jorge luis arcos, gaston baquero

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Baquero y la Muerte Jorge Luis Arcos La muerte es el soldado perpetuo del Señor G. B. L a p o es ía d e G a st ó n B a qu e ro p e rd u ra r á, e n tr e o tr a s r a z o n e s , p o r e n c a r n a r u n a d e l a s o b r a s m á s i m a g i n a t i v a s d e l a l i t e r a t u r a c u b a n a. S u p o d e r d e f a b u la c i ón , s u i m a g i n a ci ó n c r e ad o r a, q u e é l n o m b r a b a c o m o s u s i n v e n c i o n e s p o é t i c a a l d e L e z a m a , a l d e l i s e o ! i e g o . s u n a d e n u e s t r a l i t e r a t u r a q u e p o d a m o s e n c o n t l a p o e s í a q u e e n l a n a r ra t i va o e l t e a tr o . S i "al l e #o i m pu s i nt en si da d d e s u p a t h o s $ e l a g ón d e s u l e ng ua #e % co mo e n m en or m ed id a & iz o e nt re n os ot ro s ' ar tí (, s i ) er ud a * t a n + & i t m a n i a n o a b r i ó s u $ o a l c o s m o s , B a q u l e c c ió n i m ag i n a ti v a d e B o r ge s o - e s so a % a u nq u e f u e ra m e n o s l it er ar io q u e e l a rg en ti no $ a c a so m en o s n e u ró ti co q ue e l p o r t u g u é s ( . ) o s ei m p u s o l a s e v e r a m e d i d a d e l a p o e s í a p u r a * d e l a q u e t a nt o a p re n di ó s in e mb a rg o n i a p os tó a d i s c u r s o s s o ci a le s . S i en d o u n t e mp e ra m en t o s e nt im en t al , d e sp le g ó e s o q u e , a l d e c ir d e " it i e r, p o d e mo s n o m br a r c o d e l s e n t i m i e n t o , $ s ub su mi ó s u $ o d en tr o d e u na s ue rt e d e i m ag i na c ió n c o nf e si o na l , m ed i ad a p o r i n ce s an te s m ás c ar a s o "itier, /. Lo cubano en la poesía. La 0abana, 1nstituto /ubano del Libro, 234, p. 5 2.

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Gaston Baquero

Baquero y la Muerte

Jorge Luis Arcos

La muerte es el soldado

perpetuo del Seor

G. B.

La poesa de Gastn Baquero perdurar, entre otras razones, por encarnar una de las obras ms imaginativas de la literatura cubana. Su poder de fabulacin, su imaginacin creadora, que l nombraba como sus invenciones poticas, solo es comparable al de Lezama, al de Eliseo Diego. Es una inusual caracterstica de nuestra literatura que podamos encontrar ms fabulacin en la poesa que en la narrativa o el teatro. Si Vallejo impuso la intensidad de su pathos y el agn de su lenguaje (como en menor medida hizo entre nosotros Mart), si Neruda tan whitmaniano- abri su yo al cosmos, Baquero es ms afn con la leccin imaginativa de Borges o Pessoa (aunque fuera menos literario que el argentino y acaso menos neurtico que el portugus). No se impuso la severa medida de la poesa pura de la que tanto aprendi sin embargo- ni apost a discursos sociales. Siendo un temperamento sentimental, despleg eso que, al decir de Vitier, podemos nombrar como la imaginacin del sentimiento, y subsumi su yo dentro de una suerte de imaginacin confesional, mediada por incesantes mscaras o invenciones creadoras. Su cosmovisin religiosa pareci amistarse con una veta existencialista, a lo Maritain, y convivi con las tendencias escpticas, propias del siglo, tal como se manifiestan, por ejemplo, en la poesa de un Eliot o de un Gorostiza, aunque la mediacin religiosa lo haga ms cercano a Rilke, una presencia muy poderosa en su formacin potica. No obstante, su sensibilidad desciende en ltima instancia de la del padre Rubn Daro. Solo un tpico pareci dominarlo, no muy lejano de las consecuencias que se derivan de las tendencias antes apuntadas, incluso retricamente: el de la muerte. Por eso titul un ensayo anterior, Gastn Baquero o la poesa en el jardn de la muerte. Ella fue la nica medida que acept, es decir, la ms alta. Contra ella despleg sus incesantes invenciones lricas, conformando una explcita, intensa, profusa potica de la muerte. Pero esta leal derrota fue y ser acaso la razn ltima de su triunfo, la que lo convertir en un clsico, en un escritor cannico, pues se enfrent con originalidad creadora al tema ms ilustre, ms vasto de la literatura universal.

En su texto Al final del camino, prefacio a su libro Magias e invenciones, dice el poeta: Lo nico que me ha interesado en este viaje hasta el morir que es estar vivo, es inventar, fabular, imaginarle a una realidad cualquiera la parte el completo- que crea que le faltaba. La muerte fue un estmulo para su imaginacin creadora. Asimismo, en las palabras preliminares a su libro Poemas invisibles, Baquero insiste en su potica y, como ya expres en el ensayo aludido, su idea de la poesa como connubio del Enigma y de la Nada, sita el conflicto entre el afn trascendente, el misterio, y la presencia no menos misteriosa, aunque existencialmente desoladora, de la muerte. Una vez aceptada su ineluctabilidad, y asumida como una presencia natural dentro de la vida, ella comienza a ser integrada a una perspectiva csmica. Existe el testimonio de Vitier, en su Lo cubano en la poesa, donde refiere que en su juventud el poeta le confes que morir no es nada, ahora mismo puedo haber muerto y no sentir ninguna diferencia; tengo la sensacin de que puedo pasar de la vida a la muerte con una familiaridad mgica, sin esfuerzo, sin percibirlo apenas. Difiero levemente con Vitier cuando este expresa que el tema central de su poesa es el sueo de las formas. Dice el poeta en Preludio para una mscara: No soy en este instante sino un cuerpo invitado / Al baile que las formas culminan con la muerte, de ah que el propio crtico precise: El tema de la muerte como va del sueo de las formas. Pero Baquero dice en Palabras escritas en la arena por un inocente: Soar y dormir en el sueo de muerte los sueos de la muerte, y en Carta en el agua perdida, se refiere al ensueo / de muerte que es la vida. Otro tema suyo es su vocacin por el misterio de lo oscuro germinativo, el paso de lo informe desconocido a la forma lograda provisoriamente en la luz que el cuerpo oscuro hacia la luz cabalga, expresa en Gnesis, o el sitio subterrneo en que el cuerpo renace, en Para una biografa de la primavera, o Recuerdo de otro sitio este silencio: / yo he estado alguna vez donde la rosa es hecha, en Recuerdo- pues aquella forma, enseguida, al cobrar conciencia de su usurpacin del espacio habitado por otras formas, se sabr condenada a restituirse a su estado anterior, pensamiento este de raz estoica, segn Vitier, y que el poeta expresa, por ejemplo, en su hermoso poema, arquetpico en este sentido, Que pasa, que est pasando: qu est pasando siempre sobre mi corazn / que me siento dolindole a la sombra, / estorbndole al aire su perfil y su espacio. Por eso la muerte es comprendida como regreso (Sal sobre su espada y Elega: El pequeo pastor regresa hacia la muerte), como restitucin, como continuidad creadora (Octubre) o incluso como transustanciacin (Del pan y de la muerte): perspectiva csmica, potica natural, que el poeta encontr en Rilke en su juventud, y que asumi creadoramente en su cosmovision potica (La estrella en el corazn y Rainer Mara Rilke). Por eso la muerte es maternal, por eso nos habla de su armona (Sonetos de la muerte), de su plenitud (Poema o en El Caballero, el Diablo y la Muerte: Cada muerto es de nuevo / la plenitud del mundo), como misterio (Ren Lpez) o futuridad desconocida (Sintiendo mi fantasma venidero), incluso como dadora de belleza (Nia muerta).

Pero como el ngel rilkeano, toda belleza es terrible, y es terrible porque existe la muerte, de ah la terrible belleza del mundo de su poema mayor, Palabras escritas en la arena por un inocente, porque todo el mundo porta consigo su fantasma venidero, porque todas las formas, toda la belleza esplendorosa de la creacin llevan la muerte dentro. Nos acercamos ahora a la zona existencial de su potica de la muerte. S, es cierto, predomina en Baquero su perspectiva csmica, esa que le hace exclamar en Preludio para una mscara: Yo no quiero morirme ni maana ni nunca. / Slo quiero volverme el fruto de otra estrella, o en Retrato: Slo quiere una cosa, slo una: / descubrir el sendero que lo lleve / a hundirse para siempre en las estrellas, o en su versin de un poema de D. H. Lawrence, La lluvia est en m: Resuena el viejo mar en el fondo del hombre. Mas esa perspectiva, o ese deseo, ese visceral anhelo, no pueden evitar la angustiosa sensacin de desamparo, tambin csmica, del hombre frente a la muerte y frente a la inmensidad del universo. De ah la misin de la poesa, del sueo como medio de conocimiento potico Vuelve, vuelve a soar, inventa las precisas realidades, dice en Palabras escritas en la arena por un inocente-. El sueo potico ser entonces la va para acceder a una temporalidad ubicua -para Baquero, posibilidad de la trascendencia potica, imagen de la eternidad, pues no podemos olvidar su cosmovisin religiosa, transparente en este mismo poema: Y asiste al espectculo de la belleza como al vivo cuerpo de Dios-, nica resistencia que se le puede hacer a la muerte a travs de la poesa. Esa resistencia se expresa, pues, a travs de ese sueo de las formas, al que aludiera Vitier, es decir, las imgenes, las formas, las apariencias de la creacin, transfiguradas poticamente por Baquero, vidas de belleza, colmadas por el espritu, el cuerpo mismo del Creador: potica del verbo encarnado, propia del origenismo. Por eso dice las palabras que lee sobre los cielos, las palabras que se le ocurren, a sabiendas de que en Dios tienen sentido. Por eso la muerte misma suena a Dios (Pequea elega por Rafael Marquina).

Pero como advertamos, esta cosmovisin trascendente se ve mediada por la terrible belleza de las formas, sensuales, perecederas. El propio poeta cita a Shakespeare en su poema mayor: que el tiempo es el maestro de la muerte, y la percepcin del tiempo en la poesa, qu es sino la percepcin de la muerte? Por eso su canto de alabanza a la plenitud sensual de la belleza es tambin un canto a la vida contra la muerte, a la plenitud del vivir muriendo, del vivir para morir, y del morir para renacer, lo que no impide que el poeta sea tambin el testigo de la caducidad (y de la resurreccin): siempre habr un testigo que ver convertirse en columnilla de humo / lo que fue una meditacin o una sinfona, y siempre renaciendo. Pero no siempre su tono es afirmativo: una inmensa angustia, un radical escepticismo le sobreviene a ratos, como en Silente compaero: Parece que estoy solo en medio de esta fra trampa del universo, donde su nica certidumbre parece estar en el jardn de la muerte, como sucede igualmente en El viajero, de poderoso aliento rilkeano, o en esa sensacin de irrealidad del universo, presente en Cancin sobre el nombre de Irene, o en ese texto tan perturbador, tan misterioso, de una incertidumbre tan profundamente existencial, que es El viento en Trieste deca, o en esa continuidad que se establece en Homenaje a Jean Cocteau con su Palabras escritas en la arena por un inocente, donde el poeta se aferra desesperadamente a su esperanza trascendente:

Al otro extremo de la cuerda tiene que estar Dios,

al otro extremo no es posible que abra sus poderosas mandbulas la nada()

Hay que morir, amigo, para unir los extremos

de este cotidiano alambre

tendido sobre el abismo de estar vivo.

Hay que morir, no hay fallo, para enterarse un poco

de si es cierto que existe la Poesa, de si hay

al otro lado del castillo un guardin, una orquesta

y un teatro.

Y sobre todo hay que morir, amigo,

para quedarnos finalmente convencidos

de que la luna es el sol de las estatuas.

Septiembre 1999

Vitier, C. Lo cubano en la poesa. La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1970, p. 519.

Arcos, J. L. Gastn Baquero la poesa en el jardn de la muerte, en su Orgenes: la pobreza irradiante. La Habana, Letras Cubanas, 1994.

Baquero, G. Al final del camino, en su Poesa Completa. Prlogo y edicin de Po E. Serrano. Madrid, Ed. Verbum, 1998, p. 155.

Baquero, G. Explico, en su Poesa Completa. Ed. Cit., p. 247.

Vitier, C. Ob. Cit., p. 485-486.

Vitier, C. Idem., p. 484.

Todos los versos citados pertenecen a la edicin de su Poesa Completa. Ed. Cit.

Vitier, C. Ob. Cit, p. 491.

Vitier, C. Ob. Cit., p. 484.