hilar ideas2007

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CENTRCENTRCENTRCENTRCENTRO DE ESTUDIOS TRO DE ESTUDIOS TRO DE ESTUDIOS TRO DE ESTUDIOS TRO DE ESTUDIOS TRASANDINOS Y LAASANDINOS Y LAASANDINOS Y LAASANDINOS Y LAASANDINOS Y LATINOTINOTINOTINOTINOAMERICANOSAMERICANOSAMERICANOSAMERICANOSAMERICANOS

NÓMINA NÓMINA NÓMINA NÓMINA NÓMINA DE DE DE DE DE AAAAAUTUTUTUTUTORIDADESORIDADESORIDADESORIDADESORIDADES

Directora

Prof. Dra. Gloria HINTZE

Codirectora

Prof. Dra. Adriana ARPINI

Comité Directivo

Titulares

- Profesores

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Suplentes

- Profesores

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- Alumnos

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Comité Asesor

Mgter. Ana FANCHÍN (Universidad Nacional de San Juan)

Dr. Eduardo DEVÉS V. (Universidad de Santiago de Chile)

Dr. Pedro NAVARRO FLORIA (Universidad del Comahue)

Prof. Dra. Clara Alicia JALIF DE BERTRANOU (UNCuyo)

Dr. Claudio MAÍZ (UNCuyo)

Mgter. Olga RODRÍGUEZ (UNCuyo)

Prof. María Antonia ZANDANEL (UNCuyo)

Prof. Dr. Dante RAMAGLIA (UNCuyo)

Lic. Isabel ROCCARO (UNCuyo)

Sr. Eduardo LATINO (UNCuyo)

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Hilar Ideas

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Hilar Ideas

Adriana Arpini, Claudio Maízy Silvana Montaruli

(Editores)

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HILAR IDEAS

© CETYL (Centro de Estudios Trasandinos y Latinoamericanos) Mendoza, 2007

[email protected]

ISBN 978-987-9441-26-8

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Todos los derechos reservados

Editores: Adriana Arpini, Claudio Maíz y Silvana Montaruli

Comité editorial: Estela Saint-André, Adriana Arpini,

Clara Jalif, Darcie Doll Castillo

Corrección de estilo: Lic. Silvia Palero

Diseño de la colección: Gerardo Tovar

Diseño editorial: María Eugenia Sicilia

LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA

Centro de Estudios Trasandinos y Latinoamericanos - CETyL

HILAR IDEAS / edición literaria a cargo de: Adriana Arpini, Claudio Maíz y Silvana Montaruli

1a ed. - Guaymallén: Qellqasqa, 2007.

272 p.; 26x17 cm.

ISBN 978-987-9441-26-8

1. Filosofía Moderna

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Presentación I

I. Los hombres y lI. Los hombres y lI. Los hombres y lI. Los hombres y lI. Los hombres y las ideasas ideasas ideasas ideasas ideas 1919191919

Leopoldo Castedo, una vida "entre dos continentes".MARIA MARCELA ARANDA 21

Humanismo e interpretación de la historia en Aníbal Ponce.ADRIANA ARPINI 29

El Ulises mexicano en Argentina y Chile.WALTER CÉSAR CAMARGO 37

Generaciones; un concepto problemático.CLARA ALICIA JALIF DE BERTRANOU 49

El enfoque centro-periferia: antecedentes, renovación y vigencia.RUTH GABAY 57

Fundamentos de la integración americana en el siglo XIX.Perspectivas para el presente.SILVANA MONTARULI 67

Claroscuros de la literatura sociológica. Manuel Ugarte y el arte social.MARCOS OLALLA 73

Homero Guglielmini. Fronteras de la caracterología argentina.GERARDO OVIEDO 81

Las ideas que matan.ADELA ROLÓN 89

II. PII. PII. PII. PII. Pensamientensamientensamientensamientensamientos y prácticas socio-políticasos y prácticas socio-políticasos y prácticas socio-políticasos y prácticas socio-políticasos y prácticas socio-políticas 9595959595

Estrategias racionales y sentimentales en las construcciones de la patria.GRACIELA BOSCH 97

El pensamiento político-jurídico en la Corte Suprema de Justiciaargentina a comienzos del siglo XX. El caso “Nougués hnos.”.MARTA M. MAGDALENA HUERTAS 103

Expósitos y abandonados. Prácticas sociales paracon la niñez institucionalizada. Córdoba 1884-1940.MARIA ELENA FLORES 109

INDICE

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¿El “Cuba Libre” y el “República de Cuba” como fuente de contra hegemonía?ADRIANA RODRÍGUEZ, MARÍA EUGENIA CHEDRESESE Y JAVIER PRETI 119

El ’98 cubano: Un análisis en torno a sus problemáticas genuinas.ADRIANA RODRÍGUEZ Y NATALIA FANDUZZI 125

El ’98 Cubano: Los vectores de construcción de la visión hegemónica.ADRIANA RODRÍGUEZ Y CLAUDIO GALLEGOS 131

Instituciones de gobierno colonial en cuyo 1561-1783TERESA ALICIA GIAMPORTONE 137

Fuentes ideológicas del pensamiento libertarioen la revolución de Quito: 1809 - 1812.JUAN VALDANO 149

Desplazamientos teóricos y proyectos políticos en laemergente historiografía mapuche y aymara.CLAUDIA ZAPATA SILVA 177

III. RedesIII. RedesIII. RedesIII. RedesIII. Redes 185

La red literaria como espacio de legitimación intelectual y recursode proyección pública. El caso de “La Ilustración Argentina” (1849).EUGENIA MOLINA 187

Enlaces transatlánticos y comunidad imaginada (1898-1920).CLAUDIO MAÍZ 195

Las revistas de fin de siglo en Argentina,o dónde se relacionan los intelectuales modernistas.MARCELA NACIFF 213

La construcción de la cultura de izquierda en Latinoamérica: 1959 -1971.LAURA JARA 227

Religión y exilio chileno. El discurso del Comité Ecuménicode Acción Social. Mendoza: 1973-1989ALEJANDRO PAREDES 249

Redes de Cooperación científica entre Chile y Argentina.ISABEL ESTHER ROCCARO 265

Noticia de los Autores 295

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Ahora los árboles de la selva no tienen más hojas que lenguas las ciudades,las ideas se maduran en la plaza en que se enseñan, y andando de manoen mano, y de pie en pie. El hablar no es pecado sino gala; el oír no esherejía, sino gusto y hábito, y moda. Se tiene el oído puesto a todo; lospensamiento no bien germinan, ya están cargados de flores y de frutos, ysaltando en el papel, y entrándose, como polvillo sutil, por todas lasmentes… Penetra el sol por las hendiduras de los árboles viejos. Todo esexpansión, comunicación, florescencia, contagio, esparcimiento. El periódicodesflora las ideas grandiosas. Las ideas no hacen familia en la mente, comoantes, ... Nacen a caballo, montadas en relámpago, con alas. No crecen enuna mente sola, sino por el comercio de todas.

José Martí (New York, 1882)Prólogo al Poema del Niágara, Obrascompletas, La Habana, Editorial deCiencias Sociales, 1975, t. 7, p. 227.

Relacionad, pues, a nuestros hombres de pensamiento unos con otros.Sed ingeniosos e incansables; discurrid medios para crear los vasoscomunicantes; labor de prensa, correspondencia, obligación de cambios delibros a través de organismos adecuados, exposiciones de arte, deconciertos, viajes de profesores y estudiantes, congresos de escritores,sistemas de investigación paralela! Qué sé yo!

Alfonso Reyes (Río de Janeiro,1932)Ultima tule, Obras completas, México, F.C. E., 1959, t. 11, p.70.

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PRESENTACIÓN

Hilar ideas, tejer redes

I

�l poder estructurante de la palabra se manifiesta tanto en el momentode la descripción de lo que es, como en el momento de la propuestaproyectiva de lo que se quiere alcanzar. En esto consiste, precisamente,la función de categorización, es decir, la actividad por la cual ciertas

palabras, las que solemos llamar categorías, funcionan como epítomes de la realidady nos permiten conocer e interpretar nuestro mundo, así como la experiencia que deél tenemos y las posibilidades de transformarlo. La producción de categorías es untrabajo de enunciación que permite exteriorizar nuevas interpretaciones y experien-cias del mundo. No obstante, toda tentativa de ampliar, modificar o crear un princi-pio diferente de división o clasificación genera una resistencia entre quienes son fa-vorecidos por el orden vigente y se han habituado a él hasta el punto de conside-rarlo natural.

La relación entre la actividad teórica y la práctica socio-política es posible porquesus agentes tienen un conocimiento más o menos preciso del mundo social y sabenque pueden actuar sobre él actuando sobre el conocimiento que de él tienen. Si bienla correspondencia entre los esquemas clasificatorios y las estructuras objetivas man-tiene una especie de adhesión originaria al orden establecido, la acción política de lasideas comienza, como dice Pierre Bourdieu, “con la denuncia de ese contrato tácitode adhesión al orden establecido que define la doxa originaria; dicho de otra forma,la subversión política presupone una subversión cognitiva, una reconversión de la vi-sión del mundo” (Bourdieu, P., 1985: 96). Esa ruptura permite explorar las posibilida-des de cambiar el mundo objetivo, cambiando sus representaciones, oponiendo unapre-visión paradójica, utópica, un proyecto o programa.

En la misma línea, pero agregando un giro particular a lo dicho, Michel Foucaultsostiene que el trabajo de un intelectual no consiste propiamente en modelar la vo-luntad política de los otros, sino que su tarea radica en la problematización de lo dado,en el cuidado de la verdad, “es por los análisis que lleva a cabo en sus dominios,volver a interrogar las evidencias y los postulados, sacudir los hábitos, las maneras deactuar y de pensar, disipar las familiaridades admitidas, recobrar las medidas de lasreglas y de las instituciones y, a partir de esa reproblematización (donde el intelec-tual desempeña su oficio específico), participar en la formación de una voluntad po-lítica (donde ha de desempeñar su papel de ciudadano)” (Foucault, M., 1999: 378).

Ahora bien, el cuidado de la verdad no sólo produce efectos sobre el conocimientoy sobre las relaciones de poder; más que nada produce efectos en el propio sujetode la actividad intelectual. En este sentido el trabajo del pensamiento es antes que

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II

nada una experiencia de transformación de sí mismo. El trabajo del pensamiento sejuega en medio de múltiples tensiones, que se presentan como un drama desgarra-dor entre el pasado y el futuro, lo que es y lo que podría ser de otra manera, elapego a ciertas clasificaciones y la necesidad de inventar otras nuevas, lo que lasociedad contradictoriamente a un tiempo reclama y teme, y la experiencia íntima dela propia transformación. Se trata de llevar adelante ese arduo trabajo deproblematización acerca de aquello que se constituye como objeto de conocimiento.Trabajo que consiste en interrogar una y otra vez lo que aparece como evidente ysacudir los hábitos de las clasificaciones admitidas, perseverando en el cuidado de unaverdad escurridiza que nunca podrá ser poseída por completo, porque ella misma setransforma con cada nueva mirada.

Este volumen se reúne un conjunto de trabajos que testimonian el esfuerzo deenunciar y proyectar, hilando categorías y tejiendo redes. Han sido seleccionados en-tre los que fueron presentados en la Mesa de “Historia del Pensamiento y las Ideasen el Cono Sur” y en el Simposio “Redes intelectuales en América Latina”, ambos enel marco del VIII Seminario Argentino Chileno y II Seminario Cono Sur de EstudiosSociales, Humanidades y Relaciones Internacionales, realizado en el mes de marzo de2006 y organizado por el Centro de Estudios Trasandinos y Latinoamericanos (CETyL)de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo.

Estos trabajos ponen de manifiesto esa forma efectiva de entender las ideas –que José Gaos recupera de su maestro Ortega y Gasset– como acciones que loshombres realizan en vistas de una determinada circunstancia y con una precisa fina-lidad, considerando a la acción humana en su integralidad, que es la de todos losfactores reales e ideales, individuales y colectivos, y de todas las conexiones de unoscon otros (Cfr. Gaos, J., 1980: 20-21).

Los trabajos del primer grupo, bajo el título Los hombres y las ideas, están dedi-cados al análisis de las imágenes, los símbolos y las categorías con que los sujetosinterpretan su realidad, la problematizan y buscan alternativas de transformación desí mismos y de la sociedad. Algunos parten del estudios de escritos autorreferencialescomo en los casos de Marcela Aranda, quien explora los escritos autobiográficos deLeopoldo Castedo donde se ponen en juego las coordenadas de su vida y las de laépoca en que actuó, y de Walter Camargo, quien trabaja sobre una de las figuras mássignificativas y controvertidas de la primera mitad del siglo XX, el mexicano JoséVasconcelos. Otros trabajos muestran la peculiar conjunción teórico-práctica que sur-ge de incorporar categorías procedentes de distintas tradiciones de pensamiento parael examen de una realidad o problema particular, con lo que no sólo se produce lamera aplicación de la teoría a los hechos, sino que esa operación redunda en unatransformación a nivel de la teoría por la impronta de los hechos. Así se puede apre-ciar en los trabajos de Adriana Arpini sobre humanismo e interpretación de la histo-ria en Aníbal Ponce, Marcos Olalla acerca de la literatura sociológica de ManuelUgarte, Gerardo Oviedo relativo a las fronteras de la caracterología argentina enHomero Guglielmini. Los trabajos de Ruth Gabay y Silvana Montaruli exploran las sig-nificaciones y resignificaciones de las categorías centro-periferia e integración respec-tivamente. A diferencia de los anteriores, el estudio de Alicia Clara Jalif de Bertranou

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III

está dedicado a desentrañar el concepto de generación, que es una categoría utili-zada y debatida dentro del propio campo de estudio de la Historia de las Ideas La-tinoamericanas. Adela Rolón, por su parte, analiza epistemológicamente las consecuen-cias de los conflictos ideológicos en el campo de luchas entre la jerarquización delpensamiento fideísta y el pensamiento situado en la contemporaneidad. Juan Valdanoprocura esclarecer las fuentes ideológicas del pensamiento libertario en Quito, en lasprimeras décadas del siglo XIX, y responder a la pregunta ¿qué cambios ocurrieronen la manera de pensar de los quiteños para que sus elites sociales pasaran de lasumisión del vasallo a la rebelión del ciudadano?

Los trabajos agrupados bajo el título Pensamiento y prácticas socio-políticas po-nen el acento en el estudio de las prácticas discursivas y no discursivas a través delas cuales se construyen e identifican determinados sujetos sociales en coyunturashistóricas precisas. Así, Graciela Bosch realiza una revisión de las estrategias de cons-trucción de la memoria para develar cómo algunos intelectuales argentinos de prin-cipios del siglo XX tomaron ciertos elementos de la cultura para la construcción deun acontecimiento fundador; en particular, analiza el modo en que se construye laimagen del gaucho, pasando de ser “elemento infeccioso para la moral social” a“héroe nacional”. Marta Magdalena Huertas considera la filiación ideológica de lasfuentes en que la Suprema Corte de Justicia fundamenta sus prácticas discursivas, apartir del análisis de un caso. Teresa Alicia Giamportone analizar las prácticas políti-cas, administrativas y jurídicas de los corregidores en Cuyo entre 1561 y 1783. MariaElena Flores, procura reconstruir el fenómeno social de la adopción a través del es-tudio y decodificación de las lógicas de los actores sociales que intervinieron en elproceso de adopción de los niños asilados, en la Casa Cuna de la Ciudad Córdobaentre 1884 y 1940.

Una de las claves para la comprensión de la Historia Latinoamericana se vinculaal trazado de sus ejes temporales desde parámetros propios que la resignifiquen,remarcando los patrones estructurales que eslabonan los procesos. En este sentido, si-guiendo la tesis de Roberto Fernández Retamar que coloca al ’98 cubano como iniciodel siglo XX para nuestro continente, los trabajos realizados por el equipo integradopor Adriana Rodríguez, María Eugenia Chedresese, Javier Preti, Claudio Gallegos yNatalia Fanduzzi, sobre El ’98 cubano, intentan cualificar la relación entre sujeto ge-nuino y estructura de dominación, que se transforma a partir de la irrupción de unanueva forma imperialista en el área. Analizan las prácticas discursivas de resignifica-ción socio-política, tanto hegemónicas como contrahegemónicas, en una inflexión his-tórica que significó el fin de la colonia y el comienzo de una situación de neo-depen-dencia.

En el último trabajo de este grupo, Claudia Zapata Silva, pone de manifiesto losdesplazamientos teóricos y los proyectos políticos de la emergente historiografíamapuche y aymara, señalando que durante las tres últimas décadas ha tenido lugarla irrupción de intelectuales indígenas en cuya producción escrita se constituye un pro-yecto que propone prácticas de descolonización, produciendo desplazamientos teóri-cos que les permiten dar cuenta de la diferencia cultural de sus grupos étnicos yasociarla a las demandas de los movimientos. Para ello realiza un análisis compara-

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IV

tivo de la historiografía mapuche (Chile) y aymara (Bolivia) en un corte temporal quese extiende desde mediados de los años ochenta hasta el presente.

Ahora bien, como sugiere Martí en uno de los epígrafes que presiden este volu-men, las ideas no hacen familia en la mente, como antes, ... Nacen a caballo, mon-tadas en relámpago, con alas. No crecen en una mente sola, sino por el comercio detodas. Por eso, desde el segundo epígrafe Alfonso Reyes nos convoca a tender lazos,crear vasos comunicantes entre quienes se avocan al trabajo del pensamiento. Estees el asunto sobre el que versan los trabajos del tercer apartado acerca de las redesintelectuales en América Latina.

Tejer redes

Existe una ecuación crucial para la definición de una red. Aquélla que conformanlos términos de tecnología, sociedad y cambio histórico. La relación entre estos tresconceptos ha constituido la matriz del pensamiento que sitúa, en el centro de la re-flexión, la revolución de la tecnología de la información. Dentro de la teoríacomunicacional más reciente es, entonces, donde la noción de red ha adquirido cate-goría explicativa de los fenómenos sociales contemporáneos. En la línea iniciada porMarshall McLuhan, a quien se debe a partir de los años 50-60 la historia de la fuer-za estructurante de las técnicas de comunicación; y continuada más recientemente porManuel Castells, principalmente, ha sido destacada la capacidad de la revolución tec-nológica de la comunicación para penetrar en todo el ámbito de la actividad huma-na. “La tecnología no determina la sociedad” matiza, sin embargo, Castells, y agrega“la plasma”. Pero así como la sociedad sólo plasma la tecnología, la sociedad tam-poco determina la tecnología: “la utiliza”. Se trata de una interacción dialéctica en-tre sociedad y tecnología, a la manera metodológica de historiadores como FernandBraudel. La teoría de la comunicación eleva, a rango explicativo, la noción de red. ParaCastells: “Nuestra exploración de las estructuras sociales emergentes por distintosámbitos de la actividad y experiencia humanas conduce a una conclusión general: comotendencia histórica, las funciones y los procesos dominantes de la era de la informa-ción cada vez se organizan más en torno a redes”. (Castells, M., 1998: 27 – 53). Valedecir, que las estructuras sociales se comprenden mejor a partir de la organización enred. Se trata de la nueva morfología social de las sociedades contemporáneas. Aun-que se trate rigurosamente de un fenómeno contemporáneo a la luz de una nuevarevolución tecnológica que altera los procesos de producción, la experiencia, el podery la cultura, la lógica de enlace supuesta en la red puede rastrearse en otros perio-dos históricos. Es así como, en tanto forma de organización, la red ha existido en otrostiempos y espacios. De manera que, retomando aquella ecuación de la que hemos par-tido entre sociedad, tecnología y cambio histórico, en lo que respecta a América Lati-na, es factible extraer conclusiones plausibles de la relación entre avances tecnológi-cos y cambios en el mundo de la cultura y el pensamiento en el siglo XIX y XX, comolo hace Arturo Roig al develar el modo en que los medios técnicos del periodismogeneraron nueva formas de discursividad en el siglo XIX. (Cfr. Roig, A., 1986). Tam-

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V

bién debe hacerse mención a la difundida tesis de Benedict Anderson sobre los orí-genes culturales del nacionalismo, la cual se apoya en relaciones análogas. EscribeAnderson: “la convergencia del capitalismo y la tecnología impresa en la fatal diver-sidad del lenguaje humano hizo posible una nueva forma de comunidad imaginada,que en su morfología básica preparó el escenario para la nación moderna.” (Anderson,B., 1997). Walter Bose, igualmente, ha entrevisto el problema en su historia de las co-municaciones: “El envío o transmisión de una misiva, expresada en palabras o signosconvenidos, es el objetivo esencial de los sistemas de comunicación. Su evolución his-tórica se halla ligada al desarrollo del comercio y a los progresos de la técnica y dela industria.” (Bose, W., 1966). En resumen, podemos decir que: 1. La red no es unalógica de enlace perteneciente nada más que a la era de la informática, sino quepuede constatarse en otros periodos históricos. 2. La morfología de la red tiene rela-ción con el grado de desarrollo tecnológico alcanzado en el momento del corte sin-crónico. Mientras que la unidad mínima tecnológica en la red de la Era Informáticaestá constituida por el bit, dentro del periodo 1875-1914, aproximadamente, la cartay la transmisión eléctrica del telégrafo ocupan ese lugar.

En una mirada más específica, la noción de red literaria se ilustra por medio decasos concretos. Uno de ellos se refiere a la red de exiliados durante la época deJuan Manuel de Rosas en la Argentina. Y el otro, a la red modernista generada ha-cia fines del siglo XIX y primeras décadas del XX en un espacio extendido como ellatinoamericano. Las lógicas de enlace existentes en estos agrupamientos se puedenpercibir particularmente en la participación en determinados órganos de divulgación,como las revistas y periódicos. También contribuye a la estructuración de la red lite-raria el intercambio epistolar, que en ambos casos se produce de manera profusa. Lainmigración política argentina en tiempos de Juan Manuel de Rosas hacia finales de1830 y hasta su caída en 1852 recaló en tres sedes diferentes: Bolivia, Chile y Uru-guay, contribuyendo enormemente al desarrollo de las letras y la cultura de esas sedes.Se ubicaron en Montevideo: Miguel Cané, Esteban Echeverría, José Mármol, BartoloméMitre (quien pasó a Bolivia en 1845 y a Chile en 1847) y José Rivera Indarte. A Chilefueron: Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Vicente Fidel López, DomingoFaustino Sarmiento. A Bolivia: Pedro Echagüe, Juan Ignacio Gorriti, Félix Frías, Benja-mín Villafañe. La radicación no fue definitiva en estas sedes hasta la caída de Rosas,sino que viajaron, reagrupándose o desbandándose, pero sin perder la motivación quelos enlazaba: la lucha contra Rosas.1 El trabajo de Eugenia Molina “La red literaria

1 A modo ilustrativo recordemos algunos de los periódicos que los emigrados fundaron. En Uru-

guay, entre 1838 y 1852: El Iniciador, El Nacional, El Talismán, El Tirteo, ¡Muera Rosas!, El Gue-

rrillero, El Álbum, El comercio del Plata, La Semana. En Chile: Sarmiento fundó el Nacional (1841),

El Progreso (1842) con Vicente Fidel López, La Crónica (1849), Sud América (1852); Mitre, por su

parte, redactó El Comercio (1847), El Mercurio (1848) y El Progreso (1849); Vicente Fidel López:

El Heraldo y El Progreso (Santiago); El Comercio y La Gaceta (Valparaíso). La lista de los que

colaboran en estos periódicos nos revela que los nombres se repiten y migran de un periódico a

otro. De esta manera, cabe hablar de la red de emigrados argentinos a través de la prensa perió-

dica, pero con sedes diferentes. Las publicaciones que a continuación se detallan aparecieron en

Uruguay durante la década 1838-1848. Se consigna asimismo los colaboradores más destacados.

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como espacio de legitimación intelectual y recurso de proyección pública. El caso deLa Ilustración Argentina (1849)” aborda la problemática de una red dentro de uncampo mayor como el que apenas indicamos.

En el caso referido a la red creada por los modernistas, Marcela Naciff en su tra-bajo sobre las revistas de fin de siglo en Argentina, a través de las cuales se rela-cionan los intelectuales modernistas, pone en evidencia cómo, si se coteja la redanterior con un determinado número de revistas y sus colaboradores pertenecientesal periodo 1890-1920 aproximadamente, salta a la vista el hecho de que la lógicade enlace circunscrita a una nacionalidad se ha ampliado y pueden observarse listasde colaboradores de diversas nacionalidades (argentina, colombiana, guatemalteca,peruana, mejicana, venezolana). Otros dos trabajos que se ocupan de las redes, bienpueden leerse de manera conjunta y complementaria. Nos referimos al de AlejandroParedes, “Religión y exilio chileno. El discurso del Comité Ecuménico de Acción So-cial. Mendoza 1973-1989” y el de Laura Jara, “La construcción de la cultura de iz-quierda en Latinoamérica 1959 – 1971.” Ambos por caminos distintos desarrollan sushipótesis con un marco referencial de fondo signado por las dictaduras militares delCono Sur, la guerrilla y las diásporas de toda índole que ese contexto dejó entre otrossaldos. Finalmente, el trabajo “Enlaces transatlánticos y comunidad imaginada (1898-1920)” de Claudio Maíz busca desplegar la metodología de las redes no tanto cir-cunscritas a América Latina sino en su relación con Europa, más concretamente conEspaña, durante las primeras décadas del siglo XX. Finalmente el trabajo de IsabelRoccaro se ocupa de indagar pormenorizadamente los vínculos establecidos entre Ar-gentina y Chile por medio de los actores científicos y académicos, en procura de for-jar una nueva noción de la cooperación internacional.

Adriana Arpini - Claudio Maíz

Bibliografía

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lismo. Trad. Eduardo Suárez, México, Fondo de Cultura Económica, 1997.

Bourdeiu, Pierre, ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos, Madrid: Akal, 1985.

Bose, Walter. “Historia de las comunicaciones”. Historia Argentina contemporánea. 1862-1930. Vol. III,

Buenos Aires, El Ateneo, 1966.

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Carmen Martínez Gimeno Barcelona, Alianza Editorial, 1998.

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Gaos, José, En torno a la filosofía mexicana. México, Alianza, 1980.

McNeill, J. R. y MacNeill, William. Las redes humanas. Una historia global del mundo, Barcelona, Crí-

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Roig, Arturo Andrés. “El Siglo XIX latinoamericano y las nuevas formas discursivas”. El pensamiento

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VI

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Los HOMBRESy las IDEAS

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21

Leopoldo Castedo,

María Marcela Aranda

Autobiografía y conciencia histórica

arío Villanueva señala que la fuerza de los actos del habla radica enla narración, es decir, la posibilidad de enunciar secuencias de suce-sos sometidos a reglas gramaticales y a principios conexos entre síde temporalidad y causalidad. Así se explica el pasado y el presente

y se aventura el futuro, se informa, se justifica, se responsabiliza, se puede ser verazo mentir, o bien inculpar o exculpar, en una palabra, se producen sentencias de va-riados propósitos. (Villanueva, E., 1991).

De igual modo, una autobiografía se propone percibir y dar sentido a la vidaindividual en el contexto de una necesidad que, valorizada con la Modernidad,deviene como forma de expresión reveladora de los principios organizativos de laexperiencia, es decir de los modos de interpretación de la realidad histórica en quevive el hombre occidental.1

A partir del análisis de las Contramemorias de un transterrado de LeopoldoCastedo (Madrid, 1915-1999), español nacionalizado chileno en el año 1948, y con-siderando las categorías de la teoría de la autobiografía, este trabajo pretende res-catar la presencia del autor y su grado de conciencia y subjetividad socio-históricaen la re-creación arbitraria y privilegiada del propio destino y el de la colectividad.

En efecto, de acuerdo a la definición que Phillipe Lejeune realiza de la auto-biografía como relato retrospectivo en prosa que una persona hace de su propiaexistencia, de su personalidad, las Contramemorias… cumplen estos requisitos. Setrata de una narración centrada en la propia vida individual, en la cual autor, na-rrador y personaje principal se identifican entre sí. La fiabilidad del texto está dadapor el compromiso del lector al asumir, como destinatario, la existencia del discur-so en sí. Por ello, para ciertas teorías autorreferenciales, el lector ocupa un lugarcentral pues se convierte en el depositario / intérprete del esfuerzo del autobiógrafoque enfatiza, en el presente de la escritura, la propia reconstitución de su unidade identidad a través del tiempo. (Lejeune, P., 1991:47-61).

Mientras el autobiógrafo desea ponerse en orden él mismo, construirse trasla-dándose de la posición de sujeto a la de objeto para sí y para los demás, el histo-riador va en la búsqueda creativa de la referencialidad que compone la trama de

1 Cfr.: VVAA., (1991), La Autobiografía y sus problemas teóricos. Estudios e investigación documen-

tal nº 29. Barcelona, Anthropos; May, G., (1982),. La Autobiografía, México, FCE; Popper, K., (1982),

La lógica de la investigación científica, Madrid, Tecnos.

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los actos humanos. En sentido recíproco, Georges Gusdorf advierte que si la histo-ria es la memoria de la humanidad que lucha contra la descomposición de formasy seres, el testimonio autorreferencial enriquece el patrimonio común de la cultura,aun a costa de soportar con angustia la mirada individual sobre la propia existen-cia. (Gusdorf, G., 1991:9-18).

La autobiografía aporta testimonios interesantes e interesados del autor / na-rrador / personaje en cuestión, quien re-traza su duración en el tiempo, eligiendolas instantáneas que insertan adecuadamente su destino en el de la comunidad ysin olvidar, en esa toma de distancia, la consecución de diversos móviles: explica-ción, descubrimiento, clarificación, formación, presentación o justificación.

El sentido testimonial de las Contramemorias… está dado por la obligación delautor de dejar constancia de que aquello de lo que fue testigo privilegiado, por unarazón u otra, no desaparezca con él. Se recuesta en el lenguaje de su tiempo y confíaen que el umbral entre la vida y la obra dejen ver un paso necesario en la escritu-ra del yo a través del otro, o segundo yo nacido en esta experiencia. Entonces, loautobiográfico no es suficiente porque al disponer los fragmentos de la vida perso-nal en una visión ordenada de conjunto de acuerdo a un guión preconcebido, el yo-autor se autorreferencia cuando comparte los modos de circulación y operación dela polifonía discursiva propia de la época en la que está inmerso. El yo subjetivo noejerce soberanía sobre sí mismo, sino que emerge en la interacción lingüístico-se-mántica con el otro como un yo textual, productor privilegiado de discurso.2

Leopoldo Castedo, el personaje

Leopoldo Castedo comienza su relato asumiendo los re-nacimientos que marca-ron su vida y sin aludir a la fecha originaria, es decir, el 27 de febrero de 1915.Ello no impide la evocación del ambiente familiar, sus progenitores y hermanos, cuyanostalgia se entremezcla necesariamente con los recuerdos de la participación enla Guerra, por él llamada, “in” Civil española:

Nací en Madrid un día de septiembre de 1936, cumplidos los veintiúnaños, en un palacete del barrio de Salamanca que habíamos convertido(…) en fábrica de granadas de mano. La dinamita y la metralla estabanen el sótano, donde más de una vez vi a alguien fumando. La guerra habíacomenzado el fatídico 18 de julio. En rigor, bien pudo ser éste mi segun-do nacimiento, o tal vez un renacer luego de la cercanía de la muerte (…),en la realidad de un trauma tremendo y una permanencia, que pormomentos parecía eterna, en estado de enterrado vivo y con alternadasconciencias de perecer o sobrevivir. (Castedo, L., 1997:13).

2 Entre otros autores, ver: Sprinker, M., (1991), “Ficciones del ‘yo’: el final de la autobiografía”, en:

VVAA., La Autobiografía y sus problemas teóricos. Op. Cit., pp. 118-128; Foucault, M., (1990),

Tecnologías del yo y otros textos afines. Trad. Cast., Barcelona, Paidós Ibérica.

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o al final de su existencia, cuando

(…) la muerte parecía amenazarme como consecuencia de un cáncerpulmonar y también el favorable hado y la terapéutica musical contribu-yeron a mi restauración. (Ibídem: 500).

En cualquier caso resume su vida en esta sencilla expresión:

Caos social y caos del cuerpo humano condicionaron (…) mis circunstan-cias al principio y al final de este recorrido (Ibídem: 501).

La mixtura política de sus orígenes familiares –republicanos, nacionalistas mo-nárquicos, anarquistas, comunistas– denuncia la permanente búsqueda de su lugaren el mundo y se expresa en su propio afán profesional y laboral: la vocación his-tórica. Desde sus primeros años en el Instituto-Escuela, luego la Universidad deMadrid, su acercamiento al grupo de teatro “La Barraca” y las lecturas de Rousseau,Proudhon, Bakunin, Dostoiewski, Salgari o Verne, hasta su llegada a Chile (septiem-bre, 1939), donde desarrolló una prolífica labor intelectual, Castedo se rodeó depersonalidades destacadas del mundo intelectual, político, social, económico y ar-tístico. Así, al articular mundo, yo y texto, el lenguaje autobiográfico acaba siendomediador entre sujeto y texto, entre texto y lector, pues acerca la comprensión delpasado a través de la elaboración que hace el escritor de esos hechos en el pre-sente de la escritura. (Loureiro, A., 1991: 2-8).

Estudió Filosofía y Letras en Madrid y sus principales maestros fueron JoséOrtega y Gasset, José Gaos, Manuel García Morente, José Ballesteros Beretta (dequien heredó la vocación americanista), Agustín Millares Carlos, Andrés Ovejero yel poeta Pedro Salinas. Integró el Seminario de Estudios Americanistas y simpatizócon la FUE, organización estudiantil de izquierda que competía con el SEU, versiónuniversitaria del falangismo sindicalista español. Al componer estas imágenes dejuventud, Castedo se concebía como discípulo privilegiado de aquellos intelectualesarrancados de las aulas universitarias por la conflagración civil española.3

Más tarde, al reconstruir la unidad de su vida, recordaría otras inflexiones: lastertulias literarias de Santiago de Chile; su trabajo en la Biblioteca Nacional de Chiley la colaboración estrecha con Francisco A. Encina; la labor docente e investigativaen la Universidad de Chile, en la Universidad Austral de Valdivia y en numerosasUniversidades estadounidenses, por ejemplo, la de Nueva York en Stony Brook. Tam-bién destacaría la relación con personalidades notables como Amanda Labarca, MartaBrunnet, Aníbal Bascuñán, Guillermo Feliú Cruz, Raúl Silva Castro, Eduardo Cruz Coke,Jaime Eyzaguirre, Ricardo Latcham, Volodia Teitelboim, Antonio Skármeta, SalvadorAllende, Claudio Véliz, Eduardo Mallea, Claudio Sánchez Albornoz, Luis Alberto Sán-chez, Heitor Villa-Lobos, Arturo Uslar Pietri, Luis E. Valcarcel, Arnold Toynbee, StanleyRoss, Rey Juan Carlos de Borbón, entre otros.

3 Castedo, L., Op.Cit. El autor destaca, entre las actividades revolucionarias, la simpatía por la Alianza de

Intelectuales Antifascistas liderada por Rafael Alberti e integrada por Ortega y Gasset, entre otros.

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Participó en programas institucionales especiales (BID, Naciones Unidas, CEPAL,ICI, centros académicos de Europa, Israel y Egipto) y viajó por Iberoamérica. Tuvouna activa participación en publicaciones chilenas y extranjeras: libros, artículos enAtenea, Boletín de la Biblioteca Nacional, LARR y HAHR, editoriales periodísticas enLa Nación, Defensa, Zig-Zag y El País. Asimismo, documentó el terremoto del ’60en Valdivia y testimonió en catálogos las bellezas naturales y artísticas del conti-nente. Su proyecto más ambicioso fue la edición de una obra sobre la historia delarte y de los pueblos americanos.

Leopoldo Castedo, el transterrado

Al redactar su autobiografía, Castedo dejó constancia de su recorrido físico,humano, ideológico, intelectual y artístico por distintos lugares. Los veintiocho ca-pítulos que componen las Contramemorias de un transterrado expresan el deseo derecuperar el movimiento natural de su vida, a través del hilo que guía, liga y ex-plica la multiplicidad de un pasado que el autor ofrece gustoso a consideración dellector. Ese hilo que tamiza las experiencias personales es la historia del siglo XX:la guerra civil española, el exilio, la segunda guerra mundial, el apogeo y decaden-cia de la guerra fría, la globalización. Las escenas son presentadas en orden tem-poral y, más allá de la autonomía relativa, de los intervalos que surjan entre ellasy de las interferencias entre el pasado que se recuerda y el presente en que seescribe, adquieren inteligibilidad cuando declara que:

(…) esta historia pudiera ser la de unas pocas horas o la de más demedio siglo, buena parte de ella en una España partida que amé y quese me negó en forma implacable muchas veces. La otra parte correspon-de a un Continente que hice mío, recorrí (…) por tierra, mar y aire, y tratéde valorizar en su caótico e incomparable poder de creación, luchandocontra la inconclusa y acomplejada ejecutoria política que se confabulópara presentarme tantas veces la realidad de un mundo que para muchosespañoles ha sido históricamente ancho y ajeno. (Ibídem: 13).

Por sus recuerdos desfilan directa o indirectamente las repercusiones dramáti-cas de la Guerra Civil Española, entre ellas el obligado refugio para él y su mujere hija. A mediados de 1939 y luego de infructuosas gestiones para exiliarse en algúnpaís europeo o americano, Leopoldo Castedo se contactó en París con Pablo Neruda(por gentileza de Rafael Alberti) y éste le ofreció embarcarse en el Winnipeg juntoa cientos de refugiados rumbo a Chile, país favorecido por ciertas circunstanciashistóricas.4 Desde ese momento se atribuiría:

(…) el apelativo de ‘transterrado’, antes incluso de que lo inventaran enMéxico sea Gaos, sea Max Aub, porque intuía que en Chile no iba a seradecuado el peyorativo de ‘desterrado’. (Ibídem: 95).

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Si, como asegura Paul de Man ((1991:113-118), la vida produce la autobiogra-fía como un acto produce sus consecuencias, debiera asumirse que el proyectoautobiográfico determina la vida y que esa mímesis es un modo de figuración en-tre otros. Pero el yo-autor piensa, organiza y escribe el texto para nosotros, situán-dose más allá de la autoridad y del control de otros individuos. Es sensible a lasdiferencias más que a las similitudes. Como refleja una voluntad de poder quecontiene sus metas y significaciones, el hombre cree que resulta útil y valioso fijarsu propia imagen, ya que de otro modo puede desaparecer de este mundo. Así, laautobiografía colabora en el conocimiento de uno mismo porque la recapitulaciónde las etapas de la existencia, los paisajes y los encuentros urgen al autor a si-tuarse en la perspectiva de lo que ha sido. La escritura castediana denota esa di-solución angustiosa del ser en el contexto de la responsabilidad del intelectual frentea las urgencias históricas de su tiempo:

(…) me afirmo en el axioma que consiste en la imposibilidad de juzgarel pasado con el criterio del presente. A partir de este aserto, me haparecido plausible (…) la postura de tantos españoles en protesta y cen-sura de la violencia (¿paradigma de la vitalidad desperdiciada?) de mu-chos de sus compatriotas. Lo cual no quiere decir que estuve y estoyjustipreciando aquel pasado con los criterios de este presente, sino (…)tratando de valorizar las posturas a que acabo de referirme. (Castedo, L.,Op. Cit.:117).

El relato de Castedo compromete dos tiempos históricos que, aunquediscontinuos, permanecen imbricados entre sí desde sus orígenes. La España dolo-rosa se transfigura en la tierra prometida que el exiliado proclama al llegar porprimera vez a Valparaíso en setiembre de 1939. En Chile, su segunda patria, ex-presaría con claridad la síntesis histórica expresada desde años atrás al publicarartículos de tono americanista en La Vanguardia, la Revista de las Españas y laSección Hispanoamericana del Centro de Estudios Históricos, junto a figuras de latalla de Silvio Zavala, Ángel Rosenblat, Eugenio Imaz, José María Ots Capdequí yRafael Altamira. A fines de los años ‘70 y ante un heterogéneo auditorio español,evocaría su noción de mestizaje, al afirmar que la principal aportación ibérica:

(…) había sido la de contribuir como parte alícuota a la estructura desociedades y culturas nuevas y por lo tanto diferentes. (Ibídem: 468)5

4 El testimonio de su encuentro con el poeta chileno es elocuente: “(...) en cuanto comencé a ha-

blarle de Chile y de mis artículos publicados en ‘La Vanguardia’, en plena guerra, sobre la elec-

ción de Aguirre Cerda y el triunfo del Frente Popular (el tercero en la Historia, después del fran-

cés y el español), se interesó vivamente en la (...) extraña dedicación, habida cuenta la lejanía y

el tradicional desinterés europeo de los asuntos hispanoamericanos. ‘Tráeme tus artículos. Me in-

teresa mucho lo que haces y escribes. Veremos si te podemos despachar a Chile’”. En: Ibídem:

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Para Castedo la historia de los pueblos cobra vida en sus creaciones artísticas,que son la manifestación superior de la capacidad virtuosa del hombre. A su juicio,el humanismo se respira en los contrastes, los caracteres acusados y las antinomiasentre la fuerza de la verdad y la realidad expuesta que se descubre en las situa-ciones que definen el ser latinoamericano, entre ellas: vitalidad, complejidad, barro-quismo, imprecisión, agudeza, individualismo, envidia, dignidad, orientalismo, contem-plación, suficiencia, imprevisión y resentimiento.

Así, la concepción de la historia asumida por Castedo se origina a mediadosde los años ‘30 en Madrid, en las discusiones del Ateneo dirigido por Ortega yGasset y en las múltiples adhesiones a la causa americanista a raíz del conflictocivil español, tales como el llamamiento a los pueblos de América en defensa dela Democracia española de Pablo Casals o el análisis del modelo democrático chi-leno en ocasión del triunfo electoral de Pedro Aguirre Cerda. Estaba convencido deque el ritmo histórico se dimensiona desde el presente concreto y accesible, sin caeren dogmatismos psicoanalistas. (Ibídem).

De allí que para conseguir editar su obra –Historia de los Pueblos Americanos(1956-1957)– recurriera a la búsqueda (de visu) de los testimonios de la tramageográfica, demográfica, político-institucional, ideológica, económica, social, tecno-lógica, artística y científica sobre la que nuestras comunidades han enhebrado sudevenir. Castedo debía coordinar los escritos y estilos de diversos colaboradoresamericanos, invitados a participar de un proyecto superador de las limitacionesnacionalistas y de las intransigentes aristas interpretativas iberoamericanas: bene-volencia con el pasado colonial, o bien adhesión incondicional hacia la superiori-dad anglosajona. Finalmente no prosperó, pero su intencionalidad se plasmó enprogramas televisivos, audiciones radiales, películas y documentales, algunos de loscuales se pergeñaron con la colaboración de los versos de Neruda, por ejemplo elpoema “Águila sideral, viña de bruma… Túnica triangular, polen de piedra…” parahonrar el Intihuatana en Machu Picchu.6

Castedo consideraba que la mimetización de fachadas y monumentos con elpaisaje derivaba en la singularidad americana por excelencia: la apropiación porparte de los primeros habitantes ibéricos de esta geografía como escenario parahacer florecer la identidad artística europea del siglo XVI. En efecto:

La comunicación ambiental con el paisaje se producía (…) morigerandola violencia de la naturaleza en la parte del edificio que se comunicabacon ella. (…) El hombre se recogía y se aislaba separando el templo del

5 Este testimonio fue extractado de un ciclo universitario de conferencias que brindó en la Funda-

ción Juan March, en Madrid; y forma parte del último recorrido extenso que realizó por Israel,

Egipto y España a fines de la década del ’70.

6 Ibídem. En los capítulos VII, XI, XII, XIII, XIV y XX, entre otros, el autor discurre largamente sobre

sus viajes por mar, tierra y aire que le permitieron descubrir y engarzar el concepto cultural de

integración latinoamericana a su procedencia ibérica, lo cual dio como resultado la construcción

de una peculiar subjetividad personal e histórica. Entre los colaboradores de esta Historia de los

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ambiente y anteponiendo en ella una fachada lisa, sobria, “desornamen-tada”. Pero el dinamismo temperamental del iberoamericano transmutabaaquella agorafobia en la antitética claustrofobia cuando elaboraba el con-tenido dentro de las paredes desnudas de la iglesia. Allí sentía la necesi-dad de expresar su comunicación con el Ser Supremo, ofreciéndole lamisma violencia decorativa de esa naturaleza exterior por él creada.(Ibídem: 255-256).

Conclusiones

Las fronteras entre la autobiografía y las memorias son fluidas, subjetivas ymóviles. La escritura castediana somete las claves de la existencia individual a laidentificación del lector con el yo del autor como la referencia del él enunciado,cumpliéndose así el pacto autobiográfico.

Las Contramemorias de un transterrado señalan, como hemos visto, la aperturadel texto a su contexto. Castedo declaraba, en pasajes reveladores, la importanciade la elección de la comprensión americanista en su perspectiva metodológica einterpretativa. El relato entremezcla, en dosis apropiadas, la relación de la vida in-dividual y colectiva, de donde sus periplos por América se constituyeron en autén-ticas expediciones historiográficas. Lo impresionaba tanto la exuberancia artística delpasado indígena, como la originalidad del colonial y su fusión hacia el presente, locual contrastaba, dramáticamente, con los modelos europeos y estadounidenses que,a su juicio, no encastraban en la peculiar realidad política y social iberoamericana.Así lo rememora:

(…) mi dedicación en la Universidad de Madrid a los estudios america-nistas y (…) (al) arte americano (…) fueron las dos materias preferidas(…) para obtener el título de Licenciado en Filosofía y Letras. Los traba-jos con el historiador Encina y las modestas publicaciones iniciadas alradicarme en Santiago estaban orientados y realizados de acuerdo con(…) la Historia de América (…) (que) incluye, además de la política, laeconómica (iniciada con mi padre), la social, la diplomática y hasta lamilitar. (Ibídem: 289).

De modo que Castedo al contemplar y reactualizar su pasado, logró entresacar,en una mixtura compleja de arte y ciencia, la significación íntima y personal, sím-bolo de su conciencia. El autor se enfrentaba al drama de la autodefinición y esta-ba obligado a dotar de sentido su propia leyenda.

pueblos americanos se contaban economistas, historiadores, sociólogos, demógrafos, ensayistas,

críticos y geógrafos, tales como: Leopoldo Zea, Fernando Alegría, Martín Bunster, Luis Vidales,

Silvio Zavala, Jorge Basadre, José Luis Romero, Lewis Hanke, Claudio Véliz, Eugenio Pereira Sa-

las, Gilberto Freyre, Mariano Picón Salas y Juan Pivel Devoto, entre otros.

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Las coordenadas espacio-temporales están presentes en el texto castediano conla fuerza propia del siglo XX abrumado por guerras, desencuentros, totalitarismos yexperimentos democráticos. Los anhelos del sujeto individual no decaen a pesar delimpacto de estas situaciones extremas. Los bombardeos, las actividades revolucio-narias, las pérdidas familiares, las vicisitudes personales y los ajetreos laborales seequilibran con la impronta dejada por la creatividad de su padre, el legado musi-cal de su madre y abuela, el sueño de una Historia total de los pueblos iberoame-ricanos y el encuentro fructífero con personajes destacados del quehacer político,social, económico y cultural de su época.

La autobiografía se convierte, así, en la historia de las cambiantes concepcio-nes del yo y ayuda a entender la vida como un proceso continuo. El análisis delas Contramemorias… muestra el encuentro decisivo entre el yo en formación y elmundo que lo rodea. Al estilo goetheano, Castedo escribe su historia ofreciendo almismo tiempo la historia de su mundo en un momento y contexto específicos,puesto que él y su producto final son hijos de su tiempo. De allí que la historia yla autobiografía valoren igualmente el hecho de presentar como significativas de-terminadas partes del pasado. Éste adquiere inteligibilidad en función de su com-prensión en el presente, es decir cuando a los hechos pasados se les sitúa de for-ma que se establece entre ellos una relación retroactiva de la que carecían en elmomento en que tuvieron lugar.

BIBLIOGRAFÍA

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Humanismo e interpretaciónde la historia en Aníbal Ponce

Adriana Arpini

�n los intensos años de su corta vida, Aníbal Norberto Ponce (1898-1938) experimentó, en el orden nacional, la implementación del pro-yecto de modernización liberal de la generación del ’80 y el inicio deun sistema democrático favorecido por la sanción de la Ley Sáenz

Peña, que establecía el voto secreto, obligatorio y masculinamente universal. Fue unademocracia formal y endeble, que habría de sufrir sucesivas interrupciones, comoel derrocamiento del gobierno de Hipólito Irigoyen por el golpe militar liderado porel General José Félix Uriburu en 1930; fecha que señala también la crisis del mo-delo oligárquico liberal. Desde el punto de vista de las corrientes de pensamiento,aunque Ponce conoció ampliamente el espectro de concepciones filosóficas de suépoca1, se formó principalmente en el positivismo junto a José Ingenieros; despuésde la muerte del maestro, incorporó sobre base positivista los principios del mate-rialismo dialéctico como herramientas para el análisis de los procesos sociales yculturales. En el orden internacional percibió el agotamiento de las fórmulas políti-cas basadas en las ideas de orden y progreso y advirtió la necesidad de encontrarnuevos esquemas interpretativos para un mundo que había sufrido los horrores deuna guerra mundial y conocía las revoluciones de Rusia y México.

Es posible diferenciar dos momentos en la producción de Ponce, sin que ellosignifique un corte tajante entre ambos. Por una parte, los escritos producidos has-ta 1932, en los cuales encontramos una completa adhesión a los principios libera-les de la generación del 80, aunque se advierte una progresiva incorporación demotivos socialistas, manteniendo la perspectiva positivista como filtro de sus inter-pretaciones y valoraciones. Cierto solapamiento entre posiciones ideológicas disímiles–liberalismo y socialismo– se advierte al comparar algunos discursos pronunciadosa partir de 1928 –vg. “Examen de conciencia” (1928), “Los deberes de la inteli-gencia” (1930)– y el texto de 1932 Sarmiento constructor de la nueva Argentina.Lo que viene a corroborar la existencia de una matriz positivista común. Matriz quese mantiene aun en aquellos discursos en los que se hace evidente la adopción delmaterialismo dialéctico como herramienta de análisis histórico. En efecto, discursospronunciados en ese mismo año: “Conciencia de clase”, “De Franklin, burgués deayer a Kreuger, burgués de hoy”, incluso el “Elogio del Manifiesto Comunista”,

1 Cfr. Ponce, Aníbal, “El momento actual de la filosofía”, publicado en la Revista El Hogar, el 23 de

enero de 1931, en: Obras Completas de Aníbal Ponce. Estudios de Psicología. Buenos Aires, El

Ateneo, 1944, (387-392).

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pronunciado en enero de 1933, ponen de manifiesto la plena incorporación del ma-terialismo histórico en la cosmovisión ponceana. Los textos producidos por nuestroautor con posterioridad a 1932, en particular Humanismo burgués y humanismoproletario y Educación y lucha de clases (1937), pueden caracterizarse por instru-mentar esa perspectiva de análisis. El estudio detenido del primero de estos textosnos permitirá confirmar algunas hipótesis: en primer lugar, que la implementacióndel materialismo dialéctico en la interpretación de los procesos histórico-culturaleses congruente con las ideas de evolución y progreso que forman parte de la cos-movisión positivista; en segundo lugar, que Ponce adopta el punto de vista de quienmira la historia como un proceso evolutivo racionalmente ordenado, donde inclusolos conflictos del presente tienen sentido en función de su futura eliminación den-tro de un desarrollo predecible; en tercer lugar, de confirmarse los puntos anterio-res, habría que preguntarse si en los escritos posteriores al 32 se produce efectiva-mente una superación dialéctica de la dicotomía “barbarie - civilización” que im-pregna los trabajos anteriores.

Humanismo burgués y humanismo proletarioo la interpretación del sentido de la historia

Humanismo Burgués y humanismo proletario. De Erasmo a Romain Roland fuepublicado por primera vez en México en 1938, sus páginas corresponden al cursodictado por Ponce en el Colegio Libre de Estudios Superiores en 1935, ante la proxi-midad del cuarto centenario de la muerte de Erasmo. Se trata, según declara el autorcon un optimismo ciertamente ingenuo, de una reflexión sobre los problemas queplanteó el humanismo burgués y que ha retomado y resuelto el humanismo prole-tario. La figura de Erasmo sintetiza los rasgos del humanista del renacimiento, queestán a la base del humanismo burgués. Ellos son el culto a los libros, el odio ala guerra como el peor de los crímenes, una forma satírica de referirse a la Igle-sia, la defensa del ideal de fraternización de los grandes espíritus. Este texto esta-blece un contraste entre el humanismo burgués de ayer y las posiciones adoptadaspor la burguesía en el siglo XX. Ésta marcha del brazo de la Iglesia y busca en laguerra la solución a una crisis sin remedio. En sus manos –sostiene Ponce– el hu-manismo está en trance de morir. Sólo el proletariado, capaz de echar por tierra laexplotación burguesa, podría construir “sobre la base de una nueva economía, laspremisas necesarias que asegurasen a las grandes masas el acceso a una vidaembellecida por la dignidad y la cultura” (2001: 38).

En un trabajo anterior en que analizamos los ensayos biográficos de AníbalPonce, en especial La vejez de Sarmiento (1927) y Sarmiento constructor de la nuevaArgentina (1932), sostuvimos que apela al recurso de la biografía para presentar através de ciertos personajes, una imagen de la Argentina moderna y «civilizada»,resultado del proyecto impulsado por los hombres del ’80, basado en un idearioliberal que promovía la libertad de comercio, de culto y de pensamiento, la edu-cación popular, obligatoria y laica, el desarrollo del conocimiento científico y la

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aspiración a una cultura cosmopolita. En este marco funciona la interpretación dela realidad en términos dicotómicos según los términos definidos por Sarmiento como«barbarie» y «civilización»2. Nuevas marcas semánticas aparecen en el escrito queahora analizamos a propósito del planteo dicotómico reiterado por Ponce: la bur-guesía en decadencia por el lado de la «barbarie» de ayer y la emergencia delproletariado por el lado de la «civilización» de mañana.

Ponce realiza un lúcido análisis del significado del humanismo, poniendo demanifiesto las condiciones sociales en que se produce ese movimiento filosófico. Eneste sentido su texto podría ser leído como un intento de caracterización de lafunción social del intelectual. Ponce no acepta la versión de que el Humanismoconstituye una corriente de pensamiento caracterizada por un retorno al estudio delos textos antiguos, ignorados durante la Edad Media. Señala que tal afirmación espor lo menos superficial, por cuanto desconoce que en esa época muchos de lostextos griegos y latinos se conocían y eran motivo de cuidadosos estudios; perosobre todo ella elude la consideración de un conflicto más profundo, relacionadocon el modo en que medievales y humanistas se acercaron a esos textos en fun-ción de intereses y aspiraciones diferentes, a los que subyace un desplazamientoen el equilibrio de las clases dentro de la sociedad. Dice Ponce:

El interés por lo inmediato y terrenal ha substituido a la fe en la inmor-talidad del individuo, y el consuelo de un Paraíso para después de lamuerte empalidece frente a la confianza en el progreso indefinido y enel concepto humano de la gloria. ... Y si Colón y Copérnico avanzan comodos gigantes en el umbral de la “época de los descubrimientos”, otrodescendiente de tejedores, Jacobo Fugger, va a demostrar lo que vale enmanos de la burguesía ese torrente de oro que Colón ha volcado en Eu-ropa. (Ibídem: 42).Racionalistas en su concepción del mundo, indiferentes frente a las diver-sas religiones, pacifistas porque así lo exigía el interés de sus caravanasy de sus navíos, los banqueros del siglo XV y XVI crearon la atmósferaen que el humanismo nació y lo apoyaron después con sus fortunas y sushonores. Porque, subrayémoslo una vez más: sobre el plano de la cultura,el humanismo fue una derrota del feudalismo católico frente a la burgue-sía comerciante. Entre los mercaderes nació el culto a la Antigüedad, yellos, los mercaderes, fueron quienes lo impusieron a los prelados y lospríncipes ...(Ibídem: 45).

2 Hemos analizado extensamente los ensayos biográficos de Ponce en nuestro trabajo “«Orígenes»

y «construcción» de la Argentina Moderna. Ensayos biográficos de Aníbal Ponce”, producido en

el marco del Proyecto de Investigación dirigido por Clara Alicia Jalif de Bertranou sobre Argenti-

na: ¿El espejo de los vencidos? La construcción de la autoimagen en el ensayo argentino duran-

te la primera mitad del siglo XX, Mendoza, Instituto de Filosofía Argentina y Americana, Univer-

sidad Nacional de Cuyo, 2002-2004.

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En pocas palabras, el humanismo es considerado por Ponce como una forma deracionalidad que acompaña y justifica el despliegue de la burguesía en su etapade emergencia histórica y, en este sentido, contribuye a la derrota del feudalismo.Sin embargo, su influencia social tiene un límite, no puede avanzar más allá de loque la burguesía puede permitir. En efecto, para crecer la burguesía necesita ejérci-tos de obreros libres dispuestos a vender su fuerza de trabajo y convertirse en tra-bajadores asalariados. Los humanistas, en cuanto ideólogos de la burguesía y “pe-dagogos de los hijos de banqueros”, no sólo no se interesan por los trabajadores,sino que “aconsejan para el pueblo la enseñanza de las supersticiones”, contribu-yendo a mantener su ignorancia y prolongar su mansedumbre. Según Ponce, Erasmoconstituye un ejemplo acabado de esta clase de intelectuales, que a fuerza de es-tudio había arrancado a los teólogos el privilegio de la cultura, pero una vez lo-grado, abdicó frente al empuje de las masas, no mantuvo la actitud que su propiaobra –Elogio de la locura– exigía; propuso la formación de elites y proclamó quela inteligencia está por encima de los partidos. “Cuando a la cultura se la disfrutacomo a un privilegio –concluye–, la cultura envilece tanto como el oro”. (Ibídem:72).

El mismo esquema de análisis mantiene Ponce al considerar las figuras de Ariely Calibán en la obra de Shakespeare y de Renan, sin embargo, dado que estosautores se sitúan en momentos históricos diferentes, y que por necesidad del pro-pio desarrollo capitalista, la burguesía del siglo XIX tuvo que prodigar un mínimode educación al pueblo, poco a poco se habían dado las condiciones para un des-pertar de la clase obrera. Así, según Ponce, “En La tempestad de Shakespeare, Prós-pero no cree en la posibilidad de educar a Calibán; en la suite de Renan, Prósperole reprocha en cambio haberse apoderado de la educación que le dio para volverlacomo un arma contra él” (Ibídem: 81). También Romain Rolland, discípulo de Renany miembro de la hermandad de Ariel, veía con desdén el tumulto de las opiniones,afirmaba la supremacía del hombre que piensa sobre el hombre que vive; encandi-lado por las construcciones del “arte puro” y la “inteligencia pura”, no podía per-cibir “las grandes masas de la única escena en que se desarrolla de veras el dra-ma de la historia”. Según Ponce, los intelectuales, mimados por la burguesía, pa-decen una amputación del espíritu que les impide comprender la complejidad yconflictividad de la trama social.

Pero la experiencia histórica de la Guerra y la Revolución Rusa conmueve pro-fundamente al intelectual y, como en la caso de Romain Rolland, le lleva a reco-nocer la suma enorme de errores, prejuicios y mentiras acumuladas por la educa-ción. “Siglos de educación burguesa impedían el descubrimiento de esa verdad tanlimpia –dice Ponce–, y es comprensible el desconcierto trágico de Ariel al saber queen la historia de la Alemania actual no ha sido precisamente Calibán el que haarrojado a la hoguera la biblioteca de Próspero”. (Ibídem: 87)3

La confianza en la razón se trueca después de la guerra en lamentos acercade la decadencia de la civilización. El núcleo del problema se encuentra en la

3 Ponce reproduce un extenso párrafo del texto de Romain Rolland, Quince años de combate.

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relación entre técnica y clases sociales. La máquina nada vale por sí misma sinoen función del régimen social en que se incorpora. En el capitalismo, la máquinahace del obrero un apéndice sin alma, pero es condición necesaria para que, conel triunfo del proletariado, pueda devolver al hombre su “fertilidad perdida”. Juntoa la máquina, que tritura al obrero, surgieron también las primeras condicionesobjetivas del humanismo proletario. Con el propósito de anticipar las característi-cas del humanismo del futuro, Ponce describe con exultante optimismo la sociedadrusa posrevolucionaria diciendo que “al poner al servicio de cada uno los tesorosde la cultura y de la técnica ... ha abierto para el progreso humano horizontes tanvastos como hasta hoy no era dado sospechar”. (Ibídem: 132).

A propósito de la descripción de las actividades que los hombres y mujeres dela “Rusia Nueva” desarrollan en las fábricas, las granjas, los laboratorios y las es-cuelas, Ponce resalta el verbo «construir» (Ibídem: 132 y ss.). El concepto de cons-trucción funciona como articulación entre momentos históricos diferentes. Es decirque el proceso constructivo muestra dos caras, por un lado, la crítica y deconstruc-ción de los elementos del pasado que obstaculizan la tarea de levantar un nuevoedificio; por otro lado, el señalamiento de los factores que contribuyen a la edifi-cación. Cabe señalar que la noción de «construcción» es congruente con la ideailustrada de progreso y con el concepto de evolución por etapas presente en elpositivismo. De la misma manera se aplica, ahora, la idea de construcción a lastransformaciones en la técnica, la industria, la cultura y a la misma vida de loshombres, que –según Ponce– han dejado de ser esclavos para transformarse endueños completos de sus propias fuerzas y factores conscientes de la evolución.También en este caso hay un pasado caracterizado por el modo capitalista de pro-ducción que debe ser removido para dar paso a la nueva sociedad. El proletariadoes el sujeto social que abre el camino al “humanismo pleno”. A través del uso quehace nuestro autor del concepto de «construcción» puede advertirse la congruenciaentre la función que cumplen las ideas positivistas de evolución y progreso aplica-das a la interpretación de los procesos históricos y sociales, por un lado, y la im-plementación del materialismo dialéctico como metodología para llevar adelante lainterpretación de esos procesos. Dicha congruencia está abonada por una interpre-tación de la historia –de matriz ilustrada– como proceso evolutivo único y racio-nalmente ordenado.

Por otra parte, hemos sugerido que el escrito de Ponce al que nos venimosrefiriendo puede ser leído como un intento de caracterizar la función social delintelectual. Esta preocupación, que ha estado presente en la reflexión filosófica desdela antigüedad, aflora con renovado ímpetu en los años posteriores a la PrimeraGuerra y a la Revolución Rusa. El escrito Ponciano, cuya elaboración data de 1935,es casi contemporáneo de las anotaciones acerca de “La formación de los inte-lectuales” de Antonio Gramsci4. Recordemos que el autor de los Cuadernos de la

4 Gramsci, Antonio, “La formación de los intelectuales”, en : Antología. Selección, traducción y no-

tas de Manuel Sacristán, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004, p. 388 a 396. De acuerdo a la Tabla de

datos y fechas elaborada por el traductor, el texto gramsciano data de 1932.

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cárcel sostiene que todo grupo social que surge en la historia cumpliendo una fun-ción esencial en la producción económica, se crea orgánicamente “una o más ca-pas de intelectuales que le dan homogeneidad y consistencia a su propia función,no sólo en el plano económico, sino también en el social y político”, y genera lascondiciones favorables para la expansión de la propia clase. Pero al formarse a partirde una estructura anterior, se encuentra con categorías intelectuales preexistentesque parecen representar una continuidad histórica ininterrumpida. Tal es el caso delos clérigos que monopolizaron por mucho tiempo la religión, la filosofía, la cien-cia, la educación, la justicia, la moral, la beneficencia, etc. Estos “intelectuales tra-dicionales” se presentan como autónomos e independientes del grupo social domi-nante. El criterio metodológico para caracterizar las distintas actividades intelectua-les y para diferenciarlas de las actividades de otros grupos sociales no se encuen-tra, según Gramsci, en el núcleo intrínseco de la actividad, sino que hay que bus-carlo en el conjunto del sistema de relaciones sociales en el que dicha actividadse encuentra. Dado que no hay actividad humana que pueda prescindir de la inter-vención intelectual, la creación de una nueva capa intelectual consiste en “elabo-rar críticamente la actividad intelectual que existe en cada individuo ... modifican-do su relación con el esfuerzo nervioso-muscular en busca de un nuevo equilibrio,y consiguiendo ... que se convierta en fundamento de una concepción del mundonueva e integral”.(2004: 392).

Es posible señalar ciertas afinidades entre las elaboraciones de Ponce y Gramsciacerca de la función social del intelectual. En primer lugar, es dable advertir lasemejanza en cuanto al criterio metodológico subyacente a las elaboraciones deambos autores, el cual consiste en buscar lo propio de la actividad intelectual enel conjunto de relaciones sociales en que está inserta antes que en el contenidode la propia actividad. Así es posible diferenciar los intelectuales tradicionales, quemonopolizan la superestructura considerando que sus productos son independientesrespecto del modo de producción dominante, de aquellos intelectuales que acom-pañan la emergencia de una clase social, dando consistencia y creando las condi-ciones económicas, políticas y sociales de su expansión. Tal es el caso, para Ponce,de los humanistas del renacimiento, que proveyeron los fundamentos de una nue-va concepción del mundo congruente con el ascenso histórico de la burguesía, yde los intelectuales orgánicos del proletariado, que al modificar el equilibrio esta-blecido entre la actividad física y la teórica generan lo que Ponce llama “el verda-dero humanismo”, el humanismo proletario.

También es posible mencionar algunos aspectos en que los planteos de Gramsciy Ponce se separan parcial o totalmente. Gramsci acentúa el examen de las rela-ciones recíprocas entre estructura y superestructura de la sociedad e intenta liberaral marxismo de impregnaciones positivistas, del determinismo económico y de la in-terpretación mecanicista de los acontecimientos sociales. Ya hemos apuntado quePonce incorpora la metodología de análisis marxista en una matriz de base cientí-fica positivista, de ahí la dificultad para superar el determinismo económico y elmecanicismo.

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Oscar Terán, refiriéndose a los escritos ponceanos de la última etapa, sostieneque se asiste en ellos “a una adhesión al marxismo que no conlleva el replantea-miento del problema nacional, y que persiste en desplazar hacia la penumbra elrelevamiento de aquellas zonas nacionales que desde otras perspectivas la intelec-tualidad argentina comenzaba a reconocer” (1986: 155). En efecto, dado que nues-tro autor concibe el progreso histórico sobre un único eje temporal universal, su aná-lisis pierde de vista la especificidad y diversidad de otros procesos socio-históricos,como los acaecidos en América latina, cuya complejidad se pone a foco si se con-sidera que la implantación del modo de producción capitalista en esta parte delmundo estuvo y está atravesada por las problemáticas del subdesarrollo económi-co, la dependencia política y la dominación cultural. La superación dialéctica de lascontradicciones surgidas en estas coordenadas socio-políticas-culturales requiere unejercicio de imaginación abierto a la emergencia de posibilidades no previstas, paralo cual se hace necesario la construcción de nuevas categorías de análisis en vis-tas de una efectiva superación dialéctica de la dicotomía «barbarie» - «civilización».

Podemos considerar positiva la introducción de la metodología marxista para elanálisis de la historia y de la función del intelectual a través de ella. Constituyeun punto de vista, entre otros no menos importantes, que no puede dejarse de ladoa la hora de analizar esas cuestiones, ya sea que se ponga el foco de atención enlos problemas sociales y políticos, en los aspectos metodológicos o en los fines dela actividad intelectual. En este sentido el discurso Ponciano se presenta como unaalternativa en el universo discursivo de los años ’30, frente a las reivindicacionesde la jerarquía, el orden y la disciplina promovidas por un Ricardo Rojas o unManuel Gálvez, a la arenga militarista de Lugones y al apoyo de la iglesia católicaal gobierno conservador de la época. En tal contexto, el texto de Ponce que co-mentamos puede ser leído como un testimonio doctrinario que acentúa la idea dela decadencia de la burguesía y su fracaso en el campo intelectual, aunque mante-niendo siempre una visión eurocéntrica que se pretende universal. Lo que se echade menos en su análisis es, precisamente, la búsqueda de categorías que permitandar cuenta de una realidad contextualizada. Podríamos decir que Ponce no alcanzaa realizar lo que él mismo admiraba en Sarmiento y que proclamaba como funcióndel intelectual «constructor»: la creación de categorías que funcionen como epíto-mes interpretativas de la realidad. La implementación del materialismo históricocomo criterio de análisis no estuvo acompañada, en el caso de Ponce, por un re-planteo de la oposición teórica y axiológica entre las categorías de «barbarie» y«civilización» con las que encara la interpretación de la sociedad y la cultura ensus primeros escritos. La oposición entre “humanismo burgués” y “humanismo pro-letario” puede ser considerada como una resemantización de aquella dicotomíamediante la incorporación de la terminología marxista. Pero, si bien estas catego-rías conllevan potencialidad para la crítica –momento deconstructivo–, su capacidadinterpretativa no agota la compleja red de conexiones y relaciones de poder denuestras sociedades. Esto requiere la construcción de nuevas categorías, tanto parael momento descriptivo como para la proyección de nuevas posibilidades.

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Bibliografía

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Terán, Oscar, (1986), “Aníbal Ponce o el marxismo sin nación”, en: En busca de la ideología argenti-

na, Buenos Aires, Catálogo.

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Introducción

ste trabajo es parte de un estudio sobre José Vasconcelos, en el cualintento desentrañar su pensamiento político en su obra autobiográficaa través del análisis del discurso.La autobiografía, según G. Gusdorf, tiene un tiempo y un espacio es-

pecíficos: nace en Occidente, a partir del siglo XIX. Desde el Renacimiento, el “yo”individual comienza a tener un papel preponderante. Este fenómeno se va a acen-tuar con el tiempo y ya en el siglo XIX dará lugar a un nuevo género literario: laautobiografía. Sin embargo antes que los estudiosos se dediquen a su estudio, laautobiografía ha impuesto la necesidad de su existencia. Por ello nos encontramoscon obras anteriores como las Confesiones de San Agustín y las de Rousseau, quepresentan algunas características de este género, pero carecen de la totalidad de losrasgos que los especialistas atribuyen a las obras autobiográficas (Gusdorf, G., 1991:9) Estos destacan la coincidencia de la identificación del autor, del narrador y delpersonaje principal de la obra, además de que debe tratarse de un relato retrospec-tivo en prosa que una persona hace de su propia vida.(Lejeune, P., 1991: 48-49).

En esta oportunidad, me detengo en el tema de las dos primeras visitas queJosé Vasconcelos hizo a Argentina y su paso fugaz por Chile en 1922. En ambasocasiones los móviles fueron diferentes, también su situación personal. La coyuntu-ra política de Argentina de esos años fue cambiante por lo que intentaremos re-construir la opinión que tuvo Vasconcelos de nuestro país y cómo afectaron estasvariaciones de la política local en su apreciación. Para ello pondremos especialénfasis en El Desastre (1938) y La Flama (1959), que junto a Ulises Criollo (1936),La Tormenta (1936) y El Proconsulado (1939) constituyen sus Memorias.

El Desastre (México, Fondo de Cultura Económica, 1982) contiene sus recuer-dos durante el tiempo en que ejerció la función de Secretario de Educación Públicade México. La Flama (México, Continental, 1959), retoma el final de El Proconsuladoy aborda nuevamente temas como su campaña presidencial de 1928, para luegodedicarse al periodo en el que el autor se radicó en Argentina (1933-35). Posterior-mente narra los recuerdos su intento fallido de encabezar una rebelión cristera en1938. Finaliza con el retorno definitivo del autor a México sin ánimo para la luchapolítica.

La variedad temática de la obra, que va desde cocina típica a aspectos de laRevolución mexicana y la pluma con que el autor transmite momentos desgarradores

El Ulises mexicano en Argentina y Chile

Walter César Camargo

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de su vida, hacen que sus Memorias sean consideradas la mejor autobiografía quela literatura mexicana haya producido.(Cfr. Paz, O., 1988: 196)

Encontramos en el texto sus vivencias más íntimas narradas con una intensi-dad emocional, característica de la escritura autobiográfica hispanoamericana, perosin censuras y con una franqueza inusual para la época.(Cfr.: Molloy, S.; 1999: 256-260)

Cabría preguntarnos las causas por las cuales Vasconcelos sintió la necesidadde narrarlos de esta forma. Para Georges May “...quien escribe de sí puede hacer-lo de manera más racional y lógica o con una mayor carga afectiva y sentimental.En ambos casos lo que se pretende es la justificación de una vida, de una obra”(May, G., 1982: 23). El caso de Vasconcelos pertenece al segundo grupo, pues es-cribe sus Memorias cuando ha caído en el descrédito, en los años de exilio y re-clusión.

El relato de su vida satisface móviles irracionales, como su necesidad de evo-car un pasado más venturoso que el presente vivido. Recordemos que la mayor partede esta obra fue escrita en el exilio político (1931-39) y el resto cuando Vasconcelosha regresado a su país sin que su figura sea relevante en la escena política. Alcontrario, el autor ha caído en el descrédito de sus contemporáneos y siente lanecesidad de reivindicar su vida.

Respecto de la manera en que el autor reconstruye ese pasado, Vasconcelos nosalerta al respecto y cuenta que los hechos se le presentan como en una películainterrumpida, en la que se le han velado largos trechos. Pasan por su memoria zonasinvisibles deterioradas por el tiempo, junto a recuerdos, que por motivos arbitrarios,son más claros (Cfr. Vasconcelos, J., 1982: 9 y 89).

José Vasconcelos (México, 1882-1959) fue abogado, filósofo, escritor, político,historiador y educador. Este polifacético mexicano de principios de siglo XX, tuvouna destacada labor en varios campos. Es considerado una de las personalidadesmás importantes de la historia de Hispanoamérica, así como una de las más con-trovertidas.

Su participación en la Revolución Mexicana fue notable. Se unió a FranciscoMadero en 1908 y cuando estalló la Revolución (noviembre de 1910), fue nombra-do agente confidencial en Washington. Regresó a México tras la renuncia de PorfirioDíaz, para organizar, como vicepresidente, el Partido Constitucionalista Progresista.Durante la presidencia de Madero apoyó su gestión y se lo considera el intelectualde ese gobierno.

Tras el golpe de Huerta, intervino activamente en los sucesos que llevaron asu dimisión. Le encargaron una misión diplomática en Inglaterra y luego Carranzale ofreció el cargo de Director de la Escuela Preparatoria. Se destacó luego en laConvención de Aguascalientes, donde redactó su manifiesto. Apoyó al presidenteEulalio Gutiérrez hasta el final. Fue enviado a Estados Unidos en una misión diplo-mática que fracasó. Como la facción carrancista fue la que se impuso, decidió que-darse en ese país.

Posteriormente apoyó a Álvaro Obregón contra Carranza en 1920. Fue nombra-do Rector de la Universidad Nacional. Luego fue nombrado Secretario de Educación

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Pública, cargo que ejerció hasta 1924 (oficialmente la Secretaría de Educación Pú-blica se crea en Julio de 1921 por decreto). Realizó una extraordinaria gestión quele valió el reconocimiento nacional e internacional.

En 1925 aceptó la candidatura de Gobernador de Oaxaca. Perdió y se autoexilió.Publicó La Antorcha, una revista de protesta. En 1928 aceptó la candidatura a Pre-sidente de la Nación y regresó a México. Participó de una campaña electoral mar-cada por la violencia oficialista y perdió ante Ortiz Rubio, el candidato de Calles.Se exilió una vez más, esta vuelta en Europa, donde publicó los últimos númerosde La Antorcha. Entre 1933 y 1935 vivió en Argentina. En esos años caracterizadospor la desilusión, escribió sus Memorias. Regresó a su país en 1938 Ocupó algu-nos cargos como el director de la Biblioteca Nacional. Murió en 1959 (Cfr.: Fell, C.,2000: 545-572).

El joven Embajador mejicano en Argentina

Vasconcelos por su labor en materia educativa, era uno de los funcionariosmexicanos más conocidos en el exterior. Por ello el presidente Álvaro Obregón (1920-24) decidió que fuera parte de la delegación oficial que visitó el sur del continentepara la celebración del Centenario de la Independencia de Brasil. Además, se pro-gramaron visitas a la Argentina para la asunción presidencial de Marcelo T. de Alveary a Chile.

Su llegada se produjo cuando expiraba el primer mandato de Hipólito Yrigoyen(1916-22). La tarea principal que se propuso este mandatario fue “reparar”, es decir,corregir los vicios políticos y administrativos propios del régimen anterior (Cfr. Luna,F., 1999: 204-210). Dio comienzo así a una nueva etapa en la política argentina enla que fueron relegados los grupos oligárquicos, reemplazados por nuevos hombres.Yrigoyen desarrolló un estilo personalista de gobierno. Según José Luis Romero pesea que respetó las formas republicanas de gobierno no vaciló en intervenir provin-cias y exigió una fidelidad rayana en la obsecuencia (Cfr.: Romero, J., 1975: 63-64).Destacaron una serie de reformas llevada adelante con éxito y la defensa de la raza.Por ello, en las elección de 1922 fue elegido sin problemas Marcelo T. Alvear, tam-bién de la Unión Cívica Radical. El nuevo mandatario asumía en un clima de granexpectación. Por ello para el acto de asunción arribaron al país representantes dedistintos Estados europeos y América Latina.

La delegación mexicana llegó al puerto de Buenos Aires a bordo del crucero“Bravo” y el transporte “Coahuila” el 07 de octubre de 1922. El recibimiento estu-vo cargado de emotividad. Hubo expectativa por la llegada del educador mexicanocuyo labor era admirada en nuestro país. La delegación extranjera, apenas arribó,rindió honores ante la tumba del General San Martín ante el aplauso de la gente(Cfr.: La Nación, 1922: 5).

La estadía se extendió por quince días (hasta el día 23 de octubre de ese año).Vasconcelos estuvo a cargo de la delegación cuyo paso por nuestro país no pasódesapercibida. La importancia que se le otorgó a nivel diplomático se reflejó en el

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lugar que fue recibido el agente diplomático mexicano por el presidente electoAlvear: luego del embajador de España y el de Estados Unidos, Vasconcelos fuepresentado ante el nuevo mandatario (Cfr., La Nación, 1922: 5).

Lo acompañaron en este viaje al ministro Enrique González Martínez, AntonioMediz Bolio y su secretario Julio Torri. Con ellos intercaló las obligaciones oficialesque debieron cumplir. Vasconcelos programó diversas actividades extra oficiales enlas que aprovechó para expresar sus ideas políticas, entre ellas aceptó invitacionesa distintas conferencias. Las dos más importantes fueron la que se ofreció el miér-coles 11 en el salón del Colegio Nacional, patrocinada por la Facultad de CienciasJurídicas y Sociales (Cfr.: La Nación, 1922: 3) y el jueves 12 de octubre en el Ins-tituto Popular de Conferencias. En la segunda trató una temática similar a la ante-rior. La tituló “La instrucción pública en Méjico”. Sus ideas llamaron la atención enel ámbito local. La prensa de la época destacó la elocuencia del orador para trans-mitir sus puntos de vista y conseguir la ovación del público al finalizar. La confe-rencia puede dividirse en dos puntos: en el primero el orador se encargó de hacerun racconto de la labor educativa realizada por los gobiernos de aquel país desdela segunda mitad del siglo XIX hasta Álvaro Obregón. En esa oportunidad revalori-zó la figura de Madero (1910-11) y el principal atacado fue Porfirio Díaz (1876-80y 1884-1910). Afirmó también que la Revolución había destruido cosas, pero diocimientos para construir una nación mejor. Eso es lo que estaba tratando de hacerél como funcionario, como expuso en la segunda parte de su ponencia (Cfr.: LaNación,1922: 7).

Una vez cumplida la agenda oficial de compromisos, Vasconcelos decidió reali-zar un viaje hacia la selva misionera. Se dirigió el 17 de octubre hacia Posadas (Cfr.:La Nación, 1922: 5). Los recuerdos de este viaje fueron plasmados en una de lasobras de Vasconcelos de mayor relevancia: La Raza Cósmica (Buenos Aires, EspasaCalpe, 1948) en ella el tema central es el mestizaje como condición natural delprogreso futuro de la civilización. Hispanoamérica era el lugar donde este procesose había desarrollado con más naturalidad. Destacaban en esa misión de la razaArgentina y Brasil no sólo por sus condiciones etnográficas, sino también por lasgeográficas y físicas (Cfr.: Vasconcelos, J., 1948: 13-60).

En la Argentina observó con asombro la prosperidad alcanzada a través de laexplotación sistemática de sus recursos agropecuarios. Además destacó la civilidadde los gobiernos democráticos de Yrigoyen y Alvear, apoyados en una sólida clasemedia, que para Vasconcelos era la que debía haber dirigido la Revolución que sedio en su país (Cfr.: Vasconcelos, J., 1948: 147-170).

Luego aprovechó y visitó Chile. Fue recibido cordialmente. En este país dio undiscurso bolivarista en el que se atrevió a recriminar a las autoridades locales porla guerra contra el Perú. Llamó a la unidad hispanoamericana y les pidió que de-volvieran los trofeos obtenidos en esa guerra (Cfr. Blanco, J., 1977:116-118). Estecomentario provocó que las autoridades lo invitaran a abandonar cortésmente aquelpaís (Cfr. Domínguez, M., 2000: 1014).

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En la amargura del exilio

Vasconcelos estuvo nuevamente en la Argentina en 1933. En su viaje anteriorhabía recibido trato especial como diplomático. Esta vez llegó como exiliado políti-co. También la Argentina había cambiado en los años transcurridos entre sus dosvisitas.

La década del treinta, según Zanatta Loris, es en Argentina la época terminaldel liberalismo hegemónico. Iglesia y Ejército, dos instituciones que hasta el momentohabían defendido el orden establecido, abandonan esta tarea y encabezan la tenta-tiva de edificar un “nuevo orden cristiano”(Cfr. Zanatta, L., 1996: 36). El golpe deestado de 1930 contra Yrigoyen es el inicio de esta etapa (Cfr. Cantón, D., 1972:123).

Luego del golpe de 1930, el General Uriburu intentó realizar cambios en laConstitución para introducir notas corporativas, pero fracasó. Entregó el poder a Justoque volvió a la democracia, pero de manera fraudulenta (Ciria, A., 1972: 68).Vasconcelos percibió este momento con claridad:

Prometió, Justo, restablecer la vigencia de la Constitución y se impuso enlos comicios. En realidad, detrás de él se hallaba el Ejército, no la opiniónque seguía siendo favorable a los radicales. (Cfr. Vasconcelos, J., 1956:279).

En su visita anterior había visto positivamente la labor realizada por los radi-cales. Por ello se lamentó por el derrocamiento de Yrigoyen, a quien estimaba. Perono sintió pena por el ocaso del régimen liberal ( Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 279-280). Para esta época el ex Secretario de Educación Pública es ya un ultramontanoen opinión de Michael Domínguez (Cfr. Domínguez, M., 2000: 1050).

En ese momento vio un futuro incierto para la Argentina, pero predicó que estepaís tenía los elementos necesarios para sobreponerse. En primer lugar una clasedirigente óptima, liberal, pero sólo en cuestiones económicas. En su país la oligar-quía compartía este rasgo, pero además era anticatólica. Un segundo elemento eraun pueblo que seguía siendo latino y católico (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 320-321).También contábamos con un buen sistema educativo, influido negativamente por elliberalismo, pero al que se podía rescatar con la dirección adecuada. Otro actor erael Ejército que se mantenía católico en su mayoría. Vasconcelos fue crítico del ejér-cito mexicano al que consideró un instrumento al servicio de gobiernos poco po-pulares. En cambio, su homónimo argentino era profesional y no tenía lazos estre-chos con capitales internacionales (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 317-318). Por último,Argentina tenía otras ventajas ya que “ha sido la nación más impenetrable a lapropaganda protestante” (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 319) y poseía una nueva gene-ración “católica y nacionalista (...) que están construyendo nuestra época” (Cfr.Vasconcelos, J., 1956: 324).

El nacionalismo en nuestro país tiene antecedentes desde principios del sigloXX, pero fue la década del veinte donde podemos detectar claramente su activi-

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dad. Según Zuleta Álvarez existió un grupo que pretendió llevar adelante su pro-grama dentro de los medios institucionales, conocido como Nacionalismo Republi-cano; y otro que se negó a actuar dentro del sistema político constitucional, elNacionalismo Doctrinario (Cfr. Zuleta Alvarez, E., 1975). El segundo fue vital en elgolpe de 1930 y es el que predominó en el ambiente político argentino cuandoVasconcelos llegó a nuestro país.

En este segundo viaje siguió considerando a la Argentina como una nación deoportunidades para el inmigrante extranjero (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 268). Comoexiliado político se sintió a gusto en esta tierra porque, además de las oportunida-des económicas, pudo expresar libremente sus ideas.

Para Vasconcelos Buenos Aires era el centro cultural más importante del mun-do hispanoamericano (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 278). Argentina era una nación jo-ven, en ascenso, que poseía incluso hasta una geografía propicia para el progreso:la pampa. Por todo lo dicho este Estado estaba en condiciones de igualar a Esta-dos Unidos en el desarrollo económico-político (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 333).

Vasconcelos vino en esta ocasión acompañado por su hija, su yerno HerminioAhumada y su nieta Carmela. Pretendía radicarse en nuestro país por un tiempo.Por ello necesitó asegurase el sustento económico. Fernando Robles trabajaba enel diario “Crítica”y por su intermedio obtuvo su primer fuente de ingresos en estemedio gráfico. Casi al mismo tiempo el diario “La Prensa” también solicitó susservicios. Pero los ingresos percibidos fueron modestos. Posteriormente se dirigió ala Universidad de La Plata, donde había iniciado los contactos para que le otorga-ran una cátedra. Se encargaron del asunto José Peco y Alfredo Palacios sin obteneréxito inmediato (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 276-284).

En esta nueva visita la aceptación de las ideas de Vasconcelos fue distinta. Lamayoría admiraba su labor como Secretario de Educación Pública de México y serespetaban sus ideas de La Raza Cósmica e Indología. En cambio poco agradabansus opiniones actuales sobre Calles y la Revolución. Vasconcelos reconoció en LaFlama que no tuvo la acogida que esperaba (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 304).

El ambiente intelectual de la época le fue esquivo. Él mismo relata cómo des-de el principio y por un malentendido su relación con Victoria Ocampo fracasó (Cfr.Vasconcelos, J., 1956: 391). Se le cerraron entonces posibilidades de importantescontactos en el país (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 392).

Tampoco sus ideas filosóficas fueron bien receptadas por los pensadores argen-tinos. Conoció a hombres de la talla de Alejandro Korn y Coroleano Alberini. Hizocircular entre los profesores argentinos su Estética y éstos lo evadieroncondescendientemente. Enfrentado con el rigor académico de la Universidad Argen-tina, Vasconcelos desentonó. Alberini pensaba que la filosofía de Vasconcelos enrealidad era música, no filosofía (Cfr. Vasconcelos, J.. 1956: 289). Las enseñanzasdel ritmo y la alegoría, que antes le habían dado valor a su pensamiento, ya noeran consideradas en la década de los treinta; era el momento de la hora de laespada (Cfr. Domínguez, M., 2000: 1050-1051).

Participó de reuniones sociales con miembros de la oligárquica criolla. Tampocoaquí hizo importantes avances (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 283). En síntesis, la figu-

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ra de Vasconcelos no cautivó a ningún sector importante de la población. JoaquínJoaquín Blanco afirma que sólo conservó su prestigio como intelectual ante el pú-blico nacionalista (Cfr. Blanco, J., 1977: 168).

Su situación económica era precaria. Los numerosos gastos que debió cubrir elautor y los exiguos ingresos que percibía, hicieron que empeñara las medallas deoro que había recibido como conferenciante en sociedades culturales en sus viajespor Colombia y Ecuador (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 286). Pero el recuerdo deVasconcelos que mejor refleja sus penurias económicas es el que narra cuando seacercaba la Navidad y no pudo comprarle un regalo a su nieta de cuatro años:

La niña empezaba a darse cuenta de todo (...) En las vitrinas de los prin-cipales almacenes de Buenos Aires habíamos visto de reojo, una exhibi-ción tan vasta y suntuosa de toda clase de objetos de juguetería, que elprincipio no era mejor detenerse a verla. Poco después , sin embargo, mihija concibió una idea salvadora. (...) Con disimulo, contó la mamá que(...) allí había la costumbre de que los juguetes, no debían salir de la tien-da; ‘los niños eran llevados por sus papás a verlos, no podían tocarlos’.Desde ese momento la niña ya no pidió juguetes, sino que la llevaran averlos (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 285).

Esta escasez de recursos hizo que Vasconcelos se instalara en los suburbios dela ciudad, en Adrogué.1 Allí frecuentó un círculo de amistades modesto. Destaca-ron Omar Álvarez Balbín y Manuel Beltroy a quien conoció como secretario de Joséde la Riva Agüero cuando visitó Perú en 1916. Esto no significa que no tuvieracontacto con hombres de la política (Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre y el expresidente Alvear); del arte (Quinquela Martin, Enrique Santos Discépolo)2 , hombrede ideas (De Gandía, José Luis Romero) o diplomáticos (Manuel Rodríguez de Hon-duras (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 312) o Max Henríquez Ureña de Santo Domingo)(Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 313).

Para aliviar sus gastos dictó conferencias como la que Ricardo Levene le ofre-ció en el ciclo de la Escuela de Periodistas de la Universidad de La Plata (Cfr.Vasconcelos, J., 1956: 293). Dictó otra en la ciudad de Rosario. El tema fue “ElPanamericanismo frente del Hispanoamericanismo”. Allí defendió su ideal bolivariano(Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 308) y expuso las ideas principales de su próximo libro:Bolivarismo y Monroísmo (Chile, Ercilla, 1934) que comenzó a circular con bastanteéxito. Esta obra le valió la simpatía de los grupos nacionalistas que se le acercan.Entabló relaciones con Korn, Del Palacio, García Santillán y Ricardo Rojas (Cfr.Vasconcelos, J., 1956: 322-324).

En el año de 1935 recibió una carta del Obispo de Huejutla, En la misiva leexplicaba que la rebeldía de los católicos crecía, y necesitaba un jefe conocido, queunificase además a los descontentos políticos contra Cárdenas. Por ello lo invitabana Nueva Orleáns para encabezar una posible rebelión (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 347).

1 Cfr. Ídem., p. 284.

2 Cfr. Ídem., p 341.

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En el Congreso Eucarístico que se organizó en Argentina en 1935 sondeó laopinión de los enviados mexicanos sobre su futura misión con resultado negativo(Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 350-351). En la misma época el Doctor Peco le informóque por fin tendría su Cátedra en la Universidad de La Plata. Aún así decidió ir aEstados Unidos. Los móviles él los relató:

lo que es de temerse, lo peor que puede suceder a un jefe, es que nadielo siga: mientras hay quien nos incite al deber, estamos obligados a per-severar. Lo más doloroso es ver que los malvados triunfan, ya que ni si-quiera por acción propia, sino porque la indiferencia y la cobardía de losoprimidos sofoca el anhelo mismo de rebelión (Cfr. Vasconcelos, J., 1956:349-350).

Abandonó nuestro país el 6 de febrero de 1935. Había permanecido en él porun año y medio aproximadamente. Volvería posteriormente en varias oportunidades.Destaca su visita de 1959, cuando participó del Primer Congreso Nacional de Filo-sofía organizado por la Universidad Nacional de Cuyo.

Conclusión

Vasconcelos sintió admiración por nuestro país. Lo consideró un modelo a se-guir para América Latina por sus logros políticos y sociales.

En su primer visita encontró un país “sin caudillismo, con gobiernos civilizados”(Cfr. Vasconcelos, J., 1956:278). A diferencia de México donde a la Revoluciónmaderista habían seguido casi una década de anarquía y militarismo. La Argentinaque el autor visitó, había conseguido ampliar su base electoral gracias a la ley de19123 y la democracia parecía funcionar en forma óptima. Además admiraba nues-tro país porque: “...pudo establecer en el mando a la clase media profesional, quea través de la historia es depositaria de la cultura...” (Cfr. Vasconcelos J., 1982: 775)y ahí se encontraba la base de su desarrollo institucional. Pensaba que su país no

3 La Reforma electoral en la Argentina se conoce como “Ley Sáenz Peña” porque este presidente

fue su principal impulsor y se aprobó durante su gestión. En realidad se trató de tres leyes san-

cionadas entre 1911 y 1912: la ley 8129 que estableció el enrolamiento general de ciudadanos

por las autoridades militares; la ley 8130 que ordenó a la Justicia Federal el uso de los registro

militares para confeccionar el padrón electoral, eliminando las llamadas “comisiones inscriptoras”;

y finalmente la ley 8871 que establecía el voto masculino universal, obligatorio y secreto, y el

sistema de lista incompleta para la elección de los diputados nacionales. (Cfr. Ansaldi, Waldo: “No

por mucho pregonar se democratiza más temprano. La aplicación singular de los principios uni-

versales”. Conferencia pronunciada en el III Encontro da Associacao Nacional de Pesquisadores

de Historia Latino-Americana e Caribenha (ANPHLAC), Universidad de Sao Pablo. Cidade Univer-

sitaria, Sao Pablo, Brasil, 22-24 de julio de 1998. <http://www.catedras.fsoc,uba.ar/edushal> 15/

04/2006; Ansaldi, Waldo. “Democracia, conflicto social y renovación de ideas (1916-1930)” En:

Falcón, Ricardo (Dir.). Nuevas Historia Argentina. Buenos Aires, Sudamericana, 2000. Tomo VI.

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había tenido la misma suerte, pues al ser aplastada la clase de arriba, la clase mediano logró prevalecer y la dirección de la cosa pública cayó:

en manos de la ignorancia más zafia, por la vía del ejército que no estal puesto que no procede de la escuela, sino del campo indocto, y seapoya (...) en ciudadanos reclutados entre la clase indígena, incapaces deotra cosa que no sea pisotear los valores, confundir los propósitos, bas-tardear los ideales (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 775-776).

En su segunda visita encontró un país diferente, donde algunos de los valoresque anteriormente admiró habían desaparecido y el orden institucional había sidoquebrado con el golpe militar de 1930. Posteriormente el gobierno democráticorecayó en el General Agustín P. Justo, elegido gracias a la proscripción del mayori-tario partido radical. En esta década observamos el ascenso del ejército en la vidapolítica argentina, así como la consolidación de grupos nacionalistas que criticaronel orden liberal vigente anteriormente. Algunos de estos grupos fueron marcadamentecatólicos (Cfr., Zuelta Álvarez, E., 2001: 289-290).

Esto no cambió la apreciación que Vasconcelos sintió por Argentina, porque elcambio político e ideológico de nuestro país, coincidió con el giro en su pensamientode estos años. En la década del veinte defendió la democracia, el gobierno popu-lar, la Revolución y el ascenso de los sectores medios, en el treinta se inclinó pau-latinamente hacia gobiernos más fuertes, descreyó de la capacidad política del puebloy se fue acercando a la Iglesia. La amargura y la decepción política lo llevaron aun sitio de reaccionario total que lo hizo repugnante para el mismo público quedécadas antes lo había tomado como Mesías o Profeta (Cfr. Blanco J., 1977: 170).

Por eso, y pese a que no fue recibido como en su primera visita, Vasconcelosmantuvo una alta estima por nuestro país.

Además de las coincidencias ideológicas se mezcló en él un sentimiento degratitud como exiliado hacia el país que lo recibió. En este sentido son elocuenteslas palabras referidas a la sensación que le dejó tratar al argentino al que consi-deró cordial al extremo. Por ello dirá: “hay en el extranjero una falsa idea muydivulgada, del argentino presumido y poco tratable (....) dentro de su país el ar-gentino cambia y trata de servir al extranjero (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 315). Quedógratamente sorprendido por estos hombres que “a primera vista parecen secos,indiferentes y apenas saludan (pero) son tesoro de bondad y ejemplo de hospitala-ria convivencia humana (Cfr. Vasconcelos, J., 1956: 307).

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Generaciones: un concepto problemático

Clara Alicia Jalif de Bertranou

�uando hablamos de generaciones solemos referirnos a un tipo deperiodización del tiempo histórico basado en secuencias cronológicasque tiene en cuenta la duración de la vida de un individuo: niñez,juventud, adultez y vejez. El término, utilizado en una diversidad de

significaciones, ha sido a veces acotado para designar a los grupos humanos naci-dos en fechas cercanas, influidos por un mismo clima cultural, social, político yeconómico que puede trascender las fronteras de un lugar o nación. El sentimientode pertenencia a una generación es una construcción colectiva. Expresa puntos deencuentro acerca de un determinado pasado, ciertos valores, y semejanza en lasaspiraciones. La simple coetaneidad no es un factor decisivo para ese sentimientode pertenencia.

Una aproximación al origen e historia del concepto de generación

El origen de la idea de generación es muy antiguo. El recambio biológico de laespecie humana hizo pensar tempranamente en esta idea. Herodoto se refiere a lamisma, tomando de sacerdotes egipcios la noción de que tres generaciones com-ponen un siglo. Como transmisión de un legado aparece en Lucrecio en el paran-gón de la carrera de las lámparas encendidas entregadas por unos corredores aotros. Sin embargo, una interpretación histórica y social dentro del campo de lasciencias sociales y humanas es muy posterior y remite al siglo XIX europeo, conAugusto Comte, John Stuart Mill, Antoine Cournot y Giuseppe Ferrari. Para Comteel concepto no se reducía a la vida individual o familiar, sino a aspectos socialesfundados “en la adhesión unánime a ciertas nociones fundamentales”, como lodestaca en sus obras. Stuart Mill compartió estas apreciaciones agregando obser-vaciones, subrayando que en cada época hay situaciones diferentes, y que las res-puestas marcaban un recambio generacional. Esas situaciones eran parte no sólode un momento, sino de toda la historia de la humanidad, lo cual permitiría en-contrar las leyes empíricas de la sociedad. Para Cournot, con su formación econó-mica y matemática, en 1872 expresaba: “Cada generación transmite por la educa-ción un cierto fondo de ideas a la que la sigue inmediatamente, y mientras esteacto de educación o de transmisión se verifica, la generación educadora está aúnpresente, sufre todavía la influencia de todos los supervivientes de una generaciónanterior, que no han cesado de desempeñar un papel notable en el gobierno de la

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sociedad, en el movimiento de las ideas y de los negocios”, como expresa, en 1843,en A System of Logic, Raciocinative and Inductive. En el análisis de la historia po-lítica, Ferrari pensó que cada 30 años había un escenario de cambio y con ello delas generaciones. En cada período operarían cuatro generaciones: 1. precursora; 2.revolucionaria o explosiva; 3. reaccionaria; 4. resolutiva, como lo expuso en 1874en su obra Teoria dei periodi politici.

En la busca de categorías explicativas del acontecer histórico el concepto pare-ció ser útil a autores como Wilhem Dilthey, Leopold von Ranke y Ottokar Lorenz.Ranke planteó la cuestión en su aplicación a la historiografía. Para Lorenz, siguien-do a Ranke en esa aplicación, una generación es la suma de los hombres que enun tercio de siglo actúan conjuntamente en Occidente. Cada tres generaciones, comounidades historiométricas, se lograría el siglo, y tres siglos constituirían una época.En 1875, Dilthey, quien se propuso “fundar una ciencia empírica de los fenómenosespirituales”, consideró que generación es una denominación para una relación decontemporaneidad de individuos, es decir, aquellos que crecieron juntos y que hanrecibido las mismas influencias directrices. Así, empleó el vocablo para indicar unlapso temporal como unidad del curso histórico, pero también para designar a quie-nes se formaron bajo la actividad de las mismas condiciones, por lo cual se halla-rían –a pesar de la diversidad de otros factores- “unidos en un todo homogéneo”.De este modo, en la historia, concebida como un continuo, las generaciones seríanapenas sus modulaciones.

Con la entrada en el siglo XX se aportaron mayores precisiones teóricas. FrançoisMentré en Les générations sociales (1920) define “la generación social como unmedio espiritual original, como un estado de alma colectivo encarnado en un gru-po humano que dura cierto tiempo, análogo a la duración de una generación fami-liar” (p. 13, suyas las cursivas). Implica una filosofía de la vida que aúna, en tér-minos psicológicos y morales, creencias y deseos nuevos, opuestos o diferentes auna anterior. Fue Wilhem Pinder quien en sus estudios sobre historia del arte a lasituación imprescindible de coetaneidad estableció una relación necesaria de estiloque influiría en el pensamiento y la acción para hablar de generación, en la quedominaría la unidad: “La generación no es todavía un estilo, pero sí un valorestilístico”. En su aplicación literaria, Julius Petersen puso el acento más que en latemporalidad cronológica (la generación no es una medida regular del tiempo ni una“semejanza determinada por el nacimiento”), en un tiempo interior, en lo que lla-mó “estilo de la época” como periodización de una historia espiritual, en la direc-ción adelantada por Dilthey. De este modo la generación es “una unidad producidapor una comunidad de destino, que encierra en sí una igualdad de experiencias yde fines [....]. La serie de las generaciones significa la cadencia del destino, y me-diante ella son compelidas a un mismo ritmo en el trabajo innumerables existen-cias individuales”.

En el ámbito hispanoparlante son conocidos los desarrollos teóricos del conceptoefectuados por José Ortega y Gasset y su discípulo Julián Marías. Ambos hablaronde “generaciones históricas” en el sentido de unidad total, integral, como un sabermetodológico a priori, independiente de la investigación histórica concreta. Para

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Ortega la “sensibilidad vital” es el “fenómeno primario de la historia”, que cuan-do se extiende toma la forma de generación, categoría fundamental de la existen-cia histórica. El concepto implica primariamente dos notas: tener la misma edad ytener algún contacto vital, lo cual establece una relación que es como “un nuevocuerpo social íntegro con su minoría selecta y su muchedumbre”. La generación espara él el gozne sobre el que la historia realiza sus movimientos. Cada una poseeuna etapa receptiva, de formación y polémica, y una etapa de gestión, mando opredominio. La renovación se daría cada quince años. En un presente actúan tresgeneraciones que son contemporáneas: la de los jóvenes, la de los hombres madu-ros y la de los ancianos, que conlleva cada una un “trozo esencial, intransferible eirreparable del tiempo histórico”, según nos dice.

Desde la España franquista, con un acápite de José Antonio [Primo de Rivera]que precede el libro, Pedro Laín Entralgo en el último capítulo de Las generacionesen la historia al analizar la generación como concepto historiológico se explayó enuna teoría de la generación después de examinar la historia del concepto en auto-res donde todos difieren “entre sí tan desconsoladoramente” que al final habría quequedarse “con este paupérrimo resultado”: “una generación es un conjunto dehombres más o menos coetáneos, cuya vida se parece entre sí”. En todo lo demásse impone la discrepancia. Lo cual le lleva a preguntar por la legitimidad de si unconcepto biológico en relación con el curso biológico de la vida humana puedeconvertirse en un concepto historiológico referido a la “coexistencia sucesiva y per-sonal de los hombres”. Concluye que sólo “analógicamente” puede concedérsele unaacepción histórica. De aquí en más se aboca a “precisar el modo y los límites deesa analogía”.

Contra el continuismo, impuesto por ejemplo por el evolucionismo, Laín dice quela historia es estrictamente discontinua en un doble sentido: porque está hecha depersonas singulares e individuales, cada una con su biografía, y porque las accio-nes personales son una sucesión discontinua. ¿Cómo establecer la conexión históri-ca? Mediante el “suceso” o el “evento”; “el evento, nos dice, es la unidad –unaunidad sucesiva y operativa, no métrica- del cambio histórico” (p. 271).

Los hombres son individualidades, pero en su existencia tempo-espacial se re-lacionan y también se parecen. Se parecen según tres modos de semejanza: 1. Porel parecido biológico. 2. Por el parecido social. 3. Por el parecido histórico. Sobreestos tres parecidos es que se produce de modo arbitrario la ordenación histórica:“Toda ordenación del suceder histórico fundada en el contenido mismo de la His-toria –esto es, en el parecido histórico de los hombres- sólo tiene en última ins-tancia, el valor de una convención historiográfica” (p. 277). Se trata de un artificio.Gráficamente agrega Laín más adelante: “Quien toma a la generación como uni-dad elemental de la mudanza histórica y como categoría fundamental del aconte-cer, da, sépalo o no lo sepa, gato biológico por liebre histórica y personal...” (p.281). ¿Qué hacer entonces con el problemático concepto? La solución está para elautor en “no entender la generación como una categoría historiológica, sino comoun suceso histórico de contorno más o menos convencional”. Sólo analógicamentepuede hablarse de generación y en esa analogía no es la Biología la que configura

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a la Historia, sino al revés: “es la Historia quien da singular y ocasional figura alhecho biológico de la edad o, por mejor decir, de la coetaneidad” (p. 282).

Todo grupo generacional por delimitado que parezca, encierra para Laín cincovertientes de indefinición, resueltas convencionalmente en toda partición: 1. Indefi-nición geográfica. 2. Indefinición social. 3. Indefinición cronológica. 4. Indefinicióntemática. 5. Indefinición de la convivencia. Estas dificultades para aprehender unageneración le llevan a expresar: “Yo me conformaría con decir que una generaciónhistórica es un grupo de hombres más o menos coetáneos entre sí y más o menosparecidos en los temas y en el estilo de su operación histórica” (p. 299). Es preci-so reparar en la expresión “parecidos en los temas y en el estilo”. Por lo primerohay que entender las preocupaciones y las creaciones personales. Por lo segundolos hábitos personales de sus miembros. Las generaciones “inventan estilos y acti-tudes históricas, no quehaceres” (p. 302). De todo lo cual concluye Laín Entralgoque la historiografía de una generación “debe ser vista como la biografía de unasemejanza” y el curso o suceder de las generaciones también como una construc-ción convencional.

Aplicaciones del concepto de generación en la Argentina

La emergencia de generaciones o grupos humanos en Hispanoamérica que hanmostrado un núcleo de ideas y acciones más confrontativas con el pasado puedesituarse alrededor de las siguientes fechas: 1810, 1840, 1880, 1910, 1940 y 1970.No ha sido ajeno a sus miembros el sentirse parte de una “nueva generación” queestaba llamada a imprimirle al curso histórico un nuevo giro. Hay una profusión detextos que expresan esa noción de pertenencia. Ya en los primeros próceres semanifiesta esa voluntad de cambio frente a un estado de situación que se desea-ba cambiar. Alberdi tiene palabras donde en su célebre Prefacio al Fragmento pre-liminar al estudio de Derecho nos dice: “Ya el poder, las masas, la nación, podránabrir una franca acogida a la JOVEN GENERACIÓN que parece caracterizada por unareflexiva y profunda obediencia a los poderes consagrados por el pueblo” (el des-tacado es nuestro). Pero si de referirse a una voluntad de cambio y servicio a laNación, también podríamos citar otros textos y ya en los mismos Ideólogos. En esostempranos tiempos, echando mano de las fuentes francesas, estaba ese espíritu delo nuevo y de servicio a la Patria.

Para aspectos de la realidad argentina como partición a posteriori el criteriogeneracional ha sido utilizado con carácter sistematizador, más con un sentido his-tórico-espiritual que genealógico, biológico y natural. A guisa de ejemplos citamos:Julio V. González, Alejandro Korn, José Nicolás Matienzo, Rodolfo Rivarola, JoaquínV. González, Manuel Mujica Láinez, Arturo Cambours Ocampo, Emilio Carilla y DiegoF. Pró. En la arena político-social Julio V. González, con el fin de situar su propiogrupo generacional, distinguió en su obra Reflexiones de un argentino de la nuevageneración tres ciclos: Primero o gestativo, desde 1810 hasta 1853; segundo u or-gánico, desde 1853 hasta 1918; y tercero el que estaba dando comienzo con los

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jóvenes reformistas. Dentro de estos ciclos distinguió las siguientes generaciones:1810, 1837, 1880 y 1918. En el caso de Korn en su Influencias filosóficas en laevolución nacional y Filosofía argentina apreció en el siglo XIX tres generaciones:1. La Generación de los Próceres; 2. La Generación de Caseros o del Régimen; 3.La Generación del 80. Las tres atravesadas por lo que llamó el “positivismo autóc-tono”. Matienzo, en su libro La ley de las generaciones en la política argentina, de1930, trabajó la periodización después de Caseros. Distinguió las siguientes: 1862,1880, 1898 y 1916. Por su parte, Rivarola en un artículo publicado en el periódicoLa Nación en 1932 echó mano de una partición en ciclos treintenales dentro de loque podría considerarse un siglo, no en sentido cronológico, sino político y social:1791, 1821, 1851, 1880 y 1911.

En el campo literario hispanoamericano la aplicación de la idea generacional hasido frecuente, especialmente a partir del libro de Petersen, de quien se hizo ecoPedro Salinas para las letras españolas en su obra Literatura española. Siglo XX.Son los casos para la letras argentinas de Joaquín V. González1 , Alberto Gerchunoff2 ,Manuel Mujica Láinez3 y Arturo Cambours Ocampo4 , al que hay que agregar el librode Emilio Carilla, Literatura argentina. 1800-1950. Esquema generacional. Con cla-ridad toma Carilla las dificultades de la empresa que encara, haciendo deslindesteóricos muy simples y breves, y no le teme a las equivocaciones, pues como nosdice: “es ingenuidad pretender últimas palabras en terreno tan huidizo como el quepisamos”, y “sin pedir al método lo que éste no da” procede a fijar con el mayorrigor las generaciones (p. 19). Diez son las tratadas: 1810, 1821, 1837, 1853, 1866,1880, 1896, 1910, 1924 y 1940. Una addenda nos habla en torno a 1950, momen-to en el que escribe su libro.

La empresa asumida por Diego F. Pró fue primera y única en su aplicación alpensamiento filosófico argentino. Coincide con las generaciones indicadas por Cari-lla, pero el libro se detiene largamente en la consideración de los problemas deuna historiografía filosófica, en los antecedentes de la historia del pensamiento fi-losófico argentino, en las distintas periodizaciones de la filosofía argentina y en la

1 En su discurso sobre Almafuerte y la constelación de sus contemporáneos pronunciado en el Se-

nado de la Nación el 27 de septiembre de 1916, publicado en Almafuerte, Obras completas, t. 1,

La Plata, 1946, p. 22. González distingue “tres generaciones de poetas”: “los de la época heroi-

ca”, “los de la anterior a la actual juventud” (Olegario Andrade, Ricardo Gutiérrez, Carlos Guido

Spano, Rafael Obligado, Calixto Oyuela, Castellanos y Almafuerte), y una tercera, que correspon-

de al momento en que lo enuncia. Cfr. Emilio Carilla: 1951.

2 En su artículo aparecido en La Nación, 1 de enero de 1939, habla de tres generaciones: “Cons-

tructores y organizadores del país”, los “Diletantes” dentro del 80 y su actual, situada entre 1895

y 1910. Cfr. Emilio Carilla: 1951.

3 Distingue cuatro generaciones en el siglo XIX: la de los últimos años coloniales, la de la Revolu-

ción, la de los Proscriptos, y la del 80, en su artículo de La Nación, “Aspectos de la generación

del 80”, 10 de diciembre de 1939. Cfr. Emilio Carilla: 1951.

4 Enumera seis generaciones literarias argentinas: 1810, 1830, 1880, 1907, 1922 y 1930, en Inda-

gaciones sobre literatura argentina. Buenos Aires, 1952. Cfr. Emilio Carilla: 1951.

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que nos brinda como aporte personal, no sin síntesis y balances críticos, especial-mente en su última parte sobre la discontinuidad y continuidad del curso históricofilosófico donde analiza la filosofía de la historia de Hegel, Schopenhauer, Zeller,Burckhardt, Dilthey, Croce, Mondolfo y Ortega, entre otros. En su esfuerzo destacala necesidad de contextualizar la filosofía en un marco más amplio y bien dice que“la historia de las ideas no proviene de sí misma sino de la matriz histórica y social,en la que figuran también otros aspectos y actividades con las que las ideas filo-sóficas coexisten en relación recíproca” (p. 227). Sin detenernos en otras instancias,basta lo mencionado hasta el momento para indicar que la trama de elaboracio-nes sistematizadoras ofrece más.

A modo de conclusión

Volvamos a la idea generacional que aparece en expresiones laxas como reco-nocimiento de una pertenencia, sin mucha precisión, pero que también ha resulta-do atractiva a los estudiosos, especialmente en sus aplicaciones concretas. Nadieduda cuando los jóvenes del 70, de 1970, se consideraban miembros de una albo-rada llamada a dar curso a una nueva sociedad, con la gestación de un hombrenuevo y una sociedad más justa, que haría la Revolución en todos los campos. Nofue ajeno a ese sentimiento la aparición de la Filosofía y la Teología de la Libera-ción, como bien sabemos. Y si nos remontamos en el tiempo, la misma rápida com-prensión tenemos cuando hablamos de generación del 80. Es que este criterio, encuanto instrumento didáctico y heurístico, ha podido prestar cierta ayuda orientadoraporque pone el acento en la emergencia de lo distinto sobre un trasfondo de con-tinuidad. Las generaciones serían movimientos espirituales colectivos nuevos queaparecen en un cierto período y que expresan una tensión con el pasado, y así loaceptamos. Sin embargo, como herramienta para el saber historiográfico el concep-to es problemático. Debe tenerse en cuenta el carácter reductivo de la aplicacióndel criterio porque no considera todos los actores sociales que están en juego enun momento determinado y las condiciones objetivas de clase social sobre las quese apoyan. La diferenciación entre elites y mayoría, otorgándoles a las primeras unpapel rector, puede conducir a una simplificación del proceso histórico sostenido porun biologismo y un psicologismo implícito. Las sociedades democráticas y aún bajocondiciones de opresión (o precisamente por eso) no resisten ser conceptualizadaspor vía de la homogeneización. La cuestión remite al antiguo y reiterado problemade la periodización, nunca susceptible de resolución definitiva, dado que toda par-tición del tiempo histórico es discutible, provisoria y arbitraria. Se evita en parteeste tipo de problemas cuando estudiosos de América Latina desde hace unos lustrostrabajan bajo la categoría de “redes intelectuales”, que implica un enfoquesociocultural y político, lo que ha dado lugar a resultados más integradores y deuna mayor comprensión y riqueza.

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Introducción

l objetivo del presente trabajo es reflexionar sobre el enfoque cen-tro-periferia destacando: los supuestos básicos de su encuadre teóri-co y el contexto histórico en el que fue producido, la ampliación yrevisión de sus premisas en los años ‘70 y el potencial explicativo que

presenta hoy. Cabe aclarar que la visión centro-periferia, que alcanzó un gran nivelde difusión en el pensamiento latinoamericano de mediados del siglo XX a travésde la obra de Prebisch y de los informes de la CEPAL, trató de responder a las in-certidumbres de los años inmediatamente posteriores a la segunda guerra mundialcon estrategias destinadas a promover el desarrollo en los países de la región. Elhecho de revisar en nuestros días las categorías centrales del enfoque centro-peri-feria supone, por un lado, aceptar que dichas categorías son históricas porque hansido producidas en un determinado tiempo y espacio y, por otro, determinar si setrata de categorías analíticas, es decir, herramientas de análisis que puedan serrevitalizadas en el presente para interpretar y explicar las relaciones de los paíseslatinoamericanos entre sí y con el mundo y para fortalecer la constitución de unpensamiento propio en el espacio intelectual latinoamericano (Beigel, F., 2005). Paralograr una aproximación en este camino, se presentará a continuación un panora-ma sintético de la perspectiva centro-periferia, su evolución y su alcance actual.

Encuadre teórico e histórico del enfoque centro-periferia

Los conceptos de centro y periferia adquirieron relevancia en el pensamientolatinoamericano cuando fueron empleados por primera vez por el economista argen-tino Raúl Prebisch en el famoso Estudio Económico de América Latina, que elaborópara la CEPAL en 1948.1 El tema central que planteó dicho autor en el enfoquecentro-periferia fue el de la distribución de los incrementos de productividad quederivan del progreso técnico. Desde un inicio, consideró que no existía un reparto

El enfoque centro-periferia: antecedentes,renovación y vigencia

Ruth GabayDepartamento e Instituto de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional de Cuyo / [email protected]

1 La triunfante recepción que tuvo el documento que Prebisch realizó en calidad de consultor de la

CEPAL para la Conferencia de La Habana en 1948 -y que fue firmado personalmente por él a

solicitud de ciertos jerarcas de la ONU- le permitió a Don Raúl ingresar a un nuevo período de

su trayectoria intelectual y profesional. Dicho documento generó, por un lado, el elogio de la

mayoría de los países latinoamericanos y, por otro, reacciones convencionales por parte de los

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equitativo de los incrementos de productividad entre centros y periferias. Los cen-tros eran los generadores y propagadores del progreso técnico y los rectores de laespecialización productiva mundial, en cambio, las periferias estaban supeditadas alos centros en relación a la absorción de tecnología y al posicionamiento producti-vo internacional.

Además, Prebisch sostenía que esta brecha de productividad entre centros yperiferias se ampliaba con el tipo de comercio que se establecía entre ambos po-los de la economía mundial. De acuerdo con este planteo las economías centralesproveían a las periferias de bienes de capital, productos manufacturados, tecnolo-gía e inversiones. A la vez que las economías periféricas se especializaban en laexportación de productos primarios a los centros, principalmente alimentos y mine-rales. Por otra parte, este enfoque también hacía advertencias sobre la transferen-cia de ingresos desde la periferia hacia el centro que este tipo de comercio gene-raba y sobre el deterioro que se producía en los términos del intercambio, porqueel control de los mercados en manos de los centros conducía a que los productosmanufacturados y de alta tecnología que estos países producían tuviesen precioscada vez más elevados, mientras que los bienes primarios que exportaban los paí-ses periféricos poseyesen precios cada vez menores (Prebisch, R., 1949).

Según Prebisch, el mayor desafío que enfrentaba América Latina en el períodode posguerra era la extrema dependencia de sus volátiles exportaciones de mate-rias primas. Por eso su respuesta principal a este dilema fue la de afianzar el pro-ceso de industrialización iniciado en la región, a partir de la primera guerra mun-dial y del fuerte impacto que tuvo la crisis económica del ‘30 en los países deAmérica Latina. De allí que postulara en los ‘50 –a través de la CEPAL– la partici-pación del Estado en el proceso de planificación económica para fomentar la in-dustrialización sustitutiva, defender el mercado nacional y reducir los riesgos de lavulnerabilidad externa. Luego, a fines de los años ‘50 y principios de los ‘60, trashaberse hecho eco de las críticas dirigidas a las políticas y las ideas económicassustentadas por él y la CEPAL, colocó el énfasis en la necesidad de exportar ma-nufacturas hacia los centros, en lograr un nuevo tipo de comercio en la periferiaque apostara a la integración económica, y en prestar mayor atención a los pro-blemas vinculados a las disparidades de ingreso y la inflación (Prebisch, R., 1987).

Posteriormente, cuando fue designado Secretario General de la UNCTAD (Con-ferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) desde 1963 hasta

Estados Unidos, el Reino Unido y en menor medida Francia. Al poco tiempo de este suceso,

Prebisch fue nombrado Director de Investigaciones de la CEPAL en 1949 y más tarde Secretario

Ejecutivo de esta institución en 1950, cargo que desempeñó ininterrumpidamente hasta 1963. Cabe

destacar que el documento que Prebisch elaboró en 1948 y que luego fue reproducido en 1949

bajo el título: El desarrollo económico de la América Latina y sus principales problemas pasó a

ser el fundamento teórico de la CEPAL en los años ’50 sobre la problemática del desarrollo y el

subdesarrollo en la región, dando lugar al surgimiento de la denominada “corriente estructuralista

en el pensamiento latinoamericano” y este hecho diferenció a la CEPAL del resto de los organis-

mos regionales de las Naciones Unidas, caracterizados, más bien, por orientaciones técnicas y

burocráticas diferentes.

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1969, se transformó en un portavoz muy elocuente y escuchado en el Tercer Mun-do. Así y todo, nunca cortó sus lazos con América Latina y continuó ligado a ellaa través del ILPES (Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social).En esta nueva etapa de su trayectoria, Prebisch propició desde la UNCTAD la co-operación internacional, tanto desde los principios éticos de las Naciones Unidascomo de sus propios diagnósticos acerca del relacionamiento entre centros y peri-ferias. Y en uno de sus primeros informes destacó la necesidad de lograr una co-operación internacional en el plano Norte-Sur como estrategia fundamental paraasegurar el desarrollo armónico, no sólo de las periferias, sino también de los cen-tros industriales. En el fondo, se trataba de una fórmula equitativa para ir superandogradualmente las asimetrías estructurales que involucraban por igual a centros yperiferias. Pero la pérdida de dinamismo de la economía mundial a partir de losaños ‘70 marcó el inicio del deterioro en la estructura de la cooperación internacio-nal, que había logrado ciertos avances entre 1945 y 1970 por ser uno de los pe-ríodos más dinámicos de la historia económica del planeta (Di Filippo, A., 1988: 169).

Finalmente, vale indicar que tanto la obra de Raúl Prebisch como las recomen-daciones de la CEPAL constituyeron un hito inconfundible en la interpretación deldesarrollo económico latinoamericano; y que representaron una crítica fundamentala la teoría neoclásica del comercio internacional, que defendió las bondades de lasventajas comparativas a través de la justificación de la especialización productivaa nivel mundial.

El replanteo de la teoría centro-periferia a la luz del debatesobre la dependencia a mediados de los años ‘70

Fue el propio Prebisch quien revisó la teoría centro-periferia a mediados de losaños ‘70. A partir del momento en que asumió como Director de la Revista de laCEPAL en 1976 publicó en la misma un conjunto de ensayos que le sirvieron debase para la confección de su penúltimo libro: Capitalismo periférico, crisis y trans-formación editado en 1981; en el cual reflexionó sobre los límites de un proyectode desarrollo nacional autónomo en la periferia y sobre la necesidad de construirun pensamiento más global acerca del sistema económico mundial (Dos Santos, T.,2003: 92).

Prebisch, –que estuvo siempre interesado en examinar la evolución de la eco-nomía mundial– retomó en el transcurso de los ‘70 el análisis de las ideas fuerzadel enfoque centro-periferia en el contexto del debate introducido por los teóricosde la dependencia. Tan es así que en una edición póstuma de un trabajo que es-cribió a mediados de los años ’80, reconoció que: “el concepto centro-periferia fueenriquecido con los valiosos aportes de sociólogos, politólogos y economistas em-peñados en destacar los factores internos –inherentes a la periferia– que incidenen el fortalecimiento de las relaciones de dependencia”. Y resaltó: “que quizás lacontribución más importante de la polémica sobre la dependencia de finales de los‘60 y comienzos de los ‘70 fue la incorporación de las relaciones de poder en el

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esquema centro-periferia”.2 Por eso Prebisch, en el artículo comentado, ahondó enla idea de que en el desarrollo apendicular de la periferia los grupos dominantesde los centros establecían articulaciones con grupos similares de la periferia, y queesto generaba una comunidad de intereses entre ambos grupos sociales que tejíauna urdimbre de relaciones propicias a sus intereses económicos, políticos y estra-tégicos. Además resaltó que la superioridad de los centros fue adquiriendo nuevasmodalidades; y que a la clásica succión de ingresos de las empresas productoras yexportadoras de bienes primarios e importadoras de manufacturas antes de la in-dustrialización, se añadió luego la sangría de ingresos de las empresas trasnacio-nales que tendían a participar cada vez más del proceso industrial y que se ampa-raban, en algunos casos, en una protección excesiva (Prebisch, R., 1988: 205 y 206).

En definitiva, en esta última fase de su pensamiento, Prebisch procuró demos-trar que si bien las relaciones de poder entre el centro y la periferia se volvieronmás complejas en el transcurso de los ‘60 y ’70, siguieron desenvolviéndose bajoel signo histórico de la hegemonía de los centros, especialmente del centro diná-mico principal: los Estados Unidos. Además penetró en el estudio de la dinámicainterna del capitalismo periférico con el objeto de descifrar los principales obstácu-los al desarrollo en los países de América Latina, como: la tendencia a un capita-lismo imitativo; la formación del excedente y su captación primaria por parte delos estratos superiores; el origen de la pugna redistributiva en la periferia y susconsecuencias (inflación, contracción económica y desempleo); y finalmente, los lí-mites del proceso de democratización en los países de la región. Asimismo, a par-tir de este conjunto de ideas y argumentos planteó una vía de solución posible alas crisis estructurales y recurrentes del capitalismo periférico, destacando en esteúltimo caso, el rol indelegable que le corresponde al Estado en el uso social delexcedente.3

En conclusión, la audaz exploración de Prebisch –que ya contaba con 75 añosa cuestas– para intentar desentrañar en esta última fase de su obra la naturalezadel “capitalismo periférico” a la luz del debate sobre la dependencia reafirma, sinlugar a dudas, su necesidad de revisar críticamente los dilemas del desarrollo enAmérica Latina, evitando caer en una sumisión intelectual respecto de los centros.

2 El trabajo citado corresponde a una conferencia dictada por el Dr. Prebisch en 1986 en el Centro

de Desarrollo Económico de la Universidad de Londres denominada: “Dependencia, interdepen-

dencia y desarrollo” que fue publicada, luego de su muerte, en la Revista de la CEPAL N ° 34

de 1988. En dicha conferencia, Prebisch hace un reconocimiento de la intensidad de los cambios

acontecidos en las relaciones de poder entre centros y periferias y la influencia que tuvo -en la

renovación de su pensamiento en los años ’70- la obra de Fernando Henrique Cardoso y Enzo

Faletto: Dependencia y Desarrollo en América Latina. Ensayo de interpretación sociológica, que

fue uno de los textos más difundidos de todos los que se plantearon en torno al dilema del

desarrollo y la dependencia en los años ’60.

3 Para ahondar sobre las ideas de Raúl Prebisch en la última etapa de su producción intelectual

(que se extiende aproximadamente desde mediados de los años ’70 hasta la fecha de su muerte

en 1986) se pueden consultar los trabajos citados en la bibliografía de la presente ponencia

que corresponden al período mencionado.

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La validez del enfoque centro-periferia en nuestros días

En este punto se intentará realizar, en un primer momento, una breve descrip-ción de los rasgos dominantes del nuevo orden económico internacional, para eva-luar posteriormente, en forma aproximada, la vigencia del enfoque centro-periferiaen nuestros días.

El sistema capitalista, al amparo de una revolución científico-técnica (centradaen el desarrollo de las tecnologías de la información), ha experimentado desdemediados de los años ‘70 en adelante una reestructuración profunda de sus modosde producir, de gestionar y de consumir. Los avances logrados en el campo de lastelecomunicaciones, la microelectrónica y la informática han constituido un soporteindispensable para el proceso de internacionalización de la economía (Castells, M.,1998).

En este contexto el comercio viene desarrollándose más de prisa que la pro-ducción y las naciones que intercambian bienes y servicios son cada vez más in-terdependientes, a tal punto, que los abastecedores de una parte del mundo nece-sitan de los compradores de otra y los que pueden consumir disfrutan de una cre-ciente oferta de productos extranjeros. Al mismo tiempo que se ha expandido elmercado mundial, la cadena de producción de bienes y manufacturas se ha idofragmentando territorialmente –las materias primas o los componentes de un de-terminado país son exportados a otro para su procesamiento o montaje, y des-pués regresan a su país de origen o bien son reexportados a una tercera nación–(Harvey, D., 1998). Cabe advertir que la mayor parte de los países de AméricaLatina que participan de este eslabonamiento productivo a nivel mundial lo hacea través del montaje de partes y de la exportación de productos primarios conescaso valor agregado, empleando una mano de obra poco calificada, al menosen aquellas industrias vinculadas a la ingeniería y a una tecnología de avanzada(Katz, J., 2000).

A su vez, este incremento en los flujos de bienes y servicios entre los distintospaíses del mundo es liderado actualmente por las corporaciones y firmas trasna-cionales. Este tipo de agentes económicos generalmente actúa en función de labúsqueda de una mayor rentabilidad. Dicha rentabilidad es obtenida a través de unapermanente innovación tecnológica (que tiende a producir desempleo) y de la bús-queda de una disminución constante de sus costos laborales y fiscales (lo que con-duce a un mayor grado de libertad en la localización de las diferentes actividadeseconómicas). De esta forma se afianza una lógica de la producción global que ge-nera una multiplicidad de localizaciones, pudiendo establecerse distinciones entre ellugar de inversión, el lugar de producción, el lugar de declaración fiscal y el lugarde residencia. En otras palabras, las empresas trasnacionales y sus cuadros dirigentespueden producir en un país cuyos costos salariales sean muy bajos, pagar impues-tos en un país donde les resulte menos gravoso, y vivir y residir en otro país queles resulte más atractivo (Beck, U., 1998). Ahora bien, esta forma de operar de lasempresas trasnacionales tiende a reducir el poder de autonomía de los Estados-nación en el mundo subdesarrollado.

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Otro aspecto sustantivo que hay que destacar en relación al proceso deinternacionalización de la economía a nivel mundial es la denominada desregula-ción financiera. En verdad, este fenómeno se manifiesta como un emergente de unproceso histórico que se inicia en la década del ‘70 y que incluye tres hitos esen-ciales: la crisis del sistema monetario y financiero internacional basado en lainconvertibilidad del dólar y su salida a través de un sistema de cambio flotante,el incremento formidable de la liquidez internacional, proveniente fundamentalmen-te de la crisis del petróleo de 1973 y del consiguiente aumento de los denomina-dos “petrodólares” en la banca internacional, y la política de endeudamiento ex-terno emprendida principalmente por los países del sur4 , debido entre otras cau-sas, a la enorme elasticidad de la oferta de fondos prestables (Hopenhayn, B., 1995).Asimismo, este proceso de desregulación financiera ha promovido una economíamundial basada en la especulación. La tendencia creciente hacia las transaccionesbursátiles, los cálculos de cotizaciones y la valorización de los activos de empresasen los mercados financieros –hechos y fenómenos que nada tienen que ver con laproducción– han dado lugar a lo que Keynes denominó en su tiempo “una econo-mía de casino”5 , que se produce cuando el desarrollo del capital de un país sevuelve un subproducto de las actividades especulativas (Lo vuolo, R., 2001: 90).

Por otra parte, cabe indicar que el proceso de endeudamiento externo iniciadodesde mediados de los años ‘70 en los países de América Latina ha generado cre-cientes imposiciones por parte de los organismos internacionales de crédito, porqueestas instituciones no sólo sugieren condiciones de ajuste estructural para posibili-tar el pago de la deuda y equilibrar las cuentas fiscales, sino que también tiendena pautar la política económica, la política social y la política de reforma institucio-nal. Y este tipo de recomendaciones e ingerencias influye de manera decisiva en laestructura decisional del Estado-nación, puesto que ya no hay política pública designificación que no sea monitoreada, financiada o controlada por algún organismointernacional (García Delgado, D., 1998).

Por último, vale indicar que el proceso de integración económica constituye otrorasgo distintivo del escenario de fines del Siglo XX y comienzos del Siglo XXI. Lareducción y eliminación de los impuestos o aranceles a los productos provenientesde otros países permiten la libre circulación de bienes y mercancías a través de las

4 Vale aclarar que el proceso de endeudamiento externo en América Latina se inició fundamental-

mente en los años ’70, a partir de la implementación de dictaduras militares en muchos de los

países de la región, y que éstas fueron apoyadas por el Departamento de Estado norteamerica-

no que temía al triunfo de los partidos revolucionarios o reformistas en el continente. Además

estos gobiernos o regímenes autoritarios pusieron en evidencia el acuerdo que existía entre las

cúpulas militares y los sectores dominantes para incluir modificaciones sustantivas en las estruc-

turas económicas de los países latinoamericanos, estimular la inversión extranjera y desmantelar

el modelo de Estado desarrollista consolidado desde mediados de los años ‘40 en adelante.

5 Después del impacto de la Gran Depresión de los años ’30 Keynes desarrolló la idea de que las

economías capitalistas por sí solas no iban a alcanzar el punto de equilibrio. Por ello, se pro-

nunció a favor de la participación del Estado en la economía para garantizar la expansión de la

demanda de bienes y servicios y evitar la especulación de los grandes grupos empresariales.

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fronteras de los Estados asociados. Y como consecuencia de esta integración eco-nómica se incrementan notablemente los flujos de intercambio intra-regional, es decir,aumenta el comercio entre los países que pertenecen a un mismo bloque económi-co. No obstante, resulta pertinente señalar que esta tendencia contemporánea a laformación de grandes bloques comerciales no garantiza procesos de igualdad en elpoder político y económico de los Estados asociados, y que por ello, subsistencontradicciones importantes en el seno de cada proceso de integración regional(Rapoport, M., 2002). Además, todo este conjunto de transformaciones ha modifi-cado el panorama económico del mundo y ha reforzado, sin lugar a duda, las des-igualdades internacionales en favor de los países que integran la denominada Tríadadel poder (Estados Unidos, Japón y la Unión Europea) cuya participación en el PBImundial y en el total de las exportaciones globales superó el 70 % a comienzosde la década del ‘90 (Méndez, R., 1997).

Pues bien, acorde con el contexto descrito cabe preguntarse: ¿los supuestosbásicos de la visión centro-periferia pueden ser aplicados en el presente para ex-plicar las tendencias dominantes del nuevo orden económico mundial? Se intentaráresponder a este interrogante desde algunas interpretaciones correspondientes aciertos autores vinculados al pensamiento de la CEPAL, puesto que esta instituciónha jugado un rol decisivo en los desarrollos teóricos de dicho enfoque.

Para Di Filippo, el comercio intersectorial de manufacturas por productos prima-rios ya no define esencialmente el relacionamiento económico entre centros y peri-ferias. Según este autor, la globalización económica mundial privilegia las formasdel comercio intrasectorial e intrafirma de bienes y estimula el comercio de servi-cios. Y desde esta perspectiva, el deterioro de los términos del intercambio consti-tuye un tema de importancia económica decreciente. Además, la distribución inter-nacional de los incrementos de la productividad (que fue uno de los supuestosbásicos del enfoque centro-periferia en sus orígenes) operaría en nuestros días através de nuevos mecanismos. Por ejemplo, la inversión extranjera directa promue-ve en la periferia el trasplante de procesos tecnológicos de alta productividad quese combinan con salarios más bajos que los de los centros; y esto genera ganan-cias de productividad periférica que son apropiadas principalmente por las firmastrasnacionales, para ser remitidas luego bajo la forma de utilidades o repatriaciónde capitales a las casas matrices que se ubican en los países centrales. Asimismo,esta distribución internacional de los incrementos de la productividad favorece cla-ramente a los trabajadores calificados en las tecnologías de la información y per-judica a los de escasa calificación, confinados a tareas rutinarias en la producciónde bienes y servicios. Por lo tanto, ya no serían las fronteras nacionales entre cen-tros y periferias las que delimitarían la distribución de las ganancias de productivi-dad, sino las fronteras del conocimiento adquirido entre trabajadores calificados yno calificados (Di Filippo, A., 1998).

Mallon, en cambio, resalta que el actual predominio del capital financiero so-bre la producción y el creciente funcionamiento especulativo de los mercados inter-nacionales –en los que operan las propias firmas trasnacionales como grupos finan-cieros– han trasladado el centro de la economía mundial (que antes quedaba con-

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finado a las potencias industriales) al mercado global de capitales y, por lo tanto,la mayor parte de los Estados-nación del planeta formarían parte hoy de la perife-ria (Mallon, R., 1998).

Ya se indicó oportunamente que la visión centro-periferia le asignó un papeldecisivo al Estado como planificador del desarrollo. A pesar de que en nuestros díasexiste una ardua polémica en torno al debilitamiento de los Estados-nación de laperiferia en el contexto de la globalización económica y financiera, hay autorescepalinos que insisten en la necesidad de redimensionar al Estado como unidad deanálisis básica para diseñar estrategias de desarrollo en los países de América La-tina. Y en este sentido, Ocampo advierte que dichas estrategias deben promover laconstrucción de pactos sociales sólidos que puedan garantizar la estabilidad políti-ca, sistemas legales no discrecionales y formas de comportamiento de los agentesque confieran seguridad a los contratos; además de una burocracia imparcial y re-lativamente eficiente. Sin embargo, reconoce que estos marcos institucionales (queponen de manifiesto la acción indispensable que juega el Estado como reguladorde un determinado orden económico y social) sólo sirven como telón de fondo parael desarrollo económico y no explican los impulsos concretos al crecimiento queexperimentan las economías periféricas. Impulsos que están vinculados en granmedida con la acentuada vulnerabilidad macroeconómica y financiera de tiemposrecientes; que debería obligar a los organismos internacionales de crédito a asumirla función esencial de compensar el efecto procíclico de los mercados financierosen las economías de la periferia (Ocampo, J. A., 2001). Respecto del impactodesestabilizador que genera la especulación financiera, Mallon destaca que los pro-cesos de desarrollo tienen mucha más viabilidad en la periferia si se introducenciertas modificaciones en la economía mundial, como la aplicación del impuestoTobin a todas las transacciones internacionales de divisas, para imponer controlesa los movimientos de capitales externos y para recaudar fondos que ayuden a lospaíses de la periferia que presenten apuros financieros (Mallon, R., 1998). Sin duda,estas posiciones son discutibles, pero aportan ideas acerca de cómo superar una delas dificultades más relevantes de nuestra época: la inestabilidad macroeconómicay financiera de los países periféricos; problema que pone continuamente en riesgola gobernabilidad y el funcionamiento de las instituciones democráticas dentro deeste tipo de países.

En cuanto a las recientes tendencias a la integración regional, Ocampo sostie-ne que el esquema centro-periferia sigue sonando con fuerza en la actualidad, puestoque la mayor parte del comercio mundial se desarrolla entre los centros y éstosno abandonan sus prácticas proteccionistas, dejando de lado el potencial enormeque reviste el comercio recíproco entre centros y periferias, siendo este último, unode los principales postulados que predicó la CEPAL desde sus inicios (Ocampo, J.A., 2001). Por otra parte, las desigualdades existentes entre los países que integranlos bloques económicos permite reconocer disparidades en el interior de los pro-pios centros y periferias. En el primer caso, se pueden registrar diferencias entre lospolos más dinámicos de los centros y aquéllos que no lo son (como ocurre con EEUUen el NAFTA, Alemania en la UE y Japón en el bloque de Asia y el Pacífico). Y en

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el segundo caso, establecer distinciones entre aquellos países periféricos que lideranlos procesos comerciales y constituyen periferias de primer rango (como ocurre conBrasil en el marco del MERCOSUR) y los que estarían subordinados a los primerosconformando periferias de segundo rango.

Conclusiones

En el trabajo se hizo un breve recorrido histórico del enfoque centro-periferiaresaltando en un comienzo sus premisas originales, tales como: la distribución in-ternacional de los incrementos de la productividad, el rol del Estado como orienta-dor y promotor de la industrialización en la periferia y la necesidad de lograr unaintegración regional en América Latina. También se indicó que esta teoría fue for-mulada por Prebisch para responder a los principales problemas del momento his-tórico en el que la creó: la ausencia de un mercado dinámico de manufacturas anivel internacional y la brecha creciente entre un centro desarrollado y una perife-ria subdesarrollada. Luego se aludió a la etapa en que dicho autor revisó los su-puestos básicos de la visión centro-periferia en los años ’70, en el contexto delpolémico debate acerca del origen de la dependencia en los países de la periferia.Prebisch, en esta última fase de su obra, ahondó en el tratamiento de las relacio-nes de poder y no escatimó en realizar reproches a la sociedad de consumo y endenunciar los límites del capitalismo periférico, debidos, entre otras cosas, a losrecurrentes estallidos inflacionarios y al incremento de la puja distributiva sobre elEstado. Finalmente en esta ponencia se hizo una caracterización reducida de losrasgos dominantes del nuevo orden económico mundial y del potencial explicativoque –según algunos autores de la CEPAL– ofrece el modelo centro-periferia en elpresente. En definitiva, este somero recorrido histórico de las categorías claves delenfoque centro-periferia no intenta más que ser un aporte a los innumerables es-fuerzos que se llevan a cabo en el campo de las Ciencias Sociales para revisarcríticamente las principales construcciones intelectuales del pensamiento latinoame-ricano de la segunda mitad del siglo XX. Dentro de este tipo de estudios de natu-raleza historiográfica se revisan en la actualidad categorías como la de dependen-cia, explotación del trabajo, masa marginal, etc. Categorías que fueron producidascon el fin de alcanzar un marco conceptual idóneo para comprender y transformarla problemática del desarrollo en América Latina; temática que hoy más que nuncatiene vigencia en la región porque las políticas públicas de corte neoliberalimplementadas en los últimos treinta años han generado concentración económicay exclusión social, divorciando claramente al crecimiento económico del desarrolloy la equidad.

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Fundamentos de la Integración americanaen el siglo XIX. Perspectivas para el presente

Silvana Montaruli

�l siglo XIX puede ser pensado como uno de los “comienzos” de nues-tro filosofar, si al quehacer filosófico lo entendemos como una praxisreclamada por un contexto dado y en el que un sujeto determinadointenta dar respuesta a las necesidades de su tiempo. En este senti-

do, nuestro filósofo Arturo Andrés Roig ha puesto énfasis en rescatar aquellos dis-cursos que desde una moral emergente se preocuparon por entender y transformarla realidad de los pueblos americanos. Los hombres que participaron de la gestaindependentista entendieron como una necesidad reivindicar su derecho a pertene-cer a la historia del único modo legítimo: a partir de la afirmación de la propialibertad.

En este sentido, resulta imprescindible abordar los escritos de Simón Bolívar, yaque en él, el concepto de integración tiene un significado fuerte. Entre sus líneases posible descubrir la presencia de un “a-priori antropológico” que “…recubre lasformas lógicas sobre las que se organiza el pensamiento en cuanto que la necesa-ria afirmación del sujeto, su autovaloración, constituye un sistema de códigos deorigen social-histórico, que se pone de manifiesto en la estructura axiológica de tododiscurso posible”. (Roig, Arturo: 1981). En última instancia, lo que juega un papeldeterminante en sus discursos es la autovaloración del sujeto americano inserta enun “sistema de códigos de origen social-histórico” y que manifiesta una “estructuraaxiológica”, que no es otra que el valor atribuído a la identidad de ese mismo sujeto.

En esa moral de la emergencia, en la que el discurso se inscribe, aparece “ladignidad” como “principio ordenador y de sentido”, tanto de las necesidades comode sus modos de satisfacción. Según esta moral, la dignidad humana es, desde lacontingencia, “el universal impulso que nos mueve a todos hacia la autoconstrucciónde nuestra humanidad” (Roig, A.; 2001:IX). El compromiso hacia la libertad no hacesino expresar el grado de madurez en cuanto a la conciencia de esa “dignidad”del hombre americano. El fundamento práctico de la acción, lo constituye ese “a-priori” que plasma en las letras de sus discursos la necesidad de afirmación de unsujeto colectivo, el americano, como sujeto social- histórico.

Su obra, sin embargo, tuvo una proyección de futuro, la integración constituyóese real imaginario hacia el que la libertad de los pueblos debía tender. Los idea-les de unión fuertemente expresados como una categoría central de su pensamien-to tenían una doble función: debían actuar de eje unificador de los pueblos ameri-canos, resguardándolos de nuevos intentos de invasión extranjera, por un lado, ydebían garantizar el progreso, por el otro.

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La situación pos-independencia de los países de la región impidió que la uniónse concretara y entre las posibles causas del fracaso unionista podemos mencio-nar: la falta de continuidad en las iniciativas (solo activas en momento de peligrosexpansionistas); el factor geográfico (agente disociador por las distancias que se-paraban a los países, situación que agravaba la comunicación entre las partes y laperiodicidad de las reuniones) y por último, la inestabilidad política, los frecuentescambios de gobierno, el caudillismo y los regionalismos propios de la época, acen-tuados por los conflictos limítrofes, que ya en tiempos de independencia dificulta-ban las relaciones.

Desde la perspectiva bolivariana lo fundamental y determinante a la hora deconcretar la unidad de nuestros pueblos debía ser asumir la responsabilidad queimplicaba la libertad, la conciencia de un proyecto común y la solidez de las insti-tuciones expresada en una forma de gobierno que respondiera a los intereses dela América toda. Es de este modo que podemos considerar al pensamientobolivariano como fundamento de la integración del siglo XIX, la misma debía dar-se en el plano político, económico y social. El fracaso se dio porque se pensó launión desde la situación de la clase dominante ignorando las voces de las masas,así los intereses provenientes de las clases trabajadoras terminaron por disolver laposibilidad de alcanzar su proyecto.

Sin embargo, la idea unionista fue una constante en la historia de nuestrospueblos, a veces con mayor fuerza, otras de manera débil o sólo para algunos sec-tores del continente, pero en última instancia estuvo presente como la “utopía” delos americanos.

En nuestro contexto histórico, esta categoría ha vuelto a ser utilizada en unsentido muy fuerte. La idea de integración pensada en términos de Bolívar y Martí,rescatando la sustancia olvidada y silenciada; la integración de los pueblos y node los capitales; en suma, la verdadera integración convocada tanto por la historiay por la cultura como por la necesidad de sobrevivir y alcanzar el desarrollo paranuestros pueblos, parece ser la nueva meta de los gobiernos americanos.

Si bien la situación regional hoy es mas compleja, sin embargo, realidades si-milares requieren de soluciones conjuntas. No se trata de evitar posibles invasio-nes o de detener fuerzas expansionistas al modo como se dieron en el siglo XIX.Nuestra situación tiene que ver con la deuda social de las últimas décadas, nosreferimos a fuertes índices de pobreza, a las privatizaciones de las empresas na-cionales (fundamentales para el desarrollo de la economía de los países), a la ho-mogeneización y desculturalización de nuestras culturas y en última instancia, nosreferimos a la pérdida de la identidad de nuestras naciones, fortalecida por uncapitalismo salvaje que desde una globalización hegemónica, anuncia el triunfo deun localismo determinado.

Si bien se han superado los obstáculos del siglo XIX, ante la pregunta sobre laposibilidad de una integración en un futuro inmediato las respuestas varían, aun-que reconocen los esfuerzos realizados por nuestros países en las últimas décadas.Sin embargo, los tratados aún son prematuros; los nacionalismos que reflejan lasdiversidades históricas y los intereses particulares muchas veces significan un

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obstáculo para que una verdadera integración sea real, sobre todo si tenemos encuenta que, tal como sucedió en el siglo XIX, estos particularismos hacen a laAmérica más vulnerable política, económica y culturalmente. Es por esto que lanecesidad de superar las barreras regionalistas a través de un fortalecido espíritusolidario y de cooperación es imprescindible toda vez que nos planteamos un des-tino común para toda la América, empresa que implica dejar de lado interesesparticulares en la búsqueda de objetivos comunes. Entre las causas de los actualesanhelos integracionistas podemos señalar: 1) la necesidad de reafirmación de unsujeto, en este caso el americano, y 2) la devastadora política económica y socialde las últimas décadas, producto de la sacralización del mercado, favorecida ade-más por los procesos de globalización que consolidan políticas hegemónicas queresponden a intereses socioeconómicos determinados, impactando en nuestras so-ciedades de manera tal que no permiten el desarrollo de nuestros pueblos.

En cuanto a lo primero, un ejemplo muy significativo de esta reafirmación delsujeto americano lo encontramos en el discurso pronunciado por Evo Morales conmotivo de su asunción a la presidencia de Bolivia. Sus palabras apuntaron explíci-tamente a la reivindicación de su identidad indígena, quebrando la tradición histó-rica de su país, recordando las opresiones a las que estuvieron condenadas lascomunidades, excluidas de la participación ciudadana: “con orgullo he visto a mu-chos hermanos y hermanas cantando en la Plaza de Murillo cuando hace 50 añosno teníamos derecho de estar allí”, afirmó, orgulloso de su linaje. Y aseguró: “Comoprimer presidente que viene de los pueblos indígenas, quiero decirles que quiero serel mejor presidente de la historia de Bolivia”. Su llamado a la cooperación y a launión de los pueblos americanos reafirma la posición adoptada por otros países dela región respecto de la necesidad de fortalecer sus vínculos y de pensar en estra-tegias políticas y económicas en el intento de producir los procesos de emancipa-ción socioeconómica necesarios; lo que requiere de la construcción de democraciascon mayor justicia social, sobre la base de acuerdos internacionales que prioricenlas demandas de las clases trabajadoras.

En cuanto a lo segundo, las políticas de los pueblos de la región son concientesde la profunda necesidad de provocar transformaciones económicas que se consti-tuyan como ejes de acción para superar las desigualdades sociales, y que contribu-yan a la integración de los excluídos por la lógica del mercado, lo que implicaademás “repensar” el ejercicio de la democracia. Boaventura de Sousa Santos, desdeuna profunda crítica a la modernidad, analiza principalmente los ejes de acciónnecesarios para la creación de un nuevo estado que garantice la neutralización delos sistemas de “exclusión”, es decir, de aquellas grandes masas de trabajadoresque son excluidos del sistema cuando los aumentos de la productividad son muyaltos. En consecuencia, el crecimiento económico no necesita del crecimiento delempleo, la inutilidad social de grandes masas trabajadoras representa la nueva carade la exclusión, y de la “desigualdad” producida cuando la recuperación de lasculturas es posible sólo a partir de la descaracterización o vernaculización de suselementos, lo que se hace sobre la base de una integración subordinada a un pro-yecto imperial: “el cultural”. Así es como “en las condiciones de la globalización

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de la cultura, la homogeneización se produce tanto por la recuperacióndescontextualizadora como por la eliminación cognitiva” (de Sousa Santos, B., 2003:145). Esta forma de homogeneización cultural responde a los objetivos de la nuevaeconomía mundial, y en este sentido, cumple un papel fundamental: el de reprodu-cir un cierto modo de saber legitimado por las fuerzas económicas y el de repro-ducir ciertos códigos de objetivación y de interpretación de la realidad que justifi-quen y sirvan a su desarrollo.

En su discurso, Evo Morales también hizo alusión a la situación de subordina-ción cultural existente en su país y la necesidad de recuperación de las diferentesculturas en el libre ejercicio de sus prácticas. Sus palabras, en este sentido, signifi-caron un llamado a la “consolidación de una democracia multicultural”.

De esta forma estamos asistiendo a una época en la que vuelve a cobrar fuer-zas la realización de la gran “utopía americana”: su integración. Sin embargo, talempresa requiere, como una de sus condiciones, estabilizar la situación social yeconómica de cada estado en su interior, lo cual sólo puede darse en el marco deuna transformación o reforma del estado y que implica repensar la relación entreel estado, el mercado y la sociedad civil.

La primera pregunta que podemos hacernos es: ¿será posible llevar adelantereformas estatales que permitan una nueva democracia cuyos pilares sean la justi-cia social y la multiculturalidad? Franz Hinkelammert puede orientarnos al decirnosque aceptar, tal como lo plantea el neoliberalismo, que la utopía es imposible puestoque no existen alternativas al sistema, nos lleva a pensar toda alternativa políticacomo adaptación y legitimación del sistema. Pero si por el contrario, entendemos ala utopía como «idea regulativa» (lo que implica pensar desde y sobre nosotrosmismos), podremos encontrar alternativas políticas genuinas para nuestro contexto,desde las que sea posible romper con las estructuras opresoras.

Tal compromiso implica, además, el desarrollo de una nueva concienciapluriclasista, implícita en el significado de la liberación: una conciencia de identi-dad intercultural, genuina respecto de nuestras capacidades, autónoma en cuantoal desarrollo de nuestras actividades y portadora de nuestras culturas.

La segunda pregunta que podemos hacernos es: ¿es posible llevar adelantereformas estatales que permitan la neutralización de los sistemas de exclusión y dedesigualdad?

Para responder a esta cuestión podemos retomar la propuesta de Boaventurade Sousa Santos, quien sostiene que la “reinvención solidaria del estado” requierede la creación de un nuevo contrato social que neutralice la lógica de la exclusióna partir de la consideración de dos problemas centrales: a) el redescubrimiento deltrabajo y b) el estado como novísimo movimiento social. Para ello se requiere arti-cular políticas de igualdad y de identidad.

Como condición de esta articulación nuestro autor propone un imperativo cate-górico multicultural que enuncia del siguiente modo: “tenemos derecho a ser igua-les cada vez que la diferencia nos inferioriza, tenemos derecho a ser diferentes cuan-do la igualdad nos descaracteriza” (de Sousa Santos, B., 2003: 154). Las políticashomogeneizadoras violan este principio en tanto la homogeneización es entendida

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como “igualdad” pero en términos descaracterizadores, porque esa “igualdad” esde un modo tal que desvirtúa las diferencias, pero a su vez, nos inferioriza, puestoque las diferencias que existen frente a este “prototipo igualitario” son considera-das inferiores. En consecuencia, se trata de hacer valer nuestro derecho a ser res-petados como iguales, (en el respeto de lo propio como diferente).

Estas políticas parecen ser las que están a la base de los acuerdos firmadosentre nuestros estados, por ejemplo el ALBA, acuerdo firmado en la Habana endiciembre del 2004, que surge como contrapropuesta del ALCA. En líneas genera-les, ambos tienen lógicas no sólo diferentes, sino excluyentes, una y otra represen-tan la línea divisoria entre la integración de los pueblos y la integración de loscapitales.

Desde el ALBA, la integración no puede reducirse al comercio, ni medir susavances por el crecimiento del intercambio comercial. Los acuerdos firmados por lospresidentes de Cuba y Venezuela reflejan la concepción del intercambio comercialcomo instrumento (no un fin en sí mismo) al servicio de la integración. Este proce-so debe comenzar a terminar con los males sociales, debe reducir la deuda social.

La solidaridad también es una necesidad práctica para que la integración pue-da funcionar, desarrollarse y defenderse, pues sólo ella puede hacer de las fronte-ras nacionales las costuras de nuestra unidad, y de la integración, un valioso collagede culturas diferentes, inscriptas en un epígrafe común: defender y preferir la Amé-rica Nuestra, la Patria Grande de Bolívar y Martí, antes que la América del ALCA yla OEA.

Las palabras de Martí escritas en 1889 resuenan con valor actual en esta horaen que el ALBA y el ALCA marcan de nuevo el dilema de la integración latinoame-ricana o la anexión a Estados Unidos: “De la tiranía de España supo salvarse laAmérica española; y ahora después de ver con ojos judiciales los antecedentes,causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado parala América española la hora de declarar su segunda independencia”.1

En última instancia, para que la integración de nuestros países sea genuina yno la afirmación de un nuevo monopolio, debería tener como ejes: la solidaridad,la inclusión social, el respeto a las diferencias, la democracia participativa comoforma de gobierno, la nacionalización de las empresas privatizadas, la alfabetiza-ción y la igualdad de condiciones educativas garantizadas.

Este es, en síntesis, el legado que nos dejaron aquellos que durante el siglo XIXemprendieron la travesía utópica de construir repúblicas en el pleno sentido de lalibertad. Nuestro presente está marcado por una moral emergente, se trata enton-ces de que, tal como sucedió en el siglo anterior, la dignidad del hombre america-no sea el principio ordenador y de sentido de toda praxis transformadora, peroademás, se trata de poder superar las limitaciones que impidieron la realización dela integración de nuestros pueblos; para ello, esas praxis deben necesariamente estarorientadas a recuperar la igualdad y la justicia social en el interior de cada una denuestras naciones.

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Introducción

a obra del escritor argentino Manuel Ugarte (1875-1951) consuma unaresignificación de las categorías con las cuales el campo literario defines del siglo XIX afirmaba su creciente autonomía. La disolución dela pretendida contradicción entre la sensibilidad literaria y la

tematización de la realidad americana condujeron a Ugarte cada vez más hacia unaconfiguración de los límites, postulados en términos políticos, de la producción lite-raria de su tiempo. La concepción estética así configurada por el argentino se cons-tituyó por tanto en una evaluación del carácter orgánico de aquellas produccionesrespecto de las proyecciones progresistas del curso histórico. La demanda de expli-citación de esta forma de articulación político-literaria acercó a Ugarte a una com-prensión crítica de la obra de arte como “poética teórica” (Peñafort, E., 2001: 487),en cuyo horizonte la emancipación humana funciona como principio de una “onto-logía de la historicidad desfundada teológicamente” (Peñafort, E., 2001: 487).

El discurso ugartiano asumió de este modo formas específicas de intervenciónal interior de su campo. Por un lado, privilegiando el discurso crítico en el marcodel desarrollo de la crónica y el ensayo, y por el otro, reconociendo los rasgoscomunes de las naciones latinoamericanas en el marco de una situacionalidad afín.La urgencia del compromiso intelectual con la realidad latinoamericana guió la la-bor crítica de Ugarte hacia una concepción de la literatura como “arte social” ydeterminó la vocación de publicista esclarecido de la integración latinoamericana.

Nuestro trabajo emprende un análisis del discurso crítico del escritor argentinoanterior a 1910, caracterizado por un ideario socialista en cuyo orden Ugarte pro-mueve un replanteo del rol de la literatura en el marco de los cambios socialessuscitados por el proceso de modernización capitalista. La constitución de estaimpronta se funda en el intento de historización de la producción literaria a partirdel cual reconoce los vínculos del naturalismo y el realismo con una literatura com-prometida, índice, además, de la reflexión sobre las proyecciones estético-políticasdel modernismo hispanoamericano.

Claroscuros de la “literatura sociológica”

El carácter transitivo de la relación establecida por Ugarte entre literatura yhecho histórico le ofreció un criterio ético de evaluación estética. En efecto, el

Marcos Olalla

Claroscuros de la literatura sociológica.Manuel Ugarte y el arte social

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estatuto de la producción literaria debe ser puesto en cuestión desde la determina-ción de la posible identidad entre la obra de arte y la justicia que ella debe pro-mover. Esta transposición provocaría la exclusión de los aspectos subjetivos de lacreación, así como también le ofrecería un espacio para la determinación de unatradición ideológica y estética emancipatoria, en cuyo seno categorías como“americanismo literario”, “arte social” y “modernidad” constituyen los enclavesnormativos de la crítica (Peñafort, E., 2001: 487).

El desarrollo del arte literario ha ocasionado el borramiento de la frontera en-tre ficción y realidad. Para Ugarte:

El arte de escribir ha llegado a tanta perfección, que los lectores se iden-tifican con los personajes de los libros, sufren sus sufrimientos, viven suvida, y adquieren naturalmente, por contagio, sus enfermedades morales(Ugarte, M., 1906: 117).

La pasividad de este modo asumida por la concepción del lector que Ugartedespliega hace recaer la responsabilidad de la ampulosa “intoxicación literaria” enla defección moral de los escritores, puesto que, lejos de constituir un impulso li-berador de las “supersticiones sociales”, la profusión de “personajes pervertidos”es una expresión del “instinto subalterno” (Ugarte, M., 1906: 120).

La tematización ugartiana del sentido meramente catártico de la obra le indu-ce a concebir las versiones estetizantes de la novela francesa de la primera déca-da del siglo XX como síntoma de la exageración de tendencias interiores“literatizadas”. La retroalimentación establecida entre los extremos imaginaciónsubjetiva y sugestión literaria tornan inviables para Ugarte la posibilidad de eman-cipación colectiva, en cuyo seno la libertad subjetiva es reducida al esfuerzo porrepresentar eficazmente la modernidad. No es de extrañar por tanto que la mani-festación patológica de este discurso consista en el anacronismo:

Esa fracción de juventud vieja, envenenada de escepticismos, rellena demalas pasiones, cínica, brutal, alimentada de cobardías morales y de am-biciones de ave de presa, que se ríe de la generosidad y que trata dehacerse un pedestal de la ironía, no es, en parte, más que una esclavade cierta literatura (Ugarte, M., 1906: 123).

Este tópico en apariencia propicio para las desmesuras de una crítica construi-da en clave edificante asigna a la producción literaria la capacidad privilegiada deportar una matriz ética específica. Este último aspecto es común, como bien lo hamostrado Maíz1 , a la interpretación estética “novecentista”, determinada a explicitaren su teoría literaria el componente perlocutivo de tal discurso. La conciencia deeste rasgo discursivo, sin embargo, significaría, a nivel de la crítica posterior elseñalamiento de las siempre presentes contradicciones entre sus ademanes proféticos

1 Maíz, Claudio. Imperialismo y cultura de la resistencia. Los ensayos de Manuel Ugarte, Córdoba,

Corredor Austral-Ferreira Editor, p. 80.

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y la recomposición letrada de la autoridad literaria2 . Mientras que, en el nivel desu existencia concreta, la distancia así interpuesta entre el compromiso literario yel militante, determinaría la impronta trágica de su vocación. En estricto sentidoanalítico la estética de Ugarte no hace más que reconocer los vínculos que poste-riormente consagraría el pensamiento foucaultiano entre dominios de saber y for-mas de subjetividad aunque, en este caso, sin renunciar a la hipótesis románticade la síntesis colectiva en la figura del artista:

Si el pueblo y el siglo deben agradecer el esfuerzo de la unidad que lesda voz, ésta tiene que estar reconocida también al conjunto que la sos-tiene y le permite ser brazo, cerebro y corazón de una raza (Ugarte, Ma.,1908: 12).

Aquí el ecléctico idealismo ugartiano debe replegarse tras el riguroso sacrificiomoral del creador, cuyo talento es reconducido continuamente a la historia conce-bida como escenario de realizaciones. El objeto literario está hecho de “advenimien-tos” y “victorias”. La literatura que olvida su carácter de mediación entre el pue-blo y sus logros constituye un ejercicio amanerado de lo que Ugarte llama“cerebralismo”. La antípoda de este artificial refinamiento es la exigencia teóricade originalidad para una literatura capaz de salvar la distancia interpuesta por elaristocratismo entre la literatura y las condiciones históricas de su producción.

Entre las especificidades atribuibles a la producción del americanismo literariose percibe con particular énfasis la demanda de articular la autonomía del campoliterario con la afirmación de originalidad para dicha producción3 . Esta fuerte vin-culación entre el postulado modernista de autonomía y la exigencia de originalidadrespecto del discurso literario hispanoamericano provoca una reinterpretación de lo“propio” previamente caracterizado en sentido romántico como “tema”. Esta nue-va configuración del sentido y autoridad de la palabra literaria, lejos de la preten-sión normalizadora de la crítica literaria tradicional respecto del modernismo, cons-tituye un esfuerzo por desontologizar el discurso literario para imprimirle a sus fron-teras una eficacia todavía incierta en el campo de la economía y la política. Es decir,“la aspiración a una producción literaria original se corresponde con la idea de laautonomía política y económica” (Maíz, C., 80).

La singularidad es, para Ugarte, la expresión irrecusable de la historia, escena-rio en el que América Latina se revela como agente de futura consumación. La

2 Viñas, David. De Sarmiento a Dios. Viajeros argentinos a USA, Buenos Aires, Sudamericana, 1998,

p. 191.

3 Julio Ramos. Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en el siglo

XIX. México, Fondo de Cultura Económica, 1989. Para Ramos, tomada como índice la obra de

José Martí, la tendencia de institucionalizar lo bello “presupone, para negarlo, el capital simbó-

lico de la literatura; presupone el “interior” desde donde la escritura, a la vez que postula su

distancia de la “vida”, busca dejar en su propio espacio, marcas de lo otro, relativizando así la

distancia y el poder de su autonomía, cancelando la exclusividad del “interior”, del “ansia de

belleza” que a la vez opera como campo de significación”.

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literatura, por tanto, constituye una manifestación privilegiada de la orientación quereclama la construcción material y simbólica de una nación4 . La originalidad fun-ciona como una categoría de resignificación política de la autonomía en el discur-so literario americanista. En efecto, para el escritor argentino, la cultura es el es-pacio de las proyecciones abiertas por el curso histórico en el que la “soledad” y“orfandad” de nuestros pueblos ha promovido una respuesta improvisada frente alas “asechanzas ajenas” y la “ignorancia propia”5 . La tarea de quienes así em-prenderán la emancipación cultural es pues “dar forma definitiva al legado” li-bertario de nuestra nación sin desconocer el carácter universalista de tamaña pre-tensión.

Cincuenta millones de hombres que recién nacen a la vida orgánica y quetienen un presentimiento confuso de sus destinos, esperan las grandes vo-ces que tienen que hacerse oír. Hay que orientar el alma de los paísesnuevos hacia los fines superiores, que son como el punto de mira de laespecie; hay que condensar y reflejar los paisajes materiales y morales engrandes frescos que tengan la amplitud de nuestros llanos (Ugarte, M.,1908: 19).

El gesto intelectualista que David Viñas6 denunciara en los escritoresnovecentistas asume de este modo un registro cuyo eclecticismo promueve, a jui-cio del crítico, cierta “sobreimpresión” del profetismo asumido en clave letrada. Ental sentido el imaginario modernista ofrece a Ugarte los recursos precisos para laarticulación de la todavía “confusa” conciencia emancipatoria de “la raza del por-venir”7 , concebida, sin embargo, como avanzada ético-política. Así, “nuestros llanos”constituyen una metáfora de la “personalidad moral” de América Latina, cuya ge-nerosidad expresa el carácter receptivo de una nación dispuesta a reconocerse comotal en el horizonte de una tradición apenas atisbada pero de claros contornoslibertarios, al interior de los cuales el aprendizaje ofrecido por una “educación mo-derna”, el “ejemplo de nuestros viajes”, así como la “purificación del ideal que nosanima”, impregna de universalismo aquella singularidad. Sin dejar de atender elsentido paternalista de este tópico del discurso ugartiano es significativamente ra-dical la articulación que promueve entre las dimensiones ética y estética, posible

4 “¿Como no ha de haber ambiente (para las cosas del espíritu) en comarcas en ebullición, donde

todo está por hacer y donde se entrechocan los esfuerzos y las ambiciones más disímbolas, en

un mundo maleable y espeso de esperanzas y de ímpetus?” Ugarte, Manuel Las nuevas tenden-

cias literarias, ob. cit. p. 16.

5 “Los hechos confirmaron el optimismo de los que a raíz de la independencia lo improvisaron todo

y extrajeron del tumulto y la confusión la personalidad moral de América Latina, como saca un

herrador el hierro candente de las llamas”. Ibidem, p. 18.

6 David Viñas. Ob. cit., p. 190.

7 Ver Manuel Ugarte. El porvenir de la América Española, Valencia, Prometeo, 1910; Claudio Maíz.

Ob. cit.; Nieves Pinillos. “Manuel Ugarte, un hombre para este tiempo”, en Cuadernos America-

nos, Nueva Época, Año 1, Vol. 5, 1987, p. 215.

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por su arraigo universalista8 . En efecto, si “la belleza nace con la civilización”(Ugarte, M., 1908: 20), el discurso ético presente en la crítica de Ugarte concibe laafirmación de originalidad para la literatura latinoamericana como una modulacióncrítica de la lógica uniformadora de la modernización capitalista. Ni exotismos, nilocalismos podrán constituir expresiones legítimas del curso irrecusable de la histo-ria en dirección de una superación socialista de la señalada lógica (Ugarte, M.,1905).

La certidumbre de la naciente autonomía del campo literario no es, paraUgarte, el exponente de un modo de autoafirmación en sentido clasista sin más,sino también la expresión de la “personalidad” de un pueblo construida a fuerzade la convergencia integradora de las diferencias. Las proyecciones delineadas poresta inflexión del discurso adquieren de este modo múltiples direcciones. Señala lapretensión de especificidad para la modernización latinoamericana comprendida enclave universalista, al mismo tiempo que prescribe un modelo estético cercano alrealismo en virtud del claro predominio de la síntesis tipológica.

De esta primera certidumbre tendrá que nacer forzosamente el deseo deutilizar los paisajes familiares y la necesidad de dar una forma sintéticaa los tipos aborígenes. Porque la literatura nacional abarcará todas las ga-mas, desde la suprema civilización de los puertos hasta la vida semisalvajede algunas comarcas del interior. Es un mundo que espera el milagro dela pluma para surgir en forma de belleza (Ugarte, M., 1908: 23).

Aquí, la impronta historicista del escritor, acuciado por la necesidad de incor-poración por él atribuida a América Latina respecto de la dirección ineluctable deldesarrollo histórico9 , le tiende su trampa. Los “aborígenes”, agentes de un espaciodescentrado, incapaces de reconocer su alteridad en el horizonte establecido por losextremos “civilización-vida semisalvaje”, constituyen el objeto privilegiado de la bellatipicidad propiciada, no obstante, por el redentor “milagro de la pluma”. Si la civi-lización es, para Ugarte, condición de posibilidad de la belleza, la literatura debeconcebirse como programa ético. Alejada de la “frivolidad de las cortes” y de losartificios del refinamiento, la juvenil percepción de nuestra nacionalidad determinala correspondencia entre la sensibilidad literaria y nuestras “naturalezas salvajementerústicas”. La articulación precisa de ambas no puede más que expresar, aunqueahora con cierto tono arcaizante, lo que somos, es decir, “más bastos, más duros,más sólidos y más sanos”(Ugarte, M., 1905: 23). Categorías como “juventud”, “en-tusiasmo”, “frescura” son asimiladas por Ugarte a la emergencia de una cultura

8 “Los que creen que literatura nacional significa un localismo estrecho o una especie de chauvinisme

egoísta y excluyente, se ponen en contradicción con la esencia misma de nuestra cultura, que

formada con fragmentos arrancados a diferentes pueblos es, por así decirlo, una síntesis de to-

das las patrias. El peor de los proteccionismos posibles sería el intelectual”. Manuel Ugarte. Las

nuevas tendencias literarias, ob. cit., p. 21.

9 “Y los que empiezan a traducir más o menos fragmentariamente el hervidero actual, no hacen

más que conformarse a las leyes ineludibles”. Ibidem, p. 20.

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contestataria. En efecto, tras la certidumbre de que “somos democracias indómitasy revolucionarias”(Ugarte, M., 1905: 24) se encuentra la urgencia de delinear susposibles horizontes. Orden de cosas este en el que los individuos deben dirigir losseñalados arrebatos libertarios a la realización del “interés superior de la colectivi-dad” (Ugarte, M., 1906: 134), escenario en el que debe privilegiarse la expresiónhomogénea de una vocación continentalista para la literatura latinoamericana10 .

La modulación escatológica que adquiere este tópico del discurso críticougartiano posee de trasfondo una concepción de lo moderno como espacio produc-tor de “nuevos sujetos históricos”. Este sesgo libertario es, no obstante, resultadode la efectiva impregnación en tales sujetos del curso del desarrollo histórico, encuyo seno la antinomia individuo-especie se resuelve en clave colectivista11 . Si, comoquiere Ugarte, la “solidaridad humana” es ahora el fundamento que desplaza desu olimpo al “espinazo místico que antes nos sostenía”, lo es al precio de la sín-tesis organicista de este modo postulada por Ugarte:

Todas esas desviaciones, locuras, obsesiones morbosas, alteraciones mentales, òcomo quiera llamárselas, debilitan el organismo social. En vez de fomentarlas, ha-bría que tratar de hacerlas desaparecer. No por la coerción, que no somos gendar-mes, sino por la terapéutica. La humanidad tiene átomos enfermos que pueden serasimilados y neutralizados por la plétora de salud del resto del organismo...Ademáses una cuestión de estética. La belleza reside en los seres sanos, vigorosos, norma-les, bien intencionados...Pero aún admitiendo que no fuera así y resultase más ar-tístico el desequilibrio, no sería eso tampoco una razón para multiplicarlo en lavida...Lo que hay de cierto es que lo mièvre, lo agradable, lo que sólo halaga uninstante los sentidos, tiene que ser sacrificado en nuestras épocas de la literaturasociológica, á lo justo y á lo eterno [...] (Ugarte, M., 1905: 135/136).

El registro normalizador que el positivismo despliega a fines del siglo XIX yprincipios del XX es retomado por Ugarte desde un lugar de enunciación específi-co. Si recoge la metáfora médica desarrollada por la matriz psiquiátrico-criminológicadel pensamiento positivista argentino lo hace desde un discurso que, como el esté-tico, activa cierta pretensión crítica, independientemente de su dudosa eficacia, res-pecto de la fuente original de tales categorías.

10 “Yo abrigo la certidumbre de que si mantenemos la homogeneidad actual y si desarrollamos las

tendencias que empiezan a manifestarse, la América latina acabará por imponerse como una fuerza

creadora de belleza y de justicia, de vida superior”. Manuel Ugarte. Las nuevas tendencias lite-

rarias, ob. cit., p. 24.

11 Eduardo Peñafort. Ob. cit.

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Bibliografía

Maíz, Claudio. Imperialismo y cultura de la resistencia. Los ensayos de Manuel Ugarte, Córdoba,

Corredor Austral-Ferreira Editor,

Peñafort, Eduardo (2001). “Manuel Ugarte en el fin de siglo. La puesta en discurso de la subjetivi-

dad en el Fin de siglo”, en: María Payeras Grau y Luis Miguel Fernández Ripoll. Fin(es) de siglo y

modernismo, Palma, Universitat de les Illes Balears, 2001, p. 487.

Ugarte, Manuel (1905). El arte y la democracia, Valencia, Sempere.

_____, (1906). Enfermedades sociales, Barcelona, Sopena.

_____, (1908). Las nuevas tendencias literarias, Valencia, Sempere.

Viñas, David. De Sarmiento a Dios. Viajeros argentinos a USA, Buenos Aires, Sudamericana, 1998.

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Breve noticia biográfica

omero M. Guglielmini (1903-1968) comienza su carrera intelectualcomo redactor y luego director de la Revista Inicial, que editara en-tre 1923 y 1927 junto a Brandán Caraffa. Luego se desempeña comoprofesor de Filosofía en la Universidad Nacional del Litoral, entre 1929

y 1931, y de Literatura en la Universidad de Buenos Aires a partir de 1947, hastaalcanzar la dirección del Instituto de Literatura de la misma, en 1950. Realizó es-tudios de filosofía norteamericana en la Universidad de Columbia, en 1932. A lolargo de su vida desplegó actividades como ensayista, narrador, dramaturgo y críti-co, y algunos de sus libros fueron galardonados con premios municipales y nacio-nales. Fue además articulista del Diario La Nación a fines de la década del veinte,y del Diario Clarín durante las décadas del cincuenta y sesenta. Ocupó cargos pú-blicos directivos en las áreas de cultura del Estado nacional, durante el primergobierno peronista. Acaso su rol de intelectual del régimen le deparó cierto oscu-recimiento en los grandes panoramas de la historia de las ideas argentinas. Almenos, no mereció la atención dispensada a otras figuras asociadas al primer pe-ronismo, como Arturo Jauretche o Leopoldo Marechal, o su amigo Carlos Astrada.Sin embargo no fue un autor olvidado. Una rápida revisión de investigadores quese ocuparon de Homero Guglielmini nos deja ver que ya José Luis Romero, en vidadel autor, le brinda un comentario en su revisión del desarrollo de las ideas argen-tinas (Romero, J. L., 1965).

Encontramos un estudio de Yolanda Cohen de Witlis (Cohen de Witlis, Y., 1972),recogido en el último libro publicado del autor. Hugo Biagini lo recuerda como en-sayista que dialoga con la cultura norteamericana (Biagini, H., 1989). AngélicaGabrielidis de Luna recupera su legado filosófico (Gabrielidis de Luna, A., 1991-1992),y en la misma línea, Matilde Isabel García Losada le dedica una atenta aunque breveconsideración en clave de recepción argentina del existencialismo (García Losada, M.,1999). Lamentablemente, y a diferencia de las aproximaciones referidas, en el es-tudio de Alberto Caturelli, nuestro autor sólo merece la condenación sumaria de serdescalificado como filósofo (Caturelli, A., 2001). Quizá no esté demás aclarar quenuestro propósito aquí es proseguir aquellos estudios más matizados y menos im-pacientes que tal vez todavía merezca Homero Guglielmini, aunque sea en una raudaaproximación, como en este caso, dispuesta a escuchar el latir de su venaensayística.

Homero Guglielmini: fronterasde la caracterología argentina

Gerardo Oviedo

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Búsqueda del alma nacional y utopía de la emoción

En un desplazamiento que en indicaba una inflexión típica del ensayismo de losaños treinta que él mismo contribuía a inaugurar, Homero Guglielmini despliega lamirada sobre el alma argentina transportándola desde su boato emotivo y pasionalhasta su sensibilidad anímica más pudenda. Salía de la tierra y entraba en la granurbe, sin expresar la experiencia de este tránsito, como lo hacía Raúl Scalabrini Ortiz,nominando una esquina porteña con valor arquetípico. Guglielmini no esquivaba laformulación de tono ontológico porque profesaba el entusiasmo vitalista por el ser.Al punto que se veía a sí mismo como un joven filósofo. Recordemos que el des-tinatario de la carta que Ortega y Gasset dirigía a un “joven filósofo argentino”(Ortega y Gasset, J., 1981), no era otro que Homero Mario Guglielmini. Quien co-menzó su ensayismo como un caracterólogo, un fisonomista escrutador del semblantesocial que escuchó primero a los observadores extranjeros, como el ilustre filósofoespañol, y sobre todo el excéntrico conde de Keyserling, y luego ensayó su propiarespuesta.

En ese clima vitalista que se respira en Alma y Estilo (1930), Homero Gugliel-mini ensayaba los gestos más alzados de la antropología filosófica. Según laconceptuación de Guglielmini, la socibiabilidad del hombre constituye un presupuestotrascendental antropológicamente privativo. La colectividad de las almas genera unasuperestructura psíquica que forma temperamentalmente un estilo. Ese “estilo” con-fiere al alma colectiva su fisonomía caracterológica vital. Ello no repudia su deter-minación económica o material, puesto que nuestro autor se cuida de no incurriren un idealismo estéril o ingenuo. Más bien, reconoce en el “alma” una esfera másde la articulación del colectivo humano, en tanto expresa una de las formas de lavoluntad que imprimen en la vida social los motivos de ambición o rivalidad. Conello, la comunidad aparece también como una dimensión constitutiva de las pulsionesalojadas en el yo individual. Al lanzarse sobre la cera afectiva del yo colectivo,Guglielmini quería dar con el cuño de una estructura caracterológica que había dedesnudarse con fascinado pudor, como si fuera un cuerpo femenino. No ha de sor-prender este animismo de pliegues sensuales, que cultivaron en sus semblanzas delalma argentina Ortega y sobre todo Keyserling. Sin embargo, Guglielmini pretendíair más allá de estos retratos a mano alzada, que no iban más allá, en el fondo, defáciles estereotipos. También Guglielmini quería dar con la fisonomía del ser propiocon una lengua propia de pensamiento. Y para ello requería los servicios de unalengua filosófica que se nutrirá a un tiempo de Nietzsche y de Max Scheler1. Esavocación filosófica, ciertamente, residía en la tierra del ensayo. Género que cultiva-ba con todos sus acentos vitalistas y existencialistas. Como por ejemplo cuando diceque “muy poco se ha dicho de la esencia del alma argentina”. “Sin embargo–apunta Guglielmini–, la argentinidad es un hecho espiritual que a diario palpamos:la llevamos cada uno de nosotros, con su carga de virtudes y de vicios, acaso másde vicios que de virtudes” (Guglielmini, H., 1930: 146).

1 Para una visión de las lecturas filosóficas del autor, véase: Guglielmini, H., 1960.

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Pero el alma de una nación bien puede ser una fatalidad antes que una afir-mación deliberada, cosa que Borges reiteraría luego con sincero énfasis. SegúnGuglielmini, caracterólogo del enigma vital argentino, lo cierto es que no podemoseludirla, ya se la eleve a virtud, ya se la denuncie como mancha o estigma. SegúnGuglielmini, la paradoja ética inherente a la cuestión de la nacionalidad consisteen una imposición normativa, a saber: que el de ser argentinos nos conmina a asistira ese hecho venturosamente, y aún más, a abrazarlo con íntimo regocijo y orgullo.En ese asentimiento gozoso consiste el patriotismo. Y ello previamente a determi-nar sus rasgos típicos idiosincrásicos. Vale decir, aún antes de interrogar el rostrode lo que somos, o si se quiere, de lo que imaginamos que somos. Nos hallamosen el ámbito de la pura afección. Que ha de elevarse a intelección. Por ello Gu-glielmini advierte que debemos empezar emprendiendo una caracterología del almaargentina, si queremos discernir, hoy o mañana, desde el punto de vista ético, elrepertorio de fines y deberes que impone el hecho de ser argentino. De esa fatali-dad. Ahora bien, en la fatalidad inherente al patriotismo, concluye Guglielmini, lanacionalidad se despeja como una suerte de “a priori antropológico”, por tomarprestada una expresión de Don Arturo Andrés Roig que Guglielmini no repudiaría.Guglielmini se cerciora de los resortes sensuales del alma, no con ánimo clínico sinomás bien estético, con el objeto de determinar sus fines con respecto al contornovisible del ser argentino. Pues lo que le parece arquetípico de nuestro carácter esla mayor aptitud que poseemos para comprender lo concreto, o mejor, inmediato,que lo abstracto o ideal. Lo que explica nuestra disposición sentimental, antes queintelectual. Según esta mirada introspectiva de Guglielmini, el carácter argentino esrebelde a toda moralidad fundada en leyes y principios abstractos y puramenteideales. Digamos que no podemos ser puritanos. Lo cual no debe conceptuarse comouna insuficiencia, sino precisamente como la impronta afectiva propia del alma ar-gentina. Lo que además puede ser aprovechado ventajosamente. Porque nuestrocarácter más bien emocional e impulsivo, difiere sustancialmente de una moral as-cética sometida al control disciplinado de los sentimientos.

Según el análisis antropológico del ser nacional que esboza Homero Guglielmi-ni en Alma y Estilo, la índole emotiva nacional está atestiguada por los datos in-equívocos del entusiasmo y la capacidad de olvido. El animismo argentino se des-envuelve sobre la plataforma de estas dos pulsiones profundas. Ello explica sus ad-hesiones fervorosas momentáneas, al igual que sus desasimientos y desaprensiones.Por ello Guglielmini viene a “definir la raza argentina como la raza entusiasta ydesmemoriada.” (Guglielmini, H., 1930: 156). A lo que más adelante nuestro ensa-yista añade que su digresión sobre el olvido remite a un rasgo del carácter nacio-nal ya detectado por Ortega y Gasset. Cuando este se notifica de que el argentinovive, temporalmente, en la dimensión del futuro. De modo que sólo en ese puntodaríamos la razón al observador español. Es que Ortega no había errado al colo-carnos en el futuro, como Sarmiento. No obstante, hay que dar un paso más. Espreciso reconocer con ellos que somos el pueblo del futuro, en efecto, pero tam-bién ver que ese futuro no es necesariamente el de la civilización liberal o el quemostraba la España invertebrada, ya en ciernes de la guerra civil. Entonces se puede

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tomar de uno y de otro pensador la objetividad del diagnóstico, pero no la tera-péutica. Veremos enseguida cómo es que Guglielmini lee a Sarmiento dando vueltacomo un guante su tesis del desierto bárbaro. “En cada argentino hay una espe-ranza y una promesa: más vale por lo que anhela y anticipa ser, que por lo que esen sí”, aseveraba por su parte Guglielmini. De modo que la traza mayor del carác-ter argentino es su propio animismo sentimentalmente drenado en dirección de lopor-venir. Nuestra caracterología concierne a la futuridad misma. Dice a propósitoGuglielmini: “Ese futurismo hace muy dificultosa a la investigación en torno a unafisognómica o caracterología de la vida argentina. El mismo desequilibrio o inesta-bilidad que trasunta el individuo argentino, y hace tan problemático el acceso a suverdadero ser, se extiende al alma toda de la nación. Es muy difícil formular unacaracterología sobre un devenir. Y todo huele aquí a cosa provisoria y venidera”(Guglielmini, H., 1930: 158).

Ahora bien, que Guglielmini cifre en pleno vitalismo de época la voluntad tem-poral utópica del ser argentino en un fundamento emocional, no quiere decir quesu planteo utopista concluya en un puro irracionalismo. Más bien, su preocupaciónconsiste en suscitar un ethos social que trasponga su pura determinación en laafección emocional. De lo contrario, el impulsivismo invadiría la vida colectiva has-ta tal punto que el ser caracterológico sucumbiría a sus propias energías afectivas,como sucede con el arquetipo del “Hombre de Corrientes y Esmeralda”. Ese hom-bre no puede ser asidero de una afirmación esperanzada en el mundo. En efecto,Homero Guglielmini consignaba en la Revista Sur lo siguiente:

Si bien el impulso puede estimarse favorablemente en su sentido de fuerzao combustible –a la manera de la carga dinámica de nuestra alma– unavida individual o una sociabilidad basadas meramente sobre el impulsociego, resultan lastimosas. El libro de Raúl Scalabrini Ortiz, El hombre queestá solo y espera, que acierta como interpretación poemática o novelísticade algunos aspectos de la caracterología porteña, me parece por eso ra-dicalmente equivocado en sus valoraciones. Porque la mayor parte de lasmodalidad argentinas que el autor verifica fielmente son modalidades alas cuales no podemos asentir sino con dolor, y ante las cuales no cabesino la resignación o el propósito de superarlas en la ejecución cotidianay personal de nuestras vidas (Guglielmini, H., 1933: 126-127).

De ahí que si el elemento que imprime el cuño caracterológico argentino defuturidad y porvenirismo procede de una condición de posibilidad afeccional, ésta,a su vez, debe dilucidarse en un plano reflexivo. En fin, a nivel filosófico, y tam-bién político. Recién entonces podemos decir que Guglielmini identifica en el “almanacional”, de nuevo dicho con Don Arturo Roig, una “función utópica”, esto es, labase de una ética de la esperanza colectiva, y de la presencia de un utopismo dela emoción, o de una expectación temporal porvenirista fundada en la afeccióncaracterológica profunda del ser argentino. Autorreflexión que habilitaría la partepositiva y potente de la emoción argentina. Y que justificaría la convivencia de la

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filosofía y el ensayo. Si Guglielmini incurre en un “esencialismo” al postular seme-jante condición utópica de la caracterología argentina, no tememos, por nuestraparte, acompañar fervientemente al ensayista en semejante esencialismo. Entiénda-se: si el ensayo “esencialista” postula motivos de esperanza utópica, entonces nole mezquinamos nuestra adhesión emotiva.

La figura de la “frontera” como simbolismo y proyección de unacultura nacional

La figura de “la frontera” concita en Guglielmini la idea del destino nacional.De una proyección colectiva histórica fundada en un simbolismo cultural. Claro quebajo una consigna terrible, que evoca por su envés a Sarmiento. Dice Guglielminien Fronteras de la literatura argentina: “Hay todavía un vacío que llenar en el es-pacio argentino” (Guglielmini, H., 1972: 8). Sabemos que la afirmación “hay toda-vía un vacío que llenar en el espacio argentino”, constituye una enunciación cru-cial de la cultura intelectual argentina. Es que cuando se invoca a Sarmiento y aldesierto, aun se agitan sombras terribles del drama de este país. ¿Qué hacer conellas si no es sólo el caso de la denegación y la condenación? Puede hacerse, comoRicardo Rojas con lo “euríndico”, o como Saúl Taborda con “lo facúndico”, invertirsu significado y el sentido de su potencia negativa. Entonces el vacío a ser llenadopuede ser visto como el estado la deuda que una cultura nacional mantiene parasu propio país. Y el espacio, tiempo. Por ello no hay que llamarse a engaño acercade que el aún pendiente “vacío a ser llenado” en la historia argentina, sea el pro-pio ser nacional asumido como proyecto cultural. A este proyecto cultural le cua-dra el simbolismo de la frontera interior. Para ello, Homero Guglielmini intenta de-terminar qué trascendental telúrico atañe a la conquista espiritual de la nación. Yeste trascendental es el propio desierto de la literatura, y en él, la frontera inte-rior. De ahí que postule la necesidad elevar la tierra a territorio, de propiciar laconversión del espacio en espíritu.

Cuando da apertura a la frontera como objeto de reflexión, Homero Guglielmi-ni parte del siguiente dato bélico-político atinente al desplazamiento de la fronteranacional interior: que por un decreto del poder ejecutivo nacional del 7 de noviem-bre de 1940 se declara que los militares que hubieran actuado en las campañascontra el indio hasta el 31 de diciembre de 1917, serán considerados Expediciona-rios del Desierto. Es ésta una inflexión temporal de la historia agonal argentina, quese conoce con el eufemismo hipócritamente epopéyico de Conquista del Desierto.Ésta fue denunciada ya por Emile Daireaux en 1888 como falaz leyenda criminal, yde ello Carlos Astrada tomaría debida nota para su análisis antropológico del mitogauchesco, incluso hasta la injuria. No obstante, piensa Guglielmini, esa guerra ci-vil de exterminio (no son sus palabras, claro) expresa la lucha por la sumisión delas fuerzas elementales de la naturaleza, que por cierto son las de la propia vidaen su despojada manifestación cósmica. Pero aquella disposición del Leviatán esta-tal sobre las islas del hinterland donde reinan el aborigen y también la intemperie,

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entrañaba asumir el derrotero de una potencia histórica en transe conflictual yprospectivo, cuya resolución horizontal y telúrica demandaba el necesario escorzode un orden colectivo de sociabilidad, ahora, como proyección vertical y cultural. Yesto es el propio Estado civilizador despojado de su rostro ominoso. Es que Gugliel-mini, funcionario cultural del primer peronismo, no renegaba precisamente de la épicadel Estado, ante la cual el indio seguía llevando, hay que decirlo, la peor parte.Porque en la conquista argentina del territorio interior, fue el ejército nacional sucolérico sujeto agente. Y es que ese ejército contenía y expandía el impulso con-quistador castizo, ahora devenido fuerza estatal interna, como su postrer instrumentoracionalizado. Pero también el impulso imperial español se hallaba racionalizado. Eseimperialismo hispanista devenido conquista interior nacional, obedecía al mismoprincipio impulsor: “institucionalizar la inmensidad”, en palabreas de Guglielmini. Demodo que la gradual conquista del Desierto en la Argentina es el tema perpetuo yrecurrente de su historia, “la constante de su existencia”, dice Guglielmini. EzequielMartínez Estrada llamaba a esto “invariante histórico”. Por ello Guglielmini recuer-da que Esteban Echeverría, al instaurar un nacionalismo estético argentino inspira-do en Johann Herder y en los primeros románticos alemanes leídos en lengua fran-cesa, afirmó que el Desierto es nuestro principal patrimonio poético y literario. Esteespacio telúrico es la gran potencia simbólica preformadora del carácter y la na-cionalidad argentina. Ahora resta conquistar el espacio del alma nacional, nuestrafrontera interna: el enigma de nuestra cultura soberana.

El caso es que el gran clásico sarmientino, el Facundo, inspirado en gran medi-da en la situación de frontera de su tiempo y en la pampa salvaje, nos dice Gu-glielmini, dio las pautas para una interpretación filosófica y social de la realidadargentina en la cual el hecho de la frontera, y en general del espacio argentino,sin embargo, fueron denegados sistemáticamente en su faz afirmativa. Los epígonosde Sarmiento como Martínez Estrada, acusa Guglielmini, prosiguen esta interpreta-ción negativa. Por eso Guglielmini afirma que una interpretación positiva y unaafirmación poderosa del hecho y de la expansión de la frontera argentina interiorhay que buscarlas principalmente en los escritores y poetas genuinamente vernáculos,más que en los historiadores y sociólogos que persistieron en la línea sarmientina.Ahora bien, Guglielmini nos tiene reservada una sorpresa, puesto que cuando danombres ejemplares de esa empresa positivadora, el primero de dichos “vernáculos”es el autor de Allá lejos y hace tiempo, La tierra purpúrea y Días de ocio en laPatagonia, Guillermo Enrique Hudson. Cuyos textos, en palabras de Guglielmini, tra-ducen una visión estética y paisajística de la pampa y de la estepa austral argen-tina del más alto valor positivo, cuyo nivel no se alcanza en ninguno de los auto-res nativos que escribieron en idioma nacional. Palabras que tampoco eluden lacontundencia. Se trata de una proposición paradójica que sostuviera con fuerza sis-temática Ezequiel Martínez Estrada. Dado que tal vez Guglielmini no calculaba de-masiado que, ciertamente, Martínez Estrada y Borges, precisamente los nativos anti-vernáculos a los que traslaticiamente aludiera, pensaban más o menos lo mismosobre Hudson, casi al mismo tiempo. Recordémoslo al pasar. En su estudio “Estéti-ca y filosofía de Hudson”, Martínez Estrada afirma que en las últimas páginas de

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La tierra purpúrea “hay contenida la máxima filosofía y la suprema justificación deAmérica frente a la civilización occidental y a los valores de la cultura de cátedra.”(Martínez Estrada, E., 1989: 39). Más medido, en su muy breve “Nota sobre La tierraPurpúrea”, Borges nos advierte que Hudson, no obstante haber nacido en BuenosAires, acierta con un desplazamiento geográfico temático, puesto que a pesar deprovenir del “círculo mágico de la pampa, elige sin embargo la tierra cárdena don-de la montonera fatigó sus primeras y últimas lanzas: el Estado Oriental”8. Es de-cir que, con ello, pareciera decir Borges que Hudson ya vio el caudillismo de Artigasun acontecer de la llanura demoníaca y bucólica, pasional y vegetal, tan naturalcomo los yuyales agitados y los pájaros cantores. Ahora bien, es asimismo Gugliel-mini quien pone en la literatura la verticalidad temporal que canjea la territoriali-dad del espacio por la territorialidad de la identidad, que es el vocablo que hoyutilizaríamos de suyo.

Homero Guglielmini, caracterólogo del alma nacional, también apela en Fronte-ras de la literatura a una teoría fisiognómica de la expresividad, que remitiría laproductividad estética a su matriz formadora subyacente en el animismo colectivo.Guglielmini se muestra convencido de que hay una fisonomía nacional que portala expresión de un rostro multitudinario, inducido por el semblante de las gentes.Es la estética existencial del rostro la que dicta los signos de un trazo psicoanímicoprimordial. En ello Guglielmini respira la misma sociología romántica que MartínezEstrada y que Astrada, por lo que tributa en gran parte el vitalismo de GoergSimmel, pero también el de Oswald Spengler, que son sus fuentes comunes en losaños treinta. De ahí que para Guglielmini el rostro, o como dice él, la fisonomíadel semblante, se manifieste como expresividad estética y concretamente comocondición existencial de posibilidad de una literatura nacional. Si hay una fisono-mía de la persona, de la nacionalidad y de la época, su objetivación es conferidapor la palabra, y por tanto es existente en tanto que nombrada. En el confinamientoinfinito del idioma, la literatura haya a la vez su horizonte de verdad y de sentido.La existencia hablante es más que una forma simbólica investida por la mitopoiesisimaginativa del poeta y del hablante cotidiano, que es un poeta inconsciente. Laexistencia hablada y escrita es la instancia filológica donde profiere significado elser.

El caracterólogo Homero Guglielmini considera que para la constitución fisonó-mica del alma argentina la apropiación del suelo es la imagen simbólica determi-nante de la formación de la nacionalidad. Nos dice nuestro ensayista que a medi-da que una comunidad nacional acumula más historia, tiende a sustituir el paisajenatural por el paisaje cultural, artificial, histórico o técnico. Con ello el suelo acabapor quedar oculto bajo una superestructura técnica. Sin embargo, asevera Gugliel-mini, la nacionalidad argentina mantiene todavía en apreciable medida su vínculotelúrico con el paisaje natural. A propósito de ello es que Guglielmini se preguntapor la posibilidad de una literatura nacional y también de una filosofía nacional.

2 Borges, Jorge Luis (1989) “Estética y filosofía de Hudson”en Guillermo Enrique Hudson, Páginas

escogidas, Buenos Aires, Losada. En Guillermo Enrique Hudson, Páginas escogidas, Buenos Aires,

Losada

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Frente a lo cual es necesario ver cómo se conecta el ius soli, los derechos del sueloy en general de la raíz telúrica, con la raíz neolatina del idioma, que deberíaexplicitar la vocación afirmativa de la existencia humana radicada en el ámbitoespacial americano. Por decirlo así: hay que hallarle al radical telúrico su desinen-cia espiritual. Se trata también de un conocido tropo romántico. Otros añadirían, deun sesgo e incluso de un abuso. Sin embargo, Guglielmini confía que la tierra y elidioma dan la clave del alma argentina en su expresividad estética autónoma. Ahorala frontera interior se nos revela como la conquista y ejercicio de los fueros delius soli, expandidos metonímicamente a la cultura, que alienta al espíritu a deve-nir una potencia histórica y un acontecer público-político. Se trataría de los fuerosmismos de la patria, del solar originiario. La patria cuyos enigmas constituyen tam-bién una deuda de cultura.

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ace algo más de un siglo y medio, en un cerro del Valle de Zonda,en San Juan, quedó escrita una frase en francés cuya traducción es:“Bárbaros, las ideas no se matan”. Todos reconocieron su autoría aSarmiento, el cual se vio obligado a huir al vecino país de Chile por-

que los federales lo buscaban para matarlo, según se cuenta.Violento y apasionado enunciado que ha dado tema a la crítica para muchas

indagaciones.Nosotros lo leemos como un enunciado que está sostenido por muchos otros

que configuran una teoría de las ideas en la que no vamos a detenernos por razo-nes prácticas. Digamos que el enunciado sigue asombrando y dando que hablar yescribir. Pensamos que una idea no se mata porque no es un ser vivo. Una ideaconsiste en el nivel semántico y pragmático de un lenguaje, y en este nivel la cla-se de operaciones que se pueden hacer son: corroborar, impugnar, modificar o ge-nerar una suerte de otros enunciados, como lo estamos haciendo, para destacar quela frase expresada funciona semióticamente como menosprecio o una agresión a lasupuesta ignorancia atribuida a otros hombres.

En el contexto quiere decir: “yo sé algo por lo que me quieren matar peroustedes no lo comprenden”. Lo más claro que anuncia es que esos pensamientosson compartidos por otros y si el hombre muere quedarán en escritos, en la publi-cidad de los conocimientos.

Con lo cual no se trata de una idea, sino de la comunicación de una ideologíadirectamente relacionada con la muerte de uno o varios hombres. Notamos que lavida del hombre está subestimada, en cierto modo, con respecto a las ideas. Estoes lo que más nos preocupa, especialmente cuando se trata de la propia vida, osimplemente de la vida de los hombres y las mujeres condenados a morir porquepiensan o creen.

Podemos convenir en que hay ideas que tardan demasiado tiempo cronológicoen “morir” y se establecen con una naturalidad asombrosa como inamovibles. Unose pregunta si es por hábito, si es por una necesidad humana de seguridad o siestas ideas, enunciados humanos, resultan de una gran utilidad para alguien. Siconfiáramos en la fluidez y riqueza del discurso, en los valores que entraña em-plearlo para construir el conocimiento, no habría que matar las ideas, se iríanreformulando por otras más fecundas. Claro que para esto habría que desarrollarmuy convincentemente la prioridad de la vida. Lo preocupante de las ideas es quesigan ligadas estrechamente con cobrarse vidas humanas. Y por supuesto todos

Adela Rolón

Las ideas que matan

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sabemos que hay muchas maneras de atentar contra la vida, una de ellas, la másconvincente para muchos, es la consolidación de las ideas.

Desde el enfoque de la Filosofía del lenguaje, el discurso histórico de Américalatina puede ser leído como un texto narrativo cuya tónica está marcada por ladiversidad. Diversidad: cultural, que sintéticamente podríamos describir como diver-sidad territorial, étnica, educativa, política, económica. Esta diversidad es lo quedificulta el estudio universal, aunque admite un estudio comparativo descriptivo ypuede enriquecer un espacio de reflexión que nos permita leer la idiosincrasia y elnúcleo de los conflictos.

La primera conclusión que sacamos es que debemos abandonar la idea de ge-neralizar o universalizar para estudiar América Latina; por el contrario, un estudioepistemológicamente más confiable se debe concebir mucho más analítico ycontextualizado. En muy pocos casos se puede emplear la estadística, pero gene-ralmente ésta resulta mentirosa para muchos microcontextos.

Tal parece que a finales del siglo XX y principios del XXI, las Ciencias Huma-nas y Sociales han comprendido que una generalización arbitraria puede entorpe-cer la comprensión, para la solución de problemas, de los microcontextos.

Si comparamos el uso del lenguaje castellano americano, vamos a encontrarmuchas más similitudes de uso y empleo de la lengua en la escritura a un nivelacadémico que a un nivel literario o coloquial informal. Pero sólo esto, puesto quelas escrituras son tan diversas que abarcan desde el dogmatismo más extremo hastala más fuerte apertura.

Si comparamos las creencias, la diversidad se expande muchísimo más. Lascreencias como actitudes proposicionales desempeñan una función tan importantecomo la intención, la duda, la corroboración o la afirmación para la comunicaciónpor un lado, y para la comprensión e interpretación, por otro. Sin embargo, lamayoría de los problemas que tenemos tienen que ver con creencias.

Provisionalmente digamos que la creencia es un tipo de afirmación o conjunto deideas que suele anteponerse a cualquier argumentación posible y tiene consecuenciasinmediatas o a largo plazo en la vida de los hombres, en la constitución de unacultura y principalmente en la constitución de un sujeto responsable del discurso.

Nuestros pueblos manejan muchas y diversas creencias, contrarias, contradicto-rias y compatibles entre sí en algunos casos. El problema es que los latinoameri-canos no adoptamos las creencias del mismo modo y mucho menos la ética queinvolucran. El ejercicio político de las creencias se ejerce también en la diversidad.Por eso nos interesamos en los sistemas de exclusión de las creencias, porque tie-nen una fuerte conexión con la vida de las personas.

Sistemas de exclusión de las creencias

No es una novedad que las creencias se sostienen en un sistema, porque sonun conjunto y porque unas dependen de otras, pero nada más distante de lo quepodemos llamar un sistema argumentativo.

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Las ventajas que tiene un sistema argumentativo es que permite el consenso yel disenso. Por supuesto si se ocupa de la convivencia, y los problemassocioculturales. La desventaja de un sistema de creencias, en cambio, es que noadmite revisión ni replanteo de hipótesis ni de enunciados, exige adhesión incondi-cional o rechazo. A esta consecuencia pragmática de los sistemas de creencias esa lo que llamamos fideísmo y en otros casos dogmatismo, cuando alude a enun-ciados que no se pueden corroborar ni desmentir.

Hemos convivido durante siglos con diversidad de creencias de carácter religio-so, filosófico, político, económico, existencial, con más o menos tensiones, opresio-nes y privaciones. Hemos pasado la vida obedeciendo ideas con las que hemostenido saludables desacuerdos y no siempre saludables adhesiones.

No tenemos una larga experiencia en consenso, y menos en la gestación de laspropias soluciones, por el contrario, en los líderes políticos, religiosos, intelectualesy aun a nivel de microcontextos como el laboral y el educativo, hay siempre unapostura inamovible, la de la verdad, ante la cual otra posibilidad resulta falaz. ¿Yqué es la verdad?

En nuestro pensamiento la verdad en universal es sólo un problema mal plan-teado. Epistemológicamente respondemos que no hay problemas tan amplios nipoderes tan absolutos. La verdad es plural por cuanto, planteado un problema si-tuado, son los participantes los que ingresan en un proceso de búsqueda de solu-ciones que no tienen que ser idénticas para todos, porque insistimos, Hispanoamé-rica es un continente de diferencias y, ante pueblos tan diversos, no puede haberespacio para una solución única y menos comprada en el extranjero. Tampoco unasolución definitiva que no esté sujeta a los vaivenes históricos y se modifique todolo que sea necesario.

Creemos que estas posiciones generales y homogeneizantes dependen del con-cepto de autoridad que se tenga, por un lado, y de la falta de formación a lo lar-go de toda la vida en la valoración del propio pensamiento, de los propios enun-ciados, de los propios proyectos y de la propia vida.

Los líderes tampoco fueron preparados en esta línea de actitudes proposicionalesy es muy difícil esperar que sean proclives a escuchar o a convencerse de que sufunción consiste en estar al “servicio de” todos aquellos sujetos a los cuales selidera.

Si analizamos los conflictos bélicos Suramericanos, los que enfrentan dos pue-blos, o a dos o más grupos, con el afán de la guerra, las matanzas, los genocidios,vamos a observar cuán pocos ejemplos hay de comprensión, consenso ocompatibilización. Las ideologías expulsoras han dejado un semillero de ideas ta-jantes y extremas que impugnan la negociación, el diálogo creativo y, como conse-cuencia, hay que resolver todos los problemas así: en el mejor de los casos con laimposición y en el peor por las armas. Aunque como resultado nada cambia, sinoel incremento del dolor de los participantes, traducido en pobreza, ignorancia, des-empleo y resignación.

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Conclusión

Solamente nos quedamos pensando en el ámbito en que nos toca participar sindescuidar un largo pasado de adhesiones fideístas.

Sabemos cuántas cosas es necesario revisar, pero tal vez convengamos que: haymucho trabajo por hacer en la investigación latinoamericana. Primero proponemosun valor: la vida y el bienestar de los hispanoamericanos, el respeto y la actituddialogal; y un argumento: nuestra fortaleza son las diferencias, eso es lo que con-solida nuestras culturas regionales; y no es verdad que sean las diferencias las queexplican los conflictos sino que todos provienen de la homogeneización y el auto-ritarismo fideísta.

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PENSAMIENTOSy PRÁCTICASSOCIO-POLÍTICAS

��

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La patria se construye sobre la base de pulsiones sentimentales, de ca-rácter irracional, pero también de estrategias racionales.

(González Alcantud, J. A., 2003: 134).

Introducción

onsiderando que lo cultural no debe ser identificado con un corpusparticular de objetos o creencias, sino que es una reescritura de tex-tos en continua transformación, según las necesidades de los públi-cos diversos que los adapta, observamos que, con el objeto de

legitimizar un estado naciente o de relegitimizar un régimen en crisis, algunos in-telectuales argentinos de principios del siglo XX tomaron algunos elementos de lacultura como punto de partida para la construcción de un “acontecimiento funda-dor”, que pudiera redefinir los ejes del tiempo entre un antes y un después del hitoconstruido, (Cuesta, J., 2003: 48). En este trabajo tomaremos el pasaje de la repre-sentación del gaucho de “elemento infeccioso para la moral social” a “héroe na-cional” como un fenómeno que nos parece ilustrativo de estas cuestiones, por loscambios de sentido que un mismo objeto adquiere en situaciones diversas. En tor-no a la figura del gaucho1 y su monumento textual, encontramos una constanterevisión de la memoria que juega en el trasfondo de la invención del ser nacional.Al respecto, nos resulta fructífero el análisis que Ricoeur realiza sobre los usos dela memoria. En efecto, la pregunta por el “cómo” de la memoria nos permite si-tuarnos en sus límites y alcances, pues en la respuesta se define el status episte-mológico de la historia: su fidelidad con el pasado. En tal sentido, la interferenciade la pragmática de la memoria2 nubla la relación del sujeto con las cosas y poneal descubierto su carácter parcial, selectivo y construido. Advertimos que esta au-sencia de correlato objetivo puede ser identificada con un vaciamiento de conteni-dos. En términos de Ricoeur, “si los recuerdos son imágenes, ¿cómo establecerdiferencias con la fantasía, la ficción, la alucinación?”, (Ricoeur, P., 2000: 733).

Graciela Bosch

Estrategias racionales y sentimentales en lasconstrucciones de la patria

1 No nos referiremos a la presencia concreta del gaucho sino al fenómeno de apropiación cultural

de su figura.

2 Se refiere a “mémoire empèchée”, “mémoire manipulée”, ver: Ricoeur, Paul, (2000), “L’ecriure de

l’histoire et la représentation du passé”,en: Annales, Histoire, Sciences Sociales, Nº 4, juillet-aout,

2000, p. 735.

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Asumimos que es posible superar el terreno frágil de la memoria sin anularla, atra-vesándola por la historia. Esto es, encontrando puentes que unan sus islas. La in-vestigación documental comparada, así como el intento de explicar y comprenderfenómenos contradictorios son los elementos de la historia que agregan la recons-trucción al reconocimiento de la memoria, (Blain, J., 2003: 55).

Representaciones del gaucho: de “elemento infeccioso” a “baluarte dela nacionalidad”

En la actualidad, forma parte del sentido común la relación entre la figura delgaucho, la nacionalidad y la historia del país. Sin embargo, la figura del gauchocomo símbolo de la nacionalidad ocupó el paisaje de nuestras representaciones muylentamente. A su instalación concurrieron distintos autores, desde intelectuales, poetasy artistas hasta diversas dependencias ministeriales del Estado, unidos a espaciosliterarios ampliados por un público lector recién asomado a la cultura.

De este modo, la recepción parcial del tópico puede relacionarse con la publi-cación de El gaucho Martín Fierro, de José Hernández, en 1872, calurosamente re-cibido por públicos populares, –en seis meses registró un caudal de 48.000 ejem-plares vendidos a un público compuesto por lectores de las áreas rurales, (Cattaruzza,A. Y Eujanian, A., 2003: 224-225)3–, pero muy tibiamente por la elite intelectual,(Prieto, A., 1988: 52). Así, la acogida popular del texto fue ignorada por AlbertoMartínez, columnista del diario La Nación, quien, en su artículo “El movimientointelectual argentino”, del 7 y 8 de enero de1887, realiza un diagnóstico sobre lasituación de la práctica de la lectura en Argentina. Siguiendo como método lacuantificación de ventas de librerías y el movimiento de las cuatro bibliotecas pú-blicas, Martínez concluye la indigencia del campo cultural nacional, (Cattaruzza, A.y Eujanian, A., 2003: 44-45). De este “olvido” pueden extraerse varias consecuen-cias. Una de ellas es que Martínez “recuerda” para constituir una identidad nacio-nal y “borra” para que la tradición imaginaria siga el derrotero previamentediagramado por el grupo intelectual y por la elite dirigente. En ese sentido, en elaño 1879, con motivo de la aparición de La vuelta del Martín Fierro, continuaciónde El gaucho..., en Anuario Bibliográfico de Buenos Aires, dirigido por Navarro Vio-la, el crítico califica la obra de “profana vulgarización” que provoca el alejamientode “la parte culta de la ciudad”4 .

Sin embargo, en 1911, Ernesto Quesada, profesor titular de la cátedra de So-ciología de la Facultad de Filosofía y Letras, se refiere a la figura representada enla obra, el gaucho, como “independiente, altiva, bravía (...) fiada en su decisión” yla eleva a “símbolo del coraje” (Quesada, E., 1911: 17). El autor inicia el camino dela transfiguración mitológica del gaucho, pero sintetizando los elementos criollos con

3 Consignan Cattaruzza y Eujanian que, por la época de la primera edición del folleto, bastaba una

venta que oscilara entre 500 y 1500 ejemplares para alcanzar la categoría de éxito en el merca-

do cultural.

4 Cfr. Anuario Bibliográfico de Buenos Aires, I, I, 1880, citado en Cattaruzza y Eujanian, op. cit.

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los hispanos. Así, se permite homenajear la valentía gauchesca estableciendo unaconciliación entre el elemento fundador de base autóctona y la herencia europea.De este modo, Quesada nos indica que el coraje simbolizado en el lazo, las bolea-doras y el facón es “heredado de sus antepasados peninsulares y desarrollado du-rante la lucha secular contra la morisma”, (Quesada, E., 1911: 17). Esa doble ex-tracción le permitirá a Quesada encontrar al gaucho, post Caseros, convenientemente“civilizado” (“laborioso, próspero, conservador”(Quesada, E., 1911: 23), apto paraparticipar de la vida pública del país, o bien engrosando las filas del ejército, o bienformando “el núcleo de los movimientos cívicos populares”, (Quesada, E., 1911: 21).

Pero la verdadera transfiguración se operará en 1913, año en que la figura delgaucho será convertida en arquetipo de la raza y tendrá al Martín Fierro como textofundador de la nacionalidad, (Sarlo, B. y Altamirano, C., 1983: 98). En las conferen-cias brindadas por Leopoldo Lugones en dicho año y editadas en 1916, bajo elnombre de El payador, se califica de “épico” al poema de Hernández, porque “ex-presa la vida heroica de la raza”(Cfr. Lugones, L., 1991), heredera del espíritu he-lénico. En un complejo entramado de influencias, Lugones afirma que el pueblo ar-gentino está determinado por la belleza. De Grecia antigua a España del siglo XIII,por obra de trovadores y paladines, la estirpe de la belleza helénica recala enAmérica, y reencarna en el gaucho. En términos de Lugones: “Así es como MartínFierro procede verdaderamente de los paladines; cómo es un miembro de la castahercúlea”(Lugones, L., 1991). La canonización estatal se realiza en 1938, cuando enla Provincia de Buenos Aires se consagra el 10 de noviembre, como conmemora-ción del nacimiento de José Hernández, “Día de la Tradición”.

¿Qué elementos se pusieron en juego en esa invención del pasado? ¿Cuálesfueron las claves de lectura que permitieron operarlo? Volvamos atrás: en el entor-no del desierto, percibido en la mitad del siglo XIX como escenario de una natura-leza salvaje, sin orden, fue el inmigrante el llamado a ocupar el lugar de la ley.Recordemos que el proyecto de Alberdi planteado para la inmigración fue “poblarlas áreas desiertas” y eliminar los hábitos de la “barbarie” rural. Surge, entonces,la imagen del “buen obrero”, cuya laboriosidad, ligada a la mansedumbre, tendríaresultados moralizantes sobre una población nativa, a la que se le adjudicaba “pro-pensión degenerativa” (Cfr. Zimmermann, E., 1995: 109; y Vezzetti, H., 1985: 185).Pero la presencia del inmigrante real y la ubicación de algunos de sus miembrosen las zonas consideradas equívocas de la “mala vida” provocarán la ruptura dela ficción de la primera imagen. De este modo, éste será ingresado en la mismacategoría degenerativa que debía desplazar. Las teorías evolucionistas, caras a la elitedirigente, invierten su sentido: lo heredado no reproduce en las generaciones siguien-tes las mismas características, sino las características transformadas, en sentidopatológico, marcando una evolución hacia la decadencia. ¿Cuál será, para los gru-pos ilustrados, portadores de esta asignación de sentido, el tipo normal ideal, ori-ginario, a partir del cual se produciría la desviación, toda vez que la mirada anteel inmigrante real se transfiguró con respecto a la del proyecto? Hemos visto cómoQuesada y Lugones componen un gaucho hibridado: criollo y europeo; criollo yhelénico. ¿De qué otro modo podrían los miembros de la elite aceptar una autoctonía

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cuyo modo de vida se consideraba inadecuado para la modernización en ciernes dela nación, respecto de la cual se autopercibían como númenes tutelares, sino revis-tiéndola con elementos inobjetables para la civilización? Pero, al mismo tiempo,¿cómo poner un freno a la civilización cuando ésta venía acompañada de una he-terogeneidad que era interpretada como una amenaza para la identidad cultural dela cual se sentían sus máximos exponentes? La construcción de esta figura delgaucho, cuya autoctonía es tributaria del legado hispano, tiene la capacidad deconjurar los demonios tan temidos, (Terán, O., 2000: 223-253), y ocupar un lugarcentral en la resignificación de la vida del campo y la ciudad. Al respecto, E. DeCires, articulista de la Revista Argentina de Ciencias Políticas, representativa delpensamiento político de la época, dice, en 1912: “Los trabajadores[...] se quedanen la ciudad [...] defraudando así a nuestra riqueza sana, el campo, y aumentandola criminalidad” (Cire, E., 1912: 501). El desierto salvaje, antes despreciado, pasaráa ser sede de un nuevo mito, fundado en la tradición. Los valores asignados alhacendado, tales como el desapego por el dinero o el amor a la tierra, serán tras-ladados a los hombres de campo en general, (Vezzetti, H., 1985). Así, el mundocampesino es percibido como fuente de la identidad perdida ante los cambios pro-ducidos por la modernidad. Para los residentes urbanos, la “ciudad tomada” dejade brindar la contención natural que otorga el sentido de pertenencia, (Prieto, A.,1988). Este sentido de pertenencia en busca de una nueva tradición construye unafigura del gaucho que sale a su encuentro cuando las lecturas de la elite se con-trastan con otras, en un juego de acuerdos y oposiciones.

En efecto, desde los sectores populares, en la segunda mitad del siglo XIX, laapropiación del gaucho ocurre con su desaparición efectiva. La forja de esta tradi-ción está orientada a la recuperación de aquellos valores cuya superación fue con-dición de existencia de la modernización. Las diversas interpretaciones del MartínFierro nos muestran este fenómeno. Por un lado, desde el campo ampliado de lec-tores nativos, con códigos de interpretación no controlados por la elite y con inde-pendencia de las intenciones del autor, la obra es apropiada en clave de denuncia,como un relato de las injusticias sufridas por los sectores populares (Cattaruzza, A.,y Eujanian, A., 2003: 231); por otro, para el inmigrante, pese a que, hacia 1914, enalgunos centros urbanos del Litoral y en Buenos Aires, el número de extranjerosigualó al de la población nativa, el estilo criollo, su imagen y su lengua ofrecieronelementos de identificación que comprendieron la multiplicidad racial (Prieto, A.,1988: 18-19), dado que la figura del “bandolero rebelde contra la autoridad” for-maba parte de la cultura de los grupos campesinos que recalaron en Argentina afines del siglo XIX.

Conclusión

Hemos visto cómo una abundante literatura fue construida en torno a la figuradel gaucho y su versión poética, el Martín Fierro, de José Hernández. Así, pasamospor la recepción inicial calurosa, por parte de un público popular; pero indiferente

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u hostil, por la cultura ilustrada. Sin embargo, vimos cómo, unas décadas después,este mismo grupo lo eleva a Libro Nacional, luego del Centenario.

Señalamos también las variaciones de las claves de lectura en las clases diri-gentes, según ésta se realizara antes o después de la llegada de la inmigración alpaís y la resignificación de la vida del campo y la ciudad. Asimismo, advertimosque la obra fue leída en clave de denuncia por los sectores populares cuando losprotagonistas del relato hubieron desaparecido efectivamente. Lecturas atravesadaspor la multitud de lectores que se apropiaron del texto, adaptando su uso a nece-sidades, deseos o intereses divergentes. Sin embargo, si el “ser nacional” encontróen el gaucho y en el poema que lo simboliza los elementos de su constitución, fueporque estas miradas tuvieron un punto –contradictorio y tensionado– de conver-gencia.

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Introducción

La Corte Suprema de Justicia pronuncia sus sentencias basándose en fuentesdoctrinarias que aportan los fundamentos para la resolución de los litigios. Si biense trata de casos concretos en particular, pues el tribunal no efectúa declaracionesen abstracto, enuncia principios o doctrina en materia de derecho constitucional. Deeste modo, elabora una jurisprudencia que es el reflejo de un determinado pensa-miento político, con sus características esenciales, trasladado al plano de las ideasjurídicas. El planteo del problema conduce a considerar la filiación ideológica de lasfuentes utilizadas por la Corte Suprema, así como su origen. Nos proponemos comoobjetivo rastrear el pensamiento jurídico subyacente en un estudio inscripto en elcontexto del derecho comparado.

Consideramos como ejemplo un leading case del año 1903, Nougués Hnos.contra la provincia de Tucumán1, claro exponente de la posición ideológica del máxi-mo tribunal a comienzos del siglo XX. Un hecho coyuntural, y de naturaleza eco-nómica, como fue el exceso de producción de azúcar, tuvo derivaciones institucio-nales y, al ser presentado el litigio ante la Corte, dio lugar al enunciado de unadeterminada doctrina de derecho constitucional. Metodológicamente centramos elanálisis en el cuestionamiento central del pleito. En el fallo de la Corte extraere-mos los principios que defiende. Es decir, sus fuentes doctrinarias tácitas o implíci-tas.

1. Recepción del pensamiento político jurídico del conservadorismonorteamericano

El litigio se inicia a raíz de una demanda contra la provincia de Tucumán, pre-sentada por la empresa Nougués Hnos, dedicada a la elaboración de azúcar, porinconstitucionalidad de un impuesto provincial del 14 de junio de 1902.2 La pro-vincia justifica el gravamen para evitar las consecuencias ruinosas del exceso de

El pensamiento político-jurídico en la Corte Supremade Justicia argentina a comienzos del siglo XX

El Caso Nougués Hnos.

Marta M. Magdalena Huertas

1 Nougués Hnos. contra la Provincia de Tucumán, por inconstitucionalidad de la ley de 14 de junio

de 1902 y devolución de dinero (1903) Fallos, 98: 52-61.

2 La ley gravaba la producción total de azúcar de la provincia estableciendo medio centavo de

impuesto por kilo de ese artículo hasta la cantidad de 71.500 toneladas, y 40 centavos a la que

excediese esa cifra, prorrateado entre cada fábrica de una lista que se incluía, y destinaba una

parte a la exportación.

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un 40% en la producción de azúcar del año 1902, en relación con la demanda,otorgando a la ley cuestionada el carácter de norma de orden público y no decarácter fiscal, de impuestos. La Corte sentencia que la provincia de Tucumán hapercibido sumas de dinero en virtud de una ley de impuestos que es declaradainconstitucional, por ser contraria a los preceptos de la carta magna. Por lo tanto,debe devolver a los contribuyentes que la han demandado su importe, más los in-tereses. Pronuncia este fallo basándose fundamentalmente en fuentes norteameri-canas, las doctrinas de Joseph Story, Christopher Tiedeman y Thomas Cooley.

A fin de comprender la trascendencia de la mención de estos autores es preci-so ubicarlos en el constitucionalismo norteamericano y en la corriente de pensamien-to a que pertenecen. Su influencia se da en conjunción con una raíz doctrinaria localcomo es el positivismo, y su derivación en el derecho, el positivismo jurídico. Desus dos vertientes, el positivismo legal, que asimila el derecho al aspecto normati-vo, y el sociológico, que lo vincula con la realidad natural, el primero es el predo-minante en el tribunal, con un alto grado de respeto por la Constitución y la Leyde Jurisdicción y competencia de los Tribunales Federales de 1863, que regula lasatribuciones de la Justicia federal. El predominio del positivismo jurídico a comien-zos del siglo XX se debe a la “inmanente lentitud en la evolución jurídica por lacual el derecho queda rezagado en relación a los hechos”, (Oyhanarte, J., 2001: 157).Víctor Tau Anzoátegui (1977: 71) considera que el mismo tiene difusión en el dere-cho entre los años 1880 y 1920.

Los autores norteamericanos citados por la Corte son los principales exponen-tes del pensamiento conservador de ese país, en el cual se pueden distinguir dosetapas. La primera –según Clinton Rossiter– hasta 1865 y la segunda a partir deese año, (Rossiter, C., 1987: 107-166). Story, exponente de la primera etapa, se des-taca como comentarista de la Constitución de Filadelfia. Tiedeman y Cooley sonrepresentantes del denominado conservadorismo del laissez faire, que surge en 1865.Sus ideas son las que predominan en nuestra Corte a comienzos del siglo XX.

El pensamiento político norteamericano de los últimos decenios del siglo XIXcorresponde a un período caracterizado por diversos estudiosos bajo la denomina-ción de darwinismo social, que acompaña las necesidades propias del país. Se ini-cia un proceso de profundos cambios: el desarrollo de las fuerzas de la tecnología,la industrialización, el surgimiento de empresas corporativas, la explotación de re-cursos físicos, la inmigración y urbanización, son factores que transforman la socie-dad norteamericana. En el pensamiento político se registra la influencia de HerbertSpencer. Las teorías evolucionistas de Darwin proveen una explicación de la vidaque enfatiza la norma uniforme de las leyes de la naturaleza física. Al aplicarse alcampo social, se reducen los fenómenos sociales y humanos a términos biológicosy mecánicos. Spencer destaca la noción de supervivencia del más apto, como leynatural aplicada al hombre en la lucha por la existencia.

En este contexto, aunque el vocabulario político empleado permanece igual,cambia la prioridad de los ideales y valores y se proyectan en el campo jurídico,específicamente en el derecho constitucional. En este trasfondo de ideas, se desa-rrolla el conservadorismo del laissez faire. A raíz del surgimiento del capitalismo

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industrial, los conductores de la derecha comienzan a actuar como adalides delcambio, ya que con sus fábricas adquieren poder y necesitan la expansión de susempresas sin interferencias. Adoptan principios del liberalismo como progreso e in-dividualismo, por el clima intelectual de la época, profundamente materialista. Losconservadores usan al liberalismo y así la derecha norteamericana deja de serconcientemente conservadora. Rossiter admite que esa denominación implica unacontradicción, pero considera que una teoría política paradójica merece una deno-minación igualmente paradójica (Ibídem: 137)3.

Este pensamiento está guiado por un conjunto de principios. Como consecuen-cia de ellos, se desarrolla una teoría constitucional adecuada, que establece límitesal poder porque la mayoría popular puede amenazar las posiciones adquiridas y lapropiedad; un Poder Judicial fuerte que defienda la propiedad y la libertad econó-mica mediante la revisión judicial; las legislaturas deben actuar bajo severas res-tricciones constitucionales. El Ejecutivo ideal se limita a ejecutar la voluntad delCongreso. La creencia en una ley superior y básica trae como corolario la doctrinade los derechos inalienables, defendidos por la Corte Suprema.

Los principales expositores de este pensamiento en el campo jurídico son Cooley,y Tiedeman en la protección de los intereses de las corporaciones. Tiedeman defiendela libertad económica en su obra Treatise on the limitations of the Police Powers(1886). Más destacada e influyente en el derecho público norteamericano es la obrade Cooley A Treatise on the Constitucional Limitations, de 1868. El título indica elpropósito del autor: las limitaciones constitucionales impuestas a los poderes gu-bernamentales por el pueblo a través de la ley fundamental y que circunscriben laautoridad legislativa.

Cooley identifica el debido proceso con la doctrina de los derechos estableci-dos, extraídos del derecho natural y desarrollados para proteger el derecho de pro-piedad. De esta forma, el debido proceso constituye la principal salvaguarda de lapropiedad e incluye todas las limitaciones constitucionales, expresas e implícitas,sobre la interferencia gubernamental con el derecho de propiedad. Además, es elprimer escritor que analiza el debido proceso como limitación sustantiva. Su doctri-na adquiere gran notoriedad y los jueces la citan frecuentemente porque encuen-tran en ella la forma de utilizar la Cláusula del Debido Proceso de la Constituciónpara revisar la razonabilidad de las leyes y rechazar las que interfieren con losnegocios. De este modo, se hace basar al laissez faire en la Carta Magna, con locual adquiere mayor apoyo la libertad de contratación y el derecho de propiedad.No sólo el gobierno no puede intervenir en el terreno de las relaciones económi-cas, sino que las Cortes arriaban la legislación social.

3 Kirk, por su parte, se refiere al conservadorismo frustrado, entre 1865 y 1918, con principios si-

milares a los del liberalismo británico (Kirk, Russell, (1956), La mentalidad conservadora en In-

glaterra y Estados Unidos. Madrid, Rialp, pp.352-354).

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2. Recepción de la doctrina en Nougués Hnos.

En el fallo de la Corte detectamos los siguientes principios del conservadorismonorteamericano del laissez faire, citando el texto en que aparece.

a) La defensa de los derechos individuales como sagrados e inviolables. Espriorizado el de propiedad: “nadie puede ser privado de su propiedad, coartado orestringido en el uso de ella, sin previa indemnización”.

b) Estos derechos, garantizados constitucionalmente, son derechos naturales. LaCorte defiende “el derecho natural de los individuos a practicar el comercio lícito”.

c) El concepto de persona se extiende a las corporaciones. En Estados Unidos,la Enmienda XIV, orientada en un primer momento a dar protección a los negrosal establecer que los Estados no pueden prohibir o negar el ejercicio de los dere-chos a la vida, la libertad y la propiedad o proceso de la ley, o negar la igualprotección de las leyes, fue utilizada para la defensa de las empresas. Señala eltribunal argentino: “la autoridad no debe intervenir en la libre aplicación de loscapitales ni en las empresas e iniciativas de particulares en pleno goce de su ca-pacidad civil”. Presenta así la noción de las empresas como personas jurídicas quegozan de los mismos derechos que los individuos.

d) El debido proceso legal, principio según el cual se deben mantener las ga-rantías procesales que establecen las leyes, deriva en el debido proceso sustantivo.Ello implica que no es meramente procesal sino que se analiza la “sustancia”, elcontenido de la disposición. Es lo que concreta el tribunal al juzgar acerca de laconveniencia o pertinencia de la ley cuestionada.

e) La atribución de la Corte de declarar la inconstitucionalidad de las leyesnacionales y provinciales es convertida en control de razonabilidad. Con ello el tri-bunal no solamente analiza si las normas violan los preceptos constitucionales, sinoque se concede a sí mismo la atribución de analizar si una ley es “razonable”. Eneste caso, al incursionar en el contenido de la ley, se pronuncia a favor de unadeterminada política económica. Del art. 28, en virtud del cual “los principios, ga-rantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser alteradospor las leyes que reglamenten su ejercicio”, la Corte enuncia la doctrina del laissezfaire cuando señala que la autoridad no debe intervenir en la libre aplicación delos capitales ni en las empresas e iniciativas privadas “prohibiendo determinadosnegocios por conceptuarlos ruinosos o imponiendo otros que repute de convenien-cia pública». Es el estado no intervencionista. El otro derecho garantizado es el dela libertad, sin interferencia del gobierno, para adquirir y vender propiedades.

f) El fallo alude a la libertad de industria. El criterio constitucional para resol-ver si una industria es lícita no puede ser el de utilidad y conveniencia de la mis-ma sino el de que ella no sea contraria al orden y la moral pública o perjudique aun tercero (art. 19 de la Constitución). Encontramos que en esta frase se aplica ladoctrina de los derechos naturales, recalcando el inalienable derecho de cada indi-viduo de hacer lo que desee mientras no viole los derechos de los demás; el go-bierno existe solamente para proteger este derecho,

En los Estados Unidos se desarrolló la idea de que el legislador debía respetar,

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para que sus acciones fueran constitucionales, un cierto ideal axiológico llamadoderecho natural, limitaciones constitucionales implícitas o derechos adquiridos. Esteprincipio fue reconocido en la Enmienda XIV, a la cual la Corte norteamericana ledio una proyección diferente a la establecida en la Enmienda V. El art. 28 de nues-tra Constitución sirvió de instrumento técnico-jurídico al Tribunal argentino para elmismo fin que la cláusula del debido proceso en los Estados Unidos.

g) La libertad es considerada superior a la igualdad, la cual es relacionada conla libertad económica. Los hombres son iguales en el derecho a poseer y adquirirpropiedades sin interferencia del gobierno. La igualdad es considerada fundamen-talmente como igualdad ante la ley. En el fallo se argumenta que la norma violael art. 16 de la Constitución porque “grava con resultante desigualdad a los con-tribuyentes”. Se imponía a determinadas empresas cuya producción excedía las to-neladas fijadas. Según Story y Cooley, aunque las provincias tienen amplias facul-tades en materia impositiva, no son ilimitadas. Los impuestos deben establecerseen un sistema de imparcialidad y uniformidad, a fin de distribuir con justicia la carga.Toda imposición que se apoye en otras razones o responda a otros propósitos, nosería impuesto, sino despojo». (Story, 5ª edición, complementada por Cooley, pará-grafo 1955, p. 61).

h) Alusión a “la ley natural de la oferta y la demanda en los fenómenos eco-nómicos”. Según la sentencia, la elaboración de azúcar es un trabajo lícito y la leyes inconstitucional por cuanto lo limita con el solo fin de elevar el precio del artí-culo en el mercado “confiriendo al poder público una intervención en fenómenoseconómicos gobernados por la ley natural de la oferta y la demanda”. Con estaidea la Corte se pronuncia abiertamente a favor de una determinada política eco-nómica, la no intervención del Estado en la economía. Comparte así las doctrinassostenidas por la Corte Conservadora norteamericana desde fines del siglo pasado.

i) Las limitaciones constitucionales a las legislaturas, según la doctrina de Cooley:“los medios de fomento de la producción están consignados en la Constitución sinque sea posible utilizar otros incompatibles con el espíritu de la Carta Magna. Lasprovincias no tienen poderes reservados para tornar ineficaces las garantías conce-didas por el derecho público argentino.”

j) El principio de supremacía constitucional es aplicado a limitar el poder de lasprovincias cuando se considera que son atacados los derechos de los habitantes.Están presentes las ideas del debido proceso sustantivo, según el cual la Corte seatribuye el poder de analizar si una ley es razonable, convirtiendo de este modo,el control de constitucionalidad, en un control acerca de la justicia de la legisla-ción emanada de las legislaturas provinciales.

k) Sigue a Tiedeman (mal transcripto en el fallo como Fiedeman, y la obra comoPolice Porvea) para referirse a la diferencia entre esta ley y otras que afectan a lahigiene pública, y demás aspectos que sí son de la incumbencia legislativa. Corres-ponden a la esfera reconocida de reglamentaciones administrativas, municipales opoliciales.

l) Alusión a los derechos adquiridos. Cita a Tiedeman: si con el monto del gra-vamen se restringe o prohíbe una industria, constituye una cuestión judicial.

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Consideraciones finales

El análisis efectuado demuestra una recepción del pensamiento político jurídiconorteamericano de fines del siglo XIX, que coincide en varios aspectos con el de-sarrollo de ideas locales. No es una imitación estricta sino una conjunción de in-fluencias doctrinarias.

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Introducción

a investigación busco reconstruir el fenómeno social de la adopcióna través del estudio y decodificación de las lógicas de los actores so-ciales que intervinieron en el proceso de adopción de los niñosasilados, en la Casa Cuna de la Ciudad Córdoba.

Se enmarcó a la acción social de los sujetos como mediatizadoras de un ordensocial vigente y a la institución social, como cuerpo de ideas, valores, creenciasque se tiene respecto a algo en un determinado momento (Scharvarstein, 1992).

Reconstruir la institución de la adopción en Córdoba, como proceso y desdela acción social de los sujetos, permitió ahondar en los secretos y ocultamientosde un fenómeno que, de ser un contrato de partes pasó a convertirse en una ins-titución en la que se halla interpuesto el interés del Estado (Giberti, 1992).

Mientras ese proceso de transformación sucedía, los niños abandonados fueronsujetos pasivos de lo que las políticas sociales, estatales o privadas definían comoapropiado para su desarrollo y futuro social.

El trabajo intento ubicarse desde otra mirada hacia la adopción en Córdoba,estudiando una institución creada a fines del siglo XIX, como un efector que asu-mió la responsabilidad de dar respuesta a la niñez abandonada, y entre otras,posibilitar la adopción de un niño.

A través del estudio de los documentos escritos, la investigación indago en lahistoria social e institucional, recuperando fragmentos de la cuestión social de lainfancia en nuestra ciudad.

La investigación intenta aportar a la reflexión y reconstrucción de la problemá-tica de la colocación de menores que estuvieron internados en una institución be-néfica estatal como asilados expósitos.

Expósitos y abandonados. Prácticas Sociales paracon la niñez institucionalizada. Córdoba 1884-19401

María Elena Flores

1 Artículo en base a la Tesis de Maestría: Adopción, reconstrucción histórica desde la lógica de los

actores intevinientes. La Casa Cuna de Córdoba. Córdoba 1880-1940. Presentada para obtener el

titulo de Magíster en Ciencias Sociales. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Universidad

Nacional de Córdoba. 2003.

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Fundamentación Metodológica

Las fuentes trabajadas fueron de tipo éditas e inéditas. En las primeras ubica-mos a las memorias, los reglamentos y los estatutos de la Sociedad de Damas dela Divina Providencia. Dentro de las inéditas, las Actas de Asambleas de la Socie-dad de Beneficencia, los libros de ingreso de los niños, el libro de notas de la Pre-sidenta de la Sociedad, y las Actas de Colocación de Expósitos.

Como un gran rompecabezas, desarmado y fragmentado, se presentó la reali-dad del pasado, punto de contacto entre nuestro presente como investigadores yese mundo “desaparecido” que se intentó hacer presente, es decir revitalizar. Lainvestigación historiográfica proporcionó amplias herramientas en ese sentido. Ex-plorar en un momento determinado cómo se analizaba la pobreza y la niñez ensituación de pobreza, cómo era las familias, cómo era la articulación estado-fami-lia, fueron los caminos elegidos para arribar a construcciones de segundo orden.

Trabajar sobre las cosmovisiones que las Damas de la Sociedad de la DivinaProvidencia, tenían respecto a la niñez abandonada, a la orfandad, a la colocaciónen matrimonios de niños asilados, nos abrió un abanico de información a cerca dela cuestión social de la niñez entre fines del siglo XIX y principio del siglo XX enla ciudad de Córdoba.

Permitió por otro lado, develar los supuestos filosóficos y empíricos que susten-taban la intervención de los agentes encargados de los asilados, de los expósitoso abandonados de la institución Casa Cuna.

Todo la documentación e información encontrada, otorgó la posibilidad de crearcategorías de análisis desde los documentos escritos, encontrándose aquí la fertili-dad y la riqueza que este campo de estudio ofrece para el trabajo social comodisciplina social.

Las categorías de análisis, de origen descriptivo, pretendieron responder a losinterrogantes madres de la búsqueda e investigación: ¿qué niño era adoptado?, ¿cuálera el procedimiento por medio del cual un expósito era entregado en adopción?,¿ cuáles eran los indicadores socio-familiares para determinar el abandono de unniño por parte de su familia biológica?, ¿quién determinaba la adoptabilidad de unasilado?, ¿qué lugar ocupaba la familia de origen o biológica en la institución asi-lar?, ¿qué acciones de seguimiento efectuaban los agentes de la institución asilar,luego de la entrega del niño a familias adoptivas?

Todos estas interrogaciones llevaron a reconstruir las lógicas con las queactuaban los sujetos sociales de la institución benéfica, enmarcadas en las practi-cas sociales propias de un contexto histórico social determinado (1884/1950) en laCiudad de Córdoba.

La construcción de las lógicas fue posible con la creación de categorías deanálisis que orientaron las búsquedas en los documentos, y luego el entrecruzamientode ellas en matrices de análisis de texto.

La verificación y constatación de los datos relevados se alcanzó con latriangulación de documentos y de fuentes éditas que sobre la cuestión social enCórdoba se hallan producidas.

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Hallazgos del campo

La práctica de la colocación de niños en la ciudad de Córdoba existía antes quela primera ley de adopción del país (13252/48) le diera encuadre jurídico a laadopción.

La adopción era el acto por el cual una persona recibía como hijo a otra quese hallaba bajo la potestad de su padre con autorización judicial.

Podía ser adoptado el hijo que todavía se hallaba en la infancia, o sea el niñomenor de 7 años, bajo el consentimiento prestado por el padre, pero el infante deesa edad que no tenía padre, no podía ser adoptado.

La arrogación era el acto de prohijar o recibir a un menor como hijo propiocon la real autorización, que no está bajo patria potestad por haber salido de ella(mayor de 25 años) o por no tener padre.

La arrogación requería el consentimiento de ambas partes si el arrogado teníaentre 7 y 14 años. Podían en cambio ser arrogados los menores de 7 años, nece-sitándose autorización real.

La adopción y la arrogación no podían realizare privadamente requería la auto-rización real o judicial.

En la práctica, en Argentina, antes de que se diera forma a la institución de laadopción, el fenómeno de los expósitos, por su estructura simple, suplió el compli-cado régimen de la adopción.

Los expósitos fueron “aprohijados”, por cualquier persona, siempre que fueranhonestas y decentes, las que debían brindarle buena educación y destino.

El objeto de esta institución era por “el bien de la humanidad” y era suficien-te que la persona que encontraba al niño en sus puertas de su casa o en otroslugares públicos y se presentara ante el párroco del lugar, expresando que deseabatener al niño o niña a su cuidado brindándole todo el bien que las circunstanciaspodían exigir.

Los que prohijaban a expósitos no tenían sobre ellos el ejercicio de la patriapotestad, y no tenían ningún derecho sobre su persona y sus bienes y no podíanpedirle a cambio los gastos por su crianza.

Los expósitos podían ser: prohijados (no había perdida de la patria potestad) oarrogados (pasaban a la patria potestad del arrogador).

Esta práctica se instauró de manera similar a lo que ocurría en España, le-gislación que enmarcaba el accionar del Derecho en Indias durante todo el sigloXVIII.

Era habitual que familias criasen a menores abandonados, dejados en el tor-no, en las puertas de las iglesias y conventos o en los zaguanes de las casas defamilia. Enmarcar esta situación es lo que llevó al síndico procurador de la ciudadde Buenos Aires, don Marcos José de Riglos (1795) a elevar al virrey una presen-tación en la que proponía la creación de una Casa a tales fines, en la que se“recojan los niños que se expongan en su torno para que se los alimente con amasde leche y se mantengan en todo lo necesario, y eduquen en el santo temor deDios y demás que convenga a su crianza”.

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Albergar a un expósito era una obra de caridad, un acto de misericordia frenteal infante abandonado, era una acción de beneficencia.

Quienes administraban estas Casas de expósitos, tenían la facultad de entregara los niños a familias o personas deseosas de aliviar las miserias físicas y espiri-tuales de los pequeños.

La entrega de niños a personas que los alimentaran para su supervivencia, es-taba fuertemente vigilada, así las amas externas2 estaban sometidas a un controly cumplimiento de un reglamente creado para tal fin y las amas internas, niñerasy amas por horas bajo el control y vigilancia de las hermanas que regenteabanlas Casas.

Este fenómeno se acrecienta con los procesos migratorios externos e internos,flujos poblacionales a los que no acompañó un crecimiento económico, social ypolítico que expuso aún más a los niños a su propia suerte.

Fue la acción católica en Córdoba quien asumió la respuesta al desamparo deaquellos niños que si no eran albergados en algún lugar para su protección mo-rían indefectiblemente, y aún albergados y cuidados también morían por enferme-dades sociales como la tuberculosis, la sífilis, las gastroenteritis. Aún el higienismono podía controlar las enfermedades “sociales” o lo hacía incipientemente.

La facultad otorgada a los administradores o regentes de las Cunas, es lo queposibilitó que los niños fueran colocados en familias para su crianza y cristianaeducación.

En la Casa Cuna de Córdoba, la colocación de niños se encuadraba en la ins-titución de la arrogación, por cuanto el niño era considerado hijo legítimo y searticulaban los mecanismos para que este fuera inscripto como tal en el RegistroCivil.

Los progenitores de aquellos niños habían perdido la patria potestad sobre ellos,por ser desconocidos o por haber transcurrido los tiempos establecidos para sureclamo o devolución fijado entre los seis meses y el año de asilo del niño segúnlo establecían los reglamentos de la Cuna.

En el periodo estudiado, en la ciudad de Córdoba, cuando los padres carecíande recursos económicos para mantenerlos, los niños eran entregados a familiaresdirectas o a familias de buen pasar económico que velaban por su crianza y edu-cación, este depósito como bien lo ha trabajado Seoane (1990) era realizado den-tro del marco judicial o fuera de él La dificultad de esta práctica era que se cam-biaba educación y mantenimiento de los menores por servicios de tipo doméstico.

Las Cunas legalizaron las entregas de niños a familias no directas de los ni-ños, no habiéndose encontrado al menos hasta aproximadamente el año 1930,antecedente de las familias de origen de los niños. La nominación familia solo seaplicaba a las de “sociedad”, de “linaje”, “decentes”, no a las pertenecían losniños.

2 Mujeres que ofrecían cuidar a niños asilados en sus hogares a cambio de un sueldo (magro) por

ello. Para obtener mayores ingresos las amas externas tenían a su cuidado a más de un niño,

además de los propios. Estas mujeres eran reclutadas de los sectores más pobres de la pobla-

ción.

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Respecto a la condición social de los niños ingresados, aparecen en los escri-tos características de los progenitores: padre viudo, madre fallecida, madre empleadaen quehaceres domésticos, madre internada u operada en hospitales públicos,madre tuberculosa, madre que padece daño mental.

La concepción dominante sobre la niñez, consideraba que los expósitos eranseres “abandonados por padres miserables e infelices que, luchando siempre conlos horrores de la pobreza espantosa, no pueden criarlos, o temer aumentar el pesode su terrible miseria, y más comúnmente por personas que desean ocultar lasconsecuencias de un trato ilícito prohibido por las leyes”.

Si bien estos conceptos así expresados no los encontramos en los escritos es-tudiados, la denominación de niños desolados, desangelados, desamparados a labuena de Dios, pobrecitos, denotaban la concepción subliminal de su origen so-cial.

Respecto a la figura pupilar del Defensor de Menores, figura ministerial queaparece a partir de un decreto de 1814, su accionar estaba vinculada a la de laSociedad de damas Beneficencia, encontramos escritos donde ordena el ingreso demenores a la Cuna, ordena el traslado de menores a otros establecimientos comola colonia para deficientes mentales, o recomienda a parejas casadas la entrega deun niño para su adopción.

La Comisión Directiva a través de su presidenta, mantenía vinculación con elDefensor a quien consultaban ante situaciones dudosas o solo requerían de suconsentimiento y aprobación para la entrega ya acordada de un niño/niña.

Lo develado hasta ahora con el estudio de los documentos escritos nos da pis-tas para considerar que la colocación se manejó como acto secreto y desde la másabsoluta de las reservas.

Este marco fue legitimado por la aparición de la primera ley de adopción la13.252/48, ley por la cual los hijos adoptivos son considerados como hijos propioscon todos los derechos inherentes.

Esta ley continua con el secreto a cerca de los orígenes del niño, al no men-cionarse nada respecto de su familia y/ ascendencia. La ley se explaya en las ca-racterísticas de las familias que podían y estaban en condiciones de adoptar.

En la colocación del niño, encontramos tres grandes elementos que trazarían lasprácticas sociales de los actores intervinientes en la adopción de un asilado. Estosfueron el torno, la comisión de admisión de niños y la primera ley de adopción delaño 1948.

Un primer momento marcado desde la creación de la institución Casa Cunahasta el cierre del torno libre, una segunda etapa delimitada por la creación dela figura de admisión y verificación de las condiciones del depositante, denomina-da Comisión de Admisión y una tercera, caracterizada por la aparición de la ley13.252/48.

Los hitos marcados, nos muestran la historia institucional, e imprimieron practicassociales, que a pesar de las transformaciones introducidas no modificaron radical-mente aquellas practicas sociales para con las familias pobres y la niñez desampa-rada.

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El niño asilado continuaba siendo un sujeto pasivo, cuyo proyecto de vida, sisobrevivía a la alta mortalidad de la Cuna, estaba en manos de damas de carita-tivo accionar, facultadas para dirigir su destino familiar, escolar y laboral.

Los asilados eran denominados criaturas, desangelados, desamparados, expósi-tos, incluyendo en estas categorías aun a los niños cuya familia de origen no sehabia desentendido completamente de ellos, lo demuestra la existencia de un pla-zo de tiempo para recuperar al niño depositado, así como la no-inscripción comoexpósito en el Registro Civil y la conservación del nombre de origen de muchos deellos.

Lo anterior nos permite comprender que la figura del expósito no era literal-mente tal; omisiones respecto a la afiliación del asilado como a datos de los de-positantes refuerzan la idea de que la familia del niño al hacer entrega de lospequeños perdía desde la visión de las damas de la sociedad de beneficencia susderechos sobre el niño, por el solo acto de la entrega.

El poder de Policía que las damas tenían sobre quien depositaba al niño, comotambién sobre quien lo solicitaba en devolución, es destacable y muestra una claralínea política de control social cuya finalidad era direccionar a los sectores máspobres hacia objetivos de crecimiento nacional, modificándoseles practicas queresultaban denigrantes para las ideas de progreso y orden imperantes.

En esta línea de practicas sociales de los sectores de poder hacia los sectorespobres de la sociedad, la figura de la mujer es clara, mujeres de los sectores deelite que dirigían su accionar hacia la mujer madre, que no podía cumplir con lasfunciones asignadas por su condición de extranjera, de pobreza o de enfermedad.

La concepción sobre familia predominante respondía a un modelo caracteriza-do por el trabajo del padre, antecedentes de honorabilidad, religiosidad católica,unión matrimonial, modelo al que solo se acercaban las familias de los solicitantespara adopción.

El vínculo vital madre-hijo no aparece en el discurso de los actores, aun de losprofesionales médicos, quienes paulatinamente fueron logrando espacio y poder dela mano de la filosofía higienista, que paradójicamente también encomendaba en lamadre los preceptos para la disminución de la mortalidad y la buena crianza del niño.

La pobreza como fenómeno del crecimiento poblacional fruto de la inmigraciónextranjera y de la interna, es el elemento reiterado como causa de la entrega delos niños en calidad de asilados.

Dentro de este fenómeno es de destacar el aislamiento en que se encontrabala madre y su hijo, cuando esta fallecía, enferma de gravedad o internada en unhospital psiquiátrico, el niño quedaba solo, sin otra alternativa por quienes lo asis-tían de ser derivado a la Cuna. Cuando contaba con familiares como abuela, o padre,la historia familiar era sometida por las damas a una investigación exhaustiva paradeterminar si reunían las condiciones para reclamar al niño y devolvérseles.

La atención de la infancia, era el vehículo desde el cual la sociedad de benefi-cencia se planteaba una intervención más amplia hacia el campo de la familia pobre.

Las familias de origen de los niños poseían las características de no estar bienconstituidas, en cuanto a ausencia de uno de los progenitores, madres trabajadoras

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como amas de leche o sirvientas, ambos padres fallecidos, abuelos de edad avanza-da y sin recursos económicos, padres inmigrantes sin redes familiares extensas.

Ante estas familias, aparecen las que deseaban adoptar un niño de la Cuna,como hijo propio o ejerciendo la tutela sobre el mismo.

Si bien se partió del supuesto de que los niños eran colocados en adopción enfamilias de buen pasar económico que garantizara su total bienestar, no siemprese trataba de familias con esta característica. Eran parejas sin hijos, que poseíancomo capital su trabajo y su honestidad y honorabilidad reconocida por personali-dades representativas del medio social de Córdoba.

Los curas párrocos, médicos de familia, comerciantes de trayectoria, abogadosfueron los intermediarios y garantes de los solicitantes o peticionantes de un niñopara adopción, ante la Sociedad de Damas de la Divina Providencia.

Estos últimos si tenían una clara pertenencia a los sectores de elite de Córdo-ba, y detentaban prestigio y poder en espacios públicos o privados.

El secreto y la reserva del acto de entrega en adopción fue defendido y aplica-do sistemáticamente, tanto que hoy los sujetos adultos que buscan en la ex insti-tución Casa Cuna, datos sobre su origen se encuentran con que su historia de vidacomienza cuando fueron dados en adopción.

Entre la madre, como eje de la familia de origen y la familia adoptivaintermediaba la Sociedad de Beneficencia a favor de esta última, aun vulnerandoel periodo de tiempo de un año que los progenitores o familiares del niño teníanpara reclamarlo.

La intermediación reforzaba una política social para con la niñez, el asilamiento,la educación moral y religiosa, la educación primaria y la colocación en matrimo-nios que continuaran la obra social iniciada por las damas de beneficencia.

Dentro de este circuito era posible ver los frutos de la inversión social realiza-da por las acciones sociales del grupo de damas, los profesionales médicos y lashermanas, y del Estado subsidiando aquellas.

Si el niño salía de este circuito, podía tornarse peligroso para la sociedad, ad-quiriendo conductas reprimidas socialmente (delincuencia, vagancia) y desestabilizan-tes para el sistema como la incorporación a los sindicatos y las luchas obreras dela época.

El asilo se transformaba en la alternativa para mantener alejado a los niños delexterior, de la calle, atenuando o anulando la calle que atentaba contra todamoralidad, según los estudios sociales de la época.

Hemos comprobado como los actores de la Cuna, construyeron significadossociales en torno a la niñez, y actuaron según aquellos, dando forma a recorridosespecíficos en los cuales se vivían vidas de niños muy diferentes.

Las representaciones que sobre niñez, niño, pobres, pobreza, familia, aparecenconstituyendo un modelo normativo dentro de la institución que afianzaba las po-líticas para los niños ya explicitadas.

La vida del niño abandonado, huérfano, expósito se convierte en un objetopúblico, en el sentido de intervención institucional; desde donde se intentaba to-mar iniciativas para salvar y regenerar a la infancia marginada.

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La concepción de niño desvalido estaba ligada a significados sobre niño pobre,abandonado, desamparado, enfermo, solo y errabundo en la vida.

Esta investigación permitió comprender los silencios, las reservas, las accionesque lograron plasmar en los niños institucionalizados, una identidad bifurcada, unaidentidad sin identidad.

Identidad que muchos años después esos mismos sujetos se encargan de re-construir y develar...

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Estatutos de la Sociedad de Damas de la D. Providencia. Años: 1884, 1918.

Libro de Ingreso y egresos de niños de la Casa de los Expósitos: Años: 1900-1954.

Libro de Actas de la Sociedad de Damas de la Divina Providencia. Numero 5. Este documento tiene

registros hasta el año 1953.

Memorias de la Sociedad de Damas de la Divina Providencia: Años 1845.

1923, 1924, Libro de Ingreso y egreso de Niños de la Casa de los Expósitos.

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l presente trabajo se centrará en el análisis externo de una fuente ori-ginal hasta hoy no trabajada: El Cuba Libre y su continuación, el Re-pública de Cuba; periódicos surgidos entre 1895 y 1898, que se ads-criben claramente a la causa independentista de la Isla, en la franja

de residentes cubanos en Argentina.A través de un análisis panorámico del material seleccionado, incursionaremos

en la construcción de su estructura, la identificación del colectivo emisor, sussuscriptores, editorialistas y anunciantes, con el objeto de lograr un plafón compa-rativo en torno a la visión de un hecho complejo que congrega diferentes y encon-tradas posturas.

El Cuba Libre y el República de Cuba constituyen dos periódicos declarados desecuencia semanal, el segundo es continuación del primero y ambos constituyen uncorpus de ochenta y siete números. Los ejemplares consultados de localización re-ciente en el CEDINCI pertenecen al Instituto de Estudios Sociales de Ámsterdam,de la biblioteca donada por Abad de Santillán, que no contiene la totalidad de losmismos. De acuerdo a lo señalado, inferimos que la aparición del semanario podríacorresponder al primer sábado de diciembre de 1895; por otra parte, el último ejem-plar constatado no señala el cierre del diario, por lo tanto su fecha de apariciónfinal no es segura.

Asimismo la secuencia semanal de los sábados marca saltos de suspensión ensu publicación; en este sentido, los registros más notorios se producen en el año1896, en que aparecen sólo dos números registrados en el mes de enero y octubresucesivamente, y este último editado en Montevideo.

El director y administrador del diario se identifica como J. B. Govín. Según losescasos datos aparecidos, es un contador que escribe libros de su disciplina y queen su mismo domicilio, San Martín 367, instala la sede del diario y la imprenta,donde además se publicita la venta de materiales tales como: mapas de la Isla,grabados correspondientes a figuras militares cubanas, libros y folletos vinculadosal tema. Asimismo, Govín forma parte de las comisiones del movimiento pro-cuba-no.

El periódico legitima su aparición en torno a una problemática central que esla Independencia de Cuba, a partir de la cual se conforma su estructura formal yse eslabona la coherencia de su contenido.

Introduciéndonos en la primera fase de análisis externo podemos señalar quesu formato, semejante a los diarios de mayor tirada de la época, centra el título,

¿El Cuba Libre y el República de Cubacomo fuente de contra hegemonía?

Adriana Rodríguez, María Eugenia Chedresese y Javier PretiUniversidad Nacional del Sur - Bahía Blanca

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el que aparece por debajo del año, fecha y número de edición, acompañado porun epígrafe compuesto que referencia frases de actores de la independencia comoMoreno y Martí. A esto se le suma, en una aclaración que justifica el destino delos fondos recaudados con la venta del diario, una homologación entre los lucha-dores cubanos contemporáneos y algunos referentes históricos de la independenciaamericana.1

La estructura del diario está dividida en cuatro columnas, la del extremo izquier-do está encabezada por el escudo de la República de Cuba seguido por los datosde los agentes de venta en Uruguay y Argentina, el costo de las suscripciones, laconstitución del Gobierno Revolucionario de Cuba, y el Delegado Plenipotenciario yAgente de la República.

En varios números se encuentran avisos de alerta a los suscriptores, en cuantoa la entrega irregular del diario por la Dirección General de Correos y Telégrafos,hecho que refleja la posibilidad de acciones contrarias al mismo. De igual formapublican reclamos referidos al pago de las suscripciones, amenazando incluso condar a conocer la lista de morosos, acto que denota la escasa maniobrabilidad defondos para su publicación, afirmación que se refuerza con los saltos temporalesde la publicación, tal como señalamos anteriormente.

Resaltamos que el semanario se funda en torno a una problemática central quees la independencia de Cuba y su materialización; el mismo se posiciona en estetópico, que a su vez conformará su aspecto físico y su contenido.

De este modo, un hecho complejo logra instalarse en el campo periodístico yerigirse como noticia, estructurando un temario informativo que signará un perfil alperiódico. En este sentido, las noticias se presentan en forma de crónica que res-cata principalmente el desarrollo de la guerra en la isla y las acciones de los cu-banos. La crónica sigue una secuencia cronológica, pero no es éste el único objeti-vo del diario, ya que el mismo se complementa con información de carácterevaluativa, que va componiendo un marco de situación variable en torno a loshechos que exceden parámetros temporales.

Lo antedicho amerita dos lecturas: una referida a la justificación de las argu-mentaciones en el proceso de captación de la opinión pública, y otra referida agarantizar la permanencia del tema y la continuidad del periódico.

El semanario identifica a lo largo de toda la tirada a un enemigo representadopor la España conservadora2 , en artículos que, como el resto de los temas, aparecen

1 «El producto de este periódico se destina exclusivamente para los patriotas cubanos heridos y

enfermos que están luchando heroicamente por los mismos principios que San Martín, Bolívar,

Sucre, Moreno y demás próceres de la independencia de su patria». Cuba Libre, Cedinci, Buenos

Aires, rollo 32.

2 Las valoraciones negativas hacia España se manifiestan a través de adjetivaciones tales como:

cobarde, incapaz, cruel, sangrienta y opresora, metaforizándola incluso en la figura del diablo. Por

otra parte se publican numerosos artículos que desacreditan totalmente al llamado «descubrimien-

to» con acciones retrógradas que se siguen llevando adelante en Cuba, con titulares como: “Sen-

tencia sepulcral de América”, “Origen de los españoles”, “Los enemigos de Cuba”, “España en

América y España en Cuba” y “La España Invicta”, entre otros.

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a veces firmados, otras veces con seudónimo y otros anónimos, tanto en las líneaseditoriales como en artículos reproducidos de otros órganos de prensa, cartas allector y poesías. La figura de España, tan enaltecida por las posturas hispanistaspresentes en otras publicaciones de la época, recibe un tratamiento desmanteladoren las presentes fuentes analizadas. Este proceso de descalificación se llevó a caboa través de diferentes mecanismos:

Valoraciones negativas en distintos campos, militar, político y burocrático.Deslegitimación de su trayectoria histórica, principalmente la recreada en Amé-

rica.Denuncialismo manifiesto hacia elementos más abstractos, relacionados con la

esencia de lo español : raza, lengua, religión, etc.La crítica no se manifiesta sólo de manera explícita, sino que también se ex-

presa a través de funciones operacionales que rescatan itinerarios, autores y obraslatinoamericanas, elementos autóctonos e intelectuales liberales españoles3 .

La sección dedicada a la poesía resulta una constante en la generalidad de losnúmeros consultados. Este género aparece vinculado tanto a la causa cubana entanto validación, como al desmantelamiento de lo hispano. De esta manera encon-tramos un soporte válido para la formación de la opinión pública que se pretende.

Una función similar cumplen los artículos que se proponen para la venta -ma-pas de la isla, grabados de Maceo y Gómez, libros de autores cubanos y separatasde artículos publicados en el diario- que complementan la actividad informativa dela situación cubana con la acción formativa para el conocimiento de la causa.

Otro de los temas recurrentes se vincula a la conformación y dinámica delmovimiento pro-cubano en Argentina4 ; de esta manera, se detallan las diferentescomisiones y sus integrantes, los clubes y actividades de adhesión a la causa, asícomo las expresiones de apoyo provenientes de Diarios del interior, como El Orden,de Tucumán, y El Día, de Rosario.

Una primera aproximación a esta problemática nos permite identificar una pos-tura marcadamente anti-hispanista, que se exhibe en críticas a personajes tales comoPaul Groussac y Roque Saenz Peña; manifestaciones públicas de la comunidad his-pana; las fuerzas policiales y el apoyo unilateral de la Cruz Roja internacional alos combatientes españoles, entre otras.

3 A manera de ejemplo, Francisco de Bilbao y su obra, El evangelio americano, el poeta chileno

Guillermo Matta, el español Pi y Margall. Este último, de quien se publican varios artículos, es

rescatado como seguidor de la línea del liberal Riego en contraposición a españoles reacciona-

rios como Weyler, que es asociado a Morrillo en su acción represora contra la independencia.

4 El movimiento pro-cubano en Argentina estaba integrado por diversas comisiones, la más extensa

constituida por el Comité Popular Cuba Libre, presidido por el Dr. Julio A. Roca. La Comisión

Ejecutiva Pro-Cuba Libre que contaba entre sus miembros a Carlos Guido y Spano (Presidente

Honorario), Tiburcio Padilla (presidente), Juan José Viedma (vicepresidente). La Comisión de Pro-

paganda, dirigida por Augusto B. Sarmiento, y en ella participaba el Director J.B. Govín. La Junta

Central de Propaganda con la participación de Adolfo Decoud, Bartolomé Mitre y Vedia, entre otros.

Finalmente encontramos al Club Pro Cuba San Martín, cuyo presidente honorario era el Dr.

Arístides Agüero, Delegado de la República de Cuba en Sudamérica.

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La sección de clasificados5 nos acerca a un sector de anunciantes que confor-man un grupo cerrado vinculado al periódico, algunos de los cuales forman partedel movimiento pro-cubano. La mayoría de ellos se mantiene a lo largo de toda laexistencia del semanario y notamos la ausencia de publicistas de origen español.

Conclusión

El título del presente trabajo planteado a nivel de interrogante se justifica enprincipio por el reciente acceso a la fuente y el nivel de análisis ejecutado, ya queun estudio panorámico sólo nos permite un somero acercamiento al material, querepresenta por nuestra parte la primera aproximación al mismo, permitiéndonos enun futuro nuevas posibilidades de abordaje y profundización.

La adjetivación de la fuente como contra-hegemónica supone la existencia deotras fuentes que construyen una visión hegemónica del hecho y sus repercusiones,intentando lograr una adscripción masiva a la misma. Constituye entonces ésta unafuente encontrada y contrapuesta a los diarios de mayor distribución, que intentanprecisamente hegemonizar a la opinión pública a través de sus versiones y tomasde posición.

Las transformaciones que se operan en el semanario a partir del cambio de suestructura externa y su posterior nominación evidencian una relación directa con eldesarrollo de los hechos vinculados al conflicto. Así, en principio observamos unamodificación en el destino de los fondos, que se dirigirán «exclusivamente al Teso-ro del Partido Revolucionario Cubano» a partir del 27 de marzo de 1897. Ya enmarzo de 1898 se introduce un elemento importante en su fisonomía: la banderade Cuba, y por último, en abril del mismo año, y continuando la numeración, seinicia la nueva etapa bajo el título República de Cuba.

De lo expuesto podemos inferir que el periódico consultado intenta construir ununiverso basado en la descripción de hechos concretos acontecidos en la Isla, y quees a través de las mismas formas de comunicabilidad utilizadas para el tratamien-to del conflicto cubano que se edifica un cuerpo informativo y formativo que con-tiene diversas aristas de análisis cuya profundización permitirá clarificar el contex-to de producción, la reconstrucción ideológica del semanario, la identificación yprofundización de los editorialistas, la caracterización de la red de actores quepublican, entre otras preguntas que quedan abiertas.

5 Ver la siguiente lista de anunciantes: Estudio Govín (publicita libros de su autoría, clases y aseso-

ramiento contable); Agencia de Vapores de Esteban Risso, Petitpain New English Jewellery Store

(Taller de relojería y joyería); Yerba Paraguaya Abaygua Guazú; The Empire (Bar Norteamericano,

propiedad de Petitpain y Stancey), Mitre y Vedia Traductor Público; Carne Líquida (Agencia De

Marchi y Co.).

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Validación y sentido de los parámetros temporales

El conflicto hispano-cubano-norteamericano nucleó tres fuerzas asociadas a tra-vés de relaciones de complejidad: las antagónicas, materializadas en el enfrentamien-to de dos potencias de cualidades y ubicuidad diferentes en el contexto de los neo-colonialismos finiseculares, y el elemento genuino, aunado en un proyecto comúnque se cristaliza en el ideal libertario y la continuidad en los medios de su conse-cución práctica.

El año 1898 se erige como nodo referencial de un imperialismo que baliza unalógica interna que atraviesa todo el siglo XX, demostrando que los patrones deselección del tiempo no son globalizables, y aceptarlos implica no sólo una posturasubordinada sino también miopías irreparables. La dinámica de esta lógica imperia-lista da identidad y dirección al Siglo XX en nuestro continente, cristalizando su iniciocon la intervención en Cuba, hecho que posibilita la construcción de un nuevo pa-radigma de periodización genuina y a la vez novedosas propuestas de abordaje yanálisis.

La clarificación de conceptos y la identificación de categorías nos habilitan laposibilidad de un análisis extendido en el espacio, marcando continuidades y rup-turas que responden a patrones amplios que deben ser extraídos de la cadena dehechos que se enhebran en nuestro continente.

Periodizar es, entonces, elegir las variables claves que en cada época coman-dan el sistema de todas las otras variables. Periodizar es interpretar el espacio to-tal desde la mirada atenta a una instancia y, en este sentido, importan menos losmarcos que dividen las épocas que su interpretación. Periodizar es identificar y cua-lificar las temporalidades diferenciales que constituyen el espacio-tiempo seleccio-nado. Las temporalidades son las existencias, son las acciones concretas de cadaactor en cada época, son la estructura de los contextos. Esto es lo que nos permi-te determinar quién es hegemónico y quién hegemonizado en un espacio determi-nado.

En ese juego de fuerzas contenido en un contexto, identificar las hegemónicas,identificar la dinámica de la hegemonía, nos remite a recrear los sistemas de do-minio y sus modelos u órdenes de dominación. Identificarlos, escenificarlos en sudinámica, desentrañarlos instrumentados mediante herramientas específicas facilitaun primer abordaje, un primer descorrimiento/descubrimiento contextualizado en supresente.

El '98 cubano: un análisis en tornoa sus problemáticas genuinas

Adriana Rodríguez y Natalia Fanduzzi

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Nos interesa marcar, en este caso, la selección de un hecho coyuntural,vertebrador de cambios estructurales, que da paso a un período amplio como fe-cha indicativa del nuevo siglo para América. El ’98 cubano abre paso entonces, nadamenos que a un proceso de larga duración que se cimenta en pilares continenta-les, constituyéndose en un tópico de periodización común a toda Latinoamérica.

1898 es la expresión, asimismo, de la aparición en América Latina del “impe-rialismo moderno”. Este fenómeno tuvo su continuación y acentuación en la con-flagración mundial de 1914, que no ha sido otra cosa que una guerra “inter-impe-rialista”. Como sostiene Roberto Fernández Retamar, la Primera Guerra Mundialacentuó para América Latina las condiciones de sometimiento al imperialismo. Elcierre de las economías metropolitanas y la alteración de los circuitos y mecanis-mos económicos tradicionales desnudaron la debilidad de las economías de muchospaíses latinoamericanos, que –como forma de superar la crisis– no encontraron otrasalida que afianzar su dependencia respecto de las metrópolis.

Complejidad y dominación

El tema de la dominación dota al ’98 de una importante carga de significación,ya que representa el cambio de una matriz de dependencia materializado por eldesalojo del dominio formal tradicional –España–, vigente desde el inicio de laprimera etapa de occidentalización en América Latina, y el ingreso de otra formade dominación cristalizada por el país del Norte y enancada en el procesoindependentista.

La presencia norteamericana en la isla vitaliza dos fuerzas bien marcadas: unade carácter centrífugo que se vincula a sus objetivos propios como naciónexpansionista, y otra asociada a la primera, de carácter centrípeto, que accionadirectamente en la política interna de Cuba y el desarrollo de sus hechos en su faselibertaria.

Como parte de sus móviles expansivos Cuba representa para Estados Unidos laprimera escalada de asiento de influencia en el Caribe, el trampolín a partir del cualclausurar el Mar Caribe bajo su esfera, controlar el futuro canal interoceánico ycontinuar sus políticas de avance hacia el Pacífico.

Estos objetivos de macro alcance impulsan a su vez diversos mecanismos quegradualmente irán fundando presencia en Cuba, preparando el terreno para la in-tervención. Las estrategias adquirieron distintas formas, cristalizándose en diversosámbitos disfrazadas detrás del capital civilizador, la ayuda asistencial1, las simpatías

1 Vgr. Podemos observar muy sintéticamente, la introducción de capital norteamericano durante el

período de tecnificación de la producción azucarera, la llamada etapa de sustitución del ingenio

por las centrales, en la que fue importante no sólo la inversión de capital norteamericano en la

explotación sino también en la adquisición de tierras, la instalación de colonos y el vuelco de

las exportaciones hacia su mercado, convirtiéndose en la compradora más importante de la pro-

ducción de azúcar cubano.

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hacia los revolucionarios cubanos, la apertura de canales para permitir en territorionorteamericano la puesta en marcha de sus ideales y la intervención directa en elproceso independentista.

Al sumergirnos en el análisis de la política interna, observamos que la estruc-turación de las fuerzas pro-independentistas marca una acción doble cristalizadadentro y fuera de la Isla, determinando la conformación de espacios políticosendógenos y exógenos que seguían el mismo objetivo. Los revolucionarios iniciaronsu lucha en la llamada Guerra Grande, terminada con la Paz del Zanjón y la pro-mesa de los españoles de flexibilizar la política; luego, en la Guerra Chica y poste-riormente en la llamada Guerra necesaria o Guerra de la Independencia.

En el ámbito exógeno, se constituyeron los clubes revolucionarios, formados apartir de 1887 en Nueva York, Península de la Florida y países latinoamericanos,como Costa Rica, Jamaica, República Dominicana etc., siendo contenedora esta fasede la formación de líderes revolucionarios que actuaron en el plano teórico, alen-tando el proselitismo y pragmatizando sus aspiraciones a través de la conforma-ción de una fuerza militar efectiva que impulsó la guerra.

Las acciones vinculadas a la fase concreta de la lucha por la independenciaexhiben una concatenación de hechos que, analizados retrospectivamente, guardanuna linealidad interpretativa producto de la racionalidad o lógica de autonomía quelos entrama y legitima. Asimismo, reflejan la implosión centrípeta de la que hablá-bamos anteriormente, al dejar en descubierto las acciones directas de la nuevadominación.

Nos referimos no sólo a la participación de Estados Unidos en el conflicto, sinotambién a un marcado intervencionismo que avanza a través de su injerencia enla forma organizacional de la nueva república. La misma se cristaliza tanto en laconformación y característica de los nacientes gobiernos, como en su primera Car-ta Orgánica ante el agregado en 1902 de la Enmienda Platt a la constitución cu-bana. Medida que posibilitó el pleno intervencionismo estadounidense en la Isla endefensa de intereses políticos y/o económicos pretendidamente compartidos.

La secuencia de acontecimientos señalada concreta el desmantelamiento de lasinstituciones revolucionarias, marcando la expansión del aparato imperialista norte-americano en el comercio, el transporte y la explotación de materias primas, y enformas más subjetivas de su desarrollo nacional.

Otro elemento utilizado más adelante fue la puesta en marcha de una política asistencialista hacia

los concentrados cubanos que encubría un mecanismo de consentimiento doble; por un lado el

logro de legitimidad buscando alentar la simpatía de los revolucionarios combatientes y por otro,

ir creando una atmósfera favorable para convencer a la opinión pública norteamericana acerca

de la posibilidad de llevar a cabo la intervención.

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Despliegue de la oclusión

Los temas desarrollados anteriormente nos sumergen de manera directa en elanálisis de las problemáticas que rodean al elemento genuino, los revolucionarioscubanos. Caracterizar a los mismos como sujetos ausentes emana de manera casinatural y espontánea, ya que variados indicios marcan la estructuración de esaausencia, partiendo de su negación objetiva y simbólica.

Este proceso de carácter ontológico se presenta como contracara a la metodo-logía materializada por la lógica hegemónica imperante, que se focaliza en el des-pojo de la subjetividad del otro. De este modo el elemento genuino trasmuta ensujeto ausente, en un no-sujeto; en definitiva, en un objeto dentro de la expansiónagresiva y del proceso de construcción en el plano ideal que lo justifica. Este vacíogenerado deliberadamente es ocupado de inmediato por el sujeto dominante queno deja resquicio ni lugar a formulaciones alternativas.

El resultado de esta política también se objetiviza claramente en el plano his-tórico, a través de acciones que marcan la exclusión cubana de los canales decisi-vos de resolución hacia finales del conflicto. En una escalada irrefrenable los he-chos se irán encadenando a partir de la exclusión del otro.

En un primer momento es marcada la redefinición del campo de conflicto re-duciendo la guerra al enfrentamiento entre dos bandos que encarnan al viejo ynuevo imperialismo respectivamente. De este modo, España y Estados Unidos seconvierten en los actores centrales de la lucha, situación observable tanto en el planosituacional como en el del relato.

La exclusión se materializa también en la apropiación del éxito bélico por Nor-teamérica, la exclusión de la participación nacional a través del desconocimiento ylicenciamiento de los líderes y la oficialidad revolucionaria, y la exclusión de loscubanos de la firma de los tratados de paz y el reconocimiento de la independen-cia.

La deshistorización del proyecto independentista que resulta de la implementa-ción de las prácticas imperialistas ya enunciadas contribuye, de este modo, a lareformulación de las condiciones de participación y de existencia de los actoresintervinientes

La negación del otro retrotrae la cuestión al momento identitario original, des-conociendo por ende las reivindicaciones que pudieran surgir de la asunción de lapropia autonomía e independencia. Se erige de este modo la contradicción fundante,que signará el período analizado entre dominación neocolonial / desarrollo nacio-nal, en detrimento de la consustanciación de la conciencia nacional.

Conclusión

La construcción de este contexto supone así, inicialmente, individualizar a suselementos constitutivos para luego generalizar sobre la complejidad de la represen-tación, montada sobre un orden de sentido previo. El sentido que configura este

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escenario representacional da cuerpo, torna objetivables acciones y actores encara-mados en los hechos y contextualizados en el devenir del conflicto bélico. Por ello,el contexto, entendido como construcción de un continuum, vincula dialécticamentelos vectores fuerza de su presente supeditado a los intereses de los distintos gru-pos en pugna.

Los contextos albergan diversos engranajes propios del sustrato endógeno, aun-que también se tiñen de eventos o acontecimientos direccionados por los vectoresde dominio mundial. Comprender y examinar el contexto en cuestión, es la tareade descubrir inercias en las continuidades, la significación de los cortes en los he-chos tópicos y la relación de fuerzas dominio/resistencia en los trayectos del ’98cubano. ¿Dónde reside entonces la clave del rescate? Precisamente en la relacióndialéctica pasado/presente que enlaza a la historia dotándola de entidad epistemo-lógica y social.

Por lo dicho, consideramos que el año 1898 marca para América Latina el ini-cio de un proceso con características propias, que la Primera Guerra Mundial alte-ra pero no reemplaza. Un proceso signado por una característica en la políticaexterior norteamericana, que estuvo fuertemente influenciada por la doctrina depoder; entendida ésta como una acción directa de Estado a Estado, que materiali-za una aptitud de imposición que verticaliza en diferentes áreas el ámbito de do-minio, avasallando capacidades legislativas , políticas, administrativas, etc.

El nuevo status que adquiere el imperialismo luego del conflicto materializa unaracionalidad de penetración y dominio que se vertebra a lo largo de todo el SigloXX, imprimiéndole coherencia propia y pilares de validación al hecho seleccionadocomo patrón temporal, puente a su vez de cambios estructurales.

Rescatamos la perspectiva de marginalidad del elemento cubano, que disparala capacidad utópica y la necesidad de transformación ante el dominio formal -tradicional, apuntando a desenmascarar la intencionalidad revolucionaria frente a lasviejas y nuevas formas de imperialismo, que a través de distintas estrategiasopacaron el proyecto histórico independentista.

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El abordaje

na de las características que presenta todo hecho histórico complejose relaciona con la poliperspectividad que nos habilita su abordaje.Teniendo en cuenta lo dicho, el presente trabajo intentará establecerlos diversos vectores que eslabonan la construcción de la visión he-

gemónica en torno a la problemática del 98 cubano, utilizando como soporte deanálisis el espacio periodístico argentino de la época.

En lo que respecta a la construcción del campo analizado, se han tenidoen cuenta aquellas publicaciones periódicas consideradas dentro del espectro nacionalcomo las más representativas, en el sentido que simbolizan las de mayores volú-menes de venta, prestigio y trayectoria institucional.1

Es menester destacar el rol de agentes políticos de los periódicos, ya que sedesenvuelven como grupos de interés y de presión, cualidades éstas que afectancualquier toma de decisión. De esta manera, los periódicos se constituyen en agentesactivos en cuanto a la conservación o transformación de una determinada configu-ración de fuerzas.

También resaltamos la actitud de los periódicos en lo que concierne al logrode consenso, la formación de la opinión pública o la persuasión de los lectores conrelación a las tomas de posición. Así, el modus operandi de los agentes del campoperiodístico se concreta en las acciones de inclusión, exclusión y jerarquización dela información presente en sus páginas.

Con el objetivo permanente de informar e influir, los periódicos adoptan estra-tegias de persuasión que le permiten construir un discurso para reforzar los lazos

El ’98 Cubano: Los vectores de construcciónde la Visión Hegemónica

Adriana Rodríguez y Claudio Gallegos

1 Los periódicos analizados fueron: La Nación, La Tribuna, La Prensa y El Diario durante el primer

semestre de 1898.

La Prensa surge en octubre de 1869, bajo la dirección de José Clemente Paz, con el objetivo de

diferenciarse del resto de los periódicos contemporáneos a los que consideraba partidistas o fac-

ciosos; no obstante, con el paso del tiempo se convirtió en otro vocero del pensamiento liberal

y conservador del país. Al año siguiente, el ex-presidente Bartolomé Mitre funda La Nación, con

el fin de convertirla en “tribuna de doctrina” y difusora de los principios de la nacionalidad y

de las garantías institucionales. Por otro lado, La Tribuna se había creado en 1853 por iniciativa

de los hermanos Héctor y Mariano Varela, en apoyo a la política de Urquiza, destacándose en

sus páginas las reflexiones de Domingo F. Sarmiento. En septiembre de 1881 Manuel Lainez fun-

dó El Diario, vespertino porteño en el que frecuentemente colaboraba Paul Groussac.

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de identidad que mantiene con los lectores partidarios de su ideología, polemizarcon sus “adversarios” y “competidores”, así como atraer y captar la voluntad po-lítica de lectores “independientes”.

En nuestro caso, las estrategias discursivas utilizadas son muy variadas y a pesarde sus intereses políticos, los agentes se presentan ante la opinión pública comoórganos meramente informativos y ecuánimes, ocultando su cariz ideológico.2

La problemática en los periódicos

Con respecto a la problemática abordada dentro del campo periodístico anali-zado, podemos encontrar diversas aristas en torno al ‘98 cubano: de reconocimien-to tácito del derecho de los cubanos a la independencia, de rechazo ante elexpansionismo norteamericano y de solidaridad –más o menos evidente– hacia Es-paña. De esta manera, se van clarificando los vectores de construcción de la visiónhegemónica que incluyen ciertos tópicos de legitimación

.Frente a la exposición del conflicto bélico, los distintos agentes se posicionan

políticamente en torno a cuestiones que, aún con matices ideológicos diversos, com-parten opiniones coincidentes. Parten de la identificación y calificación de los pro-tagonistas de esta guerra, entronizando a España y Estados Unidos como los acto-res de la contienda. De esta manera, el componente genuino, el cubano, quedaexcluido en función de la visión que se pretende plasmar en el imaginario; imagi-nario que se intenta reforzar a través de la recreación de ideas fuerza o vectorescentrales de las argumentaciones.

Estas últimas remiten a elementos concretos y simbólicos del itinerario nacio-nal y a la conformación de la identidad en torno a una tradición y a una raíz co-mún, que valoriza factores de cohesión social como el lenguaje, la raza, la religióny las costumbres. Los mismos se constituyen en un fin pragmático al eslabonamientode un marco de elementos compartidos, a fin de crear solidaridades tendientes ainclinar, por ejemplo, a la opinión pública a favor de España.

Tanto La Nación como La Tribuna y La Prensa, marcadamente pro-hispánicos,presentan una oposición hacia Estados Unidos, operación claramente estratégica queles permite remarcar su toma de posición.

El reclamo de independencia por parte de los cubanos va a ser reconocido porestos periódicos, pero no va a conformar el epicentro desde el cual se construyaun relato. Precisamente el sentimiento de solidaridad con España va a ser predo-minante, rescatando valores tradicionales tales como su nobleza, hidalguía e inclu-so haciendo hincapié en su condición de Madre Patria.

2 “Buenos Aires es hoy la ciudad más cosmopolita de la tierra; en este inmenso receptáculo donde

vienen diariamente a mezclarse y confundirse la mayor diversidad de razas, las ideas y los senti-

mientos, las tendencias tienen que ser muchas veces diametralmente opuestas, y los diarios, con-

servando su perfecta ecuanimidad, cumplen con sus deberes para con el público reflejando uno y

otros en sus columnas, a título meramente informativo. La Nación, 8 de mayo de 1998, p. 4.

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La publicación de entrevistas a consagrados militares, intelectuales y políticos3

vinculados a la cuestión de la guerra está guiada por el tradicional criterio de au-toridad que proyecta sobre la línea editorial un halo de prestigio y confiabilidad.Asimismo, con el fin de hacer alarde de pluralidad de opiniones expuestas en lasuperficie redaccional, se recurre y destaca el carácter polifónico del periódico,manifestándose especialmente en la sección de Cartas del Lector.

La afinidad con España desde lo cultural lleva a establecer con ésta víncu-los de solidaridad y adhesión. En esta dinámica de posicionamientos, no se inclu-yen cuestiones latinoamericanas, condicionadas quizás por los principios del proyectomodernizador ochentista que atraviesa la etapa.

La voz representada por El Diario exhibe algunos matices. Si bien presenta unapostura antiimperialista en cuanto a la oposición hacia Estados Unidos, manifiestaun mayor grado de apertura hacia los intereses comunes latinoamericanos, aunqueno al grado de reconocer la labor genuina de los cubanos como exclusivos actoresde la independencia. En este sentido se vincula, en algún aspecto, a colaborar conla construcción de la visión hegemónica.4

Asimismo descalifica la búsqueda de apoyo norteamericano por parte de loscubanos, adjetivando a la misma como una “actitud ingenua” y permeable que, asu vez, permitiría a la potencia del Norte intervenir en esta cuestión esencialmentehispanoamericana con pretextos humanitarios, para luego proyectarse como custo-dio y árbitro en la política de América Latina.

Conclusiones

La visión hegemónica se construye en torno a diferentes vectores que laestructuran. Por una lado, la posibilidad de divulgación y formación de opiniónpública de los diarios analizados, que constituyen los de mayor tirada. En este sen-tido, también contienen componentes funcionales a la legitimación en el campo dela recepción, que posibilitan un mayor nivel de adhesión.

Por otra parte, los tópicos utilizados son permeables a la sociedad en cuanto asu composición, teniendo en cuenta el peso tradicional del elemento hispano, quepara la etapa se encuentra incluso en expansión, producto del considerable flujoinmigratorio de dicha procedencia a la Argentina.

La llamada postura antiimperialista, de oposición a la intervención norteameri-cana en el conflicto, contempla un status defensivo que se estructura a partir dela adhesión y el rescate de patrones identitarios, que se erigen frente a una alteridad

3 A modo de ejemplo mencionamos las entrevistas realizadas por los diversos periódicos analiza-

dos a Paul Groussac, Lucio V. Mansilla, Juan B. Justo, Dr. Carlos Pellegrini, Dr. Zevallos, Dr. García

Merou, Dr. Howard, entre otros.

4 Ver un paneo de titulares: “La doctrina de Monroe y las grandes potencias”, El Diario 10-11 de

abril de 1898, p 1. “España - Estados Unidos: tragedia Americana”, El Diario, 21 de abril de 1898,

p. 1; y “La guerra hispanoamericana. La unión de los sudamericanos”, El Diario, 31 de mayo de

1898, p. 2.

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en pugna considerada de peligrosidad ante las posibles aristas de expansión y neu-tralización del liderato sudamericano de Argentina, propugnado por la clase dirigentede la época.

En dicha cuestión se introducen también como pares opuestos la sajonidad yla latinidad, dotando al análisis de un conflicto bélico de componentes raciales-cul-turales-morales, como soporte de legitimación de las posturas, con el fin de acredi-tar/desacreditar, condenar/exonerar, agraviar/desagraviar.

Otro de los puntos lo constituye el vector de solidaridad con España, que lograuna objetivación y gravitación de aquellos valores tradicionales que influirán en elcampo de las ideas, en el alineamiento mayoritario de los intelectuales y en elandamiaje de un discurso pro-hispánico. Es por eso que consideramos que la pro-blemática cubana de 1898 se erige como un acto disparador de heterogéneas pos-turas que implosionan en diversos ámbitos, estableciendo un escenario de discusiónpolisémico y encontrado.

Las posturas comunes que despuntan desde los diarios analizados intentanplasmar una visión hegemónica de los hechos que los trasciende, al contemplar otrostópicos concretos y simbólicos que irán eslabonando un imaginario que justamenteserá el hegemónico del centenario.

Podemos inferir entonces, en un paneo de posturas de síntesis, las intencionespolítico-ideológicas a las que responden los diversos periódicos en cuanto a susdiscrepancias para el tratamiento del conflicto. En otras palabras, coexisten dentrode la franja periodística nacional una concepción pro-española –predominante en LaNación, La Prensa y La Tribuna– y otra tendencia, al menos tenuemente inclinadahacia el latinoamericanismo, reflejada en la visión de El Diario.

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Características Generales

l gobierno territorial indiano se fue delineando de manera paulatinay siguiendo el proceso de descubrimiento y colonización de las dis-tintas regiones. Esta nueva organización indiana se fue adaptando yacomodando a las distintas regiones y a los distintos grupos huma-

nos que la habitaban, por lo tanto estuvo sujeta a constantes variaciones y modi-ficaciones. Hacia 1560 en adelante, se establecieron las bases de un nuevo orde-namiento territorial y administrativo que se mantuvo vigente hasta la segunda mi-tad del siglo XVIII.

Los vastos territorios llamados capitanías o presidencias se hallaban divididos,a efectos de la administración local, en jurisdicciones territoriales menores, y éstasa su vez en distritos locales o municipales. Estas jurisdicciones locales eran gober-nadas desde sus ciudades principales por funcionarios llamados, según el caso,gobernadores, corregidores o alcaldes mayores. El distrito administrado por el Go-bernador abarcaba por lo común un territorio más vasto que el Corregimiento o laalcaldía mayor, de ahí que tuviera conexión menos definida con una sola ciudadque las otras unidades administrativas. Un examen del mapa colonial revela que setrataba, o de un territorio originariamente conquistado y colonizado por un adelan-tado, a quien se premiaba con el título de Gobernador de la región pacificada, tí-tulo que subsistió en la administración real de la provincia; o bien de un territoriodistante o región fronteriza apenas colonizada, en la que se requería considerableautoridad personal y mano firme para mantener la paz en nombre del rey.

Organización territorial y administrativa

La región de Cuyo fue ocupada por disposición del Gobernador de Chile, GarcíaHurtado de Mendoza, que envió al capitán Pedro Ruiz del Castillo. El 2 de marzode 1561 el capitán del Castillo fundó la Ciudad de Mendoza, Nuevo Valle de LaRioja y quedó como primer Teniente de Gobernador y Capitán General. Al año si-guiente, con la incorporación de la ciudad de San Juan de la Frontera1 a la regiónde Cuyo, quedó bajo la dependencia de la Capitanía General de Chile y del Virrei-nato del Perú.

Teresa Alicia Giamportone

Instituciones de gobierno colonialen Cuyo 1561-1783

1 El capitán Juan Jufré fundó el 13 de junio de 1562 la ciudad de San Juan de la Frontera.

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Desde la fecha de fundación de la ciudad de Mendoza y posteriormente de SanJuan, ambas jurisdicciones quedaron a cargo de un Teniente de Gobernador y Capi-tán General hasta el año 1574, cuando se constituyó el Corregimiento de Cuyo,formado por las provincias de Mendoza y San Juan, con sede en Mendoza2 . Estanueva institución quedó sujeta a la Audiencia de Charcas y correspondientementeal Virreinato del Perú, con una breve dependencia de la Audiencia de Concepción –la misma fue creada por Felipe II en 1565 y finalmente disuelta en 1575–. Duranteeste período se introdujo el sistema de Corregimientos para la administración delas ciudades de provincias, y la Región de Cuyo pasó a ser uno de los 11Corregimientos del Reino de Chile, que se gobernó por un Corregidor con títulosanexos de Justicia Mayor y Capitán a guerra, con autoridad suprema en la ciudad.“Más tarde en 1752 el gobierno de Chile dispuso, que los territorios ubicados alsur de Mendoza y dentro de los límites asignados a la Gobernación de Chile, seincorporasen bajo la dependencia del Corregimiento de Cuyo”. (Tau Anzoátegui, V.,1999: 211-250.)

El primer Corregidor y Justicia Mayor de Cuyo fue el capitán Antonio Chacón,designado como tal por la Audiencia que funcionaba entonces en la ciudad deConcepción. Un nombramiento análogo se hizo el 9 de enero de 1575 a favor delcapitán Alonso de Miranda. Pero suprimida la Audiencia de Concepción por céduladel 5 de agosto de 1573 y en forma definitiva en 1575, su presidente quedó comogobernador y capitán general del reino de Chile, recibiendo simultáneamente lafacultad de nombrar y remover a los corregidores subalternos. En 1609 se instalóla nueva Audiencia de Santiago3 .

Separación de la Gobernación de Chilee incorporación al Virreinato del Río de la Plata

Con la Real Cédula del 1 de agosto de 1776 las tres provincias de Cuyo su-frieron un trascendental y decisivo cambio de dependencia política y administrativadentro de la monarquía española. En adelante la dependencia de Lima fue sustitui-da por la pertenencia al nuevo Virreinato del Río de la Plata, manteniendo la mis-ma estructura política administrativa de Corregimiento. “La incorporación de lasprovincias Mendoza, San Juan y San Luis dentro del Corregimiento de Cuyo se rea-lizó para afirmar y dotar a esta zona de una mayor jerarquía política” (ZorraquínBecú, R., 1970: 130).

Desde la incorporación al nuevo virreinato, el Corregimiento de Cuyo no inte-gró una provincia mayor y mantuvo una relación directa con el virrey: “toda la

2 La provincia de San Luis fue fundada en octubre de 1594 por el general Luis Jufré y Meneses, y

a partir de esta fecha se integró al Corregimiento de Cuyo.

3 En el presente trabajo no incluimos –por razones de espacio- la nómina de las autoridades a cargo

del Corregimiento de Cuyo, en Mendoza, ya que éstas se pueden consultar en Fernando Morales

Guiñazú: “Los Corregidores y Subdelegados de Cuyo”, y en Rosa M. Zuluaga: “El Cabildo de la

Ciudad de Mendoza”.

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documentación política y administrativa de la época, va o viene sin intermediariosde los virreyes (Cevallos y Vértiz) a las distintas instituciones y funcionarios cuyanosy viceversa” (Comadrán Ruiz, J., 1962: 168); situación que se mantuvo hasta finesde 1783 con los cambios operados a partir de la implementación de la Real Orde-nanza de Intendentes en el Río de la Plata.

El virrey del Perú, Manuel de Amat, manifestó su opinión el 22 de enero de1775 expresando que al nuevo virreinato había que añadirle todo el reino de Chiley no solamente la Región de Cuyo porque sus riquezas mineras podían servirle debase de sustentación económica: “…juzgo que no se presenta obra más conducen-te y eficaz que el que se agregue al nuevo Virreinato no sólo la Provincia de Cuyosino todo el Reino de Chile. En el reino de Chile existen renos y lavaderos de mi-nerales que, con un buen gobernante, pueden dar cuantiosos elementos a la realHacienda; en Santiago de Chile, por consiguiente, debería residir el nuevo Virrey, porser el centro de ricos recursos…” (Ravignani, E., 1940: 78).

El fiscal de la Audiencia de Charcas, Tomás Álvarez de Acevedo, indicaba tam-bién al respecto que para dar solución a los problemas de la enorme extensión dela jurisdicción del virreinato del Perú con sus respectivos distritos y la gran distan-cia que los separaba, con la consiguiente demora en los asuntos, requería agruparen el nuevo virreinato a los distritos confinantes de Buenos Aires, Paraguay y Cuyo.

Sobre el mismo tema también se expidió el Cabildo de Santiago de Chile en-viando un memorial al Rey, el 21 de julio de 1775 “…fundándose en que se quie-re separar a Cuyo para formalizar el Virreinato. La medida será un perjuicio gravepor que Buenos Aires no puede ayudar a aquella provincia contra la irrupción delos bárbaros, amén del daño al comercio de Chile, que caería en la mayor orfan-dad. Por todas estas razones suplica que no se separen las provincias cuyanas”.(Ibídem: 79).

La integración económica fue otro elemento importante en la nueva organiza-ción virreinal de Cuyo, siguiendo a Acevedo, al afirmar que la región de Cuyo ha-bía sido favorecida por el virrey Cevallos con la instalación en Mendoza de las cajasforáneas, con lo cual parece demostrado que durante un siglo y medio toda lacomunidad de esta región luchó por alcanzar una libertad comercial que, dada lasimilitud de su producción de vinos y aguardientes con Chile, significaba poderconectarse con otras zonas como el Tucumán y el Alto Perú, para el envío de suscaldos y en definitiva poder unirse a ella políticamente, con la segregación de lajurisdicción chilena. De igual modo Mendoza y San Juan entendieron que con lanueva dependencia se beneficiaban comercialmente, al no tener que depender depermisos especiales para poder recibir productos desde el puerto de Buenos Aires,ya que en adelante pertenecían al mismo virreinato (Acevedo, E., 1999: 264).

El Corregimiento como Institución Indiana

Los Corregimientos son una institución tradicional de origen en Castilla, Espa-ña, que se trasladó al reino de Indias en la primera mitad del siglo XVI. Estos

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surgieron como emisarios de la corona para ejercer el gobierno y la justicia en lasciudades castellanas, gobierno mediante el cual pretendían contrarrestar las aspira-ciones localistas de los núcleos urbanos. La institución de los corregidores fue im-plantada en las Indias en época temprana. Los primeros corregidores fueron desig-nados por las Capitulaciones, y desde 1549 se habían designado corregidores enLima. También se nombraron en América otros corregidores destinados especialmentea gobernar un distrito o un pueblo de indios. En muchas reducciones indígenas yen las misiones organizadas para adoctrinarlos se daba el cargo de Corregidor alcacique principal, pero posteriormente sólo quedaron aquellos corregidores designa-dos para gobernar distritos ya organizados, tanto como pueblos de indios o deespañoles (Tau Anzoátegui, V., Op. Cit.: 232).

Los corregidores que actuaban en distritos poblados por españoles eran gober-nantes de comarcas que casi siempre formaban parte de un virreinato o de unaprovincia mayor, es decir, que dependían del presidente de la Audiencia. El títulocompleto del oficio era el de Corregidor y Justicia Mayor –lugarteniente de capitángeneral o capitán a guerra–. En la jerarquía del sistema indiano ocupaban un lu-gar inferior al de los gobernadores, debido solamente a la menor extensión e im-portancia de las comarcas que presidían, no en cuanto al ejercicio de sus funcio-nes o competencias.

El Corregimiento de Cuyo estaba a cargo de un pueblo de españoles, de me-nor extensión, integrado a la Gobernación de Chile y al Virreinato del Perú, por tantolos Corregidores estaban sometidos a la autoridad inmediata superior con asientoen Chile a partir del año 1574, que en ocasiones también era quien los designaba.Este ordenamiento se mantuvo hasta la creación del Virreinato del Río de la Plataen 1776.

Dentro de la misma jurisdicción del Corregimiento existían también los tenien-tes de corregidores o tenientes de gobernadores, que constituían una jerarquía ad-ministrativa inferior y ejercían funciones de apoyo a los Corregidores o Gobernado-res, con las atribuciones que los titulares les asignaban, y estaban al frente de lasciudades subalternas de las provincias, siendo designados por los mismos Corregi-dores o Gobernadores.

Designación y duración del mandato

Algunos Corregidores eran designados directamente por el rey, y otros, por lasautoridades superiores de Indias, pudiendo recaer la designación en el virrey, presi-dente de la Audiencia o en los Gobernadores, pero con reserva a la aprobación porparte del Consejo de Indias.

De acuerdo con lo dispuesto por las Leyes de Indias para el reino de Chile, losúnicos oficios de provisión real eran el de Gobernador, Capitán General y Presiden-te de la Audiencia; mientras que la provisión de los oficios de Corregidor y JusticiaMayor quedó por delegación, desde el primer momento, en manos de los Goberna-dores de Chile, o del virrey del Perú pero solamente en casos excepcionales. Según

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afirma Comadrán Ruiz: “desde fines del siglo XVII se introdujo una nueva prácticaque estaba en contradicción con la costumbre y con la legislación, esta prácticaconsistió en enviar al Corregimiento cuyano funcionarios designados en la metró-poli y directamente por el mismo rey. De este modo entre 1689 y 1782 alternaronen el Corregimiento de Cuyo 14 corregidores con el título expedido por la corona,de los cuales solamente 8 ejercieron efectivamente el cargo y 24 fueron nombra-dos por los Gobernadores de Chile”. (Comadrán Ruiz, J., 1974: 191-193).

Los Corregidores nombrados directamente por la corona recibían exclusivamen-te el título de Corregidor y Justicia Mayor, despacho que debía ser revisado yautenticado por la Real Audiencia. Pero los títulos complementarios de Teniente decapitán general y de Alcalde Mayor de minas y registros que era costumbre agre-gar a las funciones de Corregidor en este período, siguieron siendo otorgados porel Gobernador y Capitán General de Chile, en todos los casos.

La permanencia en el cargo de los Corregidores cuyo nombramiento estabareservado al rey, era de cinco años si la persona elegida se encontraba en Españaen el momento de su designación; si se encontraba en Indias, el período se redu-cía a tres años. En ambos casos se contaba desde la toma de posesión del cargoy continuaba hasta la llegada de su sucesor. Los virreyes y Audiencias no podíanremover a los Corregidores al término de su mandato y reemplazarlos por funcio-narios de su elección hasta que un sucesor arribara, ni podía éste asumir el cargohasta que el período de su predecesor tocara a su fin, aunque hubiese llegado conanterioridad. Podían ser reelegidos, pero generalmente lo eran para otro cargo dis-tinto. En el Perú, sin embargo, los Corregidores designados por el virrey eran nom-brados por un año solamente, y si su administración resultaba satisfactoria, el nom-bramiento podía ser renovado por un segundo año.

Antes de hacerse cargo de su puesto, al menos a partir de los primeros añosdel siglo XVII, el Corregidor debía prestar declaración de sus bienes. Si el nombra-do estaba en las Indias, este inventario era registrado por la Audiencia a cuya ju-risdicción pertenecía su distrito; si se encontraba en España, intervenía el Consejode Indias. También depositaba una fianza en la ciudad principal de su jurisdicción,con el propósito de asegurar su arraigo mientras se sustanciara el juicio de residen-cia y garantizar el pago de cualquier multa que pudiera resultar de este proceso.

En la elección de estos funcionarios no podían ser nombrados los vecinos dellugar donde hubieran de ejercer jurisdicción, ni los encomenderos, propietarios detierras o minas, ni tampoco los parientes –dentro del cuarto grado de consanguini-dad– de las autoridades mayores. (Los virreyes y presidentes de Audiencias no po-dían designar Corregidores a parientes hasta el cuarto grado, de cualquiera de losfuncionarios más importantes de la provincia).

Al igual que los miembros de la Audiencia, no podían casarse dentro de sudistrito, sin permiso especial de la Corona, ni podían elegir subordinados entre susparientes hasta el cuarto grado. Si era nombrado por la Corona, tenía autoridad paradesignar y remover tenientes en las principales ciudades de su jurisdicción. La in-terferencia de virreyes y Audiencias en estos nombramientos estaba estrictamen-te vedada, excepto en casos de inmoralidad administrativa. Los tenientes estaban

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sujetos a las mismas normas que el Corregidor, en cuanto a la fianza, participa-ción en negocios y casamiento.

Comadrán Ruiz afirma que “otro aspecto de interés institucional que surge delanálisis de los títulos otorgados por la Corona para desempeñarse como Corregi-dor y justicia mayor de la provincia de Cuyo, es el de la forma como los titularesobtuvieron sus despachos. En todos los casos de provisión real medió una dona-ción a la corona.” (Ibídem: 195-197). Los Corregidores y gobernantes provinciales,especialmente si habían sido nombrados por el rey, podían actuar con independen-cia considerable, de igual modo, la justicia local y la policía –gobierno– estaban ensus manos.

Funciones y atribuciones de los Corregidores y sus tenientes

Los Gobernadores, Corregidores y Alcaldes Mayores poseían autoridad políticay judicial dentro de sus respectivos distritos; pero a veces, el Gobernador ostenta-ba también título de Capitán General que le confería poderes militares, sumados ala amplia autoridad civil que ya ejercía.

Pese a que el Gobernador, especialmente cuando era también Capitán Generaldebe ser considerado como un funcionario de dignidad más alta, y quizás de con-diciones más independientes que el Corregidor y el Alcalde Mayor, los deberes deestos funcionarios eran idénticos y prácticamente iguales en todos los términos.

El Corregidor y el Gobernador eran a la vez, el jefe político de la provincia,legislador en asuntos de política local, por lo común el comandante en jefe de suestablecimiento militar y su funcionario judicial más importante (Ots Capdequi, J.,1943: 162).

Los Corregidores de Cuyo eran al mismo tiempo los jefes políticos y adminis-trativos de su jurisdicción. Como gobernantes políticos tenían amplias facultades paratomar decisiones y emprender la acción correspondiente; ciertos poderes de nom-bramiento; autoridad para informar y recomendar al virrey y a la corona respectode medidas necesarias para el bienestar de la zona. Además tenían como obliga-ción fomentar el desarrollo de la agricultura y procurar el buen tratamiento de losnativos.

En el ejercicio de su cargo, el Corregidor estaba obligado por ley a realizar unagira por el distrito. Debía informarse sobre la administración de justicia y el gobiernolocales, atender a los asuntos que se le presentaran y buscarles solución cuandoera necesario, inspeccionar las posadas, hospitales y mercados y comunicar a laAudiencia los resultados de su inspección. Estaba prohibido hacer más de una, amenos que fueran ordenadas por el virrey o presidente, o que la situación imperio-samente lo exigiera. Se le vedaba también, bajo graves penas, intervenir en nego-cios durante su mandato o aceptar donaciones de cualquier naturaleza o serviciospersonales de españoles o indios.

A los Corregidores les correspondía la presidencia de los Cabildos y no debían per-turbar a los Alcaldes Ordinarios en el ejercicio de sus funciones judiciales privadas.

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El Corregidor estaba, en general, estrechamente vinculado con los cabildos lo-cales. Aunque no siempre era miembro integrante de ellos, se le dio autoridad paraintervenir en los asuntos del cabildo cuando el interés público o el servicio de laCorona lo demandaba y él confirmaba la elección de alcaldes en ciudades situadasa más de quince leguas de la sede de una Audiencia. Los casos civiles y crimina-les más importantes llegaban en apelación de los magistrados municipales al Co-rregidor y de éste pasaban a la Audiencia. Los Corregidores, sin embargo, de ordi-nario no podían intervenir en los casos pendientes ante los alcaldes, ni exigir quelos prisioneros detenidos por autoridades locales fueran llevados ante ellos para supronunciamiento. A menos que el Corregidor fuera abogado, se valía de un asesorletrado para el ejercicio de sus funciones judiciales. En el caso de la región de Cuyo,como en el resto de América, se dio frecuentemente esta situación de magistradosno letrados.

No está claro si el Corregidor presidía o no regularmente el cuerpo, pero si seencontraba en la ciudad no podía efectuarse reunión sin él. Si se hallaba ausentepor razones justificadas, lo reemplazaba en el cabildo su principal lugartenienteinvestido de su autoridad y poderes. Cuando el cabildo se ocupaba de la elecciónde alcaldes y otros funcionarios, el Corregidor lo presidía siempre, y entregaba lasvaras del mando a quienes obtenían mayor número de votos.

Tanto los Corregidores de indios como los de pueblos de españoles, ejercíanautoridad judicial y política, pero era su principal deber proteger y fomentar el bien-estar de los nativos. “Debía prestarse especial atención a la forma de vida de losnativos, pero sus costumbres no debían ser perturbadas, a menos que estuvieranen conflicto con los principios de la fe católica. En tiempos de hambre o escasez,debían proporcionarles artículos alimenticios y otras provisiones a precios razona-bles. El Corregidor debía cuidar también el orden en las ciudades indígenas, hacerque el mercado se mantuviera limpio y que las calles, puentes y otras obras públi-cas se conservaran en buenas condiciones. En días festivos debía hacer cumplir laconcurrencia a misa, cuando los nativos estaban instruidos en las creencias de laiglesia. Sin embargo, no debía pedirse a los indios que proveyeran alimentos paralos corregidores y otros magistrados, ni estaba permitido a estos últimos valersedel trabajo nativo, sin otorgarse en cambio una compensación”. (Haring, C., 1966:147-149).

La función de Gobernadores y Corregidores era supervisada por la Audiencia –a la que podían apelar los particulares o los Cabildos por medidas que considera-sen perjudiciales a sus derechos– y también por su superior inmediato, el virrey,cuyas órdenes tenía que obedecer (Lynch, J., 1962: 66-67). De igual modo estosfuncionarios locales mantenían comunicación directa con las autoridades de Es-paña, de las que recibían también instrucciones para el buen gobierno y admi-nistración.

Para ejercer el mando en las ciudades que no eran capitales de provincia, senombraban tenientes de Corregidores o tenientes de Gobernadores, de este modolos Corregidores de Cuyo designaban a sus tenientes de Corregidores para gober-nar en las provincias de San Juan y San Luis.

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Los Tenientes de Corregidores o de Gobernadores abarcaban las cuatro funcio-nes, uniendo también el título de Capitán de Guerra y Justicia Mayor. Presidían elCabildo y estaban directamente subordinados a la autoridad inmediata superior, llá-mese Corregidor o Gobernador.

El nombramiento de todos estos tenientes era privativo de los Gobernadores yCorregidores que los elegían al principio con entera libertad. Pero a fines del sigloXVI comenzaron a establecerse ciertas restricciones. No debían ser parientes ni cria-dos del mandatario que los designaba, y además se dispuso que éstos no fuerannaturales del lugar en donde debían ejercer sus funciones. Los nombramientos delos tenientes, expedidos por los Gobernadores y Corregidores, debían ser aproba-dos por el Consejo de Indias o por la audiencia del distrito, sin cuyo requisito ca-ducaban después de cierto plazo.

De la misma manera que los gobernadores, los tenientes debían presentar sustítulos al cabildo del lugar, prestar juramento y ofrecer fianzas para asegurar su buendesempeño.

Las facultades de todos estos funcionarios de menor jerarquía derivaban de lospoderes concedidos en los títulos respectivos. Por lo general, tenían atribuciones degobierno, justicia y guerra. Presidían los cabildos, vigilaban la vida económica dellugar, atendían a la defensa del territorio y eran jueces de primera instancia en losasuntos ordinarios o de segunda instancia por apelación de los alcaldes. Estas fun-ciones amplias quedaban subordinadas a la autoridad y a la vigilancia de los man-datarios que los habían designado. No obstante esta subordinación, la distancia yel ejercicio de tantas atribuciones convertían a los tenientes en verdaderos régulosde la ciudad en donde actuaban, cuyo desenvolvimiento dirigían con ampliodiscrecionalismo (Zorraquín Becú, R., 1970: 172-178).

El Corregimiento, la administración de justicia y sus magistrados

Desde el comienzo de la Conquista fue necesario dar poderes judiciales a cier-tas autoridades, que al principio fueron los adelantados en el Río de la Plata y losdemás jefes que iniciaron la ocupación de Tucumán y Cuyo. Estos magistrados, queeran a la vez altos funcionarios, cedieron el paso a los Gobernadores y sus respec-tivos tenientes –en las dos primeras provincias– y a los Corregidores en Cuyo.

A medida que se iban fundando las ciudades con sus Cabildos respectivos, fue-ron surgiendo dentro de esta institución colegiada, los Alcaldes ordinarios y otrosmagistrados de menor jerarquía, que se encargaban de la administración de justicia.

La organización judicial quedó completada cuando las provincias de Tucumán –1563– y del Río de la Plata –1566– pasaron a integrar la jurisdicción territorial dela Audiencia de Charcas. Mientras que el Corregimiento de Cuyo dependió de laAudiencia de Santiago de Chile, fundada en 1609.

El 14 de abril de 1783 se creó la Audiencia de Buenos Aires, con jurisdicciónsobre las Provincias del Río de la Plata, Paraguay, Tucumán y en adelante tambiénsobre el Corregimiento de Cuyo. Aunque su instalación efectiva se produjo en agostode 1785.

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Gobernadores y Corregidores en la administración de justicia

Tanto Gobernadores como Corregidores –y sus respectivos tenientes– tenían eltítulo de Justicia Mayor, que era el más importante de los jueces reales. Su com-petencia era amplísima en esta materia: entendía en los juicios civiles y criminalesdel fuero ordinario; en las llamadas “causas de gobierno” de carácter administrati-vo y en los asuntos correspondientes al fuero militar. A menos que el Gobernadoro el Corregidor fuese un jurista idóneo, designaba un asesor o asistente legal paraconducir el procedimiento de los fallos judiciales.

Mientras que en el fuero ordinario, tanto los Gobernadores como los Corregi-dores –y en las ciudades subalternas los tenientes– podían actuar en primera ins-tancia, en el distrito dependiente de su capital se desempeñaban como jueces deapelación de los fallos de los magistrados municipales, (aunque siempre quedabaposibilidad de apelación ante la Real Audiencia, anticipándose a los alcaldes; yprocedían en segunda instancia por apelación de éstos, lo cual era más frecuente).(Ibídem: 142).

Las causas de gobierno eran de orden administrativo, regidas por el derechopúblico, cuya observancia competía al Gobernador o al Corregidor. Este tambiénentendía en los procesos destinados a hacer cumplir las leyes protectoras de indios.

El Gobernador como Capitán General conocía en primera y segunda instanciaen todos los delitos cometidos por milicianos, soldados y oficiales; generalmenteotorgaba la primera instancia a un oficial superior, reservándose su apelación.

Funcionarios menores en la administración de justicia

La administración de justicia en las ciudades estaba a cargo de los miembrosdel Cabildo, desempeñándose en esta función. Los Alcaldes ordinarios –de primer ysegundo voto– entendían en los juicios civiles y criminales, en la ciudad y su juris-dicción. En los distritos rurales actuaban por medio de comisionados especiales ode los Alcaldes de la Hermandad.

Los Alcaldes de la Hermandad eran designados anualmente por el Cabildo, paraintervenir en los delitos que se cometieran en zonas rurales o despobladas, tam-bién tenían competencia delegada para juzgar pleitos civiles de escaso monto.

Las sentencias aplicadas por todos los jueces capitulares en los juicios civileseran apelables ante el mismo Cabildo, podían recurrir ante el Gobernador o su te-niente y también podían apelar ante la Audiencia.

Funcionamiento del sistema militar

Los milicianos y los ejércitos estaban a las órdenes de los Gobernadores –queeran también Capitanes Generales– y de los tenientes de Gobernadores. Había ade-más sargentos mayores de plaza que comandaban la frontera y presidios, y a suvez cada cuerpo o regimiento contaba con sus propios oficiales.

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En la época del Virreinato se creó el cargo de Inspector General bajo las órde-nes del virrey, que era el jefe militar más alto.

Durante el régimen de Intendencias, los Intendentes no tenían mando de tropa;no obstante, estaban obligados a proveer y organizar la manutención, vestuario yalojamiento de los cuerpos militares (Ibídem: 143).

Consideraciones finales sobre la vigencia de los Corregidores y sureemplazo por Subdelegados

El establecimiento del sistema de Intendencias fue la culminación de una polí-tica de integración jurisdiccional y administrativa que el gobierno de los Borbonesvenía persiguiendo durante años. La metrópoli reconoció la necesidad de agruparel territorio en formas más simples y eficientes, de abreviar la distancia entre losorganismos centrales de gobierno y las comunidades más alejadas (Lynch, J., Op.Cit.:65).

Las unidades de jurisdicción local desde 1776 en el Virreinato estaban regidaspor Gobernadores o por Corregidores. Mientras que en el Río de la Plata, Paraguayy Tucumán siempre tuvieron Gobernadores, Cuyo y los distritos del Alto Perú tuvie-ron Corregidores. Esta estructura del gobierno provincial –local– fue modificada conla Real Ordenanza de Intendentes de 1782-1783, la misma clasificaba las funcio-nes de estos gobernantes en cuatro causas o materias, que coinciden con las fun-ciones del Estado: policía –es decir gobierno político–, justicia, hacienda y guerra(Zorraquín Becú, R., Op. Cit.: 137).

En las ciudades subalternas, que no eran capitales de provincias, desaparecie-ron los antiguos tenientes de Corregidor o de Gobernador, y se instalaron los Subde-legados con facultades limitadas.

Los Subdelegados sólo debían instruir el sumario de las causas de hacienda yguerra que luego remitían al Intendente. Pero recibieron además por delegaciónexpresa de sus superiores otras facultades de gobierno y de orden militar, que enciertos casos les permitieron llamarse Comandantes de Armas.

La reforma implementada con el Régimen de Intendencias consistió en reem-plazar a los antiguos gobernadores –que ejercían funciones políticas, militares yjudiciales– por los nuevos Gobernadores Intendentes con poderes de gobierno, ha-cienda y guerra. Estos nuevos funcionarios establecidos a partir de 1783 ya notuvieron el mando militar, pero en cambio recibieron amplísimas atribuciones decarácter financiero y relativo a la hacienda.

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Cuando el presente se torna caduco…

La lección más importante de la revolución del 10 de agosto de 1809 es qui-zás el hecho de que, por primera vez en la América española, un grupo de hom-bres y mujeres – hijos todos de la tierra de Quito– , haya elevado su voz, en pú-blico manifiesto, para decirle a la monarquía española que el soberano ya no es elRey sino el pueblo. ¿Qué había ocurrido en la sociedad quiteña para que, en lostempranos años de inicio del siglo XIX, luego de trescientos años de coloniaje, susclases dirigentes hayan evolucionado de manera tan radical en sus ideas acerca dela autoridad y el poder? ¿Qué cambios ocurrieron en la manera de pensar de losquiteños para que sus elites sociales pasaran de la sumisión del vasallo a la rebe-lión del ciudadano? Es verdad que a partir de 1794 circulaba, de manera profusa yclandestina, en varias ciudades americanas – y en esto Quito fue, con Bogotá, delas primeras–, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El cé-lebre documento, traducido al castellano por Antonio Nariño, pasaba de mano enmano incendiando las ideas, alentando los sueños de libertad, justificando con ra-zones el descontento, fraguando la rebelión que, soterrada, se venía incontenible.Sin embargo, este hecho no explica por sí solo ese cambio en el sistema de valo-res que supone una revolución.

Todo proceso revolucionario de un pueblo no se explica sino por una paulatinaevolución de sus creencias, de sus valores, de sus ideales colectivos. Cuando em-pezamos a ver y sentir que, desde muy atrás en el tiempo, se han ido gestandociertas utopías cuyo objetivo no es otro que alcanzar una sociedad más justa; cuandoirrumpe una generación que asume con otro estilo vital una nueva conciencia his-tórica, una generación que pone de moda otra sensibilidad, que redefine la vida,que habla otro lenguaje aunque el idioma sea el mismo; cuando surge el cismaideológico que vuelve caduco el presente, que instaura la ambigüedad, la perpleji-dad frente a lo nuevo entonces estamos ante una auténtica revolución. Hacia losaños de 1808 y 1809 bullían en Quito todas estas emociones, encontradas muchasde ellas, todas estas paradojas y frustraciones por un pasado afrentoso, todas lasesperanzas por fundar una patria americana; todo esto se sentía y con pasión sediscutía entre un grupo de criollos y mestizos cultos, herederos intelectuales deEugenio Espejo muerto en prisión, en 1795, a causa de sus ideas libertarias.

En el momento en el que se instaura un sistema de contradicciones sociales ypolíticas alrededor del cual surgen los debates ideológicos, estamos frente a un

Juan Valdano

Fuentes ideológicas del pensamiento libertarioen la Revolución de Quito: 1809-1812

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síntoma que indica que esa sociedad se halla en proceso de liquidar una época paraponer en vigencia otra. A la hora de la independencia ese sistema tenía puntos decontroversia que determinaban, por sí solos, un vuelco en las relaciones tradiciona-les entre la sociedad y la autoridad; tópicos como la disputa acerca de si la sobe-ranía residía en el monarca o en el pueblo, si debería existir igualdad entre espa-ñoles y americanos, conceptos cuyos nuevos contenidos empezaban a entusiasmara unos, incomodar a otros como, por ejemplo, los de libertad política y coloniaje,monarquía constitucional y sistema republicano. Las contradicciones que acaparanla atención de una sociedad, en un momento dado de su evolución histórica, sonhechos significativos para determinar el pulso de esa sociedad en un período. Y ladramática contradicción de los habitantes de Quito, en agosto de 1809, se resumióen ese desesperado eslogan que todos los revolucionarios de la historia han enar-bolado siempre, a saber: ¡vencer o morir!, ¡patria o muerte! Y aunque no faltanquienes afirman todavía –en franco rezago de dogmatismos ya superados– que elmovimiento continental de la América hispana por alcanzar su independencia no tuvolos rasgos de una revolución auténtica, sino que fue “un simple cambio de guar-dia”, la verdad es que no ha habido, hasta ahora, un proceso de transformaciónpolítica, social y cultural más radical que el que emprendieron los pueblos hispa-noamericanos a partir de 1809 hasta su culminación en 1824; esto es, en el lapsode quince años, período en el que triunfa la gestión innovadora de una generaciónen la historia.1

Cuando se mencionan los orígenes ideológicos del proceso independentista deHispanoamérica se suele insistir en el impacto que en las clases dirigentes tuvie-ron las ideas de la Ilustración y los ideales de libertad e igualdad de la Revoluciónfrancesa, aunque su historia de terror, sangre e irreligiosidad asustó a no pocos.Nadie puede poner en duda, por lo evidente, que el pensamiento ilustrado propor-cionó buena parte de los fundamentos ideológicos de lo que, andando el tiempo,se convertiría en el movimiento por la libertad de América. Sin embargo, la ideade realizar cambios profundos en lo político y económico en el interior de las co-lonias americanas se convirtió a medias del siglo XVIII, y de manera específica, enla Audiencia de Quito, en una necesidad inspirada en la reflexión de la realidad

1 El año de 1809 marca el inicio de la sexta generación ecuatoriana y con la que culmina un pro-

ceso ideológico que nació en 1734, justamente, seis generaciones atrás, y al que yo he llamado

la Conciencia de la Propia Identidad. La siguiente fecha, esto es 1824, constituye el postrer año

de influencia de la generación de 1809 y, a su vez, da comienzo a un nuevo proceso ideológico

que evolucionará y culminará a lo largo del siglo XIX y al que he llamado Conciencia de la Iden-

tidad Regional, pues le correspondió la tarea de fundar la República y poner sus bases institu-

cionales bajo principios liberales, aunque sin llegar a forjar todavía el imaginario colectivo y so-

lidario de la Nación. Véase mis estudios: “Generaciones e Ideologías en el Ecuador”. (Discurso

pronunciado en el solemne Acto de Incorporación como Individuo de Número de la Academia

Nacional de Historia), en: Boletín de la Academia Nacional de Historia, Volumen LXXXIII - Nº 174-

175. Quito, 2004. Además: Ecuador: Cultura y generaciones. Editorial Planeta Letraviva, Quito 1985;

La pluma y el cetro, Cuenca, 1977 y “Panorama de las generaciones ecuatorianas”, en Revista

El Guacamayo y la serpiente Nº 11, Casa de la Cultura, Núcleo del Azuay, Cuenca, 1976

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propia, del país, en una urgencia impulsada por el descontento de la clase criolla,tradicionalmente segregada de la administración pública, ideas todas que encontra-ron asidero sin el socorro ideológico de los enciclopedistas. Para el caso de lascolonias españolas, el conocimiento del pensamiento ilustrado se debió más a suscomentadores hispanos que a los contactos directos con la literatura enciclopedista,sobre todo al Padre Feijoo, espíritu inquieto y hondamente crítico, pero también aGaspar Melchor de Jovellanos, Campomanes y otros tantos que se ocuparon, ade-más, de los problemas económicos, sociales y de la educación. En definitiva, consi-dero que el influjo de la Ilustración en los ideales independentistas de la Américahispana hay que matizarlo destacando el valor y la ingerencia de otras fuentesideológicas de carácter endógeno y que, desde tiempo atrás, venían actuando enla vida política de estos pueblos. Este será, justamente, el tema de este ensayo, unaspecto en el que no se ha insistido lo suficiente, y que ahora me propongo plan-tearlo, aunque de manera sucinta. Mi argumento hace referencia a que la ideolo-gía libertaria que dio sustento y coherencia a la revolución quiteña de 1809 tuvosu gestación en las propias fuentes de la reflexión colonial; esto es, en la confluenciade dos corrientes de larga trayectoria en la vida intelectual de la Audiencia y que,en mi concepto, nuestros historiadores no las han destacado. Me refiero al pensa-miento escolástico que, a finales del siglo XVIII, enrumbó hacia un neoescolasticismopreocupado en las cuestiones del poder y la autoridad y al pensamiento humanistaamericano que, en el Siglo de las Luces, se profundiza con los aportes del Ilumi-nismo y que en Quito, dadas ciertas circunstancias de contacto prematuro con laNueva Ciencia de la naturaleza, adquirió especial carácter.

Dos corrientes del pensamiento colonial

La doctrina escolástica fue –¿quién lo duda?– la fuente permanente de ideasque nutrió buena parte del pensamiento colonial, pues proporcionó al hombre deesa época la cosmovisión cristiana y jerárquicamente inamovible del mundo natu-ral y humano, y en el que la divinidad era la única ratio que confería sentido atoda figura de poder y autoridad en la tierra. Aparte de ello, formó y configuró lamanera de pensar de la gente, la organización de las ideas, el sustento retórico delarte de argumentar. Cuando uno lee los alegatos de los revolucionarios de la Inde-pendencia hispanoamericana salta a la vista esa rígida estructura silogística querezuman sus textos, el recurso al axioma latino, resabios todos de siglos de esco-lasticismo. Y no podía ser de otra manera, pues éste copaba los ámbitos del deba-te intelectual y de la acción pública en la Audiencia de Quito.

No obstante ello, no puede decirse que el escolasticismo haya sido la únicadoctrina en el extenso período colonial. Desde que el europeo tomó contacto conlos nativos del Nuevo Mundo surgieron, por parte del español, reflexiones y alega-tos encaminados al conocimiento y, luego, a la defensa del indio americano, pen-samiento que, por su intención y orientación, bien puede llamarse humanista. A dife-rencia del pensamiento escolástico, el pensamiento humanista colonial se manifestó

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de manera dispersa, asistemática y ocasional. Paralelo –y a veces divergente deldogmatismo escolástico– este humanismo no siempre se alimentó de las fuentesortodoxas de la filosofía cristiana (como ocurrió, por ejemplo, en el siglo XVI don-de el erasmismo español se halla presente en los alegatos de Las Casas, Montesi-nos y aún, en la defensa de la lengua quechua por parte de fray Domingo de San-to Tomás y en el siglo XVIII cuando se buscó, de manera ecléctica, acercar el pen-samiento de la Iglesia a muchas de las ideas del Iluminismo), por lo cual, en nopocas ocasiones, fue visto con recelo y hasta reprobación.2

Veamos, pues, de qué forma influyeron estas dos doctrinas aparentemente con-trapuestas en la ideología de la emancipación ecuatoriana.

Escolasticismo y dogma

El escolasticismo fue, bien lo sabemos, la doctrina dominante –aunque no ex-clusiva– en el pensamiento universitario, durante la Colonia. El tomismo ha sido –y continúa siendo– la filosofía oficial de la Iglesia. En las universidades quiteñas –fundadas entre finales del siglo XVI y primera mitad del XVII– no se enseñó otrafilosofía que la aristotélica ni otra teología que la de Santo Tomás. Aun la Física,ciencia de lo tangible y mensurable, no era para los escolásticos sino una discipli-na netamente especulativa y deductiva sustentada en el aristotelismo. En ello nohubo mayor diferencia ni distancia con las universidades españolas que, durante esosmismos años, impartían en sus aulas idénticas doctrinas explicadas con los mismosenfoques y, en la mayoría de los casos, utilizando los mismos textos de estudio.En cuestiones dogmáticas como lo fue, en esa época, la especulación teológica nohabía cómo andarse en búsqueda de opiniones nuevas; todo lo contrario, el comen-tador y hermeneuta debía ser lo más fiel posible a la doctrina, so pena de elevarsobre él la sospecha de herejía. A lo mucho, lo que a un profesor con imaginaciónse le permitía hacer era presentar de manera novedosa la invariable teoría conver-tida en dogma. De ahí que los cambios no podían ser sino de forma. Un expertoen el tema, el Padre Miguel Sánchez Astudillo, opina que los catedráticos quiteñosde la Universidad jesuita de San Gregorio “lejos de limitarse a repetir el planteo yla solución tradicionales de los problemas, ahondan en ellos hasta llegar a veces aenfoques realmente nuevos de las cuestiones, y a una argumentación, si no nuevaen sí misma, sí con frecuencia ‘remodelada´ y transformada con el propio esfuer-zo…”3

2 Para una mayor información acerca del pensamiento humanista de la Audiencia de Quito, remito

al lector a mis libros: Identidad y formas de lo ecuatoriano (Editorial Eskelera, Quito, 2005), Pro-

le del vendaval (Editorial Abya Yala, Quito 1999) y a mi ensayo “Sociedad y cultura en la Colo-

nia”, incluido en Historia de las literaturas del Ecuador, Tomo I, (Editado por la Universidad Andina

Simón Bolívar y la Corporación Editora Nacional, Quito, 2000). Está, además, el notable libro Hu-

manismo en la segunda mitad del siglo XVIII, 2 t. de Arturo Andrés Roig. Editado por el Banco

Central del Ecuador y Corporación Editora Nacional, Quito, 1984.)

3 Prosistas de la Colonia, Biblioteca Ecuatoriana Mínima (BEM), Quito, 1960, p. 35.

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En contra de lo que hoy podríamos pensar, los libros y las ideas viajaban enesa época con cierta celeridad, a pesar de las distancias y de los lentos medios decomunicación. En la Colonia no hubo un retardo ideológico con relación a Europa;al menos en lo que se relaciona al conocimiento oportuno de las doctrinas filosó-ficas, teológicas y científicas. (En asunto de gusto estético ocurría, en verdad, locontrario). “Asombra realmente la prontitud con que llegaban a Quito las publica-ciones europeas y americanas. Sospechamos que en la Compañía debió existir al-gún acuerdo para que los jesuitas europeos enviaran a sus casas americanas lasobras principales de filosofía, teología y religión, inmediatamente que fueran publi-cadas. Sólo así se comprende que pocos años después de publicada una obra enEuropa (a veces hasta tres años), se la cite ya en Quito.”4 Así pues, a poco tiem-po de haber sido publicado un libro en Holanda, Francia o España, este había cru-zado el océano y se le podía ya leer en las bibliotecas de los jesuitas en Quito, yen las de no pocos clérigos y criollos o mestizos cultos.5 Ello demuestra que elcontrol que se ejercía sobre la circulación de ciertos libros prohibidos y considera-dos “peligrosos” por la Iglesia y la monarquía, no era ni riguroso ni eficiente. Loscírculos universitarios y la elite intelectual de Quito se hallaban, por lo tanto, ente-rados y al día de lo que en varios centros culturales de Europa se publicaba ydebatía sobre la nueva ciencia (Copérnico, Newton, Leibnitz), la filosofía (Descartes,Locke, Malebranche), o las tendencias teológicas que se apartaban del dogmatismotomista, como lo fue el neoescolasticismo de Francisco Suárez y cuyas opinionessobre el poder, la autoridad y los derechos de los pueblos diferirían radicalmentede la idea absolutista y monárquica e influyeron, de manera decisiva, a la hora enla que los gestores de la Independencia hispanoamericana hubieron de justificar susderechos.

Francisco Suárez y su doctrina sobre la soberanía del pueblo

Fue gracias a la labor de teólogos españoles del siglo XVI, entre ellos el jesui-ta Francisco Suárez, que la doctrina medieval del escolasticismo tomista conoció unarenovación. La reafirmación de la filosofía de Santo Tomás fue para la Iglesiatridentina una estrategia necesaria en su combate de la herejía luterana. Con claroafán ecléctico, Suárez en su doctrina metafísica sintetiza el tomismo concediendo,en ciertos puntos, razón a Ockham y Escoto. Sin embargo, no es por estos trabajosque Suárez fue especialmente atractivo para los siglos posteriores, sino por su doc-trina política expuesta en la obra De legibus, publicada en 1612 y la que, añosdespués, mereció ser colocada en el Índice de lecturas prohibidas. En ese siglo demonarquías absolutas, este libro de Suárez se atrevió a “probar” que, a diferencia

4 Samuel Guerra, citado por Arturo Andrés Roig , (1977), Esquemas para una Historia de la Filoso-

fía ecuatoriana, Quito, Universidad Católica de Quito, p. 35.

5 Prueba de ello son las bibliotecas de los jesuitas quiteños y de otros personajes notables de la

época que aún hoy se conservan, casi intactas, como tesoros de saber y patrimonio bibliográfico

en la Universidad Central de Quito y en la Biblioteca Nacional).

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de lo que ocurre en el poder eclesiástico donde la autoridad proviene de Dios, enel ámbito de la sociedad temporal, en cambio, el poder reside en el pueblo. Ladoctrina de la igualdad de los seres humanos –más allá de las razones teológicas–se sustenta en la idea de que todos nacemos libres, por lo cual el estado surge dela libre reunión de los individuos, y son estos los que, de manera tácita o explícita,reconocen el deber de ocuparse del bien común. ¿Cómo no pensar, luego de esteplanteamiento, en el célebre “pacto social” que Rousseau formulará un siglo y mediomás tarde? Las consecuencias de la doctrina suarista no podían sino inquietar alos reyes coronados o no de la Europa absolutista, pues el filósofo granadino de-ducía que la soberanía reside únicamente en el pueblo, ente, en sí mismo, superioral rey. Y si la soberanía reside en el pueblo, este la entrega al monarca; pero, asícomo la da, también la puede quitar cuando el rey no ha obrado de acuerdo albien común, sino en interés propio o de un grupo privilegiado, acción que lo con-vierte en un tirano. Esta teoría que tiene antecedentes en las doctrinas políticas dela Edad Media (y en el mismo Santo Tomás) y, lo que era más importante, en elespíritu democrático del pueblo español expresado a través de sus cabildos popu-lares, guardaba un claro mensaje y una intención soterrada. Reformistas ycontrarreformistas, en esos años, disputaban acerca de qué poder era superior a otro.Los primeros sostenían que el del monarca era el más elevado, aunque más uni-versal era el eclesiástico. Los segundos opinaban que el poder eclesiástico, por suorigen divino, estaba por encima del monárquico. Sin contradecir esta filosofía, Fran-cisco Suárez (al igual que otro jesuita español: Juan Mariana, autor de De rege etregis institutione, entre otras obras) al sostener que el pueblo, titular de la sobera-nía, se hallaba sobre la autoridad del rey –quien gobernaba por tácito mandatopopular– estaba formulando la doctrina que, luego de dos siglos, constituirá uno delos fundamentos teóricos de la revolución de la Independencia, sustento, como seve, de clara raíz escolástica.

Dos aplicaciones del “pacto traslationis”.

Ante la ausencia temporal o definitiva del monarca –sentaba el autor de Delegibus– la soberanía que residía en su persona se traslada a la fuente originaria,esto es, al pueblo quien mediante un acuerdo (pacto) tácito y ancestral se la ha-bía delegado al rey. En la filosofía suareciana este traspaso de la soberanía tomael nombre de pacto traslationis.

En abril de 1808, cuando se desintegró el Consejo de Gobierno creado porFernando VII, el pueblo madrileño se alzó en armas contra los invasores franceses.Para suplir la falta de autoridad y ante la prisión del rey, se crearon en varias ciu-dades españolas las Juntas de Gobierno. Estos cuerpos colegiados los conformabanhombres de las clases altas: la nobleza, el clero, las órdenes religiosas y las uni-versidades. La vieja doctrina hispánica, avalada por la costumbre, y que se sinteti-za en aquello de que ante la falta del monarca, el pueblo –titular de la sobera-nía– asume el poder, se cumplía y se lo entendía, en esa situación de extrema

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acefalía que sufría la Península. Implícita o explícitamente, los españoles no hacíansino seguir la tradición popular y, además, la tradición culta expresada en la fór-mula del pactum traslationis del Padre Francisco Suárez (conocido también comopactum subjectionis). En efecto, en vista de que el rey Fernando VII se hallaba pri-sionero del invasor extranjero, y ante la imposibilidad de que éste ejerza el poderque el pueblo le había delegado, la soberanía y la autoridad volvían entonces a lafuente popular, por lo que el pueblo español tenía el derecho de asumir la autori-dad civil hasta que el monarca recuperara su libertad y autonomía.

Expuestos estos antecedentes, no debe extrañarnos entonces que en el texto delManifiesto de la Junta Suprema de Quito redactado por los revolucionarios del 10de agosto de 1809, se expresen de manera clara y explícita las razones y concep-tos que el Padre Francisco Suárez alegaba con respecto a la fuente popular de lasoberanía y el poder político. Vale la pena citar palabras tan decidoras: “Que ha-biendo cesado el aprobante de los Magistrados (esto es, Fernando VII, en vista dehallarse cautivo de Napoleón) han cesado también éstos sin disputa alguna en susfunciones, (esto es, los miembros de la Junta Central de Gobierno con sede enMadrid), quedando por necesidad la soberanía en el Pueblo.”6 La ampliación de lateoría del pactum traslationis suareciano es aquí evidente.

Los revolucionarios de 1809 sí leían a Francisco Suárez

El texto aquí citado plantearía, sin embargo, el siguiente interrogante: ¿quépruebas hay de que, a finales del siglo XVIII y en los primeros años del XIX, enlas aulas quiteñas se comentaba o leía De legibus, la polémica obra del PadreSuárez, sabiendo que, al menos, ese libro suyo se hallaba entre los de lectura pro-hibida? Por lo que conocemos, Suárez no estaba entre los filósofos que, hasta 1767,se explicaban en la Universidad quiteña de San Gregorio. El investigador alemánEkkehart Keeding sostiene que: “En la Audiencia de Quito ningún jesuita pronuncióuna crítica pública a las formas de dominación, antes de 1767… Con excepción deuna edición italiana de las diversas tesis relacionadas con la metafísica de Suárezy la Historia general de España, de Mariana, no se ha comprobado la existenciade ninguna obra de estos dos españoles de la escolástica tardía en el Quito colo-nial antes de 1767… La prohibición de la Corona, en 1768, de impartir el tiranicidiocomo probable, en las universidades americanas, no puede considerarse, por sí mis-mo, como prueba de que la juventud de Quito fuera instruida justamente en estasteorías de Mariana y Suárez, antes de 1767. Con todo es posible que sus escritoshayan sido conocidos entre los literatos de Quito por intermedio de Feijoo.” (Keeding,E., 2005: 130-132).

Una buena forma que tenemos hoy de conocer el origen de muchas de las ideasque movieron y conmovieron a los revolucionarios quiteños de 1809 es informar-nos de lo que ellos leían, pues sabiendo qué autores y qué libros comentaban en

6 Véase el Apéndice al final de este ensayo: Documentos: Manifiesto de la Junta Suprema de Quito,

agosto de 1809.

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sus círculos privados, podemos hoy deducir las fuentes de su pensamiento filosófi-co y político, sobre todo de aquellas doctrinas que, por ser consideradas heterodoxaspor las autoridades, no tenían cabida oficialmente en el ámbito universitario deentonces. Como lo expresé ya, es una suerte que gran parte de esas bibliotecasprivadas se conservara hasta ahora, un acervo bibliográfico que ha sido estudiadocon asiduidad por investigadores como Miguel Sánchez Astudillo y Ekkehart Keeding,entre otros. Este último da cuenta del amplio repertorio de libros que poseían al-gunos letrados, eclesiásticos e intelectuales quiteños que tomaron parte activa enla revolución de 1809, entre ellos, Manuel Quiroga (Ministro de Gracia y Justiciade la Junta Suprema y redactor de varios de sus manifiestos), el obispo Cuero yCaicedo (Vicepresidente de la mencionada Junta), Manuel Jijón, José Mejía Lequerica(cuñado de Eugenio Espejo y diputado por Quito a las Cortes de Cadiz). En efecto,a parte de muchos libros en lengua francesa y otros publicados en Amsterdam sobrecomercio, política, historia y asuntos relativos a América y a las ciencias naturales,abundan en estas bibliotecas obras y autores cuyas doctrinas habían sido condena-das por la Iglesia. “Sorprende el alto porcentaje de textos prohibidos… Evidente-mente la tesis de la soberanía del pueblo ingresó a la biblioteca de Quiroga a tra-vés de un sinnúmero de textos pertenecientes, todos, a las escuelas de derechoitaliana y francesa, en parte alemano-holandesa… El De legibus Deo Legisladore deSuárez (1612) apareció recién en 1800 en manos del Obispo Caicedo. Su lectura,aunque prohibida en 1768, no puede ser considerada más peligrosa que la deRousseau, después de 1776 y 1789.” (Ibídem: 301).

El año aquí señalado, 1768, es fecha significativa y no puede ser pasada poralto: se trata del año siguiente al decreto de Carlos III por el cual se extrañó, depor vida, a todos los jesuitas españoles y americanos. Los, otrora, poderosos hijosde San Ignacio ya no estaban en tierras de América para difundir ideas potencial-mente turbulentas como las de su compañero de orden, el filósofo de Granada. Noobstante, una vez expulsos y fuera de la sombra borbónica, se aventuraron algu-nos de ellos a expresar sin ambages sus ideas y sentimientos frente a la monar-quía española, como lo fue, por ejemplo, el cuencano Nicolás Crespo que en rotun-dos dísticos latinos exclamaba:

“Hispanis clemens ostenditur India mater,Sed sunt Castellae saeva noverca mihi”(“América fue siempre madre para el hispano,Y España para mí ¿qué ha sido? Una madrastra.)7

¿Eran los ilustrados hijos de San Ignacio sospechosos de aconsejar el tiranicidioen los círculos de su influencia, acción de la que, un siglo antes, otros jesuitas comoMariana y Suárez ya habían teorizado y moralmente justificado en ciertos casos?¿Por qué, entonces, en ese mismo año el monarca español dictó una orden expre-sa prohibiendo, en sus colonias, se explicara en las aulas universitarias la doctrina

7 Traducción de Aurelio Espinosa Pólit. S.J. Los jesuitas quiteños del extrañamiento, BEM, Quito, 1960,

p. 227 y s.

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del tiranicidio como un recurso probable y aceptable sólo en circunstancias ex-tremas?

El pensamiento humanista colonial

Aparte de la influencia del neoescolasticismo español en el pensamiento liber-tario quiteño – ascendiente endógeno, por lo arraigado en la misma tradición his-pánica, tanto popular como culta– se halla el otro venero: el pensamiento huma-nista del siglo XVIII, el cual se nutre de tres vertientes: 1) El conocimiento de laNueva Ciencia europea representada por Copérnico y Newton; 2) El influjo de laIlustración española, fundamentalmente de Feijóo y 3) El Enciclopedismo francés:Montesquieu, Diderot y Rousseau y sus doctrinas sobre el origen del poder y laorganización del Estado.

Ya dijimos que el pensamiento humanista americano tuvo sus inicios en el si-glo XVI, luego de que se conocieron los excesos de la Conquista española y cuan-do Fray Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria ele-varon sus voces en defensa del indio y refutaron las opiniones de aquellos que comoSepúlveda, sustentándose en Aristóteles, negaban la humanidad de los pueblos ori-ginarios de América. A este primer momento del humanismo americano yo lo hedenominado el Humanismo de la Salvación8 porque tuvo por objeto procurar lasalvación del aborigen americano en un triple sentido: como hijo de Dios, comovasallo del rey y como individuo que se integra a esa comunidad unida por lacultura española o, como diríamos modernamente, a la hispanidad. El siglo XVII tuvosu propia visión del indio, una mirada más bien pesimista, pues los trágicos efec-tos de la colonización habían provocado un paulatino desmejoramiento social ymoral del americano. Ya no se niega la humanidad del indio, pero sí su real capa-cidad para adaptarse a la civilización europea, lo cual significaba el llegar a serun cristiano al modo español. El nativo americano es tenido por criatura inferior,incapaz y desvalida a la que es necesario proteger con celo paternalista; una fe-mentida actitud que encubría la mala conciencia del colonizador –la Iglesia inclui-da– , pues el estado de postración en el que habían caído los pueblos americanosno era sino una consecuencia de la explotación colonial. En concordancia con laética barroca del ocultamiento y del parecer, surge el humanismo del encubrimien-to que, más allá de ser una defensa de las víctimas, revela un angustioso anhelode los victimarios para, tras una retórica de la caridad, disimular la culpa propia.9

En esta línea de pensamiento surgió en la Audiencia de Quito, a mediados delsiglo XVIII, una corriente nueva de reflexión sobre la realidad humana y natural deAmérica y, en concreto, del país, corriente a la que yo he denominado Humanismodel autodescubrimiento. En efecto –y como ya lo dijimos–, esta nueva fase delpensamiento humanista colonial recibe los aportes ideológicos que caracterizaron al

8 Identidad y formas de lo ecuatoriano, 181 y siguientes.

9 Claro ejemplo de este tipo de discurso es el libro Itinerario para párrocos de indios del obispo de

Quito Alonso de la Peña y Montenegro, publicado en 1668.

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siglo XVIII quitense. Ellos son: la difusión de la Nueva Ciencia (aquella que partede la Cosmología de Copérnico y la Física de Newton) y, además, la Ilustracióny el Enciclopedismo con su apertura hacia el racionalismo y al estudio de lasCiencias Naturales. Todas estas doctrinas fueron receptadas por las elites intelec-tuales de Quito, unas más temprano que otras, pues con estos ingredientes se con-figuró un pensamiento humanista adaptado a la comprensión y análisis de la rea-lidad propia, lo que les llevó a un auténtico descubrimiento –racional y emotivo–del país al que, desde tiempos inmemoriales, se lo había conocido como “el Qui-to”.

Quito: la primera ciudad de Américaen el conocimiento de Copérnico

Hasta hace unas cuántas décadas, esto es hasta 1973, los historiadores de laciencia consideraban al año de 1774 como la fecha luminosa en la que, por prime-ra vez en una universidad de América, se explicó el sistema de Copérnico, con loque se dejaba atrás la teoría geocéntrica de Tolomeo, aceptada como un dogma porla Iglesia y según la cual se creía que la Tierra era inmóvil y que el Sol, al igualque otros planetas, giran en torno de ella. Tal hecho –se sostenía– ocurrió en laUniversidad del Rosario, en Bogotá y el maestro que enseñó la nueva cosmología,desafiando con su ciencia a la poderosa Inquisición, fue don Celestino Mutis, “Esedía –dice Germán Arciniegas– fue la revolución universitaria cuna de la emancipa-ción… José Celestino Mutis fue el protoprócer.” (1984: 151). Sin embargo, vale lapena señalar aquí que el mismo profesor Arciniegas se llevó tremenda sorpresacuando en Julio de 1986, en ocasión de un simposio celebrado en Quito para con-memorar los doscientos cincuenta años del arribo al Ecuador de la ComisiónGeodésica francesa (y cuyo histórico cometido fue probar, en tierras del Ecuador, lateoría de Newton sobre la verdadera forma del planeta), yo sostuve que fue enQuito, en la Universidad jesuita de San Gregorio, en 1761 –esto es, trece años antesde la osadía de Mutis– que el Padre Juan Hospital, en conjunción con el Padre JuanBautista Aguirre explicaron, en el Curso de Física que ellos dictaron en ese año,las teorías cosmológicas de Copérnico y Newton. Este aserto se funda en las in-vestigaciones realizadas en los archivos coloniales por el historiador alemán EkkehartKeeding. En buen romance, ello significa que la primacía de la difusión pública ycon fines académicos de la nueva ciencia cosmológica en América corresponde aQuito. Muestra de ello es la tesis de Manuel Carvajal, alumno de ese curso, en laque “se defendía, por primera vez en la Provincia quitensis la opinión de que de-bía anteponerse el sistema de Copérnico a los de Tolomeo y de Tycho Brahe.”(Keeding, E., 2005: 85). Por otra parte, Eugenio Espejo, alumno de Aguirre y deHospital, da testimonio de ello al comentar en El Nuevo Luciano de Quito (escritoy difundido en 1779) las enseñanzas de estos dos maestros: “La Física de estos dosjesuitas, tratada según los sistemas modernos, dio en Quito las primeras ideas dela Física experimental. De donde a mi maestro le tuvieron los lectores de filosofía

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de las demás escuelas, como injusto desposeedor del pacífico imperio aristotélico.Y alguno desertó la escuela, y aun la ciudad, por no oír blasfemias contra Aristó-teles.” Espejo, crítico del sistema colonial, debe en gran parte su actitud a estaapertura racionalista frente a lo nuevo. Todo en él apuntaba al cambio, a la utopíaautonomista primero, a la independentista, después. No es nada extraño entoncesque con estos prematuros rompimientos ideológicos con el pasado, Quito, ensegui-da de Chuquisaca, haya tomado la delantera, en la América española, en la aven-tura emancipadora. En las aulas universitarias del Quito colonial estaba gestándosela rebelión filosófica, la audacia de pensar el mundo con otras ideas, actitudes quepreceden siempre a toda auténtica revolución. Bien puede decirse entonces que,desde el punto de vista del nuevo pensamiento y de la nueva cultura americana,los protopróceres de la Independencia ecuatoriana fueron dos intelectuales, los dosadictos a la Física experimental y amantes del arte: Juan Bautista Aguirre y JuanHospital.

Estos y otros factores muestran que la nueva ciencia cosmológica con su reno-vada visión del universo penetró, desde muy temprano, en la Audiencia de Quito(1734), pues gracias al ejemplo directo de los geodestas franceses (La Condamine,Godin, Bouger) y a su contacto vivo esas ideas empezaron a actuar en la elitecriolla, aún antes que en otras regiones del vasto imperio colonial americano. Unaverdadera revolución intelectual empezó a bullir en las mentes más lúcidas, a me-diados de ese siglo. Buenas razones son estas para explicarnos el porqué de laavanzada quiteña en el movimiento independentista continental. Ello explicaría unade las causas del por qué en Quito, un ámbito periférico del poder virreinal, hayangerminado, temprana y premiosamente, la crítica al poder y al sistema coloniales;la crítica doctrinaria a los caducos métodos de enseñanza; la crítica al sistemaeconómico y administrativo de la Audiencia; la crítica a la autoridad presidencial ymás, – como en el caso del conde Ruiz de Castilla– si ésta era decrépita y falaz;la crítica al mismísimo monarca al que, en folio volandero, anónimo y atrevido yno exento de mordacidad, se lo comparaba con un “rey de baraja”. Todo ello nohizo sino sembrar descontentos, sueños y vivos deseos de cambio por quienes –como los criollos, descendientes de peninsulares– se consideraban hijos y dueñosdel país y en el que, sin embargo, no poseían autoridad ni poder ni ascendientealguno; al contrario, eran humillados y segregados de privilegios y cargos a los queaccedían solo los advenedizos chapetones quienes, con ínfulas de dueños, llegabanpara ocuparse de las cosas de un pueblo al que no conocían y despreciaban, fal-tos de saber y tino para ejercer el buen gobierno.

Ilustración española y Enciclopedismo francés

Para pueblos que habían vivido secularmente en la oscuridad de la servidum-bre, en un mundo ideológicamente inmóvil como lo fueron, en gran medida, lascolonias españolas, las doctrinas que consigo trajo la Ilustración actuaron de talforma en las elites hispanoamericanas que sembraron en ellas no sólo esa

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indispensable apertura mental, propia del hombre moderno, sino además, promovie-ron el entusiasmo por lo nuevo, el deseo de investigar y pensar ideas novedosas,un desahogo muy comprensible en quienes, luego de haber estado constreñidos porviejos dogmatismos, se abren, al fin, a otras visiones del mundo. La Ilustración, comocorriente intelectual de ese siglo, y el Enciclopedismo francés con sus representan-tes más característicos – Montesquieu, Diderot, Voltaire, D´Alambert, Rousseau–proponían una fuente de saber laico, una explicación de los orígenes de la socie-dad y del poder a partir de un enfoque puramente racional, sin el tradicional re-curso teológico.10

Sintomático de estos cambios es el hecho de que, durante la segunda mitaddel siglo XVIII en Quito y luego de que los jesuitas –dispensadores, en su tiempo,de la fama y la gloria– abandonaron la escena, el oficio de la palabra y de la le-tra, el ejercicio de la opinión erudita, el cultivo de la crítica literaria, el ministeriode la oratoria y la poesía, en fin, la tutela de la vida intelectual ya no sea desem-peñada por el hombre de Iglesia, por el tonsurado, tal como lo fue siempre, sinoque ahora es el seglar docto quien asume ese nuevo rol. El laico guarda otra vi-sión de las cosas, le mueven otros intereses y, por lo tanto, el debate ideológicotoma otro rumbo, se lleva a cabo en otro escenario. Ya no pesa sobre él –al me-nos con el mismo rigor que sobre el eclesiástico– la prohibición de conocer lo queel Santo Oficio ha vedado. La idea de libertad –de libertad de pensar, de opinar–se va abriendo paso en las conciencias. La palabra pasa de la cátedra a la tertuliaprivada, del púlpito al salón cortesano donde hombres de mundo hacen gala no sólode erudición sino, además, de cortesanía; diletantismo donde las damas no estánausentes, pues aparte de ser las anfitrionas también opinan, también dictaminan y,en ocasiones –como es el caso de Manuela Cañizares, la valiente prócer de 1809–toman la delantera en la acción, todo según el gusto dieciochesco y aun román-tico.

Hasta el año 1758, en las aulas universitarias de Quito pesaron severas pro-hibiciones eclesiásticas que impedían la enseñanza de las doctrinas de Copérnico,Galileo o Newton. No obstante de ello, la nueva ciencia que estos autores

10 A pesar de que estos autores constaban en el famoso Index librorun prohibitorum ac

expurgandorum, lo cierto es que casi todas las bibliotecas de los próceres quiteños estaban ati-

borradas con obras de estos escritores. “Los quiteños de finales del siglo XVIII buscaron contac-

to con la doctrina racionalista del Derecho natural de procedencia alemana, holandesa, inglesa y

francesa, pues éstas eran las causantes de las revoluciones de las antiguas colonias inglesas de

Norteamérica y en la Francia absolutista”. (Keeding, E., 2005: 301-302). Conocemos que Quiroga

– después de la muerte de su maestro, Eugenio Espejo– , se convirtió en el más activo difusor

de las ideas de la Ilustración. Su nutrida biblioteca personal da indicios de ello. Las obras de

Grotius (De jure belli et pacis libri, Paris, 1625) y de Heinecke (Elementa juris naturale et gentium,

Ginebra, 1734), ambas prohibidas a causa de que defendían el Derecho natural por la compren-

sión racional del ser humano, constan entre los libros que pertenecían a Rodríguez de Quiroga

junto con otros como Discurs… de l´ inégalité parmi les hommes (1754) de Rousseau y la His-

toria de la vida del hombre (1789) del jesuita expulso Lorenzo Hervás y Panduro, obra, igual-

mente prohibida, en 1790. (Keeding, E., 2005: 298).

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representaban fue conocida, desde antes, por profesores y alumnos de la Universi-dad de San Gregorio no sólo por los libros que dejaron los sabios de la ComisiónGeodésica francesa, sino además, por la muy difundida lectura que entonces se hacíadel Padre Feijoo. El cuencano Ignacio de Escandón testimonia que “en Quito, algu-nos jesuitas citaban a Feijoo de memoria.”11 En varias de sus obras, pero sobre todoen el Teatro Crítico Universal III, Feijoo había postulado la posibilidad del tiranicidio,al igual que había condenado la política maquiavélica de los príncipes impíos queagredían con guerra injusta a pueblos inermes para así lograr conquistas y afian-zar su poder. Aparte de estas doctrinas del célebre benedictino, la Ilustración espa-ñola no había manifestado interés alguno por las ideas que propugnaban la refor-ma política del estado. Los aristócratas ilustrados como Campomanes, Jovellanos yFloridablanca se preocuparon, más bien, de las doctrinas económicas que promo-vieran la riqueza del reino. Estaba de moda la fisiocracia; es decir, poner en prác-tica cierta economía liberal dentro de una monarquía anquilosada; leyes que per-mitieran el crecimiento del comercio, la minería y la agricultura tanto de la metró-poli como de las colonias y cuyo comercio –el de éstas– fue legalmente monopo-lizado por los puertos de Cádiz y Sevilla. Por ello Carlos III dictó reformas eincentivó, en todo el reino, la creación de Sociedades de Amigos del País y que enAmérica, con todo el apoyo oficial, hicieron crítica desembozada a la administra-ción colonial. Tal fue el caso de Quito y de un inconforme e ilustrado personaje comolo fue Eugenio Espejo quien, siendo secretario de la “Escuela de Concordia” (1791)publicó el periódico “Primicias de la Cultura de Quito” (enero a marzo de 1792),primero, en su género, en el Ecuador.

En síntesis, el contacto con la Nueva Ciencia del universo que desacreditabaviejas doctrinas tenidas por dogmas y el afán de compartir las ideas de la Ilustra-ción incitaron a los americanos a reexaminar las creencias y valores que habíanrecibido del pasado, afirmar la fe en el poder de la razón humana, en la posibili-dad del progreso ilimitado de la humanidad, en la importancia de la observaciónde los fenómenos de la Naturaleza y, en fin, a adherirse a ese lema que EmmanuelKant proclamara como síntesis del espíritu de la época: “atrévete a conocer”. Sineste despertar previo de las conciencias la Colonia hubiese persistido, aunque ale-targada, por mucho tiempo y no hubiese sido posible ese deseo de cambio y liber-tad que insufló de vida y heroísmo a las generaciones que inmediatamente llega-ron.

La penetración de las ideas del enciclopedismo francés en la mentalidad de losrevolucionarios de la Independencia hispanoamericana fue matizada. Se aceptabancon interés y entusiasmo aquellas doctrinas que se referían a las reformas del es-tado, pero ponían un óbice a todo aquello que atentaba a la tradición católica y ala crítica de la religión. Rechazaron el rabioso anticlericalismo de los jacobinos,aunque muchos de los líderes de la revolución se adhirieron a sociedades secretascomo la masonería. La defensa de la integridad de la religión católica es un tópicoque se reitera en los manifiestos de la Junta Soberana de Quito. En México, Fray

11 Su obra titulada Panegírico... al querido Adonis de la América... al gran Feijoo, la publicó en Lima,

en 1767.

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Servando Teresa de Mier aceptaba el cambio a una nueva sociedad, pero temía ladisminución del sentimiento religioso en los criollos emancipados. Pensaba que lanobleza criolla estaría en peligro de perder privilegios frente a la doctrina de laigualdad social y política. De la misma forma, Mariano Moreno, al traducir y publi-car el Contrato Social confesaba, en el prólogo del libro que “como el autor(Rousseau) tuvo la desgracia de delirar en materias religiosas, suprimo el capítuloy principales pasajes donde ha tratado de ellas”.

No pocos americanos ilustrados de ese tiempo veían con desconfianza los re-sultados de sangre, terror y guillotina de la Revolución Francesa. El mismo Francis-co de Miranda tomó distancia frente a los excesos de jacobinos y girondinos. Si bienel ejemplo francés despertó la conciencia de los pueblos oprimidos, la anarquía enla que desembocó puso sobre aviso a los líderes de la emancipación americana.Miranda, Andrés Bello y el mismo Bolívar tenían en mente, más bien, el ejemplodel sistema inglés donde una monarquía limitada por una constitución era, para esepueblo, garantía de una sociedad ordenada.

Libertad, liberalismo, revolución

Diderot había dicho: “Cada siglo está caracterizado por un espíritu determina-do. El espíritu del nuestro parece ser el de la libertad.” El término “libertad” setorna, de repente y a partir de 1780, en palabra clave para entender la sociedadde la época, en sentimiento dominante capaz de dar impulso a destinos individua-les, en un ideal que aglutina las fuerzas morales de pueblos enteros. La palabra“liberal” aparece, por primera vez en Quito en un documento público, en 1787cuando Villalengua, presidente de la Audiencia, informa al virrey de Santa Fe que,aherrojado, remite al subversivo Espejo, a fin de que sea investigado y juzgado enBogotá. Al advertirle de la peligrosidad del escritor quiteño le dice al virrey Ezpeleta:“hierven las ideas liberales en la cabeza de Espejo.”

“Libertad” y “liberalismo” son neologismos que, a finales del siglo XVIII,afloraron constantemente en el vocabulario de los quiteños como testimonios demutaciones en la mentalidad colectiva; vocablos que, para las autoridadesaudienciales, eran inquietantes signos de descontento y que, para los americanos,más que conceptos, encarnaban verdaderos sentimientos… sentimientos de reivin-dicación de los valores propios, aspiraciones que nunca fueron lo suficientementereconocidas. El criollo americano expresaba, a través del nuevo léxico, la necesidadmoral de ver realizada la tan esperada hora de la igualdad, esa igualdad procla-mada, antes y entonces, por teólogos y filósofos sociales. La igualdad entre los his-panos de España y los hispanos de América, pues unos y otros se sentían hijos deuna misma patria. Sin embargo, la igualdad, tal como la entendieron y practicaron,luego, los criollos americanos, no era la misma de la que hablaba Rousseau. Delmismo modo que los fundadores de la Unión Americana del Norte, los gestores dela Independencia hispanoamericana entendieron el principio de igualdad entre losseres humanos como una concordancia entre pares; esto es, una igualdad entre

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iguales. Ni en el Norte ni en el Sur, al momento de la libertad se pensó en el es-clavo negro o en el indio. Entre criollos, muchos de ellos con real o fingida aristo-cracia, estaba claro que este principio liberal no les equiparaba, en ningún modo,con el mestizo, el mulato, el cholerío variopinto de los barrios quiteños. Nada deello nos extraña, ni por ello la Independencia dejó de ser un gran movimiento di-námico y transformador de la sociedad. Aún ahora, a inicios del siglo XXI, no en-tra todavía en la cabeza de muchos aquello de la equidad democrática de todoslos ciudadanos. La Independencia, como proceso revolucionario concreto, hizo lo queentonces pudo hacer dadas las circunstancias y los dictados de su hora. Injusto y,a todas luces, falto de perspectivismo histórico es juzgar a las revoluciones ameri-canas de inicios del XIX desde la altura de nuestra evolución política y social y decirque ellas entrañaron un fracaso a medias; un fracaso porque –como lo deja entre-ver Orlando Fals Borda– no instauraron una sociedad auténticamente democrática,tal como el siglo XX esperó siempre de una verdadera revolución.

En varios de los manifiestos redactados por los revolucionarios del 10 de agos-to de 1809, se expresan claramente estos sentimientos de dignidad herida frenteal menosprecio del chapetón. La doctrina escolástica y las nuevas ideas proporcio-nadas por la Enciclopedia se funden ahora y sirven de sustento argumental a ideasnuevas y a resentimientos viejos. Veamos dos fragmentos de los documentos enmención:

Quito… ha sido mirado por los españoles… como una Nación recién con-quistada, olvidando que sus vecinos son, por la mayor parte, descendien-tes de esos mismos españoles; han sido mirados con desprecio; tratadoscon ignominia, ofensa la más amarga a la dignidad del hombre; han vis-to todos los empleos en sus manos; la palabra criollo en sus labios hasido la del insulto y del escarnio… (Manifiesto al Pueblo de Quito: 10 deagosto de 1809).No se ha visto otra cosa que … un desprecio criminal de los derechossacrosantos que nos ha concedido la naturaleza. No se nos ha tenido porhombres, sino por bestias de carga, destinados a soportar el yugo que sequisiera imponer… Hemos observado que se ha hecho, por los españoleseuropeos, la más ultrajante desconfianza de los americanos… Cuando losespañoles europeos en una crisis tan tremenda de la Nación (la invasiónnapoleónica) deberían haber hecho causa común con los americanos paradefenderse recíprocamente, entonces… aquellos… se contentan con unarivalidad ridícula… y recetan, allá en sus nocturnos conventículos, la suertedesgraciada de éstos, soñando conservar el señorío… Estos engaños hanpuesto a los quiteños en justa desconfianza, y de que se les repute comoenemigos o como esclavos viles… (Manifiesto de la Junta Suprema deQuito: agosto 1809).

La palabra “libertad,” al comienzo una entelequia algo abstracta, de pronto vaadquiriendo un sentido concreto: empieza a hablarse de “libertad económica,” de

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“libertad de espíritu,” de “libertad de conciencia,” de “libertad de comercio,” de“libertad política”. Y hasta el mismo populacho quiteño identifica ahora libertad conrevolución. He aquí el pensamiento e indignación del pueblo quiteño expresado enestas coplas anónimas que, entre el entusiasmo y el miedo, circulaban en la ciu-dad, en esos cruciales días de agosto de 1809:

¡Abajo, malditos godos! Quito es ya libre desde hoy,Libertad queremos todos, Ya en toda la PresidenciaIndependientes vivir; Reinará la libertad.Con ellos de todos modos La Divina ProvidenciaEste vivir es morir. Nos dará la potestad.

Queremos derechos propios, O somos libres o no.Que nos manden no queremos Si libres no hemos de ser,Autoridades de afuera; Más vale como los incasYa no las toleramos, Sepultados perecer,Y el que contradiga muera. Y no de España ser fincas.12

Una de aquellas palabras que más ha rodado y más batahola ha provocadoen nuestra vida republicana es, no hay duda, la palabra “revolución”. Ésta estuvoya instalada en la otrora apacible Quito desde antes de 1809, pero fue en agostode ese año que comenzó rotar entre conciliábulos y proclamas. Gravitaba en el airede las conjuraciones, se la sentía flotar cuando un corro de vecinos se reunía–capa embozando el rostro, tricornio a las cejas– a discretear en las plazas, en losgaritos, en las cantinas, en los atrios de los templos… Antes de ser oficialmentedeclarada por la Junta Suprema de Gobierno, esa madrugada del 10 de agosto de1809, la revolución corría ya desvergonzadamente por esos “guaicos y rincones”de la andina ciudad. El último en enterarse fue, naturalmente, el anciano y cegatoseñor conde Ruiz de Castilla, presidente de la Audiencia. Más que una revoluciónfue –por el corto tiempo que pudo sostenerse– una heroica aventura que, un añodespués, acabó con el sacrificio de sus principales protagonistas. No obstante deello, la semilla quedó sembrada y abonada con la sangre de los mártires. Tan fe-cunda fue esa sangre que Simón Bolívar creyó adecuado justificar su acción gue-rrera contra España invocando un deber de justicia y legítimo castigo contra losverdugos de los patriotas quiteños del 2 de agosto de 1810. Dice el Libertador, enun Manifiesto, que su guerra contra España está plenamente justificada por lascircunstancias no sólo de histórica opresión al americano, sino además por loshechos sangrientos ocurridos esos días de 1810, en Quito. He aquí sus palabras;“En los muros sangrientos de Quito fue donde la España despedazó los derechosde la naturaleza y de las naciones. Desde aquel momento del año de 1810 en quecorrió la sangre de los Quirogas, Salinas, etc. nos armaron con la espada de lasrepresalias para vengar aquellas sobre todos los españoles. El lazo de las gentes

12 “Antiguallas curiosas” incluidas en Cantares del pueblo ecuatoriano. Museo del Banco Central

del Ecuador, Quito, s/f. Colección de poesía anónima del siglo XIX recopilada por Juan León Mera.

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estaba cortado por ellos y por este solo primer atentado, la culpa de los crímenes ydesgracias que han seguido, debe recaer sobre los primeros infractores.” Salvador deMadariaga comenta estas palabras del Libertador diciendo: “Las frases anterioresconstituyen la prueba más contundente de la inusitada proyección del 2 de agos-to en la conciencia americana… A raíz del 2 de agosto, América comprendió quela autonomía no bastaba, sino que era preciso conquistar, en una guerra pactadaa muerte y hasta la muerte, la independencia absoluta de un Gobierno que, pormedio de sus autoridades, había desconocido los elementos primordiales del dere-cho de gentes. Sin el 2 de agosto otro hubiera sido el proceso revolucionario, pro-clive quizás a un honroso avenimiento para equilibrar intereses contrapuestos. Des-pués de él sólo queda un camino: la independencia total a base de la guerra amuerte”.13

En octubre de 1809, la revolución iniciada con tanto ardor quedó trunca. Lasautoridades defenestradas por la osadía de un puñado de patriotas recuperaron elcontrol de la Audiencia. Pocos días después entrará en Quito el ejército limeño deocupación. El ominoso sacrificio de los héroes se cernía. Pero América conoció elejemplo de Quito. No pasaron muchos meses para que en Bogotá y Caracas seerigieran Juntas Soberanas a imitación de la quiteña. Triunfo pírrico: para ahogar elimpulso de libertad de un pueblo hubo que decapitar a los líderes de ese pueblo.El Ecuador nació huérfano. El fracaso inicial de la revolución quiteña se debió, engran parte, a la euforia por el gesto concebido y realizado; no midieron sus prota-gonistas los efectos inmediatos que, con toda seguridad, iban a darse en seguida:la reacción de los virreinatos y la hostilidad de las ciudades de la Audiencia que,sin tener el entusiasmo de los quiteños, iban a negarles el apoyo por temor a larepresión de las autoridades coloniales.

José Mejía Lequerica, diputado quiteño en las Cortes de Cádiz, elevó su vozen defensa de sus compatriotas, en el seno mismo de ese imperio agonizante. Li-beral de pensamiento, ardoroso de palabras, luchó y abogó con su elocuencia porlos derechos del ciudadano, aquellas expresiones de la libertad que todo pueblo ci-vilizado debía ostentar en el siglo XIX: libertad de imprenta (discurso del 25 de junio,1811), la igualdad ante la ley y la preservación de la libertad individual (18 febre-ro 1811); la abolición de la tortura (26 abril 1811), la abolición de la Inquisición(8 diciembre 1811). Ante la incomodidad de muchos diputados peninsulares, Mejíahabló de revolución, de libertad, de independencia. He aquí un fragmento de esaspalabras suyas que inmediatamente fueron acalladas por los gritos de losultramontanos: “Se habla de revolución, y que esto se debe desechar: señor, yosiento, no el que haya de haber revolución, sino el que no la haya habido. Laspalabras revolución, filosofía, libertad e independencia son de un mismo carácter:palabras que los que no las conocen las miran como aves de mal agüero, pero losque tienen ojos juzgan; yo juzgando digo que es un dolor que no haya en Españarevolución”.14

13 Citado de Nueva Historia del Ecuador. Enrique Ayala Mora, editor. Tomo 6, Corporación Editora

Nacional, Grijalbo, Quito, 1983, Págs. 109 y 110.

14 Precursores, BEM, p. 363.

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1812: Constituciones de Quito y Cádiz.

El 15 de febrero de 1812, delegados de Quito y las provincias aledañas apro-baron, previo debate, un texto de Constitución con el nombre de “Artículos del PactoSolemne de Sociedad y Unión entre las Provincias que forman el Estado de Qui-to”15 . Un mes después, el 19 de marzo, se proclamaba en la ciudad de Cádiz laprimera Constitución liberal de España, documento con el que se daba paso a ungobierno monárquico de carácter constitucional. Salta a la vista la cercanía tempo-ral de estas dos Cartas, aunque con el anticipo de unos días del instrumento quiteñocon relación al gaditano. Este simple hecho nos impide sostener de una posibleingerencia del modelo de Cádiz sobre el texto de Quito. Y sin embrago, los dos do-cumentos guardan, en su parte doctrinaria, un gran paralelismo. Considero que ta-les coincidencias se deben fundamentalmente a que los dos cuerpos legales se ins-piraron en las mismas fuentes ideológicas.

Varias fueron las circunstancias concomitantes de las que surgieron los dostextos constitucionales. Señalemos algunas de ellas: la hora histórica que se vivíatanto en España como en América era semejante; el ansia de libertad e indepen-dencia acaparaba, por igual, a los dos pueblos: independencia de España frente ala Francia napoleónica, independencia de las colonias americanas frente a España;la necesidad de romper con un antiguo régimen autoritario y absolutista a fin dedar paso a una nueva era basada en principios constitucionales con un espíritu li-beral. Y si las coyunturas estaban marcadas por el momento histórico, el sentidode la acción inmediata, de la acción revolucionaria estaba dado por una mismamatriz ideológica, por un mismo conjunto doctrinario en el que, por igual, se ins-piraron revolucionarios de España y revolucionarios de Hispanoamérica, esto es: latradición autonomista del pueblo español, ciertas doctrinas escolásticas sobre elpoder, un pensamiento político que se remontaba a Juan Luís Vives, Francisco deVitoria, Francisco Suárez, el Padre Mariana y fray Benito Jerónimo de Feijoo, aménde las nuevas teorías ilustradas sobre la sociedad, la soberanía y el gobierno.

La Constitución gaditana de 1812 es un monumento legal de más de trescien-tos artículos, lo que demuestra la complejidad del trabajo que los diputados debie-ron realizar, entre Sevilla y Cádiz, pues mucho del ancien régime hubo, entonces,de ser enterrado definitivamente. No así la Carta de Quito que, por el contrario, esun documento muy breve, escueto y más bien declarativo cuya redacción se debió,según sabemos, al presbítero Miguel Antonio Rodríguez (1773-1817), hombredoctísimo, alumno de Espejo, traductor de Los derechos del hombre y del ciudada-no y que, al igual que otros patriotas quiteños, pagó caro la osadía de pensar ideasnuevas, pues fue desterrado al punto más lejano del imperio español: a las islasFilipinas, lugar del que no retornará jamás, ya que murió sin volver a ver la patriaamada. Pero entremos en materia y veamos algunas coincidencias que ofrecen es-tos dos textos constitucionales:

15 Tomamos como referencia el texto publicado en Pensamiento político de la Emancipación (1789-

1825), Tomo I, Biblioteca Ayacucho, Nº 23, Caracas, 1977.

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a/ La preliminar invocación a Dios:“En el Nombre de Dios Todopoderoso Trino y Uno el pueblo soberano del Esta-

do de Quito…etc.” La Constitución gaditana comienza con parecida invocación: “EnNombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, autor y supremo legis-lador de la sociedad…”. Esta sola declaración inicial de los dos documentos losaleja del modelo de la Constitución francesa de 1791. Tanto en España como enHispanoamérica es evidente que, a la hora de dictar las primeras leyes fundamen-tales que regirían las respectivas sociedades, gravitaron, de manera definitiva, el pesode la religión católica y el pensamiento tradicional impuesto por un estilo hispáni-co de convivencia.

b/ La doctrina de Rousseau referente al pacto social:El nombre mismo con el que se bautizó al documento quiteño proclama a gri-

tos la influencia del filósofo ginebrino: “Artículos del Pacto Solemne de Sociedad yUnión entre las Provincias que forman el Estado de Quito…” En la Constitución deCádiz “la idea del contrato social como base del orden político y de la soberaníanacional” halla diversas formas declarativas. (Stoetzer; O. C., 1966).

c/ La soberanía reside en el pueblo:Es una idea básica que, en los dos documentos, da sustento a la nueva concep-

ción del poder político. En la Carta quiteña se dice, en el preámbulo, que luego de“…haber (los pueblos de Quito) reasumido… la soberanía que originariamente re-sidía en ellos; persuadidos a que el fin de toda asociación política es la conserva-ción de los sagrados derechos del hombre… sancionan los artículos siguientes queformarán en lo sucesivo la Constitución de este Estado.” El rasgo principal de laConstitución gaditana es la declaración del principio de que la soberanía no resideen el rey sino en la nación; golpe de gracia a la tradición de la monarquía absolu-tista. El artículo 3 de dicha Carta reza así: “La soberanía reside esencialmente enla Nación y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecerleyes fundamentales.” El texto está tomado indudablemente de Rousseau y de Sièyes.

d/ Religión de Estado:En las dos Constituciones se declara a la religión católica como religión oficial

y la fidelidad y protección a la Iglesia “La religión católica como la han profesadonuestros padres y como la profesa y enseña la Santa Iglesia Católica, Apostólica yRomana será la única religión del Estado de Quito y de cada uno de sus habitan-tes, sin tolerarse otra ni permitirse la vecindad del que no la profese la católicaromana.” (Art. 4). De la misma forma, la Carta gaditana señala en el articulo 1:“La fe católica es la única religión del Estado.”

e/ Separación de los poderes:En ambos textos constitucionales se sigue la doctrina de la división de los po-

deres en sus tres manifestaciones clásicas: ejecutivo, legislativo y judicial. En estepunto quiteños y españoles hicieron suyo el sistema liberal de equilibrio que habiendo

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sido expuesto por Locke lo popularizó Montesquieu. En los documentos se habla deun congreso nacional conformado por una cámara única– la de diputados–, la que,además de legislar, tiene la representación de la Nación. El antecedente de un con-greso unicameral se halla en la Constitución francesa de 1791 y su objeto inicialfue conferir representación solo al estado llano; pues el modelo bicameral (de raízanglosajona) permitía, además, la participación importante de la nobleza.

La Carta quiteña señala: “Art.7 La representación nacional de este Estado seconservará en el Supremo Congreso de los diputados representantes de sus provin-cias libres y en cuerpos que éste señale para ejercicio del poder y autoridad sobe-rana. Art. 8 Ésta no se podrá ejercitar jamás por un mismo cuerpo ni unas mismaspersonas en los diferentes ramos de su administración, debiendo ser siempre sepa-rados y distintos el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.”

f/ Independencia política y fidelidad a Fernando VII:Para los asambleístas gaditanos este fue un tema fundamental, pues todos es-

taban de acuerdo en reflejar en la Ley constitutiva estos tres principios: la inde-pendencia de España frente al invasor francés, la integridad de la religión católicay la defensa de los derechos dinásticos de Fernando VII. En la Carta quiteña de1812, a pesar de que en el artículo 2 se declara que “el Estado de Quito es y seráindependiente de otro Estado y Gobierno,” en el artículo 5 se dice: “En prueba desu antiguo amor y fidelidad constante a las personas de sus pasados Reyes… esteEstado reconoce y reconocerá por su monarca al señor don Fernando VII.” La afir-mación parece contradictoria y está dictada por las enormes presiones y temoresque aún gravitaban sobre los revolucionarios. Sin embargo, esta fidelidad de losquiteños al monarca español no era absoluta, estaba condicionada por circunstan-cias que, en ese mismo momento, se consideraban difíciles de cumplir, pues sedeclaraba que el monarca, para ejercer dominio, debía someterse a la Ley del Es-tado de Quito. El texto en mención continúa así: “… siempre que libre de la do-minación francesa y seguro de cualquier influjo de amistad o parentesco con eltirano de Europa, pueda reinar sin perjuicio de esta Constitución.”

Por fin, añadiremos que las dos Constituciones tuvieron, por igual, una vidabreve y un destino azaroso. La de Quito no duró sino unos cuantos meses, pueslos realistas, al mando del general Toribio Montes, pronto retomaron el control dela Audiencia de Quito emprendiendo, luego, tenaz persecución contra los rebeldes.La Carta de Cádiz no tuvo mejor suerte. Fernando VII, al recuperar el poder, entro-nizó en España un régimen tan absolutista y arbitrario como el que habían osten-tado sus antepasados, desconoció la Constitución y siguió los dictámenes más re-accionarios, propios de la Santa Alianza.

Proceso de formación de la Conciencia de la Propia Identidad.

“El conocimiento propio es el origen de nuestra felicidad,” proclamaba el doc-tor Eugenio Espejo en su periódico Primicias de la cultura de Quito (1792), dando

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a entender con ello que el primer juicio que se imponía es el de sí mismo: la ca-pacidad de vernos, de pensarnos, de autodescubrirnos. Tarea indispensable es ésta,ya que de ella se derivan otras certezas. Sin embargo, más allá de la revelaciónde la conciencia individual (el cogito cartesiano) estaba, en la mente del precursor,el descubrimiento del nosotros: el ¿quiénes somos? En esta socrática experienciade extraer la verdad propia que subyace dentro de nosotros mismos, Espejo, en unpaulatino proceso de mayéutica, parte de la constatación del yo, para luego, plan-tearse algo que, a finales del siglo XVIII, empezaba a ser de urgente dilucidaciónpara algunos, de los más avisados quiteños: el ¿qué somos como país? Y algo queiba más allá: el ¿qué somos como pueblo?

Eugenio Espejo, continuador de la tradición filosófica colonial, munido del co-nocimiento de los clásicos grecorromanos (Luciano de Samotracia, Epicuro,Quintiliano, Cicerón, Longino) y, sobre todo, de la nueva cosmología (Newton) y delpensamiento enciclopédico se atreve a hacer un balance de la realidad social, ad-ministrativa, cultural y política de la Audiencia de Quito para, en acto de descar-nada sinceridad, afirmar: “vivimos en la más grosera ignorancia, en la miseria másdeplorable” (Discurso de inauguración de la Escuela de la Concordia). Con esteprocedimiento –verdadero cauterio, doloroso pero necesario– , Espejo va descubriendola verdad propia, aquella que implica al nosotros, una verdad que incomoda a to-dos porque no es halagüeña, pues debe desenmascarar a indoctos que pasaban porsabios, a hipócritas que llevaban la máscara de santos. Pero ¿a dónde apuntaba estacrítica que, a sus contemporáneos, les obligaba al autoconocimiento? Espejo respon-de: a la creación de una “nación adulta en literatura”. Para este escritor, el nivelde civilización de un pueblo se medía por la amplitud de su vida literaria; lo queequivale a decir: por la riqueza y profundidad de su experiencia intelectual. Estono es posible, según Espejo, si el actor del cambio no es otro que “el hombre deletras ciudadano”. Y ese “homme de lettres” (porque la expresión tiene un claroorigen francés), de quien habla nuestro autor, es el intelectual, el letrado de nuevocuño, el que ejercita la razón, el hombre ilustrado, en fin, el humanista. El únicoque es capaz de sacar a Quito de ese estado de “barbarie” para elevarlo a un nivelde “cultura” es el escritor, el humanista cuyo modelo resultaba ser el propio Espe-jo. Como si la sociedad, después de un período de “infancia” (en palabra de nues-tro autor) llegara a un estado de conciencia racional representado por el escritor, através del cual se piensa, y conoce a sí misma. Ha sido configurado con claridadun nuevo humanismo que, habiendo nacido hacia el último tercio del siglo XVIII,regirá el pensar de las dos o tres generaciones venideras, aquellas que, al correrde pocos años, se alimentarán de una utopía: la utopía de la Independencia. A estehumanismo emergente, racionalmente crítico, amigo de la ciencia, antibarroco ypreliberal en sus ideas yo lo he denominado Humanismo del autoconocimientoporque el conocimiento de la verdad propia fue el imperativo.16

Esta actitud de Espejo no fue sino una manifestación más evolucionada y ra-dical de un proceso de reflexión sobre la sociedad audiencial que había surgido hacia1734 (arranque de la gestión de la protogeneración ecuatoriana) y que se inició con

16 Cf. Identidad y formas de lo ecuatoriano, págs. 200 a 218.v

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la labor de un científico como Pedro Vicente Maldonado (1704-1748) quien imagi-nó el Quito desde la geografía y desde el paisaje y que, como científico, compartiócon los sabios franceses los trabajos geodésicos que tuvieron por finalidad la com-probación de la teoría newtoniana sobre la verdadera forma de la Tierra. Y siMaldonado reflexionó sobre el Quito como una entidad geográfica con límites yrasgos orogénicos y climáticos que la distinguen, fue el Padre Juan de Velasco (1727– 1792) quien investigó la historia pre-inca de este país al que ancestralmente selo había conocido como “Reyno de Quito”. Maldonado y Velasco, apoyándose enla ciencia de su época, en la tradición historiográfica cercana a Herodoto, estable-cieron las coordenadas espaciales y temporales del Quito; esto es, fundamentaronla existencia de su tierra en la geografía y en la historia, sacando a luz una ver-dad que hasta entonces no se la veía o no quería verse: la identidad del Quito comoun país, una patria y un pueblo con rasgos que lo individualizaron y al que laadministración colonial lo había confundido siempre con el Perú o con Nueva Gra-nada.

A este “descubrimiento” del Quito por los propios quiteños se suma, ahora(mediados del XVIII), el ahondamiento en la comprensión de la realidad propia gra-cias al aporte de ciertos tópicos del pensamiento barroco, como también a los pro-cesos mentales que puso en vigencia la reacción antibarroca que se inicia, luegode la expulsión de los jesuitas, hacia 1770, con Eugenio Espejo a la cabeza. Elbarroco fue un movimiento cultural que potenció los más íntimos impulsos del almamestiza. Como arte de lo dinámico, del claroscuro, del ornamento, del circunloquio,del retruécano, el barroco europeo aclimatado en tierras andinas perdió discrecióny mesura, confirió forma y sentido a esa tendencia característica del criollo y delmestizo y que yo la denomino el enmascaramiento. El enmascaramiento, esto es:ese afán de enfoscarse, de negarse (negar la raíz india y ostentar lo español), demimetizarse (con la soledad, con el silencio, con la piedra), el gusto por lo lleno ylo adiposo, por el ornamento desaforado, la chacota, la chuscada, la sociabilidadruidosa (el horror vacui), tan característico del americano andino. No hay más quever nuestro arte popular, nuestras fiestas religiosas; no hay más que escuchar anuestros políticos, a los diputados del Congreso Nacional. El barroco andino afian-zó la ética del parecer y la importancia del aparentar; la mentira sobre el ser pro-pio y la verdad propia. Estas son formas de ser del ecuatoriano y que han queda-do arraigadas en su cultura, en sus instituciones, en la vida pública y privada, puesson expresiones íntimas de su psicología, de su vivencia y convivencia. La reacciónantibarroca de Espejo (el más lúcido de los enmascarados) fue contra los jesuitas,sus antiguos maestros, quienes impusieron un estilo de retórica rimbombante en laque primaba, no la claridad de las ideas, sino la oscuridad de las formas. A con-tracorriente de esta tendencia, Espejo aboga por la sinceridad estética, la sencillezy la claridad racional de la expresión. La claridad de un escritor no sólo es mani-festación de su solvencia sino, además, prueba de su buena fe.

Aparte de ello, el pensamiento barroco dejó otras improntas en la cosmovisiónde esa sociedad que estaba recién abriéndose al conocimiento de sí misma. Merefiero, sobre todo, a ese tópico de su discurso que insiste en la fugacidad del

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tiempo, en la brevedad de la vida del hombre, en la caducidad de los valores. Estaidea no era nueva –se la encuentra en la literatura clásica y en los moralistas me-dievales– , sin embargo, en el siglo XVIII, nuestros poetas y filósofos (Juan Bautis-ta Aguirre, entre ellos), la aplicaron ya no sólo al vanitas mundi sino a la consun-ción misma de las normas y de los dogmas que, en ese tiempo de grandes mu-danzas ideológicas, se hallaban en trance de desaparecer. Surge la conciencia delcambio, de la transformación, de la variación, el mito del progreso, la idea de quetodo es perecedero: creencias, doctrinas y autoridades. Lo que hace poco era pro-hibido (la cosmología copernicana, la doctrina de Francisco Suárez acerca del po-der, por ejemplo), ahora estaba permitido. En definitiva, en esa sociedad en la quepor siglos casi nada había cambiado, unos pocos intelectuales empiezan a medirlos desacuerdos entre ellos y el pasado, lo que favorece el aparecimiento de unaconciencia de temporalidad y más aún, de temporalidad histórica. Las vidas indivi-duales empiezan a sentir vértigo por el ritmo inusitado con el que transcurren loscambios. Y si ello sucede, es porque hay en la gente una conciencia diferente deltiempo. Ocurre que los relojes toman importancia, pues ya no basta el piadoso rit-mo del campanario. Los hijos ya no creen en las mismas cosas que creían suspadres. Y hay muchos que no aceptan el cambio; pero otros están felices con él.No en vano se puede rastrear, desde mediados del siglo XVIII quiteño, elaparecimiento de grupos generacionales ideológicamente diferenciados. Es que eltiempo histórico ya no empieza a medirse por centurias, sino por generaciones. ElQuito llega así a la conciencia de su ser, a una imagen de sí mismo, llega a laConciencia de su propia identidad.

En cierta medida, esta Conciencia de la propia identidad fue una búsquedapaulatina del ser quitense; una autorreflexión en la que Quito fue descubriéndosecomo país, como pueblo, como nación. Hemos datado este proceso; en mi concep-to, este pensamiento se inició con la protogeneración de 1734, pues a partir deentonces, la tendencia que nacía como un impulso de conocimiento del mundo, demadura reflexión sobre sí mismo, desembocó en el proceso ideológico que fue adar en la Independencia del Ecuador. Si un pueblo no posee una cabal imagen desu propio ser, si no es capaz de hacer un linde entre lo que él es y representa,frente a lo que otros son y significan; en definitiva, si no conoce su propia alma yestá dispuesto a permanecer en la historia, no podrá jamás luchar por su libertady su independencia. La lección que entonces dieron los pueblos latinoamericanos,los de nuestra América, sigue siendo válida hoy, para esos mismos pueblos y parael mundo.

Quito (Tumbaco), febrero del 2006.

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APENDICE

1809: Razones de los revolucionarios quiteños expresadas ensus proclamas y alegatos:

“Un pueblo que conoce sus deberes y que para defender su libertad e inde-pendencia ha separado del mando a los intrusos y está con las armas en las ma-nos resuelto a morir o vencer, no reconoce más juez que a Dios… En esta inteli-gencia, el de Quito da al mundo entero razón de su conducta tocante a los acon-tecimientos políticos del día…”

Primero: La soberanía reside en el pueblo:“Que habiendo cesado el aprobante de los Magistrados (esto es, Fernando VII,

en vista de hallarse cautivo de Napoleón) han cesado también éstos sin disputaalguna en sus funciones, (esto es, los miembros de la Junta Central de Gobiernocon sede en Madrid), quedando por necesidad la soberanía en el Pueblo.”(M.J.S.Q.Ponce, 136)

Segundo: Igualdad de derechos para españoles y americanos:“De este principio nacen consecuencias evidentes: que el mismo derecho que

tiene ahora Sevilla para formar interinamente Junta Suprema de Gobierno tiene porlo mismo cualquiera de los Reinos de América…” (M. J. S. Q. Ponce, 136)

Tercero: Reivindicación de derecho de los americanos para autogobernarse:“Almas miserables y mezquinas, vosotras que por siglos habéis sido acostum-

bradas a obedecer hasta los caprichos del despotismo subalterno y a degradarosde la dignidad de hombre, pensáis erradamente que ni puede ni debe, ni es capazde mandar el americano… Probadnos que los pueblos no tienen derecho, que nodeben consultar a su seguridad y que el americano es un negro de África, que naciósolo para arrastrarse y obedecer con temor y temblor y renunciaremos a nuestraCausa.” (D.L.P.)

Cuarto: Quito defiende su derecho de erigir una Junta de Gobierno, al igual queotras provincias españolas:

“La Junta Central (de Madrid) estaba disuelta políticamente (con la ingerenciadel invasor francés), pues aunque existiese en un ángulo de España (Sevilla) ya noreunía el voto general de aquélla, ni podía tener la representación civil de pueblosconquistados y oprimidos, pues sojuzgado el Constituyente, perece la personalidaddel constituido…” (D. L. P. Ponce, 165)

“Es un error… es una crasa ignorancia pensar que no tienen los pueblos deAmérica los mismos derechos que tuvieron los de España para crear sus Juntas ydefender su independencia. El Rey lo manda, habla con toda su Nación, y no hacediferencia de España ni de América; ¿por qué ha de ser traición en Quito lo quees energía, valor y entusiasmo en la Península? O homines ad servitutem natos! “(D.L.P.)

“La cosa es clara: nadie ignora que hallándose anarquizada la Nación por laprisión del Rey, los pueblos de las provincias tomaron el partido de constituir Jun-tas parciales de gobierno a su real nombre y… exigieron una (Junta) Central

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Gubernativa en Madrid, compuesta (por) representantes de las demás, cuyos sufra-gios unidos formaban la voluntad general. La Junta de Sevilla está reducida man-dar solo la Andalucía y… ya no reúne en sí la voluntad general, pues a ésta le hadividido la ley del invasor… Ni el Reino de Quito, ni algún otro de América decla-rados partes integrantes de la Nación Española, reconocen por tal a Andalucíasola…” (M.J.S.Q.)

Quinto: Reivindicación de los derechos del americano. Igualdad entre europeosy criollos:

“No se ha visto otra cosa que … un desprecio criminal de los derechos sacro-santos que nos ha concedido la naturaleza. No se nos ha tenido por hombres, sinopor bestias de carga, destinados a soportar el yugo que se quisiera imponer…Hemos observado que se ha hecho, por los españoles europeos, la más ultrajantedesconfianza de los americanos… Cuando los españoles europeos en una crisis tantremenda de la Nación (la invasión napoleónica) deberían haber hecho causa co-mún con los americanos para defenderse recíprocamente, entonces… aquellos… secontentan con una rivalidad ridícula… y recetan, allá en sus nocturnos conventículos,la suerte desgraciada de éstos, soñando conservar el señorío… Estos engaños hanpuesto a los quiteños en justa desconfianza, y de que se les repute como enemi-gos o como esclavos viles…” (M.J.S.Q.: Ponce, 136)

“Quito… ha sido mirado por los españoles… como una Nación recién conquis-tada, olvidando que sus vecinos son, por la mayor parte, descendientes de esosmismos españoles; han sido mirados con desprecio; tratados con ignominia, ofensala más amarga a la dignidad del hombre; han visto todos los empleos en sus manos;la palabra criollo en sus labios ha sido la del insulto y del escarnio…” (M.P.Q. Ponce,143).

Sexto: Fidelidad a la religión y lealtad a Fernando VII:Quito “juró por su Rey y Señor a Fernando VII, conservar pura la Religión de

sus padres; defender y procurar la felicidad de la Patria y derramar toda su sangrepor tan sagrados y dignos motivos” (M.P.Q. Ponce, 144)

Séptimo: Convocatoria a la unidad de los pueblos de América:“Pueblos del Continente Americano: favoreced nuestros santos designios. Reunir

vuestros esfuerzos al espíritu que nos inspira y nos inflama. Seamos unos. Seamosfelices y dichosos y conspiremos unánimemente con el único objeto de morir porDios, por el Rey y por la Patria. Esa es nuestra divisa. Esa será también la gloriosaherencia que dejemos a nuestra posteridad” (M.J.S.Q.A)

1812: Principios doctrinarios y jurídicos de laConstitución de Quito proclamada el 15 de febrero de 1812:

Referencia documental: cf. Nota 15)

Primero: La soberanía reside en el pueblo:“El pueblo soberano del Estado de Quito, legítimamente representado por los

diputados de las provincias libres que lo forman… en uso de sus derechos que

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Dios… como autor de la naturaleza ha concedido a los hombres, y… en conse-cuencia de haber reasumido… la soberanía que originariamente residía en (él);persuadido a que el fin de toda asociación política es la conservación de los sa-grados derechos del hombre sanciona la siguiente Constitución de este Estado”.(Parte declarativa: C.Q. 181)

Segundo: Estado libre e independiente:“El Estado de Quito es y será independiente de otro Estado y Gobierno en

cuanto a su administración y economía interior…” (C. Q. Art. 2)Tercero: Gobierno popular y representativo:“La forma de gobierno del Estado de Quito será siempre popular y representa-

tiva” (Art. 3)Cuarto: Fidelidad a la monarquía:“En prueba de su antiguo amor y fidelidad constante a las personas de sus

antepasados Reyes, protesta este Estado que reconoce y reconocerá por su monar-ca al señor don Fernando VII, siempre que libre de la dominación francesa y segu-ro de cualquier influjo de amistad o parentesco con el tirano de Europa, pueda reinarsin perjuicio de esta Constitución”. (Art. 5).

Quinto: Poder legislativo:“La representación nacional de este estado se conservará en el Supremo Con-

greso de los diputados representantes de sus provincias libres, y en cuerpos queéste señale para el ejercicio del poder y autoridad soberana.” (Art.7)

Sexto: Separación de los poderes:“Esta (la autoridad) no se podrá ejercitar jamás por un mismo cuerpo ni unas

mismas personas en los diferentes ramos de su administración, debiendo ser siem-pre separados y distintos el Ejecutivo, Legislativo y Judicial” (Art. 8)

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M.J.S.Q.A. Manifiesto de la Junta Suprema de Quito a América Septiembre 4 de 1809. (Autoría del

texto: Manuel Rodríguez de Quiroga) Ponce, 157-158.

D.L.P. Demostración Leal y Política que hace el Cabildo de Quito a los Cabildos de Popayán y Pasto

sobre los procedimientos de la Corte de Quito 19 de septiembre de 1809. Idem ps. 165 a 169.

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“Cuando anotadas con las letras decididas por todos, acompañemos conotras crónicas salidas de la mano de otros escritores, quizás revertiremosen más de un sentido la amargura de las últimas palabras de Coña;entonces su alma sonreirá satisfecha al otro lado del tiempo”

(José Ancán, 2002, p. 14).

I. Presentación

os intelectuales indígenas son un actor relevante en el ciclo demovilizaciones que iniciaron estos grupos hace aproximadamente tresdécadas. Este artículo analiza un tipo de intelectual reciente, menosvisible que el intelectual dirigente pero igualmente comprometido con

el proyecto de descolonización que se instala de manera definitiva en América La-tina desde fines de los años setenta. Se trata del intelectual que fue formado enla universidad y que asume un compromiso con sus colectivos de origen, de locual surge un tipo de escritura cuya principal característica es que se enmarcaen una disciplina del conocimiento. De ellas, la historia ocupa un lugar de privi-legio, a la cual terminan confluyendo indígenas formados en otras áreas, algunasde ellas afines como la antropología, la arqueología, la literatura, la sociología yel arte.

Este fenómeno es producto de una necesidad bien precisa: establecer controlsobre un pasado que les ha sido arrebatado por la historia de la civilización y delEstado, para discutir desde allí la inferiorización de la que han sido objeto. El tra-bajo que aquí presento trata el caso de los historiadores mapuches y aymaras quehan surgido en Chile y Bolivia, países donde han alcanzado un grado de articula-ción importante, que ha tenido como logro la instalación de una corriente de pen-samiento cada vez más visible en el espacio público, incluyendo los círculos acadé-micos, y a la par de ello, han creado espacios institucionales propios, como el Ta-ller de Historia Oral Andina en el caso de los aymaras, y el Centro de Estudios yDocumentación Mapuche Liwen, entre los mapuches. Paso entonces a revisar en quéconsiste su aproximación histórica, sus procedimientos y su crítica dentro de lamisma disciplina.

Desplazamientos teóricos y proyectos políticosen la emergente historiografía mapuche y aymara

Claudia Zapata Silva

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II. El lugar de enunciación: diagnósticos y proyecciones

Para los historiadores indígenas, la historia nacional, en la que se distinguencronológicamente los períodos de descubrimiento, conquista, colonia y república, tieneque ver poco o nada con la situación de la población indígena. En su propia lectu-ra, la historia que se abrió a partir de la conquista ha sido la de una sucesión deetapas coloniales. En la producción escrita de estos historiadores, se sostieneconsistentemente que el colonialismo español, criollo y mestizo, se ha sustentadoprincipalmente en el dominio ideológico que inferioriza a la población indígena. Seha negado así cualquier posibilidad al indio de constituirse en sujeto, o era el niñosin capacidad de discernimiento durante el régimen colonial, o era el bárbaro ame-nazante del siglo XIX, o era el indio desvalido del Indigenismo durante el siglo XX.

Uno de los principales problemas que identifican estos autores es lainternalización por parte de los indígenas de su supuesta inferioridad, y la prolon-gada invalidez que eso les ha significado para discutir los discursos de poder quepermiten la existencia del colonizador como alguien de cultura superior. En estoconsistiría su condición colonial actual, cuyo punto de partida lo ubican en la cons-titución del Estado independiente de Chile y Bolivia. Es en este período donde seconcentran las críticas de los historiadores indígenas, con énfasis en el siglo XX.Así, se critica al Indigenismo que negó su voz, a la escuela que creó sujetos domi-nados y a la historia nacional que los apartó de su pasado.

Esta lectura anticolonialista se encuentra apoyada por referentes históricos deotros lugares del planeta, por medio de una analogía con otros pueblos domina-dos. Waskar Ari Chachaki, historiador y activista aymara, insiste en la necesidad deestudiar las situaciones de África, Asia y el Medio Oriente, especialmente aquellasque ofrecen experiencias exitosas de resistencia. El caso de Israel ejerce un espe-cial atractivo entre quienes postulan la calidad de nación para los grupos indíge-nas, este mismo autor utiliza los conceptos de holocausto y diáspora para relatarla historia de la dominación aymara desde lo que el denomina el “imperialismoinca”.1

Entre los historiadores mapuches, este tipo de conceptos también articula susaproximaciones analíticas, pues son el vehículo de una reflexión que apunta en unadirección nacionalista desde principios de los años noventa. En este caso, encon-tramos diferencias interesantes con respecto a otras afirmaciones indias de nacio-nalidad, resultado de la particular situación histórica vivida por los mapuches, quepasa por la autonomía que mantuvieron con el régimen español y luego por suincorporación tardía al Estado chileno. A la luz de estos hechos, se asegura que lanación mapuche habría sido libre y soberana hasta la década de 1880, cuando seprodujo la invasión militar a la Araucanía, con la que se inicia el período de su“dependencia”, de acuerdo a la periodización que propone el joven historiador PabloMarimán (2003).

1 Este argumento de Waskar Ari es interesante pues se aprecia en los intelectuales aymaras y

quechuas una idealización del Imperio Inca que de alguna manera permanece en Ari, pero que

no le impide identificar sus prácticas de dominio.

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Esta historiografía nos presenta un modelo clásico de colonización, es decir, deocupación militar del territorio por parte de un país invasor con la fuerza bélica paracumplir con sus propósitos. En esta línea de argumentación, el concepto de diás-pora adquiere sentido para los historiadores que buscan interpretar desde un lugarpropio el fenómeno de la migración mapuche hacia los centros urbanos, el que seintensificó en la década del sesenta (Ancán, J., 1997) y que en la actualidad tienea la abrumadora mayoría de este pueblo fuera del territorio invadido originalmen-te. Así, diáspora es una palabra apta, que tiene la fuerza que se requiere para re-latar la historia de un pueblo desgajado, que deambula por territorio ajeno. Unconcepto en el que han venido insistiendo Pedro Marimán (1997), José Ancán yMargarita Calfio (1999).

Pero más allá del ejercicio teórico, lo que buscan estos intelectuales es cance-lar la situación colonial, lo que pasa necesariamente por eliminar al sujeto coloni-zado2 . Por este motivo, el diagnóstico forma parte indispensable de un proyectopolítico de descolonización, que los lleva a confluir con una parte importante delas organizaciones y movimientos. Así, la historia contada desde un lugar propioconstituye una estrategia de enorme importancia, como lo ha comprobado EdwardSaid (1993) para el caso de África, Asia y el Medio Oriente, que consiste en unreencuentro con el pasado que les ha sido negado por la colonización a través dedispositivos tales como la escuela y la historia patria.

III. La figura del historiador indígena

El tiempo histórico, como sostiene Paul Ricoeur (2003), escapa a las posibilida-des de ser rememorado por los individuos o por el grupo; un hecho que no pasóinadvertido para las organizaciones indígenas que se dieron cita en la SegundaReunión de Barbados, allá por el año 1978, ocasión en que señalaron la necesidadde contar con historiadores propios, capaces de dar cuenta de esta trayectoriamilenaria, incluyendo la historia anterior a la conquista europea, como lo señalóentonces y con suma claridad el dirigente Y’ecuana Simeón Jiménez Turón (Vene-zuela), quien advirtió que esa historia deben hacerla los historiadores del sectordominado (Jiménez Turón, S., 1979).

Lo que hasta entonces era una historia por escribir, comenzó a materiali-zarse durante los años ochenta entre quienes se formaron en esta disciplina.Carlos Mamani señala la importancia de este trabajo para la nación aymara,advirtiendo que su calidad de pueblo subyugado obliga a intentar miradas y em-plear metodologías distintas, entre ellas una lectura lo más descolonizada posi-ble de los documentos, incluso de los mismos que han servido para escribir lahistoria de los vencedores (Mamani, C., 1993). Al fin de cuentas, reconocen quese trata de un ejercicio político, que apela a todo el potencial subversivo de la

2 Una reflexión muy similar a la que realizara Albert Memmi dos décadas antes, cuando sostuvo la

idea de que al desaparecer el colonizador, desaparece también el colonizado (1972, capítulo II,

“El retrato del colonizado”).

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memoria, como también lo asume Pablo Marimán para los mapuches (Marimán,P., 2003).

De estas afirmaciones se desprende que no es cualquier pasado ni cualquierforma de recuerdo lo que permite la proyección política. El mismo Marimán reparaen ello cuando sostiene que el período de la independencia mapuche es incluso másrelevante que el de la resistencia (Ibídem): una libertad y una soberanía que losprovee de la dignidad necesaria para discutir aquellos relatos que desde el sigloXIX suponen que su ingreso a la historia se produjo solamente a partir de la in-corporación a los Estados nacionales.

Frente a esto, el dominio sobre el pasado de larga duración y la figura delhistoriador indígena implican la posibilidad de disputar la verdad colonial a partirde las reglas que rigen la disciplina historiográfica, discutiendo esa verdad en suspropios términos. La naciente historiografía mapuche y aymara se maneja con esteobjetivo, los primeros buscando la confluencia de sus reflexiones con iniciativas talescomo el Primer Congreso Internacional de Historia Mapuche, realizado en febrerodel 2002 en Siegen, Alemania, y en cuya presentación de las actas se lee: “Lo escritohasta el día de hoy ha sido bajo la mirada de la dominación y en el mejor de loscasos desde la mirada que discrimina positivamente” (Contreras Painemal, C., 2003).

En el caso aymara, si bien sus historiadores no se atreven a hablar de unacorriente historiográfica que conviva por derecho propio con las demás de la disci-plina, es innegable que constituyen un grupo visible y articulado, que comparte losresultados de sus investigaciones, publican en conjunto y se citan permanentemen-te. Su forma de contraponer una verdad aymara a la verdad oficial da cuenta dela ubicación compleja de este tipo de intelectuales. Ello porque los mecanismosutilizados no sólo indican la apropiación de algo “ajeno”, sino también el conven-cimiento acerca de la validez de instrumentos que hoy por hoy forman parte de suvida y su cultura. Planteado el asunto en estos términos, es la rigurosidad delmétodo histórico, sostenido en la prueba documental, la que permitiría construir unaverdad aymara defendible frente a las otras. Carlos Mamani, en una reflexión so-bre su oficio (entrevista 1993), defiende la idea de que tanto él como sus colegasrealizan un tipo de historia que es tan seria como cualquier otra, cancelando todaposibilidad de exotización de la historia hecha por indígenas.

IV. Desplazamientos, subversiones y búsquedas

A pesar de que el rasgo más notable de esta producción es su sesgo discipli-nario, eso no significa que la relación entre el autor y la historiografía sea de totalsintonía, pues los historiadores indígenas no pueden obviar el hecho de que estadisciplina ha jugado un rol fundamental en la imposición de un dominio ideológicosobre sus colectivos. Esto da por resultado una escritura que, sin dejar de lado losparámetros historiográficos, aparece altamente conflictuada, sobre todo en relacióncon aquellos aspectos que les impiden establecer vínculos con las luchas étnicasdel presente. Esto los lleva a protagonizar un combate más pequeño pero no por

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eso menos importante, que consiste en el intento por descolonizar su propio ámbi-to de conocimiento. Ello explica una serie de desplazamientos teóricos y metodoló-gicos que tienen como contexto la crisis ideológica de fines del siglo XX, un terre-no propicio para transgredir las definiciones más cerradas y cientificistas de la his-toria.

Un primer desplazamiento tiene que ver con la posición que asume el investi-gador frente a su objeto de estudio, pues el historiador indígena pasa de la obser-vación distante o de la mera solidaridad, a ser un sujeto que se involucra en lamedida que el proceso estudiado forma parte de su propia historia. Por ello mani-fiesta de manera libre sus intereses, interviene en los debates políticos y proponealternativas de futuro. Es más, argumenta la necesidad de esta toma de partido,legitimando la existencia del historiador indígena como una representación propiafrente a esta y otras disciplinas que se han desarrollado en continuidad con susmetrópolis de origen y de espaldas a las sociedades indígenas.

Esto transgrede no sólo el principio de objetividad científica sino también el dela temporalidad que caracteriza al relato histórico, esto al señalar abiertamente queel estudio del pasado persigue fundamentar un proyecto para el presente3 . Losautores a los que me he referido asumen el potencial político de la actividad inte-lectual, con el objetivo de disputar los relatos coloniales que continúan vigentes,con la salvedad de que en esta etapa contemporánea los indios –a través de susintelectuales– están en condiciones de discutirlas y de oponer otras representacio-nes. De ahí la inclinación por áreas del conocimiento que les permiten establecerun control sobre el pasado, como un punto de partida para una contribución espe-cífica a un proyecto de memoria fundado en el presente, en la cultura y en lapolítica (Candau, J., 2001). Así, la figura del historiador indígena se opone a lamirada colonizadora de otros períodos, respondiendo a la necesidad de elaborar supropio retrato, con énfasis en las diferencias culturales y en la relación desigual depoder que hasta hoy padecen. Un relato histórico que les permita pasar de ser uncolectivo nombrado, inferiorizado y exotizado, a otro que es capaz de nombrarseen el espacio público y de interpretarse de acuerdo a sus intereses.

Es aquí donde tienen cabida las críticas a esta disciplina y los desplazamientosya mencionados, expresados en un estilo de narración que asume sin complejos suprotagonismo (opuesto a esa narración en tercera persona tan característico de lahistoriografía); en las citas de autoridad que buscan reposicionar a los testimoniantesindígenas, los del pasado y los de hoy; en la desautorización de algunas catego-rías, como aquella de etnia, porque les resulta a-temporal y a-política; o en labúsqueda de conceptos y modelos teóricos afines, como el ya consolidado colonia-lismo interno o, más recientemente, los estudios subalternos.

En este sentido, el trabajo de José Ancán, que consiste en una re-lectura de lasobras etnográficas sobre los mapuches de Chile a comienzos del siglo XX, tie-ne como propósito la liberación de los mapuches aprisionados por la escritura

3 Esto no quiere decir que la historia y otras disciplinas afines carezcan de estas proyecciones, que

de hecho están presentes o encubiertas en la presunción de objetividad científica (Colmenares,

G., 1987).

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dominante, sosteniendo que la etnografía no es neutra, y que el testimonio no ga-rantiza verdad alguna, como lo constata en el caso de los mapuches mediados porlos autores de estas obras, cuyos relatos fueron usados para justificar el impulsocivilizatorio. Una reflexión como ésta tiene impacto directo en la concepción de ladisciplina y de su concepto pivote: el de fuente, a la que nuestro autor ya no miracomo un recipiente de datos (ni siquiera después de superar la “crítica interna yexterna”, como lo establece el canon), sino como un entramado de poder en el quese filtran otras voces, siendo el desmontaje de este entramado el propósito de sumetodología. Por su parte, los trabajos de Silvia Rivera Cusicanqui plantean la ne-cesidad de una historia, una antropología y una arqueología hecha por aymaras(Capriles, J., 2003), y postula la historia oral como un recurso metodológico quepermitiría el control sobre testimonios que hasta hace pocos años alimentaban laetnografía, dando un contenido epistemológico a lo que para otros suele ser unamera técnica.

En definitiva, lo que hacen estos historiadores es interrogar e interrogarse porel lugar desde el cual se construye conocimiento, y por el sujeto que emprende esatarea. De ello surge el proyecto de realizar obras de similar envergadura, con lasalvedad de que sean miembros de estas sociedades quienes ocupen las posicio-nes de testimoniantes, recopiladores y narradores, cuyo control editorial les permi-ta ser un aporte a ese proyecto de rearticulación política, algo en lo que Silvia Riveraha hecho avances notables junto a otros intelectuales aymaras a través de“Aruwiyiri”, la editorial del Taller de Historia Oral Andina, cuyo nombre significa,sugerentemente, “el que incendia la voz”.

Intelectuales como los que acabo de referir constituyen una de las tantas pa-radojas de la historia latinoamericana, pues el acceso a la educación y la especia-lización profesional constituye el extremo de la integración para los indígenas, porlo menos en los términos en que esta les había sido planteada durante gran partedel siglo XX, cuando integración era entendida como sinónimo de asimilación. Sinembargo, ese extremo es el lugar donde hoy se constituye un tipo de intelectualque se propone precisamente lo contrario: retratar la diferencia de las sociedadesindígenas.

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REDES���

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a utilización en la interpretación histórica de elementos teóricos pro-venientes de la Sociología y la Antropología ha servido en las últi-mas décadas para revisar ciertos aspectos que habían quedado ocul-tos o solapados en otras formas de abordaje. En esta línea, la meto-

dología de redes ha contribuido a reconstruir trayectorias individuales y colectivasa partir de las relaciones entre sus miembros, y con ello a comprender el modo enque lograron beneficiarse o no de sus ubicaciones relativas dentro de la vida so-cial. El objeto de este trabajo consiste, precisamente, en centrar la atención enun caso particular para observar cómo la configuración de vínculos intelectualespermitió a los actores su inserción en un campo literario incipiente y el acceso arecursos de acción que les sirvieron para la legitimación y difusión de su propialabor.

El análisis que aquí se propone parte de la consideración de que una red derelaciones coloca a sus miembros en una situación social determinada en la medi-da en que se constituyen en la intersección de vinculaciones horizontales, vertica-les y transversales que, por un lado, les otorga variables márgenes de actuación yelementos para desarrollar sus actividades específicas y, por otro, hace que los la-zos establecidos con terceros influyan en las conexiones diádicas que se puedanhaber generado, (Dedieu, J. P. y Moutoukias, Z., 1998:12-13). Se considera, enton-ces, que estudiar las conexiones interpersonales, detectando solidaridades y conflic-tos, pero también las transacciones de bienes materiales y simbólicos a las que danlugar, permite reconstruir los mecanismos por los cuales se ha producido la preemi-nencia de unos y la subordinación de otros fuera y dentro de la red1 .

Se ha seleccionado el caso de La Ilustración Argentina, publicada en Mendozaen 1849 por Juan Llerena, porque se considera que su trayectoria sirve para pen-sar cómo una edición procedente de una región aparentemente excéntrica dentro dela Confederación, y de una provincia no caracterizada por sus muestras inequívocas

La red literaria como espacio de legitimaciónintelectual y recurso de proyección pública.El caso de La Ilustración Argentina (1849)

Eugenia Molina

1 Según Michel Bertrand, (2000:74), una red constituye “(...) un complejo sistema relacional que

permite la circulación de bienes y servicios, tanto materiales como inmateriales, dentro del con-

junto de relaciones establecidas entre sus miembros, que los afecta a todos, directa o indirecta-

mente y muy desigualmente”. “Los modos relacionales de las élites hispanoamericanas colonia-

les: enfoques y posturas”. Para una concepción similar pero con hincapié en la propiedad de las

redes sociales como instrumentos para inferir los comportamientos sociales de sus integrantes,

cfr.: Mitchell, Clyde, (1969), Social Networs in Urban Situations, Manchester UP.

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de rosismo, logró insertarse dentro del conjunto literario oficialista a la par de laGaceta Mercantil y el Archivo Americano. Si bien el objeto definido puede resultarmuy preciso y limitado, creemos que contribuirá a confirmar ciertas consideracio-nes planteadas en estudios anteriores en los que pudimos observar esta mismadinámica con efectos similares2.

Un puntano en la corte del gobernador Alejo Mallea

Juan Llerena había nacido en San Luis en 1825, había estudiado en Buenos Airesy Córdoba, y culminó su carrera de Derecho en Santiago de Chile en la Universi-dad de San Felipe, donde recibió el grado de doctor en Derecho Civil en 1846,(Piccirilli, R., Romay, F., y Gianello, L., 1953). Poco tiempo después de graduarse seinstaló en Mendoza, integrándose en el grupo dirigente local al asumir el cargo deprimer oficial del ministerio de gobierno.

Teniendo como marco la estrecha relación que Alejo Mallea, titular del ejecuti-vo, mantenía con Bernardo de Irigoyen, quien se había establecido en la provinciapara continuar con los reclamos diplomáticos ante las autoridades chilenas debidoa la soberanía usurpada en la zona de Magallanes, era bastante lógico que Llerenase acercara a este último. Pero también generacionalmente (ambos habían nacidoen el primer lustro de 1820) y por afinidad profesional (ambos contaban con untítulo en Derecho)3 se explica su vinculación. De esta relación surgió el proyectode La Ilustración Argentina, cuyo objeto político se hallaba conectado con la de-fensa de los derechos “argentinos” discutidos por Chile, pero que también articulólas aspiraciones literarias procedentes de los nuevos criterios historicistas yespiritualistas en boga4 .

La edición apareció mensualmente durante mayo, junio, agosto, setiembre,octubre y noviembre de 1849, con el subtítulo de Ciencias, Industria, Política y

2 En efecto, con anterioridad nos hemos ocupado del modo en que las relaciones literarias permi-

tieron a Sarmiento insertarse en un entramado que le brindó no sólo legitimación literaria sino

acceso a canales de distribución de sus obras que incrementó su impacto público. Cfr. «Aportes

para un estudio del movimiento romántico argentino desde la perspectiva metodológica de re-

des (1830-1852)», en Universum, n°15, 2000, Chile, Universidad de Talca, pp. 399-431, y For-

mas de sociabilidad y opinión pública en el Río de la Plata durante la primera mitad del siglo

XIX. Ambigüedades y tensiones en la difusión de una cultura política moderna, 2005, tesis de

doctorado, La Plata, pp. 195-200.

3 Bernardo de Irigoyen se había graduado en Buenos Aires en Jurisprudencia en 1843. Cfr. Piccirilli,

R., Romay, F., y Gianello, L., op. cit.

4 Al respecto, ver Roig, Arturo Andrés, (1996), “Juan Llerena y el Manifiesto romántico de 1849”,

en: Mendoza en sus letras y sus ideas, Mendoza, Ediciones Culturales de Mendoza, pp. 99-123.

El impacto historicista en Buenos Aires en Weinberg, Félix, (1982), “El segundo grupo romántico

en Buenos Aires, 1844-1852”, en: VI Congreso Internacional de Historia de América, Buenos Ai-

res, Academia Nacional de la Historia, t. VI, pp. 479-497.

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Literatura. A lo largo de una regular organización temática, abordaba cuestiones deinterés intelectual e historiográfico, informaba sobre las novedades europeas y ame-ricanas, y ofrecía cuadros de costumbres que pintaban las prácticas sociales y cul-turales locales. Sin embargo, el peso fundamental se hallaba en su contenido polí-tico-propagandístico en cuanto al menos tres secciones permanentes se ocupabande ello: editorial, trascripción de algún documento oficial o su comentario y esta-blecimiento de alguna polémica con La Crónica, edición chilena a cargo de Sarmien-to. En este sentido, adoptó un formato apologético del régimen rosista muy similaral del Archivo Americano, aunque en su caso el interlocutor privilegiado se hallóen el grupo de exilados allende los Andes y, específicamente, en aquélla publica-ción5 .

Hay que marcar, por otro lado, que si bien se ha tendido a sostener la autoríade Irigoyen6 , lo cierto es que éste dejó bien en claro que la redacción principal corriópor cuenta de Llerena, reservándose sólo el rol de colaborador ocasional para cues-tiones precisamente conectadas con el debate diplomático7 .

A pesar de la oscuridad literaria de su autor y de provenir de una provincia dedudoso rosismo, la revista quedó incorporada en el entramado publicitario oficialista,tal como lo revela su presencia en la frontera cordobesa. En efecto, en la corres-pondencia entre Manuel López y su hijo José Victorio, se observa cómo era distri-buida entre las autoridades para ser leída a la tropa y la población en general8 ,sirviendo a los fines de mantener a éstas informadas acerca de la situación de laConfederación y de compensar la literatura opositora que, a pesar de los controles,se filtraba en ella9.

Es claro que la intención defensiva y propagandística de la publicación en elcontexto de la discusión limítrofe explica ese arco de proyección, tal como planteaba

5 En el número 5, por ejemplo, daba a luz un artículo con el título de “Sarmiento, en su obra Voltear

a Rosas”, en el cual la defensa de Rosas reproducía el formato de las realizadas por De Angelis

en el Archivo Americano. Cfr. Molina, E., Formas de sociabilidad..., op. cit., pp. 333-334.

6 Cfr. Gabbi de Padín, Alicia, (1984), “Una época de la historia de las ideas mendocinas: el perió-

dico ‘La Ilustración Argentina’”, en: Aportes e Investigaciones Históricas, n° 1, 1984, y Weinberg,

Félix, (2000), “El Periodismo (1810-1852)”, en: Nueva Historia de la Nación Argentina, t. VI, Buenos

Aires, Planeta.

7 Esto era lo que aclaraba a Elizalde al decir: “debo prevenirte que yo solo escribo, uno que otro

articulo en este periodico. El articulo «Cuestion Magallanes» del n° 2 y la contestacion a la cir-

cular de Sarmiento del n° 3 es todo lo que hasta ahora hay mio en la ‘Ilustracion’”. Irigoyen a

Elizalde, Mendoza, septiembre 16 de 1849, en Elizalde, Rufino de, El doctor Rufino de Elizalde y

su época visto a través de su archivo, Buenos Aires, Fac. de Filosofía y Letras-Universidad de

Buenos Aires, 1973, t. II, p. 285.

8 19 de octubre de 1849, en Cartas entre padre e hijo. Correspondencia entre Manuel López y José

Victorio López (1845-1852), Córdoba, Instituto de Estudios Americanistas “ Doctor Enrique Martínez

Paz”, Universidad Nacional de Córdoba, 1987-1994, t. I, p. 386.

9 Un estudio minucioso sobre la estrategia publicitaria rosista en Myers, Jorge, (1995), Orden y vir-

tud. El discurso republicano en el régimen rosista, Bernal, Universidad nacional de Quilmes.

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Irigoyen a Elizalde comentando su intencionalidad política: “en cuanto á los articulospoliticos, sabes que estas son ecsijencias de situacion y que todo en ellos, partici-pa de ese caracter”10. Pero también las relaciones políticas y literarias tejidas porsu propio autor permiten comprender su inserción en la estrategia publicitaria rosistay la legitimación que ello le brindó.

Lazos y circulación de bienes materiales y simbólicos

El empujón fundamental que Llerena obtuvo para sus veleidades literarias pro-cedió tanto de su puesto en el gobierno local como de su amistad con Irigoyen11.Tampoco se puede descartar que el propio gobernador Alejo Mallea estimulara ysubsidiara el proyecto editorial del puntano en cuanto podía fortalecer la “imagenrosista” de Mendoza dentro de la mentada “comunidad federal”, buscando agra-dar a su líder porteño12. De hecho, parece que todos estos elementos se hallabanbastante conectados en las representaciones de la población local, tal como lo evi-denció un complicado suceso ocurrido una tarde dominguera en el distrito de El Bor-bollón.

En efecto, en el marco de una tertulia un peón bastante ebrio habría gritado aLlerena que el gobierno era un ladrón porque quitaba dinero a los vecinos paramantener una publicación que a ellos no les interesaba, agregando que era un“ministro adulón”13. En este registro, uno de los testimonios sostuvo que aquel habíadicho que “éra un Ministro lóco adulon del Gobierno, que hacia bender por fuezael periodico de la ilustracion Argentina; y que mucho mejor éra que esos cuatrosreales que daban por dicho periodico se los diecen á los pobres (...)». La investi-gación a la que los insultos dieron lugar muestra las estrechas conexiones entreMallea, Irigoyen y Llerena, el deseo de los tres de mostrarse públicamente comoexplícitamente rosistas y el modo en que ello molestaba no sólo a un sector de la

10 Irigoyen a Elizalde, Mendoza, septiembre 16 de 1849, en El doctor Rufino de Elizalde..., op. cit.,

p. 284.

11 Sobre la funcionalidad de la relación amistosa dentro de las prácticas sociales consultar: “Rela-

ciones de parentesco, de amistad y de patronazgo en las sociedades complejas”, en: Wolf, Eric, y

Mitchell, J., (1980), Antropología social de las sociedades complejas, Madrid, Alianza, pp. 19-39.

12 Conviene recordar que la adhesión mendocina nunca pareció demasiado explícita en opinión de

Rosas, tal como lo manifestó en diversas ocasiones. De hecho, la excesiva independencia de cri-

terio del grupo dirigente local generó reiterados roces. Hemos trabajado esta cuestión en “De la

lucha facciosa al ¿unanimismo rosista? Lazos comunitarios y representaciones en la vida públi-

ca mendocina entre 1827 y 1852”, en: Irene García de Saltor (comp.), Representación, sociedad

y política en los Pueblos de la República. Primera mitad del siglo XIX, Tucumán, Instituto de

Historia y Pensamiento Argentinos, 2006.

13 “Sumario seguido contra varias personas por desacato é improperios a la primera autoridad de

la provincia”, Mendoza, setiembre de 1849. En: Archivo Histórico de Mendoza, sumarios civiles

y militares, carp. 449, doc. 32.

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clase dirigente local que había sido desplazado por presión del Restaurador14, sinotambién a la misma población común, pues si el peón que profirió las injurias habíarecibido dinero a cambio de incomodar a Llerena, las palabras con las que lo hizoparecieron ser de su propia elección15.

Sin embargo, también hay que atender a los contactos no gubernamentales delmismo Llerena, y en ello la transitividad que le permitió su amistad con Irigoyenpudo ser fundamental. En este sentido, estableció contactos con Rufino de Elizaldegracias a su intermediación, tal como lo revela la correspondencia establecida en-tre los dos porteños en la que el primero solicitaba al segundo atención literariapara el mendocino: “¡Oh! si tu quisieses favorecer á mi amigo el Sr. Llerena, conalguna correspondencia interesante como todo cuanto tu escribes, él y yo te loagradeceriamos mucho”16.

Así, a los pocos días, pertrechado con la esquela recomendatoria de Irigoyen,Llerena se presentaba ante Elizalde: “He pedido al Sr. Dn. Bernardo de Irigoyennuestro comun amigo, una carta de introduccion para usted y en esta virtud es queme permito dirijirle esta que por ahora no tiene otro objeto que invitarle a unacorrespondencia literaria y cientifica cuyo objeto es dilucidar todos aquellos puntosde algun interez para nuestra patria. Esta correspondencia, en caso que llegase usteda aceptarla, tendria la doble ventaga de ilustrarnos con nuestras mutuas observa-ciones sobre los principales puntos de la economia social de nuestro pays, y la deponer en correspondencia mutua de intereses e ideas a la juventud ilustrada deambas provincias, a quien serviriamos en tal caso de organos y de interpretes (dis-pense usted la presuncion); y que reportaría algunas ventajas bajo el punto de vis-ta literario y social”.

14 Hay que recordar las difíciles relaciones de Rosas con el gobernador Pedro Pascual Segura, las

cuales concluyeron en la renuncia de éste. Cfr. Funes, Lucio, (1939), En tiempos de la Confedera-

ción. El gobernador Don Pedro P. Segura, Mendoza, Best Hnos. Por ello no es un dato menor que

entre los que incitaron al peón a los insultos se hallaran personas muy cercanas al ex goberna-

dor. Cfr. Sumario seguido contra varias personas..., op. cit.

15 De hecho, en carta a Elizalde, Irigoyen reconocía que la sección científica era excesivamente

extensa, creando cierto rechazo en el público local: «Tus observaciones, respecto de la redaccion

de la «Ilustracion» me han parecido juiciosas y acertadas: yo habia anticipado algunas de ellas

al Sr. LLerena, principalmente sobre la demasiada estension de la parte cientifica. El me hizo

alguna resistencia, fundandose en el estado de atraso de estas sociedades y en la necesidad de

proporcionarles esos conocimientos tan utiles al entendimiento humano, pero la aparicion de

los dos primeros numeros, demostro á Llerena, que estos pueblos, ni saben nada de ciencias, ni

quieren tampoco saberlo, y entonces, protestando el redactor contra el poco gusto cientifico de

Mendoza, á reducido sus tratados”. Irigoyen a Elizalde, Mendoza, septiembre 16 de 1849, en El

doctor Rufino de Elizalde..., op. cit., p. 284.

16 Idem, p. 274. Elizalde le respondía: “me es bien agradable tener ocasion de adquirir por tu

interposicion la relacion de este Sr.: no omitire medio alguno para merecer el apresio de este

joven, y me reputaré muy feliz si lo consigo”. Buenos Ayres, agosto 14 de 1849, idem, p. 277.

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Y aquí, si bien el rol de Irigoyen debió ser clave, también pudo ser fundamen-tal la coincidencia generacional y profesional, las cuales explican la inmediata afi-nidad de ambos17. En este sentido, no sólo Elizalde ofreció sus comentarios paramejorar la calidad de la revista sino que consiguió los primeros suscriptores enBuenos Aires, encargándose de su distribución allí18.

Pero, por otro lado, también Llerena permitió a Elizalde acceder a recursos querequería para su labor política y literaria. Esta vez, la inserción del primero en elgobierno local le otorgó un lugar estratégico, tal como Irigoyen le expresó alguna vezofreciendo intermediar entre ambos: “Creo que tendras en él un corresponsal aparentepara tus investigaciones sobre la situación, naturaleza y el orden de estos pueblos.(...) Por su inmediación al gobierno, puede proporcionarte las estadísticas, (...)”19.

De todos modos, la ortodoxia política rosista conformó el requisito básico parael éxito de las relaciones literarias entre ambos, pues un intento similar al de Llerenaprotagonizado por José Mármol no había llegado a buen puerto debido precisamentea la carencia de esa pauta. Así, cuando el autor de Amalia escribió a Elizalde so-licitándole su intermediación para lograr publicar algunos versos de su autoría20, éstese excusó, aludiendo a la ignominia pública que pesaba sobre su nombre y los ries-gos que existían para todos aquellos que pudiesen vincularse con él aun a partirde lazos “poéticos” aparentemente inocuos: “Aqui no es posible imprimir nada tuyo,tu solo nombre es un obstaculo, y nadie se quiere hacer cargo de ello. Lo unicoque se podría conseguir es la venta de lo que se impremiera fuerá, y eso seria demuy poca consideracion. Mucho mas inposible es encontrar una persona que conpretus manuscritos, por la simple razon que solo le serviran para guardarlos, y paraeste caso nadie daria algo que mereciese la pena”21.

17 Rufino de Elizalde había nacido en Buenos Aires en 1822, como Irigoyen, y había recibido su

título de doctor en Derecho Civil en 1843 y de abogado en 1846, ambos en la Universidad de

Buenos Aires. Piccirilli, R.; Romay, F.; Gianello, L., op. cit.

18 En carta a Irigoyen le expresaba que no había recibido los ejemplares para los suscriptores in-

dicados, Buenos Ayres, agosto 14 de 1849, El doctor Rufino de Elizalde..., op. cit., p. 278 y más

adelante se animaba a realizar críticas a la edición con vistas a mejorarla. Cfr. Irigoyen a Elizalde,

Mendoza, septiembre 16 de 1849, idem, pp. 284-285.

19 Irigoyen a Elizalde, Mendoza, septiembre 16 de 1849, idem, pp. 284-285. Ya con anterioridad a

que se produjeran las presentaciones entre Llerena y Elizalde, éste había pedido a Irigoyen ma-

terial sobre el periodismo mendocino, como lo revela la correspondencia en la que éste manifes-

taba su sorpresa por el interés que su interlocutor había revelado por una colección de publica-

ciones de Mendoza: no podía entender para qué podía querer datos sobre «la detestable pren-

sa» de la ciudad. Irigoyen a Elizalde, Mendoza, 7 de febrero de 1849, idem, p. 269.

20 Así, Mármol pretendía apelar a las propias relaciones literarias de Elizalde, tal como se observa

en la propuesta de que intermediara entre él y De Angelis: “tú eres muy amigo de D. Pedro de

Anjelis: este señor tiene muy buena imprenta; no me parece que seria dificil que él quisiera

comprar los manuscritos para imprimirlos si como se me asegura no hay dificultad para esas

cosas en Buenos Ayres, una vez que en nada se toca la politica”. Mármol a Elizalde, Montevi-

deo, octubre 20 de 1849, idem, p. 177.

21 Rufino de Elizalde a José Mármol, Buenos Ayres, enero 18 de 1850, idem, p. 179.

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Dinámica de redes y trayectorias literarias

Los elementos interpretativos aportados por la metodología de redes permitenen el caso La Ilustración Argentina comprender cómo su autor logró insertarse enlas prácticas literarias de su época y el modo en que logró un amplio arco de di-fusión pública. Así, si las relaciones establecidas por Llerena muestran los derrote-ros de su legitimación intelectual, también revelan la compenetración de los víncu-los políticos y literarios, y la inexistencia de un campo literario autónomo, desarro-llado independientemente de las contiendas facciosas.

En este sentido, el triángulo amistoso y los lazos transitivos a los que podíadar lugar, posibilitaron a sus actores el acceso a recursos intelectuales que les per-mitieron concretar objetivos personales, ya fuera la edición de su propio periódicoen el caso de Llerena, ya fuera la obtención de datos para su propia labor en elde Elizalde. Por su parte, Irigoyen logró consolidar la adhesión mendocina oficial alorbe encabezado por Rosas, seguramente presionando al gobernador Mallea paraapoyar un proyecto editorial en el que él mismo, como lugarteniente de aquel enla provincia, participaba como colaborador. Vínculos literarios de proyección públicay efectos políticos que no escapaban a las representaciones de la población local,tal como evidenció el suceso ocurrido aquella tarde dominguera en El Borbollón.

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Enlaces trasantlánticos y comunidad imaginada(1898-1920)

Claudio Maíz

1 “José Asunción Silva”, en: Obras completas, t. IV, Madrid, Aguado, 1958, p.776.

2 “Ultima tule”, en: Obras completas, México, F. C. E., 1959, t. 11, p. 70.

lguna otra vez he hecho notar el hecho de que mientraslos americanos todos se quejan, y con razón, de lo pocoy mal que se les conoce en Europa y de las confusionesy prejuicios que respecto a ellos por aquí reinan, se da el

caso de que no se conozcan mucho mejor unos a los otros y abriguenentre sí no pocas confusiones y prejuicios. Lo vasto de la América y lapobreza y dificultad de sus medios de comunicación contribuyen a ello,ya que Méjico, verbigracia, está más cerca de España o de Inglaterra ode Francia que de la Argentina /…/ Por otra parte, el sentimiento colectivode la América como de una unidad de porvenir y frente al Viejo Mundoeuropeo, no es aún más que un sentimiento en cierta manera erudito yen vías de costosa formación. Hubo, sí, un momento en la historia en quetoda la América española, por lo menos toda Suramérica, parecióconmoverse y vivir en comunidad de visión y de sentido, y fue cuando sedieron la mano Bolívar y San Martín en las vísperas de Ayacucho; peropasado aquel momento épico, una vez que cada nación suramericanaquedó a merced de los caudillos, volvieron a un mutuo aislamiento, talvez no menor que el de los tiempos de la colonia. En ciertos respectossigue todavía siendo Europa el lazo de unión entre los pueblosamericanos…

Miguel de Unamuno (Buenos Aires, 1908)1

Relacionad, pues, a nuestros hombres de pensamiento unos con otros. Sedingeniosos e incansables; discurrid medios para crear los vasoscomunicantes; labor de prensa, correspondencia, obligación de cambios delibros a través de organismos adecuados, exposiciones de arte, deconciertos, viajes de profesores y estudiantes, congresos de escritores,sistemas de investigación paralela! Qué sé yo!

Alfonso Reyes (Río de Janeiro,1932)2

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Enlaces entre España y América

El proceso de globalización es un dato incontrastable de la realidad contempo-ránea. Las reacciones frente al fenómeno se agrupan entre quienes lo aceptan conun optimismo a prueba de toda demostración contraria sobre sus tan mentadosbeneficios y los que la rechazan en nombre de cierta preservación sustantiva de losparadigmas nacionales amenazados. Si complejos estos asuntos en el orden econó-mico y comunicacional, no lo son menos en la dimensión de la producción simbó-lica. Sólo para graficar con un ejemplo, conviene recordar que las diásporas inte-lectuales de los últimos tramos del siglo XX (motivadas fundamentalmente en losexilios políticos), más las inmigraciones masivas hacia los países centrales, estánminando la noción de nacionalidad y por ende la de literaturas nacionales, pues lanación ha dejado de ser un proyecto cargado de plenas certezas. Autores y lecto-res no comparten los mismos escenarios nacionales. ¿A qué literatura perteneceGabriel García Márquez? Traducido a numerosos idiomas y viviendo en México, ¿ala colombiana?, ¿a la latinoamericana?, ¿a una comunidad internacionalizada? Losinterrogantes poco tienen de nuevo, desde luego, como tampoco la globalización quese experimenta lo es.

La internacionalización del capital junto con el mejoramiento de las comunica-ciones durante la etapa que va de fines del XIX a comienzos del XX desencadenóun glosario de incógnitas similares vinculadas con una experiencia expansiva. Entrelas principales, para los hispanoamericanos, la imperiosa necesidad de redefinir larelación con la cultura occidental; para los españoles, aunque regidos por otro pro-ceso, la dilucidación de si la cultura europea era o no la solución para la crisisespañola. Las respuestas obtenidas –diversas, controvertidas– constituyen el motivocentral de nuestro trabajo.3 Por caso, los letrados de ese ciclo diseñaron algunasestrategias de manera más o menos conciente con el fin de crear espacios de per-tenencia comunes, pero internacionalizados. No al costo de una descaracterizaciónni de la pérdida de la libertad de pensar un programa literario propio. Si nos he-mos centrado en dos puntos –por un lado, el tema de las comunidades imagina-das, por otro, las redes intelectuales– lo ha sido porque mediante estas instanciasse pudo alcanzar un grado satisfactorio de internacionalización dentro del contextoindicado.

Hasta ahora los trabajos sobre estos aspectos no son numerosos, menos aúnen lo que concierne a las redes. Pero sobre todo hemos observado que estas te-máticas –comunidades imaginadas y redes intelectuales– han sido tratadas demanera separada, casi sin conexión alguna. He ahí una primera falencia que he-mos intentando subsanar. Entre otras razones porque mediante el entrecruzamientode ambas dimensiones se obtienen, a nuestro juicio, novedosos frutos. Es el pensa-miento relacional, polisistémico que guía, entonces, este intento, con vistas a reve-lar algunas cuestiones que, desde otras perspectivas, nos han parecido poco satisfac-torias. ¿La imaginación de una comunidad constituye un hecho aislado, individual,

3 Este texto forma parte de un libro en prensa sobre el tema de las redes entre América y España

a fines del siglo XIX y comienzos del XX.

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propio, o bien se forja en la intercomunicación con otros sujetos? La respuesta puedeparecer obvia, sin embargo a poco de andar descubrimos que pese a considerarsecomunitaria no hay análisis de la manera como la imaginación trabaja, en quéámbitos se realiza y de qué medios se vale para tales fines.

Nuestra hipótesis de trabajo, en tal sentido, ha sido que entre 1898-1920 seconstituye una comunidad imaginada más allá de las fronteras nacionales de His-panoamérica y más allá aún del obstáculo geográfico que representa el océanoAtlántico. Afirmamos que se trata de la primera comunidad imaginada con un fuer-te anclaje en la lengua como nexo de unión y entendimiento. Este espacio idealno está regimentado por una idea de unión continental hispanoamericana, cuyoorigen se remonta a los tiempos de los liberadores (Simón Bolívar, el más destaca-do), y de los intelectuales republicanos (Andrés Bello, Simón Rodríguez), ni tampo-co por un hispanismo hegemónico (con sentido regenerativo de una ideología mo-nárquica y católica, como lo llegó a ser durante la era del franquismo). Tampocose trata de acuerdos interestatales o acciones llevadas a cabo por actores de esesector (económicos, diplomáticos, financieros, etc.), ni de clases, algo así como unainternacional hispana de obreros, campesinos y artesanos. No, el ámbito en el quese produce esta comunidad imaginada es el intelectual, artístico, letrado, ni siquie-ra universitario (aunque hubo iniciativas desde este sector). Para decirlo en térmi-nos de Ángel Rama es la ciudad letrada que busca ampliar, extender, abrir sus fron-teras.

¿Qué ocurre dentro de esta “patria intelectual”? Un febril activismo la caracte-riza, que incluye instituciones, academias, ateneos, salas de redacción de periódi-cos, revistas, encuentros, viajes, conferencias, banquetes, asociaciones locales e in-ternacionales e incluso gremios intelectuales, etc. No es por cierto una “patria” ala que tiene acceso el ‘demos’, ni tampoco se trata de una aristocracia, aunque nofalten algunos que así lo deseen. Para formar parte de ella se requiere el cultivode la inteligencia, el ejercicio de las letras y una mínima noción de solidaridad. La“patria intelectual” puede pensarse asimismo en contraposición a la “RepúblicaMundial de las Letras”, que tiene su capital en París. Se trata de otro espacio sim-bólico que no se rige por un sistema “transparente”, sino que su régimen es des-pótico, ya que abre y cierra sus ingresos al compás de sus intereses exclusivamen-te. Decimos que estos espacios simbólicos se contraponen puesto que uno –la “patriaintelectual”– nace como una necesidad de contener a los intelectuales periféricos,impedidos, muchos de ellos, de ingresar a la “República Mundial de las Letras”.

La actividad que caracteriza a la “patria intelectual”, en consecuencia, formaparte de la historia de las relaciones culturales establecidas entre españoles e his-panoamericanos. El historiador Carlos Rama ha estudiado tales vínculos, centrándo-se en el siglo XIX, no obstante, entre los propósitos perseguidos figura el dar res-puestas a los interrogantes sobre cómo y de qué forma se han dado los lazos entreintelectuales, se han intercambiado experiencias y creaciones y, fundamentalmente,cómo y en qué forma se han influido entre sí y han participado en la cultura in-ternacional (1982: 12-13). Estos interrogantes se complementan con algunos de lospropósitos perseguidos por los estudios de la literatura comparada. Esta disciplina

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interpone algunas distinciones entre difusión, imitación, éxito, influencia. Cuatrofactores que ayudan a particularizar los productos que circulan en el interior de la“patria intelectual”, así como también las vías de la interacción cultural. Es deespecial interés la precisión de cuatro tipos de influencia: 1. personal (culto a unautor), 2. técnica (por ejemplo, el prestigio del drama de Shakespeare en los ro-mánticos franceses), 3. intelectual (la difusión del espíritu volteriano), 4. temas oplanes literarios.4 El método de la literatura comparada incluye otros instrumentostales como la traducción y los viajes, como agentes del cosmopolitismo.

Desde luego que válidos estos instrumentos metodológicos, a nuestro modo dever, no llegan a perfilar más acertadamente el objeto que nos interesa. En el casodel comparatismo, la razón misma de esta orientación –la acción de comparar– seejecuta desde una perspectiva en que las órbitas nacionales tienen preponderancia,prestigios acumulados, tradiciones validadas y particularidades de fuerte raigambreidentitaria, basados especialmente en la diferencia lingüística. No es entonces porla vía de la comparación, sino de la relación que mejor podremos delinear nuestroobjeto. Aún más, a la idea de comparar le quedan restos de ciertas jerarquías, encambio, la acción de relacionar establece un orden sin graduaciones, en un pie deigualdad entre los puntos que se conectan. Pensar la “patria intelectual” desde unaperspectiva semejante no pretende barrer con las diferencias ni mucho menos pro-poner inexistentes homologías. La “patria intelectual” es el resultado de un instan-cia coyuntural precisa en el tiempo, que según nuestra hipótesis no reconoce ante-cedentes ni volverá a repetirse en el futuro. Se trata de una forma especial deimaginación que combinó el espacio, la lengua, la actividad intelectual y los me-dios técnicos conocidos. Uno de cuyos resultados fue la fundación de la literaturahispanoamericana como entidad autónoma de España (en rigor, ya lo era desde elromanticismo) como de los centros de gravedad nacionales.

Es interesante la reconstrucción –llevada a cabo por Susana Zanetti– de loscircuitos mediante los cuales se alcanza un grado de autoconciencia estética quepermite hablar de la fundación de la literatura hispanoamericana. A dichaautoconciencia se llega gracias a lo que la investigadora llama “fenómenos dereligación”, que son lazos efectivos tendidos más allá de las fronteras nacionalesen “un entramado que privilegia ciertas metrópolis, determinados textos y figuras,que operan como parámetros globalizantes, como agentes de integración.” Para elanálisis de estos fenómenos se hace necesario “anudar detalles y vertebrando en-cuentros, lecturas, correspondencia –múltiples vínculos, en fin– el estudio de lareligación intenta contribuir a la respuesta de cómo se fue constituyendo y fortale-ciendo esa amalgama que subyace en la construcción del objeto que denominamosliteratura latinoamericana.”(Zanetti S. 1994: 491) Zanetti ha visto que el período queva de 1880 a 1916 es altamente significativo desde la óptica de la religación, ya

4 Ver Buosoño, Carlos, (1987), Las relaciones literarias entre España e Iberoamérica, Madrid, Edito-

rial Universidad Complutense; Guyard, Marius-François; Carré, Jean-Marie; Badosa, Enrique, (1957),

La literatura comparada, Barcelona, Editorial Vergara; Bloom, Harold; Alou, Damián, (1996), El

canon occidental: la escuela y los libros de todas las épocas, 2a. ed., Barcelona, Editorial Ana-

grama.

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que se empiezan a superar las manifestaciones literarias más o menos aisladas ya organizarse una literatura de intercomunicación a nivel continental. La crítica ar-gentina también es bien precisa en cuanto a la singularidad del momento que es-tudia, en virtud de que existen pruebas contundentes sobre las diferencias con elciclo anterior, en el que los vínculos descansaban sobre unos pocos nombres este-lares (Bello, Sarmiento y otros) y no tanto sobre las tramas de religación.5

La tesis de Zanetti sería que los letrados encaran “su experiencia singular, ynacional –mexicana, colombiana–, desde una dimensión mayor que las contiene yque empieza a reconocer modelos propios”. Dicha dimensión no sería otra que lahispanoamericana, ya que los vínculos con el Brasil son escasos y al Caribe nohispanohablante se lo presiente como muy lejano (Zanetti S., 1994: 492). De nues-tra parte consideramos que la perspectiva resulta correcta pero insuficiente a la horade explicitar la manera como el restablecimiento de los vínculos con Europa seconvierte en un problema a resolver. Más aún, las religaciones se producen con másfuerza desde Europa, desde diversas sedes: Madrid, Barcelona, París e inclusoSalamanca. Estos puntos constituyen nudos cruciales de la red, trama o religaciónque acontece entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. Así lo testimonia, enparte, la correspondencia que está fechada en alguna ciudad europea o norteame-ricana, proveniente de quienes Zanetti llama “las grandes figuras religadoras”: JoséMartí, Rubén Darío, Manuel Ugarte (Zanetti, S., 1994: 522). La “patria intelectual”–sostenemos– demanda de centros más “adelantados” ya sea desde el punto devista técnico, económico o estético. Repárese en que sedes como Nueva York o Parísson las que estos hispanoamericanos utilizan para lograr la más considerable difu-sión de sus discursos6. Con todo, Zanetti no deja de reconocer “la importancia deParís como polo de religación extracontinental”, y ve la necesidad de “insistir enla relevancia de España en este aspecto, en función de que en ella se estrechanrelaciones y reconocimientos mutuos de una envergadura inédita luego de la inde-pendencia americana” (Zanetti S., 1994: 527). El propio Miguel de Unamuno era

5 Ibídem. De acuerdo con la noción historiográfica de Pedro Henríquez Ureña, la literatura hispano-

americana podía organizarse en torno a unos cuantos nombres: Bello, Sarmiento, Montalvo, José

Martí, Darío, Rodó. Henríquez Ureña, Pedro, (1978), La utopía de América. Pról.: Rafael Gutiérrez

Girardot, compilación y cronología: Ángel Rama y Rafael Gutiérrez Girardot, Caracas, Biblioteca

Ayacucho, p.47. La breve lista, comenta Susana Zanetti en otra parte, “revela una selección en

que se mezclan criterios estéticos con roles ‘señeros’ de la escritura en función del pensamiento

y la organización del estado y de las instituciones culturales americanas”. Zanetti, Susana, (1998),

“Apuntes acerca del canon latinoamericano”. En: Cella, Susana (comp.): Dominios de la literatu-

ra. Acerca del canon. Buenos Aires, Losada, p.99.

6 No faltan testimonios que así lo refrendan. Manuel Ugarte en sus memorias La generación ibero-

americana del 900; o el Gil Fortoul: “Si bien en la esfera internacional nuestra América es un

todo/…/ en literatura cada República tiene aún capilla aparte. Y es difícil pasar de una capilla a

otra, separadas como están por distancias enormes y terribles desiertos. Para ir de Buenos Aires

a Caracas, lo más corto es venir primero a Europa. Para que un escritor paraguayo conozca per-

sonalmente a un colega guatemalteco, lo práctico es venirlo a buscar en los bulevares de París.”

Gil Fortoul, J., (1957), Obras completas. Caracas, Ministerio de Educación, v. 7, p. 366.

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conciente de ello: “En ciertos respectos –dice– sigue todavía siendo Europa el lazode unión entre los pueblos americanos ” (O. C., t. IV, p. 777). Cuando nuestro au-tor dice Europa, alude también, y especialmente, a Salamanca, como luego lo po-dremos apreciar. Así y todo, esta perspectiva tan interesante no será desarrolladapor Zanetti tal como su trascendencia lo amerita.

De acuerdo con el marco conceptual en el que nos movemos en este estudio,el problema que nos ocupa se inserta también dentro de las relaciones centro-pe-riferia, es decir entre la metrópoli y las áreas no metropolitanas. Se sabe que noes inocua la diferencia en las relaciones establecidas entre la periferia y la metró-poli y entre las periferias mismas. Podría objetarse que, en el actual grado de de-sarrollo alcanzado por los medios tecnológicos, las condiciones de intercambio cul-tural con las metrópolis no cabe pensarlas sino como por medio de una transmi-sión inmediata. En efecto, las transformaciones tecnológicas y las instituciones co-rrespondientes presentan una extraordinaria diferencia si se compara con el niveltecnológico y las instituciones existentes a comienzos del siglo XX.7 En punto, en-tonces, a las transacciones culturales se ha producido el tránsito de “una lentainfluencia” –comienzos del siglo XX–, a “una transmisión inmediata” en la actua-lidad. El arte moderno, tal como se entendió a comienzos del siglo XX, contabacomo medios expresivos a la escritura, la pintura, la escultura y el teatro, por tan-to los espacios privilegiados eran las salas teatrales, las galerías, las exposiciones,los periódicos, etc. El contraste con la actualidad es evidente, pues, sin que se hayansustituido los medios anteriores, han adquirido un relieve extraordinario el cine, latelevisión, la radio, etc.8 De manera que la idea de que al desarrollo tecnológico,de comienzos del siglo XX, le corresponde un modo especial de contacto, entendidocomo de una “lenta influencia”, resulta la más conveniente para el enfoque de lared conformada por los intelectuales del 98 español y el 900 hispano-americano.

Carlos Rama afirma que “si extensos son estos asuntos culturales, están, a suvez, limitados y condicionados por la estructura socioeconómica y los aparatos

7 Sin embargo, como piensa Zanetti, algunas condiciones estructurales son necesarias para que tu-

vieran lugar los fenómenos de religación: “El proceso modernizador no determinó la constelación

de artistas e intelectuales del período, pero fue condición imprescindible para que fuera posible

un movimiento mancomunado en concepciones estéticas e ideologías, para que surgiera el inter-

cambio y la discusión entre pares, medianamente generalizada y con cierta simultaneidad. La

religación, en sus numerosas variables, supone la quiebra del aislamiento, del comportamiento

estanco, y para ello hacían falta bases materiales para vehiculizarla y una mentalidad moderna.”

Zanetti, Susana: “Modernidad y religación…”, op. cit., p. 500.

8 Al decir de Williams, todavía algunos reservan las categorías de “arte” o “las artes” para las pri-

meras tecnologías e instituciones (escritura, pintura, escultura, teatro, etc.) con una asociación

constante con la metrópoli en tanto centro. Sin embargo, los verdaderos medios modernos son de

una clase diferente. Por otro lado, la idea de metrópoli ha cambiado en la extensión de un mer-

cado organizado y global de las nuevas tecnologías culturales. Hoy, la verdadera metrópoli, es la

trasmisora de las economías técnicamente avanzadas y dominantes. Williams, Raymond, (1989),

“Las percepciones metropolitanas y la emergencia del Modernismo”, en: Pinkney, Tony, (comp.), La

política del modernismo. Contra los nuevos conformistas, Buenos Aires, Manantial, p. 58.

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políticos” (Rama, C., 1982: 13) . Esto último, según entendemos, es parcialmentecierto. No caben dudas de que tanto las estructuras económicas y los aparatos po-líticos cumplen un papel significativo, pero si nos sujetamos a ellos no encontra-ríamos explicaciones para el desbordamiento de esas contenciones que las relacio-nes culturales terminan produciendo. Aún más, al declinar la centralidad conferidaa los estados nacionales es posible pensar en otros términos los intercambios cul-turales, fuera incluso de lo que se entiende como “relaciones internacionales”.9 Con-secuentemente, nuestra propuesta de revisar algunos caminos analíticos en las re-laciones culturales se fija un horizonte que va más allá de las naciones o de losparadigmas nacionales, más allá de las generaciones y también más allá de loslugares. Admitimos desde luego que estas tres dimensiones: nación, generación ylugar están en crisis y es menester profundizar esa crisis, ya que estos principios,como otros seguramente, nos han impedido comprender de manera más integral ytambién transversal la producción cultural iberoamericana en su relación con Euro-pa. A la nación habremos de confrontarla con la red transatlántica, a la genera-ción con la tendencia, en lugar del factor etario, y al lugar con los nuevos contex-tos que ofrece la lógica de enlace de las redes.

Por otra parte, un estudio que también ofrece algún interés es el de GuillermoDíaz Plaja, Al filo del novecientos. Estudios de intercomunicación hispánica.10 El li-bro, aunque desactualizado en algunos métodos, se ocupa de una serie de temasque, cronológicamente, se ubican en las primeras décadas del siglo XX. El críticoespañol entiende por “estudios de intercomunicación hispánica” al amplio “juegode mutuas penetraciones entre las culturas que más nos importan”, es decir, “losmovimientos espirituales, entre España y América”. Entre ambos espacios se pro-duce un ejemplo de “mutuas curiosidades y asimilaciones que, posteriormente, nohan continuado en tan estrecha estimación. De ahí el aspecto de ejemplaridad quedesearía que tuviera este libro.”11 Esta nota aclaratoria es suficientemente ilustrativa,nos parece, de que el fenómeno de recíproca implicancia dentro de un contextohispánico no tiene precedentes ni tampoco tendrá continuidad, si no quizás hastala emergencia del “boom” latinoamericano, y aun así, ya no con la intensidad quetuvo a comienzos del siglo XX.

Otro estudio digno de destacar pertenece a Emilia de Zuleta, Relaciones litera-rias entre España y la Argentina1 2. Como se ve, se trata de una investigación queestá ceñida a una relación entre dos naciones: España y Argentina, lo cual marcauna diferencia con respecto a los dos estudios anteriores, que pretenden visiones

9 “En el curso de los últimos años, la pérdida aparente de centralidad de los estados nacionales

ha ayudado a hacer manifiesta la complejidad inherente a los procesos de reintercambio cultural

oculta tras una perspectiva que tendió a concebir los mismos exclusivamente en términos de

relaciones internacionales.” Palti, Elías, (2004), El problema de ‘las ideas fuera de lugar’ revisitado.

Más allá de la ‘Historia de las ideas’, México, UNAM, Centro Coordinador y Difusor de Estudios

Latinoamericanos, p. 8.

10 (1971), Barcelona, Editorial Planeta.

11 Ibídem.

12 (1983), Madrid, Ediciones Cultura Hispánica del ICI.

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más abarcadoras. Podría decirse que operan concepciones dispares entre estasinvestigaciones. Asimismo, el trabajo de Zuleta se limita a un objetivo claramentedefinido: la presencia de las letras españolas en la Argentina, a través de las re-vistas literarias. Para ello se ocupa de diez revistas argentinas que abarcan un pe-ríodo que va de la iniciación de Nosotros (1907) al cierre de Realidad (1949), através de tres ciclos: 1907-1926, 1927-1935 y 1936-1948. Entre las conclusionesgenerales de su recorrido, cabe destacar la individualización de quiénes sirvieronde “mediadores en el intercambio de información, y en las diversas formas de acer-camiento”, así como también la revelación de cómo se llevaron a cabo las moda-lidades de esta labor, que van del carácter ocasional (aniversarios, viajes, episodiospolémicos) al orgánico (la investigación erudita, el ensayo, la crítica periodística,la información bibliográfica). Finalmente, pone de relieve el por qué de estas inte-rrelaciones, “desde las afinidades de índole estética hasta las motivaciones de or-den ideológico, político o económico”(Zuleta, E., 1994: 255-256). En síntesis, los es-tudios mencionados dan cuenta de una intercomunicación cultural entre áreas es-paciales que están conectadas tanto por la lengua como por las redes intelectua-les.

En suma, para hacer posible una comunidad intelectual de intereses y perspec-tivas comunes, de origen español e hispanoamericano, se contaba para la época conescasos recursos, si lo vemos desde nuestra propia contemporaneidad. Apenas lacarta, los periódicos, las revistas y los libros. Medios que además presentaban enor-mes dificultades de circulación y distribución. A eso se debía sumar las distanciastransatlánticas y también intracontinentales en Hispanoamérica, que dificultaban losviajes a punto de hacerlos una actividad excepcional. No obstante lo cual, los via-jes existieron y contribuyeron al ensanchamiento imaginario. La comunidad, con todo,se hace realidad gracias al uso intensivo de estos únicos recursos que tenía a mano.Esta primera comunidad letrada imaginada no fue sencillamente la consecuenciaespontánea de un conjunto de voluntades, sino la consecuencia de una labor preci-sa. ¿Cuáles fueron las motivaciones que impulsaron a estos intelectuales? Enume-remos algunas:

a. La ampliación de fronteras intelectuales para los hispanoamericanos.b. La ampliación de públicos para los españoles e hispanoamericanos.c. El enfrentamiento con éxito del dilema del confinamiento nacional o el tras-

cender las fronteras en pos de porciones de universalidad (más para los his-panoamericanos que para los españoles).

d. Desde el punto de vista español, América representaba una salida a las cri-sis del 98.

e. Desde el punto de vista hispanoamericano, España constituía el punto de in-greso a Europa.

El saldo más palpable de esta intercomunicación entre España y América fueel forjamiento de la “patria intelectual” imaginada, un lugar ideal en que los hom-bres letrados podían no sólo conectarse entre sí, sino además elaborar visiones, pulirideas, proyectar programas con vistas a crear una sociedad de hombres agrupadospor el uso de un común instrumento: la lengua.

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La “patria intelectual” de José Enrique Rodó

1. Lengua, redes, intercomunicaciones

Una de las ventajas –escribe Rubén Darío– que han tenido nuestras dosúltimas generaciones es la de la comunicación y mutuo conocimiento. Siaún algo queda que desear, ya no sucede como antaño, que se ignora-sen, de nación a nación, los seguidores de una misma corriente filosóficao estética /… / Hay mayor intercambio de ideas. Se comunican los pro-pósitos y las aspiraciones. Se cambian los estímulos. Hay muchas simpa-tías trocadas y muchas cartas. Los imbéciles no evitan en afirmar: socie-dad de elogios mutuos. No se hace caso a los imbéciles. Los libros y lascartas se siguen trocando. No otra cosa se hacía en latín, entre los sa-bios humanistas del Renacimiento (Darío, R., 1951: 117).

Nuestra área de interés se compone de un conglomerado geo-cultural en el quela lengua, como instrumento de comunicación e interacción, tiene un funcionamientocentral. De manera correlativa, el otro pilar de nuestro trabajo se asienta sobre elsoporte a través del cual se hace factible la acción del instrumento lingüístico: losepistolarios. Del cruce de estos factores es posible extraer nuevas representacionesde la interacción cultural, tanto como la configuración de nuevas nociones respec-to del rol del intelectual, la nacionalidad como medida de la producción literaria,los centros de poder simbólico, entre otros puntos.

Conviene aclarar que la fusión fuerte de lengua-territorio se corresponde con unaetapa precisa de la historia cultural, que es la que aquí se estudia, es decir, la queva de fines del siglo XIX y comienzos del XX, más allá de ella las condicionescomienzan a variar. Entre algunos antecedentes que tienden a proponer espaciostransnacionales, aunque con variantes considerables, se puede nombrar la idea de“confederación intelectual o espiritual” expresada en Idearium español (1896) deÁngel Ganivet; los libros y los viajes del historiador Rafael Altamira y Adolfo Posa-da a América, como una manera de acercamiento entre ambos espacios. Por suparte, la noción de Hispanidad de Unamuno es mucho más que un propósito idea-lista, consiste en una labor concreta para reunir culturalmente, sobre nuevas bases,a los países que hablan el español.

Creo poder afirmar, –escribe Unamuno para 1912– sin que ello se metome a petulancia, que yo por mi parte, solo y señero, desligado, sin es-tatuto ni programa, he hecho por la unión espiritual de los pueblos delengua española tanto como haya podido hacer cualquier otro y tantocomo algunas de estas asociaciones. Hace años que vengo dirigiendo misesfuerzos, entre otras cosas, a que nuestros escritores españoles sean másy mejor conocidos en la América española, y a que sean más y mejorconocidos en España los escritores americanos (Unamuno, M., 1958: 467).

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Afirmaciones que reitera dos años después en una carta a la Federación Univer-sitaria de Buenos Aires: “uno de mis más constantes desvelos ha sido, es y será elde fraguar relaciones espirituales entre los pueblos todos de lengua castellana”(Unamuno, M., 1991: 353). Así, la relevancia atribuida a la lengua es a todas lucesevidente y está directamente asociada a la capacidad de unir mediante el uso variosconjuntos geo-culturales. Pero también la fuerza le proviene de su poder para no estarsometida a las fronteras políticas y, por tanto, a los paradigmas nacionales que lassostienen, pese a que la lengua fue un factor preponderante para el establecimien-to de dichos paradigmas. El trazado que la lengua produce recuerda ni más ni me-nos que a las constelaciones, cuando a partir de un conjunto de estrellas y median-te líneas figuradas sobre la aparente superficie celeste, forman un dibujo que evocafiguras, como la de un animal, un personaje mitológico, etc. En nuestro caso, la fi-gura que emerge es un mapa, inexistente desde el punto de vista del derecho y lasconvenciones internacionales, es decir, lejos está de constituir una espacialidad reco-nocida políticamente. Sin embargo, y a pesar de ello, en el universo de la cultura serecorta como una verdadera “patria intelectual”, cuyos límites fronterizos se estable-cen con sumo cuidado, mediante acuerdos simbólicos, alianzas y otros mecanismos.Esta «patria intelectual» la vislumbró el uruguayo José Enrique Rodó, que la conci-bió como lugar ideal, en razón de que «las fronteras del mapa no son las de lageografía del espíritu» (Rodó, J., 1967: 156). En la “patria intelectual” se habla yescribe en castellano –americano o peninsular–, se habita un espacio peninsular yotro de ultramar, separados por el Océano Atlántico. Que semejante dispersión espa-cial no haya impedido el diseño de la “patria intelectual” se debe, entre otros mo-tivos, a la existencia de un medio de comunicación común. El resultado cartográficode la constelación que forma la lengua es un Atlas integrado por España e Hispano-américa. El valor virtual, al margen de toda legislación positiva, de este Atlas no haimpedido que se le asignen nombres, como por ejemplo, el de Hispanidad,Iberoamérica y se hayan desprendidos de ese tronco algunas ideologías culturales(hispanismo, hispanoamericanismo y otras). Tampoco el Atlas se cierra sobre los dosespacios mencionados sino que se hace extensivo a otros territorios, en el que elespañol ha sido una lengua dominante (Filipinas). Desde el punto de vista de lascondiciones generales que rigen a este Atlas, no debe descartarse que algunas de lasproblemáticas que lo atraviesan sean de naturaleza semejante a las que acontecenen otras latitudes. Pensamos en las condiciones periféricas, y más particularmente, enlas semejanzas observables entre Rusia, España e Hispanoamérica, las dos primerascomo periferias europeas y la última como periferia del mundo central desarrollado.13

Ahora bien, como se sabe, la lengua constituyó un serio dilema para los hispa-noamericanos después de la etapa independentista. En ese sentido, es posible dis-tinguir por lo menos dos grandes etapas en las que se profundiza el debate: 1810-1866 y 1866-1898. En la primera, los intelectuales se plantean el problema delidioma en términos polémicos con España: se procura soluciones locales, autóno-mas y propias; la impronta romántica es decisiva en esta fase. En el segundo

13 Mamontov, Stepán, “Unamuno y Ortega: la variante española de la dicotomía rusa”. http//

hispanismo.cervantes.es/documentos/momontov.pdf

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momento, con la aparición de una generación de intelectuales hispánicos más prag-mática se tenderá a buscar la unidad del idioma para así reestablecer lazosidiomáticos con Hispanoamérica.14 La discusión no habrá de darse colocando enprimer plano las heterogeneidades sino, por el contrario, lo que se destaca son lashomogeneidades. El interés se centra en lo que unifica y no en lo que dispersa. Enun contexto en el que se exaltan las propuestas totalizadoras es donde convienesituar la cuestión que nos ocupa.

Como se ha dicho, la noción geo-cultural del Atlas hispano permanece activapor lo menos desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX. Enla actualidad, como consecuencia de la revolución comunicacional y las nuevas olea-das de migraciones producidas, se hace impensable sostener una relación estrechaentre territorio y lengua que remita a una noción geo-cultural más o menos cohe-rente y ensamblada, como en etapas anteriores. Las experiencias desterritorializadorasson las que marcan las nuevas percepciones espaciales. Ello no significa que talesexperiencias no se produjeran en la etapa considerada por nosotros, puesto queacaecieron por medio del viaje o las migraciones culturales hacia las metrópolis, enespecial, durante el modernismo.

2. Los epistolariosLas relaciones epistolares ayudan a establecer una comunidad virtual, en razón

de que existe un eje que las vertebra. La cultura constituye la trama que engarzael conjunto de voces dispersas, que se reúnen en un oikos de la inteligencia y lasensibilidad, a la manera de una topofilia. Así imaginan la “patria intelectual” losletrados del período que estudiamos. El espacio cultural se nutre de una decisivainstancia imaginaria, pero necesariamente tiene un asentamiento geográfico concreto.El nuevo mapa que fragua el interés por la cultura perfora las fronteras y amplifi-ca los horizontes, puesto que existe hacia finales del siglo XIX y principios del XXuna extremada confianza en el poder transformador de la cultura. Ella representael lazo de unión entre los hombres. Para el caso latinoamericano, basta con recor-dar el Ariel de Rodó y el ideal humanístico que propone como proyecto de edifica-ción social de las recientemente organizadas repúblicas americanas.

Pues bien, los epistolarios forman parte de los géneros discursivos del yo. Jun-to con las memorias, las autobiografías y diarios íntimos ponen de manifiesto lasdimensiones privadas del yo-enunciador. Pero también, según un corpus de textosexaminados, es posible señalar las marcas específicas de los modelos sociales derepresentación del yo, de acuerdo a paradigmas tales como el de la modernidad oel de la crisis de la modernidad, en el Atlas cultural de lengua hispana. De ahí queafirmemos que los discursos del yo son portadores de un carácter representativo.En efecto, la tendencia a ocuparse de los temas, problemas y acontecimientos pro-pios del contexto del emisor, en América Latina por lo menos, no sería una propie-dad privativa de los textos argumentativos, del tipo del ensayo, sino que inficionan

14 Rama, Carlos, op. cit, p. 117 y ss. V. también para el siglo XIX, Ramos, Julio, (1987), “Saber decir:

literatura y modernización en Andrés Bello”. En: Nueva Revista de Filología Hispánica, t. XXXV,

n° 2, 1987, pp. 675-694.

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otra clase de textos, como por ejemplo los de naturaleza autobiográfica. La preocu-pación nacional está presente de manera constante en las escrituras del yo, a lamanera de un “escenario de crisis”(Mollov, S., 1999) que favorece una retórica dela autofiguración en Hispanoamérica. Es mediante esta predisposición, presente yaen Domingo F. Sarmiento, José Martí o más claramente en José Vasconcelos, queestos textos tienden nexos entre la autofiguración, la identidad nacional y una con-ciencia cultural. Vale decir que la dimensión privada no sería lo que define estric-tamente a los discursos del yo en Hispanoamérica, sino también su constante in-quietud por la esfera de lo público, no sólo en el sentido de la publicidad quepueden llegar a tener los textos, sino también “lo público” como constitutivo de lapolítica.

En tal sentido, nuestro interés por los epistolarios15 estriba en el hecho de quesu estudio contribuye a la reconstrucción de las redes que escritores, artistas e in-telectuales han propiciado. El interés se centra asimismo en el impacto que estaslógicas de enlaces poseen en la formación de imaginarios colectivos dentro de lacultural hispánica. Una lectura de las constelaciones públicas y privadas y su hue-lla en la formulación de autoimágenes regionales, continentales y/o trasnacionalesfavorece no sólo la indagación de las lógicas de enlaces, sino además la confec-ción de un mapa de las imágenes que se forjan hacia el interior de aquellas cons-telaciones. Cabe interrogarse, pues, sobre el verdadero alcance que poseen las re-des en el proceso de formación de imágenes, dando por hecho que tales imágenesexisten y circulan en los espacios de intercambios simbólicos. Más aún, las imáge-nes existentes han sido siempre un marco de referencia implícito para el intercam-bio cultural y las relaciones culturales efectivas.

González Pizarro agrega al tema de las fuentes para el estudio de las relacio-nes intelectuales, las bibliotecas, las memorias, los diarios de viajeros y periodistas,las revistas literarias, instituciones intelectuales, la actividad diplomática. Respectode las bibliotecas, dice que su estudio “ha permitido conocer el comercio de libros,fluctuaciones de autores y títulos entre las variadas bibliotecas americanas y exa-minar el estado intelectual de acuerdo a la época, en determinadas localidades.”16

15 Maíz, Claudio, (1996), “La carta y el discurso autorreferencial. Aportes para una poética del género

epistolar en Unamuno”, en: Cuadernos de la Cátedra Miguel de Unamuno, n. XXXI, Salamanca,

Universidad de Salamanca; Maíz, Claudio, (1999), Cartas venezolanas a Miguel de Unamuno 1900-

1933, prólogo, recopilación y notas de Claudio Maíz, Salamanca, Ediciones Universidad de

Salamanca; Maíz, Claudio, (2005), “Historia, literatura y lengua en el epistolario de Ricardo Pal-

ma y Miguel de Unamuno”, en: Revista de Literaturas Modernas, 2005, Mendoza, Facultad de

Filosofía y letras.

16 González Pizarro, José Antonio, (1987), “Fuentes, propósitos y perspectivas para el estudio de

las relaciones literarias entre España e Iberoamérica. Algunas notas”. En: Las relaciones literarias

entre España e Iberoamérica, Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana, Facultad de Filo-

logía, Universidad Complutense, p. 128.

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El “internacionalismo” de José Martí

1. Espacios literarios transnacionalesEl oikos ideal o la “patria intelectual” que describimos no es un reducto de

nacionalismos estrechos, sino un espacio desde donde se pretende tender nexoshacia otras literaturas o a la cultural universal. En su interior se percibe un aireexpansivo. No obstante, las vías para el intercambio simbólico con otros espaciosno son unívocas, ni mucho menos. ¿Cuáles son los movimientos estratégicos queemprenden los sujetos letrados para tender ligamentos con la cultura universal,identificada casi estrictamente con Europa? Dicho de manera sintética, los movimien-tos van de la apertura al ensimismamiento, fundamentalmente. En los años que vande 1810-1898 surge América latina como una entidad cultural autónoma, “con unaalta conciencia de su identidad y unidad interna, y, ante todo, de sus distancias ydiferencias con la metrópoli.” Según Carlos Rama, el factor por excelencia “paraexplicar la separación del nuevo mundo de su matriz europea ha sido el aislamiento”principalmente cultural, y esto tiene que ver con la actitud de la misma Españaoficial, de sus órganos oficiales de cultura y, en definitiva, de su endémica crisisdecimonónica. En su aislamiento la América Hispana generó rasgos nuevos y “seintegró en mayor escala que la misma ex metrópoli a las corrientes cosmopolitas”,viviendo experiencias propias. (Rama, C., 1982: 10) Aun dentro de la incomunica-ción experimentada hasta la renuncia de España a sus sueños de “reconquista”(1866) y más allá todavía de esa instancia, hubo puentes tendidos que buscaronlograr una mutua comprensión.

Tales puentes se intensifican más, precisamente, a partir del cambio situacionalde América Latina y España luego de la guerra de Cuba en 1898. El nuevo esce-nario, ocupado por la preponderancia de los Estados Unidos, propicia el reencuentro,en algunos casos o el redescubrimiento en otros. De resultas de la marginación co-mún, se intensifican también los contactos culturales y comienzan a gestarse bús-quedas semejantes. Como por ejemplo la de conformar un espacio literario de con-textos más amplios que los dados por las marcas nacionales. Más específicamente,se abre una pugna por la formación de un espacio literario transnacional. ¿Cómose da este debate en el contexto que describimos?

En primer lugar, en la historia de las literaturas emergentes, el factor estatalresulta esencial para la gestación de la idea de una literatura nacional, propia,

17 Claudio Guillén a propósito de la “literatura naciente (emerging literature)” dice que esta litera-

tura emergente se asocia a literatura nacional, cuando en realidad no todas las veces la adición

del término nacional implica lo mismo: “Si tenemos en cuenta la poesía provenzal, u occitana,

fue la literatura de una lengua, pero no de una nación /…/ Por otro lado, el uso de dichos ad-

jetivos puede ser insuficiente, si de lo que se trata es de diferenciar la literatura austríaca de la

alemana, pongo por caso, o la brasileña de la portuguesa.” Guillén, Claudio, (1998), Múltiples

moradas. Ensayo de Literatura Comparada, Barcelona, Tusquets, p. 299. V. Even- Zohar, Itamar,

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rica y Teoría de los Polisistemas, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela.

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original.17 O para decirlo en términos más herderianos: una lengua, una literaturadentro de fronteras nacionales. Mucho antes de que el modernismo hispanoameri-cano lo planteara como un tema crucial, la relación entre lengua y territorio cons-tituía una preocupación y no en un sentido herderiano, precisamente; quizás másen la orientación dada por Goethe en sus Conversaciones con Eckermann. Este sen-tido podemos verlo en la crónica de José Martí sobre el escritor Oscar Wilde:

Vivimos, los que hablamos lengua castellana, llenos todos de Horacio y deVirgilio y parece que las fronteras de nuestro espíritu son las de nuestrolenguaje ¿Por qué nos han de ser fruta casi vedada las literaturas extran-jeras, tan sobradas hoy de ese ambiente natural, fuerza sincera y espírituactual que falta en la moderna literatura española? Ni la huella que enNúñez de Arce ha dejado Byron, ni la que los poetas alemanes imprimie-ron en Campoamor y Bécquer, ni una que otra traducción pálida de al-guna obra alemana o inglesa bastan a darnos idea de literatura de loseslavos, germanos y sajones /…/ Conocer diversas literaturas es el me-dio mejor de libertarse de la tiranía de algunas de ellas /…/ (Martí, J.;1882)

El internacionalismo de Martí, en materia literaria, es un esfuerzo por reunir larecomposición de los vínculos de Hispanoamérica con el resto de Occidente, por unlado, y la preservación de los elementos propios, a través de una relación de tipoigualitaria con la literatura mundial (“Weltliteratur”), por el otro. No es otra, nosparece, la razón por la cual Ángel Rama lo sitúa en el eje de la modernización, yaque el “imperialismo de la cultura francesa” no puede combatirse fronteras aden-tro, en un ensimismamiento de rezagos románticos o componentes conservadores,ni tampoco prolongando la dependencia con la cultural española, sino siendo másinternacionalistas, es decir, “mediante una audaz ampliación del horizonte univer-sal de la cultural”(Rama, A., 1983: 95).

El internacionalismo martiano asimismo va en dirección opuesta a los dispositi-vos normativos que los procesos de constitución de las literaturas nacionales po-nen en juego. Mediante tales dispositivos se busca una homogeneización de losimaginarios que tienda a la preservación de identidades circunscritas a una fronte-ra política. Recientemente, la crítica no sólo ha cuestionado la noción de literaturanacional, sino que ha puesto en evidencia, según los casos, “si se trata de un pro-yecto, de una interpretación de continuidades existentes, de una mitificación o deuna mera autoengañifa” (Guillén C., 1998: 300). De ahí que ni el espacio nacionalni el Hispanoamericano resulten los más propicios para la formulación de algunaspreguntas y sus posibles respuestas en el período que consideramos. La “patriaintelectual” o espacio transnacional demarcado por la lengua parece el más pro-ductivo, ya que la ampliación de la mirada despeja los peligros de un ceñimientoa los circuitos nacionales y ofrece una serie de elementos comparativos que per-miten el trabajo tanto contrastivo como de hallazgo de analogías entre diversasáreas.

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Podríamos decir, si no fuera más complejo, que en el surgimiento mismo de lasliteraturas está inscrita la estrecha asociación con la lengua. La lengua dista mu-cho de ser suficiente principio explicativo en bastantes casos. Por ejemplo, “unapluralidad de literaturas puede compartir perfectamente un mismo idioma y sinembargo considerarse a sí mismas como específicas y nacionales”, o “dos Alemaniashan compartido una lengua en nuestro tiempo, que asimismo se hablaba y escribíaen Suiza, Austria y no pocos enclaves de la Europa oriental”. También está el casodel danés, durante siglos la lengua oficial de Noruega y Dinamarca. “Los usos delárabe son un ejemplo sobresaliente de tal extensión, si miramos, -dice Guillén-, haciael África del sur del Sahara.” Con lo cual aquella síntesis “una lengua, una litera-tura” pierde gran parte de su nivel cohesivo. La lengua, “en la que Herder creyóencontrar el principio identificador del Volksgeist o el espíritu de una nación, nocoincide por fuerza con las circunstancias y las intenciones que sostienen el surgi-miento de una institución literaria nacional”(Guillén C., 1998:3 01). Tampoco la re-ferencia al estado nación parece ser el camino más pertinente. Ya que ha habidocasos en que se ha dado el proceso de emergencia de la literatura sin la presen-cia del Estado-nación como en las letras italianas del Renacimiento y en las ale-manas de los tiempos de Goethe. En Europa la construcción de una literatura na-cional durante el siglo XVIII y sobre todo el XIX se adelantó a la independenciade más de un Estado (Guillén C., 1998: 303). Si bien es cierto que están estos ejem-plos que restringen el poder explicativo del binomio lengua-territorio, España yAmérica constituyen el caso que reafirma la conjunción, aunque a través de unainstancia ideal, desde luego, como la representa “la patria intelectual”.

El espacio transnacional constituye un dato probado en el contexto que estu-diamos, tanto por parte de algunos hispanoamericanos –la noción de “patria inte-lectual” pertenece a Rodó–, como del propio Miguel de Unamuno. Es conocida laparticipación en la prensa diaria hispanoamericana del escritor español, llevada acabo además para dar respuestas al problema de España en su relación con Euro-pa. La galofobia unamuniana no se origina solamente por la influencia krausista,sino también como consecuencia de la incursión del escritor español en el campohispanoamericano. Esta lucha “tuvo una enorme influencia sobre su visión de lo quedebía ser la relación entre España y Europa”(Stephen, R., 2000: 421).

A lo largo de nuestro recorrido hemos podido dar cuenta de la existencia deuna comunidad imaginada –una “patria intelectual”–, en la que se produce unaintensa actividad. La comunidad referida tiene una vigencia acotada, no va más alládel período comprendido entre fines del XIX y primeras décadas del XX. Amista-des, promoción de libros, tejido de proyectos conjuntos, así como también, en losplanos privados, angustias, sueños, desencantos, en fin, un extraordinario movimientode hombres, objetos (esencialmente libros), ideas, sentimientos, caracteriza a esteespacio entre real e ideal. Lo es en ambos sentidos: real, puesto que gracias a losviajes los intelectuales de uno y otro lado del Atlántico lograron tomar contactofísico, aunque no fue lo más frecuente; pero es particularmente lo segundo, es decir,espacio ideal o quizás mejor virtual, puesto que se establece mediante la concre-ción de una red favorecida por el único medio disponible por entonces: la carta.

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No se descarta de ninguna manera otros instrumentos que auxilian a la red: losperiódicos y las revistas, principalmente. Mediante el uso intensivo de estos sopor-tes, los intelectuales de ambas orillas del Atlántico crearon imágenes recíprocas,mejores o peores, estereotipadas o verosímiles; no obstante, lo que importa es queobraron en la elaboración de las versiones sobre el estado de la vida cultural delengua hispana en período determinado.

La religación que se produce obedece a la presión de un contexto en el quese impone la internacionalización de bienes materiales y simbólicos. Un violento pro-ceso de europeización sacude a las áreas periféricas, como las de América latina,Rusia y algunos países de la Europa misma. Fascinación, vasallaje intelectual, imi-tación, por una parte; rechazo, defensiva actitud frente a lo propio, por otra, sonalgunas de las acciones y reacciones que suscita el fenómeno. Pese a todo y comoconsecuencia de este proceso arrollador, los intelectuales de uno y otro lado delAtlántico se ven obligados a elaborar estrategias que permitan una activa partici-pación en un mundo cada vez más expandido. No es una preocupación que aquejea los intelectuales de los centros de irradiación cultural, sino a los que se ubicanfuera de ellos. Lo ya dicho: España e Hispanoamérica, así como Rusia, países es-candinavos o los de la Europa oriental son los primeros en sentir los efectos deesa presión por estar “al día”, “ser modernos”. Desde luego que la reacción pro-viene solamente de aquellos intelectuales que se resistían a la marea modernizantecon un centro bien definido, como el parisino. Los que lo admitían sin más no selo planteaban siquiera. Entre los primeros en resistirse y escudriñar vías alternati-vas se debe situar a Miguel de Unamuno. Esta nota distintiva lo destaca en todala comunidad de lengua hispana. Gracias al liderazgo que parte de la juventud leconcede, él mismo llegó a convertirse en un verdadero centro, otro más acorde alas aspiraciones y desvelos de una juventud “desorientada”. Esa misma centralidadlo ayudó a elaborar la trama que fue cerrando los hiatos entre la literatura hispa-noamericana y española, no porque fueran una sola y misma cosa, sino porque seaunaban en la averiguación del propio recorte que las individualizara en el contex-to mundial. La “patria intelectual” es el espacio alternativo a los confines naciona-les y los extremos “universales”. Dicho de otro modo, la “patria intelectual” delengua hispana puede verse como la respuesta alternativa a la “república mundialde las letras”, espacio al que se ingresa mediante la renuncia al carácter propio.Un centro contra otro centro.

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l modernismo fue una actitud ante la vida en un momento de ten-sión por el ambiente finisecular, complejo e inestable. El artista sesentía aislado ante una sociedad burguesa que no lo comprendía yque lo convertía en un ser cautivo. En este sentido, el espíritu era de

protesta y fuga frente al vacío espiritual producto de la debilitación de normas ytradiciones positivistas. Por esto, se rechazan en parte las formas académicas y seinsiste en la experimentación.

El positivismo fue el que más preparó el terreno para la aparición de un fenó-meno tan revolucionario como el modernismo ya que, al destruir principios anquilo-sados, dejó al individuo a la deriva, sin el sostén de las tradiciones. De ahí la pre-sencia del modernismo que, paradójicamente, se opone al positivismo manifestandouna profunda preocupación metafísica de carácter agónico, lo que desembocará añosmás tarde, en las variantes del existencialismo filosófico. Es en este punto donde laconexión con los poetas malditos del simbolismo francés se hace evidente.

Por otra parte, durante los últimos años del siglo XIX, Buenos Aires era la ca-pital hispanoamericana, como París era también la capital mundial de la culturafinisecular. Por allí pasaron los personajes más importantes de la intelectualidadmundial, entre ellos Rubén Darío, padre del Modernismo.

En contacto con las propuestas culturales europeas y también con estos estan-dartes de la cultura mundial, Buenos Aires pasó a ser cuna y germen de la culturahispanoamericana. En concreto, al relacionarse con Barcelona y París a través delos intelectuales que visitaban estas ciudades, fue uno de los vértices de ese trián-gulo cultural mundial. En este sentido, las relaciones entre los intelectuales de laépoca eran muy asiduas y daban lugar a las llamadas “redes”. Estas redes, comoestudiaremos más adelante, están constituidas por intelectuales que tienen pareci-dos intereses, similares intenciones, homogéneas motivaciones. Son redes que sepueden manifestar a través de la correspondencia, de los prólogos confeccionadosentre los mismos escritores, y también, a través de las revistas como vasosvinculantes de la cultura: “La revista representa un valioso documento que, tantodentro de los límites de un intervalo sincrónico o en el discurrir diacrónico de lahistoria literaria de un país, atestigua el estado real de la cuestión literaria, las lí-neas fundamentales de las letras nacionales, las preferencias, el gusto o los gustosimperantes, el complejo abanico de formas, de tendencias, de posibilidades queconvergen” (Gutiérrez, “Crítica”: 15-6).

Las revistas de fin de siglo en Argentina, o dónde serelacionan los intelectuales modernistas1

Marcela Naciff

1 Mi agradecimiento especial a Alberto Acereda, quien me motivó en el estudio del Modernismo.

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Nos proponemos, en este caso, estudiar descriptivamente las redes resultantesde tres de las más representativas revistas que se publicaron en la Argentina en elperíodo de 1894 a 1915: Revista de América (aunque sólo como pivote para darlepaso a las otras dos que fueron mucho más longevas), Nosotros y Caras y Care-tas. De la primera ya ha tratado recientemente Adela Pineda en un estudioiluminador al que remitimos al lector interesado en otro tipo de acercamiento. Lasúltimas dos tuvieron una vida que fue más allá de 1915, pero para nuestros pro-pósitos, recortaremos el eje de estudio hasta ésta, que es la fecha límite en cuan-to al modernismo.

Contexto mundial, hispanoamericano y argentinoIntelectualidad y Modernismo

La mayoría de las revistas que vamos a estudiar nacieron cerca de la celebra-ción del Centenario de la Independencia Argentina, al que se le sumó la inmigra-ción masiva hacia el país con su consecuente reacción xenófoba. Por esto veremosen todas las revistas colaboraciones de extranjeros y hasta, como es el caso deCaras y Caretas y Revista de América, también los directores serán forasteros.

Por otra parte, se dio el fortalecimiento de la Unión Cívica Radical y del Parti-do Socialista, hechos estos que influirán en la mayoría de los intelectuales de laépoca. En cuanto al contexto mundial, estamos frente a la Primera Guerra Mundialy la decisión por parte de la Argentina de mantenerse neutral. Otra situación difícilcon que se tuvo que lidiar fue la Revolución Rusa de 1917, ya que tuvo sus reper-cusiones en el movimiento obrero argentino.

Javier Fernández asegura que los intelectuales de esta época son “una genera-ción de un tiempo en que la Argentina tenía presencia monitora en el mundo […]Una Argentina de desinterés, de la tolerancia, de la delicadeza, de la contempla-ción, del ocio prometedor, de la vitalidad sin desborde y sin suficiencia, del heroís-mo silencioso de lo cotidiano” (Fernández, J., 1987: 73). Este es el contexto en elque un país como la Argentina podía ser el lugar perfecto para el desarrollo de unmovimiento como el Modernismo, que estaba naciendo. Aunque la situación delescritor en ese entonces era difícil, ya que había pocas librerías, muchas menos casaseditoriales, y además, pocos lectores. Tampoco existían, casi, medios decomercialización del libro. Por todo esto, los intelectuales de esta época eran escri-tores para minorías. Un ejemplo claro es el de Leopoldo Lugones, quien vendíadoscientos o trescientos ejemplares de sus obras (Ibídem: 76).

Con todo, los intelectuales leían cuanto caía en sus manos para luego partici-par de fervientes discusiones donde el combate y la socarronería no quedaban ex-cluidos. Era “una forma de debate donde la negligencia en el vestir era una formamás de protesta y rebeldía” (Rabian, A., 1999: 65). De esta manera, el Modernis-mo estaba instalado en Buenos Aires.

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Redes intelectuales

Pierre Bourdieu establece que las relaciones entre los participantes y hacedoresde una cultura configuran un hecho importante y olvidado para comprender la obraliteraria en su totalidad: “La historia de la literatura, siempre en su forma tradicio-nal, ignora casi completamente el esfuerzo por volver a insertar la obra o el autorindividual en el sistema de las relaciones que constituye la clase de los hechos(reales o posibles), de los que forma parte sociológicamente” (Bourdieu, P., 1983:11). En este sentido, el sociólogo francés define redes intelectuales, las que debenser “entendidas como conjuntos de personas cuya ocupación prioritaria es la delintelecto y que, manteniendo relaciones por un período relativamente largo, reali-zan trabajos intelectuales en conjunto” teniendo “necesidad de potenciar y compartirel conocimiento, de fortalecerse gremialmente, de aprovechar las instancias que ofre-cen los procesos de integración para participar activamente allí” (Devés, E. YAlburquerque, G., 2000: 334).

En este sentido, nos servimos de la definición de Bourdieu para nuestro estu-dio acerca de las revistas finiseculares argentinas. Ya que “es indudable que ladecisión de crear una revista responde a un imperativo donde se cruzan necesida-des individuales y colectivas. La aparición y la publicación regular de una revistapermite a sus directores y colaboradores crear una esfera de influencia nada des-preciable en el terreno de las actividades intelectuales” (Quatrocchi-Woisson, D.,1999:46). El modernismo que se había instalado en Argentina de la mano de RubénDarío necesitaba expresarse, agruparse, sostenerse, relacionarse.

Podemos asegurar con Diana Quatrocchi que “toda revista responde a una es-trategia de poder individual o grupal. Las redes que se tejen alrededor de una re-vista, entre directores y colaboradores, entre redactores y público, constituyen algoasí como una esfera de influencia cuyos alcances no siempre es posible cuantificar,ni predecir” (Ibídem: 47). Y como es difícil de cuantificar, lo que haremos es ana-lizar cada una de las redes instaladas en derredor de cada una de las revistas.

Las revistas

a. Revista de AméricaLa Revista de América fue fundada en 1894 por el nicaragüense Rubén Darío y

el boliviano Ricardo Jaimes Freyre, en Buenos Aires. Fue una revista quincenal consólo tres números, el primero de los cuales vio la luz el 20 de agosto. Los colabo-radores de la revista fueron Eleodoro Lobos, Ettore Mosca, Alfredo Ebelot, Julio LucasJaimes (“Brocha Gorda”), Julián Martel y Alberto Ghiraldo.

Uno de los colaboradores más importantes fue Enrique Gómez Carrillo, quien,desde París, tenía a su cargo el “dar a conocer los nombres más destacados de lapoesía francesa de última hora” (Gutiérrez, J., 1997: 24). De hecho en el primernúmero, Carrillo publica un artículo titulado “Los jóvenes poetas de Francia” conausencia de aparato crítico riguroso, en una actitud plenamente propagandística.

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Desde Francia, Gómez Carrillo se convirtió en un cronista-testigo presencial de lascorrientes literarias más nuevas (Ibídem:25). En uno de estos textos señala la ca-racterística más importante de la literatura del momento: su signo individualista. Enesta línea, hablará de Adolphe Retté, de su Cloches dans la nuit (1889) y de lostextos de Ernest Raynaud. Estos ensayos serán reunidos luego en Literatura extran-jera. Estudios cosmopolitas en 1894.

Por su parte, Rubén Darío se declaró, en las páginas de Revista de América,defensor del decadentismo aunque complementado con el neoespiritualismo. Contodo, Darío tendrá sus detractores: Paul Groussac desde las páginas de La Bibliote-ca, o Calixto Oyuela en El Ateneo.

En la Revista de América aparecieron versiones en castellano de alguna de lasobras de Leconte de Lisle, poemas de Salvador Rueda, del mismo Darío y tambiénde Jaimes Freyre. Además, aparecen, según Boyd G. Carter “por primera vez enespañol los nombres de André Gide, de Paul Valery y de Paul Claudel” (Carter, B.,1968:46).

En cuanto a los propósitos de la revista, y en concordancia con los idealespropios del Modernismo, los lineamientos por los que se movieron los propulsoresfueron, por ejemplo, el culto al Arte puro, la búsqueda de la perfección ideal y laidea de mantener, en la misma medida, “innovación y respeto por las tradiciones yla jerarquía de los maestros” (Gullón, R., 1980: 47)2 . Un hecho destacable es queDarío reprodujo en la primera edición de Los Raros, dos años más tarde, lo quefue “Nuestros Propósitos” de la revista (Carter, B.: 46).

Lo que rescatamos de la revista, para nuestro estudio, es la relación que se dioentre los intelectuales argentinos, sea cual fuere su posición ideológica, política oreligiosa, e intelectuales foráneos de la talla de Rubén Darío. Esta red forjada alre-dedor de la Revista de América fue el germen para las posteriores manifestacionesculturales modernistas que se dieron en Argentina, y de la mano, nada menos, delque fuera el padre del movimiento.

b. NosotrosEsta revista significó muchísimo para la cultura argentina. Tanto es así que a la

generación formada alrededor de ella se la llamó “el grupo de Nosotros” o “gene-ración de Nosotros”. Héctor Lafleur asegura que “nadie ignora que al hablar de larevista Nosotros se está nombrando al documento más importante de la vida inte-lectual argentina de las primeras cuatro décadas del siglo” (Lafleur, H., 1962: 40).

2 El objetivo de la revista era “levantar oficialmente la bandera de la peregrinación estética que

hoy hace con visible esfuerzo, la juventud de la América Latina, a los Santos Lugares del Arte y

a los desconocidos orientes del ensueño; mantener al propio tiempo que el pensamiento de la

innovación, el respeto a las tradiciones y a la jerarquía de los Maestros; Trabajar por el brillo de

la lengua española en América, y al par que por el tesoro de sus riquezas antiguas, por el en-

grandecimiento de esas mismas riquezas en vocabulario, rítmica, plasticidad y matiz; Luchar por-

que prevalezca el amor a la divina Belleza, tan combatido hoy por invasoras tendencias utilitarias;

Servir en el Nuevo Mundo y en la ciudad más grande y práctica de la América Latina, a la aris-

tocracia intelectual de las repúblicas de lengua española” (Gullón, R., 1980: 47).

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La revista Nosotros, de aparición mensual, tenía “dieciséis secciones fijas: bi-bliografía, ciencias sociales, crónica, crónica de arte, crónica musical, los escritoresargentinos juzgados en el extranjero, filosofía, letras (americanas, argentinas, espa-ñolas, francesas, italianas), libros varios, libros y autores, notas y comentarios, tea-tro nacional” (Rabian, A., 1999: 61). Con sólo la lectura de las secciones de la re-vista podemos apreciar que ésta tuvo la característica desde un principio de ser“abierta a propios y extraños, consciente de su identidad argentina, su pertenenciaamericana y sus conexiones con el mundo europeo” (Ibídem: 57). El cosmopolitis-mo modernista tenía donde manifestarse.

1. Sus directoresLos mentores y directores de la revista fueron Alfredo Bianchi y Roberto Giusti,

ambos procedentes de Rosario, capital de la provincia de Santa Fe (Argentina). Seconocieron en la Facultad de Filosofía y Letras, recién creada por Miguel Cané. En1903, jóvenes ambos (25 y 20 años respectivamente) comenzaron a frecuentar elcafé “La Brasileña”, junto con Raimundo Manigot y Alfredo Costa Rubert, entre otros.En una mesa cercana, también se juntaban Roberto J. Payró, Joaquín de Vedia, Ri-cardo Rojas, Atilio Chiappori, Florencio Sánchez, Carlos de Soussens, Eduardo Talero,Alberto Gerchunoff, Emilio Becher y Emilio Ortiz Grognet. Estos dos últimos, anti-guos amigos de Bianchi de la Facultad de Derecho, fusionaron ambos grupos, y delas largas charlas nocturnas que ocurrían allí, surgió la idea de fundar una revistaliteraria (Bianchi, A., 1932).

2. El títuloEl concepto de la red intelectual tal como lo plantea Bourdieu se ve reflejado

completamente en el nombre de la revista ya que quería manifestar la unidad dela comunidad intelectual que la conformaba, pero además, en esa primera personadel plural, podemos encontrar la “amplitud de miras con respecto a posiciones ideo-lógicas” (Ulla, N., 1969: 9) entre otras cosas. Nosotros también era América, comose pudo apreciar en la carátula que la identificaba hasta 1920, donde un joven atletaque bien podría ser de la antigüedad clásica sostenía un globo terráqueo donde laAmérica toda era la protagonista. Con este ícono quedaba expuesto que el espírituamericanista era profundo.

Con respecto al mentor del nombre, existe una controversia, ya que los direc-tores aseguran que el nombre lo dio Alberto Gerchunoff, pero cuando Roberto J.Payró lo supo, reclamó tal derecho como propio ya que la idea aparecía en unanovela suya publicada años atrás (Ravina, A., 1999).

3. Objetivos3

Como dijimos anteriormente, el principal propósito de la revista estaba vincula-do a su nombre. Dar espacio a “todo aquello que bien pensado y galanamente

3 En la “Presentación” del primer número podía leerse: “Ningún otro anhelo anima a sus directo-

res que el de poner en comunión en sus páginas las viejas firmas consagradas con las nuevas

ya conocidas y con aquellas de los que surgen o han de surgir. Siempre que lograra revelar a

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escrito a sus puertas se presente”4. De esta manera, la idea de democratizar lacultura estaba planteada.

Además, la idea que movía a los directores de la revista era promocionar unespacio cultural donde se pudieran fusionar los autores consagrados, con los nue-vos conocidos y, también, aquellos que estaban surgiendo en todo el continentesudamericano. Así, no habría distinciones de edades y estaría representado todo elpensamiento argentino y también el hispanoamericano (Ogando, M. y Paramos, R.,1997: 124-25).

En adición a esto, uno de los anhelos más importantes era el de dar a conocerun poeta novel. Enrique Banchs fue el primero, habiendo competido con EvaristoGonzález (o Evar Méndez 5, en su seudónimo). El tercer número dejó ver a EvaristoCarriego.

4. ColaboradoresLos colaboradores son el elemento más importante a la hora de la búsqueda

de las redes intelectuales. Pero considerando que fue una revista que vivió por 36años enumerar nombres resulta imposible en los límites de este trabajo. Lo que sídebemos tener en cuenta es que Bianchi habla de la colaboración de los “100mejores escritores y más conocidos de América y España” en los primeros 26 nú-meros, es decir durante la primera etapa de vida de la revista.

A través de lo expuesto por Giusti y el mismo Bianchi, sabemos que los cola-boradores más importantes a lo largo de toda la vida de Nosotros fueron: CarlosO. Bunge, Ricardo Rojas, Manuel Gálvez, Álvaro Lafinur, Julio Irazusta, Adolfo Korn,el brasileño Elysio de Carvalho, el francés Emile Duprat, el catalán Juan Torrendell,el italiano Folco Testena, además de Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, JoséVasconcelos, Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Miguel de Unamuno y Guiller-mo de Torre, para citar sólo algunos.

También colaboraron intelectuales de todas las ramas: derecho, periodismo, arte,música, literatura, política, filosofía, medicina, sociología. Los diferentes lineamientospolíticos también estaban representados en la revista, ya que ambos directores eransocialistas, pero otros colaboradores eran radicales, otros nacionalistas y algunosliberales.

5. ÉpocasCon respecto a la cantidad de épocas, hay una diferencia de posiciones. Bianchi

asegura que hubo tres épocas, teniendo en cuenta sus dos interrupciones: la pri-mera momentánea, sólo por tres meses y la segunda, de dos años. Por el contrario,

algún joven, ya podría esta revista vanagloriarse de su eficacia […] Y si estas aspiraciones pu-

diesen salvar las fronteras de la patria y extenderse a toda la América Latina, mejor aún. Nada

de más urgente necesidad que la creación de sólidos vínculos entre los aislados centros intelec-

tuales sudamericanos”.

4 Revista Nosotros, “Presentación”.

5 Un dato importante es que Evar Méndez será luego el director de la revista vanguardista Martín

Fierro y descalificará a Nosotros, en un caso de “parricidio literario” al decir de Javier Fernández.

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Aurora Ravina, junto con Mónica Andrea Ogando y Ricardo Ernesto Paramos, ha-blan de dos épocas. También lo hace Roberto Giusti. Estos autores no tienen encuenta la primera interrupción de la revista por causas económicas, quizá por elcorto período de tiempo en que no funcionó.

Para Bianchi, durante la primera época de la revista (desde agosto de 1907 afebrero de 1910) aparecieron 26 números en 31 meses. Fue una época difícil, aun-que, como dijimos anteriormente, colaboraron los cien escritores más conocidos deAmérica y España.

En 1908, las reuniones se trasladaron al “Café Brasil” que luego cambiaría denombre a “Café Los Inmortales”6, el cual, a pesar de la leyenda tejida a su alre-dedor, no oficiaba de peña literaria.

De abril de 1911 a julio de 1912, aparecen 16 números en 16 meses. En estemomento se incorporan a la revista Alfonso de Laferrere, Julio Noé, Vicente MartínezCuitiño, Nicolás Barros, Juan Pedro Calou, Fernán Félix de Amador, Carmelo Bonet,Manuel Gálvez, Francisco Masón, Rafael de Diego, Samuel Linnig, Carlos Obligado.En esta época, los intelectuales en torno a la revista se juntaban en el Royal Keller.

Por problemas financieros se suspende la publicación por tres meses, períodoen el cual se resuelve la situación mediante una Sociedad Corporativa presidida porRafael Obligado, y en noviembre de 1912, Nosotros vuelve a aparecer hasta 1934.

La segunda etapa de la revista va desde 1936, momento en que se levanta lasuspensión de dos largos años, hasta 1943, año en que muere quien fuera uno desus directores: Alfredo Bianchi (Giusti, R., 1972).

6. Características gráficasNosotros prácticamente no publicaba ilustraciones o fotografías salvo cuando se

necesitaba documentar algún evento social que envolvía a la misma revista. Lasilustraciones tenían un carácter esporádico ya que la revista se concibió “como unproyecto generador de cultura más que un mero reproductor de la misma” (Ogando,M. y Paramos, R., 1997: 131).

7. Encuestas y números especialesComo mencionamos anteriormente, una de las secciones fijas de la revista era

“encuestas”, inspiradas tal vez en la revista francesa Reveu de Deux Mondes, don-de las encuestas eran un éxito (Ibídem: 129). La primera de ellas apareció en 1912y por iniciativa de Carlos Octavio Bunge, el tema fue “¿Es más culta la mujer queel hombre en nuestra sociedad?” (Cf. Fernández, J., 1987) donde podemos obser-var, entre otras cosas, la inquietud de la revista para conocer el alcance de éstaen el público femenino. La segunda encuesta tenía que ver con el valor del MartínFierro, le siguieron encuestas sobre la guerra europea de 1914 y sus consecuencias,el conocimiento que sobre los escritores argentinos tenían los escritores españoles,la reforma del Himno Nacional, la misma generación de Nosotros, entre otras. Laúltima encuesta fue sobre América y el destino de la civilización occidental (Ibídem).

6 El nombre del histórico café sería motivo de discusiones para los participantes de los cenáculos,

ya que se disputaban la autoría de la invención Alberto Gerchunoff y Evaristo Carriego.

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A cada importante suceso histórico, sea la muerte de algún intelectual, una guerrao cualquier otra situación, la revista proponía números especiales. De esta manera,los números 6 y 7 fueron extraordinarios, en homenaje a Florencio Sánchez y EvaristoCarriego, quienes habían fallecido, en 1910 y en 1912, respectivamente.

A la muerte de Rubén Darío en 1916, el grupo, que se consideraba nacido bajosu signo, ofrece un número homenaje. José Enrique Rodó, Carlos Octavio Bunge,Carlos Guido y Spano, Amado Nervo, Rafael Obligado, Anatole France, Roberto J.Payró y Paul Groussac también tuvieron su póstumo número homenaje, junto con,por supuesto, Alfredo Bianchi.

8. Los banquetesCon motivo de la llegada de Enrique Gómez Carrillo a la Argentina, Nosotros

le ofrece un banquete como era costumbre con cada intelectual que arribara aBuenos Aires. Algún miembro de la revista estaría a cargo de la demostración, eneste caso, fue Juan Pablo Echagüe. La misma situación ocurrió cuando llegaron ala Argentina José Ortega y Gasset, Amado Nervo, Paul Groussac, Eugenio D’Ors, JoséIngenieros, José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Waldo Frank, entre otros.

Con la incorporación de José Ingenieros a las filas de la revista, y bajo su di-rección, se dará comienzo a los “almorzáculos”: comidas mensuales en las que elnúmero de invitados era de 25 ó 30, y donde los intelectuales reunidos en torno ala revista pasaban momentos de distensión y algarabía.

9. La economía7

Hubo algunas características de la revista que la manifiestan como una verda-dera empresa cultural ya que a partir de 1912 se organizó como una sociedadcooperativa, en un principio bajo la presidencia de Rafael Obligado.

Con respecto a la distribución de la revista, se trató de llevarla a todo aquelque estuviera interesado, no sólo al lector especializado. Para esto se contaba concobradores domiciliarios. La idea de Nosotros también envolvía al lector, por lo quese tendía a la masividad de la revista, en este caso, para aumentar los ingresos.

Para la década del 20, la revista contaba con agencias y librerías en el exte-rior (París, Londres, Madrid, San Sebastián, Boston, Nueva York, México, Montevi-deo, Santiago de Chile, Arequipa, Lima y La Paz) y el interior del país.

Con respecto a los anunciantes, poco a poco irán diversificándose ya que, enun principio, los anunciantes estaban relacionados con lo cultural, pero luego se dapaso a la publicidad de productos masivos. También encontramos a las revistasextranjeras anunciando sus suscripciones.

c. Caras y caretasLa revista Caras y Caretas, que se editó en la Argentina durante tanto tiempo,

tiene su génesis en la revista del mismo nombre que apareció en Montevideo, Uru-guay, en los años que van desde 1890 a 1897. Eustaquio Pellicer, poeta humorísti-co español, fue uno de sus directores y quien, luego de trasladarse a Buenos Aires

7 Para este tema, cf. Ogando y Paramos. Op. Cit.: 131-134.

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a raíz de una invitación de Bartolomé Mitre y Vedia (hijo del ex presidente y fun-dador del diario La Nación), será el mentor de la revista homóloga porteña, juntoa otro español: Manuel Mayol. “Empezó en 1898 y terminó en 1939. Durante es-tos cuarenta y un años publicó 2.139 números semanales los cuales están encua-dernados en cuarenta y dos volúmenes divididos en 299 partes. Caras y Caretas sólopublicó índices de los años 1898, 1900 y 1915” (Ochoa Thompson, G., 1976:2). Elprimer número de la revista (8 de octubre de 1898) contaba con 24 páginas y el25% era ocupado por publicidad. Desde el primer momento, Caras y Caretas dejóreflejado su carácter ilustrativo al definirse como “semanario festivo, literario, ar-tístico y de actualidad”. Aparecía los sábados y su costo era de 0,25 centavos hastael número 13, a partir del cual empezó a valer 0,20 centavos. En esto se refleja elobjetivo de llegar a un público masivo.

La revista privilegiaba la noticia de actualidad y había fusionado el discurso delas publicaciones satíricas con la inclusión de Literatura y Arte, es decir, un crucede lo serio y lo cómico que no tenía antecedente en Argentina. Es interesante cómose inserta lo literario en una publicación de gran tiraje, que vende alrededor de40.000 ejemplares semanales.

1. El directorPara el primer número de la revista, el director fue Bartolomé Mitre y Vedia, pero

su padre, el ex presidente de la Nación, no vio con agrado que su apellido estuvie-se vinculado a un órgano destinado a ridiculizar a sus detractores. Pellicer tampocopudo llevar el cargo a causa de la guerra de Cuba, ya que no se veía bien que unespañol dirigiera una revista americana justo en ese momento. Por tales motivos, ladirección recayó en José S. Álvarez, o Fray Mocho, uno de sus seudónimos.

2. ColaboradoresLos dibujantes que se destacaron en la primera época del semanario fueron

Manuel Mayol y José María Cao y Luaces. Mayol también era español y firmabacon el seudónimo de “Heráclito”, dedicándose más a lo cultural, mientras que Caoatendía más a los intereses políticos. El italiano Mario Zavattaro se dedicaba a larecreación gauchesca. Manuel Redondo fue quien dio vida a la primera caricaturahecha en Argentina: “Don Goyo de Sarrasqueta y Obes”8. En la primera época tam-bién colaboraron Enrique Banchs, Miguel Cané, Ramón del Valle Inclán, JoaquínGonzález, Leopoldo Lugones, Roberto J. Payró y José Enrique Rodó. Eduardo Holmbergy Vaccari fueron también dos de los colaboradores de la primera época de la re-vista. En cuanto a los fotógrafos, en general, no se mencionan sus nombres, salvoel de John Heartfield quien realizaba los montajes fotográficos.

La tesis doctoral de Guadalupe Ochoa Thompson hecha en 1976 es una obrafundamental, ya que se trata de un índice de asentamientos bibliográficos en larevista. En ella se pueden encontrar enumerados (algunos, transcriptos con las fechas

8 Hay dos ideas encontradas, ya que Pignatelli asegura que el personaje fue creado por Manuel

Redondo, y Fraser sostiene que el personaje nació bajo la pluma de Mario Zavattaro. Nos incli-

namos por la primera aseveración ya que varios autores argumentan lo mismo.

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de publicación en la revista), colaboradores de la talla de Miguel Cané, Luis Cané,Estanislao del Campo, Eugenio Cambaceres, Carlos Octavio Bunge (1904, 1905 y1908), Lord Byron (1914, 1923), Alfredo Bufano, Emilio Berisso, Manuel Belgrano(“Proclama”, 1915), Juan Bautista Alberdi, Charles Baudelaire (1914, 1915, 1916,1921, 1922), Pío Baroja, Enrique Banchs, Honere de Balzac (1922), Azorín, NicolásAvellaneda, Rafael Alberto Arrieta, Alcides Arguedas (1913), Edmundo de Amicis,Anacreonte, Almafuerte, Rafael Cansinos Assens (1917, 1919), Arturo Capdevila,Evaristo Carriego, “Caupolicán”, Ponciano Cayo Nereo, Cervantes (“Discurso de lasArmas y las Letras”), Vizconde de Chateaubriand, Antón Chejov, Chesterton, Churchill,Pedro Corominas, Juan Crisóstomo, Lafinur, Rubén Darío (1899 hasta 1923), RubénDarío Sánchez, Juan Carlos Dávalos, Salvador Díaz Mirón, Enrique Díaz Canedo, ReinaElena de Italia, Fernández Moreno, Gustavo Flaubert, Anatole France, Ricardo JaimesFreyre (1902, 1903, 1912, 1913), Manuel Gálvez, Luis García, Teofilo Gautier, RamónGómez de la Serna, Carlos Guido y Spano, Ricardo Güiraldes, Enrique Heine, JoséMaría Heredia, Herrera y Reissing, Bartolomé Hidalgo, Juana de Ibarbourou, JoséIngenieros, Juan Ramón Jiménez, Leoncio Lasso de la Vega, Gustavo Le Bon, WilliamLocke, Leopoldo Lugones, Benito Lynch, Eduardo Mallea, Lucio Mansilla, Julián Martel,José Martó, Juan Mas y Pi, Clorinda Matto de Turner, Guy de Maupassant, ManuelMayol (1900, 1923), Evar Méndez, Gabriela Mistral, Bartolomé Mitre, Conrado NaléRoxlo, Amado Nervo, Rafael Obligado, Ollantay, Calixto Oyuela, Alfredo Palacios,Ricardo Palma, Roberto Payró, Edgar Allan Poe, Eça de Queiroz, Horacio Quiroga, JulioRoca, José Enrique Rodó, Ricardo Rojas, Salvador Rueda, José Santos Chocano, Do-mingo F. Sarmiento, Alfonsina Storni, Rabindranath Tagore, Leon Tolstoi, Mark Twain,Manuel Ugarte, Miguel de Unamuno, Ramón del Valle Inclán, Hugo Wast (1923), WaltWhitman, Oscar Wilde y Álvaro Yunque.

3. SeccionesUna de las secciones fijas del semanario era “Sinfonía”, una suerte de edito-

rial donde Enrique Pellicer fijaba la actitud de la revista frente a los acontecimien-tos históricos del momento. En “Menudencias”, no había firmas y se encontrabancomentarios sobre temas de actualidad. Otras secciones eran “Caricaturas contem-poráneas” y “Páginas artísticas”, donde se hallaban dibujos o acuarelas.

4. EtapasSe pueden hallar dos etapas perfectamente definidas: la primera, desde su fun-

dación en 1898 hasta fines de la primera década del siglo XX, donde se pretendió“elaborar una publicación política-humorística, inspirada en la revista alemanaSimplicimus” (Pignatelli, A., 1997:284). Pero luego, se tenderá a ampliarla con mo-tivos internacionales, este es el motivo por el cual, primero Pellicer y luego Cao,editarán PBT y Fray Mocho fuera de Caras y Caretas. De esta manera, el semana-rio dejará de tomar una postura concreta frente a temas políticos y cambiará depersonalidad.

A pesar de las etapas, la revista trató cada uno de los sucesos importantes (ono, y ahí su carácter irónico) por los que pasaba el país o el mundo: la presidencia

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de Roca, la aparición del tranvía eléctrico, el conflicto limítrofe con Chile, la leySáenz Peña, las noticias policiales (en las que se solían publicar fotos con la re-construcción de los hechos), la revolución radical y con ella a Hipólito Irigoyen, losfestejos del Centenario, la presidencia de Figueroa Alcorta, y principalmente, secuestionaba la figura de los diputados y la corrupción.

Cuando Cao deja la revista, se nota un cambio en las portadas y en el logotipodel semanario. Comienzan a aparecer más notas de color y de interés general. Unpersonaje importante en la historia de la revista desde 1918 hasta que se deja depublicar es Eduardo Álvarez, quien transita por todas las secciones de la revista.

Durante 1928, la revista publica novelas cortas de autores nacionales comoPayró, Capdevila, Carrizo o Gálvez. Además se publicaban fotografías en las pági-nas centrales.

5. PublicidadComo dijimos anteriormente, el 25% del primer número de la revista lo ocupa-

ba la publicidad, aunque esta cantidad fue en aumento hasta 1920, cuando elmaterial publicitario ocupaba la mitad de la revista. Hasta 1931, esta cantidad fuedecreciendo para llegar al 36%, y de allí en adelante la publicidad bajó al 17%,para terminar en 1939, con el 10%. Con respecto a la cantidad de páginas, fue enaumento desde 1898 a 1912, momento en el que comenzó a decrecer (por los pro-blemas económicos producidos a raíz de la Primera Guerra Mundial), pero volvió aaumentar para 1929, y ya para los últimos años volvió a contener casi la mismacantidad que en 1910-1911. Un dato importante es que algunos de los auspiciantesponían sus avisos en idiomas extranjeros.

6. HistorietasEl primer personaje de historietas argentino aparece en Caras y Caretas y es

“Don Goyo Sarrasqueta y Obes”, como ya mencionamos. El personaje se enfrenta-ba a distintas aventuras, incluso llegó a participar de la Primera Guerra Mundial.Otra de las historietas que podemos encontrar entre las páginas del semanario es“Aventuras de Viruta y Chicharrón” (1914).

7. ConcursosCaras y Caretas se destacó en organizar concursos a partir de 1904. El prime-

ro de ellos consistía en dibujar un personaje a elección, predeterminado por la re-vista. Dirigido a un público infantil, el premio era 100 juguetes que serían reparti-dos entre los ganadores. Por supuesto, el jurado estaba constituido por los dibujantesde la revista.

Para 1905, el concurso consistía en descubrir quién era el personaje cuyo ros-tro había sido tapado. Pero para 1909, se organizó el concurso más importante araíz del premio: un chalet en Villa del Parque. Junto con Lotería Nacional, Caras yCaretas premiaría a quien sacara el primer número. Al año siguiente (el año delCentenario), el semanario organizó un concurso peculiar por el premio, que seríaen efectivo, pero en francos (franceses), no en pesos (argentinos). El desafío: dibujar

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la portada del 25 de mayo, simbolizando la independencia de los pueblos america-nos.

Adivinar cuántos granos de maíz había en un envase de vino podía llevar allector del semanario a ganar premios tan disímiles como un chalet en Hurlingam,un automóvil o un piano.

Para la muerte de Rubén Darío, la revista organizó un concurso de sonetos asu memoria, el premio fue de mil francos. Como vemos, cada revista homenajeópóstumamente al maestro de distintas formas y cada una, a su manera.

Conclusiones

Podemos apreciar que fueron pocos los intelectuales que colaboraron en una solarevista. La mayoría de ellos interactuaban en todas las revistas, quizá porque erauna buena manera para darse a conocer ante el público incipiente. El hecho de quelos autores, dibujantes y periodistas, entre otros, fijaran más su atención o produc-ción en una u otra revista, no siempre refleja una tendencia artística en particular.Muy por el contrario, muchas revistas de la época estaban marcadas por el signomodernista. Por esto, concluimos que si un autor participaba más en Caras y Care-tas, no quiere decir que era porque despreciaba la revista Nosotros, sólo que teníamás afinidad con el grupo de intelectuales reunidos a su entorno. He allí la redintelectual.

Todas las revistas de la época modernista en el Buenos Aires finisecular esta-ban marcadas por el carácter cosmopolita y abierto que se dejó ver en las tresrevistas estudiadas en este trabajo. Esto da cuenta y sostiene la idea de la apertu-ra en cuanto a las redes intelectuales que se tejían a fin de siglo en la capitalargentina.

Es importante remarcar, sin embargo, que la revista Nosotros tenía un claro plan-teamiento en cuanto a generar cultura, mientras que la revista Caras y Caretas sellamaba a sí misma “semanario festivo, literario, artístico y de actualidad”. Esto nolo deja afuera de la idea de ser germen de cultura, pero este objetivo no había sidomanifestado tan claramente como en la revista liderada por Bianchi y Giusti.

Por otra parte, es interesante remarcar que un crítico de la talla de Boyd G.Carter no hace especial mención a la revista Caras y Caretas. Sólo la nombra y damuchos menos datos que acerca de Revista de América y de revista Nosotros a lahora de mencionar las publicaciones periódicas en relación a la Historia de la Lite-ratura Hispanoamericana. En la misma línea, Héctor Lafleur en su Las revistas lite-rarias argentinas (1893-1960) sólo nombra la revista Caras y Caretas haciendo unaenumeración de los “magazines ilustrados”, en un acto casi simbólico de no incluira esta revista dentro de las revistas “intelectuales” de la época. Lo mismo ocurreen Cuando opinar es actuar de Noemí Girbal-Blacha, donde el semanario directa-mente no aparece ya que se habla, en cuanto a las revistas de influencia, de inte-lectualidad. Para los autores arriba mencionados, Caras y Caretas no entraría en esteespectro.

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Introducción

l calor de la revolución cubana comienza a constituirse una nuevaforma de organización de la cultura en la isla, que se proyecta haciael continente. Las modificaciones sociopolíticas llevadas a cabo amal-gamaron un vasto movimiento cultural encabezado por los escritores

comprometidos que, con su activa participación en las revistas de la época,resignificaron nociones y concepciones, entre ellas, la imperiosa necesidad de uniónlatinoamericana.

El marco internacional de fondo de los cambios sucedidos en Cuba fue la gue-rra fría. Los conflictos entre EEUU y la URSS aumentaron considerablemente desde1957; las diferencias entre la revolución cultural china y el revisionismo soviéticorecuperaron el impulso revolucionario perdido; mientras que el proceso de descolo-nización en Asia y África, la resistencia vietnamita, el no alineamiento y la idea deTercer Mundo fueron los fenómenos que consolidaron la idea de revolución duran-te toda la década.

En el continente, EEUU respaldaba a gobiernos conservadores: Batista, PérezJiménez, Trujillo, Somoza, Stroessner, entre otros. Los países latinoamericanos esta-ban sumergidos en una situación de subdesarrollo y dependencia que el modelodesarrollista, con posterioridad, no lograría resolver.

El impacto de la revolución en el continente intensificó la lucha por el poder entodos los terrenos: el político, el económico, el ideológico, el artístico, el religioso.Cuba debía legitimar el nuevo régimen, entre otras cosas, con una nueva organizaciónde su cultura. Políticos, escritores, artistas, historiadores constituyeron un campo inte-lectual que con el tiempo, y en función de las coyunturas, fue sufriendo modifica-ciones reflejadas en las posiciones adoptadas por los integrantes de dicho campo.

El campo intelectual, a la manera de un campo magnético, constituye unsistema de líneas de fuerza: esto es, los agentes o sistemas de agentesque forman parte de él pueden describirse como fuerzas que, al surgir, seoponen y se agregan, confiriéndole su estructura específica en un momen-to dado del tiempo. (Bourdieu, P., 2003: 13).

A partir del concepto de campo intelectual acuñado por Bourdieu se avanzaráen un estudio cultural de las polarizaciones ocurridas en dicho campo, de acuerdo

La construcción de la cultura de izquierdaen Latinoamérica 1959-1971

Laura Jara

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a la configuración de una cultura de izquierda, a la que contribuyan o no los inte-lectuales.

El objetivo de este trabajo es estudiar, por una parte, la revista cultural comosoporte institucional en la conversión del escritor en intelectual comprometido, y porotra, analizar la noción de cambio cultural en América Latina imperante en los años1959 a 1971. Estos dos asuntos tienen un eje vinculante que es la revolución cu-bana.

La conformación del campo y el trabajo en red: eventos aglutinadores

La creación de Casa de las Américas, en 1959, constituye el momento a partirdel cual Cuba construye la institución faro para el desenvolvimiento de la culturaen América Latina. La cultura es tomada como producción de fenómenos que con-tribuyen, mediante la representación o reelaboración simbólica de las estructurasmateriales, a comprender, reproducir o transformar el sistema social. La revista ins-titucional promovió y difundió el nuevo ideario de la clase política dirigente así comodiferentes expresiones artísticas: la literatura, el teatro, la música, la pintura, cons-tituyeron como prácticas culturales, los puntos centrales del medio. Con la direc-ción de Haydeé Santamaría hasta 1965, la Casa de las Américas reunió y compro-metió a las figuras de la cultura latinoamericana, cristalizando así la relación entrepolítica y cultura. El móvil fundacional de la Casa fue situar en y desde Cuba launidad latinoamericana, abocándose a la tarea de promover y conseguir la ansiadaunión de los pueblos oprimidos, con el objetivo de encender la llama revoluciona-ria en el continente. Al menos así lo expresa su número inicial:

Esta revista cree, tal vez ingenuamente, en la existencia de una concep-ción de vida hispanoamericana. Esta revista es una esperanza, incierta yriesgosa de la posibilidad de cambiar la realidad.1

La revista cumplió la función de vocero de la revolución, al mismo tiempo quelegitimó la conformación de un campo intelectual relativamente autónomo dotadode una estructura y lógica específicas, por un lado, y la constitución de un públicoatento a las nuevas producciones de los escritores consagrados, así como tambiénde los nuevos, por otro. En este sentido, escritores y lectores conocieron las expre-siones artísticas a las que antes no tenían acceso, además de los lúcidos ensayospolíticos del momento.

No sólo la revista institucional fue parte de una política cultural cubana; en-cuentros de escritores y congresos también fueron los elementos para el surgimientodel campo intelectual. La pertenencia de intelectuales a este campo está dada enprincipio por un mismo ideal asociativo: la revolución socialista. No obstante, conel transcurrir de la década, las líneas de fuerza dentro del campo cambian y seoponen en relación con la coyuntura.

1 Casa de las Américas, Editorial, Nº 1, junio- julio, La Habana, Cuba, 1960, p. 3

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En 1961 se realizó en La Habana el Primer Congreso Nacional de Escritores yArtistas Cubanos (UNEAC) donde se reconoció la necesidad de intercambio, contac-to y cooperación entre los intelectuales y artistas cubanos con los de Latinoaméri-ca y demás países del mundo. Nicolás Guillén y Alejo Carpentier fueron los repre-sentantes más destacados del encuentro.

En 1962 se realizó en Concepción, Chile, un Congreso de Intelectuales dondela problemática literaria fue abordada entre los numerosos asistentes; se reconocióla necesidad de superar el aislamiento entre escritores y el desconocimiento de lasproducciones literarias, se comenzaron a establecer los vínculos entre latinoameri-canos, todo esto sin dejar de lado los debates relacionados con los recientes cam-bios políticos en Cuba y sus consecuencias en el continente. La importancia de esteevento reside en la afirmación del ideal asociativo.

Del congreso de intelectuales se puede decir que inaugura la red deescritores latinoamericanos. (Alburquerque Fuschini, G., 2000: 344).

La trascendencia del encuentro, asimismo, es recordada más tarde por el profe-sor y poeta Gonzalo Rojas:

Así como en otros meses de otros años se escucharon en Concepción lasvoces de Carpentier y Fuentes, de Guillén y Sábato, de Onetti y Marechal,de Rama y Garmendia, de Lara y Benedetti, de Arguerdas y de Agosti ytantas otras; asimismo van a resonar ahora en este ámbito las voces deAllende y de Neruda, las de los mejores exponentes de la Unidad Popu-lar. (Rojas, G., 1970:88)

Las nuevas relaciones entre escritores del campo intelectual, la mirada conjun-ta de problemas culturales, promovieron un trabajo de red flexible de los integran-tes, visualizado en la búsqueda de diversos objetivos. El Encuentro de Génova en1965, el primer Congreso Latinoamericano de Escritores en Arica (Chile) en 1966,el Segundo Congreso Latinoamericano de Escritores en México en 1967, el XIIICongreso Interamericano de Literatura, en Caracas (Venezuela) en el mismo año, elEncuentro Latinoamericano de Escritores en Chile en 1969, cada una de estas re-uniones con sus características, sus participantes y sus discusiones, demostró laintensidad con que la comunidad intelectual vivió esos años.

Es evidente que La Habana fue durante la década del 60 la capital ineludible,desde donde los escritores vivieron de cerca la revolución, a través de los cambiosproducidos en la isla y las proyecciones latinoamericanas que de este hecho seextraían. Los vínculos y las relaciones de intelectuales, escritores, historiadores, co-menzaron con los encuentros realizados, y se profundizaron por su participación enel comité de colaboración de la revista; o como jurados de los premios entregadospor la Casa de las Américas.

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Guerra fría en el campo cultural: las revistas, zonas de disputas.

El compromiso del escritor, la función social de la literatura, eran temas de losdebates instaurados en cada encuentro de escritores, en cada ciudad latinoameri-cana. La revolución cubana empezó a constituir un sólido polo hegemónico de po-der político. Estados Unidos intentó por todos los medios de disuadir la “invasiónrevolucionaria” en el terreno cultural del continente; es en este contexto donde elCongreso por la Libertad de la Cultura jugó un papel fundamental para contrarres-tar con una ofensiva liberal, el efectivo avance de la política socialista. Su estruc-tura organizativa contaba con un Comité Ejecutivo en París, desde donde se fisca-lizaban las actividades culturales en diferente países. Desde su fundación en 1950,el Congreso estuvo vinculado con la ayuda económica de la CIA, debido a las re-laciones de su director Josselson con la Central de Inteligencia; finalmente en 1966el mismo New York Times aclarará efectivamente la existencia de tales vínculos,generando una aguda polémica acerca de la relación de los intelectuales con la CIA.

En sus comienzos, uno de sus objetivos fue subvencionar revistas de carácterpro-norteamericano en todo el mundo; fue Cuadernos el instrumento de difusiónelegido para América Latina.

La revolución cubana había sorprendido al Congreso por la Libertad de laCultura totalmente desprevenido. Cuadernos ( por la Libertad de la Cul-tura ), el único medio en español con el que contaba, no estaba sin dudapreparado para hacer frente a un paquete de las proporciones que ame-nazaba alcanzar el castrismo. La revista pertenecía a la vieja guardia li-beral y no tenía público ni buena reputación en América Latina.(Mudrovcic, M., 1997: 21).

El primer número de la publicación fue en 1953, por ese entonces el TercerMundo no aparecía todavía en el escenario de la Guerra Fría. Con la llegada de larevolución en 1959 “lo latinoamericano” empieza a ser tenido en cuenta y Cubaconfiguró una nueva amenaza ideológica en el continente. El Estado cubano teníapresente que debía resistir especialmente en el terreno ideológico, en esta direcciónfueron claros sus objetivos de rechazo a la política exterior norteamericana y depromoción de unión latinoamericana.

En 1961 la Resolución del Primer Congreso de Escritores y Artistas Cubanoscelebrado en la Habana proclamaba:

Desde sus conquistas territoriales por la fuerza, pasando por la implantacióny sostenimiento de dictaduras terroristas que les sirven económica y políti-camente, hasta la multiplicación de agentes e instrumentos de deformacióny sojuzgamiento de nuestras culturas (tales como la Unión Panamericana deWashington y los Comités por la Defensa de la Libertad de la Cultura), elimperialismo ha hecho y hace cuanto puede por aislarnos y dividirnos.2

2 Casa de las Américas, Nº 8, septiembre- octubre, La Habana, Cuba, 1961, p. 28

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Las revistas se convirtieron en testimonios perfectos de los discursos ideológi-cos culturales del momento, cada acontecimiento del presente latinoamericano es-taba reflejado en alguna publicación de la época. Las revistas crearon en sí mis-mas espacios de poder, en tanto que su difusión involucraba a un nuevo campo delectores atentos siguiendo de cerca este fenómeno de latinoamericanización de lacultura. Más allá de Casa de las Américas, y el presente vivido en Cuba, otraspublicaciones contribuyeron a consolidar el trabajo de los escritores convertidos enintelectuales activos de cara a la sociedad. Política (México), Marcha (Semanariouruguayo), Arauco, Atenea (Chile), El escarabajo de Oro, El grillo de papel, La rosablindada (Argentina) constituían, entre otras, las revistas que daban el marco paraque los escritores hablaran de la realidad socio-política. Pablo Neruda, José MaríaArguedas, Fernández Retamar, Carlos Fuentes, Ezequiel Martínez Estrada, VargasLlosa, García Márquez, Mario Benedetti, David Viñas, Juan Gelman, Julio Cortázar,entre otros, fueron conscientes de lo que la revolución cubana significaba paraLatinoamérica. Integrantes del nuevo campo cultural, fueron los portavocesindiscutidos que configuraron una nueva mirada realista acerca de la propia cultu-ra nacional y latinoamericana.

Las revistas político-culturales constituyeron el vínculo entre espacio público yproducción literaria; los escritores eligieron el género ensayístico para desarrollar sustesis en relación con problemáticas de carácter económico y político (subdesarrollo,crisis de las democracias nacionales, etc.). Asimismo aprovecharon los espaciosgenerados en encuentros o congresos para discutir, además, las problemáticas deíndole literaria (falta de editoriales, desconocimiento de las producciones literariasde otras naciones, etc.).

Los escritores se vuelven investigadores, se reconocen en una práctica literariaconcreta de acción y compromiso. A través de las revistas se visualiza cómo se fuetejiendo la red de relaciones entre los intelectuales de la época, además de refle-jar con posterioridad los debates que se produjeron dentro del campo intelectual.Investigadoras como Beatriz Sarlo reconocen las propiedades de las publicaciones:

Las revistas abren una fuente privilegiada para lo que hoy se denominahistoria intelectual. Instituciones dirigidas habitualmente por un colectivo,informan sobre las costumbres intelectuales de un período. Sobre las re-laciones de fuerza, de poder y prestigio en el campo de la cultura, rela-ciones y costumbres que no repiten de manera simple las que puedanleerse en los libros editados contemporáneamente. (Sarlo, B., 1992: 15).

Esta organización del campo intelectual políticamente visualizada en las revis-tas obligó al Congreso por la Libertad de la Cultura a revisar su editorial debido ala necesidad de asumir que la guerra fría no había acabado ( mito muchas vecesafirmado por el mismo Congreso ). Tras algunos intentos en vano de mejorar laimagen de Cuadernos, la revista dejó de aparecer en 1965 y se preparó por en-tonces la aparición de un nuevo órgano, con un lenguaje más moderado y pro-gresista.

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Con sede en París, la revista Mundo Nuevo salió a la luz en 1966. Su presen-cia en el circuito de revistas no fue “bien vista” por los intelectuales revoluciona-rios. Con la dirección de Rodríguez Monegal (ex director de la sección literaria deMarcha), la heredera de Cuadernos contaba con el estigma de un financiamientovinculado a la CIA. Escritores e intelectuales cercanos a la causa cubana confirma-ban la necesidad de estar alertas a las posibles “cooptaciones” y penetracionesimperialistas en el terreno de la cultura.

La integración del campo intelectual, legitimada por aquellos escritores queconstruían la llamada cultura de izquierda en el continente, se vio dividida en fun-ción de las posiciones adoptadas dentro del mismo campo: los escritores que semantenían unidos a la revolución y los escritores que participaron en espacios pú-blicamente reconocidos como contrarrevolucionarios. Los intelectuales latinoamerica-nos eran los portavoces más buscados por EEUU; resistir a las “ofertas” propues-tas desde el norte era una cuestión propia del intelectual revolucionario, mientrasque los intelectuales seducidos comenzaron a ser duramente cuestionados. Un cla-ro ejemplo de esto fue el debate epistolar reproducido en varias publicaciones, pro-tagonizado por los directores de Casa de las Américas (Fernández Retamar) y deMundo Nuevo ( Rodríguez Monegal), ya que era también tarea del escritor de iz-quierda develar críticamente las contradicciones existentes dentro del campo cultu-ral.

La batería que se dirigió contra Mundo Nuevo abarcó poco más o me-nos, el siguiente espectro de acusaciones: a) ser un instrumento financia-do por la CIA en el marco de la política de penetración cultural iniciadapor Kennedy b) trabajar por la neutralidad de la cultura; c) camaleonizarel lenguaje de la izquierda; y d) estimular una gradual despolitización delintelectual latinoamericano.” (Mudrovcic, M., 1997: 59).

Las publicaciones reflejaban todas las discusiones acerca del tema, Casa de lasAméricas daba a conocer las opiniones de Lisandro Otero en una Mesa Redonda:

Me quería referir a la transformación de la revista Cuadernos, que fue elórgano tradicional del anticomunista “Congreso por la libertad de la cul-tura”, en la revista Mundo Nuevo. (Otero, L., 1966: 137).

La fracción revolucionaria del campo intelectual reivindicaba al escritor críticopor su responsabilidad política y social, y denunciaba constantemente las accionesnorteamericanas que pretendían alivianar la expansión de la cultura latinoamerica-na o lo que es peor, aislarla de toda historia, como si las producciones artísticas oculturales fueran producto sólo del talento o la imaginación .

Mundo Nuevo fue un resonante ejemplo de tales medidas y Carlos Fuentes, elescritor que por sus artículos publicados en Life en español y por sus comentariosdesesperanzados en relación a la posibilidad de cambiar la realidad (una entrevistaconcedida a Mundo Nuevo lo demostró), fue criticado por los intelectuales que

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militaban dentro de la cultura de izquierda. Las repercusiones por sus posicionesno se hicieron esperar.

Cuando Carlos Fuentes acepta por ejemplo colaborar en Life, acepta deentrada las limitaciones y el enfoque político de la revista. Acepta que Lifeha atacado sistemáticamente a la revolución cubana, ha defendido la in-tervención norteamericana en Santo Domingo. Y aunque Fuentes siempreha mantenido una posición progresista, siempre ha repudiado los golpesde estado en el continente, sabe que muchas de esas cosas no se pue-den decir en Life. Y calla y cobra y se hace cómplice de la política de larevista. (Desnoes, E., 1966: 135).

La toma de posición de los escritores dentro del campo intelectual, y las divi-siones dentro del mismo, sólo pueden ser entendidas y analizadas partiendo desdeun fenómeno de transformación del concepto de cultura por un concepto más es-pecífico de cultura de izquierda. ¿Qué significaba pertenecer a la intelectualidad deizquierda? Es quizás la pregunta que nos despeje más claramente los hechos y lasfracturas del campo intelectual durante los años 60.

Construcción de la cultura de izquierda: los referentes teóricos

La época en estudio estuvo atravesada por un alto grado de politización y unavaloración de las tareas del intelectual en la sociedad, ya que fue considerado unactor de transformación. Escritores e intelectuales se sirvieron de formulacionesteóricas para abordar críticamente el presente social, político y económico del con-tinente. Algunas de ellas fueron:

Las teorizaciones de Gramsci, especialmente aquéllas acerca de la función delos intelectuales en la sociedad. El autor reconocía que estos no forman un gruposocial autónomo e independiente sino que están determinados por los grupos yclases en pugna. Esa determinación es objetiva y los intelectuales, consciente einconscientemente, cumplen una función social, una función de clases, que se en-carna en un contexto histórico concreto.

Las reflexiones del Che Guevara, referidas a la guerra revolucionaria y las con-diciones políticas y sociales para llevar adelante las acciones del movimiento, ensu lucha anticolonialista. Sus análisis, sostenidos con su acción, sobre la posibili-dad de la revolución en América Latina, la lucha armada y la destrucción del Esta-do, las clases sociales y la necesidad de incorporar a las masas campesinas a larevolución, el papel del proletariado y de su ideología revolucionaria en la misma,la lucha contra la monoproducción, el papel de la conciencia revolucionaria, y losfenómenos de subdesarrollo, imperialismo y capitalismo, entre otros temas.

Las producciones de Regis Debray, filósofo y político marxista francés, que ana-lizó la revolución socialista cubana, la realidad política y social y la experiencia delos “focos” (teorizada por Castro - Guevara) en América Latina. El castrismo: la gran

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marcha de América Latina fue el ensayo que reveló su pensamiento; además, man-tuvo contacto con el movimiento guerrillero del continente.

Todos estos aportes brindaron un sustento ideológico para la integración delcampo cultural; es decir, los intelectuales tenían un compromiso; no necesariamen-te ese compromiso se vio cristalizado con la toma de las armas, aunque sí se vioreflejado en las posiciones, algunas veces cercanas y otras lejanas a las tareas re-volucionarias.

Hacia mediados de la década del sesenta, la conversión del escritor en in-telectual tout court, es decir, situado fundamentalmente en relación conla dimensión pública, ya era un proceso enteramente consumado . (Gilman,C., 2003: 142).

Las ideas de Jean Paul Sartre también fueron ampliamente escuchadas por losescritores, debido a que también reflexionaba sobre las tareas del intelectual; estedebía observar, mostrar la realidad y por esto mismo criticarla con seriedad y com-promiso.

No puedo dejar de pensar en escritores que sean útiles a la sociedad. Elescritor que no sirve a la sociedad es un mal escritor. Estoy plenamenteconvencido con la literatura comprometida. Pero la eficacia del compro-miso decide no sólo el talento, sino también la relación con la sociedadque debe ser sentida por el artista muy personalmente en su interior.(Sartre, J.P., 1963: 26).

A mediados de la década la construcción de esta cultura de izquierda implica-ba mucho más que compromiso por parte del intelectual. En algunos casos, lamilitancia política; en otros, el análisis en sus obras de los problemas sufridos enel continente: crisis políticas y económicas, falta de respuestas de las democraciasnacionales, etc. La construcción de esta nueva cultura significaba, por sobre todaslas cosas, creer en la revolución socialista para Latinoamérica como cambio posi-ble. Los intelectuales se convirtieron en figuras públicas, lo que implicaba el segui-miento de su accionar por parte de lectores y especialmente de estudiantes univer-sitarios; mientras que dentro del campo intelectual se ejercía una especie deautovigilancia. La cultura de izquierda dio legitimidad al campo cultural.

La balanza que regulaba los polos arte y vida en la relación de los escrito-res con la política fue inclinándose hacia el segundo de los términos comoparámetro de legitimidad de la acción intelectual. (Gilman, C., 2003: 161).

Esta construcción de la cultura de izquierda se fue configurando en función dela activa participación del escritor en la escena pública y su ideologización, refleja-da en sus prácticas políticas y sus opiniones. Surge así el antiimperialismo comouna idea fuerza.

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La tesis antiimperialista. Los males del neocolonialismo

El imperialismo, causa manifiesta del deterioro latinoamericano, fue uno de loselementos claves que dio respuesta a los males sufridos en el continente. La anti-nomia de naciones ricas desarrolladas y de naciones pobres subdesarrolladas eraun análisis inevitable (en cualquier estudio de la época) que tenía por objetivo re-conocer que las causas del subdesarrollo no eran extrahistóricas e inmodificables,sino condiciones surgidas de una situación claramente localizada dentro del desa-rrollo histórico mundial. En esta dirección fue clave la influencia de Lenin en lospensamientos de Guevara.

Desde que los capitales monopolistas se apoderaron del mundo, han man-tenido en la pobreza a la mayoría de la humanidad repartiéndose lasganancias el grupo de los países más fuertes. El nivel de vida de esospaíses está basado en la miseria de los nuestros; para elevar el nivel devida de los pueblos subdesarrollados, hay que luchar contra el imperialis-mo. (Guevara, E., 1997: 348).

En el interior del campo intelectual, revolucionarios, historiadores o sociólogoshablaban de imperialismo, lo que reforzaba la tesis de que el fenómeno constituíala razón del atraso latinoamericano. Un ejemplo de las formulaciones hechas porlos integrantes del campo lo constituye la siguiente opinión de Mario Benedetti,expresada en el semanario uruguayo Marcha:

El antiimperialismo vuelve a despertarse en Latinoamérica: Guatemala,Bolivia, Venezuela, preparan la eclosión, pero Cuba (acaso por el estiloromántico de sus líderes, por la urgencia amenazada de sus reclamos) obracomo una especie de reactivo que obliga a la definición. (1960: 189).

Esta definición de la que hablaba el escritor uruguayo en relación con la revo-lución aludía, sin más, a las posiciones “tan significativas” que los intelectualesdebían tomar en función de los acontecimientos. La invasión a Cuba en abril de1961 por parte de los EEUU generó el apoyo a la causa cubana de los escritores yartistas latinoamericanos, que repudiaron “la brutal agresión imperialista” y supolítica intervencionista. La revista Casa de las Américas publicó los numerososcables firmados por compatriotas que creían en el principio de autodeterminaciónde los pueblos. Firmaron: Salvador Garmendia, Ezequiel Martínez Estrada, AbelardoCastillo, Carlos Quijano, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Ángel Rama, entreotros.

La lucha contra el imperialismo, contra la dominación de unos países sobre otros,significaba librarse de las trabas neocoloniales, y la revolución en Cuba fue un ejem-plo de lo que el Che Guevara llamaba “desgajarse del árbol imperialista”. Así comolos intelectuales se reconocían antiimperialistas, en la misma dirección anunciabanque las crisis, la miseria, la corrupción, el aislamiento y la subordinación eran pro-

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ducto de muchos años de vida colonial en el continente. Así lo prueba el ensayodel escritor Luis Valencia:

La rebelión de América Latina expresada en Fidel Castro hoy incide noto-riamente sobre la misma estructura política de los EEUU. Por primera vezen la historia mundial, las crisis de las colonias no se mantienen sumer-gidas sino que golpean el fondo y salen a la superficie en los paísespoderosos. (Valencia, L., 1961: 2).

Una texto leído prácticamente por la totalidad de los integrantes de dicho campofue un ensayo enviado por el Che Guevara a Carlos Quijano, director del semana-rio Marcha, en 1965, llamado “El socialismo y el hombre en Cuba”; en él analizacómo se fue construyendo el movimiento de liberación socialista y la experienciarevolucionaria contra el imperialismo.

La lucha de liberación contra un opresor externo, la miseria, provocada poraccidentes extraños, como la guerra, cuyas consecuencias hacen recaer lasclases privilegiadas sobre los explotados, los movimientos de liberacióndestinados a derrocar regímenes neocoloniales, son los factores habitua-les de desencadenamiento. La acción consciente hace el resto. (Guevara,E., 1997: 205).

Las ideas antiimperialistas fueron las que dieron consistencia al ideal asociati-vo de los escritores del campo cultural; asimismo el imperialismo, como fase histó-rica, fue uno de los temas más tratados por los intelectuales comprometidos.

Las nuevas ideas en el terreno religioso demostraron las consecuencias de loscambios producidos por la revolución cubana. Estos pensamientos configuran tam-bién la llamada cultura de izquierda en el continente.

La tesis religiosa: los curas tercermundistas

La iglesia católica no fue ajena a los momentos vividos en el continente. Mien-tras que se introdujeron algunos cambios con las encíclicas “Mater et Magistra”(mayo de 1961) y “Pacem in terris” (abril de 1963), la dura realidad económica,vivida en los países latinoamericanos, comenzó a ser tenida en cuenta por la insti-tución católica . Fue claro que en el terreno de la religión las divisiones no se hi-cieron esperar y mientras los sectores más conservadores se proclamaban abierta-mente contra los avances del marxismo en el continente, la radicalización -y elcompromiso de denunciar cualquier situación de opresión y sometimiento- se viorepresentada por los curas llamados tercermundistas.

Camilo Torres fue uno de los curas guerrilleros que mejor representó esta nue-va intelectualidad dentro de la iglesia por esos años, sus aseveraciones (acompa-ñadas de la acción) constituían verdaderos análisis políticos de la realidad colom-biana y latinoamericana:

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Los latinoamericanos hemos recibido las instituciones jurídicas, las institu-ciones políticas, las instituciones religiosas, las instituciones económicas ensus formas exteriores, sin haber asimilado a nuestros valores y patronesde conducta el contenido de estas instituciones. El pueblo necesita líde-res que sean capaces de prescindir de los elementos filosóficos y norma-tivos, de los esquemas teóricos importados y utilicen sus capacidades enbuscar los caminos para una transformación definitiva y sólida de nues-tras instituciones. (Torres, C., 1970: 15)

En 1968 se realizó la conferencia general del episcopado latinoamericano en laciudad de Medellín, con la presencia del Papa; el discurso del arzobispo de Limarescataba la importancia de denunciar aquello que oprime al hombre y vivir deaquella caridad que exige una actitud definida: “la revolución en América Latina serácristiana si amamos lo suficiente”. Estas palabras refieren a un reconocimiento dela realidad vivida en Latinoamérica, y a una nueva práctica dentro de la iglesiacatólica, institución históricamente conservadora. Esta nueva perspectiva demostróque los cambios sufridos en el período traspasaron la esfera política e invadierontodas las zonas de la vida social del continente.

Cambio cultural y construcción de la cultura de izquierda

La realidad fue que luego de las transformaciones llevadas a cabo en Cuba, laconstrucción de esta cultura de izquierda fue un hecho que cruzó todas las fronte-ras latinoamericanas y caribeñas, y que generó particularmente la movilización delas conciencias y la solidaridad entre los escritores y artistas, quienes a través dela palabra o de su arte adhirieron a este “pacto público” de apoyo a la causarevolucionaria.

Los cambios culturales fueron un reflejo de esta toma de posiciones de losescritores que problematizaban desde su espacio de trabajo la historia política,económica y cultural del continente. La dirigencia política cubana proponía una nuevaorganización de la cultura y los intelectuales respondían de acuerdo con lo queentendían era su función en la sociedad de la época.

Fue primero la institución Casa de las Américas y luego la revista las que pro-piciaron una nueva institucionalización de la cultura cubana, acompañando los pro-cesos políticos estatales, por un lado, y retomando la búsqueda martiana de iden-tidad latinoamericana, como paso previo a la unión del continente, por otro.

La política cultural cubana que reactiva el proyecto latinoamericanista deldiecinueve enfatiza, una y otra vez, cómo la revolución cubana es la he-redera y continuadora del proceso de formación nacional iniciado en lasluchas del siglo XIX. (Quintero Herencia, J., 2002: 83).

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La revista como práctica de producción y circulación fue vocero de la realidadcontemporánea latinoamericana. A través de los integrantes del comité de colabo-ración de la revista se reflejaron los vínculos que se establecieron entre los dife-rentes referentes de la cultura latinoamericana y caribeña: Alejo Carpentier (Cuba),Ezequiel Martínez Estrada (Argentina), Lisandro Otero (Cuba), Roque Dalton (El sal-vador), Mario Benedetti (Uruguay), Emanuel Carvallo (México), Ambrosio Fornet(Cuba), Julio Cortázar (Argentina), René Depestre (Haití), Edmundo Desnoes (Cuba),Manuel Galich (Guatemala), Ángel Rama (Uruguay), Mario Vargas Llosa (Perú), JuanCarlos Onetti (Uruguay), David Viñas (Argentina) entre otros. Al decir de un escri-tor cubano:

De alguna manera la Casa de las Américas se convierte (y después larevista Casa) en un centro aglutinador, sin que necesariamente tenga unapráctica autoritaria, es decir cada uno se manifestaba; lo que los unía dealguna manera era creer en la revolución cubana, en una posibilidad dedesarrollo donde convergían a través de una cultura y una literatura loque antes no había podido cumplirse, porque antes no fue así; a pesarde que hubo revistas no tenían la voluntad política de Casa (Jara, L.,2004: 2).

Fue a partir de la apertura de la Casa que las características del cambio cultu-ral comenzaron a evidenciarse en la revista institucional cubana y, con posteriori-dad, en el resto de las revistas latinoamericanas. La aparición de este fenómenoen Cuba no significó la negación del orden cultural anterior, sino que promoviónuevas perspectivas para trabajar en el terreno cultural nacional. Para comprenderque las características del cambio cultural luego de la revolución cubana se pro-yectaron hacia el resto del continente, es importante reconocer el trabajo en redde las revistas que participaron de manera protagónica en esta construcción de lacultura de izquierda en Latinoamérica.

Los temas tratados no se cerraban en la disciplina literaria sino que se abríana otros temas (especialmente temas reservados para las ciencias sociales) y a otrasdisciplinas artísticas. La alineación de los escritores respecto de la revolución, elcompartir una misma ideología antiimperialista primero, en conjunto con una fer-vorosa adhesión a la causa socialista después, tuvo como resultado que en el senode la propia revista se encontrara la construcción de la cultura de izquierda, a partirde la posición que tomaron los escritores y de las relaciones que estos comenza-ron a tener entre sí. Los intelectuales intervinieron en la organización de la culturade izquierda articulando su arte con la realidad política vivida en la isla, proyec-tándola hacia los demás países latinoamericanos.

Asimismo, la literatura latinoamericana por aquellos años vivía su máxima ex-pansión, que se proyectaba con éxito al resto del mundo: el antiguo consumo res-tringido dejó lugar a un público más amplio, de un consumo de elites se pasó auno de masas, las editoriales se multiplicaron, la industrialización, el aumento demo-gráfico y el progreso de la educación ayudaron a acrecentar el número de lectores.

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Este fenómeno del hecho literario, llamado “boom”, significó el seguimiento de unpúblico de clase media politizado, mayoritariamente universitario, que buscaba lasinterpretaciones de los escritores acerca de lo que era su función en la sociedad yde lo que significaba ser un escritor comprometido con el gran contexto latinoame-ricano.

En el caso particular de Cuba, a partir de 1959 aparecen más editoriales en laescena nacional, como respuesta a esa nueva organización más democrática y po-pular de la cultura: Ediciones R, la UNEAC, sigla de la Unión de Escritores y Artis-tas de Cuba, la Editorial Nacional dirigida por Carpentier, las ediciones del ConsejoNacional de Cultura y las de la Casa de las Américas, que además auspiciaba con-cursos literarios prestigiosos para escritores latinoamericanos. A lo largo de su pri-mera época, la revista atrajo lo mejor de la literatura latinoamericana. En 1964 larevista Casa dedicó su nº 26 a la Nueva Narrativa Latinoamericana, donde colabo-raron, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, (cabezas indiscutibles jun-to a G. García Márquez, del boom), Alejo Carpentier, Ernesto Sábato, Juan C. Onetti,José M. Arguedas, Juan Rulfo y Angel Rama. Si bien el número estaba destinado areconocer el buen momento que pasaba la literatura en el continente, la línea edi-torial no dejaba de mencionar la situación de bloqueo, producto de la política ex-terior de Estados Unidos, como continuación de la Guerra Fría.

Mientras en Washington se preparaba el bloqueo cultural, nosotros pre-parábamos este número sobre la nueva novela latinoamericana, reco-giendo algunos textos de grandes escritores del continente. Mientrasen Washington se acrecentaba la política de división, nosotros traba-jábamos por la comunicación, mutuamente enriquecedora, de las cul-turas nacionales.3

Cierto fue que hasta la primera mitad de la década del 60, Casa de las Amé-ricas logró acercarse a los consagrados abriendo un espacio para la difusión de sustrabajos. La revista tuvo como objetivo trabajar por la unión de la comunidad lati-noamericana y por esto se constituyó un sólido trabajo desde la editorial, durantetoda la década y aún después.

Una revista cultural efectiva es un escenario de procesos, una instalaciónque, precisamente, procesa materiales y poéticas para un contexto defini-do por la polémica. El marco de una revista muchas veces se constituyey reconstituye, es esos textos que abren la revista, las pequeñas notaseditoriales, los ensayos que la recorren , las reseñas, y aquellas seccionesdonde se leen otras revistas o empresas editoriales. (Quintero Herencia,J., 2002: 71).

Otros textos que permitieron visualizar las posiciones adoptadas dentro delcampo cultural, además de reflejar las redes que se tejieron entre sus integrantes,

3 Casa de las Américas, Editorial, Nº 26, octubre-noviembre, La Habana, Cuba, 1966, p. 2

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fueron las cartas y las dedicatorias de libros, ensayos o poesías. Vale reconocer laimportancia de ambas, ya que fueron sumamente precisas, a la hora de señalarnoslos lazos de amistad, o compromiso con la construcción de la cultura de izquierda,en aquel contexto de guerra fría.

El diálogo entre los escritores a la luz de la confianza que las cartas generanse volvió público y cercano, gracias a la red de revistas que fueron mostrando ensus respectivos espacios la intimidad de las relaciones personales, la profundidadde las consideraciones políticas elaboradas por los escritores, así como las discu-siones generadas por las diversas coyunturas. Asociaciones y desuniones entre losintegrantes del campo fueron hechos muchas veces registrados en su totalidad,gracias a la publicación de las cartas en diferentes revistas: el duelo epistolar en-tre Fernández Retamar y Rodríguez Monegal (publicado en Bohemia de Cuba, Siem-pre de México, Marcha de Uruguay, La rosa blindada de Argentina), la carta abier-ta a Pablo Neruda (publicada en el Período Gramma , en Marcha, y en Casa delas Américas) y las cartas entre Haydeé Santamaría y Mario Vargas Llosa ( publica-das en Casa de las Américas), por mencionar algunos ejemplos.

Luego de la revolución en 1959, el campo intelectual reflejó la emergencia deun grupo de escritores identificados con los ideales revolucionarios. Compartir ideasasociadas a las premisas revolucionarias permitió el trabajo en red de los escrito-res hasta 1966. A partir de esa fecha determinadas coyunturas generaron fisurasdentro del grupo de escritores de izquierda, lo que significó la radicalización cre-ciente de la práctica artística, hasta finales de la década del 60’. Los casos másnombrados de este resquebrajamiento de la red fueron los de Pablo Neruda yHeberto Padilla.

Declaraciones desde Casa: el caso Neruda

En junio de 1966 se realizó el Congreso del PEN Club Internacional (presididopor Arthur Miller) en New York, la cuestión literaria era abordada en función de lasdiferentes problemáticas que hacían a la práctica misma. En términos ideológicosel encuentro promovía, a partir de un tono dialoguista, el “fin de la guerra fría”,donde se superarían las diferencias Norte- Sur, Este- Oeste, gracias a la participa-ción de escritores de todo el mundo. Esta reunión contó con la presencia de algu-nos escritores latinoamericanos: Pablo Neruda, Carlos Fuentes, Vargas Llosa,Rodríguez Monegal, en su caso particular, más que como representante uruguayo,como corresponsal de la revista que dirigía (en números posteriores, Mundo Nuevohizo más que una cobertura del evento).

Frente a este acontecimiento, escritores cubanos no dejaron pasar la oportuni-dad para tomar posición, y realizaron en la llamada carta abierta, un análisis delas causas y consecuencias de la participación de Neruda en el Congreso.

No se nos ocurriría censurar mecánicamente tu participación en el Con-greso del PEN Club, del que podrían derivarse conclusiones positivas, ni

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siquiera tu visita a los Estados Unidos, porque también de esa visita podríanderivarse resultados positivos para nuestras causas. ¿Pero ha sido así?4

El texto reconocía el beneficio que significaba para EEUU la presencia del es-critor chileno en el encuentro. La participación de escritores latinoamericanos refle-jaba (a simple vista) una disminución de la tensión, a partir de un postulado deunidad entre el Norte y el Sur. Claro que esta tesis era tildada de inaceptable; pro-mover una coexistencia pacífica en el mundo mientras que el Congo, Santo Domin-go y Viet Nam estaban siendo agredidos por las tropas norteamericanas era, paralos firmantes de la carta, desconocer y dejar de lado los principios revolucionarios.En tanto que EEUU pretendía neutralizar la oposición creciente a su política entreestudiantes e intelectuales, no sólo latinoamericanos sino de su propio país. Laestrategia que realizó fue otorgar la visa a Neruda, ya que antes, por su militanciapolítica, no tenía acceso al país.

Otro punto de discusión de la carta fue que Neruda aceptó la condecoraciónOrden del Sol de parte del gobierno peruano y su presidente Belaúnde Terry. Paralos emisores de la carta, este hecho era una verdadera ofensa a los intereses dela unidad latinoamericana, debido a los numerosos presos políticos peruanos, ydesterrados del país.

Este fue un momento claro de polarización del campo intelectual, el pronun-ciamiento firmado por Retamar, Guillén, Carpentier, Lezama Lima y Sarusky, entreotros, pretendía saber que Neruda estaba en el mismo campo, en la batalla quepeleaba Cuba contra el imperialismo cultural. El suceso generó bastante polémicaacerca de lo que se podía o no hacer, o del cuidado que se debía tener, en rela-ción con los métodos utilizados por EEUU para neutralizar el avance de la culturalatinoamericana de izquierda. En definitiva, el asunto se transformó en pronuncia-mientos, cartas, textos, mesas redondas, etc., que generaron las primeras divergen-cias dentro del grupo intelectual de izquierda.

Mundo Nuevo, sus declaraciones desde París

A finales de 1966 la carta a Neruda se había erigido como parte aguas delcampo intelectual latinoamericano, la radicalización del mismo se mantuvo hasta elfinal del período como una característica inalterable.

La voz de Mundo Nuevo promocionó el encuentro en New York, tomó claraposición y publicó en diferentes números, artículos relacionados a la reunión deescritores. Desde la editorial se justificaba la necesidad de hacer buen uso de lainformación; la revista se proponía a sí misma, entonces, como “fuente” objetiva ylibre de ideologías, para que los lectores hicieran un análisis crítico (y positivo) dela importancia que tuvo el encuentro del PEN club para el campo literario. La edi-torial que se leyó acerca del Congreso luego de la carta a Neruda fue:

4 Casa de las Américas, “Documento Carta abierta a Pablo Neruda”, Nº 38, septiembre-octubre, La

Habana, Cuba, 1966, p. 131.

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Examinando los comentarios que han surgido en varios países latinoame-ricanos y aun en los EEUU y en Europa, sobre ciertas actuaciones indivi-duales o colectivas, se advierte hasta qué punto el manejo irresponsableo parcial de la información, deforma increíblemente el juicio aun de laspersonas responsables5

El caso Neruda demostró que el compromiso de los escritores durante la épocaseguía siendo una especie de objeto público y el carácter público abría un espacioal que todos accedían generando controversias, al tiempo que la vigilancia ideoló-gica era ejercida por todos los integrantes del campo intelectual, así como tambiénpor el público. Años más tarde, Neruda, en sus memorias, recordaba la carta comouna infamia y reconocía que sus actividades políticas y literarias nunca fueroncontrarrevolucionarias.

Nadie puede escapar de las equivocaciones. Un punto ciego, un pequeñopunto ciego dentro de un proceso no tiene importancia en el contexto deuna causa grande. (Neruda, P., 1988: 446).

Mundo Nuevo evadió hablar explícitamente de preferencias políticas, aunque fueclara su posición dentro del campo de ocupar el polo opuesto a la revolución cu-bana; su origen y financiamiento, su concepción liberal del mundo y su compromi-so sólo con la literatura eran prueba del papel que desempeñaba la revista en esosaños. Director de la revista hasta 1968, Rodríguez Monegal legitimó un discurso detipo neutral que no pretendía análisis profundos de la historia, ni de la coyunturaen que se desenvolvían las actividades literarias. Con la partida del director, la re-vista se trasladó a Buenos Aires, publicando hasta 1971 con un final prácticamentedesapercibido por sus históricas revistas enemigas: Casa de las Américas y Marcha.

Finales de la década. Las ideas de Padilla

El año 1968, año de la muerte del Che, fue clave para comprender la fracturasque se fueron visualizando dentro del campo cultural latinoamericano. Si bien lapolítica cultural no dejaba de ser un asunto de Estado para el gobierno cubano,algunas de sus medidas continuaron resquebrajando la unión entre intelectuales yrevolución.

El pronunciamiento de Castro a favor de la invasión a Checoslovaquia por par-te de la URSS y las medidas inflexibles contra actividades contrarrevolucionariasgeneraron una clima conflictivo que traspasaba las fronteras cubanas. La función delos intelectuales estuvo hacia finales de la década asociada de manera excluyenteal trabajo por la causa revolucionaria.

A principios del año 68, El caimán barbudo, órgano cultural de la juventud rebel-de, fue el espacio que registró la discusión entre los escritores cubanos Heberto

5 Mundo Nuevo, Editorial, Nº 5, noviembre, París, Francia, 1966, p. 2

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Padilla y Lisandro Otero; la causa se debió a una crítica de Padilla a la novela Pasiónde Urbino, que Otero había publicado. Más allá de la crítica, Padilla defendió TresTristes Tigres, novela del escritor Guillermo Cabrera Infante, también cubano, quepoco después en declaraciones a Primera Plana de Buenos Aires, expresaría comoexiliado su postura anticastrista.

El mismo año Padilla gana un concurso organizado por la UNEAC, con su librode poemas Fuera de Juego. A pesar de la decisión de un jurado internacional, a laUnión de Escritores Cubanos no le pareció una decisión correcta, ya que tildaronal libro de contrarrevolucionario. Con dificultades el libro se publicó y Padilla co-menzó a sentir una suerte de marginación por sus escritos, que con el tiempo to-maría dimensiones imprevistas.

Los finales de la década se caracterizaron por la continuidad del bloqueo im-puesto a Cuba, en tanto que algunas situaciones vividas por escritores generaronque el campo intelectual reconociera el significado radical de estar con la revolu-ción o las consecuencias de no estarlo.

Por ese entonces se registró una nueva polémica: Padilla tildó de traidor aCabrera Infante debido a sus críticas sobre la revolución. Las respuestas del exilia-do al poeta fueron contundentes, Cabrera Infante aseguró haber elegido vivir en ellibre albedrío, señalando la elección de Padilla de vivir en la esclavitud. Esta vez,la defensa de Padilla al proceso revolucionario implicó dejar los márgenes y conse-guir una especie de tranquilidad, por la seguridad que le daba ser un escritor nue-vamente reconocido y respetado, que servía a los intereses socialistas.

Las idas y vueltas del escritor fueron claves para interpretar las medidas quetomaría el gobierno cubano con posterioridad, y las posiciones que asumirían losintelectuales que conformaron ese frente de apoyo a la revolución cubana.

Principios de la década. Las acciones de Padilla

En enero de 1971 frente a un numeroso público, Padilla leyó en la UNEAC sulibro Provocaciones, título que traía a colación sus propias provocaciones al régi-men. Estas actitudes del poeta colapsaron las paciencia del gobierno y provocaronel seguimiento de sus actividades políticas y literarias por parte de la seguridad delEstado cubano.

Luego de la llegada de Salvador Allende a la presidencia en 1970, la esperan-za de construir el socialismo en América Latina fue nuevamente posible, muy a pesarde las dictaduras militares en Brasil o Argentina. Chile reanudó entonces sus rela-ciones con Cuba por su nueva política exterior. Jorge Edwards fue designado por elgobierno chileno para realizar tareas diplomáticas, pero su viaje fue conflictivo de-bido a sus encuentros con Padilla; finalmente su situación fue aclarada en una re-unión con Castro, no así la de Padilla.

¿El motivo? El escritor trabajaba en su libro En mi jardín pastan los héroes, elmanuscrito era cuidado con sumo recelo por su autor. Quizás el problema de la nodefinición terminó desarticulando la seguridad conseguida por el autor.

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Finalmente, en marzo de ese año, Padilla es arrestado por ejercer actividadesliterarias sospechosas y contrarrevolucionarias. Luego de más de un mes de deten-ción, fue liberado y Padilla admitió sus errores en la UNEAC, frente a colegas yamigos.

Yo he cometido errores imperdonables . Yo sé por ejemplo, que esta in-tervención de esta noche es una generosidad de la Revolución, que yo estaintervención no me la merecía, no merecía el estar libre6

La detención generó reacciones dentro del campo intelectual; los escritores re-dactaron la llamada primera carta a Castro, “el manifiesto de París”, donde le de-mostraron su preocupación por la situación de Padilla. Firmada por Goytisolo,Cortázar, Vargas Llosa, Fuentes, García Márquez; de Beauvoir y Sartre, entre otros,la misiva no hizo más que dar mayor eco a los comentarios que la prensa interna-cional hacía del caso de Padilla, el escritor rebelde.

Lógicamente Casa de las Américas publicó, luego de la carta, la autocríticaescrita por Padilla, que más allá de las interpretaciones demostró las polarizacionesde un campo intelectual cada vez más fragmentado.

Y estos compañeros que me han apoyado, que se han solidarizado con-migo internacionalmente, desconocen a fondo mi vida de los últimosaños.7

La fragmentación se hizo visible. En el campo intelectual se planteaba una fé-rrea disyuntiva entre la patria o la muerte; Castro, en el discurso del Primer Con-greso Nacional de Educación y Cultura, denunció a los intelectuales que por serjueces de concursos literarios, se creían con derecho a opinar sobre el proceso re-volucionario.

De manera que el caso Padilla fue sólo el detonante ocasional, en el sen-tido de que existían muchas grietas mantenidas en secreto, de una dis-cusión de fondo, que vinculaba a la redefinición de nuevos modelos inte-lectuales. (Gilman, C., 2003: 243).

El caso no terminó con una liberación, una autocrítica o una carta; luego delmencionado congreso, las pronunciaciones en pro y en contra de Padilla se multi-plicaron hasta el infinito.

6 Casa de las Américas, “Suplemento Heberto Padilla. Intervención en la Unión de Artistas y Escri-

tores de Cuba”, Nº 65-66, marzo-junio, La Habana, Cuba, 1971, p. 193

7 Casa de las Américas, Ibid. p. 193.

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La patria latinoamericana. Posiciones del escritor latinoamericano

En mayo de 1971 Casa de las Américas publica la carta de Vargas Llosa aHaydeé Santamaría, donde justifica su decisión de renunciar al comité de la revis-ta.

Comprenderá que es lo único que puedo hacer luego del discurso deFidel fustigando a los escritores latinoamericanos que viven en Europa,a quienes nos ha prohibido la entrada en Cuba por tiempo indefinido einfinito.8

La revista no sólo transcribió la respuesta al escritor peruano, sino las respues-tas de un grupo de intelectuales de diferentes países que apoyaron el proceso re-volucionario. Nuevamente la red de revistas funcionó orgánicamente y se solidarizócon Cuba desde sus editoriales.

Rechazamos de manera terminante la existencia de castas privilegiadas deintelectuales que se adjudican el monopolio de la verdad o de la concien-cia crítica situándose en la práctica como árbitros de la lucha que libransus pueblos por eliminar las barreras de la opresión.9

En resumen, Padilla sólo es culpable de haberse tomado demasiado enserio.10

Pero la revolución, por suerte para todos sigue su marcha. Este acciden-te en el camino no le quita significación ni amengua sus virtudes.11

Las declaraciones colectivas fueron significativas, pero las posiciones individua-les fueron igual de importantes a la hora de posicionarse fuera o dentro de la re-volución. Cortázar, luego de justificarse por haber firmado aquella carta dirigida aCastro, envía una carta a Santamaría donde explica su posición cercana a la revo-lución, después del confuso caso Padilla, dado vuelta hasta el hartazgo por la prensainternacional y por algunos escritores latinoamericanos.

De qué sirve escribir la buena prosa, de qué vale que exponga razonesy argumentos, si los chacales velan, la manada se tira contra el verbo,lo mutilan, le sacan lo que quieren, dejan de lado el resto, vuelven lo

8 Casa de las Américas, “Posiciones, Vargas Llosa carta a Haydeé Santamaría”, Nº 67, julio-agosto,

La Habana, Cuba, 1971, p. 140.

9 Casa de las Américas, “Posiciones, Declaración de intelectuales chilenos”, Nº 67, julio-agosto, La

Habana Cuba, 1971, p. 162.

10 El escarabajo de oro , Editorial, “Los despojos de Heberto Padilla”, Nº 43, septiembre, Buenos

Aires, Argentina, 1971, p. 14.

11 Cuadernos de Marcha, Editorial, “Cuba: Nueva Política cultural. El caso Padilla”, Nº 49, mayo,

Montevideo, Uruguay, 1971, p. 86.

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blanco negro, el signo más se cambia en signo menos, los chacales sonsabios en los télex, son las tijeras de la infamia y el malentendido.12

A finales de 1971 se configuró un nuevo contexto dentro de Cuba, que definióla estructura del campo cultural latinoamericano en función del compromiso delintelectual, no por su mera actividad crítica, sino por su actividad revolucionaria.

Conclusión

Avanzar en el análisis de un período tan importante en América Latina (1959-1971) significó estudiar las consecuencias producidas por la revolución socialista deCuba en el continente. La reorganización estructural en las esferas de la economía,la política, la cultura y el arte produjo cambios profundos que fueron vividos en elseno de la sociedad cubana y, traspasando las fronteras de la isla, repercutierondirectamente en el resto de las naciones latinoamericanas.

Específicamente en la esfera cultural, una revista institucional como Casa de lasAméricas fue el hilo conductor de las políticas culturales llevadas a cabo en la isla,fue la institución que dio forma y reconocimiento a la necesidad de unión entrelos escritores y artistas latinoamericanos; asimismo, fue el medio donde se refleja-ron las problemáticas inherentes a la práctica literaria.

La fe en la revolución y los vínculos establecidos para resolver problemas in-herentes a la producción artística provocaron la emergencia de un grupo de inte-lectuales dentro del campo cultural, ligados a las nuevas ideas forjadas desde larevolución. Las relaciones, los contactos, la participaciones en congresos, los mis-mos objetivos, las amistades, fueron las bases que estructuraron un sólido trabajoen red, que se extendió durante los primeros años de la revolución y que traspasólas fronteras de la isla.

Todas las revistas de la época, en mayor o menor medida, con una línea edi-torial más cercana o más alejada de la revolución, fueron el soporte material, elespacio público utilizado por los escritores y artistas para acceder a un público máspolitizado, y así hablar de literatura, de política, de sociología, de arte, etc. Estasnuevas ideas forjadas por los intelectuales en el terreno de la cultura promovieronla construcción de la cultura de izquierda en Latinoamérica. Este nuevo cambiocultural, estuvo cristalizado en las revistas de la época; lo que se demandaba pú-blicamente a los escritores era una acción comprometida con la causa socialista;se estaba a favor o se estaba en contra de esta política cultural de izquierda.

Latinoamérica es el marco geográfico, el centro donde se va configurando du-rante toda la década una lógica de acción artística y discursiva, que da respuestainmediata a contextos concretos que permiten visualizar los cambios y las posicio-nes de los integrantes en el interior del campo. Lo valioso de este período fue elpropio reconocimiento del escritor de dar cuenta de su realidad, más allá de la fic-

12 Casa de las Américas, “Posiciones, Julio Cortázar, Policrítica en la hora de los chacales”, Nº 67,

julio- agosto, La Habana, Cuba, 1971, p. 157.

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ción, a partir de los textos no ficcionales como el ensayo. La palabra se volviómuchas veces contestataria, al mismo tiempo que herramienta con que dar cuentade la realidad del continente.

Claro que esta “palabra” obligaba muchas veces a la “acción” y es cuando lacategoría del intelectual comprometido generó las inevitables contradicciones delartista. Estas contradicciones fueron las que generaron una suerte de “vigilancia”dentro del campo intelectual. La estructura de este campo estaba atravesada porla radicalización que significaba el desafío de la revolución. Fue así que, en fun-ción de las coyunturas, siempre tan complejas, los escritores definían sus posicio-nes, por esto hubo un caso Fuentes, un caso Neruda, o un caso Padilla . Todo elperíodo estuvo representado en un escenario, donde los discursos, las explicaciones,las acciones y omisiones de los integrantes del campo cultural eran analizados,escuchados, amados u odiados por el público latinoamericano.

La latinoamericanización de la cultura fue un hecho, las revistas fueron prota-gonistas en este sentido por abrir espacios de comunicación: entre el público quenecesitó participar en la construcción de una cultura nacional latinoamericana y losescritores que necesitaron tener un público que disfrutara su práctica artística, re-lacionada desde luego con sus circunstancias históricas.

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Otras FuentesEntrevista realizada a Jaime Sarusky escritor cubano, Mendoza septiembre de 2004.

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Introducción

l objetivo de este trabajo es retomar la tradición de un grupo margi-nal en la historia de Argentina pero de fuerte incidencia en Mendo-za. De este modo indagaremos sobre el uso de algunos conceptos,como así también de la función utópica de la práctica discursiva del

Comité Ecuménico de Acción Social (CEAS) que asistió a exiliados políticos chile-nos allendistas, bajo fundamentos teológicos y filosóficos humanistas. El territorioes una de las manifestaciones de la soberanía estatal, pero también punto de apo-yo de las identidades colectivas que refieren a un pasado común (Jelin-Langland;

2003)1. Sin embargo, si pensamos a las sociedades nacionales como un conjuntode trazos culturales que se difunden y que no se limitan a las visiones territoria-les; existen zonas grises de interpenetración (Bastide, Roger) 2 . Tal es el caso de Men-doza. El diseño del trabajo es sencillo, en el primer apartado nos detendremos enel pacto fundacional categoría que opera en forma inconsciente en la dinámica socialde una región determinada (Cfr. Santos, M., 2000). En el segundo, y continuandocon las bases materiales de esta práctica discursiva, nos remitiremos a la expan-sión del Campus de Poder chileno en Mendoza (Cfr. Bourdieu, P., 2003). Entendien-do a campus de poder como el espacio que los distintos agentes conforman alluchar por el poder del Estado, el CEAS es en gran parte fruto de esta expansión.En el tercero, analizaremos como el pacto fundacional repercutió en la fundamen-tación de la actuación del CEAS retomando la categoría de refugio que unirá a lade santuario. En el apartado siguiente, nos centraremos en algunos aspectos deldiscurso contrario3 . De este modo surgirá la oposición entre el refugiado-Ifigenia yel refugiado como víctima del proyecto de muerte imperante. Esto nos remite, fi-nalmente, a la indagación de la función utópica de su discurso objetivado en dosescritos, uno con motivo de los diez años de actividad (Jornadas décimo aniversa-rio CEAS: 1984) y otra como evaluación final de su cierre en 1992 (Recepción y

Alejandro Paredes

Religión y exilio chileno. El discurso del ComitéEcuménico de Acción Social. Mendoza 1973-1989

1 Jelin-Langland, Comp. Monumentos, memoriales y marcas territoriales, siglo XXI, Madrid, 2003, p.1

2 Bastide, Roger. L’acculturation littéraire: Sociologie et littérature comparée, Cujas, Paris, 1970, pp.

201-209. Traducción al portugués: Renato Venâncio H. de Souza

3 Esta categoría considera que todo discurso refiere a otro discurso organizado sobre criterios

axiológicos antitéticos, con el cual polemiza dentro del universo discursivo de un contexto social

determinado (Cfr. Roig, Arturo. “Propuestas metodológicas para la lectura de un texto”, Revista

del Idis Nº11, Univ. de Cuenca, 1981).

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protección de refugiados chilenos. CEAS: 2001); como así también en su repositorioepistolar4. En este sentido nos centraremos en la utopía del CEAS defendida desdeesta trinchera y expresada en la práctica ecuménica y de la defensa de los dere-chos humanos.

I. El pacto fundacional de Mendoza.

Es importante para comenzar nuestro trabajo detenernos en el Pacto Fundacionalde Mendoza. No es casualidad que esta ciudad se encuentre casi a la misma lati-tud que Santiago, pero en la ladera oriental de la cordillera. Mendoza nació comoun lugar de resguardo para los españoles de Santiago de Chile que no pudieronseguir hacia el sur del Bio-Bio. Los mapuches fueron el único pueblo no conquista-do por los españoles. Su ingenio y su firmeza obligaron a los hispanos a abortarlas intenciones de llegar hasta el Estrecho de Magallanes y debieron retroceder hastaSantiago. De este modo decidieron enviar una expedición para fundar una ciudaddel otro lado de Los Andes donde, según sabían, existía un pueblo agrario muchomás dócil que había sido conquistado por los Incas. El objetivo de esta fundaciónera la constitución de un territorio donde pudiera pastar el ganado y cultivarsecereales para proveer a Santiago, cuya producción se veía asediada por losmapuches. Así, Pedro del Castillo fundó la ciudad con el nombre de Mendoza enhonor al gobernador de Santiago de Chile, sucesor de Pedro de Valdivia que habíasido asesinado por los mapuches. En síntesis, desde sus inicios esta ciudad fuepensada con relación a la capital chilena, como lugar de refugio de los santiaguinos,protegido por las montañas. Posteriormente la cercanía entre ambas ciudades, susantecedentes de asilo a exiliados (tanto chilenos en Mendoza como mendocinos enSantiago) y la pertenencia a distintas naciones siguió creando la sensación de res-guardo frente a la persecución. Sin embargo es común en la historiografía mendocinaintentar explicar los distintos acontecimientos de su pasado de espalda a Chile, sólocomo una reacción a lo que ocurre en Buenos Aires. Para esta argentinización dela historia mendocina fue necesario disciplinar las memorias colectivas a través dela administración de la evocación del pasado en oposición a las marcas del pasa-do que refuerzan, en el territorio conformado por ambas laderas de Los AndesCentrales argentino-chilenos, ciertas identidades y complementariedades5 .

4 Ambas publicaciones están compuesta por distintos artículos escritos por los miembros del CEAS

pero que no los firmaron individualmente reforzando la idea de que son construcciones colecti-

vas.

5 Ejemplos de identidades es la conformación en común de una cuenca vitivinícola, un mismo tron-

co genealógico en muchas familias importantes en ambos lados de la cordillera, el mismo ori-

gen colonial, etc. En cuanto a las complementariedades pueden mencionarse los procesos

migratorios, la dinámica del exilio, etc.

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II. Mendoza, tierra de exilio chileno

La separación de Mendoza con respecto a Chile dieron origen a la oposiciónentre dos Estados Nacionales donde antes había uno. A partir de 1776 la regióncuyana experimentó una serie de dramáticos cambios en los que sufrió la secesióncon respecto a Chile, la integración al naciente Virreinato del Río de la Plata y,posteriormente, durante casi todo el siglo XIX, la adaptación a la forma de gobier-no independiente. Paralelamente ocurrió una transformación en la estructura delsentir6 del pueblo cuyano pasando de una plena identificación con Chile a la ad-hesión de la identidad nacional argentina. Entre 1776 y 1885 comenzó una progre-siva sumisión a Buenos Aires. En primer lugar fue política, con la creación del Vi-rreinato del Río de la Plata en 1776; posteriormente religiosa, cuando en 1808 fueanexada al obispado de Córdoba del Tucumán dejando el de Santiago y finalmentedecayeron los lazos socioeconómicos luego de la llegada del ferrocarril en 1885.

La argentinización de la identidad cuyana se fortaleció con los sucesivos con-flictos limítrofes con Chile y al compás del proyecto argentinizador de la Genera-ción de 1880 con su preocupación por el fortalecimiento del Estado Argentino, queen Mendoza implementó diversas estrategias. Las más importantes fueron: El ferro-carril, que integró ampliamente a Mendoza al proyecto agroexportador (sin desco-nocer la continuación del comercio con Chile); la llegada de inmigrantes de ultra-mar con tradiciones culturales distintas a la chilena y la expansión de la educa-ción primaria, que fue una herramienta argentinizadora primordial7 . Todo esto con-formó dos identidades nacionales diferenciadas, la chilena en Los Andes Occidenta-les y la argentina en los Orientales. Estados Nacionales Argentino y Chileno a suvez, instauraron dos campus de poder en donde antes de 1776 existía uno. ElCampus de Poder, conformado por agentes que disputan el control del Estado esmuy flexible, se expande y retrae en el territorio, creando espacios de alta y bajadensidad. De este modo puede actuar desde Estados Nacionales ajenos, contami-nando otros territorios y campus de poder, es el caso, por ejemplo de la acción delos exiliados, algunas empresas trasnacionales, movimientos de opinión pública, etc.

6 Para R. Williams (Marxismo y Literatura: 1980) la Estructura del Sentir es un basamento de las

subjetividades que predispone ciertas acciones colectivas. Este concepto intenta definir a todo lo

que escapa de lo explícito y es comprendido como lo personal que tiene que ver con la concien-

cia práctica, en oposición a la oficial. Pero en forma paralela al concepto de Sujetividad de Roig,

también es social y no individual. La Estructura del Sentir también puede emparentarse con el

Sentido Común de Gramsci. Es decir con esa cosmovisión que legitima ciertas prácticas de la vida

cotidiana y descarta otras, sólo que en la estructura del sentir el aspecto pre o irracional cobra

gran importancia y es, en cierta medida, el humus en el que se apoya el sentido común que a

su vez responde a un sistema hegemónico.

7 La expansión de la población letrada también implicó en el siglo XIX otro proceso argentinizador

un poco menor en su impacto popular pero de gran influencia entre la élite nacional: La difu-

sión de la prensa. (Cfr. Shumway, Nicolás. La invención de la Argentina, Emecé, Bs As, 2002, p.106).

Ya en el siglo XX, el crecimiento de la prensa, la creación de Radio nacional, el cine, la inaugu-

ración del aeropuerto y luego la televisión integraron aún más a Mendoza con Buenos Aires.

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En oposición. el Estado Nacional tiene un marco de acción más bien fijo, limitadoal territorio de su país, dado por la centralización de instituciones públicas (salud,educación, fuerzas armadas), aunque también pueden plantearse zonas de baja yalta soberanía nacional. La secesión de Mendoza de Chile se completó con la crea-ción de dos Estados nacionales que crearon identidades nacionales necesariamenteopuestas fruto de estructuras mentales distintas.

Esto se superpone con la práctica de los exiliados que, aunque están fuera desus limites nacionales, permanecen dentro del campus de poder en cuanto siguenaplicando estrategias para poder incidir en el Estado Nacional de origen. En la fron-teriza Mendoza la superposición del campus de poder argentino y chileno se agudizaen crisis políticas graves del país trasandino, cuando las estrategias de sus agen-tes repercuten tanto en Chile como en Mendoza. En el cuadro N° 1 aparecen tresejemplos paradigmáticos de la expansión del Campus de Poder Chileno sobre elEstado Nacional Argentino, en Mendoza.

8 Los exiliados cuyanos durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, el de radicales luego de la

frustrada revolución de 1905, el de antiperonistas en la década de 1940, etc.

Sólo hemos tomados algunos ejemplos de la expansión del CPCh sobre Men-doza; pero la misma situación también ocurrió a la inversa8 . Así el fortalecimientodel Estado Nacional en Mendoza ha sido de suma importancia en un contexto enel que la movilidad de los campus de poder generó una fuerte articulación entrela sociedad civil de ambos lados de la cordillera. Ya hemos señalado la complemen-

* Para simplificar el análisis sólo tomaremos como agentes del CPCh a exiliados políticos chilenos,obviando a otros agentes como por ejemplo: empresarios, agentes de la opinión pública, etc.

Fuente: Elaboración propia

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Algunos ejemplos de la expansión del campusde poder chileno (CPCh) sobre Mendoza.

Conflicto en el Estado ChilenoAcción del CPCh en

Mendoza*Reacción del Estado Argentino

1816: Los realistas reconquistanSantiago y los patriotas chile-nos deben huir.

Mendoza, con poco más de5.000 habitantes, recibió cercade 3.000 exiliados.

Pleno apoyo a los exiliados yorganización del Ejército Liber-tador.

1970-1973. Durante el Gobiernode la Unidad Popular gruposconservadores se refugiaron enMendoza.

Operaciones de los paramilitaresde derecha Patria y Libertad.Docencia de este grupo en laUniversidad Nacional de Cuyo.

No intervención en la acción deeste grupo. Pero por pedido delEstado Chileno, su líder, R.Thieme, fue extraditado.

1973-1989: Dictadura delGeneral Pinochet.

107.800 chilenos llegaron aMendoza y se organizarondistintas entidades, entre ellasel C.E.A.S.

1973-76: Apoyo tibio a exilia-dos.1976-83: Persecución de exilia-dos; Operación Cóndor.1983-89: Amplio apoyo a exilia-dos.

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tariedad de los movimientos migratorios entre ambos países y la dinámica del exi-lio. Los primeros generaron fuertes lazos entre las clases populares de ambas lade-ras que se movilizan según la atracción del mercado laboral. En este sentido ungran porcentaje de los que viven en las llamadas villas inestables del gran Mendo-za tienen parientes en Chile. La dinámica del exilio articuló la clase media y alta(intelectuales, profesionales liberales, pequeños empresarios) según sus afinidadesideológicas, este fenómeno también se observó en un porcentaje menor en la clasebaja. Finalmente, existen estudios genealógicos que demuestras la alta imbricaciónde las familias de clase alta de Santiago y Mendoza, fruto de sucesivos casamien-tos. De este modo encontramos la coexistencia de dos tiempos, uno lento confor-mado por el proceso que hemos llamado argentinización impulsado desde el Esta-do Nacional y otro rápido que remite a la expansión de los campus de poder so-bre los Estados Nacionales y que repercute en la sociedad civil. Este último se pre-senta como abrupto, y es un proceso repetitivo.

III. El nacimiento del CEAS

El tercer ejemplo del cuadro anterior es el contexto en el cual nació el CEAS.Durante el siglo XX la inmigración chilena a Mendoza había decrecido por la atrac-ción que ejercía el cinturón industrial en Santiago gracias al proceso de industria-lización sustitutiva de importaciones. Sin embargo, luego del derrocamiento del Pre-sidente Salvador Allende, cerca de un millón de chilenos sufrieron el exilio (Nilson,M., 1998: 86-87). Gran parte de ellos pasaron por Mendoza, durante 1974 hastainicios de 1975 llegaron a esa ciudad 107.800 chilenos (Nilson, M., 1998: 86-87).Debido a la urgencia de salir de Chile muchos de ellos sólo tomaron como lugarde paso a Mendoza para, después de sentirse a salvo, pensar en un destino defini-tivo9 . Otros se quedaron hasta que la democracia volvió a Chile. De todos modos,el carácter de transitoriedad con se asentaron en Mendoza se tradujo en carenciasde proyectos para el futuro verificado en el nivel de empleo, de vivienda y tam-bién en la educación de los niños y en la salud física y mental. Ello se sumó a lasituación ambigua de sus estatus jurídico, y la dificultad de conseguir su visa paracontinuar el viaje. El porcentaje de los refugiados aceptados a residir por el Go-bierno Argentino no superó el 30%. En muchas ocasiones una parte de la familiafue aceptada y otra rechazada, ante esto debían decidir con dolor entre la separa-ción o la partida hacia otro país todos juntos10. Rolando Concatti (ex sacerdote muycercano al CEAS) describió la aguda crisis de los proyectos de vida en este contexto,

9 Canadá, Nueva Zelanda, Australia, EE.UU. y países europeos fueron los principales receptores. Este

trámite tardaba hasta dos años, un país ofrecía un cupo de visas con condiciones para los

postulantes. Luego de conseguir la visa, el país de recepción o ACNUR, financiaban el traslado.

A partir de 1977 se sumó a los requisitos anteriores haber sido rechazados por Argentina (Heras,

Guillot, y Galvez, Op. Cit. pp.159-167)

10 Comunicado de ACNUR “A todos los señores refugiados, señoras y familias”, Buenos Aires, S/F.

Bibliorato Informes Departamento Trabajo social, archivo CEAS, Mendoza.

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comparando el destierro como una penosa vuelta a la minoría de edad (Concatti,R., 2000: 162-163).

Debido al gran número de perseguidos que llegaban a esta provincia, partidospolíticos, asociaciones sindicales y diferentes organizaciones establecieron estrate-gias para ayudarlos, pero los que más persistieron en el tiempo (aún después de1976) fueron los movimientos religiosos y ecuménicos. El 20 de Marzo de 1974 secreó el CEAS, conformada por miembros de la Comisión Católica Argentina de In-migración, Cáritas Argentina, Cruz Roja Argentina, Iglesia Evangélica MetodistaArgentina, Iglesia Evangélica del Río de la Plata, la Acción Popular Ecuménica y elInstituto para la Liberación y Promoción Humana. El nuevo organismo también contócon la colaboración del Consejo Mundial de Iglesias y estableció fuertes relacionescon el ACNUR, permitiendo que la recepción, protección y asistencia de refugiadosse realizara bajo el amparo de las Naciones Unidas, con recursos provenientes deese organismo (Bustelo, G., 2001: 353-354)11. Hacia el año 1974 la cantidad de ca-sos atendidos por el CEAS eran la siguiente:

No todos los que fueron atendidos recibían el estatus de Refugiado. Los selec-cionados recibían un subsidio de la ONU cuyo monto era menor al mínimo necesa-rio y los obligaba a buscar trabajo. Pero como, al igual que los inmigrantes ilega-les, el estatus de refugiado no habilitaba a trabajar, se dio lugar a agudas condi-ciones de explotación y se ocuparon en niveles marginales de la estructura produc-tiva o en servicio doméstico. En la mayoría de los casos esto significó un empo-brecimiento y la doble segregación por ser extranjero y pobre12 . El CEAS asentóa los refugiados en hoteles, en zonas céntricas, para ponerlos en contacto con

11 Bustelo, Gastón. “Impacto de la dictadura pinochetista en Mendoza (1973-1988)” Revista de

Estudios Trasandinos Nº5, Santiago, 2001, p.353-354.

12 Castronovo, Raquel y Pereyra, Brenda. “Aspectos microsociales de la integración regional con Chile”

En: Bekerman, M. y Rofman, A. (comp.) “Integración y Sociedad en el Cono Sur”. Espacio, Bs As.

1995, p. 147

*El número de casos de cada departamento pueden superponerse, por eso no puede establecerse untotal.

Fuente: S/A: “Organigrama” en bibliorato correspondencia 1973-1974- archivo CEAS.

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Casos atendidos por el CEAS hacia 1974, según sus distintos departamentos.

Organigrama

del CEAS

Comité Ecuménico

Secretario Ejecutivo

Departamento

Universitario

Departamento

Penal

Departamento

Laboral

Departamento

Reubicación

Departamento

Asistencial

Casosatendidos* 2.600 3.540 870 1.350 650

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compatriotas que vivieron situaciones semejantes. Pero a partir de 1976, el hacina-miento de los hoteles y la hostilidad que sufrían los llevó a pensar en la reubicaciónen casas unifamiliares. En abril de ese año, la policía detuvo y torturó 19 refugia-dos del ACNUR en el Hotel José C. Paz de Buenos Aires. Dos meses después hom-bres armados irrumpieron en los hoteles Hilton y Pino, donde se alojaban 110 re-fugiados políticos con sus familias. Luego de destrozar las habitaciones, secuestra-ron a 26 personas, 23 chilenos (dos de ellos menores), dos paraguayos y un uru-guayo13. En Mendoza, en enero de 1976 los refugiados alertaron al comité querecibieron amenazas en los hoteles14.

IV. El refugio y el santuario

El CEAS justificaba su acción a partir de principios axiológicos y teológicos. Laconcepción de Mendoza como ciudad refugio, integrante del pacto fundacional, re-aparece en sus textos y se articula profundamente con una justificación teológica.Así, los sacerdotes y pastores que acompañaron al comité escribieron: “La tarea deacompañar a los refugiados y también a los integrantes del CEAS tiene sus raícesen la historia bíblica. Desde la misma constitución del pueblo de Israel se prevee[sic] que deben haber ciudades refugios, donde el perseguido por cualquier causa,aún el día del homicidio, puede hallar el refugio del vengador (Jornadas décimoAniversario: 1987, 4).

Nos atrevimos a remarcar la palabra “refugios” porque allí es donde reapareceel mito del pacto fundacional de la ciudad de Mendoza tal cual la vimos en elprimer apartado. La misma función para la ciudad que había pensado Pedro delCastillo cuando la fundó, se reactualiza con esta nueva expansión del CPCh enMendoza donde el CEAS asume su misión histórica y también cristiana. Esto apa-rece más claramente en otra sección del mismo folleto, cuando en alusión al golpede estado chileno afirma que “puso en movimiento una huída interminable de fa-milias enteras, que cruzando el macizo andino llegaba a nuestra ciudad ‘refugio’ 15 .La idea de refugio (retroalimentada por la experiencia colectiva del pueblo chilenoy cuyano en relación con el cruce de la cordillera/frontera para llegar al vecino país)persiste en el CEAS que, sin embargo, adhiere en su justificación ideológica a lanoción de Santuario. El comité, fruto de una integración ecuménica, retoma lasexperiencias de los templos que a lo largo de la historia han servido como lugaresde protección al perseguido. La inviolabilidad de los templos había comenzado adefenderse desde la primera guerra mundial por el Consejo Mundial de Iglesias. Estainmunidad es lo que le da a las edificaciones el status de Santuario. Los miembrosdel CEAS articulan Santuario y Refugio en el interior de su práctica discursiva. Así,Mendoza aparece como ciudad-refugio y, desde una perspectiva eclesial, el CEAS

13 Cfr. Ginzber, Victoria. “Un documento sobre operaciones argentinas y chilenas”, Página12, Bs As,

28/06/02 y de la misma autora, “Videla y el Plan Cóndor”, Página12, Bs As, 21/12/’02.

14 Carta del 10/12/76, legajo F-1215, CEAS.

15 Ibid., p.6 la palabra “refugio” aparece entre comillas en el mismo folleto.

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como un Santuario cuya inviolabilidad amparaba el ACNUR. En el discurso de ho-menaje que brindó ACNUR al CEAS durante acto de cierre definitivo de sus activi-dades, Mohamed Benamar justificó la existencia del comité ecuménico diciendo: “Esmuy natural que la casa de Dios abra sus puertas al hombre, a la mujer y al niñoque buscan un santuario en el camino al exilio”16 . De hecho, en los primeros añosel CEAS, funcionaba en una iglesia metodista del centro de la ciudad. Es decir queen el interior de esta práctica discursiva, el refugio es un espacio laico que remitea la ciudad donde el perseguido se siente más seguro, mientras que el santuarioes un lugar sagrado en cuyo interior se respeta la vida en oposición a la muerte.Aunque esto no fue totalmente respetado por el proyecto de muerte que tambiénreinó en Argentina a partir de 1976 y que colocó una bomba en la puerta del CEAS.Al año siguiente, en una carta a una familia refugiada que se había mudado aNueva Zelanda, un miembro del CEAS dice: “...oren por nosotros y para toda lacomunidad de refugiados. Para que podamos continuar nuestras tareas, se hacencada vez más difíciles, hay últimamente muchos secuestros y desapariciones depersonas, también aparece gente muy golpeadas por grupos violentos. La situacióndel país es sumamente difícil y realmente causa temor a todos nosotros”17.

La oposición categorial proyecto de vida/proyecto de muerte aparece en formaconstante en los escritos de esta organización ecuménica. Si Jesús es la vida, ¿cómodejar, entonces, a los exiliados a merced de la justicia casada con un régimen demuerte? Se preguntaban. El proyecto de muerte no estaba compuesto solamente porlos que usaron la forma violenta para recuperar la hegemonía sino también, comoafirma Ludmila Catela por una gran zona gris entre torturadores y torturados, queatemorizados guardaron silencio. En los escritos del comité, esta zona está compues-ta por el miedo y el egoísmo de los cautos18 y de aquellos que se preguntaban siel refugiado no era culpable de lo que le ocurría. El debate sobre la culpabilidad oinocencia frente a lo que le sucedía fue una constante, en toda la acción del CEAS.En oposición, el comité ecuménico contestaba diciendo ¿quiénes somos nosotros parajuzgarlo?19.

V. La definición del refugiado y la lucha contra el mito de Ifigenia

Según el mito de Ifigenia, el rey griego Agamenón, se reunió con su ejércitoen Aulide para salir hacia la conquista de Troya. Como una calma del viento leimpedía zarpar al ejército, le preguntó a los dioses por la razón. Minerva le comunicóque sólo el sacrificio de su hija Ifigenia, los dejaría partir y triunfar. El ejército le

16 “Palabras pronunciadas por el Sr. Mohamed Benamar durante el homenaje del ACNUR con mo-

tivo del cese de las actividades del CEAS”, en: S/A Recepción y protección de refugiados chile-

nos. Una experiencia ecuménica en Mendoza. 1973-1992, CEAS, Mendoza, 2001, p.14.

17 Carta del CEAS, Mendoza, 22/1/77, en bibliorato Correspondencia año 1977. Archivo CEAS, Men-

doza.

18 S/A Recepción..., p.10

19 Jornadas..., p.4

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exigió el sacrificio y Agamenón, luego de dudas, lo hizo. Así el viento volvió, elejército partió y destruyó a Troya. De este modo, Ifigenia se sacrificó a sí mismapor amor a su patria, logrando la destrucción de Troya por lo que también se trans-formó en símbolo de agresión contra todos los que no eran su pueblo. Para Hinke-lammert este mito atravesó la historia hasta la actualidad (Hinkelammert, F., 1993).La imagen de Cristo en el medioevo retomó características de este mito: Dios-Pa-dre necesitó el sacrificio de su hijo para que la humanidad pueda ser perdonada.Si bien en principio Jesús cuestionó a todo orden legal legitimador de formas deopresión por medio de leyes; San Anselmo invirtió los papeles al considerar peca-do de orgullo a la exigencia de libertad frente a la ley. La legalidad se transformóasí, en un atributo esencial de Dios y la ilegalidad del demonio. El imperio era lobueno y la libertad de Jesús, lo malo. Las víctimas son culpables porque han escu-chado la voz de Lucifer y desafían al imperio, mientras que los perseguidores sólocumplen con su deber. En síntesis, la sociedad cristiana diviniza al victimario creandouna cultura de la agresión y originan un mundo donde la víctima es el victimarioy viceversa. El capitalismo reemplazó al Cristo-Ifigenia y en lugar de Satanás pusoal Caos en lucha contra el mercado. Así los sacrificios de algunos son presentadoscomo una obligación moral necesaria para terminar con el caos, y lograr un mun-do sin sacrificios. Frente a esto, surgieron movimientos de resistencia en el interiorde las sociedades de mercado, que son atacadas proyectando sobre ellos la ima-gen del mal absoluto para hacerlos aparecer como monstruos que es necesariodestruir. Si en la Edad Media la víctima era un ser humano castigable; en el capi-talismo al transformarla en un monstruo, simplemente debe extirparse como uncáncer. Esto ocurrió con los movimientos de emancipación humana, donde se adujoque este monstruo siempre es Lucifer que quiere el cielo en la tierra, pero produceel infierno.

Para combatirlos, se le adjudica al monstruo lo que se va hacer para enfrentarlo,se tilda de terroristas, para hacer ataques terroristas y totalitarista para ser totali-tario. Es la moral del victimario que declaró culpable a la víctima y asume la cul-pa matándola. El victimario tiene moral, sufre dolor, la víctima no. Este mito apoyóla eliminación de los movimientos populares latinoamericanos, como único modo determinar con el caos. Las conclusiones de una de las reuniones de inteligencia delos países del Cono Sur precedentes a la formación de la Operación Cóndor, mani-festaba como esto se realizaba en distintos países20 . Desde esta perspectiva, los que

20 “[En Bolivia] El gobierno del general Hugo Banzer, luego del golpe de Estado que derrocara al

gobierno marxista del general Torres, se abocó a depurar a los elementos marxistas localizados

en todos los sectores del gobierno”... “[En Brasil, el gobierno] con el establecimiento de un es-

tricto control de las actividades y de los miembros responsables de la conducción de los distin-

tos campos del poder, ha podido mantener y controlar las actividades posibles y futuras de es-

tas organizaciones [subversivas]”... “[En Chile,] con el golpe militar que destituyó al gobierno

marxista de Salvador Allende y las posteriores acciones de las fuerzas armadas contra sus ele-

mentos componentes se disipó la intención y la preparación por parte de los países líderes del

comunismo de establecer la base principal desde donde irradiar la subversión a los países com-

ponentes del Cono Sur, obligando a los elementos marxistas a replegarse hacia el Perú y hacia

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huían lo hacían porque sabían que eran culpables y los militares debían eliminar-los por el bien de su patria.

A esta definición del exiliado político se oponía el CEAS, que adhería a un “dis-curso contrario”. De este modo evita el debate sobre la inocencia o culpabilidad delos exiliados, y no intenta justificar la acción de ellos en su país de origen. Esto sedebe a que esta discusión presupone la relativización de los derechos humanos; enotras palabras, bajo qué circunstancias pueden ser postergados por supuestos con-flictos con el todo social. Este debate se articulaba, en primer lugar, con las cons-tantes justificaciones a la interrupción de los Estados de Derechos latinoamericanospor otros de facto, presentados como transitorios y con una finalidad curativa fren-te al caos; y en segundo lugar con una concepción patológica del conflicto social21 .Para el Comité, como el respeto a los derechos humanos era incuestionable bajocualquier circunstancia, el análisis sobre la punitividad de las acciones del refugia-do en su país era en cierta forma irrelevante. De este modo, lo define como unapersona que por motivo de raza, religión, nacionalidad pertenencia a un grupo so-cial determinado u opinión política, se encuentra fuera de su país y no puede o,por temor, no quiere acogerse a la protección de su nación22 . Esta definición (quees la misma del ACNUR) no contiene ningún calificativo sobre el comportamientodel exiliado oponiéndose al mito de Ifigenia y responde a la tradición de defensade los derechos humanos en general y de los refugiados en particular.

Finalmente, ambas perspectivas de lo que eran los refugiados políticos se refle-jaron en dos prácticas sociales en pugna. Por un lado la operaciones Colombo yCóndor intentarán eliminarlos23 . Por el otro el Comité, para protegerlos, tuvo comoprincipio axial la no devolución al país de origen o a otro en el que peligre suintegridad física ya que luchaba contra una situación de persecución que en sí mismaera injusta. Este objetivo, en plena sintonía con distintos tratados internacionales24 ,

la Argentina” ... “[En cuanto a] Las Fuerzas Armadas uruguayas obtuvieron una rotunda victoria

contra los tupamaros, obligando al resto de esa organización a dirigirse fuera del país” (Docu-

mento de la VII Conferencia Bilateral de Inteligencia entre Paraguay y Argentina, Julio de 1975.

En: “El abc del Cóndor. Estado de Situación en 1975” La Nación, Bs As, 21/10/’01).

21 Esto abreva del Estructural-funcionalismo, cuyo máximo exponente, T. Parsons, distingue en las

sociedades cuatro subsistemas que, al igual que en un organismo vivo, realizan funciones nece-

sarias para la reproducción social. Las mismas son cumplidas a través de la socialización de los

individuos y la estratificación social por medio de roles. La tensión se plantea entre la negación

de los individuos a la aceptación de su rol o al respeto por el orden normativo y la reproduc-

ción social. Parsons admite la existencia de conflictos intrasociales pero sólo como disfunciones

que la sociedad misma se encarga en regular. (Cfr. Parsons, Talcott. La sociedad, perspectivas

evolutivas y comparativas, Trillas, México, 1974). Luego, otro funcionalista, Elton Mayo también

negará la procedencia social del conflicto reduciéndolo a trastornos patológicos.

22 Jornadas..., p. 18.

23 Paredes, Alejandro. “La Operación Cóndor y la Guerra Fría” Universus N°19 Univ. Talca, 2004, p.

122-137

24 Entre ellos: La Convención y Protocolo sobre el Estatuto de los refugiados redactado por ACNUR

(1951), El Pacto de San José de Costa Rica y la Convención de Asilo Territorial de Caracas (1954).

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implicaba que los ayudaba por su calidad de perseguido y no por una empatíaideológica con el perseguido25 .

VI. La Función utópica en la práctica discursiva del CEAS

Este apartado indagará sobre el ejercicio utópico de la práctica discursiva delCEAS. Para Arturo Roig la función utópica de una práctica discursiva remite a laproyección simbólica de un sujeto ante la conflictividad social de su contexto. Paraesto, tiene en cuenta la estructuración parcial de lo real, a través de una seleccióny jerarquización conceptual, mediante las cuales el discurso entabla una relación(encubridora o no) con sus condiciones de producción26 . Roig, junto a EstelaFernández, afirman que la función utópica se articula bajo cuatro modalidades: Lacrítico-reguladora, la liberadora del determinismo legal, la anticipadora del futuro yla constitutiva de formas de subjetividad. La primera de ellas, remite a la capaci-dad crítica de un discurso respecto a lo real y a un discurso contrario que se pos-tula como explicación no ideológica de lo real. De este modo, niega lo existente yposibilita nuevas formas históricas, actuando como una serie de principios a priori,que posibilitan y orientan la praxis. En el Comité ecuménico, esta modalidad se hallabajo la ya mencionada oposición Proyecto de Vida/ Proyecto de Muerte que sinte-tiza en el nivel simbólico la relación entre la proyectiva y descriptiva social, entrela utopía y la topía. Desde la óptica del Comité, el contexto social internacionalque les tocó vivir imperaba el Proyecto de Muerte, que se manifestaba a través de“las convulsiones políticas, los intereses económicos, los enfrentamientos por laprimacía política y la vigencia del mercado de armas [que] privilegian las invasio-nes, los desplazamientos masivos, la opresión económica, la represión importante yel desprecio por los Derechos Humanos”27. Por esta razón plantean la necesidad dedefender un Proyecto de Vida, a través de la aplicación de las normas internacio-nales que defiendan a la vida y la libertad. En menor escala este proyecto sematerializa en la defensa de ciudades refugios y la delimitación de las fronteras delsantuario donde se lucha por la defensa de los derechos humanos del refugiadopolítico, en oposición a la definición del refugiado-victimario que debe ser elimina-do para que deje de amenazar a la calma social.

25 Esto sólo se esgrimió a nivel discursivo pero no de práctica social: El CEAS recién se formó para

ayudar a militantes de la Unidad Popular y sus miembros nunca ayudaron a sectores de derecha

exiliados.

26 En este sentido Roig, distingue la función utópica del género utópico. Este último se refiere al

género literario que, a partir de la descripción crítica de una sociedad actual, que es la topía,

presenta el relato de una sociedad ideal en la que los conflictos aparecen resueltos, es decir una

utopía. Cfr. Roig, A. “El discurso utópico y sus formas en la historia intelectual ecuatoriana”, en

La utopía en el Ecuador, Banco Central y Cooperación Editora Nacional, Quito, 1987; y “La cons-

trucción de la filosofía de la historia en la modernidad”, en Teoría y crítica del pensamiento la-

tinoamericano, FCE, México, 1981.

27 Jornadas..., p. 19

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Al llamarla Proyecto de Muerte, los miembros del CEAS acentúan la crítica ybuscan desnudar la hipocresía de la tragedia manifestada por el sector castrenseen algunos de sus discursos, según los cuales debió con dolor, dar la orden debombardear la Casa de la Moneda y matar a un presidente democrático para sa-nar una democracia enferma28 . Esta tragedia era a su vez sostenida por una “zonagris” portadora de un discurso escéptico según el cual lo dado era lo único posi-ble. La miopía de estas almas desencantadas de la sociedad burguesa, como lasllamaría Mariátegui, sólo podía ser enfrentada por una crítica hacia lo real existen-te de almas encantadas constructoras de una nueva civilización29 . El comité llamócautos a los que reproducían la topía y audaces a quienes salieron “en defensa dela vida y en denuncia del proyecto de muerte”30 y se comprometieron con los re-fugiados, arriesgando su comodidad, su seguridad y hasta sus vidas31 .

Otro modo de expresión de la función utópica es la liberadora del determinismolegal y se refiere a las funciones discursivas de apoyo e historización-deshistorización,mediante las cuales los discursos tienden a enmascarar o no el carácter históricode las relaciones sociales. La función de apoyo y deshistorización remiten a unposicionamiento discursivo que propugna la defensa del orden vigente, ya sea re-curriendo a un ente absoluto extrahistórico, o a un código de valores eternos quelo legitiman y descalifican cualquier crítica. En oposición, la historización sitúa aldiscurso en el nivel de un habla particular, social e históricamente condicionada, ypor lo tanto cuestiona el determinismo legal que la presenta como ajena al deve-nir histórico.

En este sentido si bien, ambos discursos utilizaron para su legitimación basa-mentos teológicos, la distinción se apoyaba en la historización del discurso religio-so. Los que apoyaban el statu quo, se presentaban como los defensores de la so-ciedad occidental y cristiana. Mientras tanto el CEAS que necesitaba, en primer lugar,legitimar su acción al interior de cada iglesia (ya que nació como una prácticaecuménica de militantes sociales de distintas iglesias cristianas que presionandohabían logrado el aval de la jerarquía de sus religiones); discutía con el discursocontrario lo que implicaba la defensa de una sociedad “cristiana”. Es aquí dondeel Comité buscó historizar el discurso religioso (en este sentido es bueno señalarla cercanía de este grupo con el también mendocino Enrique Dussel). Así, mientraslos sectores de derecha optaban por la defensa del Cristo- Ifigenia, el CEAS justifi-có su acción “pastoral” desde la reivindicación de un Jesús que Hinkelammert

28 Cfr. Fundación presidente Augusto Pinochet Ugarte, www.fundacionpinochet.cl

29 Rawizc, Daniela y Paredes, Alejandro. “Mito, Razón y Utopía en los escritos de José Carlos

Mariátegui”. En: Fernández, Estela. Itinerarios Socialistas en América Latina, Alción, Córdoba, 2001,

pp. 107-124

30 S/A Recepción y..., p. 9

31 S/A Recepción y..., p. 11

32 Hinkelammert afirma que el cristianismo recién pudo cristianizar el Imperio Romano luego de

diabolizar su potencial libertario. Así Lucifer, uno de los antiguos nombres de Jesús, es presenta-

do como la personificación de esta libertad vista exclusivamente desde su lado potencialmente

destructor (Hinkelammert, Op. Cit., p. 122)

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llamará luciférico y que cuestionará éticamente las relaciones sociales32 . Esto no im-plicaba reducir la acción social del CEAS a una práctica religiosa. Si bien todos lospastores y sacerdotes debían conocer a todos los refugiados (requisito indispensa-ble de la constitución del CEAS), se abstuvieron en realizar una tarea proselitistaen ese ámbito33 .

En la siguiente modalidad, la “anticipadora del futuro”, se retoma la diferen-ciación de la modalidad crítico-reguladora entre descriptiva y proyectiva social, paracentrarnos en el segundo término. Es decir, para comprender la temporalidad comoabierta a la emergencia de lo otro-posible que rompe con la ciclicidad de la vidacotidiana y propone un futuro posible que cuestiona al presente. En cuanto a estaapertura hacia lo posible, existen dos tipos de utopías: las del “orden o de lamismidad” que postulan en el futuro el retorno a un orden perdido (tal cual loproponía el fazismo) y las de la “libertad o de la alteridad”, donde la promesa deun futuro mejor, deconstruye no sólo al presente sino también al pasado. En am-bas, la fuerza constitutiva de la utopía busca contaminar a la topía. Pero las uto-pías de la libertad, además, da primacía a la praxis humana como posibilitadorade una experiencia histórica auténticamente novedosa. Esto último remite al deba-te entre modos de interpretar los alcances de las utopías entre un sector másradicalizado (la que por ejemplo representa Fred Polak) y otro que la plantea comocorrelato de la disidencia (por ejemplo, Fernando Ainsa) que constantemente tiñe ala topía34 . La experiencia del Comité Ecuménico se identifica, con las que Biaginillama acotadas experiencias libertarias, caracterizadas por pequeñas formas deautogestión que forman parte de una prédica pluralista35 . En este sentido, el CEASse identificaba como parte de la defensa de la “aspiración legítima y humana deconseguir un orden donde las personas puedan vivir sin miedo, permitiéndoselespensar, trabajar, educarse, fundar una familia y evolucionar hacia un ser positivo yútil a la comunidad que lo ha recibido en su seno, y que le permite compartir sutierra, su pan y su respeto por la vida humana”36 . Esto no quita que fueranconcientes de que sus tareas para la construcción de este futuro era parte de algomás amplio donde el locus de la sociedad utópica no era sólo la Argentina sinotambién Chile, ya que a través de un futuro retorno de los exiliados se lograríaterminar con el desarraigo, la discriminación y el vaciamiento del país de origen.El retorno “es volver a su propia historia, así como volver a asumir compromisoscon su propia patria y con su pueblo”37 .

Para terminar, la función utópica también implica la constitución de formas desubjetividad por medio del discurso. Esto nos lleva al debate sobre la relación en-tre la discursividad y el contexto social del que emerge. En este sentido, no esposible plantear un sujeto constituido a priori respecto del discurso, ni plantear allenguaje como un reflejo transparente de los conflictos sociales. Por el contrario, se

33 Jornadas..., p. 6.

34 Biagini, Hugo. Utopía juveniles. De la bohemia al Che, Leviatán, Buenos Aires, 2000, p. 15.

35 Biagini, Hugo, Utopía..., p. 17.

36 Jornadas Décimo..., p. 20.

37 Jornadas Décimo..., p. 21.

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trata de postular la construcción, en la trama simbólica, de “un espacio deautorreconocimiento de un sujeto que configura su propia identidad frente a otrosujeto a partir de un modo peculiar de pensar las contradicciones existentes y ar-ticularlas discursivamente”(Fernández, E., 1995:43). La función utópica permite si-tuar a los sujetos en el universo simbólico otorgándoles una posición particular enel juego de las contradicciones sociales. De esta manera surge la posibilidad de laemergencia de discursos contrahegemónicos, al interior de los cuales podrán reco-nocerse los sectores oprimidos, a fin de articular su lucha frente al discurso y lapráctica opresora. Emerge así una nueva identidad posibilitadora, a su vez de nue-vos discursos. Identidad, que unifica en la diversidad e incluye una afirmación indi-vidual y comunitaria (Biagini, H.;2000:24 y 29). Para el CEAS, el nosotros desde elcual articular esta lucha era muy complejo: No se podía apelar a una argentinidadsi se ayudaba a chilenos en medio de conflictos bélicos en puerta. Una carta en-viada al CEAS por un refugiado durante el conflico argentino-chileno de 1978, ha-bla de su penosa situación debido a “la negativa de migraciones para autorizarpermisos de trabajo a los refugiados y a todo chileno localizado en Mendoza; a lapersecución racial, que aunque no se crea, se está dando en esta ciudad por elconocido motivo del momento político y desavenencias de carácter nacional entrenuestros países de origen”38 .

El CEAS tampoco podía apelar una simpatía ideológica (ayuda a los socialistasexiliados) luego del golpe militar del 24 de marzo de 1976. esto también se debióa que para los miembros del CEAS era importante un apoyo explícito de las jerar-quías religiosas en las que militaban. Finalmente, el Comité actuó desde un noso-tros tan inofensivo como peligroso, el de ser cristianos. Así afirmaron: “Resultamenester seguir acompañando pastoralmente a los perseguidos, refugiados de estazona del Cono Sur. Son las iglesias, sus miembros sus pastores y sacerdotes quepor su compromiso bautismal y su compromiso eucarístico tienen el sagrado deberde acompañar, asesorar y alimentar espiritualmente a las personas afectadas por lapersecución, como aquellas que están dispuestas a servir a los perseguidos, encar-celados y familiares de desaparecidos39 ”. Por esta razón, este nosotros desde el queactuaban le permitió afirmar en la evaluación final del CEAS, a uno de sus líderes,el Pastor Federico Pagura, que su labor solidaria se hacía trascendiendo las barre-ras culturales, nacionales o ideológicas 40.

VII. Conclusiones

El comité como, agrupación de militantes sociales provenientes de distintas igle-sias, promovió un discurso novedoso en una zona de frontera. De este modo fue-ron argentinos acusados de traidores por ayudar a chilenos durante el inminente con-flicto bélico; creyentes acusados de beatos burgueses por los partidos de izquierda

38 Carta del 13/4/78, Leg. F-1757, CEAS.

39 Jornadas..., p. 7.

40 S/A Recepción y..., p. 11.

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mendocinos, militantes acusados de zurdos por sus propias iglesias y por el sectorque apoyó al Proceso de Reorganización Nacional. Esto hizo que las amenazas ylos ataques fueran múltiples, la familia Brascelis cuyo cónyuges era miembros delcomité salió ilesa de un atentado que hizo estallar a su auto. Otra bomba explotópor segunda vez en el comité que ya se había mudado de la iglesia. Varios miem-bros recibieron amenazas telefónicas, algunos emigraron y Mauricio López, el pri-mero que estableció contacto con el Consejo Mundial de Iglesias, fue secuestrado-desaparecido. A pesar de todo, el CEAS conservaba cierta inmunidad fruto de suconexión con la ONU y con el respaldo que a regañadientes otorgó la iglesia cató-lica. Así pudo realizar sus actividades aún luego de 1976, recuperar la tradición deMendoza ciudad-refugio de Chile y proclamarse heredera de la acción de San Mar-tín y O´higgins41 .

El sujeto del discurso era el cristiano de izquierda que optaba por ayudar alcristo exiliado en cada refugiado (retomando el pasaje de cuando los padres de Jesússe exilian en Egipto). La adopción de esta perspectiva estaba en sintonía con otrasorganizaciones religiosas. En una invitación a la misión “Cristo-amigo” que organi-zaron distintas parroquias de Mendoza en noviembre de 1976; la invitación decíalo siguiente: “Tu que dejas los lugares más queridos y te vas buscando una vidamejor, no eres el primero ni el único desterrado. Jesús nació fuera de casa, caminópor los pueblos haciendo el bien y no tenía casa ni cama propia, murió fuera dela ciudad, fue sepultado en una tumba prestada. Jesús quiere ser tu AMIGO since-ro, tu salvador para siempre”42 .

También criticaban al capitalismo como sistema de opresión. Esto le permitiórebatir las acusaciones de sus oponentes y actuar desde un nosotros que valorabala solidaridad con los hermanos latinoamericanos, la defensa de la vida y por lotanto de los Derechos Humanos y la denuncia de la injusticia imperante en el pro-yecto de muerte que significaron las sucesión de dictaduras en Latinoamérica.

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41 S/A Recepción..., p.9 Esta acción aparece, sintéticamente, en el cuadro N°1

42 Invitación al CEAS de la misión “Cristo-Amigo”, organizado por las parroquias de San José, San

Mauricio, Sagrada Familia, Cristo Obrero, Asunción de la Virgen, Cristo Rey y Vicaría San Pablo,

14 -28 de Noviembre 1976. Archivo CEAS, bibliorato correspondencia 1976.

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1. Introducción

l campo de las políticas públicas en ciencia y tecnología en casi todoel mundo, se expandió a partir de la segunda guerra mundial. Desdeentonces hasta el presente, el papel de Estados Unidos se ha idoincrementando y, de acuerdo a todos los indicadores actuales supera

la capacidad científica y tecnológica tanto de Japón como de la Unión Europea.En lo que respecta al campo de la investigación y el desarrollo, queda en evi-

dencia el escaso esfuerzo realizado por los países de América Latina y el Caribeen comparación con las economías más desarrolladas. Mientras Estados Unidos,Japón y la República de Corea invierten en este rubro entre 2,5 y 3 puntos de suPBI, y la Unión Europea y Canadá cerca del 2%, en América Latina y el Caribe, ensu conjunto, se destina apenas 0,53% (2004) del producto a investigación y desa-rrollo, volumen comparable al registrado en 1996 en China, país que ya lo ha du-plicado. Con la notable excepción de Brasil, que gasta cerca de un punto porcen-tual (0,91% en el 2004) del PIB en investigación y desarrollo –incluyendo el finan-ciamiento del sistema público de posgrados–, la mayoría de las economías deAmérica Latina y el Caribe, dedican menos de medio punto porcentual del PIB aestas actividades. En el año 2004, se destacan los casos de Chile (0,68%) y Cuba(0,65 % en 2003), con algo más de un 0,5%, y Argentina, con una cifra levementeinferior (0,44%).

El proceso de adquisición, adaptación y desarrollo de tecnología tropieza enalgunos casos con la falta de mercados o graves fallas de funcionamiento de és-tos. En particular, la innovación y adaptación de tecnologías se lleva a cabo me-diante la interacción de distintos agentes –empresas, institutos públicos de investi-gación y tecnología, e instituciones educativas y financieras–, nacionales o extran-jeros, en los mercados existentes o mediante vínculos de otro tipo, cuando éstosno existen o son incompletos. El sistema que relaciona a todos estos actores entorno a la transmisión de conocimientos y su aplicación a la producción dentro deun país ha sido definido como “sistema nacional de innovación1 ”. El capital hu-mano, a los efectos del sistema nacional de innovación, comprende a los actoresde desarrollo. Por su parte, el capital estructural incluye a los programas científico-técnicos y a los productos de esos programas2 .

Redes de cooperación científicaentre Chile y Argentina

Isabel Esther Roccaro

1 Freeman (1987); Nelson (1993); Lundvall (1992); CEPAL (2000) y (2002).

2 Por su parte el capital relacional se refiere, fundamentalmente, a su interacción con la sociedad y

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El progreso técnico, fruto de la innovación en todas las dimensiones de la pro-ducción, es un proceso sistémico, en el que participan una serie de agentes queinteractúan en el sistema nacional de innovación y este sistema es una fuente deexternalidades, que no se manifiestan en el funcionamiento del mercado, y de eco-nomías de escala; sino que constituye una “r“r“r“r“red de vínculos”ed de vínculos”ed de vínculos”ed de vínculos”ed de vínculos” que puede llegar ainstitucionalizarse como mercados o cuasimercados. Por ello, el ritmo de aumentode la productividad del sistema productivo no sólo depende de las inversiones in-dividuales3 sino también de la densidad, profundidad y dinamismo de los flujosde conocimiento transmitidos dentro del sistema de innovación (CEPAL, 2004: pp.212).

En este sentido, es importante destacar que los países más avanzados de Amé-rica Latina y el Caribe han acumulado capacidades y aprendizajes que es impor-tante tener en cuenta. Brasil, dispone de aproximadamente la mitad de los recur-sos destinados a ciencia y tecnología. Argentina, Chile, México y Colombia, tienentambién una importante tradición científica y disponen de grupos de investigaciónde primera línea en los distintos campos de ciencia y tecnología. Este capital deexperiencias y recursos humanos puede ser puesto al servicio de un “nuevo mode-lo de desarrollo” –o entendiendo cómo se han producido los procesos y distintosmodelos de desarrollo tanto en Chile como Argentina–, a condición de que formeparte de una política de integración y cooperación regional que hoy se encuentraen un estado más incipiente, tal como lo muestra, entre otros indicadores, la muybaja cantidad de proyectos conjuntos entre investigadores latinoamericanos y, es-pecialmente, entre Argentina y Chile4 .

En este contexto de políticas horizontales, puede ser preciso articular algunaspolíticas selectivas, que respondan a la concepción de la estrategia de desarrollotecnológico –entendiendo primeramente, bajo qué concepción o modelo se han pro-ducido estos procesos de desarrollo–, o a la proyección de capacidades científicasy tecnológicas ya existentes. Tal sería el caso del reposicionamiento de las diferen-tes jerarquías internacionales –o binacionales, como es el caso de Chile y Argenti-na– de los diferentes centros de investigación (centros de investigación y universi-dades) “en red”, mediante el mejoramiento de las relaciones entre ellos o, en ge-neral, de la transformación de la generación y circulación de conocimiento en venta-jas competitivas de la red. La combinación y coordinación de políticas horizontales,

2 Por su parte el capital relacional se refiere, fundamentalmente, a su interacción con la sociedad y

a su valoración dentro del Sistema Nacional de Ciencia y Técnica. A su vez, dentro de cada ca-

tegoría, cada indicador puede clasificarse en: a) Indicadores de insumo; b) Indicadores de resul-

tado; c) Indicadores de difusión e innovación tecnológica; y d) Indicadores de cooperación y

comparabilidad. La mayoría de los de medición de capital intelectual establecen tres categorías

de clasificación: Capital Humano, Capital Estructural y Capital Relacional.

3 Es importante destacar el papel preponderante del sector público en las inversiones en investiga-

ción y desarrollo en América Latina y el Caribe. En el 2002, ese sector realizó un 58% del gasto

en investigación y desarrollo (I+D), mientras las empresas asumieron sólo un 36% (RICYT, 2005).

4 Y tal como veremos más adelante, con “algunos vacíos” según las áreas temáticas o sectores a

quienes van dirigidas dichas investigaciones.

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verticales (y selectivas) y de reposicionamiento en las redes de producción globalconstituyen una práctica más en línea de las economías más exitosas (CEPAL, 2004:pp. 236). Estas interacciones deberían promoverse en todos los niveles, pero es enel ámbito local y regional y en el desarrollo de clusters donde tienen mayores po-sibilidades de posibilitar sinergias positivas como resultado de acciones coordinadas.

En el presente trabajo, por tanto, se analiza el estado actual de las redes inte-lectuales de cooperación científica existentes entre Chile y Argentina; realizando unabreve descripción y análisis de las diferentes estrategias y formas adoptadas de“redes de cooperación científica” entre Chile y Argentina.

2. Redes de cooperación científica y tecnológica entre Chile y Argentina

En materia de cooperación internacional, la globalización de la economía y latecnología, han dado lugar, tal como señala Albornoz (2002, pp. 14-15), como unode los fenómenos actuales que merece ser destacado, a la conformación de “re-des” de actores, productores y consumidores, entre otros, a través de las cuales fluyeel conocimiento y la innovación5 . La pérdida de protagonismo de los organismosinternacionales y el desarrollo de capacidades de interlocución en los países deAmérica Latina, ha determinado el ocaso de la anterior multilateralidad de la ofer-ta de cooperación y el surgimiento progresisvo de una nueva “multilateralidad”. Lacooperación Sur-Sur surge como expresión del nuevo modelo asociativo, en unatendencia a la consolidación de espacios regionales. Esta nueva “lógica de vincula-ción”, esta multiplicidad de actores no equivale a sostener un concepto atomizadode la cooperación internacional, sino como una nueva orientación estratégica, y deexploración de otros modelos organizativos e instrumentales. Es el caso de las “re-des de cooperación” –como es el caso de las existentes entre Chile y Argentina–,redes que, si bien existen de hecho, han pasado a ser objeto de explícito apoyopromocional por las agencias de cooperación internacional.

En este contexto, es importante analizar cómo se ha dado paso a este nuevoparadigma en la cooperación internacional y bilateral.

La cooperación internacional ha sido una de las ideas-fuerzas dominantes enel mundo de posguerra. Uno de los propósitos de las Naciones Unidas fue la de

5 El sistema que relaciona todos los actores (gobierno, empresas, universidades, instituciones públi-

cas o privadas, nacionales o extranjeras, etc.) en torno a la transmisión de conocimientos y su

aplicación a la producción se denomina “Sistema Nacional de Innovación (SIN)”. Por tanto, en

proceso de crecimiento económico depende de la acumulación de los factores productivos –capi-

tal, trabajo, capital humano y recursos naturales–, y la incorporación de conocimientos a la pro-

ducción (“innovación”), ya sea mediante bienes de capital, de habilidades o capacidades de los

trabajadores o bien, cambios en la organización de la producción o gestión empresarial. En la

medida que la tecnología determina la productividad potencial del conjunto de factores y, por

tanto, la competitividad de las empresas, el ritmo de la innovación se aproxima o se aparta de

las áreas más desarrolladas del planeta, que pueden considerarse la “frontera tecnológica mun-

dial” o cercanas a ella.

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estimular la cooperación para el desarrollo. En una primera etapa, se privilegió elcrecimiento económico como sinónimo de “desarrollo”; se asignaban fondos paraincrementar la capacidad productiva y la inversión en los países. En una segundaetapa, el concepto de desarrollo fue enriquecido con el de “modernización”; desdeeste punto de vista, ocupó el centro de la escena la creación de una capacidadcientífica en los países y la regulación de los procesos de transferencia e incorpo-ración de tecnología. En la tercera etapa y hasta la actualidad, una de las grandesáreas temáticas en materia de cooperación internacional para el desarrollo de laregión está dado por el apoyo dado a la Ciencia, Tecnología e Innovación para el“desarrollo sostenible” (económico, social y ambiental).

Durante las primeras décadas de los noventa (60´s, 70´s) los actores predomi-nantes en los mecanismos de cooperación internacional fueron los gobiernos y losagentes del sector público. A partir de los años 80, y como consecuencia de losprocesos de democratización en América Latina, la cooperación internacional se si-gue canalizando a través de los gobiernos y los organismos públicos; y agenciasmultilaterales, pero además se destaca el papel importante que han adquirido lasuniversidades, los organismos de I+D y los institutos tecnológicos y una mayorparticipación del sector privado. Sin embargo, existe la convicción creciente de queel modelo por el cual se orientó la “cooperación internacional” durante las últimasdécadas se encuentra agotado, dado que más allá de sus logros, no se han alcan-zado los resultados esperados. Además de un replanteo profundo, se busca unanueva “racionalidad” para estas acciones, basada en el cumplimiento de los finesestablecidos por los países, y de nuevas formas y estrategias a través de los cua-les fluye el conocimiento y la innovación; es decir, la conformación de “redes” decooperación científica existentes y a potenciar entre los países, como en el caso delas existentes entre Chile y Argentina.

2.1. Formas de cooperación internacional.Actualmente, la cooperación científica y tecnológica de América Latina se orga-

niza alrededor de cinco a seis ejes fundamentales: a) Cooperación regional entrepaíses de América Latina; b) Cooperación hemisférica; c) Cooperación con organis-mos multilaterales; d) Cooperación bilateral y multilateral con Europa; e) Coopera-ción Iberoamericana; y f) Cooperación con los países asiáticos del Pacífico Sur. Alos que habría que agregar un séptimo eje de cooperación científica, la coopera-ción de las “redes intelectuales” existentes a partir de la colaboración mutua o apartir de los otros seis ejes de cooperación internacional.

a) Cooperación regional entre países de América Latina. Se encuentra confor-mado, en su gran mayoría, por convenios de cooperación bilateral, a través de ins-trumentos de cooperación horizontal. Entre los cuales podemos señalar los siguien-tes: (i) Convocatoria de proyectos en forma conjunta de los gobiernos de Chile yArgentina a partir de 1999, a través del CONICYT (Chile) y SECYT (Argentina); (ii)MERCOSUR-RECYT (Reunión Especializada en Ciencia y Tecnología); (iii) PROSUL(Programa Sudamericano de Apoyo a Actividades de Cooperación en Ciencia y Tec-nología), programa puesto en marcha en el año 2001 por iniciativa de Brasil.

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b) Cooperación hemisférica6. En el plano multilateral la Organización de Esta-dos Americanos (OEA) es el organismo de mayor importancia en la cooperación enciencia y tecnología hemisférico, como por ejemplo la Agencia Interamericana so-bre Cooperación y Desarrollo. Por otra parte, en 1990 –por iniciativa del PresidenteLacalle de Uruguay– se crea el Programa MERCOCYT (Mercado Común del Conoci-miento Científico y Tecnológico). En 1993 el MERCOCYT pasa a la esfera de la OEA,en el Programa Interamericano de Ciencia y Tecnología7 (PRICYT). Las tres grandesáreas temáticas consideradas claves para el desarrollo de la región en el marco delPrograma Interamericano de Ciencia y Tecnología (PRICYT) son: (i) Ciencia, Tecnolo-gía e Innovación (CTI) para promover el Desarrollo Social; (ii) CTI para fortalecer elSector Empresarial; (iii) CTI para el Desarrollo Sostenible y la preservación del me-

6 Actualmente las “Iniciativas hemisféricas” desarrolladas por la OEA, dentro del ámbito de la Ofi-

cina de Educación, Ciencia y Tecnología, son las siguientes: 1) Recomendaciones para la integra-

ción de la perspectiva de género en las políticas y programas de Ciencia y Tecnología en las

Américas; 2) Ingeniería para las Américas; 3) Colaboración Interamericana en materiales a través

del Programa de Colaboración Interamericana de Materiales (CIAM); 4) Interconectando las “Re-

des Nacionales de Educación e Investigación en las Américas (NRENs) y la Corporación de Redes

Avanzadas en Latinoamérica (CLARA)”, lo que comprede desarrollar redes avanzadas e infraes-

tructura para interconectar capacidades humanas, recursos especializados y laboratorios compar-

tidos, sensores e instrumentos, bases de datos y sus organizaciones de investigación, para el for-

talecimiento de la educación, la ciencia y la tecnología y la salud en las Américas en el Siglo

21, usandomecanismos existentes como el Proyecto CLARA; 5) Investigación sobre el Cambio

Global a través del Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI); 6)

Programa Iberoamericano de Indicadores de Ciencia, Tecnología e Innovación; cuyo objetivo es

apoyar la creación de un “Programa Regional de Indicadores de Ciencia y Tecnología” utilizando

los mecanismos de cooperación existentes en la Red Iberoamericana / Interamericana de

Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT), y reconocer la importancia de medir el impacto so-

cial diferenciado de los programas nacionales y regionales de ciencia y tecnología para el desa-

rrollo; 7) Popularización de la Ciencia; 8) Información espacial geográfica para el desarrollo inte-

gral en las Américas; 9) Metrología para el caribe; 10) “Redes Avanazadas para la Región del

Caribe”; 11) Educación científica con apoyo de la Red Interamericana de Academias de Ciencias

(IANAS); 12) Biotecnología para las Américas; 13) Gobierno digital; 14) Iniciativa hemisférica:

Elaboración de Bases de Datos, Portales, Publicaciones y Revistas Científicas; y 15) Competitivi-

dad productiva y empleo.

7 Las áreas estratégicas y los lineamientos de política del PRICYT tienen como fundamento lógico

la Declaración de Cartagena y el Plan de Acción adoptados por los Ministros responsables de

Ciencia y Tecnología en su reunión de marzo de 1996. Toman en cuenta el Plan Estratégico de

Cooperación Solidaria 1997-2001 del Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral (CIDI) y

los mandatos emanados de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA)

y de las Cumbres de las Américas, así como la rica experiencia acumulada en la región en la

formulación y aplicación de políticas de ciencia y tecnología y la valiosa contribución del Progra-

ma MERCOCYT. También se consideran recientes documentos elaborados por el Banco Interame-

ricano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial, en particular “El conocimiento al Servicio del

Desarrollo”.

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dio ambiente. Además, para poder avanzar en la formulación y ejecución de políti-cas y proyectos nacionales y regionales en estas tres grandes áreas temáticas seconsidera imprescindible promover: a) El fortalecimiento de la capacidad de formu-lación, diseño y ejecución de políticas científicas, tecnológicas y de innovación; yb) Desarrollo y aplicación de las tecnologías de la información y comunicación (TIC´s).

c) Cooperación con organismos multilaterales. La cual se instrumenta principal-mente a través de mecanismos de cooperación vertical (o triangular). Entre dichosorganismos y mecanismos de cooperación, podemos mencionar los siguientes: LasNaciones Unidas (ONU), ONUDI (Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial), elPrograma de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); el Banco Mundial, quepor ejemplo, en Chile ha financiado parcialmente el Programa FONDECYT en áreasprioritarias, el Programa Bicentenario de Ciencia y Tecnología; y en Argentina, hafinanciado el Programa FOMEC (Programa para el Mejoramiento de la Calidad Uni-versitaria), instrumentado a partir de 1993 por más de cinco años.

d) Cooperación bilateral y multilateral con Europa. Entre la cual podemos des-tacar la OPS (Organización Panamericana de la Salud). La tendencia actual de estetipo de cooperación es la instrumentación de “bloque a bloque”; por ejemplo, UniónEuropea vs. MERCOSUR, como el Programa ALFA, ALBAN, etc.

e) Cooperación iberoamericana. En este tipo de cooperación es importante des-tacar el Programa CYTED (Ciencia y Tecnología para el Desarrollo). El ProgramaIberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo8 (CYTED) fue creado en1984 mediante un Acuerdo Marco Interinstitucional firmado por 19 países de Amé-rica Latina, España y Portugal. El Programa CYTED se define como un programa in-ternacional de cooperación científica y tecnológica multilateral, con carácter horizon-tal y de ámbito iberoamericano, y tiene como objetivo principal contribuir al desa-rrollo armónico de la Región Iberoamericana mediante el establecimiento de meca-nismos de cooperación entre grupos de investigación de las Universidades, Centrosde I+D y Empresas innovadoras de los países iberoamericanos, que pretenden laconsecución de resultados científicos y tecnológicos transferibles a los sistemas pro-ductivos y a las políticas sociales. El Programa CYTED hasta la fecha ha generado76 Redes Temáticas, 95 Proyectos de Investigación y 166 Proyectos de Innovacióncon participación de más de 10.000 científicos y tecnólogos iberoamericanos. Asi-mismo, colabora con otras iniciativas con objeto de rentabilizar los recursos y faci-litar el desarrollo científico y tecnológico en la Región. De esta manera, ha servidode puente para la cooperación entre América Latina y la Unión Europea, consoli-dando iniciativas y líneas de colaboración, que se concretan en las ConferenciasIberoamericanas-Unión Europea de Cooperación Científica y Tecnológica (IBERUE)celebradas anualmente. La ejecución del gasto se efectúa fundamentalmente en

8 El presupuesto del Programa CYTED responde a un modelo de cofinanciación, que se destina a

las actividades de cooperación contempladas en el Programa. Esta cofinanciación corresponde a

las aportaciones que realizan los Países participantes. El Gobierno Español garantiza una aporta-

ción no menor del 50% del total del presupuesto. La determinación de las aportaciones de los

otros países se efectúa en base a indicadores socioeconómicos, y otros relacionados con activi-

dades de investigación científica y desarrollo tecnológico.

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términos de coordinación de los grupos participantes en proyectos y redes, accio-nes de difusión y transferencia de los conocimientos y resultados obtenidos y for-mación de personal científico y técnico a través tanto de talleres, cursos o semina-rios, como de acciones de movilidad entre los grupos de investigación de los paí-ses participantes.

No obstante analizar la cooperación internacional en Ciencia y Tecnología a tra-vés de esta clasificación, la misma puede ser entendida teniendo en cuenta lasdistintas modalidades de colaboración, ya sea entre gobiernos, agencias o gruposde investigación tal como puede observarse en el Cuadro nº 1.

1.1. A través de los Gobiernos, organismos nacionales o internacionales, osupranacionales

1. Desde donde seproduce lacooperación 1.2. a partir de 1.1); o por gestión propia (redes existentes o a potenciar).

2.1.1. De bloque a bloque (Ejemplo: UE vs. MERCOSUR, etc.)2.1.2. De Gobierno Nacional o Subnacional a Gobierno nacionalo Subnacional.

Convenios � Generales� Específicos� Proyectos

determinados o poráreas

2.1. Horizontales

2.1.3 DeUniversidades ogrupos deinvestigación aotras universidadeso grupos deinvestigación

Colaboracióncientífica oacadémica

� Por disciplina� Por área de

conocimiento� Problemas

comunes(P.ej.:regionales)

2.2. Verticales Según áreas prioritarias

2. Según losinstrumentosutilizados

2.3. Triangulares Dos Gobiernos (o agencias) a un tercer país.

Cuadro 1: Distintas modalidades de cooperacióno colaboración científica internacional.

Fuente: Elaboración propia

En este contexto, tal como señala Albornoz (2002, pp. 47), la cooperación in-ternacional es uno de los instrumentos más eficaces con los que cuentan los paísesde América Latina y el caribe para consolidar su capacidad científica y tecnológi-ca, mejorar la calidad de sus investigaciones, formar recursos humanos altamen-te capacitados y, en términos generales, aprovechar las oportunidades que surgendel avance de la ciencia y la tecnología en los países industrializados, en loscuales la ciencia y la tecnología se han convertido en elementos clave en lasestrategias de desarrollo y reestructuración regional. En particular, una estrategiaadecuada de cooperación internacional en ciencia y tecnología entre Chile y Ar-gentina, resulta imprescindible para fortalecer la cohesión y permitir, avances enla integración regional entre ambos países. No obstante, es importante destacarlos esfuerzos realizados en los dos últimos años por la Embajada de Argentinaen Chile, a través de la realización de tres encuentros entre académicos y cientí-ficos de Chile y Argentina; uno de los encuentros tuvo lugar en septiembre de2004 y los otros dos, durante el presente año, en los meses de junio y noviem-bre respectivamente.

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Por otra parte, y si bien la experiencia de los países de América Latina y elCaribe muestra un sesgo importante que tiende a dejar de lado la cooperaciónintrarregional, esta tendencia no se percibe de la misma forma entre comunidadescientíficas y académicas de Chile y Argentina, especialmente, en lo que respecta alas Ciencias Sociales, y en menor medida, a otras áreas y disciplinas, en las queexiste un fuerte vínculo de cooperación entre ambos países, tal como veremos enel siguiente epígrafe.

2.2. Principales redes de cooperación académica y científica entre Chiley Argentina

Si bien las redes de cooperación académica y científica entre Chile y Argentinano se agotan en la siguiente descripción, solo pretende ser una primera aproxima-ción como un instrumento, tanto para canalizar las actividades de cooperación, comopara promover procesos de innovación, y desarrollo regional y tecnológico entreambos países.

2..2.1. CINDA (Centro Interuniversitario de Desarrollo).El CINDA nace hace treinta años con el propósito de integrar las mejores uni-

versidades de América Latina en una red que se preocupará de la relación de lasuniversidades con el desarrollo nacional. En 1992 se pensó que era adecuado eimportante vincular también a universidades de Europa. Con el correr de los añosel propósito institucional se ha ido perfilando en el sentido de que los proyectosestán básicamente destinados a temas de política y gestión universitaria. En laactualidad CINDA es una red que reúne a seis universidades chilenas (PontificiaUniversidad Católica de Chile, Universidad de Concepción, Pontificia Universidadcatólica de Valparaíso, Universidad Austral, Universidad de Tarapacá y Universidadde Talca), y tres universidades argentinas: Universidad Nacional de Quilmes, univer-sidad nacional de Cuyo y Universidad Nacional de Mar del Plata.

2.2.2. CONICYT-SECYT – Cooperación Bilateral Chile-Argentina.El Acuerdo fue establecido en el marco del Convenio Interinstitucional de Co-

operación Científica Tecnológica entre la Secretaría para la Tecnología, la Ciencia yla Innovación Productiva del Ministerio de Educación de Argentina y la ComisiónNacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile (CONICYT), firmado el20 de agosto de 1999.

El objetivo de este Convenio de Cooperación ha sido la de ampliar y fortale-cer las relaciones entre las comunidades científicas en ambos países, facilitandoel intercambio entre grupos de investigación argentinos y chilenos, en el marcode proyectos conjuntos de investigación científica y tecnológica seleccionados porlas partes y promoviendo la ejecución de proyectos conjuntos que vinculen a loscentros de investigación y desarrollo tecnológico con el sector empresarial argenti-no y chileno. Como resultado de la Convocatoria 2002 se aprobaron 6 proyectos,sobre un total de 19 proyectos presentados. Asimismo, se aprobó la continuaciónde 5 proyectos, sobre la base de los 7 proyectos aprobados en la convocatoria 2001,

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quedando en ejecución un total de 11 proyectos. Entre los proyectos que continua-ron en ejecución en 2004 (5 proyectos), y los de las otras convocatorias, en elCuadro nº 2 se pueden observar algunas de las instituciones chilenas y argentinasrelacionadas con dichos proyectos. Los proyectos se refieren a las siguientes áreastemáticas: Ciencias de la Tierra e Hidro-atmosféricas; Tecnología de Alimentos; Cien-cias Biológicas; Ciencias Médicas; tecnología Informática. Comunicación y Electróni-ca; Ciencias Humanas y Sociales y Ciencias Exactas.

Fuente: Elaboración propia en base a datos SECYT (Argentina) y CONICYT (Chile).

Cuadro 2: Redes de cooperación científica a partir proyectos CONICYT(Chile)-SECYT (Argentina), 2001 a 2003

Institución argentina Institución chilenaInstituto Antártico Argentino Departamento de Biología Universidad de Concepción, Fac. de Ciencias Naturales y

Oceanográficas, Departamento Oceanografía y Centro FONDAS-COPAS

Centro de Investigación en Tecnología de Alimentos,Fac. de Ingeniería, Universidad Nacional de Jujuy

Universidad de Chile, Fac. Cs. Químicas y Farmacéuticas;Departamento Ciencia de los Alimentos y Tecnología Química

Universidad Nacional de Río Cuarto, Departamento deGeología

Instituto de Geología Económica Aplicada (GEA)

Institución argentina Institución chilenaInstituto de Biología Molecular y Celular de Rosario(IBR), Universidad Nacional de Rosario,Departamento Cs. Biológicas

Universidad de Chile, Facultad de Ciencias, Departamento deBiología

Instituto de Investigaciones Bioquímicas de BahíaBlanca (INIBIBB)

Pontifica Universidad Católica de Chile, Centro de RegulaciónCelular y patología, FONDAP-Biomedicina, Facultad CienciasBiológicas

Facultad de Ciencias Exactas y Naturales,Universidad de Buenos Aires, Departamento deComputación

Universidad de Chile, Depto. Ingeniería Industrial, Facultad deCs. Físicas y Matemáticas

Universidad Nacional de Quilmes y CONICET FONDAP-Biomedicina, Pontificia Universidad Católica de ChileUniversidad Nacional de San Luis Universidad de ChileFacultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas,Universidad Nacional del Litoral

Pontifica Universidad Católica de Chile

Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires Universidad de ConcepciónUniversidad Nacional de Río Cuarto Universidad de Santiago de ChileFacultad de Ciencias Exactas, Centro de Investigacióny desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA),Universidad Nacional de La Plata

Departamento de Ciencias de los Alimentos y TecnologíaQuímica, Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas,Universidad de Chile.

Departamento de Fisicoquímica, Facultad de CienciasBioquímicas y Farmacéuticas, Universidad Nacionaldel Rosario

Departamento de Química Inorgánica y Analítica, Facultad deCiencias Químicas y Farmacéuticas, Universidad de Chile

Departamento de Química Biológica, Facultad deCiencias Químicas, Universidad Nacional de Córdoba

Laboratorio de Microbiología, Departamento de GenéticaMolecular y Microbiología, Facultad de Ciencias Biológicas,Pontificia Universidad Católica de Chile

Centro de Investigación y Formación para elOrdenamiento Territorial (CITOF), Facultad deFilosofía y letras, Universidad Nacional de Cuyo

Dirección de Servicios Externos, Facultad de Arquitectura,Diseño y Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica deChile

IATE, Observatorio Astronómico, UniversidadNacional de Córdoba

Departamento de Astronomía y Astrofísica, Pontificia UniversidadCatólica de Chile

2.2.3. Redes temáticas y proyectos entre Chile y Argentina del Programa CYTED.Las líneas principales de actuación del Programa CYTED se desarrollan en el

marco de las “Áreas Temáticas”. Las principales Acciones CYTED –o instrumentosde participación en el Programa– que se llevan a cabo en estos dos ámbitos son:a) Redes temáticas; b) Proyectos de investigación; c) Proyectos de investigaciónconsorciados; y d) Proyectos de innovación IBEROEKA. Las tres primeras activida-des se desarrollan y gestionan dentro de las Áreas Temáticas, y la cuarta, debido asu propia naturaleza, a través de la Red de Organismos Gestores IBEROEKA.

Los cuatro tipos de actuaciones pretenden constituir un conjunto coherente. LASRedes Temáticas facilitan las relaciones científicas y la transferencia de conocimientos

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entre las unidades de investigación de los diferentes países. Los Proyectos De In-vestigación posibilitan la obtención de resultados científicos y tecnológicos quepuedan redundar en la elevación de las capacidades científicas y nivel tecnológicode los organismos y empresas de la Región, los Proyectos De InvestigaciónConsorciados pretenden impulsar fuertemente el desarrollo iberoamericano y; final-mente, los Proyectos De Innovación IBEROEKA fomentan la cooperación empresa-rial para la mejora de la competitividad y posición en el mercado latinoamericanoy europeo de las empresas de la Región.

2.2.3.1. Áreas Temáticas.A partir del 1º de enero de 2005, la estructura de los 19 Subprogramas ha

cambiado a una estructura de 6 grandes Áreas Temáticas. Estas Áreas publicaránanualmente un Programa de Trabajo acorde con las líneas de acción prioritarias parala Región Iberoamericana y sobre las que deben alinearse las nuevas actividadesque financia el Programa CYTED ese año. A raíz de la aprobación de las nuevasÁreas Temáticas como elemento estructurador científico-tecnológico del programaCYTED, los Subprogramas se engloban de la siguiente forma. Esta correspondenciaes a nivel genérico, sin perjuicio de que algunas acciones CYTED por su naturalezapuedan cambiarse entre las Áreas.

� Agroalimentación:- Subprograma II: ACUICULTURA.- Subprograma XI: TRATAMIENTO Y CONSERVACIÓN DE ALIMENTOS.- Subprograma XIX: TECNOLOGÍAS AGROPECUARIAS.

� Salud- Subprograma III: BIOTECNOLOGÍA.- Subprograma X: QUÍMICA FINA FARMACÉUTICA.

� Promoción del Desarrollo Industrial.- Subprograma IV BIOMASA COMO FUENTE DE PRODUCTOS QUÍMICOS Y

ENERGÍA.- Subprograma V: CATALIZADORES Y ADSORBENTES PARA EL MEDIO AMBIEN-

TE Y CALIDAD DE VIDA.- Subprograma VIII: TECNOLOGÍA DE MATERIALES.- Subprograma XIII: TECNOLOGÍA MINERAL.- Subprograma XV: CORROSIÓN E IMPACTO AMBIENTAL SOBRE MATERIALES.

� Desarrollo Sostenible- Subprograma VI: NUEVAS FUENTES Y CONSERVACIÓN DE LA ENERGÍA.- Subprograma XII: DIVERSIDAD BIOLÓGICA.- Subprograma XIV: TECNOLOGÍA DE VIVIENDAS DE INTERES SOCIAL.- Subprograma XVII: APROVECHAMIENTO Y GESTIÓN DE RECURSOS HÍDRICOS.- Subprograma XVIII: TECNOLOGÍAS DE PREVESIÓN Y EVALUACIÓN DE DESAS-

TRES NATURALES.

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� Tecnologías de la Información y las Comunicaciones- Subprograma VII: ELECTRÓNICA E INFORMÁTICA APLICADA.- Subprograma IX: MICROELECTRÓNICA.

� Ciencia y Sociedad- Subprograma XVI: GESTIÓN DE LA INVESTIGACIÓN Y EL DESARROLLO TEC-

NOLÓGICO.

Las figuras siguientes muestran los cambios estructurales a los que se ha he-cho referencia en las líneas anteriores. La figura 1 representa la situación hasta elaño 2004. Las figuras siguientes muestran los cambios estructurales a los que seha hecho referencia en las líneas anteriores. La figura 1 representa la situación hastael año 2004.

Figura 2: Programa CYTED. Estructura actual

Figura 1: Programa CYTED – Estructura anterior

La nueva situación, representada en la figura 2, dota de un mayor dinamismoy flexibilidad a la estructura científico-tecnológica del Programa. Tanto los Gestoresde Área, renovables cada 2 años, como las líneas de actuación prioritarias, confir-madas anualmente a través de los programas de trabajo, confieren un nuevo enfo-que de progreso al Programa.

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Figura 3. (Fuente: CYTED)

2.2.3.2. Redes Temáticas.Las Redes Temáticas CYTED son asociaciones de Unidades de Investigación de

entidades públicas o privadas de los países miembros del Programa, cuyas activi-dades científicas o tecnológicas están relacionadas con el tema seleccionado parala Red. Por tanto, las Redes Temáticas tienen como objetivo principal el intercam-bio de conocimientos entre grupos de investigación y la potenciación de la coope-ración como método de trabajo. Su misión no es necesariamente un resultado tan-gible, ya sea producto, proceso o servicio, sino crear un marco colaborativo de tra-bajo donde todos ganen, y donde en el futuro puedan surgir nuevas acciones con-juntas, como Proyectos de Investigación, Proyectos de Innovación IBEROEKA u otrasactividades externas a CYTED relacionadas con la I+D.

2.2.3.3. Proyectos de Investigación.Los Proyectos de Investigación CYTED se realizan por grupos de investigación

de entidades públicas y privadas de diversos países, que constituyen un equipopluridisciplinario de carácter internacional. La transferencia de sus resultados a lossistemas productivos o de servicios de los países participantes es el objetivo fun-damental de estos proyectos. La ejecución de los proyectos posibilita, además, lamovilidad de los investigadores, la formación de recursos humanos, el intercambiometodológico y de técnicas, etc., que no solo redundan en una optimización de losrecursos puestos en el proyecto, sino que producen una elevación general del nivelcientífico y técnico del conjunto de los grupos participantes. En la figura 3 se mues-tra la evolución del número de Redes Temáticas y Proyectos de Investigación.

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En el Anexo II9 se presentan las universidades y centros de investigación chile-nas y argentinas que han participado y participan en Redes Temáticas y Proyectosde Investigación del Programa CYTED. Entre las Universidades y centros de investi-gación se pueden destacar los siguientes: Universidad de Santiago de Chile, Uni-versidad Austral de Chile, Universidad del Norte; Universidad de La Frontera, PontificaUniversidad Católica de Chile, Universidad de Chile, Universidad de Talca, Universi-dad de Los Lagos, Universidad Católica de Valparaíso, Universidad del Mar de Chi-le; Universidad del Bio-Bio, Universidad de Concepción, Universidad Técnica Federi-co Santa María, Universidad de Antofagasta, Instituto de Fomento Pesquero (IFOP),Instituto de Investigaciones Agropecuarias, etc. En Argentina, destacan: Universidadde Buenos Aires, Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Centro NacionalPatagónico (CENPAT), Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,CONICET, Instituto de Biología Marina y Pesquera, Universidad Nacional de La Pla-ta, Instituto Nacional de tecnología Agropecuaria (INTA), Instituto nacional de Tec-nología Industrial (INTI), Universidad Nacional del Sur, Universidad Nacional delNordeste, Universidad Tecnológica Nacional, Universidad Nacional de Salta, Institu-to de tecnología Minera (INTEMIN), Universidad Nacional del Rosario, Universidadde San Luis, , Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular(INGEBI), Universidad Nacional de General San Martín, Universidad Nacional de Cuyo,Universidad Nacional de Río Cuarto, Universidad Nacional del Litoral, etc.

2.2.4. Redes Académicas del CLAD. El Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD10 ), es

un organismo público internacional, de carácter intergubernamental. Se constituyóen el año 1972 bajo la iniciativa de los gobiernos de México, Perú y Venezuela. Sucreación fue recomendada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (Reso-lución 2802 - XXVI) con la idea de establecer una entidad regional que tuviera comoeje de su actividad la modernización de las administraciones públicas, un factor

9 Por su extensión se presenta en un archivo aparte. En este sentido, es importante destacar que

sólo se presentan aquellas Redes Temáticas y Proyectos de Investigación del Programa CYTED en

donde participan tanto centros de investigación y universidades chilenas como argentinas en for-

ma concomitante; no se presentan aquellos en que participan universidades o centros de inves-

tigación chilenos (o argentinos) con universidades y Centros de investigación latinoamericanas y

españolas, pero en los que no existen una contraparte chilena o argentina respectivamente. A tal

efecto, consultar archivo Anexo II_Redes CYTED Chi_Ar.xls

10 El CLAD es un organismo internacional de obligada referencia en las áreas de su competencia.

Además del reconocimiento que ha logrado entre los gobiernos de Iberoamérica, diversos orga-

nismos públicos internacionales suelen solicitar su colaboración. Igualmente, desarrolla activida-

des de investigación y fortalecimiento institucional en conjunto con distintas instituciones guber-

namentales de cooperación e instituciones de investigación y docencia de Europa, Estados Uni-

dos y Canadá. Institucionalmente participa en otras instancias internacionales y es la secretaría

técnica permanente de las Conferencias Iberoamericanas de Ministros de Administración Pública

y Reforma del Estado que se realizan en el marco de las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de

Estado y de Gobierno.

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estratégico en el proceso de desarrollo económico y social. Su misión es promoverel análisis y el intercambio de experiencias y conocimientos en torno a la reformadel Estado y la modernización de la Administración Pública, mediante la organiza-ción de reuniones internacionales especializadas, la publicación de obras, la presta-ción de servicios de documentación e información, la realización de estudios e in-vestigaciones y la ejecución de actividades de cooperación técnica entre sus paísesmiembros y proveniente de otras regiones.

El CLAD ha privilegiado el desarrollo de “redes institucionales” en materia deadministración, gestión y políticas públicas, como un medio eficaz para el intercambiode información, así como para el desarrollo de actividades de formación e investi-gación. Con base en esa experiencia, se realizan continuos adelantos para explotarlas ventajas de la telemática, de modo que las redes propiciadas por el CLADemplean principalmente los medios electrónicos para comunicar e intercambiar es-tudios, legislación, documentos y actividades realizadas por las instituciones. Asimis-mo, las redes ofrecen también la oportunidad de vinculación a personas, indepen-dientemente de su filiación institucional, haciendo posible la búsqueda de informa-ción, la difusión de iniciativas y el debate de temas de interés.

Las Redes Académicas del CLAD son las siguientes: (A) Red de Postgrados enAdministración y Políticas Públicas (REDAPP); y (B) Red de Escuelas e InstitutosGubernamentales en Asuntos Públicos (REIGAP), las cuales congregan a institucio-nes públicas y privadas que: a) mantienen cursos regulares de especialización,maestría o doctorado en administración pública, políticas públicas o disciplinas si-milares; b) desarrollan programas de enseñanza para la capacitación o adiestramientode funcionarios públicos; o c) realizan actividades de investigación sobre temas delámbito de lo público. El propósito fundacional de las Redes Académicas del CLADes promover la cooperación y el intercambio entre sus miembros en lo que se re-fiere a cuestiones académicas: profesores, alumnos, publicaciones y material didác-tico, entre otros, así como en la realización de actividades docentes, de investiga-ción, de consultoría técnica y publicaciones.

En el Cuadro nº 3 se puede observar las universidades chilenas y argentinas queforman parte de la Red de Postgrados en Administración y Políticas Públicas(REDAPP) y en el Cuadro nº 4 las universidades chilenas y argentinas que formanparte de la Red de Escuelas e Institutos Gubernamentales en Asuntos Públicos(REIGAP)11 .

2.2.5. Redes chilenas y argentinas del Consejo Latinoamericano de Escuelas deAdministración (CLADEA).

El Consejo Latinoamericano de Escuela de Administración CLADEA, tiene cercade cuarenta años de existencia, fue fundada en Lima en 1967 y es una de las re-des más importantes de escuelas de negocios a nivel mundial. Esta organizacióninternacional se constituyó con el propósito de contribuir a solucionar los proble-mas más importantes de las sociedades latinoamericanas a través de su quehacer

11 En el Anexo III se presenta información más detallada –(persona de contacto y página web, etc.–

de ambas redes (REDAPP y REIGAP); a tal efecto, consultar el archivo Anexo III_Redes Clad.xls

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1. Universidad Nacional de La Rioja

2. Universidad de Buenos Aires (UBA)

3. Universidad del Salvador (USAL)

4. Universidad Nacional de Córdoba

5. Universidad San Andrés

6. Universidad Nacional General San Martín

7. Universidad Católica de Santa Fe

8. Fundación Sol – Ciudad 2000 (Córdoba)

9. Universidad Torcuato Di Tella

10. Universidad de Palermo

11. Universidad Nacional de La Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB)

12. Universidad Nacional del Litoral

13. Universidad Nacional Tres de Febrero

14. Universidad Nacional de Cuyo

15. Universidad Nacional de Rosario

Cuadro 3: Universidades chilenas y argentinaspertenecientes a la Red REDAPP (CLAD)

1. Universidad de Arica

2. Universidad Austral de Chile

3. Universidad Alberto Hurtado (ILADES)

4. Universidad de Chile

5. Universidad Santiago de Chile

ChileArgentina

Fuente: Elaboración propia

en la enseñanza del Management y de la gestión de Empresas. Sus miembros cons-tituyen una Asamblea que incluye a instituciones de educación superior dedicadasa la docencia y a la investigación en el área de la administración tanto pública comoprivada.

Entre sus objetivos se destacan los siguientes: (i) Ampliar y Asistir en la ense-ñanza de la Administración, así como promover su investigación; (ii) Difundir entrelas organizaciones sociales y económicas de Latinoamérica la difusión de la admi-nistración.; (iii) Desarrollar sistemas de cooperación a nivel internacional entre di-rectores y académicos de distintos países y áreas de interés, promoviendo la inves-tigación, el desarrollo de casos y el apoyo bibliográfico; (iv) Mantener vínculos demembresía recíproca con las principales redes académicas del mundo, constituyen-do un recíproco medio de comunicación con la actividad disciplinaria en todo elglobo.; (v) Proveer con su membresía certificación de calidad y potencial de pro-greso académico; (vi) Brindar asistencia técnica a organismos vinculados al desa-rrollo de América Latina; (vii) Apoyar a los Centros de Información y Documenta-ción desde el propio centro de Documentación de CLADEA.; (viii) Elaborar materia-les para la enseñanza de la administración a partir del que desarrollan los acadé-micos de las escuelas miembros. Así como publicar libros, revistas y demás mate-riales de investigación y didácticos; (ix) Facilitar la comunicación entre miembros deinstituciones relacionadas con la administración en cada país e internacionalmente;(x) Organizar seminarios y eventos internacionales que favorezcan el Intercambio y

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1. Asociación Argentina de Estudios de Administración Pública (AAEAP)

2. Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS)

3. Centro de Capacitación y Estudios, Secretaría de Hacienda – Ministerio de Economía.

4. Asociación de Administradores Gubernamentales (AAG)

5. Centro de Formación en Administración Pública (CFAP) – Gobierno de la Provincia de Buenos

Aires

6. Dirección General de Organización y Capacitación Administrativa, Ministerio de Hacienda

7. Fundación Argentina Solidaria

8. Universidad Nacional de Cuyo

9. Fundación Novum Millenium

10. Fundación para la Integración Federal - Filial Santa Fe (FUNIF)

11. Fundación Unión – Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN)

12. Grupo Política y Gestión de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales – Uni-

versidad Nacional de Rosario

13. Instituto de Ciencias de la Administración (ICDA)-Universidad católica de Córdoba

14. Universidad Nacional de Villa María (UNVM), Córdoba

15. Instituto de Estudios de la Administración Pública (IDEAP), Universidad Nacional de Santiago

del Estero

16. Fundación de Investigación y Estudios Fiscales y Económicos Regionales (Fundación IEFER), Chaco

17. Instituto de Estudios para la Transformación del Estado (ITE), Mendoza

18. Instituto Federal de Asuntos Municipales (IFAM), Ministerio del Interior

19. Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC)

20. Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP), Jefatura de Gabinete de Ministros

21. Instituto Provincial de Administración Pública de la Provincia de Buenos Aires (IPAP)

22. Universidad Nacional de General San Martín

23. LINKS, Asociación Civil para el Estudio y la Promoción de la Sociedad de la Información

24. Universidad Nacional del Litoral

25. Observatorio Social

26. Unión del Personal Civil de la Nación - Seccional Santa Fe (UPCN)

27. Secretaría de Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Córdoba

28. Centro de Estudios e Investigaciones (CEI), Universidad Nacional de Quilmes

Cuadro 4: Centros/Universidades chilenas y argentinaspertenecientes a la Red REIGAP (CLAD)

1. Academia Diplomática de Chile, Ministerio

de Relaciones Exteriores

2. Departamento de Administración Pública y

Ciencia Política de la Facultad de Ciencias

Jurídicas y Sociales, Universidad de Concep-

ción (UDEC)

3. Departamento de Gestión y Políticas Públi-

cas, Universidad de Santiago de Chile

4. Escuela de Ciencias Políticas y Administrati-

vas, Universidad Central de Chile

5. Escuela de Ciencias Políticas y Administrati-

vas, Universidad de Los Lagos

6. Instituto de Asuntos Públicos

(INAP),Universidad de Chile

7. Servicios de Asistencia Técnica y Capacita-

ción para el Desarrollo Local (SACDEL),

International Union of Local Authorities

(IULA), Santiago

ChileArgentina

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ChileArgentina

Fuente: Elaboración propia

la solución de problemas específicos en Latinoamérica. En el Cuadro nº 5 se deta-llan las universidades chilenas y argentinas que integran la Red CLADEA de Escue-las de Administración12 .

2.2.6. CRISCOS y ZICOSUR.El Consejo de Rectores por la Integración de la Subregión Centro Oeste de

Sudamérica, es un organismo subregional, sin fines de lucr, dedicado a la inte-gración y colaboración interuniversitaria, estando constituido por universidades delnoroeste de Argentina (Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca y laRioja), de toda Bolivia, del norte de Chile y sur del Perú, representadas por susRectores. Es finalidad fundamental del Consejo profundizar el camino de la inte-gración de los pueblos de Sudamérica y en particular, de la subregión centro oeste,con el propósito de ampliar las bases de la cooperación académica, científico-tecnológica y cultural entre las universidades ubicadas en la referida zona geo-gráfica.

12 Para información más detallada consultar Anexo IV_Redes CLADEA.xls

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Cuadro 5: Universidades chilenas y argentinaspertenecientes a la Red CLADEA de Escuelas de Administración

1. Pontificia Universidad Católica de Chile

(PUC), Escuela de administración

2. Universidad Adolfo Ibáñez, Escuela de

Negocios

3. Universidad Austral de Chile, Facultad de

Ciencias Económicas y Administrativas

4. Universidad Católica Cardenal Silva

Henríquez, Escuela de Administración y

Economía

5. Universidad Católica de Valparaíso, Facultad

de Ciencias Económicas y Administrativas

6. Universidad de Chile, Facultad de Ciencias

Económicas y Administrativas

7. Universidad de La Frontera, Facultad de

Ingeniería, Ciencias y Administración

8. Universidad de las Américas, Facultad de

Ciencias Económicas y Administrativas

9. Universidad de Santiago de Chile, Facultad

de Ciencias Económicas y Administrativas

10. Universidad de Talca, Facultad de Ciencias

Empresariales

11. Universidad de Tarapacá, Facultad de

Ciencias Sociales, Administración y Economía

12. Universidad del Desarrollo, Facultad de

Economía y Negocios

13. Universidad Diego Portales, Facultad de

Economía y Empresa

14. Universidad Francisco de Aguirre, Escuela

de Ingeniería Comercial

15. Universidad Santo Tomás, Escuela de

Ingeniería Comercial

ChileArgentina

1. Alta Dirección, Escuela de Negocios,

Mendoza

2. Instituto para el Desarrollo Empresarial

Argentino, Instituto Universitario IDEA,

Buenos Aires

3. Universidad Argentina de la Empresa UADE1,

Facultad de Ciencias Económicas, Bs. As.

4. Universidad Austral, Escuela de Dirección y

Negocios; IAE, Buenos Aires

5. Universidad Católica Argentina, Facultad de

Ciencias Sociales y Económicas, Bs. As.

6. Universidad Católica de Córdoba, Instituto

Ciencias de la Administración

7. Universidad de San Andrés, Departamento

Académico de Administración

8. Universidad Torcuato Di Tella, Escuela de

Negocios

9. Universidad Empresarial Siglo 21, IPAE-

ARGEX.

Fuente: Elaboración propia

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283

Por otra parte, los días 5 y 6 de mayo de 2005 se celebró en la ciudad de Salta,Argentina, el primer encuentro “ZICOSUR Universitaria”..... ZICOSUR13 es la “Zona deIntegración Centro Oeste de América del Sur”14 . Este grupo alienta el trabajo con-junto y la cooperación entre las regiones que la componen. La búsqueda de obje-tivos comunes, la promoción del desarrollo y la creación de mayores oportunidadespara las economías regionales sustentan al ZICOSUR. Las regiones están compro-metidas en lograr la integración física de la zona, a través de vías de comunica-ción que consoliden los corredores bioceánicos que las vinculan con puertos en elAtlántico y en el Pacífico, y particularmente con las economías del Asia. La Univer-sidad Nacional de Salta, en representación del Grupo de Universidades del NorteGrande Argentino, al tanto del rol que debe ocupar la Universidad Pública en unproyecto de esta naturaleza e importancia para el desarrollo de la región en don-de se encuentra , impulsó la formación del Grupo ZICOSUR Universitario, materia-lizado a través de este primer encuentro. Para ello convocó a los representantes delas universidades de las regiones abarcadas por la zona. Los rectores convocadospertenecen a universidades públicas de los siguientes países y regiones, provinciasy estados.

Las 12 universidades que subscribieron a la creación del grupo son: a) Por Ar-gentina: Universidad Nacional del Nordeste, Universidad Nacional de Salta, Univer-sidad Nacional de Jujuy, Universidad Nacional de Tucumán, Universidad Nacional deCatamarca, Universidad Nacional de Misiones, y la Universidad Nacional de Santia-go del Estero; b) Por Bolivia: Universidad Autónoma Juan Misael Saracho y Univer-sidad Autónoma Tomás Frías; c) Por Chile, la Universidad Católica del Norte (y laUniversidad de Tarapacá; y d) Por Paraguay, la Universidad Nacional de Asunción.

2.2.7. LATN – Red Latinoamericana de Política Comercial.La Red Latinoamericana de Política Comercial (LATN) es una red de investiga-

ción independiente e interdisciplinaria que comenzó a funcionar en 1998 con elapoyo del Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo (IDRC) de Cana-dá. LATN incluye más de 40 investigadores y trabaja con más de 100 negociado-res, formuladores de políticas y miembros de organismos internacionales en la re-gión. Su objetivo fundamental es nutrir la capacidad de los países latinoamerica-nos para formular posiciones negociadoras y políticas en materia comercial alinea-das estrechamente con sus prioridades de desarrollo. A tal fin, LATN está abocadaa la generación de conocimiento anclado localmente sobre prioridades de política

13 ZICOSUR está integrada por las siguientes provincias/regiones de los distintos países que la com-

ponen: 1) Argentina: Catamarca, Chaco, Corrientes, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, Salta, San-

tiago del Estero y Tucumán. 2) Bolivia: Beni, Chuquisaca, Cochabamba, La Paz, Oruro, Pando, Potosí,

Santa Cruz y Tarija. 3) Brasil: Acre, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul y Rondonia. 4) Chile:

Tarapacá, Antofagasta y Atacama. 5) Paraguay: Concepción, Paraguarí, San Pedro, Cordillera, Guaira,

Caaguazú, Caazapá, Itapúa, Misiones, Alto Paraná, Central, Ñeembucú, Amambay,Canimdeyú, Pre-

sidente Hayes, Alto Paraguay y Boquerón. 6) Perú: Arequipa y Tacna

14 En dicho encuentro se contó con la presencia de representantes de Argentina, Bolivia, Chile y

Paraguay, además de la representación del CRISCOS.

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y los intereses negociadores de estos países. Los trabajos de investigación, las re-uniones y el intercambio fluido entre investigadores y los ámbitos de elaboraciónde políticas coadyuvan a la comprensión de las reglas del juego y de los efectosde las negociaciones. Contribuyen así mismo, a la individualización de los márge-nes de maniobra que le permitan a los gobiernos optimizar su inserción en el sis-tema económico mundial.

Las instituciones vinculadas a LATN de destacan por Chile: la Comisión paraAmérica y el Caribe (CEPAL) y la Universidad de Chile; y por Argentina: el Centrode Investigaciones para la Transformación (CENIT), la Facultad Latinoamericana deCiencias Sociales (FLACSO/Argentina) y la Universidad de Buenos Aires.

Además, se encuentran vinculadas a LATN las siguientes instituciones: Asocia-ción de Investigación y Estudios Sociales, Asociación Interamericana de Integración(ALADI), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Centroamericano de In-tegración Económica (BCIE), el Banco Mundial, Centro de Investigación y DocenciaEconómica, Comunidad Andina (Secretaría General), Conferencia de las NacionesUnidas sobre el Comercio y el desarrollo (UNCTAD), Fedesarrollo (Colombia); Fun-dación para el Comercio Exterior (FUNCEX, Brasil), Fundación Friedrich Ebert Stiftung(Perú), Instituto de Estudios Económicos y Sociales (IEES, Perú), North-South Institute(Canadá), Organización de Estados Americanos (OEA), Organización Mundial delComercio (OMC), OXFAM (Perú), Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro,Pontificia Universidad Católica del Perú, Red Mercosur (Uruguay), Sistema Económi-co Latinoamericano (SELA), Universidad de la República (Uruguay), Universidad delos Andes Mérida (Venezuela), Universidad Nacional de Costa Rica, Universidad fderalde Río de Janeiro, Universidad de Oxford (Gran Bretaña) y la Universidad de Warwick(Gran Bretaña).

2.2.8. INTAL (Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe).El Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) fue crea-

do en 1965 por acuerdo suscrito entre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)y el Gobierno de la República Argentina. Desde el punto de vista institucional elINTAL forma parte del Departamento de Integración y Programas Regionales del BID.A lo largo de casi 40 años ha desarrollado tareas de investigación, cooperacióntécnica y capacitación a gobiernos e instituciones en los ámbitos académico, em-presarial y de la sociedad civil en apoyo a los procesos de integración y coopera-ción regionales.

A través de estas “Redes de Investigación” el BID/INTAL tiene el objetivo deapoyar el fortalecimiento de la capacidad de investigación en temas referidos alcampo de la integración en América Latina y el Caribe. Como resultado de las con-vocatorias se obtienen estudios de respaldo de redes regionales e interregionalesde investigaciones en apoyo de reformas de política que fortalezcan la eficacia delos centros de investigación y los expertos individuales, facilitando la toma de de-cisiones en los sectores público y privado en temas relacionados con la integracióny el comercio. Entre las redes de integración se destacan las siguientes: a) Red deInvestigación en Integración (RedINT); b) Red Euro-Latinoamericana de Estudios en

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Integración y Comercio (ELSNIT); c) Latin America/Caribbean and Asia/PacificEconomics and Business Association (LAEBA); d) Red de América Latina y el Caribede Centros de Estudios de Asia-Pacífico (REDEALAP); y e) La Serie de conferenciasBID-CEPII.

a) Red de Investigación en Integración (RedINT). La Red de Investigación en In-tegración (RedINT) del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe(INTAL) del Departamento de Integración y Programas Regionales del Banco Intera-mericano de Desarrollo (BID), ha sido creada con el objeto de propiciar el fortale-cimiento de la capacidad y experiencia en la investigación por medio de estudiosefectuados por investigadores individuales o equipos de investigación pertenecien-tes a los países de América Latina y el Caribe, que trabajan sobre temas referidosal campo de la integración en la regiónEste proyecto se ejecuta en coordinación ycon el apoyo técnico de la División de Integración, Comercio y Asuntos Hemisféricosdel Banco (INT/ITD).

b) Red Euro-Latinoamericana de Estudios en Integración y Comercio (ELSNIT).El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a través de su Oficina Especial en Eu-ropa (SOE), el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) yla División de Integración, Comercio y Asuntos Hemisféricos del Departamento deIntegración y Programas Regionales han efectuado el lanzamiento de la “Red Euro-Latinoamericana de Estudios en Integración y Comercio (ELSNIT)”. Esta iniciativa creaen Europa un foro sobre temas de integración y comercio relevantes para AméricaLatina y el Caribe. Los principales objetivos de la Red son generar investigaciones,estudios y debates sobre esos temas, basados en la rica experiencia y perspectivaseuropeas, aumentando la interacción entre investigadores de ambas regiones. La RedELSNIT está coordinada por un Comité que actualmente está compuesto por elCentro de Investigación en Economía Internacional (CREI), Barcelona, España; elCentre d’Etudes Prospectives et d’Informations Internationales (CEPII), Kiel, Alema-nia; el Robert Schuman Centre for Advanced Studies (RSCAS), Florencia, Italia; y elBID, representado por el Departamento de Integración y Programas Regionales.

c) Latin America/Caribbean and Asia/Pacific Economics and Business Association(LAEBA). El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a través del Departamentode Integración y Programas Regionales, y el Asian Development Bank (ADB), a tra-vés del ADB Institute, se han comprometido en una iniciativa conjunta para pro-mover y lanzar una nueva asociación profesional, “Latin America/Caribbean and Asia/Pacific Economics and Business Association (LAEBA)”. LAEBA se dedicará a fortale-cer los lazos entre las regiones de América Latina/el Caribe y Asia/Pacífico, a tra-vés de una variedad de actividades que incluyen la promoción de la investigacióLacreación de LAEBA responde a la creciente necesidad de desarrollo en ambas re-giones de un mecanismo interregional que sirva como nexo entre la investigaciónacadémica, los hacedores de política y el sector privado. Con este fin, el BID y elADB han firmado un Acuerdo el 17 de marzo de 2001, durante la 42ª Reunión Anualde la Asamblea de Gobernadores del BID y la 16ª Reunión Anual de la Asambleade Gobernadores de la Corporación Interamericana de Inversiones (IIC) en Santia-go, Chile. LAEBA tiene los siguientes objetivos: (i) Impulsar la investigación compa-

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rativa y aplicada en las áreas de economía, finanzas, negocios, y políticas públicasde ambas regiones; (ii) Proveer un marco interregional para la creación de redesde profesionales con el fin de colaborar en temas de mutuo interés entre las re-giones; (iii) Facilitar e informar el proceso de elaboración de políticas económicasy decisiones del sector privado a través de una mayor interacción entre los hace-dores de políticas, el sector académico y la comunidad de negocios.

d) Red de América Latina y el Caribe de Centros de Estudios de Asia-Pacífico(REDEALAP). El INTAL brinda apoyo a las actividades de la Red de América Latinay el Caribe de Centros de Estudios de Asia-Pacífico (REDEALAP) como parte de unaestrategia orientada a mejorar las relaciones entre sus países miembros prestata-rios y la región asiática. La Red está compuesta por instituciones y expertos de laregión de América Latina y el Caribe que realizan investigaciones desde el ámbitoacadémico en torno a las relaciones con el continente asiático. El objetivo deREDEALAP es apoyar el desarrollo de actividades de investigación y difusión en tornode las relaciones interregionales entre América Latina-Caribe y el Asia, con vistas acontribuir a la formulación e implementación de estrategias y políticas públicas yprivadas referidas a dicho campo temático.

e) Serie de conferencias BID-CEPII. El Centro de Estudios Prospectivos y de In-formaciones Internacionales (CEPII) en París, Francia y el Banco Interamericano deDesarrollo (BID), acordaron en realizar una serie de conferencias sobre temas rela-cionados con integración y comercio. Esta serie de conferencias es organizada porCEPII, junto con el Departamento de Integración y Programas Regionales del BID, através de su Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL), yla Oficina Especial del BID en Europa (SOE). La Primera Conferencia BID/CEPII sellevó a cabo en Washington, D.C. los días 5 y 6 de noviembre de 2001 (Impactosde los acuerdos de liberalización de comercio en América Latina y el Caribe) y laSegunda Conferencia se llevó a cabo en Washington D.C. los días 6 y 7 de octubrede 2003 (Implicaciones económicas de la Agenda de Desarrollo de Doha para Amé-rica Latina y el Caribe). En estos momentos se está convocando al llamado de tra-bajos para la Tercera Conferencia que se llevará a cabo los días 9 y 10 de febrerode 2006 en el BID en Washington D.C. El tema de esta conferencia es El nuevoregionalismo: progresos, dificultades y desafíos.

2.2.9. AUGM (Asociación de Universidades Grupo Montevideo)15 .En 1991 surgió la iniciativa de formar un conglomerado de instituciones univer-

sitarias que desarrollase actividades académicas en el marco de acuerdos y objeti-vos del MERCOSUR. En agosto de 1991, los rectores de doce universidades públi-cas ubicadas –tal como señala Rodríguez Gómez (1999, pp. 17)– en el “corazón”del MERCOSUR16 firmaron un Acta Fundacional en Montevideo17 . Forman la AUGM

15 El presente apartado se ha realizado tomando como base las aportaciones de Roberto Rodríguez

Gómez (1999), Universidad Autónoma de México.

16 Área contenida entre Río de Janeiro, Asunción, Buenos Aires y Montevideo.

17 Casi un año después la asociación de estas universidades fue protocolizada y anotada en el

Registro de Personas Jurídicas de Derecho Internacional.

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las universidades que se detallan a continuación: a) Argentina: Universidad Nacio-nal de La Plata, Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional del Litoral, Uni-versidad Nacional de Entre Ríos, Universidad Nacional de Córdoba y UniversidadNacional de Tucumán; b) Brasil: Universidad Federal de Santa María, UniversidadFederal de río grande Do Sol, Universidad Federal de Sao Carlos, Universidad Fede-ral de Santa Catarina, Universidad Federal do Paraná, Universidad Estadual doCampinas y Universidad Federal de Minas Gerais; c) Chile: Universidad de Santiagode Chile; d) Uruguay: Universidad de la República Oriental del Uruguay; y e) Para-guay: Universidad Nacional de Asunción. Los trabajos de la Asociación han estadoorientados, en un primer momento, al planteamiento de acuerdos de cooperaciónrecíprocos, bajo los principios de distribución solidaria del personal académico, delos recursos materiales, las instalaciones, equipos, laboratorios y bibliotecas. Peroademás de estas las formas de cooperación, la AUGM ha posibilitado la formaciónde un cierto número de equipos multinacionales –entre los países del convenio– quese dedican al cultivo de alguna rama específica de conocimiento a través de unprograma de investigación acordado en función de las ventajas comparativas de cadainstitución sede. De este modo, por ejemplo, en las universidades argentinas sedesarrollan los temas de: redes académicas, matemática aplicada, microelectrónica,planeamiento estratégico y gestión universitaria y educación para la integración. Enla contraparte brasileña se desarrollan las áreas de química fina, sensoramientoremoto y metrología aplicada, ingeniería mecánica, ingeniería de materiales y eva-luación institucional. El grupo Paraguay desarrolla el tema farmacología de productosnaturales y el grupo uruguayo, de virología molecular. En una evaluación hacia me-diados de los noventa (1996) de las actividades y logros de la AUGM, se decidióampliar la estrategia para fortalecer temas que se consideran estratégicos para elMERCOSUR. En dicha oportunidad se acordó la constitución de Comités Académicosdel Grupo Montevideo, que a diferencia de los Núcleos Disciplinarios, cuentan con unagama más amplia para el desarrollo y debate de los temas respectivos. En la actua-lidad –a diciembre de 2005– cuenta con 12 Comités Académicos, tal como se puedeobservar en el Cuadro nº 6, y con 11 Núcleos Disciplinarios (ver Cuadro nº 7).

2.2.10. Centro de Estudios Trasandinos y Latinoamericanos (CETYL).El Centro de Estudios Trasandinos y Latinoamericanos (CETIL), con sede en la

facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo (Men-doza), tiene como objetivos: (i) Realizar estudios, investigaciones y análisis sobre latemática específica; (ii) Organizar Seminarios, Conferencias, Cursos, Jornadas, Char-las y otros eventos similares, ,destinados a la capacitación, orientación y difusiónde los temas argentino – chilenos tanto en sus aspectos históricos como geográfi-cos, económicos, diplomáticos, sociales, políticos y culturales; (iii) Recopilar, alma-cenar y difundir material bibliográfico, revistas especializadas e información en todotipo de soportes; (iv) Cooperar y asesorar a entes y organismos públicos naciona-les, regionales, provinciales y municipales y con entes privados, sobre las proble-máticas argentino – chilenas; (v) Reunir, , auspiciar y apoyar proyectos con todossus recursos materiales y académicos; (vi) Generar canales de transferencia hacia

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Comités Académicos Coordinados por:

1. Aguas

2. Ciencias Políticas y Sociales

3. Desarrollo Regional (Rural y Urbano)

4. Desarrollo Tecnológico Regional

5. Medio Ambiente

6. Producción Artística y Cultural

7. Salud

8. Agroalimentario

9. MERCOSUR e Integración

10. Historia y Fronteras

11. Procesos Cooperativos y Asociativos

12. Género

Universidad Nacional de Buenos Aires (Argentina)

Universidad Federal Río Grande do Sol (Brasil)

Universidad Nacional del Litoral (Argentina)

Universidad Nacional de Rosario (Argentina)

Universidad Nacional de La Plata (Argentina)

Hasta 2004 la Universidad Nacional del Lito-

ral (Argentina); Actualmente, la Universidad de

la República (Uruguay)

Universidad de la República (Uruguay)

Universidad Nacional de Córdoba (Argentina)

Universidad Nacional de Rosario (Argentina)

Universidad Federal Río Grande do Sol (Brasil)

Universidad de la República (Uruguay)

Universidad Nacional de Buenos Aires (Argentina)

Cuadro 6: Comités Académicos de la AUGM

Comités Académicos Coordinados por:

1. Ciencia e Ingeniería de Materiales

2. Educación para la integración

3. Evaluación Institucional

4. Ingeniería Mecánica y de la Producción

5. Ingeniería Agrícola

6. Microelectrónica

7. Planeamiento Estratégico y Gestión Univer-

sitaria

8. Productos Naturales Bioactivos y sus aplica-

ciones

9. Química

10. Sensoramiento Remoto y Metrología

11. Virología Molecular

Universidad Federal Sao Carlos (Brasil)

Universidad Nacional de Entre Ríos (Argentina)

Universidad Federal do Paraná (Brasil)

Universidad Federal de Santa Catarina (Brasil)

Responsables de las siguientes Universidades:

UDELAR, UBA, UNLP, UNR, UFUFRGS, UNA.

Universidad Nacional de Rosario (Argentina)

Universidad Nacional del Litoral (Argentina)

Universidad Nacional de Rosario (Argentina)

Universidad Federal de Santa María

Universidad Federal Río Grande do Sol (Brasil)

Universidad de la República (Uruguay)

Cuadro 7: Núcleos Disciplinarios de la AUGM

Fuente: Elaboración propia en base a datos AUGM, 2005.

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la comunidad educativa de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales; (vii) Culti-var lazos con instituciones públicas y privadas, organizaciones no gubernamentales,del país y el extranjero a los efectos de profundizar las relaciones culturales, aca-démicas y de integración binacional.

Mantiene vínculos permanentes con la Universidad de Talca (Chile), la Universi-dad Santiago de Chile, la Universidad de San Juan (Argentina), la Universidad delComahue (Argentina), entre otras.

Entre sus actividades realizadas, podemos destacar las siguientes: a) “III Semi-nario MercoSur: una historia común para la integración”. Mendoza, octubre, 1998;b) “II Seminario Argentino-Chileno de Estudios Históricos”. Mendoza, octubre, 1998;c) “IV Jornada de Investigación territorial”. Mendoza, octubre, 1998; d) “I Congre-so Interoceánico de Estudios Latinoamericanos”. Mendoza, marzo, 1999; e) “II En-cuentro Argentino-Chileno”. Provincia de Buenos Aires, abril, 1999; f) “I Seminariode especialistas de patrimonio y ambiente”. Mendoza, mayo, 1999; g) “III Semina-rio Argentino-Chileno de especialistas en estudios históricos y relaciones internacio-nales”. Mendoza, noviembre, 1999; h) “II Seminario Internacional Chileno-Argenti-no. Cultura, Identidad e Integración regional. Pensamiento y cultura en sociedadesde transición. Mendoza, noviembre, 1999; i) “IV Seminario Argentino-Chileno deespecialistas en estudios históricos y relaciones internacionales”. Mendoza, octubre,2001; j) “II Jornadas de cordillera Sur: las regiones frente a la globalización, espa-cio, ambiente y sociedad”. Mendoza, noviembre, 2001; k) Congreso “Centenario delos Pactos de Mayo”. Mendoza, mayo, 2002; l) Proyecto de Investigación “La cons-trucción de la montaña como espacio social y las relaciones en Argentina y Chile”Dir. Pablo Lacoste; m) “VII Seminario Argentino-chileno. I Seminario Cono Sur de lasCiencias Sociales, Humanidades y Relaciones Internacionales: El Cono Sur frente alBicentenario: colonia, revolución, independencia. Nuevos paradigmas. Nuevos signi-ficados”. Mendoza, marzo, 2004. Además, de diversas publicaciones en la “Revistade Estudios Trasandinos”.

Además, en marzo de 2006 se realizó en Mendoza el “VIII Seminario Argenti-no Chileno y III Seminario del Cono Sur de Estudios Sociales, Humanidades y Rela-ciones Internacionales.

2..2.11. Seminario Binacional Argentino Chileno “Migraciones Argentino-Chilenasen el Corredor Araucanía- Comahue”.

En el año 2004 se celebró en la Universidad del Comahue (Neuquen, Argenti-na) dicho seminario, convocado además por enl centro de Estudios Patagónicos yla Universidad de La Frontera (Chile), cuyo propósito fue reunir un número y unacalidad significaiva de estudiosos de migraciones, particularmente en el área terri-torial de referencia, para conocer las líneas de trabajo, intercambiar conocimientosy experiencias, discutir y generar espacios comunes en torno a la temática propuesta;incentivar a nuevos académicos, estudiantes e investigadores a abordar la temáticadel Seminario. Además de compartir perspectivas sobre dificultades y facilidades parala Movilidad Humana en el corredor Araucanía-Comahue, frente al marco político-jurídico-institucional entre Chile y Argentina.

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Entre las instituciones y personas invitadas se destacan las siguientes: Asocia-ción Argentino-Chilena de Estudios Históricos e Integración Cultural y EstudiosTrasandinos; Facultad de Educación y Humanidades (Universidad de La Frontera,Temuco, Chile); Centro de Estudios Trasandinos y Latinoamericanos (UniversidadNacional de Cuyo, Mendoza); Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos(CEMLA, Bs. As.); Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Bs. As.;Universidadnacional de Buenos Aires; Departamento de Historia de la Universidad Nacional delSur (Bahía Blanca, Argentina); Universidad Autónoma de Barcelona; UniversidadCatólica de Temuco; Universidad de Santiago de Chile; entre otros.

2.2.12. Encuentros de científicos y académicos chilenos y argentinos en la Em-bajada de Argentina en Chile.

Durante los años 2004 y 2005 se realizaron tres encuentros de científicos yacadémicos de Chile y Argentina en la Embajada de Argentina en Chile. El primer“Encuentro de Integración Argentino-Chileno en Ciencia y Tecnología” se llevó a cabodel 6 al 9 de septiembre de 2004; en el que se realizaron reuniones bilaterales conrepresentantes de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE, Argenti-na), la Universidad Iberoamericana de Ciencias y Tecnología (UNICIT, Chile), el Cen-tro de Estudios Científicos (CECS, Chile), la Fundación Instituto Leloir (Argentina),el Instituto de Tecnología Industrial (INTI), CEPAL (División de Desarrollo Sostenibley Asentamientos humanos y División de Desarrollo Productivo y Empresarial),SERCOTEC (Agencia del Gobierno de Chile, filial de CORFO), el Servicio Nacional deCapacitación y Empleo (SENCE, Chile), Universidad de Santiago de Chile, Universi-dad de Viña del Mar, Centro Atómico Bariloche (CAB, Argentina), Comisión Chilenade Energía Nuclear, Universidad de Concepción (Chile), Universidad de Valparaíso,Universidad de La Serena, Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza, Argentina),Universidad del Aconcagua (Mendoza, Argentina), Instituto de Estudios Urbanos yTerritoriales de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Fundación Chile, Institu-to de Energía y Desarrollo Sustentable (Argentina), Instituto Antártico Argentino (IAA),Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CRICYT, Argentina),Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales del CRICYT (INCHIUSA, Ar-gentina), etc.

El segundo, denominado “Encuentro Académico Argentino-Chileno de CienciasSociales, Políticas, Relaciones Internacionales y Humanidades”, se realizó los días 13y 14 de junio de 2005, en el que se realizaron los siguientes foros: (i) Los nuevossímbolos de la identidad. La percepción dl otro; (ii) Pensamiento Latinoamericano:Los casos de Chile y Argentina; (iii) Relaciones Internacionales en el Cono Sur deAmérica: Chile y Argentina; (iv) Relaciones Económicas y Comerciales entre Argen-tina y Chile: historia y perspectivas; (v) Política y Sociedad. Hacia procesos de Inte-gración; y (vi) Incidencia de los medios de comunicación en la integración de Chiley Argentina. Contó con la participación de numerosos académicos e investigadoresde universidades, agencias y centros de investigación de Chile y Argentina, entrelos cuales podemos destacar los siguientes: Instituto de Relaciones Internacionales(Universidad de Chile), CEPAL, FLACSO, CLACSO, el Instituto de Estudios Avanzados

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(IDEA), Universidad de Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, Universidadde Talca, Universidad Nacional de Cuyo (Argentina), Universidad de La Plata (Argen-tina); Universidad de Buenos Aires (UBA); Universidad de Salta (Argentina); Univer-sidad Nacional de Córdoba (Argentina), entre otros.

El tercer “Encuentro de Universidades Chilenas y Argentinas” se llevó a cabolos días 10 y 11 de noviembre del presente año, en el que se realizaron encuen-tros y reuniones entre los representantes de diversas universidades chilenas y ar-gentinas con el objetivo de realizar nuevos convenios y espacios de intercambio aca-démico. Asimismo, se siguieron realizando encuentros durante los años 2005 y 2006.

2.2.13. Asociación Argentino Chilena de Estudios Históricos e Integración Cultu-ral.

El Congreso Argentino Chileno de Estudios Históricos e Integración Cultural seviene realizando desde el año 1995 en forma bianual y alternativamente en Argen-tina y Chile. Los seis congresos anteriores se efectuaron en las ciudades de: Men-doza, Buenos Aires y San Juan (República Argentina) y Santiago, Concepción y LaSerena (República de Chile). Este encuentro académico constituye un espacio de re-flexión, intercambio y debate sobre problemáticas afines a ambos países y que sonobjeto de investigación por parte de cientistas sociales argentinos y chilenos. Sinembargo, la convocatoria es amplia, de allí la participación de numerosos investi-gadores de otros países americanos que con sus aportes enriquecen las discusio-nes y tratan de dar respuesta a cuestiones comunes.

Las reuniones académicas nacieron por iniciativa de la “Asociación ArgentinoChilena de Estudios Históricos e Integración Cultural”. Institución que además de-sarrolla una serie de actividades como conferencias, seminarios y simposios y cu-yos resultados se dan a conocer a través de diversas publicaciones. En este senti-do, la “Revista de Estudios Trasandinos” mantiene su periodicidad con 12 númeroshasta la fecha.

3. Conclusiones

Si bien las redes de cooperación académica y científica entre Chile y Argentinano se agotan en las descritas en el presente trabajo, solo pretende ser una prime-ra aproximación como un instrumento, tanto para canalizar las actividades de co-operación, como para promover procesos de innovación, y desarrollo regional y tec-nológico entre ambos países.

En este contexto, la cooperación internacional es uno de los instrumentos máseficaces con los que cuentan los países de América Latina y el Caribe para:

(i) Consolidar su capacidad científica y tecnológica;(ii) Mejorar la calidad de sus investigaciones;(iii) Formar recursos humanos altamente capacitados y, en términos generales,(iv) Aprovechar las oportunidades que surgen del avance de la ciencia y la tec-

nología en los países industrializados, en los cuales la ciencia y la tecnología se

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han convertido en elementos clave en las estrategias de desarrollo y reestructura-ción regional.

En particular, una estrategia adecuada de cooperación internacional en Cienciay Tecnología entre Chile y Argentina, resulta imprescindible para fortalecer la cohe-sión y permitir, avances en la “integración regional” entre ambos países. No obs-tante, es importante destacar los esfuerzos realizados en los últimos años por laEmbajada de Argentina en Chile, a través de la realización de cinco encuentros entreacadémicos y científicos de Chile y Argentina.

Por otra parte, y si bien la experiencia de los países de América Latina y elCaribe muestra un sesgo importante que tiende a dejar de lado la cooperaciónregional, esta tendencia no se percibe de la misma forma entre comunidades cien-tíficas y académicas de Chile y Argentina, especialmente, en lo que respecta a lasCiencias Sociales, y en menor medida, a otras áreas y disciplinas, en las que existeun fuerte vínculo de cooperación entre ambos países.

En este contexto, y en materia de cooperación internacional, la globalización dela economía y la tecnología, han dado lugar –como uno de los fenómenos actua-les que merece ser destacado– a la conformación de “redes” de actores, a travésde las cuales fluye el conocimiento y la innovación. La pérdida de protagonismo delos organismos internacionales y el desarrollo de capacidades de interlocución enlos países de América Latina, ha determinado el ocaso de la anterior multilateralidadde la oferta de cooperación y el surgimiento progresisvo de una nueva“multilateralidad”. La cooperación Sur-Sur surge como expresión del nuevo modeloasociativo, en una tendencia a la consolidación de espacios regionales.

Esta nueva “lógica de vinculación”, esta multiplicidad de actores no equivale asostener un concepto atomizado de la cooperación internacional, sino como unanueva orientación estratégica, y de exploración de otros modelos organizativos einstrumentales. Es el caso de las “redes de cooperación científica y académica” –como es el caso de las existentes entre Chile y Argentina–, redes que, si bien exis-ten de hecho, han pasado o deberían pasar a ser objeto de explícito apoyopromocional por las agencias de cooperación internacional.

... Si este es el caso, los esfuerzos y tareas a favor de formas cooperativasmás allá del mero intercambio económico, es decir, interacciones en loscampos de la educación, la ciencia y técnica, la cultura, los serviciossociales, el combate a la pobreza y la marginación, aparecen comoestratégicas dentro del objetivo de construir una identidad y una culturacomunitarias. En este orden de ideas, toca a la educación, en todos susniveles y expresiones, cumplir un papel protagonista: crear las condicionessubjetivas que posibiliten las nuevas formas identitarias que supone lafórmula comunitaria; pero además, contribuir a fortalecer las capacidadesmateriales, técnicas, en fin de conocimientos, que permitan competir conventaja en un mundo que es cada vez más integrado, pero no siempremás solidario. [Rodríguez Gómez, 1999, pp. 18]

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sideraciones desde la perspectiva del desarrollo de procesos de aprendizaje”; inédito.

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Noticia de los Autores

María Marcela Aranda, Profesora, Licenciada, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional deCuyo, <[email protected]>

Adriana Arpini, Doctora en Filosofía, Conicet, Cricyt, <[email protected]>

Graciela Bosh, <[email protected]>

Walter César Camargo, <[email protected]>

María Eugenia Chedresese, <[email protected]>

Natalia Paula Fanduzzi Ciancaglini, Licenciada en Historia, Becaria CONICET, Universidad Nacional delSur. <[email protected]>

María Elena Flores, <[email protected]>

Ruth Eliana Gabay, Magister en Ciencias Sociales y Políticas, Facultad de Filosofía y Letras, Universi-dad Nacional de Cuyo. <[email protected]>

Claudio Antonio Gallegos, Profesor en Historia, Universidad Nacional del Sur (UNS).<[email protected]>

Teresa Alicia Giamportone, Profesora y Licenciada en Historia, Facultad de Filosofía y Letras. Universi-dad Nacional de Cuyo. <[email protected]>

Marta María Magdalena Huertas. Doctora en el Area de Historia del Derecho. Consejo Nacional deInvestigaciones Científicas y Técnicas, (CONICET), <[email protected]><[email protected]>

Laura Jara, Socióloga, Universidad Nacional de Cuyo.

Clara Alicia Jalif de Bertranou, Doctora en Filosofía, CONICET, Universidad Nacional de Cuyo,<[email protected]>

Eugenia Molina, <[email protected]>

Claudio Maíz, Doctor en Letras, Investigador CONICET. Universidad Nacional de Cuyo,<[email protected]>

Silvana Montaruli, Profesora de grado superior en Filosofía, Universidad Nacional de Cuyo.<[email protected]> <[email protected]>

Marcela Naciff, Doctorando en Letras. Universidad de Arizona (USA).

Marcos Olalla, Profesor y Licenciado, Universidad Nacional de Cuyo. <[email protected]>

Gerardo Oviedo, <[email protected]>

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Alejandro Paredes, Doctor en Historia, CONICET, Universidad Nacional de Cuyo,[email protected]

Javier Preti, <[email protected]>

Isabel Esther Roccaro, Dra. en Ciencias Económicas (Universidad de Alcalá, España). Profesora-Investi-gadora, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Cuyo.

Adriana Rodríguez, Universidad Nacional del Sur. <[email protected]>

Adela Rolón, Prof. Mgter. Doctora en Filosofía, Universidad Nacional de San Juan.<[email protected]>

Juan Valdano, Doctor en Historia, Academia Nacional de la Historia de Ecuador, Universidad SimónBolívar.

Claudia Zapata Silva, Doctora (c) en Historia, Institución: Académica del Centro de Estudios Cultura-les Latinoamericanos, Universidad de Chile. <[email protected]> <[email protected]>

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Esta primera edición de 250 ejemplaresse terminó de imprimir en septiembre de 2007

en Editorial Qellqasqa, Toso 411Guaymallén, Mendoza, Argentina

[email protected]

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