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  • SECCIN DE OBRAS DE FILOSOFA

    FILOSOFA DE LA LIBERACIN LATINOAMERICANA

  • HORACIO CERUTTI GULDBERG

    FILOSOFA DE LA LIBERACIN LATINOAMERICANA

    FONDO DE CULTURA ECONMICA

  • Primera edicin, 1983 Segunda edicin, 1992 Tercera edicin, 2006

    Cerutti Guldberg, Horacio Filosofa de la liberacin latinoamericana / Horacio

    Cerutti Guldberg ; present. de Leopoldo Zea. - 3a ed. -Mxico : FCE, 2006.

    527 p. ; 21 x 14 cm - (Colee. Filosofa) ISBN 968-16-7820-6

    1. Filosofa de la liberacin 2. Filosofa - Latinoame-ricana I. Zea, Leopoldo, present. II. Ser. III. t.

    LC B1001 Dewey 199.8 C4183f

    Distribucin mundial

    Comentarios y sugerencias: [email protected] www.fondodeculturaeconomica.com. Tel. (55)5227-4672 Fax (55)5227-4694

    gjjj Empresa certificada ISO 9001:2000

    Diseo de portada: Laura Esponda Aguilar

    D. R. 1994, FONDO DE CULTURA ECONMICA Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 Mxico, D. F. Se prohibe la reproduccin total o parcial de esta obra -incluido el diseo tipogrfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrnico o mecnico, sin el consentimiento por escrito del editor.

    ISBN 968-16-7820-6

    Impreso en Mxico Printed in Mxico

  • ndice

    Prefacio a la tercera edicin 11 Prefacio a la segunda edicin 21 Presentacin, por Leopoldo Zea 29 A modo de introduccin 37

    I. Algunas interpretaciones de la "filosofa de la libe-racin" latinoamericana 49 Aproximacin a la "filosofa de la liberacin" en

    Argentina 49 Irrupcin de una nueva generacin filosfica?.... 59 Caracterizacin de la auto-imagen eticista de la "fi-

    losofa de la liberacin" 77 Autocrtica complementaria de la auto-imagen eticista 79 Caracteres complementarios de la auto-imagen eticista 83 Dificultades para alcanzar una imagen crtica par-

    tiendo de la auto-imagen eticista 84 Avances en la problematizacin del campo 100 La filosofa de los "Calibanes" 103 Caracterizacin de la auto-imagen historicista de la

    "filosofa de la liberacin" 113

    II. "Teora de la dependencia", una doctrina? 117 El ncleo terico 117 Auto-imagen divulgada de la "teora de la depen-

    dencia" 137

    7

  • Una periodizacin de la sociologa en Argentina . . . 150 Para una "dialctica trascendental de la Historia"... 163 Indicaciones programticas 184

    III. "Teologa de la liberacin": hacia una hermenutica co-creadoray co-redentora 186 Utopa: movilizacin y desafo 186 Sociologa-poltica-fe 208 Teologa y lenguaje 211 Teologa latinoamericana en El Escorial 219 La evaluacin epistemolgica 229 La fundamentacin bblica 241 Recepcin en Argentina: tendencias antagnicas. . . 245

    IV. Otros antecedentes y lanzamiento de la filosofa de la liberacin 253 Recepcin equvoca del discurso de Frantz Fann . . 253 Influencia del pensamiento norteamericano 260 La polmica entre Augusto Salazar Bondy y Leopoldo

    Zea 263 Los cristianos: praxis o accin? 273 El lanzamiento de la filosofa de la liberacin 282 Supuestos de un pensar latinoamericano desde la

    "cultura nacional" 295

    V. El punto de partida del filosofar 302 Distintas tendencias al interior de la filosofa de la

    liberacin en Argentina 302 Puntos de partida del filosofar 332

    VI. Metodologa y sujeto del filosofar 366 Propuestas metodolgicas para una filosofa latino-

    americana 366 La cuestin del sujeto del filosofar 400

    8

  • VIL Redefiniciones del concepto mismo de filosofa 436 Concepcin y tareas de la filosofa 436 A modo de conclusiones programticas hacia un

    nuevo concepto de filosofa latinoamericana . . . . 470

    Apndices A. "Manifiesto salteo" 475 B. Documento de trabajo elaborado en colaboracin

    con Arturo Roigy Len Maturana, presentado en el Encuentro de Filosofa de Salta (1974) 482

    C. Urgencia de un filosofar vigente para la liberacin 489

    Bibliografa comentada 507

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  • Prefacio a la tercera edicin

    Han transcurrido ya ms de tres dcadas desde el surgimiento en Argentina de lo que se conoci como filosofa de la libera-cin y 28 aos desde que se pusiera punto final al presente texto. Releerlo lnea por lnea buscando erratas a 13 aos de la segunda edicin ha constituido una experiencia fascinante. A reserva de que sera imposible reescribirlo tal cual los aos no pasan en vano y la cotidianidad se modifica implacable-mente-, parece conservar una vigencia inaudita. Lo ms pro-bable es que no sea mrito del texto ni, mucho menos, del autor. Ms bien, Ja realidad latinoamericana vuelve a poner sobre la mesa de la discusin, de manera urgente y demandan-te, la mayor parte de los asuntos aqu tratados. Y no como una vuelta o imposible retorno al pasado, sino como urgencias de la hora, las cuales reclaman (una vez ms?) impostergables insumos tericos pertinentes ante la organizacin de la resis-tencia y la recreacin de la prctica poltica por parte de exten-sas mayoras.

    Escrita en medio de polmicas, podra decirse que incluso antes de su edicin, ya surgan reacciones frente a esta obra. Por eso es tan importante contextualizarla. No se agota en su contexto de produccin, pero slo desde all adquiere todo su sentido. Fue el primer intento de explicar y evaluar en con-

    junto esas producciones filosficas, que surgan con ansias liberadoras. Y pretendi hacerlo all mismo, en los propios co-mienzos y hasta balbuceos iniciales. Lo interesante es que sin

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  • este cuadro interpretativo, resultara muy difcil y hasta des-pistante internarse de modo coherente en las derivaciones y ramificaciones de esas expresiones filosficas surgidas con posterioridad. Que todava sigue siendo socorrida esta interpre-tacin, lo muestran reiteradas referencias, algunas de las cuales aparecen en la nota que est al final de este prefacio. El texto exhibe, por si fuera necesario, el valor de las polmicas para pulir y refinar los argumentos y posiciones en pugna. Lo inte-resante de las disputas examinadas aqu es que no constituye-ron polmicas entre dos participantes, como suele darse.1 Se trat de grandes debates colectivos en mltiples frentes, en los que "repfcth, por lo dems, los conflictos polticos y socia-les circundantes, traducidos filosficamente como cada quien pudo hacerlo en aquellos momentos, desde posiciones ideol-ico-polticas y con herramientas intelectuales disponibles muy diversas.lNo es ste el lugar para abundar sobre lassuti-les caractersticas de refinamiento intelectual que brindan las polmicas.

    Conviene, eso s, consignar pistas acerca de las condicio-nes en que el texto fue escrito. El autor tena 25 aos cuando, a finales de 1975, comenz a borronear lo que concibi como un muy breve artculo para puntualizar las modalidades en que haba surgido la filosofa de la liberacin en Argentina. Llega-do a la Fundacin Bariloche en enero de 1976, como becario de posgrado en la maestra de Ciencias Sociales, intentaba avan-zar en la redaccin de ese pequeo texto. Mientras tanto, el mundo se derrumbaba bajo sus pies. A poco vendra el golpe de Estado en marzo y su padre sera secuestrado. Cuando lo encontraron, permanecera por meses "a disposicin del Poder Ejecutivo Nacional", un eufemismo de la dictadura para eludir el habeas corpus. El autor abandonara el pas en mayo, con di-reccin a un desconocido Ecuador a donde le haba sugerido dirigirse Guillermo Henrquez, porque si algo permite seguir vi-viendo en esas condiciones, eso es la amistad. Todos los libros y papeles cuidadosamente acumulados y ledos hasta obsesi-

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  • vamente, con notas y apuntes, no podan acompaarlo. Era de-masiado el riesgo de ser detenido por portar material "subver-sivo". Es probable que para ese momento tuviera como unas 100 pginas escritas y un bosquejo de lo que vendra. Lo acom-paaba una sensacin de gran fracaso colectivo. Asumi el compromiso de aclarar la parte que poda de todo ese inmenso y complejo proceso: la pequea porcin filosfica, casi una do-sis homeoptica y de muy relativa importancia en el conjunto del sufrimiento compartido por tantos compatriotas y herma-nos latinoamericanos en el fatdico ciclo abierto a partir del golpe de 1964 en Brasil. No saba qu hacer con los materiales. Acudi en su ayuda otro amigo. A Gustavo Ortiz se le ocurri ponerlos bajo el cuidado de unos conocidos yugoeslavos, que haban sobrevivido a campos de concentracin en Europa y te-nan experiencia en esas lides. Haban construido su casa con paredes dobles. Entre esas paredes reposaron unos meses los materiales. Despus, poco a poco, en pequeos paquetes, fueron enviados por correo al Ecuador. La mayor parte lleg sin pro-blemas a Cuenca...

    All el autor sigui trabajando febrilmente en lo que ya era algo ms que un pequeo artculo y mostraba los perfiles de un libro con casi 800 pginas. Cuando estaba ya muy avanzado en la redaccin, a punto de dar los toques finales, Claudio Malo sugiri que lo aprovechara como tesis doctoral. De nuevo la amistad hada posible otro paso. Ya terminado y a punto de sus-tentarlo como tesis, lo llev a Quito a una reunin acadmica, para presentarle el texto a Leopoldo Zea, quien lo ley y le ofreci proponerlo al FCE para su primera edicin. Finalmente, y con una generosa presentacin de Zea, apareci en 1983.1

    Debe subrayarse, por lo tanto, que el texto nunca fue pen-sado como tesis. Fue un artculo que se convirti, sobre la mar-

    1 Para una aproximacin a la trayectoria filosfica del recientemente

    fallecido maestro mexicano, Cf. "Pensador incmodo?" en el volumen dedicado a su memoria por Cuadernos Americanos, vol. 5, nm. 107 (UNAM, Mxico, septiembre-octubre de 2004), pp. 129-152.

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  • cha, en un extenso trabajo para tratar de aclarar (mejor dicho, clararse) qu haba pasado con la filosofa en medio del dra-

    _ma vivido por Argentina en esos aos y cul haba sido el papel de una porcin de la produccin filosfica en la limitada par-

    _cea de la vida pblica en que esa actividad acadmica tuvo una modesta repercusin. El inters resultaba muy grande porque se trataba, con todo, del modo de interpretar unos acon-tecimientos. Era como aferrarse a la bsqueda (o construccin?) de sentido en medio de la catstrofe ciudadana y familiar (en enero de 1977, como parte de la llamada "guerra sucia", seran secuestrados y "desaparecidos" en Mendoza su abuelo y un to). Era insistir en pensar y teorizar despus de la derrota, habien-do sido crtico con anterioridad y habiendo advertido de los riesgos de esa derrota. Por eso el ttulo original era Lectura de la filosofa de la liberacin latinoamericana. Razones editoriales lo haran aparecer con el ttulo conservado hasta ahora. Aquella nocin de "lectura" dejaba bien en claro que nunca se preten-di un enfoque de sociologa del conocimiento o una reductora consideracin psicologista. Mucho menos, la exposicin de un supuesto "sistema" personal.

    De ninguna manera podra hacrsele justicia en este pre-facio a lo que se ha producido y avanzado en estos aos sobre el tema. No vale la pena siquiera intentarlo. Cuanto ms, indi-car algunos hitos de referencia obligada para tener a qu ate-nerse en medio de esa gran produccin. No es posible tampo-co realizar aqu un seguimiento de cmo evolucionaron o se prolongaron las posiciones as caracterizadas en los aos si-guientes. El material estudiado en aquellos aos estaba cons-tituido, en su mayor parte, por discursos en formacin, en plena gestacin. Quiz no sera exagerado decir que el ciclo previsto en aquellos momentos se cumpli con creces en la produccin posterior. El libro que se tiene entre manos fue una lectura. Otros estudios complementarios, desarrollados por el autor antes, durante y despus de la redaccin de esta obra y que cubren aproximadamente hasta finales de los aos ochenta, se

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  • encuentran reunidos en volumen.2 En todo caso, se ha consi-derado conveniente aadir al Apndice el texto de la ponencia presentada en las Jornadas organizadas por la Fundacin ICALA en Ro Cuarto, Argentina, con motivo de los 30 aos del surgi-miento de esta filosofa.

    Quiz no sea exceso de prolijidad destacar algunos de-talles, que no escaparn a una lectura perspicaz. Hay trabajos prometidos por el autor. Algunos se hallaban en curso y otros slo propuestos. No todos se pudieron completar y quedaron algunos como meros bosquejos. Algunos textos no a la mano son slo indicados. Esto se deba a las condiciones de redaccin ya mencionadas. Entre ellas, las prdidas irreemplazables en el trayecto de los materiales desde Bariloche a Cuenca. Hay no-ciones que han modificado su alcance y sentido. Por ejemplo, la nocin de populismo no tiene las mismas connotaciones se-gn desde dnde se ejerza la crtica. La nocin de. comunidad esgrimida en muchos momentos, sobre todo por el sector del populismo ontologicista, no tiene nada que ver con la recupe-racin y manipulacin actual de esa categora. El trmino es el mismo. Los sentidos muy diversos.3 Tambin hoy las referen-cias al proletariado pareceran sonar extralimitadas. Considre-se que en aquellos aos todava la organizacin sindical tena fuerza y demogrficamente el proletariado pesaba significati-vamente. En otro registro, la extensin de las citas se justifica-ba por dos motivos. Para poder reconstruir adecuadamente el escenario (el contexto) de desarrollo de este pensamiento y para que no quedaran dudas de lo dicho y afirmado por las distintas posiciones en pugna. La ausencia de una reflexin femenina y feminista en el pensamiento de la liberacin es constatable. Tra-

    2 Filosofas para la liberacin, liberacin del filosofar!, prl. de Arturo

    Rico Bovio, 2a ed., UAEM, Toluca, 2001 (la Ia es de 1997), 221 pp. (en la in-troduccin hay ms referencias sobre la recepcin del presente libro).

    3 Cf las sugerentes reflexiones de Pablo Gonzlez Casanova, "Comuni-

    dad: la dialctica del espacio". Temas. Cultura, idelogo y sociedad, Nueva poca, nm. 36 (La Habana, enero-marzo de 2004), pp. 4-15.

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  • bajos recientes de indispensable lectura reubican la discusin de aquellos aos y, por supuesto, la actual desde perspectivas afinadas.4

    Muy queridos y admirados colegas sobrevivieron al exilio interior, como Manuel Ignacio Santos y Severino Croatto. La-mentablemente, Severino falleci el ao pasado.5 Tambin se escribe este prlogo despus de que Cardoso ha sido presiden-te, del fallecimiento de Andr Gunder Frank y de la designacin de Ratzinger como papa. No son detalles menores.6 El filosofar" para la liberacin es un pensar obligado, por definicin, a man-tenerse abierto al proceso histrico, justamente el que se quie-re transformar (liberar? S, dado que las situaciones de depen-dencia se han agravado). Es perceptible tambin que se sigue filosofando en condiciones de alto conflicto social desatado.7'

    A la distancia y en muy diferentes circunstancias, se deben reiterar las dedicatorias y los agradecimientos a quienes hicie-

    4 Cf, por ejemplo, de Urania Ungo, Para cambiar la vida: poltica y pen-

    samiento del feminismo en Amrica Latina, Ia reimpr., Instituto de la Mujer de la Universidad de Panam, Panam (Ia ed., 2000), 210 pp., y Conoci-miento, libertad y poder: claves criticas en la teora feminista, Instituto de la Mujer de la Universidad de Panam, Panam, 2002, 175 pp.; Carmen L. Bohrquez, "La mujer indgena y la colonizacin de la ertica en Amrica Latina", Estudios, ao 2, nm. 2 (CRICYT, Mendoza, diciembre de 2001), pp. 66-99; Francesca Gargallo, Las ideas feministas latinoamericanas, Universi-dad de la Ciudad de Mxico, Mxico, 2004, 250 pginas.

    5 Hay una aproximacin inicial a su fecunda obra en Guillermo Hansen

    (ed.). Los caminos inexhauribles de la palabra (las relecturas creativas en la Biblia y de la Biblia). Homenaje de colegas y discpulos a]. Severino Croatto en sus 70 aos de vida, 40 de magisterio y 25 en el ISEDET, Lumen-iSEDET, Buenos Aires, 2000, 684 pginas.

    6 Un estudio referido a los orgenes de la teologa de la liberacin y que

    puede ser ledo paralelamente y de modo complementario a ste, lo cons-tituye el texto de Samuel.Silva Gqtay,_Elpensamiento cristiano revoluciona-rio en Amrica fiina y el Caribe. Implicaciones de la teologa de la li-beracin para la sociologa de la religin, 2' ed., Agora, Ro Piedras, Puerto Rico, 1983 (Ia ed., 1981), 393j>ginas.

    TCf. Arturo Andrs Roig, Etica del poder y moralidad de la protesta. Res-puestas a la crisis moral de nuestro tiempo, EDIUNC, Mendoza, 2002, 279 pginas.

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  • ron posible este escrito en condiciones tan adversas. Con el tiem-po, el sentimiento de gratitud aumenta.

    Constituye una gran satisfaccin que el FCE haya decidi-do, previa la correspondiente evaluacin, editar por tercera oca-sin esta obra, lo cual no puede menos que agradecerse cum-plidamente. Esta vez s ser una edicin corregida, dado que se hicieron esas rectificaciones para la segunda edicin, pero no se pudieron tomar en cuenta y se extravi el material ya revi-sado. Sin modificar la estructura del original, se ha procedido a corregir nuevamente las erratas ms evidentes (puntuacin, trminos incompletos o que no correspondan, errores "de dedo", concordatio tmpora, algunas referencias confusas o nombres mal escritos). Se han colocado entre llaves aclaracio-nes indispensables para colaborar con una lectura pertinente. No se han actualizado datos de la bibliografa, para no confun-dir a quienes se interesen por las fuentes utilizadas y que estu-vieron disponibles oportunamente para este estudio. No se ha efectuado correccin de estilo. Se han respetado los nfasis del original por fidelidad a quienes lo hayan ledo o lo vayan a leer; y, por supuesto, al autor.

    No est de ms reiterar, para terminar, que el autor se sigue afirmando en su programa de trabajo a la bsqueda de la radi-calizacin problematizdor del historicismo latinoamericano. Por eso, no le ruboriza reconocer que permanece encandilado y altamente motivado por el smbolo de ese pensar: el colibr en su vibrar incesante...

    HORACIO CERUTTI GULDBERG Santa rsula Xitla, Tlalpan, D.F., 10 de mayo de 2005

    NOTA: se aaden, entre otras, las siguientes referencias bibliogrficas a las mencionadas en el prefacio a la segunda edicin: Arturo Andrs Roig, Teo-ra y crtica del pensamiento latinoamericano, FCE, Mxico, 1981, 313 pp. (donde se anticipa la publicacin de este libro); Arturo Andrs Roig, Narrativa y cotidianidad, Cuadernos de Chasqui, Quito, 1984, 68 pp.; Jor-ge Gracia (comp.). Repertorio de filsofos latinoamericanos, SUNY Buffalo,

    17

  • Amherst, N. Y., 1988, pp. 31 -32; Jorge Gracia y Mireya Camurati (eds.), Phi-losophy and Literature in Latn America, SUNY Press, Albany, 1989, 279 pp.; Gustavo Escobar Valenzuela, Introduccin al pensamiento filosfico en Mxico, Limusa-Noriega-UNAM, Mxico, 1992, 147 pp.; varios autores, Am-rica Latina: identidad y diferencia. Universidad Autnoma de Ciudad Ju-rez, Ciudad Jurez, 1992, 270 pp.; Arturo Andrs Roig, Historia de las ide-as, teora del discurso y pensamiento latinoamericano. Universidad Santo Toms, Bogot, 1993, 202 pp.; Arturo Andrs Roig, Rostro y filosofa de Amrica Latina, EDIUNC, Mendoza, 1993, 230 pp.; Arturo Andrs Roig, El pensamiento latinoamericano y su aventura, Centro Editor de Amrica Lati-na, Buenos Aires, 1994, 2 tomos, 200 pp.; Jos Luis Gmez Martnez, Pen-samiento de la liberacin. Proyeccin de Ortega en Iberoamrica, Ediciones EGE, Madrid, 1995, 232 pp.; Vicente Medina, "Reflexiones sobre las filosof-as latinoamericanas de o para la liberacin", en Clara Alicia Jalif de Bertra-nou (comp.), Anverso y reverso de Amrica Latina. Estudios desde el fin del milenio, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 1995, pp. 349-353; Wal-ter Mignolo, The Darker Side ofthe Renaissance, The University of Michi-gan Press, Ann Arbor, 1995, 426 pp.; Francisco Mir Quesada, "Filosofa norteamericana, filosofa latinoamericana, divergencias, convergencias", en El trabajo filosfico hoy en el continente (memorias del XIII Congreso In-teramericano de Filosofa), Editorial ABC, Bogot, 1995, pp. 293-308; Amy A. Oliver, "Cerutti Guldberg, Horacio", en Stuart Brown, Dian Collinson y Roben Wilkinson, Biographical Dictionary of Twentieth-Century Philoso-phers, Routledge, Londres y Nueva York, 1996, p. 139; David Sobrevilla, La filosofa contempornea en el Per, Carlos Matta Editor, 1996, 502 pp.; Pau-lo Csar Carbonari, "Grandes afrmaces da filosofa latinoamericana da libertaco. Algumas questes", Filosofaser, ao v, nm. 8 (Sao Jos, Brasil, IFIBE-DAJOB, 1996), pp. 55-61; Santiago Castro-Gmez, Critica de la razn latinoamericana, Puvill Libros, Barcelona, 1996, 170 pp.; Gustavo Escobar Valenzuela y Mario Albarrn Vzquez, Filosofa. Un panorama de su pro-blemtica y corrientes contemporneas, McGraw Hill, Mxico, 1996, 173 pp.; Elina Vuola, Limits of Liberation. Praxis as Method in Latn American Liberation Theology and Feminist Theology, Academiae Scientiarum Fenni-cae, Helsinki, 1997, 245 pp., hay edicin castellana: Teologa feminista. Teologa de la liberacin. La praxis como mtodo de la teologa latinoame-ricana de la liberacin y de la teologa feminista, IEPALA, Madrid, 2000, 289 pp.; Josef Estermann, Filosofa andina. Estudio intercultural de la filosofa autctona andina, Abya Yala, Quito, 1998, 359 pp., hay edicin en alemn: Andine Philosophie. Eine interkulturelle Studie zur autochthonen andinen Weisheit, IKO-Verlag fr Interkulturelle Kommunikation, Francfort, 1999, 353 pp.; Gnther Mahr, "Horacio Cerutti Guldberg. Filosofas para la libe-racin. Liberacin del filosofar? Toluca, 1997", Polylog. Zeitschrift fr Interkulturelles Philosophieren, nm. 2 (Viena, 1998), p. 110; Javier Sasso, La filosofa latinoamericana y las construcciones de su historia, Monte vi-la-UNESCO-Embajada de Espaa, Caracas, 1998, 228 pp.; Heinz Krumpel,

    18

  • Die deutsche Philosophie in Mexiko. Ein Beitrag zur interkulturellen Vers-tdndigung seit Alexander von Humboldt, Verlag Peter Lang, Francfort del Meno, 1999, 414 pp.; Carlos Mara Pagano Fernndez, Un modelo de filoso-fa intercultural: Rodolfo Kusch (1922-1979). Aproximacin a la obra del pensador argentino, Concordia, Aquisgrn, 1999, 284 pp.; Mario Senz, The Identify of Liberation in Latin American Thought. Latn American Histori-cism and the Phenomenology of Leopoldo Zea, Lexington Books, Maryland, 1999, 372 pp.; Gnther Mahr, Die philosophie ais Magd der Emanzipaton. Eine Einfhrung in das Denken von Arturo Andrs Roig Concordia, Aquis-grn, Serie Monografas, nm. 32, 2000, 335 pp.; Carlos Prez Zavala, Artu-ro A. Roig. La filosofa latinoamericana como compromiso, Universidad Nacional de Ro Cuarto-iCALA, Ro Cuarto, 1999?, 198 pp.; Martn Alcoff, Linda y Eduardo Mendieta, Thinkingfrom the Underside ofHistory. Enri-que Dussel's Philosophy of Liberation, Rowman & Littlefield, Maryland, 2000, 300 pp.; Rubn Garca Clarck, Luis Rangel y Kande Mutsaku (co-ords.), Filosofa, utopa y poltica. En torno al pensamiento y ala obra de Horacio Cerutti Guldberg UNAM, Mxico, 2001, 342 pp.; Laura Mus de Schrenk, "Horacio Cerutti Guldberg (1950)", en Clara Alicia Jalif de Bertra-nou (present. y comp.), Semillas en el tiempo. El latinoamericanismo filos-fico contemporneo, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2001, pp. 43-52; Arturo Andrs Roig, Caminos de la filosofa latinoamericana, Mara-caibo, 2001, 181 pp.; Adriana Barriomievo, "El problema de las necesida-des en Arturo Roig", en varios autores, Violencias, instituciones, educacin, ICALA, Ro Cuarto, 2002, pp. 21-24; Pablo Guadarrama, Humanismo en el pensamiento latinoamericano. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2002, 418 pp.; Adriana Arpini, "La polmica entre Augusto Salazar Bondy y Leopoldo Zea. Una revisin crtica del historicismo en Amrica Latina", en Adriana Arpini (comp.), Estudios de historia de las ideas latinoamericanas, Universidad de Cuyo-Facultad de Ciencias Polticas y Sociales, Mendoza, 2003, pp. 45-70; Yamand Acosta, "Espacio cultural e intelectual latinoa-mericano en el Cono Sur: redes y conexiones". Pasos, nm. 114 (Departa-mento Ecumnico de Investigaciones, San Jos de Costa Rica, julio-agosto de 2004), pp. 14-24; Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosfico latinoamericano. Una bsqueda incesante de la identidad, Universidad de Deusto, Bilbao, 2004, 896 pp.; Carmen Bohrquez, "La filosofa latinoame-ricana en perspectiva histrica", Cuadernos Americanos, ao xvm, vol. 6, nm. 108 (UNAM, Mxico, noviembre-diciembre de 2004), pp. 177-194; Ral Fornet-Betancourt (ed.), Crtica intercultural de la filosofa latinoame-ricana actual, Trotta, Madrid, 2004, 200 pp.; Juan Olivier Gmez Meza, "Identidad y filosofa latinoamericana en Horacio Cerutti", Heredia, Costa Rica, 2004, manuscrito indito, gentileza del autor; Ricardo Salas Astrain (coord. acadmico), Pensamiento crtico latinoamericano. Conceptos funda-mentales, vol. ii, Ediciones Universidad Catlica Silva Henrquez, Santiago de Chile, 2005, varios artculos, y Po Colonnello (al cuidado de), Filosofa e poltica in America Latina, Armado Editore, Roma, 2005, 170 pginas.

    19

  • Prefacio a la segunda edicin

    En los quince aos que separan a esta segunda edicin de la redaccin original ha variado tanto la situacin del mundo y la ma personal como autor, que sera necesario reescribir el texto o hacer una obra distinta, pero no lo he hecho as. He optado por corregir slo las erratas ms evidentes. La estructu-ra y el estilo del original no se han modificado. Asimismo he decidido no actualizar la bibliografa, para no inducir al lector a efectuar una lectura inadecuada. Tal como se presenta, la bibliografa consigna lo fundamental que tom en considera-cin para la elaboracin de este trabajo. Quiz no est de ms indicar algunas referencias disponibles de la recepcin crtica que ha merecido esta obra, con el n de brindar pistas al in-vestigador interesado en el tema.1

    1 Yamand Acosta, "La cuestin del sujeto en su vigencia latinoameri-

    cana", en Actas de las Jornadas de Pensamiento Latinoamericano, EDIUNC, Mendoza, 1991, pp. 317-326; Hugo E. Biagini, "Contemporary Argentinian Philosophy", en Jorge Gracia y Mireya Camurati (comps.), Philosophy and Literature in Latn America: A critical Assessment ofthe Current Situation, State University of New York Press, Albany, 1989, pp. 6-17; Hugo E. Biagini, Filosofa americana e identidad: el conflictivo caso argentino, EUDEBA, Bue-nos Aires, 1989, 342 pp; Hugo E. Biagini, Panorama filosfico argentino, EUDEBA, Buenos Aires, 1985, 137 pp.; David Crocker, "Cerutti's Metaphilo-sophy of Latn American Philosophies of Liberation", artculo presentado en la North American Society for Social Philosophy; American Philoso-phical Association Easter Divisin, Atlanta, Georgia, 29 de diciembre de 1989, 41 pp.; Eduardo Demenchonok, Filosofa latinoamericana: proble-mas y tendencias, El Buho, Bogot, 1990, 289 pp.; Enrique Dussel, "Cultura

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  • He quitado del apndice el ltimo artculo que apareca en la primera edicin, pues no agrega nada a la discusin que des-arrollo; adems, lo ah planteado ha sido retomado en mnima medida posteriormente. Ese pequeo texto no resisti el paso del tiempo ni mi propia relectura.

    latinoamericana y filosofa de la liberacin. Cultura popular revoluciona-ria ms all del populismo y del dogmatismo", en Cristianismo y Sociedad, nm. 80 (Asociacin Social Ecumnica Latinoamericana, Mxico, 1984), pp. 9-45; Enrique Dussel, "La 'cuestin popular'". Nuestra Amrica, ao iv, nm. 11, (UNAM, Mxico, mayo-agosto de 1984), pp. 15-27; Ral Fornet-Betancourt, Kommentierte Bibliographie zur Philosophie in Lateinamerika, Peter Lang Verlag, Francfort del Meno, 1985, 156 pp.; Rubn Garca Clarck, "Resea de un libro de filosofa de la liberacin", Hiptesis, ao i, nm. 6, Universidad Autnoma del Estado de Mxico, Texcoco, diciembre de 1983), pp. 18-19; Alfredo Gmez-Mller, "L'idea di una filosofa della libe-razione in America Latina", Segni e comprensione, ao vi, nm. 15 (Lecce, enero-abril de 1992), pp. 11-19; Jorge J. E. Gracia (comp.), Latn American Philosophy in the Tvuentietit Century: Man, Vahes and the Searchfor Philo-sophical Identiiy, Prometheus Books, Buffalo, Nueva York, 1986, 269 pp.; Pablo Guadarrama Gonzlez y Nikolai Pereliguin, Lo universal y lo especi-fico en la cultura, Universidad INCCA, Bogot, 1988, 159 pp.; scar R. Mart, "Mexican Philosophy in the 1980s: Possibilities and Lirnits", en Jorge Gra-cia y Mireya Camurati (comps.), op.cit, pp. 36-63; Gustavo Ortiz, "Resea", Nuestra Amrica, ao iv, nm. 11 (UNAM, Mxico, mayo-agosto de 1984), pp. 137-142; Alberto Paris, "Algunas notas crticas sobre el libro 'Filosofa de la Liberacin Latinoamericana', de H. Cerutti", Cristianismo y Sociedad, nm. 80, cit., pp. 93-99; Arturo Rico Bovio, "Seminario de Filosofa de la Liberacin", Escuela de Filosofa y Letras de la Universidad Autnoma de Chihuahua, Chihuahua, 1984-1985, mimeo., 552 pp.; Mara Luisa Rivara de Tuesta, "Augusto Salazar Bondy: filosofa e ideologa en Amrica Latina y en el Per", Cristianismo y Sociedad, nm. 80, cit., pp. 61-83; Carmen Rovira y Agustn Cueva, "Presentacin de un libro de Horacio Cerutti Guldberg", Prometeo, ao 1, nm. 2 (Universidad de Guadalajara, Guadalajara, enero-abril de 1985), pp. 75-86; Gregor Sauerwald, "Conflicto de las teoras de la liberacin ante el reto social y su versin marxista, ensayo sobre el dilo-go intercultural", Prometeo, ao 2, nm. 7 (Universidad de Guadalajara, Guadalajara, septiembre-diciembre de 1986), pp. 63-78; Hans Schelkshorn, Ethik der Befreiung, Herder, Viena, 1992, 171 pp.; Ofelia Schutte, "Origins and Tendencies of the Philosophy of Liberation in Latin American Thought: A Critique of Dussel's Ethics", The Pkilosophical Forum, vol. XXII, nm. 3 (Nueva York, primavera de 1991), pp. 270-295; Ofelia Schutte, "Orgenes y tendencias de la filosofa de la liberacin en el pensamiento latinoamericano", Prometeo, ao 3, nm. 8 (Universidad de Guadalajara,

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  • Como se podr apreciar, la obra muestra las huellas de un proceso de investigacin que estaba y debe seguir en curso. Probablemente el contexto actual volver los argumentos ms ntidos, ms afiladas sus aristas, ms sensible su recepcin, ms duro y hasta desesperado su rechazo. Conviene mencionar algunos de mis trabajos que prolongan o complementan las reflexiones expresadas en esta obra.2

    Slo me resta agradecer al Fondo de Cultura Econmica por la decisin de reeditar este libro, y esperar las opiniones de los lectores crticos, confiando como crea Jos Gaos en que la crtica corona y completa la produccin filosfica.3

    H. C. G. Teyepan, D. R, 8 de junio de 1992

    Guadalajara, enero-abril de 1987), pp. 19-42; Gabriel Vargas Lozano, Qu hacer con la filosofa en Amrica Latina?, UNAM y Universidad Autnoma de Tlaxcala, Mxico, 1990, 226 pp.; varios autores, Pensamiento filosfico latinoamericano contemporneo, Universidad Central de las Villas, Santa Clara, Cuba, 1989, i, Segunda Parte, pp. 91-221; varios autores de la Aca-demia de Ciencias de la URSS, La historia de la filosofa en Latinoamrica en el siglo xx, Hayka, Mosc, 1987, 287 pp.; Nikolaus Werz, Das neuere po-litische und sozialwissenschaftliche Denken in Lateinamerika, Amold Bergs-traesser Institu, Friburgo de Brisgovia, 1991, 424 pginas.

    2 Comparacin entre el pensamiento de los jvenes hegelianos y la filo-

    sofa de la liberacin latinoamericana", Anales de la Universidad de Cuenca, t. xxxiv (Ecuador, abril de 1979), pp. 125-145; "Necesaria autocrtica per-manente de la filosofa para la liberacin latinoamericana", Cuadernos de Filosofa Latinoamericana, nm. 6 (Bogot, enero-marzo de 1981), pp. 29-34; "La manifestacin ms reciente del pensamiento latinoamericano: filosofa de la liberacin: tesis y tareas", Cuadernos Hispanoamericanos, nm. 379 (Madrid, enero de 1982), pp. 61-85; "Aproximacin histrico-epistemolgi-ca a la filosofa latinoamericana contempornea", Prometeo, ao 2, nm. 5 (Universidad de Guadalajara, Guadalajara, enero-abril de 1986), pp. 39-51; "Actual Situation and Perspectives of Latn American Philosophy for Libe-ration", The Philosophical Forum, vol. xx, nms. 1-2 (Nueva York, otoo-invierno de 1988-1989), pp. 43-62; "Abhngigkeit und Anderssein", confe-rencia magistral en el Internationale Arbeitstagung "Entwicklung in Partnerschaft; Nord-Sd-Dialog eine Herausforderung fr Soziale Arbeit", Mnster, 17-21 de junio de 1991 (en prensa, con las Memorias).

    3 Remito a mi trabajo "Jos Gaos, impulsor de la filosofa latinoameri-

    cana", Antiiropos, nms. 130-131 (Barcelona, marzo-abril de 1992), pp. 89-91.

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  • El reino de las ideas puede compararse con los reinos comunes, deca Me-ti, despectivo. Impera all la ms injusta de las expresiones. No exis-te otro orden que el de la opresin. Ciertos grupos llegan al poder y oprimen a todos los dems. Lo decisivo no es el rendimiento, sino el ori-gen y las relaciones. Los tiles se ven obligados a servir a los poderosos. Aquellos que se han instalado en el poder impiden el acceso de todos los que pretenden surgir. Ciertas asociaciones de ideas rebeldes se reprimen sin contemplaciones. Puede decirse, sin temor a equivocarse, que el reino de las ideas es idntico al reino en el cual ha tenido origen.

    Un enorme conjunto de ideas deben su existencia a los servicios que prestan a su vez a otras ideas; si tienen un objetivo es por su rela-cin con stas. El sistema que sirve para verificarlas est viciado. Las relaciones deciden.

    Ciertas ideas estn destinadas exclusivamente a convencer de que ese reino es eterno. De tanto en tanto, cuando la fatiga de los aos o la molicie se aduea de ellas, se las reemplaza por otras ms j-venes y operantes. Esas ideas defienden, pues, lo antiguo con palabras nuevas.

    BERTOLT BRECHT Me-ti, el libro de las mutaciones

  • Hasta ahora, los hombres se han formado siempre ideas falsas acerca de s mismos, acerca de lo que son o debieran ser. Han ajustado sus relaciones a sus ideas acerca de Dios, del hombre normal, etc. Los fru-tos de su cabeza han acabado por imponerse a su cabeza. Ellos, los creadores, se han rendido ante sus criaturas. Libermoslos de los fan-tasmas cerebrales, de las ideas, de los dogmas, de los seres imaginarios bajo cuyo yugo degeneran. Rebelmonos contra esta tirana de los pensamientos. Ensemoslos a sustituir estas quimeras por pensa-mientos que correspondan a la esencia del hombre, dice uno, a adop-tar ante ellos una actitud crtica, dice otro, a quitrselos de la cabeza, dice el tercero, y la realidad existente se derrumbar.

    Estas inocentes y pueriles fantasas forman el meollo de la filoso-fa neohegeliana en boga, que en Alemania no slo es acogida con es-panto y veneracin por el pblico, sino que es proclamada por los mismos hroes filosficos con la solemne conciencia de su revolucio-naria peligrosidad y de su criminal inexorabilidad. El primer volumen de la presente publicacin se propone desenmascarar a estas ovejas que se hacen pasar por lobos y son tenidas por tales, poner de mani-fiesto cmo no hacen otra cosa que balar filosficamente, cmo las jactancias de estos intrpretes filosficos reflejan simplemente el esta-do lastimoso de la realidad alemana. Se propone poner en evidencia y desacreditar esa lucha filosfica con las sombras de la realidad a que el soador y sooliento pueblo alemn es tan aficionado.

    Un hombre listo dio una vez en pensar que los hombres se hun-dan en el agua y se ahogaban simplemente porque se dejaban llevar por la idea de a gravedad. Tan pronto como se quitasen esta idea de la cabe-za, considerndola, por ejemplo, como una idea nacida de la supersticin, como una idea religiosa, quedaran sustrados al peligro de ahogarse. Ese hombre se pas la vida luchando contra la ilusin de la gravedad, de cuyas nocivas consecuencias le aportaban nuevas y abundantes pruebas todas las estadsticas. Este hombre listo era el prototipo de los nuevos filsofos revolucionarios alemanes.

    KARL MARX y FRIEDRICH ENGELS La ideologa alemana

  • Una advertencia de que no existen filosofas "inofensivas" o puramen-te acadmicas, de que siempre y dondequiera est objetivamente pre-sente el peligro de que cualquier incendiario del mundo pueda, como Hitler, prender una hoguera devoradora aprovechndose del combus-tible filosfico de las "inocentes" conversaciones de saln, charlas de caf o lecciones de ctedra, de los aparentemente "inofensivos" ensa-yos, estudios, folletones, etc. [...] toda filosofa est determinada, en cuanto a su contenido y su mtodo, por las luchas de clases de su tiempo. Y, aunque los filsofos lo mismo que los sabios y los artistas y otros idelogos ignoren en mayor o menor medida esta circuns-tancia y no tengan, a veces, la menor conciencia de ella, este criterio determinante de su actitud entre los llamados "problemas finales" se impone, a pesar de todo.

    GEORG LUKCS El asalto a la razn; la trayectoria del irracionalistno

    desde Schelling hasta Hitler

    Que el punto ms alto de conciencia y de honradez haya sido alcan-zado precisamente por la filosofa (Husserl) que acepta asumir terica-mente es decir, pensar como esencial para su empresa ideolgica la existencia necesaria de este crculo, no quiere decir que ello la haya hecho salir de este crculo, que la haya liberado de su cautiverio ideo-lgico como tampoco ha podido salir de este crculo aquel que ha querido pensar en una "apertura" (que aparentemente no es sino el no-cierre ideolgico del cierre), en la condicin de posibilidad absolu-ta de este "cierre", es decir, en la historia cerrada de la "repeticin" de este cierre en la metafsica occidental: Heidegger. No se sale de un espa-cio cerrado instalndose simplemente fuera de l, ya sea en lo exterior o en la profundidad: mientras ese exterior o esa profundidad sigan siendo su exterior y su profundidad, pertenecen todava a este crculo, a este espacio cerrado, en calidad de su "repeticin" en su otro cualquie-ra-que-sea. No es mediante la repeticin, sino mediante la no-repeti-cin de este espacio como se logra escapar de este crculo: nicamen-

  • te mediante la fuga terica fundada, que precisamente no sea una fuga consagrada siempre a aquello de lo que huye, sino una funda-cin radical de un nuevo espacio, de una nueva problemtica, que permita plantear el problema real, desconocido en la estructura de reco-nocimiento, de su posicin ideolgica.

    Louis ALTHUSSER "De El Capital a la filosofa de Marx"

    Ud. sabe que yo he mandado 20 aos y de ellos no he sacado ms que pocos resultados ciertos: lo. La Amrica es ingobernable para nos-otros. 2o. El que sirve una revolucin ara en el mar. 3o. La nica cosa que se puede hacer en Amrica es emigrar. 4o. Este pas caer infali-blemente en manos de la multitud desenfrenada, para despus pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas. 5o. Devorados por todos los crmenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarn conquistamos. 6o. Si fuera posible que una parte del mun-do volviera al caos primitivo, ste sera el ltimo periodo de la Amrica.

    SIMN BOLVAR Carta a Flores, Barranquilla, 9 de noviembre de 1830.

    En "Archivo Flores"

  • Presentacin

    Mucho se ha discutido sobre la posibilidad de un pensamiento o filosofa latinoamericano autnticamente original. Preocupa-cin que ya el argentino Juan Bautista Alberdi, en 1842, en su discurso sobre Ideas para un Curso de Filosofa Contempor-nea, se hace expreso no ya como posibilidad, sino como un hecho. Si se reflexiona con autenticidad, "la filosofa -dice Alberdi- se localiza por el carcter instantneo y local de los problemas que importan especialmente a una nacin, a las cuales presta la forma de sus soluciones". "Nuestra filosofa ser, pues, una serie de soluciones dadas a los problemas que interesan a los destinos nacionales; o bien la razn general de nuestros progresos y mejoras, la razn de nuestra civilizacin; o bien la explicacin de las leyes por las cuales debemos llegar a nuestro fin." "Civilizarnos, mejorarnos, perfeccionarnos, segn nuestras necesidades y nuestros medios: he aqu nuestros des-tinos nacionales que se resumen en esta frmula: Progreso."

    La problemtica de esta filosofa ha cambiado, pero no la preocupacin por ofrecer solucin a los problemas que nues-tra cambiante realidad va planteando. Otras son ya las metas. Ya no el progreso del que hablaba el positivismo, sino algo que ha de ser previo al mismo, la condicin misma de su posibili-dad, que ser expresada en la idea de liberacin. Es enta HisT^ " ria de las Ideas! que a lo largo de varios aos ha venido ela-borando el Comit de Historia de las Ideas de la Comisin de Historia del Instituto Panamericano de Geografa e Historia,

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  • que se han ido destacando los problemas planteados y las so-luciones dadas a los mismos. Historia que con ello ha mostrado la existencia de un autntico filosofar latinoamericano sobre la realidad latinoamericana, con independencia del origen del instrumental conceptual y racional utilizado. La preocupacin misma por la existencia de una filosofa latinoamericana es ya expresin de esta anhelada filosofa. Sus respuestas forman el rico acervo que habla de la existencia de la misma.

    Rebasada la preocupacin respecto a si se hace o no autn-tica filosofa en Latinoamrica, han ido apareciendo expresio-nes de la misma en torno a una problemtica que les da senti-do y unidad. Ya no es tanto el problema de cmo alcanzar el progreso de que hablaban Alberdi y su generacin, a lo largo de esta Amrica, sino de cmo vencer los obstculos que hicie-ron de esa preocupacin simple utopa. Se ha tomado conciencia de la relacin de dependencia frente a este o aquel dominio ex-tranjero y como correlato sobre el necesario cambio de esta situacin, plantendose la necesidad de la independencia o, ms ampliamente, la necesidad de la liberacin. Liberacin de pue-blos y liberacin de hombres que forman estos pueblos como condicin de realizacin del anhelado progreso, del desarrollo, como se le llama en nuestros das. Una expresin filosfica de esta preocupacin lo ha sido y es la llamada filosofa de la libe-racin. Filosofa que surge en un contexto social, econmico y cultural que ha resultado ser tambin comn a otras muchas regiones del planeta como Asia y frica. Se parte del contexto de la dependencia y de su toma de conciencia. Surgiendo una filo-sofa ligada con otras muchas expresiones de este mismo re-flexionar sobre la realidad latinoamericana, como lo son el his-toricismo que busca en el pasado, en la Historia de las Ideas, el sentido de la historia de esta Amrica, la filosofa de su historia. Filosofa que da tambin sentido a las investigaciones que so-bre las sociedades latinoamericanas se vienen elaborando desde hace varias dcadas. La filosofa que anima las investigaciones de los llamados cientficos o cientistas sociales, y a los que se

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  • refera recientemente Celso Furtado, presentndolos como crea-dores de una filosofa que lejos de repetir los modelos euro-peos occidentales ha aportado una nueva interpretacin de la realidad y creado categoras sociales como la de la dependen-cia. La sociologa de la dependencia[quer por discutible que pa-rezca a otras interpretaciones, ha dado origen a una escuela so-ciolgica original. Y como una expresin ms de este reflexionar sobre la realidad latinoamericana, surge tambin la ^ Teologa de la Liberacin,/que la Iglesia catlica ha tenido que aceptar como parte de su problemtica. La problemtica que, a lo largo de la Tierra, plantean la miseria y la explotacin de que vienen siendo objeto decenas de pueblos y millones de hombres. Teo-loga que hallara su apoyo y justificacin en las reformas ini-ciadas por lun XXIII, plantendose la necesidad de realizar el Reino de Dios, no ya en otro mundo, sino en ste, como un rei-no de Justicia y Libertad en el que el hombre deje de ser explo-tador del hombre y se hermane ecumnicamente con l. \

    La Filosofa de la Liberacin Latinoamericana es expresin del contexto social de que hemos hablado, por lo que hace suyas, como lo demostrar el autor de este libro, las preocupaciones expresas en el historicismo, la sociologa y la teologa latino-americanos. La filosofa de la liberacin se expresa con gran fuerza en uno de los momentos clave de la historia de uno de los pueblos de esta nuestra Amrica, el que representar el regreso del general Juan Domingo Pern a la Argentina. Ms que triunfo del propio Pern, lo es del peronismo. Olvidada la pri-mera etapa de gobierno de Pern, el peronismo se ha transfor-mado en una gran esperanza. La esperanza de todo un pueblo que se consider ya ligado con la historia de otros pueblos del continente, incluso con pueblos ms all de este continente, junto con los cuales ha de luchar por cambiar una situacin que les ha sido impuesta, y que les ha impedido alcanzar las metas que tan ingenuamente se plantearala generacin de Juan Bautista Alberdi en el siglo xix. Eril973jlna plyade de fi-lsofos, la mayora jvenes, se lanza af elaboracin y difu-

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  • sin de una filosofa que ha de ayudar a los pueblos latino-americanos en su ya vieja lucha por su liberacin. Este extraor-dinario brote, decamos, coincide con el regreso de Pern. Una filosofa que el mismo gobierno peronista estimular para jus-tificar la poltica nacional e internacional de su lder. Pero tra-tndose de un filosofar surgido de la toma de conciencia de la realidad de los pueblos de esta Amrica, ste se negar a ser sim-ple instrumento de la ideologa y de las acciones polticas de un determinado lder. Aunque este lder fuese Juan Domingo Pern. Ideologa circunstancial, poltica de circunstancias, por-que uno ser el filosofar empeado en orientar la liberacin latinoamericana, y otro el que slo trate de justificar las postu-ras de Pern como lder nacional e internacional.

    invitado en 1973 y en 1975 para participar en las Jornadas realizadas por la Universidad del Salvador, en San Miguel, Bue-nos Aires, pude ser testigo del cambio que sufriera la Filosofa de la Liberacin que encontrara su gran impulso en la Argenti-na. Testigo fui, tambin, de la participacin en tales reuniones de varios de los seguidores de la Teologa de la Liberacin, a par-tir de una temtica que se relacionaba estrechamente con la Filosofa de la Liberacin. _Y en.las Jornadas de 1975, la euforia y unidad de un filosofar nacido de su enfrentamiento con la rea-lidad latinoamericana, estaba en crisis. Los seguidores de la Fi-losofa de la Liberacin estaban siendo puestos en entredicho por el oficialismo filosfico peronista empeado en justificar al lder recin muerto y a sus herederos. A nivel nacional la rup-tura entre el peronismo y Pern era ya un hecho. Uno era el l-der, otro lo que se supona haba pensado ste. Se iniciaba ya el desplazamiento, por todas las vas, incluyendo el terror, de quienes no seguan la lnea oficial. Varios de los seguidores de la Filosofa de la Liberacin aceptaron, a regaadientes, la si-tuacin deformando el espritu que haba animado a esta filo-sofa. Otros prefirieron la persecucin y el destierro. Destierro que hara parte de la gran dispora latinoamericana que ahora est dando origen a un gran confrontamiento entre quienes

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  • desde diversos lugares de nuestra Amrica se empearon en reflexionar y analizar su realidad para intentar ofrecer solucio-nes a sus mltiples problemas. Razn por la cual pasaron a for-mar parte de la subversin con que se viene calificando toda postura crtica. Y as, en diversos lugares de esta nuestra Am-rica, en donde la crtica es an posible, en Mxico, Caracas, Cos-ta Rica o en Europa, se han encontrado historicistas, socilo-gos de la dependencia, telogos y filsofos de la liberacin. Confrontacin en el destierro que est originando un reflexio-nar, un filosofar, plenamente latinoamericano, como parte de un filosofar ms amplio sobre el hombre sin ms, sobre el hombre y sus esfuerzos por alcanzar la plena liberacin.

    Es por la preocupacin por encontrar el sentido de nuestra historia que ha animado al Comit de Historia de las Ideas a mi cargo, que se consider de especial inters la presentacin de esta original filosofa que es la Filosofa de la Liberacin. Sa-biendo que uno de sus miembros estaba trabajando sobre la historia, los antecedentes y la expresin de dicho filosofar se encarg al mismo el trabajo que ahora se publica. Algo seme-jante se ha hecho con la Teologa de la Liberacin, cuyo trabajo ha sido encargado a un buen conocedor de la misma. De esta forma se va completando la historia y exposicin de las ideas, la filosofa y el pensamiento de esta nuestra Amrica en el si-glo xx en que vivimos. Como siempre, y como es caracterstico de la actitud del IPGH de respeto a las investigaciones que se vienen realizando, los autores tienen absoluta libertad y son los nicos responsables de la exposicin de sus ideas. Slo se pide sean expuestas con la mayor objetividad para que su co-nocimiento pueda ser parte del rico acervo de la ya innegable filosofa de esta nuestra Amrica.

    Horacio Cerutti es uno de los miembros de la generacin en que cristaliz la llamada Filosofa de la Liberacin. Su testi-monio es de especial importancia en la historia de este nuestro filosofar que venimos exponiendo. Un trabajo, como podr observarse, escrito con una gran claridad, claridad que muchas

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  • veces falta a varios de los creadores y seguidores de esta filoso-fa. Un trabajo objetivo, hasta donde ello es posible dentro de un filosofar vivo, y por ello muchas veces contradictorio y cu-yos autores participan an, desde diversos ngulos y niveles, en la vida cultural latinoamericana. Trabajo polmico frente a quienes el autor considera se han conducido con oportunismo dentro de esta filosofa. Actitud crtica frente a quienes conside-ran que no existe ms originalidad que aquella que se deriva de su propia y concreta obra. El autor muestra con gran objeti-vidad los orgenes de este importante filosofar latinoamerica-no. All est el historicismo en sus diversas expresiones pasando por Hegel y Marx, la Sociologa del Conocimiento, Heidegger, Marcuse y la Escuela de Francfort. Y por lo que se refiere a an-tecedentes latinoamericanos, la historia de las ideas como filo-sofa de la historia de nuestra Amrica, la Sociologa de la Dependencia y la Teologa de la Liberacin. All estn Fann y las polmicas en torno a la existencia de una filosofa latino-americana. All, Augusto Salazar Bondy y su empeo por un filosofar fuera de toda enajenacin, y frente a l un filosofar que considera ha de tomarse conciencia de esa enajenacin para anularla. El partir de cero o el partir de la experiencia de esta nuestra ineludible historia.Jf como horizonte histrico la Revolucin cubana, la revolucin estudiantil de mayo de 1968 en Francia, la Iglesia en Medelln y, por supuesto, el regreso de Juan Domingo Pern a la Argentina.

    La Filosofa de la Liberacin que cristaliza en la Argentina entre 1973 y 1975 no es, decamos, unitaria. Tiene mltiples ex-presiones. Entre sus figuras ms sobresalientes se encuentran Enrique Dussel y Arturo Andrs Roig. El primero, tratando de destruir la filosofa europea occidental para iniciar en esa Am-rica una filosofa que habr de ser original desplazando a la primera. El segundo, buscando en la historia de las ideas de la Ar-gentina y la Amrica Latina las races de un filosofar que sea autntico por la rica experiencia que esa historia ha de darle. En el propio Cerutti se hace expresa la inclinacin de su filosofar,

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  • ms cerca de Roig y su lnea. En la Filosofa de la Liberacin se hace igualmente expresa la dependencia que an mantienen varios de sus epgonos con la filosofa europea en un lenguaje que, a veces, resulta muy alambicado. Est tambin presente el populismo del que son expresin Pern y el peronismo como centro de las preocupaciones de este filosofar que quiere ser liberador. All la idea de Pueblo para servirlo o para servirse de l. Cerutti va exponiendo las diversas expresiones de esta filo-sofa, incluyendo la propia. Y por ser parte de este filosofar an vivo y actuante, es a veces acremente crtico ante posturas que considera se desvan del espritu que ha originado a este filo-sofar. Seala los diversos puntos de partida de un filosofar que, al atender a la realidad, va tomando diversos matices. All est el que llama sector populista de la Filosofa de la Liberacin, que se expresa como dogmatismo de la ambigedad concreta y como populismo de la ambigedad abstracta. Y frente al popu-lismo el Sector Crtico del populismo qu^jenedos vertientes, el subsector historicista y el subsector problematizador. Filosofar, como lo indican estos puntos de partida, nacido de la reflexin sobre la realidad latinoamericana que se debate entre la de-pendencia y la liberacin, y a la que se ofrecen soluciones como el populismo que puede mantener estticas la esperanza y las preocupaciones para el cambio. El cambio que la toma de con-ciencia de la dominacin y la dependencia impuestas hace nece-sario. Cambio que los sistemas establecidos tendrn que calificar de subversivo. El marxismo corre, con otras filosofas histori-cistas, por las venas de este filosofar que quiere ser de la libe-racin. Marxismo al que a veces se quiere rechazar o rebasar pero que, asimilado, como lo ha de ser toda filosofa, ofrece a la Filosofa de la Liberacin un buen instrumental metodolgi-co e ideolgico.

    LEOPOLDO ZEA

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  • A modo de introduccin

    El trabajo que aqu se presenta no tiene ninguna pretensin de "originalidad", entendiendo por tal una pretensin de decir algo "nuevo", la "ltima palabra" sobre el tema que se estudia. Muy por el contrario, es un trabajo que se enfrenta y manifiesta lo ya dicho sobre un tema tan apasionante como la filosofa con-tempornea latinoamericana. Vale decir, se trata de establecer el status quaestionis de la actual reflexin filosfica latinoameri-cana. En este sentido, todo el estudio podra ser visto como una gran introduccin a un desarrollo todava por cumplir. En ver-dad, aparte de lo que aqu se recoge est todava abierta la po-sibilidad para una reflexin que nuestra Amrica requiere y reclama desde hace aos ya. Con esto no pretendo sugerir, de ninguna manera, que la "lectura" propuesta sea inocente u "objetiva". De ninguna manera. Se trata de una lectura realiza-da desde un cierto lugar terico e ideolgico que se va mos-trando y manifestando a lo largo de la misma. Por ello, esta lar-ga introduccin a la posibilidad de una reflexin filosfica latinoamericana cumple tambin un papel de localizacin pre-ventiva, destructiva y crtica, en relacin con el obstculo ma-yor que entorpece la puesta en marcha de la filosofa, junto a las ciencias sociales latinoamericanas y junto a la prctica pol-tica, en la lucha por el efectivo cumplimiento..de-transforma-ciones estructurales impostergables. Este ipjjstculgjho es otro que lo que se caracterizar, a lo largo de todo el estudio, como discurso populista: En lo que va del siglo se ha visto cmo la

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  • prctica populista y el discurso que conlleva han movilizado las esperanzas de las masas latinoamericanas pero traicionan-do siempre el proceso, frustrando las esperanzas y reprimiendo a las masas. La filosofa, por lo tanto, no puede operar como un justificativo de estas prcticas y discursos "ambiguos" que se revelan, a corto plazo, como plenamente concretos. Este traba-jo est elaborado desde la clara conciencia de que, si bien a nivel tctico es dable "negociar", condescender diplomtica-mente, pactar, transar, etc., en funcin de objetivos estratgi-cos, a nivel estratgico e ideolgico no cabe hacerlo. Quien "negocia" a nivel ideolgico elimina la posibilidad misma de la negociacin, porque esfuma su propia posicin. No es necesa-rio recordar en este sentido el clarsimo ejemplo de Lenin y los ostrovistas. Pues bien, de lo que se trata -muy especialmente en el caso de la filosofa- es de delimitar estricta y rigurosamente las distintas manifestaciones y modalidades que va adquirien-do la formacin ideolgica. Por todo lo dicho, el trabajo que si-gue quiz no sea ms que un ejercicio de contraposicin de imgenes y autoimgenes de lo que se ha credo que era o debe-ra ser la filosofa de la liberacin. De esto viene a resultar que este libro sera, en realidad, un libro de libros. En todo caso, es una lectura, mi lectura; lectura que trata de abrir el camino para que otros lectores puedan rehacerlo. Es un instrumento de trabajo para aquellos que debern, casi necesariamente, vol-ver a andar el camino. Es muy importante dejar bien sentado desde ahora que no invento las distintas posiciones en pugna que se exponen, analizan y critican a continuacin. Por eso he elegido el penoso y rido camino (para el que escribe y para el que lee) de reproducir extensos pasajes de los discursos en cuestin. Adems, la escasa difusin de la mayor parte de los materiales que se discuten, tan caracterstica de nuestros pa-ses, haca necesaria esta citacin permanente. En fin, el cum-plimiento del tan burgus requerimiento de la propiedad inte-lectual, aquello que traducido al lenguaje comn es prctica de "honestidad intelectual" me ha llevado a dejar bien sentado

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  • qu es lo que cada quien ha dicho en este tremendo debate para poder dejar el camino abierto a lo que todava queda por decir y deber, quiz, decirse. Si, con todo, no he sido capaz de superar el mtodo, tan repudiado por Collingwood, de "tijeras y engrudo", slo a m cabe achacrmelo. No es culpa de la te-mtica, ni de los materiales, ni es la intencin que he tenido. He buscado expresamente no caer en esa deformacin. De to-das maneras y aun en ese caso, probablemente el estudio tenga algn aporte que hacer y movilice ulteriores y mejores investi-gaciones al respecto. Con esto quedara plenamente justifica-do. Y si no es capaz de defenderse slito nada puede hacer ya su autor para defenderlo, por ms actitudes apologticas que asuma y por ms intentos de "borrar con el codo lo escrito con la mano".

    Las cuestiones que aqu se tratan, si bien afectan de modo directo al pensamiento latinoamericano, cabra decir que se extienden abarcando, en parte, al pensamiento en lengua es-paola y al mismo pensamiento iberoamericano. La Pennsula Ibrica est hoy ms cerca de nuestra Amrica. La produccin filosfica espaola habla a las claras de la importancia de sus preocupaciones y del nivel alcanzado por sus jvenes filso-fos.1 Todava no se ha abierto un dilogo fecundo entre estos juveniles esfuerzos espaoles y los que se realizan en la Am-rica de habla hispana. Cabe esperar que el dilogo no tarde en producirse.

    El examen de la filosofa contempornea latinoamericana debe pasar con toda seguridad, si bien no en forma excluyen-te, por Argentina. La situacin vivida por Argentina en lal primera mitad de la dcada del setenta estimul en forma de-'

    1 De la abundantsima bibliografa al respecto cabe mencionar: Diccio-

    nario de filosofa contempornea, Sigeme, Salamanca, 1976, 490 pp.; Horacio V. Cerutti Guldberg, "Status quaestionis en la filosofa espaola" (primera nota), en Pucar, nm. 2 (Cuenca, junio de 1977), pp. 65-77; Cua-dernos Salmantinos de Filosofa, ni (Salamanca, 1976), varios trabajos, con referencias.

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  • cisiva la especulacin filosfica. Al respecto unas sugestivas y polmicas palabras de Juan Carlos Torchia Estrada que convie-ne reproducir.

    La justa caracterizacin y comprensin histrica de este clima [intelectual de Argentina] exige un estudio objetivo. Sin embargo, sin pretensiones sistemticas, algunos elementos saltan a la vista; si se juzga por la produccin editorial, la filosofa parece en tran-ce de extincin. Para grupos numerosos, la cultura es un instru-mento poltico o un concepto desfigurado por la politizacin. s-tos son los mismos grupos para los cuales la historia es un arma de combate y, aunque hablan constantemente de recuperar la cultura nacional, no estn interesados con sincero fervor en res-catar todo lo respetable del patrimonio cultural del pas, sino al-gunos elementos muy seleccionados, utilizables bien o mal en el contexto ideolgico en que se mueven. Lo que queda fuera de esta seleccin es prcticamente la totalidad de la historia intelec-tual argentina. Por un traslado errneo o interesado meten en el mismo saco la dependencia econmica, que es un problema real de relaciones de poder en el plano internacional, con la llamada "dependencia cultural", que en rigor no existe porque Amrica Latina es, sin excluir peculiaridades, parte integrante de la cultura occidental. Por supuesto, todo lo descrito se lleva a cabo utilizan-do las categoras filosficas e ideolgicas de origen europeo, las mismas que se denuncian como fuente de colonialismo cultural. Lo antedicho podr no ser la totalidad del panorama pero es lo que ms se ve.2

    Estas opiniones de Torchia Estrada no se reproducen aqu para compartirlas ni muchsimo menos. Simplemente se trata de ilustrar la complejidad de un "clima intelectual" que puede

    2 Juan Carlos Torchia Estrada, "La decadencia del espritu terico: un

    texto indito de Francisco Romero sobre la filosofa contempornea" (Potomac, Maryland, EU, septiembre de 1974), Revista Nacional de Cultu-ra, ao xxxix, nm. 219 (Caracas, marzo-abril de 1975), p. 28, nota 1.

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  • motivar semejantes opiniones. Por otra parte, la cantidad de sntomas y equvocos que muestra el fragmento citado esti-mulan fuertemente el deseo de ahondar en la investigacin de este "clima". Una buena parte del mismo es lo que constituye el tema del presente estudio.

    Oculta bajo el rtulo "liberacin" ha pasado casi inadvertida para el pblico la aparicin en estos ltimos aos de un fe-nmeno filosfico que algunos de sus protagonistas han deno-minado "filosofa de la liberacin". El abracadabra.de la decla-mada "liberacin" tena principalmente matices de urgencia poltica y es casi "natural" que este aditamento "filosfico" a un proceso tan tortuoso y difcil sea poco considerado. No es esto lo que ms me preocupa. Ms bien, ha llegado la hora de que los propios protagonistas retomemos nuestros pasos y examine-mos lo andado para establecer cules fueron las preocupacio-nes que nos han movido, cules son los logros alcanzados y qu es lo que resta por hacer o deshacer.

    Puede decirse, sin lugar a dudas, que el tema de la libera-cin ha sido en los ltimos aos casi una moda, no solamente de intelectuales a la violeta, sino de todo un conjunto de hom-bres y mujeres en Argentina y Amrica Latina que la han sentido como carencia y no han llegado a elaborarla como "deseo".3 Debo declarar de entrada que de la liberacin me interesa su realizacin y tematizarla en tanto en cuanto nos lleva a su concrecin fctica, histrica.

    El objetivo central de este trabajo es ubicar histrica e in-terpretativamente este fenmeno autodenominado Filosofa de la Liberacin en la Argentina, pensando no slo en lectores argentinos sino, y muy especialmente, en todo un conjunto de pensadores latinoamericanos acuciados por la misma proble-mtica. Seguramente no soy el ms preparado y capacitado para realizar esta delicada tarea, pero es indispensable con-cluirla de alguna manera para salir de la asfixia pueril y pedan-

    3 Utilizo el trmino en el sentido acuado por G. Deleuze.

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  • te en que agoniza nuestra disciplina, frenando posibles y nece-sarios aportes que, en su ausencia, dejan un campo expedito a los enemigos de la liberacin.

    Si consideramos pensamientos "tipo" aquellos que respon-den a determinados estadios estructurales de la evolucin humana y los hacemos objeto de la sociologa, y pensamientos individuales a los que son objeto de la historia, habra que decir que, tratando de ser fieles y honestos para con los pensa-dores "individuales", hay que estudiar su aporte a un pensa-miento "tipo" o al intento de constitucin de un pensamiento "tipo" o que podra llegar a serlo. En este caso s nos interesan las "sutiles diferencias" entre pensadores o trminos que pue-den equivocarnos el camino.4 En todo caso, habra que pensar que se trata de analizar un pensamiento de coyuntura. Aparte de ser sumamente discutible la atribucin de un objeto "tipo" a una presunta sociologa y de un objeto "individual" a la his-toria, no me queda otro camino que atenerme a los requeri-mientos del fenmeno que pretendo explicar y que abarca una nutrida documentacin en muy pocos aos. Se trata de inter-pretar buscando "fuentes", etapas, orientaciones dominantes en la coyuntura, rastreando matices diferenciales que, en defi-nitiva, deciden las opciones. Por ello, aunque algunos crean que esto no es ms que "gastar plvora en chimangos" o "re-mover el avispero" innecesariamente, estoy convencido de que es una tarea indispensable realizar una revisin crtica de la produccin filosfica argentina del ltimo lustro. Hay que in-tentar abarcar, con la exhaustividad y mrgenes de error atri-buihles a un solo investigador, los productos del gnero que van desde la preparacin (1968, aproximadamente) del II Con-greso Nacional de Filosofa (Crdoba, 1971) hasta la actuali-

    4 Cf. aqu la posicin de "socilogo" asumida por Hinkelammert (cf.

    Ideologas del desarrollo y dialctica de la historia. Universidad Catlica de Chile, Buenos Aires, 1970, esp. p. 10). En todo caso, me sito a medio camino entre la posicin de socilogo y la de historiador, tal como l las define.

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  • dad. {Esta introduccin fue escrita en 1977} Encarar esta tarea implica, como se desprende de suyo, que tomamos como va-liosos nuestros hechos de pensamiento, nuestros pensadores y sus textos, los tomamos con la misma seriedad con que Arist-teles consider a su maestro y antecesores y los histori en su Metafsica o con que Marx consider a Hegel, etc. Ya deca el maestro mexicano Samuel Ramos, en el Prlogo a su Historia de la filosofa en Mxico, que un buen modo de introducirnos en nuestra filosofa es leer a nuestros propios pensadores. Y es sta, tambin, la intencin pedaggica que me anima. En un momento en que los estudios filosficos institucionalizados han sido totalmente desmantelados en el pas, es indispensa-ble que quienes se interesen por la disciplina cuenten con in-troducciones a un proceso intelectual en curso.

    Un trabajo de este tipo se presta para el "ajuste de cuentas" y para meras "imputaciones ideolgicas" propias del terroris-mo intelectual. Ms cuando uno ha sido parte activa de lo que se pretende interpretar y explicar. No es sta mi intencin, ni me siento llamado a ello. No lo considero motivante, ni crea-dor. En definitiva, no sirve para nada. Para nada ms que encen-der interminables polmicas entre sordos. Se trata, s, de tener permanentemente presente la propia subjetividad que est mechada por lo ideolgico. No digo que la ideologa sea una cuestin emocional o subjetiva sino, por el contrario, que la propia subjetividad est "objetivamente" modificada por la ideo-loga. En su produccin todo discurso es ideolgico y en su recepcin puede tener funcin cientfica o ideolgica, enten-diendo por la primera la autoconciencia de su origen y de su relatividad y por la segunda una pretensin de absolutez. ste es un esfuerzo por constituir un discurso en funcin cientfica b de conocimiento que "mantiene 'abierta' la posibilidad de la autorreflexin".5

    5 Cf. Elseo Vern, Imperialismo, lucha de clases y conocimientos: 25

    aos de sociologa en la Argentina, Tiempo Contemporneo, Buenos Aires, 1974, pp. 86 y anteriores.

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  • La contemporaneidad de la temtica me lleva a considerar la produccin de autores en plena productividad o, incluso, al inicio de sus trabajos, muchos de ellos meros proyectos de fu-turas elaboraciones. Atentos a que se trata de discursos en for-macin, su tratamiento y consideracin son aleccionadores.

    - Hechas estas salvedades conviene aclarar que lo que viene a continuacin responde al siguiente ordenamiento. Se anali-zan algunas interpretaciones tentativas de la "filosofa de la liberacin" latinoamericana, se pregunta por el influjo que so-bre ella ejercieron la "teora" de la dependencia y la "teologa de la liberacin", se examinan otros antecedentes de la men-cionada filosofa. Luego de esta aproximacin preliminar, se trabajan cuatro temas examinando las posiciones que los dis-tintos sectores y corrientes de la "filosofa de la liberacin" han asumido frente a los mismos. Ellos son: el punto de partida del filosofar, el sujeto y la metodologa del filosofar y la concep-cin misma de la filosofa. Se pueden consultar al final del es-tudio una bibliografa comentada y un apndice con materia-les complementarios {este apndice ha sido modificado en las sucesivas ediciones}.

    Saliendo al paso de posibles.pbjeciones, debo decir que tra-bajo con la nocin de pensamiento" por considerarla ms dc-til y plstica en la tarea encarada. Esta nocin tiene una tradi-cin en nuestra Amrica que se remonta al maestro Gaos.6 Una nocin muy parecida ha sido utilizada por Edouard Morot-Sir en su historia del pensamiento francs contemporneo.7 De

    6 Cf Jos Gaos, "El pensamiento latinoamericano". Jornadas-12 (Semi-

    nario sobre "La Amrica Latina"), El Colegio de Mxico, Centro de Estudios Sociales, 1944, pp. 11 y 19.

    7 Edouard Morot-Sir, El pensamiento francs actual, trad. de Nstor

    Alberto Mguez, El Ateneo, Buenos Aires (Biblioteca de Filosofa), 1974, pp. 1 y ss. Para este autor el "pensamiento" puede tener un uso ideolgico. Ms bien, debe decirse que todo pensamiento es producto ideolgico. Morot-Sir lleva el problema al lmite pensando que el lenguaje filosfico (para l, "del filsofo") es un lenguaje "del hombre" sin ms, lenguaje de "utopa". Con todo, considero que la cuestin ideolgica no se resuelve as. Simple-

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  • este ltimo autor hemos tomado, entre otros elementos, la tc-nica de considerar ciertas oposiciones terminolgicas que sue-len ser muy elocuentes, de las que debe sospecharse hasta qu punto no son complementarias... Estas cristalizaciones con-ceptuales que para el caso de Francia se polarizan en: "Existen-cia/estructura", para el caso argentino y latinoamericano quiz estn paradigmticamente sintetizadas en: "Dependencia/libe" racin". Pero esta cristalizacin -para continuar con la metfora qumica se desdobla en filosofa en las siguientes: clase/pue-blo, Europa/Amrica, Lo Mismo/Lo Otro, Ideologa/Filosofa, Poltica/tica, Dialctica/Analctica, etc. Como en el caso de Francia, entre nosotros el catalizador de estas reacciones es el marxismo. Un tab con propiedades altamente potentes en esta alquimia conceptual. Sin embargo, la nocin de ^pensa-jniento" en este caso no quiere operar al interior de una "filo-sofa de la filosofa", al modo como lo propone Gaos en su labor historiogrfica claramente enrolada en un cierto historicismo. Ms bien, esta nocin quiere servir de trampoln para una ne-cesaria y buscada "teora de la filosofa". De alguna manera este estudio se inscribe en un esfuerzo preliminar por consti-tuir esta teora. Se trata, como dijera Althusser, de

    un discurso dentro de la filosofa. Pero este discurso dentro de la filosofa no ser enteramente un discurso de la filosofa. Ser, o ms bien quisiera ser, un discurso sobre la filosofa [...] elementos rudimentarios para la idea de una teora de la filosofa. Teora: algo que se anticipa en cierto modo a una ciencia [...] algo con que empezar a poder pronunciar una especie de discurso que anticipa lo que ser tal vez un da una teora no filosfica de la filosofa.8

    mente se la desplaza imaginariamente. En el lenguaje del lmite, en el len-guaje de utopa, sigue vigente la cuestin ideolgica. Solamente indico aqu este punto; no es el lugar para desarrollarlo.

    8 Louis Althusser, Leniny la filosofa (comunicacin presentada ante la

    Socit Francaise de Philosophie el 24 de febrero de 1968), Era, Mxico, 1970,pp. 12-13.

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  • Quiz todo este trabajo se mueva todava en la etapa descripti-va previa a la teora propiamente dicha.9

    En un libro que ha ido reelaborando a lo largo de 30 aos, el maestro mexicano Leopoldo Zea divide al pensamiento latino-americano en tres grandes etapas. La tercera y mas contem-pornea culmina con la filosofa de la liberacin. No es ste el lugar para puntualizar la posicin del maestro Zea en relacin con la filosofa de la liberacin. l rene, en una "generacin filo-sfica crtica latinoamericana", a una serie de pensadores ar-gentinos que le parecen los ms significativos.10 El trabajo que se tiene delante aspira a delimitar las distintas posiciones sus-tentadas por algunos de estos pensadores.

    Con distintos y diferenciales matices se entendi la filoso-fa de la liberacin como la autntica "filosofa de la miseria^1 Sin embargo, se advertir al terminar la lectura del presente estu-dio que la miseria de la filosofa parece imponerse todava en las

    9 Cf. Louis Althusser, Ideologa y aparatos ideolgicos del Estado, varias

    ediciones. 10

    Leopoldo Zea. El pensamiento latinoamericano, 3a ed., Barcelona, Ariel, 1976, p. 533. Pude llegar a este libro en el periodo que tena para fir-mar esta introduccin. El anlisis detenido de la interpretacin que Zea hace aqu de la filosofa de la liberacin lo realizo en un libro en prepara-cijLspbre el historicismo latinoamericano.

    (]}_ T-a filosofa de la liberacin constituye en nuestros das en toda Latino-amrica sin duda alguna la expresin ms viva de su pensar; es, sobre todo, la filosofa de los jvenes y de los que se sienten jvenes [de aquellos que] no quieren caer una vez ms en la 'miseria de la filosofa', sino hacer esa 'filosofa de la miseria' autntica, la de lo condicionado, lo dependiente y alienante; en otras palabras, no construir un nuevo 'mundo de la filosofa' o del 'espritu', sino una 'filosofa del mundo' [...]" (Arturo Roig, "El proble-ma de la 'alteridad' en la ontologa de Nimio de Anqun", Nuevo Mundo, t. 3, nm. 1 [Buenos Aires, Padua, enero-junio de 1973], p. 202). "sta es la autntica filosofa de la miseria que Proudhon hubiera querido escribir. 'C'est toute un critique de Dieu et du genre humain.' Es una filosofa de la liberacin de la miseria del hombre latinoamericano, pero, y al mismo tiempo, es atesmo del dios burgus y posibilidad de pensar un Dios crea-dor fuente de la Liberacin misma" (Enrique Dussel, "El mtodo analctico y la filosofa latinoamericana", en Amrica Latina: dependencia y libera-cin, Femando Garca Cambeiro, Buenos Aires, 1973, p. 114).

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  • elaboraciones de la filosofa de la liberacin, la cual no alcanza a liberarse an de su tendencia al idealismo intrafilosfico.

    Es el momento de cerrar esta introduccin de la introduc-cin a un pensar latinoamericano liberador que pretenda ser efectivamente tal. Es hora de dar la palabra a lo que, para bien o para mal, hasta ahora ha sido la "filosofa de la liberacin" latinoamericana.

    Santa Ana de los Cuatro Ros de Cuenca, 7 de octubre de 1977

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  • I. Algunas interpretaciones de la "filosofa de la liberacin" latinoamericana

    APROXIMACIN A LA "FILOSOFA DE LA LIBERACIN" EN ARGENTINA

    Como ya se ha dicho y a pesar de mltiples opiniones en con-trario, la aparicin de numerosas publicaciones que se consi-deran a s mismas formulaciones y reformulaciones de una pretendida y buscada "filosofa de la liberacin" latinoamerica-na, constituye uno de los hechos intelectuales ms relevantes de la ltima dcada en la Argentina. En el campo de lo que tra-dicionalmente se ha conocido como filosofa, a no dudarlo ha tenido esta corriente, en sus variadas manifestaciones, la prio-ridad en cuanto al esfuerzo y al empeo intelectual se refiere en la primera mitad de la dcada. El triunfo popular del pero-nismo en Argentina y el proceso que se inicia en 1973 hacen que el sector constituido por algunos de los filsofos "de la li-beracin", aquellos ms directamente ligados con el peronismo y las distintas variantes populistas (lo que en otra parte he pro-puesto designar como sector populista), adquiera un considera-ble poder en las estructuras acadmicas y, sobre todo, un alto grado de difusin de sus escritos a nivel nacional y tambin internacional Jsto ha llevado a que generalmente lo poco que se_cpnoce de esta "filosofa" sea identificado con las posiciones sustentadas por este sector populista}

    Por lo dicho, los escasos trabajos que se han dedicado a exa-minar este fenmeno de pensamiento se han visto orientados,

    1 Cf. mi artculo "Ubicacin poltica de los orgenes y el desarrollo de la

    filosofa de la liberacin latinoamericana". Cuadernos Salmantinos de Filo-sofa, III (Salamanca, 1976), pp. 351-360.

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  • especialmente, hacia esa porcin de materiales editados y esto ha desfigurado un tanto la apreciacin completa del fenmeno y sus probables derivaciones. Entre estos trabajos que explcita e implcitamente realizan aproximaciones o establecen juicios crticos sobre las propuestas de los filsofos argentinos es posible mencionar en primer trmino un artculo del maestro mexica-no Leopoldo Zea de 1974
  • plicaban, de hecho, su cuestionamiento. Pero, por las limita-ciones de publicacin y difusin del sector crtico, cuyas po-sibilidades eran inversamente proporcionales a las del sector populista, no alcanzaron el conocimiento del pblico. Entre ellas

    ""cabe mencionar el Manifiesto del grupo salteo y el Primer En-cuentro Nacional de Filosofa de la Liberacin. La significacin

    "ce estos hechos ser analizada ms adelante. A estas escasas referencias bibliogrficas se reduce lo escrito {hasta 1977} acer-ca de la filosofa de la liberacin, intentando no su exposicin sino su evaluacin ms o menos crtica. En cuanto a los textos que exponen la filosofa de la liberacin, son mucho ms nu-merosos y oportunamente se realizar su anlisis. El objetivo del presente captulo es aproximarse crticamente a algunos de estos intentos de interpretacin, a aquellos que quiz mejor permitan poner de manifiesto el carcter polmico y complejo de este debate todava abierto.

    La esquematizacin que reduce todo el movimiento de la filosofa de la liberacin a un sector populista y otro sector crtico del populismo, no es ms que esto, una esquematizacin. Vli-da slo en tanto en cuanto supera la visin todava ms sim-plista que homogeiniza todas las posiciones al interior de un nico movimiento, interpretacin sta difundida por el sector populista. Totalmente insuficiente y provisional, en cambio, cuando se pretende avanzar en el anlisis de los distintos mati-ces y consideraciones. En todo caso, debe subrayarse que si bien en este captulo se presentan posiciones de ambos secto-res, no se trata de reducir los textos a sus respectivos autores, ni de plantear un absurdo e inexistente enfrentamiento personal o rivalidad entre los mismos autores. No es en estas mezquin-dades que se juega el decisivo debate que nos ocupa. S se trata de, y se logra en buena medida, exponer los resultados de detenidas lecturas, sealar ambigedades y deficiencias detec-tadas, caracterizar, en fin, algunas de las visiones o imgenes propuestas para la aprehensin del fenmeno. A propsito de esto, cabe anotar que trabajar al interior de un determinado

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  • campo o mbito terico supone disponer de una determinada imagen de ese mismo campo o teora, la organizacin interna de sus elementos, el lugar que ocupa en relacin con el resto del conocimiento, etc. A esta auto-imagen de la disciplina que dis-pone o supone el investigador est enfrentada, generalmente como contrapartida, otra imagen contraria o contrapuesta, la imagen que el investigador mismo pone en cuestin o contra-imagen. El trmino auto-imagen es empleado en este trabajo en un sentido anlogo al acuado por Eliseo Vern. Quiz todo el trabajo no logre ms que confrontar explcitamente auto-imgenes enfrentadas por intereses ideolgicos. Esta confron-tacin debe realizarse con el ms absoluto respeto por un pro-ceso naciente y todava en gran medida balbuceante. Se debe hacer aqu una acotacin de la mayor importancia: si bien ge-neralmente la auto-imagen y la contra-imagen estn ms o me-nos claras para el investigador que las sustenta o ataca, a veces la imagen que se desprende de la prctica cientfica suele estar en contradiccin con la auto-imagen que el mismo investiga-dor se hace de ella. Recurdese el caso tan comn de muchos fsicos que se dicen "filsofos de la ciencia".

    De la reflexin sobre estas interpretaciones de la filosofa de la liberacin se desprender una serie de problemas que de-bern ser retomados y analizados cuidadosamente.

    A continuacin se expone la ponencia del Dr. Enrique Dussel al Congreso de Filosofa de Morelia f^Tota 3). Esta exposicin y~s" consiguiente anlisis crtico permitirn caracterizar lo que he denominado la auto-imagen eticista que se han dado de la filosofa de la liberacin algunos de sus protagonistas.

    Un lector desprevenido puede pensar, en principio, que si alguien (caso del Dr. Dussel) tiene oportunidad de presentarse ante un foro internacional como fue este Congreso, tiene tres opciones para su exposicin. O poner de relieve los puntos en comn que sostiene el grupo que quiere representar, o dar ms importancia a los puntos en disidencia, o bien, presentar ambos

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  • aspectos. Dussel no ingresa en ninguna de estas variantes y expone su pensamiento como si fuera opinin comn y sancio-nada para todos los integrantes de esta, segn l, ^ 'nueva gene-racin" filosfica argentina. Para ver esto con detalle se describen continuacin las lneas fundamentales de la ponencia de Dus-sel pasando luego a discutirla. Es necesario apuntar que la divi-sin entre descripcin e interpretacin nunca es terminante...?

    El autor inicia su exposicin aclarando que trata de pre-sentar la "corta vida" y el "nacimiento" de un "movimiento" fi-losfico argentino indicando sus "tesis fundamentales", las cuales son precedidas, para la mejor ubicacin del lector, por un esquema histrico de la filosofa argentina en el siglo xx (es claro, para un lector no al tanto, que se tratara de la interpre-tacin que de su propio pasado intelectual se dan los integrantes de esta "generacin").

    El autor aclara que trabaja con dos supuestos: la inclusin de la filosofa como parte de la totalidad del quehacer cotidiano y la posibilidad de que el discurso filosfico se transforme en "justificacin ideolgica", entendiendo por ideologa "la expre-sin de un pensar que en funcin prctica encubre ms que descubre la realidad que pretende significar".

    Hechas estas precisiones expone el esquema histrico, que estara caracterizado por tres momentos: "

    1) "El momento ntico liberal de la filosofa argentina"; 2) "El momento ontolgico", y 3) "El momento meta-fsico de la li-beracin" donde, obviamente, hace su aparicin la "nueva ge-neracin". No est por dems subrayar que los primeros mo-mentos seran, desde la perspectiva del tercero, momentos preparatorios totalmente superados en este ltimo. Es ms, de algn modo est latente en la ponencia la superacin de toda la tradicin filosfica mundial por parte de los integrantes de este tercer momento (!).6

    6 Explcitamente en este texto: "Es la cuarta Edad de la filosofa y la pri-

    mera Edad antropo-lgjca: hemos dejado atrs lafisio-\o$a griega, la teologa

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  • El primer momento "ntico" lo representa un pensar atado a los entes entendidos como "cosas industrializables". Esta po-sicin sustentada por el positivismo sera la representacin fi-losfico-ideolgica de la "pequea burguesa portuaria, anti-conservadora y antitradicionalista". Tambin integraran este momento el anarquismo y la reaccin antipositivista de Korn o Alberini o Romero. Este ltimo, para Dussel, "responde, sin ad-vertirlo, a los intereses que la fuerza militar defiende con sus armas: la llamada oligarqua ganadera del Plata".

    El segundo momento "ontolgico" se centra en dos pensa-dores: Carlos Astrada y Nimio de Anqun, quienes "desde Crdo-ba, ciudad interior y antiportuaria", levantan sus ojos al ser para criticar desde l al ente. Formados ambos en Europa pa-san de posiciones de derecha hacia posiciones cada vez ms progresistas y, por qu no decirlo, decididamente marxistas. (Aqu se debe hacer un parntesis obligado para sealar que Dussel cae en el mecanismo de las imputaciones ideolgicas tan propias del terrorismo intelectual. Con el agravante de ha-blar desde fuera del pas, dice de De Anqun que luego de ani-mar grupos de derecha pasar a "vitalizar grupos de extrema izquierda". Esto significaba, lisa y llanamente, un pedido de muerte en un momento como el que Dussel describi de auge y total impunidad para la tristemente clebre "triple A" auspi-ciada por sectores del peronismo gobernante que andaban a la caza de "idelogos" de la guerrilla.) "De todas maneras [sigue Dussel] la crtica ontolgica es todava abstracta, universal" (atindase esta identificacin de ambos conceptos "abstracto y universal"; se tendr oportunidad de volver esta crtica contra su autor...). En fin, esta generacin se expresar en el I Con-greso Nacional de Filosofa efectuado en Mendoza en 1949.

    medieval, la Zogo-loga moderna, pero las asumimos en una realidad que las explica a todas ellas" (Para una tica de la liberacin latinoamericana, Siglo XXI, Buenos Aires, 1973, t. 11, p. 174; del mismo Dussel, Amrica Latina, dependencia y liberacin. Garra Cambeiro, Buenos Aires, 1973, p. 125; Mto-do para una filosofa de la liberacin, Sigeme, Salamanca, 1974, p. 197).

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  • Se arriba as al tercer momento, "meta-fsico de la libera-cin". El primer hito que marcar a esta "nueva generacin" es el ascenso de Ongana al poder en 1966. "Todos sus miembros nacen despus de 1930", son gente valerosa, que se arriesga, etc. "Esta generacin filosfica se expresa por primera vez pblicamente, se encuentra casi, en el II Congreso Nacional de Filosofa en Crdoba en 1972". Curiosamente, para Dussel:

    El problema fundamental de ese Congreso no pas por la divisin entre la filosofa neopositivista o del lenguaje contra el marxismo o el existencialismo fenomenolgico como se supona. Pas en cambio por la posibilidad o imposibilidad de una filosofa concre-ta, latinoamericana ante una filosofa universalista, abstracta, europeo-norteamericana.

    El antecedente ms inmediato de esta expresin filosfica "ori-ginal" son, para nuestro autor, las "ctedras nacionales", de las cuales promete analizar su "equivocidad", cosa que por fin no hace. En el captulo n se tratar con ms detalle este punto. Haba que encontrar una

    brecha para superar la ontologa heideggeriana, hegeliana, euro-pea. Desde el optimismo popular por recuperar el poder [Dussel hace aqu referencia al triunfo electoral del 11 de marzo de 1973. Discutible es si se ascendi realmente al "poder" en esa oportuni-dad. Aqu habra que introducir la interesante distincin entre "gobierno" y "poder" que se manej por aquellos das] surge igual-mente el riesgo de intentar una crtica que supere la ontologa.

    La "etapa de prueba" se produce entre 1973 y 1975. All es posible el "discernimiento" filosfico. Este discernimiento debe centrarse en la nocin ontolgica de "nacin", y all hay que distinguir la diferencia imperio/nacin y la diferencia intrana-cional clases opresoras/oprimidas. Segn el autor, por no tener esto claro todos los integrantes de la generacin, algunos fue-

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  • ron llevados a identificarse con la "misin Ivanissevich".7 Hay que entender, siguiendo estrictamente a Dussel, que hay seo-res que asumen posiciones de extrema derecha por falta de "discernimientos" conceptuales; es ms, que de haber tenido mayor claridad conceptual, o algn filsofo con ms experien-cia por all que los esclareciera, no habran adoptado esas po-siciones... En todo caso, se tratara de un "asumir acrticamen-te" esas posiciones polticas represoras y de cazabrujismo. Con todo, con todas las expulsiones padecidas por el grueso de la "generacin" de sus ctedras en las universidades nacionales, toman conciencia, recin all y por esa causa, de que "la cues-tin filosfico-poltica es la siguiente: no hay liberacin nacio-nal ante los imperios de turno sin liberacin social de las clases oprimidas" (subrayado por el mismo Dussel). Este descubri-miento y las expulsiones, cesantas y no renovaciones de con-tratos, hacen de sta una "generacin jugada"...

    Cules son, segn el autor, las tesis filosficas fundamen-tales de este movimiento? Permtase transcribir un texto de carcter doctrinario.

    La llamada "filosofa de la liberacin" efecta primeramente la crtica a la nocin aceptada por la filosofa de ser (Sein). Desde Hegel, Husserl o Heidegger el "ser" es el fundamento (Grund) y el "ente" la diferencia (Unterschied); se trata, en el fondo, de una filo-sofa de la identidad (Identat). Si la generacin de Romero per-maneci en lo diferido, la de Astrada en la identidad. Pero ms all de la razn, an como comprensin del ser, de la Totalidad, se encuentra todava el mbito, primeramente tico-poltico, de la Exterioridad. En realidad, histricamente, la ontologa era algo as

    7 "Misin Ivanissevich" fue la designacin popular con que se conoci

    en Argentina la gestin del ministro de Educacin, Dr. Ivanissevich. El ob-jetivo de esta "misin" fue "limpiar" de "marxistas" las universidades y en general todo el aparato educativo. Esta "limpieza" se realiz por diversos medios que fueron desde la expulsin de docentes hasta su eliminacin fsica.

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  • como la ideologa del sistema vigente que el filsofo piensa redu-plicativamente para justificar desde el fundamento actual todos los entes. Tanto la ntica como la ontologa son sistemticas, tota-lidad totalizante: el filsofo no es radicalmente crtico, sino, a lo ms, nticarrtente crtico, sea como crtico social,