invención y diseño del receptor femenino en novelas a marcia leonarda

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Invención y diseño del receptor femenino en las Novelas a Marcia Leonarda de Lope de Vega ASUNCIÓN RALLO GRUSS En la sociedad española del siglo XVII la mujer parece tener clara- mente reservado el ámbito de la casa, donde dedicada a las labores pro- pias del espacio privado’, se ha erigido en conservadora. Si sus problemas fundamentales derivan entonces del logro de este espacio doméstico, con todas las consecuentes pautas y normas de vida mientras sea doncella, luego como casada, ya menudo como viuda 2, lo cierto es que en la clase medianamente acomodada la mujer dispone a la vez que hila, cose o la- bra paños, o por las tardes, de un tiempo que puede invertir en ocio; y mu- chas veces ese ocio se ocupa con lecturas: «Acaba de comer la doncella, recogida el día sagrado; no ha de salir de casa aquella tarde, no ha de coger la calle ni aún por la ventana, y to- 1. Sobre la configuración del papel de la mujer en el Renacimiento, la vincu- lación de la mujer a la casa, cfr. mi artículo «Los C~oloquíos matrimoniales de Pedro de Luján (Mujer y espacio privado en el siglo XVI)», en 1 Col-loqui d’Historia de la dona (Barcelona: en prensa). 2. Algunos de los tratados del siglo XVI reparten la materia de acuerdo con es- tas situaciones; así, respecto a la mujer lo hace, por ejemplo, Pedro de Luján: Co- loquios matrimoniales; que dedica un diálogo a la doncella, otro a la casada, y otro a la madre. O antes, desde la perspectiva del varón, Francisco de Osuna en Norte de los estados divide su obra en los diálogos de Villaseñor y su tío sacerdote en sol- ter-o, casado o viudo, tratando en cada parte de los problemas inherentes a dicha situación. Actualmente, para el estudio de esta problemática, también M. Vigil prefiere una organización en relación con la doncella, la casada, la viuda y la monja, La vida de las mujeres en los siglos XVIy XVII (Madrid: 1986). Lástima que este trabajo no tenga en cuenta la cronología de los abundantes textos utilizados y generalice. a veces, en conclusiones poco matizadas. 1)1< IENDA. (,,údcr,,ús dc Filología II ¿<pánica. ni 8 - 161- 79. Edil, ti u u’. Complur. Madrid, 1989

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Análisis de género sobre Lope de Vega

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  • Invencin y diseo del receptorfemeninoen las Novelas a Marcia Leonarda

    de Lope de VegaASUNCIN RALLO GRUSS

    En la sociedad espaola del siglo XVII la mujer parece tener clara-mente reservado el mbito de la casa, donde dedicada a las labores pro-pias del espacio privado, se ha erigido en conservadora. Si sus problemasfundamentales derivan entonces del logro de este espacio domstico, contodas las consecuentes pautas y normas de vida mientras sea doncella,luego como casada, y a menudo como viuda2, lo cierto es que en la clasemedianamente acomodada la mujer dispone a la vez que hila, cose o la-bra paos, o por las tardes, de un tiempo que puede invertir en ocio; y mu-chas veces ese ocio se ocupa con lecturas:

    Acaba de comer la doncella, recogida el da sagrado; no ha de salirde casa aquella tarde, no ha de coger la calle ni an por la ventana, y to-

    1. Sobre la configuracin del papel de la mujer en el Renacimiento, la vincu-lacin de la mujer a la casa, cfr. mi artculo Los C~oloquos matrimoniales de Pedrode Lujn (Mujer y espacio privado en el siglo XVI), en 1 Col-loqui dHistoria de ladona (Barcelona: en prensa).

    2. Algunos de los tratados del siglo XVI reparten la materia de acuerdo con es-tas situaciones; as, respecto a la mujer lo hace, por ejemplo, Pedro de Lujn: Co-loquios matrimoniales; que dedica un dilogo a la doncella, otro a la casada, y otroa la madre. O antes, desde la perspectiva del varn, Francisco de Osuna en Nortede los estados divide su obra en los dilogos de Villaseor y su to sacerdote en sol-ter-o, casado o viudo, tratando en cada parte de los problemas inherentes a dichasituacin. Actualmente, para el estudio de esta problemtica, tambin M. Vigilprefiere una organizacin en relacin con la doncella, la casada, la viuda y lamonja, La vida de las mujeres en los siglos XVIy XVII (Madrid: 1986). Lstima queeste trabajo no tenga en cuenta la cronologa de los abundantes textos utilizados ygeneralice. a veces, en conclusiones poco matizadas.

    1)1< IENDA. (,,dcr,,s dc Filologa II

  • 162 Asuncin Rallo Gruss

    ma un libro para entretenerse (...) Acaba de comer el da de fiesta elhombre casado, vase a holgar y deja a su mujer en casa, an ms sola queel da de trabajo, porque en ste la labor la acompaa. No puede trabajar.y quiere divertirse: toma un libro de narraciones amatorias (a esto llamannovelas). ntrase en un balcn, que es aposento de celosas, sintase conlas espaldas a la calle y abre el libro. Empieza a leer, vuelve de cuando encuando a la calle los ojos y revcaselos la dependencia del cuento, porqueen esta lectura el principio hace gana casi incorregible de llegar al fin3.La distraccin habitual desde la Baja Edad Media por la msica o larecitacin de versos se haba visto incrementada a lo largo del XVI en lavertiente literaria debido al conocido fenmeno de la imprenla~, hacin-dose accesible a nuevas clases sociales. Hasta tal punto habia crecido elinters de la mujer por la lectura, ya colectiva, ya en privado, que apenashubo moralista o telogo que en ese siglo no tratase de la cuestin de loslibros recomendables y prohibidos parata mujer. Comenz entonces a di-bujarse un modo de mecanismo de control social, a plantearse la posibleexistencia de una literatura dirigida, al menos apropiada, para un receptorfemenino. Y curiosamente la mujer, que haba sido objeto de polmica li-teraria como tema, ligada a los conceptos del amor corts, en el siglo XV,se converta en sujeto de preocupacin como lectora. J. L. Vives o F. deOsuna, por ejemplo, entre otros, denunciaban lo pernicioso de la literaturaprofana para la mujer:

    Y no dejo de mucho maravillarme, asimismo, de los padres cuerdos.los maridos, cmo permiten que sus hijas y mujeres lean tales libros, y decmo todos a una disimulan y no quieren mirar en la vida, orden y consti-tucin de los pueblos, y dejan que las mujeres, de donde cuelga toda nues-tra vida, aprendan a ser malas leyendo malos libros ~.

    Suponiendo que pese a los pocos datos existi en mayor o menor gra-do esta aficin de la mujer por la lectura, y que fue creciendo en nmero yen variedad con el paso de los aos6, surge entonces con evidentes conno-

    3. CIr. J. de Zabaleta: El da de fiesta por la tarde, ed. J. M. Diez Borque (Ma-drid: 1977), p. 107 y 109 respectivamente.

    4. Sobre este punto yen lineas generales elY. M. Chevalier: Lectura y lectores enlos sglos XVI y XVII (Madrid: 1976) y en especial pp. 68-85.

    5. 3. L. Vives: Instruccin de la mujer cristiana (Madrid: 1936Xp. 31. Los librosperjudiciales vienen enumerados a continuacin: Libros vanos como son en Es-paa Amads. Florisando, Tirante. Tristn de Leonis, Celestina alcahueta madrede maldades; en Francia: Lanzarote del lago, Paris y Viana, Ponto y Sidonia, Pe-dro Provenzal y Magalona, Melosina; y en Flandes: Flores y Blancallor, Leonellay Canomor, Curias y Floreta. Piramo y Tisbe, etc, (pp. 32-33). UY. tambin F. deOsuna: Norte de los Estados, o Fr. Luis de Len La perfecta casada.

    6. Las mujeres a medida que iban aficionndose cada vez ms a la lectura,hicieron que el nmero de lectoras creciese y que los ttulos fuesen cada vez msvarios. Cfr. F. Lpez Estrada: Los libros de pastores en la literatura espaola (Ma-drid: 1974). p. 483; quien no aade nada ms a la cuestin, ni justifica talafirmacin.

  • Invencin y diseo del receptor femenino en las P,4retas a Marca Leonarda... 163

    taciones ideolgicas el problema de la interrelacin entre el receptor fe-menino y los gneros literarios. Parece evidente que cierto tipo de literatu-ra (novelas y despus comedias) era preferido por las mujeres, ya que fueel reiteradamente perseguido y prohibido. Santa Teresa significativamenterevelaba cmo su madre y hermanos lean a escondidas del padre los li-bros de caballerias:

    Era [mi madrej aficionada a los libros de caballeras, y no tan mal to-maba este pasatiempo que yo lo tom para m; porque no perda su laborsino desenvolvamos para leer en ellos, y por ventura lo hacia para nopensar en grandes trabajos que tena y ocupar sus hijos, que no anduvie-ran en otras cosas perdidos. Desto le pesaba tanto a mi padre, que se ha-ba de tener aviso a que no lo viese~.

    Deba, pues. de ser comn ocupar el trabajo manual femenino con lalectura oral de libros que amenizaban por su variedad, complejidad deaventuras o suspense.

    Por tanto, existi desde el principio de la imprenta una vinculacin en-tre la literatura de entretenimiento y un pblico no experto, entre el cualse ubicaba, con rarsimas excepciones (como la de L. Sigea), a la mujer.Ella representaba ese receptor no profesional de las letras aunque intere-sado en las obras puestas al alcance de un extenso pblico (cortesano,burgus) en el nuevo mercado. Los escritores cultos, latinistas, manifesta-

    7. Santa Teresa de Jess: Libro de la vida, cd. D. Chicharro (Madrid: l979).pp.123-4.

    8. Cfr. sobre la prctica de la lectura oral todava en el siglo XVII, M. Frenk:Lectores u oidores. La difusin oral de la literatura en el siglo de oro, en Actasdel Sptimo Congreso de la Asociacin internacional de Hispanistas (Roma: 1982),donde se utilizan precisamente citas de Lope de Vega para evidenciar esta prcti-ca (p. 106, 109, 110 y 121).

    9. Cfr. F. Rodriguez Marn: La lectura de los libros de caballeras en ed. deEl ingenioso hidalgo don Qu~ote de la Mancha (Madrid: 1949), tomo IX, Pp. 59-60.

    10. 13. Gracin: El Criticn, cd. 5. Alonso (Madrid: 1980) p. 300 (II, crisi 1).

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    ban cierto despego de la literatura de entretenimiento, mientras los mora-listas apuntaban ya las repercusiones sociales de su ahora fcil difusin.El caso del letor femenino ser una de las ramas laterales de estacuestin.

    Evidentemente este proceso estaba ya consolidado en el siglo XVII. yaunque la mujer haba sido sujeto de obras desde el XV. el problema delos gneros literarios especialmente dirigidos a ella haba confluido conconsideraciones ideolgico-morales relacionadas con el papel asignado ala mujer, con otras de matiz econmico (el mercado de libros), y otras deresonancia tradicional que implicaban la utilizacin de la literatura comomedio idneo de llegar a la mujer, es decir, como instrumento de amor(cortejo a la amada), o como instrumento de adulacin (alabanza de unadama socialmente superior).

    Mezcladas e inseparables, estas motivaciones parecen conducir a unaposibilidad de interrelacin entre determinados gneros, en especial lanovela, y la mujer como su receptora. De esta interrelacin apenas se pue-de afirmar contundentemente nada, pero s resulta iluminador ms queacudir a referencias de lectoras , escasas por cierto, analizar las novelasen si mismas e intentar dilucidar hasta qu punto sus elementos y contex-tura responden a una identificacin con el supuesto pblico femenino. Eneste sentido son sumamente reveladoras las cuatro novelas que Lope deVega escribi a requerimiento de Marcia Leonarda, porque fuera o no suamada Marta de Nevares [2, el tema, el modo de narrar, las digresiones, sepliegan (o deben plegarse) al gusto de la receptora.

    Lope, que tanto tuvo en cuenta los gustos del pblico en sus come-11. Poco se puede ya aadir en este aspecto a lo aportado por E. Rodrguez

    Marn en La lectura..., y examinado por M. Chevalier. Lectura... Por otro ladoesta va conleva mltiples problemas inherentes a los socilogos. Sobre la posiblemanipulacin y el recto uso de estos materiales considero adecuada la postura deN. Salomon expuesta en Algunos problemas de sociologa de las literaturas delengua espaola en Creacin y pblico en la literatura espaola (Madrid: l974),pp.15-3 2.

    12. Convencionalmente se ha identificado a Marcia Leonarda con Marta deNevares lo que ha llevado a especular sobre la relacin cronolgica entre escritu-ra de las novelas y situacin biogrfica (cfr. E. Yndurin: Lope de Vega como no-velador en Releccin de clsicos (Madrid: 1969), p. 147), y a realizar una semblan-za fsica de la receptora de las novelas (E. Rico, en Prlogo a la cd. de la obra (Ma-drid: 1968), p. 7). Sin embargo, y a pesar de otros apoyos eruditos como el de M.Menndez Pelayo, o K. Vossler, la identificacin no est totalmente probada y pa-ra M. 5. Brownlee resulta muy dudosa, dado el tono irnico con que la supuestaamante es tratada, por lo que se inclina a suponer a Marcia Leonarda personajefictivo. lo que ampla adems las posibilidades literarias de la creacin. dr. M. 5.Brownlee: The poetic of literaty theoy. Lope de Vegas Novelas a Marca Leonardaand theircervantine context (Madrid: 1981), pp. 28-31 y 40-J. A Marcia Leonarda de-dica Lope adems de las cuatro novelas recogidas en este ttulo dos comedias: Laviuda valenciana (1620) y Las mujeres sin hombres (1621).

  • Invencin y diseo delreceptorfemenino en las Novelas a Marcia Leonardo... 165

    dias >, ofrece en estas novelas, casi al desnudo, el arte de componer relatosde acuerdo no slo con unas hipotticas normas del gnero (hipotticasen cuanto no codificadas sino subjetivamente extradas de modelos), sinocon la explcita finalidad de contentar a quien le ha pedido su escritura.En una de sus piezas teatrales, La viuda de Valencia, tambin dedicada aMarcia Leonarda, describe una escena bastante aleccionadora de la rela-cin entre mujer y literatura: una viuda, Leonarda, que no quiere volver acasarse y no deja que la cortejen, pasa el dia dedicada a la lectura de li-bros morales (Acto 1, ese. 1). pero al ver en la calle a un vendedor ambu-lante le hace subir; ste es uno de sus galanes, disfrazado, quien le ofrecepara su compra dos novelas pastoriles (El pastor de Fi/ida y La Galatea) yun cancionero (el de Espinel); la venta se transforma en galanteo aprove-chando cada titulo para ponderar el amor que sufre, de tal modo que Leo-narda repite una y otra vez Sois galn o sois librero?; la escena conclu-ye con una manifestacin del ofrecimiento de esas obras como cortejo,confundiendo el contenido literario con los sentimientos del amante, detal manera que aqul funciona nicamente como plasmacin de un senx-cio amoroso, que pasa a ser lo autntico:

    Otn.- (...) El Cancionero est aqulmas lleno de disparatesLeonarda.- De mal impreso no tratesOtn.- Mejor impreso est en mi.Leonarda.- El qu?Otn.- Un eterno servir,un amar y un padecerLeonarda.- Es requebrar o vender?Otn.- No sc lo sabre decir ~

    Desde esta constatacin de la escritura como piasmacin del amor ca-be estudiar las Novelas a Marcia Leonarda, en cuanto que pensadas para lamujer amada, como cortejo y servicio de amor, como dilogo amoroso ycomo formacin literaria para una experiencia vital.

    1. Las cuatro novelas reunidas bajo el ttulo Novelas a Marcia Leonardafueron publicadas en dos veces: Las fortunas de Diana incluida en LaFilomena con otras diversas rimas, prosas y versos (Madrid, Alonso Prez,1621), y La desdicha por la honra. La prudente venganza y Guz-mn el Bravo en La Circe con otras rimas y prosas (Madrid, Alonso Prez,1624); por ello, existen dos prembulos donde Lope manifiesta su inten-cin de servicio, de cumplimiento de una demanda que l equipara enuna exaltacin de su trabajo (mandarme que escriba una novela ha sidonovedad para m) ~ al paso del mar por Leandro en busca de Ero (apa-

    13. Sobre el pblico de las comedias y el escribir dando gusto el vulgo dr.E. Orozco: Qu es el Arte nuevo de Lope de Vega? (Salamanca: l978),pp. 22-7.

    14. La viuda valenciana, ed. J. E. Hartzenbusch en Comedias escogidas; tomo 1,BALE, 24 (Madrid: 1946). p. 74 b.

    15. Lope de Vega: Novelas a Marcia Leonarda, cd. cit. de F. Rico. Las citas de p-ginas, colocadas detrs de cada texto corresponden todas a esta edicin.

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    rece, como la luz que guiaba a Leandro, la llama resplandeciente de misacrificio, asi opuesta al imposible como a las objeciones de tantos, p.73).

    Como el amador que vive en sufrimiento su pasin, sin esperar solu-cin a su sentimiento y anhelando tan solo un reconocimiento de sus pe-sares por parte de la dama, Lope, en una significativa igualacin del es-fuerzo narrativo a las fatigas de la conquista amorosa, se resiente ante laposibilidad de no ser compensado (voy con miedo de que vuestra mer-ced no ha de pagarme. p. 73), y como en cl cuentecillo del villano y el ca-ballero antes de que la labor le sea hurtada prefiere entregarla como do-nacin gratuita (p. 144) ~. Pero, como el amante Leandro que se arriesga alpeligro de la muerte, el novelista que se atreve al fracaso profesional megaal menos la existencia de esa pequea luz que le oriente (el agrade-cimiento):

    Si vuestra merced desea que yo sea su novelador, ya que no puedo sersu festejante, ser necesario y an precisoque me favorezca y que mealiente el agradecimiento (...) pero como yo no tengo de hacer cohecho, asno querra perder derecho, que no es razn que vuestra merced me paguecomo Eneas a Dido (p. 143).

    Lope revitaliza as un tpico antiguo, utilizado por Bandello, para diri-girse a las damas y caballeros en herencia de la estnictura boccaccianadel Decameron en el cual el marco narrativo implicaba este sentido con-versacional del relato. Pero aqu Lope se ha servido de la novela para ga-lantear o como se deca entonces an (...) para festejar a su dama ? Es unsalto cualitativo que transfiere un mero recurso en gnesis central de la es-critura: con las novelas el autor espera recibir al menos el agradecimientode la amada por un tan importante servicio. Este se mide en dos parme-tros que a su vez resultan ser personalizacin de tpicos:

    En primer lugar, el servicio alcanza su valor al modelarse comorespuesta a una previa exigencia (porque mandarme que escriba una no-

    16. As lo relata el propio Lope: Creo que habemos de ser vuestra merced yyo como el caballero y el villano que refiere Faerno, autor que vuestra merced nohabr odo decir, pero gran ilustrador de las fbulas de Isopo. Dice, pues, que lle-vando una liebre un rstico apiolada (as llama el castellano a aquella trabaznque hacen los pies asidos) despus de muerta, le top un caballero, que acaso porsu gusto haba salido al campo en un gentil caballo, y que preguntando al labra-dor si la venda, le dijo que s; y pidindole que se la mostrase, le pregunt al mis-mo tiempo cunto quela por ella. El villano se la puso en las manos viendo quequeda tomarla a peso, y e dijo el precio; pero apenas la tom el caballero enellas, cuando poniendo las espuelas al caballo, se la quit de los ojos. El labradorburlado, haciendo de la necesidad virtud y del agravio amistad, qued diciendo:Que le digo, seor, yo se la doy dada, cmasela de balde, cmala alegremente yaccrdese que se la he dado de mi voluntad como a mi buen amigo (p. 144).

    17. F. Yndurin, Pp. 148-49.

  • Invencin y diseo del receptor femenino en las Novelas a Mareja Leonurda... 167

    vela p. 27; y hame salido tan cierto el pensamiento, que me manda esen-bir un libro de ellas, como si yo pudiese medir mis ocupaciones con suobediencia, p. 73). Ello implica una cercana al gnero epistolar, cuyoscomponentes genricos resultan de escribir a requerimiento de un autnti-co o supuesto corresponsal. The novellas are (...) epistolary (...) in the dee-pa sense thai they are communicaion wih a particular person who is de-nied the right of immediate comment or communication 1lar. delicadamente estilizado, entre dos amantes, las escogidisi-mas citas de autores antiguos, el pretexto de la narracin para un destinatano in-dividual sino en la Historia de duobus amantibus de Eneas Silvio Piccolomini, tra-ducida por vez primera al castellano en 1496? (La novelstica cientfica deLope de Vega. en La novela corta en la teora y en la creacin literaria (Madrid:1972), p. 267).

  • 168 Asuncin Rallo Gruss

    Como obediente servidor encarece su esfuerzo por lograr lo que se leha solicitado, contraviniendo su estudio de natural inclinacin, meta-morfosendose en el obligado acercamiento al receptor.

    El tono del texto viene marcado por el tema: en esa metamorfosisaflora con nitidez la interrelacin de la escritura y la mujer receptora. Pa-ra ella se elige el tema que pueda interesarle y entretenerle, por ella se de-secha el tono erudito por un ligero y resuelto modo conversacional. As elnarrador, por dar gusto, no debe olvidar los detalles que parecen reflejarla visin femenina del mundo como apuntar modas, resear trajes, dibu-jar coches, tratar temas que resulten ser todos ellos alrededor del amor ysu problemtica, y utilizar cierto tono que podra calificarse de desali-o 22; en definitiva. tantea los resortes ms atractivos del arte de narrar.

    Si como la Leonarda de La viuda valenciana toda mujer debe nica-mente leer por entretenerme! y no por bachillera hacerme! y de agudagraduarme, porque basta una buena razn/ y una honrada compostu-

    en cualquier mujer,! que si de aguda se prescia! est muy cerca denecia! y an de venirse a perder 22 el escritor amante debe componer pa-ra ella un texto que le divierta, de acuerdo con un modo narrativo que pa-rece ms cerca de la popular tcnica cuentstica como si estuviesen con-cebidos para el relato en viva voz o como si hubiesen surgido en una sose-gada sesin privada entre el novelador y su bella oyente 24~ As, el relatorgua a la perdida oyente

  • Invencin y diseo del ratepbor femenino en las Novelas a Marca Leonardo... 169

    De ese modo, an tejiendo la narracin sobre referencias a elementosque se dan como propiamente novelescos, se busca una personal expre-sin que indirectamente genera un mbito subjetivo de la intercomunt-cacin amante (escritor)-amada (receptor). Y aqul cumple como servidorcuando a sabiendas de que trasgrede toda nonnativa literaria (Ya se lle-gaba la hora del comer y ponan las mesas para que sepa vuestra mer-ced que no es esta novela libro de pastores, sino que han de comer y cenartodas las veces que se ofreciere ocasin p. 112) contextualiza en una ac-tualidad de referencia inmediata lo maravilloso y expectante que debe de-sencadenar el proceso narrativo (Mal he hecho en confesar que escribohistoria de tiempos presentes, que dicen que es peligro notable, porque enhabiendo quien conozca alguno de los contenidos, ha de ser el autor vitu-perado. por buena intencin que tenga p. 75)25. La ilusin imaginativa deun escritor enamorado que monta para su dama un juego malabar de arti-ficio para piquer la curiosit par une suite daventures dont linvraisem-blance importait peu26, y en el que el narrador puede utilizar cuantosmedios y elementos quiera:

    Parceme que vuestra merced se promete con esta prevencin la baje-za del estilo y la copia de cosas fuera de propsito que le esperan; pueshgala a su paciencia desde agora, que en este gnero de escritura ha dehaber tina oficina de cuanto viniere a la pluma sin disgusto de los odos.aunque lo sea de los preceptos. Porque ya de cosas altas, ya de humildes.

    25. La referencia al presente es continua hasta tal punto, y conforme a lo quefue en parte gnesis del gnero novella, que la historia narrada deviene noticia:Lope hace referencia a que l ha conocido al personaje (p. 178) o a algn familiar(p. 75). o que lo que refiere le han contado testigos de vista (p. 97); cuando un de-talle puede parecer inverosmil lo confronta con otro semejante conocido testimo-nialmente por l (p. 98-9). Refiere los trajes y situaciones de las heronas de la no-vela a los propios de la receptora, vinculando indisolublemente ambos mundosgracias al tono de intimidad de la conversacin-narracin: Lleg con sus padresLaura; y pensando que de solos los rboles era vista, en solo el faldelln, cubiertode oro, y la pretinilla comenz a correr por ellos, a la manera que suelen las don-cellas el dia que cl recogimiento de su casa les permite la licencia del campo. Cae-r vuestra merced fcilmente en este traje, que, si no me engao, la vi en l un diatan descuidada como Laura, pero no menos hermosa (p. 109).

    26. G. Cirot. p. 323. Igual opinin demuestia F. Yndurin: Bien se habr ad-vertido como se interfieren en esta novela motivos de distinta progenie sin venta-jas para ninguno, salvo para el gusto de contar varias invenciones maravillosas(p. 145).

    27. Mas lo que se consigue en realidad es la impresin dc una fracasadacombinacin entre peripecias fantsticas de estilo cervantino y la realidad de lasociedad cortesana, detalles propios de comedias y un mundo de aventuras tpicodc la helenidad tarda, grmenes de stira literaria en medio de un inmaduro bos-quejo de novela de caballerias (W. Pabt. p 278). Cfr. tambin G. Sobejano, p.49.

  • 170 Asuncin Rallo Grw, pretende aparen-tar una narracin infleri sobre dos poos continua y manifiestamente pre-sentes: emisor y receptor. tejindose la narracin en interferencia de am-bos hasta conseguir incluso un compromiso del receptor con los avatares,peligros y sentimientos de los personajes, con los que si no sc produceidentificacin si al menos simpata:

    Contenta estar vuestra merc. seora Leonarda, de la mejora denuestro cuento, pues ya queda Diana en servicio del Rey Catlico, y enpocos das tan privado, que en mil cosas que le ofrecan holgaba de su pa-recer (p. 67).

    Creo que no le agrada a vuestra merced esta devocin, con el deseode saber con qu se concertaron don Felis y Felicia para remediar tantomal como les amenazaba (p. 162).

    En definitiva, el relato ha de dosificarse, acoplndose a lo que cada su-ceso va produciendo en la lectora: todos estcs intercolunios han sido, se-ora Marca, por aliviar a vuestra merced la tristeza que le habrn dado laslgrimas de Silvia (p. 97). Se dibuja as un dilogo entre un narrador tanpresente que casi fictivamente realiza su autobiografa (o su retrato de es-critor)29 y una oidora (ms que lectora) que hay que imaginar por las su-puestas objeciones, los evidentes gustos, los referidos conocimientos o lasmanifiestas preocupaciones. Dicho dilogo tiene adems la contextura deun dilogo amoroso al constituirse entre dos interlocutores vinculados porel estrecho lazo del cortejo. La motivacin amorosa deviene entonces ele-mento primordial del texto: gnesis, motor y finalidad ltima.

    28. En La dama boba la culta Nise explica en qu consisten estas dos prosassugerentemente aplicadas a una historia amorosa / digna de aplauso y teatro:Hay dos prosas diferentes,! potica e historial: / la historia, lisa y leal,! muestraverdades patentes ! por frasi y trminos claros; ! la potica es herniosa, ! yana,culta, licenciosa! y oscura en ingenios raros: ! tiene mil exornaciones ! y retricasfiguras (lid, de 1. E. Hartzenbusch. en Comedias escogidas, tomo 1, BAli, 24 (Ma-drid: 1946), p. 298 b.

    29. As lo seala (Sr. Solejano, p. 486: La constante interposicin del narra-dor entre lo narrado y la narrataria es un aspecto ms de la proyeccin autobio-grfica que caracteriza gran parte de la obra de Lope.

  • Invencin ydiseo del receptorfemenino en las Novelas a Marca Leonarda... 171

    Las cuatro novelas tratan de otros tantos casos de amor, de tal mo-do que la narracin se pliega a los avatares conducidos por la fortuna ha-cia el logro o el desastre matrimonial. Esto implica, no slo la conforma-cin de (a obra al modo italiano en sus trazos fundamentales, sino tam-bin que cuanto ocurre se remite a la cuestin de amor, dando pasoincluso a disquisiciones y digresiones que evidencian la ideologa del au-tor en torno a las relaciones del varn y la mujer. Si amor es la obra msexcelente de la naturaleza, y en esto no me engao, pues bien sabe toda lafilosofa que consiste en l la generacin y conservacin de todas las co-sas (p. 118), su dislocacin genera precisamente la posibilidad del suceso,caso o historia: cada novela responde as a una desviacin de la normali-dad cotidiana para explorar posibles comportamientos de amantes sepa-rados por cl azar, la honra o el matrimonio equivocado. Ocurre un tras-tueque del inundo del que es smbolo, por ejemplo, la mujer disfrazada devarn, potenciando enamoramientos lesbianos, y slo invertible con undominio difcil, y a menudo dilatado, de la propia fuerza del amor. Malconducido conleva el desastre para la doncella (concertronse los doscon pacto que no haba de pasar de la ventana. Oh amor qu de cosas nie-gas que deseas! Bien haya quien te entiende!, p. 33), o la muerte de am-bos (La prudenw vengattza); y atrapados en l apenas se puede conducircerteramente la vida, llevando en general la peor parte la mujer:

    Dgame vuestra merced, seora Leonarda: si esto saben hacer y decirlos hombres por qu despus infaman la honestidad de las mujeres? H-cerdas de cera con sus engaos y quirenlas de piedra con sus desprecios(p. 34).

    Que los hombres, en llegando a este punto, a la mujer ms principaltenis en menos porque os parece que, en perdiendo el privilegio de lacastidad, somos esclavas vuestras y que se puede atrever a nuestro respetoas vuestra osada como vuestra lengua (p. 161).

    Lo cual no la exculpa de sus artimaas y engaos (p. 1(W), aunque pa-radjicamente ambos sean en definitiva inocentes, ya que el amor todo lopuede (Amor que tiene a los pies! a cuantos han estudiado 39, y slo so-metindose a l se logra la victoria: as las amazonas que resultan venci-das por el amor, en realidad, no hacen sino volver a lo mandado de la na-turaleza, devolviendo el mundo al revs que constituan, a su verdadera l-gica vital. Lope le advierte a Marcia Leonarda en la dedicatoria de lacomedia:

    No le ofrezco su historia de las amazonasl para que con su ejemplodesee serlo, antes bien para que conozca que la fuerza con que fueronvencidas tiene por disculpa la misma naturaleza ~K

    30. La viuda valenciana, p. 74 a.31. Lar mujeres sin hombres dedicada a la Sra. Marcia Leonarda por Su

    mas aficionado servidor, Lope de Vega Carpio. cd. M. Menndez Pelayo, enObras de Lope de 14ga, torno XIII, BAF, 188 (Madrid: 1965). p. 377.

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    Si el amor vertebra, pues, la vida humana, motivando las interrela-ciones naturales entre hombre y mujer, la comunicacin de dicho tema seconforma lgicamente en dilogo en el que el escritor va adoctrinando enel tema a la amada: como experto muestra varias situaciones y las va ado-bando con reflexiones (o intercolunios como las llama el propio Lope) 32;mientras a la amada se le presupone una actitud abierta por el inters deconocer (que adems incita a seguir adelante) y unos mnimos referentessobre los que ir apoyando el discurso (Npoles, ciudad que vuestra mer-ced habr odo encarecer por hermosura y riqueza... p. 85 o crueldad lehabr parecido a vuestra merced la de Lisardo, aunque no s si me ha deresponder p. 112, etc.).

    El matrimonio (o lazo amoroso autentificado) se convierte en mutuacorrespondencia de continua interrelacin, al que el varn debe accederpreparado y habiendo cursado estudios para ello: Si tuviera poder, insti-tuyera una ctedra de casamiento, donde aprendieran los que lo haban deser desde muchachos (...) y no que venga un ignorante a pensar que aque-lla mujer es de otra pasta porque es casada, y que no ha menester servirlani regalarla porque es suya por escritura, como si lo fuese de venta (p.128). Y l debe a su vez, y en eso consiste parte del servicio y cortejo conti-nuado, formar en el amor a la amada. As se plantea, por ejemplo, en Ladama boba donde a la ignorante Finea nada le transforma sino el amor deLaurencio (No importa; que los maridos! son los que mejor enseanvv. 1.451-52 y Aprendo ya, ! que me ensea amor quiz! con liccionesde cuidados vv. 1.458-60) y de tal modo que aprende por entenderle (Porhablarte s hablar. Por leer en tus papeles/libros difciles leo vv. 2.463y ss.).

    Esa es la maestra en que debe instruirse la mujer, que no en bachille-res ni latines; y es la comunicacin amorosa el instrumento para transfor-mar a una necia en refinada y discreta. Con lo que es el amor la poticamisma, el motor que impulsa la escritura, amn de maestro de elegancia,inventor de versos, y creador de la msica y la pintura (...). La mujer debe,pues. graduarse en la universidad de los enamorados33, siendo su maes-tro el propio amante, futuro marido.

    Cabe entonces preguntarse si las novelas escritas para Marcia Leonar-da son lecciones a la amada, que casi conquistada por el servicio no slodebe corresponder por gratitud. sino por entendimiento, ya que con las his-torias su inteligencia se ha pulido, y tras la lectura ha surgido modeladacomo mujer digna de ser amada. En cambio, la erudicin adquirida direc-tamente de los libros profesionales que hacen a la mujer bachillera, mere-

    32. Sobre la digresin en esta novela cfr. F. Yndurin, Pp. 145-46, y Ci. Sobeja-no quien define el trmino y sus posibles funciones y confronta el arte digresivoen Lope con la prctica del mismo en la picaresca (pp. 469-72 y 492).

    33. A. Egido: La universidad de amor y La dama boba, en BBMP, LIV (1978),p. 363 y 366.

  • invencin y diseo del receptorfemenino en las Novelas a Marca Leonarda... 173

    ce condena incluso entre las amazonas: Esto es a la costumbre impor-tante! a la mujer que fuere bachillera. ! o inventase vocablos exquisitos!dos doblas; una para nuestras obras, ! y otra para quien venga a denun-cialle ~ . Porque la mujer debe ser discreta y sabia tan solo en lo que co-rresponde a sus relaciones con el varn sin olvidar su papel social:Quin le mete a una mujer! con Petrarca y Garcilaso! siendo su Virgilo yTaso ! hilar, labrar y coser? 35; todo lo cual conduce a la paradoja literariade la necesidad de una previa cultura para que la transferencia dialogal seproduzca mientras la mujer debe ser culturalmente obra del amante omarido.

    No es extrao que se haya sealado como burla un pasaje en el que elnarrador dirigindose a Marcia Leonarda le dice: es persona que conocea Cicern, a Ovidio y a otros sabios, y se puede hablar con vuestra mer-ced en materia de difiniciones y etimologas (p. 164)26, cuando con ante-rioridad se le ha sealado que a vuestra merced qu le va ni le vieneen que hablen como quisieren de Garcilaso? (p. 60). y que s que, comono ha estudiado retrica (p. 61). 0 bien se entiende, como hizo O. Cirot,como muestra de que al final de la lectura de las novelas la receptora aquien por naturaleza nada deben importarle cuestiones poticas ni pro-blemas retricos ha salido sin embargo docta, por contaminacin eruditadel maestro narrador2, o bien es esta casi nica referencia a la sabiduraprofesional un desliz ponderativo en el uso del necesario conocimientopresupuesto al interlocutor para que exista el dilogo. En un exceso deconfianza en la comunicacin coloquial que ha establecido, el escritoramante transfiere, en un lapsus que le hace olvidar la condicin femeninadel receptor, su propia condicin de experto en literatura a la amada; es elproceso comn del gnero dialogal por el cual el discpulo acaba intelec-tualmente identificado con el maestro. En este texto la identificacin serauna nivelacin de la pareja en la experiencia ertica: el escritor de novelasbrinda en ellas a la mujer la sabidura de amor que ella no podra com-probar en su cotidiana vida de encierro, pero s alcanzar oyendo historiasejemplares mientras mira a travs de la ventana el da de descanso o hilael da de labor.

    3. La novela, sustituto y paliativo de la experiencia amorosa38, debeofrecer entretenimiento y ejemplo:

    34. Las mujeres sin hombres, p. 385 a.35. En La mayor vitoria, ed. J. E. Hartzenbusch, Comedias escogidas, tomo III

    (Madrid: 1946) p. 226 b. Sobre el desprecio a la mujer culta cfr. M.~ Ci. Profeti:Funcin referencial, connotacin y emisor en La culta latiniparla, en Edad deOro III (Madrid: 1984), p. 146.

    36. As lo afirma M. 5. Brownlee, p. 38.37. G. Cirot, p. 335.38. La lectura como paliativo del deseo es considerada, por ejemplo, por Leo-

    narda, la protagonista de La viuda valenciana, p. 69 b: Que a quien su buena opi-

  • 174 Asuncin Rallo Gruss

    Confieso que son libros de grande entretenimiento y que podran serejemplares (...) pero haban de escribirlos hombres cientficos o por lo me-nos grandes cortesanos, gente que halla en los desengaos notablessentencias y aforismos (p. 28).

    Es decir, escritas por profesionales (cientficos) o por conocedoresdel asunto por experiencia (grandes cortesanos) capaces de transmitiren la narracin de avatares, peripecias y fortunas una leccin de cortesa-na. Significativamente se apela en este texto (dedicatoria de la primeranovela), como casi nico antecedente, a los libros de caballeras, ya queson ellos los que hasta entonces han cumplido con esta finalidad. Parecelgico que a un pblico femenino cautiven los hechos grandes de caba-lleros valerosos realizadores de increbles hazaas ofrecidas como corte-jo a la dama, y perfectos amadores >t Con este referente literario las narra-ciones escritas para Marcia Leonarda alcanzan (o deben alcanzar) un ni-vel de aceptacin semejante, porque si Amads es parangn mximo delgaln (es justo saber el nombre de un ms que Amads; de un hombre!que ama por tal estilo fl, los nuevos protagonistas de la realidad noveles-ca del XVII deben superarle no slo en hechos de armas y amor sino ensu adaptacin a un modo ms complejo y delicado que exige nueva apli-cacin del cdigo de amor (Deje vuestra merced esa fidelidad para Ama-ds de Gaula que su amigo no lo ha de saber para agradecerselo dice laprotagonista errada de Guzmn el Bravo, p. 148).

    Los protagonistas masculinos aplican a su conducta un cdigo de ho-nor resultando atractivos tanto por el fsico (era moreno, alto, y bienpuesto de bigotes o ella conociendo la fiereza de Marte y la blandura deAdonis en aquel mancebo p. 92), como por su bravura semejante a la delos hroes picos (habindose adargado mal cl mancebo Mahamed. le abritoda la cabeza hasta los hombros, y como al golpe de la segur del labrador caeen la sierra de Cuenca el alto pino, estendiendo los brazos, midi la tierra p.170). Configurado as con un percibir un gesto y trazar en el aire la lnea

    nin / encierra en silencio tal,! no halla en los libros mal ! gustosa conversacin,/Es cualquier libro discreto! (Que si causa. dc hablar deja),! es amigo que acon-seja / y reprehende en secreto.! Al fin, despus que los leo! y trato dc devocin,!de alguna imaginacin / voy castigando el deseo.

    39. No creo que, como afirma F. Rico, la vinculacin de su novela a la ti-adi-cin de los libros de caballeras sea un error, p. 10. El propio Lope recoge unaancdota sobre la todavia sentida lectura que sc hacia de tales obras: Aqui entrabien aquella transformacin de un gran seor de Italia, que, leyendo una nocheen Amads de Gaula, sin reparar en la multitud de criados que le miraban, cuandolleg a verle en la Pea Pobre con nombre de Valtenebrs. comenz a llorar ydando un golpe sobre el libro, dijo: Maledetta sia la dona che tal te a fatro passa-re (p. 176). E.s posible que con su narracin, y por ello la remitira a tales histo-rias de xito reconocido, pretendiese una semejante repercusin en e receptor.

    40. Son palabras de Leonarda en La viuda valenciana, p. 81 b.

  • Invencin i diseo del receptorfemenino en las Novelas a Marca Leonarda... 175

    quebrada de unas aventuras fulgurantes>0. tiene su correlativo en la pro-tagonista, tambin atrevida y tambin imagen de atraccin. Laura (La pru-dente venganza) era mujer ilustre por su nacimiento, por su dote y pormuchos que le dio naturaleza que con estudio particular parece que la hi-zo, p. 108; mientras Diana y Felicia (de la primera y cuarta novela res-pectivamente) disfrazadas de varn llegan a los ms altos cargos (virrey)como Diana, o acompaan al amado en todas sus hazaas como Felicia.El enmascaramiento de la mujer en hombre, sin duda artificio literariopropio de la novela ~ la comedia, conleva en estas narraciones una exal-tacin de la mujer, capaz de ser herona, logrando los mayores xitos re-servados al varn, y superndose a si misma en el domino de sus sen-timientos:

    Pienso, y no debo de engaarme, que vuestra merced me tendr pordesalentado escritor de novelas, viendo que tanto tiempo he pintado aDiana sin descubrirse a Celio despus de tantos trabajos y desdichas: perosuplico a vuestra merced me diga si Diana se declarara y amor ciego seatreviera a los brazos cmo llegara este gobernador a Sevilla? (p. 72)42.

    Pero adems cl artificio implica la problemtica de las relaciones les-bianas: tanto Diana como Felicia son acosadas por mujeres que las creenvarones y que de ellas se enamoran. No siendo ms que un tpico mani-fiesto en la novela griega y pastoril (Parceme que dice vuestra mercedque claro estaba eso, y que, si haba hija en casa. se haba de enamorar deldisrazado mozo, p. 52), debe ser, sin embargo, necesariamente recogidopor Lope en cuanto que es un aspecto ms del complejo espectro de laproblemtica amorosa.

    Puede afirnarse que sobre el teln de la novelstica anterior que el es-critor pretende manejar con soltura (cientfico) y que sirve como con-texto referencial a la lectora (a la que se supone avezada en ese tipo de li-teratura y por tanto deseosa de l) las cuatro novelas constituyen cuatroperipecias dc amor en las que o el hroe o la herona confunden el cdigovigente, o su aplicacin a la realidad, y se ven sometidos a la fortuna,

    41. M. Bataillon: La desdicha por la honra: gnesis y sentido de una novela deLope, en Varia leccin de clsicos espaoles (Madrid: 1964), p. 401. Ci. Cirot hacehincapi en la atrayente presentacin fsica de los personajes: Mais surtout u y aun personnage, bien vivant ci surtou bien muscl, dont la belle vigueur et la phy-sionomie simposent la sympathie du lecteur comme celle des autres person-nages eux-mmes, sans parler de celle de la pauvre Felicia (p. 330).

    42. M. Baquero Goyanes opina que Lope recoge el motivo con cierta signi-ficativa irona, ofrecindonos un dato ms sobre el convencionalismo de talesepisodios y disfraces. Lope sc burla del tpico, pero habituado a su presenciaen tantas y tantas comedias de su poca, lo acepta como verosmilmente utiliza-ble, aunque sea a costa de rebajar o escamotear la calidad femenina de un bellorostro de mujer (Comedia y novela en el siglo XVII. en Sera PhilologicaF L-raro Carreter, tomo II (Madrid: 1983), pp. 25-6).

  • 116 Asuncin Rallo Grass

    quien determina en definitiva su destino dibujado en mltiples avatares(por qu estraos modos camina la fortuna adversa a sus desdichas! p.137). La dinmica del relato del cual debe extraerse ejemplo (o mejor ex-periencia) se fundamenta as en las dialcticas de fortuna!amor (nota-ble es la fortuna con los mercaderes, terrible con los privados, cruel conlos navegantes, desatinada con los jugadores, pero con los amantes nota-ble. terrible, cruel y desatinada p. 83), amor / honra, amor / armas,etc.

    La lectora inmersa en estos avatares puede sentir y acompaar a lospersonajes, y desde fuera opinar y contemplar el error ajeno: la situacinen la que son subyugados los protagonistas en parte ha sido buscada porellos mismos y en parte es reversible con su mrito. De los cuatro relatosel primero mide la fuerza del amor frente a la fortuna, el segundo la des-gracia que acarrea la deshonra por la sangre que llega a impedir el logromatrmonial, el tercero el deshonor por el adulterio que no tiene ms solu-cin que la muerte, y el cuarto el difcil equilibrio de armas y amor; quizen este ltimo ejemplo, evidente episodio de caballeras, el componentebsico del amor quede algo marginado, por lo que al final, y como com-pensacin, se apunta:

    Este, seora Marcia. es ct suceso de Guzmn el Bravo. Si a vuestramerced le parecieren pocos amores y muchas armas, tngase por convida-da para El pastor de Galatea ~>. novela en que hallar todo lo que puedeamor, rey de los humanos efectos (p. 178).

    El entretenimiento deriva, pues, del propio discurso montado sobrela peripecia y el azar intentando dilatar la trama (para mayor gusto delque escucha en la suspensin de lo que espera, p. 60), y buscando la va-riedad para no cansar (porque vuestra merced descanse de tan prolijaprosa en la diferencia de los versos p. 174). IDe ese modo se consigue queJa historia ejemplar sea aceptada al ser ofrecida como divertimento y de-leite~t y se muestra la hbil capacidad inventiva del escritor, que sobrecualquier detalle teje peripecias sin fin, sirviendo de detonante la minuciadel gesto, una actitud, un suceso que pasan a ser fundamento dramtico:

    Aqu me acuerdo, seora Leonarda, de aquellas primeras palabras dela tragedia famosa de Celestina. cuando Calisto le dijo: En esto veo, Meli-bea, la grandeza de Dios. Y ella responde: En qu, Calisto? Porque decaun gran cortesano que si Melibea no respondiera entonces En qu, Ca-

    43. Esta novela no lleg a publicarse, si es que fue escrita. Con su anuncio ve-na a cubrir Lope la falta dc un gnero. no solo contrapunto del de caballeras, sipensamos como indica M. 5. Brownlee que cada narracin corresponde a uno:Las fortunas de Diana a la novela griega; La desdicha por la honra a la morisca: Laprudente venganza a la italiana-dramtica; y Guz,nn el Bravo a la de cabaflerias(cfr. op. cit. que distribuye el estudio de acuerdo con esta consideracin).

    44. Sobre este aspecto de las novelas han insistido cuantos las han estudiado:O. Cirot, p. 322; M. Bataillon, p. 394: F. Yndurin, p. 160: F. Rico, p. ti.

  • Invencin y diseo del receptorfemenino en las Novelas a Marcia Leonardo... 177

    listo? que ni habra libro de Celestina, ni los amores de los dos pasaranadelante. As, ahora, en estas dos palabras de Celio y nuestra turbada Dia-na se fundan tantos accidentes, tantos amores y peligros, que quisiera serun Heliodoro para contarlos (p. 30).

    Es un arte de sugerencia, de trazos rpidos que le acercan al modo tea-tral de relato como suma de escenas o situaciones, con mucho movimien-to y fcil accesibilidad. Como dice Avalle-Arce hasta la tcnica de la mu-tacin es dramtica y no novelstica, como bien sabe Lope. El personajenovelstico adems se ve considerado como actor y no como agonista; surealidad es pura metfora, o sea, es fundamentalmente pura irrealidad45.Porque el narrador que pretende conseguir una comunicacin inmediata(y yo gusto de que vuestra merced no oiga cosas que dude, que esto denovelas no es versos cultos, que es necesario solicitar su inteligencia conmucho estudio p. 83) parte de la intencin de dar contento saltando re-glas y preceptos, o mejor, crendolos particulares al caso:

    Dems que yo he pensado que tienen las novelas los mismos precep-tos que las comedias, cuyo fin es haber dado su autor contento y gusto alpueblo, aunque se ahorque el arte; y esto aunque va dicho al descuido, fueopinin de Aristteles (p. 74).

    As la novela se acerca a la comedia: tanto las tramas, fcil atificio demaraa

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    al azar (Lasfortunas), ni preferir el prurito de honra sobre el amor (La des-dicha...), ni elegir el adulterio para compensar un error cometido (La prue-dente...), ni olvidar el servicio amoroso dedicndose en exclusividad a lasarmas (Guzmn). El comportamiento de los protagonistas se transformaas en el negativo que se debe rechazar:

    No es ejemplo que nadie debe imitar, aunque aqu se escriba paraque lo sea a las mujeres que con desordenado apetito aventuran la vida yla honra a tan breve deleite, en grave ofensa de Dios, de sus padres. de susesposos y de su fama (p. 141).

    Elevndose a categora tica los consejos apuntados al hilo del relato(si mirasen a estos fines las doncellas nobles no daran tan desordenadosprincipios a sus desdichas p. 35). previene en la variedad de casos desas-trados de la irresponsabilidad de la entrega amorosa sin respaldo legal yalecciona a las doncellas para realizar con discrecin y prudencia cl trn-sito al matrimonio. Las ya casadas, como la receptora Marcia Leonarda.viuda segn se desprende de la dedicatoria a La viuda valenciana, encon-traron en las novelas el consuelo de su montona existencia, viviendo atravs de la ficcin los males que una conducta equivocada (pero extraor-dinaria) acarrea. Quedan curadas del ansia aventurera, al saturarse detantas desventuras, pesares y peripecias, comprendiendo lo que de iluso-rio tiene un comportamiento ajeno al cdigo social:

    Diga ahora vuestra merced, suplcoselo. que si es esta novela sermo-nario. No, seora. responder yo, por cierto, que yo no los estudio en ro-mance, como ya se usa en el mundo, sino que esto me hall naturalmente,y siempre me pareci justo (p. 128).

    No contienen los relatos especulaciones morales como las de los librosrecomendados para las mujeres sino la presentacin ajustada de la reali-dad (el temor que me da el mentir, aunque no sea cosa de importancia,me ha hecho traer estos ejemplos p. 154. as me precio del rigor de laverdad, a la ley de buen novelador, p. 164). que implica el goce de la lec-tura prendido o no del mero ejemplo. Es deleitar aprovechando ms queaprovechar deleitando,pues aunque los continuos juicios emitidos por elnarrador conduzcan a un entendimiento comprometido con un modo deconducta ideal (Felisardo. atrevido y desatinado mancebo, cuya accinyo no puedo alabar p. 87. Oh imprudente mujer! iOb mujer...! p. 136),la narracin carecera de sentido si no se engendrare por s misma en elacopio de cuantos elementos (en su mayora ya tpicos) pueden consti-tuirse en novela (noticia de acontecimiento extraordinario).

    Como poemario, y no como sermonado, la lectora va encadenando ensu mente los distintos retazos que son escenas, situaciones, o motivacionessuperpuestas, para despertar a una experiencia no filosfica sino vital. Esuna moralidad por referencia actualizadora, por intento de aplicacin alestrecho mundo de la receptora: en definitiva, moralidad como caminopor donde el ancho mar de la literatura que tiene que cruzar el escritor

  • 1;;vencion ydts