jonas y el la permision divina #3
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¿Quién manda a quien?
Principio.Nuestra
responsabilidad es cumplir la voluntad
de Dios, el resto esta a cargo de
Dios.
Pautas ministeriales.La voluntad de Dios debe ser
conocida por todo hijo de Dios.
La obediencia a Dios es la única alternativa valida para el hijo de
Dios.
La misericordia de Dios• El arrepentimiento es fundamental
para cumplir la voluntad de Dios.• Sin considerar el pasado, Dios
escucho la oración de Jonás y lo libro del gran pez Jon 2:10.
La misericordia de Dios• La voluntad personal de Dios para cada
creyente siempre será la misma Jon 3:1-2.
• ¿Qué se pierde cuando no se obedece? Se pierden las oportunidades de que personas sean afectadas por nuestra vida.
La misericordia de Dios• La voluntad de Dios es hacer y decir
las cosas que Dios dice.• No es asunto de entender todo lo
que Dios ordena: Es un acto de fe al obedecer lo que Él ordena.
La misericordia de Dios• Jonás comienza con el mensaje que Dios le
entrego, solo cinco palabras en hebreo.• Ejemplo, la palabra destruir se puede entender
como cambiar. Implica que Jonás obedeció con una actitud no correcta
• Dios es misericordioso a pesar de Jonás Jon 3:3-4.
La misericordia de Dios• Jonás no es obediente extremo,
hace el menor esfuerzo por serlo: Camina solo un día en una ciudad que requería tres para recorrerla.
La misericordia de Dios• La obediencia de un hijo
de Dios desata el cumplimiento del
propósito divino Jon 3:5
La misericordia de Dios• Una inquietud común: “No entenderán
mi acto de obediencia”.• Lo importante no es que nos entiendan
sino que crean en Dios a quien obedecemos Jon 3:5.
La misericordia de Dios• Por el efecto multiplicador de
la obediencia, la obediencia de uno puede afecta a
multitudes de personas que no conocemos.
La misericordia de Dios• ¿Qué ve Dios? Lo que hizo Jonás o el
resultado del trabajo de Jonás.• La misericordia de Dios esta al alcance
de todo aquel que se arrepiente Jon 3:10
•El mayor avivamiento del
Antiguo Testamento
ocurrió porque Jonás decidió
obedecer.
Dete
rmin
ació
n. Disponer mi corazón
para obedecer, de modo extremo, para ver la manifestación de la misericordia de
Dios.