intertextualidad y literatura comparada

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    10 Jos Manuel Losado. Goya/Poligrafas 2 (1997) 9-34

    hemos de remachar a tiempo y a destiempo: la literatura comparada no escomparar en el sentido del reduccionsmo comparatista; es algo mucho msfructfero, pero la simplificacin a la que tienden quienes desconocen estadisciplina-faci lidad en la que, sobre todo en sus comienzos, cayeron los mismoseomparatistas-ser una amenaza contra la que habr que luchar sin descanso.Es obvio que la terminologa adoptada por los mundos anglosajn-ComparativeLiterature--ogennarusta-Vergleichende Literaturwssenschaft--es mucho msilustradora del trabajo que esta disciplina est llamada a ejercer en el mundo dela crtica literaria. En pases como Espaa, el error reduccionista proviene en nopocos casos del malhadado trmino literatura comparada-y otro tanto ocurrecon la terminologa adoptada por italianos (Letteratura comparata), portugueses(Literatura comparada), rumanos (Literatura comparata), ete.-traduccin literal del trmino francs littrature compare, debido a la avalancha de investigaciones que la cntica francesa aport y contina aportando en este terreno.

    Quiz el acercamiento al texto en su carcter intertextual comenzara con lacrtica semitica de Julia Kristeva. Daniel-Henri Pageaux subraya el inters de laintertextualidad por cuanto esta categora nos permite acometer un anlisis y unalectura comparatistas a partir de un nico texto. ste, centro de la atenCn delestudioso, recibir ladenominacin de h i p e r t e x t o ~ ) respecto del hipotexto quele precede en el tiempo. Dado que la literatura defiende como hecho incuestionable el dilogo de culturas, era lgico que se procediera a estudiar las consecuencias inmediatas de este principio. Entre ellas resalta que la absorcin, transformacin o remodelacin de un texto precedente se puede considerar ms bien comouna intertextualidad en lugar de una intersubjetividad (Pageaux 1994, 18).1 Enefecto, el comparatista sabe que este ltimo trmino presupone la teona, ltimamente tan denostada, de las influencias que un escritor o un texto ejercen sobreotro. De ahque, tal y como indica el Dictionnaire de la thorie du langage deGreimas-Courts, el concepto de intenextualidad haya suscitado gran inters porcuanto los procedimientos que implica parecen ofrecer una alternativa metodolgica a la teora de las influencias sobre la que venan basndose, por lo general,las investigaciones en el campo de la Literatura comparada?

    En los primeros vagidos de sus aprecaciones sobre la lgica del texto. JuliaKristeva conceba la intertextualidad ora como el cruce de enunciados tomadosa otros textos, ora como la transposci6nen lapalabracomunicativadeenunciadosanteriores o sincrnicos. Vengamos a la primera definici6n. No pasa desapercibido el acercamiento de cone estructuralista de la misma. Ms precisamente,conviene recordar que, dentro de esta corriente. todo acto de enunciacin vienea ser la produccin nunegocntrica de un conjunto semelfactivo de signos

    lingsticos orientada segn los siete polos tradicionales del esquema de lacomunicacin--ellocutor, el contacto, el destinatario, la situacin, el contenido

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    Jos Manuel Losada Gaya!Poligrafas 2 (1997) 9-34 11

    del mensaje o enunciado propiamente dicho, la lengua utilizada y la fonna estticaque impregna el mensaje (Dupriez 1991, 182).

    Partiendo de esta base y de la funcin que engloba a todos los enunciados enel texto, la profesora de origen blgaro propone un acercamiento no ya meramente

    lingstico sino translingstico cuyo objetivo es sustituir la antigua divisinretrica de los gneros por una tipologa de los textos (Kristeva 1978, 52).

    Para lo cual es imprescindible recurrir a la nocin de ideologema. ste resultade la verificacin de una organizacin textual detenninada (o prctica semitica)a partir de enunciados o secuencias que aqulla asimila o evoca dentro del espaciode los textos. No puede extraar que, consiguientemente, el ideologema seadefinido como la funcin intertextual que se puede leer de forma materializadaen los diferentes niveles de la estructura de cada texto y que se extiende en dichotextoproporcionndole sus coordenadas histricas y sociales (53). La aplicacinque la eruditahace sobre la novelapermite conjeturarque las unidades lingsticasson instrumentos aptos para establecer cada tipo de enunciado como una funcin.Por ende, dicha funCin viene a encadenarse a las restantes dentro de la totalidadde la produccin textual. El paso siguiente tiene dos tiempos: en primer lugar laconstitucin de una tipologa de los diferentes enunciados y en segundo lugar suorigen extraliterario. En ltimo trmino, cada tipo de texto podr ser definido ensu unidad, esto es, como ideologema (53-54).

    De todo lo hasta aqu dicho podemos deducir tres ideas especialmente

    importantes: la problemtica de la retrica de los gneros, la reflexin sobre elvalor de las funciones del conjunto extraliterario dentro de un conjunto textualconcreto y del acervo histrico que el ideologema aporta al texto en s.

    .EI carcter nefasto de las extrapolaciones

    En su artculo titulado En tomo al conceptode la intertextualidad, Jos AntonioMilln Alba ve en este trmino una primera superacin de los excesos inmanentistas (autotelismo, autarquismo) del estructuralismo literario. En dicho trabajola intertextualidad se define como sigue: presencia en un texto, de otro (u otros)ajenos al primero. pero que, sin embargo. resultan ser funcionales respecto deaqul; esto es, funcionan estructuralmente en su configuracin estrictamentesingular, constituyendo una de las hiladas de laurdimbre textuab (1990, 11). Estadefinicin apela, como su 'correlato, a otra que opera en el mismo campo: latranstextualidad, detenidamente estudiada por Genette en Palimpsesles. Comobien seala Milln Alba, el trmino de transtextualidad es especialmente interesante por cuanto en su relacin con la intertextualidad conduce a la nocin dehistoricidad: el examen intrnseco de la pareja 'intertextualidad-lranstextualidad'

    nos aboca indefectiblemente. y al mismo tiempo lo recupera, al estudio de una'historia' de la literatura. De donde surge su inters por evitar el carcter

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    autotlico que el estructuralsmo produjo en su tiempo: La actual dicotomaentrehistoria de la literatura de un lado, y crtica literaria del otro, queda as resueltamediante una de las funciones del texto que permite eltrnsito natural del uno al

    otro campo, desde presupuestos, eso s, estrictamente textuales 'que, aparente

    mente al menos ( " , , ) resultan ms rigurosos y fecundos que los que orientarondecisivamente la historia de la literatra hasta los aos cincuenta (11-12),

    Con otras palabras, es lo que Mikhail Btikhtine sostierie en los conceptos dedialogismo. polifona y pluridiscursividad. El primero de stos es interesante por

    una extensin globalizante que radica en las diferentes acepciones del dilogo.

    Abundando en esta ltima idea, el crtico ruso afirma: El dilogo, en un sentidorestringido, ciertamente no constituye ms que una de las fortnas ( , , . ) de la

    interaccin verbal. Pero tambin es posible comprender la palabra 'dilogo' en

    un sentido amplo, es decir, no slo como el intercambio en voz alta que implicaa los individuos situados cara a cara, sino como todo tipo de intercambio verbal

    (1977, 136).3 El dialogismo comprende en este autor dos tipos de relaciones. Laprimera se da entre un texto determinado y otros, ya sean pasados o presentes. La

    segunda se puede observar entre un texto y el contexto sociocultural (seda por

    descontado la importancia que adquiere aqula mimesis),

    Ahora bien, entrar en el campo de la historia no quiere decir adoptar los

    presupuestos historicistas de corte positivista en su acepcin peyorativa. MiUn

    Alba lo deja bien claro al esclarecer la otra vertiente de la intertextualidad: estadefinicin tiene para nosotros la enorme ventaja de no sacarnos fuera del mbito

    estrictamente literario. Infiere con ello en el hecho evidente de que la dimensin

    intertextual es propiamente intrnseca al propio hecho textual: no puede sino serconcebida como una funcin--entre otras-de la estructura literaria (1990, 12).Procura as, y de hecho lo consigue, deslindarla de otros enfoques crticos

    extraliterarios: No podemos compartir el enfoque de una historia de la literatura,y menos an, de una literatura comparada, que encuentre su razn de ser no en

    ,su dimensin intrnseca (literatura), sino en la extrnseca (historia). A esta

    concepcin es a la que tienden la historia de la literaturay

    comparatismotradicionales en sus formulaciones positivistas, ascomo el enfoque filolgico,

    acumulando datos. verificando biografas y ediciones, buscando pare

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    Jos Manuel Losada GoyajPoligrafias 2 (1997) 9-34 13

    En primer lugar, porque la intertextualidad no es un a funcin, pero esteerror no es sino un desliz surgido como consecuencia del talante estructuralista

    que a menudo impregna las obras utilizadas por la mayora de los crticos que han

    abordado la cuestin; adems, Milln Alba haba dado anteriormente un a defini

    ci6n que no contena este error. 4 En segundo lugar, y esto ya es ms grave, por

    cuanto la historia, el omparatismo y la filologa tradicionales ejercidas con rigor

    cientfico no quedan, ni mucho menos, al margen de la literatura (antes bien,

    muchasautodenominadas crticas literarias posteriores a los mencionados aos

    cincuentas carecen de enfoques autnticamente literarios). Acumular datos, veri

    ficar biografas 'y ediciones, buscar parecidos, fuentes e influencias, recurrir alprincipio de la analoga (segn MiIln Alba), agregar conocimientos, despertar ysatisfacer curiosidades laterales (segn Cioranescu), sa n puntos de partida indis

    pensables para la investigacin litraria. E l malentendido est, como de cos-tumbre, en los extremos: el fanatismo de los crticos tradicionalistas qu e se

    detienen en el historicismo no es menos perjudicial que el hermetismo de los

    crticos pseudomodemos que sobrepasan los lmites de la interpretacin.

    Ni siquieraBilltine estal abrigo de estas extrapolaciones. Al dar por sentado

    que todo texto depende de un sistema y de un dilgo con otros textos-tanto desde

    un punto de vista formal como semntico-pra gmtico -elimina de raz el carcter

    creativo de la literatura. Esto es ciertamente peligroso, pues propicia extra

    polaciones que pueden llegara perder de vista el carcter propiamente literario

    del texto. Lo muestra la experiencia de buenos comentaristas como Jos LeanMachado, quienes, fascinados ante stas teoras del crtico ruso, hacen suya la

    premisa de que todo o discurso ( ... ) implica o outro, inscreve em si prprio odiscurso do outro, porque a resposta tem como modelo outro ou autros discursos.

    Cada enunciado dialoga co m outro enunciado, cada texto dialoga com outrs

    textos (1995,297). Pudiera aducirse que esto no es ms que un desliz; no 10creo.A na ser que admitamos un a serie de deslices involuntarios. El mismo Jos LeonMachado, en su erudito estudio sobre la novela de Verglio Ferreira, vuelve a caer

    en la misma trampa al comentar la clebre frase de Kristeva segn la cual la

    intertextualidad es el cruce en un texto de enunciados tomados de otros textos.

    Llevando este postulado hasta sus ltimas consecuencias, cada texto o lugarde encontro de outros textos, .sejam eles anteriores ou coevos ao momento da

    escrita. Senda un texto Unl mosaico de c i t a ~ o e s , a escrita toma-se enmo urnareleitura do corpus j existente, urna a c t u a l i z a ~ a o da memria (1995, 309).5 Esuna curiosa interpretaci6n del clebre aforismo de Persio en sus Stiras: De

    nihilo nihib? No nos puede extraar que Jos Lean Machado, siguiendo al pie dela letra los postulados de Bakhtine y Kristeva, deduzca que Nao se cria do nada,senao a partir de urna memria (309). Qu nos queda entonces de otrasfacultades del alma-inteligencia, voluntad, imaginaci6n-o de los sentidos', o

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    de la ms pura creatividad del ser humano? El hecho de que no haya literatura envase dos, recluida en compartimientos estancos, no significa ni mucho menos

    que todo compartimiento se funda con los dems hasta llegar a confundirse en un

    magma informe e indiferenciado.Este exceso, pura atrofia del h e ~ h o literario en s, se observa con ms nitidezan en otro estudio de Bakhtine donde declara que el texto es la expresin de una

    conciencia que refleja algo. Cuando el texto se convierte en objeto de cognicin,

    podernos hablar del reflejo de un reflejo-"du reflet d'un reflet"-(1984, 322).En esta lnea, el reflejo adquiere el carcter de una 'seal la cual evoca a su vez

    otro texto, el cual se transmuta a su vez en seal y sta ultima vuelve a evocar aotro tex.to, y as indefinidamente: el resultado sera pues una cadena que carece

    de principio positivamente conocido y cuyo final nunca llegar a conocerse. Siadoptamos la imagen acstica propuesta por Roland Barthes, es evidente que estasseales, dentro del espacio cerrado que es la literatura para toda esta corriente

    crtica, producen sin cesar no ya un hecho literario en s, con vida e impulso

    propios, sino una sucesin de ecos en un medio clausurado: la cmara de

    ecos-"une chambre d'chos"-(Barthes 1975, 78). Todo esto ya lo haba

    anunciado Berenson en 1948: You canoot open your lips without being used as

    a mouthpiece by myriads upon myriads of the dead. You are Httle more then a

    disc recording the reproducing traditions that no awareness can fathom

    (Aesthetics andHistory in the Visual Arts, citado por Broich 1989, 119).

    Reflejo de un reflejo, mosaico de citas, cmara de ecos, disco degrabacin ... Resonancia vaca donde el signo, y despus el significado, han

    sido substituidos por la seal. Qu nos queda de la literatura? Nada. Curiosa-mente, estamos ante un fenmeno sin precedentes: que el reducdonismo compa-

    ratista que se vena poniendo en tela de juicio sea llevado a cabo por los

    estructuralistas. Esta falacia debe ser puesta de manifiesto. Para ello es preciso

    denunciar la causa que la ha provocado; el estructuralismo llevado hasta sus

    ltimas consecuencias.6 y el estructuralismo, cuando ha invadido el terreno

    propio de la literatura comparada, tambin la ha viciado de un inmanentismo sin

    posibilidad de resolucin. Por ello estoy plenamente convencido de que el

    estructuralismo, por mucho que utilice tal o cual procedimiento, no saldr delatolladero en el que se ha metido. Ni .recurriendo a las nuevas teoras de la

    metfora o la metonimia, ni sirvindose de la intertextualidad, utilizada desde

    siempre pero con otro nombre. Esto no supone que el estructuralismo no pueda

    ayudamos a comprender mejor determinados aspectos de la literatura; ha dado

    un paso importante. Pero contiene desde el principio, como en g e ~ n , una seriede vicios epistemolgicos de los que debe deshacerse, siempre y cuando quiera

    seguir aportando algo a la crticaliteraria. Si no, morir por inanicin. Esto explicaque tantos estudios no concluyan en algo concreto ni ofrezcan una bolsa de

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    oxgeno. Si el objetivo que se marcan de antemano merece todos los elogios; noocurre otro tanto con los resultados. No se entiende cmo la pareja 'intertextualdad-transtextualidad' nos aboqu[e] indefectiblemente, y al mismo tiempo lo

    recuper[e], al estudio de una 'historia' de la literatura (MlIn Alba 1990, 11) si

    esto se hace solamente mediante los mtodos estructuralistas. Dicho de otramanera, la medicina que curar al estructuralismo no puede estar dentro del

    estructuralismo. Es preciso que sta le venga desde fuera.

    En un estudio titulado William Shakespeare, Vctor Hugo deca algo quepuede aportarnos alguna luz al respecto. Hablando de la belleza que persiguen

    una y otra vez los espritus literarios, declaraba que el primer rango siempre est

    libre y accesible? Para llegar a l es preciso separarse de todo lo que puedadesconcertar las audacias malsanas y cortar las alas del artista. Para Hugo, elimpulso que estamos buscando no procede exclusivamente de lo que otros autores

    nos ofrecen, sino del arte mismo, de su inefabilidad, de su paradjico misterio,

    componente fundamental del hecho literario. Salta a la vista que lo importante,

    lo autnticamente importante, son la literatura y el autor literario. El texto literario

    ni se cierra indefinidamente en s mismo ni depende exclusivamente de otros.Broich tambin desvela esta argucia en la que todos podemos caer si aceptamos

    el inmanentismo estructuralista: lf a text, however, is intertextually connectedwith all previous texts, the post-structuralists concluded that there is no point in

    retaining the concept ofthe individual text ofthe individual author (1989, 119).En estas lcidas palabras ha salido a relucir

    untrmino-post-estructuralismo---que ha llevado a su predecesor-el estructuralismo--a un callejn sin

    salida: En realidad, aqul no es ms que una posterior extrapolacin de ste, con

    la diferencia de que en ste )a tergiversacin es tal que no puede sino ser ms

    manifiesta todava. Porque el anlisis de las obras literarias especficas segn los

    mtodos post-e"structuralistas, slo puede ser llevado a trmino forzando los

    textos literarios, con locual dejan de serlO: elcrtico siempre ser un crtico; puede

    hacer literatura, pero en su labor como crtico no puede arrogarse pretenciosa

    mente-por muy bien que sepa disimularlo-el ttulo de escritor literario. Y aqulo est haciendo procurando ver por todas partes-reduccionismo literario--sucesin de intertextualidades. If every text, nos recuerda Broich, is'intertextual in all its elements, as the post-structuralsts assume, this means that

    the term 'intertextuality' cmpletely loses that distinguishing force which aH

    scholarly terms ougth lo have (119).

    Esta afirmacin de Broich demuestra algo que, aun siendo evidente, muchos

    crticos no aceptan: en primer lugar, que estn clausurando la literatura dentro de

    una epistemologa inmanentista sin solucin alguna; en segundo lugar, que el

    remedio que procuran utilizar tambin est minado en su base por el mismo

    inmanentismo: esto es, un redl,lccionismo comparatista de corte estructuralsta.

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    La pescadilla se muerde la cola: pierden la capacidad de distinguir qu es lo

    especfico de tal o cual texto y de talo cual autor: If the idea ofthe individualauthor has to be abandoned-..eomo se deduce obligatoriamente de esta extrapolacin ilegtima-the consequences would be that for instanee we cannot distinguish between a calculated employment of references to other texts within aliterary text and mere influences ofwhich the author himself may not have beenaware ofwhich he may have been fighting against (119-120).

    Tomando el ttulo del clebre libro de Harold Bloom, la ansiedad de la

    influencia que tantos crticos se empean en desvelar aun donde sta no existe y,

    sobre todo, la simplificacin de la literatura al reflejo de influencias, nos sugieren

    que hay una puerta por donde puede penetrar la luz en este pozo donde apenas se

    distingue quin es quin. Vctor Hugo firmara sin dudar esta puerta a la esperanza

    que nos permite desembarazarnos de una atmsferararefacta. Negar que' cualquierautor posterior no pueda parangonars con los precedentes sera negar la

    fuerza creadora del intelecto humano y, consecuentemente, negar toda trans

    cendencia. Ciertamente, la solucin'no es fcil, pero es la nica: conocerse a s

    mismo, saber identificarse, salir de la masa infame que engulle autores y obrassin detenerse en distingos: en lo que respecta al crtico, no ser masa, utilizar su

    propia capacidad de anlisis y sntesis; en lo que respecta al autor, utilizar. en una

    medida proporcionada, 'los ecos que le envan otros textos adaptndolos a su

    propio tiempo, espacio y conciencia artstica: ser otro.8

    Respecto de la segunda definicin de.Kristeva-la intertextualidad concebidacomo transposicin en la palabra comunicativa de enunciados anteriores y

    sincrnicos--cabe tambin hacer una seriede aclaraciones. La primera es la que

    sugiere Jos Antonio MilIn respecto de la evolucin de la crtica en su utilizacin

    de esta categora. Tiempo despus de las afirmaciones contenidas en Semiotike,Julia Kristeva propona la substitucin del trmino de intertextualidad poi: el detransposicin, y ello. debido a ]a evidente manipulaci6n que [el primero] haba

    venido sufriendo al ser considerado por algunos como la mscara de ese cajn de

    sastre que es la semi6tica haba adoptado para decir 'lo de toda la vida' (1990,15). Salta a la vista la alusin, acertada, a la reprobacin que las modernas

    metodologas comparatistas han hecho a los estudios tradicionalistas de literatura

    comparada.

    No est de ms recordar las detracciones de Ren Wellek contra un positivismo minado en su base y que l considera originario de la escuela francesa.

    Wellek denomina esta degeneracin con el nombre de factualism y arguye

    poniendoendudaesehecho interrnediario-neutralfact-que se suele considerar

    ligado a otros hechos precedentes. Son, como muy bien replica Pierre Brunel, losexcesos del pseudocientificismo que denota la ignorancia de una caracterstica'esencial del hecho comparatista y que es su flexibilidad (1989, 34).

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    Jos Manuel Losada GoyalPoligrajlOS 2 (1997) 9-34 17

    En efecto, se le ha achacado a la literatura comparada de corte tradicional

    cierto servlismo respecto de otras ramas del saber: la antropologa, la historia, la

    sociologa y el psicoanlisis principalmente. Se la ha tildado tambin de pura

    erudicin basada en la compilacin de datos extralterarios. Es ms, cuando

    algunos investigadores han querido evitar estos ataques, se han limitado a la meracomparacin de textos; no son pocos los que han reducido la literatura comparada

    al establecimiento de una listade semejanzas y diferencias entre dos o ms textos.Este objetivo no es el idneo, como tampoco el ataque d e s p a ~ a d o de quienes sehan limitado a destruir sn nimo de orientar la investigacin comparada. Esto es

    precisamente a lo que Milln Alba se refera cuando evocaba la proposicin que

    Julia Kristeva haca del trmino transposicin. Despus de abordar los procesos

    arriba mencionados-metonimia y metMora-Kristeva aluda a la necesidad deexplicar un tercer proceso-Ia intertextualidad-que consiste en el paso de un

    sistema de signos a otro. Dada la importancia del prrafo, no me resisto ~ copiarloQue le dplacementel la condensaton s 'y conjuguentPOUT l'effecluer,n'puise pas l'ensemble de l'opration. Il s 'yajoule une transformationde la posilion thtique: la destruction de l'ancienne et la formation

    d'une autTe. Le'noveau systeme signifiant peut etre prodtdt dans lememe matriau signifiant: par exemple, dans le langage, le passage

    peuts'effectuer de la scene carnavalesque au texte crlt( ... ) Le termed'intertextualit dsigne celte transposition d'un (ou de plusieurs)

    systme(s) de signes en un autre; maispuisque ce terme a t souvententendu dans le sens banal de 'critique des sources' d'un texte, nousluiprfrerons celui de transposition, qui a l'avamage de prciser quele passage d'un systeme signifiant ii un autre exige une nouvellearticulation du thtique-de la positionnalit nonciative et dnotative.Si on admet que toute pratique signifiame est un champ de trans

    positions de divers systemes signifiants (une inter-textualit), on comprend que son 'leu' d'nonciation et son 'objet' dnot ne sontjamais

    uniques, pleins et identiques, ii eux-mmes, mais toujours pluriels,clats, susceptibles de modeles tabulaires. Lapolysmie apparaft doncaussi comme le rsultatd'unepolyvalence smiorique, d'une appartenance divers systemes ~ m i o t i q u e s . (1974,59-60)

    En la lnea de cuanto llevamos dicho, salta a la vista la importancia de estetrmino por cuanto facilita la apertura del texto que la crtica partidaria de un

    estructuralismo a ultranza se obstinaba en considerar clausurado en smismo. .(Milln Alba 1990, 15).

    Quiz el error de unos y otros resida en un planteamiento consideradoapodctico pero que no lo es tanto. Muchos comparatistas han credo que'la

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    18 Jos Manuel Losada GoyalPoligraFms 2 (t997) 9-34

    literatura comparada consiste en comparar. Nada ms ajeno a la realidad. Unos

    han cometido una confusin de tipo metonmico y han extendido al substantivo

    la calificacin del adjetivo; otros han buscado la esencia de la literatura com-parada en la historia y, sin percatarse, han desvinculado a la ciencia literaria de

    su forma histrica. Entre unos y otros han ofrecido as un flanco fcil a quienes,sin saber literatura comparada, se percataban-era lo ms fcil-del desacierto

    efectuado por comparatistas inexperimentados. Si la literatura comparada es lo

    ms opuesto a algo, este algo es comparar.

    Lo ha visto con lucidez Laurent Jenny al llamar la atencin sobre la adicin

    confusa y misteriosa de influencias en que haban cado aquellos comparatists.

    Frente a este enfoque inexacto, el crtico defina la intertextualidad como letravail de transformation et d'assimilation de plusieurs textes opr par un texte

    centreur qui garde le leadership du sens ('La stratgie de la forme').9 MillnAlba elogia los trminos de transformacin y asimilacin aqu utilizados. No le

    falta razn. El estudio de la intertextualidad existente en un texto receptor nos

    permite observarcon claridad que respecto a otros textos-l lammoslos emisores

    o precedentes, poco importa para el caso-el texto sometido a estudio es nico.

    Utilizando las palabras de MiIln Alba, diremos que es singular, esto es, da cuentapor s mismo del proceso de encarnacin en lo formal en el que consiste todoaCto de literatura (] 990, 13).

    Este proceso al que alude Jenny es de orden semntico y se refiere a los

    mecanismos de produccin textual, sealados por MillnAlba-retrica, potica,etc.-quien concibe la intertextualidad como uno de ellos. Aqu es preciso hacer

    un inciso harto interesante. Dejando al margen la idea, de nuevo esgrimida, pero

    ahora de manera implcita, de que la intertextualidad sea o no un proceso y, por

    ende, una funcin, conviene considerarla como una categora literaria que nos

    permite acceder a los autnticos procesos de redistribucin posibles del hipotexto

    en el hipertexto (escisin, concisin, condensacin, extensin, expansin, ampli

    ficacin, etc.) expuestos por Genette.Superacin pragmtica de las extrapolaciones

    La literatura es libre, nada la puede coaccionar hasta el extremo porque en ese

    preciso instante dejar de ser literatura. Hay algo ms que muchos crticos no

    quieren ver: el trabajo mismo de lo infinito, como 10 denomina Vctor Rugo,

    atravesando el cerebro humano. De nada sirve querer recluir en fnnulas todos y

    cada uno de los procesos: siempre habr alguno que se nos escape aqu, dos ah,tres all: sera como querer poner puertas al campo. La literatura comparada,

    llevada hasta sus ltimas consecuencias, puede legtimamente extender esta

    concepcin de la intertextualidad y superar as los errores de estas extrapolaciones. Su carcter universal no sabe acomodarse a los estrechos marcos de un

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    nico texto. Por consiguiente, lejos de contentarse con las Limitaciones con quenaci la teora de la intertextualidad, la literatura comparada se revela como ladisciplina ideal para desarrollai, sin forzar el objeto de estudio, cuanto habanesbozado las primeras teoras sobre esta categora. Si l'on ajoute ace cas defigure [la lecture d'un texteJ les lectures 'binaires'(deux textes acomparer), lesprogrammes aplusieurs textes et la mthode par 'superpositon' qui mritera enson temps une prsentation dtailIe, on dcouvre a ,quel point le mol 'com-paraison' recele de possibilitsde lectures (Pageaux 1994, 18). As es, el estudioanaltico es indispensable, pero no se da el paso decisivo hasta que no se procedea una sntesis comprehensivaque nos permita llegar hasta el fondo de la cuestin. JO

    Es ms, si nos quedamos con el mero repertorio de semejanzas y diferenciaso de remodelaciones que un hipotexto ha sufrido en el hipertexto. no habremos

    avanzado en el terreno de la literatura comparada. como tampoco en la autnticacomprensin del texto sometido a estudio. El comparatista debe ir siempre hastael fondo de la cuestin, para lo cual requiere la confrontacin de al menos dostextos-a menudo muchos ms......-..en diferentes lenguas, de diversas mentalidadesen diferentes reas culturales, de la diversidad de lemas, gneros y poticas parapoder comprender en toda su profundidad tal o cual autor o texto determinado.De ahque me parezca ms acertado, gracias a su moderaci6n,el comentario deMichael Riffaterre: el ntertexto es la percepcin, por el lector, de las relacionesentre una obra y otras que la han precedido o seguido.11 De ello se deduce algo

    de importancia capital para la literatura comparada, puesto que este mismo crticoconcibe que la intertexmalidad es el mecanismo propio de una lectura autn-ticamente literaria: mientras una lectura lineal, comn a los textos literarios y noliterarios, no aporta sino el sentido, la intertextualidad produce la significacin.La intertextualidad puede aportar. y de hecho aporta, un gran cmulo de nuevasposibilidades a la literatura comparada, pero no es ni el nico procedimiento delque se sirve ni tampoco su objetivo.

    No me resisto a transcribir un texto de Vctor Hugo. L'art etla science, quepuede servimos de pauta para comprender el vaivn que se da entre las teorasarriba esgrimidas y el carncter reaccionario de la literatura frente a las cienciasempricas: icuntas veces el estudio de la literatura se ha querido resumir en unaserie de leyes que la desvirtan de su esencia! Si se comprende esto, se podrnsopesar los pros y los contts, reconsiderar algunas teoras sobre la intertex-tualidad, determinar sus aciertos y desechar sus errores.

    Flot su rfloto vague apres vague, cume derriere cume, mouvement,puis mouvement. L'Iliade s'loigne, le Romancero arrive: la Bibles'enfonce, le eoran surgir; apres l'aquilon Pindare vient l'ouraganDante. L'temelle posie se rpete+elle? Non. Elle est lameme et elle

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    que, procurando evitar el paradjico idealismo al que se haban visto abocados

    los post-estrocturalistas debido asu mtodo inmanente, furamos a parar en el

    extremo opuesto y redujsemos la presencia de un te?,to determinado slo a lasocasiones contadas en las que el autor nos la indica positivamente. Los peligros

    son numerosos. En primer lugar porque los estudios de recepcin, que tanto hanaportado ltimamente a la literatura comparada, seran obviados (y, con ellos, el

    bagaje sociocultural que informa a tal o cual autor incluso cuando ste no sea

    consciente de ello). En segundo lugar porque tambin forma parte de la estrategia

    del texto (o, en este caso del autor), elaborar otras ideas apare(;idas en textosprecedentes sin voluntad de nombrarlos, en unas ocasiones con fines aviesos, en

    otras, con fines ms discretos y respetables.

    Dicho con pocas palabras, la intertextualidad, sea o no explicita, existe; y

    tambin la libertad del autor. Slodaraqu un ejemplo: Hernani, de Vctor Hugo.Una hora antes del matrimonio entre Ruy Gmez de Silva y Doa, Sol, unperegrino llega al castillo donde reside el favorito del rey. Est de paso, segn

    dice, hacia el Pilar de Zaragoza donde ha. de cumplir una promesa a la Virgen.siguiendo las leyes dictadas por Alfonso X el Sabio en las Siete Partidas, Ruy

    Gmez de Silva no duda en darle hospedaje. Es ms, tambin de acuerdo con lacostumbre, se compromete a no inquirir sobre su identidad. 13 Ya dentro de la salaprincipal donde se encuentran los retratos de sus ilustres antepasados de la casa

    de Silva, un concurso de circunstancias hace que Hernani se quede a solas con

    Doa Sol. Tras poner en claro el malentendido (Hemani pensaba que ella le habasido infiel, pero ignoraba su decisin de darse muerte en el momento mismo de

    su matrimonio con Ruy G6mez de Silva), vuelven los arrebatos de amor que

    encontrbamos al principio de la obra: De modo sbito, irrumpe de nuevo el

    valido del rey y se admira, sin dar crdito a sus ojos, al descubrir a su prometida

    en brazos del supuesto peregrino. Reaparecen las imprecaciones desaforadas ante

    el honor ofendido. Cuando Hernani se dispone a explicar la razn de todo, Ruy

    Gmez le corta la palabra y responde con vehemencia dirigindose a sus antepa

    sados: Cree I sin duda que mi brazo va a derramar sangre en mi castillo, I quequizs mi corazn esconde en sus tempestades Ialgn tipo de venganza, hermana

    del festn de las siete cabezas, Ios dir que es un proscrito, os dir Ique se hablar

    de Silva como se habl de Lara.14 No puede menos que extraar esta alusin a

    un hipotexto del corpus romarlceril. Pero una nota a un poema titulado Romance

    mauresque de Las orientales explicaesta re(;urrencia: en dicha aclaracin, Hugoexpona su teora sobre la existencia de un Romancero moro. Lo haca con

    motivo de la venganza que Mudarra tom sobre Ruy Velzquez, el to de los

    infantes de Lara, degollados por siete reyes musulmanes en la sierra de Arabana

    por orden de Almanzor.15

    La atmsfera, pues, no puede ser ms rabe; tanto msdado el protagonismo del hijo de la renegada. Hasta este momento de la obra,

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    no se haba hecho referencia alguna a ese romancero moro, y sin embargo el lector

    conocedor de Hugo saba que tarde o temprano acabara por aparecer algunareferencia al ambiente moro. El autor, en el prlogo, se haba limitado a decir que

    el Romancero era la verdadera clave para comprender Remani. Pero hasta ahora

    s610 haba aparecido la cara espaola-que l tambin denomina gtica-delos romances: era la referencia al Cid como vasallo del rey Sancho de Castilla en

    su asedio a la ciudad de Zamora, entonces bastin de la resistencia leonesa; era

    tambin la referencia a Bernardo del Carpio, quien suplicaba al rey Alfonso el

    Casto la libertad de su padre y se enfrentaba a Roldn en Roncesvalles. La pieza

    Hemani habra quedado coja si no saliera a relucir una parte tan importante como

    era el ciclo de la frontera andaluza o el de los romances moros, tal y como losdenominaban Simonde de Sismondi, otros historiadores, Abel Hugo, su hermano

    Vctor y el imaginario francs sobre la Espaa del momento. Las modificaciones

    operadas por Hugo son aqu menores; adems de poner en sordina su fuente de

    inspiracin, el autor se limita a emplear el material slo en funci6n de la prosodia,el ritmo y la rima. Con lo cual el color local queda todava ms patente, as comola sensaci6n de pervivencia, en la memoria colectiva de la Espaa medieval, de

    elementos ntimamente ligados a la Reconquista y, por ende, a los sucesos de la

    frontera andaluza. En definitiva, se trata de la cristalizacin del hipotexto de una

    Ilada rabe de la cual no dice nada el autor en toda la obra pero que aparece

    en un cmulo de estudios y obras anteriores y posteriores: el prefacio de Cromwell,

    Nustra Seora de Pars, e incluso otro hipotexto que dio nacimiento a toda estadefinicin del Romancero: la traduccin que Creuz de Lesser diera de los

    romances espaoles; en su estudio preliminar los denominaba extraa Ilada sin

    Homero, traducci6n que Vctor Hugo utiliz pero que nunca lleg a mentar. 16Gracias a estos hipotextos comprendemos el hipertexto de Hernani en toda su

    profundidad; accedemos mejor a determinados textos que hasta ahora se obs-

    tinaban en quedar hermticamente cerrados al crtico. Hay intertextualidad expl-

    cita e intertextuaHdad implcita.

    Fallen AngelsSera ilusorio querer trazar aqu un resumen de la tradici6n que remonta a los ms

    ancestrales mitos hindes y egipcios sobre la creacin. Tambin sera pretencioso

    intentar las reminiscencias que dichas corrientes dejaron en la literatura occiden-

    tal; pero en este caso es lcito esbozar al menos algunos de los parmetros

    .indispensables. A lo largo de este corto recorrido es fcil ver la importancia que

    tiene la transmisin de textos que nosotros denominamos clsicos y su consi-

    guiente recepcin por las lenguas y literaturas modernas que aqu nos interesan.

    Un mito que siempre ha obsesionado a los grandes escritores es el del origen

    del mundo y de sus primeros vagidos. El que ya Ovidio abordara este tema en sus

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    Metamorfosis es importante por diversos motivos. Entre otros, por cuanto deestafuente beberan posterionnente Dante y Milton.17 Pero, como bien es sabido, almentar aestos dos ltimos escritores estamos haciendo implcitamente alusi6n aotra fuente comn; es ms, la categora de la intertextualidad nos pennite ampliar

    esta investigaci6n a los mecanismos de creacn que presuponen, por una seriede motivos de carcter.formal, la eleccin de un gnero determinado-poesa, ypreferentemente pica. En efecto, toda una corriente que remonta a los primerossiglos del cristianismo incide sin cesaren las teoras cosmognicas y la dialcticade fuerzas del bien y del mal. Pinsese en Orgenes y su Selecta in Genesim. Endefinitiva, siguiendo esta corriente ascendente, llegamos a la Biblia y sus derivados heterodoxos.

    Fuente inagotable de inspiraciones poticas, la Biblia irrumpe por doquier,yasea de manera abiert

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    no pocos autores reminiscencias bblicas. Basta leer el UIysses de Joyce para

    comprobarlo: Leopold B100m deambulando por el mercado o durante las horas

    pasadas en compaa de Stephen Dedalus se comprenden en toda su profundidad

    teniendo como hipotexto escenas del Nuevo Testamento. Pero otro tanto ocurre

    con Pygmalion, obra escrita en 1913, prueba evidente de que los escritores de lossiglos XVI y XVII, as como los textos a los que hacan referencia, no haban pasado

    desapercibidos a Bernard Shaw. Recordemos brevemente aquella ocasin en la

    que Doctor Higgins habla por vez primera con Eliza Doolittle. La reacci6n del

    profesor al or el cockney de lajoven no se hace esperar: A woman who utterssuch depressing and disgusting sounds has no right to ... live. Remember that

    you are a human being with a soul and the divine gift ofarticulate speech; that

    your native language is the language of Shakespeare and Milton and the Bible:

    and don't sit there croonnig like a blious pigeon.

    El mito del ngel cado reviste capital importancia para la historia general de

    la literatura. Como qued expuesto ms arriba, la intertextualidad requiere el

    estudio de la genologa. En efecto, bastara un rpido recorrido por la historia de

    la literatura para cerciorarse de que el ngel cado es un tema eminentemente

    pico, y como tal reaparece en Paradise Losty en el Romanticismo. Despus, eltiempo de la' pica ya acab. con el gran epgono que fue La leyenda de los siglosde Vctor Hugo; 19 pero quiz ha sido la ltima, al menos en el mundo de la

    literatura europea. Entre otras razones porque, desde una perspectiva antro

    polgica, como bien. deca Carlos Fuentes, ya no hay un orden ancestralrestaurable ni un universo nico en su normalidad (Guilln 1985,33). Tambin

    porque, desde una ptica puramente lrica, como deca Lamartine, es muy difcil

    conservar el sostenido esfuerzo durante el gran nmero de versos que requiere

    todo canto pico.2o Si acaso quedan retazos en la poesa lrica de las Elegas deDuino de Rilke, donde el ngel adquiere progresivamente un carcter positivo;

    pensemos tambin en un Alberti (Sobre los ngeles) o incluso en un Aleixandre

    (Sombra del paraso), donde, en poemas como Destino trgico, el interlocutor

    ya no tiene aquellas alas brillantes del primer Lucifer sino unas alas oscurasque le introducen en la vida intra-marina. 21 No es ste ya el mito del ngel cado

    en la poca romntica.

    Quien dice ngel cado en la poca romntica dice simultneamente rebelin,

    cada, nostalgia y redencin. Pbdrn sumrsele ms o menos temas adyacentes,

    pero stos nunca estn ausentes.22

    La mayora de los poetas ingleses que escenificam)esta rebelin tienen comoreferente textual o hipotexto ms cercano Paradise Lostde Milton y, ms lejano,

    la Biblia en sus diferentes versiones. Ejemplo harto elocuente es Blake, quien en

    Marriage ofHeavenamiHell no duda en recurrir tanto a la sedicin infernal comoal motivo de los treinta y tres 'aos que tradicionalmente se atribuyen a la duracin'

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    de la vida de Cristo sobre la tierra: As a new heaven is begun, and it is nowthirty-three years since its advent: the Eternal Hell revives (Blake 1988, 34).Otro ejemplo especialmente interesante es el de Thomas Moore, cuya obra claveen este sentido es The Laves 01 the Angels, publicada en 1823?3 Es de notar elepgrafe de este largo poema, compuesto de 1791 versos: happened, after theSons of Men had multiplied in those days, that Daugthers were born to themelegant and beautiful; and when the Angels, the Sons of Heaven, beheld them,they carne enamoured o them. Cuando menos, es curioso que este versculohaya sido extrado del libro de Enoch (cap. 7 [6] seco 2, indica el mismo autor).Poda haber sido e ~ t r a d o del Gnesis, pues entonces circulaba con gran xito,especialmente en su descripcin del diluvio, mito literario por excelencia enrelacin con el ngel caido.24. Es lo que hizo Byron en Heaven and Earth. A

    Myslery, quien incluye como epgrafe el texto siguiente:~ ~ F o u n d e d

    on thefollowing passage in Genesis, chapo 7: 'And it carne to pass...

    that the Sons oGod saw the Daughters ofMeo that they were fair; and they took them wives ofaH which they chose' (1964, 545). Estos dos versculos (1 y 2 del captulo 6),son el prlogo al relato del diluvio y han suscitado no pocas discusiones debidoa su estado fragmentario. No cabe la menor duda de que la intencin defautor esponer de relieve la malicia de la humanidad en progresin creciente. Problemamis acucante aun es la interpretacin de los sintagmas hijos de Dios y lashijas de los hombres. La ortodoxia catlica ve en los hijos de Dios a losdescendientes de la raza elegida de Set o setitas y en las hijas de los hombresa las descendientes de la raza de Can o cainitas. Por otro lado, la unin espresentada como repulsiva poligamia (Biblia 1964, 15-17). En circunstanciasnormales, el desarrollo de una obra que se sirviera de este texto debera contenereste tipo de relaciones. No fue as. En primer lugar por razones de orden doctrinalquiz desconocidas o eludidas por Byron; en segundo lugar, y esto es lo que nosinteresa, porque la transposicin de textos de la que hablaba Kristeva se haproducido en toda su eficacia. Para Byron, como consecuencia de su cono

    cimiento de Swedenborg, Blake y Moore, entre otros, los hijos de Dios son losngeles. ngeles cados, ms precisamente, como se observa al final de esta obra:los ngeles Samiasa y Azazie1. 25 A pesar de las amonestaciones del arcngelRafael, parten en busca de otros mundos en compaa de las mujeres Anah yAholibamah (Byron 1964, iH.558) momentos antes de que el diluvio caiga sobrela tierra: estamos ante la prolongacin de un mito que tiene sus races en la Bibliay las sucesivas elaboraciones de los diferentes escritores a lo largo de la literatura.Pero an hay ms. Byron no s610 ha tenido en mente el epgrafe indicado: juntoa ste ltimo aade un verso de Coleridge: And woman wailing for her demonlover. Lo que estas palabras hayan podido sugerir en la composicin de Heavenand Earth salta a la vista si10conjugamos con el epgrafearriba citadode Thomas

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    Moore (Enoch 7). Estos amores en los que las mujeres, aqu Anah y Aholibamah,gimen por el amante demonaco-una virtualidad del ngel cado--ponen demanifiesto que Byron no solamente constitua su obra con el referente delGnesis, sino tambin con el de Enoch. Prueba harto sobrada es que este libro

    apcrifo aparece en un soliloquio de lafet: God hath proclaim'd the destiny ofearth; I My father' s ark ofsafety hath announced it; I The very demons shriek itfrom their caves; ITh e scroll ofEnoch prophesied it long I In silent books, which,in their silence, say I More to the mind than thunder to the ear (1964. iii.552).Curiosa relacin, sobre todo vista desde la mentalidad contempornea, entre seresanglicos y seres humanos. Pero estamos en pleno romanticismo, poca ymovimientos extremadamente proclives a este arquetipo del inconsCiente colectivo debido a sus connotaciones teosficas y antropolgicas. Adems de losmltiples estudios que entonces se hicieran en Francia, s610 sealar que estas

    producciones venidas del norte hallaron un campo abonado en este ltimo paspara la elaboracin francesa del mito del ngel cado. Dado que ya lo he podidoestudiar detenidamente en Tristn y su ngel, no har aqu sino limitarme arecordar algunas de las obras seeras que recogen este mito y lo adaptan segnla mentalidad literaria y antropolgica del momento: Le Rpentirde Elzar deSabran (1817), La Divine pope de Alexandre Soumet (1840), varios poemasde las Mditations de Alphonse de Lamartine, ascomo su largo poema La Chuted'un ange (1836-1837), varios poemas de Alfred de Vigny-especialmente Le

    Dluge,}) loa y Satan--y el libro de Vctor Hugo, publicado a ttulopstumo bajo el ttulo de La Fin de Satan (1886).Deca que se le podran sumar otros aspectos ~ d y a c e n t e s ; uno es el prome

    teico. Qu significa este titn sino la rebelin contra los dioses en favor de loshombres? No poda faltar, por ejemplo, en Byron, cuyo Prometheus canta algigante que no pudo soportar ver con sus immortal eyes I me sufferngs ofmortality (1964, 98). Po r otra parte, constatamos que, adems de las fuentesclsicas, esta pieza de Byron ha sido bien acogida entre los romnticos franceses.Me detendr slo en unos versos, aqullos en los que el viajero de Missolonghi

    describa la raz6n de la rebelin y la tortura a la que Prometeo fue sometido:Titan! to thee the strife was given I Between the suffering and the will, I Whchtorture where they cannot kili: IAnd the inexorable HeavenJ AndthedeaftyrannyofFate, I The ruling principie ofHate; I Which for its pleasure doth create I Th ethings it may annihilate, I Refused thee even the boon to die (98).

    La intertextualidad puede verificarse en diversas obras de un mismo autor.Precisamenteel mito prometeico nos permite hacerlo en relacin con elotroarribaenunciado, lo cual no viene sino a corroborar la ntima relacin existente entre

    ambos en la poca romntica y las ricas interpretaciones metaliterarias a las quese presta. As, los motivos principales de la tortura sufrida por el titn The rack,

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    the vulture, and the chain (

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    octubre de 1824) y en Le Constitutionnel (19 de enero de 1825). En definitiva,no cabe duda alguna de que la prdida de Byroo supuso en Franciauna calamidad

    pblica,) por utilizar la expresin de Dumas padre en sus Mmoires (1852-1854).28Todo esto da pie para imaginar el impacto que pudo tener la obra del poeta

    ingls en Vctor Hugo. Adems de otras composiciones, no est de ms ver cmo

    funciona el texto arriba citado en alguna composicin de ste ltimo; la consta

    tacin de este hecho puede ayudarnos a comprender mejor la categora de la

    intertextualidad. Haciendo uso de lo que Pierre Brunel ha denominado la ley de

    flexibilidad (1989, 34), podemos observar que Hugo toma varias ideas de losversos del poema Prometheus; pero lo hace adaptando segn su universoimaginario. En efecto, de la misma manera que Montaigne hablaba de la fle-xibilidad de nuestra capacidad inventiva para sacar partido a todo tipo de

    ensoaciones, Hugo defonna relativamente el texto de Byron sacndole el

    mayor partido que requiere su ideal del hombre nuevo. Reincidiendo en su idea

    del progreso al que aspiran los hombres desligados de los dioses, Hugo ve en el

    titn el punto de apoyo para salir de la indigencia a la que las falsas divinid.ades

    los han sometido. Prometeo simboliza por lo tanto el impulso soberano que hace

    vivir a aqullos a quienes el destino ha hecho nacer y procura arrojar porsiempre el odio vil al Trtaro (

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    fonule] en ngel y, rompiendo sus ataduras,) se eleve hasta los cielos: ,en defInitiva,en ese mismo instante, Entonces, la muerte ser intil! (1994, 295-319).

    Salta a la vista que la obsesin hugolianapor la recuperacin del hombre pasa

    por la ansiada sntesis de Prometeo y el ngel cado, la misma que, siguiendo en

    gran medida la teosofa de Swedenborg, promovieron tantos romnticos alemanese ingleses. El autor francs, tena conciencia de los deseos de los poetas que le

    haban precedido; en su texto-hipertexto en este caso-hay intertextualidad,

    pero tambin una reelaboracin que en modo alguno depende exclusivamente de

    los hipotextos: stos suponen el punto de apoyo para el poeta, influido pero libre,

    escogiendo entre lo que unos y otros le ofrecen, desarrolle el mito de acuerdo con

    su propio mundo imaginario.

    NotasI Sobre los cinco tipos de relaciones transtextualeS y sus diferentes subdivisiones (ntertextualidad [cita, plagio o alusin); paratextualidad [o relacin]; metatextualidad [o comen-tario}, architextualidad e hipertextualidad), cf. Genette (1982,8-14). '2 Le concept d'intertextualit a provoqu un vif intret du fait que les procdures qu'i1impliquait semblaient pouvoir servirde rechange mthod'ologique ti la thorie des influertces sur laquel1e se fondaient, pour I'essentiel, les recherches de la littrature compare.;;

    3 (Le dialogue, au sens, troit du terme, ne constitue, bien entendu, qu'une des formes,des plus importantes, il est vrai, de I'interaction verbale. Mais on peut comprendre le mot

    'dialogue' dans un sens largi, e'est-A-dice non seulement comme I'change Ahaute voixet impliqtiant des individus placs Cace aface, mais tout change verbal, de qelque type

    ~ u ' i l soib) .A pesar de estas discrepancias, s es verdad lo que Milln Alba indica sobre el carcter

    eminentemente literario de la intertextualidad. De ah que esta categora nos interese:porque nos permite estudiar el texto con un talante exclusivamente literario. Ahora bien,

    esto no significa rehusar la aportacin, indispensable y simultnea, de otras ciencias que

    nos ayudan a comprender mejor la literatura. MiUn Alba enuncia un procedimiento que

    me parece discutible al extrapolar un determinado enfoque a todo el quehacer cientfico.

    No le falta razn al lamentarsede laexcesiva preocupacin pordotar a ambas disciplinas[la historia de la literatura y la literatura comparada} de un statu [sic} 'cientfico,' haciendoderivar este estado de aspectos epistemolgicos o metodologas crticas e histricas, y node la naturaleza del objeto sometido a examen. Hasta aqu estamos completamente deacuerdo, pero la consecuencia que saca de ello adolece de cierta parcialidad: As, ya

    desde el principio, el acento se desplaz del 'qu' al 'cmo,' a los distintos 'c6mos'

    histricos y. metodolgicos, como si el ideal de estas metodologas fuese el de la

    produccin y explicacin en serie [sicJ. Es difcil juzgar con ecuanimidad el trabajo queotros han comenzado en circunstancias muy difciles y en nada parecidas a las actuales.

    y concluye, ahora s, con indudable acierto: Una de las consecuencias de esta actitud hasido la de considerar el texto literario--y en general, el fenmeno esttico--como un puroepifenmeno de otras disciplinas (1990, 13).

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    dans son me I Oh! ne I'coutez pas! e'est un fourbe! Il prvoit I Que mon bras va sansdoute ensanglanter mon toit. /Que peut-etre mon coeurcouve dans ses (empetes IQuelquevengeance. soeur du festin des sept tetes. I II vous dira qu'l est proscrit, il vous dira Qu'on va dire de Silva comme I'on dit Lara, IEt puis qu'il est mon hOte, e puis qu'il estvotre

    hate .../ Mes aieux, mes seigneurs voyez: est-ce ma faute? IJugez entre nous deux b,

    (l Th1Ure HLv.l232). .15 Se encuentra en el famoso romance cuyo incipites el siguiente: Ya se salen de Castilla

    castellanos con gran saa ... Sin ser un poema de origen rabe. el tema lo es. as comosu continuacin: el llanto de Gonzalo Gustios, el consuelo que ste encontr en los

    cuidados que le dispens la hermana del rey moro, la revelacin que tuvo Mudarrillo sobre

    su origen bastardo y el celebrrimo romance que diera realce a todo el ciclo: A cazar vaDon Rodrigo y aun Don Rodrigo de Lara . '.. 16 Cf el estudio que le dedico aeste asunto en Vctor Hugo y la literatura moderna.Prolegmenos comparatistas a: una lectura de Hernani. Primeras jornadas de literaturacomparada y didctica de lti literatura. Ed. Alfredo Rodrguez' Lpez-Vzquez (LaCorua, 1995). .17 En lo que respecta a la importancia de la Biblia en la literatura moderna, doy algunasreferencias no incluidas en la bibliografa. Aun con sus errores, el libro de Northrop Frye,

    The Great Code: The Bible and Literature (New York: Harcourt Brae Jovanovich, 1982)

    ha supuesto un avance considerable en estos estudios. Adems de,los estudios de Henri

    Brmond, interesa el libro' de ' J.-P. Jossua, Pour une tude religieuse de ['xpriencelittraire (Pars: Beauchesne, 1985). Desde el punto de vista comparativo, el lector leer

    con inters el artculo de Danielle Chauvin sobre La Bible dans les tudes comparatistes.Problemes et perspectives. Bulletin de liaison el d'injormation de la Socitjranfaisede littrature gnrale et compare8 (1990): 11-24. En lo que a Ovidio concierne,

    conviene sealar el artculo de Jacqueline Duchemin La Cration et le dluge chez Ovide_Recherche sour les sources grecqueset orientales du mythe. Mlanges E. Paratore

    Bolonia (Patron Editore. 1981). Sobre Dante y Milton,cfentre otros. Richard J. Durocher

    Dante, Milton, and Art ofVisual Speech. Comparative Literature Studies XXVII. 3

    (1990): 157-171.

    18 Curiosamente no en Francia, donde el barroco, importado desde Italia y Espaa, toma

    en este pas un cariz ertico-ldicro. y donde el clasicismo rechaza-con excepcin de

    algunas tragedias clsicas, ninguna de ellas obra de primerafila-la

    puesta en escena deelementos sobrenaturalesy realistas como los de la Bibla.

    19 En nuestra edicin de La leyenda de los siglos (Col. Letras Universales, Madrid:Ctedra, 1994) estudio este problema sobre la posibilidad de una obra pica en los tiempos

    modernos.

    20 Poe desarrolla detenidamente este problema de raigambre potica en su Principio

    fotico. (Madrid: Alianza Editorial, 1987): 83.1 Cf Vicente Aleixandre. Sombra del paraso. Ed. Leopoldo de Luis. Col. Clsicos

    Castalia 71. Madrid: Castalia (1982): 92-94.

    22 Respecto del mito del ngel cado en la Europa romntica, permtaseme remitir al lector

    a una serie de trabajos centrados en las literaturas alemana, inglesa, espaola y francesa:1994. La mujer y el ngel cado: soteriologa en la poca romntica. Actas del lX

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    32 Jos Manuel Losada GoyafPoligraftas 2 (1997} 9-34

    Simposio de la Sociedad Espaola de literatura Comparada. Eds. Ta Blesa et al.Zaragoza: Universidad de Zaragoza (1994) 1: 235-244. La recepcin francesa del ngel

    cado en la poca romntica, incluido en el libro Tristn y su ngel. Diez estudios deliteratura general comparada. Kassel: Reichenberger, (1995): 99-144. Sntesis francesadel ngel cado, Actas del Congreso La France au carrefour de I'Europe (en prensa,centrado, como el precedente, en la influencia de los romnticos alemanes e ingleses en

    Francia). L'Ange dchu et la piti compatissante. Studifrancesi XXXIX 116, fase. II(1995) maggio-agosto: 285-293. La Solitude de 'ange dchu a I'poque romantique.

    . Revue Luxembourgeoise de littrature Gnrale etCompare (en prensa).23 No es posible detenernos aqu en la influencia que Moare tuvo en la obra de Lamartine,Vigny y Hugo. Una prueba incontrovertible del conocimiento que Hugo tena de Moore,

    est en la resea que el poeta francs publicara en Le Conservateur littraire de junio de

    1820 sobre LaUa-Rouk.h. o la princesa mongol de Thomas Maore. Es ms, en nombre de

    Nourmahal en su poema Nounnahal la Rousse de Les Orientales ha podido tener su

    origen en uno de los poemas de Lalla-Roukh. Cf. Pierre Albouy en Victor Hugo (1992):1297 y 1325.

    24 Aqu es obligado mentar The World before the Flood. A Poem, in Ten Cantos, de James

    Montgomery (Landon: Routledge, 1860).

    2SSamiasa tambin responde a los nombres de Semyaza, Semiaza, Shemhazai, Sharnazyay Amezyarak. Era uno de los cabecillas de los ngeles cados, tambin aparece en The

    Zoar. Azazie1 es otro nombre del serafn Samiasa. Anah es una nieta de Can. Cf. Gustav

    Davidson (1967): 64 y 265.

    26 Para ms informaci6n sobre la influencia del Romancero en Europa envo al lector a

    mi introduccin a la reciente edicin francesa.27 La revistaLe Globe daba el 3 de febrero de 1825 una ex.tensa resea finnada por C. R..

    es decir, la misma Mme. Rmusat arriba citada. Acerca del libro de Swanton-Belloc yotras manifestaciones literarias de la obra de Byron de esos aos el lector podr encontrarinfonnaci6n suplementaria en el artculo que le dedico a La recepcin francesa del ngelcado en la poca romntica en ellbro anteriormente citado.

    28 Para mayor infonnaci6n, cf. Eric Partridge (1968): 110-118, quien a su vez enva allibro de E s t ~ v e , Byron et le romantisme franfais (1907).Obras citadas

    Bakhtine, Mikha'l1. 1977.Le Marxisme et la Philosophie du Langage. Tr. Marina Yaguello.Paris: Minuit. .

    1984. Esthetique de la cration verbale. Paris: Gallimard.

    Barthes, Roland. 1975. Roland Barthes parRoland Barthes. Paris: n.p.

    Biblia. 1964. Ed. Evaristo Martn Nieto. Madrid: ~ a u l i n a s .Black, James. 1979. Edified by the Margent, Shakespeare and the Bible. Calgary:FacuJty of Humanities.Blake, WilIiam. 1988. The Complete Poetry andProse ofWilliam Blake. Newly revised

    edition. Eds. David V. Erdman & Harold Bloom. NewYork: Anchor BooksIDoubleday.

    --o 1983. Matrimonio del Cielo y el Infierno. Los Cantos de Inocencia. Los Cantos de

    Experiencia. Madrid: Visor.

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    34 Jos Manuel Losada Goya/Poligrafas 2 (1991) 9-34

    Pageaux, Daniei-Henri. 1994. La Littrature compare. Cursus: Littrature. Pars:Annand