jesús delgado - oscar a. romero, biografía

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Jesús Delgado Acevedo secretario de Monseñor Romero trata de perfilar la verdadera figura de Monseñor.

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  • JESUS DELGADO

    OSCAR A. ROMEROB iografa

    EDICIONES PAULINAS

  • " Kdiciones laulinas 1986 (Protasio Gmez, 13-15. 28027 Madrid) X) Jess Delgado Acevedo 1986Fotocomposicin: Marasn, S. A. San Enrique, 4. 28020 Madrid Impreso en Aries Grficas Gar.Vi. Humanes (Madrid)ISBN: 84-285-1084-9 Depsito legal: M. 4.966-1986 Impreso en Iispaa. Printed in Spain

  • Los profetas, los msticos, los poetas, los hombres de ciencia son hombres cuyas vidas estn dominadas por una visin; hombres esencialmente solitarios. Cuando sienten imperiosamente un impulso, comprenden que no pueden obedecer a la autoridad si sta ordena o contrario de lo que ellos sinceramente creen que es bueno. A unque por esta razn suelen ser perseguidos durante el curso de su vida, sern entre todos los hombres aquellos a los que la posteridad rendir honores ms altos.B e r t r a n d R u s s e l l , Autoridade individuo, F.E.C.,

    Mxico (1941), 629.

  • Abreviaturas utilizadasA N D ES = Asociacin Nacional de Educadores Salvadoreos. A N SESA L =A gencia Nacional de Seguridad Salvadorea (estructura

    de mando secreto dentro de las Fuerzas Arm adas, sospechosa de haber coordinado la represin bajo los presidentes M olina y Romero).

    A N T E L Adm inistracin Nacional de Telecom unicaciones (El Salvador).

    BPR = Bloque Popular Revolucionario.CG S = Confederacin General de Sindicatos.C G T S = Confederacin General de Trabajadores Salvadoreos.C O N D E C A = Consejo de Defensa Centroam ericana.C O PE FA = Consejo Perm anente de las Fuerzas Armadas.C RO SS = Com it de Reorganizacin O brero Sindical Salvadoreo. D R U = Direccin Revolucionaria Unificada.ERP = Ejrcito Revolucionario del Pueblo.FA PU = Fren te de Accin Popular Unificada.FA R N = Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional.FA RO = Frente Agrcola de la Regin Oriental.F D R = Frente Dem ocrtico Revolucionario.FEC CA S = Federacin Cristiana de Campesinos Salvadoreos. F M L N = Frente Farabundo M art para la Liberacin Nacional. FR T S = Federacin Regional de Trabajadores Salvadoreos.FPL = Fuerzas Populares de Liberacin.F U D I = F rente U nido Dem ocrtico Independiente.FU SS = Federacin U nitaria de Sindicatos Salvadoreos.IN S A F I = Institu to Salvadoreo de Fom ento Industrial.IS T A = Institu to Salvadoreo de Transform acin Agraria.LP-28 = Ligas Populares 28 de Febrero.M ERS = M ovim iento Estudiantil Revolucionario de Secundaria. M IP T E S = M ovim iento Independiente de Profesionales y Tcnicos

    de El Salvador.M L P = M ovim iento de Liberacin Popular.M N R = M ovim iento Nacional Revolucionario.M PSC = M ovim iento Popular Social Cristiano.OEA = Organizacin de Estados Americanos.O R D E N = Organizacin Dem ocrtica Nacionalista.PAR = Partido de Accin Revolucionaria.P C N = Partido de Conciliacin Nacional.

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  • PCS = Partido Com unista Salvadoreo.PRS = Partido de la Revolucin Salvadorea.P R T C = Partido Revolucionario de los Trabajadores C entroam eri

    canos.P R U D = Partido Revolucionario de Unificacin Dem ocrtica.R N = Resistencia Nacional.TACA =T ransportes Areos Centroam ericanos.U CA = Universidad C entroam ericana Jos Simen C aas .U C S = Unin Com unal Salvadorea.U D N = Unin Dem ocrtica Nacionalista.U N O = Unin Nacional Opositora.U P T = U nin de Pobladores de Tugurios.U R -19 = Universitarios Revolucionarios 19 de Julio.YSAX =R adioem isora de la Archidicesis de San Salvador.

    y

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  • IEl nio de la flautaLa casa que alberg su cuna existe todava hoy. Se

    encuentra en El Salvador, ese pequeo pas de Amrica Latina, enclavado en un rincn del ocano Pacfico, sin acceso al mar del Caribe, sin grandes plantaciones de banano y con una produccin de caf cuya riqueza ha servido solamente para hacer ms poderosos a los ricos y ms pobres a la gente humilde.

    En este pulgarcito de Amrica se encuentra Ciudad Barrios, pequea poblacin cuyas casas estn distribuidas al estilo colonial: alrededor de una hermosa y amplia plaza cuadrada, coronada por los edificios ms importantes. All precisamente se alza hoy todava la casa que fue de la familia Romero, actualmente sede de una cooperativa de caf.

    Santos Romero, padre de monseor Romero, era el propietario de esta casa. Su oficio, telegrafista. Su principal distraccin, cuidar del cultivo del caf en la pequea finca propiedad de su seora, Guadalupe de Romero, madre de monseor. En general, don Santos trabajaba en la oficina de Telgrafos todas las maanas y, por la tarde, atenda a la finca. Aqu acudan todas las maanas temprano Oscar y su pequea hermana Zaida, su inseparable ngel guardin, para ordear las vacas, que provean diariamente de leche a la familia.

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  • Los momentos que la escuela le dejaba libre, Oscar los aprovechaba para aprender el funcionamiento de la pequea mquina telegrfica, diestramente manejada por su padre; le gustaba llevar personalmente los telegramas a las casas de los vecinos. As, lo que al principio fue una mera distraccin se convirti, a la postre, en un medio de ganar unos cuantos centavos, colaborando a la economa hogarea y supliendo al padre en sus ausencias.

    Ms all de este prctico servicio necesario, el contacto de Oscar con aquel medio tcnico le fue abriendo ese mundo de los medios de comunicacin, que ms tarde le fascinara: el micrfono, las grabadoras, los altavoces, la radio. Pero volvamos de nuevo a la cuna.

    Oscar Arnulfo Romero naci el da de la asuncin de la Virgen Mara, el 15 de agosto de 1917, en un lugar ancestral del pas cuyo nombre, Ciudad Barrios, data slo del siglo pasado. Antes llevaba el nombre general de la regin nordeste del pas, Cacahuatique, fronteriza con Honduras.

    Guadalupe Galdmez era el nombre de su madre. Haba recibido de sus antepasados en herencia la pequea pero cntrica casa que habitaban, adems de la finca que les proporcionaba el sustento. Esto le permita a la familia sustraerse de las penurias y problemas de que eran vctimas muchas otras familias de la regin. Doa Guadalupe era mestiza; su piel morena no reflejaba debidamente la sangre espaola que corra por sus venas.

    Tambin don Santos era mestizo; hombre pacfico, paciente, trabajador, un tanto nervioso y algunas veces colrico, en toda circunstancia actuaba como quien conoce sus debilidades y capacidades. Combinaba su trabajo con horas de descanso dedicadas a la lectura y a la msica. Sus hijos admiraban en l su afn de formacin. Entre los libros que ms saboreaba se contaban10

  • El hombre que regres del mas all y La Virgen de la Pagoda. Esta inclinacin por la lectura era como un rito en aquel hogar, que todos deban respetar observando el mayor silencio posible mientras don Santos se entregaba a la lectura.

    Oscar conservara durante toda su vida un grato recuerdo de su padre. Cuando a sus diecisiete aos acaeci la muerte de don Santos, escribi estas lneas: Qu triste es la tarde!... Qu hay en el oriente?... Oscuridad... Tristeza. Qu hay en el poniente? Hay luz...; s, luz, pero aquella luz en el prpado de una lgrima amarga... Mi oriente llora... Mi pap ha muerto... Slo quedan los recuerdos. Recuerdos de la infancia; te paseas por el dormitorio; mi entendimiento de nio va grabando el padrenuestro, el avemaria, el credo, la salve, los mandamientos que sus labios de padre me van enseando... Te recuerdo en los viajes a la finca, trayndonos palitos caballitos, hacindonos pitos de carrizo...

    Oscar aprendi efectivamente de su padre a tocar la flauta de bamb, y comenz a escribir a mquina. Pero, sobre todo, aprendi de l el amor y la devocin a los santos y la prctica de la oracin diaria antes y despus de dormir y de comer. Cuando Oscar ingres en el seminario menor de San Miguel, capital del oriente del pas, sus compaeros descubrieron en l todas las virtudes aprendidas de su padre; y todo ello lo admiraban plsticamente en el arte con que tocaba la pequea flauta que haba heredado de su progenitor. Por ello le apodaron El nio de la flauta .

    El pequeo seminarista contaba a sus compaeros, muy orgulloso, que haba aprendido a escribir y a leer msica con la ayuda de su padre. Les refera cmo solucionaba la escasez de papel pautado escribiendo las lecciones sobre el suelo polvoriento, y que solamente

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  • cuando su padre las aprobaba las pasaba al papel en limpio.

    En el seminario menor, ms tarde en Roma de sacerdote y hasta el final de su vida, monseor Romero conserv siempre su inclinacin y gusto por la msica. Aprendi a tocar el piano y el armonio. Le gustaba cantar con su voz melodiosa, y casi siempre la segunda voz de todos los cantos de iglesia.

    Oscar no era, en cambio, un nio de relaciones sociales fciles. Se deba a las secuelas de la enfermedad que desde su tierna infancia le oblig a seleccionar y a restringir su crculo de amistades? O se deba, ms bien, a su temperamento retrado y siempre selectivo? Ciertamente, aquella enfermedad ingrata de su niez que le haba paralizado, reducindole cuando tena cuatro aos a la edad de siete meses, haba dejado huellas en su cuerpo y en su espritu. Oscar nunca pudo tomar parte en juegos que requeran alguna tenacidad o esfuerzo fsico. Salvado de aquella enfermedad ms por las oraciones de su madre que por la intervencin de un curandero , a falta de mdico, conserv durante toda su vida vestigios de aquel penoso dolor y sufrimiento.

    La necesidad de asistir a la escuela le sac de su natural o enfermiza inclinacin a la soledad. Don Antonio del Cid recuerda a aquel pequeo alumno suyo como un nio atento y curioso. Los tres primeros aos de escuela los curs en la institucin pblica de la poblacin, y los ltimos tres aos de la escuela primaria los tuvo que completar en privado con la ayuda de la seorita Anita Iglesias. En efecto, la pobreza de aquella alcalda y la falta de maestros no permita a la escuela pblica ofrecer una enseanza ms all del tercer grado.

    Materias como las matemticas no eran las que ms gustaban a Oscar; l estaba dotado, sobre todo, para humanidades, y destac ms que nada en el arte de declamar y de cantar. Su voz melodiosa, penetrada del12

  • sentimiento humano con que recitaba poesas, le granje entre sus compaeros el puesto de mejor orador entre ellos.

    Su pap, don Santos, en cambio, aunque tambin dotado de cualidades artsticas, vea las cosas con ms sentido prctico. Quera l que su hijo fuese carpintero. Obediente, Oscar se inici en el arte del manejo de la garlopa, y al poco tiempo pudo ofrecer a su padre los primeros frutos de su aprendizaje.

    Mejor sacerdote que carpinteroLa historia de Oscar Arnulfo Romero fue, desde el

    principio, la historia de las decisiones de Dios, expresadas a travs de otras personas, que Oscar trat de hacer suyas, vivindolas en estrecha relacin con la palabra de Dios y a la escucha de la voluntad de la Iglesia.

    Su vocacin al sacerdocio, por ejemplo, no la descubri Oscar por medio de su madre o de su padre, sino a travs del alcalde del pueblo. Efectivamente, don Alfonso Leiva habl de ello primero con el pequeo y poco tiempo despus con el padre misionero Benito Calvo, que de vez en cuando iba a visitar el poblado para llevar la palabra de Dios y los sacramentos.

    Fue, pues, el alcalde de Ciudad Barrios quien abri a Oscar Romero el largo y maravilloso camino de servicio a la Iglesia. Y lo fue no slo porque no haba sacerdote fijo en aquel poblado o porque sus padres no lo hicieran, sino porque el Espritu sopla donde quiere y los caminos de Dios no son siempre los de los hombres... Estos queran que Oscar fuese carpintero. Dos puertas por l labradas recordaron a sus padres por largo tiempo su errada decisin. Dios quiso que Oscar fuese servidor de su gracia. Y as, un da el padre Benito Calvo regres de Ciudad Barrios a San Miguel lle

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  • vando a lomos de su mua al tierno joven aspirante al sacerdocio. Tena Oscar entonces trece aos.

    San Miguel era considerada ya entonces la ciudad ms importante de todo el oriente; distante cuarenta y ocho kilmetros de Ciudad Barrios y a ocho horas de recorrido a caballo, la ciudad de San Miguel impresionaba a los visitantes con sus veinte mil habitantes y su creciente comercio.

    Ciudad Barrios, en cambio, es un pueblo de la montaa. Por entonces tena unos mil habitantes. Ciudad fresca, a ochocientos metros de altura, contrastaba con San Miguel, situada en plena planicie, bajo un calor agobiante. Hasta all tenan que ir los parientes de Oscar cada quince das para llevarle ropa limpia y, sobre todo, el cario del hogar lejano.

    Haba, sin embargo, un problema ms grave que la distancia; era el problema econmico. Para satisfacer las deudas contradas con el seminario menor de San M iguel, la familia hubo de aportar diez quintales de caf, equivalentes a doscientos cincuenta colones. Si slo hubiesen sido los gastos de los estudios del seminario, don Santos no habra sentido demasiado su peso en la economa hogarea, ya complicada por la pobreza de la familia; pero deba atender adems los gastos de la salud de su esposa, que haba empeorado en los ltimos meses.

    Para lograr hacer un pequeo capital y afrontar as los gastos de la familia, don Santos decidi alquilar la mejor parte de su casa a un inquilino que prometa seriamente pagar una cantidad razonable al mes. La familia sigui viviendo en la parte ms deteriorada. Cuando llova eran frecuentes las goteras, por lo que se resinti la salud de doa Guadalupe. Un da, mientras planchaba la ropa, como lloviera intensamente, se moj mucho. Aquella misma noche sinti un dolor intenso y a la maana siguiente advirti una parlisis en la pierna dere14

  • cha, que se fue agravando poco a poco, hasta resultar crnica.

    Para colmo de males, el inquilino se burl de la familia Romero. Abusando de su confianza, al cumplir el primer semestre desapareci sin dejar rastro.

    El seminarista Oscar Romero, por una parte, comprendi las dificultades econmicas que atravesaban sus padres y, por otra, sinti la necesidad de empezar a familiarizarse con el trabajo pastoral de la parroquia. Por ello, en sus primeras vacaciones anuales decidi aceptar la invitacin de un sacerdote, cura prroco de La Unin (una ciudad al extremo oriental del pas), para pasarlas con l.

    Monseor Dueas, obispo de San Miguel, era un eclesistico de grandes cualidades. Amigo muy cercano del cardenal Pacelli, ms tarde Po X II, tena un concepto muy elevado de la dignidad sacerdotal. Por eso deseaba que su seminario menor iniciara a los candidatos al sacerdocio en el amor a la ciencia y la virtud y que todos sus sacerdotes brillasen por su piedad y cultura.

    El seminarista Romero se benefici mucho de esta formacin, vigilada tan de cerca por monseor Dueas y que l mismo haba encomendado a los padres claretia- nos. Estos sacerdotes conceban el seminario como una familia: una vida sencilla sin complicaciones ni privilegios, una vida de hermanos que saben rer juntos y sufrir con el otro, corrigindose mutuamente y emulndose en el bien y en la virtud.

    El reglamento en aquel seminario no era ni duro ni. austero. Era lo que deba ser para formar a jvenes de menos de quince aos. Se fomentaba, eso s, una intensa vida de oracin compaginada con un ritmo de estudio muy serio, que solamente era interrumpido por algunos paseos semanales y frecuentes recreaciones dentro del seminario.

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  • A monseor Romero le gustaron desde pequeo, sobre todo, aquellos paseos que frecuentemente hacan escalando las faldas del volcn de San Miguel. Esa costumbre la conserv durante su vida sacerdotal, no solamente organizando paseos con sus monaguillos a las faldas del volcn, sino, sobre todo, en las frecuentes incursiones que haca al campo para visitar a los campesinos en su propia choza o casa.

    El recuerdo del seminario menor qued en su mente profundamente ligado a una vida religiosa tranquila, serena y llena de fe. En 1962 encontramos en la pluma de monseor Romero un grato recuerdo de sus aos en el seminario menor: Eran, bajo la sombra del Inmaculado Corazn de Mara, una sola familia los Padres Clare- tianos y los seminaristas, una familia cuyo espritu era el mismo del fundador, san Antonio Mara Claret. Aquel famoso manual del seminarista El colegial instruido no slo se lea en sus pginas, sino que se viva en aquel ambiente de sacerdotes dignos, humildes y serviciales, en su sistema activo de educacin (Chaparrasti- que, 2.366, 15-9-1962, 5).

    Fue en el seno de este encuentro familiar del seminario menor de San Miguel donde monseor Romero anud una amistad profunda con el que tambin sera monseor Valladares. Era ste el alumno ms brillante de todos. De gran inquietud intelectual, se ocupaba en escribir artculos y en editar una hoja de difusin de su creacin literaria, que puso tambin al servicio de los dems seminaristas para que todos tuviesen oportunidad de cultivar sus virtudes intelectuales.

    A su vez, Oscar Romero descoll por sus dotes naturales para la oratoria y la msica. Pero tanto l como Rafael Valladares comprendieron desde el principio que Dios los haba unido para crecer juntos y emularse en la fe y en las virtudes. Ambos fueron elegidos por monseor Dueas para ir a estudiar a Roma; y ambos16

  • se lo merecieron. Haba convocado el obispo un concurso de poesa; el tema, hacer un elogio del papa. El premio daba derecho a cursar los estudios en la Ciudad Eterna. Oscar y Rafael contendieron noblemente y ambos resultaron empatados en el primer puesto.

    De este tiempo del seminario menor data una bella poesa salida de la pluma del joven Oscar Romero, dedicada al sacerdocio; en ella manifiesta algunos puntos claves de su espiritualidad. El tuvo siempre un elevado sentido de la palabra predicada:

    Tu palabra es perdn y ternura sobre el penitente, tu palabra es la ctedra santa, doctrina eterna; es la luz que ilumina, consejo que alienta; es voz de esperanza, es fuego que incendia; camino, verdad, claridad excelsa, vida..., eternidad...

    Tambin vea monseor Romero al sacerdote como un hombre de lucha:

    Pero no es slo el templo tu campo de batalla: recorres el mundo con tu espada excelsa, la cruz redentora.Y el rugir del can no te arredra, ni te arredra el chocar del acero cuando escuchas la voz de la Iglesia que presto te llama con voz lastimera, porque crueles con crueles puales la hirieron de muerte.

    Desde los aos de formacin sacerdotal, Romero fue un amante de la oracin personal, en la oscuridad de la noche, en el silencio de la capilla, ante el santsimo sacramento. Durante las vacaciones en casa, el dormitorio le serva de capilla y su cama de reclinatorio.

    La costumbre de la oracin nocturna no la abandonar jams. Elega ese tiempo porque durante el da caluroso no poda centrar su atencin en algo de tanta trascendencia. Era el frescor de la noche lo que le ayu

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  • daba a ahondar con ms calma y serenidad el misterio del amor de Dios. Y esta prctica de la oracin no era algo meramente episdico; antes bien, constitua una verdadera prctica programtica de su vida, tal y como l mismo lo pone de manifiesto en una de las pginas de sus Cuadernos espirituales:

    Programa de oracin y mortificacin, que ser objeto de examen de conciencia:

    1. Rezo de maitines a medianoche. Lo dems del breviario, en las horas propias.

    2. Una hora de meditacin. Si no la completo en la maana, la completo en la tarde.

    3. Un cuarto de hora de accin de gracias despus de la misa.

    4. Lectura del evangelio, Imitacin de Cristo y Padre Rodrguez, por lo menos un cuarto de hora.

    5. Breve examen del medioda; completarlo en la noche.6. Rosario, si es posible las tres partes cada da.7. No ir a San Salvador sin necesidad, hospedarme en

    casa religiosa, huir de toda ocasin.8. Cerrar temprano la casa y aislar la vida de la calle por

    completo.9. Continuamente vigilar y cortar todo brote del deseo, del

    recuerdo... Age quod agis, en cualquier hora y ocupacin del da.

    10. Ayunar los viernes, rio comer dulce los sbados, llevar media hora el cilicio, disciplinarse los viernes (33 azotes en honra de Jess).

    La vida de oracin de monseor Romero se alimentaba de la espiritualidad jesutica espaola, de la mstica eucarstica del monje Marmin y del ejemplo de los tres grandes modelos de vida espiritual que asumi para su vida sacerdotal: san Juan de la Cruz, san Agustn y santa Teresa de Avila.

    Lamentablemente, su precaria salud y la aspereza de su temperamento le jugaban malas partidas. En boca18

  • de cuantos le conocan y apreciaban haba siempre un... pero que esconda alguna experiencia poco grata con el a veces temperamental, o ms bien nervioso, monseor Romero, amante de la perfeccin y a veces poco indulgente con los dbiles, aunque nunca juez de nadie, sino siempre samaritano de todos.

    RomaEstamos en la Roma de los aos de la segunda gue

    rra mundial. En ella vivi monseor Romero sus aos de estudiante. La ciudad, sometida a la ocupacin, conoca las estrecheces del racionamiento. Aquellos aos de grandes privaciones le ensearon un austero aprendizaje, que durante su permanencia en el colegio Po Latino Americano perfeccionaron sus educadores jesutas. Su habitacin tena lo mnimo necesario para el aseo personal y careca de todo lujo y vanidad.

    Esta austeridad la conservara durante su vida sacerdotal. Testigo de ello fueron en San Miguel muchas personas allegadas a l. Algunos la interpretaban como tacaera y otros como descuido. En realidad, era parte del cumplimiento de su programa de vida sacerdotal. Por eso se molestaba cuando otros intentaban obligarle a tener ms comodidades en su habitacin.

    Aquellas seoras de una asociacin piadosa de la parroquia del padre Romero, en San Miguel, no olvidaron nunca el gesto de su prroco cuando al regresar de un viaje encontr en su habitacin una cama moderna en lugar de la sencilla tijera de lona en que sola dormir. Vendi aquella cama, volvi a comprar otra ms sencilla, semejante a la que tena antes de viajar, y distribuy el resto del dinero entre los pobres necesitados de la parroquia. Su habitacin recuper la austeridad de siempre: una cama de lona, una pequea mesa con una

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  • mquina de escribir, un lavabo, una toalla, un pedazo de jabn, una brocha, una sencilla mquina de afeitar y un frasco de alcohol alcanforado para las heridas provocadas al rasurarse.

    Este ideal de vida austera lo aprendi monseor Romero en los aos pasados en Roma en contacto con los jesutas. All tambin aprendi muchas otras cosas que le serviran para su apostolado. Por ejemplo, cuando su compaero de estudios, ms tarde monseor Valladares, le anim a seguirle al archivo del Vaticano y explorar un poco aquellos documentos para desempolvar la realidad, y ponerla al da, sobre el famoso sacerdote Jos Matas Delgado, que haba tomado parte muy activa en la independencia de El Salvador, pero al mismo tiempo haba pretendido constituirse en primer obispo de la dicesis de San Salvador sin autorizacin de la Sede Apostlica.

    Sin embargo, no era la historia lo que le interesaba a Romero; era ms bien la asctica y la mstica. Sobre este tema vers su tesis de licenciatura en teologa; tesis que, lamentablemente, nunca pudo terminar, puesto que la guerra mundial, desatada a fines de la dcada de los treinta y que amenazaba a Italia a principios de la dcada del cuarenta, distraa demasiado a los alumnos de sus labores acadmicas, adems de robarles tiempo para poder socorrer a los desamparados pobladores de Roma.

    Pero haba otra razn tambin. Romero era un hombre perfeccionista. Nunca estaba contento de lo que escriba y tena la impresin de que no acababa de investigar uno u otro punto de su tesis. Esto, unido a la distraccin motivada por la guerra y el tiempo que inverta con Rafael Valladares en los archivos del Vaticano, contribuy a que se quedase a medio camino en la consecucin de su licenciatura en teologa.

    En 1962 escriba Romero en El Chaparrastique al20

  • gunos recuerdos de aquellos aos vividos en Roma: Europa y casi todo el mundo eran un puro incendio durante la segunda guerra mundial. El temor, la incer- tidumbre, las noticias de sangre sembraban ambiente de pavor. En el Po Latino las raciones se reducan ms cada da. El padre rector sala a buscar qu comer y retornaba trayendo bajo el manto ayotes, cebollas, castaas, lo que se poda. El hambre oblig a varios seminarios italianos a cerrarse. El Po Latino tena que hacer frente a aquella situacin, pues todos sus alumnos eran extranjeros y estaban fuera de su patria; los que podan regresar a su patria se jugaban el peligro de la aventura. Los que se quedaban sufran aquellas separaciones ms que nunca. Las sirenas anunciaban casi todas las noches incursiones de aviones enemigos y haba que correr a los stanos; dos veces no slo fueron anuncio, sino que los suburbios de Roma fueron acribillados por horribles bombardeos (El Chaparrastique, 2.368, 29-9-1962, 5).

    Aunque no hubiese terminado la tesis, los estudios sacerdotales, en cambio, estaban consumados; poda ordenarse sacerdote. Pero tuvo que esperar todava un ao ms, hasta cumplir la edad requerida por el Derecho Cannico en vigor. Al fin, el 4 de abril de 1942 recibi le ordenacin sacerdotal.

    La ordenacin sacerdotal fue ciertamente algo mucho ms importante para Romero que la misma licenciatura en teologa. Muchas fueron las cartas que escribi a su obispo y a sus amigos, todas ellas llenas de conceptos espirituales sobre el sacerdocio. Muchas fueron tambin las poesas que su pluma inspirada redact, pero lamentablemente toda esa documentacin desapareci por un descuido de sus parientes. Estos haban recibido un bal que Romero les haba enviado a su regreso de Roma para que lo cuidasen. El bal contena parte de las notas y cuadernos personales de Romero, lo poco que l pudo traer consigo, puesto que tuvo que

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  • salir de Roma a El Salvador por va area. Los parientes de Romero, con el tiempo transcurrido, no dieron importancia a aquel bal; y cuando vendieron la casa que tenan en Ciudad Barrios se olvidaron del precioso tesoro, que ms tarde ya no pudieron recuperar jams.

    Sin embargo, con algunas notas que todava poseemos, conservadas devotamente por el mismo monseor Romero, podemos reconstruir un poco los sentimientos que le embargaron en la cercana de su ordenacin sacerdotal. El ideal sacerdotal de monseor Romero estaba estrechamente ligado al sacrificio de Jess en la cruz. Ser sacerdote era para l morir un poco cada da, hasta entregar toda su vida en aras de la muerte redentora de Jess. Un morir que le permitiera, como a Jess, ser todo en todos. Un morir en la eucarista. Ser eternamente un derrotado en aras del amor, para ser eternamente un resucitado.

    Esa es tu herencia, sacerdote: la cruz. Y sa es tu misin: repartir la cruz. Portador de perdn y de paz, el sacerdote corre a la cabecera del moribundo y una cruz en su diestra es la llave que abre los cielos y cierra el abismo, escriba Romero en la primera parte de los apuntes personales sobre el sacerdocio, la resurreccin y la cruz, trozo literario que public en marzo de 1940 en la pequea revista interna del colegio Po Latino Americano en Roma. Y en la sntesis de estas consideraciones escriba: Ser con Cristo un crucificado que redime. Con Cristo ser resucitado que reparte resurreccin y vida .

    Pero qu represent Roma para el sacerdote Romero? Ante todo, para l, Roma era el papa. Y ms que todo, Po XI, de quien record toda su vida aquella frase: En tanto yo sea papa, nadie se burlar de la Iglesia . Frase que repiti monseor Romero al sacerdote que le acompa a Roma en 1980, a quien tambin le confi, al encontrarse ambos ante la tumba del difun22

  • to pontfice: Este es el papa que yo ms admiro . No es fcil hacerse una idea exacta del valor y significado que cobran las palabras y la figura de un papa en aquellas regiones del mundo que son la periferia de nuestra civilizacin. Para Romero, el papa cobraba una dimensin particular; era para l la forma plena de vivir, en la paternidad espiritual, la esencia del evangelio, la fidelidad a la doctrina de Jess.

    En Roma, Oscar enriqueci todava ms su vida sacerdotal en contacto con lo jesutas espaoles, que eran los educadores del colegio Po Latino Americano y profesores en la Universidad Gregoriana. Fue, sobre todo, el padre Genechea quien ayud mucho al joven sacerdote a impregnarse del espritu de san Ignacio de Loyo- la. Aqu y con l, Romero cobr gusto a la prctica de los ejercicios espirituales, que durante su vida practic con bastante frecuencia.

    En contacto con la espiritualidad jesutica espaola, asimil un espritu combativo, una conducta irreprochable y, desafortunadamente, tambin a la vez una cierta inclinacin escrupulosa, debida sobre todo al modo personal de asimilar aquella educacin. Hubo alguien ms en la vida espiritual de Romero. Fue el monje belga de M aredsouf Dom Columba Marmin, quien con su espiritualidad centrada sobre todo en la celebracin de la santa misa confiri a la devocin del joven algo ms que un mero sentimentalismo: un sentido asctico y mstico del sacrificio cotidiano celebrado en el altar.

    El rezo del santo rosario era una prctica que Romero haba aprendido en el regazo materno y conservado desde su tierna infancia. Pero llegado al sacerdocio se convirti en una prctica que continuaba durante el da la celebracin de la misa matutina. Sacrificio de Cristo, miseria humana, rezo del rosario, todo ello lo sintetiz Romero en aquellas palabras pronunciadas en

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  • diciembre de 1940: Todo sacrificio supone un homenaje de adoracin, un reconocimiento de nuestra miseria en el confronte con el Ser infinito .

    Hubo en la vida de monseor Romero un sentimiento del que nunca se pudo deshacer, y fue el de sentirse pobre, mezquino y pecador. A algunos, de espritu superficial, pudo parecerles ese sentimiento, frecuentemente manifestado por Romero, una especie de retrica. Sin embargo, cuando se sabe que hombres y santos como Francisco de Ass tambin experimentaron ese sentimiento, podemos colegir que asimismo fue en monseor Romero una experiencia personal y aguda, a la luz de la fe y en la confrontacin de la propia miseria humana, que se volva spera ante el misterio del Crucificado. Sin embargo, nunca fue vctima de la desesperacin por causa de sus miserias humanas. Su familiar relacin en la oracin con Cristo crucificado, su diaria celebracin de la misa fue tal y tan sincera, que ba su miseria humana.con las aguas de la misericordia divina.

    Romero vea el sacerdocio, ante todo, como una cruz. Pero esto no nos debe inducir a equivocacin. Para l, el sufrimiento, como tambin para Jess, no tena sentido en s mismo. Solamente tena sentido el sufrir cuajado de amor, puesto que es el amor lo nico que redime y que salva. Ahora bien, para Romero este amor no era fruto de un sentimiento a flor de piel; ms bien era el fruto de un amor dispuesto a sacrificar incluso la vida por la salvacin de los hombres.

    Como ya lo hemos visto, la pobreza form parte delo que Roma represent para Romero. La oracin deba cobrar una dimensin existencial en la vida cotidiana del hombre y del sacerdote. Ms all de un mero ejercicio privado y meramente vocal, la oracin deba traducirse en la aceptacin de la propia miseria y pobreza humanas, como nica posibilidad de permitir a Cristo actuar por medio de nosotros en el mundo para salvar a24

  • los hombres. Esta es la pobreza que debe elegir el sacerdote. As lo expresaba Romero en su Cuaderno espiritual: Huyamos la realidad y as huimos de Dios. Hvitemos la realidad. As hacemos a Dios a nuestra medida (pg. 25). Y un poco ms adelante aade: Esto explica la frustracin de muchos sacerdotes... No se es pobre. No se pone a Dios como medida de lo que buscamos y queremos... La doctrina comn es que el sacerdote debe ser pobre, aun cuando no haya hecho voto de pobreza; sta es una exigencia de la caridad pastoral . Todo esto fue Roma para monseor Romero; por eso gustaba tanto regresar continuamente a la ciudad de los papas, de su juventud, de su formacin sacerdotal. Cada viaje suyo a Roma representaba para l un volver a las fuentes y recomenzar de nuevo con ms vigor.

    Retorno de los hroes de la guerraCada vez que Romero regresaba de Roma a casa

    llevaba en sus pupilas el radiante fulgor de una espiritualidad cuajada de Iglesia y de amor al papa. Y as ocurri la primera vez que regres a El Salvador desde Roma, en agosto de 1943. Fue cabalmente el da 15 de ese mes, da de su cumpleaos.

    El miedo de que el avin que les conducira de Roma a Barcelona fuese presa de los cazas hitlerianos fue superado cuando el aparato logr sobrevolar territorio espaol. Pocos das pasaron Oscar y Rafael Valladares en Barcelona. Ambos zarparon en barco hacia tierras americanas. Pero superado el miedo a los peligros de la guerra hitleriana, no pensaron nunca en la dolorosa aventura que les esperaba en La Habana.

    Atracar el barco en la costa cubana, ser hechos prisioneros y luego llevados a un campo de concentracin

    25

  • fue una misma cosa; una pesadilla para aquellos dos jvenes sacerdotes. No comprendan nada de lo que les estaba sucediendo. La verdad es que, viniendo de un pas del eje hitleriano, Cuba no permita el paso a ningn pasajero sin antes comprobar con exactitud su identidad, destino y objeto del viaje hacia tierras americanas.

    En el campo de concentracin ambos sacerdotes fueron sometidos a trabajos que, sin serles extraos, como lavar servicios higinicos, hacer limpieza, etc., resultaban tan agotadores que terminaban extenuados por la noche. Enfermizos como estaban, su estado de salud empeor en aquellas condiciones. Sobre todo, el padre Valladares sufri una complicacin terrible de su enfermedad que lo llev prcticamente al borde de la muerte. Y habran muerto ambos de no ser por los padres redentoristas de La Habana, que, habindose enterado de la presencia de ambos sacerdotes en el campo de concentracin, fueron a sacarlos para llevarlos a un hospital de la ciudad.

    Por fin pudieron zarpar de La Habana hacia Mxico y desde all, por tierra, se encaminaron hacia su pas. Llegaron en vsperas de la fiesta de Navidad. Todos los recibieron como un regalo, sobre todo sus parientes, que les daban por muertos.

    La ciudad de San Miguel se prepar para recibirles con gran regocijo y en medio de un ambiente de apoteosis. A su llegada, todos gritaban vtores a los hroes de la guerra que supieron salir ilesos de aquella situacin. Un altavoz mvil circulaba por las calles de la ciudad anunciando la llegada de los dos sacerdotes mrtires y describiendo con todo lujo de detalles compasivos las mil vicisitudes que haban tenido que superar hasta llegar a su tierra.

    Fueron recibidos por el pueblo en la plaza central de la ciudad. Bajo el quiosco del parque estaban los dos26

  • sacerdotes, de pie, oyendo los discursos de bienvenida. Uno, muy enfermizo pero sonriente y con los ojos llenos de inquietud y curiosidad; el otro, ms moreno que el primero, teniendo en las manos entrelazadas su sombrero clerical y los ojos bajos, como con cierta timidez. Este era Oscar Romero. La gente del pueblo se deca, comentando su actitud: Vean qu humilde es .

    Se comprende que la mayor sorpresa y alegra la experimentaran los parientes de aquellos dos jvenes sacerdotes, quienes, por las noticias que les llegaban de Europa, ya casi haban perdido la esperanza de verlos regresar. Pero all estaban, delante de sus ojos y al alcance de sus brazos cariosos.

    La entrada de Romero en su ciudad natal tuvo lugar el 4 de enero de 1944. Todo el pueblo puso manos a la obra para dispensar un recibimiento jubiloso al hijo predilecto. Se prepar una fiesta como nunca se haba conocido desde haca tiempo. Hubo misa solemne y, despus de la misma, un almuerzo para todos los asistentes, almuerzo que Oscar quiso que fuese especialmente dedicado a los campesinos y pobres del pueblo y de sus alrededores.

    Tras un razonable perodo de descanso y un chequeo de salud, el obispo de San Miguel decidi que Romero asumiese la responsabilidad de la parroquia de Anamoros, en el departamento de La Unin.

    Romero no conoca bien al nuevo obispo de San Miguel, pues monseor Dueas haba muerto mientras l estaba en Roma. El nuevo obispo, monseor Miguel Angel Machado, era un hombre sencillo, bondadoso; quiz con pocas dotes de mando y de gobierno, pero lo suficientemente humilde como para pedir ayuda a sus sacerdotes y rodearse de colaboradores sinceros, capaces y fieles a la Iglesia.

    En cuanto el nuevo obispo descubri en Romero a un hombre realmente sabio y virtuoso, se apresur a

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  • llamarlo para hacerlo su secretario particular. As fue como se encontr de nuevo con Valladares, que haba sido elegido por el obispo vicario general de la dicesis.

    Romero se dirigi a San Miguel acompaado de su madre y de su hermana menor. Pero no se alojaron juntos. Mientras sus parientes se hospedaban en casa de familiares, l lo hizo en el convento de la iglesia de Santo Domingo. Pronto fue nombrado prroco.

    Para el joven prroco se abri una puerta grande en San Miguel, pues sus inquietudes y planes pastorales eran enormes. Sobre todo vio la posibilidad de desplegar su enorme devocin a la Virgen Mara, invocada en San Miguel con el ttulo de Nuestra Seora de la Paz. Y esto tanto ms cuanto que el obispo le haba confiado la iglesia de San Francisco, en donde se veneraba la hermosa imagen de aqulla.

    Un gran amor y mil obrasEntre Romero y la Virgen Mara naci una relacin

    de amor mstico tan profundo, que solamente el amor a Jesucristo poda superar y las lecturas frecuentes de los libros de san Bernardo de Claraval apenas si podan aclarar. Desde el da en que el obispo le confi el cuidado de esta devocin, pens hacer de ella el centro de la piedad de todos los cristianos del oriente del pas y del pas entero. Y a la sombra amorosa de tan dulce Madre y Reina se propuso tambin construir, o ms bien terminar de construir, la hermosa catedral de aquella urbe oriental.

    Esos ojos!... , escriba el joven prroco, extasiado ante la belleza de la imagen de la Virgen de la Paz. En su corazn naci y cultiv una sensibilidad religiosa poco comn hacia la Virgen Mara. Cada ao, con ocasin de la fiesta de la Virgen de la Paz, el padre Romero28

  • le dedicaba un artculo en el cual expresaba la riqueza de tan tierna devocin y desvelaba la ternura de su corazn a tan dulce Madre.

    Tena una cualidad innata, la de captar los valores populares de su gente, ponerlos de relieve y hacer de ellos un bastin de defensa de los valores cristianos y evanglicos. As fue como, al promover la devocin a la Reina de la Paz y al mismo tiempo incentivar la construccin de la catedral de San Miguel, toc la cuerda principal de la identidad religiosa popular de aquel pueblo, que respondi generosamente a las dos iniciativas de aquel joven sacerdote.

    Muy pronto el padre Romero se convirti en el sacerdote preferido de todos los migueleos. Y si bien es cierto que en pases como El Salvador, donde escasean los sacerdotes, es frecuente verlos desempear muchos cargos al mismo tiempo, en el caso del padre Oscar Romero se superaron todos los lmites. El era prcticamente el animador espiritual y promotor pastoral de todas las asociaciones que ya existan en San M iguel y de las que l mismo promovi y fund.

    Era prroco de Santo Domingo, encargado de la iglesia de San Francisco, promotor de la devocin a la Virgen de la Paz, encargado de la terminacin de la construccin de la catedral, secretario del obispo, presidente del Comit pro construccin de la catedral, fundador de la Guardia de seoras encargadas de promover la devocin a la Reina de la Paz, fundador de los Caballeros del Santo Sepulcro y de una clula de Alcohlicos Annimos... Pronto los jvenes y las jvenes de Accin Catlica lo pidieron como asistente espiritual de su agrupacin; lo mismo hicieron los Cursillistas, los miembros del Apostolado de la oracin, los de la Legin de Mara, la Guardia del Santsimo, la Asociacin del Santo Rosario, la Tercera Orden de San Francisco, etctera.

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  • Al mismo tiempo que el padre Romero asuma todas esas responsabilidades y desempeaba el cargo de director del semanario catlico de oriente El Chapa- rrastique, acept ser rector del seminario menor de San Miguel y confesor de muchas congregaciones religiosas, tanto masculinas como femeninas. Con frecuencia monseor Machado, el obispo, se ausentaba de la dicesis, y en esos casos dejaba el gobierno de la misma en las manos de aqul.

    No se puede decir que el padre Romero fuera en aquel tiempo lo que ahora suele atribuirse a los sacerdotes progresistas. Era ms bien un modelo de sacerdote tradicionalista. Su divisa era nunca hacer nada en contra del obispo; nada sin el obispo . Los temas de sus predicaciones y de las clases de moral que imparta en un colegio para seoritas eran temas sacados de los Padres y del magisterio de la Iglesia. Los retiros espirituales que predicaba siempre giraban en torno a los novsimos: muerte, infierno y gloria.

    Tena Romero un concepto elevadsimo e integrri- mo del sacerdocio, y trataba de ponerlo en prctica con su vida sacerdotal de todos los das. Pero esto mismo le haca aparecer como intolerante ante las debilidades humanas de algunos de sus hermanos de profesin. Estos, a veces, ms que respeto, le tenan miedo; y pocos, muy pocos, lo deseaban realmente como amigo, aun cuando vean en l, bastante bien plasmado, el ideal del sacerdote segn el Corazn de Jess.

    Su vida austera, sus juicios a veces muy severos sobre la vida de otros sacerdotes, su actitud a veces intolerante provocaban en los hermanos de sacerdocio cierto rechazo de su persona, y otras veces suscitaron problemas delicados en sus relaciones humanas y sacerdotales. A veces las relaciones eran tan tensas que le hacan incurrir en errores incomprensibles, como el de no agradecer favores que otros camaradas le hacan.30

  • lodo ello era interpretado con prejuicios de una y otra parte.

    Una vez, por ejemplo, enferm a causa de un accidente de automvil y se ausent de la parroquia, dejando al frente de la misma y en la direccin de las obras de la catedral a su joven vicario cooperador. Tuvo que marcharse a Mxico para curarse de su mal. All estuvo varios meses. El vicario cooperador aprovech la ausencia del prroco para construirle un nuevo local conventual y, al mismo tiempo, cuid de hacer llegar a la mail re del padre Romero la ayuda mensual que el hijo le pasaba. Ambas iniciativas fueron muy loables; pero cuando Romero regres a casa y se dio cuenta de ellas no slo no agradeci al joven sacerdote la segunda, sino que le llam la atencin por la primera al no haber pedido su consentimiento para realizar la obra de construccin.

    Los sacerdotes vieron colmada la medida del disg u s t o hacia el padre Romero y pidieron al obispo que le destituyera de los cargos que le haba confiado, mocin que el obispo no acept, pero que tom en serio advirtindole y aconsejndole a la vez acerca de su actitud para con los dems sacerdotes, especialmente los ms jvenes.

    Veinte aos estuvo el padre Romero trabajando en la pastoral de la dicesis de San Miguel. Y durante todo ese tiempo se fueron perfilando sus miras pastorales y .ilinando sus actitudes personales.

    Ao tras ao haca los ejercicios espirituales y, con cierta periodicidad, tambin haca los ejercicios espirituales ignacianos de treinta das. En ellos, en sus largas y detenidas meditaciones, fue naciendo su profunda conviccin de sentir con la Iglesia. El gran cuidado que pona en cultivar su alma no iba, sin embargo, a la par i on el cuidado que exiga su salud corporal. En este sentido era muy despreocupado y someta su fsico a

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  • pruebas demasiado duras y prolongadas. Frecuentemente viva perodos de largos nerviosismos. Por otra parte, era muy severo en el trato de su cuerpo y de su salud. Se someta a horarios y ritmos de trabajo que superaban con mucho su capacidad natural.

    En cambio, en lo que a la caridad se refiere, Romero era insuperable. Los pobres y mendigos acudan a menudo a la puerta de su casa a las horas de comer, y l les haca pasar y sentarse a la mesa. Comparta con ellos su propia comida y no era raro que aportase ayuda frecuente a pobres nios y nias hurfanos. Con algunos se haba comprometido incluso a darles carrera o algn trabajo.

    Aunque pareca ser un hombre excesivamente serio, sin embargo le gustaba la jocosidad y admiraba a los hombres de corazn alegre y franco. En ese sentido, la persona de Escriv de Balaguer fue para l cautivadora. Tampoco esconda su admiracin por el Opus Dei, asociacin que tanto se preocupaba por la vida sacerdotal de los curas prrocos.

    Propiamente hablando, monseor Romero, tan impregnado del espritu ignaciano, nunca fue miembro del Opus Dei; mas tampoco comulg con las miras y posturas demasiado crticas, y a veces irrespetuosas, de la Iglesia por parte de algunos jesutas jvenes del pas. La espiritualidad de monseor Romero siempre estuvo cultivada por las dos riberas de un mismo ro: la espiritualidad jesutica y la obediencia eclesial del Opus Dei.

    Promovido, pero removidoLastimosamente, y debido a muchos prejuicios,

    poca capacidad de perdn y de olvido de las cosas ingratas, las tensiones entre el padre Romero y los sacerdotes de la dicesis de San Miguel fueron creciendo32

  • lauto que desbordaron la misma comprensin del obispo Machado, quien pidi a la Santa Sede un obispo auxiliar.

    Estaba claro que el padre Romero, por muy abnegad o que fuese y por mucha aceptacin que tuviese entre los laicos, no era el indicado para aquel cargo. Y as fue como la Santa Sede pidi al obispo Graziano, hasta entonces auxiliar de Santa Ana, en el occidente del pas, que se trasladase con el mismo cargo, pero con derecho de sucesin, hasta el oriente.

    La popularidad del padre Romero entre los laicos era evidente y contrastaba con sus tensiones con los dems sacerdotes; tal popularidad se deba a que tena una lacilidad sorprendente para predicar y un verbo caluroso y emotivo que llegaba fcilmente al corazn de los leles. Adems, su amor a la Virgen de la Paz y su dedicacin a la construccin de la catedral, smbolo de la grandeza de la ciudad oriental, contribuan a que el pueblo le tuviese en gran estima, admiracin y amor.

    Era tan grande el amor que el padre Romero tena a la pastoral de la palabra de Dios predicada, que a veces pareca demasiado exclusivista en el uso de la misma durante las celebraciones litrgicas. El mismo obispo Machado, que, dicho sea de paso, adormeca con sus homilas al pueblo, deba obedecer a Romero, quien le restringa la homila a diez minutos exactos, mientras que l se arrogaba el derecho de hablar durante toda la misa celebrada por el obispo. Pero monseor Machado saba comprender a su sacerdote y valorar sus cualidades y virtudes, empleadas en el servicio de la Iglesia y la causa de la evangelizacin.

    Sin embargo, la reaccin de los dems sacerdotes no era la misma. Tambin el obispo Machado comprenda que, aun cuando tenan mucho que aprender del padre Romero, no podan menos de sentirse molestos por el tenaz empecinamiento de aqul en llamarles la aten

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  • cin. En consecuencia, en septiembre de 1966 fue nombrado monseor Graziano obispo auxiliar de San M iguel, con gran regocijo de los sacerdotes jvenes de aquella dicesis. Graziano era el polo opuesto de Romero: chapado al estilo norteamericano; de costumbres muy sanas, pero muy diferentes a las del salvadoreo comn; de mentalidad muy abierta, tal vez demasiado para los salvadoreos. Como quiera que fuese, se present en San Miguel como el obispo del concilio Vaticano II.

    El contraste con la persona y la mentalidad del padre Romero se hizo evidente. Y no es que ste se opusiera al Vaticano II, todo lo contrario: acat las normas del Vaticano II con espritu de Iglesia; solamente se neg aceptar el modo graziano de ponerlas en prctica.

    Monseor Graziano ya estaba al corriente de las tensiones entre el clero migueleo y el padre Romero. El no era un hombre capaz de herir los sentimientos de nadie, y menos los de Romero; pero tampoco quera que nadie socavara la autoridad que la Santa Sede le haba confiado para normalizar las relaciones en aquella dicesis.

    A fin de solventar aquellas tensiones sin menoscabo de nadie, monseor Graziano pidi al arzobispo de San Salvador, Chvez y Gonzlez, que solicitara cada vez ms la ayuda de Romero en San Salvador. El arzobispo, que conoca las cualidades de Romero, vislumbr la posibilidad de elegirlo secretario de la CEDES. De este modo se propiciara el alejamiento de Romero de San Miguel y se le estara promoviendo. Pero para ello deban primero contentar a los laicos de San Miguel, fieles admiradores de su prroco; y, adems, haba que reconocer de algn modo todos los beneficios que haba aportado a la iglesia de San Miguel durante veinte aos de trabajo pastoral.34

  • ( i raziano gestion entonces el ttulo de monseor para el padre Romero, a lo que accedi rpidamente la Santa Sede. As, y con ocasin de sus veinticinco aos de sacerdocio, recibi el ttulo honorfico de monseor.

    Romero tena entonces una visin muy seorial del mundo y de la Iglesia. El ttulo le vena al pelo. Pensaba electivamente en aquel tiempo que, por encima de tuda diferencia social, era necesario el sometimiento total de la autoridad civil y la obediencia a la autoridad eclesistica. Adems, corresponda a estas autoridades el papel de mantener a la sociedad en pleno equili- 1>i i o , dando curso a las fuerzas sociales sanas de la na- i ion para que contribuyeran al engrandecimiento de la misma.

    La alegra de los fieles cristianos por el ttulo confe- i ido al padre Romero no dur mucho tiempo, porque pocos das despus se hizo pblico el nombramiento del recin ascendido al cargo de secretario de la CEDES. ( .on esto se obligaba al nuevo monseor a dejar la ciudad de San Miguel y a desplazarse a San Salvador. Los l.neos quisieron atajar esta decisin recurriendo a la misma nunciatura apostlica, pero todo fue intil. La reaccin de monseor Romero la podemos recoger de ais apuntes espirituales de aquel ao: Motivos que este ao me exigen ms santidad: la renovacin pos- conciliar, el ao jubilar extraordinario y mo del sacerdocio, el cambio de obispo en la dicesis y el exponerle mi problema, dispuesto a todo...

    El 24 de julio se puede decir que todo estaba con- i luido. En el nmero 3.012 de E l Chaparrastique, monseor Graziano escribi el editorial explicando al pueblo migueleo las causas de la remocin del padre Romero como prroco de Santo Domingo. En sustancia, se deca en dicho artculo que tal decisin no era del obispo Graziano, sino de la Conferencia Episcopal ile El Salvador (CEDES).

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  • El director hasta entonces de dicho semanario catlico era precisamente monseor Romero, que encabez dicho editorial con estas lneas: Oscar A. Romero, sacerdote, agradece al estimado monseor Graziano tan amables elogios vertidos en esta aclaracin, lo mismo que a las honorables autoridades civiles y generosos amigos por sus mltiples demostraciones de simpata. Y aprovecha la oportunidad para ratificar el gustoso compromiso de su inquebrantable adhesin a la jerarqua, pues siempre ha credo y confiesa firmemente que la personalidad del sacerdote y del cristiano y la fecundidad de su obra est en proporcin con esa obediencia a la autoridad eclesistica y con la sincera devocin a la unidad de la Iglesia; as como, por lo contrario, se destruye a s mismo y esteriliza en gran parte la misin de la Iglesia quien siembra prejuicios y divisiones en la autoridad y en las almas. Por lo cual exhorta encarecidamente a la catolicidad miguelea a construir con serenidad y fervor, en esta querida ciudad y dicesis, la unidad del reino de Dios en torno de los queridos pastores espirituales y bajo la proteccin de la madre de la Iglesia, Nuestra Seora de la Paz .

    En el lapso de tres meses, monseor Romero fue dejando poco a poco en manos del nuevo obispo todas las responsabilidades que l haba asumido durante las ltimas dcadas. Lo primero que dej fue la direccin de El Chaparrastique; el que lleva la fecha del 2 de septiembre de 1967 fue su ltimo nmero. He aqu una de sus lneas: Obediente al servicio de la Iglesia, debo partir a San Salvador... desde donde seguir amando y haciendo el bien que pueda a San M iguel...

    En el mismo artculo saludaba a todos sus colaboradores, empezando por los obreros trabajadores y term inando por el director administrativo. Saludaba tambin a todos los laicos que haban colaborado con l en todas las obras emprendidas, as como a los sacerdotes. Y36

  • aada: Espero que con la misma cordialidad se sepan perdonar los naturales defectos humanos inherentes a la mejor voluntad de servir con amor...

    Fue un viernes cuando Romero emprendi el camino hacia su nuevo destino en San Salvador. Al domingo siguiente, los feles no vieron en la catedral a monseor Romero; en su lugar celebraba la misa otro sacerdote, se oa otra voz y otro modo de predicar: Es primer viernes y he celebrado mi ltima misa de prroco en la iglesia de Santo Domingo. Salgo a las S a. m. solo para San Salvador. Me detuve a descansar en Chinameca, donde Fausto me brinda su vieja amistad. Llego de noche a casa de la nia Carmen Domnguez. Duermo profundamente. Siento la separacin de un campo tan querido, pero estoy sereno y descanso sin responsabilidad. Pido al Seor que perdone. Cun haec feceritis, dicite: Serv intiles sumus; quod facere debuimus hoc fecimus. Ojal .

    37

  • W;

  • II

    1967-1970: De secretario a obispoRomero escogi el edificio donde estaba radicada la

    CEDES, el seminario de San Jos de la Montaa, como lugar de residencia. El seminario estaba dirigido por los jesutas. All pudo tratar y conocer mejor a algunos, y entre ellos, sobre todo, al padre Rutilio Grande, el mismo que en 1970 le servira de ceremoniero en la celebracin litrgica de la ordenacin episcopal.

    Las relaciones entre Romero y los jesutas no fueron, sin embargo, muy estrechas durante este tiempo. Estaba demasiado absorto todava en los sentimientos que vagaban en su alma despus de lo sucedido en San Miguel; adems, las nuevas tareas y su consabido afn de hacer las cosas con suma perfeccin lo absorban, de modo que los padres jesutas apenas si tenan contacto con l durante los momentos de las comidas en comn.

    En este tiempo se hizo famoso Romero entre los seminaristas, que descubrieron su inusitada capacidad de trabajo, prolongado hasta altas horas de la noche. El traqueteo de su mquina de escribir era tanto ms ruidoso cuanto ms profundo era el silencio reinante durante la noche.

    Las actas de la CEDES consignan el hecho de que el nombramiento de Romero al cargo de secretario de la CEDES fue solicitado por el presidente de la misma, que en ese tiempo era el obispo Pedro Amoldo Aparicio

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  • Quintanilla. Esto sucedi el 8 de junio de 1967, decisin que fue ratificada por todos los dems obispos.

    Metdico y meticulosamente responsable como era, Romero empez por poner orden en el archivo de la CEDES; y segn iba ganndose la confianza de los obispos, se iba haciendo cargo de la redaccin de las actas de las reuniones y de otras iniciativas a l encomendadas por el presidente de dicho organismo.

    Aunque la intencin del arzobispo Chvez y Gonzlez era que Romero no se cargara con tantas responsabilidades como en San Miguel, Romero, no obstante, acept algunas invitaciones, como la que le hicieron los cursillistas. El mismo arzobispo vio con buenos ojos la iniciativa de aquellos buenos cristianos, y deseaba que Romero se encargara de la direccin espiritual de aqullos. Por su parte, llevado de su generosidad pastoral, empez a prestar servicio pastoral supliendo la ausencia de uno u otro sacerdote. Las religiosas tambin saban muy bien las dotes y virtudes de aquel sacerdote abnegado, y solicitaron su ayuda y asistencia espiritual.

    Poco tiempo bast para que los obispos de El Salvador se dieran cuenta de las grandes virtudes y capacidades de Romero. Su nombre lleg hasta los odos del presidente del SEDAC (Secretariado Episcopal de Amrica Central), quien no tard en solicitarlo como secretario de dicha institucin. Invitacin que Romero acept gustoso, asumiendo el cargo con el mismo empeo y responsabilidad de siempre.

    Desde entonces se multiplicaron sus viajes hacia la vecina Guatemala, en donde resida el obispo presidente del SEDAC. Poco a poco fue cristalizando la idea de investir de ms poderes al padre Romero dentro de la CEDES para que pudiese prestar mejores servicios a los obispos. En el horizonte se vislumbraba ya entonces la posibilidad de nombrarlo obispo. Al arzobispo Chvez y Gonzlez le agradara pedirlo como auxiliar.40

  • Hombre muy inclinado a los medios de comunicacin y a las tcnicas modernas, Romero introdujo en la CEDES el uso de la grabadora, en lugar de estar tomando notas a mano. Esto le permita participar ms activamente en las discusiones, cosa que los dems obispos vean de buen grado.

    Lamentablemente, Romero tena una salud bastante endeble, segn ya sabemos. Como, adems, nadie le ganaba en generosidad, se cargaba a veces demasiado con obligaciones y responsabilidades que le hacan guardar cama con cierta frecuencia. As sucedi, y con bastante detrimento para su salud y su propio trabajo, en 1968, cuando acept con demasiada generosidad dirigir una campaa del rezo del santo rosario en todo el pas. Desbordado por la fatiga y extenuado por los desvelos, cay en cama precisamente durante el mes en que se desarroll dicha campaa, teniendo que dirigirla desde el lecho de sus sufrimientos.

    Pero los desvelos de Romero no fueron en vano. La Iglesia se dio cuenta de que aquel sacerdote poda rendir mucho ms y mejor si se le ascenda al episcopado, y el da 21 de abril de 1970 el nuncio apostlico le convoc para comunicarle la voluntad del papa.

    Los apuntes personales de ese tiempo nos pueden ayudar a descubrir lo que pas en la mente y en el corazn de Romero al saber la decisin del papa sobre su persona.

    Deseoso de hacer la voluntad de Dios, consult a sus consejeros espirituales sobre aquella decisin del papa, a fin de contar con el juicio de dos personas por lo menos sobre su capacidad real para responder a tan delicado cargo. Sus dos consejeros espirituales eran uno jesuta y otro del Opus Dei. Leamos lo que escribe monseor en su cuaderno espiritual: 21-IV -1970. El seor nuncio me notifica la voluntad del papa. Debo responder maana. Consulto con el padre... (Nota: Su

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  • primiremos los nombres de personas que cita el padre Romero en su Cuaderno, siempre que estas personas vivan todava.) 22-IV-1970. Consulta al doctor... El analiza y concluye afirmativamente. El padre... encuentra elementos positivos, lnea de direccin espiritual. Frente al problema propone tomarlo como sacrificio y expiacin, tomar en serio la enmienda, fuga de ocasiones, vida interna de oracin y de mortificacin. Frente a la tentacin de triunfalismo: ver en el episcopado una seria responsabilidad, un servicio nada fcil, un trabajo en la presencia de Dios. Frente a la tentacin de pusilanimidad: verlo como trabajo de Dios, servicio y orientacin a millones de almas. El Buen Pastor da su vida por las ovejas .

    Romero tena motivos serios para llevar a cabo estas consultas antes de aceptar tanta responsabilidad. Se conoca muy bien. Saba que tena una salud muy endeble y la escasa acogida que haba tenido en San Miguel entre los sacerdotes. No quera tomar la amarga decisin de renunciar ms tarde, una vez aceptada tal responsabilidad.

    Su respuesta fue s . La ceremonia de la consagracin episcopal se llev a cabo con un fasto poco comn. Los cursillistas se encargaron de preparar dicha ceremonia. Pero veamos en los cuadernos espirituales de monseor qu es lo que sucedi en su espritu antes de esta ceremonia, durante su retiro espiritual preparatorio: El 21 de abril (21 tena que ser!), como a las 6 p. m., me notific el seor nuncio mi designacin para obispo auxiliar de monseor arzobispo. Deba responder al da siguiente (Id 37).

    Tena que ser el 21! es una anotacin relacionada con su devocin a la Virgen de la Paz, cuya fiesta se celebra el 21 del mes de noviembre y se recuerda cada da 21 de los meses del ao. Evocacin de una fecha que se vuelve imploracin y oracin para que la Madre42

  • del cielo le ayude a ver con claridad las dimensiones de las responsabilidades que asuma al haber dicho s a la solicitud del papa, expresada por el nuncio apostlico. Romero tena una conciencia escrupulosa; no en el sentido peyorativo de la palabra, sino en el sentido de querer hacer a la perfeccin todo lo que emprenda.

    El lunes 8 de junio comenz su retiro espiritual para prepararse a la ordenacin episcopal: Lunes 8 de junio. Ejercicios espirituales. Venid y descansad un poco... Siento, despus de unos das abrumadores de trabajo y cansancio, la dulzura y la intimidad con Jess. Cmo quisiera ganar en este necesario trato ntimo! Siento que me llama como un jefe a planear una nueva fase, a confiarme un cargo ms delicado. Le entrego todo. El mes del Corazn de Jess me inspira el deseo de una consagracin ms a fondo. Quisiera distinguirme por eso: por ser el obispo del Sagrado Corazn de Jess. Y he sentido la riqueza y la trascendencia de estos ejercicios, la misericordia..., la gracia..., la paz... Un perdn tan necesario! Un renacer, una nueva fecundidad de mi bautismo y de mi ordenacin! Un resucitar la gracia que en m est por mi ordenacin! Una confianza en l ms segura! Ven, Seor! Estamos juntos, renuvame, orintame, disponme a la nueva infusin del Espritu. En el principio y fundamento he visto mejor a Dios creador, l crea mi naturaleza, l es autor del nuevo ser de mi bautismo y de mi sacerdocio. En mi episcopado ser su Espritu el que me dar tremendos poderes nuevos. Las criaturas son las circunstancias, los signos de los tiempos. He de descubrir en el dilogo con obispos, sacerdotes y seglares qu quiere Dios. He de ser fiel en buscar su gloria y el bien de la Iglesia. Gracias, Dios mo, por este impulso de generosidad y entrega que en m despiertas. El captulo sobre la dignidad humana de la (niudium et spes enardece mi gratitud, porque no me lias dejado perecer y esperas que cuide tanta riqueza y

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  • la ponga disponible en esta nueva instrumentalidad a que hoy me llamas (Id 39-40).

    Estas reflexiones de monseor Romero son importantes para comprender hasta qu lmite se daba cuenta de sus debilidades y posibilidades. Saba muy bien, por experiencia probada, que muchas de estas dificultades venan de su temperamento, de su nerviosismo, de su carcter a veces un tanto impulsivo. Pero adverta tambin que aquella naturaleza suya era creacin de Dios y que era Dios, su creador, y no otro, quien por medio de su Iglesia le estaba llamando a que le entregara esa misma naturaleza que le haba dado para convertirla en sacramento de reconciliacin en la plenitud del sacerdocio.

    Entonces decidi que su vida episcopal sera una continua reparacin de sus pecados y de los pecados de los hombres. Interiormente eligi al Sagrado Corazn de Jess como patrono de su vida episcopal, para unirse a la reparacin que tantos otros hombres y mujeres en el mundo hacen a ese Corazn tan lacerado por los pecados de los hombres.

    Como era de prever, y para mostrar su filiacin amorosa a la Madre del cielo bajo la advocacin de la Reina de la Paz, Romero escogi un da 21 del mes de junio para su consagracin episcopal. La ceremonia revisti un fasto inusitado. Estaban presentes, adems de los obispos del pas, el nuncio apostlico de Su Santidad, el cardenal Casariego; el presidente del SED AC, el presidente de la Repblica y muchsimos amigos venidos desde San Miguel. Para los sacerdotes que promovan la pastoral medellinista, aquella eleccin no fue motivo de alegra, y mucho menos el derroche de lujo y de grandeza con que se celebr la ceremonia de la consagracin, habida cuenta de la enorme pobreza de los salvadoreos y de la necesidad de la Iglesia de dar testimonio de solidaridad con los pobres. No faltaron quie44

  • nes vaticinaron problemas entre el arzobispo, el auxiliar Rivera y el nuevo auxiliar ahora nombrado por la Santa Sede.

    Volvamos de nuevo a los apuntes espirituales de Romero y tratemos de hacernos una idea de cmo l concibi en esos momentos el programa de su vida episcopal:

    Reforma-EleccinPor Mara, mi Madre, al Corazn de Jess, sumo y eterno

    Sacerdote, Pastor y Obispo de nuestras almas. Es mi consagracin, sintetizada en esta palabra: sentir con la Iglesia. Har mos los tres caminos de la Iglesia segn la encclica Ecclesiam suam y despus de examinar mi realidad personal segn los criterios de la gloria de Dios y salud eterna de mi alma.1. Tomar conciencia de s

    a) Conocer cada da ms a la Iglesia y mi puesto y deber para con ella.

    b) Fidelidad al magisterio. Su doctrina es mi criterio.c) Estar al da en documentos, noticias de la Santa Sede

    y de la Iglesia universal.d) Meditar asiduamente mis responsabilidades episcopa

    les. Me hablarn de ello las circunstancias, las crticas, el dilogo...2. Renovacin

    La Iglesia es exigencia de santidad y est necesitada siempre de conversin. Ser, antes de actuar. He examinado las muchas cosas que en m piden penitencia, precaucin, reforma:

    a) Mi sensualidad:Penitencias por mis excesos:1. Ante todo, el deber, las circunstancias, las pruebas de

    la vida sern mi mejor purgatorio.2. En la comida, dieta de diabtico. Alguna privacin en

    cada comida, algn ayuno en las principales vigilias (en la de los Apstoles).

    3. Cilicio. Una hora diaria.4. Disciplina, los viernes.

    45

  • 5. Siesta breve (media hora). Alguna vez, dormir en el suelo. Maitines a medianoche.

    Precauciones (nunquam nimis):1. Romper toda relacin con persona, lugares que me han

    sido peligrosos...2. N o salir de noche sin verdadera necesidad, y en cada

    caso acompaado.3. Organizar mi actividad nocturna. Acostarme tempra

    no (no ms de las diez de la noche).4. En mis viajes, hospedarme en casa de la Iglesia.5. No aceptar cenas. Mejor, almuerzos.b) Mis malos ejemplos:1. Compartir mi vida de reparacin con las personas es

    candalizadas. Dueo de las almas, ten piedad de ellos.2. Que nunca ms haga algo que pueda ser escndalo.

    Buen ejemplo.c) Mis sacrilegios:1. Celebrar con mayor fervor la misa. Preparacin y ac

    cin de gracias. Nunca dejar de celebrarla por negligencia. Aun en los viajes. Ser ms diligente en cumplir los compromisos, en respetar las leyes de la bi- nacin.

    2. Preparar mejor mis confesiones. Da semanal fijo. D ireccin espiritual.

    3. Ser fiel a mi Breviario. Maitines a medianoche. Asegurar la dispensa para casos de verdadera imposibilidad.

    d) M is desrdenes, tibieza, impuntualidad, abruma- dones...:

    1. Ordenar mis quehaceres de acuerdo con el seor arzobispo. Cumplirlos con puntualidad. Elaborar agenda.

    2. Salvar el tiempo para mis ejercicios de vida espiritual.3. Antes de aceptar compromisos nuevos, pensarlo, je

    rarquizarlos. Saber decir no cuando no se puede.4. Cada da, marcar la tarea.e) Desrdenes en las cuentas:1. Ordenar y tener al da las cuentas de mi responsa

    bilidad.2. Retribuir si algo falta. Trabajo, limosna a los pobres.3. Ayudar a sacerdotes pobres, al seminario.

    46

  • f) Mi orgullo:1. Dar a mi ministerio un autntico estilo de sencillez.2. No preocuparme por aparecer, ser tenido...

    3. DilogoLa Iglesia toma conciencia y se renueva no para s, sino

    para ser atrayente y llevar la redencin al mundo. Ser para actuar. Yo tambin necesito habilitarme para el dilogo con los hombres.

    a) Con los obispos:1. De la archidicesis. Tengo un compromiso con la

    Santa Sede. Aportar mi criterio. Tendr valor de intervenir. Me granjear la confianza de ambos, consultar, etc. Trabajar la unidad en torno al arzobispo.

    2. De la CEDES. Confianza, franqueza, entereza. Relaciones individuales.

    3. De la Iglesia. Vivir la colegialidad. Fomentar las relaciones con los otros obispos en sus circunstancias extraordinarias.b) Con los sacerdotes:

    Mi mayor temor!1. Amarlos sinceramente, ofrecerles mi amistad, mi me

    diacin.2. Los visitar. Llevar cuenta y siempre que haya opor

    tunidad o en las principales circunstancias de mi vida...

    3. Naturalidad. Sobrenaturalidad... Cuidado con acom- plejarme!

    c) Con las comunidades religiosas:Inters por sus cosas. Promover la santidad... a travs de

    ellos, cunta labor espiritual..., social!d) Con los seglares, con la sociedad.Ayudarme de quien pueda conocer. Tacto social. Buscar

    siempre la gloria de Dios y no a m mismo.e) Con los de afuera:Son tambin ovejas de Jess... in spe...; el Obispo tiene

    tambin responsabilidad de ellos...f) Con mi familia...:Amarlos sacerdotalmente..., no descuidar mis relaciones...

    g) Con los pobres:Amarlos como imgenes de Cristo. Promover en su favor

    47

  • obras de caridad y promocin. Visitar enfermos, hospitales, tugurios. Promover seglares para ellos.

    Llevar examen de conciencia sobre el dilogo, especialmente con sacerdotes y en el campo que me designe el seor arzobispo (cf Cuaderno 1, 45-51).

    Hemos reproducido con amplitud estas notas personales de Romero porque nos parece importante penetrar en lo recndito del alma de este hombre para captar con ms profundidad el misterio de su persona, tan ambigua a veces, tan difana siempre.

    Algunas consideraciones sobre las notas que acabamos de leer nos ayudarn a apreciar mejor la opcin personal que este sacerdote hizo al aceptar el episcopado.

    En el fondo, Romero era un hombre de alma fina. Vibraba con emocin ante la belleza en sus expresiones ms puras y sencillas. Se conmova ante la expresin de un rostro que encuadraba la pureza de una mirada campesina y ante la cara tostada por el sol de los trabajadores del campo. Su corazn se elevaba con las melodas de una sinfona, las notas del canto gregoriano o los acordes a veces desordenados, pero siempre sinceros, de un canto popular entonado por el pueblo. Tambin en el mbito de las ideas demostr tener un espritu fino y selectivo. Pero, sobre todo, en el aspecto doctrinal busc la seguridad de la fe en el testimonio comn de la Iglesia, en el magisterio, en el dogma. Si una idea vena de Roma, del papa, de la Santa Sede, no dudaba un solo instante en acatarla. En cambio, toda idea nacida fuera de Roma era para l, ante todo, motivo de duda hasta no tener la seguridad plena de que dichas ideas no contradecan a las del magisterio eclesistico.

    Se entiende, entonces, por qu Romero no prest inmediata adhesin al documento eclesistico emanado de Medelln. Para l los documentos del concilio Vaticano II eran suficientemente claros. Una interpretacin48

  • o adaptacin de los mismos por Medelln, era verdaderamente una garanta de fidelidad a la doctrina de los Padres de la Iglesia?... La duda estaba clavada en su mente. Romero saba a lo que tena que hacer frente aceptando ser obispo auxiliar del arzobispo Chvez y Gonzlez, quien ya tena un auxiliar en la persona de monseor Arturo Rivera y Damas, obispo cien por cien medellinista que estaba promoviendo en la archidicesis una pastoral en consonancia.

    Cuando en sus apuntes espirituales aparece la palabra consulter , probablemente se refiere a la prctica que desde algn tiempo era usual en monseor, es decir, preguntar antes al nuncio apostlico sobre uno y otro punto que requera de l una decisin importante, lista prctica, de todos conocida entre el clero de San Salvador, hizo su persona antiptica. Por otra parte, durante los cuatro aos que Romero fue auxiliar del arzobispo Chvez casi nunca quiso asistir a las reuniones del clero, de donde se poda inferir que daba ms importancia a la opinin del nuncio apostlico que a la de los sacerdotes y del propio obispo de la dicesis. De hecho, las relaciones de Romero con los otros dos obispos no eran muy cordiales; de ah que en el texto arriba citado apunte que debe esforzarse por conquistar la confianza de ambos .

    Monseor Romero tena una excusa personal para mi asistir a las reuniones del clero de la archidicesis, razn que no aceptaba el arzobispo sino como mera excusa para encubrir la imposibilidad de dilogo de su auxiliar con quienes no pensaban totalmente como l. Romero deca que en esas reuniones la nica cosa que te haca era criticar a la Iglesia, al papa y a los superio- res . Por su parte, el arzobispo no insista mucho para que Romero asistiese a dichas reuniones, conociendo su s frecuentes relaciones con el nuncio, las cuales, a su vez, no eran tampoco demasiado buenas con el otro

    49

  • auxiliar del arzobispo, en quien ste confiaba plenamente. Por otro lado, al no asistir a las reuniones del clero, quien sala perdiendo desde todos los puntos de vista era Romero. Aunque el arzobispo se lo dio a entender claramente, no insisti ms en persuadirlo.

    / Qu obispo auxiliar!Estamos en 1968. La archidicesis de San Salvador

    tiene un semanario llamado Orientacin, que sirve de rgano divulgativo y educativo a la vez de la fe y de la vida de la Iglesia en El Salvador. En aquel tiempo, dicho semanario era dirigido por un sacerdote de ideas muy avanzadas. El arzobispo Chvez y Gonzlez tena confianza en l, o al menos la tuvo, hasta el da en que public un artculo editorial sobre Camilo Torres, el sacerdote guerrillero, alabando las virtudes y la opcin del mismo.

    Desde haca un tiempo el arzobispo haba notado que el director de dicho semanario publicaba cuestiones demasiado fronterizas entre la fe y la poltica. Pero esto no era todo. Lo peor es que trataba estos temas sin definir el pensamiento de la Iglesia, dando pie al lector a creer que el arzobispo estaba de acuerdo con el tratamiento de cuestiones polticas desde un ngulo religioso bastante controvertido. Pero la publicacin de aquel artculo defendiendo, es ms, proponiendo a Camilc Torres como ejemplo desbord la copa. Era necesaric reemplazar cuanto antes al director.

    Tras una crisis de tres meses, por fin apareci un nmero de dicho semanario con una temtica totalmente diferente a la hasta entonces barajada. Artculos como Habla el papa , Hans Kng, es infalible? . Locura sexual , Educacin sexual , La castidad nc es una utopa no solamente son ttulos, sino, sobre50

  • todo, contenidos que contrastaban abiertamente con los ttulos hasta ese tiempo publicados, como La liberacin , La injusticia opresora , Camilo Torres, El pueblo cobra conciencia , etc.

    Sin lugar a dudas, el director del semanario catlico era otro, y nada menos que el auxiliar Romero. En el primer nmero salido de su pluma explic con difana claridad cul era su intencin y su modo de pensar al hacerse cargo de Orientacin. Monseor cambia Orientacin. De un rgano al servicio de divulgacin de ideas nuevas y peligrosas , l hace un instrumento de la vida y del pensamiento de la Iglesia, entendiendo este trmino en el sentido restrictivo de clero, obispos, religiosos, religiosas y seminaristas. En una palabra, Romero conceba Orientacin como un rgano de extensin y divulgacin de L Osservatore Romano, cuyos artculos, por cierto, reproduca con profusin.

    Segn el arzobispo Chvez y Gonzlez, se haba evitado el mal de la ideologa; pero se haba cado en otro mal, aunque lo aceptaba como un mal menor. Mas las fricciones no haban terminado. Surgieron esta vez a causa precisamente del giro demasiado clerical que Romero quera dar a Orientacin. Y la crisis naci de un laico cristiano llamado Emilio Simn.

    Simn era un hombre de empresa, de una visin gil y productiva. Era un cristiano cien por cien, muy compenetrado de la educacin cristiana que recibi en su juventud, es decir, muy apologtica y poco vivencial. Pero, en cambio, en orden a actualizar el semanario, tena ideas interesantes, como la de dedicar algunas pginas de dicho rgano divulgativo de la Iglesia a cuestiones que, sin ser religiosas, interesaban, sin embargo, a los lectores y favorecan una difusin y una venta del mismo mucho mayor, ya que el crculo de inters se ensanchaba.

    Romero comprenda las miras de aquel hombre de51

  • empresa; pero era menos prctico, ms idealista; y estaba dispuesto a afrontar todos los sacrificios y penurias necesarios con tal de no permitir que Orientacin se convirtiera en algo que no fuese un rgano catequtico y doctrinal de la Iglesia. Simn tuvo que renunciar. Esto era un mal presagio, sobre todo en el aspecto administrativo y econmico. Pero Romero logr convencer al arzobispo de su tesis, y el arzobispo, de muy mala gana, acept la renuncia de Emilio Simn.

    En efecto. Al conferir al semanario un carcter totalmente clerical, disminuy de golpe el nmero de pedidos y baj el nmero de edicin. Y cuando Romero, nombrado obispo de Santiago de Mara, dej este trabajo, dej tambin al arzobispado una deuda y un dficit enormes, que deban de pesar en adelante y para siempre. Mas para Romero esto era muy secundario; lo importante era, como escribi -con todas las letras en el editorial del ltimo nmero por l dirigido, que Hemos guardado la fe!

    Desde el principio, cuando Romero se hizo cargo de Orientacin, se vio claro que para l la cuestin econmica de la empresa era algo meramente tangencial y, al fin, remediable. Estaba convencido de que, ante una situacin de dudas e incertidumbres en la fe, crticas al magisterio y a las tradiciones de la Iglesia, lo ms importante era aferrarse a una norma oficial e infalible . Subrayaba frecuentemente en sus artculos que no quera asumir posturas histricas ni histrinicas, porque el papel de un semanario catlico no era el de promover revoluciones demaggicas. Enfatizaba el hecho de que, aunque el periodista catlico tenga que habrselas con una autoridad dscola (sic), sin embargo, deba mostrarse siempre respetuoso de la autoridad.

    Todos esos conceptos se encontraban resumidos y asumidos sistemticamente en el editorial Hemos guardado la fe , publicado en el ltimo nmero de Orienta52

  • cin por l dirigido. Sera bueno destacar un prrafo bastante significativo: Lo que s lamentamos, ms con comprensivo silencio de tolerancia y de paciencia que con una actitud de resentimiento polmico, ha sido la conducta manifiestamente materialista, violenta y descontrolada de quienes han querido valerse de la religin para destruir las bases mismas espirituales de la religin. En nombre de la fe han querido luchar contra la fe los que han perdido la fe. Y esto es muy triste, verdaderamente triste. Por nuestra parte, hemos preferido apegarnos a lo seguro, adherirnos con temor y con temblor a la roca de Pedro, ampararnos a la sombra del magisterio eclesistico, poner el odo junto a los labios del papa, en vez de irnos por ah como acrbatas audaces y temerarios por las especulaciones de pensadores atrevidos y de movimientos sociales de dudosa inspiracin .

    Manifiestamente, monseor Romero, director de ( Orientacin, tena como mira a los jvenes jesutas de la Universidad Centroamericana Jos Simen Caas .

    I.os jesutas, en la mira de RomeroYa haban pasado las fiestas de Ao Nuevo. El mes

    de enero, tan cargado de compromisos sociales, haba prcticamente transcurrido. Pero para los jesutas la celebracin de la Navidad y del Ao Nuevo, en 1976, estuvo ensombrecida por el preanuncio de que monseor Romero sera el prximo arzobispo de San Salvador. Efectivamente. A finales de 1976 el nuncio apostlico convoc al padre provincial de los jesutas para pedirle que, por favor, apoyaran a monseor Romero si lo elegan prximamente arzobispo de San Salvador. En aquella ocasin, el padre provincial asegur al nuncio apostlico que a los jesutas siempre les haba caracteri

    53

  • zado la obediencia a la Iglesia y que, en caso de que monseor Romero fuese nombrado arzobispo, ellos haran todo lo posible para ayudarlo; pero no poda garantizar lo mismo respecto a los jvenes jesutas de la UCA (Universidad Centroamericana), por la sencilla razn de que entre Romero y algunos de ellos haba habido en el pasado algunos roces poco agradables y stos se sentan heridos por los ataques inmisericordes de aqul, sobre todo cuando fue director de Orientacin y con ocasin de algunas homilas pronunciadas en la catedral.

    Efectivamente, durante el perodo en que Romero fue auxiliar en San Salvador del arzobispo Chvez y Gonzlez haban surgido ciertas tensiones, sobre todo a raz del asunto del externado de San Jos , un colegio importante de los jesutas en San Salvador, que fue acusado de impartir enseanza marxista en las horas de clase de religin. Ocasin que no desperdici el obispo auxiliar, entonces director de Orientacin, para atacar a quienes l consideraba cabecillas y cerebros de aquella aberrante formacin que impartan en el externado. Esos jesutas eran, segn Romero, los de la UCA.

    Por qu puso monseor Romero su pluma a disposicin de los frecuentes ataques contra los jesutas? Ante todo, sin duda, porque l era un hombre celoso de la pureza de la doctrina. Luego, tambin, porque no consideraba sus artculos como un ataque a los jesutas, sino como una llamada hecha a los mismos para que entraran de nuevo en el camino de la verdad y del magisterio. Pero, sobre todo y en fin, porque algunos jesutas, de ms edad que los jvenes, le rogaron interviniera en el asunto para frenar desde la autoridad eclesistica a aquellos jvenes que se haban conquistado al provincial de turno.

    Fue as como monseor Romero dio curso a un editorial bastante fuerte, cuyo ttulo era Educacin liberadora, pero cristiana y sin demagogia , en el nmero54

  • de Orientacin del da 27 de mayo de 1973. Entre otras cosas, escriba lo siguiente: Educacin liberadora, de acuerdo. Pero con tal que se precise con la indispensable profundidad todo el alcance de esa liberacin y que, por tanto, no se est aprovechando la innata generosidad e inquietud de nuestros jvenes para echarlos por derroteros de demagogia y de marxismo. (Y no mencionamos esta palabra por fcil espritu asustadizo; es que los mismos panfletos y literatura, de conocido origen rojo, difundidos en cierto colegio, nos lo inspiran.) Pues entendemos que la verdadera liberacin de la verdadera educacin liberadora no se queda, con peligrosa ambigedad, slo en la superficie de los considerandos so- ciopolticos...

    Monseor Romero haba escrito personalmente este editorial y luego se lo dio a leer a un laico colaborador suyo, siendo ste precisamente quien introdujo el prrafo que acabamos de entresacar, prrafo que Romero acept sin discusin. No tanto por la calidad misma del artculo cuanto por la influencia del laico que introdujo el prrafo en cuestin, el artculo fue reproducido ntegramente, y con destacados mrgenes y letras, por algunos rotativos de San Salvador. En estos rotativos el artculo era calificado de pensamiento de la Iglesia salvadorea, cuando en realidad slo era la expresin de monseor Romero o, mejor, de un laico colaborador suyo. Al arzobispo no le agrad el ruido que levant el artculo, ni sobre todo el hecho de haberlo dado a la divulgacin presentndolo como pensamiento de la Iglesia salvadorea entera. Si bien esto escapaba de las manos de monseor Romero, al menos deba haber previsto la divulgacin que podan darle los medios interesados en denigrar a la Iglesia, consultando primero al arzobispo para obtener el visto bueno de su publicacin.

    El arzobispo nombr inmediatamente una comisin compuesta de sacerdotes idneos para que investigara el

    55

  • caso del externado. Cuando stos llegaron a resultados concretos, el arzobispo pidi a Romero que publicara las conclusiones a que haba llegado la comisin. Romero era desmentido por aquella comisin, que, tras prolija investigacin, lleg a la conclusin de que no haba enseanza errnea en el externado ni adoctrinamiento marxista en las clases de religin.

    Romero no dio mucha importancia a los resultados de la comisin arzobispal. Public sus conclusiones por orden del arzobispado, pero solamente en ltima pgina y adems con un ttulo intencionado: El arzobispo sale a la defensa del externado San Jos . No se content con esto Romero, sino que en el mismo nmero dedic el editorial a atacar a los telogos nombrados -por el arzobispo, calificndolos de hombres que, en lugar de seguir la doctrina segura de la Iglesia, recurran a teoras opinables. Con ello socavaba, o al menos eso pretenda, la autoridad de aquella comisin y desmenta de antemano al arzobispo Chvez y Gonzlez.

    Las semanas siguientes, Romero sigui publicando artculos sacados de revistas religiosas, para demostrar con la autoridad de telogos reconocidos la malicia de ciertas teologas a la moda que se alejan del deposi- tum fidei y recurren a planteamientos marxistas peligrosos . Tambin public con profusin extractos de documentos de la Iglesia condenando el marxismo. Toda esta diatriba termin con otro artculo furibundo en contra de ciertas interpretaciones malintencionadas, segn el criterio de Romero, de la teologa de Medelln. Medelln, mal entendido y mutilado era el artculo que apareci en el nmero de Orientacin del 12 de agosto de 1973.

    Los jesutas no permanecieron inactivos; antes al contrario, salieron con la espada desenvainada a atacar indirectamente a Romero. Hicieron con sus alumnos de la UCA una encuesta y un referndum. Un referndum56

  • entre los padres de familia del externado que permitiese ver con claridad si ellos tenan dudas o no sobre la formacin cristiana que se imparta a sus hijos en el externado San Jos. El resultado de este referndum fue positivo para los jesutas. El 90 por 100 respondi que a todos les pareca normal y buena la educacin cristiana impartida en el colegio de los jesutas.

    La encuesta, en cambio, vers acerca de los medios de comunicacin social de la Iglesia en San Salvador, su uso, su valor y el valor de sus directores. Se escogieron tres de estos medios: Orientacin, Justicia y Paz e Y SA X . Los resultados fueron terriblemente negativos para Orientacin y su director en funciones, es decir, monseor Romero, calificado de incapaz para dirigir el rotativo de la Iglesia; adems se le consideraba mal administrador, etc. En realidad, esto era lo que los jesutas esperaban decir. De los otros medios de comunicacin podan decir cosas buenas para dar ms relieve a lo malo de Orientacin. Los que llevaron a cabo la encuesta ya saban de antemano lo que queran encontrar, y lo encontraron.

    Romero respondi en Orientacin con una nota destacada: Somos criticados, cuyo contenido se reduce a sealar la carencia de cientificidad del trabajo llevado a cabo por los jesutas y el espritu malvolo con que se haba hecho la encuesta. En realidad, monseor Romero ya haba hecho pblica su crtica a los jesutas, no slo a travs de Orientacin, sino en la predicacin en la catedral, en agosto de 1973, cuando se refiri a ciertos liberadores a la moda .

    Romero no gustaba de los extremismos teolgicos. Siendo obispo de Santiago de Mara, reprendi un da a un sacerdote porque en su predicacin haba atacado los cambios introducidos por el concilio Vaticano II. Le dijo textualmente: El tono de su predicacin es deplorable y totalmente contrario al progreso de la Iglesia;

    57

  • usted ha presentado todo como si el Vaticano II fuese obra del demonio!

    Concomitantemente con esta oposicin a extremismos teolgicos, tambin haba en monseor Romero una clara postura proftica. Muy significativa es, a este propsito, la exgesis que haca del Exodo en una de sus fervientes homilas antes de ser arzobispo, con ocasin de las fiestas patrias, el 15 de septiembre de 1971, conmemoracin de la independencia de El Salvador. Deca: Un grito contra la injusticia social, contra el libertinaje en las costumbres, contra el abuso del poder, contra el desprecio del derecho y de la dignidad de los hombres se extenda sobre todo el pueblo cuando la circunstancia lo exiga, y llegaba hasta el trono del rey y al palacio de los grandes. No era un espritu demaggico ni un desahogo de odio o de violencia provocados por resentimientos sociales; no pretenda obtener privilegios polticos, tampoco le inspiraban intereses subversivos. Eran ms bien el grito de una verdadera liberacin que busca la extirpacin del pecado para lograr la verdadera libertad .

    Romero pretenda con estas palabras desenmascarar un cierto tipo de teologa de la liberacin que, lejos de inspirarse en el amor redentor y, por consiguiente, en la revelacin, se deja arrastrar por sentimientos humanos todava vulnerados por el pecado, como el odio, el rencor, la envidia, la venganza...

    El ataque sistemtico de monseor Romero contra posturas teolgicas dudosas de ciertos jesutas jvenes presagiaba algo serio. Y esto sucedi, efectivamente, el da 3 de agosto de 1972, cuando los obispos decidieron quitar a los jesutas la responsabilidad, que desde largo tiempo haban tenido, de la formacin de los futuros sacerdotes del pas. Se les apart del seminario y se pens ponerlo en manos del clero diocesano. Era la primera vez que los sacerdotes diocesanos asuman respon58

  • sabilidad tan grave; y al principio fue una experiencia muy dura, que acarre a monseor Romero, nombrado rector del seminario, la enemistad de un hermano suyo en el episcopado, cuya influencia era en aquel mom