harry bates - la dimension fatal

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  • 8/9/2019 Harry Bates - La Dimension Fatal

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    La Dimension Fatal

    Harry Bates

    Existen una serie de grandes obras de SF de la poca dorada delgnero, all por los aos treinta, cuarenta y cincuenta, que pese a constituirautnticos pilares dentro de la historia de la SF mundial, apenas sonconocidas en nuestro pas. ND, a lo largo de sus quince aos de existencia,ha ido ofreciendo algunas de ellas, pero quedan an muchas ms. En sudeseo de rescatarlas para el pblico espaol, ND tiene intencin de ofreceren sus pginas, espaciadamente, algunas de estas obras, a fin de irrecuperando esta historia de la SF que, debido a los vaivenes editoriales, haquedado muchas veces incompleta y fragmentaria.

    Este es el caso de La dimensin fatal. Harry Bates es el autor de un gran

    clsico, Farewell to the Master (El amo ha muerto, ND 53), del que surgiraotro gran clsico: la pelcula Ultimtum a la Tierra. Nacido en 1900, Bates seinici en la dcada de los veinte en los pulps de aventuras, y fue el creadorde Astounding Stories, la que sera ms tarde famosa revista Analog,todava una de las ms apreciadas en el mercado de las revistas de SF delos Estados Unidos. Como escritor, publicara su obra con su verdaderonombre y, siguiendo la costumbre de la poca, bajo numerosos seudnimos,entre los cuales los ms conocidos son Anthony Gilmore y H. B. Winter. Alpasar Astounding a pertenecer a la editorial Street & Smith, Bates fueapartado de las tareas de direccin; sigui escribiendo algunos relatosdispersos, y su nombre, como el de tantos otros autores americanos de laera dorada, se diluy en el anonimato a partir de 1950.

    La dimensin fatal es, junto con Farewell to the Master, su ms famosa(y en cierto modo controvertida) obra. Apareci en el ltimo nmero de larevista Science Fiction Plus, de muy corta vida: solo siete nmeros. Fue laltima aventura dentro de la SF de Hugo Gernsback, y estuvo dirigida porSam Moskowitz, otro nombre glorioso del gnero. A su aparicin (la revista,por aquel entonces, estaba ya sentenciada, ante las dificultades econmicasde Gernsback), el relato despert un ~ t~ntir~ zin~lal~ entre los lectores.pues se apartaba por completo de los canones tradicionales de la SF al uso.Su nica aparicin en espaol, en la revista argentina Ms All, en 1956,despert las mismas polmicas.

    Porque La dimensin fatal da un giro de 180 grados a toda la SFtradicional. En primer lugar, no existe en ella ningn happy end. Plantea unproblema (un terrible problema), pero no lo resuelve. Y eso es lo que ms sele reproch en el tiempo de su aparicin. No busca ningn deus ex machinapara resolver la situacin. Nos dice simplemente, en boca de uno de suspersonajes y tambin del propio autor: "Solo sabemos que no sabemosnada"..

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    Y esta es precisamente su valenta. Su tema es en el fondo tan viejocomo el mundo: la ambicin del hombre por descubrir cosas que estn msall de su comprensin, su creencia de que todo ha de estar a su alcance,cuando en realidad apenas sabe nada de lo que le rodea. La reaccin de unsector amplio del pblico lector fue consecuencia directa de nuestroegocentrismo: el no querer admitir que vivimos en un mundo en el que, pese

    a nuestra tecnologa avanzada y nuestros deseos de jugar con fuerzasgigantescas, estamos a merced de los elementos. Y, muchas veces, amerced de nuestro propio intento de dominar estos elementos.

    En la poca en que fue escrita y publicada, all en 1953, La dimensinfatal constituy una obra de vanguardia, y por eso incomprendida pormuchos. Hoy en da, una nueva ptica nos permite comprenderla muchomejor. Evidentemente, los casi treinta aos transcurridos han envejecidoparte de su decorado tcnico. Pero el mensaje humano sigue ah, hoy msactual que nunca. Y ms digno de hacernos meditar.

    Las ilustraciones originales de ese gran artista que fue Virgil Finlay

    finalmente, ponen el ltimo toque a la tensin del relato. En pocas ocasionesFinlay, que gustaba de fantasear hasta lo infinito, se ajust ms lo quecontaba el autor. Pero, declarara al respecto, aquella era una de las pocasocasiones en que haba ledo todo el relato que deba ilustrar, y se sinti tanimpresionado por l que no pudo hacer otra cosa ms que reflejar, con todosu realismo, la tremenda impresin que el mismo le produjo.

    Ahora todos sabemos que fue algo nuevo lo que ocurri hace dossemanas en el campo de Long Island.

    * * *

    A muchos nos ha asustado. A otros muchos nos ha conmovido y aturdido. Y porqu no? Las cuatro dimensiones del espacio-tiempo nos han traicionado. Siemprefueron inseparables, y ahora ha ocurrido lo imposible.

    Durante mucho tiempo, las dimensiones extra han sido conceptos abstractosusados por los matemticos, pero qu impresin nos produjo descubrir que tenanrealidad! Qu impresin ver que los smbolos podan matar... y matar de un modo tanfantstico!

    Nunca se ha guardado tanto un secreto. Los principales cientficos de la Tierra haninvadido el rea mortal, pero no nos dicen nada. He dicho nos. Soy ingenieroelectricista en los Laboratorios Wilson, donde ocurri; trabajo en ellos desde quetermin mi carrera, en febrero, y sigo cobrando un sueldo; fui el nico testigo del primerfenmeno, y testigo principal del tercero..., y an as, ni siquiera me dejan entrar all.Despus de haberles contado lo que s, no les sirvo actualmente de nada- no harams que molestarles. Por eso, aunque conozco la disposicin general del campo yestoy muy al tanto de los experimentos elctricos que se realizan en l, s, en cambio,lo mismo que ustedes acerca de los experimentos dimensionales que ahora se llevanall a cabo.

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    Ni tampoco puedo explicarme mejor que ustedes lo que sucedi all.

    Pero s s, y soy el nico que lo sabe, la historia completa del impacto de la "nuevacosa" en un ser humano, y quiero contar aqu esa historia.

    Ustedes han ledo ya los nombres de las vctimas. A Mary de Sellers la conoc

    desde nia. Me cri con su esposo Tom, del cual era su mejor amigo. Estaba en elcampo con ellos, en el momento de la muerte de Mary, cuando lo "desconocido" asestsu golpe.

    Eran aproximadamente las nueve y veinte de una noche muy serena. La luna llenanos permita ver claramente los detalles ms grandes del rea. A unos cuantos cientosde metros de distancia, hacia el oeste, en la direccin de Nueva York, se hallaba elgrupo de edificios que componan la parte interior de los Laboratorios Wilson. Entreellos se extenda el campo empleado para los experimentos exteriores: una superficierectangular de unas tres hectreas, un campo de trigo en otros tiempos, ahora unallanura cubierta de hierbajos y surcada irregularmente por profundas zanjas. En un granvalo se erguan media docena de altas torres de hierro, y en el centro de ellas, dos

    ms altas an: era el rea del misterio. El campo estaba rodeado por una altaalambrada, en la que se vean, a intervalos regulares, unos carteles que decan: NoACERCARSE. EXPERIMENTOS ELCTRICOS. PELIGRO.

    Cuando aquello ocurri, yo me encontraba en el borde de una zanja en el extremooriental del campo. Debajo de m, en la zanja, corra un nuevo tipo experimental deconductor elctrico. Treinta metros ms all trabajaban dos electricistas, en la zanja delextremo este, asomando solo la parte superior de sus cabezas por el borde de esta.Eran los dos hombres encargados de anotar las alteraciones del conductor que habaen la zanja.

    Tom y Mary se encontraban en el campo, a unos veinte metros ms o menos de

    distancia de los hombres de la zanja, entre ellos y yo. Hablaban en voz baja. Yo nopoda or sus palabras, pero por sus movimientos me dio la impresin de que habacierta tensin entre ellos; no una pelea, pero s alguna discrepancia. Vi que Tom dabamedia vuelta ladendose, y que Mary pasaba por delante de l, a la luz de la luna,como si insistiera en verle la cara. El sigui apartndose, y al cabo de un momento ellase alej.

    Cruz el campo en direccin oeste, como si se dirigiera a la zanja ms prxima;volvi la cara para mirarle; atraves la zanja por el puentecillo de gruesos tablones; sevolvi de nuevo momentneamente, hacia l, y despus sigui por el caminillo queatravesaba la ancha planicie. Tom se qued mirando su figura que se alejaba. CuandoMary lleg a un lugar situado entre las dos torres centrales, se volvi por ltima vez.

    Levant muy alto el brazo y agit la mano. La vi con toda claridad. Tom permaneciinmvil, mirndola. Ella dej caer el brazo. Durante un segundo, los dos permanecieronas; durante un terrible segundo, mientras el espacio-tiempo se enroscaba en torno aMary para descargar su golpe inicial, tan inesperado y tan fantstico...

    Convendr que les cuente ciertos detalles acerca de Tom y Mary. Los tres noscriamos juntos en Big Pond, una pequea ciudad de Long Island, situada a doskilmetros al este de los Laboratorios Wilson.

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    De nios Tom y yo ramos inseparables. Su padre tena una granja de patos en lasafueras de la ciudad. La granja era un campo de juegos inagotable. Todos los das nosentregbamos en ella a una nueva empresa de tremenda importancia: hacamos arcosy flechas para matar gorriones (creo que nunca le dimos a ninguno); cavbamos latierra en busca de esqueletos indios (insistamos en que no eran huesos de oveja);construamos barquitos de madera para aventurarnos entre las grandes flotillas de

    patos... y otras muchas actividades ms. Mary viva cerca, pero por aquella poca noera amiga nuestra; era simplemente esa criatura peculiar llamada chica; diferente,inferior, cobarde, y que solo nos serva para divertirnos de cuando en cuando tirndolede las trenzas. Nos bastaba amenazarla con hacrselo, para mantenerla alejada de lasarenas de nuestra actividad masculina.

    Cuando Tom tena aproximadamente ocho aos, su padre le regal un caballo. Enseguida le puso de nombre Pinto y lo llamaba "l". Pinto no era ni mucho menos unpinto, sino un ruano rojo, un vulgar caballo de granja, y adems era yegua. Desde elmomento en que Tom mont en sus lomos, encaramndose por la valla, losinseparables ya no fuimos ms Tom y yo, sino Tom y Pinto. Los dos recorran todoLong Island. Tom no permita que ninguno de los chicos montramos en su caballo,

    porque deca que no tenamos experiencia... que Pinto era un mesteo indomable,peligroso para todos excepto para l.

    Yo mont una vez en Pinto. Haba sostenido una larga pelea a puetazos con Tom.El no tena razn, pero, impetuoso como siempre se me haba echado encima,levantando los puos. Aquella noche, el padre de Tom le hizo ver la verdad y envi aTom a mi casa a pedirme perdn. El lo hizo francamente, llorando mientras hablaba... yal da siguiente vino galopando a casa e insisti en que diera un paseo en Pinto, parahacer las paces. Fue su gesto ms generoso.

    El Tom adolescente era demasiado inquieto para ser un buen estudiante, ydespus de terminar la escuela superior se convirti en aprendiz de electricista y, ms

    tarde, consigui un empleo en Wilson. Yo segu estudiando en la universidad, megradu como ingeniero electricista y me emple tambin en Wilson. Mientras estudiabaen la universidad, el padre de Tom perdi su granja y luego muri, y Tom se fue a vivira la ciudad. Pinto dorma en el garaje de una casa vaca, en uno de los extremos de laciudad, y pastaba en el trozo de tierra que haba detrs. Tom iba a pie a su trabajo, oalguien lo llevaba en su coche.

    Un buen da, Tom mir a Mary y la vio de diferente manera. Sin saber por qu, sehaba convertido en una Mary distinta... retrada, misteriosa, con un repentino poder dehacer latir con fuerza su corazn. La cortej con su impetuosidad habitual. Se casaron,y alquilaron la casita del garaje donde dorma Pinto. Loco de felicidad, Tom atravescon Mary en brazos el umbral de la casita, entrando en una nueva vida. De eso haca

    un ao. Desde haca unos meses esperaban un hijo... Yo nunca haba visto un hombretan feliz y orgulloso como l.

    Se haban iniciado en Wilson una serie de experimentos nuevos y, la noche fatal,Tom trabajaba horas extraordinarias en el campo. Yo me hallaba en el edificio principalcuando telefone el guardia nocturno, diciendo que Mary estaba all. Vi que habavenido montada en Pinto, para traerle caf a Tom. Estaba de un humor magnfico!Resplandeca de felicidad. Yo mismo la llev a donde estaba l. Desde lejos, Mary

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    llam a Tom. Le vi salir de la zanja y dirigirse hacia nosotros. Entonces me qued acierta distancia, por discrecin.

    Los mir desde el lugar donde me encontraba. Se abrazaron y hablaron. Me dicuenta de que haba cierta tensin entre ellos. Vi que Mary le besaba en la nuca,cuando l volvi la cabeza. Tom gir sobre sus talones y le habl con viveza. Al

    parecer, ella acept su derrota; lo dej; se dirigi hacia el caminillo que atravesaba elcampo, y se volvi dos veces hacia atrs. Cuando se encontraba entre las dos torrescentrales, se volvi por ltima vez y lo salud con la mano; pero Tom no respondi. Ellabaj el brazo y, durante un segundo, permaneci inmvil a la luz de la luna. Al final deaquel segundo ocurri la nueva cosa, y la vida de Tom qued hecha aicos.

    En el lugar donde se encontraba Mary se oy un ligero crujido, y una nubecillacomo de niebla apareci en el aire. Se disip rpidamente, pero el cuerpo de Mary yano estaba all.

    Tom y yo, desde nuestras distintas posiciones, nos quedamos mirando el lugar, conojos muy abiertos.

    Una masa ambigua fluctuaba en el lugar donde haba estado antes el cuerpo deMary. Lentamente, pareci crecer. La mir, consternado. La vi redondearse. Parecique giraba, porque los reflejos de su superficie cambiaban a la luz de la luna. Me dirighacia ella; Tom hizo lo mismo, y los dos nos acercamos. Sent que Tom, como yo,estaba terriblemente excitado; pero ninguno de los dos dijimos nada; solo miramos yseguimos adelante.

    El objeto fue creciendo lentamente. Me di cuenta de que vena hacia nosotros.Extend la mano y agarr a Tom del brazo, detenindolo, y los dos lo vimosaproximarse.

    De repente lo reconocimos. Mis cabellos se erizaron. Rgidos, aturdidos, vimosacercarse el objeto! Era una cabeza sobre una masa indistinta de vapores a modo decuerpo!

    Mis ojos me decan que el objeto tena los contornos de Mary!

    Mantuvo su vuelo. No cay. Flot hacia nosotros, a unos dos metros de elevacin.La cabeza pareca slida, sustancial. Se acerc lentamente, a veces subiendo mediometro o as, a veces bajando otro tanto. Lleg a nosotros. Nos pas. Al volverme, vi aTom inclinado, con las rodillas casi dobladas. Nunca haba visto a un hombre tanabatido. Pero segua sin hablar, aunque haca ruidos con la garganta.

    Cuando el objeto pasaba junto a nosotros, girando ligeramente, la luz de la luna ledio de lleno en la cara. Era la cara de Mary; la misma cara de siempre, excepto queahora estaba plida e inexpresiva, pero viviente en cierto modo... En aquel momento,los ojos, que estaban cerrados, se abrieron! Creo que cambiaron de direccin; pero nonos miraron. Parecan no fijarse en nuestra presencia. La cara estaba vuelta haciaarriba; los ojos miraban las estrellas.

    Lanzando un terrible sollozo, Tom corri hacia adelante. Sin cambiar nunca dedireccin ni de velocidad, el objeto flot alejndose. Lo seguimos. Nos hallbamos aescasos metros de l cuando lleg a la alambrada del este.

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    Pas a travs de ella, sin detenerse, flotando lentamente, avanzando siempre.

    Saltamos y, durante un momento, nos quedamos agarrados a los alambres,vindola alejarse. Luego, Tom, con una repentina explosin de energa, trep por laalambrada y cay al otro lado. Yo me dispuse a imitarlo. Lentamente, con dificultad,trep tambin por la alambrada, pero resbal en el momento de saltar, golpe en la

    tierra con el pecho y la mejilla, desvanecindome por la fuerza del golpe.No s cunto tiempo estuve all. Cuando me puse en pie, medio mareado, y mir

    alrededor, no se vea a Tom por parte alguna. En el campo vi a los otros dos hombres,trabajando en la zanja como antes. Comprend que no haban visto lo ocurrido. Pensque deba ir en busca de Tom, y me puse en marcha en la direccin que l habatomado, atravesando un camino y la alambrada de pas hasta el otro lado del campo.

    Con creciente ansiedad, atraves corriendo el campo hasta llegar a un pequeobosque que haba al otro extremo. Fui de un lado a otro, buscndole entre los rboles yllamndole, pero no pude encontrarlo.

    Ms all del bosque, continu en la misma direccin, saltando cercas, atravesandocampos, pasando junto a los jardines del hospital general de Pemberton, y meencamin derechamente a Big Pond, donde vivamos Tom y yo. Corr cuando larespiracin me lo permita, dando amplios rodeos para examinar cualquier objetooscuro sobre el terreno, y siempre a toda velocidad. De ese modo cubr los treskilmetros que me separaban de la ciudad; pero no encontr ni rastro de l.

    Al llegar a la ciudad me detuve realmente por primera vez. Cuando recobr por finel aliento, me ocurri lo mismo con la razn. Me di cuenta de que haba presenciado unacontecimiento demasiado fantstico para ser creble. Cmo poda decirle a nadie loque haba visto? No me creeran. La gente pensara que me haba vuelto loco. Y decidcallar hasta haber encontrado a Tom.

    Volv a ponerme en marcha. Anduve por las calles, preguntando por Tom; peronadie lo haba visto.

    Entonces fui a su casa, lleno de la repentina y estpida esperanza de queencontrara en ella a Mary y tal vez a Tom. La casa estaba a oscuras. Nadie contest ami llamada. Entr y busqu sin resultado. Un gatito vino a frotarse contra mis tobillos.

    Telefone a los Laboratorios Wilson. El guardia de noche supona que Tom estaraan en el campo y... s, el caballo segua all delante, atado a un rbol. El hombre nohaba visto salir a Mary del campo, ni tampoco a m. Cuando empez a hacermepreguntas, colgu.

    Hasta entonces yo todava confiaba en que lo que haba visto no hubiera ocurridorealmente; pero el guardin de noche acab con mis esperanzas.

    Continu muy preocupado por Tom y por el fin que poda haber tenido su fantsticapersecucin. Decid quedarme all hasta que regresara. Desde luego, tendra quevolver a casa. Despus de comparar datos, iramos juntos a informar de lo ocurrido. Melimpi el rasguo de la mejilla. Me sent a esperar. Estaba muy cansado. Transcurrimucho tiempo, y me dorm.

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    Cuando me despert era de da. El gatito, una bolita de piel, estaba sobre mipecho, mirndome enigmticamente a la cara. En seguida telefone a los LaboratoriosWilson. Tom no haba firmado su salida del campo, y los otros hombres se haban ido asus casas, extraados. El caballo segua en su lugar. No dije nada.

    Acababa de colgar el aparato cuando son el telfono. Llamaban del hospital

    general de Pemberton. Queran hablar con la seora de Sellers. Cuando les dije que noestaba y les expliqu quin era yo, me pidieron que fuera. Tom estaba all y querahablarme.

    Volv rpidamente a casa, saqu el coche y fui al hospital.

    Encontr a Tom en una pequea habitacin, solo, atado con correas a su cama.Tena la frente cubierta por un vendaje blanco, sobre el cual caa un mechn dealborotados cabellos rojizos. En seguida, con una vehemencia llena de esperanza ytemor, me pregunt:

    Jack, lo viste t?

    El tambin esperaba que aquello no hubiera ocurrido.

    Ocurri le dije. Estuve esperando a que volvieras a casa. Por qu estsaqu?

    Antes de que pudiera contestarme, entr una enfermera y me pregunt quin erayo. Me dijo que haban encontrado a Tom cerca del State Park; estaba cado en lacarretera, lastimado y delirante.

    Lo han atado con correas a la cama! le dije acusadoramente.

    Estaba furioso. No haca ms que tratar de escaparse. Hasta hace un rato no

    nos dijo quin era. Entonces nos pidi que telefoneramos a su mujer. Tambin querahablar con usted.

    Pdeles que me quiten estas correas, Jack.

    Quteselasle rogu a la enfermera. Como ve, ahora est bien. Ha sufrido unafuerte impresin; eso es todo. S la causa de lo que le pasa. Yo estaba presente.

    La enfermera sali a consultar con el mdico. Tom volvi hacia mi su torturadacara.

    Era su... cabeza? me pregunt, como si dudara an de su memoria.

    S.

    No ha vuelto a casa?pregunt, esperanzado todava, o quiz confuso.

    No. Y Pinto sigue atado frente al laboratorio.

    Entonces fue asdijo. Fue as realmente.

    Qu fue de la... cabeza?le pregunt.

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    Desapareci! Desapareci! Se esfum! Jack, qu ocurri?

    No lo s. Es algo nuevo. Algo que no ha ocurrido nunca hasta ahora.

    La expresin de Tom era lastimosa. Exclam:

    No era ms que su cabeza! Dnde estaba entonces su cuerpo?

    No lo s. Desapareci. Se oy aquel crujido, y luego vimos el humo... y despus,nada ms.

    Sus ojos se llenaron de lgrimas.

    Dnde est ella?grit, angustiado.

    O ruido de pasos, y tuve escasamente el tiempo de murmurar:

    No le digas nada!

    La enfermera entr entonces con un mdico.Comenzaron a discutir. Tom exigi sus ropas para poder salir del hospital. El

    mdico me explic que su estado fsico no era bueno y que deba quedarse all hasta elda siguiente. Finalmente convino en que poda irse por la noche, si para entoncespareca estar bien, y le dijo a la enfermera que poda quitarle las correas.

    Volver a buscarte despus de la cena le promet a Tom. Procura dormir.

    Con ojos desesperados, Tom me vio marchar. Pero entonces se acord de layegua Pinto, y me pidi a gritos que la llevara a su casa y me encargara de darle decomer.

    Yo no entenda de caballos; as que fui en el auto a Bing Pond, busqu a uncaballerizo que conoca all y lo llev hasta los Laboratorios Wilson, para que l seencargara de la yegua.

    Luego, como estaba en el laboratorio y tena la obligacin de informaries, decidcontarle toda la historia al doctor William Chambers, director jefe. Sub las escalerasque llevaban a su oficina, y ped verlo. El seor Merriam, su ayudante, me hizo pasar.

    El doctor Chambers es un hombre alto y delgado, amable y charlatn, dispuestosiempre a escuchar a todos. Le dije francamente lo que haba ocurrido. Pero no mecrey. Se qued sentado donde estaba y me mir largamente. No dijo ni una sola

    palabra, y el seor Merriam tampoco. Les mencion entonces los detalles quecorroboran mi historia (que Mary no haba vuelto a su hogar montada en Pinto, ladesaparicin de Tom del campo, y su presencia en el hospital); pero l se limit amirarme de un modo raro. Me excit y levant la voz, pero no me sirvi de nada. Claroest que tena la raspadura de la cara, que no me haba afeitado, y que mi historiapareca ciertamente descabellada. Lo dej, con brusquedad, antes de que pudieradecirme que estaba despedido y que tratara de ponerme en observacin.

    No habra podido censurarle si me lo hubiera dicho.

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    Antes de dejar los laboratorios, sal al campo e hice un apresurado reconocimiento,buscando huellas del cuerpo de Mary o alguna indicacin de lo que haba pasado; perono encontr nada. Me fui entonces a casa, com, me desvest, me ba, me afeit y meacost. No pude dormir.

    Despus de cenar me fui al hospital. Era ya de noche antes de que Tom y yo

    pudiramos irnos. En el hospital le haban visto guardar cierto aspecto de normalidad;pero, en cuanto subimos al coche, se dej caer en el asiento, deshecho por la pena. Lecont que haba visto al doctor Chambers y que haba registrado el campo. Yo sentamucha curiosidad por saber qu haba sido de la cabeza, pero no consegu hacerlehablar. Segua sumido en su amargura y, al parecer, no oa lo que yo le deca.

    Cuando llegamos a su casa sigui sentado en el coche, con la cabeza abatida.

    Hemos llegadoanunci.

    Al cabo de un momento me contest, con voz vacilante:

    Entra t primero, y... mira si est ella ah.

    Aquello era pattico. Entr y mir en todas las habitaciones, seguido del gatito, quemaullaba. Las cosas de Mary estaban por todas partes, especialmente en el dormitorio;pero Mary no se encontraba all, como es natural, y nunca ms lo estara. Sal y se lodije a Tom. El suspir.

    Tengo miedo de entrarme confes. Te importara que pasara la noche entu casa?

    Yo le dije que me agradara mucho. No quera dejarlo solo en aquella casasilenciosa.

    Ah est el gatitome dijo. Debe de tener hambre. Quieres darle de comer?En la nevera habr algo. Yo ir a ocuparme de Pinto.

    Baj del coche y se encamin a la parte de atrs. Yo volv a entrar y di de comer algatito. Luego, Tom regres y fuimos a mi casa.

    Mi padre estaba all; pero conseguimos esquivarle y nos preparamos unas bebidasen la cocina. Despus de llevarlas al saln, le explicamos lo que haba ocurrido.

    Al principio se mostr francamente incrdulo. Cuando comenz a creer en loocurrido, se afect tanto que, al principio, no pudo hablar.

    Qu explicacin tiene esto que ha ocurrido?le pregunt Tom ansiosamente.Mi padre es ingeniero mecnico; pero, naturalmente, no supo explicar nada.

    Lo ms importante fue lo de la cabeza!exclam Tom. No cay; quedflotando! Flot hacia el este en lnea recta, atravesando la alambrada, el camino, loscampos y los rboles del otro lado; atravesndolo todo. Atraves por completo nuestragranja. Descendi al pasar sobre el estanque, y lo atraves casi a ras de la superficie.Yo di la vuelta al estanque. Llegu a tiempo para encontrarla al otro lado. Luego, ella

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    sigui adelante, Pero cuando lleg al lago, de este lado del State Park, pas rozando lasuperficie y creo que se hundi all, porque no la vi ms. Cmo puede haber sucedidoeso?

    Como es natural, no se nos ocurri ninguna respuesta.

    A m prosiguime parece que al final era ms ligera, es decir, ms tenue,casi transparente, como si se estuviera disolviendo. Y hubo algo ms. Pens quecomenzaba a ver los contornos del cuerpo de Mary junto con la cabeza... vagamente...pero no estoy seguro. Estaba ya en la mitad del estanque.

    Nos quedamos sentados un momento, reflexionando acerca de lo que haba dicho.

    Una cosa est clara le seal a mi padre. El objeto no obedeca las leyes dela gravedad. Creo que debera decirse que pareca no obedecer a las leyes de lagravedad, pues nada puede ser independiente de ella. El objeto no cay. Por eso, talvez tenga algo que ver con otras dimensiones. Algo especial relacionado con elespacio, el tiempo, la materia, la electricidad, la gravedad. No s cmo expresarlo

    debidamente. Sabemos que hay dimensiones extra en las matemticas, aunque no sonms que conceptos, abstracciones; tiles en los clculos, pero sin realidadcorrespondiente. Claro est que ha habido teoras e historias que trataban de larealidad material. Puede ser esa la solucin?

    Mi padre reflexion un momento.

    Parece lo ms probable... aunque debo decir que eso no explica nadamecontest. S tanto de esas cosas como t. Tendrs que hablar con un fsico terico.

    Herzog!exclam. El lo sabr, no es cierto? Se ha dado tanta publicidad asu Teora del Campo Completo!... Eso incluye la gravedad.

    Su teora no es ms que una teoradijo mi padre. Ms an; se sabe que esimperfecta. Tiene un defecto. Es algo maravilloso, un paso hacia adelante de granimportancia, explica claramente algunas inconsecuencias anteriores; pero los fsicosdicen que hay un fenmeno que no puede explicar. Lo llaman la excepcin. Dicen queHerzog est trabajando para explicar esa inconsecuencia... l y los dems tericosimportantes del mundo.

    Cree que l puede explicarnos lo que ocurri?pregunt Tom.

    Lo dudodijo mi padre, que se levant y tom un delgado folleto de unaestantera. Aqu tiene su Teora del Campo: veintiuna pginas, casi todas desmbolos y ecuaciones. Al final, todo se condensa en cuatro cortas ecuaciones. Y tal

    vez contengan algn error. Ni siquiera estn seguros.

    Abri el folleto al azar, se alz de hombros y se lo entreg a Tom. Este lo mir aquy all, sin saber qu hacer.

    Se han vendido miles de ejemplares, casi todos como regalos de recuerdo. Entodo el mundo no hay ms que un puado de hombres capaz de comprender lo que sedice aqu; solo los especialistas; los mejores cerebros cientficos. Para el pblico... para

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    usted y para m... el libro no es ms que una curiosidad, algo que impone respeto; laprueba de que el mundo es maravilloso y de que existe el genio.

    Hubo un silencio mientras Tom hojeaba unas cuantas pginas.

    Entonces, el secreto se encuentra aqu? dijo con abatimiento.

    - funcional. En uno de los equipos, todos los valores son los usuales. Agregue unamperio en cualquier parte, y de repente hay un cambio vivo, un fenmeno nuevo...Algo as.

    La explicacin me pareca razonable, pero a Tom no le sirvi de nada aquellanoche.

    Una y otra vez exclam:

    Si hubiera muerto de un modo normal!... Podramos haberla enterrado como alos dems... con su cuerpo completo.

    No haba medio de consolarlo. Por fin nos fuimos a la cama. Yo llev a Tom a lahabitacin de invitados, y me qued con l hasta que se desvisti y se acost. Me fui ami habitacin, agotado, y me dorm en seguida.

    No dorm mucho tiempo. So que oa a alguien abajo, telefoneando. Al cabo dealgn tiempo, me despert un ruido en mi habitacin. Cuando encend la luz me vi anteTom, completamente vestido. Me dijo:

    He descubierto dnde vive Herzog. Voy a ir para preguntrselo.

    Por amor de Dios, vulvete a la camaexclam, despertndome del todo.Es el nico que puede explicarnos lo que ocurri.

    No creo que pueda explicarlorepliqu. Y si pudiera, no lo hara. Crees quepuedes irrumpir as en su casa, a medianoche? Vulvete a la cama. Ya veremos lo quepuede hacerse maana.

    No puedo aguardar, Jack... no puedo soportarlo! exclam. Quiero quevengas conmigo. Si no vienes ir yo solo.

    Impetuoso, terco: as era Tom. No pude disuadirlo. Bastante enojado, me levant y

    me vest, pensando que mi parte en la excursin se limitara a impedir que Tom fuera ala crcel.

    El sac el coche del garaje a la calle, empujndolo para no despertar a mi padre.Gradualmente, por el camino a la ciudad, la clera se me fue pasando. Trat de hablarcon Tom, convencerlo de que debamos regresar; pero fue intil. Atravesamos elpuente de Triboro y cruzamos la ciudad. Eran poco ms de las dos cuando nosdetenamos frente a una estrecha casa particular de cuatro pisos, en el extremooccidental de Washington Heights, mirando al Hudson.

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    El barrio era solitario y estaba desierto. En los edificios de apartamentos se veanpocas luces, y ninguna en la casa de Herzog. Me sent como un criminal, al pensar queinvadamos la intimidad de medianoche del gran hombre, buscando la respuestairracional que Tom deseaba. Por ltima vez, procur disuadirlo:

    No podemos hacer eso, Tom! Quien venga a abrir la puertase pondr realmente

    furioso. No querrn despertarlo. Harn que nos detengan!Pero Tom insisti tercamente:

    Herzog est levantado. Trabaja de noche; todo el mundo lo sabe.

    Yo contemporic:

    Entonces, vamos primero a ver si hay alguna luz en la parte de atrs de la casa.Si no hay ninguna, nos volveremos.

    Consegu que me lo prometiera. Dejamos el coche y fuimos hasta un patioposterior, por un callejn de servicio que haba en el edificio de al lado. Arriba, en elltimo piso de la casa de Herzog, se vean dos ventanas iluminadas. Gem. Sin deciruna palabra, Tom me llev de nuevo hacia la fachada de la casa y puls el timbre.

    Omos cmo sonaba y aguardamos. No tuvimos respuesta. Tom llam de nuevo,con un toque ms prolongado, y repiti la llamada varias veces, pero nadie vino.

    Bueno, no podemos hacer mssuspir aliviado. Est trabajando, y nadieabre la puerta.

    Tom prob el tirador. La puerta se abri. Tom murmur:

    Vamos a buscarloy entr.

    Luego de vacilar un momento, yo le segu, callndome mis protestas.

    No se oa nada en el estrecho portal; todo el mundo pareca dormido. Una luz dbilque haba en el descansillo del segundo piso iluminaba apenas los escalonesalfombrados. Subimos de puntillas. Dos luces ms, en los descansillos siguientes, nosmostraron el camino, y por fin nos encontramos en el ltimo piso.

    Delante de nosotros haba una puerta entornada. Por la rendija sala la luz viva dela habitacin cuya ventana habamos visto desde el patio. Tom se acerc con pasoquedo, y yo le segu. Nos vimos en el umbral de una gran habitacin rodeada deestanteras con libros. A la izquierda haba un escritorio y una silla. Al otro extremo,

    entre las dos ventanas de atrs, una mesa grande, y sentado a uno de sus extremos,leyendo, se encontraba el hombre al que habamos ido a ver.

    Me qued mirndolo. Aquel era Herzog, el ms grande de los fsico tericos;aquella, la cabeza famosa y extraordinaria que haba aparecido miles de veces entodos los diarios del mundo. Como en las fotografas, el crneo y la cara estabancubiertos por un pelo cerdoso y uniforme, color canela, de unos dos centmetros delargo. Las cejas eran dos mechones, tambin de cerdas. Aquella piel hspida que lacubra haca parecer la cabeza ms grande de lo que realmente era y ocultaba por

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    completo la expresin de la cara. En medio de ella se vea un anticuado par de lentes,sujetos en la nariz.

    He dicho que Herzog estaba leyendo; pero habria sido ms exacto decir queestaba cotejando. A su izquierda, en la mesa, descansaba un gran libro, que lmantena abierto y empinado con la mano izquierda; enfrente haba otro, que sujetaba

    de modo similar con la otra; y a su derecha, sobre la mesa, se vea un tercero: unfolleto. Los anteojos colocados en el centro de aquel felpudo esfrico miraban de uno aotro libro, a intervalos irregulares. Habamos traspasado el umbral de la puerta; pero elsabio no pareca haber notado nuestra presencia.

    Al cabo de un momento, Tom avanz silenciosamente por la habitacin, y yo losegu. Herzog no interrumpi su trabajo. Yo estaba azoradsimo. Estoy seguro de queTom lo estaba tambin, porque vacil en importunarlo.

    Nos quedamos as, quiz medio minuto, aunque a nosotros nos pareci muchoms. Luego, dirigindonos una mirada brevsima, Herzog dijo en voz baja:

    Vyanse de aqu e inmediatamente volvi a su trabajo.Nos quedamos paralizados, como un par de idiotas. Yo estaba ms decidido que

    nunca a dejar que Tom fuera el condenado. Transcurri otro minuto ms.

    Mrchense insisti Herzog, dirigindonos de nuevo una breve mirada; y volvitan rpidamente a sus confrontaciones que nos hizo perder an ms el aplomo.

    S, nos quedamos all como idiotas, pero estbamos tan sorprendidos!... Allestaba aquel hombre nico, trabajando en plena noche, a alturas inaccesibles paranosotros, mientras a su alrededor, a lo largo de kilmetros enteros, dorman dosmillones de seres en la gran ciudad... Y all estbamos nosotros, mserosdesconocidos, que habamos entrado ilegalmente en su casa, subiendo hasta suhabitacin (intrusos con intenciones ocultas; locos u hombres peligrosos); y l nodemostraba ninguna inquietud; ni siquiera se preocupaba por nuestra presencia, y solose limitaba a alzar brevemente los ojos y decirnos un par de veces:

    Mrchense.

    Qu clase de concentracin, de aplomo, de valor era el suyo?

    Por fin, Tom se aclar la garganta y habl:

    Seor Herzog...

    El fsico sigui consultando sus libros y, poco despus, levant los ojos.

    Quieren hacer el favor de irse? nos pidi, con voz ya un tanto irritada.

    Por favor, seor Herzogdijo Tom. Es algo muy importante... Hemos venido...Creo que le interesar...Se detuvo, nervioso, desconcertado, sin saber cmo seguir.

    Vamos, hable! Qu le pasa?

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    Ha ocurrido algo... en los laboratorios Wilson de Long Island... a mi esposa.Nosotros somos las dos nicas personas que pueden explicarlo... Se hallaba en mediode un campo y desapareci! No vimos ms que la cabeza y un contorno vago yvaporoso de su cuerpo! Se alej flotando! Yo la segu durante kilmetros enteros. Fueanoche. Pensamos que es algo que tiene que ver con otras dimensiones... S, y con lagravedad, porque su cabeza no cay: flot... flot a lo largo de un gran trecho, y yo la

    segu. Atraves una alambrada! Ya s que parece una locura, pero as fue.Acud en ayuda de Tom.

    Yo tambin lo vi. Fue como l dice. Los dos trabajamos all: yo soy ingeniero, y lelectricista. Se lo dije al doctor Chambers, el jefe del laboratorio; pero no me crey; asque hemos venido a verlo a usted porque pensamos que es la nica persona quepuede explicarlo.

    Me detuve. Por un momento rein el silencio, mientras Herzog nos miraba: a m,con mi raspadura en la mejilla; a Tom, con su frente vendada. Luego, los labios delfelpudo se entreabrieron, y el hombre repiti:

    Mrchense.

    Al or aquello, Tom dio un paso hacia adelante.

    Fue realmente as!exclam excitado. No estamos locos. No fue una ilusin.Desapareci. Su cabeza se alej flotando. Era mi esposa. Jack lo vio tarnbin!

    Hizo una pausa momentnea y luego le cont de nuevo toda la historia,comenzando por el principio y coordinndola bastante bien. Herzog lo escuch sinmover otra cosa que los ojos; ni siquiera dej los dos libros que sostena. Terminada lahistoria, Tom sac el folleto que le dio mi padre: la Teora del Campo Completo, deHerzog. Yo no saba que lo haba llevado.

    La explicacin se encuentra aqudijo Tom. Es su libro: su Teora del CampoCompleto. No puedo comprenderla; casi nadie la comprende; pero usted s, porque laescribi. La cabeza no cay, no!... Y aqu, en su libro, figura tambin la gravedad.Usted entiende esas cosas. No tengo a nadie ms a quien dirigirme. Hizo una pausa,mientras Herzog segua mirndolo. Oh!, no me cree?

    Creo muy pocas cosasdijo tranquilamente Herzog. Creo en trminos deprobabilidad. Encuentro extremadamente improbable lo que me ha dicho. Yo leconcedera una probabilidad en un milln. Si pudiera darle una probablidad entre diez,tal vez me interesara. Y lo mismo le pasara al doctor Chambers. Ahora he odo ya suhistoria. A menos que tenga usted algo ms que agregar a ella, tengo que pedirle quese vaya.

    Tom, buscando desesperadamente un medio de continuar la entrevista, le dijo:

    Entonces, finja creer que le decimos la verdad. Si fuera como le decimos, si lofuera, cmo lo explicara usted? Creo que no puede hacerse nada... que nada medevolver a mi esposa. Pero si al menos supiera lo que le ocurri...! Ha muerto comomueren los dems? Qu pas con su cabeza? Y por qu pude ver su cuerpo alfinal? Si usted pudiera ayudarme a comprenderlo!

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    Al or aquello, Herzog dej caer los dos libros que mantena sujetos y se quit losanteojos.

    Comprender?exclam con aparente irritacin. Qu es eso? Cmopodemos comprender nada? La gente nace y muere. Entiende usted eso? Yo no.Algunos hombres mienten, engaan y matan; otros mienten muy poco y no matan.

    Comprende eso? Pues yo no. Un ratn encuentra un pedazo de queso y se lo come.Lo entiende usted?... Ni yo tampoco. Yo levanto un libro, lo suelto, y se cae al suelo.Cree que yo comprendo eso? Pues no lo comprendo en absoluto.

    Al pronunciar las ltimas palabras tom los dos libros y volvi inmediatamente a sutrabajo. Al cabo de un segundo, nos despidi con una decisin tan repentina y rotundacomo un estallido.

    Murmurando excusas y gracias, salimos de la habitacin. Me encontr en el coche,sin que pudiera recordar cmo haba llegado hasta all.

    Durante nuestro regreso por la ciudad, Tom sigui sentado junto a m, con la

    cabeza baja, abrumado. Por fin murmur:Ni siouiera l lo comprende. Nadie lo comprende... Nadie! A la luz de los faros

    pude ver que haba lgrimas en sus mejillas.

    No puede ser gran cosame aventur a decir. Ella no estaba enojada contigo.Recuerdo que cuando vino me pareci maravillosamente alegre y feliz.

    Esa fue la causa!exclam. Nunca la haba visto tan afectuosa delante de losdems. Me trajo un termo de caf, sin que yo lo necesitara, pues yo sala a las doce.Pero ella quera verme; no por nada especial, sino porque simplemente quera verme.No quera esperar ni siquiera tres horas. Vino montada en Pinto. T sabes que le tenaun poco de miedo; pero no pudo esperar las tres horas y vino montada en Pinto, paratraerme el caf, porque quera estar unos momentos conmigo... O su voz. Ella se meacerc corriendo, y yo sal a su encuentro. Nos besamos. Le dije que no necesitabahaber venido; pero ella me contest: "Quera venir". Nos quedamos all, casiabrazados; pero yo me senta incmodo, porque, pensaba que los muchachos podanestar mirando y no quera que nos vieran tan afectuosos. En eso soy muy raro: nuncapude mostrarme tierno delante de los dems, especialmente delante de losmuchachos... Jerry se estara riendo de m un mes. Mary lo saba muy bien; peroaquella noche no pareca importarle. Cuando menos lo esperaba, me bes en la nuca.Me enoj. Dios me lo perdone, pero me enoj! No quera que los muchachos vieranaquello. Estaba avergonzado. Piensa en eso! Yo, el hombre ms afortunado delmundo!... Pero cmo poda esperarme lo que iba a ocurrir? Me enoj, pero ella no le

    dio importancia. Se senta contenta, desbordante de afecto. Creo que deba ser por elnio, pues en casa se pona muchas veces as, desde que supo que bamos a tenerlo.Por eso me enoj; y cuando ella se march y se volvi desde lejos para saludarme conla mano, yo no le contest. Oh, Jack, lo que hice fue algo terrible! Pero todo se habraarreglado cuando yo hubiera vuelto a casa. Me entusiasmaba que ella fuera as, perono quera que lo hiciera delante de los muchachos. Me salud con la mano, y yo mequed all, sin hacer nada Dios mo, ella me salud con la mano, y yo no le contest!...Y entonces ocurri el accidente.

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    Le dije:

    Nadie poda saber lo que iba a ocurrir. Fue una mala suerte que ocurrieraentonces.

    Qu fras resultaban mis palabras! No podan influir en l. Durante algn tiempo

    permaneci silencioso; luego, de repente, exclam en voz baja: Si al menos hubiera simplemente muerto...! Quiero decir que, si tena que

    morirse, habra sido mejor que se hubiera puesto enferma, y yo la hubiera cuidado yhubiera sido bueno con ella, antes de que muriese. Y luego, la habra enterrado yhabra sabido dnde estaba. Pero de este modo... Dnde est? Ha muerto comomueren los dems? La volver a ver cuando yo muera? O estar en otra parte?

    Yo le asegur que la vera.

    Pero se ha ido... ha desaparecido; excepto que...

    Es igual.

    De nuevo volvi a guardar silencio unos momentos, y a la luz de los faros lo vierguirse en el asiento, fijando tristemente los ojos en un punto situado frente a l.

    Tuve que seguirla dijo. Me pareci que sufra; por lo menos, al principio. Susojos se abrieron... Oh, eso fue horrible! Me imagin que vea moverse sus labios. Creque iba a decir algo, o a intentarlo; pero solo fue un momento. Luego flot haciaadelante. Yo no poda comprender la expresin de su cara. Sin embargo, me esforcen comprenderla; corr y mir; mir; me ca, me levant; corr en torno a ella, mirndolaconforme daba vueltas, pero no pude comprender nada. Sus ojos se abrieron y secerraron varias veces! Yo estaba aterrado. Durante un rato sent nuseas. Pero ella nodijo ni hizo nada; realmente, no pareca que quisiera hablar; ni

    siquiera que se diera cuenta de que yo la segua. Cmo pudo pasar a travs de laalambrada... y de los rboles? Pareca slida excepto al final; pero puedo habermeequivocado. Por qu se hundi en el agua?

    Lo nico que yo poda decir es que nadie era capaz de explicar esas cosas. Le dije:

    Era algo nuevo; pero eso no quiere decir que se tratara de algo fuera de laNaturaleza. Es simplemente que est ms all de nuestra comprensin. Recuerda loque dijo Herzog: ni siquiera comprenda por qu el ratn come el queso, o por qu caeel libro al suelo. No explica nada el decir que el libro cae por causa de la ley degravedad o que el ratn come el queso porque tiene hambre.

    Segu hablando as, un rato. Pero no poda calmarlo.

    S, fue algo nuevo... y tuvo que ocurrirle a Mary... y ocurrir en el preciso momentoen que no debera haber ocurrido. Me pill desprevenido. Me dej con un sentimientode culpabilidad, y ahora no puedo hacer nada por remediarlo. Nunca podr sincerarmecon ella. Nunca podr decirle que estoy arrepentido; no podr, no, en todo lo que mequeda de vida. Y eso no es justo.

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    Claro que no lo era... pero acaso lo es algo en la vida?

    Por ltimo, Tom fue volvindose ms silencioso y amargado.

    Me pidi que lo dejara en su casa. Detuve, pues, el coche delante de ella. Noquera dejarlo solo; pero l insisti, y yo le dije que durante el da pasara a verlo.

    Cuando llegu a casa, la aurora clareaba en las copas de los rboles.Aquel era el da en que la "nueva cosa" iba a descargar otro golpe.

    Me despert a las once. Llam en seguida a Tom, pero no obtuve respuesta.Despus de vestirme y desayunar, fui en el coche a su casa. Lo que vi me dejaturdido y mudo.

    Pareca que un tornado haba pasado por all. Todas las ventanas estabandestrozadas. Alrededor de la casa se vean montones de ropas rasgadas y mueblesrotos. Cerca de ella haba pequeos grupos de vecinos, mirndola con la boca abierta yhablando. Sal

    del coche. Pregunt qu haba pasado.

    Me dijeron que Tom se haba vuelto loco. La polica se lo haba llevado. A eso delas seis y media, haba empezado a arrojar cosas por la ventana. Haba perdido porcompleto el dominio de si. Rompi mesas; tir por las ventanas sillas, lmparas y cosasparecidas; destroz contra la pared sus aparatos de radio y televisin; subi corriendoal piso de arriba y rompi todas las ventanas; tir por ellas la ropa de cama, losvestidos y los zapatos, y luego fue destrozando todo lo que encontraba a su paso.

    Cuando lleg por fin la polica, la devastacin haba terminado. Lo encontraron enla puerta, sosteniendo cuidadosamente en sus manos el cuerpo de un gatito muerto,cuando iba a llevarlo al cubo de la basura. Me dijeron que tenia la cara y las manosensangrentadas; las lgrimas le corran por las mejillas, mezclndose con la sangre, ya veces deca cosas que ellos no pudieron comprender; pero, al parecer, le habapasado ya la violencia del ataque. Lo haban llevado a la comisaria de Pemberton; yalguien dijo que de all lo haban trasladado a la sala de psicticos del hospital generalde Pemberton, donde lo tenan en observacin. No se haba resistido.

    Entr en la casa. Mir por todas partes. El piso bajo era un verdadero desastre.Arriba, igual. En el dormitorio no haba ms que el marco de la cama y un montn defragmentos (maderas, cristales, ropas); la ventana era un rectngulo vaco, y el colchnestaba caido sobre el suelo.

    Qued abrumado. Pobre hombre! Busqu el telfono; pero estaban arrancados los

    hilos.

    En casa de un vecino, llam al hospital. No quisieron decirme nada ms, exceptoque haba ingresado all.

    Fui al hospital. No me dejaron verlo; pero el jefe de psiquiatra s quera verme a mi,y me llevaron a donde l estaba.

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    Me dijo que, por el momento, Tom estaba en una celda aislada, razonable yarrepentido, pero amargado y melanclico. Me dijo tambin que no haca ms quepreguntar por m. Despus, el mdico se dedic a sonsacarme todo lo que yo sabia dela vida de Tom en general, especialmente respecto a la causa de aquel ataque. Perodej escapar que haba estado tratando de localizar a la mujer de Tom; y, por como lodijo, comprend que Tom no le haba contado nada de lo ocurrido; as que me call

    tambin el incidente. El doctor pareca muy disgustado por la falta de informacin.Desgraciadamente, sabia que haban llevado a Tom al hospital el da antes. Me dijoque Tom estaba bajo observacin, y no me permiti verlo.

    Aunque me preocupaba Tom y su internamiento, volv a casa. All medit unatctica para conseguir verlo y, despus de la cena, volv al hospital a ver de nuevo almdico. Le cont que Tom haba sido siempre normal, pero que haba sufrido unafuerte impresin y que cualquiera habra estallado en circunstancias parecidas; le dijeque la mujer de Tom se haba ido y que nadie podra interrogarla; le asegur que yotenia todos los informes necesarios para dejar en claro el asunto, pero que antestendra que permitirme hablar en privado con Tom, porque yo no hablara sin permisode l. Consegu que accediera a mi peticin. El mismo me llev a travs del pabelln

    de psiquiatra, hasta el lugar donde se encontraba Tom.

    Por el camino me fui fijando en todo lo que vea. Los corredores por dondepasamos estaban guardados (al parecer), por parejas de enfermeros con batasblancas. La mayora de las puertas estaban abiertas, descubriendo habitacionesparecidas a las de cualquier vivienda. Haba una gran sala de donde venia ruido demsica y voces. Acort el paso al pasar frente a ella, y vi que dentro haba unas cienpersonas, hombres y mujeres, todos vestidos con trajes de calle, en su mayor partebailando y, al parecer, muy divertidos. Por su aspecto, aquello pareca un baile normal,aunque los hombres y las mujeres eran, por lo general, de bastante edad. Me acerqual doctor y le pregunt qu era aquello.

    El baile semanalme contest, para los internados que han mejorado losuficiente. En lo posible, ofrecemos a los enfermos el mismo ambiente de relacionessociales normales que tendran fuera de aqu. La nica diferencia es que tenemos queprotegerlos de todo lo que pueda alterarlos.

    Pero no es peligroso dejarlos que se renan as?le pregunt.

    Es muy bueno para ellos.

    Y si se portan de un modo irracional unos con otros? Qu pasara si algunosse volvieran violentos? No los imitaran los dems ?

    Pasa a veces, pero es poco corriente y no hace mucho dao. Todos saben porqu estn aqu, y no les extraan ciertas cosas. Comprenden que su salida del hospitaldepende de su conducta. A la mayora de ellos les gusta bailar. Como es natural,nuestros pacientes estn clasificados de distintos modos. Conforme van mejorando, losponemos en grupos ms avanzados y se les anima a tomar parte en mayor nmero deactividades.

    Todo aquello era nuevo e interesante para mi. Tomamos un ascensor hasta elcuarto piso. All, las habitaciones no tenan puertas. En el corredor haba otra pareja de

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    enfermeros vestidos de blanco. Un poco ms all, nos detuvimos al llegar frente a unade las habitaciones sin puerta.

    Era una celda de reclusin. Vi que las paredes no estaban acolchadas como yohaba esperado, sino que eran planos lisos de plstico en dos tonos de marrn. Nohaba ninguna ventana en la habitacin, y en esta se vea un solo objeto: una

    plataforma grande, baja, cubierta de lona, sujeta firmemente al centro de la pieza.En un rincn de la plataforma, sentado, con los brazos en torno a las rodillas, se

    hallaba Tom. Iba vestido con un pijama. Debajo del mechn rojizo de la frente llevabaun nuevo vendaje, y en su cara y manos se vean manchas oscuras de toques de yodo.Su cara tenia una expresin hosca y amarga. Sentado de aquel modo, pareca unanueva y peligrosa clase de hombre mono. Pero no tenia nada de peligroso: no era msque mi antiguo y juvenil amigo Tom, impetuoso, desgraciado, mortalmente apenado, yahora en un aprieto. Al verme, su cara se suaviz, baj de la plataforma y se acerc ami.

    El psiquiatra nos mostr claramente que estaba dispuesto a or lo que se deca;

    pero yo insist en nuestro acuerdo y le obligu a situarse fuera de la puerta, en un lugardonde poda vigilarnos, mientras Tom y yo nos retirbamos al rincn ms apartado dela habitacin y comenzbamos a hablar en voz baja.

    Sabes lo que hice?me pregunt Tom con timidez.

    S, estpido le repliqu. Creo que ests realmente loco.

    Quiz lo estuve dijo, haciendo una mueca durante un corto tiempo. Pero noaguantaba ms, Jack. Estaba a punto de estallar. Las cosas de Mary por todas partes...Record otras mil cosas: nuestros planes, el hijo que bamos a tener... y que ahora ellahaba desaparecido de aquel modo. Eso fue lo que me puso asi. Comenc a romper y

    a romper... Aquello me aliviaba. En cuanto termin con todo, volv a ser el mismo desiempre.

    Bueno, lo siento mucho. Toda tu casa est deshecha. No ha quedado ni uncachivache til.

    No me importa. Nunca ms podra volver a vivir all.

    Por lo visto, durante algn tiempo vas a vivir en esta plataforma le dije.

    El pensamiento no pareci agradarle. Me dijo que, cuando lleg la polica, el estabaya completamente bien; que ni siquiera haban tenido que darle un sedante. Me dijoque, a pesar de eso, haba intentado escapar, pero que le fue imposible por la

    vigilancia de los enfermeros. Y me cont cmo trabajaban.

    Parece fcil escaparse... No hay puertas, ni enfermeros cerca de uno; pero nopuede hacerse. Lo intent dos veces, pero me detuvieron y me trajeron aqu de nuevo;sin hacerme dao, desde luego, y hasta sin enojarse. Saben jiujitsuy son hombresfuertes. Me lo explicaron todo. No tienen puertas porque as los enfermos no se sientenenjaulados y abandonados, y tambin para estar al tanto de lo que pasa. Uno est enperfecta libertad de intentar escaparse; puede intentarlo; pero entonces ellos lo sujetany lo vuelven a traer aqu; siempre sin hacerle dao, por ms cosas que uno les haga.

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    Se puede intentar cincuenta veces, y las cincuenta lo traern de vuelta. Dicen quetodos los enfermos, por locos que estn, aprenden muy pronto que no les convienesalir de esa puerta.

    No le hablaste de Mary al mdico, no es cierto?le pregunt.

    No. No estoy tan loco. Me dejaran encerrado aqu para siempre. Le hablastet?

    Oh, no! Entonces me habran encerrado a m. Pero ahora tenemos que idearalgn medio para que salgas de aqu. El mdico empieza a mostrarse impaciente.

    Y qu podramos decirle?me pregunt melanclicamente Tom. Desdeluego, no creer la verdad.

    Antes no se me haba ocurrido ningn plan, y en aquel momento tampoco se meocurra. Por un momento nos quedamos mirndonos lgubremente, buscando algunaidea. Al ver que estbamos callados, el mdico entr de nuevo en la habitacin.

    Y bien?

    Mi amigo no me permite que le diga nadale declar. Los dos podramosexplicarle lo ocurrido, y si usted nos creyera lo dejara marchar; pero no nos creera. Nosabemos qu hacer.

    Aquello no le gust al mdico. Prosegu:

    Pero los hechos que a usted le conciernen son muy sencillos. A mi amigo leocurri algo anteanoche. Yo mismo lo vi. Tuvo un ataque de desesperacin, y lo hantrado aqu. Si yo le dijera a usted lo que vi la otra noche, me pondran en la habitacinde al lado.

    El doctor sonri, se alz de hombros y agit la cabeza. Yo insist:

    Lo que ocurri no le concierne a usted! Este hombre es normal, aunqueimpetuoso. Tuvo un arrebato, porque le ocurri algo terrible; pero eso ha terminado ya.No hay ningn peligro en dejarlo marchar.

    Mientras yo hablaba, el gesto del mdico cambi. Me mir a los ojos y mepregunt:

    Dnde est la mujer de l?

    Fue una pregunta embarazosa. Me imagin a Tom encerrado en aquel lugardurante semanas enteras, mientras la polica buscaba a Mary... o su cadver. Yovacilaba, buscando la mejor respuesta, cuando el silencio general del ambiente serompi, y el mdico volvi la cabeza para escuchar. A lo lejos, en alguna parte, unamujer haba comenzado a gritar con gritos tan agudos que helaban la sangre. Otrosgritos se unieron en seguida a los suyos. Inmediatamente se produjo una granconfusin de gritos, chillidos, voces y lamentos. En algn lugar del edificio ocurra algoque excitaba terriblemente a los enfermos. Parecan aterrorizados.

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    Por un momento, el mdico vacil; luego le dijo a uno de los enfermeros:

    Venga conmigo.

    Y los dos echaron a correr vestbulo abajo. Entonces se oy el estridente sonido deun timbre de alarma. Al mismo tiempo, alguien comenz a aullar como un frentico. El

    enfermero que quedaba me grit:Cuide de su amigo!y desapareci de all.

    Yo corr a la puerta, y lo vi luchando con un enfermo que se encontraba variaspuertas ms all. Inmediatamente me volv hacia Tom y dije:

    Esta es tu oportunidad! Vamos!

    Echamos a correr por la galera, hacia los ascensores, sin hacer caso delenfermero que nos gritaba que nos detuviramos. Cerca de los ascensores seencontraba la salida de incendios. Comenzamos a bajar por ella, de dos en dosescalones. El ruido del pnico distante se iba intensificando. Al llegar al piso bajo, abrla pesada puerta y asom la cabeza.

    En el corredor reinaba la ms absoluta confusin. Veintenas de pacientes iban deun lado para otro, cometiendo toda clase de excesos: riendo, llorando, gimiendo,gritando, chillando y haciendo toda clase de gestos. Era una locura colectiva en unacasa de locos. No puedo describirla de ningn modo.

    Nos aventuramos entre ellos. Unos cuantos enfermeros se ocupaban en serenar alos pacientes, pero se vean frente a un trabajo mprobo. Atraves aquel horror todo lorpidamente que me fue posible, conduciendo a Tom ms all de la habitacin dondeantes se bailaba. Entonces vi que el pnico se haba iniciado entre los bailarines. En lasala haba an veintenas de pacientes. Dos de ellos se retorcan en el suelo, presas deun ataque. Otros corran locamente de ac para all, con los ojos muy abiertos,aullando, sealando al techo, agitando los brazos y gritando disparates. Pero yo vi todoaquello en una sola mirada, porque seguimos marchando a lo largo del corredor.

    Hasta entonces, todos los pacientes que haba visto iban con trajes de calle;despus comenc a ver algunos en pijama, que parecan venir de otro corredor.Mientras nos abramos paso entre ellos, a codazos, un enfermero, momentneamentelibre, quiso echarse encima de Tom. Yo extend el brazo para impedrselo, y mientras lse tambaleaba nos escabullimos entre un grupo de enfermos enloquecidos.

    Durante todo aquel tiempo casi no haba prestado atencin a lo que gritaban lospacientes, ya que todo era disparatado; por consiguiente, no tena ni idea de lo que

    haba causado el pnico. Bastante ocupacin tenamos con bregar por abrirnos paso atravs de tantos locos.

    Llegamos a un punto donde el corredor comunicaba con las oficinas de recepcin.Me bast una mirada para ver que las puertas estaban guardadas. Retroced de nuevoal corredor y entr en una de las habitaciones exteriores. Tom pareci leerme elpensamiento, pues mientras yo corra a una ventana, l corri a otra. Unos segundosms tarde nos hallbamos fuera, sobre el csped.

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    Sguemele dije a Tom. He trado el coche.

    Atravesamos corriendo el jardn hasta la puerta, Tom vestido con su pijama,pisndome los talones; y, unos minutos ms tarde, tena a Tom en mi casa. Mi padreno se encontraba en ella. Lo primero que hice fue poner la radio, porque saba quetransmitiran un boletn, avisando a Long Island respecto a la fuga de Tom. Acababa de

    preparar un par de bebidas cuando lo transmitieron. El locutor dijo: En el pabelln de psiquiatra del hospital general de Pemberton ha habido un

    pnico. Todava no se ha podido dominar a los enfermos. Un nmero indeterminado delocos ha conseguido escapar. Se avisa a sus parientes y a los residentes de LongIsland en general, para que los busquen. Lo mismo pueden ir vestidos con trajes decalle ordinarios que con pijamas. Si ven a alguien que se conduce de un modoanormal, detnganlo y, de ser posible, avisen a la comisara ms cercana. Procedancon tacto y cautela, sganles la corriente y no se asusten. Tal vez estarn excitados,pero en su mayor parte no son peligrosos.

    Luego leyeron una lista de las comisaras cercanas y de sus nmeros de telfono.

    No dieron ninguna noticia especial sobre nosotros.

    Hablamos. Tom estaba cada vez ms abatido, y yo trat de animarlo.

    Veinte minutos ms tarde, cuando bebamos la segunda copa, transmitieron unsegundo boletn que nos caus una terrible impresin. Interrumpiendo un programa demsica de baile, el locutor dijo:

    Segn las noticias que han llegado a nuestra sala de redaccin, lo que caus elpnico entre los enfermos mentales del hospital general de Pemberton fue unaalucinacin general. Ocurri entre un grupo de unos cien pacientes que estabanreunidos en un baile. Los enfermos dicen que, mientras bailaban, vieron aparecer derepente dos cabezas en uno de los extremos de la habitacin, pegadas casi al techo.Ambas eran cabezas de hombres, una de ellas con un pequeo bigote. Los objetosflotaron hasta la pared de enfrente, y la atravesaron. El pnico se iniciinmediatamente. El doctor R. A. Connolly, jefe del departamento psiquitrico, declaraque el pnico fue producido por histerismo contagioso. El doctor Connolly se encuentraahora en el hospital. Los enfermos estn siendo rpidamente dominados. Se cree quehuyeron unos pocos. Los jefes del hospital nos aseguran que el incidente ha terminado.Se est interrogando a los enfermos y a los enfermeros, para tratar de descubrir cmose produjo la alucinacin.

    Tom y yo nos miramos alucinados. La "nueva cosa" haba descargado otro golpe.Haba ocurrido un segundo acontecimiento extraordinario, y dos seres humanos mshaban sido arrebatados. Tom me dijo, en voz baja:

    Eran mis compaeros. Jerry llevaba un pequeo bigote. Eran Jerry y el viejoWilliams. Sucedi a la misma hora de la noche, y ocurri lo mismo que con Mary.Deben de haber estado en el mismo lugar del campo.

    Y las cabezas siguieron la misma direccin coment yo; esta vez,atravesando el pabelln de psiquiatra del hospital, la otra, pasando por el campolimtrofe.

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    As que he asesinado a dos personas ms murmur Tom.

    Por qu dices eso?

    Debera haberles avisado a los dos; haberles contado lo que le pas a Mary.

    No te habran credo.

    Tal vez no; pero ellos no deban haber pasado por ese sitio. Al menos, mi deberera procurar evitarlo. Pero ni siquiera pens en ellos. En lo nico que pensaba era enMary. Y ahora ellos han desaparecido tambin.

    Sigui as, acusndose de un modo morboso. Le dije.

    Pero Tom, si estuviste todo el da en el hospital!... Yo avis al laboratorio; lo hicepor ti y por m; pero el doctor Chambers no quiso creerme. Y no le censuro por ello. Ninosotros mismos nos atrevimos a decirlo en el hospital! Habra sido intil. Lo queocurri fue algo nuevo, y no podamos suponer que se repitiera.. Vamos, no piensesms en eso. Tenemos que hablar con alguien, y no va a ser muy sencillo. T eres unfugitivo de un manicomio, y yo he cometido el crimen de ayudarte a escapar. Nisiquiera tienes ropas... Mira como vas: en pijama. Lo nico que te queda en estemundo est en la sala de recepcin del hospital, en manos de los enfermeros; yfinalmente vendrn a buscarte aqu. Tenemos que irnos de esta casa, pero primerotengo que procurarte alguna ropa. Las mas te estarn anchas, muy anchas; pero nopuedo darte otras. Ven arriba.

    Le hice ponerse uno de mis trajes viejos, uno que yo llevaba cuando estaba msdelgado, pero que aun as no le sentaba muy bien.

    La conducta de Tom empezaba a preocuparme, porque tenda a hablar de unmodo enfermizo y se mova como un sonmbulo. Cuando trat de animarlo (porejemplo, bromeando acerca de cmo le sentaba el traje), ni siquiera pareci darsecuenta de lo que le deca.

    Mi idea era irnos a cualquier sitio, en el coche, y trazar all nuestros planes; perocuando salamos son el telfono. Algo me impuls a contestar, y me alegr de haberlohecho. Era el doctor Chambers, jefe del laboratorio Wilson. Me pregunt:

    Se ha enterado de lo que ocurri en el Pemberton?

    S, seorle repliqu.

    El portero de la noche oa el boletn de la radio y se lo dijo a Merriam, el cual

    confirm la noticia por telfono. En efecto, hubo un pnico, causado por dos cabezasque flotaban y dos cuerpos distintos... dos ms! Qu va a ocurrir? Claro est que nofue ms que una alucinacin colectiva; pero Merriam dice que dos de nuestroshombres que trabajaban en el campo han desaparecido... Y por qu los enfermoshabrn tenido la misma alucinacin que usted? Voy a ir ahora mismo al laboratorio.Quiero que usted se rena all conmigo. Busque a Tom Sellers y llvelo tambin.Dnde est ahora?

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    Aqu, conmigorepliqu, y brevemente le puse al corriente de su ingreso en elhospital y de nuestra huida.

    Ha vuelto su esposa?me pregunt.

    No... y ya sabe usted por qu.

    Dios mo! Bueno, trigalo. Salgan en cuanto puedan. No hablen con nadie. Selo han contado a alguien adems de m?

    Solo a mi padre. Pero le ped que no hablara de ello con nadie.

    No se lo digan a nadie ms! No queremos que nos tomen por estpidos! Claroest que tiene que haber una explicacin razonable. Oiga: el portero dice que una delas cabezas tena un pequeo bigote; y segn Merriam, uno de los dos trabajadorestena tambin un pequeo bigote. Pregntele a Sellers si es as.

    Ya me lo ha dicho. As es. Y yo tambin conozco al hombre. Es Jerry.

    Qu est ocurriendo realmente?... Bueno, ahora voy para all. Salgan enseguida.

    Colg. Yo le expliqu a Tom mi conversacin y me dirig hacia la puerta. El mesegua con lentitud. En su cara haba una mueca extraa.

    Qu pasa?le pregunt.

    A lo mejor el doctor Chambers puede devolverme a Mary dijo.

    Oh, basta ya, Tom! Tu conducta no es normal!

    Tampoco fue normal lo que ocurri replic l. Y si el hecho de verlanosotros no hubiera sido ms que una alucinacin?... Si no ha muerto, tal vez haya unmodo de conseguir que vuelva. He ledo cosas parecidas. Puede estar en otradimensin.

    Mi irritacin se convirti en lstima.

    Tom, Mary ha desaparecido. Por qu sigues torturndote? Todo ha terminado.Mejor ser que te habites a esa verdad.

    Consegu que subiera al coche. Se mantuvo en silencio, y comprend que mispalabras no le haban hecho impresin.

    Merriam sali a recibirnos en el laboratorio. Acabbamos de llegar al segundo pisocuando omos el coche del doctor Chambers que llegaba. Un momento despus,Chambers se reuna con nosotros.

    No han encontrado a esos dos hombres? le pregunt a Merriam.

    No.

    El doctor Chambers agit la cabeza y dijo:

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    Si alguna de las esposas de ellos llama por telfono, invente cualquier excusa.

    S, seor.

    El jefe de los laboratorios nos hizo entrar en su despacho y nos pidi que nossentramos. Desde su escritorio, se volvi hacia Tom y le pidi:

    Cuntenos lo que ocurri esa noche, Tom. Quiero que me lo cuente todo por suorden, tal y como ocurri entonces.

    Tom le cont la historia. Al llegar a ciertos detalles, los dos hombres lo interrogaronminuciosamente. Yo les cont lo que haba ocurrido, desde mi punto de vista. Cuandofinalmente nos sacaron hasta la ltima gota de informacin, permanecimos en silencioun momento. Por fin, el doctor Chambers expres su opinin.

    No, no dijo; no puede ser. Es imposible. Las dimensiones extra no existenms que sobre el papel; no son ms que abstracciones, utilizables en matemticas. Noha ocurrido nunca; no ocurrir nunca; no puede ocurrir.

    Yo tengo la sensacin de que Mary est viva en alguna parte dijo Tom.

    No, no est en otra dimensin..., digo, si a eso es a lo que usted se refiere. Esosera magia pura!

    Tom, que no haba perdido an las esperanzas, sugiri:

    Ya s que es algo que no ha ocurrido nunca hasta ahora... pero tampoco hahabido nunca una instalacin elctrica como la de este campo.

    Ha perdido usted el juicio? Ocurrieron dos cosas distintas: una a la cabeza, yotra al cuerpo. Aun suponiendo, por un momento, que usted los vio unidos al final, y

    que siguen existiendo en alguna parte, concibe usted que no hayan sufrido daoalguno?... Perdneme, Tom, por mi crudeza; pero est usted trastornado. Tiene queacostumbrarse a enfrentar los hechos.Tom una heliografa enrollada que tena a sulado. Es esta la heliografa de la instalacin del campo?

    S, seordijo Merriam.

    Haba comenzado ya a desenrollarla. La estudi un momento, y luego le pidi aTom que le indicara los lugares exactos donde se encontraban todos la primera noche.Yo le seal el lugar fatal donde se hallaba Mary, en el sendero que se diriga a lasalida del edificio principal: el mismo camino que habran tomado los hombresdesaparecidos. No hizo comentario alguno, pero, al cabo de un rato, cogi varios

    carretes blancos y pregunt:

    Son estas las cintas de control?

    S, seor.

    Las desenroll y las estudi un momento. Luego nos interrog a Tom y a m,minuciosamente, para calcular con toda la exactitud posible la hora del primeraccidente. Nuestro clculo ms aproximado coincidi con las 9:20 de la noche.

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    Esa es tambin la hora a que empez el pnicoseal Merriam.

    El jefe del laboratorio apret los labios. Durante unos momentos estudi las cintasregistradoras. Por fin, levant los ojos y dijo:

    Estas cintas contienen las grficas de los cambios de valor en todas las

    corrientes y voltajes de los conductores de nuestro circuito exterior. Las dos noches seefectuaban pruebas; pero los valores diferenciales fueron extremadamentepequeos...Vacil. Pero quizs eran crticos...Volvi a vacilar. Quiz...

    Un momento despus, como el que reconoce algo de mala gana, agreg:

    A las 9:20, las dos noches, los valores fueron idnticos.

    Aquello era significativo! Reflexionamos un momento acerca de sus palabras, yluego l prosigui:

    Seguramente no fue nada dimensional: eso es muy improbable. Pero no cabeduda de que ocurri algo; algo de naturaleza fantstica. Ocurri dos veces. Al parecer,ambos sucesos ocurrieron en idnticas condiciones de tiempo y lugar.

    Se detuvo, y permaneci un momento pensativo. Yo me aventur a decir:

    Nosotros nos preguntbamos si podra explicarse por medio de la teora delCampo Completo.

    Herzog podra contestarle eso mejor que yo.

    Tom y yo le hablamos de nuestra entrevista con Herzog, y l escuch atentamente.Cuando hubimos terminado dijo:

    Est claro que Herzog no les crey. No se enfrent con el problema. Suspalabras acerca de la comprensin, aunque eran ciertas, no pasaban de ser unageneralizacin. Pero ahora la situacin es diferente. Ha habido una repeticin encondiciones idnticas... se qued un momento pensativo. Creo que voy a ir a ver aHerzog. Confieso que, en este momento, parece realmente cosa de magia. Por lomenos, es algo que yo no puedo encargarme de resolver solo... Preveo que estainvestigacin ser un problema terrible, que requerir trabajar muchsimo. Tendremosque actuar con rapidez, porque Merriam dice que los dos hombres de esta nocheestaban casados; y, de un momento a otro, sus esposas pueden llamar para saber quha sido de ellos... Merriam, haga el favor de ver si podemos comunicarnos con Herzogpor telfono.

    Era imposible: su nmero no figuraba en la gua. Inmediatamente, el doctorChambers nos pidi a Tom y a m que furamos a buscarlo. Aguardamos mientras lescriba una nota, y volvimos luego a la ciudad. Tom iba animado por una esperanzairracional. Aquella vez, la puerta de Herzog estaba cerrada con llave, y tuvimos quearmar mucho ruido hasta que alguien (creo que su ama de llaves) vino a abrirnos. Nonos dej entrar, pero llev la nota a Herzog. El baj y, a travs de la puerta entornada,escuch la historia de los nuevos acontecimientos. Pareca muy escptico pero volvi aentrar en la casa y telefone al doctor Chambers. Luego nos sigui al laboratorio en untaxi, pues era evidente que no se atreva a confiarse a nuestro coche. No era de

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    extraar. Tom, desde luego, tena un aspecto muy poco tranquilizador, con su vendaje,sus toques de yodo y aquel traje que tan mal le sentaba.

    Por el camino de vuelta, Tom casi no habl; pero yo, que lo conoca tan bien,comprenda que estaba vibrando de esperanza, porque Herzog se haba encargadopor fin del caso! Herzog iba en persona a enfrentarse con el problema! Herzog

    descubrira dnde estaba Mary, y quiz la devolvera a la Tierra! Oh, todo eso erapattico!

    Mientras estuvimos ausentes, el doctor Chambers empez a reunir las tropasespecializadas que necesitaba para el asalto a lo desconocido. Sin apartarse deltelfono, reuni a varios de los miembros ms antiguos de su personal y a variosempleados de poca importancia. Luego, llam por larga distancia a varios de loscientficos ms notables del este del pas, alarmndolos con la impresin de las noticiasque les dio, obligndoles a prometer que guardaran el secreto, y persuadindolos paraque partieran en seguida hacia el laboratorio.

    En cuanto llegamos, hizo pasar a Herzog a su oficina y se encerr con l. Tom y

    yo, vagando al azar, nos encontramos con algunos de los empleados del laboratorio,cada uno de ellos con su misin ya asignada. Uno de los ingenieros jvenes estabaestacionado junto a la centralita telefnica, con orden estricta de no permitir ningunallamada al exterior. Los obreros manuales haban sido encargados de guardar laspuertas de entrada al campo, al edificio principal, a las escaleras y a los pisos de arriba.Reinaba gran actividad en el taller de maquinaria. La curiosidad era grande; peronosotros fingimos la misma ignorancia que los dems.

    Al poco rato lleg el primero de los cientficos convocados (el doctor Mangin,famoso biofsico), e inmediatamente se le hizo pasar a la oficina del jefe. Detrs de lllegaron el profesor Downing, qumico y premio Nobel, y el doctor Polakoff, fsiconuclear. A intervalos irregulares fueron llegando los otros, que entraban en el

    laboratorio con los diversos equipos que haban trado. Poco antes del alba, nosllamaron a Tom y a m por la centralita.

    Haba once hombres sentados en torno al escritorio del jefe, algunos de ellosfamosos en el mundo entero, otros miembros de su personal, todos maestros en susdiversas especialidades. Sus edades eran muy distintas, pero sus aspectos igualmentegraves. Al entrar nosotros nos miraron en sepulcral silencio. Merriam nos indic unassillas al lado del escritorio del jefe.

    El doctor Chambers nos present, diciendo que nosotros habamos sido testigos.Le pregunt amablemente a Tom si las constantes menciones a su tragedia no leresultaran demasiado dolorosas. Tom le contest que no. Entonces nos indic al

    grupo, diciendonos: Estos caballeros, cuyas caras ustedes no conocen, son cientficos que han

    respondido a mi urgente llamada. Les he puesto al corriente de lo ocurrido. Entre todosellos tienen los conocimientos especiales necesarios para investigar nuestro problema.El problema es nuevo, asombroso. Al parecer se trata de lo que los profanos llaman lasdimensiones. Promete ser extremadamente difcil, y harn falta todos nuestrosesfuerzos combinados para resolverlo. Podemos fracasar. Pero vamos a intentarlo detodos modos. Hemos discutido cierto nmero de aspectos de la situacin y decidido los

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    movimientos preliminares. Atacaremos al amanecer. "Atacar", es la palabra, porque elfenmeno, que se ha manifestado dos veces, es como un enemigo asesino. El ataqueser llevado a cabo por los cientficos que ustedes ven aqu, y otros ms que no hanllegado an. Todos somos "generales". Ser una batalla de generales. Excepto ustedesdos, solo nosotros, los generales, sabremos de lo que se trata, y an ustedes estoyseguro de que no comprenden totalmente lo que vamos a hacer. Tiene suma

    importancia el que, excepto los que se encuentran en esta habitacin nadie se entere osospeche lo que intentamos hacer, pues de lo contrario esto se inundara deperiodistas que nos distraeran e interrumpiran en nuestro trabajo. Estamos en unaposicin muy vulnerable. Los hombres que hay fuera son curiosos. Sus mujerespueden hablar. Las esposas de los dos hombres que desaparecieron anoche puedentelefonear de un momento a otro. No debe sospecharse nada, por lo menos hasta las9:20 de esta noche... porque entonces tendr lugar el experimento ms importante. Nodebe sospecharse nada! No hablen delante de otros hombres. Todas lasconversaciones deben realizarse aqu, y a puertas cerradas!... Ustedes dos seencuentran en una situacin especial; por eso los emplearemos como hemos indicado.Tenemos trabajo para tenerlos ocupados todo el da. La situacin y nuestrasintenciones son las siguientes: el martes por la noche, a las 9:20 aproximadamente,

    presenciaron ustedes

    el primer fenmeno. Los datos sensoriales fueron de varias clases: un crujido, unanube, la desaparicin del cuerpo de una mujer, mientras su cabeza se alejaba flotando.Conocemos el lugar exacto donde ocurri el suceso. Dos noches despus, el jueves,tambin a las 9:20, parece haber habido una repeticin del fenmeno. Esta vez,muchos testigos, que se encontraban a ms de un kilmetro de distancia, vieron doscabezas que flotaban, pero no vieron ms. Y esto nos pone frente a la siguientepregunta: La mujer y los hombres desaparecieron en el mismo lugar? Por razonestericas es de suponer que as fue; pero necesitamos datos. Por lo tanto, nuestroprimer objetivo ser averiguar el nmero y situacin de todos los lugares activos delcampo, si es que existe ms de uno. Nuestro objetivo siguiente ha de ser comprobar a

    la luz del da el comportamiento de esos lugares activos. Tenemos que hacerlo conantelacin suficiente para poder realizar el experimento decisivo de esta noche. Hayque examinar la superficie entera del campo. Pero... en ambos fenmenos figurabatambin el espacio situado encima de la superficie. Adems, a nivel de los cuellos delas tres vctimas, hubo una diferenciacin del fenmeno: por debajo de aquellos tuvoque ocurrir una cosa, y por encima, otra. En consecuencia, debemos examinar tambinel espacio situado sobre la superficie. No se sabe hasta qu altura se extiende laactividad; pero hoy, con el tiempo limitado de que disponemos, la probaremos hastatres metros de altura. As pues, hay que examinar la superficie entera del campo y elespacio que la cubre... Ustedes dos, que son jvenes y vigorosos, van a ayudarnos ennuestra labor. He mandado construir un "detector". De algn modo haba quebautizarlosonri levemente. Est listo ya, en el taller. Ustedes dos lo llevarn, siestn dispuestos a ello. Se compone de dos partes interconectadas: cada uno deustedes llevar una. El elemento ms grande de cada parte es una prtiga; en ngulorecto con ella, hay un travesao de tres metros. Del travesao de una prtiga a la otra,a trechos regulares, van atadas unas cuerdas gruesas, que ocupan por lo tanto alturassimilares en el travesao de la prtiga que lleva cada uno de los dos hombres. Lasprtigas se llevarn horizontalmente, con los travesaos abrazados verticalmente, pordelante. Cada una de las dos partes tendr una especie de arns para los hombros,para que se pueda mantener en equilibrio. Las cuerdas tienen nueve metros de largo;

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    permiten, pues, examinar una porcin de campo de nueve metros de ancho y tres dealto. Como est cortado en secciones irregulares por las zanjas, ustedes irnexaminando las secciones, una por una, yendo sistemticamente de arriba abajo ymanteniendo delante de ustedes las puntas de los travesaos y las cuerdas tirantes.Procedern lentamente, sin apartar los ojos de las cuerdas. Si le ocurre algo anormal acualquier trozo de las cuerdas, eso indicar la presencia de un punto activo... pero ese

    Punto estar delante de ustedes y a cierta distancia. El trozo de prtiga que tienendetrs servir como contrapeso de la carga. Pero ustedes irn acompaados. A su ladoy detrs irn todos los hombres que se encuentran en esta habitacin, excepto dos, yquiz algunos ms de los que van a llegar. Unos vigilaremos las cuerdas; otros llevarninstrumentos sensibles a la radiacin y a ciertos efectos del campo; otros examinarn lasuperficie de la tierra, buscando signos de cualquier condicin anormal. Todas esastareas han sido ya adjudicadas. Los ms jvenes los revelarn a intervalos con el"detector". El seor Hofkin estar encargado de las palancas. El seor Merriamquedar a cargo del edificio: nuestra base. Idealmente, deberamos recorrer el campodos veces: la primera vez, examinndolo sin que haya corriente en los conductores, Iasegunda, hacindolo con las corrientes en los valores crticos que marcan las cintasmedidoras. Pero no tenemos tiempo. Lo examinaremos solo una vez, con las corrientes

    crticas. Tal vez descubramos que hay actividad en muchos lugares. Lo ms probablees que no la haya ms que en uno... Bueno, estos son los primeros pasos. Est clarolo que he dicho?pregunt, mirndonos con una leve sonrisa.

    Le dijimos que s. Entonces se dirigi a Tom:

    No lo alterar demasiado el ayudarnos de esa manera?

    Oh, no, seor!repuso ansiosamente Tom.

    Tienen miedo alguno de los dos?

    Le aseguramos que no lo tenamos. Entonces, l mir por la ventana.Tenamos que aguardar a que fuera de da; pero ya hay la luz suficiente. Vayan a

    buscar el "detector" y agurdennos en el campo. Bueno, seores, estamos listos.Vamos a comprobar nuestros instrumentos.

    Todos se levantaron, en medio de un rumor de conversaciones. Inmediatamente, eldoctor Chambers les previno a todos:

    Cuidado con las palabras que pronuncien!

    Tom y yo recibimos el "detector" y atravesamos la puerta guardada que daba alcampo, sin que nadie nos detuviera. Ms tarde nos enteramos de que, igual que a loscientficos, se nos haba dado paso libre por todas partes. Nos ajustamos los arneses ymiramos al campo, a la luz del alba. El sol asomaba por el horizonte. El hermoso da deprimavera se anunciaba fresco y agradable. Pero ante nosotros, entre las torreserguidas, acechaba lo desconocido. Mi corazn comenz a latir rpidamente. La carade Tom era el espejo de la esperanza.

    Los cientficos no tardaron en reunirse con nosotros, trayendo sus instrumentos. Eldoctor Chambers les dijo:

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    El campo est ahora en actividad; todas las corrientes se encuentran en susvalores crticos. Primero examinaremos esta seccin, y luego iremos recorriendo lasdems secciones exteriores, dirigindonos hacia el centro.

    Cuando termin de hablar, me ajust la banda en el hombro, me separ de Tomtodo lo que permitan las cuerdas, y todos nosotros, trabajando en equipo,

    comenzamos a examinar el trozo de terreno que haba desde all a la zanja mscercana.

    Avanzamos tal como nos haba indicado el doctor Chambers. Era un trabajo duro.Las dos mitades del "detector" eran muy pesadas. Pronto empezamos a fatigarnos. Alcabo de un rato, descansamos un momento, y luego Tom y yo fuimos relevadosdurante un corto perodo por una pareja de cientficos jvenes. Algunos de ellostuvieron asimismo que detenerse para descansar, porque sus instrumentos erantambin grandes y pesados.

    En las horas que siguieron examinamos todo el campo, excepto la seccin central.Hablbamos poco: cada uno de nosotros dedicaba toda su atencin a la tarea que le

    haban asignado, ya fuera examinar el campo, ya vigilar el instrumento que llevaba olas cuerdas. Dos nuevos observadores se unieron a nosotros. Dos veces, el propioseor Merriam vino a traernos bocadillos y caf. No encontramos ninguna rea deactividad, y no ocurri nada extrao.

    Con gran temor y extraordinarios cuidados, comenzamos por fin a examinar laseccin triangular del centro. Esta vez, siguiendo las directrices del jefe, examinamosprimero los bordes de las trincheras. No encontramos nada.

    No nos hallbamos muy lejos del lugar fatal, e bamos a avanzar un paso, cuandoalguien exclam:

    Alto! Las cuerdas!Todo el mundo se detuvo en seco y mir. Tom y yo sostuvimos las cuerdas del

    detector con la mayor tirantez posible; pero en el lado de Tom no se mantenaninmviles. Se vea en ellas un ligero movimiento, como de onda o vibracin.Obedeciendo rdenes del doctor Chambers, dimos un pequeo paso hacia adelante. Elmovimiento pareci aumentar. El doctor grit:

    Notan algo en los instrumentos?

    No fue la respuesta. Nada. No se nota cambio alguno.

    Ninguna carga? Ninguna radiacin? Ningn magnetismo?

    No. No. Ninguno.

    Como perros de muestra, sealamos el punto de alteracin en las cuerdas.

    Un paso corto ms hacia adelantenos orden el jefe. Obedecimos, y elmovimiento de las cuerdas aument claramente. Yo mir las cuerdas, fascinado.

    Alguna indicacin?

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    Las respuestas se hicieron or de nuevo:

    No. Ningn cambio. Nada.

    El doctor Chambers dej caer un cuadrado de tela blanca a los pies de Tom yorden:

    Retrocedan, para que examinemos las cuerdas.

    Examinaron las cuerdas, y no encontraron ningn rastro de dao o alteracin.

    Muy bien; muvanse hacia la izquierdadijo el doctor Chambers. Nosacercaremos desde el segmento del lado. Con precaucin!

    No tena que habernos prevenido. Retrocedimos, dimos unos pasos a la izquierda,y volvimos a dirigirnos hacia el lugar fatal. De nuevo se sinti en las cuerdas aquelmovimiento antinatural; y de nuevo, el doctor Chambers dej caer un trozo de telablanca a los pies de Tom.

    No se registra nada en los instrumentos?pregunt.

    La respuesta sigui siendo negativa.

    Nos orden retroceder para acercarnos desde otro Iado, por el segmento siguiente,y luego dej caer otra seal. De ese modo, movindonos con gran cuidado, marcamosaproximadamente un crculo de doce metros de dimetro. En el centro de ese crculose encontraba el lugar reconocido por todos como fatal.

    Entonces, el jefe nos hizo retroceder y examinar la parte superior de todas laszanjas del campo; pero no encontramos nada. As que, en todo el campo, no habamuestras de actividad anormal, sino en un solo lugar. Volvimos a l. Nos quedamos

    mirando el crculo, intrigados, mientras los cientficos hacan comentarios de naturalezatcnica, que en parte yo no lograba comprender. Parecan desorientados, ms quenada por el hecho de que ninguno de sus instrumentos haba reaccionado ante laextraa actividad.

    El doctor Chambers rompi nuestra inaccin.

    Ahora vamos a examinar la tierra esadijo, y me envi a donde estaba el seorHofkin, a ordenarle que cortara todas las corrientes.

    Fui rpidamente y le cont a Hofkin en breves palabras lo ocurrido. Cuando volv,me encontr a los cientficos en crculo, al borde del rea marcada, abandonados

    momentneamente los instrumentos. Paso a paso, fueron avanzando hacia el centro,examinando con todo cuidado la tierra que haba ante ellos conforme avanzaban.Varias veces, alguno se puso de rodillas para mirar ms de cerca algo, mientras losdems se detenan en el lugar donde estaban. Gradualmente se acercaron al lugarfatal del centro. Yo me hallaba en la parte exterior del crculo; pero pude ver que el reacentral pareca distinta del resto del campo. Estaba completamente desnuda; losmatorrales, que en los dems sitios crecan hasta la altura de la rodilla, faltaban all; asque no se distingua el caminito que atravesaba por el centro.

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    Los hombres avanzaban casi codo con codo cuando uno de ellos, y luego el queiba a su lado, se echaron al suelo, apoyndose en las manos y las rodillas, e inclinaronla cabeza para mirar algo que haba en la tierra.

    Los que estaban enfrente haban terminado ya de examinar el pequeo trozo quequedaba entre ellos, y se reunieron en torno a los que estaban arrodillados. O

    exclamaciones de excitacin. Vi que uno de los arrodillados levantaba algo del suelo yse pona en pie, sosteniendo en la palma de la mano lo que haba encontrado, mientraslos dems se reunan en torno suyo. Hubo una confusa mezcla de frases. Varias vecesme pareci or la palabra "carne". Al cabo de un momento, vi que el jefe miraba denuevo la tierra de alrededor, y que a su vez levantaba algo de ella. Le dio vueltas entrelos dedos... la excitacin aument. Todos comenzaron entonces a buscar por el suelo,pero no encontraron nada ms. Se reunieron de nuevo en torno a los hallazgos. Losexaminaron, hablando excitadamente. Yo me mora de curiosidad, cuando el jefe sevolvi y nos llam a Tom y a m. Nos seal los tres objetos que haba en la palma dela mano del otro hombre, y nos pregunt:

    Qu son estas cosas?

    Las miramos con atencin. Parecan de tejido animal. Eran unos fragmentosrosceos y acanalados, de un centmetro de dimetro y de casi tres de largo. Habatres.

    Qu haran estos fragmentos aqu en el campo? agreg, mientras yo seguaexaminndolos.

    No tengo ni la menor ideale repliqu. Parecen partes de un animal: partesprominentes. Podr verse de donde fueron arrancadas.

    El me mostr lo