instituciones de oratoria, libro vi

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7/25/2019 Instituciones de Oratoria, Libro VI http://slidepdf.com/reader/full/instituciones-de-oratoria-libro-vi 1/24 Proemio. Quéjase de su mala fortuna por la pérdida de sus hijos y mujer Tres fueron, oh Marcelo Victorio, las razones que me movieron a emprender esta obra. La primera por darte gusto; la segunda el conocer que podría de ella resultar algún fruto a la uventud; ! la tercera el cargo que se me ha encomendado "#" , procurando !o desempe$arlo con todo cuidado. %uera de estos tres motivos, no deaba tambi&n de atender en ella a la educaci'n de un hio mío, cu!o agigantado talento requería una cuidadosa instrucci'n para que, si llegaba el fin de mis días (como era preciso ! !o deseaba), pudiese &l disfrutar de los preceptos de su padre que le deaba como en herencia. *ero cuando !o día ! noche me apresuraba a concluir este trabao agitado de los miedos de la mortalidad, la fortuna me dio un tan repentino ! recio golpe, que a ninguno otro podía !a resultar menos fruto de estas mis fatigas que a mí mismo. *orque + -"+ eperimentando por segunda vez el duro golpe de la orfandad, me vi privado del hio que me quedaba "# , de quien no solamente había concebido las ma!ores esperanzas, sino que &l era la única de mi veez. /0u& har& en tal situaci'n1 /2 de qu& puedo !o servir en este mundo teniendo a los dioses contrarios1 3 m4s cuando la fortuna quiso probarme con un golpe de esta naturaleza, cuando emprendí el libro de las 5ausas de la corrupci'n de la elocuencia que di a luz. 6ntonces me pareci' lo m4s acertado en medio de una muerte tan temprana el arroar esta obra tan aciaga ! todas mis infelices tareas, si algo valen, sobre la pira de su funeral para que consumiese tambi&n mis entra$as ! no fatigar m4s con nuevos cuidados esta malvada ! larga vida. /*ues qui&n que tenga entra$as de padre disculpar4 mi desatino si continúo en el cebo de las letras, ! no detestar4 antes esta mi naturaleza de bronce si empleo mi voz en otra cosa que no sea culpar a los dioses porque quisieron que !o sobreviviese a todos los míos1 /2 en dar voces por todo el mundo diciendo que no ha! providencia que lo gobierne "#7 1 3 !a que no sea motivo de tan usto dolor mi desgraciada vida (en la que no cabe otra reprensi'n que el que dura tanto), a lo menos lo ser4 el ver que murieron tan temprano sin merecerlo. 8ntes de su muerte había !o quedado privado de su madre, que sin haber cumplido aun los diez ! nueve a$os ! despu&s de haber dado a luz dos hios, muri' +-+ dichosamente, aunque arrebatada de los crueles hados. 6ste único golpe era mu! bastante para que nunca pudiese !o ser dichoso. *orque no solamente caus' en mí esta mortal herida por hallarse adornada de todas aquellas buenas partes que caben en una muer, sino que siendo tan ni$a, ! m4s con respecto a la edad que !o tenía, su muerte fue para mí como haber perdido un hio. *ero al cabo me quedaba el consuelo de los hios, ! el que muriendo ella una muerte temprana se libert' de los dolores de la muerte de sus hios que no merecía otra cosa. 8unque fue cruel en querer morir de4ndome a mí con vida. 9espu&s de este golpe, para que no me faltasen motivos de infelicidad, el hio peque$ito al cumplir los cinco a$os, con su muerte me priv' de uno de mis oos. :o gusto de aumentar mis males ni redoblar los motivos de mi sentimiento <! oal4 me fuese lícito el disminuirlos= /*ero c'mo podr& !o disimular lo agraciado de su cara, la gracia en el hablar, la viveza de su ingenio, lo ecelente de aquella alma c4ndida, dotada de un entendimiento tan elevado, cual no me persuado

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Proemio. Quéjase de su mala fortuna por la pérdidade sus hijos y mujer Tres fueron, oh Marcelo Victorio, las razones que me movieron a emprender estaobra. La primera por darte gusto; la segunda el conocer que podría de ella

resultar algún fruto a la uventud; ! la tercera el cargo que se me haencomendado"#", procurando !o desempe$arlo con todo cuidado. %uera de estostres motivos, no deaba tambi&n de atender en ella a la educaci'n de un hio mío,cu!o agigantado talento requería una cuidadosa instrucci'n para que, si llegabael fin de mis días (como era preciso ! !o deseaba), pudiese &l disfrutar de lospreceptos de su padre que le deaba como en herencia. *ero cuando !o día !noche me apresuraba a concluir este trabao agitado de los miedos de lamortalidad, la fortuna me dio un tan repentino ! recio golpe, que a ninguno otropodía !a resultar menos fruto de estas mis fatigas que a mí mismo. *orque +-"+  eperimentando por segunda vez el duro golpe de la orfandad, me viprivado del hio que me quedaba"#, de quien no solamente había concebido lasma!ores esperanzas, sino que &l era la única de mi veez./0u& har& en tal situaci'n1 /2 de qu& puedo !o servir en este mundo teniendo alos dioses contrarios1 3 m4s cuando la fortuna quiso probarme con un golpe deesta naturaleza, cuando emprendí el libro de las 5ausas de la corrupci'n de laelocuencia que di a luz. 6ntonces me pareci' lo m4s acertado en medio de unamuerte tan temprana el arroar esta obra tan aciaga ! todas mis infelices tareas,si algo valen, sobre la pira de su funeral para que consumiese tambi&n misentra$as ! no fatigar m4s con nuevos cuidados esta malvada ! larga vida. /*uesqui&n que tenga entra$as de padre disculpar4 mi desatino si continúo en el cebode las letras, ! no detestar4 antes esta mi naturaleza de bronce si empleo mi vozen otra cosa que no sea culpar a los dioses porque quisieron que !o sobreviviese atodos los míos1 /2 en dar voces por todo el mundo diciendo que no ha!providencia que lo gobierne"#71 3 !a que no sea motivo de tan usto dolor midesgraciada vida (en la que no cabe otra reprensi'n que el que dura tanto), a lomenos lo ser4 el ver que murieron tan temprano sin merecerlo. 8ntes de sumuerte había !o quedado privado de su madre, que sin haber cumplido aun losdiez ! nueve a$os ! despu&s de haber dado a luz dos hios, muri' +-+ dichosamente, aunque arrebatada de los crueles hados. 6ste único golpe era mu!

bastante para que nunca pudiese !o ser dichoso. *orque no solamente caus' enmí esta mortal herida por hallarse adornada de todas aquellas buenas partes quecaben en una muer, sino que siendo tan ni$a, ! m4s con respecto a la edad que !otenía, su muerte fue para mí como haber perdido un hio. *ero al cabo mequedaba el consuelo de los hios, ! el que muriendo ella una muerte temprana selibert' de los dolores de la muerte de sus hios que no merecía otra cosa. 8unquefue cruel en querer morir de4ndome a mí con vida.9espu&s de este golpe, para que no me faltasen motivos de infelicidad, el hiopeque$ito al cumplir los cinco a$os, con su muerte me priv' de uno de mis oos.:o gusto de aumentar mis males ni redoblar los motivos de mi sentimiento <!

oal4 me fuese lícito el disminuirlos= /*ero c'mo podr& !o disimular lo agraciadode su cara, la gracia en el hablar, la viveza de su ingenio, lo ecelente de aquellaalma c4ndida, dotada de un entendimiento tan elevado, cual no me persuado

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pueda darse en la naturaleza1 :i$o de semeantes prendas, aunque fuera etra$o,arrebataría mi amor. 3 para m4s atormentarme despu&s la fortuna, que !a con lasgracias del ni$o me armaba alguna traici'n, quiso que &l con sus halag>e$asni$erías me antepusiese en el amor a su madre de leche, a la abuela que lecuidaba !, en fin, a todos cuantos solicitan los cari$os de semeante edad. *or locual do! por bien empleado el sentimiento que pocos meses antes me cost' lamuerte de su madre, superior a toda alabanza pues mucho menor es el dolor quepor mi parte ahora siento, que el que se me acrecentaría de verla a ella ! a mípadecer.

 3a no me quedaba m4s arrimo que la esperanza ! vida de mi 0uintiliano, ! aunera bastante para mi consuelo. :o eran solamente flores las que su ingeniomanifestaba como en el primero, sino que apuntaban !a los frutos con +-7+ se$ales de que serían seguros. ?uro por mi desgracia, por el doloroso testimoniode mi conciencia ! por aquella muerte causadora de mi sentimiento, quedescubría !o en &l tales muestras de ingenio, no digo para las ciencias (pues paraesto no vi cosa ma!or, en lo que hice no pocas eperiencias, ! en cosas donde noforzaba !o su talento, como lo saben sus maestros), sino de bondad, amor a supadre, afabilidad ! cortesanía ahidalgada que de semeantes ingeniosseguramente se puede !a pronosticar algún recio golpe de muerte temprana porense$arnos la repetida eperiencia que unos frutos tan anticipados nunca llegan acolmo. 3 no s& qu& envidia secreta corta el hilo de nuestras esperanzas ensemeante caso, sin duda para que el hombre no remonte el vuelo de sus deseossobre los t&rminos que le fi' naturaleza"#@. 5oncurrían en &l todas las prendasque da la fortuna dulzura ! claridad en la voz, suavidad en la pronunciaci'n, laque era tan fina ! propia en ambas lenguas como si cualquiera de ellas le fueranatural. *ero de todo esto no había aún sino la esperanza; sobre todo, lo grandeen &l era la circunspecci'n, constancia ! fortaleza para resistir a los miedos !dolores. <5on cu4nta firmeza de 4nimo, con cu4nto pasmo de los m&dicos sufri'las incomodidades de una enfermedad de ocho meses= <5'mo me consol' a mí ensu último aliento= <3 c'mo en medio de sus delirios s'lo en las letras no deliraba=/5'mo tuve valor para ver !o mismo tus oos cuando se iban apagando, oh vanaesperanza mía"#A, ! cuando tu +-@+  espíritu desamparaba al cuerpo1 /5'mopude !o vivir despu&s de haber abrazado tus miembros fríos ! sin vida ! despu&sde haber recibido tu último aliento1 Bien merecidos tengo los tormentos !pensamientos que día ! noche me asaltan. /5onque te he venido a perder cuando,

adoptado por un c'nsul, ! destinado para ser !erno de un pretorio tu!o, fundabaslas esperanzas de un padre no menos con la de tus honores venideros que con lasmuestras de que aspirabas a la gloria de la elocuencia 4tica, troc4ndose todo estoen da$o mío1 Tome, pues, venganza de un padre que pudo vivir despu&s deperdido un hio, !a que no el deseo de la vida, a lo menos el sufrimiento einfelicidad con que la paso. 0ue no hemos de echar toda la culpa a la fortuna. 3 sialguno es miserable por mucho tiempo, en &l est4. *ero vivo, ! al cabo se har4preciso buscar algún medio para alargar la vida; pues hemos de dar cr&dito a loshombres m4s sabios, que dieron no haber otro consuelo contra las miserias de la

 vida que las letras.

 3 si alguna vez llega a calmar la fuerza de mi dolor de tal modo que algún otropensamiento ponga fin a mi llanto, con usta raz'n pedir& se me disculpe estadigresi'n"#C en la obra emprendida. /0ui&n, pues, se admirar4 de que ha!a !o

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interrumpido el curso de mi estudio, teniendo m4s usta raz'n de admirarse si asíno lo hubiera practicado1 8dem4s de esto, si en lo restante de mi obra algunacosa no correspondiere a lo primero en la pulidez, atribú!ase a mi ignorancia o ami mala fortuna; pues !a que no +-A+  se ha!a apagado del todo aquel primerfuego con que comenc&, /qui&n duda que a lo menos se habr4 algún tantoamortiguado1 8lent&monos, pues, m4s por esta misma raz'n, porque así como seme hace difícil llevar este golpe ! vida miserable, es f4cil por lo mismo eldespreciarla. 3 por lo mismo que !a me hizo infeliz, me puso en la seguridadcierta de no gustar otra vez este trago tan amargo. Di por algún motivo puedotener por bueno este mi trabao, es porque !a no puedo emplearme en otra cosaque pueda servirme de utilidad que si en esta obra ha! alguna, a otros tocar4, noa mí. 3 así me vendr4 a suceder con este mi trabao puntualmente lo mismo quecon los bienes de mi patrimonio, que habi&ndolos destinado para unos, entrar4notros a disfrutarlos.

  +-C+ 

Capítulo I. De la peroraciónTiene dos partes, recapitulaci'n ! afectos.+E. 8qu&lla sea breve ! variada porfiguras. 9e este único modo entendieron el epílogo los atenienses ! fil'sofos.*uede usarse tambi&n de ella en otras partes de la oraci'n.+EE. 9el movimiento deafectos #.F 9e parte del acusador. 6citando el odio, aborrecimiento ! la ira.*intando el delito de que acusa como el m4s atroz o como la cosa m4s miserable.9ebe apartar al uez de la misericordia que implorar4 el reo. ".F 9e parte del quedefiende. 0u& cosas suelen recomendar ! favorecer al que se halla en peligro. La

compasi'n se mueve pintando los males que el reo ha padecido o padeceactualmente, o los que le aguardan si es condenado. 6ntonces vienen bien lasprosopope!as. :unca debe implorarse por mucho tiempo la compasi'n.+EEE.6cítase !a con hechos, !a con palabras. Di con hechos o ademanes convienerevestirse del car4cter miserable del reo.+EV. :inguno se empe$e en mover lasl4grimas si no tiene para ello mucha destreza. 5'mo se desvanecer4 lacompasi'n. 9e los epílogos m4s sosegados. 6n toda la oraci'n se han de mover losafectos.

 8 todo lo dicho se sigue la peroraci'n, que unos llaman complemento de la

oraci'n ! otros conclusi'n. Dus partes son recapitulaci'n ! movimiento de afectos.E. La recapitulaci'n ! repetici'n de todo lo que antes hemos dicho, que los griegosllaman anacephaleosis, ! algunos de los latinosenumeraci'n, no solamenterefresca la memoria del uez poni&ndole bao un golpe de vista todo el discurso,sino que, si antes no se movieron los o!entes con cada cosa de por sí, se mover4ncon todas ellas untas. *ero lo que aquí se repita ha de ser mu! por encima; +-G+  porque de lo contrario sería otro nuevo discurso. 9ebe cuidarse de darnuevo peso a lo que decimos, vari4ndolo con sentencias ! figuras acomodadas;porque no ha! cosa m4s odiosa que la repetici'n que se hace en los mismost&rminos, como si desconfi4ramos de la memoria del uez. Ha! varios modos de

hacerla, ! es mu! lindo aqu&l de 5icer'n contra Verres (C, número #@) Di elpadre mismo de Verres fuera el uez, /qu& diría, viendo estas pruebas1 3 de ahícomienza la recapitulaci'n. 6n la misma oraci'n da principio por la invocaci'n de

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los dioses a todos los hurtos con que despo' sus templos siendo pretor (número#G).6sta única manera de epílogo reconocieron algunos de los atenienses ! fil'sofosque escribieron de elocuencia. 6l fundamento de esta opini'n de los atenienses nocreo ha!a sido otro que el estar prohibido en su ciudad el que los oradoresmoviesen los afectos"#G. 9e los fil'sofos no me admiro tanto, porque ellos tienenpor mengua del hombre el apasionarse"#I; ! el valerse de los afectos para apartaral uez de la usticia lo tienen por aeno de cualquier hombre de bien. 8unque sino ha! otro medio que los efectos para salir con la raz'n que nos asiste !conseguir el bien común, vendr4n por último a admitirlos.6n lo que convienen todos, es en que cuando la causa es varia ! contiene muchosargumentos ! pruebas, tiene entrada la recapitulaci'n en todas sus partes, asícomo ninguno +-I+  duda que en los asuntos sencillos ! cortos no es necesaria.6sta parte conviene tanto al acusador como al abogado.EE. 8mbos dos usan comúnmente de unos mismos afectos, aunque el acusador

menos veces que el abogado, porque &ste debe mover al uez, el otro calmar lapasi'n que en &l se ha!a movido. 8unque alguna vez el acusador llora porcompasi'n del mismo reo contra quien se dirige, ! &ste eplica sus queas a vecesen fuerza de la atroz calumnia ! conspiraci'n contra &l levantada. 6s mu! útilseparar estos oficios, en los que por lo común se observar4n, como he dicho, lasle!es de un eordio, aunque aquí con m4s libertad ! vehemencia. 6n el eordionos pretendemos ganar a los ueces con m4s moderaci'n, como que, faltando aúntoda la oraci'n, nos contentamos con insinuarnos en su gracia. *ero en el epílogose trata de ecitar en el uez aquella pasi'n de que nos conviene est& revestidopara sentenciar, porque como es la última parte, !a no nos queda otro momento

para inclinar su 4nimo hacia nosotros. *or donde es común a ambas partes elconciliarse al uez, apartarle del contrario, mover los afectos ! calmarlos. Jnacosa debo aquí advertir brevemente tanto al acusador como al abogado del reo, !es que pongan a la vista en esta parte todas las fuerzas del discurso, ! entre milcosas ! epresiones que puedan contribuir para conciliarle la misericordia o eldesprecio, el favor o la indignaci'n de los ueces, eche mano tan solamente deaquellas que a &l mismo le moverían si estuviese en su lugar. *ero meor es tratarcada cosa de por sí.7.F 3a hablamos arriba cuando se$alamos las le!es del eordio de lo que sirvepara que el acusador se concilie el favor de los ueces. *ero ha! ciertas cosas que,

bastando el insinuarlas en el eordio, es necesario esforzarlas en la peroraci'n,como si la acusaci'n es contra algún poderoso aborrecido de todos, ! malquisto operudicial al común, +#-+  ! si de condenarle resulta gran loa a los ueces oignominia de absolverle. 8sí 5alvo dio mu! bien a los ueces contra

 Vatinio""- Todos sab&is que ha cometido soborno, ! todo el mundo sabe queest4is persuadidos de ello. (",Verrinas 7, etc.) 5icer'n dice tambi&n contra

 Verres que se puede reparar la ignominia de los uicios anteriores condenando alreo, que es uno de los modos sobredichos. Di alguna vez conviene reconvenir a los

 ueces con el temor de lo por venir, como &l mismo lo practica, nunca meor queen el epílogo debe hacerse. 3a die en otro lugar cu4l era mi opini'n sobre este

punto.6n esta parte suele tambi&n moverse la ira, la envidia ! el odio con m4s libertadque en ninguna otra. Moveremos la envidia contra el reo gan4ndonos el 4nimo !

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gracia del uez, el odio con la infamia del mismo reo; ! la ira del uez si hacemos ver que se halla ofendido por aqu&l, especialmente si es obstinado, arrogante ! secuenta por seguro de la sentencia contraria. Los ueces no solamente suelenmoverse por algún dicho o hecho, sino con el gesto, trae ! adem4n. Me acuerdoque siendo !o mozo dio, ! no mu! mal, un acusador de 5osuciano 5apit'n estasentencia en griego, que vuelta en latín quiere decir 8un de tener al 5&sar seaverg>enza.6l meor modo de mover los afectos un acusador ser4 si hace ver que el delito deque acusa el contrario no solamente es m4s atroz, sino (si es posible) el m4s dignode compasi'n.La atrocidad nace de las circunstancias cu4l es el delito, qui&n lo cometi', contraqui&n, con qu& intenci'n, en qu& lugar ! tiempo ! de qu& manera. Todas las cualestienen mil vueltas ! revueltas; verbigracia /:os queamos de que alguno ha!apuesto la mano a otro1 *rimeramente se considerar4 +##+  el delito en sí; ensegundo lugar la circunstancia de la persona, si era anciano, ni$o, magistrado,hombre de bien ! benem&rito del público. 8dem4s de esto, si el delincuente erapersona vil ! despreciable o, por el contrario, demasiado poderoso; si estedesacato lo cometi' quien menos convenía; si fue en día festivo o cuando en eltribunal se ventilaba alguna causa de esta naturaleza, o en tiempo que afligíaalguna calamidad al 6stado; si en el teatro, si en el templo o en alguna públicaconcurrencia. 8um&ntase el aborrecimiento si esto lo hizo de pensado ! no porequivocaci'n o movido de un arrebato de ira, o si fue movido de la ira por habersido inusta; como, por eemplo, por haber el agraviado defendido a su padre, porhaber respondido, o porque pretendía los mismos honores que el inuriador.%inalmente, si pretendi' pasar aún m4s adelante de lo que hizo. 5ontribu!etambi&n no poco para aumentar la atrocidad del hecho el proponerlo congravedad ! revestirlo con cierto aire de ignominia. 8sí 9em'stenes ecita elaborrecimiento contra Midias, se$alando la parte del cuerpo donde hizo la herida,

 ! pintando el mismo rostro ! trae del agresor. Di se trata de alguna muerte,consideraremos si fue con pu$al, con fuego o veneno; si con una pu$alada o conmuchas; si fue repentina o a fuerza de tormentos; pues estas cosas agravan eldelito.Tambi&n el acusador suele valerse de la pasi'n de la misericordia o que4ndose !lament4ndose de la situaci'n del mismo enemigo, o del abandono ! desamparo enque quedan sus padres o hios""#. Tambi&n se vale para mover al uez a la usticiade los males que resultar4n en lo por venir si se disimula el delito. 6s a saber quehabr4 que +#"+  desamparar las ciudades ! los bienes, so pena de sufrircuantos insultos se les antoe a nuestros enemigos.*ero lo común es el apartar el acusador al uez de la conmiseraci'n adonde el reoquiere acogerse, anim4ndole a hacer el oficio de la usticia sin atender a respetoshumanos. 3 para esto se anticipar4 a desvanecer todo lo que el reo podr4 decir ohacer despu&s. 6sto no solamente pone m4s en alerta al uez para no dearsedoblegar faltando a su obligaci'n, sino que cierra la puerta a las plegarias del reo,no pareciendo !a cosa nueva lo que se diga en su favor por haberse anticipado adeshacerlo el acusador. /0u& m4s1 8 veces se le advierte al uez la respuesta quepodr4 dar a las súplicas del reo, que es una especie de capitulaci'n.".F *or el contrario, para recomendaci'n de la persona que est4 en riesgo sealegar4 la dignidad del sueto, sus buenos deseos e intenciones, las heridas

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recibidas por la patria, la nobleza ! servicios de sus abuelos. 9e uno ! otro se valieron como a competencia 5icer'n ! 8sinio, el primero defendiendo al hio, elsegundo al padre. Dirve tambi&n la causa de verse en peligro, como el habersemalquistado por alguna acci'n loable, virtuosa, humana ! misericordiosa. 6n estecaso con cierta usticia eigimos del uez los mismos buenos oficios que al reo lehicieron reo, ! entonces a$adiremos que esto redunda en bien del público, engloria del mismo uez, sirviendo para eemplo ! memoria de la posteridad.Dobre todo aprovecha el ecitar la conmiseraci'n, la que no s'lo mueve a los

 ueces, sino que los obliga a manifestar con las l4grimas el movimiento interior.6sto se logra pintando los males que ha sufrido el reo, los que actualmentepadece o los que le aguardan si se le condena, los cuales en cierto modo seaumentan coteando el estado de que ca!' con el que le espera. *ara lo que vamucho a decir la edad, seo ! sus prendas amadas; digo los +#+  hios, padres

 ! parientes; todo lo cual se tratar4 con variedad. 8 veces el mismo abogado sereviste de la persona de los tales <Enfeliz ! desgraciado de mí= (5icer'n en la deMil'n). *udiste tú, oh Mil'n, traerme por medio de &stos a la patria, /! no he depoder !o conservarte en ella por medio de los mismos1 3 mucho m4s, cuando lasúplica no est4 bien en boca del reo como entonces sucedi'. *orque /qui&nhubiera permitido a Mil'n suplicar en su favor siendo homicida de un hombrenoble, cuando &l mismo confesaba que ustamente le había quitado la vida1 3 asíel abogado con aquella su resoluci'n se gan' la benevolencia e hizo el oficio delreo con sus l4grimas.

 8quí es donde cuadran mu! bien las prosopope!as o razonamientos en boca deotras personas, cuales son las que convienen al acusador ! abogado. 5ontribu!etambi&n para mover el introducir hablando a las cosas inanimadas o el hablar conellas. 8simismo mueve los afectos el hablar en boca de los mismos que interesanen la causa. 9e este modo parece que el uez est4 o!endo los queidos ! lamentosde los miserables, cu!a vista le enternecería aun cuando no hablasen palabra, asícomo le harían compadecerse m4s si estos lamentos ! queas saliesen de su boca,así son m4s eficaces para mover cuando el abogado se lamenta en persona deellos mismos, como vemos en las tablas que la voz ! pronunciaci'n de losrepresentantes bien remedada ! acompa$ada con la m4scara de quienrepresentan contribu!e a mover los afectos. *or donde, aunque 5icer'n nointroduce suplicando a Mil'n, antes recomienda su causa por medio de aqu&lla su

 vehemencia, con todo en persona del mismo da aquellas queas ! lamentos que nodesdicen de un hombre esforzado. <2h afanes ! trabaos míos, dice, tomados en

 vano= <2h enga$osas esperanzas= <2h vanos pensamientos míos=*ero no deben durar por mucho tiempo semeantes queas, porque no en vano sedio que ninguna cosa se enuga m4s pronto que las l4grimas. (5icer'n, libro E dela Envenci'n). *orque si los sentimientos aun cuando verdaderos tienen fin, muchomenos durar4n los que el orador finge, en los que si se detiene mucho se cansa elauditorio con las l4grimas, se aquieta, ! perdiendo aquel primer ímpetu, luego sepone en raz'n. :o demos, pues, lugar a que se resfríe aquel primer afecto, !avivado !a lo bastante, suspend4moslo; pues no debemos pretender que los malesaenos se lloren por mucho tiempo. 3 si en alguna cosa debe ir en aumento laoraci'n en &sta es, puesto caso que cuando a lo que primero se dio no se puededar nuevo aumento, cuanto se le a$ada sirve para disminuirlo; ! los afectos,cuando van a menos, f4cil cosa es que desma!en ! se agoten.

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EEE. :o s'lo se hace llorar con palabras, sino con el adem4n; ! así est4 puesto encostumbre el poner a la vista en trae miserable a los que est4n en peligro, a sushios ! padres, ! vemos todos los días presentar el acusador el pu$alensangrentado, los huesos sacados de las heridas, los vestidos salpicados desangre, las heridas desatadas ! el cuerpo lleno de cardenales. Todo esto tienemucha fuerza, como que pone la cosa a la vista. La preteta""" de ?ulio 5&sar,arroada en la curia, llen' de furor al pueblo romano, ! aunque sabía que se habíacometido este asesinato, como que allí mismo se puso el cad4ver en una camillacon todo el vestido salpicado de sangre, represent' tan al vivo el hecho, que noparecía ser cosa pasada, sino que entonces le estaban asesinando.:o por eso apruebo lo que leo haberse practicado, ! aun !o mismo he visto, quees poner un lienzo en que estaba pintado el reo sobre la estatua de ?úpiter"" paramover a los ueces. /0u& orador habr4 tan principiante que piense +#@+  quesemeante pintura podr4 hablar con m4s energía que su mismo razonamiento1*ero s& que al hacer una viva pintura de la miseria e infeliz situaci'n ! aun del

trae mismo de los parientes del reo, contribu!' mucho a veces para salvarle. 3así el suplicar a los ueces por las prendas m4s amadas del reo, si es que tienemuer e hios, o padres, es cosa útil. Tambi&n el invocar a los dioses puedeparecer nacido de que la conciencia de nada remuerde; asimismo el arrodillarse !abrazar las rodillas del uez a no impedirlo la demasiada dignidad de la persona, ola indignidad del reo, o su mala vida pasada. Ha! cosas que piden representarsecon la misma viveza que sucedieron. *ero de tal suerte ha de confiar el orador ensu buena causa, que su misma seguridad no le da$e.6n medio de todo lo dicho, lo que sirvi' m4s para sacar libre a L. Murena de laacusaci'n de los hombres m4s respetables de Koma fue persuadir 5icer'n a los

 ueces que no había cosa meor ni m4s útil, conforme el estado que entonces teníala república, que comenzar el consulado el día antes de las calendas de 6nero.(*or Murena, número CI). *ero !a todo esto casi est4 abolido, pues como todo elgobierno recae sobre el cuidado ! protecci'n de uno s'lo, no puede ningunohallarse en peligro por semeantes disputas.He untado los oficios del reo ! acusador, porque en los peligros es donde m4striunfan ! tienen lugar los afectos, pero s&pase que toda causa admite estos dosg&neros de peroraci'n, esto es, la que depende de la recapitulaci'n de pruebas !&sta de los afectos, si el litigante est4 en peligro de perder su estado o reputaci'n.*orque el querer usar de semeantes epílogos afectuosos en pleitos de poca

monta, es lo mismo que ponerle a un ni$o la m4scara ! calzado de gigante.Me parece digno de advertirse que la ma!or dificultad +#A+  del epílogo, segúnmi uicio, consiste en el modo de conformarse el semblante del reo con lo que vadiciendo el orador. *orque algunas veces la ignorancia, rusticidad, rigidez !deformidad del litigante suele acarrear frialdad, ! de esto debe guardarse muchoel orador. He visto alguna vez a los litigantes que manifestaban displicencia de loque el orador decía, que estaban mu! serenos, ! aun los he visto reír mu! fuerade saz'n, ! causar tambi&n risa al auditorio con algún adem4n ridículo,especialmente cuando hacían ciertos movimientos como si fueran c'micos.

 8lguna vez he visto que el mismo abogado de la causa pas' a los asientos de

enfrente una ni$a, hermana, según se decía, del contrario, que no queríareconocerla, como para ponerla en los brazos de su hermano; pero &ste por avisomío se apart' a un lado. 6ntonces el abogado, sin embargo, que era hombre

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elocuente, a vista de una cosa tan no esperada, enmudeci' ! con mucha frialdadse volvi' con la ni$a.2tro pensaba que hacía un gran favor a una muer reo presentando allí la imagende su marido difunto, pero hizo mucho reír con esta pasmarota. *orque comoaqu&llos que se la habían de alargar a su tiempo no sabían el principio delepílogo, siempre que el orador se volvía hacia donde estaban ellos se alargaban a

 vista de todos, hasta que últimamente mostr4ndola al auditorio la misma figurahorrible de la imagen (que estaba sacada del cad4ver de aquel hombre !aanciano) hizo que perdiese el orador todo el fruto de su oraci'n.Bien sabido es el pasae de lic'n 6spiridi'n. *reguntando &ste a un ni$o que &lmismo llev' al tribunal por qu& lloraba *orque el a!o, respondi', me tirapellizcos. *era para conocer el inconveniente que ha! en semeantes epílogos, noha! cosa meor que aquel cuento de 5icer'n contra los 5epasios.Todo esto podía pasar, porque al cabo puede remediarse +#C+  variando eladem4n. *ero los que no saben salir del carril ! estilo !a usado, o callan ensemeantes lances o vienen a decir mil impropiedades. 5u4les son *ostrado est4 a

 vuestros pies para suplicaros. 3 6l miserable est4 abrazado con sus hios. 3 Miradc'mo me llama. 8unque el reo no haga nada de lo que el abogado dice. Lo mismodigo de aquellos defectos ! alharacas que se aprendieron en la escuela, en dondelibremente ! sin peligro de que nos reprendan se finge cualquier cosa, porque allíse considera como hecho sucedido lo que se nos antoa. *ero semeantes ficcionesno cuadran despu&s con la pr4ctica del foro. 3 así 5asio respondi' con muchagracia a un abogado principiante, que decía /*or qu&, oh Devero, me miras conese mal ce$o1 :o hacía !o tal cosa por vida mía (respondi' el otro), sino que así lotraías escrito en el papel; pero mira. 3 entonces le ech' una terrible mirada.EV. 8dvierto, sobre todo, que ninguno que no tenga habilidad para ello intentemover a l4grimas. *orque así como &ste es el afecto m4s fuerte de todos, así si nose logra ecitar se resfría ! vale m4s el no procurarte cuando no se puede lograr,content4ndose con el movimiento interior de los ueces; porque en semeanteslances la mudanza del semblante, la voz lastimera ! el aspecto del reo conmovidopara por lo común en risa de los que no pudimos mover. Mida, pues, con cuidadoel abogado hasta d'nde puede ra!ar en estos afectos, ! advierta qu& obra tangrande es la que emprende; bien entendido que, si no mueve a l4grimas, mover4 arisa, porque no ha! medio.:o solamente es oficio del epílogo el mover la compasi'n, sino el desvanecerla, !aen la serie de lo mismo que dice el orador, !a con algunas chanzas ! dichosgraciosos para contener ! ataar los afectos que en los ueces puedan habermovido las l4grimas de los contrarios ! hacerlos cumplir con lo que pide la

 usticia. 5omo si decimos +#G+  9adle pan al ni$o para que no llore. 8simismodio un abogado a su contrario que era bastante membrudo, defendiendo la causade un ni$o, que &l mismo arrim' unto a los ueces /0u& har&1 !o no puedollevarte en hombros.*ero debe cuidarse que en esto no remede a los c'micos, ! así no apruebo a aqu&lque fue el m4s se$alado entre los oradores de su tiempo, el cual habiendo en elepílogo sacado en medio unos ni$os, comenzaron a coger unos dados que &lmismo había arroado en tierra, porque esta ignorancia del riesgo en que su causase hallaba pudo ser digna de compasi'n. :i tampoco apruebo a aquel otro, elcual, viendo que el contrario sac' una espada desenvainada con que decíahaberse hecho la muerte, ech' a huir cubri&ndose la cabeza, ! acerc4ndose a uno

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de la concurrencia, preguntole como asustado si se había ido el de la espada.*ues aunque hizo reír, pero fue con una ridiculez. Demeantes espantaos los debedesvanecer el orador en su discurso. 5icer'n con mucha gracia habl' contra elque mostr' la imagen de Daturnino en la defensa de Kabirio, ! en la de Varenocontra aquel oven que desataba la herida en el tribunal.Ha! otros epílogos no tan turbulentos, en los cuales satisfacemos a los contrariossi son personas de respeto, o les hacemos amigablemente alguna ehortaci'npara la paz ! concordia. 8sí lo hizo con admirable destreza *asieno en ciertopleito sobre intereses que tenía 9omicia con su hermano 6nobarbo. 9espu&s dehaber hablado largamente del parentesco ! bienes que tenían de sobra,a$adi' 9e ninguna cosa ten&is menos falta que de lo que es el motivo de vuestropleito.

 8unque el lugar propio de los afectos es el eordio ! epílogo (en dondeciertamente se usan con m4s frecuencia), con todo no caen mal en cualquier partede la oraci'n, pero deben ser m4s moderados, especialmente cuando su ma!orfuerza debe reservarse para el fin. *ero en +#I+  el epílogo conviene empleartodas las riquezas del arte, porque con esto triunfamos de los 4nimos si en lodem4s de la oraci'n hicimos nuestro deber. 9espu&s de haber salvado todas lasasperezas ! dificultades de la oraci'n, debemos en &l etender las velas; !consistiendo la principal amplificaci'n del epílogo en las epresiones ! sentencias,podemos aquí echar mano ! emplear todos los adornos. 6ntonces conviene moverel teatro cuando hemos llegado, digamos así, al plaudite. *ero en lo dem4s de laoraci'n se manear4n los afectos como lo pida la ocasi'n; porque ninguna cosaatroz o miserable debe contarse sin afectos. 6n causas sobre la cualidad de unaacci'n se a$adir4n despu&s de cada prueba. 5uando tratamos una causa, quepuede dividirse en muchas partes, usaremos de varios epílogos; como lo hace5icer'n contra Verres, pues llora ! se compadece de los tormentos de %ilodamo,de los capitanes de navío, de los ciudadanos romanos ! de otros muchísimos.

  +"-+ 

Capítulo II. De los afectosE. 6n los afectos es donde m4s resalta la elocuencia.+EE. 0u& son pasiones !costumbres.+EEE. 6l orador, para mover, debe estar primero movido. 5'mo seconsigue esto.

E. 8unque esta parte de las causas udiciales sea la principal donde tienen lugarlos afectos, ! de ellos he hablado !a por necesidad alguna cosa, no he podidohablar cuanto ha! que decir en la materia. *or lo que falta aún mucho (! es loprincipal), !a para salir con nuestro intento, !a para mover los 4nimos de los

 ueces a lo que queremos, que es lo m4s dificultoso en la elocuencia. 3 es tanto loque se ofrece que decir, que cuanto he dicho s'lo sirve para hacer una rese$a delo que faltaba, mostrando antes qu& era lo que debe practicarse que el modo deconseguirlo. 8hora, pues, conviene tomar el principio de m4s arriba.:o solamente tienen lugar los afectos en cualquier parte de la oraci'n, como llevo

dicho, sino que &stos no son de una sola naturaleza ni se han de moverpasaeramente, como que son los que dan ma!or fuerza al discurso. *orque parainventar todo lo dem4s ! valerse de ello con utilidad, quiz4 bastar4 cualquier

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ingenio por mediano que sea, ! m4s si le acompa$a la instrucci'n ! el eercicio.Ha!, ! siempre ha habido, muchos que discurrieron con bastante acierto laspruebas de la oraci'n, ! esto! tan leos de despreciarlos, que los tengo por dignosde alabanza, como que se distinguieron en informar plenamente a los ueces. 3 sihe de decir mi sentir, en punto de bien hablados, pueden poner c4tedra. *ero noson tantos los que saben mover ! manear a su antoo los 4nimos de los ueces !las epresiones propias de compasi'n ! de ira.6sto es lo que m4s cuesta en las causas forenses, esto +"#+  es lo que sostienela elocuencia. *orque pruebas ! razones la misma causa por lo común nos lasofrece, las que siempre abundan en la que es meor. 9e manera que el que tieneun buen pleito o razones que le asistan, s'lo podr4 decir que no le faltar4abogado; pero hacer, digamos así, violencia al 4nimo del uez ! apartarle de lomismo que conoce, esto ha de ser obra del orador. 6sto ni se puede lograr con elinforme del litigante, ni se aprende en los libros. Las razones consiguen que los

 ueces conozcan que la usticia est4 de nuestra parte, los afectos que nos laquieran hacer. 5uando quieren hacerla !a se persuaden que ha! raz'n para ello.5uando un uez comienza a enoarse, favorecer, aborrecer ! compadecerse, tiene

 !a por causa su!a la nuestra""7, ! así como los amantes no pueden ser ueces dela hermosura que aman, porque el amor sirve de velo a los oos, así al uez leanublan los afectos para que no conozca la verdad, de4ndose arrebatar de sucorriente sin poder otra cosa. La sentencia del uez manifiesta lo que lograron lasrazones ! los testigos; pero cuando est4 movido por el orador sin acabar de oír !aun antes de levantarse de su puesto, confiesa lo que pasa all4 en su interior. 3 sino, cuando conseguimos ecitarle a l4grimas con los afectos del epílogo, /no esaquello dar !a la sentencia1 *ues a esto deben encaminarse los esfuerzos delorador ! en esto ha de trabaar, ! sin ello lo dem4s es una insulsez ! sequedaddesapacible. Tan cierto es, que los afectos son el alma de la oraci'n.EE. 6n &stos ha! dos especies, como hallo en los antiguos fil'sofos; a la una llamanlos griegos pathos, que a la letra podemos traducir pasi'n; la segunda ethos, queaunque no tiene nombre correspondiente al griego, podemos llamarla costumbre,de donde tom' el nombre la filosofía moral. *ero si eaminamos bien la cosa, lallamaremos meor cierta propiedad de las costumbres, pues a ella se +""+ reducen todos los h4bitos del alma. Los autores m4s circunspectos antesquisieron eplicar la significaci'n de estos nombres, que interpretarlos a la letra.6ntre estas dos especies de afectos unos son fuertes ! vehementes, los otrosapacibles; por aqu&llos el hombre se mueve arrebatadamente, por &stos conmansedumbre; los unos dominan, los otros persuaden al hombre; los unos sirvenpara ecitar los movimientos del 4nimo, los otros para ganarse la benevolencia.6pliquemos algo m4s la naturaleza de las costumbres, que por el nombre no seda bastante a conocer. Degún mi corto entender, costumbres(que es lo que m4sencargo a los oradores) consisten en un car4cter que se haga distinguir entretodo por la bondad, no solamente dulce ! apacible, sino agradable ! humano. *aralo cual debe epresar las cosas como pide la naturaleza de cada una de ellas, paraque se descubra en el mismo modo de decir la índole del orador. 6ste car4ctertiene lugar entre personas mu! unidas, como cuando sufrimos, perdonamos,satisfacemos ! aconseamos sin ira ni desabrimiento. 5on todo eso, de distintamanera trata un padre a un hio, un tutor a su pupilo, un marido a su consorte,porque &stos siempre muestran amor a los mismos que les hacen alguna sinraz'n,

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 ! si hacen odiosos a los tales, es mostrando que los aman. 9e distinta manera sepinta la naturaleza ! costumbres cuando un anciano sufre la inuria de un oven, oun hombre condecorado es inuriado de palabra por otro inferior en condici'n. 8lsegundo debemos pintarle fuertemente indignado, al primero s'lo resentido.5ontribu!e tambi&n para ecitar el odio contra nuestro contrario el ceder !rendirnos a su prepotencia, que es darle en cara t4citamente con su desenfrenadopoder""@; +"+  pues en el hecho de rendirnos damos a entender que su poderes ecesivo. Los que desean maldecir ! los que afectan ser libres en hablar, nosaben que puede m4s la envidia ! odio que una inuria de palabra, porque aqu&llahace odioso al contrario, &sta a nosotros mismos que la decimos.Todo lo que llevamos dicho pide que el orador sea afable ! humano. Las cuales

 virtudes debi&ndolas aprobar el orador (si puede ser) en el litigante, mucho m4sdebe &l mismo poseerlas o manifestar que las tiene. 9e este modo servir4 demucho a su causa, pues su misma bondad har4 creer que es buena la que &ldefiende, porque el que es tenido por malo cuando defiende, seguramente hacemal su oficio, pues no parece defender una causa usta; de lo contrario tendría elcar4cter de bondad. *or lo cual debe usar de un modo de decir suave ! apacible, !desechar toda hinchaz'n ! arrogancia. Basta que hable con propiedad ! que d&gusto, usando de un lenguae natural ! del estilo mediano, que es el que m4scuadra para esto.Mu! distinto de &ste es el lenguae pat&tico, que !o llamo afectuoso. *ara meordistinguir estos dos modos de decir, digo que el primero es semeante a lascomedias, ! el segundo a las tragedias. 6ste último versa acerca de la ira, odio,miedo, envidia ! compasi'n. 3a diimos hablando del eordio ! epílogo, ! cadacual por sí mismo sabe c'mo se han de mover estas pasiones.6l miedo es de dos maneras, el que tenemos nosotros ! el que infundimos a losdem4s, ! del mismo modo se entiende el aborrecimiento, el uno constitu!e alenvidioso o al que lo tiene, el otro al envidiado o aborrecido. ste lo padecemosnosotros, aquel otro debemos ecitarle contra el reo, que es en lo que m4s trabaael discurso. Ha! cosas +"7+  que de su!o son graves, como el parricidio, lamuerte ! el dar veneno, otras donde el orador debe trabaar para que lo parezcan.6sto sucede cuando manifestamos que nuestro mal ecede ! sobrepua a otrosaunque graves, como 8ndr'maca en Virgilio, 6neida, . "#

  Oh tú de Príamo hija afortunada,

Cuando a la vista de los patrios muros,

De Aquiles en el túmulo acabaste,

Dichosa más que todas, etc.

9onde se ve cu4n lastimosa era la desgracia de 8ndr'maca, cuando en sucomparaci'n fue dichosa la muerte de *alíena. 2 cuando ponderamos tantonuestro mal que aunque sea ligero lo pintamos como intolerable; verbigracia Dile hubieras s'lo puesto la mano, no merecías disculpa; /qu& diremos habi&ndoleherido1 *ero de esto trataremos m4s a la larga en la amplificaci'n.Baste por ahora decir que los afectos no solamente pintan la compasi'n ! la

gravedad que en sí tiene la cosa, sino que hacen parecer intolerable mal lo quesuele ser peque$o, como cuando decimos que una inuria de palabra es ma!or queuna de obra, que es m4s sensible el castigo de infamia que la muerte. La fuerza

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de la elocuencia consiste, no precisamente en causar en el uez los afectos que lecausaría la misma naturaleza de la cosa, sino en ecitar los que no tiene, o si lostiene avivarlos m4s. 9e aquí nace la gravedad de un discurso de a$adir nuevoscolores a la indignidad, dificultad ! vileza de las cosas, en lo que 9em'stenesaventa' a todos.EEE. Di no hubi&ramos de decir m4s de lo que otros ense$aron, lo dicho bastaba,pues de cuanto hemos leído o aprendido nada hemos omitido que nos ha!aparecido bueno. *ero !o pretendo penetrar hasta lo m4s rec'ndito de la materia, !tratar aquí lo que no vi en otros, sino que me lo ha ense$ado la misma eperiencia

 ! mi cuidado""A. +"@+  6l principal precepto para mover los afectos, a lo que !oentiendo, es que primero estemos movidos nosotros. Dería por cierto una ridiculezel aparentar llanto, ira e indignaci'n en el semblante, ! que no pasase esto debotones adentro. /0u& otro motivo ha! para que uno que padece una calamidadque le acaba de suceder prorrumpa en eclamaciones las m4s epresivas, ! paraque otro, aunque sea hombre sin letras, hable con elocuencia cuando est4enoado, sino el que en los tales habla la fuerza del alma ! los afectos verdaderos1*or donde si queremos hablar con verosimilitud, hemos de parecernos en losafectos a los que sienten de veras, ! que hablemos con aquella viveza desentimientos de que queremos que se revista el uez. /5'mo se doler4 &ste si veque !o no me duelo1 /5'mo se irritar4 si no se irrita el orador que pretendeecitar en &l esta pasi'n1 2 /c'mo llorar4 si le ve a aqu&l mu! sereno1 :o puedeser; porque ninguno se abrasa sino con el fuego, ni se ablanda sino con lasl4grimas, ni alguno puede dar el color que no tiene. *rimeramente, pues, nosdebemos mover nosotros ! sentir compasi'n si queremos que se mueva el uez./3 c'mo nos moveremos nosotros1 (porque no est4n los afectos en nuestra mano).*rocurar& satisfacer a esta duda. Lo que los griegos llamanfantasía entre nosotrosse llama imaginativa, ! por ella se nos representan con tanta viveza las cosasausentes que parece tenerlas a la vista. 9igo, pues, que el que pueda concebirsemeantes im4genes, ese tiene muchísimo adelanto para revestirse de losafectos. 9e aquí es que al que se representa con viveza ! como +"A+  son en sílas cosas, las voces ! las acciones de las personas, le llamamos hombre de buenafantasía oimaginativa, lo que lograremos si queremos.*orque estas representaciones de que hablamos de tal suerte nos siguen en elreposo del alma (como si fueran ciertas esperanzas vanas !, para decirlo así,sue$os que tenemos despiertos), que nos parece a veces que vamos de viae, queestamos en una batalla, que navegamos, ! que arengamos al pueblo, ! aun alguna

 vez que disponemos de los bienes que no tenemos, todo esto tan vivamente, queno parece pasar por la imaginaci'n, sino que realmente lo hacemos. *ues /porqu& no sacaremos utilidad de este defecto de nuestra imaginaci'n1 *aralamentarme de un homicidio, /no me pondr& a la vista cuanto es verosímil quesucediese cuando se cometi'1 /:o pintar& al agresor acometiendo violentamente1/:o me imaginar& al que fue muerto poseído de temor dando voces, haciendo milplegarias ! hu!endo1 /:o me representar& al agresor levantando el pu$al ! alotro ca!endo en tierra1 /:o me imaginar& con viveza el correr de la sangre, lapalidez, los gemidos ! las últimas boqueadas1

 8 todo lo dicho deber4 acompa$ar lo que llama 5icer'n ilustraci'n ! evidencia,por la que no tanto parece que referimos cuanto que representamos las cosas a

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los oos, a lo que siguen los mismos afectos que si las estuvi&semos viendo. 8quípertenecen aquellas im4genes de Virgilio

  a madre recibi! la triste nueva,

" al punto el natural calor la deja,

" ella la tela # la labor que tiene

$ntre manos con otros instrumentosDe tejer, etc.

 3 aquella otra del libro ##. 7-

  $n aquel blando pecho vio la herida

Abierta.

  +"C+ 

La del caballo de *alante en su funeral

  %u brioso caballo allí se&uía

$l funeral de adorno despojado,

De su se'or la p(rdida llorando.

6l mismo poeta /no pint' con los m4s vivos colores la muerte dolorosa de 8ntor1

... $l cual muriendo,

)enueva de Ar&os la memoria dulce.

5uando sea preciso mover la compasi'n, persuad4monos que pasa por nosotros ladesgracia de que nos lamentamos poni&ndonos en el mismo lance. 6n una

palabra, pong4monos en lugar de aqu&llos a quienes ha sucedido la calamidad deque nos queamos, no tratando la cosa como que pasa por otro, sinorevisti&ndonos por un instante de aquel dolor. 9e este modo hablaremos como sinos hall4semos en alguna calamidad. 3o mismo he visto representantes ! c'micosque despu&s de algún paso tierno, quitada la m4scara salían llorando. 3 si sola lapronunciaci'n de lo que otro escribi' puede tanto para los afectos, /qu& haremosnosotros, que debemos imaginarnos la misma cosa, para que parezca noshallamos movidos por la misma calamidad del que se ve en peligro1

 8un en la misma escuela conviene que nos impresionemos de estos afectos,represent4ndonos la cosa como sucedi' tanto m4s porque allí hacemos m4s de

litigantes que de abogados. :os ponemos, digo, en el lugar del hu&rfano, deln4ufrago ! del que se ve en peligro, /! c'mo nos revestiremos de estas personassi nos olvidamos de sus pasiones1 :o debía omitir estas refleiones, las cuales

* Eneida, libro +. -/.

*00. +1/.

*01. -23/.

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(cualquiera que sea o ha!a sido mi habilidad, pues creo que no me han tenido porlerdo), me aprovecharon tanto para moverme a mí mismo, que no solamente mesacaron l4grimas de los oos, sino que hicieron salir al rostro la palidez !sentimiento con harta verisimilitud.

  +"G+ 

Capítulo III. De la risaE. 5u4nta dificultad ha! en mover la risa. Dobre 9em'stenes ! 5icer'n.+EE. 5u4ntopuede la risa.+EEE. 9epende de la naturaleza ! de la ocasi'n.+EV. :ombres varioscon que eplicamos lo ridículo.+V. 5'mo se ecita la risa. 0u& se ha de evitar enella ! qu& moderaci'n se ha de guardar.+VE. %undamentos de que nos valdremospara moverla. Lo ridículo, o se manifiesta, o se cuenta, o se motea con algúndicho.+VEE. :o todas las chanzas caen bien en el orador. Las de palabras son unafrialdad.+VEEE. 6emplos de algunas agudezas.

Ha! otra virtud contraria al dolor ! conmiseraci'n, ! consiste en mover al uez arisa para desvanecer los afectos tristes ! apartarle de la atenci'n demasiada enuna cosa. 8lguna vez contribu!e para recrear ! quitar el fastidio de los 4nimos !acansados de oír.E. 5u4nta sea la dificultad para ecitar la risa, nos lo dan a entender las doslumbreras de la elocuencia griega ! romana, 9em'stenes ! 5icer'n. 9e los cualesel uno, en sentir de los m4s, no tenía habilidad para ello, ! el segundo no guard'moderaci'n. :i podemos atribuirlo en 9em'stenes a falta de voluntad. Duspalabras medidas ! en nada correspondientes a las dem4s dotes su!as,manifiestamente dan a entender, no que le desagradaban las chanzas, sino que notenía talento para ello. 5icer'n no solamente fuera de las causas forenses, peroaun en las oraciones, afect' con demasía el hacer reír como quieren algunos.

 8unque a mí me parece (si mi uicio no me enga$a o la +"I+  demasiada pasi'nhacia este orador consumado) que us' de las chanzas con etra$a gracia. Js' demuchas en el estilo familiar, en las altercaciones con el contrario ! en eaminar alos testigos, us' de m4s sal ! chiste que ninguno ! las que us' contra Verresfríamente, las atribu!' a otros refiri&ndolas como testimonios de modo quecuanto m4s insulsas son, otro tanto manifiestan que no eran invenci'n su!a, sinoque andaban en boca de todos. <2al4 que 0uinto ! su liberto Tir'n""C, o quienquiera que fuese el que public' tres libros sobre este asunto, no hubiera puestotantas ! hubiera tenido m4s acierto en la elecci'n de ellas que en el número=6ntonces no tomarían algunos ocasi'n de tacharle los cuales, no obstante lodicho, encontrar4n que en un ingenio tan fecundo como el de 5icer'n ha! m4scosas que cercenar que poder a$adir.La gran dificultad en saber ecitar la risa nace primeramente de que las chanzasordinariamente son una chocarrería ! baeza, ! de que a veces nos ponemos deintento a remedar a otros; ! adem4s de esto, de que nunca son decorosas en bocadel orador. ?úntase a lo dicho la diversidad de opiniones sobre la naturaleza de larisa, la cual no se funda en raz'n cierta, sino en ciertos ademanes que no es f4cilde eplicar, pues aunque muchos intentaron buscar la causa de la risa, me pareceque no dieron con ella; porque &sta no solamente se ecita con palabras !

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acciones, sino con cierto aire del cuerpo. :i tampoco siempre de una mismamanera, porque no solamente nos reímos de lo que se dice con gracia ! agudeza,sino a veces de una sandez, de una acci'n o palabra dicha con ira o timidez. 3 noes la menor dificultad si consideramos que la irrisi'n se confunde con la risa. Duorigen, dice +-+  5icer'n (", de 2rat. #A, "#G), es alguna deformidad !fealdad. Di el obeto de la risa son los defectos aenos, se llama graceo; si losnuestros, necedad.EE. 8unque el hacer reír parezca cosa tan liviana como que es propio dechocarreros, graciosos ! gente de poco seso, con todo no sabr& decir si es la cosaque m4s influ!e en los afectos ! en la que menos podemos irnos a la mano. 6lla esuna pasi'n que se ecita a veces en nosotros contra nuestra voluntad ! sin queotro la mueva, ! no solamente nos obliga a manifestar el interior con el semblante

 ! con la voz, sino que a todo el cuerpo lo pone en movimiento. 6lla, como hedicho, tiene virtud para mudar las cosas m4s serias desvaneciendo no pocas vecesel odio ! la ira. Dirva de eemplo el caso de aquellos 'venes tarentinos, los cualeshabiendo hablado libremente en un convite contra el re! *irro, llam4ndolos a supresencia ! haci&ndoles cargo de lo que habían hablado, uno de ellos viendo queni podían negarlo ni admitía ecusa su desacato, libr' a sí ! a sus compa$eros conuna chanza mu! oportuna, diciendo 8sí es, oh re!; ! a no hab&rsenos acabado el

 vino tan pronto, te hubi&ramos quitado la vida con nuestras murmuraciones. 5oneste chiste desvaneci' toda la acusaci'n.EEE. *ero sea como quiera, así como no me atrevo a decir que carece de habilidadel ecitar a risa, !a porque para esto se requiere observaci'n, !a porque losgriegos ! latinos dieron sus reglas para ello, así digo resueltamente que dependede la naturaleza ! de la ocasi'n. :o solamente la naturaleza hace que &ste sea dema!or agudeza e invenci'n que aqu&l para hacer reír (aunque esto puedeaumentarse con el arte), sino que el car4cter de algunos ! su mismo semblanteparece m4s acomodado para un chiste que dicho por otro no tendría tanta gracia.La ocasi'n puede tanto aun en las mismas cosas, que a!udados de ella, no digolos ignorantes, pero aun la gente del campo, +#+  corresponde con nuevagracia ! chiste a los chistes de otros, porque las gracias meor caen en el queresponde que en el que provoca.:ace tambi&n esta dificultad de que para los chistes ni ha! eercicio ni maestros.Ha! muchos que son decidores en las conversaciones ! en los convites, pero estolo aprendieron en el trato diario. 6l ser tan raros los oradores chistosos nace deque en la oratoria no ha! reglas que ense$en a usar del chiste, vali&ndose paraello de los que usamos en la conversaci'n familiar.EV. *ara eplicar esta graciosidad en el hablar usamos comúnmente de muchost&rminos, pero cada uno tiene su fuerza particular.Ll4mase primeramente cortesanía, por la que entendemos una conversaci'n en laque, !a por las palabras, !a por la pronunciaci'n, !a por la propiedad se echa de

 ver el aire ! gusto de la corte ! cierta erudici'n de la gente culta, a la que seopone lo que llamamos rusticidad.Ha! otro modo de hablar que llamamos gracia en decir, la que se descubre encierta hermosura ! belleza de la conversaci'n.Der salado lo entendemos comúnmente de uno que hace reír, aunque esta palabrano signifique esto de su!o, porque a toda epresi'n que hace reír, debeacompa$ar cierta sal. 3 5icer'n dice que semeantes palabras son propias de los

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4ticos, aunque &stos no son los m4s diestros para mover a risa. 3 cuando dio5atulo hablando de una muer corpulenta

" en un cuerpo tan &rande

 4i aun un &rano de sal encontrar puedes,

no quiso decir que nada tenía su cuerpo de ridículo. Degúnesto, salado llamaremos lo que carece de insulsez, esto es, lo que tiene ciertosainete que se dea percibir del paladar del uicio que le ecita para no fastidiarsede la conversaci'n. +"+  *ues a la manera que la sal con medida a$ade unnuevo deleite a la comida, así los dichos salados del que habla ponen al alma encierta sed ! deseo de oírle.Lo que llamamos donaire no me parece tampoco que se deba entender de loridículo; pues no diera Horacio que la poesía de Virgilio por naturaleza tiene uncierto donaire, !, según mi uicio, quiere decir cierto decoro ! elegancia. 3

5icer'n en sus cartas repite esta locuci'n de Bruto*ies donosos ! de airegracioso en andar, ! viene a ser lo mismo que lo que dice Horacio de Virgilio.*or chanza entendemos lo que se opone a lo serio, ! a veces el fingir, elatemorizar ! prometer es una chanza.9ecidor en sí es una palabra gen&rica de la voz decir; pero la aplicamos a uno queen su modo de hablar ecita a otros a risa. *or eso se dice que 9em'stenes erabien hablado, pero no era decidor.

 V. *ero lo que al presente tratamos propiamente es lo ridículo, ! así intitulan losgriegos este tratado, lo cual, de la misma manera que todo lo restante de laoraci'n, consiste en cosas ! en palabras. Du uso es mu! simple, porque, o se toma

fundamento para mover la risa de otros, o de nosotros, o de cosas que son comomedio entre estas dos. Di de los defectos aenos, o los reprendemos, o losrefutamos, o los encarecemos, o los echamos en cara, o nos burlamos de ellos.Muchas veces solemos hallar en nosotros mismos motivo para ecitar la risa, !como dice 5icer'n, decimos o hacemos alguna cosa absurda. *orque aquellosdefectos que llamamos necedades o sandeces, si se nos escapan sin conocerlonosotros, son ciertas gracias ! caen bien si los fingimos. 6l tercer g&nero consiste(como dice &l mismo) en salir con una cosa no esperada, en torcer las epresionesa otro sentido, ! en todo lo dem4s que no mira a ninguna persona que llamo poreso g&nero medio.

 8dem4s de esto hacemos reír o con acciones o con palabras. ++  5onacciones, acompa$4ndolas con alguna seriedad, como el pretor M.5elio, el cual,habi&ndole hecho pedazos el c'nsul Es4urico la silla curul, al punto arm' otra decorreas, con lo cual zahiri' al c'nsul, de quien se decía que su padre en otrotiempo le había azotado. 2tras veces movemos la risa sin atender a la decenciacomo el lance del vaso de 5elio""G, aunque semeantes chistes ni caen bien en elorador ni en ningún hombre de circunspecci'n. Lo mismo digo cuando se ecita larisa con gestos ! ademanes ridículos, los cuales tienen mucha gracia, sobre todocuando se conoce que no pretendemos con ellos hacer reír, que entre todos loschistes es el ma!or. 5ontribu!e tambi&n muchísimo para esto la seriedad del

sueto, tanto m4s cuanto el que suelta algún chiste est4 m4s serio que unaestatua. 9a asimismo alguna gracia el semblante, trae ! aire gracioso del quehabla, pero han de ser con moderaci'n.

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9e los chistes unos ha! libres ! alegres, cuales eran por la ma!or parte los dealba; otros picantes, como los de ?unio Baso, que muri' poco ha; otros groseros,como los de 5asio Devero; otros que son graciosos, como los de 9omicio 8fro. Vatambi&n a decir no poco el lugar donde los decimos. 6n los convites ! en lasconversaciones los chistes lascivos s'lo caen bien en gente humilde; los alegresen cualquiera; pero guard&monos siempre de zaherir ! no sigamos aquello de m4squise perder un amigo que quedarme con la gracia en el buche. 6n estas peleasdel foro me abstendría !o de las que puedan ofender a alguno; aunque est4tolerado el zaherir ! ofender al contrario, el acusarle abiertamente ! tirarle adeg>ello si ha! raz'n. Din embargo de esto, parece una inhumanidad el insultarleen su abatimiento, o !a porque est4 inocente, o !a porque si est4 culpado, el quele zahiere puede caer en la misma miseria.  +7+ 

Lo primero que se debe tener presente es qui&n habla, de qu& asunto, enpresencia de qui&n, contra qui&n ! qu& es lo que se dice. 8l orador no le est4 bien

el hacer gestos ni ademanes ridículos; cosa que aun en las tablas suele vituperarse. La chocarrería ! gracias de los c'micos son mu! aenas de supersona. Los chistes lascivos no digo tomarlos en boca, pero ni aun significarloscon el adem4n, pues no porque podamos zaherir al contrario de semeantemanera lo hemos de hacer en cualquier lugar. 3 así como quiero que el oradorhable con gracia ! cortesía, así no querría que la afectase. *or donde no siempreque ocurra algún chiste o agudeza la ha de soltar, pues m4s vale perder el chisteque la autoridad. :i tampoco habr4 qui&n sufra a un acusador gracioso ! decidoren una causa atroz, ni al abogado que lo es, cuando tiene en mal estado la su!a.

 ?úntase a lo dicho que ha! algunos ueces tan serios que es imposible el hacerlos

reír. 8caece tambi&n que lo que decimos contra el contrario le conviene al uez o anuestro litigante, aunque ha! algunos que no se abstienen de decir aquelloschistes que pueden caer sobre ellos mismos. *untualmente lo mismo acaeci' aLongo Dulpicio, el cual, sin embargo que era mu! feo, dio en una causa en que setrataba de la libertad, que su contrario no tenía cara ahidalgada. 8 lo querespondiendo 9omicio 8fro, dio /Hablas, oh Longo, de veras1 /5onque el quetiene mala cara no es hombre libre15uídese tambi&n que en los chistes ! agudezas no se descubra algún descaro oarrogancia, ! no decir lo que no caiga bien en aquel lugar ! ocasi'n, que noparezca que las traemos estudiadas. Las chanzas contra los miserables son, como

llevo dicho, una inhumanidad. 3 ha! personas de tanta verg>enza ! de un cr&ditotan bien sentado, que el zaherirlos se nos atribuiría a descaro. 9e las que ofendena los animales !a hemos hablado.  +@+ 

5onviene no solamente al orador, sino a todos en común, el no zaherir a personasa quienes es peligroso el ofender, ! el no decir chanzas de que puedan originarsegraves enemistades ! de que tengamos que desdecirnos con ignominia. :unca esbueno decir chistes que puedan ofender al común, a naciones enteras, a algúncuerpo o condici'n de personas. Todo cuanto diga un orador de buena conductaha de ser sin faltar a la dignidad ! decoro ni a la verg>enza. Don caras las chanzas

que se dicen a costa de la reputaci'n. VE. La ma!or dificultad est4 en decir de qu& nos valdremos para ecitar la risa. Dihubi&ramos de recorrer todos los medios que ha! para ello, no hallaríamos el fin !

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trabaaríamos en vano. 6citamos la risa ridiculizando los defectos del cuerpo odel 4nimo del contrario, esto es, sus dichos ! acciones, u otras cosas que est4nfuera del 4nimo ! cuerpo. 5uanto vituperamos a esto se reduce; ! si esto se hacecon gravedad, ser4 una vituperaci'n seria, si con gracia se llama ridiculizar. Losdefectos, o se descubren, o se cuentan, o se notan con alguna chanza.Kara vez sucede que lo que ridiculizamos lo hagamos presente a los oos, como lohizo 5. ?ulio. 9iciendo &ste a Helmio Mancia 3o te har& ver a qui&n te pareces, leimportunaba que se lo diese. ?ulio entonces se$alando con el dedo, le mostr' laimagen de un franc&s pintado en un escudo de los que trao Mario de la guerracontra los cimbros, que estaba de muestra sobre una tienda. 6ntonces se vio queMancia no le quitaba pinta""I.5ontar algún lance chistoso tiene mucha gracia ! no desdice del orador, como loque cuenta 5icer'n de 5epasio ! %abricio en la oraci'n *ro 5luentio. 6n lo cual no+A+  solamente tiene gracia lo que cuenta el orador, sino mucha m4s lo que

pone de su casa. 5on semeante chiste cont' 5icer'n aquella fuga de %abricio 3así pensando que hablaba con la ma!or destreza, ! habiendo sacado de lo m4sinterior del artificio ret'rico aquellas gravísimas epresiones Mirad, oh ueces,las fortunas de los hombres; mirad los varios ! tristes acontecimientos; mirad la

 veez de 5.%abricio habiendo repetido muchas veces, para adornar la oraci'n,aquella palabra mirad, %abricio con su cabeza baa había desamparado !a losasientos. 3 todo lo dem4s que a$ade, porque es lugar bien sabido, el cual s'lo sereduce a que %abricio desisti' de la demanda.5icer'n dice que la sal consiste en contar semeantes cosas, ! el chiste enridiculizar ! notar los defectos. 6n esto fue singular 9omicio 8fro, cu!as oracionesest4n llenas de semeantes narraciones, de cu!os chistes ha! libros enteros.Las gracias no se reducen precisamente a estos dichos breves ! chistosos;consiste tambi&n en cierta acci'n seguida, como la que cuenta 5icer'n de 5asiocontra Bruto en el libro del 2rador ! en otros lugares. *orque habiendomanifestado Bruto por medio de dos lectores en la acusaci'n de neo *lancoque L. 5raso, abogado de aqu&l, había aconseado en la oraci'n sobre la coloniade :arbona todo lo contrario de lo que había dicho sobre la le! servilia, hizo quese levantasen tres lectores, d4ndoles a leer los di4logos del padre de Bruto; de loscuales conteniendo el uno una conversaci'n que pas' en *iperno, el otro otratenida en 8lbano, ! el tercero otra, que pas' en Tívoli pregunt' /d'nde eistíanaquellas posesiones1 porque las había vendido Bruto, infamado por haberenaenado los bienes paternos.La misma gracia tienen ciertos ap'logos e historias que se cuentan con chiste.5uando a los chistes acompa$a la brevedad tienen particular agudeza. 6sto puedeser o en +C+  decirlos o en responder, aunque en parte ha! la misma raz'npara lo uno que para lo otro, puesto caso que no puede decirse ninguna cosa paraprovocar a uno, de que no puede valerse el contrario para rebatirlo.

 VEE. *ero siendo muchas las maneras que ha! para ridiculizar a alguno, no todas, vuelvo a decir, le est4n bien al orador. La primera es laamphibologia, noentendi&ndose por ella aquella obscuridad de las f4bulas atelanas"-, ni tampocoaquella ambig>edad de epresiones que comúnmente usa la baa plebe para

zaherir, ni aun aquellas otras que se le escaparon a 5icer'n, aunque no en lasoraciones. *ues pidiendo un pretendiente, que se decía ser hio de un cocinero, auno de los electores que le favoreciese con el voto, o!&ndole 5icer'n, dio Ego

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quoque iure tibi favebo"#. :o porque ha!amos de desechar enteramente laspalabras que tienen dos sentidos, sino porque rara vez se halla alguna agudeza enla correspondencia de las dos significaciones.

 3 así tengo !o por una chocarrería lo que dio &l mismo contra Es4urico Miror

quid sit, quod pater tuus homo constantissimus te nobis varium"" reliquit. Viene

mu! a cuento aquella anfibología, cuando oponiendo a Mil'n su acusador, enprueba de haber armado lazos a 5lodio, quese había retirado a Bovila antes de lasseis de la tarde, aguardando que 5lodio saliese de su grana; ! pregunt4ndole decuando en cuando a qu& hora fue muerto 5lodio, respondi' Tarde. 6ste soloequívoco basta para prueba de que no debemos +G+  desechar del todo esteg&nero deburlas. Dolemos muchas veces usar algunas epresiones que nosignifican muchas cosas, sino lo contrario de lo que suenan. 8sí :er'n, hablandode un esclavo mu! malo, dio 0ue de ninguno se había &l fiado m4s, pues para &lno había en su palacio cosa oculta ni cerrada".Las agudezas que consisten en la ficci'n de un nombre, por a$adir, quitar o

trasponer algunas letras, m4s que agudezas son frialdades, comollamar *acisculo a uno en lugar de 8cisculo, porque hizo algún pacto; o a otro quese llama *lacido llamarle 8cido, porque es de condici'n brava; ! Tolio, en vezde Tulio, a uno que roba lo que encuentra, lo que hallo haber usado algunos.Demeantes agudezas se usan meor cuando corresponden a las cosas que a losnombres. 8sí 8fro 9omicio, hablando de Manlio Dura, el cual en las defensas quehacía andaba de una parte a otra, saltaba ! manoteaba, deando caer la toga !levant4ndola dio Non agere, sed satagere. *orque en este caso lapalabra satagere tiene mucha gracia, aunque no encierra ninguna anfibología.2tras consisten en poner o quitar la aspiraci'n, untando dos palabras, que

aunque son frialdades, alguna vez merecen algún aprecio.La misma frialdad se nota en aquellas agudezas que se derivan de los nombres.9e muchas de esta clase us' 5icer'n contra Verres, pero las trae como dichasantes por otros. Jnas veces dice que con s'lo nombrar a Verres parece que todose barre; otras que Verres dio m4s que hacer a H&rcules, cu!o templo rob', que el

 abalí de 6rimanto; ! cuando llama mal sacerdote al que de' un verraco tan malo,pues Verres fue sucesor desacerdote"7. La buena oportunidad para usar desemeantes dichos agudos +I+  contribu!e mucho para que choquen al que loso!e. 8sí 5icer'n, defendiendo a 5ecina, dio del testigo Deto 5lodio %ormi'n queno era menos negro ! confiado que el %ormi'n de Terencio.

 VEEE. *ero aún chocan m4s ! tienen m4s gracia las que se toman de las entra$asde la cosa. 5onduci&ndose en el triunfo de 5&sar las im4genes de los pueblossuetados"@, hechas de marfil, ! pocos días despu&s las de %abio M4imo, queeran de madera, dio 5risipo que las de M4imo podían servir de caas paraguardar las de 5&sar. 3 8ugusto respondi' a los de Tarragona, que le lisoneabancon la noticia de que en un altar consagrado a su memoria había nacido unapalma De conoce que me ofrec&is incienso muchas veces en &l. Moteaba %ilipo a5atulo, dici&ndole/*or qu& ladras1 *orque veo, respondi', al ladr'n. 2tra manerade agudeza ! de las m4s graciosas, es cuando salimos con una cosa no esperada,o cuando usamos una palabra en distinto sentido. 9icho impensado, que tambi&n

usamos para provocar, es aqu&l de 5icer'n /0u& otra cosa le falta, sino virtud !hacienda1 3 aquel otro de 9omicio Hombre en tratar causas mu! bien vestido"A.

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5uando semeantes agudezas se fundan en algún punto de historia, encierrangracia ! erudici'n. 9iciendo Hortensio a 5icer'n en la causa de Verres, en quepreguntaba &ste a uno de los testigos 3o no entiendo estos enigmas,respondi' *ues debes entenderlos teniendo como tienes en tu casa la 6sfinge.

 8ludiendo a un retrato de ella hecho de bronce ! de mucho coste, que habíarecibido de Verres.  +7-+ 

*ero, según mi uicio, aqu&l se dir4 estilo gracioso ! cortesano, en el que no senota ninguna cosa malsonante, ninguna rusticidad ni cosa que ofenda al oído;finalmente, ninguna cosa etra$a, ni en el sentido, ni en las palabras, ni en elgesto ! adem4n. 9e modo que este estilo agraciado no tanto depende de cadapalabra de por sí, cuanto de todo el conteto de la oraci'n, semeante aaquel aticismo de los griegos que sabía a la delicadeza propia de 8tenas.

  +7#+ Capítulo IV. De la altercación

*or qu& trata de ella en este lugar ! de cu4nto provecho sea.+6l que alterca ha detener ingenio pronto ! vivo.+:o ha de ser iracundo.+Tenga presente lo que ventila.+:o lleve las cosas a voces.+5'mo armar4 lazos al contrario.+Vea por d'nde le ha deatacar ! lo que ha de omitir.+6ercítese en esto.

*edía la raz'n que trat4semos de la altercaci'n despu&s de haber !a dado todoslos preceptos ! reglas para un razonamiento seguido, porque, según orden

natural, aqu&lla es lo último de todo. *ero como la altercaci'n sea obra de lainvenci'n, en la cual ni cabe disposici'n ninguna ni se echan menos en ella losadornos de la elocuci'n, ni tampoco depende de la pronunciaci'n ! memoria, nome parece aeno de prop'sito el tratar de ella antes de la segunda parte de lascinco que tiene la ret'rica. 3 si la omitieron los dem4s autores, fue sin dudaporque cre!eron bastaban las reglas de las dem4s partes para su inteligencia, porconsistir la altercaci'n o en instar o en rebatir al contrario; de todo lo cual hemoshablado suficientemente; ! cuanto es útil en la defensa de cualquier causa,conduce tambi&n para esta peque$a parte. *orque en la altercaci'n no se dicencosas distintas, sino de distinta manera, esto es, preguntando o respondiendo,

para lo cual aprovechan las observaciones que hemos puesto hablando de lostestigos. *ero supuesto que me he resuelto a tratar m4s a la larga esta materia !no puede haber orador perfecto, ! si esto falta, me etender& algo m4s esta parte,+7"+  pues en algunas causas o es el todo o sirve mucho para salir triunfante.

Di ha! algún lugar de la oraci'n dificultoso ! donde el orador tenga que pelearcon espada en mano, &ste es puntualmente. *orque adem4s de que en elladebemos grabar en la memoria del uez lo que nuestra causa tiene de firme !poderoso, cumpliendo lo que prometimos en la serie de toda ella ! refutando lasrazones falsas del contrario, en ninguna otra parte est4n m4s atentos los 4nimosde los ueces. :o sin raz'n algunos se alzaron con el dictado de abogados h4biles

porque sobresalieron en esto, aunque en lo dem4s nunca pasaron de medianos.2tros, al contrario, content4ndose con haber favorecido a sus litigantes conrazonamientos pomposos, se retiran acompa$ados de la multitud de los que los

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alaban, deando esta parte, que es el todo de la causa, a abogados principiantes otal vez a agentes ! procuradores infelices. 8sí ver4s algunos pleitos ! uiciosparticulares en los que la defensa se encomienda a unos ! las pruebas a otros. 3 sihemos de separar estos dos oficios, este último se lleva la primacía, pero es unamala verg>enza que los m4s ruines abogados aprovechen m4s a los litigantes. 8 lomenos en los uicios públicos vemos citar a voz de pregonero al que defendi' lacausa entre los dem4s patronos de ella"C.*ara la altercaci'n se necesita primeramente de un ingenio pronto, vivo !esforzado ! de presencia de 4nimo, pues como no se da tiempo de pensar, esnecesario tener pronta la respuesta, ! apenas el contrario asesta los tiros, estardispuestos para rebatirlos. 3 aunque el oficio de orador +7+  requiere nosolamente conocer mu! bien, sino hacerse familiares todas las causas, en estaparte principalmente debe estar bien enterado de todas las personas,instrumentos, tiempos, lugares, etc.6l que ha de altercar con acierto debe estar libre de la ira, no habiendo pasi'nque anuble m4s la raz'n ! haga decir m4s desprop'sitos, ! no solamente ocasionael que prorrumpamos en dichos afrentosos o que tengamos que oírlos, sino que a

 veces esto mismo mueve a los ueces a indignaci'n. Lo contrario se logra con elcomedimiento ! tal vez con la paciencia. Los argumentos del contrario no siemprelos refutaremos, sino que los despreciaremos, disminuiremos o eludiremos pormedio de alguna chanza, pues en parte ninguna meor que aquí cae bien la sal !agudeza. 5ontra los que se amotinan, hablaremos con atrevimiento ! haremosfrente al descaro. *orque ha! algunos tan desbocados que, interrumpiendo al queles habla todo lo meten a voces ! gritos. 8sí como no hemos de imitar a los tales,así rebatiremos su mal proceder, suplicando a los ueces que presiden que no se lohable todo el contrario, sino que nos d& lugar para contestarle, porque el dearleque todo se lo hable el contrario es indicio de 4nimo vil ! ecesivamenterespetuoso, ! a veces enga$a lo que se llama bondad siendo debilidad.*uede mucho en la altercaci'n la sutileza del ingenio, la que no se consigue conreglas, porque lo que es natural no depende del arte, aunque es a!udado por &l.*ara esto conviene tener mu! presente el punto cardinal de la disputa ! el fin quepretendemos. Di esto hacemos, no nos enredaremos en contiendas ni gastaremosen inurias contra el adversario el tiempo que debemos emplear en la defensa dela causa, aunque no nos pesar4 de que el contrario proceda de este modo. 6l quelleva meditado cu4nto puede obetarle el contrario ! c'mo le ha de tapar la boca,ese tal va bien prevenido. Dolemos tambi&n a veces +77+  disimular algunascosas en la defensa de la causa, para despu&s combatirlas fuertemente en laaltercaci'n, cuando menos se piense el contrario, acometi&ndole en cierto mododesde emboscadas. 6sto se deber4 practicar cuando ocurre alguna cosa a que nopodemos dar pronta respuesta, como lo haríamos si hubiese tiempo para ello.*ero cuando nos ocurra una raz'n poderosa conviene decirla al punto, para quedespu&s podamos inculcarla ! repetirla.:o parece debemos encargar que la altercaci'n no debe consistir en voces, comolo practica la gente sin letras, porque, aunque esto molesta al contrario, es cosaenfadosa para el uez. 9a$a tambi&n el altercar en lo que no llevamos raz'n, anteses necesario ceder cuando no podemos vencer. *orque o son muchas las cosassobre las que altercamos, ! en este caso el ceder en alguna de ellas har4 que senos d& la raz'n en las dem4s si la tenemos, o una sola es el punto de contienda, !

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entonces, aunque quedemos vencidos, no nos avergonzaremos tanto de nuestraterquedad, pues querer mantener ! defender un desatino es incurrir en otro.Mientras contendemos con el contrario, es habilidad ! prudencia el obligarle aque desbarre ! se aparte mu! leos del punto de la cuesti'n para que confíe

 vanamente de la victoria, ! por esto conviene disimular por entonces las razonescon que pudi&ramos convencer su error. *ues de este modo insisten ! se empe$anm4s en la contienda pensando que nos faltan fuerzas, ! cuanto m4s piden usticiadan m4s valor a nuestras pruebas. 8 veces convendr4 el conceder algo alcontrario, como si le favoreciese, para que insistiendo en ello no se agarre de otracosa que nos pudiera perudicar; otras proponerle dos cosas por medio de undilema para cazarle en cualquiera que escoa. 3 este medio aprovecha m4s en laaltercaci'n que en el cuerpo de la causa, porque aquí el orador se responde +7@+  a sí mismo, cuando en aqu&lla tenemos confeso al contrario por su mismarespuesta.Dobre todo la sagacidad del orador est4 en saber qu& es lo que hace mella en el4nimo del uez ! qu& es lo que no sienta bien, lo que conocer4 muchas veces porel semblante, por las se$as o por algunas palabras. 8sí como se ha de instar conlo que nos favorece, así desistiremos luego al punto ! con disimulo de lo que nosperudica; a la manera que el buen m&dico echa mano de los remedios útilesdeando los nocivos. Di no es f4cil desenredar la cuesti'n propuesta, moveremosotra, procurando llamar aquí la atenci'n del uez. *orque cuando no podemos darf4cil soluci'n a una cosa, /qu& otro medio ha! que el discurrir otra a que nopueda darle el contrario16s mu! f4cil de eercitarse en esta materia tomando algunas causas ocontroversias, !a verdaderas, !a fingidas, en que se eerciten los que tuvieron losmismos estudios ! en ellas hacer el papel de una parte ! de otra, lo que tambi&npuede practicarse en las cuestiones de g&nero simple.:o querría tampoco que ignorase el abogado con qu& orden deben colocarse laspruebas, que es el mismo que deben guardar los argumentos, ! consiste en quecomience ! termine por las m4s poderosas. 5on lo primero se concilia el asensodel uez; con lo segundo, el prepararle cuando va a sentenciar.

  +7A+ 

Capítulo V. Del juicio y del consejo

9espu&s de cuanto llevo tratado según mis fuerzas, de buena gana pasaría atratar de la disposici'n, que es la que sigue por orden natural, si no me recelaraque algunos imaginasen haber !o pasado por alto el hablar del uicio, que, segúnla opini'n de muchos, pertenece a la invenci'n; pero, según mi corto entender, estan inseparable de las dem4s partes de esta obra, que ni en las palabras ni en lassentencias se distingue de ellas, ni ha! tampoco reglas ningunas para el uicio,como no las ha! para el gusto ni para el olfato. 3 así dir& lo que en cualquier cosadebe seguirse ! evitarse, de manera que el uicio lo diria todo. La principal reglaes que nunca nos empe$emos en cosas que no podemos salir con ellas, queevitemos las razones que son contra nosotros ! las que igualmente pueden servir

al contrario, la elocuci'n viciosa ! oscura. Todo lo cual depende del buen uiciodel orador, que no se aprende con reglas.

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:i creo que el conseo se diferencia mucho del uicio, sino en que el uicio loformamos de cosas que son manifiestas; pero el conseo es en cosas ocultas,dudosas ! no averiguadas. 6l uicio por lo común es una regla cierta ! segura;pero el conseo es una raz'n m4s remota, por la que eaminamos ! comparamos

 varios etremos e inclu!e dentro de sí invenci'n ! uicio.9el conseo no pueden darse reglas comunes, porque depende de lascircunstancias del asunto ! tiene lugar por lo común antes de tratar de &l. 8síparece que 5icer'n con mucho conseo quería m4s el que se acelerase la causa +7C+  contra Verres que el tener que perorar contra &l cuando Hortensio fuesec'nsul. Dirve tambi&n muchísimo en la defensa de la causa. 6l conseo nos dir4 loque debemos decir ! lo que callar o dilatar para otra ocasi'n, si ser4 meor negarla cosa que defenderla, cu4ndo usaremos de eordio ! de qu& especie, cu4ndopondremos narraci'n ! c'mo la haremos, si nos valdremos del rigor del derecho ode la equidad, qu& orden guardaremos en toda la oraci'n ! c'mo la variaremos, siconvendr4 hablar con aspereza, con blandura, con sumisi'n, etc. Todo esto se hade entender en cuanto lo permitan las circunstancias, ! lo mismo haremos en todolo dem4s. :o obstante lo dicho, pongamos algunos eemplos para ma!orinteligencia de esta materia, para la que no pueden darse reglas fias.

 8l4base el acierto de 9em'stenes, el cual, aconseando a los atenienses unaguerra en que habían tenido poca fortuna, les dice que hasta entonces nada sehabía hecho con prudencia, ! que podía enmendarse este descuido; pero que, sino hubieran errado, no tendrían al presente esperanzas de meor acierto.E, %ilípicas. l mismo, temi&ndose ofender los 4nimos del pueblo si reprendía suinacci'n en asegurar la libertad de la república, quiso antes alabar el celo de losantiguos en esta parte. 2línticas. 9e este modo no solamente fue bien oída suoraci'n, sino que la misma raz'n natural movi' al pueblo a que, aprobando lomeor, se arrepintiese de lo hecho.Dirva por muchos eemplos la oraci'n de 5icer'n en defensa de 5luencio. *orque,/qu& podremos admirar ! alabar primeramente en ella1 /Der4 aquella primeranarraci'n en la que quita desde luego todo el cr&dito a los dichos de una madre,que se valía de una autoridad de tal para dar contra un hio1 /Der4 el que atribu!'probablemente al contrario el delito de haber sobornado a los ueces, en vez denegar este hecho que constaba, según dice, por la infamia que de ello result'contra 5luencio1 /2 +7G+  porque en asunto tan odioso se vali' por último delbeneficio de la le!1 5on el cual g&nero de defensa hubiera ofendido al principiolos 4nimos de los ueces, que aún no tenía bastante preparados. 2 finalmente, /elprotestar que todo esto lo hacía repugn4ndolo el mismo 5luencio1 /3 qu& dir& dela defensa de Mil'n ! del acierto con que omiti' la narraci'n, hasta quedesvaneci' la siniestra opini'n que contra &l se tenía1 /conque acumula a 5lodiode que fue el primero en armar asechanzas contra Mil'n, aunque en la realidadfue casual ! repentina la pelea de los dos1 /conque, en medio de que dice que

 ustísimamente había muerto a 5lodio, hace ver que el homicidio no fue voluntario1 /conque suplica a los ueces, no en persona de Mil'n, sino por símismo1Baste decir por remate que ni en la oratoria ni en todo cuanto hace el hombre ha!cosa meor que el acierto ! conseo, ! sin &l son inútiles los preceptos de todas lasartes, porque m4s aprovecha el buen acierto sin instrucci'n que la instrucci'n sinacierto. 3a se dea entender que el acomodar cuanto dice el orador a lascircunstancias del tiempo, del lugar ! de las personas, depende de ahí. 8unque,

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como ha! tanto que discurrir en esta materia ! es parte de la elocuencia, ladilatamos para cuando tratemos de las reglas del bien hablar.