josé martí. ismaelillo

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JOSÉ MARTÍ: ISMAELILLO En 1982 se publicó en Nueva York el Ismaelillo, poemario que Martí dedicó a su hijo José Francisco, de quien tuvo que separarse durante su exilio en Caracas entre el 80 y el 81. Esta experiencia desgarradora para el poeta dio origen a una colección de textos en que el destierro y la ausencia guían la estructura temática del libro la cual puede leerse en un doble registro; bien sea como la carta del padre a su hijo, pero también como el canto de Ismael perdido en el desierto, que aquí sería el poeta mismo separado de su Cuba. La preferencia explicita del poeta por la naturaleza, su refugio en ella por una u otra razón, es un motivo que hallamos en más de una pieza de Ismaelillo, sea para la evocación del recuerdo del hijo, sea para su búsqueda simbólica. En Sueño despierto, es el marco para la añoranza: Yo sueño con los ojos Abiertos y de día Y noche siempre sueño Y sobre las espumas Del ancho mar revuelto, Y por entre las crespas Arenas del desierto, Y del león pujante, Monarca de mi pecho, Montado alegremente Sobre el sumiso cuello, Un niño que me llama Flotando siempre veo. En Musa traviesa, nuevamente el sueño lleva al creador hasta los más puros ámbitos de la naturaleza: Yo suelo, caballero En sueños graves,

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José Martí. Ismaelillo

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Page 1: José Martí. Ismaelillo

JOSÉ MARTÍ: ISMAELILLO

En 1982 se publicó en Nueva York el Ismaelillo, poemario que Martí dedicó a su hijo José Francisco, de quien tuvo que separarse durante su exilio en Caracas entre el 80 y el 81. Esta experiencia desgarradora para el poeta dio origen a una colección de textos en que el destierro y la ausencia guían la estructura temática del libro la cual puede leerse en un doble registro; bien sea como la carta del padre a su hijo, pero también como el canto de Ismael perdido en el desierto, que aquí sería el poeta mismo separado de su Cuba.

La preferencia explicita del poeta por la naturaleza, su refugio en ella por una u otra razón, es un motivo que hallamos en más de una pieza de Ismaelillo, sea para la evocación del recuerdo del hijo, sea para su búsqueda simbólica. En Sueño despierto, es el marco para la añoranza:

Yo sueño con los ojosAbiertos y de día

Y noche siempre sueñoY sobre las espumas

Del ancho mar revuelto,Y por entre las crespas

Arenas del desierto,Y del león pujante,

Monarca de mi pecho,Montado alegremente

Sobre el sumiso cuello,Un niño que me llamaFlotando siempre veo.

En Musa traviesa, nuevamente el sueño lleva al creador hasta los más puros ámbitos de la naturaleza:

Yo suelo, caballeroEn sueños graves,

Cabalgar horas luengasSobre los aires.

Me entro en nubes rosadasBajo a hondos mares,Y en los senos eternos

Hago viajes.Allí asisto a la inmensa

Boda inefable,Y en los talleres huelgo

De la luz madre: (...)