historia humana de un deportista mutilado

1
El Diario de Hoy www.edhdeportes.com • Martes, 27 de octubre de 2015 EDH DEPORTES // 83 Jorge García ya lleva cuatro años trabajando en ANDA, donde se desempeña en Servicio al Cliente. FOTO EDH/JAIME ANAYA. Triunfo sobre la tragedia b Jorge García es el portero de la selección de amputados, que se apresta a jugar la Copa América en México Trabajaba en un restaurante en La Unión y la noche del 25 de enero de 1994, tras cerrar el negocio, fueron a dejar a los empleados a sus casas. Iban 10 personas en la parte trasera de un pick up, cuando un ca- mión los embistió y, para su desgracia, fue el único perju- dicado. En su agonía, Jorge García observó que su brazo quedó pegado en la cama del camión y que alguien lo puso en una hielera, pero el inexperto po- licía que hacía el reporte no permitió que se lo llevaran, pues era la evidencia. Tenía 14 años, y en sus mo- mentos libres iba a Usulután a entrenar como delantero con el Firpo, donde brillaban Raúl Toro, Leonel Cárcamo Batres, Fernando de Moura, Carlos “Cacho” Meléndez, etc. Lo primero que pensó fue que su sueño de ser futbolista se había terminado. De pronto había perdido un brazo, la piel se le había desga- rrado a la altura del hombro y lo trasladaron al hospital San Juan de Dios de San Miguel, donde los médicos le aplica- ron anestesia; la sangre mana- ba a borbotones, se esmera- ron en contener la hemorra- gia y le hacían transfusiones por la vía intravenosa al tiem- po que suturaban las heridas. Era tan grande el dolor, que ni Manuel Cañadas Twitter: @Memecanadas Recientemente visitó a Caly Cañadas, preparador de porteros de selecciones nacionales, y recibió buenos consejos. EMPLEADO EFICIENTE Las personas que llegan a la oficina de Servicio al Cliente de la Anda de Me- trosur que son atendidas por Jorge García se llevan una buena impresión por sus modales y, sobre to- do, por su eficiencia. Ya cumplió cuatro años de laborar ahí. ENTRE ÍDOLOS Jorge tuvo la oportunidad de platicar con Caly Caña- das, preparador de porte- ros de selecciones nacio- nales, quien lo invitó a algunas prácticas, le ob- sequió implementos y le entregó un saludo de “Mágico” González que se viralizó en las redes. la morfina le hacía efecto. Durante los 17 días que estu- vo hospitalizado bajó mucho de peso y soportó un dolor profundo, como si ardiera por dentro. Proveniente de un hogar desintegrado, le había tocado bregar en solitario, no obstante su madre se trasladó a La Unión para cuidarlo. Todos hemos sufrido alguna vez, pero aquel suplicio fue constante, día tras día, sema- na tras semana, mes tras mes que lo hacía caer en intermi- nables ciclos de ansiedad, de- presión, pérdida del apetito, del sueño, incluso una persis- tente sensación angustiosa de dolor en el brazo derecho, aunque ya no lo tuviera. “La gente del hospital fue muy buena conmigo y hasta me ayudó a acudir a mis pro- pias capacidades mentales pa- ra combatir el dolor y la frus- tración”, expresa García. Como suele suceder con to- dos los amputados, sufrió constantemente y aún tiene algunas recurrencias del Sín- drome del Miembro Ausente, pero eso no lo arredró. La fe “Mi sicólogo, siquiatra y fisio- terapista fue Dios desde que estaba en el hospital”, mani- fiesta. Después de la amputación sentía que los dedos le dolían y le picaban. Sucede que a pe- sar de no tener el brazo, el ce- rebro sigue dando órdenes co- mo si aún lo tuviera. Alguien le aconsejó que se repitiera frente al espejo: “¡No tengo brazo derecho, no tengo brazo derecho...”, in- tentando que el cerebro se acostumbrara a la idea y deja- ra de sentir el dolor. Durante la convalecencia tuvo los solícitos cuidados de su madre, pero luego debió aprender a bañarse, vestirse, peinarse, lavarse los dientes o realizar otras tareas con una sola mano. Algunas veces, cuando no había nadie en casa, debía buscar ayuda, pero asumió su tragedia con la cabeza en alto, entendiendo que de tal oscu- ridad, podía seguir adelante. Jorge siempre ha sido opti- mista y superó la pérdida in- cluso antes de que lo hiciera su madre y sus tres hermanos. Se trasladó a San Salvador, se afincó en la colonia Santa Lu- cía y decidió que eso no lo iba a limitar. Para entonces ya podía reali- zar muchas actividades con una sola mano. En el Institu- to de la Santa Lucía sacó su ba- chillerato en contaduría, deri- vó en un gran estudiante, con las mejores notas, muy dife- rente a su etapa normal, don- de era reacio a las clases. Luego, con el bachillerato ganado, solicitó muchos tra- bajos, pero fueron vanos in- tentos, ya que en ninguna parte lo contrataron. Por esos días conoció al “Rambo” Maravilla, uno de los pioneros de la selección de amputados que había logrado tres campeonatos mundiales. Este lo invitó a los entrenos en la Fuerza Aérea y descubrió que, según las reglas interna- cionales, el arquero debería carecer de un brazo. Nuestro héroe sintió que su vida cam- biaba y se congratuló por el hecho de estar luchando, pues en cada día veía una nue- va dificultad a superar. Comenzó a jugar el arco con un solo brazo, con un alboro- zo tal, casi mayor que cuando estaba completo. Desde en- tonces y con la selección na- cional de amputados ha parti- cipado en tres campeonatos mundiales, uno en Rusia y dos en Argentina; en dos co- pas América, en México y Ar- gentina, y se apresta ahora a disputar, el otro mes, una nueva copa en Guadalajara. El fútbol puede verse desde diversos ángulos, para Jorge ha sido una fuente de inspira- ción porque el placer recibido al practicarlo no es otro que el que se deriva de la acción mis- ma realizada, como un placer funcional, como pintar un cuadro, admirar un paisaje, ejecutar un instrumento mu- sical. La belleza de todo ello es disfrutada en sí misma; tal aseveración puede parecer idealista, romántica, porque buscar otro matiz cualquiera podría ser menos hermoso y gratificante. Para Jorge el fútbol es su ma- yor placer, toda una gracia, pues es lo que más ama hacer. “En realidad disfruto al má- ximo lo que hago, pero no bas- taba mi victoria personal, hasta el día en que tomé con- ciencia que si yo puedo hacer tantas cosas, quizás otras per- sonas privadas de lo mismo puedan aprender a hacerlo, nada me compensaría más que servir de ejemplo”, dice.

Upload: cuscatlan-will

Post on 03-Dec-2015

215 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Es una extraordinaria historia de un deportista de El Salvador que perdió su brazo en un accidente de tránsito, pero que como seleccionado se ha puesto de pie.

TRANSCRIPT

Page 1: Historia Humana de un deportista mutilado

El Diario de Hoy www.edhdeportes.com • Martes, 27 de octubre de 2015 EDH DEPORTES // 83

Jorge García ya lleva cuatro años trabajando en ANDA, donde se desempeña en Servicio al Cliente. FOTO EDH/JAIME ANAYA.

Triunfo sobre la tragediab Jorge García es el portero de la selección de ampu ta dos, que se apresta a jugar la Copa América en México

Trabajaba en un restaurante en La Unión y la noche del 25 de enero de 1994, tras cerrar el negocio, fueron a dejar a los empleados a sus casas. Iban 10 personas en la parte trasera de un pick up, cuando un ca-mión los embistió y, para su desgracia, fue el único perju-dicado.

En su agonía, Jorge García observó que su brazo quedó pegado en la cama del camión y que alguien lo puso en una hielera, pero el inexperto po-licía que hacía el reporte no permitió que se lo llevaran, pues era la evidencia.

Tenía 14 años, y en sus mo-mentos libres iba a Usulután a entrenar como delantero con el Firpo, donde brillaban Raúl Toro, Leonel Cárcamo Batres, Fernando de Moura, Carlos “Cacho” Meléndez, etc.

Lo primero que pensó fue que su sueño de ser futbolista se había terminado.

De pronto había perdido un brazo, la piel se le había desga-rrado a la altura del hombro y lo trasladaron al hospital San Juan de Dios de San Miguel, donde los médicos le aplica-ron anestesia; la sangre mana-ba a borbotones, se esmera-ron en contener la hemorra-gia y le hacían transfusiones por la vía intravenosa al tiem-po que suturaban las heridas. Era tan grande el dolor, que ni

Manuel Cañadas Twitter: @Memecanadas

Recientemente visitó a Caly Cañadas, preparador de porteros de selecciones nacionales, y recibió buenos consejos.

EMPLEADO EFICIENTE Las personas que llegan a la oficina de Servicio al Cliente de la Anda de Me-trosur que son atendidas por Jorge García se llevan una buena impresión por sus modales y, sobre to-do, por su eficiencia. Ya cumplió cuatro años de laborar ahí.

ENTRE ÍDOLOS Jorge tuvo la oportunidad de platicar con Caly Caña-das, preparador de porte-ros de selecciones nacio-nales, quien lo invitó a al gunas prácticas, le ob-sequió implementos y le entregó un saludo de “Má gico” González que se viralizó en las redes.

la morfina le hacía efecto. Durante los 17 días que estu-

vo hospitalizado bajó mucho de peso y soportó un dolor profundo, como si ardiera por dentro. Proveniente de un hogar desintegrado, le había tocado bregar en solitario, no obstante su madre se trasladó a La Unión para cuidarlo.

Todos hemos sufrido alguna vez, pero aquel suplicio fue constante, día tras día, sema-na tras semana, mes tras mes que lo hacía caer en intermi-nables ciclos de ansiedad, de-presión, pérdida del apetito, del sueño, incluso una persis-tente sensación angustiosa de dolor en el brazo derecho, aunque ya no lo tuviera.

“La gente del hospital fue muy buena conmigo y hasta me ayudó a acudir a mis pro-pias capacidades mentales pa-ra combatir el dolor y la frus-tración”, expresa García.

Como suele suceder con to-

dos los amputados, sufrió constantemente y aún tiene algunas recurrencias del Sín-drome del Miembro Ausente, pero eso no lo arredró.

La fe “Mi sicólogo, siquiatra y fisio-terapista fue Dios desde que estaba en el hospital”, mani-fiesta.

Después de la amputación sentía que los dedos le dolían y le picaban. Sucede que a pe-sar de no tener el brazo, el ce-rebro sigue dando órdenes co-mo si aún lo tuviera.

Alguien le aconsejó que se repitiera frente al espejo: “¡No tengo brazo derecho, no tengo brazo derecho...”, in-tentando que el cerebro se acostumbrara a la idea y deja-ra de sentir el dolor.

Durante la convalecencia tuvo los solícitos cuidados de su madre, pero luego debió aprender a bañarse, vestirse,

peinarse, lavarse los dientes o realizar otras tareas con una sola mano.

Algunas veces, cuando no había nadie en casa, debía buscar ayuda, pero asumió su tragedia con la cabeza en alto, entendiendo que de tal oscu-ridad, podía seguir adelante.

Jorge siempre ha sido opti-mista y superó la pérdida in-cluso antes de que lo hiciera su madre y sus tres hermanos. Se trasladó a San Salvador, se afincó en la colonia Santa Lu-cía y decidió que eso no lo iba a limitar.

Para entonces ya podía reali-zar muchas actividades con una sola mano. En el Institu-to de la Santa Lucía sacó su ba-chillerato en contaduría, deri-vó en un gran estudiante, con las mejores notas, muy dife-rente a su etapa normal, don-de era reacio a las clases.

Luego, con el bachillerato ganado, solicitó muchos tra-

bajos, pero fueron vanos in-tentos, ya que en ninguna parte lo contrataron.

Por esos días conoció al “Rambo” Maravilla, uno de los pioneros de la selección de amputados que había logrado tres campeonatos mundiales. Este lo invitó a los entrenos en la Fuerza Aérea y descubrió que, según las reglas interna-cionales, el arquero debería carecer de un brazo. Nuestro héroe sintió que su vida cam-biaba y se congratuló por el hecho de estar luchando, pues en cada día veía una nue-va dificultad a superar.

Comenzó a jugar el arco con un solo brazo, con un alboro-zo tal, casi mayor que cuando estaba completo. Desde en-tonces y con la selección na-cional de amputados ha parti-cipado en tres campeonatos mundiales, uno en Rusia y dos en Argentina; en dos co-pas América, en México y Ar-gentina, y se apresta ahora a disputar, el otro mes, una nueva copa en Guadalajara.

El fútbol puede verse desde diversos ángulos, para Jorge ha sido una fuente de inspira-ción porque el placer recibido al practicarlo no es otro que el que se deriva de la acción mis-ma realizada, como un placer funcional, como pintar un cuadro, admirar un paisaje, ejecutar un instrumento mu-sical. La belleza de todo ello es disfrutada en sí misma; tal aseveración puede parecer idealista, romántica, porque buscar otro matiz cualquiera podría ser menos hermoso y gratificante.

Para Jorge el fútbol es su ma-yor placer, toda una gracia, pues es lo que más ama hacer.

“En realidad disfruto al má-ximo lo que hago, pero no bas-taba mi victoria personal, hasta el día en que tomé con-ciencia que si yo puedo hacer tantas cosas, quizás otras per-sonas privadas de lo mismo puedan aprender a hacerlo, nada me compensaría más que servir de ejemplo”, dice.