juana de arco luys de santa marina

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    Juana de Arco Luys de Santa Marina

    VIDAS DE MUJERES ILUSTRES

    Juana de Arco

    POR

    LUYS SANTA MARINATERCERA EDICIN

    Digitalizado por Triplecruz

    I. G. SEIX Y BARRAL HNOS., S. A,

    EDITORES

    Provenza, 219-BARCELONA 1947

    NDICE

    PREFACIO ..............................................................................................3CAPITULOPRIMEROLA TIERRA Y LOS PADRES ........................................5CAPTULOIIPRIMEROS AOS DE JUANA....................................................7CAPTULOIIILA GUERRA........................................................................10CAPITULOIVLAS "VOCES".....................................................................12CAPITULOVSIRE ROBERTO DE BAUDRICOURT........................................16CAPTULOVIBREVE OJEADA HISTRICA..................................................21CAPITULOVIILA CABALGADA HACIA EL DELFN ........................................24CAPTULOVIIIORLENS........................................................................26CAPITULOIXEL DELFN Y SU CORTE ......................................................33CAPTULOXLA DONCELLA EN LA CORTE .................................................37CAPTULOXILOS DOCTORES DE POITIERS ..............................................39CAPTULOXIIARMAS Y BANDERAS .........................................................42CAPITULOXIIILA ENTRADA EN ORLENS ................................................46

    CAPTULOXIVJUANA LA VICTORIOSA .....................................................49CAPTULOXVTAPIZ DE BATALLAS Y GLORIAS ..........................................59CAPITULOXVILAS DESILUSIONES:PARS,COMPIGNE............................62CAPTULOXVIIEL "HERMOSO PROCESO"................................................66CAPITULOXVIIILA MUERTE ...................................................................68CAPTULOXIXVENERABLE, BEATA, SANTA..............................................70PAUTADELASLMINAS.....................................................................71

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    PREFACIO

    Si los ejemplos dados por los grandes hombres mediante sus vidas, constituyen,a juicio de todas las escuelas pedaggicas y desde los ms remotos tiempos, unincomparable estimulante para la educacin de la juventud, por qu no han decoadyuvar al propio fin las vidas de las mujeres ilustres?

    Quizs se haya olvidado ms de lo debido la extraordinaria influencia que stasejercieron en la historia de la Humanidad. Y no solamente en los aspectos frvolos ybrillantes de la vida, en las cortes suntuosas y en torno a los tronos deslumbradores,sino tambin en esferas que parecan reservadas a la exclusiva competencia de loshombres, y aun de los ms esforzados.

    Por naturaleza existe una distincin irreductible entre varn y mujer. Por tradicinininterrumpida en todos los pueblos civilizados del mundo, la mujer tuvo marcada

    siempre su rea dentro del hogar, y el hombre se reserv el manejo de los negociospblicos. Mas ello no impide que en todas las pocas haya habido excepciones a estaregla general, y que as como muchsimos hombres, por no decir la mayora, no hansido otra cosa que excelentes padres de familia, en cambio algunas mujeres se hayanencumbrado hasta los ms altos planos de la santidad, el patriotismo, el deber social,e incluso el arte y la ciencia.

    No es tampoco que estos casos se hayan dado tan slo en los tiemposmodernos, y en especial desde que se ha esparcido por el mundo ese movimiento deindependencia de la mujer, conocido con el nombre de feminismo. La vida contem-pornea es cierto que ha reducido su separacin entre los sexos y ha dado a la mujeruna creciente participacin en las tareas que hasta hace poco estaban reservadas a

    los hombres. Hoy vemos mujeres abogadas, ingenieras, mdicas, farmacuticas,funcionarlas pblicas, empleadas de todas clases, en una proporcin y con unacompetencia nunca habidas en el mundo. Hay, en una palabra, muchas mujeres entodas partes. Pero las grandes mujeres, las mujeres que merezcan el calificativo deilustres siguen siendo cosa rara.

    Esto prueba que la grandeza y el herosmo del alma no tienen mucho que vercon la clase de vida que llevan los individuos humanos, sino que ms bien obedecena una excelsa categora, a un don o facultad excepcional, individualsimos porexcelencia, que en todos los tiempos han constituido, constituyen y constituirn unarareza. De ah, por lo mismo, su ejemplaridad.

    La presente serie de VIDAS DE MUJERES ILUSTRES obedece, pues, a nuestraconviccin de que era preciso, para los fines educativos que perseguimos, completarnuestras tan celebradas Vidas de Grandes Hombres con los ms altos ejemplosdados por la feminidad. Ambas series constituirn as una sola coleccin de VIDASEJEMPLARES. y nuestro ntimo deseo, al completar con los de mujeres ilustres losmodelos de humanidad aportados por los grandes hombres, es que nuestros jveneslectores hallen en el espejo de aqullas el mismo acicate que por larga experiencianos consta que encontraron en stos.

    Los EDITORES

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    Ilustracin 1. La visin de Juana de Arco (Fresco de Lenepreu, en el Panthon. Pars)

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    VIDA DE JUANA DE ARCO

    CAPITULO PRIMERO La tierra y los padres

    Domrmy, en las "marcas (fronteras) de Lorena", era un puado de casas depinas techumbres rojas, olvidadas entre el verdor abundante. Corra a su vera elMosa, pando, sin prisas, hacia su destino de mar gris all en las plidas dunas delPas Bajo. Pero ojos que no ven, corazn que no siente nada sugera lainquietud marina, sino por el contrario, placidez, calma, biempasar: las truchas quesaltan en la corriente, el viento que canta en los carrizales de las orillas.

    Praderas, bosques de encinas abundando en bellota, tierra llana con lejos dealcores arbolados, cortinas naturales contra los excesos del tempero; pas depromisin, pues, para la pastora: rebaos de ovejas en los prados, piaras de puercos

    riqueza primordial de la regin tenidos a montanera.Comarca tranquila, apacible, algo as como una Extremadura adormecida por un

    clima hmedo e igual, sin el magnfico Sol de Espaa dorando ruinas romanas y lagallarda estampa dramtica de los toros en las dehesas desnudas. Ms monotona yms tranquilidad. Ya se sabe: una es el precio de la otra.

    La fauna humana hija de tal sueloera tranquila, aplomada, substancial. Senaca, se viva enraizado en la tierra como una encina ms, y se mora lo ms tardeposible. Los refranes, que todo lo saben, dijeron aqu su orculo: Rarement mourir, nejamis mentir, que suena en castellano: "Morir de viejo, mentir nunca."

    Y, como siempre, dijeron verdad. Tales eran la tierra y los hombres entre los quenaci Juana la Doncella, quien parece por contraste haber reunido en s todo elfuego, toda la inquietud ausentes en sus paisanos, pero sin perder la lealtad virtudla que ms resplandece en su breve vida y la alegra franca, ingenua, de gente feliz en lo que cabe que no se preocupa ni poco ni mucho de las conveniencias.

    Sus padres eran labradores con algn acomodo: unas tierrecillas y unos cuantoscaballos y bueyes. Tenan cinco hijos que, en el campo, en vez de engorro sonriqueza: tres varones y dos hembras. Juana naci la tercera.

    Jacques d'Arc, el padre, era uno de los conspicuos del pueblo, con una ciertanotoriedad de campanario. Proceda de Ceffons, en Champaa tierras al oeste y

    era hombre muy amigo de andar por caminos trillados: dos aos antes de que su hijapartiese para la corte del Delfn, y cuando l conoca ya de odas los mandatos de las"voces" tuvo un sueo que no le hizo maldita la gracia: la vio marchar en compaa deunos guerreros. Al recordarse no se anduvo en chiquitas, cont el caso a sus hijos, yles dijo que si tal sucediera la abogasen en el ro, porque si no lo hara l. En ciertomodo se explica tal machada; la cosa tomada por lo divino era inslita: unapastorcilla yendo a salvar al rey de Francia!, en cambio a lo humano demasiadofrecuentes las ribaudes, mozas que seguan a los ejrcitos, muy parecidas a lasactuales "soldaderas" mexicanas... As es que el hombre opt por el remedio heroico,como el vizcano: "para enderezar, cortar por curva". No se olvide que erachampanes, y los tales tienen fama secular y bien adquirida segn parece de no

    inventar la plvora. Hay un refranillo que los pone en solfa: Quatre-vingt-dix-neufmoutons et un champenois, cela fait cent btes. ("Noventa y nueve borregos y unchampanes, cien bestias.")

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    La mama ya era otra cosa. Se llamaba Isabel de Vouthon naci en este lugar,cerca de Domrmy y por sobrenombre o alias "la Bornee", la romera, que a cienciacierta no se sabe si era tal o apellido, pues un probable coreano primo hermano de Juana, Nicols fraile de la abada de Cheminon, y despus su limosnero ycapelln se apellidaba Romee, y le decan "de Vouthon".

    Parece, pues, indicar una cierta inclinacin en la familia a las piadosas romerasy peregrinaciones, cosa muy corriente entonces, y que Isabel no desminti, yendo apesar de los riesgos de la guerra, al santuario de Nuestra Seora del Puy unascien leguas desde su pueblo antiqusima y milagrosa Virgen morena, labrada ensicmoro por el profeta Jeremas, segn la tradicin, y que conservse en el tesoro delos Soldanes de Babilonia de Egipto (El Cairo) hasta que san Luis la trajo a la vueltade su primera cruzada. Al carcter religioso una una acendrada lealtad a los reyes deFrancia, y atraa a los peregrinos por cientos de miles.

    El pueblo, incorregible socarrn, suele decir que las mujeres son siempredevotas de "santa Mara de la ms lejos" por aquello de las idas y las venidas. Nipongo ni quito rey, y quede el negocio en el aire.

    Lo cierto es que era profundamente religiosa, y de gran nimo. De ella quiztuviese su hija el mpetu y el gusto por la aventura que la hicieron entraarse por lomaravilloso y salvar la comprometida independencia de Francia, o cuando menosvolver la confianza en s mismo al pas que no es poco iniciando la serie devictorias que culminaron algunos lustros tras su muerte en la total expulsin de losingleses.

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    CAPTULO II Primeros aos de Juana

    Tierra, como se dijo, de clima igual, spero en los inviernos, de cielo brumoso endemasa, que se aclaraba dulcemente por las breves primaveras y no muy largosestos; gentes fuertes y duras, nutridas de vino tinto y pan moreno, acostumbradas alos rudos trabajos del campo y a una gran sobriedad, todo ello rodeado por uncinturn de bosques sombros en que no faltaban jabales y lobos, y por otro msterrible, la guerra, fu el mundo en que creci Juana y donde se hizo fuerte yvalerosa. Pero conviene no anticipar los sucesos.

    Naci el ao mil cuatrocientos no se sabe a punto fijo si diez o doce lanoche de Beyes. Dcese que, sin explicarse la causa, las gentes del pueblo sintieronuna gran alegra aquella vigilia, y no slo fueron las gentes, pues tambin los gallosrompieron a cantar y hubo quiquiriques y sacudir de alas por ms de dos horas... Encuanto a esto ltimo, tal vez fuera que los aldeanos rondadores pues la Epifana se

    celebraba con gran fiesta en la comarca despertaron a los crestirrojos, quienes,como es sabido, tienen ligero el sueo.

    La casa de Juana aun en pie, pero muy restaurada estaba junto a laiglesia: separbalas slo el cementerio. Era una pobre casuca con una o dosventanas raquticas y techado de pizarra de mucha vertiente, que por el lado delhuertecillo con ribetes de jardn, tocaba casi al suelo. Junto a la puerta, como en todaslas moradas aldeanas, la pila de estircol, la lea y los aperos de labranza.

    Poco se sabe de sus primeros aos. Debi de llevar la vida de las nias delcampo: las haciendas caseras, algunos menudos trabajos de la tierra y zagalear a suhermanito Pierrelot, o sase Pedrn.

    No fu a la escuela la haba en Maxey, pueblo inmediato y a ella acudan loschicos de Domrmy sin duda por sobrar trabajos en su casa, y como era deesperar, no aprendi a leer; al final de su vida parece logr escribir su nombre, "echarla firma", como dicen los rsticos.

    En todo lo dems deba de andar por el estilo: la madre la ense elpadrenuestro, el avemaria y el credo. Iba a la iglesia con mucha devocin y oa en losdas que repican gordo el sermn del prroco. Esto unido a las historias de santos ysantas que entonces era uso referir en las precoces y largas noches de invierno,mientras se hilaba al amor de la lumbre.

    Cuando fu un poco mayor, se encontr metida de hoz y coz en las labores delcampo: cavar, plantar, escardar los sembrados, arrancar hierbas malas de loscaminos del huerto, traer del bosque prximo la hornija lea menuda para elgasto de casa...

    Y tambin pastorear ganados de toda laya: bueyes, caballos, ovejas, pues unavez recogidas las mieses, los lugareos echaban a pacer sus bestias en las praderasdel copian, turnndose en la vigilancia, y claro es que su padre, ocupado en trabajosmayores, mandara a Juana. La leyenda dice que cuando sta los cuidaba, jamsrobaron los lobos ninguna oveja, y que los pajaritos venan a comer en sus rodillas.No obstante ser oficio descansado, prefera ella estarse en casa, haciendo la comida,cosiendo o hilando.

    Y sin embargo no careca de encanto la pradera y el bosque para una muchachainteligente y alegre como era Juana Juanita mejor, como la llamaban sus paisanos:

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    slo fu Juana para la gente de Francia, que la conoci de mayor pues comosiempre iba con otros nios, armaban diversos juegos y se divertan mucho, los otrossobre todo, pues ella era algo retrada y le gustaba ms ir a la iglesia del pueblo,consagrada a san Remy o Remigio, apstol de las Galias.

    Pero sobre todo senta una gran devocin por la Virgen, y los sbados iba a la

    ermita de Nuestra Seora de Bermont, no lejos de su lugar, en un barrancosombreado de hayas, encima mismo de la fuente de San Teobaldo, fuente muy mi-lagrosa que curaba las fiebres y cicatrizaba las llagas. Menudeaba las visitas, ycuando sus ahorrillos lo permitan, llevaba un cirio para alumbrar a la Virgen.

    Clima hmedo, cruzado a mayor abundamiento por un ro, creaba perenne ylozano verdor en la tierra. El arbolado era adems copioso: robles, encinas, hayas,abedules.

    Desde la puerta misma de la casa de Juana se divisaba una colina cubierta demonte alto. Se la rehua un poco por temer a los lobos, harto abundantes. Era el BoisChesnu (bosque de chnes o robles) o, segn otra etimologa, la "selva vieja", que

    ms adelante tuvo gran importancia en la vida de Juana por haberle relacionado lasgentes con una de las profecas atribuidas a Merln, en la cual se hablaba de unadoncella que salvara a Francia.

    En la ladera que miraba al pueblo, manaba una fuente entre grosellerossilvestres, que la daban nombre: la fuente de los Groselleros, o de los EspinosCervales, Decase que a ella acudan las hadas, y de ah su otro nombre: Fuente delas Hadas.

    Y no era slo a ese lugar. A un lado del bosque, no lejos del camino real, habauna vieja haya de frondoso ramaje y gran sombra. Era querida y venerada y nadiehubiera osado despojarla para hacer lea: "tan hermosa es como los lirios", decan las

    gentes del contorno. Llambanla el rbol de las Hadas, rbol de la Morada de lasHadas, y Mayo Galn (le Beau-Mai).

    Unos, decan, las vieron all los jueves, que eran sus das de reunin, otros queno, y algunos lo echaban a tiempos pasados: haba habido hadas, s, pero desdecosa de veinte o treinta aos no haban vuelto.

    Juana nunca las vio bajo el rbol, y en el fondo de su alma no las crea cosabuena, En iguales sentimientos abundaba el prroco, y la vspera de la Ascensin, albendecir los campos, lea ante el "Mayo" el evangelio de san Juan que ahuyenta losmalos espritus, y lo mismo en la fuente de los Groselleros.

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    Ilustracin 2. Casa de Juana de Arco en Domrmy (Fachada sur)

    Pero los aldeanos seguan erre que erre "costumbre buena o mala, el villanoquiere que valga" el cuarto domingo de Cuaresma, o sea el de Laetare, celebrabanla fiesta de las Fuentes, reliquia tal vez del culto drudico 0 de las Fontinaliaromanas,y se iban a beber a una fuente, sealada desde tiempo inmemorial, y pasaban el dade jolgorio, comiendo y danzando por los prados.

    Los de Greux, iban a la Virgen de Bermont, y los de Domrmy a su rbol secular;le colgaban de guirnaldas de flores, coman en amor y compaa nueces, huevosduros y unos panecillos peculiares del da, y para terminar la fiesta echaban un tragoen la fuente de los Groselleros, bailaban en corros, y a la tardecita marchbase cadamo-dmeloj su olivo. Era creencia firmsima entre ellos que quien bebiese en la fuente,

    y se paseara en seguida bajo Mayo Galn, curaba las fiebres.Juanita segua la costumbre: bailaba, beba en la fuente y teja guirnaldas de

    flores, para adornar unas veces al rbol y otras a la Virgen de su parroquia.

    Y por si algo faltaba en el pueblo, decase que no lejos de la frondosa hayahaba una mandragora raz- que simula una tosca forma humana, empleada muchoen la vieja nigromancia que daba la riqueza a quien lograse arrancarla de la tierra...

    Todas estas fbulas cuajaron en ganarse las gentes de Domrmy fama debrujos y de comerciar con el diablo, fama que perjudic mucho a la Doncella, puesms a menudo de lo que parece arde verde por seco, es decir, pagan justos por

    pecadores.

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    CAPTULO III La guerra

    "El ajuar de la frontera, dos estacas y una estera." As dice el refrn, y secomprende. Aun sin la guerra interminable que sostenan Francia e Inglaterra, lascomarcas fronterizas estaban expuestas a incursiones ms o menos peligrosas yjustificadas, pero desde luego muy frecuentes.

    Ingleses, borgoones, loreneses, barenses, todos talaban la tierra cuando laocasin llegaba, pues amn de la lucha entre la rosa de Lncaster y las uses deValois, haba un semillero de querellas entre los seores, reyecillos inquietos queestaban siempre a quin queda encima.

    Gente de lbrenos Dios! eran los duques de Lorena y los de Bar, y otrosseoretes de menor cuanta y manas de lobo aun en aquellos tiempos en que corrapor doquiera como orculo aquello de "quien tiene lanza en puo, tiene lo ajeno y lo

    suyo". Los guerreros de las marcas de Lorena se llevaban la palma en la cristiandaden lo de ser los mayores ladrones. Con que no haba que dormirse. Sin metfora : loslabradores escondan sus caballos de da no fuese que cambiaran de dueo ydurante la noche trabajaban las tierras como Dios les daba a entender.

    Los ms pudientes de Domrmy, hicieron lo nico al alcance de su mano:alquilar un castillo abandonado prximo al pueblo le llamaban "de la Isla", por estarentre dos brazos del ro para guarecer en l sus rebaos tan pronto comoapercibieran a aquellos brbaros. Jacques d'Arc y Juan Biget, s quedaron con elarriendo, dando parte de l a otros cinco, entre ellos Jacquemin, hijo mayor delprimero.

    Montaban guardia en el campanario de la iglesia, y en cuanto el atalayero vealanzas por los caminos, daba un furioso baladro con un cuerno y lo ms de prisa quepodan ponan en salvo a sus bestias entre los viejos muros feudales.

    Pero ni aun as escaparon. Uno de tantos capitanes de banda Henry d'Orly llegse a Domrmy y Greux, y como es consiguiente se alz con el santo y la limosna,que a eso se iba, y los infelices destripaterrones estuvieron a pique de morirse dehambre.

    En fin, esta vez sali verdad aquello de que Dios aprieta pero no ahoga. Pormediacin de madama Juana de Joinville la seora que les haba arrendado elcastillo consiguieron la restitucin, que no fu mediante buenas razones, sino "por

    mor" de los linternazos que repartieron entre los robadores unos caballeros del condede Vaude-mont...

    Sera cosa de nunca acabar el referir las desventuras del pueblo francs deentonces. Y no slo del pueblo, sino tambin de la clereca, la cual salvo excepciones que las haba, y buenas, como l-os obispos de Metz y de Verdn, queconstantemente tenan con la mosca en la oreja a sus vecinosera de instintospacficos, y por ende pagaba los vidrios rotos, recibiendo insultos y atropellos un das y otro tambin de aquella banda de caifases.

    Y de nada vala exponer al Papa tales desafueros. Aun estaba por resolver elgran Cisma de Occidente, y adems los feudales de entonces eran empecatados y no

    cesaban en sus fechoras y rapias mandralo quien lo mandare. Cmo extraar, pues, que en monasterios y en aldeas se recordaran casi como

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    un cielo perdido los tiempos de paz en que vivan contentos y seguros a sombra delos reyes de Francia, quienes seran buenos o malos que de todo hay en la via delSeor, pero siempre infinitamente mejores que aquella peleona caterva que lesoprima y les sacaba hasta los tutanos!

    Y a mayor abundamiento entonces que la religiosidad estaba muy arraigada,

    sobre todo en los pequeos la sombra de san Luis espaol por parte de sumadre, Blanca de Castilla, ta carnal de san Fernandopareca protegerlos, el buenrey que bajo el roble de Vincennes dirima las querellas de sus sbditos, a loSalomn, modo tal vez el mejor, y desde luego el ms rpido y barato.

    Y como quienes combatan y vencan a estos cristiansimos monarcaseran los ingleses, en ellos descargaba el comprensible odio del pueblo. Sus motivostenan, aparte de lo expuesto. Por lo pronto se haban metido en casa ajena yocupaban la Normanda, el Maine, Picarda y la Isla de Francia, con Pars, que segnlos doctores coetneos era el corazn del cuerpo mstico de Francia.

    Adems pecaban de crueles y duros con los vencidos, y sus barbaridades

    harto frecuentes en tirios y troyanos se agigantaban al mirarlas con malos ojos.Buenos bebedores y tragones consumados, arramblaban con las mantenencias de lospueblos, quienes callaban por fuera, pero otra les quedaba dentro. Y como de lapanza sale la danza, no era nada extrao que tras las francachelas surgiesencamorras, reniegos, etc. No se les caa el God dam! (Dios me condene!) de loslabios, y htelos bautizados a la francesa: los "godons". Jugando con las palabras, de"anglos" (en latn ingleses) hacan "ngelos", y como, naturalmente, ngeles buenosno podan ser, tenan que serlo malos. Conque ya se saba: ingls y diablo eran lomismo. Y hasta se afirmaba que tenan rabo. Uno y otro se ha dicho muchas veces:aqu, de los soldados de Napolen, cuando la francesada; y en Amrica, all por laindependencia, de los "realistas" o sea espaoles y particularmente del

    regimiento de Talavera, que dej sus pecadores huesos en Rancagua.Bromas aparte, eran temibles. Robaban, talaban e incendiaban casi por gusto,

    pensando como uno de sus conspicuos reyes que "guerra sin quemazn esembuchado sin mostaza", y se conoce que al hombre le gustaban los sabores fuertes.Adems tenan buena garganta y excelentes pulmones: cuando daban su grito deguerra el famoso " hurra!" resultaba tan tremebundo que, en oyndolo, losbuenos burgueses de Francia, salan por pies sin mirar para atrs y no seencontraban seguros hasta tomar el olivo tras las murallas de su villa natal. Se conoceeran como aquellos siete sastres del cantar alemn, que se espantaron de un caracolcuando sac los cuernos al sol.

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    CAPITULO IV Las "voces"

    El gran torbellino de la guerra lo arrastraba todo y absorba los nimos, digan loque digan quienes pretenden circunscribirla en cierto modo a la nobleza y lasbandas mercenarias. Ambas eran quiz las que menos sufran; primero, porque erasu oficio y hacia ella haban orientado todas sus actividades; segundo, porque sabanmuy bien nadar y guardar la ropa. Kesumen, que era un rudo deporte, provechoso lasms de las veces, pues casi siempre se reduca a un juego de rescates, que elvencido y prisionero pagaba como poda, esperando se cambiaran las tornas un da uotro.

    Adems, que en tiempos revueltos ya se sabe es la fuerza la nica ley, y lafuerza estaba con ellos: poco habra en los pases esquilmados, pero ese poco erasuyo, as es que fcilmente se comprende que ninguna prisa tuvieran por terminar lapugna.

    El pueblo y el clero ya eran otra cosa, queran la paz y, sobre todo, queran verlejos a los ingleses y los borgoones. Y la historia ofrece la prueba: mientras los LaHire, Dunois, Alengon, Talbot, Glasdale, etc., hacan la guerra calmosamente y con elmenor riesgo y la mayor ganancia posibles, Juana senta una angustia, un ansia porterminar de una vez y cuanto antes, como si fuese a faltarla tiempo (y efectivamente,le falt) para realizar su obra; parece comosi una voz la repitiera cada da: anda,anda! quien tiempo tiene y tiempo atiende 1, tiempo viene que se arrepiente! Y enquin hall su apoyo principal la Doncella? No fu en la nobleza sino en el pueblodedonde proceda y en el clero, pueblo tambin en su mayor parte. (Con la par-ticularidad de que fueron las rdenes mendicantes sus ms seguras valedoras.)

    Pues s, la guerra lo invada todo. Noticias buenas o malas ms malas quebuenas llegaban a Domrrny, tradas por peregrinos, frailes que iban de convento aconvento, hombres de armas, troteros o correos de a caballo, vivanderos ymercachifles de toda laya. Los nimos se exaltaban y se discuta a trochemoche. Ynaturalmente, los crios hablaban de lo que oan a los mayores, y zalagardas no fal-taban.

    Domrrny, ya se dijo, era francs acrrimo o traducido a personas, que escomo entonces se vean estas cosas partidario del delfn Carlos; Maxey, borgon,o del duque Felipe, llamado el Bueno, cualquiera sabe por qu, pues de bueno notena un pelo. Los rapaces de Domrrny "estudiaban" es un deciren la escuela

    de Maxey; naturalmente que a las entradas y salidas se bata el cobre y a mayorgloria del Delfn y del Duque se repartan mojicones y patadas a porrillo. A veces lacosa pas a mayores siempre entre gente menuda, pues papas y mamas estabanmuy a bien con sus huesos y hubo homricas "pedreas campales", con elconsiguiente saldo de cabezas rotas y otros desperfectos.

    Nada de particular tendra que Juanita tomase parte en tales algaradas; ya sesabe que era fuerte y decidida, y sobre todo tena para la guerra eso que suelellamarse buen ojo clnico, es decir hacerse cargo en seguida de las cosas y caercomo un rayo all donde hace falta. Cuando mand tropas de veras, nunca le marren las empresas grandes, exceptuado el ataque a Pars, y no por culpa suya.

    Nada dicen las historias y es lstima de tales proezas, pero si no se quiere1 Espera, pierde.

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    suponer su cooperacin activa en la trifulca, por lo menos se exaltara su nimoviendo volver la gloriosa mesnada infantil, llena de descalabraduras, y cojicojea, perocon el orgullo del triunfo o cuando menos de la resistencia corajuda en lasmiradas.

    Tono frvido, tono de guerra penetraba su vida... Y un da de verano, Juana, oy

    por primera vez las "voces".Hay dos versiones bellas ambas de cmo fu el suceso.

    Tena trece aos, cuidaba las ovejas con otras amiguitas en las praderascomunales, el da era alegre y el cielo muy azul.

    Las ovejillas, hartas ya, mordisqueaban perezosamente las hierbas, andando ala flor del berro que parece ser es la que ms les gusta por la orilla del Mosa ycomo no daban quehacer, las nias pensaron un juego: una carrera a ver quinllegaba ms pronto a la punta del prado; el premio una pina de flores, narcisosamarillos, primaveras, jacintos, margaritas, flores de trbol, que se llaman tambin depan y vino...

    Juanita tena buenas piernas, y corri que volaba; un chiquillo que la vio pasarse lo dijo a gritos: "Juana, parece que vuelas sobre la tierra...!" Las dej muy atrs,tanto que las rivales abandonaron la empresa. Lleg a la meta, cogi el ramo ytendindose en la hierba a descansar un poco, qued arrobada y distrada rapta eta sensihus alienata. Y de pronto, un muchacho a su lado la dijo:

    Juana, vete a casa que tu madre te llama.

    Crey sera su hermano o cualquiera otro chico, y se apresur a volver. Al rato,la encontr su madre y preguntla extraada por qu haba dejado solo el rebao.

    No me mandasteis a buscar?

    No.

    La nia se supuso haba sido una jugarreta de sus compaeros, y volva otra veza sus ovejas, cuando una nube brillante pas ante sus ojos, y escuch una voz:

    Vengo de Dios para encaminarte hacia el bien. Juanita, s buena y Dios teayudar.

    Se qued estupefacta, pensando sera una ilusin, y no se lo cont a nadie.

    Segn la otra versin, fu tambin un da estival, en el jardincillo tras la casapaterna, a la hora del medioda. Quiz cantaba el ruiseor en el soto como en la vieja

    cancin infantil:

    Sur la plus haute branche

    le rossignol chantait.

    Chante, rossignol, chante

    toi qui as le coeur gai...

    II y a longtemps que je t'aime,

    jamis je ne t'oublierai...

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    Juana de Arco Luys de Santa Marina

    ("En la quima ms alta

    cantaba el ruiseor.

    Canta, ruiseor, canta,

    alegre el corazn...

    Ha mucho que te quiero,

    no te olvidar, no...")

    y Juana vio una claridad muy intensa a su derecha, hacia la parte de la iglesia, yoy la "voz" que la exhortaba a ser buena, y le prometa la ayuda de Dios. Tuvo alprincipio miedo, pero le fu perdiendo las sucesivas veces que la hablara, pues comosiempre la aconsejaba obrar bien y frecuentar la iglesia, crey que verdaderamentevena del cielo.

    A las "voces" sucedieron las apariciones. Fu la primera el arcngel san Miguel,quien probablemente se le manifest como un gentil guerrero cubierto deresplandecientes armas, tal cual suele representarle la cristiandad.

    Era el santo arcngel protector de la gente francesa. Desde 1419 iba pintado enlas banderas del delfn Carlos, alta la espada desnuda, en ademn de matar la sierpe,y gracias a su intervencin milagrosa segn corra la fama haban sidoderrotados los ingleses, que atacaban con sus ejrcitos y sus naves la abada-castillode Monte San Miguel en los Peligros de la Mar...

    Se le apareci rodeado de ngeles, anuncindola que pronto vera a santa

    Margarita y santa Catalina, quienes la guiaran por el camino de la virtud. Tan belloseran, tanto bienestar se gozaba a su lado, que Juana sinti una gran tristeza cuandomarcharon y hubiera querido irse con ellos.

    La nia, desde las primeras apariciones, tornse ms sosegada, ms juiciosa,no danz ms en los prados, frecuent la iglesia y los sacramentos, hizo cuantascaridades le fu posible, y tan completo fu su cambio que desat las burlas de susantiguos compaeros de juegos.

    San Miguel cumpli pronto su palabra. Santa Margarita y santa Catalina vinierona visitar a Juana: vestan como las reinas, ceidas las frentes por ricas coronas cua- jadas de piedras preciosas, sus ropas derramaban un olor delicado; saludaron a la

    nia con cortesana, haciendo gentiles reverencias y hablronla con voces dulces yatrayentes.

    Ambas santas eran muy populares en Champaa, Lorena y el ducado de Bar.Santa Margarita que tena su imagen en la iglesia de Domrmy protega laslabores campestres, y santa Catalina a las jovencitas, en particular las hilanderas ylas sirvientas; en la parroquia de Maxey veneraban su simulacro, y la hermana mayorde Juana llevaba su nombre. Era adems abogada de los prisionerosfrancoescoceses, quienes, cuando libertados, acostumbraban a colgar exvotos en suiglesia de Fierbois.

    Desde la primera visita que la hicieron, jurles guardar su virginidad hasta que

    Dios fuese servido.Menudearon sus visitas: todos los das, y a veces varias veces por da; la

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    Juana de Arco Luys de Santa Marina

    hablaban siempre con cario y la llamaban hija de Dios. Juana se abrazaba a susrodillas y cuando partan, besaba la tierra que haban pisado.

    Con frecuencia aparecansele en el jardn de su casa, otras junto a la fuente, opor los campos, y aun en medio de sus amiguitas, si bien slo visibles para ella.

    Las oa entre el susurro de los rboles y al son de las campanas parroquiales,

    siempre dulces y consoladoras, exhortndola a la virtud.San Miguel, tras la venida de las santas, era ms raro de ver. Pero no la haba

    olvidado. Y un da hablla de "la gran cuita del reino de Francia".

    Y desde entonces, las santas dijronla que era menester dejase su aldea ymarchase a las tierras del rey cristiansimo, de cuyos dolores se compadeca elSeor.

    A Juana le pareca imposible la empresa.

    Soy una pobrecilla que no sabe ni cabalgar ni guerrear les responda.

    Y haca ms intensas sus devociones: la misa diaria, la comunin frecuente, lasvisitas ms asiduas a Nuestra Seora de Bermont. Pero las santas insistan:

    Hija de Dios, toma el estandarte del Rey del Cielo, tmale intrpidamente y lte ayudar.

    La Doncella vease por un momento a la cabeza de granadas huestes,tremolando el estandarte de Dios, que se apiadaba al fin de "la gran cuita del reino deFrancia".

    Otro da el arcngel la dijo:

    Hija de Dios, t llevars al Delfn a Reims, para que all sea dignamente

    consagrado.Era cosa cabal: su pueblo tena por patrn a san Remigio, el santo tutelar de

    Francia, el que ungi al rey Clodoveo con el olio trado por el Espritu Santo olioque guardbase en una ampolla en la iglesia mayor de Reims, tambin vocada a sanRemigio. Por un momento todo le pareci liso y llano. Pero vuelta a la realidad,palpaba lo imposible del empeo.

    Soy una pobrecilla... no s ni cabalgar ni guerrear...

    Dotada de un slido sentido comn, resistase a aquellos consejos que leparecan quimricos. En nadie encontrara apoyo, sino burla, y guard para s susecreto, como san Francisco de Ass.

    Cinco aos dur la pugna. Las santas y el arcngel persistan en su empeo, yprometanle la ayuda de Dios... Y entretanto, las cosas del reino iban de mal en peor.Se hablaba de un probable ataque ingls a Vaucouleurs, para ganar la plaza ysometer los pueblos de su castellana, entre los que se contaba Domrmy... Dosmeses antes que tal sucediera, Juana cort el angustioso nudo de sus dudas: ira aFrancia.

    Fu una verdadera hombrada si se considera su carcter tranquilo y apacible,que nada tena de bronco ni violento: ni era un marimacho ni una tarasca. Una vezdijo que prefera ser descuartizada por potros cerriles a embarcarse en aquel negocio.

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    CAPITULO V Sire Roberto de Baudricourt

    Ya decidida, surgieron montaas de obstculos. En quin buscar arrimo? Aquin dirigirse? A sus padres, ni hablar; Juana no se olvidaba por la cuenta que letena del sueecito de su papa, y su madre, aun dado que la creyese, nunca seatrevera a oponerse a su marido...

    En cuanto a quin dirigirse, la cosa no tena duda: tratndose de socorrer alDelfn, el indicado era el capitn que defenda su bandera en aquellas tierras: sireRoberto, castellano de Vaueouleurs, a cuatro leguas de Domrmy... pero cmollegar a l?

    Juanita era lista hasta los jueces que la condenaron tuvieron que reconocerlo y adems la necesidad hace cucharas... Se acord de que en un pueblecillo,Burey-en-Vaulx, entre Vaueouleurs y Domrmy, viva una prima y tocaya, casada con

    Durand o Durando Lassois, que era un bendit-o... Y se fu a pasar unos das con ella.A poco de llegada comenz la campaa. No le cost mucho convencer aDurand; le cont el caso, y como titubeara, le record la profeca muy corrida portodo el pas que al alborear el siglo hizo Mara de Avin:

    "Francia, desolada por una mujer Isabel de Baviera, madre del Delfn serrestaurada por una doncella."

    Durand pens que no arriesgaba cosa: unos cuantos gritos del capitn quetena pocos aguantes y echarles escaleras abajo tratndoles de locos, comoefectivamente sucedi.

    Sire Roberto de Baudricourt, era desde haca catorce aos alcaide deVaucouleurs y baile de Chaumont, prebendas heredadas de dos tos difuntos. Noble acuatro vientos, en cuanto pudo con las armas, pele en los bandos de las marcaslorenesas; tal vida le cur de espantos y le hizo astuto y madrigado: saba pegar firmey ganar amigos, es decir, usar del pan y del palo. A veces guerreaba por el Delfn y aveces por su cuenta, pero procurando ir en unas y en otras a golpe seguro, lo mismoque en sus dos matrimonios, ambos con viudas ricas.

    Con tal galn tena que habrselas Juanita, y con la agravante de no estar elhorno para bollos, pues se cerna sobre l la tronada de una acometida inglesa contrasu tierna y castillo.

    Pero, quin dijo miedo!, la Doncella, con su gurrumino rodrign y su traje rojoremendado, se le plant delante y le dijo de buenas a primeras:

    Vengo a vos de parte del Seor, para que digis al Delfn se abstenga depresentar batalla a sus enemigos, pues el Seor le enviar un socorro all porCarnaval. (Marzo de 1429.)

    La carcajada debi de orse desde el puente levadizo. Conque irle al Delfn conmensajes celestes transmitidos por una patanal... En eso estaba pensando... Y eraella la que iba a llevarle el socorro, y en Carnaval? A juzgar por el traje, bien pudieraser...

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    Ilustracin 3. Puerta de Francia, en Vaucouleurs, por donde sali Juana de Arco para ir a la corte delDelfn

    Y les mand que se fueran por donde haban venido, no sin aconsejar a Durand

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    volviese a la chica a casa de sus padres, despus de darle unos buenos soplamocos.

    Y para su coleto pensaba que recomendarle prudencia al delfn Carlos era llevaragua a la mar y lea al monte: otra cosa podrale faltar, pero lo que es prudencia...

    Juana volvi a su casa sin perder nimos a pesar de aquel jarro de agua fra. Laaventura se divulg por el poblacho. Se la sealaba con el dedo burlonamente: "Esa

    es la que restaurar Francia y su sangre real."La tormenta esperada descarg. Antonio de Vergy, gobernador de Champaa, y

    su hermano Juan, cayeron con mil hombres de armas sobre la castellana deVaucouleurs, y naturalmente no dejaron estaca en pared.

    Huyeron las poblaciones aterradas de Greux y Dom-rmy y se refugiaron en lavilla de Neufchteau, dos leguas - ms all, pero ya en tierras del duque de Lorena, ypor ende a cubierto de barrabasadas.

    Dos semanas pasaron all Juana y sus padres, al volver lo hallaron todo enescombros, casas, huertas, mieses, hasta la iglesia y su campanario, que tan til les

    era para atalayar la contornada.Y bien venga el mal si viene solo! Los ingleses parecan decididos a terminar.

    Atacaban a Orlens con el santo propsito de echar a los franceses al otro lado delLoira.

    La empresa contra la plaza fu muy mal mirada por los juristas y los hombresbuenos de entonces: era un desafuero con todas las de la ley. Los britanos haban,tiempo atrs, hecho prisionero a Carlos de Orlans el duque poeta y teniendo sucuerpo, deban respetar sus bienes...

    Ya, ya. Irles con esas triquiuelas a los ingleses!... Positivistas como siempre,hicieron orejas de mercader y comenzaron las obras del sitio, porque Orlens lesconvena: tal como estaban las cosas era el corazn de Francia.

    Juana, entretanto, ansiaba ver de nuevo a sire Roberto. Santa Margarita y santaCatalina exhortbanla a diario, impulsndola hacia su misin. Y el pretexto para volvera Burey se present: su prima iba a dar a luz y fu a asistirla.

    Cuando sala del pueblo al que no torn ms se despeda de susconvecinos y de sus amiguitas:

    Adis, Grard; adis, Menguette! Me voy a Vau-couleurs!

    Y, a Roma por todo, volvi a ver al jovial castellano. Las cosas no estaban comoantes. Baudricourt haba capitulado, a primero de agosto, con Antonio de Vergy, sibien la plaza estaba an por entregar, pues era una de tantas rendiciones a trmino,que no regan de recibir socorros los rendidos antes del da de la entrega.

    Otra vez frente al capitn, repiti Juana su mensaje sin turbarse con el recuerdode los pasados donaires de sire Roberto. Ahora afirm concretamente que Dios laenviaba para levantar el sitio de Orlens y llevar al Delfn a consagrar a Reims.

    Baudricourt la escuchaba silencioso, sin burlas esta vez, y sin que la cleracomo en su fuero interno tema Durand se le subiese al campanario, porque aun alos ms enteros les amansa la desgracia. Pero dudaba, era un caso tan extraordinarioque tema, dndole crdito, desprestigiarse ante la corte.

    Qued la cosa en suspenso, pero Juana no se alej de la villa. En su iglesia deSanta Mara, en una cripta en que se veneraba a la Virgen con el ttulo de NuestraSeora de la Bveda, pasbase horas y horas en oracin. All se le aparecan las

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    santas, incansables en animarla.

    Y como en los pueblos todo se sabe, pronto fu cosa corriente y moliente elempeo de Juana; labradores, villanos, hidalguillos, soldados, todos le comentabansegn su caletre y sentir, unos en pro, otros en contra: saca tu pleito a concejo y unoste dirn blanco y otros te dirn negro.

    Sin cuidado le tenan a Juanita tales controversias. Decidida a ir a Francia, nadaen adelante la disuadira. Antes lo tema ms que ser despedazada por potroscerriles, ahora:

    Es necesario vaya donde el gentil Delfn, es la voluntad del Rey del Cielo.Aunque tenga que ir arrastrndome de rodillas, ir.

    Dos personas estaban abiertamente a su lado: un hidalgo lorens casicuarentn, Beltrn de Poulengy, y un hombre de armas de sire Roberto, Juan deNovelompont, llamado por todos Juan de Metz, lorens tambin, frisando la treintena,con alguna pecunia y un carcter vehemente. Ambos, es de creer, trabajaban lapartida con el alcaide, pero ste segua en sus cogitaciones, perfectamente lgicas,sin decidirse a dar un paso.

    A Juan de Metz le arda la sangre de impaciencia, y un da que top con Juana,le dijo en son de reproche:

    Qu haces aqu, amiga? Vamos a consentir que echen al rey del reino y anosotros nos hagan ingleses?

    Y como le contase con pena cuntas dificultades haba, la cogi las manos:

    Yo te prometo, Doncella, que Dios mediante y con su ayuda, te llevar ante elRey. Cundo quieres partir?

    Hoy mejor que maana, maana mejor que al otro da...El guerrero haba tropezado con la horma de su zapato: al fin ambos eran

    loreneses, gentes de sangre caliente, violentos, poco amigos de vacilaciones.

    Y pensaron en los pormenores del viaje, largo y por pas cuajado de enemigos.Una mujer en tales pasos era un estorbo y un peligro. Juan la aconsej vistiese dehombre. A ella le pareci bien, as ira ms segura; lo del traje, por otra parte, laimportaba poco o nada. Santa Catalina de Sena, cuando tena diez y siete aos,pens hacer lo propio para ingresar en un convento de la orden de predicadores.

    Obstculos desconocidos, fciles de suponer retrasaron la partida. Entretantosire Roberto rumiaba en su magn el caso inaudito de una pastora obstinada ensocorrer al rey de Francia. Haba en ello algo de extrao, y como no se juzgabacompetente en cosas de tejas arriba, decidi consultarlo con mosn Juan Fournier,prroco de Vaucouleurs, quien, por si el-diablo andaba en la conseja que todopudiera ser decidi exorcizarla; y dicho y hecho, los dos se presentaron en la casadonde viva Juana.

    sta, naturalmente, ni huy del agua bendita, ni retorcise dando alaridos, comoes de rigor en esos casos. Por el contrario, se arrodill sumisa a los pies delsacerdote. Visto lo cual comprendieron su error, y al sire se le quit un gran peso deencima: Pateta nada tena que ver en el asunto.

    Pero pasaba el tiempo y Juana se consuma en su forzada ociosidad. A fines deenero (1429) no quiso esperar ms, y vistiendo un traje de Durand Lassois, y en sucompaa y la de Jacques Alain, un convecino, parti para Francia. Sin embargo,

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    andada poco ms de una legua, la Doncella decidi retornar a la villa, y susacompaantes la obedecieron: no era as cmo ella deba ir al Delfn.

    Pero todo no le iba a salir mal. Una circunstancia imprevista vino a apoyar susplanes. Un mensajero real lleg al castellano con la mala nueva de la derrota deKouvray, en que el condestable de Escocia y el seor de Orval fueron deshechos por

    los ingleses: es la famosa "Batalla de los Arenques". Ya se hablar de ella; tratbasede meter un convoy de vveres en Orlens, y fracas sangrientamente la intentona. Laciudad se perda sin remedio, y una vez dueos de ella, era un juego para los anglosganar Tours, Blois y Chinon: todo lo que le quedaba al Rey, como quien dice.

    Ante tales andanzas, sire Roberto sali de dudas: qu importaba un fracasoms?, qu mal poda seguirse de enviar al Rey la pastorcilla obstinada en salvarle?,qu se riesen de l los cortesanos?... No estaran para muchas risas tras talesdesventuras...

    Ya iba a partir, por fin, Juana... Pero su fama creciente la hizo perder unos das:Carlos, duque de Lorena, quera verla y la llamaba a Nancy. Y all fu la Doncella,

    poca cosa, veinte y pico leguas a caballo.Monseor viejo y achacoso se empe en hacerla mdica, es decir, en que

    le diese algn remedio para su salud precaria. Ella le dijo que no saba nada de esascosas pero que pedira a Dios su curacin. El duque le regal un corcel negro yalgunos dineros, que no le vendran mal, pues deba tener muy pocos.

    Casi en cuanto volvi, parti para Chinon, donde estaba el Delfn. Laacompaaban el mensajero realColet de Vienne un arquero llamado REicardo,Beltrn de Poulengy y Juan de Novelonipont, que pagaron los gastos de viaje. temms, dos criados de stos.

    Se haba cortado el pelo en melena igual que los donceles y portabacalzas y jubn, becoqun y espuelas como un paje.

    Cuando iba a salir en su caballo negro por la puerta de Francia, sire Roberto laentreg una espada, dando una recia voz:

    Ve, y venga lo que venga!

    Y se oy de muy lejos, porque era hombre de gran resuello.

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    CAPTULO VI Breve ojeada histrica

    La guerra llamada de los Cien Aos, tuvo como todas las cosas humanas susaltibajos. Pero desde que recay la corona en Carlos VI, fu de mal en peor paraFrancia. Su creciente locura, con raros intervalos lcidos, le iba sumiendo da a da enla idiotez. De hecho gobernaba su esposa, Isabel de Baviera, apoyada por el hermanomenor del monarca, Luis de Orlens padre de Carlos del que ya se ha hablado ydel famoso Dunois . Era galante y manirroto, y siempre que poda enseaba lasuas a los ingleses, a los que gan diversas plazas. Se le acusaba de haber ma-leficiado al Rey, quien cuando estaba en su sano juicio, peda proteccin a su deudo yvasallo Juan Sin Miedo, duque de Borgoa, vasallo que tena dominios tan extensos yricos como su seor.

    Orlens, para sus prodigalidades, carg algo la mano en los impuestos a la villade Pars, coyuntura aprovechada por el borgon para hacerse una aureola de popu-

    laridad oponindosele.La rivalidad entre ambos se encon, y como eran grandes, arrastraron parciales.

    Mediaron familiares y amigos y hubo una reconciliacin aparente. Ambos comulgaron juntos el sbado, 20 de noviembre (1407); juntos tambin cenaron el martes... y elmircoles a la noche Orlens fu asesinado por los partidarios de Borgoa, quien secur en salud huyendo a Lille.

    La sangre suele atraer sangre. Se dividi el reino en dos bandos: los orleanistas,capitaneados por Bernardo, conde de Armaac de quien tomaron el nombre ylos borgoones. Los armaacs eran gentes meridionales, del Loira para abajo, verosfranceses, en tanto que entre los soldados de Borgoa, predominaban los naturales

    de Flandes, de Hainaut y del Artois o Nueva Borgoa, todos de habla alemana.Fu una guerra enconada y estril, de escaramuzas y sorpresas, sin claro

    vencedor. Borgoa llam en su ayuda a los ingleses (1411). Enrique IV se limit aenviarle algunas tropas, mas su heredero, Enrique V, reivindic las ancestralespretensiones de Eduardo III al trono de Francia origen de la guerra de los CienAos , pas al continente y bati a los franceses en Azincourt con gran estrago.Apoyaba adems sus derechos en estar casado con Catalina, hija de los reyescristiansimos. Pero su nico fuero era la fuerza, pues amn de haber un hijo varn el delfn Carlos rega en el reino la ley slica que no admite hembras en el trono y Catalina no era la primognita de las hijas.

    En mayo y junio (1418), los borgoones, a una con la plebe de Pars, cazaroncomo a alimaas a los soldados de Bernardo de Armaac. El Delfn escap a duraspenas de la carnicera, que fu espantosa, y se refugi en Bourges.

    Tratse una reconciliacin (1419) entre l y Juan Sin Miedo. Se concert laentrevista en el puente de Montereau. Ambos prncipes iban acompaados departidarios. Durante las vistas se agriaron los nimos. El duque ech mano al puo desu espada, pero en un momento rod acribillado de heridas.

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    Ilustracin 4. Itinerario de Juana de Arco en su viaje de Vaucouleurs a Chinon

    Sucedile en la Borgoa su hijo Felipe el Bueno, quien, segn las costumbres deentonces, hered con el ducado la venganza. Sagaz poltico, robusteci su amistadcon los ingleses, para proseguir ms a sus anchas aquella guerra inacabable, llena de

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    falsas y celadas.

    El pobre Delfn era el rigor de las desdichas. Hasta su madre le traicion ydesheredle por el tratado de Troyes (1420): a la muerte del triste rey demente,Catalina y Enrique reinaran en Francia. Achacle adems y tal vez con razn lamuerte de Juan Sin Miedo. No es de extraar, pues, que el infeliz anduviese huido,

    ocultndose de su mismo pueblo en remotos castillos.Poco le dur la alegra a Enrique y no mucho ms la locura a Carlos: ambos

    murieron dos aos despus, con breves semanas de intervalo. Tena el rey difuntodos hermanos; los dos fueron regentes de su hijo Enrique, nio aun. El uno,Humphrey, duque de Gloucester, gobern la Inglaterra; el otro, Juan, duque deBedford, las conquistas de Francia.

    Bedford, la mejor cabeza quiz de ambos campos, procedi con suma habilidad.Casse con Ana, hermana del duque de Borgoa, reforzando as los vnculos coneste pas, y prosigui la guerra. Hubo de todo: los escoceses aliados de Francia ganaron la batalla del puente de Baug, gran desastre ingls vengado en Cravant (30

    julio 1423). Un ao despus (17 agosto 1424), se repiti la suerte en Verneuil, dondecayeron casi todos los auxiliares escoceses. Tras esta hecatombe, el Delfn hua sinrumbo fijo de ciudad en ciudad, de castillo en castillo, pasando de las exaltacionesreligiosas a los placeres... Y en tanto, la comarca al norte del Loira se consuma en latrgica hoguera de la guerra. Aquel triste verano fu cuando las "voces" hablaron aJuana "de la gran cuita del reino de Francia".

    La enemistad con el duque de Gloucester llev a Felipe el Bueno a tratar con elDelfn una paz, paz que nunca llegaba y reducase a falaces treguas que ambospartidos violaban cuando les convena. Reinaldo de Chartres arzobispo de Reims viendo difcil expulsar a los ingleses a punta de lanza, recurri a separar de su

    partido a Borgoa. No iba mal encaminado, pues sin ella no poda Inglaterra mante-nerse en Francia. Pero no contaba con Felipe el Bueno, un zorro que iba a lo suyo ynada ms. Le convena que Inglaterra y Francia se deshiciesen en la pugna, y a rorevuelto acrecentar sus dominios, as es que ni rea del todo con unos ni se amistabacon los otros, y era una incgnita peligrosa para ambos.

    Juana vino a deshacerle el juego, y por eso cuando sus tropas la aprisionaron laentreg la vendi, mejor dicho a los britanos sabiendo muy bien que laquemaran. Pero no le vali, la semilla estaba echada: nada de paces con Borgoa;sacudir duro a los ingleses hasta echarlos a sus islas. Y as se hizo. Juana, como elCid Campeador, gan batallas despus de muerta.

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    CAPITULO VII La cabalgada hacia el Delfn

    Ir de Vaucouleurs a Chinon es pasar como quien dice Francia de lado a lado.Unas 150 leguas. Viaje penoso, malas sendas, ros que con las lluvias iban fuera demadre, tiempo rudo de invierno... Y no era esto lo peor, sino la guerra. Estaban loscampos cuajados de bandas de armaacs y de angloborgoones, que tanto montabapara el caso, pues todos eran a cual peor, y caan como la langosta sobre amigos yenemigos en las encrucijadas y las salidas de los caminos.

    No era, pues, grano de ans la empresa a que se arrojaba la Doncella con suminscula escolta, aventurando la vida por aliviar la pena de su rey, y puestas susconfianzas en Dios.

    ... Pero tambin con el mazo dando. No haba que descuidarse, porque cuandola aventura es loca, el aventurero debe ser cuerdo. Caminaban de noche, por

    senderos desusados, entre los bosques, pisando la hmeda seroja, azotados por elviento aquilonar y fro... Se evitaban los castillos hostiles y los lugares guarnecidos delenemigo.

    Para los guerreros compaa de Juana, aquello era el pan nuestro de cada da;desde que nacieron no haban hecho otra cosa. Duchos en ardides, llegaban hastaentrapajar los cascos de los caballos para evitar ruidos delatores...

    En la primera jornada, a sol puesto, se alcanz la abada de San Urbano, aorillas del Marne. Aldabearon sus puertas hospitalarias, y en la hospedera hicieronnoche. Contaban de antemano con buena acogida: el abad, Arnaldo de Aulnoy, eradeudo de sire Roberto.

    Otro da de maana, Juana y los suyos oyeron la misa principal o conventual, ydespus, a caballo! Pasaron el Marne por el puente frontero al monasterio,comodidad gozada por ltima vez, pues como sus jornadas eran a salto de mata yrehuyendo caminos reales y calzadas, tuvieron en adelante que vadear cuantos rostoparon: el Aube, el Sena, el Yonne...

    Segn ya se dijo, caminaban de noche y con sigilo. Dorman breves horas en ellleno del da, sobre paja o en el santo suelo, sin aliviarse apenas de las armas. Juanatendase vestida entre Beltrn de Poulengy y Juan de Metz, los ms formales de lacuadrilla.

    Buen humor, eso s, no faltaba. Guerreros por naturaleza y por gusto,

    despertaban cada maana un poco extraados de estar vivos aun, y entrbales tal jbilo con aquel crdito de un da ms concedido por la suerte, que les retozaba laalegra en el cuerpo, y como de algn modo se tenan que desahogar, daban bromaspesadas a Juana, para pasar el rato riendo su susto. Gritaban.:

    Ah estn, ah estn!... Los "godons", los "godons"!... Ah vienen!...

    Y volvan grupas fingiendo pnico.

    Juana los crea a pies juntias, pero no se acobardaba:

    No corris... En nombre de Dios! que no nos harn mal...

    As una y otra vez, hasta que se cansaron. Comprendieron que perdan eltiempo y que la aldeanita estaba curada de espantos. Cesaron entonces las burlas,porque adems no estaba el horno para bollos: los peligros eran cada vez mayores, y

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    los "godons" u otros compadres de su parigual podan venir muy bien hasta sin serllamados...

    Segua la marcha nocturna bordeando las laderas de arbolados montes, bajo elplido lunar y la estrellera; cruzbanse los campos anieblados al filo del alba... Secoma lo que se topaba, y con buen aire; claro es que ni gallinas ni aves regaladas:

    queso duro, mohoso pan de hordio, parvos tragos de vino tinto, tras breve jaculatoria:"Quien bendiga a la Madela, bendiga nuestra cena..." Y el corto sueo receloso, y laespera inquieta a que acabase el da, y luego el cauto cabalgar... Gracias a Dios quelas noches de invierno son largas!

    As da tras da, avadaban los ros uno tras otro, cruzaban tierras y tierras... Porfin llegaron a Auxerre. Juana pudo or misa en la iglesia de San Esteban: ganas tena,era su mayor pena durante todo el viaje.

    De Auxerre a Gien ciudad riberea del Loira no hay mucho andar y lohicieron cmodamente en una jornada. Ya estaban en tierras del rey de Francia;atrs, a sol saliente, quedaban los enemigos entre los que haban caminado 75

    leguas, cosa que a la prudencia de todos pareci tentar a Dios, sin comprender queJuana se rega por nortes diferentes.

    Pero no cesaron los peligros. La fama creciente de la Doncella la da.Noticiosos de que la enviaban al Rey, algunos hombres de armas forrados debandoleros, tendironla una emboscada: sus planes eran claros, apresarla, meterlaen un hoyo, taparle con una piedra, y lo ms substancioso, pedir un buen rescate queel Rey de fijo pagara, puesto que la mand traer a su corte.

    Afortunadamente fracas, y Juana y los suyos llegaron sin novedad a Fierbois,donde tena enclavado en floresta un templo santa Catalina. De los muros delsantuario colgaban exvotos de cadenas y arneses, que los prisioneros

    francoescoceses, libres por intercesin de la santa, la ofrecan en susperegrinaciones.

    Desde all hizo escribir al Rey pues ella no saba avisndole de su llegada,contando el suceso del viaje, y ludindole anuencia para visitarle en sus palacios deChi-non. Sin esperar respuesta emprendi el camino. Lleg a la villa el 6 de marzo,cuarto domingo de Cuaresma, tras once das de jornada. Collet de Vienne eltrotero real ducho en posadas, la aloj en un hostal bien afamado, no lejos delcastillo.

    La tragedia iba a comenzar. Adis vida pasada! Ya nunca ms sera Juanilla lade maese Jacques. Nadie aqu conoca sus parvuleces, ni sus retozos y audacias de

    pechecilla... Nimbbala una leyenda milagrosa: era la Doncella que salvara a Francia.

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    CAPTULO VIII Orlens

    Quede Juana ante los muros reales, pues conviene ir ro arriba en el tiempo,poca cosa, unos meses, para mirar de cerca y desde sus inicios el sitio de Orlens,revelacin de la Doncella y principio del fin de los ingleses en Francia.

    Cmo se resolvi intentar la empresa? Slo Dios lo sabe, pues el duque deBedford la persona que mejor deba saberlo nunca lo supo. Cierto que l trajode Inglaterra, el ao antes (1427) un buen ejrcito, diez mil hombres, bien guarnido deartillera mayor y menor, y como aun no le parecieron bastantes y con razn milord Salisbury activ cuanto pudo la recluta al otro lado de La Mancha durante todala primavera. Naturalmente que las tropas no se levantan para estar mano sobremano, como mujer de escribano. Pero siempre se pens en Angers. Sin embargo,hubo en Pars junta de capitanes, Salisbury Talbot, Scales, Suffolk, y de all brot laidea contra el deseo de Bedford... Fu un mal negocio, y alguno de sus impulsores

    dej all los huesos, pero no disparate, sino terrible necesidad. La situacin de losingleses en Francia devena por momentos crtica; eran pocos, la tierra vasta yesquilmada, slo a fuerza de audacia y victorias fulminantes podan conservar suprestigio de eternos vencedores. Triunfaban siempre, o casi siempre. No osaban losfranceses combatirlos sino con abrumadora superioridad numrica y ni aun as... Y sinembargo, perdan la guerra.

    Eran pocos para atacar a Orlens, bien fortificado y con un ancho ro delante,pero los hombres son para las ocasiones y haba que jugarse el todo por el todo. Sinla intervencin de Juana, se salen con la suya. Y naturalmente ni Salisbury ni Talbotpensaban en milagros al echar sus cuentas.

    Ya se dijo fu muy mal miradopor los franceses, naturalmente el ataque aOrlens, estando prisionero Carlos su duque... Escrpulos de Micifuz y Zapirn. Nohaca mucho que cautivo tambin Alencon, los britanos conquistaron su ducado...Orlens habase salvado de la guerra hasta entonces mediante un tributo desde1424 a 1426 y porque los ingleses tenan pocas fuerzas. En cuanto se creyeroncon bastantes, se la fueron encima. Universidad, obispado, rica en contratacin eindustrias, era la mejor ciudad que quedaba al Delfn; ganada ella, caeran sin es-fuerzo Blois, Tours, Poitiers... Como dice el Evangelio, donde el cuerpo estuviere, allse juntarn las guilas; sir Toms Montaigu, conde de Salisbury y del Perche y primode Enrique VI, la arremeti con sus cinco mil aguiluchos, que en poco tiempo habanexpugnado cuarenta villas y castillos enemigos. Ni eran muchos ni pocos; la ciudadtena entonces quince mil almas, que se doblaron al refugiarse en ella la gente de losalrededores.

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    Ilustracin 5. Plano del sitio de Orlans

    Comenz la fiesta el 12 de octubre. Los ingleses emplazaron a su sabor laartillera, que era una maravilla para el tiempo: seis grandes pedreros de hierro,capaces de lanzar balas hasta de 45 centmetros de dimetro; catorce caoncillos decobre llamados oiseleurs pajareros, cazapjaros que arrojaban piedras de dos li-bras; treinta y pico piezas diversas y diez y seis caones de mano, es decir, enormesmosquetes cellados de hierro. Municin abundante de plomo y de piedra; saetas,arcos de repuesto, paveses enormes escudos de madera que cubran casi del todoal combatiente nada faltaba... Los isleos gastaron con mano larga: 666 libras, 13chelines y 6 peniques. Quedan las cuentas.

    Pero los franceses no se quedaron atrs. Orlens estaba bien ceida por slidasmurallas de 13 a 33 pies de altura desde el fondo del foso, lleno de agua del Loira

    coronadas por treinta y cuatro torres. Buena artillera, gente no faltaba, capitanestampoco: Dunois, La Hire y Poton de Xaintrailles, que no eran ningunos ranas yhaban dado a los "godons" ms de un disgusto... Y hasta los burgueses y lamenestrala de la villa, que hacan a pluma y a pelo y lo mismo despachaban unatercia de lana o unos escarpines cairelados, que largaban un virote al ms guapo,desde encima de la muralla, que en este mundo hay que saber nadar y guardar laropa...

    Y no se anduvieron en chiquitas; para que el enemigo no pudiera arrimarse, acubierto a los muros, derribaron todas las casas y hasta las iglesias arrabaleras. stasno del todo, porque eran muy slidas, y sus ruinas fueron utilsimas a los sitiadores...

    Parecan decirles el refrn: ce n'est pas mande pour vos oiseaux ("no es carne estapara vuestros halcones") o ms a lo vivo: "la vers, pero no la catars"...

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    Y aparte del entusiasmo patritico y del amor a su rey, el temor les hostigaba apelear como buenos. De la tropa que tenan enfrente haba que esperarlo todo. Losgrandes escaparan aflojando la bolsa para un crecido rescate, pero los hidalguillos ylos del estado llano ay de ellos!... La hacienda, volavrunt desde luego, y la vidapendan del capricho del triunfante: que Salisbury o Talbot estuviesen de mala vuelta,y no quedaba ttere con cabeza. (Es decir, con cabeza, s, porque solan ahorcarlos, otirarlos al ro metidos en un saco.) Como se ve, la cosa era para dar nimos acualquiera. Se acopiaron vveres hasta para dos aos flechas, cobre, plomo,azufre y salitre... Los dos heraldos de la villa Orlens y Corazn de Lis bajaronhacia el sur, hacia el Borbonesado y el Languedoc, invitando a los guerrerosprofesionales y a los aventureros desperdigados aqu y all para defender la ciudad,con promesa de paga larga y buenas mantenencias.

    Pronto acudieron capitanes de banda curtidos en la guerra contra el ingls consus gentes, no muy catlicas, pero a las que nadie hizo ascos entonces: los Villars,los Chaumont, los Saintrailles o Xaintrailles, y un espaol de cuenta, don Matas deAragn. Como en todas las guerras nacionales, se daban sin regatear vida y bienes, y

    no faltaron tampoco los clrigos que colgando los hbitos alistaron partida.As las cosas, desde Joinville envi dos heraldos Salis-bury intimndoles a la

    rendicin. Atendironles los de la villa cortsmente, les alojaron en el hostal de laManzana, a qu quieres boca, como suele decirse, les ofrecieron un presente de vino era famoso el de Orlens para el mi-lord... Pero en lo de entregar la ciudad,nones.

    Y como el chubasco se mascaba, recurrieron con letanas y rogaciones a sussantos patronos Euberto y Aano, que en vida fueron sus obispos.

    El 12 de octubre, como ya se dijo, descarg en forma de un caoneo enrgico,

    en que las bolas de piedra menudearon sobre la villa con gran quebranto de tejados,paredes, etc., y muerte de una comadre que viva cerca del ro. No fu mucho para loque se esperaba.

    Poco despus, la artillera de los maestros Filiberto de Moslant y GuillermoAppilby, deshizo doce aceas sitas junto a la Torre Nueva. No se amilanaron losburgueses, y para no quedarse sin harina al faltarles aquella molienda, construyeronintramuros once tahonas, o sean molinos movidos por caballeras.

    El ataque ingls se diriga de Sur a Norte, desde la orilla izquierda del Loira a laderecha en que se emplaza Orlens, y recay como era de suponer en el hermosopuente de piedra de diez y nueve arcos, orgullo de la ciudad. Su quinta arcada

    apoybase en la isleta llamada Mota de San Antonio o de los Pescaderos, dondehaba una capilla dedicada al santo y un castillete de igual nombre. Tocando casi laribera izquierda en la arcada decimoctava dos torrejoncillos unidos por unabveda defendan la entrada del puente. Se les llamaba las Tourelles;delante, y entierra firme ya, haba un recinto murado, llamado la Barbacana de las Torrecillas.

    El 21, los ingleses las asaltaron. Les fu mal. Unos pocos soldados y las miliciasciudadanas les rechazaron con prdida; dur cuatro horas la zambra, en la queintervinieron con denuedo las orleanesas, pasando de mano en mano tantos calderosde agua caliente, ascuas y aceite y sebo hirviendo, y con tal prisa, que no dabanabasto a recibirlos los "godons" sobre sus pecadoras testas y costillas.

    "Ms vale maa que fuerza", pensaron 1-os chamuscados, y dos das despuscayeron los defensores en la cuenta de que a la chita callando les haban minado elfuerte. Hubo que abandonarle y tambin el castillejo de los torrejoncillos, que nada

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    vala contra los caones. Pero antes se construy en la arcada oncena en el lugarllamado de la Bella Cruz, por una de bronce dorado que haba un fuerte de tierra yempalizadas, y se cort el puente dos arcos ms adelante.

    No se hicieron esperar mucho los ingleses: el 24, domingo, se entraron derondn en las Tourelles, hicieron un bastin de tierra y fajina, y quebraron otros dos

    arcos, uno delante y otro detrs de la obra.Por la tarde milord Salisbury subi a una de las torres con William Glasdale, se

    asom a la ventana para ver la ciudad, pensando por dnde hincarle el diente, pues laquera, segn su costumbre, tomar por asalto.

    Pero el hombre propone y Dios dispone; una bala contraria dio en las jambas dela ventana, y una piedra desprendida al golpe, en la cabeza de sir Toms; le sac unojo y le llev media cara. Tres das despus mora en Meung de Loira. Sus hombreslo sintieron porque era un capitn experto y feliz en la guerra.

    Se dijo que el tiro le dispar un nio, y que el lord so la noche antes que unlobo le despedazaba. Se dijo tambin que un famoso estrellero haba predicho sumuerte. De ser as no debi quedarse calvo por el augurio: los capitanes de entoncesno solan morir en la cama, y lo mismo que l cay sir Juan Talbot el Aquiles ingls y William Glasdale.

    Al otro da de esta muerte, entr en la ciudad Juan, el Bastardo de Orlens,lugarteniente general del rey, despus conde de Dunois. Traa ochocientos hombres ycapitanes de chapa, entre ellos el gran La Hire. Los orleaneses podan estarcontentos, y lo estaban.

    Los britanos, por el contrario, haban perdido nimos. El invierno se echabaencima, las deserciones fueron cosa corriente... Por otra parte, en la estacin malanada podan hacer contra la villa. Ketiraron sus tropas a lugares ms convenientes yno muy lejanos: Meung y Jargeau. Quedaron slo en las Tourelles quinientosnormandos bajo las rdenes de milores Moleyns y Poynings, pero de hecho man-dados por William Glasdall o Glasdale al que los franceses llamaban Glacidas hombre del Norte y buen soldado, a quien no asustaban fros ni combates.

    Buena ocasin se perdieron los sitiados si tal puede llamrseles derecobrar el castillete perdido y exterminar sus defensores. Sin embargo, ni siquiera lointentaron, quiz y es lo ms probable no lograran entenderse los capitanes,quiz el prestigio de los ingleses inclume aun les tuviera a raya; lo cierto esque se contentaron con destruir del todo 1-os arrabales de la ciudad a la vista de losenemigos, que los dejaron hacer, impotentes por su parte para emprender nada.

    El primero de diciembre lleg a las Tourelles sir John Talbot con trescientoshombres y alguna artillera, que emplazada prestamente inici un violento bombardeo.La plaza contest, y de firme, pues tena setenta piezas de diversos calibres, y unmaestro lombardero, llamado Juan de Montesglere. El tal Montesclaros, amn deducho en su arte, era un socarrn de marca. Con una culebrina talludita hacaestropicios a porrillo en las obras y aun en el individuo de los ingleses, y como nosiempre se va a estar serio y es conveniente darse un verde entre dos azules, maeseJuan, en cuanto una de las peladillas venidas de ultra ro caa cerca de l, haca lamortecina, como la zorra del cuento, y sus compinches, muy bien ensayados, lecogan en brazos con gran sentimiento y le llevaban a la villa. Sentimiento que les

    saba a gloria a los ingleses, y creyndole muerto o malherido, daban zapatetas ycabriolas de puro gusto... Su gozo en un pozo: maese Juan "resucitaba" como Lzaro,y la empecatada culebrina segua haciendo de las suyas a ms y mejor.

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    As continuaban las cosas, sin grandes percances ni presuras. En Navidad hubouna tregua, y William Glasdale, que a pesar de ser un tanto violento y algo malhablado como se ver, tena tambin su alma en su almario, y se acordaba del homecomo cualquiera, pidi a monseor Juan le enviase una tropa de ministriles paracelebrar las Navidades con cantos y villancicos... Y all fueron los msicos orleanesescon sus sacabuches y trompetas bastardas. Los Tomies y los Billies, se divirtieron delo lindo, y el jolgorio se oy desde la ciudad... Acabada la Pascua, acabada la tregua;cada mochuelo a su olivo y zambombazos por los aires.

    El final de ao vio una notable maniobra inglesa: el conde de Suffolk y Talbot,llegaron con dos mil quinientos soldados por la orilla derecha del ro, y tras un seriocombate con los exploradores de la plaza, construyeron un campo fortificado muycapaz, con barbacanas y castillo en San Lorenzo des Orgerils, no lejos de la puertade la villa llamada de Kegnard o Renard, y casi enfrente, en la orilla izquierda, unabarbacana en el lugar llamado Saint-Priv, y otra entre ambos puestos, sobre unaisleta del Loira.

    A un tiro de ballesta de San Lorenzo, construyeron la barbacana o bulevar de laOroix-Boise, y ms hacia el Norte la de las Doce Piedras, que llamaron de Londres.Quedaban as cerrados los caminos de Blois y de Mans. .

    Estas obras molestaban algo a Orlens, pero no impedan la entrada de tropasni de vveres, pues slo vigilaban y en parte la zona Sur y Oeste. Lasescaramuzas no cesaban, pero siempre con poca prdida.

    Diversas veces atacaron los ingleses la puerta Regnard, donde el muro eramenos slido, pero sus intentos harto desmayados se rechazaban fcilmentepor los defensores. No iban bien para ellos las cosas. Los meses pasaban y lasituacin segua la misma, con la agravante de estar los sitiadores peor que los

    sitiados, debido a sus escasos vveres y a sus psimos refugios contra los fros delinvierno. Pero la guerra es un constante azar, y cuando menos se esperaba, laineptitud y petulancia de un jefe francs proporcion a su bando una tremenda derrotaque elev la moral de los enemigos, tanto como deprimi la de los orleaneses. Fucomo sigue.

    A los llamamientos del Rey acudi a Blois a primeros de febrero la nobleza deAuvernia, con sus mesnadas bajo las rdenes de Carlos de Borbn, conde deClermont o Claramonte, un barbilindo de escaso caletre y menos bros, comocumplidamente demostr. Se le unieron all las gentes del Borbonesado, y ms tardeel Bastardo de Orlens, que sali de esta ciudad con doscientos hombres de armas,al saber que sir John Falstolf traa de Pars un convoy para los sitiadores. Mandados

    todos por Clermont, partieron hacia Etampes para cortarle el paso. El 11,abandonaron la ciudad con el propsito de unrseles mil quinientos soldados conilustres jefes, entre ellos sir William Stuart-hermano del condestable de Escocia La Hire, Saintrailles y el propio Bastardo, que fu a recogerlos.

    Al otro da llegaron a Rouvray, y de maanita, los hombres de La Hire ySaintrailles vieron venir pian pianito por el camino de Etampes a los "godons", que sinpensar en nada malo arreaban pacficamente una procesin de carretas bienprovistas. Vivos de genio, los gascones de ambos capitanes, quisieron agarrar laocasin por el copete y caer sobre los descuidados... En mal hora se impuso ladisciplina a tan buen propsito y pidieron rdenes a Clermont que aun estaba muy

    lejos... La respuesta no tard mucho: Calma, mucha calma, que all estaba l... Nomover ni pie ni mano.

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    Obedecieron a regaadientes, pensando que quien pierde punto momento,instante pierde mucho, sobre todo en la guerra... Tenan razn; mientras paso traspaso se acercaba el conde ms glorioso que un Santiago, sir John, perro viejo, se olila tostada y sali del trance como hombre probado.

    Dispuso en cuadro las trescientas carretas, trabadas con cadenas, y encerr all

    su caballera. Fuera, detrs de una empalizada de estacas puntiagudas y de picascon el hierro hacia el enemigo, coloc a sus arqueros.

    Viendo el peligro crecer por momentos, Guillermo Estuardo perdi los estribos ycarg temerariamente con sus escoceses, quienes, sin metfora esta vez, quedaronen la estacada. Y l con ellos... Fu una locura a todas luces, que los inglesesaprovecharon bien: soltaron su caballera y no qued uno para contarlo.

    Los del gran Claramonte exploraban denodadamente mientras tanto lascopiosas despensas de Rouvray... Slo el Bastardo acudi al socorro concuatrocientos soldados, y se gan una herida. Pero los anglos se pasaron de listos, ode confiados ya es viejo que en la confianza est el peligro y Poton y La Hire,

    que los vieron deshilados por el campo, cayeron sobre ellos con unas veintenas dejinetes, cobrndose en lo posible el dao recibido.

    Clermont lleg tarde, como puede suponerse, y vindolas mal dadas, seapresur a ganar Orlens. Le-seguan todos los suyos y los pocos francoescocesesque escaparon de la matanza; de zagueros, La Hire y Saintrailles, con cien ojos en lasbastillas inglesas para evitar cualquier desavo.

    Tal fu la famosa batalla de Rouvray, en que Falstof, con mil doscientoshombres y cargado de bagajes, derrot a ms de seis mil franceses. Llamronla losbritanos con su tradicional humorismo la "Batalla de los Arenques", por ser lasgrandes banastas de ahumados malacopterigios las que ms padecieron en su

    campo durante la jornada. Sir John lleg sin resistencia a las bastillas dos dasdespus con su convoy: como la Cuaresma se echaba encima, se compona casi slode los supradichos pescados. Los "godons" no eran malos chicos del todo, y cumplancon el precepto.

    Al otro da del desastre dej Clermont la villa con sus gentes; le siguieron sibien para volver con refuerzos y socorros La Hire y Coulant, almirante de Francia,tal prometieron al pueblo, que los vea partir con tristeza y rabia, seguidos de dos milguerreros. Y cumplieron, andando el tiempo, su palabra. Qued el Bastardo, dandoel pecho a todo. Pero el socorro tan cacareado y del que tanto se prometan unos yotros, haba fracasado trgica y estpidamente.

    Entonces comenz de veras la angustia y la incertidumbre de los habitantes.Vindose abandonados recurrieron a la negociacin. Poton de Saintrailles y dosjurados de la villa fueron enviados a Felipe de Borgoa, pidindole la tomase bajo suproteccin hasta que los horizontes guerreros se aclararan.

    Entre tanto el sitio segua; los ingleses cavaban un foso para ir seguros desde sunueva bastilla Pars que dominaba el camino de sta a la Croix-Boise, y no sepudo impedir. De nada valan los afanes de maese Juan el culebrinero, quien siempreque poda cazaba ingleses, y uno de tantos das atin a tumbar a lord Gray, sobrinodel difunto Salisbury... No probaban los aires de Orlens a la familia, estaba visto.

    Pero lleg una noticia, un rumor extrao trado por quin sabe quin: una

    pastora llamada Juana la Doncella vena a la corte desde las marcas de Lorena...Decase que levantara el sitio de Orlens y despus llevara al delfn Carlos a

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    consagrar a Reims... No era cuento, la haban visto en Gien: vesta de paje y montabaen un caballo negro.

    No hay como la desgracia para creer en milagros. Vindose sin socorro humanole esperaron de Dios. Monseor Juan, acogiendo las splicas del pueblo, envi doshonrados gentileshombres a enterarse a Chinon; su retorno se esperaba con ansia.

    Bedford, en tanto, no se haca ilusiones; bien estaban las Tourellesy Kouvray,pero en conjunto la cosa no marchaba. La ciudad, por hambre, no se renda, ganarlapor asalto con los medios con que contaba era imposible...

    Para la situacin general apuntaba una idea: convena hacer coronar pronto enPars a Enrique. Supo sin duda los propsitos de la Doncella y comprendiendo laenorme trascendencia que en el sentimiento religioso de los pueblos tendra la divinauncin, quiso ganarla por la mano.

    Para la concreta del sitio, pidi cuatrocientas lanzas y mil doscientos arqueros...No llegaron a tiempo.

    Realmente el duque era la mejor cabeza de ambos campos.

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    CAPITULO IX El Delfn y su corte

    Hay que volver a Juana, que esperaba audiencia aposentada en una hostera nolejos de la fortaleza y casa-palacio del Delfn. Aguarda confiada en que todo saldrbien, pues las "voces" se lo han dicho, y no acostumbran a mentir. Su espritu, claro yrecto como un rayo de sol, iba derecho al nudo de las cosas, impulsado por unafuerza superior a todo. Tranquila se present las dos veces a sire Roberto; tranquila ycon ingenua naturalidad hablara al Delfn... Entretanto, rezaba y ayunaba, pues corrala Cuaresma.

    La corte en que Juana iba a penetrar, era la correspondiente a un reydesgraciado y pobre, y pusilnime por aadidura: unos validos suplantaban a otros, lemanejaban a su sabor, hecho ttere de retablo, y a su vez dejaban el campo libre anuevos ambiciosos... Como Enrique el Doliente de Castilla, poda decir habaconocido veinte reyes en su reino: tantos como validos y favoritos de sus validos; ni

    uno menos.El delfn Carlos pues aunque coronado en Poitiers un mes despus de muerto

    su padre, no se le acataba por rey en toda Francia era el onceno vstago de unloco y una casquivana; sali, como era de esperar, enclenque y enfermizo: narizcarnosa y cada, boca grande, chicos ojillos, mejillas flaccidas y plidas y, para colmode primores, patiestevado o patituerto.

    La muerte, segando uno tras otro sus dos hermanos, le empuj al trono, pero eldesamor de su madre y la ambicin de su cuado Enrique V de Inglaterra, hicieroncuanto estuvo de su parte por impedirlo. Da gusto ver lo unidas que son algunasfamilias. Nio de siete aos, tuvo que huir de Pars cuando el duque de Borgoa

    extermin cruelmente a los orleanistas. Refugise junto a Luis II de Anjou, quien lecas con su hija Mara. El matrimonio se celebr cuando Carlos tena diez y nueveaos, pero estaba convenido desde los diez. Pas su adolescencia junto a su nuevafamilia, casi siempre en Anjou y en Provenza. No perdi el tiempo, se hizo all muchospartidarios: todos sus capitanes excepto Juana, que, por su parte, se llevabaadmirablemente con la gente del Sur eran franceses meridionales, y lo mismo elnervio de sus tropas.

    Ya se dijo cmo vise complicado en el asesinato de Juan Sin Miedo. Ello leoblig a entregarse en alma y vida al partido armaac, y a la fuerza fu el rival de losborgoones y sus amigos los ingleses. Y digo a la fuerza, porque era poco dado a

    caballeras y andanzas. Varias veces pidi, casi implor, la paz de los primeros; sloobtuvo treguas traidoras y melosas palabras.

    Dbil de carcter, indolente y desmoralizado, andaba de ciudad en ciudad y decastillo en castillo, acosado por la desgracia, e incapaz de una poltica firme ysostenida.

    A los viejos armaacs, acrrimos enemigos de Borgoa, suplant en la privanzaArturo de Bretaa, luego condestable de Ricliemont, ms contemporizador. Goberncomo rey desde 1425 hasta enero de 1429. Fueron los aos de las grandes victoriasinglesas... Tuvo que dejar el puesto al seor de La Tremouille, presentado por lmismo al Rey; ste le dijo entonces: "Hacis mal, os traicionar; le conozco mejor que

    vos." No pudo quejarse sir Arturo de no estar advertido. El Delfn sera feo, pero notonto.

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    Era La Tremouille grande y carnoso, con hermosa barriga y voz campanuda. Unrefrn argentino dice que hombre gordo, o muy rico o muy sinvergenza; aqu se cum-pli en ambos extremos, lo que rara vez suele ocurrir con los refranes. Hbil, rico y sinescrpulos, no tard mucho en hacerse el amo. Con astucias y ddivas quequebrantan peas se atrajo a los restos del partido armaac, y al partido militar,defensor incondicional de las lises de Francia. Tanto brujule, y tan bien, que no slosuplant a Richemont, sino que le hizo impopular y odioso a los ojos del pasevocando frente a sus derrotas las proezas de los grandes capitanes de antao:Beltrn Du Guesclin el Beltrn Claqun, que ayud a matar a don Pedro el Cruel y Oliveros de Clisson.

    Hombre de componendas y medias tintas, preconizaba sobre todo la paz conBorgoa, con cuyos primates estaba a partir un pin. Pero Felipe el Bueno no sedejaba cazar: si Francia triunfaba, malo; y si Inglaterra, peor, pues unira lasprovincias del Norte a las que en el Sur posea pacficamente desde haca mucho. Suplan era quebrantar a ambas todo lo posible y crecer l por eso no deca nuncala ltima palabra.

    En tal cueva de intereses y pasiones penetr Juana cual lanza de fuego. Cual elimn al hierro, atrajo a los generosos y valientes: el duque de Alengon, La Hire,Saintrailles, el Bastardo de Orlens, y la caterva de los hidalguillos que dejaban sustorres feudales y sus cortas tierras arrasadas por el enemigo, y se agrupaban en tornodel Rey con un mal caballo y la vieja espada de sus abuelos... Los otros nunca laquisieron bien; la fuerza de las cosas les oblig a admitirla, aun a mimarla a veces,pero a regaadientes siempre... Estos eran La Tremouille, Reinaldo de Chartres,arzobispo de Reims, y todos los cortesanos de casa y boca pisaverdes o viejosmarrulleros que huan como liebres ante el solo nombre de los "godons"...

    El pueblo y la clereca apoyaron resueltamente a la Doncella y a los hombres de

    lanza y espada: estaban hartos de bachilleras y diplomacias que no tenan fin, lomismo que sus males y miserias.

    Los otros se plegaron como una caa bajo el viento, esperando cesase el mpetu"para erguirse de nuevo...

    Y el Rey sigui en su eterno juego de aceptar los guas que le ponan: uno ms,qu importaba?... Pero surgieron las victorias; vio que iba de veras el milagro de laDoncella... Ya era rey consagrado, por obra de quien menos esperaba... Acept lacorona y la gloria que le ofreca la pastora extraordinaria y generosa que nada pedalepara s. Acept, pero en el fondo de su alma humillado y envidioso de aqulla, que asu entender usurpaba sus fueros, aun cuando fuese para hacerle bien...

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    Ilustracin 6. Retrato de Carlos VII, por Fouquet (Museo del Louvre, Pars)

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    Juana de Arco Luys de Santa Marina

    Firme en el trono, comenz a minar el pedestal que sus hazaas habanlalabrado, y que le haca demasiada sombra... Vi con secreto regocijo sus primerasdesgracias, y cuando lleg la hora suprema, la abandon, mientras ella, desde lahoguera le proclamaba el ms noble rey de la cristiandad... El afecto ciega los ojos,pasa siempre.

    Pero hay que ir por sus pasos. Cuando Juana solicit ver al Delfn, tuvo unaseca negativa: quin era?, qu quera?

    No contest: slo hablara al Rey; sugiri vena a levantar el sitio de Orlens y allevarle, tras la victoria, a consagrar a Reims.

    No se la tom en serio. Sin duda las cartas de sire Roberto, y la suya, habansido trasconejadas deliberadamente por La Tremouille y comparsa, y el Rey nadasaba.

    Al fin decidise recibirla; el conde de Vendme Luis de Borbn la condujoante Carlos.

    La gran sala estaba llena de cortesanos; ardan cincuenta antorchas en tederosy almenaras. El Rey se confunda entre los palaciegos tocados con galas ms ricasque las suyas y damas con mangas de ngel y altos y puntiagudos capirotes.

    Juana avanz con su simple vestido de paje, gris y negro, levantando murmullosy asombros; parse ante l, hizo una reverencia a la villanesca, y dijo con voz firme,pero de dulce son:

    Gentil Delfn, vengo de Dios para ayudaros a vos y a vuestro reino.

    Tomla el Rey aparte, algo extraado pero amablemente, porque, como dice elproverbio: lis vrais et bons noblois, sont toujours courtois "los buenos y verdaderosnobles, son siempre corteses" -. Sigui una larga pltica de ms de dos horas,manifestando el Prncipe gran alegra en su semblante. Juana cont entonces nica vez en su vida sin omitir detalle, las santas visiones y mandatos que lahaban impulsado hacia l, para salvarle y salvar a Francia.

    A lo largo de este coloquio fu cuando la Doncella rebel a Carlos el famoso"secreto" o "signo" que jams quiso declarar a nadie. Nada en concreto se sabe de l.Suponen unos y acaso no vayan descaminados le aclar la duda respecto a lalegitimidad de su nacimiento que, encerrado l en su oratorio, pidi mentalmente alSeor le esclareciera... Qued en el misterio, pues ni Juana habl, ni el Rey tampoco;pero desde aquel momento, dio absoluto crdito a la Doncella. Algo extraordinariodebi de ser sin duda para que un carcter tan suspicaz y reservn, se confiara

    plenamente.

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    Juana de Arco Luys de Santa Marina

    CAPTULO X La Doncella en la corte

    La morada del Rey se alzaba sobre un cerro dominando la villa y los camposdesde el Viena al Loira. Alto y seero, las brumas del ro y las nubecillas bajas lasgatas cean algunos das de invierno las torres de puntiaguda caperuzaemplomada. Marcial y rico, era el mejor castillo del . reino; hoy slo quedan ruinas.

    Duro, probado en las batallas, con siglos sobre sus recios huesos, fu de unos yde otros, porque el mundo da muchas vueltas; vergel de las Lises y guarida de losLeopardos; en el patio de armas hincaron bien su garra, y qued huella: una capillaconsagrada a san Jorge el de la cruz bermeja, patrn de su tie