iglesia y familia - carrón

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    Ao 2008 n 12 septiembre

    ROMA EXTRACTO del Ciclo de conferencias Evangelizacin, Familia y Movimientos eclesiales, organizado porel Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia.

    Este mes, ofrecemos la conferencia pronunciada por el D. Julin Carrn, Presidente del Comunin y Liberacin.

    Evangelizacin, famil ia y movimientos eclesialesCICLO DE CONFERENCIAS - 3

    El amor humanocomo camino de plenitud hacia Cristo

    (D. Julin Carrn,Presidente Comunin y Liberacin)

    UN NUEVO INICIO

    La familia ltimamente se encuentra en el centro del debate pbli-co. El intento de regular nuevas formas de convivencia, diferentesde las del matrimonio concebido como relacin definitiva y fecun-da entre un hombre y una mujer, ha desencadenado una fuertediscusin. No es algo totalmente nuevo, sino que ms bien es el

    culmen de un proceso iniciado hace aos.Este debate ha puesto de relieve, por una parte, que toda la propa-ganda promovida por los medios de comunicacin (cine, televi-sin, peridicos) en contra de la familia, aun teniendo a disposi-cin medios potentes, no ha impedido que muchas personas conti-nen haciendo una experiencia positiva de la familia. Delante deesta impresionante propagacin de fuerzas mediticas e ideolgi-cas, parecera inevitable que la familia dejara de interesar. Sinembargo, hay un hecho que estamos constreidos a reconocer casicon sorpresa: este enorme aparato ha demostrado que no es mspotente que la experiencia elemental que tantos de nosotros hemosvivido en la propia familia, la experiencia inextirpable de un bien.

    Un bien del que estamos agradecidos y que queremos transmitir alas generaciones futuras para poder compartirlo con ellas.

    Pero, por otra parte, este bien experimentado no ha logrado blo-quear socialmente los intentos de transformar el matrimonio en

    unas modalidades diferentes de la autntica. A esto es necesarioaadir un dato no menos significativo: este proceso ha comenzadocuando la gran mayora de la legislacin sobre el matrimonio de-fenda la concepcin tradicional derivada del cristianismo. Todaesta legislacin tampoco ha podido impedir la propagacin de unamentalidad contraria al matrimonio, no ha sido capaz de parar elcambio, a cuyas formas virulentas estamos asistiendo ahora.

    Cmo ha podido suceder? Cmo es posible que la claridad quese haba alcanzado sobre la naturaleza del matrimonio y que sehaba confirmado a lo largo de los siglos se haya puesto en discu-sin en un periodo de tiempo tan corto y con un alcance tan gene-ral? Me parece que intentar entender la situacin actual es algodecisivo para poder responder a ella.

    En la ltima encclica Spe Salvi, Benedicto XVI ha ofrecido unaclave para entender lo que est sucediendo cuando afirma que unprogreso acumulativo slo es posible en lo material. Aqu, en elconocimiento progresivo de las estructuras de la materia, y enrelacin con los inventos cada da ms avanzados, hay claramente

    una continuidad del progreso hacia un dominio cada vez mayor dela naturaleza. En cambio, en el mbito de la conciencia tica y dela decisin moral, no existe una posibilidad similar de incremento,por el simple hecho de que la libertad del ser humano es siemprenueva y tiene que tomar siempre de nuevo sus decisiones. No es-

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    tn nunca ya tomadas para nosotros por otros; en este caso, enefecto, ya no seramos libres. La libertad presupone que en lasdecisiones fundamentales cada hombre, cada generacin, tenga unnuevo inicio1.

    Nuevo inicio. Sera difcil encontrar una expresin ms adecuadapara describir el presente. Si todo momento es un nuevo inicio yaque en medio se encuentra la libertad, el nuestro es propiamenteun nuevo inicio porque lo que se haba transmitido pacficamente

    de una generacin a otra ya no existe. Es un nuevo inicio porqueno se puede dar por descontado nada de lo que hasta hace no mu-cho tiempo era claro para todos. Es necesario comenzar de nuevo.

    Nuestra situacin no es muy diferente de la inicial. Basta recordarla reaccin de los discpulos la primera vez que escucharon a Je-ss hablar del matrimonio. Entonces se le acercaron algunosfariseos para ponerlo a prueba y le dijeron: Le es lcito a unhombre repudiar a su propia mujer por algn motivo?. Y l res- pondi: no habis ledo que el Creador los cre al principiohombre y mujer y dijo: Por esto el hombre dejar a su padre y a sumadre y se unir a su mujer y los dos sern una sola carne? De talmodo que ya no son dos sino una sola carne. Lo que Dios ha uni-

    do, que no lo separe el hombre. Le dijeron los discpulos: Siesta es la condicin del hombre respecto de la mujer, entonces noconviene casarse 2. Por tanto, no tenemos que sorprendernos. Loque parece imposible a muchos de nuestros contemporneos, ymuchas veces a nosotros mismos, tambin les pareca as a losdiscpulos.

    Esto no quiere decir que no sirva nada de lo que se ha aprendido alo largo de una historia milenaria, pero esta riqueza acumulada nose transmite mecnicamente. Prosigue el Papa: Es verdad que lasnuevas generaciones pueden construir a partir de los conocimien-tos y experiencias de quienes les han precedido, as como aprove-charse del tesoro moral de toda la humanidad. Pero tambin pue-den rechazarlo, ya que ste no puede tener la misma evidencia quelos inventos materiales. El tesoro moral de la humanidad no estdisponible como lo estn en cambio los instrumentos que se usan;existe como invitacin a la libertad y como posibilidad paraella3. La transmisin en el campo moral no es tan fcil de trans-mitir porque sus contenidos no pueden tener la misma evidenciaque los descubrimientos cientficos. El tesoro moral es una invita-cin a la libertad.

    Por esta razn tenemos que dejar de soar con sistemas tan per-fectos en los que ya nadie tendr necesidad de ser bueno4. Estonos sirve a nosotros en primer lugar, ya que no somos diferentesdel resto. Constatamos con dolor cmo entre nosotros hay tantosamigos que no logran superar numerosas dificultades externas e

    internas por las que pasan. En cuanto a nosotros, no es suficienteconocer la verdadera doctrina sobre el matrimonio para resistir atodos los desafos de la vida. El Papa siempre nos lo recuerda:las buenas estructuras ayudan, pero por s solas no bastan. Elhombre nunca puede ser redimido solamente desde el exterior5.

    VOLVER A CONQUISTAR EL YOCmo puede acontecer este nuevo inicio anhelado por BenedictoXVI? El camino no puede ser otro que el sugerido por el Faustode Goethe: Lo que has heredado de tus padres, vuelve a conquis-tarlo para poseerlo6. Para volver a conquistarlo es necesario vol-ver al inicio de la experiencia amorosa: esto nos descubrir suverdadera naturaleza. Slo esta experiencia puede ser el punto de

    partida adecuado para poder acoger dentro de ella el valor de lapropuesta que Cristo hace a los dos esposos que se aman.

    Los esposos son dos sujetos humanos, un yo y un t, un hombre yuna mujer, que deciden caminar juntos hacia el destino, hacia la

    felicidad. Cmo orientan su relacin, cmo la conciben, dependede la imagen que cada uno se hace de la propia vida, de la realiza-cin de s. Esto implica una concepcin del hombre y de su miste-rio. Afirma el Papa: la cuestin de la justa relacin entre el hom-bre y la mujer arraiga sus races dentro de la esencia ms profundadel ser humano y puede encontrar su respuesta slo a partir deaqu. No se puede separar de la pregunta antigua y siempre nueva:quin soy yo? Qu es el hombre? 7.

    Por esto, la primera ayuda que se puede ofrecer a todos los quequieren unirse en matrimonio es tomar conciencia del misterio desu ser hombres. Slo de este modo podrn orientar adecuadamentesu relacin, sin esperar de ella algo que, por su naturaleza, ningu-no puede dar al otro. Cunta violencia, cuntas desilusiones se podran evitar en la relacin matrimonial si se comprendiera lanaturaleza de la propia persona!

    Esta falta de conciencia del destino del ser humano nos lleva afundar toda la relacin sobre un engao, que se puede formularsintticamente as: la conviccin de que el otro pueda hacer felizal propio yo. La relacin de pareja, de este modo, se transforma enun refugio, tan deseado como intil, para resolver el problema

    afectivo. Y cuando el engao se manifiesta, la desilusin es inevi-table porque el otro no ha cumplido la expectativa. La relacinmatrimonial no puede tener otro fundamento que la verdad decada uno de sus protagonistas.

    Cmo pueden descubrir su verdad, el misterio de su ser hom-bres?

    LA DINMICA DEL NUEVO INICIO: BELLEZA, SIG-NO, PROMESAEs la misma relacin amorosa la que contribuye a descubrir laverdad del yo y del t; y junto con la verdad del yo y del t semanifiesta la naturaleza de la vocacin comn.

    Lo que somos se revela de un modo evidente en la relacin con lapersona amada. Nada nos despierta ms, nada nos hace ms cons-cientes del deseo de felicidad que nos constituye que la personaamada. Su presencia es un bien tan grande que nos permite acogerla profundidad y la verdadera dimensin de este deseo: un deseoinfinito. Lo que Cesare Pavese dice del placer se puede aplicar poranaloga a la relacin amorosa: Lo que un hombre busca en losplaceres es un infinito, y nadie renunciara a la esperanza de con-seguir este infinito8. Un yo y un t limitados suscitan el uno en elotro un deseo infinito, y se descubren empujados por su amorhacia un destino infinito. En esta experiencia se revela a ambos lapropia vocacin.

    Y en el mismo momento en que se nos revelan las dimensionessin lmite de nuestro deseo, se nos ofrece una posibilidad de cum- plimiento. Ms an, intuir en la persona amada la promesa decumplimiento enciende en nosotros todo el potencial infinito deldeseo de felicidad. Por esto, no hay nada que nos haga compren-der el misterio de nuestro ser hombres mejor que la relacin entreun hombre y una mujer, como nos record Benedicto XVI en laEncclicaDeus caritas est: el amor entre el hombre y la mujer,en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y enel que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que pare-ce irresistible, aparece como arquetipo [], en comparacin alcual palidecen, a primera vista, todos los dems tipos de amor9.En esta relacin el ser humano parece encontrar la promesa que le

    posibilita superar el propio lmite y le permite alcanzar una pleni-tud incomparable, porque en la raz de toda la realidad vivientese encuentra la esponsalidad. La esponsalidad hace de todo unapromesa, como indica la misma palabra: esponsal quiere decir unarealidad prometedora, que promete10. Por esto, la historia de la

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    El amor humano como camino de plenitud hacia Cristo IGLESIA Y FAMILIA Ao 2008 n 12 septiembre

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    humanidad en sus diferentes expresiones- siempre ha instituidouna relacin entre el amor y lo divino: el amor promete infini-dad, eternidad, una realidad ms grande y completamente distintade nuestra existencia cotidiana11.

    Se trata exactamente de la experiencia que Giacomo Leopardiexpresa de un modo inolvidable en su himno a Aspasia: RayoDivino ante mi pensamiento aparece, | Mujer, tu belleza12. Labelleza de la mujer es percibida por el poeta como un rayo divino,

    como la presencia de lo divino. A travs de la belleza de la mujer,Dios llama a la puerta del hombre. Si el hombre no comprende lanaturaleza de esta llamada y no arriesga secundndola, difcilmen-te puede comprender en profundidad el propio destino de infinitudy de felicidad.

    La mujer, con su lmite, despierta en el hombre, tambin limitado,un deseo de plenitud desproporcionado respecto de la capacidadque tiene de responder. Suscita una sed que no es capaz de extin-guir. Suscita un hambre que no encuentra respuesta en aquella quela ha despertado. De aqu nace la rabia, la violencia que tantasveces surge entre los esposos, y la desilusin en la que caen, si nocomprenden la verdadera naturaleza de su relacin.

    La belleza de la mujer es en realidad un rayo divino, signo queenva ms all, a algo ms grande, divino, inconmensurable res-pecto de su naturaleza limitada, como describe Romeo en el dra-ma de William Shakespeare: Djame ver a la mujer ms bellaentre todas; | su belleza no ser sino una pgina | en la que leeraquella que supera a todo en belleza13. Su belleza grita: No soyyo. Yo slo soy un recordatorio. Mira! Mira! A qu te recuer-do? 14.

    La relacin entre el hombre y la mujer constituye un ejemplo con-movedor de la dinmica del signo. Cunto ms viven la presenciadel amado como signo de otro que es la verdad del amado-, msesperan y anhelan a este otro.

    Si no se comprende esta dinmica, el hombre cae en el error dedetenerse en la realidad que ha suscitado el deseo. Como si unamujer recibiera un ramo de flores y, arrastrada por su belleza, seolvidara del rostro de aquel que se las ha enviado, y del cual sonsigno, perdiendo as lo mejor que las flores portaban. No recono-cer en otro su carcter de signo conduce inevitablemente a redu-cirlo a lo que aparece a nuestros ojos. Y antes o despus se mani-fiesta su incapacidad de responder al deseo que ha suscitado.

    Por esto, si alguno no encuentra aquello a lo que el signo enva, ellugar donde puede encontrar el cumplimiento de la promesa que elotro ha suscitado, los esposos son condenados a consumirse poruna pretensin de la que no logran librarse, y su deseo de infinito,

    que nada como la persona amada despierta, est condenado a serinsatisfecho. Ante esta insatisfaccin, el nico camino de salidaque tantas personas toman hoy es cambiar de pareja, dando inicioa una espiral en la que el problema se pospone hasta el momentode la siguiente desilusin.

    Pero entrar en esta espiral no puede ser el nico camino de salida.Esta es la paradoja del amor entre el hombre y la mujer: dos infi-nitos se encuentran con dos lmites; dos infinitas necesidades deser amadas se encuentran con dos frgiles y limitadas capacidadesde amar. Y slo en el horizonte de un amor ms grande no se con-sumen en la pretensin y no se resignan, sino que caminan juntoshacia una plenitud de la que el otro es signo. Slo en el horizonte

    de un amor ms grande se puede evitar ser consumidos en estapretensin, cargada de violencia, por la que el otro, que es limita-do, tiene que responder al deseo infinito que l mismo despierta,haciendo as imposible el cumplimiento de s mismo y de la per-sona amada. Para descubrirlo hace falta estar dispuestos a secun-

    dar la dinmica del signo, permaneciendo abiertos a la sorpresaque esta nos puede reservar.

    Leopardi tuvo el coraje de correr este riesgo. Con una intuicinpenetrante de la relacin amorosa, el poeta italiano intuy que loque buscaba en la belleza de las mujeres de las que se enamorabaera la Belleza con mayscula. En el culmen de su intensidadhumana, el himnoAlla sua donna expresa todo el deseo de que laBelleza, la idea eterna de la Belleza, asumiera una forma sensible.

    Esto ha sucedido en Cristo, el Verbo hecho carne. Por esto LuigiGiussani ha definido esta poesa como una profeca de la encar-nacin15.

    En este contexto se puede comprender la inaudita propuesta deJess, a fin de que la experiencia ms bella de la vida, enamorar-se, no decaiga hasta transformarse en algo sofocante.

    Esta es la pretensin de Jess, que encontramos en algunos pasa-jes evanglicos que, a primera vista, pueden resultarnos paradji-cos. No creis que yo he venido a portar paz en el mundo; no hevenido a portar paz, sino espada. He venido a separar al hijo delpadre, a la hija de la madre, a la nuera de la suegra: los enemigosdel hombre sern los de su propia casa. Quien ama a su padre o asu madre ms que a m, no es digno de m: quien ama a su hijo o asu hija ms que a m no es digno de m; quien no toma su cruz yme sigue no es digno de m. Quien quiera encontrar su vida, la perder: y quien pierda su vida por m, la encontrar. Quien osacoge, me acoge a m, y quien me acoge, acoge a aquel que me haenviado16.

    En este texto Jess se presenta como el centro de la afectividad yde la libertad del hombre. Ponindose a s mismo en el corazn delos mismos sentimientos naturales, se coloca de pleno derechocomo su raz verdadera. De este modo, Jess revela la importanciade la promesa que su persona constituye para todos los que le de-jan entrar. No se trata de una intromisin de Jess al nivel de los

    sentimientos ms ntimos, sino de la promesa ms grande que alhombre se le haya podido hacer: si no amamos a Cristo (es decir,la Belleza hecha carne) ms que a la persona amada, la relacincon esta ltima se marchitara porque l es la verdad de esta rela-cin, la plenitud a la cual uno y otro se reenvan y en la cual surelacin se cumple. Slo si Le permitimos entrar en ella es posibleque la relacin ms bella que pueda acontecer en la vida no secorrompa y muera con el tiempo. Esta es la audacia de Su preten-sin.

    Cmo ha respondido Jess al miedo de los discpulos ante laverdad del matrimonio que les estaba anunciando? Podemos decircon una frmula: haciendo el cristianismo. l no ha dejado de

    anunciar la verdad del matrimonio, sino que ha introducido unanovedad en sus vidas que ha hecho posible vivirlo segn esa ver-dad.

    Que esta novedad sea algo tan real y correspondiente a la natura-leza del hombre se ve por el hecho de que por ella se puede arries-gar toda la vida. Esto es lo que la tradicin cristiana llama virgini-dad.

    MATRIMONIO Y VIRGINIDADA la reaccin sorprendida de los discpulos ante la naturaleza ori-ginal del matrimonio, que antes hemos visto, Jess opone unafrase que puede resultarnos todava ms enigmtica: l les res-pondi: No todos pueden entenderlo, sino slo a quienes se lesha concedido. De hecho, hay eunucos que han nacido as del vien-tre de su madre; hay otros que se han hecho eunucos a causa delos hombres, y hay otros que se han hecho eunucos por el reino delos cielos. El que pueda entender, que entienda 17.

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    Con estas palabras Jess aade un nuevo tipo de eunucos a los yaconocidos: es decir, aquellos que se hacen eunucos por el reino delos cielos. Obviamente, se trata de la libre eleccin de renunciar acasarse que toman aquellos a los que se les ha concedido recono-cer el valor nico del reino de los cielos. Comentando estas pala-bras, Juan Pablo II se expres as: en la llamada a la continenciapor el Reino de los cielos, los primeros discpulos y despustoda la tradicin viva descubrirn aquel amor que se refiere a

    Cristo mismo como Esposo de la Iglesia y Esposo de las almas, alas que l se ha dado a s mismo hasta el fin, en el misterio de suPascua y en la Eucarista. De este modo, la continencia por elreino de los cielos, la eleccin de la virginidad o del celibato paratoda la vida, se ha convertido para los discpulos y los que hanseguido a Cristo en un acto de respuesta particular al amor delEsposo Divino y por esto ha cobrado el significado de un acto deamor esponsal, es decir, de una donacin esponsal de s, a fin deacoger de modo especial el amor esponsal del Redentor; una do-nacin de s, entendida como renuncia,pero hecha sobre todoporamor18.

    A la luz de esto se entiende qu es la virginidad: la nueva relacinabsolutamente gratuita que Cristo ha introducido en la historia. La

    virginidad es vivir las cosas segn su verdad. Y cmo ha entradoen el mundo la virginidad? Ha entrado en el mundo como imita-cin de Cristo, es decir, como imitacin de la vida de un hombreque era Dios. Ninguna otra razn puede sostener algo tan grandecomo la virginidad en el vivir la existencia, si no este ensimismar-se con la modalidad a travs de la cual Cristo posea la realidad,esto es, segn la voluntad del Padre.

    La persona de Jess es un bien tan grande y precioso que l es elnico que corresponde plenamente a la sed de felicidad del hom-bre. Precisamente esta correspondencia nica, que su persona po-sibilita para quien Lo encuentra, hace posible una relacin con larealidad absolutamente gratuita. Por esto, quien abraza la virgini-

    dad puede ser libre para no casarse.Cmo contribuyen al reino de Dios aquellos que son llamados ala virginidad? Los llamados a la virginidad han sido elegidos paraque griten ante todos, a cada instante toda su vida est hechapara esto- que Cristo es lo nico por lo que vale la pena vivir, queCristo es lo nico por lo que vale la pena que el mundo exista.[] Este es el valor objetivo de la vocacin: la forma de su vidajuega en el mundo por Cristo, lucha en el mundo por Cristo. Lamisma forma de su vida! [...] Es una vida que, como forma, grita:Jess es todo. Gritan esto ante todos, ante todos aquellos que lesven, ante todos aquellos que tienen que ver con ellos, ante todosaquellos que les escuchan, ante todos aquellos que les miran19.

    La vocacin a la virginidad est estrechamente unida a la voca-cin del matrimonio. Respondiendo a la llamada, los vrgenesgritan a los esposos la verdad de su amor. Seguimos de nuevo aJuan Pablo II: A la luz de las palabras de Cristo, como tambin ala luz de toda la autntica tradicin cristiana, es posible deducirque esta renuncia es a la vez una particular forma de afirmacinde ese valor, en virtud del cual la persona no casada se abstienecoherentemente, siguiendo el consejo evanglico. Esto puede parecer una paradoja. Sin embargo, es sabido que la paradojaacompaa a numerosos enunciados del Evangelio, yfrecuentemente a los ms elocuentes y profundos. Al aceptar estesignificado de la llamada a la continencia por el reino de loscielos, sacamos una conclusin correcta, sosteniendo que la

    realizacin de esta llamada sirve tambin y de modo particular para la confirmacin del significado nupcial delcuerpo humano en su masculinidad y feminidad. La renuncia almatrimonio por el reino de Dios pone de relieve, al mismo

    tiempo, ese significado en toda su verdad interior y en toda subelleza personal. Se puede decir que esta renuncia, por parte decada una de las personas, hombres y mujeres, es, en cierto sentido,indispensable, a fin de que el mismo significado nupcial delcuerpo sea ms fcilmente reconocido en todo el ethos de la vidahumana y sobre todo el ethos de la vida conyugal y familiar20.

    La virginidad es la autntica esperanza para los esposos; es la razde la posibilidad de vivir el matrimonio sin pretensiones ni imge-

    nes: En virtud de este testimonio, la virginidad mantiene viva enla Iglesia la conciencia del misterio del matrimonio y lo defiendede toda reduccin y empobrecimiento21.

    Por esto la virginidad es la virtud cristiana ideal de toda relacin,tambin de la relacin entre un hombre y una mujer. Y, de hecho,el culmen de su relacin, el momento culminante de su relacin seencuentra all donde se sacrifican, no donde expresan su posesin.Porque, por el pecado original, de hecho, aferrar implica resbalar.Es como si uno desea algo y corre hacia ello y, cuando est cerca,corre tanto que se rompe la nariz contra ello: resbala, se tropieza.Por esto, decimos que la virginidad es una posesin con una dis-tancia interna22. La posesin verdadera que experimentan es una

    posesin con una distancia interna.EL LUGAR DE LA FAMILIA: COMUNIDADES CRIS-TIANAS VIVAS

    Aparece as en toda su importancia la tarea de las comunidadescristianas: favorecer una experiencia del cristianismo para la ple-nitud de la vida de cada uno. Slo en el mbito de esta relacinms grande es posible no devorarse, porque cada uno encuentra enella su cumplimiento humano, sorprendiendo en s mismo unacapacidad de abrazar al otro en su diversidad, capaz de una gratui-dad sin lmites, de un perdn siempre renovado.

    Sin comunidades cristianas capaces de acompaar y sostener a los

    esposos en su aventura, ser difcil, si no imposible, que ellos lalleven a cumplimiento felizmente. Los esposos, a su vez, no pue-den estar exentos del trabajo de una educacin de la cual son losprotagonistas principales-, pensando que pertenecer a la comuni-dad eclesial les libere de las dificultades. De este modo se revela plenamente la naturaleza de la vocacin matrimonial: caminar juntos hacia el nico que puede responder a la sed de felicidadque el otro despierta constantemente en m, es decir, hacia Cristo.As, evitaremos pasar, como la Samaritana, de marido en maridosin lograr satisfacer el propio deseo autntico. La conciencia de suincapacidad para resolver sola el propio drama ni siquiera cam-biando cinco veces de marido!- le ha hecho percibir a Jess comoun bien tan deseable que le lleva a gritar: dame de esta agua, para

    que ya no tenga ms sed23

    .Consciente de la situacin actual, Benedicto XVI afirma la necesi-dad de que las familias no estn solas. Un pequeo ncleo fami-liar puede encontrar obstculos difciles de superar si se sienteaislado del resto de sus familiares y amigos. Por esto, la comuni-dad eclesial tiene la responsabilidad de sostenerlas y ofrecerlesestmulo y alimento espiritual que fortalezca la cohesin familiar,sobre todo en las pruebas o en los momentos crticos. En este sen-tido, es muy importante la labor de las parroquias, as como de lasdiferentes asociaciones eclesiales, llamadas a colaborar como es-tructuras de apoyo y mano cercana de la Iglesia para el crecimien-to de la familia en la fe24. Esta invitacin llena de ternura y rea-lismo es al mismo tiempo la indicacin de una tarea: la familiacomo tal necesita de un lugar para vivir, y este slo se puede cons-tituir por comunidades cristianas que vivan a su vez en plenitudcontemplativa y operativa la propia fe. En una entrevista, Giussaniutilizaba la siguiente imagen: Un pueblo nace de un aconteci-

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    miento, se constituye como realidad que quiere afirmarse en de-fensa de su vida tpica contra quien la amenaza. Imaginemos a dosfamilias que viven en palafitos en medio de un ro que crece pocoa poco. La unidad de estas dos familias, a medida que la genera-cin se hace ms grande (primero son dos, luego cinco, diez, etc.),se convierte en una lucha para sobrevivir y, ltimamente, en unalucha para afirmar la vida. Sin pretenderlo, afirman el ideal de lavida. As, la gente que se refiere a un pueblo, piensa inexorable-

    mente en la vida como algo positivo. Para la conciencia racionalque tengo de la vida de cada individuo y de la sociedad, estas con-diciones de la idea de pueblo tocan el vrtice de la concepcin yde la actuacin del anuncio del Hecho cristiano, en el que, paranosotros, se cumple lo que ha caracterizado el gran ethos del pue-blo hebreo a lo largo de toda su historia- y su tensin por cam-biar la tierra25.

    La pertenencia de un ser humano a la propia familia se dilata asen la pertenencia a la Iglesia y, por tanto, a aquella parte de laIglesia en la que cada uno de nosotros experimenta la presenciauniversal de Cristo. El ayudarse fraternalmente, el crear moradasde hospitalidad: estas son la mayor contribucin que los cristianospueden dar para favorecer y acompaar la experiencia de la fami-lia como camino inagotable hacia la plenitud constituida por Cris-to. La superacin de la soledad en la experiencia del Espritu de

    Cristo no pone a un hombre junto a otros, sino que lo abre a elloshasta la profundidad de su ser. [] La comunidad se convierte enalgo esencial para la vida de cada uno. [] El nosotros se con-vierte en plenitud del yo, en ley de la realizacin del yo 26.

    Sin la experiencia de plenitud humana que Cristo hace posible, elideal cristiano del matrimonio se reduce a algo imposible de reali-zar. La indisolubilidad y la eternidad del amor aparecen comoquimeras inalcanzables. Y, en realidad, esas son tanto frutos gra-

    tuitos de la intensidad de la experiencia de Cristo que a los mis-mos esposos aparecen como una sorpresa, como el testimonio deque, verdaderamente, nada es imposible para Dios27. Slo unaexperiencia as puede mostrar hoy la razonabilidad de la fe cristia-na, una realidad que corresponde de tal manera al deseo y a lasexigencias del hombre, tambin en el matrimonio y en la familia.

    Este testimonio es la contribucin que hoy pueden dar los espososcristianos delante de la confusin en la que se encuentran tantosde nuestros conciudadanos. Es un testimonio gratuito que desafia-r a la razn y a la libertad de quien, buscando una respuesta au-tntica a la propia exigencia de felicidad, no consigue encontrarla.Es un testimonio que intentamos dar con la conciencia de que

    portamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que estapotencia extraordinaria viene de Dios y no de nosotros28.

    1 Spe salvi, 24.2 Mt19,3-6.10.3 Spe salvi, 24.4 T.S. Eliot, Choruses from The Rock, 6 (By dreaming of systems so perfect that no one will need to be good).5 Spe salvi, 25.6 J.W. Goethe,Faust, 682-683 (Was du ererbt von deinen Vtern hast, | Erwirb es, um es zu besitzen!).7

    Benedetto XVI,Famiglia e comunit cristiana: formazione della persona e trasmissione della fede.8 C. Pavese,Il mestiere di vivere, Einaudi, Torino 1973, p. 190.9Deus caritas est, 2.10 L. Giussani,Affezione e dimora, Biblioteca Universale Rizzoli, Milano 2001, p. 130.11 Deus caritas est, 5.12 G. Leopardi,Aspasia, 33-34.13 W. Shakespeare,Romeo and Juliet, I, I, (Show me a mistress that is passing fair, | What doth her beauty serve, but as a note | Where I may

    read who passd that passing fair?).14 C.S. Lewis, Sorpreso dalla gioia, Jaca Book, Milano 2002, p. 160.15 L. Giussani,Le mie letture, Biblioteca Universale Rizzoli, Milano 1996, p. 30.16

    Mt10,34-40.17 Mt19,11-12.18 Juan Pablo II, Udienza generale, 28 aprile 1982.19 L. Giussani,Il tempo e il tempio. Dio e luomo, Biblioteca Universale Rizzoli, Milano 1995, pp. 20-21.20 Giovanni Paolo II, Udienza generale, 5 maggio 1982.21 Familiaris consortio, 16.22 L. Giussani,Affezione e dimora, Biblioteca Universale Rizzoli, Milano 2001, p. 250.23 Gv 4,15.24 Benedetto XVI,Incontro festivo e testimoniale per la conclusione del V Incontro Mondiale delle Famiglie.25 L. Giussani,Lio, il potere, le opere. Contributi da unesperienza, Marietti, Genova 2000, p. 251.

    26 L. Giussani,Il cammino al vero unesperienza, Rizzoli, Milano 2006, p. 110.27 Lc 1,37.28 2Cor4,7.

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    CL: UNA REALIDAD ECLESIAL

    Comunin y Liberacin es un movimiento eclesial cuya finalidad es la educacincristiana madura de sus propios seguidores y la colaboracin con la misin de laIglesia en todos los mbitos de la sociedad contempornea.

    Naci en Italia en 1954 cuando don Luigi Giussani dio vida, a partir del liceo clsi-co Berchet de Miln, a una iniciativa de presencia cristiana llamada GioventStudentesca (GS). Las siglas actuales, Comunin y Liberacin (CL), aparecen porprimera vez en 1969. Sintetizan el convencimiento de que el acontecimiento cris-tiano, vivido en la comunin, es el fundamento de la autntica liberacin delhombre. En la actualidad Comunin y Liberacin est presente en cerca de se-tenta pases en todos los continentes.

    No se prev ninguna forma de inscripcin, sino nicamente la libre participacinde las personas. Un instrumento fundamental de formacin de los seguidores delmovimiento es la catequesis semanal denominada Escuela de comunidad.

    EL CARISMA DE CL

    Un carisma - ha escrito don Giussani - se puede definir como un don del Espritudado a una persona en un determinado contexto histrico, con el fin de que eseindividuo inicie una experiencia de fe que pueda resultar de algn modo til parala vida de la Iglesia. Subrayo el carcter existencial del carisma: ste hace msconvincente, ms persuasivo, ms abordable el mensaje cristiano propio de latradicin apostlica. Un carisma es un terminal ltimo de la Encarnacin, es decir,una modalidad particular a travs de la cual el Hecho de Jesucristo hombre-Diosme alcanza y, a travs de mi persona, puede alcanzar a otros. La esencia delcarisma dado a Comunin y Liberacin puede resumirse en tres factores:

    - en primer lugar, el anuncio de que Dios se hizo hombre (el estupor, la razo-nabilidad y el entusiasmo por esto): El Verbo se hizo carne y habita entre no-

    sotros; - en segundo lugar, la afirmacin de que este hombre - Jess de Nazaret

    muerto y resucitado - es un acontecimiento presente en un signo decomunin, es decir, en la unidad de un pueblo guiado como garanta poruna persona viva, en ltima instancia, el Obispo de Roma;

    tercer factor: slo en Dios hecho hombre y, por tanto, slo en Su presencia,slo a travs de la forma que permite experimentar Su presencia (por tanto,slo en la vida de la Iglesia), el hombre puede llegar a ser hombre de formams verdadera y la humanidad puede ser realmente ms humana. Escribesan Gregorio Nacianceno: Si no fuese tuyo, Cristo mo, me sentira criatura

    finita. nicamente de Su presencia brotan con seguridad la moralidad y lapasin por la salvacin del hombre (misin).

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    Desde la primera hora de clase en el Liceo Berchet de Miln - recuerda donGiussani - trat de mostrar a los chicos lo que me mova: no la voluntad de con-vencerles de que tena razn, sino el deseo de mostrarles el carcter razonablede la adhesin a la fe, o lo que es lo mismo, la correspondencia que ellos mismosdescubran entre lo que yo les deca y las exigencias propias de su corazn - tanesenciales para la definicin de razonable - motivaba la adhesin de su libertadal anuncio cristiano. Slo este dinamismo de reconocimiento convierte a cual-quiera que se adhiere a nuestro movimiento en un protagonista creativo, y no enun mero repetidor de frmulas y discursos. Por esto, creo, el carisma genera unarealidad social no a raz de proyecto, sino como fruto de un movimiento de perso-nas cambiadas por un encuentro, que tratan de hacer ms humano el mundo, elambiente y las circunstancias con las que se encuentran. La memoria de Cristovivida tiende inevitablemente a generar una presencia en la sociedad, a prescin-dir de cualquier xito programado.

    En la carta a don Giussani por los 20 aos de la Fraternidad de CL, Juan Pablo II

    escribi: Rememorando la vida y las obras de la Fraternidad y del movimiento, elprimer aspecto que destaca es el empeo puesto en prestar atencin a las nece-sidades del hombre de hoy. El hombre jams deja de buscar El movimiento, portanto, ha querido y quiere indicar no ya un camino sino el camino para llegar a lasolucin de este drama existencial. El camino - cuntas veces lo ha afirmado Us-ted! -, es Cristo.

    En la carta a Juan Pablo II por los 50 aos de CL don Giussani escribi: No slo nopretend nunca fundar nada, sino que creo que el genio del movimiento que hevisto nacer consiste en haber sentido la urgencia de proclamar la necesidad devolver a los aspectos elementales del cristianismo, es decir, la pasin por el hechocristiano como tal, en sus elementos originales y nada ms.

    LAS TRES DIMENSIONES DE LA EXPERIENCIA DE CL

    Cultura: verificacin de la experiencia, accin poltica, ecumenismo

    La vida de GS primero y de CL despus se ha caracterizado siempre por una fe-cunda actividad cultural. La vivacidad cultural de CL nace de la pasin por verifi-car la capacidad de la fe cristiana para ofrecer un criterio ms fecundo y com-pleto en la lectura de la realidad y de los acontecimientos. La sugerencia de sanPablo: "Valorad todo y quedaos con lo bueno"36 es para CL la mejor definicin

    del trabajo cultural: todo, en efecto, se puede abordar teniendo como criterio laclaridad sobre el hombre aportada por la revelacin cristiana, y de todo, comoconsecuencia de dicho criterio, se puede extraer y valorar lo que es verdadero ybueno. Desde el comienzo, los chicos de don Giussani, apremiados por un am-biente cultural y escolar que, hoy igual que entonces, tiende a marginar el hechocristiano como hiptesis de lectura de la realidad, se han comprometido, a travsde congresos, publicaciones y las llamadas "fichas de revisin", a intervenir sobrecuanto las clases escolares o la actualidad social y cultural ponan en el punto demira. Junto a este trabajo, se redescubran y proponan autores, textos y proble-mas censurados u oscurecidos por la posicin cultural dominante. En esta"escuela" han crecido personas y grupos que han dado vida o colaborado, bajo

    su responsabilidad, en obras culturales de alcance nacional e internacional, y enuna mirada de iniciativas donde estn presentes tanto el gusto por el encuentroentre experiencias diferentes, como la pasin por comunicar el propium del acon-

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    tecimiento cristiano. As han nacido, en Italia y fuera de ella, centenares de cen-tros culturales, decenas de escuelas libres, promovidas a menudo por cooperati-vas de padres. Han surgido editoriales, se han realizado actividades editoriales yperiodsticas, se han promocionado Institutos y Fundaciones a nivel acadmico,convenciones internacionales (como el anual "Meeting por la amistad entre lospueblos" de Rmini) que han implicado a los nombres ms ilustres de la cultura y

    debatido los temas ms candentes de la actualidad. Todo esto ha suscitado entorno al movimiento simpatas y antipatas. Ms all de las inevitables imprecisio-nes que ese trabajo comporta, a veces existe por parte de quien observa la difi-cultad, cuando no la cerrazn, para considerar la identidad cristiana como porta-dora de un juicio original sobre la cultura y la sociedad. Quienes, incluso dentrodel llamado mundo catlico, consideran la fe como un asunto "de la estratosfe-ra", y no como un factor que incide en la historia y la cultura, preferiran que la co-munidad cristiana no se ocupase de cuanto est ms all de la puerta de la sa-crista. En una experiencia cristiana comprometida, la dimensin poltica derivanaturalmente de la dimensin cultural. La accin poltica, dentro de la concep-cin de CL, es uno de los campos donde un cristiano est llamado con mayor res-

    ponsabilidad y generosidad ideal a verificar el criterio unitario que mueve su exis-tencia frente a los problemas planteados por la vida de la sociedad y las institu-ciones. Dios ha dado poder a los hombres para que trabajen en Su creacin atravs del compromiso en el mbito de los propios talentos, de la propia familia,de la sociedad, hasta esa forma exigente de caridad - como la defina Pablo VI- que es la poltica. No debe sorprender, por tanto, que de las filas de CL hayansalido personalidades comprometidas a distintos niveles en la accin poltica, di-rectamente y bajo su propia responsabilidad. En particular, siguiendo el caucetrazado por la Doctrina social de la Iglesia, lo que anima el compromiso cristianoen poltica es la defensa del bien sumo, la libertad, condicin para que el hombrebusque respuestas adecuadas a lo que desea su corazn y sus necesidades re-

    claman. Libertad amenazada demasiadas veces en la poca moderna por lastendencias absolutistas -manifiestas u ocultas- del Estado y de las ideologas queidentifican en ste la fuente del derecho individual y la libertad de asociacin. Laaccin poltica propia de quien se ha educado en CL debe tender, por tanto, acrear las condiciones para que la persona y la sociedad, que se expresan enobras lucrativas, culturales y asociativas, no sean mortificadas o penalizadas poruna visin estatalista o el privilegio otorgado a unos pocos, por razones de poder.Una sntesis de la concepcin que el movimiento tiene de la poltica se encuentraperfectamente expresada en el texto de la intervencin de don Giussani en laasamblea de la CdO lombarda del 6 de febrero de 1987, recogido ahora en lapublicacin El yo, el poder, las obras (Encuentro, Madrid 2001).

    Las batallas que han implicado no slo a personalidades individuales sino la dispo-nibilidad de todo el movimiento, como la de la libertad de educacin y la pari-dad entre escuela estatal y escuela privada, o la ms general por el respeto delprincipio de "subsidiariedad", tienden a realizar la unidad entre trabajo cultural yaccin poltica. Finalmente, la concepcin de cultura propia de Cl coincide conel significado ms autntico del trmino ecumenismo. ste no es la bsqueda deun mnimo comn denominador entre experiencias distintas con el fin de justificaruna tolerancia que parece, en realidad, carencia de amor recproco. Ecumenis-mo como significado verdadero de cultura indica ms bien la capacidad deabrazar incluso la experiencia ms lejana y distinta (por ejemplo la experiencia delos monjes budistas del Monte Koya, la cultura ruso-ortodoxa, la tradicin juda),en virtud de que haber encontrado, por gracia y no por mrito propio, la verdadpermite reconocer cada indicio de verdad y valorarlo.

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    Caridad: la gratuidad como ley, la obra de la caridad

    Uno de los gestos propuestos por GS desde 1958 fue la accin caritativa en la Bas-sa. Cada semana centenares de chicos se dirigan desde Miln a una zona de laperiferia, la Bassa, en donde las condiciones de vida de muchas familias estabancercanas a la indigencia y la vida social era casi inexistente. Durante algunas

    horas, aquellos chicos acompaaban a los nios, jugaban con ellos, organizaban,de acuerdo con los prrocos locales, momentos de alfabetizacin y catequesis.Trataban, adems, de ayudar a las familias en sus necesidades. La vida deberaser un total compartir - explica don Giussani -, pero la distraccin, el miedo, la co-modidad, los impedimentos del ambiente y la maldad vacan la vida del valor dela caridad. Para crear una mentalidad de caridad, el medio ms humilde y eficazes el de empezar a vivir algunos momentos de tiempo libre expresamente, de for-ma voluntaria como un compartir la vida de los dems. El comprometerse con unsacrificio fsico, adems, es esencial para la influencia sobre nuestra mentalidad.La propuesta de la accin caritativa era y es, por tanto, el instrumento educativopara realizar esta conversin.

    Las formas de accin caritativa son hoy variadsimas: ir a la parroquia o a un ba-rrio para jugar con los nios, acudir a un asilo a hacer compaa a los ancianos,ayudar a los nios ms pequeos a estudiar, compartir situaciones difciles comola pobreza, la enfermedad psquica o los estadios terminales de enfermedadesincurables, ayudar a buscar un trabajo, etc. Tambin en este caso, al igual que enla dimensin cultural, los desarrollos operativos, desde los ms sencillos a los mscomplejos, estn ligados a la iniciativa libre y a la eleccin de compromiso de losindividuos o de los grupos de miembros de Cl y no comprometen al movimientoen cuanto tal.

    Misin: un testimonio catlico

    Desde el comienzo los chicos de GS eran educados en la misin tambin a travsdel inters por figuras de misioneros comprometidos en lugares lejanos y difciles. Alo largo de toda su historia, CL ha colaborado con la accin misionera de perso-nalidades significativas (desde Marcello Candia a monseor Pirovano; desde elPadre Lardo a la Madre Teresa) o de instituciones y rdenes religiosas (los padresdel Pime, los padres Combonianos). Pero tuvo importancia sobre todo la propues-ta que se hizo a aquellos chicos de bachillerato de los comienzos: sostener res-ponsablemente y por entero (quiz por primera vez en la historia de la Iglesia) unaaccin misionera en Brasil, en Belo Horizonte, en 1962. La misin en Brasil tiene un

    significado ms all del hecho de que con la partida de aquellos jvenes se es-parcieron las primeras semillas de la presencia del movimiento en Amrica Latina:en la historia del movimiento, aquel gesto signific que no existe distincin entre lainvitacin dirigida a un amigo para asistir al "radio", la Escuela de comunidad o ungesto de la compaa, y la accin de anuncio cristiano llevada a cabo por mu-chos misioneros, hoy tambin de CL, en tierras difciles de frica, Asia o Amrica.Es la misma misin universal de la Iglesia, el mismo anuncio. La misin en el propioambiente, el testimonio al que reclama el movimiento, se entienden ante todocomo ofrecimiento a Cristo de la propia disponibilidad, ms que como capaci-dad de iniciativa o estrategia comunicativa. Bajo este perfil, ms que preocupar-se por la propia difusin, CL ha entendido siempre la misin como servicio a la mi-

    sin de la Iglesia y reclamo a la experiencia cristiana en cada ambiente de estu-dio o trabajo donde sus seguidores se encuentran por todo el mundo.

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    LOS GESTOS FUNDAMENTALES

    Uno de los motivos de sorpresa para quien se acerca a la vida de los miembros deCL es advertir que se trata de una vida normal, en el sentido de que la adhesinal movimiento no comporta obligaciones particulares ni costumbres extraas.

    Una de las caractersticas a las que el movimiento siempre ha dado importancia yque lo ha diferenciado pronto del asociacionismo catlico tradicional es la ausen-cia de cualquier forma de inscripcin y el nfasis en la importancia de la adhesinlibre del individuo a los contenidos y al mtodo educativo del movimiento. Conanloga libertad, la experiencia de CL indica unos gestos fundamentales para uncamino personal y comunitario de educacin en la fe. Son gestosfundamentales, pero ninguno de ellos es considerado obligatorio.

    La oracin

    Una de las caractersticas peculiares del movimiento es el cuidado de gestos deoracin personal y comunitaria, algo que se concreta en la edicin, con imprima-tur eclesistico, de un Libro de las Horas que reproduce parte del Breviario de laIglesia universal, en el cuidado del canto litrgico y en el aprendizaje de himnos ycnticos de la Tradicin. Este cuidado ha llevado a la creacin de un gesto depreparacin a la Semana Santa, que de modo sugerente rene lecturas bblicas,

    fragmentos de las obras poticas de meditacin cristiana de Charles Pguy, pie-zas corales y musicales de la tradicin litrgica y del repertorio ms genialmenteinspirado en temas o momentos religiosos, como el Rquiem de W.A. Mozart y elStabat Mater de G.B. Pergolesi.

    La participacin en la liturgia y en los sacramentos, la costumbre de rezar el nge-lus y la repeticin de jaculatorias particularmente significativas de la Tradicin (porejemplo: Veni Sancte Spiritus, Veni per Mariam) tienden a generar en los miembrosde CL una familiaridad con el sentido ms verdadero y sencillo de la oracin.

    Ella es, en efecto, el origen de la comunin y el primer fruto de una vida de comu-nidad autnticamente vivida. La oracin es la expresin de la dependencia deOtro que todo hombre razonable y realista advierte.

    Escuela de comunidad

    Adems de la invitacin a la oracin y a la vida normal de sacramentos de todocatlico, el movimiento de don Giussani propone a sus miembros, y a quien lodesee, un gesto de catequesis y confrontacin de la experiencia, con periodici-dad normalmente semanal. En los orgenes este momento de la vida de GS se de-nominaba "raggio", un encuentro sobre un tema definido por el orden del da. Los

    rdenes del da tenan que ver preferentemente con temas de fondo: no temasque hicieran romperse la cabeza con sutilezas explicativas o con exgesis pura detextos evanglicos o paulinos, sino sobre todo temas relativos a la vida, de forma

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    que se facilitase una comunicacin de s mismos y el compartir las necesidadesde los dems. La Escuela de comunidad tiene como objetivo ser una verdaderaescuela que, mediante la lectura y la comparacin con la propia experiencia detextos propuestos por el Centro del movimiento, forme en quienes la siguen unaconciencia ms clara de la naturaleza del hecho cristiano e ilumine la vida. Lostextos propuestos son generalmente del Magisterio o de don Giussani. La Escuela

    de comunidad es el momento normal de catequesis y encuentro, tanto para los jvenes de bachillerato y de la universidad como para los adultos. Siguiendo laindicacin de don Giussani para cada gesto de la comunidad desde los inicios,tambin la Escuela de comunidad tiene un carcter pblico, un valor para todos,en el sentido de que est abierta a la participacin de cualquiera, y se propone amenudo en los ambientes de estudio y de trabajo.

    Caritativa

    La propuesta de la caritativa, que desde los primeros seguidores de Giovent Studentesca haimplicado a decenas de miles de jvenes y de adultos, ha respondido siempre aunos motivos claros. No se trata de dar curso a acciones filantrpicas o de preten-der ofrecer con tales iniciativas respuestas exhaustivas a necesidades a menudovastas y complejas, sino de aprender, a travs de la fidelidad a un gesto ejemplar,que la ley ltima de la existencia es la caridad, la gratuidad. De tal escuela degratuidad ha nacido en Italia y en el mundo, por medio de la iniciativa libre y res-ponsable de miembros del movimiento o gracias a su colaboracin, una serie in-terminable de actividades pequeas y grandes con finalidad caritativa, en loscampos ms dispares: desde la catequesis de nios en las parroquias al acompa-amiento de ancianos en los hospitales, desde la acogida en familias de nios o

    de personas con dificultades a la creacin de verdaderas casas-familia para ca-sos difciles (madres solteras, toxicmanos, deficientes, minusvlidos, enfermos deSIDA y enfermos terminales); desde la creacin de empresas dedicadas a la rein-sercin laboral de minusvlidos a la fundacin de organizaciones no guberna-mentales para proyectos de desarrollo y de asistencia en pases pobres (por ejem-plo AVSI en Italia, ente reconocido por la ONU, y CESAL en Espaa); desde laconstitucin de fundaciones como el Banco de Alimentos (que proporciona ali-mento diario a casi un milln de pobres en Italia recogiendo los excedentes deproduccin alimentaria de grandes y medianas industrias) a la creacin de Cen-tros de solidaridad, en donde se ofrece ayuda en la bsqueda de empleo parajvenes (y no tan jvenes) parados; desde la asistencia en las crceles de meno-

    res en frica y Amrica Latina al simple sostenimiento econmico de familias endificultad.

    Tratndose en muchsimos casos de obras que unen a la finalidad caritativa unaorganizacin de tipo empresarial, puede decirse que estas iniciativas retoman, enclave actual y a menudo bajo la gida del llamado sector non profit, la tradicinde las grandes obras caritativas que han marcado la historia de la cristiandad.

    Vacaciones

    Las vacaciones, en especial las vividas juntos en la montaa, han sido siempreuno de los momentos privilegiados para descubrir el gusto de la compaa cristia-na y la actitud de estupor y respeto en la que sta educa frente a la realidad de

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    lo creado. Desde el comienzo, los primeros "observadores" se asombraban de c-mo don Giussani llevaba de vacaciones a la montaa a grupos a veces numero-sos de chicos y chicas, haciendo coincidir este tiempo (al contrario de lo que su-ceda y sucede normalmente con los grupos escolares, e incluso con muchas aso-ciaciones catlicas) con momentos de gustosa y ordenada compaa y de fuertepropuesta cristiana. Por lo dems, como ya hemos sealado, es durante el deno-

    minado tiempo libre cuando se reconoce a qu le prestan verdadera atencinen la vida un joven y un hombre, y a qu ideal se entregan. Las vacaciones, vivi-das en grupo o individualmente con la familia, son tambin una ocasin"misionera" para proponer la experiencia que se ha encontrado.

    Lectura

    Otra forma con la cual CL educa en el sentido crtico, el descubrimiento de la dig-nidad humana y el verdadero rostro de la Iglesia, es la invitacin a la lectura delibros (tambin a travs del llamado "libro del mes") y al trabajo cultural, animando

    as a no olvidar el valor de la belleza tal como emerge en algunas obras de artede la msica clsica, la pintura o el cine. Para los miembros de CL han llegado aser familiares y objeto de profundizacin, entre otros, los nombres de Dante, Leo-pardi, Pascoli, Ada Negri, Pasolini, Montale, Pguy, Eliot, Falco, Soloviev, De Lubac,Dawson, Moeller, Mounier, junto a los de Schubert, Beethoven, Mozart, Donizetti, ya los de Giotto, Antelami, Masaccio, Caravaggio, y tambin al de Dreyer y otrosgigantes de la literatura y el arte.

    El canto

    Uno de los gestos que seal el nacimiento y acompa el desarrollo de Comu-nin y Liberacin es el canto, en especial, el canto comn. El canto - afirma Gius-sani - es la expresin ms alta del corazn del hombre. No existe un servicio a lacomunidad comparable con el canto. Ya se trate de cantos litrgicos, cancionesnacidas de la experiencia de algunos miembros de CL (algunas de ellas han da-do la vuelta al mundo), u otras pertenecientes al repertorio popular de varias na-ciones, el cuidado del canto comn es signo distintivo de los encuentros de CL.Con el canto, en efecto, la comunidad expresa de modo sinttico y persuasivo supropia unidad, y el gusto y la conciencia nueva que derivan de ella.

    Fondo comnDesde los orgenes del movimiento, ha destacado como gesto educativo el lla-mado "fondo comn". Se trata de un fondo destinado a la construccin de laobra comn a travs del sostenimiento de actividades misioneras, caritativas yculturales. Cada uno participa libremente en este fondo, aportando mensualmen-te un porcentaje de sus propios ingresos (lo que en los comienzos del movimientose denominaba "diezmo"). La finalidad de este gesto es el testimonio de una con-ciencia comunional del propio tener, el incremento del valor de la pobreza comovirtud evanglica. No es relevante la cuota que cada uno aporta, sino la seriedadcon la cual se obedece al compromiso adquirido libremente. Esta seriedad es lonico que permite a cada uno educarse en la caridad.