1 0 cual permi-te la potencial construccion de un discurso "contrahe-gemonico" .24Hay, sin duda, algunas semejanzas notables entre> esta posicion y las posteriores tesis de Foucault contralos excesos desconstructivistas que encierran la expe-riencia subjetiva y social dentro de un universo pura-mente textual "con el objeto de no reinscribir las prac-ticas discursivas en un campo de transformaciones delpoder en el cual ellas se desarrollan"." Sin embargo, esepoder, en el propio Foucault, nunca es estrictamentedefinido (quedando 61mismo sometido a una suerte dedispersion "rnicrofisica" que no deja de recordar a las"diseminaciones" desconstructivistas), y mucho menosen terrninos de clase . Esto no debe entenderse como unllarnamiento a des car tar a Foucault. Todo 1 0 contrario:

    1su estrategia neonietzscheana de construccion de unagenealogia de las relaciones de poder implicadas en losdispositivos de discurso es extraordinariamente revela-dora para una teoria critica de la cultura, asi como parauna critica de las ideologies liberada de reduccionismoseconomicistas y unilaterales. La tesis, por ejemplo, deque el poder no consiste simplemente en repr imir cier-tas formas discursivas, sino que fundamentalmente pro-duce una relaci6n con el conocimiento -con los "sabe-res"- que legitima su dominacion, es (valgala expresion)poderosamente productiva, ademas de tener profundospuntos de contacto, que el propio Foucault termino pOl'

    24. Cfr., por ejemplo, Antonio Gramsci: Los in te lec tuales y 1 1 7 07"-g an iz ae io n d e l a c ul tu ra , Buenos Aires, Nueva Vision, 197~. .25. Michel Foucault: D id lo g s ab re e l p od er , Madrid, Alianza,1986.

    26. Existe actualmente una (bienvenida) corriente de revisionde Ia obra de Derrida, que tiende a demostrar que sus posiciones noson, justamente, de un texrualisrno "extreme" y totalmente ajeno aconsideraciones de orden etico-polftico. Cfr., pOl' ejemplo, Chris-topher Norris: Teoria acri t icn , Madrid, Caredra, 1996. No obstante,

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    E d ua rd o G r ii ne r U na i nt ro du cc ui n a le gt h- ic a a J am e so ll y Zizekmero simulacra, una expresion de eso que Vidal-Naquet

    tllama "inexistencialismo"," por el cual se elimina -para-d6jicamente-la dife1-encia, el cOllfiicto entre realidad y re-presentaci6n. Un conflicto que es precisamente, comoqueria Adorno, la marca politica y "comprornetida" delarte y la cultura autonomos. 28 Politica y comprometidano, desde ya, por su toma de partido explicito (aunqueno militamos, personalmente, en las filas de quienescuestionan toda forma de arte explicitarnente politico:eso llevaria a la ridiculez de eliminar del arte del sigloXX telas como el Guern ica , libros como L a c on diti on h u-mana 0 filmes como El Acorazado Potemkin) sino preci-samente por el caracter revulsivo de su puesta en crisisdel u in cu lo p rob l emd ti c o entre "realidad" y lenguaje este-tico-cultural.Una eliminacion que es tarnbien, nos parece (aunqueno tenemos el tiempo ni la competencia para demostrar-1 0 aqui), la busqueda de la eliminaci6n del inconciente

    \

    mismo, ya no como categoria te6rica sino como lugar de1 0 irrepresentable, de expresi6n del caracter inarticula~lede 10 Real. La postulaci6n del mundo como puraf icao-nalidad (no ajena, en cierto modo, al triunfo de una u?i-cua obscenidad de las imageries en manos de los mediosde comunicaci6n, y al caracter abstracto y especulativodel capitalismo actual), (no apunta a suprimir esa distan-c ia c ri ti ca que permite situar a la ficci6n en el lugar deaun en las 6.ltimas obras de Derrida, ciertamente m as atravesadaspOl' una preocupaci6n politica, la impronta "textualista" sigue.sien:do 10 suficientemente fuerte como para dar Iugar a las sobreinter-pretaciones. . , . _27. Pierre Vidal-Naquet: L o s a se si no s d e l a memoria, MeXICO,SI -glo XXI, 1993_2 8 _ C f r. , por ejemplo, Theodor W Adorno: ' I b o ri a e s t et i ca , Ma-drid, Taurus, 1981.

    una Verdad impensable? A uno le dan ganas de arnon-estar, de decir: senores, enterense de que la Guerra delGolfo sf ba tenido lugm', y parece ser incluso que allf (0en Ruanda, 0 en Bosnia-Herzegovina, 0 aquf cerca en lacalle Pasteur) sf se ha matado gente. Enterense, quierodecir, de que la lucha de clases, la violencia politica y elinconciente S 1 existen [uera del texto: casualmente sonellos los que constituyen esa "otra escena" que perrniteque el texto sea, que se erija en toda su irreductible es-pecificidad y autonornia como sfntoma de 10 indecible yde 1 0 impensable.

    Conviene no olvidar, en efecto, que la palabra "tex-to" deriva de texere, "tejer" 0 "cornponer", yen su usoextendido designa una textura 0trama de relaciones en-tretejidas con la materia lingtifstica. Su rol critico comoconcepto es el de problematizar las distinciones y jerar-qufas convencionales, como las rutinas sociologizantesque presentan al texto como mero documento 0 indica-dor de un fundamento, realidad 0 "contexto" mas basi-cos. Sin embargo, el uso yabuso del concepto inevitable-mente levanta eI espectro de "imperialismo textual" 0"pantextualismo", Cuando la noci6n de texto es absolu-tizada, nos confrontamos con el tipo de interpretacionreductiva y paralizante que e 1 propio concepto se pro-ponfa combatir, 0 al menos evitar. Referirse a 1 0 real co-mo "textualidad" es (0 deberfa ser) un obvio recursometaf6rico. Pero, justamente, como metafora 10 que de-berfa hacer es Hamar Ia atenci6n sobre el problematicovinculo entre las practicas sociales, polfticas e ideologi-cas por un lado, y por otro los "juegos de lenguaje", cu-ya "liberaci6n" de significantes puede as! ser entendidatarnbien -aunque no iinicamente, cIaro- como Ia rene-gaci6n (ideoI6gica) de aquel vinculo.

    Yesto es algo que, contra la vulgata generalizada,los mejores exponentes de los Estudios Culturales jamas

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    Un a i nt ro du c ci on a le g or ic a a J am e so n y Ziiekhan dejado de tener en cuenta. Vease, si no, la inequi-voca posicion de Stuart Hall, cuando dice: "Pero yo to-davia pienso que se requiere pensar en el modo en elcual las practicas ideol6gicas, culturales y discursivascontimian existiendo en el seno de lineas determinantesde relaciones materiales [... ] Por supuesto, tenemos quepensar las condiciones materiales en su forma discursi-va determinada, no como una fijacion absoluta. Perocreo que la posicion textualista cae frecuentemente enel riesgo de perder su referencia ala practica material ya las condiciones historicas"." La "materialidad" a 1aque se refiere Hall no es la del materialismo vulgar em-piricista, Es aquello que de 10 "real" puede ser articula-do por una teorfa que sepa que n o to do 10real es articu-

    \lable en el discurso. Pero, entonces, es necesario teneruna teorfa que reconozca alguna diferencia entre 10realy el discurso. En efecto, aun en el terreno del "puro sig-nificante" de la poesfa 0 1 a literatura es discutible que nohaya nada "fuera del texto": la literatura mas interesan-te de 1 a modernidad, justamente, es la que pone en esce-na la imposibilidad de que el texto 10 contenga todo(Kafka 0Beckett, par citar casos ejemplares).

    Es, precisarnenre, esta dimension de 1 0 rea l , en sudiferenciacion de (y oposicion a) la "realidad", tal comofue originalmente postulada por Lacan, la que constitu-ye uno de los ejes centrales de la obra de Zizek, en re-1aci6n con los "fantasmas" que subtienden el registro de10 ideologico, De 10 ideologico, adernas, entendido co-mo [ ue rz a m a te ri al que afecta directamente al cuerpo delos sujetos, incluyendo los sujetos colectivos que han te-nido que sufrir los avatares de 10 real-fantasmatico en la

    politica del siglo XX. Desde sus primeros articulos so-bre el totalitarismo, toda la obra de Zizek esta atravesa-da por esta obsesion de mostrar aquello que desborda aldiscurso (tambien, y especialmente, el polftico-ideolo-gico), aquello que no puede ser reducido al "texto",aunque dependa de el para hacerse aparente .

    Sin duda, esa "apariencia" reconoce su propio regi-men de Verdad, que podemos denominar como 10 Sim- < . .bolico. Pero no parece tan legftima 1a simple y llanaconfusion de dicho regimen con e1 registro de 10 quesolemos llamar la "realidad". En todo caso, la "realidad"es 10 Imaginario: aquello, precisarnente, que constituye ,para el Sujeto una totalidad de sentido sin fisuras, que leda una plenitud ante sf mismo y ante los otros. 0, paramayor precisi6n: la "realidad" es un cierto auudamientode 10 Imaginario a 10 Simbolico, que permire que 1aex-periencia compartida de la realidad (el "codigo" univer-sal de la lengua, por ejemplo), deje 1ugar para la s ingula -r idad de la imagen vuelta sobre sf misma. Lo Simbolicose manta sobre ese Imaginario (esta claro, pOl'e jemplo enIa teorfa 1acaniana del estadio del espejo, que 10 Imagi-nario es imprescindible para la simbolicidad) para cues-tionar de s d e aden t ro , annque de rnanera inconciente pa-ra el Sujeto, tal p1enitud: es la funcion del "Nornbre delPadre", que permite al sujeto confrontarse con su pro-pia [alta, con su castracion, so pena de psicosis,

    Traslademonos al analisis politico. La operacionteorica por la cual Marx interpela al proletariado no es(al menos, no principa1mente) del orden de 10 Imagina-rio (no es, pues, equivalente a la interpelacion populistao a la liberal, con sus apelaciones a la "universalidad"del Pueblo 0 del Mercado), sino de 10 Simbolico: 10queMarx esta diciendo -como hemos adelantado mas arri-ba- es que hay "algo" en la "realidad" del capitalismo

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    29. Stuart Hall: Critical Dialogues in Cultural Studies, NuevaYork-Londres, Routledge, 1995.

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    talgia de Ia Totalidad" que esta en la base del fenomenomas enigrnatico de Ia postmodernidad "globalizada" elfen6meno que por excelencia se ha transformado en elsintoma mas cabal de que las categorias presurosamen-te abandonadas (0, mejor, forcluidas) en 10 SimbOlicoacaban retornando en 10 real: los asi llamados "neofun-darnentalismn-", La f al sa t ot al id a d de los neofundamen-talisrnos que son, hay que recordarlo, una biisqueda de"identidades" nuevas, aunque aparezcan como busque-da de una perdida identidad previa- resulta, como 10 ex-plica Zizek, "de una fractura consti tutiva en la cuallanegacidn de una identidad particular transforma estaidentidad en el simbolo de la Identidad y la Completudcomo tal". n; . Y , en.esa misma via, la mejor crftica literaria y es-

    teuca reciente de orienta cion marxista -Eagleton, Pie-rre Macherey,Jameson 0Franco Moretti SOnen ese te-rreno paradigmas insoslayables-, precisamente es laque no ha dejado de tener en cuenta la multiplicidad"rizomatica" y textual incluso de la obra "clasica" (talcomo se sigue produciendo hoy en dia), denunciandosu falsa apariencia de unidad organics (de total idad sisequiere deeir asf), Para Eagleton, la obra debe ser'vistacomo un acto a traves del cuaI un conglomerado dema-teriales heterocliros (fenomenos lingtiisticos y opera-eiones ret6ricas, materias primas sociales y psicol6gi-

    " E " 1 1as, antasmas persona es 0cu turales, fragmentos desaberes cientificos y tecnicos, t6picos del sentido co-rnu? y de la Iiteratura pasada y presente, etcetera,etcetera) es condensado bajo aquella apariencia de un to-

    U no in tr od uc ci on a le gd ri ca a Jameson J Ziiekque es absolutamente vital para su funcionamiento peroque, al mismo tiempo, no permite un completo "cierre"de su Sentido, ya que revela que el sistema de equivalen-ciasuniversales construido por su ideologia tiene una falla,un resto inarticulable. Ese "algo" ha pasado a la historiacon el nombre de plusvalfa. Y Lacan, entre parentesis, nopierde la oportunidad de asimilarla al "plus-de-goce" queamenaza con precipitar al sujeto e:g10 Real. Ese "algo" es10 que le ha permitido recordar a Zizek la afirmacion la-caniana de que Marx es el descubridor de la teoria psi-coanalitica del sintoma." Y ese "algo" es10 que hace quela interpelacion al proletariado -a la clase "prod.uct.ora"del sistema y al mismo tiernpo del sintoma capiralista-no sea un capricho, ni una intervenci6n hegemonizantepuramente "decisionista", ni un significante vacio, sinouna opera c ion s imbo li ca "sobredeterminada" por las con-I 1 ; 1 " 1" 1" I'd d"iciones de a re acton entre 0 rea y a rea 1 a .Mas aiin: ese "algo" es tarnbien 10 que permite, en prin-cipio, explicar (como 10 ha hecho brillantemente 1arne-son profundizando una idea de Adorno)" la propla for-ma de subjetiuidad imaginaria caracterfstica delcapitalismo: esa subjetividad es el producto de una r~ne-gaci6n (ella sf "ideologica") que postula una Totahdadsin faltas, sin diferencias, clausurada bajo la forma de unmultiple sistema universal de equivalencias a~stracta~:equivalencia de los objetos en el mercado, eqUlval~nclade los sujetos "ciudadanos" en el Estado y de los sujetos"consumidores" en el propio mercado.POl'otro lado, esta tensi6n entre los particularismosy la Universalidad es tambien el trasfondo de esa "nos-

    30. Cfr, Slavoj iizek: E l s ub li m e o bj et o d e l a i de% gf a, Mexico, Si-glo XXI, 1989.

    31. Fredric Jameson: Late Marxism, ob. cit. 32. Slavoj Ziz.ek: "Multiculturalismo", lococit.50 51

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    Eduardo Griiuer Un a i nt ro d uc c id n a le g rf dc a a J am e s on y Zizekdo organico por el poder de las estrategias de construe-ci6n estetica, JJ

    Una lectura apresurada indicarfa la coincidencia deesta postura con la perspectiva meramente "desconstruc-tivista" 0, para decirlo sartreanarnente, "destotalizado-ra". Pero precisamente, se trata de "retotalizar" el anali-sis para descubrir en cada caso las razones (generalmenteinconcientes) de esa necesidad unitaria. Como afirma ja-meson elaborando sobre las tesis de Macherey, esos rna-teriales heterogeneos y discontinuos son de una u otramanera sociales e historicos: llevan estampadas, aunquesea en su "congelamiento", las huellas de antiguas lu-chas y de su otrora fechable emergencia; las incompati-bilidades textuales entre, digamos, esta 0aquella unidadnarrativa y esta 0aquella experiencia psicol6gica, esta 0aquella formulaci6n estilfstica y esta 0 aquella caracte-rfstica del genero, pueden ser leidas como las sefiales ylos sintomas de contradicciones -0simplemente de anti-nomias-sociales e historicas que el analisis critico debe-ria contribuir a develar ademds y al mismo tiempo de some-ter la obra a la intervenci6n "desconstructiva"." Moretti,por su parte -tomamos solo un ejemplo de los rr.uchosanalisis semejantes que lleva a cabo-, interpreta la opo-sici6n entre las figuras literarias de Dracula y Frankens-tein (en Bram Stoker y Mary Shelley; respectivamente)en terminos de la oposici6n emergente en el siglo XIXentre burguesia y proletariado, y s imul tdneamente enterrninos freudianos del "retorno de 10 reprimido" y 10"siniestro familiar". ~Que es 10 que ciasu aparente uni-do d a estos materiales de regist:ros tan disimiles (histori-

    co-social uno; inconciente-antropo16gico el otro)? Jus-tamente Ia e s tr a teg ia t e xt ua l de "desplazamiento" ideolo-gico de los ten-ores de la burguesia clecimon6nica (quees Ia que escribe); pero esto no va en detrimento del va-lor e~tetico de esos textos, sino todo 10 contrario: espor-que nenen un alto valor estetico -al menos, en los lfrni-tes de su propio genero- que el desplazarniento es tantomas eficaz, y viceversa." Como dice agudamente Jarne-son, Ia "genialidad" de la producci6n textual tambisnpuede ser entendida en terminos freudianos del trabajode l ~ueiio, cuya "el~boraci6n secundaria" logra articular;realizar un montoJe de contenidos inconcientes que re-sulte tolerable e incluso placenrero, con una operaci6nque Freud, significativamente, llama sobredeternuna:

    Pero a su vez, si la discontinuidad original de loselementos disimiles esvista como una serie compleja demultiples y entremezcladas c01Zt1-adicciones; entonces lahomogeneizaci6n de esos eomponentes inconmensura-blesy la producci6n de un texto que se muestra unifica-do deben ser entendidos como algo mas que un acto es-tetico: es tambien un acto ideo16gico, y apunta -al igualque los mitos segiin Levi-Strauss- a nada menos que 1 3resoluci6n imaginoria del conflicto "real" (~yno es asf,pOl'otra parte, como trabaja el proceso "secundario" deconstruccion de identidades que analizan tantos autoresde los Estudios Culturales?). La forma textual recupera,asi, su condicion de acto social, hist6rico y protopoliti-co. No obstante, se debe subrayar que aquel acto ideo-logico mantiene su alto caracter de ambigiiedad, por 10

    33. Terry Eagleton: Lit erary Tbe1)1JI;an I n tro duc ti o n , Cambridge,Blackwell, 1983_34. Pierre Macherey: Tbeorie de la production literaire, Paris,Seuil, 1974.52

    35. Franco Moretti: S ig ns T ake n fo r W o nd er s Londres Verso1995. ' , ,36. FredricJameson: T be S ee ds o f T im e , Nueva York ColumbiaUniversity Press, 1994. J

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    eual deberfa ser leido de dos modos distintos e inclusoantiteticos: por un lado, mediante el analisis de las ope-raciones de configuracion de la aparente unidad, por elotro, mediante el analisis de los restos no articulables decontradiccion que generalmente impiden que la "reso-lucien" sea exitosa, e implican el (a menudo magnifico)"fracaso" del texto.

    Como puede observarse, esta es una estrategia cri-tiea que -sin reducir 0 condicionar mecanicamente en10 mas mfnimo la riqueza del analisis desconstructivo-opera en los limites (siempre dudosos, claro esta) entreel "adentro" y el "afuera" del texto, resguardando su es-pecificidad textual pero al mismo tiempo dando cuentade las "sobredeterminaciones" sociales, politicas 0ideo-logicas de la totalidad/modo de producci6n, que. sonprecisamente -si uno quiere respetar al menos, ciertadialectica-Tas que demarcan el1ugar de autonomta rela-tiva (y a que "relative" significa "en relacion con") de,latextualidad: si todo es texto, entonces no hay texto; soloeste "entre-des", este in-between, como 10 llarnaria Ho-mi Bhabha," permite la crftica consecuente de lafa lsa to -talidad (el concepto es de Adorno)" construida por lasideologias hegemonicas, Las posibilidades ~ismas, ~eesa crftica -siguiendo la logics de la "lectura smtoman-ca" althusseriana- son internas al propio texto: las dis-persiones, los desplazamientos, las ambiguedades 0 las"indecibilidades" del sentido en que ponen el aeento losdesconstruccionistas pueden pensarse como resistencias

    Una introduccuin alegorica a Jam eson y Z iie k

    del "inconciente politico" del propio texto (la expresiones deJ ameson)" a la "interpelacion" ideologica que bus-ca otorgarle al texto su unificacion estetica (su ?1 lO1Zog1o-sia, ditia Bajtfn),? de manera analoga a como los sujetossociales resisten (a menudo inconcielltemente) las inter-pelaciones de la ideologfa dominante dirigidas a consti-tuir a los sujetos como "identidades" fijas y sin fisurasque permitan una mejor "administracion de los cuer-pos" (Foucault)." Etcetera.

    Lo que esta estrategia autoriza, pues -ademas dedemostrar, nuevamente, que ciertos postulados "post"no tienen por que ser incompatibles con los horizontesde "totalizacion" del marxismo y el psicoanalisis-v es,insistimos, la reintroduccion de la Historia, mal que lespese a las formas mas extremas de un pensamiento"post" que no ha dejado de tener su influencia, no siem-pre productiva, en los Estudios Culturales. La dimen-sion historica (en la que no se trata, como puede des-prenderse inequfvocamente de la obra deJameson, de lahistoria evolutiva y lineal del historicismo tradicional,sino de la historia del modo d e p r od u cc io n como "falsa to-talidad" que no cierra), sin embargo, supone una -segu-ramente problematica, pero justamente se trata de vol-ver a plantear el problema- diferenciacum entre eI texto

    -;., 37. Horni Bhabha: The location of Culture,Nueva York-Londres,Routledge, 1994. .38. Theodor W, Adorno; Dial e ct ic a l le gat iv a , Madrid, Taurus,1978.

    39. FredricJameson: Documentas de cul tum; docu1lZe1Uasd e b a rb a -rie , Madrid, Visor, 1989.40.Mijail Bajtfn: Teo r ia y estetica de /1 1 nouela , Mexico Siglo XXI1987. ' ,41. Michel Foucault: Vigilar y cl1.ftigm; Mexico, Siglo XXI198~ ,42. Pero debe quedar claro que, para nosotros, esos postulados

    son iitiles en su articulaci6n subordinada a un "horizonte" teoricoconstituido por el rnarxisrno y el psicoanalisis: por la propia estruc-tura y estrategia de esos discursos, nunca podrfa ser al reves,

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  • 8/2/2019 Gruner E. Estudios Culturales

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    Eduardo G1711le7 Una introduccum a le go d ca a J am e so n y Zizek

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    solamente) el complejo sistema de efectos de 10 que masarriba llarnabamos "capitalismo semiotizado": es curio-so (pero sin duda significativo) que no haya demasiadosanalisis sobre el modo en que la iconograffa de la discon-t in ui d ad e s pa c ia l -induidas cosas como la "microfisica",el "multiculruralismo", la "fragrnentacion de identida-des", etcetera- replica a la pro pia Iogica de funciona-miento de la nueva fase de acurnulacion capitalista Ha-mada tardia, con su descentralizacion y su segmentacionproductiva "posfordista", La diferencia, por supuesto,es que el capitalismo sf b a lo gra do su "totalizacion", suunificacion globa l , como si dijeramos, po r arr iba: a tra-Y e S , fundamentalmente, de sus sectores financiero, in-formatico y comunicacionaL Tres sectores altamenteindicadores de aquella semio t i zacion , en el sentido de unmodo de produccion sin "base material" en su acepcionclasica,ya que su soporte principal son los s i gno s ab s tr a c -tos: el dinero (paradigrna de la funcion "equivalencial"de la mercancia fetichizada) reproduciendose a sf mis-mo especulativamente en forma "electronica", las redesinforrnaticas atravesando los lfrnites territoriales y tem-porales a velocidad "inrnediata", las imageries satelitalescreando nuevas e ineditos "desarrollos desiguales ycombinados" en el universe simbolico, la Industria Cul-tural como nueva (falsa) "totalidad" disimulada en elilusorio particularismo de unas culturas "locales" que separecen entre S 1 sospechosamente.En este capitalismo, la penetracion de la forma-mercancia completamente transnacionalizada ya no selirnita a cond ic ionar a los objetos culturales, sino que (co-mo 10 habian previsto Adorno yHorkheimer) se ha intro-ducido en supropia estructura, en su propia logicaproduc-tiva. Es la estetica geopolftica de la que hablaJameson: "Yes que, en el fondo, aquello de que trata la representa-

    y su "afuera", donde "afuera" no significa necesaria-mente una exterioridad absoluta (por ejemplo, de la lu-cha de clases 0 el inconciente respecto del texto), sinoun "deslinde" de los registros; no hay ningun inconve-niente en pensar la percepcion de la "realidad" comoconstituida discursivamente: as! ocurre, esquematica-mente dicho, en el anudamiento de 10 imaginario y 10simbolico que constituye la "realidad" (por diferencia a1 0 "real") en la perspectiva de Lacan, y que Zizek, comohemos dicho, mantiene siempre ante nuestros ojos; pe-ro as!ocurre tambien, a su manera -segtin hemos visto-en la perspectiva marxista de Gramsci, Bajtin, Benja-min Althusser y los autores mas recientes que hemos

    " ucitado, empezando por Jameson y Zizek. Pero en unaperspectiva materialists (histories), 10 rea l (tornado ahoraen un sentido amplio, aunque siempre distinguido de la"realidad") sigue existiendo mas allay mas ad de su per-cepcion y/o de su constitucion por e1 ?iscursoj. es?s.dife-rentes registros 00 real/la realidad/el discurso), msistimos,no son nunca completame