impacto profundo - divulgación de la ciencia, unam

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Dirección General de Divulgación de la Ciencia UNAM • Número Una de las preguntas más frecuentes que se nos hacen a los astrónomos –y que más odiamos– es: ¿para qué sirve la astrono- mía? Hasta hace un par de décadas uno tragaba saliva, ponía cara de circunstan- cia, e iniciaba una larga perorata sobre la medición del tiempo, el diseño y ela- boración de instrumentación altamente sofisticada, el análisis de todo tipo de radiación electromagnética o el procesa- miento de imágenes, para concluir con una grandilocuente disertación sobre la importancia del conocimiento en sí mis- mo y la pureza de la ciencia. Pero gracias al descubrimiento, en la década de los setenta, de un gigantesco cráter de impacto centrado en un peque- ño poblado de la península de Yucatán, llamado Chicxulub, los astrónomos ya tenemos un argumento mucho más atrac- tivo para defender a nuestra ciencia: a saber, que sólo la astronomía tiene la ca- pacidad de salvarnos de una catástrofe global que podría extinguir por comple- to a nuestra especie. Gracias a este argumento, los últimos años han sido de relativa calma, y la as- tronomía se ha fortalecido tanto que ha empezado a inmiscuirse en campos del conocimiento que hasta ahora se con- sideraban ajenos a ella. Como muestra de esto he decidido revelar ante el mun- do una revolucionaria teoría astronómi- co-social que he elaborado a través de cuidadosas observaciones y sesudas de- ducciones realizadas en mis abundan- tes ratos libres a lo largo del último año. El misterio al que he dirigido mis in- vestigaciones es: ¿por qué México, a lo largo de toda su historia, ha estado siem- pre condenado a la pobreza? En particu- lar, ¿por qué a la UNAM y, dentro de ella, a la DGDC, se les ha exigido vivir y traba- jar en condiciones cada vez más auste- ras? Tras profunda reflexión creo haber hallado la respuesta, y ésta no reside en nosotros, los habitantes del país, ¡sino en el cielo! La idea básica es muy sencilla: sim- plemente propongo que lo que cayó en Chicxulub no fue un asteroide. No. ¡Fue un austeroide! Los austeroides son objetos astronómicos, hasta ahora desconocidos, que se diferencian de los asteroides en que, en vez de producir un gran hoyo en el suelo, lo generan, inevitablemente, en la economía, las finanzas y los presupues- tos. Y como el que cayó en Chicxulub fue particularmente grande, sus efectos no- civos aún persisten en todo el país. Como toda teoría científica exige pruebas, he buscado –y encontrado– pruebas irrefuta- bles de caídas de austeroides en diversas partes del mun- do. En la antigua Galia, por ejemplo, es indiscutible que la caída de uno de ellos dio lugar a la bien conocida le- yenda según la cual un astu- to héroe local evitó que una pequeña aldea fuera conquis- tada por las legiones de Julio César. El héroe en cuestión, un tal Austerix, perpetúa en su nombre el recuerdo del acontecimiento cósmico; y el o las causas cósmicas de la austeridad en la UNAM Impacto profundo Miguel Ángel Herrera ¿Existe el libre albedrío o son los astros quienes rigen nuestros destinos? He aquí un punto de vis- ta novedoso sobre la cuestión, expresado por Mi- guel Ángel Herrera, por desgracia fallecido recientemente. Sirva este texto para recordar a este entrañable astrónomo y divulgador. abril / mayo

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Una de las preguntas más frecuentes quese nos hacen a los astrónomos –y que másodiamos– es: ¿para qué sirve la astrono-mía? Hasta hace un par de décadas unotragaba saliva, ponía cara de circunstan-cia, e iniciaba una larga perorata sobrela medición del tiempo, el diseño y ela-boración de instrumentación altamentesofisticada, el análisis de todo tipo deradiación electromagnética o el procesa-miento de imágenes, para concluir conuna grandilocuente disertación sobre laimportancia del conocimiento en sí mis-mo y la pureza de la ciencia.

Pero gracias al descubrimiento, en ladécada de los setenta, de un gigantescocráter de impacto centrado en un peque-ño poblado de la península de Yucatán,llamado Chicxulub, los astrónomos yatenemos un argumento mucho más atrac-tivo para defender a nuestra ciencia: asaber, que sólo la astronomía tiene la ca-pacidad de salvarnos de una catástrofeglobal que podría extinguir por comple-to a nuestra especie.

Gracias a este argumento, los últimosaños han sido de relativa calma, y la as-tronomía se ha fortalecido tanto que haempezado a inmiscuirse en campos delconocimiento que hasta ahora se con-sideraban ajenos a ella. Como muestrade esto he decidido revelar ante el mun-do una revolucionaria teoría astronómi-co-social que he elaborado a través decuidadosas observaciones y sesudas de-ducciones realizadas en mis abundan-

tes ratos libres a lo largo del último año.El misterio al que he dirigido mis in-

vestigaciones es: ¿por qué México, a lolargo de toda su historia, ha estado siem-pre condenado a la pobreza? En particu-lar, ¿por qué a la UNAM y, dentro de ella,a la DGDC, se les ha exigido vivir y traba-jar en condiciones cada vez más auste-ras? Tras profunda reflexión creo haberhallado la respuesta, y ésta no reside ennosotros, los habitantes del país, ¡sino enel cielo!

La idea básica es muy sencilla: sim-plemente propongo que lo que cayó enChicxulub no fue un asteroide. No. ¡Fueun austeroide! Los austeroides son objetosastronómicos, hasta ahora desconocidos,que se diferencian de los asteroides enque, en vez de producir un gran hoyo enel suelo, lo generan, inevitablemente, enla economía, las finanzas y los presupues-tos. Y como el que cayó en Chicxulub fueparticularmente grande, sus efectos no-civos aún persisten en todo el país.

Como toda teoría científicaexige pruebas, he buscado –yencontrado– pruebas irrefuta-bles de caídas de austeroidesen diversas partes del mun-do. En la antigua Galia, porejemplo, es indiscutible quela caída de uno de ellos diolugar a la bien conocida le-yenda según la cual un astu-to héroe local evitó que unapequeña aldea fuera conquis-tada por las legiones de JulioCésar. El héroe en cuestión,un tal Austerix, perpetúa ensu nombre el recuerdo delacontecimiento cósmico; y el

o las causas cósmicas de la austeridad en la UNAM

Impacto profundo

Miguel Ángel Herrera

¿Existe el libre albedrío o son los astros quienesrigen nuestros destinos? He aquí un punto de vis-ta novedoso sobre la cuestión, expresado por Mi-guel Ángel Herrera, por desgracia fallecidorecientemente. Sirva este texto para recordar a esteentrañable astrónomo y divulgador.

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efecto pauperizante del austeroide semanifiesta a las claras en el hecho de queni el tal Austerix, ni ningún otro habitantede la aldea, se muda de ropa a lo largo desus aventuras. Como los galos son famosospor su aseo, la única explicación posiblees que nadie en la aldea poseía más deuna muda, es decir, que vivían en una aus-teridad ejemplar.

Otro ejemplo, éste en Europa central,es mucho más difícil de analizar, pues sehan hecho enormes esfuerzos para ocul-tarlo. Me refiero al hoy desaparecido im-perio Austero-Húngaro. ¿No es obvio, desu mismo nombre, que no se trató de latan cacareada época de pompa (y circuns-tancia) que se nos quiere hacer creer, sino,realmente, de un periodo de inusitada po-breza, causado por un austeroide?

Ejemplos como éstos abundan en todoel mundo (¿recuerda usted a los bos-quimanos de Austeralia?), pero discutir-los exhaustivamente sería imposible, ycreo que con los expuestos basta paraconvencer aún a los más escépticos de lavalidez de mi teoría.

Para concluir, veamos cómo se clarifi-ca el oscuro panorama actual de la UNAM

a la luz de mi teoría. Es más que eviden-te, para quienes laboramos en ella, quenuestra alma mater atraviesa por uno delos periodos de austeridad más notablesde su historia. La pregunta que todos noshacemos es: ¿Quién es el (o la) responsa-ble? ¿A quién culpar? Una aplicación di-recta de mi teoría nos da, inmediatamente,la respuesta. El culpable no es un terrícola,¡es el cielo! Toda la evidencia apunta ha-cia la caída de un austeroide, hace un parde años, en las inmediaciones de la Ciu-dad Universitaria. Como consecuencia, sumaléfico influjo se agregó al remanente delausteroide de Chicxulub y, por supuesto,el efecto ha sido devastador. Esto explicapor completo la situación económica ac-tual de la UNAM y, en particular, de laDGDC. En otras palabras, si no hay dinerono es porque las actuales autoridades nosepan dirigir: simplemente, ¡es algo inevi-table; es nuestro destino, literalmente caí-do del cielo!

Estoy absolutamente convencido de quecualquier austerólogo estaría de acuerdocon esta conclusión. ¿No es maravillosocomprobar cómo la ciencia nos permiteentender el mundo que nos rodea? ¡Y to-davía hay quien dice que la astronomíano tiene aplicaciones sociales!

Miguel Ángel Herrera fue doctor en astronomía,divulgador de la ciencia, subdirector de vincula-ción de la DGDC, y un entrañable amigo.

por Opina Peralta

Aunque yo prefiero llamarlos novedades,cuando una se dedica a escribir chismes yde pronto se presenta una desgracia, no lequeda a una más remedio que callar.

Por eso, en esta ocasión quiero home-najear la memoria de ese encantador mu-chacho, con tanta “juventud acumulada”,como él decía, que fue Miguel Ángel He-rrera. La mejor forma de hacerlo es dicien-do simplemente que lamento muchísimo

que ya no esté con nosotros, que me uno aldolor de todos mis amigos de la Dirección

General de Divulgación de la Ciencia de laUNAM, en especial a mi querida Julieta Fierro,

pues sé la gran amistad que la unía con MiguelÁngel, y que extrañaré sus excelentes conferencias

que yo tanto disfrutaba.Era un hombre encantador.

Con mucho amor, su amiga,

Opina Peralta

Obituario

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Por más que queramos no podemos superar to-dos los obstáculos que la vida le pone a la divul-gación de la ciencia. Los tropiezos más comunesy discutidos son la falta de dinero, la ignoranciadel público y la ignorancia de los colegas, perohay un impedimento que, aunque más común, sediscute poco, quizá por buenas razones: la igno-rancia propia. Reconociendo que hay vastas re-giones del país de la ciencia que no puedo aspirara hollar –y menos a explorar–en un lapso razona-ble, me alegré mucho cuando, recientemente, oía una persona declarar en un tono adusto que nodejaba duda de que sabía lo que decía: “La bio-logía no es ciencia”.

No vayan a pensar que esta persona era un ig-norante cualquiera. No, era un investigador. Tam-poco era un investigador cualquiera: era físico.Los físicos –¿hace falta decirlo?– lo sabemos todo,y lo que no, lo podemos deducir de la mecánicacuántica. Después de todo, el universo conocidoy zonas aledañas se reducen a la mecánica cuán-tica y sin ésta no se puede entender nada, ¿no?Que todavía haya necios que insistan en estudiarquímica, ingeniería, sociología, economía y esascosas sólo demuestra un hecho lamentable: queen este mundo hay más ignorancia de la que pen-sábamos.

De modo que la biología, que desde el adveni-miento de la mecánica cuántica podemos consi-derar como un mero apéndice de la física (comotodo lo demás), ni siquiera es ciencia. Nada másde pensar en el tiempo que perdí leyendo El ori-gen de las especies, los libros de Stephen Jay Gouldy quién sabe cuántos artículos y libros más sobreDarwin, evolución y genética, se me pone la car-ne de gallina. ¡Tonto de mí! Pero se acabó. Nopienso dedicarle ni un segundo más a la biología,esa superchería.

Ya me habían dicho a mí que el contacto con

Eso no es cienciaSergio de Régules

los investigadores era salutífero para un di-vulgador. Ahora lo creo a pie juntillas. Gra-cias al veredicto que pronunció aquel sabiosobre la mal llamada “ciencia biológica” (¡esasuperchería!), en adelante me puedo ahorrarmucho tiempo y mucho sentimiento de cul-pa. En efecto, ahora sé que muchas cosasque no entiendo no son ciencia, de maneraque no hay por qué acongojarse. ¡Ojalá misabio investigador tuviera a bien informar-me qué otras cosas que yo había supuestociencias no lo son!

Entre tanto, he aquí lo que quiero propo-nerles, colegas y compañeros: como ya se-ñalé, no se puede esperar que uno lo sepatodo, y mucho menos que se ponga a leer einformarse. ¡La vida es breve! Al mismo tiem-po, tampoco podemos ir por ahí diciendo“no sé” a cada rato, ¡qué vergüenza para elgremio! Propongo, pues, que hagamos comoeste investigador y vayamos proscribiendo dela ciencia todo lo que no nos guste o de loque no tengamos la menor idea. No que miinvestigador lo haya hecho por eso, claro. Élsin duda reflexionó muchísimo antes de afir-mar que la biología no es ciencia. Lo que ennosotros, simples divulgadores, será ignoran-cia en él, por supuesto, fue sapiencia.

Para volver a lo nuestro, desacreditandolo que ignoramos se salva el honor de la pro-fesión: no se nos puede exigir que sepamosde algo que no es ciencia. Por si fueran po-cas las ventajas de este proceder, observe-mos que mientras más campos vayamosdesterrando del país de la ciencia, menosvasto será el país de nuestra ignorancia.

De ahora en adelante cada vez que salgana colación temas sobre los que no tengo nila más remota idea, en vez de quedarmecalladito o decir “no sé”, declararé –tenien-do cuidado de adoptar un tono convenien-temente adusto y al mismo tiempo burlón:“eso no es ciencia”. Y lo haré con más con-fianza que muchos de ustedes, porque, des-pués de todo, soy físico y los físicos jamásherramos.

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recuperando la memoria ••••

PrefacioMe encuentro aproximadamente en lamisma situación en que se halló Ciceróncuando emprendió la tarea de poner ensu lengua los temas de filosofía que has-ta entonces no habían sido tratados másque en griego. Él nos informa de que sedecía que sus obras serían del todo in-útiles, porque aquellos que amaban la fi-losofía, habiéndose tomado el trabajo debuscarla en los libros griegos, se desinte-resarían, tras éste, de hacerlo en los li-bros en latín, que no serían originales;mientras que los que no la aprecian nose preocuparían de verla ni en latín ni engriego.

A esto él responde que sucedería todolo contrario. Que los que no eran filóso-fos se verían tentados de llegar a serlopor la facilidad de leer los libros latinos;

Conversaciones sobre la pluralidad de los mun-dos fue publicado por primera vez en 1686 yes uno de los primeros ejemplos de divulga-ción de la ciencia tal como la entendemos hoy.Aunque Fontenelle (1657-1757) tuvo una for-mación científica y fue miembro de la Acade-mia Francesa de Ciencias, dedicó la mayorparte de su tiempo a la difusión de la cienciaen el ámbito cultural. En su libro, a través delanimado diálogo entre un caballero y unadama de la nobleza francesa de su tiempo,Fontenelle explica el heliocentrismo deCopérnico, la visión cartesiana del universo ysus propias cavilaciones acerca de los posibleshabitantes de los otros planetas en nuestro siste-ma planetario.

A continuación reproducimos un fragmen-to del prefacio de su obra, en el cual explica loque pretende lograr. Resulta sorprendentecuántas de las cosas que dijo hace más de 300años siguen siendo válidas para nosotros.

Susana Biro

Conversacionessobre la pluralidad de los mundos

Bernard le Bovier de Fontenelle

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y que los que ya lo eran por la lecturade los libros griegos verían gustosamentecómo tales cosas habían sido tratadas enlatín.

Cicerón tenía razón para hablar así. Laexcelencia de su genio y la reputaciónque había adquirido ya le garantizabanel éxito de esta nueva clase de obras quedaba al público. Pero yo estoy muy lejosde tener los mismos motivos para confiaren una empresa casi idéntica a la suya.He querido tratar de filosofía de maneraque no fuera en absoluto filosófica; hetratado de llevarla a un punto que no fue-ra demasiado árida para la gente común,ni demasiado superficial para los sabios.Pero si se me dice, igual que a Cicerón,que una obra de este carácter no es ade-cuada ni a los sabios, que no pueden apren-der nada en ella, ni al vulgo, que no tendrádeseo de aprender en ella nada, me guar-daré de responder como él lo hizo. Pue-de muy bien suceder que buscando untérmino medio en el que la filosofía agra-de a todos, haya encontrado uno en elque no agrade a nadie. Los términos me-dios son demasiado difíciles de alcanzary no creo que me den ganas de tomarmeel trabajo por segunda vez.

Debo advertir a los que leerán este li-bro y que tienen algún conocimiento defísica, que no pretendo, en absoluto, ins-truirlos, sino divertirles presentándoles demanera algo más agradable y amena loque saben ya con mayor solidez. Y advier-to a aquellos a quienes tales materiales sonnuevos que he creído poder instruirles ydivertirles al mismo tiempo. Los primerosirán contra mi intención si buscan aquíutilidad; los segundos si no buscan másque recreo.

No me entretendré en lo más mínimoen decir que, de toda la filosofía, he ele-gido la materia más capaz de despertarla curiosidad. Me parece que nada debe-ría interesarnos más que saber cómo estáhecho el mundo que habitamos, si hayotros mundos parecidos y que tambiénestén habitados. Pero después de todo,preocúpese de todo esto quien quiera. Losque tengan pensamientos que perder,pueden perderlos en esta clase de asun-tos, pero no todo el mundo está en con-diciones de hacer este derroche inútil.

He puesto en estas «Conversaciones»a una mujer a la que se instruye, y queno ha oído hablar jamás de estos asun-tos. He creído que esta ficción me servíano tanto para hacer la obra más suscepti-

ble de resultar amena,como para animar alas damas con elejemplo de unamujer que, sinsobrepasar loslímites de quienno tiene ningúnbarniz de cien-cia, no deja deentender lo quese dice y de or-denar en su men-te, sin confusión,los torbellinos y losmundos. ¿Por qué ha-brían de ceder las mujeres aesta marquesa imaginaria queno concibe más que lo que no pue-de dejar de concebir?

Ciertamente, la marquesa se esfuerzaun poco, pero ¿en qué consiste aquí es-forzarse? No en penetrar, a fuerza de me-ditación, una cosa oscura por sí misma,o explicada oscuramente, consiste úni-camente en no leer nada sin represen-tarse con nitidez lo que se dice. No pidoa las damas, para todo este sistema defilosofía, más que la misma atención quees necesario prestar a la princesa deCléves, si se quiere seguir bien la intrigay captar toda su belleza. Es cierto quelas ideas de este libro son menos familia-res para la mayor parte de las mujeres, quelas de La princesa de Cléves [novela deamor similar a Las relaciones peligrosas,pero con la diferencia de que en ella to-dos los personajes son virtuosos (SB)],pero no son más oscuras, y estoy seguroque con una segunda lectura como máxi-mo nada se les habrá escapado.

Como que no he pretendido construirun sistema en el aire, que no tuviera nin-gún fundamento, he utilizado verdade-ros razonamientos de física, tanto comoha sido necesario. Pero, afortunadamen-te, se da el caso de que en esta materialas ideas de física son agradables por símismas y que al mismo tiempo que con-tentan la razón, proporcionan a la ima-ginación un espectáculo que le complacetanto como si estuviera hecho expresa-mente para ella.

Cuando he encontrado partes que noeran, en absoluto, de esta clase, les hepuesto adornos ajenos a la cuestión.Virgilio lo hace así en sus Geórgicas, don-de salva el fondo de su materia, que estotalmente árida, con digresiones fre-

cuentes y a menudo agradables. TambiénOvidio hizo otro tanto en el Arte de amar,a pesar de que su asunto fuese infinita-mente más agradable que todo lo que pu-diera entremezclar. Por lo que se ve, creyóque sería aburrido hablar siempre de lomismo, aunque fuera de preceptos de ga-lantería. En cuanto a mí, que tenía mayornecesidad que él de recurrir a digresio-nes, no me he servido de éstas sino conbastante miramiento. Las he consentidopor la libertad natural de la conversación.No las he situado más que en los lugaresen que he creído que sería agradable en-contrarlas. Las he puesto en su mayor par-te al principio de la obra, porque entoncesel espíritu no está acostumbrado aún a lasideas principales que le ofrezco. Final-mente, las he tomado de mi misma mate-ria, o bastante próxima a ésta.

No he querido imaginar nada sobre loshabitantes de los mundos que fuese total-mente imposible y quimérico. He tratadode decir todo lo que podría pensarse ra-zonablemente de éstos, e incluso las imá-genes ilusorias que he añadido a estotienen algún fundamento real. Lo verda-dero y lo falso están aquí mezclados, peroson siempre fáciles de distinguir. No medetendré a justificar un compuesto tanextraño. Éste es el punto más importantede la obra y es, precisamente, aquel delque no puedo dar razón.

Conversaciones sobre la pluralidad de los mun-dos, de Bernard le Bovier de Fontenelle, traduc-ción Antonio Beltrán Mari, Madrid, EditoraNacional, 1982.

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Cómo no. Claro que alguna vez me ha sor-prendido. Siempre nos sorprende la alte-ración aparentemente gratuita de laestabilidad. Apenas hace unos meses supede una dentista que, tras años de prácticaen bocas ajenas, se cuestionó la razón dehaber elegido tal oficio. ¿Dinero, vocaciónde servicio, estatus social, antecedentes fa-miliares? ¿Genuino gusto por los premo-lares? Seguramente ustedes conocen otrosmuchos casos, a los que llamamos, con cier-ta sorna, “crisis existenciales”, en los quealguien que parecía transcurrir sin proble-mas por el camino de una profesión em-pieza a preguntarse si eligió el rumbocorrecto. Cada respuesta particular pue-de no ser simple, sino una mezcla de ra-zones y pasiones. Pero sin duda nosparecería chocante, o cuando menos ex-traño, que la dentista de mi ejemplo tra-tara de contestarse la pregunta: «¿Quéestoy haciendo, si no me queda claro quées la odontología?»

Hay de profesiones a profesiones; la ma-yoría tiene un objetivo claro y un campode acción bien definido. Sin embargo, ladivulgación de la ciencia admite todavíahoy que se le cuestione en los términosque en el párrafo anterior parecían ab-

surdos: ¿qué estoy haciendo, si nome queda claro qué es la di-

vulgación y mucho menospara qué la hago?

El asunto del dinero, por lo menos entérminos de subsistencia, no es despre-ciable. Tampoco es trágico, pues si bientodavía hace unos diez años se conside-raba que la divulgación no era remune-rable, sino una especie de voluntariadosocial, hoy me consta que los divulga-dores viven de cobrar por su trabajo. Encuanto a «hacer dinero», como lo podríahacer un ortodoncista, ésta es todavía unaidea exótica, aunque no descartable; talvez dependa del reconocimiento gene-ral y de las habilidades financieras decada quién.

El estatus social tiene sus bemoles. Siuna madre puede inflarse como pavo aldecir «mi hija es neurocirujana» o «mihijo es físico nuclear», ¿diría igualmenteorgullosa «mi hija es divulgadora»? Tododepende de lo que se considere exitoso,pero para la sociedad la divulgación noadquiere todavía ese halo de superiori-dad profesional. Mucha gente incluso leasigna una connotación de fracaso: «po-bre, no pudo ser científico, se dedicó ala divulgación de la ciencia», para aña-dir en voz baja «al menos tiene un oficiohonesto y hasta le pagan». Por más quese diga que la divulgación es una laborinaplazable para lograr un mejor futuropara la humanidad (aun si fuera cierto),no parece que la sociedad esté muy con-vencida.

La influencia familiar es un aspectoigualmente complejo y relacionado conel anterior. Cuando la hay, puede operartanto a favor como en contra de abrazaruna vocación, aunque en la generalidadde los casos la elección es independien-te. Lo que sí he observado es que, am-pliando el concepto de familia hastaaquellas influencias determinantes en la

infancia y primera juventud,como lecturas, ambientes ymaestros, muchos han elegi-do la divulgación por inter-

mediación de un excelente libro, de unaplática amenísima en un museo o de unamaestra con excepcionales dotes de

La crisis existen del divulgador

Guía para el divulg

Presentamos la segunda entrega de esta serie deartículos que esperan aliviar las angustias de loscomunicadores de la ciencia.

Mivisión

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comunicadora. Una pregunta que aquícabría es si a la pasión por divulgar laantecede la pasión por la ciencia (don-de ésta y los estudios formales en cien-cia no son equivalentes). Todo pareceindicar que sí, pues de lo contrario, y vol-

viendo a nuestro ejemplo dental,sería como que alguien decidie-

ra hacerse odontólogo sin co-nocer y gustar del mundomolar.

He dejado para el final lacuestión de la vocación de ser-

vicio, porque tal vez sea la quemás atañe a la divulgación. Los

convencidos de la importancia de laciencia como medio ineludible para lamejoría humana pueden ver a la divul-gación como una especie de proselitis-mo para ganar adeptos a la ciencia. Otrosdeclaran, no sin cierta solemnidad, quela comunidad científica debe retribuir ala sociedad que la sostiene una parte delconocimiento generado mediante infor-mación amena, clara, comprensible yhasta útil. De aquí se desprende que esuna obligación de los científicos hacer,en sus ratos libres, divulgación de la cien-cia. Viene a la mente la soñadora estam-pa de la bióloga de bata blanca rodeadade chiquillos felices que hacen pregun-tas inteligentes sobre las patas de losarácnidos: dos biólogos más para la co-secha, y en la fila de atrás sonríen con-movidos los padres y los maestrosagradeciendo al cielo que la torre demarfil haya abierto sus puertas ese do-mingo.

Una visión quizá más realista es la queinsiste en que los científicos están dedi-cados a hacer ciencia y que son losdivulgadores profesionales quienes de-ben dar el paso siguiente: llevar el cono-cimiento a las grandes masas (aquí sepierde el realismo), ávidas de conocerlos misterios de la naturaleza. Esta visióntiene la ventaja de asignarles a losdivulgadores un lugar en el espacio; sinembargo, le asigna al público un carác-

ter idealizado, amorfo y por tanto mol-deable, que recuerda a los frailes conquis-tadores y a los indios «deseosos de serconvertidos».

«Tienen que saberlo». ¿No sería mejor«deseo compartirlo»? A pesar del negropanorama que estudiosos como el esta-dounidense Morris Shamos pintan para ladivulgación de la ciencia (pues el princi-pio que rige es el de la utilidad), muchosdivulgadores han elegido serlo basándo-se, más que en principios morales, enimperativos estéticos. «No concibo quealguien pueda perderse el placer de es-cuchar el cuarteto 135 de Beethoven, oel placer de entender la teoría de Darwin».Para ellos, el disfrute de la ciencia debe-ría ser compartido con otros, los más po-sibles, sin importarles si de ese placersurgen vocaciones científicas, políticosenterados y responsables o amas de casaque dominen la teoría detrás del hornode microondas.

Como en todos los asuntos humanos,la verdad tiene múltiples caras. Los divul-gadores activos que, tarde o temprano, secuestionan cuál es la finalidad de su la-bor, pueden dar con innumerables res-puestas, que además pueden coexistir sinproblemas. La crisis existencial del divul-gador proviene, en gran parte, de la inde-finición de su quehacer y de sus motivos.Pero esta indefinición pierde su gravedadsi se conoce el proceso evolutivo de ladivulgación, sobre el que hablaremos enla siguiente entrega de esta serie.

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Ana María Sánchez Mora

gador atribulado II:

Ana María Sánchez Mora, quien escribe lagustada columna "Cartas a Tríbulo", es física ymaestra en literatura comparada. Se ha especia-lizado en divulgación escrita y es autora del ex-celente libro La divulgación de la ciencia comoliteratura (UNAM, 1998).

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Los divulgadores serios suelen tener dospreocupaciones: la económica, y cono-cer las cualidades que han de tener susproductos para conseguir ciertos objeti-vos. Por ello, todo esfuerzo que colaborepor lo menos a la solución del segundopunto es acogido con júbilo en la comu-nidad de divulgadores.

En este sentido, Teresa Escalas y JordiDeulofeu, junto con otros colaboradores,elaboraron en 1996 el Llibre Blanc de ladivulgació científica i tecnológica a Cata-lunya, cuya intención es el estudio delestado de la divulgación en Cataluña.Con este trabajo, los investigadores se die-ron a la tarea de realizar una investiga-

Ante la falta de material sobre estos temas, cual-quier estudio sobre la divulgación de la cienciaresulta interesante. Mucho más si es, como elejemplo que se presenta en este texto, un trabajode excelencia.

Novedadesbibliográficas

ción que pudiera fundamentar la crea-ción de nuevos productos y a la renova-ción de los existentes. Dicho estudio,encargado por la Fundació Catalana pera la Recerca, se presentó hace casi cua-tro años, y contiene un análisis de losproductos disponibles entonces.

El objetivo del libro es dar a conocerel ámbito, las características y la adecua-ción a las necesidades de la sociedad,de los productos de divulgación científi-ca y tecnológica más significativos deEspaña –en cierta forma, un esfuerzo si-milar al realizado alguna vez por la So-ciedad Mexicana para la Divulgación dela Ciencia y la Técnica (SOMEDICYT). Aun-que en este caso, el libro hace particularhincapié en el papel que juegan los pro-ductos de divulgación como vínculosentre el mundo de la ciencia y el públi-co general. Por eso, más que preocupar-se por la calidad y el rigor de los productos

de divulgación, indaga la capacidadque éstos tienen de acercar la

ciencia a la vida y a los inte-reses del público no cien-

tífico y de modificar lasactitudes de rechazo.

Para llevar a cabo el

El libro blanco de la divulgación:un esfuerzo ejemplar para el análisisde la divulgación científica

Carmen Sánchez Mora

estudio, se analizaron diversos produc-tos de divulgación según las funcionesque realizan. Los autores del estudio sonmuy honestos al decir que no pretendenhacer una revisión exhaustiva ni una va-loración de carácter absoluto.

La metodología del trabajo consistió enelaborar y validar instrumentos para larecolección de datos para cada uno delos medios de comunicación analizados.Tales instrumentos no sólo sirvieron paraesa investigación, sino que constituyenuna herramienta útil para trabajos poste-riores. Convendría revisarlos para consi-derar su utilidad en la DGDC.

Los instrumentos elaborados no sólo fa-cilitan una visión general, descriptiva ycuantitativa de los productos de divulga-ción científica: cuáles son, cuántos hay,etcétera; también permiten analizar sunivel de calidad, si son o no adecuadosal público al que van dirigidos, la res-puesta de ese público y, sobre todo, sucarácter formativo. Respecto a este últi-mo, se consideró que los productos dedivulgación científica no tienen única-mente una finalidad informativa, sino quehan de facilitar la formación científica ytecnológica del público, tanto en los as

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pectos conceptuales de la cienciacomo en los metodológicos y también enlos relacionados con las actitudes de lapoblación respecto a la ciencia y la tec-nología actuales.

El Libro blanco de la divulgación con-sidera que la finalidad de la divulgaciónya no es únicamente la transmisión o tra-ducción de un mensaje, sino establecerun puente entre la ciencia y la sociedad,en el que la comunicación se establezcaen los dos sentidos, y por eso los autoresse dedican a determinar las característi-cas de los productos de divulgación quefaciliten dicha comunicación. Las con-clusiones de este trabajo constituyen unaimportante aportación a quienes estamospreocupados por la evaluación de estaactividad.

Algunos resultados que parecen parti-cularmente interesantes y que de entra-da nos llevan a hacer comparaciones connuestra propia realidad son, entre mu-chos, que en España, en una semana, laciencia está presente en 97 artículos enlos diarios de mayor difusión, en 21 pro-gramas de radio y en 24 programas detelevisión, además de que existen más de65 museos con contenido científico. Tansólo en Cataluña se difunden 18 revistasespecializadas y se encuentran a la ven-ta más de 520 libros publicados en cata-lán sobre temas científicos.

Pero al mismo tiempo puede verse que,al igual que entre nosotros, la divulga-ción de la ciencia y de la tecnología tie-ne en España un soporte administrativotodavía insuficiente. Uno de los ejemplosrelacionados con este punto es la hartoconocida situación de que los programastanto de radio como de televisión concontenido científico se transmiten en lashoras de audiencia más baja.

En cuanto a los temas tratados, los re-

sultados del estudio señalan que sobre-salen los de la naturaleza, mientras quelos de medio ambiente, física, química,tecnología y matemáticas se tratan conmucha menor frecuencia y extensión.

En relación con la forma de comuni-car la ciencia, la situación es semejantea la mexicana. En la prensa se presentanpreferentemente los temas científicos enforma de noticias, así como en los pro-gramas informativos de radio y televisión.

Una de las conclusiones que me haparecido más interesante es que, aunquelos métodos y las técnicas que dan so-porte al avance de los conocimientoscientíficos son parte esencial del conte-nido de la ciencia y de la tecnología, alser más difíciles de comunicar que losresultados obtenidos en la investigación,raramente se incluyen en el contenidode la divulgación. Los autores conside-ran que posiblemente éste sea uno de losaspectos donde más se requiere plantear-se la necesidad de encontrar nuevosmétodos de comunicación, porque se-ñalan que la forma de trabajar de los in-vestigadores científicos es un puntoesencial para acercar los dos sectoressociales que se comunican mediante ladivulgación científica: el de los que sededican al avance de la ciencia y el pú-blico general, lo cual merece una granatención en futuras investigaciones.

Escalas, M. T.; J. Deulofeu, y otros, Llibre Blancde la Divulgació Científica i Tecnológica aCatalunya, Barcelona, Fundación Catalana pera la Recerca, 1996.

Carmen Sánchez Mora es bióloga, y sub-directora de Educación No Formal en la DGDC.Comentarios: masanche@universum�unam�mxComentarios: masanche@universum�unam�mxComentarios: masanche@universum�unam�mxComentarios: masanche@universum�unam�mxComentarios: masanche@universum�unam�mx

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Cartas a TríbuloAna María Sánchez Mora

Sobresaliente Discípulo:

Ayer por la tarde, con una reanimadora taza de café y tumbadaen mi sillón favorito, terminé de leer un libro maravilloso. Sellama Flood, famines and emperors, título que tu concienzudoestudio del idioma de Byron te permitirá traducir como “Inun-daciones, hambrunas y emperadores”, del arqueólogo BrianFagan. Este fenomenal escritor ha logrado una gran hazaña: in-tegrar en un mismo texto el conocimiento actual de las civiliza-ciones maya, egipcia y moche (vecinos, como sabes, de losincas); los fenómenos atmosféricos y oceánicos que dan lugaral fenómeno de El niño; y una sobrecogedora advertencia sobreel destino que aguarda a la humanidad si continúa explotandoirracionalmente la biósfera.

A pesar de lo que te pueda sugerir lo antes dicho, porque yaconozco tu talante criticón y burlesco, no es un libro amarillista,ni se rasga las vestiduras en pro de las ballenitas, ni pide quetires al cesto de la basura tu desodorante en aerosol para queno destruyas la capa de ozono; tampoco lloriquea alegandoque el pasado era mejor. Simplemente, su conocimiento demuchas materias y su poder de síntesis nos hacen comprendercuán frágil es nuestro entorno y, por tanto, nuestra vida, todoello en medio de un relato arqueológico que nos aclara que ladesaparición de esos imperios resplandecientes tiene una ex-plicación donde se dan la mano los sistemas político-socialesrígidos, el agotamiento de la tierra de siembra, y los furiosos ycaóticos ciclos de inundaciones y sequías.

Me parece, querido Tríbulo, que el libro de Fagan es un ejem-plo estupendo de divulgación: la auténtica interdisciplina, porla que tanto clamamos.

Besitos

Oh, Hiperactiva:

Sepa Usted que en la oficina donde yo trabajo no clamamospor la interdisciplina: ya la hemos logrado. Por ejemplo, uncompañero de piso escribe artículos de divulgación, alimentaalimañas, entrena paramédicos y es cajero de la tienda. Otraamiga da conferencias de divulgación, elabora recibos, arreglacomputadoras y baila en los festivales. Sin ir más lejos: yo doyclases de divulgación, vendo suéteres por catálogo, edito el bo-letín “Crónicas de Papantla” y soy capaz de echar a andar unvocho desbielado. La diversidad de nuestro medio es pasmosa.

Aun así, Ilustre Santoscoy, le doy gracias por la reseña. Suenatan interesante que estamos, mis colegas y yo, decididos aseminariar el libro en cuestión y usted es la invitada de honor.No lo vaya a olvidar: el jueves a las doce en el salón de usosmúltiples (el que está a un lado del área común).

Su Seguro Seguidor,Tríbulo

Lourdes Arenas BañuelosNemesio Chávez ArredondoSergio de RégulesJuan Tonda MazónRedacción

Ma. del Carmen MercadoDiseño original

Alejandra [email protected]ño y diagramaciónelectrónica

Julieta Fierro GossmanDirectora General

Miguel Ángel HerreraDirector de Vinculación

Juan Tonda MazónSubdirector de Mediosde Comunicación

Martín Bonfil OliveraEditor

Rocío MuciñoAsistente editorial

El muégano divulgador, boletín mensual editado por la subdirecciónde medios de comunicación de la Dirección General de Divulgaciónde la Ciencia de la UNAM; 3er. piso de Universum, zona cultural de CU,Coyoacán. Tel: 5622-7292 y 93. E-mail: [email protected] Las opiniones expresadas en los textos firmados son responsa-bilidad de sus autores y no necesariamente reflejan el punto devista de la institución. El material se publica con propósitos dedifusión y sin fines de lucro. Para cualquier aclaración, favor deponerse en contacto con el editor.

EL MUÉGANO

DIVULGADOR

DIRECCIÓN GENERAL

DE DIVULGACIÓN

DE LA CIENCIA

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te: por ejemplo, [11] (niu), significa vacu-no; [12] (nainiu), vaca; [13] (maoniu),yak; [14] (shuiniu), búfalo; [15] (huangniu),buey; y [16] (xiniu) rinoceronte. Si unono conoce los caracteres calificativos, almenos entiende que se está hablando dealgo relacionado con vacunos.

Finalmente, el chino es un código bidi-mensional: los caracteres conservan su sen-tido pictográfico, y eso hace que leer yescribir en chino sea más interesante.

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teres (en chino, pian pang; por ejemplo,hay radicales que significan agua, made-ra, persona, etcétera). O bien, al ponerlecoordenadas a los trazos (llamados bi hua;los trazos básicos son el punto, la rayahorizontal, la vertical, etcétera) de cadacuadrante se le puede asignar una tecla.Así, con un máximo de cinco teclazos yase tiene el carácter deseado. Similar-mente, puede aparecer una tablita de loscaracteres de misma combinación, y seprocesa igual. Para obtener los siguientescaracteres, solamente se necesita teclearlas dos o tres letras que se indican en loscorchetes.

[3](VBg), [4] (Omh), [5] (SSy), [6](SSSu), [7] (WRg), [8] (Iag), [9] (OANg).

¿Es lento capturar textos con este siste-ma? Un capturista profesional llega es-cribir 300 caracteres por minuto, casi eldoble de la velocidad de captura en in-glés, gracias a otra función de los proce-sadores: la asociación lógica, que permiteque al teclear un carácter, la computado-ra sugiera una palabra o hasta una frase,de modo que uno ya nada más escoge loque desea, manteniendo el radical. Porejemplo:

[10]que suenan guo, guojiang, guoshu y

guoyuan, y significan, respectivamente,fruto, mermelada de fruta, árbol frutal yhuerto.

Así que no se asuste por elhecho de que algo esté enchino. El chino tiene suventaja sobre otros idio-mas, sin mencionar quegramaticalmente no presen-ta problemas de número, gé-nero, tiempo, declinación oconjugación.

El chino es concreto: elmás delgado de los docu-mentos oficiales de la ONU

seguramente es el queestá en chino.

El chino es convergen-

Se dice que la ciencia no tiene nacionalidad. Esteescrito nos demuestra que, al parecer, la tecno-logía moderna tampoco.

Está en chinoWang Zhixue

conozcámonos

Comentarios: zhixue@servidor�unam�mxComentarios: zhixue@servidor�unam�mxComentarios: zhixue@servidor�unam�mxComentarios: zhixue@servidor�unam�mxComentarios: zhixue@servidor�unam�mx

Wang Zhixue ( ) nació en Fuzhou, China.Es ingeniera egresada de la UNAM y jefa del De-partamento de Mantenimiento Museográfico dela DGDC.

Cuando la espía china sacó su computa-dora del escondite, James Bond se apre-suró a decir: “Yo mando el mensaje”. Peroal ver el teclado, se hizo a un lado e iró-nicamente le dijo a la china: “Es todotuyo”. Y tal parece que la china realizó latarea hábilmente .

Esto fue una escena de “El mañana nun-ca muere”. Pero tales cosas solamenteocurren en las películas de James Bond.

En China, como en todo el mundo, (porlo menos hasta donde sé), se usan compu-tadoras personales con teclados comunesy corrientes. Entonces, ¿cómo capturan lostextos chinos, formados por ideogramas?

Los procesadores de palabras en chinonormalmente incluyen formas diferentesde captura; la más usada es la de pin yin(trascripción fonética, que combina las 25letras, excepto la V). Si uno sabe hablarchino, basta con que teclee las letras querepresentan el sonido de los caracteres (zi,ideogramas): aparecerá una tablita contodos los caracteres que tienen el mismosonido, y se escoge el correspondiente.Por ejemplo, el caballo [1] (ma), la tablitaincluye 16 caracteres; el tercero es el co-rrespondiente.

Actualmente, los procesadores de tex-to son capaces de ordenar la tablita de-pendiendo de la frecuencia de uso; si elcaballo hubiera aparecido en un princi-pio en el lugar 10, con el uso se adelan-tará al lugar 3; los caracteres de menosuso se quedará atrás, y así mejorará la ve-locidad de captura.

Otra forma es muy práctica para losconocedores de caracteres. Los caracte-res tienen forma cuadrada, y se los puededescomponer por partes: izquierda y de-recha, arriba y abajo. Algunas de estaspartes pueden ser radicales de los carac-

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H en gauss

¿Por qué no se debe usar el teléfono celular en gasolinerías?La mayoría de la gente piensa que es porque las bombas«se desprograman», lo cual no es cierto.

En todas las estaciones de servicio se encuentra un letre-ro prohibiendo el uso de teléfonos celulares dentro de lagasolinería. Ésta es información importante acerca del pe-ligro de usar teléfonos celulares en estaciones de gasolina,complejos de hidrocarburos, petróleo, gases y sitios afines.

¡Tenga mucho cuidado! Si usted está cargando gasolinay dispone de un teléfono celular mientras maneja en suauto, manténgalo dentro de él mientras carga combustible.

Se han presentado tres accidentes graves hasta el mo-mento:

1) Meses atrás en una estación de gasolina, el dueño delauto puso su teléfono celular sobre el techo del auto y co-

Las leyendas urbanas son como los chistes: nadie sabe quién los inven-ta, y los que funcionan, sobreviven. En este caso, la tecnofobia nos mues-tra el amargo final que podemos tener si nuestra ambición nos lleva aquerer hablar por teléfono mientras cargamos gasolina. ¡Qué bueno quelos teléfonos celulares son los únicos aparatos electrónicos que hay enlos alrededores de las gasolinerías!

Tomado de un texto anónimo que circula en internet.

menzó a cargar combustible. El teléfono sonó y el auto seincendió por los vapores que salían del tanque.

2.- A otro hombre se le quemó la cara mientras hablabapor teléfono y cargaba combustible simultáneamente. Mis-ma causa.

3.- A un cliente se le quemó el pantalón debido a que elteléfono celular que estaba dentro del bolsillo sonó mien-tras estaba cargando combustible.

Aparentemente, el teclado o el timbre producen una pe-queña chispa eléctrica, suficiente para encender los vapo-res del combustible. La utilización de accesorios a manoslibres no reduce el riesgo. ¡Mantenga el teléfono dentro delauto! Casi todos los teléfonos indican llamadas sin contes-tar, llamadas perdidas o el número de quien llama. ¿Enton-ces, por qué correr riesgos innecesarios?

Por favor tome nota de este envío y transmítalos a susamigos. ¡Esto no es broma! Basta comprobar que en todas lasestaciones de servicio se encuentra un letrero prohibiendoel uso de teléfonos celulares dentro de la gasolinería.

¡Celulares peligrosos!

Hola, éste es el soporte téc-

nico 100% natural y holís-

tico de Dogbert.

Pruebe rellenar su drive de

CD con corteza de árbol y

meditar.

No, por supuesto que no

va a dañar nada. ¡Es 100%

natural!

por Scott Adams

DILBERT