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    IMAGO Revista de Emblemtica y Cultura Visual [Nm. 4, 2012] pp. 113-119

    doi: 10.7203/imago.4.1974 ISSN: DIGITAL 2254-9633 - IMPRESO 2171-0147

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    SUsos impropios de los trminos iconografa e iconologaimproper Uses of the terms iconography and iconology

    Rafael Garca MahquesUniversitat de Valncia

    ABSTRACT: A reflection on the meaning of the terms iconography and iconology, as defined by the fields of Art History and Archeology, in a strict sense, as disciplines con-cerned with the description and interpretation of images, respectively. In the everyday use of these terms we can also observe an inappropriate meaning when the object itself to which one of these disciplines is applied is designated as iconography. Likewise, the term iconology, in its migration from Art History to areas such as Theology, has come to ac-quire in one concrete case analyzed here a completely inappropriate meaning due to the loss of the correct epistemological orientation.

    KEYWORDS: Iconography, Iconology, Theology of Images, Iconic Program, Visual Pro-gram.

    RESUMEN: Reflexin en torno al sentido de los trminos iconografa e iconologa, definidos dentro de la Historia de la arte y de la Arqueologa, en sentido propio, como disciplinas de la descripcin y de la interpretacin de las imgenes respectivamente. En el uso corriente, se observa tambin un sentido impropio al designarse como iconografa el objeto mismo sobre el que se aplica dicha disciplina. As mismo, el trmino iconologa, migrando desde la Historia del arte a mbitos tales como la Teologa, ha llegado a adquirir en un caso concreto que aqu se analiza un sentido completamente impropio a causa de haber perdido la correcta orientacin epistemolgica.

    PALABRAS CLAVES: iconografa, iconologa, Teologa de la imagen, programa icnico, programa visual.

    Fecha de recepcin: 31-10-2012

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    sLas acepciones con las que se ha podido

    emplear el vocablo iconografa han lle-gado a ser muchas, ya que dicho trmino ha sido utilizado en contextos disciplina-res muy dispares y en perodos histricos tambin muy diferentes. Deseo ceir esta reflexin a la Historia del arte, proyectan-do tambin su validez hacia otras reas humansticas afines, como la Arqueologa mbito en el que, aplicado a la retratsti-ca antigua, la iconografa tuvo su primera definicin funcional, o la Historia cultural en su concepto pluridisciplinar y/o inter-disciplinar. En general, en todos estos es-tudios, el significado general y propio que tienen tanto la iconografa en el sentido de disciplina de la descripcin de las imge-nes, como de la iconologa en el sentido de interpretacin de stas, est ya perfecta-mente delimitado siendo ya unos trminos muy convencionales. Dichas definiciones han sido planteadas en un contexto epis-temolgico, siendo tratadas como mtodo de conocimiento. No creo que sea necesa-rio aqu desarrollar explicativamente tales cosas, algo de que me ocup en otro lugar (Garca Mahques, 2008: 20-30). Lo que me ocupa ahora es una reflexin sobre el uso que de tales trminos suele hacerse en los mbitos humansticos antes aludidos en donde, de hecho, son empleados con sustanciales variaciones de su definicin propia.

    En este sentido, no soy el primero en ad-vertir que el trmino iconografa es utili-zado segn dos acepciones1, una de ellas la rigurosamente propia antes aludida, y otra que podemos considerar como impropia pero muy generalizada en el uso corrien-te de los investigadores y estudiosos. Esta ltima sera la que designa con tal trmino

    el objeto mismo sobre el que se aplica di-cha disciplina. A modo de ejemplo, obser-vmoslo en el siguiente fragmento tomado de una voz en un diccionario que incorpora observaciones histrico-artsticas:

    Una serie de medallas del Museo de Beidun en Jerusaln, en relacin con el Testamentum Salomonis, muestra a Salomn cabalgando y dispuesto a atravesar con una lanza a una figura femenina (el demonio Hormas), que est bajo el vientre del caballo. Esta icono-grafa ha inspirado la cristiana de san Jorge y el dragn. (Di Nino, 1992: 1936).

    No entremos a considerar la cuestin histrico-artstica segn la cual la citada imagen de Salomn inspir la de san Jor-ge, algo que tendra su lugar en el marco de la historia de los tipos iconogrficos. Lo que nos interesa es observar que la referida imagen de Salomn es denominada como una iconografa, y que sta inspirara a otra iconografa referida a san Jorge. Se trata de una aplicacin del trmino equipa-rable a la que en Medicina adquiere el vo-cablo patologa, que en sentido propio, y segn el Diccionario de la Real Acade-mia Espaola, sera la parte de la Medici-na que estudia las enfermedades, siendo tambin de uso comn y propio entender como patologa una enfermedad con-creta. Esta doble acepcin en el uso mdi-co es admitida en el citado Diccionario, que tambin define como patologa el con-junto de sntomas de una enfermedad, e incluso admite el sentido figurado que puede adquirir el trmino, como por ejem-plo: patologa social. No obstante no son equiparables en este aspecto los casos de la patologa y la iconografa. Esta ltima ni siquiera tiene reconocida la doble acep-

    1. Consltese, por ejemplo a Serafn Moralejo (2004: 11 y ss.), en especial el captulo que lleva por ttulo Con-cepto de iconografa donde advierte este doble uso que adquiere el vocablo entre los especialistas de lengua espaola. 2. Aunque el Diccionario de la Real Academia, no reconoce la acepcin de la iconografa como significado de las imgenes en el sentido del objeto sobre el que se aplica la disciplina o mtodo, s en cambio reconoce, en una segunda acepcin, la iconografa como tratado descriptivo, o coleccin de imgenes o retratos. Es evidente que

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    cin por el citado Diccionario2 ni en ningn otro, que sepamos y, adems, existen ya expresiones y trminos ntidamente defi-nidos y diferenciados para referir el obje-to propio del estudio de la iconografa: el tipo iconogrfico, el programa icnico o programa visual, etc. El primero de s-tos, por ejemplo, no est suficientemente implantado y a veces, incluso, es incorrec-tamente definido y utilizado. Si volvemos al ejemplo anteriormente citado sobre la medalla de Salomn, la ltima frase que dice: Esta iconografa ha inspirado la cris-tiana de san Jorge y el dragn, quedara ms apropiadamente ajustada como: Este tipo iconogrfico ha inspirado el cristiano de san Jorge y el dragn. Son tambin corrientes expresiones tales como: la ico-nografa de Los desastres de la guerra de Ru-bens, o esta custodia de Juan de Arfe tiene mucha iconografa. Se trata de otros tantos ejemplos de dicho uso impropio. Es-tas expresiones resultaran ms ajustadas a rigor si se formularan de otro modo: el programa visual de Los desastres de la guerra de Rubens y esta custodia de Juan de Arfe tiene mucho contenido icnico o un alto grado de inters iconogrfico.

    Por lo tanto, en mi opinin, es absoluta-mente inapropiado y falto de rigor emplear, en el mbito de la academia histrico-ar-tstica y en general en el de las disciplinas mencionadas, el trmino iconografa denotando el objeto al que se aplica la disci-plina que recibe dicho nombre. Es lo mismo que designar como escenas a composi-ciones icnicas en las cuales las figuras son representadas de modo que estn relacio-nadas entre s, algo que, por ejemplo, el Dic-cionario de trminos de G. Fats y G. Borrs entiende tambin como impropio (1980: 86). Otra cosa, evidentemente, es la tole-

    rancia que la comunidad cientfica ejerza sobre todas estas expresiones impropias.

    La iconografa implica tambin otros tr-minos de la misma familia, cuya propiedad o impropiedad puede ser incluso confusa, o discutible; por ejemplo, si descendemos del plano del sustantivo iconografa al del adjetivo iconogrfico. No existe desaforo ninguno en el uso del adjetivo en trminos tales como: anlisis iconogrfico o inter-pretacin iconogrfica. Mas la expresin programa iconogrfico, tan asentada en el vocabulario histrico-artstico, podra, en cambio, ser inapropiada. Esta expresin implicara de algn modo el designar como icongrafo al creador o inspirador de un programa bien sea el artista mismo, bien un comitente, un telogo, o un humanis-ta que dictara al artista el desarrollo de un programa visual concreto, cuando el cali-ficativo debera aplicarse exclusivamente al estudioso o investigador, es decir el que se ocupa del anlisis iconogrfico en el terreno de las imgenes. Tambin, incluso, suele re-cibir impropiamente el nombre de icon-grafo el religioso dedicado a la creacin del icono en el contexto teolgico de la Igle-sia Ortodoxa. Si bien puede resultar a estas alturas muy llamativo o extrao el tildar de inapropiada la expresin programa icono-grfico, creo que, por razones de pulcritud terminolgica, en determinados contex-tos no siempre, ya que la casustica puede llegar a ser compleja, debera ser evitada. En su lugar, pueden llegar a ser ms apro-piados otros trminos: programa icnico que no implica designar a su creador como icongrafo, o mejor an: programa visual, vocablo ste que entraa la con-sideracin de la imagen como fenmeno visual, que, como tengo explicado en otro lugar, sera: el desarrollo mental a travs del

    dicha acepcin ha sido recogida de otros usos corrientes, y si bien parece del todo apropiado aplicar el vocablo a un tratado descriptivo, considero que es impropio aplicarlo al concepto de coleccin de imgenes. Una coleccin de grabados o de fotografas sobre un edificio para conocer los diferentes estados de ste en el pasado no debe llegar a ser considerado como iconografa. Tambin S. Moralejo opina que tal uso debe ser evitado, en lo posible en los ttulos de obras (2004: 12).

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    cual se procesan conceptos o significados a partir de lo percibido por medio del senti-do de la vista (Garca Mahques, 2009: 28). Esta ltima expresin resulta especialmente adecuada si nos planteamos el sentido de la iconografa, no slo como una aislada des-cripcin de las imgenes, sino como algo que nos invita a la interpretacin de stas en su propio contexto cultural, es decir de la iconologa propiamente dicha.

    En este orden de consideraciones, me ha llamado tambin la atencin la voz pro-grama icnico en un reciente diccionario sobre iconografa y arte cristianos (Valen-ziano, 2012: 1212-1220). El anlisis de esta voz arroja una nueva acepcin sobre el tr-mino iconologa, que sita el sentido del concepto en un orden completamente dife-rente a la convencional interpretacin de las imgenes. La cuestin est en si real-mente podemos considerar dicho empleo como algo apropiado.

    No cabe duda de que, en el mbito de la religin, el arte ha sido concebido como un recurso dirigido a funciones tales como la oracin, la liturgia, la predicacin o la ense-anza. Por esta razn, el arte cristiano tiene una autonoma muy limitada, ya que est subordinado a la doctrina o, en lneas gene-rales, a la Teologa. Tal cosa no es ilegtima, puesto que el arte, a lo largo de la historia, y sin menoscabo de sus intrnsecos valo-res poticos, tradicionalmente se ha puesto siempre al servicio de otros fines, en especial al del conocimiento fin propio, tambin, de toda potica, no solo de la potica visual. Es por ello comprensible que a lo largo de la historia, la Iglesia haya dictado, incluso, sus preceptos en materia artstica y los artis-tas se hayan tenido que acomodar a stos, aspecto cuya comprensin no tiene por qu ser problemtica para el historiador del arte independientemente de que s lo fue algu-

    na vez para los artistas. En cambio, s que puede llegar a ser problemtica la relacin entre la Teologa y la Historia del arte, sobre todo cuando desde la Teologa se han tra-tado de resolver cuestiones que afectan al exclusivo mbito de la Historia del arte, como si fuera posible tambin subordinar a la Teologa la misma disciplina acadmica, es decir que la Teologa impusiera sus aprio-rismos al discurso que trata de construir la Historia. Este hecho fue ya decididamente impugnado, en su tiempo, en el mbito de las disciplinas modernas que se ocupan de las imgenes, como lo es la iconografa en el seno de la Arqueologa o la Historia del arte.

    La iconografa cristiana3 haba nacido en el polmico contexto de la Contrarrefor-ma, dirigida a legitimar ante los protestan-tes la antigedad de las imgenes cristianas, as como para reivindicar las verdades dog-mticas que ellos negaban. Este carcter determinara una iconografa orientada como una preceptiva para los artistas, ten-diendo a obviar el estudio de las imgenes con independencia del marco histrico o geogrfico de las obras estudiadas (Chazal, 1985: 11). Pueden servir como ejemplo los conocidos tratados de Molanus o de Paleot-ti. Esta dependencia o subordinacin de la iconografa a los fines de la religin marca-r fuertemente esta disciplina a lo largo de varias generaciones. La incorporcin de la iconografa cristiana, como disciplina cien-tfica, dentro de las modernas corrientes de conocimiento histrico, no llegar hasta el siglo XIX, y an entonces tendr que sopor-tar el lastre de su dependencia respecto de la especulacin teolgica, algo muy vigente an en el mbito de los estudios iconogrfi-cos del primer arte cristiano en las primeras dcadas del siglo XX. Aqu, la ciencia del arte cristiano estaba empapada de inten-cionalidad apologtica y practicaba unos

    3. Disciplina que, sensu stricto, se ocupa de la descripcin de las imgenes elaboradas dentro de la tradicin cristia-na, consistente fundamentalmente en verificar el significado de stas relacionndolas con fuentes literarias y otros elementos contextuales.

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    mtodos interpretativos dependientes de apriorismos de corte dogmtico, reputa-dos ms como una exgesis que como una hermenutica independiente4. En este sen-tido, habla por s solo el ttulo de una de las obras de J. Wilpert: La fede della Chiesa nascente secondo i monumenti dellarte fune-raria antica (1938), en donde se ocupa de temas cristianos como el matrimonio y la penitencia junto con otros de carcter cris-tolgico a partir del estudio de las imgenes. Pero la moderna Historia ha comprendido ya que tales posicionamientos, fruto, en el fondo, de la citada subordinacin a la Teo-loga, y manifestadas en el establecimiento de una separacin entre el arte cristiano y las manifestaciones contemporneas, eran invlidas y obsoletas y que, como toda dis-ciplina cientfica moderna, la Arqueologa y la Historia del arte cristianos deban tener en cuenta que las imgenes cristianas te-nan sentido nicamente en el contexto del devenir natural de la historia, en concreto del arte tardo-antiguo, cuando se trataba del estudio del primer arte de los cristianos (Bisconti, 1999: 133).

    Estas consideraciones, quizs, nos ayu-den a encajar el problema de lo que a mi entender plantea el citado artculo progra-ma icnico del Dr. Valenziano. En el fondo, el contenido de ste es magnfico en cuanto a su construccin intelectual y la coheren-cia de sus afirmaciones, como una Teolo-ga de la imagen y en este sentido creo que no me corresponde plantear objeciones. No obstante, da la impresin a deducir por los trminos que utiliza y el contexto donde

    tiene lugar esta publicacin de ser abor-dadas cuestiones histrico-artsticas que se resuelven no desde la Historia del arte, sino desde la Teologa, como si de alguna manera retornara el antiguo fantasma de la cien-cia del arte cristiano. Resumiendo mucho, viene a decirnos a lo largo de varias pginas de texto, que los programas icnicos del arte cristiano estn todos ellos fundamentados en conceptos previos de orden teolgico y litrgico en principio, algo muy razonable. La idea bsica radica en que el espacio cul-tual, la iglesia, como resultado de la metoni-mia o traspaso de nombre por apropiacin de la imagen5 de la Iglesia-cuerpo esponsal del Seor, y espacio donde se materializa, en virtud de la pintura y la escultura, un programa visual aqu llamado programa iconogrfico, tiene ste sentido tanto en cuanto se fundamenta en un carcter esen-cial en el cual tiene su origen:

    [] el programa iconogrfico se organiza segn la lgica de un carcter icnico glo-bal del espacio y de su condicin figurativa, con la lgica declarativa de la pintura o de la escultura en el seno de la arquitectura, lgica que viene a justificar el programa en clave estructural y no se limita a acoger la iconografa de forma simplemente funcio-nal. (Valenziano, 2012: 1212).

    En efecto, dicho carcter icnico glo-bal6 es lo que inspira y da sentido a pro-gramas visuales tales como los de la Capilla Palatina de Palermo o de la catedral de Mon-reale. Pero no todo est tan claro desde el punto de vista del perfil disciplinar sobre el

    4. Ya me ocup en poner esto de relieve anteriormente (Garca Mahques, 2008: 412-417).5. No est de ms observar que aqu el trmino imagen no corresponde al sentido grfico o visual, ni tampoco al literario, sino ms bien equivale a un pensamiento simblico o simplemente un smbolo con pleno sentido, en este caso, teolgico. Por lo tanto, de hecho, se est disponiendo el fundamento del discurso, o el concepto esen-cial, fuera ya del estricto mbito de la Historia del arte. 6. Creo importante insistir en la misma observacin. El carcter icnico global no es aqu algo de procedencia icnica en su sentido meditico, ya que la imagen no est aqu mediatizada artstico-visual o literariamente. Eso s, se trata de un smbolo, en su plena expresin, radicado en el pensamiento, o incluso, en el conocimien-to inteligible en el sentido agustiniano. Probablemente, fuera ms acertado que el autor hubiese empleado la locucin carcter simblico global, en lugar de carcter icnico global. Cambios terminolgicos de esta ndole evitaran el problema del que nos estamos ocupando, como vamos a ir viendo.

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    que se realiza la exposicin, y mucho menos sobre el uso de la terminologa. Tambin, en la cita anterior, a juzgar por la ltima expre-sin, observamos claramente el empleo del concepto iconografa en el sentido apun-tado antes designando, impropiamente, el objeto sobre el que se aplica la disciplina se refiere al programa icnico o visual llamn-dolo iconografa. Pero adems hay aqu algo que podemos considerar como muy embarazoso y, en mi opinin, inadmisible: tambin se ha llegado a emplear el trmi-no iconologa en el sentido del objeto so-bre el que se aplica la disciplina. Se realiza, adems, estableciendo una inslita relacin entre los trminos iconografa e iconolo-ga, que como mnimo deja muy perplejo a un lector con una mentalidad formada en la moderna Historia del arte. Lo hace al co-mienzo mismo de la disertacin y antecede a las palabras citadas antes:

    Se suele hablar de programa iconogrfi-co para referirse a un conjunto orgni-co figurativo segn el cual se plasma con imgenes el espacio de culto y toda la am-bientacin cultual. Pero, en realidad, aparte de las imgenes pintadas o esculpidas, tal conjunto orgnico se extiende hasta la co-herencia de la iconologa en la que la icono-grafa se basa. De lo contrario, no sera un programa. (Valenziano, 2012: 1212).

    Es decir, que si con Panofsky aprendimos que la iconologa como interpretacin de las imgenes se basaba en el conocimiento de stas, ofrecido por la iconografa, aqu la relacin se invierte completamente: toda iconografa vocablo aplicado, recordemos, impropiamente, tiene sentido tanto en cuanto se basa en una iconologa. Del de-sarrollo de esta idea se desprende que la iconologa no es aqu un grado de co-nocimiento, sino un fundamento de perfil dogmtico o doctrinal, dotado, incluso, de un sentido litrgico eficiente o sacramen-tal. Esta idea es desarrollada por el autor a lo largo de dos epgrafes. En el primero,

    titulado El programa iconolgico (sic!), fundamenta la idea apuntada antes sobre el espacio cultual, la iglesia, como resultado de la metonimia o traspaso de nombre por apropiacin de la imagen de la Iglesia-cuer-po esponsal del Seor, aspecto ste que da lugar a una iconologa litrgico-sacramen-tal. En el segundo epgrafe, intitulado El programa iconogrfico, aborda los progra-mas visuales de los espacios eclesiales como algo integrado en la dinmica de la contem-placin espiritual, que incorpora la Revela-cin al iconizar el lugar de la asamblea con la revelacin de la historia de la salvacin, lo que da su sentido a los programas de las iglesias, y la communio sanctorum, o convo-cacin de los santos de todos los tiempos y lugares a la asamblea en el aqu y ahora.

    En mi opinin, todo esto tiene un gran sentido si tenemos en cuenta que es un dis-curso que no debe ser situado en el orden epistemolgico de la iconografa/iconolo-ga en el seno de la Historia del arte o de la Arqueologa, sino en el dominio discipli-nar de la Teologa. En este sentido, ms que de un tratado sobre iconografa/iconologa, lo sera de Teologa de la imagen. Por ello, el equvoco central radica en el hecho de que se ha aplicado una terminologa con un perfil muy definido en la Historia del arte, que, al ser aplicada en otro mbito dis-ciplinar, se transforma por tener que ade-cuarse a otra situacin gnoseolgica, donde adems no parece haber tenido nunca una definicin propia; es decir, iconografa e iconologa no sn trminos con una tra-dicin dentro de la Teologa. Tal cosa, por aadidura, tiene lugar en un contexto, en mi opinin, absolutamente equivocado, ya que un diccionario que tiene como ttulo: Iconografa y Arte Cristiano, en donde se su-pone que por iconografa o iconologa debe entenderse estrictamente aquello que las modernas disciplinas histricas que es-tudian la imagen entienden por tal cosa, los editores de dicho diccionario deban de ha-

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    ber vigilado con ms cuidado la coherencia de los trminos en el conjunto de la obra.

    La conclusin de toda esta reflexin es avisar sobre la necesidad o conveniencia de tener en cuenta el sentido de la propiedad de los trminos en pro de la claridad del co-nocimiento. Tambin, debe de ser una ad-vertencia a aquellos telogos que, quizs, presumen legitimidad al hecho de que la Teologa no slo puede gobernar el arte, tambin a las disciplinas histricas que tie-nen por objeto su conocimiento: la Historia del arte y la Arqueologa.

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