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ESCUELA SUPERIOR DE COMERCIO Y ADMINISTRACIÓN UNIDAD SANTO TOMÁS
LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL COMO FUNDAMENTO
PARA LA ECOEFICIENCIA.
MÉXICO, D.F., MAYO DE 2014.
SECCIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO E INVESTIGACIÓN
DOCTORADO EN CIENCIAS ADMINISTRATIVAS
PRESENTADO POR:
CLAUDIA BAZA ALVAREZ.
DIRECTOR DE TESIS:
DR. VÍCTOR MANUEL ALVARADO VERDÍN.
INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL
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ÍNDICE
1.1 Enfoques sobre la Responsabilidad Social Empresarial como premisa
para el desarrollo de las empresas
1
1.2 El origen y trascendencia de la ecoeficiencia en relación al impacto
ambiental
11
Conclusiones 21
Referencias 23
1
1.1 Enfoques sobre la Responsabilidad Social Empresarial como premisa
para el desarrollo de las empresas
En el Consejo Europeo de Lisboa en marzo del año 2000 los jefes de Estado y de
Gobierno situaron la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en la agenda de
prioridades políticas de la Unión y, desde entonces, las referencias a esa temática
y su aplicación por parte de las empresas han sido crecientes. Se está en un
proceso en el que difícilmente se puede concebir una marcha atrás aunque, en
muchas ocasiones, las motivaciones que subyacen en su eventual adopción
difícilmente recibirían el beneplácito de los más acérrimos partidarios de la RSE
como propias de la responsabilidad social.
La RSE es una forma ética de gestión que implica la inclusión de las expectativas
de todos los grupos de interés alrededor de la empresa, para lograr el desarrollo
sostenible (Quiroz, 2013).
La cuestión básica es, por tanto, si la aplicación de los principios de la RSE
redunda en un aumento de la eficiencia económica. Pero, al mismo tiempo, si tales
prácticas no redundan en ciertas ventajas para aquellos que las aplican las
empresas considerarán que la RSE es mera filantropía.
En lugar de insistir sobre lo que las empresas pueden hacer por su entorno hay
que hacer hincapié en lo que pueden razonablemente esperar cuando se
incorporan en el camino de la RSE. Más concretamente, analizar en qué
ocasiones y circunstancias la aplicación de la RSE puede contribuir al desarrollo
de la empresa (Castro, 2012).
La RSE surge en el escenario económico actual como un concepto sobre el cual
se cierne el riesgo de todo término asumido como moda; o bien su generalización,
en tanto práctica beneficiosa empresarial y socialmente; o como una novedad con
una vigencia reducida y que se desvanece ante la llegada de otra estrategia
2
gerencial retóricamente exitosa, pero poco adaptable a las peculiaridades de la
evolución de la gestión de las organizaciones.
Así, la RSE se entendería como la incorporación consciente, clara y sostenida en
la gestión estratégica de una organización, de los impactos sociales de su
actividad o negocio en el entorno, y de la necesidad de sopesar los valores
sociales, subjetivos y cualitativos, como complemento de los criterios tradicionales
de medición y evaluación de la rentabilidad y gestión financiera de una
organización, en su vinculación e interacción con el medio o entorno (Guerra,
2012).
El motivo para sugerir una conducta u otra se basa en los beneficios que aporta la
elección hecha. La función de la empresa es crear valor para la sociedad. Si lo
hace generando beneficios, rentas y sueldos con mayor conformidad, porque aún
no siendo la esencia de la función, aporta tres ventajas importantes, en primer
lugar es un mérito añadido, en segundo lugar es el mejor indicador de la eficiencia
en el logro de su función y en tercer lugar aporta un estímulo adecuado para esa
creación (Pizarro, 2012).
El otro ámbito de la RSE es la acción social, esto es la actuación directa de la
empresa, o la promovida junto con sus empleados, para resolver problemas
sociales relevantes en los que sus conocimientos y experiencias pueden ser
provechosos, ayudar a otras personas y cubrir espacios en los que las
Administraciones Públicas no incidan en medida suficiente (Trigo, 2012).
En definitiva, el objetivo puede ser compartido pero el proceso de concreción y su
ritmo van a depender del paradigma de economía política imperante en cada país.
¿Qué se desea con la RSE? Utilizando las palabras de la OCDE, potenciar la
contribución de las empresas al desarrollo sostenible para garantizar una
coherencia entre los objetivos sociales, económicos y medioambientales.
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La Responsabilidad Social de la Empresa no centra su atención en qué producto o
servicio elabora la empresa, no centra su atención en cómo se organiza la
empresa, la RSE centra su atención en cómo se hace para garantizar una
coherencia entre los objetivos sociales, económicos y medioambientales.
Dada la diversidad de la economía europea y el amplio abanico de temas que
aborda la RSE, la alianza reconoce la necesidad de centrarse en varios temas
prioritarios: apoyo al crecimiento de las pequeñas empresas, promoviendo la
innovación en tecnologías, productos y servicios que tengan en cuenta las
necesidades de toda la sociedad, ayudar a las empresas a evolucionar en sus
preocupaciones sociales y ambientales; progreso y desarrollo de capacidades
para incrementar la empleabilidad, mejor respuesta a la diversidad y promover la
integración de la eficiencia energética y la protección del medio ambiente en los
procesos productivos.
El objetivo de esta Alianza Europea por la RSE es ayudar a las empresas a
desarrollar conocimientos y habilidades para la construcción efectiva de relaciones
y de diálogo con los stakeholders así como proveer herramientas para realizar
análisis efectivos y evaluación de las diferentes iniciativas en RSE por parte de las
empresas (Vidal, 2012).
Las teorías integrativas, tienen la condición de buscar una ubicación de la RSE en
el corazón o core de los procesos, la estrategia y la estructura. Plantean una
reconfiguración del operar, vinculándose de forma integral con el entorno social,
cultural y medioambiental.
Así, se han llevado a cabo consensos que se hacen asimilables gracias a las
manifestaciones oficiales y prescriptivas de los órganos institucionales y que se
imponen como regla de oro en el mercado global. Entre tales consensos se
plantean argumentos que ahora son sentido común en materia de RSE (Gómez,
2013):
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1. La RSE ha evolucionado de la mano de la voluntariedad y la obligatoriedad.
2. Las prácticas e iniciativas de responsabilidad social han ido evolucionando a
partir de las demandas de la sociedad, lo que muestra que las empresas están
comprendiendo e interactuando con sus diversos stakeholders. Esto también
implica que se debe alinear la RSE con la estrategia de negocios.
3. Conseguir un trabajo coordinado en pos de la transparencia, implica el carácter
universal y transversal de criterios que permitan medir, comparar y evaluar el
avance en el camino hacia el desarrollo sostenible, por lo que las iniciativas
internacionales son preferibles sobre prácticas locales o regionales, que pueden
estar alineadas con objetivos y visiones poco transparentes y homogéneas y no
promueven la internacionalización.
Esta idea de redefinir las relaciones entre las empresas y la sociedad en la era de
la globalización tiene que ver con los nuevos desafíos sociopolíticos y económicos
a los que se enfrenta tanto la empresa como la sociedad.
La gestión de responsabilidad social tiene varias implicaciones, entre ellas, que las
empresas desarrollen una visión de futuro con la comunidad y la sociedad en
general; que se promuevan liderazgos internos para la mejora de la productividad
y la movilización de recursos humanos. Estas acciones suelen coincidir con los
procesos de construcción, transformación y movilización de comunidades líderes.
La dimensión interna comprende la gestión del recurso humano, salud y seguridad
del puesto de trabajo, gestión del impacto ambiental y de los recursos naturales.
La dimensión externa comprende a las comunidades locales, socios comerciales,
proveedores y consumidores, derechos humanos, problemas ecológicos y
desarrollo sostenible.
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Una empresa socialmente responsable será, entonces, una entidad competitiva en
términos económicos pero con una finalidad social compartida entre sus grupos de
interés. Además de ofrecer productos y servicios deseables, que respondan a
necesidades de sus usuarios y contribuyan al bienestar. Asimismo, ofrecer
envases reciclables y materiales compatibles con el medio ambiente.
Las actividades de RSE en el campo de la protección ambiental se centran en el
diseño de productos o procesos productivos respetuosos con el medioambiente,
uso eficiente de los recursos, reducción de residuos y de la polución, realización
de una evaluación ecológica de los proveedores respecto a sus estándares
ambientales, información a los socios comerciales, clientes o a la sociedad sobre
temas ambientales (Ikei Research&Consultancy, 2013).
La responsabilidad social empresarial es una tendencia de acción social, que a
escala mundial estimula la participación solidaria de la empresa privada en el
desarrollo sostenible y humano de las comunidades donde presta sus servicios y
desarrollan sus actividades.
En la era global la gestión de los Recursos Humanos capta la influencia de
importantes cambios que tienen lugar en el mundo del trabajo. Entre las
principales transformaciones se destaca el aumento cada vez mayor de la lógica
del mercado y las prácticas neoliberales y flexibilizadoras. Es en este contexto que
surge la Responsabilidad Social Empresarial un componente que tiene
implicaciones directas e indirectas para quienes laboran en las organizaciones
(Camejo & Cejas, 2013).
De manera que es necesario crear cada vez más un marco conceptual y teórico
que garantice la aplicación de modelos gerenciales exitosos desde la perspectiva
de la Responsabilidad Social.
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El concepto de RSE se ha desarrollado a partir del interés de los empresarios en
mantener una relación armoniosa con la comunidad, el cual si bien tiene bases
éticas también responde a una estrategia de permanencia y legitimidad de la
empresa en el mediano y largo plazo.
A partir de estas reflexiones se puede decir que una vez que la empresa toma
conciencia de los efectos de sus acciones sobre sus miembros, la sociedad y el
medio ambiente, llevará a cabo programas socialmente responsables en forma
voluntaria solamente si los percibe como una inversión que en el largo plazo
redundará en beneficios tangibles, y no solamente como un costo.
En el ámbito laboral esto implica que la empresa reconozca el efecto positivo de
estas políticas sobre la productividad de sus trabajadores; y que un aumento de la
productividad vía reducción de costos, afectando derechos sociales y condiciones
de trabajo, lleva solamente a ganancias de corto plazo. Asimismo implica
reconocer el efecto de los incentivos dados a los trabajadores sobre su
productividad y los beneficios de la empresa.
El modelo simple de la empresa capitalista supone que ésta busca maximizar sus
beneficios, tanto en el corto como en el largo plazo, y en este contexto la RSE
puede ser vista como un costo, o como una inversión (Garavito, 2012). Entonces,
de acuerdo a su percepción, la empresa llevará a cabo programas socialmente
responsables solamente si estos le permiten lograr su objetivo principal: la
maximización de beneficios, o sea la creación de valor.
Uno de los argumentos empleados para justificar la adopción de políticas de RSE
por parte de la empresa son sus efectos positivos sobre la productividad laboral, y
con ellos sobre los beneficios de la empresa. De esta manera, aparte de las
razones éticas, y del derecho que los trabajadores tienen, en tanto parte de la
empresa, a que sus intereses se tomen en cuenta, estarían los mayores beneficios
a obtener en el mediano plazo (Garavito, 2012).
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El reto al comunicar las actividades de RSE y de la identidad por medio de una
imagen pública dentro de los reportes de sostenibilidad anuales es el crear
informes que de forma eficiente comuniquen la razón de ser de la compañía tanto
en los hechos pasados como en el presente y más importante aún, hacia el futuro
(Ríos, 2013).
La RSE es percibida como un mecanismo para la creación de valor dentro de las
empresas, de tal modo que tiene un impacto positivo no únicamente en lo
relacionado a los números de los ingresos sino en todas las áreas que conforman
a una organización. Por lo que ser socialmente responsable implica no sólo el
apego a las leyes y normatividades vigentes, sino ir más allá, una inversión; en
tecnología, en capital humano, en el medio ambiente y sobre todo en las
relaciones con todos y cada uno de los grupos que las organizaciones llegan a
tocar durante su existencia.
La responsabilidad social de la empresa encuentra su reflejo en la construcción de
los sistemas de objetivos empresariales al integrar en ellos no sólo los objetivos
económicos sino también los de tipo social o socioeconómico, incorporándose
éstos últimos de una forma operativa y concreta.
La empresa debe atender la forma explícita de estos objetivos sociales,
minimizando las consecuencias (costos sociales) de su actuación para la
sociedad, y maximizando los efectos positivos (utilidades sociales), esto obliga a
precisar no sólo objetivos económicos, sino sociales, a atender los indicadores del
cumplimiento de los objetivos, a valorar no sólo la aportación de la empresa en el
aspecto económico-financiero, sino en cuanto contribuya a la solución de otros
problemas de la sociedad o reduzca costes sociales, en síntesis, se le pide
responsabilidad social.
En este sentido, y de acuerdo al análisis, se puede apreciar que el cambio de
paradigma en la gestión empresarial, provoca que aumente la motivación de los
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trabajadores y que otros bien calificados quieran pertenecer a las empresas
socialmente responsables, por la importancia, prácticas, programas y
reconocimiento de la sociedad hacia éstas.
El compromiso creado entonces, hacia la empresa por parte de los empleados,
hace que en el querer corresponder a las acciones que ésta emprende en su
beneficio, mejoren su nivel productivo, el rendimiento aumente, así como la
calidad de productos y servicios.
La RSE lleva a que la empresa identifique y explote puntos de ventaja sobre la
competencia, desde el momento mismo en que se incorpora a la gestión, por la
diferenciación que se produce de las demás empresas y los beneficios que son
reconocidos en los ámbitos comerciales, legales, medioambientales, hacia su
comunidad interna y en el área financiera.
Si lo anterior es un aspecto significativo de la nueva forma de convivencia social,
el enfoque de RSE podría convertirse en un pilar que permita afianzar las bases
de ésta, y establecer un nivel de gobernabilidad más estable y una sostenibilidad
de largo plazo (Vargas, 2013).
Así, las actuaciones dentro del marco de lo que viene denominándose RSE
genera valor para la empresa, un valor de naturaleza intangible, pero que sin duda
transmitirá a todos los agentes sociales, y que contribuye a generar uno de los
activos que puede ser más valorados por la empresa, como es su reputación.
De este modo, se entiende que la Responsabilidad Social de las Empresas abarca
tres aspectos fundamentales para hacer de la empresa un proyecto legitimado
socialmente y perdurable en el tiempo, a saber: responsabilidad económica,
responsabilidad social y responsabilidad medioambiental.
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1. Responsabilidad económica
Las empresas tienen como una de las acciones más importantes a desarrollar
generar riqueza en el entorno en el que éstas están insertas, (empleo, innovación
o impuestos). Esta tarea es fundamental también para el propio desarrollo de la
empresa, pero la riqueza que se genere ha de basarse en valores y prácticas
universales.
Obtener beneficios y minimizar los costos de cualquier tipo, económicos,
medioambientales o sociales es una tarea fundamental de una empresa
socialmente responsable.
2. Responsabilidad social
La empresa, para ser una institución legitimada socialmente, ha de dar respuesta
a las demandas que la sociedad le plantea desde los valores y las pautas de
comportamiento que la propia sociedad le indica. De este modo, la empresa
conseguirá estar integrada en el entorno en el que está inserta.
3. Responsabilidad medioambiental
La empresa expresa su responsabilidad social también a través del cuidado de su
entorno físico. Esta cuestión se muestra como una necesidad imperiosa para la
propia subsistencia de la empresa, el respeto y cuidado del medioambiente es
una cuestión clave para llevar a cabo un desarrollo sostenible.
Tal y como se afirma en la Comunicación de la Comisión Europea relativa a la
Responsabilidad Social de las Empresas: una contribución empresarial al
Desarrollo Sostenible, que se hizo pública un año después del surgimiento del
Libro Verde de la Responsabilidad Social, también de la Comisión Europea:
“La responsabilidad social de las empresas puede, por tanto, ayudar a la
consecución del objetivo estratégico establecido en marzo de 2000 en la cumbre
de Lisboa, de convertir a la Unión Europea en 2010 en «la economía del
10
conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer
económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor
cohesión social», y puede también contribuir a la estrategia europea de desarrollo
sostenible".
Se podrían resumir en tres las razones por las que las empresas deben asumir su
responsabilidad social. Las razones de justicia son que las personas implicadas en
las empresas, trabajadores, clientes, proveedores, competidores, propietarios o
accionistas y sociedad en general, no pueden ser instrumentalizadas. Es de
justicia, pues, que todos los stakeholders de la empresa sean tratados de forma
digna, ya que de otro modo estaríamos cayendo bajo mínimos de justicia.
En términos genéricos, el ser sostenible implica que procesos o actividades
cambiantes pueden mantenerse en el tiempo sin agotarse o colapsar. El ser
sostenible, de esta manera, no remite a una condición estática, sino que es
consustancial a la idea (dinámica) de desarrollo.
Ahora bien, entre las segundas, cabe señalar la contaminación y mal uso del agua
potable, que radicaliza su escasez; la contaminación del aire, que genera grandes
perjuicios a la salud especialmente en los conglomerados urbanos; la producción
indiscriminada de desechos, que ocasiona tremendas dificultades para su acopio y
disposición segura; y, la degradación acelerada de los suelos, que pone en duda
la seguridad alimenticia de millones de personas en el mundo.
La síntesis entre una racionalidad empresarial, orientada a la maximización de los
beneficios económicos, y una racionalidad ambiental, orientada al mantenimiento
de condiciones de sostenibilidad, constituye, así, el propósito de la comunicación
sobre RSE.
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1.2 El origen y trascendencia de la ecoeficiencia en relación al impacto
ambiental
Hasta la década de los 70, la empresa no consideraba la protección ambiental en
sus procesos productivos. El uso intensivo de los recursos naturales así como los
impactos que se generaban poco importaban. Tuvo que venir la crisis energética
para reflexionar hacia donde estaba yendo el progreso y adelanto tecnológico. Los
daños producidos al ambiente por una empresa no eran considerados por la
misma tanto a nivel ambiental como a nivel económico, por lo que ésta no tenía
motivos para dejar de dañar al ambiente.
En Estocolmo, Suecia, se llevó a cabo a iniciativa de las Naciones Unidas, la
Primera Conferencia Mundial sobre Desarrollo y Medio Humano, donde se resalta
la importancia de proteger el ambiente frente al desarrollo acelerado de los países
industrializados. En la década de los ochenta, el modelo económico de producción
masiva y estandarizada que se impuso después de la Segunda Guerra Mundial
llega a su fin. Las empresas deben asumir cada vez más sus costos ambientales.
Es a principios de los años 90, en la segunda Conferencia Mundial sobre la
Cumbre de la Tierra se señala que el desarrollo no puede estar desligado del
ambiente que nos rodea y se acuerda la llamada Agenda 21, que resumen los
compromisos de los países firmantes en relación al Comercio, Educación, Manejo
de recursos naturales, entre otros.
El ambiente se configura así como el más importante de los factores para la
expansión de las actividades de muchas empresas. La creación de nuevas
empresas o las ampliaciones sufren las consecuencias de políticas expansivas
antiguas, opuestas a la actual búsqueda del desarrollo sostenible.
El modelo de producción empresarial al ser inviable e insostenible, provocó una
toma de conciencia hacia la protección ambiental e hizo reaccionar dos agentes
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esenciales del mercado como son el Estado y los consumidores. La reacción de la
administración pública fue la de ir aumentando sin parar la legislación referente a
la protección y conservación del ambiente. Hoy por hoy, y según las encuestas, la
presión legal todavía es el elemento de mayor peso en la toma de decisiones de
carácter ambiental en la empresa.
La administración competente actúa en este campo advirtiendo a las empresas y
legislando límites máximos de emisiones y vertimientos, y sancionando sus
incumplimientos. No obstante, hay que reconocer que éste es un sistema frágil y
delicado.
Otra de la vías de acción del Estado, es la de influir sobre el mercado, siendo éste
el verdadero punto de referencia de las empresas. De esta forma el Estado regula
de forma indirecta el mercado a base de intentar que los costos ambientales de la
fabricación y comercialización de los productos se incluyan en su precio, de
manera que bienes y servicios menos agresivos con el medio ambiente se
encuentran en el mercado en una situación ventajosa con respecto a los productos
similares que contaminan más o malgastan recursos.
La ecoeficiencia busca reducir los impactos negativos sobre el medio, a través de
la reducción del consumo o demanda de recursos, minimizando el consumo de
energía, agua, materiales, terreno; aumentar la reciclabilidad y duración del
producto; y minimizar emisiones, vertidos, residuos, incluyendo reducción de
peligrosidad. Para ello pueden emplearse las técnicas de producción más limpia e
incrementar el valor de los bienes o servicios: dar más servicios a los usuarios por
medio de la funcionalidad, la flexibilidad y la modularidad del producto.
En el mundo empresarial se denomina ecoeficiencia al producir más con menos,
crear más valor con menos impacto o como la síntesis de las eficiencias
económica y ambiental en paralelo, donde el prefijo eco se refiere tanto a la
economía como a la ecología.
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Según el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), la
ecoeficiencia es un instrumento más para entender la racionalidad empresarial, y
ha identificado siete elementos que las empresas pueden utilizar para mejorar la
misma:
1. Reducir el consumo de materiales.
2. Reducir el consumo de energía.
3. Reducir la dispersión de sustancias tóxicas.
4. Mejorar la reciclabilidad.
5. Maximizar el uso de recursos renovables.
6. Extender la durabilidad de los productos.
7. Aumentar los servicios suministrados.
Estos siete elementos pueden considerarse relacionados con tres objetivos
principales:
1. Suministrar más valor con el producto o servicio: significa dar más beneficios a
los consumidores, proporcionando soluciones a los clientes y servicios
adicionales, aumentando la satisfacción del cliente, con un menor consumo de
materiales y recursos.
2. Reducir los impactos medioambientales: minimizar las emisiones, vertidos,
derrames y la generación de residuos. También incluye el apoyo al uso sostenible
de los recursos naturales.
3. Reducir el consumo de recursos: esto incluye minimizar el consumo de energía,
materiales, agua y tierra (mejorando la reciclabilidad).
El valor ambiental está asociado a diferentes elementos como el uso responsable
de las materias primas, el uso eficiente de los recursos energéticos, la
minimización de los impactos ambientales asociados a los procesos productivos y
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la maximización de los servicios ecosistémicos asociados al entorno de la
organización.
Es esencial entender que toda acción genera una reacción. Cuando se desarrolla
una actividad en la organización, estamos preparando el entorno para recibir un
impacto. Sin embargo, no todos los impactos son negativos. Algunas de las
acciones benefician el entorno en el que nos desenvolvemos.
Existen diferentes metodologías para valorar los impactos ambientales. Un
ejemplo, es la matriz de evaluación, la cual incluye algunos elementos a resaltar:
1. Signo. Los impactos, como se mencionó anteriormente, pueden ser positivos
cuando benefician al ambiente, o negativos cuando lo deterioran.
2. Intensidad. Total, alta, media y baja.
3. Extensión. La extensión de un impacto se refiere al lugar: puntual, parcial y
total.
4. Momento. Latente, inmediato, corto, mediano o largo plazo.
5. Persistencia. Fugaz (menos de 1 año), temporal (de 1 a 3 años), pertinaz (de 4
a 10 años), permanente (más de 10 años).
6. Recuperación. Irrecuperables, reversibles, mitigables y recuperables.
7. Periodicidad. Continuo, discontinuo, periódico e irregular.
Sea cual fuere la metodología que se use para valorar los impactos ambientales,
lo más importante a considerar es la justificación de los valores, con el fin de evitar
subjetividad en su evaluación. De esta forma, es fundamental soportar sus
argumentos a partir de fuentes secundarias, mediciones certificadas o personas
con amplia experiencia.
El impacto ambiental de un producto empieza desde la extracción de sus materias
primas, las cuales pueden pasar por varias transformaciones hasta llegar al
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fabricante. El producto acabado es empacado y a través de un proceso de
distribución llega finalmente al consumidor (Kenneth, 2013).
La ecoeficiencia es producto de la utilización eficiente de los recursos para
satisfacer las necesidades humanas, el bienestar social y la cultura y generar
beneficios económicos velando por la conservación y protección de los
ecosistemas y el medio ambiente en general. Es posible integrar las dimensiones,
ambiental, social y económica, en el concepto de ecoeficiencia (Montes, 2013).
Los aspectos ambientales del desarrollo sostenible han generado discusiones en
el ámbito de las empresas y diversas herramientas y enfoques se han elaborado
para demostrar que éstas pueden adoptar medidas favorables para la aplicación
de la responsabilidad social ambiental, como los programas de ecoeficiencia,
producción limpia, producción verde, diseño para el ambiente o responsabilidad
social.
Además mejora la imagen general de la empresa y su credibilidad frente a
clientes, consumidores, competidores, administraciones públicas y opinión pública;
permite introducir mejoras técnicas y de funcionamiento en la propia empresa,
facilitando la actividad empresarial y el acceso a ciertos contratos (por ejemplo,
contratos públicos, al ser creciente la introducción de exigencias ambientales en
los pliegos de licitaciones); también reduce las enfermedades y accidentes
laborales con la implantación de nuevas tecnologías.
El Administrador de Empresas que dirije una organización, indistintamente del
tamaño y del área a que ésta se dedique, debe orientarse a un enfoque de
empresas verdes o limpias, donde tome al ambiente como elemento
imprescindible para el desarrollo de sus actividades. Este enfoque asegurará a las
generaciones futuras su crecimiento, siendo una condición imprescindible para los
sistemas de producción del siglo XXI.
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Un concepto en el cual las compañías integran consideraciones sociales y
ambientales en sus operaciones empresariales y en la interacción con sus
involucrados en una manera voluntaria. Existe otro elemento importante que
incluye esta definición como lo es la voluntad de la empresa en mejorar el medio
ambiente y no como una mera respuesta al cumplimiento de órdenes legales
(Lacruz, 2013).
El agua dulce es necesaria para todos los seres vivos: sin ella el planeta no
tendría vida. Se encuentra en los ríos, lagos y lagunas, en fuentes subterráneas y
en la atmósfera; sin embargo, de acuerdo al tamaño del mundo y a pesar de lo
necesaria que es para la vida, en realidad se tiene muy poca agua dulce
disponible: menos del 1% del total de agua del planeta, es agua dulce líquida.
A pesar de que se puede vivir con sólo algunos litros de agua al día, generalmente
se necesita mucha más para conservar la salud. Se ha calculado que un hombre
necesita diariamente 50 litros o más para satisfacer sus necesidades personales y
del hogar. En países desarrollados se gasta mucho más: un promedio de 400 a
500 litros de agua por persona diariamente (Ministerio del Ambiente, 2013). Hoy,
cada uno de los seres humanos gasta 20 veces más agua que los ancestros y
aunque este recurso parece muy abundante, se prevé que de seguir las
tendencias de uso actuales, en un futuro llegará a escasear seriamente.
De acuerdo con la UNESCO, la distribución global del agua presenta los
siguientes datos (Ministerio del Ambiente, 2013):
1. Del total de agua de la tierra, 1.386 millones de kilómetros cúbicos (332,5
millones de millas cúbicas), alrededor de un 96%, es agua salada.
2. Del agua dulce total, un 68% está confinada en los glaciares y la nieve.
3. Un 30% del agua dulce está en el suelo.
4. Las fuentes superficiales de agua dulce, como lagos y ríos, solamente
corresponden a unos 93.100 kilómetros cúbicos (22.300 millas cúbicas), lo que
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representa un 1/150 del 1% del total del agua. A pesar de esto, los ríos y lagos
son la principal fuente de agua que la población usa a diario.
A partir de la suma de los productos consumidos y su equivalencia en agua virtual,
se puede afirmar que cada persona gasta entre 2000 y 5000 litros de agua por día.
El país en el que se vive también marca claras diferencias: Un estadounidense
gasta unos 7000 litros diarios, tres veces más que un chino, unos 1920 diarios
(Ministerio del Ambiente, 2013).
Es casi imposible pensar en una actividad en la que no sea necesaria el agua. Las
cifras vistas en puntos anteriores pueden parecer muy globales y muchas
personas podrían no estar convencidas de la importancia de preservar este
recurso porque aún no lo ven como un problema que deban afrontar localmente o
incluso individualmente. Sin embargo, un número importante de proyectos en
Latinoamérica no han podido empezar por no contar con el abastecimiento de este
recurso para realizar sus actividades en unos casos, y en otros porque el agua
requerida para sus procesos es la misma que requieren las comunidades
aledañas a su entorno.
La mayoría de empresas que evalúan riesgos ambientales y sociales de sus
clientes, verifican que éstos no tengan conflictos con la comunidad por el uso
futuro del recurso agua. Las buenas prácticas para la utilización eficiente del agua
se han dividido en los siguientes grupos (Ministerio del Ambiente, 2013):
1. Políticas para el uso eficiente del agua.
2. Adecuado funcionamiento/mantenimiento de las instalaciones sanitarias.
3. Instalación de sistemas de ahorro de agua.
4. Reducción del consumo de agua en diferentes labores.
5. Campañas para promover la participación de los empleados
6. Monitoreo, estadísticas, difusión de metas y logros.
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De acuerdo con el protocolo de Kyoto, hay 6 Gases de Efecto Invernadero:
Dióxido de carbono (CO2), Metano (CH4), Óxido nitroso (N2O),
Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro de azufre
(SF6).
La concentración de Gases de Efecto Invernadero en la parte alta de la atmósfera
capta la radiación solar reflejada desde la superficie terrestre, e impide su
liberación al espacio, elevando la temperatura de la atmósfera en las capas más
cercanas a la superficie terrestre y, en consecuencia, provocando un aumento de
la temperatura media del planeta.
Este proceso se conoce como cambio climático, y constituye uno de los problemas
ambientales de mayor relevancia a escala mundial, ya que, entre otros, puede
ocasionar el aumento del nivel del mar, el retroceso de los glaciares, alteraciones
en la frecuencia e intensidad de las precipitaciones y otros fenómenos
meteorológicos extremos.
Puesto que las emisiones son debidas principalmente al sistema energético actual,
basado en la quema de combustibles fósiles, la única solución real al problema del
cambio climático es la sustitución completa de los combustibles fósiles por
energías renovables (solar, eólica, geotérmica, hidráulica y biomasa) junto al
ahorro y el uso eficiente de la energía.
La energía utilizada para manufacturar productos en un país y consumir en otro,
se resta de la huella del productor y se suma a la del consumidor.
La huella energética muestra la mayor disparidad por persona entre países de
ingresos altos y bajos. Esto es en parte, debido a que las personas pueden
consumir sólo una cantidad limitada de alimento, mientras que el consumo de
energía sólo está limitado por la capacidad de los consumidores para pagarla.
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Se define la movilidad sostenible como la capacidad para satisfacer las
necesidades de la sociedad de moverse libremente, acceder, comunicarse,
comercializar y establecer relaciones sin sacrificar otros valores humanos o
ecológicos básicos actuales o del futuro.
Actualmente, los sistemas de movilidad contribuyen de forma importante a la
congestión, las muertes, los daños provocados por accidentes, el cambio
climático, el agotamiento de recursos, los problemas de salud pública ocasionados
por la contaminación del aire y el ruido, y el colapso del ecosistema.
Si bien la tecnología ha permitido la reducción de las emisiones de contaminantes
relacionados con el transporte y ha mejorado significativamente el consumo de
combustible, estas mejoras se han visto contrarrestadas en gran medida por la
baja renovación de la flota, la falta de un mantenimiento adecuado, los cambios en
la combinación de vehículos ligeros y el aumento de la conducción.
Si se plantea aplicar medidas de construcción sostenible es fundamental adoptar
una visión integrada de todas las etapas del ciclo de vida del edificio, desde la
extracción de las materias primas hasta la gestión de sus residuos una vez
derribada la obra (de la cuna a la tumba o a una nueva cuna).
El sector de la edificación y la construcción representa 111 millones de empleos
directos a nivel global. 75 por ciento en países en desarrollo y 90 por ciento en
microempresas (menos de 10 empleados). Contribuye con el 10 por ciento del
producto interno bruto con una inversión global anual evaluada en US $300 mil
millones (Ministerio del Ambiente, 2013).
La contribución estimada del entorno construido a los aspectos ambientales
globales, basados en datos de la OCDE. Considerando su ciclo de vida, se sabe
que el entorno construido es responsable en cada país de (Ministerio del
Ambiente, 2013):
20
A. 25 a 40 por ciento del uso total de energía.
B. 30 a 40 por ciento de la generación de residuos sólidos.
C. 30 a 40 por ciento de la emisión de gases efecto invernadero.
Solamente en los Estados Unidos, los edificios dan cuenta del (Ministerio del
Ambiente, 2013):
A. 70 por ciento de consumo de electricidad.
B. 39 por ciento de uso de la energía. 39 por ciento de todas las emisiones de
dióxido de carbono (CO2).
C. 40 por ciento de utilización de materias primas.
D. 30 por ciento de la producción de residuos (136 millones de toneladas anuales).
A. 12 por ciento de consumo de agua potable.
A través del proceso de diseño, planeación y construcción de un edificio de
oficinas o planta industrial u centro de operaciones se deben tomar importantes
decisiones respecto a su impacto ambiental a corto, mediano y largo plazo. Los
primeros pasos en el planeamiento de un edificio son decisivos porque en esta
etapa se determina la compatibilidad ambiental del edificio durante las próximas
décadas.
Las tecnologías limpias cubren los sectores de energía, transporte, agua y
materiales, buscando que las actividades desarrolladas por el ser humano actúen
en consonancia con la naturaleza.
21
Conclusiones
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es una forma ética de gestión que
implica la inclusión de las expectativas de los grupos de interés alrededor de la
empresa, para lograr el desarrollo sostenible. La función de la empresa
socialmente responsable es crear valor para la sociedad y si en su consecución
genera beneficios, rentas y sueldos mucho mejor porque, aunque no es su
esencia, es mérito añadido e indicador de eficiencia.
La RSE de una empresa se mide primeramente por los resultados obtenidos que
justifican su existencia. A partir de ahí, se deben de fijar metas adicionales,
voluntarias y según las condiciones, la dimensión y la actividad de la empresa.
Las características que identifican a las empresas socialmente responsables son
transparencia, establecimiento de compromisos públicos, relaciones con
instituciones que representan intereses variados, capacidad para atraer y
mantener talentos, alto grado de motivación y compromiso de los colaboradores,
capacidad para enfrentar conflictos, establecimiento de metas de corto y largo
plazo y participación de la dirección de la empresa. Por lo tanto la inserción social
de la empresa en la comunidad provee balanceadas cantidades de
responsabilidades y de beneficios.
La empresa trasciende su rol económico tradicional, ya que se la visualiza como
creadora de riqueza, impulsora de la investigación y desarrollo, generadora de
bienestar social y fuente de empleo, participando activamente en la protección
ambiental. Es cuando en el futuro mediato los gastos en responsabilidad social se
transforman en inversiones.
Por tanto, independientemente de su naturaleza voluntaria, ser responsable se
hace imprescindible para asegurar la perdurabilidad de la empresa.
22
En este contexto los beneficios de la RSE que favorecen en el mediano y largo
plazo la producción final de utilidades, se reducen los costos operativos, se mejora
el desempeño financiero, se contribuye a una equidad social comunitaria y se
apoya el crecimiento económico sostenible.
Derivado de lo anterior la RSE y la ecoeficiencia son una respuesta a esos
intereses empresariales, internalizando los costos ambientales de sus productos
en la economía de la empresa, de manera que proporcione bienes y servicios a un
precio competitivo y de forma sostenible, por lo que se satisfarán las necesidades
humanas y se aportará calidad de vida, reduciendo progresivamente el impacto
ecológico y la presión sobre los recursos naturales. Se reduce costos ambientales,
que a su vez se traduce en una reducción de costos económicos, mejorando así el
rendimiento de la empresa.
Ya que tomar medidas preventivas que ofrecen una mayor garantía al momento
de trabajar contra la contaminación y la protección del ambiente, evidentemente
son las medidas de menor costo, por lo que se creará más valor con menos
impacto ambiental, buscando reducir los impactos negativos sobre el medio, a
través de la disminución del consumo o demanda de recursos, minimizando el
consumo de energía, agua, materiales, terreno y aumentando la reciclabilidad y
duración del producto.
Finalmente a la RSE como la manera más destacada en la actualidad de
incorporar las dimensiones socialmente responsables y la ecoeficiencia podría
efectivamente integrar diversas áreas empresariales para contribuir con
adecuadas decisiones de inversión y negocios a la problemática ambiental,
trabajando en un horizonte y metas a largo plazo.
23
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