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L7564f
cLiniers y Gallo Alcántara.
Santiago, conde de
3
La filocalia.
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PRESENTED TO
THE LIBRARYBY
PROFESSOR MILTON A. BUCHANAN
OF THE
DEPARTMENT OF ITALIAN AND SPANISH
1906-1946
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^ ^ .
BIBLIOTECA DE LA VOZ DEL SIGLO
LA FILOGALIA
ARTE DE DISTINGUIR Á LOS CURSIS
DE liOS QUE NO LO SON
SEGUIDO DE UN PROYECTO DE BASES PARA
LA FORMACION DE UNA HERMANDAD Ó CLUB CON QUEBE REMEDIE DICHA PLAGA
MADRIDIMPRENTA DE TOMÁS PORTAN ET
CALLE DE LA LIBERTAD, NUM. 2g
1868
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m
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ITALIA-ESPAÑA
EX-LIBRISM. A. BUCHANAN
-
LA FILOCALIA
-
Digitized by the Internet Archive
in 2013
http://archive.org/details/lafilocaliaartedOOIini
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US
BIBLIOTECA DE LA VOZ DEL SIGLO
LA FILOGALIA
ARTE DE DISTINGUIR Á LOS CURSIS
DE LOS QUE NO LO SON
SEGÍIIDO DE UN PROYECTO DE BASES PAKALA FORMACION DE UNA HERMANDAD Ó CLUB CON ^^UE
SE REMEDIE DICHA PLAGA
MADRID •IMPRENTA DE TOMÁS FORTANET
CALLE DE LA LIBERTAD, NÚM. 29
1868
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QUÉ COSAS SEAN LOS CURSIS, Y CUÁNTAS ESPECIES HAY DE
ELLOS, Y EN QUÉ SE DISTINGUEN ENTRE SÍ.
Anda de algunos años á esta parte revuelta en las con-
versaciones y huida de los escritos, adoptada en el trato
social y proscrita de los diccionarios y demás códi-
gos del buen decir oficial , una palabrilla de extraña de-
sinencia, de significación incierta, de etimología desco-
nocida, que todos emplean, que todos conocen y de
cuya aplicación personal todos huyen como de la más
sangrienta injuria.
Que con las palabras más groseras se eche en cara
á un marido su complacencia, á una mujer su fácil con-
dición , á un ministro su impureza y á un político su
mala fe, produce, si no menor, por lo ménos igual escán-
dalo en los agraviados,que si se les dijera de repente
en medio de una tertulia , en un paseo público , en las
Cortes ó en la Academia,que eran unos cursis.
-
A tal insulto todos son sensibles; á tal provocación jó-
venes y viejos, tímidos y valientes responden; hasta á
los más estoicos y despreocupados mortifica.
¿Qué es la cursería^, ¿hasta dónde llegan las fronteras
de ese poderosísimo imperio de la Corsia, cuyas invasio-
nes crecen de dia en dia y se suceden unas á otras has-
ta el punto de que hoy podamos decir con el romano
de la decadencia: «Solo el bárbaro es ciudadano de Ro-
ma?» ¿De dónde nace el mal? ¿cómo se comunica y cun-
de su contagio? ¿qué remedios pueden atajarle?
A tales extremos se encaminan estas observaciones,
hijas del análisis detenido y minucioso que nuestra hol-
gazanería nos ha permitido hacer de la enfermedad que
á todos aflige.
-
Si á una niña bonita y presumida, de esas lindas mu-
chachas que viven en un barrio retirado y en una calle
estrecha, que no salen á paseo mcás que los domingos,
que no estrenan vestido más que el Jueves Santo y el
Corpus, y que entre zurcir la ropa de sus hermanitos,
leer novelas de Escrich y hacer guiños á un alférez de
caballería, ó á un alumno de administración militar,
pasan todos los dias que no son domingos y todas las
fiestas que no son el Corpus ni el Jueves Santo ; si á
una de estas niñas la preguntáis qué cosa sea un cursi,
enseñándoos por entre los tiestos de su balcón un po-
bre estudiante de veterinaria, que, destrozada la capa,
grasicnto el sombrero, torcidas y destalonadas las botas,
pasea por su calle en los ratos que la dejan libre el al-
férez y el alumno, os responderá sin vacilar:
—¡Yaya! qué guasa tiene Y. ! ¡Ese es un cursi!Si esa misma pregunta se la dirigís á una de esas da-
mas de posición incierta, cuya hermosura, talentos ó ac-
cidental encumbramiento de su marido coloca en medio
de la sociedad más aristocrática y escogida, sin que por
su nacimiento, fortuna ó enlaces pertenezca á ella, os
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responderá sonriendo indiilgenteuiente de vuestra igno-
rancia, y señalando con el dedo á la niña dominguera
que con todas sus galas se pasea al lado de su novio
por la carrera de la procesión:
—Si quiere V. un échantillon de la especie, ahí tiene V.uno bien acabado.
Pero si á una duquesa (de verdad) la rogáis que os
enseñe un cursi, ó una cursi, al oido, si sois bastante di-
choso para obtener de ella esta confianza, os dirá cuando
Fulanita toque el piano ó Menganita haga á cualquiera
de sus adoradores uno de esos cumplidos de caracolillo
lomados evidentemente de la última novela francesa
que hayan leido :
—Mire V., ella se pondría furiosa si lo supiera: peropara mí, Fulanita (ó Menganita) es una solemnísima
cursi.
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De estos ejemplos aislados, que cualquiera de mis lee
tores puede comprobar cuando guste, se deduce : Que el
ser cursi ó parecerlo no es una cosa esencial, ni una idea
absoluta, sino una cualidad derivada, una idea de rela-
ción qUe varía según los términos con que se compare.
El veterinario parece cursi á la niña dominguera; la
niña dominguera es calificada de cursi por la melindro-
sa dama de medio pelo, y la desdeñosa duquesa trata de
cwm á la dama que, sin ser duquesa, alterna con ella
de igual á igual.
¿Pero en definitiva lo son?
Lo es la dama de medio pelo, cuando quiere competir
con la duquesa; lo es la niña dominguera, cuando sale
al Prado ó á la Castellana afectando un lujo y unas ma-
neras que no conoce más que una vez al mes; lo es el
veterinario que quiere rivalizar con el bizarro alférez y
el sentimental aspirante. Golocadlos á todos en sus res-
pectivos centros sociales; considerad al veterinario
cambiada su raida levita en un gracioso marsellés,
desechadas las botinas de charol y calzada la polaina
de cuero blanco que dibuja su robusta pierna, arrum-
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bado el chaleco de flores amarillas y ceñido el cuerpo
con la faja de grana, sin la ridicula chistera, con el ca-
lañés en la coronilla y una bandurria entre las manos
punteando unas provocativas seguidillas, y tendréis en
él un mozo de rumbo, un hombre elegante, el Don
Juan de Alcobendas, ó Marchámalo, de las Peñuelas, ó
de la Mala de Francia.
Lo mismo os sucederá con la niña dominguera. La
que el dia del Corpus retocada, sin soltura, sin gracia,
os pareció ridicula, la encontráis deliciosa cuando sen-
cilla y sin pretensiones, vestida de percál, con una flor
en el pelo, la veis en su balcón de la calle de la Estrella
recoser una enagiiilla de su hermanito, ó echar, la muy
inocente, una guarnición á su vestido de seda, con que
al otro domingo la vais á encontrar insoportable.
Nada diremos de la dama pretenciosa: trasladada á
una sociedad de personas de su clase, ó á una provincia,
sus talentos y su hermosura la harian, sin esfuerzos in-
útiles, reina de las tertulias y soberana de la moda.
Creemos, pues, fijar de una manera positiva el ridículo
que procede de lo cursi, diciendo de él que es una
aspiración no satisfecha; una desproporción evidente entre
la belleza que se quiere producir y los medios materiales que
se tienen para lograrla.
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15
De aquí que el ser cursi es independiente de la posi-
ción, de la riqueza y hasta de la belleza natural de un
sngelo.
Un millonario que, nacido y educado fuera de las le-
yes del buen gusto, se empeña en tenerle, aunque todos
los arquitectos, pintores, literatos, mayordomos y sas-
tres del universo se empleen en construir, decorar y
alhajar sus palacios, en pulir é ilustrar su espíritu, en
educar su trato y en vestir su cuerpo; palacios suntuo-
sos, bailes y comidas espléndidas, cartas familiares, ma-
neras, todo, en una palabra, trascenderá tanto más á cur-
si, cuanto mayores esfuerzos haga por disimular el olor-
cilio.
Habrá mil detalles que no podrá confiar á manos ex-
trañas, y en ellos dará de cabeza: si el palacio es gran-
dioso, hará por su cuenta una garita para el perro ó para
el portero que lo estropeen; si tiene buenos cuadros, los
colgará de cordones ridículos, ó como un millonario qüe
yo conozco, les pondrá cristales para que no se es-
tropeen.
Si le regalan una edición gótica, la encuadernará con
tapas de marfih
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No podrá resistir al deseo de colocar encima de una
chimenea del renacimiento una cigarrera de plata figu-
rando una locomotora.
No se decidirá jamás á quitar los fanales de cristal
que preservan del polvo á unos candeleros de bronce.
Si es viejo, la echará de joven.
Si es joven, afectará aire gastado y caduco.
En una palabra, será cursi^ cursi, cursi, más que el al-
bañil que amasó el yeso para su palacio; porque éste
se contenta con serlo, y él quiere pasar por hombre de
gusto no siendo más que hombre rico, que es como si el
albañil se diese tonos de arquitecto.
No todos los millonarios improvisados son cursis. En
todo hay exageraciones.
Hay unos y (éstos son los ménos) que con el dinero
adquieren hábitos de elegancia y de buen gusto.
Hay otros (y éstos son los más) que con el dinero ad-
quieren el hábito y la costumbre de guardarlo.
Estos son cutres y avaros, pero no cursis , porque no
quieren pasar por elegantes ni artistas.
Sus dehesas no tienen pretensiones de parques; sus
magníficas casas no tienen pretensiones de palacios, y
ellos no tienen pretensiones de nada. Se jactan de ves-
tirse en las roperías como en los tiempos en que eran
dependientes de la lonja de ultramarinos, testigo de sus
primeros ensayos en el comercio.
Son séres especiales que no distinguen la porcelana
-
15
de Sévres de la loza de Sargadelos, que creen que Muri-
11o es director del Museo, que prefieren los Magyares á
Guillermo, que se extasían en La Pata de Cabra y se
duermen en El alcalde de Zalamea.
Cuando delante de ellos se trata de cualquiera cues-
tión de arte, de literatura ó de política, se encogen de
hombros, y por poco que se les apure, confiesan ingé-
nuamente que son unos bestias.
Guando nos hablan á nosotros los pobretones, ó nos
oyen hablar, que es lo más frecuente, parecen poseídos
de inocente admiración hácia unos séres que saben tan-
tas cosas, y hablan de tantas cosas, y nunca han sabido
hacerse ricos.
Pero en el fondo están poseídos del más alto despre-
cio hácia los infelices que escriben libros, y cuyos
nombres no figurarán nunca en el gran libro de la
Deuda.
No, no; esos no son cursis; son simplemente hombres
de dinero.
-
La palabra cursi, que en un principio solo se emplea-
ba para motejar los extravíos del buen gusto en materia
de traje, se aplica hoy en un sentido más general ycomprensivo.
Los afectos cómicamente exagerados por el solo pla-
cer de la exageración; los alardes de erudición fundados
en un exiguo caudal de conocimientos y de frases co-
munes y vulgares; las aspiraciones poéticas de vates
que no tienen de genios más que el gastar melena y te-
ner deudas; las ínfulas políticas del diputado novel; las
pretensiones nobiliarias del pobre diablo que adorna
sus tarjetas con el blasón de los García, los López ó los
Gutiérrez; todas estas y otras muchas debilidades hu-
manas, siempre que sean verdaderas debilidades y no
obedezcan á ningún cálculo ni interés, son curserías tan
calificadas como gastar bastones de marfil, botas de
charol pespunteadas con adornos blancos, estar suscrito
por años á El Cascabel, ó ir á la Castellana en coche al-
quilado y no de plaza.
Así hay amores cursis; los que se manifiestan por te-
légrafos, carias arrojadas con cuerda, cuchicheos en
-
público y monos con arqueo de cejas, apretamiento de
labios y pataditas impacientes.
Hay libros cursis: casi todos los que tratan de la in-
fluencia de una cosa sobre otra; los de Importancia, Exá-
men, Idea y Reseña; todos los de Paralelo, y en general,
cualquiera que se publique en España con intención de
que se lea.
Poesías cursis: hoy refugiadas en los álbums y poco
temibles.
Discursos cursis: los de grado de doctor y los de pre-
sentación de un ministro al personal de su dependen-
cia; todos ellos tienen por objeto ser oidos, y no se oyen;
y cuando se oyen, en vez de enternecer hacen soltarla
carcajada.
Conversaciones cursis: las atmosféricas, las sanitarias,
las de economía doméstica y las íntimas, tales como
confesión del número de callos y declaración de mue-
las podridas en general, todo lo que habla un hom-
bre cuando debia estar callado.
No seguiremos en este análisis, que nos llevaría de-
masiado léjos. La pesadez es la peor de las curserías.
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18
¿Quién no es cursi? dirá el lector lleno de desconfían--
za y de temor.
Tranquilícese. Lo indisculpable en la cursería es la con-
tumacia y la complacencia en ella; el que es una vez
cursi por casualidad, por obligación, por política ó por
economía, es solo un cum accidental que merece dis-culpa, y á quien la sociedad de las gentes de buen gusto
no impone más castigo que llorar su momentáneo ex-
travío.
Un amigo mió pretendía á una mucbacba. Excelente
familia; ricos, morigerados, cristianos viejos y sin más
hija que la que adoraba mi amigo. Pero el padre tenia una
debilidad, las cajas de música; la madre tenia dos debi-
lidades, cortar los folletines de La Correspondencia para
formar colección, y colocar cuantos juegos de café po-
seía, debajo de las mesas: la niña tenia tres debilidades,
la zarzuela, los recuerdos de pelo y la calcomanía; á
pesar de todas estas debilidades, digo que mi amigo ado-
raba á esta familia; porque ¡qué es el amor sino una su-
blime debilidad!
No temo agraviar su memoria diciendo que se exta-
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siaba con las sonatas de las cajas de música; que seguía
anhelante las peripecias del folletín, y estaba suscrito á
dos ejemplares para suplir las faltas; que regaló á su
novia una pulsera de su propio pelo, y llevó una cadena
del mismo tejido, que figuraba una serpiente mordién-
dose la cola; que aplaudió La Vieja, y que llenó tres
pantallas y toda su Colección legislativa de mariposas,
ramilletes y paisajes Wateau.
Hoy se halla casado, y no solo ha vuelto al redil que
un momento abandonara, sino que, como el buen pas-
tor, ha traido otra nueva oveja: su mujer, á quien á
fuerza de cariño ha convencido de que hay otra pintura
mejor que la calcomanía y una música superior á la de
Gaztambide, y de que no hay necesidad de recuerdos
cuando se goza de un presente tan halagüeño como el
suyo.
A los que no pudo convencer fué á sus suegros, por-
que se murieron los pohres señores cuando mi amigo
iba á emprender su conversión. Mi amigo, como es na-
tural, lo sintió mucho.
-
^0
4 »
¿Habia cursis en lo antiguo? Indudablemente; solo que
la enfermedad no estaba tan extendida como en los pre-
sentes.
Cuenta Diógenes Laercio que Alcibiades hizo azotar
por sus esclavos á un filósofo porque su toga y manto
eran de colores rabiosos. Otros autores dicen que fué
solamente por el hecho de ser filósofo, y no por otra
cosa.
Antonio, muñéndose de amor por Cleopatra, fué un
solemnísimo cursi.
El bajo Imperio fué el imperio de la cursería.
Petrarca y todos los sonetistas de su escuela fueron
algo cursis.
Lo fué Francisco I, y eso que era todo un elegante,
cuando se le ocurrió aquel dichoso «¡todo se ha perdi-
do!», que hoy ampara todas las pérdidas posibles, desde
la de Santo Domingo á la que pueda hacer cualquier
tendero en una almoneda-verdad.
Que había cursis en la culta sociedad del siglo de los
Felipes, es indudable. El lindo Don Diego es el mejor tipo
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21
que puede presentarse de la especie. El culteranismo no
fué más que la cursería en literatura.
Más tarde, el Churriguera fué lo cursi esculpido en
mármoles.
La fachada del Hospicio es el ideal del género.
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22
Pero la idea concreta que representa la palabra cursi
es moderna.
La enfermedad que denuncia es novísima, considerada
como calamidad social, porque en otras épocas solo se
conocía en casos aislados.
La razón es muy sencilla: la instrucción ha cundido,
la civilización ha puesto los goces á la altura de todo el
mundo. La fotografiarla galvanoplastia, la litografía
han abaratado el arte hasta el punto de que no hay ten-
dero acomodado que no pueda procurarse la Vénus de
Milo en una palmatoria y empapelar el zócalo de su
trastienda con el friso del Partenon.
Los organillos han popularizado la música.
Las ediciones á dos cuartos han vulgarizado la litera-
tura y las ciencias.
En una palabra, la facilidad de los medios de buscar
ó producir belleza, ha hecho creer á todo el mundo que
no había sino echar mano de cualquiera para lograrlo,
y de aquí lo cursi.
Los coleccionadores de fotografías se creen artistas y
son unos cursis; el que compra por tres duros una Hebe
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de escayola ó un San Juan de marmolillo, se tiene por
inteligente en escultura; el que reúne cuatro ochavos
borrosos y un duro con el no do de los Reyes Católicos,
la da de numismático; y el que baja de la guardilla de su
casa un bufetillo descerrajado y un sillón cojo, se tiene
por anticuario.
Todos son cursis.
Y es que todo se sabe , todo se ve , todo se desea , yhay la fantasmagoría de poseerlo todo: solo que la pie-
dra es cartón, el diamante straus, el oro doublé y el ro-
ble pino pintado : lo único que hay verdadero son las
lelarañas, y los cursis que creen que detrás de cada te-
laraña hay un Tiziano ó un Zurbarán. Artistas de catálo-
go, literatos de sección amena,graciosos de gacetilla,
elegantes de prendería, sois unos cursis.
-
22
Esta palabra tan expresiva,que tanta boga ha ad-
quirido y que en tan breve tiempo ha tomado carta
de popularidad entre nosotros , no es ni podia ser
una palabra advenediza, sin raíz en los orígenes del
idioma.
Las tiene á millares y, si quisiera , podria escoger los
abuelos que mejor la estuvieran...
Si pretendiese ser griega, ahí tiene á Coryce, de cuyo
promontorio podria descender sin dificultad , tanto más
cuanto que sus habitantes los corucayos... coruayos, cora-
yos corsis.,, cursis tenían fama de muy curiosos, que es
un vicio esencialmente cursi.
Tiene corosuna.,. corsuna, corsi... cursi, que quiere decir
juventud alegre y bulliciosa; y es muy cierto que en estadichosa edad, capaz de todas las virtudes y de todos los
extravíos, suele hacer mayores y más irreparables estra-
gos la cursería que en otra alguna.
En el Asia Menor, en la Paflagonia, había una fortale-
za designada por Hortelio y otros historiadores con el
n ombre Cursianum
.
Estéban de Bizancio, Plinio y Strabon llaman Corsice
-
•2S
á una isla del Mediterráneo, próxima á la de Samos , en
la costa de la Jonia. Una colonia de sus habitantes, se-
gún Pausanias y Ptolomeo, fundó á Corsi en el Norte de
la Cerdeña.
Es memorable la isla Corsia (Córcega) (Corsica Insula),
poblada por los Focios, lugar de destierro en tiempo de
los Emperadores, y que habitó durante algún tiempo
Séneca, el poeta acusado de adulterio en el reinado de
Claudio (1).
Por fin, hasta en España describen los geógrafos (2) un
pueblo llamado Cursus, situado en la Bética, en el terri-
torio turdetano, que se cree sea el verdadero Bro-
mujos.
¿Porqué la palabra cursi no habia de venir de cual-
quiera de estas islas, pueblos y colonias?
Pero al mismo tiempo, ¿por qué de estas y no de otras?
¿Y por qué no de ninguna 1
Este es el resultado práctico que se saca de todas las
etimologías.
{!) A ella dedicó estos versos en su libro De consolatione :«Barlara pramptis inclusa est Corsia sacois
Hórrida, desertis %indiq\ie vasta locis
Non poma automnus segetes^ non educat cetasCanaqne Palladio muñere hmma caretUmbrarum nullo ver est loetaUle fcetu /Nullaque infausto nascitur herha solo:Non pañis ^ non Jiaustus aquce^ non nJtimv.s ignisHic solo hosc dno sv.nt. exul et exilimn.»
(2) Ptolomeo y otros.
-
2(i
Vamos á concluir, y resumiremos. La cursería es una
afectación.
Puede un hombre pobre no ser cursi, pero un rico
improvisado corre gran peligro de serlo.
El pedantismo es la cursería de la inteligencia.
El que conoce que es cursi, ya deja de serlo.
El imperio de la cursería es uno de los peligros de la
revolución. Significa la invasión por las masas del terre-
no artístico, poético, monumental é indumentario.
La igualdad ante el sastre es la fórmula de lo cursi.
¿Queréis no ser cursis '! pues no tratéis de ser elegan-
tes, si el serlo no os sale de adentro.
No sigáis las modas sino de léjos; no compréis nada
por el solo hecho de que sea barato; no uséis anteojos
sin necesitarlos; no habléis nunca sino de asuntos que
dominéis; y si no os gusta un cuadro aunque sea de Ra-
fael, ó una poesía aunque sea de Byron, decidlo franca-
mente sin entrar en explicaciones, porque la sinceridad,
la franqueza, la sencillez y el amable abandono son los
mejores antídotos contra esa enfermedad tenderil y do-
minguera que se llama cursería,
S. DE LlNIBRS.
Madrid, 24 de Abril de 1868.
-
REGLAMENTO INSTRUCTIVO
PARA LA CONSTITUCION
DEL CLUB DE LOS FILÓCALOS
I.
De la naturaleza y objeto del Club.
Artículo \ El Club de los Filócalos es una asocia-
ción de socorros mutuos y de vigilancia recíproca, para
mantener entre sus miembros la observancia de las re-
glas del buen gusto y extirpar en sus pensamientos, pa-
labras y obras, cuantos principios ó restos de desmora-
lización estética haya podido dejar el descuido en que
hasta el dia ha vivido la humanidad respecto de este
orden tan importante del bien; y de propaganda para
(1) Etimología griega: ^;?^c>5 y calos^ amante de lo bello.
-
•28
combatir el desarrollo de todo elemento cursi, forma la
más peligrosa de las que presentan en nuestro siglo los
vicios que en todos los tiempos, aunque con distintos
nombres, han atacado á la idea de lo bello^en su más
lata concepción.
/
-
20
11.
De la constitución del Club.
Art. 2.*^ Organizarán la Sociedad siete sócios funda-
dores, elegidos por los que aspiramos á constituirla, que
serán personas de un buen gusto notorio, reconocido
umversalmente, y sería de desear que acreditado con
algún rasgo heroico que haya puesto en relieve la deli-
cadeza de sus sentimientos estéticos, como por ejemplo:
Haber perdido su carrera y renunciado á un alto
puesto y pingüe sueldo, por no tomar el grado de doc-
tor con señoras y música.
No haber escrito jamás en un álbum.
Haber emigrado por no recibir un ramillete de huevos
hilados en su mesa.
Haber reñido con un amigo de su mujer por encon-
trarle con salva-barros.
-
30
Haberse fugado con fractura y escalamiento de un
baile de sociedad por acciones.
No haber hecho jamás el amor en la Zarzuela.
Haber rechazado una herencia de más de 500.000 es-
cudos, por envolver como condición precisa la de con-
servar y reparar una caja de música, un reloj de movi-
miento ó cualquiera otro de los muchos atentados que
ha producido la industria, en daño y odio de las artes
bellas.
Sufrir un ataque de nervios al solo aspecto de la vi-
ñeta de El Cascabel, y dos á la simple lectura de cual-
quier número de La Cosa Pública.
No haber usado jamás chanclos de goma, justificando
debidamente no tener coche y padecer reumatismos.
Haber roto un matrimonio de más de 20.000 escudos
de renta, por negarse á firmar el contrato con una plu-
ma de fotografía microscópica.
Haber dado muerte al autor de la polka El ferro carril,
ó á cualquiera de sus ejecutantes, mediando premedi-
tación y alevosía, porque en un momento de arrebato, yante la insultante provocación de sus compases, es de
esperar que cualquiera de los Filócalos lo haga sin es-
fuerzo.
Haber estado en París más de siete dias sin haberse
hospedado en el Grand-Hdtel, sin haber subido á la co-
lumna de Vendóme y sin haber admirado les Halles cen-
trales; ó cualquiera otro acto análogo á los citados, y
-
31
que como ellos revele en el designado para el alto cargo
de socio fundador, un culto inequívoco y avasallador há-
cia la idea de lo bello.
Art. 3.'' Los siete socios fundadores formarán un tri-
bunal que por unanimidad de votos decretará la admi-
sión en el Club de los que lo soliciten, hasta el número
de diez y siete, con los cuales se declarará constituida
la Sociedad.
-
III.
Condiciones de ingreso.
Art. 4." Para ingresar en el Club de los Filócalos se-
rán condiciones precisas:
1/ Presentar una exposición dirigida á la Sociedad,
debidamente documentada y en el papel y con el tim-
bre y sello que use habitualmente el exponente, que
servirán de primeras pruebas de su aptitud estética, en
la que solicite el ingreso, manifieste sus títulos para ob-
tenerle y se obligue solemnemente á someterse á los
preceptos, advertencias, acuerdos, correcciones y pe-
nas que este reglamento establece.
2.^ Acreditar una afición marcada y de resultados
positivos hácia algún ramo del cultivo de lo bello, ad-
mitiendo la Sociedad para ese efecto en su vasto espí-
ritu comprensivo, desde el inteligente fumador que por3
-
amor á la entonación y al claro-oscuro, y no exclusiva-
mente por darse tono, culote una boquilla, hasta el sa-
bio coleccionador de tablas alemanas ó de porcelanas de
Limoges.
3.* Merecer censura favorable en un exámen ó inter-
rogatorio que dirigirán los socios fundadores, y que una
vez constituida la Sociedad, podrán ampliar los demás
miembros, sobre diversos extremos que puedan dar
una idea aproximada de las condiciones del aspirante
para la sana percepción de lo bello y de su exacta apre-
ciación del elemento cursi en todas las esferas de la vida,
como por ejemplo:
Si en la elección del corte, color y arreglo de sus tra-
jes no ha apartado siempre su vista con horror y su estó-
mago con asco de todo figurín preconcebido.
Si no lia dado nunca alguna felpa á alguno ó algu-
nos que vistieran chalecos de ella ó capas ó gabanes con
vudtas ó embozos de la misma.
Si en alguna ocasión miró con benevolencia cual-
quier objeto del temido color habana ó sus diversas ma-
quinaciones contra el gusto.
Si en algún tiempo usó dijes ó cadena que no fueran
exclusivamente de oro, á no ser en el caso de haber es-
lado en presidio.
Si hallándose en situación de hacer un viaje se le
ocurrió irá Barcelona; y en ese deplorable supuesto, qué
sensación le produce el recuerdo de la palmera de cris-
-
35
tal del café de las Delicias, los cuadros y los espejos en-
fundados del café de Cujas, y los escaparates de la calle
de Fernando.
Si habiendo estado en París se ha sujetado á algún
itinerario ó guia de viajero; si ha traido vistas de los
edificios que haya visitado, y si en sus demás viajes ha
comprado navajas de afeitar en Inglaterra, rosarios de
palma en Jerusalen, monedas antiguas en Roma, agua
en Colonia, guayaba en la Habana, ó casitas suizas en
cualquiera de los cantones de esa pastoril república.
Si alguna vez ha comido espontáneamente en las fon-
das de Europa ó de Pegona, ó si obligado á ello por
fuerza mayor ó miedo capaz de producir impresión en
varón constante, ha digerido la comida y no ha tenido
necesidad de guardar dia alguno de cama por sus con-
secuencias.
Si frecuenta las almonedas,liquidaciones-verdad
, y
en general las tiendas de entrada libre y en las que los
objetos tienen precios con rebaja marcada en las eti-
quetas, lugares mal habitados para el gusto.
Si habiendo oido más de dos veces La Traviata, ha
empleado su dinero en cualquiera localidad para oiría
de nuevo; ó si teniendo palco ó butaca gratis, ó abono
satisfecho con anticipación , ó haciendo el amor en el
régio coliseo, la ha escuchado con delectación y la re-
cuerda sin empacho.
Si alguna vez ha calificado de música al coro de los to-
-
mreros de esa vulgarmente llamada ópera, al de las carca-
jadas del Bailo in maschera, ó al de \a. Zingarella del Tro
vador, y si acostumbra á dirigir blasfemias ó groseros
insultos de esa índole al arte de Mozart y Rossini.
Si vive y protesta morir en la creencia de que Apari-
cio y Madrazo, autores de los cuadros El Hambre y La
muerte de Viriato^ y sus cómplices y encubridores, no
saldrán del Purgatorio interim los citados cuadros per-
manezcan en el Museo.
Si ha tolerado que sus descendientes, hermanos meno-
res, dependientes ó personas por cualquier concepto so-
metidas á su autoridad, se suscriban á las publicaciones
de Guijarro, ó de Manini hermanos, como no sea con el
exclusivo objeto de entretener con las estampas á niños
menores de siete años ó de destinarlas á un uso común
que, por más que obedezca al lemadelaReal Academia
Española, no es por eso ménos antiliterario.
Si en sus escritos, conversaciones ó discursos, ha ci-
tado alguna vez El Estado soy yo, de Luis XIV: el Todo
se ha perdido, menos el honor, de Francisco I; el lasciate
ogni speranza, del Dante, ó el é pur si muove, de Galileo,
contribuyendo á agravar la aflicción que pesa sobre los
manes de esos grandes hombres al ver tan manoseadas
y mal traídas sus memorias.
Art. 5.° Sobre estos modelos podrán ampliarse las
investigaciones, apreciando los jueces, áun en las con-
testaciones poco satisfactorias, las esperanzas que ofrez-
-
37
ca el aspirante de una mayor pureza en sus apreciacio-
nes y aptitudes estéticas, merced á los consejos y ense-
ñanzas del Club.
Art. 6.° Verificado el exámen, el presidente resumi-
rá en un breve é imparcial discurso la concepción de lo
bello y la apreciación de lo cursi que resulte de las con-
testaciones del aspirante, y todos los Filócalos presentes
procederán á votar en escrutinio secreto las dos propo-
siciones siguientes:
((D. N. N., que desea ingresar en el Club de los Filó-
calos, ¿tiene una suficiente idea de lo bello, para que
pueda permitirse aspirar á realizarlo sin extravío? ¿sí
ó no?»
Si reuniera unanimidad de votos, será proclamado Fi-
lócalo: si no la reuniera, se procederá á votar en la mis-
ma forma la segunda proposición:
«D. N. N., que desea ingresar en el Club de los Filóca-
los, ¿tiene una manifiesta incapacidad para percibirla be-
lleza? ¿sí ó no?))
Si reuniera las dos terceras partes de votos favora-
bles, será declarado aspirante áFi lócalo, y á los tres años
será precisamente admitido como socio, ó separado del
Club, si sus esfuerzos para lograr su completa regenera-
ción moral bubieran sido infructuosos.
-
1
-
39
IV.
Incapacidades.
Ari. 7." No podrán en ningún tiempo ni bajo ningún
pretexto formar parte del Club:
1. ° Los caballeros de San Juan con uniforme y hábi-
to: los del Santo Sepulcro con collar; y los de Cárlos III
é Isabel la Católica con manifiesto escándalo.
2. ^ Los procedentes de los extinguidos cuerpos de
artillería, ingenieros ó estado mayor de la Milicia, y lo
mismo los de caballería é infantería, si hubiere motivos
suficientes á producir el convencimiento racional de que
se retrataron con uniforme iluminado y con fondo de
campamento ó de batalla.
3. "* Los que hubieren sido sorprendidos m fraganti.delito de admiración ante la fachada del Tribunal ma-
-
40
yor de Cuentas de la Península , ó de los escaparates y
letreros de la villa y corte de Madrid.
Art. 8.^ Admitido el socio ó aspirante, el acta de su
admisión permanecerá expuesta veintisiete dias al pú-
blico, por si alguno tuviera conocimiento de que le afli-
gian alguna de las anteriores incapacidades, en cuyo caso
se abrirá nuevo juicio sobre su elección.
Art. 9.° La Sociedad, para realizar los altos fines que
en el art. i.°se enumeran, vigilará los actos de sus
miembros, celebrará reuniones públicas y secretas para
resolver puntos dudosos, acordará las bases para la re-
dacción de memorias que los esclarezcan, publicará un
periódico ó revista del Club, é impondrá correccionesdis-
ciplinarias á sus miembros y á cuantos delincan contra
el gusto, siempre que le sea posible.
-
41
V.
De la vigilancia.
Art. 10. Todos los socios en sus reuniones diarias
en el Club estarán obligados á comunicarse las observa-
ciones de toda especie que hayan hecho , relativas al
gusto en todas sus manifestaciones . confesarse sus de-
bilidades, exponer sus dudas y denunciar los extravíos
de que tuvieran noticia.
Art. 1 1 . Por cada siete sócios se nombrará un censor,
cuyo cargo durará dos años, y al que se le confiará la
inquisición de los pensamientos, palabras y obras de
todos los miembros, autorizándole para escuchar á sus
puertas, entrar en sus casas, interrogar á sus criados,
vigilar el empleo de sus rentas, sus conversaciones de
café, sus diversiones favoritas y sus compañías habi-
tuales.
-
42
Art. 12. Será también cargo de los censores, asistir á
los que lo soliciten en los viajes, adquisiciones de objetos
de arte, arreglos de casa ú otros actos análogos en los
que pueda verse gravemente comprometido él gusto del
Filócalo, y educar y dirigir con sus consejos éinslraccio-
nes á los aspirantes, acompañándolos á la Castellana yal teatro los domingos, á los grados de doctor en los que
se tiren papeletas y asista la música de Ingenieros ó de
los niños del Hospicio, á los oficios de San Juan de Je-
rusalen, á las funciones de Santa Rita, y á otros sitios y
espectáculos análogos, donde puedan inspirarse en el
santo horror de lo cursi, sostenidos contra la perversión
del contagio por la sana crítica y los protectores conse-
jos del censor.
Art. 13. Cuando los censores hayan reunido un cau-
dal suficiente de observaciones sobre la vida y costum-
bres de los socios, se convocará una junta general se-
creta con citación especial de los miembros que hubie-
ran sido objeto de ellas, para que presenten sus descar-
gos si les fueran contrarias, sufran su condigno casti-
go si no se estimaran bastantes por la Sociedad, ó reci-
ban sus premios si les fueran favorables.
Art. 14. En estas juntas darán también cuenta todos
los miembros, de aquellos actos de tal gravedad estética
que no se estime bastante garantía del acierto para su
ejecución la asistencia de los socios censores, y se con-
sultarán los objetos gravemente sospechosos de cursis ó
-
48
en los que se juzgue fácil ó de gran trascendencia un
extravío: así, por ejemplo, se dará cuenta inmediata y pre-
cisa de las adquisiciones deestátuas que no sean clásicas,
de cuadros franceses de todos los tiempos, ó modernos
de todos los países, de los viajes á París en verano, á
Roma y Toledo en Semana Santa, y á Suiza, el Rhin ylos Pirineos con billete de circulación y plazo fijo ; será
también de precisa consulta la adquisición de todo bastón
de más de \ 00 reales, de todo alfiler que pase de 800, y de
toda cadena de reloj que exceda de 2500; de los gabanes
y chalecos de más de un color; de los pantalones , cor-
batas y carruajes de más de dos; de los alfombras, por-
tiers y tapicerías de más de tres, y de cualquiera ob-
jeto que, sin ser biografía de hombre público ó caja de
pinturas, exceda de cuatro, como sospechosos áprioriy
no mediando prueba en contrario. Se consultarán, por
último , los regalos de boda de alguna importancia por
el peligro de que lleven la perturbación de los senti-
mientos estéticos á una familia naciente; y todos los de-
más actos que, según el estado de las costumbres y el
nivel moral de los Filócalos, estime la junta de gobierno
que deben someterse á consulta, ó lo reclamen al ménos
siete socios.
Art. 15. Abierto juicio sobre la vida y hechos de un
socio, después de una discusión solemne en la que se
oirán sus descargos, y en la que podrán tomar parte to-
dos los miembros, fallarán todos los presentes en excru-
-
44
finio secreto, declarándole absuelto, sospechoso ó culpa-
ble. En el primer caso se terminará el acto recibiendo
un abrazo fraternal de todos los Filócalos presentes.
En el segundo, quedará sometido por un tiempo que
no excederá de un año ni bajará de un mes, á la vigilan-
cia especial de un socio censor que se comisionará al
efecto, y á quien dará cuenta de todos sus actos ú omi-
siones en los que haya cualquiera fin ó principio que
directa ó indirectamente se roce con el arte ó la belleza.
Las garantías individuales del sospechoso se declararán
en suspenso durante todo el tiempo de la vigilancia, y
las facultades inquisitoriales del socio censor se decla-
rarán también ilimitadas, autorizándosele para trasla-
darle de domicilio, confiscarle los objetos que sirvieron
de cuerpo de delito ó de instrumento para cometerle,
desterrarlo de las sociedades peligrosas ó espectáculos
desmoralizadores que frecuentára , abrir su correspon-
dencia é intervenir en sus amores lícitos ó ilícitos, siem-
pre que hubiera vehementes indicios de que podrían
contribuir á su corrupción estética, por haber encontra-
do en el domicilio del reo. zapatillas ó petacas bordadas,
marcas complicadas con monumentos, mamíferos ó pai-
sajes en los pañuelos, objetos de pelo con excepción de
los higrómetros y de las pelucas, ó cantidad manifiesta-
mente exagerada de pensamientos secos ó de rosas mar-
chitas, que evidentemente excedan de la justa propor-
ción de dos por querida con tiestos, y de cuatro por no-
-
45
vía sin jardín, máximum de recuerdos floridos cfue le es
dado admitir á un hombre de gusto que no se olvide del
santo temor de lo cursi, ni en sus extravíos, ni en sus
deslices, ni en las expansiones honestas y legítimas de
su alma.
Art. 16. Si el Club lo declarara culpable, se proce-
derá contra el reo en la forma y con arreglo á las bases
del capítulo siguiente.
-
41
Vi.
De los delitos y de las penas.
Art. 17. Será delito contra el gusto toda acción ú
omisión calificada de tal por un acuerdo solemne del
Club.
Art. 18. Solo eximirá de responsabilidad la circuns-
tancia de haber cometido el delito con conciencia de ser
tal delito y por evitar un mal mayor, como por ejem-
plo: si convencido de haber tomado en el Imperial un
barquillo relleno, probara haber perpetrado ese hecho
por no tener otro medio de evitar un café en vaso y con
tostada : si confeso de haberse retratado con cruces ó
uniforme inusitado, probara evitó con ello la consu-
mación de un grupo de familia con abuelos, cacatúa ynodriza; si acusado de haber discutido sobre Sor Patro-
cinio con su peluquero, justificara haber incurrido en
ello por no discutir sobre la revolución francesa»
-
18
Art. 19. Serán circunstancias atenuantes:
1.*^ La premeditación en el delito y la conciencia del
daño causado, que revelan no se ocultaba al Filócalo
todo el mal que hacía, y no era tanta su corrupción ni
tan grande su extravio que tuviera por lícito lo que
no lo es.
2. ^ El cometerlo por un precio que, según sea ma-
yor, probará en cuánto tiene el delincuente las reglas
de lo elegante y de lo bello, y cuánto cuesta hacérselas
infringir en cualquier sentido.
3. ^ El cometerlo de noche ó en despoblado, pues se
evitan los graves peligros del escándalo y del contagio.
4. *^ Que las víctimas ó personas inmediatamente he-
ridas sean parientes, cónyuges ó afines dentro del cuar-
to grado, pues los lazos íntimos de la familia autorizan
alguna relajación en los principios de la elegancia y del
buen gusto.
Art. 20. Las penas se dividirán en graves y leves.
Art. 21 . Son penas graves:
'1."^ La expulsión del Club, á la que irá unida como
accesoria la marca de cursi reconocido, única pena infa-
mante de este Código.
2. ° La suspensión del título de Filócalo por más de
un año.
3. ^ La reprensión pública ó advertencia en Idi Gaceta
oficial del Club.
Art. 22. SoQ penas leves:
-
49
La confiscación de los instrumentos del delito.
Las advertencias y reprensiones privadas.
Las multas.
Art. 23. La expulsión no podrá imponerse sino á
los que hayan sufrido sin corregirse las penas infe-
riores.
4
-
i
-
51
VIÍ.
De las reunion0)5 é Índices expurgatorios.
Art. 24. Es de esperar que memorias, oficios,
dictámenes y comunicacioneí^ déí C^^^ ^^^^ acabados
módélos de aticisiiió y* btién gusto, y és il^^ interés más
capital que estéñ' limpios de todá frase, com'/^^^^^^^^'
imagen ó cita que por sus propias condiciones ó po.^
compáñíás én qué habitualmente se encuentren, séan
notádás de curéis ó sospéchosás de Ilegal^ á serió en bre^
ve tietíipó.
Árt. 2B. Para precaver ese mal sé celebrará en el
més dé Novieñibre una junta general extraordinaria, en
lá qué fórmárá el índice expurgatorio que ha de re-
gir durante todo el año estético, con todas las frases,
figul*a&, áñálogíá^, términos técnicos, etc., que merezcan
s# cótidéiladós, obligánddse los individuos del Club á
-
no creer en su existencia ú olvidar y desconocer la apli-
cación que de ellos se haya reprobado.
Así, por ejemplo, del reino mineral ó inorgánico y de
entre los fenómenos meteorológicos desaparecerán para
los Filócalos:
El coral y las perlas siempre que se trate de labios y
dientes.
El alabastro en cuestiones de pechos y espaldas.
El Simoün, y en general todos los vientos ó huracanes
con mote ó pseudónimo.
Todos los torrentes de la opinión, bien sean de los des-
bordados por la tiranta ó de los encauzados por la libertad
prudente.
El rayo de la revolución y el iris de paz.
Art. 26. Se recomiendan la mayor prudencia y cir-
cunspección en el uso de la aurora boreal, de las brisas
primaverales, de las hojas secas, de la luna y de los cre-
púsculos..r.í-.ihr«'-'-> í^- ' . t; n
Art. 27. Del reino vegetal se proscriben la sensitiva,
las rosas con perlas de roció, el letal beleño y la palmera
en toda composición que no trate exclusivamente de dá-
tiles y siempre que no sea gentil ni del desierto; y del
reino animal la gacela timida, el fénix, la gaviota, la
remora, las sirenas engañadoras, el pelicano y la hidra de
la anarquía.
Art. 27. Tan luego como se constituya el Club hará
subasta pública y cesión perpétua en beneticio de los
-
55»
Museos provinciales y de los discursos académicos y de
apertura; de las espadas de Breiio y de Dámocles, del
hilo de Ariadna, del nudo Gordiano, del lecho de Pro-
custo, de los caballos de Atila y de Galígula, de la pa-
lanca de Arquimedes, del timón y de la nave del Estado,
de la tea de la discordia, de las fuentes de la riqueza pú-
blica, de la tela de Penélope, de las carabelas de Colon,
y demás muebles, inmuebles ó semovientes desgasta-
dos por el uso y abuso que sin permiso de sus dueños
vienen haciendo de ellos los gacetilleros de todos los
partidos.
Art. 28. Una parte del producto de esta venta se des-
tinará á costear una lujosa edición de las citas y dichos
cursis con que más habitualmente se adornan los ar-
tículos de fondo sin él y los discursos rancios de dipu-
tados noveles, en el que se comprendan desde el Eureka
y el quos Deus vult perderé de la edad antigua, hasta
el cosas tenedes el Cid de la edad media, y los cuarenta si-
glos asomados á las Pirámides de la edad moderna.
Art. 29. Se solicitará para esa obra un prólogo de la
Academia española y la declaración de libro de texto en
las universidades, institutos y seminarios, para inspirar
por esos medios, aunque indirectos, eficaces, un natu-
ral horror hácia su lectura, y lograr lleguen á borrarse
tales dichos y citas de la memoria de los hombres.
-
i
-
55
Vil.
La Gaceta del Club.
Art. 30. El Club publicará una Gaceta ó Revista men-
sual, en la que á más de insertarse sus Memorias, dis-
cusiones y acuerdos, habrá artículos de superficie sobre
la de los hombres, instituciones ó hechos que la tengan
más ó ménos fea ó bonita, cursi ó distinguida.
Art. 31. Se destinará una sección á no insertar las
composiciones literarias ó géneros declarados cursis ó
de mal sabor por la Sociedad. En ella figurarán por su
ausencia los epitalamios, las orientales con cimitarra,
turbante y celosías; las charadas, los ovillejos dedicados
á señoras y señoritas; los sonetos en, con, por, sin ó para
un álbum, y toda composición ó descomposición apli-
cada á dias ó cumpleaños.
Art. 33. Se publicarán observaciones barométricas
-
sobre el estado del gusto en el mes; las nubes ó tempes-
tades que se bayan observado en los escaparates más
afamados, en las mujeres más elegantes, en los bailes
ó reuniones más concurridas, ó en las producciones li-
terarias y artísticas más favorecidas por la opinión.
Art. 34. Se insertarán gratis en la sección de anun-
cios, con orla negra, sáuce llorón y ángel escurrido y
mal humorado, las esquelas de defunción de las muje-
res á la moda que hayan tomado un amante cómico, te-
legrafista ó concejal, de los hombres bien reputados que
se hubieren rizado el pelo para retratarse, hubieran pro-
puesto, conspirado ó consumado unas habaneras, se hu-
bieran casado con su ama de huéspedes, hecho el amor
á la niñera de su mujer, paseado en caballo de alquiler
por la Castellana, ó sucumbido á alguna otra enfer-
medad ó violento ataque igualmente mortales para el
gusto.
Art. 35. En la sección de Providencias judiciales se
insertarán las sentencias, motivadas en vistos y conside-
randos, que se dictaren contra los sócios, y las citacio-
nes y emplazamientos que el Club constituido en tribu-
nal se sirva acordar cuando por fama pública, querella
de persona ofendida ó denuncia de persona sensible, lle-
gue á su noticia algún atentado contra lo bello, que me-
rezca la formación de causa contra sus autores y cóm-
plices.
Art. 36. Se publicará un folletín impreso en forma
-
que sea imposible cortarle ni encuadernarle, del que se
proscribirán las novelas históricas con trovador y ermi-
taño, las marítimas con corsario benéfico, las sociales
con bandido filantrópico y banquero corruptor, las cam-
pestres con caballos desbocados por jóvenes aturdidas
y detenidos por mancebos atrevidos al borde de precipi-
cios en los que nunca cae más que el autor, y las senti-
mentales de á más de suicidio por barba y de adulterio
por marido.
Art. 37. Se anunciarán también las condiciones y
premios de los concursos que celebre la Sociedad para
la presentación de Memorias que contribuyan á deter-
minar con toda precisión las fronteras que separan lo
cursi de lo original, la moda de la elegancia y del arte.
-
59
VIII.
De las medidas extraordinarias.
Art. 38. El Club podrá apelar á todos los medios que
le sugiera su amor acrisolado al buen gusto, tales como
declararle en peligro, constituirse en sesión permanen-
te, armar á los sócios, celebrar reuniones públicas, re-
partir proclamas, etc., cuando se tema algún gran acon-
tecimiento que pueda comprometer gravemente el fin de
su instituto, tal como la publicación en alguna parte del
globo de un poema épico clásico, el estreno de alguna
zarzuela que no sea silbada la primera noche, la impre-
sión de algún epitalamio que sea leído por álguien más
que su autor y el corrector de pruebas, etc., etc.
-
61
DISPOSICION FINAL.
Los socios dan por nulas y de ningún valor cuantas
leyes y preceptos de cualquier género se dictaren en
oposición directa ó indirecta con el presente reglamen-
to, y se obligan á no reconocer ni respetar ninguna que
sea declarada cursi por los medios legitimos que quedan
establecidos para hacerlo así.
Madrid , 1868.
F. SiLVELA.
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