juventud y sociedad contemporanea · en que más comúnmente suele clasificarse a la gente, tanto...

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JUVENTUD Y SOCIEDAD CONTEMPORANEA * por Isidoro Moreno Navarro El binomio juventud-madurez, tan de actualidad hoy en nuestra sociedad, no es sino uno de los modos posibles de transferir unos significados sociológicos a unas categorías de orden estrictamente biológicas. En efecto, las categorías en que más comúnmente suele clasificarse a la gente, tanto en nuestra sociedad como en cualquier otra, son las basadas en los criterios de edad, de raza y de sexo. Estas categorías, me- ramente biológicas, cobran valor sociológico cuando las dife- rencias físicas que conllevan son definidas en términos cultu- rales, cargando sobre ellas, con tendencia a la bipolaridad, una serie de rasgos y caracteres socioculturales cuya distri- bución puede realizarse de muy variada forma, según sea la orientación de la cultura de cada sociedad concreta. Es preciso subrayar, por consiguiente, que cualquiera * El presente trabajo es una versión que sigue de modo muy estrecho el texto de la conferencia pronunciada por el autor, bajo el mismo titulo, ea el Aula Magna de la Facultad de ciencias de Sevilla, dentro del ciclo dedicado al tema de la Juventud, en mano de 1970. Este es el motivo de la inexistencia de citas bibliográficas y demás aparato que suele acom- pañar a cualquier estudio científico de esta clase.

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JUVENTUD Y SOCIEDAD CONTEMPORANEA *

por Isidoro Moreno Navarro

El binomio juventud-madurez,tan de actualidad hoy ennuestrasociedad,no es sino uno de los modos posiblesdetransferir unos significados sociológicos a unas categoríasde orden estrictamentebiológicas. En efecto, las categoríasen quemáscomúnmentesueleclasificarsea la gente,tanto ennuestrasociedadcomo en cualquierotra, son las basadasenlos criterios de edad,de raza y de sexo.Estascategorías,me-ramentebiológicas,cobranvalor sociológicocuandolas dife-rencias físicas queconllevanson definidas en términoscultu-rales, cargandosobreellas, con tendenciaa la bipolaridad,una serie de rasgos y caracteressocioculturalescuya distri-bución puede realizarsede muy variada forma, según seala orientacióndela cultura de cadasociedadconcreta.

Es preciso subrayar, por consiguiente,que cualquiera

* El presentetrabajoes unaversiónquesigue de modo muy estrecho

el texto de la conferenciapronunciadapor el autor,bajo el mismo titulo,eael Aula Magna de la Facultadde cienciasde Sevilla, dentro del ciclodedicadoal tema de la Juventud,en mano de 1970. Este es el motivode la inexistenciade citas bibliográficasy demásaparatoquesuele acom-pañara cualquierestudiocientífico de estaclase.

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de estasdicotomías:hombre-mujer,jóvenes-adultoso blancos-negros,aunquerespondena realidadesobjetivas,directamentedetectables,no poseenigual valor en todos los casos,ya quesólo se cargande significadocuandorecibenun determinadocontenidocultural. Y en nuestrasociedad,ahora que, aunqueletamente,está comenzandoa debilitarse la especializaciónde roles y tipos de personalidadsegúnel criterio del sexo,se estáfomentandoel desarrollode otro criterio, tambiénbio-lógico, como es la edad, que se reviste hoy, quizá como enningún otro momento,de una fuerte significaciónsociológica.La percepciónde esteprocesose hacemásdifícil, a pesardesu evidencia,porqueen la modernasociedadcapitalistainter-actúanpara definir al individuo, junto a estos criterios refe-ridos a realidadesbiológicas—raza, sexo, edad—,otros yaplenamenteculturales y sociológicos, como son las clasessociales,los gruposde status y los grupos de poder,que po-seenmucha mayor virtualidad operativapero que, a la vez,puedendisfrazarsehábilmentebajo la aparienciade aquéllos.

En contrade lo quemuchasvecesquierehacersenoscreer,nuestrasociedadno se divide principalmenteen jóvenesy adul-tos. Esta es una entre las muy diversasformas posiblesdeclasificar la realidad social, y no precisamentela más lúcidani explicativa.Ya hemosaludido a otrasbipolaridades,comolas de hombre-mujero blancos-negros,pero lo mismo podría-mos continuar la serie con otras dicotomíasa distinto plano,como pudieranser las de explotadores-explotados,revolucio-narios-reaccionarios,o alienados-noalienados.

Y no es que cada una de estas categoríassean irreales,sino que tomadasaisladamente,como claves únicas para ex-plicar la estructurade nuestrasociedad,son insuficientes.Peoraún—por resultarentoncesla realidadtendenciosamentede-formada—es superponertodos los primeros y todos los se-gundos términos de las distintas oposiciones,distribuyendolos rasgossocioculturalesen dos camposantagónicos,rígida-menteseparadospor unamism almea.En estesentido,afirmarque todos los jóvenes son automáticamenteinconformistas,apasionados,inconscientese inconstantes,seríaalgo tan faltode realidadcomo señalarque todas las personasadultaspo-seencomo principalescaracterísticaslas de ser conformistas,

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razonables,responsablesy conscientes;a pesarde que seanestasnotas las que, por lo general,nuestrasociedadles ad-judica.

Pero no bastacon rechazarla oposiciónjuventud-madurezcomo explicaciónúltima de gran parte de las tensionesquetienen como escenarionuestro campo de fuerzassociales;espreciso profundizar en el significado y consecuenciasde laexistenciamisma de la dicotomía. En primer lugar, y en susentidoestricto, biológico, y por tanto socialmenteneutro, lajuventud debe ser consideradacomo una etapa dentro delciclo vital comúna todoslos seresvivos, incluido el hombre.La edad,indudablemente,da unas característicasfísicas biendefinidas a la persona.Un individuo en plena juventud esalguien biológicamentelleno de vigor, pero poco mas. Enrealidad, el paso verdaderamentesignificativo es el de tran-sición desdela niñez al estadoadulto, señaladopor la puber-tad. El individuo adquieresusplenasfacultadessexualesy bio-lógicamentese convierteen adulto, aúncuandoen nuestraso-ciedadestono lleve consigo su consideraciónsocial como tal.De aquíque se hayallegadoa creer, congranligereza,que lapubertad fisiológica produce necesariamenteconflictos psí-quicosen los individuos, cuandola verdades quelos proble-masy dificultadesemocionalesquecaracterizanentrenosotrosel períodode la pubertadestánoriginadospor las condicionessocialesespecíficasde nuestrasociedady no se presentanenotras sociedades,como hanpuestode manifiesto los estudiosde Margaret Mead y una largaserie de antropólogosquetra-bajan en el campo de las relacionesentrecultura y persona-lidad.

Como estoscambiosfisiológicos carecenen nuestrasocie-dad actual de un significado cultural y normativo preciso,e incluso se prohiben sus propias consecuenciasbiológicas,al aplazarsetoda actividad sexual plenahasta muchosañosmás tarde,hemosconvertidoal primer períodojuvenil en unafuentede inseguridady desequilibriosparael individuo. He-mos de tener, entonces,bien en cuentaque cuandosc hablade la juventud se estáhaciendoreferencia,aúncuandola con-fusión con el nivel biológico seapatenteen la mayoríade loscasos,al significado sociológico de unaetapacronológicade

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la vida, el período juvenil, cuyos límites e imprecisascarac-terísticas se sitúan entre los períodossocialesbien definidosde la niñez y del estado adulto. Representaidealmenteunafase de transición que,arrancandode la marginaciónsocial,desembocaen la plenaparticipaciónen la sociedad,durantela cual no existen normasy expectativasclaramenteinstitu-cionalizadascon las quepuedaorientarseel comportamiento,lo que produceuna inestabilidad psicológicamuy acusada.

Esto no obstante,y como en otros muchosterrenos,nuestrasociedadpresentaun gran número de contradiccionesa susmodelosteóricos,ya que la no consideraciónsocial de adultosa los jóvenesno sólo se oponea la evidenciabiológicade sumadurezfísica y sexual,sino también,en muchoscasos,a laexigenciade la realizaciónde tareasclaramenteadultas,y noprecisamentelas más livianas,parapoder subsistir. O cuandose les consideraperfectamentecapacitados,por ejemplo,paradefendera su país, matandoenemigos,pero no para poderopinar en la elecciónde aquellaspersonasquehayan de diri-girlo. Y no hablemosde casosmásextremos,como cuandolapropia ley no reconocea ciertos efectosaun individuo comoplenamenteadulto hastaque estecontraematrimonio, aunquehayaya pasadodel medio siglo de edady puedaposeertodaunacolecciónde títulos académicos.Así, en España,es sabidoque el papel social de elector se encuentrareservadoa loscabezasde familia y sus cónyuges,es decir, en la práctica,a las personascasadas;y esto a pesar de que dicho papelsocial no poseeapreciabletrascendenciaen cuanto a las cues-tiones o al númerode vecesen quepuedeserasumido.

Pero incluso restringiendo nuestro análisis a la normaideal, segúnla cual la juventudes unaetapade preparacióny entrenamientopara el ejercicio futuro de los roles deadulto, esta se extiendeen nuestrasociedada un períododetiempo anormalmenteamplio y sin límites precisos.Paraungran número de sociedades,en cambio, la madurezbiológicay social coinciden o distan poco entre si, dándosegran im-portancia a la evitación de toda ambigñedad,mediante laprácticade determinadosritos de pasaje quesubrayansocial-menteel momentoen que el individuo se despojasimbólica-mente de las característicasde la niñez para revestirse de

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aquellasque su sociedadconsideracomo propias del estadoadulto, lo quesuele señalarseincluso con la adopciónde unnuevonombre.Estosritos, consistentesgeneralmenteen prue-basde resistenciafísica y psíquica,y en ceremoniasde inicia-ción, poseenun gran significadopsicológicoparael individuoy sociológicoparael grupo. No puedenexistir dudasen cuantoa cuáleshande ser los comportamientosesperadosy las res-ponsabilidadesasumidaspor cualquier persona desde esemomento.

En nuestrasociedad,por el contrario, no existe nadapa-recido que señalela entradaen la sociedadadulta, a no seresasfiestas «de sociedad»en que los retoñosde una aristo-cracia en declive y una alta burguesíaen ascenso,señalansupaso desdela infancia a la edad«demerecer».Por ello, laetapa juvenil se caracteriza,aunquecierta literatura blandaquiera indicar lo contrario, por una radical inseguridadpsi-cológica nacidade la ambigñedaddel statusque se adjudicaa los jóvenes.Paraentenderestasituaciónno debemosolvidarque las interpretacionesculturalesde la edady de las diferen-ciasentredistintasedadesse refieren,fundamentalmente,a ladivisión social de las actividades,es decir, respondena loscriterios de acuerdocon los cualeslas personasejecutandife-rentesrolesy ocupandiversosstatus.Ciertosroles, en especialaquellosque implican facultadesdecisoriasu organizativas,estánvedadosa los jóvenes, bien seapor la ley o por otrosmodos más informales de control social, mientras que, porel contrario, les están particularmentereservadosotros pa-pelessocialesde menor relevanciay prestigio.

La definición social de cadaedadse realiza, pues,en re-lación a ciertas característicasque se distribuyen de formadeterminadaentre los diferentes status adscritos a ellas.Por tanto, los rasgos socioculturalesy los patronesde con-ducta que se consideranpropios de una edadconcretasóloson significativos en relacióncon los quedefinena las otras.Allí dondeel sistema de roles se halle estrechamenteligadoa la edad,ésta seráun componenteimportantede la propiaidentidadpersonal.La identidaddel «ego»,la percepcióndesí mismo en términos de necesidades,aspiracionesy respon-sabilidades,vendrá condicionadamuy directamentepor el

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lugar del individuo dentrode las diversascategoríasde edad.El sentimiento será, sobre todo, de moversedesde un gupoa otro mecánicamente,por el simple accesoa la edadcaracte-rística de cadauno de ellos, independientementede las cua-lidades y roles potencialesque puedan adquirirse.En estecaso, el status adscrito a la edad será un componentefun-damentaldel statustotal del individuo.

En sociedadesmuy estables,con un grado muy bajo decambio sociocultural, la adjudicación de roles y status enbaseal criterio de la edad posee un gran valor funcional,en cuanto queel conocimientoquepuedealcanzarse,en todaslas esferas,es esencialmenteacumulativo, fundamentadoenla propia experienciapersonal. La gerontocraciase justificapor el hechocierto de que la sabiduríase basaen la asimila-ción y control de los conocimientostradicionales,a los quese accedelentamenteen el transcursode todala vida. En lamayoría de estas sociedades,la separaciónradical entre lasdistintas generacionesconstituye un factor muy importantepara la estabilidady mantenimientode la estructurasocial.Cadauno de los gruposde edadestá perfectamentedefinidoy deberealizar como tal grupo —independientementede lapersonalidado cualidadesde los individuos concretosque lointegran—determinadasactividadessocialesque son básicasparael adecuadofuncionamientode la sociedadglobal.

Por el contrario,en sociedadescomola nuestra,sujetasaun proceso aceleradode cambio sociocultural, la fundamen-tación anteriorya no es válida, convirtiéndosesu persistenciaen algo extremadamentedisfuncional. La misma distinciónideal entrejuventud: fase de aprendizajeformal y de recep-ción de conocimientos,y madurez:períodode puestaen prac-tica de dichos conocimientos,se encuentraahora carentedesentido. A todos los niveles, se reconocey pregonaque elaprendizaje,antesasociadoestrechamentea la etapa juvenil,ha de ser hoy permanente,ya que métodosy saberesplena-mente aceptadosquedantotalmenteanticuadoscon gran ra-pidez,por lo quees precisoreemplazarloscontinuamente.Peroel reconocimientode estaevidenterealidadno pareceimplicar,en la mayoría de los casos,la aceptaciónde su más directaconsecuencia:que la edadde unapersona,por sí misma, no

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coloca a ésta en mejores o peorescondicionesque a otraspara ejercer una determinadafunción. Lo importante hoyes poseerel código con que descifrar la cantidad crecientede informacionesque se recibenen todoslos órdenes,no yaeí acumularéstas,que se quedanrápidamenteinválidasy endesuso.Y esto es algo que nada tiene que ver con la edad;aúnmás,si no se ha adquiridodicho código, el individuo iraquedandocon la edadcada vez mas desorientadoy perdidoen un mundo del que no será capaz de interpretarlos izien-sajes.

Es claroqueencualquiersociedad,excepciónhechaquizásde aquellascuyaculturaposeeun grado muy bajo de intensi-dademotivaen todoslos sentidos,ha de darseun cierto estadode tensiónentreaquellosquedominany controlanlos distintosórdenessociales,en especialla estructurade poder,y quienesposeenla expectativade accedera estedominio. Si la situaciónactual de nuestrasociedadrespondieseexclusivamentea esteplanteamiento,no se cargaríatantoel interéssobrela significa-cióndel binomio jóvenes-adultos:cuandolos primerosllegasena la madurezocuparíande forma más o menos automáticalos puestosde dirección, convirtiéndoseen defensoreso im-plícitos aceptantesde las premisasy valores consagrados.Aceptarían,de hecho,el vigenteordende cosaspermaneciendola estructurade la sociedadestable.Es más, el anterior con-flicto, convenientementecontrolado y limitado en cuanto a laetapa de la existenciapersonal en que puede darse,habrácontribuidoa la reafirmaciónde la sociedaden la direcciónestablecida,al constituir un casotípico de protesta ritual queforma partede supropiadinámicainterna.

Lo que realmenteha acentuadola atención hacia la ju-ventudde nuestrosdíasno ha sido el conflicto, más o menosagravado,queoponepermanentementey en forma casi rituala jóvenesy viejos, sino el presentey crecienteenfrentamientoentreopuestasideologíasy formasde vida cuya significaciónde ninguna manera puedetransferirse—como suele hacerseunasvecesa la ligera y otrasconscientemente—a las diversascategoríasde edad.Es porquela juventudde hoy serála quemananadeterminela orientación de nuestrasociedadpor loquecadauno delos sistemasideológicosen liza tratade atraér-

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sela o de mantenerlaapartadade los problemassocialesnu-clearesde nuestrotiempo, segúnlos casos.De aquí los esfuer-zos de concienciación,adulación,condenaviolenta, o variasdeestasconductasalternativamente,quedesdetodoslos ángulospresionansobreella.

Tal como el sistema establecidolo considera,el períodojuvenil deberíarepresentar,simplemente,una fasede apren-dizaje para la posterior y automáticaintegraciónal ordena-miento social, sin que quepa la posibilidad de reflexionaracercade las característicasde la sociedada la que ha derealizarseesta integración. De aquí los consabidosslogan,falsa y pretendidamenteteñidosde neutralidad,de que«cadacual cumplaconsu tarea concretay todo irá mejor»,«el estu-diante dediquesesólo a estudiar,que es lo suyo», «el profe-sor enseñesu materia específicay no meta en las cabezasde los estudiantesideasextrañasy peligrosas»,y otrasadmo-nicionesde este tipo, a las que tan acostumbradosestamosyay que puedenresumirseen la amenazadoraadvertenciadequecadauno de nosotrosnos dediquemosa la parcelamínimade actividadesa la que hemospodido accedero que nos hasido asignada,sin quenos preocupemosen fiscalizar o tratarde influir en la marchaglobal de la sociedady en la orienta-ción direccionalde todas estasactividadesconcretas,ya queexisten personascarismáticao tecnológicamentedotadasparaatenderpor nosotrosa tancomplicadascomo«ingratas»tareas.Es, a fin de cuentas,la versión actualizadadel tan famoso«zapatero,a tus zapatos»,que pretendeconseguir,dicho seade paso,ademásde buencalzado,que ni el zapateroni sushijos puedanatendera nadamásquea su oficio y no se plan-teen siquiera la posibilidad de accedera otra ocupacióneco-nomícao socialmentemás rentable.

A cambiode esta futura y automáticaintegraciónen losroles previamenteestablecidos;a cambio de rehusara todabúsquedade la identidad —ya existen fabricadas aquellasmásconvenientesparaquecada individuo funcione de la for-ma mas rentable para el sistema—,y como contrapartida,sobre todo, de que no pongan más tarde en cuestión lasestructuraseconomica,social y cultural de nuestrasociedad,estaadmite, duranteel período juvenil, ciertas transgresiones

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en aspectosmenoresdel código tradicional de comportamientocomo «esperadasy propias de los jóvenes»y basadasen la«consabiday natural irresponsabilidad»de los mismos. Estaposibilidad institucionalizadade escapara ciertas normas,que es sentidapor muchos jóvenescomo si fuese realmenteunaruptura con el orden social existente,no constituye,en lamayoría de los casos,sino el cumplimiento de una normasocial más, ya que en toda transgresióndel código culturales precisodistinguir dos casosbiendefinidos: la transgresióncon sentimiento de culpabilidad,o al menos acompañadadejustificacionespor el no cumplimiento personal del código,queen verdadno se pone en cuestión,y el rechazoconscientey total de la norma, por considerarlainadecuadao carentede virtualidad.

En la primera situación, que es la mayoritaria, al dejarel individuo su etapa juvenil volverán a hacersepara élsinónimosnorma generaly norma personal, aunque—esosí— podrá recordarcon nostalgialos «tiempos de juventud»en los queera posiblehacertales o cualescosasluego irreali-zables.De ahí esa apenasvelada envidia de ciertos adultoshacia quienes todavía puedenpermitirse ciertas exencionesdebido a su edad, y esas frases estereotipadastales como«aprovecharosahoraqueaúnpodéis»,«vivid a gustomientraspodáis»,y variasmásqueaquéllosqueya no son jóvenesdi-rigen a estos,reflejandoel reconocimientode que,paraellos,pasó ya irreversiblementela edaden que les era dadoasumirdeterminadasposturasy conductas.

En el segundocaso,hoy ya no tan minoritario, el individuoseguirárechazandopermanentementegran partede las normassocioculturales,esforzándosepor lograr un cambio verdaderode estructuras,lo que le hará peligrosopara el sistema.Deaquíla importancia,en cuantoa la perduraciónde éste,de quelos jóvenesrespondanal primero de estos dos modelos.Si esasí, seancualesquierasus posiciones,e incluso aunqueéstasdesemboquenen comportamientosviolentos y hasta destruc-tivos, su conductano tendráotra significación, como ya seña-lamos anteriormente,que la de una rebelión ritual mediantela que el propio sistemasaldrá fortalecido; y esto, indepen-

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dientementede la voluntadde quienesparticipenen ella. Paraquenadacambie, todo puedecambiar, todo orden puedesersubvertido,siempreque esto se realice en determinadosmo-mentos, rígidamenteseñalados:en el caso que analizamos,la posibilidad de escapar,de forma más o menoscompleta,a las normas establecidas,duranteun período concretodelciclo de vida individual; en otros casos,se tratará de uno ovarios días al año de igualación entreclaseso de inversiónde las relacionesde dependencia.Perolo importanterealmentees queesta puestaentre paréntesisde las normassocialessóloocurre en fechaso períodosde tiempo bien definidos.A cam-bio de una menor rigidez de las diversasformas de controlsocial sobreel individuo, durantela edaden queéstees con-ceptuadoculturalmentecomo joven, se le obliga a aceptarel sistemasocial en todossus aspectoscuandoentre a formarparte plenamentede la sociedad,mediante su consideracionde adulto. Con ello se conseguirá,además,que la represionpersonal no alcanceniveles excesivosdurante la juventud,poniéndolabajo control y permitiendo,en ciertos momentos,la catarsis.

La verdaderaimportancia,pues, de la juventud actual,estribaprecisamenteen ser la juventud de una sociedadqueestá atravesandoun período crítico. Y no afirmamos estosiguiendoel gastadotópico de considerarcomo el más im-portantede la historia el tiempoquea cadauno le ha tocadovivir, sino porque creemosque en nuestrasociedadexistenmuy pocos universalesde cultura y un númerocada día mascrecientede pautasalternativas, algunasde ellas en abiertaincompatibilidad.Cuandohablamosde universalesculturalesnos estamosrefiriendo, como hace Linton, a aquellas ideas,valoresy hábitoscomunesa todoslos miembrosde unasocie-dad concreta.Cuandoseñalamosa las alternativas, significa-mosla existenciade modosdiferentesde reacciónfrente a lasmismassituacionesy de diferentesmedios socialmentereco-nocidospara alcanzaranálogosfines. Y es el casoqueaunquepuedanperdurardefinitivamenteen el nivel de alternativasdeterminadaspautas de importancialimitada, por no perte-neceral núcleo del sistema sociocultural, esto no es posiblecuandose trata de normasy valoressocialmentedecisivos,ya

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que toda cultura ha de poseeral menosun mínimo de inte-graciónen sunúcleo básicoparano desintegrarse.

Las normasy valoresde gran partede los adultosno sonya universalesde cultura, puesto que no son admitidos pormuchos jóvenes ni por otra gran porción de adultos. El tra-dicional ordenjerárquico,aristocráticoy autoritario,contodassus implicaciones,ha dejadoya de ser, en cuantoa suacepta-ción, un universal de nuestra cultura, pero tampoco hanllegadoaserlolos principios de igualdad,libertady desarrollointegral de la persona.Ambos sistemasde valores se encuen-tran hoy en la categoríade alternativasy uno de ellos ha detriunfar finalmentepermitiendola construcciónde un nuevotipo de sociedado reafirmandorepresivamentela que ahorase tambalea.La importanciade la adscripciónde la juventud,sea explícita o implícita, a uno u otro campo, no necesita,pues,sersubrayada.

Esto explica la crecienteadulacióna los jóvenes, aunqueen muchasocasionesestaadulaciónno pasede ser unasimplemaniobraexplotadorapor la quese les trata de convertir enpermanentesdevoradoresde los productos de una industriaespecializadasobre ellos, la cual se convierte, además,eninstrumento de alienación,haciéndolesconsiderarsesujetoscentralesde la atención de una sociedadque deseaconven-cerles de que ellos son su interés más importante. En losdemáscasos,la adulacióna los jóvenesy la exaltaciónde lajuventud como grupo dotadode unas imaginariasy casi tau-matúrgicas cualidades,tiene una finalidad claramente ins-trumental.Así, por ejemplo,todaslas organizacionespolíticas,religiosaso de cualquieraotra clase,tieneno tratan de poseeruna«secciónjuvenil», «directivaauxiliar», «legión de apren-dizaje» o similar. Estas seccionesdependenen forma muyestrechade la organización adulta correspondiente,siendola relaciónestrictamenteunívoca,ya que la rama juvenil noinfluye en realidadsobrela marchade la organizaciónadultay sí es, en cambio, convenientementeutilizada por ésta,sobretodo en finalidadespara las cuales los miembros adultosnoresultaríanadecuados,bien por precisar conductasque po-drían resultardesprestigiosas,bienporque las accionesseríanconsideradascomo excesivamenteagresivas,y por tanto into-

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lerables,por los demás miembros de la sociedad.Baste re-cordar en estesentidolas demostracionesde fuerza, desfiles,asaltosy otrasaccionesque suelenrealizarcon cierta frecuen-cia los gruposjuvenilesde determinadasorganizacionespolí-ticas.

De aquí la crecienteaversión de una buenaparte de lajuventud actual a dejarseencasillar en organizacionescuyocontrol le es ajeno, y la también crecientetendenciaa aso-ciarse formal o informalmenteen gruposde iguales,general-menteexcluyentes,cuandono a veces claramentexenófobos.E incluso cuandolos jóvenesse encuadranen las ramasco-rrespondientesde las distintas organizacionespolíticas, reli-giosas,etc., lo hacenhoy, en su mayor parte,principalmentepor sentirseaceptados,legitimadossocialmente,o paraconse-guir relacionarsemásfácilmentecongentesdesu misma edad.El interés hacia los fines específicosde la organizaciónhapasadoa segundotérmino, desbordadopor la búsquedaan-siosa de la consecuciónde contactosen los que se pongaenjuego la personalidadtotal de los individuos; lo que no esnadaextrañosi pensamosque el tipo normal de relacionessocialesque les brinda la sociedades radicalmenteinautén-tico.

Una partede la juventud actual impugnaya a unasocie-dadque,a pesarde la adulaciónque ejercesobreella, ignoralegal y socialmentea los jóvenes,negándolescualquierrolimportante.A unasociedadque, en abiertacontradicciónconaquello que pregonan algunas de sus principales normasideales,valora el poseery no el ser, y dondela riqueza, eléxito y el poder son los máximosincentivos-Una partede lajuventud actual no se contenta ya con el ideal burguésdeconseguir,másque ningunaotra cosa,una «esposafiel», un«marido trabajador»o unos hijos que actúende satisfacciónsustitutiva y de amortiguadoresde la frustración propia,convírtiéndoseen agentesjustificadores de las acciones desus padres,aunqueestas no sean especialmentelimpias. Aella no le bastaconobtenerpor encimade todo unaprofesionbien pagada,independientementede que intereseo no el tipode trabajo a realizary de quepuedao no contribuir al enri-quecimientode la personalidad;o el ser «socialmenterespe-

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tado»,es decir,saludadoconcontinuasinclinacionesde cabeza,cínicamenteaduladoras,cuandono cargadasde rencor.

No se aceptatampocola existenciade dos esferastotal-menteseñaladas.En realidad, dentro de la juventud, comode conductae incluso sistemasde valoresradicalmenteopues-tos: la esferafamiliar, dondeel afectoy la cooperacióndebenreinar en todo momento,y el ámbito público, representadopor todos los restantescontextos,el cual es consideradocomojungla en la que dirimir constantesbatallas por el ascensoeconómicoy social.

Por supuesto,es claroquecuandohablamosde la juventudno caemosen el espejismotan frecuentede creerlaun grupohomogéneo,ni de adjudicarlea toda ella las notas anterior-menteseñaladas.En realidad, dentro de la juventud, comodentro de la sociedadtoda, puedendistinguirsevarias orien-taciones,claramentedefinidasen cuanto al modo e intensidadde suprotagonismosocial, que son resultadode la exploraciónpersonal,o falta de ella, acerca del significado de los prin-cipales valoressocioculturalesasimilados duranteel procesode enculturación,y de sugrado de coherenciaconel desarrollointegral de la personalidadpropia.

Estasorientacionescreemosdebenanalizarsede acuerdoa los siguientestres criterios fundamentales:

a) La aceptacióno rechazo del sistenía socioculturalexis-tente.

b) La conscienciao inconscienciade esta aceptacióno re-chazo.

e) La actividado pasividaden la aceptacióno rechazo.

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De lo que resultan, al menospara nosotros,cinco gruposfundamentales,cuyas característicasdamosa continuación,atítulo de esbozo:

El primer grupo (1), compuestopor aquellos a quienesen muchasocasionessueleaplicarsela denominaciónde aso-ciales o inadaptados, representaun rechazo activo, inclusocon frecuenciaviolento, de una gran parte de las normassociales. Quienes forman el grupo son individuos tempera-mentalmenteopuestosa la orientación de nuestra cultura,que reaccionan agresivamentecontra las limitaciones queésta les impone, respaldadaspor la gente«respetable».Re-chazanel sistema social establecido,pero son incapacesderealizaruna crítica conscientedel mismo,por lo que no pue-den presentarninguna alternativa ideológica o práctica almismo.Las bandasjuveniles, rayandoo con frecuenciadentroya del campo de la delincuenciapor delitos comunes,y seacualquiera la denominaciónque se les otorgue, pertenecenplenamentea estacategoría,quees producidaautomáticamentepor la propia sociedad,dadasu actual estructura,como unade sus contradiccionesinternas.

Por otra parte, va en aumentoel número de quienesre-chazanconscientementea una sociedadque consideranmate-rialista, explotadoray alienante;y de aquí la importanciacrecientede la juventud impugnadora.Esterechazoconscientepuedeir o no acompañadode una intervencióndirecta,activa,dirigida a cambiar la sociedad,o puede, por el contrario,desembocaren un distanciamientoo abandonomás o menostotal de la misma. En este último caso (grupo II), la oposi-cion entrelos valores personalesy la estructuradel sistemaestablecidose intenta resolver segregándosede éstey aislán-dose en pequeñosgruposcon actividadesy normas propias.Estedistanciamientopuedeser físico: huida de las ciudadesindustrialeshaciasitios quese consideranlibres del perniciosocontagio de la sociedadactual, creandomicrocosmosdondeimperenlas relacionesauténticamentepersonalessobrelas anó-nímas,como es el casode muchascomunidadesde «hippies»;o bien reducirsea una ilusión de escapada,a una evasionpsíquica, para refugiarseen un mundo artificial, en un pa-raísopropio, al margende la realidadque se rechaza.Como

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esta segundaactitud del alejamientointerior es, desdeluego,menosdifícil de realizary menoscomprometidaqueunaverda-derarupturafísica, de aquíel aumentoconstantedel consumode drogasy otros productosencaminadosa producir estadospsíquicosfelices que la vida real no puedeofreceren nuestrasociedadcapitalista.Hay que hacernotar, además,que estamoderna fantasía de solución a los problemassociales nodifiere cualitativamentede esasotrasposicionestradicionalesante un orden social consideradotambién injusto, que secu-larmentehanmantenidotodos aquellosquehan creído en lailusión de que es posible resolver individualmente,a escalapersonal, problemasy situacionesgeneradospor el propiosistemasocial y por tanto sólo solucionablesmediantela des-trucción de éste.

Independientementedel grupo anterior,con susdiferentesgradosde evasiónde la sociedad,existe otra categoría(III)de impugnadoresconscientesdel sistema sociocultural capi-talistaqueno huyendela realidadsobrela queéstese asienta,sino quepermanecenen ella para lograr activamenteun ver-daderocambiode estructuras.Por supuesto,es esteel gruporealmentepeligrosoparael sistema,ya que sus componentesno sólo son capacesde detectarlos verdaderoscondiciona-mientosde la situaciónactual y sus contradiccionesinternas,sino que actúan en consecuencia;aunqueesto no signifiquequehayan de hacerlonecesariamentecon violencia. Son aque-llos jóvenes, a quienesya nos hemosreferido en parteante-riormente,que se sienten solidarioscon los explotadosy losinjustamenteperseguidos—sean adultoso jóvenes, hombreso mujeres, blancos o negros—,y enemigospermanentesdelos explotadores.Componenun grupo que rechazagranpartede las cristalizacioneshistóricas de las distintas ideologías,pero querecogelo quecree positivo de cadaunade ellas, as-pirandono sólo aunaslibertadesformaleso de minorías,sinoa una situaciónque reconozcala dignidadde toda personaypermitae impulseel desarrollointegral de cadaunade ellas.

En sentidocontrario, podemosdistinguir dos gruposprin-cipalesentreaquellosqueaceptanglobalmenteel orden cultu-ral y social vigente: el de quieneslo aceptanpasivae incons-cientementey el de quieneslo defiendende una forma activa,

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conscientee incluso violentamente,si llega el caso.Estosúlti-mos (grupo IV) constituyen, desde luego, minoría, aunquesu verdaderopesoespecíficoseamucho mayor del que tienenenapariencia,ya queposeen,enactoo al menosenexpectativa,el monopoliodel poder,lo que les hacedueñosde los princi-pales resortesy controlessociales.Ellos representanla conti-nuidaddel sistemade valores real de la sociedadestablecida,a la que defenderánactivamentepor ser el campo adecuadodondenutrirsede riqueza, statusy poder.

El otro grupo (V), sin duda el más numerosode todoscuantitativamente—al igual queocurre en el conjunto de lasociedad—,está compuestopor la gran masade individuoscarentesen realidad de identidad propia, por encarnarenunos tipos de identidad prefabricados.Son aquellos que,convenientementemoldeados por los modernos medios dealienación colectiva, rehúsandesarrollar sus propias poten-cialidadescomo personasy las proyectan en la figura deljefe carismático, del emisor de recetas standardizadasodel tecnócrata«especializado»,que piensan y deciden porellos. Quienestienencomo únicametael ascenderde casillerosocial, no importa a cambio de qué costos,y que consideranque una cierta autonomíaeconómicay el logro de algunaslibertadesformales,en el terrenosexual por ejemplo,son lasmáximascotasa las quees posibleaspirar.Paraelloses paraquienesestáninstitucionalizadasun determinadonúmerodeespitasa la frustración—previniendolos casos,en realidadmuy mayoritarios,en que no se les permitasiquieraconseguirlo anterior—, las cuales actúande catarsiso lavativas puri-ficadorasparaqueel individuo se integreal sistemasin dema-siadosproblemaspsicológicos.Por supuesto,es a este grupoal que se trata de presentarcomo la única juventudexistentey posible,unas vecespara adularla y otras, las más, con elfin de justificar la completa falta de disposiciónpara entre-garle responsabilidades.

Estoscinco modelosprincipales se superponenal actualsistema jerárquico de clases y engloban realmenteno sóloa la juventud sino a todos los miembrosde nuestrasociedad,con independenciade su edad, aunqueen cada una de estas

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categoríaspuedanserdistintaslas proporcionesrelativasentrelas diversasedades.

Y para concluir, voy a permitirmeunas brevesconsidera-ciones finales sobre la denominada«cultura juvenil». Paraquienesdefiendensu existencia—que son, por reglageneral,los mismosque se beneficiaríancon su consolidación,y porello la propugnany alientan—hancristalizadoya, o se hallana punto de hacerlo, unaserie de pautas,actitudes,conductasy valoresque son peculiaresy exclusivasde la juventud.Enestesentido,nosotroscreemosque, salvo paraun sectorde losvariosque respondenalsegundomodelo analizado—el de losimpugnadoresconscientesno activos,quesí hancreadociertaspautas distintivas,aunquemuy cambiantesy aún no crista-lizadas totalmente—,no existe realmenteuna «cultura juve-nil», si nos atenemosal concepto antropológicode cultura.Su pretendidaexistencianos parecesimplementeotro intentopara desencadenarun nuevo procesode alienacióncolectivaquehagaa los jóvenesencerrarseen un compartimentoaisladoy excluyente,queellos hande creerconstruidopor ellos mis-mos, del quecadauno deberásalir individual y aisladamenteparaintegrarsede forma automáticaa las normasestablecidas,que se les presentantambién como si fuesenconnaturalesala sociedadadulta. En ese «ghetto»juvenil habránde dejarseobligadamentelos ideales que alguna vez pudieron sentirsecomo realmentenobles y liberadoresy que no podrán,portanto, acompañaral individuo en su incorporaciónplena a lasociedad.

Quererconvencernosde queexiste una relaciónnecesariae insalvableentrejuventudy normasnuevasy madurezy nor-mas tradicionales,equivale a pretenderque la juventud seconviertaverdaderamenteen una categoríasocial segregada,con una cultura propia tan poco relacionadacon la culturade la sociedadglobal de la que los jóvenesforman partequeimpida a éstos ejercer cualquier influencia sobre la misma.El intento alcanzael extremode quererconvertir ala juventuden línea autónomade transmisiónde rasgos y valorescultu-rales,casi siempresecundarioso desconectadosconlos puntosnuclearesdel sistema.Es el mismo métodoutilizado con tantoéxito durantesiglosparamantenerapartadade los temasy de-

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cisiones importantespara la sociedada la mitad de los sereshumanos: los de sexo femenino. Consisteen incitar a losindividuos de que se trate a que aceptencomo si fuese algo«natural»o decididopor ellos mismosaquelloqueles ha sidocuidadosamentefabricadocon el fin de alejarlesde los pro-blemas clave a que antes hacíamosreferencia: aceptacionde símbolos peculiares,identificación con determinadosva-lores secundarioso no operativos,consideraciónde queexistentemas, problemase inquietudes«propios» del grupo, a losqueha de dirigirse con exclusividadla atenciónde éste, etc.

La «cultura juvenil» se situaría así en un períodomásomenospreciso,pero siemprelimitado, del ciclo de vida indi-vidual, y sus normasy valoresseríanasumidostemporalmenteparaabandonarlosmástarde,cuandose consigaserreconocidocomo miembro de la «sociedadadulta», sin quepuedanserllevadosa éstay sin que, por tanto,puedanamenazaren nin-gún aspectoimportantela estabilidaddel sistemasocioculturalimperante.

Departamentode Antropologíay Etnología de AméricaUniversidadde Sevilla.