homilía y evangelii gaudium

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Pliego de la revista Vida Nueva sobre la homilia

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  • PLIEGO

    Pit volorep udipsanis quunt dipsam asitatqui inctum velic toreperi accum vitempo sanimil

    ipsum qui voluptis

    At il mAgnAm fugA. PA veliA volestem

    mAgnAmFIRMACargo

    2.xxx. x-x de mes de 2010PLIEGO

    el cardenal Robert Sarah present, el 10 de febrero en el vaticano, el Directorio Homiltico elaborado por la Congregacin para el Culto Divino y la Disciplina de los sacramentos bajo la prefectura de su predecesor, el cardenal Antonio Caizares. el texto, sometido el pasado ao a la valoracin y aprobacin de los miembros de este

    dicasterio, ha recibido ahora el visto bueno del papa Francisco para su publicacin. Aprovechando tal circunstancia, el autor de estas pginas nos invita a hacer una relectura de las interesantes reflexiones sobre la homila contenidas en la exhortacin Evangelii gaudium, que en palabras del propio sarah supusieron un fuerte impulso para el

    proyecto del citado Directorio Homiltico que acaba de ver la luz.

    lA HomilAY evAngelii gAuDium

    LoRenzo oReLLAnA HuRtAdo, sacerdote.Parroquia San Gabriel. Mlaga

    2.930. 21-27 de febrero de 2015

  • PL

    IEG

    OP

    LIE

    GO

    El arte de la predicacinPor esto dir reiteradamente en

    eG que quien se ha encontrado con la alegra del evangelio no la puede ocultar, ya que todos, al mismo tiempo, somos discpulos y misioneros. Y, para que esto no se olvide, Francisco quiere indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los prximos aos: en esta exhortacin quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegra, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los prximos aos (n. 1). desea, por tanto, una nueva etapa evangelizadora, una etapa en la que pongamos el evangelio en el centro. Y como el evangelio es Jesucristo, el Papa quiere que le pongamos a l en el centro de nuestra vida y de nuestro anuncio, pues l es la causa de nuestra alegra y de nuestra dignidad. Y cita a Pablo VI cuando dice: nadie queda excluido de la alegra reportada por el Seor1. Y aade: Cuando alguien da un pequeo paso hacia Jess, descubre que l ya esperaba su llegada con los brazos abiertos nadie podr quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable (n. 3).

    EL ANUNCIO DEL EVANGELIO

    detengmonos en el captulo tercero de eG, titulado el anuncio del evangelio, que arranca as: no puede haber autntica evangelizacin sin la proclamacin explcita de que Jess es el Seor (n. 110). esta frase se puntualiza con especial grafa, pues las palabras proclamacin explcita aparecen en cursiva. La proclamacin explcita de que Jess es el Seor es la Buena nueva, la verdad que el heraldo ha de proclamar.

    Jos Mara Gonzlez Ruiz, en su comentario a san Marcos, describe la proclamacin de los heraldos en la antigedad griega: Evangelio es un trmino tcnico para indicar la noticia de una victoria. el mensajero se echa hacia adelante, levanta el brazo derecho en seal de saludo y exclama en voz alta: Salve! Vencemos! (Jare, nikmen). Su misma actitud deja entrever que se trata de una noticia alegre: el rostro est radiante, la punta de la lanza est adornada de laurel, en la cabeza lleva una corona y agita un ramo de palma. La ciudad est en fiesta, los templos se adornan con guirnaldas, se organizan competiciones y se acumulan coronas para el sacrificio.

    evangelio, escribe Gonzlez Ruiz, significa una noticia alegre que se refleja en todo, hasta en la misma actitud del mensajero. Por eso el Papa, citando a Juan Pablo II, dice que la evangelizacin, que es predicacin alegre, paciente y progresiva de la muerte y resurreccin salvfica de Jesucristo, debe ser nuestra prioridad absoluta. esto vale para todos (n. 110).

    Para todos. todos debemos predicar, con nuestras palabras y con nuestra actitud, el mensaje salvador de la muerte y resurreccin de Cristo. Y seala Francisco que esa es tarea de todo el pueblo de dios, aunque sea un pueblo con muchos rostros, pues todos estn llamados a crecer como evangelizadores. Pero sin olvidar que la salvacin que dios nos ofrece es

    INTRODUCCIN

    Antes de detenerme en el captulo de la Evangelii gaudium (eG) que aborda la homila, voy a recordar, brevemente, algunas afirmaciones que sealan el aire de toda la exhortacin apostlica. el encabezamiento y las primeras frases condensan el mensaje que ha querido transmitirnos el papa Francisco: LA ALeGRA deL eVAnGeLIo llena el corazn y la vida entera de todo el que se encuentra con Cristo. Quienes se dejan salvar por l son liberados del pecado, de la tristeza, del vaco interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegra.

    dos afirmaciones y una conclusin hay en este prrafo: primera afirmacin, que la alegra del evangelio llena la vida del que se encuentra con Cristo; segunda, que Cristo salva de lo que se opone a la alegra, como el pecado, la tristeza y el vaco interior; y la conclusin, que con Jesucristo siempre nace y renace la alegra, hasta tal punto que dir que por donde los discpulos pasaban haba una gran alegra, y ellos, en medio de las persecuciones, se llenaban de gozo (n. 5).

    es decir, el Papa afirma que quien se ha encontrado con la alegra del evangelio no solo no la oculta, sino que reorienta su vida y le nace el entusiasmo evangelizador, pues quien ha recibido el evangelio desea que su alegra alcance a todos. Porque solo gracias a ese encuentro o reencuentro con el amor de dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad. Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos ms que humanos, cuando le permitimos a dios que nos lleve ms all de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser ms verdadero. All est el manantial de la accin evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, cmo puede contener el deseo de comunicarlo a otros? (n. 8).

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  • obra de su misericordia Y que l enva su espritu a nuestros corazones para hacernos sus hijos, para transformarnos y para volvernos capaces de responder con nuestras vidas a ese amor (n. 112).

    Ser creyentes es colocarnos ante la misericordia divina que siempre nos precede. Por eso, se nos recuerdan estas palabras de Benedicto XVI: es importante saber que la primera palabra, la iniciativa verdadera, la actividad verdadera viene de dios y solo si entramos en esta iniciativa divina, solo si imploramos esta iniciativa divina, podremos tambin ser con l y en l evangelizadores. el principio de la primaca de la gracia debe ser un faro que alumbre permanentemente nuestras reflexiones sobre la evangelizacin (n. 112).

    La primaca de la gracia debe ser un faro que alumbre nuestras reflexiones sobre la evangelizacin, pues por el anuncio de la salvacin la Iglesia toma conciencia de que debe ser fermento de dios en medio de la humanidad el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir segn la vida buena del evangelio (n. 114).

    Y esto debe ser anunciado y vivido por todos, porque hay una forma de predicacin que nos compete a todos como tarea cotidiana: se trata de llevar el evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los ms cercanos como a los desconocidos. es la predicacin informal que se puede realizar en medio de una conversacin (n. 127). Y Francisco, tras advertirnos que esa

    predicacin compete a todos, pide que se haga con una actitud siempre respetuosa y amable (n. 128).

    en la segunda parte de este captulo tercero se trata directamente de la homila.

    LA HOMILA

    desde el nmero 135 al 159, ambos incluidos, se habla de la homila como predicacin dentro de la liturgia, pues la liturgia es el todo que ha de dar tonalidad y colorido a la homila. Por eso, se nos dice de la homila: no puede ser un espectculo entretenido, no responde a la lgica de los recursos mediticos (n. 138) no es tanto un momento de meditacin y de catequesis, sino que es el dilogo de dios con su pueblo en el cual son proclamadas las maravillas de la salvacin debe darle el fervor y sentido a la celebracin (n. 137).

    Juan Pablo II llam a la proclamacin litrgica de la Palabra de dios el dilogo de dios con su pueblo. Y el papa Francisco dice que la homila es un retomar ese dilogo que ya est entablado entre dios y su pueblo (n. 137). es decir, la homila ha de propiciar, nunca enturbiar, el dilogo de dios con su pueblo. Ms an, como en todo dilogo, ha de predisponer para que la Palabra de dios alcance el centro de la vida del predicador y del pueblo.

    Por eso, la homila se incorpora como parte de la ofrenda que se entrega al Padre y como mediacin de la gracia de Cristo derramada en la celebracin. Ya que, por estar enclavada en el contexto

    litrgico, debe orientar a la asamblea, y tambin al predicador, a una comunin con Cristo en la eucarista que transforme la vida (n. 137).

    Yo subrayara este mensaje: debe orientar a la asamblea, y tambin al predicador, a una comunin con Cristo en la eucarista que transforme la vida. Me invito e invito a los homiletas a que nos examinemos a la luz de estas palabras.

    Y para ello, dice el Papa: Renovemos, entonces, nuestra confianza en la predicacin, porque esa confianza se funda en la conviccin de que es dios quien quiere llegar a los dems a travs del predicador y de que l despliega su poder a travs de la palabra humana (n. 136).

    LAS PALABRAS Y LA PALABRA

    es para quedar anonadados: en la predicacin es dios quien quiere llegar a travs del predicador. es dios quien despliega su poder a travs de nuestra pobre palabra humana. no tendramos, entonces, que esforzarnos por ser los mejores conocedores de la Palabra de dios y de la palabra humana? Si en la homila la Palabra de dios solicita nuestras palabras, qu le estamos entregando? un erial de palabras gastadas que nada importan? Si somos responsables, deberamos conocer mejor la palabra humana, ese puente que salva las distancias. es verdad que ello nos pide estudio y lectura, no solo y principalmente de la Sagrada escritura, sino tambin de las letras humanas y del arte de la comunicacin, pues de

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    sentido central de un texto, es necesario ponerlo en conexin con la enseanza de toda la Biblia, transmitida por la Iglesia (n. 148).

    Y ello implica: tener el corazn no solo ardiente, sino iluminado por la integridad de la Revelacin y por el camino que esa Palabra ha recorrido en el corazn de la Iglesia y de nuestro pueblo fiel a lo largo de la historia. La identidad cristiana, que es ese abrazo bautismal que nos da de pequeos el Padre, que nos hace anhelar como hijos prdigos y predilectos de Mara el otro abrazo, el del Padre misericordioso que nos espera en la gloria. Hacer que nuestro pueblo se sienta entre estos dos abrazos es la dura pero hermosa tarea del que predica el evangelio (n. 144).

    CERCANA DEL PUEBLO

    Pero, para lograr que nuestro pueblo se sienta entre esos dos abrazos del Padre, hay que conocer al pueblo y, para ello, es imprescindible la cercana, ya que el conocimiento de la Palabra y del pueblo son los que dan vida a cada homila.

    Cuando eligieron como papa al cardenal Bergoglio, una de las primeras imgenes que dio la vuelta al mundo fue la de su cruz pectoral: una sencilla cruz de plata con la imagen del Buen Pastor

    LA PREPARACIN DE LA HOMILA

    Ciertamente, la confianza en el espritu que nos llama e inspira es lo primero, pero esa confianza no es meramente pasiva, sino activa y creativa. Implica ofrecerse como instrumento, con todas las propias capacidades, para que puedan ser utilizadas por dios (n. 145). Porque la preparacin de la predicacin es una tarea tan importante que conviene dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oracin, reflexin y creatividad pastoral (n. 145). Hay que dedicarle tiempo, esforzndonos con todas nuestras capacidades, hasta tal punto aade Francisco que un predicador que no se prepara no es espiritual; es deshonesto e irresponsable con los dones que ha recibido (n. 145). Qu fuerte! Somos deshonestos e irresponsables cuando no dedicamos un tiempo prolongado de estudio, oracin, reflexin y creatividad pastoral a la preparacin de la homila. Son palabras textuales.

    Y detalla los pasos que hay que dar en esa preparacin: el primero, tras invocar al espritu Santo, prestemos toda la atencin al texto bblico, que debe ser el fundamento de la predicacin, sabiendo que no somos ni los dueos ni los rbitros, sino los depositarios, los heraldos, los servidores (n. 146).

    Pero, para conocer el texto, hace falta: Paciencia, abandonar toda ansiedad y darle tiempo, inters y dedicacin gratuita. Hay que dejar de lado cualquier preocupacin que nos domine para entrar en otro mbito de serena atencin Por eso, la preparacin de la predicacin requiere amor. uno solo le dedica tiempo gratuito y sin prisa a las cosas que ama; y aqu se trata de amar a dios que ha querido hablar (n. 146). Solo entonces podremos detenernos como discpulos e invocar: Habla, Seor, que tu siervo escucha.

    Y tras esta disposicin, una vez ante el texto, hay que comprender adecuadamente el significado de las palabras que leemos Cunto quera expresar el escritor sagrado. Para descubrir as cul es el mensaje principal, el que estructura el texto y le da unidad (n. 147). Sin olvidar que, para entender adecuadamente el

    nosotros depende que el dilogo de dios con su pueblo se lleve a cabo felizmente.

    Pablo Neruda escribi: todo lo que usted quiera, s, seor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan Me prosterno ante ellas y las amo Amo tanto las palabras todo est en la palabra. una idea entera se cambia de sitio porque una palabra se cambi de sitio, o porque otra se sent como reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeci Las palabras tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el ro, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser races. Son antiqusimas y recientsimas. Viven en el fretro escondido y en la flor apenas comenzada Qu buen idioma el mo, qu buena lengua heredamos de aquellos conquistadores torvos2.

    Qu buen idioma! Y es que la palabra es el lugar del encuentro. La palabra tiende puentes, genera amistad, satisface la necesidad de expansin que todos sentimos. La palabra es el gran signo que posibilita y crea la relacin, la comunicacin entre los hombres, entre los hombres y dios, y entre dios y los hombres. Vida y palabra son nuestros mayores tesoros.

    Por eso, la palabra es un don en el que la persona ofrece su ser, su tesoro interior. es una invitacin y una llamada a los dems, pues compromete al t y al nosotros en la escucha. Y si hablar es darse, escuchar es aceptar el ofrecimiento del otro. es entrar en dilogo y comunin con l.

    de ah que eG nos recuerde que, en la homila, ese dilogo es ms que la comunicacin de una verdad, pues un dilogo es un bien que no consiste en cosas, sino en las personas mismas que mutuamente se dan en la homila, la verdad va de la mano de la belleza y del bien (n. 142).

    Y para entregarnos como personas que mutuamente se dan, portadoras de la verdad, la belleza y el bien que dios quiere, antes hay que confiar en la ayuda de lo alto, pues el espritu que inspir los evangelios y que acta en el pueblo de dios, inspira tambin cmo hay que escuchar la fe del pueblo y cmo hay que predicar en cada eucarista (139).

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    de pie, como si fuese el palo vertical de la misma cruz, y las ovejas que se alargaban a la altura de sus hombros como si fuesen el palo horizontal. el Buen Pastor, Cristo Jess, conduce a sus ovejas como si las cargara a todas sobre los hombros. La cercana del pastor es fundamental.

    el 12 de mayo de 2014, dijo a los estudiantes de los colegios pontificios de Roma: Si t no sales de ti mismo, jams tendrs cercana. Cercana. Ser cercano a la gente, ser cercano a todos, a todos aquellos a quienes debemos ser cercanos. toda la gente. Salir. Cercana. no se puede evangelizar sin cercana. Cercana, pero cordial; cercana de amor, incluso cercana fsica; ser cercano el problema de las homilas aburridas por decirlo as, el problema de las homilas aburridas, es que no hay cercana. Precisamente, en la homila se mide la cercana del pastor con su pueblo.

    el doble conocimiento de la Palabra y del pueblo es fundamental para que la homila se convierta en dilogo de dios con su pueblo. Ya que la homila no es tanto un momento de meditacin y de catequesis, sino que es el dilogo de dios con su pueblo, en el cual se proclaman las maravillas de la salvacin (n. 137).

    DEJARSE CONMOVER POR LA PALABRA

    Mas para que la homila ayude al dilogo de dios con su pueblo, en el que se proclaman las maravillas de la salvacin, el homileta no solo ha de preparar la predicacin, no solo ha de conocer al pueblo y amarlo, sino que debe dejarse conmover por la Palabra.

    San Agustn recuerda: Pierde tiempo predicando exteriormente la Palabra de dios quien no es oyente de ella en su interior. Y santo Toms de Aquino advierte: del mismo modo que es mejor iluminar que solamente brillar, asimismo es cosa ms grande dar a los dems las cosas contempladas que solamente contemplarlas. Contemplata aliis tradere3.

    eG afirma: Quien quiera predicar, primero debe estar dispuesto a dejarse conmover por la Palabra y a hacerla carne en su existencia concreta. de esta manera, la predicacin consistir en esa actividad tan intensa y fecunda que es comunicar a otros lo que uno ha contemplado (n. 150). Y aade: Por todo esto, antes de preparar concretamente lo que uno va a decir en la predicacin, primero tiene que aceptar ser herido por esa Palabra que herir a los dems (n. 150).

    Aceptar ser heridos por la Palabra que herir a los dems, dice Francisco. es curioso, Juan de vila llamaba a la palabra aire herido. Y se preguntaba: Qu hiere la palabra?. Y responda: el amor.

    el amor. Y el Papa, que afirma que la preparacin de la homila requiere ser heridos por la Palabra, cita el clebre prrafo de Evangelii Nuntiandi: en esta poca la gente tambin tiene sed de autenticidad. [] exige a los evangelizadores que le hablen de un dios a quien ellos conocen y tratan familiarmente como si lo estuvieran viendo (n. 150). Contemplata aliis tradere. Que hablen de un dios a quien ellos conocen como si lo estuvieran viendo. experiencia que solo se alcanza con la oracin y contemplacin.

    San Agustn nos recuerda que, si el predicador logra algo, en la medida que lo logra, es ms por la piedad de sus oraciones que por sus dotes oratorias.

    Humberto de Romanis4, en el siglo XIII, deca: no es lo mismo predicar que echar sermones. (Y es que un sermn lo puede echar cualquiera, pero predicar solo puede hacerlo una persona cuya vida est tocada por la fe y hable porque ha credo y experimentado).

    Por eso, cuando el predicador une la contemplacin de la Palabra y el amor al pueblo, entonces dice el Papa es un contemplativo de la Palabra y tambin un contemplativo del pueblo esta preocupacin no responde a una actitud oportunista o diplomtica, sino que es profundamente religiosa y pastoral entonces, la preparacin de la predicacin se convierte en un ejercicio de discernimiento evanglico, donde se intenta reconocer a la luz del espritu una llamada que dios hace or en una situacin histrica determinada; en ella y por medio de ella dios llama al creyente (n. 154).

    SIEMPRE EN CRECIMIENTO

    entonces puede que alguien pregunte, cundo estaremos preparados para predicar? eG nos lo aclara: no se trata de que seamos inmaculados, pero s de que estemos siempre en crecimiento, que vivamos el deseo profundo de crecer en el camino del evangelio, y no bajemos los brazos.

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    gaudium. Y no olvidemos tampoco que el predicador predica con sus palabras y tambin con sus gestos, conscientes o inconscientes, en los que se transparenta su agradecimiento, su alegra, su paz y su amor.

    PREDICACIN PARAVERBAL

    Mas porque predicamos no solo con lo que decimos, sino tambin con cmo lo decimos, se nos recuerda que el espritu que inspir los evangelios y acta en el pueblo inspira tambin cmo hay que escuchar la fe del pueblo y cmo hay que predicar en cada eucarista (n. 139).

    Vittorio Peri nos recuerda que la palabra es el medio comunicativo por excelencia, pero el cuerpo representa el instrumento privilegiado para manifestar sentimientos y emociones el cuerpo es un lenguaje dentro de otro lenguaje La primera impresin que recibimos nos la da la persona que tenemos delante8. Cicern llamaba a esta comunicacin corporis eloquentia. Y Paul Watzlawick, que estableci los cinco axiomas generales de la comunicacin, dice en el primero de ellos: es imposible no comunicarse. de ah que el predicador, por fidelidad a la Palabra de dios, debe estar atento al modo de presentarse ante la asamblea, pues la expresin del rostro, la mirada, los gestos, la postura y su mismo vestido son signos no verbales que apoyan o contradicen lo que expresan las palabras. La mirada, por ejemplo, completa el mensaje y lo acompaa. es ms, el que mira al auditorio descubre que el auditorio le habla, que la mirada crea lazos o muros.

    el papa Francisco llega a afirmar que, si se predica con ese tono, con esa mansedumbre y calidez, aunque la homila resulte aburrida, siempre ser fecunda, as como los aburridos consejos de una madre dan fruto con el tiempo en el corazn de los hijos este mbito materno-eclesial en el que se desarrolla el dilogo del Seor con su pueblo debe favorecerse y cultivarse mediante la cercana cordial del predicador, la calidez de su tono de voz, la mansedumbre del estilo de sus frases, la alegra de sus gestos (n. 140). Y es que la preocupacin por la forma de predicar tambin es una actitud profundamente espiritual (n. 156).

    esperanza6. Y toda predicacin debera ser un testimonio de paz y esperanza. el papa Francisco indic el martes 16 de septiembre de 2014: Hacer buenas prdicasno es suficiente si no se est cerca de las personas, si no se da esperanza, si se olvida la compasin que tiene el Seor cuando visita a su pueblo. Por eso, si vivimos en la desesperanza o el desnimo, los transmitiremos, aunque estemos comentando el verso de santa Teresa: La paciencia todo lo alcanza. Paz, esperanza, paciencia, porque, cuando se quiere ser rpidamente eficaz, se pierde la verdadera eficacia7.

    el amor, la paz, la esperanza y la paciencia deben impregnar cuanto obramos y predicamos. Ms an, si as vivimos, seremos agradecidos. Y ser santo no lo olvidemos es estar motivados por la gratitud. Gustavo Gutirrez afirma: Solo una clase de persona transforma el mundo espiritualmente, aquella que tiene un corazn agradecido. Porque, cmo podemos predicar sin estar agradecidos por la misin que el Seor nos ha confiado? no olvidemos que el agradecimiento lleva a la alegra, una de las ms bellas manifestaciones del amor y de la gracia. Y la profunda alegra nace del evangelio: Evangelii

    Lo indispensable es que el predicador tenga la seguridad de que dios le ama (n. 151).

    A qu buen examen nos conducen estas palabras: que estemos siempre en crecimiento en el camino del evangelio; que, como Moiss, no bajemos los brazos, es decir, no dejemos de interceder por el pueblo; y esto, con la seguridad de que dios nos ama.

    Partiendo de aqu, el Papa afirma que la preparacin de la predicacin puede ser una actitud profundamente espiritual: La preocupacin por la forma de predicar tambin es una actitud profundamente espiritual. es responder al amor de dios, entregndonos con todas nuestras capacidades y nuestra creatividad a la misin que l nos confa; pero tambin es un ejercicio exquisito de amor al prjimo, porque no queremos ofrecer a los dems algo de escasa calidad (n. 156).

    Qu consolador! La preocupacin por la predicacin es una actitud profundamente espiritual, es consecuencia de la caridad pastoral; es, por tanto, fuente de santificacin para los predicadores, ya que es un ejercicio exquisito de amor al prjimo y es responder al amor de dios.

    Y esta actitud nos abre an ms a la presencia de dios que se nos ofrece en la contemplacin de su Palabra, para que, desde ella, moldeemos nuestra mente cada vez ms, hasta que nuestra voz concuerde con el amor del Seor. Y siempre que se penetra por esta senda se descubre que nos alcanza la paz, fruto del amor. La paz del Seor. Y, entonces, el corazn y las palabras del predicador se ven inundados de esa paz. de la paz que debe transmitir cada homila, ya que se ha de predicar no solo por amor, sino con amor.

    no fue esta tambin se pregunta Albert Nolan una de las cualidades que hicieron que Jess resultara tan atractivo para sus contemporneos? l no tuvo complejos, ni obsesiones, ni compulsiones. Fue libre y valiente, y era de todo punto evidente que estaba en paz consigo mismo y con dios5.

    Y es que solo desde la paz podremos ser capaces de presentar eficazmente los desafos del evangelio. San Pedro pide que demos razn de nuestra

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    CUALIDADES DE LA HOMILA

    Preguntmonos ya por nuestras homilas. en eG se nos dice: Sabemos que los fieles, como los ministros ordenados, muchas veces sufren, unos al escuchar y otros al predicar. es triste que as sea (n. 135).

    Muchas veces sufren, unos al escuchar y otros al predicar. nuestra experiencia atestigua que es as, aunque en descargo de los predicadores haya que recordar que cada homila pide ser, en su sencillez, una pequea obra de arte, lo que encierra no pocas dificultades. A pesar de todo, hay que aceptar que las homilas, a veces, dejan mucho que desear. de ah que de ellas se haya dicho lo mejor y lo peor. Por recordarlo, y en clave de humor, valgan estos ejemplos: es un autntico milagro que la Iglesia sobreviva a los millones de psimas homilas de cada domingo, dijo Joseph Ratzinger. Y monseor Dupanloup, en 1830, deca: treinta mil sermones cada domingo en las iglesias de Francia y, sin embargo, Francia no ha perdido an la fe. Ms recientemente, el cardenal Toms Spidlk sentenciaba: La Iglesia ha colocado el Credo despus de la homila para invitarnos a creer a pesar de lo que hemos odo. no hay que extraarse, san Agustn se quejaba de que la gente preferiese ir al circo antes que a la Iglesia a escuchar sus sermones.

    Humor aparte, eG comenta: uno se admira de los recursos que tena el Seor para dialogar con su pueblo, para revelar su misterio a todos, para cautivar a gente comn con enseanzas tan elevadas y de tanta exigencia. Creo que el secreto se esconde en esa mirada de Jess hacia el pueblo, ms all de

    sus debilidades y cadas: no temas, pequeo rebao, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros el Reino (Lc 12, 32) el Seor se complace de verdad en dialogar con su pueblo y al predicador le toca hacerle sentir este gusto del Seor a su gente (n. 141).

    Mas, para conseguir ese dilogo del Seor con su gente, la homila ha de ser sencilla, clara, directa y acomodada (n. 158). La sencillez y claridad son notas fundamentales, pues suponen dominio de lo que se predica y de cmo hay que transmitirlo. tal es as que Quintiliano afirma: La claridad es la primera virtud de la elocuencia. Albert Camus sostiene que todas las desgracias de los hombres se derivan de que no tienen un lenguaje claro. San Bernardino de Siena exclama: Caridad y claridad. el que habla claro tiene el alma clara. Cicern afirma: Narratio obscura totam occaecat orationem (Quien habla oscuro, oscurece todo el discurso).

    Y san Pablo sentencia: Si con el don de lenguas no profers un discurso inteligible, cmo se sabr lo que decs? Serais como quien habla al aire en la asamblea prefiero hablar media docena de palabras inteligibles, para instruir tambin a los dems, antes que diez mil en una lengua extraa9.

    Sencillez y claridad, lo primero. Pero he aqu que poseyendo la Iglesia el mejor producto lo ofrece con el peor mrketing, se oye a veces. dnde est el fallo? Sin duda, en el lenguaje de los comunicadores. Por eso, los predicadores deberamos tener un gran amor al milagro de la palabra, ya que san Agustn dice: el Verbo eterno se encarn en cierto modo por segunda vez, tomando para cuerpo suyo la palabra del hombre.

    est claro, entonces, que necesitamos sencillez y claridad en la predicacin, y por eso como dice Claudio Dalla Costa hemos de usar un lenguaje comunicativo y contagioso que combata cierta irrelevancia y erosin del lenguaje eclesistico Hay que poner el corazn, hay que echarle pasin y dedicar tiempo a su preparacin si queremos contagiar al que escucha y hacer creble el anuncio10.

    Karl Rahner compara a los poetas y a los sacerdotes, y dice: el poeta es, en cierto modo, sacerdote. Y este es, en cierta medida, poeta. Al poeta, igual que al sacerdote, igual que al profeta, le ha sido confiada la palabra y sabe decir precisamente las palabras originales, protopalabras, portadoras de la luz para aquellos que saben escucharlas.

    Pues bien, eG, adems de la sencillez y claridad, desea que la homila tenga una idea, un sentimiento y una imagen (n. 157). Hemos de reconocer que el papa Francisco hace el esfuerzo por predicar as. Acompaa sus palabras con imgenes vivas, porque la imagen no se olvida y, si es acertada, sintetiza el mensaje y toca el corazn. Cmo se ha repetido y utilizado la imagen pastores con olor a oveja!. esa imagen, ms que muchas palabras, dibuja la disponibilidad, cercana y entrega del sacerdote. en esto, Jess es el gran maestro: no solo habla con imgenes, sino que es capaz de ponerlas en movimiento y convertirlas en parbolas.

    Por eso, el Papa reconoce que aprender a hablar con imgenes es uno de los esfuerzos ms necesarios (n. 157). Vean cmo lo dice: uno de los esfuerzos ms necesarios es aprender a usar imgenes en la predicacin, es decir, a hablar con imgenes. A veces, se utilizan ejemplos para hacer ms comprensible algo que se quiere explicar, pero esos ejemplos suelen apuntar solo al entendimiento; las imgenes, en cambio, ayudan a valorar y aceptar el mensaje que se quiere transmitir. una imagen atractiva hace que el mensaje se sienta como algo familiar, cercano, posible, conectado con la propia vida. una imagen bien lograda puede llevar a gustar el mensaje que se quiere transmitir, despierta un deseo y motiva a la voluntad en la direccin del evangelio. una buena homila, como me

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    los que la han recibido se pone en movimiento y elige por dnde seguir su conversin.

    Si esto ocurre, entonces se aviva el dilogo de dios con su pueblo, y la memoria del pueblo fiel, como la de Mara, debe quedar rebosante de las maravillas de dios. Su corazn, esperanzado en la prctica alegre y posible del amor que se le comunic, siente que toda palabra en la escritura es primero don antes que exigencia (n. 142).

    todo esto ha de llevar a los predicadores a tener una gran familiaridad personal con la Palabra de dios A acercarse a la Palabra con un corazn dcil y orante A renovar cada da, cada domingo, nuestro fervor al preparar la homila, y verificar si en nosotros mismos crece el amor por la Palabra que predicamos (n. 149).

    Y Francisco cierra este apartado dedicado a la homila con una admiracin que es tarea y deseo: Qu bueno que sacerdotes, diconos y laicos se renan peridicamente para encontrar juntos los recursos que hacen ms atractiva la predicacin (n. 159).

    DOS CITAS PARA CONCLUIR

    La primera, del que fuera obispo de urgell, monseor Mart Alanis: tener sacerdotes con vida de fe profunda, con preparacin intelectual, en contacto con los hombres, con sensibilidad espiritual, es la riqueza de la Iglesia. estos sacerdotes dirn palabras que verdaderamente penetrarn.

    La segunda, de Pablo VI (Ecclesiam Suam): La predicacin es el primer apostolado

    debemos volver al estudio no ya de la elocuencia humana o de la retrica vana, sino al genuino arte de la palabra sagrada.

    debemos buscar las leyes de su sencillez, de su claridad, de su fuerza y de su autoridad para vencer la natural ineptitud en el empleo de un instrumento espiritual tan alto y misterioso como la palabra

    debemos pedir al Seor el grave y embriagador carisma de la palabra, para ser dignos de dar a la fe su principio eficaz y prctico, y de hacer llegar nuestro mensaje hasta los confines de la tierra.

    directamente, sin intermediarios. Pero en la homila quieren que alguien haga de instrumento y exprese los sentimientos, de manera tal que despus cada uno elija por dnde sigue su conversin.

    tres cosas recuerda este prrafo:1. Que, durante la homila, el Seor y

    el pueblo creyente quieren y aceptan un instrumento: la palabra del predicador.

    2. Que, para ello, el pueblo hace silencio. Silencio, porque sin l es imposible la atencin y la escucha. Y no solo el silencio de ruidos, sino el silencio interior, tan necesario para que la palabra alcance nuestro centro.

    3. La Palabra de dios ha sido aceptada plenamente cuando el corazn de

    deca un viejo maestro, debe contener una idea, un sentimiento, una imagen (n. 157).

    una idea, un sentimiento, una imagen, porque la capacidad de retencin del odo es menor que la del ojo y necesita ayuda para retener, recordar y aplicar. Los investigadores modernos han demostrado que, entre los elementos de una imagen, el colorido, la silueta y el movimiento son los que ms impresionan y mejor recordamos.

    Ms an, en la homila, la verdad va de la mano de la belleza y del bien (n. 142). La verdad, la belleza y el bien. Se nos estn recordando las propiedades con las que se comunica el ser: verum, bonum et pulcrum, conocidas como trascendentales. Monseor Mart Alanis, el que fuera obispo de urgell, deca: una homila bien hecha es una verdadera obra de arte.

    Pero no hay que olvidar la duracin de la homila. eG advierte que, si la homila se prolongara demasiado, afectara dos caractersticas de la celebracin litrgica: la armona entre sus partes y el ritmo (n. 138). Por eso pide que sea breve: debe ser breve y evitar parecerse a una charla o una clase (p. 138). en el encuentro del 12 de mayo de 2014, hablando de la duracin de la homila, dijo el papa Francisco: es uno de los puntos de la conversin que la Iglesia necesita hoy: adecuar bien las homilas, para que la gente comprenda. Y, luego, despus de ocho minutos, la atencin desaparece. una homila de ms de ocho minutos, diez minutos, no es buena. debe ser breve, debe ser fuerte11.

    Y en eG aade: La homila no puede ser un espectculo entretenido, debe darle el fervor y el sentido a la celebracin (n. 138). Para conseguirlo, quiere que el lenguaje sea positivo, que no diga tanto lo que hay que hacer, sino que proponga lo que podemos hacer mejor (n. 159).

    Mas no todo depende del predicador, y los oyentes? tambin los oyentes tienen que poner de su parte; por eso, eG recuerda: durante el tiempo que dura la homila, los corazones de los creyentes hacen silencio y lo dejan hablar a l (n. 143). A l, con mayscula, al Seor. Y aclara: el Seor y su pueblo se hablan de mil maneras

    PL

    IEG

    On o t a s

    1. Pablo VI, exhortacin apostlica Gaudete in Domino, n. 22.

    2. Pablo Neruda, Confieso que he vivido, p. 77.3. Santo Toms, II-II, q.188, a.6,c.4. Humberto de Romanis (+ 1277), quinto superior

    general de los dominicos, quien escribe De eruditione religiosorum praedicatorum.

    5. Albert Nolan, Esperanza en una poca de desesperanza, Sal Terrae, 2010, p. 50.

    6. 1 Pe 3, 15.7. H. Urs von Balthasar dice: Jess no anticipa la

    voluntad del Padre. Nunca hace la nica cosa que nosotros, hombres sumergidos en el pecado, queremos hacer siempre: saltar por encima del tiempo y por encima de los designios divinos que se expresan en el tiempo, para procurarnos una especie de eternidad usurpada.

    8. Vittorio Peri, La homila, Ediciones Sgueme, 2013, p. 50.

    9. 1 Cor 14, 9 ss.10. Claudio Dalla Costa, Habis terminado de

    echarnos el sermn?, San Pablo, 2014, p. 22.

    11. La homila ha de ser breve. Desde luego. Hay que huir de aquellas homilas que, por el tiempo que ocupaban, parecan la parte ms importante de la celebracin. Pero si hemos pecado de unas largas y planas homilas, no caigamos ahora en el defecto opuesto y resulten tan breves que se conviertan en una monicin. La Ordenacin de las Lecturas de la Misa (1981) sealaba que la homila sea realmente fruto de la meditacin, debidamente preparada, ni demasiado larga ni demasiado corta, y que se tenga en cuenta a todos los presentes, incluso a los nios y a los incultos (n. 50).