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1 1 1880-1930 Foto: Huelga General 1901 - AGN ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ARGENTINA

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Orígenes del movimiento obrero en argentina

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Foto: Huelga General 1901 - AGN

ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ARGENTINA

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staffEditor ResponsableHugo Quintana

Coordinación GeneralJosé GlinskiMarcelo Steimberg

Coordinación de equipo de investigación y selección de contenidosFederico FuchsGabriela Rodríguez

Producción de contenidos y redacciónMarina Kogan

Diseño y producción visualJuan Furlino

Equipo de investigaciónTomás FerreyraPaula FortezaJimena Valdez

Colaboraron en este capítuloDiego BoriosiNoemí RialAlejandro Sehtman

FotografíaArchivo General de la NaciónAlem 246. Ciudad Autónoma deBuenos Aires

No es el fin de esta publicación analizar el momento que estamos viviendo los ar-gentinos.

Lo que sí esta claro es que nuestro país en-frenta una profunda crisis institucional.

El mundo sindical no es una isla dentro de la República Argentina, consecuentemen-te no ha podido escapar a los diferentes procesos de deterioro que desde hace largo rato azota a los argentinos.

Sin duda, es la crisis de representación lo que más fuerte ha golpeado a las organi-zaciones sindicales.

Numerosas demandas de inscripción gre-mial, insistentes reclamos de la C.T.A. por su personería, los recientes fallos de la Corte Suprema respecto de la libertad sin-dical y la ausencia de delegados gremiales en el 80% de establecimientos o institu-ciones, evidencian con claridad la necesi-dad de replantearnos el modelo sindical. El cambio suele producir posiciones en-contradas; están los conservadores, para quienes las cosas están siempre bien y del otro lado los ultras para quienes todo está mal. En el medio, la franja más numerosa y sensata, comprende las necesidades de los tiempos y de los cambios necesarios e impostergables que nos debemos.

Nuestra desinteresada intención es apor-

tar una investigación sensata y profesio-nal, desprovista de ideologismos que ti-ñan los procesos históricos.

Conocer los procesos, las tendencias y las discusiones que rodearon la historia de nuestro sindicalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, es nuestro cometido. Pretendemos una amplia difusión que lle-gue al conjunto de la sociedad. Para saber donde nos encontramos debemos saber de donde venimos.

Desde hace muchos años resolvemos mal la tensión entre el corto y el largo plazo. Vivimos dominados por la urgencia, de-jando de lado las cosas importantes.

La recuperación del movimiento sindical argentino, que fuera modelo de organiza-ción en el mundo, es impostergable. Des-provistos de miserias personales camina-remos juntos hacia ese lugar. La historia nos juzgará.

Un abrazo militante.

Hugo Buisel Quintana

EL DÍA ES HOY

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Colección Sindicalismo y Sociedad pre-senta seis capítulos coleccionables sobre la Historia Organizacional del Sindica-lismo Argentino, que se publicarán a lo largo de 2010 con frecuencia bimestral. El principal objetivo de esta colección es la di-vulgación del análisis sobre la organización del movimiento sindical, para instalar un de-bate necesario que aún se encuentra alejado de la sociedad: cuál es el modelo de organiza-ción sindical que necesita la Argentina.Se busca constituir esta Historia como un material de consulta y fuente de debate para la ciudadanía toda. En la constante búsqueda de claridad y precisión para la elaboración de un contenido que como todo entramado his-tórico y político muchas veces presenta com-plejidades, los capítulos están organizados en un eje temporal y periódico. Este primer capítulo aborda el surgimiento del sindi-calismo argentino, entre 1880 y 1930. El segundo, abordará el peronismo y la con-solidación nacional del sindicalismo. El tercero, tratará el período de la resisten-cia peronista y la posterior radicaliza-ción política de los años sesenta y se-tenta. El cuarto, la etapa de la transición a la democracia. El quinto, abordará las reformas neoliberales. Y por último, el sexto, será sobre el sindicalismo después de las reformas de mercado.La perspectiva histórica adoptada toma como eje conceptual los cambios en la es-tructura organizativa del sindicalismo argen-

PP PRESENTACIÓN PEDAGÓGICA

tino organizada a partir de la cronología de los acontecimientos políticos, sociales y eco-nómicos más importantes del período. En esta línea, la historia del movimiento obre-ro argentino que decidimos contar parte del supuesto de que la sociedad, la política y la economía de un momento histórico deter-minado están mutuamente imbricadas y en dependencia mutua sin que ello implique la subordinación de una esfera a la otra. Los debates historiográficos han sido adap-tados y adoptados en una narración que tiene fines de divulgación antes que acadé-micos en un sentido restringido. Por ello, y para privilegiar una lectura ágil y sencilla, se prefirió omitir las referencias de fuentes en la narración e incorporarlos como información en la bibliografía final.A fines didácticos, el lector encontrará un re-lato principal sobre el período de cada capí-tulo, y secciones que se derivan de ese relato principal al tiempo que lo apoyan. La organi-zación interna del relato principal será dada por las particularidades de cada período his-tórico, mientras que las secciones siguientes serán fijas. “Derechos de los trabajadores” busca retratar los reclamos y alcances de los trabajadores, y los principales cambios de la legislación laboral. En “Historias de vida” se encontrará una breve biografía de algunos de los dirigentes más importantes de cada período y en “Historia de un sindicato”, la historia de alguno de los sindicatos más re-levantes. En “La intervención social de los

sindicatos” el objetivo es mostrar cómo las agrupaciones de los trabajadores intentan también mejorar la calidad de vida de los mismos, a través de servicios, actividades y redes solidarias.El diseño de la publicación busca ayudar a la cabal comprensión de cada período. La elección de la gama de colores responde, en este capítulo, a los colores utilizados por las corrientes ideológicas dominantes en el sindi-calismo de la época: anarquismo, socialismo, sindicalismo y comunismo. Las fotografías fueron cedidas por el Archivo General de la Nación, que lleva adelante una tarea invaluable en la preservación de nues-tro patrimonio cultural. Por ser este el primer número, no faltan al-gunas claves que serán útiles también en la lectura de los capítulos siguientes, como la estructura básica del sindicalismo y el signi-ficado de alguna de las siglas sindicales más conocidas y aún vigentes.Quienes hacemos la Colección Sindicalismo y Sociedad esperamos que la lectura de los capítulos les resulten a los lectores tan apa-sionantes como a nosotros su realización y que sean disparadores de un debate central que como sociedad todavía tenemos que darnos.

Colección Sindicalismo y Sociedad

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constitución de la población trabajadora. Artesanos devenidos en obreros y campe-sinos venidos a la ciudad constituirán una nueva clase, sin propiedades, desarraigada y cuya única herramienta era enajenar su fuerza de trabajo a cambio de un salario.

En el terreno del derecho, el triunfo de la ideología liberal, que partiendo de una valoración positiva del trabajo, a diferencia de otras épocas, declaró la libertad de la in-dustria y el trabajo.

Este principio se plasmó en la libertad de contratación, donde se consagra el dogma de la autonomía de la voluntad de las partes en la regulación del contrato individual del trabajo, y como consecuencia de ello se pro-hibían todo tipo de asociaciones obreras, en algunas legislaciones incluso tipifican-do toda forma de asociación como delito.

La libertad jurídica formal significó el predominio de la parte económicamente más fuerte sobre el trabajador, y así se im-pusieron jornadas de trabajo extenuantes, bajos salarios, pésimas condiciones de hi-giene y seguridad, absoluta inestabilidad

Durante la segunda mitad del siglo XVIII y el siglo XIX la sociedad europea sufre una radical transformación como resultado de la Revolución Industrial. Esta revolución fue lenta y produjo importantes efectos so-ciales.

El principal, sin duda, fue el cambio de la titularidad de los medios de producción al disociarse capital y trabajo.El viejo modo de producción feudal resultaba inadecua-do para las necesidades de desarrollo de las nuevas fuerzas productivas, resultando necesario un cambio en el modo de produc-ción.

Este cambio de titularidad de los medios de producción, llevará consigo otros dos cambios fundamentales: del taller artesa-nal se pasa a la fábrica. Ello traerá como consecuencia la división y especialización del trabajo, para reducir costos de produc-ción, con disciplina y concentración huma-na. Surge así un nuevo modo de alienación, la alineación del trabajador en el proceso de producción.

El segundo cambio se produce en la

E COLUMNA

El trabajo y el Derecho: conquis-tas jurídicas de los obreros en el mundo y en la Argentina. Los primeros logros y su posterior consolidación NOEMÍ RIAL *

en el empleo, abusiva utilización del tra-bajo de mujeres y menores,el sistema de pago por vales que debían cambiarse en es-tablecimientos del empleador y una rígida disciplina, a través de la cual se pretendía someter a los trabajadores y evitar todo tipo de reclamo.

La reacción de los obreros frente a esta situación fue tomar conciencia de la explo-tación en que estaban sumidos, asociarse para su autodefensa, y mediante el instru-mento de la huelga, romper los moldes in-dividualistas de los códigos civiles a través de una incipiente negociación colectiva.

Mientras tanto, el Estado no intervenía en las relaciones laborales y cuando actua-ba era para defender a los dueños del capi-tal, reprimiendo huelgas y penalizando a los trabajadores.

Es por ello, que durante el siglo XIX solo unas pocas leyes se dictaron y solo para proteger los grupos sociales más oprimidos como las mujeres y los niños.

Es a comienzos del siglo XX con la cons-titucionalización de los derechos laborales

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(la constitución mexicana de 1917 y la cons-titución de Weimar de 1919 son una prueba de ello), que la intervención estatal se exte-riorizará en leyes de protección al salario, la ley de accidentes de trabajo. Y normas sobre seguridad e higiene en algunas actividades especialmente.

Por su parte, con la presión del movi-miento obrero y los partidos políticos, los sindicatos logran su reconocimiento pleno. En esta etapa histórica se cambia la óptica de protección considerando al trabajador como un sujeto colectivo, en cuanto clase.

Por su parte la negociación colectiva es reconocida por las constituciones como un derecho de los trabajadores frente a los em-presarios y al Estado.

Con ella se consolidan derechos pero sus-tantivamente, por su permanente actuali-zación y su mayor adaptabilidad a los cam-bios en las relaciones laborales, producto de la incorporación tecnológica, del impacto de la economía en el mundo del trabajo. El convenio colectivo es la herramienta que incorpora institutos que luego la ley recep-tará y extenderá a todos los trabajadores.

Aún hoy podemos afirmar que el rol pro-tagónico de los sindicatos en la negociación colectiva ha permitido a los trabajadores defender sus conquistas en época de crisis y consolidarlas y superarlas en etapas de bo-nanza.

La fijación de las remuneraciones por vía de convenios colectivos y acuerdos ha per-mitido la permanente movilidad ascenden-te del salario, en todas las épocas.

En nuestro país, ha sido el convenio co-lectivo de trabajo el que incorporó institutos fundamentales como la jubilación. Fueron

los sindicatos ferroviarios los primeros en obtener el derecho a la jubilación, a través de sus convenios. Pero también gracias a las convenciones colectivas se logró establecer la responsabilidad del empleador frente al accidente de trabajo que permitirá más tar-de el dictado de la primera ley de protección frente al accidente, la ley 9.688. También gracias a los convenios fue posible reclamar indemnizaciones por ruptura del vínculo la-boral. Las indemnizaciones primero fueron reconocidas en convenios colectivos y luego plasmadas en la ley 11.729 para los emplea-dos de comercio. Paulatinamente fueron extendidas en su aplicación a la mayoría de los trabajadores por la jurisprudencia labo-ral. Pero el derecho a la indemnización será definitivamente consagrado en la Ley de Contrato de Trabajo (20.744), sancionada en septiembre de 1974, para la mayoría de los trabajadores, aunque quedaban algunos colectivos laborales excluidos.

Algunos ejemplos nos sirven para com-prender cómo el derecho a la indemniza-ción por ruptura de vínculo laboral por par-te del empleador, que hoy nos parece tan establecido en nuestro país, fue el producto de la lucha de los trabajadores y sus organi-zaciones gremiales.

Los trabajadores marítimos lograron que se reconociera ese derecho frente a la ruptura arbitraria del vínculo laboral con un acta acuerdo, que luego se incorporó de-finitivamente en todos los convenios de la actividad.

Diferente suerte tuvieron otros traba-jadores como los rurales o las trabajadoras de casas particulares, a quienes, susten-tándose en las características diferentes de

la prestación laboral, por vía de estatutos especiales, se les otorgó derechos más limi-tados, que en algunos casos nos recuerdan aquello que señalamos cuando reseñára-mos la situación de los trabajadores en la revolución industrial.

Un talentoso ius laboralista italiano, Umberto Romagnoli, describe como nadie el crecimiento y la consolidación del sindi-cato, nos cuenta su historia y nos plantea los nuevos desafíos que debe abordar. Re-cuerda que “el recorrido de la vida laboral no podía no recabar la unanimidad de consen-sos. Lo importante es que el pueblo de los hombres vestidos de azul y con las manos encallecidas estuviera convencido de que aquel recorrido estaba dirigido a la obten-ción de la única forma de ciudadanía social que el derecho sindical y el trabajo podrían razonablemente prometer. La promesa re-sultó cumplida”.

Pero también nos advierte que hoy nece-sita adecuarse a los nuevos desafíos fortale-ciendo los vínculos con sus representados, para actuar en un mundo que social, cultu-ral y económicamente ha cambiado.

“Pero los únicos sujetos legitimados para proponer ideas que sirven para re-pensar la representación sindical no pue-den ser sino los propios representantes y representados".

*Experta en Derecho Colectivo de Trabajo. Adjunta regular de la Facultad de Derecho de la UBA. Fue asesora de sindicatos argentinos y de la Confederación General de Trabajo. Actual Secretaria de Trabajo de la Nación y represen-tante gubernamental en la Organización Inter-nacional del Trabajo (OIT).

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Los comienzos del Movimiento obrero internacional

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Los comienzos del movimiento obrero internacional Si bien el primer capítulo de esta colección aborda los comienzos del movimiento obrero en Argentina, es necesario viajar hacia más atrás en el tiempo y cruzar el océano hacia el viejo continente para indagar en el origen, los motivos y reclamos, y las formas de organización de las primeras agrupaciones de trabajadores. De otro modo, no sería posible comprender cómo surgen este tipo de agrupaciones en un país como Argentina, que ha conformado parte de su identidad nacional a partir de la amalgama de ideas que muchos trajeron de sus países de origen, principalmente euro-peos, durante el período al que nos vamos a dedicar en este capítulo: 1880-1930.El movimiento obrero, la idea de trabajadores agrupados a partir de un conjunto de ob-jetivos comunes, no puede pensarse desligado de la idea de trabajo moderno, tal como lo conocemos hoy. Las formas de trabajo fueron cambiando a lo largo de los siglos. Durante mucho tiempo, la esclavitud fue la forma natural de trabajo y una aceptada relación la-boral. Por otro lado, hasta mediados del siglo XVIII, la vida estaba más concentrada en el campo que en las ciudades, no existían las fábricas ni la noción de “empleado” de la modernidad. El trabajo era rural o artesanal. No es sino a partir de la modernidad, con el estallido de la Revolución Industrial y la Revolución francesa, que se constituye lo que hoy conocemos por “trabajo”: el trabajo asalariado.El siglo XIX trae consigo la consolidación de la urbanización: las actividades comerciales se concentran en las grandes ciudades, que empiezan a ser lugar de desarrollo y deseo para muchos que hasta entonces vivían en el campo.

InglaterraLa sociedad inglesa vive el proceso de transformación típico de una economía rural a una urbana. Las manufacturas in-corporan tecnología y se modifica el modo de organización del trabajo para ubicar a los obreros, por primera vez, en un mismo lugar: la fábrica, que se instala en ciuda-des costeras. Londres no es solamente la capital polí-tica donde residen las autoridades reales y parlamentarias; también se pasean las jóvenes aristocráticas en busca de marido, o los comerciantes y empresarios concre-tan sus negocios.  Es en este período que Inglaterra impone su dominio económi-co, a partir del desarrollo de las industrias metalúrgica y del ferrocarril.Gracias al imperialismo, es decir, gracias a que las potencias económicas comien-zan a expandirse mediante la conquista de nuevos territorios, a través del comer-cio y de la colonización, y como parte de este proceso de cambio, el sistema capita-lista se expande hasta constituirse en un fenómeno internacional.

NP NOTA PRINCIPALNoviembre de 1903. Grupo de trabajadores conduciendo la bandera

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FranciaEn Francia, un grupo llamado sans-culottes (grupo urbano com-puesto por pequeños burgueses y proletarios que, a diferencia de los nobles que vestían unas calzas llamadas culottes, visten pantalones, y de allí reciben el nombre: “sin culottes”) llevan a cabo los primeros reclamos obreros, que, aunque no son sa-tisfechos, dan circulación a ideas “comunistas proletarias”. Habrá que esperar a las revoluciones de 1830 y 1848 para que los obreros convulsionen tanto a la Monarquía orleanista como a la Segunda República. Pero en ambos casos, la alta burguesía cerrará filas contra los proletarios “radicalizados”. De todos modos, las asociaciones obreras no atraviesan un pe-ríodo de constitución más formal en esos años ya que la Ley Chapellier, vigente entre 1791 y 1864, prohíbe las asociaciones obreras. Por otro lado, esa ley también consagra la libre con-tratación de la fuerza de trabajo, lo que implica una ruptura con el vasallaje, un tipo de relación laboral que intercambiaba protección a cambio de trabajo y sumisión entre miembros de distinta categoría. El miembro de mayor categoría era el “se-ñor”; el de menor categoría era su “vasallo”.Recién con la caída del Segundo Imperio, en 1870 se produce la experiencia del primer gobierno obrero de la Comuna de París, salvajemente reprimido por las fuerzas del orden. Algunos de sus miembros se exilan en Argentina formando parte de los pri-meros intentos de organización sindical (por ejemplo el mulato Desiderio Job ).

En este contexto surge el movimiento obrero moderno que, a di-ferencia de los gremios medievales, en los que se establecía una relación jerárquica entre el artesano maestro y el aprendiz de cada oficio, los afiliados son iguales entre sí y se asocian porque perte-necen a un mismo sector productivo y son solidarios a un objetivo común: defender los intereses de la clase proletaria u obrera. De todos modos, las primeras formas organizativas del sindicalismo moderno (sociedades de socorros mutuos) se inspiran en aquellas antiguas experiencias.A comienzos del siglo XIX, tiene su auge el ludismo, un movimien-to obrero cuyas acciones se basan en la revuelta espontánea y desor-ganizada. En 1812, sus seguidores, llamados “luddistas” en honor al líder del movimiento Ned Ludd, generan una ola de conflicto obrero destruyendo las máquinas a vapor de las hilanderías. A principios de la década del ‘30, en ocasión de los debates respec-to de la reforma electoral, surge el cartismo, primero centrado en la ampliación del sufragio y luego dedicado con gran interés a la reducción de la jornada laboral. El movimiento es reprimido tras importantes conflictos y la presentación de dos petitorios en el Par-lamento, el primero con un millón de firmas; el segundo con más de tres millones de firmas. Ya entonces aparece la tendencia reformista del sindicalismo inglés que se verá reforzada con la imposición del fabianismo (simpati-zantes socialistas de la Sociedad Fabiana, muchos de origen inte-lectual, rechazaban el utopismo y la lucha de clases, y optaban por el pragmatismo) por sobre el marxismo como ideología proletaria. Esto se refleja tanto en los sindicatos surgidos luego de 1850, entre los cuales se destacan los mineros por su organización, como el nacimiento del Partido Laborista, con una estructura organizati-va totalmente dependiente de los sindicatos y sus dirigentes. Su táctica política era la alianza con partidos burgueses (los liberales) y la obtención de legislación nacional regulatoria de los derechos laborales por los gobiernos.En Inglaterra, los obreros sindicalizados pasan de 500.000 en 1885 860.000 en 1890.

SurgE EL mOvimiEntO ObrErO mODErnO En EurOpA

NP NOTA PRINCIPAL

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AlemaniaEn Alemania, el tardío desarrollo del capitalismo se compensa con su carácter vertiginoso que afecta también al movimiento obrero que recién tiene sus primeros intentos de organización en la década de 1850. En el plano ideológico, se dan los debates de la Primera Internacional Socialista. En 1863 se organiza la Asociación General de Obreros Alemanes, que poco después ya tiene diez mil miembros. Contra la opinión de Karl Marx que no quiere unirse al grupo de Ferdinand Lasalle, al que considera utopista, August Bebel y Wilhelm Liebknecht conforman con los lasallanos el Partido Socialista Obrero Alemán en 1875. Dos años después, el partido obtiene el nueve por ciento de los votos y al año siguiente es conferido a la ilegalidad. Así, el partido se apoya en el movimiento obrero, y pese a la política de “garrote y zanahoria” del canciller (se decía así porque reprimía a los obreros pero otorgaba beneficios sociales por parte del estado) se obtienen respuestas a algunas de sus demandas.Bebel, el líder socialdemócrata hasta la Primera Guerra Mun-dial, había sido el organizador de la primera huelga de tipó-grafos. La particularidad del Partido Socialdemócrata alemán, a dife-rencia del socialismo francés o del italiano, o incluso del ar-gentino, es que se trata de un partido obrero, integrado por obreros. Eso implica que los sindicatos alemanes cuentan con un partido hermano, con dirigentes compartidos. De todos modos, sindicato y partido son dos estructuras diferenciadas, ambas integradas por obreros que tanto en su vida social como individual están marcados “de la cuna hasta la tumba” por su pertenencia de clase.

panorama del movimiento Obrero en América Latinaentre 1880 y 1920

1° de mayo de 1921 en el Puerto de Santa Cruz. Manifestación de trabajadores. Bandera

“Viva el 1° de mayo Viva la solidaridad.”

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Panorama del movimiento obrero en América Latina entre 1880 y 1920

Los cambios producidos por la Revolución Industrial y el triunfo del capitalismo, que transforman la sociedad pre-industrial, rural y tradicional en una sociedad moder-na, industrial y urbana, llegan también a América Latina. Es así que desde mediados del siglo XIX, los países de la región se integran a la Di-visión Internacional del Trabajo como ex-portadores de materias primas e importa-dores de manufacturas y capital. Por otro lado, a partir de esos años, y en parte por la fuerte depresión económica que se vive en Europa a fines de siglo, Latinoamérica recibe una gran cantidad de inmigrantes que también contribuyen a cambiar el aspecto y las costumbres de las ciudades que parecen, cada vez más, ciudades mo-dernas. Aún así, la modernización es despareja y todavía conviven talleres y fábricas, es-tructuras pequeñas y otras mayores, con distinto tipo de equipamiento, diferen-tes relaciones entre obrero – patrón y di-ferentes cantidades de trabajadores. Esa diversidad de estructuras impide la pron-ta conformación de un sistema industrial autosustentable, es decir independiente de los países desarrollados.Talleres y fábricas producen manufactu-ras destinadas a consumo interno, como bienes textiles o alimenticios, pero tam-bién se dedican a abastecer la infraes-tructura de todo aquello que contribuya al desarrollo de la exportación de materias primas, como el trazado de ferrocarriles o

la industria de la construcción.La gran cantidad de inmigrantes es cla-ve en la conformación de las primeras agrupaciones obreras latinoamericanas, ya que traen consigo no sólo años de ex-periencias en sus lugares de origen sino también ideas que serán de gran influen-cia en la nueva tierra.

La primera corriente ideológica de más peso entre los trabajadores fue el anarquismo, para luego, hacia fines del siglo XIX, darle lugar al anarco-socialismo. La principal diferencia en-tre una y otra corriente es que mien-tras el anarquismo hace hincapié en la autonomía personal y propugna la importancia de la propiedad privada, el anarco-socialismo relaciona la li-bertad individual con la igualdad, y enfatiza lo comunitario y la ayuda mu-tua, además de postular una sociedad futura en la que no existiría la propie-dad privada.

Pese a las diferencias que presenta el movimiento obrero entre cada uno de los países latinoamericanos, se puede esta-blecer una distinción más amplia entre dos regiones. En la primera, constituida por el Caribe y el norte de Sudamérica, no existe un movimiento sindical impor-tante hasta después de la Primera Guerra Mundial. La segunda, conformada por los países del sur (Chile, Brasil, Argentina y México) se caracteriza por la hegemonía del anarco-socialismo y una actividad

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sindical intensa desde comienzos del si-glo XX.En Chile, los primeros sindicatos aparecen en la primera década del siglo XX en Val-paraíso y Santiago, mientras en el norte comienzan a actuar las “mancomunales”,

Grupo de huelguistas tratando de convencer a un chofer de que se pliegue a la huelga.

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formadas por empleados de zonas mine-ras. En 1909 se funda la Federación Obrera Chilena (FOCH).En Brasil, en 1906, tiene lugar el Primer Congreso de Trabajadores, al que asisten 28 organizaciones de los estados más im-portantes de Brasil. Allí nace la Confede-raçao Operária Brasileira (COB) que co-mienza a funcionar en 1908.En México, se forma el “Gran Círculo de Obreros”, que albergó a anarquistas y pe-queños productores, y que es disuelto en 1880 por la imposibilidad de conciliar in-tereses entre obreros y patrones. Luego, la organización de obreros más importante es la “Casa del Obrero Mundial”, consti-tuida en 1912 por artesanos y trabajadores de la Ciudad de México.De todos modos, por sus dimensiones como organizaciones y el peso simbólico de su ejemplo para otros países de la re-gión respecto de la relación con el Estado, los acontecimientos más importantes del período, a nivel continental, son la funda-ción de la Federación Obrera Regional Ar-gentina (FORA) en 1901 y la fundación de la Confederación Regional Obrera Mexica-na (CROM) en 1918.En estos países, en esta época, también surge un importante nacionalismo, con matices diferentes en cada país: en algu-nos casos, como reacción a la gran can-tidad de inmigrantes, y en otros, como

parte de la conformación de primerizas identidades nacionales. En Brasil y Ar-gentina, pese a que más de la mitad de la burguesía industrial es inmigrante, se produce un tipo de nacionalismo que es al mismo tiempo antiobrero y xenófobo, que culpa a los extranjeros de interrumpir la paz y la armonía con sus prácticas. Es así que surgen en Argentina la Liga Patriótica y en Brasil la Liga Nacionalista. Por otra parte, en Chile o México, donde la tasa de inmigración es menor, el nacionalismo se ve fusionado a ideas anticapitalistas, como reacción a enclaves mineros de ca-pital extranjero en ambos países.

Las movilizaciones huelguísticas son muy activas en distintos sectores de Lati-noamérica. Se pueden distinguir dos pe-ríodos de huelgas: el primero, entre 1900 y 1910; el segundo, entre 1917 y 1920, que se extiende a zonas donde hasta entonces no había habido huelgas, como Cuba, Co-lombia, Ecuador y Perú. La extensión y la intensidad que cobra el movimiento obre-ro se debe tanto al impacto de las noticias recibidas de la Revolución Rusa, de la Re-volución Mexicana y de las insurreccio-nes en Alemania, Turquía e Italia, como al crecimiento de la industria a partir de la Primera Guerra Mundial.

FORA1901

FORACROM1918

FOCH1909 Chile

COB1908 Brasil

México

Argentina

ver + Pág.15

NPGrupo de huelguistas tratando de convencer a un chofer de que se pliegue a la huelga.

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Argentina: Estado, inmigración y primeras formaciones obreras.

Hacia mediados del siglo XIX, en Argentina, la industria es in-cipiente y se desarrolla en torno a los oficios tradicionales como la alimentación, el vestido o las actividades artesanales, que se organizan en pequeños talleres o en el domicilio propio. Más ade-lante, el progresivo proceso de modernización consolidaría a la inmigración como un importante actor social y económico, frente a la escasez de mano de obra. La heterogeneidad de la estructura productiva local y de la fuerza laboral contribuye a que las prime-ras acciones obreras sean ideológicamente plurales y desagrega-das en términos organizativos. Esta característica productiva responde a un modelo de desarrollo económico, social y político impuesto, no sin conflictos y tensio-nes, por un sector de la clase dirigente. Sus fundamentos jurídico- económicos y también ideológicos están plasmados en Las Bases o puntos de partida para la organización política de la república Argentina, de 1852 y en el Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina, de 1854, ambos de Juan Bautista Alberdi. Será entonces entre 1853 y 1890 cuando tanto a nivel político como económico, y bajo un esquema de prueba y error, se conforma el sistema que política-mente se conoce como “república oligárquica” y económicamente como “modelo agroexportador”.En ese marco surgen las experiencias organizativas pioneras de la clase obrera. Con un fuerte peso de los sindicatos de oficio toda-vía cercanos al artesanado y con una clara orientación ideológica hacia el anarquismo que cada vez se vuelve menos individualista y apuesta, paradójicamente, por la organización, al menos en el plano sindical.

La mesa del Congreso de la Confraternidad Ferroviaria, en la inauguración del congreso anual. Octubre 1922.

PROCESODE

MODER-NIZACIÓN

MODELO DE DESARROLLO IMPULSADO

POR LA CLASE DIRIGENTE

ESTRUCTURAPRODUCTIVA

HETERÓGENEA

PRIMERAS ACCIONES OBRERAS

PLURALES Y DESAGREGADAS

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La primera entidad obrera de la que se tiene registro es la Sociedad Tipográfi-ca Bonaerense, de 1857. Se trata de un caso paradigmático, ya que si bien en ese momento existían asociaciones mutuales (como la de zapateros) o sociedades de re-sistencia, la Tipográfica es el primer gre-mio que brinda servicios culturales y so-ciales. Por otro lado, su evolución también es un claro ejemplo del incipiente proceso organizativo de los trabajadores urbanos. En 1878 este sindicato lidera la primera huelga obrera, en la que se consigue una jornada de trabajo de 10 horas en invierno y 12 en verano, y le abre el camino a otros gremios, como los panaderos (Sociedad de Resistencia de los Obreros Panaderos, de 1887), los molineros, los albañiles, los sastres y los yeseros, que continúan la rei-vindicación de los derechos obreros. En 1872, existió un breve intento de lograr una internacional obrera bajo el modelo de la internacional socialista liderada por Marx y Engels. Se trata de la sección regio-nal de la Asociación Internacional de Tra-bajadores (AIT), que pocos años después se disuelve. A mediados de la década de 1870, en Cór-doba, aparece la Unión de Artesanos. En Rosario, se organiza la Societá degli Operaii Italiani. Los reclamos de estos “sindicatos” incluyen la reducción de la jornada laboral, el aumento del salario, la reglamentación del trabajo nocturno, el descanso dominical y la protección de las mujeres y niños trabajadores. De todos modos, este período se caracte-riza por el despliegue de la acción inor-gánica. Si bien las huelgas son cada vez

más numerosas, la falta de solidaridad y cohesión entre los trabajadores les posibi-lita a los empresarios sacar provecho a tra-vés de vías aisladas de negociación. Es así que varias conquistas no logran perdurar en el tiempo. La persistencia del trabajo a destajo, del trabajo estacional y de las relaciones personalizadas obrero-patronal facilitan las estrategias de los patrones al momento de despedir a los obreros más rebeldes. “La conciencia de clase está en pañales”, relatará Jacinto Oddone, mili-

primErAEntiDAD ObrErA

1871 SE CrEA LA OFiCinA DE trAbAJO

SOCiEDAD tipOgrÁFiCAbOnAErEnSE

prOCESO OrgAniZAtivODE LOS trAbAJADOrES

primErA OrgAniZACiÓnCOn ObJEtivOS

prOpiOS DEL SinDiCAtO mODErnO

tante socialista de la primera hora. Otro suceso importante de la época, es que en 1871, bajo la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (afiliado original de la Sociedad Tipográfica Bonaerense) se crea la Oficina de Trabajo.

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Carros en huelga en las calles Defensa y Chile. Huelga General. 1902.

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La huelga: estrategia de lucha del movimiento obrero

La huelga se fue convirtiendo en estrategia de lucha y en herramienta fundamental del movimiento obrero argentino. Había huel-gas de distintos tipos: de solidaridad, reivin-dicativas o simbólicas, y se modificaban a lo largo del tiempo de acuerdo a la tendencia ideológica predominante en el sindicalismo, a la rama de actividad mayoritaria y a la es-trategia gubernamental respecto de los tra-bajadores, que podía estar más centrada en la represión o en la negociación. Además de la función de presionar a las auto-ridades para que accedieran a las demandas de los trabajadores, la huelga fomentaba la solidaridad, y en consecuencia reforzaba la identidad de clase. Otro de los efectos sim-bólicos era la ruptura colectiva con un orden normal. Los días de huelga general masiva, cuando adherían los trabajadores del trans-porte, del puerto y de los servicios, eran días en los que la ciudad se paralizaba y las plazas se colmaban de militantes con banderas ro-jas y negras. En estos casos, la policía rodea-ba a los manifestantes y era frecuente que estallara la violencia. Cuando la convocato-ria era menor, los manifestantes marchaban, se reunían en torno a los oradores y expresa-ban sus protestas o demandas. Muchas de las huelgas del período fueron en solidaridad con reclamos de otros trabajadores (argenti-nos o del mundo, repudiando el accionar de otros gobiernos) o contra la acción del esta-do (la represión de protestas o legislación re-

presiva). En cierto sentido, la huelga general producía en el orden conservador argentino un efecto de inversión similar al carnaval. Este carácter contracultural era reflejado también por la prensa obrera o la actividad social proletaria. Existen etapas claramente diferenciables en el movimiento huelguístico argentino antes de la década del ´30. La primera abarcó las movilizaciones producidas entre 1888 y 1890, y las que se realizaron luego de la formación de la II Internacional entre 1891 y 1896. Se trató de un período de constitución de sindi-catos por oficio y de formación de identidad obrera. La segunda etapa comenzó con la forma-ción de la FOA y se extiende de allí en ade-lante. A pesar de que cuando surgió, la FOA anarquista tenía aproximadamente ocho mil afiliados, y los socialistas disidentes (UGT -Unión General de los Trabajadores- a partir de 1903) otros mil, en momentos de cúspide huelguística, como entre 1903 y mediados de 1904, el número de obreros movilizados per-tenecientes a oficios en los que la FOA - Fe-deración Obrera Argentina- Fed tenía repre-sentación sindical, ascendía a más de 70 mil. Esta cifra, de acuerdo a los censos de 1895 y 1914, representaría un 20% del total de tra-bajadores. Si a esto se suma que hacia abril de 1904, la UGT contaba con 32.893 afiliados, se puede afirmar que el movimiento obre-ro en general cobra mayor peso. Esta etapa está caracterizada por las huelgas generales y la organización concentrada por parte de la FOA o de la FORA, y de las otras centrales que se fueron dando. El inicio de esta olea-da huelguística se relaciona con la sanción de la Ley de Residencia, proyecto de Miguel

Cané, que le otorgaba al poder ejecutivo fa-cultades para expulsar a cualquier extranjero cuya conducta comprometiera la seguridad nacional o perturbara el orden público. Ya en el debate parlamentario se puso en duda su constitucionalidad. Al tiempo que la elite reaccionaba frente a las huelgas obreras, las manifestaciones se recrudecían. La finaliza-ción de esta etapa, en los años ´20 se vincula con las consecuencias de la represión inicia-da contra el movimiento obrero en ocasión del Centenario, que legislativamente se ma-nifiesta en la Ley de Emergencia Social, que permitía prohibir el ingreso de anarquistas, expulsar a los que ya se encontraban en el país, y prohibía la existencia de sus organiza-ciones además de penar la apología del delito y la portación de explosivos. Esta ley fue más exitosa que la Ley de Residencia como arma represiva contra la tendencia anárquica en el proletariado.Finalmente, en la década del ´20 se produ-cen los levantamientos de la semana Trágica y La Patagonia Rebelde, que cambian la rela-ción del gobierno radical con el sindicalismo, que antes era más condescendiente. Frente a una baja del movimiento huelguísti-co en los primeros años posteriores al golpe de 1930, comenzaron a crecer las huelgas reivindicativas que adquieren un cariz más político una vez desencadenado el nazismo en Europa (Celebración del 1° de Mayo de 1936). Primero los socialistas y luego los co-munistas (que al principio se negaban a ali-nearse contra el Eje siguiendo las directivas del Comitern) impulsaron este tono más polí-tico que poco a poco se fue perdiendo.

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Para la compresión cabal de este período es fundamental detenerse en el proceso del conformación el Estado Argentino, ya que de a poco se transformará en un actor importante en el desarrollo de las organi-zaciones de trabajadores.Más allá de las fechas que se enseñan como fundamentales en la conformación de la Argentina, como el 25 de mayo de 1810, o el 9 de julio de 1916, el Estado ar-gentino como tal comienza su organiza-ción luego de la Batalla de Caseros de 1852, aunque la estatalidad recién se consolida a partir de la década de 1880 cuando se pro-duce la federalización de Buenos Aires y la elite gobernante instala plenamente el orden conservador que se extenderá du-rante tres décadas.Como hemos visto, durante la “república oligárquica” entre 1853 y 1880, en las pre-sidencias que se denominan fundadoras, con Urquiza, Derqui, Mitre, Sarmiento y Avellaneda, el poder central va concen-trando las capacidades básicas que luego harán posible el funcionamiento del Esta-do: el control del territorio (interno), ser reconocido como una autoridad soberana (externo), una estructura funcional dife-renciada (administración) y la internali-zación de una identidad colectiva (cultura nacional).

PROCESO DE CONFORMACIÓN

DEL ESTADOARGENTINO

Federalizaciónde Buenos

Aires

Conformaciónde la estructuraadministrativa

Se instalala Elite

Gobernante

Controldel

Territorio

Reconocimientode la autoridad

soberana

Internalizaciónde la identidad

Colectiva

Batalla deCaseros

1852

Primera imagen de la Casade Tucumán

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Pero el Estado no es meramente un apa-rato administrativo que responde a las necesidades de un grupo político, sino que, ante todo, es una relación social que expresa las condiciones históricas de desarrollo de un país y reproduce en su interior la conflictividad de los distintos sectores en disputa por la dominación política y social. En este sentido, el primer período de formación del Estado argentino, es entre 1880 y 1930, cuando nos encontramos, en el plano po-lítico, con el pasaje de la república oligár-quica a la apertura democrático liberal que se produce con el triunfo del radicalismo en 1916.En esas tres décadas de “república conser-vadora” u “oligárquica” el poder está con-centrado en el Partido Autonomista Na-cional (PAN) que es virtualmente el parti-do único, en un sistema de voto cantado y frecuente represión a obreros anarquistas y socialistas. Durante 25 años, el líder re-

conocido es el General Julio A. Roca, que cuenta con el apoyo del poder militar y de los estancieros. En este período se consolida lo que se de-nomina el “modelo agroexportador”, que integra al país en la División Interna-cional del Trabajo. Los países de Europa se reservan el rol de productores de bienes industriales y a los países latinoamerica-nos se les asigna el rol de proveedores de alimentos y materias primas. El modelo agroexportador implica la modernización en técnicas de agricultura y ganadería, y la construcción de una extensa red ferro-viaria. Las inversiones provenientes del extranjero son destinadas al desarrollo ferroviario, los puertos y los frigoríficos, lo que de alguna manera garantiza el buen funcionamiento del país en el rol de proveedor de materias primas que se le ha asignado. Las estancias y las granjas o chacras quedan en manos de la aristocra-cia argentina.

MODELOAGRO

EXPORTADOR

INVERSIONESEXTRAJERAS

CONCENTRACION DE LA RIQUEZA Y

EXCLUSIÓNDE LOS

TRABAJADORESMODERNIZACIÓN

DE LATECNICA

INTEGRA AL PAÍS EN LA DIVISIÓN

INTERNACIONAL DEL TRABAJO

Este modelo también genera una fuerte concentración de riqueza en pocas manos y la exclusión de la clase trabajadora. Es así que pese a que los actores sociales do-minantes en esta etapa son las elites eco-nómicas y políticas asociadas a la produc-ción agropecuaria, la clase trabajadora, desde su actividad en los sindicatos, tam-bién empieza a constituirse, a través de años de lucha y organización, en un actor con mayor peso.Al comienzo de este período el sindicalis-mo se desarrolla en medios artesanales que no son centrales para la estructura productiva pero, por otro lado, posee en algunos casos, un capital cultural especí-fico que le da relevancia (tipógrafos, ma-quinistas ferroviarios). En el campo, la utilización de mano de obra no es tan intensiva como se espera en un modelo como este, pero la estruc-tura de la tierra genera distintos grupos en el campesinado: rentistas, colo-

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nos, arrendatarios y braceros. Alrede-dor de 1910, estos sectores protagonizan conflictos y huelgas para oponerse a las políticas gubernamentales (nacionales o locales) pero también atraviesan conflic-tos entre sí. Los arrendatarios forman una agremiación distinta de los intereses de los rentistas de la Sociedad Rural, que denominan la Federación Agraria. Pero cuando los braceros, el sector más prole-tarizado de la explotación agropecuaria, inician su plan de lucha, tampoco en-cuentran apoyo en las capas de medias del campesinado de la región pampea-na y del litoral, que eran principalmente de origen inmigratorio. Es probable que la cuestión nacional también haya incidido en las características de la conflictividad

en el campo. Por ejemplo, durante los conflictos del centenario la represión se centrará en las comunidades de colonos y arrendatarios italianos. Por otra parte, los braceros, muchos de ellos “criollos”, se sienten desvalorizados socialmente frente a los inmigrantes, que son de gran influencia en la conformación del movi-miento obrero, tanto en términos ideoló-gicos como organizacionales.

Para tomar dimensión de la gran cantidad de inmigrantes, vale el dato de que entre 1881 y 1914, más de cuatro millones de per-sonas arriban al país. A diferencia de otros países que atraían a más hombres jóvenes que llegaban solos, Argentina convoca a mayor porcentaje de grupos familiares que llegan en forma conjunta o separada, y también a mayor porcentaje de personas que declaran una ocupación específica. Es uno de los países que, además, tiene me-nores índices de retorno. En general, pro-vienen de los países menos desarrollados de Europa, como Italia y España, y traen consigo la influencia ideológica de las co-rrientes internacionales que marcaron los primeros años de historia de nuestro mo-vimiento obrero.

El anarquismo es la corriente más impor-tante. De todos modos, son los socialistas los primeros en intentar la agrupación de varias sociedades de oficios, en lo que se denomina una federación, hacia 1880. Los socialistas tenían una importante

4 millonesinmigrantes

1880 / 1914Hotel de Inmigrantes

Marzo 1929. Fábrica de la General Motors Argen-tina. Foto aérea de la planta.

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influencia de la Segunda Internacional Socialista y de los socialdemócratas ale-manes pero como el Partido Socialista se organiza en 1896 en torno de la figura del cirujano argentino Juan B. Justo, termi-na primando el interés por lo nacional. Vale recordar que los inmigrantes están fuera de lo que entonces es la política na-cional, ya que tienen prohibido el voto. Es también por esta razón que la orga-nización obrera se constituye como un ámbito de participación y acción directa muy atractivo. Esta es la razón del éxi-to de los anarquistas, en una población obrera predominantemente inmigratoria y propensa a la acción directa, mientras que los socialistas tenían una estrategia parlamentaria que necesitaba de la previa nacionalización.

De todos modos, a medida que pasan los años, el movimiento obrero encuentra sus mayores manifestaciones en las ciudades, donde las propias necesidades del modelo amplían las actividades de servicios (telé-grafos, teléfonos, medios de transporte, etc.) y el propio aparato administrativo del Estado nacional, provincial y munici-pal también se amplía, lo que favorece el surgimiento de los primeros gremios del sector público. Estos dos sectores, servi-cios públicos y estatales, tienen como con-secuencia el desplazamiento de los anar-quistas, más arraigados en los gremios de oficio, para dar lugar a sindicalistas en la conducción del movimiento obrero ar-gentino.

La corriente sindicalista se caracterizaba por su apar-tidismo y su defensa de la acción directa y la organi-zación sindical como estra-tegia política.

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La sociedad Argentina de Escritores realizó su primer Congreso Gremial en el palacio del Consejo Deliberante, con asistencia de numerosos hombres de letras. Abril 1936.

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SocialismoEl primer antecedente del partido socialista argentino se en-cuentra en el Club vorwarts, fundado en diciembre de 1882. En este grupo militaron algunos de los pioneros del sindicalismo argentino. En la década de 1890 comienza la organización par-tidaria, inspirada en la prédica de la II Internacional Socialista de 1895. En junio de 1896 se realiza el congreso constituyen-te donde se fusionan grupos como la Agrupación Socialista, Les Égaux y el Fascio Liberatori, además del Partido Socialista Obrero Internacional, que en 1895 cambia su nombre por el que será el definitivo de la agrupación partidaria: Partido So-cialista Obrero Argentino.La orientación del partido no es marxista en sentido estricto sino más bien pragmática. Tiene como principal estrategia el acceso al poder por la vía parlamentaria, por eso pugnan por la nacionalización de los inmigrantes. Se concibe como un par-tido de vanguardia compuesto mayormente por intelectuales ilustrados. Esta situación motiva a que los obreros, inmigran-tes y proletarios se sintieran más atraídos por el anarquismo y el sindicalismo como corrientes del movimiento obrero. En términos sindicales, el socialismo recién logra ser un actor central en la estructura organizativa del movimiento obrero argentino cuando en la decáda del 30 comparte el control de la CGT con los sindicalistas, aunque al ser electo Secretario General José Domenech, la balanza se inclina a su favor. También par-ticipa activamente de las principales organizaciones de tercer grado del sindicalismo argentino como la Unión General de Trabajadores (UGT) que compite con la FOA anarquista y en 1926 la Confederación Obrera Argentina (COA) que se opone a la Unión Sindical Argentina (USA) controlada por los sindica-listas.

AnarquismoEl anarquismo es una corriente de gran difusión a partir de la década de 1870, impulsada por dos referentes principales: Hector Mattei (creador del Círculo Comunista Anárquico y lue-go el Sindicato de Obreros Panaderos) y Enrique Malatesta (el intelectual más importante de este movimiento y referente de la tendencia anti-organizativa y revolucionaria). También hay figuras que militan en la tendencia más organizativa del movimiento como Pedro Gori y Antonio Pellicer Paraire. El anarquismo se inserta en la sociedad argentina a partir de la creación de instituciones de autodefensa de los trabajadores urbanos locales. Participa además en sociedades de resisten-cia, crea centros y círculos culturales, escuelas, bibliotecas y periódicos. A través de su influjo en trabajadores portuarios, conductores de carros, cocheros, marineros, foguistas, me-cánicos, pintores, albañiles, yeseros, panaderos y peones se convierte en la fuerza contestataria más importante de la pri-mera década del siglo XX. Ideológicamente, el anarquismo cree en la necesidad de un cambio cualitativo en la sociedad y por tanto considera que la lucha gremial era solo el primer paso. Respecto de la organi-zación, se impulsa la acción directa y la huelga general. Los anarquistas son los promotores de siete huelgas generales en-tre 1900 y 1910, desde la Federación Obrera Argentina (FOA), fundada en 1894 y reorganizada en 1901, primero y la Fede-ración Obrera Regional Argentina (FORA), denominada así a partir de 1904. En el noveno Congreso de la FORA, el anarquis-mo pierde el control en manos de los sindicalistas que pasan a ser la tendencia mayoritaria en el movimiento obrero. Por su parte, el anarquismo más radical resiste como sector minori-tario organizado en la FORA del V Congreso.

DiSCuSiOnESLos inmigrantes han sido de gran influencia en el surgimiento del movimiento obrero en Argentina, no solo por incorporarse al país como fuerza de trabajo sino también por las corrientes ideológicas que traían con ellos bajo el brazo y que han definido las tendencias de las agrupaciones.

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SindicalismoEl sindicalismo se constituye como corriente hegemónica desde que toma el control de la FORA en el 9° Congreso en 1915, hasta que perdió el control de la CGT en 1935. Tiene incidencia en gremios de servicios o vinculados al modelo agro-exportador como ferroviarios, telefónicos o portuarios. Sin tener una base ideológica sólida, su inspiración europea fue la estructura or-ganizativa de la CGT francesa, de 1906 y de la Unione Sindicale Italiana, de 1912. Los sindicalistas no rechazan la acción directa ni la huelga revo-lucionaria como principio, pero adoptan un cariz más prag-mático y reivindicativo, que implica darle más importancia a la organización. A diferencia de los socialistas, no buscan tener un vínculo fuerte con ningún partido político, por más que algunos de sus referentes tuvieran simpatías por el radi-calismo. Con el sindicalismo se consolida la figura del dirigente sindical profesional remunerado por su función, que trabaja para ob-tener reivindicaciones concretas para los trabajadores y que no evita, sino promueve, el contacto con el gobierno para lo-grarlas. La influencia del sindicalismo en la estructura organiza-tiva del movimiento obrero argentino fue tan importante que continuó luego de su apogeo y explica, en parte, el tipo de la relación que tuvo luego con el peronismo.

ComunismoEl comunismo nunca llegó a ser una corriente principal del sindicalismo argentino. Sin embargo, cobró relevancia a par-tir de mediados de la década de 1920, cuando el Partido Comu-nista se propuso el objetivo de conquistar los gremios. Tuvo incidencia gremial en los sectores más nuevos, producto del crecimiento y complejización de la economía argentina en las dos primeras décadas del siglo XX particularmente en sectores industriales como metalúrgicos, frigoríficos y en la construc-ción donde los salarios eran bajos y las condiciones de trabajo muy malas. Es una de las corrientes más radicales (junto con el anarquis-mo) y mejor organizadas (junto con el sindicalimo) en lo que se refiere al movimiento obrero pre-peronista. Ideológicamente, se alineó con la Rusia comunista, propiciando la acción políti-ca directa y la agitación revolucionaria. Organizacionalmen-te, poseía un núcleo militante algo reducido pero sumamente disciplinado y organizado en células autónomas que resultó muy eficaz en períodos de represión a la acción sindical.

SinDiCALiSmOSOCiALiSmO

AnArQuiSmOCOmuniSmO

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La participación de los inmigrantes en las primeras luchas también se observa en sus numerosas publicaciones (gli Spor-tati, I Malfatori, gli Inconosciuti, gli Incendiati). Uno de los círculos más activos de la época está compuesto por social-demócratas ale-manes. A partir de 1882, comienzan a re-unirse en el Club vorwarts, sede de nume-rosas asambleas, conferencias y congresos obreros, realizados en varios idiomas. Allí tienen lugar, en 1890, los preparativos del que se considera el último hito del período y la entrada simbólica a una etapa de ma-yor organicidad del movimiento: la pri-mera celebración del 1° de mayo. Ese día, más que un festejo, fue un jorna-da de lucha, que respondió al llamamien-to del Congreso Internacional Obrero de París de manifestarse en las calles en ho-menaje a los mártires de Chicago senten-ciados a muerte en 1886 por haber luchado por la jornada de 8 horas.

1° DE mAYOCOngrESO nACiOnALObrErO

El 1° de mayo de 1890, se presentó un petitorio al Congreso de la Nación que incluyó los siguientes puntos:

1. Jornada de 8 horas; 2. prohibición del trabajo de menores; 2. Abolición del trabajo nocturno en general para mujeres y niños y en los hombres salvo en aquellas industrias que necesariamente lo requirieran; 3. Descanso ininterrumpido de 36 horas semanales; 4. prohibición del trabajo a destajo; 5. Seguro de accidentes obligatorio a cargo de los empresarios y el Estado; 6. Creación de tribunales de obreros y patrones para la solución de conflictos entre ellos; 7. prohibición de trabajos y sistemas de fabricación perjudiciales para la Salud; 8. inspecciones sanitarias; 9. inspección de talleres y fábricas por delegados designados por el Estado; 10. prohibición del trabajo femenino en aquellas actividades per-judiciales para su salud.

Sin embargo, los acontecimientos del primero de mayo pierden noto-riedad ante los fenómenos políticos desencadenados por la revolución de 1890, que dan lugar a la Unión Cívica liderada por Leandro N. Alem, y que cuenta en un breve lapso con el apoyo de miembros desencantados de la elite gobernante como Bartolomé Mitre. Los excesos financieros (empréstitos para la construcción de los ferrocarri-les), la crisis internacional y un estilo político que genera resistencia pro-ducen la caída del gobierno de Miguel Juárez Celman. Tras su renuncia, lo sucede su vicepresidente, ex defensor del proteccionismo industrial y habilísimo político, Carlos Pellegrini. Este hecho, sumado al nuevo auge de las exportaciones de productos primarios permite que la elite políti-ca y económica dominante pueda continuar con su hegemonía hasta el Centenario. Pero debe enfrentar nuevos desafíos: por un lado, el partido radical (Unión Cívica Radical desde el 26/06/1891) con su civismo y su lu-cha, incluso armada, por la pureza del sufragio; y por otro, el partido so-cialista, cada vez más influyente en los barrios obreros de la capital. Pero el desafío también es la nueva cuestión social que el desarrollo económico y las reivindicaciones del incipiente movimiento obrero van a instalar en la agenda pública, pese a las resistencias de la mayoría (con la excepción de los jóvenes reformistas) de los dueños del poder.

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industria ArgentinaEntre los años 1895 y 1913 se percibe un cierto avance en la industria, mayorita-riamente en aquellas ligadas a la expor-tación, el transporte, la construcción y el consumo local de alimentos, es decir aso-ciadas con la producción agropecuaria o a la satisfacción de las necesidades básicas de la población. Para 1913, el sector manufacturero repre-senta un 15% del PBI y está lejos de satis-facer la demanda interna, por lo cual se recurre a las importaciones. Son eventos de orden externo (la Primera Guerra Mun-dial o mejor dicho su conclusión y luego la Gran Depresión) los que impulsan el de-sarrollo de una incipiente industria que, al calor de esta protección y un mercado interno en expansión por el aumento de la ocupación, gana lugar en el dominante modelo agroexportador.Es así que para 1914 se perfila una nueva estructura social, con mayor importancia relativa de los sectores medios. A la vez, dentro de estas capas medias se produce

una diferenciación interna: surgen estra-tos de asalariados urbanos dependientes y crece la importancia de sectores ligados al comercio y a la industria; al mismo tiempo, aumenta la cantidad de obreros urbanos a expensas de los trabajadores ru-rales, los artesanos y los trabajadores sin ocupación definidaAl concluir la Primera Guerra Mundial, la política económica se debate entre dos posturas. Los librecambistas, postu-ra dominante hasta entonces, proponen mantener niveles bajos de aranceles al co-mercio exterior, confiando en el respeto

a la división internacional del trabajo y en las ventajas comparativas que posee la Argentina para producir alimentos, como la mejor forma de impulsar el desarrollo económico nacional. Los proteccionistas, por el contrario, plantean la necesidad de aplicar impuestos al comercio exterior para evitar la competencia de productos extranjeros en ciertos sectores de la eco-nomía que se busca desarrollar (especial-mente, la incipiente industria nacional). Finalmente, se impone el criterio libre-cambista, y Argentina retoma el inter-cambio comercial sin establecer políticas de protección a la producción manufactu-rera nacional.

LibrECAmbiStAS

LOS prOtECCiOniStAS

ArgEntinA

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De todos modos, la industria continúa su desarrollo a partir de la década de 1920. El ingreso de capital extranjero (sobre todo norteamericano) fomenta una di-versificación de la producción industrial y la demanda de importación de nuevos productos para abastecer a las flamantes industrias. De esta manera, la Argentina abandona paulatinamente su perfil exclu-sivamente agroexportador, manteniendo una economía más diversificada y abierta a la inversión productiva extranjera. Hasta la crisis de 1930, desde el campo político no se intenta sino prolongar el esquema productivo consolidado luego de la crisis de 1890: exportación de materias primas y mercado interno abastecido en su mayoría por importaciones, gracias en parte a la ventaja que adquieren nue-vamente los precios de las exportaciones argentinas luego de la Primera Guerra Mundial.

A partir del golpe de Uriburu, en 1930, la regulación del Estado en materia econó-mica crece, más por necesidad que por convicción de las elites gobernantes, que intentan mantener el modelo preexisten-te a partir de la el Reino Unido sellada en el pacto Roca-Runciman de 1933. El Reino Unido es principal comprador de nuestras exportaciones y también la principal fuente de inversiones extranje-ras hasta la Primera Guerra, cuando se lo reemplaza por los Estados Unidos, y sur-ge así, la triangulación del comercio. En estos años se instala el modelo de indus-trialización sustitutiva de importaciones,

CRISIS DE1930

EL SINDICALISMO ARGENTINO PASA DE SER

INTERNACIONALISTA Y ANARQUISTA, A SER

REIVINDICACIONISTA Y sindiCalista

REGULACIONDEL ESTADO

TRIANGULACIONDEL COMERCIO

CAMBIO ENLA ESTRUCTURA

OBRERA

INDUSTRIA-LIAZACION

que tiene como consecuencia el desarrollo de políticas relativamente consistentes de intervención del Estado en la economía, y el retorno a la escena pública de la disputa entre industrialistas y libre cambistas.Este modelo impacta claramente en la es-tructura ocupacional Argentina que hasta entonces tenía tres pilares: el sector agra-rio (que tampoco fue tan demandante de mano de obra como se esperaba), el sector de servicios asociados a la exportación, la importación y la urbanización (ferrocarri-les, teléfonos, comercio, etc.), y las acti-vidades industriales de tipo artesanal. En esta etapa de transición la clase trabajado-ra cambia también en otro aspecto porque

se produce un reemplazo de la migración europea. Esto, sin duda, afecta al sindica-lismo argentino que pasa de ser interna-cionalista y anarquista, a ser reivindica-cionista y sindicalista, con una mayor pre-sencia de nativos en sus dirigencias y sus bases. Incluso, al finalizar la década de 1930, con el predominio de los socialistas y los comunistas, se mantiene este cam-bio demográfico en el movimiento obrero argentino que ya cuenta con sindicatos por industria y estructuras organizativas más consolidadas.

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Estructurabásica del sindicalismo

un sindicato es un modo de asociación de trabajadores fundada en la solidaridad entre quienes tienen una misma función en el proceso productivo. Los sindicatos son organi-zaciones diferentes de los partidos políticos; su finalidad se orienta a mejorar las condiciones laborales de sus miembros y a buscar, a través de la unidad de los trabajadores, el cam-bio social. Sin embargo, los partidos o tendencias políticas in-fluyen en el sindicalismo para dotarlo de ideología. Entre sus mecanismos legítimos para la defensa de derechos de los tra-bajadores se incluye la huelga como forma de acción directa y los convenios colectivos. En sus orígenes, la estructura del sindicalismo argenti-no está marcada por un modelo productivo donde predomina-ban las actividades artesanales antes que industriales. Por eso son “sindicatos de oficios” y la primera central o fede-ración toma el modelo del Sindicato de Oficios varios. A medida que se amplía el espectro de actividades industriales

y de servicios, los sindicatos comienzan a agruparse por sector productivo y con el crecimiento del Estado también se instala la distinción entre gremios estatales y privados Aunque es una misma actividad puede haber ocasionalmente más de una asociación, lo normal en estos casos es que un sólo sindicato agrupe todos los trabajadores de un sector. Este esquema es denominado sindicato por rama de actividad y es el carac-terístico de algunos sindicalismos fuertemente organizados como el alemán en el siglo XX. En Argentina se impone este modelo en los años 1940 pero siempre convive con otros crite-rios de agrupamientos que persistieron por su importancia en los momentos fundadores. Además de la experiencia histórica, el cambio en los ciclos productivos tiene mucha importancia en las mutaciones que se produjeron y se siguen produciendo en la estructura orga-nizativa del movimiento obrero argentino y mundial. Enton-ces, la evolución de la estructura de los gremios tiene

E ESTRUCTURA BÁSICA DEL SINIDCALISMO

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que ver con los modos de producción. Cuando aparecen las industrias surgen los sindicatos por rama de actividad y se conso-lidan las primeras uniones y federaciones.El sindicato denominado unión es aquel que tiene una organi-zación unitaria, es decir que es un sindicato nacional, que tiene seccionales en las localidades en que se desarrolla una actividad determinada. Las autoridades son nacionales y en las filiales los dirigentes cumplen funciones de delegados de las estructuras centrales. En el período que nos ocupa una de las uniones más importante fue la Unión Ferroviaria (UF).Otra modalidad es la Federación, constituida por sindicatos de localidades o región que eligen sus propias autoridades y desig-nan a los delegados o miembros de la federación. En algunos ca-sos firman sus propios convenios provinciales o locales. En este primer período del sindicalismo argentino se destacan la Federa-ción Obrera Marítima (FOM), sindicalista y afín al yrigoyenismo, la Federación de Empleados Telefónicos (FOET), también sindi-calista dirigida por Luis F. Gay, la Federación Obrera de la Cons-trucción (FONC) y la Federación Obrera de la Industria de la Carne (FOIC), ambas comunistas y la segunda liderada por José Peter.En las Uniones, las delegaciones o seccionales tienen mayor de-pendencia de los órganos centrales mientras que en las federacio-nes tienen mayor independencia. Muchas de estas uniones y federaciones siguen existiendo, aun-que sus nombres pueden haberse modificado. Otras como la UF o la Fraternidad continúan con la misma denominación.

Las uniones son organizaciones de primer grado, las fede-raciones de segundo y las confederaciones de tercero. Es-tas últimas agrupan a Federaciones como Confederación de trabajadores de la Educación o la propia Cgt.

Es interesante mencionar que hasta la organización de la CGT, el mecanismo que primaba en las organizaciones de tercer grado para tomar decisiones eran los referéndum o compulsas. Luego se tiende a la elección de delegados para que representen a sus sindicatos en los Congresos o en la Comisión Directiva y que el

peso de cada uno dependa de la cantidad de afiliados cotizantes con los que cuentan. Este esquema sigue vigente hasta hoy.

En un cuarto nivel se encuentran los agrupamientos in-ternacionales como Confederación de Sindicatos Libres (sin-dicatos cristianos fundada en 1920) más tarde llamada Central Mundial de Trabajadores y cuya representación latinoamericana será la CLAT (Central Latinoamericana de Trabajadores). También está la CIOLS (Confederación Internacional de Sindicatos Libres), fundada recién en 1949, cuya central regional es la ORIT (Organi-zación Interamericana de Trabajadores). Desde 2006 la CLAT y la ORIT se fucionaron en la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA-TUCA). A ellas adhieren las centrales nacionales. Este tipo de organizaciones tiene mucha importancia en los organismos internacionales como la Organi-zación Internacional del Trabajo (OIT) donde la delegación sindi-cal argentina tiene importancia desde su fundación. En los años 1930 el sindicalista Sebastián marotta, del pequeño gremio de los linotipistas, es el representante de la CGT ante el organismo.

Los mecanismos de democracia interna dentro de los sindicatos no están muy formalizados en las primeras décadas del sindica-lismo argentino. De todos modos, surgen liderazgos con tenden-cias personalistas, como ocurriera principios del siglo XX, con Antonio Tramonti, Francisco Pérez Leirós o José Domenech. Sin embargo, existen sindicatos donde se produce un cambio perió-dico en el control de los organismos directivos, que llegan inclu-so a estar en manos de diferentes facciones ideológicas cada dos años, como el caso de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), situación que con el tiempo también se va modificando. Se torna habitual que los grupos más organizados “desembarquen” en sindicatos como lo hacen, primero, los sindicalistas con los sin-dicatos anarquistas; luego, en menor medida los socialistas con los sindicalistas y en los años 1930 los comunistas, transformando gremios que de oficios varios, como los albañiles, en la poderosa Unión Obrera de la Construcción (FONC).

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Cgt 1935El Comité Confederal de la CGT en 1935 estaba compuesto por una canti-dad de delegados por sindicato que revela la importancia de cada uno de ellos en la época. En el gráfico se puede apreciar la distribución en forma proporcional. Había sindica-tos con un delegado, con dos, con tres o con trece, como el caso de la Unión Ferroviaria.

Cámara Sindical de Cocineros

UF - UniónFerroviaria

FEC - Federación

de Empleados de Comercio

FOM - Federación

Obrebra Marítima

ATE - Asoc.de Trab. del

EstadoATC Asoc. de Trab. de la

Comunidad

UT - Unión

TranviariosUT - Unión

TranviariosUT - Unión

Tranviarios

FOET - Federación de

Obreros y Empleados Teléfonicos

FOMM - Federación de Oficiales de

Marina Mercante

LF - La Fraternidad

ULMA - Unión de Linotipistas,

Mecánicos y Afines

12 3

13

UOT - Unión

Obrera Textil

SOIC - Sindicato de Obreros de la

Industria delcalzado

Cantidad de elegados en la conformación de la CGT en 1935

d

SindicalismoCuando se encuentre sindicalismo escrito en itálica es una referencia a la corriente ide-ológica, mientras que en tipografía normal se refiere al uso genérico de la palabra como agrupación de los trabajadores

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LEY DE RESISTENCIA

SEMANAROJA

PRIMERAGUERRA

MUNDIAL

rELACiÓnCOn ELpODErpOLÍtiCO

A partir de mediados del siglo XIX, los trabajadores argentinos comenzaron un proceso que terminó por consolidarlos como clase, además de que desde comienzos del siglo XX fueron en-contrando sus propias formas de organización y se convirtie-ron en un actor político que, por su importancia, no pudo ser ignorado por las diferentes administraciones del Estado. La relación entre los trabajadores, el Estado y la política par-tidaria fue centro de numerosos debates en las centrales obre-ras. Las posibilidades de la acción partidaria eran muy restrin-gidas hasta la sanción del voto universal con la ley Sáenz Peña en 1912. Frente a la alternativa de total prescindencia de la “política burguesa” que postulaban los anarquistas y luego los sindicalistas, el socialismo proponía la vía de acción parlamen-taria. Esta estrategia resultó en la elección en 1904 del primer diputado socialista de América Latina, Alfredo Palacios, y en los primeros avances en la legislación social propulsadas por el partido. El Partido Comunista, surgido como escisión del socialismo en 1918 al calor de la Revolución rusa, valorizaría también la acción partidaria pero, a diferencia de los socia-listas, reivindicaría la agitación política con fines revolucio-narios.La relación entre los sindicatos y los distintos gobiernos atra-vesaría numerosos altibajos. En su conjunto, este período fue de una alta conflictividad, en particular por el choque que im-plicaba la preeminencia del anarquismo en los sindicatos y de los conservadores en el gobierno durante la primera década del siglo XX.

El Estado argentino consideraba la cuestión de la organización de los trabajadores como un problema de orden público, y actuaba en consecuencia a través de la represión y el en-carcelamiento de los militantes gremiales. La década de 1910 fue una de las más conflic-tivas de la historia del sindicalismo argenti-no, con más de 300 huelgas y un sinnúmero de conflictos laborales. La intervención de la policía era habitual, como así también la muerte de trabajadores que participaban de la protesta.A partir de la sanción de la Ley de Residencia el 22 de noviembre de 1902, la deportación de dirigentes y la declaración del estado de sitio se convirtieron en parte del repertorio habitual de la acción estatal. En 1909, con la Semana roja, los conflictos alcanzaron su pico: durante los actos de conmemoración del Día Internacional del Trabajo, la policía comandada por el coronel Ramón Falcón reprimió a las masas que se desconcentra-ban, ocasionando la muerte de más de una decena de manifestantes. Luego, la policía cerró locales anarquistas y encarceló a sus dirigentes. La violencia desatada durante esas semanas culminaría con el asesinato de Falcón a manos de un joven militante anar-quista, Simón Radowitzky. Como respues-ta de la elite política ante estos sucesos, en junio de 1910 se sancionó la Ley de Defensa Social que impedía el ingreso de anarquis-tas al país, permitía su expulsión, prohibía sus organizaciones y castigaba hasta con pena de muerte la portación de explosivos y la apología del delito. Aunque su constitu-cionalidad fue cuestionada, estuvo vigente hasta 1921. Sólo la crisis generada por la Pri-mera Guerra Mundial pudo poner coto a la

MEDIADOSDEL S. XIX

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acción sindical y reducir la conflictividad de esos años.Pese a la importante violencia estatal, cabe destacar que du-rante este período comenzaron a desarrollarse las primeras formas de intervención del Estado en las relaciones entre em-pleadores y trabajadores. En 1907 se creó el Departamento Na-cional del Trabajo, otra demostración de la importancia que había cobrado “la cuestión social” para las elites. De la misma manera, se sancionarían las primeras leyes que regulaban las condiciones de trabajo y se darían las experiencias seminales en negociación colectiva. Durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen, a partir de 1916, el radicalismo intentaría convertir al Estado en un agente de democratización, fomentando en particular la incorporación de las clases medias a la vida política. Parte de esa política de democratización también estuvo orientada a “domesticar” a las organizaciones sindicales. Ello se tradujo en una política de represión de los sindicatos más combativos y un acercamiento a los gremios de orientación sindicalista, más propensos a la ne-gociación. Sin embargo, el desarrollo de la infraestructura del Estado en esta materia fue escaso, y no se buscaba establecer lazos duraderos. Con la Semana Trágica de 1919 y la influencia de la Revolución Rusa en el sindicalismo, el tibio acercamiento se vería parcialmente truncado y volvería a aumentar el nivel de represión estatal.Diversos cambios originados a partir de la presidencia de Mar-celo T. de Alvear fomentaron que los sindicatos moderaran sus acciones. En primer lugar, por la parcial incorporación de los trabajadores a la vida política, que se tradujo en el desarrollo electoral del socialismo; en segundo, por el predominio del sindicalismo, relativamente moderado y negociador, y, en tercer lugar, por la fragmentación dentro del movimiento sindical. En este contexto, el nuevo gobierno radical mantuvo los linea-mientos de la política sindical de Yrigoyen y las relaciones cor-diales con la corriente mayoritaria dentro de la clase obrera.Es así, entonces, que hasta la década de 1930, existió una escasa institucionalización de las relaciones entre capital y trabajo. El aparato de represión estaba a la orden del día pero otras formas de intervención (como la mediación en conflictos laborales o la regulación del salario) fueron esporádicas y dic-

tadas por las necesidades coyunturales de los gobiernos. Aún en los gobiernos radicales, donde aumentó la acción estatal, existía una política deliberada de no crear estructuras dura-deras de relación entre el Estado y los sindicatos. Separado de las luchas por el sufragio y escindido ideológicamente, el sin-dicalismo argentino no lograría unificar su accionar político detrás de un discurso que desafiara los límites del sistema po-lítico oligárquico (bandera que abrazaría el radicalismo) y bus-cara la expansión de la democracia representativa para darle cabida a la clase obrera.

Grupo de huelguistas detenidos en el puerto de Santa Cruz.

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semana trágicaEl período inicial del sindicalismo argentino fue pródigo en protestas obreras de gran magnitud. Esto ocasionó una importante cantidad de episodios de represión violenta por parte del Estado. Uno de los eventos centrales de la protesta sindical fue la llamada Semana trágica, de enero de 1919.Los sucesos que desencadenaron la Semana Trágica comenzaron en diciembre de 1918, con una huelga de los trabajadores de los talleres que la metalúrgica Pedro Vasena e Hijos poseía en el barrio capitalino de San Cristóbal. Los trabajadores reclamaban mejoras salariales y reducción de la jornada laboral. La huelga se prolongó durante más de un mes, hasta que la patronal solicitó la intervención de las fuerzas de seguridad. El resultado fue un violento enfrentamiento entre la policía y los trabajadores, en el que varios obreros resultaron asesinados.El funeral de los muertos en la contienda fue escenario de una renovada y multitudinaria manifesta-ción sindical y dio lugar a un nuevo episodio de represión policial, que esta vez costó la vida a veinte trabajadores.Presionado por sectores conservadores de la elite social, por el Ejército y por las clases medias, el gobierno de Yrigoyen se mantuvo intransigente a las demandas obreras y permitió la acción de grupos paramilitares para llevar adelante violentas razzias en las que se mezclaron consignas nacionalistas, anticomunistas y xenófobas (en particular, antisemitas).Finalmente, el conflicto se aplacó con la intervención del Ejército y la Armada y el reconocimiento de algunas de las demandas de los trabajadores. Sin embargo, la violencia estatal promovió una ola de sindicalización, creación de nuevas organizaciones gremiales y aumento de la actividad huelguística, que duró al menos hasta comienzos de la década de 1920. Por otro lado, también se consolidaron las fuerzas conservadoras en la Liga Patriótica Argentina, que lograría poner límites al acercamiento entre los sindicatos y el gobierno.La Semana trágica fue un claro ejemplo de la política ambigua de los gobiernos de la época frente a las organizaciones de los trabajadores y sus protestas: si bien se reconocían algunas demandas, ese reco-nocimiento era parcial y sólo se lograba luego de una brutal represión a los trabajadores por parte de las fuerzas de seguridad. De esta manera, quedaban en evidencia los límites de la apertura democrática en un contexto de exclusión de gran parte de los obreros de la vida política nacional.

Semana Trágica. Enero 1919. Cortejo fúnebre de las víctimas de la Casa Vasena, hacia el cementerio del Oeste (Chacarita), conducido por los compañeros de trabajo.

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Día de unobreroLa jornada de los obreros comenzaba temprano en los conventillos, casas de pensión y departamentos ubicados en el Centro, donde vivían a una camina-ta del trabajo para evitar el precio pro-hibitivo de trenes y tranvías.Alrededor de las cuatro y media en verano, o a las seis en el invierno, los hombres se levantaban, se vestían y se marchaban sin hacer el menor ruido, y muchas veces sin desayunar, para no despertar a los niños. Más de la mitad iba a trabajar como jornaleros, peones o sirvientes; el resto lo hacía de carpin-teros, albañiles, zapateros, sastres y empleados de comercio.Detrás dejaban pequeñas habitaciones de cuatro por cuatro, distribuidas alre-dedor de pequeños patios y corredores, con no más que una cama de dos plazas o algunos elásticos, una mesa de pino, bancos, sillas y algún que otro baúl viejo. En cada una se apiñaban hasta cinco o seis hombres solteros que se al-ternaban el uso de la cama, o bien una familia de seis o siete miembros, a los que a veces se añadían parientes para compartir gastos.Poco después comenzaba el ajetreo de las mujeres y los niños mayores: po-nían agua o leche en el brasero, ubica-do en una caja o repisa a la entrada o

adentro de las habitaciones y después se iban al mercado, o regateaban en la puer-ta del conventillo con los vendedores am-bulantes, que ofrecían verduras o frutas.A las nueve, los niños partían a recorrer las calles en busca de algún trabajo, ge-neralmente liando cigarrillos, o en fábri-cas de fósforos. Sus madres ya habían co-menzado su trabajo a destajo, cosiendo, planchando, o trabajando para talleres de sombreros, botones y bolsas de arpi-llera, que invariablemente buscaban esta mano de obra barata y poco afecta a las protestas.A las once y media regresaban los hom-bres para comer de prisa un puchero agua-chento o algún plato hecho con maíz.La tarde traía el bullicio a los conventi-llos: los numerosos niños de distintas na-cionalidades gritaban, reñían y jugaban en el patio.A las tardecita volvían los hombres. Ce-naban por lo general un guiso, y a las diez y media de la noche casi todo el mundo estaba en la cama.La rutina se repetía invariablemente to-dos los días, excepto durante los feríados religiosos y patrióticos. Entonces, los acordeones, violines y guitarras tocaban danzas y canciones del Viejo Mundo, que se acompañaban con una botella de vino, y ocasionalmente de caña.

Vivienda, ropa y alimentos constituían, en ese orden, el grueso de los gastos de los obreros, que solían resignar canti-dad y calidad al ritmo de las sucesivas depresiones que abundaron en la épo-ca. Así, por ejemplo, una habitación de conventillo que en 1870 costaba cuatro pesos oro (20 por ciento del salario de un obrero no especializado), en 1890 pasó a costar ocho pesos.Si bien las autoridades dictaron norma-tivas para evitar el hacinamiento, sobre todo después de la fiebre amarilla, los propietarios, en general miembros de la élite que habían abandonado esas casas por otras mejores o las habían construi-do ex profeso, se resistían a su cumpli-miento.Por ello, el único progreso que se dio con el paso del tiempo vino de la mano del tendido del alcantarillado y las redes de agua, luz eléctrica y gas en el Centro de la ciudad, que beneficiaron mucho a los conventillos.

Adaptación de: Scobie, James R. Bue-nos Aires. Del Centro a los barrios. 1870-1910, Solar Hachette 1977, pp. 186-199.

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La intervención socialde los sindicatos.

Hacia fines del siglo XIX, la clase obrera desarrolló en Argentina una intensa actividad asociativa que no sólo consistía en la realización de reclamos conjuntos. Las agrupaciones también se dedicaban a actividades mutuales y solidarias en las que contenían a los obre-ros con el fin de brindarles una mejor calidad de vida. Si bien los sindicatos fueron el producto más robusto y duradero de esa actividad, las organizaciones surgidas en esa época se relacio-naban también con otros aspectos de la cotidianeidad proletaria. A las sociedades de socorro mutuo y las cooperativas obreras, se sumaban numerosas organizaciones destinadas a brindar espa-cios de sociabilidad desde la educación hasta el esparcimiento y el tiempo libre: pocos aspectos de la vida existieron en los que las or-ganizaciones partidarias y sindicales obreras no jugaran un papel central. Durante el período inicial del sindicalismo argentino estas asocia-ciones de variada índole coexistían con los gremios que cumplie-ron un papel fundamental en su mantenimiento y desarrollo. Así, se conformó un verdadero movimiento obrero, autónomo del Es-tado y, en buena medida, de los partidos políticos.El socialismo fue fundamental en este aspecto. Las primeras orga-nizaciones socialistas, que tenían fines sociales antes que estric-tamente gremiales, fueron centrales para el surgimiento del mo-vimiento obrero.Como ejemplo de la imbricación entre diversos tipos de organiza-ciones, podemos mencionar el hecho de que en el local de la Agru-pación Socialista funcionaron durante mucho tiempo el Comité Ejecutivo, las oficinas de la Vanguardia, la Biblioteca Obrera, la Aso-

ciación Obrera de Socorros Mutuos, el Circolo Socialista Italiano y numerosas sociedades gremiales vinculadas al socialismo.El socialismo se debatió siempre entre la autonomía (la aspiración de crear una sociedad paralela exclusivamente obrera) y el refor-mismo (la promoción y el reclamo de cambios paulatinos en las políticas estatales). La primera tendencia se evidenció en la promoción de la coopera-ción obrera. A partir de 1880, numerosas cooperativas florecieron bajo el ala del partido. El gran ejemplo de esta tendencia fue El Ho-gar Obrero, cooperativa creada en 1905 cuya función principal era otorgar créditos a sus socios, que la financiaban con sus aportes. La faceta más reformista del socialismo en este aspecto puede ver-se en su postura frente a la educación, ya que, además de crear “escuelas libres” propias, el socialismo fue un gran propulsor de la escuela pública gratuita como un espacio de socialización de los niños. El aspecto en el que se destaca el socialismo en materia de educación, sin embargo, fue en la creación de la Bibliotecas Obre-ras, de las cuáles llegó a tener más de 700 en la década de 1930.El comunismo era una escisión muy reciente del partido socialista, por lo que había heredado la tradición mencionada. Motivaba una

I INTERVENCIÓN SOCIAL DE LOS SINDICATOS

Fábrica de medias.

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variedad de ofertas culturales y recreativas en las que la participación (y financiación) por parte de los militantes partidarios y sin-dicales era considerada como una obliga-ción.Al igual que el partido socialista, el comunis-mo tuvo una activa política de fundación de bibliotecas sostenidas por los locales parti-darios o sindicales, así como de la creación de una editorial propia, la internacional. En ambas tradiciones ideológicas, existía una tendencia iluminista de acercar a los obreros a la cultura letrada y erudita, pero también de fomentar actividades sociales recreativas.En materia de educación, el Partido Comu-nista se encontraba con un dilema muy si-milar al del socialismo: a la tarea de crear es-cuelas autónomas, se sumaba el reclamo por la democratización del acceso a la educación pública y contra la educación religiosa.Todas las vertientes del movimiento obrero se preocuparon por la situación de los hijos de los trabajadores. En este aspecto, el co-munismo y el anarquismo se destacaron por sobre las demás corrientes por la fuerte im-

pronta militante que poseían sus organismos destinados a la niñez. Las Agrupaciones Infan-tiles Comunistas y los Pioners (versión comu-nista de los Boy Scouts) inculcaban las bases de la organización partidaria y sindical, y tenían demandas distintivas en torno a la protección de la niñez, además de una liturgia fuertemen-te politizada y proselitista. Los comunistas te-nían, además, un órgano de prensa destinado a combatir a Billiken, revista que consideraban burguesa y nacionalista. La publicación infan-til comunista se titulaba Compañerito.El movimiento obrero argentino desarrolló además una fuerte tradición organizativa en materia deportiva. Desde fines del siglo XIX, sindicatos, mutuales y organizaciones vecina-les crearon instituciones deportivas amateurs. El Partido Comunista se distinguió en esta are-na, fundando muchos de clubes que surgían a partir del sindicato o del grupo de fábricas en el que militan sus miembros: la Federación De-portiva Obrera (FDO), creada en 1924 llegó a tener cinco divisiones, un cuerpo de referís y un boletín propio.

El anarquismo, por su parte, tuvo un pro-yecto de escolaridad original: la experiencia de las “escuelas libertarias”, dentro de las cuales existía una tendencia que defendía la ideologización de los niños y otra que proclamaba la autonomía de la educación frente a toda ideología, puesto que la consi-deraba el núcleo desde el que se construiría la nueva sociedad.Ese debate se desarrolla en la revista “La Escuela Popular”. Allí, se analizan las carac-terísticas ya aceptadas dentro del anarquis-mo, como el vínculo no autoritario entre educador y educando y la revalorización de la experiencia sobre la teoría, así como pro-puestas nuevas: el apoliticismo, el interna-cionalismo, la competitividad con las escue-las estatales, la formación moral, el cientifi-cismo y el realzamiento de la individualidad. De esta manera, el anarquismo generó un proyecto de educación popular en los már-genes del Estado (al que buscó influenciar en este aspecto), que fue disolviéndose a medida que la acción de éste en este terreno se hacía más intensa.

1880Florecimiento

de lasCooperativas

1905 HOGAROBRERO

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Derechos de lostrabajadoresEl sindicalismo luchó, a lo largo de toda su historia, por los derechos de los traba-jadores. En este período se puede ver que gran parte de los logros alcanzados fueron iniciativas del socialismo, que creía que la vía de lucha de los trabajadores era la par-lamentaria. Los principales reclamos de la época eran en torno a la reducción de la jornada la-boral, los días de descanso y la legislación sobre los accidentes de trabajo.Se presentan aquí los números de leyes, la fecha de sanción y el tema principal de cada una.

DT DERECHOS DE LOS TRABAJADORES

FECHA DEFECHA DEFECHA DEFECHA DE

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Los gráficos

Los gráficos fueron los primeros en confor-mar un sindicato moderno en Argentina y los primeros también en organizar medidas de protesta que tuvieron muy buenos resul-tados. Fueron, también, un ejemplo de orga-nización que pocos años después tomarían otros gremios. A mediados del siglo XIX, el desarrollo eco-nómico argentino provocó un aumento de la demanda de bienes culturales. En especial en la Ciudad de Buenos Aires, se multiplica-ron las imprentas y las librerías. De la mano de Adolfo Cárrega, un tipógrafo de 22 años que había recogido los hábitos de la solida-ridad mutualista durante sus estadías en Estados Unidos y en Brasil, los trabajadores gráficos, cada vez más numerosos, decidie-ron conformar una entidad corporativa. Es así que el 25 de mayo de 1857, nace la Socie-dad Tipográfica Bonaerense, primera orga-nización obrera de Argentina. A partir de ese momento, los gráficos conformarían la van-guardia del movimiento obrero durante más de medio siglo.En 1871, la Sociedad inaugura la primera bi-blioteca obrera, que en ese momento fue una de las doce bibliotecas públicas del país. En 1877, se organizó, en su seno, la Unión Tipográfica Bonaerense, primer sindicato moderno del país, que nació con el objeti-vo explícito de lanzar la primera huelga or-ganizada por trabajadores argentinos, en respuesta a la decisión conjunta de las em-

presas de diarios de reducir el sueldo de sus empleados. Un periodista de la época retra-taba la novedad de la experiencia: “tomada la decisión, los trabajadores no dejaban de preguntarse “¿Declararse en huelga? ¿Cómo se hace eso?””. Finalmente, el francés Gau-thier tomaría la iniciativa de llamar a una asamblea de la que participaron más de mil tipógrafos. Un mes después, se podía decir que la huelga había resultado exitosa: se au-mentaron los salarios y se redujeron las ho-ras de trabajo diario. La Sociedad Tipográfica Bonaerense tam-bién creó el primer seguro de desempleo. La Caja de Parados era un fondo destinado a sacar de la miseria a los desempleados que surgieron debido a la difícil situación eco-nómica de principios siglo. Los gráficos de la Caja de Parados crearon el 12 de Junio de 1904 la Unión Gráfica que, el 3 de Mayo de 1907, se fusionaría con la Federación de Artes Gráficas dando origen a la Federación Gráfi-ca Bonaerense. Otro de los ámbitos en el que los gráficos dieron los primeros pasos fue el de la nego-

ciación colectiva. La huelga general gráfica de 1906, que paralizó a la industria por casi 59 días, dio lugar, luego del trabajo de me-diación ofrecido por una Comisión Mixta, al primer convenio colectivo de trabajo. Este mecanismo sería reiniciado cuatro veces, hasta 1919. El protagonismo de los obreros gráficos en los comienzos del movimiento obrero ar-gentino se explica principalmente por el ni-vel educativo requerido por sus puestos de trabajo. El hecho de saber leer y escribir los convertía en una elite dentro del movimien-to, capaz de seguir las novedades políticas y filosóficas. Como señala Ricardo Falcón: “(…) en una ciudad en la cual predominaban los extranjeros entre los trabajadores, el rol de la vanguardia en la forja del movimiento obrero le cupo al gremio de los tipógrafos, integrado mayoritariamente por argentinos de nacimiento”1

1 Falcón, Ricardo, “Los trabajadores y el mundo del trabajo” en Bonaudo, Marta, nueva Historia de la argentina. liberalismo, Estado y Orden burgués (1852-1889), Sudamericana, Buenos Aires, 1999. Pg. 504.

H HISTORIA DE UN SINDICATO

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Sebastián Marotta fue uno de los pioneros de la historia del movimiento obrero argen-tino por diversas razones. En primer lugar, su actividad sindical se realizó en los primeros sindicatos que surgieron, como el gremio de constructores de carruajes y luego el gremio de linotipistas. Por otro lado, fue uno de los introductores ideológicos del sindicalismo revolucionario, y luego figura emblemática de la corriente sindicalista durante sus años de apogeo y representante de esa tendencia en los primeros años de la CGT. Y finalmen-te, además de protagonista, fue historiador del movimiento obrero argentino. Su libro, El movimiento sindical argentino, es esencial aún hoy para comprender los orígenes y prime-ros desarrollos de nuestro sindicalismo.Según sus compañeros de ruta, Sebastián Marotta era, ante todo, un humanista. Diri-gente sindicalista de primera línea, siempre se autodefinió como un simple trabajador gráfico. Fue un gran lector de Marx, y tanto el sinnúmero de notas escritas en los prin-cipales periódicos obreros como los tres to-mos de su libro, demuestran que era además un gran escritor, que podía comprender con profundidad y lucidez la realidad social de su tiempo. Desde los 14 años, cuando se afilió al sindicato de Constructores de Carruajes,

Historias de Vida

hasta los 80, dedicó toda su energía al desa-rrollo del movimiento obrero argentino, ocu-pando siempre roles claves en la dirigencia y representación sindical. Los miembros de la FORA recuerdan que en 1919, cuando adqui-rió el cargo de Secretario General, trabajaba

Sebastián Marotta (1889 – 1979)

“La unidad e independencia de la CGT frente a los partidos políticos es un todo indivisible. No puede haber unidad obrera donde hay subordinación a fuerzas extrañas o los sindicatos son apéndices de partidos políticos. Salvemos nuestra organización, producto de tantos afanes generosos y afiancemos la independencia sindical en peligro.”

Documento del año 1935 reseñado por Manuel Belnicoff en Vida Obra y trascendencia de sebastián Marotta. Juicios, semblanzas y anecdotario de un precursor del sindicalismo, de AA.VV, Editorial Palomino, Buenos Aires, 1971.

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inclusive los sábados y domingos. Su accionar iba siempre de la mano de una concepción histórica y social, de una ética construida a lo largo de años de estudio. Su principal compromiso teórico e ideológico era con el sindicalismo revolucionario, en la línea de los sindicalistas franceses Hubert Lagardelle y Georges Sorel. Esto implicó un fuerte apego a la acción directa (huelga, boicot, sabotaje) como método para la me-jora de las condiciones de los trabajadores, y el apoliticismo como única garantía de la unidad proletaria. Esta postura lo llevó a en-trar en polémica con José F. Penelón, miem-bro del Comité de Propaganda Gremial del Partido Socialista, que se había propuesto comenzar a actuar en el ámbito sindical como entidad organizadora del movimiento obrero. En el debate relevado por el diario la Vanguardia entre 1916 y 1917, Marotta afirma-ba fervientemente que la intromisión de la ideología en la acción sindical solo contri-buiría a la división del movimiento obrero y que, por lo tanto, partido y sindicato debían permanecer estrictamente separados. En efecto, la unión y la autonomía sindical, eran sus principales caballos de batalla. Siempre participó enérgicamente de las ini-ciativas de unificación obrera, a través de

congresos internacionales, congresos loca-les de fusión sindical o campañas de unifica-ción de trabajadores. Un ejemplo de su vo-cación y de su facilidad para arrimar volun-tades fue su aporte al acercamiento entre la COA (Confederación Obrera Argentina) y la USA (Unión Sindical Argentina). La Comisión de Unidad de la que formaba parte era hete-rogénea y conflictiva. Marotta sostenía que la unidad solo debía ser alcanzada mediante la auto-convocato-ria de los obreros. La lucha por la indepen-dencia del movimiento obrero lo llevó, por ejemplo, a oponerse fuertemente a la Ley 14.455 de Asociaciones Profesionales de Tra-bajadores sancionada en 1958 y que imponía sindicatos y centrales únicos. Para Sebastián Marotta era una muestra de paternalismo estatal y, por lo tanto, de desprecio hacia las capacidades propias del movimiento.

“En esta lucha tenaz de todas las horas, el proletariado escribirá páginas brillantes. En ella abundarán los héroes anónimos. Su contienda adquirirá caracteres de epopeya y fundamentará su derecho a existir como clase, a ser dueño de su vida, artífice de su destino.”Sebastián Marotta. El movimiento sindical argentino. su Génesis y desarrollo.

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Francisco Pérez Leirós fue uno de los pio-neros del sindicalismo argentino. Hombre siempre cercano al Partido Socialista, repre-sentó al gremio de los municipales, lo que manifestaba el peso creciente que tenían los trabajadores públicos en la estructura de nuestro país. También, por su actividad gremial, fue uno de los primeros dirigentes profesionales del sindicalismo argentino y su estilo de liderazgo a lo largo de varias déca-das dio cuenta de una tendencia luego se iría generalizando.Francisco Pérez Leirós ingresó al Partido So-cialista con apenas diecisiete años, en 1912. En 1916 fue el cofundador de la Unión Obre-ros y Empleados Municipales. Desde sus tempranos comienzos, y en la línea de lo que proponía el Partido Socialista, Perez Leirós concebía que la acción política y la acción sindical eran dos facetas de una misma lu-cha por la mejora de las condiciones obreras y, por lo tanto, debían ser concurrentes. Su propia experiencia ilustra esta convicción: su participación partidaria se conjugaba con un importante liderazgo en la Unión de Obreros y Empleados Municipales. Llegó a ser Diputado Nacional en cuatro ocasiones y a dirigir la COA (Confederación Obrera Ar-

Historias de Vida

gentina), la CGT (Confederación General del Trabajo) y la CTAL (Confederación de traba-jadores de América Latina). Su labor en la legislatura fue inmensa. Se destaca su liderazgo en la sanción de las

Francisco Pérez Leirós (1895 – 1971)

“Constantemente me predicas el evangelio del “ahorro” y de la “abstinencia”. ¡Pues bien! Quiero manejar mi único bien, la fuerza de trabajo, como persona ahorrativa y razonable y abstenerme de tanta prodigalidad. Quiero no gastarla cada día, no invertirla en movimiento, en trabajo sino en la cantidad compatible con su duración normal y sano desarrollo.”Francisco Pérez Leirós, “Grandezas y miserias de la lucha obrera”

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leyes del sábado inglés (que establecía el descanso semanal del sábado por la tarde) y de la inembargabilidad de los sueldos, am-bas proyectadas antes por Alfredo Palacios. Pérez Leirós intervino en un sinfín de discu-siones sobre temas como el cierre de los co-mercios a las 20 horas, la reforma de la ley de jubilaciones ferroviarias, la creación de la Junta Nacional de Desocupación y la integri-dad del salario mínimo. Siempre siguió muy de cerca el cumplimiento de la legislación del trabajo, interpelando constantemente al Poder Ejecutivo. Más allá de su preeminencia a nivel nacional, Franciso Pérez Leirós desarrolló a lo largo de los años, un fuerte compromiso con el mo-vimiento obrero internacional. En 1938, par-ticipó en la creación de la Confederación de Trabajadores de América Latina, de la que fue vice-presidente. Tuvo la oportunidad, en varias ocasiones, de viajar a países de Améri-ca Latina, a Estados Unidos y a Francia en su función de delegado gremial, donde partici-pó de congresos internacionales y tomó con-tacto con organizaciones obreras locales. Durante la guerra, llevó adelante acciones de solidaridad con la clase obrera europea en la lucha contra el fascismo. Mostró su férreo

apoyo en notas como “No hay que dar tregua al Nazi-Fascismo”1 y “La clase obrera no es neutral”2, e integró el Comité Central de ayuda a los países que luchan contra el nazi fascismo, organizado por la CGT. Su postura frente a los acontecimientos eu-ropeos, hizo que Pérez Leirós viera en el Pero-nismo los mismos peligros acarreados por el Fascismo. En el Mitín de la Unión Obrera Lo-cal realizado en el Luna Park el 25 de Agosto de 1945, describió a Perón como un agitador de masas. Estableció, también, un paralelo implícito con Hitler y Mussolini. Su principal preocupación era la disolución de la CGT N°2 de la que había sido Secretario General, la in-tervención de los sindicatos, la persecución y detención de los militantes obreros. Según

1 La Vanguardia, Domingo 23 de marzo de 19412 Argentina Libre, 27 de marzo de 1941

“Los tres males que en mayor medida han influido para detener al movimiento revolucionario, científico y constructivo, son la oligarquía, la demagogia y el zurdismo.”Francisco Pérez Leirós, “Grandezas y miserias de la lucha obrera”

Pérez Leirós, para permitir el libre desarrollo del movimiento obrero, era imprescindible recuperar las instituciones de gobierno de-mocráticas y republicanas. Estas opiniones explicarían su cercanía a la Revolución Li-bertadora. El gobierno militar lo designaría, luego, interventor en la Unión de Obreros y Empleados Municipales e integraría, desde 1955, la Comisión Directiva Provisoria en vis-tas de la “normalización” de la CGT.

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Las mujeres y el trabajo

A comienzos del siglo XX, las mujeres argentinas estaban excluidas del dere-cho a voto, situación que no se modi-ficaría siquiera con la sanción de la ley Sáenz Peña, que alcanzó solo a hom-bres argentinos nativos. Recién en 1926 la Ley 11.357 les permitió a las mujeres estudiar, profesionalizarse, comerciar o pleitear sin autorización del marido y manejar los bienes propios adquiridos con anterioridad al matrimonio.El anarquismo y el socialismo tuvieron un programa feminista. El socialismo estuvo orientado, como su política ge-neral, al plano legislativo y contó con el accionar pionero de mujeres socialistas y mujeres de socialistas como Fenia, Adela y Mariana Chertkoff (casadas con Nicolás Repetto, Enrique Dickman y Juan B. Justo), Sara Justo y Alicia Mo-reau. Sus organizaciones vinculadas con la educación y la formación de la mujer tuvieron una fuerte impronta de los intereses de mujeres profesionales o de clases medias. Además, en el seno de la UGT socialis-ta, se creó la Unión Gremial Femenina liderada por Cecilia Baldovino, esposa de un importante dirigente obrero. Gra-

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cias a estos vínculos y a la labor pionera de algunos hombres socialistas se lograron, importantes reformas legislativas, como la Ley 10.505 de 1918, iniciativa del senador socialista Enrique del Valle Ibarlucea, que re-glamentaba el trabajo a domicilio, actividad cuya fuerza laboral estaba constituida en su mayoría por mujeres, niños y niñas. Los anarquistas fueron pioneros en la rei-vindicación de la libertad sexual y buscaron sacar a la mujer del yugo del hogar y el pa-triarcado (padre, marido, patrón, cura). Los libertarios pensaban que con mujeres eman-cipadas los hombres iban a tener menos ataduras a la hora de la revolución. Pero su mayor éxito fue en el control de natalidad, que daba a la mujer un mayor autonomía de decisión respecto de su propio cuerpo. Esta prédica logró que las mujeres argentinas de la época tuvieran en promedio menor canti-dad de hijos que en el resto de América La-tina, aún con métodos anticonceptivos no naturales bastantes rudimentarios. A pesar de que la información censal tiende a no ser del todo fiel con los datos sobre mano de obra femenina, se pude afirmar que llegó a haber un 15% de trabajadoras argentinas y un 13% de extranjeras en la industria de la

época. Las mujeres eran principalmente ci-garreras, fosforeras, hilanderas, tejedoras o sastres. En 1904, durante una huelga de sastres, la prensa destacó el carácter enérgi-co, la acción y el buen discurso de las plan-chadoras. Poco a poco, con el surgimiento de actividades de servicios, aparecieron las vendedoras, telefonistas, empleadas de co-rreo o administrativas (con amplia mayoría extranjera en este caso). También existía una minoría de mujeres profesionales que eran médicas, parteras, periodistas o ac-trices. Convivían extranjeras y argentinas, junto a luchadoras por la causa femenina como Cecilia Grierson. Pero en la mayoría de los casos, como la maternidad seguía sien-do el rol prioritario de la mujer y, como no se contemplaba ningún régimen de licencias, la mayoría de las mujeres trabajadoras era soltera. Incluso cuando las mujeres querían seguir trabajando (algunas volvían a hacerlo cuando sus hijos estaban escolarizados) ha-bía empresas como Unión Telefónica que les negaban ese derecho.Durante la época, no se logró avanzar en temas como la co-administración de los bie-nes conyugales o la patria potestad y mu-cho menos en otros derechos más radicales

como el aborto que, como el voto, producían divisiones dentro de las propias "feministas". En la lucha por esa reforma fue importante la prédica de un incipiente movimiento fe-menino que tenía dos vertientes. Una más conservadora organizó el Primer Congre-so Patriótico de Mujeres en el Centenario y luego participó de la rama femenina de la Liga Patriótica, que abogaba porque las mu-jeres moralizaran las costumbres obreras para evitar el caos social. La otra vertiente, más radical, reunía a militantes sufragistas como Cecilia Lantieri (Partido Feminista Na-cional), Elvira Rawson o Adelia Di Carlo (Par-tido Humanista) y a intelectuales militantes de partidos de izquierda.

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Breve Historia de las Organizaciones de Tercer Nivel I y II

Fuente: Elabo-ración propia a partir de Bilsky, Lobato, Marot-ta, Del Campo, Godio (Histo-ria… 2000)

1-Suma de afiliados del socialismo y el anarquismo al momento de la escisión.2-Declarados por los dirigentes en el momento de la fundación de la central.3-Desde 1935.

SOCIALISMO

ANARQUISMO

SINDICALISMO

COMUNISMO

1.

2.

3.

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Fue el primer intento organizativo de los obreros urbanos en Argentina, propulsada por los sindicatos de oficio más extendidos en la época. Algunos de los principales gremios de

los primeros años fueron los de carpinteros y ebanistas, zapateros, panaderos, tipógrafos, cigarreros, el sindicato internacional de obreros y sindicatos de oficios varios de Santa

Fe, Chascomús y Capital Federal. Luego de su segundo congreso, las diferencias entre la conducción socialista y la fracción anarquista llevan a su disolución.

Fue la primera experiencia exitosa de organización en la que confluyeron el socialismo y el anarquismo, con predominio ácrata en la mayoría de las organizaciones pero con fuerte presencia

institucional del socialismo. Mostrando la expansión del movimiento obrero, se incorporan numerosas organizaciones, incluyendo los primeros gremios del transporte y la industria. La

conducción refleja el acuerdo entre anarquistas (mecánicos y anexos, gráficos y panaderos) y socialistas (marmoleros, carruajes y carros, albañiles y descargadores)

En 1904, la FOA pasa a llamarse FORA, con predominio anarquista. Sería la central más fuerte y combativa de la primera década del siglo XX. Sin embargo, a lo largo de las primeras cuatro

décadas del siglo XX, la represión estatal, las sucesivas rupturas y, finalmente, la incorporación de los trabajadores a la vida política nacional terminaron convirtiendo al anarquismo en una

expresión menor dentro del movimiento obrero.

En el quinto congreso, luego de la escisión del socialismo (que fundaría la UGT), la FORA consolida su perfil ácrata con una declaración de principios que consagra la devoción de la central

por los postulados del comunismo anárquico. Luego de la asunción de una conducción sindicalista en el IX Congreso, los sindicatos anarquistas se reúnen bajo el nombre de FORA del V

Congreso, reivindicando los principios adoptados en esa ocasión.

En 1909, el sindicalismo cobra suficiente fuerza para crear central propia con la ambición de amalgamar al movimiento obrero. La CORA absorbería también al socialismo (que fusiona la

UGT en la estructura de la nueva central), parte de los sindicatos de la FORA y varios gremios autónomos. Ya hacia fines de la década de 1900, la FOM y la FOF, afiliadas a la CORA, mostra-

ban su predominio.

En 1922, se disuelve la FORA del IX Congreso. Los sindicalistas, junto con algunos gremios de la FORA del V, el socialismo y el comunismo fundan una nueva central.

Debido a los fuertes debates entre las distintas vertientes, la unión es efímera, y gran parte del socialismo y el comunismo se retiran, dejando la conducción en manos del sindicalismo.

El gran gremio de los ferroviarios, la Unión Ferroviaria, sería protagonista excluyente en la corta vida de la CORA (en dónde los telefónicos tuvieron también un papel importante)

En 1902, el socialismo se separa de la FOA por las diferencias con la mayoría anarquista. Desde 1903, los socialistas crean su propia central, que criticaría el apoliticismo del anarquismo y

apoyaría el accionar del Partido Socialista. Se destacan los gremios tradicionales de oficio, como ebanistas, marmoleros y constructores de carros, aunque el socialismo lograría dominar

muchos de los sindicatos de la “elite obrera” de las primeras décadas del siglo XX: municipales, transporte y servicios.

A instancias del otro gremio ferroviario, La Fraternidad , uno de los más importantes del período (y con la importante presencia de la UOEM, de empleados municipales), se crea una nueva

central de orientación socialista con sindicatos que abandonan la USA (a la que la COA superará en tamaño).

Hacia fines de la década de 1920, el comunismo abandonaría su política de búsqueda de la unidad del movimiento obrero para fomentar exclusivamente el clasismo, creando una agrupa-

ción propia para nuclear a los sindicatos controlados por el partido. Presente sobre todo en la industria, sus dos gremios bandera fueron el SOIM (Sindicato Obrero de la Industria Metalúr-

gica) y la FOIC (Federación Obrera de la Industria de la Carne)

Luego de varios intentos fallidos, se logra conformar una central unificada. Primero va a tener predominio anarquista, luego socialista y finalmente una conducción compartida entre

comunistas y socialistas, pero sin el líder de la UF, Domenech. Tuvo dos escisiones en su etapa fundacional: la CGT Catamarca, sindicalista, y la CGT Independencia, de tendencia socialista.

Confirmando su posición dominante, la UF fue nuevamente protagonista central en la vida de la nueva organización.

En el 9º congreso de la organización, los sindicalistas nucleados en la CORA deciden fundirse con la FORA y logran controlarla. La FORA del IX Congreso sería la primera central de dimensio-

nes verdaderamente nacionales, y la de mayor envergadura hasta el surgimiento de la CGT. Además de los bien organizados trabajadores, municipales, contaba con dos poderosos gremios

de amplia implantación territorial que le proveían de su estructura nacional y de casi el 60% de sus miembros: la FOM (Federación Obrera Marítima) y la FOF (Federación Obrera Ferrocar-

rilera, que desde 1922 pasaría a llamarse Unión Ferroviaria)

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Libros• Autores Varios, Historia del movimiento obrero, tomos 1 y 2, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1973.

• Autores Varios, Vida Obra y Trascendencia de Sebastián Marotta. Juicios, semblanzas y anecdotario de un precursor del sindicalismo, Editorial Palomino, Buenos Aires, 1971.

• Belloni, Alberto, Del anarquismo al peronismo: historia del movimiento obrero argentino, A. Peña Lillo, Buenos Aires, 1960.

• Bergquist, Charles, Los trabajadores en la historia latinoamericana. Estudios comparativos de Chile, Argentina, Venezuela y Colombia, Siglo XXI editores, Bogotá, 1988.

• Bilsky, Edgardo, Esbozo de historia del movimiento obrero argentino: desde sus orígenes hasta el advenimiento del peronismo, colección Cuadernos Simón Rodríguez, Editorial Biblos, Buenos Aires, 1984.

• Camarero, Hernán y Alejandro Schneider, La polémica Penelón-Marotta (marxismo y sindicalismo soreliano, 1912-1918), Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1991.

• Camarero, Hernán, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Siglo XXI, Buenos Aires, 2007.

• Campbell, Roberto, El movimiento obrero, colección Cuadernos para la democracia dirigida por Eduardo Varela Cid, El CID editor, Buenos Aires, 1983.

• DelCampo,Hugo.Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de una relación perdurable,SigloXXIEditores,BuenosAires,2005.

• Ferrer, Nelson, Historia de los gráficos argentinos. Sus luchas, sus instituciones (1857-1957), Editorial Dos Orillas, Buenos Aires, 2008.

• Godio, Julio, Héctor Palomino y Achim Wachendorfer, El movimiento sindical argentino (1880-1987); Puntosur, Buenos Aires, 1888.

Artículos en libros y revistas

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• Argentina Libre, 27 de marzo de 1941.

• Falcón, Ricardo, “Los trabajadores y el mundo del trabajo” en Marta Bonaudo (dir.) Liberalismo, Estado y Orden Burgués (1852-1889), colección Nueva Historia de la Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 1999.

• Herrera, Diego Ariel, “Escuelas libertarias en la Argentina (1898-1915)”, ponencia presentada en las V Jornadas de Jóvenes Investigadores, 4, 5 y 6 de noviembre de 2009.

• La vanguardia, Domingo 23 de marzo de 1941.

• Lobato, Mirta Zaida, “Los trabajadores en la era del progreso”, en Mirta Zaida Lobato (dir.), El Progreso, la modernización y sus límites, colección Nueva Historia Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.

• Rock, David, “El populismo radical y la élite conservadora, 1912-1930”, en David Rock (compilador), Argentina en el siglo veinte. Economía y desarrollo político desde la élite conservadora a Perón –Perón. Lenguaje Claro Editora, Buenos Aires, 2009.

Archivos• Archivo del Movimiento Obrero, Fondos Sebastián Marotta y Francisco Pérez Leirós, Universidad Torcuato Di Tella.

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• Hobsbawm, Eric, La era del imperio. 1875-1914, Crítica, Buenos Aires, 1998.

• Horowitz, Joel, Los sindicatos, el Estado y el surgimiento de Perón 1930-1946, EDUNTREF, Avellaneda, 2004.

• Lobato, Mirta Zaida y Juan Suriano, La protesta social en la Argrentina. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003.

• Lobato, Mirta Zaida, Historia de las trabajadoras en la Argentina (1869-1960), Edhasa, Buenos Aires, 2007.

• Los obreros y el trabajo. Buenos Aires 1901, Centro Editor de América Latina.

• Marotta, Sebastián, El movimiento sindical argentino, su génesis y desarrollo, tomos I y II, Editorial Lacio, Buenos Aires, 1960 y 1961. [el tercer tomo es de Editorial Calomino, 1970, desconozco la norma cuando a alguien se le ocurre cambiar de editorial en el medio de la colección]

• Oddone, Jacinto, Gremialismo proletario argentino, Editorial La Vanguardia, Buenos Aires, 1949.

• Oddone, Jacinto, Historia del socialismo argentino, 2 tomos, Talleres Gráficos La Vanguardia, Buenos Aires, 1934.

• Pérez Leirós, Francisco, Grandezas y miserias de la lucha obrera, Ediciones Libera, Buenos Aires, 1974.

• Rapoport, Mario, Histórica económica, política y social de la Argentina (1880-2003), Editorial Ariel, Buenos Aires, 2005.

• Scobie, James R, Buenos Aires. Del Centro a los barrios. 1870-1910, Ediciones Solar Hachette, Buenos Aires, 1977.

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Fábrica de Medias.Huelga General 1901 - AGN

ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ARGENTINA