historia de américa andina. vol. 1: las sociedades aborígenes

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Lumbreras, Luis Guillermo (ed.) (1999) Historia de América Andina. Volumen 1: Las sociedades aborígenes. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar.

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  • Amrica Andina es una realidad, aunque no es fcil definirla o entenderla. Esta historia, que es un esfuerzo por estudiar su pasado rico y complejo, procura ofrecer una visin de conjunto, hallar sus races comunes, confrontar sus diversidades y presentar propuestas e interpretaciones desde distintas perspectivas.

    Este primer volumen, dedicado a la poca Aborigen, ofrece una visin amplia del desarrollo de los pueblos que ocuparon el espacio andino desde los primeros poblamientos hasta la invasin europea, que se produjo en el siglo XVI. Su anlisis abarca varios milenios y cubre la gran diversidad geogrfica comprendida entre el Caribe y el sur del continente, con el gran macizo andino como columna vertebral; pero enfatiza en la vida de las sociedades, de las gentes.

    Este libro contiene un gran esfuerzo de sistematizacin de las investigaciones arqueolgicas y etnohistricas ms recientes, pero su originalidad reside, aparte de su enfoque de conjunto, en el esfuerzo por reconstruir el pasado aborigen como un proceso histrico, cuyos protagonistas, los pueblos, los hombres andinos, no son meros objetos d estudio, sino sujetos de una trayectoria que contina hasta nuestros das.

    ; ;, 1

    UNIVERSIDAD ANDINA SIMON BOLIVAR

    Ecuador

  • Historia de Amrica Andina

  • HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    Coordinador General Enrique Ayala Mora

    Coordinador Adjunto Guillermo Bustos Lozano

    Coordinadora de Gestin Cecilia Durn Camacho

    Comit Editorial Germn Carrera Damas (Venezuela), Jorge Orlando Melo (Colombia),

    Juan Maiguashca (Ecuador-Canad), Manuel Burga (Per), Ren Arze (Bolivia), Carmen Norambuena (Chile), Malcolm Deas (Gran Bretaa),

    Yves Saint-Geours (Francia), David Bushnell (Estados Unidos), Nicols Snchez Albornoz, Juan Marchena Femndez (Espaa).

    UNIVERSIDAD ANDINA SIMN BOLVAR Sede Ecuador

    Toledo N22-80 (Plaza Brasilia) P.O. Box: 17-12-569

    Quito, Ecuador Telfonos: (593-2)556405, 556406, 508150

    Fax: (593-2)508156 E-mail: [email protected] Http: 1 /www.uasb.edu.ec

  • UNIVERSIDAD ANDINA SIMN BOLVAR

    Historia de Amrica Andina

    Volumen 1

    LAS SOCIEDADES ABORGENES

    Luis Guillermo Lumbreras EDITOR

    UNIVERSIDAD ANDINA SIMON BOUVAR

    Ecuador

  • HISTORIA DE AMRICA ANDINA Vol. 1: LAS SOCIEDADES ABORGENES

    Luis Guillermo Lumbreras, Editor

    Diseo y diagramacin Isabel Naranjo Vega e Irama Palacios Hidalgo

    New Art. Telfono: (593-2)438896 Cubierta

    Isabel Naranjo Vega e Irama Palacios Hidalgo Supervisin editorial

    Jaime Pea Novoa y Estuardo Vallejo Aguirre Coordinacin de edicin Quinche Ortiz Crespo

    Secretaria del Coordinador Vernica Snchez

    Motivo del logotipo de la coleccin y de la portada de este volumen: fragmento del retablo El hombre innumerable del maestro Boanerges Mideros,

    Paraninfo de la Universidad Andina Simn Bolvar, Sede Ecuador

    Derechos reservados conforme a la Ley UNIVERSIDAD ANDINA SIMN BOLVAR, Sede Ecuador

    LlliRESA

    Inscripcin N.12726 del12 de marzo de 1999 ISBN de volumen 9978-80-504-4, de coleccin 9978-80-510-9

    Depsito legal N.1309 del12 de marzo de 1999 Primera edicin: 3.000 ejemplares

    LlliRESA Murgen 364, entre Jorge Juan y Ulloa

    P.O. Box: 17-01-356. E-mail: [email protected] Telfonos: (593-2)230925, 525581. Fax: (593-2)502992

    Quito-Ecuador Este libro se imprimi en los talleres de

    "Editorial Ecuador F.B.T. Ca. Ltda." Santiago Oe2-131, entre Manuel Larrea y Versalles

    Telfonos: (593-2)528492, 228636. Quito, mayo de 1999. Nota editorial: No existe entre los diversos pases andinos, y, en algunos casos, aun dentro de ellos, una norma general consensuada sobre la grafa de los idiomas indgenas. Por ello, en esta obra se ha optado por respetar la grafa que utiliza ada autor, aunque en algunos casos un mismo nombre propio se escribe de diver-sas maneras. Intentar una uniformidad en este aspecto hubiera significado elimi-nar formas legtimas de identidad. Hemos preferido respetar tambin en esto la diversidad andina.

  • CONTENIDO

    PRESENTACIN GENERAL. Autor: Enrique Aya la Mora

    INTRODUCCIN AL VOLMEN Autor: Luis G. Lumbreras 1. EL TERRITORIO DE LOS ANDES 2. LA OCUPACIN HUMANA DEL TERRITORIO ..

    PRIMERA PARTE: EL HOMBRE Y EL MEDIO

    l. EL POBLAMIENTO DE LOS ANDES .. Autor: Gerardo Ardila 1. INTRODUCCIN ............................................. . 2. LA INVESTIGACIN EN SUR AMRICA 3. EL PAISAJE Y EL AMBIENTE NATURAL

    A FINALES DEL PLEISTOCENO 4. LOS PATRONES CULTURALES Y LOS SITIOS

    ARQUEOLGICOS PLEISTOCNICOS .. S. CONCLUSIONES ..

    II. COMUNIDADES ANDINAS PRE-TRIBALES: LOS ORGENES DE LA DIVERSIDAD ....

    Autor: Luis F. Bate 1. MODOS DE VIDA Y DESARROLLOS

    CULTURALES EN LAS REGIONES ANDINAS .. 2. CARACTERSTICAS DE LAS FORMACIONES CAZADORAS

    RECOLECTORAS TRIBALES

    III.EL PROCESO DE NEOLITIZACIN EN LOS ANDES ECUATORIALES ..

    Autor: Jorge G. Marcos 1. EL CONCEPTO DE LA NEOLITIZACIN 2. EL PROCESO DE NEOLITIZACIN EN AMRICA 3. EL ORIGEN DE LA NEOLITIZACIN EN AMRICA 4. EL SURGIMIENTO DE LAS ALDEAS

    IV EL PROCESO DE NEOLITIZACIN EN LOS ANDES TROPICALES ..

    Autora: Rosa Fung Pineda 1. ANDES MERIDIONALES

    Pg.

    9

    25

    27 33

    45

    47

    49 53

    56

    60 75

    77

    82

    103

    109

    111 113 121 131

    141-

    144

  • 2. ANDES CENTRALES: AMBIENTE GEOGRFICO Y DESARROLLO CULTURAL 154

    3. EL ALGODN Y EL ARTE TEXTIL DEL PRECERMICO FINAL 176

    4. LAS ESTRUCTURAS PIRAMIDALES DE LA COSTA 178 S. LA TRADICIN ARQUITECTNICA MITO DEL INTERIOR 18S 6. ESTRUCTURAS CIRCULARES HUNDIDAS .. 193

    SEGUNDA PARTE: EVOLUCIN DEL MUNDO ANDINO 197

    V DE TRIBUS A SEOROS: LOS ANDES SEPTENTRIONALES 199 Autor. Mario Sanoja e lraida Vargas Arenas

    l. FORMACIONES SOCIALES, REGIONES GEOHISTRICAS Y MODOS DE VIDA...... 201

    2. LA SOCIEDAD CACICAL... 201 3. ANDES SEPTENTRIONALES... 208 4. EXTREMO NORTE ANDINO. 213 S. LA REGIN GEOHISTRICA

    AMAZNICO-CARIBEO VENEZOLANA.. 220

    VI. FORMACIN DE LAS SOCIEDADES URBANAS 223 Autor: Luis G. lumbreras

    l. EL PERODO FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES... 228 2. LOS DESARROLLOS REGIONALES (s. 11 a.C.-V d.C.) 242 3. EL IMPERIO WARI, PRECURSOR DEL TAWANTINSUYU .. 26S

    VILLAS FORMACIONES HISTRICAS DEL DESIERTO Y LOS BOSQUES MERIDIONALES 283

    Autor. lautaro Nez Atencio l. EL ESCENARIO: DESDE EL DESIERTO

    ANDINO A LOS BOSQUES AUSTRALES 28S 2. LOS PUEBLOS FORMATIVOS ANTIGUOS

    DEL REA CENTRO SUR ANDINA 294 3. LOS PUEBLOS DEL PERODO FORMATIVO

    AVANZADO (400 a.C.-400 d.C.) 303 4. EL PROCESO DE MACROINTEGRCIN

    PANANDINO ( 400 d.C.-1.000 d.Cl: REA CENTRO SUR ANDINA 322

    VIII. TRIBUS Y ESTADOS EN LOS ANDES: SIGLOS XII-XVI. 331 Autor: Luis G. lumbreras

    l. EL EXTREMO NORTE DE LOS ANDES 334 2. LOS ANDES SEPTENTRIONALES.. 3SS 3. LOS ANDES CENTRALES 379 4. EL REA CENTRO SUR ANDINA 406

  • S. LOS ANDES MERIDIONALES .. 420 6. EL EXTREMO SUR ANDINO . 430

    IX. EL TAWANTINSUYU 43S Autor: Catherine Tulien 1. INTRODUCCIN 437 2. EL SURGIMIENTO DEL IMPERIO INCA .. 440 3. cuzco 4SO 4. LOS INCAS .. 4S8 S. INCAS Y HUACAS. 469 6. PROVINCIAS 474 7. LA ORGANIZACIN DECIMAL 481 8. CREACIN Y ORDEN ... 490

    X. LAS LENGUAS ANDINAS . 499 Autor: Sabine Dedenbach - Salazar Senz 1. CONSIDERACIONES PRELIMINARES ... S01 2. INTRODUCCIN ... S01 3. LA LENGUA GENERAL DE LOS INCAS .. S06 4. OTRAS LENGUAS GENERALES DE LOS ANDES ... S14 S. EL MOSAICO DE OTRAS LENGUAS

    EN LA REGIN ANDINA .. S22

    6. CONSIDERACIONES FINALES .. S3S

    BIBLIOGRAFA S37 LMINAS 601 FOTOGRAFAS 603

  • Presentacin general ENRIQUE AYALA MORA COORDINADOR GENERAL

  • l. ESTA HISTORIA1

    Amrica Andina es el escenario de nuestro pasado y de nuestro presente. Sabemos que est all, que nos envuelve; pero resulta difcil de-finirla. A veces, su realidad y sus lmites nos parecen evidentes; otras se nos escapan. Hay quien dice que es una abstraccin de retricos, polti-cos o antroplogos. No han faltado los que la identifican exclusivamen-te con lo indgena y altoandino. Pero tambin hay un creciente nmero de los que ven en ella el antecedente y el futuro de nuestra identidad e integracin. Amrica Andina es una realidad polmica. Pero no cabe du-da de que tiene historia. A ella est dedicada esta obra colectiva.

    Como todas las historias, esta Historia de Amrica Andina tiene una motivacin fundamental. Ha sido escrita para acompaar y coad-yuvar al proceso de integracin, que ha constituido al mismo tiempo su motivacin desde nuestro presente. Fue preparada por la Universidad Andina Simn Bolvar, un organismo acadmico de integracin, en res-puesta a un mandato institucional, como aporte al esfuerzo integrador en que se hallan empeados nuestros pases. Uno de los objetivos fun-damentales de nuestra casa de estudios es "fomentar y difundir los va-lores culturales que expresen los ideales, tradiciones y peculiaridades nacionales y andinas de los pueblos de la Comunidad Andina".2

    Los ideales integracionistas tienen historia. No son una nove-dad de estos tiempos. Forman parte de una tradicin comn de nues-tros pueblos, que se ha expresado recurrentemente en varios momen-tos de su vida colectiva. Pero no cabe duda de que, despus de la cons-titucin de los estados republicanos, nunca antes como hoy esta idea-fuerza se presenta como una necesidad dentro del horizonte de nues-tros pases. Al filo de un nuevo siglo y frente al cambiante y complejo panorama internacional, nos vemos abocados a convertir la Comuni-dad Andina en una realidad, que no solo dote de cuerpo a estos idea-les de buena voluntad, sino que fortalezca nuestra aspiracin de desa-rrollo integral y de integracin ms amplia en el espado latinoamericano.

    ' Esta Presentacin General ha sido redactada a base de los materiales presentados para las discusiones del Comit Editorial y preparados para orientacin de los colaboradores de la obra. De manera especial, utiliza el documento original que preparamos conjun-tamente con Guillermo Bustos para la primera reunin del Comit, y que fue publica-do con algunos ajustes en el folleto Historia de Amrica Andina, Proyecto Editorial. Quito, Universidad Andina Simn Bolvar, 1992, 16 pp. Universidad Andina Simn Bolvar, Estatuto. Sucre, UASB, 1997, p. 6.

  • 12 HISTORIA DE A~IRICA ANDINA

    Los procesos de integracin que han surgido en el mundo du-rante la segunda mitad del siglo XX, empezaron por la esfera econmi-ca. Pero la integracin econmica es solo una parte de un proceso ms amplio, que descansa en actitudes, valores, que expresan una identidad que se va constituyendo y redefiniendo en las sociedades. Hay una di-mensin cultural de la integracin que la explica y consolida, pero que debe ser potenciada, redescubierta y desvelada en la historia comn. Un proceso de integracin que abarque todas las dimensiones de la so-ciedad y la cultura, tiene que enfrentar forzosamente la cuestin de la identidad de nuestros pueblos y la identidad del conjunto. Debe reali-zar una lectura del pasado. Estudiar su historia es, por ello, no cierta-mente una forma de satisfacer una mera curiosidad, sino una necesi-dad. Pero los diversos mbitos y niveles de la integracin no estn ais-lados, sino imbricados entre s. Guillermo Bustos planteaba en el docu-mento inicial de esta obra:

    La integracin de los circuitos econmicos, de los mercados, abre sin proponrselo explcitamente, un tipo de avanzada tras la cual viajan ideas, productos culturales materiales y simblicos. Y en ese dilogo per-manente entre las diferentes sociedades de la regin, entre el pasado y el presente, entre el presente y la posibilidad del futuro, entre un 'nosotros' y un 'otros', se ir formulando y reformulando la identidad andina y lati-noamericana.'

    Con estas reflexiones como antecedente, no constituye nove-dad constatar que el proyecto andino como tal, no se agota en la inte-gracin de los estados. Involucra en su dimensin ms profunda la in-tegracin de las sociedades, de pueblos que, a pesar de reconocerse en un difuso pasado comn, permanecen en buena medida incomunica-dos, encerrados en sus propios localismos, ignorando una historia com-partida, a veces presos en una visin que los enfrenta entre s. Por ello, la creacin de un espritu o conciencia integracionista necesita soportes o mecanismos que vayan configurando su difusin y reproduccin. En medio de la realidad en que vivimos, el nivel de informacin y de co-nocimiento que los hombres andinos tienen sobre las realidades de los vecinos de la subregin es pobre, por no decir nulo. A pesar de algunos esfuerzos realizados en recientes aos, todava nuestra educacin y nuestros sistemas de comunicacin no priorizan el conocimiento mutuo.

    ' Universidad Andina Simn Bolivar, Historia de Amrica Andina, Proyecto Editorial, p. 3.

  • PRESENTACIN GENERAL 13

    Por todo ello, a estas alturas, parece indispensable contar con un instrumento de consulta y divulgacin general que recupere nues-tra historia comn, que historice nuestras diferencias y que, en defini-tiva, asiente sobre un terreno ms real, ms histricamente informado, el ncleo de una visin de identidad cultural andina, como un mecanis-mo de afirmacin del proyecto de integracin de las sociedades, de los pueblos, de los pases. Esta Historia de Amrica Andina quiere constituir-se en ese instrumento de difusin de nuestro pasado comn. La hemos preparado no con un prurito de erudicin, o como un formulismo bu-rocrtico, sino como respuesta a una necesidad vital que ayudar no so-lo a entender nuestro esfuerzo comn de integracin, sino las propias historias nacionales, que podrn ser mejor aprehendidas a partir de una visin ms amplia y general.

    Este esfuerzo de escribir en forma pionera, al menos con estos alcances y dimensiones, una historia subregional, tiene slidos antece-dentes. El desarrollo alcanzado en los ltimos aos por la historia co-mo disciplina cientfica dentro de nuestros pases es significativo. Tam-bin lo es el avance de la investigacin sobre Amrica Andina y los es-pacios nacionales que la integran, registrado en medios acadmicos eu-ropeos, norteamericanos y de otros mbitos de Amrica Latina. Si bien existen perodos y temticas enteras por investigar o replantear, el de-sarrollo logrado en las ltimas dcadas ha permitido configurar nove-dosas y sugerentes visiones generales que, en varios pases, han enfren-tado a las historias tradicionales de hechos y personajes con "nuevas" historias basadas en el anlisis de estructuras y actores colectivos, y concebidas dentro de nuevos marcos terico-metodolgicos.4 Estas his-torias, empero, se ha circunscrito por lo general a los marcos naciona-les con escasas referencias a la dimensin andina y latinoamericana.

    Esta Historia de Amrica Andina se ha preparado aprovechando esas experiencias nacionales, pero al mismo tiempo ha enfatizado un trabajo acadmico comparativo de pases, procesos, dinmicas locales

    En las ltimas dcadas se han editado dos "nuevas historias" en la subregin: Juan Meja Baca Edit., Historia del Per; Lima, 1980; Nueva Historia del Per, Mosca Azul Editores, Lima, 1982; Enrique Aya la Mora, Edit. Nueva Historia del Ecuador, 15 volmenes, Qui-to, Corporacin Editora Nacionai-Grijalbo, 1988-1995, y Nueva Historia de Colombia, Bogot, Editorial Planeta, 1989. Dentro de las nuevas tendencias historiogrficas, en Bo-livia apareci la obra colectiva Los bolivianos en el tiempo, La Paz, INDEAA-UASB, 1993. En Venezuela han aparecido obras como Poltica y Economa en Venezuela, Caracas, Fundacin John Boulton.

  • 14 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    y regionales. Es importante destacar que, mientras la mayora de las obras de su carcter se han gestado y producido en centros acadmicos del primer mundo, o de los grandes pases de Amrica Latina, sta es un esfuerzo por enfrentar un tema supranacional desde la periferia, desde una casa de estudios asentada en uno de los pequeos pases del Continente, que ha podido, empero, levantar un gran espacio de con-vocatoria y participacin para un amplio grupo en el que estn presen-tes figuras consagradas y especialistas jvenes de muy diversas expe-riencias y procedencias nacionales.

    2. PRESUPUESTO GENERAL: LO ANDINO

    Habiendo asumido que la propia denominacin "Amrica An-dina" es polmica y compleja, resulta importante tratar de establecer su significado. Para ello, los intensos debates realizados a lo largo de la preparacin de la obra fueron muy enriquecedores. En los siguientes prrafos se trasladan algunas consideraciones que tienden a delimitar el asunto.5

    La primera pregunta que surge nos plantea: qu es lo an-dino? Esta evidente inquietud podra responderse desde el escena-rio geogrfico, desde el mbito ecolgico, en suma desde el escena-rio fsico natural, asiento de nuestro devenir. Sin embargo, lo andi-no no se agota en una suerte de determinacin geogrfica. Su espe-cificidad, puede argirse, tiene un carcter polismico, de unidad y pluralidad. Esto es, porque de un lado recupera la historicidad de un proceso milenario que por diversos factores da una unidad a la evolucin de un conjunto de pueblos frente a una realidad regional, continental y planetaria, y de otro lado, paradjicamente expresa no un tronco homogenizador, sino una unidad que da sentido a una plu-ralidad, a una diversidad que no se disgrega sino que integra los tr-minos naturales y geogrficos, los culturales y simblicos. As, a par-tir de esa diversidad ecolgica que abarca desde la zona costanera hasta los pramos y punas, sin olvidar el pie de monte amaznico, lo andino conjuga en sus diferencias una complementariedad. Una cir-5 Estas consideraciones, desde luego, no agotan las amplias posibilidades de discusin de

    tan complejo asunto. Aqu se mencionan solamente algunos aspectos que se conside-ran pertinentes.

  • PRESENTACIN GENERAL 15

    cunstancia similar se expresa en el mbito humano y social, pues no se puede entender lo criollo, lo mestizo, lo cholo, lo negro, lo pardo, o lo indio, por s mismo, sino en su relacin con "el otro".

    Siguiendo en parte la lnea argumental de Flores Galindo, la nocin de lo andino nos ayuda a desprendernos de una connota-cin racista que subyace, por ejemplo, a la palabra "indio". Evoca "civilizacin" en los trminos que la historia universal etnocntrica ha designado solo a determinados pueblos, y tiene un sentido in-cluyente y pluralista porque "no se limita a los campesinos sino que incluye a pobladores urbanos y mestizos, toma como escenario la costa y la sierra, trasciende los actuales lmites nacionales y ayuda a encontrar los lmites entre la historia peruana y las de Bolivia o Ecuador", o de Colombia, Venezuela y Chile. Lo andino hace refe-rencia, primeramente, a una constelacin de culturas, "debera ser pensada" en trminos similares a los griegos, chinos, etc. En snte-sis, encaminados entre ese juego dialctico entre unidad y diversi-dad, "debemos hablar de los hombres andinos. El plural permite abandonar las abstracciones y aproximarnos efectivamente a la rea-lidad histrica".6

    Ms all de ciertas visiones geogrficas o culturales restringi-das, lo andino no se circunscribe a lo altoandino, sino que integra toda la pluralidad, desde el altiplano hasta la costa y la amazona; desde los lmites de las pampas hasta las playas del Caribe. Desde un punto de vista amplio, Amrica Andina es un espacio que tiene a los Andes co-mo espinazo, pero abarca la diversidad de una amplia porcin de Su-damrica.

    Sin que se hubiera agotado la discusin, cabe remarcar un do-ble rasgo sobre la significacin contempornea de la nocin de lo andi-no. De un lado, encontramos la que podemos entender como un pro-yecto de identidad, que no est circunscrito exclusivamente a la arena acadmica, sino que, por el contrario, es de uso corriente en la opinin pblica de nuestros pases, y al cual nos adscribimos como una forma de identificarnos en el concierto continental. Sin embargo, de otro lado, no podemos desestimar la existencia de susceptibilidades que la misma nocin despierta en diferentes sectores. En realidad, "lo andino" se re-viste, en ms de una ocasin, de rasgos regionalistas. En suma, esta his-

    ' Alberto Flores Galindo, Buscando un inca, Lima, Edit. Horizonte, 1988, pp. 12, 13.

  • 16 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    toria no se refiere a un sujeto ya hecho, sino a una realidad cambiante y en proceso de construccin.

    3. OTROS PRESUPUESTOS

    Una vez establecido, en trminos introductorios, "lo andino", como algo especfico de esta historia, es preciso mencionar algunos de los elementos articulantes que la caracterizan. Al prepararla se ha con-siderado el tipo de sociedades que estudia, el rol de los estados nacio-nales, de las regiones y la vinculacin internacional. En los prrafos que siguen se enuncian, sin que se agoten todos, algunos de los presupues-tos que han sido referentes de la elaboracin de esta obra.

    Sociedades multitnicas y pluriculturales

    Los protagonistas de est- historia son las sociedades o los pue-blos en su acepcin ms genricd. Esta definicin nos aleja del peligro de las abstracciones vacas y nos enfrenta a la problemtica de la alteri-dad cultural, al reconocimiento de esas diferencias que se gestaron den-tro de particulares relaciones de poder y subordinacin, y que atravie-san como una vigorosa constante nuestra evolucin histrica. Por ende, el reconocimiento del corte tnico, o con mayor rigor, la aplicacin de la nocin de "fronteras tnicas"7 en su acepcin relativista, procesual e historicista, proporciona un adecuado instrumental para la exploracin del devenir de los pueblos andinos.

    Sociedades jerarquizadas Los pueblos andinos estn profundamente cruzados por una

    estructura de clases. Entenderlos as nos enfrenta a otra dimensin que evita la vacuidad de la abstraccin y nos acerca a los hombres concre-tos en el reconocimiento de sus necesidades, en sus mecanismos de re-

    ' Frederich Barth, comp., Los grupos tnicos y sus fronteras, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1976.

  • PRESENTACIN GENERAL 17

    produccin social, en la percepcin de sus subjetividades y en la confi-guracin de sus representaciones, tiene que ver con los diversos crite-rios de anlisis de clase o estratificacin social. Clases, estratos o elites, como categoras de estudio nos acercan al complejo entramado de las jerarquas y conflictos sociales que han segmentado la experiencia de los pueblos andinos y explican en buena parte su pasado.

    Ms all de los lmites nacionales

    La constitucin de las repblicas y la configuracin ulterior de los estados nacionales, se ha transformado en una suerte de camisa de fuerza que ha estancado el reconocimiento de las enormes similitudes del pasado de los pueblos andinos y de sus experiencias comunes. Es-ta obra pretende construir un discurso histrico que abra un marco ms amplio. Para el anlisis de realidades en que no existan los modernos estados, o que, ya fundados stos, se daban en espacios continentales y subregionales. Uno de los retos del presente proyecto consiste en supe-rar la tentacin de producir una historia que sea el agregado de la su-ma de las historias nacionales de Venezuela, Colombia, Ecuador, Per, Bolivia, Chile y la parte andina de Argentina. Por el contrario, busca constituir un objeto de anlisis global.

    Reconocimiento de los cortes regionales internos

    Esta obra establece su marco analtico global en la dimensin subregional o andina, con una referente ms amplio en Latinoamrica. Pero al mismo tiempo reconoce como un aspecto fundamental de su anlisis la percepcin de las diferenciaciones a nivel interno de cada pas. El contenido de la categora "regin" como unidad de estudio den-tro de los espacios nacionales es una cuestin de primer orden y pre-senta pistas para entender que lo regional no se circunscribe a lo geo-grfico, a la base del desenvolvimiento de estructuras econmicas, sino que hace referencia a dimensiones polticas como lo ha planteado Mai-guashca.8

    ' Juan Maiguashca, "Historia y Regin en el Ecuador", en Nueva Historia del Ecuador, vol. 1 2.

  • 18 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    Colonialismo y resistencia

    El hecho colonial que vincul desde el siglo VXI a Amrica La-tina con las potencias europeas y su insercin con el sistema mundial dominado por el capitalismo, son dos elementos bsicos considerados en esta historia como ejes de anlisis. Sin embargo, las sociedades an-dinas no fueron moldeadas, exclusivamente, por los diversos grados de presin e influencia que ejercieron los centros hegemnicos, sino igual-mente por las respuestas colectivas que plantearon los grupos subalter-nos. Por consiguiente, para recuperar la agencia de estos protagonistas colectivos, la obra pone atencin a los mbitos de la conciencia, la cul-tura, la ideologa, las representaciones, etc., con el fin de construir vi-siones ms sugerentes y ms realistas.

    4. PERFIL DE ESTA HISTORIA

    Las consideraciones esbozadas en los prrafos anteriores con-ducen a establecer algunos de los rasgos fundamentales de esta histo-ria. Uno de ellos, es que la obra es un esfuerzo de sistematizacin de grandes aportes que han aprovechado una acumulacin de conoci-miento histrico en medios y niveles especializados, cuya memoria es necesario difundir a un nivel ms amplio. Esto quiere decir que el lec-tor medio de los pases andinos tenga la posibilidad de contar con un instrumento de informacin sobre el pasado que, producido al ms al-to nivel acadmico pero en lenguaje de difusin, ubique las particulari-dades de los procesos sociales de sus respectivos pueblos y las seme-janzas entre los procesos regionales, para que por primera vez en la his-toria se pueda contar con una visin diacrnica panormica que funde y aliente el espritu integracionista, potenciando a la vez ese difuso sentimiento de identidad andina, que nos provee de una especificidad en el entorno inmediato latinoamericano, en el tercer mundo, y frente al devenir de la historia universal.

    La obra gira alrededor del ncleo de gestacin de una identi-dad andina, histricamente informada, que justifica y alienta un proce-so integracionista que ms all de la necesaria vinculacin econmica atienda a la construccin y concientizacin de lazos entre las socieda-des y pueblos andinos. Esta historia quiere ser, en definitiva, un instru-

  • PRESENTACIN GENERAL 19

    mento que coadyuve a este complejo proceso y que, desde la experien-cia del pasado, prefigure o potencie unos valores de respeto a la alteri-dad cultural, al reconocimiento de nuestras diferencias tnicas o regio-nales, nacionales, dentro de un marco de unidad.

    Conjugando un elevado rigor acadmico con un exigente es-fuerzo de difusin, la obra en su conjunto pretende ser un aporte a la educacin, en trminos formales y no formales. Por ello, los destinata-rios de la obra son sus protagonistas, reconocidos en sus diferencias na-cionales, tnicas, culturales o regionales. La obra est dirigida de mane-ra especial a docentes, estudiantes, profesionales, comunicadores, lde-res polticos y funcionarios vinculados con la integracin; pero puede resultar sumamente til a organizaciones de distinto tipo y al pblico en general.

    S. METODOLOGA DE LA OBRA Si, como se ha indicado, esta obra no es una suma de historias

    nacionales, sino un esfuerzo por entender los procesos de conjunto, po-ne nfasis en determinar las tendencias generales de la evolucin de los pueblos andinos, rebasando las fronteras de los actuales estados. Asi-mismo, si lo que se plantea no es presuponer la existencia de un solo protagonista de la historia comn, sino percibir la pluralidad de lo an-dino, el nfasis no es el eje territorial, sino la vigencia de protagonistas colectivos, que se suceden con cambios y continuidades, en las tierras que ahora constituyen los pases andinos.

    El mtodo de trabajo enfatiza pues, de un lado, las realidades comunes al mismo tiempo que las singularidades nacionales regionales y locales. Asimismo, se ocupa de definir no uno sino varios pueblos co-mo actores que, por una parte, presentan continuidades profundas que pueden detectarse a lo largo de milenios y al mismo tiempo revelan evidentes discontinuidades que permiten la percepcin de cambios o etapas de transicin.

    La Historia de Amrica Andina enfatiza el carcter colectivo de sus protagonistas. Se profundiza de este modo en una lnea de trabajo que, respetando diversas tradiciones y posturas tericas, supera visio-nes descriptivas o de corte biogrfico para analizar las realidades de es-tructura y los procesos de larga duracin, como tambin los marcos de

  • 20 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    circunstancias y eventos de duracin corta que los historiadores no de-ben desestimar.

    Con las caractersticas descritas, una obra como sta debe for-zosamente concebirse como un esfuerzo colectivo, multidisciplinario y comparativo. En consecuencia, desde su planteamiento inicial se la lle-v adelante por un grupo acadmico dispuesto a compartir la experien-cia y el proceso de elaboracin conjunto.

    Al definirla como un esfuerzo colectivo, se entiende a esta his-toria no como un trabajo en el que participan varias personas simple-mente, sino como una elaboracin conjunta. Asimismo, cuando se ha-bla de esta obra como una tarea multidisciplinaria, se la concibe como el producto de la participacin no solo de historiadores, sino tambin de otros cientficos sociales que pueden aportar a la reflexin histrica: arquelogos, antroplogos, socilogos, crticos de arte y literatura, en-tre otros, han sido convocados para el diseo y la elaboracin del tra-bajo.

    Una obra como sta debe incorporar no solo un significativo nmero de colaboradores, sino diversas experiencias historiogrficas y acadmicas, varias orientaciones metodolgicas y cientficas, varias "escuelas" o grupos de trabajo. Esta tarea, indispensable por una ele-mental condicin de pluralismo, y por el enriquecimiento que supone la concurrencia de diversas interpretaciones y tradiciones, ha podido ser cumplida con significativo xito. En esta historia participan colabo-radores individuales, instituciones y grupos, procedentes de ms de una docena de pases.9

    Esta obra es, fundamentalmente, un esfuerzo de sistematiza-cin de trabajos de investigacin previa. Su principal elemento de ori-ginalidad radica, pues, en la forma en que esa sistematizacin es alcan-zada en una obra de consulta que tiene como sujeto al conjunto de nuestros pueblos y no a los de un pas, una poca histrica o perfil t-nico o social. La situacin del trabajo historiogrfico andino, sin embar-go, ha exigido que en ciertos temas, la preparacin de la obra motive trabajos pioneros, especialmente en el campo comparativo. Se ha cum-plido con ello el doble objetivo de cubrir temas previstos e incentivar el conocimiento de campos poco explorados. De este modo, la obra ha im-

    Adems de acadmicos de todos los pases de la Comunidad Andina, han participado tambin colaboradores de Chile, Argentina, Mxico, Canad, Estados Unidos, Espaa, Francia, Gran Bretaa, Alemania e Italia.

  • PRESENTACIN GENERAL 21

    pulsado el trabajo histrico especialmente aquel que considera al con-junto de los pueblos andinos como su tema bsico.

    6. ORGANIZACIN Y PREPARACIN En 1992, la Comisin Directiva de la Universidad Andina Si-

    mn Bolvar, a base de un documento de propuesta formulado por un equipo en Quito, aprob la propuesta de preparar como responsabili-dad institucional, una "Historia Andina".10 El trabajo que la obra de-mandaba fue encargado a la recin establecida Subsede Quito de la uni-versidad.11 En pocos meses se constituy el Comit Editorial. Este es el organismo acadmico rector del proyecto y est integrado por doce miembros. De ellos, seis son procedentes de Venezuela, Colombia, Ecuador, Per, Bolivia y Chile. Otros cinco son expertos en Historia de los pases andinos de fuera de la subregin (Espaa, Gran Bretaa, Francia y Estados Unidos). El dcimo segundo miembro es el Coordi-nador General de la obra.

    El Comit Editorial se reuni por primera vez en Quito en 1992 y formul el primer plan de la obra. En aos siguientes se realizaron reuniones en Cali, La Rbida y nuevamente en Quito. En ellas se defi-ni el contenido, design editores de los volmenes y aprob las nmi-nas de colaboradores. Goz para su labor de completa autonoma aca-dmica y cont con el apoyo de un pequeo equipo permanente inte-grado por el Coordinador General, el Coordinador Acadmico y la Coordinadora de Gestin, asentado en Quito. Para la ejecucin del pro-yecto se estableci una red de instituciones especializadas en cada uno de los pases del rea, y en otros pases, que ha coadyuvado en las ta-reas de preparacin, de manera especial, en la recoleccin documental y la realizacin de las reuniones y eventos especializados.12

    o Esa resolucin se tom a raz de una preocupacin surgida en el Parlamento Andino, sobre la necesidad de de contar con un texto de historia de la subregin.

    " Esta fue una de las primeras tareas de la Subsede Quito de la Universidad Andina Si-mn Bolvar, que desde 1997 pas a denominarse Sede Ecuador. A cargo del proyecto editorial ha estado el personal del rea de Historia, como se menciona en los crditos de esta obra.

    " Se puede mencionar entre otras aiiNDEM, Instituto de Estudios Andinos y Amaznicos de la Paz, al TEHIS, Taller de Estudios Histricos de Quito, y al lEA, Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.

  • 22 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    Los editores de los volmenes fueron designados de entre los miembros del Comit Editorial, salvo en un caso, en que se encarg jus-tamente este primer volumen a un destacado especialista que no inte-gra ese organismo.13 Los editores han realizado una labor muy signifi-cativa. Se han mantenido en contacto con los colaboradores, han revi-sado los diversos captulos, han realizado tareas de edicin y han pre-parado la introduccin del volumen.

    La Historia de Amrica Andina aparece dividida en ocho vol-menes, siete de los cuales estn dedicados a una visin diacrnica, que cubre desde el poblamiento inicial hasta la dcada de los noventa de es-te siglo. El octavo volumen contendr un conjunto de ensayos genera-les que enfrentarn diversos temas globales de reflexin y sntesis. En-fatizando su carcter de divulgacin se ha recomendado a sus colabo-radores un cuidadoso y gil uso del lenguaje. Se han introducido tam-bin una serie de caractersticas editoriales que contemplen la presencia de ilustraciones pensadas en funcin de los contenidos, no como elemen-tos decorativos, y en la recomendacin de una bibliografa fundamental sobre cada volumen.14 La obra aparece en coedicin con LIBRESA, una de las ms importantes editoriales ecuatorianas, seleccionada por con-curso internacional. Debemos reconocer el esfuerzo de esa empresa por lanzar la obra a tiempo y con la ms alta calidad.

    7. CONCLUSIN Al cabo de siete aos de preparacin, la Historia de Amrica An-

    dina es presentada en mayo de 1999 en el marco de la celebracin del trigsimo aniversario de la suscripcin del "Acuerdo de Cartagena" que fue el punto de partida de un proceso de integracin andina, que ha ca-minado ya treinta aos. De este modo, la Universidad Andina Simn Bolvar cumple con una de sus funciones bsicas, como organismo de la Comunidad Andina y centro acadmico dedicado a los estudios so-bre integracin.

    " Para el Comit Editorial no se design a ningn arquelogo. Al elegir el editor del pri-mer volumen se resolvi encargarlo a Luis Guillermo Lumbreras.

    " Agradecemos muy especialmente el apoyo del Museo Chileno de Arte Precolombino de Santiago de Chile, que ha cedido el uso de los grficos para este volumen.

  • PRESENTACIN GENERAL 23

    Pero esta obra est orientada tambin a un objetivo ms am-plio, ya que no solo se orienta a promover el proceso integrativo, sino en general, al conocimiento de las realidades andinas en el marco de Amrica Latina y el mundo. Esperamos que esta historia aporte al co-nocimiento sobre nuestro pasado, nuestra identidad y nuestro futuro, constituyndose en fuente de consulta, de debate amplio, de conoci-miento de nuestras convergencias y conflictos, similitudes y diversida-des. Inclusive sus vacos y limitaciones, que son numerosos, podrn constituirse en una motivacin para trabajos ulteriores.

    Un trabajo de la magnitud de esta Historia de Amrica Andina es siempre fruto de un gran esfuerzo colectivo. No cabe por ello hacer aqu reconocimientos individuales. Nos complace, sin embargo, dar gracias aqu, en forma conjunta, a los miembros del Comit Editorial, a las autoridades de la Universidad Andina Simn Bolvar, al equipo de coordinacin y al personal de la Sede Ecuador que ha apoyado la pre-paracin de la obra, as como a sus colaboradores, editores y diseado-res. Esta obra se ha financiado con recursos de la Sede Ecuador de la universidad, con aportes oficiales del Estado Ecuatoriano, y con el apo-yo de varias instituciones acadmicas. Todos ellos han comprometido nuestra gratitud.

    Al presentar esta obra a los lectores, me complace expresar la satisfaccin de haber coordinado al grupo humano que la hizo posible. Esta historia comienza ahora lo que ser una vida propia, que espera-mos aporte a la consolidacin de la conciencia de unidad en la diversi-dad de nuestros pueblos, cuya naturaleza y destino defini el Liberta-dor Simn Bolvar hace muchos aos15 cuando dijo: "somos un peque-o gnero humano".

    Quito, marzo de 1999

    " Simn Bolvar, "Contestacin de un americano meridional a un caballero de esta isla", en Discursos, proclamas y epistolario poltico, Madrid, Editora Nacional, 1975, p. 156.

  • Introduccin al volumen LUIS G. LUMBRERAS

  • Lmina 1, El rea andina en el contexto poltico de Amrica del Sur.

  • Este primer volumen de la Historia de la Amrica Andina, trata de los pueblos que ocuparon el espacio andino, desde sus lejanos or-genes hasta cuando se produjo la invasin europea, en el siglo XVI. La reconstruccin de este proceso est fundamentalmente en manos de los historiadores que indagan la vida humana a base de los restos materia-les dejados por la actividad social, que en los trminos convencionales de la ciencia se conocen como arquelogos. A ellos se agregan los po-cos testimonios escritos que nos informan sobre los hechos y costum-bres de los habitantes que ocupaban el territorio en la poca de contac-to con los europeos letrados. Es, por tanto, una etapa de la historia an-dina que est en trmite de reconstruccin, llena de lagunas y silencios que se van cubriendo a medida que los procedimientos de recupera-cin y examen de los datos avanzan segn el ritmo de perfecciona-miento de recursos tericos y tcnicos de la Arqueologa y segn la na-turaleza y magnitud de los hallazgos de restos arqueolgicos y docu-mentos testimoniales. Por eso, no debe extraar que aparezcan -de tiempo en tiempo- significativos cambios en el ordenamiento y descrip-cin de los datos que nos informan de esta historia.

    l. EL TERRITORIO DE LOS ANDES

    El rea andina cubre un extenso territorio, que comprende to-dos los pases sudamericanos que son cruzados por la cordillera de los Andes, asociados al ocano Pacfico que baa las estribaciones monta-osas occidentales en casi todo su recorrido. Son pues andinos una sec-cin occidental de Venezuela, Colombia, Ecuador, Per, Bolivia, Chile y el occidente de Argentina.

    La cordillera de los Andes es una cadena mont~osa, de reco-rrido irregular norte-sur, que geolgica y geomorfolgicamente debe ser examinada de oeste a este. Realmente, ella nace en el ocano Pacfi-co, como parte de un proceso de desplazamiento de las placas rocosas que interactan en las profundidades del ocano. Las placas marinas presionan al continente en direccin hacia el este, provocando el levan-tamiento de sus tierras en el frente occidental. Es un proceso permanen-te y constante, que afecta al territorio con temblores de tierra y otros fe-nmenos tectnicos. As es a lo largo de todo el continente, desde Alas-ka hasta la Patagonia.

  • 28 HISTORIA DE AI\IRICA ANDINA

    Sin embargo, geogrficamente, como una elevacin continua, nace tmidamente en las Antillas -en el mar Caribe- y Centro Amrica, hacindose evidente en Venezuela y Colombia. Este territorio est afec-to a las condiciones propias del trpico, o ms propiamente del ecua-dor, con zonas de intensas lluvias alternadas con zonas ridas, con una temperatura de promedio alto. En la medida que las alturas dominan-tes llegan solo excepcionalmente a los 4.000 m, las condiciones climti-cas son constantes en todo el territorio, con excepcin del pramo, que es una formacin natural que se da entre los 3.200 m. y el nivel de las nieves perpetuas -que existe desde Costa Rica (11 o de latitud norte) has-ta Hunuco-Per (8 de latitud sur)-. Los pramos son hmedos, con temperaturas altas durante el da y muy fras en las noches; sin mayo-res variaciones a lo largo del ao. Estn rodeados por bosques o por sa-banas, con vegetacin siempre verde, con un escalonamiento de dos o tres paisajes diferentes. Cuando la cordillera cruza el Ecuador, las mon-taas se hacen progresivamente ms altas y anchas, lo que multiplica las diferencias entre los diversos pisos altitudinales, que se escalonan entre s.

    La altitud de la cordillera es ascendente hacia el sur, de modo que en el Per central y ms an en Bolivia y el norte de Chile, la cor-dillera tiene varios cientos de kilmetros de ancho y sus montaas ms altas sobrepasan los 6.000 m. de altura, con picos como el Huascarn, que tiene 6.768 m. sobre el nivel del mar. Esta altitud y ancho mayores, originan fuertes alteraciones climticas en los diversos pisos altitudina-les, con ambientes de nieves perpetuas de caractersticas polares en los niveles ms altos y bosques clidos de ambiente tropical, en los territo-rios ms bajos, pasando por casi todos los paisajes que se registran en el planeta.

    Se presentan pues diferencias que varan segn la altitud, la la-titud y la proximidad de las tierras con el mar. Al sur del Ecuador, la es-tacionalidad es crecientemente ms sensible, especialmente entre in-viernos secos y veranos con lluvia, en la cordillera.

    De este a oeste, en cambio, las diferencias radican en una pro-gresiva disminucin de las lluvias; de modo que mientras el verano es muy hmedo y lluvioso al oriente, lo es cada vez menos hacia el occi-dente, a tal punto que toda la vertiente occidental se convierte en un desierto en los Andes centrales. Esto se debe -entre otras causas- al he-cho que los vientos hmedos y clidos del oriente se enfran al elevar-

  • INTRODUCCIN AL VOLUMEN 29

    Lmina 2, Las regiones andinas precoloniales.

  • 30 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    se por encima de la cordillera, perdiendo la mayor parte de su hume-dad en el frente oriental de los Andes. Cuando llegan al litoral marino, los vientos son secos y fros. All, la corriente fra de Humboldt, que co-rre paralela al litoral por el ocano Pacfico, enfra an ms el ambien-te, que asume as una condicin desrtica.

    La costa es un desierto desde los so a 6 de latitud sur. Aqu la diferencia estacional reside en el aumento de la temperatura y la seque-dad durante el verano, mientras que en el invierno baja el calor en va-rios grados y la humedad ambiental aumenta. Es tal el grado de hume-dad, que en determinadas zonas del desierto se producen bosques de matorral -llamados localmente "lomas"- alimentados por la niebla.

    Tales condiciones permiten que los cauces que se originan en la cordillera -por el deshielo de los nevados o las precipitaciones estacio-nales- formen conos de deyeccin que hacen posible la existencia de in-mensos oasis o valles, que son los que le dan posibilidad de vida hu-mana al desierto costero centro-andino.

    Estas formaciones desrticas no son, por cierto, exclusivas de las estribaciones costeras de los Andes; se presentan tambin en la cor-dillera misma, especialmente en las quebradas ms profundas y en las alturas, donde se desarrolla un paisaje particular andino, de tipo este-pario, que se conoce con el nombre de "puna". La puna es similar al p-ramo, pero en general ms alta y ms fra, y adems no tiene los ndi-ces de precipitacin y humedad que caracterizan al pramo, por lo que la flora y la fauna son distintas.

    Es importante advertir que el territorio andino central no ofre-ce condiciones materiales generosas para la agricultura. Las montaas muestran una gran diversidad de ecosistemas escalonados, que son propicios para una produccin variada pero con lmites que se deben a lluvias insuficientes o riego natural escaso. Eso implica transformacio-nes adaptativas mltiples para su explotacin. Hay que agregar las di-ficultades que ofrecen las fuertes pendientes cordilleranas y los proce-sos de desertificacin del frente occidental y meridional. A esta suma de dificultades se adicionan las impredecibles catstrofes tectnicas y climticas, debidas a la orognesis de la cordillera y los efectos de con-traste entre la corriente fra de Humboldt, que viaja de sur a norte, y la corriente clida "de El Nio", que va de norte a sur, cuyos cursos se en-cuentran entre los 2o y 4o de latitud sur, frente las costas de Ecuador y Per.

  • INTRODUCCIN AL VOLUMEN 31

    Con todo, la desertificacin de la costa, se compensa con un mar muy rico en fauna y una flora marina muy variada, que hizo posi-ble una ocupacin humana de desarrollo constante, a lo largo de mile-ni os.

    A medida que se dirige hacia el sur, la cordillera se va angos-tando, especialmente despus del trpico de Capricornio, de modo que se convierte progresivamente en una muralla alta y angosta, que sepa-ra la vertiente oriental (Argentina) de la occidentral (Chile), sin tener las condiciones de habitabilidad de los territorios de la puna y el pra-m o.

    Estas diferencias, tanto latitudinales como longitudinales y al-titudinales, afectan, de muchas maneras y en distinto grado, las condi-ciones materiales de la existencia humana, de modo que puede decirse que una de las caractersticas singulares del territorio andino es la di-versidad de las condiciones que el hombre tiene que enfrentar para vi-vir. Eso marca, con sello muy fuerte, el comportamiento de los pueblos, que deben romper cualesquier tendencia autrquica, con mecanismos que les permitan articular su existencia con extensos territorios, me-diante formas de complementaridad de distinta naturaleza y enverga-dura.

    Tales tendencias autrquicas, propias de las poblaciones agr-colas, y sus mecanismos de articulacin interregional, permiten encon-trar reas ms o menos extensas en donde funcionan formas de integra-cin regional histricamente recurrentes. Por eso, el territorio de los Andes puede ser dividido en reas cuyas "fronteras", desde luego, se disuelven en las transiciones entre una y otra. Estas son, de norte a sur:

    El extremo-norte andino, que tiene la condicin particular de estar entre dos ocanos, distancindose del Pacfico y penetrando, en su extremo septentrional, en las aguas del Caribe. Nace como una pro-longacin de los Andes septentrionales, de los que se separa en el "nu-do" de Pasto, donde se forma un macizo cordillerano del que se des-prenden tres ramales de montaas, separadas unas de otras por los cauces del ro Magdalena en el oriente y el Cauca en el occidente. La oc-cidental y la central se disuelven en los llanos caribeos de Colombia, en tanto que la oriental se bifurca en ramales que siguen: uno hacia la pennsula de la Guajira, con la sierra de Perija, y otro hacia el borde oriental del golfo de Maracaibo, en Venezuela, con la sierra de Mrida.

  • 32 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    No se trata de un mundo homogneo, all se alternan ambientes niva-les y de pramo fro, con zonas de sabana y bosque hmedo y clido, con algunos territorios ridos, como los de la Guajira. De algn modo, la cordillera centro-americana y las Antillas son una prolongacin de los Andes; los gegrafos y eclogos establecen que ellas representan el lmite norte de la flora y la fauna que caracterizan al mundo andino.

    Los Andes septentrionales se ubican entre los 3o y 4o de lati-dud norte y los 3o y 4o de latitud sur; en plena banda equinoccial, con climas propiamente ecuatoriales, que se asemejan a los del extremo norte andino. La cordillera establece un escalonamiento de varios pisos ecolgicos, que van desde montaas permanentemente nevadas y p-ramos fros, hasta sabanas y valles (cuencas) de gran fertilidad, rodea-dos de bosques hmedos siempre verdes. Dispone de un rea agrcola de gran importancia, que se complementa con fauna y flora apta para actividades de recolecta y caza. Cubre, fundamentalmente, Ecuador, el sur de Colombia y el extremo norte del Per. En la costa, eso supone el trnsito de los bosques muy hmedos de Tumaco y Esmeraldas, a los desiertos de Piura. En la sierra, se pasa de los pramos hmedos de Pasto e Imbabura a las progresivamente ms secas serranas de Loja y Piura.

    Los Andes centrales son el territorio donde se dieron los ms complejos niveles de desarrollo econmico y social, donde se form una sociedad urbana organizada en Estados de distinto tamao, con formas similares a las que se reconocen como "civilizaciones prstinas" en el Medio Oriente, en China o en Mesoamrica. Cruzada por una vas-ta red de caminos, fue centro de imperios y reinos, como el de los incas que encontraron los espaoles cuando llegaron a los Andes en el siglo XVI.

    Los Andes centro-sur, ntimamente ligados a los Andes centra-les, constituidos por el territorio ms rido del espacio andino; tuvieron como eje de articulacin el lago Titicaca, ubicado a una altura de 3.800 m.s.n.m., y organizado a partir de una economa pastoril, acompaada de una agricultura cordillerana basada en tubrculos como la papa (So-lanum tuberosum) y granos, como la quinua y la caiwa (Chenopodium quinoa y Ch. pallidicaule). Es el rea donde se encuentran viejas eviden-

  • INTRODUCCIN AL VOLUMEN 33

    das de la metalurgia y donde se configura un mecanismo de comple-mentariedad en forma de "archipilago", que permiti la racional y efi-ciente explotacin articulada de los recursos procedentes de los diver-sos pisos ecolgicos, que cubran reas muy extensas, con localidades discontinuas de produccin, separadas generalmente por extensos te-rritorios intermedios.

    Los Andes meridionales, estn muy vinculados con el rea centro-sur. Comprometen los territorios ridos del n.o. argentino y el norte-chico de Chile, caracterizados por una economa agrcola y pas-toril, asociada a un intenso trfico de productos con caravanas habitua-das a los extensos desiertos y punas que caracterizan este territorio, in-terrumpido por oasis y quebradas con aguas estacionales.

    El extremo sur es el territorio donde los Andes se disuelven en el archipilago chileno y la Patagonia. Alejados totalmente de los am-bientes tropicales, sta es el rea de los bosques templados de conferas y de climas contrastantes, en donde la latitud pesa ms que la altitud en la configuracin de los climas, con estaciones muy marcadas. Se tra-ta de un territorio maderero, que ahora es usado tambin para ganade-ra y algunas formas de agricultura, pero que en tiempos pre-colonia-les era habitado por cazadores, recolectores y pescadores.

    2. LA OCUPACIN HUMANA DEL TERRITORIO En cada una de estas reas, la historia comenz con la inicial

    ocupacin del territorio por los cazadores y recolectores que llegaron a Amrica al finalizar el Pleistoceno, hace quiz unos 30.000 aos.

    Como el lector podr apreciar en el primer captulo de este li-bro, no es posible an describir la forma precisa cmo se produjo este primer poblamiento americano y su ulterior avance por el continente. Todos estamos de acuerdo en asumir que la ruta principal debi ser un gran "puente" terrestre, que una Asia y Amrica durante los perodos glaciales. Conocemos ese puente como Beringia. Pudo ser habitado a lo largo de milenios. Fue cubierto por el mar cuando comenzaron a disol-verse los hielos; hoy es el "estrecho de Behring" que separa las pennsu-las de Alaska y Chokotka, los extremos terrestres de Amrica y Asia.

  • 34 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    Estos pobladores de origen asitico, como parte de su largo proceso de ocupacin del territorio, avanzaron lentamente hacia el sur, llegando a los Andes antes de finalizar el Pleistoceno, hace 20 o 15 mil aos, o an-tes. Su contacto con este territorio fue cuando todava estaban vivos grandes herbvoros como el "perezoso gigante" o "megatherium" o un elefante bautizado como "mastodonte", as como pequeos caballos sal-vajes, "tigres con dientes de sable" o "smilodonte", y otros animales, ex-tinguidos desde hace unos 8 a 10.000 aos y que han sido encontrados en nuestro continente en relacin a restos de origen antrpico.

    La ocupacin del territorio andino, por parte de estos cazado-res-recolectores, permiti su progresivo dominio de la cordillera, de modo que cuando se produjo la disolucin del Pleistoceno y se form el paisaje actual, pudieron ocupar los distintos pisos ecolgicos de ma-nera eficiente. Puede pensarse, desde luego, que los antiguos poblado-res pleistocnicos se extiguieron y fueron reemplazados por otros du-rante el Holoceno; sin embargo, varios testimonios conocidos sealan ocupaciones continuadas, con cambios en las costumbres, que desde luego no debieron producirse de la misma manera en todas partes.

    La primera ocupacin del territorio es tema de intensas discre-pancias entre los prehistoriadores. Ellos no se ponen de acuerdo en la validez de todos los hallazgos y mucho menos en una terminologa apropiada para referirse a ellos. sta es una poca de caractersticas in-diferenciadas, de donde se conocen poblaciones de cazadores de ins-trumentos sofisticados -como los de la "tradicin Llano" de Norteam-rica- o recolectores cuyos instrumentos para cazar o recolectar alimen-tos son totalmente rudimentarios; en muchos, como ocurre con los ca-zadores de Monteverde, en el centro-sur de Chile, con instrumentos primarios de hueso o madera.1

    Los prehistoriadores ms conservadores solo aceptan como los ms antiguos a los cazadores "paleoindios" -que ya hacan puntas de proyectil muy elaboradas- que habitaron los Andes hace unos 12-13.000 aos, aproximadamente, y ponen en duda la existencia de una etapa anterior. En aquel tiempo, los cazadores-recolectores ya haban ocupado AmJrica hasta llegar a la Patagonia, en el extremo sur, segn lo prueban los hallazgos de Junius B.Bird2 y otros.

    ' Dillehay, 1986. Bird, et. al, 1988.

  • INTRODUCCIN AL VOLUMEN 35

    Al final del Pleistoceno y en la fase de trnsito al Holoceno, cerca de 10-9.000 a.n.e., hubo un incremento de la poblacin de cazado-res, con un mayor dominio de las condiciones particulares de los espa-cios andinos en proceso de ocupacin. En la cordillera se desarrollaron principalmente cazadores de venados, camlidos y otras especies me-nores; en los bosques y valles, cazadores-recolectores con una fuerte aproximacin hacia el consumo de frutas y plantas; y, en el litoral, gen-tes adaptadas a la explotacin de los recursos marinos.

    En los Andes septentrionales, la caza estuvo asociada a una in-dustria muy caracterstica de puntas del tipo "El Inga", aunque el fecha-do de las mismas todava no est plenamente establecido. Hay quienes piensan que estos cazadores que hacan puntas de proyectil en forma de "cola de pescado" eran descendientes directos de los "paleoindios de la cultura del Llano", norteamericana, pero no todos estn de acuerdo con eso. De cualquier modo, son las mismas, o muy similares, a las que J. Bird encontr en el extremo sur del continente, donde tienen una an-tighedad de cerca de 11.000 a.n.e.

    En la costa centro-andina apareci una poblacin de pescado-res conocida como "Paijanense", que cubri un rea muy extensa del li-toral, entre Trujillo y Lima. Se identifica, sobre todo, por la confeccin de unas puntas de proyectil para arpones, con pednculo redondeado y hoja triangular.3

    Lo que sigui a partir del noveno milenio fue un proceso de avances muy significativos en el dominio de los pueblos sobre sus con-diciones materiales de existencia. La primera etapa de ese proceso es usualmente conocida como "Arcaico"; de ella se ocupan los artculos 11, III y IV de este volumen, a cargo del arquelogo chileno Felipe Bate, el ecuatoriano Jorge Marcos Pino y la peruana Rosa Fung Pineda.

    En esta poca se descubri la agricultura, se domesticaron los animales, se consolidaron poblaciones de pescadores y recolectores de mariscos, de vida aldeana y cazadores altoandinos trashumantes o se-dentarios. Fue una era rica en descubrimientos y movimientos de po-blacin, de modo que industrias lticas como el "Ayampitinense" -de puntas de proyectil foliceas- pudieron adoptarse en casi todo el terri-torio, desde el sexto o sptimo milenio antes de nuestra era, sin que ello afectase el progresivo dominio del ser humano sobre distintas condi-

    ' Chauchat, 1982.

  • 36 HISTORIA DE AMERICA ANDINA

    ciones ambientales, determinando ciertas uniformidades en las cos-tumbres de pueblos muy diversos.

    Son de entonces las primeras evidencias de arte rupestre, aun cuando pudieran existir otras ms antiguas; proceden de las paredes de las cuevas habitadas por los cazadores de camlidos, de modo que el principal tema de sus pinturas son estos animales, aislados o en esce-nas de caza, en donde tambin aparecen los propios cazadores. Su fa-miliaridad con los camlidos es apreciable, sobre todo en la puna, don-de ellos los llegaron a domesticar hacia el sexto milenio, segn los da-tos procedentes de las punas de Junn.'

    El registro arqueolgico indica que la domesticacin de plantas fue un proceso que se inici en los Andes alrededor del sptimo mile-nio de la era pasada, con la posibilidad que en la floresta tropical pu-diera haberse iniciado aun antes. Por ahora, el hallazgo ms antiguo procede de la cueva del Guitarrero, en el callejn de Huaylas, en la sie-rra norte del Per. All se ha establecido el uso de plantas cultivadas ta-les como los frijoles (Phaseolus vulgaris) y el aj (Capsicum sp), en proce-so de domesticacin o ya domsticas.5 De otro lado, los habitantes de la cueva del Guitarrero eran, principalmente, cazadores, aun cuando incluan muchos productos vegetales en su alimentacin, como todo cazador que vive en un ambiente con plantas comestibles accesibles.

    Hay evidencia que la actividad cultivadora se fue generalizan-do desde entonces, pero no hay indicios que induzcan a reconocer cam-bios inmediatos en la vida de las comunidades recolectoras-cazadoras, tanto en la cordillera como en la floresta tropical o la regin costera. No se advierten cambios importantes durante los milenios sexto y quinto; de donde hay registros conocidos se infiere un cierto aumento de po-blacin y quiz una mayor aproximacin de los asentamientos hacia las tierras cultivables.

    En la puna, la domesticacin de los camlidos -llama y alpaca-no indujo al abandono de las cuevas o abrigos previamente ocupados.' Hasta el tercer o cuarto milenio no se advierten asentamientos diferen-ciados en la floresta -aunque esto puede deberse a carencias en la in-vestigacin- cuando aparecen aldeas cerca de los ros.7 En la costa de

    Lavalle, et al., 1985. ' Lynch, et.al., 1980. ' Rick, 1 980. ' Marcos, 1 986; Reichei-Dolmatoff, 1985.

  • INTRODUCCIN AL VOLUMEN 37

    los Andes centrales, donde aparecen tempranos indicios de cultivo, se advierte un incremento notable de la poblacin, pero ms ligado a la pesca y recolecta de mariscos y a la recoleccin en las "lomas" que a la agricultura.8

    Los cazadores altoandinos del Arcaico tardo, que vivan en el pramo, rodeados de bosques tropicales, continuaron con una econo-ma esencialmente cazadora9 y recolectora, aun cuando hay indicios de domesticacin del cuy (Cavia porcellus) o curi, en los altos de Tequenda-ma, en Colombia, hacia el quinto milenio de la era pasada.10 Los habi-tantes de la puna, en cambio, si bien seguan como cazadores de vicu-as y guanacos, tenan una actividad pastoril complementaria, que se-gn parece se ampliaba mediante intercambio de productos con regio-nes vecinas, de ecosistemas diferentes.

    En los valles y quebradas, al sur de la meseta de Junn, en una etapa que est apenas conocida arqueolgicamente, con algunos datos aislados de Ayacucho y el can de Chilca,11 que requieren confirma-cin, se tuvo conocimiento y uso de plantas domsticas de altura, como la quinua y la caiwa (Chenopodium quinoa y Ch. pallidicaule), y presumi-blemente la papa (Solanum tuberosum), en asociacin a la actividad pas-toril.

    De los Andes septentrionales tenemos valiosas informaciones sobre el cultivo temprano del maz, con una antigedad prxima al sptimo milenio de la era pasada,12 en la costa sur del Ecuador, en aso-ciacin con restos de una poblacin identificada como "Vegas", habin-dose confirmado su continuidad -con algodn y cermica- en el tercer milenio antes de nuestra era en asociacin con la ocupacin Valdivia.13

    En el lapso comprendido entre los aos 4.000 y 2.500 a.n.e, apa-recieron florecientes aldeas de alfareros en el bosque hmedo tropical de la costa caribe de Colombia y en las costas del Guayas en el Ecua-dor; en las serranas de Ancash y Hunuco se form una poblacin de agricultores acermicos de la tradicin Kotosh-Mito; en la costa norte y central del Per se produjo una intensificacin productiva marinera y hortcola de alcances notorios. No cabe duda que fue una etapa de

    ' Benfer, 1986 . . , Lynch y Pollock, 1980; Temme, 1982. '" Correal y Van der Hammen, 1977. " MacNeish, 1969; Engel, 1970. " Stothert, 1985. " Pearsall, 1988.

  • 38 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    grandes logros, en la que, adems, creci mucho el nmero de plantas cultivadas, con aportes de todos lados.

    La alfarera apareci en ese tiempo, entre el norte de Colombia y el sur de Ecuador. Parece que tambin en la Amazona, ms al orien-te. No sabemos bien si como resultado de invencin independiente o como producto de influencias externas. Meggers, Evans y Estrada, en 1965, sugirieron un origen transpafico de la cermica Valdivia, proce-dente de Jomon del Japn, mientras que Donald Lathrap y sus dispu-los,14 propusieron relaciones con la Amazona o una procedencia local posible (Marcos, 1988). No conocemos antecedentes locales, aunque el sitio de Monsd (Reichel Dolmatoff,1985) presenta fechados muy anti-guos, correspondientes al cuarto milenio de la era pasada; el perodo Turban, el ms antiguo, culmina cerca de 3.350 a.n.e. que es cuando comienzan Puerto Hormiga y Valdivia, que eran los ms viejos vesti-gios de cermica conocidos.

    Con los alfareros se inaugura en los Andes una etapa muy rica en informacin arqueolgica; sus inicios se identifican con el nombre de "Formativo". La cermica tuvo una lenta maduracin en la regin ecuatorial, habindose iniciado su expansin o difusin despus del 2000 a.n.e. Hay indicios que sealan, sin embargo, ms de un foco de difusin en los Andes centrales, que inducen a pensar que la alfarera fue introducida tambin desde la Amazona, sin descartar posibles in-venciones independientes.

    En la sierra nor-central del Per, una agricultura de riego natu-ral y de secano, exitosa, acompa el desarrollo de una poblacin que se identifica con la construccin de unos recintos,15 que recuerdan las casas "principales" de los indios del noroeste de Norteamrica, que con-sisten en cuartos de planta sub-cuadrangular, con una banqueta lateral que rodea un piso plano, en cuyo centro se ubica un fogn u hogar construido de manera cuidadosa, cuya fuente de aire provena del ex-terior del recinto mediante un tubo subterrneo construido con igual cuidado e ingenio. Hay varios asentamientos, en Hunuco y Ancash, con este tipo de edificios construidos a fines del tercer milenio, que in-dican alguna forma de diferenciacin entre personas o actividades. Uno de ellos, La Galgada (Grieder y Bueno, 1985), es un ejemplo espec-tacular, tanto por sus dimensiones como porque usa recursos arquitec-

    " Lathrap, Marcos y Zeidler, 1977. 11 lzumi y Sono, 1963.

  • INTRODUCCIN AL VOLUMEN 39

    tnicos muy vistosos y similares a los que ms tarde fueron usados por los constructores de los grandes centros ceremoniales como Chavn de Huntar.

    En la costa desrtica del Per, las condiciones fueron diferen-tes, debido sobre todo a que la implantacin de la agricultura implic el desarrollo de una compleja red de procesos de trabajo, con diversos

    niv~les y formas de especializacin. En muy pocos siglos, entre 2.500 y 1.800 a.C., la costa entre Tru-

    jillo y Lima aument su densidad poblacional y se organiz en pobla-dos permanentes, prximos a centros con edificios de estructura esta-ble, de obra y funcin pblica o comunal y que, hasta donde nuestros conocimientos alcanzan, cumplan funciones ceremoniales aparente-mente ligadas a la prediccin del tiempo, entre otras. As son los pobla-dos de Alto Salaverry (Pozorski, 1977) y Salinas de Chao (Alva, 1986) cerca a Trujillo, o spero en Supe (Feldman, 1980), para citar solo algu-nos de los muchos ya conocidos. Se caracterizan por la presencia de "plazas hundidas" circulares, como las que ms tarde aparecieron en los templos de la poca Formativa, o en la edificacin de plataformas ob-viamente ligadas a una funcin ceremonial (Williams, 1985).

    Si estos procesos de asentamiento se desligan de las activida-des productivas centrales, como la agricultura y la pesca, no pasan de ser anecdticos. Por el contrario, si se les asocia a ellas, representan la clave para la comprensin del singular proceso de diferenciacin de los Andes centrales frente al resto de la regin. La asociacin de los com-plejos edificios no-domsticos con la agricultura es posible si uno des-cubre que la arbitrariedad de las plataformas piramidales, los incom-prensibles espacios y divisiones de los recintos, etc., pueden ser expli-cados si son asociados a una funcin "predictiva" del tiempo, es decir calendrica. En Mxico16 (Aven 1991.) ha sido posible asociar -con ba-se en observaciones empricas- edificios de una etiologa equivalente, y en los Andes ya hay varios avances en esa direccin. Si esos edificios fueron parte de un trabajo destinado a fines calendricos, entonces ellos fueron parte de una actividad agrcola. No se requiere de un gran esfuerzo de reflexin para saber que en lugares como la costa centro-andina, la necesidad calendrica de las tareas agrcolas demanda nive-les muy altos de precisin; as es, aun hoy. La falta de prediccin del tiempo impide asegurar el xito de la campaa de cada ao, y toda la

    " Aveni, 1991.

  • 40 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    inversin de trabajo, insumas y dems, tiene que estar regulada por esa calendarizacin. Si la tecnologa calendrica es solo una parte de la ac-tividad agraria, los especialistas que trabajan en ello, tienen el papel y la importancia que sus previsiones tienen para la poblacin. Si son as las cosas, podemos decir que a partir del 2.000 de la era pasada, los tra-bajadores de los "templos" centro-andinos fueron aumentando y ha-cindose cada vez ms importantes, pues los templos crecieron y au-mentaron, en todo sentido. Podemos decir tambin, que ese sector de la poblacin se fue diferenciando del resto de la poblacin, debido a la naturaleza progresivamente ms especializada de su trabajo, a tal gra-do que en un momento dado, unos y otros eran clases de gente muy distinta.

    Todo eso estuvo acompaado de varios factores de desarrollo simultneo. Uno fue el ascenso poblacional, apoyado inicialmente en una estable economa de base martima, que permiti una exitosa se-dentarizacin desde al menos el quinto milenio de la era pasada (Ben-fer,l983). Los pescadores-recolectores de mariscos y los habitantes de las "lomas" no eran ajenos a la produccin agrcola, de la que se abaste-can de insumas para redes y flotadores (algodn y calabazas), pero adems tampoco eran ajenos al hbito de observar el movimiento de los astros y otros indicadores calendricos (de cambios cclicos y even-tuales en el tiempo), con los que todo hombre de mar se encuentra con-sistentemente asociado: el control de las mareas y su relacin con los cambios lunares, as como las alteraciones faunsticas ligadas a los cam-bios climticos y estacionales, tienen que haber cumplido un papel muy importante en la formacin de un sistema de conocimientos de prediccin del tiempo, que al aplicarse a la agricultura, se convirti en un instrumento principal para garantizar la eficiente explotacin de los conos aluviales que hasta entonces eran mnimamente usados.

    Desde luego, estos conocimientos -en la costa- eran poco efi-cientes en la intensificacin de la produccin agrcola, a menos que se dispusiera de una tecnologa suficiente para convertir los fangosos e irregulares conos aluviales en valles cultivables. Esto solo era posible con una adecuada infraestructura de riego, que habindose iniciado con simples acequias de derivacin de las aguas de los ros, debi am-pliarse como una red de canales que incorporaran a la produccin, de modo ascendente, todo el cono de deyeccin y an las tierras frtiles in-terfluviales.

  • INTRODUCCIN AL VOLUMEN 41

    Este fue el punto de partida de una exitosa historia del trabajo, progresivamente acumulado y ampliado. Los especialistas en ingenie-ra hidrulica y elaboracin de calendarios -trabajadores intelectuales-centraron su actividad en los templos, lugares construidos para servir como observatorios astronmicos, centralizar servicios y, desde luego, cubrir prcticas mgico religiosas que hicieran posibles sus actividades.

    A medida que la eficiencia de los proyectos agrcolas hizo po-sible la intensificacin productiva y el ascenso de la poblacin, los tem-plos crecieron y aumentaron, formando los llamados "centros ceremo-niales", que son la base sobre la que se organiz la sociedad urbana en los Andes. En este estado de cosas se produjo igualmente un incremen-to de los contactos entre diversas regiones. Es as tambin que se inici una diferenciacin entre los Andes centrales y los dems territorios an-dinos, cuyos avances si bien fueron tambin de intensificacin agrco-la, no requirieron del tipo de trabajo especializado que exiga la agricul-tura centro-andina, en rubros tan diferentes de las faenas del campo co-mo la astronoma o la ingeniera hidrulica. En cualquier caso, tales ru-bros no requeran de la elaboracin de instrumentos de trabajo tan complicados como los centro-andinos.

    Pero el proceso de afirmacin agraria, que tuvo un desenlace urbano en el norte del Per, no es generalizable a los Andes centrales; es importante advertir que fenmenos muy conocidos, como el del im-perio inkaico, solo parcialmente se asentaron en dicho proceso. Para los arquelogos peruanistas son muy claras las diferencias entre lo que ocurri al norte y al sur de la meseta de Junn y Lima; al Sur no existen mega-proyectos hidrulicos similares a los de Chim u otros estados norteos y, tanto en Ayacucho como en Cusco, los asentamientos urba-nos no derivaron de centros ceremoniales del tipo de los de la costa Norte, si bien asimilaron y copiaron muchos de sus elementos y mu-chos de los que se formaron en el altiplano del Titicaca. Como se discu-te en el artculo respectivo, no se da la explicacin "hidrulica" en el sur, o, en todo caso es muy distinta a la del Norte. Los grandes estados expansivos que se formaron en el sur no nacieron bajo el comando de los trabajadores intelectuales sino de los guerreros que, detrs de sus ejrcitos, llevaban mercancas y funcionarios que cobraban trabajo a los sometidos.

    Historia distinta es tambin la de los Andes meridionales de los que se ocupa Lautaro Nez. En las secas punas y quebradas del

  • 42 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    norte y centro-oeste argentino y del norte-chico chileno, el apoyo en el pastoreo fue fundamental, aun cuando la agricultura de oasis fue prac-ticada de manera extensiva.

    En los Andes septentrionales, el xito en el manejo del ambien-te hmedo de la floresta tropical se hizo extensivo a todo el proceso. La expectativa evolucionista simplista, que esperaba que alguna vez llega-ran a darse sociedades urbanas iguales a las de los Andes centrales, ha hecho perder de vista el rico proceso de desarrollo que tuvieron las po-blaciones de esta regin. Los altos niveles de organizacin "cacical", considerados generalmente como una fase "en trnsito" hacia formacio-nes estatales, representan un nivel de desarrollo diferente pero equiva-lente al de los Andes centrales. Aqu, las formas y condiciones del tra-bajo condujeron a relaciones sociales e instituciones diferentes, que al conectarse con las vecinas avanzaron -ambas- en direcciones igual-mente diversas. No es la historia andina un proceso lineal que se pue-de fcilmente explicar con un simple equema evolucionarlo; se trata de un desarrollo desigual que al activarse histricamente fue combinando experiencias que permitieron un avance sostenido de sus poblaciones.

    El pensamiento evolucionista unidireccional observa general-mente que los cambios histricos norteos fueron mucho ms lentos que los del centro y que las sociedades nor-andinas eran conservado-ras, quedando con sus instituciones econmicas y sociales en una situa-cin de largos estancamientos. Si se observa la historia a partir del pa-rmetro de los cambios requeridos por el proceso central-andino, esto parece cierto. Es porque se da el supuesto errneo que en algn mo-mento deban aparecer tecnologas, asentamientos e instituciones igua-les a las del centro. Eso no tuvo que ocurrir nunca, a menos que hubie-ran contactos entre esos pueblos, de donde por cierto las consecuencias no tenan que ser las mismas. La expectativa que Sogamoso o Bogot llegaran a ser alguna vez como el Cusca, asumiendo que esos asenta-mientos muiscas eran "antecedentes" de un fenmeno estatal equiva-lente al de los inkas, es una ilusin histrica equvoca, pues los antece-dentes del Cusca no pasan por una historia como la de la meseta cun-diboyacense y sta, a su vez, se sustenta en parmetros econmicos e histricos muy diferentes. En cambio, parece legtimo asumir que el pa-pel de los muiscas era ya, en el siglo XVI, equivalente al que el Cusca tena en ese mismo momento, en condiciones y con premisas diferen-tes. No es el uno un "nivel'' del otro; se trata de niveles evolutivos desi-

  • INTRODUCCIN AL VOLUMEN 43

    guales pero equivalentes. El contacto entre unos y otros pudo tener consecuencias similares a las que se dieron con el contacto entre los ro-manos y los 'brbaros" germanos y otros.

    Estas condiciones favorecieron un activo proceso de regionali-zacin, derivado de la optimizacin de los recursos naturales por cada una de las poblaciones, va la agricultura, adoptando estrategias de ex-plotacin ampliada de los territorios. Es as como tenemos, en los An-des, una infinidad de procedimientos de apropiacin de los recursos, adecuados a las condiciones del clima, el suelo, las pendientes, etc. A ellos se agregan patrones de los asentamientos tambin concurrentes con las condiciones naturales y las exigencias de cantidad y calidad de la fuerza de trabajo. Las tecnologas desenvueltas corresponden a las necesidades de su implantacin, siendo las ms complejas las que estn asociadas a la produccin de los bienes de subsistencia, aun cuando la manufactura y los servicios crecieron igualmente segn las condiciones histricas. Es de advertir que el intercambio de experiencias no disloca el rumbo de los procesos evolutivos autogenerados, sino que los refuer-za, de modo que no todas las estrategias econmicas o sociales del en-tomo, por muy eficaces que fueran en sus centros de desenvolvimien-to, fueron por fuerza asumidas por otros, eso impidi la homogeneiza-cin de las conductas aun en procesos impuestos por la fuerza, como los de los estados expansivos.

    El desarrollo tecnolgico y poblacional que posibilit la expan-sin econmica del rea central andina, a partir de un rgimen de cla-ra inspiracin urbana, con una organizacin poltica centralizada, con sistemas de produccin progresivamente ampliados, asociados a meca-nismos de previsin y redistribucin sumamente generosos, desembo-c en una ruptura de las tendencias autrquicas regionales, que se ha-ban desarrollado a la sombra de la optimizacin de los recursos loca-les. En la segunda mitad del primer milenio de nuestra era, las gentes y sus productos comenzaron a circular en los Andes centrales en una y otra direccin, lo que no impidi, por cierto, el mantenimiento de las tradiciones y formas locales o regionales que hasta hoy sirven de "sello" a sus habitantes. Se formaron, desde entonces, Estados de diverso gra-do de poder, como el de Wari, Chim o el del Cusco. El Estado y los ca-cicazgos son expresiones jurdicas de las relaciones de poder que se ca-racterizan por su definida vocacin expansionista, aun cuando mantie-nen una estructura y estrategias expansivas diferentes. En el norte, for-

  • 44 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    maciones cacicales como la de los muizcas estaban en un proceso de progresiva ampliacin de su rea de influencia en el sigloXVI, en tanto que los inkas del Cusco haban formado un Imperio que comprenda el extremo sur de Colombia y lo que hoy son Ecuador, Per, Bolivia, ms del 60 por ciento de Chile y tanto el noroeste como el centro-oeste de Argentina, desde la tierra de los Pastos hasta la de los Picunches y los Huarpes.

    Cuando llegaron los espaoles, en el siglo XVI, haba un Empe-rador "Sapan Inka", en el centro del poder, y una vasta red de funciona-rios ligados a los nobles "Orejones" del Cusco. Este Estado resuma una larga experiencia de organizacin econmica y social en el territorio an-dino y, por lo tanto, era una empresa eficiente y exitosa.

    No era un paraso; el esquema poltico funcionaba dentro de un rgimen autrquico impuesto por los cusqueos sobre pueblos que en muchos casos ni siquiera hablaban la lengua de los inkas: en el nor-te predominaban lenguas del tronco macro-chibcha, en los Andes cen-trales se hablaba el sec, el muchik o yunga, al menos tres dialectos del quechua, varias lenguas del tronco aru, el kunsa y lenguas del tronco mapu.

    No fue un paraso, pero el Estado garantizaba la reproduccin y desarrollo de la poblacin mediante programas de previsin econ-mica y social, con almacenaje abundoso y controlado de alimentos, ves-tidos y otros recursos. Se construan graneros y otros almacenes, como primera medida en cada zona conquistada, a la par que se estableca el centro administrativo que haca evidente la presencia del Imperio y le serva a ste para su administracin. Aument la poblacin y los pro-gramas de incremento de la infraestructura productiva estaban tam-bin en ascenso y expansin.

    Esta historia se interrumpi parcialmente en el siglo XVI, cuan-do llegaron los europeos. Desde entonces continu una historia dife-rente, colonial. Los inkas gobernaron los Andes algo menos de un siglo, desde comienzos del siglo XV, cuando iniciaron sus conquistas, hasta 1533, cuando se comenz la guerra de Espaa contra el Tawantinsuyo.

    Hasta este punto llega este volumen de la Historia de Amrica Andina, que an dificultosamente est saliendo de las circunscripciones nacionales modernas y de las fantasas de antao.

  • PRIMERA PARTE

    El hombre y el medio

  • l. El poblamiento de los Andes (10.000-7.000 a.C.)

    GERARDO ARDILA

  • CONTENIDO

    PRIMERA PARTE: EL HOMBRE Y EL MEDIO

    l. EL POBLAMIENTO DE LOS ANDES l. INTRODUCCIN 2. LA INVESTIGACIN EN SUR AMRICA 3. EL PAISAJE Y EL AMBIENTE NATURAL A FINALES DEL

    PLEISTOCENO 4. LOS PATRONES CULTURALES Y LOS SITIOS ARQUEOLGICOS

    PLEISTOCNICOS Toca do Boqueirao da Pedra Furada Monte Verde Tagua-Tagua Los Toldos Caverna de Pedra Pintada (Monte Alegre) Lapa Vermelha IV Paijn Tequendama Tibit Taima-Taima El lnga y otros sitios ecuatorianos

    5. CONCLUSIONES

  • 1. INTRODUCCIN Los primeros seres humanos llegaron a Amrica desde hace va-

    rios miles de aos, procedentes del Viejo Mundo, como producto de un lento proceso de colonizacin. Hoy existen dudas acerca de que el pa-so a travs del estrecho de Bering haya sido la ruta ms antigua, como se crea hasta hace muy poco. El avance de las investigaciones en Asia y Norteamrica no ha arrojado luces sobre las relaciones culturales en-tre estas dos reas; por el contrario, los resultados ms recientes obligan a pensar en hiptesis alternativas a las tradicionales. Todos los especia-listas estn de acuerdo en que el poblamiento de Amrica no fue el pro-ducto de la migracin de un grupo humano particular, sino la conse-cuencia de innumerables llegadas de pequeas comunidades a travs de diferentes rutas. En los ltimos aos, la aceptacin del sitio arqueo-lgico de Monte Verde (en Chile) y de su edad alrededor de 12.500 aos antes del presente, as como el reconocimiento de una gran diversidad de modos de vida de los seres humanos al comienzo del Holoceno, han obligado a la generacin de nuevas hiptesis, algunas de las cuales con-sideran contactos transocenicos, tanto a travs del Pacfico como del Atlntico. Aunque ninguna de estas hiptesis posee datos arqueolgi-cos que la sustenten, los mismos datos disponibles hacen que hoy se acepte con menor reserva la idea de que muchos de los primeros gru-pos humanos que se establecieron en Amrica llegaron a travs del ocano, en viajes que partieron desde distintos puntos en el Viejo Mun-do y llegaron a diferentes costas americanas. La imagen de grupos hu-manos caminando a travs del hielo, parece haber empezado a ser cam-biada por la de pequeas flotillas de canoas movindose de isla en isla, o desplazndose a lo largo de los litorales. Desde hace aos se han ve-nido planteando varios posibles modelos:

    El primero considera varias oleadas de poblaciones pequeas que se dirigieron por mar hacia la zona sur de las islas Aleutianas, na-vegando de isla en isla hasta alcanzar el rea de los actuales estados de Washington y Oregon al "noroeste de los Estados Unidos, las cuales si-guieron la lnea litoral del Pacfico hacia Centro y Sur Amrica. Este modelo, presentado por Ruth Gruhn, se basa en: (a) datos lingsticos que refuerzan una mayor profundidad temporal de las lenguas a lo lar-go del Pacfico, lo que se interpreta como una prueba de mayor anti-

  • 50 HISTORIA DE AMRICA ANDINA

    Oceno Pacfico

    Oceno Atlntico

    Lmina 3, Rutas migratorias de los cazadores-recolectores pleistocnicos.

  • EL POBLAMIENTO DE LOS ANDES 51

    gedad de estas poblaciones; (b) los datos arqueolgicos que indican una mayor antigedad de los asentamientos suramericanos sobre los sitios ms conocidos de Norteamrica, lo que se interpreta como el pro-ducto de que los sitios norteamericanos ms antiguos se hallan bajo el ocano hoy en da; y (e) la ausencia de sitios antiguos en la va Bering-Yukn (a pesar de intensivas investigaciones), que sustenten las ideas de un poblamiento inicial por esta ruta.

    El segundo modelo plantea contactos muy antiguos entre fri-ca y Amrica del Sur (en especfico hacia la regin costera de la selva del Amazonas) a travs de la navegacin por el Atlntico. Este modelo, presentado por Donald Lathrap se basa en: (a) datos botnicos sobre al-gunos tipos de calabazas, algodn y bejucos de origen africano, presen-tes en las selvas suramericanas; (b) anlisis de narraciones y tradiciones orales suramericanas; y (e) el carcter fluvial de las culturas de selva tropical en Sur Amrica, lo que implica un manejo muy temprano de las tcnicas de navegacin y del uso de los grandes ros como avenidas para la colonizacin y el intercambio.

    El tercero, que puede considerarse como una variante de los anteriores, plantea que hubo contactos muy antiguos entre el noreste de Asia y el noroccidente de los Estados Unidos, los cuales se origina-ron en Europa (y los cuales seran los portadores de la "cultura de ca-zadores Clovis"). Este modelo, recin planteado por Dennis Stanford, del Instituto Smithsoniano de Washington, reconoce la existencia de poblaciones anteriores a estos "europeos" portadores de puntas Clovis, y se basa en: (a) varios hallazgos recientes de restos humanos en los Es-tados Unidos, en particular un esqueleto en Kennewick (en el estado de Washington), y una mandbula en una cueva al suroccidente de Alas-ka, los cuales tienen edad Clovis pero cuyo estudio morfolgico ha re-velado rasgos caucasoides; (b) las relaciones morfolgicas que se pue-den establecer entre las puntas Cl.ovis y los artefactos solutrenses; y (e) la enorme movilidad n~cesaria para adquirir las materias primas utili-zadas en la fabricacin de las puntas de proyectil Clovis, la cual es re-lacionada con la utilizacin muy temprana de canoas para la explora-cin y el transporte de materias primas a travs de las grandes corrien-tes fluviales del sureste de los Estados Unidos. Esta hiptesis debe an explicar las causas de la concentracin de poblaciones de gente porta-

  • 52 HISTORIA DE AMERICA ANDINA

    dora de puntas Clovis en el este de los Estados Unidos, si los primeros grupos arribaron al noroeste de su actual territorio.

    As, la investigacin sobre el poblamiento ms antiguo de Amrica est retomando sobre viejas ideas que fueron descartadas por no reunir los requisitos mnimos para ser probadas. Hoy, el desarrollo de un tipo de tcnicas de investigacin imposibles de imaginar hace unos cuantos aos (todo el conjunto denominado "arqueologa molecu-lar") y la colaboracin interdisciplinaria, han permitido la obtencin de datos invisibles hasta hace poco (microestratigrafa, tcnicas de data-cin, anlisis fsicos y qumicos de suelos, observacin y reconocimien-to de sustancias adheridas, anlisis moleculares, etc.), y una mayor con-fianza en el establecimiento de las relaciones entre diversas poblaciones de restos humanos (estudios del DNA presente en los orgnulos mito-condriales ). Estos desarrollos han permitido reconocer una antigedad mayor que la de once mil aos para el establecimiento de los seres hu-manos en Sur Amrica, y generan esperanzas sobre los resultados del estudio gentico que apenas se inicia con los restos humanos bien fe-chados localizados en los meses pasados en los Estados Unidos.

    No obstante, el estudio del poblamiento ms antiguo de Am-rica constituye uno de los problemas de investigacin ms difciles en la arqueologa mundial. Los primeros humanos se movilizaban en gru-pos muy pequeos y ocupaban sus campamentos por cortos peodos de tiempo, lo que hace en extremo complicado seguir sus desplaza-mientos, encontrar sus viviendas o interpretar el registro arqueolgico correspondiente a sus actividades cotidianas. Parece obvio que entre ms antigua sea la ocupacin, ms problemas habr para su estudio. Por esa razn, la mayoa de los sitios que se presentaron como pre-Clovis1 en toda Amrica han estado sujetos a muy fuertes crticas. Una

    ' Los arquelogos han denominado "puntas Clovis" a un tipo particular de puntas de fle-chas y lanzas talladas en pedernales de excelente calidad, las primeras de las cuales fueron halladas a comienzos de los aos treinta en el sitio de Clovis, en los Estados Uni-dos, cuya principal caracterstica es su forma similar a una hoja de laurel, con una es-cotadura en la base y una acanaladura que pudo haber servido para encabar la punta en el palo de la flecha o de la lanza, y cuyo tamao dependa de las intenciones de los artesanos. Hay ejemplares conocidos de varios tamaos, desde tres centmetros de lon-gitud, hasta un poco ms de once. Tambin se sabe que muchas de las puntas ms pe-queas fueron el producto de la readaptacin de ejemplares mayores que se haban fracturado por el uso. Estos objetos han aparecido asociados con huesos de grandes her-bvoros extintos, por lo que se ha supuesto que sus portadores las fabricaban para cazar

  • EL POBLAM lENTO DE LOS ANDES 53

    situacin parecida ocurre con los yacimientos arqueolgicos pertenecien-tes a los cazadores de grandes animales y portadores de las puntas Clo-vis. A pesar del carcter de solidez que presenta la informacin correspon-diente y de que todos los especialistas estn de acuerdo en que la presen-cia de estos cazadores est demostrada y, de hecho, ocurri, tan solo se cuenta con diez yacimientos Clovis bien estudiados, datados y publica-dos en Norte Amrica, y con ninguno de ellos en Centro y Sur Amrica, aunque se conocen algunas puntas de proyectil que podran ser del estilo Clovis en Guatemala, Costa Rica, Panam y Venezuela. En total, en Sur Amrica se han estudiado alrededor de 95 sitios de este perodo antiguo, de los cuales solo se han excavado parcialmente unos 40 y, de stos, solo trece poseen fechas radiocarbnicas que se pueden considerar recogidas y tratadas con rigor como para permitir un anlisis y discusin serias.

    2. LA INVESTIGACIN EN SUR AMRICA La investigacin acerca del poblamiento ms antiguo de Sur

    Amrica es muy reciente. En casi todos los pases (incluyendo Mxico y los de Centro Amrica) se inici apenas hacia 1960. Argentina es una excepcin, gracias a los trabajos realizados por Ameghino desde finales del siglo pasado. Las preocupaciones