hacia_donde_va_américa_latina__roger_bartra

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    Hacia dnde va Amrica Latina?Roger Bartra

    Conferencia en el Crculo de Economa, Barcelona, 18 octubre 2006

    Responder a esta pregunta es muy difcil no slo porque no somos profetas,sino adems porque la existencia de esa entidad llamada Amrica Latina esmuy borrosa. No es claro que sea un conglomerado unido que camine por unsendero previsible. Esto puede sorprender si pensamos en que los pases deese territorio que conocemos como Amrica Latina se hablan lenguas que seoriginaron en la pennsula ibrica y que tienen como punto de partida comnla colonizacin espaola y portuguesa del siglo XVI. Cualquiera que viaje porese territorio encontrar un inconfundible aire de familia comn en lasdiversas regiones. Por supuesto, no creo que Amrica Latina sea una entidadtan misteriosa y fantasmal como ese espacio extico que inventaron los

    orientalistas del siglo XIX. Pero quienes vivimos all podemos percibirpinceladas de exotismo en ese espacio que ha sido unificadoimaginariamente por aejas ideologas bolivarianas, imagineras sobre elMacondo profundo, teoras de la dependencia, economistas de la CEPAL,revolucionarios guevaristas, departamentos universitarios anglosajones yagencias internacionales.

    No me referir a las dimensiones econmicas de una posible identidadlatinoamericana. Pero s quiero sealar las inmensas dificultades de coordinaro poner en un mismo saco el Mercosur, la integracin andina y el TLC entreMxico, Canad y Estados Unidos. Yo quiero aproximarme al futuro deAmrica Latina como antroplogo interesado en la cultura poltica. Por ellosuelo enfatizar las grietas profundas que separan a los diversos pases, eincluso las regiones dentro de cada Estado. Aqu entramos a un terrenopantanoso, pues el abanico de tendencias polticas es enormemente variadoen Amrica Latina. Y sin embargo, acaso sea til sustituir la pregunta entorno a la que gira este encuentro por esta otra: hacia dnde van lasizquierdas y las derechas en Amrica Latina? Si clasificsemos en unespectro las muy diferentes expresiones polticas, asumo que podramosentrever una cierta direccionalidad. Tanto en el espectro de la derecha comoen el de la izquierda es posible comprobar una oscilacin hacia el centro y un

    abandono de las posiciones extremistas. Los herederos de las derechasgolpistas y militaristas estn en proceso de extincin, y las fuerzas deizquierda que impulsan una revolucin armada son marginales. Estecorrimiento hacia el centro se puede comprobar de manera notable, e inclusoespectacular, en la campaa de Lula en el 2002, cuando por fin triunf. Ydesde luego ha ocurrido en Chile. Estos dos pases son tambin un ejemplode la extincin de las derechas dictatoriales y antidemocrticas. Estoparecera indicar que las tendencias llevan a un fortalecimiento de las

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    corrientes liberales democrticas y socialdemcratas en una competencia porocupar posiciones de centro.

    Pero las cosas no son tan sencillas. En Amrica Latina no han desaparecidolas viejas culturas polticas autoritarias que, aunque muy distintas entre s,han sido calificadas de populistas. Posiblemente los ejemplos ms duraderos

    y persistentes de esta vieja cultura poltica sean el prismo mexicano y elperonismo argentino. Habra que mencionar el varguismo de Brasil y elaprismo peruano. No quiero aqu entrar en la complicada definicin delpopulismo, pero si quiero sealar que se trata de un fenmeno poltico queha adquirido peculiaridades latinoamericanas. A diferencia de otrospopulismos, como el de los granjeros del sur de los Estados Unidos, losnarodniki rusos o el poujadismo francs, la versin latinoamericana suele seruna expresin estatal, un fenmeno gubernamental ligado al poder, dondeaparece un lder o caudillo con una amplia base social. Juan Domingo Pern,Getulio Vargas y Lzaro Crdenas son los casos ms mencionados, pero almismo tiempo ejemplifican una enorme disparidad de situaciones polticasque les dieron origen. Es posible que estos tres ejemplos los veamos mscerca uno de otro debido a las resonancias polticas posteriores un tantomticas que por su similitud real.

    Las resonancias populistas en la Amrica Latina de hoy han generadoinquietud en todo el continente (y en Europa). Sus importantesmanifestaciones en Bolivia, Mxico, Per y Venezuela han modificadoseriamente el espectro poltico. A mi parecer han generado una distorsinconservadora de las corrientes de izquierda las cuales, en lugar deaproximarse a posturas socialdemcratas, han sido atradas por el viejo

    populismo y han recibido la influencia, directa o indirecta, de la culturadictatorial del petrificado socialismo cubano. Aunque en algunos medios hacundido la alarma por la posible expansin de la izquierda en Amrica Latina,en realidad ha adoptado formas socialdemcratas en Chile y Uruguay; y enBrasil el problema principal de la izquierda no radica tanto en sufrir lastentaciones populistas sino en el de no caer en las tentaciones de lacorrupcin. En Per la explosin de nacionalismo populista fue conjurada poruna forma blanda y atenuada de la misma inclinacin poltica (el aprista AlanGarca). El populismo peronista no parece muy virulento en Argentina y enMxico las actitudes agresivas y conservadoras de Lpez Obrador lo llevarona una derrota electoral (por un margen muy estrecho). Evo Morales enBolivia se enfrenta a una situacin muy inestable. Nos queda el duro ejeCaracas-La Habana, que no parece tener un futuro muy brillante despus dela inminente defuncin de Fidel Castro y de una posible baja en los preciosdel petrleo.

    Si bien las tendencias populistas son un importante motivo de preocupacin,ms alarmante me parecen los problemas de fondo con los que nosconectan. Me refiero a la presencia en muchos pases latinoamericanos de

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    formas culturales ligadas al populismo, pero mucho ms vastas y profundasque sus expresiones estrictamente polticas. Se trata de una cultura popularnacionalista, rijosa, revolucionaria, antimoderna, de raz supuestamenteindgena, despreciativa de las libertades civiles y poco inclinada a latolerancia. Desde luego mi ejemplo predilecto es la cultura prista, la quemejor conozco y la que ms he sufrido. Pero la presencia ms o menos

    importante de expresiones culturales similares se pueden reconocer envarios pases. Es importante destacar que este tipo de cultura popular viveen simbiosis con una derecha poco cultivada que la estimula, y que sueleestar aliada a empresariados mal refinados y amantes de ganancias rpidasy fciles, poco inclinados a la gestin econmica de largo plazo, temerososdel libre comercio, que hacen fortunas a la sombra de la poltica y que aveces se arropan en la corrupcin. Una curiosa variedad de esta cultura dederecha se desarroll en Mxico, impulsada por una burguesa nacionalista yrevolucionaria (aunque apegada a la institucionalidad dictatorial de unpartido nico).

    Durante muchos aos uno de los principales problemas polticos en AmricaLatina fue la urgencia por civilizar y modernizar a las derechas. La derechamexicana fue una de las ms duras de roer, y ello explica que Mxico hayasido el ltimo pas latinoamericano (excluyendo el Caribe) en alcanzar unproceso de transicin democrtica. La dictadura revolucionaria institucional,con su amplia base popular, era un sistema que le pareca a la derechademasiado perfecto como para abandonarlo. Hicieron falta muchos aos paralograr que una parte de la derecha adquiriese costumbres modernas, civilesy democrticas. Por fin, en el ao 2000, las elecciones derrotaron al partidooficial e inauguraron una poca democrtica. Pero de inmediato se plante

    un problema de legitimidad: con qu sustituir la cultura nacionalista,populista y revolucionaria del antiguo rgimen? Cmo lograr la legitimidadde un gobierno electo democrticamente sin recurrir a las viejas mediacionesy a recursos populistas?

    El sueo de muchos administradores y tecncratas latinoamericanos ha sidoalcanzar, a la manera que le hubiera gustado a Niklas Luhmann, un sistemapoltico que pudiese funcionar y reproducirse sin derivar su legitimidad de lasociedad que lo rodea, salvo por el funcionamiento de sus propiosmecanismos electorales, y cimentar su cohesin sin acudir a estructurasnormativas externas. Se tratara de un sistema autolegitimado, autnomo ybasado en la racionalidad y la formalidad de la administracin y en sucapacidad de generar las condiciones polticas del bienestar. Bajo estossupuestos, el sistema poltico ya no requerira de mediaciones ni, por lotanto, de fuentes extrasistmicas de legitimidad.

    Esta utopa sistmica nos permite determinar rpidamente varios puntosestratgicos. Para comenzar, la gestin gubernamental debe operar sobre labase de una nueva cultura que sustituya al nacionalismo revolucionario del

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    PRI. Se ha hablado de una cultura gerencial, cuya estructura simblicadebera tener la capacidad de articular la identidad del sistema poltico. Nocabe duda de que, a escala mundial, se han acumulado muchas experienciasque alimentan la cultura gubernamental, enriquecida adems por latransferencia de hbitos y prcticas procedentes del mundo empresarial.Desde luego, no quiero detenerme en detalles tcnicos, sino preguntar: es

    suficiente una cultura gerencial para dotar de legitimidad a un sistemapoltico democrtico? No lo creo, ni siquiera en el dudoso caso de que unacultura semejante trajese el bienestar econmico para las amplias capas dela poblacin ms desposeda. La economa, por s sola, no producelegitimidad.

    La hegemona de una cultura gerencial o tecnocrtica presupone que elsistema poltico mexicano, desde las elecciones del ao 2000 en que pierdeel PRI, ya no requerira como he dicho de fuentes externas de legitimidad:la misma eficiencia de los aparatos de gobierno debera ser una basesuficiente para garantizar su continuidad. Pero como todos sabemos, y comoes obvio, los aparatos gubernamentales en Mxico (y en Amrica Latina)estn muy lejos de esa eficiencia gerencial y estn demasiado contaminadospor formas corruptas, paternalistas o corporativas de gestin como parafuncionar alimentados nicamente por una nueva cultura gerencial ymercadotcnica. Es curioso que haya sido la oposicin de izquierda quientransmiti primero la imagen de un grupo de polticos, encabezados porVicente Fox, que habra ganado las elecciones del 2000 gracias a sushabilidades mercadotcnicas y gerenciales en el manejo de la publicidadpoltica, con lo que habra logrado engaar a millones de electores. El nuevogobierno habra intentado trasladar su destreza gerencial a la administracin

    pblica. Esta es una explicacin simplista que no permite comprender que laderrota del PRI est inscrita en un complejo proceso de transicindemocrtica.

    Las causas profundas de la transicin, que implican una gran crisis cultural,se inscriben en un ciclo largo que se inici en 1968 y que todava no termina.Este ciclo largo contempla la crisis de las mediaciones polticas nacionalistasy el lento crecimiento de una nueva cultura poltica. Es precisamente en esteciclo de largo alcance en donde podemos encontrar las seales de las nuevasformas de legitimidad. En los cambios y ajustes que el propio sistema encrisis propici podemos reconocer algunas indicaciones. Por ejemplo, ante lacrisis del nacionalismo el gobierno prista opt por impulsar el Tratado deLibre Comercio y la globalizacin, y despus, ante los problemas decredibilidad, impuls una reforma poltica que instaur un mecanismoelectoral autnomo y confiable. Con estas medidas el gobierno prista acelersu fin, aunque su objetivo fuera todo lo contrario: alargar su permanencia enel poder. La oposicin de izquierda hizo una mala lectura de estassituaciones: crey necesario volver al nacionalismo revolucionario original

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    (cardenista e incluso zapatista) y desarroll una actitud populista dedesconfianza ante la democracia electoral.

    La derrota de Lpez Obrador en el 2006 se explica en gran parte porquecontinu esta lnea poltica. Fue incapaz de inscribir su campaa electoral enla nueva cultura poltica democrtica. Se lanz frontalmente contra la cultura

    gerencial, a la que en sus arranques de exageracin calific de corrupta yfascista, y a pesar de tener un programa tibio y contradictorio, dej laimpresin de que era un agresivo revolucionario que no permitira que losricos se siguiesen enriqueciendo. Fue tambin muy ofensivo con la clasemedia. La misma incoherencia de su programa hizo que pocos creyeran quese dispona a apegarse a sus lineamientos.

    El ejemplo mexicano es til para proponer una reflexin final. He sealadolos lmites e incluso los peligros de dos culturas contrapuestas: la culturagerencial o tecnocrtica de la derecha y la cultura populista de la izquierda.Ambas alternativas pueden erosionar la legitimidad democrtica tandifcilmente adquirida, sea debido a que se crea que la poltica puedefuncionar con el relativo automatismo de la economa de mercado o que sequiera sustituir la democracia representativa por formas caciquiles,mesinicas o caudillistas de control poltico. Los antdotos en contra de estosriesgos son medicinas ya conocidas: me refiero a las tradiciones liberal ysocialdemcrata. Por supuesto, no es posible pretender hoy que operen coneficiencia sin importantes renovaciones y cambios. El Amrica Latina estoscambios deben enfocarse a la modificacin y renovacin de la cultura que lassustenta. Y no slo para lograr la necesaria legitimidad de los sistemaspolticos. La democracia, como sistema poltico, no resuelve los inmensos

    problemas de la miseria, de las desigualdades extremas, de la falta deproductividad y del atraso. No son los programas polticos los que pueden,por s mismos, eliminar la pobreza en Amrica Latina. Los antroplogos hacemucho que creemos que la cultura es un poderoso motor de la economa. Loseconomistas estn comenzando a reconocer este hecho (puedo citar a dos,que lo plantean desde perspectivas muy distintas: David Landes y DougalssNorth). Por supuesto, las estructuras culturales han sido tambin poderosasfuerzas que frenan la prosperidad econmica.

    Por ello, lo que est en juego no es meramente el movimiento de piezas enel ajedrez poltico continental o mundial. Detrs de las propuestastecnocrticas y populistas hay procesos culturales que pueden acelerar ofrenar el bienestar de las sociedades latinoamericanas. Por eso la polticadebe ser un proceso civilizatorio. En Amrica Latina necesitamosurgentemente civilizar a la clase poltica, alfabetizar al empresariado ydemocratizar a la cultura popular. De lo contrario en lugar de acumularriqueza y bienestar, seguiremos perdiendo dcada tras dcada.

    Mxico desde Italia y al revs (a propsito de izquierdas)

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    Ugo Pipitone

    Milan Kundera recurre a los clsicos para ilustrar una condicin tan antiguacomo eterna: Durante veinte aos no haba pensado en otra cosa que enregresar. Pero, una vez de vuelta, comprendi sorprendido que su vida seencontraba fuera de taca ( La ignorancia , Tusquets 2000). Una sensacin

    de extraamiento en casa propia (cualesquiera que sea) y la mezcla detransliteraciones inadecuadas que, bailando de una cultura a otra, lo hacensentir a uno tan ligero como insustancial. Ser ciudadano del mundo es msarduo de lo que parece declamatoriamente.

    Lo que sigue es la crnica de una visita a Italia de parte de este mexico-italiano (cuando est en Italia) e italo-mexicano (cuando est en Mxico). Unrecorrido salpicado de visitaciones a Internet para seguir las primerasvicisitudes del proceso postelectoral mexicano a conclusin de siete dcadasde dictadura democrtica y un sexenio de transicin intransitiva. Crnica deimpresiones sobre una Italia que acaba de dejar atrs cinco aos de

    Berlusconi.

    Aclaremos lo que probablemente no necesita aclaraciones. Viajar es el reinode la superficialidad, donde las dudas que surgen de la cercana con lodistinto no pueden ser exploradas mientras se brinca de un lugar a otro.Dilemas se forman y se disuelven mezclados con enfados y embelesos.Mientras este viajero recorre Toscana, Marche, Romagna, Lazio y Piemonte,se desata otra matazn entre Israel y sus vecinos. Adems de Beirut, Sidny Tiro estn bajo las bombas y, siguiendo el espritu de los tiempos, se haceun poco ms arduo creer en el progreso. En Italia aletea un espritu

    berlusconiano en que comunismo y Estado parecen haberse vuelto sinnimospara una derecha que pone su sobrecarga de mezquindad sobre tiempos yadifciles.

    Por otra parte, la observacin desde lejos del Mxico postelectoral recuerdacunto camino falta todava para que las instituciones de este pas adquieranalguna legitimacin luego de dcadas en que la simulacin populista se volviun arte discursivo y un disfraz patritico para ocultar abusos pblicos yenriquecimientos privados. Con base en el descreimiento endmico, elcandidato de la izquierda mexicana, realmente existente, (Andrs M. LpezObrador) cabalga el tigre de la deslegitimacin de elecciones que, segn

    observadores propios y ajenos, fueron limpias. Probablemente no podaesperarse ms de una izquierda que vivi la transicin del ao 2000, despusde 70 aos con el mismo partido en el gobierno, casi como una derrota. ElPRD evidentemente prefera al PRI en el gobierno, como expresin de unpatrimonio comn de nacionalismo revolucionario, en versiones tan distintascomo similares.

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    En el juego de las transliteraciones ocurre una duda: no ser Lpez Obradoruna versin izquierdosa de Berlusconi? Los dos comparten, por lo menos, dosrasgos: el primero es la alta consideracin de s mismos; personalidades sinfisuras ni dudas: monolitos de la fe. El segundo es el escaso apego a lasreglas democrticas, que casi llega a la justificacin de la evasin fiscal en elcaso de Berlusconi y a la amenaza velada de sublevacin civil de parte de

    AMLO. Las instituciones quedan obviamente cortas a quienes sienten lapulsin de plegarlas a necesidades propias transustanciadas en causascolectivas. El populismo puede asumir varias formas.

    Mxico desde Italia .

    En la neblina informativa que desde Italia envuelve a Mxico, se perfila unaperturbadora concomitancia: el ms alto porcentaje (35%) de electoradomexicano que vota para la izquierda (ms del doble respecto a las treselecciones presidenciales precedentes)y, al mismo tiempo, el liderazgopoltico sobre quince millones de votos de parte de un individuo de escasalucidez y sobrada obcecacin, cuya nica vocacin revelada es la ocupacinde la presidencia. Sin asignar a AMLO la representacin poltica de los pobresde Mxico es obvio que la mayor parte de aquellos que votaron por l vienendel universo de la pobreza. Al margen: no es cmodo sentirse al lado de lospobres y no compartir con ellos los mismos entusiasmos polticos. Sinembargo, cmo hacerlo frente a alguien que sigue moliendo los estereotiposde la mitologa nacional-revolucionaria sin el menor asomo de ideas propiasni de conciencia de los nuevos tiempos y los nuevos problemas que exigenrespuestas originales respecto al viejo recetario populista?

    Adems de los frecuentes plebiscitos telefnicos para confirmar supopularidad, cuando fue jefe de gobierno de la capital mexicana, AMLO diopruebas sobradas de ineptitud para enfrentar asuntos tan bsicos como labaja calidad de la administracin local, la elevada criminalidad (entretejidacon los rganos de polica) y las psimas condiciones del transporte pblico.Frente a la falta de iniciativa en estos terrenos, Lpez Obrador compens elvaco con conferencias de prensa diarias a las seis de la maana, obraspblicas monumentales (destinadas a incentivar el uso del automvil),subsidios (apropiados) a los ms ancianos y una asombrosa tolerancia frentea la corrupcin en su propio partido. La pusilanimidad poltica convertida engobierno para los reflectores. Y ahora la deslegitimacin de las elecciones.

    Desde lejos, el desaliento toma dos formas. La primera es la percepcin deuna fuerza electoral que, en lugar de ser usada para forzar a la prximapresidencia a profundas reformas institucionales y sociales, corre el riesgo dedesperdiciarse en una lgica de muro contra muro que arriesga las endeblesinstituciones democrticas del pas. La segunda razn de desaliento es laobservacin de una izquierda que transita de un lder carismtico a otromientras sigue sin definir una personalidad propia ms all del circo

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    ideolgico donde cualquier cosa que no encaje en la narrativa nacional-revolucionaria se vuelve conspiracin neoliberal. El neoliberalismo convertidoen pantalla para ocultar la propia inopia intelectual y poltica. La coherenciacon el pasado (mitizado) se vuelve lejana del presente, una coartada para laausencia del debate de ideas y la creatividad propositiva. Para que senecesitan ideas si nuestro patrimonio ideal se estableci desde la Revolucin

    (de 1910)? La retrica es suficiente para movilizar a las masas cuando seanecesario. Las ideas sobran.

    Italia desde Mxico .

    Un pequeo episodio de crnica familiar. De noche, en Villa Ada en Romapara tomar fresco y escuchar a un conjunto cubano. En un stand al ingreso,mi hija, que adems de mxico-itlica es tambin colombiana, se queda ahablar con unos jvenes pacifistas que terminan por proponer las cosas de lasiguiente manera: en la guerra entre las FARC y el Estado colombiano hayque tomar partido. Y ellos no pareceran tener dudas sobre el bandocorrecto. Mi hija pregunta qu sentido tiene entonces esa gran bandera de lapaz a sus espaldas. Pregunta que queda, obviamente, sin respuesta. Esotambin es parte de la izquierda social italiana: el aprecio, aunque sea muyminoritario, hacia una guerrilla que, adems de leer mal al propio pas, hahecho del narcotrfico y del secuestro sus principales fuentes definanciamiento mientras contribuye a encadenar Colombia a una brutalidadsin fin. Como si despus de Sendero Luminoso pudiera seguir cultivndose elmito de una guerrilla siempre justiciera. Una forma de lucha que, paraalgunos, parecera tener en la propia alteridad su misma justificacin polticay tica. Las acciones son lo de menos, lo importante es conservar el mito, o

    sea, la fe. Que otros paguen las cuentas.

    Con esos dramticos retardos culturales tiene tambin que enfrentarse unaizquierda italiana que asume el reto de gobernar un pas con medio milln deempleados en Call centers (una nueva forma de lumpenproletariat); un pasdonde apenas 17 mil personas declaran al fisco ingresos anuales superiores alos 200 mil euros y con 65 mil veleros de lujo a la rada; un pas decorporaciones donde el privilegio de algunos (bancos, farmacias, notarios,etc.) es pagado por todos y donde, por primera vez, la generacin actualvivir peor que la precedente, ms fragmentada, con ingresos ms inciertosy menor cobertura de las pensiones.

    Frente a esta multiplicidad de retos que requieren creatividad e iniciativasinditas (nacionales y europeas), el centro-izquierda italiano tiene que hacerlas cuentas con la conservacin de su propia unidad en un espectro que vade fragmentos de la antigua Democracia Cristiana, a verdes, radicales,liberales-reformadores, ex-comunistas y refundadores del comunismo. Y, sinembargo, una unidad imprescindible, a menos que se quiera abrir paso alretorno de un berlusconismo que es suficientemente poderoso en la sociedad

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    y en la economa para que disponga tambin del gobierno del pas. Lo queimplicara el retorno a las leyes ad personam , a un reptante anti-europesmo, a la solidaridad vista como un arcasmo premoderno y a laconnivencia con las aventuras militares de Estados Unidos.

    El centro-izquierda italiano est condenado a la unidad. Evitar el retorno de

    Berlusconi al gobierno es casi un acto de responsabilidad republicana, comoresulta obvio de un episodio nimio de los ltimos das. El gobierno de Prodiacaba de pasar una ley que otorga la ciudadana italiana despus de cincoaos de residencia legal en el pas. Y un alto dirigente de la Liga Norte , exministro de Berlusconi, se refiere a estas disposiciones como una forma paraincentivar la invasin de los bingo bongo. El lenguaje y las ideas que hastahace poco eran expresin de retardo cultural se convierten en monedacorriente.

    Administradores locales y comediantes .

    A pesar del reto de contener la marea de una cultura berlusconiana queexalta (como condicin de progreso) la nueva segmentacin social, laizquierda italiana tiene sobre la mexicana una ventaja crtica: una tradicinde buen gobierno local que ha consolidado colectividades ciudadanasexigentes y proclives a defender espacios colectivos de bienestar. Es el casode Marche, Emilia-Romagna, Toscana, etc., donde empresarialidad difundida,buenos servicios sociales y conservacin del ambiente son a menudo rasgosdominantes. Por desgracia no puede decirse lo mismo de variosgobernadores estatales de la izquierda mexicana que, repitiendo historiasantiguas, dejan sus cargos con finanzas personales considerablemente

    mejoradas y poca (si es que alguna) mejora en otros territorios, incluidas lasrelaciones entre sociedad e instituciones. Aclaremos que la mayora de estospersonajes de izquierda son trnsfugas del prismo que llevan al Partido dela Revolucin Democrtica sus propias redes locales y estrictas visiones de lapoltica como ocupacin del poder y reparto de prebendas.

    Otro contraste: mientras la izquierda italiana ha sido tradicionalmente msfuerte en las regiones del centro norte del pas (el rea de mayor desarrollorelativo), la izquierda mexicana realmente existente, el PRD, muestra en lasdos ltimas dcadas una mayor presencia en el sur del pas, el rea demenor desarrollo relativo de Mxico. O sea, donde el pas avanza ms laizquierda est virtualmente ausente.

    Una anotacin final sobre algo que hace respirable Italia a pesar del tufilloque expide una (todava?) poderosa cultura berlusconiana. Me refiero a loscmicos. Roberto Benigni, Beppe Grillo y varios otros se han convertido enuna barrera cultural de la irona y la stira contra la frivolidad de los mediosde comunicacin y una cultura de reality show y del xito personal a todacosta. Ver a Benigni recitar a Dante en las plazas, mientras entrevera

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    observaciones sobre el presente (e, inevitablemente, sobre Berlusconi) no esslo un deleite, es una bocanada de aire que permite vivir mejor en mediodel cinismo y la estupidez.

    Pocos das antes de regresar a Mxico, de noche en las colinas quedescienden de Urbino al Adritico, un viejo amigo recita de memoria y sin el

    menor nfasis declamatorio, poesas de Montale, Garca Lorca (en italiano),Ungaretti y Leopardi. Y de pronto me doy cuenta que el genio de Benigni nonace del desierto.

    El Futuro de la Izquierda y su Poltica Econmica*Roberto Unger

    Esperanza, una esperanza titubeante es nuestro mayor problema, tantopoltico y econmico como espiritual y moral en el mundo de hoy. Tomar laesperanza como la principal aliada de las ideas fue un principio medular en lavida y obra de Ralph Miliband. El bien habra podido reprobar mucho de miargumento esta noche. Sin embargo, quisiera pensar que las sentidaspalabras que he de decir esta noche son fieles a su espritu.

    El futuro de la izquierda es el futuro de dos ideas. La primera es la idea dedemocracia. La construccin de una forma de vida social en la cual nuestrasrelaciones recprocas no permanecern por ms tiempo como rehenes de unesquema rgido de divisin y jerarqua social. La vida en sociedad serliberada y por lo tanto nosotros seremos liberados en nuestros poderescreativos y constructivos. Para lograr una forma de cooperacin que eshospitalaria a la permanente creacin de lo nuevo. La segunda idea es la

    idea de que cada persona, las grandes masas de hombres y mujerescomunes pueden llegar a ser una persona real, descubriendo infinitos en suinterior y participando en una tarea de auto construccin.

    Estas dos ideas descansan en el mismo supuesto. El supuesto es que losmundos sociales y culturales que construimos y habitamos son finitos conrespecto a nosotros y nosotros somos infinitos con respecto a ellos. Haysiempre ms en nosotros, en nosotros colectivamente y en cada uno denosotros como individuos, que lo que puede haber en ellos. Estas ideasgemelas basadas en este supuesto han prendido fuego al mundo. Sinembargo, hoy en da la trayectoria animada por estas ideas ha perdido surumbo. No sabemos como llevar adelante esta causa.

    Mi tesis central es que hay una alternativa con la que podemos perseguiresta gran campaa de liberacin, pero el avance de esta campaa requiereque remodelemos no slo nuestras instituciones y nuestras prcticas sinonuestras formas de accin, de conciencia y de sentimiento. Desarrollo miargumento en cuatro pasos. Primero, defino una concepcin orientadora dela izquierda y la contrasto con una visin todava dominante. Segundo,

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    sugiero que esta concepcin tiene que buscar una traduccin en la realidadponindose a prueba contra la presin de dos grandes problemascontemporneos. Tercero, esbozo brevemente cuatro puntos en nuestrosarreglos e ideas institucionales que ejemplifican la direccin que defiendo. Ycuarto, hablo sobre un obstculo fundamental para el avance de esteprograma.

    As que primero la concepcin. Propongo que pensemos en la tarea de laizquierda, como es definida hoy, por la combinacin de un ideal y unmensaje. El ideal es el ideal del aumento de los poderes humanos, de laintensificacin de la experiencia humana, del ensanchamiento de nuestrasmiras, del fortalecimiento de nuestras habilidades para encontrar luz en elensombrecido mundo del lugar comn y dirigir a cada uno de nosotros a unavida ms grande. Este ideal tiene dos aspectos principales. Un aspecto es laesperanza de que podemos conectar con otros en nuestra experienciaprctica y emocional sin pagar por esta conexin el precio de la auto-represin. El otro aspecto es la esperanza de que podemos participar en unmundo cultural y social particular, sin reservas y con determinacin, sintener que claudicar nuestros poderes de crtica, resistencia y trascendencia.

    El mtodo que acompaa este ideal en el largo trabajo transformador de laizquierda es el mtodo de la experimentacin. Se trata de unaexperimentacin paulatina pero motivada, sostenida y cumulativa, con lasinstituciones que definen la estructura prctica de la vida social hoy en da,despus del agotamiento de las calamitosas aventuras ideolgicas del sigloXX. Encontramos, establecido en el mundo, a un repertorio muy restringidode arreglos institucionales disponibles para la organizacin de diferentes

    dominios de la vida social. Este repertorio es el destino de la sociedadcontempornea. Nuestros intereses e ideales estn clavados en la cruz deestos arreglos prcticos. Escapar este destino es necesariamente aumentareste restringido repertorio institucional.

    El lenguaje con que he descrito el ideal y el mensaje es filosfico o anteolgico pero el compromiso poltico que esta descripcin expresa esdirecto. La fuerza que con mayor credibilidad se asocie en el futuro a lacreacin de lo nuevo, con energa y con vitalidad, ganar la partida, ya sea laizquierda o la derecha. Y es de suma importancia que la fuerza querepresente este ideal y este mtodo sea la que est comprometida con elfortalecimiento universal de la humanidad.

    La concepcin de la izquierda que he descrito contrasta con otra concepcintodava dominante. Esta concepcin dominante combina un igualitarismoterico con un completo conservadurismo institucional. Yo no he situado alideal de igualdad en el centro de esta concepcin. Es en efecto inconsistentecon cualquier desigualdad enquistada en la que las oportunidades de vida delos individuos se ensombrecen por la transmisin hereditaria y la ventaja

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    educativa de la familia. Y es incompatible tambin con cualquier rendicinexagerada de la sociedad a la jerarqua del talento gentico que agrave lalotera natural con la denigrante distincin del orden social. Pero no requiereun compromiso con una rgida igualdad de circunstancia. Lo que requiere esuna apertura en el espacio social. Apertura al poder reconstructivo y alexperimento de cada uno. La concepcin dominante seala a la desigualdad

    como el ideal supremo de la izquierda. Y despus combina, paradjicamente,el compromiso igualitario con la aceptacin de los arreglos institucionales,establecidos como el horizonte dentro del cual todo pensamiento y accinpoltica presente debe moverse. En consecuencia, las teoras de justicia msinfluyentes en este mundo desesperanzado son teoras que, en sus vastasabstracciones, les dan un lustre metafsico a las santas prcticas decompensacin redistributivas establecidas por el acuerdo social-demcratade mediados del siglo XX.

    En este mundo, el mundo que denuncio, los progresistas aparecen en laescena histrica como los humanizadores de lo inevitable y su programa esslo el programa de sus adversarios conservadores con un dulce descuento.Este igualitarismo terico, maniatado en su conservadurismo institucional, esel precio de consolacin al que acudimos cuando hemos renunciado a latransformacin del mundo. Yo digo que renunciemos a este precio deconsolacin y ahora procedo al segundo paso de mi argumento. Lainvocacin de dos grandes problemas prcticos contra los que estaconcepcin debe ponerse a prueba y desarrollarse.

    Djenme llamar al primero de estos problemas el problema de acceso a lafbrica de innovacin. Empiezo aludiendo a una idea convencional sobre la

    base central del progreso prctico. Piensen en la fbrica de alfileres de AdamSmith, organizada sobre la base de jerarqua y especializacin. El objetivo esahorrar tiempo y refinar las habilidades. La concepcin de desarrolloeconmico de fondo, continuada y radicalizada en Marx es que la condicincentral de crecimiento sostenido es la extraccin coercitiva del excedente.

    Ahora contrasto esta visin con una visin opuesta. Primero la visin que seopone a la fbrica de alfileres de Adam Smith. Imaginen un hombre y unamquina. Tan pronto como el hombre aprende como repetir una actividad, lincorpora la actividad repetida en una frmula y despus incorpora lafrmula en una mquina. Su propsito es mover el foco de su energa yatencin lejos de lo repetible y hacia lo que todava no sabe como repetir. Eneste otro mundo donde el objetivo no es ahorrar tiempo a travs de larepeticin sino ahorrar tiempo al no repetir, el trasfondo no es ya laextraccin coercitiva de un excedente. El trasfondo es el desarrollo de unconjunto de prcticas sociales centrada en la forma de cooperacin que esms hospitalaria a la innovacin permanente. La premisa de la cooperacinreceptiva a la innovacin es el fortalecimiento de una serie de beneficios que

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    no dependen de la posesin de un trabajo particular o de un lugardeterminado en la sociedad.

    Segundo, la subversin de toda divisin social y jerarquas enquistadas. Ytercero, la difusin de un impulso experimentador a lo largo de cada rea dela sociedad y la cultura. Hoy en da, la fuerza dominante de la economa

    mundial se convierte en una red de sectores avanzados de produccin y deaprendizaje, cuyo ncleo es esta forma de vanguardismo que acabo dedescribir. Estos sectores avanzados estn establecidos lo mismo en India,China o Brasil que en los Estados Unidos, Alemania o Japn. Pero la mayorparte de la humanidad, an en los pases ricos, est excluida de estossectores aunque haya sido rescatada de la pobreza. La fuente principal dedesigualdad y exclusin reside en el acceso limitado a este motor avanzadode la economa mundial. Los dos mecanismos que estn disponibles ahora enel mundo para disminuir las consecuencias inequitativas de esta divisinentre las vanguardias y las retaguardias son inadecuados. Me refiero a ladifusin de la pequea propiedad, polticamente apoyada, y a la promocinde la redistribucin compensatoria del estado. La primera gran pregunta quese le presenta por consiguiente a la izquierda es si estamos condenados aslo atenuar las consecuencias de esta divisin o somos, por el contrario,capaces de controlarla y superarla al expandir radicalmente las puertas deacceso a estos sectores avanzados de produccin y aprendizaje.

    Apelo ahora al segundo de los grandes problemas contra el que estaconcepcin de la izquierda debe probarse. Este es el problema de ladependencia del cambio en la crisis. Los grandes tericos sociales en el sigloXIX y XX estaban equivocados en creer que la dinmica central de la

    transformacin surgi desde adentro en las contradicciones de las sociedadesy economas modernas. La que ha sido la compaera del cambio es lacalamidad, en su doble forma de guerra y colapso econmico. Lo que elterico social clsico supuso que era el caso, que la transformacin esinterna, es de hecho el objetivo. Debemos buscar hacerla interna. El ritmobsico de las sociedades modernas ha sido la transformacin con masacre yla paz con estupefaccin. Por eso, el segundo gran problema al que llamo laatencin es que tenemos que reorganizar nuestros arreglos y nuestropensamiento de manera que relajemos la dependencia de la transformacinen la catstrofe y hagamos la transformacin endgena.

    Paso ahora a la tercera etapa, que es central para mi argumento esta noche.Esbozo cuatro series de innovaciones en nuestros arreglos e ideasinstitucionales que avanzaran este programa. Cada uno de stas es lacombinacin de una concepcin con una serie de experimentos prcticos enla estructura institucional de la vida social. No veo el programa como unmanual. Lo veo como una direccin y como la definicin de una serie desiguientes pasos. De manera que su posible relevancia para nosotros es suposibilidad contigua, es decir, como llegar de all hacia ac. Una concepcin

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    defensiva comn entre los progresistas, incluyendo cientficos socialesprogresistas, es que la ortodoxia poltica y econmica universal, a vecesllamada neoliberalismo, debe ser resistida con una serie de herejas localesque combinen elementos de esta ortodoxia con desviaciones apoyadas porcircunstancias locales. Yo repudio esta posicin a pesar de sus evidentesatractivos y su apariencia de modestia y realismo. Una ortodoxia universal

    slo puede ser combatida con una hereja universalizadora como elliberalismo y el socialismo lo fueron en el siglo XIX y XX. Por lo tanto, ofrezcoeste programa definido por la combinacin de estas cuatro series deinnovaciones como una contribucin a la construccin de esta herejauniversalizadora.

    Describo cuatro proyectos: 1) El proyecto de fortalecimiento universal, 2) elproyecto de las innovaciones socialmente inclusivas, 3) el proyecto de lasolidaridad incorporada, y 4) el proyecto de la democracia de alta intensidad.El proyecto de fortalecimiento universal propone que todo mundo debe estargarantizado por una serie de derechos, recursos y capacidades que nodependan de la posesin de un trabajo o lugar particular. Llevada a laexperiencia contempornea en Europa esta idea sugiere el reverso de latendencia principal de la Unin. Esta tendencia es que las polticasregulatorias sobre la vida econmica han sido cada vez ms centralizadaspero, por el contrario, los arreglos que definen los beneficios y lascircunstancias de los individuos son locales. Bajo la influencia de esteprograma, la responsabilidad central de la Unin debe consistir en protegerlos beneficios bsicos y las capacidades de los ciudadanos al tiempo queintensifique radicalmente la ocasin para experimentar con formasalternativas de vida econmica y poltica.

    Esta idea de fortalecimiento universal debe ser desarrollada simultneamenteen dos direcciones. La primera direccin es una generalizacin gradual de unprincipio de herencia social. Cada quien contara con un paquete bsico derecursos que heredara del estado, ya sea en forma de un fondo fijo o de undividendo social, aumentando de acuerdo con principios contrapuestos decompensacin por necesidades especiales o de recompensa por un logroespecial. La segunda direccin es la universalizacin de una forma deeducacin, que sea original y de por vida, concentrada en desarrollar unncleo de capacidades genricas conceptuales y prcticas. Una forma deeducacin que es colectiva e intensiva, en vez de enciclopdica. Queprivilegia el anlisis y la problematizacin en vez de la informacin. Que escooperativa en vez de autoritaria e individualista. Y que es dialctica enespritu -que procede en cada disciplina del contraste de visiones opuestas-en vez de ser cannica -que procede de la transmisin de un ncleo decreencias establecidas.

    El proyecto de fortalecimiento universal en las circunstancias de los pasesricos como las sociedades de Europa occidental puede tomar una forma

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    atrevida. Por ejemplo, en un pas escandinavo pequeo como Noruega,sentado en un colchn de ingresos petroleros, el estado puede equipar yfinanciar una gran parte de la poblacin joven para empujar actividadesempresariales y sociales alrededor del mundo entero, funcionando como unaespecie de inversionista pblico de capital. Al regresar a casa de lasexperiencias en todo el mundo, esta gente puede transformar el tenor de su

    vida nacional de acuerdo al principio de que nadie debe ser condenado a viviruna pequea vida slo porque naci en un pas pequeo.

    El segundo proyecto es el proyecto de la innovacin socialmente incluyente.La puerta de acceso a los sectores avanzados de produccin y aprendizajedeben de expandirse radicalmente para que las prcticas vanguardistas queatenan las lneas entre los trabajos especializados, que afinan la distincinentre la supervisin y la ejecucin, que mezclan la cooperacin y lacompetencia en las mismas reas de experiencia y que se dedican a laprctica de la innovacin permanente, sean generalizadas en toda laeconoma. En gran parte de las economas, incluso en las sociedades msricas, las condiciones para estas prcticas vanguardistas no existen. Porconsiguiente, su equivalente funcional tiene que ser creado por la accincolectiva y la iniciativa gubernamental. Es imposible llevar a cabo esta tareadentro de los lmites de las dos formas de relacin entre el gobierno y losnegocios disponibles en el mundo. Me refiero al modelo norteamericano deregulacin general de los negocios por el gobierno y al modelo del nordesteasitico de formulacin de una poltica centralizada y unitaria de comercio eindustria por el aparato burocrtico.

    Entre el estado y las firmas debe surgir un nivel medio de firmas

    independientes, de carcter pblico pero administradas en forma competitivay profesional. Y centros de apoyo que busquen levantar a los sectoresatrasados de la economa y darles acceso a los medios de estas prcticasavanzadas de cooperacin conducentes a la innovacin. El objetivo de esteproyecto es que liberemos a la economa de mercado de su sujecin a unnico sistema de contrato y propiedad. Y que trabajemos para generar unasituacin en que regmenes alternativos de propiedad privada y socialempiecen a coexistir en forma experimental dentro de la misma economa.

    Una de las contrapartes de este proyecto es la subversin del sistema actualde propiedad intelectual, que transforma la innovacin en recursos, y sureemplazo por un sistema de recompensas para la invencin e innovacin,financiado pblicamente, que abra el estado de novedad para todos. La otracontraparte es la reorientacin de la comprensin y direccin de la polticamacroeconmica. El proyecto que describo es incompatible con unKeynesianismo orientado a la demanda. Se concentra en una serie deintervenciones progresivas en el lado de la oferta, pero es incompatible conel resurgimiento de la doctrina de finanzas pblicas slidas y la rendicin delestado a los prejuicios, caprichos e intereses de los mercados de capital. En

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    esta visin, el propsito de la rectitud fiscal no es complacer al mundofinanciero sino desafiarlo en aras de una reconstruccin cumulativa de laforma institucional de la economa de mercado.

    El tercer proyecto es el proyecto de solidaridad incorporada. En la actualidad,nos encontramos con que en los pases ricos el orden econmico est partido

    en diferentes mundos: el mundo de la economa avanzada, el mundo de lasdecadas industrias de produccin masiva, y el mundo de la economa delcuidado, donde la gente cuida una de otra en trabajos pagados por el estado.A que se reduce la solidaridad social? Es reducida al envo de cheques porcorreo. Los cheques son enviados por la gente en el primer sector y enmenor medida en el segundo, pasando a travs del estado y siendoretransmitidos a la gente en el tercer sector. Este es un fermento social muyendeble. La solidaridad social que expresa est envenenada por humillacin ydistancia, y conspira hacia la reduccin de simpatas e imaginacin. Por elcontrario, debe establecerse un principio universal de acuerdo al cual cadaadulto fsicamente capaz debe, en el curso de su vida, mantener un trabajoen los sistemas productivos y en la economa del cuidado. De manera queparticipe en alguna parte de su vida laboral en la responsabilidad del cuidadode los ancianos, los nios y los incapaces, ms all de los lmites de lafamilia. Compromisos directos, responsabilidades directas, conexionesdirectas son la nica base slida en que puede descansar la solidaridadsocial. La contraparte de este principio de solidaridad incorporada - y digoincorporada porque estn involucrados cuerpos reales y no solo hechos, laspersonas no son cosas- es una reconstruccin de la forma en que losservicios pblicos son suministrados.

    Actualmente tenemos, en los estados de bienestar establecidos a mediadosdel siglo XX una especie de Fordismo administrativo en el que el estadoprovee un piso mnimo en forma de servicios estandarizados par las masas.En contraste, en esta concepcin el estado debe proveer directamente soloaquellos servicios que son muy difciles, muy innovadores o muy caros paraque la sociedad civil pueda proverselos sola. El estado debe involucrarse enla frontera de los servicios sociales, no en el nivel mnimo. Esta concepcincontrasta con el estado de bienestar equivalente a la produccin masiva.Pero tambin se opone al modelo de mercado donde el estado simplementeregula las actividades de los proveedores privados de servicios socialesmotivados por las ganancias. Lo que esta concepcin requiere es que elestado ayude a formar, equipar y financiar al grupo de sociedades civiles quepuedan participar en la construccin prctica de la solidaridad social y as darvida a lo que he llamado el proyecto de solidaridad incorporada.

    El cuarto proyecto es el proyecto de la democracia de alta intensidad. Unaforma de vida poltica que no requiere el colapso econmico y la guerra parahacerse realidad. Una forma de vida poltica en que la humanidad es liberadadel ritmo de sonambulismo en paz y despertar en guerra para incrementar el

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    nivel de energa. Porque solo una poltica con altos niveles de energa puedetener un rico contenido estructural. Esta democracia de alta intensidad debetener tres tipos de atributos. Primero, debe comprometerse con arreglos queintensifiquen de forma sostenida y organizada un nivel de movilizacinpoltica popular. Una participacin popular en la poltica. No slo, porejemplo, a travs del financiamiento pblico de actividades polticas. Sino a

    travs de la extensin del libre acceso a los medios de comunicacin masivaen favor de los partidos polticos y los movimientos sociales organizados.Segundo, debe ir mucho mas all de las fronteras del federalismo tradicional,permitiendo que sectores o localidades particulares puedan, bajo ciertascondiciones, excluirse de los regmenes regulatorios y legales generales einventar modelos locales contrarios a la solucin mayoritaria. De estamanera, la sociedad podra compensar sus apuestas y crear para ellaimgenes alternativas de su propio futuro. Y tercero, la combinacin deatributos de una democracia directa y una representativa. Esto conducira alenriquecimiento de la democracia representativa con aspectos de lademocracia directa por medio de la participacin de comunidades locales enla formulacin e implementacin de polticas pblicas y la intervencindirecta del electorado en los grandes temas del debate nacional en la formade participacin plebiscitaria.

    Ahora quiero decir algo sobre la dificultad y sobre la agencia. Para quin eseste programa? No es solamente para una minora definida de gente muypobre en los pases ricos, o siquiera para las grandes masas de gentedesesperada en los pases pobres. Es para una amplia mayora de hombres ymujeres trabajadores que han superado la pobreza pero se encuentran sinembargo excluidos de los sectores avanzados de produccin y aprendizaje.

    Esta masa de hombres y mujeres comunes encuentran consuelo y remedioen la combinacin de la defensa residual de ciertas prerrogativas de losincluidos los trabajadores relativamente privilegiados con trabajosrelativamente estables- y las actividades de los gobiernos nacionales pormedio de programas de beneficios, paradjicamente financiados por elimpuesto regresivo al consumo.

    Yo digo que esta forma tradicional de izquierdismo defensivo es unaproposicin perdedora y propongo en su lugar un cambio de curso atrevidoque asocie a la izquierda con la dinmica central de innovacin y crecimiento,de creatividad y construccin. Existe la siguiente paradoja. Los programasminimalistas de la izquierda contempornea parecen difciles de sostener enla presencia de lo que es descrito como el avance de la flexibilidad pero quees de hecho la universalizacin de la inseguridad. Yo propongo en contra deeste izquierdismo recluido, esta retirada a la ltima lnea de defensa, unproyecto agresivo de reconstruccin, un programa maximalista. Y puedenmuy bien decir: si no podemos siquiera defender un programa minimalistacmo podremos entonces abanderar uno maximalista? Yo insisto en queslo un programa maximalista puede tener xito. Porque el programa

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    minimalista se ha condenado ya al fracaso al tomar el proyecto de susadversarios con un descuento compensatorio. Pero queda todava unproblema. He dicho que parte del objetivo es aminorar la dependencia delcambio en la crisis. Y como puede uno llegar a este programa sin laintervencin de una crisis? Las ideas que he propuesto no pueden aspirar atener la concrecin, tangibilidad del presente orden. Estn manchadas de

    lejana. No pueden sostenerse simplemente por medio de un clculo deinters al menos que este clculo sea a su vez reforzado por la intimacin deun mundo distinto.

    Profeca, una profeca poltica reinventada, reafirmada, traducida al lenguajede nuestra experiencia contempornea debe acudir a la ayuda del llamado.Cul es el contenido de esta profeca? Puede ser descrito de muchasmaneras pero una de ellas es recordar los principales protagonistas de lanovela clsica europea. Una persona que lucha en contra de su contexto ,contra la sociedad, contra su destino. Lucha y normalmente fracasa pero eneste fracaso descubre infinitos en su interior. De manera que an susderrotas prcticas son oportunidades morales. Esta idea de la vida como algogrande, que cada uno de nosotros acte con grandeza, es el contenido realde esta profeca. Pero de qu manera habremos de participar en estaintervencin proftica? La forma existente de vida poltica y religiosa es muytenue. Lo que se requiere es una transformacin que, aunque sea paulatina ygradual en mtodo, sea sin embargo revolucionaria en consecuencia. Y queponga todo de remate, tanto nuestras formas de conciencia como nuestrosarreglos institucionales. Esta combinacin de experiencia poltica y religiosano existe. No est disponible en el mundo. Tendramos que inventarla, ycomo podra ser de otra manera? El mundo esta organizado solo para

    perpetuarse y el papel de aquellos que lo desafen y transformen nunca estlisto para ser entregado.

    En el trabajo inevitable, por lo tanto, de usar los papeles disponibles enforma incongruente y transgresiva, lo ms importante es no olvidar elpropsito. Nietzche dijo que olvidar el propsito es la forma ms comn de laestupidez. La meta de la izquierda nunca fue solamente reducir ladesigualdad y la inseguridad, la humanizacin de la sociedad. La meta de laizquierda fue siempre tambin hacernos ms como dios. La divinizacin de lahumanidad, la esperanza.

    *Conferencia Miliband dictada en la London School of Economics el 8 de Febrero de 2006.

    Traduccin de Alvaro Santos

    Argumento/ Sergio Silva Castaeda

    Tres miradas a la historia de eso que llamamos izquierdamexicana

    http://www.revistafarsa.net/guion.php#_ftnref1#_ftnref1http://www.revistafarsa.net/acercade/argumento.phphttp://www.revistafarsa.net/acercade/checo.phphttp://www.revistafarsa.net/acercade/checo.phphttp://www.revistafarsa.net/acercade/argumento.phphttp://www.revistafarsa.net/guion.php#_ftnref1#_ftnref1
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    Ninguna corriente poltica en el mundo aparece de la noche a la maana. Y apesar de que generalmente a los polticos les gusta sentirse bordados amano, en Farsa queremos hacer notar que regularmente ninguno de ellosescapa de la historia, las inercias o tradiciones de los movimientos querepresentan. En nuestra primera escena, donde abordamos el asunto de laizquierda mexicana, nos dimos a la tarea de hacer tres preguntas a igual

    nmero historiadores, con el propsito de alimentar la curiosidad del lectorsobre la historia de la izquierda en Mxico. Estas preguntas tienen laintencin de hacer una exploracin breve sobre el origen de eso que hoyllamamos genricamente la izquierda mexicana.

    La primera de las preguntas nos sirve para discutir los grandes puntos deinflexin en el desarrollo de la izquierda mexicana. Aunque pudiera parecerun asunto trivial, cuando un historiador separa por periodos cualquiersecuencia histrica, en realidad est tomando una postura particular conrespecto al asunto en cuestin. Por poner un ejemplo comn, pensemos enla Revolucin Mexicana. Si a un historiador se le pide definir el perodo de laRevolucin Mexicana, algunos lo harn poniendo mayor nfasis en la fasearmada, por lo que dirn que la revolucin inici en 1910 y termin en 1915.Otros dirn que la revolucin termin en 1917, mientras otros, mspreocupados con la consolidacin de la ideologa revolucionaria, dirn que larevolucin termin el 18 de marzo de 1938. Por supuesto puede haber msrespuestas, pero concentrmonos en estas tres. La diferencia entre estasdefiniciones del periodo revolucionario significa, implcitamente, diferentespercepciones sobre las caractersticas que definen a dicho proceso como unmovimiento revolucionario. Unos vern la Revolucin como un asunto militarque termina cuando Francisco Villa es derrotado en Celaya, pues a partir de

    entonces los Constitucionalistas habran consolidado su control militar en elcentro del pas. Decir que termin en 1917 implica asumir una posicininstitucionalista, donde independientemente del control militar, la nuevaConstitucin es vista como el elemento que habra de devolver el orden alpas, una posicin que, evidentemente, villistas y zapatistas difcilmentecompartiran. Finalmente, desde un punto de vista ms ideolgico habrquien ubique el fin de la Revolucin en 1938 con la expropiacin de lasempresas petroleras. Aqu el argumento implcito sera que a partir deentonces el rgimen revolucionario iniciara un claro viraje a la derecha,incluso durante los ltimos aos del cardenismo, del que slo regresaramarginalmente cuando las presiones sociales lo requirieran. Con el propsitode explorar tres explicaciones distintas pedimos a tres destacadoshistoriadores su propia periodizacin de la historia de la izquierda mexicana.

    Otra discusin histricamente relevante est relacionada con el origen socialde la izquierda mexicana. Quines son y de dnde salieron esos personajesa los que les daramos el nombre de izquierdistas mexicanos? De dndesalieron aquellos que los apoyaran? En esta pregunta pretendimos quenuestros colaboradores pongan a la izquierda mexicana en su contexto social

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    y regional. La izquierda, como cualquier tendencia poltica, ideolgica ocultural, no es producto de la generacin espontnea; al contrario, suelecargar con inercias propias de su origen social.

    Finalmente, la ltima pregunta pretende abrir un espacio para que loshistoriadores consultados den un breve balance histrico sobre la izquierda

    mexicana, sus debilidades, fortalezas, vicios, y virtudes. No se trata,absolutamente, de esperar que la historia nos pueda sugerir el futuro,principal error de aquellos historiadores que se ven a si mismos comoprofetas. Si acaso, esperamos que nos sirva para entender que es, al da dehoy, esa cosa que llamamos izquierda mexicana.

    Los tres acadmicos que amablemente respondieron a nuestro cuestionarioson, en orden alfabtico,Arturo Grunstein (UAM-A), Carlos Illades (UAM-A) y John Womack Jr. (Universidad de Harvard). Las conclusiones, comoparte del tercer acto, le tocan al lector.

    Pregunta 1

    Cmo periodizaras el desarrollo de la izquierda mexicana?

    Arturo Grunstein:

    No hay izquierda sino izquierdas en Mxico. Cada una tiene su historia y loque es relevante para una en trminos de momentos fundacionales,parteaguas, etc. no lo es necesariamente para las otras. Para loscomunistas 1919 (la fundacin del partido), despus 1928-29 su

    radicalizacin e inicio de un perodo de enfrentamiento con el Estadoposrevolucionario, el acercamiento con el frente popular con Crdenas y elPNR/PRM, etc. son hitos muy importantes pero no para las otras izquierdas.As que prefiero abstenerme de aventar una respuesta demasiadoesquemtica y por lo tanto superficial. Sin embargo, considero que la opcinpor la va partidista electoral a travs de organizaciones polticasindependientes desde fines de los aos 70 marca un punto de inflexinfundamental para todas las izquierdas-incluyendo la oficial y la guerrillera, lacomunista y la trotskista.

    Carlos Illades:

    Si hablamos de la izquierda socialista podramos decir que inicia en lasegunda mitad del siglo XIX con la formacin de pequeos crculos deeducacin y adoctrinamiento, la edicin de peridicos y panfletos (ElSocialista, La Internacional, El Hijo del Trabajo, etc.) y cuya accin semanifest en algunas rebeliones agrarias (la de Julio Lpez, en Chalco en1868; la de los Pueblos Unidos, en la Sierra Gorda en 1879) y en el nacientemovimiento obrero (los congresos obreros de 1876 y 1879). Un segundo

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    momento arranca con la difusin del anarquismo a finales del siglo XIX, elactivismo de los hermanos Flores Magn, la edicin del peridicoRegeneracin, y la formacin de la Casa del Obrero Mundial. Despus de laRevolucin vendra una nueva etapa con la formacin del Partido ComunistaMexicano (1919), la recepcin del socialismo de la Tercera Internacional cuyo mayor exponente fue Vicente Lombardo Toledano y la formacin de

    las centrales obreras. En la dcada de 1940 ocurren los primeros brotes deuna guerrilla rural y, en los aos siguientes, pero sobre todo a partir de1968, surgen distintas tendencias dentro del movimiento comunista. En losochenta se fusionan varias de stas en el PSUM, posteriormente lascorrientes comunistas con las nacionalistas (no pristas) en el PMS y, con lasnacionalistas (pristas) en el PRD. Fuera del sistema poltico se fortalecieronlas opciones guerrilleras con la aparicin pblica del EZLN (1994) y el EPR,dos aos despus.

    John Womack Jr.:

    Esta es ya una pregunta bien cargada de la poltica. Se podra contestar, porsimpatas y por una identificacin del nacionalismo (moderno) y la izquierda,algunos dirn que "se arranca con Cuauhtemoc en 1521,..." Sin embargo,pienso que la izquierda moderna, la que lleva una conciencia revolucionaria ysocialista, empieza en Mxico cuando los anarquistas del PLM en centrosobreros industriales se hicieron en efecto anarcosindicalistas, entre 1906 y1915. Hay otro salto por lo menos de conciencia despus de la primeraguerra mundial, a principios de los aos 20, por la llegada de afuera delmarxismo y la formacin del partido comunista. La vuelta mas importantefue de 1927 a 1935, cuando el partido comunista logro liberarse de los

    intelectuales de la capital para arraigarse en la clase obrera industrial, sobretodo en los centros ferrocarrileros. Luego sigue otra poca bien definida, delfrente popular, mas o menos continua de 1935 a 1945. Pienso que laprxima poca sigue de 1945 a 1959, en el contexto de la guerra fra,terminando esta poca de lucha en el gran fracaso de la segunda huelgaferrocarrilera en este ao (1959), al que le sigue otro periodo bien diferente,en un contexto internacional muy diferente, en gran parte por la revolucincubana, de 1960 a 1968, luego otro de 1968 a la reforma poltica de 1977-78. Entonces uno tendra que evaluar muy en serio el significado de ladisolucin de PCM en 1981, pero yo no cortara el periodo as tan pronto,sino alargarlo por el PSUM hasta 1987, cuando por el PMT se deshace elPSUM y se crea el PMS, luego pronto los dos se abran de reencontrar en elPRD. Pienso que de 1987-88 este periodo corre hasta 2000, cuando LpezObrador llega a la jefatura del DF. Por ahora estamos pendiente, a ver quepasa.

    As, una periodizacin muy cruda sera: 1906-1915, 1915-1921, 1921-1927,1927-1935, 1935-1945, 1945-1959, 1959-1968, 1968-77, 1977-1987,1987-2000, 2000-????.

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    Histricamente cules han sido las bases sociales de la izquierda mexicanay esto en que la diferencia de otras experiencias latinoamericanas?

    Arturo Grunstein:

    Nuevamente habra tantas bases como izquierdas. La izquierda comunista

    no tuvo amplio apoyo social popular. Hasta los aos sesenta se trat de unasunto sobre todo cupular, de intelectuales y lderes sindicales y con algunoscontingentes de las bases de los grandes organizaciones obreras. Elcardenismo histrico, por otro lado, s fue un fenmeno de masas, tantoobreras como campesinas. Por otro lado esta nueva izquierdaautoproclamada moderna (con la cul en buena medida simpatizo) pocotiene que ver en trminos sociopolticos y programticos con la socialdemocracia europea del pasado y, quiz incluso, del presente. Su base declases medias y medias altas ilustradas urbanas, y su programa"postmaterialista" la restringen a un sector muy limitado del total delelectorado.

    Carlos Illades:

    La izquierda socialista mexicana no se ha caracterizado por tener una basesocial amplia y estable. En el siglo XIX estaba constituida por pequeoscrculos intelectuales urbanos que lograron influir marginalmente en losmedios obrero y agrario. Durante el siglo pasado tuvo mayor presencia entrelas clases trabajadoras, pero siempre en un segundo plano en relacin con labase de masas con que cont el PRI. En el campo cultural ha tenido un xitomayor, sobre todo a partir de la dcada de 1930, cuando se fund la Liga de

    Escritores y Artistas Revolucionarios. No es la nica, pero una de las razonesms importantes de esta influencia perifrica fue, sin duda, la legitimidad conque cont el rgimen postrevolucionario, pues pretender hacer la revolucinen un pas donde sta haba efectivamente ocurrido (una diferenciafundamental con las izquierdas latinoamericanas) no era algo fcil de explicara los sectores sociales que, adems, lograron cierto grado de bienestar conlas polticas postrevolucionarias. El crecimiento ms significativo de laizquierda ocurri desde que se fusionaron las corrientes que venan delsocialismo con las provenientes del nacionalismo revolucionario, situacinque le ha llevado en la actualidad a representar la segunda fuerza polticanacional.

    Adems de la ya sealada, con las izquierdas latinoamericanas hay otrasdiferencias importantes, sobre todo de nfasis. Por ejemplo, el anarquismomexicano no tuvo la extensin y fuerza del que arraig en el Ro de la Plata.Tampoco la izquierda mexicana logr una relacin tan profunda con losmovimientos sociales como ocurri en Bolivia o con el sindicalismo y lasorganizaciones campesinas como es el caso del PT brasileo. Esto por nohablar de la intervencin en luchas armadas como las centroamericanas o la

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    colombiana, en donde las propias expresiones polticas de izquierdaderivaron hacia esas formas de accin. Por ltimo, a diferencia de buenaparte de estas izquierdas, la mexicana no ha logrado alcanzar la Presidenciade la Repblica.

    John Womack Jr.:

    2. Aparte de la versin liberal-masnica-nacionalista, que busca elnacimiento de la izquierda en la resistencia mexica de 1521, segn mas bienuna historia que empieza a principios del siglo XX, pienso que la base originaly siempre principal de la izquierda en Mxico fue la clase obrera industrial,en el transporte, la minera, el petrleo y la manufactura--y por lo menos enel DF, en la industria elctrica. Desde esta base industrial fue ganandotambin bases en el campo, pero mas por entradas de afuera, de parte deobreros yndose al campo para organizar a los campesinos, que por tomasde conciencia voluntarias de parte de los campesinos. Desde los aos 60 laizquierda va ganando bases adems en las nuevas colonias proletarias y enel sistema educativo. Desde los aos 80 parece que tambin va ganandoapoyo serio (si todava no una base slida) en las nuevas industrias que sellaman servicios. De esta perspectiva yo no veo gran diferencia entre lasbases de la izquierda en Mxico y las de la izquierda en el resto de AmricaLatina. Las diferencias que las hay, existen por las diferencias de estructuraeconmica-industrial, o sea la importancia relativa de transporteferrocarrilero o fluvial o costero, o de la minera, etc., o de los pueblos deraces profundas en el campo (o la falta de pueblos de este carcter, comopor ejemplo en Cuba o el Brasil o Uruguay etc.).

    Se pueden encontrar en la historia de su desarrollo explicaciones sobre elestado actual de la izquierda mexicana, sus virtudes y defectos, sus logros yfracasos?

    Arturo Grunstein:

    El problema principal es el peso que an tiene la revolucin como fuente delegitimidad poltica. Elemento compartido por la cultura poltica deprcticamente todas las izquierdas de la historia mexicana del siglo XX y queen sectores amplios del siglo XXI sigue prevaleciendo. Considero que loanterior es un problema porqu debilita el compromiso de esos sectores conlos valores, reglas e instituciones de la democracia representativa.

    Carlos Illades:

    Por supuesto que s. Por ejemplo, desde su origen consider relevanteocuparse de la cuestin indgena, enarbol un discurso basado en la justiciasocial, critic la teora econmica liberal, despreci la actividad poltica (ysobre todo a quienes la llevan a cabo) y trat de armonizar a los diferentes.

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    Con mayor o menor fuerza, de alguna manera estas ideas estn presentestodava hoy. Tambin persiste la tensin entre la intervencin en la polticaformal y la opcin de circular por fuera del sistema poltico. Esto, en parte,como respuesta a las acciones del Estado (en el sentido del consenso y lacoercin), y en parte tambin, por lo durable histricamente que haresultado un discurso que tiene su ncleo en la cuestin social y en la justicia

    una de sus demandas ms sentidas, lo que no pocas veces anima losconflictos entre la protesta callejera y la poltica parlamentaria, o de lapromocin de la justicia y el acato de la ley.

    John Womack Jr.:

    Como la izquierda en muchas otras partes del mundo en el siglo XX, portener su base social en la clase obrera industrial tpica del capitalismo delsiglo XX (es decir: ferrocarriles, fundidoras, fabricas), la izquierda en Mxicose contento con la fuerza acostumbrada y no busc a tiempo arraigarse enlas industrias nuevas que el capitalismo fue generando en las dcadas msrecientes. En efecto parece que prefera quejarse de la historia y delcapitalismo, en lugar de entrar en los nuevos complejos capitalistas, parabuscar all sus lneas nter-seccionales y puntos dbiles y organizar all lasnuevas bases por la lucha.

    As, los defectos y las virtudes de la izquierda en Mxico no son nicas oespecficamente mexicanas. Por su historia precisamente mexicana es ciertoque sufre el defecto (tpico de la poltica mexicana) de un voluntarismointenso, y la virtudes (tambin tpicas) de una perseverancia profunda y uncompromiso prcticamente guadalupano. Pienso que su principal logro actual

    es su parte del tremendo voto de 35% contra el PAN y el PRI en 2006, y laesperanza de organizar una izquierda en Mxico que valga tal nombre.Pienso que el fracaso principal, desde 1987, ha sido la falta de un partidocomprometido sobre todo con el socialismo.

    Una cruda inquietante: la izquierda mexicana en busca desu narrativa

    Andrs Lajous

    Supongamos que la izquierda mexicana se encuentra en crisis. Supongamos

    que su estado actual es anlogo al que vivieron otras izquierdas a principiode los aos noventa. Supongamos que es una crisis postergada por lasingularidad del sistema poltico mexicano del siglo XX. Supongamos que laidentidad de la izquierda no ha sido redefinida, que no ha delineado uncamino renovado y que, por el contrario, su crisis se ha reflejado en sus msrecientes derrotas polticas y electorales. Si partimos de estos supuestospodemos imaginar a una izquierda mexicana desnuda, tirada en la puerta deun bar en el centro de Mxico. Empapada en orines sin saber qu acaba de

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    ocurrir, sin saber dnde est, y sin saber qu hacer. Es decir, podemossuponer que la izquierda mexicana est extraviada despus de mezclaranfetaminas con alcohol, ser vejada, y perder la conciencia.

    Cuando la izquierda mexicana despierta, lo primero que se pregunta es cmolleg hasta aqu, hasta este lugar en donde ha perdido la memoria, y donde

    no puede prepararse para el futuro. A este lugar donde no le import perdersu identidad y donde slo reaccion cuando le mearon encima.

    La izquierda tendr que reconstruir, paso por paso, su pasado y escoger conqu memorias reconstruye su historia. Es decir la izquierda tiene que volvera ejercer su derecho a la narrativa para redescribirse en la construccin deun mundo diferente. De un sin fin de narrativas posibles, tendr que elegir ynarrar una que le permita recuperar el orgullo y levantarse del piso. Unaizquierda sin dignidad, en el mejor de los casos se estanca, en el peor, sesuicida.

    Para ayudar en esta tarea, se me ocurren por lo menos cinco narrativasposibles (y una deseable) para la izquierda mexicana.

    La primera es una que recupera al cardenismo. La redescripcin de larevolucin mexicana como socialista, como una revolucin interrumpida en laque los actores son ms corporativos que ciudadanos, donde el Estado es elastro central en la constelacin nacional alrededor del cual giran los sectoressociales que expresan la voluntad del pueblo. La revolucin es socialista peromexicana, el Estado es el Estado mexicano, el pueblo es el pueblo de Mxico.Es decir, segn esta narrativa la izquierda es nacional y revolucionaria, su

    modernizacin slo es el paso del corporativismo al clientelismo. Critica a lademocracia por ser extranjera no por liberal.

    La segunda narrativa posible es la que cree que la cada del muro de Berlnno signific nada. Las leyes de la historia, dice, son inmutables, no importa lacontingencia histrica, puesto que la ciencia y la verdad son una y ademsmarxistas. Esta narrativa nos dice que la izquierda es izquierda porque lascondiciones objetivas as lo dictan; sin embargo, las condiciones subjetivasnunca han existido para que el proletariado asuma plenamente su papelrevolucionario y se logre una Revolucin Socialista en Mxico -que nomexicana-. La vanguardia revolucionaria es todo frente a las mayoras queviven con una falsa conciencia. Para esta narrativa, Valentn Campa es unhroe cado en la lucha de clases, no en la lucha democrtica.

    Una tercera narrativa posible es la de una izquierda que se asumeavergonzada. Una izquierda que ve en sus excesos motivos para dejar deser; ha sido tan autocrtica que renuncia a la capacidad de imaginarsediferente. Tras la autohumillacin, slo le queda soar con la identidad deaqul que sigue de pie. Si la identidad soada es de izquierda o de derecha

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    no importa, lo que importa es que sigue de pie y al no haber incurrido enexcesos inhumanos en el pasado cercano, prefiere la imitacin con tal deimitar lo que considera superior moralmente. La relacin con los interesespblicos es erradicada y sustituida por los intereses privados. El Fin de laHistoria es sustituido por el Progreso hacia la Sociedad Abierta. En stanarrativa Jorge G. Castaeda no es alguien que traicion a la izquierda, sino

    alguien que reconoci la superioridad moral del liberalismo sin adjetivos.

    La cuarta narrativa que podra escoger la izquierda mexicana es la quereconoce la red de significados en la que vivimos como una red esclavizantee insuperable. sta narrativa tambin es una de rendicin, pero afirma que elproblema es que la Ultra nunca fue suficientemente Ultra. Niega su propiaexistencia, al decir que la Revolucin al ser imaginable deja de ser posible.Es decir, la imaginacin destruye lo innombrable. Nuestra complicidad con elsistema de dominacin totalitario -reclama- est en nuestro modo de existir.La farsa somos todos. Para esta izquierda, la Palabra de Marcos es laRevolucin aunque la Revolucin no sea posible.

    La quinta narrativa posible para la izquierda mexicana es la que se pone depie al reconocerse en la diversidad de narrativas pasadas. La izquierda queno desdea por completo su pasado, pero tampoco se ancla a l; combina lacontingencia histrica y el contexto con la imaginacin para alterar el futuro.Esta izquierda cuenta cmo el nacionalismo revolucionario moderniz a unpas parroquial y caciquil, cmo el comunismo y las rebeliones ideologizadasmantuvieron la esperanza de un mundo mejor en momentos deautoritarismo desesperanzador. Esta izquierda que quiere ser izquierda,reconoce sus errores y se transforma, pero no se autodenigra. Nunca

    renuncia a s misma. Se ve combatiendo la desigualdad con libertad, y elautoritarismo con justicia. Se preocupa ms por la libertad que por laVerdad, aunque sabe que la libertad por s sola no emancipa. No usamaysculas cuando se narra, y es anti-teleolgica al desenmascarar eloportunismo teleolgico del progresismo. Critica al poder al denunciar laopresin y humillacin de los hbitos culturales, aunque descarta la fallidaprofeca revolucionaria. Llama a la desigualdad y la injusticia por su nombre:unos tienen mucho y otros no tienen nada, los privilegiados son pocos y losno privilegiados son muchos.

    Esta narrativa busca ancdotas en el impulso modernizador de lasinstituciones de la revolucin mexicana, en el impulso democrtico yjusticiero de Demetrio Vallejo, Rafael Galvn y Valentn Campa. Tambin losbusca en el reformismo digno de Heberto Castillo y Carlos Pereyra. En elherosmo lingstico y poltico de mujeres, indgenas, homosexuales ydiscapacitados que hablaron no slo para hacerse escuchar sino para dejarde no ser.

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    La quinta narrativa de la izquierda mexicana no ha terminado de escribirse,sin embargo, ya empieza a redescribirse. sta narrativa podr encontrar loextraviado en una comunidad deliberativa en donde caben todas y todos conel compromiso de deliberar mucho, decidir poco, y concluir nada. En unacomunidad que no cae en la tentacin de los atajos al poder pero que nopierde su vocacin de poder. Una comunidad que respeta la diferencia y la

    autonoma, que dialoga en libertad poniendo las ideas a competir, que norenuncia al laicismo y que mantiene la bsqueda permanente de justicia. Lacomunidad entorno a esta quinta narrativa podr erigir una izquierdamexicana esperanzada que no se deje humillar ni oprimir, que no seembriague con los resabios adulterados de mejores aos, y que mantenga lacabeza erguida pero ms cerca del piso que del cielo. Una izquierda quereclame su derecho al futuro.

    Por qu Mxico necesita un gobierno progresista?

    Ser progresista el da de hoy, comenta Unger es cruzar las fronteras delos arreglos institucionales preestablecidos en una direccindemocratizadora. El error de la izquierda ha sido creer que la alternativa alstatus quo es la total sustitucin de un sistema por otro. En consecuencia,ante el conservadurismo gubernamental y el conservadurismo revolucionario,en Mxico seguimos atrapados en formas democrticas imperfectas, altiempo que idolatramos un entramado institucional que continareproduciendo formas lacerantes de pobreza, exclusin e injusticia.

    Por qu Mxico necesita un gobierno progresista?

    Hicimos esta pregunta a dos jvenes mexicanos. El primero, GerardoEsquivel, activo acadmico e intelectual que durante la pasada campaaelectoral particip en la construccin del proyecto econmico de AndrsManuel Lpez Obrador. El segundo, Luciano Pascoe, representante delpartido Alternativa ante el IFE, y personaje activo durante la campaapresidencial de Patricia Mercado. Nuestra intencin fue ver expresadas ensus respuestas dos perspectivas de lo que es un gobierno de izquierda. Elresultado ha sido dos interesantes artculos que estamos seguros el lector deFarsa disfrutar.