historia rural del uruguay moderno i seccion i

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Page 1: Historia Rural Del Uruguay Moderno I Seccion I
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Page 3: Historia Rural Del Uruguay Moderno I Seccion I

Llli! A. Far oppa, que ley6 y corrigi6 algunos cap£tulos II' 1~ (" 71 icos para nuestros conocimientos;

i nU" n k ro Agr. Mario Capurro , que nos acons ej 6 sobre la secci6n t'l '1I 101l0dl l r on c l ovino , sugi r iendo valiosas Tnodificaciones;

( ' lI l1 tador Milton Caputi, quien revis6 y cor r igi6 multiples cci1culos; Dr, Samue l DobskV, por sus ccnsejos sobre dieta y alimentaci6n,

ulHlslmos e ll el andUsis del tasa;o; rojesc r German W. Rama, por consejos e ideas relacionc:das con

su activ lda d sociol6gica; - Sr. Anfbal Barrios Pin tos , por su espontanea colaboraci6n al pro­

orci onarn os da tos sobr e la histor ia de la campana u r uguayo. - P OT u l t imo, de bem os consi gnar nuestro agradecimiento al Institut o de Econom{a, dependiente de 10 Facu ltad de Ciencias EconOmicas y de Admin~str aci 6 n, organismo Que financi6 parte de estc i nve st i ga­ci on.

cJ6n I

LAS CONSECUE lAS ECONOMICAS DE LA UERRA GRANDE

1851 • 1855

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Page 4: Historia Rural Del Uruguay Moderno I Seccion I

Introducci6n

Detrds de una lorna, a la sombra de aleunos Arbolell, cer­ca de un a fu c:n te que surge limplda de la roca... es taba el coronel Flores, blandamente r ecostado en tierra aobre au r ecad o y las d lversas piezas que componen el m obilla r lo del viajero y del soldado, po rque deben ser a I.lI vez col­ehon, traz.1da. almohada, e tc . El coron et, a t ento II 111 par que valtente, m e h u.o sentar so bre su r ecado-cama pre­guntaDdom e q ue novedad Ie trata,

-Mala para mi , coronel, Ie d lj e. -Ya me parecta, respondi6 el, viendo IU montura. ~58

han llevado sus caballos? -Todos, aUn los del Doeto r l Flores soori6. di elendo: - IPobrc doctor I. ,'>1 es tan bueno... Me ha curado 5 6 8

muchach08 ayer. -Nos han llevado todc, cabal los y manadas, anoehe. La sonrisa peralstente de F lor es mlentras yo le con ta ba

ml pena para nltmentar las 100 bocas de Plchtnango sin un solo caballo, me hiUl scspechar, y Ie dlje : -~Es entonces usted el que ha mandado hacer esta r aw a ? -51. dlJo, per c los muehachos slcmpre haccn mAs d e 10

que se les p lde, Ellos habran ssbldo que Ud s . tenlan bue nos caballos Y.. . -~Es decir que el10s se llevar on todo para elegir II su

gusto? -EI eso . ~Qu6 caballos qulere Ud. que te devuelva? -Pero todos, coronell - No me p lda 10 Imposlble; tengo neeesldad de caballos .

En cua nto a las manadas, a esta hora ya habrim vue lt o a au casa , sin los caballos. Digam e el pelo de los d e silla paraUd ., el do ctor y su h ermano, se Ios devolvere".

Ben jam in Peucel : "Les Otages de Du ra zno. Souvenirs du Rio de 1a Plata penda nt 1'Interventl6n Anglo-l"ran -;alsc de l S. S A 1851". Paris. Marseille. 1864, pags. 128· 127.

<r A I despun ta r el al ba del 8 de ocrubre de 1851 entr6 a1 galope en 1a ciudad d e M ontevideo e1 Capi tan Ri car do L6 pez Jordan. Trai a paTa el gobierno de 1a plaza comuni cacio nes en las que e1 GTat. Ur­quiza infor maba haber a;ustado 10 paz con las fuerzas leales a D. Ma­nuel Oribe. Los Boletines extraordinarios difundieron la buena nue­va y e1 instante la ciudad m ud6 su ffsonomia. En las azoteas se enarbo laron banderas de todas las naciones; las campanas l ueron echadas a vue10 y mientr as parte de 1a poblaci6n se entTegaba en las calles a toda su er te de re goci j os, los sender os qu e ba;aban del Cer r i t o y del Paso Mo lino, se cu br£an de ca'TT1ULj es y vfandantes en busca de la ci udad, a1 tiempo que de esta sa Han, tambien, animadas co­lumnas hacia 10 que haMa sido has ta ay er el campo sitiador, por el cami no de 1a Aguada , otros en dfr ecci6n a las Tres Cruces, por e1 amino del Cordon 0 por el del Cr i st o que conduC£a hasta e1 Puerto

del Buceo. Cad a uno buscnbc a1 par i ent e cercano, a1 amigo 0, sim­p1em ent e, al compatTiota para abrazaTse ;ubilosam ente y sin renee­

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(!ll portllLl' In paz aquel dia decretada, hada mucho tiempo que ha­'''tI mUIfI ' (a la v olun t ad de todos los combatientes." (1)

~ I nbrazo simb6lico que. se daban los orientales a la finalizaci6n do [n n Ia rga guerra signiflcaba la recuperaci6n de l destino nacional en sus propias manos. Nunca estuvo el pais en mayor peli gro de purd er 5U in dependencia y su integridad territorial que en esos mo­me ntes, cuando potencies amer icanas y europeas jugaban sus inter e­ses por cncima de los nuestros. Pellgro del que no salvaron Ios or len, a les su responsabilidad, al pedlr a poyos exleriores para dlrimlr sus

conflicl os Internos, y que fuera ap rovechado por nuestros veclnos para Iograr una siempre posible anexi6n (Confederaci6n Argenti na, B ra sil ) , y por los europeos para consegulr ventajas econ6micas sus­ta nci ales acordes con su impulso expansionista de la epoea (Francia, Ingla terr a ) .

Cuando luego de desgastadora y mon6tona lueha, los orientales cayeron en Ia euenta de los peligros que el propio pais corrfa, y del estancamiento general de la sltuaci6n, empezaron a producirse con­tactos entre ellos para resolv erla "s610 entre orientales". P ero los hllos de Ia intervenci6n extranjera hablan anudado ya una madeja demasiado enredada como para poderla romper con las solas fuerzas de un pais semi-ocupado. Fue necesarlo, pa ra hallar una salida, de­pender de Entre Rlos y Brasil, con cuyo apoyo se consigui6 terml­nar el conflicto, aun a costa de que la Ingerencla de ambos, sobre todo de este ultimo, con tinuara pesan do sobre la Republica durante largos aiios.

EI afan de pacificaci6n se concret6 en la f6rmula de paz: "no habra vencidos ni v encedor es" , que es tablecia clar amente 10 que en esos ultimos meses del afio 1851 era el sincero aUm de los orienta­les: olvido de l pasado, concordia. uni 6n para levantar el pais de 8U post racion y ma ntenerl0 en actitud vigilantefrente al extran jer o, ayer a liado, hoy sospechado de dobles in tencione9.

La manifestaci6n mas legftlma, au nque effmera , de este espiritu, fue la p olitica de fusl6n , comenzada en el gobierno de J oaquin Sua­rez e impulsada y establecida en el gobier no de Gir6. Ingenuo aunque honrado esfuerzo pa ra fusionar los partidos politicos, considerados com o unlcas causas de la enorme discordia armada, en u n solo par ­tido, e1 de la na ci6n. Las realidades del pais, con movido en una etapa crucial de su cr ecimiento, demostraron su to no algo ut6pico, hacien­doi a desaparecer a los pocos anos, si es que de verdad alguna vez, pasado eI primer momento de entusiasmo p or la paz, existi6 since­ramen te.

Los contemporaneos comenzaron a Uamar a1 con fl icto, como un ceo de las epopeyas ho mericas, "La Guerra de los Nueve ADOS", ha. cie nd ola a r r ancar asf -puesto que termin6 en el 51- de 1843. Es­trictamente, su origen fue anterior: el 19 de febrero de 1839, cuando

ivera deelnr6 la guerra a Rosas; pero es explicable la fecha de ctlmi en zo que Ie a trl buyeron porque desde febrero de 1843 -lnicia­el61l del Sitio de Montev ideo por Oribe-- todo el confli ct o transcu­rl 6 en In RepubIica Oriental, con incalculables perdidas de bienes.

Es de sdc es te punto de vista, lo s males eco n6mlcos profundos QllI' (ICn5ion6, que la estudiarem os. No se neceslta mayor esfuerzo dc lu im aginacl6n para darse cu en ta de los perjuicios que una guerra I

casi continua y que tuvo por escenario la mayor parte del pais, pudo haber provoeado sobre una eeo nomia exclusivament e pastoril, cuan­do los ejereitos no t enian servicio de intendencia y e l apr ovi slona, miento debia realizarse sobre el terrene, el desorden y la exist encia de pa r ti das armadas -regulares 0 de bandoleros-- destruian el ganado y arrasaban cosechas y poblaciones, las incursiones de fuer. zas ext r anjeras para alimentarse 0 para robar ganado se producian en la campaiia continuamente.

Que la guerra fue casi permanente -aunque no tan sangrlenta como a veces se piensa- 10 demuestra este esquernatico relate mill­tar: desde febrero de 1843 hasta marzo de 1845, los com bates fueron numerosos y el territorlo de Ia Republica cubierto por los ejercitos enernigos. En Ia ultima feeha se produce la bataUa de India Muerta . que signific6 el fin dei ejercito de Rivera, quien debi6 pasar al Bra­sil. Pero en el 45 y principios .del 46, el Gobiern o de la Defensa en via a Garibaldi contra el Litoral, en acci6n de guerra desde Colo­nia hasta Salto. Y desde el 46 hasta pr incipios del 47 es Rivera el que vuelve a continuarla, de un extremo a otro del pais : desde Paysandu y Mercedes hasta Maldonado. Recien en este afio se puede decir que la campaiia esta baj o la dominaci6n de un unico poder, el de Or lbe, aunque esto no sea sin6nimo de paz 0 tranqui lidnd, porque las incursiones depredatorias brasileiias - ias "callfornias"­se venian realizando desde tlempo atr as, y ad quirieron permanencia y gravedad durante 1849 y 1850, bajo las 6rden es del Bar6n de Yaeuhy. De 10 que se deduce que parte del a iio 47 y el aiio 48 fueron los unlcos lapses de relativa tranquilidad que pudo gozar I carn pafia y por 10 tanto, la economfa del pa is. To dos 109 ot ros aiios fuero n testigos de Ia gradual desaparlci6n de sus b ienes materiales y SU9 fu entes de riqueza, y euya relaci6n --que sigue-- es el adelanto del estudio a realizar : destrucci6n del stock bovino, paralizaci6n del impulso hacia la exp10taci6n del ovino. despoblaci6n de la cam­pa na, desorden en la propiedad de la tierra, ruina de la industria aladeriI.

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Capitulo I La destrucci6n de la existencia bovina.

1 - Tesls en juego.

Por las propias con d iciones de In lucha en In epoca - los ej tk ­citos debian vivir del pal s, comu ya dljimos- parece indudable que se haya producido una fuer te d ismin uci6n de las existencias bovinas en la campafia . S in em bargo, hay op iniones diierentes sabre el p un. to. El viajcro Ingles Mackinnon, por ejernplo, escribia en 1846:

"Tam bien uno de estos partidos pToclamaba a gr ito8 -71 er a ge­neralm en te creido- que el ganado de la Banda Orienta l habia sido casi ex ter mi nado par e l enemigo y que con otro ana mas, desapar e­ceria de todo el pai s esa fuente de riqueza. Cualquier p erso na de sent ido comun, por poco que rnzonnrc, advertirfa que en tierr a como esta, tan apropiad a por Btl clima Y Btl sueto para la cria del ganado, la i nv asi6n temporal de un ejcTcito tendria un eiecto con tr ar i o, si se ex cep tua la Tuta que siguiera el ejercito en su m archa V los lu­gaTes en que tomara posiciones. Como el en emtgo ahuyenta a tocta . la poblati6n, que acaso Ie sobr epase den veces en num er o, es a b­surdo pensar que, por inc l i71ado Que iuera el ta l ejercito a la de s­truccion, pudiera destTuir tantos 71 tantos animales, sf te nemos en cu enta que 1a poblaci6n misma, por propia conveniencia ha de poner en ejercicio sus energfas para asegur ar los ganados. Puede asegur ar se qu e, tomada la provincia en su conjunto, la canttdad de gan ado ha cTeci do enormemente desde que la guerra empez6. Todo el clam or l ev an tado POT los intereses de un pa r ti do es, por 10 ta n t o, pura in­

enci6n." (2) Lo que Mackinnon parece aqui olvidar es que no se trataba de

ej e rcitos europeos perfectamente aprovisionados, y disciplinados a tal punto que su cita hace imposible suponer 10 que existi6 en reali­dad : partidas sueltas, que sin orden de nadie se dedicaban al saqueo y a la matanza poco menos que gratuUa -para com er la lengua, a veces-- de los animales. En esas circunstancias no es 0010 el tra­yecto del ejercito entero el que sufre las consecuencias de su paso, sino extensas areas laterales por donde transitaban , acompafiandolo o persigu ie ndolo, bandas de hom bres sueltos que se sustentaban con absoluta pr esc indencia de aquel , y no r eparaban en medios ni f6r­mulas para hacer el mayor mal posible a la regi6n por donde pa· saban.

Ademas, BU afi rm aci6n de q ue "la poblaci6n misma. . . ha de

poner en ejercicio . sus energias para asegurar los ganados", queda notablemente debilitada POl' 10 que el m ismo expresa mas adelante:

" A mediodia llegamos fTente al Rinc6n de las Gallinas, penin. sula formada por un codo del "io Umguay y el Negro . Habia en ella gran cantidad de ganado pero las pocas estancias que vimos se ha­Haban en ruinas y totalmente abandonadas como consecuencia de esta lastimosa guerra." (3)

Si la poblaci6n fugaba de los campos, si ahuyent ada de las es, tancias, abandonaba la explotaci6n pecuaria para buscar su propla salvacion, lque "energlas" 0 posibilidades Ie quedaban para "asegu­rar los ganados"?

Por su parte, Mateo J. Magarifics de Mello, sostiene que la si­tuaci6n de In ganaderia en el pais fue desastrosa hasta empezar el SiUo Grande:

"El estado econonuco general del pais al inicim'se la administra­ei6n del Gobierno del Cerrito era fiel reflejo de la situaci6n politica, es decir, caotico. La ganaderia [ . .. ] era naturalmente la que mas su­frLa del estado de anarquia y de las correrias militares, constitu­vendo boHn inevitable de los ejercitos y partidas [ . . . ] Agravabal:e el problema en las zonas fronterizas y costcras par la acci6n del ban­didaje V de los contrubuudistns inte"nacionales , qu e iTlcursionaban en aquellas dcsde el Rio Grande [ . . . ] Como consecueuctc de Ia inse­guridad individual, de los saqueos y de las levas, g1'On parte de las estandas quedaron abandonadas, a lz;dndose el ganado [ ... ] Esta si­tuacion no ceso, desdc Zuego, en 1843 [ . .. ]" ( 4 )

P erc cree, adernas, que desde esa fecha en adelanto, es decir, desde que Oribe pone sitio a Montevideo y comienza a cimentar su h cgemonia en la campafia, las disposiciones tomadas por este haeen que la situaci6n adquiera un cariz positivo, como 10 rovelarlan los siguientes censos:

"Desgraciadamcnte son [ ... ] fragmcmtarios los datos que hemos podido rccoger [ . . . ]

CENSO DE 1849 Departamell tos Rocha

Vacu710s mansos Vacunos alzados Total vac. 63.155

COlonia 107.932 San Jose 113.766 128.320 242.086

CENSO DE 1851 Rocha 23 .376 28 .447 54 .823 San Jose 174.719 93 .224 267 .943 Minas 19 .974 13.015 32 .989

Del un;co departamento que existen dat os mas 0 m enos comple­tos de dos censos, San Jo se, resultar £a un sensible! a.umento de la poblaci6n bovina en tr e 1849 y 1850. Surgen ta m bi en del cuadro transcripto que en un departamento interior como <!l 7lombrado, la poblacion pectlaria era mayor que en aquellos qlW POT seT fronter izos o litorales sufrieron durante toda la guerra las tllrribles dellastacio­lIes causadas por esta y por las eX]Jediciones filibusteras que met6­dicamente organizaban las fuel'zas de Montevideo bajo la protecci6n

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,.tadra anglo-francesa en el Sur y Oeste, y las partidas bra­y de emigrados al Norte y Este del territorio [ . .. ]

" "'t pr im er censo realizado despues de la guerra, en 1852 [ ... ]: acunos costeados [mansos, sujetos a rodeo]: 1.267.522

Vacunos alzados [sueltos, cimarrones}: 621.100 l ' .. ]

Debe notarse, ademds, el adelanto que suponia la enorme pro­po r cion de animales costeados sobre los alzados, fruto de la politica deL Gobierno [ . . . ] sobre todo si se piensa que en los primeros afios de la gue"ra la propord6n era inversa." (5)

A estar a la opini6n de este autor, entonces, Oribe habria podi­do r ca Iizar una labor regeneradora de la riqueza ganadera del pais, que si bien habia sufrido porIa guerra -en la que intervenian ne­ccsartarnente los blancos, ademas de los colorados- debia su muti­laci6n, fundamentalmente, a "las expediciones filibustcras que meto­dicamente organizaban las fuerzas de Montevideo [coloradas] ... y las partidas brasileras y de emigrados [colorados] ... "

La consecuencia es que la destruccion del stock ganadero no fue demasiado considerable, 0, para decirlo con sus propias palabras, "pudo ser peor" en apoyo de 10 cual, tomando un dato de Eduardo Acevedo, presenta el siguiente calculo :

"Acevedo [ . .. ] dice que: 'En 1835 se estableci6 una patente ex­tmordinaria sobre los ganados y no obstante Ins en ormes ocultaciones estimuladas por la falta absoluta de medius de contralor, los re­gistros de los recaudadores revelaron un monto de 1 .600 .000 ani­males vacunos'. Dando de barato que las ocultaciones hayan alcan­zado a un mi1l6n , lo que es mucho suponer, tendriamos un total 'de 2.600.000 vacunos al iniciarse la em de catastr6ficas revoluciones ri­veristas, contra 1.900.000 al cabo de diez y seis anos de depreda­ciones producidas por la guerra civil y extranjem [ ... ] El Balance, hay que conjesarlo, pudo ser peor." (6)

Y fue peor, como trataremos de demostrarlo mas adelante con un calculo de las existencias de ganados basado en las exportacio­nes de cueros de 1840 a 1842, fechns que Magarinos debi6 tomar en cuenta porIa simple raz6n de que son mas pr6ximas al perfodo es­tudiado que las del ano 35 que no revelan la verdadera potencialidad ganadera del pais a comienzos del conflicto.

Esto 10 lleva a incurrir en otro error mas gravido en consecuen­cias todavia: suponer que hacia 1842 la campana vivia en situaci6n ca6tica con ausencia de ganados, cuando es precisamente en ese ano, como veremos, cuando las existencias bovinas alcanzaron una cifra muy elevada.

Frente a estas opiniones sobre los efectos de la Guerra Grande en cl stock bovino, la primera de un hombre de la epoca y la se­~u ll d n de un historiador de nuestrcs dias, se alza la afirmaci6n que pod rin mos llamar tradicional, par In repetida contundencia con que

• III C'xpr eso durante el conflicto y aun muchos anos despues de el, C lie r esume en pocas palabras: la destrucci6n de los vacunos

Ul! (, 1I0 I'l Jl C . los perjuicios cal1~ado!" "por Ia guerra, inmensos. Esta P OSh-i "Il I, q ue surge en la prensa de aquellos dias y que aparece ma­ctHwon nm l' ut e repetida en boca de los ganaderos durante varios anos,

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puede ser bien ejemplifieada en las slguientes palabras de DomingoOrdoiiana:

"Las numerosas familias obligadas despuds del Arroyo Grande a retirarse a Montevideo y los pueblos que constituian jocos de po­bladon, encontraronse pronto en el camino de la miseria. La gran propiedad y la riqueza pastoril representada por los Ramirez que en L842 marcaron 40 mil terneros, Sayago que lleg6 a 35 mil y Porrua a 22 mil, vi6se en el casu de irse empenando gradualmente para atender a las necesidades diarias por cuya circunstancia se precipit6 el cambio total de posiciones sociales en todas las esjeras de la his­torica vida nacional.

"Los ejercitos que cruzaban la RepUblica en todas direcciones. mataban los ganados por el valor de los cueros, porque tenia cada jeje 0 cada ojicial tantos cueros para atender a sus necesidades. Las guarniciones que se sustentaban de los rodeos cimarrones y la po: blaciOn rural que vivia concentrcdc en esos pueblos se descentrali­zaba tambien a los inmediatos campos para proporcionarse los me­dios de sustentarse y de vestirse. El ejercito sitiador y las numerosas familias que de el dependum, consumian diariamente un inmenso ro­deo . . . " (7)

Esa destruccion, que parecia previsible tomando en cuenta algu­nos de los hechos seiialados al comienzo del capitulo, es aqui ano­tada detalladamente : matanza de animales para el ejercito POI' el valor del cuero, alimentaci6n de las guarniciones a expensas del ga ­nado cimarr6n, necesidad de la poblaci6n rural de comportarse de igual modo, consumo del ejercito sitiador, etc. Cada una de estas formas de destrucci6n, y alguna mas, seran analizadas en el siguiente paragrafo para recoger los elementos imprescindibles que nos habi­liten a formular una opini6n fundada. POI' to do 10 que hemos obser­vado, creemos que la cuesti6n a diIucidar no puede ser ya si hubo destrucci6n de ganado vacuno, sino que cantidad se destruy6.

2 - Formas de la destrucci6n: el rotorno a las practicas de explotaci6n coloniales.

A) Conwmo de ejercitos.

Como se recordara, ya habiamos anotado como una de las prin­cipales causas de In destrucci6n del stock bovino, el consumo indis­criminado que hacian los ejcrcitos. No contando con un sistema de intendencia, 0 sea, de aprovisionnmiento adecuado, por otra parte impensable dado el primitivismo esencial de la lucha mas parecida a la monton era que a enfrentamiento de cuer pos disciplinados, la manutenci6n debia conseguirse sobre el terreno. Esto se veia facili ­lado, ademas, porque los vacunos seguian estnndo a mana de quien quisiera tomarlos y no tenian mayor valor comercial, condiciones que crenron un ambiente favorable para todo tipo de lcvantamientos armados a 10 'lar go del siglo XIX uruguayo, ya que el principal pro­blema de un ejercito en campana: la alimentaci6n, estaba asegurado,

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o por 10 menos, parecia estarlo en los primeros tiempos del levan­tamiento.

Al solo efecto de Ia alimentaci6n del ejercito, Be mataba en prornedio una vaca para 40 personas. Pero hay que agregarle la matanza indiscriminada que hacian las partidas sueltas, muy numero­sas, y las cuereadas que ordenaban los jefes para proveerse los cue­ros que les servirian de moneda en la consecuci6n de armas 0 provi­siones de otro tipo, Lease la vfvida pintura de Benjamin Poucel, ovejero frances de nota, al respecto:

<lEI jefe del departamento guarda par a el el despojo de los ani­males muertos, se dice, por la fue1'za arm ada. La norma quiere que 40 soldados consuman una cabeza de ganado mayor por dia, pero elIos taman a menudo dos en vez de u n a, para compensar los dias de ayuno [orzoso impuestos pOl" lLna mn'l'cha extraordinaria u otras causns. Ademds, si se acampa sobrc ('I te r r ene de un adversario po­!ftico, que es 10 mas comun, olct, en tonccs no se cuenta mas ... Se mata todo 10 que pllede lWT muer to, 3<: come todo 10 que se puede, el Testa de la carne lie lJ; r.r de , pero lOR cueros se secan, el sebo se pone en sacos y tambien la erin, pm'que los muchctchos tienen per­miso de matar lo s potrns que no gual'dan para domar, asf como los asnos, a fin de h aceTse bot as con el cuero de sus putas, a las que dan la forma vistiendolas cuando estd fre sco, despues de haberlo suavi­zado por un frotamiento continuo. Cada par de botas cuesta la vida a un ani m al , cuyo cadaver sirve de alimento a las aves de rapifia.

Se comprende que, a este tren, cada patrulla pueda cousar tanto a l al pai s como una mango de langostas [ .. . ] pero hay mas partidas

suelt-as en tiempo de guerra que nubes de langostas, en las epocas raras de su aparici6n." (8)

Este tipo de consumo, esencialmente dcstructivo, adquiria pues caracteristicas mas negativas, si cabe, cllando se ejercfa sobre las propiedades de enemigos reales 0 presuntos. Asi dice Magariiios que al principio, el ejercito sitiador comenz6 a alimentarse con las reses de propiedad publica, y pagando las de propiedad particular. Pero al promediar la guerra, y comenzar a escasear los ganados, se vieron obligados a echar mana de los de propiedad particular (9) . Sucede que la necesidad de alimentar a la tropa era tan imperiosa que se convirti6 en una verdadera obsesi6n para sus Jefes. Oribe acicateaba a sus Comandantes Generales con cartas harto elocuentes:

"Estoy apurado de ganado: es necesario que apresure Ud. las re­mesas de tropas .. . "

"Es preciso que Ustedes se sobrepongan a todos los inconvenien­tes y que desempenen ese importante servicio como es necesario."

"EI ganado: estoy escaso ... " "La subsistencia del ejercito es objeto que me desvela . . . " (10) Ante estas exhortaciones tan apremiantes, los jefes debfan reeu­

rrir a todos los medios para procurarse animales, empezando por eI saqueo de las estancias de los enemigos, pero viendose obligados a continuar con las propiedades de los propi03 partidarios. Deeia Fran­cisco Solano A ntuiia:

"Pudieron , es verdad, algunos estancieros volver a sus casas, reunir algunos toros y vacas, con inmenso trabajo, y formar un pe­queno rodeo de cien cabezas, en estancias que, en 1843, contaban 20

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y 25.000, pero cuando mas contento y esperanzado estd el infeliz ciudadano en el lento progreso de su misera fortuna, lIega un oficial can gente. Sin orden escrttc ni verbal, sin dejar recibo y sin avisarle, POT 10 general, al. duefio, Ie arrebata to do el ganado para el consumo del Ejercito de linea, a cuya linea nunca llegan los tern eros ni las reses gordas. Y no es esto raro ni propio de ciertos y determinados departamentos. Ello se hace en to dos, porque a:;i estd expresamente ordenado por el General en Jeje . . . " (11)

Y aun los propios funcionarios del Gobierno del Cerrito, sun-iran las consecuencias de esa imperiosa necesidad de procurarse ganados. El Alcalde Or dinario del SaIto, Leandro Velazquez, escribtra :

" ... voy a las puntas del Daimdn, por algunos dias aver las pocas vacas que me han dejado, que melas estdn robando escandalosam .te las gentes de mis amif;os los S .S. Coronel Lavalleja, Cm.te Moreno (las gentes de este son las que mas mehan robado y me roban) Com.te Barbat ,&'.l que andan p .r estancias embargadas, que estan inmediat.as a la mia, pero como en elIas no hay ya ganados, pas,an a mi campo y alos de otros vecinos, de dia y de noche, a despojarnos delos pocos animales vacunos y yeguorizos que en elIos tenemos . .. " (12).

;.A que se debe este extrema recurso de saquear las propiedades de partidarios y aun amigos? Al hecho ineludible de que ya no hay ganados, Si al principio de la guerra , los ejcrcitos pudieron abaste­cerse con los ganados publicos, sl luego 10 hicieron a expensas de los bienes del enernigo, al final de la guerra la situaci6n de la ganade­ria debfa ser extremadamente comprometida, como para que hubie­ra que recurrir a las estancias de los partidarios.

Son los propios documentos de la epoca que tal hecho indican, como 10 demuestra una carta de Juan Jose Victorica a Oribe, en Ia que manifestaba que "se nota sin emba1'go, una escasez inmensa de N ovillada . . . " (13); y otra del Comandante Egaiia que decia: "Pa­rece increibe mi Coronel pero es un hecho, no hay ganados en esta seccian , solo torada es la que se encuentra que costarfa mucho hacer tropa de ellos . En esl:e invierno no se si comeremos: en la estancia del Salvaje uni tm'io Balsamo no ha y ya nada" (14).

Esta rarificaci6n del ganado, y la permanencia de la necesidad de alimentar a la tropa , obligaron a Oribe a pasar una circular a ~us jefes, en 184.0, en la que se disponia que "para minorar el con­sumo de las reses que van escaseando" , se "proporcione olIas, y coma en rancho la tropa", autorizandolos a "comprarles maiz, papas y fa­rina si fuere preciso pam racionar resultando de esto que cada cien plazas consuma una res ... " (15).

Si se lleg6 al extremo de tener que alimentar a la tropa con productos agrfcolas, y repartir una res entre un numero de personas dos veees y media superior a 10 que se usaba antes, queda claro que las existencias de ganado al final de la guerra eran muy esc asas . Ma­gar iiios, basandose en una carta de Oribe sobre consumo del ejercito siiiador, hace un calculo aproximado de los ganados utilizados por el. Dice el documcnto: "Este Departamento tiene una poblaci6n inmensa que toda vive del ganado que se trae para consumo del Ejercito: sin em bar go, he 1'educido esto de tal modo que con cinco mil reSeS men­sual es estan racionadns todas las familias , y los distintos cuerpos que guarnecen esta linea." Y agrega Magarhlos: "Sobre esa base, durante

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los 105 meses que duro el Sitio se habr£an consumido 525.000 cabezas. Suponiendo que antes de las restricctones se hubiera consumtdo el do­ble -que es mucho suponer- daria un total de 880.000" (16). A esto habria que sumarle el consumo de los ej~rcitos colorados en carnpafia, de la guarnici6n militar montevideana y las escuadras an­glo-francesas de intervenci6n. Suponiendo que, como en el Cerrito, tambien la poblaci6n de Montevideo se alimentaria con las reses que Ilegaran a la ciudad para abasto del eiercito, podriarnos hacer un calculo similar al del auto!' recicn citado, y atribuir a todos estos factores un consumo Igual que el de sus contendientes: 880.000 ca­bezas (.) .. En total, el consumo de los ejercitos -y poblacion civil adyacente- podria elevarse a casi 1.800.000 animales vacunos, du­rante toda la guerra. Recuerdose que el propio Magarifios, tomando en cuenta el dato respectivo del ccnso de 1835, calcula para esta fe­cha una existencla de 2 .600 . OUO, y se tendra una idea de la mag­nitud de la destruccion por' ost e solo clemente: consumo de los ejer­citos. Y sin embargo, aun hay varlos otros; POl' ejemplo: las arreadas.

B) A1Tea das y corambres.

Entre otras muchas, hay unas frases en el libra de Benjamin POlice] sabre sus aventuras en el Uruguay, que pueden dar una idea clara de como era un ejercito en la epoca y c6mo vivia. Escribi6 re­flriendose al Carnpamento de Veriancio Flores:

"El campamento de sus 400 soldados ocupaba un largo valle. Grupos esparcidos y distanciados estaban sobre el arroyo. Aqui 8C dor m ia a pleno aire; aUn se tomaba mate; mas allci se cantaba 0 se jugaba; en todos lad os arreos y armas, algunos caballos atados, otros paciendo ensillados a medias. Nada de bulros, de ccrros 0 sobre todo equipos para pontones. Los rios se pasan a nudo, el hombre aga1'rado Cl la cola de su caballo. las municiones atadas sobre la cabeza. En cuanto a las prouisjones de boca, ellas se encuentran en to do! lad08 en los campos y bajo el cuero de las vacas del vecino [ . . . J Son ver­daderos cuerpos de caballeria ligera e irregular" (17).

Esa "irregularidad" era patrimonio comun de ambos ej~rcitos en combate, y las innumerables partidas sueltas con divisa blanca 0 co­lorada que cruzaban la campana, veian sus provisiones, como grafi­camente expres6 Poucel, "bajo el cuero de las vacas del vecino". Pero si alguna justificacion tiene el hecho de que robaran para ali­mentarse, algunas veces el saqueo fue sistematicamente organizado

on otros fines. En el punto anterior, ya notamos que los bienes de los enemigos politicos ("salvajes unitarios" en el caso) eran el ob­jetivo preferido para el abastecimiento, que perseguia entonces, ade­mas, un fin politico. Ahora veremos que el apoderamiento de los ga­nados podia tener tambi~n una finalidad econ6mica de mas alto vue­10: procurarse los cueros necesarios para conseguir dinero, comprar

CO) Es cierto Que Ie guarnici6n y pobIacl6n de Montevideo rec1bieron du­rn nt~ muc ho tiempo su nlimento en carne de las provincias vecinas de Entre Rios y Rio Grande, Ella. sin embargo, no dCbiIltarla nuestro c8lcuIo, ya Que se trataba de Ull numoro dc hnbitantes mucho mas elevado Que el existente en el Cerrito. Que no sc sntlsfucia con cstas unicas fuentes de abasteclmiento.

armas, u otros elementos imprescindlbles para les soldados: tabaeo, cafia, yerba,

Con esta finaIidad se realizaban arreadas de miles de cabezas vacunas hacia los puntos de posible comercializaci6n . John F. Cady anota que en Rio Grande, antes de 1844, habian aparecido repentina, mente, cerca de 20 saladeros de carne y cueros, "que faenaban mi­les de vacunos que las tropas de Rivera arreaban desde el Uruguay y vendian en la frontera del Brasil para hacerse d e dinero" (18).

Y en un documento de la epoca, si bien de fuente parcial, se menciona la matanza, verdadera vaqueria de los tiernpos coloniales, que hicicron las tropas de Rivera y Garibaldi, enviadas POl' el Go­bierno de Ia Defcnsa contra el departamento de Colonia, bajo la pro­tecci6n de las escuadras anglo-Irancesas, esta vez directamente inte­resadas en el exito de cstas expediciones mitad militares, mitad comerciales, pero siempre totalmente ruinosas para la economia del pais. Es un informe presentado POl' el cornandante de dicho depar­tamento, Lucas Moreno, aI General Oribe, el 28 de enero de 1850:

"No es posible calcular el numero de cabezas de ganado que desde junio a (ficiem bre de -1846 sacrificaron, ii.nicamente para cuerecr, y de las reses en pie que condujeron para Montevideo. Baste dectr que en Enero del 47 cunndo las fue1'zas de mi mando expul­sa ron sus tlltimos restos del Departamento, se encontro to do el litoral de este, desde el arroyo del Sauce que confina con Soriano" hasta el Riachuelo, sernbrcdo de osamentas, y en cada puerto hnbia mas ani­males muertos, que los que se f£!enaban en varios anos en los mas grandes saladeros de Montevideo en tiempos de paz; debiendo agre­oar que aqui se sac1·ific6 par el enemiao 10 gmnde y 10 chico, macho o hembra, pues 10 que utilizaban era el cuero y el sebo, importan­doles poco que ese atropello sin ejemplo en los anales del pais trajese Ia ruina JJ la miseria a centenures de familias. En un radio de diez 0 doce leguos de los pueblos de Colonia y Carmelo no se encontraba tin animal vacuno para curueur, pues todo habia sido presa del desenfreno del enemigo; y aun en los siete meses que dominaron en el Departamento causa ron m{LS dana que los ocasio­nados en todo el tmnscurso de la guerra. En esos siete meses s610 ocuparon Rivera y sus jefes la totalidad de sus caballerias en lle­1'arse los rodeos a la costa y a ~a vista y bajo la proteccion de los canones extranjeros, hacer las matonzas y emba"car los coram­bres en los buques destinados a recibirlos . . . " (19).

Creemos que 10 transcripto resulta mas que suficiente para agregar las arreadas y /o las corambres en los mismos lugares del saqueo, a las formas mas generalizadas y nefastas de la destruc­cion ganadera. Existio f1dcmas otra, "la california", con el agravante de que los brasilenos, que las hacian, venian a buscar directamente el ganado a esta verdadera tierra de nadie, y de todos, que cons­titula la Republica en los ultimos anos del gran conflicto.

C) La "Banda Oriental", rese1'va ganadera del Imperio.

El trasiego de ganados fue un factor constante en las relacio­nes entre el Imperio y nuestro pais que se arrastraba desde los tiempos colonialcs. La raz6n principal de esta corriente econ6mica

22 2

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debe hallarse, en 10 fundamental, en la apetencia brasilefia por los ganados orientales, los que facilitaban la alirnentaclon de su po­blacion esclava.

Este comercio podia asumir diversas formas y cuando escapaba totalmente al control de las autoridades orientales alcanzaba a tras­tornar nuestras existencias vacunas, segandolas. De ahi el interes de los gobier n os que rigieron nuestro pais por vigilarlo e incluso, en epocas de carencia de ganados, elirninarlo . Piensese en el Regla­mento Provisorio artiguista de 1815.

Enfrentado a una situaclon s im ila r por la escasez de ganado, el General Oribe prohibi6 en j u nio de 1848 la exportacion de ga­nados hacia la vecina provincia de Rio Grande.

Tanto menos podian aceptur los brasilefics esta prohiblcion cuan­to que Ia rccentisimn revoluclon de los " far ra pos" habia casi con­cluido con los vacunos de Rio G ra nde. habiendo estos alcanzado en la provincia p r ccios cxhorbi ta n tes . Es tc heche conspiraba adernas, contra el desa rrol lo de los sn lndo ros rlogrn ndcnses, que se veian afectados al no ob tener In su ficientc mal e-ri a prima para la elabo­r acion del t asajo.

A el lo h uy q uo agrcgar q ue cl ga nado uruguayo era evidentc­mente de meier ca lidad, m as gor du r n, par disponer de tierras me­[orcs para :;(1 cria y en gord e que las q u e se poscian en In provincia de Rlo G ra nde. P or clio Atanasio Aguirre dccia en rnarzo de 1849 que los " Sa !ad eros de Pelotas cmpezaran a traba jar rnenos en rnzou de no porier absoltLtamente beneficial' los ganados de esta Provincia

or su cxcesiva fLacura ... " (20) . Esla voracidad brasilefia, determine Ins "californias" y el con­

trabando. Las primeras, fueron arreadas masivas de ganados vacunos rea­

lizadas por los b rasilefios dentro de terrttorio uruguayo. Recibieron ese no mbre par su sernejanza con las "corridas" contemporaneas hacia el estado norteameri cano de California, en busca del oro recien descubiel'to. En nuestr o pals, el oro que se bw;caba, In riqueza pin­gUe. Ia constituian los otrora innumerables r ebanos vacunos de ca­lidad snperior a la producida por Rio Grande, la provincia brasilefla ganadera POI' excelencia. La entrada al pais en busca de ganados era como eehar una red en m edio de un cardumen : se estaba siempre se guro de hacer una buena recogida . Este sistema de robe organizado POI' extranjeros de In riqueza pecuaria del pais, se agu­dizo de 1849 a 1851, cuando fue dirigido par el Baron de Yucuhy, caudillo politico y ladron de ganado en gran escala, quien incluso canto con el apoyo del Gobierno Imperial. Al frente de pequeflos cuerpos de ejercito, puesto que en ocasiones fne acompaiiado POI' 400 0 500 hombres armados, r ealizaba recogidas de varios miles de cabezas de ganado vacuno que luego echaba por delante con rumbo al Brasil. En rnuchas ocasiones se enfrento con autoridades uruguayas con las que libra verdaderos combates, ya que se irataba de una fuerza respetable, muchas veces superior a las nacionales que se Ie ooonia n en las desiertas zonas de la frontera norte del pais. El pre lcxto del Baron de Yacuhy para sus incursiones, y asi 10 justificaba In prensa brasilefia, era el de resarcirse de los multiples robos que la s fuer za:; de Oribe realizaban contra la numerosa colonia

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de estancieros brasilefios ublcada sobre la frontera. Sin embargo, mucho antes de que pudieran valerse de ese pretexto, ya se pro­ducian Incursiones depredatorias, como la que se sefialaba en esta carta de Jacinto Barbat a Oribe, del 27 de setiernbre de 1843:

"Los Farrapos asocictdos can el Salvaie Paraguay Santander, to­dos los dias me invaden el Departamento haciendo siempre tadas sus incursiones sobre la jrontera, y tan luego que saben que me muevo sobre ellos repasan la linea llevandose cuanto encnentran . . . " (21).

, Por otro lado, el pasaje de enorrnes cantidades de ganado al Brasil fue perrnancnte en la frontera, resultado de que en una bue­na porcion de ella, los estancieros eran brasilefios. Andres Lamas recogio los datos oficiales del Gobierno Imperial sobre las posesiones brasilefias:

"Sobre la jrontera de Chuy y San Miguel , 36 estancias con 342 leguas cuadradas; de estes, 33 , cuuo numero de ganado se conoda, tenian 421.000 cabezas vacunas. ocupando 297 leguas cuadradas . So­bre la jrontera del Cuareim, 161 estancias con 381 lcguas cuadradas. De estas 82, cuyo numero de ganado se conocta, tenian 220.000 ca­bezas vaCU71as, ocupanclo 241 leguas cuadradas. Al Sud del Ampey. 77 estancias con 227 leguas cundrudas. De dstcs, 76, cu?Jo numero de ganado se conocfu, tenian 273.000 cabezas vaCU71as, ocupando 155 leguas cuadradas.

Sobre las jrontel"aS de Yagtwr6n y Baqe, 154 estancias con 832 ~ leguas cuadradas, ignorandose el m'imero d.e ganados. De es­tos dp-tos resulta que los b1'asileros ocupaban con su cria de ganados en. los territorios jronterizos una superjicie de 1.782 1,6 leguas cua­dradas , en las que tenian 428 estancias. De estas 428 estancias solo era conocido el numero de ganados de 191. Estas 191 estancias ocu­paban una superftcie de 693 leguas cuadradas con 914.000 cabezas de ganado vacuno.

Pero suponiendo cxageradisimos todos esto:> datos ojiciales bra­sileros, no puede deiarsc de mirar como muy moderado el ccilculo que, con ellos a la vista , no de mas de 1.000.000 de cabezas de ga­nado a todos los establecimientos que tienen los brasileros sobre la cr eci da superjicie que can ellos ocupan en los ten·itodos orientales rontel' i zos" (22).

La enormidad de egtas posesioncs tiene un dcble significado: ~con6m ico y politico. Desde el punto de vista econ6mico debe se­nalarse cufm considerable debio ser el pasaje de ganado uruguayo criado en estas estancias al Brasil. Ellas actuaban, como 10 haria

espues todo eI pais segun veremos, como lugares de cria e in­vernada para el Rio Grande. El ganado iba 'de un pais al otro, a veces sin necesidad de salir de los campos del propietario brasilefio, fenom eno que ocurre aun hoy.

Desde el punto de vista polftico, significaba un enorme peli­1'0 porque debilitaba la sobcrania nacional justamente en el !ugar

dan de mas plena debia ser su vigencia: la frontera . Es indudable fllle muchos de los estnncicros nludidos seguian sintiendose parte de su pais de origen, )' 10 prueba cl hecho de que recurrieran a el cunndo tenlan problemas con las autoridades orientales. POI' otro iado, la nunca extinguida voluntad de anexion de este Estado fla­

ante por parte del Brasil, tenia que verse estimulada aI compro­

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bar que del otro lado de la frontera las tierras estaban ocupadas por brasilenos que verian con buenos ojos esa posible expansi6n. La 1ucha contra el contrabando que por esas estancias se realizaba, drenandole a1 pais su riqueza ganadera, tenia por 10 tanto un doble objetivo: eeon6mico, al lmpcdir ese dreriaje; politico, al tratar de nacionalizar la frontera imponicndo 1a autoridad oriental.

Ahora bien, i,c6mo estableccr, siquiera aproximadamente, 1a can­tidad de anima1es vacunos transportados al Brasil por "californias" y contrabando?

A falta de datos exactos, so podrfa recurrir a la actividad des­plegada por los principales bencficiarios: los 5aladeros de Pelotas, Es 10 que hace Magarifios. quicn adelanta el siguiente calculo:

" ... del 19 de Noviembre de 1848 al 30 de Junio de 1849, es decir, en ct breve plazo de ocho mes es, los saladeros de Pelotas consumieron 186.500 rcscs cxtraidns por robo 0 contrabando de la Republica Oriental, sin can tar las que jueron enviadas a Montevideo por mar, de In mismn procedencia. Esto da 1m promedio de 23.312 reses mensuales.. que en los 105 mcses de guerra hacen un total de 2.447.760. Admitienclo que jueran la mttud, suma jcicilmente alcan­zada par el constante drenaje de vacunos -fen6mcno muy anterior a In Guerra Grande- tendl'iamos todavia la bonita cijra de 1.223.880" (23).

Si a est e 1.200.000 se le suma la cifra calculada para ef "con­sumo de los ejercitos" , que era 1 .800.000, tenemos la cantidad de 3.000.000 de animales muertos, en s610 estos dos rubros. Pero esto no constituye toda la perdida de la ganaderia durante este crucial periodo. En el se dessrro1l6 otro flagelo de enorrnes eonsecuencias aunque no pueda caleularse el numero de sus victimas. Nos referimos a los perros cimarrones.

D) Los perros cimarrones.

"De noche acampabamos en los valles, cerca de los bosques que no se encuentran sino sobre los orillas de un curso de agua. Ante todo, rodecibamos el campamento de grandes cantidades de lena a la que prendiamos fuego cuando t'enia la noche. Era una medida de seguridad indispensable contra el ataque de manadas de perros convertidos en salvajes por el abandono de las estancias, Y que se llaman entonces perros cimarrones. 8610 eUos compartian con los soldados de Oribe el dominio de la campana Y aun mismo se 10 disputaban. [ . . . ] Otras veces, sorprendiamos a dilltancia un cuer­po de ejercito de cimarrones alineados circularmente en bataHa. Los dos guias, colocados a In cabeza del semi-circulo avanzaban lentamente hacia un grupo de ,iumentos 0 de vacas errantes a la ventura. Despues, guardadas todas las proporcioRes en las dImen­siones de Wl. ejercito en forma de crecien1.e, la carrera de los pen'os adquiria una l'elocidad progresiva [ . .. ] encerralldo 0.1 pequeno grupo de ganado en un circulo fatal. AlH comenzaba una batalIa en regIa, despues 10. confusion se volvia espantosa. V 'II perro, dos, tres 0 euatro, lanzados sobre los Cuel"nOS de un toro, de una vaca, caian destripados a quince 0 veinte metms. Pero era preciso ceder 0.1

numero, 11 era raro que un solo individuo, vaca 0 jumento, saHera sano y sa11)o de la lucha. Entonces los perros victoriosos se imta­laban en el campo de batalta y devoraban sus v£Ctimas hasta que no quedaba mas que hues as esparcidos" (24).

Esta terrible plaga no era desconocida en el pais; se producia cada vez que una guerra prolongada provocaba el abandono de las estanclas y de los puestos ganaderos, En todos ellas era costumbre mantener gran cantidad de perros como sistema de alarma y de­fensa contra les bandoleros, pero al contacto del hombre y reci­

. biendo su alimento de el, se Iograba tenerfos relativnmente domes­ticados. Cuando la guerra producfa el abandono por los hombres de esos lugares de trabajo, los perros quedaban obligados a pro­curarse el alimento par si mismos y al mismo tiempo, en condi­ciones de reproducirsc libremente. Al prmcipto, se animaban a atacar al ganado mas indefenso como el ovino, pero luego, fuertes en numero, comenzaron a hacerlo con el ganado mayor e inclusive con hombres solos que vagaban por los campos. Su abundancia es 10 unico que permite tener una idea de los males que causaron, ya que resulta imposible calcular el numero de sus victlmas.

En el ya citado informe del Comandanto Lucas Moreno, del departamento de Colonia, a Oribe, se cstablece: "En cumplimiento del decreta de V. F.:. de Julio de 1850 se hizo contra los cimarrones una persecuci6n t an encarnizada que en et nfio 50 pr6ximo pasado, se di6 muerte a .1.034 perros" (25). El decreta a que se hace r efe­rencia es uno del Gobierno del Cerrito del 28 de [unio de 1850, por el que se orden6 a los Comisarios y Tenientes Alcaldes se hiciera una matanza de perros cimarrones una vez par meso ". . . los Co­m andan tes Generales reglamentaron hcibil1nente el procedtmtento. Este consistia en matar un numero de toros y luego de cuereados, descucr ttzcr .tns osamentas a fin de encontrar los perror 'reunidos 11 pesados'. Cumplida ta operaci6n, haMo. que remitir a las Coman­danc ias una lonja de cuero que tomara de las orejas a la cola para j ustif i car el numero de animales muertos. La concurrenctc de los v cci n os era obligatoria" (26).

Las matanzas tuvieron que proseguir luego de terminada la llcr r a , 10 que da una idea dcl numero cnorme de perros que rc­

corria n la campana y los impedimentos que encontraban los estan­ieros para recuperar sus ganados. "En el solo Rincon de Tacua1'£.

'lcpar tam en to de Cerro Largo, jueron sacrificados en 1852, trece mil )l' r r os cimarrones .. . " (27).

Los ganaderos recfamaron insistentemente luego de la Guerra ra nde , medidas del Gobierno Nacional para terminar can ese mal,

y su s voces llegaron hasta la prensa. Esta es una carta de un es­tanciero de San J ose referida al problema, escrita en 1852 :

"Es necesnrio que vuelvan Uds. a decir algo sobre la matanza dl' perros cimarrones. Dif£Cilmente pueden figuTarse el dano que 'uus an en las haciendas, y 10 que retardan por consiguiente el pro­

so del pais en esa linea [ .. . ] Un estanciero fuerte , V que gasto. buenos pesos en la matanza

perros, es tal In cantidad que tiene en su campo, que estos dias ten ido una dispurada de ganado, debida a ellos esclusivamente. EI

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desparramo fue tal, que punta.~ grandes se encontraron a mas de ocho leguas del establecimiento" (28 ). .

En suma, otro elemento mas que contribuy6 poderosamente a Ia destruccion del stock bovino nacional, y s efialaba a la v ez el pri­mitivismo al que el pais habfa retornado,

3 - Las tHmens;cnes reales de la destrucci6n.

Debe sefialarse que ol Gobler-no del Cerr-ito estableci6 una serle de medidas tendient es a protcgcr n uestra riqueza ganadera, al tiem­po que iba consolidando s u a u to r idn d eli la carnpafia. Ya indicamos el decreto r etcrcnto al cx tcrru in!o (It: ]noo p erros cimarrones. A el hay que agrcgar : I.! nrohib u ion de 101 mn r cacion de anirnales, del 9 de agosto d e 1043, CU ll l'I lin el l cv ltn r los pcr j uiclos que se de­rivarian dado cl estad o do alzarmcnto en q ue se encon tra ba n las haciendas. y Ia confusion y cl ro bo de Ins m ism as (nun cuando esta medida ta mbivn podia inc ita r al robn, com o 10 sostcnian los es, tancieros brastlefics, rnuy a menudo "visit ados" POl' las fuerzas de Oribe); In cr cacion de un r egistro de marcas: In prohibicion -tem­poral- de exportar ganado al iBrasfl que tuvo efecto desde 1843 a 1845, y parte del afio 1848. pa ra frcnar el drenaje de nuestro ga­nado por Ia frontora: la prohib lcion de fa enar v acas en los saladeros, en un intento de arnpliar la s posib ili dades de procreo, del 15 de diciembre de 1848; Ia exencl on de prestar el ser v icio militar a los capataces de estancia y encargados de invernada, del 16 de mayo de 1851, para conservar POl' 10 menos un minima de mana de obra en el cuidado de los ganados, e tc . (29) .

Sin embargo, muchas de estag medidas no pudieron cumplirse estrictamente. La relativa dcsorganiza eion de la administracion en campana, el estado de guerra ca si pcrm cll1en te . Ia abundancia de partidas sueltas que naturalmente no respctaban ninguna ley, las incursiones brasilena£, fu eron otres tuntos impedimentos insalvables para quienes tenian 01 deseo de proteger b unica riqueza del pais. Asi que, a pesar de esta legislaci6n, la destruccion fue importante. Ya tuvimos ocasioll de transcribir la opini6n de Magarifios sabre la po sible exister.cia de ganado al comeilzar la revorucion riverista de 1836. que haec llegar a 2.600.000 cabezas vacunas. Como el censo oficial de 1852 senala la cxistencia de 1.888.000, este autor sostiene que la destrucci6n !uc poca, 0 pudo ser peor.

Otra aproeiaci6n sobre 1a existencia de ganado a1 comenzal' 1a Guerra Grande pcdria cHarse. que es ta Vt' Z , nos par-ece, peea POl' demasia. Es la de Benjamin Poucel, que aventura: "Tal era el es­fado cIe In campana de M ente'video, tan floreciente antes de In invasion, tan feliz can sus diez a once millones de vacunos, redu­cidos a un m il lon y meclin. despues de esta cruel guerra de nueve aitos" (30).

Int cntarem ns demnsl rar que nl empeznr 1a Guerra Grande en

nuestro pais, es decir, en 1843, cuando sus efectos empezaron a ha­ecorse sentir en la campafia, Ia cantidad de ganados vacunos si bien no era tan grande como intuia Poucel, tampoco podia ser tan pe­quefia como sostiene Magarifios. Eduardo Acevedo proporciona el dato de que en 1835 se registraron 1.600.000 vacunos. Como el re­

istro se levanto para recaudar impuestos, las ocultaciones dcbieron ser numerosas, 10 que Heva a Magarifios a agregarle un mill6n mas. De acuerdo. Pero mas adolante, y ello Magarifios 110 10 considera, Acevedo transcribe las cifrus de exportaciones de cueros vacunos secos y salados en los anos 1840-42.

1840 1.257 .000 cueros 1841 1.191. 000 1842 1.140 .000

Y agrega : "es una dfm que demmcia el notable enriquecimien­to ganadero de Ia campana" (31). Si bien es cierto que hasta el tratado Mackau-Arana del 29 de octubre de 1840, que levant6 el bloq ueo de Buenos Aires, puede sostencrse que parte de la expor­acion montevideana de ese afio se debio a los cueros que venian del

litoral argentino, no crcemos que la salvedad modifique sustan, cialm e nte la estirnacicn que rca lizarernos.

En el afio 1872, Adolfo Vaillant, nuestro primer estadigrafo, real ize un calculo de la existencia de ganado en la fecha basado en el siguiente procedimiento. Decia: ". .. es regIa admitida entre los estancieron que deben deshacerse de 1lH 20 % d los animales que ~on t ien en sus establecimientos [anualrnente] .. . " (32), 0 sea de una Quinta parte de la existencia.

POl' 10 tanto , multiplicaba POl' 5 la cantidad de cueros exportados para hallar el total de la cxistencia de ganados, de la cual surgla sa exportacion. Para esc afio de 1872, agregaba 609 .000 anlmales

que derivan de 125 .000 cueros gastados en el pais para diferentes uso s, Ahora bien, siguiendo el mismo procedimiento, tendriamos: Ia me d ia de exportacion de cueros durante los afios 1840-1842 es de l 196. ODD. Multiplicamos esa cUra POl' 5 -que denunciaria la exis­h:ncia real de ganados que permitio tal exportacion- y obtenemos 5 080 .000 cabezaL

Considerando que la economia de esa epoca era mas destruc­liva perc 1a poblaci6n menor que en 1872, creemos correcto atribuir I consu m o interno 100.000 cueros; 0 sea 500.000 animales. Sin to­

ma r en cuenta la exportacion a Brasil. puesto que no tenemos esti­aciones para este periodo, la cantidad total de ganado existente

• '0 el pais al iniciarse la guerra , esto es , en 1843, resultaria de la um a de esos dos guarismos: 5 .980 .000 y 500 .000, 0 sea una can­

Iid ad no menor a seis y medio millones de cabezas. En 1852, cl , 'nso oficial sena1aba una existcncia de 1 .888 .000 cabezas y un

rllllri o de la epoca la su bia hasta 2 .500.000 (33). Tomando esta IHtim a cifra POl' ser In mas alta, y POl' ende, la mas favorable al l:l i:i. 1enemos que concluir que el descenso del stock bovino se situ6

'11 [os cuat ro millones de cabezas, cuyas tres cuartas partes POl' 10 IIIcnos, seg\1l1 vimos, hay que atribuirlo a las formas de destrucci6n

\ll~ se aplicaron sobre &1. No consideramos los procreos que, evi­dC'n tem ente , l>'e perdieron tambien.

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La opinion de que la Guerra Grande fue muy destructiva de la riqueza ganadera nos parece, pues, la mas aiustada a verdad.

Y por si estos calculos no bastaran, leanse las queias que sobre Ia falta de ganados y la miseria general de los departamentos hacian las Juntas Econ6mico-Administrativas en 1852, ante el Pre­sidente Giro cuando este hizo su viaje POl' toda la Republica:

"Departamento de Minas. [ ... ]

69) La miseria a que ha quedado reducida la mayor parte de los vecinos del departamento es asombrosa, y la escasez de recursos para sostener a los vecinos pobres muy sentida. [ ... ]

149) EI estado de decadend a en que se haHa el departamento es asombroso, o'riginado si n duda alguna por la falta de ganadoB, que han sido sicmpre la principal fuente de nuestro comercio, y el sustento de millares dl! familias reducidas hoy a la indigencia.

Departamento de Saito, [ante una roclamaclon] S. E. contesro: Que la junta podia po­

nerse de acuerdo con el jefe politico a fin de hacer efectiva la dis­posicion del gobier1!o sobre el auxiHo de carne a las familias pobres de la campana . . •

Departamento de Soriano. EI ramo de pastoreo es deficiente en el departamento. Hay

pueblos como el de Soriano que solo de Entre Rios obtienen carne. [ ... ]

Departamento de la Colonia. EI estado del departamento, Exmo. Sr., era el mas lamentable

a fIn del ano 1848, en que ernpezd a gozar de algulla tranquilidad. Sus pueblos y campana sin poblacion y ClrT1dnada su riqueza, s610 ojrecfu a kl vista el espectdculo mas deplorable. Debemos a los des­velos y acertadas disposiciones del Sr. Coronel Lucas Moreno [ ... ] haber escapado a la miseria que nos amagaba, y conservar las es­casas haciendas que hoy, son su principal Tiqueza y la esperanza del porveniT .. . " (34) .

Y el descenso del numero de ganados, con ser un mal gravisimo, no era la unica consecuencia dcjada POl' In guerra en este ramo. Quedaba otra, tambien dificil de resolver : el alznmiento de los ganados.

La falta de mana de obra, absorbida poria guerra, dej6 en estado de absoluto abandono a las haciendas que volvieron a una vida Hore y salvaje, faltas de culdados y de hombres que las su­jetal'an a rodeo.

Ese ganado en est ado alzado caus6 graves perjuicios a la eco­namia del pais, POl' las siguientes causas:

es un hecho sabido que el ganado alzado no produce la mitad de 10 que produce el mcnso. Las CTiaS, aun prescindiendo de los cimarrones, casi todas se pierden, pOT causas facHes de apTeciar, si se atiende al metodo de vida del ganado alzado, y a las corridas que son tan frecuentes por cualquieT motivo. Hay mas: algunoB propieturtos se ocupan todavia de cuerecr, cs decir, de matar lOB toros, sin otro objeto que apTovechaT el cuero. De ahf resultan al pafs, peTjuicios muy graves y de diveTso genero.

19 Con las corrtdcs, a que es necesario recurrtr, se dificulta Lll sujecion del ganado alzado.

29 Se causa la muerte de la mayor parte de las crfas. 39 Se consumen impToductivamente los animales que se ma­

tan. Decimos improductivamente porque 710 solo se pierde todo el rov echo que podria sacarse del animal, a excepci6n del cuero, sino

que este mismo, vale mucho menos que si fuese de novillo. 49 Se facilita la obrn de los industriales, que se ocupan de

cuer ec r ganados ajenos. Y esa industria, lejos de exigir fomento, reclama medidas que pongan coto a su desarrollo" (35).

Es decir, que el ganado alzado motiv6 practicas que suponlan una regresion en la explotaci6n econ6mica del vacuno, Y POl' 10 tan to en la recuperaci6n del pais. La sujeci6n a rodeo de esos ga­nados llev6 un tiempo considerable porque su numero era muy cr ecido. EI censo de 1852 daba estas cantidadcs:

Existencia vacunos: 1.888.000. Vacunos costcados : 1.267.000. Va­cunos alzados : 621.000. Una tercera parte del ganado censado se ha­l1aba pues en la condici6n de libre 0 salvaje, en todo el pais.

Si el ganado se alz6 POl' falta de mane de obra que 10 cuidara, y si la mano de obra fue absorbida poria guerra que convirti6 los peones en soldados, 0 los dispers6 obltgandolos a refugiarse en 109

antes al mismo tiempo que dispers6 al ganado con sus corrtdas par a aprovisionamiento de carnes y cueros, parece plausible suponer Que los departamentos que sefialan el mayor numeo de ganados alzados sean efectivamente los que mas sufrieron las consecuenclas de l conflicto. En el mismo censo oficial de 1852 se hacfa la sl­

ui ente discriminaci6n:

Vacunos Vacunos % de alza-Departamentos Costeados Alzados dos sobre

el total

an d on es . 57 .000 Sa lto (y Artigas) San Jose (y Flores)

olonia

. . .

174 .000 210 .000 97 .000

88.000 12 .000 3.000

33,5 % 5,4 " 3 It

d ane . 66 .000 3.000 4,3 It

Durazno . 81.000 57.000 41,3 It

aysandu (y Rio Negro) . . 74 .000 276.000 788 " racua rem b6 (y Rivera) ..

no Largo (y T. y Tres) Minas . 1"lor ida .

223.000 147.000 79.000

75.000 36.000 41. 000

25;1 19,6 34,1

" " "

Maldonado (y Rocha) . 46 .000 26 .000 36,1 "

30 31

Page 14: Historia Rural Del Uruguay Moderno I Seccion I

';1 eua dro lIIucstra con claridad el desustre general que castig6 todas las regiones del pals.

R(':mmle ndo, la Guerra Grande dej6 a Ia ganaderia vacuna en s llUflCiu !1 extremadamente precaria. Seguramente consumi6, en

u u n II otra forma, mucho mas del 50 % de sus existencias previas, rid ot r o 50 % quedo alzada por 10 menos la tercera parte, con

onns notoriamente perjudicadas, y con todos los inconvenientes que 1.1Io t r a ia aparejado para una raplda r ecuperacton ccon6mica del

hi.

~ .

pltulo " La paralizaci6n del desarrollo de la ganaderia ovlna,

Despues de 1830 la cria del ovino empez6 a adquirir conside­1/1 111(' desarro ll o en nuestro pais. Eran extranjeros los que se dedi­,·:,br.l1 a ese ganado, principalmente ingleses y fra nceses, En el de­

n lo del 30, la oveja tenia un puesto importante en los estable­ri mien tos de Juan Jackson, Diego Mac Entyre, Tomas Fair, Alejan­11'0 Sti r ling , Rober to Young, Jose Mundell, Benjamin Poucel, Lebas,

(; rvenway y otr os, Eduardo Acevedo sefiala las siguien tes cifras de ex por taclon de

l.rna, unieo dato sobre el que po demos elaborar u na es tlmacion de loti ex lstencia s ovinas, para los afios 1840-42 (36):

1840 86. 724 arr ob as 1841 79 . 740 18·12 92.068

Suponien do que el rendimiento de lana POI' cada oveja fuera In epocn de 2 % Libras, 0 sea, kgs, 1, 150 -estimaci6n algo exa. Ida para esc memento, aunque cornun dcspues de 1860 (37), ten­

rlr t.u n os la s s iguientes cifras:

JU'W orr. 86.724 (.) K. 953.964 ( .. ) ov. 829.000 lR4 1 arr. 79 . 740 = K. 877 .140 ov . 762 .000 11\012 !t IT. 92 . 068 = K. 1. 012 .748 ov . 880 .000

m edio de existencia de ovejas durante los trcs afios: 823.000.

Jo~s ta cifra so ratifica con Ia opini6n de la A sociacion Rural que " ",ll'lIla que "a fines de 1842 no debia habel" m ci:: de un millon de

"", IllS en lo Republ.ica " (38). 'r'r<J dentro de esa existcncia debil debi6 I lgu r ar un numero

dll!lvillnen tc irnpcrtante de ovejas finas, importadas de sus res­.dlvos pa ises POI' los estancleros que se dedicab an a su cria. Ade­

111.\" " su Indo, es facil suporier cicrta cantidad de mestizas, plies 0 11 esa final idad inmediata -mestizar, mejorar el ganado crio­uue sc produjcron esas costosas importaciones.

I l'ol u lt ll)Il f',td n pur II k .• para rcdondcar, que tiene cada arroba. " 1l1\·hJhlu entre 1,150 k., rendimlcnto de carla oveja .

32

Page 15: Historia Rural Del Uruguay Moderno I Seccion I

La Guerra Grande fue casi fatal para esta inclpiente explota­ci6n, tanto porque fueron consumidas numerosas cabezas como por­que la cria de ganado fino y el m estizaje requieren muchos afios de esfuerzos, dedicaci6n y paz. En pl ena guerra era 16gico que nada de esto se pudiera conseguir.

Otro factor importante infIuy6. Ya dij imos que esta explotaci6n era llevada a cabo fundamentalmente POI' ingleses y franceses. Cuan, do Francia e lnglaterra comcnzaron la lucha contra Orlbe, este, tomando [ustas represalias, ordeno el confinnmiento de los ciuda­danos de esos paises en el Departamento de Durazno, POI' 10 que estes tuvieron que abandonar sus ost ancias y dejar que se perdiera todo su trabajo de mejoras.

Benjamin Poueel , uno de los afectados, relataba que: HEI dla de nuestm expropiCl cion ejecutada. por la fuerza armada

el 10 de setjernbre de 184,'), existia en la s estancias 10 siguiente: Mas de 1 .500 merinos d e puru raza [ . . . ] Mas de 20.000 mes t izos, 1Jrov~ lIi entes del cruzamiento de los

carneros mcrtnos, y Cllyo rejinClm iento Iwbia alcanzado su septimo aflo" (39).

Y mas adelanto, sefialaba la Ilcgada al campo de detenci6n de Durazno, de otros ostancieros lmpor tantes, que, como el, debieron hacer abandono de sus eslablccimientos :

" . . , Ha cia esta ~poca lll !go un cuarto convoy de prisioneros cornpuesto en su m ayor par t e por lo s ex tmuj c1'Os establecidos en la campana sobre los confin es de Los depur l ament os de Mercedes y de Colonia. Entre eUos sc encontrnbn n l os Sr es. M ac Intyre y Campbell, ingleses, que se ocupnbcn cspeci alm cn t e, como nosot r os, de la crfa de ovejas en gran escala. EI p r imer o era el asociad o del comprador que habia uenido a Pi ch inango [la estancia de Poucel] hacia algu­nos mes es, para tratar la com pra de cien car n er os merinos pura sangre, a fin de apresurar y de aum entar al mismo tiempo el refi­namiento de sus numerosas m rrj adas" (40).

Ambas citas demuest r an l a importancia de las explotaciones ovinas en la epoca, el numero rela ti vamente considerable de ganado fino y mestizo, y el interes con q ue sus duefios tomaban la empresa.

En el recuento de factores ad ver sos a esta tarea, habria que agregar a la medida del Gobierno del Cerrito, las incursiones de los propios ejercitos colorados que sacrificaban las ovejas (sus cue­ros servian para haeer pelloncs para las monluras) 0 las arrea­ban. Una referencia directa a est o u lt im o aparecia en el informe que el Comandante de Colonia, L ucas Moreno, elev6 a Oribe, el 28 de enero de 1850:

"V. E. se enterara del numer o de ovejas que existe en el De­partamento. Esa clase de g,anado f u e LLevada por eL en.emigo cuando ocupo el Depa1·tamen to por S11. facilidad para an'earla. En la sor­presa Cl ue hice a la j u er za de la Colonia La primera vez que entre al Departam ento [febrero de 1847] les pude arrebatar quince mil ovejas que por orden de V. E. devolvi a sus duenos . . . " (41) .

Oribe parece haber continuado con ese criterio de devoluci6n de animales y de estancias, como en el caso de Benjamin Poucel, a quien se Ie restituy6 su propiedad de Pichinango, en Colonia, Y se Ie protegi6 en la recuperaci6n de sus ovejas que estaban "en

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manos de vecinos y que jueron reconocidas por sus sefiales y re­ctamadas par sus duenos a la terminacion de ta guerra en 1851" (42).

Tambien pareec ser que otros hacendados extranjeros no fueron molestados y se les permitio continual' con sus trabajos, 10 que con­figurarla una actitud bastante arnbigua del Gobierno del Cerrito a su respecto ("). POl' 10 menos, Domingo Ordofiana afirma que " en los ultimos tiempos de la prolongada lueha, de los nueve anos, algunos ingleses que 1uzbian podido mantener su independencia, por su ca­rdcter de ingleses, se descent1aliza1'On y upoderrindose de los ele­mntos sueLtos que vagaban por sus campos y propiedades, conserva­ron principalmente en sujecion y procreo algunos rebnfios lanares: esos ingleses se Uamaron don Juan Jackson., don Roberto Young, don Juan Makintier, don Pio Mutter y Sterling, y a eUos se debe que a la conclusion de la guerra, tuviera el pais nuevas simientes lanife­ras . . . " (43) .

Pero el perjuicio general para la explotaci6n ovina habia sido muy grande, y el mismo Poucel apunt6 "que la acci6n destructoru de la Guerra s610 1wIbia dejado en pie dos majadas puras de raza: la de don Ruperto de las Carrerus, en Cane tones, y la de Pichinango, en el Departamento de Colonia, propiedad de don Benjamin Pou­cel" (44).

De ambas habrfa de surgir Ia recuperacion ovina del pais. .. .. ~

Durante la Guerra Grande, las unicas c ifr as de exportaciones de lanas que poseemos corresponden a los afios 1843-1845 y 1848 ( 45). Siguiendo el procedimiento de calculo ya utilizado, tendrfa­m os : 1843- 45 : arrobas 38.732 Kgs. 426. 052 ovejas 370.000 1848 : arrobas 19 .302 Kgs. 212 .322 ovejas 184.000=

Antes de extraer conclusiones apresuradas, hay que tener en en ta que la exportaci6n se hacla dificultosa porIa guerra, y que

POl' 10 tanto no hay segurtdad de que estas cifras correspondan a la cx istenci a real de ovejas. POl' 10 que ya dijimos reIativo al aban­do no y destrucci6n de ellas, es 16gico suponer que su numero decre­cl6 considerablementc. Pero no nos atrevemos a afirmar que haya su fr ido una merma tan grande como esta estimaci6n supone, porquc mns. ta rde, poco mas tarde, en el censo oficial de 1852, la existencia ovina en el pais figuraba con 795. 000 cabezas, cifra no muy alejada de la existencia al comenzar la G uer ra , que, como se recordara. uleanzaba un promedio de 823.000. POl' 10 tanto, 10 que parece poder flrmar se con certeza es que, si la poblaci6n ovina no sufri6 tanto

-en decr ecimiento de stock- como Ia bovina porIa guerra, segu­ramente esta paraliz6 su desarrollo, -piensese en los proereos que no ocur r ieron- dispersa y aniquil6 ganado fino y mestizo, de largo y costoso reemplazo, y finalmente Ie hizo per der al pais anos en­lpr os de producci6n mejorada y de exportaci6n de lana.

( OJ Rosas y Orlbe slemprc conslderaron de manera dlstlnta a la polltlc::l tn­I~.. y a la francesa. Mucho mas violentos resultaron sus rcpresallas a Francia

~ IUS connaclonales por r:lzones que la h lstoriografla polltica rloplatense no ha I'odldo todnvla expllcar suflclentemente.

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Page 16: Historia Rural Del Uruguay Moderno I Seccion I

Capitulo III Retorno de la carnpafia al pasado colonial: despoblaci6n y anarquia.

El estado de permanonte guerra e intranquilidad en que vivi6 el pais POI' espacio de cusi una decada ambientn la fuga de la po­blaci6n de Ia campafia hacia los centres poblados 0 hacia otros paises, Algunos estancieros tomaron este ultimo camino, que ya co­nocian, y que volverian a recorrer a 10 largo de las guerras civiles que [alonan el siglo. Lo s peones, los agregados, la gente pobre de la campafia, hula a los montes, POI' temor de SCI' enrolada a la fuerza en algun o de lo s ejercitos que recorrian el territorio. Y todos ellos constitu ia n el clemente human o que se enfrentaba en la lucha.

Escribia Ordofiana : " Todos los establecimientos de campo, todas las estancias, todas las poblaciones rurales, fueron obligadas al aban­dono, haciendo centralizar las farnilia s a los pueblos y ciudades de la RepUblica. L a campana se conv irtio en un inmenso desierto .. ." (46) .

Cada vez que se producia una batalla importante, cada vez que se conocia la entrada de un ejercito en la region, la poblaci6n circundante se dispersaba, abandonaba sus habitaciones, ya fueran puestos aislados en medio de los campos, cascos de estancias po­derosas a pequefios poblados, y se r etiraba del paso del ejercito, 0 en algunos cases 10 acompafiaba POI' temor al ejercito oponente. "Pecos dias despues de la BataLIa de A1'TOyO Gmnde (6 de diciem­bre de 1842) la conmocion jue general en toda la campana. Cada dia traia los detalles de la catcistrofc [ . . . ] el vacio se hacia entre los dos ejercitos. Los habitantes de la campafw abandonaban sus ho­gares por temor al ejercito de Oribe y seguian el de Rivera" (47). Anos mas tarde, un diario de la e poca , sen alaba que despues de la derrota de India Muerta , pasaron con Riv er a al Brasil, "5.000 [per­sonas] entre madres, esposas e h ijos rnen01'es" (48).

EI trasiego de gente de un lugar a otro del pais era general, y enormes extensiones quedaban desier tas. "En las cuarenta leguas (marinas) que separan la villa de Durazno de MonteVideo, todo es­taba desierto. La poblaci6n, cazada de sus hogares, dispersada, diez­mada, habia desaparecido. La pradera, vacia de sus animales, que, an­tes de la guerra, obstruian el transito , era una soledad. Los bos­ques estaban devastados par el consumo del ejercito" (49).

Se encuentran los mismos testimonios par todas partes: "No es posible encarecer el estado de miseria a que ha quedado reducida la

RepUblica, [escribia el doctor Pedro Bustamante desde Maldonado a principios de 1853.] Cielo y pasta es 10 que encuentra el viajero en­tre Minas y Maldonado. No alcanzan a cuatrocientos entre vacunos y caballares los que he visto en esa faja de terreno de 16 leguas. Es­tancieros hay que se mantienen de charqui y arroz, y el que Ie pre­senta a us ted un asado no puede llamarse pobre" (50).

Esta despoblacion general de la campafia provoc6 el alejamien­to de los hacondados de sus establecimientos y el ccnsiguiente aban­dono de Ia cria de ganado vacuno y del perfeccionamiento del ovino. La ganaderfa se destruia y se parallzaba, y toda la econornia del pais, fundada sobre ella , se agotaba.

Pero tambien se produjo la dispersion de los peones, de los agregados, de los puesteros, es decir, de la mana de obra irnprescin­dible para las tareas de campo, cuya falta aceler6 la perdida y el alzamiento de las haciendas.

Hay muchas referencias en los documentos de Ia epoca a esta " fa lt a de brazos" , de consecuencias tan graves. Anotaba Poucel : "En estos momentos, apenas alcanzabamos a proveernos de carne , faUos de homb1'es capac es de manejar el caballo y el lazo para apoderarse de un novillo en la pradera. Esta penuria lIe go a veces a obligarnos a abatii una vaca de un tiro de fusH" (51). De hecho, estaban practicando la caza, al estilo europeo,en las praderas orientales! No quedaba en la estancia ni un hombre, ni un criollo, capaz de apoderarse de ella a la manera tradicional. Y mas adelante: "Por entonces no teniamos mas que extranjel'os a nuestro servicio, con excepci6n de algunos ninos de 12 a 15 anos, del pais. En ese momento, conrdbcmos con 7 nacionalida­des distintas, comprendidos un polaco, italianos, ingleses, un boliviano, etc ., pero los mas numerosos eran esos buenos y leales hijos de los Pi­rineos, cuyo trabajo robusto habria hecho progresar tan rapidamente la p1'ospe1'idad del pais s in esta guerra abominable" (52). Y aun, en otro lugar : "Pronto fuimos rcducidos a no tener mas que las mujeres de nuestros pastores para cuidar los puestos alejados media legua uno de otro. En fin , como los des6rdenes aumentaban, las mujeres mismas 110 pudieron quedarse mas, durante la noche, en sus puestos, y venian a dorm ir en el establecimiento principal" (53). Dato que corrobora Ma, ga r ifios al expresar que las labores agrlcolas estaban fundamental­men te a cargo de mujeres, y aun cuando en las epocas de recolecclon, se licenciaba el mayor numero posible de soldados, estas tenian a l!U cargo el cuidado y la vigilancia de las sementeras (54) .

Asi que las bbores de subsistencia, ya no de producci6n, cran de sem penadc:s POI' mujeres Y extranjeros. Y aun estos, no teniao siem prc la 'su er t e de permanecer al margen del conflicto, sobre to­do, esos "hijos de los Pirineos", esos vasccs, de que hablaba Poucel. Vease : "~os espanoles, enemigos hasta la vispera , unidos por tantos vlncu los estrechos {I, los naturales, sin Consul ni nadie que les valiera, !ll taban destinados a ser tratados igual que aquellos, en el mejor de Ins casos . Espanoles y canarios -distingo que se hada siempre en In epoca-, fueron los unicos extranjeros que de una manera regular ueron constrenidos diTecta 0 indirectamente a servir en la G. N. 0

lIc1mi tidos a formm' parte de Cuerpos de Linea, como el Batallon de ..Volunta1 'ios de Oribe", constituido integramente por vascos" (55).

Y esto trajo consecuencias imprevisibles, porque los vascos no

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eran s610 los mejores puesteros de ovejas, muy buscados por su res­ponsabilidad y conocirnientos, sino que tarnbien formaban la mayor parte de la rna no de obra de los saladeros de los alrededores de Montevideo, y cuando esta1l6 la guerra fu cron casi todos a engrosar el ejercito sitiador, entorpeciendo el desarrollo de la industria sala­deril (56). Otros extranjeros, sobre todo Ingleses y franceses, esta­ban en mejorcs condiciones : sus parses eran fuertes, mantenian re­Iaciories con el nuestro, tenian con sules muy sensibles que presenta­ban protestas por cualquier pcquefiez y tanto mas si se hubiera intentado alistar a sus connacionales en el ejercito. Asf que ellos dis­ponian de cierto respire, por 10 menos en ese sentido.

EI alistamiento forzoso producia consecuencias tan graves, rui­na de las estancias y abandono de Ia explotaci6n ganadera, que no s610 los peones se resistian fu gando, sino que los patrones mismos recurrian a cualquier medio para evitar que los convirtieran "los peones en soldados" .

Los siguientes documentos revelan con claridad esto que de­cimos:

[23 de agosto de 1844, de Francisco Oribe al General Oribe]: "Habiendo recibido anoche una orden de V.E. trasmitida por el Sr. Jeje de E. M. para tomar y destinar al servicio de las armas todos los individuos qu e no tuviesen pa peleta de enr ol am i en t o, comisione dos oficiales a l efecto que cumpliendo con las ordenes que llevaban trajeron entre Ot 1'OS , los peones de D. Francisco Leco y este mal ciu­dadano lejos de pr estarse a u na medida que refluye en el bien del Pais y que to do patr i ota debe prestarse a ella , tuvo la insolencia de insultar al ofida I porque cumplia con su deber" . jY eso que Lecocq era blanco!

[Egafia a Diego Lamas, 16 de diciembre de 1849] : " .. . yo no he tenido reunidos ni cien G .s N.s porque nada hay mas dificil que re­unir este escucdron en su actual estado de dispersion. Es sobre esto que hay una indispensable necesidad de hacer un arreglo y tengo esperanza que se haga cuando U. venga pues de otro modo yo no puedo desempenarme; y U. juzgara por solo un caso que voy a ci­tarle. Hayen el Hervidero 14 soldados que ni en los dias de las reuniones los he mandado buscar , pero par a hacer tropa pedi siete, la mitad, perdiendo mi tiempo y mi pa cl encia en escribir largas certas para persuadir la necesidad absoluta en que me encontraba de aquellos homb1'es, echando tantas mald iciones como letras, por que de este modo es como de dia en d ia se hac e mas insoportable esta aburrida tarea; y que cree U. que me vino al fin?, me vino Dn. Enrique Juanico con 15.000 excusas y otras tantas dificultades; no me junte con los hombres, perdi el t ra baj o de escribir para persuadir y sufri por resultado una buena hora de petardo. Pues bien, esto mis­mo sucede con todos los que han conseguido convertir los soldados en peones, cuando se l es pide 10 atur den a uno con que todo 10 van a' perder . .. " (57). Como se ve, alguna vez la ganaban los hacenda­dos, y consegufan su proposito, opuesto al del ejercito, convirtiendo "los soldados en peones" . A pesar de ser adherentes no torios a la causa, como los nombrados, la conservaci6n de su mano de obra, y POI' consiguiente, de sus ganados y estancias, parecia pesar bastante mas que Ia "divisa".

i.Y cual era la situaci6n de los hacendados extranjeros, esos in­gleses 0 franceses perdidos en el medio de los campos? Ya leirnos que Poucel tenia trabajando en su establecimiento s610 mujeres y extranjeros, pero veamos mas de cerca todavia c6mo describia la vi­da en esos tiempos turbulentos:

"Alejado de la marcha de los ejercitos, el departamento de Co­lonia , no sufrio mas que indi1'ectamente por las patrullas volantes [ .. . ] 1301' 10 dernds, nuestra calidad de extranjeros nos imponia tm­tar bien a todas las pa1·tidas para ser respetados por todos, y de ello no nos separomos jamcis. Sin embargo, desde el comienzo de los acontecimientos , observamos una gran vigilancia desde 10 alto de la montana, donde estci construido el edificio principal, que por su ta­mano se denominaba el CASTILLO.

La majada de merinos pura sangre pacia sobre las laderas del cerro de Vichadero [ . . , ] Senales convencionales advertian a los pas­tores y a los labradores cuando debian apurarse para llegar al esta­blecimiento. En cuanto a los puesteros a caballo cada uno en su puesto cuidaba de su propia seguridad, y abandonaban el puesto a la tarde, para dormi1' todos en I-a casa principal , cuando se esperaba el pasaje de un cucrpo de ejercito" (58). i.N 0 parece que nos encon­traramos en plena Edad Media europea, cuando los labradores de los campos circundantes corrian a refugiarse tras la muralla del castillo, al menor asorno de las hordas hungaras 0 normandas? Si 16gicamen­te hay que tener mucho cuidado para no igualar dos imageries que pertenecen a realidades diferentes, hay una circunstancia que las em­parenta y las ac erca : la inseguridad : la terrible insegu ridad en los campos que obligaba al hombre a crearse refugios pareeidos contra una fuerza militar in contrastable,

Y el pobro Poucel sigue relatando sus aventuras, que segura­mente habran heche las delicias de sus compatriotas de la segunda mitad del civilizado siglo XIX frances. La primera partida volante que Ilego pertenecia-al ejercito de Rivera, y estaba encabezada por un teniente que pidi6 permiso para colocar un centinela en la azo­tea. EI frances, respetuoso de la neutralidad que se habia Impuesto, se neg6, y eI tenicnte disgustado se retir6, no sin antes tirarle un lanzazo porIa puerta entreabierta. A los pocos dias, otra nueva par­tida, ' pcro de las fuerzas de Oribe. Mas tarde, cinco soldados que vienen a pedir caballos que les son negados, tienen que ser recha­zados a tiros, entablandose una verdadera guerrilla. Y asf sucesiva­mente; pero como si las partidas "regulares" causaran pocos proble­mas, tambien estaban los gauchos sueltos y las partidas de bandoleros, que !Iegaban porIa estancia . "En esta atmosfera deleterea del pre­tendido sistema de la atLtoridad (generalmente hablando en la cam­pana), se crean miasmas pestilenciales [ .. . ] Son las autoridades cons­tituidas por S1L propia voluntad , fuera de la j erarqu ia milit-ar 0 civil. Estos hombres, los gauchos, verdaderos polipos, roedores del cuerpo social son conocidos bajo el nombre generico de matreros, u hombre de los bosques. Se les distingue de dos clases: el simple y el malo" (59).Y a Poueel 10 visito un gaucho malo, Mendoza, con quien tiene que hacer un pacto para que no Ie robe el ganado!

Lo que interesa destacar, y las largas transcripciones deben ha­ber servido para ponerlo de relieve, es la intranquilidad permanen­

38 39

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de l.q u('ll os est ancler os que no habian abandonado sus poseslones, y que pur If) t a n to se podian considerar los mas afortunados de entre odos Si P Ull ed tenia tantas dificultades para mantener sus existen­

l'ia ~ I dospues sc las embargaran y devolveran, como ya sabemos) est.md o 61 en persona en la estancia, sicndo extranjero -10 que iurponia algun respcto-c-, iPodemos imaginnr q ue seria de los bienes de los estancieros criollos que se vicron obligados a abandonarlas? D C' aUi la desolacion , de alIi la rulna, que 5C vela a 10 largo y a 10 ancho del pais.

Las cr6nicas aparecidas en los dlarlos sabre cl viaje que realiz6 cl Presidente Gir6 POl' toda la Republica a fines de 1852 y princi­pios de 11J53, constituyen un documento precioso para comprobar la magnitud de los estragos que hernos descrito.

En una carta suya del 6 de noviernbre de 1852, dcsde Maldona­do, expres6: "Este Departamento es el que mas lIa sufrido de la gue­rra. Maldonado presenta el mas t1'iste aspecto. Pocos habitantes, mu­clla pobreza, muc1ws casas desiertas 0 arruinadas." (60). Y el co­rresponsal del diario "La Constituci6n", escribia desdc Minas : "El Depm·tamento de Maldonado es lindisimo, y aunque muy pobre par haber sufrido mas que ninguno de la guerra empieza a reponerse [ .. ,] El robo de vaca .~ va cesando mucho. La ciudad presenta un triste aspecto: faHan todavia muchos de sus habitantes: hay bastantes casas arruinadas 0 inhabitadas [ . .. ] De Mataojo a las Minas es una serrania desiert:t de hombres y de ganados. Era la guarida de los guerrilleros de ambos partidos." ( 61 ) . Era una zona que habia su­frido mucho: cuando a mediados de 1848, los colorados abandonaron la ciudad, del padr6n levantado P Ol' el Coronel Barrios, jefe de las fuerzas sitiadoras, se desprend ia una existencia de 351 habitantes! (62). Y 10 mismo succdia en la zona litoralena de este departamen­to: "AI recorrer en nuestro transito todo el litoral del dep'lrtamento de Maldonado, lIemos quedado verdaderamente consternados al pre­senciar Ia lamentable desolacian en que 10 han dejado las pasadas, y mas que deplorables desgraci:zs del pais. Son mas las taperas y las tunas que las pobladones habitadas que hay en el. Tales han sido los estragos que no se ve un solo animal en muchas leguas. Parajes hay, que ni con el dinero en I.a mano, se encuentr:z que comer a largas distancias. Aqui mismo donde estamos [Chuy] se paga la ca1'­ne a doble precio que en ese mercado [Montevideo1. . . " (63). Se recordara que cl censo de 1852 daba una cantidad mllY debil de ga­nado para este departamento, 72.000 cabezas, y todavia, de ellas, el 36,1 % correspondia a los alzados, No es extrano que con tan poco ganado y con tanto alzado, no se encontrara que comer.

En Cerro Largo, la situacion era similar, y a pesar de haber tcrminado la guerra con un numero de ganados superior al recien visto, la escasez de haciendas paralizaba la industria saladeril del departamento: "[desde Melo] Regresamos en este momento del pue­blo de Arredondo [actual Rio Branco] que dista de aqui 20 leguas sabre In costa del Yaauaran [ . .. ] Sus habitantes con varias excep­ciones son todos saladeristas, negociantes y gentes que dependen de estas industrias. Hay varios saladeros y grasel"ias, entre ellos uno de los senores Danicd Williams y Paulet, que no hemos visto mejor en Montevideo. cuallda los habia. CompiteTl can los brasileros y su

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existencia 10 prueba, pero hoy estan cast patalizados por fatta de ganado . . . " (64).

En Paysandu escaseaban los brazos necesarios para hacer pro­ducir una zona de tantas posibiltdades eeonomicas POl' su fertilidad excepcional : "La agricultura en este Departamento, aunque en pun­ta pequeno, oirece buenos resultados este ano, segun el cstado de las sementeras y se nota aficci6n decidida a este ramo tan importante. Las t.ierras son excelentes y 10 que fa!ta son colonos para sacar de eHas todo el f1'utO de que es capaz un suelo tan privilegiado." (65).

De Colonia, sobre Ia que tenemos una idea clara por los relates de Poucel, escribia el corresponsal del diario: "La loculidad de la costa es 10 que mas ha sufrido en la guerra, y muy especial.mente Ins cercanias de la Colonia y el Carmelo, donde concluya el ganado. En esie ultimo punto, hasta la poblacian ' ha disminuido en gran numero porque primero se manda dejar el pueblo y retirarse a las Vivoras, y despues retomdndotus, tuvieron que embarcarse para Mar­tin Garcia, Montevideo, Gorriti, Ma.ldonado, Buenos Aires, etc. Gran numero de esa poblacian, falta todavia", (66) , .

Desde Sa lto, informaba su jefe politico, Bernardino Alcain : "La ganaderia, sin embargo del deplorable estado a que 1:1. redujo la pa­sada guerm, forma hoy la principal 1'iqueza de su departamento. [ . . . ] El ganado lanar, que tambien se reproduce, es sumrl.mente es­caso. En Ia Provincia del Rio Grande, hay poco y m1t1! caro. En Co­1'rientes y Entrerrios estd p1'ohibida su extracciall. Seria un fuerte y 1.'alioso ramo de 1'iqueza y aun de comercio la int1'oducci6n de esta ctcse de ganado ." Y como en Iodos Ia dos, la despoblacion, la falta de hrazos, la inactividad de la ti er ra que no produce : "SIt campana existe muy despoblada, y esas grand cs porci ones de t i er r a que per­t.enccen a va1'ios pa1·ticulares, .si n ser ocupadas par los ganados que

ueden sostener y la calidad excelente de eHas que con tanto lucro pod r ian ser explotadas por la agricultura, causan esa lenta vida y

aralizaci6n que se siente en el departamento, porque el comel'cio se .mjeta siempre a las condiciones de su 1·iqueza . . . " (67).

EI corresponsal de otro diario repetia el mismo estribillo: "Tan­to en el Departamento de Minas como en el de Cerro Largo la agri­cu lt ura es casi nula; pero en uno y otro punto se desea promoverla

:r t ensam ente. A esto se opone In asombrosa falta de brazos que sien­Ie el p:zis. Los peones que se prestan a ser agricuttores C1lestan muy curos." (68),

Las transcripciones lOon quizas un poco mon6tonas por su una­ni m idad : falta de hombres, falta de ganados. Con respecto a estos, ya hemos realizado estimaciones y analizado el censo de 1852: 10 mas probable es que el stock bovino hubiera disminuido en mas de la mitad y la cifra mas optimista a!iignaba para ese an o dos millones y medio de cabezas. Con relacion a Ios hombres, las apreciaciones y pi censo de 1852 tambien senalan un pronunciado descenso, sobre lodo en la campana. Vease: Jose Catala, en un manual de geografia Ie 1840, atribuye 40.000 habitantes a Montevideo y 160.000 a la

c';lInpana (69). EI censo de 1852 indica 34.000 para Montevideo y !I8. 000 para el interior. La cifra de disminuci6n de la poblacion al­~lInzar i a a 34 %; aunque es d€masiado alta, y atribuible a los noto­I ios defectos tanto del censo como de la estimacion, debe guardar

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el erta relacion con la realldad , si recordamos cuanta gente pas6 la ron tera hacia el Brasil, se fue a Buenos Aires, Y c6mo muchos in­

Illig rantes extranjeros abandonaron el pais en busca de tranquilidad. La ci!ra real de evasion debi6 ser muy elevada y ello explica la constante repeticion de que falta gente en la campafia.

Y la gente que se qued6, aquellos ex-peones, agregados, pobla­cion rural en general, se qued6 a sufrir la miseria que abatia el pais. Muchas voces venian de la campafia, sobre todo de hacendados, quejandose contra esa poblaci6n rural, que sin medias de vida, tenia que vivir de 10 ajeno, Lease esta carta a "La Constituci6n", de no­vlembre de 1852: "Llamo su atenci6n sobre las garanHas debidas a la propiedad que por aca no estd bien asegurada, Los antiguos crtc­dores que han quedado sin ganado, y los vagabundos que son mu­chos, roban al destajo para comer, porque no tienen la virtud sufi­ciente para roturar la tierra y pedirle sus frutos , ni aprovecharse de la caza de que estdn plagados nuestros campos, y mil recursos mas, que haHa el homb"e laborioso , v.g, la cria de ovejas (que cuestan poco), la leche, el queso, la manteca, etcetera, que todo ayuda a vi­vir c6modamente, Somos cien a t1'abajar con el ardor que inspira el deseo de reparar nuestras 1'uinas y hay doscientos vagabundos pro­letarios y cruzacampos, etc., que nos observan de dia y vienen a ro­barnos de noche." (70),

Tanta gente sin recursos, tantos hombres solos cruzando los cam­pos sin tener d6n de lr, tantos hogares destruidos, tantas familias que han perdido 10 poco que ten ian, son las explicaciones del recru­decimiento del a bigea to y de In in segu r idad de Ia propiedad de 10 que se quejan aquellos que han conse rvado algo, los fu ert es estan­cieros. Asl, en enero de 1853, se escribia en el mismo diario: "Mu­chas veces hemos lI amado la a l,enci6n sobre esas familias de la cam­pana que, careciendo absolutamente de medios de subsistencia, viven en la costa de los arroyos, sirviendo de doble carga a los hacendados inmediatos, Mientras ese mal no se remedie , son inutiles, 0 cuando menos insuficientes, las medidas qu e se tomen para desterrar el abi­geato. La vida es una necesida d supr em a; y seria una suposici6n inadmisible la de que un hombr e v i ese a sus hijos m01'ir de hambre, al mismo tiempo que las vacas Ie pasasen a centenar es al alcance de su brazo. Semeiante esiuerzo serfa superior al ho m bre" (71). Y tambien empezaron a proponerse medidas radicales para eliminar un problema que mas tarde se ra llama do "plaga" de la carnpafia :

"19) Que los escuadrones de linea que estan decretados se for­men con los vagabundos, los cruzacampos, los corredores de yeguas en campo aj eno , y los hijos de familia que no trabajan, obedecen ni ayudan a sus padr es. '

29) Que a las familias que no tienen medias Hcitos de subsis\. ncia se les reun a cerca de un pueblo, y que se les proporcionen

11l str um en tos de la bor , semilla y bueyes, asf como carretas para con­clueir las ma der as con que han de poblar.

39) Qu e a los peCIuefios propietarios que no les ha quedado sino un carnpo 'l.'acio 11 la casa en que viven, se les obligue a trabaj'ar u ll a por ci 6n de tier ra capaz de mantener una familia de 6 personas, so pena fllIC'!, de no ltacer lo, incw'riran en la sospecha de vh'ir del hILr /o ," (72) ,

Ya comenzaba a manifestarse una tendencia que sera constante en los grandes hacendados: obligar a las familias pobres a . hacer agricultura. Se libraban de los que vivian de sus ganados y dejaban el camino ex pedit e para dedicarse con exclusividad a la principal riqueza del pais.

El corresponsal de un diario mencionaba otra medida, mas humana y de fondo perc que, por 10 misrno, tendra que esperar mu, cho tiempo para empezar a aplicarse: "Para cortar de raiz esos males que tanto perjudican a la sociedad no hay remedio pronto y eficaz. La educaci6n de la juventud del campo que tantas dificultades pre­senta aqui pero que es tan precisa como nuestro ser natural y po­litic.o , es Ia que debe ocupar nuestra mente, dh'igiendo para lograr­10 todos nuestros conatos". (73).

La acentuaci6n del destino n ornad ico de esa poblaci6n menes­teresa, el recrudecimiento de la anarquia y la insegu r ida d en la cam­pafia oriental, eran otros tantos elementos con jugados que nos retro­traian al pasado colonial.

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Capitulo IV £1 desorden ell ta propiedad de la tierra y el ganado.

Una de la s arrnas mas tlt iJiz ad as por los contendientes fue la de las confiscaciones de bienes de los en emigos, Esta medida tuvo numerosos antecedentes en el Rio d e la Plata. Per uri lado se procu, raba hacer el mayor dafio po sible al advorsario, y por el otro , ad­quirf r nuevos elementos favorables a la Iucha, tales como dinero,ganados, etc .

El 13 de febrern de 1843, el Gob ierno de la Defensa expidi6 un decreto por e l que se d ispon ia : " D esde esta [e cha quedan bajo 10. administmci 6n del Estado t adas /,as rentas, alquileres de fin cas y bie­nes raices per tenecientes a los ci uclada.nos de 10. Republica: 19 Los que se ha ll en al servicio del t ir ano d e Buenos A i r es con las armas en 10. mano. 29 Que hayan sol ido si n pasapor t c! del territorio de 10. Republica. 39 Que tengan fuera. del pais una conducta hostil probada o notoria contra 10. causa publ ic a . . . " Siguiendo esa linea , en marzo del mismo afio , el coronet Estiva o, jefe d e las fuerzas coloradas en Colonia, dio a conocer el siguiente bando: " T oiles los bienes raices, muebles 0 semovientes de los qu e se hallen 0.1 servicio de los ene­migos 0 les presten auxilio para ll ev o. r adelante su plan de depre_ daci6n y exterminio , quedan aiecto« a los cargos que hagan los verdaderos l)atriotas que son apellidados salvajes y han perdido ac­walmente 10 suyo II a las incl emni.owcionc:; que exijan" (74), y el coronel Baez en el Ceibal, tomaba m edidas anaJogas. Al perder rapi­dam ente el dominio de la campana , la acci6n confiscatoria del go­bierno de la Defensa se concentro en la ciudad de Montevideo, sobre las propiedades y casas de los blancos. En junio de 1844, un nuevo decreto ordenaba "a todos los tenedores de bienes raices, muebles, derechos 0 accion es de ciudadanos que hubieran desertado de 10. pa­tda en peIigr o 0 qu e 10. combatieran en armas" a denunciarlos ante

I Ministerio de Ha cienda, bajo pena de multa. Y poco despues, se )led ia a la AsambJea la aprobacion d e dos leyes que legalizaran 10 :u' (ua do : una , r a t ificando l:ls confiscaciones, y la otra, admitiendo la n'('lIll'cci6n de una contribucion de g uer r a sobre los bienes ubicados <'11 la ciudad, de los enemigos. Los proyectos, sin embargo, no tuvie_ ron :ll1 d am ien to, 10 que no impidi6 que de hecho continuara el apo­d c rllll1 il'n to de las fincas de los adversarios que fueron cedidas en rn u (' ha ~ oea f,ion es como alojamiento para los ciudadanos que no 10 poscinn. Tarnb icn sc recaudaron prestamos forzosos en dinero a las

personas pudientes, que de ese modo se veian obligadas a expatriar­se, quedando entonccs en condiciones de ser confiscadas sus posesio­nes, Eduardo Acevedo cita el caso de Juan Francisco Gir6 (75).

Orlbe, por su parte, dicto un decreto-ley el 28 de julio de 1845, en que se expresaba : "Considerando. Que los en orrnes males causa­dos a 10. Republica y sus i71tere,~es, P01' los rebeldes salvajes unitarios, exigen, tanto en favor de aquella, como en jnsto castigo de 10. mas inicua traiciol1, una repamcion e indemnizaci6n, de 10. que deben for­mar parte, los bien cs de esos mismos traidores salvajes unitarios, y teniendo presentes obvias consideraciones en esta mate1"ia, ha ccor­dado y decreta:

Art. 19) Los bienes de los sa lv aj es unitarios, embargados en el territorio de 10. Republica, son propiedad del Estado.

29) Except1wnse los de aquellos individuos que habiendose pre­sentado y sido indultados existen hoy en las filas del Ejercito Liber­tador de Argentinos y Orientales, a los cuales indultados se devol­vera por las autoridades 1"espectivas, tan luego como este decreto llegue al conocimiento de elias, los que les pertenezcan , en el estado en que se hallen,

39) Los de aquellos que, habiendose presentado y sido ind1tl­tados, permanezcan, P01' alguna raz6n, en sus casas, sin pertenecer a las filas del ez p rcsndo Ejercito Libertador, quedan sujetos a las re­soluciones especiales que dict.are el Gobienw, con ar1'eglo a las cir. cunstancias del caso, a :;olicitud de parte ... " (76).

Como su poder se extendi6 sobre toda la carnpafia, las propie­dades afectadas fueron fundamentalmente las estancias de los colo­rados. De dos maneras distintas so be neflciaba el Estado, dice Ma­garifios. Una directa, mediante la confiscaci6n lisa y lIana que con· sistia en tomar de inmediato los ganados de un establccimiento, 0 vendiendo 6ste y quedandose con el dinero. Y otra indirecta , recorn­pensando a sus servidores civiles 0 militares con la donaclon del bien. Tambien anota que: "De los unicos departamentos de que po­seemos detalles mas 0 menos completos en 10. mater(r! son de los de Rocha, Cerro Largo y Soriano. Los dos primeros son sabre bienes de ciudadanos del banda enemigo. El ultimo , dispuesto a raiz de 10. intervenci6n de 1845, sobre bienes de ciudada1ws de las potencias interventoras [ . . . ] en la zona de Rocha r... ] [en] los embargos practicados en 1845, contrl1ltos 59 propiedades [ ] con un total de 129.300 cuadras cuadradas de campo solamente [ 1

El de Ce1"rO Lar~1O aTraja [ . .. ] un total de 41.340 vacunos , 3 .030 yeguarizos , 1 .900 lan {tres y 20 mulares embargados, pertene­cientes a establecimientos de 23 propietarios [ .. . ]

Del embargo sobre los bienes de extranjeros conocemos, como deciamos, el efectuado en el Departamento de S01'iano, sobre los per­tenecientes a ingleses, franceses y sardos . . . " (77 ).

Hay un embargo a extranjeros. que el p rop io damnificado re­lat6. No:; referimos al de la estancia de Benjamin Poucel, en Co­lonia . Vease que vida adquicre el proceso de la s confiscaciones a tra. ves del recuerdo apasionado de un solo caso:

"E1I0 de setiembre de 1845, a 10 dias de 10. toma de la Colonia , hacia las 7 de la mmi.ana, 1m piquete de caballeria bastante nume­roso apareci6 en el horizonte" . [Era una fuerza al mando de Clemen­

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u rgue no, su bor d inado do Orlbe, q uien cxh iblb 1 In oC' todus 105 extranjcros r es tdcntcs en c l J' I!!Cn r Con tlu u

sf N l7l r.l Ityo P ich inan go [ . . . J Entonc.!:; alla r l'd 6 , ro n ' ''d n If1t /1'111.­

cl'ud, el triunfo de la ignorancia sobre la civil i zaciljll 11 li d Ut'lw r ell'n subre los hdbitos de orden y de industria. Las depend.c lll'i us If.' l ell­tablecimicnto, invadidas por esos hombres [ . . . J se cClfw lr (j,' rlm en teatro de sus groseras orgias. Su primer cuidado iue establ eccrs(' en el comedor, donde para mayor comodidad, instala1'On una hu gllera en medio de la ' pieza, alrededor de Ia cual, siguiendo La cus turnbre del pais, se acuclillaron tomando mate y fumando el tabaco d el es­tablecimiento, mientras que la carne que destinaban a sus comidas se asaba en el csudor clavado verticalmente entre las piedras del pi­so. Al lade de ellos habia una chimenea con marco de mdrmol y cobre brillante que, para el hombre civilizado, hubiera reemplazado con todas las 'ventajas ese fuego improvisado, perc que, para ellos, era un mueble inutiI, que miraban con asombro, preguntdndose : ,para que sirve? [ ... ] EI ruido de los golpes de martillo dl!l que se servian para romper las cerraduras que no se sabian abrir con las llaves, llegaba de tiempo en tiempo a nosotros. Durante esta visita, o mejor, este pillaje de nuestros muebles, paso un hecho r, . .] bas­tante divertido [ ... ] En un caj on d el escrtt or i o habia un microme­tro, instrumento de opt ic a dest in ado a la apreciacion de Ia iineza de las lanas. Este i71strumento se halla ba en una caja de madera muy apropiada. Parcce que el extcr ior de este pequefio mueble dcsperto la curiosidad y sin d uda la av i dez de l os visitantes, que buscaron el medio de abr i r la. Lo Iogr ar Oll a Lfin , per o a la vista de los tubos de cobre brillantes y a l in eados en sus compartimentos, uno de ellos asustado dijo a su camarada: Cui dado! No toques eso, puede ser una maquina infernal como la que Ie [ u e enviada a Rosas durante eL blo­queo de los iranceses! . . . " (78) , Esta tragt-comica descripci6n realza el contraste entre dos culturas diferen tes y muy alejadas en el tiem­po, y hace palpable la angustia del propietario.

Otras confiscaciones se r eali zaron que fueron destinadas a re­compensar esfucrzos de los compafieros de lucha. A Ignacio Oribe se Ie dio un terreno en "An'oyo Seco que fue del Salvllje Unitario Francisco Magarinos"; al Coronel F rancisco Lasala se Ie atribuyo la estancia de Joaqufn Suarez en los Cerrillos, etc. (79). Y Eduardo Acevedo dice que "empezaron a Uen ar se los protocoLos de Los escri­banos can escr i t u ro s de donacion de bienes pertenecientcs a los de­fensores de M on tev i deo." (80 ).

Terminada la guerra, se procedi6 a la devoluci6n de todas las propiedades confi scadas por una y otra parte, 10 que no oca!llon6 problemas de enti dad, quizas porque los beneficiados hab lall <, d­vertirlo 10 precar io d e la regalia, desde un primer momC'uto. " La conIlictos ver.~ar071 unicamente, como era ele esperarse, sobrl' hu e­rl'ses, i1'utOS, mejora s, etc" que representaban eL ajuste de los leLl'UO!: ailos en que Las p ropiedades habian cambiado de manos" ( 31). L.. justificr:cl6n que intenta Magarifios al sostener que "la a d j lHIi(' (f('jon de las 1lrop ied a d es enerni.gas em la ttnica solucion posiblC' ]Jara C' l' it a r La rnh'a i uta l ele todas ellas", no parece muy acertRda . Ma l plld l evit ar se la r uin 3 de aquellos establecimientos a los qu e pn 'v lmncntc l es hubfun comido to do el ganado.

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Por esc las confiscaciones son otro elemento de fundamental Importancia para completar el cuadro de desorden y anarquia que venimos realizando. Al producir el alejamiento de las estancias de sus propietarios, suspender la explotaci6n, consumir su ganado 0 de­jarlo en Iibertad, contribuian poderosamente a debilitar una eco­nomia ya desangrada. La confiscaci6n tuvo como finalidad el apro­vechamlento inmediato de los bienes, no su reproducci6n, 0 siquiera su conservacion, como resulta claro en el caso de los ganados. Por 10 tanto, todas sus consecuencias fueron nefastas para el pais.

Aunque el desorden en la propiedad de la tierra se hubiera so­lucionado al flnalizar la guerra sin provocar ninguna dificultad -he­cho que no aconteci6 con esta facilidad-, .pr ovoco otra anarquia aun mayor, y esta sf de incalculables consecuencias, en la propiedad del ganado.

Al concluir el eonflicto se presentaban a Ia autoridad problemas muy complejos en este rubro, lA quien pertencefan los ganados al­zados sin marca? lC6mo establecer la propiedad claramente cuando, a rafz de la polarizaci6n del pais en duales autoridades durante los 9 afios de la guerra, se habian establecido varios registros de marcas y estas estaban muchas veces repetidas? lQue habia acontecido con los ganados de aquelfos estancieros que abandonaron sus campos -sin ser enemigos politicos de nadie- y al llegar, en 1852, se en­contraban sin existencia alguna? Otros tantos dilemas que el Go­bierno de Giro enfrent6.

En la Memoria del Ministro de Gobierno, Dr. Florentino Cas­tellanos, correspondiente a 1852 (82 ) , se comenz6 se fial ando justa­mente la abundancia de marcus que proliferaban por esos afios en 109 departamentos. La ausencia de un reglst r o un ico habfa complicado enormemente las tareas de fiscalizaci6n, hecho que se utilizaba para apoderarse ilegalrnente de los animales.

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10 V de la industria saladeril.

La industria saladeril existia en el pais de larga da ta. Su des­arrollo fue constants porque contaba con abundante materia prima -el ganado- y antiguos mercados de consume -Brasil y Cuba-. En el afio 1805 existian 7 u 8 saladeros; POl' 1842 su numoro se ole­vaba a 24, establecidos en su mayoria en las cercanias de Montevideo, Magarffios (83) haec un recuento, de norte a sur, de los saladeros existentes en el pa ls hacia 1845-46, epoca de Ia reanudaci6n de la actividad industrial luego del Sttio, que provoco la ruina de los es­tablecimientos pr6ximos a Mont ev ideo. " Con el cierre de los plW1·tOS del Plata por el bloqu eo y In apertura de la fronteru N or t e al co­mercto ganadero, se estc b tectcrou en Cerro Largo dos centros indus­triales que nipidamentc adqui r i eron notable desarrollo: Arredondo y San Servando [., .I El 1ll1mcro de establecimientos habria llegado a quince,.," Arredondo, que es la actual Rio Branco, "conciro el odio de las autoridades y saladcristas riograndenses, a quienes hada u7la competencia ruinosa , por la abundancia y caUdad de los gana­dos orientales, de tal manem qu e todos sus esiuerzos se dirigieron a destruir esa fuente de 1'iqueza nacional. Lograron ese propostro . .. ". En tina carta al General Oribe, del 19 de marzo de 1850, Atanasio Aguirre, haciendo referencia al temor de Dionisio Coronel POl' una posible invasion del Baron de Yacuhy a Cerro Largo, dice: "Hay sin embargo una razon para sospechar no sea del todo infundado el temo del Sr. Comandantc: y es la destruccton de las Charqueadas 0 Saladeros de Yaguar6n, que tanto 10 dexean los de Pelotas, calclllnn­d o que sin aqllel padrasto vendrci a eHas todo el ganado que aguurdan zier int'roduciuo en consecuencia de las maniobras del Baron..." [, . .I

" En los demcis puntos de la Republica empezo a tomar vuelo la industria de salazon de carnes a mediados de 1848 0 principios de 1849. As! por ejemplo en el SaIto, [ ., .] Los saladeros del SaIto no solamente sed an de los mas importantes, sino que sobrcvil'irian a In ruina de cas i todos los otros [ . . . ]

"De;;c f ~ / : d ie 71 do por el lit01'al urugua'Jo seguimos eneontnmclo i m])ortn1J t. es extablecimientos, algunos de los cuales COllocemos. As! P () 1' ,'.if ' m1l ln , em el H er v i der o [, , .]

" Ell el Depart.amento de Paysandu [ ... ] Uno de esos estableci­1/1W Ill.II;; l'ta cl de D, Hip6lito Doinnel, el antiguo saladerist.a del Cc­n·o. , . .~il1/.(/do en el predestinado paraje de Casas Blancas [ J

"En la zona de Mercedes los primeros establecimientos a vapor [. , .] fueron instalados con anterioridad, casi apenas liquidada la in­vasion del litoral.

"Colonia no hizo excepci6n a la regIa [ . . . ] Comenzaron a ins­talarse saladeros y graserias a vapor [, .. ]

"Finalmente queda por referir7l0s al nucleo saladcril del Bu­ceo [ ... ]

"Entre los que sabemos de cierto que actuaban se cuenta los de Piiieyrua, [ . . . ] de Lapuente, de Susviela, [ ... ] el de la Sociedad Antonio Benvenuto, H, Fuentes y Jose Curbelo, [ ... ] el de Buxa­reo, [ , , . ] el de Lujone . .. ".

Con el aumento de la industrializaei6n, se elevaron l6gicamente los precios del ganado. De $ 4 que se pagaba antes de 1848, pas6 a pagarse 5 y 5 y medio POl' cabeza en los saladeros del Yaguaron, Ese resurgimiento compitio seriamente con la misma industria bra­silefia, sobre todo del Rio Grande, cuya Asamblea Provincial decia: "con motivo del estado de atraso y ruina en que se halla la princi>­pal industria del pais, [ ... ] gran numero de saladeros han dejado de trabajar [ .. . ] atribuye este mal a la sensible disminucion que durante la revoluci6n tuvieron las haciendas; a la prohibieion de sa­carlas de la campana Oriental y a la concurrencia que en el Brasil hacen a las carnes del 'Puis las del extranjero, . . " (84) . Las dos ultimas causas que sefialaban eran otras tantas "molestias" que el Uruguay Ie provocaba a la industria rtograndense del tasajo. No tard6 el Brasil en tomar las medidas necesarias para tender a su recuperacion, 10 que significaba la ruina de nuestros propios sala­deros, Los Tratados de 1851, firmados por Andres Lamas, que sella­ban la alianza con el Brasil, incluian u no de Comercio y Navegaci6n que obtuvo el resultado deseado.

EI articulo 4Q de este tratado mantenia la exenci6n por parte de Brasil de los derechos de consumo al tasajo y demas productos ga, naderos importados porIa frontera terrestre de la provincia de Rio Grande, desde nuestro pais, conviniendose en que seguirfan equipa, rados a iguales produetos de esa provincia, 0 sea libres de impuestos al consumo interno; la franquicia durarla 10 afios mas, a partir de la firma del tratado, puesto que ya existia. En compensaci6n, el Uru­guay abolia POl' los misrnos diez afios, el impuesto a la exportaci6n del ganado en pie haeia Brasil. De esa manera, siempre que el tasajo uruguayo fuera POl' tierra hacia Rio Grande -y la mayor parte 10 hacia POl' mar en ese entonces- quedaba eximido del pago del impuesto al consumo que ascendia al 25 %. Esto 10 colocaba en si­tuaci6n ventajosa frente al argentino; pero no debe olvidarse que tal ventaja la gozaoamos con anterioridad al Tratado, POl' 10 que no existfa ninguna real compensacion brasilena a la exorbitancia a que nos habian obligado: la exportaci6n libre de derechos de ganado en pie al Rio Grande.

Las intenciones del Brasil iban incluso mas alIa, En 1854-55 modifico el impuesto al consumo interno del 25 % al 11 %, y luego al 8 % con 10 que la ventaja del tasajo uruguayo frente al argentino disminuy6 considerablemente.

Sin embargo, no s610 nuestra franquicia debi6 mantenerse, sino que un imptresto interno, exclusivamente oriental, que gravaba a

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I rWlllllon

con di recc iou a l R io Grande A m bos hcchos cunstltu­clurlsima demo stracron del peso agobian te del Impcr lo ~brc pals a la termi naclon de Ia Guerra Gran de. P er" a ll t no

111111arOn los cst uerzos del pa ls del norte por autoabastecer se de IJO al m isrno t iem po que mantenia la clausula que le conve ula .

Tn rnbien recurri6 a todo tipo de trabas, incluido el trasbordo de La arne a l Ilegar u la f r ont er a de Rio Grande, para dificultar su im­urtacion. Lam as, el mismo que habia -firmado esos tratados, sa lia

nhora en defcn sa de su pais, donunciandolas: "Algunos saladeristas Rio-grondenses, especialmente los establecidos sobre el San Gonzalo,

'ed i taban y pr eten d ian arruinnr las fabricas orientales para matar !Ill ccmcUl"ren ci a y m onopolizar el beneficia de los ganados Orien­rales. ....l rruinada la i ndust r i a de la salazon de cernes, que es hasta ahom In pri nci pal del pais, en la frontera Oriental, se aumentaria la :n trod1/cci on Cll R io Grande del ganado en pie, mater ia prima C11yO belll!ficio se qlte1'ia monopolizar . Este haeres mezquino, Hegi­tim o, desde que tomaba por base las extorsiones y chicanas fiscales, se nizo paso hasta lIegar al Gobierno Imperial encubierto por la n ecesidad d e reprimir el contruban do. Bajo esa apariencia logro ser

t end ido; E, .. J Esas medidas e-nbarnzun y hasta imposibilitan la importacion

par las f ronterus terrestres de lo s produ ctos de gan ado beneficiado en el Esta do O r iental , no solo por e l aumento de gastos que les im­

li en , sino porque los tmsbordos (a qu e ahora la sujetan) perjudican u la carne secc, -que es el p ri n cipal de aquellos productos- de m an em que la exponen a una perdida total." (85).

Ah or3 la m nniobra quedaba e n cIaro: rebajando el impuesto al eonsumo en Ri o Grande, el tasaj o urugu ayo quedaba en condiciones casi jgunles que el argentino y en peores frente al riograndense; y

a n ten iendose por otro lado la ex en cion por nuestra parte del im­pu esto sobre el ganado en pie que iba al Brasil, todo el beneficio era· para la provincia brasileiia, que se dedicaba entonces al unico negocio que Ie convenia: importar -libre de impuestos- todo el ga nado uruguayo que sus saladeros industrializaban, disminuyendo asi las compras de tasajo uruguayo.

El mismo Lam as daba cifras de la disminuci6n de la exporta­r i6n de tasa jo oriental al Rio Grande. En los anos 1850-51, epoca anter ior al t r a t ado, se exportaron 618.926 arrobas.

en 1851-52 256.076 arrobas 1852-53 231. 030 " 18 53-54 212 .545

Y Cll 1854-55 , cua ndo se tomaron las medidas a que hicimos r o;"­I'fPncin. In bnja fue fiUy pronunciada exportandose s610 120 . 062

Qrrubas. F I primer rmnto del programa br asil en o -rlisminui r 1,1 S ('om ­

pI':]'; df'l laf'iljo oI'len \aI - se eumplia a marnvill as . El S(' K ll l1d o pun­to, im poI'\a;.r gnlodes cunti dadcs de ganados uruguay() ~ pa rol in nu '·

triaIizarlos en sus propios saladcros, se vela f acilitado POI' el hecho, denunciado con detalles POI' el propio Lamas, de que los brasilenos po seian en territorio uruguayo, perc sobre Ia frontera con eI Brasil, estancias que alcanzaban la enorrne superficie de m as de 1.600 leguas cu ad r adas, con una poblacion bovina minima de un millon de cabezas. Por 10 tanto, el Uruguay, y mas precisamente la frontera, se convertia en virtud de este malhadado tratado, en u n inmenso campo de invernada, de engorde, de gariados uruguayos y brasilofios, para la industria extranjera, Lamas 10 denuncio repetidas vcces y en todos los t(11108 posibles: "Los criadores Rio-gmndenses, mOllopolizando el terreno sobre las lineas fronterizas (en 1849 po­seian allf mas de 1.600 leguas cucdr udas -ahora poseen m u chas mas-) monopolizan et ganado pam alimentar los satnderos de su Provinda, no s610 po r el h echo de la ocupaci6n de la tien'a, si n o por los gastos, emburczcs y t r asbor dos, & . de que, con violacion del tra­tado, se } I(J agoviado a los productos d e los saladeros Orientales. estos estab! ecimientos los han herido de muerte, los han arruinado, los extillglLinln del todo si el presente estado de cosas no se mo, difica sustancialmente y prontamente. Una extensa zona del te1"Tito­rto orienta l fronterizo estd convertida, exclusivamente, en cricderc de ganado, de materia prima, pata aIimentar los saladeros de Rio­grande E. , . ]

"EI hecho de que los Rio-grandenses lIeven a tmgordar 0 a criar sus ganr:dos en ese territorio pam despues ben ef icia r los en su Provincia, contTibuye, no a enriquecer, sin o a em pob r ecer el pais, pues Ie pri v a d e utilizar para su propia iJld,llstria una i m por tan te Jraccion de S it tenitol·io". (86) .

Ya en plena discusion can S ilva P aran hos en octubre de 1856, cuando se buscaba la revision de lo s lr a tados de 1851, agregaba: "La al'gumenwcioll f unda<la en el numero de ganado de cria que han in­treducido los Rio-gl'andenses en la Republica para alimentar los sa­lader08 de su Provincia es. como ya indic6 el infra8cripto en su nota N9 1, contmpl'oducel1te por pal'te del BmsiI. EI infrascripto concede de buen gmdo que aquel guar i sm o sea no solo de 360,000 anima les (que pareee que es el de la esta distica 0 ca leulo oficial) sino q ue sea de 400 .000, de medio millon, si se quiel'e.

Cuanto mayor sea, tanto peor como argumento, por pal'te del Brasil en la cuestion pl·e sente.

La cria del ganad o, t al como se hace en to dos aquellos pai ses, ocupa grande exw nsion de territorio e inutiIiza ese terr i tor io para toda otra industria, pam todo aumento de poblaci6n .

Cuanto mayor sea el numel'o de ganado que se introduzca ma­yor seni la cantidad de territorio oCl/pado , tan to m ayor sera, por consiguiente, la cantidad de tel'ritorio inutiLizado para t oda otra in­dustria, pam todo allmento de poblacion.

Los riograndense,< llevan SllS ganac!os de crfa a l territorio orien­tal para suplir la falla d e ter r enos f era ces que sienten en su Provin­cia, y supliendola asi, podel' criar ta n to gallado y t (111 buen ganado como el que necesital1 par a oIimen tur :;u i ndust r ia de sala z6n E. , , ]

Los Rio-Gmnden ses estnb lecie ndose co n ese objeto, se establecen sobre las fronteras, n:;j es que ya ocupan casi todo el territorio fron­terizo." (87),

51 50

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Evldentemente el afio 1851 puede considerarse una fecha clave para la historia de la ganaderia uruguaya. Al finalizar el conflicto sus existencias se redujeron tan considerablemente, que el pais viose en la necesidad de partir casi de la nada hacia su recuperaci6n.

Pero en otro sentido tarnbien la Guerra Grande tiene un alto significado. Asl como, desde cierto angulo, fue el producto de las estructuras econ6micas y sociales primitivas de los tiempos de la na­ciente Republica, ella las afirm6 e incluso las hizo retroceder hasta sus fuentes mas lejanas. Las formas de explotaci6n de la ganaderia en el perlodo colonial renacieron con inusitado vigor: la vaqueria y el corambre, las arreadas hacla el Brasil, en u ltima instancia la matanza indiscriminada s610 POl' eI cuero. Tambie n afi r m6 las vleias relaciones sociales que existian en el medio r ura l. La inseguridad, Ia anarqula, el aislamiento, el nomadismo de la poblaci6n, se vieron acrecentados y reaparecleron f6rmulas que vinculaban a los hom­bres que el pais feliz de la decada de 1830/ 40 pudo haber creido superadas. La Guerra Grande signific6 un retr oceso inmenso de Ia autoridad del Estado, por 10 que los particulares, al verse obligados a suplantarlo, hicieron renacer las viejas formas de dependencia personal que los habian regido desde el coloniaje. Este retroceso

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Capftulo VI. Evaluaci6n de la Incidencia de la Guerra Grande en la economfa rural.

" ... He aqui dijo [Oribel a M. Poucel, nuestro crtador de merinos que me predtca agricultura y emlgracl6n, como si nosotros los Orientales no fueramos capaccs de haccr bas­tantes niflos para poblar nuestro pais!

Yo no vi en esta salida mas que una ocurrencia, y res­pondl en el mlsmo tono: "Cierto general, ustedes los ha­ran, pero con Ia diferencla que una buena emlgracl6n dara al pais en diez anos, un numero de agrlcultores que los orientales no podran fabricar en c1en atlos, y mlentras tan­to el pais desierto continuara sufrlendo los males que Ie agobian".

Va rios de los aststen tes , deseonocidos para ml, pareeleron chocados por mi resp ues ta, y sin duda Orlbe 10 aperclbi6, porque replic6 en to no brusco: "Tanto mejorl estaremos mas a gusto".

Evldentemente esta respuesta era de elrcunstancla, y en efecto, eUa concit6 la aprobacl6n unanlrne de todos ...

Yo no me desconcerte y repllque sIn vacllar : "No es me­nos clerto que hasta que esas doce mil lanzas (mostrando el eampamentol no se eamblen en otros tantos arados, la patrla de Su Exeeleneia no habra entrado en las vias del progreso social".

Orlbe me Interrumpl6 bruscamente, y dlrigh~ndose a sus vlsltantes, dljo : "Uds. no conoc en a M. Pouee!. EI ttens la mania del arado".

Benjamin POI.Icel: "Lea Otage. de Durazno. 80u­venlr. du Rio de la P la ta pendant e' interventIon Anglo - Francalae de 1845 a 1851". Perla, ManeUle. 1864: p. 292.

ivcrtlda en invernada de los hacen S necesitaban cada vez mas tierras v lsta lI U t

II ox tcnsiva, Ia Republica Oriental se transfo r m CL' economlco del Imperio. A tal situaci6n nos h

tado de Comercio de 185l. La maniobra de Brasil habla logrado el exito, y In ruina de In

ndustr ia saladeril uruguaya debe anotarse como otra de Ius conse­ucncias, postreras, de la Guerra Grande.

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La labor de recuperaci6n, en tantos aspectos distintos, se re­velaba como muy ardua. Ya el gobierno de Juan Francisco Gir6 consider6 las disposiciories imprescindibles. En r e lacion a la Insegu r i­dad en el medic rural, la Memoria del Ministro de Gobierno De . Flo­rentino Castellanos, sefialo que en 1852 se tomar on medidas para combatir el matrer aj e, el abigeato y las pulper ias v clan t es, cuya existen cia suponia la seguridad de poder comercial lzar los productos del robo (cueros) .

EI Gobierno tarnblen trat6 de solucionar el problema del desor, den en la propiedad del ganado. Hizo que todas las marcus volvie­ran a centralizarse en un registro general existente en la ca pit al , y de alIi parti6 la pesada tarea de hacer un rcgistro unico y cohe­rente que insumirfa largos afios. En otr o inte nto para a segu rar In propiedad de los ganados alzados, Iue comunicada a los Jefes Poli ­ticos una circular:

"Par la que se dec l.araba al ganado orejano de propiedad del d1Leno del campo donde aque1. estuviel'e; p?'oh i bi a asim ism o, las co­nidas en campos que notoriamente no tuvieran en sus limites ganado alzado, y abligaba a notificar anticipadam ente las matanzas a los linderos , a ejecta de que pudieran presencia r las".

Pensando en la pronta recuperaci6n de la existencia bovina gestiono el Gobierno la importa ci6n de haciendas de Entre Rios, enviando a esos efectos un comisionado a la Provincia. Esta inicla, tiva, que fracas6, la hi zo suya

"Una empresa constitu i da can ese fin [que] ofreci6 al Gobierno la introducci6n al pais de 500.000 v acunos de 2 anos arriba que se adquiririan en la costa argentina al precio de $ 3 .50 y $ 4.50, reven­diendose en la Co lonia a $ 5 POl' cabeza. Para el pago de dichos animales se acordaba un plaza de 4 afws con el interes del 12 % anual, bajo gamntia hipotecaria de los campos afor ndos a un ter­mino medio anual, en esa epoca de 2.000 p esos la suer t e de estancill de 1.992 hect£i.Teas". ( 91)

Tam poco cuaj6 tal em p r esa aunque es de suponer que los estan­cieros POl' su cuenta hayan recurrido a compras en la vecina Entre Rios e incluso en Rio Grande para repoblar sus cstablecimientos, hechos de los que tenemos alguna referencia.

Uno de los principales problemas fue el de las familias orien­tales que habian emigrado durante Ia Guerra hacia los paises ve­cinos y que ahora se deseaba h acer volver. EI Gobierno se enca r g6 de abrir cr6ditos a los Jefes Politicos de los departamentos fron­terizos para que pudieran acoger en el pais a esas fam il i:Js. La tarea de establecerlas nuevamente y proporcionarles una ocupaci6n pro­ductiva , super6 las posibilidades de un Estado pobre y rudimentario como el de entonces.

La Guerra dejo como herencia social eI enorme problema de la poblaci6n menesterosa en la campana, Al destruir los hogares y p ro­vocar la f uga de In gente de sus lugares de trabajo, la guer r a pr 0d ll no s610 el retroceso de la producci6n, sino t:Jmbien m isc r ia cam pI ta para muchlsimas familias que tenian que vivir de 10 que con guian y obtenerlo como fuera.

Esta y las restantcs guerras civiles del cionamientos tecnicos que estudiaremos mas

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.. . . que la autoridad se persuada que a 40 leguas de distancia ,~,. eumplell debidamente sus 6rdenes, y que es preciso hacer

1'1"c/ft'a la r esponsabilidad hoy nominal, especialmente en las auto­"£ll/rlel! slLba lterTlas, encargadas de los detalles de la ej ecucion.·· (88).

As ! opinab a un es tanciero en noviembre de 1852 en el diario "La Constitucion " . Y un miembro de la Junta Econ6mico Adminis­t ratl va del departamento de Durazno dira al Presidente Giro du. rante su viaj e :

"E t. Sr . Piris hizo presetite: Que era necesario que la Junta re­cibiesc t 0 8 p er i 6di cos de la cupi ta]; porque em la manera de ins­ruirse, no solo de las disposicio nes guber n a. t i ll as que no se Ie comu­

nicabcn, pero que pod ian interesarle , sino tam bi en de cuanto pudiese convenir a l as rnejorus morules y nw/eriales. Que al gun os p er i 6di cos te em n f aciHta.dos por el Sr. jefe politico; pero eran cl Oriental y Notid oso, qu e nada de i 71 structivo conrcnicr, .. y q ue el Comercio del

lat a y la Co nsti£?lcion. diarios de do ct r i na , mas lHiles que los otros, 'am as n egab an a los depcrtumenros, sin o par m cd io de suscr ipci.on es orti cu lm'es." (89 )

i,Quierese una demostraci6n m as drarnatica del ai sla rnien to? EI propio viaj e de Gir6 POl' el interior revelo la magnitud de

los problem as de comunicaci6n : fuer on [orn adas dificilisimas rea­llzadas a traves de caminos intra nsita bles. Caminos que podian ser­vI r par a el paso de ej e rcit os a ca ba ll o. perc no para el transite de vra ie r os 0 de carretas cargadas ca n p ro d uctos agrfcolas para el mer­cado. Un corresponsal, que acom p:Jfiuba a Gir6 despues de haber re­corrid o Maldonado, Min as y Cerro Largo, escribi6: .

" ... los pasos cru;md.os hasta 'en t olJCeS han ,~ido en gene7'al mali­sim ns, a pesar de 10 estaci6n. No hay quien los sirv·a , no obstante estar r emat ados. Desde la capital solo el de Orimar esta atendido; />1' ''0 l as dos canoas que tiene, son tan vlejers , que no se puede entra?'

lIltS sin zozobra". Y ya rumbo a Melo: 'A I otr o dia (16) se em.prendio nuevamente la march.a a las

10 r/. In m an ana, con direcci6n a la villa de Melo. Los caminos es­hall nm u m alos. !lenos de ban.ados dificiles. A las lOy % se di­

an los Cer r os Guas1!nam bi y a l as 10.lh se paso una punta del ) de c$te nombr e. Tiene como 20 varas de ' ancho, puro burro;

, uI'dug de 1.os car ruajes se hundian profundamente. En invie 1'1' t'ILtraTlsi /ab le est I' paso" . (90)

~ r-I(l (lrf' el pa noram a en todo el pais. Un Estado sin m edi os d e lun ll' ,wlnn ~ltl recursos econ6micos, que habia retrocedido a las

mOIl pTun it IVliS tecn icas de explotaci6n en la unica riquczn can qu e (lelia I'On iflr, unli soc i e d ~ d afirmada en sus habitos nomadic09

rq l!irOti, Ill ! era I II hcrencia de la Guerra Grande.

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mulada POl' eI aumento:en el precio de los cueros, que luego analiza­remos; la incorporaci6n de capitales y gente con conocimiento a la crfa del ovino; el ansia de recuperar alguna parte de tanto que se habia perdido, y sobre todo, el periodo de relativa paz politica que se abrla POl' esos afios para eI pals, explican el resurgirniento de su economia. Fundamentalmente la paz, que elimin6 el consumo lndis, criminado de los ejercitos, las arreadas, las "californias", que per­miti6 trabajar con tranquilidad, que dej6 al ganado reproducirse y crecer, es el factor que Ievanto al pals, y que, a su vez, condicion6 su nueva problernattca.

• • • No todo, sin embargo, era negativo. Sin quererlo, la Guerra

Grande "tuvo una gran influencia benefica sobre las pasturas de nuestros cam pos, En efecto, ese descanso prolongado durante 9 ano:!, nvoreci6 el crecimiento de los pustos tiernos, cuyas semillas, per­ctamentc sazonadas catan°al sueto, para reproducirse nuevamente,

en ruejores condiciones debido a la desaparici6n de la influencia p l' I'judicial del p isoteo [del ganado] .. , (92), dice Alvarez Vignoli.

Abundancia de pastos y campos descansados facllitaran la re­cunerncion ganadera, per c no haran menos gravoso el peso de un p nsadr) que nos habia retrotraido a la edad del cuero. Un lustro POl' 10 menos (1851-1856) demerara el pais en reconstruir las bases econorn icas minirnas que Ie permit iran entrar a un periodo de re, lativo ascnta mlcu to.

E! lrnpulso de una ganaderla, aunque maltrecha, joven y esti­

b lemn nugustioso de la "poblaci6n naclonal", que se arrastro en 1I1·S OIl. mcrnorlas, estudios y planes, sin lograr una soluci6n con­

III nuuca. '~ J Dr. Castellanos, tambien enumer6 medidas gubcrnamentales

III re sp ecto : ., . . prillcipi6 por orcenarl i . , ]

q ue ellas [las familias] fuesen reconcentradas en los pueblos y ('stablecidas en los ejidos, las que no tuvieran hogar propio, y que se Ies aHmentase por La autoridad local a raz6n de dos libras de ('(J r ~1! por persona,

" .. . era preciso levantarles casas y darles para los primeros gastos de su establecimiento en la agricultura, a que necesariamente Ies llrl7naba la nueva situaci6n". .

Coincide aqui el Gobierno con el pedido de los hacendados, que ya vimos y que habremos de vel' muchas veces mas adelante, de que se dediquen esas famBias pobres a la agricultura. lPero como podrian hacerlos esos ex-peones de estancia, agregados y gau­chos, que hablan pasado su vida a lomos de un caballo cuidando y cuereando vacas? Habia un rechazo casi fisico POl' esa actividad, un prejuicio cultural hacia ese "trabajo e' gringos" que consistfa en "agachar el lomo" sobre el arado. El propio ministro confiesa que eso ofrecia dificultades "por ctertcs resistencias que se trus­lucian en los necesitados".

"Sin embargo era pr eciso establecer algo qu e sirviese de pronto remedio a necesidadcs ctertcs, y de estimulo al mismo tiempo para llevar una vida arregl ada y exe71ta de reproches. Se discurri6 el medio de distribuir el alimento de ca rn e , entre 10 .1$ necesitados de cada pueblo, y calculanrlo que para el 19 de Abril ya no se preci­sarfa este auxilio, el gobierno Ita d ispuesto que cese entonces",

Y asf concIuyen las medidas para "solucionar" el problema, como habrian de concluir muchas otras rnedidas similares tomadas POl' todos los gobiernos posteriores: dejando en la misma situacion de desamparo a la gente mas desvallda, no atreviendose a resolver situaciones que pudieran lesionar el derecho de propiedad, y con­ervando, Inconsclentomente, al combatlente propicio para nuevas uer r as civiles.

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NOTAS A LA IMERA CCI ON (41) Eduardo Moreno. ob. cit. p . 143-44. (42) RAR, 15 mayo 1880, NQ 9, p . 209-221.

(1) J wm A . Pivel Dcvoto: "EI fin de la Gucrra Grande". Mont. 1953. p. 5. (2) L. B. Mackinnon : "L escuadra anglo -rrancesa en el Pa ra n 6. 1~6 ·· .

B u e n os Aires. 1957. p . 30. (3) I d em, p . 205 . (4) Ma t e o J. l\1a ga r Jii os de Mello : " E I Gob lerno del Cerrito". Torno Poder

Bj ec u tiv o , M ontev. 1961, p . 450. (5) Idem. p . 451-54 . (6) Ide m, p. 451-54. (7) Dom ingo Ordofi an n : " Con l e r cn ci a s s oc in le s y economicas de la Repu­

blic" Oriental del Uruguay c on r cl ac ton a s u ni st orta politiea" Montev., 138S, p. 166-70.

(8) Bcnjamin P oueel: "L0." Ot agcs de D u r azno . S ou venirs du Rio de la Pla­ta pendant !'intc rvention An glo-Fr an cat se de 1845 it 1851". Paris, Mar­seille, 1864, p tig in a s 132- 33.

(9) I\l a gariiios, ob . cit , T omu I., p . 496-511. (0) Maga r i fios , ub . cit. idem, idem . (11) l\b g a r ii'ios , ob, c it , idem, id e m . (12) M a garifios, ob, cit . id orn, Id em, (13) Magarifios, ob, ci t . Idem , id em. (14) M a ga r ffios , ob . c it . id em . id e m , (15) Ma ga,i ll os, ob . ell . id e m , ide m . (16) lI1a g a r iil os e b . cit . id em, Idem. (17) Pou cel . ob . cl t . p . 126-27. (18 ) J oh n F , O ld y : " La inte rve n c i6n extranj c ra en cl R io de la Plata

1338- 1350" . Buenos A ir e s, 19'13, p , 140··41. (19 ) E d uardo Moreno : " ASp t'CtOI; d e 13 G u er ra G rand e y ot r os ensayos" .

Mon t ev. 1925, p . 138-41. (20) Maga r ifios, ob, cif . T orn o 1. p . 490 , (21) Maga r ifios, ob. cit. Torno I. p . 527-44. (22) " Escrlt os d e And r~s La m as", Instl ~ut D H Ist 6 r lc o y G e ogr M ie o del Uru­

gULlY, Mnn t e v ., 1052, T om o Ill, p . 150-51. (23) Magarln o s , ob . c i t., T omo 1. p. ~90- 51 1. (24) Poucel . o b . c it . p, 269-71. (25) En Eduardo Mor eno. ob. cit. p . 141. (26) Magarifios , ob. cit. T orno 1., p. 454-68. (27) Libro del Ccnton nr lo. M un t e v . W 25, p . 81. (28) "La Conatrtucion". dom in go 7 d e n ov iembre de 1052. N9 104, p , 2. (29) M :lg Br in os , ob . ctt., Tomo 1. p. 451-68. (30) P ou c el, o b . cit . p . 271. (31) Eduardo Acevedo : "Analcs II fs tMlc ns del U rugu:ly". Montev. 1933 Torno

II, p. 37. Exposici6n

d e V ie n a". Montev. 18'13, p . 160-v • . (32) Adolfo Vnilhmt : "La R ep u b lrca

(33 ) "La N <lci6o" , en Ed u:l r d o Aceved o , ob. cit. Torno II , p. 689. (34) " Act;l S d e l as Scs !on e s E :d T:lOr d ln 'l rl ns de la s ,Juntas EC'lnornico-Admi­

I'Ils t ra !Ivas t cnirlas c oo lls is tcncla ct.. S . E . e l Sr. Presidente d e la Re­p u b li c a e n 5U vlnjc POI' los depa r t3men t os" , en "Memoria del Mln lsterio d e G ob iel'J lO presc nl ;l d~ a la A S:lm b le a G e n eral Legistatlva en ,, \ se ­~und o p criod o d e In sext a Ler.l s1:lt ur n p Ol' el Ministro y Secretario d e Estado D o ct or d on Flo r entin o C :: ~t'.:1 lunos" , afio de 1852. M on t ev id e o , Ma rzo d e If\5.1. p , 17-57.

(35) "r.n Con~li llle ion" , s:~bndo 10 d c :iuh o de 1852, N Q 9, p . 2. i 36 ) Edu nrdo Ac ev r d o, ob. c it. Torn o n , p . 37. (37) En BAR. 15 ma ~' o 18ll0, N 0 n, p . 209-21. mAR es la nbreviatllr:: n t1lizada

pa r a d et;IImn r 8 III R cvisto d e la Asoeiaci6n Rural del Uruguny ). (38) I rtem . Id t"m (39) P OllC..l. ob . ci t (4(} ) P ou e e! , ob. el t. p .

(43) D omingo Ordofiana, ob. cit. p , 166-70 . (44) Libro del Centenario, cit. p, 81. (45) Magarifios, cit. Torno I, p . 470-72. (46) Domingo Ordonana, ob , cit. p . lG6-70 . (47) Pouee!. ob. cit. p . 114. (48) "EI Constitucional", en Eduardo Acevedo, ob, cit. Torno II, p . 133. (49) Poucel, ob. c it . p. 185. (SO) En Eduardo Acevedo, ob. cit. Tomo II. p. 441. (51) P oucel, ob. c it . p . 122. (52) Foucel, ob . c it . p . 146. (53) P oucel, ob. c it . p , 114 Y s ig . (54) Magarifios, ob . cit. Tomo I , p . 520. (55 ) Magarrrios, ob. c it . Tcmo II, p. 846-47 . (56) Sans on Carrasco : "EI nuevo saladero d e Is Socied ud Industrial de Ga­

naderos" en RAR, 15 diciembre 1883, N Q 23, p . 720-25 . (57) Ambos doeumentos e n Mag arrfios. ob. ci t. Torno II, p. 841-42. (58) P oucel, ob. c it . p. Jl 4 y s ig. (59) P ouccl, o b , cit. p , 133·34. (60) "La C on s titucl6n", j u ev e s 11 de n ov lernbre 1852, N Q 107, p . 2. (6J) Idem, dom in g o 14 de novlembre 1852, N 9 110, p. 3 . (62) Eduardo Acevedo, ob. cit. T om o II, p . 142. (63) "La Constitucl6n", miercoles 19 di clernbre 1852, N9 124, p. 2. (64) Idcm, sabado 4 di c ic m b r c 1852, Nt;> 127, p . 3. (65) Idem, Junes 6 y rna r tes 7 diciembre 1852, N 9 129, p . 3. (G6) Id em, domtngo 9 en e ro 1853, NQ 154, P. 2. (67) HEI Cornercio dO!'l P ia U " , vtcrnes 19 noviernbre 1852, Nt? 2033, p. 2, (68) Idem, juc v es 25 noviembre 1852, Nt? 2038, p . 2. (69) En Edu a r do A c e v e d o, Db . cit. Tomo II, p , 191. (70) "La Con stt t ueton", jueve s 25 noviembre 1852, Nt? 119, p , 2. (71) Idem, sa bado 15 enero 1853, N9 159. p . 2 Y 3. (72) Id e m , f u e v es 25 n ov iem b r e 1852, Nt? 119. p . 2. (73) Idem, sa bad o 15 cu e ro 1853, Nt? 159 p . 2 Y 3 . (74) En Eduard o A c e v e d o , o b , cit. Tomo II . p . 143, (75) En Ed uard o A c e vedo , ob. cit . Tomo II, p . 144. (76) En M a g" r lll os, ob . cit. Tomo I , docurnento N 9 66, p. 68-73 . (77 ) Magarifios , ob . c it. Torno I, p . 656-672 . (78) P oueel, ob . cit. p , 166-69. (79) Mncnr ifi os, ob . c it . T orno I, p. 656-672. (80) E d uardo A c ev e d o, ob. cit. Tomo II, p . 146. (81) Magnrifios , ob, c it . Torno I , p . 656-672 . (82) fe m or ia de Gobierrio de 1852 cit, p . 3-6. (83) ,'a ga r ill os , ob . ci t. Tomo I , p . 480-91. (84) M~ f!a r l fios , ob . cit ., idem. idem . (85) " Escrit os d e And res Lamas" cit. Tomo III, p. 14-15. (86) Ide m, idcm. p. 18·~0. (87) Idem, id em, p . 35-36 . (88) "Ln Const rtucion", [ucv es 25 novlcmbre 1852, Nt;> 1I9. p. 2. (89) Acta s d e las S e si ones Extraordinarlas de las JJ . E .E. A A . en Memoria de

Gobierno d e 1ll52. c it. p . 63-65 . (90) "Comerc io dcl Pint ,," , m lc r c ol es 24 n ovie m hre 1852, NQ 2037, p . 2. (91) Llbro d el Cent~ n " rio c it. p . 81. (92) Ju"n Alv "rez V lIm"l i : "Evf)lllcion h i B t6rir~ d(' Is g nnnd er in en el U ru­

guay", Montev. 1927. p . 79.

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