En el decimoquinto año del reinado de Tiberio, que vendría a ser el año 28 d.C., Juan comenzó su ministerio

Lucas 3: 1-2, Lucas nos presenta la división del reino que había pertenecido a Herodes. Este reino había quedado dividido entre sus tres hijos: Herodes Antipas, seductor y asesino, gobernaba Perea y Galilea (territorio en que se encontraba Nazaret); Herodes Filipo reinaba en Iturea y Traconite; y Arquelao gobernaba Judea, pero fue depuesto por los romanos y reemplazado con el procurador romano Poncio Pilato.

JUAN EL BAUTISTA

Trasfondo histórico:

¿Por qué menciona Lucas a estos personajes? Para mostrar que la gloria de Israel se había desvanecido, puesto que gobernaban hombres corruptos, y el sumo sacerdocio mismo era administrado de manera ilegal por dos hombres indignos

Lucas menciona también dos sumos sacerdotes, Anás y Caifás. Anás había sido sumo sacerdote entre los años 7 y 14 d.C., y su yerno Caifás era ahora el sumo sacerdote reinante. Sin embargo, Anás seguía siendo todavía el sacerdote de mayor influencia en el país. El sumo sacerdocio ya no era un puesto vitalicio, como lo había determinado Dios, sino que era manejado por los romanos de acuerdo a sus propios intereses políticos.

Juan predicaba sobre el pecado, el juicio, el arrepentimiento y el perdón. Poseía un poder extraordinario para escudriñar el corazón humano y despertar la conciencia.

El reino de los cielos se acercaba en la persona del Mesías, el cual iba a establecer pronto su dominio; el pueblo se debía preparar para su venida.

A.- La predicación de Juan el Bautista(Mateo 3:1–12; Marcos 1:2–8; Lucas 3:1– 18).

Los evangelios señalan que el ministerio de Juan es el cumplimiento de una profecía de Isaías. Juan el Bautista, el bautizador es una “voz que clama en el desierto”, que prepara el camino para la llegada del Mesías.

Entonces el mensaje de Juan, en una palabra era arrepentimiento

Juan el Bautista exigía arrepentimiento para preparar a la gente para recibir a Cristo.

Una persona no puede estar lista para aceptar a Jesús sin antes arrepentirse.

El arrepentimiento abarca más que la confesión de pecados. Es más que sentir remordimiento por haber pecado.

Arrepentimiento significa un cambio en el modo de pensar. Es cuando uno se vuelve de una dirección para ir rumbo a otra (2 Ti 2:19). (Se expresa en la vida diaria por medio de la generosidad, la bondad y la honradez; se manifiesta en los hechos; es algo práctico y profundo que impulsa a la persona a dejar su pecado predilecto y a mostrar el amor de Dios hacia su prójimo).

El apóstol Pablo se arrepintió en el camino a Damasco. Cambió su manera de pensar acerca de Jesús. Dejó de perseguir a los cristianos para ayudarles.

Cualquiera que desea, puede arrepentirse, aún el peor de los pecadores, y Dios le perdona.

! La única condición para recibir el perdón

de pecado es el arrepentimiento!

Juan el Bautista exigía este tipo de arrepentimiento verdadero que produce fruto.

Es la única manera de renovar nuestra relación con Cristo.

Aún hoy en día, las palabras de Juan el Bautista resuenan:“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 3:2).

Pensemos, ¿Hay algo en tu corazón del cual tú tienes que arrepentirte?, ¿Está esto alejándote cada vez más de Dios? Pidámosle al Espíritu Santo que nos muestre aquello que estorba en nuestro corazón (pecado) para que nos arrepintamos y pueda perdonarnos.

Juan el Bautista bautizaba a todos los que se arrepentían como signo y sello de su arrepentimiento. Aquel baño simbolizaba la limpieza moral del alma.

Al insistir en que se bautizaran los judíos que se sintieran arrepentidos, Juan los estaba poniendo al mismo nivel que los gentiles, e indicaba que en la situación en que se hallaban antes no eran aptos para entrar en el reino de Dios.

Pero no todos los que acudían a Juan eran sinceros. Los fariseos y saduceos, eran orgullosos líderes religiosos, y llegaban con sus conceptos erróneos del reino de Dios; creían que el simple hecho de ser descendiente de Abraham bastaba para ser salvo.

Juan el Bautista destruyó los falsos fundamentos de la esperanza de estos líderes. Era necesario hacer “frutos dignos de arrepentimiento”.

Juan prometió un nuevo bautizador y un nuevo bautismo. “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mt 3:11).

Existe un gran contraste entre los bautismos de Juan y el de Jesús. Juan bautizaba a las personas dentro del agua. Era un bautismo frío y negativo. Era un paso en la dirección correcta. Sin embargo, no era suficiente. No cambiaba a las personas. Juan prometió que Jesús bautizaría no en agua, sino en fuego y en el Espíritu Santo. El contraste es tan grande como la diferencia entre el agua y el fuego.

El gran contraste entre el bautismo de Juan y el bautismo de Jesús.

Primero, el bautismo en el Espíritu Santo purifica. Por tanto, se asocia con el fuego. El fuego explora y purifica más de lo que puede hacer el agua

Es apropiado que el Espíritu Santo se relacione con el fuego. El fuego es un símbolo de Dios. Hebreos 12:28-29 dice que Dios es fuego consumidor.

El fuego es un buen símbolo del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡El bautismo en el Espíritu Santo es un bautismo en Dios! Por tanto, el fuego, el símbolo de Dios, se une con el bautismo.

El bautismo en el Espíritu Santo aumenta nuestra pureza. ¿Por qué? Porque Dios es totalmente puro. Así que entre más nos llena, más puros seremos.

El segundo propósito del bautismo en el Espíritu Santo es dar poder. El Espíritu nos trae el poder de tener una vida de victoria sobre el pecado. Este bautismo en el Espíritu nos ayuda a ser dirigidos por el Espíritu, y no por la naturaleza pecaminosa (Ro 8:5-17; Gá 5:16–6:1). De igual manera, el bautismo en el Espíritu da poder para testificar a los demás (Hch 1:8).

Todo cristiano debe ser bautizado 2 veces. Primero, está el bautismo en agua para la mayoría de la gente. Esto debe seguir luego de que una persona se arrepiente y recibe a Cristo como su Salvador. Segundo, está el bautismo en el Espíritu Santo. Dios ha prometido derramar su Espíritu Santo sobre todo aquel que cree (Jl 2:28-29).

B.- El bautismo del Rey (Mateo 3:13–17; Marcos 1:9–11; Lucas

3:21, 22).

¿Por qué quiso nuestro Señor ser bautizado?

Mateo 3:15 dice que el propósito del bautismo de Jesús fue para que “cumplamos toda justicia.” Es decir, para completar lo que es correcto

• Jesús vino a guiar a las personas. Significaba caminar con ellos. No puede uno guiar a las personas en la dirección opuesta a la que ellas caminan. Jesús vio a las personas intentando caminar hacia Dios. Él fue al paso de ellos al ser bautizado.

• Jesús entró a las aguas del Jordán para unir lo mejor del pasado con el futuro. Jesús planeó cambiar completamente el significado del bautismo.

• Quiso transformar el significado antiguo con uno nuevo. Al terminar, el bautismo llegó a ser un cuadro de su muerte y su resurrección.

• Las cosas, como las personas, cambian lentamente, un poco a la vez. Así que, al principio, Jesús tuvo que identificarse con el bautismo de Juan. Luego, a través de varios años, le dio un nuevo significado

• El bautismo de Jesús fue el acto de inauguración de su ministerio público. El bautismo simbolizaba la ruptura con el pasado y la entrada a una vida nueva de santidad y obediencia.

• Jesús se bautizó como consagración a Dios, para recibir el poder del Espíritu Santo. Deseaba recibir la unción divina, para poder llevar a cabo la obra mesiánica.

• Jesús se bautizó como un acto público de identificación con su pueblo. Fue bautizado como uno más de los que formaban aquella gran multitud. Se cumple así la profecía que dice: “Fue contado con los pecadores” (Isaías 53:12).

• Jesús se bautizó para aprobar públicamente la obra de Juan el Bautista. Demostraba así que la misión de este no procedía de los hombres, sino de Dios.

Dios Padre aprobó la consagración de Jesús enviando su Espíritu sobre Él y confirmando por medio de una voz audible que se trataba del Mesías.

Jesús como hombre necesitaba recibir el poder divino para realizar su misión. Su naturaleza humana tenía que ser sostenida, fortalecida y dirigida constantemente por la presencia permanente del Espíritu Santo (Hechos 10:38: Lucas 4:17–19).

¿Permites tú que el Espíritu Santo te guie en tu vida?.

Te esperamos la próxima semana, si Dios lo permite, con

otro tema “La tentación de Jesús”, no te lo pierdas