jose luis sicre diaz - la solidaridad en el at

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    JOS LUIS SICRE

    LA SOLIDARIDAD EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

    No deja de ser paradjico -incluso contradictorio- que la fraternidadse forjase en la Revolucin francesa a golpe -como quien dice- deguillotina. No deja de sorprender que el concepto, la praxis e incluso elmismo vocabulario de solidaridad, germinado en los albores del si-glo XIX, creciese a golpe -como quien dice- de la hoz y el martillo delManifiesto comunistade Marx y Engels (1848). Por esto resultatanto ms importante mostrar, como hace el autor del presente art-culo, que la solidaridad hunde sus races ya en el Antiguo Testamento.Un caso ms -paradigmtico- de cmo el atesmo moderno se ha

    apropiado de la herencia cristiana, porque los cristianos, como antaoEsa, la hemos trocado por un plato de lentejas. En este sentido, elartculo deJuan A. Estrada,que presentamos en este mismo nmero,da que pensar. Sin olvidar que hoy se hace necesario educar en lareivindicacin de la solidaridad (ST n. 150, 1999, 179-190).

    La solidaridad en el Antiguo Testamento,Proyeccin (1998) 273-284.

    Conviene salir al paso de dos

    equvocos respecto al tema de lasolidaridad en la Biblia. El primeroes un equvoco terminolgico.Podramos decir que lo esencialde la solidaridad no es el hechode unirse para el bien, sino el sim-ple hecho de sentirse unidos enun mismo objetivo, aunque stesea malo desde nuestro punto de

    vista. En el contexto bblico, tansolidarios eran entre s los israeli-tas en la conquista de la tierraprometida, como los asirioscuando devastaban los territo-rios conquistados. Este artculose centrar en la solidaridad parael bien.

    El segundo equvoco sera

    concebir la Biblia como un grancanto a la solidaridad o fraterni-dad universal. La Biblia constatacon un realismo cruel que la hu-manidad se divide desde el co-mienzo entre fuertes y dbiles,

    asesinos y asesinados, Can y

    Abel. Y en ningn momento in-tenta recomponer de forma pa-radisaca esta ruptura de la familiahumana, que es tambin la familiade Dios. Sin embargo, esta tristeexperiencia va acompaada de unesfuerzo por salvar la fraternidado solidaridad. Dada la abundanciade material bblico, me limitar a

    exponer ciertos aspectos delmensaje contenido en el Penta-teuco, con unas palabras finalessobre profetas y sabios.

    El Gnesis

    Quiz sea el libro ms rico dela Biblia a propsito del tema que

    nos interesa. En l se expone labase inicial de la solidaridad, lascuatro rupturas posteriores, y elesfuerzo por recomponer esafraternidad perdida.

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    1.La solidaridad inicial y las cua-tro rupturas posteriores. En el cap-tulo primero encontramos ma-gistralmente expuestas cules

    son las bases de la solidaridad so-bre las que se sustenta la crea-cin entera. La Biblia, tan acusadade antifeminismo, se abre con laafirmacin ms tajante de la soli-daridad entre los dos sexos. Alllegar el sexto da de la creacin,despus de haber realizado todassus obras en el cielo, en el mar y

    sobre la faz de la tierra, Dios de-cide: Hagamos al ser humano anuestra imagen y semejanza; quedominen los peces del mar, lasaves del cielo, los animales do-msticos y todos los reptiles. Ycre Dios al ser humano a suimagen; a imagen de Dios lo cre;varn y hembra los cre (Gn

    1,26s). Esa solidaridad no sloexiste entre el hombre y la mujer,sino entre ambos y Dios, en lamedida en que estn llamados acontinuar su obra creadora y aparticipar de su mismo proyectohistrico.

    Sin embargo, la solidaridad ini-cial se rompe de inmediato. Adn

    y Eva provocan una ruptura conDios al desobedecerle; una rup-tura que repercute tambin en sumisma relacin como pareja. Seproduce un cruce de acusacionesmutuas y cada uno intenta sacu-dirse la responsabilidad cargn-dola sobre el otro. Adn culpa aEva e indirectamente a Dios: la

    mujer que me diste por compa-era me alarg el fruto y com(3,12).

    El que estos relatos no refle-jen la realizad histrica no signifi-ca que carezcan de profundo va-

    lor. Los autores bblicos intentandecirnos que, cuando empieza laexperiencia histrica de la huma-nidad, al salir del paraso, la huma-

    nidad est ya dividida.Despus de la unin del hom-bre y la mujer en el matrimonio,la segunda experiencia funda-mental de unin es la que debeexistir entre hermanos. Y tam-bin sta se rompe desde el co-mienzo con el asesinato de Can.Surge espontneamente una pre-

    gunta que parece no tener res-puesta: Por qu mata un hombrea su hermano? El autor ha tenidola profunda sabidura de no que-rer buscar explicaciones, porqueno las hay. Nos hallamos de nuevoante el misterio de la insolidari-dad humana. Si la base de la soli-daridad, de la fraternidad, consis-

    te en sentirse ntimamente uni-dos, como carne y sangre, el prin-cipio de la insolidaridad radica ensentirse distinto, individuos almargen de los otros, cada cualcon su propia historia y destino,marcando lmites y estableciendobarreras: Soy yo acaso el guar-din de mi hermano? (4,9).

    Despus del diluvio, la huma-nidad se recupera, aumenta y semuestra unida. Y surge un proyec-to comn en el que todos semuestran solidarios: Vamos aconstruir una ciudad y una torreque alcance el cielo para hacer-nos famosos y para no dispersa-nos por toda la tierra (11,4). Es

    frecuente ver aqu un nuevo pe-cado de orgullo, no ya de la pri-mera pareja, que pretende sercomo dioses, sino de toda la hu-manidad, que intenta escalar elcielo. Sin duda, hay un matiz de

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    orgullo en las palabras de la hu-manidad, pero no parece tanmarcado como se ha solido insis-tir al interpretar este episodio de

    la Torre de Babel. Lo que ms lla-ma la atencin son las palabrasde Dios, que ve amenazada su so-berana y decide confundir laslenguas para que tengan que dis-persarse. Con esto, el primer ynico proyecto solidario de lahumanidad se ve abocado al fra-caso.

    Hemos visto, pues, que la soli-daridad inicial se ha visto rota atres niveles distintos: matrimo-nial, fraternal y universal. La soli-daridad aparece como un sueoirrealizable. Pero, lo que es msgrave todava, en los tres casosDios aparece como responsableparcial o absoluto de esta ruptu-

    ra. Nosotros tendemos a ver elfenmeno de la insolidaridadcomo un simple resultado decausas sociales, polticas y econ-micas, basadas a lo sumo en unegosmo manifiesto a nivel perso-nal, nacional o internacional. LaBiblia desmonta en parte esta in-terpretacin al presentar el he-

    cho de la in-solidaridad desde unpunto de vista teolgico, comoun fenmeno inexplicable y mis-terioso, en el que tambin Dioses responsable.

    Lo anterior deja una sensa-cin de malestar y rebelda. Cu-riosamente el libro del Gnesis,que ha comenzado con esta vi-

    sin tan pesimista, despus dedestrozar todas las utopas, se vaa convertir en una gran exhorta-cin a la solidaridad, a la convi-vencia, a sentirse hermanos a ni-vel familiar e internacional.

    2. La reconquista de la solidari-dad. Los protagonistas de esta re-conquista de la fraternidad sernlos patriarcas. Abrahn, Jacob y

    Esa, nos ensean en las circuns-tancias ms diversas cmo re-componer ese mundo que se ha-ba derrumbado.

    La primera solidaridad rotaera la que deba sentir el hombrecon el proyecto de Dios. El hom-bre Abrahn estar dispuesto acolaborar con un nuevo proyecto

    de Dios, un proyecto de salvacinpara una humanidad que se en-cuentra ya lejos del paraso inicial.La exigencia de Dios a Abrahnes ahora mucho ms radical quela de no comer del rbol que esten el centro del jardn: sal de tutierra y de tu casa paterna haciala tierra que yo te mostrar

    (12,1). Abrahn debe abandonarun paisaje conocido para lanzarsea una aventura y recorrer un pasnuevo, en el que siempre se senti-r peregrino. Y a diferencia deAdn, Abrahn obedece, se mues-tra solidario en el plan de Dios.As comienza la historia de salva-cin. Poco a poco se van a dar

    muestras claras de cmo se pue-den recuperar las relaciones quese haban ido malogrando.

    A nivel familiar, la tensin sur-gida entre Adn y Eva queda su-perada en las relaciones entreAbrahn y Sara, Jacob y sus dosmujeres (Raquel y La). Sara esestril, a veces dominante y

    egosta: Abrahn puede parecerun momento dbil y cobarde, in-capaz de tomar la decisin ade-cuada. Sin embargo, a pesar de lasdificultades, los vemos envejecerjuntos, esperar juntos la promesa

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    de descendencia, superar juntoslas crisis inevitables que provocala dilacin de Dios.

    Las relaciones entre Jacob y

    sus dos mujeres son ms conflic-tivas todava. A pesar de ello, lafamilia se mantiene unida, com-parte ilusiones y temores, partici-pa en la misma aventura.

    En cuanto a las relaciones fra-ternales, Ismael e Isaac son her-manos, pero hijos de distinta ma-dre. Uno, hijo de la esclava; otro,

    hijo de la seora. La vida los sepa-rar, pero el amor de su padrevolver a unirlos en el momentotrgico de la muerte de su padreAbrahn.

    Ambiciones y engaos sepa-ran tambin a Esa y Jacob. Perola vida ensea a perdonar y a res-taurar la fraternidad. Can no te-

    na motivos para matar a Abelhumanamente hablando, y pues-tos en la mentalidad de la pocaEsa tiene motivos para matar aJacob ya que ste le haba arreba-tado la primogenitura por mediode un engao. Sin embargo, no lohace: Esa corri a recibirlo, loabraz, se le ech al cuello y lo

    bes llorando (33,4). Junto almisterio de la venganza surge enla historia ese otro misterio delperdn.

    Lo mismo ocurre con las tra-diciones de Jos. No sera exactala imagen que se suele presentarde Jos como un ser angelical,vctima de la envidia de sus her-

    manos. Nacido en la vejez de Ja-cob, Jos era objeto de la predi-leccin de su padre, predileccinque no dudaba en usar contra sushermanos: un da trajo a su pa-dre malos informes acerca de sus

    hermanos (37,2). Esta predilec-cin, que nos recuerda la de Dioshacia Abel, provocar tambin elmalestar de los hermanos, que

    le cogieron rencor y le negabanel saludo (37,4). Finalmente, es-tallar el conflicto que desembo-car en la iniciativa por parte delos hermanos de vender a Joscomo esclavo. La historia termi-nar, de nuevo, con el perdn.Igual que Esa olvid la injusticiacometida por Jacob, Jos olvida y

    perdona. Ms an, sabe ver entodo lo ocurrido un plan miste-rioso de Dios para sacar bienesmayores.

    Tambin el conflicto entreAbrahn y su sobrino Lot, provo-cado por sus pastores, se saldacon la reconciliacin pacfica. An-tes de que las disputas territoria-

    les degeneren en ruptura,Abrahn prefiere salvar la frater-nidad a cualquier ventaja econ-mica, e invita a Lot a elegir la re-gin que prefiera y a separarsepacficamente. No se trata de unaseparacin motivada por el senti-do prctico que lleva al olvido delotro. Ms tarde, cuando Lot se ve

    en dificultad, Abrahn acude a li-bertarlo (14); posteriormente, in-tercede por l y lo salva de ladestruccin de Sodoma (19,29).

    Los autores del Gnesis con-ceden tambin gran atencin a lasrelaciones entre los pueblos. Lasrelaciones entre los patriarcaspretenden ser el modelo de las

    relaciones entre los pueblos des-cendientes de ellos. La historiademuestra que estas relacionesse prestaron a tremendas cruel-dades, que duran hasta nuestrosdas. Incluso con otros pueblos,

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    con los que no existe vnculo deparentesco, indica el Gnesis quelos problemas se deben resolverde buena manera, acudiendo al

    dilogo: as ocurre en el caso deEgipto (12), y en diversas tradi-ciones sobre los contactos de lospatriarcas con los Filisteos (20;21, 22-34). Incluso la perversaSodoma (18, 16-33) es digna de lapreocupacin y defensa deAbrahn.

    En resumen, el libro del Gne-

    sis, que describe las cuatro ruptu-ras iniciales de la humanidad, olvi-dando utopas e idealismos inge-nuos y partiendo de una realidadconflictiva, proclama que el hom-bre puede y debe restablecer lafraternidad. Para ello, unas vecestendr que ceder, como Abrahncon Lot; otras, tendr que dialo-

    gar, como ocurre con los Filis-teos; otras, perdonar, como en losejemplos de Esa con Jacob y deJos con sus hermanos. De estemodo, se obedece a Dios y serestaura tambin la ruptura inicialque se produjo con el plan divino.

    El xodo

    Si el libro del Gnesis nos tra-za una rica perspectiva sobre lasolidaridad humana, el del xodoprofundiza el tema situndonosen circunstancias nuevas: la opre-sin de Egipto, padecida no porun individuo o una familia, sinopor todo el pueblo. En este con-

    texto, dos personajes (hablandoliteralmente) van a mostrar suprofunda solidaridad con las des-gracias de los israelitas: Moiss yDios.

    1. Moiss. Moiss, educado enla corte, en un ambiente cmodoy agradable, no olvidaba sus or-genes y sali para ver a sus her-

    manos. Entonces descubri queestaban sometidos a trabajosforzados (2,11). Si la polticaopresora empieza por descono-cer el prjimo (el faran no co-noca a Jos); la liberacin em-pieza por el conocimiento deldolor humano.

    Ese conocimiento puede lle-

    var a la rabia y la violencia. Moissasesina a un egipcio para defen-der a un israelita y huye a refu-giarse a Madin, donde el prota-gonista demuestra de nuevo sudeseo de ayudar a los ms dbi-les. Cuando los pastores quierenexpulsar del pozo a las hijas delsacerdote, Moiss las defiende (2,

    16-20).Sin embargo, a pesar de estapreocupacin por aliviar la opre-sin de los dbiles, Moiss va aofrecer mucha resistencia a la mi-sin liberadora que Dios le pro-pone. Cinco son las objecionesque Moiss interpone para eludiresta misin (3-4). Usa argumen-

    tos muy distintos: lo descomunalde la tarea, su ignorancia teolgi-ca, el temor de que no le hagancaso, su falta de cualidades, paraterminar presentando su dimi-sin. Es el relato ms elaboradoen toda la Biblia sobre la resisten-cia del hombre a aceptar una mi-sin divina.

    Vencida esta resistencia, Moi-ss regresa a Egipto e inicia el li-derazgo poltico que culminaren la salida de Egipto. Dos deta-lles subrayan los textos bblicos:la paciencia de Moiss, que siem-

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    pre da una oportunidad nueva eintercede por el faran, y la fir-meza de su postura que no hacelas menores concesiones en lo

    esencial: es todo el pueblo, hom-bres, mujeres y nios, junto con elganado, los que tienen que salirde Egipto.

    2. Dios.El protagonista princi-pal es el ltimo en ocupar la esce-na. Es en el c.2, cuando los hijosde Israel claman desde su dura

    esclavitud, cuando se dice queDios escuch sus quejas y seacord de la alianza que haba he-cho con Abrahn, Isaac y Jacob.Dios vio la situacin de los hijosde Israel y la tuvo en cuenta2,24-25).

    El texto no deja ninguna dudasobre el inters de Dios por su

    pueblo oprimido. He visto muybien la miseria de mi pueblo queest en Egipto. He odo su clamorcontra sus opresores y conozcosus sufrimientos (...) El clamor delos hijos de Israel lleg hasta m yestoy viendo la opresin con quelos egipcios los atormentan(3,7.9). Y Dios, a travs de la cola-

    boracin humana, pondr enmarcha el proceso de liberacin.Pero, en el libro del xodo,

    Dios se manifiesta de forma nue-va. Si en los relatos patriarcalesapareca como el Dios cercano,que dialoga bondadoso con loshombres, retoma ahora todo elesplendor de su tremendo poder.

    Dios libera a su pueblo conmano poderosa y haciendo so-lemne justicia (6,6). El farandar sobrada cuenta de ellos traslas plagas que tendr que sufrir supueblo y tras la derrota sufrida

    en el paso del Mar. As, acabaraceptando que no hay nadiecomo Yahv nuestro Dios (8,6)y que toda la tierra pertenece a

    Yahv (9,29).El esfuerzo por crear solida-ridad: los legisladores.

    El xodo representa el esfuer-zo de Dios por formar un pueblode hombres y mujeres libres, uni-dos por la misma experiencia hu-

    mana y religiosa, con una ley co-mn y una tierra donde habitar.Algo esencial en la constitucinde este nuevo pueblo es la ley. Sinuna serie de normas que orien-ten la conducta de la comunidady de los individuos, la convivenciaresulta imposible. Adems delDeclogo tenemos otros muchos

    cdigos legales con funciones pa-recidas en funcin de la poca enque fueron promulgados. Los msrelevantes son el Dodeclogo si-quemita, el Cdigo de la Alianza,el Cdigo deuteronmico y laLey de santidad. En estos cuerposjurdicos notamos un aspecto deespecial relevancia para el tema

    que nos ocupa: la solidaridad conlos ms dbiles.En el Dodeclogo siquemita

    (Dt 27, 15-26) encontramos estafrase: Maldito quien defraude desus derechos al emigrante, alhurfano o a la viuda (v.19). Setrata de los tres grupos de perso-nas ms dbiles en el antiguo Is-

    rael. El emigrante porque residefuera de su tierra, lejos de la pro-teccin natural de su familia.Hurfanos y viudas, porque enuna sociedad machista, la muertedel varn deja a la mujer y a los

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    hijos en la situacin ms desespe-rada.

    Situacin idntica hallamos enel Cdigo de la Alianza. Lo prime-

    ro que exigen los legisladorescon respecto al emigrante es queno lo opriman(yanah), literalmen-te, que no lo carguen con un tra-bajo excesivo. En segundo lugarexige que no se le veje(lajas), queno sean objeto de trato injusto nien el trabajo ni en los tribunales.

    Siglos ms tarde, cuando se

    redacta el Cdigo deuteronmi-co, la situacin de los grupos msdbiles no ha mejorado, sinotodo lo contrario. Es cada vezmayor el nmero de personasque han perdido sus tierras y de-ben trabajar por cuenta ajena.Los legisladores intentan ayudar-les con esta nueva ley sobre el

    salario: No explotars al jorna-lero, pobre y necesitado, sea her-mano tuyo o emigrante que viveen tu tierra, en tu ciudad; cadajornada le dars su jornal, antesque el sol se ponga, porque pasanecesidad y est pendiente delsalario (Dt 24,14).

    El Deuteronomio, profunda-

    mento humanitario, defiende aestos grupos ms pobres. Permi-te que entren en la via del prji-mo y coman hasta hartarse (sinmeter nada en la cesta) o que es-piguen en las mieses del prjimo(pero sin meter la hoz) (23, 25-26). Manda a los propietarios:cuando siegues la mies de tu

    campo y olvides en el suelo unagavilla, no vuelvas a recogerla; d-jasela al emigrante, al hurfano y ala viuda, y as bendecir el seortodas tus tareas. Cuando vareestu olivar, no repases las ramas;

    djaselas al emigrante, al hurfa-no y a la viuda. Cuando vendimiestu via, no rebusques los racimos;djaselos al emigrante, al hurfa-

    no y a la viuda (24, 19-21).Dentro del mismo esprituencontramos otra disposicin,inimaginable en el Cdigo de laalianza, con su acendrada defensade la propiedad privada: Si unesclavo se escapa y se refugia entu casa, no lo entregues a su amo;se quedar contigo, entre los tu-

    yos, en el lugar que elija en una detus ciudades, donde mejor le pa-rezca, y no lo explotes (23,16).Supone, por parte del legislador,la conciencia de una injusticia debase, de una sociedad arbitraria,donde a veces slo cabe el recur-so de escapar de ella; aunque seinfrinjan las normas en vigor, el

    Deuteronomio comprende esapostura y defiende al interesado.

    Dos palabras sobre profetasy sabios

    Los textos anteriores dejanesbozadas las ideas principales dela Biblia sobre la solidaridad. Lo

    que encontramos en autores y li-bros posteriores, sobre todo enlos profetas, es una denuncia radi-cal de la insolidaridad en la que seha cado. El pueblo liberado deEgipto se encuentra en una nuevaesclavitud, no llevada a cabo porextranjeros, sino por ciertos sec-tores del mismo pueblo: los que

    tienen el poder poltico, econ-mico y religioso. Frente a esta in-solidaridad de los poderosos vol-vemos a descubrir al Dios delxodo, que se alinea con los dbi-les, y que slo en esta gente sufri-

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    da y maltratada reconoce a supueblo (Mi 3, 1-4).

    No podemos omitir una refe-rencia al famoso c.58 del libro de

    Isaas en el que habla del verdade-ro ayuno. Se dice, casi de pasada,que lo que Dios desea del israeli-ta es no cerrarte a tu propia car-ne, que podramos explicar: note desentiendas del prjimo, quees algo tuyo. Un prjimo queabarca a todo hombre, aunque nosea israelita. Indirectamente, el

    autor pone el dedo en la llaga ydesvela una de las causas capita-les de la injusticia: la falta de iden-tificacin con el que sufre, el nosentirnos afectados personal-mente por el hambre, la desnu-dez o la pobreza de los otros,considerando estos hechos datosfros de una posible encuesta so-

    bre problemas sociales. Cuandoalguien pasa hambre, eres tquien pasa hambre. Cuando al-guien va desnudo, eres t quienva desnudo. Cuando alguien emi-gra al extranjero, eres t el queabandona la familia y la patria.

    Cuando te desentiendes del pr-jimo, te cierras a ti mismo, porqueno es algo ajeno a ti, sino tu pro-pia carne.

    Este texto vuelve a ponernosen contacto con el Gnesis y lacreacin de la humanidad. La rup-tura que entonces comenz si-gue dando amargos frutos. Peroel creyente no puede aceptarlaresignado. Como los patriarcas,como Moiss, como los antiguoslegisladores y profetas, debe lu-

    char por recomponer esa solida-ridad primigenia. Sabe tambinque esa tarea es imposible en ple-nitud, que nadie puede mostrarsesolidario con todos los hombrescuando algunos son los culpablesdirectos de las desgracias deotros. Pero, en ese conflicto inevi-table, sabe en quines debe vol-

    car su solidaridad. Su modelo de-finitivo es Dios, que se pone in-condicionalmente de parte de losdbiles, como dir el autor del li-bro del Eclesistico, ya en los al-bores de la era cristiana (Si 34,13-22).

    Condens: MARC VILARASAU

    Es sacrificar un hijo delante de su padrequitar a los pobres para ofrecer sacrificio.

    El pan de la limosna es vida del pobre,el que se lo niega es homicida.

    Mata a su prjimo el que le quita el sustento,quien no paga el justo salario derrama sangre.

    Sircida(o Eclesistico) 34, 20-22.